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J ohn Steinbeck definió la Ruta 66 como una pista cruel, "ondulando suavemente sobre el mapa, de Mis- sissippi a Bakersfield, por las tierras rojas y las tierras grises, serpenteando montaña arriba hasta cruzar las cumbres, siguien- do luego por el deslumbrante y terrible desierto hasta atravesarlo, alcanzar la nue- va cordillera y llegar a los ricos valles". No sé si el equipo organizador que encabeza Fernando González sabe hasta qué punto su diseño de la Transgrancanaria replica la sensación de épico heroísmo descrito hace setenta años en Las Uvas de la Ira. En 2012, en plenas Islas Canarias, hay dos su- tiles diferencias: en lugar de pioneros, vie- jos granjeros expulsados de sus tierras de Oklahoma, famélicos y deshidratados, nos habían lanzado a unos cientos de sólo fa- mélicos y aventureros por una senda mar- cada con cinta plástica que llevaba sellado ese prefijo homicida, "Trans". Quizá hubie- ra un ‘okie’, un corredor de Oklahoma. Recuerdo haber adelantado bajo el calor de la isla a un corredor de peto rojo, hacia las dos de la tarde, sí, era un estadouniden- se que iba acompañado por José, un cana- rio de casi dos metros. Quién sabe si bus- caba su Ruta 66 por la Gran Isla. Seis horas antes estábamos recogiendo bebida para nuestras mochilas en Tunte, cuando se me ocurrió mirar hacia arriba, a través de un aire fino al que los coredores de montaña locales temían por imprevis- to y porque, en la edición de 2011, había mantenido ateridos por hipotermia a do- cenas de corredores de la Transgrancana- ria. En un farallón medio anaranjado lu- cían los primeros rayos de un Pico de las Nieves (1.918m) visible desde el fondo de la garganta. De una garganta más en un subir y bajar homicida al que se enfrenta- ba el pelotón fragmentado de hombreci- llos de peto verde y azul. De verde, los de la categoría de 96km. De azul, la raza de los grandes guanches, 250 ultracorredores que iban marcando la pauta de la aventu- ra moderna. En cualquier cruce de esa amanecida, en cualquier caserío de una sorprendente geografía, rota, desgarrada, volcánica, los habitantes identificaban la dureza de los nuevos pioneros y la com- pensaban con palabras de ánimo. En Tunte, con apenas 42km en las pier- nas y tras pasar toda la noche, miré hacia arriba y pedí auxilio a las rocas, las mis- mas que me triturarían las piernas al paso por el Camino de la Plata, el monumento civil más bello construido por la necesi- dad canaria. Supe más tarde que en esa zona de avituallamiento abandonaba Li- zzy Hawker –la británica que desafía los límites humanos– por problemas en la espalda. Zigor Iturrieta, vencedor de 2011, capaz de recorrer doce mil metros de des- niveles en apenas trece horas, había arro- jado la toalla y pedía cuenta de protección. Con unos preliminares así, siendo yo ape- nas un aspirante a las grandes distancias, pedí clemencia ante las sucesivas sorpre- sas que se podían ya intuir en un recorrido diseñado para depurar a los corredores duros de los férreos. Una excusa, cuatro opciones El asunto es que se trataba de cruzar la isla de Sur a Norte, algo que se puede hacer perfectamente en cuarenta minutos por THE NORTH FACE TRANSGRANCANARIA 2012 Corriendo Tras el Gran Guanche POR LUIS ARRIBAS / FOTOS: TGC Gran Canaria es una isla joven, como si los millones de años no hubieran tenido ocasión de suavizar los barrancos ni las crestas. Tampoco ha cambiado el puro espíritu trail de sus organizadores de carreras y lo mantiene salvaje, indómito. Te están esperando para la siguiente. Es la Transgrancanaria: 123, 96, 42 ó 24km, a la carta más salvaje. Información Práctica Página web: transgrancanaria.net Facebook: TnfTransgrancanaria Distancias: 24, 42, 96 y 123km. Llegada en Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria. Traslados hasta las diferentes salidas. Temperatura media de la prueba: 20º C máx. /8º C min. 100 MAYO 2012

