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Número 10 de la revista Cromomagazine, dedicada al color ámbar.
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C R O M O M A G A Z I N Ede Escuela de Color
# 10 / Ámbar
C R O M O M A G A Z I N Ede Escuela de Color
# 10 / Ámbar
4 ÍNDICE
Intro - Monte Barrios Barla
Álvaro Quintero Mejía + Montse Rodríguez Herrero
Ana Atalaya + Elena Rubio Quijano
Angela Drei + Paco Mármol
Daniel Granado + Javier Reina Gutiérrez
Daniel Heredia + María Marta Crespo
Elena Romero Millán + Jesús Botaro
Fathi Abderrahman + José Alberto López
Inma Calderón + Marta Nieto
Mabel Zaves + Cándida Garbarino
Vanessa Perondi + Luis Fortea Quesada
Manuel Saborido Pastor + Rocío Atrio
José Manuel García Gil + Raquel Jove
Mar Marchante Ortega + Arturo Javier Reyes Medina
Carmen Camacho + Rafael Llorente
Santiago Pablo Romero. Bluesman + Rosa Olea
Pedro Pablo Hidalgo + Migita Dakota
Raquel Caro Villanueva + Alejandro Vera Elena
Quentin Allen + Miguel Macías Macedo
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/ 08
/ 10
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/ 40
/ 42
6
Entre naranjas y amarillos,
transparentes, burbujean-
tes…
La energía de la tierra entran-
do por la planta de mis pies
haciendo alquimia en el cen-
tro lumbosacro e inundando
mi cuerpo de vitalidad.
Lo arboles destilando resinas
ambarinas, trasparentes, es-
pesas, densas, empalagosas…
la conexión con mis raíces,
con mis ancestros, con mi le-
gado….
Los ojos de los felinos. La con-
fianza en la vida, la defensa
del territorio, la manada, la
conservación, supervivencia,
existo…
Transitando entre mi ombligo
y mi plexo solar, entre la exis-
tencia y la fuerza, centro bajo,
siempre tierra.
Mi casa, mi espacio, mi fuerza,
mi yo puedo, donde siempre
habito, ambarino camino.
I N T R OMontse Barrios Barla
8
Texto: Álvaro Quintero Mejía / Imagen: Montse Rodríguez Herrero
Mi prisión es un armario y el carcelero, un gabán. La historia de mi encierro se remonta noches atrás
cuando me disponía acomodar ciertas prendas en
el armario. Colocaba el gabán en la percha que
me había puesto para celebrar la rutina nocturna:
empapelar los muros de la ciudad con poemas de
amor. Inicialmente no reparé en el tamaño y en los
movimientos voluntarios que adquiría la prenda
cuando la manipulaba, sólo llamo mi atención que la
manga me atraía hacia el fondo del armario, consideré
que el alcohol me estaba jugando una mala pasada.
Apreté los ojos para restablecer la autoridad sobre la
realidad de la prenda, cerré los puños para declarar
el desconcierto que iba en aumento cuando el gabán
sujetó con autoridad el mentón: me obligó a mirarla,
a presenciar la naturaleza invisible que desarrollaba
con una elasticidad de aire. A escuchar sus razones de
hilo y sus pensamientos de lana. Declaró abiertamente
su amor por los escritos que noche a noche yo
guardaba en los bolsillos de su humanidad. Alegó su
derecho sobre mi cuerpo, la responsabilidad literaria
que asumía al convertirse en mi guía por la geografía
inverosímil del armario. Escuché sus razones y me
dejé llevar como si la cosa no fuera conmigo. Inicié un
absurdo monólogo de rueca: pretendía determinar mi
grado de alcohol y miseria. Las frases sonaban falsas y
las palabras que rebotaban en las paredes del armario
no eran mías, tampoco de una voz conocida. Cerré los
ojos y calculé el eco de la última sílaba. La manga del
gabán con una mano invisible tomó la mía y me indicó
el camino seguro para sumarme a otros paseantes que
como yo eran guiados por prendas familiares hacia
un final inexorable: pender de una percha de amor.
Unos eran llevados por sábanas, otros por calcetines
y las más liberales y osadas por bragas venecianas. La
confusión tomó cuerpo de prenda, color ámbar y olor
a lavanda.
10
Texto: Ana Atalaya / Imagen: Elena Rubio Quijano
¡Oh,corazón dorado! Reposas ante mi, majestuoso...
Inmóvil vistes de ámbar
mi desnudez primera.
El tiempo te ha cuarteado
y aun así, resplandeces
lo mismo que un ocaso en verano.
