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Diario de la memoria Córdoba, diciembre de 2012 Publicación de la Comisión y Archivo Provincial de la Memoria. Año V, Nº 6. Exilios Destinos | Experiencias | Relatos

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Diario de lamemoria Córdoba, diciembre de 2012

Publicación de laComisión y Archivo Provincialde la Memoria. Año V, Nº 6.

ExiliosDestinos | Experiencias | Relatos

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Diario de la memoria

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Ludmila da Silva Catela

Así como la violencia, el exilio es unacontante de la historia de la humanidad.Cíclicamente, en diferentes comunida-des y territorios, grupos (cientos, miles,veinte, cuatro, el número es un detalleno menor) de hombres, mujeres, jóvenes,niños, ancianos, abandonan involunta-riamente su tierra por motivos religio-sos, étnicos, políticos. Exiliados, expa-triados, refugiados, transterrados, relo-calizados son algunos de los términosusados para denominar el desplaza-miento forzado de personas, empujadas,expulsadas de las fronteras de sus comu-nidades de pertenencia.

Un indeseado viaje agrieta la vida yconduce a otra tierra, muchas vecesimprevista. Cuña, ruptura, herida, dolor.Cambia el paisaje, el clima, las comidas,la lengua, un conjunto de coordenadasidentitarias cuya diferencia surcarán losregistros de la memoria, el relato del exi-lio. Llanura por montañas. Café pormate. Idiomas a veces irreconociblesreemplazan el español. Todos los días elexiliado se pregunta qué hace allí y, comouna variante del migrante, todos los díasdebe explicarle a otros su diferencia: pre-guntas insólitas sobre el origen, las pala-bras y su acento, los nombres, los gustos,las opiniones.

¿Y el insilio?, ¿esfumarse dentro delterritorio nacional? ¿Cómo es eso? ¿Quésimilitudes y diferencias guarda con elexilio? En este caso la tierra conocida sevuelve extraña, los vecinos pueden ser unpeligro, lo que identifica es mejor borrarlo,desconocerlo. El insilio opera un cambiode identidad que puede ser más dolorosoaún que el exilio. Afuera, el exiliadomuchas veces es acogido por pares deigual condición y, bajo otras normas mora-les, aquello por lo que fue obligado a par-tir, puede ser ignorado, quedar en suspen-

so e incluso valorado. Adentro, el insiliadovive en permanente estado de represiónpsíquica, autocontrol que puede conducira la locura o al desarrollo de una fortalezainusitada. El exiliado o el insiliado pier-den puntos de orientación elementales(tiempo, espacio, sustancia, etc.). Lo cono-cido se vuelve extraño y lo extraño con eltiempo pasa a ser familiar. Tanto el exiliointerno como el externo, en muchas oca-siones fue la última posibilidad de recom-poner la vida frente a la situación límitede la violencia, los secuestros, los centrosclandestinos de detención, la tortura y ladesaparición de amigos, familiares, cono-cidos o de ellos mismos. Ese límite especí-fico entre la vida y la muerte hace del cír-culo del exilio una materia de inusualriqueza para pensar qué pasó, cómovamos, cómo nos relacionamos con losOtros. El exilio es una forma dolorosa yprivilegiada a la vez para descentrarnos yreconocernos en actitudes y pensamientosnada simples, terribles y brillantes, humi-llantes y solidarios, etc..

En Argentina, los exilios aparecen en elcentro de las historias culturales, sociales ypolíticas. No es ninguna excepción étnica onacional. Entre los flujos migratorios de laArgentina aluvional, llegaron millares deciudadanos expulsados de sus países porrazones políticas. Entre éstos encontramosa muchos protagonistas de institucionespolíticas, económicas y culturales. Laexpulsión de “compatriotas” también hasido constante y también promovió trans-formaciones decisivas de nuestra historiacolectiva. ¿Cuál fue la singularidad del exi-lio/insilio que produjo la última dictaduramilitar? Este nuevo número del Diario dela Memoria busca contribuir a las respues-tas de tal pregunta y sus conexas: ¿quiénestuvieron que exiliarse? ¿Quiénes pudieronhacerlo? ¿Cómo fueron sus experiencias?¿Qué aspectos negativos y positivos reco-nocen? ¿Qué pueden relatar del exilio yqué queda aún en la sombra, bajo sospechao dolor nebuloso del silencio?

El exilio que produjo la violencia políti-ca entre fines de los años sesenta hastainicios de los ochenta se caracterizó poruna masividad inédita. Se calcula queentre 300.000 y 500.000 hombres, muje-

res y niños salieron del país o se escon-dieron internamente como única posibili-dad de salvar sus vidas. Es importantesubrayar que fue la violencia de Estadola que tornó imposible la sobrevivenciabajo las condiciones de lucha política quese sostenían. En tanto que nación moder-na, el territorio es un asunto resguarda-do por un Estado centralizador en base acategorías como soberanía, frontera, gen-darmería, documentación y una largacadena de tecnologías de vigilanciapoblacional. Sólo este aparato institucio-nal monopoliza el poder de decidir quié-nes pueden o no vivir bajo su jurisdicción.

El exilio puede ser pensado como lugarde soledad extrema. Sin embargo, tam-bién lo fue de solidaridad, de organiza-ción. La posibilidad de estructurar lavida y sobre todo, de generar espaciosexternos de denuncia sobre la desapari-ción en Argentina. Los exiliados fueroncentrales en la construcción de las redesinternacionales de denuncia; puntos deorigen y apoyo de la difusión, disemina-ción e internacionalización de lo quepasaba en Argentina. Ellos comenzaron asocavar los endebles pilares en los que sesostenía la sanguinaria dictadura.

Los procesos de memoria, sabemos, sonselectivos. El exilio fue durante muchotiempo un espacio de olvido. Quienesretornaban encontraban un país muydiferente al dejado; los que como topossalían del exilio interno bajo un mismosol, debían rehacer la identidad y reatarlazos quebrados que muchas veces eranirrecuperables. Algunos volvieron coneuforia y llenos de esperanza, pero todosestaban heridos, muchos cargaban fuerteresentimiento. El silencio fue un recursopredominante al regresar. La inmensamayoría de los exiliados internos calla-ron, los que retornaron al país no sabíanmuy bien donde estaban. Socialmentefueron mal comprendidos y durantemucho tiempo fueron señalados como“los que se fueron”, los que “se salvaron”.El exilio encontró su condición de cues-tión inestable, de difícil clasificación, desospecha e incomprensión frente al restode las resultantes de la violencia políticacon las que hace sistema: la desaparición,

los centros clandestinos, la tortura. Elexilio siempre fue un tema menor. De esocuesta hablar y creemos imprescindiblecontribuir a abarcar tal silencio interpe-lador. Para pensarlo se impone dejar ensuspenso aquellos juicios morales.

Parece no haber elecciones en las for-mas de irse del exiliado. El exilio priva alas personas de un lugar apropiado en elespacio social y las coloca en un espaciode estigma, de otredad a veces insoporta-ble. ¿Sin tierra, sin identidad, sin desti-no? No es un migrante más. Incomoda,tanto en la sociedad de origen - de la quese sale expulsado por el miedo, la perse-cución política, el terror del Estado –como en la sociedad receptora, que lorecibe e integra a medias, como si llega-ran maculados de algo riesgoso. Sospe-choso para algunos, indiferente paraotros. El exilio y los exiliados ponen encuestión las relaciones entre el Estado ysus ciudadanos; la nación y la nacionali-dad. Así, el desplazamiento forzado demiles de hombres y mujeres, las colocó enel lugar de presentes ausentes, deste-rrándolos también en el retorno, cuandoel silencio los recibió y el olvido los cobijó.

En condición subterránea, las memoriasde los exiliados están como fuerza objetivaque aún parece aguardar momentos y con-diciones de emerger, relatar, cuestionar.Del exilio se guardan objetos, fotos, olores,sabores, recuerdos multiformes. La mayo-ría ultrapasó humillaciones, rencores, mie-dos y culpas. El exilio puede salir de plie-gues, como de ropa guardada mucho tiem-po en una valija, que debe ser sacudida,olida y lavada para volver a usarla. Comotodo viaje, el exilio compone un círculo queune el pasado con el presente, que en elfuturo volverá renovado y el mismo a lolargo de preguntas al recorrer un álbum defotos. Creemos que hoy las condiciones sonpropicias para ir al encuentro de los signi-ficados del círculo del exilio. El ArchivoProvincial de la Memoria abre sus puertasa esta realidad tan singular y universal ala vez. Veremos que puede salir al rompersilencios, abrirse a la comprensión yensanchar las dimensiones que lo compo-nen. El exilio es un círculo. Es un afueraque nos cala por dentro.

El círculo del exilio

Comunicarse permite

intercambiar, poner en

común, reflexionar, trasmitir,

difundir.

El Diario de la Memoria

es una publicación de la

Comisión y el Archivo Provincial de la

Memoria. En sus páginas, distintos puntos

de vista, pretenden recuperar lo que el

terrorismo de Estado, intentó borrar.

Hacer visible, con la fuerza de las

palabras, los trabajos que desde este

espacio llevan a reconstruir y trasmitir el

pasado y sus memorias.

Dirección: Comisión Provincial de la Memoria,Archivo Provincial de la Memoria: Pasaje SantaCatalina 66. Tel.: (0351) 4342449 / 4341501. E-mail: [email protected]ó[email protected]

AutoridadesComisión Provincial

de la Memoria:

• Abuelas de Plaza de Mayo

• Familiares de Desapare -

cidos y Detenidos por

Razones Políticas

• H.I.J.O.S. Hijos e Hijas

por la Identidad y la

Justicia, contra el Olvido

y el Silencio

• SERPAJ Servicio Paz

y Justicia

• Asociación de ex Presos

Políticos de Córdoba

• Universidad Nacional de

Córdoba

• Poder Ejecutivo de la

Provincia de Córdoba

• Poder Legislativo de la

Provincia de Córdoba

• Poder Judicial de la

Provincia de Córdoba

Archivo Provincial

de la Memoria

Directora:

Ludmila da Silva Catela

Diario de la memoria

Edición:

María Laura Villa

Roberto Martínez

Colaboración:

María Cristina

Enrique Hansen

Natalia Magín

Pablo Becerra

Julia Paradi

Mariana Tello

Marcelo Casarin

Susana Romano Sued

Griselda Gomes

Katy García

Horacio Verbitsky

Guido Guidi

Melisa Paiaro

Ernesto Argañaraz

Natalia Colón

Wenceslao Cabral

Marcos Gastaldi

Federico Lorenz

Fotografías:

Acervo Fotográfico del

Archivo Provincial de la

Memoria

Pablo Becerra

Alejandro Frola

Mariano García

Natalia Pittau

Verónica Maggi

Pablo Genero

Victoria Degenaro

Manuel Bomheker

Bahía Flores

Agustina Triqell

Guillermina Martínez

Sandra Siviero

Natalia Magrín

Federico Del Prado

Diseño:

Di Pascuale Estudio

[ www.dipascuale.com ]

Editorial

En tapa > Lucas Di Pascuale:

Hatoum, de la serie Colecciones, 2009.

