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DROGAS Y ADICCIÓN NICOLÁS DE JESÚS EN CHICAGO 11 JÓVENES POETAS MEXICANOS RITA INDIANA: ENTREVISTA CHICAGO, ILLINOIS, JULIO / AGOSTO 2014 NÚMERO 116

Contratiempo 116 - Julio / Agosto 2014

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Drogas y adicción | 11 jóvenes poetas mexicanos | Nicolás de Jesús en Chicago.

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DROGAS Y ADICCIÓN

NICOLÁS DE JESÚS EN CHICAGO

11 JÓVENES POETAS MEXICANOS

RITA INDIANA: ENTREVISTA

CHICAGO, ILLINOIS, JULIO / AGOSTO 2014 NÚMERO 116

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contratiempoDIRECTIVAGerardo Cárdenas, Jochy Herrera, Moira Pujols, Rod Slemmons, Helen Valdez, Ellen Wadey Placey

DIRECTORA EJECUTIVAMoira [email protected]

DIRECTOR EDITORIALGerardo Cá[email protected]

DIRECTORA DE ARTE Olivia [email protected]

CONSEJO EDITORIALArturo Richardson, Catalina María

Johnson, CHema Skandal!, Febronio

Zatarain, Gerardo Cárdenas, Ignacio

Guevara, Jochy Herrera, Jorge Frisancho,

Julio Rangel, Luis Alejandro Ordóñez,

Marco Escalante, Marcopolo Soto,

Olivia Liendo, Rafael Franco,

Rey Emmanuel Andújar, Stephanie

Manríquez, Verónica Lucuy Alandia

FOTOGRAFÍAArturo Richardson

Las opiniones expresadas por los escritores

que colaboran en contratiempo no son

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La brutalidad del verano de Chicago no se mide en grados centígrados sino en el nú-mero de muertos que de forma cotidiana, y en especial los fines de semana, ama-

necen en las calles de varios barrios de la ciudad. La violencia asociada a las drogas está detrás de muchas de estas muertes, aunque el odio sería un factor mucho más preponderante. Esta es una de las muchas conclusiones del dossier del ejemplar de julio/agosto que presentamos en estas páginas, un complejo trabajo de recopilación y testimonio coordinador por Rafael Franco, con apoyo de Moira Pujols y del Colegio Medill de Periodismo de la Universidad Northwestern.

La diversidad de perspectivas del dossier busca generar en los lectores preguntas que vayan más allá de las explicaciones trilladas sobre los fenómenos de consumo, adicción y tratamiento. Es por ello que el dossier toca temas tan diversos como las acciones de las pandillas en el barrio de La Villita, o la muerte del actor Philip Seymour Hoffman.

El dossier es pieza central de un muy diverso ejemplar, nuestro número 116, donde las páginas de Deshoras presentan trabajos de once jóvenes y prometedores poetas mexicanos. Diez de ellos escriben desde México, mientras el undécimo es un asiduo participante del Taller de Escritura Creativa de contratiempo.

En Mirada Cómplice, el periodista mexicano Antonio Zavala se encuentra en Pilsen con el artista Nicolás de Jesús, quien vuelve a Chicago para presen-tar su más reciente libro de grabados.

Y en Tiempo Extra, les presentamos un menú muy variado de textos: de la poesía de Yesid León, al debut en nuestras páginas del crítico español José de María Romero Barea, a excelentes ensa-yos de José Mármol y Marco Escalante, hasta una entrevista de Jochy Herrera con Rita Indiana y un artículo de Ellen Placey Wadey sobre la reciente-mente fallecida Maya Angelou.

Esperemos que disfruten su verano en compañía de nuestras páginas.

JULIO - AGOSTO 2014 • NÚMERO 116

TIEMPO EXTRA3 Las tretas del verdugoConfesión 3 de un reclutaYesid León

4 Beatriz entrevista en un puente José de María Romero Barea

5 Buenos días: reflexiones a la muerte de Maya AngelouEllen Placey Wadey

6 Conversación con Rita Indiana (a propósito de Nombres y animales)Jochy Herrera

7 Modos de fumarMarco Escalante

8 Lengua, pensamiento, literatura y culturaJosé Mármol

MIRADA CÓMPLICE10 De Ameyaltepec a París: Nicolás de JesúsAntonio Zavala

DOSSIER14 El nuevo campo de batalla de la Guerra contra las DrogasRafael Franco

16 Las drogas y las gangas en La Villita: un vistazo desde la calleJackie Serrato

18 Al final de la renunciaEmmett Rensin

20 Todos tenemos un pedacito adentroRafael Franco

DESHORAS23 Once jóvenes poetas mexicanosMarcopolo Soto y Febronio Zatarain

Maricela Guerrero Luis Paniagua Leticia Cortés Sergio Loo Saúl Ordóñez Daniel Wence Leonarda Rivera Luis Eduardo García Christian Peña Tania Carreta Emmanuel Ayala

La fotografía de portada es obra de Rafael Franco y forma parte de un ensayo fotográfico sobre las drogas y la adicción. La ima-gen gira en torno al problema de los desamparados que duermen bajo el puente de la autopista al filo de la avenida Belmont, en Chicago. Poeta y narrador puertorriqueño, Franco es integrante del consejo editorial de contratiempo. Como parte de un fellowship de SJNN, recien-temente viajó a Puerto Rico para investigar la problemática y la conexión entre los programas de recuperación y la isla.

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POESÍA

Danny Yesid León (Bucaramanga, Colombia, 1990). Poeta y director del Encuentro Interna-cional de Poesía de Bucaramanga. Textos suyos han aparecido en periódicos como Vanguardia Liberal y El Frente, además de las revistas Luna Nueva, La Raíz Invertida, Vicio Perpetuo, Punto en Línea y Mexican Cultural Center. Su poemario Momento del decir obtuvo el primer puesto en el VIII Concurso Internacional Buenaventuriano de Poesía y fue publicado por la editorial Rojo Siena en Puebla, México. Su libro Desde estancias habitadas recibió Mención de Honor en el XXVI Concurso Nacional de Cuento Corto y Poesía Universidad Externado de Colombia

Yesid León

Confesión de un reclutaYo digo todocon la boca en sutura,con la lengua henchíay los dientes quebrados.Digo tu nombrey a veces también el míocon sangre cuajadaen la comisura de los labios.Te llamo con esta fiebreporque sé que no respondes;porque si acudieras a mi vozyo abandonaría la guerray ya no empuñaría el corazóncontra el aliento.Me quedaría absortoante tu presencia y olvidaría las palabras que juntépara encontrarte.Pero como no vienesy el frío talla su herrumbre y mis huesos afloran la peste,tendré que seguir aquígritando con la gargantay el pecho hecho ceniza,hasta que desfallezca y algo de ti por fin regrese al abrigo de mi silencio.

Las tretas del verdugoAdivinen, amigos míos,a cuántos he fusilado de espaldas.No hablo de las promesasni de los sueños de mis hijos y mi esposaque maté al despedirme en el umbral,entre lágrimasy ladridos del perro fiel a mis pasos.No hablo de la frágil esperanzaque deshice cuando tomé el fusil y pensé que hacía lo correcto;ni de esa impensable agonía que supone el abandono de la tierra, del hogar con su fogón de leñay patio ahíto de flores y maleza.Tampoco hablo de los recuerdos acribillados,de las imágenes que viene a la mentey nos traen el clamor de la lluviay las pesadillas de nuestros padrescuando dormían y nosotros apagábamos sus voces al despertar.No hablo de eso, hablo de otras muertes, de las que no pesan tanto, de las infames;no de las que uno atraviesa el corazón con una dagao vuela en pedazos los cráneos con morteros.Hablo de las muertes cobardes,de esas en las que tomamos al prisioneroy le atamos las manos— con ello la posibilidad de justa defensa—y sin vendarle los ojoslo ponemos de frente al paredón para dispararle reiteradamenteen la espalda y las piernas.¿Han visto esas muertes, han notado que disparamos al dolor,que nunca asesinamos de un solo disparoporque es necesario el sufrimiento,porque es preciso que el sentenciadovea su propia sangre correr?Adivinen, amigos míos,atrévase alguien a dar una cifray se le atinan—si por casualidad alguno adivina—yo y mi compasivo fusilles perdonamos la vida,ahora que les ha llegado su tiempoy me tiembla el pulso misericordiosamente. Ilu

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CRÍTICA

La memoria nos define, colectiva e individualmente: “Hablar es siempre hacer presente una historia y ello no es privativo de nosotros (…) ejercer

el lenguaje es volver a repetir constantemente las marcas que significaron la implantación de ese idioma entre nosotros” (p. 16). Cualquier período histórico es un periodo de entregue-rras: “Cada generación de escritores ha repre-sentado así una muerte y un renacimiento, enterradores de las víctimas al mismo tiempo que sacrificados ellos mismos al vislumbre de un sueño que no está” (p. 22). Y sin embargo, el tema central del ensayo Los poemas muertos (Libros de la resistencia, 2014) de Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950) no es la memoria, sino el olvido. No es la palabra, sino el silencio. No es la muerte, sino la vida.

“La poesía es el arte más frágil porque es lo primero que muere con las palabras que mueren, pero (…) también es el más poderoso porque es el único que puede levantar desde su muerte la imagen interminablemente borrosa de otra playa” (p. 50). La fe de Zurita no es una

fe celebrada y aceptada (como la de Dante en La Divina Comedia) sino la proyección de un nuevo sistema de creencias; la rehabilitación, más bien, de un sistema de creencias conocidas largo tiempo desacreditadas: “Todos cruzamos el Infierno cuando el otro se muere. Todos imaginamos un Purgatorio donde seremos ex-culpados del pecado inexcusable de la soledad, todos volvemos al Paraíso cuando imaginamos que esa cara muerta ha vuelto para hablar con nosotros” (p. 53). A diferencia de Dante, Zurita no presupone la aceptación de sus creencias por parte del lector. Su prosa es respuesta antes que pregunta, es acción antes que reflexión. La tradición cristiana está en el centro de su ensa-yo, pero Zurita no se ocupa solo de ella.

La tradición es para el poeta chileno un lugar de lugares comunes: “Pero Helena ha muerto y las palabras agonizan; el cielo de 2800 años agoniza. La literatura agoniza. Es un largo periplo que se inició con las primeras escrituras el que llega a su término y, salvo un acontecimiento del todo nuevo, nada exis-te en nuestra época que pueda detener ese derrumbe” (p. 68). Su ensayo pretende devolver esos lugares a la vida. El método adoptado es violento y radical, pero necesario. Se pretende la renovación y la revitalización de símbolos que el uso ha cubierto de costra, que el paso del tiempo ha distorsionado.

De La Epopeya de Gilgamesh a la Ilíada, del Mahabharata a los poemas de Vallejo, Ungaret-ti o Kavafis, los paralelismos que traza Zurita son superficiales. Son, en realidad, contrastes irónicos que se constituyen en paralelismos y que contribuyen a dar el efecto de experiencia. Y sin embargo, a Zurita no le interesa la eru-dición. Él prefiere ser poeta. No quiere ser un estratega que trata de ganarse al lector. Se hace lector; tiene la misma edad que sus lectores, se enfrenta a la tradición sin falsedad, la rehabi-lita: “el solo hecho de decir es estar diciendo que no somos uno sino un cosmos. Que en ese diálogo total de todas las cosas con todas las cosas (…) estaba contenida también la posibili-dad de levantar una vida nueva (…) un paraíso perdido (…) una disposición, una acogida de lo otro y del mundo (…) el origen de todo mito (…) el origen de la poesía.” (p. 82).

Raúl Zurita es uno de los poetas más cé-lebres y polémicos de Latinoamérica. Des-

pués del golpe militar de Augusto Pinochet que derrocó al gobierno democráticamente elegido de Salvador Allende en 1973, la poesía de Zurita se alzó en registro de la violencia y de las atrocidades cometidas contra el pueblo chileno, así como de la corrupción de la lengua española. Durante la dictadura que tuvo lugar entre 1973 y 1990, Zurita publicó una trilogía de libros (Purgatorio, Anteparaíso, y La vida nueva), escribió poemas en el cielo sobre la ciudad de Nueva York, y sobre las arenas del desierto chileno, y ayudó a formar “Colectivo de Acciones de Arte”. Zurita ha sido galardonado con el Premio Nacional de Literatura de Chile, una beca de la Fundación Guggenheim, y ha ocupado lecturas de poesía en numerosas universidades americanas como Harvard, Yale, Stanford y Berkeley.

