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NÓMADAS 52 * Investigadora de la línea de Socialización y Violencia del DIUC. [email protected] ** Investigadora de la línea de Socialización y Violencia del DIUC. [email protected] DEL SUJETO DE LA NORMA AL INDIVIDUO DEL CONTROL Gisela Daza * y Mónica Zuleta ** Este artículo da cuenta de algunas de las relaciones entre las dos manifestaciones predominantes del modo de produc- ción capitalista y las prácticas que la institución familiar pone en marcha, lo que da lugar a modos determinados de expre- sión de la subjetividad. Así, diferencia las condiciones sociales favorables a la constitución del sujeto, personaje propio del capitalismo normativo que rigió en Occidente desde finales del siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XX, de las condiciones sociales relativas a la constitución del individuo, personaje principal del capitalismo contemporáneo. 1 This article is about some of the relations between two of the predominant manifestations of the capitalist mode of production and the practices of family institution that it puts into practice, which gives place to determined modes of expression of subjectivity. Thus, it differentiates the social conditions favorable to the constitution of the subject, as a construct of normative capitalism in the West from the end of the eighteenth century until the first half of the twentieth, from the social conditions relative to the constitution of the individual, a construct of contemporary capitalism.

DE LA NORMA DEL CONTROL - Dialnet · ... lo que da lugar a modos determinados de expre-sión de la subjetividad. ... cual pertenecen. 5 Partimos del uso de la noción que ... las

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NÓMADAS52

* Investigadora de la línea de Socialización y Violencia del DIUC. [email protected]** Investigadora de la línea de Socialización y Violencia del DIUC. [email protected]

DEL SUJETODE LA NORMAAL INDIVIDUO

DEL CONTROL

Gisela Daza * y Mónica Zuleta **

Este artículo da cuenta de algunas de las relaciones entrelas dos manifestaciones predominantes del modo de produc-ción capitalista y las prácticas que la institución familiar poneen marcha, lo que da lugar a modos determinados de expre-sión de la subjetividad. Así, diferencia las condiciones socialesfavorables a la constitución del sujeto, personaje propio delcapitalismo normativo que rigió en Occidente desde finalesdel siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XX, de lascondiciones sociales relativas a la constitución del individuo,personaje principal del capitalismo contemporáneo.1

This article is about some of the relations between two ofthe predominant manifestations of the capitalist mode ofproduction and the practices of family institution that it putsinto practice, which gives place to determined modes ofexpression of subjectivity. Thus, it differentiates the socialconditions favorable to the constitution of the subject, as aconstruct of normative capitalism in the West from the end ofthe eighteenth century until the first half of the twentieth,from the social conditions relative to the constitution of theindividual, a construct of contemporary capitalism.

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1. La pragmáticainmanente

Nuestro trabajo de investigaciónbusca discernir los procesos de socia-lización, entendidos como los instru-mentos puestos en juego por unasociedad para instituir prácticas des-tinadas a configurar, a un mismotiempo, lo singular y lo grupal, lo pri-vado y lo público2. En otraspalabras, el conjunto de estra-tegias, tácticas y técnicas dis-puestas para favorecer unadeterminada dirección en losámbitos que conforman lo so-cial, a saber, la produccióneconómica, la cohesión socialy la diferenciación individual,conjunto del cual se despren-de el mecanismo responsabledel asentamiento, el manteni-miento y el fortalecimiento dela dirección seleccionada y losespacios de libertad que éstaocasiona.3

Nos acogemos a una pers-pectiva pragmática que deja delado la construcción de nocio-nes universales por considerar-las pertenecientes al campo dela abstracción al no estar en-ganchadas en disposicionesmateriales específicas.4 Encontraste con ello, propone la cons-trucción de nociones generales cons-tituidas según unas circunstanciasprecisas fruto de disposiciones espa-ciales y temporales concretas, mane-ra como adquieren la materialidaddistintiva del campo pragmático alcual pertenecen.5

Partimos del uso de la noción quedel capitalismo ha construido estaperspectiva pragmática, atendiendoal discernimiento de los procesos desocialización puestos en juego por la

institución familiar. Para ello, hemosdelimitado los conjuntos de prácti-cas de esta institución en los tresámbitos particulares del capitalismo.6

Esa perspectiva define al capita-lismo como el acontecimiento por elcual un cúmulo de circunstanciaseconómicas, políticas y sociales pro-mueve la liberación de los movimien-

tos del capital y el trabajo de su sub-ordinación a la tierra. De hecho, esteacontecimiento sustenta los ámbitosde la producción, de la cohesióngrupal y de la diferenciación indivi-dual en la ganancia como su motordinámico, lo que conforma una di-rección basada en la separación delas fases de fabricación, distribucióny consumo. Desde finales del sigloXVIII hasta la primera mitad del si-glo XX, fue establecida una direccióncapitalista7 en la cual la obtenciónde la ganancia resultaba de una rela-

ción inversamente proporcional en-tre el beneficio del propietario y elsalario del obrero, haciendo que larelación entre los movimientos delcapital y el trabajo tendiera a privi-legiar la fase de fabricación de lamercancía, lo que constituyó un or-den social apoyado en la conforma-ción de la masa obrera.8 En contraste,desde hace aproximadamente cinco

décadas, se ha venido estimu-lando otra dirección en don-de la ganancia se extraedirectamente del movimien-to del capital, con indepen-dencia del movimiento deltrabajo y, con ello, se deja defavorecer la fase de la fabrica-ción de la mercancía, para for-talecer en cambio la de lacirculación y distribución. Talproceder que desplaza laplusvalía obtenida a partir delsalario del obrero, lo que haconducido a la total desvalo-rización del trabajo manual ya la obrerización del trabajointelectual, y emplaza la ga-nancia en las operaciones decompra de productos y ventade servicios, está dando origena un orden social cimentadoen la lucha por la conquistadel mercado.9

Cada una de estas dos direccio-nes generales, al ordenar a su mane-ra los tres ámbitos de lo social, generalas condiciones para que se den lasrelaciones de producción y los mo-dos de cohesión y de diferenciaciónnecesarias para apuntalarse y perdu-rar. Así, la familia, como una de lasinstancias de socialización moviliza-das por el capitalismo, ha tenidocomo función primordial ordenar susconjuntos de prácticas de acuerdocon aquellos propios de dichos ám-bitos. Para hacerlo, ha instalado, en