Te miro, y bajo tu brillo ambarino
laten historias de otros corazones
que ya se fueron...
Manos invisibles recorren cada textura acariciando tus llagas.
Un rayo de sol, silente, tímido,
se ha posado en tu centro
dibujando en el aire un mosaico
de vida y esperanzas.
¡BRILLA, CORAZÓN LIBRE!
Espejo fiel de quien te ha creado
regalando al mundo tu belleza
con sabor a miel...
¡BRILLA! ¡BRILLA ETERNO,aunque
llegue el frío y las noches de tormenta!
12
Texto: Ángela Drei / Imagen: Paco Mármol
Amanece aquí arriba sobre la colina que nos
ve despertar y no quiero aún que esta noche
termine.
Viaja el aroma lejano del mar, nuestro mar, y
nos envuelve con sábana de nuevo amanecer,
encontrándonos enredados en un laberinto de
brazos y besos gastados.
¿Recuerdas qué me decías?
Palabras de arena y playa, de gaviotas y olas, de
sabor a sal y días de sol.
Tus ojos se abren con sueños atrapados en el
ámbar del sol que amanece.
Paseo mis dedos por tu piel
dulce y cálida delicia, dulce y cálidos labios,
dulce y cálido abrazo, dulce y cálido tu amor.
Amargo y frío despertar para otro adiós
antes de regresar a a la realidad.
th i s rea l l i f e
14
Texto: Daniel Granado / Imagen: Javier Reina Gutiérrez
Consumo, gusto Que, a veces,
Nos atrapa distraídos
En una amalgama de rizos y neones
Que arrasa y aniquila los bolsillos.
Las luces ámbar nos indican,
Cual signo de comunicación no verbal de tráfico,
Precaución y nos advierten
De sanciones que acechan.
Con sumo gusto
Ciertas personas se acercarán sin necesidad,
Con otro tipo de apetito,
Con la urgencia de la cercanía,
De la carne joven y el perfume fresco,
A la mujer de sonrisa rizada y pelo ambarino que,
Con sumo gusto,
Con una sutileza ambarina,
Decentemente nos incita al consumo de
Empaquetadas larvas de gusanos ambarinos
Que, sin necesidad de malvas ni mármol,
Irán devorando tus entrañas desde dentro
Mientras tú,
con sumo gusto,
Complaces a un tiempo a tus papilas
Y a tus deseos saciados tras la ingesta.
Con sumo gusto
16
Texto: Daniel Heredia / Imagen: María Marta Crespo
Cada uno pone en sus viajes lo que anhela y lo que teme. Este paisaje al que
nos dirigimos me provoca tranquilidad,
relajación, bienestar, como sucede con los
territorios recordados de nuestra infancia.
No se trata de una escena monolítica,
sino de varias y con variaciones entre sí,
con una fuerza poética impresionante
que le sumerge a uno en un estado de
ensoñación, pues sabe desplegar un sinfín
de misteriosos mecanismos para atraparte.
Como las mentiras delicadas de los
enamorados. Un lugar en el que la estancia
está a la altura de las expectativas que
crea. Seguro. Un viaje a los dominios de
nuestras fantasías.
18
Texto: Elena Romero Millán / Imagen: Jesús Botaro
Cada día recuerda a sus antepasados. Se lamenta por tantas lágrimas de sal perdidas en un cruce de
caminos. Las imagina como un collar de cuentas
lejanas en un desierto de pérdidas.
En el silencio naranja, bajo su velo de fino encaje,
enciende las velas. La envuelve una penumbra de
miel que la transporta a un ocaso en el Cáucaso.
Diáspora de luces doradas sobre el zócalo de
seda. Espejo de un atardecer de música y dulces
albaricoques.
No muy lejos de allí, el espíritu de un tigre se
encierra en un trozo de sol y se hunde en el mar.
Letanía en ámbar
20
Texto: Fathi Abderrahman / Imagen: José Alberto López
Se adelantaron al otoñolos jazmines de mi balcón,
huían despavoridos
entre aromas de yerbabuena
claveles y sentimientos
de suspiros en ámbar.
Te busco en cada verso,
en la noche quebrada,
en el suspiro imposible
de una mujer enamorada,
en la plácida soledad
de una canción de amor,
te busco y me consumo
como un hombre enamorado.
La sinfonía de sus hojas
ese crujir otoñal de sus andares,
como si pregonara a los aires
la primavera de nuestros amores.
Sigo esperando tu otoño
entregado a tus olas,
la camisa planchada
la noche entregada
el amanecer recogido,
y sigo esperando tu mañana.
