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Educar a la Ciudadanía Entrevista con Rogelio Gómez Hermosillo (Presidente de Alianza Cívica A.C.) Leyendo a los expertos ¿Y ahora qué? Pasemos del VER al ACTUAR Compartiendo experiencias Un ejemplo de un proceso de educación ciudadana e incidencia social concreta por parte de la Universidad De La Salle Bajío Espiritualidad cristiana para la participación ciudadana Reflexiones hechas por Mons. Sergio Obeso que podría llevarnos a una mayor participación ciudadana Año 1 ABRIL 2011 No.1 Educar para una cultura de paz significa educar para la crítica y la responsabilidad.

Boletin Communitas No. 1

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Boletin Communitas No. 1 Mes de abril 2011

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Communitas

Educar a la

CiudadaníaEntrevista con Rogelio Gómez Hermosillo

(Presidente de Alianza Cívica A.C.)

Leyendo a los expertos

¿Y ahora qué?Pasemos del VER al ACTUAR

Compartiendo experienciasUn ejemplo de un proceso de educación ciudadana

e incidencia social concreta por parte de la Universidad De La Salle Bajío

Espiritualidad cristianapara la participación ciudadana

Reflexiones hechas por Mons. Sergio Obeso que podría llevarnos a una mayor participación ciudadana

Año 1 ABRIL 2011 No.1

Educar para una cultura de paz significa educar para la crítica y la responsabilidad.

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ÍndiceEditorial ..................................................................... 5

Educar ciudadanos para una cultura de paz.............. 8

Espiritualidad cristiana para la participación ciudadana. .............................. 14

Leyendo a los expertos ............................................. 21

Compartiendo experiencias ..................................... 27

¿ Y ahora qué ? ......................................................... 31

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EditorialGracias al esfuerzo y dedicación del equipo que integra la Dimensión de Justicia Paz y Reconci-liación de la Comisión Episcopal para la Pasto-ral Social, viene a la luz el segundo Boletín elec-trónico Communitas. En el primero se tuvo como objetivo principal presentar una reflexión, a modo de introducción, sobre las condiciones que enfrenta América Latina en la construcción de la ciudadanía. Haciendo una especial profundización en la necesidad de pasar de una democracia electoral a una demo-cracia de ciudadanía.

Ahora el Boletín nos ofrece un paso más en este caminar: Educar en la ciudadanía. Se nos presenta un proceso largo y difícil, pero los logros más arduos de alcanzar se comienzan siempre con los primeros pasos. Cuánto quisié-

ramos, que estos primeros pasos llevaran a muchos de nuestros hermanos a una meta de común maduración, en esta urgente necesidad de nuestro querido México. Esa es nuestra intención, nuestro sueño, nuestra propuesta. Dios permita que, como proponemos hoy en el boletín, podamos aprender, recordar y poner en práctica los cuatro ejes para la educación de la paz. Así como también, en éste momento crítico de nuestra historia mexi-cana, recurrir a las soluciones de fondo, como lo es el de la educación, cual instrumento crucial de nuestra transformación social y política, que nos enseña a responder al prota-gonismo de nuestra historia.

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Para considerar la amplitud del horizonte humano y complementarlo con su realidad espiritual, Mons. Obeso nos ayudará con su extraordinaria reflexión sobre la Espirituali-dad cristiana para la participación ciudadana. Estamos invitados a ser hombres nuevos. La Palabra de Jesús nos ilumina el camino y no nos permite perdernos ni titubear, siem-pre y cuando seamos atentos “oyentes de la Palabra”. En esta ocasión se nos invita a escu-char la enseñanza de las Bienaventuranzas.

En relación a la sección que hemos llamado “aportación de los expertos”. Nos queda sumamente claro el déficit que padecemos en México respecto a una cultura ciudadana. El análisis de la realidad es preocupante; en él hemos de leer los signos de los tiempos y actuar en consecuencia. El cómo hacerlo se nos presenta, en este segundo boletín, a través de cuatro maneras de “aprender” a ser miembros de una sociedad, de una comuni-dad. Se nos exhorta a dejar la inercia de nuestro individualismo, enfermedad y verdadero cáncer de nuestra sociedad.

Si alguno de nosotros, afectado por el excepticismo, contemplara muy lejana la meta y difícil la transformación, veamos en la sección “compartiendo experiencias”. Allí descu-brimos que no se trata de una utopía. Cuando existen conjunciones de voluntades y caris-mas, podemos inyectar savia nueva de ciudadanía y de bien común por la sociedad.

Si la educación es un proceso que no termina nunca, no nos cansemos ni nos desanime-mos en el caminar. Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Ayudemos y dejémonos ayudar. Trabajemos por un México impregnado del Evangelio, de la Doctrina Social de la Iglesia, de la luz de Jesús. Ánimo, el camino no es fácil, pero tampoco imposi-ble.

