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223 DATOS PALEOPATOLÓGICOS DE IBIZA (ISLAS BALEARES): UNA PERSPECTIVA BIOANTROPO- LÓGICA DE LA ANTIGÜEDAD TARDÍA-ÉPOCA BIZANTINA (SIGLOS IV-VII d.C.) NICOLÁS MÁRQUEZ-GRANT Ecology, Victim Identification and Mass Fatalities Unit. LGC Forensics, Inglaterra E-mail: [email protected] Resumen La antigüedad tardía-época bizantina (siglos IV-VII d.C.) es poca conocida en Ibiza. El estudio paleopatológico de los restos humanos de 206 individuos ha proporcionado información acerca de las modos de vida en esta época mediante el análisis de patología oral, cribra orbitalia, periostitis, trauma y artrosis. El objetivo de este trabajo es el de ofrecer datos paleopatológicos de poblaciones ibicencas de esta época y así obtener una mayor comprensión de este período cronológico. Esta investigación contribuye, también, al registro osteológico y paleopatológico de la isla y sirve como estudio comparativo para otros yacimientos del Mediterráneo occidental. Palabras clave Ibiza, antigüedad tardía, época bizantina, paleopatología, enfoque biocultural Abstract The Late Antiquity and Early Byzantine period (4th-7th centuries AD) is relatively little known in Ibiza. The pa- laeopathological study of human skeletal remains from 206 individuals has provided information on the lifestyle of this period as evidenced by oral pathology, cribra orbitalia, periostitis, trauma and osteoarthritis. The aim of this paper is to offer palaeopathological data from Ibizan populations of this period and thus to provide a further under- standing of living conditions at this time. This research also contributes to the osteological and palaeopathological record of the island and may serve as comparative material for other sites in the Western Mediterranean. Key words Ibiza, Late Antiquity, Byzantine period, palaeopathology, biocultural approach Introducción En este estudio se presentan datos paleopatológicos derivados del estudio antropológico de dos necrópolis de la isla de Ibiza (Baleares). Las necrópolis tienen un rango cronológico amplio (siglos IV a VII d.C.) que abarca desde la antigüedad tardía hasta la época bizan- tina. Por ello, estas dos épocas se han enlazado en este estudio ya que fue imposible fechar cada esqueleto a un siglo determinado. El objetivo de esta investigación es la de proporcionar la perspectiva de la antropología física sobre un perio- do histórico poco conocido en Ibiza y, en general, en el Mediterráneo occidental. Se pretende, así, reconstruir las condiciones de vida a partir de los datos paleopa- tológicos, siempre interpretados en conjunción con otras fuentes de información. El presente estudio for- ma parte de un proyecto de investigación mucho más amplio (ver Márquez-Grant, 2006) que comprende po- blaciones ibicencas desde la prehistoria hasta la época medieval. Marco geográfico y cronológico La isla de Ibiza en el archipiélago balear se sitúa a unos 92 Km. de la Península Ibérica, a 82 Km. de Mallorca y

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DATOS PALEOPATOLÓGICOS DE IBIZA (ISLAS BALEARES): UNA PERSPECTIVA BIOANTROPO-LÓGICA DE LA ANTIGÜEDAD TARDÍA-ÉPOCA BIZANTINA (SIGLOS IV-VII d.C.)

niColás Márquez-Grant

Ecology, Victim Identification and Mass Fatalities Unit. LGC Forensics, InglaterraE-mail: [email protected]

ResumenLa antigüedad tardía-época bizantina (siglos IV-VII d.C.) es poca conocida en Ibiza. El estudio paleopatológico de los restos humanos de 206 individuos ha proporcionado información acerca de las modos de vida en esta época mediante el análisis de patología oral, cribra orbitalia, periostitis, trauma y artrosis. El objetivo de este trabajo es el de ofrecer datos paleopatológicos de poblaciones ibicencas de esta época y así obtener una mayor comprensión de este período cronológico. Esta investigación contribuye, también, al registro osteológico y paleopatológico de la isla y sirve como estudio comparativo para otros yacimientos del Mediterráneo occidental.

Palabras claveIbiza, antigüedad tardía, época bizantina, paleopatología, enfoque biocultural

AbstractThe Late Antiquity and Early Byzantine period (4th-7th centuries AD) is relatively little known in Ibiza. The pa-laeopathological study of human skeletal remains from 206 individuals has provided information on the lifestyle of this period as evidenced by oral pathology, cribra orbitalia, periostitis, trauma and osteoarthritis. The aim of this paper is to offer palaeopathological data from Ibizan populations of this period and thus to provide a further under-standing of living conditions at this time. This research also contributes to the osteological and palaeopathological record of the island and may serve as comparative material for other sites in the Western Mediterranean.

