Cesar Vidal - El Escriba Del Faraon

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  • 8/14/2019 Cesar Vidal - El Escriba Del Faraon

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    Csar Vidal 1995

    E E El l l eee s s s c c c r r riii b b b a a a d d d eeel l l f f f a a a r r r a a a n n n

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    NDICEPERSONAJESPRIMERA PARTE AL SERVICIO DEL TEMPLOSEGUNDA PARTE AL SERVICIO DE LA PER-A'ATERCERA PARTE AL SERVICIO DEL HERITEP-A'ACUARTA PARTE EL JUICIO DE LOS DIOSES NOTA DEL AUTORGLOSARIO

    http://www.google.es/imgres?q=imagenes+de+libros&hl=es&sa=X&rlz=1W1GGLL_es&biw=1024&bih=554&tbm=isch&prmd=imvns&tbnid=S11U5Dx6NDgW-M:&imgrefurl=http://www.elagoradeloslibros.com/&docid=g8pKTjhXFu7mPM&imgurl=http://www.elagoradeloslibros.com/Van%20Gogh_Biblia%20abierta,1885.jpg&w=699&h=591&ei=sabTTprVBIX3sgbV1dTsDA&zoom=1
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    PERSONAJESAJEPRURA AMENHOTEP, hijo de Menjeperra Tutmosis, rey de Egipto, conocido p

    los historiadores como Amenhotep II.AMENMOSE, sacerdote del templo de Isis, primer maestro de Nebi.HEKANEFER, sacerdote del templo de Isis.HEKARESHU, subordinado de Nebi.HEPU, compaero de Nebi en la Per-anj.IPU, subordinado de Nebi.ITUNEMA, heritep-a'a.IUTY, mdico al servicio de la Per-a'a.KAEMUAST, sacerdote de Sejmet y mdico.MENJEPERRA TUTMOSIS, rey de Egipto, conocido por los historiadores com

    Tutmosis III.MERESANJ, madre de Nebi.MERIRA, sacerdote del templo de Isis.MERIT, esposa de Nebi.MINHOTEP, jefe del destacamento de infantera egipcia acuartelado en la ciudad

    Ykati.NEB, intrprete al servicio de la Per-a'a, protagonista de la presente novela.NEFER, hermana de Tjenur.NEFERHOTEP, hermano de Sobejotep.NEHEMAWY, padre de Nebi.NUFER, sacerdote del templo de Isis, maestro de Nebi, to de Paser.PASER, escriba, sobrino de Nufer, amigo de Nebi.PTAHMOSE, gran sacerdote del templo de Isis.

    RA, sumo sacerdote de Amn.RANER, sacerdote del templo de Isis.RASHA, compaero de Nebi en la Per-anj.SENNU, general de Ajeprura Amenhotep.SOBEJOTEP, funcionario de la Per-a'a, superior de Paser y Nebi.TA-AA, reina de Egipto, esposa de Ajeprura Amenhotep.

    TJENUNA, alcalde de la aldea dependiente del templo de Isis.TJENUR, sacerdote del templo de Isis.UEBENSENU, primognito de Ajeprura Amenhotep.

    P P P R R R I I I M M M E E E R R R A A A P P P A A A R R RT T T E E E

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    AL SERVICIO DEL TEMPLO1

    Hoy puedo escribir lo que desee. Al fin. Lo hago tras dcadas y dcadas de tcon la afilada punta de la trabajada caa aquellos rasgos casi prodigiosos que deseaban ver reflejados por escrito. Hoy, por primera vez en mi vida, puedo

    constancia escrita de aquello que verdaderamente siento y creo, de lo autnticamente albergo en mi corazn. Cuando haya terminado de llenar papiros, mi deber para con la tierra de Jemet* habr quedado cumplido siempre. En los milenios venideros -al menos as lo cree el seor de ShemTamejeu- la otra versin ser la leda, la enseada, la comentada y, pese a ser fla creda y transmitida. Se convertir en la memoria que todos deben asumir. Cantao las aguas del Hep-Ur se convirtieron en sangre que nadie pudo beber, ala realidad se transformar en algo muy distinto de la verdad pero que tabsorbern. No deja de ser curioso que para obtener mi libertad sin sospechasdebido participar en la consagracin de un instrumento de esclavitud, que ant poder dejar constancia escrita de aquello que creo y deseo, haya debido conten la redaccin de aquello que otros han querido y que hubieran ansiado fuefiel reflejo de lo acontecido en los ltimos meses. Pero podr, mientras el hosea hombre, ser de otra manera?

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    2An puedo recordar con claridad aquella maana de Peret en que Nehemaw

    padre, decidi apartar de m su potestad para que escribiera o, ms exactam para que aprendiera a escribir. S que hay personas en nuestro pueblo que recucon especial aoranza los das en que todava eran nios. Comparado con el que reciben los hijos de los brbaros, no cabe duda de que el que prodigamos nuestros es benvolo y cuidadoso. No permitimos que ninguna mujer se deshala vida que hay en su seno y nunca abandonamos a los nios ya nacidos. Tames verdad que nos ocupamos de alimentarlos, de vestirlos y mantenerlos lim pero, si hemos de ser honrados, no es as tambin como tratamos a muchonuestros animales? Con todo, yo tambin conservo en el corazn una vaga memde felicidad ligada a las manifestaciones de afecto recibidas en el hogar de primeros aos.

    Mis padres me trataron bien. Me alimentaban, me vestan, procuraban quanduviera descalzo como muchos otros nios. Pero tambin -y seguramente emucho ms importante- me abrazaban y besaban con un cario especial. Recu borrosamente a mi madre. Se llamaba Meresanj y era una mujer delgada, mde lo habitual y con una tez ms oscura que la de mi padre. Aunque se tratabuna persona demasiado nerviosa y con una inclinacin irresistible a perderse eminucias de nuestro hogar, no puedo decir que le faltara tiempo para reparar eEn cuanto a mi padre, Nehemawy, era un hombre sencillo y trabajador. Me amaunque, siendo estricto y muy partidario de la disciplina en su trato conmigorara la vez en que se permiti entregarse a ninguna efusin de cario dirigida a

    Poco ms emerge en mi corazn de aquellos primeros aos. S soy conscienque dese en algunas ocasiones acercarme en mis juegos al ro, pero no me e permitido y, seguramente, no fue eso lo nico que me estuvo vedado entemprana existencia. Pese a la confianza absoluta que tena en mis padres, no evitar que el temor se apoderara de m cuando Nehemawy me anunci que iba

    llevado a una Per-anj para mi instruccin. La noticia me conmovi tanto cuando estuve seguro de que nadie me vea, me sent bajo una palmera y romllorar. Por qu lo hice? No lo s con certeza, pero imagino que lo que ms llede pesar mi corazn era el hecho de que, sin ninguna razn convincente parfueran a arrancarme del lugar donde viva inconsciente y plcidamente dichSeguramente no me asustaba el futuro -ni siquiera saba en qu consistira-, pme aterrorizaba desprenderme de un presente conocido, sosegado y perturbaciones.

    No fui el nico que derram lgrimas. Tambin mi madre llor, y pude escucomo ahogaba sus sollozos mientras mi padre le explicaba, primero comprensluego un tanto impaciente, que aquella decisin era lo mejor para m y que dmanera podra llegar a ser alguien importante. S, seguramente era demas

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    nerviosa y se distraa demasiado con las minucias de la casa, pero me amLimpi mi escasa ropa, me prepar el equipaje e incluy alguna comida imagino, sera de la mejor calidad. Cuando, finalmente, sub a la barca quellevara hasta nuestro destino, tampoco pudo evitar que junto a los pliegues sonrisa forzada fueran cayendo lgrimas que no supo contener.

    Durante el viaje estuve acompaado por mi padre, que no dej de cantar las

    de lo que iba a ser mi futura condicin de hombre educado. Pareca como si huaprendido de memoria un discurso para la ocasin y, mientras asistamos al pastiempo en la cubierta de la embarcacin, se dedic a desgranar una retahlafirmaciones que le servan para afear la conducta y la vida de todos aquellodesempeaban otros cometidos en la Jemet.

    -Mira, mira -me deca acalorado-, ese hortelano lleva un yugo que le aplasthombros. La dureza de la madera le ha ocasionado incluso un callo purulento cuello. Por la maana riega legumbres. Por la tarde echa agua a los pepinomedioda hace lo mismo con las palmeras, y sabes cul es el pago que recibese trabajo? Pues que muchas veces acaba desplomndose y muriendo bajo la c

    La imagen de aquel pobre desgraciado -al que casi me parece estar viendestos momentos- me impresion porque, efectivamente, el pedazo de madera by sin desbastar pareca haberse convertido en un rgano ms de su cuerpo. Pervez de estar destinado a proporcionarle una ayuda adicional, le inyectaba un acrecentado, como si de un miembro enfermo se tratara. An estaba reflexion

    en ello cuando mi padre apunt, con una mezcla de desprecio y conmiseraciunos campesinos que, desnudos, se ocupaban de laborar en uno de los camsituados a la orilla del Hep-Ur.

    -Fjate, hijo, en esos hombres. Gritan ms que los cuervos y sus dedos ellenos de callos. A veces los siervos de la Per-a'a se los llevan como mano deal norte de la tierra de Jemet. Tendras que ver lo que eso significa para esa gEn el viaje de ida ya van hechos una lstima. Pero cuando llegan a su luga

    destino, an es peor su condicin. All tienen que sufrir por la enfermedad, ptarea y por la inseguridad de si volvern o no a ver a su familia. Si, al final, soafortunados como para regresar del pantano, cuando vuelven a sus hogares pingajos completamente exhaustos y con la salud destrozada.

    Al contarme todo aquello no creo que mi padre fingiera. Por el contrario, que saba lo que se deca y, posiblemente, conoca a gente que haba sufridalgn momento una suerte como la que acababa de describirme. Apenado, reuna pausa y, luego, sin mirarme a los ojos, con la voz apresurada, continu. Locomo si temiera que algo se le fuera a olvidar si no lo deca rpido y comtambin sufriera por el distanciamiento que se iba a producir inevitablemcuando llegramos a la Per-anj.

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    -Hijo, la vida en la tierra de Jemet es muy dura. Esas pobres gentes que vese esfuerzan como bestias slo para conseguir algo de pan y algunas verduradar a sus familias. Sin embargo, incluso conseguir algo tan modesto no les renada fcil. Se agotan en el campo, sostienen con su sudor a la Per-a'a y asacerdotes, a menudo son reclutados para combatir o realizar trabajos y slo a de enormes sacrificios consiguen ahorrar algo que les permita garantizarllegarn a occidente despus de ir al ka. -Call por un instante y me colocmanos sobre los hombros-. Nebi, no deseo que se sea tu futuro. Si t loaprender a leer y escribir... si consigues comprender las figuras que aparecen e paredes de los templos y que se guardan en los archivos de los almacenes palacios, tu vida ser muy distinta.

    Creo que fue entonces cuando por primera vez experiment en mi corazsentimiento que luego se repetira en diversas ocasiones con el paso de los aunque no siempre pudiera ser sumiso al mismo. Se trataba de una compasin pdesgracia ajena mezclada con un deseo casi compulsivo de no participar en ellvisin del hortelano y del campesino haba removido algo en mi interior y no evitar que mis ojos se humedecieran. Pero, a la vez, y de una manera muchofuerte, sent el impulso para no verme, bajo ningn concepto, reducido nuncaestado como el suyo.

