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DÍA 1

2 Corintios 3:17-18

Quizás alguna vez pensamos: "Si Jesús estuviera aquí en la tierra, y si pudiera verlo, lo seguiría a cualquier parte". Pero, en la Biblia nos encontramos con las siguientes declaraciones: “Porque el Señor y el Espíritu son uno mismo, y donde está el Espíritu del Señor hay libertad. Y nosotros no tenemos ningún velo que nos cubra la cara. Somos como un espejo que refleja la grandeza del Señor, quien cambia nuestra vida. Gracias a la acción de su Espíritu en nosotros, cada vez nos parecemos más a Él”. ¡El Espíritu de Dios está en vos! Cristo está en vos hoy, representado por su Espíritu, tan seguro como estuvo con los discípulos en el pasado. Es increíble descubrir que el Espíritu de Dios vive en nosotros y que, a menudo no le prestamos atención. Jesús dijo que podemos vivir por sobre los sucesos, los cambios y circunstancias que nos enfrentamos en la vida.

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Es muy fácil para nosotros distraernos con las dificultades que nos rodean y convertirnos en personas amargadas, enojadas y llenas de autocompasión. El problema es que, si nos centramos en las heridas y decepciones, nos volvemos hostiles hacia la vida. ¿Alguna vez te tocó encender una fogata o viste de cerca a alguien que lo hacía? Cualquiera que sea el fin de ese fuego, cuando el fuego empieza a arder, por más grande que sea, si uno se aleja y deja de prestarle atención comienza a reducir su intensidad y hay que avivarlo para que no se apague. Con el Espíritu Santo ocurre algo similar, si nos descuidamos, si no cuidamos esa llama preciosa, se puede debilitar, e incluso apagar. Es importante colocar las “maderas” necesarias para mantener ese fuego vivo ardiendo en nuestras vidas. Algunas de esas maderas son la oración, la renovación de nuestra mente a través de la Palabra. En la medida en que nosotros nos rendimos a Dios, en esa misma medida el Espíritu de Dios hace su trabajo en nosotros.

Te invito hoy a que te dejes llevar por el Espíritu Santo, a que

no te resistas, a que le permitas fluír en vos, y le permitas llenarte y purificarte con su fuego.

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DÍA 2

Juan 14:26

Pero, ¿quién es el Espíritu Santo y cómo nos ayuda exactamente? Mucha gente dice que el Espíritu Santo nos da poder, y eso es cierto, pero ¿cómo lo hace? El Espíritu Santo fue enviado para recordarnos acerca de Cristo y capacitarnos para vivir a la luz del evangelio. Nos recuerda todo lo que Jesús ha enseñado. "Pero el Consejero, el Espíritu Santo, el Padre lo enviará en mi nombre, le enseñará todas las cosas y le recordará todo lo que le he dicho" (Juan 14:26). Él es un testigo personal para testificar acerca de Cristo. “Cuando venga el Consejero, el que te enviaré del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, Él testificará acerca de mí” (Juan 15:26).

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Obtener el fruto del Espíritu es un proceso de toda la vida. Algo en mí debe morir, para dar lugar a la naturaleza divina. En la medida en la que voy “muriendo” tendré mejores pensamientos, expresaré mejores palabras, realizaré mejores acciones y llegaré de este modo a ser más justo y santo (2 Pedro 1:3-9). Lo mismo ocurre con el amor, el gozo, la paz, la paciencia, y los otros frutos del Espíritu. Esto es un trabajo de por vida. Siempre hay más naturaleza divina por la cual trabajar. Necesitamos tener constantemente este anhelo y deseo ardiente en nuestros corazones. “Pues el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen”. Si estás necesitando experimentar la verdadera libertad en tu vida, simplemente tenés que hacer una oración pidiéndole a Dios que te llene con su Espíritu, para que puedas vivir en plenitud.

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DÍA 3

Gálatas 5.22-23

La vida con Jesús es como un árbol que crece, madura y da fruto. Según creces en tu andar con Jesús, el Espíritu Santo transforma tu vida y te ayuda a madurar. Hay cristianos que piensan: “Bueno, ya acepté a Cristo en mi corazón, soy salvo, ya está”. Pero en realidad este es el comienzo de una obra maravillosa. La meta del Espíritu Santo en nosotros es que alcancemos plenitud a través del lugar que le damos, para que su fruto pueda crecer y madurar en nosotros. Debemos entender los siguientes pensamientos para disfrutar en plenitud:

1. El fruto es del Espíritu Santo. No es algo que podamos producir con esfuerzo humano. Es Él quien entra en la mente y en el corazón y comienza el proceso

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de transformación, a través de una limpieza y reorganización.

2. El fruto no es instantáneo. A través de un proceso, el Espíritu Santo va desarrollando y madurando el fruto en nosotros.

3. El fruto es notorio en nosotros al hablar y actuar ante quienes nos rodean.

4. El fruto refleja la identidad del árbol en que crece. Si es un manzano, producirá manzanas. Cuanto más nos sometamos a Cristo, más nos pareceremos a Él.

5. El fruto es siempre para beneficio de otros. Nunca vamos a ver un fruto comiéndose a sí mismo, diciendo: “No quiero que me coma otro”. El Espíritu Santo desea producir fruto en nosotros para que otros sean nutridos. Éste árbol puede producir todo lo que necesitás para cada área de tu vida. No necesitás ir al Espíritu Santo para tener paz y a otro lugar para conseguir amor. O ir al Espíritu a buscar paciencia y a otra persona a pedirle templanza. Todo esto está en el árbol del Espíritu. ¿Te considerás una tierra fértil para que el fruto del Espíritu pueda crecer fuerte? ¿Cuál es tu manera de mantenerlo limpio y apto?

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DÍA 4

Mateo 22:35-38

Dios nos creó para que viviéramos en comunión con Él. Él quiso depositar en su creación todo su amor, y disfrutar plenamente de una íntima relación con nosotros. Pero los fariseos y los escribas muchas veces trataron de tentar a Jesús con varias preguntas. Sin embargo, otros le hacían preguntas genuinas porque buscaban respuestas. Hay una pregunta que fue hecha dos veces por dos personas diferentes, una que quería aprender y otra que quería tentarle. Se trata de la pregunta de que cuál mandamiento es el más grande de todos: “¿cuál es el gran mandamiento en la ley?”, en ambas situaciones, Jesús respondió lo mismo: “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas”.

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En términos bíblicos el amor está estrechamente conectado con hacer y específicamente el amar a Dios con hacer lo que Dios quiere, esto es, Sus mandamientos, Su voluntad. Jesús puso esto muy en claro cuando dijo en Juan 14:15: “Si me aman, guarden mis mandamientos”. Entonces amar a Dios, el principal mandamiento, no significa que nos sentimos bien sentados en una silla de la iglesia un domingo. Más bien lo que significa es que tratamos de hacer lo que complace a Dios, lo que hace feliz a Dios. Y eso es una cuestión diaria. Muchos podemos decir que amamos a Dios, pero si no estudiamos, meditamos y ponemos en práctica Su Palabra, entonces lo que decimos es mentira. Estas actitudes son las que caracterizan a una persona que ama a Dios, ¿crees que aún te falta desarrollarlas? No te preocupes, es un proceso que no se logra de la noche a la mañana, pero que con la ayuda de la Palabra de Dios y su Espíritu Santo, lo lograrás. Amar a Dios más que a todo lo demás es el acto de mayor valor en esta vida. Que a partir de hoy, amar a Dios y reflejar ese amor a través de nuestros actos, sea nuestra prioridad.