Tinta sobre papel, 25 x 35 cm.

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Derecho a DecidirEn el Archivo Provincial de la Memoriase llevó a cabo el lanzamiento públicode la campaña multime-dia “Derecho a Deci-dir” que se enmarcadentro de la Cam-paña Nacional afavor del derechoal Aborto Legal,Seguro y Gratuitoen Argentina. Estacampaña se publica-rá en el sitio:www.derechoadecidir.com.ar.

Ricardo Foster“Yo hoy entraba al Archivo, bajaba al sótano, el sótano es un lugar terrible, se lo intervino con una reproduc-ción proyectada sobre una pared toda resquebrajada de un discurso de Videla, que tiene al lado a Menéndez.Yo tenía una sensación extraña ahí, porque uno podría leer “el sótano, simplemente un flashback hacia elhorror, bajar hacia ese sótano”. Y yo lo escuchaba a Videla y decía “Ganamos, yo estoy bajando acá y estoyescuchando a este tipo y esto se ha convertido en un museo de la memoria, será que ganamos. Salvo queeste en una pesadilla y me despierte estando en el sótano. Pero al mismo tiempo tenia una sensación detodo lo que habíamos perdido”. Y es que no hay redención, hay quizás formas de reparación. Hay mane-ras a través de las cuales algo de esas heridas se puede cauterizar, esta por supuesto entre comillas lajusticia, el ejercicio de esa forma de reparación que son los juzgamientos, las condenas imprescindiblesabsolutamente. Pero también esta el mundo que fue tragado inexorablemente, por eso, somos otros. (…)la sensación de estar en un lugar como el del Archivo, La Perla, la ESMA, es siempre esa perturbaciónque tiene que ver con lo que significa sobrevivir a lo irreparable”.

Ricardo Forster, filósofo y ensayista

Memorias para llevar“Memorias para llevar “es el resulta-do del trabajo de Tesis de Melina Arcey Ana Colantonio, de la carrera deComunicación de la UNC. Desde el ÁreaEducación del APM acompañamos entu-siastamente este proyecto, que nos llevó apensar colectivamente en un producto, que losniños que visitan el Museo de Sitio, pudieran llevarse. Una herra-mienta para compartir con sus familias, un recurso que empoderea los más chiquitos como transmisores de memorias. Queríamosque fuera hermoso, colorido, atrapante como un cuento, divertidocomo un juego, cargado de contenido y alegría, que circule la pala-bra desde el protagonismo de los chicos.

Acompaña este producto un audiovisual, que relata que fue y quées el APM, producido por el área de Historia oral.

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Diario de la memoria

Álbumes de VidaSe incorporaron nuevos álbumes a la “Sala Vidas para SerContadas”. Entre ellos, el de Alberto Marcelo Oro. La Salaes parte de Sitio de Memoria “ex D2”. La misma pretendeaportar a la reconstrucción de las historias de vida de losdesaparecidos, a través de álbumes, fotos, objetos y rela-tos que permiten recordarlos.

La visita de BayerOsvaldo Bayer deja sus palabras y su firma en un ejemplar de su libro“Severino De Giovanni. El idealista de la Violencia”, de la colección de laBiblioteca de Libros Prohibidos del APM.

Jóvenes y MemoriaEdición Córdoba del programa nacional “Jóvenes yMemoria, recordamos para el futuro”.

El 27 de octubre se llevó a cabo la presentaciónde las diversas producciones audiovisuales, revis-tas, intervenciones Urbanas, etc. La jornada sedesarrolló en el Comedor Universitario de la Ciu-dad Universitaria de Córdoba, y el cierre musi-cal a cargo del grupo Rimando Entreversos.

El trabajo conjunto entre docentes y estudiantesse llevó adelante desde mayo. Los encuentros serealizaron en la sede del Espacio para la MemoriaCampo de la Ribera y se extendieron hasta el mesde octubre.

Baldosa de laMemoriaBaldosa de la Memoria como home-naje a Yolanda Mabel Damora yJosé Alberto García Sola. La activi-dad se realizó en Bedoya 66, barrioAlta Córdoba, lugar donde fueronsecuestrados en mayo de 1976.

Las rondasde EducaciónEn el marco de la conmemoración de lanoche de los lápices, se llevó adelante laedición 2012 de la “Ronda de la memoria.Hacia una pedagogía de la memoria.” LaRonda de la memoria es un encuentrode jóvenes y sus producciones. Un inter-cambio de experiencias desde las prácti-cas. Un espacio para mostrar y compartirreflexiones en torno a la Memoria y las temá-ticas que signifiquen a niños y jóvenes.

La Ronda de la Lectura es una invitación a niños yjóvenes; docentes y estudiantes a un día de ejercicio ple-no de nuestro derecho a leer en libertad. Este año fue la 4º edi-ción de la Ronda.

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Roberto Martínez

“Ya no se sabe, en realidad, dónde queda,

por llamarla así, la frontera, ni, en realidad,

la realidad”.

J. J. Saer

Los exilios provocados por la última dic-tadura militar argentina, sus experien-cias, inevitablemente atraviesan distin-tos aspectos y niveles del discurso sobrenuestra historia reciente. A través dediferentes procedimientos lingüísticos,estéticos, formales los exilios producensus inscripciones, dejan sus marcassobre la superficie discursiva, formanparte de la totalidad de los relatos quebuscan entender, comprender, cómo fueposible el terrorismo de Estado. En eldiálogo entre los discursos sobre larepresión, el exilio puede profundizar ycomplejizar potenciales lecturas. Desdeallí, las experiencias exiliares, nos posi-bilitan visibilizar, echar luz, sobre unperíodo que exige, como tarea substan-cial, la revisión constante.

Situar el discursoEl exilio inventa su propio lenguaje.

En él las palabras y las imágenes sevan desentrañando. Se debaten entre elsonido y el silencio, la luz y la oscuri-dad; entre la indagación de los nombresy su significado, entre los cuerpos y sualiento; en este espacio los intentos pordesentramar las lógicas del terrorismode Estado es la tarea más difícil deabordar. Si por un lado exigen la cerra-zón y el silencio puesto que las palabrasse tornan insuficientes, imposibles,como fue expuesto por Theodor Adorno;por el otro, sólo por la palabra puede ser

tratado. Para Cristina Siscar “la escri-tura sería la mirada distante de aquelloque alguna vez miramos de cerca; unaescena grabada que se ha perdido en eltiempo”. Ante semejante paradoja, larespuesta es hacer preguntas. Estosrelatos contienen representaciones quela dictadura no pudo destruir, en elloslas imágenes y los testimonios que sesalvaron del horror encuentran unespacio para ser, para expresar lo inex-presable, hallan una posibilidad depoder “transmitir una experiencia, parano hablar solo, sino con otros” (SusanaRomano Sued).

Las palabras no pudieron ser destrui-das en la Argentina de la última dictadu-ra con su represión, controles, vigilan-cias, castigos y Centros Clandestinos. Lapalabra y la memoria; el lenguaje y lostestimonios: las narraciones.

Las experiencias del exilio van a mar-car intensamente, quizás irreversible-mente, la tragedia argentina. También ala lengua, ya no es posible usar las pala-bras, hablar o escribir igual que antes del24 de marzo de 1976.

¿Qué le paso a nuestra lengua en losaños de la dictadura? ¿Cómo quedo lalengua? ¿Cómo hablamos después dela dictadura? ¿Cómo narramos la dic-tadura? “El exilio, esa experiencia des-garradora, es capaz de balancearseentre la pérdida y el hallazgo” (RicardoFoster).

Huir del olvido. Los éxodosdel lenguaje

En las narraciones que abordan eltema del exilio se problematiza, entreotras cosas, sobre qué formas debentomar para dar cuenta de la compleji-dad de lo real, para abordar desde dife-rentes miradas las experiencias de lacensura, la persecución, la cárcel y elexilio; también la clandestinidad, la tor-tura, la muerte y la desaparición.

Con el desarraigo, las personassufren la agresión de dos elementos cla-ves de sus identidades: el lenguaje y ellugar. Es, en otras palabras, cuando ellugar habitado por hombres y mujeres,desde donde escriben, hablan, viven, nose corresponden con la lengua propia,con la lengua natural; y con ello la difi-cultad del lenguaje, con ello la sensa-ción de estar siempre fuera de lugar,descolocado. En efecto el registro lin-güístico proscrito gira, se hibridiza.Susana Romano Sued lo define como elshock de la lengua.

A partir de la perdida del lugar–cuando todo se mueve y la ausencia seconvierte en “un acto irreparable, peno-so y vergonzante, como una fuga” (Héc-tor Tizón)–, la relación entre las pala-bras y lo real, y entre el significado y elsignificante se tensionan, entran en cri-sis. Para Jorge Boccanera, “la válvulade la imaginación se cierra, se obtura,en la dictadura. Y hay que empezar a

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Interrupciones.los

en la lenguaexilios

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recuperar la capacidad de asociar y vin-cular, que la imaginación trabaje con laconciencia, porque hay una imagina-ción de la conciencia, y una concienciade la imaginación. Trabajar en esto esempezar a recuperar las palabras, loscontenidos, los símbolos”. Así, el difícil yanhelado regreso de la palabra, la obs-tinada búsqueda por “gobernar” la len-gua, se vuelven un compromiso éticoinquebrantable: desenmascarar al len-guaje, refuncionalizarlo, resemantizar-lo. Se interrogan las palabras clave dela estructura del sentir: desaparecidos,clandestinidad, compañeros, subversi-vos, La Perla; palabras que, durante yluego de la dictadura, expandieron con-notaciones no presentes en otras épo-cas, en otras lenguas. Nuevos referen-tes se suman, y se disputan con los anti-guos la palabra, la connotación, losnúcleos referenciales.

Es, en la mirada de Héctor Schmu-cler, “La palabra como riesgo; tambiéncomo posibilidad de goce, de éxtasis, esdecir de salida. La palabra responsableque hace responsable al hombre en sudoble acepción; responde a y responderde. Capacidad de dar respuesta al otro(lo que significa el reconocimiento delotro) y fuerza moral que exige el recono-cimiento de uno mismo en la palabra”.