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    3El viaje dur varios das. Cuando Ra descenda en Meseket, bajbamos del b

    para dormir en tierra y antes de que el dios ascendiera a los cielos a bordMandet, inicibamos otra singladura aprovechando las horas en que el calor ase converta en agobiante. Por fin, un da, la silueta de la Per-anj se dibuj sobcielo y supe que, posiblemente, aqulla sera la ltima noche que pasara en mtiempo con mi padre. Apenas habamos hablado desde el da en que me seamiseria que caracterizaba la existencia de campesinos y hortelanos, y, de mainstintiva, fui yo el que intent entablar conversacin. Habamos terminado la fcena y mi padre se haba levantado distancindose un poco del resto del grPuesto que poda tratarse de que hubiera ido a cubrir sus pies, lo ms prudecorrecto habra sido esperar a su regreso, pero no lo hice. Al escuchar mis pisse volvi y, sonriendo, me tendi la mano para que se la cogiera.

    -He visto muchas palizas -comenz a decirme con cierta tristeza-, y a personas a las que obligan a trabajar... Dedcate a los libros! Para gente cnosotros, que no formamos parte de la Per-a'a, no hay nada mejor. Adentrarse etextos escritos es como subir a un barco que se desliza sobre el agua. Ahor puedes entenderlo todo, pero debes saber que un escriba, en cualquier puesto ciudad, no experimentar sufrimientos. Se ocupa de las necesidades de otro precisamente por ello, no carece de recompensas. Todava eres un cro, pero p podrs ver cmo te saludarn y te asignarn tareas inmediatamente. Nunca teque usar un delantal de jornalero.

    Me sent un poco desilusionado al comprobar que mi padre comenzabdispararme lo que slo me pareca una repeticin del discurso de unos das Incluso pens en soltarme de su mano y regresar con el grupo para dormir, perentonces cuando dijo algo que nunca antes le haba escuchado.

    -Mira, Nebi, hijo mo, si he estado viajando contigo hasta la Per-anj... -se decomo si le costara pronunciar las palabras que a continuacin salieron de sus la

    ha sido porque te quiero. Tu madre y yo hubiramos deseado que te quedarasnosotros... Nos hubiera gustado verte crecer y convertirte en un hombre... Noas, pero no nos importa porque cada da pasado en la Per-anj redundar e beneficio. De all saldrs transformado en un hombre sin amo. Sin haber teapenas que esforzarte, sers libre.

    Yo, que he tardado tanto en estar cerca de los no sometidos a servidumbrahora que mi padre se equivocaba. Simplemente, haba dejado que su corcayera en el lazo de pensar que una posicin superior equivale a un estadlibertad. En realidad, se trata slo de una servidumbre distinta. l no lo sabaquella ignorancia le llevaba a concebir esperanzas y anhelos de futura felicaunque no fuera l sino yo el destinado a recibir los beneficios de la condiciescriba y ver realizadas sus ilusiones. Sin saberlo, era presa del espejismo

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    arrastra a tantos hombres, el de ser dichosos porque ignoran la felicidad y creer que lo recibido por los hijos es una compensacin por aquello de locarecieron.

    En aquellos momentos, conmovido por la sinceridad de mi padre, lo abrum preguntas, abr mi corazn para que salieran todas las inquietudes que se habaalmacenando en su interior en los das anteriores.

    -Pero, padre, todava soy un nio. No s lo que tengo que hacer. Podr volveros a mi madre y a ti? Quin va a cuidar de m?Al escuchar mis palabras, el rostro de mi padre perdi el gesto suave que

    unos momentos antes se haba dibujado en l y se cubri con un velo de duEntonces pens que se senta incmodo, irritado incluso, al escucharme. Ahoque, posiblemente, slo deseaba evitar que sus sentimientos lo vencieran y qesperanza de mi futuro fuera desplazada por el dolor de dejar de verme.

    -No debes temer nada, Nebi -cort de manera tajante-. Eres un muchinteligente y adems la Renenet de un escriba est sobre su hombro desde el dsu nacimiento. Si eres prudente, slo puedes esperar lo mejor de esta vida...

    Por unos instantes, cerr los labios y dej que la cabeza descendiera levemsobre su pecho. Luego volvi a alzar la frente, respir hondo y, sin dirigir su ma mis ojos, sigui hablando:

    -Estando en la Per-anj, vas a tener que vivir con muchachos de tu edad

    convivencia no siempre ser fcil. Por eso, si estalla una disputa, no se te oacercarte a los que discuten. Si te lanzan un reproche y no sabes cmo contcalmando a la persona que lo ha proferido, bscate testigos entre los quescuchan pero, sobre todo, no respondas con apresuramiento.

    Asent con la cabeza ms por complacer y tranquilizar a mi padre que poentendiera cabalmente lo que acababa de decirme.

    -Tambin te encontrars con gente mucho ms importante que t...

    sacerdotes, los maestros... Levntate cuando se dirijan a ti. Date prisa en obedcuando te ordenen que vayas a algn sitio. Si alguna vez te mandan acompano camines nunca a su lado, sino detrs, y sguelos a una distancia aprop Nunca pidas nada. Haz lo que te digan. Ah, y no te abalances sobre la mesa cullegue la hora de comer. Entiendes, Nebi?

    Nuevamente volv a asentir, aunque mi corazn albergaba profundas dacerca de mi capacidad para recordar todas aquellas instrucciones que mi pestaba derramando sobre m.

    -Y, sobre todo, hijo, ten mucho cuidado con lo que hablas. Nunca cuentes loes secreto, y tampoco digas nada a tontas y a locas. Cerca de ti podra estar sealguien hostil y siempre te estaras arrepintiendo de tu error. No te juntes tamcon muchachos indisciplinados.

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    De repente se detuvo un instante. Quiz pens que me estaba causando preocupacin innecesaria con aquellas consejas. A fin de cuentas, enfrente slo estaba un nio pequeo que al da siguiente se vera separado de sus padurante aos. Sonri, me coloc la mano derecha sobre el hombro y dijo:

    -Y, sobre todo, hijo, no tengas miedo. Nunca estars solo. La Mesjenet asigal escriba lo hace avanzar en el consejo. Honra siempre a los dioses a causa

    padre y a causa de tu madre, que te colocaron en el camino de la vida. Buenoque ya es bastante. Ser mejor que vayamos a dormir. Maana nos espera unda.

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    4 No fue un gran da. El inicio del camino hacia la libertad, el principio de mi

    sin amo tuvo la apariencia -y la realidad- de algo bien distinto. Delante dgrandes puertas de la Per-anj se agolpaban docenas de muchachos con sus famAunque distintos en su aspecto externo, en las facciones de sus rostros e inclusus atavos, todos ellos habran podido reducirse a dos grupos: los que manifesseguridad porque procedan de familias que, como mnimo, detentaban la posde escribas, y los que se vean sometidos a partes iguales a las sensacioneesperanza y de temor. De esperanza porque, presumiblemente, sus hijos tendrfuturo mejor que el presente de ellos; de temor porque, en realidad, encaminaban hacia algo desconocido.

    Haca ya bastante rato que Ra haba comenzado a remontar los cielos a bordMandet, cuando las puertas de la Per-anj se abrieron y dos hombres de cr

    rasurado y vestiduras de lino salieron por ellas. De su hombro izquierdo colga bolsa con los tiles de los escribas. Con ese gesto tpico de los funcionarioluego he visto decenas de veces, no se molestaron en mirar a las personas que delante de ellos e incluso se volvieron de espaldas con discrecin no excecuando una mujer se acerc a ellos, sin duda para formularles alguna pregunttrataba de personas conscientes de su importancia y del enorme abismo quseparaba de toda aquella gente.

    Llevbamos un rato esperando para ver en qu parara todo aquello cuandolas puertas abiertas apareci un hombre al que segua otro ms cuya cabeza se protegida del ardor de Ra gracias a un esclavo que sujetaba un parasol blanredondo. Aunque, aparentemente, su vestidura lo haca idntico a los otros, porte, en su manera de andar y en su mirada se trasluca algo que lo diferenradicalmente de ellos. Un segundo esclavo, que caminaba en pos de l, coloc el suelo una silla de madera bruida e hizo un gesto solcito con la mano paratomara asiento. Cuando, finalmente, de manera lenta y digna, aqul deposit

    posaderas sobre el mueble, los dos escribas que haban aparecido al princomenzaron a gritarnos para que callramos y estuviramos atentos. Apenacost conseguirlo, pues la admiracin haba ido dejando paso en las gargantasgente a un silencio atnito y casi reverencial. Cuando ste se convirti en absouno de ellos sac de su bolsa un rollo y, tras pedir permiso al hombre sentcomenz a leer de una lista.

    Como el agua que cae de la jarra, de la boca de aquel sujeto fueron surgiesuaves y seguidos, nuestros nombres y, como si de un ritual mgico se tratara,uno de nosotros nos despedimos, apenas sin atrevernos a hacer un gesto, de nueacompaantes para ir formando una hilera, ordenada y silenciosa, bajo la msupervisora de los sacerdotes. No ramos muchos. Quiz no superbamos el mcentenar, pero, pese a lo reducido de nuestro nmero, ya habamos empezado

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    importantes. Un da de nuestras filas surgiran los funcionarios, los sacerdotemdicos y, como mnimo, algunos de los jefes militares que cimentaran consolidez que nunca la grandeza de Jemet frente a los asaltos caticos de los aamu

    A medida que la fila de muchachos iba entrando en el templo, intent vohacia atrs la cabeza y contemplar el rostro de mi padre. Pero el deseo de no pel paso y de evitar una reprimenda impidi que lo consiguiera. Muchas vece

    reflexionado intentando saber las emociones que se dibujaran en su cara en amomento. Orgullo? Alegra? Pesar? Inquietud? Nunca he llegado a saberloEl primer da en el recinto sagrado me result especialmente desagradable

    primera vez me vea totalmente separado de mis padres, que siempre me htratado con cortesa y buenos modos. All fue muy diferente. Nos obligaron pria desnudarnos en una promiscua y desagradable cercana que a m me record bestias apiadas en el corral. Luego nos ordenaron que nos frotramos el cuerpmateriales speros y burdos para garantizar que no quedara ni la ms mnima de suciedad, algo que, hay que reconocerlo, no estaba de sobra para muchos d presentes. Finalmente, fuimos pasando ante un barbero que se ocup de rasurla cabeza hasta dejar nuestro crneo liso y sin vello, como el de los sacerdotesduda, hay mucho de sabio en una medida as porque evita la aparicin de parsque se almacene el sudor y la mugre. Quiz es natural que por ello nos sintms limpios que los aamu o que los habitantes de Wawat. Pero, en aquemomentos, y durante el tiempo que tardamos en acostumbrarnos a aquel n

    estado de nuestra cabeza, el afeitado se convirti en un autntico suplicioescozor, el picor y el dolor se hacan insoportables especialmente cuasudbamos o los insectos decidan planear sobre nosotros.