En Los poemas muertos, Zurita es una especie de vidente que anticipa un regreso al futuro, un collage de papel, una tecnología multimedia a base de fragmentos entrecor-tados, líneas de pensamiento interrumpidas, balbuceos de la torre de Babel: “He soñado entonces con unos bultos que poco a poco van recogiendo las olas de un Egeo nuevo e ini-maginable, mientras en la playa una infinidad vuelven otra vez los ojos hacia lo alto y ven cientos de aviones escribiendo en el cielo los mismos versos que narraron a un Héctor que moría, a una Helena insultándose a sí misma, a una Beatriz entrevista en un puente” (p. 88).

José de María Romero Barea (Córdoba, España, 1972), poeta, narrador, traductor y periodista cultural. Autor de Poesía (qué si no) (Asociación Cultura y Progreso, 2011), (mil novecientos setenta y) Dos (Ediciones en Huida, 2011) y Talismán/Talisman (Editorial Anantes, 2012. Edición bilin-güe. Traducción de Curtis Bauer). Ha escrito una serie de novelas reunidas bajo el título común de Interrupciones. Hilados Coreografiados (Ayun-tamiento de Aguilar de la Frontera, 2012). Ha sido coordinador de las I Jornadas de Narrativa Sevilla 2014, que organiza la Asociación Colegial de Escritores de España (A.C.E.)

Beatriz entrevista en un puente José de María Romero Barea

Retrato de

Raúl Zurita,

fragmento

de la portada

del libro Iris

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LITERATURA

Nada destila ausencia de forma más palpable, más visceral, que la pérdida de un ser querido. Ese momento en el que los seres

pasan por la finísima membrana que separa el ser del no ser es confuso, complejo e incog-noscible para los que quedamos. Anhelamos lo que de ellos ya nunca podremos recuperar –la tibieza de su roce, el sonido de su voz, el olor de su piel- pero sin que se disipe en ningún momento el vívido recuerdo de cada una de esas cosas. Nos perdemos en la vast-edad inimaginable de su ausencia.

Colectivamente hemos perdido uno de nuestros seres queridos en Maya Angelou. Y si bien su pérdida podría haber creado una aus-encia inmensurable, la doctora Angelou pasó su vida de activista y escritora enseñándonos, a todos nosotros, cómo habitar el momento de su partida, cómo asumir su voz, asumir su va-lentía, su civismo, su compasión, y su perenne compromiso con la creatividad.

Muchos conocimos a la Dra. Angelou gracias a sus memorias I Know Why the Caged Bird Sings (Yo sé por qué canta el pájaro enjau-lado). El candor y la transparencia con los que contó la brutal historia que tantas niñas viven y tan pocas hacen pública, nos dejó anonada-dos. A medida que fue adquiriendo renombre por sus memorias posteriores, por su activ-ismo en el movimiento pro Derechos Huma-nos, por su poesía, por ser la primera poeta en una toma de posesión presidencial desde Robert Frost, por sus dotes de actuación y su fama, fue usando todos los senderos para recordarnos que los seres humanos somos más parecidos que diferentes, y que ni en la peor de las circunstancias estamos impedidos de alcanzar la excelencia. Ella creía que las circunstancias podían cambiar porque creía que nosotros podíamos cambiar.

La Dra. Angelou rindió tributo a las histo-rias generacionales –las luchas, los logros, los retrocesos, los pequeños adelantos- y nos ase-guró que estos viajes relacionales nos prepara-rían para los momentos que pusieran a prueba

nuestra resistencia y potencialidad. En su poema inaugural, vio el origen de los encuentros cotidi-anos de hoy en los cimientos de la cre-ación de La Tierra: roca, río y árbol. Esas tres imágenes son comunes pero a la vez míticas, como nosotros mismos. Una y otra vez, sus escritos nos invita-ban a vigilar nuestro progreso como personas –en virtud y no por omisión de nuestros fraca-sos- y comprender y respetar el papel im-portante que juega cada persona, desde la sirvienta hasta el poderoso manda-tario, en la confor-mación de nuestra historia y nuestro futuro. Ella no creía que el dolor fuera determinante de nuestro destino sino que de estos fracasos aprendemos a visu-alizar y aceptar todo nuestro potencial. Nunca perdió la fe en nosotros. Nuestras heridas nos podrían silenciar temporalmente, pero final-mente –como ella- encontraríamos nuestra propia voz. Y, dejó muy en claro que era el amor lo que nos guiaría del fracaso al triunfo. “El amor es una condición tan poderosa que quizás sea lo que sostiene las estrellas en el firmamento. Podría ser lo que empuja e im-pulsa la sangre en las venas”.

El filósofo francés Henri Bergson en su libro Materia y memoria propone que la memoria no es una serie de piezas interconectadas sino un todo que aflora cada vez que lo necesi-tamos. Cuando una experiencia provoca un

vacío en nuestra consciencia se apela a la memoria para insertar todo lo que comprendemos en ese vacío, no solo los trozos de información que buscamos. (Imaginémonos el todo del Internet disponible en todo mo-mento. Aunque la búsqueda extrae lo que necesitamos en el momento, el todo permanece ahí, disponible y transmitiendo constantemente). El acontecimiento de la muerte de la Dra. Angelou ha creado un vacío en nuestro colectivo, pero su vida –su atención a nuestra condición humana y su solidaridad al acompañarnos en este viaje de humanidad– nos hala ha-cia ese vacío de forma que lleguemos a creer en las posibilidades que tenemos por delante y vivir vidas de atención.

Maya Angelou creía que adqui-ríamos poder en el lenguaje; que las palabras son cosas. De ella heredamos, entonces, sus ensayos y poemas, que mantienen insistentemente viva la conversación sobre nuestro potencial. Hasta su voz incomparable nos legó en grabaciones para seguir escuchan-do su llamado a la carga cuando lo

necesitemos. Pero es nuestra labor cultivar nuestra valentía –la virtud, que en tan alta estima tenía– y proyectar nuestro poder hacia adelante. Es nuestra labor llenar esta pausa al filo del pulso de este nuevo día para “tener la gracia de levantar los ojos y mirar / los ojos de tu hermana /y el rostro de tu hermano, tu país/Y decir con sencillez/con mucha sencillez / colmados de esperanza/Buenos días”.

Ellen Placey Wadey es escritora, profesora y gestora cultural. Fue directora ejecutiva del Guild Complex y es miembro de la mesa direc-tiva de contratiempo

Buenos días: reflexiones ante la muerte de Maya AngelouEllen Placey Wadey

Visita de Maya

Angelou al

York College.

Febrero, 2013.

Cortesía: York

College ISLGP

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ENTREVISTA

Dentro de la literatura caribeña con-temporánea resaltan autores que si bien parten de lo local, han traspa-sado la geografía de sus países de

origen en una cierta forma de transinsularidad que los hace robustas voces críticas; en espejos de lugares comunes que territorios aparte, ha-bitan la República Dominicana y el Puerto Rico de New York o de Madrid. Desde allí escriben mirando(se) (en) islas que son fábulas de una realidad presta a saltar hecha pedazos en el texto. Rita Indiana (Santo Domingo, 1977) es una de aquellas voces y en su más reciente obra Nombres y animales (Editorial periférica, 2013) la multifacética artista ha logrado su mejor trabajo, en esta entrevista nos advierte que después de este libro “lo que viene es fuete”.

La fortaleza de tus personajes es incuestiona-ble, y la de Armenia en particular es podero-samente trágica; su corta vida en la narración de esta historia, ¿es acaso el reflejo de la fragilidad del ser en ese mundo ignorado de los desaventajados del hoy?

Los desaventajados de siempre; los pobres, los negros, las mujeres. Nuestro país es un gran ejemplo de la esclavitud asalariada. Y no me refiero a los haitianos, sino a nuestras trabaja-doras domésticas, a las que nadie ha ayudado nunca. Víctimas de horarios excesivos, suel-dos inhumanos, a merced de abusos físicos y sexuales y cuando están viejas y ya no sirven se les da una patada y buscan otra. Hay que re-gularizar este tipo de trabajo, con la explosión de las telecomunicaciones y las “zonas francas” muchas de estas mujeres se han liberado de esos yugos de por vida. En República Domini-cana hasta la clase media baja tiene sirvienta, solo hay que ver que hasta el apartamento más pequeño trae su “cuarto del servicio” del ta-maño de una jaula de perro, adonde se supone vivan encantadas junto a bicicletas y tablas de planchar, con un día libre a la semana.

En la obsesión de otorgar “identidad” a tu bestiario observo que ciertos humanos son animales con nombres y apellidos mientras simultáneamente, los animales que rodean tus personajes acaso parecerían humanos. ¿Son entonces estos afanes un intento de represen-tar posibles modelos del ejercicio del existir?

Das en el clavo. Me interesaba mucho captar la humanidad en los animales, los lazos afecti-vos que establecemos con ellos y cómo son un reflejo de nuestra insignificancia, porque somos mascotas del destino. La narradora contempla las estructuras (de género, de clase) que el lenguaje

solidifica, como los nombres a los animales, desde su mirada inmadura, una mirada también a merced de los nombres y los instintos.

Hay una niña narradora que está siendo “sacu-dida” al enfrentar por vez primera la crueldad de los adultos, el amor bi/homo/sexual y el sexo mismo. ¿Por qué escoges la adolescencia como etapa donde dibujar esta batalla?

Porque la adolescencia es, como el balcón desde donde la narradora ve el mundo, un estado límite, en el que se es muy crítico con el mundo, porque todavía no pertenecemos por completo a él, no estamos viciados por sus sistemas. Creo que lo que nos hace críticos es esa inocencia in-fantil a punto de perderse, que puede distinguir el mal con mucha mayor efectividad.

Si bien La estrategia de Chochueca revela la deconstrucción de cierta juventud urbana, Nombres y animales desnuda una clase media pletórica de deformidades e hipocresía por decir lo menos; en tal sentido, ¿podrías comentar so-bre cómo se da el proceso de disecar estos rasgos de esta torcida “dominicanidad” en tu obra?

Me gusta mucho el término “neurosis de clase”, de todas la más neurótica es la clase media, sobre todo en países como el nuestro en que la misma sobrevive a golpe de mentiras. Es interesante lo que pasa en el barrio donde me crie para explicar este fenómeno, Bella Vista, un barrio de clase media por excelencia se ha ido transformando, por un lado torres de lujo y por otro cierta arrabalización que remodela los espacios convirtiéndolos en pensiones, ne-gocitos, lo mismo pero más dramático ocurre en Gazcue, por ejemplo. Es una clase que vive con la presión de no “ser” pobre, en la frontera económica, es para volverse loco.

¿Cómo crees que se leerá Nombres en Lati-noamérica, y en particular en la República Dominicana?

Creo que es una lectura familiar para los latinoamericanos. En Santo Domingo hay una generación que viene subiendo, esos son los lec-tores que me interesan, los que necesitan verse retratados en la literatura para comprenderse y evolucionar. Yo tengo mucha fe en el poder didáctico del arte, hasta la pieza más abstracta provoca una reflexión, y ese ejercicio enseña algo.

Haití, y los haitianos, una vez más, apare-cen como cuasi-personajes en esta obra en momentos donde la Isla parece estar arropa-da por el virus del neo-nacionalismo; ¿lleva ello un propósito temático particular o es un

rasgo más de una realidad a veces ciega para muchos dominicanos?

Cualquier persona que se haya criado en Santo Domingo como yo tiene que haber cono-cido a un personaje como Radamés, un traba-jador haitiano y creo que se identificarán con los prejuicios de mi narradora. Desde pequeños se nos enseña a sentirnos superiores a ellos, a despreciarlos. En ese sentido el personaje prin-cipal muestra una ruta hacia la liberación, hacia comprender las relaciones de una forma más profunda, a entender el racismo y cómo funcio-na dentro de nosotros, para poder expulsarlo.

La voz en Nombres (que es y no es poética) es la tuya-autora y a la vez, es otras voces: el silencio de la boca cerrada que habla con Vita y el oído de algunos escuchadores (como la tía Celia) que simplemente no te saben. Hábla-nos un poco de la artesanía invertida en el logro de semejante “diálogo” narrativo.

La oralidad es algo que me interesa mucho, esas voces, habladas o interiores que nos cuen-tan el mundo. Las voces para mí son como la palma de una mano, en sus inflexiones, acentos y afectaciones puede leerse mucho, es muy rico leer un texto en el que se escucha a un perso-naje hablar con tanto detalle como cuando se le puede ver caminar, bailar y sufrir.

Con Nombres y animales completas una sóli-da trilogía, ¿Hacia dónde apuntan tus letras ahora?

Nombres y Animales cierra la trilogía inma-dura junto a PAPI y La Estrategia de Chochueca. Con ella me despido, por ahora, de la voz en primera persona. Son textos que tenía que escribir para desprenderme de la autobiografía. Lo que viene es fuete.

