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Anarquismo de la Argentina Una comunidad discursiva Géneros, enunciación, estilos y lenguas en La Protesta Humana y La Protesta Mariana di Stefano

Di Stefano Mariana Anarquismo de la Argentina Una comunidad discursiva

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Ensayo sobre los principales periódicos anarquistas de la Argentina desde la perspectiva del Análisis del discurso

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Anarquismo de la ArgentinaUna comunidad discursiva

Gneros, enunciacin, estilos y lenguas en La Protesta Humana y La Protesta

Mariana di Stefano

A mi madre, por su presencia y acompaamiento.

I. PresentacinEl trabajo que aqu se presenta ha buscado describir y explicar los usos del lenguaje en dos rganos de prensa del movimiento anarquista de la Argentina, a los que concebimos como comunidades discursivas. Este concepto de la teora del discurso -que en su definicin bsica y ya clsica de Maingueneau (1987) remite a grupos en los que la produccin, puesta en circulacin y recepcin del discurso adopta formas especficas y por lo tanto diferenciadas de las que se practican en otros grupos o redes de grupos sociales- ha dado pie a investigaciones sobre distintas comunidades discursivas, como la acadmica, la periodstica, la empresarial, entre otras, pero en muy pocos casos se han estudiado comunidades discursivas a partir de la inscripcin poltica de los grupos que las constituyen. El anlisis se ha centrado especficamente sobre el que fue el rgano de prensa ms importante del anarquismo en el pas: el peridico La Protesta Humana, creado en 1897, que a partir de 1903 se llam La Protesta, y que en 1904 se convirti en diario.Es destacable que las investigaciones histricas y desde la historia cultural que se han hecho sobre el anarquismo argentino han sealado con frecuencia la vastedad, variedad y originalidad de las prcticas del lenguaje crata, e incluso muchas las han destacado como una peculiaridad, una caracterstica distintiva del grupo, a la que a veces califican de desbordada, encendida, o maniquea, repetitiva e idealista, y hasta bizarra, extravagante e irracional. Tambin se han sealado supuestos desfasajes entre las formas del lenguaje que predominan en el grupo y la clase obrera, los trabajadores o el pueblo, a los que se suele indicar como los destinatarios principales de su discurso. Sin embargo, la cuestin del lenguaje libertario no ha sido estudiada sistemticamente con el fin de comprender la lgica histrica de sus opciones en ese terreno. En este sentido, esta investigacin inscripta en el Anlisis del Discurso articula este enfoque con la Glotopoltica Histrica y con los estudios sobre la escritura entendida como una prctica histrico-social. Desarrollamos en el Captulo 1 la concepcin de discurso en que hemos basado esta investigacin. En cuanto a la Glotopoltica Histrica, se trata de un campo disciplinar que parte de considerar que todos los grupos sociales despliegan polticas sobre el lenguaje, es decir, actan, intervienen en l de un modo ms o menos consciente, ms o menos planificado. De modo que el lenguaje no es concebido como un sistema estable y homogneo para todos los hablantes, ni como el producto de una convencin o acuerdo que naturalmente y sin conflictividad se dara entre los miembros de una comunidad de hablantes de una lengua, sino como una dimensin de las prcticas sociales que dejan en l las huellas de las condiciones histricas que las atraviesan, y que por tal motivo revela en sus formas intereses de los grupos y se encuentra en constante tensin y transformacin. Para Guespin y Marcellesi (1986) las intervenciones que los grupos sociales realizan sobre el lenguaje revisten la forma de lo poltico, es decir, expresan la lucha poltica en la que intervienen sus protagonistas, sean o no conscientes de ello y sea esta ms o menos amplia o abarcadora. Como seala Arnoux (2008: 15), la mirada glotopoltica indaga a travs de las formas en que se utiliza el lenguaje cmo los grupos sociales participan de las relaciones de poder, ya sea para tender a mantener un statu quo o para transformarlo.En este sentido, nuestro estudio ha buscado no ser solo descriptivo, sino que a partir de las caracterizaciones logradas desde el Anlisis del Discurso, se ha buscado explicar por qu la comunidad libertaria opt por determinados usos del lenguaje, y no por otros, identificar las representaciones sobre el lenguaje, sobre s y sobre el mundo que revelan esas opciones, como tambin su valor poltico a la luz del contexto en que se fueron definiendo. Si tradicionalmente los estudios de polticas del lenguaje privilegiaron el anlisis de las intervenciones desplegadas a lo largo de la historia por el Estado o por diversas instituciones hegemnicas (escuela, academias de la lengua, ministerios, poder legislativo, entre otras), y de determinados corpus (como diccionarios, gramticas, manuales escolares, cuerpos de leyes, planes de estudio o programas disciplinares oficiales, etc.), el campo disciplinar de la Glotopoltica no ha prestado la suficiente atencin a