    Apenas habamos salido de aquellas primeras impresiones cuando los sacerdecidieron proporcionarnos otras an ms estimulantes. Nos encontrbareunidos en uno de los patios interiores, temblorosos, amedrentados, con la ca pelada y una especie de taparrabos de lino que nos haban dado a todos, cuandoacto de presencia un hombrecillo de aspecto tranquilo, acentuado por una l barriga. Llevaba una fina varita de madera bajo el brazo y, colgada del hombro bolsa con los tiles de los escribas. Nos mir con una media sonrisa, se deenfrente de nosotros y comenz a hablar.

    -Muchachos, mi nombre es Amenmose y he sido designado por la diosa ayudaros a dar los primeros pasos en el proceso que terminar culminandvuestra educacin. Seguramente os estaris preguntando qu os espera dentrestos muros. Pues bien, no es necesario que esforcis vuestra imaginacin po

    voy a decroslo claramente y sin ningn tipo de rodeos. Aqu slo tendris lo qmerezcis. Los que se esfuercen personalmente, obedezcan a sus superiores trastornen el orden recibirn con toda seguridad, al final de sus estudios, un pdesde el que servir a la divinidad, proporcionar gloria a la Per-a'a y manteners

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    mismos y a sus familias hasta el da en que vayan al ka. En cuanto a los qusigan esa conducta apropiada, sern objeto de la disciplina necesaria para repsu necedad y si ni aun as cambian de actitud, sern expulsados...

    Haba llegado a ese punto de su discurso cuando de pronto su rostro pl pareci experimentar un cambio sbito y sus ojos se clavaron en alguien que ea mis espaldas.

    -Eh, t -dijo con voz imperiosa-. S, t, el larguirucho. Qu es eso importante que tienes que comentar con el de al lado para decidir no escuchaTe has credo que soy un babuino chilln al que puedes permitirte pasar por al

    Como movidos por un resorte, giramos nuestros cuellos para ver a quidiriga. El apelativo de larguirucho no careca de razn porque, sin lugar a dse trataba del muchacho ms alto del grupo. Delgado, espigado, con unos miemdesproporcionados, en su faz se descubran algunos rasgos negroides. Pero a

    toda su estatura, en lugar de imponer, causaba sensacin de desamparo y despde temor y desconcierto. Con el maxilar inferior cado por el asombro, se hllevado una mano al pecho como preguntando si se diriga a l.

    -S, estpido hijo de un chacal y una perra, es a ti a quien me refiero. Ven inmediatamente y arrjate en el polvo.

    Sin terminar de reponerse de la sorpresa, el muchacho corri asustado hdonde estaba Amenmose y se tumb de un golpe en el suelo, levantandonubcula de suciedad.

    -Ahora vais a ver a lo que me refera cuando hablaba de disciplina... T y tAmenmose sealando a dos muchachos-, venid aqu inmediatamente.

    Los nios se desplazaron, lvidos, hasta el lugar donde Amenmose estaba. Cyo, ignoraran para qu haban sido requeridos y, sin duda, eso les inyectabtemor que poda verse con facilidad reflejado en sus rostros.

    -T, sujeta a este necio por las manos, y t, hazlo por los pies -orden a lo

    cros, mientras les apuntaba autoritariamente con el ndice de su mano derechaadvierto que si se mueve, seris vosotros los que recibiris por partida dobcastigo.

    Los dos se abalanzaron sobre las extremidades del nio que yaca en el sueloaferraron a ellas como el pescador que sujeta las fauces del cocodrilo para que abran y le devore. Sudaban y resoplaban, intentando no perder a su compaconvertido circunstancialmente en presa y garanta de que, a su vez, no ssancionados. ste deba de imaginarse ya por entonces lo peor porque hempezado a sollozar bajito como si temiera que el llanto le acarreara maydesgracias.

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    -Y vosotros -dijo Amenmose mirndonos a todos-, estad bien atentos. Vasaber de primera mano lo que significa ser desobediente y recibir la disciexigida para esos casos.

    A continuacin sac de debajo de su brazo la varilla de madera y cort elcon ella dos o tres veces como para asegurarse de que estaba bien templada. Lucon paso decidido, se acerc al joven tumbado, le desat el taparrabos y de

    descubierto sus nalgas. A continuacin respir hondo, tom fuerzas y comendescargar varazos sobre el trasero del nio de manera rtmica y sincopada, a lque contaba los golpes. No haba en su rostro el menor asomo de ira ni tamposensacin de estar disfrutando con aquello. Era ms bien el gesto, impersonseguro, del que sabe que hace lo que debe. Despus del primer golpe, el comenz a berrear de una manera terrible. Moqueaba y babeaba, mientras d boca salan gritos que aseguraban que no hara aquello nunca ms. Qdeberamos haber sentido compasin por l, pero tan noble sentimiento quedque cegado ante la visin de las tiras finas y rojizas que el azote iba entrecruzen las posaderas del infeliz. Cuando lleg a los diez golpes, Amenmose se deRecuper el resuello, meti la suave panza y se volvi a dirigir al muchacho aacababa de castigar.

    -Es tu primera vez y seguramente tendrs bastante con esto. Levntate y vucon tus amigos. -Y dirigindose a los nios que haban sujetado a su compaaadi-: Vosotros tambin.

    El nio larguirucho se alz del suelo como pudo, intentando a la vez sonarsmocos, taparse las vergenzas y secarse los ojos, todo ello sin dar ocasin panuevo castigo por su retraso. Cuando lo vi pasar a mi lado, sent pena de l yque si Amenmose no se haba detenido ante l, que era el ms alto y el ms futampoco lo hara con ninguno de nosotros.

    -Debis saber que a partir de hoy estaris completamente sometidos a rdenes. Yo os ensear a escribir y a descifrar lo que otros escribieron. D

    aprenderis cmo medir los campos despus de la crecida del Hep-Ur y ccalcular el trigo que los campesinos deben entregar a la Per-anj. En suma, toque es necesario y prctico para servir a vuestros semejantes. Pero debis recen todo momento lo siguiente: os tratar siempre con justicia y slo cosechaquello que antes hayis sembrado. Ahora os acompaar a vuestro lugadescanso...

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    5Aunque severo, Amenmose hizo honor a su palabra en los meses siguie

    Debo decir que, en general, se trataba de un hombre justo y razonable quocasiones, hasta se permita bromear con nosotros y, muy excepcionalm participar en nuestros juegos. Haba tres cosas, sin embargo, que no poda sopla haraganera, la mentira y la falta de respeto. En el grupo en el que yo e pocas veces tuvo que enfrentarse a ninguno de esos terribles defectos. Tras goal larguirucho -luego supe que se llamaba Hepu y que era hijo de un soldado mujer de Wawat-, nadie se atrevi a interrumpir una sola de sus explicaciones.lo cierto es que bebamos de las mismas no slo por temor, sino tambin posabamos que nuestra vida dependa de ellas.

    Recuerdo que dos nios de nuestro grupo no llegaron a terminar sus estudioAmenmose. No eran malos ni holgazanes, sino simplemente torpes. Inicialm

    nuestro maestro intent estimularlos con la vara, pero pronto comprendi que trataba de falta de voluntad, sino de capacidad. Finalmente, opt por enviar recsus familiares para que vinieran a recogerlos. Aquello nos caus mucha pena -ya m, que haba llegado a intimar bastante con uno de ellos llamado Rasha- perduda, resultaba inevitable. Cierto como que Ra asciende todos los das al ci bordo de Mandet resulta que no toda la gente sirve para estos menesteres, y cuse permite que todos accedan a ellos la nica consecuencia es que la enseandispensa con menor rigor y profundidad y, finalmente, todos salen perjudicaAmenmose lo lament, pero, segn nos dijo, siempre tuvo claro que no psacrificar a todos sus alumnos por dos muchachos a los que los dioses no hdado ms inteligencia.

    Hacerme con el arte de escribir no represent dificultad especial para m. Ade que la estacin de shemu diera paso a la de ajet, saba trazar con cierta desalgunos de los rasgos esenciales de nuestra lengua en su forma escrita. Como sabra al estudiar otras, nuestra manera de escribir no se limita a dar un valor a

    parte de un sonido, sino que se vale de signos que, en ocasiones, expresan ya ds ideas completas. Amenmose se percat pronto de mi habilidad y en pocos mdecidi ir dndome fragmentos de obras literarias para que intentara leerl progresara as en la medida de mis capacidades. Aquello, que slo p beneficiarme, por otro lado, me permiti recibir un trato ms benvolo en reas.

    Y es que, si la lectura y la escritura fueron para m ms una diversin quaprendizaje, no puedo decir lo mismo de la resolucin de problemas. Huelga que tanto la supervivencia de Jemet como el funcionamiento de la Per-a'a realizacin de las grandes construcciones exige dominar a la perfeccin etrabajos, pero aquello no me estimulaba lo ms mnimo a la hora de conscomprenderlos mejor. Cuando tena que trazar los signos para las unidades

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    decenas, las centenas, los millares, las decenas de millar, las centenas de millamilln, no eran pocas las veces que perda la cuenta y dejaba alguno sin escPor ejemplo, todos saben que la cifra nueve mil se escribe con nueve signomillar. Pues bien, no era raro que yo escribiera ocho o diez. Trazar con el cl por ejemplo, la palabra escriba no representaba la menor dificultad. simplemente cuestin de memoria y de cierta habilidad, una habilidad de la qucarec nunca. Pero escribir novecientos noventa y nueve exiga veintisiete dibdiferentes y no era raro que alguno se me pasara por alto.

    Sumar y restar, pese a las dificultades indicadas, tampoco me cost gra problemas, pero, de nuevo, multiplicar y dividir se convirtieron para moperaciones resbaladizas de cuyo resultado no estaba seguro casi nunca. Eran tlas cantidades que haba que ir duplicando y tantos los pasos donde poda troque raro era que no lo hiciera en alguno. Por supuesto, y partiendo de esa bas problemas aha no eran un terreno en el que yo destacara. An ms. En aqumomentos no entenda cul poda ser la utilidad de responder a preguntas delUna cantidad, si se le aade la cuarta parte, resulta quince, qu cantidad esdel estilo de cmo dividir 100 en dos partes para que la raz cuadrada de unellas sea los 3/4 de la otra?.

    Por las maanas, tena que dedicarme a temas ridos como el clculo dsuperficie del crculo (s, an recuerdo que el procedimiento consista en sus1/9 del dimetro y en calcular la superficie del cuadrado correspondiente) o e

    saco que contiene oro, plata y plomo, comprado en 84 lingotes, del que habacalcular el valor de cada metal. En ms de una ocasin Amenmose deba habgolpeado con su vara, pero siempre encontraba algn camino -generalmente pregunta de historia o de literatura- para compensar mi error y no tener que rea la disciplina.

    Adems era consciente de mi comportamiento por las tardes. Mientras compaeros se entregaban a los juegos, yo me dedicaba a repasar y memosigno tras signo de los que componen nuestra lengua escrita e incluso a esccosas relacionadas con los sucesos del da, con aventuras imaginarias fraguadmi mente o con las costumbres de los sacerdotes o los animales. Cuando, una trecibiendo la brisa que vena del Hep-Ur, Amenmose descubri aquellos trescritos con inseguridad y entusiasmo, no tard en sumirse en su lectura. Aqu me hizo alguna observacin. Con gesto duro me seal que el grafismo empno era el correcto o que la construccin de la frase dejaba mucho que desear. Edas siguientes descubr su mirada, que se posaba sobre m a hurtadi

    Finalmente, una tarde, se franque conmigo.-Nebi, he estado pensando en lo que te vi escribir el otro da... -comendecirme con gesto meditabundo, mientras se rascaba la barbilla pulcramrasurada.