Jochy Herrera, ensayista dominicano miembro del consejo editorial y la mesa directiva de contratiempo

Conversación con Rita Indiana (a propósito de Nombres y animales)Jochy Herrera

Rita Indiana

Fotografía:

Arturo

Richardson

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TIEMPO DE SOBRA

GoodfellasQuizás la escena más elaborada de Goo-

dfellas sea aquella en la cual Jimmy Conway (Robert De Niro) decide matar a Morrie para dar por terminado un conflicto monetario. Después de un lío verbal entre ambos, Con-way avanza hacia el mostrador del bar y se sienta a fumar. Morrie se queda en el cuarto de atrás, junto a Henry, que trata de calmar-lo. “That cheap cigarette hijacker!”–exclama Morrie, fuera de sí, definiendo con una sola frase la existencia de su enemigo. Una vez que Henry logra apaciguarlo, Morrie sonríe y parafrasea melancólicamente una vieja canción irlandesa: “Oh Danny boy, the pipes, the pipes are calling”. La escena no incluye la parte principal de la canción, que prefigura la muerte de quien la canta: “And I shall sleep in peace until you come to me”.

Cuando la cámara se mueve hacia Con-way, lo vemos chupando ansioso un ciga-rrillo. La banda sonora súbitamente estalla, oponiendo la violencia de las guitarras eléctricas a la resignada voz de Morrie, que parece presentir vagamente su destino. La canción que ahora escuchamos es de Cream. Y el estribillo que se queda en la conciencia del espectador es también premonitorio: “I’ve been waiting so long, I’ve been waiting so long, To be where I’m going, In the sunshine of your love”. Sólo que en la escena de Goodfe-llas al amor lo reemplaza la muerte. En este momento todos los signos se invierten: el rostro de Conway sonríe, pero maléficamen-te; el cigarrillo, que en el cine negro muchas veces incrementa el glamour del héroe o la heroína, aquí solamente remite al crimen. Ese pucho en la boca de Conway lo resume como ser humano: traficando cigarrillos se hizo de un nombre en el hampa, consumién-dolos nerviosamente decide, planea y final-mente ejecuta cada uno de sus asesinatos.

El fotograma que muestra a Conway fu-mando congela ese segundo clave del filme en que un objeto aparentemente insignificante adquiere la relevancia de un personaje. El cigarrillo se apodera de la cámara. Conway fuma de la misma manera en que mata. El cri-men, para él, no es un oficio; mucho menos una elección conveniente; es más que nada, como el cigarrillo, un vicio. Por eso, al princi-pio de la película, cuando Henry lo describe, enfatiza lo siguiente: “La pasión de Jimmy era el robo; pero no se contentaba con robar, el tipo realmente tenía que disfrutarlo. Jimmy era de aquellos que en las películas celebran las acciones de los malos…”.

SpasskyEn su libro Cigarretes are Sublime, Richard

Klein analiza una fotografía nocturna de Brassai en la cual el famoso fotógrafo, de perfil, mira a través del lente de su cámara un objetivo invisible. Lleva un cigarrilo encendi-do en la boca. A primera vista, ese cigarrillo es un elemento secundario. Como en esas fotos en que el retratado asume una pose especial de fumador, cumple al parecer una función ornamental, nada más. Hasta que Klein advierte que su presencia tal vez no es casual. La ceniza que se resiste a caer, regis-tra el tiempo que el fotógrafo ha permaneci-do inmóvil para que la imagen pueda grabar-se en la película. Brassai nos está diciendo “éstos son los elementos de mi arte: tiempo y luz; y el cigarrillo es mi cronómetro”.

Tras leer el análisis de Klein, comprendí al fin cierta fotografía de Spassky en que el ajedrecista ruso contempla ensimismado el tablero de juego, mientras su mano derecha sostiene en el aire un cigarrillo encendido. La cola de ceniza es mucho más larga que la del cigarrillo de Brassai –un indicador de que Spassky ha estado petrificado por un buen

Modos de fumarMarco Escalante

rato, analizando tal vez la posición de sus fichas. El ajedrez nació como un juego que separaba al hombre del tiempo rutinario para instalarlo en una suerte de eternidad indiferente –tal como lo muestra Pessoa en su célebre poema dedica-do a los ajedrecistas. Pero por razones competitivas y mundanas, el ajedrez profesional no puede habitar esa región filosófica: se ha convertido en cosa seria y desde hace más de un siglo depende del tiempo. En la foto de Spassky no se puede ver el reloj que seguramente reposa junto al tablero de juego. Pero se ve la ceniza, larga, oscura, a punto de caer, como el mismo pensa-miento. Tal vez la parte del cigarrillo que Spassky aún no ha fumado es el tiempo que le queda para ejecutar su siguiente jugada. O tal vez Spassky, como el cazador, espera petrificado la reac-ción de su víctima.

La única evidencia es el cigarrillo consu-mido. La inserción del hombre en un tiempo especial donde conviven el rigor y el nerviosis-mo, la fórmula genial y el error. Al final, espera el jaque mate –o la muerte. El cenicero, que también es ataúd.

Marco Escalante, ensayista peruano autor de Malabarismos del tedio

Sup.

Robert

De Niro en

Goodfellas

Inf.

Boris Spassky

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ENSAYO

La lengua, su aprendizaje y su correcto uso constituyen una necesidad exis-tencial, una cuestión vital, un vínculo de raíz con una cultura, una sociedad,

una historia y un modo de pensar, sentir y de ser concretos. La lengua es, lo han dejado claro los lingüistas, semiólogos y los filósofos del lenguaje, un sistema de símbolos, ciertamente. Pero no un sistema de símbolos cualquiera, sino, el mayor, el lenguaje de lenguajes, el que sirve para poder in-terpretar, estudiar y conocer los otros lenguajes.

Existe una relación de primer orden entre lenguaje, entendido como capacidad general de comunicación entre animales, entre seres humanos y el mundo que nos rodea, o bien, la realidad. Por eso Ludwig Wittgenstein, el gran filósofo vienés del lenguaje afirmó, en una de sus tantas sentencias afortunadas, que “Palabras son hechos”. Asimismo, el filósofo antiguo Platón, en su diálogo Crátilo, en el que conversan Sócrates, Hermógenes y el propio Crátilo acerca de la naturaleza del lenguaje, deja establecidos tres fundamentos esenciales a lo que hoy es la lengua como sistema de símbolos, que son el consenso, el uso y la significación de los nombres de las cosas o palabras. Esta reflexión primigenia fundamenta una relación entre lenguaje y realidad, en cuyo trasfondo se encuentra, además, el eje entre la verdad (alétheia) y la falsedad (pseûdos), dos aspectos que serán esenciales para diferenciar luego la obra literaria como ficción del documento cien-tífico natural o la historia como verdad. Pero, lo interesante en Platón es haber llegado a la conclusión de que lo que da nombre a las cosas es el pensamiento. Luego, queda aquí estableci-do el vínculo indisoluble entre palabra, pensa-miento y realidad, más allá de que, en términos filosóficos, se tenga razón o no en pensar que el nombre sea o no una manifestación de la cosa. Lo que resulta indiscutible es el hecho de que la adquisición y dominio de una lengua implica conocimiento y dominio de la realidad.

Es importante que entendamos el hecho de que al tener dominio de una lengua, por ejemplo, de la lengua española como lengua materna para nosotros, estamos asumiendo que ella, como significante mayor de nuestra cultura, nos permite a su vez tener domi-nio sobre nosotros mismos como personas y también poder interpretar el mundo y la realidad que nos rodean. De ahí que mientras más conocimiento yo tenga de las propiedades simbólicas y lógicas de mi lengua, al mismo tiempo, no solo podré comunicarme mejor con los demás, podré escribirla y hablarla de manera más adecuada o correcta, sino que

también, tendré un mayor autoconocimiento o conocimiento de mi persona, y también, podré tener una mayor comprensión de mi sociedad y su historia, como del conjunto de objetos naturales y artificiales que me rodean y de las leyes mismas de la realidad.

En la medida en que poseo mi lengua me poseo a mí mismo sugiere el gran poeta Pedro Salinas en su hermoso discurso “Aprecio y de-fensa del lenguaje”, dictado en la Universidad de Puerto Rico, en 1944, durante su exilio caribe-ño. Mi lengua es el más brillante estandarte de mi cultura. En cuanto la conozco, me conozco yo. En cuanto la aprecio y valoro, me aprecio y valoro yo. En cuanto la cultivo, me cultivo yo, en pensamiento, en riqueza espiritual, en capacidad o competencia para comunicarme con mis igua-les y en posibilidad de desarrollo material mío, de los míos y de mi sociedad. La instrucción eficaz, desde la niñez, para los hombres y mujeres de la nueva realidad que en un mundo globalizado vive nuestra sociedad, debe tener como cimiento mayor el de la enseñanza de la lengua materna.

Pedro Henríquez Ureña (1922) sostiene: “Sigo impenitente en la arcaica creencia de que la cultura salva a los pueblos. Y la cultura no existe, o no es genuina cuando se orienta mal, cuando se vuelve instrumento de tendencias inferiores, de ambición comercial o política, pero tampoco existe y ni siquiera puede simularse, cuando le falta la maquinaria de la instrucción. No es que la letra tenga para mí valor mágico. La letra es sólo un signo de que el hombre está en camino de aprender que hay formas de vida superiores. Y junto a la letra hay otros, también seguros: el voto efectivo, por ejemplo, o la independencia económica” (citado por Soledad Álvarez, 1981). Nuestro insigne hombre de letras establece, con meridiana claridad, la relación entre educación o instrucción, letra o lengua, pensamiento hu-manístico, vida en democracia e independencia económica o desarrollo económico y social de los pueblos, teniendo muy claro que el ideal de justicia se antepone al ideal de cultura como lo expresó en su visión utópica de América.

Es en la lengua donde se cristaliza nuestro modo de ser y de pensar. El habla, ha escrito el filósofo existencialista Martin Heidegger, es la morada del ser. Lengua, cultura e historia son la tríada que marca la pertinencia existencial del individuo. En la oralidad, que es la materia-lización del acto de hablar, descansa la esencia de la lengua en uso, del lenguaje cotidiano. Aprender bien la lengua es la puerta para cono-cer, en sus fundamentos y leyes, la naturaleza, la sociedad y la cultura. Mientras más reducido es mi léxico más limitado es mi conocimien-

to de la realidad y del ser humano. Mientras menos competencia lingüística desarrolle un individuo, menores serán sus posibilidades de pensar, de razonar, de conocer. El dominio de la lengua equivale al dominio del acto de pensar. Y si bien sirve para la comunicación, no es la lengua un simple medio de comunicación, “sino la expresión del espíritu y la concepción del mundo de los sujetos hablantes”, subrayó en 1827 el humanista alemán Von Humboldt.

He aquí pues, la base para la construcción del puente entre lengua y literatura, por cuanto, el arte de escribir literariamente envuelve en su génesis el acto de pensar. Una obra literaria, aunque hiervan en ella las pasiones y las emo-ciones, es el resultado de la articulación pensada de las posibilidades creativas o imaginativas de una lengua. La literatura va mucho más allá del entretenimiento del lector, hasta llegar a con-vertirse en una travesía, en un viaje imaginario que, afincado en las propiedades expresivas y estéticas de la lengua, hace de la imagen un concepto y de la palabra un pensamiento.

La lengua es la materia prima y el fin ulterior de la obra literaria. Se escribe desde, por y para la lengua misma y su impacto en la cultura y el conocimiento. Adentrarse en una novela, un cuento, un ensayo, un poema, un drama, en fin, significa penetrar las entrañas de una sociedad, una cultura, una época, un estadio de la misma lengua y la forma de pensar e imaginar de un individuo que ha sido el autor de la obra. La creación literaria tiene en la lengua, como materia prima, una entidad viva, cambiante, evolutiva. Es por ello que la imaginación litera-ria reta siempre la relativa rigidez de los estadios descriptivos de una lengua, y a veces, muy a su pesar, le incorpora nuevas palabras, nuevos giros expresivos, nuevos sonidos y nuevos senti-dos, para hacerla más abarcadora en su relación con el mundo concreto y más rica en su propio acervo y su linaje cultural.