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Considero que lo más oportuno en este momento conclusivo sea recordar un pensamien-to de San Pablo dirigido a los Efesios: “¡En pie!, pues, ceñida su cintura con la verdad y revestidos de la Justicia como coraza, calzados los pies con el Celo por el evangelio de la paz…”. Ef 6,14-15.

¿De qué esta ceñida nuestra cintura, cuál es nuestra coraza, con qué están calzados nues-tros pies?

Una vez más, agradezco a todas las personas que han colaborado con la Dimensión de Justicia Paz y Reconciliación de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social en la prepa-ración de este insumo. Esperamos sus comentarios y sugerencias para que contribuyan con su retroalimentación y observaciones. Dios les bendiga siempre.

Fraternalmente

+ Ramón Castro CastroObispo de Campeche

Responsable de la DimensiónJusticia, Paz y Reconciliación de la CEPS

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1 Quien fuera presidente de la Comisión Europea de 1985 a 1995.2 Delors, J. Educación: hay un tesoro escondido dentro. UNESCO, París Francia, 1996.

Educar ciudadanos para una culturade pazEducar para una cultura de paz significa educar para la crítica y la responsa-bilidad, para la comprensión y el manejo positivo de los conflictos, así como potenciar los valores del diálogo y el intercambio y revalorizar la práctica del cuidado y de la ternura, todo ello como una educación pro-social que ayude a superar las dinámicas destructivas y a enfrentarse a las injusticias.

En uno de los periódicos informes que la UNESCO realiza y que sirven de reflexión sobre las dinámicas culturales que se producen en el mundo, más allá de las estadísticas, Jacques Delors apuntaba que “la educación tiene la misión de capacitar a cada uno de nosotros sin excepciones en desarrollar todos sus talentos al máximo y a realizar su potencial creativo, incluyendo la responsabilidad de sus propias vidas y el cumplimiento de los objetivos personales” . El informe mencionado, señala que la educación ha de organizarse alrededor de cuatro aprendizajes, que serán los pilares del conocimiento a lo largo de la vida de cada individuo, y que perfectamente podrían considerarse también los cuatro ejes de la educación para la paz:

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1) aprender a conocer, esto es, adquirir los instrumentos de la comprensión 2) aprender a hacer, para poder actuar sobre el entorno 3) aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las activida-des humanas 4) aprender a ser, progresión esencial que participa de los tres aprendizajes anteriores

Hemos de educar para la disi-dencia, la indignación, la des-obediencia responsable, la elección con conocimiento y la crítica”

Educar para la crítica y la responsabilidad, supone desde la educación para la paz, que hemos de educar para la disidencia, la indigna-ción, la desobediencia responsable, la elección con conocimiento y la crítica, es decir, para salirnos de las propuestas de alienación cultural y política.

Desde esta perspectiva, la educación para la paz “consiste en analizar este mundo en que vivimos, pasarlo por la crítica reflexiva emanada de los valores propios de una cosmovi-sión pacifista y lanzar a los individuos a un compromiso transformador, liberador de las personas en tanto en cuanto que, movidas por ese análisis crítico, quedan atrapadas por la fuerza de la verdad y obligados en conciencia a cooperar en la lucha por la emancipa-ción de todos los seres humanos y de sí mismas, en primer lugar” .

3 Rodríguez, M. “Educar para la paz y la racionalidad comunicativa”, en Educar para la paz: Nuevas propuestas. Universidad de Granada, Granada España, 1994.

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“Tenemos la obligación moral de fomentar en nosotros y en nuestros hijos la capacidad de oponernos a que un sinfín de cosas parezcan normales, cotidianas y aceptables en el entorno, tanto natural como social... Debemos luchar contra la pereza y la tendencia al conformismo y el silencio que la sociedad fomenta” . Educar, en otras palabras, significa dotar al individuo de la autonomía suficiente para que pueda razonar y decidir con toda libertad. Significa proporcionar los criterios que nos permiten defender nuestras diferen-cias y divergencias sin violencia, “fomentar la capacidad de apreciar el valor de la libertad y las aptitudes que permitan responder a sus retos.

Ello supone que se prepare a los ciudadanos para que sepan manejar situaciones difíciles e inciertas, prepararlos para la responsabilidad individual. Esta última ha de estar ligada al reconocimiento del valor del compromiso cívico, de la asociación con los demás para resolver problemas y trabajar por una comunidad justa, pacífica y democrática” , porque el derecho y la necesidad de alcanzar una autorealización personal no ha de ser ni un obstáculo ni una incompatibilidad con la necesidad de formarnos como ciudadanos responsables y con conciencia pública. Esto supone siempre, y en primera instancia, una mirada hacia nuestro interior, en darnos la posibilidad de decidir y en ejercitar el derecho de pensar lo que queremos, en imaginarnos un futuro y en practicar la política en prime-ra persona, sin más intermediarios iniciales que nuestra propia conciencia, para después coparticipar con nuestros semejantes, reconociéndonos autoridad (que no poder) y capa-cidad creativa, y en asumir que estos actos pueden transformar la realidad.

