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COMO SE APRENDE A NO LEER Y A NO ESCRIBIR1
Rosa María Torres
Mami, ¿cuándo me gradúo?”, empezó a preguntarinsistentemente mi sobrino Nicolás al
poco tiempo de haber entrado al primer grado. Un niño que tenía una gran ilusión de
aprender a leer y escribir, que -a su manera-leía patas arriba el periódico y cualquier rótulo
que veía por la calle, se siente agotado cuatro meses después de haber empezado
formalmente aalfabetizarse. Pero en cambio se dedica horas enteras a escribir y dibujar, por
su propia cuenta, en un diario personal que le regaló la abuela.
Juan Fernando, mi hijo mayor, aprendió a leer y escribir rápido, con entusiasmo. Porpropia
iniciativa,cuando tenia 7 años, decidió hacer un "libro" en el que, entre textos y dibujos,
relató completo un viaje familiar de dos semanas. Pero en primero y segundo grado dio
grandes problemas; se negaba sistemáticamente a hacer los deberes, a leer y escribir cuando
se lo mandaba la maestra.
Julián, mi hijo menor, aprendió a leer en tres meses, con gran complacencia y sorpresa por
parte de la maestra. Cuenta a quien puede y conserva con orgullo eldiploma al "mejor lector
del grado" que le dieron en la escuela cuando terminó el primer grado. Desde entonces sigue
siendo un gran lector de todo lo que encuentra a mano, menos de los textos que, para ser un
buen alumno, debería leer en la escuela. Desde muy pequeño llegó aparentemente a la
conclusión de que el placer de la lectura está fuera del aula.
Valgan estas anécdotas familiares, seguramente reconocibles para muchos padres de familia,
para ilustrar lo que largas y rigurosas investigaciones científicas vienen mostrando: los
niños, antes de entrar a la escuela, saben ya mucho sobré qué es leer y escribir, y llegan a ella
ávidos de aprender. La escuela, por su parte, no sólo que no estimula y desarrolla sino que a
menudo frena y hasta bloquea este conocimiento previo y ese interés delos niños por
aprender. En las aulas, nuestros niños y jóvenes aprenden a odiarla lectura y la escritura.
¿Por qué?. Revisemos un poquito los métodos utilizados. Una enseñanza mecánica,
repetitiva, tediosa, sin sentido, de palos y bombas, letras o palabras sueltas. El niño quiere
leer cosas relevantes y expresar a través de la escritura cosas simples que te interesan, pero
no puede. Tiene que resignarse a leer que su MAMA LE MIMA o que EVA TIENE UNA
UVA. Quisieratal vez aprovechar cuanto antes lo que ha aprendido para escribir los nombres
de sus compañeros o los delequipopreferido de fútbol o para escribir, en fin, lo que se te
antoje. Pero debe someterse a las planas, las composiciones, los resúmenes, las copias y los
dictados iguales para todos.
El texto escolar pasa a ser el único objeto de lectura, sobre todo en escuelas y colegios
1Publicado originalmenteen Aulabierta, Ministerio de Educación -Programa Nacional "El Ecuador Estudia”,
Nº 2. Quito, septiembre 1990.
pobres, donde muchas veces ese propio único texto constituye un lujo. Fuera de él, no hay
nada más para leer. Y, si lo hay, los materiales de lectura que se seleccionan son pensados
con criterio adulto, no con criterio infantil. Año tras año alumnos y alumnas vuelven a leer
las mismas cosas, los mismos libros. No es frecuente que se lleven al aula objetos de lectura
como revistas y periódicos, lo que de paso ayuda a enseñar a niños y niñas, desde pequeños,
el hábito y la importancia de leer críticamentey comentar las noticias de los diarios.
Lo que se lee no puede simplemente leerse y disfrutarse. Enseguida vienen la copia, el
resumen, el cuestionario de preguntas que hay que responder por escrito para comprobar que
se entendió. Es decir, si algún placer hay en el momento de la lectura, éste dura poco, pues de
inmediato le siguen las obligaciones escolares.
Lo que se lee o escribe se hace por obligación, no por placer. Incluso se manda a leer o
escribir como castigo. Al que no atendió, llegó tarde o se portó mal se le aplica como sanción
leer un párrafo o una página más del libro, resumir, copiar o hacer planas adicionales.
¿Quién puede llegar a pensar que la lectura y la escritura son un placer si se utilizan
cotidianamente como herramientas de castigo?
Poco de lo que se escribe en escuelas y colegios es realmente escritura creativa, libre, capaz
de permitir a los alumnos comprender y experimentar el verdadero y último sentido de la
escritura: la expresión, la comunicación. La mayor parte de lo que se hace es escritura
reproductiva: copia y dictado.
Dada la insistencia y la vigilancia casi obsesiva sobre la caligrafía, la ortografía y la "buena
presentación" en general, escribir pasa pronto a convertirse en una pesada carga en la que
hay que estar siempre pendiente de los trazos, las letras, los signos de puntuación, los
errores, los títulos en rojo, los espacios, los márgenes y otras normas escolares, más que de lo
realmente importante: el contenido de lo que se escribe. El temor a equivocarse, a manchar o
borrar, a quedar mal, a sacar mala nota, termina, imponiéndose sobre el propio esfuerzo de
organización y expresión de las ideas en el papel.
Así es como se va construyendo esa incapacidad, ese temor, ese disgusto y esa falta de
aprecio por la utilidad de leer y escribir que nos acompaña a tantos adultos hasta la muerte.