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DEL GENERAL PÁEZ. 151 CAPITULO X. MARCHA SOBRE CALABOZO.-ME APODERO DEL GANADO QUE EL ENE- HIGO TENIA EN LA ORILLA DE ESTA CIUDAD.-MORILLO SALE CON !lU ESTADO MAYOR A CERCIORARSE DE LA PROXIMIDAD DE NUESTRO &JÉRCITO.-CARGA QUE LE DIMOS Y PELIGRO QUE CORRIÓ EL GENE- RAL EXPEDICIONARIO.-DERROTA DE TRESCIENTOS HÚSARES EURG- PEOS.-PLAN DE BOLÍVAR.-MI OPINION SOBHE DICllO PLAN.- RESPUESTA Á LOS CARGOS DE INSUBOHDINACION QUE ME HA lIECIlO RESTREPO.-EL PLAN DE CAMPAÑA QUE PROPUSE AL LIBERTADOR. -VOY A TOMAR LA PLAZA DE SAN FERNANDO.-ENCUENTROS EN EL CAÑO DE BIRUACA, EN EL NEGRO Y EN LA ENEA.-REUNION DE LAS FUERZAS DEL CORONEL LOPEZ CON LAS DEL GENERAL LATORRE. -BOLÍV AR SE REUNE DE NUEVO CONMIGO.-PERSECUCION DE LA- TORRE.-COMBATE EN ORTIZ.-~lUERTE DE GENARO VASQVEZ.-MI MARCHA CONTRA LOPEZ.-EL LIBEltTADOR :;E SALVA :llILAGROSA- MENTE EN EL RINCON DE LOS TOROS.-MOVIMIENTO DE LATOltltE. -ACClON DE COGÉDES.-MAI\CIIO Á SAN ~·ERNANDO.-VUELTA Á ACHÁGUAS.-LAS TROPAS DE SAN FERNA.."'DO ME NOMBRAN GENE- RAL EN JEFE.-DEF&'iSA DEJ, EJÉRCITO DE APURE. 1818. EL hecho que acabo de referir ocurrido en la boca del Co- plé, á menos de una milla de San Fernando, prueba que no hay peligro por grande que sea que á los hombres desaper- cibidos no les parezca incomparablemente mayor. Pasó pues, el ejército con la mayor rapidez, y Bolívar sin perder tiempo se puso en marcha sobre Calabozo, no por el camino real sino por otra via estraviada á fin de evitar cl ser visto por alguna patrulla enemiga que fuera ú dar avise de su mar- cha á Morillo. Antes de su aproximaciou, dejó al coronel Miguel Guerrero con un escuadran al frente de San Fernan- do para que impidiese á los de la plaza salir á buscar víveres y con objeto tambien de tener espeditas nuestras comunica-

DEL GENERAL PÁEZ. 151bdigital.unal.edu.co/234/280/t1_cap_X_1818.pdf · peos.-plan de bolÍvar.-mi opinion sobhe dicllo plan.-respuesta Á los cargos de insubohdinacion que me ha

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DEL GENERAL PÁEZ. 151

CAPITULO X.

MARCHA SOBRE CALABOZO.-ME APODERO DEL GANADO QUE EL ENE-

HIGO TENIA EN LA ORILLA DE ESTA CIUDAD.-MORILLO SALE CON

!lU ESTADO MAYOR A CERCIORARSE DE LA PROXIMIDAD DE NUESTRO

&JÉRCITO.-CARGA QUE LE DIMOS Y PELIGRO QUE CORRIÓ EL GENE-

RAL EXPEDICIONARIO.-DERROTA DE TRESCIENTOS HÚSARES EURG-

PEOS.-PLAN DE BOLÍVAR.-MI OPINION SOBHE DICllO PLAN.-

RESPUESTA Á LOS CARGOS DE INSUBOHDINACION QUE ME HA lIECIlO

RESTREPO.-EL PLAN DE CAMPAÑA QUE PROPUSE AL LIBERTADOR.

-VOY A TOMAR LA PLAZA DE SAN FERNANDO.-ENCUENTROS EN

EL CAÑO DE BIRUACA, EN EL NEGRO Y EN LA ENEA.-REUNION DE

LAS FUERZAS DEL CORONEL LOPEZ CON LAS DEL GENERAL LATORRE.

-BOLÍV AR SE REUNE DE NUEVO CONMIGO.-PERSECUCION DE LA-

TORRE.-COMBATE EN ORTIZ.-~lUERTE DE GENARO VASQVEZ.-MI

MARCHA CONTRA LOPEZ.-EL LIBEltTADOR :;E SALVA :llILAGROSA-

MENTE EN EL RINCON DE LOS TOROS.-MOVIMIENTO DE LATOltltE.

-ACClON DE COGÉDES.-MAI\CIIO Á SAN ~·ERNANDO.-VUELTA Á

ACHÁGUAS.-LAS TROPAS DE SAN FERNA.."'DO ME NOMBRAN GENE-

RAL EN JEFE.-DEF&'iSA DEJ, EJÉRCITO DE APURE.

1818.

EL hecho que acabo de referir ocurrido en la boca del Co-plé, á menos de una milla de San Fernando, prueba que nohay peligro por grande que sea que á los hombres desaper-cibidos no les parezca incomparablemente mayor. Pasópues, el ejército con la mayor rapidez, y Bolívar sin perdertiempo se puso en marcha sobre Calabozo, no por el caminoreal sino por otra via estraviada á fin de evitar cl ser vistopor alguna patrulla enemiga que fuera ú dar avise de su mar-cha á Morillo. Antes de su aproximaciou, dejó al coronelMiguel Guerrero con un escuadran al frente de San Fernan-do para que impidiese á los de la plaza salir á buscar víveresy con objeto tambien de tener espeditas nuestras comunica-

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ciones, y conservar nuestra linea de operaciones con Apurey Guayana, Logramos hacer la marcha sin ser descubiertos,y atravesamos el Guárico por el hato de Altagracia : cruzamosel rio Orituco por el paso de los Tres Moriches y pasamos lanoche en su ribera derecha á tres leguas de Calabozo. Alas cuatro se movió el campo y yo me adelanté con una par-tida de caballería y el ánimo de ir á apoderarme del ganadoque tenia la guarnicion para racionar sus tropas en un corralá la orilla de la ciudad. Logróse la operación al ser de díay retirando el ganado á nuestra espalda me quedé á orillasde la ciudad, en la sabana limpia que demora al Suroeste.

Cuando se le participó á Morillo que la partida. de caballe-ría que se habia llevado el ganado permuneein á orillas ele laciudad, lo que hacia creer que un ejército enemigo venia há-cía ella, saltó de la cama esclamando : " ¿ Qué ejército puedevenir aquí? Solo que lo haya hecho por el aire."