Antonello de Messina, h. 1470. Cefalú, Museo Mandralisca

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primer lugar, actividades destinadasal cuidado del cuerpo y el alma juntocon sus reglas orientadoras; en segun-do lugar, rituales que establecen losdistintos roles demandados y los re-querimientos para desempeñarlos y,en tercer lugar, mitos dispuestos paradotar de un carácter trascendente alcúmulo de acciones y de reglas exigi-

das.10 Este artículo tiene por propó-sito llevar a cabo una descripciónde algunas de las manifestacionesde ambas direcciones generales delcapitalismo en la institución fami-liar en Occidente y, en consecuen-cia, en Colombia. La descripciónparticular de las maneras como es-tas tendencias se trastocan en la fa-milia en Colombia se realizará enotra oportunidad.11

2. El capitalismode la normalización

2.1 La relación entre el capita-lismo y lo institucional

Desde la Revolución Francesa yhasta el periodo de la posguerra, Oc-cidente estimuló una dirección en elmundo sustentada en la conforma-ción del orden político peculiar delos Estados-nación y del orden eco-nómico privativo del modo industrialde fabricación.12 En tanto la indus-

trialización provocó un flujo de masaobrera, es decir, propendió por la li-beración de los siervos de su sumi-sión al feudo para disponer de manode obra, como de un flujo de dinerocirculante, es decir, propendió por laliberación del intercambio económi-co de su anclaje en la ley de la pro-piedad de la tierra, también favoreció

un orden político capaz de contenerambos flujos, lo que dio lugar a losEstados-nación.

Esta dirección, pues, al beneficiara la plusvalía extraída de la fuerza detrabajo como la vía de conjuncióndel capital libre y el trabajo libre,igualmente benefició, en cada uno desus ámbitos, aquellos conjuntos deprácticas favorables a dicha rela-ción.13 De esta forma, en el ámbitode la producción, se fomentaron ins-tituciones como la familia nuclear, laescuela disciplinar, la organizaciónfabril, entre muchas otras, en tantomedios garantes de la constitución dela fuerza de trabajo; en el ámbito dela cohesión, se impulsó una organi-zación basada en clases sociales, gé-neros, edades, competencias, conmiras a garantizar su permanencia y,asimismo, se promovió una secuen-cia de etapas vitales ajustada a losciclos de la industrialización; final-mente, la diferenciación de la fuerzade trabajo se respaldó en una manera

anónima de ordenamiento de la masaen la que sus integrantes adquirieronel estatuto de ciudadano, medio paraasegurar que cada cual se asumieracomo tal y aceptara identificarse porsu pertenencia a la masa.

Además de estimular ciertos con-juntos de prácticas en sus tres ámbi-

tos sociales, esta dirección capitalis-ta también fomentó conjuntos deprácticas particulares en sus diversasinstancias constituyentes. Por ello,no sólo favoreció a la familia nuclearcomo la mejor opción institucionalpara garantizar la fuerza de trabajo,sino que asimismo le modeló las for-mas a sus actividades y le inoculó loscontenidos a sus discursos.

La familia nuclear configuró unespacio privado para cumplir con lafunción primaria socializadora de re-producción de la fuerza de trabajo, alsustituir la ley del padre, instrumen-to aglutinante relativo a la sumisión,por la regla del hijo, instrumentoaglutinante de la liberación.14 Enefecto, este cambio la forzó a estable-cer compuertas de contención y orde-namiento del deseo liberado y paraello hizo uso de la jerarquía de Edipo,al tiempo que se aisló de las otrasinstancias de socialización. Sus inte-grantes, entonces, supeditadosprivadamente a orientar su deseo por

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esa jerarquía, fueron obligados a vi-gilarse para no transgredir la prohi-bición. Esta prohibición, justamente,al no estar sometida por la expre-sión negativa de la ley paterna, sinoregulada por la expresión positiva dela regla del hijo, se volcó en el con-sumo convertido en el sustituto par-cial de la satisfacción del deseo porla madre. Así, los integrantes se en-caminaron a la obtención incesan-te de satisfacciones parciales de sudeseo a través del consumo, lo quelos ató a un consumo inagotable ylos conectó a las máquinas extrac-toras de la plusvalía de su fuerza detrabajo. Al unísono, pues, devi-nieron en sujetos de deseo y sujetosde producción.

Esa manifestación de lo subjeti-vo, no sólo concernió a lo terrenal,también a lo trascendental pues seintrodujo en una expresión míticapropia del monoteísmo que igual-mente desplazó el lugar del padre,para emplazar en él al hijo. Efectiva-mente, en los momentos de prepon-derancia del mito del padre, elvínculo entre los hombres y Dios segesta a través de una deuda finita,donde el acreedor, “Dios”, disponedirectamente de las herramientaspara saldar la deuda y, en consecuen-cia, para otorgar la salvación.15 Encontraste, en los momentos de pre-ponderancia del mito del hijo, el vín-culo entre los hombres y Dios seconforma a través de una deuda infi-nita, en la que el acreedor, “Dios”,interpone en su relación con loshombres a su hijo, quien otorga enlo terrenal una posibilidad de salva-ción. Sin embargo, este segundomito, fundado en el asesinato colec-tivo del redentor, aplaza la redencióny hace a los hombres culpables exi-giéndoles seguir un camino inagota-ble de sacrificio y heroicidad personal

en la tierra para, finalmente, poderser salvados en el cielo. Dicha mani-festación del mito instituye una al-ternativa terrenal dispuesta parabuscar incesantemente una opción desalvación celestial, en tanto duplica-ción del camino a recorrer por el de-seo insaciable de Edipo.

La familia nuclear, entonces, pormedio de esta imbricación de lo sub-jetivo y de lo trascendente, dotó asus acciones de la forma y el conte-nido capitalista. De esta suerte, elcuidado tuvo que ver con el asenta-miento de actividades corporales yespirituales definidas por parámetrosy preceptos implícitos en los valoresde ganancia de la plusvalía; fue elcaso de la imposición simultánea deprocedimientos como la fijación dehorarios precisos para todo aquelloque había de hacerse y de preceptosconcomitantes al cumplimiento deesos horarios. Por tal razón, mien-tras a cada uno se le solicitaba cui-dar metódicamente su cuerpo, seestipulaba como cláusula moral el sermetódico.

A su turno, los rituales tuvieronpor función dictaminar los límites ylas condiciones de lo que cada unopodía ser. Para ello, la familia especi-ficó los roles del padre, la madre y elhijo mediante la puesta en marchade un ordenamiento particular de lassecuencias vitales con miras a asegu-rar que, a lo largo de la vida, susmiembros se transformaran según lospapeles a jugar y las posiciones a ocu-par en los ritmos impuestos por elciclo industrial. En consecuencia, eldeseo del niño fue cuidadosamentemoldeado, no sólo para hacerlo de-sear el cumplimiento paulatino de lasexigencias de su conversión en fuer-za de trabajo, sino para hacerlo de-sear su conversión en padre.