Pero la educación para la paz ha de ser también una educación para el encuentro de las individualidades, una educación para la conspiración, la cooperación, la cesión de confianza, un lugar donde aprender el manejo de nuestras potencialidades de transfor-mación y en donde los proyectos culturales se conviertan en actividad política.

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Mayor Zaragoza, F. La nueva página, Círculo de Lectores/UNESCO, Barcelona España, 1994.UNESCO, La educación para la Paz los Derechos Humanos y la Democracia. Declaración de la 44ª reunión de la Conferencia Internacional de Educación, ratificada por la Conferencia General de la UNESCO en noviembre de 1995.

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“La educación es, sin duda alguna, un instrumento crucial de la transformación social y política”.

El proyecto de cultura de paz, en definitiva, sólo alcanza sentido en la medida que sea un instrumento útil para movilizar a la gente, para su propia transformación y la de su entorno. Frente a la violencia y el terror, además, el discurso de la cultura de paz habría de ser como una batería para cargar pilas a la sociedad civil, a sus conciencias y a sus posibilidades de actuación, y siguiendo a Restrepo, para rebelarse, conquistar el alma y derrotar cultural y espiritualmente a la violencia, redefiniendo la democracia, la civilidad y la esfera de lo sacro. La educación es, sin duda alguna, un instrumento crucial de la transformación social y polí-tica.

6 Restrepo, L.C. Manifiesto de Insurgencia civil, Número 8, Págs. 51-56. http://revistanumero.com/index.php?catid=60

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Si estamos de acuerdo en que la paz es la transformación creativa de los conflictos, y que sus palabras-clave son, entre otras, el conocimiento, la imaginación, la compasión, el diálogo, la solidaridad, la integración, la participación y la empatía, hemos de convenir que su propósi-to no es otro que formar una cultura de paz, opuesta a la cultura de la violencia, que pueda desarrollar esos valores, necesidades y potencialidades.

Es a través de la educación “que podremos introducir de forma generalizada los valores, herramientas y conocimientos que forman las bases del respeto hacia la paz, los derechos humanos y la democracia, porque la educación es un importante medio para eliminar la sospecha, la ignorancia, los estereotipos, las imágenes de enemigo y, al mismo tiempo, promover los ideales de paz, tolerancia y no violencia, la apreciación mutua entre los indivi-duos, grupos y naciones” . La educación es también el eje dinámico del triángulo formado por la paz, el desarrollo y la democracia, un triángulo interactivo cuyos vértices se refuerzan mutuamente , por lo que es igualmente “la herramienta que nos permite trascender la condición de individuos y llegar a ser personas, es decir, ciudadanos que aportan a la socie-dad, capaces de buscar y expresar la verdad, de contribuir a que las comunidades y las naciones alcancen una vida mejor” .

Una educación pro-social y para la convivencia. Como venimos explicando, la cultura de la violencia impregna todas las esferas de la actividad humana: la política, la religión, el arte, el deporte, la economía, la ideología, la ciencia, la educación... incluso lo simbólico, y siem-pre con la función de legitimar tanto la violencia directa como la estructural, y por supuesto, la guerra, buscando siempre razones y excusas para justificar el uso de la fuerza y la práctica de la destrucción, y normalmente en nombre de algo superior, ya sea un Dios o una ideolo-gía.

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Symonides, J. y Singh, K. Constructing a cultura of peace, a From a cultura of violence to a cultura of peace, UNESCO, Paris Francia, 1996. Págs. 20-30.Mayor Zaragoza, F. La nueva página, Círculo de Lectores/UNESCO, Barcelona España, 1994.Idem.

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La violencia cultural sirve también para paralizar a la gente, para infundirle el miedo, para hacerla impotente frente al mundo, para evitar que dé respuestas a las cosas que la oprimen o le producen sufrimiento. La educación para la paz, por tanto, ha de ser una esfuerzo capaz de contrarrestar estas tendencias y de consolidar una nueva manera de ver, entender y vivir el mundo, empezando por el propio ser y continuando con los demás, horizontalmente, formando red, dando confianza, seguridad y autoridad a las personas y a las sociedades, intercambiándose mutuamente, superando desconfianzas, ayudando a movilizarlas y a superar sus diferencias, asomándolas a la realidad del mundo para alcanzar una perspectiva global que después pueda ser compartida por el mayor número posible de personas.

El reto de la educación y de la cultura de paz, por tanto, es el de dar responsabilidad a las personas para hacerlas protagonistas de su propia historia, y con instrumentos de transfor-mación que no impliquen la destrucción u opresión ajena, y no transmitir intransigencia, odio y exclusión, puesto que ello siempre supondrá la anulación de nuestro propio proyecto de emancipación y desarrollo.