En la cultura y la sociedad mundializadas estamos compelidos a cuidar y defender nuestra lengua de las amenazas de sus propios procesos degenerativos, del impacto indiscriminado, un hecho casi inevitable, de lenguas foráneas domi-nantes comercialmente, y de la fragmentación propia de los códigos tecnológicos. No podemos cerrarla a cal y canto, pues, el comercio y la cul-tura planetarios destrozarían ese vano intento. Pero, sí debemos mantenerla fresca, viva en sus esencias y sus raíces, aunque se abra cada vez más al intercambio con las demás lenguas del mundo, y aprenda de ellas, y de esa forma nos permita enriquecernos lingüística y espiritualmente. Sin embargo, debemos mantenernos vigilantes ante

Lengua, pensamiento, literatura y culturaJosé Mármol

Ilustración:

Rick Beerhorst

Neighborhood

comes alive

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N Ú M E R O 1 1 6 | 9contratiempo

ENSAYO

las agresiones que la vertiginosidad de los arte-factos o dispositivos tecnológicos dirigen contra las normas de nuestra lengua materna. Esas degeneraciones idiomáticas propiciadas por los teléfonos inteligentes y el ordenador son sinóni-mo de empobrecimiento espiritual y de estrechez mental. No son, necesariamente, efectos de la cultura digital, fenómeno que exhibe grandes virtudes. La civilización se ha construido a través de los cimientos de las palabras. Y cada palabra tiene un origen, una raíz, una historia, que bien puede evolucionar al abrirse, como una ventana franca, al ámbito exterior, a la mundialización posmoderna o consumista.

Lo que no podemos aceptar es la fiesta defici-taria del lenguaje viral del presente, que piensa más en el límite de los caracteres en sí mismos, antes que en el lenguaje como límite de las po-

sibilidades de conocimiento e interpretación del ser humano y del mundo. La lengua es

la depositaria por excelencia de la historia de la civilización. La literatura es, pues, al mismo tiempo, una aventura de la lengua y del pensamiento. Hay que fundar en los jóvenes de hoy, dema-siado sumergidos en la información, dejando de lado la formación o cono-cimiento, el hábito de la lectura, sea en los libros convencionales de papel, en las tabletas o en los ordenadores. No importa el soporte, lo que importa es que asuman la lectura como un acto de expansión del conocimiento y del es-píritu. Aquello que Martin Heidegger llamó, tempranamente, racionalidad tecnológica del ser humano ha consti-tuido un gran avance para la sociedad y para el conocimiento.

La cultura digital es un logro de la civilización y de la inclusión social. Sin embargo, su lenguaje no tiene por qué ir contra las normas lingüísticas y el co-rrecto uso del idioma. Por el contrario, esta moderna herramienta de la vida cotidiana tiene su mejor lado cuando sirve, apegada a la naturaleza de la lengua, a la democratización del cono-cimiento y la comunicación. Avances en la cultura digital y la racionalidad tecnológica no tienen por qué reflejar-se en malestar de la lengua o pobreza expresiva del individuo.

José Mármol, poeta y ensayista do-minicano, Premio de Poesía Casa de América 2013

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MIRADA CÓMPLICE

Nicolás de Jesús

Desayuno en un restaurante de Pilsen con el artista Nicolás de Jesús que está en Chicago para presentar su libro de grabados, precisamente

titulado Nicolás de Jesús y editado por el escritor alemán Hartmut Santke.

Es un volumen de 263 páginas escrito en es-pañol, náhuatl, inglés y alemán con 109 fotogra-fías de los grabados hechos por este artista de Ameyaltepec, en el estado mexicano de Guerre-ro, que va de paso por Chicago rumbo a Nueva York y luego a París.

Mientras desayunamos me platica de su viaje anterior a París en el 2002 para la exposición

Indiens: Chiapas, México, California. en la cual miembros de la Asociación por la Estampa y Arte Popular le pidieron hacer un mural en una manta para anunciar la exposición.

“Me trataron de lo más maravilloso, me vieron como un invitado especial,” me dice. Nicolás creció en Ameyaltepec, en donde tanto él como su padre retomaron la tradi-ción para pintar en papel amate después de la motivación de Felipe Ehrenberg, un artista y amigo de la familia.

Ahora los horizontes de Nicolás se han ampliado con viajes y exposiciones a varias ciudades del mundo.

Aun así, Nicolás me confiesa que se siente un poco cohibido en esos ambientes grandes porque recuerda que salió de una comunidad menospreciada. El primer idioma de Nicolás fue el náhuatl y el español lo aprendió en la escuela pública en Guerrero. Estar en un restaurante de lujo en París con sus patroci-nadores le inhibe un poco.

“Se me achica el alma porque recuerdo mi infancia cuando caminaba en Acapulco ven-diendo pinturas en la playa y cuidándome de los policías” me cuenta.

De repente la memoria de Nicolás se va al pa-sado: “Ya son siglos sin reconocer (los derechos

Antonio Zavala

De Ameyaltepec a París

Chicago (1990)

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MIRADA CÓMPLICE

de las comunidades indígenas) y el mensaje siempre ha sido tú no puedes gobernarte, no reclames y así los pueblos originarios se han mantenido siempre en el olvido.”

En torno a su libro, cree “que es de muy buena calidad, tiene muchas imágenes y me dieron voz para expresar mis sentimientos sobre cada dibujo”.

Después de presentar el libro el 7 de junio en Chicago, Nicolás viajó a Nueva York y de ahí a París para presentarlo el 19 de octubre, y luego en la Ciudad de México en Día de Muertos.

Platicamos de su llegada a Chicago en 1989 y cómo se integró a la comunidad artística de

Pilsen a través del Taller Mexicano de Grabado que él y otros socios formaron en la Halsted.

“En ese entonces junto con otros artistas como René Arceo juntamos 120 grabados do-nados de varios artistas y tuvimos una subasta exitosa logrando recaudar en ese entonces cinco mil dólares. Con eso rentamos el espacio en la Halsted”, apunta.

Le recuerdo un evento que tuvimos en ese famoso taller para recaudar fondos para la causa de Manuel Salazar, un joven de Joliet que estaba sentenciado a muerte y que logramos salvar junto con la abogada Marlen Kamich. “Sí, me acuerdo; hubo comida, tamales y arte”, dice.

Durante esos años Nicolás se integró tam-bién al grupo Impressions Graphics de Oak Park, al cual aún está asociado y frecuenta cuando viene a Chicago.

“Un 75 por ciento de mis grabados han sido creados en Chicago” cuenta el artista, que con-sidera a esta ciudad como su segundo hogar. “Chicago para mí es un lugar lleno de nostal-gia, dolor y alegría” finaliza.

Antonio Zavala, periodista mexicano, reside en el área de Chicago

En el sentido

del reloj:

Fiesta de San

Lucas (1992)

El artista

mostrando su

libro biográfico

compilado

por Hartmut

Zantke.

Calle 18 (1993)

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www.chemaskandal.com

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Tantos recorridos, tantas historias de inmigración que encuentran en común una sola cosa: el idioma español. contratiempo ha creado Ediciones Vocesueltas para diseminar y promover la literatura escrita en español en Chicago. Estos proyectos de publicación conjunta con los autores han dado frutos desde el 2007, habiéndose publicado seis libros a la fecha. Debemos un agradecimiento especial a los autores publicados en Vocesueltas, cuyo ímpetu, talento y generosidad han hecho posible el establecimiento de este sello editorial.

EDICIONES

VOCESUELTAS

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02 En la 18 a la 1. Por: Escritores de contratiempo en Chicago Precio US$14.99. 1a. edición (Septiembre, 2010). En español. ISBN: 978-09800042-5-0

04 Jaleos y denuncias. Por: Stanislaw Jaroszek Precio: US$14. 1a. edición (Abril, 2010). En español. ISBN: 978-098000424-3

06 Vocesueltas: Cuatro cuentistas de Chicago. Por: Raúl Dorantes, Bernardo Navia, Fernando Olszanski y om Ulloa Precio: US$ 15. 1ª. Edición (agosto, 2007). En español. ISBN-13: 978-0-980004205

01 A veces llovía en Chicago. Por: Gerardo Cárdenas Precio US$12.95. 1a. edición (Marzo, 2011) . En español. ISBN: 978-09800042-67

03 Extrasístoles (y otros accidentes). Por: Jochy Herrera Precio: US$ 19.99. 1ª. Edición (abril, 2009). En español. ISBN-13: 978-0-9800042-3-6

05 Desarraigos: Cuatro poetas latinoamericanos en Chicago. Por: Jorge Hernández, Febronio Zatarain, Juana Iris Goergen y León Leiva GallardoPrecio: US$ 15. 1ª. Edición (mayo, 2008). En español. ISBN-13: 978-0-980004212

01 02 03 04 05 06

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LITERARIA

contratiempo nfp es una dinámica y multifacética organización sin fines de lucro que se ha convertido en el epicentro del periodismo cultural y la literatura inmigrante en Chicago. La misión de contratiempo nfp es promover los aportes culturales de la población latina hispanohablante en Estados Unidos.

contratiempo es• La revista contratiempo • El taller de creación literaria• Poesía en Abril• Ediciones Vocesueltas• Lectura, diálogo y performance

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14 | contratiempo J U L I O - A G O S T O 2 0 1 4

DOSSIER

Un deambulante *

de rodillas ante la

entrada de una iglesia

de Puerta de Tierra,

Puerto Rico.

Fotografía:

Rafael Franco

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DOSSIER

“Una vez más, Chicago aparece en los titulares nacionales debido a la alta inci-dencia de violencia”, dice Kari Lydersen, profesora de Northwestern y una de las

directoras del Social Justice News Nexus, una iniciativa del Colegio Medill de Periodismo de dicha universidad. “A nivel nacional Chicago tiene, además, la reputación de tener una gran incidencia de arrestos a causa de ofensas me-nores relacionadas a las drogas”.

Según Lydersen, estas fueron algunas de las principales razones por las cuales el Cole-gio Medill de Periodismo decidió enfocar el lanzamiento del mencionado SJNN en la pro-blemática de las drogas. Sin embargo, aunque esto no parezca nada nuevo – Chicago ha sido visto como un centro de distribución de drogas ilegales por varias décadas – lo que sí está cam-biando es el diálogo nacional en torno a esta problemática, según el profesor Jack Doppelt, investigador principal del SJNN.

“A nivel nacional — desde la oficina del Procurador General de Estados Unidos a los colegios de abogados estatales — la manera de pensar sobre la problemática de las drogas está cambiando”, afirma Doppelt.

La evidencia de esto está dramáticamente representada en la legalización de la mariguana – obtenida por referéndum en las últimas elec-ciones generales – en los estados de Washing-ton y Colorado. Aún en la ciudad de Chicago la posesión de pequeñas cantidades de mariguana fue descriminalizada hace dos años. Aunque según reportes del Chicago Tribune y The Huff-ington Post la tasa de arrestos no ha cambiado mucho, el mecanismo legal sí existe para redu-cir los arrestos por posesión de mariguana.

Este servidor fue uno de los periodistas loca-les seleccionados para participar del fellowship inaugural del SJNN. Mientras que mi reportaje está enfocado sobre los programas clandestinos de recuperación que se encuentran por toda la ciudad, es sólo uno de quince fellows apoyados

por la universidad y la McCormick Foundation.Una de las periodistas comunitarias selec-

cionadas, Jackie Serrato de La Villita, nos brin-da una cándida entrevista con Jesús Salazar, quien trabaja en el barrio con jóvenes buscan-do alternativas a las gangas que predominan en las comunidades de bajos recursos de la ciudad. Lo que Salazar opina en cuanto a la violencia relacionada a estas pandillas sorprende.

De la misma manera que el problema de las drogas afecta muchos de los renglones del diario vivir de nuestra ciudad, las recientes muertes a causa de sobredosis de celebridades y artistas internacionales nos recuerdan que la problemáti-ca afectas todos los estratos sociales. El periodista y dramaturgo Emmet Rensin nos obsequia una aproximación muy personal y sentida sobre lo que significan estas muertes públicas de talen-tosos artistas, como lo fue la Philip Seymour Hoffman. Al toparme con el texto de Rensin, me vi motivado a explorar mis propias experiencias personales con esta problemática.

No es fácil vivir con el estigma social que las drogas dejan en las vidas que descomponen, pero muchos de nosotros nos vemos obliga-dos a continuar, aún cuando el camino está lleno de obstáculos. Vivimos en una sociedad obsesionada con el consumo, pero sin embargo condenamos y estigmatizamos a aquellos que pierden el control del consumo.

En este sentido, el experimento social que se está llevando a cabo en Colorado nos va a permitir encarar esta problemática con mayor eficiencia y mejor conocimiento. Las estadís-ticas iniciales que salen de Colorado son muy alentadoras; el crimen ha mermado en tér-minos generales (después de todo, un 50 por ciento de los arrestos por drogas en ese estado eran debido a la posesión de mariguana) y los impuestos recaudados han sobrepasado todas las expectativas y proyecciones – dinero que el estado invertirá en educación y salud.

