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La uto p ía de la co p ia Las utopías se toman su tiempo. A pesar de tener una vasta reputacrón de v¡sionanas, se encue11tra11 demasiado amarradas al presente. están denúsudo SJetas a b cstrucru r;1 del presente como para dearse apre- 1111ar. No permiten que se las discúe. "El futuro sólo puede pertenecer- lcs a los fantasmas." 1 Desde 1989. ese aúo decisivo l1ue no se atuvo al orden decunal de las déc1cbs. eso� fantasmas han permanecido en silen- cio. Su lugar parece estaL \',1cíu, los p.1sillos por los c¡ue se aparecían. abandonados. El chmur de cadenas con el que asustaban -pero tam- bién proveían de argumenros- a sistemas, a gobieos y a políticos se ha apagado. Algunas noche� de luna p:i.lida pensamos en ellos con cier- ta nostalgia. pero lllU)' r:ípid:1me11te entramos en razón. Lo sabemos: desaparecieron comL) los hippie�. se marchiuron como sus coronas de flores y se llenaron de polvo como el Estado de trab dores y campesi- nos. El fin de la utopía p:trcce un:1 cuestión tcnmnada. su aúo de muer- te está fijado:" 1989 arct el final de un largo trayecto de desilusíón".2 El punto final de un largo trayecto: sm duda. a primera vista, da la 1pres11 de que. cst.1 vez, h realid:id hubrer:i sido más rápida que la uropia; como s1 !a realid:id 110 solo hubiera alcanzado la utopía sino I lacques Dcmda: Marx· Gcspcnstcr, Fischcr, Fr-ankfurl, 1996, p. 66. Edición en español: Espectros de Marx, Trolla, Madnd, 1998. ' 2 l(laus l(raemcr "lndiffcrenz unJ Risiko. Zur K11sc der h1stor1schen Pcrspckt1vc 1n 11odc11wn Marktgcscllschaftcn", en Rolf Eickelpasch y Arm1n r·�assch1: Utop1c uncl lvlodc111r, Suh1ka111p, f ·r0nklurl, 199Ci, p 210.

Bunz - Utopia de La Copia

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La utopía de la copia

Las utopías se toman su tiempo. A pesar de tener una vasta reputacrón

de v¡sionanas, se encue11tra11 demasiado amarradas al presente. están

denúsudo SL!Jetas a b cstrucru r;1 del presente como para de_¡arse apre-

1111ar. No permiten que se las discúe. "El futuro sólo puede pertenecer­

lcs a los fantasmas."1 Desde 1989. ese aúo decisivo l1ue no se atuvo al

orden decunal de las déc1cbs. eso� fantasmas han permanecido en silen­

cio. Su lugar parece estaL \',1cíu, los p.1sillos por los c¡ue se aparecían.

abandonados. El chmur de cadenas con el que asustaban -pero tam­

bién proveían de argumenros- a sistemas, a gobiernos y a políticos se

ha apagado. Algunas noche� de luna p:i.lida pensamos en ellos con cier­

ta nostalgia. pero lllU)' r:ípid:1me11te entramos en razón. Lo sabemos:

desaparecieron comL) los hippie�. se marchiuron como sus coronas de

flores y se llenaron de polvo como el Estado de trabapdores y campesi­

nos. El fin de la utopía p:trcce un:1 cuestión tcnmnada. su aúo de muer­

te está fijado:" 1989 rnarct el final de un largo trayecto de desilusíón".2

El punto final de un largo trayecto: sm duda. a primera vista, da la

1rnpres1ó11 de que. cst.1 vez, h realid:id hubrer:i sido más rápida que la

uropia; como s1 !a realid:id 110 solo hubiera alcanzado la utopía sino

I lacques Dcmda: Marx· Gcspcnstcr, Fischcr, Fr-ankfurl, 1996, p. 66. Edición en español: Espectros de Marx, Trolla, Madnd, 1998.' 2 l(laus l(raemcr "lndiffcrenz unJ Risiko. Zur K11sc der h1stor1schenPcrspckt1vc 1n 111odc11wn Marktgcscllschaftcn", en Rolf Eickelpasch y Arm1nr·�assch1: Utop1c uncl lvlodc111r, Suh1ka111p, f ·r0nklurl, 199Ci, p 210.

ro I La u topía de la cup1a

que también la hubiera tornado por sorpresa ¡' cl1m111:1do. Cornu l.1

uropía fue siempre parre del socialismo ( esa pahhr.1 hoy dcscnrn¡.,ues­

ta y corroída), es como s1 la desmtegrac1ón del hlol¡ue del Este la

hubiera alterado hasu transformarla en u11;1 n1111;1. Y _1ust:1111entc eso

es In que el snculismn 1111nc;1 ptilll) ser· u11;1 utopi:1. Porque s1 bien el

p-royecto utópico contiene en sus elementos condiciones paradisíacas

en cuanto a la economía. la polít1c1 y la co1w1ve11c1:1 soCial. en la misma

medida se caracteriza por una distanoa respetuosa respecto a cual­

quier transforrnaoón concreta. Las utopías mantienen la dist:t11c1:1. Se

considera un rnénto de Nlarx el hecho de haber superado esa disr:in­

c1a transformando el entusiasmo del soci;i.lismo en una ciencia al

escribir una h1stona materialista y describir dculladamentc la b:1se

económica de la sooedad desarrollando así un protocolo para el futu­

ro. En rigor, entonces, la utopía fue forzada por IV!arx ;1 volverse

realidad. También lo describe Benprnm, ,1unque de un modo ligera­

mente irónico: "Esa muí1eca a la t}Ue llaman materialismo hrstónco

resultará siempre ganadora. Puede rivalizar f:icilmente con cua!t1u1e-

.. 3 p d 11 -ra . ero ese esarro o rue acampanado, en adelante. por el arte -o

al menos por el lado del arte t}Ue ambicionaba ser político- y los

acontccmuentos se observaron con la debida distancia desde d balcón

marxista de la "superesrrucrur;1".

Ernst Bloch. ese filósofo t1tie. con su escritura, acornpai1ó a la uto­

pía durante la Primera Guerra IV[und1al y hasta los ai1os 70, con fre­

cuencia se refinó a la utopía como un arma perforrnativa que

cuestiona y produce desordcn.4 La políttca desfigura el presente con

3 Walter Ben¡amm: "Über den Begriff dcr Gesch1chte", en /1/ummationen,

Suhrkamp, Frankfurt, 1996, p. 251. Edición en español: tlum1110c1011cs l. Taurus, Madrid, 1993.

4 Ernst Bloch: "Utop1schc Funkt1on 1m Matcrialismus". en Tendenz-Latcnz­

Utop1c, Suhrbmp, Frankfurt, 1985, p. 278.

ívlcrccdes Bunz \ 11

una 111evitablc lógica de Li Ltc1on.did.1d. T;·:rnsforrna las utopías en

programas. L:1 praxis estetJcr. en c11nh10, 111cluye a bs utopías sm

modificarlas. Par.1 c'ntendcr ele l¡ué habhmo�, es importante hacer

una diferencia entre ficción del futuro y utopía. Una ficción del futu­

ro esboza lo t]lle podru pas:rr. [ ,;1 uropi:i. por el conrrano, no apunta

al futuro. La utopía existe exclusivamente par.1 mantener en _Fl}Ue el

presente, para desordenarlo. Son "localizaciones -escribe ¡\¡[ichcl

Foucault--· l¡ue con el espacio real de l:i sooedad nuntienen una rcla­

cion de analogía mrnediau o mversa" .s Es _1ustarnente la utopía como

promesa, la promesa como 111stancu performatrva lo que hoy ya no

uen� lugar. El programa -y con él también la Lnse de la promesa, la

base de la utopía- ha lle,Tado :1 su fin: con l:i desintecTrac1ón de la � b

Confederación de Estados Soc1.il1sras la u,opía se ha transformado

en un terreno públiú1 :1h.rndorudo 111vad1clo por arbustos de fram­

buesas de las que comen, cornu mucho. ,_111 par de Jóvenes inexpertos.