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DÍA 5

Lucas 10:27

Para amar a Dios, tenemos que amarlo de la forma que Él quiere ser amado, no como nosotros queramos amarlo. La forma correcta de amar a Dios es con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente, incluyendo todo lo que eso implica. Dios nos creó con un corazón a fin de que lo amaramos plena y absolutamente. Es cierto que el corazón está compuesto de nuestras emociones, pero también de nuestra mente, voluntad y conciencia. Es la fuente de nuestros sentimientos, pensamientos e intenciones. Hoy en día, sin embargo, nuestros corazones aman muchas otras cosas aparte de Dios. ¿Qué cosas te distraen de amar a Dios? Dios creó nuestra alma para que lo expresáramos a Él, pero debido a nuestra naturaleza, solemos expresarnos a nosotros mismos. Tenemos nuestras propias opiniones,

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sentimientos y decisiones aparte de Dios. No obstante, cuando volvemos nuestro corazón al Señor, nuestro amor por Él crece. Sus pensamientos llegan a ser nuestros pensamientos, sus sentimientos llegan a ser nuestros sentimientos y sus decisiones llegan a ser nuestras decisiones. A medida que Él realiza su obra transformadora en nosotros, espontáneamente expresamos a Dios y le glorificamos. Otros ven a Cristo expresado en nosotros en nuestro amor hacia Él con toda nuestra alma. Amar a Dios con nuestra mente se expresa de dos formas: primero, significa tener pensamientos puros, honestos, y honrados. Segundo, significa pensar bien de Él, es decir, confiar en que todo obra para bien. Debemos amar a Dios en medio de cualquier circunstancia. Desconfiar es lo contrario de amarlo con nuestra mente. Amar con todas nuestras fuerzas es darse uno mismo al Señor, con nuestros actos, con lo que hacemos, con lo que entregamos. Amar a Dios con todo nuestro ser es un ejercicio. No siempre nos levantamos en la mañana con un corazón amoroso hacia el Señor. No obstante, podemos comenzar el día volviendo nuestro corazón a nuestro querido Señor Jesús.

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DÍA 6

1 Juan 4.7-9

Es interesante cómo la palabra amor es usada en la sociedad. Es mencionada y aludida por todo tipo de persona, en diferentes situaciones. Si nos basamos en el versículo central, ¿de dónde viene el amor? ¿quiénes son los que aman?, el que dice conocer a Dios, pero no ama a su prójimo, ¿conoce realmente a Dios? Cuando tenemos el amor de Dios en nuestros corazones, aprendemos a amar más a las personas a nuestro alrededor y a nosotros mismos. Es una decisión la de poner a los demás primero y sacrificarnos a nosotros mismos por ellos, no es un sentimiento. Los sentimientos provienen del corazón y son traicioneros. Muchas veces hacemos cosas porque “sentimos” paz al hacerlas, pero me pregunto, ¿Jesús

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sintió paz en el Getsemaní? No. Él conocía la voluntad de Dios. A mí, la voluntad de Dios muchas veces me ha producido quebranto y dolor, pero tenía la convicción de seguir, por amor a Dios. Quiero decirte una cosa, caminar por sentimientos es el peor error que podés cometer como cristiano. Tenemos que dejar de “sentir” y comenzar a actuar, porque el amor es un conjunto de hechos y decisiones en la búsqueda del bienestar del otro. Jesús priorizó los actos de amor cuando estuvo en la tierra, no usó solo la frase “te amo” para conectarse con las personas. Pasaba tiempo con ellas, oraba por ellas, hacía milagros. Dio su vida por ellas. Es querer y hacer. En Filipenses 2.13 dice que Dios produce el querer como el hacer en nosotros por su buena voluntad. Por eso no debemos permitir que nuestras relaciones dependan de lo que sentimos. La próxima vez que le digas a alguien “te amo”, asegurate de que vaya acompañado con otras acciones, para que signifique lo que realmente es. ¿Cómo es tu relación con Dios? ¿Cómo estás demostrando amor a quienes te rodean?

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DÍA 7

Juan 15:11

La alegría es una consecuencia directa del amor. Esto no es una alegría superficial, ni significa la ausencia de aflicciones y dificultades. Este gozo es lo que escribió el apóstol Pedro diciendo que es "glorioso e indescriptible" (1 Pedro 1.8). El gozo espiritual cristiano es inexplicable, quienes no conocen a Dios no pueden comprenderlo, porque no puede experimentarse simplemente por los sentidos. Como todos los demás frutos, el gozo es más que un sentimiento. Denota una actitud de confianza suprema y alegría intrínseca basada en la fidelidad de Dios, en lo que Él es. Está conectado con nuestra relación con Dios a través de Jesucristo, entonces podemos cultivar el gozo profundizando en nuestra relación.

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A diferencia de la felicidad el gozo no es resultado de circunstancias externas, depende únicamente de la actividad del Espíritu Santo en la vida de una persona, por consecuencia, las circunstancias adversas no deberían influir en la voluntad de las personas que tienen una relación profunda con Dios. Tenemos que enfrentar muchas circunstancias que pueden quitarnos el gozo: trabajos estresantes, enfermedades, muerte de seres queridos, problemas económicos, situaciones de peligro, molestias diarias y frustraciones, etcétera. Cuando el gozo desaparece, comienzan los reclamos, la infelicidad, frustración, porque comenzamos a depender de circunstancias externas. Nos centramos en nosotros mismos. Cuando mostramos gozo, estamos demostrando seriamente donde están nuestras prioridades. ¿Cómo podemos manifestar más gozo en nuestra vida? La respuesta es simple: debemos cambiar nuestra manera de pensar y volvernos a Dios. Es importante darnos cuenta que el proceso es una lucha que se lleva a cabo en nuestra mente durante toda la vida, encontrar el gozo del Señor es una búsqueda diaria. Dios está en medio de cualquier adversidad y tiene el poder que necesitamos para llenarnos de ese Gozo del Señor que es nuestra fortaleza.

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DÍA 8

Nehemías 8.10

Vos y yo deberíamos ser las personas más alegres de la tierra. Por donde vamos, deberíamos transformar vidas. Deberíamos ser gente entusiasta, feliz, llena de esperanza. Cuando nos retiramos de un lugar, deberíamos dejar un perfume delicioso. Pero muchas veces, nos encontramos andando lastimados por la vida. Nos comparamos con otras personas, nos fijamos en las cosas que nos faltan, en los problemas que tenemos y siempre terminamos pesando los resultados hacia el lado de la carencia. Todas estas cosas sólo logran frustrarnos y nos vuelven personas negativas. Pero Jesús vino para que nuestro gozo sea completo. Dios nos ha dado una vida para disfrutarla, no para comparar nuestra situación con la de los demás, tenemos lo necesario para ser felices.

