CUARESMA 2015 – Con María… hijos, discípulos y … · acabamos de escuchar: El encuentro y saludo de Isabel y María, de Juan Bautista y Jesús en el seno de sus madres…

CUARESMA 2015 – Con María… hijos, discípulos y testigos.

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Con María…

hijos,

discípulos,

testigos…

LECTIO DIVINA: Lc.1, 39-45.

25 de febrero a las 19,30 h en Santa María Nai.

CUARESMA - 2015


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NOS PREPARAMOS:

(Con fondo musical se invita a los asistentes a prepararse con voz en off. Luego se van acercando los

símbolos que se colocarán al lado del atril donde se entronizará la Palabra de Dios. Todos

permanecerán sentados).

MONITOR:

Hermanos y hermanas: Dispongámonos para escuchar en esta tarde la Palabra de Dios. Como María, abramos nuestros oídos y nuestro corazón para dejarnos hacer por Dios y, llenos de él, salir con prontitud a llevar la buena noticia a cuantos encontremos en el camino. La Palabra de Dios nos transformará desde dentro y nos guiará en el camino hacia la Pascua haciendo que lleguemos renovados y llenos de entusiasmo misionero.

Dejémonos guiar por la plegaria y los símbolos que ante nosotros se van a presentar y con María, dejemos que la Palabra de Dios nos ayude a vivir como verdaderos hijos, discípulos y testigos del Señor.

(Suena un suave fondo musical y una persona lleva el símbolo por el pasillo central mientras otra lee, si

es posible en off. Subirá despacio y se dejará silencio, con fondo musical, entre uno y otro. Como

indicación, puede servir empezar a caminar cuando el lector comienza a leer el texto correspondiente a

ese símbolo, sin preocuparse de llegar cuando acabe, sino seguir avanzando en el silencio, mostrar y

colocar el símbolo despacio).

� LECTOR A: (Panes). Jesús nos dice que “no sólo de pan vive el hombre, sino de la

Palabra que sale de la boca de Dios”. La Palabra de Dios es el verdadero “Pan de cada día” que deberá alimentar nuestra fe en el camino hacia la Pascua. En este camino te pedimos, Señor, que nos ayudes para que sepamos “gustar” del pan de la Palabra …

� LECTOR B: (Luz). Jesús nos dice: “Yo soy la luz del mundo”. En nuestro camino cuaresmal hacia la Pascua te decimos: Señor, ayúdanos para que la Biblia sea claramente la luz que ilumina nuestros pasos, maestra de vida, a quien escuchamos con frecuencia, para aprender a vivir como hijos, discípulos y testigos del Evangelio …

� LECTOR C: (Miel). Leemos que “La palabra del Señor es dulce como la miel”, porque nos consuela y nos conduce por caminos de solidaridad, de afecto, de amor auténtico. En nuestro itinerario cuaresmal hacia la Pascua te rogamos, Señor, que tu palabra nos bendiga con un clima de afecto y diálogo, respeto y amabilidad entre todos. Para que así se note que somos cristianos: discípulos y discípulas de Jesús que no necesitamos maltratar al otro para dar testimonio de tu Evangelio.


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MONITOR:

En este momento de nuestro encuentro nos disponemos a entronizar, es decir, colocar solemnemente en un lugar visible y convenientemente adornado, el libro de la Palabra de Dios. Os invitamos a vivir este momento con verdadero espíritu de oración haciendo un acto de fe en la Palabra de Dios que es viva y eficaz. Ella es lámpara para nuestros pasos en el sendero de nuestro caminar hacia la Pascua. Dispongámonos a vivir este rito. Nos ponemos de pie.

Lector 1. Hermanos y hermanas: Una noche me arrebató el Espíritu y oí una voz, vibrante como una trompeta que me decía: "Mira y escucha, abre bien tus ojos y tus oídos". Miré y vi un pueblo que caminaba con el libro mientras cantaban todos unidos”.

(Suena un canto: Tu Palabra me da vida. Mientras se canta, el que preside –si puede ser con capa pluvial- lleva en alto entre cirios –cuatro: dos delante y dos detrás- el libro de la Palabra de Dios desde el fondo del templo Delante les precede uno con el incensario humeante. Al llegar a la mitad se paran y cuando el canto termina el lector 2 lee. Como fondo puede seguir sonando la música del canto suavemente)

Lector 2. Había luces, incienso y el pueblo ascendía hacia lo alto presididos por el que llevaba el libro.