“La educación para la paz ha de ser también una educación para el encuentro de las individualidades, una educación para la conspiración, la cooperación, la cesión de confianza”

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Espiritualidad cristianapara la participación ciudadana

Por Mons. ObesoCompartimos con ustedes algunas reflexiones hechas por Mons. Sergio Obeso en 2005 sobre la espiritualidad cristiana que podría llevarnos a una mayor participación ciudadana y que siguen muy vigentes actualmente:

Juan Pablo II en Ecclessia in America escribía: “Espiritualidad es un estilo o forma de vivir según las exigencias cristianas, la cual es la vida en Cristo y en el Espíritu... En este sentido por espiritualidad se entiende no una parte de la vida sino la vida guiada por el Espíritu Santo” (EIA No. 29).

La espiritualidad cristiana se forja en primer lugar a partir del encuentro con el Señor a través de la escucha de su palabra, de la identificación de sus opciones, de la contempla-ción de su vida para hacer nuestras sus actitudes. El Evangelio testimonia como la vida de Jesús está atravesada permanentemente por la acción del Espíritu de Dios, desde el Bautismo hasta la cruz. De ahí que una característica del discípulo de Jesús está dada por el dejarse conducir por el Espíritu, dejarse enseñar por El y dejar que el mismo Espíritu ayude al discernimiento ante las situaciones inéditas de cada época.

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La espiritualidad lleva al cristiano a convertirse en hombre nuevo. Esto se realiza mediante un proceso, que en América Latina hemos llamado seguimiento de Jesús, en donde la persona va asumiendo el estilo del Señor, su forma de vida, su disponibilidad al Espíritu. La acción del espíritu va disponiendo al hombre a la comunión con Dios y con los hermanos, mediante un proceso en el que lo libera de los egoísmos en que lo ha sumido el pecado.

La meta es siempre la comunión, a la que no se accede sino por un profundo proceso de conversión. Sin embargo la comunión llama permanentemente a la solidaridad puesto que se constata cada día, cuantos hermanos están lejanos de esta realidad.

Espiritualidad cristiana y participación ciudadanaQuisiera proponer a ustedes el texto de las bienaventuranzas desde donde podríamos encontrar algunas líneas que sustenten una espiritualidad que nos lleve a la participación ciudadana.

Bienaventurados los pobres:

La primera bienaventuranza no es una loa a la miseria y a lo que destruye la vida del hombre. Es en primer lugar un reconocimiento a los que no están llenos de sí mismos, los que en su trabajo cotidiano no han colocado la búsqueda del prestigio, del poder o del dinero como el centro de su vida. Es una exaltación de la vida que se empeña por renunciar a postrarse ante los ídolos que la cultura contemporánea coloca delante de los hombres.

Esta bienaventuranza tiene su fundamento en una profunda confianza en Dios que le permite al hombre avanzar con las manos vacías, sin temor a ser despojado de sus bienes, porque se vive como si nada se poseyera y, con la frente en alto, porque se siente libre de tener que aceptar componendas que dañen la propia dignidad y la de los demás.

Quien asume la pobreza desde esta perspectiva tiene el coraje de luchar y comprometerse con todas sus fuerzas en el escenario público pues sabe que nada tiene que perder pues lo que tiene le viene de Dios. Es capaz de superar los miedos que paralizan la acción de las personas y las comunidades, pues su seguridad le viene de Dios.

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Si hay un elemento que hoy impide con fuerza la participación ciudadana, es el miedo que de distintas maneras impide los procesos de organización, que alienta la apatía y el confor-mismo.

Bienaventurados los mansos:

No hay nada más lejano al espíritu del evangelio que la resignación y la fatalidad. El evange-lio en cambio propone siempre la tenacidad y la perseverancia. A la luz de la figura de Jesús, quien contempla con los ojos de Dios la realidad, brota naturalmente la indignación ética ante la injusticia, que con sus múltiples facetas, daña la vida de las personas. Ser manso no significa aguantarlo todo como si no hubiera nada que hacer para transformar el mundo; es la expresión de un corazón que no pierde del todo la armonía a pesar de la adversidad. El hombre manso evita el camino de la dominación y está permanentemente por el servicio.

Para la participación ciudadana se requieren cristianos que cultivando la mansedumbre sean capaces de dialogar en medio de las diferencias; que sean capaces de aceptar que la verdad se conquista paulatinamente, mediante el ejercicio de escuchar la verdad de los demás.

El cristiano con la mansedumbre se faculta para luchar contra todo tipo de autoritarismos y se convierte en promotor de una sociedad incluyente y plural. Alentar la participación ciudadana requiere de un ejercicio que cultive en el corazón de las personas la paciencia histórica, para confiar que a pesar de la resistencia de la realidad a transformarse ningún esfuerzo deja de producir sus frutos. El desaliento en muchos casos puede ser expresión de un acercamiento a la realidad de manera simplista, de una incapacidad de perseverar ante los problemas.