Pero ¿realmente ha llegado :1 su fin la ,-ullilra de la utopía? ¿No será.

mis \J1en, l1ue se intentó transformar el h11us111a en un muerto para

poder estar finalmente tranquilos v poner fin al desorden? ¿Terrnma

el cammo de b utopía realmente eu el muro? ¿No hay nmgún rastro

de desvios?

Lo t1ue se observa es lFle Lis ideas urópK:1s en el senndo de la tra­

dioón cornu111sca reaparecen hoy en un lugar cornpletarnence distinto,

como es el discurso en corno a lo di,T1ta!. IV[1entras oue en el arte v la � "l {

polítJCa b utopía parece haber alcanzado su fin, mientras que en todas

parres se habla abiertamente y sm réplica del "fin de las utopías", la

utopía parece haber encontrado un nuevo lugar dentro de la red.

5 Michel Foucault: "Ander<.? Raume", en Pctr:r Gente, He1di Paris y Mart1n We1nmann (comps.): l'v1ic/1cl Fouwult -- Slwrtwt;, Zwe1tausende1ns, Frankfurt, 2001, p. 26.

12 1 La utopía ele la copia

[11tcrncr, ¡lJlC/J 5(11/1"((', Ji/cs/J¡ll'I/Jr llll;l l{¡¡-;¡ [C'llliclJC(;l ;1 h lllll\ 1 Í;1 ;!u)lll­

paúÓ a esos conceptos y prict!Cas desde el comienzo. Sobre rodo en

California. Pero lo que nos importa aquí es el fundamento: un resplan­

dor utópico se ha deposttado en un form:1to ternológ1co que cstruau­

ra esas prácticas: la copta idéntica. Hay LlUe concencrarse en e:-;;1

téc111ca, en este formato, en los miedos que genera. ]Jara c11tc11der la lógica de la utopía hay c¡ue someterse a ella. Porque en reL1c1ó11 con una utopía de la copia es necesana cierta radicalidad: qlllen ,1u1era ver la fuerza de la utopía. quien quiera probar el brillo político y contesta­tario de una potencialidad de la tecnología d1g1cal. debe de_¡ar de bdoreparos y queps en pro de la utopía. Hace Lt!c1 elaborar líneas ,it1c

saquen del caos a la potencialidad de la tecnología. Para eso hay que

mirar hacía atrás: la fi,Tura del futuro. la ur:o¡,1a. también tiene una o

genealogía cuyas huellas pueden ayudarnos a 'icr esas líneas y encen­

der su fundamento.

Para realizar una cu-co,Trath de la utopía retrocedamos, entonces. un v

paso y avancemos dos, marL1uernos corno punto de parrida de nuestro

vi3:1e lo que acaba de tenrnnarse y desplacemos nuestras líneas desde

ahí hacía delante: desplacémonos desde el arte contemporáneoG luna

la tecnología digital.

6 La búsqueda utópica se concentro durante mucho tiempo en los textos, apesar de que los proyectos del futuro durante el siglo XX fueron apartados hacia un único campo, el de la c1enc1a ficción, donde fueron tildados de cntretcn1m1e1,­to para que se los pudiera olvidar sin ¡ustificac1ón_ La utopta se mantuvo en otro género importante durante más tiempo que en la literatura, ilUnquc allí también desapareció: nos refcnmos a las artes visuales. Ver Wilhelm Vosskamp (ed.):Utop1eforscl1ung lntcrdisz1pliniire Studie11 zur ncuze1tiiche11 Utop1e, 3 tomos,Metzlersche Buchhandlung. Stuttgart. 1982. Un buen panorama 1n1c1ai bnncL1 elcatálogo de la muestra del Musco Bochum: Dos Pn11z1p H0Jfi11111g Aspckte clcrUtopie in der K1mst une/ l<ultur des 20 Jolnhuncl,srts, Bochum, 19i:1.

Mercedes llunz 1 13

Lil regreso de lo real

La utopía no desap.1rcció del arre porque la política la haya abandona­

do. Lo que mas bien sucedió fue que b utopía hu)1Ó del campo del arte

t1rensameme por,1ue la polít1u se volv10 una p:irte visible de ella. Se

Infiltró en la utopía hasta ,1ue no fue posible separarlas. La relación c1mb1ante entre polít1c1 y ,irte (que por ,.1tro L1do nunc.1 de_1ó al arce y a la polínca s111 rransformar) puede ser leida en los diversos grados de distanoa L1ue hubo entre ellos. Deteng;;imonos brevemente para luego avanzar: 1) A comienzos del siglo pasado el arte de vanguardia era encendido corno herram1ema de la política, de la revolución, 2) aunL1Lle

pronto aparece dentro de ese acople pactado entre arte y polítICa el

enfrentamiento de dos 111sr:111c1as nvales. En es;1 nvalídad se funda el

brillo de la utopía. el excedenre utópico que protege al arte frente a la

política. Calidad esrét1ca versus relevancia polínca, vanguardia versus

frente popular, futuro versus presente: 7 estos eiementos. en distmtas

mutaciones, siguen acompa1í.ando hasta hoy el debate cultural de la

1:::quierda. Por parte de una política amb1Cios:1, se le solicita a.l arte

subordinarse a los fines sublimes de clb. El arte. en cambio, mantiene una distancia respetuosa luna la polínca: debe mantenerla para no

depr de ser arte y volverse polínca.8 Su potencd utópico no reside en

7 Ver, por e¡emplo, Ernst llloch: "Avantgardc und Volksfront. Gesprach m1t Hanij Eisler, Die Neue Weltbühne 1937'', en Te11de11z-Late11z-Utopie, op. cit., pp.158-1 fi.4; Hal Foster: The Rctum of t/,c Real. Tl1e Ava11t-Garclc at the Ene/ of theCcntury, The MIT Press, Cambndge. 1999, p. 172. Edición en espafiol: El retorno de

lo real: la vanguardia a J,11alcs ele siglo. Akal. Madnd, 2001.

8 "La política de opos1c1ón estuvo siempre obligada a un deseo de largo plazoy en última instancia realista. Debía, también en formas radicales y marginal izadas, sat,sfacer las ex1gcnc1as de un cálculo t;\ct1co o estratégico. El arte también pudo señalarle lo repnm1do a la ernanupaoón y así corregirla o bien fi¡arle ob¡et1vos", escribe D1edrtch Díede11chscn en su colaboración parJ el evento 01e Kraft clerNcgation. que tuvo lugar en el teatro Volksb[ihnc el 30/•)G/2002_

14 1 La utopía de la copia

la realización de algún programa político ya que la estética misma es su

utopía en cuanto proclama su contenido utópico en virtud de su forma. ¿ Y por qué desaparece finalmente esa distancia? La focalización del

arte en sí mismo, que comienza con la modernidad, fue acompañada desde el principio por una alta sensibilidad frente a la propia economía, frente a la política del propio sistema. La estética aurática del pathos se desplaza píeza por pieza hacia consideraciones conceptuales. En ese

proceso, los movimientos que se producen dentro del sistema del arte son leídos como gestos políticos. Esta reflexión y repliegue del arte sobre sí mismo significa el comienzo del fin de la utopía en el arte. Con esta

conceptualización que crece lentamente la economía del campo del arte se vuelve un tema en sí mismo. La lógica del arte se vuelve parte de la

obra de arte. Un tropel de diversas corrientes afines entre sí y que por

momentos se superponen -el arte minimalista, el arte pop, el arte

apropiacionista, el arte del contexto, entre otras- se encargan de que la

respetuosa distancia entre arte y economía termine por desaparecer por

completo. Pero no es el potencial crítico del arte el que ha desaparecido, es el concepto de crítica lo que ha cambiado. Lo que se ha dado es un cambio de lugar. "Thc return aj the real":9 un regreso de lo real ha reem­plazado la utopía. El brillo de la utopía, con el que el arte se adornó, con el que proyectó el futuro como reivindicación del presente, se extinguió.