(Suena de nuevo el canto: primera estrofa y estribillo, mientras siguen ascendiendo con el libro. Al llegar al presbiterio, el que preside, sostiene el libro en alto a la vista del pueblo y cuando termina el canto lo besa y dice en voz clara).

CELEBRANTE: Este es, hermanos y hermanas, el libro de la Palabra de Dios. Todos aclaman con la frase que aparece en la pantalla.

TODOS: TE ALABAMOS, SEÑOR. AMÉN, AMÉN. Sigue con el libro en alto y los que lo acompañan, al lado. Luego el lector prosigue.

LECTOR 1. Y aquella voz vibrante me dijo: "Escuchad bien, que estas Palabras son luz. Abrid el corazón que estas palabras son fuego. Apagad vuestra sed, que estas Palabras son agua viva". Y todo el pueblo proclamó:


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(Esta plegaria puede recitarla toda la Asamblea juntos o a dos coro. Se puede colocar en Power point o si no hay, darlo en papel junto con todas las respuestas de la asamblea y cantos. También se puede hacer de modo alterno, el que dirige anuncia lo que está en negrita y todos contestan con el resto de la estrofa. Incluso uno lee y cada dos estrofas se canta una antífona breve)

Escucharemos tu Palabra, en lo profundo de nuestros corazones la escucharemos. En la oscuridad de nuestra noche la Palabra como luz brillará. Meditaremos tu Palabra, en el silencio interior la meditaremos. En el desierto de las voces la Palabra de amor resonará. Seguiremos tu Palabra, por el sendero de la vida nosotros la seguiremos. En el trance del dolor la Palabra de la cruz nos salvará. Guardaremos tu Palabra, para la sed de nuestros días la guardaremos. En el transcurso del tiempo la Palabra de lo eterno no pasará. Anunciaremos tu Palabra, caminando por este mundo la anunciaremos. Las fronteras de tu reino la Palabra como viento abrirá de par en par. Viviremos tu Palabra, compromiso de amor con los más pobres, acicate en la lucha contra la rutina,


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y esperanza de este pueblo peregrino.

(Se entona un canto breve: segunda estrofa y estribillo de Tu Palabra me da vida. Mientras, coloca el libro de la Palabra de Dios en el ambón preparado para la ocasión. Se echa incienso de nuevo en el incensario que se coloca en lugar donde el humo suba delante o detrás del libro. Luego se dirige a su sitio y anima la celebración. Todos los epígrafes que aparezcan como ANIMADOR, los hace el que preside).

ANIMADOR:

Contemplad hermanos el libro de la Palabra de Dios e invocad al Espíritu Santo para que nos disponga a acoger su Palabra.

Y el coro canta y toda la asamblea con ellos.

CANTO: Espíritu Santo, ven, ven… (2)

ANIMADOR: Nos sentamos.

Vamos a prepararnos para escuchar y comprender el texto de la Palabra de Dios que nos ayudará a orar en este día, al inicio de la Cuaresma. Dos lectores nos ayudarán a situar el pasaje para poder comprenderlo mejor cuando lo escuchemos proclamar. Prestemos atención.

(Dos lectores alternando. Si hay dos micrófonos uno desde cada lado. Si no, desde el mismo, pero haciendo los cambios despacio, dejando un breve silencio, para no distraer.

LECTOR 1: Vamos a proclamar dentro de un momento el texto conocido de la visita de María a Isabel (Lc. 1,39-56). Este relato vincula los dos anuncios de nacimiento relatados anteriormente por separado por San Lucas: el de Juan Bautista (Lc. 1, 5-25) y el de Jesús (Lc. 1,26-38). Así posibilita el encuentro entre el profeta y su Señor antes incluso de nacer. Anunciando la concepción extraordinaria de estos dos niños, el ángel ha dejado al descubierto el plan salvífico de Dios: lo impensable Dios lo ha hecho posible. Ahora Lucas deja hablar a sus madres, quienes, sin haberlo buscado, se han convertido en beneficiarias y testigos de esa salvación.