Finalmente, lo mítico implantólos medios por los cuales los sujetos,simultáneamente, admitieron las exi-gencias del cuidado y de los ritualesy aceptaron la relación entre la fuer-za de trabajo y la plusvalía privilegia-da por esta dirección del capitalismo.Lo anterior se manifestó en la puestaen marcha de actividades circunscri-tas a la finalidad trascendental desalvación como la instauración de unsentido común justificador, por lodivino, del método de adiestramien-to del cuerpo y el alma y de los ritospara atravesar las distintas secuenciasy ocupar las distintas posiciones dis-puestas para ser y dejar de ser, dentrode la relación estipulada entre la fuer-za de trabajo y la plusvalía.

2.2 El mecanismo de vinculación

Los conjuntos de prácticas, tan-to de los tres ámbitos sociales, comode la familia nuclear, entraron eninteracción a través de un mecanis-mo, también relativo a esa direccióncapitalista. Este hace referencia a unaestrategia puesta en marcha con mi-ras a asegurar la ocurrencia, el man-tenimiento y el fortalecimiento delorden social favorecido. Así, desdefinales del siglo XVIII, durante el si-glo XIX y hasta mediados del sigloXX, esa dirección instaló al procesode normalización16 como su mecanis-mo de vinculación y desarrolló tácti-cas que asentaron a la medida de locomún como el punto de referenciarespecto del cual los grupos y las per-sonas fueron valorados.

El asentamiento de la medidacomún resultó del establecimiento deoperaciones estadísticas que, a travésde la distribución serial, dieron ori-gen a la organización de los sujetosen una masa o cuerpo social regidapor tácticas de uniformidad y de dis-

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tribución. Se configuraron, así, cur-vas de frecuencias, cada una con unlímite máximo y un límite mínimo apartir de los cuales los grupos pudie-ron ser excluidos de distintas instan-cias del cuerpo social por exceso o pordefecto. Asimismo, lo contenido enel interior de los límites se agrupó deforma tal que generara, incesante-mente, infinitas clasificaciones. Enconsecuencia, la imposición de esteconjunto de operaciones garantizóla existencia, mantenimiento yfortalecimiento de conglomerados,perpetuamente homogeneizados ydistribuidos según las clasificaciones,en la fuerza de trabajo necesaria parala obtención de la plusvalía.

La infinidad de clasificaciones,fruto de las tácticas de uniformidad ydistribución, constituyó la curva delo normal, en razón de la cual se fija-ron los parámetros de lo que se podíahacer y ser, de acuerdo con la plura-lidad de series de frecuencia. De estemodo, se estableció como parámetrode comparación una referencia grupalconstituyente de un modelo social.

El mecanismo de vinculaciónconducente al camino de la norma-lización y a la medida común, se eje-cutó a través de un número detécnicas que, constitutivo de laestrategia del poder, dotó de un sen-tido compartido a los distintos con-juntos de prácticas. Efectivamente, lanormalización puso en obra a la dis-ciplina17, al sufrimiento18 y a la cul-pa19 como los procedimientosdestinados a otorgar herramientaspara la cohesión y la diferenciaciónde la masa anónima.

La disciplina constituyó la técni-ca por la que cada cual fue minucio-samente adiestrado, en cuerpo y alma,a seguir el método exigido por su do-

ble conversión en sujeto del deseo yde la producción, lo que instaló enlas actividades de cuidado a los pará-metros de la normalización y los con-virtió en preceptos para la salvación.Así, la disciplina, en tanto requeri-miento para el actuar individual enla fuerza de trabajo y en la salvación,conformó el conjunto de las obras ylos méritos necesarios para formarparte de lo familiar, de lo social y delreino celestial.

El sufrimiento, a su turno, fue latécnica mediante la cual, a las di-versas clases se les determinaron di-ferentes tipos de pruebas a vencerpara superar las distintas etapas ypara representar los distintos pape-les conducentes a transformar a susmiembros en sujetos. Esta técnicagarantizó, entonces, que cada inte-grante de la masa de ciudadanostuviese, a lo largo de su vida, la po-sibilidad de obtener satisfaccionesparciales, por la imposición conti-nua de un número mayor de prue-bas a ser superadas y, paralelamente,dilatara la satisfacción del deseo, im-pidiendo, así, la obtención de unasatisfacción total. Para ello, porejemplo, impuso un número ince-sante de etapas vitales y de roles, encorrespondencia con la constanterenovación de los sistemas de clasi-ficación de los parámetros de la nor-malización, lo que forzó a cada cuala vencer las pruebas en el tiempo yle proporcionó un cúmulo de opcio-nes a seguir en el espacio. Igualmen-te, indujo un gasto energético en elpaso de un estadio a otro y estipulóun principio y un final para cadanuevo estadio, acorde con los ciclosde desgaste y renovación de la fabri-cación. Además, demandó la asun-ción de cada uno de los rolesnecesarios a los ciclos de la produc-ción, de manera tal que el acceso a

los distintos roles y el logro de lasdistintas etapas configuraron requi-sitos familiares, sociales y de salva-ción. Esto inscribió al ciclo de vidaen una curva espacio-temporalsustentada en límites máximos ymínimos y, a la vez, facultó laformación incesante de la masaobrera y la continuación incesantede industrialización.

La culpa, finalmente, fue el pro-cedimiento que tuvo por mira esta-blecer el sentido común mediante ladiferenciación distributiva de los su-jetos dentro del cuerpo social. Dehecho, al provocar la cohesión grupalpor la especificidad del camino pri-vado del deseo, se insertó la diferen-cia en la uniformidad, pues, si bienla regulación del deseo del hijo ha-cia la madre gestó en lo común undeseo insatisfecho, su configuraciónse realizó en lo privado de la instan-cia familiar, es decir, en la relaciónentre el padre, la madre y los hijos.Igualmente, si el desvanecimiento dela posibilidad de la salvación terrenafue responsabilidad común, pues fuela “humanidad occidental” quiendestruyó su opción salvadora, dicharesponsabilidad, no obstante, se con-figuró en lo privado, es decir, en elhijo que materializó la culpa del ase-sinato del hermano. En consecuen-cia, el cuerpo social cargó con unaculpa colectiva, resultante de la cul-pa individual, lo que dio origen a unsentido común gracias al cual cadauno pudo diferenciarse.