Es demasiado difícil abarcar toda la proble-

mática en torno a las drogas ilegales en unas cuantas páginas – esta problemática afecta los renglones de salud en general, justicia, industria y la economía, como también la salud mental. ¿La drogadicción es un problema social, eco-nómico o legal? No hay una respuesta simple a esta pregunta, y aunque no podemos pretender una cobertura exhaustiva, sí los invitamos a que exploren las páginas de este dossier y continúen explorando a través de los enlaces provistos.

El que más o el que menos, todos nos hemos visto afectados a menor o mayor grado por la problemática de las drogas ilegales. La susodi-cha Guerra contra las Drogas está perdiendo defensores ante la falta de resultados. En lo personal, me parece que ya sobraba el tiempo de que el diálogo nacional en torno a esta pro-blemática cambiara. Esperemos que el futuro cercano nos brinde un mejor entendimiento del asunto para poder implementar soluciones más efectivas que la Guerra.

Coordinación del dossier: Rafael Franco

* La palabra "deambulante" es un término de uso común en Puerto Rico y varios puntos de Estados Unidos para designar, en español, a los 'homeless', o personas sin hogar.

http://www.huffingtonpost.com/2014/05/19/chicago-marijuana-arrests_n_5352891.html

http://mic.com/articles/92449/six-months-after-legalizing-marijuana-two-big-things-have-hap-pened-in-colorado

http://www.northwestern.edu/newscenter/sto-ries/2014/03/northwestern-launches-a-social-justice-news-collective.html

http://mccormickfoundation.blogspot.com/2014/03/medill-launches-reporting-collective.html

El nuevo campo de batalla de la Guerra contra las Drogas

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DOSSIER

La prensa nacional ha mencionado varias veces al barrio de La Villita por el rol que ha jugado en el narcotrá-fico estadounidense en manos de

cárteles mexicanos, y en específico por los socios del capo Joaquín “El Chapo” Guzmán, quienes supuestamente mantenían su base de operaciones en ese conocido barrio de Chicago. La Villita además padece mucha de la violencia asociada con las gangas o pandillas. Por lo general, la mayoría de la gente piensa que el narcotráfico es uno de los factores principales detrás de la violencia asociada con las pandillas. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja según la óp-tica de los residentes de La Villita. Hace poco tuve la oportunidad de entrevistar a Jesús Sa-lazar, supervisor de lazos con la comunidad del grupo Ceasefire (Alto al Fuego), dedicado a disminuir la alta incidencia de violencia en La Villita. El enfoque de la entrevista giró en torno a la compleja relación que existe entre las pandillas, las drogas y la violencia. Salazar es un artista muralista, residente de La Vi-llita, quien ha llevado a cabo un variedad de programas dirigidos a la juventud, algunos de los cuales utilizan el arte del mural para reto-mar áreas cubiertas de grafiti relacionado con pandillas. A continuación les presento un fragmento editado de nuestra conversación.

Mencionaste dos grupos; ¿podrías nombrar-los y darnos un poco de trasfondo sobre la historia de las gangas?

Los Latin Kings y los Two Six son las dos gangas principales que operan en La Villita. Pero tenemos unos cinco grupos en La Villita y áreas cercanas, que llegan hasta Pilsen, pero en sí, las dos gangas principales son los Latin Kings y los Two Six. Ambas comenza-ron como clubes sociales de atletismo, pero se transformaron en lo que hoy conocemos como las típicas gangas callejeras. Las dos también comenzaron en las décadas del 1960, 1950 y hasta del 1940. Los Latin Kings son un poco más viejos y se conocían como los Young Lords en aquella época. Los Two Six empeza-ron como un club de softball y se convirtieron en una ganga con el pasar de los años.

¿Cuál es la mentalidad de estos jóvenes cuando deciden salir para dispararle a alguien, de acuerdo a las conversaciones que has tenido con ellos?

El factor principal en La Villita, que es lo que conozco, es el odio. La violencia es

un comportamiento aprendido, ¿verdad? La calle 26 ha estado dividida a lo largo de estos dos grupos, quienes controlan sus sectores. Recuerdo que cuando era chiquito, yo tenía tíos, primos y hasta un hermano que estaban metidos en eso y todo lo que aprendí fue a través de ellos. Me aprendí las señas y los tags [firmas estilizadas que hacen referencia a gangas en particular] y me aprendí toda la literatura. Me estaban enseñando cómo podía ser un integrante o ganguero. Mientras te enseñan a cómo ser ganguero, también te enseñan a odiar a los del otro bando. Así que lo que motiva a todos estos jóvenes es el odio, pero es algo así: No te odio porque me debes dinero, no te odio porque me miraste mal, no te odio porque me pisaste los tenis, te odio porque sí y porque me enseñaron a odiarte.

¿Dónde piensas que se origina todo ese odio?Ha estado ahí desde hace mucho tiempo.

Nuestra niñez está marcada por la pérdida de hermanos y primos y familiares que murieron en balaceras acribillados por los TS o los LK. La mentalidad que ese ambiente genera es algo así: “Bueno, ya que me están persiguiendo, más vale que los odie y les haga los mismo que ellos me quieren hacer a mí”. Entonces empiezas a odiar a la gente por los colores que usan o porque viven al otro lado del barrio.

Mencionaste que cuando todo esto empezó, la gente lo que buscaba era como una identi-dad dentro de estas gangas. ¿Qué era lo que buscaban exactamente?

Lo que busca todo el mundo, una perso-nalidad, una imagen de sí mismos. Quieres ser alguien cool, quieres que te reconozcan, que te respeten. Tú quieres ser ese tipo al que todo el mundo acude, al que todo el mundo quiere hablarle y que todos admiran. Funcio-na de la misma manera cuando buscas una chica de pareja. Muchas de estas mujeres en La Villita admiran a los tipos que tienen algo de dinero, que tienen carro.

¿Opinas que el ser mexicano, o mexicano-americano, influye en esa búsqueda de identidad?

Que yo sepa, no hay muchas gangas en México. Ahora hay cárteles, pero no creo que haya muchas gangas callejeras. Pero tienes que entender la historia de Chicago. Antes de que las diferentes etnias llegaran a la ciudad, la ma-yoría de la gente era blanca y cuando llegabas a sus barrios y vecindarios, ellos básicamente

se comportaban con violencia hacia ti. Los crímenes de odio era muy comunes en Chica-go, pero no nos gusta admitirlo y reconocerlo. La Villita estaba lleno de lituanos y bohemios para las décadas de los 1930 y 1940. Cuando los mexicanos comenzamos a llegar, fuimos recibidos con mucho racismo. Los primeros en comenzar eso de los clubes sociales de atle-tismo fueron los mismos blancos. Había una ganga llamada los Gay Lords, que quería decir Great American Youth Leading Our Rights De-manding Something, pero muchos simplemente la llamaban Destrucción a los Spics o algo así. Los clubes sociales de atletismo eran clubes diseñados para proteger los barrios de los ex-tranjeros. Supongo que lo aprendimos de ellos. Nos mudamos al vecindario, un montón de mexicanos, luego se mudaban los negros, pero los blancos eran racistas con ambos. Es normal querer proteger tu vecindario. Esos esfuerzos se convirtieron en gangas callejeras. ¡Así fue que empezó, lo aprendimos cuando llegamos!

Las drogas y las gangas en La Villita: un vistazo desde la calleJackie Serrato

La Villita

Fotografía:

Rafael Franco

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DOSSIER

Jack Riley, de la Agencia Anti-Drogas (DEA) de Chicago, dice que la mayoría de los crímenes violentos están relacionados a las guerras entre gangas por el territorio de los puntos de ventas de drogas. ¿Crees que eso aplica a La Villita?

Definitivamente no aplica. Tal vez aplique a los barrios negros — muchos de los tiroteos y asesinatos en esos barrios se dan entre inte-grantes de os mismos grupos, o sea, unos GD disparando contra otros GD — porque se pelean por esta o aquella esquina, o por este o aquel punto de ventas de heroína. Imagínate que te arrestan y aquél te quita tu punto, entonces te sueltan y reúnes a tus colegas para quitárselo otra vez a aquél. En La Villita no tenemos puntos de ventas de heroína. La droga más fuerte que se mueve por acá, en La Villita, es probablemente PCP. Hasta donde tengo entendido, las gangas callejeras de La Villita no venden PCP porque está prohibido por el reglamento. No hay mu-chos fumadores de crack en La Villita. Esa es una de las drogas más lucrativas. No hay puntos de ventas por los que pelear… el oeste de La Villita lo controlan los Two Six, el lado este es de los Latin Kings. Esa área es más que suficiente para vender drogas si eso es lo que quieren hacer. Definitiva-mente (las drogas) no son la razón principal por la que los muchachos se matan los unos a los otros en La Villita. Todo se remonta al odio — si eres Latin King, te odio; si eres Two Six, te odio.

¿Así que las líneas [territoriales] de las gangas no dependen del narcotráfico?

Para nada. En La Villita lo que tenemos son jóvenes que quieren demostrar cosas como ‘mi cuadra es mejor que la tuya’. En la frontera del barrio tenemos una línea imaginaria que separa y divide las dos organizaciones. Los muchachos en esa frontera quieren demostrarle a los otros que su ganga es la mejor; por ejemplo, ‘yo vengo de tal cuadra y aquí somos los más locos, los más malos, tenemos mejores pistolas que ustedes y les vamos a entrar a tiros y los vamos a matar’.

Cuando arrestaron a El Chapo, la gente pen-saba que tal vez la violencia en La Villita se iba a ver afectada. ¿Qué piensas sobre eso?

Lo que pasa es que la gente piensa que él tiene una conexión directa con los gangueros de la calle 26, pero ése no es el caso. Yo pienso que El Chapo no era tan bruto como para hablarle a los gangueros callejeros sobre las drogas, o sea, ¿qué le puede ofrecer el ganguero promedio a El Chapo? Para mí eso no tiene sentido. Claro, teníamos la situación con los gemelos Flores. Pero eso era algo especial. Ellos conocían a

alguien importante, o tal vez tenían familiares conectados [al cártel], ésa era la situación con ellos. Si ellos le estaban supliendo a alguien, no era a los gangueros callejeros. Si tú caminas por las calles de La Villita, no te vas a encontrar a tipos por ahí ofreciéndote mariguana o cocaína para la venta. Si hiciéramos una encuesta hoy mismo, estoy seguro que no encontraríamos nada como eso. No es como en el lado oeste de Chicago, donde hay gente en la calle anun-ciando que tienen drogas para la venta: “Rocks! Blow! Loudpack! Loudpack!”. Eso es lo que los distingue, su firma, como quien dice: “Rocks, blow! Park!”. En La Villita no es así la cosa.

¿O sea, no hay mercados abiertos de drogas?No, no se vende droga en la calle en La

Villita. Si acaso todo eso ocurre detrás de puertas cerradas y nadie se entera. No sé si has leído alguna vez en el periódico que arrestaron a alguien vendiendo drogas en La Villita, pues cuando sucede es un paisa que nadie conoce. Lo que hay son tipos que vienen de México y montan un quiosco, pero tiene sus propios distribuidores y no están directamente rela-cionados a los gangueros. Como quiera, eso no es lo que provoca los asesinatos en La Villita, definitivamente que no.

Otro comentario que hizo Jack Riley fue que las autoridades en La Villita tienen que operar como si estuvieran en la frontera, queriendo decir que hacen falta más policías y tácticas militares. ¿Piensas que ése es el tipo de labor policiaca que hace falta aquí?

Para mí eso no tiene sentido. Si está tratan-do de usar las mismas tácticas y de agarrar al mismo tipo de persona [que en la frontera]… pues para mí no tiene nada de sentido. Esto aquí no se parece en nada a ‘la frontera’. [Allá] hay mucho espacio, mucho terreno abierto. Pero esto es un barrio de Chicago. Esto aquí no tiene nada que ver con la frontera. ¡Ea rayos! Ese lenguaje suena prejuiciado contra cierta gente. Eso es lo que yo pienso al respecto.

