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1 CAMINOS DE SANTIDAD IV: BIENAVENTURANZAS QUE BENDICEN ÍNDICE Pórtico común Pórtico propio Las Bienaventuranzas de Jesús CAPÍTULO INTRODUCTORIO 1. La alegría cristiana 2. Las bienaventuranzas en la Palabra de Dios 3. Las bienaventuranzas son para hoy y para mañana4. Las bienaventuranzas: programa de vida cristiana5. Las bienaventuranzas: camino de santidad 6. El «tesoro» de las Bienaventuranzas A. BIENAVENTURANZAS I. Los llamados a ser bienaventurados 1. Del niño 2. De los pequeños 3. De la juventud 4. De la familia 5. De los hogares cristianos 6. De la casa 7. De los enfermos 8. Del que acompaña al enfermo 9. Bendiciones del anciano10. Una sonrisa para un anciano 11. Cántico del anciano 12. Del conductor 13. Del deportista 14. Del cristiano de hoy 15. Del religioso 16. De la religiosa 17. Del misionero 18. De los sabios y prudentes con humor 19. Desde la cárcel 20. Del enfermo mental 21. Del alma generosa 22. Para todos II. Camino y vida para ser Bienaventurados 1. De la amistad 2. De los que aman 3. La nueva ley del amor 4. De la buena gente 5. De cada día 6. De quien conoce -lee- las bienaventuranzas 7. Del buen humor 8. De Dios, Jesucristo y María 19. De la Virgen María 10. De la Iglesia 11. De la Navidad 12. De la Navidad del creyente 13. De los hijos de Dios 14. De los que miran a la Virgen María 15. Nuevas bienaventuranzas 16. Del papa Pablo VI 17. De la paz 18. Otras bienaventuranzas de la paz 19. Poéticas pero exigentes 20. De los salmos 21. Del silencio 22. Bienaventuranza del «todavía no»

Caminos de Santidad IV Bieneventuranzas

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CAMINOS DE SANTIDAD IV: BIENAVENTURANZAS QUE BENDICEN

ÍNDICEPórtico común Pórtico propio Las Bienaventuranzas de Jesús

CAPÍTULO INTRODUCTORIO1. La alegría cristiana 2. Las bienaventuranzas en la Palabra de Dios 3. Las bienaventuranzas son para hoy y para mañana4. Las bienaventuranzas: programa de vida cristiana5. Las bienaventuranzas: camino de santidad 6. El «tesoro» de las Bienaventuranzas A. BIENAVENTURANZASI. Los llamados a ser bienaventurados 1. Del niño 2. De los pequeños 3. De la juventud 4. De la familia 5. De los hogares cristianos 6. De la casa 7. De los enfermos 8. Del que acompaña al enfermo 9. Bendiciones del anciano10. Una sonrisa para un anciano 11. Cántico del anciano

12. Del conductor 13. Del deportista 14. Del cristiano de hoy 15. Del religioso 16. De la religiosa 17. Del misionero 18. De los sabios y prudentes con humor 19. Desde la cárcel 20. Del enfermo mental 21. Del alma generosa 22. Para todos II. Camino y vida para ser Bienaventurados1. De la amistad2. De los que aman3. La nueva ley del amor4. De la buena gente5. De cada día6. De quien conoce -lee- las bienaventuranzas7. Del buen humor8. De Dios, Jesucristo y María 19. De la Virgen María 10. De la Iglesia 11. De la Navidad12. De la Navidad del creyente13. De los hijos de Dios 14. De los que miran a la Virgen María 15. Nuevas bienaventuranzas 16. Del papa Pablo VI 17. De la paz 18. Otras bienaventuranzas de la paz 19. Poéticas pero exigentes 20. De los salmos 21. Del silencio 22. Bienaventuranza del «todavía no»

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III. Finalidad de las Bienaventuranzas: ser felices 1. Dichosos y pobres2. Dichosos - bienaventurados 3. Felices los chicos y chicas 4. Dichosos los que viven el espíritu de las Bienaventuranzas 5. Feliz tú 6. Felices 7. Bienaventuranzas de acción de gracias al Señor.B. MALAVENTURANZAS1. Las antinomias, las paradojas cristianas 2. Bienaventurado sí y no3. Tentaciones de hoy4. Una docena de locuras 5. Antibienaventuranzas 6. Antípodas de las bienaventuranzas 7. Malaventuranzas de los esposos 8. Bienaventuranzas - Malaventuranzas

Conclusión Contenido de los tomos I-V PÓRTICO PROPIOEste sencillo libro que tienes en tus manos es el cuarto volumen de una obra formada por seis. Todos ellos tienen una temática común: indicar el camino para alcanzar la santidad.Este cuarto volumen está, a su vez, formado por cinco partes que se complementan. Son como cinco riachuelos que se unen en uno más caudaloso. Cinco hilos que forman un cordón.Lo que pretendemos es proporcionar, para las almas sencillas, unos pensamientos, ejemplos y oraciones que les ayuden en su vida de intimidad divina y mariana: en su oración, lectura espiritual y en el bregar de cada día.También pueden ayudar para los que predican, enseñan, publican o escriben.Este es su contenido:

1 °. BIENAVENTURANZA QUE BENDICEEn 1988 mi hermano Francisco Melús publicaba un abultado volumen que tituló Las Bienaventuranzas, ley fundamental de la vida cristiana (Sígueme, pp. 600). La crítica no pudo serle más elogiosa y creo que bien merecida a su trabajo como biblista y promotor de la vida de oración por medio de sus continuas tandas de ejercicios espirituales.Lo que yo pretendo hacer no es nada de eso. No tengo preparación para ello. Me limito a recoger unas cuantas BIENAVENTURANZAS que han llegado a mis manos y las ofrezco para que las almas sencillas puedan aprovecharse de su contenido.

2°. PINCELADA QUE CONFIRMALa Editorial Atenas publicaba en 199"7 un precioso libro titulado PINCELADAS, original de mi hermano Justo. Se trataba de 200 pinceladas.De él decía ABC el 2. 5. 1997, en el Libro de la semana, que su autor «era uno de los más Finos y profundos maestros de la espiritualidad en lengua española». De él y del segundo volumen, titulado «Pinceladas de sabiduría» (editado en México en 1999), tornaremos estas pinceladas que son como «pequeñas meditaciones que dejan el buen

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sabor de las cosas de Dios, la paz y la esperanza en el corazón».3°. EJEMPLO QUE ILUSTRAA la bienaventuranza añado un ejemplo vivido por los Padres del Desierto. Son muy antiguos, del siglo V.

Podía traer otras parábolas o ejemplos más bellos y actuales, pero creo que estas tienen un sabor especial y un gran valor por su antigüedad.Por estos ejemplos podremos ver cómo la «meta» señalada por Jesucristo no es inalcanzable, sino que ha habido hombres y mujeres que han vivido el sermón del Monte, por lo menos en espíritu.Son ejemplos que a veces serán más bien para «admirar» que para «imitar», pero ellos nos demostrarán que siempre hubo quien se tomó en serio la Palabra de Jesús. En otros términos: ellos y ellas -las almas santas- procuraron vivir el espíritu de las bienaventuranzas teniendo siempre presente eso de que estarnos de paso y vamos hacia la meta.4°. PISTA PARA SER FELIZEl hombre ha sido creado para ser feliz. Es cierto que en esta tierra -porque estamos en el destierro como cantamos en la Salve- no podemos ser felices completamente, pero si nos esforzamos, podremos alcanzarlo, por lo menos en parte.Por desgracia hay mucha gente que vive muy infeliz. No han llegado a descubrir dónde está la verdadera felicidad. La ponen, a veces, en cosas pasajeras y corno les dura tan poco y les llena sólo una parcela de su ser, pronto se desvanece y viene la tristeza.En este apartado, intentamos traer un texto que de una o de otra forma nos ayudará a llenar una faceta de felicidad en nuestra vida. Nos ayudará a ser bienaventurado como nos enseñó el Maestro.5°. PLEGARIA QUE ORATerminará cada bienaventuranza con una plegaria que nos puede ayudar a rezar o a meditar cuanto nos ha dicho el capítulo que acabarnos de leer.Su procedencia ya lo dejo anotado en el Pórtico común que precede a este.Este tema de la oración es, sin duda, uno de los más tratados en esta colección. Más aún, todos ellos son para esto: para ayudarnos a ORAR, conscientes de que es esta, la obligación de orar, la tarea más importante de la vida que el buen Dios nos encomendó. Será siempre bueno comenzar ya en esta vida la que esperamos vivir por toda la eternidad en el cielo.LAS BIENAVENTURANZAS DE JESÚS:1. En San Mateo (5, 3-12):-«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.- Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.- Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.- Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.- Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.- Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.- Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.- Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.- Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa

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será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros».

2. En San Lucas (6,20-23):- «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.-Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados.- Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis.- Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre corno malo, por causa del Hijo de hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de este modo trataban sus padres a los profetas».1CAPITULOINTRODUCTORIO1. LA ALEGRÍA CRISTIANAEl hombre ha sido creado para ser feliz. Todos queremos ser felices. Hasta el masoquista o incluso quien se quita la vida lo hace buscando la felicidad aunque lo haga equivocadamente. El que se droga, el que hace el mal... en esa misma maldad busca su felicidad pero por camino errado.Los libros sapienciales del Antiguo Testamento exhortan al hombre a la felicidad. Dios mismo quiere que el hombre lo pase bien. Ha creado todas las cosas para la felicidad del hombre: «Que todo hombre coma y beba y lo pase bien, en medio de sus afanes, es un don de Dios» (Ecl 3,13).Ser bienaventurado, --en latín beatus, en griego makarios y en hebreo asre- es el fin para el cual ha sido creado el hombre. Se trata de una felicidad de exultación y gozo personal, no de mera resignación o aceptación de lo que nos viene, sea bueno o malo.Esta felicidad y dicha personal debe extenderse en una triple dirección:* hacia Dios, al que alabamos y servimos, Te Deum laudamus,* hacia el prójimo, al que le brindamos la alegría que tenemos dentro: «Lleve uno la carga del otro y así cumplimos la ley de Cristo» (Gál 6,2),* hacia nosotros mismos, que somos los que en primer lugar hemos de vivir felices ya que no podemos regalar la felicidad a Dios y al prójimo si no la poseemos nosotros por aquello de: «Nadie da lo que no tiene» y lo que nos dijo Jesús: «Da gratis ln que has recibido gratis» (Ml 10, 8).

La Biblia está llena de recomendaciones para vivir en plenitud la alegría como fruto del amor que Dios nos tiene y del fiel cumplimiento de la ley.La alegría hay que vivirla y regalarla. Es un don de Dios y nosotros hemos de ser meros canales que la transmitimos. Pero hay que ser canal-cisterna. Antes, llenarnos de ella, y, después, regalarla a los demás sin perderla nosotros. El medio para ello será la sonrisa, el saber sonreír a todos y siempre.También de la sonrisa se han dicho cosas muy bellas: cuesta poco y produce mucho. No empobrece a quien la da y enriquece a quien la recibe. Dura sólo un instante y perdura en el recuerdo para siempre. Nadie es tan rico que pueda vivir sin ella, y nadie tan pobre que no la conozca...Los primeros beneficiados de la alegría seremos nosotros mismos. Lo recuerda la Palabra de Dios: «Corazón alegre, hace buen cuerpo, la tristeza seca los huesos» (Prov

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17, 22).Aristóteles afirmaba que el hombre no puede vivir largo tiempo sin alegría. Hoy hay mucha tristeza en el mundo. El cristiano no puede nunca dejarse arrastrar por la tristeza. Podrá carecer de todo, pero siempre en su alma deberá almacenar toneladas de alegría. San Pablo lo repetía insistentemente a los filipenses (4,4). Y a los gálatas recordaba que la alegría está después de la caridad y es uno de los doce frutos del Espíritu Santo (5, 22).La alegría más que virtud es fruto de varias virtudes. El mismo Jesucristo nos invitó en el Sermón del Monte a la alegría, a ser felices a pesar de que carezcamos de los bienes pasajeros que afanosamente busca y ama el mundo: bienaventurados, dichosos, alegres, los que sufren, los que pasan hat7ibre, los perseguidos... porque saben que todo esto es pasajero y que nos conduce a la vida eterna que será completamente gozosa.2. LAS BIENAVENTURANZAS EN LA PALABRA DE DIOSLos griegos atribuían a sus dioses una completa bienaventuranza o felicidad y por ello les tenían envidia. I a Biblia por el contrario nunca llama a Yahvé bienaventurado. Es el Señor quien hace bienaventurado al hombre por los dones que le da.Dios le ha elegido como su pueblo y esta felicidad nadie se la podrá quitar (Sal 33,12). Todos los bienes le vienen por él (Sal 34,37 ...).Los salmos, sobre todo, son un continuo cántico de reconocimiento por esta felicidad que el hombre recibe de Dios.

Los libros sapienciales están llenos de estas bienaventuranzas.«Estar en la presencia del Señor» o «estar junto a Él» son expresiones muchas veces repetidas en el Antiguo y Nuevo Testamento que indican la felicidad del hombre que esto alcanza.Para el israelita las bienaventuranzas eran como una especie de norma de conducta. Para recibirlas era necesario vivir según algunas directrices. Si no se cumplían se convertían en maldiciones. Eran como «caminos» que conducen a la dicha. Esta felicidad se extiende a todos los campos: política, virtudes sociales, y, sobre todo, referentes a la vida familiar.Junto con estas bienaventuranzas, que podríamos llamar morales, hay también las que podemos llamar «religiosas»: confiar en Dios, amar a Dios, temerle, meditar su ley, etc.Las Bienaventuranzas o makarismos del Nuevo Testamento son totalmente religiosas. Hacen referencia, sobre todo, a la alegría que le espera al hombre por ser hijo de Dios y por el reino de los cielos que espera alcanzar. El acontecimiento decisivo para este cambio de mentalidad es el nacimiento del Mesías, el anuncio del reino. Todos los pasajes de la vida de Cristo son una continuada bienaventuranza.Los evangelios atribuyen al mismo Jesucristo veinte Bienaventuranzas además de las ocho de Mateo.San Lucas trae tres bienaventuranzas que no son de Jesús: La de Isabel a María (1, 45); la de la mujer: «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron» (11, 27) y la del comensal en casa del fariseo (14, 15).En los demás libros del Nuevo Testamento hay once bienaventuranzas. Siete de ellas están en el Apocalipsis.San Lucas trae cuatro y están dirigidas a la segunda persona en lugar de la tercera corno lo hace san Mateo.3. LAS BIENAVENTURANZAS SON PARA HOY Y PARA MAÑANA

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Jesús, al anunciar las bienaventuranzas, está pensando en la felicidad del hombre para esta vida y para la otra. Habla de una realidad para quienes las reciben y promesa ya desde ahora para la vida eterna para quienes las practican.No es sólo objeto de un porvenir lejano, sino ya una realidad para el momento presente, como anticipo del Reino.Los autores suelen distinguir entre dos géneros de bienaventuranzas: las de carácter sapiencial y las de carácter apocalíptico.El género literario de las bienaventuranzas es bastante conocido tanto en la literatura griega como en la judía.El hombre está llamado a ser bienaventurado, a ser feliz ya en esta vida.Bienaventurado es el hombre que recibe la salvación. Para alcanzar esta bienaventuranza o felicidad, será necesario poner algunas condiciones:

•la fe (Mt, 16,17; Le 11, 28);•la perseverancia en esta fe (St 1, 12);•la vigilancia para cuando llegue el Señor (Lc 12, 37).

En la literatura apocalíptica la Bienaventuranza va dirigida a aquellos que serán salvados en el día del juicio definitivo y que participarán en el mundo futuro porque han sabido ser fieles a Iahveh.Citamos un ejemplo particularmente interesante, en el que se van oponiendo bendiciones y maldiciones:-«Feliz el hombre que abre su boca para alabar al Señor. Maldito el que abre su boca para injuriar a su prójimo.- Feliz el que bendice todas las obras del Señor. Maldito el que desprecia una criatura del Señor.- Feliz el que endereza la obra de sus manos. Maldito el que destruye los trabajos de los otros- Feliz el que guarda las tradiciones de los padres.-Maldito el que deforma las órdenes y disposiciones de sus padres.-Feliz el que camina en la paz. Maldito el que turba la paz.-Feliz el que habla de paz y la posee. Todo esto será dispuesto sobre la balanza y escrito en los libros en el gran Día del juicio. Ahora, hijos míos, guardad vuestros corazones de toda falsedad para que la balanza de la luz sea vuestra herencia para toda la eternidad». (Hen. Eslavo 32, 1-16).Es esta Bienaventuranza de carácter apocalíptico la que a rrosotros nos interesa de manera particular para situar la enseñanza de Jesús. La expresión «Feliz» no expresa simplemente una alabanza para los hombres, sino una proclamación de salvación que se dirige ya ahora a aquellos que viven como elegidos para la salvación del fin de los tiempos.4. LAS BIENAVENTURANZAS, PROGRAMA DE VIDA CRISTIANALas bienaventuranzas no son solamente una promesa de felicidad para el futuro. Son ya una realidad para el presente. El mismo Jesucristo las inaugura viviendo en su persona lo que promete a sus seguidores si quieren ser verdaderamente felices ya aquí en la tierra.Jesucristo en el Sermón del Monte señala el fin al que hay que llegar para ser bienaventurado: consuelo perfecto, reino de los cielos, tierra de los vivos... Pero, para llegar allí, Él también señala los pasos que hemos de vivir: desprendimiento, sufrir, ser

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mansos, puros, justos, hombres de paz...Quien viva las bienaventuranzas será ya aquí en la tierra verdaderamente feliz. Bien lo describió san Agustín en sus Confesiones: «Rezar juntos, pero también hablar y reír en común. Intercambiar favores, leer libros juntos, bien escritos, estar bromeando juntos y juntos serios; estar a veces en desacuerdo, sin animosidad como se está se está a veces con uno mismo, y utilizar este raro desacuerdo para reforzar el acuerdo habitual; aprender algo unos de otros, o enseñando unos a otros; echar de menos con pena a los ausentes, acoger a los que llegan con alegría y hacer manifestaciones de este tipo o de otro género, chispas del corazón de los que se aman y se atraen, expresadas en el rostro, en la lengua, en los ojos, en mil gestos de ternura; y cocinar los alimentos del hogar en donde las almas se unan en conjunto y donde varios no son más que uno» (IV, 8, 13).El 6 de junio de 1976 afirmaba el papa Pablo VI: «Debemos proclamar el misterio de las bienaventuranzas: el programa de Cristo para la felicidad del mundo».El cristiano de todos los tiempos deberá procurar ser fiel y vivir lo más perfectamente posible el programa de vida que marcan las Bienaventuranzas. Solo si las vivimos seremos verdaderamente felices y haremos felices a los demás. Y esto sencillamente porque encierran el género de vida que para sí abrazó y vivió Jesucristo.Todo esto lo recordó el papa Juan Pablo II a los jóvenes en el hipódromo Monterrico de Lima el 2 de febrero de 1985: «Las Bienaventuranzas son como el retrato de Jesucristo, un resumen de su vida, y por eso se presentan también como un programa de vida para sus discípulos. Son un programa de fe viva. Toda la vida terrena del cristiano, fiel a Cristo, puede encerrarse en este programa, en la perspectiva del reino de Dios.El pasaje de las bienaventuranzas es uno de los textos más sorprendentes y más positivamente revolucionarios.Para los jóvenes es un programa vigoroso y fascinante... Las bienaventuranzas son precisamente el programa concreto de la conversión.Cada una de las ocho bienaventuranzas afecta directa y plenamente al hombre en su existencia terrena y temporal. Todas las situaciones que forman el conjunto del destino humano y del comportamiento del hombre, están comprendidas de forma concreta en las ocho bienaventuranzas. Por eso, ellas constituyen el código más conciso de la moral evangélica, del estilo de vida del cristiano».Jesucristo, con la predicación del sermón del Monte rompió la mentalidad hebrea y pagana que tenían de la felicidad. Él tiene miras más elevadas. No se para en lo material y pasajero. Esto no satisface plenamente al hombre. Él inaugura un nuevo orden moral y señala un baremo nuevo para medir la auténtica felicidad.Jesucristo al proclamar las bienaventuranzas no hace sino describirse a sí mismo. Es su autorretrato. También son la autobiografía de la Virgen María. Pero además, en tercer lugar, son para nosotros la ley fundamental de la vida que Jesús nos señaló. Es el código evangélico indispensable para llegar a ser santos que es la vocación a la que todos hemos sido llamados.¿Cómo vivirlas? Sólo hay un camino: la oración y el clavarse con Jesucristo en la cruz. El hombre tiene germen de inmortalidad, vocación de altura, y es necesario elevarse. No cortarse las alas y siempre con optimismo cristiano aspirar a más. La gracia o ayuda del Señor Jesús no nos faltará. La protección de la Madre para alcanzarlo, tampoco.5. LAS BIENAVENTURANZAS, CAMINO DE SANTIDADEl 30 de enero de 1948 moría asesinado Gandhi. Veinte siglos antes había muerto en la

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Cruz Jesucristo. Gandhi era un profundo conocedor de las religiones y pudo afirmar: «El Sermón del Monte es la página más bella que ha sido escrita y sólo ha podido escribirla Jesucristo». Es verdad. Aunque solamente hubiera pronunciado Jesucristo estas palabras merecería el reconocimiento eterno de toda la humanidad, ya que encierran toda su sublime doctrina.En la Palabra de Dios abundan las frases que recogen alguna obra buena o practican una virtud... y a estos se les llama «bienaventurados» o «bienaventuranzas». Todas ellas, dentro de su brevedad o laconismo, constan de dos partes: la primera, comienza con «bienaventurados»... y la segunda, después de la palabra «porque» da la razón del premio que Dios otorga a quien practica la virtud o realiza la obra buena.Las bienaventuranzas son la autobiografía de Jesucristo. Al proclamarlas, no nos da un código abstracto dee doctrina, sino que se limita a describir su propia vida, su autorretrato. Las bienaventuranzas nos ofrecen el mensaje de Jesucristo, es decir, son como ocho capítulos de su misma vida, que él vivió a lo largo de toda ella practicándolas en toda su perfección.Las bienaventuranzas son el mejor retrato de Jesús. Jesús no sólo predicó las Bienaventuranzas, sino que las vivió enteramente. Si no te sabes bien las Bienaventuranzas, mira a Jesús, estudia su vida. Si tienes alguna duda de interpretación, consulta el comportamiento de Jesús. Las Bienaventuranzas es letra, Jesús pone la música, la vida.Todos los cristianos, como nos ha recordado el concilio Vaticano II, estamos llamados a la santidad. Esta sólo se consigue imitando a Jesucristo. Bastaría pues vivir las bienaventuranzas para ser auténticos imitadores de Jesucristo, ya que, todas ellas fueron perfectísimamente vividas por Él desde su nacimiento hasta la cruz.Los cristianos estamos llamados a «seguir las huellas de Cristo» (1 Pe 2, 21) y a «tener sus mismos sentimientos» (Filp 2, 5). Esto lo conseguiremos si vivimos las bienaventuranzas.El mundo pregona una felicidad falsa, que no satisface: dinero, honra, placer. Engañosamente se cree que goza más el que es más fuerte, el que más triunfa, el que más tiene, el que consigue éxito en todos sus planes, en la comodidad, en la seguridad, el que mejor come y bebe, el que mejor viste y más viaja... Se resume en estas tres palabras: poder, tener y placer. La experiencia de cada uno le demuestra que esta felicidad sola no llena, es engañosa y huidiza. Cuando se posee, se desea más y más. Siempre se teme que se va a perder o abandonar... Es la felicidad que nos recuerda el salmo primero.San Agustín, que conocía por experiencia propia la vanidad de estas riquezas y engañosa felicidad, pudo decir aquella famosa frase en sus Confesiones: «Señor, nos hiciste para Ti y nuestro corazón no descansa, -nada le satisface-, hasta que descanse en Ti».Hay otra felicidad que es la que verdaderamente hace feliz: la felicidad del cristiano, la opuesta a esta delmundo. Sus valores son los del alma: la cercanía de Dios, el amor a Dios y a los hermanos, el gozoso vivir con la esperanza del Reino.Más adelante traemos una Bienaventuranza que trata de cómo hemos de conocer o leer las bienaventuranzas para poderlas vivir o asimilar. Los santos supieron leerlas, vivirlas, y por esto alcanzaron la santidad.Si las meditarnos con frecuencia, nos ayudarán, sin duda, a adquirir la santidad a la que

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estamos llamados. Buen ejemplo el del actor ruso A. Rostwrew, que tenía que leer las Bienaventuranzas en una obra teatral que ridiculizaba a Jesucristo. Cuando empezó a leerlas hubo algunas risas del público, pero duraron poco. El actor lo hacía con tanta emoción, que contagió a todos los asistentes. Al final no había risas, sino lágrimas abundantes. El actor terminó diciendo como el buen ladrón: «Acuérdate de mí, cuando estés en tu Reino».El mundo no puede ser transformado ni ofrecido a Dios sin el espíritu de las Bienaventuranzas.Por ello los seglares deben procurar con todas sus fuerzas asimilar este espíritu para que de esta forma su vida, sus trabajos, sus pruebas hagan de ellos adoradores que en todo lugar actúan cautamente y consagran el mundo a Dios.En la Solemnidad de Todos los Santos nos habla la Palabra de Dios de las Bienaventuranzas, espíritu evangélico que vivieron quienes gozan ya de la visión y la felicidad de Dios, los Santos todos. De ellos nos habla la primera lectura: «Después de esto vi una gran muchedumbre que ninguno podía contar, de todas las naciones, y tribus, y pueblos, y lenguas, que estaban en pie ante el trono y delante del Cordero, cubiertos de vestiduras blancas y palmas en sus manos».Las Bienaventuranzas no contienen toda la doctrina evangélica; sin embargo, son, como en germen, todo el programa de perfección cristiana, resumido, pero completo.«Bienaventurados los pobres de espíritu...»: lo que Cristo exige es el desprendimiento del alma de las cosas de este inundo, llevando una vida sencilla, conscientes en todo momento de la pobreza del hombre frente a Dios, viviendo esa virtud que es fundamental para el cristiano: la humildad.«Bienaventurados los que lloran...»: el cristiano está hecho para la alegría, que encuentra en Dios. Lo que el cristiano debe llorar son sus pecados; debe producirle tristeza el hecho de encontrarse tan lejos de la santidad, que debe ser su mayor deseo.Todos, sin excepción, somos llamados a la santidad: «Todos los fieles cristianos son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre». Y a este acuciante deseo nos apremia San Juan en las palabras de la segunda lectura: «Carísimos, ahora somos hijos de Dios, y no aparece aún lo que hemos de ser. Sabemos que cuando Él aparezca, seremos semejantes a Él; por cuanto nosotros le veremos tal como Él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en Él, se santifica, así como Él es santo.Debemos tener ardientes deseos de ser santos. Y este deseo debemos procurar tenerlo no sólo en la oración sino a lo largo de todo el día. Este debería ser el pensamiento que mayormente ocupase nuestra mente.Vivir las bienaventuranzas es camino seguro de santidad.6. EL «TESORO» DE LAS BIENAVENTURANZASEstamos ante una de las páginas más hermosas y consoladoras del Evangelio.Es palabra que va derecha al corazón.Es lo mejor de la enseñanza y el espíritu de Jesús. Es punto de referencia constante para su discípulo:- Cuando alguna vez te sientas tentado por los demonios de este siglo, lee las Bienaventuranzas.- Cuando te sientas avaricioso, consumista, violento, orgullo lee, lee las Bienaventuranzas.

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- Cuando te canses y quieras mirar para atrás, cuando te acerques al desencanto, cuando prefieras encerrarte en ti mismo y ocultar tu verdad, cuando quieras cultivar la imagen y vivir de apariencias, lee las Bienaventuranzas.- Cuando veas que te endureces, que te secas, que pierdes sensibilidad y calor entrañable, lee las Bienaventuranzas.- Las Bienaventuranzas son, en primer lugar, una Buena Noticia.- No es un catecismo ni un texto de teología ni un Código eclesiástico.- Es el anuncio de una gran alegría.- Es una dicha nueva, pero impagable.- No es alegría de este mundo, pero por ella se puede perder el mundo.- Jesús es profeta de alegría y esperanza. - ¡Qué distinto el estilo de Juan!:* El Bautista era duro, corregía, amenazaba.* Jesús consuela, regala, promete la gracia del Reino.- Se dirige especialmente a los pequeños, a los pobres, a los que sufren y a los insatisfechos y les promete el consuelo, la dicha, la riqueza, la plenitud de sus deseos.- Son maneras distintas de decir que no sufran, que se alegren, porque Dios los quiere tiernamente y está con ellos siempre.Ellos, los despreciados del mundo, son los preferidos de Dios. No cuentan para la gente, pero sí para Dios. Dios comparte sus penas y sus anhelos. Dios les dará la fuerza que necesitan. No esperan riquezas y éxitos mundanos, Dios mismo será su riqueza, su dicha, su gloria y su recompensa.

ILOS LLAMADOS A SER BIENAVENTURADOSTodos estamos llamados a ser felices.Pero una felicidad no como la piensa el mundo.La felicidad completa solamente la poseeremos en el cielo que es el fin para el que hemos sido creados.«Al que ama a Dios todo coopera a su bien, es decir, a su felicidad» (Rom 8, 28), dice san Pablo. Por ello, aunque haya dificultades o pruebas, no se pierde la felicidad verdadera. Traemos algunas voces, personas o grupos, que han compuesto la fórmula de sus bienaventuranzas.Pero ellos nos están diciendo: «como nosotros, todos los demás si son fieles al Evangelio de Jesús»:• aprovéchate de esta lectura,• admírate de estos ejemplos,• reza con fervor estas plegarias.1. DEL NIÑO«Dichoso el hombre que medita la ley del Señor noche y día» (Sal 1).

La Palabra de Dios tiene recuerdos especiales para los niños. El hombre en cierto sentido debería procurar ser siempre niño pues «sólo quien se haga como uno de ellos entrará en el reino de los cielos» (Le 18, 17). Jesús tenía un cariño especial para los niños.Lo que los niños aprenden en los primeros años de existencia jamás lo olvidarán.

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El niño tiene sus derechos propios que los mayores deben procurar respetar. Lo que por ellos hagan los padres, educadores y toda la sociedad, será el mejor tiempo y dinero empleado.Junto con los cuidados materiales habrá que tener siempre presente también los cuidados del espíritu.Los niños felicitan a cuantos trabajan por su formación integral con estas bienaventuranzas:

1. Bienaventurados aquellos que piensan que sólo soy un niño. 2. Bienaventurados los que me ayudan a superar mis problemas sin echármelos nunca en cara.3. Bienaventurados aquellos que cooperan a mi formación integral sin ambiciones personales.4. Bienaventurados los que no consideran tiempo perdido el que dedican a escucharme.5. Bienaventurados aquellos que me ayudan a encontrar el verdadero amor y la amistad sabiendo respetar mis preferencias personales.6. Bienaventurados los que saben sembrar en mí sin exigir unos frutos inmediatos.7. Bienaventurados aquellos que me hacen sentir que puedo contar con una «Madre».8. Bienaventurados los que saben transmitirme su alegría y confianza para vivir mi vida en plenitud.9. Bienaventurados los que me enseñan que Dios es Padre y que me ama siempre a mí y a los míos.Con frecuencia perdemos la calma por cosas que no nos atañen. Los niños suelen en esto darnos un buen ejemplo.Convendría ser tan dueños de sí mismos que no nos inquietara la opinión de los demás ni nos afectara su falta de respeto. A un maestro parecían dejarle impávido los insultos que le dirigía un visitante. Y lo explicaba así: «Si alguien te envía una carta yte niegas a abrirla, no te molestará su contenido. Por mucho que escupáis a las cataratas del Niágara, no lograréis ensuciarlas».Dos sordomudos se estaban peleando. Cuando un empleado de la casa quiso poner orden, vio que uno de ellos le daba la espalda al otro y se partía de risa.-«¿De que te ríes, y por qué tu compañero está tan enfadado?», le preguntó el empleado por señas.Y le respondió el sordomudo, también por señas:--- «Porque quiere echarme pestes, pero yo me niego a mirarlo».***Otra virtud de la que nos dan buen ejemplo los niños es la humildad. El niño se siente impotente para muchas cosas y por ello acude en ayuda de los mayores.Contaban los Padres que un anciano había ayunado setenta y dos semanas seguidas, comiendo tan sólo una vez por semana. Preguntó a Dios el sentido de cierto texto de la Escritura, pero Dios no se lo reveló. Y pensó para sí:-«Puesto que me he mortificado tanto sin provecho, iré a preguntárselo a uno de mis hermanos». Y al cerrar la puerta de su celda para salir, le fue enviado un ángel de Señor, que le dijo:-«Las setenta semanas de ayuno no te han acercado más a Dios, pero cuando te has humillado para ir donde tu hermano, me han enviado para explicarte ese texto».

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Y después de explicarle lo que buscaba desapareció el ángel.Aquí te ofrezco una serie de prácticas recomendaciones que muy mucho te pueden ayudar en tu vida para ser feliz:El niño --y los mayores también-- hemos de procurar hacer hoy cuanto veamos que es importante sin dejarlo para mañana.No esperes a mañana, para amar desprendidamente a los hermanos; haz que la vida sea una fiesta, una sorpresa agradable, una ilusión de recrear la ilusión.No esperes a mañana, que no sabes si llegará o no, para buscar en las rutas de tu vida una veta de venturas y de sueños, capaces de abrirte un luminoso porvenir.No esperes a mañana, para cobrar tu salario de felicidad; aprovecha tu ocasión, ahora mismo, y goza de las pequeñas partículas de felicidad que caen de las mesas del mundo.No esperes a mañana, para cargar las alforjas de tus responsabilidades; pon en ellas con denodado esfuerzo el caudal de tus sueños y la cascada de tus aguas cristalinas.No esperes a mañana, para virar el rumbo de tu velero, impulsado hasta hoy por los vientos de la comodidad; navega por los mares de la dicha y enciende los faros de la felicidad.***GENEROSIDAD DE DIOSOremos a Dios nuestro Padre, que es rico en misericordia y generoso en darnos sus dones:- Para que reconozcamos nuestros pecados: Danos tu luz.- Para que nos convirtamos cada día: Danos tu Espíritu.- Para que compartamos bienes y talentos: Danos tu amor. - Para que no dudemos de tu perdón: Danos tu gracia. - Para que aprendamos a perdonar: Danos tu misericordia. - Para que confiemos siempre en ti: Danos tu fe.- Para que seamos testigos de tu reconciliación: Danos tu paz.

Oremos: Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n.24. Caminos de santidad: Sernillas que dan vida (II), n.22. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

2. DE LOS PEQUEÑOS«Dichoso el hombre cuyo gozo es la ley del Señor» (Sal 1).

Aquí la palabra «pequeños» no es sinónima de «niños» que hemos recordado en la bienaventuranza anterior.Estas once bienaventuranzas, que podíamos multiplicar, hacen referencia a las personas de todas las edades que han sabido descubrir la perla de lo «pequeño». Se trata de pequeñas cosas que, hechas con amor, se convierten en «grandes».Gotitas de agua forman los mares.Granitos de arena las playas...Gestos de amor, delicadezas de alma... hacen la vida agradable.Para ser verdaderamente felices y regalar esta felicidad a los que nos rodean mucho

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ayudará el tener presentes estas recomendaciones o BIENAVENTURANZAS:1. Bienaventurados los que saben reírse de sí mismos:-no han cesado de divertirse.2. Bienaventurados los que saben distinguir una montaña de un montencillo:-se ahorrarán bastantes gaitas.3. Bienaventurados los que son capaces de rebosar y de dormir sin buscar excusas:-serán sabios.4. Bienaventurados los que saben callar y escuchar: -así aprenderán cosas nuevas.5. Bienaventurados los que son lo bastante inteligentes para no tomarse en serio:-serán apreciados por quienes les rodean.6. Bienaventurados seréis si sabéis mirar con seriedad las cosas pequeñas y con paz las cosas serias:-llegaréis lejos en la vida.7. Bienaventurados seréis, si sabéis admirar tina sonrisa y olvidar un mal gesto:-vuestra ruta estará soleada.8. Bienaventurados seréis si sois capaces de interpretar siempre con benevolencia las actitudes del otro, aunque las apariencias sean contrarias:-pasaréis por ingenuos, pero ese es el precio de la caridad. 9. Bienaventurados los que piensan antes de actuar y ríen antes de pensar:-evitarán muchas tonterías.10. Bienaventurados seréis si sabéis callar y sonreír cuando os cortan la palabra, os contradicen u os pisan:-el Evangelio comienza a penetrar en vuestro corazón.11. Bienaventurados sobre todo los que sabéis reconocer al Señor en todos aquéllos que tratáis:-habéis encontrado la luz verdadera, habéis encontrado la verdadera sabiduría.Hay quien parece que ha nacido para vivir amargado y avinagrar la vida de los demás. Sería el reverso de la Bienaventuranza de «lo pequeño» que acabamos de meditar.Es una pena la tendencia a ver solo el lado negativo de las cosas. Es como contemplar una cucaracha, bajo una piedra negra, con gafas ahumadas, en una noche sin luna.Hemos de lavar nuestros ojos en el agua que brota del costado abierto de Cristo.«Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo está iluminado. Pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo está en tinieblas» (Mt 6, 22-23). Todo es limpio para los limpios» (Lc 11,41).Un profesor sacó un gran folio blanco con una pequeña mancha en el centro.-«¿Qué es lo que veis?», preguntó a los alumnos.-«Una mancha de tinta», respondió uno.-«Así somos los hombres -dijo el profesor-. Solo vemos las manchas, aun las más pequeñas, y no el magnífico folio blanco que es la vida».La obediencia a las cosas pequeñas puede hacer maravillas. I;I poder de la oración viene también en ayuda de quien confía en el Señor.Uno de los Padres envió a su discípulo a sacar agua. El pozo estaba muy lejos de la celda, y el discípulo se olvidó de llevar consigo una cuerda. Al llegar al pozo, y caer en la cuenta de que no tenía cuerda, el hermano se puso en oración y dijo:-«¡Oh pozo! ¡Oh pozo! El abad me ha mandado que llene de agua esta jarra».Y enseguida subió el agua hasta el borde del pozo.El hermano llerró su jarra y luego el agua recobró de nuevo su anterior nivel.

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***Para ser feliz, mucho nos ayudará la certeza de saber que Dios está en nosotros y nosotros en Dios. Hay una maravillosa simbiosis entre los dos.

DIOS EN MÍ Y YO EN ÉLEn ti estoy, de ti vengo, a ti voy.Estás fuera de mí, puedo encerrarme. Estás dentro de mí, puedo encerrarte. No puedo dejar de estar en ti.Mi carne extiende raíces que llegan hasta ti. Puedo olvidarlo. Mi espíritu es una chispa que brota de tu incendio. Puedo ignorarlo. No puedo dejar de venir de ti.Mis ojos buscan su horizonte. Mi corazón su hogar universal. Puedo extraviarme en una encrucijada. Puedo paralizarme en algún hogar. No puedo dejar de ir hacia ti.No vi tu rostro cuando salí de ti. No fue una despedida. Allí empezó un encuentro sin orillas.Cada tarde añado en mi lienzo un nuevo rasgo tuyo. Cada tarde añades en tu lienzo un nuevo rasgo mío.En medio del camino al adivinar una fuente, al estrechar una mano, al mirar unos ojos, al nacer el futuro, al morir el presente, yo te descubro, yo me descubro.Dentro de mí, los dos a la par, uno hacia el otro, nos vamos haciendo.Miro a mi lado: un pueblo en cadenas, los gritos del hambre, el día robado, la noche asaltada.Te veo en los huesos, escucho tu queja, empuñas justicia, convocas hermanos.Eres pueblo y no abandonas tu cuerpo.Ahora te veo, Señor marginado, maestro sirviendo, madre exprimida, padre sin nada, infinito pidiendo, libre clavado.Ahora te veo pueblo en camino. Y en este misterio se pierden mis días, mis razones y mis sueños.Tú y yo nos vamos haciendo tu pueblo.Siempre, pero sobre todo cuando nos acercamos al final de nuestra vida, cuando vamos perdiendo reflejos y cualidades... nos sentimos más pequeños y se ven las cosas con mayor humildad y confianza en el Señor.Oramos a Dios con D. Miguel de Unamuno: Agranda la puerta, Padre, porque no puedo pasar; la hiciste para los niños, y yo he crecido, a mi pesar. Si no me agrandas la puerta, achícame, por piedad, vuélveme a la edad bendita en que vivir es soñar.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (I) , n. 24. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 22. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

3. DE LA JUVENTUD«Hijos de los hombres, bendecid al Señor» (Dn 3).Suelen abundar las bienaventuranzas de la juventud. Es natural que se cante y reflexione sobre los jóvenes, ya que son la esperanza del mañana.Ellos viven la época más bella de sus vidas y lo que ahora siembren recogerán mañana.El Papa desde Roma o desde cualquier parte del mundo, y el Hermano Roger, desde Taizé, suelen lanzar maravillosos mensajes a los jóvenes, que les enardecen en el

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aprecio de sus vidas y en el seguimiento de Jesucristo.Nadie tanto como los jóvenes deben procurar ser bienaventurados, es decir, felices. Para ello, bastará que vivan auténticamente sus deberes humanos y religiosos.Aquí te ofrezco unas preciosas bienaventuranzas de un obispo americano, apóstol de la juventud. Se resaltan en ellas, especialmente, los valores espirituales:1. Bienaventurados los jóvenes que hacen de la vida una ofrenda, un deber y una oblación.2. Bienaventurados los jóvenes que deciden su futuro orando, consultando y reflexionando.3. Bienaventurados los jóvenes que postergan su noviazgo hasta consolidar su voluntad, disciplinar su afectividad y madurar su inteligencia.4. Bienaventurados los jóvenes que optan por una carrera o un oficio para servir mejor a la comunidad.5. Bienaventurada la juventud que se enamora de Cristo y quiere proclamar ese amor.6. Bienaventurada la juventud que sufre cuando la Iglesia y el país padecen, y se alegran cuando la Iglesia y la patria triunfan.7. Bienaventurada la juventud que trabaja por la paz y la que tienee hambre y sed de justicia.8. Bienaventurada la juventud que busca primero el Reino de Dios y lo demás lo considera como añadidura.9. Bienaventurada la juventud orante, penitente y eucarística.10. Bienaventurada la juventud que prefiere perder el ojo, el brazo, el pie, si ese ojo, pie o brazo son ocasión de pecado.11. Bienaventurada la juventud que, como María, se hace esclava de la Palabra del Señor.12. Bienaventurada la Iglesia que cuenta con semejante juventud, porque el Señor hará cosas grandes con esa juventud.13. Bienaventurada la patria que cuenta con una juventud recreada porque renovará su cultura, sus valores, sus instituciones, sus cuadros sociales, sus líneas de pensamiento, sus fuentes inspiradoras y sus modelos de vida y recuperará así su identidad nacional y cristiana. (Mons. Zarpe, arzobispo de Santa Fe).***Los jóvenes deben saber apreciar su juventud pero ser conscientes también de que llegarán un día al final de la meta. No hemos sido creados para vivir aquí. Estamos de paso.Matusalén, según una leyenda, vivía en una tienda del desierto. Era amigo de Dios y un día le preguntó:-«Señor, dime cuántos años voy a vivir, para saber si he de hacerme una casa sólida, o me basta la tienda».-«Vivirás muchos años», le contestó el Señor.-«Señor, ya sé que es un secreto, pero dime cuántos más o menos».-«Vivirás más que nadie en el mundo».«Señor, por favor, si soy amigo tuyo, dímelo claramente». -«Vivirás 969 años» (Gn 5, 27).-«Entonces, si voy a vivir tan poco tiempo, no vale la pena hacerse una casa...».Según otra leyenda, murió de vanidad el día de su cumpleaños. Para demostrar que

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estaba en forma, quiso apagar de un solo soplo las 969 velas, y le dio un infarto.***La convivencia con otros jóvenes les ayudará a enriquecerse con nuevos valores. No es bueno dejarse llevar por el aburrimiento y la soledad.Un hermano que vivía en un cenobio era de temperamento inquieto y montaba fácilmente en cólera. Y se dijo un día:-«Me iré y viviré en un lugar solitario. Como no tendré nadie con quien hablar ni a quien escuchar estaré tranquilo y se apaciguará mi ira».Se fue y vivía en una gruta. Un día, después de llenar de agua su jarra, la colocó en el suelo y sucedió que la jarra se vino abajo. La llenó una segunda vez y se cayó de nuevo. La llenó por tercera vez y volvió a caerse. Ardiendo de ira, tomó el recipiente y lo rompió. Vuelto en sí, cayó en la cuenta de que había sido juguete del demonio de la ira y dijo:-«A pesar de estar solo me ha vencido. Volveré al cenobio, pues la lucha y la paciencia son necesarias en todas partes, pero, sobre todo, lo que yo necesito es la ayuda de Dios».Y volvió a su monasterio.***Todos, pero en especial los jóvenes deben luchar para ser fe/ices. Deben luchar por conseguir UN MUNDO NUEVO.« Y el que estaba en el trono dijo: Ahora hago un mundo nuevo» (Ap 21, 5).* Le regalé una paloma al hijo del carcelero. Dicen que la echó a volar sólo por verle el vuelo.¡Qué hermoso va a ser el mundo del hijo del carcelero!• Le regalé un halcón al hijo del terrorista; él le cortó pico y garras para que no hiciera más víctimas.¡Qué hermoso va a ser el mundo del hijo del terrorista!• Di semillas de esperanza al hijo del general; y él se puso a sembrarlas con el fusil de papá.¡Qué hermoso va a ser el mundo del hijo del general!• Ofrecí un ramo de flores al hijo del presidente: él empezó a repartirlas y a cantar: «viva la gente».¡Qué hermoso va a ser el mundo del hijo del presidente!* Le regalé mil millones al hijo del gran banquero; él los dio a Manos Unidas en favor de los hambrientos.¡Qué hermoso va a ser el mundo del hijo del gran banquero! * Regalé una hermosa estrella a los hijos del escéptico; la llevaron por la calle para que vieran los ciegos.¡Qué hermoso va a ser el mundo de los hijos del escéptico.***Todo joven debe sentirse vocacionado. Llamado por el Señor a seguirle.Los caminos que llevan a Dios son múltiples. Lo que interesa es oír la voz de Dios que nos llama. Tener el oído limpio del cerumen que impide oír la voz de Dios.Será bueno que dialogues con el Señor Jesús preguntándole: -¿Por qué a mí, Señor?El Señor se acercó a mí y me llamó por mi nombre.Su presencia y su palabra me envolvía y yo me sentía el más pobre. Pero ¿por qué me visitas, Dios mío?, ¿por qué a mí, el más miserable?, ¿por qué te has fijado en mí? Pasa de largo, te ruego, que hay muchos mejores que yo. O déjame por ahora, quizá

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más tarde, otro día.Y temblaba por la presencia, por la exigencia, por lo que tenía que hacer o dejar Pero El se acercó más, me penetraba,Y repetía mi nombre una vez y otra. Soy yo, me decía. No ternas. Y cada vez que hablaba, cada palabra suya, era como un mar de dicha que entraba en mí, como un fuego liberador que se llevaba todos los medios. Ahora temblaba, pero de emoción y con lágrimas.Ya no importa mi pequeñez y pecado, porque Él estaba ahí y me hablaba. Y así, me puse en sus manos incondicionalmente: Aquí estoy Señor, tu profeta niño y tu siervo torpe.Aquí estoy, Señor, lo que tú quieras, pero ya no me abandones.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 20. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 19. Debo, puedo y quiero ser santo (VI). .

4. DE LA FAMILIA«Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor» (Dn 3).La familia es la célula de la sociedad. Todos formamos parte de una familia. Lo que se aprende en la familia no suele olvidarse jamás.Habrá que procurar volver a vivir los auténticos valores de la familia.Hoy se habla mucho de que la familia está destruida y que cada uno camina por su parte. Los hijos no ven unión en sus padres y los padres carecen de autoridad con sus hijos.La Iglesia ha tomado en serio este problema y ha publicado interesantes documentos y ha organizado importantes Asambleas para revitalizar los auténticos valores de la familia cristiana.En la familia debe reinar una auténtica alegría, una perfecta bienaventuranza. Si hay amor y cumplimiento de sus propios deberes, humanos y religiosos, será una familia verdaderamente bienaventurada. Será así:1. Dichosos vosotros que os amáis y ponéis el amor por encima del oro y de las joyas, porque sois los más afortunados de la tierra y vuestras acciones estarán siempre en alza.2. Dichosos vosotros que os amáis y sois fieles en el amor, que no venderíais vuestra felicidad ni por un millón de dólares, porque vuestra alegría será corno una fuente inagotable, corno un río en crecida.3. Dichosos vosotros que os amáis con un amor en medio de las pruebas y de las dificultades, porque vuestras lágrimas compartidas se convertirán en lluvia de gracia y de misericordia.4. Dichosos vosotros que os amáis con un amor paciente y misericordioso, un amor que aguanta y que perdona, porque seréis siempre queridos y perdonados.5. Dichosos vosotros que os amáis con un amor enteramente gratuito, que regala y no pasa factura, que no mide los méritos ni busca recompensas, porque vuestra recompensa será el amor y seréis como dioses en la tierra.6. Dichosos vosotros que os amáis con un amor exigente y comprometido, hambriento de verdad y de justicia, porque vuestros anhelos serán saciados, convertidos en energía liberadora.

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7. Dichosos vosotros que os amáis con un amor abierto a toda la vida, porque nunca moriréis y vuestros nombres pervivirán en el corazón de los hijos y en el de los hijos de vuestros hijos.Los esposos deben procurar amarse cada día más y más. Con el paso de los años debe madurar y purificarse aquel amor que se profesaron en el noviazgo y primeros años de casados.Cada uno descubrirá en qué y cómo puede acrecentar el amor que profesa a su cónyuge.José y María son, también en esto, buen modelo para los matrimonios de hoy:Según una leyenda de Nazaret -Lope lo recuerda en un soneto- María tenía una copiosa y fluvial cabellera rubia. Pero no poseía más que un pobre peine para aquella hermosa cascada de oro. José disfrutaba pegando unas chupaditas, en los días de fiesta, a su pipa, una tosca pipa que él mismo se había fabricado de un rodrigón de olivo de Getsemaní.Un día ambos proponen un viaje a Cafarnaún. Intentan engañarse mutuamente, y se separan para darse una sorpresa.María, va al mercado, vende su cabellera y compra una hermosa pipa.José, va a un bazar, y a cambio de su pipa y algunos ahorriIlos, compra un peine de plata.El encuentro dejó mudos a los dos. Y la sorpresa dio paso a un idilio sin par.***La santidad no es algo reservado para los monjes, monjas y sacerdotes.El matrimonio cristiano es escuela de santidad y muchos esposos fueron auténticos santos. Este ejemplo de la antigüedad lo confirma, aunque para ello no sea necesario llevar la vida que ellos llevaron:Dos Padres rogaban a Dios que se les mostrase qué grado de santidad habían alcanzado. Y oyeron una voz que les decía:-«En tal pueblo de Egipto encontraréis a un seglar, Eucaristo, y a su mujer, María. Vosotros no habéis llegado a su altura».Los dos ancianos acudieron a aquel pueblo, y después de preguntar encontraron la casa de aquel hombre y se personaron allí. Estaba en ella la mujer, y le preguntaron:-«¿Dónde está tu marido?».Ella respondió:-«Mi marido es pastor y guarda sus corderos».Y les hizo entrar. Al caer el día, volvió Eucaristo con su rebaño. Al ver a los ancianos, echó agua en un barreño para lavarles los pies, pero ellos le dijeron:-«No probaremos nada hasta que nos hayas dicho cuáles son tus buenas obras».Eucaristo les dijo con humildad:-«Soy pastor y ésta es mi mujer».Los ancianos insistían pidiéndole que les revelase todo, pero el otro se resistía. Por fin dijeron:-«El Señor nos ha enviado a ti».Al oír estas palabras, Eucaristo se atemorizó, y dijo:-«Recibimos estos corderos de nuestros padres, y de lo que nos producen, gracias a Dios, hacemos tres partes: una para los pobres, otra para ayudar a los peregrinos y la otra para nosotros. Me casé con mi mujer, pero no la he tocado, sigue virgen y dormimos separados. De noche nos vestimos de saco y de día usamos estos vestidos. De eso, hasta ahora nadie ha sabido nada».

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Al oír estas cosas, los Padres se maravillaron mucho y volvieron a sus celdas glorificando a Dios.***Saber que Jesucristo nos ha reconciliado con el Padre celestial a quien en nuestros primeros padres ofendimos, debe ser para nosotros una gran alegría y un medio para ser feliz:Jesucristo nos ha reconciliado con Dios al animarnos a llamarle Padre. Y nos ha reconciliado entre nosotros al tenemos unos a otros como hermanos.Con su evangelio del amorCristo nos ha reconciliado.* Él nos ha reconciliado con el mundo:- con el pan solidario y el vino compartido,- con los lirios del campo, los peces, los pajarillos, - con el lago, la higuera, la oveja perdida. Con su evangelio de la naturaleza, Cristo nos ha reconciliado. * Él nos ha reconciliado con la vida: - el banquete de bodas, la muerte del amigo,- el temor, el dolor y la alegría de la mujer cuando va a dar a luz.Con su evangelio de la realidad,Cristo nos ha reconciliado.* El nos ha reconciliado con la Palabra:- con la Palabra verdadera que nos hace libres, - con la Palabra sembrada que fructifica, - con la Palabra divina que nos salva. Con su evangelio de la comunicación, Cristo nos ha reconciliado.Es conocido el eslogan que hizo famoso el P Patricio Peyton:«La familia que reza unida, permanece unida».Los hogares cristianos están llamados a ser «Iglesias domésticas» donde hay amor, unión y vida de piedad.Será bueno que con frecuencia recen así:«Bendito seas, buen Dios, porque sembraste el amor en nuestra casa.Tú, que alientas nuestras penas, cultivas nuestras alegrías y nos partes el pan de cada día, conserva este techo y cuanto alberga.Deseamos querernos mucho, para poderte amar a 'Ti cada día más.Todos nosotros somos hijos tuyos y los hombres son nuestros hermanos porque esta familia nuestra tan pequeña, se extiende hasta los cielos y rodea las naciones.Cuida nuestro hogar, Señor, haz que vivan en él tus santos ángeles, para que nos guarden en paz.Que sea un camino recto, que nos conduzca a nuestra casa del Cielo, sobre cada uno de los que en él vivimos, y que tu bendición descienda todos los días.Bendito seas, buen Dios, porque sembraste el amor en nuestra casa».La llamada a la santidad es para todos los miembros de la familia.El hogar debe ser centro de santidad.Por ello será bueno que todos ellos, alguna vez, recen así al Señor:«Señor: haz de nuestros hogares verdaderos centros de santidad.Donde Tú estás siempre presente con Tu gracia; Donde se ore en común;Donde cada uno de sus miembros aspire a la perfección, Con los medios que la misma vida de familia le procura; Y dentro del cumplimiento de sus propios deberes.

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Donde se forjen los espíritus de los futuros hijos, dignos de la Iglesia.Donde haya calor y fuego suficientes para irradiarlos en los que nos rodean.En fin, donde Dios se goce, porque se hace siempre su santísima voluntad».MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1), n. 21. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 13. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 12. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 15, 28. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

5. DE LOS HOGARES CRISTIANOS«Criaturas todas del Señor bendecid al Señor» (Dn 3).Un hogar cristiano donde se viva la alegría, la unión, el respeto, la obediencia, la colaboración, y el amor a Jesucristo, a la Virgen María y a los hermanos... es una maravilla. Todos conocemos hogares donde se dan estas cualidades. Estar allí, sobre todo si son familias numerosas, es una de las mayores gozadas que pueden disfrutarse.Nos podernos imaginar cómo sería la Sagrada Familia:José estaría siempre atento a cómo poder dar alegrías a María y a Jesús.María se desviviría por hacer felices a José y a Jesús.Jesús, el hijo, estaría siempre dispuesto a ser pan blanco y blando que sus padres pudieran comer en todo momento.Cada uno vivía para hacer felices a los otros. Eran unos auténticos « filodoros», que significa «aquel que se complace en hacer felices a los demás».Aunque no se pueda llegar a ese nivel, los hogares cristianos deben procurar «imitarles», vivir como ellos.Esta bonita bienaventuranza señala los medios para alcanzarlo, a la vez que indica cuál será la recompensa a cada una de las ocho bienaventuranzas:1. Dichosos los padres elegidos para transmitir, hasta los confines del mundo, la Buena Nueva que Dios nos ama. Porque ellos serán llamados amigos predilectos del amor de Cristo.2. Dichoso el hogar en el que alguno de sus hijos, es elegido por Dios como religioso o sacerdote para la salvación del mundo. Porque ellos tienen ya en sí mimos Amor.3. Dichosos los hogares cristianos que enseñan a rezar a sus hijos y a conocerte a Ti, Dios verdadero y a tu Hijo Jesucristo. Porque ellos recibirán su recompensa en esta vida y después la vida eterna.4. Dichosos los padres que al nacer sus hijos los reciben y educan gozosos como un Don tuyo. Porque ellos serán reflejo de Dios.5. Dichosos los padres que enseñan a sus hijos el amor al prójimo. Porque ellos serán amados de Dios.6. Dichosos los padres que enseñan a sus hijos el celo apostólico por el Reino del Corazón de Cristo. Porque sus nombres estarán grabados en el mismo corazón de Jesús y jamás se borrarán de su recuerdo.7. Dichosos los padres que rezan unidos para que sus hijos vivan siempre en gracia y en la práctica de los sacramentos. Porque de ellos es el reino de los cielos.8. Dichoso el hogar en el que la Virgen Santísima tiene un Trono de honor. Porque ellos alcanzarán de Dios, por medio de María, su salvación.