Para cerciorarse mejor, montó á caballo y salió hasta losarrabales de la ciudad con su estado mayor y doscientos in-fantes que dejó emboscados á su espalda. Al ver el equipode ginctes que le acompañaban, juzgué sin tardanza que debíaser l\Iorillo con su estado mayor: con mis compañeros fuípoco á poco acercándomele hasta que volvieran caras pararetornar á la ciudad, y entónccs cargarles á todo escape á finde lancearlos antes ele que entráran en la plaza. El nos es-peró hasta que no creyó prudente dejarnos acercar mas, yal volver riendas, los cargamos nosotros con tal teson y tande cerca, que ya el bizarro Aramendi iba á atravesarle consu lanza cuando un capitán de estado mayor, de nombro Cár-los, se interpuso entre los dos y murió del golpe recibidopor salvar la vida á su jefe.

Entretanto nos hizo fuego la emboscada que había que-dado á nuestra espalda, y á semejante preeaueion debió Mo-rillo 8U salvacion y la de su estado mayor, pues á no haberlohecho, ni un 8010 hombre hubiera escapado en la carga queles dimos hasta las bocacalles de la ciudad. Tuvimos al finque volver á la sabana rompiendo la emboscada que nos ha-bia quedado á la espalda.

J..amentábamos que se nos hubiese escapado tan importante

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presa, cuando el espitan ( despues geueral ) Francisco Guerre-ro dijo: "Allí viene una columna de infantería y caballería,y uo es de nuestro ejército, pues trae otra dirección." Saolimos á reconocerlos y encontramos que era un cuerpo detrescientos infantes y trescientos húsares, todos europeos,que estaban apostados en la Mision de Abajo para marcharal Apure, adonde pensaba dirijirse Morillo cuando se le incor-porara la caballería. Cargámosles y fuimos rechazados: loshúsares nos persiguieron y cuando los vimos separados de la.infantería, volvimos caras y los pusimos en completa derrota,no habiendo podido entrar en la plaza sino unos sesenta. ElLibertador que venia ya cerca con el ejército, oyó el fuegoy mandó que la Guardia de Apure á todo galope acudiera áreforzarnos, y despues envió ademas la compañía de cazadoresdel batallón Barcelona al mando del capitan José Maria Ar-gu[ndiguez. Con este auxilio continuamos mas v¡gol'Osa-mente el ataque contra el enemigo que había sido reforzadopor los doscientos hombres que sacó Morillo cuando salió álas orillas de la ciudad. Seis ú ocho cargas diö la Guardiasin poder romper el cuadro de la infantería realista, hastaque echando pié á tierra y con lanza en mano avanzó con loscazadores, y destruyó toda aquella fuerza que se defendía consin igual denuedo."Nuestro ejército constante de dos mil infantes y mas de

dos mil caballos, con cuatro piezas de artillería, llegó y for-mó frente á la ciudad en la llanura limpia.El batallon realista Castilla, que estaba en la Mision de Ar-

riba, logró entrar en la plaza sin mas pérdida que sus equi-pages y algunos prisioneros .

Morillo no teniendo víveres ni para ocho dias se creía yaperdido, y en efecto hubiéramos podido acabar con él si Bo-livar hubiese abandonado la idea de dejarle en los llanospara ir á apoderarse de Carácas. Tan gran importancia

• Los soldados españoles se batieron con tal desesperacíon que nuestms llaneros,comentando por la noche 108 sucesos del dia., decían (me permitiré repet r10 en susmisJDa,tlpalabras) que "cuando quedaban cuatro, se defendian c... con e..•" Et- ..lQcir,quehasta 8010 cuatro formaban cuadro. Certisimo; no se rendian y era meneses ...·atl.. lo ..

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daba á la ocupaoiou de la capital, que no le detuvo la idea dedejar al jefe español en un territorio donde muy en brevereuniría sus fuerzas y marcharía despues en busca nuestra.Emprendimos pues la marcha y el ejército recruzó el Guá-

rico por el paso de San Márcos, y de allí siguió al pueblodel Rastro, dejando frente á Calabozo al comandante Guiller-mo Iribarren con su escuadren para observar los movimien-tos del enemigo.

En el pueblo del Rastro á tres leguas de Calabozo, caminode Carácas, me llamó Bolívar á una conferencia fuéra de lacasa con objeto de saber mi opinion sobre su plan de dejar áMorillo en Calabozo para ir sobre la capital. Díjome que suobjeto era apoderarse de ella, 110 sólo por la fuerza mo-ral que daria á la causa semejante adquisicion, sino por laseguridad que tenia de reunir cuatro mil paisanos en los va-lles de Aragua y Carácas con que reforzaria at ejército. Yole manifesté que siempre dispuesto á obedecer sus órdenes,no estaba, .sin embargo, de acuerdo con su opinion, porqueninguno de sus argumentos me parecía bastante fnerte pa-ra exponernos al riesgo de dejar por retaguardia á Morillo,quien muy pronto podria reunir las fuerzas que tenia repar-tidas en varios puntos poco distantes de Calabozo, las cualesen su totalidad eran mas numerosas que las nuestras: quenuestra superioridad sobre el enemigo consistia en la caba-llería; pero que esta quedaba anulada desde el momento queentrásemos en terrenos quebrados y cubiertos de bosques, ála vez que por ser pedregosos veríamos en ellos inutilizadosnuestros caballos.

Manifestéle además que no era prudente dejar en Apurela plaza fortificada de San Fernando, y que aunque lograse elreclutamiento de toda la gente que él esperaba reunir, notendríamos elementos para equiparla. La conferencia fuétan larga y acalorada que llamó la atencion á los que obser-vaban de Iéjos, quienes tal vez se figuraron que estábamosempeñados en una reñida disputa.Al amanecer del día siguiente, sin que Bolívar hubiese re-

suelto nada definitivamente, vino un parte de Iribarren, quesegun va dicho, habia quedado en observacion del enemigo

DEL GENERAL PÁEZ. 155cerca de Calabozo, en el cual participaba que Morillo á medíanoche babia evacuado la ciudad y que hasta aquella hora nosabia la direccion que habia tomado. Inmediatamente or-denó Bolívar que el ejército contramarchase á Calabozo, yaunque los prácticos de aquellos lugares le dijeron que con-tinuando la marcha hacia Carácas podriamos repasar el rioGuárico por el vado de las Palomas y salir al enemigo inopi-nadamente por delante, él insistió en su resoluciou diciendoque al enemigo era siempre coveniente perseguirle por la hue-lla que dejaba eu su marcha, y que era por lo tanto indispen-sable ir á Calabozo para informarse con exactitud de la viaque babia tomado.