Jackie Serrato, surgida del barrio de La Villita, modera un canal de medios sociales de noticias y cultura del barrio que tiene miles de seguidores dentro y fuera de Chicago. Actualmente trabaja con Vocalo Radio 90.7 FM en un proyecto para recopilar las experiencias de ex presos y visitantes de la prisión del Condado de Cook. Su audio-historia sobre la conciencia de pandilla titulada: Border Mentality: 26th Street rompió recórd de audiencia en línea en WBEZ

La Villita

Fotografía:

Rafael Franco

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DOSSIER

“No sabría decirles si comenzaré de nuevo”, dijo el presidente Dwight Eis-enhower sobre el consumo de cigarros. “Pero les diré esto: ciertamente no volve-

ré a pasar por otra renuncia”.(A principios de año), el cuerpo de Philip Se-

ymour Hoffman fue descubierto en su departa-mento de Manhattan con una aguja en su brazo. Al parecer y pese a una época que pasó en reha-bilitación la primavera anterior Hoffman, como muchos otros adictos empedernidos, volvió a caer. Y no iba a dejarlo. Y ahora está muerto.

La vergüenza parece ser el tema principal. La lástima. Es una lástima que él se fuera de esa manera; es una pérdida lamentable. ¿Cómo podía dejar a sus hijos sin padre? ¿Cómo podía ser tan estúpido o egoísta?

Pero si vamos a hablar de la vergüenza, debemos recordar que nadie se sentiría más avergonzado que el propio Hoffman al ver su propio cuerpo, frío, sobre el piso de un baño.

Esto no es un obituario. Tal vez no haga falta decir que Hoffman no tenía paralelo entre sus pares, o que hemos perdido a alguien de quién no sabíamos cuántos papeles más haría, pero a estas alturas eso ya se ha dicho. No vine a enterrar a Hoffman, ni a ensalzarlo: para ello, sugiero el ensayo bellísimamente escrito por Derek Thompson en The Atlantic.

Más bien, quisiera hablar sobre la reacción, sobre la conversación que comenzó en aquellos días y que seguramente continuará, sobre esa vieja historia que seguimos contando cuando alguien muere de esa manera.

¿Cómo pudo? No lo sé. No sé por qué Philip Seymour Hoffman era un adicto. No sé que demonios pueden ser culpados, pero dado que alguna vez fui yonqui, sé que los demonios no importan. Nos imaginamos la adicción como un acto voluntario, romántico o trágico, según nuestro estado de ánimo. Cuando tratamos de imaginar la escena, conjuramos imágenes equivocadas de lugar y sensación: hombres tumultuosos derrotados por la vulnerabilidad ante la perspectiva del miedo y la soledad.

Tal vez eso fue lo que pasó aquí, pero lo dudo. La mayoría de las veces, la coincidencia de circunstancias no tiende hacia lo dra-mático. Es sólo algo que probar. Muchos de nosotros, especialmente en la juventud, expe-rimentamos con el amplio abanico de narcó-ticos que hay en el mundo. Sólo que algunos de nosotros nunca renunciamos.

No es fuerza de voluntad ni miopía. Sería más fácil si así fuera. No es temor exis-tencial, ni abandono irres-ponsable, ni siquiera diabóli-ca seducción. Usualmente, es algo mundano. Usualmente, es sólo que la heroína es la mejor sensación que has tenido, y nadie experimenta eso una vez y dice “okey, fue divertido. Y no lo volveré a hacer”. La usas. Y se convier-te en parte de lo que eres.

Es la razón por la cual la mayoría de los adictos recaen en los primeros seis meses del tratamiento; es la razón por la cual la tasa de abandono en el primer año del progra-ma Doce Pasos es de 95 por ciento. Seguro, las reuniones ayudan. También la terapia. Pero estas cosas no pueden alejar los recuerdos, ciertamente no.

Es por ello que, pese a no haber probado la heroína en casi siete años, todavía tengo momentos, que se presenta con los cambios de estación, en que una parte de mí sólo quie-re buscar el arrebato. Llámenlo estupidez o egoísmo o demonios — simplemente es de una manera que nuestro lenguaje a duras penas puede explicar. No hay palabras para las necias sacudidas de ese deseo. La palabra compulsión no lo describe. Adicción sí, pero sólo de una manera obvia y poco satisfactoria.

Justa o injustamente, me molesta cuando la gente lo intenta. Hemos visto toda una catarata de sentimientos en medios sociales, y entre las expresiones de incredulidad y los interminables clips de Boogie Nights y Capote, he visto a aquellos que no saben de la adic-ción en sus propias vidas intentando darle sentido a lo ocurrido y ofreciendo su punto de vista con respecto a lo que hay que “apren-der” de todo esto.

Y no son los sospechosos habituales. Esta repentina santurronería —que va de “esto no es una tragedia, él se lo provocó”, a “¿cómo pudo hacerle esto a sus hijos?”, hasta “¿cómo puede alguien tan famoso tirarlo todo a la basura?”—es hasta demasiado fácil de manejar. Esos viejos tropos están demasiado agotados y obtusos como para tomarlos en serio. En

vez de ello, recientemente me he concentrado, con resentimiento, en el mucho mejor intencionado lamento de amigos y fanáticos que no saben de adicciones y que di-cen cosas como: “recuerden, muchachos, no vale la pena”.

“No lo olviden: la heroína es mala para ustedes. Si la prueban morirán, y la gente estará triste”. ¡Como si eso fuese la lección! ¡Como si aquello que se encuentra entre un adicto y la sobriedad fuese la revelación intelectual de las consecuencias, como si los usuarios de heroína ope-rasen bajo el malentendido de que es buena para ellos, como si no hubiesen suficientes yonquis con jeringuillas en

sus brazos que leyesen las noticias sobre Hoff-man, como si, repentinamente enfrentados a la inexorabilidad de la sobredosis, todos abando-nasen avergonzados sus agujas!

¿Qué es lo que estos imaginan? ¿Qué alguien iba a probar heroína por primera vez pero que se lo impidió una rápida revisión de su página de Facebook?

No culpo a nadie por sus sentimientos. Pero cuando tratamos la lucha contra la adicción como si fuese simplemente cuestión de insistir lo suficiente en las consecuencias, o de re-cordar que no vale la pena, contribuimos a la misma cultura que mata a hombres como Philip Seymour Hoffman. Si limpiarse fuese simplemente cuestión de un desapasionado examen de pros y contras, entonces estaríamos justificados en avergonzar a alguien que no sabe operar de esa manera.

Pero no es así. Nos gusta decir que “la adicción es una enfermedad”, pero decir “la adicción es una característica fundamental de la personalidad” podría ser una frase más adecuada. Es inmutable. No la puedes arre-glar con una píldora o una epifanía. Pensé-mosla como el mal temperamento: puedes aprender a controlar la ira, pero a veces no puedes evitar enojarte.

Si hubiese una enseñanza aquí, sería esa. Los adictos novatos rara vez mueren; es la recaída lo que mata. Hoffman había estado en

Philip Seymour Hoffman: La última vez que me quito del vicioEmmett Rensin

"Yo me pasé el verano de 2012 aspirando analgésicos, convencido de que de alguna manera eso era lo único que impediría una recaída total. No le había dicho nada a nadie hasta ahora".

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DOSSIER

rehabilitación. Él sabía que el vicio no valía la pena. Las inevitables consecuencias estaban claras, de eso estoy seguro. Pero la cultura que dice que esa memoria, tomada una vez al día, es la clave de la recuperación es la cultura que lleva a tantos —aún a aquellos que han buscado ayuda en el pasado—a morir en las sombras. Es muy vergonzoso admitir que lo has vuelto a hacer. Otra vez.

Tiene sus límites. La empatía. Todo adicto vive con el temor de alcanzarlos.

En un viejo episodio de The West Wing, Aaron Sorkin — que sabe de adicciones — escribió una escena en la que Leo McGarry, el alcohólico en recuperación que era Jefe de Ga-binete de la Casa Blanca, explica por qué no le dijo a nadie la segunda vez que volvió a beber. “Volví a meterme a rehabilitación. Mis amigos me abrazaron cuando salí”, dijo. “Si recaes, no es así. Aléjate de mí, eso es lo que piensa la gen-te”. Hay un número máximo de veces en que puedes ser perdonado por la misma cosa.

Nos encantan las historias de redención. Nos encanta ver personajes derrotados por la aflicción que luchan hasta alcanzar la gloria. Nos encanta ver su lucha y sus dudas; hasta les damos la indulgencia de algunos errores. Pero hay límites que toleramos en materia de repetición. ¿Cuántos reinicios son demasiados? ¿Cuándo nos sentimos frustrados y aburridos? ¿Cinco veces, diez, doce? ¿Cuándo llega ese momento en el que aún aquellos a quienes conocemos mejor descartan a un amigo, lo consideran irredimible y condenado a una cama que ellos mismos se han construido?

Es una feroz ironía, pero el terror de ese momento no detiene a las personas que recaen. Los adictos viven con el miedo, haya recor-datorios o no. Todo lo que la desaprobación produce es que los adictos teman admitir que han vuelto al principio, o que puedan necesitar ayuda otra vez.

Es una mezcla paralizante de vergüenza y miedo. La presión te inmoviliza. Me ha inmovi-lizado. Yo me pasé el verano de 2012 aspirando analgésicos, convencido de que de alguna manera eso era lo único que impediría una recaída total. No se lo había contado a nadie hasta ahora. Es que no quieres ver cómo las bocas forman esa frase: “¿otra vez?”. Y yo soy un simple adicto privado y ordinario. ¿Qué tan peor es para alguien como Hoffman, que sabía muy bien que otro periodo de rehabilitación provocaría que todo un mundo le preguntara si no sabía lo que estaba haciendo?

Tal vez algún día el tratamiento sería fácil. Tal vez Suboxone, un analgésico que presenta promisorios aspectos en el tratamiento contra el síndrome de abstinencia, logrará aceptación generalizada, o alguna vacuna radical llegará al mercado estadounidense, y superar a la heroína será tan fácil como curarse la tosferina. Pero hasta entonces, no es muy diferente del cáncer, y usted no le diría a un amigo atrapado en las ga-rras de la enfermedad terminal que recuerde que “no vale la pena”. Así no funciona la remisión.

Emmett Rensin es escritor y dramaturgo. Vive en el área de Chicago

Deambulante con problemas de adicción que pernocta en las

plazas del Viejo San Juan. Aunque los deambulantes adictos

son los más visibles, tanto en la isla como en Chicago, las

estadísticas demuestran que la problemática de la adicción y

el alcoholismo afecta todos los estratos sociales.

Fotografía:

Rafael Franco

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20 | contratiempo J U L I O - A G O S T O 2 0 1 4

DOSSIER

¿Cuántas veces podemos volver a empezar y conservar algo de dignidad? Cada vez que alguien me pregunta qué me trajo a Chicago, no estoy seguro qué me va a salir

por la boca. Una parte de mí quiere decir toda la verdad, sin tapaderas, pero otra más gris y real a veces triunfa, no siempre, y miento. To-davía cuando miento a veces pienso que estoy recayendo en mis viejos comportamientos como en la propia droga.

La adicción y las mentiras van de la mano, eso lo saben todos los que han visto la trans-formación de un ser querido en espectro, en una copia fantasmagórica de sí mismo, en una sombra borrosa de lo que había sido.

Intento detenerme y tomar una profun-da bocanada de aire, un hondo respiro, para sentir las vibraciones de toda la materia que me compone, pero no lo logro. Nunca. Sigo estando distante de todo lo que me rodea y esa sensación de que hay algo fundamentalmente equivocado dentro de mí, pues eso nunca des-aparece. La fascinación con el Otro se multi-plica, el peso opresor del desastre interior, se dobla al cuadrado, a la quinta potencia.

La adicción afecta a casi todas las familias de nuestra sociedad; si no es un pariente cercano, es un vecino, una pareja, el mejor amigo de fu-lano o el primo de zutano. Aún así, aún cuando la problemática afecta a un enorme sector de nuestra sociedad consumista, no existe ni tan siquiera un consenso en torno a la definición o conceptualización del asunto. Supongo que no debe sorprendernos, después de todo la negación es una fuerza muy poderosa.

Sin embargo, la problemática es tan abundante que ningún sector social logra evitarla. Por lo tanto, es imposible igno-rar el problema cuando artistas y figuras públicas sucumben ante ella. En lo que va del año, ya han muerto unos cuantos a causa de la infame sobredosis. Ese fue el caso de Peaches Geldoff y Phillip Seymour Hoffman, como también nuevos capítulos en las historias de Anna Nicole-Smith, entre otras.

No todas las sobredosis dentro del mun-do de la farándula desatan una reacción tan apasionada como la de Hoffman. Luego de 23 años de sobriedad, la muerte de Hoffman trajo a flor de piel las contradicciones que definen la adicción y las suposiciones erró-neas que permean su discusión en el foro público.

Pero divago, lo cual es muy fácil, ya que como sociedad no existe mucho interés en afrontar la problemática de manera realista y directa; y los que vivimos la adicción nos vemos obligados a lidiar con ella desde el aislamiento y los malentendidos. Por eso mi obsesión con el Otro de la que hablaba y la

resistencia a una apertura real sobre nuestros fracasos ante el ojo inquisitivo de la corriente principal.