Son tiempos “sin precedentes”,1 endonde ninguna palabra define todo loexpresado. Lo acontecido tiene caracte-rísticas que imposibilitan que las pala-bras se congreguen, que reconstruyanlos sentidos y los significados quearrastran consigo.

Esto produce, en el ejercicio del len-guaje, dos dimensiones dialécticamen-te vinculadas, por un lado el objetivo esrepensar el “viejo” lenguaje, mirarlodesde una perspectiva crítica e inten-tar dar cuenta de lo nuevo. El acto de(re)nominación es, simultáneamente,liberador y transformador: la “nueva”palabra proporciona la posibilidad devislumbrar, de entrever, la nueva reali-dad; de remediar los lazos rotos con elpasado, para así volver a poder proyec-tarse hacia un espacio futuro. Un espa-cio que rescate a los exiliados de esepoder totalitario que los obligó a mar-char. Cristina Siscar insiste que en eldestierro “nuestra memoria, nuestrosreferentes, el contexto que da sentido anuestros actos, no existen para losdemás, salvo como relatos. Pertenecena otros espacios y a otro tiempo y poreso adquieren, también para nosotros,una dimensión mítica”

En el cuento “En la noche” de Hum-berto Constantini el lenguaje de lossueños, se podría decir que, opera dedistintas maneras: a veces, permiteabordar aquello que no puede decirse,el sufrimiento, la sospecha, las vícti-mas, lo inenarrable. Otras, parece res-ponder al deseo del narrador de supe-rar tensiones, de quebrar el clima opri-mente de lo que se cuenta. Pero, aveces, la complejidad de lo real exige lareferencia directa: “Ve entonces el otroauto: un Ford Falcon gris, con trestipos adentro. El auto ha girado en laesquina de la casita, y ha entrada en lacuadra de contramano. El hombre veque el auto avanza lentamente haciaél”. Y, en último lugar, una esquina,“una pieza falsa”, evasiva, deviene enrelato de militancias clandestinas ydesapariciones. La complejidad, la sor-

didez de lo real cambian las reglas deljuego lingüístico, “sospecha entoncesque todo lo que está viviendo es un sue-ño”, se dilata, los deseos de huidas fic-ticias se suspenden, se impone la reali-dad, el decir explícito: “tal vez estasemana llague una carta de ellos, sedice (sin pronunciar tampoco ahora elnombre de sus hijos) mientras expulsalentamente el humo. Y el humo ascien-de lentamente hacia el techo encaladode una piecita de Colonia Anzures, enMéxico, a nueve mil kilómetros de Bue-nos Aires”. Una vez que la narraciónlogra correr los velos, la escritura poneen evidencia una de sus estrategiasconstitutivas, la digresión: “todo esto esun sueño”, todo esto es real.

En este caso el sueño, como todos loslenguajes, posibilita una mirada pluralsobre la “Historia”, sobre la realidad;una mirada que se pretende sincerafrente a la visión obstruida y unívocade los dictadores, que con sus lengua-jes, pueden desencadenar accionesletales. Las palabras, que significan yvaloran, entran en tensión. Las pala-bras son sometidas a evaluaciones; son,en tiempos de dictadura, puestas bajosospecha. Y una de las consecuenciasde esta función atribuida al lenguajepor los dictadores es, el exilio lingüísti-co, que busca construir nuevas posibili-dades por todos los medios.

El resguardo de la palabraDesde el exilio, los elementos mate-

riales e inmateriales que constituyenlos modos de entender y sentir la vidasufren un proceso de desplazamiento.El desterrado no puede situarse en latierra de la que partió; más allá delimpedimento real, el retorno es simbó-licamente insostenible porque, desdelos horizontes del exilio, lo que se dejatoma otras dimensiones y ya nada pue-de ser mirado de la misma forma. Seduplican los registros lingüísticos, tem-porales, espaciales, culturales… Héc-tor Tizón en el exilio necesita cerrar losojos para ver, que nada de lo de afueraperturbe la tierra que había dejadoatrás. Ante la necesidad de un parajedonde reasentar el cuerpo y los pensa-mientos expatriados, donde fusionartodos los elementos dispersos, se conci-be un espacio: el espacio de la escritu-ra; y allí hay más preguntas que res-puestas.

Ante la violenta situación el des-arraigo busca la casa, el cuerpo, elnombre, y hasta “el punto de fuga delplacer”, en la palabra, en la imagen:“antes de huir quería ver lo que dejaba,cargar mi corazón de imágenes para nocontar ya mi vida en años sino en mon-tañas, en gestos, en infinitos rostros;nunca en cifras sino en ternuras, enfurores, en penas y alegrías” (H. Tizón).El lenguaje exiliado se tensiona, setransforma en un espacio donde arrai-garse. La palabra es ahora un lugarhabitable, vehiculizadora de un nuevosaber que no se procura totalizador niunívoco. Las palabras son la reserva,los sentidos y la responsabilidad depoder seguir hablando, de seguirdiciendo. “Cuando tantas veces noshemos preguntado por el misterio quenos rodea y que con frecuencia se nospresenta como un peso insoportable yal mismo tiempo bienvenido; cuando eldolor abandona las estadísticas y nos

Diario de la memoria

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Fotos:

Página 8: Verónica Maggi.

Página 9: Alejandro Frola (arriba)

y Pablo Genero (abajo).

1. Las dictaduras surgidas en la década del 70 en América del Sur no significan sólo una crisis política, sino también una dificultad de entendimiento; ya que resulta incomprensible en términos de las cate-

gorías conceptuales de la tradición política occidental. Arendt, en su libro De la historia a la acción, subraya que “La terrible originalidad del totalitarismo no se debe a que alguna ‘idea’ nueva haya entrado

en el mundo, sino al hecho de que sus acciones rompen con todas nuestras tradiciones; han pulverizado literalmente nuestras categorías de pensamientos políticos y nuestros criterios de juicio moral”.

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Fotos:

Página 10: Natalia Pittau (arriba)

y Mariano García (abajo). 2. Ver el texto sobre los “Relatos del exilio. Fotos, historias, memorias”.

FuentesÁlbum “Relatos del exilio. Fotos, historias, memorias”. Sala Exilio, Sitio de Memoria APM.

Boccanera, Jorge; “Tierra que anda. Los escritores en el exilio”.

Schmucler, Héctor; “Memoria de la comunicación”.

Tizón, Héctor; “La casa y el viento”.

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Diario de la memoria

mir entre violentos y asesinos”, los quese fueron para salvar sus vidas. En“Relatos del exilio…” Mirta Sánchez,arriba de la foto de su hijo Camilo enuna marcha realizada por los Organis-mos de Derechos Humanos en 1977,relata: “Exilio. Cuanto dolor encierraesta palabra, es volver a vivir el pasa-do, recordar a los compañeros, la mili-tancia, la marca que nos queda de esemomento, la separación de lo más que-rido. En mi caso dejar a mi hijo en esemomento… un bebé. Luego volver, elencuentro, para mi fue doloroso, tristeporque mi hijo no me reconoció, nosabia que era su mamá”

Pese a los obstáculos, en los desterra-dos subsiste un interés: preguntarsepor la tierra de la que fueron arranca-dos y por las personas que allí queda-ron. Este escenario, siempre abierto,proyecta en cada sujeto las preguntasque se relacionan con la parte más ínti-ma de él mismo, que no se abandonany se reconfiguran constantemente entodo el proceso.

Poner en cuestión a la “Patria” es,básica e imprescindiblemente, disputarlos sentidos discursivos, los sentidoshistóricos. Se vislumbra la imposibili-dad de meterse de lleno en la compleji-dad de la época que se habita sin pasar-le a esa historia el cepillo a contrapelo.Se busca posar sobre los hechos históri-cos que están aconteciendo, otrasvoces, otras miradas a las lecturas einterpretaciones brindadas por elterrorismo de Estado.

Refuncionalizar el discurso militar,denunciarlo, ponerlo al descubierto. Deesta manera se proponen versiones dis-tintas a las dadas por el poder dictato-rial. Las narraciones de los “apátridas”irrumpen, y pretenden, configurar undiscurso contrahegemónico, que con-fronte con la historia oficial y pugnepor hacer emerger las voces, los testi-monios, proscriptos, desaparecidos.Desde los márgenes, estas palabras,empiezan a construir estrategias,acciones, alternativas narrativas queadquieren una importancia capital enla pelea de sentidos. Lo que tambiénimplica disputas por el significado delas lecturas y las escrituras.

De esta manera, las narraciones sobrelos exilios trazan un doble nivel deinterpelación: sobre la historia que rela-tan y sobre las modalidades que seponen en juego para transmitirlas. Altiempo que plantean un esfuerzo porregresar a dimensiones extraviadas,abrirse paso en una comprobaciónincuestionable: dar cuenta del huecogigantesco producido por el destierro. Yesto, para muchos, es su propio desapa-recer en horizontes lejanos, ajenos. Es,la insoportabilidad de no saber ¿a dóndeva a parar todo lo que queda ausente?

atraviesa como puro dolor, cuando cele-bramos la palabra porque nos abre a loinconmensurable, lo indecible, ¿de quéhablábamos? No puedo leer nada sino através de mi vida”. (H. Schmucler).

A través del lenguaje, los sujetos enel exilio, buscan constantemente rede-finir su posición, se esfuerzan por apro-ximarse a lo real y, en el intento, secuestionan su propia identidad, sulugar y el de los otros. Si la realidadson los Centros Clandestinos, lossecuestros, las torturas, los asesinatosy las desapariciones; desde el exilio seimpone la imperiosa necesidad de rede-finir los roles, de ubicar el cuerpo des-membrado, desencajado por la expe-riencia del exilio, en algún lugar, deasentarlo. El destierro, el quebrantocon la situación de la tierra amada, seramifica en la problematización de larealidad de la que se ha saltado invo-luntariamente. Surgirán, así, distintosinterrogantes y posibles repuestas entorno al exilio y a los que se exilian.