2.3 La resistencia

Si bien las circunstancias ca-pitalistas descritas tendieron a laconstrucción de un cuerpo social or-ganizado de manera uniforme, simul-táneamente provocaron lo que nopodía ser organizado, constituyendo

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así sus resistencias, es decir, aquellasclases que se interpusieron a las cláu-sulas de lo normativo. Esta interpo-sición, característica de una granparte de la población de las peque-ñas y de las grandes naciones conso-lidadas, ocasionó, durante esos siglos,todo tipo de movimientos socialesencaminados a la lucha por la inclu-

sión, de organizaciones obreras orien-tadas a transformar las condicionesde la obtención de la ganancia, demovimientos revolucionariosemancipadores dirigidos a construirformas de gobierno socialistas, entremuchos otros.

Dichas expresiones de lucha, jun-to con otros acontecimientosgestados por el obrar del capitalismomismo, además de suscitar algunasvariaciones en los modos de produc-ción, de cohesión y de diferenciación,fueron también la fuente de una fuer-za que no podía ser capturada por elorden establecido, y que provocó uncaos que amenazó su dirección. Estecaos, a diferencia de las formas delucha organizadas, no fue efecto deuna resistencia fruto de una volun-tad política, social o económica de-terminada, sino se constituyó en lapotencia de transformación del sis-tema.20 De la amenaza del caos ma-terializada, entre muchas otrasexpresiones, en el acaecimiento de

de se diferenciaron el Primer, Segun-do y Tercer Mundo.

Desde mediados de la década delsetenta, esta jerarquía ha tenido unpapel importante en lo referente a laapropiación de los recursos y ha afec-tado los tres ámbitos sociales. En efec-to, frente a la posibilidad real de

acaparamiento de los recursos porparte de las naciones que conformanel Segundo y el Tercer Mundo, lasnaciones del Primer Mundo hanpuesto en marcha una estrategia paraobtener la sobreproducción plane-taria necesaria para sus exigenciaslocales de consumo. Se ha produci-do, entonces, un cambio sutil en lasecuencia del proceso de producción,que ha dejado de estimular la fase dela fabricación de la mercancía, inclu-so aquella de la extracción de la ma-teria prima para, en cambio, privilegiarla fase de distribución y de circulación.Ese proceder, cuya consecuencia es eltrastrocamiento de la relación entrecapital libre y trabajo libre, basada enla regulación de los medios de fabri-cación, da paso a un orden sustenta-do en la conquista de los mercados23.Ello ha erigido, a un mismo tiempo,al Primer Mundo y al mercado comoel nuevo motor del capitalismo.

Esta dirección le da preemi-nencia, entonces, al movimiento del

la Segunda Guerra Mundial21, surgióuna dirección que fue capaz de atra-par ambos procesos. Esta capacidadde capturar, por un lado, lo que se leescapaba al orden anterior y, por otrolado, las demandas de acaparamien-to de los recursos generados por lanueva distribución planetaria,instauró otra manera de actuar en

donde la fabricación fue subordina-da por la sobreproducción caracterís-tica de la conquista del mercado.

3. El capitalismo delcontrol

3.1 La relación entre el capita-lismo y la institución

La nueva dirección capitalistatuvo sus inicios, en Occidente, con elacontecimiento denominado Capita-lismo Mundial Integrado (CMI)22, quehizo su aparición al finalizar la Segun-da Guerra Mundial, cuando una na-ciente distribución planetaria exigíala sobreproducción, a través de la cualse autorizó a un alto porcentaje de lapoblación de las naciones más fuer-tes, junto con un pequeño porcentajede las más débiles, el acceso a un con-sumo ilimitado, aún a costa del ago-tamiento de los recursos del planeta.Cumplir con ello configuró otra je-rarquía en la esfera internacional don-

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capital con independencia del trabajolo que, simultáneamente, subyuga aeste último, al imponerle una jerar-quía basada en el acrecentamientocontinuo del dinero, acrecentamien-to que, a su vez, domina todas las re-laciones sociales24. De la puesta enmarcha de las prácticas específicasque sustentan esta preeminencia, estáresultando un orden en el que los tresámbitos sociales capitalistas se com-binan, debido a la paulatina desapa-rición del límite que separa el espaciode la reproducción de la fuerza de tra-bajo del espacio de la producción, loque deposita en el individuo, en vezde en el grupo, la responsabilidad delcumplimiento de todas las tareasproductivas25.

En el ámbito de la producción,esta combinación provoca la apertu-ra de sus instancias de socializacióny, con ello, la variación de su funcio-namiento. Así, por ejemplo, la fami-lia está rompiendo su anclajeexclusivo en la organización nuclearpara dar paso a diversas formas filia-les legitimadas por el derecho, talescomo familias uniparentales, homo-sexuales, extensas y compuestas, en-tre otras. La escuela está abriendo suspuertas e inoculando su función enlas demás instancias, lo que, entreotras consecuencias, deposita el co-nocimiento al servicio de la empresaprivada. Igualmente las fábricas seestán desterritorializando26, volviéndo-se empresas transnacionales. En elámbito de la cohesión grupal, esacombinación fomenta la desapariciónde organizaciones soportadas en cla-ses, géneros y edades y de secuenciassegún etapas vitales y espacios fun-cionales para dar paso a conjuntosdisgregados de individuos27. Por últi-mo, en lo referente al ámbito de ladiferenciación individual, dichacombinación ocasiona una manera

transversal de relación entre los in-dividuos disgregados, cada cualresponsabilizado de la totalidad de lasfases del ciclo productivo.

Si en el capitalismo de la norma-lización el acaecer de los sujetos sebasaba en el paso secuencial por lasinstancias de socialización (primerola familia, después la escuela, poste-riormente la fábrica), en el CMI elacaecer de los individuos se sustentaen una tendencia que promueve elpaso simultáneo de cada cual por lasdistintas instancias. Debido a ello, lafamilia tiende a convertirse en unemplazamiento en el que, además decumplirse las funciones primarias desocialización, se cumplen funcionesde capacitación y de producción, sindistinción previa de espacios o detiempos, incluso de edades o de gé-neros28. Lo mismo ocurre con la es-cuela y con la empresa, para nombrarsolo algunos.