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    Contuve el aliento esperndome lo peor. Por aquellos das haba sido devuecasa uno de los compaeros a los que me refer antes y tem que se pudiertambin mi destino. A juzgar por lo que me haba ido indicando Amenmosforma de escribir dejaba mucho que desear

    -... todo lo que habas trazado era muy imperfecto. Aquello estaba cargaderrores y equivocaciones...

    Sent que se me formaba un nudo en la garganta y que apenas poda contenelgrimas. Si me expulsaban, qu podra decirles a mis padres? Para significaba un gran honor, un incalculable privilegio el poder tenerme estudiando...

    -... leyendo todo aquello me hice an ms a la idea de que debes estar ms aen clase, pero, aun as...

    Hizo una pausa y frunci los labios como si no encontrara las palabras ex

    para expresar lo que quera.-... aun as, reconozco que en ti existe un talento especial. Vers, Nebi, dur

    aos he enseado a muchos nios. En general, eran buenos muchachos que lhan servido con dignidad en diferentes posiciones. Algunos incluso han llegadesempear altos cargos, pero pocos, muy pocos, posean talento.

    Me sent tentado de pedirle que se expresara mejor, pero la inseguridad atemis labios como si se tratara de un cerrojo.

    -El talento es algo que no puede encontrarse en los aamu, ni tampoco en la gde Wawat. El pobre Hepu, por ejemplo, sigue estudiando porque no es del torpe y adems su padre es un bravo soldado a las rdenes de la Per-a'a, pero habrs percatado de que no es precisamente un nio inteligente. Tampoco quique creyeras que se trata de algo comn o siquiera medianamente extendido los que hemos nacido en la tierra de Jemet. No, Nebi, no. En realidad, el taslo se encuentra en algunos hombres a los que los dioses han bendecido demanera especial y... creo que t, Nebi, eres uno de ellos.

    Me qued petrificado al escuchar aquello. En el interior de mi corazdesconcierto haba sucedido al temor y en esos momentos no saba a ciencia cni qu pensar ni qu decir.

    -En lo que t escribiste se puede percibir una inteligencia que va ms all normal. Ya s que no eres muy bueno calculando las dimensiones de un campomanera en que habra que medir distancias, pero, creme, para hacer eso no haser especialmente inteligente. Mas escribir, imaginar, narrar como t lo haces..mo, eso pueden hacerlo muy pocos. Sin duda, posees ese don y no pudesaprovecharlo convirtindote en un mero funcionario, en un hombre mediolas rdenes de hombres mediocres. Por otro lado, debes gratitud a la diosa quehecho as...

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    Amenmose hizo una nueva pausa, e intu que estaba a punto de decir algoresultara decisivo para mi vida.

    -Nebi, piensa bien antes de darme una respuesta. De ello depende ciertamenfuturo... Te gustara ser sacerdote de la diosa y ahondar en los misterios ddivinidad? Te gustara escribir, una vez que supieras hacerlo correctamente, est, como ocupacin principal? Te gustara aprender otras lenguas y hablar

    hombres de tierras lejanas como hablas conmigo?En el suave aleteo de las ventanas de su nariz percib una emocin conteuna inquietud especial, desconocida hasta entonces para m. Pero al mismo tiesupe, con una certeza que pocas veces he sentido despus, que la propuesta de hombre estaba encaminando mi vida por un sendero que me atraa y que algsobrehumano estaba abriendo seguramente para m. Respir hondo, le mirinstante a los ojos y contest de manera afirmativa.

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    6An sigo sin saber qu dijo Amenmose a sus superiores despus d

    conversacin que sostuvo conmigo, pero, fuera lo que fuese, el jefe desacerdotes, Ptahmose, acept las propuestas de mi maestro. De hecho, aunque recibiendo enseanza junto con mis compaeros, pronto se me hizo objeto dedeferencia especial. Y, poco a poco, a medida que iban pasando los aos, mifue estando ms relacionada con los otros sacerdotes y con los aspirantes a serlcon los jvenes de mi edad. Con el transcurso del tiempo, llegu a diferenciadificultad a los sem, relacionados con la momificacin, de los hemka, encargde los ritos funerarios, o de los hemneter, destinados al servicio del temDescubr asimismo que entre ellos haba diferencias considerables y que miealgunos llegaban a ostentar el honorable cargo de jeri-heb en la misma Per-a'a, acababan encasillados en la condicin de web, como siervos de un temsecundario en un destino que en poco o nada se diferenciaba del destierro. Lejser un camino de sabidura y aventura, como pens la tarde de mi conversacinAmenmose, el sacerdocio no pasaba en buen nmero de casos de la rutina aburrimiento en la distancia. Slo los muy capaces o los muy influyentes poesperar otra cosa. No perteneca yo a los segundos y, por tanto, slo me quedaesperanza de esforzarme lo suficiente como para encontrarme entre los primero

    Durante aquellos aos me vi inmerso en una disciplina an ms rgidagobiante que la que haba conocido en los primeros meses de mi estancia en laanj. Deba levantarme antes del alba y, a continuacin, unido a otros sacerdotelos aspirantes, vestir, incensar y ungir con aceite la estatua de la diosa. Al medayudaba a echar agua de purificacin a las fuentes sagradas del santuario y, pnoche, participaba en el ofrecimiento de dones a la divinidad.

    La entrada en aquel mundo signific mucho para m. De hecho, fue creandentorno slido y seguro que me permiti sentirme tranquilo incluso en medsituaciones cuyo efecto puede ser devastador para una persona normal. Eso fu

    hecho, lo que me aconteci cuando supe que Meresanj y Nehemawy, mis pahaban ido al ka. Lo sent, los llor e incluso llev luto por ellos durante unos dla vez que dispensaba ofrendas a la diosa para que llegaran tranquilamenoccidente. Sin embargo, en muy poco tiempo asimil su prdida, puesto qurealidad, ya haca aos que haban salido de mi vida y que mi existencia girabtorno a otros sentires y quereres. Entre ellos, sin lugar a dudas, el primer lugocupaba Isis.

    Lejos de ser alguien distante, a quien vea en el templo mientras me hal postrado o en la calle mientras la sacaban en procesin, la diosa pas a conveen un ser cercano, que, en ocasiones, me pareci ms prxima que muchas d personas que pasaban por aquel templo. Isis, a la que todos llamaban Weret-H

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    y Mut-Netjer, es decir, la que cumpla las funciones de Seora y de Madre, poefectivamente lo era, lleg a ser lo ms importante de mi existencia.

    Nufer, el sacerdote encargado de ensearme cada rito y cada paso dado en hde la divinidad, me cont, vez tras vez, la forma en que la diosa haba dado intodo lo bueno de que dispona el pas de Jeret, desde la agricultura a la medi pasando por el matrimonio. Mi maestro en el sacerdocio era un ancianito menu

    delgado, amable y de buen color, que gustaba de explicarme todos y cada uno ddetalles de la existencia de Isis y los dioses relacionados con ella. A l debo mumomentos de delicia y satisfaccin, de emocin y religiosidad. Llor cuando dlabios brot la descripcin del asesinato de Osiris, el esposo de Isis, a mano perverso Set, y me emocion al escuchar los detalles del viaje de la diosa en bde los despojos mortales de su divino marido. Como es sabido, al final todos fuhallados con la excepcin del falo, comido por el pez oxirrinco.

    Nufer me ense asimismo cmo entender los gestos reflejados en las pintuen las esculturas, abriendo as un mundo nuevo e ignoto hasta entonces para mgustaba realizar aquella tarea obligndome a pensar, a discurrir, a reparar en que nunca haba llamado mi atencin.

    -Nebi, existe un sentido en nuestra escritura ms profundo del que has aprenhasta ahora. De momento, sabes que determinados signos escritos se correspocon determinadas palabras habladas, pero te has parado a pensar por qu signos y no otros? Has reflexionado alguna vez sobre la repeticin de ci

    formas, de ciertos modelos en nuestras representaciones? Piensa, por ejemplo, ieb, el corazn. Su forma aparece en pectorales de nuestra diosa, en los jarrolos amuletos, pero por qu?

    Yo balbuceaba algunas frases intentando encontrarle un sentido a todo y l fescucharme con inters por unos instantes, para, finalmente, afirmar que no emal lo que deca pero que todo era mucho ms profundo de lo que, al pareceimaginaba.

    -El ieb es el asiento de la vida, de las emociones, de los sentimientos. Es el ique se pesa ante el tribunal de Osiris, es el ieb lo nico que no se quita del intde un cadver antes de proceder a momificarlo... Precisamente por eso colocamuletos con forma de ieb entre las vendas de la momia, por eso lo relacioncon Isis, por eso...

    Y as poda continuar durante horas describiendo el significado del corazn qu era ste y no otro el smbolo utilizado en nuestra literatura, nuestros tempnuestros palacios.

    Sin embargo, a pesar de Nufer, a pesar del sosegado ritmo impuesto por nuetareas cotidianas, a veces, tenan lugar episodios que desmentan la suposicique todo era plcido en aquella existencia. Recuerdo al respecto un incidenteresult especialmente significativo. Estbamos en la estacin de ajet, aunqu

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    tengo claro si sucedi en el mes de tot o en el de paopi. Han pasado muchos ami memoria no retiene ya todos los detalles. Nos encontrbamos lavando la esde la diosa cuando uno de los sacerdotes, un hombre ya mayor, llamado Tjdescubri una manchita pequea en uno de sus brazos. Puede ser que la mismdebiera a algn insecto o quiz, debido a su tamao, a algn animalejo que huconseguido entrar en el santuario inadvertidamente. El gesto de fastidio qusacerdote dej que se dibujara en su rostro resultaba, por lo tanto, justificaunque desdijera algo de la solemnidad del lugar. Lo cierto es que empleba buena parte del da mantenindolo todo pulcro y ordenado, y un inconvencomo aqul resultaba molesto. Sin embargo, lo que sucedi a continuacin redesaforado. Irritado por aquella huella de suciedad, lanz un escupitajo contimagen y pidi con voz airada un trapo. Cuando se lo acercaron, frot con el mla mancha y, sin abandonar en momento alguno su gesto hosco, comenz a que por el trabajo que les daba lo que denomin este maldito trozo de piedra. Se

    escalofro al ser testigo de aquel comportamiento. Cmo poda Tjenursacerdote consagrado, escupir en la imagen de la diosa? Cmo se atreva a llamaldito trozo de piedra? Ciertamente, ste era el material en que estaba lab pero se nos haba enseado que la divinidad moraba en ella de una manera inee incomprensible para el corazn humano y que desde la misma escuchabaatencin y clemencia nuestras plegarias.

    Ninguno de los sacerdotes pareci darle excesiva importancia al episodio, Nufer se abalanz sobre el blasfemo y lo sac a empujones del recinto sagSupe despus que el asunto haba llegado a odos de Ptahmose y que Tjenur recibido una merecida reprimenda, aunque no se le expuls del templo ni aplic ninguna medida severa de disciplina. En m qued en aquel entoncinterrogante acerca de cmo un hombre tan cercano a la diosa poda ser tan gry, a la vez, tan necio, puesto que se arriesgaba a recibir un castigo fulminante misma. Los acontecimientos, sin embargo, me haran olvidar pronto ese inciden

    Aquel ao la crecida del Hep-Ur se revel desastrosa. Lejos de rsuficientemente los campos para que dieran una cosecha abundante, actu sellos ms como un castigo de los dioses que como una bendicin suya. En lohondo de mi corazn llegu a preguntarme si no sera la manera en que Isis, nuMadre y Seora, manifestaba su repulsa por la manera ultrajante en que habatratada su imagen. Nufer no se atrevi a asentir totalmente a mi opinin, tampoco la rechaz por completo.