Key wordsIbiza, Late Antiquity, Byzantine period, palaeopathology, biocultural approach

IntroducciónEn este estudio se presentan datos paleopatológicos derivados del estudio antropológico de dos necrópolis de la isla de Ibiza (Baleares). Las necrópolis tienen un rango cronológico amplio (siglos IV a VII d.C.) que abarca desde la antigüedad tardía hasta la época bizan-tina. Por ello, estas dos épocas se han enlazado en este estudio ya que fue imposible fechar cada esqueleto a un siglo determinado.

El objetivo de esta investigación es la de proporcionar la perspectiva de la antropología física sobre un perio-do histórico poco conocido en Ibiza y, en general, en el

Mediterráneo occidental. Se pretende, así, reconstruir las condiciones de vida a partir de los datos paleopa-tológicos, siempre interpretados en conjunción con otras fuentes de información. El presente estudio for-ma parte de un proyecto de investigación mucho más amplio (ver Márquez-Grant, 2006) que comprende po-blaciones ibicencas desde la prehistoria hasta la época medieval.

Marco geográfico y cronológico

La isla de Ibiza en el archipiélago balear se sitúa a unos 92 Km. de la Península Ibérica, a 82 Km. de Mallorca y

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DATOS PALEOPATOLóGICOS DE IBIZA (ISLAS BALEARES): UNA PERSPECTIVA BIOANTROPOLóGICA DE LA ANTIGÜEDAD TARDÍA-ÉPOCA BIZANTINA (SIGLOS IV-VII D.C.)

a unos 240 Km. de la costa norteafricana. Su superficie, incluidos los islotes, consta de un área entre 541 y 570 km2, con una longitud máxima de 41 Km. y una achu-ra de 21 Km. Según los datos del INE (www.ine.es), en el año 2006 la población de la isla era de 113.908 habitantes. El clima Mediterráneo es subtropical y el paisaje agrario se compone de algarrobos, almendros, higueras, olivos y cultivos de secano como el trigo y la cebada.

Con las reformas del emperador Diocleciano, Iberia quedó dividida en siete provincias entre los siglos III y V d.C., las Baleares siendo una de ellas (Keay, 2003: 198). En esta época se produjeron cambios en la topo-grafía urbana, con el abandono general de las ciudades y una limitada construcción de obras públicas (Keay, 2003: 200-201, 206). Entre los siglos IV-VI d.C. los datos arqueológicos apuntan a una reducción en el nú-mero de rutas comerciales internacionales, de la econo-mía y del comercio marítimo (Horden y Purcell, 2000: 153). Durante los siglos VI y VII se produce un des-censo de la población, el abandono de algunos asenta-mientos, sequías, malas cosechas, catástrofes naturales, invasiones y epidemias (Mango, 1980: 8, 66-68).

En relación al periodo bizantino, el límite fronterizo del control bizantino en la Península Ibérica es tema de de-bate (ver Ripoll, 1996), cubrió, aproximadamente, una franja a lo largo de la costa española desde Denia hasta la boca del río Guadalquivir. El periodo de ‘dominio’ bizantino en Ibiza empezó en el 535 d.C. y terminó al-rededor del siglo VII d.C. si bien no es bien conocido el periodo entre este último siglo y la fecha oficial de 902 d.C. para la conquista islámica. Inscripciones fechadas en los siglos V-VII d.C. halladas en España indican la presencia de comerciantes griegos, sirios, cartagineses y egipcios (García, 1972).

Con un interés en la higiene y salud, cabe mencionar que la mayoría de las casas de época romana no tenían agua corriente y se accedía al agua a través de acue-ductos o fuentes públicas. En cuanto a la medicina, dos tendencias médicas estaban presentes en esta épo-ca: una cristiana mágico-religiosa que además creaba hospitales; y otra basada en la tradición médica greco-romana que incluía cirugía e implantes odontológicos (Risse, 1993: 12).

¿Cuál es la perspectiva biológica de este período según los datos obtenidos a partir de los restos óseos? ¿Hasta qué punto y de qué manera los datos paleopatológicos reflejan unas condiciones de vida asociadas principal-mente con sequía y malas cosechas, reducción del co-mercio, incursiones vándalas y posibles epidemias?

Materiales empleados

Los restos humanos proceden de dos necrópolis semi-urbanas de inhumación, localizadas en Ibiza capital. Ambas han sido excavadas con motivo de urgencia por el equipo del Dr. Joan Ramon Torres del Consell Insu-lar d’Eivissa i Formentera. La primera, la necrópolis de S’Hort des Llimoners (siglas ‘HLL’), está ubicada a unos 750 m N-NO de la ciudad amurallada. Un total de 46 tumbas de tipología variada, y generalmente con un número múltiple de esqueletos, han sido fechadas, en su mayoría, entre los siglos IV y VI d.C. (Ramon et al., 2005). La otra necrópolis, excavada en parte en la c/Aragón 33 (siglas ‘AR33’), fue excavada en la dé-cada de los 80 y la información contextual (número de tumba/esqueleto) ha desaparecido. El cementerio AR33 abarca la misma época, aunque principalmente los siglos VI y VII d.C. El número mínimo de indivi-duos para el yacimiento HLL es de 142 individuos y para AR33 de 64 individuos, sumando así un total de 206 individuos como mínimo. La muestra consta de 92 subadultos, 106 adultos (de los cuales al menos 22 son mujeres y 42 son varones) y ocho individuos de edad indeterminada (ver Márquez-Grant, 2006).

