Carme Alemany Tecnologia y Género

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  • 8/16/2019 Carme Alemany Tecnologia y Género

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    IV TECNOLOGÍ Y GÉNERO

    LA

    REINTERPRET CIÓN DE L

    TECNOLOGÍ DESDE L TEORÍ 

    FEMINIST

    M. Carme Alemany

    Enelámbito de la sociología del conocimiento, hasta hace algo más

    deveinte años, las teorías dominantes presentaban la ciencia y la

    tecnología como una acumulación progresiva de conocimientos

    f «objetivos»,como si la producción científica no estuviera condicio-

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    principalmente, por Pinch y Bijker (1990). Sin embargo, ninguna

    de las dos responde plenamente a las preocupaciones e interrogan_

    tes que se plantea el análisis feminista sobre la tecnología.

    En lo que concierne a la «Red de actores» las limitaciones más

    importantes son:

    1. El análisis se limita al tejido de las alianzas sociales que Se

    concentra en el proceso de elaboración o construcción de la

    ciencia y la tecnología, pero la teoría no alcanza el análisis de las

    alianzas que se.construyen alrededor de la producción de los

    objetos técnicos, el uso y el consumo. Por lo que raramente

    aparecen como actores las mujeres. A este tipo de análisis se le

    ha considerado casi como especialmente apto para el estudio

    exclusivo de la producción de la tecnología.

    2. Este análisis, aunque trata de las relaciones y los conflictos

    sociales los interpreta más desde el punto de vista organizativo

    que como elementos de poder y de dominación, de tal manera

    que se centra principalmente en los microactores (los ingenie-

    ros, los

    diseñadores,

    etc.) y no considera suficientemente las

    estructuras económicas y las redes de intereses que representan.

    3. Las redes de actores que analiza (ingenieros, científicos,

    políticos, ejecutivos, etc.) están constituidas básicamente por

    hombres y el análisis no incluye ni hace mención sobre elhecho

    de que las mujeres están ausentes o se encuentran excluidas, o

    bien ocupan puestos secundarios en el proceso y no están pre-

    sentes en los puestos que tienen poder de decisión.

    En definitiva, estos autores (hombres) que se han dedicado a

    investigar minuciosamente los procesos de desarrollo de la tec-

    nología, no se han percatado de que la asimilación de la tec~~-

    logía con la masculinidad es una construcción social. Este an áli

    sis, al ignorar las relaciones de poder, en los fenómenoS

    estudiados, tiende a excluir no solamente las relaciones de clase

    sino también las relaciones sociales de sexo, esdecir las relaciones

    de poder históricamente construidas y muy generalizadas que son

    la base del análisis feminista y por tanto que éste difícilmente puede

    silenciar.

    82

    En lo que concierne a la vertiente

    SCOT,

    también presenta algu-

    osinconvenientes, aún cuando no se limita al tipo de actores antes

    ~e6alados, sino que mantiene una visión másamplia y a sus act~res

    les llaman «grupos sociales pertinentes». E~tos g~upos pe:mlten

    incluir a gente que no actúa de una forma activa o directa, mientras

    que los actores destacados por Bruno Latour c~nducen forzosa-

    mente al análisis de aquellos que son los más influyentes en el

    desarrollo de una técnica dada. En cambio, la noción de «grupos

    sociales pertinentes» puede incluir los usuarios, los beneficiarios y

    las víctimas. Ello permite al personal investigador encontrar

    alguna mujer en el trayecto. Por ejemplo, Trevo~ ~inch yWiebe

    Bijker, en su estudio sobre el desarrollo de la ~I~Icleta, demos-

    traron que la seguridad y el confort de las ciclistas con faldas

    resultaron ser aspectos pertinentes en las decisiones de los con-

    ceptores. Más recientemente, Ronald Kline y.~revor Pinch? han

    adoptado una perspectiva de género en su

    an álisis

    sobr.e el desarro-

    llo del automóvil en la América rural. En este estudio muestran

    cómo los campesinos al aplicar el motor de los automóviles como

    fuente de energía destinada a hacer funcionar las máquinas agríco-

    las, reforzaron su imagen del «hombre sabelotodo» técnicamente

    competente.

    Otro aspecto importante del análisis SCOT es la inclusi~n de la

    «flexibilidad interpretativa». Este concepto plantea que las innova-

    ciones no pueden considerarse terminadas mientras n~ han .sido

    usadasyque las técnicas inventadas por los conceptores (mgeme~os.

    dedicados a la concepción de objetos técnicos) pueden

    a posterzort

    ser objeto de numerosas adaptaciones no previstas: Desde esta

    perspectiva, el usuario retorna una cierta importancia y, una vez

    más, permite potencialmente dar visibilidad a las mujeres (como

    Usuariasde tecnología) yal ámbito doméstico. Sin embargo, en este

    análisis se sobrestima el papel del usuario, yaque cuando sedevuel-

    ven al conceptor, las apreciaciones del usuario resultan poco efica-

    ces y tardías. Los usuarios, como consumidores, se caracterizan

    mucho más por su impotencia que por su poder, como señala

    -------

    2. Kline

    y

    Pinch (1995).