    Los campesinos que habitaban en las aldehuelas cercanas al templo advirt

    en seguida que aquel ao traera hambre y suplicaron a Ptahmose que sacar procesin la imagen de la diosa para evitar una calamidad que ya se perciba inevitable. Como siempre, el jefe de los sacerdotes accedi a los ruegos de aq pobre gente, pero quiso dejar bien sentado que si la situacin cambiaba, debmanifestar su agradecimiento a la diosa y en el caso de que todo siguiera i

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    tendran que mostrar su resignacin y conformidad extremando an ms si cabgenerosidad hacia el templo. Despus, ante el grupo de campesinos que llogema y se mesaba los cabellos frente a la perspectiva horrible del hambre e inla esclavitud por deudas, Ptahmose dio la orden de sacar del santuario en udeterminado la imagen de la diosa y de pasearla en procesin por la poblacercana.

    As se hizo. Era demasiado ignorante an para llevar el peso de la diosa sobhombro y no pude, por lo tanto, disfrutar de ese privilegio que correspondi a Como resulta habitual en este tipo de ceremonias, un grupo de sacerdotes levala plataforma en que iba colocada la diosa y, a intervalos estudiados, se demientras la gente salmodiaba y rezaba a la Madre y Seora. Los restasacerdotes, los aspirantes a serlo y los estudiantes de la Per-anj, presididos todoPtahmose, seguamos a la divinidad.

    -Madre nuestra, socrrenos! Seora nuestra, apidate de nosotros! -clamuna multitud en la que pude ver el miedo y la desesperacin tan presentes comdevocin.

    -Intercede ante tu hijo Horus! Vuelve tus ojos a nosotros! -chillaimpulsados por el espectro del hambre.

    Abrindonos paso con dificultad, cruzamos las miserables y polvorientas c procurando no caer desvanecidos por el aliento a ajo y cebolla de los quacercaban a la imagen. En ellos lata la esperanza de que, tocndola, conseguuna curacin largamente anhelada o un favor especial como el de concebir y luz hijos sanos. Cuando, finalmente, llegamos al lugar donde deba concluceremonia, Ptahmose pronunci una predicacin dirigida al pueblo. En trmgenerales, se trat de una larga exposicin de los posibles pecados que podan provocado la clera de los dioses, raz real e indiscutible del comportamirregular del Hep-Ur aquel ao. Acaso no haban olvidado ser generosos ctemplo? Acaso no descuidaban muchas veces sus deberes espirituales? Aca

    caan en la mentira, en la codicia de la mujer del prjimo, en el robo? C podan extraarse de su situacin presente? Con gestos firmes y palabras cortael sacerdote jefe vapule a aquella masa durante un buen rato. Finalmenteembargo, dej expresada la certeza de que an se poda alimentar la esperanzaquellos momentos:

    -Hijos de la Madre y Seora! Vuestros actos del da de hoy han demostradovez ms que la amis como Soberana de vuestras vidas, que en ella hadepositado vuestra confianza ms absoluta, que en ella tenis una fe, fuersegura, que no ser defraudada. Seguid creyendo en vuestra Madre, porquemadre nunca desampara a sus hijos y no os desamparar a vosotros. Aqu tierra y luego cuando partis al ka, ella es y ser vuestra mejor valedora. Y ainvoqumosla...

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    Cuando concluy la ceremonia, aquella gente sencilla se retir a sus caunque algunos de los ms desdichados nos siguieron de regreso al templo cintencin de adquirir algunos recipientes con el fluido sanador de la Madrehaban sido curados al tocar la imagen, pero esperaban que ahora, bebiendo elcon que se lavaba sta, obtendran la satisfaccin de sus anhelos. Seguramaquella noche la gente del pueblo durmi mejor confiada en que las espigcolmaran y los ganados pariran ms, en que las mujeres no tendran un mal paen que los nios creceran robustos y bien alimentados. Acaso no lo haba dentender as Ptahmose, el sacerdote de la Madre y Seora? Ahora slo queesperar, con tranquilidad, los resultados de la devota procesin.

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    7Pero la diosa no escuch a sus devotos hijos. Atribu aquello a la conduct

    Tjenur, el sacerdote blasfemo, pero cuando se lo coment a Nufer, guard silenno quiso expresar su opinin al respecto. Haba contemplado los rostros de la y aunque, a mi edad, no poda llegar a entender del todo la magnitud d preocupacin, no consegua borrar de mi corazn el recuerdo de la angustia quembargaba mientras cruzbamos las calles de la aldea por donde habamos lleen procesin la venerada imagen. Cmo era posible que nuestra Madre y Seno los escuchara? Acaso el pecado de un majadero como Tjenur poda recaer tantos infelices, sobre sus familias y ganados? Finalmente, decid comentar aqcon Amenmose.

    -Nebi, hijo -me dijo con preocupacin-, la actuacin de los dioses no siempcomprensible para los hombres. Quiz Tjenur sea el culpable de esto, pero q

    puede afirmarlo con seguridad? De en medio de esa multitud que tanta compte inspir, cuntos llevarn una vida que sea autnticamente buena? Cuntacordarn de la diosa slo cuando se avecinan problemas?

    -Pero... -intent argumentar.-No, no, Nebi. No estoy diciendo que sa sea la causa. Slo pretendo

    entiendas que nadie puede saber lo que los dioses van a hacer o por qu lo hacey, por otra parte, debo aconsejarte que no hables de esto con nadie.

    No pude evitar un gesto de extraeza. Qu quera darme a entender Amenm-No me entiendas mal. Lo que deseo es que nadie te confunda con una per

    descreda e impa. Guarda en tu corazn estas cosas sin compartirlas con nadiMadre acabar mostrndote todo.

    Con aquella frase dio por terminada la conversacin. Se levant y desaparecmi presencia. Ra descenda a bordo de Meseket y su luz rojiza produca cur juegos de colores en los muros rectos del silencioso templo. Por primera vez

    entonces me percat de su enorme solidez, de su carcter macizo y ptreo. En de albergar a una poderosa divinidad, daban la impresin de constituir una fortdestinada a frustrar vigorosos asaltos.

    Unos das despus de la conversacin con Amenmose pude ver de cerc primeras consecuencias de la escasez. Unos recaudadores de impuestos de la P pidieron albergue en el templo y Nufer me comunic que se me haba desig para ser una de las personas encargadas de servir la mesa mientras cenabanPtahmose. No pude or la conversacin en su totalidad debido al contmovimiento de jarras, ollas y platos en el que me vi enredado, pero, aun as, captar la sustancia de lo que hablaron. El ao haba sido malo y en algunos lude la tierra de Jemet pareca inevitable que hiciera su aparicin el hambre. Losensato, quiz, slo quiz, aadieron con prudencia los recaudadores, hubiera

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    aplazar el pago de impuestos o incluso perdonarlos por este ao. El seoShemeu y Tamejeu no hubiera sufrido en su nivel de vida regio y se hacontribuido a calmar un pas que en algunas regiones se encontraba al borde desesperacin. Sin embargo, lo cierto es que nuestro seor segua necesitimperiosamente bienes para llevar a cabo sus campaas contra los aamu, alimentar y pagar al ejrcito y para sostener a toda la caterva de funcionarios q parecan necesarios, incluyndolos a ellos. Por tanto, los impuestos tendran qucobrados, costase lo que costase. Ptahmose escuch aquellas explicacionesilencio sin dejar que su rostro revelase lo que senta en su corazn. El temploderecho a cobrar ciertas cantidades de algunos de los campesinos cercanoseguramente, no deseaba pillarse los dedos con una observacin a destieTerminada la cena, no entretuvo la sobremesa, sino que despidi a los recaudadarguyendo que el largo viaje los habra agotado y que lo que necesitaban realmera descansar sus huesos.

    A la maana siguiente, cuando salamos de aderezar la estatua de la diosa, ver como los dos recaudadores y los soldados, tres o cuatro, que los acompaabandonaban el templo para dirigirse a las aldeas cercanas. Durante el resto deno volv a acordarme de nada de lo acontecido en las ltimas horas. La rutinservicio estaba calculada de tal manera que todo se ejecutara correctamente dejar mucho tiempo libre, de modo que no resultaba fcil perderse en pensamiociosos. Pero cuando Ra estaba en lo ms alto del cielo, pudimos or unas vocegritaban pidiendo auxilio al otro lado de los muros del templo. Algunos dsacerdotes se precipitaron en direccin a los chillidos para ver de qu se tratainmediatamente uno de ellos corri en busca de Ptahmose. Cuando unos instdespus ste regres con la orden de que se franqueara la entrada a los que arogaban, pude ver que se trataba de los recaudadores de impuestos y deacompaantes. Venan maltrechos y sucios. Uno de ellos haba perdido su pelual otro le faltaba una de las sandalias. En cuanto a los soldados, miraban receloun lado y otro como si se temieran un ataque por sorpresa similar al

    presuntamente, acababan de padecer.Cuando Ptahmose apareci en el patio, los dos recaudadores se echaron a pies gimoteando y haciendo aspavientos, quejndose e interrumpindose entre

    -Ah, mi seor, mi seor... nos han apedreado, nos han arrojado estircol, qu, mi seor, por qu?

    -Slo cumplamos rdenes de nuestro seor. Slo pedamos lo estipulado, ngrano de trigo ms.

    -Yo he perdido mi peluca en la huida. La compr en Tebas a un mercadinerado. Era excepcional, sin igual, qu les haba hecho mi peluca a malditos?

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    -Yo voy descalzo... es digno de un representante del seor de la tierra de Jir descalzo?

    No pudieron quejarse mucho ms. Ptahmose los hizo callar y orden qudieran agua para lavarse y alguna ropa en lo que volvan a adecentar la que llev puesta.

    Sin mucha dificultad, pude enterarme de lo que haba sucedido. recaudadores haban intentado, conforme a las rdenes recibidas, cobrar lo qucampesinos deban a la Per-a'a, pero su sola aparicin en una de las aldeas b para provocar una reaccin que cada vez result ms desfavorable. Intentaron a razones con el alcalde, y ste en verdad se encontraba dispuesto a colaboraellos, pero, de repente, una mujer del pueblo comenz a increparlos con grosevoces estentreas. Al parecer, su hijito recin nacido haba muerto unos das porque a ella se le haba secado la leche a causa del hambre. El terrible dolor prdida y, seguramente, la necesidad de responsabilizar a alguien de ella la lleva descargar su ira sobre los funcionarios. Pese a todo, posiblemente el engorhubiera solucionado con unos cuantos bastonazos propinados a la infeliz, de n porque su clera comenz a contagiarse a otros campesinos all presentes y pcasi todo el pueblo estaba vociferando en contra de los recaudadores y del alcCuando quisieron darse cuenta, empezaron a llover las boigas de ganado piedras, y en medio de esa apresurada huida extraviaron los forasteros la pelusandalia, y suerte tuvieron de no perder algn miembro o incluso la vida.