Bienaventurados los que lloran:

Jesús se acercó a la realidad siempre desde la compasión. No se detuvo sólo en el intento de comprenderla sino que aceptó compartir el sufrimiento de sus hermanos. No sólo lloró con ellos sino que tomó partido a favor de los que lloran. Sus lágrimas, sin embargo no lo detu-vieron, en el lamento, sino que se dispuso a luchar para superar cuanto oprimía su vida.

“Para la participación ciudadana se requieren cristianos que cultivando la mansedumbre sean capaces de dialogar en medio de las diferencias”

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En México alentar la participación ciudadana ha de estar motivado en primer lugar por las actitudes de Jesús ante el dolor de los hermanos. Para que sea expresión de nuestro segui-miento del Señor, hay que estar dispuestos a compartir ese dolor. Hoy son tantos los rostros que sufren que sería imposible enumerarlos. Sin embargo quisiera detenerme a afirmar que la situación de los millones de pobres y de hermanos viviendo en la miseria es ya, desde la perspectiva de la fe, algo que debe empujarnos a la acción. Muchas manifestaciones de dolor están tocando a las puertas de nuestro corazón: el desempleo, la migración, la violencia contra grupos concretos como las mujeres trabajadoras, la desolación del campo, el abando-no de los indígenas, la frustración de los jóvenes y la vulnerabilidad de los niños y los ancia-nos.

Llorar mantiene el corazón sensible ante tanta contradicción y muerte. Llorar traerá siem-pre como recompensa la consolación.

“En México alentar la partici-pación ciudadana ha de estar motivado en primer lugar por las actitudes de Jesús ante el dolor de los herma-nos.”

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Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia:

Esta es la bienaventuranza no de los saciados sino de los profundamente insatisfechos puesto que saben que en el proyecto de Dios hay vida plena para los hermanos. Esta es la bienaventuranza que permite mantener la pasión por el hombre. Quien vive conforme a esta bienaventuranza no se cansa de exigir justicia para los desposeídos, no se cansa de denun-ciar las abismales desigualdades queubican a unos en la opulencia y otros los sume en la miseria. Propone que dar a cada quien lo que le pertenece debe entenderse en primer lugar en términos de la dignidad de la persona.

Bienaventurados pues los que hacen de la lucha por la justicia expresión de su fidelidad a Dios porque Dios mismo los saciará.

Bienaventurados los misericordiosos:

En una sociedad tendiente a la división y a la confrontación esta bienaventuranza adquiere una importancia singular. No se puede alentar la participación ciudadana desde la vida del cristiano si antes no se tiene un autentico deseo de reconciliación. No habrá avances sustan-tivos en la vida de nuestra sociedad si las rencillas o los rencores de personas o de grupos se sitúan como el resorte que empuja a la acción.

La misericordia capaz de perdonar las ofensas recibidas permite no claudicar ante la frus-tración que el trabajo social en muchos momentos trae consigo.

“La reconciliación, misión fundamental de la Iglesia, implica la capacidad de tender puentes, de sumar esfuerzos, de acer-car a los diversos, de hacer descubrir lo mucho que nos une, de operar en el mundo, pensando que aun los peores agra-vios, pueden ser transformados para crecimiento de las sociedades”.

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Bienaventurados los limpios de corazón:

La limpieza del corazón es una cualidad necesaria para el cristiano llamado a la participa-ción ciudadana. De modo especial en nuestro México, en donde durante mucho tiempo se afirmó que entrar a la política era como estar dispuesto a nadar en agua turbia y sucia, como haber cedido a la tentación de la trampa y de la mentira.

Las promesas incumplidas, los arreglos por debajo del agua, las patadas debajo de la mesa durante mucho tiempo han caracterizado la participación política en México. El cristiano que se dispone a participar en la vida pública está llamada a ser persona de una sola palabra, aquel para quien un si es un si, y un no es un no. Está llamado a desenmascarar todo aquello que huela a corrupción en las organizaciones sociales como en los puestos públicos.

Ellos son los que verán a Dios.

Bienaventurados los que trabajan por la paz:

La discordia y la sospecha, la división y la descalificación las cuales imperan en nuestra realidad política son enemigas de la paz. Una espiritualidad para la participación ciudadana ha de estar dispuesta a buscar siempre la paz desde las propias contradicciones y debilida-des.

Hacer del adversario político un enemigo nunca será expresión de lucha por la paz. La paz surgirá cuando la lucha por la justicia sea llevada adelante, cuando se siga creyendo que es posible construir a partir de lo que ha quedado por debajo de los escombros.

La paz significa también la disposición a ceder en aquellas cosas que no son esenciales y a mantenerse firme en lo no negociable: la dignidad de la persona y sus derechos.

“Una espiritualidad para la participación ciudadana ha de estar dispuesta a buscar siempre la paz desde las propias contradicciones y debilidades”.

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Hacer del adversario político un enemigo nunca será expresión de lucha por la paz. La paz surgirá cuando la lucha por la justicia sea llevada adelante, cuando se siga creyendo que es posible construir a partir de lo que ha quedado por debajo de los escombros.