Otros requerimientos de pronósticos

El fantasma de la utopía ha desaparecido silenciosa y secretamente sin l�s g�stos enfáticos del exorcismo que siempre acompañaron -y, másaun, incomodaron- su existencia, y que sólo lo convocaron encadenado

9 Foster: op. cit.

Mercedes Bunz 1 15

a los muros del Estado. Nadie notó su partida, no hizo ruido al solear­se de sus cadenas ya oxidadas. Sólo cuando el fantasma ya no estaba, hablaron de él:"Fin de la utopía".10 Pero ¿este espectro desapareció real­mente sin dejar rastro? ¿No será, más bien, que lo hemos buscado en el lugar incorrecto? De hecho, como ya mencionamos, hace un tiempo

que aparece en un lugar completamente distinto. Nuevamente, una abrupta referencia al futuro sirve para cuestionar el orden, aunque esta vez proviene de la tecnología, más precisamente, de un formato tecno­lógico determinado: lo digital tal como se ha desarrollado en relación con Internet. Podemos apreciar cómo, en determinado momento, asoma cierto brillo utópico en el potencial político de Internet. Se trata

de un potencial utópico político que irrita enérgicamente el orden cul­tural existente y, en el sentido de Walter Benjamín, "requiere determi­nados pronósticos"l l a las "condiciones actuales de producción". ¿De qué forma recibe el formato tecnológico de lo digital la herencia del potencial utópico del arte?

Primero, se percibe esa continuidad que como una insistente con­cepción parece haber acompañado el paradigma utópico, la forma indeterminada de un ajusticiamiento saldado. La anulación de las dife­rencias: el comunismo planeaba corregir la constelación histórica de las diferencias de clases a través de una revolución. Esa diferencia sería

luego equilibrada a largo plazo a través del concepto (hoy tan impor­tant� como difícil) de "trabajo". Para la utopía de lo digital la posibili­dad de eliminar las diferencias se encuentra directamente en la

10 "Difícilmente ningún diagnóstico del presente toque tanto la fibra del espí­ritu de época poco antes del cambio de milenio como esa tesis del 'fin de las uto­pías' que apareció paralelamente en el ámbito de la ciencia y los suplementos cul­turales", en Rolf Eickelpasch y Armín Nassehí: op. cit., p. 7.

11 Walter Benjamín: Das Kunstwerk im Zeita/ter seiner technischen Reproduzierbarkeit, Suhrkamp, Frankfurt, 1994, p. 9 Edición en español: Discursos

interrumpidos l. Taurus, Madnd, 1989.

· 16 1 La ut opía de la copia

tecnología. "El ciberespacio está hecho de transacciones, de relaciones ydel pensamiento mismo que se erige como una ola detenida dentro de la red de la comunicación. ( ... ) Estamos creando un mundo al que todos pueden ingresar sin preferencia o prejmcio en relación con su raza, bie­nestar económico, poder militar u origen", proclama John Perry Barlow en la "Declaración de independencia del ciberespacio"l 2 con casi la misma euforia que conocemos de los utopistas del socialismo. Por eso, el"acceso" se vuelve un tema central en la política de Internet.13 Por otro

lado, una potencial anulación de las diferencias es una instancia política

que no es utópica pcr se. El arce ha sido muy exigente con ese potencial utópico: lo digital solamente puede trascender una mera liberalización

social y encontrar un contenido utópico en la copia si y sólo si el forma­to mismo posee un potencial político desde su forma. A continuación, trataremos de seguirle la pista a ese contenido. ¿Será la copia digital un fantasma que asusta de verdad o sólo será una proyección de moda�

La copia idéntica

El fantasma de la copia: sabemos con certeza que la reproductibilidad, es decir la copia, ha sido siempre una técnica que ha sacudido el orden

12 John Perry Barlow: "Declaración de 1ndependenc1a del ciberespacio", en <http://homes.eff.org/-ba rlow /Declara tion-Fi na l. htm i>.

13 En numerosos ensayos se hace referencia al hecho de que el acceso a la tec­nología "Internet" en los distintos planos --espacial, social, tecnológico- se encuentra codificado y controlado, incluso s1, en comparación con otras tecnologías, el umbral es apenas perceptible. Ver Jeremy Rifkm: Access. Das Verschwinden desEigentums. Warum wir weniger besitzen und mehr ausgeben, Fischer, Frankfurt, 2002;

Sask1a Sassen: "Cyber-Segmentierungen. Elektronischer Raum und Macht", en Stefan Münker Y Alexander Roesler: Mythos Internet, Suhrkamp, Frankfurt, 1997, pp. 215-234; N1els Werber: "Die Zukunft der Weltgesellschaft. Über die Verteilung von Exklus1on und lnklus1on 1m Ze1talter globaler Medien". en Rudolf Maresch v Niels Werber: Kommunikation, Medien, Macht. Suhrkamp. Fra.nkfurt, 1999, pp. 414-�44.

Mercedes Bunz 1 17

cultural. Y esto de dos maneras: por un lado, las distintas técnicas de

copia han determinado las posibilidades de una cultura y, por otro, el valor mismo que se le atribuye a la copia en un orden cultural ha ido

mutando. La copia digital se encuentra, dentro de ese orden, en un punto sobresaliente : no sólo vuelve a perfeccionarse una vez más, no

sólo alcanza un nuevo "nivel", 14 sino que se transforma a sí misma hasta alterar su propia definición: se vuelve"copia idéntica'.

Con la digitalización se vuelven irrelevantes el ajuste a una forma originaria y la unicidad de esa primera forma: el encadenamiento del

código en el proceso de copia es reproductible de modo simple y exac­to. Las copias digitales son idénticas. La copia clásica en tanto repro­ducción estaba orientada siempre hacia un punto de partida, hacia el original; su forma moderna consistió en la producción de una serie que,

aunque ponía el acento en la sucesión, partía siempre, en negativo, de

un patrón o, en positivo, de un prototipo. Con la copia idéntica se

modifica la calidad de las relaciones establecidas entre original, copia y serie. Un modelo de diferenciación que sólo resulta confuso a primera

vista y que choca contra nuestro orden cultura[ y lo perturba: la dife­rencia entre original y copia, el hecho de ajustarse a un modelo, es ata­cado por la duplicación de la copia idéntica.

Para advertir el potencial utópico de la copia digital, es importante

entender que la copia idénnca no anula esa diferencia. La copia idénti­ca no borra simplemente esa diferencia, al contrario: tiene lugar en el

interior de la diferenciación. La copia digital corrige y desplaza el prin­cipio de la diferenciación, porque el almacenamiento matemático en el

proceso de copia no elimina esa instancia. La diferencia sigue existien­do, porque se trata de dos copias, aunque realmente no haya diferencia

14 Walter Ben¡amin: Das Kunstwerk im Zeíta/ter seiner technischen

Reproduz1erbarkeit. cit., p. 10.