las acciones ejercidas sobre el lenguaje por parte de los grupos no hegemnicos, acciones sin dudas de carcter ms errtico y menos sistematizado, pero no por ello menos significativo para una historia social del lenguaje en nuestro pas. Este es el inters que presenta el caso del anarquismo, como grupo poltico opuesto al orden social dominante. Pero, como hemos sealado, desde el momento en que nuestro objeto de reflexin es la prensa anarquista, nos result enriquecedor acercar a la reflexin las investigaciones sobre la palabra escrita. El amplsimo campo de investigacin sobre la escritura ha demostrado ya que esta, lejos de ser un mero instrumento para la transmisin de mensajes, constituye uno de los ms importantes sistemas de produccin simblica de nuestra cultura, y por lo tanto de significaciones sociales. Como sealaron Raymond Williams (1981) y Walter Ong ([1982] 1994), la escritura es una tecnologa de la palabra, sobre la que no hay prueba alguna que nos permita afirmar que haya tenido, ni siquiera en su origen, la funcin de reproducir discursos preexistentes en la oralidad (Martn, 1996: X). La escritura crea una nueva cultura, un nuevo cdigo de comunicacin, que dar origen a un tipo especial de enunciados, cuya organizacin interna, cuyas tcnicas de resolucin material, adems de la funcin que se le atribuye, la inscripcin sociocultural de su ejecutor, su distribucin social, entre muchos otros aspectos, resultan elocuentes acerca del valor que una comunidad ha depositado en la escritura as cmo esta ha participado en la construccin de sentidos sobre esa comunidad. La escritura, en tanto cdigo, como sostiene Giorgio Cardona (1999: 10-11), en tanto fenmeno comparable al de la lengua en su conjunto, en el escrito se muestra ya estratificada, clasificada, ideologizada, en suma, poseedora de una estructura de relaciones subyacentes que regulan su uso para esa comunidad. Y es esa clasificacin de formas que involucra al sistema escriturario utilizado pero tambin la puesta en pgina y la puesta en discurso considerados adecuados para esa comunicacin escrita- la que nos permite pensar a todo escrito, al decir del palegrafo italiano Armando Petrucci (2002: 9), como un testimonio de su tiempo, en el que son legibles su contexto de produccin, los sentidos generados por las mismas formas de resolucin de la escritura, los modos de lectura a los que convoca y la funcin que cumpli para el grupo social que la produjo y en la que circul. El mismo abordaje realiza Roger Chartier cuando propone analizar los indicios y dispositivos a travs de los cuales se inscribe un texto en una matriz cultural (Chartier, 1996: 34). En este sentido, nos ha interesado observar las representaciones de la comunidad de La Protesta Humana y La Protesta en cuanto a las caractersticas que deba reunir el lenguaje escrito como para ser publicable en los peridicos. Esta lnea disciplinar se ocupa tanto de analizar la materialidad del escrito (considerndolo un objeto, dotado de una forma y una esttica) como su discursividad. Si el primer aspecto conduce a caracterizar e interpretar los soportes de la escritura, los tipos de letra empleados, los tamaos del objeto escrito y las ilustraciones que lo integran, entre otros, el segundo que se privilegia en este trabajo-, a registrar cuestiones que van desde la lengua elegida para la comunicacin escrita, hasta los gneros, estilos, registros y variedades predominantes, como adems los dispositivos enunciativos adoptados para construir esa voz del grupo que se har pblica a travs de la escritura; ambos abordajes buscan ver en esas intervenciones sobre la escritura las representaciones que la sostienen. Nuestro anlisis, como ya sealamos, se centra en el quincenario y despus semanario La Protesta Humana (LPH) y su conversin en diario desde el 1 de abril de 1904, ya con el nombre de La Protesta (LP). Estas publicaciones peridicas se constituyen en una de las columnas vertebrales del movimiento anarquista, que en muy pocos lugares del mundo logr publicar un diario. Ese hecho en nuestro pas fue calificado como el acontecimiento ms importante de la prensa anarquista, no solo por la trascendencia que implic para el movimiento poder sostener una publicacin diaria, sino, adems, porque logr mantenerse en el tiempo hasta 1930, hecho destacable ya que las publicaciones anarquistas, en general, anteriores y posteriores a La Protesta, se caracterizaron por su fugacidad. Max Nettleau (1927: 12), especialista y compilador de la prensa anarquista de Amrica Latina, declar no haber conocido en el mundo otro diario libertario de tan larga vida.La Protesta Humana, primero, y La Protesta, despus, lograron constituirse en referentes para amplios sectores del movimiento libertario argentino, que en general tendi a la fragmentacin. En sus pginas escribieron innumerables militantes de las distintas orientaciones ideolgicas del grupo, quienes a su vez se sucedieron en la direccin de la publicacin. Su alto grado de representatividad respecto del anarquismo en la Argentina es lo que nos ha llevado a elegirlas para acercarnos a esta comunidad discursiva.

