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Número 9 de la revista Cromomagazine, dedicado al color coral
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CROMOMAGAZINE
de Escuela de Color
enero / 2015
2
C R O M O M A G A Z I N Ede Escuela de Color
# 9 / Coral
C R O M O M A G A Z I N Ede Escuela de Color
# 9 / Coral
4
ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE
Intro - Ángeles Prieto Barba
María Alcantarilla + Manuel Granados
Luisa Futoranski + Adela Muntean
Nieve Vázquez Recio + Arsenio Rodríguez
Aitor Francos + Gonzalo Höhr
Ángel Reguera + Montse Benítez
Juan José Sánchez Sandoval + Ricardo Cavolo
Fran Chaparro + Teo Vázquez
Iván Cano + María Uribe
Illya U. Thoper + Juan Isaac Silva
José Salento + Raúl Lucas
Rafael Arauz + María Luisa Beneytez Maesa
Ángeles Córdoba Tordesillas + Du Rodríguez
Esperanza Castro + Almudena Mora
Beatriz Estévez Pacheco + Imanol Marrodán
Charo Bolaño Wilson + María Sánchez
Miguel Ángel Rincón Peña + Solimán López Cortés
Javier Gallego Dueñas + José María Reyna
Paco Ramos + Luis Pérez Calvo
Josep María Miró + Mario César de las Cuevas
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ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE ÍNDICE
6 I N T R OÁngeles Prieto Barba
A finales del siglo diecinueve,
el docto científico
J.L.Bachoffen, siempre vestido
de negro, proclamó con toda
seriedad que los colores no
son percepciones de nuestra
retina procesadas por nuestro
cerebro, sino verdaderos seres
vivos y como tales, nacen,
viven o brillan y mueren. ¿ Y
cómo puede tener un color
vida propia?, le preguntaron
los reporteros asombrados,
¿acaso hablan, escupen,
sonríen o se mueven? No ese
tipo de vida, señaló raudo
Bachoffen enroscándose
el bigote, tienen vida
propiamente vegetal, aunque
algunos incluso animal, como
ese color extraordinario
llamado coral. ¿Queréis saber
cómo nació el coral? Entonces
sólo se conocía el rojo, el naranja
y el rosa pero hete aquí que
un héroe griego de tiempos
lejanos mató a una medusa
arrancándole la cabeza, y unas
gotas de su sangre, como las
lágrimas, cayeron en la arena.
Esa sangre, que se solidificaría
con el calor, no era roja como
la nuestra, no era rosa como
las flores, ni anaranjada como
el sol, sino la sublime mezcla
alquímica, proveniente de
animal maravilloso, que unió a
los tres: el coral. Ese que, desde
tiempo inmemorial, adorna los
cuellos hermosos de nuestras
mujeres. Aunque asimismo el
color coral morirá como los
otros, aunque mucho después
que nosotros. Sí, y... ¿cómo
será? Pues con el cometa de
la luz eterna, que sin duda
llegará. Y fue entonces cuando
el sabio J.L. Bachoffen, ante la
vista de los reporteros aunque
envuelto en brumas negras,
desapareció. Dicen que fue la
venganza de los colores, por
secretos que nunca se deben
revelar. Otra explicación más
científica no pudieron hallar.
8
Texto: María Alcantarilla / Imagen: Manuel Granados
Volvió sin rostro. Como una sombra
más pendiente del cuerpo que la lleva
que de sí o su esqueleto, una mancha
de aceite vertida sobre el agua, una
voz hablando bajo y para sí sobre el
espanto. Dónde estuvo no lo dijo. Traía
el corazón como acolchado, el sueño
más perdido todavía, el color oscuro
de quien solo ha comprendido una
verdad y huele a miedo. ¿Qué tienen
los regresos de esos otros que han
visto y no lo cuentan? Una especie de
luz latiendo abajo como si el mundo no
tuviera espacio suficiente, colchones
suficientes, vacíos suficientes para
todos. A veces es mejor no retornarse
si sabe, quien lo intenta, que vuelve de
la mano de otro ser y otro pigmento:
estándar, semioscuro. Ya no el rojo
vivo de la sangre, del corazón alerta y
sin costumbres, del hombre capaz de
revelarse sin manchas turbándole el
sentido. La voz. La risa ahogada.