El estado de conservación ósea era mejor en la necró-polis AR33 comparada con la del yacimiento HLL. Los restos de AR33 también estaban más completos y mu-cho menos fragmentados. Hay un número de factores que limitan el potencial del estudio antropológico y en-tre ellos se incluye que los esqueletos se hayan encon-trado desarticulados y mezclados entre sí, por lo tanto limitando la información sobre edad y sexo además del diagnóstico paleopatológico.

Metodología

El trabajo presentado aquí es parte de un proyecto más amplio con su base en una tesis doctoral ya completada (Márquez-Grant, 2006) y que proporciona una informa-

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NICOLÁS MÁRQUEZ-GRANT

ción más detallada acerca de cada parámetro estudiado (definición, etiología, crítica y validez), una descrip-ción más detallada de la metodología, unos análisis más profundos donde los resultados obtenidos se comparan entre grupos de edad y ambos sexos y entre distintas po-blaciones ibicencas. El presente artículo resume algunos de esos resultados obtenidos y selecciona las siguien-tes patologías: hipoplasia del esmalte, cribra orbitalia, periostitis tibial, fracturas ante-mortem, artrosis, caries dental y pérdidas de dientes ante-mortem.

La hipoplasia del esmalte dental es un defecto causa-do por trastornos generalizados durante la formación del esmalte. Su etiología es multifactorial (Pindborg, 1982) si bien las tasas de hipoplasias dentales han sido utilizadas para inferir el estado de ‘estrés’ fisiológi-co en una población (ver Skinner y Goodman, 1992; Goodman et al., 1988). Generalmente, la presencia o ausencia de hipoplasias dentales en un grupo humano se debe a una compleja interacción de factores, que a su vez están influidas por el entorno cultural, social, político, tecnológico y económico.

El registro de las hipoplasias se basó en la observación macroscópica de las superficies bucales de los dientes permanentes con coronas completamente formadas. De los diferentes tipos de hipoplasias del esmalte, aquí se ha estudiado el tipo linear, utilizado a menudo en estudios antropológicos. El número de hipoplasias así como su posición en cada diente fueron registrados. Para la identificación de los defectos, se siguieron las recomendaciones establecidas por la Fédération Den-taire Internationale (FDI, 1982). Todas las frecuencias se han calculado según el número de dientes afectados (y no el número de individuos afectados). Los dien-tes que estaban desgastados moderadamente (más de un tercio de la corona) fueron omitidos del presente estudio. Asimismo fueron omitidos dientes que tenían considerables depósitos de cálculo o grandes lesiones cariogénicas que no permitiesen la correcta observa-ción de la superficie dental. La separación entre grupos dentales (incisivos, caninos, premolares, molares) fue necesaria debido a la variación que hay entre los dien-tes (Goodman et al., 1987: 17).

La cribra orbitalia (CO) se identificó cuando las su-perficies de los techos orbitarios que normalmente son

densas y lisas, presentaban unos orificios ante-mortem o una porosidad de tamaño y densidad variables (Stuart-Macadam, 1998: 47). Estas anomalías parecen estar, por lo menos en parte, asociadas con la anemia (Stuart-Macadam, 1991, 1998) aunque también hay otros po-sibles factores etiológicos (Wapler et al., 2004). Otros autores han propuesto una falta de ácido fólico en la dieta (Janssens, 1983) y una deficiencia de magnesio (Miquel-Feucht et al., 2000) entre otros factores rela-cionados con la presencia de CO. Las anemias pueden ser genéticas pero también puede ser debida a la falta de hierro (ver El-Najjar et al., 1976). La anemia afec-tará negativamente la capacidad laboral y cognitiva de la persona, además de afectar a su sistema inmunoló-gico (Stuart-Macadam, 1998: 46). En cualquier caso, una etiología multifactorial que, relacionada a la car-ga patógena, refleja problemas de salud debido a una compleja combinación de factores que dependen el es-tado ecológico, inmunológico, social, fisiológico, eco-nómico y político (Holland y O’Brien, 1997). Debido al contexto fragmentado y desarticulado de los huesos, para el registro de la CO en las poblaciones Ibicencas, se ha calculado la frecuencia según el número de órbi-tas observadas. Las lesiones que estaban presentes se han clasificado según los distintos tipos descritos por Stuart-Macadam (1991).