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Muchas personas se encuentran en una guerra interior, creen que no pueden ser felices porque no les gusta la vida que están llevando, porque no les gusta como se ven, o las personas con las que están viviendo, esperando a que esas situaciones cambien para ser felices. Quizás no tengas la casa de tus sueños, o el trabajo que te gustaría tener, pero si no te proponés ser feliz donde estás ahora, nunca vas a llegar a donde realmente querés ir. Ya lo dijo David en el Salmo 118:24: “Este es el día que hizo el Señor; nos gozaremos y alegraremos en él”. Este es el día para estar alegres, no mañana, no el día que deje de llover, no el domingo que no tengo que trabajar. Para eso, hay que tomar una decisión: celebrar cada día porque es un regalo de Dios. Una vez que se va el día, no va a volver más. Y si cometemos el error de vivirlo negativamente, será un día de gozo perdido. La manera en la que vivas tus días es una responsabilidad completamente tuya. Podés vivir cada circunstancia con la expectativa de lo que Dios va a hacer en favor tuyo y caminar en el gozo que trae su presencia, o elegir la indiferencia y alimentar la infelicidad. Si decidiste ser feliz, tenés que ser feliz a propósito.

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DÍA 9

Mateo 12.35

Un hombre de bajos recursos ganó un viaje en avión en primera clase. En ese vuelo conoció a un matrimonio muy exitoso. Como era de esperar en esa categoría, todo era muy confortable. Pero desde un principio, la mujer de esta pareja no hizo más que quejarse. Se quejó de la temperatura del aire acondicionado, de la comida, del asiento, de que los baños no estaban lo suficientemente limpios, etc. Con esto, logró que todos los que estaban cerca de ella se sintieran mal, incómodos. Al final, este hombre que viajaba por primera vez en primera clase, no pudo disfrutar su premio, por el ambiente que se había generado. Hay muchas personas que son como esta señora. Son fabricantes de infelicidad. Pero el desafío está es ser buenos fabricantes, administradores y proveedores de felicidad.

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Lo que Jesús dijo en Mateo 12.35 es que no es nuestra circunstancia la que nos hace ser negativos e infelices, sino lo que hay dentro nuestro. Esta alegría también es la misma que sintió el apóstol Pablo cuando dijo: "triste, pero siempre alegre". La alegría producida por el Espíritu Santo en nosotros nos hace alegrarnos incluso ante el dolor, ya que somos capaces de comprender que todas las cosas funcionan juntas para el bien de los que aman a Dios (Romanos 8:28). Si una persona que ha decidido vivir en gozo, con alegría, es sometida a circunstancias negativas, va a salir victoriosa. Éstas son las evidencias de una vida en Cristo que las personas necesitan. Hay muchos que necesitan ser contagiados de felicidad, que están esperando por alguien que los ayude a caminar y a ver la vida de otra manera. No esperes a que los demás estén bien para sentirte bien, ¿estás dispuesto a ser feliz? Hoy va a ser un día espectacular. Dios te regaló el gozo para que puedas disfrutarlo. No te lo pierdas ni dejes que otros lo hagan.

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DÍA 10

Juan 14.27

La siguiente consecuencia de la presencia del Espíritu Santo en la vida del creyente es la Paz, ahora bien, esta es una cualidad que tampoco está sujeta a las circunstancias, es una paz diferente a la que da el mundo, como lo dijo Jesús cuando anduvo en la tierra. Es una paz únicamente dada por Dios a través del Espíritu Santo, una paz que está basada en la fidelidad de su amor y cuidado. Imaginate lo que habrá sido estar en Jerusalén durante el tiempo en que Jesús recorría sus calles. ¿Cómo habrá sido aprender directamente del Maestro? Casi al final de su vida humana, Jesús hizo una gran promesa. Les prometió a sus seguidores que les dejaría su paz, diciéndoles: “Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan miedo”.

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Puede parecer extraño que alguien pueda sentir verdadera paz estando a las puertas de la prueba más difícil, horrorosa y angustiante de su vida. Pero es interesante que el mejor discurso en cuanto a lo que es la paz en toda la Biblia haya sido pronunciado por Jesucristo, quien sufrió intensamente la noche anterior a su muerte. Él sabía lo que estaba a punto de enfrentar; sin embargo, igual se tomó el tiempo para consolar a sus discípulos con un mensaje de paz. La verdadera paz que Cristo ofrece es genuina y “sobrepasa todo entendimiento”. La mayoría de las personas no entienden lo que es la paz desde esta perspectiva, porque estamos acostumbrados al aspecto negativo de la paz, o sea, la simple ausencia de conflicto. La paz bíblica no tiene nada que ver con las circunstancias de la vida. Uno puede hallarse en medio de grandes dificultades y aun así tener paz divina. ¿Cómo podemos encontrar esa paz que nos ayuda a superar nuestras frustraciones y ansiedades? En Salmos 119:165 encontramos una de las claves para descubrir la verdadera paz: “Los que aman tus enseñanzas tienen mucha paz y no tropiezan”. Tomate un tiempo para buscar en la Palabra de Dios más promesas respecto a su paz, y apropiate de ellas. Te van a auxiliar en los días de dificultad.

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DÍA 11

Gálatas 16.10

Son muchas las razones por las cuales las personas se pelean. Siempre está presente el egoísmo, el querer tener la razón, el sobresalir, la avaricia o el deseo de poder. Pero, seamos sinceros, ¿a quién le gusta vivir en esta situación? Es mejor estar en paz, que pelear por tener la razón. La Palabra de Dios nos dice que siempre que esté a nuestro alcance, hagamos bien a todos, sobre todo a nuestros hermanos en la fe. Sin importar la situación, si hacemos bien va a reinar la paz. Una actitud pacificadora, una palabra oportuna, que busca siempre que las buenas nuevas de la paz se establezcan. La oración también es necesaria. El apóstol Pablo pide que no dejemos de orar, que roguemos y pidamos a Dios siempre. Dios espera no solo

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que hablemos de paz, sino que vivamos en paz, pero también que oremos para que los pueblos vivan tranquilos, en paz. Que no sea tan solo un anhelo, sino que también se vuelva en una realidad cotidiana.

Siempre vamos a encontrar razones para pelear, pero como hijos de Dios, tenemos una característica, somos pacificadores. Agentes de paz en todos los ambientes, en todos los lugares y en todas las situaciones, sin excluir ninguna de ellas, por difícil que parezca. Hemos sido llamados a ser pacificadores, pero no simplemente a ser los que mantienen la paz. Hay una diferencia entre estos dos. Los que mantienen la paz, lo hacen desde el temor, tratando de evitar conflictos, mientras que los pacificadores restauran la paz desde la fortaleza que tienen en Dios. Por lo tanto, ser pacificadores requiere de mucha convicción y perseverancia, pero también de nuestra disposición para salir de la zona de confort. Seremos un ejemplo de Jesús, ayudando a que otros puedan entrar a una vida donde estarán eternamente acompañados por Él. Sin duda, esto vale la pena. Entonces, ¿Estás dispuesto a ser un pacificador?

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DÍA 12

Filipenses 4.7

Los niños a veces tienen miedo a la oscuridad. El miedo entra en sus corazones y sus nervios y ellos entran en un estado muy difícil. Luego escuchan la voz de la madre o del padre y todo se calma y se van a dormir. En nuestra propia experiencia espiritual es lo mismo. Cuando el temor nos alcanza en el camino podemos escuchar la voz de Jesús diciendo: "Soy Yo, no tengas miedo", y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento toma posesión de nuestros corazones. Descansar en el Señor es la actitud que debemos tomar. En el razonamiento normal del hombre, esto significa sentarse con los brazos cruzados y dejar que Dios haga todo. Pero en realidad, es estar en paz, sabiendo que Dios está trabajando, mientras nosotros seguimos activos conforme a su propósito.