18 1 La utopía de la copia

entre ellas. En esa mteresante (aparente) paradop observarnos que la diferencia de la copia idéntica ya no trabaJa basándose en una identidad original de la que algo es derivado. Produce diferencia sólo a través de la repetición de datos idénticos. La novedad esencial reside en !a mexis­tencra de una oposición. La oposición entre original y copia es reempla­zada por la duplicación. Una duplicación que hace de la diferencia una pura diferenciación, una relación puramente variable, una "progresión sin centro" (Deleuze) con amplias consecuencías.15

Ya en un plano conceptual, la copia digital altera el orden cultural establecido: la relación con una identidad y autenticidad originales, relación que hasta ahora constituyó siempre el punto central para determinar la categoría de autenticidad y establecer las Jerarquías, no se da con la copia digital. La autenticidad ya no está mí.ida con la repro­ductibilidad técníca.16 Todo rasgo representacional asociado a una relación entre original y copia se suprime. El ajuste a un origen, el ajus­te a un centro, es reemplazado por una progresión sin centro.17 La lógi­ca de la representación es disuelta por la lógica de la repetición. Pero no se trata sólo de una nueva forma de repetición que hace posible renun­ciar a una relación Jer.árquica entre las copias. Con la copía digital. el

15 Gilles Deleuze: Differenz und Wiederholung, Fink, Mún1ch. 1997, p. 83. Edición en español: Diferencia y repetición, Barral, Barcelona, 1968.

16 "El ámbito entero de la autenticidad se sustrae a la reproductibilidad técnica -y desde luego que no sólo a la técnica-", escribe Ben¡am1n en Das Kunstwerk im

Zeita/ter seiner technischen Reproduzierbarkeit, cit., p. 12

17 Efectivamente, para la arquitectura de Internet fue decisiva la idea del investigador Paul Baran de ponerse de acuerdo en una "red distribuida" y no pla­near una red descentrada. Porque una red descentrada, como por e¡emplo la red telefónica, sigue estando onentada a un centro: aunque el control central es dis­perso en varios nodos, el princ1p10 de un control central permanece. La llamada "red distribuida", en cambio, establece para los nodos individuales una indepen­dencia a través de su capacidad de redundancia. lo que para una red de comunica­ción se alcanza cuando cada nodo es apoyado por tres o cuatro conexiones distin­tas que lo duplican. Ver Katie Hafner y Matthew Lyon: Where Wizards Stay up Late. The Origms of the Internet, Touchstone, Nueva York, 1998. p. 59.

Mercedes Bunz 1 19

, acto de copiar se vuelve también una forma de transporte. Más aún, se

convierte en una nueva forma de logística.

La logística de la duplicación

Comúnmente, el transporte se define corno movimiento. Algo se transfie-re de A a B. La copia digital inaugura un nuevo ordenamiento topológico del espacio en el que moverse ya no tiene el significado de abandonar un lugar. El transporte y la duplicación se superponen: con la copia digital los datos son transportados de A a B, pero no se alejan de su lugar original. En tanto copias idénticas, están en A y en B. Existen ahora dos originales y, por consiguiente, dos lugares desde los cuales puede surgir otra multi­plicación. Filcsharing, en tanto logística programada de la duplicación de datos, hace uso de ese principio. Si en sus escritos tempranos Marx defi­nia"capital" como una forma injusta de propiedad, como una acumulación del trabajo colectivo que, en lugar de pertenecer a todos, terminaba en las malJ.os de uno solo, filcshari11g, en tanto logística programada de la dupli­cación de datos, es una respuesta tecnológica a ese problema. La duplica­ción altera la acumulación. ¿De manera efectiva o sólo elevada a otro nivel? Cierto, filcsharíng, en tanto logístICa programada de la duplicación de

datos, no mterrumpe pcr se la acumulación (y el correspondiente ajuste a un centro que esa acumulación modula). En primer lugar, jileshari11g no hace otra cosa que organizar la falta de localización de los datos digitales, ur�tipo de programa que conecta la máquina de búsqueda con un proce-so de copia basado en el transporte, cuya función es la de duplicar datos. Pero eso 110 significa que el programa mismo haya entrado en la lógica de

la repetición. Filcshanng no da lugar per se a una lógica utópica de la repe­tición. Al contrario, se puede observar que la lógICa de los dos órdenes opuestos -el de la representación y el de la repetición- se desplieg\r8 ·�

20 1 La utopía de la copia

los programas de Jíleslwring precisamente allí donde l¡i. logística de la dupli­cación misma vuelve a ser organizada de modo centralizado. En Napster sólo el Íntercambío de datos tenía lugar de forma descentralizada a través de nudos de comunicaciones. Napster organizaba, entonces, la lógica de la repetición -duplicación de datos idénticos,Jílesharing- sobre la base de la representación, porque el direccionamiento de los datos se producía técnicamente a través de un servidor central que era legalmente dirigido por la empresa Napster.

Es interesante observar como el potencial utópico y de resistencia de la copia idéntica también refulgió allí por un instante antes de que lo alcan­zara la lógica de la representación: la pequeúa empresa de un estudiante universitario que servía a millones de usuarios sorprendió a la industria de la música al ofrecer un servicio basado en la lógica de la repetición. La industria de la música, en cambio, parecía incapaz de adaptar su sistema económico basado en la producción en serie y en la venta de un soporte material. el CD, a las nuevas reglas de la red. No tenía la capacidad de actualizar su sistema operativo de acuerdo con la repetición. Sólo gracias a su brazo legal a través de demandas por millones de dólares logró obli­gar a Napster a desconectar el programa. Por estar organizado técnica ylegalmente en relación con un centro, Napster fue atrapado por la lógica de la representación de la que, por otra parte, nunca había salido por com­pleto. En cambio, aquellos programas que evitaron ajustarse a un centro, como Gnutella y otros que sólo utilizan la técnica peer to peer ('ele par en par") y se organizan en forma de redes dispersas, sobrevivieron el ataque de la industria de la música. Técnicamente se encuentran por completo dentro de la lógica de la repetición, ya que debido a su orgamzación des­centralizada no pueden ser desconectados: el intercambio de datos no tiene lugar a través de un servidor central sino que se produce directamen­te entre los usuarios. La reproducción escapa a todo control porque la organización de la reproducción misma se vuelve a repetir.

Mercedes Bu nz 1 21

La lógica de la repetición

Pero es necesario dar un paso más allá. No alcanza con hacer un princi­pio de la falta de localización para observar el potencial utópico de la irri­tación. Para asegurarnos un potencial utópico, debemos instalar el princip.io de"una progresión sin centro" también en el tiempo. De hecho, el software, para decirlo de algún modo, siempre estiró el tiempo: la pro­ducción de software se rige por el principio de no proveer nunca un pro­ducto terminado sino sólo una versión. Internet es un medio dinámico en el que hoy, como nunca antes, programas y protocolos son constante­mente ªJustados. Esto se hace, en parte, para zurcir puntos débiles y hue­cos de seguridad a través de los denominados patches, o retmendos digitales. El cambio continuo es uno de los principios internos del software y es el que as¡gura su función. Un programa cuyo código fuente no es abierto puede ser atacado justamente en ese punto: si la empresa es atacada en su centro organizativo a través de acciones legales o económicas se detie­ne el perfeccionamiento del programa. El programa queda detenido en el tiempo. lo que significa la muerte para cualquier software. Pero esa ame­naza puede ser evitada si la producción técnica se desliga de una empre­sa y se disemina legalmente. Una apertura del código y un acceso gratuito a su copia asegura la posibilidad técnica y legal del perfeccionamiento de un programa. Open source: "en el caso de una demanda legal yo abandona­ría y publicaría el código fuente", 18 aclara significativamente el programa­dor Nu: ArbeL que antes trabajaba para Napstcr y hoy dirige Soulseek. un programa para compartir archivos de música.