Un posible ensayo de reposiciona-miento es la construcción de una gene-alogía de exiliados. El sujeto exiliado,lejos de configurarse como un Ser ple-no, se conforma desde la dispersión.Son tiempos de oquedad, y las perso-nas, buscan (re)armarse a partir defragmentos, vacilaciones, incertidum-bres. Para Siscar buscan “encontrar yperder a la vez, como una sola acción”.En esta experiencia es necesario ras-trear las huellas que diseminó en supartida forzada. “Relatos del exilio.Fotos, historias, memoriasii” es unapropuesta del Archivo de la Memoriaque, en formato álbum, se proponenarrar colectivamente el exilio. Allí,Osvaldo Bayer elije fijar una fotografíade él saliendo de su casa en el exilioalemán, al tiempo que escribe: “Sí, lallegada a Alemania. El repentino regre-so a lo ancestro (…) Un Sepp Payr,herrero, que partió con herramientas aconquistar las pampas en aquellosveleros que tardaban sesenta días encruzar el Atlántico, es devuelto exilia-do, en avión, con el nombre de OsvaldoBayer, su nieto. El campesino tirolésque fue a plantar nueces y a herrarcaballos lleno de ilusiones y de futuro,regresa cien años después, desesperan-zado, sin herramientas. El azul se haconvertido en gris. El emigrado econó-mico del siglo pasado regresa comoemigrado político”.

Otro potencial ejercicio de reconfigu-ración es la acción de tender puentes,de volver a encontrar los parámetros ylos limites del lenguaje, de las pala-bras, de las letras; articulando las his-torias de los que no pudieron exiliarse,de los que eligieron quedarse, de lospresos, de los desaparecidos con lashistorias de los que “se negaron a dor-

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María Laura Villa

El Álbum del ExilioUn álbum guarda fotos que al ser

miradas nos permiten recordar. Unálbum de fotos está cargado de recuer-dos, historias, anécdotas. Puede contarhistorias de vidas, momentos personalesatravesados por cuestiones históricas y através de ellos, puede contar la historiade un país.

En el libro “Fotografía e identidad.Captura por la cámara devolución porla memoria”, de Ludmila da Silva Cate-la, Mariana Giordano y Elizabeth Jelin,se aborda la relación entre Fotografía yMemoria. Allí las autoras se refieren ala interrelación que se genera y sobrecómo la imagen puede servir de “sopor-te al recuerdo”, cuando ese momento fuevivido por quien observa la fotografía, ycomo “vehículo de memoria” cuando sereconstruyen desde el presente situa-ciones en las que participan tanto aque-llos que vivieron esa experiencia comoquienes no participaron.

El “Álbum del Exilio” propone narraresa experiencia a partir de una foto que

sirva como “soporte al recuerdo”. ¿Quénos dice ese momento de la foto? ¿Quérecuerdos dispara? ¿Qué silenciosguarda?¿Qué procesos simbólicos y subjetivos

ocurren en el encuentro/reencuentro conimágenes que nos representan o simboli-zan experiencias vividas?, es la pregun-ta que se inscribe en una de las paredesde la Sala Exilio y que nos interpelaacerca de qué nos pasa cuando recorda-mos a través de las imágenes. Una saladonde se aloja “El Álbum del Exilio”, elcual guarda fotos e historias que nosinvitan a recordar, reconstruir, repen-sar. Este álbum refleja la experienciadel Exilio, su sensación de “no ser deningún lado” y las diversas vivencias.La particularidad es que no sólo invitaa las voces sobre quienes recayó el exi-lio sino a las familias que decidieronacompañar, los hijos, las esposas, espo-sos, madres, padres, etc.

Esta propuesta se incluye dentro delProyecto “Los tiempos del exilio”,inaugurado en diciembre del año pasa-do, el cual pretende construir un espaciode recuperación de las memorias y lashistorias en torno a los procesos de exi-lios políticos, internos y externos, que

afectaron a nuestro país. Se trata dereconstruir las tramas socio–políticas delas personas exiliadas, rescatando susexperiencias, tanto desde sus partidascomo su continuidad en el exilio y elretorno; construyendo así una narracióncon las memorias de los exiliados.

El Exilio es ruptura; silencio, pérdi-da, desarraigo. Exiliarse es dejar partede uno. Partir hacia ningún lugar sien-do lo que no se es, con algo que no espropio. Sin embargo, el Exilio significóla vida frente a la muerte. Exiliarse fuela salvación frente al secuestro, la tor-tura, la desaparición. Fue la libertadfrente a la cárcel. Tal vez por esto, losrelatos y vivencias de esta experienciaquedaron silenciados, guardados, susu-rrados durante mucho tiempo frente alas experiencias del paso por los CCD,la cárcel, y la muerte. Así, quienesdebieron abandonar su país o esconder-se dentro de él simulando ser otros tar-daron mucho tiempo en poder pensar yreflexionar sobre la marcas del exilio.Hay quienes partieron en soledadabandonado sus amores, su familia, sulugar. Hay quienes partieron con ellosa cuestas. Cada historia está marcadapor esa experiencia pero vivida y tran-

sitada de diversos lugares y formas: elmilitante, sus hijos, su compañero,compañera, las madres.

En las páginas escritas hasta hoy, seencuentran imágenes muy variadas através de las cuales se puede leer yentrever, por donde atravesó el Exilio (osu significado) a cada una de esas perso-nas. Hay fotos que hablan del paso porla escuela; fotos en aeropuertos y barcos;de padres e hijos; de vías del tren; deltrabajo político y de las denuncias reali-zadas desde el Exilio. Algunas duelen;otras interpelan; muchas se transfor-man en documentos históricos que dancuenta sobre un momento político ysocial. Las historias de cada una de esasfotos fueron escritas en un registro dife-rente. Cada página tiene diversos usosdel lenguaje y en su narración culminaese recorte iniciado en la elección de lafoto. Algunas historias son descriptivasde la imagen; otras no guardan relacióncon ellas pero si con sus márgenes, conlo que allí no se ve.

“La Lucha que nos parió”La primera hoja del álbum cuenta la

historia de Florencia. Ella elige unafoto que ubica en el centro de la hoja.

Relatosdelfotos, historias, memoriasexilio:

En marzo de 2012, en el marco

de la semana de la memoria por

el aniversario del último golpe de

Estado en nuestro país, el APM

inauguró una nueva sala que

aborda la temática del Exilio a tra-

vés de la relación entre fotografía,

escritura y memoria. Narrar la

experiencia a partir de una foto es

la propuesta. Cada historia indivi-

dual se incluye dentro de un

álbum, construyendo así un relato

colectivo sobre una misma expe-

riencia política, social, económica

y cultural: el exilio, el desarraigo.

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Diario de la memoria

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Es el recuerdo de quien hoy es unamujer trasmitiendo las sensaciones deuna niña ante un suceso que no eligió,no es consciente, no logra entender.Florencia escribe un relato simple,conmovedor y sobre todo contundente,por medio del cual logra transportasey transportarnos en el tiempo en quesucede aquel recuerdo disparado poruna foto de ella con su mamá en elaeropuerto. Contundente porque trazacon simpleza los dilemas que a veceslo niños plantean a los adultos: “Si estan bonito no sé por qué me mandansola. Mi mamá dice que porque elpasaje es caro y los abuelos me extra-ñan mucho. También dice que la aza-fata es muy simpática y me va a cui-dar. Yo no los extraño, ni siquiera losconozco. Pero cuando vuelva a Madridseguro que los voy a extrañar”. Des-pués sigue Viqui, que es la mamá deFlorencia. Ellas escribieron por sepa-rado, sin embargo hay un punto enque sus escritos se unen. Hay unaanécdota que Florencia recuerda. Hayuna foto de dicha anécdota en la histo-

ria de la Viqui. El relato recorre a tra-vés de las fotos, las sensaciones, impre-siones y recuerdos de años en el Exiliode forma metafórica, con recursos lite-rarios que respetan ese recorte plante-ado sobre contar a través de las imáge-nes, y que al mismo tiempo implica unrecorte de la experiencia. Un dejaralgo afuera otra vez; un parate obliga-do, como así lo expresa: “…La vidaquedó a medias y la escuela en las sie-rras pasó a ser una imagen en la nie-bla. El exilio asfixió los sueños, ador-meció los recuerdos, bloqueó los rostrosamados…imposible caminar con unavalija tan cargada de ausencias, tancargada de muerte…”

“El Raulo” también escribe su expe-riencia como hijo de exiliados. RaúlGonzález, además es militante deH.I.J.O.S desde los inicios de la organi-zación. Su relato describe específica-mente la foto que eligió para el Álbumdel Exilio. Aunque el relato se centraen la imagen, también habla de losmárgenes. En esa historia podemos

leer el contexto social y político, la rea-lidad del Exilio y de las dictaduraslatinoamericanas. Raúl nos muestrauna foto de sus compañeros de cursoen una escuela en Suecia y afirma“Entre mis compañeros había sieteuruguayos, cinco chilenos, tres bolivia-nos, cuatro argentinos, el Jorgito deGuatemala, y un español. Salvo esteúltimo, todos éramos hijos de exiliadospolíticos que habían huido de sus paí-ses a raíz de la persecución de las dic-taduras militares. La mayoría de losuruguayos en realidad eran nacidos enBuenos Aires, producto del primer exi-lio de sus padres desde Uruguay aArgentina en 1973, y luego exiliadosnuevamente en 1976 desde Argentina aSuecia.” “En esos años (70/80), Sueciatenía la particularidad de recibir acuanto refugiado político hubiera en elmundo, y en la escuela y en el barrioera muy común jugar con iraquíes,pakistaníes, kurdos, iraníes y gitanos(que no tengo muy en claro de dondevenían), de vez en cuando algún finlan-dés o alguno de Islandia”

La dimensión colectiva. La generación del “nosotros”. “Cuando salía el tren intentaba guar-

dar en mis retinas la imagen de unaBuenos Aires que me trajo mucho dolor,donde milité y viví una historia deamor intensa, abortada por la repre-sión. Recuerdo la infinita tristeza y eltemor que me embargaban cuando lle-gué al ferrocarril Mitre que iba a Tucu-mán, constituía un riesgo viajar. Peroera la fecha ideal, se suponía que el con-trol sería más liviano por ser la últimanoche del año”, escribe Laura Vilte quesintetiza sus sensaciones en las fotosde las vías del tren. La historia de unamujer atravesada por la experienciamilitante. Conoce los riesgos, los códi-gos; el sentido de su lucha y de su par-tida. Sus escritos se refieren al Exilio,pero predomina el recuerdo de su mili-tancia, de las citas, de los compañeros,de la lucha, de lo que allí quedó “abor-tado por la represión”.