Corriendo tras el Gran Guanche

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Págs 100-102, Runner's World, May 2012

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John Steinbeck definió la Ruta 66 como una pista cruel, "ondulando suavemente sobre el mapa, de Mis-

sissippi a Bakersfield, por las tierras rojas y las tierras grises, serpenteando montaña arriba hasta cruzar las cumbres, siguien-do luego por el deslumbrante y terrible desierto hasta atravesarlo, alcanzar la nue-va cordillera y llegar a los ricos valles". No sé si el equipo organizador que encabeza Fernando González sabe hasta qué punto su diseño de la Transgrancanaria replica la sensación de épico heroísmo descrito hace setenta años en Las Uvas de la Ira. En 2012, en plenas Islas Canarias, hay dos su-tiles diferencias: en lugar de pioneros, vie-jos granjeros expulsados de sus tierras de Oklahoma, famélicos y deshidratados, nos habían lanzado a unos cientos de sólo fa-mélicos y aventureros por una senda mar-cada con cinta plástica que llevaba sellado ese prefijo homicida, "Trans". Quizá hubie-ra un ‘okie’, un corredor de Oklahoma. Recuerdo haber adelantado bajo el calor de la isla a un corredor de peto rojo, hacia las dos de la tarde, sí, era un estadouniden-se que iba acompañado por José, un cana-rio de casi dos metros. Quién sabe si bus-caba su Ruta 66 por la Gran Isla.

Seis horas antes estábamos recogiendo bebida para nuestras mochilas en Tunte,

cuando se me ocurrió mirar hacia arriba, a través de un aire fino al que los coredores de montaña locales temían por imprevis-to y porque, en la edición de 2011, había mantenido ateridos por hipotermia a do-cenas de corredores de la Transgrancana-ria. En un farallón medio anaranjado lu-cían los primeros rayos de un Pico de las Nieves (1.918m) visible desde el fondo de la garganta. De una garganta más en un subir y bajar homicida al que se enfrenta-ba el pelotón fragmentado de hombreci-llos de peto verde y azul. De verde, los de la categoría de 96km. De azul, la raza de los grandes guanches, 250 ultracorredores que iban marcando la pauta de la aventu-

ra moderna. En cualquier cruce de esa amanecida, en cualquier caserío de una sorprendente geografía, rota, desgarrada, volcánica, los habitantes identificaban la dureza de los nuevos pioneros y la com-pensaban con palabras de ánimo.

En Tunte, con apenas 42km en las pier-nas y tras pasar toda la noche, miré hacia arriba y pedí auxilio a las rocas, las mis-mas que me triturarían las piernas al paso por el Camino de la Plata, el monumento civil más bello construido por la necesi-dad canaria. Supe más tarde que en esa zona de avituallamiento abandonaba Li-zzy Hawker –la británica que desafía los límites humanos– por problemas en la espalda. Zigor Iturrieta, vencedor de 2011, capaz de recorrer doce mil metros de des-niveles en apenas trece horas, había arro-jado la toalla y pedía cuenta de protección. Con unos preliminares así, siendo yo ape-nas un aspirante a las grandes distancias, pedí clemencia ante las sucesivas sorpre-sas que se podían ya intuir en un recorrido diseñado para depurar a los corredores duros de los férreos.

U n a e x c u s a , c u a t r o o p c i o n e s El asunto es que se trataba de cruzar la isla de Sur a Norte, algo que se puede hacer perfectamente en cuarenta minutos por

THE NORTH FACE TRANSGRANCANARIA 2012

Corriendo Trasel Gran GuanchePOR LUIS ARRIBAS / FOTOS: TGC

Gran Canaria es una isla joven, como si los millones de años no hubieran tenido ocasión de suavizar los barrancos ni las crestas. Tampoco ha cambiado el puro espíritu trail de sus organizadores de carreras y lo mantiene salvaje, indómito. Te están esperando para la siguiente. Es la Transgrancanaria: 123, 96, 42 ó 24km, a la carta más salvaje.