II. Nuestros objetivosNuestro objetivo ha sido doble en relacin con estos rganos de prensa. En primer lugar, nos hemos propuesto analizar las caractersticas que presenta su lenguaje, que entendemos son producto de las polticas de escritura que se dio el grupo para llevar adelante la tarea de sacar los peridicos. Este anlisis lo abordamos en dos momentos de su historia: en el momento inicial de La Protesta Humana, cuando fue creada en junio de 1897[footnoteRef:1], y cuando este peridico ya se ha transformado en diario, en 1904, ya con el nombre de La Protesta[footnoteRef:2]. El objetivo ha sido identificar regularidades en cuanto a los gneros discursivos, las modalidades enunciativas, las opciones estilsticas y retricas, y las continuidades entre una y otra, de modo de precisar rasgos discursivos significativos[footnoteRef:3] y distintivos de esta comunidad y de la formacin discursiva que la regula. Tambin hemos identificado diferencias entre ambas publicaciones, que consideramos marcas de los cambios operados en el grupo y en su posicionamiento en el nuevo contexto sociohistrico. El anlisis nos permiti inferir representaciones presentes en el grupo respecto de funciones de la prensa, del rol del escritor y sus caractersticas, como de los rasgos del escrito considerado publicable en los peridicos, entre otras cuestiones. [1: Para este objetivo se consideraron los 10 primeros nmeros de LPH, que durante esa etapa fue quincenal.] [2: Para este objetivo se consideraron todos los nmeros del diario del mes de junio de 1904. Dado que la investigacin buscaba identificar regularidades, se tom al azar un mes del diario. Si bien el objetivo era observar cambios en el momento de conversin del peridico en diario, no se tomaron los primeros nmeros sino los de un par de meses ms tarde, de modo que sus rasgos discursivos tuvieran cierto grado de estabilizacin en el nuevo formato.] [3: En nuestro caso, consideramos significativas las marcas del discurso que permiten identificar lo que D. Maingueneau (1999) seala como la finalidad del Anlisis del Discurso, que es explicar la articulacin de un texto con el lugar social desde el que se enuncia, que puede hacerse visible en distintos aspectos de la discursividad.]

En segundo lugar, hemos buscado identificar las polticas que la comunidad discursiva libertaria en nuestro pas se dio sobre las lenguas, tal como puede apreciarse a travs de ambos peridicos. Varios datos justifican la importancia de este segundo objetivo. Por un lado, el carcter plurilinge de esta comunidad. Tengamos en cuenta que los primeros indicios de la actividad anarquista en la Argentina y de las filiales de la Primera Internacional en el pas se registran en 1872, con la existencia en Buenos Aires de tres secciones internacionales, basadas en la diferencia de lenguas: la seccin francesa, la seccin italiana y la seccin espaola (Oved, 1978: 19). Estas se constituyen con la primera gran inmigracin por razones polticas que llega al pas, con la que arriban los primeros inmigrantes politizados en las filas del anarquismo y del socialismo (Oved, 1978; Zaragoza, 1996; Mancuso, 1999). Ya hacia fin de siglo y en las primeras dcadas del XX, esa multiplicidad de lenguas seguir siendo visible en la cantidad de publicaciones en lenguas diversas que edita el anarquismo, como incluso en las secciones en italiano y en iddish que en distintos momentos incluy La Protesta entre sus pginas. La comunidad no fue ajena, adems, a los debates que por entonces, y sobre todo con la culminacin de la Primera Guerra Mundial en 1917, se dieron sobre el esperanto la lengua artificial que haba creado L. Zamenhof, en 1887- en cuanto a si esta deba o no adoptarse como lengua de la comunidad anarquista y de la organizacin obrera internacionalistas.[footnoteRef:4] [4: Para este objetivo, analizamos en el ltimo captulo un debate sobre el esperanto que se dio a lo largo de varios nmeros de La Protesta en el ao 1917. ]