La reciente dirección, entonces,propicia una forma maleable de fa-milia, es decir, formable y transfor-mable, como instancia primaria desocialización, lo que garantiza laconstitución continua de una fuer-za de trabajo dispersa en individuosy ya no compuesta en conglomera-dos. Tal familia, para combinar lasfunciones de reproducción de la fuer-za de trabajo y de producción, nece-sita romper los muros subjetivos deregulación del deseo y replegar lajerarquía de Edipo, en tanto herra-mienta de aglutinación, para otravez abrirle sitio a la ley del padre,pero esta vez ostentada por cada unode sus integrantes quienes se adue-ñan de la orientación de su deseo yse hacen responsables de satisfacer-lo. Lo anterior favorece la configu-ración de órdenes horizontales queagregan a sus diversos miembros,

padre, madre, hijo y otros, en unahermandad regida por el deseo libe-rado y particular de cada uno, sincomandancia de una única orienta-ción.29 No obstante, el mercado am-biciona atrapar el deseo individualliberado y encaminarlo a la conquis-ta de la sobreproducción, modo pri-vilegiado como el individuo cumplela exigencia para existir en el CMI.La familia, así, estimula a sus inte-grantes a la conquista del consumoilimitado y de los medios para alcan-zarlo, lo que, simultáneamente, lossubordina a su consumo y a su capa-cidad de producir, y los convierte endueños de su destino y esclavos yamos de su propia ley.

Esa expresión subjetiva de la in-dividualización también tiene, comola anterior, una expresión mítica tras-cendental relativa a la salvación.Ésta, destinada a instituir nuevamen-te el mito monoteísta de la prepon-derancia del padre, no busca, empero,proclamar un solo rey celestial, sinoun único poder divino que cada cualdebe encarnar para salvarse, sin ape-lar a representación alguna.30 En di-chas condiciones, el vínculoprivilegiado entre Dios y los hombresse concreta en la relación entre elindividuo, convertido en el nuevo“dios”, y sus acciones, en cuanto laley, manifestada como verdad, vuel-ve omnipotente a quien la porta y, alhacerlo, lo torna en el único acree-dor de su deuda infinita. Del mismomodo, ese vínculo se concreta en larelación entre el conquistador, trans-formado en “amo”, y aquello que con-quista, en cuanto la acción individualse dirige a capturar los medios garan-tes de la autosatisfacción. En conse-cuencia, la salvación individualdepende de la capacidad personal dela omnipotencia para la autosatis-facción y de la conquista para la apro-

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piación de los medios necesarios parael consumo.

De esta suerte, la familia malea-ble, mediante la imbricación entrelo individual y lo trascendente, dotaa sus actividades de la forma y el con-tenido del reciente capitalismo. Dehecho, el cuidado favorece activida-des corporales y espirituales susten-tadas en la autonomía, a través deuna programación de la ac-ción acomodada a la manifes-tación individual del deseo.De ello resulta una personaresponsable de las accionesnecesarias para la obtenciónde su consumo quien, a la vez,se capacita para ordenar lasactividades del cuidado de sucuerpo en función de su pro-pia programación y se inocu-la en el alma el mandato deser autónoma.

A su turno, los rituales pri-vilegian actividades que con-vierten al individuo en elportador de su ley, es decir, enla única autoridad para juzgary juzgarse en relación con elgrado con que satisface su con-sumo y la ampliación de lasconquistas con que asegura susobreproducción.31 La familia,entonces, ordena sus accionesde acuerdo con las exigenciasde sus integrantes y cambiapermanentemente de forma.Ello porque es el “hermano” conmayores conquistas quien, temporal-mente, impone su verdad hasta tan-to otro de ellos extienda su dominioy acceda al lugar del conquistador.

Finalmente, lo mítico, si bien,como sucedía con la familia nuclear,incita en todos los individuos la ne-cesidad de salvación, busca a través

de ello desplazar a la única justifica-ción trascendente, junto con su ca-mino de salvación, para introducir,en cambio, una pluralidad de justifi-caciones y caminos que adviene enpotestades de cada cual. Así, se dapaso a una variedad de medios de sal-vación fruto de los circuitos de dis-tribución que despliegan la capacidadindividual de conquista. La familiatiende a convertirse, pues, en una

encrucijada que distribuye las distin-tas opciones necesarias para que cadauno de sus miembros seleccione elcircuito en el que desplegará unamayor capacidad de conquista.

3.2 El mecanismo de vinculación

La preponderancia de lo indivi-dual en el CMI se lleva a cabo a tra-

vés de un mecanismo de vinculaciónque, similar a aquel del capitalismode la normalización, pone en marchala estrategia específica del ejerciciodel poder que impulsa. Ese mecanis-mo, que hizo su aparición desde lafinalización de la Segunda GuerraMundial, ha pretendido, por una par-te, instituir al control como su arma,manera como se encamina hacia laconquista del mercado y, por otra,

instaurar al índice como elpunto de referencia respectodel cual cada uno se valora.

A diferencia de la relacióncapital-trabajo en el capitalis-mo de la normalización, estarelación en el CMI se susten-ta en un intercambio fluctuan-te y disgregado que, al seguirdistintas variaciones, extrae laplusvalía de manera continuay ondulatoria, de un conjun-to disperso de individuos, exi-gencia para conquistar elmercado. En tal virtud, la con-dición para la puesta en mar-cha del naciente capitalismoes la conformación de un agre-gado de personas a través dela individualización.

Lo anterior supone la im-plantación de otras operacio-nes que, haciendo todavía usode la estadística particular dela normalización, cambian sufuncionamiento al convertir

las distribuciones de frecuencias enunidades en constante variación, re-sultantes del promedio de una mues-tra de parámetros que, aunqueconstitutivos de la curva normal, sontomados separadamente como índi-ces. En consecuencia, a los diversoscomponentes constitutivos de las cla-ses se les interviene mediante la se-lección de un grupo de indicadores

“Cardenal Richelieu”, Philippe de Champaigne, h. 1642,Londres, National Gallery

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que informan de los índices de con-sumo por lograr. Ese proceder facilitala fractura de las clases y la conexióntransversal de sus distintos compo-nentes al forzarlos, por sectores, a al-canzar similares índices de consumo.

La imposición de los índices des-trona el moldeamiento y, en su lu-gar, entroniza un nuevo conjunto deoperaciones comandado por la mo-

dulación. Si el moldeamiento impli-ca el seguimiento de patrones me-diante clases, la modulación implicaalcanzar los índices que informan dela posición ocupada por cada com-ponente, respecto de la jerarquía dela sobreproducción. Ello compele alindividuo, no sólo a ordenar por símismo sus acciones encaminándolasa cumplir con los indicadores de con-sumo, sino a desear ostentar única-mente esos índices, diferenciándosede quienes no pueden esgrimirlos.Razón por la que, la modulación no

sólo busca fracturar las clasificacio-nes sino, sobre todo, instituir una je-rarquía regida por los niveles deconsumo personales.