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***No siempre se sabe reconocer el trabajo que cada uno de los miembros del hogar realiza. A veces, sobre todo en el pasado, se tenía un tanto esclavizada a la madre o esposa y no siempre se le reconocía su enorme dedicación y trabajo.El trabajo de la esposa fuera de casa es digno de respeto. Pero es necesario -dice Juan Pablo II hablando sobre la familia- que el trabajo de la mujer en casa sea reconocido por todos y estimado por su valor insustituible, respecto a las demás funciones públicas y a las otras profesiones.Un día una señora sorprendió a su marido y a sus hijos con la mesa bien puesta y adornada de flores, pero con un puñado de heno en cada plato.- «¿Esto qué es?», le dijeron.- «Enseguida os traigo la comida», contestó ella. «Pero dejadme que os diga una cosa: llevo años tratando de variar, pero jamás habéis dicho: «¡Qué rico está esto! ¡Has estado estupenda!» Decid algo, por favor, no soy una piedra».***Para que en el hogar cristiano reine la alegría y unión entre todos será bueno que haya apertura y sinceridad entre los que lo forman. No juzgar a los demás. El juicio es algo que se lo reserva el Señor para Él.El abad Isaac vino de la Tebaida a un cenobio. Vio cometer una falta a un hermano y lo juzgó. Vuelto al desierto, vino un ángel del Señor y se puso en la puerta de su celda, diciendo:-«No te dejaré entrar».El anciano preguntó la causa y el ángel del Señor le contestó: -«Dios me ha enviado para que te pregunte: ¿dónde quieres que envíe a ese hermano culpable al que has condenado?».Y al punto el abad Isaac se arrepintió y dijo:-«He pecado, perdóname». Y el ángel le dijo:-«Levántate, Dios te ha perdonado. Pero en adelante no juzgues a nadie antes de que lo haya hecho Dios».***Conocer la Buena Nueva que nos trajo Jesús y esforzamos por vivirla será un poderoso medio para ser completamente felices.Nosotros, que intentamos seguir sus pasos, en algunas ocasiones pensamos y decimos frases y tenemos actitudes que se parecen poco a las de Jesús.Para ser verdaderamente bienaventurados en cuanto es posible en este mundo, habrá que tener presente estas actitudes del Maestro y tratar por todos los medios de vivirlas.* Jesús no dijo: Esta mujer es frívola, necia, con la cabeza llena de pájaros. Está marcada por el atavismo moral y religioso de su ambiente. ¡Es una mujer!É1 le pidió un vaso de agua e inició con ella una conversación, y la invitó a cambiar de vida.Juan 4, 7: «Llegó una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dijo: Dame de beber. Le dice entonces la mujer samaritana: ¿Cómo siendo tú judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? Jesús le dice: Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú a él y te daría agua viva».* Jesús no dijo: Estos niños no hacen más que tonterías.El dijo: Dejadles que se acerquen a mí y procurad pareceros a ellos.

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Mateo 19,13-15: «Se acercaron entonces unos chiquillos para que les impusieran las manos; los discípulos les regañaban, pero Jesús les dijo: Dejad a los chiquillos, no les impidáis que se acerquen a mí, porque los que son como ellos tienen a Dios por rey».* Jesús no dijo: Aquí tenéis una pecadora pública, una prostituta enfangada para siempre en el vicio.É1 dijo: Tiene más oportunidades de entrar en el reino de Dios que aquellos que confían en su riqueza o se amparan en su virtud y en su saber.Lucas 7, 36-39: «Un fariseo lo invitó a comer. En esto, entró una mujer conocida en la ciudad como pecadora, llegó con un frasco de perfume, se colocó detrás de él junto a sus pies, llorando, y empezó a regarle los pies con sus lágrimas. El fariseo dijo para sus adentros: Este, si fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo está tocando y qué clase de mujer es: una pecadora.Jesús le dijo a la mujer: Tus pecados quedan perdonados... Tu fe te ha salvado, vete en paz».* Jesús no dijo: Este hombre es un funcionario corrompido que se enriquece adulando a los ricos y oprimiendo a los pobres.Jesús se convidó a su mesa y dejó claro que con él había entrado la salvación en aquella casa.Lucas 19, 1-10: «Jesús le dijo: Zaqueo, baja enseguida, que hoy tengo que alojarme en tu casa. Ellos se pusiercn a criticarlo diciendo: ¡Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador! Zaqueo poniéndose en pie y dirigiéndose al Señor, le dijo: La mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres, y si a alguien he extorsionado dinero, se lo restituiré cuatro veces. Jesús le contestó: Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también él es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar lo que estaba perdido y a salvarlo».* Jesús no dijo: Esta mujer es una adúltera.Jesús le dijo: Yo tampoco te condeno. Vete y no peques más.Juan 8, 9-10: «Jesús les dijo: aquel de vosotros que no tenga pecado, sea el primero en tirarle una piedra. Al oír aquello, se fueron saliendo uno a uno y lo dejaron solo con la mujer.... Jesús le dijo: Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no vuelvas a pecar».* Jesús no dijo: Este centurión pertenece a las fuerzas de ocupación.Jesús le dijo: No he visto tanta fe en Israel.Lucas 7, 1-10: «El centurión le dijo: Señor, no te molestes, que yo no soy quién para que entres bajo mi techo... pero con una palabra tuya se curará mi criado. Porque yo... tengo soldados a mis órdenes, y si le digo a uno que se vaya, se va; o a otro(l tic venga, viene. Al oír esto, Jesús se quedó admirado y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: Os digo que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe».* Jesús no dijo: Esta vieja que echa unos céntimos en el cepiIlo del templo es una supersticiosa.Jesús dijo que aquella viejecilla era formidable y que su desinterés merecía ser imitado.Marcos 12, 41-44: «Convocando a sus discípulos les dijo: Esa viuda pobre ha echado en el tesoro más que nadie, os lo aseguro. Porque todos han echado de lo que les sobra; ella, en cambio, ha echado todo lo que tenía, todos sus medios de vida».* Jesús no dijo: Este sabio no tiene los pies en la tierra.Jesús le abrió el camino para que volviese a nacer del Espíritu.Juan 3, 1-21: Jesús le dijo: Si uno no nace de nuevo, no puede vislumbrar el reino de

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Dios. Le objetó Nicodemo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Es que puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y nacer? Repuso Jesús: Si uno no nace de agua y Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. De la carne nace carne, del Espíritu nace espíritu. Replicó Nicodemo: ¿Cómo es posible que eso suceda? Jesús le dijo: Y tú siendo el maestro de Israel, ¿no conoces estas cosas?* Jesús no dijo: Esta mujer que quiere tocar mi túnica es una histérica.Jesús la escuchó, le habló y la curó.Lucas 8, 43-48. Una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años y que había malgastado toda su fortuna en médicos sin que ninguno pudiera curarla, se acercó y le tocó por detrás el borde del manto... Viendo la mujer que no había pasado inadvertida, se postró ante él y explicó por qué motivos lo había tocado y cómo se había curado. Él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz».* Jesús no dijo: «Quien la hace la paga». «Conmigo no se juega». Ni, «de mí no se burla nadie».Jesús dijo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen.Mateo 5, 43: «Os han enseñado que se mandó: amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para ser hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos».* Jesús no dijo: Este individuo ha vivido siempre fuera de la ley.Jesús le dijo: Hoy estarás conmigo en el paraíso.Lucas 23, 39-43: «Uno de los malhechores le insultaba diciendo: ¿No crees tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros. Pero el otro se lo reprochó: Y tú, sufriendo la misma pena, ¿no tienes siquiera temor de Dios? Además, para nosotros es justa, nos dan nuestro merecido; éste, en cambio, no ha hecho nada malo. Y añadió: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas como rey. Jesús le respondió: Te lo aseguro: Hoy estarás conmigo en el paraíso.».* Jesús no dijo: Judas, me has traicionado, eres despreciable.Jesús recibió el beso y le dijo: Amigo, ¿con un beso me vendes?Mateo 26, 50: «El traidor les había dado esta seña: el que yo bese, ése es; detenedlo. Se acercó en seguida a Jesús y le dijo: ¡Salud, Rabbi! y lo besó con insistencia. Pero Jesús le contestó: Amigo, ¿a qué has venido?* Jesús no dijo: Este Pedro es un fanfarrón y me ha negado.Jesús le dijo: Pedro, ¿me amas? Y deposita en él su confianza, confirmándolo en su cargo de pastor de la Iglesia universal.Juan 21, 15-17: «Por tercera vez le preguntó Jesús: Pedro, ¿me amas? Le respondió Pedro: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.»* Jesús no dijo: Los sumos sacerdotes son unos jueces injustos; el procurador romano es un títere, un cobarde; esa multitud que vocifera contra mí es el populacho; estos soldados son una podredumbre.Jesús dijo: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen».Lucas 23, 34: «Cuando llegaron al lugar llamado «la calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía: Padre, perdónalos, que no saben lo que están haciendo».* Jesús no dijo: Este es un integrista, un progresista, uno de izquierdas, un facha, un

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descreído, un carca, un comunista.Para Jesús los hombres, sean corno sean, son siempre queridos por Dios, y predicó que Dios hace salir el sol para todos.Mateo 5, 46:» Si queréis sólo a los que os quieren, ¿qué recompensa merecéis? ¿No hacen lo mismo también los recaudadores? Y si mostráis afecto sólo a vuestra gente, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen eso mismo también los paganos? Por consiguiente, sed buenos del todo, como es bueno vuestro Padre del cielo».* Jesús no dijo: Mandad, imponeos en nombre de Dios, desde arriba se influye más.Jesús dijo: Es de otra manera como hay que vivir.Mateo 20, 25: «No será así entre vosotros: el que quiera ser grande que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.»

JESÚS NOS DIJO:«Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado» (Juan 15, 12).La palabra de Jesús es puntual, la adecuada al momento. A veces interroga, otras alienta y acoge.Siempre revaloriza a la persona, aunque le esté criticando. Es una palabra consecuente con su mirada y con su mente. Está llena de vida.Quien la acoge hace nuevas todas las cosas como si se tratase de una nueva creación.***Los esposos deben rezar juntos. Los padres deben rezar con los hijos. Toda la familia será bueno que recen algo juntos también: El santo Rosario, la bendición de la mesa... Y, sobre todo, vivir la Eucaristía juntos.El fruto de su oración en común será la «unión»: «La familia que reza unida, permanece unida». Será bueno que reciten juntosesta oración:* «Señor, haz que nuestro hogar sea un sitio de Tu Amor. * Que no haya injuria, porque Tú nos das compresión.• Que no haya amargura, porque Tú nos bendices.• Que no haya egoísmo, porque Tú nos alientas.• Que no haya rencor, porque Tú nos das el perdón.• Que no haya abandono, porque Tú estás con nosotros.• Que sepamos marchar hacia Ti en nuestro diario vivir.• Que cada mañana amanezca un día más de entrega y sacrificio.• Que cada noche nos encuentre con más amor de esposos.• Haz, Señor, de nuestras vidas, que quisiste unir, unas páginas llenas de Ti.• Haz, Señor, de nuestros hijos, lo que Tú anhelas: ayúdanos a educarlos, a orientarlos por tu camino.• Que nos esforcemos en el consuelo mutuo.• Que hagamos del amor un motivo para amarte más.• Que demos lo mejor de nosotros para ser felices en el hogar».• Que cuando amanezca el gran día de ir a tu encuentro nos concedas hallarnos unidos para siempre en Ti Amén».MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 10, 21.

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Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 7, 13. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 12. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 15, 28. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

6. DE LA CASA«Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos» (Dn 3).La casa es la palestra donde se forjan los valores del espíritu. El templo donde se honra a Dios. La cantera donde se encuentran las vetas de la felicidad.Nada debe amarse tanto como la propia casa. En ella hemos nacido. En ella hemos crecido. En ella hemos recibido muchas gracias de Dios y en ella hemos compartido penas y alegrías con nuestros seres queridos.Nuestra casa debe ser acogedora y abierta a todos los familiares y amigos. En ella debe caber, sobre todo, el Espíritu Santo, ya que somos, como nos recuerda san Pablo, «templos del Espíritu Santo», «edificios de Dios» (1 Cor 3, 9).El Señor tiene derecho a habitar en nuestra casa. Hemos de procurar que se sienta a gusto. Igual que en Betania, en casa de Marta y María.Gozoso, bienaventurado será aquel hogar, aquella casa, que Procure vivir el espíritu del Señor Jesús recordado en su Evangelio.1. Bienaventurada la casa en que se reza unidos.2. Bienaventurada la casa en que se guardan las fiestas de la Iglesia.3. Bienaventurada la casa de la que no se sale para frecuentar bingos, reuniones y diversiones malsanas.4. Bienaventurada la casa cuyos hijos reciben pronto la gracia del Bautismo.5. Bienaventurada la casa donde los niños se preparan para la iniciación cristiana y crecen en algún grupo juvenil y apostólico.6. Bienaventurada la casa donde los que mueren reciben los sacramentos.7. Bienaventurada la casa donde se enseña la doctrina cristiana.8. Bienaventurada la casa en que los padres e hijos se dan mutuos ejemplos de la virtud cristiana.

***Lo más importante para que una Casa sea bienaventurada es que reine en ella la unión y el compartir las obligaciones de toda la familia.Los esposos deben ser solidarios en la marcha de la familia. Un marido tenía pluriempleo, hasta en los fines de semana, y cuando volvía por la noche, los hijos ya estaban dormidos, así que casi no los conocía. Un día llegó a casa pronto, por excepción, y su mujer le dijo con cierta ironía:-«Te presento a tu mayor, ya está en tercero de farmacia. Este es el mediano, estudioso y buen deportista, y la pequeña».Así fue el otro drama de Galileo. Abandonó a su mujer, Marina, en Padua, para ir a su cátedra de Florencia, y encerró a sus hijas Livia y Virginia en un convento para triunfar en el mundo. Se dedicó a estrellas lejanas y frías, y se olvidó de tres estrellas calientes y tan próximas¿Y de qué sirve conquistar el mundo si olvidarnos a los que viven con nosotros?En una casa cristiana deben reinar todas las virtudes enseñadas por Jesús y practicadas

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en la Sagrada Familia, que siempre será referencia para todos los hogares cristianos.Entre estas virtudes será bueno que no se olviden de fomentar la generosidad, aunque no será necesario que lleguen a este extremo que se recuerda en las vidas de los Padres del Yermo:Un día vinieron unos ladrones a la ermita de un anciano y le dijeron:-«Venimos a llevarnos todo lo que hay en tu celda». Y él les dijo:-«Tomad todo lo que os parezca bien, hijos».Tomaron todo lo que encontraron en la celda y se lo llevaron. Pero se olvidaron una bolsa que estaba escondida en la celda. El anciano la tomó, y corrió tras de ellos gritando:-«¡Hijos míos, tomad esto que habéis olvidado en mi celda!».Admirados de la paciencia del anciano, le llevaron de nuevo todo a su celda y todos le hicieron merecimiento, y se decían unos a otros:-«Verdaderamente es un hombre de Dios».El juzgar a nuestros hermanos suele ser una de las faltas que cometemos con más frecuencia.Será bueno que para ser feliz tenga presentes estos pensamientos:- Los que me han hecho sufrir, tal vez no sean tan malos.- Los que no son de mis ideas, tal vez no sean intratables.- Los que no hacen las cosas como yo, tal vez no sean unos locos.- Los que discurren de otro modo, tal vez no sean unos ignorantes.- Los que no me son simpáticos, tal vez sean buenas personas.- Los que son más viejos que yo, tal vez no sean unos atrasados.- Los que son más jóvenes que yo, tal vez no sean unos inexpertos.- Los que tienen más éxito que yo, tal vez se lo hayan merecido.- Los que me contradicen tal vez tengan razón.- Los que tienen más dinero que yo, tal vez sean muy honrados.- Los que me han dicho una palabra amable, tal vez lo han hecho con desinterés.- Los que me han hecho un favor, tal vez lo han hecho de mil amores.- Los que «pasan» de lo que a mí me importa, tal vez me ayudan a buscar lo verdaderamente importante.- Los que no van en mi misma dirección, tal vez buscan lo mismo por otros caminos.- Los que no me lo ponen fácil, tal vez me obligan a renovar el esfuerzo y la ilusión día a día.***Jesús siempre toma la iniciativa. Esto es algo que no se da en otras religiones. Será bueno que esta verdad la tengamos presente también en la marcha de nuestra casa, de nuestro hogar. ¡Si cada miembro de la familia procurase imitar esta actitud de Jesús, qué maravilla de familia sería la nuestra!Así obra siempre Jesús. Dialogamos con Él:

• Iba a ponerme en camino cuando ya venías Tú hacia mí.• Quería yo correr hacia Ti, pero vi que corrías a encontrarte conmigo.• Yo deseaba esperarte, pero supe que ya me estabas Tú esperando.• Deseaba buscarte y vi que ya estabas Tú en mi búsqueda.• Llegué a pensar: «¡Eh, ya te he encontrado!». pero me sentí encontrado por ti.

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• Cuando yo quería decirte: «Te amo», te oí decirme: «¡Cuánto te quiero!».• Yo quería elegirte y ya me habías elegido Tú.• Yo quería escribirte cuando tu carta llegó a mis manos.• Deseaba vivir en ti y te descubrí viviendo en mí.• Iba a pedirte perdón, pero tuve la certeza de que ya me habías perdonado.• Quería ofrecerme a Ti, cuando recibí el don de ti mismo entero.• Anhelaba ofrecerte mi amistad y recibí el regalo de la tuya.• Yo quería llamarte: «Abba, Padre» y te adelantaste a decirme: -«¡Hijo mío!».• Yo quería desvelarte toda mi vida interior y te encontré revelándome las profundidades de tu ser.• Deseaba invitarte al corazón de mi vida y recibí tu invitación a entrar en la tuya.Deseaba regocijarme de haber vuelto a ti y te sentí regocijado por mi retorno.Dios mío, ¿seré yo alguna vez el primero?MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 21. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 13. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 12 Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 15, 28. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

7. DE LOS ENFERMOS«Cantad al Señor un cántico nuevo... Que se alegre Israel por su Creador» (Sal 149).La enfermedad no es un castigo. «Está decretado que todo hombre muera una sola vez» (Heb 9, 27).En la muerte todos somos iguales. No hay distinción entre ricos y pobres, sabios e ignorantes. A todos, antes o después, llega la hora de la muerte.Las almas elegidas consideraban la muerte como una liberación de las ataduras de este mundo, Muchos deseaban ardientemente la llegada de la hora de la muerte para poder unirse definitivamente con el Señor.Los enfermos normalmente padecen sufrimientos más o menos fuertes y duraderos. Lo importante es que sepan aprovecharse de sus «padecimientos y que completen en su carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia» (Col 1,24).En estas bienaventuranzas se bendice el sufrimiento como medio de unión con Cristo:1. Dichosos los que sufrimos con amor.-Porque expiamos nuestros pecados.2. Dichosos los que sufrimos con amor.-Porque nos desprendemos de la cosas de la tierra y suspiramos por un cielo nuevo.3. Dichosos los que sufrimos con amor.-Porque nuestros sufrimientos plenamente aceptados y ofrecidos al Padre, nos convierten en corredentores con Cristo.4. Dichosos los que sufrimos con amor.-Porque somos los preferidos del Reino de Dios y hermanos de Cristo paciente, y con Él, si queremos, salvamos al mundo (Conc. Vat. II).5. Dichosos los que sufrimos con amor.-Porque nuestros sufrimientos «no son nada en comparación con la gloria futura que ha

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de manifestarse en nosotros» (Rom 8,18).6. Dichosos los que sufrimos con amor.-Porque sabemos que «si padecemos con Él, también con Él viviremos... que si sufrimos con Él, con Él reinaremos» (2 Tim 2, 11-12).7. Dichosos los que sufrimos con amor.- Porque el sufrimiento nos configura con Cristo y la santidad no consiste en otra cosa que en esa configuración con Cristo. 8. Dichosos los que sufrimos con amor.-Porque el sufrimiento siempre será instrumento válido de Redención Universal.El enfermo debe procurar conservar el equilibrio y, si es posible, hasta el buen humor. Una enfermedad llevada con humor es menos penosa para el enfermo y para los familiares y amigos.Será bueno que el optimismo cristiano le llene las veinticuatro horas del día.El pobre pesimista todo lo ve al revés. Para él el día está emparedado entre dos noches. Y un vaso que contiene agua hasta la mitad, para él esta medio vacío.Como aquel fariseo recalcitrante que en vez de asombrarse al ver a Jesús caminando sobre las aguas del lago de Genesaret exclamó:-«Dice que es Hijo de Dios, y ni siquiera sabe nadar».Un optimista, en cambio, perseguido por un tigre, llegó corriendo a un precipicio y se colgó agarrando una raíz. El tigre le olfateaba desde arriba.Miró hacia abajo, y en el fondo le esperaba otro tigre. Dos ratones empezaron a roer la raíz.Entonces encontró al lado una fresa estupenda. Se agarró a la raíz con una mano y con la otra cogió la fresa. ¿Qué rica estaba!El enfermo debe saber cargar con la cruz del dolor, sobre todo en ciertas enfermedades. Pero será obligación de quienes cuidan del enfermo el esforzarse por mitigar sus dolores.Un anciano cayó enfermo y no pudo tomar alimento durante muchos días. Su discípulo le pidió permiso para prepararle algo que le reconfortase. Fue y le preparó un papilla con harina de lentejas. Había allí colgado un vaso que contenía un poco de miel y otro lleno de aceite de lino que olía muy mal y que sólo servía para la lámpara.El hermano se equivocó y en vez de miel echó en la papilla el fétido aceite. Al gustarlo el anciano, no dijo nada y siguió comiendo en silencio. Y el hermano le insistía para que comiese más. Y el anciano, haciéndose violencia, volvió a comer. Insistió el hermano, por tercera vez, pero el anciano rehusó diciendo:-«De verás, hijo, no puedo más».El discípulo le animaba diciéndole:-«Padre, está muy bueno, voy a comer contigo».Y al probarlo, y comprender lo que había hecho, se arrojó rostro en tierra, diciendo:-«¡Ay de mí, padre!, te he asesinado, y me has cargado con este pecado porque no has dicho nada».Y el anciano respondió:«No te angusties, hijo; si Dios hubiera querido que comiese miel, tú hubieras puesto miel en esta papilla».***El enfermo también está llamado a ser feliz y debe procurar poner los medios para serlo.

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Satanás intentará tentarle ya que se le acaba pronto el tiempo de la libertad.Deberá procurar aprovechar el tiempo dialogando con el Señor por medio de la oración.Al enfermo puede consolarle mucho el saber que también Jesús fue tentado. Pero lo importante es que aprenda cómo Jesús superó estas tentaciones:Fue tentado Jesús, el hombre del Espíritu, zarandeado como arbusto por los vientos, vio de cerca, muy cerca, el áspid de mal y la mentira; tentado por la oferta de los panes, con sueños de poder- y de victoria, con la fama y aplausos por los siglos, tentando el que es santo, el pobre y el humilde.Sufrió la tentación de todos los humanos, la fuerza del instinto, la carne débil, la ofuscación y el engaño de la mente, y los vientos contrarios que llegan desde fuera.Jesús venció la tentación con oración, ayuno y la palabra, renovando su amor, su confiada entrega en el Padre, su opción afirmativa.Pero sigue Jesús en el desierto, siendo tentado en el hombre que lucha y que se cansa, en aquellos que dudan, que no entienden el porqué de la cosas, de los hechos tan crueles, tan injustos, dolorosos, y en aquellos que sienten las pasiones de la carne y del espíritu encendidos. Fue tentado por mí, y en mí sigue tentado.Reza con Jesús: «Padre, Padre mío fuerte, sosténme con la fuerza de tu mano, la fuerza de tu Espíritu, que es Santo. No me dejes caer en la tentación y líbrame, Padre mío, de todo lo que es malo».Sea su oración confiada y filial. Trate a Jesús como Amigo, Padre, Maestro y Hermano. Puede preguntarse: ¿Quién es el Señor y quién soy yo?:

Soy yo quien te ofendí y tú el ofendido, aunque tú eres el Señor, y yo criatura: yo soy el mal siervo, y tú el mal servido. Tú eres mi hacedor y yo tu hechura: yo soy el barro, tú el alfarero: tú el poderoso, yo una vil basura. Yo soy, Señor, quien te dejó primero, y eres tú quien primero me buscaste, y yo el que ahora se vuelve a ti postrero. Tú eres quien mil veces me llamaste: yo soy quien te cerró otras mil puertas, y tú eres quien tras ella te quedaste.Yo soy, Señor, quien tiene el alma muerta: tú eres vida en quien podrá valerse;yo soy el dormido, y tú quien lo despierta. Oh, si un «pequé» bastase, y un dolerse, para que me perdonases mi pecado, ¡qué gloria a quien en tal pudiera verse! Dios mío, heme aquí, yo he pecado, Señor, con tu gran ira no me asombres levanta al que a tus pies se ha derrocado.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (I) , n. 14. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 11. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (111), n. 10. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

8. DEL QUE ACOMPAÑA AL ENFERMO«Que los fieles festejen la gloria del Señor y canten jubilosos» (Sal 149).Visitar a los enfermos es una de las siete obras de misericordia corporales. Jesús en el capítulo 25 de San Mateo nos recuerda que al final de los tiempos se premiarán todas las obras que ahora pasan desapercibidas para tantos hombres.Hay que procurar descubrir a Jesucristo que habita en cada uno de los enfermos. Cuidarle como lo haría Él. Como lo haría la Virgen María.

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Un Padre de la era subapostólica recuerda que los Apóstoles, después que Jesús subió a los cielos, se lamentaban de no haber demostrado más amor y haber tenido más detalles con el Maestro mientras vivía entre ellos. Cuantos sacrificios hagamos por nuestros seres queridos en su enfermedad nos servirán de gran alegría todos los días de nuestra vida.El cuidador de enfermos debe valorar su gran misión y desempeñarla con caridad, generosidad, y con mucha alegría:1. Bienaventurado el que con su silencio sabe llegar al enfermo.2. Bienaventurado el que hace de la amabilidad su mejor técnica.3. Bienaventurado el que sabe gastar su tiempo con los que sufren, porque sus días serán eternos.4. Bienaventurado el que comunica al enfermo gozo y esperanza, porque él se sentirá feliz.5. Bienaventurado el que permanece junto al enfermo compartiendo su fe, su esperanza y su amor, porque ya está ahí la salvación de Cristo.6. Bienaventurado el que defiende los derechos justos de los que no tienen voz.7. Bienaventurado el que ante el sufrimiento es capaz de irradiar serenidad.A la hora de la muerte nos damos cuenta que todo lo vamos a dejar. Solamente nos llevaremos las obras buenas que hayamos hecho. Será bueno que el cuidador de enfermos tenga esto presente y, con gran amor, se lo recuerde a su enfermo. Estamos de paso y nada nos llevamos con nosotros.Nos creamos mil necesidades, y luego no sabemos vivir sin ellas. Como joven que va por la calle distraído, oyendo música con los auriculares. Como el que va el fin de semana al campo y se lleva el transmisor y el televisor portátil. Como el que no sabe vivir sin el teléfono móvil.Un turista visitó a un famoso rabino polaco. Y se quedó asombrado al ver que la casa del rabino consistía sencillamente en una habitación atestada de libros, con una mesa y una silla.- «Rabino, ¿dónde están tus muebles?», preguntó el turista.-«¿Y dónde están los tuyos?», replicó el rabino.-«¿Los míos? Pero si yo solo soy un turista. Estoy aquí de paso» dijo el turista.- «Lo mismo que yo» -contestó el rabino-.Todos estamos de paso, todos somos turistas.***Grande es la misión del cuidador de enfermos. Es un maravilloso apostolado.Un hermano preguntó a un anciano:-«Conozco dos hermanos: uno practica la contemplación en su celda, prolonga su ayuno hasta seis días y se impone una ascesis muy dura. El otro sirve a los enfermos. ¿Cuál de los dos hermanos es más acepto a Dios?».El anciano respondió:- «Si el hermano que ayuna seis días se colgase por la nariz, no conseguiría igualar al que sirve a los enfermos».***El acompañante del enfermo, además de los cuidados materiales que continuamente deberá procurar ofrecerle, será también bueno que alguna vez toque con él los valores sobrenaturales, la eternidad. El hecho de la resurrección de Jesucristo, el saber que

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VIVE y nos espera en el cielo puede ser uno de los pensamientos que más puede ayudarle para hacerlo feliz.JESÚS ES El, QUE VIVE (Ap 1, 17-19: »Yo soy el que vive»).* Yo soy el primero que te amé, antes que nadie pensara en ti,ya estabas en mi pensamiento y en mi corazón.Eras una esperanza mía en el deseo de tus padres. Tú eres un propósito mío, yo soy...• soy el que vive.* Yo soy el último escalón en lo alto y el rellano en que descansas, soy el pasamanos en que apoyarte, la barandilla que te salva del abismo. Soy la escalera misma, yo soy...• soy el que vive.* Yo soy el primero en alegrarme con tus éxitos y risas, tus dichas y aciertos; y soy el primero en lamentar tus errores y fracasos, tus penas y lágrimas.Soy el que canta contigo los gozos y las sombras, yo soy...• soy el que vive.* Yo soy el último que te abandonaría, el que nunca te dejará en el atolladero; soy la última instancia a la que apelas cuando te sientes incomprendido y rechazado. Soy tu última esperanza indefectible, yo soy...• soy el que vive.***A la hora de la muerte hay que pensar mucho más en la bondad y misericordia de Dios que en su justicia. Será bueno que el enfermero recuerde al enfermo que el Señor es compasivo y misericordioso como dice el salmo 102:¿Quién eres Tú, Dios mío?Me dijeron que eres grande y poderoso, que llevabas cuenta de mis faltas y pecados, que no dejabas sin castigo las ofensas,y que al final las cuentas todas se ajustaban. ¿Quién eres TÚ, Dios mío? Yo temía conocer tu santo nombre y temblaba angustiado en tu presencia, como el reo convicto ante sus jueces, como el gusano ante la bota que lo aplasta. ¿Quién eres Tú, Dios mío? Empecé a estudiar las historias de tu Libro y me asustaron algunas de sus páginas: te pintaba como el Dios de los ejércitos que condena al anatema, al enemigo, y venga por mil generaciones los pecados. ¿Quién eres Tú, Dios mío? Busqué con angustia hasta ser iluminado; era una luz pequeña que crecía y crecía hasta llegar al sol de Jesucristo. Y el cielo empezó a llover su gracia, e inundaba mi corazón, desbordante de gozo y de ternura. ¿Quién eres Tú, Dios mío? Y alguien rne habló desde muy dentro: «Yo no soy. Yo te quiero. Yo soy el que te quiero. Búscame sólo en el amor». ¿Quién eres Tú, Dios mío? ¿Quién eres Tú, mi amor? ¿Quién eres Tú, mi CORAZÓN?MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 14. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 11. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 10. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

9. BENDICIONES DEL ANCIANO«Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor» (Sal 117).La naturaleza que en nuestros años jóvenes era robusta y éramos capaces de realizar grandes empresas con el tiempo se va desgastando. Nuestro cuerpo se va debilitando.

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Vamos perdiendo fuerzas y reflejos. Es natural, decimos, es ley de vida. Y es verdad.¿Qué hacer? De nada valen los lamentos. Tampoco las resignaciones. Habría que llegar a vivir gozosos en este último tramo de la vida. Disfrutar de lo que tenemos. Siempre tendremos algo de lo que otros carecen. Si miramos a nuestro alrededor, comprobaremos que hay gente que carece de muchas cosas que nosotros disfrutamos y se sienten felices.Los jóvenes, sobre todo, debieran procurar hacerse amigos de los ancianos porque su experiencia puede enriquecerles mucho.Los ancianos, a su vez, deben procurar no ser latosos o pesados. «No dar la paliza» dicen ahora los jóvenes, repitiendo siempre lo mismo.El papa Juan XXIII, cuando cumplió 60 años, envió una fotografía suya a un amigo. Detrás escribió: «Es la edad más bella. Juicio equilibrado, visión serena de las cosas... ». Es esta una buena estampa para los ancianos.Los ancianos sólo buscan comprensión y cariño. Se contentan con poco. Los ancianos, dirigiéndose a los jóvenes -y también a los mayores-, les dicen:1. Bienaventurados aquéllos que entienden mi paso vacilante y mi mano temblorosa.2. Bienaventurados aquéllos que tienen en cuenta que ya mis oídos tienen que esforzarse para captar las cosas que ellos hablan.3. Bienaventurados aquéllos que se dan cuentan de que ya mis ojos están nublados y mis reacciones son lentas.4. Bienaventurados aquéllos que desvían la mirada con disimulo al ver que he derramado la taza de café sobre la mesa.5. Bienaventurados los que con una sonrisa alegre me conceden un rato para charlar de cosas sin importancia.6. Bienaventurados aquéllos que nunca dicen: «Ya ha contado eso dos veces».7. Bienaventurados aquéllos que saben arreglarse para traer a mi conversación y a la memoria cosas pasadas.8. Bienaventurados aquéllos que me hacen comprender que soy amado y que no estoy abandonado ni solo.9. Bienaventurados aquéllos que comprenden que me cuesta mucho encontrar la fortaleza para llevar mi cruz.10. Bienaventurados los que me facilitan el paso final a la Patria, con amabilidad y buenas formas. Que hablan del Señor y de la Virgen María y me ayudan a recibir los sacramentos.***El anciano tiene mucho tiempo para hablar con sus familiares, amigos y vecinos. Los hay que son un tanto misántropos. Que van a la suya. Toman su transistor y pasan horas y horas con él pegado al oído y no son capaces de oír al vecino que seguramente le diría cosas más interesantes.A veces conocemos y decimos amar a los que están lejos y desconocemos u olvidamos a los que nos rodean.La mayoría de la personas aman a la humanidad, al hombre en abstracto, pero no pueden soportar a quien vive al lado.Hay muchos aficionados a hablar con los lejanos (los telefónicos).Pero sería mucho mejor hablar, sobre todo, con los que viven en tu casa, con los cercanos (los plesiofónicos).

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Es muy fácil amar a los lejanos, por ejemplo a los chinos. Pero nunca podremos ayudar a nuestros hermanos los chinos, si estamos haciendo el indio.La caridad será siempre la virtud que más debiéramos practicar todos. Los ancianos también. Para ello mucho ayuda el no juzgar a nadie, o por lo menos no juzgar mal, porque será fácil que nos equivoquemos.El derecho de juzgar sólo le pertenece al Señor.Un sacerdote de una basílica acudió a la celda de un anacoreta para celebrar la Eucaristía y darle la comunión. Vino luego uno a visitar al ermitaño y le habló mal de aquel sacerdote. El eremita se escandalizó y cuando, según costumbre, vino para celebrar la eucaristía, no le quiso recibir. Al ver esto, el sacerdote se marchó. Entonces el anacoreta oyó una voz que le decía:- «Los hombres se han adueñado de mi facultad de juzgar».Y en un rapto vio un pozo de oro y un cubo de oro y una cuerda también de oro y el pozo contenía un agua estupenda. Vio también un leproso que sacaba agua y la echaba en un vaso. El anciano deseaba beber, pero no podía porque el que sacaba el agua era un leproso y no se atrevía. Oyó de nuevo la voz que le decía:-«¿Por qué no bebes de esa agua? ¿Qué importa que la saque un leproso? Él solamente llena el cubo y lo vacía en el vaso».Volvió en sí el eremita, reflexionó sobre el significado de esta visión, llamó al sacerdote y le pidió que celebrase la eucaristía como hasta entonces.La bondad es siempre lo que más atrae de las personas.El anciano, sobre todo, deberá procurar crecer cada día en bondad y mansedumbre.Pero nadie es bueno como el Señor. Será bueno que todos, pero en especial el anciano medite muchas veces en la inmensa bondad del Señor. Saber que el Señor todo lo ha hecho y hace bien y solamente desea nuestro bien.Este pensamiento de la bondad de Dios será un magnífico medio para hacerla feliz.Con frecuencia deberá recitar los salmos 117 y 135 que cantan la bondad, la misericordia, el amor de Iahvé:Dad gracias al Señor porque es bueno porque es eterna su misericordia. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!Apareció la bondad en Jesucristo. Aleluya Fue bueno en Navidad, la ternura. Aleluya. Fue bueno en Nazaret, lo sencillo. Aleluya.Fue bueno igualándose a nosotros, el despojo. Aleluya. Fue bueno en sus palabras salvadoras. Aleluya.Fue bueno con los pobres y los enfermos, compasivo. Aleluya. Fue bueno asumiendo nuestras cargas, solidario. Aleluya. Fue bueno perdonando los pecados, la clemencia. Aleluya. Fue bueno multiplicando nuestros panes, generoso. Aleluya. Fue bueno al quedarse con nosotros, amistad pura. Aleluya. Fue bueno entregándonos su vida, amor grande. Aleluya. Fue bueno en el triunfo de la Pascua. Miles de antorchas y la noche iluminada, el sol saliendo del sepulcro, la tristeza superada, queda el amor, queda la vida Aleluya.«Dad gracias al Señor porque es bueno; porque es eterna su misericordia». ¡Aleluya, aleluya, aleluya!Estarnos en las manos de Dios. Es una maravilla fiarnos del Señor. Él es nuestro Padre

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bondadoso, que nos ama más de lo que nos podemos imaginar. El sólo desea nuestro bien, que a veces no coincidirá con los bienes que nosotros juzgamos como tales.Él es Nuestro Pastor, que nos conduce a pastos sabrosos y abundantes, como dice el Salmo 22: El Señor es mi Pastor Providencia de Dios. El Señor es mi pasto y mi Pastor.Me alimenta en praderas abundantes, me prepara bebidas refrescantesy hasta pone una fuente en mi interior. Me conduce sin duda y sin error por caminos difíciles y errantes; yo me siento dichoso caminante, sosegado a su lado, sin temor.Su bondad me acompaña en la jornada y me sienta a su mesa, perfumado de Espíritu, la copa que rebosa. Viviré para siempre en su majada, escondido muy dentro en su costado, gustando de su paz maravillosa.

MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (I) , n. 4. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 3. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 3. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 4. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

10. UNA SONRISA PARA UN ANCIANOTodos conocemos a ancianos maravillosos.Ancianos que saben aceptar la ancianidad con gozo y hacen gozosos a cuantos les rodean.El papa bueno Juan XXIII era uno de ellos. Dijo en una ocasión:«Muchos, cuando vienen a visitarme, observan que yo estoy siempre sereno. ¿Qué quieres? Nuestra edad es la más hermosa, porque ya hemos entrado en la vigilia del día eterno. El tiempo no nos interesa ya. Vivimos en la espléndida luz que nos baja del Paraíso».Aunque tengamos limitaciones. Aunque ya no podamos hacer lo que antes hacíamos. Aunque estropeemos las cosas... debemos procurar aceptarlo como algo normal.Y lo que más importa: será necesario que todos cuantos nos rodean sepan también aceptar estas limitaciones. Que nos regalen con una sonrisa en lugar de una mirada seria o unas palabras Humillantes. Bienaventurados serán si nos tratan con cariño y comprensión.Estas Bienaventuranzas son muy parecidas a las anteriores pero con un matiz nuevo. Quieren hacer hincapié en el otro.Soy yo, quien le acompaña, quien con él convive, el que en todo momento debe esforzarse por alegrarle, por atenderle, por hacerle gozosos los últimos años de su vida, por SONREÍRLE. Hazlo así:1. Bienaventurados los que comprenden mi extraño paso al caminar por mis piernas vacilantes y mis manos torpes.2. Bienaventurados los que saben que mis oídos tienen que esforzarse para comprender lo que se me dice.3. Bienaventurados los que comprenden que aunque mis ojos brillan, mi mente es lenta.4. Bienaventurados los que con una dulce sonrisa me estimulan a intentar una vez más y charlan conmigo.

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5. Bienaventurados los que nunca me recuerdan que he hecho dos veces la misma pregunta o cuento la misma historia.6. Bienaventurados los que me escuchan, pues yo también tengo algo que decir de las épocas pasadas...7. Bienaventurados los que saben lo que siente mi corazón, aunque no pueda expresarlo.8. Bienaventurados los que me hacen sentir que se me ama, se me respeta y no se me deja solo.9. Bienaventurados los que me respetan y aman como soy y ¡lo como ellos quisieran que fuera.10. Bienaventurados los que con su bondad me alivian los días que aún me quedan en mi camino hacia la Patria celestial.«Que lo digan los fieles del Señor eterna es su misericordia» (Sal 117).11. Bienaventurados los que recuerdan que al final de nuestras vidas «nos examinarán en el amor» (San Juan de la Cruz, +1591, en Avisos, n. 59).Cuando entre en la vida sin fin, me acordaré de ellos ante el Señor Jesús y ante la Madre Santísima.***Todos un día llegaremos a ser ancianos. Lo que hagamos con nuestros mayores podemos esperar que será la paga que recibiremos nosotros el día de mañana: «No desprecies las historias de los ancianos, que ellos escucharon a sus padres» (Ecl 8, 9).Por ello, hasta egoístamente, debiéramos esforzamos por atender y mimar con cariño a nuestros mayores.Me contaba mi padre una anécdota que siempre recuerdo con estremecimiento:Un hijo llevaba a su anciano padre en su borriquillo al asilo de la ciudad. El hijo quiso parar varias veces a descansar, pero el padre le decía que todavía no, mejor más adelante.De pronto el padre le dijo:- «Hijo, paremos aquí».Mientras comían un bocadillo, el hijo le preguntó por qué había querido parar allí.- «Hijo -le contestó el padre-, es que aquí paramos también cuando yo llevé a tu abuelo al asilo».-«¿Ah, sí?» -reflexionó el hijo-: «¡Padre, se acabó el asilo, volvemos a casa!».El anciano vive un tiempo precioso para poder descansar. Ya trabajó en el pasado por construir un mundo mejor. Debe procurar disponer de tiempo para dormir, comer, rezar, leer, escuchar música, pasear y charlar con los familiares y amigos. Hasta los santos lo hacían así:Un cazador que cazaba fieras en el bosque, vio al abad Antonio en recreo con los hermanos y se escandalizó. El anciano quiso demostrarle que conviene algunas veces ser condescendiente con los hermanos y le dijo:- «Pon una flecha en tu arco y ténsalo». Y lo hizo así. Y de nuevo Antonio le dijo: - «Sigue tensándolo».Y el cazador le obedeció. Y el abad le insistió de nuevo: - «Tensa aún más».El cazador lo volvió a tensar, pero dijo el abad Antonio:- «Si lo tensas más, se romperá el arco». Y entonces el abad Antonio le dijo:- «Lo mismo ocurre en el servicio de Dios. Si se aprieta excesivamente, los hermanos pronto desfallecen. Conviene, pues, de vez en cuando relajar la tensión».

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Al oír esto el cazador se arrepintió y se aprovechó mucho de la lección del anciano. Los hermanos, reconfortados, volvieron a sus celdas.***La paz es uno de los doce frutos del Espíritu Santo. La paz es también una virtud maravillosa que atrae a mayores y pequeños. Hay personas que transmiten una paz contagiosa a cuantos les rodean. Ser hombre o mujer pacificador es un regalo de Dios.El anciano deberá procurar con todas sus fuerzas poner la paz, sobre todo, con todos los miembros de su familia.La tarea de la paz no es algo que hay que dejarlo para el mañana. Habrá que trabajar por vivirla y hacer que otros también la vivan ya desde ahora mismo. Esto le ayudará poderosamente a ser completamente feliz.

EL DON DE LA PAZHaz la paz con tu enemigo, hoy mejor y no esperes a mañana. Haz la paz contigo mismo antes de que te duermas. Haz la paz con Dios hoy mismo sin esperar al más allá. Haz la paz, mejor hoy mismo, no quieras ver qué pasará. Quien tenga ojos para ver, sepa mirar. Quien mire a su hermano un momento tendrá paz.Quien tiene un momento para contemplar al otro, sabrá ver al mismo Dios.Y Dios le dará la paz.Hemos recordado más arriba que entre las ocupaciones del anciano está la de rezar. Es lógico que ya que se acerca el día de la partida a la eternidad... que se prepare lo mejor posible por tratar con y hacerse amigo de AQUEL con quien compartirá toda la eternidad. Aquel que es nuestro Padre y nuestro mejor Amigo.Será bueno, sobre todo, que se haga una idea de que Dios, aunque sea grande y todopoderoso... es, sobre todo, misericordioso, amor, bondad.Esta reflexión hecha sobre el salmo 102, «El Señor es compasivo y misericordioso» puede hacerle un gran bien:Esta es la revelación más brillante de Dios: Dios, el que crea la luz: ¡qué poder y grandeza! Dios, el que sostiene el mundo: ¡qué omnipotencia! Dios, el que rige las leyes de la vida: ¡que sabiduría! Dios, el que aplasta al enemigo: ¡qué justa su ira! Dios, al que nadie comprende: ¡qué inmensidad! Dios, el que vive por siempre: ¡oh eternidad!Pero no es éste el Dios en que yo creo: no es éste mi Dios. El Dios que se revela en Jesucristo es un Dios-Amor. Dios es compasivo, padece conmigo. Dios está cerca, como el mejor amigo.Cura al enfermo, liberta al cautivo, colma de ternura y defiende al oprimido.Escucha el clamor de todo marginado, y acude enseguida y le tiende la mano.Dios me perdona y olvida mis pecados, un Dios olvidadizo, me estrecha entre sus brazos.Un Dios paciente y lento a la ira, que no corta la higuera sin frutos todavía.Dios misericordioso, «rico en clemencia», que vuelca su corazón sobre todas las miserias.Un Dios con entrañas, un Dios maternal, que besa y acaricia mi sol de bondad.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 4. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 3. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 3.

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Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 4. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

11. CÁNTICO DEL ANCIANO«Bendito eres, Señor, por los siglos de los siglos» (1 Cro 29, 10).Hoy y siempre es necesario que todos entonemos un cántico a nuestros mayores. A ellos debemos cuanto tenemos.El filósofo Descartes decía, equivocadamente, que nada debemos a nuestros mayores, cuando es todo al revés.Por ello todos deberíamos colaborar a que todos los ancianos con los que tenemos relación, puedan cantar esta Bienaventuranza.Que se sientan muy gozosos por las atenciones que les brindamos siempre y en todo momento.Ellos se lo han ganado a pulso y ahora es el tiempo de disfrutarlo.La vida humana, igual que el tiempo, se puede dividir en cuatro etapas:• hasta los 20 años, se siembra;• de los 20 a los 40, se cultiva;• de los 40 a los 60, se recoge;• de los 60 hasta la muerte, se disfruta. Es el tiempo del jubileo, del gozo.Se goza de aquello que se sembró, de lo que se cultivó y de cuanto se recogió.La Palabra de Dios también se une a nuestros deseos en varios lugares. Los que así de agradable hacen la vida de los ancianos encontrarán el día de su llamada el premio a sus desvelos por los demás.Debemos procurar dar las gracias a aquellos que nos ayudan a llevar nuestras limitaciones. Que nos comprenden y aman:1. Dichosos los que me miran con simpatía.2. Dichosos los que comprenden mi lento caminar.3. Dichosos los que hablan en voz alta para minimizar mi sordera.4. Dichosos los que estrechan con calor mis manos temblorosas.5. Dichosos los que se interesan por mi lejana juventud.6. Dichosos los que no se cansan de escuchar las historias que con frecuencia repito.7. Dichosos los que me regalan parte de su tiempo.8. Dichosos los que se acuerdan de mi soledad.9. Dichosos los que me acompañan en el sufrimiento. 10. Dichosos los que alegran los últimos días de mi vida.11. Dichosos los que me acompañan en el momento del paso. 12. Dichosos los que me hablan de Jesús y de María. 13. Dichosos los que rezan conmigo. - Cuando entre en la vida sin fin, me acordaré de ellos ante el Señor.***Como complemento de las tres Bienaventuranzas del anciano, que podríamos fácilmente multiplicar, traemos estas preciosas de la TERCERA EDAD:1. Dichosos los que se han desgastado haciendo de este inundo una casa habitable, porque son los cimientos del Mundo Nuevo.2. Dichosos los que conservan el corazón joven y creen a pesar de todo en el amor, porque gozarán al comprobar que Dios es Amor.

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3. Dichosos los que en el dolor y la debilidad de la ancianidad esperan con paz el regalo de una vida nueva, porque verán colmados sus más hondos deseos.4. Dichosos los que, venciendo la desilusión, nunca dicen «ya todo me da igual» porque están retornando a la juventud.5. Dichosos los que saben hablar con Dios en su soledad, por que le verán cara a cara y serán sus amigos.6. Dichosos los que saben ser útiles a pesar de los desprecios, porque están renovando un mundo ya cansado.7. Dichosos los que, aun después de ser engañados, no han dejado de ser «fieles», porque Dios les dirá «sois como Yo».8. Dichosos los que hacen callar sus miedos y sus dudas con la fe, porque no se sentirán defraudados. Dichosos vosotros si no os sentís jubilados:• para amar y comprender.• para dar paz y sonreír.• para perdonar y dar esperanza.Llenaos de gozo y no temáis. Estáis viviendo la vida eterna.En justicia se merecen los ancianos todos nuestros cuidados y todo nuestro amor. La gratitud es la señal de un corazón bien nacido. El mismo anciano reconocerá en ese último tramo de su vida que somos justos con él.Aun en el caso que no se lo mereciese habría que perdonar, olvidar y siempre amar. Pagarle con amor el desamor que quizá él nos ofreció.Se dan cuatro tipos de personas.- El justo que afirma: lo mío es mío y lo tuyo es tuyo.- El enamorado que exclama: lo mío es tuyo y lo tuyo es mío. - El egoísta que confiesa: lo mío y lo tuyo es mío. - El santo que proclama: lo mío es tuyo y lo tuyo es tuyo. Hay que decidirse. No valen términos medios. Hay que huir del egoísmo, de encerrarse en sí mismo. Hay que superar la justicia con el amor.Sí, hay que partir de la justicia, pero no podemos quedarnos ahí. ¿Qué sería de nosotros si se nos juzgara con estricta justicia?Dios es más Padre que Juez. O, dicho de otra manera, Dios es un Juez misericordioso.De los cuatro tipos de personas expuestas, el santo y el enamorado son muy parecidos. Son los mejores, los más evangélicos.Siempre, pero sobre todo cuando ya somos mayores, debiéramos procurar no discutir. No se saca nada con discutir. Hay quien parece que disfruta haciéndolo y que ha nacido para conseguirlo.Yo conocí a uno que vivía con un grupo de personas, y, al llegar donde estaban, solía decir:-«No se de qué estáis hablando, pero yo digo lo contrario».El buen anciano trata más bien de imitar a estos dos ancianos que habían vivido muchísimos años juntos y nunca habían tenido ni una sola discusión. Uno de ellos dijo al otro:- «Discutamos una vez, como lo hace todo el mundo».Pero su hermano le contestó:- «No sé cómo se discute».El otro le dijo:

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- «Mira, yo pongo un ladrillo entre nosotros, y digo: «Este ladrillo es mío». Y tú dices:«¡No es mío!». Y así empieza la discusión». Pusieron en medio un ladrillo y uno de ellos dijo: - «Es mío». Y el otro dijo:- «No, es mío».Y el primero respondió:- «Es verdad, es tuyo. Tómalo y vete». Y se separaron sin poder discutir.El anciano dispone de mucho tiempo porque no tiene ya obligaciones laborales.A veces da pena encontrar a tanto anciano -más que ancianas- aburridos y solitarios que no saben en qué emplear el tiempo tan precioso que les regala el Señor.Sería bueno que dedicasen algún ratillo a pensar en Dios y en la Virgen María, en el más allá, que cada día tienen más cerca.La soledad y la tristeza se les convertirá en compañía y alegría si piensan que no están solos. Que viven en compañía del Señor y de la Virgen María.El dialogar con Ellos será sin duda alguna un buen medio para sentirse felices.Así viene a afirmarlo este precioso cántico tan conocido:

El Señor ha estado grande, a Jesús resucitó, con María, sus hermanos, entendieron qué pasó. Como el viento que da vida, el Espíritu sopló y aquella fe incierta en firmeza se cambió. Gloria al Señor, es nuestra esperanza, y con María se hace vida su palabra. Gloria al Señor; porque en el silencio guardó la fe sencilla y grande con amor Pues sus ojos se abrieron y también el corazón la tristeza fue alegría, fue su gozo el dolor, esperando con María se llenaron del Señor, porque Dios está presente si está limpio el corazón.***El anciano tiene la alegría de estar liberado de obligaciones que le señalan un horario y puede disponer de muchas horas libres. Por ello tiene el gozo de poder dedicar más tiempo a la oración, al trato con el Señor. Puede dialogar de cuando en cuando con Él como se hace con un buen a amigo.Puede decirle:Señor, amigo mío, vengo a estar un rato contigo:1. Dame entusiasmo para buscar la verdad donde se encuentre.2. Dame resignación para aceptar mis propias limitaciones.3. Dame coraje para luchar cuando todo me salga mal.4. Dame lucidez para admitir la verdad, sin que nadie me la imponga.5. Dame fuerza para preferir lo difícil a lo fácil.6. Dame valor para rechazar lo vulgar y lo rastrero.7. Dame valentía para luchar contra mi apatía y desgana. 8. Madre querida, ayúdame tú en todas mis necesidades. 9. Cúbreme con tu manto.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 4. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 3. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 3. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 4. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

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12. DEL CONDUCTOR«Dios nuestro, te damos gracias, alabando tu nombre glorioso» (1 Cro 29, 13).Nuestra vida es un continuo caminar. Al nacer ya empieza nuestro camino que dura hasta la muerte. Mejor dicho, hasta la eternidad. Allí ya habremos llegado a la meta.Jesús se definió como «Camino, Verdad y Vida» (Jn 14, 6).Hoy el hombre se mueve mucho más que ayer. Los medios de locomoción llevan al hombre en muy poco tiempo de una parte a otra del mundo.El hombre mismo lleva a veces su vehículo. En otras ocasiones se fiará de un experto conductor. En uno y en otro caso siempre el conductor deberá conocer sus derechos y sus obligaciones.También el viajero debe conocer las suyas y tratar de que se cumplan.En una bonita bendición del vehículo se pide al Señor que otorgue al conductor:sensatez, cordura, buen ánimo y generosidad».Estas seis bienaventuranzas del conductor le ayudarán a cumplir bien su deber:1. Bienaventurado el conductor que busca, alegre, entre el ,chascarreante ruido del motor, el pan de su casa renunciando a las delicias del hogar.2. Bienaventurado el que al emprender la marcha y alcanzar las metas terrenas, recuerda que camina, sin detenerse, a la eternidad.3. Bienaventurado el que, poniendo a Dios al volante de su corazón, sabe amar desinteresadamente a peatones y conductores.4. Bienaventurado el que detiene su coche ante la necesidad y los calamidad de los Cristos que encuentra en su rodar por el asfalto.5. Bienaventurado el que al tropezarse con una mujer, ve en ella un reflejo de la que es o será su esposa, y la respeta como si fuera su madre.6. Bienaventurado el que hace de su cabina una cruz para seguir a Cristo y un templo para hablar con Dios.

***La vida del conductor es muy dura. Horas y horas ante el volante. Kilómetros y kilómetros de día y de noche. Pero hay que ser constantes.No está permitido detenerse porque de lo contrario no se llega a la meta. No se trasladan a las personas o a las cosas. No se gana el jornal.En sus horas al volante le ayudará muy mucho acordarse de sus seres queridos que le esperan.A veces en la vida nos pasará algo parecido. Hay que ser constantes y luchar por conseguir lo que deseamos como sucedió a aquel piloto que cayó con su avioneta en los macizos de los Andes.Es proverbial la bondad de los camioneros. Quizá no tanto la de otros conductores. El conductor debe procurar tener un corazón tierno y comprensivo. Ayudar a cuantos necesitados encuentre en su caminar por tierra, mar o aire.Será por ello bueno que recite de cuando en cuando el salmo 94 «No endurezcáis el corazón», cuya glosa podría ser esta:No endurezcáis el corazón, no pongáis a prueba a Dios.El no falta nunca, lleva nuestro nombre tatuado en sus manos, nos protege en los peligros del camino, cobijados a la sombra de sus alas, nos sacia con el agua de la roca y alimenta con el maná de sus entrañas.

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Sólo te pide a cambio un poco de fe y que te dejes querer. No endurezcáis el corazón, no os rebeléis contra Dios.Se ha hecho débil, se fatiga, se hace mendigo, necesitado: pide un poco de agua, y a cambio te regala un venero vivo, inagotable.No endurezcáis el corazón, no os rebeléis contra Dios.Se deja vencer y condenar a muerte, nos espera clavado en el árbol, para ofrecernos la manaza de la vida; nos da su perdón, nos lo da todo, hasta su misma sangre; él sólo pide un poco de agua y un poco de amor.No endurezcáis el corazón, no os rebeléis contra Dios.Muere con el corazón roto, para que lo conozcamos, y meternos dentro de todos.Ahora sólo te pide amor, todo tu amor.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 6. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).13. DEL DEPORTISTA«Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo” (Ef 1)Hoy está como nunca de moda el deporte. Es bueno, siempre es verdad aquello de «Mente sana en cuerpo sano” y el deporte ayuda a conseguirlo.San Pablo conocía bien los deportes de su tiempo. Nos recuerda que «son muchos los que corren en el estadio y solo quien persevera hasta el fin es coronado con el premio» (1 Cor 9, ?•1)Para ser un buen deportista es necesario mucho ejercicio y privarse de muchas cosas.Un buen deportista no solo se ejercitará en lo que concierne a su deporte, sino que procurará también vivir los valores éticos y morales: justicia, honradez, compañerismo...Estas serían algunas de las bienaventuranzas de un deportista cristiano:1. Bienaventurados los que cultivan su cuerpo, porque es templo del Espíritu Santo.2. Bienaventurados los que luchan por ganar un trofeo, porque se esforzarán más por el premio que no perece.3. Bienaventurados los que al aire se divierten, porque no pudren su corazón.4. Bienaventurados los que juegan con coraje y sin ira, por que se están haciendo hombres.5. Bienaventurados los que aceptan la derrota sin vergüenza, porque se están haciendo cristianos.6. Bienaventurados los que saben jugar en equipo, porque a la Vida hemos de ir juntos.7. Bienaventurado el que disciplina su cuerpo en el deporte, porque a la vez templa su espíritu contra la tentación.8. Bienaventurados los que en el juego y en la vida se consideran espectáculo de los hombres de Dios.***Hace un instante recordábamos las virtudes que debe practicar el buen deportista. Yo creo que la más importante será el compañerismo o la caridad. El deporte normalmente se hace en grupos, en compañía.El deportista deberá vivir la caridad, que es la reina de las virtudes, las veinticuatro horas del día. Deberá llevarse bien con todos sus compañeros. Mirarse de cerca.Hay que mirar intensamente, quitar estorbos, prejuicios, lavarse los ojos para descubrir

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valores empañados muchas veces por la rutina y el cansancio. Pero no basta. Hay que mirar también en cercanía, que la distancia es como la bruma que impide percibir cosas. «No juzguéis únicamente según las apariencias, debéis juzgar con rectitud» (Jn 7,24).El maestro preguntó a sus discípulos cómo podrían señalar cuándo había acabado la noche y comenzado el día.Uno dijo:-Cuando ves un animal a lo lejos y eres capaz de distinguir si se trata de un caballo o de una vaca. -No- respondió el maestro. Otro dijo:-Cuando ves un árbol a lo lejos y eres capaz de distinguir si se trata de una higuera o de un melocotonero. -Error otra vez- respondió el maestro. -¿Cuándo, entonces?- inquirieron los alumnos. Y el maestro replicó:-Cuando miras a la cara de un hombre o de una mujer y ves que es tu hermano o que es tu hermana. Porque si no eres capaz de advertirlo, sea cual fuere el tiempo solar, sigue siendo de noche.