LECTOR 2: En la intención del evangelista, el relato del encuentro de María, madre del Salvador, con Isabel, madre del Precursor, busca subrayar la superioridad de Jesús sobre el Bautista.

María es el personaje central. Pero no por lo que ella haga, sino por cuanto en ella se ha realizado. Así lo reconoce Isabel. La escena del encuentro, de la que nuestro texto es solo una parte, se abre y se cierra con ella (Lc. 1,39.56). La intervención de Isabel (Lc. 1,41), motivada por la llegada de María (Lc. 1,40), no tiene otro interés que el de descubrir la acción de Dios en ella (Lc. 1,42-45) y


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provocar la alabanza de María, que publica por vez primera su reacción personal a la maternidad virginal (Lc. 1,46-56).

LECTOR 1: Isabel reconoce que la llegada de María ha llenado de vida su seno y del Espíritu

su existencia. Es el mismo Espíritu que había convertido en madre a una virgen el

que inspira a su prima. Isabel nota la acción de Dios en su maternidad ya cercana.

Y reconoce que todo lo que acontece entre ellas se lo debe a quien se ha atrevido

a creer en su Señor, pues todo ha comenzado nada más llegar la virgen madre. La

primera bienaventuranza del Nuevo Testamento fue dirigida a María no por ser la

madre del Hijo de Dios sino porque se había hecho sierva de su Señor. Fue madre

de Dios porque creyó en su palabra. Llegar a ser familiar de Dios es el destino

posible para cualquier creyente y el camino es el que María nos muestra: Escuchar

y confiar en la Palabra de Dios. Y quien lo intente, será para los demás ocasión de

gracia y motivo de alegría como lo fue María para Isabel, porque lleva a Dios a la

vida de su prójimo.

Nos ponemos de pie.

(El que anima la celebración se levanta y proclama el texto en voz alta. Todos los demás escuchan)

A/ El Señor esté con vosotros.

T/ Y con tu espíritu.

A/ Proclamación del Santo Evangelio según San Lucas (Lc.1, 39-45)

Alguien le acerca el incensario e inciensa el libro. Luego proclama.

39 En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; 40 entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41 Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo 42 y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! 43 ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? 44 Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. 45 Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá». Palabra del Señor.

T/ Gloria a ti, Señor, Jesús.

Terminada la proclamación se deja un breve silencio y prosigue.


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ANIMADOR: Recordemos un momento, trayendo a nuestra mente esta escena que

acabamos de escuchar: El encuentro y saludo de Isabel y María, de Juan Bautista y Jesús en el seno de sus madres….

Sigue un breve silencio con fondo musical o sin él… luego invita de nuevo.

Ahora meditemos, ayudados por dos monitores, este pasaje. Escuchemos con atención y dejemos que, por medio de sus explicaciones, la Palabra proclamada vaya calando en nuestro interior y se convierta en vida que nos ayude a experimentar la acción de Dios en nuestras vidas y nos va transformando en discípulos, misioneros.

LECTOR 1: ACOGER A DIOS PARA SER HIJO, DISCÍPULO Y

TESTIGO.

Tras haber asumido el plan que Dios tenía sobre ella y una vez que, declarándose sierva del Señor, empezó a ser su madre, María se puso inmediatamente en camino para ponerse al servicio de quien la necesitaba, su prima Isabel. Lo primero que hizo, apenas hubo comenzado a concebir a Dios en su seno, fue irse con prisas a casa de quien iba a ser madre antes que ella. La madre de Dios estrenó su propia maternidad atendiendo la maternidad de una familiar más anciana. María no supo esperar a Dios, tranquilamente, a solas, con los brazos cruzados, insensible a otras maternidades menos importantes. Acoger a Dios en su seno, la lleva al servicio a quien le necesita para llevarle a Dios.

LECTOR 2: SIN PRIVILEGIOS…

Saber que el hijo que se estaba formando en sus entrañas era, en realidad, hijo sólo de Dios, no lo vio como un privilegio personal, ni como lógica excusa para evitar el servicio a una familiar. Sintiendo a Dios en su interior, no se pudo sentir liberada de la necesidad de su pariente. Precisamente porque Dios se estaba haciendo niño en su seno, tuvo que ponerse a disposición de otra futura madre y de otro niño que, como su propio hijo, estaba aún por nacer. María vivió su estado de buena esperanza, haciendo el bien a

quien, como ella, también esperaba ser madre por gracia de Dios.