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    Cynthia Cockbum  Además, como se verá más adelante, el consn,

    midor paga una serie de accesorios que no utiliza y que finalmente

    terminan en un cajón de la cocina (caso robot culinario estudiado

    por Danielle Chabaud-Rychter)  o como los numerosos programas

    de las lavadoras que son rechazados por las usuarias cotidianas.

    En definitiva, el análisis feminista no encuentra un modelo de

    anális is que permita explicar el malestar de las mujeres ante la tec-

    nología, ni su indiferencia, ni su miedo ante una máquina. T am-

    poco puede buscar apoyo en una teoría que explique el dominio de

    los hombres en el campo de la tecnología y la exclusión o margina-

    ción de las muje res en este ámbito. No obstante, el trabajo concep-

    tual realizado por ambas corrientes de la escuela constructivista es

    importante y como resultado de su trabajo, tendría que haber menos

    escepticismo cuando las investigadoras que se interesan en el

    proceso y la trayectoria de la tecnología desde una perspect iva de

    género, descubren que ciertos intereses masculinos han influido

    en determinadas opciones tecnológicas' y aún menos sorpresa cuan-

    do, algunas veces, las mujeres científ icas generan verdades diferen-

    tes (por ejemplo, la primatología feminista, tal como fue explorada

    por Donna]. Haraway y como señala Cynthia Cockburn, 1997).

    Con las ganas de ir más lejos de lo que se ha llegado desde la

    escuela constructivis ta y principalmente para poder responder a las

    preguntas que se plantean cuando se relaciona tecnología y relacio-

    nes sociales de sexo, un conjunto de inves tigadoras, procedentes de

    ocho paí ses europeos, inic iamos una invest igac ión sobre la tecno-

    logía doméstica, ya que ahí se podían encont rar las mujeres. Ade-

    más es un campo poco estudiado en la sociología de la técnica, lo

    cual no esparadójico, al tratarse del ámbito privado, el de las mujeres,

    que se considera de importancia menor. 

    3. Cockburn (1997).

    4._Chabaud-Rychter (1997).

    5 . Cockburn y Ormrod (1993). .

    6. Esta investigación fue impulsada por el Centro Europeo para la CoordIna-

    ción y Documentación de la Investigación en las Ciencias Sociales de Viena y sus

    resultados fueron publicados en Cockburn y Fürst Dilic (1994).

    7. Como señala Cynrhia Cockburn, «La tecnología doméstica es el pariente

    pobre de la sociología de la t ecnología», ... «la tecnología seria son realmente los

    84

    En cada pa ís, cada investigadora escogió estudiar la trayector ia

    de un aparato técnico de uso doméstico: un horno microondas, un

    robot, un si stema de aspiradora, una lavadora, un teléfono, etc. y

    el di seño de la invest igac ión se basó en e l concepto

    te j id o s in c o st u

    ra s 

    es decir analizando, como soc iales, los procesos de construc-

    ción de la tecnología.

    Las pr incipales hipótesi s que han orientado esta investigac ión

    son:

    1. El género y la tecnología se consideraron como una cons-

    trucción social. Es decir, que ni uno ni otro término se consi-

    deran como dados (por lo tanto seexcluye cualquier determinis-

    mo ya sea tecnológico o biológico), sino que se construyen

    conjuntamente en el curso de l proceso de innovación, de pro-

    ducc ión, de distribución y de uso de la tecnología. La tecnología

    penetra en la identidad del género y las relaciones de género

    pene tran en la trayectoria de la tecnología.

    2. El trabajo doméstico y e l trabajo remunerado se considera-

    ron como un solo proceso, que se puede considerar como elh ilo

    y la trama en un tejido.

    3. La concepción, la producción y el consumo no se conside-

    ra ron como procesos separados sino como profundamente im-

    bricados.

    En esta ponencia expongo muy brevemente los principales re-

    sultados de esta inves tigación como ilustración de la configuración

    mutua y socialmente construida entre tecnología y género.

    La investigación que llevé a cabo se centró en el estudio de la

    trayectoria de la lavadora. En la fábrica donde realicé el estudio

    estaban diseñando un nuevo modelo de lavadora, lo que resultó se r

    Un momento

    ideal

    para realizar la invest igac ión, ya que el proceso

    ordenadores y el material de guerra» (artículo citado). Igualmente, hay que subra-

    yar que raramente los objetos domésticos se encuentran en los museos dec iencia

    y tecnología. Igualmente, losa rtículos de la línea marrón ocupan, en las tiendas,

    ~n lugar preferente, en relación con los artículos de la línea blanca (electrodomés-

    ticos), como señalé en Alemany (1993).