***La confianza es otra virtud necesaria para todo deportista. Confiar en el compañero.Junto con esta confianza en sus fuerzas y en la colaboración de sus compañeros deberá confiar sobre todo en la ayuda del Señor. Poner los medios humanos y echarse en las manos de Dios.La confianza en el Señor es capaz de obrar milagros, como el que contó el abad Dulas, discípulo del abad Besarión: Caminábamos juntos a la orilla del mar. Yo tenía sed y dije alabad Besarión:-«Padre tengo mucha sed».El anciano, después de hacer oración, me dijo:-«Bebe agua del mar». El agua se convirtió en dulce y bebí.Luego puse un poco en un vaso por si volvía a tener sed. Al ver el anciano lo que había hecho, me dijo:-«¿Para qué llevas ese vaso?». Le contesté:-«Perdona Padre, es por si vuelvo a sentir sed». Y dijo el anciano:-«Dios que está aquí está en todas partes».***El deportista, para serlo de veras, debe procurar privarse de muchas cosas que dañarían su cuerpo, su agilidad, su destreza... También deberá procurar practicar las virtudes que le ayuden a mantener un cuerpo vigoroso y en forma. Ya lo decían los antiguos: «Mens sana in corpore sano».Uno de los medios que podrá ayudarle para ser feliz será, sin duda alguna, la lectura y meditación de la Sagrada Escritura, que es la palabra de Dios, que alimenta y tonifica.Medite esta reflexión o glosa a los salmos 18 y 118: Señor, tú tienes palabras de vida eterna, Señor, tú irradias una luz maravillosa.Cuando yo me encontraba sumido en tristeza, la palabra del Señor, sólo su palabra, fue ¡ni alegría duradera.«Tus palabras, Señor, alegran el corazón».Cuando yo me sentía agitado y nervioso y no aguantaba por más tiempo consejos y recomendaciones, la palabra de Dios calmó mi tempestad interna.

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«La ley del Señor es descanso del alma».Me equivoqué muchas veces y pensaba con orgullo que estaba en lo cierto.Pero la palabra de Dios me convenció de que no sabía nada. «El precepto del Señor instruye al ignorante».Andaba en tinieblas, caminaba en la noche, me acostumbré a la oscuridad y al frío en el corazón.Y la palabra de Dios iluminó mi vida. «La norma del Señor da luz a los ojos».Derroché mi fortuna y me vestí de harapos, me tuve que alimentar con bellotas y mendrugos.La palabra de Dios fue mi tesoro y mi banquete. «Más preciosas que el oro, más dulces que la miel».***El deportista procurará tener una gran confianza en el Señor como algo muy cercano: padre, hermano, compañero...Esta glosa del salmo 144 puede ayudar al deportista a dialogar con Dios:

Te diré: Dios mío, rey mío.Pero un Dios distinto del que nosotros pensábamos.No estás lejos, no eres duro ni impasible. Se conmueven tus entrañas con el más pequeño de nuestros sufrimientos. Estás cargado de paciencia. No te dejes llevar de la ira. Tu corazón rebosa bondad y cariño para todas las criaturas.Eres un Dios cercano, un Dios amigo, un Dios humano, un Dios bueno, un Dios paciente, un Dios humilde, un Dios que no lo parece.Eres rey, pero no por la fuerza o el poder, sino por el amor; la gloria y majestad de tu reinado brillan desde la cruz.Que todas las criaturas reconozcan la gratuidad de tu amor, y entiendan los signos que nos has dejado, como memorial del amor más grande, de generación en generación.MÁS SOBRE ESTE TEMA:

Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 41. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 35. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).14. DEL CRISTIANO DE HOY«Nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales» (Ef 1, 3).El papa San León Magno decía: «Reconoce, oh cristiano, tu gran dignidad».El cristiano debe sentirse gozoso de pertenecer a Jesucristo y debe procurar seguir las huellas que El dejó bien marcadas en su Evangelio.Cristiano es aquel que practica las mismas actitudes que Jesucristo.La doctrina de Jesucristo está sintetizada en las Bienaventuranzas.Una persona anónima, inspirándose en el precioso libro de mi hermano Francisco Ma, Las bienaventuranzas, ley fundamental (le la vida cristiana, que ya he citado en la introducción, recopiló estas 23 bienaventuranzas que sintetizan su libro:1. Bienaventurados seréis si, al ser todo de Dios, sois todo del pobre.2. Bienaventurados seréis, si aceptáis la necesidad profunda de Dios y de los otros.3. Bienaventurados seréis, si sabéis vivir con serenidad y gozo, con desprendimiento y

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libertad.4. Bienaventurados seréis, si vivís la alegría filial de no poseer nada, pero siendo capaces de recibirlo todo.5. Bienaventurados seréis, si tenéis tiempo para todos antes que para vosotros y siempre al servicio del Reino de Dios.6. Bienaventurados seréis, si vivís de vuestro trabajo.7. Bienaventurados seréis, si acogéis con sencillez las propias limitaciones.8. Bienaventurados seréis, si vivís con paz la propia soledad. 9. Bienaventurados seréis, si sabéis aceptar la inestabilidad de la vida.10. Bienaventurados seréis, si sabéis contentaros con poco, pero teniendo el corazón abierto a la plenitud del Reino.11. Bienaventurados seréis, si usáis de las cosas como quien es solamente un administrador de ellas.12. Bienaventurados seréis, si carecéis, a veces, de lo necesario.13. Bienaventurados seréis, si os imponéis limitaciones en el uso de los bienes haciéndolos fructificar para que todos los hombres lleguen a tener parte en ellos.14. Bienaventurados seréis, si sabéis dar también algo de lo necesario.15. Bienaventurados seréis, si no guardáis aquello que puede ser útil a los otros.16. Bienaventurados seréis, si sabéis dejar a tiempo, a puntoy sin dramas, las tareas que habíais aceptado con espíritu de servicio.17. Bienaventurados seréis, si tenéis el valor de dar alguna vez sin medida.18. Bienaventurados seréis, si sois mansos, imponiendo la dulce fuerza del espíritu.19. Bienaventurados seréis, si aceptáis la voluntad de Dios con lágrimas de esperanza.20. Bienaventurados seréis, si hambreáis la santidad y la justicia para vosotros y para los demás, abiertos a una formación más amplia.21. Bienaventurados seréis, si sois limpios de corazón, siendo sinceros, transmitiendo la verdad con vuestra transparencia.22. Bienaventurados seréis, si poseéis la paz y sabéis irradiarla, incluso en los desequilibrios comunitarios del inundo en que vivís.23. Bienaventurados seréis, si por el Reino de Dios, sabéis en el tiempo y más allá del tiempo, perdonar y luchar, obrar y servir, sufrir y amar.***El hombre debe colaborar con Dios en su propia perfección y la lucha por conseguir un mundo mejor. Somos colaboradores de Dios. No nos está permitido echarnos a dormir y permitir que el diablo siembre mala semilla en nuestro campo. «A Dios rogando y con el mazo dando».Había un zorro en el bosque que había perdido sus patas. Un tigre lo vio y cada día le llevaba un trozo de carne. Pasaba por allí un holgazán y se dijo:-«Voy a sentarme aquí y el Señor me enviará lo necesario». Pero no sucedía nada. Estaba ya para morir cuando oyó la voz de Dios:- «Eres un necio perezoso. Imita al tigre y no te fijes en el pobre zorro mutilado».Luego, el hombre vio una niña tiritando y muerta de hambrey gritó a Dios:-«¿Por qué no haces nada para solucionarlo?». Y Dios le respondió:- «Ciertamente que he hecho algo. Te he hecho a ti». Cuando rezamos las preces en la Eucaristía y pedimos al Señor que socorra a los necesitados, si escuchamos bien,

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veremos que nos dice:-«Sí, quiero socorrerlos sirviéndome de ti».***El cristiano debe practicar todas las virtudes pero sobre todo la caridad que es la reina de todas ellas. La caridad es la señal externa del auténtico seguidor de Jesucristo.Un día vinieron tres ancianos a visitar al abad Aquilas y uno de ellos tenía mala fama. Uno de los hermanos dijo:-«Padre, hazme una red para ir a pescar».Y el abad le dijo: -«No te la hago».Y el segundo le pidió:-«Sí, Padre, háznosla para que tengamos un recuerdo tuyo en nuestro monasterio».Y el abad le respondió:-«No tengo tiempo».El tercer anciano, el de mala fama, le pidió:-«Hazme una red para que tenga una bendición de tus manos».Y al punto Alquilas le contestó: -«Te haré una».Los dos primeros, que no habían tenido éxito en su petición, le tomaron aparte y le preguntaron:-«¿Por qué cuando nosotros te lo hemos pedido, no has querido hacerlo y en cambio a este otro le has dicho: «te la haré?».Y el anciano les respondió:- «A vosotros os he dicho que no porque no tengo tiempo y sé que no os vais a enfadar por mi respuesta. Este otro, si le hubiera dicho que no, habría pensado:-«El anciano ha sabido mi mala fama y por eso no ha querido hacerme la red. Y por eso me he puesto enseguida a preparar el hilo necesario. Así he tranquilizado su alma para que no cayeseen la tristeza».***El cristiano debe procurar estar siempre dispuesto a recibir la visita de Jesús. Este puede presentarse cuando menos lo piense.Para ser feliz debe estar seguro de que el Señor viene siempre que le llamamos y aun sin llamarle. Esto es una maravilla que manifiesta el gran amor que nos tiene.Tagore nos presenta la escena que a veces repetimos con el Señor en nuestra vida:Viniste a mi puerta con el alba, cantando. Yo me enfadé porque me habías despertado, y no te hice caso, y te fuiste.Viniste al mediodía, pidiendo agua. Yo me incomodé, porque estaba trabajando, y te despedí de mal humor.Viniste anocheciendo, con tus antorchas llameantes. Me diste espanto, y te cerré mi puerta.¡Ahora, en la medianoche, sentado sólo en mi cuarto oscuro, te llamo que vuelvas, a ti, a quien eché con insulto!Será bueno que le cantemos al Señor desde el hondón de nuestro ser:Ven, ven, Señor, no tardes, ven, ven, que te esperamos. Ven, ven, Señor, no tardes, ven pronto, Señor. Ven Señor, a salvarnos.***El cristiano debe ser una copia, un doble de Cristo. El vicario o larga mano de

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Jesucristo. Al verle a él todos debieran descubrir a Jesús que vive en él. Para ello será bueno que le pida al Señor que le dé un corazón semejante al suyo:Concédeme, Señor, la gracia de no tener sino un sufrimiento: el de hacer sufrir; y de no tener sino una alegría: la de ayudar a mis hermanos a ser menos infelices.Y para ayudarles a ser menos infelices, otórgame:- ESPÍRITU DE RECTITUD para que no interprete mal lo que se me hace;- ESPÍRITU DE SENCILLEZ, para que no resulte un peso a quienes me rodean;- CORAZÓN ARDIENTE, para que no me revele ante críticas, actuaciones desleales o juicios altivos;- CORAZÓN MAGNÁNIMO, para que soporte la estrechez de espíritu y los egoísmos irritantes;- VOLUNTAD FIRME, para que persevere a pesar de la fatiga o de la ingratitud;- VOLUNTAD PACIENTE, para contribuir a que mis hermanos sean felices, a pesar de sus defectos y debilidades;- VOLUNTAD RADIANTE, para que en torno a mi persona nadie se desespere o desanime.Concédeme, sobre todo, SABER ESCUCHAR, SABERADIVINAR Y SABER PERDONAR.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen ('I) , n. 10. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (H), n. 7. Debo, puedo y quiero ser santo (VI). .15. DEL RELIGIOSO«Él nos eligió en la persona de Cristo antes de crear el mundo» (Ef 1).El religioso debe procurar ser ya en la tierra el más bienaventurado. Ha elegido la mejor parte y por ello ya aquí recibe la promesa de Jesús: «el ciento por uno» (Mt 19, 27).El religioso debe saber valorar lo que tiene y no envidiar lo que le falta. San Agustín ya decía que «nada satisfacía al corazón del hombre sino Dios», y santa Teresa completaba la frase añadiendo: «Sólo Dios basta».El mundo debe también percibir la alegría de los religiosos. En el rostro del consagrado a Dios es necesario que siempre resplandezca la alegría como uno de los frutos del Espíritu Santo que vive por haber renunciado a todo por el seguimiento de Jesucristo.Así vio las bienaventuranzas de los religiosos J. M. Guerrero:1. Bienaventurados los que en hondura de su fe, descubrieron en Jesucristo la perla de gran valor, por la que valía la pena perderlo todo (cf. Mt 13,45); porque serán testigos del Absoluto de Dios, en lo transitorio del mundo.2. Bienaventurados los que viven alegremente en la pobreza y desvalimiento; porque serán capaces de relativizar todo valor y todo apoyo que no sea el «Dios vivo y verdadero» (Jn 15,8).3. Bienaventurados los que están íntimamente convencidos que Dios conduce la Historia toda, eficaz e infalible y que la conduce «a su modo»; porque ellos «producirán mucho fruto», testimoniando lo que el mundo no puede ser transformado, ni ofrecido a Dios sin el espíritu de las bienaventuranzas.4. Bienaventurados los que viven para los demás de balde, en disponibilidad total y alegría, solidarizándose con todos los hombres, sus hermanos; porque harán creíble el mensaje de amor y de justicia que Cristo nos trajo.

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5. Bienaventurados los que poseen recia personalidad cristiana y corazón límpidamente evangélico, porque atestiguan la libertad de los hijos de Dios, a quien «hay que obedecer antes que a los hombres» (Hech 5,29).6. Bienaventurados los que viven en sencillez y austeridad en medio de una sociedad fascinada por el consumismo; porque serán los pioneros de un mundo nuevo y mejor, donde no haya ricos epulones, que derrochan lo superfluo, ni lázaros mendigos, que no posean lo necesario (cf. Lc 16, 19-26).***El religioso no debe olvidar que su consagración a Dios no le aleja del cuidado de los hermanos. Más aún, el amor de Dios para que sea auténtico, debe desembocar en el amor a los hermanos, como ya nos lo recordó san Juan: «Quien diga que ama a Dios a quien no ve y no ama a su prójimo a quien ve, es un mentiroso» (l' Jn 4, 20).Cuenta una leyenda que un monje recibió un día una orden tajante. Debería encontrarse con Dios, al otro lado de la montaña, antes de ponerse el sol. El monje se puso en marcha rápidamente. Pero a mitad de camino se encontró con un herido que pedía ayuda. El monje le explicó que no podía detenerse, que Dios lo esperaba lejos, antes de atardecer, y que volvería apenas encontrase a Dios. Y continuó su marcha.Horas más tarde, cuando todavía brillaba el sol, el monje llegó a la cima de la montaña y se puso a buscar a Dios. Pero Dios no estaba. Dios se había ido a ayudar al herido con el que poco antes se había cruzado.O quizá Dios era el mismo herido que le había pedido ayuda. El que busca a Dios y desprecia al hermano no encontrará a Dios ni en el cielo ni en la tierra, ni en este mundo ni en el otro.***La vida religiosa es escuela donde se practican todas las virtudes. Para vivir en comunidad también es necesaria la virtud del silencio. Saber callar es una virtud que muy mucho ayuda en la vida de comunidad a que reine la caridad y la auténtica fraternidad.Contaba el abad Pastor que el abad Moisés preguntó al hermano Zacarías, cuando éste estaba a punto de morir: - «¿Qué ves?».Y él contestó:-«Veo que no hay nada mejor que callar, Padre». Y le respondió el abad:-«Es verdad, hijo mío, guarda silencio».A la hora de su muerte, el abad Isidoro que estaba junto a él mirando al cielo, dijo:-«Alégrate, hijo mío Zacarías, porque se han abierto para ti las puertas del Reino de los cielos».***Todos tenemos necesidad de la presencia del Señor. Sin él no valemos para nada. «Sólo Él es nuestra fortaleza». «Quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta», cantó la gran doctora del Carmelo Teresa de Jesús.Para ser feliz, el mundo del que formamos parte, necesita la presencia del Señor.Por eso le decimos: ¡Ven, Señor, te necesitamos!: El mundo y sus injusticias: Ven, Señor, Jesús. El mundo y sus violencias: Ven, Señor Jesús.El mundo y sus pasiones: Ven, Señor Jesús.El mundo y sus engaños: Ven, Señor Jesús.El mundo y sus sufrimientos: Ven, Señor Jesús.

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Ven, Señor Jesús, salva al mundo de sus demonios y cura sus heridas mortales.***El religioso como re-elegido y re-atado, debe procurar ser tima de oración pues esa es su misión: hacer de puente entre Dios v los hombres. Es el mimado del Señor.Continuamente debe elevar ardientes anhelos al cielo, súplicas por todas las necesidades de la Iglesia de la que forma parte y en la que ocupa un lugar de privilegio.Por la Iglesia y sus divisiones: Ven, Señor Jesús.Por la Iglesia y sus retrasos: Ven, Señor Jesús. Por la iglesia y sus cansancios: Ven, Señor Jesús.Por la Iglesia y por todas las Ordenes religiosas para que sean fieles a su carisma: Ven, Señor Jesús.Por la santificación de todos los consagrados y para que elSeñor continúe enviando abundantes y buenas vocaciones: Ven, Señor Jesús.Ven, Señor Jesús, convierte a tu Iglesia en luz.Que tu Iglesia resplandezca, con joven y perfecta hermosura.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 3 1. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 28. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).16. DE LA RELIGIOSA«Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos» (Ef 1).Las religiosas han sido siempre consideradas por la Iglesia como la «parte más querida y cuidada» (cf. Le 10, 42).Ellas son, como decía Santa Teresa del Niño Jesús, «el corazón de la Iglesia».El papa Pablo VI en muchas ocasiones dijo cosas muy bellas sobre la vida religiosa. Su pensamiento sobre ellas lo sintetizó en estas ocho Bienaventuranzas:1. Felices vosotras, religiosas, porque habéis escogido la mejor parte.2. Felices vosotras, religiosas, porque nadie ni nada os podrá separar jamás del amor de Cristo.3. Felices vosotras, religiosas, porque habéis entregado vuestra vida al único y más alto amor.4. Felices vosotras, religiosas, porque sois las hijas predilectas de la Iglesia.5. Felices vosotras, religiosas, porque gozáis cuando la Iglesia goza y sufrís cuando la Iglesia sufre, compartiendo con ella sus fatigas y esperanzas.6. Felices vosotras, religiosas, porque aquel padre que ve en lo secreto y que nada deja sin recompensa, conoce vuestras obras más ignoradas y vuestras lágrimas y oraciones más escondidas.7. Felices vosotras, religiosas, porque como María, la madre de Jesús, habéis escuchado la palabra de Dios, os habéis fiado de ella y la habéis seguido.8. Felices vosotras, religiosas, porque sois las almas de un solo amor.***Miles y miles de mujeres dejan todas las comodidades del mundo y por amor a Jesucristo se entregan al cuidado de sus hermanos los hombres.Por todo el mundo hay miles de mujeres consagradas en la vida religiosa, que dejan sus vidas a jirones en los más duros Apostolados: leprosos, huérfanos, niños, ancianos, con

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el desecho de la sociedad.La Iglesia de Dios es santa. Pero la mayoría de los miembros que la componemos somos pobres pecadores, que nos movemos en la mediocridad. Aunque, gracias a Dios, abundan también hombres y mujeres que se han tomado en serio el Evangelio, que un auténticos testigos de Jesucristo, miembros elegidos en medio de la poca estatura de la grey humana.Se ha escrito mucho de la madre Teresa de Calcuta. Está bien como símbolo. Pero hay cientos de miles de Teresas de Calcuta que, por amor de Dios y por amor al prójimo -en el que ven a Dios-, atienden a enfermos terminales y contagiosos, a los que nadie querría asistir.En unas misiones una famosa actriz visitó fugazmente una leprosería. Y viendo cómo una joven religiosa lavaba las llagas de un enfermo, exclamó:- «Ni por un millón de dólares lo haría yo».La religiosa le contestó:- «Y yo tampoco».***A pesar de estar consagradas a Dios y de llevar una vida de entrega a su apostolado, la religiosa, igual que cualquier otro mortal, será tentada. El demonio, el inundo y su propia carne lucharán por hacerle caer en la tentación. ¿Qué hacer?Un día el abad Pastor preguntó al abad José:-«¿Qué debo hacer cuando me vienen tentaciones: resisto o las dejo entrar?»El anciano le dijo:-“Déjalas entrar y lucha contra ellas».Pastor volvió a su celda de Scitia. Y llegó allí un monje de la Tebaida que contó a los hermanos que había preguntado al abad José:- «Cuándo me venga la tentación, ¿resisto o la dejo entrar?». Y el abad le había dicho:- «De modo alguno las dejes entrar. Arrójalas inmediatamente».Al oír el abad Pastor la respuesta que el abad José había dado a este monje de la Tebaida, volvió a Panefo y se quejó al abad José:-«Padre, yo que te abrí mi corazón, y me has dado una respuesta distinta a la que le has dado a ese hermano de la Tebaida». Y le preguntó el anciano:- «¿Sabes que te amo?».- «Sí, lo sé», respondió Pastor.-«¿No me pediste que te dijera lo que sentía, como si se tratase de mí mismo? Pues mira: si vienen las tentaciones, dudas y posibles golpes, y tú luchas contra ellas, sales más experimentado. Te he hablado, pues, como yo lo veo. Pero a otros no les conviene que dejen acercarse las tentaciones, sino que deben rechazarlas inmediatamente».Jesucristo habló en el Monte hace ya casi dos mil años pero el eco de su voz todavía perdura.Él quiso recordarnos el amor que nos tenía y nos enseñó el camino para ser felices en el sentido pleno de la palabra.Para ello sintetizó sus deseos en estas ocho bienaventuranzas,que nadie como las religiosas tratan de vivir en el espíritu y en la letra, como lo recuerda una bonita canción:Quiso que todos supieran cómo pensaba. Quiso que nadie pudiera llamarse a engaño. Y el que quisiera que salvara el alma.

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Subió al monte y predicó las bienaventuranzas. Llamó bienaventurados a los que nada tenían, Y dijo que los que lloran reirán en la otra vida. Habló de los perseguidos por defender la justicia.Quedó su voz en el aire y llegó hasta nuestros días.Llamó bienaventurado a quien la paz edifica.Y dijo que el hombre humilde al final es quien atina.Habló de la gente hambrienta, de los hombres de alma limpia.Quedó su voz en el aire y llegó hasta nuestros días.Tanto el religioso como la religiosa un día se encontraron con el Señor. Se cruzaron, se miraron y se enamoraron.Habrá que procurar tener siempre presente aquel idilio. Que no se apague aquel primer amor.Debe procurar que cada día sea el día del Señor.El pueblo de Dios, en la fiesta de las Tiendas, recordaba las maravillas que por ellos había hecho Yahvé.Así alguien ha glosado al salmo 117, que es uno de los salmos más bellos sobre la eternidad del amor que Dios nos tiene: Este es el día grande del Señor, el día de la victoria y el gozo que no acaba. .Señalad con letras rojas este día, porque es la victoria del amor.Haceos un traje de flores duradero, porque es la victoria del amor.Cantad himnos de triunfo que no acaban, porque es la victoria del amor.Decid que el Señor es infinitamente bueno, y que su amor es eterno.Decid que su fuerza y su poder no tienen límites, y que su amor es eterno.Decid que podéis poner en Él la confianza, y que su amor es eterno.Pasé por momentos de angustia y de muerte, pero yo en el Señor confié,.Los hombres me abandonaron en mi lucha, pero yo en el Señor confié.Mis enemigos me rodeaban como avispas, pero yo en el Señor confié.Y el Señor me salvó y me libró de la muerte; mi fuerza y mi cántico, Yaveh.La piedra desechada es ahora la piedra angular; mi fuerza y mi cántico, Yaveh.Todo se renueva, todo empieza ya de nuevo; mi fuerza y mi cántico, Yaveh.Ya nadie morirá para siempre, porque es más fuerte el amor.Todos pueden esperar la victoria, porque es más fuerte el amor.Ya la fiesta de Pascua no termina, porque es más fuerte el amor.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 31. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 28. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).17. BIENAVENTURANZASDEL MISIONERO«Dadle gracias al Señor ante los gentiles porque él nos dispersó entre ellos. Proclamad allí su grandeza» (Tb 13).Muchos niños de pequeños quieren ser misioneros. Ir a lejanas tierras y allí trabajar por los pobres y después, si llega la hora, morir generosamente por Jesucristo.Así lo intentó la pequeña Teresa de Jesús con su hermanito Rodrigo que se dirigían a tierra de moros para ser decapitados por Cristo.Muchas personas mayores marchan a lejanas tierras, abandonando la familia y cuanto tienen, por llegar a cristalizar aquellos anhelos de niño.

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El misionero está convencido de la realidad en que quedó el mundo el día de la Ascensión de Jesús a los cielos. Aquel día Jesucristo se quedó sin pies, sin manos, sin voz, sin corazón... pero eligió a hombres y mujeres y les encomendó el cumplimiento del ,mandato misionero»:«Id y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 1920).Aquí está la misión y a la vez la alegría de que el Señor acompaña siempre a quienes hacen sus veces.1. Bienaventurado el misionero que reconoce y acepta sus limitaciones y debilidades y no pretende ser invencible, porque Dios se manifiesta en los humildes.2. Bienaventurado el misionero que no se enorgullece de sus éxitos y reconoce que el Espíritu hace todo en todos, porque se verá libre de ataduras.3. Bienaventurado el misionero que no puede vivir sin la oración, y sin saborear las riquezas de la Palabra de Dios, porque esto da sentido a su vida.4. Bienaventurado el misionero que sabe asumir y valorar la «cultura de los pueblos», porque habrá entendido el misterio de la Encarnación.5. Bienaventurado el misionero que se acopla a todas las costumbres de los cristianos con los que convive tratando de hacerse uno más de ellos, porque Dios estará con él.6. Bienaventurado el misionero que no hace distinción en la comida ni en la bebida con los ciudadanos con los que convive, porque pronto ellos le tendrán como a uno más del grupo.7. Bienaventurado el misionero que no hace distinción alguna entre ricos y pobres; más aún, se preocupa más de los más débiles: enfermos, ancianos y niños, porque muy pronto se granjeará el cariño de todos.8. Bienaventurado el misionero que no añora su patria y sus parientes y en cambio se hace familia y ciudadano de los nuevos hermanos que le ha dado el Señor, porque la gracia de Dios le bendecirá copiosamente.***El misionero aunque debe ejercer todas las virtudes cristianas ninguna practicará tanto como la reina de todas ellas, la caridad. Se dice que el santo Padre San Pío X solía decir que a los pobres «antes hay que darles pan y después, el Padrenuestro».La caridad es la glosa auténtica del Evangelio que nos enseñó Jesucristo. Es el máximo y nuevo Mandamiento de la Ley.Muchos no verán ni oirán otro Evangelio que la «generosidad», «la caridad», «el servicio», «]a entrega» del misionero.Es bonita y práctica la historia LOS CUATRO REYES MAGOS:Melchor, Gaspar, Baltasar y Artabán se pusieron en camino siguiendo la estrella para venerar al Rey recién nacido.Vendieron sus bienes, y Melchor, Gaspar y Baltasar compraron oro, incienso y mirra. Artabán compró un rubí, esmeraldas y diamantes.Seguían felices, cuando Artabán oyó los gemidos de un hombre, se bajó y lo llevó en su camello a una posada y le pagó al posadero con el rubí.Perdió la pista de sus compañeros y la luz de la estrella. Pero él siguió y siguió días y días.Paró en un oasis y oyó que se acercaba una caravana. Eran traficantes de esclavos.

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Sintió lástima y dijo a los caravaneros: - «Os los compro a todos ellos».Y les dio las esmeraldas y los diamantes. Y a los esclavos les dijo:-«Sois libres. Podéis ir a vuestra casa». Artabán pensó:- «No me queda nada para mi Rey, me volveré a mi país». Entonces vio el cielo estrellado y oyó una voz que le decía - «De los cuatro magos que salisteis en busca mía, has sido el primero en encontrarme y obsequiarme».El misionero renuncia a todo, incluso a sí mismo por amor a Cristo.En su tarea evangelizadora encontrará múltiples dificultades, pero, ayudado de la gracia del Señor, las podrá superar.El maligno no le dejará tranquilo pero el poderoso medio de la oración le ayudará para alcanzar la victoria.Así lo confirma este curioso e interesante ejemplo de los antiguos Padres del desierto:Contaba el abad Juan a propósito del alma que quiere hacer penitencia:«En una ciudad había una bellísima meretriz que tenía muchos amantes.Un varón de alta alcurnia le dijo:- Prométeme que guardarás castidad y me caso contigo. Ella se lo prometió, se casaron y la llevó a su casa.Los amantes la buscaban, y, al saber que se había casado con un hombre de tanta categoría, dijeron:- «Si vamos a la puerta de la casa de un hombre tan poderoso y llega a saber lo que pretendemos sin duda nos castigará. Vayamos pues por la puerta trasera, lancemos el silbido acostumbrado y ella bajará y no correremos ningún peligro».Al oír ella la señal, taponó sus oídos, entró dentro de su casa y se cerró por dentro».Así habló el anciano y añadió que la meretriz era el alma; los amantes, los vicios; el jefe o príncipe, Cristo; su casa, la mansión eterna del cielo, y los que silbaban, los perversos demonios. Si el alma es casta y fiel, siempre acude a Dios.***Es bueno recordar que todos buscamos la dicha.Todos queremos ser felices.Estamos hechos para la felicidad. Siempre ansiamos ser felices, incluso los masoquistas.Buscan la dicha tanto el místico como el drogata, tanto el misionero como el burgués, tanto el héroe corno el cobarde, tanto el altruista como el egoísta.Lo que pasa es que no coinciden en los conceptos y los caminos. La calidad y cantidad de la dicha también son distintas. Con la misma palabra se pueden decir muchas cosas tan diferentes, incluso contradictorias.Por eso, para acertar, tendremos, en muchas ocasiones, que hacer nuestra esta máxima cargada de rica experiencia:Dame valor, serenidad, sabiduría.- Señor, dame valor para cambiar lo que puede cambiarse;- Señor, dame serenidad para aceptar lo que no puede cambiarse;- Señor, dame sabiduría para distinguir lo uno de lo otro.¡Cuántas veces el misionero se ve solo y como abandonado de todos, igual que Jesús en Getsemaní!Entonces tendrá que vivir la confianza sin límites en la Divina Providencia, en Aquel que hace sus veces.En estas ocasiones, igual que los que no vamos a misiones en ocasiones semejantes, nos

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vendrá bien recitar y meditar esta bonita oración de aceptación y alabanza:Sí, Padre (cfr Lc 10, 21).-Porque eres Amor, porque me has amado y me amas sin medida, porque tu amor me salva, porque te haces Amor en mí: Sí, Padre.-Porque me regalas: cada caricia, cada brisa, cada gracia, cada encuentro, cada fuerza, cada esfuerzo: Sí Padre.-Porque me cultivas: por la poda, por el sufrimiento, por la enfermedad y fracaso, por la incomprensión y el rechazo: Sí, Padre.Porque me proteges: siento tu compañía como escudo, sé que nunca me abandonas, buen amigo, velas hasta mis sueños: Sí, Padre.-Porque me perdonas: mi ingratitud, mis olvidos, mis miedos y negaciones, mi abandono, mis traiciones: Sí, Padre.Perdona, Padre: tanto. Gracias, Padre: todo. Sí, Padre: siempre.

18. DE LOS SABIOS Y PRUDENTESCON HUMOR«Bendito sea Dios que vive eternamente y cuyo reino dura por los siglos» (Tb 13).Sabio es quien conoce la vida y prudente quien sabe usarla bien.Hay sabios que no saben gozar de la vida. ¿Para qué les sirve su sabiduría? También hay prudentes que no saben usar el buen humor. ¿Para qué les sirve su prudencia?La vida está llena de ocasiones que hay que aprovechar para gozar, pues Dios quiere que seamos dichosos ya en este mundo. El Señor no nos ha creado para sufrir, sino para gozar.Si tornáramos las cosas como son y no como nosotros quisiéramos que fueran nos ahorraríamos muchos disgustos.Ayuda mucho rezar cada mañana al levantarnos y procurar tener presente a lo largo de todo el día la oración con que hemos concluido la Bienaventuranza anterior:«Señor, dame fortaleza para cambiar lo que puede cambiarse. Señor, dame serenidad para aceptar lo que no puede cambiarse. Señor, dame sabiduría para distinguir lo uno de lo otro». Si procuras tener presente y vivir estas once bienaventuranzas serás dichoso:1. Bienaventurados los que saben aceptarse como son sin pretender cambiar su físico porque ahorrarán mucho dinero.2. Bienaventurados los que siempre ven lo positivo de las cosas porque serán felices y harán dichosos a los que les rodean.3. Bienaventurados los que multiplican siempre lo bueno que les rodea y restan lo malo que ven porque serán buenos matemáticos.4. Bienaventurados los que son sencillos y agradecidos con los que conviven sin creerse más de lo que son porque serán apreciados de todos.5. Bienaventurados los que caminan con ojos abiertos porque evitarán muchos resbalones.6. Bienaventurados los que son capaces de descansar y dormir sin buscar excusas; ellos serán sabios.7. Bienaventurados los que saben callarse y escuchar; ellos aprenderán cosas nuevas.8. Bienaventurados los que están atentos a las llamadas de los otros, sin creerse indispensables; ellos serán sembradores de alegría.9. Bienaventurados seréis si sabéis mirar seriamente las cosas pequeñas y

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sosegadamente las cosas serias; vosotros iréis lejos en la vida.10. Bienaventurados si sois capaces de interpretar siempre con benevolencia las actitudes de los otros, aun cuando las apariencias sean contrarias; vosotros pasaréis por ingenuos, pero la caridad es a este precio.11. Bienaventurados seréis sobre todo si sabéis reconocer al Señor en todos los que encontréis; vosotros habréis encontrado la verdadera luz; vosotros habréis encontrado la verdadera sabiduría.Para ser felices, mucho ayudará ver a Jesucristo en todos nuestros hermanos, especialmente en aquellos que más tratamos. Será esta una medida sabia y prudente.Este ejemplo lo confirma:Un monasterio, antes floreciente, había empezado a decaer. Reinaba el egoísmo y la mediocridad. El abad se preguntaba preocupado qué pecado habían cometido. Un día, el abad fue a visitar a un santo varón y le expuso sus cuitas. El santo varón le comentó:-«Uno de vosotros es el Mesías disfrazado y vosotros no lo habéis reconocido. Ese es vuestro pecado».De regreso al monasterio, el abad se preguntaba cómo no lo habían reconocido y quién podría ser. ¿Acaso el hermano cocinero o el portero, el administrador o él mismo? No, no podía ser. Venían muchos defectos. Pero ¿no podían ser esos defectos parte (le su disfraz?Llegado al monasterio, contó a los monjes la respuesta del santo varón. ¡Gran sorpresa! ¡Increíble! Claro que... y, por si acaso, empezaron todos a tratarse con respeto y amor.-«Tal vez sea éste, nunca se sabe», se decían al encontrarse. Y el monasterio recobró su antiguo fervor.¿De qué sirven los ojos si está ciego el corazón?***Aceptar las cosas tal como vienen será un buen medio para ser felices. La virtud de la prudencia y el don de la sabiduría nos ayudará a conseguirlo.Cuando cometemos una falta, podemos tener una doble actitud o arrepentimiento: de pena, por el amor ofendido, que sería el que se llana dolor de contrición- y el que se tiene como miedo al castigo, que sería el dolor de atrición.Este ejemplo de la antigüedad lo confirma:Dos hermanos combatidos de impurezas, abandonaron el monasterio con intención de contraer matrimonio. Pero luego se dijeron el uno al otro:-«¿Qué hemos ganado abandonando nuestro estado angélico por este estado de corrupción, al que seguirá el fuego y los tormentos? Volvamos al desierto y hagamos penitencia de lo que hemos intentado hacer».De vuelta al desierto, confesaron su falta y rogaron a los padres que les impusieran una penitencia. Los ancianos les encerraron un año entero y a cada uno se le daba la misma cantidad de pan y la misma medida de agua, pues los dos parecían tener las mismas fuerzas.Al terminar su penitencia salieron los dos. Y los Padres vieron que uno de ellos estaba pálido y muy triste; el otro, en cambio, robusto y muy alegre. Y se admiraron porque los dos habían recibido la misma cantidad de comida y de bebida. Y preguntaron al que estaba triste y abatido:-«¿En qué pensabas en tu celda?».Y respondió:

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-«En el mal que había hecho y en el castigo que me sobrevendría, y el temor hacía que la piel se adhiriese a mis huesos».Hicieron la misma pregunta al otro y contestó:-«Daba gracias a Dios por haberme liberado de las miserias de este mundo y de las penas del siglo venidero y por haberme devuelto a este estado angélico. Y me llenaba de alegría al pensar continuamente en Dios».Los ancianos dijeron:-«Ante Dios la penitencia de los dos tiene el mismo valor».El hombre sabio sabe muy bien que no se es completamente feliz si no se vive bien la vida con todos los valores humanos, éticos y, para el cristiano, los sobrenaturales.La experiencia humana nos enseña que ni las riquezas, ni la belleza, ni el triunfo... llenan plenamente el corazón del hombre. Bien lo recordó el sabio Agustín que disfrutaba de cuantos placeres podía ofrecerle el mundo, pero que no le hacían feliz.Por ello escribió en sus Confesiones: «Señor, nos ha hecho para Ti y nuestro corazón está insatisfecho hasta que descanse en Ti».Para ser felices habrá que evitar todo cuanto nos distancia del Señor, tanto del mundo como de nosotros mismos.Por ello le diré al Señor que venga, que espero su eficaz ayuda para liberarme de:Mi mundo y mis mezquindades: Ven, Señor Jesús. Mis miedos y debilidades: Ven, Señor Jesús. Mis egoísmos y esclavitudes: Ven, Señor Jesús.Mis dudas, desesperanzas y tinieblas: Ven, Señor Jesús.Ven , Señor Jesús, modela otra vez mi barro, alienta otra vez mi carne, sálvame de mí mismo, sé tú mi yo más íntimo.***El sabio y el prudente estarán siempre abiertos a la bondad. Pedirán por todo el mundo, en especial por los más necesitados. Con la confianza de niños acudirán a los Reyes Magos solicitando regalos para todos los hombres que carecen de ellos, en especial un poco de salud física y espiritual:

Yo no quiero pedir cosas, mis queridos Reyes Magos, voy a pedir salud para unos pobres hermanos. Tengo aquí una larga lista de enfermos necesitados; os la mando por correo, por si podéis hacer algo; dejadla a los pies del Niño, en espera de un milagro.Os quiero hablar de un enfermo que está muy necesitado, le falta vitamina C; que no existe en el mercado. Es la C de corazón, de cariño y de cuidados, de los cantos maternales y de los cuentos soñados, del calor de la amistad y de ser considerado. Es la C: cordialidad, de la empatía en el trato. Es la C de compresión, de cercanía y de abrazos. Su enfermedad es tristeza, timidez y desamparo, se le seca el corazón por falta de un riego cálido, va por la vida muy solo, se trata de un joven huérfano. Para este joven enfermo pido unos cuantos regalos: un cofre lleno de besos, todo el cariño atrasado, y con cintas de colores, abrazos multiplicados; un diccionario de elogios, piropos nunca escuchados; un espejo de autoestima, la vocación y el trabajo; una cadena de amigos y rico collar de hermanos.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (I) , n. 18. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 16. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 16.

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Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 22. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

DESDE LA CÁRCEL«Ensalzad al Señor ante todos los vivientes, que El es nuestro Dios y Señor, nuestro Padre por todos los siglos» (TI) 13).El don de la libertad es el más rico de cuantos Dios ha regalado al hombre después del don de la vida misma.Dios nos ha hecho libres y ha colocado delante de nosotros el bien y el mal para que hagamos el bien y evitemos el mal. Obrando así somos dignos del premio del amor de Dios.Si todos los hombres usasen bien la libertad no serían necesarias las cárceles ni los policías.Un encarcelado por su fidelidad a Jesucristo y a su Iglesia, santo Tomás Moro, nos regaló estas preciosas Bienaventuranzas desde la cárcel:1. Dichosos los que saben reírse de sí mismos... porque tendrán diversión para rato.2. Dichosos los que saben distinguir una montaña de una piedra... porque se evitarán muchos inconvenientes.3. Dichosos los que saben descansar y dormir sin buscarse excusas... porque llegarán a ser sabios.4. Dichosos los que saben escuchar y callar... porque aprenderán cosas nuevas.5. Dichosos los que son suficientemente inteligentes como para no tomarse en serio... porque serán apreciados por sus compañeros.6. Dichosos los que están atentos a las necesidades de los de más sin sentirse indispensables... porque serán fuente de alegría.7. Dichosos los que saben mirar sabiamente las cosas pequeñas y tranquilamente las cosas importantes... porque llegarán lejos en la vida.8. Dichosos los que saben apreciar una sonrisa y olvidar un desaire... porque su camino estará lleno de luz.9. Dichosos los que saben interpretar benévolamente a los demás, aun en contra de las apariencias... porque serán tomados por ingenuos, pero éste es el precio de la caridad.10. Dichosos los que piensan antes de actuar y rezan antes de pensar... porque evitarán muchas tonterías.11. Dichosos los que saben reconocer a Dios en todos los hombres... porque habrán encontrado la verdadera luz y la auténtica sabiduría.***El que se encuentra recluido privado de la libertad debe procurar con todas sus fuerzas no perder la paz y serenidad que dan el dominio y colaboración propia ayudado de la gracia del Señor.Precioso y aleccionador este Diálogo entre un hombre Docto y un hombre Pobre:- Docto: «Dios te conceda un buen día».- Pobre: «Todavía no he tenido un día malo». - «Dios te dé bienaventuranza». - «Nunca he sido desventurado». - «Explícame, no lo entiendo».- «Con mucho gusto. Tú me deseas un buen día. Yo no he tenido nunca un mal día. Pues

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aunque tenga hambre, alabo a Dios.Ya tenga frío, o me llueva o nieve encima, alabo también a Dios.Por eso no he tenido ningún mal día.Tú me deseas que Dios me dé felicidad. Pero yo no tengo desgracia alguna, pues vivo con Dios y sé que El hace lo mejor. Y lo que Dios hace o me envía, sea amor o sufrimiento, lo acepto agradecido. Lo de Dios es lo mejor, por eso no tengo infelicidad. Tú, por último, deseas que Dios me haga dichoso. Pero yo no he sido desventurado nunca, pues yo deseo solamente estar en la voluntad de Dios, y entregado con mi voluntad de tal modo en la de Dios, que lo que Él quiere, lo quiero también yo...»Le dijo entonces el hombre Docto: - «¿De dónde vienes tú?». - «De Dios».-«¿Y dónde has encontrado a Dios?».- »Cuando abandoné todas las cosas. Ahora soy un rey». - «¿Y dónde está tu reino?»- «En mi alma. Pues yo puedo regir mis sentidos interiores y exteriores de tal modo que mis apetitos y fuerzas solamente son súbditos de mi alma. Y este reino es más grande que todos los de la tierra».-«¿Y qué te ha llevado a esa perfección?».- «Mi estar en silencio, mi serenidad, mi total orientación a Dios. Pues yo no podía descansar en cosa alguna que fuese me nos que Dios. Así he encontrado a Dios y tengo la clara paz de Dios».***Sentirse amado puede ser un buen medio para cambiar de vida. Muchos de los delincuentes lo han sido porque se sintieron personas marginadas, rechazadas por la sociedad de su entorno. A cada persona debiéramos tratar de amarla tal como es, por ser como es, e incluso decirle:«Te quiero como eres».Un joven libertino era el escándalo del barrio. Todos le decían que debía cambiar. Su amigo le insistía más que nadie. Esto era lo que más lo deprimía, porque se sentía incapaz de cambiar.Hasta que un día le dijo su amigo:- «No importa que cambies o no. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte, aunque no cambies».- «Estas palabras -cuenta el joven-, sonaron en mis oídos como música. Me tranquilicé y me sentí vivo. Y entonces, oh maravilla, cambié».Y es que solo el amor convierte. Tú no puedes ser malo porque yo te quiero.Muchos son malos, no crecen, porque no son bastante amados.El día que vosotros no ardáis de amor, otros muchos morirán de frío.Para ser verdaderamente feliz hay que ser honrado.Pueden darse casos de encarcelados que son inocentes de la falta de que se les acusa. Pero la mayor parte de los reclusos están en la cárcel por alguna falta cometida contra las normas de la sociedad.La honradez ha sido ultrajada y para resarcir ese daño se le priva de la libertad durante algún tiempo.A veces la honradez de una conducta parece hallarse afectada por el tiempo y la circunstancia.Por ejemplo, no está bien robar un caballo. Pero a lo largo de los años se ha reducido la pena por el robo de una montura. Aunque en sí mismo, el acto sigue siendo moralmente

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malo, ya no resulta tan vital como fue para el bienestar económico de una comunidad, y las consecuencias que la sociedad impone por el robo de un caballo son ahora menores.En palabras del ensayista moderno Ahad Hatam: «Cada generación posee sus propias necesidades y sus propias verdades».El gran mandato moral de la honradez y de la integridad consiste en comprender y seguir el consejo del sabio que enseñó: «No limites a tu hijo a tu propio aprendizaje, porque ha nacido en otro tiempo».El Beato Tito Brandsma, carmelita nació en Holanda en 1881, y fue testigo y profeta, torturado y muerto en los campos de concentración nazis -1942-, «transfigurado» en el monte de Dachau, su Moriah, su Horeb y su Tabor.En medio de los más atroces tormentos no perdió nunca la alegría. Él era el consuelo de todos los concentrados en aquellos infiernos en la tierra que eran las diversas cárceles por donde fue llevado durante siete meses hasta que selló su vida con el martirio.Vivió de lleno la octava Bienaventuranza de Jesús:«Dichosos los perseguidos por causa de la justicia porque de ellos es el Reino de los cielos».En el volumen V de esta obra; Ejemplos que edifican, recordamos su vida y su ejemplo (N. 27).En la cárcel escribió este precioso poema que tituló: Ante Jesús y que podemos hacer nuestro:Cuando te miro, buen Jesús, advierto en ti el amor del más querido amigo y siento que, al amarte, yo consigo el mayor galardón, el bien más cierto. Este amor tuyo -bien lo sé- produce sufrimiento y exige coraje; mas a tu gloria, en este duro viaje, sólo el camino del dolor conduce. Feliz en el dolor mi alma se siente: la Cruz es mi alegría, no mi pena: es gracia tuya que mi vida llena y me une a ti. Señor, estrechamente. Si quieres añadir nuevos dolores a este viejo dolor que me tortura, fina muestra serán de tu ternura, porque a ti me asemejan redentores. Déjame, mi Señor, en este frío y en esta soledad, que no me aterra: a nadie necesito ya en la tierra en tanto que Tú estés al lado mío. ¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia, Jamás el corazón llore tu ausencia: ¡que todo lo hace fácil tu presencia y todo lo embelleces con tu gracia!20. BIENAVENTURANZAS DE UN ENFERMO MENTAL«Bendeciréis al Señor de la justicia y ensalzaréis al rey de los siglos» (Tb 13).Es conocido aquello de «ni están todos los que son, ni ...».El enfermo mental tiene derecho a ser tratado como una persona humana y la sociedad debe cuidar de él con más interés y cariño si cabe que con los sanos.Los cristianos, sobre todo, debemos tomar como modelo a Jesucristo, que se preocupaba más de los enfermos, de los pobres y poseídos que de los sanos y ricos.Por ello habrá que tratar de vivir estas Bienaventuranzas de los enfermos mentales en cuanto nos sea posible:1. Bienaventurado si, al verme sucio y maloliente por la calle, te identificas con Cristo, compasivo y misericordioso.2. Bienaventurado si me consideras, aunque sea loco de atar, como un enfermo, sin más.3. Bienaventurado cuando comprendas que mis pensamientos son confusos y mi voluntad, a veces, se tambalea.4. Bienaventurado, cuando, corrigiendo al niño, no dices nunca: ¡que viene el loco!5. Bienaventurado cuando haces lo indecible para que yo salga del mutismo y

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aislamiento.6. Bienaventurado cuando aceptas que, para mí, ciertos rituales son imprescindibles.7. Bienaventurado cuando me calmes, si mi comportamiento es agresivo.8. Bienaventurado, tú, cristiano, cuando me ayudes, aunque loco, a vivir mi vida espiritual.Para los que no tienen fe, los cristianos obran a veces un poco como enfermos mentales.Pensemos, por ejemplo, en los matrimonios cristianos abiertos a la vida, con ocho o diez hijos y tan felices, mientras otros con uno o ninguno están amargados. Podríamos recordar otras muchas alegrías que proporciona el don de la fe. Por ejemplo la de «adoptar a Jesús de Nazaret como un hijo más».María Antonia estaba aquel día radiante.- «Anoche, le dijo a su marido, soñé que teníamos un hijo más».-«¿Otro más?», le replicó el marido.- «Pero éste -insistía María Antonia-, era un hijo especial. Era ¡Jesús de Nazaret!».El marido no salía de su asombro, y el asombro creció cuando, al ponerse a la mesa, resultó que aquel día había una silla de más, como si fueran seis.Al día siguiente María Antonia estaba más radiante aún.-«¡El sueño era verdad! Tendremos otro niño. Será Jesús de Nazaret. No es ninguna locura -repetía-, es la pura verdad. Nos haremos la cuenta de que tenemos otro hijo.Y cuando les regalemos juguetes, o les compremos ropa, libros, cromos o medicinas, contaremos con cuatro y una parte será para algún niño pobre del barrio».Así hicieron realidad lo que había dicho Jesús: «Lo que hicisteis con uno de estos pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 18, 5; 25, 40). Será como si adoptáramos a Jesús de Nazaret.Para algunos el tener fe es un poco de locura. No se fían del Señor. Por ello su fe es pobre y no merece que Dios obre milagros en su favor.Se dice que, cuando Moisés alzó su cayado sobre el mar Rojo, no se produjo el milagro de dividir las aguas para que pasaran los israelitas.Solo cuando el primer israelita se lanzó al mar, retrocedieron las olas y se dividieron las aguas, dejando expedito el paso a los judíos. Fue su confianza la que obró el milagro.Esta fe intrépida le faltó a un ateo cuando estaba empezando a creer.Se cayó un día por un precipicio y aún pudo agarrarse a larama de un árbol. Pero no podía aguantar así mucho tiempo. Entonces, por si acaso, gritó: - «¡Dios!».Pero solo hubo silencio. Y volvió a gritar:-«¡Dios, si existes, sálvame y creeré en ti!». Una voz poderosa contestó: - «Eso dicen todos cuando están en apuros».- «No, Dios, no -dijo el hombre-. Como ves, ya he empezado a creer».- «De acuerdo -dijo la voz- te salvaré. Suelta la rama». -«¿Soltar la rama? ¿Crees que estoy loco?».Todos, tanto el cuerdo como el demente, estamos llamados a ser felices.Pero muchos tienen un concepto muy falso de felicidad. Cifran todos sus anhelos en la felicidad «humana».Decimos humana en el sentido peyorativo que usa el salmo 1. Bíblicamente se suele decir carnal.Para ser verdaderamente felices habría que tratar de superar este tipo de felicidad que

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no llena el corazón del hombre.Se trataría de una felicidad que no se abre a la trascendencia, que se centra en la satisfacción de los instintos primarios del hombre. En este sentido sería más feliz el que más puede, el que más vence, el que más éxito consigue.Y sería más feliz el que más tiene, el que más fortuna amasa, el que disfruta de más lujo, el que consigue mayor bienestar, más comodidad y seguridad.Y sería más feliz el que más se divierte, el que asiste a más fiestas, el que hace más bonitos viajes y excursiones, el que tiene más y mejores vacaciones.Y sería más feliz el que disfruta de más placeres, en el comer, en el beber, en la droga y en el sexo.O sea, lo de siempre: el poder, el tener, el placer. Todo esto es una felicidad muy barata, muy baja, muy engañosa, muy huidiza. Para conseguir estos sueños hay que esforzarse mucho.Una vez que se consiguen, producen insatisfacciones o dependencia y se quiere más.A la larga esta felicidad o estos placeres pueden terminar en desdicha y maldición.***Llamamos «locura» a algo que está fuera de lo normal. Cuando se hacen extravagancias de un tipo o de otro, pensamos que, su autor «no está del todo bien».A veces también hay quien llama «locos» a los que se enamoran de Jesucristo y de los hombres dejándolo todo por seguir al Maestro en favor de los hermanos.¡Ojalá abundase este género de locos!Será bueno que de cuando en cuando dirijamos al Señor esta oración:¡Señor, danos locos..!-¡Oh Dios! Envíanos locos, de los que se comprometen a fondo, de los que se olvidan de sí mismos, de los que aman con algo más que con palabras, de los que entregan su vida de verdad y hasta el fin.- Danos locos, chiflados, apasionados, hombres capaces de dar el salto hacia la inseguridad, hacia la incertidumbre sorprendente de la pobreza; danos locos que acepten diluirse en la masa sin pretensiones de erigirse un escabel, que no utilicen su superioridad en su provecho.- Danos locos, locos del presente, enamorados de una forma de vida sencilla, liberadores eficientes del proletariado, amantes de la paz, puros de conciencia, resueltos a nunca traicionar, capaces de aceptar cualquier tarea, de acudir donde sea, libres y obedientes, espontáneos y tenaces, dulces y fuertes.Danos locos, Señor; danos locos.21. BIENAVENTURANZAS DEL ALMA GENEROSA«Que todos alaben al Señor y le den gracias en Jerusalén» (Tb 13).La generosidad o largueza es uno de los frutos del Espíritu Santo y una hermosa virtud.La avaricia, que sería el reverso de la medalla, es uno de los siete pecados capitales, que consiste en acaparar, en tener, en poseer aun sin tener necesidad.Algunos sabios, aun sin ser cristianos, vivieron despegados de las cosas de este mundo, que no dejan de ser ataduras, para estar más dispuestos a entregarse a la verdadera sabiduría. Uno de estos sabios dijo contemplando las cosas que arrastraban a otros: «¡Cuántas cosas no necesito!».Todos estamos llamados a ser generosos con los más necesitados. Los bienes no son nuestros. Somos solamente administradores de lo que tenemos. Su propietario verdadero

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es el Señor, que es quien nos los ha regalado.Por ello debo procurar tener siempre presente el dicho de Jesús: «Da gratis lo que has recibido gratis» (Mt 10, 8).Jesús nos recordó una gran verdad, que creo aceptamos todos gozosos: «Mayor felicidad hay en dar que en recibir» (Hech 20, 35).Esta frase, que no la recogieron los evangelistas, se la debemos al Apóstol Pablo. Por ello se le llama «ágrafa», no escrita. No escrita en los Evangelios.Ofrecemos aquí estas 25 bienaventuranzas del alma generosa, que fácilmente podíamos aumentar.1. Dichosos los que confían en el futuro porque llenan de vida el presente.2. Dichosos los que carecen de maldad, porque harán felices a los que les rodean.3. Dichosos los que son sencillos, porque nos harán preguntamos muchas cosas.4. Dichosos los que sufren, porque el sufrimiento les iguala a Dios.5. Dichosos los que se deprimen fácilmente, porque sentirán machas manos sobre el hombro.6. Dichosos los que acompañan a los demás en sus momentos de dolor, porque Dios no les dejará solos.7. Dichosos los que se conforman con poco, porque nunca les faltará de nada.8. Dichosos los que conocen sus cualidades, porque nunca dejarán de quererse.9. Dichosos los que pidan poco, porque serán los que más reciban.10. Dichosos los que están atentos, porque Dios les habla continuamente.11. Dichosos los que luchan por un ideal, porque su vida nunca perderá el sentido.12. Dichosos los que buscan la verdad, porque la descubrirán a muchos.13. Dichosos los que saben perdonar, porque llevan a Dios muy dentro.14. Dichosos los que olvidan, porque nada les echaremos en cara.15. Dichosos los que se dejan querer, porque nos dan ocasión de hacerlo.16. Dichosos los que no juzgan por las apariencias, porque verán la realidad.17. Dichosos los que saben mirar, porque descubrirán un mundo nuevo.18. Dichosos los que obran sin maldad, porque Dios convertirá en abrazos los golpes y desengaños que reciban.19. Dichosos los que luchan por la paz, porque ya están viviendo el futuro.20. Dichosos los solidarios, porque nuestra época les dará ocasión de serlo.21. Dichosos los condenados a muerte, porque su grito sacudirá muchas conciencias.22. Dichosos los que partieron al Tercer Mundo y dejaron allí su vida, porque se encontraron de bruces con Dios.23. Dichosos los encarcelados por anunciar la Buena Noticia, pues su voz atravesará las rejas.24. Dichosos los que aguantaron hasta el final, porque ayudaron a construir.25. Y dichosos los que se esfuerzan en vivir cada día y poner un poco de Dios en nuestros corazones. Se desanimarán y pensarán que no vale la pena tanto esfuerzo, pero ya están haciendo realidad el Reino. Y eso es lo que importa.El alma generosa deberá estar siempre dispuesta a perdonar los errores de los demás y a ser siempre «pan blanco y tierno que todos puedan comerlo».El buen ejemplo será siempre el mayor bien que podemos hacer a los demás. Será nuestro mejor apostolado.Así sucedió a aquella esposa que no hacía más que quejarse de que su marido era

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descreído y no practicaba la religión.Se lo dijo a un sacerdote y éste se dio cuenta de que la mujer tenía un carácter violento con el cual hacía odiosa a su marido toda religión.El sacerdote se lo manifestó a la mujer y ésta prometió corregirse y pidió oraciones para conseguirlo.Días después compró un jarrón y lo colocó en el recibidor para dar una sorpresa a su marido.Sorprendido el marido por aquella atención, tomó en sus manos el jarrón para apreciarlo mejor, se le resbaló el jarrón y se hizo añicos.El esposo se puso en guardia para recibir la lluvia de gritos de su esposa. Pero no; con una sonrisa le dijo:- «No te preocupes, querido, ya compraremos otro». A las pocas semanas el marido se había convertido.Prakash era un alma generosa. El Señor le había bendecido y él había sabido corresponder al Señor. Era su amigo.Prakash era un hombre santo y estaba muy orgulloso de ser un hombre santo. Como ansiaba ver a Dios, naturalmente se alegró muchísimo cuando Dios le habló en un sueño:- «Prakash, ¿quieres verme y poseerme de veras?».- «Por supuesto que lo quiero -replicó impaciente Prakash-. Ese es el momento que he estado esperando. Me contentaría incluso con un solo vislumbre vuestro».- «Así será, Prakash. En la montaña, lejos de todos y de todo, te abrazaré».Al día siguiente Prakash, el hombre santo, se despertó excitado después de una noche inquieta. La vista de la montaña y la idea de ver a Dios cara a cara casi le obligaban a alzarse del suelo.Entonces comenzó a pensar impaciente para sí mismo qué presente podría ofrecerle a Dios. Sin duda Dios esperaría un presente; pero, ¿qué podía encontrar digno de Dios?- «Ya lo sé -pensó Prakash-. Le llevaré mi hermoso jarrón nuevo. Es valioso y le encantará... Pero no puedo llevarlo vacío. Debo llenarlo de algo».Estuvo pensando mucho y asiduamente en lo que metería en el precioso jarrón. ¿Oro? ¿Plata? ¿Diamantes u otras piedras preciosas? Después de todo, Dios mismo había hecho todas aquellas cosas, por lo que se merecía un presente mucho más valioso.- «Sí», pensó al final, «le daré a Dios mis oraciones. Esto es lo que esperará él de un hombre santo como yo. Mis oraciones, mi ayuda y servicio a los demás, mi limosna, sufrimientos, sacrificios, buenas obras...».Prakash se sentía ahora contento de haber descubierto justamente lo que Dios esperaría, y decidió aumentar sus oraciones y buenas obras, consiguiendo un verdadero récord de ellas.Durante las pocas semanas siguientes anotó cada oración y buena obra colocando una. piedrecita en su jarrón. Cuando estuviera lleno a rebosar lo subiría a la montaña y se lo ofrecería a Dios.Finalmente, con su precioso jarrón lleno hasta los bordes de piedrecitas, Prakash se puso en camino hacia la montaña. A cada paso del camino se repetía lo que debía decirle a Dios.- «Mira, Señor: ¿te gusta mi precioso jarrón? Espero que sí, estoy seguro de que te gustará y que estarás encantado con todas las oraciones y buenas obras que he ahorrado durante este tiempo para ofrecértelas. Por favor, abrázame ahora».