LECTOR 1: PARA CONVERTIRTE, ACÉRCATE AL HERMANO…

Ayudando a su prima, inició la madre de Dios su periodo de gestación; esperó el

nacimiento de su Hijo sirviendo al prójimo. María nos enseña la forma auténtica de

acoger a Dios, de convertirnos: acercarse a quien necesita de nuestra ayuda y ponerse a

su disposición es el modo mariano de preparar el encuentro y la acogida de Dios en

nuestra vida. Aquí reside, seguramente, la razón por la que, a pesar de estar siempre

echando a Dios en falta en el corazón, no logramos tenerle nunca en nuestras manos:


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en María vemos cómo una espera de Dios no ha de convertirse en un inútil pasatiempo.

Ella nos enseña que no espera bien a Dios quien no hace el bien a los demás.

LECTOR 2: DE LA TENTACIÓN DE LA EVASIÓN AL COMPROMISO.

El camino que recorrió María entre las montañas, sus prisas por llegar a casa de Isabel

nos hacen más gráfica, más concreta y más real la esperanza que vivía. No se contentó

con saber que el hijo que ella esperaba era el hijo de Dios. No supo esperar a Dios de

otro modo más que ayudando a su pariente anciana. No encontró modo de atender a

Dios, más que atendiendo a quien también esperaba un hijo. Y es que no hay modo más

eficaz de esperar a Dios que el de ponerse al servicio de quien lo espera: atender la

necesidad del prójimo es la mejor manera, si no la única, de atender al Dios que

permanentemente está saliendo a nuestro encuentro. Quien crea que para encontrar a

Dios nos hemos de desentender de este mundo, despreocupados de sus problemas,

insensibles ante sus necesidades, no encontrará realmente al Dios que nació de María,

ni se prepara dignamente a la celebración de la Pascua de Jesús, su vida hecha entrega,

hasta el final, por amor a nosotros sus hijos.

Sigue un breve silencio mientras se retiran los lectores a su sitio y luego se canta…

Canto: Nada te turbe, nade te espante… (2)

Sigue otro breve silencio y luego el animador dice.

MEDITACIÓN.

El animador va dirigiendo la meditación personal siguiendo este esquema… Lo hará con voz cálida y

despacio… un suave fondo musical lo acompaña, subiéndolo un poco en los silencios y bajándolo

cuando habla…

ANIMADOR:

� Hemos proclamado la Palabra de Dios…, luego la hemos explicado para comprenderla

mejor… ahora la meditamos para que se vaya transformando en vida en nosotros, al

igual que en María. Primero recordemos la escena: María, con Jesús en su seno, llega a

casa de Isabel y se produce el encuentro entre dos madres y dos hijos…

� Ahora volvemos a nuestra vida… Estamos como Iglesia caminando hacia la Pascua… Un

camino de conversión personal para cada uno y pastoral, para nuestras comunidades

parroquiales en el seno de la Diócesis… Mirémonos, sin dejar de mirar a María e Isabel.

¿No nos puede pasar que mientras caminamos hacia la Pascua, escuchando la llamada

cuaresmal a la conversión, vivimos agobiados por nuestros propios problemas, que no

nos preocupan más que nuestras dificultades, que vivimos, como dice el Papa Francisco

en una permanente autorreferencial personal y parroquial, y así no escuchamos a Dios


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en nuestra vida?... ¿No corremos el riesgo de no sentirnos necesitados de conversión

verdadera, porque pensamos que eso es solo para los demás, ellos sí tienen que

convertirse? Y esto nos pasa a nivel personal y a nivel comunitario…

� ¿No vivimos pidiendo a Dios que venga a salvar al mundo de tantos problemas, incluso

quejándonos de su falta de acción y llegando a dudar de su existencia y amor hacia

nosotros sus hijos, y no escuchamos su voz que nos repite: Para eso te he puesto a ti?