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    de innovación estaba en su pleno desarrollo. Aparentemente, las

    razones que guiaban la innovación eran de carácter económico

    puesto que estimaban que el nuevo modelo se podría fabricar co~

    una rentabilidad multiplicada por tres respecto al modelo anterior.

    Pude seguir paso a paso, el proceso de concepción y producción del

    nuevo modelo, así como la venta y uso de este electrodoméstico.

    En este análisis se trata de diferentes fases de la trayectoria. En

    primer lugar, las relaciones entre la concepción y el uso de la lava-

    dora, más adelante, la producción y, finalmente, la venta de este

    objeto técnico.

      el ciones entre concepción   uso

    En el proceso del diseño del nuevo prototipo, los departamentos

    más implicados eran el de marketing y elde Ingeniería del Produc-

    to. Laprimera observación que salta a lavista esque estos departa-

    mentos están compuestos por hombres y que las mujeres no están

    presentes ni en laconcepción ni en los puestos de responsabilidad

    técnica desde los cuales sepuede ejercer un cierto poder dedecisión

    sobre las orientaciones y las características del objeto técnico. Esta

    situación todavía resulta más sorprendente sise tiene en cuenta que

    se trata de un electrodoméstico y que, aunque no figure de una

    manera explícita, sesabeque la utilización de esteelectrodoméstico

    interesa muy directamente a las mujeres.

    Las únicas mujeres que intervienen a lo largo del proceso de la

    concepción son las operarias del laboratorio de ensayo (lo que tam-

    bién se confirmó en los restantes países). Este servicio, compuesto

    únicamente por personal femenino se encarga de probar los cam-

    bios y las innovaciones (elaboradas por los hombres) que se intro-

    ducen en el nuevo prototipo y deben comunicar los resultados

    obtenidos al departamento de Ingeniería del Producto.

    Sise analizan las causas por las cuales las mujeres están presentes

    en el laboratorio de ensayo sepuede constatar que su presencia no

    escasual (como tampoco loson laseconomistas culinarias en el caso

    del horno microondas, o las mujeres que ensayan el sistema de

    aspiración

    concebido en Finlandia), sino que, precisamente,

    han de ser mujeres, no por ser operarias sino ensu función de amas

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    de casa  ya que esta estrategia contribuye a introducir a la usuaria,

    de forma pasiva, en la parte final del proceso de concepción del

    objeto técnico elaborado por los hombres.

    No obstante, las pruebas que realiza el laboratorio de ensayos

    son limitadas. Éstas van dirigidas a comprobar si el ruido o la du-

    ración de los programas equivalen a los de los modelos de la

    competencia. Además, se centra la atención en el diseño de los

    mandos que seuti lizan para programar y poner en marcha lalava-

    dora (tanto en lo que serefiere a las dimensiones como a lafacilidad

    de manipulación), así como la comodidad para introducir la ropa

    (medida de la puerta, tipo de mecanismo para abrirla). Este tipo de

    pruebas muestra muy claramente que la usuaria potencial será una

    mu jer .

    Ahora bien, este tipo de ensayos se refiere básicamente a la uti-

    lización del objeto por las usuarias y no sebusca poner en cuestión

    los aspectos básicos de la concepción. De todas maneras, lasmuje-

    res que realizan estos tests no disponen de los conocimientos téc-

    nicos suficientes para evaluar las soluciones técnicas que se han

    incorporado, por lo tanto, son los hombres quienes mantienen el

    control y el dominio técnico del objeto. Este aspecto confirma la

    hipótesis de que, por medio de los electrodomésticos, los hombres

    modelan y controlan las tareas domésticas que realizan las mujeres

    (ámbito «femenino» por excelencia) y que justamente seconsideran

    como sus actividades «naturales».

    Los innovadores también necesitan imaginar quién será elusua-

    rio del nuevo prototipo y para eso recurren a otro tipo de estrate-

    gias. Por una parte, el departamento de Ingeniería del Producto,

    para acceder a un mejor conocimiento de las usuarias, aún cuando

    impide que participen activamente en el proceso de concepción,

    distribuye entre los cuadros y algunas secretarias de la empresa un

    número limitado de ejemplares del nuevo prototipo para que las

    esposasde los primeros y parte del personal femenino de laempresa

    prueben el nuevo modelo de lavadora y den su opinión.

    La intervención de estas mujeres tampoco se entiende si no es

    ~omo resultado de la división sexual del trabajo doméstico, que

    Incapacita a los ingenieros (hombres) de la empresa a juzgar por

    ellos mismos las características del nuevo prototipo.

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    El departamento también dispone del conocimiento acumula_

    do de los técnicos, lo que llaman la «cultura de lalavadora», que e

    el resultado de haber construido a 1 0 largo del tiempo una seried;

    representaciones sobre las usuarias. Ello implica partir desde 1

    masculino para construir el imaginario sobre la usuaria, es decir

    desde una división androcéntrica, ya que no puede hacer su expe~

    rimentación a partir de una comunicación directa con la usuaria.