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Hay una antigua canción que dice: “Él es mi paz, ha quitado todos mis temores, Él es mi paz, Él es mi paz. Hecho toda mi ansiedad sobre Él, pues Él cuida de mí. Él es mi paz, Él es mi paz”. Una vez que experimentamos la paz de Dios, no somos las mismas personas, no nos vendemos a cualquier imitación de la paz de Dios. En los momentos de dificultad es cuando más nos aferramos al único que puede brindarnos la protección, el amor y la satisfacción que nada ni nadie en este mundo nos puede dar. Tenemos la seguridad de saber que podemos proclamar, ¡hasta aquí nos ha ayudado el Señor! Hemos recorrido un largo camino hasta hoy. Muchas pruebas y dificultades que en su momento parecían ser insuperables y montañas o gigantes difíciles de conquistar, al mirarlas hoy, podemos ver las huellas de Jesús caminando a nuestro lado, llenándonos de su paz. Ahora te hago algunas preguntas, ¿hay algo que te asusta? ¿cuáles son esos momentos en los que más sentís miedo? ¿qué palabras de Jesús te quitan el miedo? Tomate un tiempo para acercarte a Dios y abrir tu corazón.

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DÍA 13

Colosenses 1.11

Cuando todo sale como queremos, es fácil mostrar paciencia. La verdadera prueba de la paciencia, viene cuando otro auto nos cierra el paso en el tráfico, cuando nos tratan injustamente, cuando nuestro compañero de trabajo se burla de nuestra fe, etc. La respuesta natural es impaciencia, la cual conduce al estrés, enojo y frustración. Algunas personas piensan que tienen el derecho de enojarse ante las pruebas y los inconvenientes. La Biblia habla de la paciencia como un fruto del Espíritu (Gálatas 5:22) el cual debe ser producido por todos los seguidores de Cristo. La paciencia revela nuestra fe en el tiempo, la omnipotencia y el amor de Dios. Aunque la mayoría considera que la paciencia es una espera pasiva o simplemente tolerancia, casi todas las palabras griegas traducidas como “paciencia” en el Nuevo Testamento son palabras dinámicas y activas.

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Por ejemplo, en Hebreos 12:1 dice: “Por lo tanto, también nosotros, que tenemos tan grande nube de testigos a nuestro alrededor, liberémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”. La pregunta es, ¿uno corre la carrera esperando los empujones, o tolerando a los tramposos? Claro que no. La palabra traducida como paciencia en este versículo, significa permanencia. Un cristiano corre la carrera pacientemente, perseverando a través de las dificultades. En la Biblia, la paciencia es la perseverancia hacia una meta, perseverancia ante las pruebas, o la espera por el cumplimiento de una promesa. La paciencia es esa cualidad que no se rinde ante las circunstancias, ni cede ante la presión de una prueba. La paciencia es lo opuesto a la ira. No debemos permitir que nuestra paciencia flaquee ante circunstancias que no podemos controlar. Claramente, la paciencia no se desarrolla de la noche a la mañana, pero al vivir continuamente en el Espíritu y llevar nuestras malas tendencias en la cruz, ganaremos esta virtud, poco a poco. Cuando alguien ha llegado lejos y se ha vuelto paciente, ha avanzado más de lo que la mayoría de las personas lo han hecho.

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DÍA 14

Filipenses 3.13-14

Vivimos en la era de la impaciencia. Ya sea que estemos esperando en medio del tránsito, esperando un delivery de comida, una respuesta, un trabajo, una solución o un llamado, todos estamos esperando algo, y en ocasiones la espera desespera, ¿estoy en lo cierto? Sin embargo, durante este tiempo es sumamente importante que conectemos nuestro corazón con las verdades espirituales y recordemos que no somos un accidente, nacimos con propósito y Dios ha diseñado un maravilloso plan. Él no llega antes, ni después, siempre llega a tiempo, y aún cuando ante nuestros ojos pareciera que se está atrasando con su respuesta, Él sabe muy bien lo que hace. La espera es parte del plan de Dios para nuestras vidas, porque es ahí cuando somos formados y nos prepara para

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un futuro lleno de esperanza. Solo debemos tener paciencia y confiar. Él en su sabiduría utiliza diferentes procesos para moldear nuestro corazón. Y ha planeado mucho más de lo que nos imaginamos. Algo fundamental en nuestro tiempo de espera es la actitud con la cual estamos esperando. Muchas personas permiten que el desánimo, la tristeza y la frustración aniden en sus corazones. La paciencia no se rinde. Aquellos que pasan su vida cediendo ante la espera, serán finalmente quienes se den por vencidos. Cuanto más nos rendimos en cosas pequeñas, más fácil es darnos por vencidos cuando las cosas se ponen duras. ¿Cómo obtener paciencia? En primer lugar, poniendo nuestros ojos en Jesús (Hebreos 12:2). Siendo llenos de Espíritu Santo. Corriendo la carrera con un corazón tranquilo y confiado en el Señor. Creyendo que Él tiene el control de todas las cosas. En medio de tu espera decidí tener una actitud positiva, de fe y llena de esperanza. No te desesperes, es tiempo de renovar la esperanza y creer que grandes cosas vienen para tu vida. Lo que Dios hace siempre sorprende.

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DÍA 15

Efesios 4.32

Te hago una pregunta, ¿te considerás una persona amable? Para ayudarte, voy a darte la definición para “amabilidad” que da el diccionario: “Digno de ser amado. Afectuoso, cariñoso, agradable, servicial, gentil, gracioso, apacible y afable”. Ahora, te pregunto otra vez, ¿sos amable? ¿sos fácil de amar? Ser amable es ser tierno, humilde y sensible, conocer qué postura y respuesta se adecua para cada ocasión. Indica amabilidad y el deseo de extender misericordia a otros, y un deseo de someterse tanto a la voluntad de Dios como a las preferencias de otras personas. Es lo opuesto de ser conflictivo o mezquino. Se trata de personas que saben comunicarse, para quienes las no usan palabras ácidas, sino útiles y alentadoras. Personas con las que da gusto estar, a quienes da gusto conocer.

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A través de la Biblia se asocian particularmente una cualidad con la amabilidad: el amor. Pedro escribió que debíamos agregarle “a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 Pedro 1.7.

La amabilidad siempre tiene que ver con el otro, con actos que requieren dejar de lado mis intereses, o mis necesidades y estar predispuesto en amor a la convivencia con las demás personas. Lo que muchas veces nos va a poner a prueba las cualidades que hemos estado viendo los días anteriores, la paciencia, el gozo, la paz.

Entonces, ser amables es necesario para vivir en armonía, y de este modo evitar muchos males que están muy presentes en nuestra sociedad. Siendo amables con alguien, podemos cambiar su día, su forma de ver la vida. Quienes tienen por costumbre un trato descortés o de poca cercanía con sus semejantes, generan un ambiente de vida poco cordial, donde

El amor de una sonrisa o un trato comprensivo, produce empatía, es decir, un sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra, por tanto, capaz de ponerse en la situación de los demás, que por lo general, siempre espera un buen trato. ¿Te parece que la amabilidad es tan importante? ¿Te considerás una persona amable? ¿Con qué tipo de personas te cuesta serlo?

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DÍA 16

Filipenses 2.3-4

No es una palabra que usamos comúnmente, pero la Biblia la menciona en varias ocasiones. Benignidad es darnos humildemente en amor y misericordia a las personas que quizás no podrán darnos nada a cambio, a personas que a veces no lo merecen y a personas que por lo general no nos van a agradecer por ello. Esto me hace pensar en que esta es una de las características que definen a Dios. Él entregó a su único hijo para salvación de un sinfín de personas, que quizás nunca llegarían a agradecerle por este sacrificio, o a reconocerlo en sus vidas, pero aun así, lo entregó, sabiendo que no podría obtener algo a cambio. Benignidad básicamente es una forma de pensar que lleva hacer obras pensadas para los demás. Pero, ¿por qué Dios quiere que manifestemos benignidad?