Llamamos aquí vivamente la atencion del lector para quecompare esta relacion con la que I..arräzábal copia de Res-trepo, y no podrá menos de sorprenderse al ver cómo sedesfiguran los hechos cuando los refieren quienes han tenidonoticia de ellos por conductos mal intencionados ó cuandorelatan lo que no vieron. .Marchamos pues á Calabozo, ya ocupado por Iribarren : allí

un tal Pernalete me dijo que álguien habia manifestado áBolívar que yo había adelantado mis fuerzas con el objeto desaquear la ciudad. Lleno de indignacion me presenté in-mediatamente á Bolivar, que estaba en la plaza, y le dije quesi se le había dicho semejante cosa, estaba resuelto á castigarcon la espada que ceñia en defensa de la patria, al que hubiesetenido la vileza de inventar la pérfida calumnia. Bolívarirritado sobremanera al ver tal falsedad, me contestó: Faltaá la verdad quien tal haya dicho; déme V. el nombre de eseinfame y mordaz calumniador para hacerle fusilar inmediata-mente.Dime por satisfecho con estas palabras, mas no quise ex-

poner á Pernalete á sufrir las consecuencias de la cólera deBolivar.Es muy probable que algunos de los que presenciaron

aquella escena la tradujeran como una falta de respeto al je-fe supremo y seguramente por tal motivo comenzó á rugirseque nuestros ánimos estaban mútuamente mal dispuestos, yque tal iba á ser la causa de que suspendiéramos la persecu-eion de Morillo.

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Se equivocaron los que tal cosa creyeron, pues luego dealmorzar juntos aquel mismo dia, salimos en persecucion deMorillo á eso de las doce. A pesar del tiempo perdido enCalabozo, le habriamos alcanzado con todo el ejército, si poruna equivocacíon, nuestra infantería no hubiese tomado elcamino del Calvario en vez del de el Sombrero, de suerte quecuando se le avisó que iba mal, tuvo que desandar mas douna legua para tomar el camino que debía, En nuestra mar-cha íbamos cogiendo prisioneros {¡ los rezagados, y cuandosalí al lugar de la Uriosa, llano espacioso y limpio, y llevan-do conmigo solo qUInce hombres de caballería, entre elloslos valientes jefes general Manuel Cedeño y coronel Ra-fael Ortega, alcancé la misma retaguardia del enemigo, ha-ciendo prisioneros á los que encontré bebiendo agua en unjagüey y sucesivamente á todos los que iban llegando ú estopunto. Hice por todo cuatrocientos prisioneros á la vistadel jefe enemigo.

Eran las cinco de la tarde: á las seis, cuando el sol Re po-nia, como se me hubiesen incorporado unos cientocineuentahombres de la caballería, di una carga al enemigo que per-manecia separado de nosotros pOl' la quebrada de In Uriosa,con objeto de batir á setenta húsares, avanzados como á tirode fusil del ejército, que era la única caballería (lue tenia.

Los húsares, aunque bnenos soldados de á caballo, no resis-tieron nuestra carga y cuando en su fuga llegaron nl puntodonde estaba la infantería, esta rompió el fuego centra ellosy nosotros, muriendo siete húsares y tres caballos pOl"lasbalas de sus mismos compañeros. Nosotros fuimos recha-zados sin ninguna pérdida.

N uestro ejército á las nueve de la noche estaba ya reunid"en la Uriosa, y á esa hora continuamos la persecucion; el díasiguiente por la mañana estábamos como á una milla del pue-blo del Sombrero donde nos esperaba el enemigo, que habíatomado sus medidas de resistencia en cl paso del vecino rio.

Allí aguardamos al Libertador para que oyese la declaracionde un desertor de los húsares realistas que se nos presentómontado en el caballo del jefe español Don Juan Juez, elcu \1 nos aconsejaba no fuéramos pOl"el paso real del rio, por-

DEL GENERAL PÁEZ, 157

que en la barranca opuesta tenia Morillo emboscados desetecientos á ochocientos hombres entre granaderos y caza-dores, y como la subida de la barranca era muy estrecha, seriamejor que tomásemos un sendero inmediato por donde po-díamos pasar el rio sin oposicion y salir al pueblo por sabanalimpia,

Llegó Bolivar, é impuesto de todo esto, oyó mas bien losconsejos de su carácter impetuoso que todas las observacionesdel húsar, Al incorporärsenos la infantería dijo: "Solda-dos, el enemigo está allí mismo en el rio-A romperlo parabeber agua! Viva la patria !-A paso de trote ! "

Llegó nuestra infantería hasta la playa del rio y en ménosde un cuarto de hora de un vivo fuego fué rechazada, conpérdida considerable, sobro todo de oficiales. Afortuna-damerite teníamos la caballería en el paradero del Saman, ycuando el enemigo la observó, abandonó la persecucion y re-trocedió á ocupar sus primitivas posiciones en la márgenopuesta del rio. Esto nos dió Ia ventaja de tener tiemposuficiente para llamar y reunir nuestros dispersos.

Por la tardo atravesamos el rio en el punto indicado por elhúsar, pero sin lograr nuestro objeto, porque Morillo habiacontinuado 811 retirada aquella misma noche tomando el ca-mino de Barbacoas y entrando en terrenos quebrados dondeno fué posible continuar la persecucion, porque todos los ca-ballos estaban sumamente despeados, y entre muertos, en-fermos y desertores habia hasta cuatrocientas bajas en lainfantería.

Del Sombrero regresamos á Calabozo, y en esta ciudadconferenció Bolívar conmigo sobre cuál seria el mejor planque debiamos adoptar en tales circunstancias.

Rcpetílo entónces que creía de la mayor importancia nodar un paso adelante sin dejar asegurada nuestra base deoperaciones, que debía ser lu plaza de San Fernando, queera necesario arrancarla al enemigo, porque en su poder erauna amenaza contrn Guayana, en el caso de que sufriéramosun reveso Dije también que debíamos ndemas ocupar todoslo!'!pueblos situados en 108 llanos de Calabozo : que tratára-mos de atraer á nuestra devooion á sua habitantes, siempre

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hasta entonces enemigos de los patriotas, aumentando asínuestra caballería con mil ó dos mil hombres que servian álos realistas, y' continuarian engrosando sus filas si no usába-mos de un medio para atraerlos á las nuestras. En mi opinioncontribuiria mucho á este objeto la toma de San Fernando.Recordé á Bolívar que de aquellos llanos habia salido el azotede los patriotas en los años de 1813 y 1814, Y en fin que meparecía sumamente arriesgado dejarlos á nuestra espaldacuando fuésemos á internarnos en los valles de Aragua, paradar batalla á un enemigo fuerte en número, valiente y biendisciplinado. Advertíle ademas que la mitad de nuestra ca-ballería no llegaria á dichos valles, por ser quebrados y pe-dregosos los terrenos que teniamos que atravesar, en dondenuestros caballos quedarían inutilizados. Si la fortuna nonos daba unu victoria en los valles de Aragun ó eil sn trán-sito, era mas que probable nuestra completa ruina, porquelos llaneros de Calabozo acabarían COll nosotros antes dellegar al Apure y el ejército enemigo nos seguiria hasta suplaza fortificada de San Fernando, y embarcando allí con lamayor facilidad mil ó dos mil hombres en ein co ó seis dius,iría á Guayuna, rio abajo, la cual ocuparía Sill oposicion por-que nosotros no teniamos allí fuerzas ninguuas. OcupadaAngostura por los realistas, se nos cerraba el canal del Ori-noco por donde recibiamos elementos de guerra del extran-jero.