    Juntamente con la cultura de la lavadora que poseen los ingenieros

    dedicados a la concepción técnica, el imaginario sobre la usuaria se

    construye en el laboratorio de pruebas (compuesto por hombres)

    donde los técnicos intentan imaginar «los posibles errores que las

    usuarias pueden cometer cuando utilicen la lavadora» (aligual que

    sucede en la fábrica de robots culinarios). Ello implica construir

    una serie de representaciones sobre la «ignorancia técnica» propia

    de las mujeres, o bien sobre sus escasas aptitudes para la técnica, e

    incorporar una serie de dispositivos que impidan, según los técni-

    cos, un mal funcionamiento de la máquina. Ahora bien, como

    resultado de las relaciones sociales de sexo en la construcción del

    imaginario sobre las usuarias, los dispositivos que incluye el con-

    ceptor (hombre) no siempre introducen una mejora en el uso real

    de la lavadora que hacen las mujeres.

    A título deejemplo, en elnuevo prototipo, elbombo delalavadora

    está si tuado en una posición más alta, en relación con la puerta,

    que en los modelos anteriores (ello por razones

    estrictamente

    téc-

    nico-económicas, con la finalidad de reducir el tiempo de monta-

    je); esta modificación significa que cuando la lavadora está en fun-

    cionamiento, el nivel del agua llega a una altura superior que la

    puerta. Este cambio ha obligado a introducir un sistema debloqueo

    dela puerta por si «lamujer distraída abre la puerta mientras la lava-

    dora está en funcionamiento», o por si «un niño abre la máquina»,

    como silamujer tuviera tan poca capacidad de razonamiento como

    un niño de pocos años de edad. En cambio, el departamento de

    Ingeniería del Producto no ha podido imaginar o ha menosprecia-

    do lacomodidad que resultaría para la usuaria poder incorporar en

    lalavadora, mientras estéfuncionando, una pieza adicional de ropa.

    Este imaginario también ha llevado a los conceptores de los

    robots culinarios a introducir un mecanismo de bloqueo en la

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    colocación del recipiente y la tapa del mismo para que pueda fun-

    cionar, de manera que no se pueda introducir ningún objeto cuan-

    do está triturando, cortando, etc., como si los usuarios potenciales

    almanejado no supieran que los discos que se colocan para triturar

    o cortar, cuando están en funcionamiento, son peligrosos.

    De igual modo, son muy pocas las marcas de lavadoras que

    fabrican, en España, modelos con la apertura superior, a pesar de

    que representan una mayor comodidad para las usuarias. Según los

    técnicos, estas máquinas tienen más dificultades de montaje, en

    relación con las lavadoras de apertura frontal. Por ello, a través de

    la publicidad y otras estrategias de venta de los comerciales, este

    último modelo tiene, en nuestro territorio, una mayor divulgación

    que el de carga superior. Paralelamente, los arquitectos, los diseña-

    dores de interior, los fabricantes de muebles de cocina han deter-

    minado de una manera rígida que el mejor espacio para instalar la

    lavadora es la cocina (en otros países es el cuarto de baño, o una

    dependencia especial para e  l avado) y este tipo de máquina se

    presenta como más funcional con ladistribución «programada» de 

    espacio; esto explica que lalavadora de carga superior no alcance los

    nivelesde venta de la lavadora con carga frontal.

    Asímismo, los aspectos que sehan señalado sobre la carga fron-

    talo superior suscitan hacer la hipótesis que la posición curvada

    requerida para cargar lalavadora no ha sido contemplada como una

    incomodidad para la usuaria porque corresponde a una posición

    físicaconsiderada como «natural» en las tareas domésticas realiza-

    das por las mujeres. (¿Asícomo la «adecuada» para e ser domina-

    do?). En cambio, al ser laposición erguida más propia de los hom-

    bres, podríamos preguntamos si la lavadora de carga frontal se

    hubiera divulgado con igual intensidad si se tratase de usuarios

    masculinos o, por e  contrario, sehubieran buscado las «soluciones

    técnicas adecuadas» para fabricar las lavadoras de carga superior

    Conmenor dificultad.

    El uso del objeto técnico

    Últimamente la lavadora se presenta a nivel publicitario como

    Un objeto a la disposición de los usuarios, hombres y mujeres,

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    indistintamente, para facilitar las tareas domésticas, sin condicio_

    nar en absoluto el tipo de organización o de dist ribuc ión del trabajo

    en el interior de l colectivo que comparte su utilización.