    Se trataba de un episodio lamentable, pero pens que aquello no tena porafectarnos a nosotros. Yo haba contemplado la devocin del pueblo cuasacamos en procesin a la Madre y Seora y me pareca inconcebible que a pudieran volverse en contra nuestra simplemente porque haban tenido un incicon gente a las rdenes de la Per-a'a. Pero me equivocaba. Apenas Ra hcomenzado su viaje en Meseket, cuando pudimos escuchar el estruendo causaduna turba que se iba acercando al templo. Por el rostro de inquietud de algsacerdotes pude colegir que se trataba de algo muy preocupante, aunque a verdad no acertaba a comprender del todo el porqu.

    No pas mucho tiempo antes de que Ptahmose hiciera acto de presencia. Aataviado de manera especial, como en el da de la procesin, con una pieleopardo sobre los hombros y un collar de oro macizo en torno a su bronccuello. Aunque intentaba aparentar su calma habitual, pude ver que en sus bordeados por pintura negra se dibujaba una clera mal reprimida. Con un gorden que abrieran las pesadas puertas del templo y se dispuso a salir al encu

    de la encolerizada multitud.Una vez fuera, se produjo un silencio sepulcral. Alto, enjuto, de mi

    penetrante, no poda sino impresionar a aquellos campesinos incultos. Ya eranoche cerrada, por otro lado, y la luz de las teas encendidas por los lugareos

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    algunos sacerdotes contribua a dar mayor solemnidad al encuentro. Pomomento pens que se dispersaran todos y que a eso se reducira todo el episEs posible que as hubiera acontecido, de no ser por algo que alter el desarrollas circunstancias. Ptahmose no esper a que la muchedumbre expresara sus deDirectamente, de manera seca y tajante, declar lo que podan esperar de l.

    -Esta accin se asemeja demasiado a un motn. S por qu estis aqu, per

    pensis que voy a entregaros a esos hombres. En primer lugar, porque cumplan con su deber al rogaros que contribuyerais al esfuerzo de sostenimienla Per-a'a, que mantiene el mundo en orden frente al caos. En segundo lugar, pola diosa, vuestra Madre y Seora, les ha concedido asilo y ese asilo es sacrosVolved a vuestras casas ahora y...

    -Tenemos hambre! Queremos dar de comer a nuestros hijos! -gritaron vvoces desesperadas interrumpiendo a Ptahmose.

    El sacerdote fingi que no las haba odo e intent continuar su perorata.-Maana, cuando Ra suba a los cielos en Mandet, recibir a una representavuestra, al alcalde y a dos ms, y discutiremos todo esto...

    -Perro ladrn, t eres tan culpable como ellos. Te escondes tras las faldas diosa para chuparnos tambin la sangre -se oy de repente.

    Esta vez Ptahmose s call. Se trataba de un insulto grave contra l, conttemplo y contra la diosa. Por un momento, me tem lo peor. Seran capace

    atacarle? Osaran violar lo sagrado de su persona? Realmente era aquella la que apenas unos das antes haba buscado la proteccin de la diosa con lgrim plegarias?

    Ptahmose haba vuelto el rostro hacia el lugar de donde procediera la vozgesto duro, su nariz aquilina, su perfil cincelado me hicieron pensar pomomento en Horus, el dios en forma de halcn. La comparacin no eradescabellada como poda parecer a primera vista. Tambin l era un hijo dMadre, y daba la impresin de sentirse profundamente ofendido por lo que acade escuchar. Camin dos pasos en la direccin de donde haban surgido los insy, de manera inesperada, levant en alto el bastn que llevaba en la mano.

    -Mirad, hijos necios y desobedientes, fijad vuestros ojos y no olvidis mientras paseaba su vista por la multitud.

    Y entonces sucedi lo inesperado. A la vista de todos, el cayado de Ptahmcambi de color y de forma. Lo que antes resultaba opaco pas a ser brillanque careca de tonalidad comenz a manifestar color, lo que era un pedazmadera se transform en un palpitante reptil. El sacerdote haba convertido suen una serpiente!

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    8 Ni los ms recalcitrantes revoltosos se hubieran atrevido a resistirse frente

    manifestacin de poder espiritual realizada por Ptahmose. Convertir un trozmadera inanimada en un ser vivo era algo que slo poda realizar una perrespaldada por la propia divinidad. Tal era el caso precisamente del hombre ahaban ultrajado pronunciando palabras injuriosas o simplemente permitiendmanera pasiva que las mismas fueran proferidas. Pero el prodigio fue sufic para que mudaran de opinin. Como golpeados por una fuerza invisible y supcomenzaron a caer de rodillas y a gimotear, a gritar y a lanzar polvo sobrecabezas. Poco poda dudarse de que sus corazones rebosaban temor porconsecuencias de su blasfema accin.

    El sacerdote no quiso seguir ms tiempo con ellos. Quiz le repugnaba aespectculo que, en el fondo, slo pona de manifiesto lo mudable de la cond

    humana. Lo cierto, sin embargo, es que no permiti que ninguna emocin aflen su rostro. Mientras los vea arrastrarse a sus pies, se limit a pronunciar enalta y clara las palabras que resuman la voluntad de la Madre y Seora:

    -Vuestra Madre ha hablado esta noche. Dentro de dos das pronunciar su jen esta misma explanada. Cuidad de no atraeros su ira.

    A la vez que Ptahmose entraba de nuevo en el templo, algunos sacerdcomenzaron a decir a la gente que se marchara a sus casas. En algn caso, in

    se atrevieron a propinar un empujn a algn componente de la turba, qresentidos por el miedo experimentado tan slo haca unos instantes. Sin embnadie se atrevi a quejarse de aquellas manifestaciones de brusquedad.

    Yo mismo me encontraba anonadado por lo que haba visto y no acertaregresar al interior del templo. No es que no lo deseara. Era simplemente quesuperior a m pareca haberme clavado los pies al suelo. Fue entonces cuandsacerdote se me acerc y, sacudindome, me devolvi a la realidad. Se tratabHekanefer, el ayudante directo de Ptahmose. Le haba visto en infinidadocasiones, pero no recordaba que alguna vez me hubiera dirigido la palabmuchos menos que se hubiera dignado tocarme.

    -El sacerdote Ptahmose desea hablar contigo. Renete con l inmediatamenla salita que hay detrs de la cmara del tesoro.

    Sin poder articular palabra, y como si terminara de despertar de un sueoencamin con paso trmulo al lugar que se me haba sealado. La habitacin ellena de una espesa oscuridad slo cortada por el resplandor que surga de la py dbil llamita de una ovalada lmpara de aceite. Ptahmose se encontraba sencon los codos apoyados en la mesa y ocultando su rostro entre las manos. Daimpresin de estar muy cansado. Hubirase dicho que toda la fuerza habandonado su corazn y que ahora apenas perviva el ms mnimo hlito en s

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    No me atrev a anunciar mi llegada. Permanec callado unos instantes hasta qsacerdote levant la cabeza y se percat de mi presencia.

    -Ah, Nebi, ya ests aqu. Sintate, hijo, sintate.Me seal un minsculo taburete que reposaba enfrente de la mesa y t

    asiento con el mayor recogimiento del que fui capaz.-Nebi, haca tiempo que deseaba hablar a solas contigo. Ya han pasado

    desde que Amenmose comenz a contarme maravillas sobre ti y tu inteligencihecho, l fue quien me convenci para que te sacramos del grupo deestudiantes de tu edad y te proporcionramos la educacin de un futuro sacerUn buen hombre Amenmose... Al parecer escribes muy bien y aprendesfacilidad a expresarte en otras lenguas... Esto est pero que muy bien. Nufer minformado asimismo de que eres un joven voluntarioso y obediente, muy devola Madre. Es eso verdad?

    Asent con la cabeza sin despegar los labios. Ciertamente, toda mi vida giratorno a Isis, nuestra Madre y Seora.-Bien, hijo, bien. Esta ltima razn es la que me ha llevado a llamarte en

    momentos. Pasado maana tendr lugar el juicio de Isis sobre cuyo ritusupongo enterado.

    Volv a inclinar la cabeza en seal de afirmacin. Nunca haba tenido ocasiverlo, pero Nufer me haba informado sobre el mismo en un par de ocasiones

    privilegio especial de la Per-a'a, existan pleitos que no eran conocidos potribunales ordinarios de justicia, sino que estaban sometidos a la jurisdiccin ddioses. En su totalidad, se ocupaba de casos que enfrentaban al templo con ajena al mismo. Por regla general, se trataba de campesinos que se negabreconocer los lmites de los campos despus de la crecida o que protestaban posubidas de impuestos anuales. Cuando se produca semejante colisin de interel dios -en nuestro caso la diosa-, tras escuchar a ambas partes, decida quin razn. Los litigantes perdedores se vean entonces obligados a aceptar pretensiones de los que haban ganado. Por supuesto, a nadie se le ocurra discuorculo de la divinidad y mucho menos sugerir la posibilidad de una apelacin

    -Nebi, lo que voy a decirte es muy importante.Extrem an ms mi atencin al escuchar aquellas palabras y el tono solem

    que haban sido pronunciadas.-Deseo que t seas uno de los porteadores de la Madre y Seora.

    Me sent en ese instante como alcanzado por algo superior. Abr un par de vla boca para expresar mis sentimientos, pero no logr emitir ningn soarticulado.

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    -Es cierto que an no eres un sacerdote, pero lo sers muy pronto y una perde tu talento debe irse familiarizando ya con este tipo de ceremonias.

    Me arroj a sus pies conmovido por el privilegio que se me otorgaba. Quiyo para que se me permitiera semejante dicha? Si mi familia hubiera tenidsangre de Per-a'a o, al menos, hubiera pertenecido a una estirpe de sacerdotes,hubiera estado justificado, hubiera resultado lgico y natural... Pero as slo p

    sentir el abrumador peso de lo inmerecido.-Est bien, est bien -dijo Ptahmose-, la diosa se siente complacida cohumildad. Maana no realizars tarea alguna, sino que te preparars durante toda para tu misin. Esta noche no dormirs en tu cuarto. Debers retirarte aaposento, y nada ms sentir que la luz de Ra penetra por la ventana, saltarlecho y recitars salmodias a Isis. Ayunars durante todo el da y por la tarde purificado. Uno de los sacerdotes te acompaar.

    Al terminar de hablar, Ptahmose tir de un cordn que haba en la pared y eunos instantes. De repente escuch la voz de un sacerdote a mis espaldas.-Mi seor, heme aqu.-Tjenur, acompaa al joven Nebi a la sala destinada a la preparacin de

    purificaciones -orden Ptahmose sin molestarse en mirar al recin llegado.-Ven conmigo -me dijo el sacerdote.Tras realizar una inclinacin de cabeza, sal de la habitacin y comen

    seguirlo por los corredores. Mientras caminaba en medio de la penumbra preguntaba cmo aquel hombre, pese a la accin blasfema que, tiempo atrs, cometido contra la Madre y Seora, poda an continuar al servicio del temRecord los comentarios -o ms bien la ausencia de los mismos- de NufAmenmose y procur centrarme ms bien en lo que me esperaba en las prxhoras. Finalmente llegamos al aposento y Tjenur se despidi de m.