22
Texto: Inma Calderón / Imagen: Marta Nieto
Tu añoranza es doradacomo la luz suave de un atardecer
en la simetría cóncava de un espejo,
esa luz que atrás quedara
envuelta en los entresijos de la memoria
para regalarme ambarina su nostalgia.
Sólo tus auras me acarician ya
como los rayos declinantes del ocaso
reflejados en el iris del silencio,
lengua de fuego transmutada
que no osara rozar tan siquiera
con su calidez de otoño mi epidermis.
Saudades de tu amada presencia
en el cárabe del cristal.
Soledades de ámbar
24
Texto: Mabel Zaves / Imagen: Cándida Garbarino
Estoy a mitad de caminoporque no te decides a ser,
medio cruzas una puerta,
una calle,
una pared,
una nada;
tú me condenas a estar
entre una nada puerta,
una nada calle,
una nada pared,
una nada nada;
a mitad digo porque a mitad vivo,
estoy a mitad
por tanta indecisión;
indeciso por definición
disparas la duda
flexionando el arco,
–eres el ser cambiante
que se cruza conmigo cada día–.
Mas yo tan decidida
atravieso la nada puerta,
luego la nada calle,
la nada pared,
incluso me atrevo
con la nada nada,
y te descubro
invadiendo el espacio
Tu ser cambiante
con cierta indecisión,
regalando el color titubeante,
tu aroma agradable y veleidoso,
cubriendo las sombras
con tu cuerpo tan ligero
como duro y quebradizo;
copulando con el color blanco
diluyes el fondo
y lo pones en fuga,
–pierdes tu afamada indecisión
y me derrito en tu beso ámbar–.
26
Texto: Vanessa Perondi / Imagen: Luis Fortea Quesada
Rastrear, recoger y almacenar. Rastrear, recoger y almacenar. Sólo llevo tres días
y no me acostumbro, sobre todo, porque
cuando salgo y veo el cielo azul, las flores
de mil colores y el verde de las hojas, tengo
que volver a casa, la casa de todos, la casa
de nadie, la casa donde me consideran
defectuosa.
Al principio, ni siquiera le presté atención.
Me sentía útil cuidando de las más pequeñas
pero, ahora, tengo que servir a una reina y
a unos zánganos. También a mis hermanas
pero entre nosotras no hay servidumbre sino
ayuda mutua para sobrevivir y asegurar el
funcionamiento de esta sociedad que llaman
perfecta.
Hoy es distinto. Reconozco que, antes de salir
a por polen, me he quedado mirando a mi
alrededor y me he detenido en una. Hexagonal,
de un atrayente color ámbar y tan confortable,
de cerca es tan bonita como una flor pero mi
celda es mi cárcel y quiero que sea mi hogar.
Un hogar sin estamentos estancos y sin reyes
ni vasallos.
Soy obrera, dicen que soy imperfecta pero
sólo quiero ser libre y seguir siendo una abeja.
¿Podré?
La celda de la libertad
28
Texto: Manuel Saborido Pastor / Imagen: Rocío Atrio
Es una mañana con visillo, una tímida luz que
adquiere lo amorfo de la simetría personal,
un sentimiento que se sienta en la ladera de
una esperanza cuando la lágrima cae por la
mejilla hacia la tierra. En un entreabrir y cerrar
de sentires aparece dibujado el ámbar de las
incertidumbres, el ocaso del pájaro verde que,
afónico, yace sobre las minas de la opacidad
traslúcida que revientan en las bocas cosidas.
Atrapados en su interior, la historia, la claridad
del devenir Fausto, la suavidad de la daga
caliente, que dulce, se fusiona en el costado
de la vida. Tan sólo la belleza y su seda, imanta
las horas de los ojos, que hipnotizados, hacen
olvidar que los pájaros no tienen siete vidas.
30
Texto: José Manuel García Gil / Imagen: Raquel Jove
Cuando vieron muerto al joven Patroclo, Janto y Balio, los caballos de Aquiles, tan admirados por
sus habilidades en el asedio a Troya, comenzaron a
llorar. Dado que en su naturaleza inmortal no cabía
esta súbita maniobra del destino, sacudieron sin
consuelo sus cabezas y golpearon la tierra con los
cascos de sus patas.
Pronto sus lágrimas cubrieron el cadáver de
Patroclo. Las del noble Janto, hechas de la
indescifrada pureza del oro; las de Balio, del
destello celeste de la plata. Gota a gota, en
contacto con el héroe, la mezcla de sus llantos se
convirtió en ámbar.