La periostitis es una infección no específica y carac-terizada por la inflamación del periostio del hueso y que, comúnmente, su prevalencia se emplea en estu-dios antropológicos para valorar el estado de salud de una población arqueológica (e.j. Steckel et al., 2002). Esta respuesta inflamatoria puede ser causada por una infección bacteriana a través de la circulación sanguí-nea o directamente a través de un traumatismo (Ortner y Putschar, 1981). Esta condición patológica puede ser primaria, causada por una infección o un traumatismo a la zona; o puede ser secundaria, como parte de otra en-fermedad. La presencia de periostitis en una población arqueológica puede estar asociada con malnutrición, pobre higiene y, en general, unas pobres condiciones de vida. Las migraciones y una alta densidad de pobla-ción pueden facilitar la transmisión de la infección. En este estudio se presentan las frecuencias relacio-nadas con la periostitis tibial, si bien todos los huesos fueron observados. La tibia es el hueso más afectado en

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poblaciones arqueológicas debido a las características fisiológicas de la pierna (Ortner y Putschar, 1981: 132). Macroscópicamente, la periostitis se identificó como porosidad, estrías longitudinales y nueva formación ósea sobre la superficie cortical original (Roberts y Manchester, 1995: 129-130). Cuando las lesiones es-taban presentes, se documentó la localización, su severidad y extensión, y su grado de cicatrización. Se intentó también investigar si las lesiones eran prima-rias o secundarias (e.j. secundaria a una fractura ósea). Se ha obtenido la prevalencia de periostitis dividiendo el número de tibias con lesiones por el total de tibias observadas en subadultos mayores a 1 año y en adul-tos. Únicamente se contaron aquellas tibias con más del 50% del hueso presente y con una conservación de la superficie cortical suficientemente buena para su valoración.

En conjunción con otros parámetros, los análisis de trauma y de artrosis han sido empleados para recons-truir el estado de salud de poblaciones arqueológicas (Steckel et al., 2002). El análisis de trauma es una de las condiciones paleopatológicas más comunes (Ort-ner y Putschar, 1981: 55) y entre los distintos tipos de traumatismos, las fracturas son las más comunes y las más fáciles de diagnosticar (Jurmain, 2001: 13). Una fractura se caracteriza por una disrupción de la estruc-tura normal del hueso, que representa una incompleta o completa rotura en la continuidad del hueso. El análisis de la distribución de fracturas puede proporcionar in-formación acerca del nivel de tensión social, tratamien-to médico, violencia y aspectos bélicos como el estilo de lucha y los tipos de armas utilizados. El diagnóstico se ha basado en la observación de callo óseo además de deformación angular y acabalgamiento. Desafortu-nadamente, no se ha podido contar con un equipo ra-diográfico durante el análisis. El tipo de fractura, su grado de cicatrización, angulación, acabalgamiento, rotación y otras modificaciones y patologías asociadas fueron documentados según las indicaciones de Judd (2002). Todos los huesos fueron analizados, si bien las tasas de morbididad se realizaron únicamente para los huesos largos. Las fracturas en las costillas y en los cráneos fueron descritas de manera anecdótica debido a la fragmentación y mezcla de los huesos. El método utilizado fue el de Judd (2002, 2004) donde el análisis de las diáfisis de huesos largos (húmero, radio, cúbito,

fémur, tibia, peroné) se realiza teniendo en cuenta tres zonas (tercio proximal, medio, distal). Para clavículas, metacarpianos, metatarsianos y falanges, únicamente se requirió que más del 75% de la diáfisis estuviera presente.

En cuanto a la artrosis, esta es la patología más abun-dante de entre todas las lesiones osteoarticulares (Rob-erts y Manchester, 1995: 105). Aunque su definición sea problemática, la artrosis puede definirse como aquella afección de las articulaciones sinoviales que consiste en el deterioro del cartílago y la formación de nuevo hueso. La etiología de la artrosis es multifactorial e in-cluye factores tanto bioquímicos como biomecánicos (Weiss y Jurmain, 2007). La prevalencia y distribución de artrosis a nivel global puede reflejar distintos estilos de vida (Roberts y Manchester, 1995: 107). Potencial-mente, una distribución diferente entre poblaciones puede inferir algo acerca de las condiciones de vida y por ello esperamos que este trabajo sirva como ma-terial comparativo. Se recogieron datos para cada su-perficie articular de cada hueso, si bien este estudio se limita aquí a presentar las tasas de artrosis según las siguientes articulaciones: hombro, codo, muñeca, cadera, rodilla y tobillo. La artrosis se identificó por la presencia de porosidad ante-mortem, osteofitosis, de-formación del contorno y eburneación (Rogers y Wal-dron, 1995). Eburneación es el signo más claro de ar-trosis y si ésta no estaba presente, se requirió al menos dos de los criterios antes citados para un diagnóstico positivo (Rogers y Waldron, 1991). Todos los huesos procedían de individuos adultos. Cada superficie que fue considerada debía presentar al menos un 75% de su superficie auricular.