•1 s Janko Rottgers: "Soulseek. Peer to Peer für elektronische Musik". en DE:BUG

- Ze1tungfür e/ektronísche Lebensaspekte, Nº 61, p. 26.

22 1 La utopía de la copia

La razón: la duplicación de códigos de programas con licencias pro­tegidas es siempre dependiente de su primera versión y por lo tanto

está orientada hacia un punto de origen.Técnica y legalmente, se man­tiene dentro del estatus de un original. El código abierto, en cambio, no

sólo inscribe la posibilidad de la repetición como el estatus del progra­ma, sino que también establece el pnncipio de una progresión en el

plano temporal. Recién entonces puede la reproducción escapar a los

últimos restos de la representación, recién entonces la reproducción se

instala en el interior del código, en el interior mismo de la tecnología para redefinida según una lógica de la repetición, según una progresión sin centro, y desplegar así el potencial utópico de la copia idéntica.

La hora de los fantasma s

A modo de resumen, podemos afirmar que lo digital en tanto copia idéntica posee un potencial utóprco en virtud de su formato. La copia idéntica, su logística de la duplicación, su lógica de la repet1c1ón, desafían el orden establecido al escapar de él y, así, interrumpirlo. No se

trata de una alternativa sino más bien de un asedio o de un susto. Y con­trolar los espíritus que fueron invocados es obviamente mucho más difí­cil de lo que se pensaba. El primer test de funcionamiento así lo demuestra. En las postrimerías del siglo XX, de hecho, se concentraron todas las fuerzas para dominar Internet. Se hicieron concesiones, se per­mitieron nuevos Jugadores, se modificaron las reglas para crear eso que

se llamó "New Eco110111y". Comparable con el espectáculo impres10nante de un ciclón, esa nueva economía movilizó todas las armas importantes de la viep economía -capital, empresas, expertos y abogados- y fes­tejó alegremente su triunfo para finalmente terminar con graneros vací­os y estropeados. La apropiación de la tecnología digital fracasó. En

Mercedes Bunz 1 23

cierto sentido, la copia idéntica digital de Internet ha aceptado una de

las tantas herencias del marxismo. Ha atacado la lógica donünante de la

economía demostrando que existe un lugar donde las cosas funcionan

de otro modo, cuestionando así el orden acostumbrado y supuestamen­te "natural". Incluso sí nos negamos a verlo, incluso si consideramos el

fracaso de la Ncw Econo¡¡¡y como una parte normal de la crisis, una rece­sión que en algún momento pasará ( como si todas las recesiones no

hubiesen producido cambios), de todas formas un fantasma recorre. .. Y esta vez. no sólo Europa. La copia idéntica puede ser leída como un

signo utópico: las reglas no seguirán siendo iguales porque hay un lugar, ui;i. lugar u-tópico, un lugar sin localización, que interrumpe esas reglas.

Esta digitalidad se infiltra en distintas formaciones culturales, donde

se vuelve productiva. Por eJemplo, el bastard pop o el bootlegging, género

dj moda durante el verano de 2002. al umr dos canciones conocidas en una mtentó reapropiarse de una música pop que hace tiempo ya no se

rige por la música sino sólo por las cifras de ventas. El bastard pop niega

las reglas legales que los intereses económicos se esfuerzan en preservar

y combina la música de una forma lúdica y novedosa. Ignorando el copy­.nght se difundió y llegó hasta el ¡¡¡aÍnstrcam y Thc Ncw York Times con la red como principal medio de distribución. En otro ámbito, como el de la música electrónica, el sample como copia idéntica ha sido utilizado

por productores como Akufen, krd 606 o Donna Summer. Incluso sí el intercambio de archivos, el código abierto, el bastard pop Y

la sa¡¡¡p/e 11wsic deben ser reemplazados mañana por otra cosa para man­tener su flexibilidad, incluso s1 en el futuro los datos electrónicos son lim­piados y asegurados a través de una administración de derechos digitales, la diseminación de la copia idéntica está activa. Y nosotros nos sumamos

ál miedo que provoca. El futuro sólo les pertenece a los fantasmas. ·

66 1 La utopía de la copia

mismas, tampoco en las mstrucciones de trabajo determmadas exter­

namente. La alienación comienza mucho antes: la figura del sujeto ya

está en sí alienada, ya que la experiencia -y el sujeto se funda en la

experiencia- es la objetivación de sí mismo. La experiencia ,..:: consti­

tuye a través de la objetivación y con ese movimiento pierde precisa­

mente la presencia como contemporaneidad. La constitución del

sujeto, la posibilidad de que el sujeto se vuelva perceptible, implica

siempre ese famoso"sometimiento" althusseriano, el sometimiento a un

formato determinado visible y repetible. La instancia de la alienación

nos antecede ( alienación que, por otra parte, el capitalismo niega cons­

tantemente) y, en lugar de lamentarla, meJor sería que tuviéramos en

claro lo siguiente: se trata de un elemento peligroso, un elemento que

puede ser transformado en un arma.

La participación de las cosas

Sobre el papel de la tecnología en cyborgs, cuasi sujetos

y otros 1nutantes

La pregunta por el papel de la técnica es fundamental para el siglo

XXI. El punto al que se ha llegado al respecto en el discurso tecnoló­

gico e!) claro: se pone el acento en la técnica y se coloca la tecnología en

pnmd plano, pero a esta, a la vez, se le niegan todos los derechos.

"¿Cuánta arbitrariedad y capacidad de interacción estarnos dispuestos

a asignarles a los artefactos técnicos�" Esta pregunta, planteada en un'ti

congreso de sociología en Berlín,l alude precisamente a que, aunque se

le otorga un lugar central a la técnica, se sigue haciendo referencia a ella

con reservas. El hablar, por ejemplo, de"artefactos portadores de acción"

señala la desconfianza que existe hacia una tecnología capaz de actuar.

Más aún, el concepto de"arbítrariedad" alude a una denegación de acce­

so. Desde el pnncipío, y esto es interesante, se luchó contra una lectu­

ra de la tecnología como un SUJeto, pero, al mismo tiempo, se afirmó la

simpatía hacia "posiciones moderadas que parten de una idea gradual

de la capacidad de portar acoón". Por lo tanto, habría que evitar recaer

en una posición humanista. Se debería evitar buscar refugio en un "ani­

mismo tradicional de la teoría de la acción", como bromeaba Luhmann.

Vemos. entonces, que el objetivo de un análisis fundamental debe ser

no tomar partido por ninguno de los dos lados. La técnica y el sujeto

1 Congreso de otoño de 1nvest1gac1ón técnica y científica de la SociedadAlemana de Soc1ologia en Berlín, 4 y 5 de octubre de 2001.

68 1 La utopía de la copia

tienen, cada uno, sus propiedades, pero mantienen relaciones comple­jas y sinuosas. La descripción de su funcionamiento recíproco es el objeto de este ensayo.