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Dios creó el mundo y a la humanidad, y nos permite vivir acá. También nos permite elegir como queremos vivir, aunque el preferiría que escogiéramos su camino de vida, porque sabe que es de la única forma en que conseguiremos la verdadera felicidad. Dios quiere que seamos como Él. Solemos dar por sentada la misericordia y benignidad de Dios, reconocemos su mano. Lo mismo pasará con nosotros si seguimos su ejemplo y somos misericordiosos y benignos como Él lo es. Las historias en la Biblia nos muestran que la misericordia y la benignidad de Dios se manifestaban a través de personas que eran inspiradas por Él. Dios envió mensajeros y profetas para que trataran de ayudar a la gente. En Efesios 4.31 dice: “Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta”. Claramente, estas son características que Dios no quiere que tengan sus hijos. Entonces, no podemos vivir amargados y amables a la vez. Es una cosa o la otra. Otra vez con lo mismo, nos enfrentamos a una decisión. Nosotros somos herramientas que debemos extender la benignidad amorosa de Dios y su misericordia al mundo.

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DÍA 17

Ezequiel 36.26-27

Lamentablemente, por causa del pecado, nuestro corazón es malo y desde el principio el hombre se apartado de los caminos de Dios. Nos convertimos en seres egoístas e individualistas y estas cualidades no son compatibles con la benignidad, con la amabilidad. Sin embargo, el Señor transforma los corazones por medio del poder del Espíritu Santo con el fin de que produzca el fruto. Una vez que esto sucede, es nuestra responsabilidad cultivar el atributo de amabilidad deshaciéndonos de todo aquello que perjudique las relaciones que podemos tener con los demás. Como dijo el apóstol Pablo: “Dado que Dios los eligió para que sean su pueblo santo y amado por él, ustedes tienen que vestirse de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia. Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda.

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Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes, así que ustedes deben perdonar a otros” (Colosenses 3:12-13, BLS). Entonces, me animo a decir con firmeza, que la amabilidad es el resultado de un corazón restaurado, y que de esa restauración depende nuestra relación con quienes nos rodean. Quizás estés pensando: “Está bien, a partir de mañana me voy a levantar siendo amable, lo decido ahora”, pero déjame decirte que aun las mejores intenciones fracasan cuando dependemos de nuestras propias fuerzas. Pablo dijo que la amabilidad era un fruto del Espíritu porque no puede crecer efectivamente sin el continuo trabajo del Espíritu en nuestras vidas. Vivir en el Espíritu significa ser controlado por su presencia, toda decisión y acción debe ser influenciada por su presencia. La amabilidad también suaviza el corazón duro y enojado de los hombres, ayuda a ser una persona confiable y agradable, alguien en quien se pueda confiar. No olvidemos que Cristo nos ha llamado a testificar de su gracia, pero si nuestro carácter es insoportable y las palabras de nuestras predicaciones solo hieren, jamás tendremos el efecto que deseamos. ¿Cuáles son las áreas de tu vida en las que el Espíritu Santo debe intervenir para que la amabilidad tenga lugar naturalmente?

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DÍA 18

Romanos 15.14

Seguramente, cuando leemos Gálatas 5.22, muchos de nosotros nos hemos preguntado si hay mucha diferencia entre las palabras “Amabilidad (o gentileza o benignidad)” y bondad. Es verdad que se parecen bastante, pero por algo el Espíritu Santo trabaja en ambas por separado. Días atrás, veíamos que benignidad es una virtud que nos ayuda a ser amables, que nos convierte en personas agradables con las cuales los demás quieren pasar tiempo. Pero la bondad es la virtud que crea en nosotros la disposición para hacer buenas obras, es decir, ayudar a los demás. En pocas palabras, es lo que traduce en acciones la amabilidad. Son los hechos que llevamos a cabo como consecuencia de nuestra amabilidad.

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Pablo hablaba de los romanos como personas a las que se podía reconocer como bondadosas, era una característica que los definía. ¿Por qué características te conocen las personas? ¿Cómo deberían describirte cuando hacen referencia a tu trato con los demás? Sin temer ser reiterativo, no me voy a cansar de mencionar que nada de esto vamos a poder conseguir si el Espíritu Santo no habita dentro nuestro, si no tenemos una relación a con Dios. no es posible que amemos a nuestro prójimo con hechos, si no podemos amar a Dios con nuestro tiempo. Jesús decía, así como era el corazón del hombre, así serían sus obras, buenas o malas. Si bien sabemos que no nos vamos a salvar por ser simplemente “buenos”, o hacer “buenas cosas”, creo que no podemos desligar esto de un corazón que busca hacer la voluntad de Dios en la tierra y vivir el propósito por el cual fue creado. Si no estás seguro de qué decir o qué hacer, debes decir o hacer lo que consideres más bondadoso, Dios se va a complacer en eso, y quienes te rodean van a ser bendecidos.

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DÍA 19

Lucas 6.27

Ya entendimos entonces, debemos ser buenos. Pero, ¿es fácil? Estamos de acuerdo en que muchas veces, las condiciones no son del todo favorables, incluso, teniendo la disposición de hacer buenas obras, simplemente no nos sale. Pero ese no es motivo para desistir. Pero dejame que te complique un poco más el panorama de la bondad: ser bondadosos también es ser buenos con nuestros enemigos. ¿Conocés la frase “Hagan el bien, sin mirar a quién”?, bueno, de eso se trata. Amar a nuestros enemigos significa amar a aquellos que no nos aman, a quienes no les caemos bien, no hablan como nosotros, e incluso no nos quieren. Esto hace referencia a gente tanto de adentro, como de afuera de nuestro círculo de familiares y amigos.

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Si prestamos atención a la intención de las palabras de Jesús en Lucas 6.27, nos damos cuentas que nos está dando una orden. Hay dos razones principales por las que considero que hay dos razones por las cuales debemos amar a nuestros enemigos y hacerles bien. La primera es que estas dos cualidades forman parte del carácter de Dios: Dios es bueno (Efesios 4.32). Entonces, cuando los cristianos vivimos de este modo, mostramos una parte del carácter de Dios. La segunda razón es que cuando somos guiados por el Espíritu Santo, estamos completos en Dios y no andamos buscando la razón en nuestras emociones, como el sentirnos vengativos, ni por la seguridad que podemos tener en nosotros mismos. Es por eso que no tratamos a quienes nos han dañado conforme a nuestras propias necesidades e inseguridades, por cómo vemos a Dios actuando en nosotros. No podés escaparte todo el tiempo de lidiar con personas difíciles, por lo tanto, cada vez que lo tengas que hacer, debés permitir que este rasgo del fruto del espíritu se haga visible en tu vida.

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DÍA 20

Miqueas 6.8

Un proverbio antiguo dice: “Una palabra bondadosa puede dar calor durante tres meses de invierno”. ¿Cuál es la lección? Se puede lograr mucho con un sencillo acto bondadoso. Cuando este va acompañado de buenos motivos y de amor a Dios, puede dar calor al corazón de todos los implicados en este acto. Como hemos sido creados a la imagen de Dios, tenemos la capacidad de ser bondadosos. Eso significa que podemos imitarlo y mostrar bondad en cualquier círculo social en el que nos movamos. Pero ¿cómo lo hacemos de manera práctica? Veamos unos consejos prácticos: Siendo amables en pequeñas acciones diarias. Quizá pensemos que esto es insignificante, pero vamos a ver que con el tiempo será mucho más sencillo.