10
Texto: Luisa Futoranski / Imagen: Adela Muntean
amo las palabras aristas de pirámide
palabras urdimbre
que por dentro se te hacen un ovillo, un árbol
una comedia de enredos
un sueño a descifrar
coral por ejemplo
puede venir
en sartas de cuentas
en serpiente venenosa si las hay
en sierpe mimetizada pero no inocente
en canción a capella
o con órgano y arcos de iglesia medieval
en gran barrera maravillosa
en ajorca
en nombre
en talismán primordial
contra acechanzas maldades y peligros
también infertilidad
a diferencia del coral que crece apenas un centímetro
cada diez años
mis arterias
silenciosas
desfallecen y se pierden
día a día
tanto más
Coral, canción de encargo
12
Texto: Nieve Vázquez Recio / Imagen: Arsenio Rodríguez
¿Poliuretana?
No, no es poliuretano.
Polímeros termoplásticos.
Piernecitas y manos y cuerpo-pie de PVC
(Policloruro de vinilo) plastificado
en su altar pequeño, de lingote oscuro.
¿Policlorura?
Ploriclorura de Coral en todo caso. Dicen
que es material inerte y que la pintura es también
vinílica,
que el cabello es de nylon o poliéster.
Pero el ojo nos mira.
POLIFEMA
Coral, canción de encargo
14
Texto: Aitor Francos / Imagen: Gonzalo Höhr
Una escalera, ¿desde dónde?, me ha llevado a un lugar del que no sabría definir la época, ante dos estatuas, que no sé comprender si son profanas o de una religiosidad atenuada. El silencio agota la fotografía desde el color, como un pájaro que avista una vasta extensión de terreno no cultivado. Ha crecido la separación entre las cosas, y las palabras, se asocian inconexamente, de una manera nueva, alterada la composición del espacio de los sueños, las luces y las tonalidades de la extensión. La luz se ha ido palideciendo como un tiempo exageradamente lento. Al silencio le ha entrado en el cuerpo un color coral sucio, expectante de lividez y terrosidad, y por la leve rendija del horizonte se ve la actitud refulgente de un cielo arrastrado hacia un decorado de sonidos espaciados y visibles. Huyo, ¿a dónde?, arrastrado por no sé qué impulso, llevando en la mano los papeles del sueño que cruzo, pero me he vuelto de pronto hacia la cima en donde he visto y visitado este atardecer a esos dos amantes. ¿Era un palacio de vidrio? ¿Por qué ya no los veo? La quietud es ahora tan absoluta y la rareza del ambiente tan sobrecogedora, en este páramo de soledad de mi habitación, que pienso que alguien, no sé desde que color esta vez, está entrando en mi silencio, en este silencio tan diferente de aquél otro, tras el cual se van desvaneciendo todos los elementos y colores posibles de la fotografía.
Una fotografía
16
Texto: Ángel Reguera / Imagen: Montse Benítez
Ven a llenarme de tu luna,de brisa marina que aliente mis velas.
De algas que me enreden en tu locura
haz brillar tu faro entre mis dunas,
que alumbre el mar de mis penas.
Trae tus sales y cantos de espuma
sirenas que hechicen mis sueños
sé dueño de los secretos de mi gruta,
navega por el atolón de mi soledad
grítame hasta que duela mi silencio.
Lame con tu oleaje mi isla de coral
perfúmame de esencia de divinidad,
clava tu tridente en mi blando lecho,
une tu tormenta con mi naufragio
arrastra lejos sus amargos restos.
Limpia mis acantilados de recuerdos
borra memorias de pasadas galernas,
torna mi rocalla en suave arena …
Y cuando te despidas, no digas adiós,
Sino hasta que la luna se haga llena.
Texto: Ángel Reguera / Imagen: Montse Benítez
18
Texto: Juan José Sánchez Sandoval / Imagen: Ricardo Cavolo
En el manuscrito anónimo del siglo XV Elogio de los
sabios sufíes, de sus virtudes y de sus carismas, cuyo
único ejemplar existente pude consultar en la Biblioteca
General de Rabat, se cuenta que el santo Abu Musa
al-Kaddabi pasaba los días devolviendo a las olas las
estrellas de mar que la marea alta había dejado varadas
en la orilla. Un genio de las profundidades, que lo
observaba con curiosidad mientras se deshacía de las
algas enredadas en su pelo, se dirigió a él diciendo:
“Estás empeñado en una tarea estéril. El número de
estrellas de mar es incontable y la marea las seguirá
empujando lejos. Lo que haces no tiene sentido”. El
santo contempló la que tenía entre sus manos y con una
sonrisa le dijo al genio: “Para esta estrella sí que tiene
sentido”. El genio quedó perplejo, y tras zambullirse en
el mar apareció con una pulsera de coral que entregó al
santo como agradecimiento por su enseñanza.