    No obstante, esta neutralidad del electrodoméstico se hunde

    cuando se ana lizan sus características técnicas y la publ icidad qUe

    le acompaña, ya que la manera en que se ha concebido, fabricado

    y di fundido t iende a prede te rminar no solamente quién (hombre  

    mujer) habrá de utilizado preferentemente, sino también el t ipo de

    organización doméstica que se tendrá que consolidar a su alrede_

    dor.

    Si nos referimos al modo de funcionamiento de la lavadora se

    puede observar que lleva incorporada una serie de mecanismos que

    difícilmente se pueden utilizar correctamente si no se dispone de

    una serie de conocimientos sobre los te jidos y teñidos y su compor-

    tamiento durante el lavado.

    En efecto, el lavado automático no es una tarea doméstica

    sencilla, sino que necesita una serie de conoc imientos que no se

    adquiere con una simple lectura del manual de instrucciones que

    acompaña la lavadora. En particular, la utilización de la lavadora

    exige una operación del icada previa, que es la selección y la clasi-

    ficación de la ropa por tipo de materia y resistencia de los teñidos

    y de la suciedad. Se precisa, además, un conocimiento de los

    efectos de los diferentes programas según la temperatura, fases  

    duración, con el fin de poder escoger el programa más adecuado en

    función de la naturaleza y el estado de la ropa seleccionada. Se

    necesita, pues, disponer de unos conocimientos técnicos sobre las

    propiedades de los diferentes tipos de materias textiles junto con

    una experiencia del lavado.

    Actualmente, las mujeres disponen mayoritariamente de cono-

    cimientos que también podríamos nombrar como «cultura de la

    lavadora», ya que es un bien de consumo de masa que se encuentra

    en el mercado desde hace más de 35 años y son las mujeres las que

    tradicionalmente la han uti lizado. De este modo, las mujeres acos-

    tumbran a hacer servir este objeto técnico con unos conoc imientoS

    básicos adquiridos, que les permite prescindir de los consejos o

    recomendaciones que figuran en los manuales de uso y evitar, por

    ejemplo, programar el lavado con tempera tutas desmesuradas que

    9

    cinúan aconsejando los fabricantes de lavadoras. De hecho, los

    conocimientos que poseen las usuarias forman parte de la cultura

    r:rnésti~a que las mujeres han adqui~ido por medio d.:l aprendizaje

    del género femenino y que se transmite de madres a hijas de manera

    informal.

    Estas competencias no están enraizadas solamente en la «cultura

    de la lavadora» sino que sus raíces. p~oviene~ del lavado ~anual, que

    da mujer ha practicado y continua practicando ocasionalmente,

    ~ocual le ha proporcionado la sabiduría sobre la resistencia de las

    ;anchas o de la suciedad en determinados tej idos y también cómo

    saber evitar su persistencia. Estos conocimientos, basados en la

    experiencia y la repetición de los gestos, no constituyen un saber

    formal y son difí cilmente t ransmisibles, por e llo, a menudo, son

    asimilados con una capacidad natural exclus iva de las mujeres.

    De esta manera, la lavadora, aunque se presente como un ins tru-

    mento «automático», producto de la tecnología moderna, necesita

    de estos conocimientos de carácter más bien artes anal y no puede

    utilizarse correctamente sin recurrir a ellos, por lo menos en las

    fases de preparac ión y programación del lavado. De este modo, la

    determinación de que la mujer sea la usuaria princ ipa l y casi exclu-

    siva de este electrodoméstico figura en las propias cargcterfsticas

    técnicas del apara to. Por lo tan to, su aparición en el mercado tiende

    a reforzar la función del ama de casa y, contrariamente a lo que se

    podía esperar, no ha introducido una redistribución de las tareas

    domésticas entre hombres y mujeres, ya que los hombres difícil-

    mente pueden responsabilizarse del cuidado de la ropa si no han

    adquirido previamente estas competencias. Así, las soluciones téc-

    nicas que se han adoptado para el lavado au tomático representan

    un obstáculo, nada despreciable, para que los hombres intervengan

    más fácilmente en el lavado de la ropa. Los hombres, para poder

    participar en la utilización de la lavadora, se han de situar previa-

    mente en una posición de aprendices respecto a sus compañeras, lo

    cual no siempre es fácil y más cuando este aprendizaje se refiere a

    Unamáquina, ámbi to en el cual los hombres se consideran mejores

    conocedores que las mujeres. Mientras que, como ya seha señalado,

    las mujeres han adquirido, por la práctica del trabajo doméstico, el

    Conocimiento tecno lógico adecuado para evitar «los errores» que

    91

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    incluye un electrodoméstico diseñado por los hombres. En conse-

    cuencia, las dificultades de utilización que afectan principalmente

    a los usuarios poco experimentados en el cuidado de la ropa, es

    decir, los hombres, no setienen en cuenta desde la concepción y la

    fabricación, yaque son un colectivo que no representa, de momen-

    to, desde el punto de vista del mercado, un grupo de usuarios

    suficientemente numeroso para ser considerado como un objetivo

    comercial interesante.