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Respondiendo los insultos o malas expresiones con palabras de afirmación o positivas. Recordemos que nuestras palabras tienen poder, y que debemos ser sabios y prudentes al momento de abrir nuestra boca. Orando por los demás. Pidiéndole a Dios haga su voluntad en la vida de esa persona. Perdonando a quienes nos han herido. No dejar que el rencor tenga un lugar en nuestras vidas. Dando sin esperar nada a cambio. Si vamos a hacer algo bueno por los demás, debemos hacerlo por amor, no por buscar aprobación. Mostrando compasión. Es importante tratar a los demás de la misma manera que esperamos ser tratados. Dios valora cada gesto que podamos tener con nuestro prójimo, y siempre que haya disposición en nuestro corazón, él pondrá las posibilidades de hacerlo Te desafío a buscar oportunidades en el día de hoy para ser bondadoso con alguien que no estés acostumbrado a serlo. Hay un montón de personas necesitando un gesto de bondad que le cambie el día.

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DÍA 21

Juan 20.24-29

Quizás, muchas veces vivir la vida de acuerdo con nuestras propias reglas nos haya sido más fácil muchas veces, más “práctico”. El problema con esta forma de vida es que nos aleja de vivir una vida sobrenatural, no nos permite ejercitar la fe. En la Biblia nos encontramos con un discípulo llamado Tomás, a quién le habían contado de la resurrección de Jesús, pero él no iba a creer en ese hecho hasta ver a Jesús con sus propios ojos y tocar sus heridas. Tomás estaba esperando explicar con la razón, con un hecho que podría comprobarse naturalmente, algo que era sobrenatural. Pero lo que Jesús le dice es: “Tú crees porque me has visto, benditos los que creen sin verme”. En definitiva, Jesús estaba dejando en claro que la fe que agrada a Dios es la que proviene del corazón, del espíritu, no de la mente.

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El problema es que, si dependemos de una fe que proviene de nuestros sentidos, y no de la Palabra, lo que estamos haciendo es empobrecer nuestra fe, no incrementarla. Lo que quizás nos termine llevando al extremo del razonamiento del “si no veo, no creo”. A veces, sin darnos cuenta, estamos siendo entrenados para que gobernemos nuestra vida por medio de la fe en Dios. Es decir, cada día se nos presentan las oportunidades para ejercitar la fe, para activar nuestro espíritu e intentar ver primero con nuestros ojos espirituales, antes de hacerlo con nuestros ojos naturales. Cuando nuestras oraciones no son contestadas quizás intentemos rendirnos y preguntar con desesperación, “¿Por qué Señor? ¿Qué puedo hacer para que mi fe no falte y se afiance más y más en el Señor?” La Biblia dice que la fe viene por el oír y el oír de la palabra de Dios (Romanos 10.17) Eso quiere decir que necesitamos buscar más y más en la Palabra de Dios, la palabra específica que nos sostiene en medio de los silencios de Dios. Entre más conocemos de Dios, nuestra fe aumenta, pero nunca olvidemos, que también el Señor desea que lo usemos como consuelo y ayuda para otros. Pedile al Señor más conocimiento de su Palabra, para que esto te ayude a aumentar tu fe.

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DÍA 22

Hebreos 11

Imaginate vivir sin ningún sentido. Sin poder ver, oír, tocar, gustar y oler. ¿Qué te causa imaginarte esa situación? ¿Podrías moverte por el mundo natural con total libertad? No, ¿verdad? No podríamos hacer prácticamente nada por nuestros propios medios. En el mundo espiritual sucede lo mismo si no tuviéramos fe. La fe es como un sexto sentido. Sin ella no podríamos acceder a muchas cosas. La fe fundamental en el campo espiritual, porque permite ver, sentir, palpar las cosas que no se pueden alcanzar de manera natural. Pero por sobre todas las cosas, porque sin este sexto sentido es imposible agradar a Dios. Imaginate que la Biblia es como un gran bosque de árboles gigantes que por siglos han estado allí, creciendo manifestando su grandeza. Ahora, necesitamos entrar,

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caminar y ver estas grandezas, que son las verdades de Dios y refrescarnos, llenándonos de estos conocimientos. Entonces podemos enfrentarnos al mundo material con revelación que active este sentido, que nos permita ver lo que nuestra humanidad no puede ver, y realizar actos de fe. Nunca debemos olvidar que nuestros sentidos naturales siempre van a tratar de contradecir la palabra de Dios. Y ante una oportunidad de activación de fe, se abrirá un campo de batalla en nuestra mente. Por ejemplo, la vista podrá afirmar que en realidad no está sucediendo nada, porque no ve cómo se sanan unos nódulos. Pero si nos centramos en atender esta sensación, puede que nuestra fe se bloquee y no podamos contemplar la manera en la que sucede el milagro de sanidad. Y así con muchas otras oportunidades de demostración sobrenatural del poder de Dios. Primero debemos creer que las manifestaciones están de manera invisible, y a su tiempo serán manifestadas en el mundo natural. ¿Estás esperando alguna manifestación del poder de Dios? Mientras esperás, poné en acción tu sexto sentido y declará la Palabra de Dios sobre esa situación.

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DÍA 23

Mateo 15.28

Cuando Jesús le dio el milagro de sanidad a la mujer cananea, quien pedía por su hija, le dijo: “Grande es tu fe”. No le dijo: “Grande es mi poder” o “La fe que todo el mundo tiene es grande”, sino que se refirió particularmente a la fe que ella manifestaba. Cada uno de nosotros tenemos una fe que es personal e intransmisible. Y esa fe particular puede usarse para todo, no solamente para salir de problemas, sino también para avanzar en nuestros sueños y anhelos. Cada quien usa la fe de acuerdo a su medida y circunstancia. La cananea pidió por la salud de su hija. Salomón pidió sabiduría. El centurión romano también pidió por su siervo. No debemos copiar las oraciones de otras personas que consideremos con mayor autoridad, o las de quienes

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hayan tenido una respuesta de parte de Dios. Oremos según lo que tenemos en nuestro corazón y a nuestras necesidades. Pensemos en el pueblo de Israel, cruzando el desierto. A causa de su incredulidad, tardaron 40 años en atravesar lo que en un principio duraría 40 días. Los procesos que enfrentamos pueden ser más cortos, o más largos, conforme a nuestra fe. Las circunstancias pueden durar tanto como nuestra fe lo permita. En Hebreos 10.38 nos encontramos con una declaración: “El justo por la fe vivirá”, es decir, si la fe puede mantenernos con vida espiritual y natural, también la falta de fe puede llevarnos a la muerte, y no me refiero a una muerte física específicamente, sino que podemos morir en nuestro ánimo y en el espíritu. Nuestra meta debe ser aprender a usarla para que nos otorgue vida, no para morir en depresión y angustia. Dios nos ha dado fe a todos, una medida diferente y particular, adecuada para la circunstancia específica que cada uno afrente. Todos tenemos fe, el desafío es animarnos a usarla contra todo pronóstico e incredulidad. ¿Tenés esa determinación que necesitás para hacer una oración que provoque una demostración de tu fe?