El relato de Juan Carlos Juárez fueinscripto en otro registro. Él, no quisoescribir, nos fue mostrando fotos y con-tando historias que grabamos. “Situviera que sintetizar que es el exiliodiría que es una cárcel grande, podestener muchas cosas pero no tenés lo quequerés. Es trasladar tu prisión a otrolado; no es la típica prisión de losbarrotes pero es algo más fuerte. Si teabrieran las rejas de la cárcel te vas,allí tenés todo abierto pero no te vas;¿por qué no te vas?... es el castigo másgrande el exilio tanto exterior como

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interior… cuando estás preso te va avisitar tu familia o tenés compañerosal lado. En el exilio tenés un mundo degente, te haces amigos y todo pero estásprivado de la libertad”. En la historiade Juan Carlos se impone el relatomilitante, colectivo. Como en tantasotras entrevistas los relatos de quienesfueron militantes, se focaliza en esadimensión colectiva con la que ellosvivieron esas anécdotas. Siempre hayun “nosotros”, “el partido”, “los compa-ñeros”. Tanto en sus fotos como en loque él cuenta, la vida, la sensaciónpersonal está en un segundo plano. Eneste relato podemos leer y reconstruirel Exilio desde lo político propiamentedicho. Cómo se organizaban en el exte-rior, cómo eran las posibilidades parasalir del país, quiénes tomaban lasdecisiones, con qué organizacionespolíticas contaban en el exterior; lasdenuncias; los lazos solidarios, etc.Esos son los ejes principales del relato.Entre líneas, se visualiza su vida fami-liar, sus relaciones de pareja, ruptu-ras, encuentros y desencuentros.

Incluso su vuelta a la Argentina, másde 30 años después esta atravesadamás por una dimensión política queindividual. Juan Carlos volvió a laArgentina después de que Kirchnerdescolgara el cuadro de Videla; bromeacon este hecho porque reconoce quenunca confió en este hombre por serperonista.

Bayer: El lujo literarioAl hablar de Exilio hay ciertos refe-

rentes (políticos, escritores, músicos)que aparecen en nuestras memorias.Cuando pensamos en este álbum elobjetivo era darle espacio sobre todo aaquellas voces no conocidas del exilio.Sin embargo, este albúm se encontrócon la visita de Osvaldo Bayer que tam-bién quiso contribuir a este relatocolectivo.

En la foto se ve un Bayer joven cami-nando con una valija. Es la tapa de unode sus libros. Sin duda este relato esuna de las delicias en términos de escri-tura. Pero lo más interesante es que nos

adentra en una dimensión diferente alresto pensando su exilio en relación alde sus padres: “Sí, la llegada a Alema-nia. El repentino regreso a los ances-tros… El emigrado económico del siglopasado regresa como emigrado político”.

La decisión política“Hoy quiero recordar tres imágenes”

relata Betty. De las tres imágenes querescata, la última que nombra es la decuando pudo recibirse después de cua-tro años. Esta historia muestra lasmarcas del exilio en el recorrido de unamujer que decidió acompañar a supareja en el escape de la muerte, deci-diendo apostar a la vida y tener hijos.El párate de su carrera de Kinesiologíay el alejarse de su familia para formarotra. Al final, como si por las imágenesviajaran los recuerdos y a través deellos los reencuentros agrega “Mientrasescribo estas líneas me encuentro con lapersona que llevó a mi marido a AltaGracia el día que partió. No lo veíamosdesde aquel día”.

“…El exilio es dejar a mi hijo…”escribe Mirta arriba de una enormefoto de un niño ubicada en el centro yque ocupa casi la mitad de la hoja. Eseniño es Camilo, el hijo de Mirta. Cami-lo se ve al frente de una marcha reali-zada por los Organismos de DerechosHumanos en 1977 con un cartel quedice “libertad a mi papá”. En su andarel niño busca, quizás sin saberlo,interpretar y reconstruir la historia yla identidad de un país convulsionado.Mirta, ancla su relato en la separa-ción, en el alejamiento, en la distanciaatormentadora que el exilio pusoentre ella y su hijo. Para ella, hoy 36años después, el exilio implicó la sepa-ración de su hijo y el tiempo perdidojunto a él.

El relato de quienes sufrieron el exi-lio por la certeza del amor pueden apa-reces como más despolitizados. Sinembargo, sacrificar por seguridad lamaternidad o acompañar y hacer pro-pio el destierro, la clandestinidad y lapersecución de otro, también son deci-siones políticas.

Diario de la memoria

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En está nota no fueron incluidas todas las

historias que hoy conforman el albúm de exi-

lio por cuestiones de espacio, pero éstas se

encuentran para ser leídas cuando visitan el

Archivo Provincial de la Memoria.

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Daniel Moyanoy el exilioPor Marcelo Casarin

Es posible que el exilio sea para DanielMoyano consustancial a su itinerariovital. Además, tiene indudable corres-pondencia con su repertorio narrativo:en sus primeros libros los protagonis-tas son, en gran medida, desterrados,seres que fueron arrancados de sulugar, despojados de afectos y llevadosa otro menos amable, más hostil.

Hay también una novela bisagra ensu obra, El trino del diablo (1974), quedespliega una versión del exilio inter-no, las tensiones capital / interior, y un

sistema represivo que aísla, margina ycastiga a los desobedientes. Se trata deuna novela profética: “Triclinio selevantó, dio una patada al tarro de lasmonedas y caminó hacia el este, tocan-do en medio de la calle. Desde distintospuntos de la ciudad salían unos indivi-duos aberrantes con picanas, revólve-res, máquinas de luz intensa, leznas,tirabuzones y otros objetos de tortura,y lo siguieron marchando apesadum-brados. A medida que Triclinio recorríacalles seguían sumándose torturado-res, vencidos o derretidos, con sus ins-trumentos de tortura en las manos.Triclinio había recorrido unas diez cua-dras, pero la cola de torturadores llega-ba hasta los puntos cardinales. La gen-te se asomaba a los balcones, como enlas invasiones inglesas, para ver quépasaba, y miraba esa larga procesiónde ratas, como en la historia de Hame-lin, detrás del maravilloso violinista.Lloraban arrepentidos tratando deocultar sus cuchillos, sus palabras ysus trinchetas, pero todo el mundo losveía y no se olvidaba de ellos. Lamadres alentaban a Triclinio, que esta-ba cansado porque con cada torturadorque se sumaba le costaba más esfuerzosacar sonidos del instrumento, y ledecían que tuviera valor y siguiese, queasí acabarían con el flagelo. Y los niñosen edad de recibir gases lacrimógenos yalgún golpe de picana agitaban en loalto banderitas y pañuelos.”

En este episodio Triclinio hace sonarsu instrumento y las ratas/torturado-res no pueden resistir y deben seguirlo.

Aprendo a hablar

Primero me llega el sonido áspero de los murmullos que les rodea la bocay me ponen al centro del vértigoUn balbuceo se desgrana en el pabellónEntra como un aguijónEs un enjambre hacia mi almaA los puños les late la pulsera de sangreSe alegranllenos de son y saliva los latidos

Hay dos caras: cada una deja salir por el hueco redondo de la bocael aliento y el espesor de los compasesde melodías roncas

El aire cabe en la sílabaCabe en el acento enjambradoel cuchicheo aminorael vaivén de un vocablo se queda en míy cuando los tonos de la lengua forasteralevantan vallasmurallasalambres de púa alrededor del primer nido de la palabra que habita en el enjambreen la palpitaciónme pone a salvoes el tesoroEs yacimiento

los tiempos del exilio en el poemapor Susana Romano Sued

Si por fuerza hay que dormir en otralengua; despertar en otra lengua; salu-dar; cocinar y comer en otra lengua;escribir encerrados en las altas paredesde otra lengua, criar hijos y sostenerlosen la lengua ajena, una peripecia en lacual se nos arranca de aquella primera,la materna, que nos fue arrancada jun-to a las cosas nuestras del lugar, delhogar, y hechas destierro, la oquedaddel mundo se vuelve materia bruta, nosamenaza. El exilio es una dimensión dela experiencia que ampara varios senti-dos, y no se deja capturar en un concep-to único, puesto que la universalidad desu significado va demoliéndose en lasingularidad de la vivencia de cadasujeto, de cada comunidad, y del contex-to en que uno y otra han debido atrave-sar el exilio, experimentar la diáspora.La memoria entrama la vivencia delexilio y modula las violencias, los desfa-llecimientos, las extrañezas que cadainstante cotidiano, enajenado por ocu-rrir en una dimensión ajena, de territo-rio, de lenguaje, de costumbre y de dia-rio ajetreo, estampa y marca cuerpo yalma, y se inscribe en la letra y con laletra:. ¿con sangre? ¿Con tinta? Mis exi-lios pueden leerse en estos poemas:

Diario de la memoria

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Ensayos, análisis, aportes

teóricos para la comprensión de

los procesos de memoria. En

esta edición, invitamos a

reflexionar a Susana Romano

Sued, Marcelo Casarin y

Griselda Goméz sobre las

experiencias del exilio. Pensar

sobre cómo, a través de

diferentes procedimientos

lingüísticos, estéticos, formales;

los exilios producen sus

inscripciones; dejan sus marcas

sobre la superficie discursiva de

nuestro pasado reciente.

Zona de debate

Daniel Moyano con Pepe Bianco, en Madrid, 1984.

(FOTOGRAFíA: PEPE LAMARCA).

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Los torturadores parecen ser centena-res, la mano de obra ocupada del apa-rato represivo del Estado. Al final semencionan los “niños en edad de recibirgases lacrimógenos y picana”. En lamisma escena, aparecen las madresalentado a Triclinio: las madres, quetuvieron el protagonismo que todosconocemos en la lucha contra la dicta-dura del ‘76. Lo sorprendente del textoes que fue publicado en 1974, precisa-mente en marzo de ese año. Y no se tra-ta de forzar al texto a decir lo que nodice: presenta episodios que no estándisponibles como dato empírico en larealidad político-histórica del momentode su escritura; y es sorprendente elmodo en que Moyano percibe “lo queestá por ocurrir” o, en otras palabras,cómo articula en su relato artístico, enel discurso poético, lo que de algunamanera está en estado de discursosocial.

El golpe de Estado del 24 de marzo de1976 fue la experiencia más violenta dela historia reciente del país. La repre-sión adquirió una dimensión desconoci-da hasta el momento: el terrorismo deEstado que impuso el gobierno militartuvo como objetivo la aniquilación sis-temática de estudiantes, militantespolíticos y sociales, obreros y sindicalis-tas, intelectuales y artistas; y ello porel simple hecho de ser consideradossubversivos, arbitraria categoría queincluyó a cualquier expresión contesta-taria, o simplemente progresista. Estosacontecimientos no fueron ajenos a lavida de Daniel Moyano, quien inmedia-

tamente fue encarcelado por las autori-dades ilegales y, al poco tiempo, libera-do e inducido a abandonar el país.