La reconstrucción de la dieta también fue motivo de este estudio. Un conocimiento de la dieta, nutrición y economía de subsistencia ayuda a interpretar la calidad y el estilo de vida de la población y su relación con las tasas de morbididad y mortalidad. El tipo de dieta y nutrición nos puede informar acerca de posibles fac-tores etiológicos en algunas lesiones patológicas como por ejemplo la cribra orbitalia. Información acerca de la economía de subsistencia puede informar sobre el riesgo de contraer fracturas y artrosis. Además, la dieta puede repercutir en la capacidad de reproducción, las funciones cognitivas, el desarrollo intelectual, la sus-

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ceptibilidad a ciertas enfermedades, el trabajo y la pro-ductividad, el comportamiento y en el entorno socio-económico entre otros (Gabr, 1987). La dieta puede reconstruirse a partir de una variedad de fuentes (ver Brothwell y Brothwell, 1998). En relación a los restos esqueléticos, estos pueden inferirse a nivel muy gene-ral a través de desgaste dental, patología oral (caries, cálculo, etc.), elementos traza e isótopos estables. En el presente estudio, se proporciona información acerca de patología oral (caries y pérdidas de dientes ante-mortem), pero se tienen en cuenta los datos obtenidos de los análisis de isótopos estables, la cultura material y las fuentes históricas.

La caries dental está considerada como una de las fuen-tes más importantes para reconstruir la dieta de pobla-ciones antiguas en conjunción con el desgaste dental y los isótopos estables (Hillson, 2001: 249). Si bien hay excepciones, en general una frecuencia alta de caries estaría correlacionada con unas pobres condiciones de vida (e.j. Manzi et al., 1999; Bonfiglioli et al., 2003). Esta asociación se debe en parte a que la gente pobre se alimentaba principalmente de alimentos baratos como los carbohidratos (e.j. pan) en vez de carne y pescado.

La pérdida de dientes ante-mortem, identificada con la presencia de remodelación del hueso alveolar, puede estar relacionada con la caries y por ello también es motivo de estudio. Uno de los problemas, sin embargo, es determinar la causa de estas pérdidas (Hillson, 2001: 255-256, 268). Aparte de la caries, hay que considerar otros factores desde prácticas culturales a enfermeda-des periodontales, traumatismos y atrición.

El análisis de la caries dental se ha realizado sobre dientes erupcionados tanto deciduos como permanen-tes y siguiendo las recomendaciones de Hillson (2001). Un total de 182 dientes caducos y un total de 1214 per-manentes fueron analizados. Los porcentajes se pre-sentaron según dientes anteriores (incisivos, caninos) y posteriores (premolares, molares) como sugiere Hill-son (1996: 280). Una vez obtenidos estos resultados y sumando los resultados de todos los dientes (maxilares y mandibulares, izquierdos y derechos) se aplicaron los factores de corrección de caries (Lukacs, 1995; Erdal y Duyar, 1999; Duyar y Erdal, 2003).

Para finalizar, cabe indicar que todos estos métodos tienen varios problemas. En primer lugar, la etiología multifactorial de la mayoría de las lesiones dificulta la interpretación de los resultados. En segundo lugar, esta interpretación debe tener en cuenta el problema de la ‘paradoja osteológica’ (Wood et al., 1992). Por otro lado, también debe tenerse en cuenta que las frecuen-cias obtenidas para una determinada patología están íntimamente ligadas al sexo y a la edad de la persona, datos que fueron casi imposibles de obtener con los grupos poblacionales analizados debido a su contexto tafonómico. Por último, ya se ha indicado los proble-mas con las muestras y aquí se incluye que los resulta-dos proporcionan únicamente una media de todos los siglos que abarca el periodo.

Resultados

En primer lugar, se presentan los datos de hipoplasia del esmalte. Un total de 673 dientes pudieron ser observa-dos y un 48.7% (328 dientes) tenía hipoplasia (Tabla 1).

Los caninos muestran el porcentaje más alto (84.3%). Todos los dientes excepto los molares, tienen una pre-valencia mayor del 50%. El porcentaje afectado en los dientes en el grupos subadulto (<18 años) es mayor (60.8%) que en el grupo adulto (40.5%), diferencia que es estadísticamente significativa (x2 = 21.8; p = 0.000). Cuando se separan los dientes por categorías, las dife-rencias entre subadultos y adultos son estadísticamente significativas para los incisivos (x2 = 5.80; p = 0.016), premolares (x2 = 7.35; p = 0.007) y molares (x2 = 17.9; p = 0.000), pero no para los caninos (x2 = 0.580; p = 0.446).

En relación a la cribra orbitalia, el total de órbitas adultas afectadas es de 45.4% (15/33), con una órbita afectada en el sexo femenino (20.0%, 1/5) y 13 en el sexo masculino (56.5%, 13/23). Estas diferencia entre sexos no era estadísticamente significativa (x2 = 1.15; p = 0.283). De todas las órbitas afectadas, 33.3% (5/15) tenían lesiones de tipo severo (>tipo 4 en la escala de Stuart-Macadam, 1991). No había ninguna muestra de individuos subadultos.