Las hiptesis globales que hemos comprobado en esta investigacin son las siguientes:

1. Las polticas sobre el lenguaje desplegadas por el anarquismo constituyen formas de oposicin a las polticas lingsticas y discursivas dominantes, en el sentido de que instalan un decir del grupo que escapa al pretendido control y disciplinamiento hegemnicos. Pero a la vez que se oponen, en tanto buscan construir una voz colectiva y una nueva identidad poltica y cultural, el grupo busca homogeneizar nuevas reglas de administracin del decir. As, las polticas del lenguaje son de oposicin al adversario y de homogeneizacin interna, a la vez.1. Muchas de las polticas del lenguaje desplegadas por el anarquismo son dominantes en esta comunidad discursiva; es decir, se observa una adopcin generalizada de las formas que instala. Pero hay tambin ciertas heterogeneidades que revelan que la adopcin de formas en las prcticas del lenguaje del grupo estn atravesadas por tensiones y diferencias, que interpretamos como producto de la heterogeneidad de posicionamientos sociales e ideolgicos del grupo. Estas ltimas ataen sobre todo al modo de concebir lo ilustrado, lo crtico, lo que otorga o quita libertad, lo internacionalista y al modo de jerarquizarlos. 1. Dos finalidades orientan principalmente las polticas del lenguaje del anarquismo: a) construir la identidad enunciativa de esta comunidad discursiva, demarcar los rasgos ethicos del enunciador libertario, como soporte de la puesta en escena pblica del grupo y del posicionamiento desde el que este interpel a la sociedad; b) construir la voz libertaria como una voz colectiva; como la voz de una comunidad amplia, numerosa y con presencia en distintos puntos del mundo.

III. La etapa histrica abordada La etapa que trabajamos en esta investigacin se centra principalmente entre 1897 y 1904, aunque con el objetivo de analizar el plurilingismo de las publicaciones, hicimos observaciones puntuales durante aos posteriores, aunque no ms all de 1917. Este perodo de dos dcadas constituye para los historiadores el de mayor auge del anarquismo en el pas[footnoteRef:5]. Si bien como ya sealamos- hay documentacin histrica que muestra la presencia de anarquistas y socialistas en la Argentina desde 1871, es hacia fin de siglo cuando el anarquismo se consolida como un grupo ms importante, con mayor presencia y protagonismo en la vida poltica nacional. Y precisamente, uno de los signos que se interpreta como una huella de ese crecimiento es la aparicin de La Protesta Humana, en 1897. Su creacin y su conversin en diario a partir de 1904 se atribuye a la consolidacin de una corriente crata proclive a la participacin y a la organizacin sindical, impulsada por libertarios con experiencia en la militancia gremial, que haban llegado a la Argentina a mediados de los 90, cuando se intensificaban en el pas los conflictos sociales y se incrementaba la actividad gremial de los trabajadores (Suriano, 2001; Barrancos, 1990; Oved, 1978). Es a partir de la accin de estos grupos proorganizacionistas[footnoteRef:6] que el anarquismo pasa de una accin dispersa y de pequeos grupos a conformar un movimiento con lazos organizativos ms slidos y constituirse en un protagonista muy activo de la vida poltica local, con una influencia importante entre los trabajadores e incluso entre la intelectualidad argentina. [5: Tanto Juan Suriano (2001) como Dora Barrancos (1990) coinciden en que hacia el final de la dcada de 1910 comienza la decadencia del anarquismo en el pas, en cuanto a su influencia en las organizaciones de trabajadores y en la vida poltica nacional.] [6: Varios autores (Oved, 1978; Barrancos, 1990, Zaragoza, 1996) identifican dentro del anarquismo dos grandes posiciones, en particular en el siglo XIX y principios del XX: una, llamada antiorganizacionista o de antiorganizadores o individualista -nucleados en torno a peridicos como El Perseguido (editado entre 1890 y 1897) y El Rebelde (editado entre 1898 y 1903), entre muchos otros de vida ms efmera- que se oponan a cualquier forma de organizacin que fuera ms all de los llamados crculos o clulas, que contaban con una cantidad reducida de militantes, o los llamados grupos de afinidad, que deban autoconstituirse o disolverse cuando sus miembros los dispusieran. Esta posicin, al rechazar tajantemente toda forma de ejercicio de autoridad, no admite la idea de representatividad propia de las organizaciones jerrquicas. Adhiere, en cambio, a la idea de la libre iniciativa de cada individuo, a quien se considera responsable de sus acciones, en tanto que jams deber admitir sin reflexin y debate previo lo decidido por otros. La segunda posicin es la llamada proorganizacionista, cuyos miembros comparten el principio de rechazo a toda forma de autoridad, pero ponen el foco en el autoritarismo de las instituciones del poder hegemnico como el Estado y la Iglesia. Este grupo valora la organizacin poltica y de los trabajadores, por lo que busca unir las clulas y crculos de militantes, insertarse en organizaciones internacionalistas y confluir hacia una organizacin obrera centralizada. Este grupo se nucle principalmente en torno a La Protesta Humana La Protesta y a LAvvenire, entre muchos otros peridicos. ]