    Como resultado de esta lógica de la construcción de la tecnolo-

    gía doméstica, los hombres, amparados en su desconocimiento de

    la tecnología doméstica, pueden mantenerse al margen de estas

    tareas, cuando no son excluidos por las mismas mujeres que les

    consideran unos «inútiles». En definitiva, las soluciones técnicas

    que sehan encontrado para lavar la ropa automáticamente, tanto

    en la concepción como en la fabricación, son coherentes con la

    persistencia de la división sexual del trabajo en el ámbito do-

    méstico.

    No obstante, cuando realizamos el seguimiento de la lavadora

    en la fase de uso, encontramos algunos hombres jóvenes que se

    cuidaban del lavado de la ropa, aún no teniendo ningún conoci-

    miento del lavado amano, en cambio, las mujeres continúan lavan-

    do a mano esporádicamente. Ahora bien, la manera masculina de

    uti lizar la lavadora esdistinta de la de muchas mujeres, ya que, al

    no disponer de los conocimientos previos que poseen las mujeres,

    y con elfin de evitar cualquier tipo de error, optan por lavado todo

    en frío. Este modo de utilizar la lavadora tiene un efecto perverso

    respecto a la complejidad de los programas de lavado que se han

    empeñado en incorporar los conceptores, ya que convierte aún

    más en irrisorios los esfuerzos de los innovadores por introducir

    un mayor número de programas en las máquinas más modernas

    y que, además, constituye uno de los argumentos de venta de

    este electrodoméstico.

    En este aspecto, vemos que la «flexibilidad interpretativa» a la

    que hacen referencia los investigadores del modelo SCOT, es muy

    limitada en elcaso de lalavadora, puesto que los usuarios solamente

    pueden limitarse a despreciar los esfuerzos de los conceptores en

    aumentar el número de programas, al igual que los usuarios del

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    robot culinario pueden guardar una serie de accesorios en un cajón

    de lacocina. Esdecir, lacapacidad de acción de los usuarios esmuy

    limitada en relación a la oferta que se les presenta.

    Por otra parte, cabe señalar, que los conceptores (hombres) tie-

    nen tendencia, por desconocimiento y falta de una práctica perso-

    nal, a infravalorar las dificultades reales, por ejemplo el riesgo de

    teñido o de arrugado de las prendas por exceso de temperatura,

    cuando técnicamente no hay ningún impedimento que obstaculice

    que cuando seproduce el teñido del agua, seproduzca un vaciado

    automático de ésta y que suene un pitido para avisar al usuario que

    entre las prendas introducidas una destiñe con latemperatura pro-

    gramada, en cambio les interesa más dedicarse a resolver problemas

    técnicos relacionados con laapertura de lapuerta o ladureza de los

    mandos, cosa que les permite, implícitamente, tener una visión

    de la usuaria como un ser débil o despistado que necesita su

    atención protectora. Por ello, la mayoría de objetos técnicos

    destinados a lasmujeres presenta unas lagunas importantes, que

    probablemente no existirían si las mujeres participasen activa-

    mente en los procesos de concepción y en la puesta a punto de

    los nuevos prototipos.

    Bruno Latour señala que la construcción social del objeto

    técnico se acaba con una fase de clausura que determina las

    características definitivas del aparato tanto técnicas como de

    uso social.

    La lavadora, tal como sela conoce hoy en día, ha sido configu-

    rada en relación a un determinado marco familiar, característico de

    las sociedades occidentales y con una determinada organización del

    trabajo doméstico. En efecto, el tipo de usuario potencial también

    está implícito en las dimensiones de la capacidad del lavado. La

    capacidad de la cuba (5 kgs. de ropa aprox.) está diseñado para el

    lavado programado de una familia compuesta por cuatro o cinco

    personas y toda desviación respecto a esta situación media se tradu-

    cepor unas dificultades suplementarias de uso o por un sobrecoste.

    Éste esel casode las personas solas, por ejemplo, o de las parejas sin

    hijos que seven obligadas, amenudo, a usar los programas de media

    capacidad, que tienen un coste en agua, jabón y energía más

    elevado en relación a la cantidad de ropa lavada, o bien, han de

    93

  • 8/16/2019 Carme Alemany Tecnologia y Género

    8/10

    guardar más tiempo la ropa sucia con el fin de poder llenar una

    lavadora. 

    Del mismo modo, la solución tecnológica que se ha escogido

    para el lavado obliga al grupo, familiar o no, a poner en común la

    ropa sucia para poder posteriormente seleccionar la ropa por colo-

    res o por materias y finalmente lavarla en un programa determina-

    do, lo que implica una cierta concepción del trabajo doméstico. De

    hecho, la manera «racional» de uti lizar lalavadora lleva a un cierto

    tipo de funcionamiento del grupo, al margen del cual el aparato

    parece disfuncional o mal aprovechado. En definitiva, en la con-

    cepción, la fabricación y la comercialización de la lavadora, de

    manera enmascarada, existe una misma representación del pa-

    pel de la mujer y de la organización doméstica. Ello confirma que

    la construcción de la tecnología y, en particular la tecnología do-

    méstica, no es un proceso neutral.