Para conformar el agregado decomponentes, el control le da prela-ción a tácticas de interacción apoya-das en la competencia por losrecursos, lo cual, además de favore-cer la constante aparición y desapa-

rición de componentes, obstaculizalas distribución social sustentada enla tensión entre las clases. Lo ante-rior estimula el combate a muertepor la conquista del mercado, pues-to que se impele al individuo a que,en su hazaña de apropiación de uníndice de consumo, se apropie tam-bién de los recursos de su opositor,quien debe ser subyugado y dejadofuera de contienda.

Este mecanismo de vinculaciónencauzado a que cada cual participe

de lo social a través del combate paraalcanzar un índice, pone en obra a laadicción, el autocontrol y la ver-güenza32 como las técnicas que legarantizan, al mismo tiempo, lafragmentación de las clases y el con-trol de cada uno de los componentes.

La adicción es la técnica por lacual se modula, a través del consu-mo, el cuerpo y el alma. En efecto,

el control, al propender por la con-versión del mercado en aparato decaptura del deseo liberado, imponela dependencia al consumo comocondición de identidad. Para ello,le exige a cada individuo programarlas acciones corporales en el consu-mo, según la variación constante delos indicadores de su índice por al-canzar y, paralelamente, lo obliga alcumplimiento de esos niveles deconsumo. En consecuencia, cada in-dividuo, a la vez que requiere depen-der del camino del consumo que se

“Isabel Burandt”, Peter Paul Rubens, h. 1622, Londres, British Museum

61NÓMADAS

traza para pertenecer en lo social,necesita forjar la omnipotenciacomo la justificación de su someti-miento que es la condición de susalvación.

El autocontrol es la técnica porla cual cada persona ajusta sus accio-nes y sus juicios a los indicadores quele informan de su nivel de pertenen-cia respecto del índice por alcanzar.Justamente el control, al procurarinscribir los criterios para la perte-nencia en los niveles de consumoespecíficos de la jerarquía de la sobre-producción, busca constreñir a cadaindividuo a que porte los indicadoresque dan cuenta de su cumplimientorespecto del índice por alcanzar parapertenecer. Para ello, pone en mar-cha una serie de técnicas mediantelas cuales se responsabiliza a cada cualde sus acciones, a través del señala-miento de unos límites máximos ymínimos de consumo: traspasar elumbral por exceso convierte a la per-sona en adicta al consumo, lo que lahace perder su voluntad y en conse-cuencia, desviarse de sus indicadores.Igualmente, traspasarlo por defectohace que el individuo deje de consu-mir lo estipulado y, por tanto, dejede existir en las cifras propias de losindicadores. Así, el control generauna relación directamente proporcio-nal entre la autorregulación y la pro-ducción, de la cual surgen los gradosde libertad singulares inscritos en ladependencia a la sobreproducción yal consumo. En efecto, una mayorposibilidad de salvación individual seasocia con un nivel alto de libertad,lo que demanda un nivel alto de con-sumo y, por ello, de sobreproducción.

Finalmente la vergüenza es elprocedimiento por el cual se enca-mina a cada individuo a que se juz-gue a sí mismo y a que juzgue a su

opositor desde el punto de vista delexceso o de la deficiencia, tanto enel consumo como en la producción.En efecto, el individuo, personajeprivilegiado por el control, aquel res-ponsable de su nivel de consumo y,por tanto, de su producción, sólocuenta consigo mismo para calificarsu desempeño, lo que, a la vez, lo haceresponsable de su incompetencia. Ental virtud, este personaje dotado dela omnipotencia necesaria para ajus-tar su programa de acción, ya nodemanda subordinarse a unos pará-metros determinados, según grados deculpabilidad, sino que requiere ajus-tarse a los niveles que informan desu índice de consumo, según gradosde vergüenza. El paso de la culpa a lavergüenza favorece, entonces, despla-zar lo normal y lo anormal, como lí-mites de la pertenencia social, paraen su lugar instaurar al orden y al caoscomo los límites tanto de la perte-nencia social como de la salvaciónsingular. Dentro de esta perspectiva,el orden terrenal y la salvación ce-lestial son particulares de quienesencarnan los índices de la sobrepro-ducción, los del obrero blanco occi-dental y medio y, al unísono, el caosterrenal y la condena celestial lo sonde quienes encarnan los índices dela subprodución, los de los fragmen-tos de la masa por fuera del control.

3.3 La resistencia

A pesar de lo reciente de esta di-rección, es posible reconocer algunaslíneas que, emergiendo de su poten-cia de transformación, se resisten alcontrol. De hecho, si la resistenciapropia de la normalización se expre-saba precisamente a través de las cla-ses que ésta provocaba, la resistenciaparticular del control se expresa a tra-vés de los individuos que éste pro-mueve. Así, desde hace algunos años,

está ocurriendo una suerte de re-sistencia caracterizada por su natu-raleza individual, espontánea, caóticay por carecer de un propósito clara-mente identificable.

Así como la contaminación deun virus, anónimamente introduci-do en un sistema de información,puede provocar un caos capaz dearruinar un banco internacional, ungrupo de consumidores dispersos enel globo puede amenazar una giganteempresa transnacional. Igualmente,así como una manifestación hetero-génea de personas en una ciudad quedestituye a un presidente puede ame-nazar, por efectos “virales” el ordenejecutivo de sectores del mundo, unúnico atentado terrorista acaecido enun lugar específico puede trastocar ladirección de la política de seguridaddel mundo. De la misma manera, asícomo un grupo de desempleados deun país, al no clamar ya por el em-pleo sino por su derecho al desem-pleo, puede perturbar las tendenciaspredominantes del consumo y elbienestar, un grupo de revoluciona-rios de un país tercermundista, al pro-clamar una revolución, puedetrastocar las reglas de juego del mer-cado “global”.

Los anteriores ejemplos constitu-yen algunos de los indicios de expre-sión de estas nuevas resistencias cuyapotencia de transformación no pue-de aún determinarse. Sin embargo,sí sabemos que en la medida en queel capitalismo tienda cada vez más aintensificar la diferencia entre Primery Tercer Mundo y amplíe la emergen-cia del Cuarto, en lo global y en lolocal, el caos que su sistema de orde-nadores es capaz de generar se va ha-ciendo cada vez más incontrolabledada su naturaleza “individual”, almismo tiempo que produce sistemas

NÓMADAS62

mundiales de “seguridad” cada vezmás potentes.

De hecho, como lo dijimos conrelación a la normalización, aquelloque perturba una dirección generalno responde sólo a una voluntadgrupal o individual, sino a la poten-cia que el mismo sistema es capaz degenerar e incapaz de contener. Sóloesperamos que, antes de su posibletransformación, la introducción deesa reciente dirección no conduzcamás bien, como parece estar ocurrien-do hoy en una buena parte de lospaíses de África, Asia y Latino-américa y en una buena parte de lapoblación del Primer y SegundoMundo, a la exclusión total de lospobres del planeta, junto con la in-tensificación de las guerras transna-cionales o locales que tal exclusiónprovoca y la apropiación y consuma-ción de buena parte de los recursosdel planeta.