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DÍA 24

Job 2.1-10

Esta parte de la vida de Job ya no tiene que ver con cosas materiales sino con su salud, con su cuerpo. No todos llegamos a este nivel de pérdida o de sufrimiento, pero cuando sucede, el sentimiento de impotencia nos invade. Tomamos medicamentos o hacemos tratamientos y mal, incluso cada día peor. Quizás no seamos nosotros, pero es la situación de un ser querido. Y es entonces cuando por nuestra mente comienzan a revolverse los pensamientos de ¿Cómo?, ¿Por qué a mí?, ¿Cuándo comenzó esto que tengo? Ante estas preguntas, quien se hace presente es Dios. Pero nosotros podemos tomar actitudes equivocadas, como el resentimiento, la queja, o el sentimiento de "Dios me ha abandonado", estas ideas a veces las creamos nosotros mismos o alguien se encarga de ponerlas en nuestra

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mente. El desafío es mantener la fe y la integridad sin importar lo que esté pasando, suena duro y difícil, pero se puede. Humanamente hablando, no todas las historias tienen un final feliz, pero en las manos de Dios nuestras vidas tienen lo mejor del presente y del futuro. Dios conoce el futuro, sabe a lo que tendremos que enfrentarnos mucho antes de que nosotros lo sepamos, por eso al orar y mantener una relación con Dios, logramos que Dios nos prepare para lo que traerá el futuro. El papel de Dios no es quitar todas las pruebas. No, Él lo que hace es darnos fortaleza y alimentar nuestra fe. ¿Cómo está tu tiempo de oración, tu comunión con Dios? Bendecí el nombre de Dios en todo tiempo, así como Job lo hizo, al final vas a entender el propósito de todo ese proceso. Buscá a Dios, solo Él conoce el futuro y te puede preparar para lo que sea que te toque vivir. Hay muchas personas necesitando una inyección de fe, no alguien que los desanime. Animate a ser ese factor de cambio en las vidas de las personas, ese alguien que cuando reconoce una crisis, activa el protocolo de la fe.

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DÍA 25

Salmo 25.9

La humildad es una cualidad muy importante a los ojos de Dios, y forma parte plena de lo que Él es. Sin embargo, en el mundo en que vivimos, la humildad no es siempre percibida como una ventaja o no está bien vista. La realidad es que, muchas veces, las personas humildes son consideradas como personas débiles, insignificantes, de las que hay que tratar de sacar partido a toda costa. El modelo de éxito de nuestra sociedad está basado en la fuerza, el poder y la capacidad para dominar a los demás, por lo que es lógico que muchas personas consideren la humildad como una debilidad en vez de una virtud. Sin embargo, dejame decirte que el mundo se vuelve a equivocar. La Biblia dice: “Guía a los humildes para que hagan lo correcto; les enseña su camino” (Salmo 25:9).

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¿Qué significa esto para nosotros hoy? Que, en el Reino de Dios, es la clave que nos da derecho al privilegio de ser conducidos y enseñados por Dios mismo. Que cuando somos humildes, no nos apoyamos tanto en nuestra fuerza o capacidad para gobernar nuestra vida, sino que mostramos nuestra dependencia de Dios. El orgullo, es lo que nos aleja de Dios y limita su obra en nuestra vida, ya que Dios da gracia a los humildes. Jesús es el máximo ejemplo en humildad. Él no valoró su propia reputación o su honor, sino que se ofreció voluntariamente en cada situación, así que la voluntad de Dios se cumpliera y que Dios pudiera ser glorificado a través de su vida. Debemos tener la misma mentalidad humilde, y abandonar nuestra propia reputación y honor para ser obedientes a la palabra y a la voluntad de Dios, Te animo a que busques ser cada vez más humilde y a que dependas más de Dios en tu día a día. Eso te permitirá crecer en el Señor y te ayudará a dejar que Su Espíritu te guíe en los caminos perfectos que Él ha preparado para tu vida. Y nunca te olvides, la humildad no es debilidad, sino fuerza.

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DÍA 26

Mateo 18.4

Cuando hablamos de humildad, raramente nos viene a la mente la imagen de un niño. Sin embargo, Jesús dijo: “Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos”. Que grandioso es observar cómo Dios nos enseña que la verdadera humildad no se encuentra muchas veces en las cosas que nosotros pensamos, sino en cosas tan sencillas como la sonrisa de un niño. Un poeta persa dijo: “La humildad consiste en reconocer que cualquier criatura en el universo es susceptible de enseñarnos aquello que ignoramos”. ¿Estamos dispuestos a dejarnos enseñar por los niños en cuanto a la humildad? Jesús nos enseña que, si queremos ser grandes en el Reino de Dios, entonces debemos hacernos pequeños y ser

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enseñables, como ellos: simples, alegres, dulces y humildes de corazón. Y algo hermoso que caracteriza a los niños y que Jesús lo resalta es su humildad, no distinguen lo que es ser más que otro. Por ejemplo, un niño rico puede jugar con un niño pobre sin ningún problema, para ellos no hay diferencias. Llegué a la conclusión de que Dios anhela tener hijos que siempre estén contentos y sean agradecidos por lo que tienen, que sean completamente sinceros y le digan cómo se sienten y qué necesitan, que acudan a Él para que los ayude y los oriente en todo momento, que crean y confíen en Él más que en cualquier otra persona, que obedezcan su Palabra y no duden que cumplirá todas sus promesas, y que no se avergüencen de hablar de Él y de todo lo que hizo en sus vidas. Todas esas características conforman un corazón humilde. Si diariamente ponés en práctica al menos una de éstas características, tendrás como resultado un cambio en tu manera de vivir, alegrarás el corazón de Dios y te convertirás en canal de bendición para todos los que te rodean.

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DÍA 27

Mateo 5.5

La mansedumbre comienza cuando ponemos nuestra confianza en Dios. Entonces, como confiamos en Él, encomendamos a Él nuestro camino. Echamos nuestra ansiedad, frustraciones, planes, relaciones, trabajos y salud sobre Él. Luego esperamos pacientemente en el Señor. Confiamos en su tiempo y su poder y su gracia, para obrar cosas en la mejor manera para su gloria y por nuestro bien. Considerando fundamentalmente que esto no se produce naturalmente sino sobrenaturalmente, es decir, por obra del Espíritu Santo, la mansedumbre se manifiesta primeramente con Dios, y el primer rasgo de que somos personas mansas es dejarnos moldear por Su Palabra. El manso se mira a sí mismo y trata de conformarse a lo que Dios espera de él. No pone ningún "pero" ni se queja por los mandamientos, sino que humildemente los acepta

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como algo que es para su bien. Se mira a sí mismo, considera su condición y reconoce que los necesita. El soberbio no se deja moldear por Dios, sino que su decisión es seguir viviendo bajo sus propias resoluciones. Ha puesto su "yo" en alto, aún por encima de Dios. En cambio, el manso acepta los tratos de Dios sin un espíritu quejoso. Cuando tenemos una visión adecuada de nosotros mismos, y somos conscientes de nuestra debilidad, aceptamos cualquier trato de Dios como bueno y necesario. Si hemos reconocido sinceramente nuestra condición delante de Él, necesitamos desesperadamente su trato, sea este cual fuere. Pero, además, el haber aceptado nuestra condición delante de Él, tiene sus consecuencias en nuestra relación con los demás. Jesús era manso y trataba a las personas con amor. Él no buscaba vengarse ni respondía con maldad a quienes lo trataban de mala manera. Fue manso y humilde hasta la muerte. Pedile a Dios que te ayude a ser cada día más parecido a Jesús, manso y humilde para con Él y para con tu prójimo.