Bien lo describe Emmett Rensin cuando nos dice que es una mezcla de vergüenza y miedo, pero que la presión lo paraliza. Obviamente Rensin sabe muy bien lo que sentía Hoffman en esos últimos momentos. Como todos los que hemos sentido eso en alguna ocasión. ¿Quién de nosotros no ha fantaseado en ese preciso momento con ese sueño sin fin que sirvió de punto final a la vida de Hoffman?

El mejor actor de su generación tirado en las frías baldosas del baño con una jeringa todavía enterrada en el brazo. Lo que domina el discurso público es la vergüenza, esa curiosidad mor-bosa que nos hace aplicar los frenos para ver el accidente automovilístico mejor, o que nos pone a leer los detalles desastrosos de tal disparate. Pobre Hoffman, qué talento, qué desperdicio…

El desperdicio del tiempo, de la vida, del amor, de la familia. Los adictos hemos re-nunciado a todo en algún momento u otro. Nos hemos rendido ante la nocividad de nuestros deseos rampantes, hemos transado con la inevitabilidad de la anti-belleza que es la adicción. Mientras más oscura la noche, mayor es la atracción.

Supongo que los que no han estado en esa posición tan denigrante, no comprenden la confluencia de emociones, situaciones y contra-tiempos que llevan a uno de la mano hasta ese rincón sucio que nadie quiere ver en realidad.

Es mucho más fácil llorar a los muertos que sufrir a los vivos. La moraleja está tirada sobre las baldosas con una jeringuilla enterrada en el

brazo. Sin ninguna necesidad, valga la aclara-ción. La única razón por la cual esto sucede hoy día es porque como sociedad no hemos sabido interpretar el delicado balance entre lo exterior y lo interior.

Vidas desperdiciadas, contradicciones en lo más adentro, en la parte más entrañable. Es nuestra realidad, es nuestro pan de cada día. La acumulación de años limpios es puro capricho. Por supuesto, la drogadicción lo que deja es un saldo terrible. Eso lo sabemos todos, especialmente los adictos. Pero como bien lo sospechan hasta los que prefieren no conocer esa sensación que permea la existen-cia cuando uno se administra el trancazo, la droga entumece los sentidos y suaviza las es-quinas. Si no fuera así, no engancharía. Pero de que engancha, engancha.

Es algo físico, es algo real, a veces hasta mu-cho más real que cualquier otra cosa que pueda tener uno de por medio. Se podrá manifestar de mil maneras distintas, pero el resultado es igual. No es por casualidad que mucho del lenguaje que usan los adictos es idéntico al que usan los enamorados. No faltan parejas que sucumben juntos, tal vez aún más juntos que los que nunca sufren la adicción. Y sin embar-go, una y otra vez la naturaleza nos demuestra la existencia de un balance sobrehumano, endémico a nuestra existencia.

La Ibogaína, por ejemplo, arresta cualquier adicción y elimina el terrible vengamás que nos lleva de vuelta al punto, al tirador, a la farmacia, a la licorería. Y para colmo de iro-nías, ya nuestro gobierno es un vendedor de drogas bona fide, o sino, ¿qué es la metadona

Todos tenemos un pedacito adentroRafael Franco

Frotografías:

Rafael Franco

Izq. y der.

Según un

reporte del

grupo Uptown

Uprising,

el concejal

Rey Colón,

la alcaldía y

la policía de

Chicago se

reunieron

para encontrar

una manera

de atender el

problema de los

deambulantes

que duermen

bajo el puente

de la autopista

al filo de

la avenida

Belmont.

(continúa en la

pág siguiente)

Page 21: Contratiempo 116 - Julio / Agosto 2014

N Ú M E R O 1 1 6 | 21contratiempo

DOSSIER

si no un opiáceo sintetizado? ¿Hasta cuándo vamos a seguir engañándonos a nosotros mismos y continuar con la falacia de que el individuo se lo buscó?

Lo que me llevó a mí a buscar el consuelo de la química es asunto mío, y no creo que compagine con los demonios que llevan a los otros a ese lugar común del desperdicio. Si fuésemos sinceros, lamentaríamos la muer-te de Hoffman pero también miraríamos a nuestro alrededor y trataríamos de facilitarle el grito de socorro que todo tecato(1) aúlla en medio de la noche.

Sí, por supuesto, yo quise malversar mi tiempo y comprometerme la salud, ganarme la repugnancia de los míos y la ausencia de los conocidos. La verdad que nunca es fácil deci-dir cuántas veces nos quedan para sucumbir impunes en la condición enfermiza del que se ha dado por vencido por completo. Dejan de ser segundos actos a la tercera vez, eso sin contar las docenas de veces subsiguientes.

Una ciudad nueva, otra costa sin el salitre de mi juventud, el rigor del mercurio y una población extraña que no conoce mis fallas. Aún hoy, limpio y en Chicago, la vida me parece irreal, un facsímil no tan razonable del milagro de la vida. Pero las inclemencias de la memoria y el recuerdo de los fondos tocados, pues todo eso confluye para desestimar nues-tros sueños, nuestras metas. La única meta que tengo el día de hoy – la única meta que importa – es valerme por mí mismo y poder reconocer mi condición en los demás, porque para colmos de peras en el olmo, como adictos no podemos depender de nadie, pero de la

misma manera no podemos superar nuestra condición sin la presencia relevante del Otro que es como Uno.

No tendría que ser así, en efecto, no es así en otros países. La Ibogaína es legal en un gran número de países, pero no en los Estados Unidos. Una sustancia cuyas propiedades alta-mente anti-adictivas se conocen desde el 1954. ¿Qué excusa tenemos para los hijos de Hoff-man, para sus seres queridos? Y los que están a nuestro alrededor, poblando los semáforos y ocupando los zaguanes que son lo ancho suficiente para albergar un cuerpo durmiente, sin techo ni esperanza.

Qué fácil ver esos espectros y dar las gracias de que no somos nosotros. Que triste que son nuestros hermanos, nuestros hijos, los novios de nuestras hijas, nuestras nietas. Sólo le da-mos la espalda a los nuestros.

Colorado y Washington tomaron el pri-mer paso hacia un entendimiento real de la problemática de las drogas. Por fin alguien se dio cuenta de que no hay ninguna razón para que los fumadores de yerba tengan que ir a un punto ilegal – donde se consigue heroína, cocaína o cualquier estupefaciente favorito – para conseguir una par de flores de cáñamo.

Como muy bien lo canta Neil Young, cada tecato es como una puesta de sol, y todos tenemos un poquito de ese tecato adentro. Esa es la verdad. Por eso se llenan los bares en los fines de semana, por eso la palabra vino es una de las más antiguas de nuestra historia común, por eso buscamos el alivio de la com-pañía, la bebida, o cualquiera que sea nuestro vicio predilecto. Negar esa realidad consigna a

los Hoffman de la vida al secreto, a la mentira. Entonces, ¿qué sacamos con la verdad?

¿Qué beneficio nos espera al confesar nuestros más recientes fracasos, qué tipo de enten-dimiento, de solidaridad, de ayuda? Salimos mejor organizándonos y ayudándonos mutua-mente, lejos y fuera del ojo público y tratan-do de establecer un lugar para la verdadera recuperación y no para la diseminación del último medicamento milagroso (Suboxone) o la versión legal y farmacéutica de la sustancia adictiva (Metadona).

Aún cuando los mismos adictos nos orga-nizamos para ofrecernos nosotros mismos la ayuda que la sociedad y las autoridades no logran ofrecernos, caemos en la mirilla y corremos el riesgo de romper otras leyes. Sucede con los grupos de recuperación de 24 horas que se hayan por todo Chicago y que se ven relegados a la clandestinidad por asuntos de permisología y la arrogancia de aquellos que aún cuando reconocen no entender la proble-mática, pretenden dictaminar las condiciones de su tratamiento.

Tal vez, esa otra noche que me monté en un taxi borracho, al borde de borrar cinta, y en el cual dejé mi carísima cámara olvidada, sea pre-ferible a encontrarme ante la puerta del viejo que vende la cura para las injusticias del tiem-po. Aún, con tres tarjetas llenas de imágenes y casi tres mil dólares en equipo perdido, le doy gracias a… pues a mí, por optar por la legalidad del vino y la afable cultura de la bebelata, otro fondo del que me salvo. Pa’l carajo con las his-torias que contenían esas imágenes perdidas; la verdad que un día más que no me encuentra tirado sobre las baldosas, con la desesperanza enterrada en el brazo, es una agria victoria que se convierte en nuestro nuevo secreto.

Lloremos, lamentémonos, pero ¿qué vamos a hacer con el primo, el vecino, fulano y men-gano? Pues a esos basta con que bajemos la ventana un poquito y le demos el menudo que encontremos a la mano.

Si la adicción es una enfermedad, puede que no tenga cura. Puede que sea algo más funda-mental, algo que tenga que ver con la falta de sentido. Pero de que hay cosas que podemos hacer, las hay, y de sobra. ¿Por qué se los nega-mos a los que lo necesitan más que nadie?

(1) Tecato: nombre popular que se da en Puerto Rico a los adictos.

Rafael Franco, poeta y narrador puertorriqueño, es integrante del consejo editorial de contratiempo

http://lareviewofbooks.org/essay/philip-seymour-hoffman-end-quitting-just-end-quitting- quittings-end/

(viene de la

página previa)

El resultado fue

la construcción

de unas

estructuras

de cemento

que hacen

imposible

dormir en

los espacios

abiertos del

puente.

Sin embargo,

ahora lo que

han hecho es

bloquear la

vista desde la

calle y desde

entonces

algunos

drogadictos

usan el nuevo

escondite como

hospitalillo,

mientras

que los

deambulantes

cruzaron

la calle y

duermen al

otro lado,

donde todavía

no han alterado

la estructura.

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22 | contratiempo J U L I O - A G O S T O 2 0 1 4

DOSSIER

Fotografía:

Rafael Franco

Como parte del fellowship de

SJNN, Franco viajó a Puerto Rico

para investigar la problemática y

la conexión entre los programas

de recuperación y la isla. José es un

deambulante en silla de ruedas en

Puerto Rico que vive en Santurce

y pide limosnas en el semáforo

de la calle Del Parque. Muchos

deambulantes que no son adictos,

como José, suelen ser confundidos

con drogadictos o alcohólicos que

optan por vivir en la calle para

alimentar el vicio.

Fotografía:

Rafael Franco

Algunos deambulantes, tanto en la

isla como en la ciudad de Chicago,

terminan adoptando mascotas que

han sido abandonadas.

Mary tiene problemas de salud

mental y se ocupa de varios perros

mientras deambula por las calles del

Viejo San Juan.

Page 23: Contratiempo 116 - Julio / Agosto 2014

N Ú M E R O 1 1 6 | 23contratiempo

DESHORAS

En Chicago (y otras urbes esta-dounidenses) es cada vez más común que un jovencito de pa-dres mexicanos nacido en dicha ciudad al preguntársele “¿De dónde eres?” mencione uno o dos estados de la República Mexicana: “Soy de Guerrero por mi mamá, y de Michoacán por mi papá”. Esto no sucedía aún tres décadas atrás. El racismo llevaba a la mayoría de estos jó-

venes (y a veces a sus mismos padres) a titubear con respecto a su origen, y solían responder: I’m American, I’m Mexican-American, I’m Chicano, y hasta I’m Italian-American o I’m Jewish-Ameri-can. Ya en el nuevo milenio todas estas respues-tas se han ido apagando, y en las bocas de estas jovencitas y jovencitos se han ido encendiendo los nombres de los estados mexicanos. Una hipótesis para explicar este cambio en el origen es que el nivel educativo de los inmigrantes mexicanos se ha elevado sustancialmente en los últimos treinta años, y la educación es la mejor arma para defenderse de cualquier tipo de actitud discriminatoria. El territorio cultural

mexicano, pues, se ha extendido a tal grado que en los años venideros empezarán a surgir narradores y poetas que a pesar de haber nacido en Estados Unidos y haber recibido su forma-ción académica primordialmente en inglés, a la hora de expresarse artísticamente optarán por la lengua de su hogar. Ese es el caso de Em-manuel Ayala, quien después de haber hecho una licenciatura en inglés, decide abandonar como lengua creativa la de Walt Whitman, para internarse con ahínco y pasión en la de Octavio Paz, en la de Jaime Sabines. Por eso es que esta muestra de la poesía joven de México la ce-rramos con dos de sus poemas, porque no hay ninguna duda de que Emmanuel, integrante de los talleres de escritura creativa de contratiem-po, es un mexicano nacido en Illinois.