Los resultados obtenidos del análisis de la periostitis se presentan en la Tabla 2.

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*N = número de dientes observados; n = número de dientes afectados; % = porcentaje de dientes afectados (n/N x 100).

taBla 1. antiGüedad tardía-éPoCa Bizantina: HiPoPlasia del esMalte*.

taBla 2. antiGüedad tardía-éPoCa Bizantina: Periostitis tiBial

*Códigos: P1/3 = tercio proximal; M1/3 = tercio medio; D1/3 = tercio distal;n = número de segmentos con trauma; N = número de segmentos observados; % = porcentaje de segmentos afectados (n/N x 100)

taBla 3. antiGüedad tardía-éPoCa Bizantina: trauMa (FraCturas)*

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El total de individuos adultos afectados, si nos basamos únicamente en el lado derecho (hueso más repetido), es de 34.2% (12/35). El total de la población subadulta es, tomando la tibia izquierda, de 15.3% (4/26). La difer-encia entre grupos de edad no es estadísticamente sig-nificativa (x2 = 3.08; p = 0.079). Todas las tibias sub-adultas afectadas (n=7) presentan lesiones que estaban aún activas en el momento de la muerte. En adultos, 12 tibias presentaban lesiones que estaban activas a la hora de la muerte. De todas las tibias afectadas, un total de cuatro tibias parecían tener fracturas ante-mortem, por lo que la periostitis podría haber sido secundaria a estas lesiones.

En cuanto a los traumatismos, el total de segmentos fracturados en los huesos largos es bajo con un 1.0% (17/1647) fracturados (Tabla 3).

Todas las categorías de huesos tenían alguna fractura con excepción del fémur. Las zonas más afectadas fu-eron el cúbito distal y el radio distal con una prevalen-cia de 7.9% y 7.5% respectivamente. Todas las fractu-ras del radio distal procedían de cinco esqueletos del yacimiento HLL, dos de ellos mayores de 50 años. De las 17 fracturas presentes en la población ibicenca, pre-dominan las fracturas del radio (41.1%, 7/17), segui-das de cinco (29.4%) fracturas de cúbito, dos (11.7%) de tibia al igual que de peroné y únicamente un caso (5.8%) de fractura en el húmero. En otros huesos el porcentaje de elementos fracturados también es bajo sino nulo: clavículas (1.8%, 1/53), falanges de manos y pies (0.2%, 1/356), metacarpianos (0%, 0/206) y meta-tarsianos (0/314). Se han registrado, si bien presenta-das en forma anecdótica debido a la imposibilidad de

cuantificar la prevalencia, casos de traumatismos en el cráneo y en las costillas. Tres cráneos están afectados aunque con las lesiones cicatrizadas: fractura craneal deprimida en el parietal izquierdo de un adulto joven masculino (HLL203.1); fractura craneal deprimida en el frontal de un individuo masculino (AR33-M); y una posible fractura deprimida en el frontal de otro adulto masculino (AR33-N-F). Además, se presenta una fractura cicatrizada en la mandíbula (AR330L-J) de un adulto senil (>50 años). No hubo huesos nasales para determinar el porcentaje de fracturas en esta área. No se notó, sin embargo, ninguna fractura en otros huesos de la cara como en los cigomáticos (N = 86). Entre las costillas, ocho costillas del yacimiento AR33 y un total de dos costillas del yacimiento HLL tienen lesiones traumáticas. Todas estas costillas representan un mínimo de cuatro individuos diferentes. No se han encontrado fracturas en los huesos largos de sujetos subadultos (1090 segmentos analizados). Finalmente, no se observó ninguna fractura peri-mortem.

En relación a la artrosis, un resumen de su prevalencia en algunas articulaciones del cuerpo se presenta en la Tabla 4.

Las extremidades superiores (21.6%, 44/203) parecen estar más afectadas que las extremidades inferiores (13.4%, 35/261) y aunque estas diferencias son signi-ficativas (x2 = 5.52; p = 0.019), no debe olvidarse que ello depende de la edad y sexo del sujeto entre otros factores. Solamente se han encontrado dos casos con eburneación: en un fémur izquierdo distal y en un as-trágalo derecho.

taBla 4. artrosis seGún reGión anatóMiCa (PorCentaje de suPerFiCies artiCulares aFeCtadas)

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Para finalizar, se presentan los datos sobre caries y pér-didas de dientes en vida. En dientes caducos la tasa de caries es de un 1.6% (1/60) para dientes anteriores y un 13.9% (17/122) para dientes posteriores, siendo la media de un 9.8%. Aplicando los factores de cor-rección, los resultados para anteriores (0.9%) y pos-teriores (5.5%) se suman para un total de 6.4% de di-entes afectados (ver una revisión de la metodología en Márquez-Grant, 2006).