Vana era la esperanza de que Miguel Guerrero tomäse áSan Fernando, pues el enemigo despreciaba tanto :í este jefeque con toda impunidad hacia frccueutes salidas de la plazapara ir á forrajear por la ribera derecha del Apuro y en lasorillas del caño de Biruaca, volviendo después á la ciudadcargado de víveres sin que el sitiador le pusiese el menorobstáculo.

Por todas estas razones convino Bolívar en que yo fuese átomar á San Fernando.

A mi llegada á la plaza, encontré á Guerrero reforzadopor doscientos hombres llegados de Guayana,

Antes de estrechar el sitio envié por tres veces un parla-mento al jefe de la guarnicioll, ofreciendo perdon para él y

DEL GENERAL PÁEZ. 159todos los que le acompañaban; pero se negó á recibirlo, y eldia 6 de Marzo, á las tres de la mañana, salió de la plaza contoda su guarnicion por el camino que conduce á Achäguascon el objeto de dirigirse á la provincia de Barínas. Se lespersiguió con calor, y á las siete de la mañana fueron alcan-zados en el caño de Biruaca donde resistieron con bastantetenacidad al ataque que se les dió. Los bosques del caño lefacilitaron la retirada al del Negro, que no estaba muy dis-tante, y allí hubo un segundo combate en el que mi van-guardia de doscientos cazadores fué rechazada á la bayo-neta.

Un poco mas adelante del Negro tuvimos otro encuentroy les hicimos retirar hasta el sitio de la Enea, donde á laorilla de un espeso bosque se hicieron fuertes y resistierencon valor admirable. Oscureció, y ellos y nosotros permane-cimos en nuestras respectivas posiciones; la noche hizo callarel estruendo de las armas. Al amanecer del dia siguientevolvimos á romper el fuego, y á los pocos minutos se rindie-ron los realistas. A nuestros gritos de victoria, varios desus jefes y oficiales emprendieron la fuga; pero como en elApure los realistas no encontraban amparo, fueron todosaprehendidos, con excepcion de cuatro ó seis que pudieronsalvarse. Mandaba aquellas tropas del rey el comandanteJosé M. Quero, caraqueño, hombre de un valor á todaprueba, que á pesar de haber recibido en los primeros ata-ques dos heridas, UDa de ellas mortal, siguió impertérritomandando á su gente siempre que fué atacada. Nosotrospor nuestra parte perdimos siete oficiales de caballería, entreellos el capitán Echeverria y t.res mas de este mismo grado.Tarnbien fué herido el esforzado comandante HermenegildoMugica; las demas desgracias fueron veinte muertos ytreinta heridos."

• En Ia plaza princlp •.! encontramos Ia cabe ... del honrado, del valiente, del finí-simo cabalk-ro comandeute Pedro Aldao, puesto. por escarnio en una. picn, de 6rdende D6v(·~,que Ia remitió desde Calabozo como trofeo. Al apearla parn hacerle ho-nares y darle sepultura cristiana, encontramos dentro do ella, un pajarillo que habíahecho eu la cavidad 8U nido y tenia dos hijuelos. El pájaro era amarillo-color dis-tintivo <le108 patriotas.

160 AUTOBIOGRAFÍA

La relaoion sencilla de 10 ocurrido basta para desmentir elerror de In obra de) Sr, Restrepo cuando dice que centra laopinion y voluntad de Bolívar marché á apoderarme de SanFernando, Tal conducta habría sido una desercion por miparte, y no hubiera yo vuelto á reunirme con él como 10 hicetan luego como me participó desde la ciudad de la Victoriaque necesitaba de pronto auxilio porque se creía en situacionmuy comprometida. Esta comunicacion fué la primera no-ticia que tuve de su marcha häcia Carácas.

El coronel Don Rafael Lopez, después de la derrota quesufrió Bolívar en Sémen, salió de los Tiznados con cerca demil hombres de caballería para cortar á los que huían, y enla sabana de San Pablo y sitio llamado Mangas Largas SOI'-

prendió al comandante Blanca que llevaba alguna gente delos derrotados, y pasó á cuchillo á todos los que cayeron ensu poder, Por fortuna, ya el Libertador había pasado deaquel sitio y se hallaba en la ciudad de Calabozo, y mnchosde los derrotades habian tomado otras direcciones desde elpueblo de Ortiz, á seis leguas de Mangas I..argas.

Latorre vino á la cabeza del ejército vencedor en Sémen yLopez se unió á él en el paso del caño del Caiman, dondeejecutó su última matanza; de allí marcharon juntos hastael Banco del Rastro, una legua distante del pueble de estenombre. El mismo dia llegué yo á aquel punto con dos mily cien hombres, entre infantería y caballería, por el caminode Guardatinajas, é inmediatamente dí parte al jefe supre-mo de mi llegada y de que teniendo el enemigo á una leguadistaute de mí, estaba yo resuelto á darle batalla. Llevó elparte un oficial que le encontró en la laguna Chinea, á dosleguas de Calabozo. Contestómc Bolívar que lo esperara enel punto donde entónces me encontraba, y el dis siguientese me unió con unos trescientos hombres entre soldados yemigrados de los valles de Aragun.El dia antes de esta reunion, el general Cedeño me pidió

veinticinco hombres de mi Guardia para ir á IJl"ovocal' lacaballería enemiga; pero esta no se movió de su campamen-to, aunque los nuestros se le acercaron á tiro de fusil.

El general Latorre que mandaba todo el ejército, por ha-

DEL GENERAL PÁEZ. 161

llsrse herido Morillo,· al saber mi llegada al Rastro se retiróhácia el pueblo de Ortiz; pero tan pronto como me reunícon Bolivar emprendimos la marcha sobre él á paso redo-blado. N o fué posible darle alcance en la llanura, porque éltambien redobló su marcha hasta llegar á los terrenos que-brados y á los desfiladeros.