Muchos años después, en el santuario de la Isla de
los Pájaros, cerca de Al Maharas, en Túnez, pude
contemplar aquella pulsera de coral. Conservaba su
color y su brillo. Y todavía olía a mar.
20
Texto: Fran Chaparro / Imagen: Teo Vázquez
Te preparas para la nueva cita. Una ducha y algo de perfume. Te cepillas el pelo y
te vistes con ese traje blanco que tanto
le gusta. Desde que llegastea este país
ha sido el único hombre en el que has
encontrado un amigo. Alguien a quien
le importas más allá de las apariencias
y las convenciones sociales. Cuando os
encontráis cada semana, se os pasa el
tiempo entre charlas y bromas. Solo eso.
A veces has intentado pasar el límite
tácitamente acordado, pero él lo rechaza.
Se conforma con que prestes atención a
su conversación y tú lo aceptas. Sentada
en la cama repasas mentalmente que
cada detalle esté perfecto mientras
esperas que llamen a la puerta. Ya suena.
Te alisas el vestido y enciendes la luz que
da a la habitación el tono acogedor en el
que discurrirán las confidencias de hoy:
Coral. Como tu nombre.
22
Texto: Iván Cano / Imagen: María Uribe
¿Bailamos? Tú, ponte esa luz tenue que tan misteriosa te hace.
Yo iré al descubierto,
con el mar colocado de bufanda y el sol agarrado
en una mano.
¿Bailamos?
Rózame la mirada con tus dedos, abraza con
tus labios mi locura. Yo, te tocaré despacio otra
canción
y sembraré de roca otros camino.
¿Bailamos?
La música la pones tú, con latir ya va sirviendo. Yo
pongo el paso inquieto y la palabra.
Tú, además, bríndame el color de tus secretos y
acércame el calor de tus pies descalzos.
¿Bailamos? Bailemos.
24
Texto: Ilya U. Topper / Imagen: Juan Isaac Silva
Para los de al norte del Mediterráneo, el color coral es el color humano: nos retrata. Imagino que si han pintado de coral – o salmón, deberíamos decir, porque la caseta en cuestión se erige, como pude comprobar, que soy de mente científica, por las coordenadas impresas en la foto, en Cardiff, Gales, donde no abundan los corales, pero sí el salmón – sí la han pintado de color carne, digo, tal vez
sea para darle un toque humano a uno de los paisajes más desolados que hay: un muelle de un puerto industrial. Desolado por haber dejado de ser naturaleza sin llegar a poblarse de personas. Un paisaje en vía muerta. Ahí queda, con vaga forma de extraterrestre de H. G. Wells, extraño como un coral en aguas del Mar de Norte. Extraño como un humano vivo y desnudo en un muelle.
26
Texto: José Salento / Imagen: Raúl Lucas
El suspiro de un ángel barre las calles de la ciudad sin nombre mientras la sombra de la luna oculta
nuestras huellas.
La tregua de la madrugada dura solo dos minutos
uno para la vida
y otro para la muerte.
Luego se abren las puertas de cielo y los niños
aprenden
a ser adultos y los adultos olvidan que fueron niños
y así pasa la vida
entretanto el alba se desparrama sobre los muebles
y las paredes de mi habitación.
Nos miramos con los ojos cerrados y nos vestimos
con la piel del otro
y nos soñamos despiertos
y nos sumergimos en la tranquilidad del tú, del yo,
del nosotros.
La dictadura del reloj no tiene jurisdicción aquí
donde el sol se desangra contra mi ventana
empapando nuestros cuerpos desnudos y muertos
hasta que llegue la tarde
y volvamos a ser gatos en los tejados de esta ciudad
sin nombre.
28
Texto: Rafael Arauz / Imagen: María Luisa Beneytez Maesa
La bruma envolvía la codiciade la rutina con su maquillaje
de músicas y luces,
con su martillo de palabras hueras,
con su rosario de risas absurdas.
Yo me encontraba cerca de la puerta,
la noche a mi espalda
con su salmo de llantos nauseabundos,
la soledad del bar
tirando de mí con su cuerda de sombras.