En relación a dientes permanentes, 368 piezas erupcio-nadas correspondientes a individuos subadultos fue-ron analizadas, obteniendo una prevalencia cruda de 5.7% (21/368) de dientes con caries en la población subadulta. Para la muestra adulta, la Tabla 5 presenta el número de dientes presentes, el número de piezas perdidas ante-mortem, aquellas perdidas post-mortem y aquellos dientes de estatus desconocido (ningún al-véolo presente).

Según los datos obtenidos de Márquez-Grant (2006), la prevalencia cruda total de caries en la población adulta es de 2.9% (8/273), con la dentición anterior afectada un 16.7% (84/501) y la posterior un 11.4% (92/774). Todas las categorías de dientes están afec-tadas excepto los incisivos. Los molares son los más afectados con la tasa más alta (30.5%) en el segundo molar. Los dientes anteriores estaban menos afec-tados (2.9%, 8/273) que los posteriores (16.7%, 84/501), diferencia es estadísticamente significativa (x2 =32.3; p = 0.000). Las superficies dentales más afectadas son la superficie oclusal de premolares y molares (8.3%, 33/394 de las superficies oclusa-les), seguidos de la zona cervical de estos dientes posteriores (6.9%, 33/474). Considerando todas las lesiones juntas (N = 104), las lesiones oclusales son las más comunes (31.7%, 33/104), mientas que las superficies de las coronas (superficie bucal, lingual, mesial y distal) de dientes anteriores (0%, 0/236

taBla 5. suMario de PerFil dental de la PoBlaCión (un total de 106 indiViduos adultos)

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de las superficies) y de dientes posteriores (3.0%, 14/459) son las menos afectadas.

Junto a aquellas piezas perdidas ante-mortem (n=121), se aplicaron las fórmulas de corrección de caries. Éstas han proporcionado una tasa de 15.9% (1.5% de dientes anteriores + 14.4% de dientes posteriores) en la pobla-ción ibicenca. Un sumario gráfico de estos resultados (Figura 1) con otras tasas corregidas de Ibiza (Már-quez-Grant, 2006) indican un nivel más alto de caries en la población de estos siglos (IV-VII d.C.) compara-da con poblaciones urbanas y rurales de época púnica (VI-II/I a.C.).

Estos resultados sugieren un incremento de la caries durante la antigüedad tardía-época bizantina en com-paración con poblaciones púnicas de la misma isla.

Discusión de los resultadosCon el estudio macroscópico realizado sobre la mues-tra ibicenca de la antigüedad tardía-época bizantina se han obtenido prevalencias relativamente altas de hip-oplasia del esmalte, cribra orbitalia y periostitis. Al-gunos estudios antropológicos han relacionado la pres-encia de hipoplasia del esmalte con ‘estrés’ nutricional (Goodman et al., 1987; Dobney y Goodman, 1991; Zhou y Corruccini, 1998), aunque la malnutrición no puede ser la causa de todas las lesiones observadas. Sea la razón que sea -genética, medioambiental o cultural- las condiciones de vida en la antigüedad tardía-época bizantina en Ibiza no parecen haber favorecido al indi-viduo durante, por lo menos, su etapa de crecimiento. Estas condiciones desfavorables, como la presencia de nuevos patógenos en el medio, a su vez asociados con el perfil genético, hacinamiento de la población, mo-vimientos migratorios, cambios en el paisaje, sequías afectando la cosecha y posibles catástrofes naturales

entre otros, también parecen haber influido la presen-cia de cribra orbitalia así como de periostitis en la po-blación ibicenca de esta época.

La baja frecuencia de traumatismos puede ser reflejo de una buena adaptación al medio. Las fracturas en el antebrazo son las más comunes entre la población ibicenca. Este patrón de fracturas predominantes en el antebrazo son las más comunes también en otras poblaciones arqueológicas (e.j. Jurmain, 2001; Judd, 2004). Muchas de los fracturas en Ibiza hubiesen sido causadas de manera accidental (ver Galloway, 1999) como caídas y golpes directos contra una estructura, aplastamientos, accidentes laborales durante activi-dades como la agricultura y la pesca por ejemplo. Aunque la antigüedad tardía-época bizantina aparen-tan ser tiempos donde se producen presiones vándalas, según los resultados antropológicos obtenidos parece que existió un nivel bajo de conflicto bélico en la isla, aunque las lesiones de tejido blando no han podido detectarse (con alguna excepción como es una miositis osificante en un fémur del yacimiento HLL). No había fracturas en los huesos de la mano que normalmente aparte de caídas y aplastamientos, suelen ser comunes en peleas (Galloway, 1999). Los traumatismos en el cúbito distal y medio, aunque a veces interpreta-das como ‘defensivas’ (e.j. defendiendo un golpe a la cabezas), no son fiables en la interpretación de un contexto violento (Jurmain, 2001; Judd, 2004; Lessa y Mendonça de Souza, 2004). Únicamente las fracturas craneales y posiblemente la fractura de la mandíbula pueden atribuirse, tentativamente, a un acto violento pero tampoco pueden ignorarse causas accidentales. En este sentido, un nivel bajo de fracturas ha sido reflejo, según algunos autores, de tiempos de estabili-dad política y social (Lessa y Mendonça de Souza, 2004: 385). Cabe mencionar que las fracturas esta-ban bien cicatrizadas y relativamente bien alineadas, con leve angulación y un acortamiento considerable únicamente en un cúbito (HLL202) y en una falange del pie (HLL405.3). Los elementos fracturados en la población de Ibiza no tenían osteofitosis ni artrosis en sus epífisis con excepción de un cúbito HLL202 (osteofitosis) y un húmero AR33-B (artrosis). La rela-tivamente buena cicatrización de las fracturas indica posiblemente que los individuos podían reposar y re-cuperarse, recibían tratamiento y cuidado médico.