La paz significa también la disposición a ceder en aquellas cosas que no son esenciales y a mantenerse firme en lo no negociable: la dignidad de la persona y sus derechos.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia:

La cruz se encuentra siempre al final del camino de aquel que se compromete con la justicia. Las trincheras que resguardan la propia comodidad y que nos aseguran no correr riesgos nos alejan de vivir esta bienaventuranza. El evangelio da testimonio de la incomprensión y el rechazo de muchos a la persona de Jesús. Da testimonio en la misma persona del Maes-tro, de la gran posibilidad que se tiene de ser objetos de traición.

México y todas las naciones cuentan entre sus altares a mártires que murieron por la confe-sión de su fe en el Dios que hace justicia a los oprimidos. Su sangre ha abonado el camino de la democracia, de la superación de la desigualdad y de la paz.

La espiritualidad cristiana que promueve la participación ha de ser consciente de que la cruz está siempre delante. Pero después de la cruz siempre vendrá la manifestación de la gloria.

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FORMACIÓN DE CIUDADANIAPor Rogelio Gómez Hermosillo

Leyendo a losexpertos

La ciudadanía es uno de los grandes ideales de nuestro tiempo. La construcción de ciudadanía es un proceso que se va construyendo en la historia y que requiere acciones, iniciativas, espacios y formas para desarrollarse.

La ciudadanía es un proceso y un proyecto, porque ser ciudadana (o) es una condición activa. La ciudadanía no es únicamente la identidad nacional o una condición jurídica que se adquiere por el sólo hecho de cumplir 18 años de edad.

La ciudadanía es la capacidad de asumir los derechos y los deberes de la vida pública. La ciudadanía se ejerce, se vive, se asume como una manera de vivir en la comunidad, en la sociedad.

Presidente de Alianza Cívica A.C.10

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El ejercicio de la ciudadanía está impulsado por derechos que son inherentes a todas las personas (los derechos humanos en su amplia gama) y que está delimitado por deberes y responsabilidades inherentes a la vida en sociedad: respetar las leyes, asumir tareas de beneficio colectivo.La debilidad de la ciudadanía en México es una de las causas de fondo de muchos de nuestros problemas comunes: la corrupción, la inseguridad, la falta de oportunidades. Los estudios de valores y cultura política muestran un gran “déficit” de cultura ciudada-na. Por ejemplo, la más reciente encuesta dada a conocer por la revista Nexos (“El Mexicano ahorita: Retrato de un liberal salvaje. Febrero 2011) ofrece un panorama desolador sobre lo que nos falta para vivir en una sociedad con ciudadanía consciente y responsable de sus derechos y obligaciones:

Tiene aspiraciones solo individuales y no colectivas 86%Antes que el país está mi familia 81%El esfuerzo personal es más importante que el esfuerzo de todos como país

67%

Hago lo que me beneficie aunque no se beneficie el país 61%Opina que México está en movimiento 74%Opina que México está muy lejos del México soñado 72%Opina que México le queda a deber a sus ciudadanos 65%

“La ciudadanía se ejerce, se vive, se asume como una manera de vivir en la comunidad, en la sociedad”.

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Este déficit de conciencia y práctica sobre los derechos y también sobre los deberes de la vida pública es un producto de la historia que vivimos durante el siglo XX. No es algo natural ni está predestinado en nuestro ser. En la historia reciente aprendimos a no confiar en la autoridad, en la Ley. No tenemos experiencia de bienes públicos ni de los beneficios que produce el esfuerzo común.Es triste que un país mayoritariamente católico y cristiano esté atrapado en esas condi-ciones de individualismo y desprecio por la vida pública. Urge recordar que en Christifi-deles Laici, Juan Pablo II, nos dice que los laicos debemos vivir en unidad ser miembros de la Iglesia y ciudadanos de la sociedad humana. Porque no se pueden vivir dos vidas paralelas: por una parte la vida “espiritual” con sus valores y exigencias y por otra, la vida “secular”, es decir la vida de familia, del trabajo, de las relaciones sociales, del compromi-so político. (CL, 59).

“Los creyentes están llamados a ejercer responsable y coti-dianamente su ciudadanía.

¿Cómo?

Aprendiendo cada día las diferentes mane-ras, medios y momentos para asumir los derechos y deberes de la vida pública con una auténtica vocación de justicia, de paz, de bien común y de opción preferencial por los pobres.

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Algunas de estas maneras son:

• Aprender a estar informados y a hablar sobre la vida pública, es decir sobre la situación económica, política y social que vivimos. Actualmente hay muchos medios, pero es necesario transcender tanto la ingenuidad que acepta y cree sin capacidad crítica las posi-ciones dominantes y más difundidas, como la rumorología, el “sospechosismo” y una posi-ción que pretendiendo ser crítica es otra forma de ingenuidad que no mira a los datos y la evidencia, sino algo así como la versión contraria u opuesta a las posiciones dominantes y más difundidas.