En el pasado reciente han aparecido una sene de conceptos que intentan colocar en primer plano ia relación entre tecnología y ser humano. Así. el sociólogo francés Bruno Lacour, en su ensayo Nuncc1 fuimos 111oder11os,2 mvíta a reconsiderar el humanismo y reemplazar la división "sujeto-objeto" por una teoría de ios híbndos. Híbndos, seres mixtos con componentes humanos y no humanos, cuasi sujetos y cuasi objetos imposibles de separar. Por su parte, la teórica de la c1enc1a esta­dounidense Donna Haraway, a través de la figura del "cyborg". ha abo­gado por una confusión compleja entre organismo y máquma que disuelva la guerra de fronteras que hasta ahora ha constituido el modo de concebir !a relación entre ser humano y máquina. Haraway y Latour nos han provisto con indicadores conceptuales; ahora debemos elabo­rar con detalle una figura coherente detrás de eUos. Es JUStamente la "confusión" entre ser humano y máquina, su " inseparabilidad", lo que requiere un análisis atento e 111s1stente. ¿Qué papel juega la tecnología para cyborgs. cuasi sujetos y otros mutantes? ¿Cómo debemos pensar las sumosas relaciones entre sujeto y técrnca? ¿Cómo puede diseúarse una teoría detallada que dé cuenta de la participación de las cosas?

En primer lugar. es claro que no podemos echar por la borda for­mas de proceder y conceptos antiguos. Si se qmere desarrollar un modelo de " la capacidad de acción" de la técnica, estamos obligados a prestar atención a los proyectos que hasta ahora exist1eron y elaborar las relaciones entre SUJeto y tecnología -su naturaleza, la forma en que se organiza esa interfaz- deconstruyendo el orden concepcuai de

2 Bruno La tour: Nous n'avons Jamais été modernes: Essai d'anthropolog,e syme­trique. La Decouverte, París, 1991. Edición en español: Nunca fuimos modernos, Siglo XXI. Buenos .Aires, 2007.

Mercedes Bunz 1 69

los sistemas teóricos. Debemos aislar tendencias que pertenecen al pasado pero que se siguen teniendo por contemporáneas en el discur­so actual.3 ¿Cómo ha sido pensada la relación entre técnica y sujeto hasta ahora? ¿En qué puntos concretos debemos ir más allá de esa rela­ción para encontrar un nuevo proyecto?

Uno

En gerferal. suele describirse la tecnología como una "extensión del

hombre", una "ampliación de nuestra propia persona", como escribió

Marshall McLuhan en Comprender los medios de comu111wció11. Y. a gran­

des rasgos, da la impresión de que este concepto de tecnología hubiera

sido repet1do una y otra vez a través de los siglos. Mientras que lo que

se entiende por tecnología muta JUnto con las invenciones técnicas:

desde techne y 11wchi;rn, pasando por c1rts mid crnfts, máquinas y autóma­

tas, hasta llegar finalmente a high-tech, llama la atención la continuidad

del concepto de la técnica como extensión del ser humano. Pero ¿esta

repetición con la que sm duda nos encontramos aquí ha permanecido

completamente igual? Hoy, por ejemplo, ya no se parte de la idea de que

el ser humano controla la técnica. Más bien se supone que es la tecno,

logia la que controla al ser humano. La pregunta por la arbitrariedad de

la técnica se instaló claramente con la mdustnalización, es decir, con la

orcranización de nuestra cotidianidad en corno a objetos técnicosb

durante el siglo pasado. No nos encontramos aquí. entonces. con una continuidad simple y

homogé'_1'.ea. La termmología sigue teniendo validez, pero la concepción

3 Ver Michel Foucault: Van der Subversíon des Wissens, Ullstem Verlag, Frankfurt,

1974, p. 15.

..

70 1 La ut opía de la c opia

de una tecnología como extensión del hombre se desplaza lucia el mcerior del campo de la técnica, hacía el interior de su formación dis­cursiva. A continuación, observaremos esos desplazamientos y los dis­tintos modelos de "portacíón de acción" que surgen a parnr de ellos. Porque la técnica como extensión del ser humano es sólo una concep­ción de la formación discursiva, un protocolo muy claro. Concentra la relaoón entre ser humano y tecnología en una dirección: el ser huma­no se expande usando la tecnología. Esta concepción implementa, al mismo tiempo. una relación jerárquica entre ser humano y técnica: une a un sujeto activo, intencional. con un objeto pasivo en una rela­ción de apropiación.

La figura clásica de la apropiación tiene su origen en el concepto aristotélico del"órgano" como intermediario. El concepto de"órgano" ei1 el marco de la analogía aristotélica entre naturaleza y técnica se refiere a herramientas tanto naturales como técnicas, es decir, tanto la mano como el martillo. En la concepción del movimiento, al órcra-º no le corresponde un lugar mtermedío. Es portador de movimiento y. por lo tanto, intermediario pasivo. Esta tradición es retomada porla concepción de la técnica como extensión del ser humano, concep­ción que encuentra asilo en autores que van desde los primeros filó­sofos de la técnica como Ernst Kapp. pasando por McLuhan, hastasu seguidor Derríck de Kerckhove. La téc111ca es concebida comointermediaria de un movimiento, pero lo que resulta decisivo para eldesarrollo del protocolo es la orientación unilateral de ese movi­miento. Conforme a un movimiento l1ue se aparta del ser humano.la técnica es pensada como una extensión y apropiada como un con­tinuo del ser humano. "Una vez que hayamos ampliado nuestro sis­tema nervioso central a una técmca electromagnénca -escribeMcLuhan en Comprender los medios de co11H1111cac1ó11- hay sólo unpaso lucia la transmisión de nuestra conciencia también al mundo

Mercedes B u nz 1 71

de las computadoras.''4 De esta forma, no sólo la invención de las herramientas es declarada como una extensión intencional. un com­plemento para los dedos demasiado torpes, la fuerza demasiado esca­sa o las órdenes demasiado débiles. La tecnología es una extensión del hombre atravesada completamente por su intención. "El punto de par­tida es el ser humano -escribe Ernst Kapp en su primer libro dedi­cado a una filosofía de la técnica ( 1877)-. quien, en todo lo que hace, no puede partir de otra cosa que de sí mismo, el que piensa y actúa."5

El punto de partida es el "ser humano". Y precisamente en este punto se esconde un quiebre de la concepción de la técnica como extensión del hombre, un quiebre tan bien escondido que se podría argumentar varias veces en torno a él sin notar nada. ¿Cómo debemos pensar el conceptQ de"extensión"�. ¿cómo se relaciona esa"extensión" con el hom­bre? Ha1ta ahora, la idea de que la técnica era una extensión del ser humano convenció por su claridad. El hombre era un sujeto activo que se orientaba hacia la técnica como objeto pasivo. Pero -y lo que sigue suena banal pero sacudirá de modo concluyente esta concepción­cuando un ser humano es extendido por la técnica, hay algo que se agrega. Corno "extensión", la técmca debe ser exterior al hombre. Ese agregado de algo exterior, esa extensión a través de la técnica no se ajusta con el papel de un objeto pasivo. La concepción de un sujeto activo "sedmmano" que se apropia de un objeto pasivo "técmca" no está completa en sí misma. Si observamos con precisión. podernos notar que el principio de la extensión cuestiona tácitamente la homogenei­dad entre ser humano y una técrnca l1ue se agrega.

4 Marshall Mcluhan: Ole mag1schen l<anéilc. Understanding Media, Yerlag der Kunst, Dl'<"sden, 1995, p. 103. Edición en español: Comprender los medios de comu­nicación, Pa1dós, Barcelona, 1996.

5 Ernst l<app: Grundlinlen einer Pliilosopliie der Technik. Zur Entstehungsgeschichte

der Cu/tur aus neuen Gesiclitspunkten, Georg Westermann Yerlag, Braunschweig,

1877, p. 33.