Fig. 1.

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En un estudio anterior con las misma población (Márquez-Grant, 2006), la artrosis en los huesos largos estaba presente únicamente en individuos seniles en el caso de aquellos para los cuales se puedo determinar la edad. Ello indicaría, sin saber cuándo en la vida del indi-viduo empezaron las lesiones, que muchos de los signos artríticos estarían relacionados con la edad. En otros ca-sos, la artrosis podría haber sido secundaria a una frac-tura como es el caso de un húmero fracturado (AR33-B). La posibilidad de otros factores etiológicos como el es-trés mecánico de las articulaciones, obesidad y factores hereditarios (afectando la calidad del cartílago) tampoco pueden ignorarse. En poblaciones tanto modernas como arqueológicas, las rodillas y las caderas son las articu-laciones más afectadas (Roberts y Manchester, 1995: 113-114). Los cambios degenerativos en los hombros y codos suelen ser causadas por un historial de trauma o en trabajos con movimientos repetitivos (Jurmain, 1980; Bridges, 1991). Los diferentes casos estudiados, pare-cen indicar que la mayoría de casos de artrosis en las extremidades superiores podrían deberse a actividades físicas, obviamente sin olvidar el factor edad.

Finalmente, el estudio general de la patología oral (ver también Márquez-Grant, 2006) ha demostrado una po-bre higiene bucal, además de una alimentación basada en hidratos de carbono. Estudios comparativos entre pobla-ciones han puesto en evidencia que fue en la antigüedad tardía y época bizantina donde la frecuencia de patología bucal era más elevada en Ibiza (Márquez-Grant, 2006), si bien esto debe interpretarse con cautela hasta que se realicen análisis más detallados y tras considerar los fac-tores de edad y sexo. Resultados obtenidos de análisis de isótopos estables (B. Fuller, N. Márquez-Grant y M. Richards, proyecto en curso) también indican una dieta basada principalmente en proteína terrestre con un pe-queño porcentaje de proteína marina. La consumición cárnica es media y mucho más baja que poblaciones prehistóricas y púnicas de la isla (B. Fuller, comenta-rio personal). Estudios de elementos traza en la isla de Mallorca con individuos del siglo VII d.C. muestran una dieta similar compuesta por más plantas que carne y una proporción baja de proteína marina (Garcia y Subirà, 2001). A través de fuentes históricas se sabe que rara vez se consumía carne y que los individuos más pobres consumían vegetales o productos basados en la harina (Karpozilos y Kazhdan, 1991: 621-622).

Conclusión

En este primer paso se han presentado los resultados obte-nidos de los análisis paleopatológicos de dos poblaciones ibicencas de entre los siglos IV y VII d.C. Se ha obtenido una reconstrucción básica en la que emerge la posibilidad de un ambiente con factores desfavorables para la salud según la observación de las hipoplasias, cribra orbitalia y las hipoplasias. El nivel de violencia o conflicto bélico parece ser bajo. Los resultados de la artrosis, particular-mente en las extremidades superiores, proporcionan unos valores y un patrón de lesiones que deberán ser compa-radas con otras poblaciones. La dieta parece estar basada principalmente en hidratos de carbono. Si bien, las inter-pretaciones no deberían ser tan simplificadas, estos datos pueden proporcionar a arqueólogos la oportunidad de co-rroborar estos resultados con aquellos obtenidos de otras fuentes arqueológicas e históricas. El siguiente paso para la antropología física en relación al tema aquí presente, es el de realizar un análisis comparativo con otras poblacio-nes de Ibiza y producir un análisis más detallado de los resultados obtenidos. Los informes para cada yacimiento y para el periodo en general están en curso de ser publi-cados y se espera que estos datos sean más útiles como material comparativo para otros estudios de poblaciones del Mediterráneo occidental y central.

Agradecimientos

Agradezco al Dr. Joan Ramon Torres del Consell In-sular d’Eivissa i Formentera el acceso a este material. Agradezco al comité científico y a los organizadores del congreso de Morella su ayuda prestada. Muchas gracias a Olalla López Costas por haber presentado la comunicación del presente estudio durante el congreso en Morella.

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