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Prakash siguió subiendo deprisa la montaña, donde tenía su cita con Dios. Repitiéndose todavía su discurso y jadeante ahora de expectación, llegó trémulo de ilusión a la cumbre, Pero, ¿dónde estaba Dios? No se le veía en ningún sitio.- «Dios, ¿dónde estás? Me invitaste aquí y yo he mantenido mi palabra. Aquí estoy; pero, ¿dónde estás tú? No me decepciones. Por favor, muéstrate».Lleno de desesperación, el santo hombre se echó al suelo y rompió a llorar. Entonces, de repente, oyó una voz que descendía retumbando de las nubes:-«¿Quién está ahí abajo? ¿Por qué te escondes de mí? ¿Eres tú, Prakash? No te veo. ¿Por qué te escondes? ¿Qué has puesto entre nosotros?».- «Sí, Señor. Soy yo. Soy yo, Prakash. Tu santo hombre. Te he traído este precioso jarrón. Mi vida entera está en él. Lo he traído para ti».- «Pero no te veo. ¿Por qué has de esconderte detrás de ese enorme jarrón? No nos veremos de ese modo. Deseo abrazarte; por tanto, arrójalo lejos. Quítalo de mi vista. Arrójalo lejos. Vuélcalo».Prakash apenas podía creer lo que estaba oyendo. ¿Romper su precioso jarrón y tirar lejos todas sus piedrecitas?- «No, Señor. Mi hermoso jarrón, no. Lo he traído especialmente para ti. Lo he llenado de mis...».- «Tíralo, Prakash. Dáselo a otro si quieres, pero líbrate de él. Deseo abrazarte, Prakash. Te quiero a ti».

***Todos deseamos ser felices. Todos buscamos la felicidad. Pero sucede que a veces la buscamos donde no se encuentra..La felicidad humana o carnal no llena plenamente.Cristo nos descubrió el secreto para ser verdaderamente felices.Cristo, en el Sermón del Monte y en otras muchas ocasiones, nos habló de otra felicidad, opuesta a la del mundo.Los caminos para llegar a ella también serán opuestos.Los que persiguen la bienaventuranza humana terminan siendo desgraciados:- «El que quiera ganar su vida, la pierde.» (Le 9, 24). Y además hacen sufrir a los demás. Estas cosas apartan de Dios y son un fracaso.La Bienaventuranza de Jesús -la cristiana- está en los valores del alma.Está en la libertad interior, en saber compartir, en vivir lleno de esperanza, aunque se sufra, en amar a todos, en la cercanía de Dios.***La disponibilidad y el servicio es propio de las almas generosas.Los generosos estarán siempre dispuestos a dirigir al Señor esta ORACIÓN DE ENTREGA:Te entrego, Señor, mi vida; hazla fecunda.Te entrego mi voluntad; hazla idéntica a la tuya. Torna mis manos, hazlas acogedoras. Torna mi corazón, hazlo ardiente. Toma mis pies, hazlos incansables. Toma mis ojos, hazlos transparentes. Toma mis cansancios, hazlos tuyos.

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Toma mis muertes, hazlas vidas. Toma mi pobreza, hazla tu riqueza. Toma mi nada, hazla lo que quieras.Torna mis pecados, toma mis faltas de amor, toma mis eternas desilusiones, mis horas de amarguras.Transfórmalo todo, como la abeja en dulce miel.Hazme nuevo en la donación, alegría en la entrega, gozo desbordante al dar la vida, al gastarse en tu servicio. Amén.22. BIENAVENTURANZA DE TODOS« Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos» (Sal 32).Ya hemos recordado más arriba que el hombre ha sido creado por Dios para que sea feliz. Embrionariamente ya en este mundo y completamente feliz en el otro.Si llegamos a saber aceptar las cosas tal como son, en su justo valor, todos podemos llegar a ser verdaderamente felices.Pero de un modo especial lo conseguirán ya en este mundo aquellos que den valor relativo a las cosas. Aquellos que acepten la precariedad de las cosas terrenas y que recuerden continuamente que estamos de paso.No es esta nuestra patria. Nuestra morada definitiva es la que esperamos alcanzar y en la que por toda la eternidad seremos completamente bienaventurados.Hombres y mujeres, ancianos y niños, ricos y pobres, sabios e ignorantes, asiáticos y europeos... estamos llamados a ser bienaventurados y depende de nosotros el conseguirlo o no. En la lista de esta felicidad entramos nosotros y los de categorías más altas también:1. Bienaventurados los humildes.2. Bienaventurados los mansos. 3. Bienaventurados los pacíficos. 4. Bienaventurados los últimos. 5. Bienaventurados los pequeños.6. Bienaventurados los que son como niños.7. Bienaventurado y glorioso el Siervo de Yahveh.8. Dichosa la Esclava del Señor.9. Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen.***Es una pena que a veces no sepamos apreciar la lección de las cosas sencillas y de cada día que nos podían hacer verdaderamente bienaventurados.Ni el dinero, ni la sabiduría, ni la fama... dan la felicidad completa. El saber disfrutar de las cosas pequeñas y el verlo todo por la parte positiva, ayudará muy mucho a ser feliz. Nuestra finalidad por la que Dios nos ha creado es esa.Un filósofo se debatía día tras día en tomo al sentido último de la existencia. Lo había estudiado durante muchos años. Había consultado a los más grandes sabios de todos los tiempos. Y no logró encontrar una respuesta satisfactoria a tan torturante cuestión. Nada le llenaba.Una tarde, en el jardín de su casa, dejando a un lado sus pensamientos y elucubraciones, reparó en su hija de cinco años, que estaba jugando alegremente. Se acercó a ella y le preguntó:-«¿Para qué estás en la tierra?».A lo que la niña le respondió rápidamente:

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-«Para quererte a ti, papá».Para esto estamos en la tierra, para amarnos y hacer el bien.Los que no se esfuerzan por vivir el amor a Dios y al prójimo y por el fiel cumplimiento de su propia vocación no encontrarán nunca la verdadera felicidad.Saber que estamos de paso nos puede ayudar a ser felices.Hemos sido creados para la eternidad y por ello vamos caminando.Será fácil que de cuando en cuando nos salgan algunos obstáculos en el camino. Pero con la ayuda de Dios y nuestro pequeño esfuerzo, podremos vencer estas dificultades.* Le preguntaron a un anciano:-«¿Qué haces para no estar nunca desanimado?». Contestó:-«Espero la muerte cada día».* Uno preguntó a un anciano:-«¿Por qué me desanimo continuamente?». Y respondió:-«Porque todavía no has visto la meta».

***Para ser feliz no se necesitan muchas cosas. Basta contentarse con lo que se tiene y sentirnos felices de ser como somos.Aceptarnos gustosamente a nosotros mismos. Jesús en el Monte nos habló de una felicidad hasta entonces desconocida. Dijo Él:Dichoso es el pobre que confía en Dios, que se siente pequeño, que tiene un corazón humilde, que es solidario, que no deja de esperar.No se bendice a la pobreza que significa miseria y muerte, porque Dios quiere a sus hijos llenos de vida y dignidad.No se bendice el hambre, sino a los hambrientos que desean llenarse de Dios.No son dichosas las lágrimas, sino los que lloran, cuando saben seguir en comunión consigo y con los demás a pesar de todas las rupturas.No es dichosa la exclusión o la persecución, pero sí son dichosos los marginados y perseguidos, si responden con amor. La Bienaventuranza de Cristo viene siempre por los caminos del amor y la esperanza: cuando preferimos el compartir, el servir, el negarse a sí mismo para hacer felices a los demás. No el reino del placer, sino de la libertad.No tanto lo que se tiene, sino lo que se es y se espera. No los reinos de la tierra sino el de Dios, o sea, Dios.La felicidad consiste en hacer siempre y en todas partes la voluntad de Dios. Esa fue la oración de María que mereció la Encarnación: «Hágase en mí según tu Palabra» (Lc 1, 38).Esa fue la actitud de Jesús en el huerto de Getsemaní, que oraba al Padre: «Padre, que se haga tu voluntad y no la mía» (Lc 22, 42).Esta es la actitud que nos pidió el mismo Jesucristo cuando nos enseñó a orar. Decid, nos dijo: «Hágase, Padre, tu voluntad así en la tierra como en el cielo (Mt 6, 10).Así han orado los santos y así nos enseñaron a nosotros a orar. Al convertido Charles de Faucauld debemos esta preciosa oración que hacemos nuestra:«PADRE, me pongo en tus manos. Haz de mí lo que quieras. Sea lo que sea te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo.Lo acepto todo con tal que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas.No deseo nada más, Padre. Te confío mi alma.Te la doy con todo el amor de que soy capaz. Porque te amo y necesito

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darme. Ponerme en tus manos sin medida.Con una infinita confianza, porque tú eres mi Padre.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 17.Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 15. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 14. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 17. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

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IICAMINO Y VIDA PARA SER

BIENAVENTURADOEn las Introducciones a los otros volúmenes de esta colección, CAMINOS DE SANTIDAD, hemos tratado con bastante extensión el tema del «camino».Jesús es el verdadero CAMINO para llegar hasta el Padre que nos espera en el cielo.Jesús vivió como nadie las Bienaventuranzas y nos las enseñó a nosotros como medio -puente- para arribar felizmente al puerto de la salvación, es decir, para ser santos, que es nuestra «meta».En este apartado recogemos unas cuantas voces, -veintidós nada más-, que te van a recordar cuándo y cómo debes procurar vivir las bienaventuranzas.Las hay que son individuales o personales y colectivas o sociales.La felicidad o bienaventuranza debe calar en todos los estamentos.Para que sea auténtica, debe arrancar del amor a Dios y al prójimo.Tendrás que vivirla dentro de casa y fuera de ella. En invierno y en verano. En tiempo de paz y en tiempo de guerra.Habrá momentos de hablar y momentos de guardar silencio.Nunca te estará permitido olvidarte de que estás llamado a ser bienaventurado.No es tan interesante el que las conozcas como el que las VIVAS.Nunca pienses que has llegado tarde. Todavía hay tiempo de ser bienaventurado y de ayudar a que los demás también lo sean.Recuerda lo que ha dicho Jesús: «Da gratis, lo que has recibido gratis» (Mt 10, 8).

1. DE LA AMISTAD«Dad gracias al Señor... tocad en su honor... cantadle un cántico nuevo...» (Sal 32)Dios es amistad. Las comunidades cristianas que quieren vivir la vida fraterna toman como modelo a la vida que eternamente lleva la Santísima Trinidad. También son buen modelo de amistad y bienaventuranza la Sagrada Familia: Jesús, María y José.Por ello y porque hemos sido creados para vivir en compañía, para amarnos, hemos de procurar vivir este amor y amistad todos los días de nuestra vida.Es falso que «el hombre sea un lobo para el hombre», como dijo el filósofo empirista Tomás Hobbes (+1679).Asimismo es falso lo que afirmó otro filósofo -Luis Fuerbach (+ 1872)-, que «el hombre sea un dios para el hombre».Es sencillamente un hermano, un ser creado para vivir en compañía y buena armonía, en

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amistad con los demás hombres.Podemos, pues, afirmar que el primer requisito para ser bienaventurado es la amistad, el amor:1. Bienaventurados aquellos cuya lealtad y amistad hacia alguna persona les perfecciona el corazón y los capacita para amar al prójimo como a sí mismos, porque ellos amarán a Dios sobre todas las cosas.2. Bienaventurados los que aman como ama Jesucristo, que amó incluso a los desconocidos, a los ingratos, a los modestos, porque ellos cumplen el mandato nuevo de Jesucristo.3. Bienaventurados los que no sólo aman de palabra y con la lengua, sino con obras de verdad, porque a ellos dirá un día Jesucristo: «lo que hiciste con uno de estos pequeñuelos por mí, lo hicisteis conmigo. Venid, benditos de mi padre, a poseer el reino» (Mt 25).4. Bienaventurados los que se dan por amor, porque a ellos se dará Dios.5. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de amor como quiere Jesús, porque ellos serán hartos en la amistad de Jesús.6. Bienaventurados los que en cada hombre ven un hermano y en cada hermano un amigo porque ellos serán llamados hijos de Dios.7. Bienaventurados los que aman con limpio corazón, porque ellos verán a Dios.8. Bienaventurados los que posponen sus gustos personales a la unión entre los cristianos, porque ellos dan testimonio de que Jesucristo ha venido al mundo.***Una de las formas más enriquecedoras para vivir la amistad es sonreír. Es vivir alegres y tratar de alegrar a los que nos rodean.En nuestro caminar de cada día nos encontramos con demasiados rostros tristes y cariacontecidos.Es necesario que seamos más pródigos en vivir la alegría y en darla a los demás. Nadie da lo que no tiene. Por ello, antes deberemos procurar ser alegres nosotros, y, después, regalarla a los demás.Hay que fundar la «Sociedad de la Sonrisa Gratuita». Sólo habría una obligación: sonreír a todo aquel que se cruce con nosotros en calles y autobuses, ascensores y bares. Al principio seríamos sospechosos: ese tío algo buscará. Pero cuando vieran que no es así, la sonrisa se contagiaría y todos respirarían confianza y amor.Una taquillera del Metro entregó a un viajero la vuelta del dinero que la víspera había olvidado devolverle otra compañera:-«¿Y cómo sabe que soy yo'?», preguntó el pasajero.-«Muy sencillo. Mi compañera me dijo: dale el cambio a ese señor que todas las mañanas sonríe y dice `Buenos días'».Aún recuerdo la sonrisa de una taquillera cuando, volviendo de la Misa de Gallo, le felicité las Navidades.***Entre el amor de los hermanos -que debería ser el mayor y más auténtico- se han dado a veces casos verdaderamente heroicos. Este caso de los Padres de la antigüedad nos lo confirma: Dos hermanos fueron a la ciudad para vender lo que habían fabricado. En la ciudad se separaron y uno de ellos cayó en la fornicación. Poco después llegó el otro hermano y le dijo:

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- «Hermano, regresemos a nuestra celda». - «No voy», respondió el otro. - «¿Por qué no, hermano?».- «Porque cuando me dejaste, dijo el otro, me vi tentado y pequé de impureza».Pero su hermano, queriéndoselo ganar, se puso a decirle:- «También a mí me ha sucedido lo mismo, y después de dejarte he fornicado también. Pero volvamos y hagamos juntos penitencia con toda nuestra fuerza, y Dios nos perdonará aunque seamos pecadores».Al volver a su celda, contaron a los ancianos lo que les había ocurrido, y éstos le señalaron la penitencia que debían cumplir.Uno de ellos, sin embargo, no hacía penitencia por sí, sino por el otro hermano, como si también él hubiera pecado.Viendo Dios su penitencia y su caridad, a los pocos días descubrió a uno de los ancianos que por la gran caridad de aquel hermano, que no había pecado, había perdonado al que había fornicado.Esto en verdad es dar su vida por el hermano.Para ser verdaderamente felices hemos de esforzarnos por practicar las Bienaventuranzas, por lo menos en su espíritu ya que al pie de la letra será bastante difícil.LAS BIENAVENTURANZAS son las más bellas palabras que jamás se han escrito. Así lo dijo también Gandhi.Las Bienaventuranzas es la página más luminosa que se haya escrito, las palabras más hermosas que jamás se hayan pronunciado.Aunque Jesús no hubiera dicho otras palabras que éstas, le estaríamos por siempre agradecidos.Son palabras de bendición, porque Jesús ha venido a decir bien, a anunciar la verdadera alegría, a proclamar días de gracia: «Dichosos, dichosos, dichosos...».Una bendición a todos los dolientes e insatisfechos, a todos los pequeños y perseguidos, a todos los pobres.Suenan raras estas palabras, pero es algo que en el fondo todos anhelan. Están dichas desde un monte, como dirigidas a todos los hombres.Y es verdad que todos los hombres las sienten como suyas. Son palabras que llegan a la verdad del corazón, lo que en verdad todos deseamos y necesitamos.Es necesario leer siempre con emoción estas divinas palabras. Es la síntesis del Evangelio, es el Evangelio concentrado. Es el programa de todos los hombres de buena voluntad. «¿Qué tenemos que hacer?», preguntaba el pueblo a JuanBautista, y el profeta daba respuestas magníficas.Jesús daría la lección perfecta:«Cuando te sientas rico, avaricioso, consumista, lee, medita y vive las Bienaventuranzas».En la jerarquía de valores debe haber un orden. Esto es lógico.El Señor nos amó primero. Por ello nuestro primer amor debe estar reservado para el Señor a quien debemos cuanto somos y tenemos.Si le poseemos a Él no buscaremos nada más. Él sobradamente nos saciará:Tu amor me sacó de mí.A Ti te necesito, sólo a ti. Ardiendo estoy día y noche, a Ti te necesito, sólo a Ti.

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Ni me contentan las riquezas, ni me asusta la pobreza. Con tu Amor yo me consuelo. A Ti te necesito, sólo a Tí.Amor disipa otros amores, en el mar del Amor los hunde.Presencia todo lo llena.A Ti te necesito, sólo a Ti.He de beber el néctar de tu Amor, amante cual un loco en su dolor.Eres mi preocupación. A Ti te necesito, sólo a Ti.Eso que llaman paraíso, unos palacios, unas huríes... a quien los quiera, dáselos. A Ti te necesito, sólo a 7i.Aunque tengan que matarme y dar al viento mis cenizas, mi tierra seguirá diciendo. - A Ti te necesito, sólo a Ti.Yunus, Yunus es mi nombre. Mi amor crece cada día. En este mundo y en el otro y a Ti te necesito, sólo a Ti.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 3. Caminos de santidad: Destellos que iluminan ([17), n. 2. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 2. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).2. BIENAVENTURADOS LOS QUE AMAN«Bendito el Creador por siempre» (Rm, 1).Dios es amor. La vida Trinitaria es el más maravilloso cántico al amor.Al crear Dios al hombre, lo primero y más profundo que colocó en el hondón de su ser fue el amor.El nuevo mandamiento que nos dio el Señor Jesús fue este: «Que nos amásemos unos a otros como Él nos había amado» (Jn 13,34).San Juan, cuando quiera dar un nombre a Dios, en lugar de damos vocablos raros e ininteligibles, nos dirá que su definición es «Amor» (1 Jn 4, 8. 16).Cuando hay amor, se descubren muchas cualidades en los que nos rodean. Si no hay amor, «pasamos» un poco de cuantos están a nuestro lado.Un obispo que entendía de este arte de amar y ser feliz nos regala estas ocho bienaventuranzas propias de los que aman:1. Bienaventurados los que aman el interés del otro como el suyo propio, porque crearán paz y unidad.2. Bienaventurados los que están siempre dispuestos a dar el primer paso, porque descubrirán que el otro está mucho más abierto de lo que podía parecer.3. Bienaventurados los que nunca dicen: «¡Y ahora basta!», porque encontrarán un nuevo comienzo.4. Bienaventurados los que primero escuchan y después hablan, porque a ellos se les escuchará.5. Bienaventurados los que descubren el granito de verdad en cada discusión, porque podrán integrar y mediar.6. Bienaventurados los que jamás se aprovechan de su posición, porque serán respetados.7. Bienaventurados los que nunca se ofenden ni desilusionan, porque ellos crearán el clima.8. Bienaventurados los que pueden someterse y perder, porque el Señor puede entonces ganar.

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***A veces se dan casos maravillosos de amor. Son como una cadena de bendiciones del Señor. Como una competición a ver quién es más generoso que el otro. He aquí un caso de estos:El príncipe Omar estaba administrando justicia, cuando dos hermanos se presentaron arrastrando a un joven que había matado a su padre. Omar dijo:

- «Has de morir, pues ha de cumplirse la ley del Talión».El joven le pidió que le dejara marchar tres días para atender a un sobrino huérfano.Uno de los presentes dijo que respondía por él, si no volvía a los tres días.

Y Omar le permitió partir.Cuando ya se agotaba el plazo, llegó el culpable, jadeante y bañado en sudor.- «Aquí estoy, dijo, para ser fiel, y que no se diga: la buena fe ha desaparecido de entre los hombres».

El que se ofreció para sustituirlo dijo:«Me ofrecí para que no se diga: la generosidad ha desaparecido de los hombres».

Entonces los dos hermanos dijeron:- «Le perdonamos para que no se diga: los hombres han olvidado la virtud del perdón».

Se alegró Omar y todos alabaron a Dios.Entre todos debemos salvar la fidelidad, la generosidad y el perdón.

***El amor verdadero es aquel que se olvida de sí mismo por darse a los demás. El que sabe renunciar a lo que le agrada por hacer felices a los que le rodean. En la vida de familia y comunitaria es una virtud que debiéramos cuidarla con mimos especiales. De los Padres del desierto se cuentan anécdotas muy aleccionadoras.Un anciano que había hecho unas cestas y estaba colocando las asas, oyó a otro monje vecino suyo que decía:-«¿Qué voy a hacer? Se acerca el día del mercado y no tengo asas para poner a mis cestas».El otro desmontó las asas que había colocado en sus cestas, y se las llevó a su vecino, diciendo:

-«Toma, me sobran estas asas, pónselas a tus cestas».Permitió que su hermano terminara su trabajo sin acabar el suyo.El trabajo no es castigo del pecado. El Señor, dice el Génesis, colocó al hombre en el Paraíso y le encargó que lo cultivase (Gen 2, 15).La ley del trabajo nos obliga a todos. Pero hay quien toma el trabajo como castigo y quien lo toma como un deber gozoso que hay que cumplir. Si el trabajo se hace con amor, resulta agradable y hasta gozoso. Más aún, el trabajo será un poderoso medio para ser feliz.

Las obras solo valen si se hacen con amor.Trabajar con amor es tejer la tela con hilos del corazón, como si el ser amado fuera a usar esa prenda de vestir.Es construir una casa con afecto, como si el ser amado fuera a ocuparla.Es sembrar con ternura y cosechar con alegría, como si el ser amado fuera a comer ese fruto.Si no podéis trabajar con amor, es mejor que abandonéis el trabajo y pidáis limosna a quienes trabajan con amor. Porque si conseguimos el pan con indiferencia, haréis un pan

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amargo.Si pisáis la uva de mala gana, destilaréis un veneno en el vino.Aunque cantarais como ángeles, si no amáis el canto, haríais insensibles los oídos del hombre para la armonía.San Pablo nos recordaba: «Quien no trabaje que tampoco coma» (2 Tes 3, 10).

***San Agustín entendía de amor.De amor carnal o pasajero, que deja vacío y hastiado a quien lo tiene, y de amor verdadero, que llena plenamente al que lo posee.Así suplicaba al Señor y le pedía un amor grande:

Dame, amor, vida mía, diré a voces, porque dándome amor, en él te goces. Si tu poder inmenso me cedieras, te daría en mi amor cuanto quisieras. Amarte quiero más, que no gozarte, y gozarte tan sólo por amarte.Escoria soy, mi amor; más, aunque escoria, un dios quisiera ser para tu gloria. Pues si yo fuera Dios, tanto te amara, que para serlo Tú, yo renunciara. Mas ¡ay, amado mío, yo me muero de ver que nunca te amo cuanto quiero! Úneme a ti, querido de mi vida: será la nada en todo convertida. Si pudiera, mi Bien, algo robarte, sólo amor te robara para amarte. Mas si mi anior tu gloria deslustrara, aunque pudiera amarte, no te amara. Ámate, pues de amor eres abismo, por ti, por mí, por todos a ti mismo.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: : Decálogos que dirigen (1) , n. 3. Caminos de santidad: : Semillas que dan vida (lI), n. 2. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III ), n. 2. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 3. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).3. NUEVA LEY DEL AMOR«Alabad al Señor por sus obras magníficas» (Sal 150).Le llamamos «Nueva Ley del amor» pero no hay tal. Tiene ya dos mil años a sus espaldas. Las recordó el Maestro en el Monte.Las llamamos «nuevas» solamente por la formulación o el léxico que usa, porque está más en consonancia con los tiempos actuales. Pero el fondo, la doctrina, es tan vieja como el mismo Jesucristo que la vivió y nos la enseñó.Si estamos atentos a las personas que están a nuestro lado o con las que nos rozamos a lo largo del día descubriremos una gran cantidad de detalles en los que podemos demostrarles este amor «nuevo».San Pablo en su carta a los Romanos escribió uno de los más bellos cánticos a este amor siempre antiguo y siempre nuevo.1. Dichosos los que ponen su alegría en alegrar a otros porque ellos experimentarán la alegría de Dios.2. Dichosos los que se hacen dignos de que sus amigos les confíen sus secretos, porque de ellos es el reino de los corazones.3. Dichosos los que alaban, los que colaboran, los que dan, los que se entregan, porque con la misma medida que midieren serán medidos.4. Dichosos los que hacen favores a sus amigos, aun ahorrándoles la molestia de pedirlos,

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porque ellos conocerán que el gozo de dar es mayor que el de recibir.5. Dichosos los que siguen amando a sus amigos cuando los ven caídos en desgracia, más aún los que aportan su dinero, su tiempo y su bondad para que no caigan, porque ellos serán levantados en sus días.6. Dichosos los que aman a Jesucristo, que amó incluso a los desconocidos, a los ingratos, a los molestos, porque ellos cumplen el mandato nuevo de Jesucristo.7. Dichosos los que tienen hambre y sed de amor como quiere Cristo, porque serán saciados con la amistad familiar de Cristo.8. Dichosos los que en cada hombre ven a un hermano, y en cada hermano a un amigo, porque ellos serán llamados hijos de Dios.9. Dichosos los que aman con corazón limpio, porque ellos verán a Dios.10. Dichosos los que posponen sus gustos personales a la unión entre los cristianos, porque ellos dan testimonio de que Jesucristo ha venido al mundo.***El amor es «darse». Hacer felizz al amado. El amor es como una simbiosis enriquecedora.El amante despierta en la persona amada nuevos valores dignos de amor, que una mirada indiferente no sabe.También la persona amada despierta el amor en el amante con su sola presencia. Hay entre ambos una simbiosis mutua y enriquecedora.Buero Vallejo lo expresa bellamente en casi un cuento de hadas:Leticia es una princesa bella, pero necia. Riquet es un príncipe feo, pero inteligente. Se enamoran.El amor de Riquet descubre y despierta la inteligencia de Leticia, y el amor de Leticia traspasa su belleza a Riquet. Así se enriquecen y complementan.Corno decía Benavente «el que nos consideren mejor de lo que somos, nos obliga a serlo».***Hacer felices a los demás es el modo de vivir bien el amor.El cristiano debería trabajar para aprovechar todos los detalles que se le ofrecen para hacer felices a los otros. Habría que ser «filodoro», que en griego significa, «aquel que se complace en hacer felices a los demás».Ser pan blanco y blando dispuesto siempre a ser comido por cuantos viven a nuestro lado.Un día unos ancianos entre los que se encontraba Juan, el enano, vinieron a Scitia. Y mientras comían, un sacerdote muy venerable se levantó para ofrecer a cada uno un vaso de agua. Pero nadie consintió en ello más que Juan el enano. Los otros se extrañaron y le dijeron:-«¿Cómo tú, el más pequeño de todos, te has dejado servir por este anciano tan venerable?».Y Juan le contestó:-«Cuando me levanto para ofrecer agua, me alegra que todos beban, pues así recibiré mi recompensa. Por esa misma razón he aceptado, para que el que se levantó a servirnos recibiera su recompensa y no se sintiera triste porque nadie aceptara».Al oírle, todos se admiraron de su discreción.Para ser santo, que es mi vocación, he de ser humilde.La humildad es el cimiento de la auténtica perfección. El humilde es el ser verdaderamente feliz.

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La santidad no la conseguirnos con nuestro esfuerzo, pues es un regalo de Dios.Cuando se quiere ser santo a base de acumular virtudes y méritos, se escoge un camino equivocado que nunca llegará a la meta, porque siempre habrá alguna virtud que se olvida o se resiste.Si algún día crees que ya eres perfecto, resultarás un ser insoportable: para ti mismo y para los demás.La humildad y la santidad son un don, no una conquista.Puede que reconozcas el orgullo y que, por lo tanto, necesites humildad. Y pondrás todas tus fuerzas para conseguirlo. Pero la humildad es una virtud escurridiza, cuanto más crees haberla conseguido, más se te escapa. Si empiezas a decir: «Yo soy humilde», empiezas a dejar de serlo.La humildad es la prueba de contraste de la verdadera santidad, es el perfume que deja Dios a su paso. Es la rúbrica de toda acción y presencia de Dios.El santo no se lo cree, y no por ceguera o falta de humildad, sino por una luz extraordinaria que le hace ver al mismo tiempo su propia verdad, tan limitada, y la verdad de Dios, tan santa. Ve la distancia, y se da cuenta de que lo que tiene es nada en comparación de lo que le falta; y exclama: «Sólo Dios es bueno».***El que ama, verdaderamente está dispuesto a morir por el amado.El amor es más fuerte que la misma muerte.Así lo recordaba y pedía para vivirlo Balduino de Canterbury:«Es fuerte el amor como la muerte.Es fuerte la muerte, que puede llevarnos el don de la vida. Es fuerte el amor, que puede restituimos a una vida mejor. Grábame como sello en tu corazón... Quita, Señor, de mí este corazón de piedra. Toma posesión de mi corazón y habita en él, - llenado con tu presencia,Tú que eres superior a lo más grande que hay en mí y que estás más dentro de mí que mi propia intimidad.Tú, qué eres el modelo perfecto de la belleza y el sello de la santidad, sella mi corazón con la impronta de tu imagen: sella mi corazón por tu misericordia,Tú, Dios, por quien se consume mi corazón, mi lote perpetuo».MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (I) , n. 3, 42.Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 2, 36. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 2, 30. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 3. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).4. BIENAVENTURADOS «LA BUENA GENTE»«Bendito tu nombre, santo y glorioso: a él gloria y alabanza por los siglos» (Dn 3).Durante muchos años el jesuita P. José-Julio Martínez publicaba un articulillo mensual que titulaba así: «Hay mucha gente buena». Y traía una vivencia ejemplarizante.Verdaderamente estoy convencido de que hay mucha gente buena. Lo que pasa es que no se da a conocer.Sería bueno que salieran a la luz por los medios de comunicación social más ejemplos de gente que hace maravillas con su vida en favor de los demás. Esto estimularía a otros a hacer otro tanto. El mismo Jesús nos rnandó: «Haced el bien para que los demás viéndolo

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alaben al Padre celestial» (Mt 5, 16).El citado Padre José-Julio nos ofrece 30 modos sencillos de hacer el bien, de pertenecer a ese «Club de gente buena». Se podrían multiplicar, pero estos resultan interesantes y prácticos. Todos los que realizan estas sencillas cosas se sienten verdaderamente dichosos:

1. Bienaventurado aquel que, cuando se entera de que algunos le tienen por persona buena, pone más empeño en ser persona buena. Ha demostrado que es persona buena.2. Bienaventurado aquel que nunca pone mala cara a las muchas personas con quienes se encuentra en la calle todos los días, y siempre pone buena cara a las pocas personas con quienes convive en casa todo el día. Nunca mala cara a los de fuera, siempre buena cara a los de dentro... ¡Bienaventuranza total!

3. Bienaventurado el que no quiere escuchar murmuraciones. Nadie se ha quedado sordo por no escuchar murmuraciones.4. Bienaventurado el que sólo mira lo bueno que hacen los demás. Nadie se ha quedado ciego por mirar solamente lo bueno que hacen los demás.5. Bienaventurado si camina despacio cuando acompaña a una persona que no puede caminar de prisa. Nadie se ha quedado cojo por acompañar despacio al que no puede caminar de prisa.6. Bienaventurado aquel que nunca pega una bofetada. Nadie se ha quedado manco por no pegar una bofetada.7. Bienaventurado el cristiano que no grita cuando discute con un cristiano que grita. Así, no habrá dos cristianos que gritan, sino sólo un cristiano que grita.

8. Bienaventurado el que no fuma para no molestar con el humo a los que tiene cerca: no fumar es propio del que quiere conservarse en buena salud; no molestar es propio del que quiere conservarse como un cristiano.9. Bienaventurado si siempre llegas con puntualidad a tus reuniones. Los que siempre llegan puntuales no pierden el tren, no pierden el autobús, no pierden la alegría.10. Bienaventurados aquellos que, con buena intención, ayudan al necesitado. Los que ayudan al necesitado con buena intención están ayudando a Jesucristo.11. Bienaventurado el cristiano que no se enfada nunca. El que nunca se enfada no enfadará a los otros y será el más capacitado para desenfadar a los que estuvieren enfadados.12. Bienaventurado si hablas bajito cuando es la hora de que otros duerman. Así nos pruebas que tienes un talento valioso, el talento de caer en la cuenta.13. Bienaventurado si no vas a contar un chiste al amigo que está llorando la muerte de una persona querida. También nos has probado que tienes el talento de caer en la cuenta.14. Bienaventurado si procuras comunicar alegría a los que viven contigo. Cuanta más alegría comuniques más crecerá tu propia alegría.15. Bienaventurado si hablas amistosamente a los amigos y a los no amigos; y también si sonríes a los simpáticos y a los esquinados. Así te asemejas a Dios, que envía la lluvia a malos y a buenos; y hace salir el sol para justos y para pecadores.16. Bienaventurado si, por amor a Dios, aguantas los malos ratos. Te harás más perfecto que si todos los ratos te resultaran agradables.17. Bienaventurados los que prestan mucha atención cuando oyen una conferencia y prestan más atención cuando oyen Misa. Atender cuando habla un hombre es señal de buena educación; atender cuando habla Dios es buenísima educación.

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18. Bienaventurados los que se resignan a no ser felices en la breve vida de ahora. Ellos serán felices en la vida que nunca terminará.19. Bienaventurado el que gasta su dinero en comer y vestir él y su familia, sin olvidarse de los pobres. Ese dinero hará felices a él y a su familia, y extenderá la felicidad a los pobres.20. Bienaventurado el que consigue dibujar una sonrisa en una cara que está triste. Ha procedido como el más inteligente y el más bondadoso detalle de todos los dibujantes.21. Bienaventurado tú, si, cuando ocurre un estropicio en tu entorno, no te dedicas a buscar quién lo causó, sino quién podrá remediarlo. Has demostrado que sabes buscar con acierto.22. Bienaventurado si ante tus familiares y amigos te presentas siempre de buen humor y con cara de pascua. Así agradarás a familiares y amigos más que si te presentaras con vestido elegante.23. Bienaventurado si procuras averiguar qué agota y qué molesta a los que viven contigo. Has dado el paso primero para agradar y no molestar a los que viven contigo.24. Bienaventurado si, en vez de hacer sólo lo que te agrada, procuras que te agrade lo que tienes obligación de hacer. Así agradarás a Dios.25. Bienaventurado si no dejas para mañana la obra buena que debes hacer hoy. Así sentirás esta noche la alegría de haber hecho hoy la obra buena.26. Bienaventurado si no gastas tu tiempo en preguntarte «¿soy feliz yo?». Así tendrás tiempo para hacer felices a otros.27. Bienaventurado si aceptas con agrado el regalo de tu amigo, sólo porque sabes que tu amigo disfruta haciéndote ese regalo. Has demostrado que sabes portarte como buen amigo.28. Bienaventurados los que trabajan en equipo si no se atribuyen a sí mismos el éxito de lo que resulta bien, y si no cargan sobre los compañeros la responsabilidad de lo que resulta mal.29. Bienaventurado el que se esfuerza por superar la tristeza. Nada exige menos esfuerzo que estar triste. Por eso, estar triste es una manera disimulada de ser perezoso. Superar la tristeza es el preludio de la bienaventuranza interminable.30. Bienaventurado tú, que no haces a otros lo que no quieres que te hagan a ti, y los tratas como quieres que te traten a ti: estás cumpliendo lo que mandó la Ley, lo que predicaron los Profetas, lo que cumplió Jesús... ¡Eres Bienaventurado!

***La caridad cristiana, es decir, el amor, no se detiene ante el fin que pueda darse a su limosna. Lo que interesa es hacer feliz al donante.El beato Jordán de Sajonia fue el segundo general de los dominicos. Se distinguió sobre todo por su gran generosidad. Un día encontró a un mendigo por la calle, aterido de frío. El beato Jordán, sin pensarlo dos veces, se compadeció y le dio su manto. Pero he aquí que el mendigo, que además de frío tenía sed, vendió rápidamente el manto y se emborrachó.Algunos frailes, que conservaban su manto, su prestigio y su compostura, le recriminaron:-«Ya ves lo que has conseguido con tu generosidad». Jordán sonrió y les contestó:- «Sí que he conseguido algo: que se calentara un poco y que olvidara por un tiempo sus penas. Además y sobre todo: prefiero perder el manto antes que perder el amor».

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***El Señor es sumamente misericordioso. No nos paga según nuestros pecados.También los santos, cuanto más santos eran demostraban más misericordia.Bonito el caso que sucedió con los Padres del desierto: Un hermano dijo al abad Pastor:-«He cometido un gran pecado y quiero hacer penitencia durante tres años».El abad le dijo:-«Es mucho tiempo». Y le dijo el hermano:-«¿Me aconsejas que haga tan sólo un año?».-«Es mucho», fue de nuevo la respuesta del anciano. Los presentes decían:-«¿Acaso bastan cuarenta días?». El anciano dijo de nuevo: -«Es mucho tiempo». Y añadió:-«Creo que cuando un hombre se arrepiente de todo corazón y no vuelve a cometer el pecado del que se arrepiente, Dios se contenta con tres días de penitencia».Muchos santos canonizados y otros sin canonizar alcanzaron la felicidad por haberse decidido a vivir sin glosa las Bienaventuranzas.Descubrieron la fuerza interior y arrolladora que encerraba el Sermón del Monte.Sus palabras ayudan a cambiar el vencer por colaborar. El tener por compartir...Nos ayudará a que cambiemos el corazón de piedra por un corazón de carne. Y el egoísmo dé paso a la solidaridad. Y el economicismo a la civilización del amor.Que hagamos nuestros los sufrimientos de todos los hombres y acompañemos a los oprimidos en su lucha liberadora. Que nos esforcemos por vivir las bienaventuranzas. Como ha cantado le poeta:

«No tener nada...No llevar nada.No poder nada.No pedir nada.

Y, de pasada, no matar nada. No callar nada.Solamente el evangelio, como una faca afilada. y el llanto y la risa en la mirada, y la mano extendida y apretada, y la vida a caballo, dada.Y este sol y estos ríos y esta tierra comprada para testigos de la revolución ya estallada. ¡Y más, nada!***Este capitulillo lo hemos comenzado con unas bienaventuranzas y lo terminamos con otras. Son más breves, pero más directas:Bienaventurado:

• quien no conoce el rencor,• quien olvida y perdona,• quien da sin interés,• quien sirve sin derechos,• quien ríe porque su hermano es feliz,• quien goza porque espera un mundo mejor,• quien ama porque hay niños y hombres buenos,• quien vive porque muere cada día sembrando amor,• quien mira al cielo y llama PADRE a Dios,• quien tiene como Madre, Hermana y Reina a María.

MÁS SOBRE ESTE TEMA:

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Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (I) , n. 17. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 15. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (IIl ), n. 14. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

5. DE CADA DÍA«Alabad al Señor en su templo... Alabadlo con platillos vibrantes» (Sal 150).La santidad no se consigue de golpe. La naturaleza no hace saltos. La gracia, por regla general, tampoco.La santidad, la felicidad, hay que lograrla cada día. Es necesario aprovechar todas las ocasiones que se nos ofrecen.El papa Juan XXIII compuso un bonito Decálogo para animarse a vivir con toda perfección las obras del día y que tituló «Solo por hoy».Es interesante marcarnos metas breves para alcanzar la santidad. Que no nos desanimemos al pensar que son para toda la vida.Mi hermano Francisco Ma, en 1970, siendo Consiliario Diocesano de Mujeres de Acción Católica de Zaragoza, compuso estas ocho Bienaventuranzas para cada día para las afiliadas pero que valen para todos:P. Vivir la pobreza real, con normalidad, equilibrando las necesidades a nuestras posibilidades; con sencillez, valorando la riqueza de la vida familiar, cooperando con el marido, siendo educadora de los hijos, y aceptando generosamente el compromiso cristiano con el inundo. Pobreza de espíritu, reconociendo nuestra invitación frente a problemas que se nos escapan, llevándolos a Dios.2a. Tener mansedumbre, imponiendo la dulce fuerza del Espíritu.3a. Aceptar la voluntad de Dios con lágrimas de esperanza en los problemas de los hijos (rebelión, incomprensión, enfermedad).4a. Ampliar la justicia y la santidad, para nosotros y para los demás, abiertos a una formación más amplia.5a. Preferir, como el Señor, la misericordia al sacrificio, misericordia que es una floración de la caridad.6a. Ser limpios de corazón, siendo sinceros, sin doblez, transmitiendo la verdad con nuestra transparencia.7a. Poseer la paz e irradiarla a los demás, incluso en los desequilibrios familiares.8a. Conscientes de que somos herederos del Crucificado, completar con nuestras cruces lo que falta a la Pasión de Cristo en su cuerpo, que es la Iglesia.***Para ser bienaventurado es necesario saber aprovechar las pequeñas ocasiones de cada día. No buscar fuera lo que tenemos dentro. A veces vamos a beber a riachuelos infectados y nos olvidamos del rico y transparente manantial que tenemos dentro de nosotros mismos y de nuestra familia o comunidad.Habrá que aprender el ejemplo del almizclero:El almizclero es un pequeño rumiante, parecido a una cabra, que vive en los montes de Tonquín y del Tibet...Un día corrió un suave olor a almizcle y quedó prendado. Recorrió mil veces los bosques en busca del almizcle y no lo encontró. Se olvidó de comer, de beber y de dormir.Un día cayó por un precipicio.Al lamerse el pecho, que se le desgarró con la caída, descubrió que era ahí, en su pecho,

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donde tenía una bolsa ovalada quesegregaba almizcle.Ya era tarde. El almizclero, acto seguido, murió. Las madres hindúes terminan así su relato:-«¡Oh hijo, bienamado de Dios, no busques a Dios por los montes, no lo busques fuera de ti.Búscalo dentro, en tu alma, que allí está!».Para ser bienaventurados siempre será necesario reconocer lo que somos y saber usar bien de los acontecimientos de la vida. La humildad, nuestras limitaciones, pueden ayudarnos también mucho a conseguirlo.Un hermano preguntó a un anciano:-«¿Cómo puedo encontrar a Dios? ¿En los ayunos, en el trabajo, en la vigilias o en la misericordia?».Y el anciano le contestó:-«En todas esas cosas que has enunciado y en la discreción. Porque te digo que muchos castigaron su carne, pero, como lo hicieron sin discreción, se fueron con las manos vacías.Nuestra boca huele mal a causa del ayuno, sabemos toda la Escritura y recitamos de memoria a David; pero no tenemos lo que Dios busca, es decir, humildad».La vocación cristiana es vocación de superación, de conversión. Si me supero y me convierto cada día seré verdaderamente feliz.Un día el Señor tomó a Pedro, Santiago y Juan y ante ellos se transfiguró en el Tabor (Mt 17, 1-9; Mc 9, 1-9; Lc 9, 28-36). Era otro. Por lo menos así lo veían los tres atónitos discípulos.También nosotros, si vivimos bien cada día, nos iremos transformando, santificando, que es nuestra meta.La subida y la escucha. Iluminación creciente y transformante.Olvido de sí y encuentro del sentido.Una paz y una dicha inconmensurables. Certeza de Dios. Se le escucha y se le palpa en todo.Yo estoy salvado. Yo nunca estaré solo.El mundo está salvado porque lo mira Dios, lo envuelve en su misericordia.Yo, también miro al mundo con amor; todo puede ser gracia; el príncipe de este mundo está vencido; ya todo será distinto.Creo en la fuerza de Dios manifestada en Jesucristo, porque he visto en lo alto de un monte una luz amorosa, una luz crucificada.***El papa Juan XXIII concedió indulgencia plenaria a aquellos que al principio de la mañana ofrecieran todas las obras del día al Señor.Esto significa, decía él, que, a pesar de nuestras debilidades y que quizá cometeremos algunas faltillas, tenemos el deseo inicial de que todo sea hecho para honor y gloria del Señor.El ilustre senador norteamericano Robert Kennedy, que murió asesinado quizá porque su bondad molestaba a algunos, compuso esta preciosa oración, que recitaba cada mañana:«Yo me abandono, ¡oh Dios!, en tus manos. Moldea esta arcilla como barro en las manos del alfarero. Dale una forma y luego rómpela si quieres, como fue tronchada la vida de

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John, mi hermano.Manda, ordena, ¿qué quieres que yo haga?Encumbrado, humillado, perseguido, incomprendido, calumniado, consolado, dolorido, inútil para todo, no me queda sinodecir, a ejemplo de tu Madre: «Hágase en mí según tu palabra»(Lc 1, 38).Dame el Amor por excelencia, el amor de la Cruz, mas no de las cruces heroicas que pudieran alimentar el amor propio, sino de aquellas cruces vulgares, que lastimosamente llevo con repugnancia, de las que se encuentran cada día en la contradicción, en el olvido, en el fracaso, en los falsos juicios, en la indiferencia, en los rechazos y los desprecios de los otros, en el malestar y los defectos del cuerpo, en las tinieblas de la mente, y en el silencio y aridez del corazón.Sólo entonces Tú sabrás que yo te amo, aunque yo no lo sepa; pero esto me basta».MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 38. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 33. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 28. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 37. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).6. CONOCER -LEERLAS BIENAVENTURANZAS«No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria» (Sal 113).Nadie ama lo que no conoce. Para amar algo es necesario antes conocerlo. Descubrir sus valores.Quien no conoce una cosa no siente atractivo hacia ella. Hoy es fácil que incluso los que se tienen por buenos cristianos, ignoren las ocho bienaventuranzas.San Pablo decía a los corintios que hemos de ser «Carta deCristo» (2 Cor 3,3), que todos puedan leer.Muchos, -los que no practican la fe-, no verán más que la carta abierta de la vida de los cristianos.Es necesario conocer, leer y meditar las bienaventuranzas. Pero no todo debe quedarse en esto. Hay que dar otro paso más, que es el importante: Hay que vivirlas.Y hacerlo con el mismo espíritu con que las vivía Jesucristo, su autor, y la Virgen María, la primera Discípula del Maestro.El mero conocimiento no lleva a Dios. A Dios llevan las obras hechas según sus deseos.El Señor se lamentaba: «Este pueblo me alaba con sus palabras pero su corazón, es decir, sus obras, están lejos de mí» (Mc 7, 6).Mal se puede cumplir lo que se ignora. Por ello estas bienaventuranzas son muy interesantes y prácticas para autoanimarnos al fiel cumplimiento de la vida cristiana:1. Cuando te sientas rico, que lo tienes todo, lee las Bienaventuranzas.2. Cuando te sientas orgulloso, vanidoso, engreído, lee las Bienaventuranzas.3. Cuando te sientas hedonista, lee las Bienaventuranzas.4. Cuando te sientas insolidario y satisfecho, lee las Bienaventuranzas.5. Cuando te sientas frío, duro y egoísta, lee las Bienaventuranzas.6. Cuando te sientas sucio y manchado, lee las Bienaventuranzas.7. Cuando te sientas violento y vengativo, lee las Bienaventuranzas.8. Cuando te sientas verdugo y opresor, lee las Bienaventuranzas.

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9. Cuando te sientas tentado por todos los demonios del siglo, lee las Bienaventuranzas.10. Cuando te sientas débil, triste, deprimido, desesperado, lee las Bienaventuranzas.Si practicamos -leemos- las Bienaventuranzas seremos felices y haremos felices a los que nos rodean.En muchas ocasiones tendríamos la tentación de corregir el modo de obrar a Dios. Nosotros creemos que lo haríamos mejor.Pero nos equivocamos. No vemos delante de nosotros más que un jeme... El Señor ve el infinito y lo que a la larga nos conviene.Para el que ama al Señor, para el hombre bueno, «todo coopera a su bien» (Rom 8, 28).Un labrador tenía un caballo y se le escapó. Los vecinos lo lamentaban. Él decía:-«¿Buena suerte?, ¿mala suerte? ¿Quién sabe?».Este caballo volvió con una manada de caballos. Entonces lo felicitaban. Él repetía:-«¿Buena suerte?, ¿mala suerte? ¿Quién sabe?».Su hijo, al querer domar el caballo, se rompe una pierna. Y lo compadecen.-«¿Buena suerte?, ¿mala suerte? ¿Quién sabe?».Entonces pasa por allí el ejército y sólo recluta a los jóvenes sanos. Lo felicitan. El permanecía imperturbable:- «¿Buena suerte?, ¿mala suerte? ¿Quién sabe?». Conclusión: lo que parece un contratiempo puede ser una suerte, y al revés. Dejemos a Dios decidir. «Dios hace concurrir todas las cosas para el bien de los que lo aman» (Rm 8,28). Dios es Padre y sabe lo que nos conviene. Un buen hijo se fía siempre de su padre porque sabe que quiere lo mejor para él.***El hombre tiene alma y cuerpo. Debe cuidar ambas cosas. El refrán castellano «A Dios rogando y con el mazo dando» es una gran verdad. El Señor hace lo que debe por su parte y al hombre lo ha asociado a su obra.El abad Juan, el enano, dijo un día a su hermano mayor: -«Quiero estar seguro y sin preocupaciones como los ángeles, que no trabajaban y sirven continuamente a Dios».Se quitó sus vestidos y se fue al desierto. Al cabo de una semana volvió y llamó a la puerta de su hermano. Este, sin abrir, preguntó:-«¿Quién eres?».-«Soy yo, Juan» -respondió. Y su hermano le contestó:-«Juan se ha convertido en ángel y ya no está entre los hombres».Pero él insistía:-«Soy yo».Pero no le abrió y le dejó que sufriera un buen rato. Luego le abrió y le dijo:-«Si eres hombre, tienes necesidad de trabajar para vivir, pero si eres ángel, ¿por qué tienes necesidad de entrar en la celda?». Juan hizo una postración, diciendo: -«Hermano, perdona porque he pecado».***El Concilio Vaticano II recordó a todos los cristianos que estamos llamados a la santidad. El capítulo VI de la Lumen Gentium así se titula: «Llamamiento universal a la santidad».Antes parecía un coto cerrado al que los cristianos de a pie no se les permitía entrar.Hoy, gracias a Dios, este criterio se ha superado. Sólo los santos son los verdaderamente felices.Más que hacer, el hombre que quiere ser santo debe dejarse hacer.

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La santidad no es conquista, sino regalo; no se consigue a base de puños, sino dejando hacer al dedo de Dios, o poniéndose en sus manos.La santidad es una dádiva divina.No es cuestión de presentar al Señor nuestra casa muy adornada y nuestras manos llenas de buenas obras, sino una casa abierta, limpia, acogedora y unas manos vacías, pero de verdad.Entonces nos llegará la dádiva divina.***La ley del Señor, su Palabra, es perfecta. «Sus Palabras son espíritu y vida», como dice bellamente el salmo 18. Así lo recuerda esta glosa:Tú Palabra, Señor, es perfecta:- alegra el corazón y le hace descansar, - es alimento, luz y medicina, - es nuestro mejor rostro.• Nuestras palabras son violentas, tu palabra es pacífica y liberadora.• Nuestras palabras son amargas, la tuya es un panal que destila.• Nuestras palabras resbalan, la tuya penetra el corazón.• Nuestras palabras, a veces, asesinan, la tuya sabe a vida eterna.• La ley del Señor es justa y verdadera, defiende a los oprimidos, favorece al necesitado y confunde a los tiranos.• La ley del Señor es límpida y transparente, ilumina, enseña y plenifica.• No está escrita en piedra, es viva, escrita en el corazón humano.• El precepto del Señor es sencillo, suena como un poema de amor, es perfección y plenitud, y lo canta magistralmente el Espíritu.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 17. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (II), n. 15. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (III), n. 14. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 17. Debo, puedo y quiero ser santo (VI). 7. DEL BUEN HUMOR

«Bendito seáis del Señor, que hizo el cielo y la tierra» (Sal 113).En la Parte I, n. 18, ya hemos tratado este tema, hoy de gran importancia. Estas Bienaventuranzas del buen humor completan aquellas.Tener un buen carácter es un regalo de Dios. Hay hombres y mujeres que son una maravilla: todo les cae bien, siempre están sonriendo, nunca murmuran de los demás y siempre están dispuestos a colaborar con lo que los demás proponen.Por el contrario, hay otros hombres y mujeres que nada han hecho por adquirir un buen carácter y toda su vida se ven obligados a arrastrar su temperamento agriado, colérico, taciturno.Es una desgracia cuando una persona así cae en una comunidad o asociación. Si es en la familia, habrá que acatarlo, pero sería bueno que todos colaborasen para ir cambiando ese modo de obrar.La alegría, la sonrisa, debiera de ser un tesoro que debemos saber agradecer, conservar y acrecentar cada día.He aquí unas cuantas bienaventuranzas sobre el buen humor: 1. Bienaventurados los que

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saben reírse de sí mismos, porque nunca acabarán de divertirse.2. Bienaventurados los que saben distinguir una montaña de un montículo porque se verán libres de muchas preocupaciones.3. Bienaventurados los que miran donde ponen los pies, porque evitan muchos resbalones.4. Bienaventurados los que no se toman demasiado en serio a sí mismos, porque serán apreciados de quienes les rodean.5. Bienaventurados los que saben agradecer una sonrisa y olvidar una mala cara, porque su camino estará lleno de sol.6. Bienaventurados los que interpretan siempre con benevolencia las actitudes de los demás, aunque les tengan por ingenuos, pues sólo así acertarán evangélicamente.7. Bienaventurados los que piensan antes de obrar y los que obran antes de pensar, porque evitarán muchas tonterías.8. Bienaventurados los que saben callar y sonreír, aun cuando les corten las palabras y les contradigan, porque entonces empiezan a vivir el evangelio.***Para tener buen humor y regalarlo a los demás, será bueno saber apreciar las cualidades de todos y no ver los defectos de los demás. Para que reine la alegría y buen humor será necesario aceptar a cada uno tal como es. Todo es necesario para que haya armonía, tanto en el hogar como en cualquier otra reunión de personas.En la educación de los hijos se necesita la actitud paternal, más dura, y la actitud maternal, más suave y comprensiva. El padre y la madre se complementan en la educación de los hijos. Si uno de los dos falla, se resentirá la educación, faltará armonía. Como una pieza tocada al piano sólo con las teclas blancas o las teclas negras.Invitaron a un profesor de color, eminente pianista, a que diera un concierto. Ante la sorpresa de todos, empezaron a sonar notas discordantes.Terminó una pieza, y empezó otra, sin ritmo ni armonía.Cuando ya todos estaban para irse, de repente hizo brotar del mismo piano una melodía exquisita.-«Fijaos -dijo el profesor-: en el piano hay teclas blancas y negras. Si toco sólo unas, el resultado es horrible. Si las mezclo, resulta una maravilla. Lo mismo sucederá si nos unimos los negros y los blancos».***El buen humor sabrá sacar bien del mal. Sabrá aprovecharse de cuantas ocasiones se le ofrezcan y lo hará con gracia y buen humor, sobre todo cuando se trate de la virtud de la caridad.Si el obrar de los cristianos fuera como el del abad Moisés seríamos más comprensivos porque nos conoceríamos mejor a nosotros mismos y sabríamos aceptar a nuestros hermanos tal como son:Un hermano de Scitia cometió un día una falta. Los más ancianos se reunieron y enviaron a decir al abad Moisés que viniese. Pero él no quiso venir. El presbítero envió a uno para que le dijera:-«Ven, pues te esperan todos los hermanos».Y vino, tomó consigo una espuerta viejísima, la llenó de arena y se la echó a la espalda. Los hermanos salieron a su encuentro y le preguntaron:-«¿Qué es esto, padre?».

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Y el anciano les dijo:-«Mis pecados se escurrieron detrás de mí, y no los veo, y ¿voy a juzgar hoy los pecados ajenos?».Al oír esto los hermanos no dijeron nada al culpable y lo perdonaron.Como tema para ser verdaderamente feliz ofrecemos estas BIENAVENTURANZAS DE LA ALEGRÍA.Con buena dosis de ingenio alguien se ha imaginado así las Bienaventuranzas en clave de «alegría».Jesús subió al monte de mi pueblo y, con gran gozo en su corazón, proclamó:1. Bienaventurados los pobres de espíritu, porque la alegría se les da por añadidura.2. Bienaventurados los sencillos, porque de su talante brota la alegría cristalina que salta hasta la vida eterna.3. Bienaventurados los que no tienen ningún inconveniente en llorar con los que lloran, porque cuando rían con los que ríen, su risa será de fiar.4. Bienaventurados los limpios de corazón, porque esos beben alegría de todas las cosas.5. Bienaventurados los pacíficos luchadores, porque experimentan la alegría de las reconciliaciones, la alegría de los abrazos de concordia, la alegría del perdón.6. Dichosos vosotros cuando os insulten y os tachen de ilusos e inconscientes porque estáis siempre alegres en el Señor.Vosotros sois la alegría del mundo. Pero si la alegría se pone triste, ¿con qué se la alegrará, decidme?No se oculta una alegre noticia, sino que se publica a los cuatro vientos para que todos se alegren. Y así glorifiquen al que nos ha creado para que seamos felices aquí en la tierra como en el cielo...***Santo Tomás Moro, entre otros mil santos, supo vivir con humor. Hasta en los momentos tristes, antes de ser ejecutado por el Rey Enrique de Inglaterra, animaba a todos con su característico buen humor.Incluso compuso esta bella oración, que convendrá recitemos con frecuencia y eficacia:«Señor, dame una buenísima digestión y, naturalmente, algo que digerir.- Dame la salud del cuerpo y el buen humor necesario para mantenerla.- Dame un alma sana, Señor, que tenga siempre ante los ojos lo que es bueno y puro, de modo que, ante el pecado, no se escandalice, sino que sepa encontrar el modo de remediarlo.- Dame un alma que no conozca el aburrimiento, los ronroneos, los suspiros ni los lamentos.-- Y no permitas que tome demasiado en serio esa cosa entrometida que se llama el `yo'.- Dame, Señor, el sentido del humorismo. Dame el saber reírme de un chiste para que sepa sacar un poco de alegría a la vida y pueda compartirla con los demás».MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (I) , n. 1 8. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 16.Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 16. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 22. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).8. BIENAVENTURADOS SEAN DIOS, JESUCRISTO Y MARÍA

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«Nosotros, sí, bendeciremos al Señor, que hizo el cielo y la tierra» (Sal 113).«Bendito sea Dios por María y por nuestro Señor Jesucristo» (Ef 1, 3).Aunque la frase bíblica no sea así, creemos no cometer ninguna herejía por lanzar esta afirmación.