Aquiles reprochó a ambos corceles que tanto
poder divino no les hubiera servido para evitar
la muerte de su amigo. Uno de los animales
respondió:
- Apolo causó la muerte a Patroclo y si no tomas
del suelo el ámbar de nuestras lágrimas, correrás
su misma suerte. Sin ese amuleto, tienes tus horas
contadas.
Serial griego
32
Texto: Mar Marchante Ortega / Imagen: Arturo Javier Reyes Medina
El misterio de la historia,el origen del tiempo,
sólida luz de gotas de miel
guardan el secreto.
Tú que en silencio miras
con ojos de invierno
los atardeceres de naranja.
Tú: ámbar heterogéneo,
recreador de seres congelados
que no son retales de vida
sino metáforas de muerte;
copias absurdas vegetales,
existencias de resina atrapadas
huyendo de su vida cotidiana.
Ámbar
34
Texto: Carmen Camacho / Imagen: Rafael Llorente
Colores —añil, púrpura— cuyos nombres no conozco —cinabrio— con tal de volver a verlos —zaino— por siempre la vez primera. Albayalde. Colores que habitan el nombre de las cosas —celeste, nazareno, ceniza— y en ellas se esconden o diluyen. Buganvilla. Colores que no conocen su nombre. Calipso. Estrenan mis ojos.
EL ÁMBAREl ámbar a jirones, préstamos de luz, sol al sol
que asentándose en los pellejos se pone íntimo, se acurruca oscuro. Azoteas de Fes el-Bali. Prosternados, en el aire putrefacto de las curtidurías, vellocinos de oro, la piel del fauno, cuentas del gran collar de succino.
Juro por el dios de mis hijos no decir sinestesia. Sinestesia. De niña fui gancho de trilero en la puerta de Bab R’Cif, hasta que me prendió la policía científica y me cortó las uñas. Tres vasos de té bocabajo: en uno, el hedor; en uno, el cuero vivo; en uno, el ámbar. Aprendí el veloz movimiento con el que poder trocarles ahora los sentidos inventando, por ejemplo, que en la universidad de al-Qarawiyyin, para explicar los ambarinos mandan llamar a un noquero mudo. Este es un truco muy sencillo y aparente que manosean las malas poetas. Y yo quisiera ser la peor de todas. Pero no me deja Sor Juana Inés.
Por eso seré honesta y me atendré a la más estricta verdad. Que en Fes el-Bali el ámbar se extrae del vapor que expide la compleja proporción de tierra, sal, carne, estiércol, grasa, sangre, aceite, pelo y hombre. Que esta cartera cuesta el jornal de aquel muchacho. Que en Fes el-Bali, los cueros aprenden la luz y la sed de la sed y la
luz de brozas y pajas. Que honro la grieta. Que en Fes el-Bali banderas de cordero ondean al viento. Que me muera antes de asemejar a una alfombra voladora esta tristeza. Que en Fes el-Bali, antes de que las curtiembres se convirtieran en un parque temático de arcadas de europeos y hierbabuena, Pasolini había abrazado la antigüedad de los jóvenes que alzan sonrientes el trofeo del amarillo, o eso sueño. Que en Fes el-Bali el ámbar de los pobres curte las heridas y no se sacia. Que esta mañana hace frío en la medina, a pesar de que aprieto en este puño un sol de piedra. Que ni en Fes el-Bali ni en la calle de mi padre ningún pobre dice de sí ser ciudadano.
36
Texto:Santiago Pablo Romero. Bluesman / Imagen: Rosa Olea
Quiso la suerte o el instanteQue estuviera al borde mismo
Donde posaste tu vuelo, en la orilla
Cual si fueras un bergantín sinuoso
Y mis manos prestas, te tomaron.
Pétrea miel preñada de regueros añejos
Muy dentro silbaba aún el oxígeno atrapado
Apenas un susurro de pajarico diminuto
Como si quisieras ser mensaje sempiterno
Que ruge sin decir, pero mostrando al avizor.
Un mundo distinto de otrora tiempos perdidos
Señal inequívoca de la existencia de aquello
Edénico estuario de árboles alados
O pequeños seres asidos por la eternidad
A lomos de ti, miel rubicunda que brilla en la luz
Desgranas mil esquirlas de verdades escondidas.
Ya sé que no tendrás valor a los ojos ignaros
Mas yo te escojo de amuleto sin sentido
Dormidera cretácica que ahora te escondes en mí
Delicadamente te recuestas de mi cuello.
De ambarino volar
38
Texto: Pedro Pablo Hidalgo / Imagen: Migita Dakota
Entre su Migita de verde, como el trigo
verde, y su Migita de rojo, un rojo-rojo
clavel, un clavel: Ámbar. Alegría, sin
estridencias.