72 1 La utopía de la cop1 a

Un pequeí10 ejemplo demostrará que esa msistencia en la irritaC1Ón através de la extensión no es sólo un ejercicio conceptual de tejido filosó­fico. Porque las turbulencias descritas, por otra parce, se han reflejado, asu vez. en el discurso público, por ejemplo, en Internet. A primera vista.parece que hubiera terminado el delirio de factibilidad que hasta ahora

acompañó, casi de modo forzoso, una concepción de la técnica como

extensión del ser humano. Da la impresión de que las visiones fantasio­sas de los aúos 50 y 60 hubieran cesado. Esas visiones de personas queviven en Marte, en el universo o bajo el agua, y que se intentaron traer devuelta a la tierra en los 80 cuando se empezó a hablar de las consecuen­cias de la técmca. Pero ¿ha terminado realmente el delirio:' Porque a pesarde que el sueúo de una factibilidad infinita no aparezca como lo hacía enla ciencia ficción, ha alcanzado dimensiones más intensas y abrumadorasen el campo de la economía: "Comenzó con la llegada de computadoraspersonales, mercados abiertos y globalización a principios de los 80. Lasredes de computadoras, la biotecnología. la energía alternativa y eventual­mente la nanotecnología podrían hacer que este boom siguiera creciendo

al menos durante los próximos veinte atí.os". mformaba la revista esta­dounidense Wircd en 1998. Lo que podemos traducir del sigmencemodo:''Allá afuera hay una infinidad de sujetos que pueden ser provistosde extensiones". Durante un tiempo. observamos como el concepto de la"killer applirntio11"6 le dictó al mercado las reglas de una nueva economía:por ejemplo, esa regla según la cual el valor de las acciones no se calculamediante las ganancias sino mediante el volumen de ventas. A la vez,

6 Una killer application (en español, una "aplicación asesina") es una aplica­ción 1nformát1ca determinante, es decir, que su 1mplantac1ón supone la definitiva asimilación de los usuarios. Ejerce una enorme influencia en el desarrollo de pos­teriores desarrollos informáticos y en la forma como se ofrece un serv1c10 a partir del momento en que la killer applicat1on se populariza. En Internet, se caracteriza por reemplazar total o parcialmente otro servido tradicional. Una de las primeras killer application fueron los clientes de correo electrónico que sustituyeron en gran parte al correo tradicional.

Mercedes Bunz 1 73

d.d extensión del alcance vunos que con Internet enten i a como una . . humano aparecieron determmados problemas. Con una frecuencia sin­

tomática surgieron preguntas del tipo: ¿el alcance de quién se prolonga

aquí:', ¿qué tipo de ser humano es el que se extiende aquí? Diario�, po�í­

ticos y críticos empezaron a asociar la tecnología de Internet con l� per­

dida de la identidad cultural. La UNESCO organizó varias reumones

internacionales entre ministros de Cultura -en el aúo 2000, por ejem­

plo, fueron dos- en las que se habló de Internet como una tecn�lo�a

que a�nazaba la diversidad cultural. Más allá de identificar la tecmca

con el problema social de un capitalismo de cuúo occidental que avanza

cada vez más, cuando se define a Internet como un monstruo de la glo­

balización se quebranta la concepción de la tecnología como la exten­

sión de un sujeto autónomo que se apodera de un objeto pasivo. Los

monstruos no se comportan como objetos pasivos.

Dos

La tecnología, entonces, más que una simple extensión del hombre esun suplemento irritante . Y como lo ha demostrado Derrida en su

libro De la gramatología , cada complemento , cada agregado, cada s�r­

plus prodfü:e un efecto que excede la extensión de un sujeto. Per� s1 el

mismo M�rshall McLuhan lo manifestó en Comprender los medios deco 11wnicacíó11:

El mensaje de todo medio o de toda téc111ca es la modificación de la medida. ritmo O esquema que le trae a la situación del hombre. El· ferrocarril no fue traído a la sociedad humana por el movi­miento, el transporte, la rueda o la calle, smo por la extensión de funciones humanas amenores que se agrandaron y aceleraro61-

74 1 La utopía de la copia

crearon nuevas clases de ciudades y nuevas formas de traba¡o y

tiempo libre. 7

Este párrafo sugiere que la tecnología no es sólo un sustituto que se

origina en la pos1tívidad de la presencia, en la positívidad del sujeto. La

tecnología define al sujeto . Con este giro, los seres humanos son declara­dos extensiones de la técnica. El concepto de un sujeto activo foe bosque­!ado . hasta ahora, siempre respecto al ser humano . Ahora, la tecnología

ocupa su lugar y los seres humanos aparecen como objetos pasivos. Los componentes de la concepción actual son desplazados. Se inter­

cambian los roles, pero la arquitectura del protocolo teórico permanece inalterada. Obviamente, hasta ahora no se ha logrado pensar las relacio­nes entre ser humano y técnica más allá de un modelo de oposición entre SU Jeto y objeto . La única solución que se encontró hasta el momento con­siste en repenr la oposición asimétrica entre ser humano y máquina, pero

con signo mverso: se colocan las operaciones técnicas en el papel del suje­to. "Los medios determinan nuestra situación", comienza Friedr:ch Kitder su ensayo Grn111ófo110, película . mcí,1iií11a de cscribcr.8

En este punto, surgen una serie de preguntas: ¿cómo se valora la

técnica de ahora en más?, ¿cómo se define esa técnica de signo inver­so? El cambio del protocolo teorético suele ir acompaúado por un

cambio del concepto de técnica. En la concepción de la técnica como

extensión del ser humano , la técnica se definió sobre todo como un

"avance cultural" . Ahora Je corresponde un nuevo ro!: la técnica sigue

reemplazando al ser humano pero ya no actúa en su 111151110 sentido. Es posible trazar una línea discursiva que va desde el temor de

Oswald Spenglcr a una "esclavización del hombre" por la técmca, 7 Marshall Mcluhan: op. c,t., p. 22. 8 Fnednch Kittler: Grammophon Film Typewriter. Bnnkmann & Base Berlín 1986. . .

Mercedes Bunz 1 75

hasta la mclinación de Fríednch Kitder por ver la tecnología antes que nada como tecnología de guerra, y que tematiza ese desplaza­miento . La concepción de l hombre como extensión de la técnica no

se preocupa mucho de !os lavarropas, las tostadoras y los secadores de pe lo . Lo que invoca, más bien, es una técnica opuesta al hombre, una tecnología que lo reemplaza y combate . Una tecnología interesada en el avasallamiento, en la desaparición del hombre. Kitder -citado aquí sólo a modo de ejemplo y sin menospreciar su análisis, que nos parece completamente productivo- escribe:

Un solo viraje de acoplamiento de reacción y las máquinas de infor­tt1ªción se escapan de sus dueños. de sus llamados mventores. Las computadoras mismas se transforman en sujetos. Dado d caso de que falle una condición preprogramada, el procesanuento de datos sigue avanzando según las convenciones de comandos numerados. pero en el caso de que un resultado prov1s10nal cumpla con la condi­ción, entonces el programa m1s1no decide sobre los comandos que siguen y ese es su futuro.9

La extensión del control del hombre dio como resultado un reempla­zo del hombre. Las computadoras se vuelven sujetos. A diferencia del concepto de cyborg de Haraway, en el que existe una dependencia mutua entre "cuasi objetos" y 'cuasi SUJetos", con la definición del " hombre como extensión de la técnica" la teoría no arriba a una naturaleza equilibrada

entre el hombre y la máquina. El protocolo del "hombre como extensión

de la técmca" se basa en la idea de que nos volvemos parte de una técni­ca que adopta el papel del SUJeto humano. Paradójicamente, esa inversión no hace que la idea de "hombré' desaparezca como un dibujo en la arena