El-general realista, de paso por la sabana de San Pablo,mandó á Lopez que se colocase en los Tiznados p:l,ra cortarnuestra línea de comunicaciones con Calabozo y el Apure, yél nos esperó en el pneblo de Ortiz ocupando un punto basotante militar en las alturas que dominan el desfiladero deuna cuesta antes de llegar á la poblacion.

Alli empeñó Bolívar un combate de seis horas mas que te-merario, pues nuestra caballería no podía tomar parte en élpor no permitirlo el terreno. Varias veces subía nuestra in-fantería y tenia que volver á bajar rechazada, y todo estoá pesar de repetírsele á Bolívar que por nuestra derecha había'un punto por donde descabezar aquel cerro. Fué, pues, im-posible forzar el paso, y allí tuvimos que lamentar entre otrasIa irreparable pérdida del coronel Genaro Vasquez, que fuéherido de muerte cuando con un cuerpo de doscientos cara-bineros que mandaba, echó pié á tierra y logró llegar hastala (lima de la cuesta. Cuando fué herido Vasquez, una co-lumna de infantería enemiga bajó por otro lado y llegó hastael lugar donde estaba formado el resto de nuestra infantería,rechazándola unas doscientas varas; pero con el pronto yeficaz auxilio que le dí, mandando á Iribarren cargar vigoro-samente con una columna de caballería, volvió el enemigo ásu altura, y pudo Vasquez y su columna incorporársenos yno quedar cortada. Vasquez venia herido y en brazos desus soldados. Aquella misma noche murió.

Ya el sol estaba al ponerse, y como teniamos una sed irre-sistible y no habia allí agua para apagarla, dispuso Bolivarque nos retiráramos al punto donde la habia, que estaba ánuestra espalda cosa de seis leguas de distancia. EI enemigo

• EIl la batalla da B6meD lo hiri6 oon 1a.nsa el cntoD.Cellcapitan .Juan Pablo FarfaD.11

162 .AUTOBIOGRAFÍA

se aprovechó del movimiento y se puso en retirada hasta 108

valles de Aragua, como á diez y ocho leguas de Ortiz. ji

Bolívar marchó con el resto del ejército á San José de losTiznados con el ánimo de obrar contra el enemigo por eloccidente de Carácas, cambiando de este modo su línea deoperaciones, pues el camino de la Puerta le habia sido hastaent6nces funesto. Llegamos al pueblo de San José de losTiznados, y allí resolvió irse á Calabozo con parte de lastropas para organizar fuerzas con una columna que vino deGuayana. Yo recibí órden de marchar hácia San Carlospara que se me uniera allí el coronel Ranjel, á quien, conun cuerpo de caballería se le había mandado obrar sobre elOccidente, atravesando la provincia de Barínas, y al mismotiempo ver si podia yo batir á Lopez que se encontrabaen el Pao de San Juan Bautista. Excusó este el combateque le ofrecí, y se retiró á las Cañadas por el camino deValencia; pero cuando vió que yo pasé el Pao, se dirijió á losTiznados por la cordillera, camino de las Cocuizas, con laidea de batir á Bolívar que sabia venía á reunírseme consetecientos hombres de caballería y cuatrocientos infantes.Estando Lopez en el pueblo de San José esperando al

Libertador, acampó este con su fuerza en el Rincon de losToros á una legua de San José. Al llegar á dicho pueblo supoque Lopez estaba muy cerca y me envió al general Cedeñocon veinticinco jinetes para decirme que me detuviera, puesya él venia marchando á unirse conmigo. En la noche deaquel mismo dia, un sargento de los nuestros se pasó al ene-migo y reveló el santo y seña de la division, la fuerza de queconstaba y el lugar donde descansaba el jefe supremo. Con-cibió entonces Lopez la idea de sorprender al Libertador,y confió la operacion al capitan Don Mariano Renovales,

* La pérdida de Genaro Vasquez me fué muy dolorosa, pues era uno de 108 campeo-nes de Apure con quienes contaba. yo siempre que había (tue acometer todo género deempresa, por arriesgada que fuese. La patria agradecida no debe olvidar el nombre deeste valiente, ya que no hay monumento que recuerde el de los que murieron por ellaen los campos de batalla. Ca.torce años despues de su muerte, recogí 108 huesos de tangallardo compañero de armas y 108 llevé á Valencia: en memoria suya di BU nombre áuna laguna que 8e halla en el patio de mi hato de San Pablo donde estuvo enterradoprimero.

DEL GENERAL PÁEZ. 163haciéndole acompañar de ocho hombres escojidos por suvalor.

Entretanto Bolívar descansaba en su hamaca, colgada deunos árboles á corta distancia del campamento. Como á lascuatro de la mañana cuando el coronel Santander, jefe deestado mayor, iba á comunicar al Libertador que ya todoestaba preparado para la marcha, tropezó con la gente deRenovales, y despues de exijir el santo y seña le preguntóqué patrulla era aquella. Respondióle Renovales que veníade hacer un reconocimiento sobre el campo enemigo, segunórdenes que habia recibido del jefe supremo, que iba ádarle cuenta del resultado de su comision; pero que no dabacon cllngar donde se hallaba. Santander le dijo que vinieracon él, pues él tambien iba á darle parte de que todo estabalisto para marchar.Habiendo llegado á la orilla del grupo de árboles donde

Bolívar y su séquito tenian colgadas sus hamacas, les señalóuna blanca que era la de aquel; apenas lo hubo hecho cuandolos realistas descargaron sus armas sobre la indicada ha-maca. "Afortunadamente hacia pocos momentos que este la habia

abandonado para ir á montar su mula, y ya tenia el pié en elestribo cuando ésta, espantada por Jos tiros, echó á correrdejando á su dueño en tierra.Bolívar sorprendido con descarga tan inmediata trató de

ponerse á salvo, y en la oscuridad de la noche no pudo ati-nar con el lugar del campamento.Este hecho ha sido referido con bastante inexactitud por

algunos historiadores de Colombia, y no ha faltado quien lohaya referido de una manera ridícula y poco honrosa parael Libertador. No debe sorprender que él no atinase con elcampamento, pues el mejor llanero que se estravia en laoscuridad en aquellos puntos, se halla en el mismo caso queel navegante que, en medio del Oceano, pierde su brújula ennoche tenebrosa. A mí me ha sucedido creerme desorien-

• La historia de lo acontecido me la refirió el mismo Dollvar. La descarga maUlii. algunos de los que acompañaban al Libertador.