    -Procura descansar. Tu cometido es muy importante...

    Percib en estas ltimas palabras un claro deje de irona que me h profundamente. Mientras me miraba antes de despedirse, en su rostro se dibujmueca burlona. Aunque entonces no acert a comprender aquel gesto, no evitar sufrir una cierta desazn y cuando finalmente desapareci de mi vist pude dejar de experimentar una sensacin de alivio.

    La habitacin a la que me haba conducido era un cuarto desnudo que albergaba una silla, una mesita baja y un pequeo lecho directamente apoyado

    suelo. Antes de tumbarme en el mismo, me postr para dirigir mis oracionesdiosa. Le manifest toda la gratitud que senta por su eleccin e insist en qsera fiel hasta la muerte ahora que me haba sealado de tan generosa maTard en conciliar el sueo debido a la excitacin de las ltimas horas, p

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    finalmente, mis prpados se volvieron pesados y ca en un sopor profuntranquilo.

    Me despert momentos antes de que Ra comenzara a subir en ManInmediatamente salt del lecho y me postr en el suelo para recitar himnosdiosa. Ignoro el tiempo que permanec en esta postura, pero s s que el dolor darticulaciones, que en los primeros momentos me pareci insoportable,

    desapareciendo poco a poco. Al cabo de un rato, me sent embargado por un cusentimiento de no importarme ya lo que pudiera suceder en la habitacin hallarme a punto de entrar en otra realidad. Ra estaba bien alto en el cielo cuTjenur entr en mi aposento y me dijo que me levantara del suelo si no qquedarme anquilosado. Molesto por sus palabras, decid no prestarle de ahoadelante excesiva atencin.

    Durante el resto del da guard un ayuno riguroso, slo paliado en algocasin por libaciones de agua del Hep-Ur. Finalmente, cuando Ra comendescender en Meseket, fui sometido a un bao y a un conjunto de ceremo purificativas. El paso de los aos ha ido convirtiendo en borrosos los detallaquella jornada, y en mi corazn se entremezcla el orden de los mismos. fumigado con incienso antes o despus del bao? El agua era clara o, pcontrario, llevaba alguna sustancia disuelta en la misma?

    He intentado en vano aclarar mis recuerdos al respecto, pero no ha resul posible.

    Ahora s que, en realidad, todo eso carece de importancia. Lo esencial iba lo que sucedera al da siguiente durante el juicio de la diosa, y en ese casrecuerdo resulta como la visin de Jemet cuando el aire es limpio y Ra se yealto en el cielo.

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    9Era an temprano cuando los cerrojos que bloqueaban las puertas del tem

    fueron retirados para dejarnos paso. A diferencia de otros das -pero igual qanterior- mis manos no haban servido aquella maana para lavar, incensar y vla imagen de la diosa. Sin embargo, por primera vez en mi existencia, sobrhombro derecho descansaba una cuarta parte de su peso. Caminaba vestido delimpio como smbolo de pureza, y, a semejanza de mis otros tres compaeros, sido baado, ungido y perfumado. Me sorprendi que uno de ellos fuera Tjenuotros eran Merira y Raner, dos sacerdotes generalmente dedicados a las talitrgicas del santuario. Cargando con el peso de la estatua, franqueamos el umdel recinto sagrado y nos encaminamos, siguiendo el ritmo que marcabantambores, hacia la explanada, lisa y sosegada, que se extenda enfrente del temp

    Detrs de nosotros, seguido por los sacerdotes msicos, caminaba Ptahm

    ataviado de la misma manera que haba comparecido ante el pueblo dos noatrs. Un sacerdote se esforzaba por mantenerse a su paso y evitar que el ardRa cayera sobre su piel, quemndola. Frente a nosotros se podan distinguigrupos de personas. En uno de ellos esta Hekanefer, acompaado de un pasacerdotes. A su derecha, trmulos y amedrentados, apenas separados de elloencontraban tres campesinos entre los que pude distinguir al alcalde. Detrstos, aunque guardando una distancia prudencial, se encontraban reunidos vdocenas de aldeanos cuyos cuchicheos se cortaron en seco al ver aparecer la imde la diosa.

    Lenta y solemnemente, nos acercamos a los dos grupos. A una seal dadadetuvimos y cuatro sacerdotes de la comitiva colocaron sobre topes la ima permitiendo as que nosotros pudiramos salir de debajo de la mismdescansramos. La manera en que iba a realizarse el procedimiento convertindispensable tal medida, como luego quedara de manifiesto.

    Apenas nos habamos separado un paso de la plataforma sobre la que

    transportada la diosa, cuando Hekanefer dibuj con los dedos una sea diriguno de los sacerdotes que lo acompaaban. ste sac un papiro enrollado de bolsita que colgaba de su hombro y se lo tendi. Al ver aquello, el alcalde tamrealiz un gesto a uno de los campesinos que iban con l. Aunque aptranscurrieron unos instantes, pude captar de manera inmediata la diferencia ambas acciones. Hekanefer era un hombre instruido, con capacidad y costumbmando. Cuando haba pedido el papiro, lo haba hecho con aplomo, en la segude que su orden sera cumplida puntual y rpidamente. El sacerdote que hrespondido a su orden se haba comportado de la misma manera. Centenareveces a la semana sacaba y meta manuscritos de su bolsa y actu con la mfamiliaridad que aquel que, cuando llega el momento de comer, se lleva la mala boca. El alcalde, ciertamente, quiso imitar aquella seguridad y casi lo consi

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    pero el patn que lo acompaaba -sin duda, uno de los ms espabilados de todos los habitantes de la aldea- sac con suma torpeza de su bolsa el papiro yacerc como si temiera que el contacto con sus toscos dedos de campesino fuquebrarlo igual que si de una cscara de huevo se tratase.

    Ptahmose se haba situado ya enfrente de las dos partes y alzando las madirigi una plegaria a la Madre y Seora. Le rog no slo que les dispensa

    direccin, sino tambin que se manifestara aquella maana para ejecutar lo julo razonable. Una vez concluida la oracin, se dirigi al alcalde:-Tjenuna, la Madre y Seora te escucha.El interpelado le entreg su memorial. Una vez Ptahmose lo tuvo en sus m

    lo desenroll, le ech un vistazo por encima y se lo entreg a un sacerdote qflanqueaba para que lo leyera. Estaba redactado en un estilo pobre y rampSeguramente, aquella gente haba podido reunir malamente algunas de

    posesiones y, tras dar ms de una vuelta, encontrar a algn escriba de nfima que se lo pusiera por escrito. Poda ser incluso que el que lo haba trazado huestimado que la cantidad abonada no le obligaba a esmerarse mucho. Fuera cfuese, sent vergenza ajena al escuchar la lectura de aquel documento. Emismo, los campesinos venan a quejarse de que los sacerdotes del templo haaprovechado el carcter irregular de la subida del Hep-Ur para quitarles parte dtierras. Asimismo se lamentaban de los tributos que tenan que abonar en este la diosa y suplicaban su perdn o, subsidiariamente, un aplazamiento de

    mismos.Cuando el sacerdote concluy aquella penosa muestra de redaccin, volv

    enrollarla y se la devolvi a Ptahmose, quien, a su vez, se la tendi al alcaldcontinuacin, el sacerdote jefe se volvi hacia el grupo de los representantetemplo.

    -Hekanefer, la Madre y Seora te escucha.El ritual se cumpli con la misma meticulosidad que antes pero, una vez

    desde que se pronunciaron las primeras palabras, pude percibir el abismomediaba entre las dos partes. El memorial sacerdotal estaba escrito en un estiloterso y elegante. De manera clara y slida sealaba por qu los campesino podan reclamar las tierras y adems citaba precedentes jurisprudenciales conca la hora de oponerse a una remisin o siquiera a un aplazamiento de sus impuDe creer lo que tan brillantemente se expona en aquel escrito, ni la ley humalas decisiones de aos anteriores podan en ningn caso apoyar las pretensionlos habitantes del villorrio. Sin embargo, al final, en un prrafo preadoconmovedora humildad, los representantes del templo se sometan en todarbitrio de la diosa, conscientes de que su mayor sabidura conducira tod procedimiento hacia un resultado que mostrara el imperio de Ma'at sobre la de Jemet.

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    Cuando las dos partes hubieron concluido sus alegaciones, Ptahmose volvdirigirse al grupo encabezado por Tjenuna, el alcalde.

    -Podis examinar a los portadores de la imagen.Los tres campesinos se acercaron a nosotros y comenzaron a palpar nue

    pies, brazos, piernas y manos como si furamos ganado del que se expone emercados. Uno incluso fue lo suficientemente descarado como para mirarmcuello y los hombros en busca de cualquiera sabe qu. Asimismo procurasegurarse de que habamos descansado lo suficiente tras dejar de transportimagen de Isis. Seguramente, hubieran deseado encontrar algo que descalificara, porque en su cara se reflej el pesar cuando Tjenuna indiPtahmose que no tena nada que objetar contra nosotros.

    Cuando el sacerdote jefe formul el ofrecimiento de examinarnos a Hekanste lo rechaz.

    -Aceptamos el examen de nuestros contrarios, mi seor. Si ellos no tieobjecin que plantear en relacin con la salud y capacidad de los mismos, tamla tenemos nosotros.

    Ptahmose asinti con la cabeza, dando por terminada aquella parte del procemientras levantaba la vista al cielo, alz las manos y or de nuevo a la diosa.

    -Madre y Seora, a ti clamamos, a ti suplicamos. T has escuchado a am partes y conoces la verdad o la mentira que anida en sus corazones. En esta ma

    haz que la justicia fluya y que el derecho se imponga. Mustrate y a tisometeremos como hijos obedientes. Oh, manifistate y nadie se opondr dictados, y si alguno osa hacerlo, que para siempre se vea privado de los pastelOsiris, que nunca descanse su ka, que su cadver sea devorado por los chacalos buitres del desierto...

    Hubiera sido difcil pronunciar imprecaciones ms terribles que sas. Si aq pobre gente ni siquiera poda esperar la bienaventuranza cuando fuera al ka, podra soportar una vida tan dura y llena de privaciones como la suya?

    Madre y Seora, te escuchamos.Cuando concluy la plegaria, se volvi a nosotros, que volvimos a situa

    debajo de la imagen y de un golpe la alzamos de nuevo.-Madre y Seora -grit Ptahmose, presa en esos momentos de la emocin-,

    razn de los campesinos?Clav mi vista en el grupo de tres encabezado por Tjenuna. Pero no suc

    nada. Ra sigui inmvil en el cielo y el silencio se convirti en insoportablenuevo la voz de Ptahmose volvi a rasgar el aire.-Oh, Madre y Seora! A ti te invocamos, es la razn de los campesinos?

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    El grupo de labriegos que estaban unos pasos detrs de Tjenuna comenmoverse presa de la intranquilidad. No se atrevan a despegar los labios, pero erostros poda verse la inquietud. Si la diosa no se pona de su parte, cmo poalimentar a sus familias? Cuntos tendran que vender sus animales y aperossobrevivir ese ao? Cuntos no se veran obligados a entregar a sus hijos a amercader de esclavos para no morir de inanicin?

    Por tercera vez Ptahmose pregunt a la diosa, pero el resultado fue el miContempl entonces cmo una mujer del grupo de campesinos caa de bruccomenzaba a sollozar quedamente, sin aspavientos ni alharacas, como un perrique han apaleado pero que no osa enfrentarse con su amo cruel.