Dios, nuestro Padre, merece toda nuestra alabanza y todas nuestras bendiciones por habernos enviado a Jesucristo para nuestra salvación y por haber hecho que él, Jesucristo, naciera de la Virgen María.Para nosotros es motivo, de gran gozo considerar estas maravillas que el Señor ha obrado a través de la historia por medio de su Hijo Jesucristo -único Mediador entre Él y nosotros- y por medio de la Virgen María, a quien constituyó Mediadora Universal de todas las gracias.A ELLOS, pues, a los TRES, van dirigidas estas Bienaventuranzas:1. Bendito sea Dios, porque amó a María, hija predilecta, en el amor a nuestro Señor Jesucristo.2. Bendito sea Dios, porque escogió a María para madre de nuestro Señor Jesucristo.3. Bendito sea Dios, que purificó a María por la sangre de nuestro Señor Jesucristo.4. Bendito sea Dios, porque bendijo a María en la persona de nuestro Señor Jesucristo.5. Bendito sea Dios, porque colmó a María de la gracia de nuestro Señor Jesucristo.6. Bendito sea Dios, porque hizo a María alabanza de nuestro Señor Jesucristo.7. Bendito sea Dios, porque destinó a María a la gloria de nuestro Señor Jesucristo.8. Bendito se a Dios, porque concedió a María la herencia de nuestro Señor Jesucristo.9. Bendito sea Dios, porque hizo a María madre de la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo.10. Bendito sea Dios, porque anticipó en María el júbilo de la Iglesia en nuestro Señor Jesucristo.***El amor a Dios y al prójimo forman una simbiosis en el Nuevo Testamento que no se pueden separar.San Juan nos recordará con fortaleza que «quien diga que ama a Dios a quien no ve y no ama a su prójimo a quien ve, es un mentiroso» (IJn 4, 20).A veces habrá que dejar a Dios por el prójimo. Aquel -Dios puede esperar, y este, no. O mejor, en éste, en el que está necesitado, está Aquel.Será necesario descubrir la presencia de Dios, de Jesucristo, de María, en el hermano que sufre.Bellamente lo manifiesta este hecho:El monje estaba exultante de gozo. Dios le había dado cita al atardecer en la montaña.Y empezó a subir a pasos acelerados.En la falda de la montaña notó algo raro: gritos, humo, mucha gente. Se había declarado un incendio que amenazaba la casa de los campesinos. Estos le pidieron ayuda:-«Perdónenme -decía- no puedo detenerme, tengo una cita muy importante en la montaña».Ya iba a ponerse el sol, cuando el monje, jadeante, llegaba a la cima, para encontrarse con Dios.Miró y remiró, ansioso. Nadie aparecía.Pero algo se movía en el viento. Era un papel con un mensaje: - «Perdona, amigo --le decía Dios-, no he podido venir. Estoy en el bosque apagando el fuego con los campesinos».

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¡Pobre monje! No había sabido ver a Dios en los hermanos.Muchos santos fueron en peregrinación a Tierra Santa.Visitar Tierra Santa es una gracia del Señor. El viaje a Tierra Santa suele llamarse «el quinto Evangelio», pues ayuda a entender mejor los otros cuatro.Pero puede haber ocasiones en las que renunciar a este viaje sea preferible y más meritorio.Así fue con un monje, cuyo sueño era visitar el Sepulcro del Señor. Fue recogiendo limosnas, y, cuando ya tenía treinta libras, obtuvo permiso de su abad y partió.Apenas había salido del monasterio, se encontró con un pobre, que le preguntó:-«¿A dónde vas, padre mío?».- «Voy al Santo Sepulcro, a Jerusalén. Daré tres vueltas alrededor del Santo Sepulcro y me postraré allí a hacer oración». - «¿Cuánto dinero tienes para eso?». - «Treinta libras».- «Dámelas a mí. Tengo mujer y niños y tienen hambre. Dámelas, da tres vueltas alrededor de mí y póstrate ante mí».El monje le entregó el dinero, dio tres vueltas a su alrededor, se postró ante él y volvió feliz a su monasterio.Sobre el poder mediador de que goza la Santísima Virgen María nos da una bonita prueba este ingenioso relato titulado UN CONTRABANDO EN EL CIELO.Haciendo Dios un día la visita en el cielo acostumbrado, notó que cierta gente no tenía una faz suficientemente pura, y que se hallaba como avergonzada con esas almas de inefable albura. San Pedro, se dijo, ¿qué le pasa? Tal vez su edad no escasa, el carácter le habrá debilitado: preciso es sermonearle al descuidado guardián: que se le llame...Y al instante, en raudo y limpio vuelo, un ángel fue y hallolo bien sentado, y con el ojo alerta, muy tranquilo en el suelo, al lado de la puerta:

- «Yo vengo, San Pedro, a reemplazarlo un momento siquiera, pues el buen Dios lo quiere interrogar».Y San Pedro corrió, y con severa actitud, el Señor le reprendió diciéndole:-«¡No, no!, esto no puede ser, tú estás dejando entrar gente manchada a esta rni pura celestial morada».- «Me confundes, buen Dios, respondió Pedro, pues yo vivo en la puerta siempre en vela, corno perenne y listo centinela, y a pesar de mi edad tan avanzada no se me pasa, por descuido, nada: créeme, buen Señor: no soy culpable, pues yo soy en mi puesto inexorable, y ningún muerto ha entrado en esta corte sin traer el debido pasaporte».-«Cálmate, dijo Dios: probablemente se nos está engañando. Mira abajo, ¿conoces esa gente?»- «Oh, mi buen Dios, te digo francamente: jamás por mí fue vista, que no están en mi lista, que no son en verdad de nuestro bando; y que indudablemente aquí se está haciendo contrabando; pero yo te prometo, buen Señor, coger pronto al traidor: y de no con dolor del alma mía, te renuncio, Señor, la portería».San Pedro echó después con gran cuidado mil vueltas a las varias cerraduras, y, cuando estuvo bien asegurado de que no había rendija ni abertura por donde penetrar pudiera un alma, estando ya la noche un poco entrada, se sentó en plena calma a vigilar la celestial portada.Mas, ¡oh gran maravilla! De repente y sin haber por dónde, cómo y cuándo vio que una

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intrusa gente al cielo y de rondón se iba colando. San Pedro entonces inmediatamente mandó llamar a Dios para que viera lo que estaba pasando, y cuando hubo llegado, el buen portero le hizo señas a Dios que se escondiera allí sin hacer ruido, y que tuviera oído agudo y ojo muy certero. ¡Y qué cuadro el que vieron, admirable! Por fuera del recinto había muchas almas que Pedro, inexorable, había de su parte rechazado porque no habían traído al paso el pasaporte íntegro y cumplido, y esas almas tan tristes exhalaban tan amargos gemidos y quejas de tan gran melancolía, que la Virgen María, de ellas compadecida y no sufriendo que en vano así esta gente la implorara, a los muros del cielo se subía y desde allí, creyendo que por la noche nadie la veía, uno a uno iba alzando con intensa alegría, haciendo así a San Pedro contrabando.Como San Pedro ya se vio triunfante, probada su inocencia, al buen Señor le dijo muy campante:-«A1 menos le hará usted una advertencia...»Mas el buen Dios que había reconocido de los muros del cielo, allá en la altura, a su Madre, tan dulce, pura y bella, le respondió con singular dulzura:-«¿Para qué? ¡Tú sabes cómo es ella!».

***El cardenal Mercier, tan conocido en la primera mitad del siglo XX, nos enseñó un estupendo medio para ser felizNos descubrió el SECRETO DE LA SANTIDAD:«Yo vengo a revelarte un secreto de santidad y de dicha. Si todos los días durante cinco minutos tú sabes hacer callar tu imaginación, cerrar tus ojos a las cosas sensibles y tus oídos a todos los ruidos de la tierra para ensimismarte en ti mismo, y allí, en el santuario de tu alma bautizada, que es precisamente el templo del Espíritu Santo, hablando a este Divino Espíritu y diciéndole:¡OH ESPÍRITU SANTO, ALMA DE MI ALMA! YO OS ADORO; ILUMINADME, ' GUIADME, FORTIFICADME, CONSOLADME, DADME VUESTRAS ÓRDENES: YO OS PROMETO SOMETERME A TODO LO QUE QUERÁIS DE MÍ Y ACEPTAR TODO LO QUE PERMITÁIS ME SUCEDA; HACED SOLAMENTE QUE CONOZCA VUESTRA VOLUNTAD Y LA CUMPLA.Si tú haces esto, tu vida será siempre feliz y llena de consuelo, aun dentro de tus penas, pues la gracia será proporcionada a la prueba, dándote la fuerza de llevarla, y tú llegarás a la puerta del Paraíso cargado de méritos.Esta sumisión al Espíritu Santo es el secreto de la santidad».

***Aunque esta Bienaventuranza esté dedicada al Dios Padre, a Jesucristo el Señor y a nuestra Madre María, estamos seguros de que no tendrán celos ni el Padre ni el Hijo de que la terminerrros con esta descripción tan bella que de Ella -su Hija y su Madrehace el poeta cristiano José María Gabriel y Galán (+1905):¡Sol del más dichoso día, vaso de Dios, puro y fiel. Por ti pasó Dios, María. Cuán pura el Señor te haría para hacerte digna de El.Corazón que ante tu planta no adore grandeza tanta, muerto o podrido ha de estar. Garganta que no te canta muda debiera quedar!MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1), n. 12, 15, 19.43.Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 9, 12, 18, 37.

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Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 8. 11,17, 31.Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 12, 23, 26, 49.Debo, puedo y quiero ser santo (VI).9. BIENAVENTURANZAS DE LA VIRGEN MARÍA«Nosotros, sí, bendeciremos al Señor ahora y por siempre» (Sal 113).Ninguna criatura propiamente humana ha podido ser tan bienaventurada, tan feliz y tan gozosa como la Santísima Virgen María.Ella, y sólo ella, disfrutó de dones tan excelsos como ser Madre de Dios, Concebida sin pecado original, Virgen antes del parto, en el parto y después del parto y Asunta a los cielos en cuerpo y alma... Reina de ángeles y santos, Corredentora, Mediadora,Madre del género humano, la Toda Santa...Aquí recordamos algunos de estos ÚNICOS privilegios que Ella por la bondad del Señor recibió.1. Bendita sea la excelsa Madre de Dios María Santísima. 2. Bendita sea su santa e Inmaculada Concepción. 3. Bendita sea su gloriosa Asunción a los cielos. 4. Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre. 5. Bendito sea su Corazón inmaculado. 6. Bendita sea su pureza virginal. 7. Bendita sea su Divina maternidad. 8. Bendita sea su Mediación universal. 9. Benditos sean sus Dolores y lágrimas.10. Benditas sean las gracias con que el Señor la coronó como Reina de cielos y tierra.11. Bendito sea el Vestido de María, el Escapulario del Carmen, que regaló al General de la Orden del Carmen San Simón Stock para todos sus devotos.12. Bendito sea el Santo Rosario que es la oración más amada por las almas sencillas y contemplativas.Gloria a María Hija del Padre, gloria a María Madre del Hijo, gloria a María Esposa del Espíritu Santo.La Pincelada más hermosa para esta Bienaventuranza será recordar cómo María, mejor que nadie, vivió las Bienaventuranzas. Más aún: alguien ha dicho que cuando Jesús estaba promulgando las Bienaventuranzas desde el Monte estaba describiendo la vidaa de María, su Madre.Dialogando con Ella repasamos cómo las ha vivido:María, el amor te ha hecho libre como el alba, a la mañana.-Corazón pobre es libre, con la libertad del Reino.-Corazón manso es libre, con la libertad de poseer la tierra.- Corazón en llanto es libre, con la libertad de un Dios cercano.-Corazón de hambre y sed de justicia es libre, con la libertad de un Dios plenitud.-Corazón misericordioso es libre, con la libertad de un Dios amor.-Corazón limpio es libre, con la libertad de ver a Dios.-Corazón en paz es libre, con la libertad de ser llamada hija de Dios.-Corazón perseguido por la justicia es libre, con la libertad de ser tuyo el Reino.-Libertad te lleva a ser feliz, cuando la injuria o la persecución, a causa de Jesús, llama a tu puerta.Entonces te alegras y regocijas, porque la recompensa será grande en el Reino.

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MARÍA es modelo de todas las virtudes y para toda clase de hombres y mujeres. Nadie como Ella vivió las Bienaventuranzas. Los que traten de imitarla serán verdaderamente FELICES. Por ello podemos afirmar que estas son las BIENAVENTURANZAS DE MARÍA:1. Felices son los pobres como tú, María; porque ante la cruz sabéis esperar en el Señor de la vida.2. Felices son los que sufren como tú, María, que te viste morir con la muerte de tu Hijo; porque sentís en vosotros el consuelo de que Dios vive.3. Felices son los pacíficos corno tú, María, porque la resurrección es para vosotros brisa dulce que os llena de gozo.4. Felices son los que anhelan la justicia como tú, María, porque ahora Cristo ha hecho justicia, venciendo a la muerte.5. Felices son los que prestan ayuda como tú, María; porque en el servicio repetís la ayuda de Jesucristo, cuyo mayor servicio fue morir y resucitar por nosotros.6. Felices son los limpios de corazón como tú, María; porque veis la cruz con esperanza.7. Felices los que trabajan por la paz, como tú, María; porque habéis comprendido el gesto de Cristo, muerto y resucitado para que todos los hombres nos queramos.8. Felices los que son fieles como tú, María; porque tras la persecución, Dios aparece como vuestro Rey.No sólo los católicos amamos a la Virgen María. También otras religiones la veneran y aman.Hace unos años la revista misionera Catolicismo traía esta preciosa historia acaecida en Ceylán y que tituló: LA ORACIÓN DE UN MUSULMÁN A LA VIRGEN.Al hospital general de Colombo acaban de traer gravísimo un muchacho que se cayó de lo alto de una escalera y se clavó en el vientre una barra de hierro. Desgarros de vísceras, un caño de sangre, infección. Pronóstico mortal. Los cirujanos, a vida o muerte, intentan coser el hígado destrozado, pero observan que el corazón empieza a fallar y a toda prisa cierran la herida.- «No hay nada que hacer» -sentencian.Pondinayattata -éste es su nombre-- resiste, sin embargo, durante cinco días de modo increíble entre la vida y la muerte. Sus padres, que son budistas, velan a su cabecera día y noche, y las buenas Hermanas católicas que atienden el hospital tratan en vano de consolarlos.Al quinto día se presenta en la sala, preguntando por el herido, un musulmán de distinguida presencia:-«Quisiera ver a ese joven. Era criado mío y lo estimaba mu-cho».

La enfermera le dice en voz baja:-«No tiene remedio. Los médicos se admiran de que aún no se le haya declarado la peritonitis. La herida le supura cada vez más».El musulmán escuchaba. Contempló un momento el rostro (lesfigurado del joven y replicó:-«Yo no soy católico, pero todas las semanas voy con mi mujer y mi hijo a visitar a Nuestra Señora de Borella. A Ella le encomiendo todos mis asuntos y ahora mismo voy a hablarle del muchacho. No teman ustedes. Adiós».La enfermera y la monja se miraron. Aquélla era budista; la Hermana, por su parte, temía que la muerte inevitable asestara un funesto golpe a tan hermosa y ciega confianza.

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Nuestra Señora de Borella es una veneradísima imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro que todos los miércoles es visitada por una muchedumbre de fieles en la iglesia de Todos los Santos, en los arrabales de Colombo.Pocos minutos después, el rico musulmán se arrodillaba ante el altar con un cirio en la mano.Y pasaron más días. Y sucedió lo increíble. Pondinayattata empezó a mejorar. Dejó de supurar la herida. Remitió la fiebre hasta desaparecer. Los sueros fueron sustituidos por caldos y jugos, primero, y poco a poco por alimentos sólidos. La herida acabó por cicatrizar. Los médicos la miraban, la palpaban estupefactos.Y cuando, recuperadas las fuerzas, le vieron al muchacho subir, bajar, moverse con la agilidad de antes, se limitaban a murmurar:-«¡Es increíble!».Quince días después apareció de nuevo el distinguido señor (le roja fez e impecable terno blanco. Se acercó triunfal a las Heritlanas.-“¿Qué les dije a ustedes? Sería la primera vez que Nuestra Señora la Virgen María me hubiera negado una gracia».-«¿De dónde le viene a usted esa fe en la Santísima Virgen, siendo mahometano?» -le preguntaron.

- «También nosotros la veneramos como la más pura de las criaturas y amada de Alá. Y creemos en su poder. Y es muy sencillo. Yo voy a verla todos los miércoles y le hablo como un hijo habla con su madre. Y siempre, siempre, me concede lo que le pido».Minutos después arrancaba del hospital su lujoso coche llevándose al joven budista curado milagrosamente por Nuestra Señora, gracias a la intercesión de un devoto musulmán.

***En el Evangelio se nos señalan las normas para ser felices. Es la Buena Nueva que nos trajo Jesús. Si la cumplimos, seremos ya en la tierra completamente bienaventurados.Los semáforos puestos en los cruces de los caminos no son para fastidiar a los conductores o peatones. Son indicadores que ayudan a salvaguardar sus vidas. Así, los preceptos que nos recuerda el Evangelio no son para amargarnos la vida, sino para, cumpliéndolos, ser verdaderamente felices.La Virgen María, la mejor Discípula del Maestro, lo entendió muy bien cuando nos dio aquella maravillosa lección en sus sexta y séptima Palabras en las Bodas de Caná:- «No tienen vino» y «Haced lo que Él -mi Hijo- os diga» (Jn 2, 3. 5):Y su Madre, acercándose, le dijo:«Mira, Jesús, no tienen vino. Las madres enseguida captamos: Veo a mis hijos preocupados y tristes, están insatisfechos, siempre como esperando.Falta el vino en las familias, tan preocupadas por el trabajo, el consumo, los hijos.Falta a los esposos la ilusión primera, se les va enfriando el amor.Falta el vino en las Iglesias, celebran aún con mucha agua. Mis hijos se cansan y se aburren, les falta juventud y aire nuevo».

-«Pues que llenen de agua las tinajas, -dijo Jesús-, que se acerquen más a mí y crean. Yo cambiaré el agua en el vino bueno del Espíritu, y rejuvenecerán, se sentirán renovados y embriagados».-«No tengáis miedo, hijos míos -dijo ella. No tengáis desencanto ni tristeza. Escuchad la palabra de Jesús, que cambia el agua en vino. Abríos a las puertas de Jesús, que llenan de

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gracia y alegría. Mirad siempre a Jesús y haced lo que él os diga».***

Los místicos y poetas se han deshecho en elogios hacia nuestra Madre María.El polígrafo Benito Arias Montano (+1598) hizo de María este retrato místico:

Morada de belleza eres,amiga mía, eres hermosa;tus ojos de graciosa paloma son: los lindos tus cabellos castaños, crespos, bellos,que llegan a cubrir hasta los ojos, quitan los mismos enojos.

Tus labios son de grana;un casco de granada es la tu frente, hermosa y transparente, del bruñido marfil es el tu cuello, que divide el cabello... Tus pechos dos cabritos saltadores que entre flores pacen la mañana.

Tú toda hermosa, amiga mía, y falta en Ti no había.

MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1), n. 43. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (11), n. 37. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (111), n. 31. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 49. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

10. DE LA IGLESIA«Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace maravillas» (Sal 71).Nunca nos cansaremos de darle gracias al Señor por ser miembros de la Iglesia. Santa Teresa de Jesús, la tarde del 4 de octubre de 1582, poco antes de morir, repitió por tres veces, dejándonos como precioso testamento su gran amor a la Iglesia: «Soy hija de la Iglesia».El Concilio Vaticano II dedicó su más bella Constitución a cantar las maravillas de esta Iglesia como «sacramento de salvación» (L.G.).No bastará contentarse con pertenecer a la Iglesia. Habrá que tratar de conocerla, para, después, amarla, vivir sus mensajes y luchar por extenderla.El cardenal C. M. Martini ha recordado estas bienaventuranzas de la Iglesia:1. ¡Bienaventurada tú, Iglesia, porque eres misterio!2. ¡Bienaventurada tú, Iglesia, porque eres pueblo de Dios! 3. ¡Bienaventurada tú, Iglesia, por tu jerarquía! 4. ¡Bienaventurada tú, Iglesia, por tu laicado! 5. ¡Bienaventurada tú, Iglesia, por tu santidad!6. ¡Bienaventurada tú, Iglesia, por tus religiosos y religiosas! 7. ¡Bienaventurada tú, Iglesia, por tu destino eterno! 8. ¡Bienaventurada tú, Iglesia, por tu madre María!

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Concédenos, Señor, que sepamos reflexionar sobre el sentido del misterio de la Iglesia, para poder llevar a cabo hasta nuestra propia comunidad la responsabilidad eclesial que cada uno debe ,1sumir.Que sepamos contemplar este misterio del cual formamos paric y que estamos llamados a construir.***El cristiano debe procurar estar siempre unido con la Iglesia. Caminar, sentir y vivir en consonancia con ella.La sintonía con ella debe ser la tónica de quien quiera ser fiel al Evangelio de Jesús. Unidos con ella y a ella, nada ni nadie podrá hacemos daño.Unidos a ella, venceremos.Se han dado casos en que algunas personas han pasado por una experiencia tremenda: pasar varios días perdidos en un desierto o en un bosque.Cuentan que lo que los ha mantenido vivos, lo que les ha ayudado a sobrevivir, ha sido el recuerdo de alguna persona querida, el mantenerse en contacto permanente con la persona que daba sentido a su existencia.Anteo era un gigante mitológico, hijo de la Tierra. Mientras estaba en contacto con su madre, era invencible, de allí sacaba siempre nuevas fuerzas.Hércules se dio cuenta, lo levantó del suelo, luchando con él, lo separó de la Tierra, y lo venció.Si un cónyuge está en contacto con su pareja, será invulnerable.Si un sacerdote se apoya siempre en el altar, si de allí parte y allí vuelve, será invulnerable.Si un cristiano vive unido con su madre la Iglesia, vivirá con seguridad su vida cristiana.***Grande es la misericordia que Dios tiene para con los pecadores. Con todo, hasta los santos temían el momento del encuentro con el Señor.Seremos bienaventurados si nos esforzarnos por vivir nuestra propia vocación dentro de la Iglesia.Los hombres podrán tener un juicio positivo o negativo de nuestra conducta. Pero lo que nos debe importar es el juicio que tenga Dios de nosotros.

El abad Agatón decía:-«Un monje no debe permitir que su conciencia le acuse de cosa alguna».

Cuando murió, permaneció tres días inmóvil, con los ojos abiertos. Los hermanos le sacudieron un poco y le preguntaron: -«¿Padre, dónde estás?».Y respondió:-«Estoy ante el tribunal de Dios». Y le dijeron los hermanos:-«Padre, ¿tú también temes?». Y contestó:-«Me he esforzado con toda mi alma en guardar los mandamientos de Dios, pero soy hombre, y no sé si mis obras fueron agradables a Dios».Los hermanos le dicen:-«¿No confías en que tus obras fueron según Dios?». Y el anciano dijo:-«No estaré seguro hasta que no esté delante de Dios. Una cosa es el juicio de Dios y otra el juicio de los hermanos».Para ser completamente felices es imprescindible confiar en el Señor. Echarnos en sus brazos, corno un niño en los de su padre.

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Jesucristo instituyó la Iglesia para que nos guiara e instruyera como bondadosa Madre.Para acrecentar en nosotros el amor hacia ella y para que estaMadre Iglesia sea «sin mancha y sin arruga» será bueno y oporluno rezar de cuando en cuando estas oraciones:*¡Oh Dios, que has dispuesto con admirable providencia que cl reino de Cristo se extienda por toda la tierra y que todos los hombres participen de la redención salvadora!; te rogamos que tu Iglesia universal sea sacramento de salvación y manifieste y realice el misterio de tu amor a los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo...* ¡Oh Dios, que en la nueva alianza de Cristo sigues creándote un pueblo con gentes de todas las naciones, que encuentran su perfecta unidad en el Espíritu!; haz que tu Iglesia, fiel a la misión recibida, camine siempre en unión de los hombres como fermento y alma de la sociedad, que ha de ser renovada en Jesucristo y transformada en familia de Dios. Por nuestro Señor Jesucristo...***El Señor Jesús nos dijo que pidiéramos con confianza y en su nombre al Padre Celestial, seguros de que seríamos escuchados. Por ello, porque formamos parte de la Iglesia fundada por El, con confianza y amor de hijos y movidos por el Espíritu, que grita en nosotros con gemidos inefables, le pedimos:

•Padre, bautízanos en Espíritu santo y fuego.•Padre, haznos capaces de la novedad del Espíritu.•Padre, líbranos del conformismo, la rutina y los apegos.•Padre, haz que muera en nosotros el hombre viejo.•Padre, contágianos de la vida resucitada de Cristo.•Padre, llénanos de los dones de tu Santo Espíritu.

11. NAVIDAD«Luz y tinieblas, bendecid al Señor... Hijos de los hombres, bendecid al Señor» (Dn 3).Es muy interesante que vivamos bien los tiempos litúrgicos.Alguien dijo que todos los gastos económicos y los esfuerzos que costaron a tantos miles de personas la celebración del Concilio Vaticano II, hubieran estado muy bien empleados con la sola publicación de la Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la Sagrada Liturgia.Gracias a ella, ahora se entienden mucho mejor los gestos y los textos. Antes eran más obscuros y en idioma que pocos comprendían.La fiesta de Navidad es la fiesta de la alegría, de la bienaventuranza, de la familia, de los niños...

Será bueno que la celebremos como bienaventurados, llenos de gozo:1. Dichosos aquellos a quienes, como a María, les ha nacido un niño, les renace la confianza, la ilusión, el amor.2. Dichosos los que, como José, aguantan el peso de Dios, defienden la vida, sufren en silencio, no pasan factura, perseveran hasta el final.3. Dichosos los que, como los ángeles de Belén, traen buenas noticias, alegría y paz, y conducen a otros al portal.4. Dichosos los que, como los pastores, madrugan y se apresuran a hacer el bien. Los humildes, los pobres que comparten, se acercan, los sencillos que reconocen a Dios en un niño.

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5. Dichosos los que como los pobres pastores de Belén, demuestran su generosidad con los necesitados dando a los más pobres hasta lo que ellos necesitan para sí.6. Dichosos los que, como la Estrella de Oriente, ayudan a mirar hacia arriba, enseñan el camino, van delante conduciendo con su vida a otros caminantes.7. Dichosos los que, como los Magos de Oriente, descubren la estrella y la siguen, los que localizan a Dios, los que no se vuelvan atrás y perseveran, los que viven la aventura de la separa, 1cín, el camino, el desierto, los que no dan nada por perdido en 13 busca de un Ideal.8. Dichosos los que como aquellos buenos betlemitas, reciben cada Navidad con alegría el nacimiento del Niño Jesús y le ofrecen, como ellos, lo mejor de su corazón.***La fiesta de Navidad está como puente, a caballo entre dos años, el que se va y el que viene.Al gran misterio de que nace el Mesías y viene a salvarnos, habrá que añadir este nuevo gozo y enseñanza.Jano era el dios romano de las puertas -janua: puerta-, de la entrada y de la salida. Jano es el dios de las dos caras, el que dio nombre al primer mes del año, januarius, enero-: con una miraba al año pasado, y con la otra al año que empieza.No está mal mirar al pasado, evaluarlo seriamente, para sacar las oportunas consecuencias.Pero hay que procurar no adormecerse en la nostalgia. Moisés Maimónides, el gran filósofo judío-español, dice agudamente en su libro de sugestivo título, Guía de perplejos:-«Si Dios hubiese querido que los hombres miraran hacia el pasado, les hubiera puesto ojos en la nuca».Hay que mirar también al futuro. Y todavía más, es necesario vivir el presente.El pasado mira a la misericordia, el futuro a la providencia, el presente al amor.***El tiempo de Navidad es tiempo de oración, de dar gracias y de pedir otras nuevas. Esto lo hacemos con la oración. Y lo hacemos a ese Niño que a la vez es Dios.No siempre sabemos valorar la vocación sacerdotal y religiosa y hoy hay una grave crisis de las dos. Ellos --los sacerdotes y religiosos- desempeñan un lugar imprescindible en la Iglesia que ayuda a los otros estados de vida.Grande es la vocación sacerdotal y religiosa.Este curioso caso de los Padres del Yermo nos recuerda todos estos extremos:Un anciano de Tebas contó lo que sigue:«Soy hijo de un sacerdote pagano. Siendo niño iba al templo y veía a menudo a mi padre entrar allí para ofrecer sacrificios al ídolo.Y un día, entré furtivamente detrás de él y vi a Satanás sentado y rodeado de todo su ejército de pie ante él. Y uno de los jefes se acercó para adorarle.-«¿De dónde vienes?», le preguntó Satanás, y el demonio le respondió:- «He estado en tal región y he provocado guerras y grandes perturbaciones, con mucho derramamiento de sangre, y he venido a comunicártelo».Satanás le preguntó:-«¿Cuánto tiempo has empleado en esto?».-«Treinta días», respondió éste diablo.

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Y Satanás mandó azotarlo, mientras decía: -«¡Tanto tiempo para hacer esto!».Y otro demonio se adelantó para adorarle, y Satanás le preguntó:-«¿De dónde vienes?».-«Del mar. He levantado tempestades, hundido muchas naves y matado a muchos hombres, y he venido a contártelo», respondió.-«¿En cuanto tiempo?», preguntó Satanás.-«En veinte días», le contestó. Y mandó azotarle, diciéndole: -«¿En tantos días y sólo hiciste esto?». Y un tercer demonio se postró para adorarle. Y le dijo: -«¿De dónde vienes?».-«He estado en tal ciudad. En unas bodas he provocado disputas y he hecho que se derramara muchas sangre. Además maté al esposo y he venido a decírtelo».Y preguntó Satán:-«¿En cuánto tiempo?».-«En diez días», contestó.Y también fue azotado por haber tardado tanto tiempo.Se acercó a adorarle otro demonio, y volvió a preguntar Satanás:-«¿De dónde vienes?».-« He estado en el desierto. Hace cuarenta años que lucho contra un monje, y por fin esta noche le he hecho caer en impurezas».Al oír esto, Satanás se levantó, le abrazó y, quitándose su corona, se la colocó en la cabeza y le hizo sentar en su mismo trono mientras le decía:-»¡Bravo, has hecho una gran hazaña!».Cuando oí y vi esto, me dije a mí mismo:-«Ciertamente es una gran cosa el estado monacal».***El hombre ha sido creado para la felicidad. Todos deseam os ser felices. La pena es que muchos buscan la felicidad donde no está. No les llena su corazón ni lo que buscan ni lo que hallan. Por ello hay muchos hombres y mujeres que viven arnargados, insatisfechos.El fiel cumplimiento de la ley de Dios, el amor a Dios y al prójimo, la honradez... son medios para vivir la auténtica felicidad. No el dinero, ni el tener, ni la belleza, ni el sexo, ni la droga... dan la felicidad.Bien lo vivió y expresó de modo lapidario San Agustín (354430), después de haber probado todos estos caminos equivocados en busca de la felicidad:«Señor -escribió-, nos has hecho para Ti y nuestro corazón está insatisfecho hasta que descanse en Ti» (Confesiones, cap. 1, I).Jesús siendo rico se hizo pobre por nuestro amor.En Navidad parece como si todo nos empujase a compartir con el necesitado. A ser un poco más solidarios dando de lo que nos sobra a los que carecen de ello.Navidad debiera ser, pues, la fiesta de los pobres. Ojalá ellos fueran los verdaderamente bienaventurados. Pero no sólo en Navidad. Siempre.¿Es esto Navidad'?:Navidad es amar al más pequeño y más pobre. Navidad es ser niño, hacerse pequeño y pobre. Navidad es compartir con el pequeño y el pobre. Navidad es servir al más pequeño y más pobre. Navidad es luchar contra el que oprime a los pobres. Navidad es detectar las causas de que haya pobres. Navidad es cantar la libertad para el pobre.Navidad es construir un mundo en que no haya pobres. Navidad es amar, amar hasta

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hacerse pobre. Navidad es morir para que vivan los pobres. Navidad es acoger a mi Dios, que se hizo pobre. Navidad es descubrir a ese Dios que está en los pobres.MÁS SOBRE ESTE TEMA:

Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (I), n. 39. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 34. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 29. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).12. DEL CREYENTE EN NAVIDAD«Que todas las criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles» (Sal 144).Hay muchos que celebran Navidad y no son creyentes. Forman parte de una sociedad que celebra esos días de fiesta y ellos se unen con los demás aunque no lo hagan por motivos de fe.Estas deben ser las bienaventuranzas del creyente, no sólo en Navidad sino todo el año.Estas bienaventuranzas son sólo para los creyentes.Sólo para los que creen en ese Mesías que vino históricamente hace dos mil años y que viene litúrgicamente cada año en estos días.Que vendrá al fin de los tiempos; y que repite su venida cada vez que lo recibimos en su Cuerpo y en su Sangre y cada vez que hacemos una obra buena.Esa es la Navidad del creyente. La que queremos celebrar.Todos aquellos que creen en ella son dichosos, deben celebrarla llenos de gozo como corresponde a los bienaventurados. A ellos les felicitamos:1. Felicidades, porque habéis creído en este anuncio del ángel, habéis visto este pesebre y los pañales y habéis creído en el niño.2. Felicidades, porque habéis preparado la cuna para que el niño nazca hoy en vosotros.3. Felicidades, porque habéis acogido la palabra y la guardáis en vuestro corazón.4. Felicidades, porque no sólo hacéis el Belén, sino que sois un Belén.5. Felicidades, porque os estáis haciendo hombres y os estáis haciendo niños.6. Felicidades, porque resuena en vuestro corazón un himno de bienaventuranzas.7. Felicidades, porque estáis llevando un poquito de luz en la noche del mundo.8. Felicidades, porque esta noche es Nochebuena y vosotros sois Navidad.***A pesar de ser la fiesta de Navidad la más bella y en la que todos manifiestan más gestos de generosidad, aún hay muchas personas que pasan necesidades.Bastaría recorrer las barriadas de las grandes ciudades para comprobar cuánta miseria y cuánto hermano necesitado se encuentra a pesar de que otros esa noche, que se llama «Noche Buena», malgastarán tanto dinero en comilonas.La Noche de Navidad es una noche de contrastes. Recordamos que Dios se ha hecho hombre, se ha hecho niño desvalido. Recordamos su amor. Y esto nos inclina a ser sencillos, a sentirnos todos hermanos. Pero es también una noche triste. Los pobres se sienten más solos y abandonados. Según la estadística, es la noche con más suicidios.Un grupo de seminaristas acudían la noche de Navidad a la boca del Metro. Recordaban la cena y calor familiar y se iban a compartirlo con los mendigos que se encontraban allí. Les llevaban bocadillos, termos con café con leche, el recuerdo de Belén y amistad.Los mendigos se desahogaban con ellos, se sentían amados y felices de que alguien los escuchase y se acordase de ellos. Los mendigos les decían:-«Esta noche Dios ha nacido para nosotros».

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***El creyente conoce el valor de la oración. El tiempo de Navidad debe ser también tiempo de más oración. Oración de acción de gracias y de alabanza, sobre todo. La oración bien hecha siempre es eficaz.Un anciano vino un día al monte Sinaí, y cuando se marchaba salió a su encuentro un hermano que le dijo llorando:- «Estamos muy afligidos, Padre, por la sequía, porque no llueve».Y le dijo el anciano:-«¿Por qué no oráis y pedís la lluvia a Dios?». Y le dijo el otro:- «Ya oramos y rogamos continuamente a Dios, pero no llueve».Y replicó el anciano:- «Creo que no habéis orado con atención, ¿quieres comprobarlo? Ven, pongámonos de pie los dos juntos y oremos». Levantó las manos al cielo, oró y al punto empezó a llover.

Al ver esto, el hermano se echó a temblar y se arrojó a sus ¡)les. El anciano se escapó de allí rápidamente.***No creemos haya nada más eficaz para ser feliz que esforzarse por cumplir siempre y en todo la voluntad de Dios.Todo cuanto sucede en el mundo y por tanto todo cuanto nos pueda suceder a cada uno de nosotros es querido o permitido por la voluntad de Dios.Aceptar gustoso todo lo que nos suceda, sea agradable o desagradable. Besar la mano de Dios por todo lo que nos envía... será lo que mayor paz proporcionará a nuestra alma.El santo Doctor San Francisco de Sales (+1622) decía: «Igualmente hemos de besar la mano de Dios cuando nos envía un regalo que cuando nos llega una desgracia. Siempre será la mano de mi Padre bueno que solo desea mi bien».Por ello nos ayudará mucho rezar con frecuencia, pero sobre todo esforzarnos por vivir la preciosa Oblación de San Ignacio:Toma, Señor, y recibe toda mi libertad.Mi memoria, entendimiento y toda mi voluntad;Todo mi haber y poseer.Tú me lo diste.A ti Señor lo vuelvo.Todo es tuyo.Dame tu amor y gracia.Que esto me basta.En el Angelus recordarnos tres veces al día: «La Palabra deDios se hizo carne».Este es el gran misterio y el gran don de Dios al hombre. Nunca se lo agradeceremos bastante.Pero Dios se hizo Palabra.No habla desde la nubes, como un trueno. Su palabra es otra cosa, Dios es otra cosa.Dios habla desde la profundidad del ser: Él es la VIDA. Habla desde el dinamismo que crece: es LIBERTAD. Habla desde el hambre de justicia: es PLENITUD. Habla desde las ansias profundas: es ESPERANZA, Habla desde el mal superado: es SANTIDAD.

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Habla desde la emoción de lo bello: es BELLEZA. Habla desde el equilibrio gratificante: es PAZ. Habla desde el corazón entregado: es AMOR.Dios habla siempre desde las fuentes de la vida, desde el Espíritu vivificante, desde el dinamismo superador del ser.Pero Dios quiso hacer su palabra más sonora y cercana, más cálida y más viva, más entrañable y palpable.Y se acercó más al hombre, encariñado, y se revistió de carne, humanizado.Jesucristo, la Palabra, hombre-Dios.La Palabra se paseó por nuestras calles, hasta los sordos lo oyeron.La Palabra se hizo caricia y gracia, toque liberador, luz y vida para todos, y una esperanza desbordante.Y la Palabra sigue encarnándose, se hace grito carnal o llanto carnal o balbuceo carnal o silencio camal o exclamación jubilosa carnal, y el hombre, un portavoz encamado de Dios.No, no es que Dios no responda a nuestras oraciones, es que Dios mismo clama con nosotros y en nosotros, Dios suplicante en nuestra carne.

Y Él mismo espera nuestra respuesta.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 39. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 34. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 29. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).13. DE LOS HIJOS DE DIOS«Alabad al Señor en el cielo, alabadlo todos los ángeles» (Sal 148). Los hijos de Dios viven o se esfuerzan por vivir las Bienaventuranzas.

Los hijos de Dios se notan fácilmente: * Tienen un encanto especial.

* Son alegres y acogedores. * No se dan importancia ni buscan aplauso o recompensa de cualquier tipo.

* Están siempre dispuestos a aceptar los trabajos más duros o más humildes.* Son sinceros y responsables. No tienen miedo o saben ven cer el miedo.* No se echan para atrás.

* Son colaboradores, participativos, imaginativos.*Siempre hombres de esperanza, positivos.* Y son especialmente amistosos y pacificadores, cálidos y cercanos, personas de toda confianza.Estas podrían ser las Bienaventuranzas de los así llamados «hijos de Dios»:

1. No aman la riqueza por encima de todo, son austeros, sin apegos, saben compartir, incluso de lo que necesitan. Hacen opción por los pobres y se esfuerzan por ser pobres. No consienten la pobreza miserable para ningún hijo de Dios.2. No cultivan el orgullo ni se creen superiores. No envidian ni se comparan. Son humildes, vacíos de sí mismos. Es la pobreza interior, la más difícil. Por eso son sufridos, llenos de paciencia y mansedumbre. No se sienten ofendidos, porque no viven para sí.3. No son indiferentes ante los demás, sino sensibles y compasivos. Saben llorar con los

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que lloran, perfectos consoladores. Otros lloran por los golpes que reciben, porque la vida les trata mal. ¡Cuántas lágrimas amargas e inocentes! No se rebelan ni odian ni se desesperan, pero lloran.4. No toleran la injusticia, aunque sea al más pequeño. Luchan por un mundo solidario, en que todos consigan su dignidad y sus derechos. Sueñan con un mundo nuevo, la civilización del amor.5. No son duros inquisidores, sitio comprensivos y compasivos. Tienen entrañas de misericordia. Saben perdonar, estar cercanos, volcarse sobre las miserias humanas. Se conmueven ante cualquier sufrimiento, como Dios.6. No aman la impureza o la mentira. Tienen el corazón limpio. Son libres, no le esclavizan los vicios. Son auténticos, transparentes, verdaderos. Se lavan con agua de arrepentimiento, reconocen su fallo o su error.7. No utilizan la violencia, sólo para sí mismos. Pero irradien la paz, y la crean, la defienden. Amigos del diálogo y promotores de reconciliación y del perdón.8. No se acobardan a la hora de defender al oprimido. Lo defienden siempre aun a riesgo de ser criticados y perseguidos. Son profetas de la libertad y la justicia, y tantas veces son mártires.***Tenemos enormes motivos para darle siempre y en todo GRACIAS A DIOS, por tantos beneficios que nos concede... pero en especial por ser sus hijos.Quien tiene fe se distinguirá de quien no la tiene en que aquel ve siempre y en todo la voluntad del Señor y se siente gozoso de cumplirla.Bien lo entendió aquel marino que decía que él sabía medir la fe de los que conversaban con él.- «¿Sí? ¿Y cómo te las arreglas?».- «Muy sencillo. Yo perdí la pierna derecha en una batalla. Nueve de cada diez personas a quien se lo cuento comentan: - «Pobrecito, has perdido una pierna». - «Normal. Pues ¿qué dice el décimo?». - «El décimo, si es persona de fe, me dice:- «Da gracias a Dios porque te ha permitido salvar la otra pierna».Una de las tentaciones del hombre es fijarse en las cosas que le faltan, en vez de atender a las muchas cosas que tiene.***Hay quien en la oración sólo sabe pedirHay cuatro clases de oración: de adoración o alabanza, de acción de gracias, de petición de perdón y de petición de nuevas gracias.En las dos primeras nunca nos podemos pasar: adorar al Señor y darle gracias.En cuanto a la tercera, somos pecadores y debemos pedir perdón, pero podríamos caer en cierto masoquismo, como si no creyéramos del todo en el perdón del Señor.También en la cuarta nos podemos pasar. Somos pobres, pero no podemos limitar la oración a pedir y pedir.Los vecinos del místico musulmán Farid le pidieron que acudiera al emperador Akbar para pedirle que favoreciera a la aldea.Fue, pero no le dejaron pasar porque estaba haciendo sus oraciones.Cuando salió, le dijo Farid:

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- «¿Qué pedías en tu oración?».- «Le pedía a Dios riquezas, suerte y larga vida». Farid salió molesto y comentó:- «Vengo a ver a un emperador, y me encuentro con un mendigo, que sólo sabe pedir».El hombre y la mujer somos seres solidarios. Dios nos ha creado para salvarnos en racimo. Para convivir y compartir las alegrías y las penas.Por ello una de las cosas que más nos ayudará a ser felices será la alegría de estar juntos.

De la alegría del corazón hay unos versículos deliciosos en el Eclesiástico (30, 21-25). «No dejes que la tristeza se apodere de ti, ni te atormentes en tus cavilaciones».

Cuando la tristeza se apodera de nosotros, se enturbian los ojos de nuestra fe y no vemos a Jesús que camina con nosotros. Esto les sucedió a los discípulos de Emaús, que «no conocieron a Jesús. Se pararon con aire entristecido» (Le 24, 16.17). No se puede estar alegre si no se vive en la oración. «¿Sufre alguno de vosotros? Que ore» (Sant 5, 13).«La alegría del corazón es la vida del hombre. La tristeza perdió a muchos y no hay en ella utilidad» (Eclo 30, 22.23). Igual que la alegría del corazón es la vida del hombre, la tristeza supone la muerte. Cuando la tristeza entra en el corazón, todo se oscurece (Mt 6, 25). Estar triste es como estar muerto.La vida vibrante de la primitiva comunidad cristiana, el hechizo que producía entre los paganos, el que ese testimonio fuese la causa mayor de las conversiones, estaba fundamentado en la alegría y sencillez del corazón y en el modo de cómo eran testigos de la resurrección del Señor (Hech 2, 46; 4, 33).San Agustín refleja también actitudes y acciones que motivan la alegría como signo distintivo de las comunidades de su tiempo:- «Rezar juntos, pero también hablar y reír en común, intercambiar favores, leer libros juntos, bien escritos, estar bromeando juntos y juntos serios.Estar a veces en desacuerdo sin animosidad, como se está a veces con uno mismo, y utilizar este raro desacuerdo para reforzar el acuerdo habitual.Aprender algo unos de otros, o enseñarlo unos a otros.Echar de menos con pena a los ausentes, acoger a los que llegan con alegría y hacer manifestaciones de este tipo o de otro género, chispas del corazón de los que se aman y se atraen, expresadas en el rostro, en la lengua, en los ojos, en mil gestos de ternura.Y cocinar los alimentos del hogar en donde las almas se unan en conjunto y donde varios no son más que uno» (Conf. IV, 8).SÍ, PADRE. La criatura nueva, nacida del Espíritu, lo primero que aprende es el lenguaje del Abba. La savia recibida es de filiación, se siente enteramente hijo por eso aprende enseguida a decir: «Abha, Sí, Padre».Sí, Padre, es: yo te alabo, Padre.Sí, Padre, es: lo que Tú quieras yo lo quiero. Sí, Padre, es un cheque en blanco. Sí, Padre, es decir: todo está bien hecho. Sí, Padre, es acción de gracias. Sí, Padre, es un gozo inmenso. Sí, Padre, es vivir la afirmativa. Sí, Padre, es un aplauso sincero. Sí, Padre, es confianza plena. Sí, Padre, es: tu palabra, mi alimento. Sí, Padre, es no volver la vista atrás. Sí, Padre, es: hasta la sangre te quiero.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 39. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (lI), n. 34. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 29.

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Debo, puedo y quiero ser santo (VI).14. BIENAVENTURADOS LOS QUE MIRAN A LA VIRGEN MARÍA«Mi alma alaba al Señor porque ha hecho en mí maravillas» (Le 1, 46-48).Jesucristo es el «Modelo» que se nos ha dado a todos los cristianos y debemos procurar asemejarnos a Él en cuanto nos sea posible.Pero el mismo Jesús nos dio también como modelo a su Madre.Hemos de tratar, pues, de imitarla en todas sus virtudes.Hemos de procurar contemplarla y tomarla como modelo en nuestro obrar cotidiano seamos hombres o mujeres, jóvenes o mayores, ricos o pobres, sabios o ignorantes.Mirarnos en María o contemplar a María quiere decir que hemos de procurar acudir a Ella con confianza y con el deseo de obrar como Ella, en nuestro caso, lo haría.Aunque estas Bienaventuranzas hacen referencia especial a niños y jóvenes, valen también para los mayores:1. Felices los que necesitáis de María para ser cristianos normales, porque la Virgen será piedra angular de vuestra fe.2. Felices los muchachos y muchachas que cada día proclamáis las maravillas que Dios ha obrado en vosotros, porque la alegría se dejará sentir en vuestro ser.3. Felices los chavales que habéis descubierto que sin alegría no hay santidad, porque os gustará invocar a María como Señora de la alegría.4. Felices los chicos y chicas a quienes se os ve la ternura, la sencillez en la vida, porque buscaréis a María como plenitud de virtudes.5. Felices los que llamáis a María «Madre de Dios», porque la aceptaréis con gusto como madre vuestra.6. Felices los chicos que participan en celebraciones marianas, porque conoceréis mejor a Jesús.7. Felices los chavales que celebráis con alegría las fiestas de María, porque vuestra plegaria será un grito en la noche de la juventud.

8. Felices los que aclamáis a Dios como padre, y a María como madre, porque la vivencia de vuestra fe será aceptada.9. Y he aquí una sugerencia para la juventud:

- Felicita a la Virgen en sus fiestas. - Alégrate de tenerla por madre.- Ten a María como estrella de la juventud. - Invoca a María como madre del camino.- Sacia tu sed en María, que es manantial fresco de Dios.- Mira a María con detenimiento. - Siente a María como a Madre.

10. Y sé muy feliz que tienes todo el derecho del mundo para serlo.A la Virgen María se la venera bajo múltiples advocaciones, todas muy queridas por el pueblo cristiano. Algunas de ellas reciben el nombre de algún hecho milagroso que ocurrió por intercesión de la Virgen María. Así en Oriente es bastante conocida la VIRGEN DEL AVISO.Sabemos que los decretos de Dios son inmutables. Pero Dios también puede hacer excepciones a sus leyes, en atención a los deseos de su Madre.Cuando María pidió a su hijo un milagro en las bodas de Caná, Jesús en principio se negó, pero luego realizó el milagro, accediendo a los deseos de su Madre (Jn 2, 3-1 1).

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En el monasterio de Vatopedi, del monte Athos, hay un sugestivo cuadro, Panagia Paramythia, La Virgen del Aviso.María aparta de su boca y sujeta la mano de Jesús.Resulta que los monjes llevaban una vida muy disipada y Dios decidió castigarlos.Una banda de piratas se acercaría por la noche y eliminaría a todos.Enterada la Virgen, se le aparece al superior para prevenirlo.Es entonces cuando Jesús quiere impedirle hablar tapándole la boca.María le aparta y sujeta la mano, y avisa al superior del peligro.Todos los monjes huyeron y se salvaron.***Jesucristo nos dio como modelo para imitar a su misma Madre.Él nos vino a decir: «Procura hijo-a rnío-a ser copia-reflejo de María».Chiara Lubich, fundadora del Movimiento Focolar, es profundamente mariana. Un día reveló este secreto sobre el papel que la Virgen María debe ocupar en nuestra vida:«Entré un día en la iglesia, y con el corazón lleno de confianza, pregunté:-«¿Por qué quisiste quedarte en la tierra, en todos los lugares de la tierra, en la dulcísima Eucaristía, y no encontraste -Tú que eres Dios- un modo de traer y dejar también aquí a María, la Madre de todos nosotros que peregrinamos en el mundo?».En el silencio parecía responder:-«No la traje porque quiero volver a verla en ti. Aunque no seáis inmaculados, mi amor os virginizará; y tú, vosotros, abriréis los brazos y el corazón de madres a la Humanidad, que, como entonces, tiene sed de su Dios y de la madre en ÉL A vosotros, pues, os corresponde mitigar los dolores, las llagas, enjugar las lágrimas. Canta las letanías y trata de reflejarte en ellas».Cuentan que en seguida fue a compartir esta experiencia de su oración con sus compañeros del focolar, y que desde entonces comprendieron bien lo que Dios quería de ellos es hacer de María realmente su «deber ser».***Para ser feliz muy mucho nos ayudará el pensar en María, para tratar de imitarla en todo en cuanto es imitable, que lo es en casi todo. Decimos en «casi» porque ella tiene gracias únicas que le han sido dadas en vistas a su Divina Maternidad: Ella es:- Concebida sin pecado original,- ella es virgen antes del parto, en el parto y después del parto, - ella fue llevada al cielo en cuerpo y alma sin corromperse, - ella es corredentora del género humano, - ella es mediadora de todas las gracias, - ella es Madre espiritual nuestra, es decir, Madre de la Iglesia, - ella es Reina del universo,- ella es la Todasanta...* y todo ello por ser LA MADRE DE DIOS.En todo lo demás podemos imitarla. En el jardín del alma de María florecieron todas las virtudes y todas las podemos y debemos imitar, aunque sea en una medida muy pobre.Será bueno que antes de obrar nos preguntemos: -«¿Cómo haría María esto?».* San Gabriel de la Dolorosa (+1862) era un joven religioso pasionista que, por una gracia especial recibida por medio de María se entregó del todo al Señor y llegó muy pronto a ser santo.

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Amaba tierna y filialmente a María. Cuando salía de excursión con sus compañeros del noviciado, algún novicio observó que, cuando todos contemplaban algún paisaje bonito, él cerraba los ojos.Al preguntarle por qué lo hacía, contestó:- «Porque quiero guardar toda la potencia visiva de mis ojos para poder contemplar en el cielo la belleza de mi Madre María».* Otra enamorada de la Virgen fue la jovencita Teresita González Quevedo (+1950), quien popularizó aquella frase que en 1934 nos regalara la fundadora de la Institución Teresiana, Josefa Segovia (+1957):- «Madre mía, que quien me mire, te vea» .Estas almas marianas siempre estaban «mirando a María» para tratar de copiar su misma vida.Conocida es también la frase tan hermosa de la citada Teresita:- «La Virgen nunca falla».A ella nunca le falló.***Así contempló nuestro inmortal Francisco de Quevedo (+1647) la PREDESTINACIÓN DE MARÍA:Y aunque me miráis tan niña, soy más antigua que el tiempo. Mucho más que las edades y que los cuatro elementos.Del principio fui criada, que es el sumo Dios eterno, y el primero lugar tuve después del sagrado Verbo. Infinitos siglos antes que criara el firmamento, ya él a mí me había criado en mitad de aquel silencio. Su primogénita dice que soy el santo y perfecto; de su propia boca oí este divino requiebro. Adornome de virtudes, ricos tesoros del cielo, y en mí se estarán estables de este siglo al venidero.MÁS SOBRE ESTE TEMA:

Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (I) , n. 43. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 37. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 31. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 49. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

15. NUEVAS BIENAVENTURANZAS«Alabad al Señor, espacios celestes... porque él lo mandó y existieron» (Sal 148).Jesucristo nos regaló sólo unas Bienaventuranzas, aunque en dos versiones -de Mateo y Lucas-, que hemos traído al principio de este libro.Estas bienaventuranzas son eternas, pero pueden tener muchas glosas. A lo largo de la historia se han compuesto muchas hermanas suyas.Si quieren ser fieles al original, deberán siempre tener como fondo las que pronunció Jesús en el Monte.Estas que hoy ofrecemos así son. Pero tienen la novedad de acoplarse, tanto en el lenguaje como en el contenido, un poco más a los tiempos que vivimos.Son doce, pero podríamos multiplicarlas con facilidad. Es algo que lo dejamos para que lo haga el benévolo lector:1. Bienaventurado el que no quiere escuchar murmuraciones; nadie se ha quedado sordo por escuchar murmuraciones.

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2. Bienaventurado el que solamente mira a lo bueno que hacen los demás: nadie se ha quedado ciego por mirar solamente a lo bueno que hacen los demás.3. Bienaventurado el que camina despacio cuando acompaña a una persona que no puede caminar de prisa. Nadie se ha quedado cojo por acompañar despacio al que no puede caminar de prisa.4. Bienaventurado aquel que nunca pega una bofetada. Nadie se ha quedado manco por no pegar una bofetada.5. Bienaventurado el anciano que no grita cuando discute con un anciano que grita. Así, no habrá dos ancianos que gritan.6. Bienaventurado el que no fuma para no molestar con el humo a los que están cerca; porque no fumar es propio del que quiere conservarse en buena salud, y no molestar es propio del que quiere conservarse como buen cristiano.7. Bienaventurado el que, con buena intención, ayuda al necesitado, porque el que ayudó con buena intención al que necesita algo, está ayudando a Jesucristo.8. Bienaventurado el ancianito que no se enfada nunca; el que nunca se enfada, no enfadará a los otros y será el más capacitado para desenfadar a los que estuvieron enfadados.9. Bienaventurado el que nunca pone mala cara a las muchas personas que encuentra por la calle todos los días, y siempre pone buena cara a las pocas personas con quienes vive en casa todo el día. «Nunca mala cara a los de fuera, siempre buena cara a los de dentro, eso es mucha categoría».10. Bienaventurado el que presta mucha atención cuando oye una conferencia, y presta más atención cuando oye Misa; atender cuando habla un hombre es señal de buena educación; atender cuando habla Dios es buenísima educación.11. Bienaventurado el que, cuando algo sale mal, no busca quién lo hizo mal, sino quién podrá remediarlo; así ha demostrado que sabe buscar con acierto.12. Bienaventurado el que procura averiguar qué agrada y qué molesta a los que viven con él; ha dado el paso primero para agradar y no molestar a los que conviven con él.El Señor nos recordó muchas veces en el Evangelio que no nos dejáramos engañar por las apariencias. Que mirásemos más bien al interior. Que no basta decir cosas bonitas sino practicarlas. En la práctica de las bienaventuranzas no hay engaño. Son siempre el espejo del alma.Las apariencias engañan. Debemos estar alerta para no dejarnos embaucar. «No tengas en cuenta su figura. El hombre ve la figura, pero Dios mira al corazón» (1Sm 16, 7).Ya nos lo ha advertido Jesús: «Vienen a vosotros disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis» (Mt 7,15-16).Cierto día la Belleza y la Fealdad decidieron bañarse. Después de un rato, salió del agua la Fealdad, se vistió con la ropa de la Belleza y se marchó.Luego la Belleza, al no encontrar su ropa, se puso los vestidos de la Fealdad.Desde entonces muchos seres humanos las confunden.Pero hay personas perspicaces que se fijan mejor, contemplan las obras y el rostro de una y otra, y las reconocen, sin dejarse engañar por los ropajes de cada una.No hay que confundir el oro con el oropel.Dominar al hombre, mejor dicho, a los instintos del hombre, no es cosa fácil.La lucha con estos tres enemigos -inundo, demonio y nuestro propio yo- debe ser continuada y hasta el final.