Ni pararse en seco ni pasar sin mirar.
Ámbar es poquito a poco, mirando, sin
prisas.
Ni babor ni estribor. Navegando hacia
el sol del atardecer. Ámbar es como su
padre.
Ni fresco ni calor: Ámbar es calidez del
fuego del hogar.
Y Ámbar es líquida y rocosa. Gota única
de valor incalculable, hija del tiempo
más remoto, si, pero siempre joven.
Conservadora única de lo que un día
fue vivo y bello, y delicado. Museo
permanente. Joya.
Quiero que no me abandones, amor mío.
Al Ámbar.
40
Texto: Raquel Caro Villanueva / Imagen: Alejandro Vera Elena
¿En qué momento acallaste a tu niño interior? ¿En qué momento decidiste no dejarle ver?¿En qué momento elegiste no volver a soñar, no imaginar, no creer en los días que llegan sin pertenencia en el tiempo, donde todo sucede en otras dimensiones desconocidas?Tratas de silenciarlo, de tapar su mirada, como si así pudieras erigirte en una posición más estable, permanente. Te mantienes en verde fijo. Inmutable.Pero llega el Ámbar, vestida de Caos…su luz se apodera, resplandece, y lo inunda todo. Te demuestra desde lo que omites que nunca se va lo verdaderamente importante, que el corazón del niño interior es más fuerte, que a pesar de tu barrera en verde, los sueños traspasaron, la imaginación voló a su sitio, la inocencia se transmutó aunque de vez en cuando brilla en tus ojos, los latidos de ilusión se siguieron apoderando de otros territorios mágicos.El Ámbar coexiste en ti, cuanta más negación, más se expande.Tu inconsciencia no lo ve, o no lo quiere ver, pero hay quienes lo perciben, sobretodo aquellos que decidieron soltar la voz, la mirada, vivir en un equilibrio dinámico verde-ámbar.Es un duelo, un duelo en el que desde los comienzos había un claro ganador o ganadora.Tan sólo me queda desear que precisamente eso, tus mejores deseos se transformen en Ámbar.¿Te seguirás resistiendo?
Duelo en ámbar
42
Texto: Quentín Allen / Imagen: Miguel Macías Macedo
Cae la tarde sobre la ciudad. El sol, en su irresistible tono ámbar, inunda el paisaje y
me recuerda que ya queda menos para el
reencuentro.
Ha sido un día duro. Cada día llevo peor tu
distancia, tu ausencia. Las horas caminan lentas,
de un modo casi exasperante, pero las calles se
tiñen de ámbar y ya todo queda atrás.
Me acerco a tu casa y mi sonrisa resulta casi
contagiosa, ya queda menos para poder disfrutar
de tus regalos divinos. Muero por reencontrarme
con esa sonrisa, por adorar tu bondadosa
manera de ser, por respirar hondo a tu lado y
sentir que haces de mí una persona mejor.
Tantos años de sinsabores y de frustrada
búsqueda de la felicidad empequeñecen mis
pasos, no veo el momento de tenerte de nuevo
junto a mí. Pero doblo la esquina y la visión de
tu figura me sobresalta y maravilla. La luz ámbar
baña tu rubio cabello y me hace creer en los
milagros. Ya estás a mi lado, nada malo ya me
puede suceder. El día acaba y para mí la felicidad
solo tiene un nombre… Ester.
Ámbar
Texto: Quentín Allen / Imagen: Miguel Macías Macedo
Montse Barrios Barla / Álvaro Quintero Mejía / Montse Rodríguez Herrero
Ana Atalaya / Elena Rubio Quijano / Ángela Drei / Paco Mármol
Daniel Granado / Javier Reina Gutiérrez / Daniel Heredia
María Marta Crespo / Elena Romero Millán / Jesús Botaro
Fathi Abderrahman / José Alberto López / Inma Calderón / Marta Nieto
Mabel Zaves / Cándida Garbarino / Vanessa Perondi
Luis Fortea Quesada / Manuel Saborido Pastor / Rocío Atrio
José Manuel García Gil / Raquel Jove / Mar Marchante Ortega
Arturo Javier Reyes Medina / Carmen Camacho / Rafael Llorente
Santiago Pablo Romero. Bluesman / Rosa Olea / Pedro Pablo Hidalgo
Migita Dakota / Raquel Caro Villanueva / Alejandro Vera Elena
Quentin Allen / Miguel Macías Macedo
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DirecciónJosé Alberto López
Diseño y maquetaciónPaco Mármol
www.escueladecolor.com