En un rincón del decorado,
coral terciopelo barato,
ella, distante, inquisidora,
puso fin al duelo
con el bricolaje de su mirada.
Ella se bebía a sorbos la noche,
embriagada con néctar de coral,
emborrachando, sin descanso,
a la turba de tiburones
que moraba en mi cabeza.
Y mis ojos, sedientos de tormenta,
naufragaron en el oleaje de sus cabellos
precipitados hacia el origen de la vida.
Y como un pez borracho,
flotando con los cebos del recuerdo,
ojos, dudas, deseos… se evaporaron
en el licor de gambas de su lecho.
Coral terciopelo barato...
30
Texto: Ángeles Córdoba Tordesillas / Imagen: Du Rodríguez
Entrelazados paisajes y deseos para una vida eterna.
Engranaje perfecto deemociones y hemisferios,donde reside la calma.
Por las rutas que traza el arte del mandala,configurando, alineando,obsesiones y arrebatos,entre los accidentes geográficos, de sublime movimiento.
Te seguiré,con mil ecos persistentes,que clamarán, a voces en coro,y en coral color,tu observadora presencia.
Torres de altas montañas, cercando mis soles, a la espera, de nuevos amaneceres.
Se perderá el sentimiento del amor, obediente, pues, por el destino.
Para reencontrarlo,después, sugerente,en líneas y ondas.
Y no pararé de arrimar, pupila con pupila, hasta el cíclope mismo,de tu infinito centro.
32
Texto: Esperanza Castro / Imagen: Almudena Mora
Elegí mi vestido color coral para volver allí, mi pañuelo de mariposas alrededor del cuello y mis
bailarinas nuevas. Me bajé del coche y comencé
a caminar. Llegué hasta un banco del parque, me
senté, cerré los ojos y de pronto todos los recuerdos
vinieron de golpe. Volví a respirar la alegría de esos
años tan maravillosos; volví a escuchar el sonido de
las risas de los niños mientras jugaban, el ruido de
los zapatos golpeando en cada salto los círculos que
había dibujados en el suelo, el crujir de los hierros
de los columpios al moverse. Sin duda el color coral,
que pintaba cada rincón de aquel mágico lugar, había
impregnado los momentos más felices de mi vida.
Muchas de mis cosas favoritas, sin quererlo, eran de
ese tono cálido y sereno. Ver algo color coral siempre
me ha sacado una sonrisa, y aún lo sigue haciendo.
34
Texto: Beatriz Estévez Pacheco / Imagen: Imanol Marrodán
Confieso que el blanco me pervierte. Me perturba cuando se revuelca sobre una hoja y
la abarca por completo. Ese blanco, insinuante, me
provoca, y yo, impía, derramo sobre él chorros de
tinta, siempre de color rojo, del sensual rojo coral.
Ensucio esa inmaculada piel con lo que en ese
momento me pida el cuerpo: palabras sueltas
o hilvanadas, dibujos anodinos y torpes, mis
recurrentes garabatos, números solitarios o
agrupados, o sencillos trazos que van y vienen.
Me perturba tanta blancura, lo reconozco. Me incita.
Seguro que ansía ver mancillada su pureza, me digo
mientras la contemplo, deseosa de rasgarla aunque
sea con un simple rayón coral.
Y no me contengo.
Y la acaricio. Y la mancho.
Porque me pervierte.
36
Texto: Charo Bolaño Wilson / Imagen: María Sánchez
Libre e inconsciente, la esposa eterna había dispuesto, primorosamente, una lágrima para cada
centímetro de su ataúd matrimonial.
Ordenó a todos los familiares que recogiesen
sus desmayos e hizo recitar una letanía para la
ocasión.
Cosió lazos de coral color en las abrazaderas de
las cortinas y adornó su escote con perlas por
segunda vez en su vida.
Después despidió a Juan Amor acariciándole la
frente.
Y una voz en su cabeza, que no reconocía, le
preguntó cómo había sido capaz de llegar hasta
allí…
Juan Amor
38
Texto: Miguel Ángel Rincón Peña / Imagen: Solimán López Cortés
Esquivando las pesadillasque nos producen todas
las paradojas de la identidad,
conducimos por carreteras
perdidas, en desiertos lejanos.
Nos ausentamos en ellos
y nos volvemos a encontrar
a orillas de un mar de coral.
Millones de caras desencajadas,
con millones de preguntas
nos miran desde el otro lado.