Integran esta selección, además de Em-manuel Ayala, diez jóvenes y destacados poetas mexicanos. Maricela Guerrero ha publicado Desde las ramas una guacamaya (Bonobos-CONACULTA, 2006); Sergio Loo, fallecido este año, publicó los Claveles auto-máticos (Harakiri, 2006), y Sus brazos labios en mi boca rodando (Tierra Adentro, 2007); Tania Carrera obtuvo en 2006 el apoyo para jóvenes

creadores del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Morelos en el área de poesía. Gana-dora del premio Jaime Reyes 2010 de la UACM; Leticia Cortés ha publicado los libros de poesía Lámparas de sueño y De tu ausencia y mis pérdidas; Daniel Wence publicó los poemarios: Nada de incrustaciones en la colección La ceibi-ta (Fondo Editorial Tierra Adentro-Conaculta, 2010); Saúl Ordóñez ha publicado los poema-rios Relación de viaje en el volumen colectivo Egogonías; Luis Eduardo García es autor de Pájaros Lanzallamas (FETA, 2011); Luis Pania-gua con el proyecto Maverick 71 (Literal Publis-hing, 2013), obtuvo el primer Premio Literal La-tin American Voices; Leonarda Rivera, maestra en Filosofía por la UNAM tiene dos libros de poesía publicados; Christian Peña estudió Pe-riodismo en la UNAM y recientemente ganó el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2014, considerado el más importante del país.

Disfruten.

Introducción: Marcopolo Soto y Febronio Zatarain.Selección de textos: Marcopolo Soto.

Once jóvenes poetas mexicanos

Fotografía:

Rosy "Campanita" Torres

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DESHORAS

Luis Paniagua (San Pablo Pejo, Guanajuato, 1979)Del libro MAVERICK 71 

Hemos atravesado hace kilómetrosla zona de silencio. Hemos dejado atrás hace años luzla zona de confort. Animales incontables nos rodean sin estar.llenan el auto. Nos balanceamos lento.Oscila nuestro punto de equilibrioa trote de caballo. Somos más rojos que la sangre.Somos más viejos y más rojosque este Maverick viejoy rojamente rengueante. Somos más viejosque la herida de toda cacería. Somos más viejosque todo lo que vemos. Aquí abajoeste Maverick llevael ejército suspenso de los grillos. Una bandada de patos salvajesbrota de los faros. Tu angustia es la del aveque ha sido escindida de la parvaday que se va quedando atrássólo para morir.Mi alma es una especiede quinta llanta para el carro. En el claxon se desangraun alce herido. En el parachoques,el metal frío sueñacon una agilidad de dagaque atraviesa la dulce pielde un cordero perdido.

Maricela Guerrero (Ciudad de México, 1977)Del libro Se llaman nebulosas 

Acumulaciones Los poemas se me acumulan (hijo)en el hígado, el bazo, los riñones(formaciones calcáreas:estalactitas, estalagmitas:grutas interminables que se dicen sin escribirsese forman –deforman--)   piedras en el hígado en el zapato,  una piedra me enseñó que mi destino  y el que esté libre de pecado… la primera de unapila –acumulaciones--:  piedra sobre piedra 

Prohibiciones médicas  café y cigarrillos, por lo que te decía de lasirritaciones,  sensibilidad extrema de los órganos, nimonumentales ni musicales:  guerras internas –intestinas, literal—  de las palabras por emerger, ver una luz, palabrasque se desprendan:   palabras de sal, de cal, de óxidos, palabras de laherrumbre, palabras piedras, palabras nebulosas  palabras grutas –acumulaciones de la vida—floraciones: tejidos del amor.   Un poema es una acumulación que se distiende:  también el cáncer y  las altas cantidades de azúcar:  acumulaciones halladas por no decirse:acumulaciones nebulosas, el universo:  los poemas se acumulan.

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N Ú M E R O 1 1 6 | 25contratiempo

DESHORAS

Leticia Cortés (Guadalajara, Jalisco, 1980) A Daniela Camacho

Las costumbres de los pájaros Yo también,si pudiera,me ataría a las costumbres de las aves.Construiría con el vuelosonidos y alturas diferentes para las caídas.Dormiría en posición vertical encima de la luzcomo acróbata aéreo.Mi habitación sería un árbol de raíces profundas.Nombraría al fuego con las alas y mi batir.Mi lengua sería lento río que alcanzadistancias inimaginables.Yo también,si pudiera,me contracturaría con el amanecer.Tendría en las alasextensión de nombres y deseos.Sería testigo de cuerpos que arden y mueren.Del deseo que se expandecomo dínamo en cada sombra.Yo también,si pudiera,me ataría al aire.A las costumbres de los pájaros.

Saúl Ordóñez (Toluca, Estado de México, 1981) Fragmento del libro Jeffrey   

Este niño Jeffrey siempre fue muy curioso no se cansaba deobservar los animales  recogía huesos mantenía insectos enfrascos dije va a   ser  un doctor un científico pero divorcio yenfermedad  mi  pobre  nieto se descarriló le digo hijo ya notomes estudia busca trabajo los domingos vamos juntos a laiglesia pero  hay  cosas  que no cambian ha debido de meterun animal al sótano  porque llega un hedor y ya me cansé dedecirle que lo tire.

Sergio Loo (Ciudad de México, 1982-2014) Del libro Sus brazos labios en mi boca rodando 

Dime         Jesús         qué se sienterestriégame en la cara  haber sido tú y no yo quienllamó a la ambulanciaquién firmó el registro         dimedime cómocon qué gesto y tono a sus familiares la noticiales diste            Dímeloes bueno desahogarseCuéntamequé tan largos son los blancos pasillos y descríbemequé tan idénticos sonY si es que las pisadas de goma de los camilleroste sirvieron de arrullo mi niño         duérmete ya            Cuéntamea que te supo el café  mientras a Luis –a tu Luis– se le desangrabatoda la maraña intestinal            Ven         Jesús        y nárrameque como en las películas sus ojoscaracoles de platabrillaron para tisólo para tiy que antes de invadirte el tufo a cloro y desinfectantenació un silenciorotundo y  verticalde su cuerpoDilo            Conmigo te puedes atrever

Fotografía:

Rosy "Campanita" Torres

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DESHORAS

Luis Eduardo García (Guadalajara, Jalisco, 1984)Del libro Pájaros lanzallamas 

Francis Bacon era un ángel Francis Bacon encontró a George Dyer robandoen su tallery terminó llevándolo a la camaeso es amor al prójimo. Si yo encontrara a alguien robando en mi estudiole hablaría suavemente para darle confianza¡y Zum!le clavaría mi lápiz de la suerte en un ojoluego, en vez de llamar a una ambulanciale leería poemas de Benedetti uno tras otrohasta que se muriera como una sucia rata.

Leonarda Rivera (Uruapan, Michoacán, 1984)Del libro Música para destruir una ciudad

 

(versión 1) Hay un sitio en el corazón donde la noche esculpetrabajosamente mi manoJadeaLa sombra de mis cabellos no la deja trabajary ella lo sabeBesa mi cinturaLa angustia de sus ojos se desploma en mi bocay mientras me mira someto al fuegoa las palabrasMe duele tanto su bellezaPero alguien debe destruir la ciudad

Daniel Wence (Zamora, Michoacán, 1984)

 

VAYALCALÚ Ime preñaron Jaime tus párpados  caídos  y  desde entonces mastico tu silueta bailandocomo  tú buceando mediasvueltas cadaresquicio es soledad y me detengo a verlareclamándole   mis   pasos   derecha  –izquierda  la  palabra  patética  que  digo  atodos  los  que  no  son  tú cuando cariciaslágrimas   y   no   estar   solo   perforan  lasbaldosas que solías pisar con la  mirada enbusca   de  respuestas   dime  dime  dóndeestás besando a tu mejor amiga mintiendomi   historia    desollándome  a  gritos   mepreñaron tus párpados cañones apuntandocada uno a alguna arteria IIVayalcalú  se  fue  de  casa  en  febrero  de1999 se ató una santavirgen a las pretinasy   mi  mano  se  fue  con  él  con  su   relojtictaqueándome en el paladar miré por laventana  y  lo  alcancé  otra vez la esquinadiciéndome  el  lugar  perfecto para erigirmi  tierra  mítica  la  de  las   mieles   y  lasabundancias enterré tu voz desafinada tuprimer  poema  y  el  tesoro  que  siempresupe que escondías debajo quién sabe porqué razones

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DESHORAS

Christian Peña (Ciudad de México, 1985) Del libro Lengua paterna Contrapunto Yo veo a mi padre podando un árbol afuera de la casa.Tú ves a un hombre apurando el trabajo del otoño. Yo veo a mi padre en una escalera de seis metros.Tú ves a un hombre empeñado en descifrar el cielo. Yo veo a mi padre cayendo a una velocidad insoportable.Tú ves el cuerpo de un hombre que desafía al viento. Yo veo el impacto de mi padre contra el piso.Tú ves a un hombre que al caer se hace sombra. Yo imagino a mi padre en una silla de ruedas.Tú imaginas un caballo camino al sacrificio. Yo veo el rostro de mi padre a ras del suelo.Tú ves la muerte y su semblante pálido. Yo veo a mi padre levantarse sin un solo rasguño.Tú ves el destino y el renacer del fénix. Yo recuerdo a mi padre llevándome en sus hombros.Tú imaginas un árbol de poderoso ramaje.

Tania Carreta (Ciudad de México, 1988)

 

Padre Al final de la callecrece el árbol amarillo.Como ecos del tronco,las raíces brotan de sus ramas:son líneas de sol,cuerdas desde el cielo.Sus hijos lo habitamos amorosamente,en nosotros pájaro y simio y flor se reconcilian.Trepamos por las ramasY luego, como frutos, caemos,inmaduros, audaces;caemos y volvemos a subir,como semillas que germinan en la luz. El amate es un papalote:Grita uno de nosotrosy los nacidos de su sombratomamos con la fuerza las raíces.Unos se asen a la tierra,se hunden en la madre del árbol.Otros se mecen, chocan,trenzan las tardes como lianas.Todos amarrados, tal vez,un vuelo de catástrofe.

Emmanuel Ayala (Chicago, Illinois, 1985)

ILa poesía es hembramadrehermanasu esencia está escritaen la consciencia del hombre:antes de que nos asustara la sombra,antes de encender la primera chispa,antes de que la laja fuera pulida en muerte,y mucho antes, de que el hombre y la mujer, entonaran notas de éxtasis la poesía ha estado aquíen el aliento de todos los suspiros. 

IISeré el poetao nada más su sombrala que observa estallarcada palabra como una moscasu himno, es la transparencia del vidriola verdad, no tiene señal de alto. 

Si no se juzgarael temor no cobijaría si supiéramos lo que es amarencandiláramos el egoísmo con un simple risueño y si todos, regresáramos a ese origen del jadeo puntodonde el principio y el fin no existeni los mismos ángeles pudieran compararsecon nuestra sencillez.

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CONVOCATORIAFiel a su espíritu de difusión del teatro de origen hispano dentro los Estados Unidos y de promoción de las escrituras escénicas contemporáneas, con el propósito de establecer un diálogo entre los autores, en su búsqueda de un discurso genuino y de exploración en las nuevas tendencias de la disciplina teatral, en celebración del 25º aniversario de su fundación, Aguijón Theater Company of Chicago, en colaboración con Instituto Cervantes de Chicago y contratiempo, convoca a la edición extraordinaria del Premio de Dramaturgia Hispana de Chicago.

PLAZO22 de agosto de 201411:59PM (CST - Hora oficial en el centro de EEUU)

Para mayor información, visite: http://aguijontheater.org/concurso_de_dramaturgia_2014

PANEL DISCUSSION Collective Action: Reflecting on the Taller de Gráfica Popular SEPTEMBER 11 AT 6:00 FULLERTON HALL Maria Gaspar from 96 Acres, Moira Pujols from contratiempo, and Nicolas Lampert from Justseeds reflect on collective art making and engage their contemporary initiatives with the exhibition What May Come: The Taller de Gráfica Popular and the Mexican Political Print.

ARTIST TALK Eric Garcia OCTOBER 2 AT 6:00 PRICE AUDITORIUM 

Garcia discusses how the Art Institute’s collection of prints from the Taller de Gráfica Popular in Mexico influenced his work and inspired him and others to found the Instituto Gráfico de Chicago. 

What May Come: The Taller de Gráfica Popular and the Mexican Political PrintFriday, July 4, 2014–Sunday, October 12, 2014