Citas

1 El análisis que se presenta en este tex-to es producto de la investigación “Fa-milia, socialización y violencia. Fase II”,financiada por la Universidad Centraly cofinanciada por Colciencias.

2 Nos referimos a la metodología que he-mos venido utilizando para el desarro-llo de nuestras investigaciones. En pri-mera instancia, ésta hizo uso de algu-nos conceptos planteados por MichelFoucault. Cf, Daza, G., y Zuleta, M.Maquinaciones sutiles de la violencia,Bogotá, DIUC-Siglo del Hombre Edi-tores, segunda edición, 1999, pp. 9-22.

3 Durante el transcurso de nuestro tra-bajo hemos transformado algunos denuestros procedimientos metodoló-gicos y para ello hemos empleado, decierta manera, la noción de agencia-miento propuesta por Gilles Deleuze yFélix Guattari, junto con el conceptode duración de Henri Bergson. Ello nospermitió el paso a la noción de indivi-dualización. Cf., Zuleta, M., y Daza,

G. “Ética en la praxis investigativa”,en Nómadas No. 10, abril de 1999,pp.88-98.

4 Hacemos la diferencia entre los con-ceptos universales y las nociones co-munes que plantea Spinoza, puesto quenuestra perspectiva busca insertarse enesta última dirección del pensamien-to. Cf. Spinoza, B. Tratado de la refor-ma del entendimiento, Madrid, AlianzaEditorial, 1988, pp. 107-114.

5 Además de Spinoza, hay una línea depensadores que hace la crítica alintelectualismo y proponen una seriede nociones sustentadas en la pragmá-tica. Cf. Bergson, H. Materia y memo-ria, México, Aguilar, 1959, pp. 408 y409.

6 Las investigaciones que dieron lugar allibro Maquinaciones sutiles de la violen-cia buscan establecer una relación ho-rizontal entre categorías y nociones quetradicionalmente han sido analizadasjerárquicamente. Ello cambia el uso delas categorías y permite otros tipos deanálisis. Cf. Maquinaciones..., op cit.,pp. 17-22.

7 Si bien hacemos uso de la noción delcapitalismo desarrollada por MichelFoucault, le aplicamos la críticadeleuziana. En tal virtud, la biopolíticafoucaultiana está situada, como acon-tecimiento, dentro de un tiempo espe-cífico que, aunque se corresponde conel inicio que le asigna Foucault, tieneel final que le asigna Deleuze, es decir,los mediados del siglo XX. Cf. Foucault,M. Tecnologías del yo y otros textos afi-nes, Barcelona, Paidós, 1991, p. 54.

8 Si bien la noción que empleamos delcapitalismo es la propia del marxismo,la dotamos de la movilidad que le otor-gan Deleuze y Guattari, mediante lacual ésta se combina con la nociónfreudiana de Edipo y con la nociónnietzscheana de mala conciencia. Másadelante este movimiento será clarifi-cado. Cf. Deleuze, G., y Guattari, F. ElAnti~Edipo, Barcelona, Paidós, 1985,pp. 229-247.

9 Los análisis acerca de la nueva expre-sión del capitalismo, a partir de losaños cincuenta, han sido realizados porun gran número de pensadores de dis-tintas tendencias y oficios. Esta dife-renciación en particular se acoge a losplanteamientos de Samir Amin y Pa-blo González. Cf. González, P. “El co-lonialismo global y la democracia”, en:Amin, S., y González, P. La nueva or-ganización capitalista mundial vista des-de el Sur, Barcelona, Anthropos, 1996,pp. 1-41.

10 Aunque hemos variado sutilmentenuestra manera de aprehensión delobjeto, hemos mantenido una diferen-ciación de las funciones de la familiade acuerdo con las orientaciones quele imprime a las prácticas que pone enmarcha. Cf. Maquinaciones..., op cit.,pp. 6 y 7.

11 Los resultados de las investigaciones dela línea recogen las transformacionesde la institución familiar a lo largo delsiglo XX en Colombia. Éstas no sola-mente muestran las tendencias gene-rales de inserción de la familia en elcapitalismo, sino también las manerascomo nuestras familias toman distan-cia de dicha dirección general y esta-blecen otro tipo de prácticas quetensionan, entonces, las relaciones en-tre capital y trabajo para privilegiarotros modos de ser y de hacer en la so-ciedad. No obstante, es interesanteanotar que a finales del siglo XX en-contramos mayores niveles de concor-dancia entre la dirección general delcapitalismo y sus prácticas subjetivascon nuestras tendencias y prácticas es-pecíficas que los que encontramos aprincipios y a mediados del siglo. Cf.,Maquinaciones..., op cit. Próximamen-te se publicará un segundo libro quetoma en cuenta las transformaciones dela familia en Colombia desde 1960 has-ta finales de la década de los años no-venta.

12 Tomamos la explicación del capitalis-mo llevada a cabo por Foucault, la cualse corresponde, como ya lo dijimos, conel acontecimiento mediante el cualsurgieron los Estados modernos. Elloconvirtió a la política en un objeto, loque dio lugar a órdenes determinadosde gobierno y de diferenciación indi-vidual, junto con saberes específicos,tales como la estadística. No obstante,es importante aclarar que autores comoAmin diferencian el capitalismo libe-ral, propio de los siglos XVIII y XIX,del capitalismo keynesiano particulardel siglo XX. Cf. Tecnologías del yo, opcit. y Amin, S. Los fantasmas del capi-talismo, Bogotá, El Áncora Editores,1999, pp. 32-57.

13 A nuestro juicio, la importancia quetienen autores como Deleuze y Guattarireside en el uso novedoso de nocionestradicionalmente empleadas de unamanera particular. Por ello, si bien enel Anti~Edipo desarrollan una nocióndel capitalismo imbuida en lo social,en Mil Mesetas hacen un giro que in-serta la noción en el concepto deagenciamiento. Cf. El Anti~Edipo, op.cit., y Deleuze, G., y Guattari, F. Mil

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Mesetas, Valencia, Pre-Textos, 1994,pp. 454 y 465.

14 Deleuze y Guattari asocian el acaecerdel capitalismo con la instauraciónglobal del cristianismo y, por ello, di-ferencian el socius imperial y sobreco-dificado, del democrático y axiomatizado.Este último, impone el mito de Edipocomo el procedimiento mediante elcual la familia adquiere la función pri-vada de reproducción de la fuerza detrabajo. Cf. El Anti~edipo, op. cit.,pp.222-224.