• Aprender a ejercer derechos y responsabilidades en la vida pública. Los ejemplos más sencillos y al alcance de todos son respetar las leyes, pagar los impuestos, no aceptar ni promover actos de corrupción, así como votar con libertad y responsabilidad en las eleccio-nes. Esa es la manera personal de ejercer la ciudadanía y es la base de la vida en sociedad.

• Aprender a participar y a unir voces y esfuerzos para el bien común. Para ejercer derechos y responsabilidades en la vida pública también es necesario actuar junto con los demás, unirse a espacios e iniciativas ciudadanas, colaborar con la sociedad civil. Esto es necesario, para exigir que los servidores públicos cumplan sus obligaciones. Por ejemplo: para exigir que los maestros asistan regularmente y que enseñen a los estudiantes, presen-tar quejas si los servicios de salud no entregan los medicamentos o no atienden a las perso-nas que tienen derecho a ello. También es imprescindible para enfrentar problemas graves, estructurales que afectan a la mayoría, y obligar a la acción de las autoridades que deben escuchar y atender las demandas ciudadanas.

• Aprender a dialogar, a respetar la diversidad y la pluralidad y a encontrar formas de acuerdo. La ciudadanía requiere convivencia en la pluralidad. Nuestra experiencia es una combinación trágica entre verticalismo autoritario (los líderes “mandan” y no rinden cuentas) y simulación individualista (cuando no estamos de acuerdo o para evitar proble-mas nos hacemos a un lado). El tejido social también se rompe porque no sabemos ser ciudadanos que respetan y saben construir “puentes” de entendimiento con otros ciudada-nos.

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“Aprender a dialogar, a respetar la diversidad y la pluralidad y a encontrar formas de acuerdo”.

“Aprender a ejercer derechos y responsabilidades en la vida pú-blica”.

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“Aprender a participar y a unir voces y esfuerzos para el bien común”.

“•Aprender a estar informa-dos y a hablar sobre la vida pública”

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Compartido por: LCC. Marlen Vanessa Martínez Ocegueda, Asistente de Solidaridad y Coordinadora del CEMDEC.

Compartiendoexperiencias

Un ejemplo de un proceso de educación ciudadana e incidencia social con-creta por parte de la Universidad De La Salle Bajío

Nuestro País y el mundo están viviendo momentos difíciles, estamos en una verdadera crisis en todos los sentidos, donde la gente cada vez más desconfía de las instituciones, se siente desanimada e indiferente y los temas sobre la PAZ se ven cada vez más lejos y son pocos los que han tomado iniciativas para fomentar la paz desde sus mismos ambientes.

Definitivamente la sociedad civil tiene que involucrarse y poner manos a la obra con iniciativas que fomenten la paz social y hacer un verdadero cambio social desde sus bases, haciendo redes con quienes ya están trabajando, y dejando de lado protagonis-mos, para lograr así impactar en cada rincón del País y del mundo sin olvidar tomar como base el respeto al otro, como parámetro de convivencia e ir en la búsqueda de los caminos para la humanización.

Es necesario ahora más que nunca buscar el bien común en sociedad, no sólo es estar uno junto al otro sino en entablar relaciones de solidaridad, por ello de la relación entre el YO y el TÚ se dará un encuentro donde surja un NOSOTROS, que nace precisamente del encuentro, es decir, nuestra inserción en una realidad social, que existe con anteriori-dad a los encuentros interpersonales, entonces la percepción del mí mismo y la percep-ción del otro nos dará una identidad por lo cual yo le daré identidad al otro y el otro me dará identidad a mí.

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Es por eso que la Universidad De La Salle Bajío fiel a sus orígenes de servicio educa-tivo a los menos favorecidos de la sociedad, considera prioritario el esfuerzo para alcan-zar un orden cada vez más justo y más fraterno por medio de la educación, así mismo en todo momento la Universidad trata de encontrar modalidades interdisciplinarias de colaboración con los distintos sectores de la sociedad para favorecer su desarrollo soste-nible y anticipar soluciones a los problemas del futuro.(cfr. Ideario de la Universidad)

Por lo que hace 4 años surge el Centro Multidisciplinario de Desarrollo Comunitario CEMDEC, como un proyecto de intervención comunitaria que pretende hacer realidad el sueño de San Juan Bautista De La Salle, llevando opciones de educación para la vida a quienes menos oportunidades han tenido.Actualmente está ubicado en varios puntos de la ciudad de León, Gto., en colonias de escasos recursos, con problemas de violencia intrafamiliar y en las calles, drogadicción, pandillerismo, marginación, bajo nivel educativo etc.