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Nadie puede sentirse seguro. Este hermoso ejemplo de los Padres de la antigüedad nos lo confirma:Un anciano había pasado cincuenta años sin comer pan y sin beber apenas agua. Y decía:-«He matado las impurezas, la avaricia y la vanagloria».Y habiéndolo sabido el abad Abraham vino a su encuentro y le dijo:-«¿Has dicho tú estas palabras?». Y el otro respondió: -«Sí».Y le preguntó el abad Abraham:-«Entras en tu celda y encuentras en tu lecho a una mujer.¿Puedes tú no pensar que se trata de una mujer?».-«No, dijo el viejo, pero lucho contra mi pensamiento para no tocarla».Y le dijo el abad Abraham:-«Entonces no has matado la impureza, puesto que la pasión sigue viviendo, tan sólo la has encadenado. Y si vas por el camino y encuentras piedras, trozos de vasijas y entre ellos oro, al verlo, ¿puedes tomarlo también por piedras?»+.-«No, volvió a responder el otro, pero resisto a la tentación de recogerlo».E insistió Abraham:-«La pasión vive, aunque está atada». Y prosiguió:-«Si oyes de dos hermanos que uno te estima y habla bien de ti, el otro te odia y te calumnia, si los dos se llegan a ti, ¿recibirás a los dos de la misma manera?».-«No; pero me haría violencia para tratar lo mismo al que me odia y al que me ama».Y el abad Abraham concluyó:-«Las pasiones siguen viviendo. Lo único que consiguen los santos varones es encadenarlas».Hay muchos hombres y mujeres que quizá nunca se han hecho estas preguntas, por otra parte de tanta importancia:«¿Para qué he nacido? ¿De dónde vengo y a dónde voy?».Un franciscano del siglo XVI, Fr Pedro de los Reyes, meditando en estas preguntas nos regaló esta preciosa respuesta, que viene como anillo al dedo a todo cuanto estamos diciendo en estos volúmenes.Si lo vivimos seremos verdaderamente felices: Yo ¿para qué nací?- ¡Para salvarme!Que tengo que morir es infalible.Dejar de ver a Dios y condenarme triste cosa será, pero posible.¿Posible, y río y duermo y quiero holgarme? ¿Posible, y tengo amor a lo visible?¿Qué hago?, ¿en qué me ocupo?, ¿en qué me encanto? ¡Loco debo de ser si no soy santo!***Las bienaventuranzas son para alcanzar la paz de espíritu. Pero esta paz no se puede conseguir cuando los hermanos que nos rodean están en guerra, no viven como hermanosLos papas de este siglo instituyeron el día de .la Paz -el primero de enero- y cada año nos regalan con un precioso mensaje sobre la paz.Estas bonitas canciones sobre la PAZ pueden ayudamos a conseguirla:

Le regalé una palomaal hijo del carcelero. Dicen que la echó a volar sólo por verle el vuelo.¡Qué hermoso va a ser el inundo del hijo del carcelero!Le regalé un halcón al hijo del terrorista;é l le cortó pico y garras

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para que no hiciera más víctimas. ¡Qué hermoso va a ser el mundo del hijo del terrorista!Di semillas de esperanzaal hijo del general;y él se puso a sembrarlas con el fusil del papá.¡Qué hermoso va a ser el mundo del hijo del general!Ofrecí un ramo de floresal hijo del presidente; él empezó a repartirlasy a cantar: «Viva la gente». ¡Qué hermoso va a ser el mundo del hijo del presidente!Le regalé mil millonesal hijo del banquero;él lo dio a Manos Unidasen favor de los hambrientos. ¡Qué hermoso va a ser el mundo del hijo del gran banquero!Regalé una hermosa estrellaa los hijos del escéptico; la llevaron por la calle para que vieran los ciegos.¡Qué hermoso va a ser el mundo de los hijos del escéptico!

MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad.- Decálogos que dirigen (1) , n. 42. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (11), n. 36. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (111), 30. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).16. DEL PAPA PABLO VI«Alabad al Señor en- la tierra... alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime» (Sal 148).El papa Montini (+1978), tenía algo que impresionaba. Contagiaba paz e interioridad a cuantos se acercaban a él. Tuvimos el gran privilegio de poderlo experimentar en varias ocasiones.

Le tocaron años de gobierno de la Iglesia muy difíciles. Los años del Concilio y postconcilio fueron muy duros para quien en nombre de Jesucristo dirigía el timonel de la Iglesia.También tuvo alegrías. Una de las mayores, su viaje a la Tierra del Señor. Era el primer papa desde San Pedro que lo hacía.De aquel viaje nos dejó una rica doctrina evangélica. Hoy recordamos aquí las bienaventuranzas que nos regaló en enero de 1965 en su estancia en Nazaret:1. Bienaventurados seremos si, pobres de espíritu, sabemos librarnos de confianza engañosa en las riquezas materiales y ponemos nuestros deseos primeramente en los bienes espirituales y religiosos, si tenemos respeto y amor hacia los pobres, como hermanos e imágenes vivas de Cristo.2. Bienaventurados seremos si, forjados en la mansedumbre de los fuertes, sabemos renunciar al nefasto poder del odio y de la venganza y tenemos sabiduría de preferir, al temor que inspiran las armas, la conquista por la voluntad y la paz.3. Bienaventurados seremos si no hacemos del egoísmo el principio director de la vida, y del placer su fin, sino, al contrario, sabemos descubrir en la temperancia una fuente de energía, en el dolor un instrumento de redención, en el sacrificio la cumbre de la

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grandeza.4. Bienaventurados seremos si preferimos ser oprimidos que opresores, y si siempre tenemos hambre de una mayor justicia.5. Bienaventurados seremos si, por el reino de Dios, sabemos en el tiempo, y más allá del tiempo, perdonar y luchar, obrar y servir, sufrir y arriar. No quedaremos defraudados en la eternidad.***El papa Pablo VI enriqueció a la Iglesia con una preciosa Encíclica sobre el Diálogo: Ecclesiam suam.Él mismo era muy dialogante y nos recordó la gran necesidad que la Iglesia tenía del diálogo entre sí, con los hermanos separados y con el mundo alejado de Dios.Por falta de diálogo se pierde la paz. El dialogar ayudará a vivir en armonía y paz.El diálogo aclara muchas cosas. Cuando no hay diálogo, crecen los malentendidos, y se desaprovechan muchas oportunidades.Cada uno va por su lado, no se aúnan fuerzas y se pierden muchas energías.El diálogo es fuente de enriquecimiento.Como sucedió en un huerto, en el que quedó libre un poco de tierra tras la sementera.El hortelano, sin decir nada a su mujer, plantó escarolas tempranas.La mujer, sin decir nada a su marido, plantó judías.Cuando ambas semillas empezaron a brotar, la mujer arrancaba los brotes de escarola pensando que eran malas hierbas. Igual hacía el marido con las judías, llevado por el mismo error.Ni crecieron las escarolas ni se lograron las judías. Todo por no querer dialogar.Los buenos modales, que son normalmente fruto de la virtud interior, ayudarán a ser bienaventurado.Aún sin pretenderlo somos, con nuestro modo de obrar, ejemplo bueno o malo para cuantos nos contemplan.El cristiano está llamado a ser carta abierta de Cristo (2 Cor 3,3), donde los creyentes y no creyentes puedan leer el Evangelio de Jesús, sus bienaventuranzas.Un día unos filósofos quisieron poner a prueba a los monjes. Vieron pasar a uno muy elegantemente vestido y le llamaron:-«¡Ven aquí!».Pero él, indignado, les insultó.Pasó un santo monje, de origen aldeano, y le dijeron: -«¡Tú, monje, mal viejo, ven aquí!».Y el monje acudió en seguida. Le abofetearon, y él les ofreció la otra mejilla. Al punto los filósofos se levantaron, se echaron a sus pies, y le dijeron:-«¡Este es un monje de verdad!».Le hicieron sentar en medio de ellos y le preguntaron:-«¿Qué es lo que haces, en este lugar solitario, que no hagamos nosotros? Vosotros ayunáis y nosotros ayunamos. Castigáis vuestros cuerpos y nosotros también lo hacemos. Todo lo que vosotros hacéis lo hacemos también nosotros. ¿Qué hacéis más que nosotros, aquí en el desierto?».El anciano les contestó:-«Ponemos nuestra esperanza en Dios y practicamos la guarda del corazón».Y le dijeron los filósofos:-«Esto no lo logramos nosotros».

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Y, muy edificados, le dejaron marchar.Hay cosas que no se olvidan fácilmente, y su recuerdo nos produce un gran gozo.El 14-9-1968, el papa Pablo VI recibía en audiencia particular en Castelgandolfo a los participantes en el Capítulo General de los carmelitas. En un momento de su discurso dejó los folios y nos habló abriéndonos su corazón. Nos dijo:«A veces me preguntan:- Santo Padre, ¿Vd. qué es, conservador o progresista? Y yo contesto:-Yo soy el continuador de la obra de Jesucristo. Cristo me haEncargado de llevar adelante la barca de Pedro y hago cuanto puedo para que vaya al ritmo debido».Esto mismo, en diferentes condiciones, podemos contestar cada uno de nosotros: El día de la Ascensión, Jesucristo subió a los cielos y nos dejó a nosotros para continuar su obra. Por ello puedo afirmar sin miedo a equivocarme que Cristo me necesita:CRISTO no tiene manos, tiene sólo nuestras manos para construir un mundo nuevo donde habite la justicia.CRISTO no tiene pies, tiene sólo nuestros pies para poner en marcha a los oprimidos por el camino de la libertad.CRISTO no tiene labios, tiene sólo nuestros labios para proclamar a los pobres la Buena Nueva de la libertad.CRISTO no tiene medios, tiene sólo nuestra acción para lo~—rar que todos los hombres sean hermanos.Los cristianos somos la única Biblia que el pueblo lee aún, .somos el único mensaje liberador de Dios-Padre-del-Pueblo, escrito con obras y palabras eficaces.El papa Pablo VI a lo largo de sus quince años de fecundo pontificado, nos regaló preciosas oraciones, ricas en contenido evan,.;élico. Aquí traemos esta preciosa dedicada a la Sagrada Familia:«Oh Santa Familia de Nazaret;- enséñanos el recogimiento, la interioridad;- danos la disposición de escuchar las buenas inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros;- enséñanos la necesidad del trabajo, de la preparación, del estudio, de la vida interior personal, de la oración que sólo Dios ve en lo secreto;-- enséñanos lo que es la familia, su comunión de amor, su belleza simple y austera, su carácter sagrado e inviolable. Amén».17. DE LA PAZ«Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea» (Sal 110).Hemos terminado el capitulillo quince con unas bonitas coplas sobre la paz.Cuando nació Jesús en Belén, los ángeles cantaron la paz y anunciaron que había nacido el Príncipe de la paz... La desearon a los hombres de buena voluntad.La paz es uno de los doce frutos del Espíritu Santo.En una parte u otra del mundo hay, casi siempre, naciones en guerra. Hermanos que luchan contra hermanos. Desde que Caín mató a su hermano Abel, no han cesado las guerras en el mundo. Es una pena, pero es una triste realidad, contra la que habría que luchar con todas nuestras fuerzas.Y esta paz, que fuera, no sólo a escala internacional, nacional, regional o de pueblos, sino

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también paz vivida en los hogares, en las comunidades y en todas partes donde convivan dos o más personas juntas.Habrá, sobre todo, que buscar la paz interior de cada uno. Si esta no se da, de poco vale aquella.la. Felices vosotros, que no albergáis sentimientos de hostilidad, de menosprecio y de ideologías obstinadas, porque vuestras «manos serán palomas de la paz».2a. Felices los chicos y chicas que no dejáis oscurecer en vuestras vida «el sol de la verdad», porque el «diálogo fraterno», como búsqueda de la verdad, será camino de la paz.3a. Felices los hombres que consideran «la paz como fruto de la justicia» y del cumplimiento de los derechos humanos, porque serán «constructores de la paz».4a. Felices los muchachos y muchachas que optáis por el desarme y rechazáis el armamentismo, que priva de recursos para la supervivencia de millones de personas, porque contribuiréis a levantar el «reino de la paz» inaugurado por Jesús de Nazaret.5a. Felices quienes no solamente sois pacifistas, sino «pacíficos», por haber desterrado el odio en situaciones conflictivas, porque os llamarán «hijos de Dios».6a. Felices los chicos y chicas que, a ejemplo de Jesús, pasaréis por el mundo sembrando amor y amando a los enemigos, porque los profesores se verán obligados a explicar «la historia (le la paz».7a. Felices las personas que viven el perdón, la compasión y la misericordia como actitudes cristianas, porque se constituirán en acertados «instrumentos de la paz».8a. Felices cuantos pertenecéis a una comunidad de creyentes, que promueve a diario «la mutua estima, el respeto y la concordia» hacia los demás, porque seréis el «sacramento de la paz».Para que reine la verdadera paz en el individuo será requisito imprescindible el fiel cumplimiento de nuestro deber. Cada uno que cumpla con su obligación y que no quiera meterse a redentor de los demás.A cada uno se nos ha encomendado un cierto número de talentos, con los que debemos negociar, hasta que el Señor vuelva a pedirnos cuentas.A cada uno se nos han dado distintos carismas, diversas cualidades, que debemos desarrollar, para común utilidad.Lamentar lo que no tenemos y descuidar lo que tenemos, es perder el tiempo.Un bar, para ganar clientela, puso este letrero:-«El que venga a desayunar, mientras toma café, dispondráde una maquinilla de afeitar».Ante esta competencia desleal, el peluquero próximo pusoeste :-«Al que venga a afeitarse, se le ofrecerá una taza de café». Y todo quedó corno antes. Zapatero, a tus zapatos.***18. OTRAS BIENAVENTURANZASDE LA PAZ«Bendice, alma mía, al Señor Él rescata tu vida de la fosa» (V y R. II Vísp. dom. III Ordin.)Gran importancia tenía la paz para Nuestro Señor Jesucristo cuando dedicó una de las ocho bienaventuranzas a cantarla y deseó la felicidad para quienes cooperan a ella.Es tan importante este fruto del Espíritu Santo que ofrecemos otras bienaventuranzas sobre esta virtud, que lo es también, además de fruto.Después del diluvio universal apareció el arco iris. Es símbolo de la paz. También cuando

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volvió la palomita con el ramito de olivo reconoció el anciano Noé que podían pisar tierra, que había paz.Hoy no hay paz. Mientras haya hambre, injusticias sociales, ambiciones... no llegará la paz.Mientras haya un hombre o mujer, niño o anciano que pase necesidad, mientras a otros les sobra todo... no puede haber paz, y habrá que seguir luchando para que desaparezcan estas injusticias.Verdaderamente felices serán todos aquellos que trabajan en su propio campo y con todas sus fuerzas para que haya bienestar y paz en todo el mundo:1. Felices los que viven en paz con el Señor.2. Felices los que gozan de paz en la conciencia. 3. Felices los que construyen la paz en la familia. 4. Felices los que siembran paz entre los amigos. 5. Felices los que desean paz a los enemigos. 6. Felices los apóstoles de la no-violencia. 7. Felices los que destierran la venganza. 8. Felices los que saben perdonar. 9. Felices los que aceptan el perdón. 10. Felices los vencedores que no se imponen.11. Felices los vencidos que no alimentan el odio.12. Felices los que saben que las guerras nunca son santas. 13. Felices los que piensan que es posible el consenso. 14. Felices los que no escuchan el diálogo de sordos. 15. Felices los que no hablan el lenguaje de las pistolas. 16. Felices los que intentan comprender. 17. Felices los que tienen hambre de paz.Dichosos los pacificadores, dice Jesús en el Sermón del Monte.Los que no solamente viven en paz, sino que además la esparcen a su alrededor.Dichoso el que sabe hacer brotar la paz y la alegría en el corazón de su hermano.En cambio, ¡qué pena!, hay otros que lo encizañan todo, y sólo siembran discordia y turbación.Como Lulú. Fue un visitante al manicomio y vio cómo un interno repetía:-«Lulú, Lulú».-«¿Qué le pasa a ese hombre?», preguntó al rnédico. Y el médico le respondió:-«Lulú es el nombre de la mujer que le dio calabazas...». Siguieron adelante, y otro interno gemía: -«Lulú, Lulú».-«¿También éste se le queja de Lulú?», volvió a preguntar el visitante.-«Sí, -dijo el médico-, éste es el que acabó casándose con Lulú».

Pues, como se ha dicho, solo hay dos desgracias en la vida: no conseguir lo que deseas y conseguir lo que deseas.

La paz es hermana de la paciencia y para alcanzar ambas, es necesaria la constancia en el bregar de cada día. Contaba el abad pastor que el abad Juan, de pequeña estatura, había pedido al Señor que le librase de todas sus pasiones. Lograda esta paz del alrna, fue a un anciano y le dijo:-«He aquí un hombre tranquilo que no padece lucha ninguna».Pero el anciano le contestó:

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-«Vete y pide al Señor que te envíe batallas, porque el alma adelanta luchando».Y cuando volvió a empezar la lucha, el abad Juan ya no quería verse libre de ella, sino que decía: -«Señor, dame paciencia para soportar estas luchas».Para ser felices todos hemos de cooperar y trabajar, además de orar, para que en todo el mundo reine la paz.Estos debieran ser nuestros deseos:Con relación a la paz, yo sólo pido una cosa: que a todas las armas se les caiga la «r».¿Verdad que sería todo distinto? Prueba a ver cómo suena armas sin r.Si quieres la paz, quita a las armas su r, la r del rencor, de la rabia, de la guerra, del rearme, del retraso, del terror.Si quieres la paz, empieza a quitar erres rencorosas, retrógradas, repugnantes, retorcidas.Si quieres la paz, empieza a conjugar en todos sus tiempos y modos el verbo de los verbos: amar. Yo amo, tú amas...Tú y yo nunca amaremos las armas. Tú y yo siempre amamos y amaremos. Tú y yo siempre seremos amados. Amén.Si nuestra oración está adornada de las condiciones con que debe estarlo: humilde, perseverante, confiada, hecha en nombre de Jesús y que trate de bienes espirituales... no hay duda de que será escuchada.Con frecuencia pedimos al Señor lo que no nos conviene. A nosotros nos parece que sí, pero a la larga, como «los caminos del Señor no coinciden con nuestros carninos...» (Is 55, 7-8), vemos que el Señor tenía razón y que hizo muy bien de no concedernos lo que le pedíamos.En una placa de bronce, en el Instituto de Readaptación de Nueva York, se encontró grabada esta preciosa inscripción:« Yo había pedido a Dios:- la fuerza para alcanzar el éxito, pero Él me hizo débil para que aprenda a obedecer;- la salud para hacer grandes cosas, pero me dio la enferme dad para que pueda hacer cosas mejores;- la riqueza para poder ser feliz, pero me ha dado la pobreza para que pueda ser compasivo;- el poder para ser apreciado, pero me dio la debilidad para que experimente la necesidad de Él;- un compañero para no vivir solo, pero me dio un corazón para que pudiera amar a todos mis hermanos;- tener cosas que alegraran mi vida, pero de Él he recibido la vida para que pueda gozar de todas las cosas.YO NO HE RECIBIDO NADA DE LO QUE HABÍA PEDIDO, pero he alcanzado todo cuanto había esperado: soy entre todos los hombres el más ricamente colmado».MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 29 Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 26. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 24. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 34. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).19. POÉTICAS PERO EXIGENTES«Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo... Digno de gloria y alabanza por los siglos»

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(V y R de II Vís. Dom. III Ordin).La poesía fue inventada para cantar la belleza.

Los poetas gozan de una vena que pasa por alto al común de los mortales.Parece como si en poesía no se pudieran decir cosas duras. En este caso, estas estrofas van a recordarnos el Sermón del Monte con la misma claridad que hace dos mil años nos enseñó Jesús.Las ocho forman «la cumbre más elevada» para los cristianos.No son inaccesibles, ya que delante de nosotros va el mismo Jesucristo, ya que su misma Persona «es el mejor programa».1. En su huerto Dios cultiva las más escogidas plantas: ocho son las predilectas... ocho bienaventuranzas.2. La primera son aquéllos que no se apoyan en nada más que en Dios, suma riqueza: humildad es esta planta.3. La segunda son aquéllos que saben sufrir y aguantan con fortaleza paciente las pruebas de la jornada.4. La tercera son aquéllos que lloran con paz del alma sin odios y sin rencores, llenos de fe y de esperanza.5. La cuarta son los que tienen hambre y sed de amor y gracia, con ansias de hacer el bien por dondequiera que pasan.6. Escuchad la quinta esencia de las bienaventuranzas: son los rnisericordiosos que amor y bondad derraman.7. La sexta llama dichosos a los de conciencia clara, limpios como el arroyuelo que delde las cumbres baja.8. La séptima son aquéllos que siembran la paz en casa, mensajeros de armonía que las tempestades calman.9. Y la octava son aquéllos que agitan alegres palmas cuando se ven perseguidos con Jesús y por su causa.10. Aquí tenéis los cristianos la cumbre más elevada: Jesucristo va delante y El mismo es vuestro programa.Para seguir a Jesucristo hay que ser valientes. En el frontal del altar de la capilla de Noviciado carmelita en Onda (Castellón) había un letrero que decía en latín y en artísticos azulejos:- «Qui formidolosus est, revertatur». Que en castellano quiere decir: «El que sea cobarde, que se retire».Era todo un reto para aquellos jóvenes que, ansiosos de heroísmos, abrazaban la vida religiosa.Jesucristo también hoy es exigente con sus seguidores. Para ello habrá que saber valorar cuantas ocasiones se nos ofrezcan en el camino de la perfección. Ver la parte positiva de las cosas y saberla aprovechar.Suele decirse que «no hay peor ciego que el que no quiere ver; que no hay peor sordo que el que no quiere oír; y es imposible alegrar al que se regodea en su tristeza».La primera condición para vencer la tristeza, es dejar de amarla.«Mi pena es muy mala porque es una pena que yo no quisiera que se me quitara».Como aquel conferenciante que fue invitado a hablar del mar y habló del mareo.Es mucho mejor ser generoso, y más saludable, ver el lado bueno de las cosas.Cuando mis amigos son tuertos, los miro de perfil.

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Decía Tagore, que ante un perro muerto, que olía mal, sólo Jesús supo ver qué blancos tenía los dientes.Para ser bienaventurado hay que arrojarse en los brazos de la Divina Providencia. Fiarse de ella. Cada uno debe corresponder a la vocación que Dios le ha dado.El abad Afi, obispo de Oxirino, cuando era monje llevaba una vida excesivamente dura. Nombrado obispo, quiso llevar en la ciudad la misma vida que en el desierto, pero no tuvo fuerzas para ello. Y se postró en la presencia del Señor, diciendo:-«¿Acaso, Señor, se ha alejado de mí tu gracia por causa del episcopado?».Y tuvo esta revelación:-«No, pero cuando estabas en el desierto y no había hombres, Dios era tu sostén. Ahora en el mundo los hombres se ocupan de ti».Ayer hubo calamidades en el mundo. Hoy también. Y, por desgracia, seguirá habiéndolas mañana.Seremos felices si colaboramos a que el espíritu de las Bienaventuranzas caiga sobre el mundo en forma de copiosa lluvia que purifique el ambiente. Habrá que pedir y colaborar para que llueva la gracia que purifique de tanta suciedad moral que llena nuestro mundo.En tiempo de Noé fue anegada la tierra para purificarla de sus pecados. ¿Y hoy? ¿Cómo está el inundo? En aquel tiempo fueron necesarios cuarenta días de copiosa y continua lluvia para purificar la tierra de tanto pecado.¿Cuántos días tendría que llover, y cuántos litros de agua, cuántos cántaros, para limpiar al mundo, nuestra casa, de sus costras, sus vicios y su barro? ¡Qué mal huele este mundo corrompido! ¡Qué feo es este mundo estropeado! A pesar del progreso y de la técnica, vivimos en un mundo que es un asco. ¡Que llueva toda el agua del diluvio sobre este mundo nuestro tan manchado! Que llueva sin parar, pero que llueva un diluvio de gracias y de bálsamo; que llueva la justicia, la ternura, que llueva Dios, amor hecho regalo; que se empape la tierra del Espíritu, que nazca la flor de Dios en nuestro campo. Y fue verdad, que el agua del Espíritu diluvió sobre un seno inmaculado; brotó fruto bendito en nuestra tierra, arco iris palpitante, enamorado; y todo empezó a oler a tierra nueva, y el cielo sonreía a los humanos.Volvió a llover el agua del Espíritu, esta vez mire un torrente concentrado en un inmenso y limpio corazón, que se abrió con el toque del soldado.Las aguas puras son sacramentales, dejando salvación, gracia a su paso. Riegue también, Señor, mi pobre tierra el agua que brotó de tu costado.***Adquirir la santidad supone sacrificios. Para llegar a la «meta» a la que todos estamos llamados, es necesaria una gran dosis de exigencia.Para ser santos no hay que hacer cosas raras o llamativas.La santidad no es otra cosa que hacer siempre y en todo la voluntad del Señor.El premio Nobel de literatura Juan Ramón Jiménez lo expresó bellamente en esta conocida poesía que es una fervorosa oración para alcanzar la santidad: Lo que Vos queráis, Señor:- Lo que Vos queráis Señor: sea lo que Vos queráis.Si queréis que entre las rosas ría hacia los matinales resplandores de la vida, sea lo que Vos queráis.Si queréis que, entre los cardos, sangre hacia las insondables sombras de la noche eterna, sea lo que Vos queráis. Gracias si queréis que mire, gracias si queréis cegarme; gracias

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por todo y por nada; sea lo que Vos queráis. Lo que Vos queráis, Señor; sea lo que Vos queráis.20. DE LOS SALMOS«Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman» (Sal 110).En la Palabra de Dios, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, hay abundantes bienaventuranzas.Todas ellas preparan o siguen como glosa a las ocho predicadas por Jesucristo.Los autores de los salmos enseñan el camino para ser bienaventurado, y proponen al hombre el ideal que ha de realizar para serlo.Los salmitas proclaman diez caminos para la felicidad, que comienzan con el término asre: Bienaventurado:1. Bienaventurada la nación cuyo Dios es Yahvé (33,12; 89,16-17; 144,15).2. Bienaventurado el hombre que teme a Yahvé (112,1; 128,1-2).3. Bienaventurados los que a Yahvé se acogen (2,12; 34,9; 40,5; 84,13; 146,5).4. Bienaventurado el hombre que medita la ley de Yahvé (1,1; 94,12; 119,1-2).5. Bienaventurado tu elegido, el llamado al servicio del templo (64,5; 84,5-6).6. Bienaventurado el hombre a quien Yahvé no imputara falta (32,1-2).7. Bienaventurados los que practican siempre la justicia (106,3).8. Bienaventurado el que se cuida del pobre (41,2).9. Bienaventurado el hombre que tiene muchos hijos (127,5). 10. Bienaventurado el que devuelva el mal a la babel devastadora (137,8-9).Se habla en el Antiguo Testamento de «estar en la presencia de Dios», «estar con el Amado»... Este es el gran regalo para nosotros.Entonces el hombre llega a ser «bienaventurado», «habita en la casa de Dios». «Mora con Él» (84,5). «Observa su ley» (106, 3)...Los salmos son también un cántico a la pobreza. El que es pobre de espíritu dice Jesús en su bienaventuranza, será verdaderamente feliz.Jesús nos previene sobre el peligro del dinero: «No podéis servir a Dios y al dinero». Podemos engañamos y apegamos al dinero so pretexto de utilizarlo para promover el Reino de Dios.El dinero lo necesitan, por ejemplo los misioneros, para obras de promoción humana. Pero hay el peligro de reduccionismo, de limitarse a la promoción social, y olvidarse de la dedicación al mensaje de salvación, que es la tarea primordial del misionero.El tío Tom estaba mal del corazón. Un pariente difunto le había dejado en herencia mil millones de dólares, y sus familiares no sabían cómo decírselo, por miedo a un infarto. Encargaron al párroco que le diera la noticia:- «Dígame, Tom, si Dios le enviara mil millones de dólares, ¿cómo los emplearía?».Tom reflexionó y le dijo:- «Le daría a usted la mitad para la iglesia».Y al oírlo, el párroco sufrió un repentino ataque al corazón.

***Para ser felices es necesario vivir desprendidos de las ataduras de este mundo. San Juan de la Cruz, que de esto entendía un buen rato, decía que al pajarillo igual le impide elevarse a las alturas si está atada su patita con una gruesa cadena que con un tenue hilillo.Hay ejemplos maravillosos de almas que han sido generosas ante este desprendimiento y

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lo han llevado con gran paciencia y caridad:Un hermano vivía cerca de un venerable anciano y entraba en la celda de éste y le robaba todo lo que tenía. El anciano se daba cuenta, pero no le reprendía, antes al contrario se esforzaba en trabajar más con sus manos, diciendo:-«Creo que este hermano lo necesita».Se exigía a sí mismo un trabajo muy superior al acostumbra(lo, dominaba su apetito y comía su pan con escasez. Cuando estaba a punto de morir, le rodearon sus herrnanos, y viendo al hermano que le robaba, le dijo:-«Acércate a mí».Le tomó las manos y se las besó, mientras le decía:-«Hermano, doy gracias a estas manos, pues por ellas voy al reino de los Cielos».El hermano, movido a compunción por estas palabras, hizo penitencia y llegó a ser un monje muy fervoroso, siguiendo el Cjemplo de aquel santo anciano.La Palabra de Dios es el alimento de todo cristiano. «Desconocer la Sagrada Escritura es desconocer a Cristo», decían los santos Padres.En el Concilio de Trento (1545-1568) se puso un altar en medio del aula Conciliar y en ella se colocó en el mismo nivel el sagrario con el Santísimo Sacramento y la Biblia, como queriendo indicar que ambas cosas tenían el mismo valor.Quien desee sercomletamente feliz, que procure enamorarse de la Palabra de Dios, en la que encontrará la solución auténtica para todas sus necesidades. Así lo hicieron tantos santos que dejaron huella en el mundo y en la Iglesia:Qué luz más cegadora para Saulo, tu palabra.Qué fuego en las entrañas de Ignacio Obispo, tu palabra. Qué alimento más sabroso en Agustín, tu palabra. Qué descanso más activo en Benito, tu palabra. Qué dulzuras inefables en Bernardo, tu palabra. Qué alegría inacabable en Francisco, tu palabra. Qué paz inalterable para Clara, tu palabra.Qué justicia más valiente en Las Casas, tu palabra.Qué servicio más humilde para Claver, tu palabra.Qué venero inagotable en María Magdalena de Pazzi y enTeresa de Jesús, tu palabra.Qué caridad más fecunda en Vicente, tu palabra.Qué entrega tan generosa para Kolbe, Tito Brandsma e Hilario Januszewski, tu palabraQué fuerza irresistible en King y Romero, tu palabra. Qué bondad más contagiosa en el Papa Juan, tu palabra. Todo eso es tu palabra:droga dura, agua fresca y vino fuerte, paz y luz al subconsciente,tesoro grande y semilla,es una estrella que brilla,y es susurro y tempestad.Es la paz.Y algo más es tu palabra:es hoguera y refrigerio,medicina y alimento,es hogaza y manantial,maná, música y panal,perfección y plenitud.***

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Siempre hemos de ser agradecidos por los beneficios que de Dios inmerecidamente hemos recibido. Hay salmos preciosos de acción de gracias a Yahvé por los beneficios materiales y espirituales.Será bueno que al final de cada día y, sobre todo, al final del año, demos gracias al Señor. Bendigamos su nombre, con estas o parecidas expresiones:Bendito seas, Señor, por haberme seguido dando la vida en el día de hoy y a lo largo de este año.Bendito seas, Señor, por haberme seguido dando capacidad y medios de trabajar en el día de hoy y a lo largo de este año.Bendito seas, Señor, por procurarme trabajo y comida en el día de hoy y a lo largo de este año.Bendito seas, Señor, por bañarme en la luz de tu sol durante el día de hoy y a lo largo de este año.Bendito seas, Señor, por haberme hecho la naturaleza tan hermosa, y por ofrecerme su espectáculo.Bendito seas, Señor, por haberme dado compañeros de trabajo, de penas y de alegrías.Bendito seas, Señor, por todo cuanto me has dado en el día dehoy y a lo largo de este año.Bendito seas, Señor, porque eres grande, luminoso y bueno. Bendito seas, Señor, por ser el que eres y no poder quitar nada a nadie ni recibir nada de nadie.Bendito seas, Señor, porque sólo tú eres inteligencia y amor; luz inmaterial que nada podrá oscurecer, bondad que nada podrá empequeñecer.Bendito seas, Señor, por hallarte más allá de mi mirada y, sin embargo, dentro del término de mi fe y de mi amor.Bendito seas, ¡oh Dios!, por ser el infinito que se abre ante mí y la bienaventuranza que me da cita.MÁS SOBRE ESTE TEMA:

Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 28. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 25. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 23. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

21. DEL SILENCIO«Dichosos los que viven en tu casa alabándote siempre» (Sal 83).Se han recogido abundantes páginas de preciosas sentencias sobre el valor del silencio.La Palabra de Dios es pródiga en estas sentencias, que suelen ser fruto de santos maestros muy experimentados.El valor del silencio no lo han cantado sólo los cristianos sino que lo han valorado todos los hombres sabios y prudentes.El silencio no es algo reservado a los religiosos cartujos, camaldulenses o trapenses.Puede ser muy útil y producirá un profundo gozo a quien procure asimilar estos 36 elogios del silencio, que son otras tantas bienaventuranzas para quienes las cumplen:1. Aunque no tengas mucho talento, podrás sentarte entre los que tienen mucho talento, con tal de que tengas el talento de callar.2. Es necesario el talento de callar, porque si todas las ocurrencias concebidas en el magín de los hombres y de las mujeres salieran afuera convertidas en palabras, el mundo sería un guirigay, donde nadie se entendería con nadie.

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3. Consejo de la discretísima Santa Teresa de Jesús: «entre muchos, hablar poco».4. Para no equivocarte, piensa antes de hablar; y para no herir, ama mientras hablas, y ama también mientras callas, que muchas veces callar es manera discreta de amar.5. No sólo callar, sino amar el silencio, porque lo que dice la puesta del sol o la noche estrellada, es incomprensible para quien no ama el silencio.6. «¿Cómo aprender a hablar bien?», preguntó un joven a Plutarco. Y el sabio le respondió: «Empieza por aprender a callar bien, y a escuchar en silencio».7. El que sabe callar a tiempo, se ahorrará mucho tiempo. Por eso, aconsejaba Plutarco: «Si vas por un camino y encuentras dos mujeres discutiendo, sigue adelante tu camino», dando a entender que intentar aplacarlas sería perder el tiempo, pues no te harían caso. Mejor es callar y seguir caminando. El consejo vale lo mismo si encuentras dos hombres discutiendo.8. Si quieres poseer las llaves que abren los tesoros del conocimiento propio y también los de la simpatía y benevolencia de los dernás, deberás buscarla en el silencio discreto.9. A veces es lícito empuñar armas; pero el arma del que no quiere empuñar arma ninguna es el silencio.10. El silencio es el sagrado refugio de las almas grandes en los momentos cumbre de la vida. María junto a la cruz de Jesús estaba en silencio.11. Catón, uno de los siete sabios de Grecia, escribió: «Frenar la lengua es la primera virtud, y quien, teniendo razón, sabe permanecer callado, es semejante a los dioses». Nosotros, los cristianos, sabemos que no un hombre semejante a dioses, sino Dios hecho hombre permaneció callado, teniendo razón: callado hasta dejarse matar.12. Para disfrutar de todo el encanto del silencio, no te contentes con callarte: procura escucharte.13. Letrero colocado en una biblioteca antigua, que estaría oportuno en alguna de nuestras iglesias. Decía así al visitante: «Si eres capaz de conocer dónde estás, guarda silencio. Si eres incapaz de conocer dónde estás, retírate».14. Muchas reuniones y asambleas se celebran en todas partes; pero Monseñor Chardin, el activo fundador de la juventud obrera cristiana, escribió: «En nuestras reuniones mensuales, damos más importancia al silencio que a las conferencias. El silencio es para nosotros un valor positivo, que nos permite llegar al fondo de los problemas. Por eso, joven que no valga estar en silencio, no vale para ser jefe».15. Bienaventurados los que callan, porque ellos se entienden, y casi nunca tendrán que arrepentirse de haber callado; en cambio, ¡ay de los que hablan mucho, porque con frecuencia se sentirán pesarosos de lo que han dicho!16. Feliz el hombre que sabe escuchar la voz del silencio: es señal de que sabe escuchar la voz de su propia conciencia y la voz de Dios.17. Bueno es el arte de saber hablar bien; pero ese arte será tormento para el que escucha, si no va acompañado por el arte de saber callar a tiempo.18. Lope de Vega, en su drama «La dama boba», escribe: «El más discreto hablar es menos discreto que el silencio».19. Si tienes mucho empeño por guardar un secreto, no lo des a que te lo guarde otro, porque: «¿Me guardarás secreto, amigo, si sólo a ti te lo digo? ¡Claro que sí, amigo! Pues mejor me lo guardarás si no te lo digo».20. Uno de los siete sabios, para avisar que las palabras sin utilidad alguna son pérdida de tiempo, escribió una frase que se ha repetido a través de los siglos. Dijo así: «El que

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discute con un borracho, discute con un hombre ausente».21. Acaso estará bien que algunas veces preguntes lo que ya sabes; pero siempre estará mal que respondas lo que no sabes.22. El error grita fuerte; de lo contrario, nadie le hace caso. La verdad no necesita gritar: se siente mejor respaldada por el silencio que por los cuchillos.23. Otro consejo de los siete sabios: «Antes de hablar, consúltate a ti mismo». Persona precipitada en el hablar será persona vacía, y puede ser persona perjudicial.24. La actitud más conveniente para aquel que se fía poco de sí mismo es ésta: callarse.25. Un cartujo había escrito en la pared de su celda: «El silencio es el altavoz de Dios». Rompes el altavoz: no oyes los artísticos mensajes de la emisora. Rompes el silencio, no oyes los suaves mensajes de Dios.26. Quevedo, en la letrilla que empieza: Santo silencio proceso, dice: »Por callar a nadie se hizo proceso». Dice ahí que exclamará un personaje de Lope de Vega: «Si yo fuera rey, constituyera cátedra para enseñar a callar».27. El que sabe callar a tiempo, no corre el peligro de hablar a destiempo.28. Está bien que desde niños aprendamos a decir: muchas gracias; está muy bien que desde niños aprendamos a escuchar en silencio.29. ¡Cuántas veces, un minuto de silencio, sembrado oportunamente, ha producido una hermosa cosecha de paz, de amistad, de bienestar!30. No muestras talento diciendo todo lo que sabes, sino sabiendo qué debes decir y qué debes callar de todo lo que sabes.31. ¡Bendito el hombre y bendita la mujer que, cuando no tiene nada que decir, nos muestran con su prudente silencio que no tienen nada que decir!32. Según nuestro refranero, tres muchos con tres pocos echan al hombre a perder: «Mucho gastar con poco tener; mucho presumir con poco valer; mucho hablar con poco saber. Son los tres muchos con tres pocos que echan el hombre a perder.33. Las personas discretas casi nunca hablan de los años que tienen ellas y de los años que tienen las demás personas. Nunca hablan de los defectos que tienen las demás personas.34. En La Cartuja de Miraflores (Burgos) ante la estatua de San Bruno, el fundador, tan perfecta que sólo le falta hablar, exclamó el rey Enrique IV, al verla por primera vez: «No habla porque es cartujo; y él mismo ha puesto a los cartujos la regla de callar».35. Los cartujos cumplen fielmente esta regla, sabiendo que la palabra es plata, el silencio es oro, la charlatanería es plomo.36. En silencio, dentro de sus granos, las espigas fabrican la harina blanca que, también sin ruido, se convertirá en pan y hasta llegará a transformarse en el Cuerpo de Cristo, silenciosamente sacrificado. Lo mismo hacen las viñas fabricando el vino que será Sangre de Cristo derramada en el cáliz: 'Sacrificio en silencio, para salvar a los hombres!***Todos, aunque seamos ancianos o sabios, hemos de vivir siempre en actitud de aprender.No hay maestro más elocuente que el silencio. En el silencio de la boca gana el pensamiento y el corazón. Cállate mucho para que tengas algo que decir. La palabra es plata, pero el silencio es oro.El estado actual del mundo es morboso, toda la vida está enferma. Si yo fuera médico y se me preguntara: -«¿Qué aconsejas?».Contestaría:

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-«¡El silencio!».Procura que los hombres callen.La abeja zumba ruidosamente alrededor de la flor, y cuando penetra en la flor, bebe en silencio.En cuanto un hombre discute, es que no ha alcanzado aún el silencio divino. En cuanto gusta sus dulzuras, se calla, igual que la abeja.Es lo que llama Ruysbroeck «el oscuro silencio en que todos los amantes se pierden».Unas veces habrá que hablar y otras que guardar silencio. Con nuestras palabras y silencios podemos descubrir el valor de las personas.Unos hermanos de Scitia quisieron ver al abad Antonio. Se embarcaron en una nave y se encontraron en ella un anciano que también quería ir donde Antonio. Pero los hermanos no lo sabían. Sentados en el barco, hablaban de las sentencias de los Padres, de las Escrituras y de sus trabajos manuales.El anciano guardaba silencio. Al llegar al puerto supieron que también él iba en busca del abad Antonio. Cuando se presentaron, el abad Antonio les dijo:-«Buen compañero de viaje encontrasteis en este anciano». Y luego dijo al anciano:-«Padre, has encontrado unos buenos hermanos».Pero el anciano le respondió:-«Son buenos, pero su habitación no tiene puerta. En su establo entra todo el que quiere y desata el asno».Esto lo decía porque los hermanos hablaban de todo lo que pasaba por su cabeza.Para ser feliz en el silencio será necesario crecer en el amor. Sólo el que ama es verdaderarnente feliz. Es conocida la doctrina de San Agustín sobre esto:Ama y haz lo que quieras:« Arna y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor. Si gritas, gritarás con amor.Si corriges, corregirás con amor. Si perdonas, perdonarás con amor.Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amorserán tus frutos».

***La felicidad o bienaventuranza se alcanza si estarnos satisfechos con lo que tenemos. Si sabemos aceptar nuestras limitaciones.Nos hará un gran bien si de cuando en cuando dialogamos con el Señor diciendo:«Señor, yo no puedo nada, Tú lo puedes todo. Amén, soy feliz.No poseo nada, Tú lo tienes todo. Amén, soy feliz. Soy débil y Tú eres fuerte, soy pobre y Tú eres rico, soy malo, y Tú eres bueno. Amén, soy feliz. Soy ignorante, Tú eres sabio. Soy pecador, Tú eres santo, soy orgulloso, Tú eres humilde. Amén, soy feliz.Soy díscolo y rebelde, pero Tú eres obediente. No hago nada por Dios, pero Tú le glorificas, le amas y le alabas perfectamente. Amén, soy feliz».MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 35. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 41. Debo, puedo y quiero ser santo (V1).22. BIENAVENTURANZA DEL «TODAVÍA NO»«Dichosos los que encuentran en ti su fuerza al preparar su peregrinación» (Sal 83).En este mundo estamos de paso. Desde el momento que nacemos nos dirigimos hacia la eternidad.No hemos sido creados para la tierra sino para el cielo.

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San Agustín un día dialogaba con los diversos elementos ycada uno le contestaba:-«No, Agustín, no, nosotros no somos tu fin. Mira más arriba, mira más arriba»...Y así hasta que llegó, elevando su mirada, hasta Dios. Ese era su fin.Vivimos en el «Todavía no». No en el «Ya».Pero no nos está permitido cruzarnos de brazos. Pararnos. Descansar.Hay que seguir trabajando sin descanso para arribar a la meta.Cuando los años caigan sobre nuestros hombros -cuando estemos jubilados-, no creernos que ya lo hemos hecho todo. Hay que sentirse útil y seguir trabajando. Y mucho más en el perfeccionamiento de nuestro espíritu pues la meta señalada es tan alta como el mismo Dios.Jesús nos dijo: «Sed santos como el Padre celestial es santo» (Mt 5, 48).Y: «Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso» (Lc 6, 36).Seremos felices si cada día nos esforzamos por vivir este TODAVÍA PUEDO:1. Todavía puedo despojarme un poco más de cosas que me sobran y compartir mejor. ¡Dichosos los pobres!2. Todavía puedo ser más sufrido y paciente con mi hermano y conmigo mismo. ¡Dichosos los sufridos!3. Todavía puedo estar más cerca de los que sufren. ¡Dichosos los que lloran!4. Todavía puedo ser mejor profeta de la justicia. ¡Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia!5. Todavía puedo ser más entrañable y compasivo, más cercano y cordial. ¡Dichosos los misericordiosos!6. Todavía puedo limpiar más mi corazón y llenarlo de luz y de espíritu. ¡Dichosos los limpios de corazón!7. Todavía puedo construir y sembrar más paz interior y reconciliación. ¡Dichosos los pacíficos!8. Todavía puedo dar más la cara por los hombres y los inocentes, aunque me la partan. ¡Dichosos los que padecen persecución por la justicia!Y todavía puedo terminar ese proyecto, hacer esa visita, acercarme a esa persona, escribir esa carta, superar ese defecto o dependencia, mejorar mi carácter, cultivar más mi fe, aceptar ese compromiso, dar más de mi tiempo, sonreír más, confiar más, esperar más, amar más...

***El todavía no, nos ayudará a saber que nos vamos perfeccionando cada día.Que no se alcanza la perfección en un instante.Que habrá que ser comprensivos con los demás y aceptarlos tal como son.No lo hacía así el griego Procusto:Hay personas dominantes que no dejan opinar a los demás. Hay cónyuges autoritarios que no permiten a su pareja tener sus propios gustos.Hay pequeños dictadorcetes que tapan la boca sin compasión a sus compañeros.Hay jefes engreídos que nunca permiten disentir.Hay que distinguir entre la conveniente uniformidad y el uniformismo deletéreo.Los griegos, que tenían mitos para todo, nos hablan de Procusto, que defendía y practicaba el uniformismo a ultranza. Procusto era un posadero que trataba muy bien a sus huéspedes y él mismo los ayudaba a acostarse.Si eran más cortos que la cama, les estirada cabeza y miembros, hasta ajustarlos a la

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cama.Si eran más largos, cortaba lo sobrante.Luego, por la mañana, lloraba al verlos muertos.

***Mientras vivimos habrá que ejercitarse en toda clase de virtudes para que cuando nos llegue el día de la llamada, el Divino Juez nos encuentre adornados del vestido de bodas.La hospitalidad y la caridad, además del ayuno o penitencia bien entendidos, nos ayudarán a alcanzar esta gracia.Vivía en Scitia un anciano, muy cerca del camino del desierto. Y su trabajo consistía en que, cuando venía un monje del desierto, con toda confianza y caridad le invitaba a reponer sus fuerzas en su celda. Un día pasó un anacoreta y le invitó a comer con él. Pero el otro no quiso tomar nada, diciendo:-«Yo ayuno».El anciano, apenado, le dijo:-«Te ruego que no desprecies a tu siervo ni apartes tus ojos de mí. Pero ven a hacer oración conmigo. Hay aquí un árbol que se inclinará durante la oración que vamos a hacer de rodillas cada uno de nosotros.Seguiremos el parecer de aquel sobre el que se incline el árbol».El ermitaño se arrodilló y se puso en oración, pero no sucedió nada.Se arrodilló después el anciano que le había invitado a comer y al punto se dobló el árbol.Al verlo, se alegraron mucho y dieron gracias a Dios, que hace siempre maravillas.

***Todos estamos llamados a ser felices, a ser bienaventurados ya en este mundo. Seremos felices si procurarnos vivir estas directrices.Será bienaventurado:- quien no conoce el rencor,- quien olvida y perdona, - quien da sin interés,- quien sirve sin derechos,- quien ríe porque su hermano es feliz,- quien goza porque espera un mundo mejor,- quien ama porque hay niños y hombres buenos,- quien vive porque muere cada día sembrando amor, - quien mira al cielo y llama PADRE a Dios.Nunca hemos de perder la esperanza de nuestra conversión. La meta, aunque sea elevada y lejana, con la ayuda del Señor la podremos alcanzar.Con confianza hemos de dirigirnos al Señor con estas o parecidas súplicas que broten de nuestro corazón pero poniendo de nuestra parte lo que nos compete. El Señor me ayuda con el 99'99 %. Pero me deja a mí una centésima parte, que será imprescindible que yo la haga para alcanzar la victoria.Nos lo recuerda San Pablo: «Sufro en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia» (Col 1, 24).Así le suplicamos al Señor, nuestro Padre, con confianza y amor de hijos:1. Que nos cures de nuestra ceguera, Señor.2. Que nos cures de la dureza de nuestro corazón, Señor. 3. Que nos des ojos nuevos y corazón nuevo, Señor.

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4. Que aumentes en nosotros la fe, Señor. 5. Que seamos más compasivos, Señor. 6. Que sacies nuestra sed con agua viva, Señor. 7. Que nos llenes de tu Espíritu, Señor. 8. Que vivamos llenos de tu presencia, Señor. * Sálvanos, Jesús: tú que eres nuestro único Salvador.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (I) , n. 38. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 33. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 28. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).

IIIFINALIDAD DE LAS BIENAVENTURANZAS:

SER FELICESNadie ama al hombre como Dios. Es lógico, porque somos hechura de sus manos. Jesucristo es el Dios encarnado. Luego Jesucristo nos ama con un amor indecible. Mucho mayor de lo que nos podemos imaginar.Jesucristo, antes de morir por nosotros sobre todo predicaba era la felicidad eterna, también se preocupó de nuestra felicidad temporal como medio para conseguir aquella.El nos recomendó una y muchas veces que fuéramos felices. Felices en el verdadero y profundo sentido de la palabra.Si cumplimos su mensaje, lo conseguiremos. Seremos felices aunque carezcamos de aquellas cosas banales que el mundo tiene como vehículos de felicidad.La felicidad que gozan los seguidores de Jesús, los que verdaderamente se enamoran de Él, es una felicidad que no se compra con dinero sino que es la paga a los que cumplen los mandatos del Maestro. Se trata de una felicidad que ni los ladrones la roban ni la carcoma la corroe (Mt 6, 19).1. DICHOSOS Y POBRES«Bendito sea Dios, que no rechazó lrri súplica ni lne retiró su favor» (Sal 65).Ser pobres y felices a la vez, aunque parezca imposible, no lo es.Felicidad no es sinónimo de riqueza. Más aún, la riqueza material en muchas ocasiones sólo proporciona problemas y sinsabores. Inquietudes y temor de poder perder lo que se tiene.Será dichoso, bienaventurado, el que cumple la ley del Señor, cuya cúspide está en el amor a Dios y a los hermanos.Será pobre o desgraciado, el que se aleja del cumplimiento de la ley de Dios, que nos la dio, no para hacemos sufrir, sino para que seamos dichosos.Aquí te ofrecemos unos cuantos contrastes de felicidad y de desgracia. De no tener y de tener:1. Dichoso el que no pone su empeño en el dinero y vive la aventura de odiar toda ambición. Pero pobres de aquellos que sueñan con ser ricos y venden su conciencia por una posición.2. Dichoso el que no sabe jugar a oportunismo y dice en cada instante las cosas corno son. Pero pobres de aquellos que el sol que más calienta eligen como norma y adoran como un Dios.

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3. Dichoso el que denuncia engaños y operaciones y el ruido del dinero no puede con su voz. Pero pobres de aquellos que saben y se callan, haciendo juego al río que riega la ambición.4. Dichoso el perseguido por y contra las leyes de alguna insoportable e injusta situación. Pero pobres de aquellos que olvidan ]ajusticia y dicen que la calma es siempre lo mejor.5. Dichoso el que algo busca y acaso nada encuentra, mas sabe que buscando se llega siempre a Dios. Pero pobres de aquellos seguros de sí mismos, pues viven en su certeza la entera confusión.6. Dichoso el que no vive de historias y experiencias y vive cada día en paz con su sueldo. Pero pobres de aquellos que viven de su fama, durmiendo en los laureles de alguna situación.Resumiendo,• Las bienaventuranzas, son todas estas y muchas más. Vuelve el mundo del revés y las tendra,

***El bienaventurado vive ya en la tierra en un cielo anticipado. El que voluntariamente se aleja del espíritu de las bienaventuranzas, vive ya en cierto sentido en el infierno:Un viajero curioso visitó un día el infierno.Allí vio a mucha gente en tomo a una mesa, llena de alimentos exquisitos. Sin embargo, todos tenían cara de hambre y estaban demacrados.Tenían que comer con palillos, pero no podían porque eran unos palillos muy largos.Por más que estiraban el brazo, no conseguían llevarse nada a la boca. Y todo se les caía a la espalda.Luego visitó el cielo. Y con gran asombro vio que también allí había una mesa llena de comensales, con iguales manjares e idénticos palillos.Pero aquí nadie tenía la cara demacrada. Todos respiraban salud, gozo y bienestar.Y es que en el cielo cada cual se preocupaba de alimentar con los largos palillos al que tenía enfrente, y así todos recibían lo necesario.En el modo de obrar es fácil descubrir si se viven o no las bienaventuranzas. Por los frutos se conoce el árbol.Un árbol bueno no puede dar frutos malos y por regla general un árbol malo no produce frutos buenos.Uno sería el que cumple las bienaventuranzas y otro el que no lo hace.El abad Juan, el enano, estaba sentado delante de la iglesia. Los hermanos le rodearon y le preguntaron acerca de sus propios pensamientos. Al ver esto otro anciano, lleno de envidia, le dijo:-«Tu vaso está lleno de veneno».Y el abad Juan le respondió:-«Así es, Padre. Tú dices eso porque sólo ves lo externo. Si vieses lo de dentro, ¿qué dirías?».Para ser verdaderamente felices habría que saber vivir bien cada momento.Esforzamos por vivir el «ahora», sin pensar en el ayer, que ya pasó, ni en el mañana, que no sabemos si llegará.Descubrir la parte positiva de las cosas deberá siempre ser una de nuestras más continuas tareas.Inspirándose en el salmo 117 alguien ha definido bellamente así el día y la noche:

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El día simboliza la luz, la alegría, el trabajo...La noche: la obscuridad, la tristeza, la holgazanería...- Este es el día:Remover una losa del sepulcro, disipar las tinieblas de la noche, encontrar al amado que había muerto, quemar todas las dudas en las llagas,la pascua.- Esta es la noche:Renegar por tres veces del Maestro, arrojar por la borda la esperanza, traicionar al amigo con un beso y colgar en el árbol la tristeza,Judas.- Este es el día:Confesar con tres veces el cariño, llorar arrepentido los pecados, proclamar la alegría del encuentro, compartir la experiencia con el otro, convertirse.Esta es la noche:Clausurar las ventanas de la casa, renunciar a los gestos solidarios, vivir para el placer, para sí mismos, vaciar toda la vida de sentido, degradarse.- Este es el día:Compartir lo que tienes, y lo que eres, acercarte al que sufre compasivo, abrazar al distinto y enemigo y levantar un vuelo de palomas,ágape.Esta es la noche:Cuidar bien la serpiente del engaño, negociar con las armas de la muerte, imponer las ideas por la fuerza, machacar toda flor, toda esperanza, terror --ETA.- Este es el día: el otro.-Esta es la noche: yo.- Este es el día: hermano.-Esta es la noche: tu color.-Este es el día: respeto.-Esta es la noche: violación. - Este es el día: perdona.-Esta es la noche: terror.-Este es el día: espera.-Esta es la noche: desesperación. -Este es el día: vive.-Esta es la noche: contaminación. -Este es el día: lucha. -Esta es la noche: se acabó. -Este es el día: ven.-Esta es la noche: adiós. -Este es el día: sí. -Esta es la noche: no.- Este es el día: Cristo vive. -Esta es la noche: murió. -Este es el día: Dios-ama. -Esta es la noche: desamor.-Haz que siempre sea día en tu corazón.***En esta ocasión en lugar de traer una bonita oración, ofrecemos tres interesantes pensamientos sobre el modo de «aprovechar el tiempo», que puede ser la oración más

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eficaz:-El tiempo para buscar a Dios es la vida.-El tiempo para encontrar a Dios es la muerte.-El tiempo para gozar y poseer a Dios es la eternidad (S. Francisco de Sales).-Mi pasado: Lo dejo a la Misericordia de Dios.-Mi presente: Me esfuerzo por vivirlo en su Presencia divina. Mi futuro: Lo confío a su bondadosa Providencia.-De uno a veinte años, se siembra.-De veinte a cuarenta, se cultiva. -De cuarenta a sesenta, se recoge.-De sesenta a... se goza. Es el jubileo.Pero a pesar de haber pasado ya una u otra etapa siempre será aún tiempo de sembrar, de cultivar y de recoger para poder gozar, disfrutar...MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (I) , n. 17. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 15. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 14. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 17. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).2. DICHOSOS - BIENAVENTURADOS«Cantad al Señor y bendecid su nombre» (Ant. 3 Laudes 3a semana).Son y llamamos felices o bienaventurados a quienes viven las bienaventuranzas de Jesús.El mundo en que nos movemos tiene otro baremo para medir.Él llama bienaventurados, dichosos a: - quien tiene muchas riquezas - quien ostenta un gran poder - quien les aplaude, la fama...Esa dicha, esa felicidad o bienaventuranza suele ser tan efímera como las nubes de verano.La bienaventuranza que promete Jesús en el Sermón del Monte es muy diferente. De momento es dura, a veces hasta amarga, va contra los atractivos de la naturaleza ... pero a la larga es la que verdaderamente satisface y llena plenamente al hombre.Aquí recordamos 32 detalles que pudiéramos alargar con relativa facilidad.Puedes hacerlos tú mismo.

Dichosos-Felices-Bienaventurados:1. Los que dan al dinero su valor.2. Los que no venden a una persona por todo el oro del mundo. 3. Los que saben compartir lo que tienen. 4. Los que no quieren mejorar solos olvidando a sus hermanos.5. Los que en cada persona ven una persona.6. Los que no tienen complejo de superioridad ni de inferioridad.7. Los que tienen conciencia de sus pecados y limitaciones. 8. Los que son capaces de respetar al injusto. 9. Los que no obtienen todo gratis.10. Los que no se acostumbran a ver el hambre, la enfermedad...11. Los que tienen que esforzarse por mejorar el mundo.12. Los que sienten en su carne el sufrimiento de sus hermanos.

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13. Los que saben que son personas y lloran por su libertad. 14. Los que no se casan con ninguna mentira. 15. Los que trabajan contra la incultura. 16. Los que no aguantan la miseria. 17. Los que buscan ]ajusticia como la comida. 18. Los que comprenden los fallos de los demás.19. Los que no se desaniman cuando las cosas van despacio. 20. Los que dan la mano al despreciado. 21. Los que saben perdonar de corazón. 22. Los que acogen al subnormal y al inválido. 23. Los que no tienen dos caras. 24. Los que saben buscar el bien que hay en cada persona.25. Los que son nobles en juzgar a los demás. 26. Los que no son retorcidos escuchando al prójimo.27. Los que construyen la paz con su vida, en la igualdad, la libertad y el progreso para todos.28. Los que buscan despertar la conciencia del pueblo. 29. Los que viven en paz consigo y con los demás.30. Los que sufren castigo por defender los derechos de la persona.31. Los que son expulsados por defender a los débiles.32. Los que se comprometen sin miedo a las consecuencias.Todos disponemos de resortes para hacer felices a los demás.También para hacernos felices a nosotros mismos.Lo único que se necesita para conseguirlo es colaborar.Un joven libertino era el escándalo del barrio. Todos le decían que debía cambiar. Su amigo le insistía más que nadie. Esto era lo que más lo deprimía, porque se sentía incapaz de cambiar. Hasta que un día le dijo su amigo:-«No importa que cambies o no. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte aunque no cambies».- «Estas palabras -cuenta el joven-, sonaron en mis oídos como música. Me tranquilicé y me sentí vivo. Y entonces, ¡oh maravilla!, cambié».Y es que sólo el amor convierte. Tú no puedes ser malo porque yo te quiero. Muchos son malos, no crecen, porque no son bastante amados.«El día que vosotros no ardáis de amor, otros muchos morirán de frío».