9 Kittler: op. cit., p. 372.

76 1 La utopía de la copia

-corno alguna vez formuló Foucaulc- para volverse algo nuevo, sino

que perfila al hombre corno una naturaleza esencial, corno un ene 1111go

de la tecnología. El discurso de la hostilidad hacía la técnica tiene su

punto de partida en este enfoque. Podernos observar -no sólo Bruno

Latour lo ha demostrado- como a lo largo de la historia la introducción

· de cualquier tecnología fue siempre acompaüada por un miedo a la pér­dida que se manifestó en una hostilidad declarada hacia la técnica. Esa

hostilidad tiene su origen en el concepto del hombre como prolongaciónde la técnica. "¿Qué fumaron{', le preguntaba la revista Wired en 1997 a

los redactores del renombrado The New York Times, que en los primerosaú.os de la WWW describía la red como una sede de las patologíassociales: "Los grupos v10lentos usan las herramientas del comercio elec­trónico": 13 de marzo de 1995; 'Ataques de los ciberdclincuentes": 23 de

julio de 1995; "Hombre acusado de violar a alguien que conoció por e­mail": 6 de febrero de 1997;"Una seductora cultura de la droga florece enInternet": 20 de junio de 1997. La "monstrificación" que observamos acáno sucede necesariamente porque, como en la película Matnx, tengamos

que vernos con una ensambladura de "ser humano conectado a la técni­ca" que toma posesión del cetro del gobierno. La red fue declarada como

un monstruo porque con ella -como con cada nueva tecnología- la

frontera entre hombre y máquina, la definición cultural de aquello a lo

que nos referimos con "humano", debió ser renegociada. ¿Cómo puede,entonces, teorizarse ese desplazamiento? ¿Cómo podemos desarrollaruna fórmula para describirlo?

Tres

Antes de retomar lo analizado, debernos realizar un breve resumen.Hasta acá hemos analizado dos principios teóricos: la concepción de

Mercedes Bunz 1 77

la técnica como extensión del hombre y la concepción del hombre como

extensión de la técmca. Cada uno es la inversión del otro. Son, en apa­

riencia, opuestos e incompatibles. Pero ¿se trata realmente de dos proto­

colos opuestos? De hecho coexisten, y esa coexistencia nos seüal�, el

camino hacia un modelo complejo de la capacidad de portar acc1on.

Porque (y este me parece realmente el punto) si ambas concepciones

están vigentes a la vez, se anula el modelo de la apropiación.

La extensión entendida ya sea como apropiación de la técnica o del

homb!. como secuestro. autorización Y expropiación, contradice toda

validez simultánea. Hay que atenuar ese carácter absoluto y llegar a

modelos que se complementen mutuamente y no compita!� e��re sí. En

lugar del concepto totalitario de la extensión como aprop1ac1on, debe­

ríam:s examinar un concepto más mesurado de extensión, como lo es

el concepto de adición.

Pensar la extensión como adición: el resultado sería un claro desplaza-

miento de las relaciones entre hombre y tecnología. La función sigue sien­

do la.misma: tanto a través del concepto de apropiación como a través del

concepto de adición la presencia del hombre es extendida. Pero �n �l

modelo de la apropiación está marcada por la continuidad, una contmm­

dad que define la técnica como parte del hombre, mientras que en el

modelo de la adición, la técnica puede ser caracterizada como una exten­

sión del hombre que a la vez se diferencia de él. La adición como agrega­

do es definida como algo "externo", como espaciamiento del sujeto. La

técnica es el espaciamiento del sujeto, pero con eso se constituye -y es

importante insistir en este punto- en algo distinto del sujeto. Mientr.as

que en el modelo de la apropiación la extensión del hombr_e es bosqueF­

da en una orientación clara, no problematizada y que no mterrumpe su

· ·d d 1 nodelo de la adición existe una diferencia entre el suje-contmm a , en e I

to Y su espaciamiento. A continuación. debemos recoger esa �iferencia e

incluirla en la concepción del hombre como excensión de la tecmca. dtf =

78 1 La utopía de la copia

La concepción del hombre como extensión de la técnica une la acti­vidad de la tecnología con la constitución del hombre. Pero ¿debe, por eso, esa constitución ser pensada automáticamente de modo jerárqui­co? ¿Es necesario pensarla como dependiente de un sujeto activo que

determina al objeto pasivo? Nuevamente, podemos aquí desplazar la

concepción desde una técnica que funda al hombre como sujeto activo hacia una técnica que constituye al sujeto representando su otro. Mientras que en el primer concepto la tecnología produce al hombre en el papel del sujeto -co1no la máquina de escribir al autor-, en la

segunda concepción la tecnología constituye al sujeto relacionándose con él como su otro. Este concepto de la diferencia pone en primer plano el hecho de que no podría haber ninguna umdad, ninguna iden­tidad, sin un otro. Toda consntución se basa en la huella de su diferen­cia, porque el uno puede sólo surgir con el otro. Dentro de esta

concepción, la tecnología depría de ser el sujeto activo que produce al hombre. En tanto otro del hombre, lo constituye como su otro. Así, su relación no es Jerárquica sino recíproca. El sujeto no es sometido a la

técnica pero tampoco le es indiferente. Está unido a la técnica por un sistema de funoones que pueden ser descritas siempre y cuando sus

diferentes niveles sean cuidadosamente diferenciados. Con los desplazamientos antes mencionados, es posible determinar

las relaciones detalladas entre hombre y técnica que subyacen a las

figuras del cyborg, el cuasi SUJeto y demás mutantes. La teoría de la

técnica con-to extensión del hombre y la teoría del hombre como

extensión de la técnica no son modelos opuestos cuyas concepciones se contradicen mutuamente. Sus relaciones se entrecruzan y se com­plementan porque la frontera entre técnica y SU Jeto está organizada en torno a un cruce. La técrnca es siempre 1) una extensión del SU Jeto Llue

traslada su presencia a un afuera y es 2) ese afuera el que, en canto dife­,·"nn;i. constituye al SUJeto. La interfaz entre hombre y mál1uma.

Mercedes Bunz 1 79

entonces, es organizada por ese doble cruce entre sujeto y técnica que

establece la frontera entre hom.bre y máquina.

De esta manera se extiende el c':mcepto de acción, que tradicional-

mente se pensó como intencional. La categoría de la intención sigue

teniendo un lugar, pero . como espac1am1ento, ya no domina el escena­

rio por sí sola. ya no detennma por sí sola la acción, sino que pasa a

form!r parte de una concepción, se encuentra con una participación

de las cosas que puede ser cemda en cuenta de ahora en más. Las cosas

adoptan su lugar como actuantes. Pero no estamos aquí frente a loca­

lizaciones fijas y permanentes, la frontera entre hombre y máquina no

puede ser determmada de una vez para siempre. La concepción de un

doble cruce, la concepción de técmca como 1) un espacianuento del

suJe� y 2) como diferencia que lo constituye. se caracteriza por los

cruces de frontera constantes. En esos cruces. que no en vano reapare­

cen en el discurso una y otra vez -cuando se habla de sociónica, de

robots, de agentes de software o de vida artificial-. la relación entre

hombre y tecnología es constantemente renegociada. Y en la negocia­

ción de esa frontera de lo humano, hay sie1npre una dimensión de lo

político. Por eso, la teórica norteamericana Donna Haraway ha dado

en el clavo : hoy nada es más importante que "disfrutar del desdibuja­

mí:i.1ro de esas fronteras entre hombre y máquina y hacerse responsa-

ble de su construcción".