164 AUTOBIOGRAFÍA

tado en los llanos durante toda una nocbe, y sin embargo alamanecer he descubierto que babia estado muchas veces alpié de una misma mata.

Grande fué la confusión del campamento cuando vieronque Bolívar no aparecia; todos se figurabau que babia muertosi no era prisionero de los enemigos. Al amanecer atacaronlos realistas el campo de los nuestros, y baIlaron muy pocaresistencia porque aun duraba el pánico que la sorpresa babiacausado.

En el ataque murieron algunos bizarros jefes, y cayeronprisioneros otros que despues fueron fusilados por órden deMorillo.

Como compensaeion allí fué muerto Rafael Lopez, el me-jor jefe de caballería que llegaron á tener los realistas, tantopor su valor como por su sagacidad. Era natural de Pe-draza, provincia de Barínas, y pertenecia á una de sus fami-lias mas conocidas.

El general Cedeño, aunque dormía á mucha distancia delcampamento, oyó el fuego del combate y contramarchó paraaveriguar lo sucedido. Llegó al campo y no encontró ami-gos ni enemigos; pero comprendiendo que los patriotas ha-bían sufrido. un desastre, se fué á Calabozo en busca deBolívar.

Los díspersos del Rincon de los Toros encontraron al l.i-bertador y le dieron el caballo de Lopez, que el comandanteRondon había cogido después de muerto su ginete.

Recibí noticia del desastre; pero como Bolívar no me en-vió ninguna contraórden, seguí mi marcha sobre San Carlosdonde estaba Latorre con tres mil hombres.

Al llegar á la ciudad encontramos una partida de húsaresque salia de ella, y la arrollamos con nuestras lanzas, pene-trando hasta la misma plaza donde estaban acuarteladas lastropas en las casas de alto. De allí nos hicieron fuego, ytuvimos que retirarnos fuéra de la ciudad.

El general Latorre salió de la poblacion y tomó posicionesen unos cerritos llamados de San Juan, Yo permanecí cincodías en la llanura frente á él, Y sospechando que estaría es-perando refuerzos, me pareció prudente retirarme al pueblo

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de Cogédes para mandar á llamar á Ranjel que se encontrabaen Cabudsre, casi un arrabal de Barquisimeto. Ranjcl vino,pero con solo doscientos hombres de caballería, diciendoque el resto de la columna se le habia desertado. Sin em-bargo de tener yo muy poca fuerza, resolví volver sobre SanCárlos con la resolucion de batirme eontra cualquier númeroque se presentase. El mismo dia que salí de Cogédes, en elsitio de Camoruco, me encontré inesperadamente con el ene-migo que venia en mi busca despues de haber sido reforzadocon mil quinientos hombres, la mayor parte de caballería.

Tuve que contramarchar por no tener ni campo donde for-mar mi gente, pues el terreno es en aquellos puntos quebra-do y muy poblado de árboles. El enemigo trató de atrope-llarme en la retirada con uno de sus batallones; pero en unavuelta del camino le cayó encima mi Guardia de honor queyo había dejado allí apostada, y matándoles algunos hom-bres les hizo abandonar el camino, abriéndose á un lado yotro de él. Continué, pues, mi retirada en órden hasta lasabana de Cogédes, donde resolví esperar á los realistas, for-mando mis tropas al fin de la sabana, dando espaldas alpueblo que quedaba como á media milla.

Aunque ví que el enemigo era muy superior en fuerzas,pues tenia cerca de mil hombres, no perdí la esperanza deobtener un triunfo aquel dia : tal era mi confianza en el va-lor y arrojo de mis tropas. Formé mis trescientos infantesen batalla en dos filas: coloqué la guardia de caballería almando de Cornelio Mufioz á la derecha, y á la izquierdaIribarren con su escuadrono El resto de la caballería, almando de Ranjel, formaba la segunda línea.

Tanto al general Anzoátegui, que mandaba la infantería,como á los demas jefes y al de mi estado mayor, comuniquémi plan de ataque que consistís en esperar al enemigo, sindisparar un tiro, hasta que lo tuviésemos muy cerca, yen-tonces romper nosotros el fuego, cargar á la vez la Guardiayel escuadrón de Iribarren sobre la caballería enemiga, yluego que esta fuera derrotada, lo cual tenia yo por casi se-guro, hacer un movimiento de flanco sin perder la formacionque teníamos, y colocarnos al flanco izquierdo del enemigo á

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tiro de fusil, con la mira de evitar que este, obligado á hacerun esfuerzo, nos arrollara para ir á ampararse en el bosque yen el pueblo, que nos quedaban á la espalda, cuando se vierasin caballería.

Excelente les pareció á todos el plan; pero Anzoátegui portres veces me suplicó que no avanzara yo con la caballería,pues para ejecutar el movimiento se necesitaba de mi pre-sencia.

Confirmé yo entonces el dicho vulgar de que no hay hom-bre cuerdo á caballo; pues, olvidando mi promesa, avancécon la Guardia y arrollé casi toda la caballería enemiga, rom-piendo ademas un batallon de infantería que estaba dereserva. Horrible fué el estrago que causaron en el enemi-go mis trescientos infantes; pues los mismos realistas, encartas que se interceptaron despues en la Nueva Granada,hablando de aquel suceso, decian que hubo bala que atra-vesó tres hombres, y es de creerse, porque venian ellos encolumna cerrada, y nosotros rompimos el fuego cuando losteníamos á tiro de pistola.

En el momento del fuego y la carga, bamboleó aquel euer-po compacto de hombres como árbol que va inclinándoseá caer bajo el hacha delleñador.

En el impulso de la carrera, me acordé de lo que habíaprometido á Anzoátegui, pero ya no había remedio : con-tuve mi caballo y. por sobre el enemigo ví que los mios huiandispersos, sin saberse por qué.

Inmediatamente ordené á mi caballería que abandonaseel rico botin que estaba recogiendo, y con los primerosveinticinco hombres que reuní, volví sobre el enemigo paraver si podía salvar mi infantería. Ya era tarde, pues huíandispersos.El enemigo tambien abandonó el campo, dejando en él

sus heridos y el armamento de estos, y fué á apoyarse alpueblo que está rodeado de bosques. Quedé yo, pues, dueñodel terreno con mi Guardia, cuyos soldados fueron reunién-doseme poco á poco, pues se habían alejado mucho en supersecucion del enemigo.

Esa noche permanecí en el mismo campo del combate

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hasta el otro dia á las ocho de la mañana. Conté los muer-tos nuestros que ascendian á treinta y seis, cogí todos losfusiles de los mios y los del enemigo que estaban desparra-mados por el campo, repartí doscientos entre. los soldadosde mi Guardia, y formando haces con el resto que dejamosabandonados, emprendí mi retirada por el mismo caminoque habia tomado mi dispersada gente.