***La santidad, que es lo que verdaderamente produce la autén tica felicidad, consiste en una entrega total al servicio o amor de Dios.Por conseguirla habría que luchar con todas nuestras fuerzas. Pero es necesario saber en qué consiste la santidad. No en hacer «cosas raras», sino en hacer todo lo ordinario «extraordinariamente bien hecho».El abad Longinos hizo la siguiente consulta al abad Lucio: -«Tengo tres mociones: la primera irme a peregrinar». Y el anciano le contestó:-«Si no retienes la lengua, donde quiera que vayas no serás buen peregrino. Pero refrena aquí tu lengua y serás peregrino aquí mismo».-«La segunda, dijo el abad Longinos, es romper el ayuno sólo cada dos días». Y el abad Lucio le respondió:

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-«El profeta Isaías dice: «Aunque inclines tu cabeza como un junco, no por ello será aceptado tu ayuno. Guarda más bien el corazón de los malos pensamientos» (58, 5).Y de nuevo dijo el abad Longinos:-«Mi tercer propósito es huir de la vista de los hombres». Y le conminó el abad Lucio:-«Si no enmiendas antes tu vida, viviendo entre los hombres, tampoco viviendo solo conseguirás enmendarte».

***Hay bendiciones de Dios que hacen felices para siempre a quienes las reciben Bendiciones cuyos efectos beneficiosos no debieran cortarse. Los efectos de estas bendiciones debiéramos procurar darlos y verlos.Nuestros primeros padres Adán y Eva recibieron una gran bendición del Señor: «Y los bendijo Dios» Todos nosotros fui mos bendecidos juntamente con ellos:La bendición de Dios al hombre y a la mujer: «Sed. Creced: Haced crecer».Creced en vuestro ser, creced en vuestro hacer, creced en vuestro amar.No viváis para la muerte, vivid para el amor.Amad y sed felices, amad y sed fecundos, amad y seréis mis hijos, porque Yo soy el Amor».Esta bendición de Dios traspasa los siglos, se renueva en cada pareja, en cada familia, en cada vida que nace, en cada amor que crece.Dios es amigo del hombre y de su dicha. Dios es amigo de la vida.Que el amor no tenga límites, porque el amor es la clave de la dicha; porque el amor es la dicha y la verdad de la vida.

***La oración de esta Bienaventuranza es una síntesis de la rica enseñanza que nos proporcionan las Bienaventuranzas. Esto es lo que pretendió Jesucristo al anunciarnos esta sublime lección:

Quiso que todos supieran cómo pensaba.Quiso que nadie pudiera llamarse a engaño. Y el que quisiera que salvara el alma.Subió al monte y predicó las bienaventuranzas. Llamó bienaventurados a los que nada tenían, y dijo que los que lloran reirán en la otra vida. Habló de los perseguidos por defender la justicia. Quedó su voz en el aire y llegó hasta nuestros días.Llamó bienaventurado a quien la paz edifica.Y dijo que el hombre humilde al final es quien atina. Habló de la gente harrrbrienta, de los hombres de alma limpia. Quedó su voz en el aire y llegó hasta nuestros días.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (I) , n. 17. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (lI), n. 15. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (111), n. 14.Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 17. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).3. FELICES LOS CHICOS Y CHICAS«Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre» (Sal 102).Todos los hombres estamos llamados a serlo: niños, jóvenes y mayores.Las bienaventuranzas que siguen hacen relación especial a los muchachos y muchachas. De ellos es el mundo del mañana.

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Es necesario que echen sólidos cimientos para que cuando lleguen a mayores sean verdaderamente bienaventurados:1. Felices los que habéis optado por Jesús como amigo y compañero de carnino, porque dice a los ateos: 'Qué gozada os estáis perdiendo!2. Felices los muchachos y muchachas que en vuestras decisiones y proyectos de vida partís de la dignidad de la persona y sus derechos, porque seréis jóvenes éticos.3. Felices los chavales que habéis descubierto a Dios como el único valor absoluto, porque él será vuestra opción fundamental.4. Felices los chicos y chicas que camináis por sendas de valores, porque la felicidad habitará en vuestras vidas.5. Felices los que habéis elegido vivir la vida en clave de opción cristiana, porque vuestra hambre de realización personal, de felicidad y de inmortalidad será saciada. Cristo es el hombre feliz y eterno.6. Felices los muchachos y muchachas que optáis por ser auténticos, porque apostaréis por la verdad como dimensión fundamental de la persona madura y como una elemental exigencia de la vida en comunidad.7. Felices los chavales que rezáis a Dios para que os haga instrumentos de su paz, porque sembraréis amor, perdón, unión, esperanza, luz y alegría.8. Felices los chicos y chicas que necesitáis de María para llegar a ser cristianos, porque la aclamaréis como «Madre de los jóvenes».***La virtud de la caridad deberá siempre ser la primera que practiquen los jóvenes cristianos.Un conocido autor escribió un bello libro para los jóvenes y lo tituló «Diario de Daniel o DARSE».Darse a los demás es el secreto de la auténtica felicidad.Del mismo Jesús hay una ágrafa que dice: «Es mejor dar que recibir» (Hech 20, 35).Los padres no pasan factura a sus hijos por los desvelos, agobios, esfuerzos que han tenido con ellos para sacarlos adelante. Invierten a fondo perdido.Hace unos años sucedió un caso hondamente ejemplar. En una noche de ventisca quedó atrapado un coche en el que viajaba un matrimonio con su hijo pequeño.Cuando los encontraron, contemplaron un cuadro estremecedor:El marido, sin abrigo, resguardándolos, muerto.La mujer, con su abrigo y el del esposo, viva, pero con los brazos tan helados, que tuvieron que cortárselos. Rodeaba con ellos al niño, para darle calor.El niño, sano y salvo, abrigado como en su cunita.Nadie había pensado en sí mismo.***Complacer a los demás, en aquello que es lícito y bueno, es fuente de auténtica felicidad.

El saber dominar los propios instintos produce una gran alegría.Un anacoreta, muy observante, vivía cerca de una comunidad de herrnanos. Unos monjes vinieron al monasterio en el que vivía aquella comunidad y fueron a ver al eremita. Y le hicieron comer fuera de la hora acostumbrada. Luego los hermanos le dijeron:-«Padre, ¿no estás contristado?».Y él les respondió:-«Yo sólo estoy triste cuando hago mi propia voluntad».

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***Vivir la resurrección de Jesucristo es lo que verdaderamente nos hace felices.El hecho de la Resurrección de Jesucristo es lo que cambió la historia de la humanidad. Ella dividió el mundo en dos mitades: hasta Él y desde Él.Los jóvenes -y, por otra parte, todos los cristianos- deberíamos vivir continuamente los maravillosos efectos que aquel único evento en la historia nos regaló:1. Cuando el Señor resucita, la esperanza es una fiesta, se hace joven, se hace niña, canta y danza en hora buena.2. Cuando el Señor resucita, la para es una paloma que vuela rn cruz por los cielos, cubriéndonos con su sombra.3. Cuando el Señor resucita, se convierte el agua en vino, y iodos quedan borrachos del amor y del espíritu.4. Cuando el Señor resucita, se enardecen los amantes, y un místico nos explica el Cantar de los Cantares.5. Cuando el Señor resucita, se juntan Alfa y Omega, y un científico razona la Cristogénesis plena.6 Cuando el Señor resucita, los montes tamborearon, y un pobrecillo juglar se quedó estigmatizado.7. Cuando el Señor resucita, brotan flores, la muerte es blanca y sonríe, y todos mueren de amores.8. Cuando el Señor resucita, es la boda del Cordero, la novia joven, bellísima, ha descubierto su velo.El Señor no quiere corazones partidos. Él nos quiere todo para Él. Y es lógico, porque somos propiedad suya, hechura de sus manos.Entregarnos a su voluntad siempre y en todo será lo que verdaderamente nos hará felices y lo que nos ayudará eficazmente a ser santos, que es nuestra «meta».La que fue Priora General de la Orden Jerónima, ilustre literata y santa religiosa, Cristina de Arteaga, nos regaló esta precio sa oración, que tituló: Entrega total:¡HAZLO Tú todo en mí! Que yo me preste a tu acción interior, pura y callada.Hazlo Tú todo en mí, que, aunque me cueste, me dejaré labrar sin decir nada. ¡Hazlo Tú todo en mí! Que yo te sienta ser en mí dirección y disciplina. ¡Hazlo Tú todo en mí! Que estoy sedienta de ser canal de tu virtud divina.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 20. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 19. Caminos de santidad Ejemplos que edifican (V), n. 17. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).4. DICHOSOS LOS QUE VIVEN EL ESPÍRITU DE LAS BIENAVENTURANZAS«Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios» (Sal 102).Sólo Jesucristo y la Virgen María vivieron las Bienaventuranzas al pie de la letra.

Más aún: alguien ha escrito que, cuando Jesucristo las promulgaba, estaba haciendo su más perfecto retrato.Otros dicen que, cuando las anunciaba en el Sermón del Monte estaba dibujando la Persona y Figura de su Madre, la Virgen MaríaEn todos los tiempos ha habido hombres y mujeres que, aunque no al pie de la letra, vivieron el espíritu de este magnífico código de santidad.

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Traemos aquí unas cuantas «metas» a las que debiéramos esforzamos por llegar.Quien las viva será verdaderamente dichoso:1. Dichosos los que confían en el futuro, porque llenan de vida el presente.2. Dichosos los que carecen de maldad, porque harán felices a los que les rodean.3. Dichosos los que son sencillos, porque nos harán preguntamos muchas cosas.4. Dichosos los que sufren, porque el sufrimiento les iguala a Dios.5. Dichosos los que se deprimen fácilmente, porque sentirán muchas manos sobre el hombro.6. Dichosos los que acompañan a los demás en sus momentos de dolor porque Dios no les dejará solos.7. Dichosos los que se conforman con poco, porque nunca les faltará de nada.8. Dichosos los que conocen sus cualidades, porque nunca dejarán de quererse.9. Dichosos los que pidan poco, porque serán los que más reciban.10. Dichosos los que están atentos, porque Dios les habla continuamente.11. Dichosos los que luchan por un ideal, porque su vida nunca perderá el sentido12. Dichosos los que buscan la verdad, porque la descubrirán a muchos.13. Dichosos los que saben perdonar, porque llevan a Dios muy dentro.14. Dichosos los que olvidan, porque nada les echaremos en cara.15. Dichosos los que se dejan querer, porque nos dan ocasión de hacerlo.16. Dichosos los que no juzgan por las apariencias, porque verán la realidad.17. Dichosos los que saben mirar, porque descubrirán un mundo nuevo.18. Dichosos los que obran sin maldad, porque Dios convertirá en abrazos los golpes y desengaños que reciban.19. Dichosos los que luchan por la paz, porque ya están viviendo el futuro.20. Dichosos los solidarios, porque nuestra época les dará ocasión de serlo.21. Dichosos los condenados a muerte, porque su grito sacudirá muchas conciencias.22. Dichosos los que partieron al Tercer Mundo y dejaron allí su vida, porque se encontraron de bruces con Dios.23. Dichosos los encarcelados por anunciar la Buena Noticia, pues su voz atravesará las rejas.24. Dichosos los que aguantaron hasta el final, porque ayudaron a construir.25. Y dichosos los que se esfuerzan en vivir cada día y poner un poco de Dios en nuestros corazones. Se desanimarán y pensarán que no vale la pena tanto esfuerzo, pero ya están haciendo realidad el Reino. Y eso es lo que importa.

***Lo malo siempre se ve más que lo bueno. Los medios de comunicación casi siempre cuentan las calamidades y los escándalos y muy raramente las cosas buenas y los ejemplos edificantes.Es frecuente también el tener un concepto un tanto equivocado de la virtud de la humildad. Jesucristo nos dijo en una ocasión que había que dar a conocer también los buenos ejemplos «para que los demás, viéndolos, alaben al Padre celestial» (Mt 5, 16).Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que aún queda gente buena en el mundo. Este ejemplo nos lo demuestra:Doña Julia era una anciana viuda, risueña y simpática, que vivía en el cuarto izquierda.Mientras los vecinos comentaban los problemas de la vida ella siempre sonreía. Hasta que un día, ella, que iba justita, perdió un billete de mil pesetas.

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Estaba segura que lo había perdido en el ascensor, pues allí había sacado el monedero.Aunque con pocas esperanzas, puso una nota en el ascensor y además encomendó el asunto a San Antonio.Pronto la visitó el señor del tercero derecha:- «Doña Julia, acabo de encontrar el billete de mil pesetas».Doña Julia se echó a llorar, mientras le decía:- «Resulta que también lo encontró el señor de al lado, y la pequeña del primero, y el matrimonio del cuarto derecha, y la sirvienta del segundo izquierda...Pero antes que ustedes lo encontraran, ya lo había encontrado yo en el bolsillo del abrigo».O sea, que aún queda gente buena por ahí...***La naturaleza humana está inclinada hacia el pecado y contra esta inclinación deberemos luchar durante toda nuestra vida.La tentación estará siempre a nuestro lado y ella querrá arrastrarnos al mal, pero con el don de fortaleza podremos vencerla.Los tres enemigos del alma, aprendíamos en el catecismo parroquial, son: el mundo, el demonio y nuestro propio yo, nuestro egoísmo.Aunque los tres son «malos», no hay duda que el peor, el que llevamos más dentro y el que no nos dejará libres hasta la hora de la muerte, será el «yo pecador», el «yo egoísta» -valga la redundancia- contra el que debemos luchar ayudados del «yo-gracia», «yo-ayuda del Señor», que nunca nos faltará.Para vivir este espíritu de las Bienaventuranzas son necesarias, sobre todo, dos cosas: ser alma de oración y luchar contra las tentaciones.La tentación nos acechará continuamente para desviarnos del verdadero camino y llevamos a la perdición.El mal, sobre todo cuando ya se ha experimentado, arrastra hacia el mal. Suele decirse con razón que «la cabra siempre tira al monte».Para vencer al enemigo, para dominar nuestras pasiones... será siempre necesario esgrimir el arma de la oración. Con ella no hay duda de que venceremos al enemigo. Así lo confirma el ejemplo que contaba el abad Juan, uno de los Padres antiguos:En una ciudad había una bellísima meretriz que tenía muchos amantes. Un varón de alta alcurnia le dijo:- «Prométeme que guardarás castidad y me caso contigo».Ella se lo prometió. Se casaron y la llevó a su casa. Los amantes la buscaban y al saber que se había casado con un hombre de tanta categoría, dijeron:-«Si vamos a la puerta de la casa de un hombre tan poderoso y llega a saber lo que pretendemos, sin duda nos castigará. Vayamos pues por la puerta trasera, lancemos el silbido acostumbrado y ella bajará y no correremos ningún peligro».Al oír ella la señal, taponó sus oídos, entró dentro de su casa y se cerró por dentro».Así habló el anciano y añadió que la meretriz, era el alma; los amantes, los vicios; el jefe o príncipe, Cristo; su casa, la mansión eterna del cielo; y los que silbaban, los perversos demonios. Si el alma es casta y fiel, siempre acude a Dios.Para ser completamente feliz hay que cumplir un requisitonada más: Hacer siempre y en todo la voluntad del Señor. Bastará cumplir siempree lo que se dice tan pronto en este juego de partículas gramaticales:

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NO LO QUE yo quiero, sino LO QU E TÚ quieres, aunque yo no quiera.No CUANDO yo quiero, sino CUANDO Tú quieras, aunque yo no quiera.No DONDE yo quiero, sino DONDE Tú quieres, aunque yo no quiera.No COMO yo quiero, sino COMO Tú quieres, aunque yo no quiera.No S1 yo quiero, sino SI Tú quieres, aunque yo no quiera. No PORQUE yo quiero, sino PORQUE Tú quieres, aunque yo no quiera.No LO QUE me gusta, sino LO QUE te gusta, aunque no me guste.¡Tu mayor gloria a mi mayor costa! PADRE, recíbeme. HIJO, ofréceme.ESPÍRITU SANTO, entrégame.CORAZÓN SAGRADO DE JESÚS, que todo yo esté en Ti y que lo seas todo en mí, para que, siendo yo todo tuyo, y siendoTú todo en mí, sea Dios todo mi TODO.Si queremos vivir el espíritu de las bienaventuranzas será de todo punto necesario que procuremos fiamos del Señor. Echarnos en sus brazos.Dialogar mucho con Él hasta hacerlo un fiel y constante amigo. Que Él camine siempre a nuestro lado.En las dudas, acudir a Él para que nos las resuelva.En los momentos de tinieblas, acudir a Él, que es la Luz, para que nos ilumine.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (I) , n. 17. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 15. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 14. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 17. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).5. FELIZ TÚ...«Bendecid al Señor, ejércitos suyos, servidores que cumplís sus deseos» (Sal 110).Son un tanto dulces y con sabor místico estas bienaventuranzas.Pero bajo el ropaje recargado de bondad y delicadeza, se esconden valientes exigencias y totales entregas, que valen también para los hombres muy barbudos.Fue el grito de Juan el Precursor:-«Que Él crezca aunque yo disminuya» (Jn 3, 10).Felices los que dicen, y, sobre todo, viven, aquello de «que Él reine aunque yo desaparezca»:1. Feliz quien quiebra el vaso para dar a Jesús todo su perfume de alma, cuerpo y corazón, sin reservarse una sola gota y teniendo el amor de sacrificar también el vaso en que se encierra.2. Feliz quien se deja pisar, siempre, no sólo de Jesús, sino, por Él, de todos los hombres: callada, dulce, humildemente, sin tener otro movimiento al sentirse pisado, que volverse a besar la planta que le pisó... como la violeta aplastada, que impregna con su aroma aquello que la oprimió.3. Feliz quien apaga la sed de Jesús, dejándose exprimir en su corazón, como racimito vivo.4. Feliz quien no gasta en sí lo que gana, sino que reuniendo cuanto puede de satisfacción y merecimiento, pone en la mano de Jesús su centimito roñoso y roto, diciéndole:”Toma todos los ahorros de mi vida para que te compres un corazón»...5. Feliz quien sigue a Jesús tan de cerca que logra incendiar su corazón al contacto de las

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chispas dotadas del Corazón divino, trocando entre sus llamas las espinas que llueven cada día en perlas para su trono.6. Feliz quien, escondido en el manto de María y apoyado en la cruz, como ruiseñor enamorado, canta siempre amor: te amo en la paz, en el consuelo; te amo sobre todo, en el desprecio, en la prueba, en el dolor.7. Feliz pajarillo que ese canto no interrumpe, no debilita jamás. Este canto es, para Jesús, como rosas deshojadas, cayendo en un incensario encendido y produciendo el aroma del incienso más puro, más delicado y que más le agrada, embalsamando su tan desconocido y lastimado corazón.8. Sí, feliz quien todo esto hace. Será como espiga dorada y llena... tan llena y sofocada, que se doblará sobre el Corazón divino, rota al peso de su grano... Y Jesús lo reducirá a harina; y de esta harina, escogida y limpia, hará una Hostia blanca y pura... Y su amor Omnipotente consagrará esta Hostia y en ella se esconderá y vivirá Jesús. Y los que la vean pensarán, «ésta, es aquélla», porque por fuera los accidentes son de ésta o de aquélla; pero por dentro es Jesús.Si hubiera muchas de estas hostias, no se verían lágrimas en los ojos de Jesús y se extendería su reinado de amor en la tierra.Estamos en las manos de Dios. Si nos fiamos de su bondad y providencia, no tendremos nunca miedo al mañana.Será bueno que le entreguemos al Señor una página en blanco para que Él escriba en ella lo que quiera de nosotros.Aunque no lo entendamos de momento, siempre será lo que más nos conviene.Sería muy provechoso tomar una página en blanco y trazar en la parte inferior, como una rúbrica, una sola palabra: Amén...Y traspasar luego a Dios nuestra existencia, para que su Providencia escriba, por encima de ese Amén previo, toda la historia de nuestra vida: los fracasos (con lo que perderían gran parte de su amargura) y los logros (que de este modo no se subirían a la cabeza).Así pues, un amén anticipado ante cualquier imprevisto. Amén a la lluvia y al sol, al insomnio y a la fatiga, a los fríos y a los calores, a la salud y a la enfermedad.Amén a los compañeros irritables y a los parientes achacosos.Y cuando todo se me vuelva triste, tomaré mi cabeza entre las dos manos y trataré de decir un simple amén desde el fondo de mi corazón.***Todo cuanto hacernos nos lleva a ser dichosos si lo hacernos tal y como está mandado. Si somos consecuentes con nuestra propia vocación.Pero es lógico que habrá actos o virtudes que nos ayudarán a caminar más rápidamente por los caminos de la santidad:Un día vinieron cuatro hermanos de Scitia, vestidos con túnicas de piel para visitar al abad Pambo.Cada uno habló de las virtudes de sus compañeros, sin que estuviese presente aquel de quien hablaban.Uno de ellos ayunaba muy a menudo, otro no poseía nada, el tercero era sumamente caritativo.Del cuarto dijeron que durante veintidós años había vivido permanentemente bajo la obediencia de los ancianos.El abad Pambo les dijo:

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-«La virtud de éste es mayor que la de los otros. Porque vosotros por vuestra propia voluntad habéis alcanzado la virtud que ahora tenéis. Pero éste renunció a su voluntad y se hizo esclavo de la del prójimo. Estos hombres son mártires si perseveran hasta el fin».

***Fiamos de Dios produce una inmensa felicidad y dicha. Echarnos en sus brazos debe ser nuestra meta. La confianza en el Señor es fuente de felicidad. Es necesario no perder la calma. Y siempre adorar al Señor y confiar en Él.T. de Chardin nos da, en pequeñas dosis, estos consejos llenos de experiencia:No te inquietes por las dificultades de la vida, por sus altibajos, por sus decepciones, por su porvenir más o menos sombrío. Quiere lo que Dios quiere.Ofrécele, en medio de inquietudes y dificultades, el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo, acepta los designios de su providencia.Poco importa que te consideres un fracasado si Dios te considera plenamente realizado: a su gusto.Piérdete confiado ciegamente en ese Dios que te quiere para sí y que llegará hasta ti, aunque jamás le veas.Piensa que estás en sus manos, tanto más fuertemente cogido, cuanto más decaído y triste te encuentres.Vive feliz. Te lo suplico. Vive en paz. Que nada te altere, que nada sea capaz de quitarte tu paz.Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro, una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor continuamente te dirige.Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada, como fuente de energía y criterio de verdad, todo aquello que te llene de la paz de Dios.Recuerda: cuanto te reprima o inquiete es falso.Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida y de las sorpresas de Dios.Por eso, cuando te sientas apesadumbrado, triste, adora y conPara ser verdaderamente feliz muy mucho te ayudará el tener a raya tus sentidos y tus pasiones. Será necesario dominar las inclinaciones malsanas. Qué bien que lo entendió aquel monje que sabía dar muerte al «yo».-«¿Qué has hecho hoy?» --preguntó a uno de sus religiosos el abad de un monasterio.-«¡Ah, Padre, contestó el fraile, tenía que hacer tantas cosas que, sin el auxilio de Dios, mis fuerzas no hubieran bastado para tanto. He domado dos halcones; he aprisionado dos ciervos; he sujetado dos gavilanes; he vencido un gusano; he dornesticado un oso y he cuidado un enfermo.»- «Pero... ¿qué me cuentas? -dijo con risa el Abad. No hay modo de hacer esto entre todos los que estamos en el Monasterio».- «No obstante, así es:«Los dos halcones son mis ojos, que he debido tenerlos a raya para que nadie ni nada que no deba pasase por ellos.Los dos cuervos son mis piernas ... que he debido impedirles que corrieran hacia el pecado.Los dos gavilanes son mis manos... He de obligarlas a que continuamente trabajen y a que hagan buenas obras.El gusano es mi lengua, que tantas veces he oprimido para que no hablase cosas vanas y

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pecaminosas.El oso es mi corazón, contra el que he debido luchar continuamente para hacer desaparecer el desmesurado amor que se tiene a sí mismo y contra los movimientos de vanidad.Y el enfermo es todo mi cuerpo, que ha sido quien más trabajo me ha dado. La lucha que con él he debido sostener a lo largo de todo el día, ha sido titánica y más que dura.»No es raro que la tristeza alguna vez intente anidar en nuestra alma. Habrá que luchar con todas nuestras fuerzas contra ella.En los momentos que nos visite será bueno que acudamos al Ángel de nuestra Guarda haciéndole esta súplica:«Consolad, consolada mi pueblo». Muchos ángeles y arcángeles hay en el cielo.Hoy pido que nos visite el del consuelo.Que pase por las ciudades y por los pueblos, no con espadas sangrientas ni con flagelos, que camine consolando y bendiciendo, que enjugue todas las lágrimas, quite los miedos, reparta flores, sonrisas y caramelos; defienda, a todos los niños, vele sus sueños, multiplique los panes a los hambrientos y proporcione cobijo a los sin techo; cure las dolencias todas de los enfermos; acompañe soledades de tantos viejos; diga palabras amables al que en silencio sufre las marginaciones y los desprecios;ponga paz en nuestras guerras, guerras de infierno, y proporcione trabajo a los obreros.Ven, ven pronto hasta nosotros, ángel-consuelo, ven a quitar nuestras penas y nuestros duelos; siémbranos las semillas que hay en tu cielo.MÁS SOBRE ESTE TLMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 17. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (lI), n. 15. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (IIl), n. 14. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 17. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).6. FELICES...«Bendecid al Señor, todas sus obras, en todo lugar de su imperio» (Sal 102)Las exigencias de las bienaventuranzas producirán fruto copioso si las cumplimos en el espíritu que las proclamó el Señor.Seremos verdaderamente dichosos si hay esfuerzo en el cumplimiento de la doctrina del Maestro, que sintetizó en el Sermón del Monte.Aquí recogemos una larga lista -y es muy incompleta- de los gozos que disfrutarán cuantos se esfuercen por cumplir, en medio de sus limitaciones, las ocho Bienaventuranzas:1. Felices los pobres:- los que dan al dinero sólo su valor.- los que no venden a una persona por todo el oro del inundo. - los que saben compartir lo que tienen: dinero, cultura, co mida, esfuerzo, trabajo.- los que no miran al bolsillo de una persona para escogerlo como amigo.- los que no quieren mejorar solos, olvidando a sus hermanos.- los que ofrecen amistad sin buscar el lucro. Porque suyo es el reino de los cielos. 2. Felices los que lloran:- los que no obtienen todo gratis.- los que tienen que esforzarse por mejorar el mundo.

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- los que sufren al ver la miseria.- los que no se acostumbran al hambre impuesta, a la enfermedad y a la explotación.- los que sienten en su carne el sufrimiento de sus hermanos. - los desposeídos.- los que no tienen padrinos poderosos.- los que tienen conciencia de su situación.- los que saben que son personas y lloran por su libertad. Porque serán consolados.3. Felices los mansos:- los que no miran el color de la piel.- los que en cada hombre sólo ven un hombre.- los que no tienen complejo de superioridad ni de inferioridad.- los que tienen conciencia de sus pecados y sus limitaciones y luchan por superarse.- los que son fuertes en la defensa de la justicia, pero son capaces de respetar al injusto.- los que luchan por vencer también su propio egoísmo.- los que son molestados por todos, porque están siempre dispuestos a ayudar a cualquiera. Porque poseerán la tierra.4. Felices los que tienen hambre y sed de justicia: - los que no se casan con ninguna mentira. - los que se revuelven contra la enfermedad. - los que se revelan contra la incultura. - los que no aguantan la miseria.- los que buscan la justicia como la comida y la verdad como la bebida.

Porque serán saciados.5. Felices los misericordiosos:- los que comprenden los fallos de los otros.- los que no se desaniman cuando las cosas van despacio. - los que saben estar al pie del que sufre. - los que dan la mano al despreciado. - los que saben perdonar de corazón.- los que respetan al subnormal y al inválido.Porque alcanzarán misericordia. 6. Felices los limpios de corazón: - los que no tienen dos caras.- los que dicen sí cuando es sí y no cuando es río.- los que saben buscar el bien que hay en cada persona. - los que miran a las personas de frente. - los que aman de verdad a las personas y a las cosas. Porque verán a Dios.7. Felices los pacíficos:- los que hacen obras de paz.- los que construyen la paz con su vida: en la igualdad, el pro greso de todos, el compartir.- los que luchan, los que se esfuerzan por mejorar.- los que buscan despertar y unir al pueblo. Porque serán verdaderos hijos de Dios. 8. Felices los perseguidos por causa de la justicia:

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- los que sufren castigo por defender los derechos. - los que son expulsados por defender a los débiles. - los que son vigilados por mentalizar al pueblo.- los que sufren palizas o van a la cárcel por causa de la verdad.- los que se comprometen sin miedo a las consecuencias. - los profetas.Porque suyo es el reino.

Aunque todos están llamados a ser felices quizá nadie tanto como las personas mayores ya que han gastado sus vidas en honor del Señor y, si son creyentes, saben que ya se acercan a la meta que les hará verdaderamente felices por toda la eternidad.He aquí unas Bienaventuranzas que les animan a serlo de veras:

En la Sagrada Escritura ancianidad es siempre bendición de Dios.1. Dichoso el anciano que valora su ancianidad, porque en su atardecer sabrá dar gracias a Dios por el gran don de la vida.2. Dichoso el anciano que es portador de paz y energía creadora, porque contribuirá hasta el último momento a la construcción del mundo.3. Dichoso el anciano que se mantiene optimista porque no tendrá la sensación de haber desperdiciado su vida.4. Dichoso el anciano que se acerca al sufrimiento de los demás, porque nunca carecerá de compañía.5. Dichoso el anciano que no fomenta el egoísmo de vivir buscando sus seguridades, porque las encontrará cubiertas todas por añadidura.6. Dichoso el anciano que viviendo su pobreza siembra alegría a su alrededor, porque conocerá el gozo de vivir.7. Dichoso el anciano que acepta con mirada confiada y serena sus limitaciones, porque descubrirá la felicidad de la sencillez.8. Dichosos y felices todos los ancianos que, encontrándose solos y abandonados, continúan amando porque se sentirán amados por Dios.***La fraternidad, el llevarse bien unos con otros, es la mayor felicidad para quienes viven juntos.De poco sirven otras virtudes si la reina de todas ellas, que es la caridad, está ausente de la vida de familia y de la comunidad de cualquier tipo.La convivencia, el hogar, tiene muchas ventajas. Ofrece apoyo y consuelo en las horas bajas de la vida. Sin embargo, no faltan roces y disgustos a veces. Hay temperamentos y gustos diferentes. Es necesario aceptarse, perdonar. Procurar ver las cosas desde el punto de vista del otro. Esto ahorraría riñas y disgustos sin sentido.Suele decirse que dos no riñen si uno no quiere. Como aquellos dos frailes de un convento: el uno era pacífico, el otro pendenciero y siempre con el hacha preparada. Éste se empeñó un día en reñir con el pacífico:- «Este ladrillo es mío».- «Yo creo que es de la comunidad» -afirmó el otro-.- «Bueno, pues quédatelo» -apostilló el fraile pacífico-.

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Para que reine la armonía en un grupo de personas, es de todo punto necesario que haya alguien que mande y otros que obedezcan.La virtud de la obediencia será la que más ayudará a la felicidad de todos, en especial de los que obedecen. Un anciano dijo:- «El hermano que vive bajo obediencia de un padre espiritual tiene mayor mérito que el que vive en el desierto». Y añadió: - «Un Padre contó que había visto cuatro órdenes en el cielo. El primero era el de los enfermos que dan gracias a Dios. El segundo, el de los que practican la hospitalidad poniendo todo cuidado en este servicio.El tercero, el de los anacoretas que viven en soledad sin tratar con los hombres.El cuarto, el de los que por amor de Dios se someten a la obediencia de los Padres espirituales. Este grupo de los obedientes llevaban un collar y una corona de oro y tenían mayor gloria que los demás. Yo pregunté al que me enseñaba todo aquello:- ¿Por qué este grupo, que es el menos numeroso, tiene mayor gloria que los otros?».Y él me respondió:- «Los que practican la hospitalidad obran según su propia voluntad. Lo mismo les ocurre a los que se retiran al desierto, se apartan del mundo por su gusto.Pero este grupo que se entrega a la obediencia, renunciando a su voluntad, depende de Dios y de los mandatos de su padre espiritual, y por eso tiene mayor gloria».Por eso, hijos, es tan buena la obediencia hecha por Dios. Seguid pues, hijos míos, aunque sea en parte, los pasos de esta virtud.La obediencia es salvación para todos los fieles. La obediencia es madre de todas las virtudes».Para ser feliz será siempre bueno servir a los demás.El Señor nos recordó en la última Cena que Él, a pesar de serel Señor y Maestro, se puso a servir a sus discípulos, como prueba del inmenso amor que les profesaba.Y les mandó que ellos hicieran lo mismo (Jn 13, 14-15). Servir a los demás produce una enorme alegría.El premio Nobel de Literatura de 1913, R.. Tagore, nos regaló este luminoso pensamiento:«Yo dormía y soñaba que la vida era alegría. Desperté y descubrí que la vida era servicio.Y al servir, descubrí que el servicio era alegría».Los cristianos deberíamos vivir en una perenne alegría.El día de Pascua es el día más grande de la liturgia cristiana. Para el cristiano todos los días debieran ser días de Pascua. Por eso es interesante que de cuando en cuando meditemos, y, sobre todo procuremos vivir, los acentos que nos recuerda estePregón Pascual: Alegría para todos:Que la creación entera se estremezca con un latido más de vida y esperanza.Que los creyentes todos resplandezcan con vestido nuevo, perfumado en el Ungido.Y vosotros, los pobres, los dolientes, los pequeños, que pasáis inadvertidos, abríos a la esperanza y a la dicha, que va a estallar el sol en vuestras vidas.Que nadie en esta noche sufra de pesimismo o de tristeza.Que se alejen los espíritus malignos, los que amargan la vida de los hombres, porque han sido definitivamente derrotados.Esta es la noche que ha sido iluminada por un sol naciente, nacido del sepulcro.

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Esta es la noche victoriosa, en la que la muerte, hecha cautiva, en huida sus guardias y soldados, se puso al servicio de la vida.Esta es la noche tan dichosa, en la que Cristo, el amor más grande, floreció en espigas y amapolas, y volvió a reunirse con los suyos.Verdaderamente la cruz fue necesaria para que el Amor triunfara de la muerte.Que Judas no se desespere, que Pilato no se lave más las manos, que los soldados no tengan pesadillas, que Pedro ya no llore, porque el daño se ha trocado en beneficio.Ahora es el tiempo de juego y de la risa, de la fe reconquistada y la esperanza cierta; ahora es el tiempo del amor hasta la muerte.Magdalena jugará con Jesús al escondite, los de Emaús jugarán a los disfraces,Tomás al veo-veo, Juan a adivinanzas, y para Pedro llegó la hora del examen, brillantemente superado.Es la hora del reencuentro, de la presencia y la amistad gozadas, del pan partido y compartido, de promesas y dones generosos.A partir de esta noche todo estará más claro y florecido.La Pasión del mundo continúa, pero ya ninguna cruz será maldita, y en todos los surcos de la muerte se siembra la esperanza.Un mensaje de alegría para todos, hombres de toda religión y raza, la vida ha salido victoriosa, la justicia triunfará, sin duda, porque Cristo resucitado está en el centro de la historia: él es la Pascua, el sol que dinamiza nuestro mundo.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 17. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 15. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 14. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 17. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).7. BIENAVENTURANZAS DE ACCIÓN DE GRACIAS Al, SEÑOR

«Alaba alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva» (Sal 145).Es propio de ser bien nacido el ser agradecido, dice el refrán. Y es verdad. Todo cuanto tenemos es del Señor y a Él un día se lo devolveremos. Mientras lo usamos, hemos de procurar serle agradecidos y reconocer todos los dones que nos ha regalado. El sintió profundamente la ingratitud de los nueve leprosos que no volvieron a darle las gracias por haberles curado (Le 17, 17).Nuestra vida debiera ser un cántico de acción de gracias continuado. ¡Tenemos tantos motivos para estarle siempre agradecidos!Por todo ello es lógico y normal que repitamos muchas veces a lo largo del día: «¡Gracias, Señor! ¡Gracias, Madre!».Estas son unas bellas Bienaventuranzas para darle gracias al Señor por todo:1. Bendito seas, Señor, porque has abierto el Reino de los cielos a los pobres de espíritu.Perdona nuestro apego al dinero y a las cosas que poseemos.Perdona por habernos desentendido de nuestros hermanos pobres y haber buscado a los ricos.Perdona por no haber compartido más las cosas que tenemos.Perdona porque hemos querido mejorar solos, olvidando a los demás.2. Bendito seas, Señor, por haber prometido la tierra en heredad a los mansos de corazón.

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Perdona nuestros arrebatos, nuestras brusquedades, nuestras impaciencias ante los obstáculos, nuestras incomprensiones con los que se oponen a nosotros o no piensan como nosotros.Te pedimos, Señor, saber respetar a los demás aunque los veamos injustos.Enséñanos a saber aceptar nuestras propias limitaciones.3. Bendito seas, Señor, por haber traído consolación a los afligidos.Perdónanos por no haber acompañado a los que, junto a nosotros, estaban tristes, apenados y sin ánimos.Queremos esforzarnos en mejorar este mundo.Queremos solidarizarnos con los sufrimientos de los demás. Queremos estar junto a los desposeídos, a los que lloran su libertad perdida.Queremos poner esfuerzo en nuestra vida, superar el que «todo nos lo den hecho».4. Bendito seas, Señor, por haber saciado a los que tienen hambre y sed de justicia.

Perdona nuestra indiferencia y apatía.Por haber juzgado a la ligera a aquellos que arriesgan su vida por la causa de la justicia.Queremos trabajar para erradicar la enfermedad y la incultura.No queremos ser conformistas con la miseria.Queremos buscar la justicia como se busca el «pan de cada día».

No queremos casarnos con ninguna mentira.5. Bendito seas, Señor, porque haces brotar la misericordia en las personas.Perdona nuestros rencores, nuestras venganzas y nuestra falta de perdón.Queremos comprender los fallos de los demás.Queremos dar nuestra mano a los «despreciados» de este mundo.Que no nos desanimemos cuando las cosas van despacio. Ayúdanos a acoger al disminuido y al inválido.Ayúdanos a mirar con misericordia a los que están en la cárcel, a los que, según la sociedad, «han caído muy bajo».6. Bendito seas, Señor, porque nos llamas a ser limpios de co razón.Perdónanos porque, a veces, tenemos dos caras, dos medidas. Porque no somos nobles en juzgar a los demás. Por no ver el bien que hay en cada persona.Porque hemos empañado nuestra mirada y nuestro corazón, con la lisonja, la vanidad, la envidia y el orgullo.7. Bendito seas, Señor, porque mueves a muchos a un compromiso por la paz, porque hay entre nosotros pacíficos.Queremos construir la paz con nuestra vida, en la igualdad, la libertad y el progreso para todos.Ayúdanos a despertar nuestra propia conciencia y la de los demás. Ayúdanos a vivir en paz con nosotros mismos.8. Bendito seas, Señor, porque has dado valor y gozo a los perseguidos por causa de la justicia.Queremos defender los derechos humanos, defender a los débiles.Queremos ser la «voz de los que no tienen voz».Haz que nos comprometamos sin miedo a las consecuencias.Empújanos con tu fuerza a un compromiso de liberación donde la paz, la igualdad, la justicia, el bien común sean valores normales y cotidianos en nuestra vida.Un árabe avaro había acumulado quinientos mil dinares, y estaba pensando cómo podía

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invertir mejor su dinero y lo bien que lo iba a pasar.Pero entonces se le presentó el ángel de la muerte para llevárselo consigo.El hombre se puso a suplicarle que le permitiese vivir un poco más, pero el ángel se mostraba inflexible. Apelaba a mil argumentos, pero el ángel no le hacía caso.-«Concédeme tres días de vida... Concédeme por lo menos un día, y te daré todo lo que quieras».Pero el ángel seguía impávido. Lo único que consiguió fueron unos instantes para escribir esta nota:- «A quien encuentre esta nota: Si tienes lo suficiente para vivir, no malgastes el tiempo acumulando fortuna».No intentes añadir años a tu vida, intenta añadir vida a tus años.Jesús nos recordó en la parábola del que avaramente acuinulaba riquezas:- «Necio, esta misma noche te pedirán el alma, y todo lo que has acumulado, ¿para quién será?» (Le 12, 20).En contraposición de esta avaricia y tacañería, vale la pena quedarnos con estas Bienaventuranzas del alma generosa y solidaria:Estas Bienaventuranzas son como una magnífica «receta» del más puro humanismo.1. Bienaventurados los que escuchan y entienden las voces de los demás, porque ellos acudirán a cortar los alambres que los separan.2. Bienaventurados los que buscan la solidaridad y son solidarios, porque en ello encuentran su gozo.3. Bienaventurados los que saben escuchar a los otros, porque el que escucha conoce y el que conoce, ama.

4. Bienaventurados los que saben hacer fiesta, porque la alegría compartida se agranda.5. Bienaventurados los que dejan en sus vidas un espacio para lo mágico y gratuito, porque estarán en estado de sorpresa y disfrutarán en darse de balde.6. Bienaventurados los que crean espacios para encontrarse y comunicarse, porque el encuentro produce acogida y la comunicación acaba en comunión.7. Bienaventurados los que son capaces de tender puentes entre los hombres, porque de la reconciliación que favorecen son los primeros beneficiarios.

***Alexia González-Barros y GonzálezNace en Madrid, el día 7 de marzo de 1971 y muere a los 14 años, el 5 de diciembre de 1985.Cuando aún no había cumplido los 14 años, se le declara un tumor maligno que, en poco tiempo, la deja paralítica. Sufre cuatro largas operaciones y una ininterrumpida cadena de dolorosos tratamientos que hacen de los diez meses de enfermedad un duro calvario.Desde el primer momento aceptó plenamente su enfermedad, ofreciendo su sufrimiento, sus limitaciones físicas, por la Iglesia, por el Papa y por los demás, consciente de tener entre sus manos un tesoro que administró con total generosidad hasta la propia renuncia:«Jesús, yo quiero ponerme buena, quiero curarme, pero si Tú no quieres, yo quiero lo que tú quieras».Su fortaleza, paz y alegría fueron constantes a lo largo de la enfermedad, como compendio de su fe, esperanza y amor, virtudes vividas ejemplarmente hasta el final de su vida, que entregó al Señor muy feliz, de verdad de verdad, muy feliz, en Pamplona, e15 de diciembre de 1985 con dos últimas palabras dichas una y otra vez: más y sí:

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Más, para que le siguieran hablando de Dios, y sí, para asentir a lo que había sido su frase, repetida constantemente desde muy niña: «Jesús, que yo haga siempre lo que Tú quieras».Así, en pocos años hizo grandes cosas.La causa de canonización de Alexia fue introducida en Madrid el 14 de abril de 1993 y clausurada solemnemente el 1 de junio de 1994.Bella lección la que nos dejó Alexia cuando nos dijo:«Servir es vivir la alegría. Se ama la vida cuanto más nos damos a Dios y a los demás. Servir es estrenar la esperanza todos los días. Dios ama a quien da con alegría».

***Nuestra actitud permanente deberá ser la de dar gracias al Señor y a María por todos los beneficios que nos han concedido. No habrá días suficientes en toda nuestra vida para «agradecer al Señor y su Madre» las gracias que han derramado sobre nosotros. Esto nos proporcionará una enorme alegría y felicidad.Por eso será bueno que hagamos nuestra esta jaculatoria:«¡Gracias, Jesús! ¡Gracias, María!¡Te amo, Jesús! ¡Te amo, María!».-Te recomiendo que la reces, medites y vivas.Al igual que al Peregrino ruso ayudó la oración de Jesús, te ayudará esta en el camino de tu propia santificación.-Gracias a Jesús y a María: ¡Tenemos tantos motivos para darles gracias por los beneficios que nos han concedido!...: La vida, la Iglesia, la fe, los sacramentos, la familia, la propia vocación, los fundadores, los bienes materiales, los amigos, la salud o la enfermedad, los oficios desempeñados. Jesús sintió la ingratitud (Lc 17, 17) y María fue muy agradecida (Lc 1, 46).- Amor a Jesús y a María: Amor afectivo de palabras; y amor efectivo de obras; «Este pueblo me honra...» (Mc 7, 6):. «No todo aquel que me diga, Señor...» (Mt 7, 21).Por ello, si les digo: «Te amo...», tendré que poner los medios: cumplir el Evangelio, los Mandamientos, mis deberes personales y evitar el pecado, el mal.• Al levantarme y al acostarme, a la vez que beso el escapulario o medalla, será bueno que rece esta jaculatoria y procure convertir en vida cuanto dicen mis labios.También repetirla, aunque sea mentalmente, a lo largo del día. Es un buen medio para vivir la presencia de Dios y hacerlo todo bien.

***ORACIÓN: QUIERO DECIR QUE SÍ

Señora del Silencio y de la Cruz,Señora del Amor y de la Entrega,Señora de la Palabra recibida y de la Palabra empeñada, Señora de la Paz y la Esperanza, enséñanos a decir siempre que SÍ, con toda el alma.Entra en la pequeñez de nuestro corazón y pronúncialo tú mis ma por nosotros para que nazca un amor que sea contemplación continua y servicio generoso a los hermanos; que sea, sobre todo, una oblación gozosa en la Cruz.Quiero decir SÍ, como tú, María, en Belén y en el Calvario, con Jesús en el regazo y con Cristo yacente en la Cruz.Quiero decir que SÍ en este momento de mi vida en el que no tengo más flores que las que brotan del dolor.

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Como tú, quiero estar junto a la Cruz, y ofrecerte mi vida entera para que todos los hombres de los países de misión lleguen a formar, unidos a tu Hijo, la gran familia de creyentes.Es el reverso de la medalla. Sería estupendo que en la vida no hubiera más que bienaventuranzas. Pero desde el «non serviam» de Luzbel y en la vida desde la desobediencia de Adán y Eva empezaron a existir también las malaventuranzas.Es algo que le sigue al hombre a cualquier parte donde va y que solamente se podrá liberar de ellas cuando esté amortajado. Mientras tanto el bien y el mal estarán encarnizados en una lucha cruel. Es la herencia que recibimos de nuestros padres. También heredamos, es lógico, las bienaventuranzas.El mundo, con sus máximas; el demonio, con su envidia; y nuestro yo, con su orgullo e independencia tratarán siempre de poner ante nosotros las malaventuranzas.La libertad de la que gozamos nos hará ver con claridad los dos caminos. Ante ellos no está permitido dudar:* el estrecho, empinado y, a veces, salpicado de abrojos, es el camino menos atrayente pero el único que lleva a la meta, al cielo.* el otro, más placentero a los sentidos, más ancho y cómodo, conduce al mal, al infierno.Las malaventuranzas NO deben existir para un cristiano.San Lucas, después de ofrecernos las cuatro bienaventuranzas de Jesús, nos recuerda otras tantas malaventuranzas:1. «¡Ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo.2. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre.3. ¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto.4. ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas» (l.c 6,24-26).1. LAS ANTINOMIAS, LAS PARADOJAS CRISTIANAS«Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas tu ley, dándole descanso tras los años duros, mientras al malvado le cavan la fosa» (Sal 93).Son anuncios o exigencias fuertes, expresadas, además, de manera hiriente, desconcertante, contradictoria. Es lo contrario de lo normal.Jesús las utiliza para clarificar bien su radicalidad, hasta dónde llega su llamada, su Evangelio, su exigencia. Se utilizan expresiones hiperbólicas, que no se pueden tomar al pie de la letra, pero que expresan muy bien el espíritu.Esta manera de hablar también es útil pedagógicamente, para que penetre bien dentro la enseñanza:* El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo... se guarda.* El que no muere queda infecundo; el que muere, lleva fruto.* Las bienaventuranzas son también antinomias: el pobre es el rico; el que llora es feliz.* El que quiera ser el más grande que se haga el más pequeno.* El que se ensalza será humillado, el que se humilla será ensalzado.* El que quiera ganar el mundo, se arruina. El que aprenda a perder, gana.* El que lo deja todo, lo ganará todo.* El que ama su vida la pierde, el que odia su vida la gana.* No he venido a traer paz, sino espada.Así podríamos seguir. La clave de todas estas antinomias es muy sencilla: el amor.El amor exige renuncia, entrega hasta la muerte.

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Pero sólo donde hay amor es donde se encuentra la dicha, la libertad, la fecundidad, la vida.Pero el que no ama, el que sólo se ama, el que no está dispuesto a perder, el que lo quiere todo para sí, encontrará al final un vacío espantoso, una vida miserable que no merece el nombre de vida.***Con frecuencia destrozamos con nuestro mal obrar lo que decitnos con nuestras bonitas palabras.Siempre será verdad aquello de «Las palabras, vuelan; los ejemplos, arrastran».Habría que ser consecuentes con nuestra doctrina. No tener una doble moral: exigir y no dar.Hace años me impactó una película: «Los niños nos miran».Cuando la madre estaba sola en casa, llegaba un hombre, y el niño veía cosas que le desconcertaban.Cuando el padre estaba solo, llegaba una mujer, y el niño veía cosas que no le gustaban nada.Ellos, ingenuos, creían que el niño no se daba cuenta, que no lo veía, pero veía más que suficiente para quedar triste y escandalizado.De nada servía que le dieran sus padres buenos consejos. El intuía que algo olía a podrido, como en Dinamarca.Un escritor recuerda que siendo adolescente, su padre le dijo que no fuera nunca a un club nocturno.- «¿Por qué?», le preguntó.-«Porque verías cosas que no debes ver».- «Estu, cuenta el escritor, despertó mi curiosidad, y apenas tuve ocasión, fui».-«¿Y viste algo que no deberías haber visto?», le pregunta ron.-« Sí, ciertamente: vi a mi padre.Entonces decidí no seguir nunca ninguno de sus consejos».

***No hay que dormirse sobre los laureles. Es necesario seguir siempre trabajando contra la tentación, contra el mal.Pero no basta con atacar al enemigo en uno de los frentes. Hay que hacerlo por los cuatro costados.Y cuando hayamos hecho todo esto, decir, como el siervo bueno que nos recuerda el Maestro: «No hemos hecho más que lo que teníamos que hacer» (Lc 17, 10).La vanagloria es un pecado contra el que habrá que luchar continuamente:Un día, tres hermanos vinieron a ver a un anciano de Scitia. Uno de ellos le dijo:- «Padre, he aprendido de memoria el Antiguo Testamento». El anciano le contestó:- «Has llenado el aire de palabras». El segundo le dijo:- «He copiado a mano todo el Antiguo y el Nuevo Testamento».Y el anciano le respondió:- «Has llenado de papeles tus venas». El tercero dijo:-« En mi hogar ha crecido la hierba». Y el anciano le contestó:- «Has arrojado de ti la hospitalidad».

***El humorista y los payasos en el circo pueden hacer un buen apostolado y ser este su

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camino para vivir la verdadera felicidad.También ellos, las personas que por naturaleza son alegres y tienen el don de hacer felices a los demás, pueden llegar a ser almas de oración y alcanzar un buen puesto en el cielo.En este sentido es interesante y aleccionadora la canción de Bruno el payaso:

Era Bruno un payaso, un payaso, felizNo tenía malicia, ni sabía mentirLe gustaba la luna de las noches de Abril, y su único trabajo,y su único trabajo era hacer reír. La gente le decía: !Encuéntrate! Tú tienes otra vida: ¡Encuéntrate! Bruno pensaba:¿Porqué, Señor?¿Cuál es mi vida? ¿Quién seré yo? Sucedió que una noche, una noche de abril, se quitó el maquillaje y no quiso salir.Se marchó por la vida en busca de otro yo,

y dicen que hubo un circo que nunca más rió. La gente le decía: ¡Encuéntrate! Tú tienes otra vida: ¡Encuéntrate! Recuerda un circo que tiempo atrás, por un payaso, no rió más. Si te gusta la luna de las noches de abril, si has logrado en tu vida a un niño hacer reír,mira tranquilo al cielo, puedes vivir en paz.Dios hizo en ti un milagro. Dios hizo en ti un milagro de gracia y santidad.

San Francisco de Asís, este gran hombre que una vez que encontró a Cristo de veras supo comprar la perla preciosa recordada por Jesús y lo dejó todo por comprarla (Mt 13, 44), nos recordó la medicina para curar estas antinomias:Señor, haz de mí un instrurnento de paz: Allí donde haya odio, que yo ponga amor, allí donde haya ofensa, que yo ponga perdón, allí donde haya discordia, que yo ponga unión, allí donde haya error, que yo ponga fe, allí donde haya tinieblas, que yo ponga luz, allí donde haya tristeza, que yo ponga alegría. ¡Oh Jesús!, que yo no busque tanto: ser consolado... como consolar, ser comprendido... como comprender, ser amado... como amar.Porque:es olvidándose, como uno encuentra,es perdonado, como uno es perdonado, es dando, como uno recibe,es muriendo, como uno resucita a la Vida.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 10. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 7. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).2. BIENAVENTURADO SÍ Y NO«Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate» (Sal 143)

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Estas antinomias son muy breves, pero marcan una buena pauta para ser feliz o desgraciado. Puedo ir por uno u otro camino. El resultado será muy diverso:l. No el rico, sino el pobre de espíritu. 2. No el engreído, sino el manso. 3. No el afortunado, sino el que llora.4. No el intransigente, sino el misericordioso.5. No el mentiroso, sino el sincero. 6. No el violento, sino el pacífico.7. No el anulado, sino el perseguido en razón de ¡ajusticia,

***La santidad está, en algunas ocasiones, en una decisión valiente.Muchos santos dijeron un día: «¡Basta ya! Ahora comienzo». Y desde aquel día cambiaron de ruta en su vida.Dieron un viraje de 180 grados en su entrega a Dios y a los hermanos, y esa decisión les llevó a la santidad.El Evangelio exige actitudes tajantes, decisiones radicales.La blandenguería y el pasotismo no se compadecen con el Evangelio. Jesús ha dicho que el que pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás, no es apto para el Reino de Dios.Y tampoco es apto para el reino de este mundo, que exige energía en los capitanes y bravura en los soldados.Los que se acobardan ante el riesgo y la aventura, no sirven.* Hernán Cortés acababa de desembarcar en el litoral inexicano de Veracruz, con un grupo reducido de soldados. Enfrente vieron una multitud de indios que les esperaban. Era para asustarse. Entonces Hernán Cortés tomó la famosa decisión:Quemó las naves. Al cortar toda posibilidad de retroceso, no había otro remedio que luchar con entrega y arrojo.* Pizarro, en las costas de Perú, trazó una raya. Los que quisieran el éxito y la gloria, que la cruzaran. La cruzaron 15: «Los quince de la fama».

***La maldad es el reverso de la felicidad. El pecado lo es de la gracia. La envidia, el anverso de la caridad que es la reina de las virtudes.Un hermano tentado por el demonio fue a decir a un anciano:-«Estos dos hermanos viven juntos y se portan mal».El anciano se dio cuenta que el demonio le engañaba y mandó llamar a los dos hermanos. Al llegar la noche, les preparó una estera y los cubrió con una manta, diciendo:-«Los hijos de Dios tienen el alma grande y santa». Luego dijo a su discípulo:-«Encierra a este hermano solo en una celda, pues tiene el vicio del que acusa a los otros».

***No hay que perder la paz por el demasiado trabajo. El tiempo -el trabajo- es para el hombre, no el hombre para el tiempo -el trabajo.Para ser verdaderamente feliz habrá que trabajar, pero con moderación, sin perder la calma.San Francisco de Sales (+1622), obispo de Ginebra -residente en Annecy-, fue un buen modelo de esto y tenía una rica experiencia. Escribió a una religiosa «buena» pero demasiado «nerviosa» y un tanto «atropellada», estos bonitos consejos:

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«Me dicen que os abrumáis de trabajo, que no os quitáis rnuchas noches la ropa para dormir, que no coméis como debierais, que hacéis las tareas más penosas de la enfermería y que además acudís con diligencia a seguir los cantos del coro. No quiero que toméis así las cosas. Creed a este pobre padre: descansad y comed lo suficiente; ceded amorosamente parte del trabajo a las otras, sin desear llevar todas las coronas; al prójimo también le agrada conquistar algunas. Trabajad con espíritu ardiente, pero dulce, ferviente y moderado... ».Si nos enamoramos de Jesucristo; si lo tenemos siempre presente, no dejaremos que el mal anide en nuestro corazón. Las malaventuranzas nada podrán contra las bienaventuranzas. Si no será vencido por el sí.San Patricio, el apóstol de Irlanda, nos ofrece hoy esta bella oración, que deberemos rezar con frecuencia y vivir siempre: Cristo conmigo, Cristo delante de mí. Cristo detrás de mí, Cristo dentro de mí. Cristo debajo de mí, Cristo encima de mí. Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda. Cristo en la fortaleza.Cristo en el asiento del carro. Cristo en la popa del navío.Cristo en el corazón de todo hombre que piense en mí. Cristo en la boca de todo hombre que hable de mí. Cristo en todo ojo que me vea. Cristo en todo oído que me oiga.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (I) , n. 17. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (Ill), n. 14. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 17. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).3. TENTACIONES DE HOY«Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión» (Sal 147)Hoy, en los inicios del siglo XXI, podemos preguntarnos qué manzanas son las que nos atraen igual que a Adán y a Eva.Las respuestas son las de siempre, cultivadas en el árbol de los pecados capitales, pero con injertos nuevos y con presentación renovada.Hay demonios muy listos, especializados en marketing y presentación del producto,Hay que advertir que el peligro no está, la mayoría de las veces, en el producto en sí, sino en el modo de utilizarlo o de considerarlo, cuando se le convierte en absoluto o en llave para conservar el absoluto.Veamos algunos ejemplos, divididos en siete grupos:1. Manzanas de oro. Hoy se llama también oro negro o dólar. Se incluyen todas las manzanas del tener y el consumismo generalizado. Es la manzana más codiciada.2. Manzanas de placer. Hay una gran variedad: el sexo, la droga, las buenas comidas... son objeto de gran deseo. Sus adeptos son infinitos.3. Manzanas de poder. Se ofrece poltrona, influencias, armas, negocios, agencias de noticias, tecnología-punta, victorias... sus partidarios luchan ferozmente por conseguirlas.4. Manzanas de belleza. Muy apetecida en sectores crecientes. Se presenta todo tipo de productos para conseguir, no ya la salud, sino la juventud perenne, la forma adecuada, el encanto irresistible... es el triunfo de Narciso.5. Manzanas de diversión. Arrastra inmensas muchedumbres. Además de los deportes, encontramos máquinas maravillosas, lugares especializados, viajes, vacaciones, discotecas... todo vale, con tal que sea divertido.6. Manzanas de descanso, con inmensos sillones y divanes, con terapias relajantes, con

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sueños provocados. Nada de esfuerzos y compromisos por causas utópicas. Evitar el estrés y los peligros a toda costa. Jubilación anticipada.7. Manzanas variadas, imposibles de sistematizar, que sirven para objetivos múltiples. Son muy concretas, como: la televisión, la prensa, el cine, las joyas, el coche, el ordenador y las personas ídolos.No hace falta explicar los efectos devastadores de todos estos señuelos del diablo. Pero si hoy seguimos añorando el paraíso perdido, si seguimos sintiéndonos en un valle de lágrimas, si tenemos que lamentar tantas injusticias, tantas esclavitudes, tanta degradación, tanta locura y tanta muerte, a estas dichosas manzanas se lo debemos.Muchas veces cambiamos miserablemente el oro por el oropel. Los placeres duran un momento; la virtud, de por vida.Hay que ser fieles al Señor, a quien nos hemos entregado por medio de nuestro bautismo y por otras entregas que habremos hecho a lo largo de nuestra vida.La fidelidad y la lealtad son dos de las más bellas cualidades del alma humana. Es algo de lo que no puede prescindir quien se considera un digno caballero. San Ignacio afirmaba que «los que más se quieran afectar y señalar en todo servicio de su rey... harán oblaciones de mayor estima y mayor momento... Y si alguno no aceptase la petición del rey, cuánto sería digno de ser vituperado por todo el mundo y tenido por perverso caballero».La caravana del sultán transportaba por el desierto una gran carga de oro y piedras preciosas. Un camello se cayó y se desparramaron joyas y brillantes.El sultán no podía recogerlo todo e invitó a sus criados a que se quedaran con todo lo que pudieran.Mientras, el príncipe siguió su camino y oyó que alguien caminaba a sus espaldas. Se volvió y dijo:-«Y tú, ¿no te quedas a recoger nada?».El joven respondió:-«Yo sigo a mi rey. Lo demás, en comparación, no vale nada para mí».