Comenzará, entonces, para el escri-tor la difícil etapa del exilio en Madrid,que se extenderá hasta su muerte, el 1°de julio de 1992. En su nuevo lugar nose halla, siente que ha sido arrancadode su tierra, de su lugar y presienteque ya no lo recuperará más. Sientetambién que ha perdido su voz y que nosabe decir ni siquiera buenos días, quees una brutal manera de señalar quetambién ha perdido el lugar simbólicode la escritura: no puede escribir, eltrauma de la cárcel y el exilio han tras-tocado la sensibilidad del artista queno encuentra cómo hablar de eso. Haperdido sus personajes, las historiasque eran la carnadura de sus ficciones.Ha perdido a sus tías, dice y repite, lastías de sus relatos. Y un día, milagrosa-mente, gracias a una tía prestada, nace“Tía Lila”, el emblemático relato que ledevuelve la voz a Moyano: “Un día vinoun amigo que es médico y pintor,Osvaldo Gomáriz, y me dijo: ‘yo tengoun remedio para vos’. Creí que me ibaa dar unas pastillas y le dije que noquería saber nada. Pero él me dio lallave de su bohardilla y me hizo ir avisitarlo: y prácticamente me obligó aescribir. […] Yo ya no creía en nada y letenía miedo a volver a creer en la lite-ratura. Además habían pasado muchascosas en el país, en mi vida, y bueno, yono me considero un escritor realista ypor lo tanto no sabía qué hacer. […] Asíque me planté y le dije a Osvaldo:

‘Mirá, yo no tengo más tías, y solamen-te sé escribir sobre mis tías, así queplanto y se acabó.’ Entonces él me dijo:‘Ah, bueno, yo tengo una, te la presto.’[…] Y se produjo como un pinchazo enesa bolsa de angustias que yo teníaadentro y por el agujerito empezó asalir el cuento…”

Luego de varios años de silencio,Moyano se dedicó a escribir una segun-da versión de esa novela “hija del lopez-reguismo”, que dejó olvidada en laabrupta partida al exilio en 1976, y quereescrita en Madrid se llamó El vuelodel tigre (1981). Después publicó Librode navíos y borrascas (1983), dondecuenta la historia de miles de “conosu-renses” que dejan el país rumbo a unexilio europeo, en barco, en el Cristófo-ro Colombo.

A partir de 1985, Moyano irá recupe-rado, por prepotencia de trabajo, algoque también había perdido como conse-cuencia del exilio: sus lectores. Y habíaperdido la consideración de las edito-riales: en Argentina, formó parte de lasfamosas listas negras, por lo que no sereeditaban sus libros; en España,comenzaron a interesarse por su obramuy lentamente. Pero es quizá laobtención del premio Juan Rulfo por surelato “El halcón verde y la flautamaravillosa”, lo que devuelve a DanielMoyano la confianza en sí mismo, en suverdadera estatura artística y en suvalía de escritor. Este acontecimiento,además, le depara una nueva oportuni-dad en su carrera: contrae agente lite-raria, se vincula con la emblemática

catalana Carmen Balcells. De estarelación, al comienzo, debe reconocerseun estímulo importante a la productivi-dad creativa de Moyano; y aunque fuela agencia Balcells la que consiguióvarios contratos editoriales, la relaciónno terminó bien: es posible que lainsensibilidad comercial de la reputadaempresaria no asesorara conveniente-mente a Moyano, y no le permitiera elencuentro con sus lectores de amboslados del Atlántico.

En cualquier caso, quizá la más repa-radora de las experiencias para Moya-no haya sido la de los talleres litera-rios, que comenzó a dictar en 1987: pri-mero en Cádiz, luego en Móstoles y, porúltimo, en Oviedo. Esta actividad lepermitió reencontrarse con su condi-ción de escritor, a más de ganarse undinero en una ocupación mucho másgratificante que la de lijador de maque-tas en una multinacional, trabajo quedesarrolló por varios años en Madrid.

En esta última parte de los años ’80está empeñado en corregir una porciónimportante de sus textos ya publicados;y está desarrollando la que presumecomo su obra más importante: una nove-la que cerrará (junto a El trino del diabloy El vuelo del tigre) el ciclo latinoameri-cano, según algunos; el riojano, segúnotros: Tres golpes de timbal (1989).

En esta revisión no exhaustiva delitinerario escritural de Moyano debemencionarse El trino del diablo y otrasmodulaciones (1988), una singular ree-dición de la novela (reescrita), acompa-ñada de un puñado de cuentos inéditos.

Diario de la memoria

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Vivir en una lenguaEstoy en silencio. Oigo cómo vienen

de fuera los ecos de las voces mezcladascon la palpitación del cuerpo mío. Ten-go este cuerpo, y este cuerpo soportalos ecos de afuera, ajenos, y los coros dedentro, ajenos también por estar atra-pados en los muros de la constancia dela lejanía.

Palabras dormidas, auscultadas poruna memoria, de visitas furtivas. Soyuna palabra rota, habito en un recintode infancia, in fans: el que no habla; elque no habla, todavía.

Enhebro los abalorios del habla enuna cuerda y escucho las voces que sonecos; no hablan conmigo; prometo lagravedad de la atención a los silabeosde las voces ajenas y acopio estos víve-res para la travesía de la lengua. Séque acechan las sirenas: si las escuchoel habla de dentro va a ceder; si no lasescucho el paño de sordina que envuel-ve al habla de dentro ahogará los ecosque ahora son extraños para el espejoque le pone la otra ajenidad. Pero no; lainfancia no es el lugar de donde vengo.El callar es un callar adulto, luego dehaber practicado el habla, las hablas,la escritura en el regazo áspero del sue-lo natal, provisto aquí y allá por laescarpa de la memoria.

Desde allí es que me arranco; y voyrodeada de mi piel, ropa de dolor.

Es el mismo grito que no se oye, igualque en la fonación improbable en laspesadillas. En el sueño, tonos y sonidosreverberan en el número preciso delviaje: en el lugar de los nombres, de lascosas, de los rostros desfilando a unlado y otro de la despedida. Son las con-

secuencias de la luz despilfarrada en laviolencia, el mucho ver y oír, los cantosrodados que se apilan al costado de lapequeña tradición. Veo que soy unperegrino, y no tengo de dónde venir.

Pronto la lengua ajena desgarra la del-gadez del alojo. Las diéresis, las sise-antes fonéticas se adueñan del peque-ño lugar en mí, de la reserva en la quehan empezado a florecer el soneto, lacorona, las cadencias graves de losonce tonos. Hay sílabas, palabras ale-jandrinas que brillan como diamante.Paladas de frases de arena. Estánsucias de pronunciación, de significa-do, de superficie.

En el umbral de la lengua se alzanlas grafías de escritos antiguos; es elhebreo de mis mayores, admoniciónsobre la palabra y sobre los treinta yseis justos que sostienen el mundo. Elhebreo mezclado a los dialectos de laaldea, lejos de la lengua de los asesi-nos. Residuos, ruinas, vestigios; el cor-te en la garganta para la prosodia des-conocida.

No me muerde aún el idioma. Apenasha hundido sus colmillos en el corazónde lo gregario; la comunidad, deshechay esparcida por las diásporas, me confi-na en lo callado. Gutural, materna, lalengua de oriente rumia en la duna yen la alta barda; costea los restos decoral, y sangra. Carga los hijos en laespalda; no habla.

Las rimas gorjean en la melodía deldestierro mientras las hablas desento-nan aquí y allá; son las afonías de ladespedida, son las endechas mudas,espigando la orilla del corazón biendi-cho. De noche, los tártaros abandonan

el desierto; merodean al borde del sue-ño, sacan provecho del cansancio ydejan prefijos encajados entre las pala-bras graves, en las arcadas. Hoy hecedido a la entonación, a la rima pobre,a la desinencia. A la cancelación sonorade la procedencia. Me nace una frasemonstruosa en un giro de aliento quealberga una pausa entre tono y tono.

Aguamarina es una piedra dura, esun peso en el cabo de la cuerda que memete al mar. Tengo una lengua, unasola, que no es la mía.

El castellano viene a ser vasija, tribu,punta de flecha de obsidiana, mantafuneraria, tango; Andenken; sirve para

adornar el anaquel de la civilización.Sigfrido muere sobre el dorso de unacarta entremares.

Debo conservar puro el castellano,bien que haya sido y esté siendo el idio-ma de la confesión forzosa; el idiomadel mal del sur. Tenemos los gestos, medicen los compatriotas del idioma quehan enmudecido junto conmigo.

La nave de Islandia está quebrada enel mástil, mientras aprendo a hablar lalengua de los asesinos. En la cubiertade la frase está la piedra de corazón,están los carbones, está la brasa meri-diana, la adormidera apaleada en lalucha del idioma.

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En está entrevista reflexionamos sobre la experienciadel exilio e intentamos, a partir de algunas de lasvivencias exiliares de Carlos, pensar sobre cómo el

terrorismo de Estado atravesó todas las esferas y ámbitos denuestro país. Cómo a partir del 24 de marzo de 1976 las cate-gorías de público, privado y clandestino cambiaron para siem-pre; cómo las fronteras se movieron hasta desvanecerse y sereconfiguraron las subjetividades, las familias, los grupos, losargentinos, todo.

Diversos lugares van trazando el derrotero del exilio: San Juan,Mendoza, San Luis, Tucumán, Jujuy, Buenos Aires, Trelew…

No es una trayectoria lineal sobre el tiempo y el país; dife-rentes “hitos importantes” construyen, puntean la lógica de laexperiencia de Carlos Tello. En la argentina de los 70, en sucoyuntura, los caminos espaciotemporales se recorren variasveces. Por ellos, los seres humanos caminan, cambian rumbos,velocidades, dinámicas, pensamientos. Tello recuerda: “En el69 Mendoza”, “En el 72 yo caigo preso, nos llevan a BuenosAires y al penal de Devoto y de ahí a Trelew, salgo en el año 73con Campora”; “En Mendoza estuve trabajando en el Ministe-rio de Gobierno y ahí la conozco a la mamá de Mariana, porsupuesto ahí legalizado. Formamos pareja muy rápidamente ydespués vuelvo a la clandestinidad”; “fue en octubre del año 74,había desaparecido un compañero, ya las tres AAA andabanhaciendo sus…había muerto Perón. Nosotros empezamos nues-tra relación justo el 1 de julio del 74 cuando muere Perón”; “Enel año 75 nace Mariana en Jujuy”; “Me fui a una villa a la casade un compañero”; “en el 75 cuando estábamos en Tucumán yaestaba el Operativo Independencia y había desarticulado todala estructura de Montoneros y habían prácticamente desapare-cido todos los dirigentes de superficie”; “Mi familia estaba enSan Juan”; “En el 83 yo era un auténtico tucumano obrero dela construcción.”