El CEMDEC ha contribuido e impulsado el desarrollo social de comunidades urbano-marginadas y rurales, mejorando su calidad de vida a través de la educación no formal en talleres y cursos de corte educativo, cultural y deportivo impartidos por alumnos y personal de la Universidad; esto se lleva a cabo durante el semestre, permitiéndoles aplicar sus conocimientos y adquiriendo un crecimiento personal al conocer otras reali-dades diferentes a la propia, además de interrelacionarse con personas que los retroali-mentan con nuevas y ricas experiencias.

Sin embargo el Centro Comunitario se ha enfrentado con situaciones difíciles ya que la zona en donde más se está trabajando es la Colonia Piletas, cuenta con cuatro secciones y toda la zona es muy conflictiva, ya que existen un sin número de padillas las cuales defienden territorios y frecuentemente se suscitan enfrentamientos entre los jóvenes con piedras, navajas, palos y con todo lo que encuentran a su paso sin importarles si se atraviesan niños o adultos mayores o si dañan propiedades o automóviles. Y como esta colonia, existen muchas otras más con las mismas problemáticas en la ciudad de León.

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El problema de raíz justamente a causa de esta violencia, es la falta de oportunidades de empleo para estos jóvenes y si le agregamos que muchos de éstos no estudiaron la secun-daria ni la preparatoria por la falta de recursos, el problema se agravará cada vez más, el Centro Comunitario tiene en sus talleres como mayoría niños y adultos, por lo que nues-tra atención se enfoca a los niños que serán los futuros jóvenes en su colonia para romper con el mismo patrón que se ha dado de generación en generación.

Dentro de los talleres que se les imparten se les enseña valores que los alumnos lasallis-tas aplican todo el tiempo en las clases incentivándoles el deseo por seguir estudiando y ayudándoles también en conseguir becas para que continúen sus estudios.

El semestre pasado de Agosto a Diciembre contamos con 30 alumnos que impartieron un total de 19 talleres beneficiando a 273 personas entre niños, adolescentes y adultos y en este semestre contamos con 80 alumnos de los cuales están impartiendo 34 talleres en los centros donde nos prestan espacios desde escuelas primarias y secundarias públi-cas, como DIF´s, ONG´s, y Parroquias.

El año pasado la Universidad De La Salle y el Ayuntamiento de León firmaron un conve-nio de adopción del arroyo Mariches. Con el objetivo de reforestar la zona y brindar a las familias un lugar de convivencia y esparcimiento, dicho arroyo atraviesa la colonia y las acciones que se han implementado son desde la limpieza de basura, dehierbe y reforesta-ción con alumnos de la Universidad así como la participación de la personas de la Colo-nia Piletas, pero sobre todo se ha logrado que algunos jóvenes de las Pandillas participen generando una convivencia pacífica.

Sin duda la intervención que se ha tenido mediante el CEMDEC, y más actores sociales, como gupos Parroquiales y proyectos del Ayuntamiento han ayudado a aminorar la violencia en la Colonia pero aún nos queda mucho por hacer.

De este modo estamos sembrando la semilla de la PAZ al tener un encuentro real con estas personas y no es sólo estar frente a ellos, e impartirles un taller o curso, sino un encuentro que se vuelve exigencia para nosotros, ellos son quienes de una u otra forma

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nos están reclamando que se les reconozca dándoles dignidad reconociéndoles como otro YO, la dignidad es un regalo que le doy al otro, por eso es importante recalcar que este encuentro no depende de los actores que intervienen, sino del otro, es decir, de las personas con las cuales nos estamos relacionando y lograr coincidir con ellos hasta donde ellos lo permitan y hasta este momento ellos se han abierto para lograr esta convi-vencia aceptando de buena manera la ayuda que les brindamos.

Nuestros alumnos y colaboradores de la Universidad están viviendo el humanum: ser-para-los-demás esto es: el verdadero (Servicio), de esta forma estamos amándoles deseando ante todo la existencia del TÚ ayudándoles a su superación y su autorrealiza-ción.

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Y ahora¿qué?Hablando de que es necesario educarnos para ser ciudadanos, es importante decir que en este proceso deben intervenir todas las instituciones, empezando por la propia fami-lia, la escuela, las parroquias, los clubes sociales y deportivos, las organizaciones civiles….

La educación ciudadana es un proceso que no termina nunca, es preciso estarse educan-do de manera permanente todos los días, porque además el convertirse en ciudadano implica asumir derechos pero también deberes y su ejercicio es tarea diaria. Se es ciuda-dano en las actividades cotidianas.

Te proponemos que averigües ¿qué organizaciones de sociedad civil, escuelas, centros de educación, grupos juveniles, grupos parroquiales… existen en tu comunidad que estén trabajando los temas de educación ciudadana?

Haz un listado y busca conocer qué tipo de proyectos o acciones realizan. En caso de que no encuentres ninguna valdría la pena preguntarse ¿por qué? y ¿cómo podrías empezar tú mismo a trabajar en esto? ¿Con quienes puedes hacer alianzas? ¿De qué manera se pueden empezar a abrir espacios de reflexión, análisis e información que generen una educación ciudadana en tu localidad?

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