Información PrácticaPágina web: transgrancanaria.netFacebook: TnfTransgrancanariaDistancias: 24, 42, 96 y 123km. Llegada en Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria. Traslados hasta las diferentes salidas.Temperatura media de la prueba: 20º C máx. /8º C min.

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autovía, pero había cualquier tipo de desviación imaginable. En di-versas categorías y distancias,

desde un tramo final de apenas 24km por paisajes de barranco y

ladera del norte de la isla, hasta la distancia reina, de 123km, con reco-

vecos por cada senda, cada despeña-dero y cada motivo geológico –ac-

cidente, lo llaman accidentes, ¡cuánta crueldad!– digno de ser transitado. Conté, en la salida,

elementos infiltrados de todo tipo. Había reporteros de prensa

con aspiraciones mesiánicas, ha-bía monitores guiando a partici-

pantes con discapacidades en la llamada Transcapacidad, había un

comando portugués que prometía tomar al asalto la isla con sus piernas

delgadas y llenas de venas enormes (Armando Texeira saltó del quinto

puesto de 2011 a la plata en la caza de 2012) y había una prisa inusitada por cla-

rear el cesto de los aspirantes a gran guan-che, por cribar los actores secundarios de los primeros espada, del líder.

Una asamblea ciudadana habría pen-sado que cualquiera de los compo-nentes de la Transcapacidad merece-rían el honor. Invidentes sorteando rocas y el vacío, ¿por qué no adjudi-

carles inmediatamente el premio, pensé, y nos volvemos al hotel? Un

grupo por la equidad estadística habría coronado a Fernanda Maciel, quinta cla-

sificada absoluta. Incluso un apasionado apostador habría puesto en juego sus joyas y millones por el marroquí Mohamad Ahansal, héroe múltiple del Marathon des Sables, rey del desierto, cuando arran-

có en cabeza por las dunas de Maspa-lomas, cabalgando alejado de to-

dos por la arena sin apisonar. Venga, dejémoslo, insistí

para mis adentros. Hasta un juez podría haber debatido los argu-

mentos en pos del caso de Emma Roca, que sufrió una dura descalificación en meta por haberse saltado un control. ¿Justicia? ¿In-justicia? ¿Crueldad? Aclamemos al gana-dor ya y regresemos a la ciudad. Pero había un destino: la búsqueda del guanarteme,

del jefe de los guerreros. Este destino lo lle-vaba escrito en sus piernas el francés Sebas-tian Chaigneau, el francés que corría con los dientes apretados.

Y es que en la medianoche del sur, ro-deados por una brisa que empequeñecía el escándalo y mirando al océano, se dio la salida a la edición de 2012 de una Trans-grancanaria exigente, seca, cruel y hasta discutida. Eran ellos y éramos los demás, aspirantes a distancias más cortas (e igual de dignas). Hubo historias a la luz de una luna que se escondía detrás de los riscos de Ayagaures. Vimos piernas ensangren-tadas después de perder pie en la noche de las luces en la frente. Desde la arena de las dunas por las que algunos corrían con los pies envueltos en bolsas de la compra, has-ta las 'degolladas' de los Caideros Altos y sus cristales gigantes de roca, asomaban construcciones demenciadas de piedra que un gigante hubiera colocado para ha-cer enloquecer a los humanos. En la eterna búsqueda del gran guerrero guanche, del guanarteme, el hijo del rey, cayeron los más duros escapistas y más entrenados guerreros. Tipos labrados a golpe de roca. En la selección natural se quedó Zigor, el niño que devora montañas, cayó Aitor Leal, que había salido de la cama de un hospital para enfrentarse a 123km de alta montaña. ¿Podéis creerlo? ¿Necesitába-mos más motivos para dejar aquello zan-jado como caballeros, retirarnos honora-blemente? Un corredor se lanzaba a refrescarse la cabeza en una acequia para mitigar un poco el insoportable calor, ha-bía abandonado los bastones ultraligeros contra un muro centenario construido con argamasa volcánica. Cambiaría todo su tecnológico presente por un futuro de chapoteo en el agua. Un speaker se hacía oír barranco arriba, presagiando la cerca-nía embustera del avituallamiento de Te-ror a quienes teníamos que descender por piedras, cañaverales y palmeras. Dos son-rientes voluntarios llamaban a su enlace procurando dar parte de las existencias. Mi compañero de kilometraje, Gilles, des-cubría por primera vez la ultradistancia y un soldado confesaba que las vistas del amanecer desde la Degollada de la Man anilla eran insuperables.