Diario de la memoria

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Andalucía nueva ignara hogaña y antaña(Fragmento)

Griselda Gómez.Es pradera sin aguaLoma morro que repta bajoVientre bajo fondoDe madera seca y ensenada de cuervosPájaros repetitivos rastrerosEn el ápice de los balconesPolizones en crestas de iglesiasIgual que hace tantoDeshidrata con sus mojadosAdoquines y alquitranesCorrederas corrimientosPromete historias e histeriasDe mal calizo y calicanto.

Lo digo porque la he cruzadoCon himnos insigniasEn las burguesías monacalesEn los pobres tejidos y bordadosEn el borde y el tejadoLo digo porque sé de lo que habloNo escribo yo la tramaEllos la hacen.

La prédica es réplica reforma súplicaCampanas deserción y dramaVolver es darse cuentaDe cuántas almasDe cuántas penas

No nos deja poner ni súplicas ni rúbricasY si exilio padecemosElla armoniza nuestra ausenciaLa idiota resignación resentidaDe títulos y premios.

Lo sé porque la he cruzadoCon mi gabán gris y forro de tafetaY en el correo o la estafetaMandaba poemasMandalas a los amigosVulnerables cor-tados do-blados ba…Cor-del do-blez ba-dajoEso seguimos siendoEspantarnos si salimosEn piyama desnudos o con sombrero

Tengo autoridad suficienteDespués de todo después de tantoEn tanto cuando caminoSus alfombras rojas y lúgubres bibliotecasEl corazón empedrado de su manzanaCruzado por la líneas negrasDe la negra sangre que dejaronEstampas de esclavos de lenguas primeras

No soy turista no tengo que agradecerLuces ni credosVengo de pie no hincadaAtravesando las arcadas del CabildoHoy dormidera limosneraAyer no recordarloY más allá hace tiempoCeldas castigos de los ellos y las ellas

A bordo de pies y membranzaEntre san y deánEl recuerdo intacto preservarPor no olvidar.

Además, cuando la muerte anunciadaocurrió el 1° de julio de 1992, Moyanodejó una novela que no alcanzó a revi-sar completamente, Dónde estás contus ojos celestes (que apareció en 2005bajo un sello argentino) que habla tam-bién del exilio, desde el exilio. Dejótambién conjunto de textos que llama-ba memoria-cuentos o memorias musi-cales, que fueron publicados en Oviedo,España, en 1999, bajo el título de unode los relatos: Un silencio de corchea;algunos nunca fueron publicados enlibros, como “Follía”: “Pero esta maña-na, al prender la radio, oigo que estásonando ‘La follía’ y advierto que casitodo lo que soy, o por lo menos lo queconstruí para vivir, pertenece a esasonata de Arcángelo Corelli. […]Lacasa que construí allá en el despojadoCono Sur para criar y donde crié mishijos: la huerta que cultivé, donde veíadía a día madurar la fruta; la músicaque toqué durante 17 años por esospueblos desolados, entre la que estaba“La follía”; los nacimientos y las muer-tes que nos tocaron; la cárcel y despuésel barco y enseguida el camino del exi-lio, todo estaba ya en los primeros com-pases, esta mañana. Y “La follía”, comoal otro lado del mar, seguirá sonando alotro lado de mi muerte, qué duda cabe,ya se sabe que ella lo controla todo.”

Pantanos tragándose los pies. Elescrito flamea hacia el abra tendidaentre los muros de palabras y mi silen-cio. Abajo, una melena de algas. Sobreesos líquenes no crece tallo, no floreceflor, sólo tradición sepultada de raíz.Los nombres pierden sostén, ambulanpor el recuerdo, simulan ser los mis-mos. Es la palabra ajena que labra unaanomalía en el corazón, en el almaforastera. Trebejos que se deslizan sinorden, marañas de voces que atestan elumbral de la razón.

Las pausas trazan los atajos delrelampagueo de las palabras maternasentre el follaje de la Sprache. A dóndeir con los cuadernos mestizos, con esteinjerto.

Una oración de tenacidad a largo plazotañe por los crepúsculos y mora a lafuerza en el rumor de las palabras veci-nas: callar, fue nuestra virtud.

Esa noticia se pierde en el murmullo.Se pierde mientras busca el meridiano.

La caracola enmudece; se le pega unluto de tarde; badajo negro, puente deplata.

El escrito flamea en el abra tendidaentre los muros de palabras y mi silencio.

Parpadea de acento en acento.Habito en una lengua, que no es la mía.

Del poemario Journal,

El Emporio, Córdoba, 2009.

lA ViDA ENtrEEl Exilio y lA MilitANCiA

“Siempre me consideré un exiliado interno porque nunca pude decir ‘me llamo Carlos Tello, soy de San Juan’”

Carlos Tello vive en San Juan, su lugar natal, donde

creció y del cual fue obligado a huir. Su vida militante

comenzó a principios de los 70 cuando tenía 16 años

y aún era estudiante secundario. Su compromiso polí-

tico lo hicieron protagonista de una de las etapas más

movilizadoras social y políticamente del Siglo XX.

Perteneció a la generación de los setenta, fue

Montonero, creyó en la idea de la revolución. Por

esto, también fue protagonista de los crímenes y per-

secuciones de la dictadura: su compañera, “Sisita”,

fue secuestrada y desaparecida; él obligado a escon-

derse, a exiliarse, a vivir siendo otro, y con ello a

separarse de su hija.

Poema en columna siguiente >

Del libro Andalucía Nueva Ignara. Ed. Babel. La

foto que lo acompaña es de Victoria Degenaro.

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En primera persona Tello se acomoda y de a poco empieza

a pensar(se): “No es solo el estar fueradel entorno familiar o social sino el deestar encerrado y con la tensión, con elcorazón en la boca; una tensión perma-nente y con una identidad distinta.Tenía documento con otros nombres yotra historia. No podía decir que era deSan Juan, decía que era de más aquí,de más allá. Eso, en cualquier condi-ción genera problemas de identidad,pero era tan grande la convicción en esemomento que era asumida como unatarea militante. Tener hijos y tenerloscon ese nombre que no era el tuyo, otroapellido…”

RecorridosEn Mendoza paso a la Clandestini-

dad. Se pone muy pesada la cosa y nosvamos. Estuvimos en San Luis y de ahía Tucumán. En enero de 75 me dice laflaca: “estoy embarazada”. Nos vamos aSan Luis, ella se queda y yo me voy aTucumán a buscar lugar. Cuando lle-gamos a Tucumán ella ya estabacomo de 7 meses. Ahí es un peregri-nar de pensión en pensión, tratan-do de ubicar a los compañeros quehabían quedado desperdigados; traba-jar y reorganizar las agrupaciones delIngenio. En el marco de esa clandestini-dad nace Mariana en Jujuy. Se quedanlas dos ahí, porque había un marco decontención importante, mucha familia.La reconoce ella, aparece como madresoltera y padre desconocido.Luego, en Tucumán conseguimos un

lugar donde podríamos estar con lanena, era la casa de unos compañeros.Ahí estuvimos un tiempo, despuésempezamos a rodar por las pensiones.Primero para que no nos detectaran,después porque en algunos lugares noquerían bebés porque lloraban denoche. En esos tiempos yo siempre ibaal sur o al interior de la provincia, arescatar y ver familias, ese era mi labu-ro, tratar de volver a organizarlos. Al poco tiempo que estábamos ahí, ya

Mariana tenía siete meses, compramosun departamento, mi suegro lo compró.Ahí fue donde cayó la “Sisita”, y se lallevaron a la nena también. Yo no esta-ba, andaba en el sur de Tucumán tra-tando de conectar una familia quehabía desaparecido. Cuando vuelvo, elalmacenero de la esquina me adviertede que algo había pasado, que habíahabido un revuelo muy grande, yo parasacarme la duda, abro la puerta deldepartamento era tarde y el tipo estabaesperándome al fondo del pasillo; cierrola puerta y salgo corriendo, ahí me per-siguen y se arma un tiroteo, pero logrozafar. Al otro día me voy a la guarderíacon la esperanza de que la hubierandejado a Mariana ahí, pero dicen que noestaba. Ahí vi que esto era el desastre…

El arrojo a las sombras Tello comienza un exilio de diez años

en donde su militancia y compromisopolítico les van a permitir seguirviviendo, fortaleciendo y marcando susesperanzas. La “nueva” vida va másallá de los aspectos materiales y simbó-licos, trasciende el presente permitién-dole establecer canales subterráneosentre el territorio que lo acoge, amparay oculta y el de sus orígenes que tieneque dejar atrás. Este es el soporte quele va a permitir sortear la nueva vidaen la Argentina que empieza despuésdel 24 de marzo de 1976. También es loque le permite preservar su memoria,su identidad. “Mi militancia se desarrollaba en las

zonas urbanas bajo las condiciones depersecución. El hecho de vivir en condi-ciones urbanas, te aferraba mucho a loslugares y eso era cuando el enemigodetectaba donde podías andar, y todo lodemás. Empezabas a cometer rutinas.

Cuando cae la casa en Tucumán, lacasa donde realmente gozamos, fuecomo una luna de miel tardía pero erade disfrutar. Ahí nos cae la casa, nosrobaron todo pero me llevaron lo máspreciado, mi compañera y Mariana”.Ése fue el momento más jodido, ahícomienza la etapa más dura de la per-secución y el exilio.