Mar adentro, en la profundidad,
-donde el destino llegar no puede-
hay respuestas entre los arrecifes
esperando ser encontradas.
¡Quién será capaz!
La noche cae, las estrellas
con su intermitente luz
guían a los navegantes
en la búsqueda de su destino.
Sin embargo, ninguna persona
podrá cruzar el mar dos veces,
porque ni la persona
ni el mar serán los mismos.
40
Texto: Javier Gallego Dueñas / Imagen: José María Reyna
Del coral intenso de unos labios,sin pirotecnia, la cera se derretía.
En la oscuridad de la habitación
ardían dos velas, un único vaso
de té humeante ocupaba el centro
de una mesa de taracea,
contagiado el té del rojo coral
que impregna la estancia,
una luz de pasión apagada y triste.
Un espejo al fondo devolvía,
a punto de consumirse,
una solitaria llama sobre una vela.
Aquello pasó, subsistía sólo
un pequeño recuerdo
desvaneciéndose en la memoria,
aún luciendo obstinado entre ambos.
Tallado en coral,
un pedestal de cera atestigua
cierta pasión lenta en aquella
habitación fría.
La sangre de las velas
en vano derramada,
habían sido dos ardiendo en una sola,
ahora se derriten por separado.
42
Texto: Paco Ramos / Imagen: Luis Pérez Calvo
Cada 24 de diciembre la ilusión de la navidad se mezclaba con el terror que
provocaba el hecho de que todos los
años apareciera, cerca del pueblo, el
cadáver de una niña asesinada junto a
una caja de galletas y una nota escrita
con tinta color coral: “Sólo la muerte es
para siempre”.
El inspector Esparza consiguió poner
sus manos sobre el criminal, que resultó
ser quien menos esperábamos. Adolfo,
aquel soltero y solitario frutero callado y
ensimismado.
En el afán por resolver el caso, se
contrató a una prestigiosa psiquiatra
con el fin de que buceara en la mente
de Adolfo. Su innovador método obtuvo
resultados. En las pesadillas del frutero
siempre aparecía el vestido de coral y la
caja de galletas que, puerta a puerta, es
vísperas navideñas, lucía aquella niña que
en su adolescencia le rompió el corazón.
La misma que había jurado amarle para
siempre.
44
Texto: Josep María Miró / Imagen: Mario César de las Cuevas
Nadador1.- A lo lejos…Nadador2.- ¿Qué?N1.- Un punto.N2.- (…)N1.- Eras tu.N2.- ¿Yo?N1.- Borroso. Un punto colorado. En medio del aséptico color de la piscina. Del cloro. Un mancha. Una mancha que iba acercándose. Y finalmente un fugaz encuentro. Un cruce. Rápido.N2.- Era yo. Gorro coral.N1.- Gorro coral.N2.- También te vi.N1.- Lo sé.
Mancha
N2.- Me lo pareció. Dos manchas en la piscina.N1.- Exacto.N2.- Me dio la sensación que me saludabas.N1.- Puede ser…N2.- Puede…N1.- Es difícil saludarse bajo el agua. Dos manchas a lo lejos, que van acercándose, se cruzan y se vuelven a alejar… Y así hasta ciento cincuenta veces. Estilo crowl. ¿Vienes mucho?N2.- Lunes, miércoles y viernes. Tu?N1.- También: Lunes, miércoles y viernes.N2.- No te había visto antes.N1.- Hoy estreno gorro.
Ángeles Prieto Barba / María Alcantarilla / Manuel Granados /
Luisa Futoranski / Adela Muntean / Nieves Vázquez Recio /
Arsenio Rodríguez / Aitor Francos / Gonzalo Höhr / Ángel Reguera /
Montse Benítez / Juan José Sánchez Sandoval /
Ricardo Cavolo / Fran Chaparro / Teo Vázquez / Iván Cano /
María Uribe / Illya U. Thoper / Juan Isaac Silva / José Salento /
Raúl Lucas / Rafael Arauz / María Luisa Beneytez Maeso /
Ángeles Córdoba Tordesillas / Du Rodríguez / Esperanza Castro /
Almudena Mora / Beatriz Estévez Pachecho / Imanol Madorrán /
Charo Bolaño Wilson / María Sánchez /
Miguel Ángel Rincón Peña / Solimán López Cortés /
Javier Gallego Dueñas / José María Reyna / Paco Ramos /
Luis Pérez Calvo / Josep María Miró / Mario César de las Cuevas
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