Nos cuesta ver a Dios en el que está solo, triste, necesitado, llevando una vida sin

horizonte, sin más sentido que lo inmediato… Nos cuesta acoger el grito de la Iglesia:

“Salgamos, salgamos…” y hagámonos peregrinos al encuentro del hermano, testigos

del Dios en quien creemos, para que él, por medio de nosotros les haga saltar de alegría

al descubrir un sentido a sus cruces… ¿No será este el ayuno que Dios quiere hoy de

nosotros? Aprender a renunciar libremente, para entregarme libremente al hermano

que necesita mi tiempo, mi testimonio pobre, mis bienes…

CANTO: Peregrinos no deserto…

ORACION PERSONAL Y COMUNITARIA.

ANIMADOR:

Ahora en silencio, después de escuchar lo que el Señor nos ha ido diciendo con su

Palabra y los comentarios de la misma, le hablamos nosotros… Ora, dirigiéndote a él

con la confianza de un hijo, con la esperanza de un discípulo y con la urgencia de

alguien que quiere vivir como testigo de su fe… Ora… a Dios también le gusta

escuchar a sus hijos…

Sigue un rato de silencio con un suavísimo fondo musical propiciando la oración personal… Luego el

animador prosigue…

ANIMADOR:

Para vivir como María, sintiéndonos hijos del Padre, discípulos del Hijo y dispuestos

para dejarnos guiar por el Espíritu Santo dando testimonio de nuestra fe, necesitamos

de la ayuda del Señor. Por ello oremos juntos diciendo:

MIRA A LA MADRE DE TU HIJO Y ESCÚCHANOS

LECTOR 3: Oremos por la Iglesia. Que a ejemplo de María viva de la escucha atenta de la

Palabra de Dios y salgamos con prontitud a llevar la Buena Nueva a todos los

hombres. Oremos.


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LECTOR 4: Oremos por todos nosotros. Que en este camino cuaresmal hacia la Pascua nos

dejemos renovar por la Palabra de Dios y crezcamos en nuestra conciencia de

hijos, discípulos y testigos. Oremos.

LECTOR 3: Oremos por los jóvenes. Que abran su corazón a la Palabra de Dios y como María

se decidan a responder Sí a su llamada. Oremos.

LECTOR 4: Por los empobrecidos y los que sufren. Que encuentren en nosotros personas

disponibles para ayudarles a experimentar con nuestro servicio la cercanía

amorosa de Dios. Oremos.

LECTOR 3: Por las familias. Que redescubran el sentido del ayuno y sus implicaciones

educativas y sociales para la vida. Oremos.

LECTOR 4: Por nuestras comunidades parroquiales. Que saliendo de nuestra

autorreferencialidad nos abramos a la comunión asumiendo la necesidad de

una conversión pastoral que nos haga sentir la necesidad de ser evangelizadas

para poder evangelizar. Oremos.

ANIMADOR: Y como Hijos nos dirigimos a nuestro Padre con la misma oración de nuestro

Maestro cantando:

CANTO: Padre nuestro (en el mar he oído hoy…)

ANIMADOR: Y concluimos haciendo nuestras las Palabras de María proclamando las

grandezas que Dios hace en nosotros, sus humildes hijos, cuando escuchando

su palabra nos dejamos guiar como buenos discípulos y nos atrevemos a dar

testimonio de lo que creemos, diciendo:

Se reza el Magníficat todos juntos y luego el animador concluye…

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:


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dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

A/ El Señor esté con vosotros.

T/ Y con tu Espíritu.

A/ La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros

y os acompañe siempre.

T/ Amén.

A/ Hermanos y hermanas, proseguid caminando hacia la Pascua acompañados de la

intercesión y el ejemplo de María. Como ella, escuchad en el camino la Palabra de Dios que

nos habla como Hijos y aprendamos a ser discípulos que dan testimonio de su fe sirviendo

a nuestros hermanos con prontitud, para que puedan descubrir el amor cercano y tierno de

un Dios que nos ama y envía a su Hijo para salvarnos y nos regala su Espíritu para seguirle.

Glorificad a Dios con vuestras vidas, podéis ir en paz.

T/ Demos gracias a Dios.

CANTO: Himno del año Mariano.


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Clero de la ciudad – Diócesis de Orense.

AÑO MARIANO.

Cuaresma 2015.

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