    El sacerdote jefe elev de nuevo su voz, pero esta vez la pregunta fue distint-Oh, Madre y Seora! A ti te invocamos, es la razn de tu sagrado templo? Nada sucedi. Not que los ojos de Hekanefer fueron incapaces de reprim

    gesto de asombro. Yo mismo me sent intrigado por el cariz que acababa de tel procedimiento. Acaso tampoco nosotros estbamos asistidos por Ma'anuestra pretensin?

    Ptahmose no pareci inmutarse y con el rostro dirigido al cielo volvi a resu invocacin, pero el resultado fue el mismo. La inquietud haba hecho presa ddos sacerdotes acompaantes de Hekanefer, que se miraban encolerizadoscuanto a ste, a duras penas consegua ocultar su ira y una de las venas de lahaba comenzado a hinchrsele como si fuera a estallar de un momento a otroestaba seguro de lo que poda significar el que la diosa no diera la razn al tem pero supuse que obligara a alguna solucin de compromiso que, quiz, no dimucho de las pretensiones de los campesinos. stos tambin eran conscientes d posibilidad, porque en sus rostros comenz a pintarse el regocijo que hcomenzado a llenar sus corazones, e incluso la mujer que slo haca unos instse haba desplomado permaneca abrazada a otra con una sonrisa en los laPtahmose abri su boca de nuevo con la intencin de pronunciar por ltima v

    decisiva pregunta. No lleg a terminar de formularla. De manera repentina, ininesperada, sent sobre mi hombro derecho un peso insoportable, como si el ciehubiera desplomado sobre l y, antes de que pudiera reaccionar, me vi de rodsujetando con dificultad la plataforma sobre la que estaba colocada la imagen diosa. Algunos de los sacerdotes que nos acompaaban corrieron a nuestro para evitar que la estatua volcara y cayera al suelo, mientras otros sujetabaondas, librndonos as de ser aplastados.

    Una vez en pie, pude ver a Tjenur tendido en el suelo. Era sacudido convulsiones y mascullaba frases ininteligibles en una lengua que yo no hescuchado jams. Llegu a la conclusin de que era presa de un xtasis produ por la divinidad.

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    -La Madre y Seora ha hablado -dijo en voz alta Ptahmose-. Su divinidad hecho pesada, provocando la cada de los sacerdotes y dejando de manifiestode las dos partes acta de acuerdo con Ma'at. El templo tiene razn en pretensiones. El templo es dueo legtimo de las tierras en litigio. El templo recibir el tributo debido en la cantidad establecida.

    Algunos de los sacerdotes presentes comenzaron a gritar y a alzar los braz

    cielo dando gracias a la Madre y Seora por su clemencia. Quiz haba tardadmanifestarse para poner a prueba su fe, pero no haba dejado de actuar y ahora deberan someterse a su inapelable orculo.

    Volv a mirar a Tjenur, que segua agitndose en el suelo como si un psuperior lo dominara. Despus dirig mi vista hacia los campesinos. Sus caraexpresaban ya nada. Daba la sensacin de que el corazn les haba sido extradcuerpo, de que, al contrario del bastn de Ptahmose convertido en serpiente, haban pasado a transformarse en objetos inanimados y carentes de vida.

    -Nebi, Merira, Raner... -era la voz de Nufer-, Tjenur est ahora bajo la dSern otros los encargados de devolver la imagen al santuario. Id ahora a desca

    Contempl en el rostro de mis dos compaeros una sonrisa. Eran poco mayque yo y tambin para ellos llevar la imagen haba representado un hinmerecido. Dos sacerdotes estaban levantando del suelo a Tjenur y casi a racomenzaron a llevarlo hacia el templo. En cuanto a Ptahmose, estaba hablandHekanefer y Tjenuna, el alcalde, algo que no pude entender, aunque s suponela expresin de los rostros. Al franquear el umbral dirig por ltima vez mishacia los campesinos. Inmviles, con las mandbulas apretadas y las manos ocno traslucan ningn sentimiento o emocin. Ya ni siquiera lloraban ocontorsionaban. A lo lejos, ms de uno los hubiera tomado por troncos vctimas de un incendio, haban sido abandonados en el pramo.

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    10El paso de los aos me ha enseado en diversas ocasiones que la alegra d

    pobres acaba siempre resultando efmera. La maana en que escuch el juiciodiosa no ha significado en mi vida sino un ejemplo ms, pero fue el primero yun especial significado por los acontecimientos que se desarrollaron en las hsiguientes.

    Aunque mi misin como porteador de la imagen ya se haba cumplido, esobligado a realizar purificaciones y a mantenerme separado de mis compahasta que concluyera el perodo relacionado con las mismas. Retirado eaposento que me haban destinado provisionalmente, ya llevaba rezando un rato y me dispona a tumbarme en mi lecho y descansar. Una llama rojinnacida de una lamparita de aceite, iluminaba apenas la habitacin. Iba a sopcuando repar en el firmamento estrellado que se vea a travs de la ventan

    bveda celeste pareca ms oscura que nunca y las estrellas brillantes que colgde la misma la tachonaban con unos destellos que parecan formados por el bmetal de hedj. Me encontraba absorto en su contemplacin cuando una voz ro pastosa me sobresalt.

    -Brilla mucho Mesjetiu esta noche, jovencito?Me volv y el espectculo que se ofreci a mis ojos bast para revolverm

    estmago. Era Tjenur. Haba entrado en mi habitacin tambalendose con una

    en la mano derecha y una bolsa en la izquierda, de la que se deshinmediatamente dejndola caer en el suelo.-O acaso observas la estrella Sopdu, jovencito?Sent como el asco y la clera se apoderaban de m. Aquel blasfemo haba

    perdonado de su conducta inapropiada contra la diosa, se le haba concediinmenso honor de convertirse en uno de sus porteadores, hoy haba sido tocadla divinidad... y ahora era incapaz de guardar el ms mnimo decoro. Es borracho perdido, algo grave en cualquier sacerdote en todo instante, terriblemente sacrlego en esos momentos de purificacin posterior al juicio Madre.

    -Cmo te atreves...?-Schhh, schhh, jovencito -me dijo levantando el dedo ndice de su mano der

    e intentando conservar el equilibrio. Cuando se aproxim unos pasos ms a pude sentir su ftido aliento-. Hubo una poca en que yo tambin fui como t..

    Hice ademn de salir de la habitacin, pero no lo consegu. De un sinesperado en alguien tan ebrio, se interpuso en mi camino y con un empelllanz al suelo.

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    -Necesito hablar con alguien y te he elegido a ti. -Su rostro se endureci-. juro por la diosa a la que tanto amas y respetas que si intentas escapar te matarmis propias manos.

    Comprend que no tena alternativa. Lo mejor sera esperar a que se desploy entonces emprender la huida. A juzgar por su estado no poda mantenerse msobre sus pies. Bajo mi atenta mirada, se apoy en uno de los muros y llev

    labios a la jarra. Se despach un trago largo y despus chasque la lensatisfecho.-Apuesto mi ojo derecho a que todava te preguntas por qu la diosa tard

    en responder esta maana...Una sonrisita de hiena haba aparecido en los labios de Tjenur dejand

    descubierto una dentadura amarillenta y desigual. Por un momento la curiosidsuperpuso a mi repugnancia, pero no permit que ningn gesto lo dejar

    manifiesto.-S, claro que te lo preguntas... Yo tambin me lo pregunt cuando asist aceremonia como sa hace ya algunos... algunos aos... Pues bien, jovencito, vrevelrtelo... s, te lo voy a decir para que lo sepas. La diosa no contest porque yo no quise!

    Por un momento pens que haba enloquecido. Quiz Isis lo haba herido pirreverencia y ahora comenzaba a manifestar las primeras seales de un corazya no poda controlar.

    -Ah, claro! T no sabes cmo funciona el tinglado del juicio de la diosa -Tsofoc una risotada y continu con su relato-: Los necios de los campesinos, btodos los necios, incluido t, creen que la diosa deja sentir su peso en favor parte que tiene razn...

    Volvi a acercar los labios a la jarra, pero esta vez el trago fue ms corto. Tjno pudo evitar su disgusto al comprobar que no quedaba ya cerveza en el recip

    -Pues bien, de eso nada. Simplemente, uno de los sacerdotes, nunca muno!, suelta el peso muerto de esa maldita imagen y los otros se desploman a cdel mismo. Naturalmente, tiene que ser uno de los que estn situados en la paratrs, as los desgraciados y piojosos campesinos no pueden ver de forma dicmo les quitamos las tierras...

    No poda ser verdad lo que estaba oyendo. Aquel hombre tena que mintiendo, deba de estar inventando todo lo que sala por sus labios.

    -Sabes? Yo tambin perteneca a una familia de campesinos. Claro que dehace mucho tiempo. Me eduqu como t en un templo parecido a ste. Un aHep-Ur, uno de nuestros padres, se neg a darnos una buena cosecha y la ggente como la que has visto estos das, comenz a pasar hambre.

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    Tjenur guard silencio y se dej deslizar lentamente por la pared hasta qusentado en el suelo. Su voz segua siendo pastosa, pero en ella no quedaba el mvestigio de burla. Por el contrario, daba la sensacin de que un espeso mantristeza haba descendido sobre ella.

    -En el templo tenamos un estanque para cocodrilos. Los cuidbamoalimentbamos primorosamente sin importarnos sus ruidos desagradables n

    pestilente olor. Algunos de ellos hasta llevaban pendientes de nub, el mamarillo, o brazaletes de hedj, el metal blanco. Te imaginas a una de esas bemalolientes con una pulsera como si fuera una mujer hermosa? No, jovencito, lo puedes imaginar...

    La mirada de Tjenur estaba comenzando a tornarse vidriosa. Concebesperanza de que pronto, muy pronto, caera inconsciente y podra escaparme.

    -Los campesinos suplicaron que les concediramos una remisin o, al meno

    retraso en el pago de los impuestos. Podramos haberlo hecho porque nuealmacenes estaban repletos y nuestras vasijas rebosaban de trigo y aceite. Pernegamos. El sacerdote jefe se dio cuenta de que, si no exprimamos a aqucampesinos hasta la ltima gota de sangre, tendramos que dejar de alimennuestros cocodrilos y quiz algunos podran enfermar y quin sabe si hasta mor

    Tjenur hizo una pausa y baj la cabeza. Por un instante pens que se hdormido, pero la levant en cuanto crey percibir un movimiento por mi parte.

    -No tengas prisa en irte. Cuando termine de contarte todo, la obsesinmarcharte se convertir en tu pesadilla. Por dnde iba...? Ah, s, ya s. Someta aquella pobre gente al juicio del dios y, como era de esperar, la imagen nos drazn a nosotros. Quiz aquello no me habra inquietado mucho de no ser pomis padres y mi hermana formaban parte de aquellos campesinos harapientohermana... Se llamaba Nefer y era esbelta y grcil: como esas palmeras queerguirse al lado del Hep-Ur. Su risa sonaba como un sistro limpio y alegre. pasos eran como los de una danzarina de las que iban en la Per-a'a. Infeliz... U

    mi madre consigui comunicarse conmigo y me anunci que a menos que obtualgn tipo de alivio, mi padre tendra que vender a mi hermana para