En la villa de Araure supe que por allí habian pasadotodos reunidos: despaché un piquete para que fuera á alcan-zarlos, y dió con ellos en el sitio de Guamito. Allí meesperaron, y cuando me reuní con ellos puse en arresto á losjefes y oficiales, con excepcion de Anzoátegui y los oficialesde infantería. Confié la custodia de los prisioneros á unescuadren y continué mi marcha para el Apure con ánimode' hacerlos juzgar allí; pero á ruegos del general Anzoáte-gui, á quien ellos manifestaron lo vergonzoso que les erallegar á Apure en aquella situación, los plIse en libertad.Durante nuestra marcha me pidió Ranjel permiso pars ir

á ocupar la ciudad de N útrias que nos quedaba á un lado y ápocas leguas de distancia, y se lo dí entregándole doscientoshombres. Ocupóla en efecto, pero el indio Reyes Vargas,que andaba por aquellos contornos, llegó con una columna decuatrocientos infantes, y despues de un reñido encuentro fuéderrotado Ranjel con muy costosa pérdida, pues entre jefesy oficiales murieron trece, todos valentísimos, siendo unode ellos el bizarro coronel Cuesta.Ranjellogró reunir cincuenta hombres de Sil caballería en

el sitio del Calman, y á inedia noche volvió sobre el enemigoque había acampado fuéra de la ciudad. Hízole gran ma-tanza de gente, pero al fin fué rechazado; y pasando el diasiguiente el rio Apure, desde el pueblo de Setenta me man-dó un parte comunicándome aquel desastre. Le ordené per-maneciese allí, reuniendo los dispersoa que habían salido deN útrias, y que aumentara sus fuerzas con gente de los pue-blos Je Mantecal y Rincon Hondo.Yo llegué á Acháguas, y acompañado de mi Guardia me

fuí á San Fernando donde se encontraba el jefe supremo.A los dos 6 tres dias de mi arribo á dicho punto, llegó el

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general Cedeño que había sido derrotado por Morales en lalaguna de Los Patos, con pérdida de toda su infantería.Cedeño, sumamente mortificado con este desastre, lo atribuíaä Ia poca cooperacion de los jefes de caballería, y sobre todoal coronel Aramendi. Habiéndose encontrado ambos en lacalle cambiaron palabras ofensivas, y Cedeño tiró de la espadapara herir á Aramendi que estaba desarmado.Este, á usanza llanera lo derribó eu tierra; pero á las voces

de Cedeño que mandaba á los suyos que matasen á Ara-mendi, este echó á correr perseguido por el coronel Fajardocon veinticinco lanceros á pié Y vino á ampararse en mi casa.Informado del caso, le tomé bajo mi pro teeei on por aquelmomento, y yo mismo le conduje al Principal en clase dearrestado. Informado el Libertador de aquel desagradableacontecimiento, nombró un consejo de guerra para juzgar áÁramendi; mas, cediendo á mis instancias, resolvió llevárseloá Angostura, para donde Bolívar partia aquel dia (24 deMayo), á fin de que fuese juzgado allá. Cuando iban á em-barcarlo, Aramendi se escapó y estuvo algun tiempo ocultohasta que yo le recogí, ofreciéndole mi garantía.

He referido este hecho para que se vea cuánta importanciase daba en el ejército de Apure á la subordinacion, puestoque para mantenerla no se tenian consideraciones ni conoficiales tan beneméritos como era el coronel Aramendi.

Despues de la derrota de Cedeño en la laguna de LosPatos, mandó Morales una columna de sus tropas al Guaya-bal, pueblo distante tres leguas de San Fernando. Inme-diatamente dispuse que la Guardia dé caballería pasara el rioy fuera á sorprenderlos, lo cual ejecutó en la noche del 28 deMayo, destrozándolos y apoderándose del pueblo nueva-mente.

Este golpe inesperado hizo que Morales, que se hallaba enCalabozo, se retirara hácia el Sombrero, creyendo que vol-viamos sobre él. Yo mandé abandonar el Guayabal parareconcentrar mis fuerzas, organizar el ejército de Apure yre-coger y empotrerar caballos, elementos que nos daban supe-rioridad contra el enemigo.

Muy justa me parece la observacion del historiador Res-

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trepo de que debimos, Cedeño y yo, reconcentrar nuestrasfuerzas en Apure, supuesto que la campaña no presentabaventajas para aquellos restos del ejército. Así hubiera con-venido que se hiciese, pero semejante órden debió partir deljefe supremo y no de ninguno de nosotros dos que, porórden suya, estábamos obrando en combinacion,Cuando conseguí el objeto de que he hablado arriba, des-

tiné partidas de caballería para que por diversas vias acosa-sen á los realistas en los llanos de Calabozo, San Cárlos yBarínas. Grandes fueron las ventajas que se consiguieroncon estas partidas que, á despecho de las crecientes de losrios y sus derrames por las sabanas, se internaron hasta elcentro del territorio enemigo. Algunas de estas partidas,abusando de la libertad que se les había dado de obrar á dis-crecion contra el enemigo, y sobre todo las que recorrian laprovincia de Barínas y llanos de San Cárlos, cometerion de-masias contra los ciudadanos pacíficos, y por tanto me viobligado á mandar que se retirasen al Apure. Algunos quehabian sacado buen fruto de las vandálicas correrías, lasrepitieron sin mi conocimiento, y me ví en el caso de publi-car una órden general que amenazaba, con pena de la vida,á los que, sin mi permiso, pasáran al territorio enemigo.En cumplimiento de ella, tuve que fusilar á cuatro: el famosocomandante Villasana, un valentísimo capitán de la Guardiallamado Garrido, un alférez y un sargento. Así logré ponertérmino á las hostilidades contra los pacíficos ciudadanosque moraban en el territorio enemigo.

En el mes de Agosto del mismo año de 1818, las tropasque guarnecian á San Fernando, por medio de una aeta, menombraron general en jefe, y lograron que los demas cuerposdel ejército que había en otros puntos siguieran su ejemplo.Hallábame entonces en mi cuartel general de Acháguas, bienageno de lo que estaba pasando, cuando llegó á mis manosdicha acta, firmada por todos los cuerpos del ejército, excep-to la guarnicion de Acháguas y mi Guardia de honor. Sor-prendióme mucho, y temiendo que fuese el primer pasopara algun fin descabellado, sin perder tiempo me embarquépara San Fernando, de donde habia salido la idea, segun

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constaba de las actas. Llegado á este punto, reuní á todos108 jefes y oficiales y les pregunté qué había dado orígen áuna resolucion que yo no aprobaba, y para la cual ellos noestaban autorizados. 1\1econtestaron que lo habían hecho,creyéndose con autoridad para ello; pero que si habían co-metido error, que yo se los disimulase en gracia de la buenaintencion que habían tenido, la cual no habia sido la de tras-tornar el órden ni desconocer la autoridad del Libertador.Con semejantes razones se disculparon tambien los jefes yoficiales de las otras divisiones, y así no se alteró el órdenen lo mas mínimo, como era de temerse.Impuesto yo de que el coronel inglés Wilson habia toma-

do parte muy activa en la formacion del aeta, dispuse quesaliera para Angostura á presentarse al general Bolívar á finde que lo destinase á otro punto.