    La producción de un objeto técnico

    El departamento de Ingeniería del Producto, del mismo modo que

    pretende no tener presente a lapersona que usará la lavadora, yaún

    menos tener presente que la principal usuaria esla mujer, también

    aspira a no contemplar, en términos de género, quién realizará

    determinadas tareas en el curso de la fabricación. A este propósito,

    el ingeniero responsable se expresa con las siguientes palabras:

    «Cuando diseñas, automáticamente y lógicamente, piensas en

    có m o

    eso se ha de montar». De este modo, la concepción y el desarrollo

    de la tecnología aparecen teóricamente de forma asexuada o al

    margen de las relaciones sociales de sexo.

    Sin embargo, las opciones tecnológicas adoptadas en la concep-

    ción de un objeto técnico no solamente condicionan a la usuaria,

    como se ha puesto de relieve, sino que también tienen implicacio-

    nes directas en la producción.

    8. En algunos países, donde el número de personas solas es mayor que en

    España, se ha in troducido un modelo de lavadora de menor capacidad para esta

    franja de la población.

    94

    Sise sigue la trayectoria del objeto técnico de la concepción a la

    producción las implicaciones de la tecnología en el refuerzo de las

    relaciones sociales de sexo son evidentes.

    Actualmente, todos los ingenieros que trabajan en la concep-

    ción y fabricación de lavadoras están de acuerdo en señalar que no

    existen barreras físicas que impidan la participación de lasmujeres

    en la fabricación de este electrodoméstico, salvo en puestos muy

    específicos que tienden a desaparecer. Sin embargo, seconstata que

    las mujeres sólo representan alrededor del 20 0 /0 de la mano de obra

    en este tipo de industria.

    Alanalizar ladistribución de las tareas en el proceso de produc-

    ción de losmodelos que sefabrican actualmente seha confirmado,

    corrto ya han señalado otras investigaciones realizadas' desde el

    enfoque de la teoría feminista? que la tecnología actúa como ele-

    mento excluyente de las mujeres de determinados puestos de traba-

    jo. En efecto, las mujeres no pueden realizar algunas tareas como

    resultado de las barreras físicas que presentan algunas máquinas o

    herramientas, ya que éstas han sido diseñadas y concebidas para que

    sean utilizadas por los hombres. Así el tamaño de determinados

    mandos está adaptado para el tipo de manos masculinas, o laaltura

    de determinados elementos está diseñada en correspondencia con

    la altura de los hombres, lo que excluye, de hecho, a lasmujeres de

    determinados puestos de trabajo, o bien las fuerza a trabajar en unas

    condiciones que incrementan elriesgo de los accidentes de trabajo.

    En l a fábrica delavadoras los trabajos de prensa y planchistería, son

    puestos que, tanto hombres como mujeres, consideran más adecua-

    dos para aquéllos, no por el tipo de trabajo, ya que las mujeres

    consideran que no son tareas difíciles, sino por el tipo de máquinas

    que se debe manejar.

    Sin embargo, cuando sediseña una herramienta o una máquina

    se generan numerosos debates sobre su función, su talla y su coste,

    entre el equipo conceptor y entre el conceptor y el cliente. Por lo

    tanto, el hecho de no tener en cuenta que las mujeres no tienen la

    9. Cockburn (1985).

    95

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    9/10

    misma corpulencia que los hombres no es ajeno a las relaciones

    sociales de sexo que se establecen en el ámbito laboral.

    La concepción y la venta y distribución

    Los métodos de márketing que buscan la definición del perfil medio

    del usuario potencial, también tienden a consolidar el papel del

    ama de casa.

    En efecto, el departamento de marketing tiene como

    objetivo concluir la trayectoria del objeto técnico con la venta, y es

    por ello que considera las necesidades y las motivaciones del mayor

    número posible de usuarios para cada tipo de lavadora. Ello con-

    duce a referi rse al usuario medio, que se define sistemáticamente

    como una mujer, y se ignoran las tendencias emergentes sobre la

    participación de los hombres en el trabajo doméstico y en particular

    en las tareas de lavado de la ropa, como ya se ha visto, al no repre-

    sentar un mercado suficientemente importante.

    En este sentido, las especi ficaciones elaboradas por el depar-

    tamento de marketing contribuyen a reforzar la imagen do-

    minante que asocia la mujer a la esfera privada y al trabajo

    doméstico. El nuevo electrodoméstico aparece, por tanto, como

    un elemento de conservadurismo social y no como un factor de

    emancipación o de transformación progresiva de las relaciones

    sociales de sexo.