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DÍA 28

2 Timoteo 1.7

Conquistarte a vos mismo es más valioso que conquistar una ciudad. Cuando lo logres serás una persona satisfecha, más equilibrada y sana. Te estarás preguntando qué quiero decir con esto, y déjame explicarme. Si no te dominás a vos mismo cualquier cosa va a dominar. El pecado, por ejemplo. Entonces, el desafío es tomar el control nuestras vidas o algo más lo va a hacer. Pero, ¿cómo lograrlo? Hay que entrenar, así como se entrena con el objetivo de ser bueno en cualquier deporte. Esta práctica debe ser diaria e intensa. Leer la Biblia, buscar tiempo a solas con el Dios, alejarnos de las situaciones de tentación. Y nunca olvidarnos que las decisiones de hoy tienen consecuencias en el futuro.

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Sólo aquellos que tienen dominio propio podrán decidir hacer lo bueno cuando se presenten las tentaciones. Seguramente, muchas veces has intentado dejar algo que no está bien, y te encontraste insistiendo, hasta que lo lograste, porque el Señor te ha dado espíritu de dominio propio y poder en el amor. El Espíritu Santo te fortalece para evitar lo que no te conviene. Cuando te enfrentás a situaciones difíciles Él te llama la atención para que te alejes. Reconocé que tenés dejar todo lo que no te permite ser santo y que aun tenés cosas que cambiar para bien. La única clave es buscar a Dios, Él es fiel y quiere hacer de vos una mejor persona para ser usado por Él. Cada día tenés la oportunidad de decirle que sí, y de entregarle tu vida para que lo haga. Quizás al comenzar, sientas que es muy difícil, pero no es el inicio lo que vale, sino el final, que es cuando veremos los resultados.

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DÍA 29

2 Pedro 1.1-11

El fruto del Espíritu se puede ver en la relación que alguien tiene consigo mismo. El dominio propio también se puede traducir como "templanza". En el sentido original, el término griego describe la capacidad de una persona para contenerse. Al ejercer el autocontrol, sometemos todas nuestras voluntades a la obediencia a Cristo. Va más allá de nuestra voluntad es un fruto que surge de la vida de Jesús en nosotros. Pensá en una golosina o alimento que te guste mucho, y que tengas el hábito de consumir. ¿En qué cantidad la ingerís? ¿Alguna vez comiste de más? ¿Cómo te sentiste? Seguramente, en porciones reguladas, no es un alimento dañino, ni pesado, pero si no tenés control al momento de comerlos, es probable que te agarre una indigestión. Pedro menciona al dominio propio como una de las virtudes que no deben faltar en nuestra vida, es decir,

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practicar ciertas actitudes, y decirle que no a otras. Cada situación que nos tiente a salirnos de los límites establecidos por Dios es una oportunidad para poner en práctica la templanza. Lo que es pecado está prohibido, por supuesto, pero hay cosas buenas que también necesitan templanza. Por ejemplo, la comida es buena y necesaria para la vida, pero comer en exceso conduce a todo tipo de problemas. Otros aspectos que requieren disciplina son el uso del dinero, del tiempo, de las palabras y del enojo. Lo que nos impide lograrlo es la poca importancia que le damos. Si no vemos el valor de controlar nuestras palabras, diremos cualquier cosa. O un a dieta, es difícil mantenerla si nuestro deseo de comer es mayor que nuestro deseo de perder peso. Dominio propio significa que haremos lo correcto, nos guste o no. Si entendemos que Dios nos ha dado todas las cosas que necesitamos para la vida mediante el conocimiento de Él reconoceremos que el dominio propio está dentro de nuestras posibilidades. La templanza es producida por el Espíritu Santo, confiá en su poder y practicá el dominio propio siempre que te veas tentado.

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DÍA 30

Proverbios 25.28

“Una persona sin control propio es como una ciudad con las murallas destruidas”. Este versículo me hace reflexionar en cómo las emociones y pensamientos que no son controlados terminan perjudicando no sólo el presente, sino también el futuro. Una persona que da rienda suelta a sus deseos e impulsos, en la Biblia es comparada con una cuidad derribada y sin muro, es decir, que es fácil atacarla y tomarla porque no tiene nada que la proteja. De igual manera sucede con nosotros cuando no sabemos controlarnos, somos un blanco fácil. Sin embargo, como hijos de Dios, no debemos ser llevados por emociones y mucho menos dejarnos dominar por ellas, en 2 Timoteo 1:7 dice: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.

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Quiere decir que en nosotros está la capacidad de ser cada día mejores, con la ayuda de Dios podemos tener dominio propio. Cuando pedimos la Espíritu Santo que obre en nuestras vidas y le permitimos que cambie nuestra forma de ver las cosas y la manera en que nos comportamos, veremos que Él va moldeando nuestro carácter, puliendo nuestras aptitudes y talentos, llevándonos más allá de lo somos capaces de ver. Los dones y el poder que Dios nos concede a sus hijos no se fortalecen por sí solos sino como dice Pablo deben ser avivados por la gracia de Dios mediante la fe, oración, obediencia y diligencia. Si sentís que tu carácter te gana, no esperes más, entregale el control de tu vida al Espíritu Santo, con Su ayuda alcanzarás victoria.

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DÍA 31

Proverbios 25.28

¿Te diste cuenta de que tu espíritu es tu responsabilidad? Proverbios 25.28 dice: “Como ciudad destruida y sin murallas es el hombre que no pone freno a su espíritu”. La Biblia compara a la persona que no tienen control sobre su espíritu con una ciudad cuyas murallas han sido destruidas. Ese hecho hace que la ciudad no tenga defensas y, por lo tanto, sea vulnerable a cualquier ataque. De la misma manera, si no cuidamos nuestro propio espíritu, somos como ciudades con rupturas en nuestros cimientos y grietas en nuestras murallas, abiertos a cualquier ataque. La razón por la que cultivar el fruto del espíritu es porque tu espíritu te abre camino en la vida. Nunca desarrolles en ti un espíritu herido, mantenete alerta. Tu espíritu es la llave de tu futuro.

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Las elecciones pobres, la falta de sabiduría, la inestabilidad emocional, el orgullo, la amargura, un ‘espíritu herido’ y la falta de perdón son el tipo de cosas que nos debilitan y nos dejan abiertos y vulnerables a cualquier ataque. Daniel 6:3 explica que Daniel tenía un espíritu excelente. Fue esa calidad de su corazón la que hizo que el rey Nabucodonosor cambiara la manera de ver a Daniel, obteniendo así su favor y ascenso como resultado. Pero este mismo Daniel sobresalía entre los funcionarios y sátrapas porque había en él un espíritu extraordinario, de modo que el rey pensó ponerlo sobre todo el reino. De la misma manera que el excelente espíritu de Daniel hizo que el rey le mirara diferente, si cuidás tu espíritu, te vas a levantar por encima de cualquier circunstancia difícil que estés enfrentando y encontrarás favor en los demás. Sin embargo, si dejás que otras cosas dominen tu espíritu, no te dejarán entrar en todo lo que Dios ha planeado para tu vida. Pedile a Dios en oración que te ayude a guardar y mantener tu corazón y tu espíritu en pureza. Y que tu mente sea liberada de cualquier atadura que no la permita operar en libertad.