El Libertador que desde el 24 de mayo se embarcó enSan Fernando para Guayana, se encontraba en Angostura, yno volvió á Apure hasta principios del año 1819.

Si en Apure hubiese habido tal revolucion para desco-nocer su autoridad, ¿cómo Bolívar desde que llegó á Guayanano cesó de mandarme recursos de todo linaje para las tropasque estaban á mi mando? Solo esta circunstancia es masque suficiente para confundir la falsedad con que se produceLarrazábal en su obra al ocuparse de este hecho.

N o menos injusto, Baralt dirije sus ataques al ejército deApure, suponiéndole revuelto centra la autoridad de Bolí-var : para probarlo dice que los disidentes apureños quisie-ron detener la marcha del general Santander en Cariben, yque este pudo llegar felizmente al punto de su destino por-que sus enemigos llegaron tarde allugar de la celada.

Voy á referir el hecho á que alude el Sr. Baralt, tal comosucedió, para que cada cual le dé la importancia que me-rezca.Preparado el general Santander para salir á ejercer 61

destino que Bolívar le habia señalado, escribió una carta alcoronel Pedro Fortul, que se hallaba en Guasdualito, comu-nicándole el empleo que se le había conferido y los recursosque llevaba para organizar un ejército en Casanare. Le invi-

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taba á él Y á los demas granadinos, que se hallaban en Apu-re, á venir á reunírsele, y entre otras cosas decía la carta:" Es preciso que nos reunamos en Casanare todos los grana-dinos para libertar nuestra patria, y para abatir el orgullo deesos malandrines follones venezolanos."

N o recuerdo de qué modo llegó esta carta á manos delcoronel Miguel Antonio Vasquez, quien la puso en las míasinmediatamente. Alarmáronme mucho las palabras que hecitado, y mandé la carta á Bolívar, ordenando al mismotiempo al entónces capitan Laurencio Silva que, con unapartida de caballería, fuese á la boca del Meta á detener áSantander, á quien escribí diciéndole que algunas noticiasdesfavorables que habia recibido de Casanare exijian qne élse detuviera hasta que se aclarara el asunto. Llegó Silva allugar donde estaba Santander y le entregó la carta. San-tander se detuvo, pero me escribió, diciendo que le dejarapasar porque si bien los realistas habían hecho incursionesen Casanare, no habia sido mas que como una simple ame-naza, pues se habían retirado inmediatamente.

Escribióme tambien el Libertador, diciéndome que infor-mado del contenido de la carta, me autorizaba para obrarcomo yo creyese mas prudente. Ent6nces resolví dejarpasar á Santander.

Por lo dicho se comprenderá que nunca desconocí la auto-ridad del jefe supremo, puesto que le informaba de cuantollegaba á mi noticia y esperaba siempre su decision i y tam-bien se verá que el paso que dí no fué una celada tendida áSantander, sino una medida de precaucion que me ví obli-gado á adoptar entretanto Bolivar resolviera sobre tangrave asunto.

Nadie me llevará á mal que insista cuantas veces lo creanecesario en defender al ejército que tuve la honra de man-dar, y que me empeñe en probar que á él debió en gran parteColombia el triunfo de su independencia. Efectivamente,las tropas de Casanare, compuestas de granadinos y venezo-lanos, venciendo la obstinacion de los apureños en Palma-rito, Mata de la Miel, Mantecal y Yagual, y unidas despues áestos en la accion de Mucuritas, salvaron sin duda alguna la

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causa de los patriotas. ¿ Qué hubiera sido de estos si elenemigo se hubiese apoderado de los valiosos recursos delApure para marchar contra las fuerzas que ocupaban algu-nos puntos de la provincia de Guayana y obraban en otroslugares? ¿ Tenían sus jefes suficientes elementos para resis-tir á las aguerridas tropas expedicionarias, si ellas hubierantenido á su devocion á los habitantes de los llanos y hubiesensido dueños de todos los recursos que ofrecen estos á unejército en campaña? ¿ Por qué el empeño de Morillo deconcentrar toda su atencion y por tres veces venir con todassus fuerzas contra los defensores de Apure?

Si en 1819 yo no me hubiese esforzado tanto en no compro-meter al ejército que mandaba en una batalla campal parano perder la infantería, muy inferior en número y en disci-plina á la del enemigo, ¿ con qué ejército hubieran contadolos patriotas para ir á libertar á la Nueva Granada?

N o hay, pues, exajeracion al aseverar que en Apure seestuvo jugando la suerte de Colombia, porque perdida cual-quiera de las batallas ya citadas, era en extremo dudoso eltriunfo de la causa independiente.

El Sr. Restrepo, hablando de los jefes de guerrillas queoperaban en los diversos puntos de Venezuela, dice queobraban como los grandes señores de los tiempos feudales,con absoluta independencia, y que lentamente y con fuerterepugnancia, sobre todo el que esto escribe, se sometieron ála autoridad del jefe supremo. Olvida dicho historiador queen la época á que se refiere no existia ningun gobierno cen-tral, y que la necesidad obligaba á los jefes militares á ejer-cer esa autoridad independiente, como la ejercieron hastaque volvió Bolívar del extranjero y se nos pidió el recono-cimiento de su autoridad como jefe supremo.Finalmente, para probar que el órden y la subordinacion

fueron mis principios, ya obrase independiente ó bajo lasórdenes de un jefe, copiaré á continuacion lo que dijo elLibertador en el Congreso de Angostura y puede verse enel tomo 10 pago 195 de los Documentos de la Vida Públicadel Libertador:" El general Páez que ha salvado las reliquias de la Nueva

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Granada, tiene bajo la proteccion de las armas de la repú-blica las provincias de Barínas y Casanare. Ambas tienensus gobernadores políticos y civiles, y sus organizacionescuallas circunstancias han permitido; pero el órden, la su-bordinacion y huena disciplina reinan allí por todas partes,y no parece que la guerra agita aquellas bellas provincias.Ellas han reconocido y prestado juramento á la autoridadsuprema, y sus magistrados merecen la confianza del go-bierno."