    La publicidad que acompaña la venta de la lavadora también

    confirma estos aspectos. Así es significativo constatar que las cam-

    pañas publicitarias no utilizan jamás argumentos que podrían pre-

    sentar la lavadora como un factor potencial de «liberación» de las

    tareas domésticas (como no lo hace tampoco ningún nuevo electro-

    doméstico), ni como un elemento que podría incidir en introducir

    una flexibilidad mayor en la distribución del trabajo doméstico.

    No se utilizan nunca mensajes, como por ejemplo «ponga en mar-

    cha la lavadora y no se preocupe por el lavado de su ropa», o bien

    «es tan senci llo de hacerla funcionar que hasta los hombres pueden

    cuidarse del lavado de la ropa». Sino bien al contrario, ya que no se

    trata en ningún momento de liberar a las mujeres de las tareas del

    hogar y ni tan siquiera de ahorrarles tiempo de dedicación, ya

    que ello podría dar a entender que las mujeres quieren liberarse de

    96

    su papel de amas de casa. El interés personal de los técnicos en

    publicidad, generalmente hombres, coinciden con el conocimien-

    to que tienen del mercado y n o entra en su perspectiva reconsiderar

    implícitamente el papel tradicional de la mujer en relación al

    trabajo doméstico. Al contrario, partiendo de la imagen del ama

    de casa cumplidora y dedicada a l a familia, buscan un fenómeno de

    identificación entre esta imagen y la lavadora, y básicamente,

    procuran que se evite un posible rechazo por parte de la futura

    compradora. Así, los mensajes giran entorno a la siguiente ecua-

    ción: Ja lava~or~, para funcionar necesita a la mujer y la mujer

    necesita la maquma para cumplir mejor su papel de cuidadora de

    la familia.

    Este.resumen sobre algunos aspectos de la investigación realiza-

    da muestra muy explícitamente las implicaciones entre género

    y tecnología y cómo el diseño, la producción, la venta y el

    consumo están profundamente imbricados formando un único

    proceso social.

    Est~s reflexiones s?bre la trayectoria de un objeto técnico plan-

    tean diferentes cuestiones. Por un lado, que la exclusión de las

    mujeres del proceso de concepción tecnológica no es un hecho

    casual e inhabitual, sino que hoy en día el acceso de las mujeres a

    los puestos de poder y de decisión se presenta como un desafío y

    como una lucha contra la hegemonía masculina en el ámbito de la

    cie~cia y la tecnología. ¿Podemos considerar que sihubiera habido

    mujeres, habrían producido técnicas mejor adaptadas a las diversas

    necesidades que plantean las tareas domésticas? Se puede contestar

    que sí, sin ser ingenuas o esencialistas, ya que del mismo modo que

    se observa que han sido las mujeres investigadoras las primeras

    que han puesto en evidencia la relación entre tecnología y género,

    pa:a que, después, algunos hombres se unan al carro (como ya se ha

    senalado, el caso de Kline y Pinch y otros en Francia) y desde su

    propia identidad de género respondan a las cuestiones que sep lan-

    tean en este ámbito, también la presencia de mujeres, en los depar-

    tamentos de investigación y desarrollo de las empresas estudiadas

      bi  

    u, iera aportado una semejanza más. real con las usuarias que los

    m~todos utilizados por los ingenieros (hombres). Por otra parte no

    e . 1  

    }(Istlría a costumbre de rebajar la importancia de lo domést ico, ni

    97

  • 8/16/2019 Carme Alemany Tecnologia y Género

    10/10

    de desvalorizar las capacidades de las mujeres respecto a la téc .

    h

    . di" nlCa

    como se a Vistoque ocurre cuan o os equipos estan constituido'

    solamente por hombres. s

    No.obsta?te, n.os trata   olamente de im ulsar la presencia de

    lasmu r s m tan siqUIerade incrementar elnumero de mujeres

    deben penetrar en el campo de la concepción de la tecnología pqu

    e

    que semodifiquen las relaciones sociales de sexo, sino que a la a

    cabe im-pulsar la crítica a la tecnología para que sea posible innova 

    desde el cambio de las relaciones sociales de sexo.

    Finalmente, el análisis del entorno de este «inocente» electrodo_

    méstico ha mostrado que, como resultado de la implicación entre

    tecnología y las relaciones sociales de sexo, este objeto técnico no

    se presenta como un instrumento que facilita una mejor distribu-

    ción de las tareas domésticas, sino que confirma a la mujer como

    principal actora en este tipo de funciones. Ello nos aporta un poco

    de luz para comprender por qué tantas mujeres y tan a menudo, de

    una manera intuitiva, sienten un cierto malestar hacia la tecnolo-

    gía, o se d esentienden de ella, ya que en lugar de ser innovaciones

    liberadoras para las mujeres, confirman muy frecuentemente su

    subordinación.

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