El camino de la invisibilidad El exilio interno te impone una nueva

vida en la que una parte de uno deja deser lo que es. Se impone el olvido. En elexilio se desarrolla una doble identidad,que se construye entre los que debemosser y lo que queremos ser, sentir, vivir.El exiliado transcurre en debatiéndoseentre esos sentimientos tan contradic-torios sin perder la esencia de lo fue, decomo llegó a ese lugar. En el exilio haysentimientos que no se pueden contar,son prohibidos, Indecibles, no suceden.Los exiliados actúan como si no les

pasara lo que les pasa; hablar de elloesta prohibido. El exilio se los prohíbe;las personas que los rodean también.Retener los recuerdos en la memoria esla única forma de resistir. “Otras de las cosas del desarraigo es

cuando te van arrinconando a unasituación donde no podes tener nada nifamilia, ni contacto…ni casa, nada.Arraigarse a un lugar era el suicidio.Mas allá de que estaba dentro de laArgentina, yo siempre me considere unexiliado interno porque nunca pudedecir vengo de tal lado, soy de SanJuan, me llamo Carlos Tello, tengo estahistoria, y con el agravante de ser per-seguido. Estuvimos dando vueltasdurante uno años, pero tampoco eso eravida. El no arraigarse también tienesus costos personales y familiares.Entonces empezamos a buscar trabajo,no estable en la construcción. En laconstrucción vos podías trabajar ypodías dar datos falsos ya que no te

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asentaban en ningún lugar. Todos esosaños he vivido en las villas dentro deTucumán cambiando mi propia identi-dad, había adquirido las costumbres,hablaba como Tucumano. Ahí tengouna carta que le escribí a mi hermanosobre el difícil transito de volver des-pués de diez años de haber estadoviviendo como obrero en una villa, mehabía mimetizado y acostumbrado.Durante ese exilio tenía otro nombre,me habían puesto un apodo “Marango-ni” (por el jugador de futbol de un equi-po de Tucumán que era mendocino yellos a mi me tenían como mendocino,todo eso me servía a mi para pasarinadvertido). Es más, en los tiemposque se aflojó un poco la mano era dele-gado de la Construcción, me denomi-nan para ser miembro de la comisióndirectiva de la UOCRA en Tucumán.Por supuesto que yo siempre rechaceporque no podía entrar en ese terreno. Era una inserción con otro nombre y

también con una sospecha en la gentede que yo algo ocultaba, y me cubríanpor eso. La gente me la marcaba, porejemplo una vez hubo un censo y yovivía con otro compañero que tenía sufamilia, él me preguntaba “che Maran-goni vos te vas a querer censar”, y yodecía “no deja que me voy a ir”, pero elme dijo “no, yo le voy a decir a la cen-sista que no hay nadie más en la fami-lia”. O por ahí había operativo rastri-llos y me avisaban para que yo meescapara. O lugares habitúes dondeíbamos a comer con otros compañeros ynos habían reconocido. Nos pasó en unbar de camioneros donde íbamos acomer los domingos; nos dábamos eselujo de juntarnos a comer y conversarun poco. Una vez viene el tipo del come-dor y nos dice “muchachos váyanseporque han estado preguntado por

ustedes”. O en la obra donde trabajabame decían “che, hay un camionero quecasi seguro que es milico ha estado pre-guntando por vos”. Con esto quierodecir, que ellos no sabían, es decir sabí-an mi identidad política que tenía cua-lidades como para ser delegado, perono sabían que detrás mío había unahistoria. Hubo una familia que meadoptó y sabía que yo estaba en la clan-destinidad. Son muchas cosas quevivís que te relacionan con tu vida real,pero a su vez vas adquiriendo una seriede costumbres y modos de vida. Parami el saldo de esa experiencia es man-tener mi salud mental, porque si hubie-ra estado exiliado en otro país o preso osecuestrados no se como estaría de lacabeza, porque a mi me permitió vercomo era el proceso de lectura y recons-trucción del campo popular, me permi-tió ver como nos veían a nosotros queteníamos una imagen muy idealizadadel pueblo, y de lo que pensaban denosotros. Entonces eso por un lado ypor e otro lado tener contención afecti-va, familias que te ayudaban, eso esmuy importante. Y vivir una vida deobrero que nunca había vivido. Lo que estaba siempre presente era

resistir, sobrevivir, y dentro de eso tra-bajar, vivir con lo que teníamos. Logrécomprar un lote, hacer una casita muyprecaria. Yo vivía en una villa, y resul-ta que ahí vivía un dirigente del sindi-cato de gráficos con el cual nos hacemosmuy amigos y armamos una cooperati-va para sacar a toda la gente de lavilla, Él tenia el sindicato que no esta-ba intervenido, ya en las últimas de ladictadura, así es que armamos con ungrupo de gente del sindicato, con algu-nos de la villa y compramos un terrenogrande y después lo fracturamos paraque cada uno se hiciera su casa.

El camino de la visibilidadEl momento crítico se me viene cuan-

do en el año 83 tengo que volver a lalegalidad. Se reorganiza con los exilia-dos que habían vuelto el “Peronismopara la Victoria”, a nivel nacional esta-ba “Intransigencia y Movilización Pero-nista”, Peronismo para la Victoria eracomo una agrupación de esa agrupa-ción nacional. Cuando yo aparezco, ami me daban por desaparecido, me con-tacto con ellos y me ponen al frente de laagrupación como reconocimiento de mitrayectoria, organizan una conferenciade prensa y empiezo a actuar pública-mente. Me encontraba con los compañe-ros que me conocían como Marangoni ya mi se me hacían “así las tripas…esascosas”, la gente, esa familia que mecobijo… y me fui a Jujuy porque nosoportaba esa doble identidad que teníaahí, el Marangoni y el dirigente delPeronismo para la Victoria. Yo le decíaesto no es bueno para la agrupación yahí me pusieron otro apodo, “El Utu-runco” porque decían vos has salido dealguna cueva por ahí, los uturuncoeran famosos en Tucumán, así mepusieron en la villa.

DerroterosOtra parte que fue volver a revolver y

rebobinar en mi identidad fue conocer ami hija. Esa parte fue muy dura. Nosjuntamos en la casa de unos amigos dela familia allá en Jujuy. Ella estabaahí y no le decían quien era yo, cuandollegue me miraba y cuando le digo “yosoy tu papá” ella dice “yo ya sabía queeras mi papá porque te pareces mucho ami tío Mario (mi hermano) y porque yosabía que algún día ibas a aparecer”.Le dije “perdóname todo lo que te heabandonado este tiempo”, y ella me dijo“no tengo que perdonarte papá”. Nosabrazamos y lloramos… después detantos años que había pasado. Tenía 9años y cuando cayó la casa ella tenía 9meses. Muchos años de sufrimiento yaguante contenido de mi parte y de ella,que sabía que yo estaba vivo y le habí-an dicho que estaba exiliado fuera delpaís. Esto era en el año 83, ya habíaganado Alfonsín y ella le decía a losabuelos, “ya que ha ganado Alfonsín yha vuelto la democracia ¿cuándo va aaparecer mi papá?”Durante todo este tiempo Tenía un

compañero que era el que recibía lascartas de mis familias, y yo les respon-día y se las mandaba a las casa de unastías mías. Era una cadena y me man-daban fotos de la Mariana.En la carta que le escribo a mi her-

mano, después de ese momento, le plan-teo esos dos problemas. Por un lado, yoya no podía volver a seguir con mi iden-tidad en Tucumán y necesitaba reinser-tarme y estar con mi hija, pero enJujuy, donde estaba Mariana con suabuela, también se me plantea un pro-blema de identidad. Primero porque yocomo bien decía mi suegra era un “tucu-mano obrero de la construcción”. Y enesas condiciones de búsqueda de miidentidad yo no puedo estar con mihija, no puedo estar bien. Ella tambiéntenía que reconcomerme a mí. Tenía 9años cuando la vi la primera vez. Y cla-ro ella también tenía a sus abueloscomo padres reales, eran los padres dela infancia y yo no quería pasar porencima de eso. Muchos me decían “¿porqué no te la traes con vos?” pero no, por-que yo iba a cumplir con mis deseospero capaz que para ella era un traumamuy grande tener que dejar todo y lle-

varla a San Juan, tan distante. Yoentendí que eso de rescatar mi identi-dad y estar bien conmigo mismo y tra-tar de que mi hija se identifique conmi-go era un proceso, y en ese proceso pri-mero tenía que estar bien yo con unaseguridad no sola psicológica, sinoafectiva y laboral. No podía seguirviviendo a los giros como había vividohasta ese momento. Era un proceso quepuede haberle sucedido a muchospadres cuando se reencontraban consus hijos y Mariana encima estabaentrando en una etapa difícil como lapubertad. Así que me volví a San Juana retomar mis raíces familiares. Mifamilia me recibió con los brazos abier-tos, era fiesta todos los días; ellos tam-bién me daban por muerto. Recibíamucho afecto. En Jujuy también, lafamilia de la SISI me considerabacomo un hijo, pero llego un momentoque mi suegra me dijo “tenes razón Car-los, tenes que irte”. Así fue la recons-trucción, no fue fácil. Con Mariana me vengo a reencontrar

cuando era adolescente y se iba a pasarlas vacaciones conmigo. Fue ahí queentramos a conversar y rebobinar elcassette y empezar a reconstruir todo,qué había pasado, cómo era la madre.En fin todas las preguntas que se hacenlos adolecentes sobres cómo es la histo-ria de sus padres, porque creo que esaspreguntas se hacen aun en los hijos quehan vivido toda la vida con los padres.

Reflexiones finalesLos sentidos que vuelca Carlos Tello,

como los de muchos, sobre sus expe-riencias son el resultado de valoracio-nes que conllevan pérdidas y derrotas,esperanzas y convicciones que perma-necen intactas. Su relato repasa triun-fos y derrotas, conquistas y fracasosque interactúan constantemente entrelo público, lo privado y lo clandestino;entre lo vivamente subjetivo y lo abru-madoramente objetivo; entre las valo-raciones emocionales y las reflexioneshistóricas.

La narración es para Tello, la necesi-dad de reconstruir su identidad. Paraello un punto de partida ineludible esafrontar las distorsiones, interrupcio-nes, desgastes y ausencias que le provo-caron en su vida los tiempos del exilio.“Si bien estaba dentro de los presu-

puestos, dentro de la vida, de la elec-ción, de la militancia, una cosa erapensarlo y otra vivirlo y era muy difí-cil soportarlo. Pero el compromiso y laelección militante un poco era lo quedaba sentido y alrededor del cual gira-ban todas nuestras decisiones. Unopiensa a esta altura de la vida comopuede ser que un militante hayaarriesgado su familia, su hija y hayapuesto en la parrilla la vida propia yla de su familia, todo era en función deuna utopía, un idealismo, pensábamosque si nosotros lográbamos triunfarnuestros hijos iban a vivir en un mun-do mejor, y si no llegábamos nosotroslos hijos de nuestros hijos…porsupuesto que mucho idealismo. Unacosa que tampoco logramos dimensio-nar fue la crudeza del terrorismo deEstado, la represión, la desaparición yhasta donde podían llegar a destruirnuestras familias. De eso no teníamosdimensión. También una idealizaciónde que el pueblo iba a reaccionar fren-te a la represión, al avallasamiento delas libertades y de la democracia…yllevó mucho tiempo para que lograrareaccionar”.

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