***La naturaleza humana está inclinada hacia el mal pero hay que atajarla practicando el bien. Todas las virtudes son buenas y habrá que trabajar por alcanzarlas todas.Un hermano preguntó a un anciano:-«¿Hay algo bueno para que yo lo haga y viva en ello?». Y el anciano respondió:-«Sólo Dios sabe lo que es bueno. Sin embargo, he oído decir que un Padre preguntó al abad Nisterós el Grande, el amigo del abad Antonio:-«¿Cuál es la obra buena para que yo la haga?». Y él respondió:-«¿Acaso no son todas las obras iguales?».La Escritura dice: «Abraham ejercitó la hospitalidad, y Dios estaba con él. Elías amaba la polémica, y Dios estaba con él. David era humilde y Dios estaba con él».Por tanto, aquello a lo que veas que tu alma aspira según Dios, hazlo, y guarda tu corazón».

***En el campo de las capacidades y las negatividades la Pascua, la fe, la esperanza cristiana... siembra resurrección, semilla que se convertirá en realidad, en fruto. Pensar en ello y, sobre todo, vivirlo, produce una verdadera felicidad.Así el optimismo:

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* dice al niño: Crece, sueña. Dios te ama. Reza mucho. Tú eres el futuro. Espera.* dice al viejo: Llevas frutos en tus manos. También ilusiones tronchadas. Todavía es primavera. Espera.* dice al enfermo: Tu dolor es sacramento. Cristo padece contigo. Vives tiempo de siembra. Espera.* dice al pobre: Dios es tu riqueza. Compra valores de futuro. Tuya es la tierra prometida. Espera.* dice al hombre solidario: Anuncia el mundo nuevo. El Reino de Dios se acerca. Espera.***Podemos pecar y es muy fácil que, a pesar de nuestra buena voluntad seamos débiles y caigamos en el pecado.Eso sí: pecados grandes, de esos que nos alejan del todo de Dios, no. Esos solamente los cometen los que no aman de veras.Si hemos tenido la desgracia de pecar, acudamos rápidamente a la presencia del Señor y pidámosle perdón desde lo más profundo de nuestro ser.El salmo 50 es el salmo penitencial por excelencia. Podemos recitarlo ante el Señor en esta versión moderna: Oh Dios, que eres amor, misericordia, perdóname del todo mis pecados, alíviame del peso que me oprime, límpiame de mi sangre y de mi barro. Oh Dios, que eres amor, misericordia, quítame el corazón ruin y manchado, pon en mí un corazón nuevo y sensible que se meta de lleno en tu Costado. Ahuyenta la tristeza de mi vida y el vacío que encuentro a cada paso.Mírame con amor, que me sonrías, que me mires con rostro iluminado, que rne digas tu gracia y tu ternura y me sienta en verdad un hijo amado; ya no podrán quitarme la alegría de sentirme totalmente salvado. Dirige tu mirada compasiva sobre este mundo de penas y pecados: manchados todos, todos responsables, para el bien y para el mal sornos hermanos. Quiero pedir en ellos y con ellos, de sus pecados me hago solidario. Ya comprendo el abismo de miseria, ¡cuánto dolor, Dios mío, acumulado! Yo les diré los signos de la gracia, palabras aprendidas de tus labios. Mira, Señor, no tengo qué ofrecerte, te ofrezco un corazón ya transformado, y te ofrezco mi amor agradecido, y me pongo, mi Dios, en tu regazo.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 37. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), 32. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 27. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).4. UNA DOCENA DE LOCURAS«Bendice, alma inía, al Señor, al rey soberano» (Tb 13).Con frecuencia somos un puñado de contradicciones.San Pablo recordaba que a él le sucedía lo mismo cuando decía: «No hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero» (Rom 7, 19).Por una parte, el mundo y sus máximas nos arrastran, y, por otra, queremos seguir a Jesucristo.El mundo tiene mucho de bueno y también mucho de malo. Lo que importa es saber elegir y obrar en consecuencia. El mismo san Pablo nos da un consejo muy enriquecedor: «Examinadlo todo y quedaos con lo bueno. Absteneos de todo género de mal» (la Tes 5, 21-22).

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He aquí una docena de lo que muy bien podríamos calificar como «locuras» y que con frecuencia se cometen:1. Teniendo los medios para hacer de la vida un paraíso, la estamos convirtiendo en un infierno o purgatorio o valle de lágrimas o un basurero. Gastamos locamente en armas, en lujo, en vicio lo que podría terminar con todas las miserias, inculturas, enfermedades. Se gasta un millón de dólares por minuto.2. Estando llamados a cultivar y embellecer la Naturaleza, la estamos destruyendo neciamente: fuego, extinción de especies, contaminación generalizada.3. Para solucionar los conflictos -tan humanos- utilizamos la razón de la fuerza en vez de la fuerza de la razón: guerras, coches-bomba, tiros, navajazos, violencias.4. No sabemos dar respuesta a los principales interrogantes de nuestra vida. No sabemos qué hacer ni qué esperar. Estarnos llenos de cosas, pero nos faltan metas, finalidades, valores, estrellas.5. Queremos ser felices y somos desgraciados. Nos gastamos trabajando hasta el estrés por tener más cosas -consumismo seductor y engañoso-, cuando no son las cosas las que dan la felicidad, sino las personas; no son las cosas las que gratifican, sino la relación amistosa; no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita.6. Confundimos el placer con la felicidad, lo que nos lleva al agotamiento, al vacío y a la autodestrucción, corno la banalización del sexo, la droga.7. Por placer se conciben hijos, para después matarlos, por millones. El aborto, la peor locura, el signo más emblemático de nuestra irracionalidad.8. Nadie está contento con su suerte. Somos infelices pensando en lo que no tenemos y no sabernos apreciar lo que tenemos, sólo lo apreciamos cuando lo perdemos.9. No somos felices cuando trabajamos, pensando en el descanso, y no somos felices cuando nos jubilamos, porque queremos trabajar. Damos al trabajo solamente un sentido lucrativo, no un sentido liberador y creativo.10. Vivimos alienados por el `pan y circo', pan y fútbol, la droga y la TV, la música discotequera y las revistas del corazón, los culebrones, hasta el sufrimiento.11. En vez de vivir, nos desvivimos: entre recuerdos y deseos, entre añoranzas del pasado y ansias del futuro, se nos escapa el presente.12. Religión: profesamos una fe y vivimos otra, servimos a un Dios en el templo y a otro en la calle. Esquizofrenia pura.***No pretendamos vencer al enemigo nosotros solos. Es necesario unirnos con los demás hombres de buena voluntad para erradicar el mal que nos rodea.Hay muchas cosas que no podemos hacerlas solos. Pero podemos hacerlas pidiendo ayuda a los demás, y así crece la fraternidad, y pidiendo ayuda al Señor, y así crece nuestra afición hacia el Señor. Pedro había estado toda la noche pescando en el lago Genesaret, y no había pescado nada. Jesús le ordenó que echara la red al otro lado, y la pesca fue muy abundante. Trabajando con el Señor, todo fue más fácil y mejor,David estaba cavando en el huerto con su padre, cuando tropezaron con una gran piedra.-«Tenemos que quitarla», dijo el padre.- «Yo la quitaré», dijo David.Pero después de esforzarse mucho, confesó: - «No puedo».- «Yo creo que puedes, si lo intentas en serio».

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- «Ya lo he intentado todo, y no puedo». - «¿Ya has intentado todo?».- «Yo creo que sí».- «Hay algo que has olvidado. Podrías haberme pedido ayuda a mí».- «Papá, ¿quieres ayudarme?». Y los dos juntos lo consiguieron.

***El sentirnos pecadores hace mucho bien a todos. El procurar no ver los defectos de los demás, también.Si siempre obráramos con caridad, muchos males que nos aquejan desaparecerían.Un día se reunieron los Padres en Scitia para tratar de un hermano que había cometido una falta. Pero el abad Prior callaba.Luego se levantó, salió, tomó un saco, lo llenó de arena y se lo echó a la espalda. Y, poniendo en una cestilla un poco de arena, la llevaba delante de sí.A los Padres que le preguntaban qué significaba aquello les dijo:- «Este saco que tiene tanta arena son mis pecados. Como son los míos, me los puse a mi espalda para no pensar ni llorar por ellos.Este poco de arena de la cesta, son los pecados de este hermano, los pongo ante mis ojos y me cebo en ellos para condenar a mi hermano.No es esto lo que debería hacer. Debería llevar delante de mí mis pecados para pensar en ellos y pedirle a Dios que me los perdone».Al oírle los Padres dijeron:-«Verdaderamente, este es el camino de la salvación».

***Hay que tratar de ser siempre felices porque el Señor nos ha creado para la felicidad. Y serlo a todas las edades: de niño, de joven y de anciano. Hoy, en esta ocasión, hacemos referencia en especial a los ancianos, a esa etapa de la vida que más necesita de felicidad. Para alcanzarla en profundidad habría que tener presente estos principios:1) Tener siempre alguien a quien amar y alguna cosa que hacer, es el secreto de una vejez siempre joven.2) No descuidarse jamás. Mantenerse en forma física, intelectual y moralmente. Así se es menos «miserable» y menos «carga» para los demás.3) Soportar valerosamente, y sin gemir, las miserias que no se pueden suprimir ni evitar.Mejor, ofrecerlas a Dios generosamente, para que sean plenamente útiles, pues tienen mucho valor.4) Pensar que hay otros más desdichados y que es mejor tratar de aliviar las miserias de otros que las propias.5) Aprovechar las mil cosas de las que se puede obtener cada día mucho solaz: pasear, escuchar, leer, conversar, servir, sonreír, disculpar, perdonar, orar.6) Descartar todo lo que pueda dañar: la ociosidad, el egoísmo, el aislamiento, los rencores, la jactancia, la envidia.7) No estar tristes, pensando que el tiempo pasado fue rnejor. Recordar cómo aquellos tiempos nos hicieron gozar y dar gracias a Dios por ese don.$) No vivir en el pasado ni en el futuro. Vivir mejor el tiempo Presente, nuevo y lleno de esperanza.9) Evitar el quererse salir siempre con la suya o encerrarse en un insistente mutismo. Mostrarse, más bien, disponibles para lo que se pueda y deba hacer.

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10) Amar a los jóvenes, interesarse por su porvenir. Dejarles exponer sus ideas. Participar de sus alegrías acordándose de sus pasados gozos juveniles.11) Si no se puede dar ya a los jóvenes el «entusiasmo», darles, al menos, la confianza y ser instrumento de concordia. Es una buena ayuda.

12) Aceptar las consecuencias de la edad. Saber reconocer los propios límites. Hacer prevalecer las virtudes de la «tercera edad»: la sabiduría, la benevolencia, la bondad, la paciencia, la serenidad, la paz.13) Persuadirse que envejecer es una gracia que Dios concede para participar más y más en la obra redentora del Salvador. ¡Qué estímulo y qué alegría!14) Lo que hace joven a nuestro espíritu es la fe; lo que hace joven a nuestro corazón es el amor; lo que hace joven a nuestra voluntad es la esperanza; lo que hace joven nuestra vida es Cristo, porque Él es el Camino, la Verdad y la Vida.15) La vejez nos despega y separa de este mundo. Es el tiempo para pensar en la recompensa que nos espera.16) Vivir en la paz y en la confianza de que la partida es para un mundo mejor y eterno.Un Padre nos espera allá. Su Hijo nos ha merecido un puesto en el cielo. Una Madre nos acogerá. Todos nuestros seres queridos difuntos viven allí.El don de la vida es el mayor don que Dios nos puede regalar. Por ello, el quitarla, de cualquier modo que sea, es el mayor pecado y la más grave malaventuranza que le puede sobrevenir a un hombre.Por ello vale la pena que esta bella oración del papa Juan Pablo II sobre la VIDA la recitemos con frecuencia y con fruto: Oh María, aurora del mundo nuevo, Madre de los vivientes, a Ti confiamos la causa de la vida: mira, Madre, el número inmenso de niños a quienes se impide nacer, de pobres a quienes se les hace difícil vivir, de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana, de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.Haz que quienes creen en tu Hijo sepan anunciar con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida. Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo, la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia, para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad, la civilización de la verdad y del amor, para alabanza y gloria de Dios Creador y amante de la vida.5. ANTIBIENAVENTURANZAS«Te alabaré de todo corazón, Dios mío; daré gloria a tu nombre por siempre» (Sal 85)No querríamos traerlas a estas páginas. No se lo merecen. Lo hacemos para que sirvan a todos como enseñanza y para no seguir sus consignas.Por la experiencia ajena y propia, creo estaremos de acuerdo con estas siete malaventuranzas:1. Dichosos los ricos, porque serán adulados por todos y protegidos como bienhechores.(Ellos son los que traen prosperidad y hay que concederles algún privilegio que otro en un mundo en que brillan los que más tienen).2. Dichosos los agresivos, porque se comerán el mundo.(Nada ni nadie les hace detenerse; se alaba su espíritu emprendedor, su capacidad para dominar, abusar de muchos y hacerse con las riendas de todo lo que roza sus manos).3. Dichosos los que ríen, porque ellos serán envidiados. (Pasan por la vida sin mirar a los que la sufren al borde del camino, con los que nada les

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une y, por tanto, no tienen derecho a cortar sus risas; desprecian a todo pobrecito inculto que piensa de otra manera).4. Dichosos los inmisericordes, porque no les alcanzará la miseria.(Sin entrañas para la justicia, ellos suben al pedestal de cualquier poder sin importarles mucho ni nada la miseria que dejan o las víctimas que crean).5. Dichosos los turbios de corazón, porque solo verán lo que les conviene.(Deforman la realidad para ponerla a su servicio: a la justicia la llaman demagogia, al deseo de humanizar la sociedad lo llaman subversión de los valores humanos, a los ladrones de guante blanco los llaman personas honradas, a la demolición de valores humanos o religiosos le llaman libertad, a prepararse para la guerra, paz...)6. Dichosos los que construyen armas, porque serán llamados bienhechores de la humanidad.(Arruinan a los pueblos pobres, asustan al mundo, defienden sus intereses y quieren ser llamados padres de la patria, salvadores del mundo y de la civilización).7. Dichosos los que persiguen a quienes luchan por la justicia, porque de ellos es el reino de la tierra.(Tienen la razón de la fuerza, les falta la fuerza de la razón, y son los señores porque tienen el poder que avasalla a quien se atreve a levantar un dedo pidiendo dignidad).El pensar mal de los demás es una falta en la que caemos con demasiada frecuencia.Somos dados a juzgarlo todo y a medirlo según nuestra propia regla.La de juez es quizá la acción más practicada por el hombre. Nos pasamos la vida fallando, en el doble sentido de la palabra: emitiendo juicios y equivocándonos.Nos pasamos la vida juzgando. Y eso que Jesús lo prohíbe expresamente en el Evangelio. «No juzguéis y no seréis juzgados».Hay un defecto que es común al juez bueno y al juez malo: que tanto el uno como el otro, juzgan. Y eso siempre es muy peligroso.Cuando uno de los discípulos cometió una grave equivocación, todos esperaban que el Maestro le aplicara un castigo ejemplar. Pero cuando, transcurrido un mes, vieron que no pasaba nada, uno de los discípulos le manifestó al Maestro su descontento:-«No podemos ignorar lo sucedido. A fin de cuentas, Dios nos ha dado ojos...».- «Sí, replicó el Maestro, pero también nos ha dado párpados».Aquel día el Maestro estaba inspirado, como siempre que se trataba de defender al prójimo.***Dios hizo al hombre cooperador de su obra. El hombre debe con su trabajo ganarse el sustento y colaborar así por la construcción de un mundo mejor.Orar y trabajar debe ser la consigna de todo hombre, no solamente de los monjes.Un hermano fue al monte Sinaí para visitar al abad Silvano. Vio allí a unos hermanos que estaban trabajando, y dijo al anciano:- «Obrad, no por el alimento perecedero» (Jn 6, 27). «María ha elegido la parte buena» (Lc 10, 42).El anciano dijo a su discípulo Zacarías:-«Envía a ese hermano a una celda donde no haya nada».Y al llegar la hora de nona, el hermano atisbaba por una rendija de la puerta para ver si venían a llamarle para la comida. Pero como no venía nadie, se levantó, fue a donde estaba el anciano y le dijo:

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«Padre, ¿no han comido hoy los hermanos?». ---«Sí, ya han comido”, contestó el abad.-«¿Y por qué no me has llamado?». El anciano le respondió:-«Tú eres un hombre espiritual y no necesitas esta clase de alimentos. Nosotros somos hombres carnales y necesitamos comer; por eso trabajamos con nuestras manos. Tú has elegido la mejor parte, lees todo el día y no quieres tomar alimento material».

Al oír esto, el hermano se echó por tierra, y arrepentido, dijo: -«Perdóname, Padre».El abad añadió:-«María tiene necesidad de Marta. Gracias a Marta es alabada María».

Con frecuencia buscamos la felicidad donde no está. En este tiempo se discute mucho si es bueno castigar o no a los hijos cuando cometen alguna falta.Para ser verdaderamente feliz habrá que cortar siempre los malos instintos que puedan surgir en nuestro modo de obrar.El día de mañana los hijos sabrán agradecer a sus padres cuanto les hicieron en este sentido. Será el mejor regalo que les podemos hacer.Hace años contaba monseñor Grouard, Vicario apostólico en las misiones polares del Canadá, lo que llamaba su «conversión».A los diez años de edad era la desesperación de sus padres. Travieso e indisciplinado a más no poder, a pesar del estilo exacto y castrense de su familia, pues su padre era gendarme.Un día su padre patrullaba las calles del pueblo, de servicio, y el niño, que acababa de escaparse de la escuela en hora de clase, se topó con él improvisadamente.El padre no supo hacer más que una cosa: lo cogió fuertemente del brazo y como quien lleva un delincuente a la comisaría, lo llevó a la iglesia. Allí, ante la imagen de la Virgen, dijo en voz alta:- « Virgen Santísima, te lo regalo. ¡Yo ya no sé qué hacer con él!».Cuando años más tarde el hijo le informó de que quería irse de misionero, el padre suspiró:-«¡No pensé yo que la Virgen tomara tan en serio mis palabras!».Será fácil que, a pesar de nuestra buena voluntad, caigamos en algunas faltas. No habrá que desanimarse. El Señor nos está esperando siempre con los brazos abiertos.La imagen del padre del hijo pródigo es la bella fotografía de nuestro Padre del cielo (Lc 15, 11-32).Hemos de acudir a Él derramando nuestra alma ante Él y diciéndole:- «Necesitamos, Señor, tu misericordia, para ser misericordiosos, sensibles, compasivos, solidarios, para sentimos débiles, receptivos, para que no nos miremos odiosos, y nos retemos prepotentes, ni rivalicemos con envidia.Sólo un poco de misericordia, para preferir a los pequeños, para jugar con los niños y con los viejos.Para enjugar todas las lágrimas, para romper todos los yugos, para estar con los que pierden. El día en que tu misericordia llene toda la tierra, te diremos exultantes:«¡Padre, ya ha llegado a nosotros tu Reino!».6. ANTÍPODAS DE LAS BIENAVENTURANZAS«Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente» (Sal 15).Quizá a veces hemos dado con personas que todo lo interpretan mal. Que solamente saben ver los defectos y no las virtudes de los que nos rodean.

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Estos pesimistas o mal intencionados debieran lavar sus ojos o ir al magnífico Oftalmólogo que es Jesucristo:1. Malaventurada la persona que no adivina cuándo a los demás les duele la cabeza o interpreta como malevolencia las arrugas de fatiga de la frente de los otros.2. Malaventurada la persona que no sabe que el bebé, acunándolo, dejaría de llorar, y no ve que los mayores seguimos toda la vida necesitados de cariño.3. Malaventurada la persona que no sabe excusar los olvidos de los demás o que perdona solamente cuando el ofensor se prosterna hasta el suelo.4. Malaventurada la persona que no sabe que los arrebatos de los hombres son explosiones maquinales de los que uno mismo se avergüenza cuando amaina el temporal.5. Malaventurada la persona que no sabe que las discusiones originan argumentos capaces de hacer ver blanco lo negro a uno mismo.6. Malaventurada la persona que debe pasarse la vida haciendo esgrima o acrobacias para no caer del pedestal donde se encaramó con sus artimañas.7. Malaventurada la persona que aplica con manía la lupa a cada una de las palabras de la gente.* Nota Bene: esta persona, que puedo ser yo, que puedes ser tú, nunca poseerá la paz evangélica de los hijos de Dios.**Quizá alguien pueda pensar: «Ya lo he probado todo. No hay remedio. No puedo conseguir lo que quiero por más que lo pretendo».No es cierto. Es fácil que todavía te falte probar algo que aún no lo has hecho.Esta medicina es muy buena para nosotros y pata aplicarla en el trato con los demás.Suele decirse que la inteligencia es cono un globo que siempre se puede hinchar un poco más. Nunca te acostarás sin saber una cosa más. «Ningún día sin línea», decía un escritor antiguo. * Conversación de la baronesa con su doncella: --«Dame la aguja, que voy a coser».Señora, si está usted muriéndose».-«Eso no es razón para estar sin hacer nada». * Alguien dijo:-«Y aunque mañana fuera el fin del mundo, yo seguiría plan tando manzanos en el día de hoy».* Sócrates se encontraba en la cárcel esperando ser ejecutado sin tardanza. Un día oyó a otro prisionero que cantaba una difícil canción del poeta Stesíschoros. Sócrates pidió a su compañero que le enseñara aquella canción.-«¿Para qué?, le preguntó el otro, ¡si te van a ejecutar mañana! ».-«Porque puedo morir sabiendo una cosa más», fue la res puesta del gran filósofo.La ciencia atrae a la ciencia, la torpeza a la torpeza.

***La persona buena y pacífica tolerará las injurias que se refieren a él, pero hará muy bien en no permitir que el Señor sea injuriado en su presencia.Los malévolos deben saber que su obrar es contrario al querer de Dios y a nuestro modo de pensar.Se contaba del abad Agatón que fueron a verle unos hermanos porque habían oído decir de él que era una persona de gran discreción. Y queriendo ver si montaba en cólera, le dijeron: -«¿Eres tú Agatón? Hemos oído que eres un fornicario y un

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soberbio».Y él contestó: -«Así es».Y volvieron a decirle:- «¿Eres tu Agatón el charlatán y calumniador?». Y respondió:-«Yo soy». Y de nuevo le dicen:-«¿Eres tu Agatón, el hereje? Y les dijo: -«No, no soy hereje».Y le preguntaron entonces:-«Dinos, ¿por qué habiendo dicho tantas palabras injuriosas las has llevado con paciencia, y en cambio al llamarte hereje no lo has soportado?Y Agatón respondió:- «Las primeras injurias me las atribuyo, porque ello resulta de provecho para mi alma. En cuanto a que me llaméis hereje, no lo admito, porque significa separación de Dios, y yo no quiero por nada de este mundo separarme de Dios».Al oírle, se admiraron de su discreción y se fueron muy edificados.

***Es interesante y aleccionador conocer cómo muchos hombres y mujeres son verdaderamente felices. Un anciano contó su secreto de la felicidad:Salió un anciano en un popular programa de televisión y cautivó a todos con su entusiasmo y buen humor.- «Se ve a las claras que usted es un hombre feliz, observó admirado el animador. ¿Cuál es el secreto de su felicidad?».- «Vaya, hijo, contestó el viejo, es muy sencillo. Cuando me levanto por la mañana tengo ante mí dos alternativas: una es ser desgraciado; la otra, ser feliz. No soy tan tonto como quizás se crea. Soy lo bastante listo como para elegir la felicidad. Así que mentalmente me decido a ser feliz... y eso es todo».Ámate a ti mismo y decide ser feliz con todas las fuerzas de tu corazón y pon todos los medios. Renueva esa decisión en cada alborada y con valores espirituales colma tu vida de luz y tu alma de paz.Sonríe, elogia, anima, comparte, desecha la soberbia, controla el mal genio, en suma, elige ser feliz.El poder de elección es el poder más valioso que tienes. Atrévete a usarlo para que otros no elijan por ti.Nuestras vidas deben ser una continua bendición de Dios. Un ininternrrupido: «¡Gracias, Señor!», debe llenar todo nuestro día y toda nuestra vida. ¡Son tantos los favores que de su gran bondad hemos recibido!La Palabra de Dios está llena de estas alabanzas al Señor por los beneficios que de Él hemos recibido.Teniendo como fondo al profeta Daniel (3, 52), alaba al Señor diciendo:Bendito eres, Señor, fuente de toda vida, Padre de amor.Bendito eres, Tú, Palabra eterna del Padre, Verdad y Luz.Bendito eres, amor, risa y abrazo divino, Espíritu Consolador.Bendito Dios, trino y uno, origen y meta de todo, Corazón del mundo.Bendito mi Dios, mi amor, rni luz, mi Tú, mi sol, ¡ni Yo.Bendito seas, Señor.7. MALAVENTURANZAS DE LOS ESPOSOS«Bendito el Señor que no nos entregó en la presa de sus dientes; hemos salvado la vida,

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como un pájaro de la trampa del cazador» (Sal 123).San Pablo dice a los esposos que «deben amarse tanto como Cristo amó a su Iglesia, que por ella se entregó hasta la muerte» (Ef 5, 25).Los esposos deben amarse tanto porque son una misma carne. Nunca nadie odió a su propia carne.Por esta razón estas malaventuranzas --que por desgracia se dan con demasiada frecuencia- habría que convertirlas en positivo.Ojalá desaparecieran ya de la tierra y todas ellas se convirtieran en bienaventuranzas:1. ¡Ay de vosotros, que os amáis sin arnor, porque os encontraréis con un vacío inmenso!2. ¡Ay de vosotros, que sólo os amáis con placer y diversión, porque terminaréis cansados y aburridos!3. ¡Ay de vosotros, que sólo os amáis eróticamente, porque beberéis el veneno de la duda y de los celos y será vuestro amor como flor de un día!4. ¡Ay de vosotros, que os amáis con amor cerrado y limitado, porque quedaréis atrapados en la jaula de vuestras mezquindades!5. ¡Ay de vosotros, que os amáis con dominio y exigencias, porque no se apartará de vuestra casa la discordia y el fruto de ese amor será la esclavitud!6. ¡Ay de vosotros, que os amáis como objeto de consumo, porque terminaréis consumidos!7. ¡Ay de vosotros, que quitáis al amor la semilla de la vida, porque seréis atormentados por crueles pesadillas eternamente!***Con frecuencia es lo malo lo que aparece en nosotros. Eso también suele ser lo que los demás ven.Pero es nuestra obligación despertar al ángel que llevamos dormido.Es nuestro deber el ser buenos y también cumplir el precepto del Señor, que nos dice: «Haced el bien para que los demás, viéndolo, alaben al Padre celestial» (Mt 5, 16).En general somos mejores de lo creemos. Valemos más de lo que pensamos.Pero la mayor parte de las personas están dormidas. Hay que despertar.Hay que dejar los juguetes de niño. Hay personas que querrían despertar, pero esto les traería responsabilidades, y entonces, en realidad prefieren seguir dormidos.«No te enrolles, tío», te contestan, y prefieren seguir con sus juguetes de niño.Un señor despierta a su hijo por la mañana: - «Jaime, levántate».- «No quiero».- «Tienes que ir al colegio».- «No quiero». - «¿Por qué?«Por tres motivos: porque el colegio es muy aburrido, porque los niños se burlan de mí, y porque odio el colegio».-«Y yo te doy tres motivos por los que debes ir: porque es tu obligación, porque tienes 45 años y porque eres el director». Pero él siguió dormido, con sus juguetes de niño.***Para atajar el mal hay que esforzarse por practicar las virtudes.Dijo un anciano del yermo:- «Pide a Dios que ponga en tu corazón la compunción y lahumildad.Ten siempre presentes tus pecados y no juzgues a los demás. No te fíes de ti mismo,

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sujeta la lengua y el apetito.Y si alguno habla contigo de cualquier cosa, no discutas conél. Si lo que te dice está bien, di:-«Bueno».Si está mal, di:-«Tú sabrás lo que dices».Y no disputes con él de lo que ha hablado. Y así tu alma tendrá paz».

***Cuando una familia vive unida y además de amarse viven los principios éticos y morales, es completamente feliz.Los padres e hijos se ayudan mutuamente y se enriquecen cada uno desempeñando su propio papel.Pero ¡ay si los padres no saben educar y los hijos no saben obedecer!Este sería el triste panorama para unos y para otros, especialmente en el mañana:Los padres dijeron:1. Debemos dar al niño todo cuanto desee, porque si no, ¿cómo vamos a demostrar que le queremos?2. Debemos «reírle» siempre las gracias y tonterías porque si no, ¿cómo van a decirnos los parientes que es muy simpático?3. No debemos darle una educación espiritual y religiosa, porque eso es quitarle su libertad.4. Nunca debemos decirle: «Esto está mal; no lo hagas», porque podrá adquirir complejos de culpabilidad,5. ¡Pobrecito, mi pequeño! Recogemos todo lo que él tira por el suelo, todo lo que deja desordenado, porque no se le puede obligar como a un esclavo.6. Le dejaremos ver, leer, hacer todo lo que se le ocurra, porque tiene que experimentar ya desde pequeño lo que es bueno y malo.7. Mantendremos delante de él las más acaloradas discusiones, para que así conozca bien nuestro carácter, porque a un hijo no hay que ocultarle nada.8. No nos recataremos de darle todo lo que pida, porque no va a ser menos que el niño de la vecina.9. Le daremos siempre la razón ya que los demás -profesores, compañeros, educadores- no entienden de niños ni saben que nuestro hijo es especial y no miente nunca.10. Debemos evitar que colabore en casa con su trabajo, para eso estamos los padres -y sobre todo la mamá-, cuyo deber es trabajar duro para él. Así no se frustrará ante nadie. El trabajo humilla.Y los hijos dirán...1. Y así creceré convencido de que el mundo entero me debe todo.2. Y así me creeré el más gracioso cuando esté con los demás, rechazando a quienes no se rían de mis gamberradas.3. Y así de mayor sólo me impactará lo material, y no tendré ningún fundamento en mi vida.4. Y así de mayor cuando cometa alguna transgresión contra los derechos de los demás, creeré que todo el mundo está contra mí y me persiguen.5. Y así creeré -y con razón-- que soy un «marqués» y todos los demás son mis sirvientes.6. Y así, cuando imite gestos y actitudes de «malagente», se preguntarán desconcertados:

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¡No sabernos a quién ha salido este hijo nuestro!7. Y así, cuando me vaya acostumbrado a los conflictos de vuestro rnatrimonio, nuestra familia estará destrozada y buscaré apoyo en otra parte.8. Y así iré aprendiendo a pediros de ese pozo sin fondo sin tener que esforzarme por conseguirlo.9. Y así, cuando la verdad no coincida con lo que yo diga, me justificaré manifestando que la tienen tomada conmigo, me persiguen...10. Y así, cuando mamá y los demás me pidan colaboración, yo, el niño mal criado, no lo reconoceré, pero será verdad que soy un perfecto inútil, un fracasado, un caprichoso, un (y lo que será peor) delincuente en potencia, si es que no estoy ejerciendo ya.Los esposos están llamados a educar dignamente a sus hijos. Ser padres biológicos no es difícil. Lo verdaderamente importante es saber educar, guiar dignamente a esos hijos que el señor les concedió.Para ayudarles un poco, ofrezco estas dos bellas oraciones, de padres e hijos, que pueden servir para rezarlas con frecuencia y con fruto.Oración de los padres por los hijosSeñor Dios, que, al llamarnos al matrimonio, te has dignado hacerlo fecundo, y das alegrías a este sublime estado en que hemos sido puestos por ti, dándole una imagen de tu infinita fecundidad; te recomendamos ardienternerrie nuestros queridísimos hijos; los colocamos bajo tu paterna] tutela y patrocinio omnipotente, para que crezcan siempre en tu santo temor, lleven una vida profundamente cristiana . y sirvan de consuelo, no sólo a nosotros, que les hemos dado la vida, sino especialmente a ti, que eres su Creador.Virgen María, ya que tú también fuiste madre, te suplicarnos que guardes a nuestros hijos de todo peligro de cuerpo y alma como cuidabas a tu Hijo Jesús. Amén.Oración de los hijos por los padres¡Oh Dios, que nos has mandado honrar padre y madre! Escucha con benevolencia la oración que te dirigimos por ellos:- Concédeles largos días de vida en la tierra, y consérvalos en la salud del cuerpo y del espíritu.- Bendice sus fatigas y sus iniciativas.- Dales el ciento por uno por todo aquello que han hecho por mí.- Inspírales el amor y la práctica de tu santa ley.- Haz que un día yo sea su sostén y su consuelo; y que, después de haber gozado de su afecto en la tierra, tenga la alegría de vivir eternamente con ellos en el cielo. -Amén.MÁS SOBRE ESTE TEMA:Caminos de santidad: Decálogos que dirigen (1) , n. 21. Caminos de santidad: Semillas que dan vida (II), n. 13. Caminos de santidad: Destellos que iluminan (III), n. 12. Caminos de santidad: Ejemplos que edifican (V), n. 16, 28. Debo, puedo y quiero ser santo (VI).8. BIENAVENTURANZAS MALAVENTURANZAS«Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre: de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor» (Sal 112).Los que no creen, los que piensan que todo se acaba con la muerte, los que juzgan el mal físico como castigo divino... no han llegado a conocer ni por asomo el gran amor de Dios

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Padre. Jesucristo ha sido el hombre que más ha amado en toda la historia. Él es todo amor y vivió el amor, sobre todo, porque llegó a conocer como nadie lo que hace sufrir a los hombres:- él supo conocer lo que hacía sufrir a la mujer sorprendida en adulterio e iba a ser lapidada (Jn 8, 1-11);- lo que hacía sufrir a otra mujer pecadora pública que le tocaba en casa del fariseo Simón (Lc 7, 36-50);- lo que hacía sufrir a la mujer samaritana sentada junto al brocal del pozo (Jn 4);- lo que hacía sufrir a las mujeres de Jerusalén que lloraban al verle llevar la cruz (Lc 23, 27-29)...En todos estos pasajes se nos presenta a Jesús teniendo «compasión», una expresión que en hebreo se relaciona con lo más íntimo del hombre -mejor aún, de la mujer- con sus entrañas, con su corazón, una palabra que es como una síntesis de misericordia, afecto, simpatía y solidaridad.Esa misma palabra, «compasión», aparece cuando Jesús está: - ante los enfermos y toda clase de necesitados (Me 1, 34). - ante el hambre de la muchedumbre que le busca (Mc 8, 19).- ante la viuda de Naín, que ha perdido a su único hijo (Le 7, 11-17),- ante el servidor que tiene una gran deuda (Mt 18, 24-27), - ante el niño atormentado por un mal espíritu (Lc 9, 37-42), - ante los dos ciegos sentados al borde del camino (Mt 20,- ante el leproso que le pedía quedar limpio (Me 1, 40-45), - ante el hombre asaltado por los ladrones en el camino (Le 10,30-37),- ante el hijo pródigo (Le 15, 11-32)...La palabra «compasión» es una de las más importantes del Evangelio, una expresión esencial para penetrar en la persona de Jesús. Para comprender el amor que nos tiene y entender el mensaje de las Bienaventuranzas.Jesús experimentó en sí mismo, antes de proclamarlas, el rico y exigente contenido de las Bienaventuranzas:

- él no tuvo dónde reclinar su cabeza (Le 9, 58),- él sintió hambre durante cuarenta días en el desierto (Mt 4, 2-4),- él lloró sobre Jerusalén y sobre el amigo Lázaro (Jn 11, 3344) y pidió con gritos y lágrimas en Getsemaní ser liberado de la muerte (Le 22, 44),- él sintió el odio de sus paisanos, que le querían despeñar en Nazaret, y de sus compatriotas, que le clavaron en la cruz (Me 15,20).—Aquí, en estas escenas de su vida, van entrelazadas las Bienaventuranzas vividas por Él y las malaventuranzas vividas por el hombre pecador.Como contrapunto o lugares opuestos a las Bienaventuranzas, podríamos aducir muchos textos bíblicos, como por ejemplo uno de Jeremías en que se contrapone como maldito a «quien confía en el hombre» y como bendito «a quien confía en el Señor».Y con metáforas asequibles a un pueblo que vive en la angustia ante la falta de lluvia compara al primero a «un cardo en la estepa», y al segundo a «un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces».Fue esa cercanía de Jesús al dolor de los hombres, su propia experiencia personal, lo que le llevó a presentar como programa esas Bienaventuranzas, incomprensibles para el que no tiene esa experiencia.

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¿No hemos experimentado nosotros mismos o hemos conocido a personas que viven esas actitudes y que sienten esa felicidad interior que proclamó Jesús como programa de su mensaje en las Bienaventuranzas?No es fácil vivir las Bienaventuranzas en su radicalidad y en su literalidad, pero debemos procurar esforzamos por vivir por lo menos su espíritu.Marie Claire Pichaud se hizo famosa hace años por cantar esta bonita interpretación de las Bienaventuranzas y Malaventuranzas que debiéramos procurar hacer nuestra:1. Dichosos vosotros, que sois pobres y tendéis la mano sin jamás cansaros;2. Dichosos vosotros, que sois pobres y sois mendigos del pan del Espíritu;3. Dichosos vosotros, que sois pobres porque el Reino está ya en vuestras manos.4. Dichosos vosotros, todos los que lloráis, porque el caminode las lágrimas es un camino de amor;5. Dichosos vosotros, todos los que lloráis y lleváis vuestra vida como un signo de la cruz;6. Dichosos vosotros, todos los que lloráis, porque el Reino está ya en vuestro cielo.7. Dichosos vosotros, que sois puros y guardáis en vuestro corazón la claridad de la infancia;8. Dichosos vosotros, que sois puros y sabéis dar todo en la renuncia;9. Dichosos vosotros, que sois puros, porque el Reino está ya en vuestro corazón.10. Dichosos vosotros, que sois pobres.11. Vosotros no veréis jamás la muerte.12. Dichosos vosotros, porque, corno decía S. Pablo, nuestra esperanza no acaba en esta vida y «no veréis jamás la muerte».1. Malditos vosotros, que estáis instalados y cerráis vuestros graneros sobre vuestras ricas cosechas;2. Malditos vosotros, que no conocéis el hambre.3. Malditos vosotros, que reís ahora y hacéis del placer la fuerza de vuestra vida;4. Malditos vosotros, que no conocéis las lágrimas.5. Malditos vosotros que creéis ser puros guardando vuestro cuerpo como se guarda un campo;6. Malditos vosotros, que no sabéis dar. Dentro de cada hombre hay algo así como una doble personalidad o un doble principio: la inclinación al bien y la inclinación al mal.Lo que importa es crecer en el instinto bueno e ir cada día dando muerte al instinto malo. Sería el «muero cada día» de que nos habla San Pablo.Antonio Machado comenta así unas palabras de Jesús (Mt 25,13):«Yo amo a Jesús, que nos dijo: Cielo y tierra pasarán. Cuando cielo y tierra pasen, mi palabra quedará.¿Cuál fue, Jesús, tu palabra? ¿Amor, perdón, caridad? Todas tus palabras fueron una palabra: Velad».Muchos investigadores no llegaron a crear inventos por cansarse en los últimos intentos. Hay que vigilar. Sólo «el que persevere hasta el fin se salvará» (Mt 10, 22).Un campesino tenía un águila atada por una pata en su corral. El águila no se resignaba a vivir como una gallina, y hacía mil intentos por escapar. Lo intentó durante semanas, hasta tener desgarrada la pata.Al final se acostumbró a aquella esclavitud, a escarbar y picotear, y ya le gustaba el

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alimento de las gallinas.Luego la lluvia y la nieve pudrieron la cuerda que la sujetaba. Habría bastado un pequeño tirón para escapar y volar.Pero ese último intento nunca lo hizo y fue siempre una gallina.El arzobispo de Saigón, Mons. Francisco Javier Nguyen Van Thuan, vietnamita, en un precioso librito que titula «Cinco panes _y dos peces», relata los tormentos que pasó en las cárceles de su país. Al final de este delicioso librito trae estas 24 reflexiones, aplicables a cada una de las 24 horas del día.Creo es un buen final para este sencillo comentario a las BIENAVENTURANZAS, ya que viviendo estas 24 horas en consonancia con estas reflexiones, viviremos verdaderamente felices. Escribió él:«Al principio de cada párrafo están unos números, del 1 al 24: he querido hacer que correspondan a las horas de un día. En cada número, he repetido la palabra «uno»: una revolución, una campaña, un slogan, una fuerza... Son cosas muy prácticas. Si de 24 horas vivimos 24 radicalmente por Jesús, seremos santos. Son 24 estrellas que iluminan el camino de la esperanza.No les explico estos pensamientos, los invito a meditarlos serenamente, como si Jesús les hablara dulcemente, íntimamente al corazón. No tengan miedo de oírlo ni de hablar con Él. No duden, vuelvan a leerlos cada semana. Encontrarán que la gracia brillará transformando su vida.Como conclusión oremos con la oración «He elegido a Jesús», y no descuiden los catorce pasos en la vida de Jesús.1. Tú quieres hacer una revolución: renovar el mundo. Podrás realizar esta preciosa y noble misión, que Dios te ha confiado, sólo con «el poder del Espíritu Santo». Todos los días, allí donde vives, prepara un nuevo Pentecostés.2. Comprométete en una campaña que tenga como fin hacer felices a todos. Sacrifícate continuamente con Jesús, para traer paz a las almas, desarrollo y prosperidad a los pueblos. Esta debe ser tu espiritualidad, discreta y concreta al mismo tiempo.3. Permanece fiel al ideal de un apóstol: «dar la vida por los hertnanos». De hecho «nadie tiene mayor amor, que el que da su vida por sus amigos» (Jn 15, 13). Gasta sin parar todas tus energías y está siempre listo a darte a ti mismo para conquistar a tu prójimo para Dios.4. Grita un solo slogan: «'I'odos uno», es decir, unidad entre los católicos, unidad entre los cristianos y unidad entre las naciones. «Como el Padre y el Hijo son uno» (cfr. Jn 17, 22-23).5. Cree en una sola ficerza: la Eucaristía, el cuerpo y la sangre del Señor que te dará la vida: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10, 10). Como el maná alimentó a los israelitas en su viaje a la tierra prornetida, así la Eucaristía te alimentará en tu camino de la esperanza (cfr. Jn 6, 50).6. Viste un solo uniforme y habla un solo lenguaje: la caridad. La caridad es la señal de que eres discípulo del Señor (cfr. Jn 13, 35). Es el distintivo menos costoso, pero es el más difícil de encontrar. La caridad es la «lengua» principal. San Pablo decía que es más preciosa que «hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles» (1 Co 13, 1). Será la única lengua que sobrevivirá en el cielo.7. Mantente en un solo principio guía: la oración. Nadie es más fuerte que la persona que ora, porque el Señor ha prometido conceder todo a los que oran. Cuando estamos unidos

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en la oración el Señor está entre nosotros (cfr. Mt 18, 20). Te aconsejo con todo el corazón: además del tiempo «oficial» de oración, retírate cada día una hora, o mejor dos, si puedes, para la oración personal. ¡Te aseguro que no será tiempo mal empleado! En mi experiencia de todos estos años, he visto confirmadas las palabras de santa Teresa de Jesús: «El que no ora no necesita que el demonio lo saque del camino: él solo se arrojará al infierno».8. Observa una sola regla: el Evangelio. Esta `Constitución' es superior a todas las demás. Es la regla que Jesús dejó a los Apóstoles (cfr. Mt 4, 23). No es difícil, complicada o legalista como las otras: al contrario, es dinámica, amable y estimulante para tu alma. ¡Un santo alejado del Evangelio es un santo falso!9. Sigue lealmente a un solo jefe: Jesucristo y sus representantes: el Santo Padre, los obispos, sucesores de los Apóstoles (cfr. Jn 20, 22-23). Vive y muere por la Iglesia, como lo hizo Jesús. No pienses que morir por la Iglesia es lo único que pide sacrificio: también vivir por la Iglesia exige mucho.10. Cultiva un amor especial por María. San Juan Bautista María Vianney decía en confianza: «Después de Jesús, mi primer amor es para María». Si la escuchas, no perderás el camino; no fallarás en nada de lo que emprendas en su nombre. Hónrala y ganarás la vida eterna.11. Tu únicaa sabiduría será la ciencia de la Cruz (2 Co 2, 2). Mira a la Cruz y encontrarás la solución a todos los problemas que te preocupan. Si la Cruz es el criterio con el que haces tus decisiones, tu alma estará en paz.12. Conserva un solo ideal: estar vuelto hacia Dios Padre, un Padre que es todo amor Toda la vida del Señor, todo su pensamiento y su acción tuvieron un solo fin: «Que el mundo sepa que yo amo al Padre y que hago lo que El me ha mandado» (Jn 14, 3 1), y «Yo hago siempre lo que a Él le agrada» (Jn 8, 29).13. Hay un solo mal que temer: el pecado. Cuando la corte del emperador de Oriente se reunió para discutir el castigo que debía darse a san Juan Crisóstomo por la franca denuncia dirigida a la emperatriz, se sugirieron las siguientes posibilidades:a) encarcelarlo; «pero, decían, tendría la oportunidad de orar y de sufrir por el Señor, como siempre lo ha deseado»;b) exiliarlo, «pero, para él no hay ningún lugar donde no habite el Señor»;c) condenarlo a la muerte; «pero así se hará un mártir y satisfará su aspiración de ir al Señor».«Ninguna de estas posibilidades es para él un castigo; al contrario, las aceptará con gozo».d) hay una sola cosa que él teme mucho y que odia con todo su ser: el pecado; «¡pero sería imposible forzarlo a cometer un pecado!»Si temes sólo al pecado, tu fuerza será inigualable.14. Cultiva un solo deseo: «Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo» (Mt 6, 10). Que en la tierra puedan los pueblos conocer a Dios como es conocido en el cielo; que en esta tierra todos empiecen a amar a los demás como se ama en el cielo; que también en la tierra haya la felicidad que hay en el cielo. Esfuérzate por difundir este deseo. Comienza a llevar la felicidad del cielo a cada uno en este mundo.15. Te falta una cosa: «Ve y vende todo lo que tienes, dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; después ven y sígueme» (Me 10, 2 1), es decir, debes decidirte de una vez por todas. El Señor quiere voluntarios, libres de todo apego.

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16. Para tu apostolado usa el único método eficaz: el contacto personal. Con este método entras en la vida de los otros, los comprendes y los amas. Las relaciones personales son más eficaces que las predicaciones y que los libros. El contacto entre las personas y el intercambio «de corazón a corazón» son el secreto de la permanencia de tu obra y de su éxito.17. Hay sólo una cosa verdaderamente importante: «María ha elegido la mejor parte» cuando se sentó a los pies del Señor (cfr. Le lo, 41-42). Si no tienes una vida interior, si Jesús no es verdaderamente el alma de tu actividad, entonces... bueno, tú ya sabes bien, no tengo necesidad de repetírtelo.18. Tu único alimento: «La voluntad del Padre» (Jn 4, 34); con ella debes vivir y crecer, tus acciones deben brotar de la voluntad de Dios. Ella es como un alimento que te hace vivir más fuerte y más feliz; si vives lejos de la voluntad de Dios, morirás.19. Para ti el momento presente es el más hermoso (Mt 6, 34; St 4, 13-15). Vívelo plenamente en el amor de Dios. Tu vida será maravillosamente bella y como un gran cristal formado por millones de esos momentos. ¿Ves cómo es fácil?20. Tienes una «carta magna»: las bienaventuranzas (Mt 5, 3, 12) que Jesús pronunció en el sermón de la montaña. Vívela en plenitud: experimentarás una gran felicidad que podrás luego comunicar a todos los que encuentres.21. Ten un solo objetivo importante: tu deber No importa si es pequeño o grande, porque tú colaboras con la obra del Padre celestial. Él ha establecido que éste sea el trabajo que debes cumplir para realizar su plan en la historia (cfr. Le 2, 49; Jn 17, 4). Muchas personas se inventan modos complicados de practicar la virtud y luego se lamentan de las dificultades que de ellos se derivan. Pero cumplir el deber del propio estado es la forma más segura y más simple de perfección espiritual que podamos seguir.22. Ten un solo modo de llegar a ser santo: la gracia de Dios y tu voluntad (cfr 1 Co 15, 10). Dios no dejará que te falte su gracia: pero ¿tu voluntad es suficientemente fuerte?23. Una sola recompensa: Dios mismo. Cuando Dios le dijo a santo Tomás de Aquino: «Has escrito bien acerca de mí, Tomás: ¿qué recompensa quieres?», santo Tomás respondió: «¡Sólo a Tí, Señor!».24. Tienes una patria. Es la tuya..., por la que debes trabajar y luchar.Oración «He elegido a Jesús»Señor Jesús, en el camino de la esperanza, desde hace dos mil años, tu amor, como una ola, ha arrollado a tantos peregrinos.Ellos te han amado con un amor palpitante, con sus pensamientos, sus palabras y sus acciones. Te han amado con un corazón más fuerte que la tentación, más fuerte que el sufrimiento y más aún que la muerte.Ellos han sido en el mundo tu palabra. Su vida ha sido una revolución que ha renovado el rostro de la Iglesia.Contemplando desde mi infancia, estos fúlgidos modelos, he tenido un sueño: ofrecerte mi vida entera, mi única vida que estoy viviendo, por un ideal eterno e inalterable.¡Lo he decidido! Si cumplo tu voluntad, Tú realizarás este ideal y yo me lanzaré en esta maravillosa aventura.Te he elegido, y nunca he tenido añoranzas. Siento que Tú rue dices: « ¡Permanece en mí. Permanece en mi amor!».Pero ¿podría permanecer en otro? Sólo el amor puede real¡, zar este misterio extraordinario. Comprendo que Tú quieres toda mi vida. «¡Todo! ¡Y por amor a Ti!».

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En el camino de la esperanza sigo cada uno de tus pasos.

Catorce pasos del camino con Jesús.1. Tus pasos errantes que caminan hacia el establo de Belén: 2. Tus pasos inquietos en el camino a Egipto. 3. Tus pasos veloces a tu casa de Nazaret. 4. Tus pasos gozosos para subir con tus padres al Templo. 5. Tus pasos fatigados en los treinta años de trabajo,6. Tus pasos solícitos en los tres años de anuncio de la Buena Nueva.7. Tus pasos ansiosos que buscan a la oveja perdida.8. Tus pasos dolorosos al entrar a Jerusalén. 9. Tus pasos solitarios ante el pretorio.10. Tus pasos pesados bajo la cruz en el camino al Calvario. 11. Tus pasos fracasados, muerto y sepultado, en una tumba que no es tuya...12. Pasos de triunfo. «Sé valiente. Yo he vencido al mundo».13. Tú me has dicho: «Camina con pasos de gigante. Ve por todo el mundo, proclama la Buena Nueva, enjuga las lágrimas del dolor...14. Entraré en el tabernáculo del silencio con pasos aventurados hasta el fin de los tiempos. Perderé todo, pero me quedarás Tú. Allí estará tu amor para inundar mi corazón. Mi felicidad será total...***María siempre. Así titulé un librito de frases marianas que tuvo una gran difusión.Desde que Dios eligió a María como Madre de su Hijo y su mismo Hijo nos la regaló también como Madre a nosotros, la Virgen María desempeña un papel de primer orden en la historia de nuestra salvación.Ella, junto con Jesucristo debe ocupar un puesto muy importante en nuestra vida y debemos procurar tenerla presente todas las horas del día.María es el camino más recto y seguro para ir a su Hijo Jesús.A Jesús y a María, al Hijo y a la Madre, debo procurar abrazarlos en un mismo amor. Los dos deben ocupar mi mente y corazón.Mucho hemos difundido esta bonita décima, que ojalá sea una realidad en nuestra vida:MARÍA me lleva a Cristo, siempre estoy bajo su manto; con María me levanto, y con María me visto.Con- María a todo asisto: con María al templo voy, con María en casa estoy; María está en mis asuntos, María y yo estamos juntos; ¡Todo de María soy!

CONCLUSIÓNHemos llegado al final. El tema es muy rico y sólo hemos hecho insinuar algunas ideas.Jesucristo en muchas ocasiones, aunque fuera de modo indirecto, habló de las bienaventuranzas.Por ejemplo las bienaventuranzas y las malaventuranzas están bellamente retratadas en la parábola del rico Epulón y del niño ¡)obre que aludiendo a las ofrecidas por san Lucas (Lc 16, 19) alguien las ha imaginado así:El niño es dos veces pobre porque es pobre y porque es negro. Y el amo es dos veces rico porque es blanco y con dinero.- Si el amo blanco me vende las migajas de su pan, trajera yo mis tesoros una concha de tortuga para poderlas comprar: una concha de tortuga y unos dientes de caimán. Pero el

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amo y señor, al oírlo, se reía, se reía...El amo viste de seda con sortijas en los dedos. Y al niño lo lleva el aire con la piel sobre los huesos.- Si el gran señor me vendiera lo que come su mastín, trajera yo los tesoros que guardaba para mí: un collar de caracolas y un pequeño colibrí. Pero el amo y señor, al oírlo, se reía, se reía...El amo se murió un día sin llevarse su dinero, y al Señor de los señores intentó comprarle el cielo.- Si Tú me dieras la gloria que les das a los demás, trajera yo mis tesoros para poderla comprar: mis esclavos en la tierra y mis barcos en el mar.Pero el Amo y Señor, al oírlo, se reía, se reía...Para vivir bien las bienaventuranzas será bueno que desde la mañana acudamos con confianza al Señor y le supliquemos su ayuda para tenerlas presente a lo largo de todo el día.Podemos hacerlo con esta bonita oración etíope:«Oh Dios, en paz me has concedido pasar esta noche, en paz concédeme pasar el día.Por todas partes, que yo vaya por el camino que Tú me indiques.Oh Dios, vuelve derechos mis pasos.Haz que hablando no ceda a la calumnia.Haz que teniendo hambre, no ceda a la murmuración. Que, estando satisfecho, no me vuelva prepotente.Haz que pase mis días invocándote, sin señores por encima de Ti».

***Cuando Jesucristo pronunciaba en el monte las Bienaventuranzas, parece estaba pensando en su Madre María. Nos estaba haciendo su retrato.Ella fue la única de las criaturas que vivió en su máxima perfección estos ocho destellos de amor y de exigencia.Por ello querernos que el último recuerdo de esta maravillosa doctrina de su Hijo Jesucristo sea para Ella, que nos lo regaló en Belén hace dos mil años.MARÍA es la Esperanza nueva, el anticipo de la Pascua eterna. La que ya ha llegado a los «cielos nuevos y a la tierra nueva» (Ap 21, 1) a los que nosotros, si somos fieles a las bienaventuranzas, esperamos llegar un día.Así le suplicamos a Nuestra Santísima Madre de la Esperanza: «Anticipo pascual, presentimiento del nuevo paraíso que añoramos, de ese mundo que todos esperamos, libre de esclavitud y sufrimiento. María Inmaculada, con tu aliento hacia un cielo nuevo caminamos, por una tierra nueva trabajarnos que florezca de paz y entendimiento. En tus ojos, dos lagos de esperanza, me adentro y me sumerjo ilusionado, y la bondad me empapa y la ternura; limpio ya, veo a Dios en lontananza que se acerca, cual novio enamorado, besando y abrazando a su criatura».Ninguna conclusión mejor ni más adecuada que traer aquí LAS BIENAVENTURANZAS DE JESÚS con otro estilo o versión:1. Jesús: nos has hablado de ser dichoso cuando el corazón elige ser pobre, sin haciendas, sin saberes, sin orgullos... Nos has dicho que tu Padre será nuestro Rey con su reinado de amor. Dios nuestra riqueza en la pobreza agarrada.2. Dichosos los que sufren, has dicho, dichosos porque tu amor está cerca del que sufre, grita o calla. Tú, el buen samaritano, te acercarás a ellos.

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3. Dichosos los no violentos, los que llevan la paz y la cantan, los que abren al mundo sus brazos, los que ríen y aguardan que las cosas sigan creciendo con la fuerza de Dios, que en el fondo está enraizada.4. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia. Dichosos porque el hambre es camino siempre alargado y hace al hombre peregrino en su marcha. Tu palabra es agua y pan que sacia.5. Dichosos los que prestan ayuda, los que saben compartir y dar un «sí» con el alma. Has dicho que serán ayudados los que saben dar bien y paz. Dichoso el que es siempre puerta abierta de su casa.6. Dichosos los limpios de corazón, los que tienen corazón de niño y saben mirar con los ojos desde unos ojos sin mancha. Felices: verán a Dios, y Dios será su libertad, su mundo, su todo en el corazón sin nada. Libre de lo que ciega al hombre y le vuelve duro e impermeable a tu Palabra. Verán el rostro de un Dios que libera y salva.7. Dichosos los perseguidos por su fidelidad al Evangelio. Los que molestan con la luz de su vida, los que denuncian con la fuerza del Espíritu, los que tienen que gritar y gritan y nunca callan, tu Padre será su Rey, y su reinado la libertad que la opresión amordaza.8. Dichosos cuando os insulten, cuando os persigan con rabia, cuando digan con mentira, calumnias por ¡ni causa. Estad alegres y contentos, que Dios será vuestro gozo y la recompensa larga.