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UNA SUBIDA CONTINUA Los ascensos de esta prueba la perfilan como una carrera en la que siempre se sube. O ésa es al menos la sensación.

MUY CAPACES Los discapacitados físicos que participan en esta carrera sufren como todos, pero acaso disfrutan como nadie.

REGALOS DE CATALINACuando la Luna se deja ver, la Transgrancanaria nos regala estampas difíciles de olvidar.

Llegar y sólo llegar

En las cabezas de todos los inscritos se había impuesto una fijación antigua, telú-rica. Ya no ser el guanche, sino jugar a per-seguirlo. Mientras Chaigneau chocaba las manos de los asistentes en la Plaza de la Música en un día de primavera del siglo XXI, el tiempo se estiraba hacia atrás y se convertía en meses de lenta agonía para alcanzar la cuesta asesina de Lomo del Bi-cho, o en años a quienes se vieron atrapa-dos en el barranco de Tenoya. El tiempo se ancló en la isla de los barrancos. Unos, enormes como teatros, como el de los Vi-centes, por cuyas plateas y palcos bajaban hileras de luces frontales blancas. Otros, verticales y oscuros como la cara alta de los Ayagaures. Y otros, planos y obscenos como hornos de cerámica, como el de Te-noya. ¿Quién hizo que todas las piedras del mundo tuvieran que caer a mis pies? ¿Tie-ne final esta trituradora? ¿No se os habrá ocurrido que el próximo avituallamien-to...? Ahí arriba estaba. Subir y bajar, nunca encontrar una ruta fácil ni lógica. Es parte de la filosofía del correr por el campo, ser una gota de savia que circula por el campo y sus sendas, sus capilares. Una filosofía mitad poética y mitad criminal, que se dis-fraza de romanticismo para desmenuzar tu fortaleza. En el camino, uno vio sangre y piel. ¿Vencedores al cansancio? Quizá la Transgrancanaria sea eso, un gigantesco homenaje al cansancio. The North Face se-ría algo así como el mecenas de esa escul-tura del runner agotado y herido. Ni a los organizadores de esta excelente prueba ni a sus mecenas les podemos culpar porque acudimos como las mariposas a la luz. Vo-lamos alegres en cuanto se abren las ins-cripciones. Nos desplazamos por centena-res buscando la parte de gloria que gentilmente nos cederán.

La literatura de los grandes éxodos cuenta cosas relativas a la superación por la simple supervivencia de un grupo humano. Canta al drama y tiene que saltar entre cadáveres y restos del desguace de los grandes desplaza-mientos tribales. Nosotros éramos apenas unos tipos persiguiendo a un francés delgado y rápido. En nuestros movimientos no había, ni siquiera, literatura. Dos días después, el ácido láctico quita a nuestros movimientos hasta la dignidad. Larga vida a la Gran Isla.

CLASIFICACIONES123KM

HOMBRES

1 Sebastien Chaigneau (Fra) 12:54:19

2 Armando Teixeira (Por) 13:27:20

3 John Tidd (Eua)

V1 Sebastien Chaigneau (Fra) 12:54:19

MUJERES

1 Fernanda Maciel (Bra) 15:02:29

2 Esther Fernández-González 17:25:45

3 Denise Zimmermann (Sui) 18:23:45

V1 Laura Barrera 19:58:08Las Palmas de Gran Canaria, 3 de marzo.214 llegados.Clasificaciones completas en runners.es

102 MAYO 2012

THE NORTH FACE TRANSGRANCANARIA 2012