15 Nieztsche hace la diferencia entre ladeuda finita y la deuda infinita. La pri-mera se corresponde con la justicia, lasegunda con el derecho. Cf. Nietzsche,F. La genealogía de la moral, Madrid,Alianza Editorial, pp. 90-96.

16 Deleuze hace la diferenciación entre lanormalización y el control. Cf. Deleuze,G. Conversaciones, Valencia, Pre-Tex-tos, 1996, pp. 277-286

17 Hacemos uso de la noción de la disci-plina desarrollada por Foucault en Vi-gilar y Castigar. Ella muestra la trans-formación que produce el paso del po-der del rey, al poder del hombre. Cf.Foucault, M. Vigilar y castigar, México,Siglo XXI Editores, pp. 33 y 34.

18 Hacemos uso de la noción de la sexua-lidad desarrollada por Foucault en Lavoluntad de saber. Ella muestra la trans-formación que provoca el paso de laprohibición a la incitación. Cf. Fou-cault, M. Historia de la sexualidad, 1-La voluntad de saber, México, Siglo XXIEditores, 1986, pp. 137-139.

19 Estas nociones de la disciplina, el su-frimiento y la culpa, son empleadas porArturo Torrecilla en sus análisis acer-ca de la transformación del trabajo demanera novedosa, lo que permite unacomprensión distinta de la subjetivi-dad. Cf. Torrecilla, A. “Apostillas acer-ca del postrabajo,” en: Nómadas No.12, Bogotá, Universidad Central-DIUC, abril de 2000, p. 20-27.

20 La noción de resistencia, es usada demanera distinta por Foucault y porDeleuze y Guattari. Si bien aquí seestá empleando el término, su modode empleo se acerca más a aquella no-ción de rizoma desarrollada por estosdos autores en sus análisis sobre la po-lítica. Cf. Mil Mesetas, op. cit., pp.214-235.

21 Como lo venimos diciendo, el estudiodel capitalismo actual ha sido realiza-do por distintos autores. En esta acep-ción, utilizamos los trabajos de PaulVirilio que se refieren al Estado suici-da. Cf. Virilio, P. L’insécurité du

territoire, Editions Galilée, Paris, 1993,pp. 25-52.

22 Este término es propuesto por ToniNegri y Felix Guattari quienes lo defi-nen así: “llamamos Capitalismo Mun-dial Integrado -CMI- a esta figura demando que recoge y exaspera la uni-dad del mercado mundial, sometiéndo-la a instrumentos de planificación pro-ductiva, control monetario, indicaciónpolítica, con características casi esta-tales. El Capitalismo Mundial integraen este proceso, junto a los países me-tropolitanos directamente dependien-tes, al conjunto de los países del socia-lismo real, y dispone además, de losinstrumentos para absorber la econo-mía de numerosos países del TercerMundo, cuestionando su posición, lla-mada anteriormente de “dependenciaperiférica”. Negri, T., y Guattari, F. Lasverdades nómadas, Barcelona, TerceraPrensa, 1996, pp. 81 y 82.

23 Deleuze analiza la lógica del control y,en consecuencia, muestra sus efectosen el individuo y no sólo en la produc-ción. Cf. Conversaciones, op. cit.

24 Los trabajos de Wallerstein acerca delcapitalismo y sus fases de expansión yde contracción, así como de la diferen-cia entre lo colectivo y lo individual,ilustran las maneras como este se in-serta en las prácticas sociales, I. “Lacultura como campo de batalla ideoló-gico del sistema-mundo moderno”, enCastro-Gómez, S. et. al. (Eds) Pensar(en) los intersticios. Bogotá, InstitutoPensar y Pontificia UniversidadJaveriana, 1999, p. 164-168.

25 Negri hace una diferenciación, a nues-tro juicio, muy importante acerca dela acción del nuevo capitalismo en loque se refiere a la desaparición del es-pacio privado de la familia y, con éste,a la desaparición del tiempo de la re-producción. Cf. Negri, T. citado porLópez, S. en “Marx, más allá de Marx,”Anthropos No. 144, Mayo de 1993, pp.65 y 66.

26 Entendemos el término de desterrito-rialización, en esta acepción, como elmovimiento mediante el cual la fábri-ca se transforma en empresa. A travésde éste, los procesos industriales seflexibilizan y se fragmentan de maneratal que no requieren anclarse ni en unlugar concreto, ni en un medio de pro-ducción específico, sino que puedendiseminarse en múltiple lugares y enmúltiples procedimientos. Cf., Conver-saciones, p. 283.

27 Todos los trabajos de Virilio tienden amostrar las consecuencias de la implan-tación de la disuasión societal por el ac-

tual capitalismo sustentado en la velo-cidad. Este concepto de disuasión es elque usamos para dar cuenta de la dis-gregación de los individuos de la masa.Cf. Virilio, P. La velocidad de liberación,Buenos Aires, Editorial Manantial,1997, p. 105.

28 La consecuencia más grave de la des-aparición del tiempo de reproducciónde la fuerza de trabajo es que la pro-ducción se roba la totalidad del tiem-po de la vida. Cf. Las verdades nóma-das, op cit., pp. 53 – 61.

29 La liberación del deseo de todas mane-ras es capturada, en este caso por elmercado, con lo que los consumidoresdevienen vendedores. Por ello, “el de-partamento de ventas se ha converti-do en el centro, en el ‘alma’.” Conver-saciones, op. cit., p. 283.

30 La noción de fascismo desarrollada porGuattari, basada en las propuestas deVirilio, permite diferenciar el Estadototalitario del Estado suicida. El indi-viduo propio de la disuasión es fascistay no totalitario. Cf. Guattari, F. La re-volución molecular. Cali, Ediciones Uni-versidad del Valle, 1994, pp. 53 y 54.

31 El concepto de sobreproducción hacereferencia a las operaciones por la cua-les el mercado global se apropia delproceso productivo. Cf. Conversaciones,op. cit., pp. 284 – 286.

32 Guattari desarrolló una noción relati-va al miedo que recibe el nombre de“no garantías”. Según ella, el indivi-duo medio del capitalismo actual, encontraste con el sujeto medio del capi-talismo de la normalización, actúa bajola amenaza continua de la pérdida desus derechos. Así, en cualquier momen-to, puede perder su puesto de trabajo,su propiedad, su bienestar social, entreotros. Cf. Stivale, C. “Entrevista a FelixGuattari”, documento de internet, tra-ducción libre, pp. 1-10.

S.M.D.