Sin embargo, hasta mediados de los aos 90, su accin no super el alcance de pequeos grupos[footnoteRef:7]. [7: Los historiadores consideran que hasta mediados de los aos 90 el anarquismo no super en la Argentina el alcance de pequeos grupos. Suriano (2001: 34) destaca la estada de Enrique Malatesta en el pas, entre 1885 y 1889, como un factor que favorece el acercamiento y enlace de distintos grupos anarquistas. Para Suriano, Malatesta fue uno de los militantes libertarios de mayor envergadura intelectual de los que transitaron por la Argentina en aquel entonces y que sent las bases para el futuro desarrollo crata. Oved (1978: 40) destaca que si Malatesta, en su momento, haba logrado evitar las escisiones del anarquismo que comenzaba a organizarse en el pas, su partida hizo que estallaran las divisiones y la dispersin. ]

Si bien despus del Centenario, su peso en la vida poltica argentina decrece, seguir siendo una de las principales fuerzas contestatarias del pas. No nos extendimos ms all de 1917 ya que este ao delimita el fin de una etapa, con la Revolucin Rusa y la fundacin del Partido Comunista argentino en 1918, que produjeron una reestructuracin del campo de oposicin, con una notoria prdida de predominio del anarquismo y un reordenamiento de las fuerzas socialistas ante el comunismo en auge. Debemos destacar que desde el punto de vista histrico, el perodo demarcado constituye tambin una etapa decisiva en el proceso de construccin del Estado-nacin argentino, en el que este lleva a cabo polticas que interesan en particular a nuestra investigacin, como las polticas de definicin y delimitacin del idioma nacional y de asimilacin del inmigrante[footnoteRef:8]. Como seala Bertoni (2001), el discurso nacionalista esencialista se fue tornando dominante en la esfera estatal durante este perodo, lo que deriv en la implementacin de polticas disciplinadoras en mltiples esferas de la vida social, entre ellas, las lingsticas y discursivas que se constituyeron, as, entre otras, en espacios de expresin de los enfrentamientos polticos e ideolgicos en torno del modelo de organizacin social que buscaba imponerse. [8: Estas polticas sealadas han sido caracterizadas por Bertoni, Lilia (2001); Cibotti, Ema (2000); Rubbione, Alfredo (1993) y Di Tullio, ngela (2004). ]

Este trabajo se detiene en esa etapa de constitucin y crecimiento del grupo libertario en el pas, entre fines del siglo XIX y principios del XX, en la que a travs de las prcticas del lenguaje, entre otras, fue construyendo una cultura militante contestataria. Las intervenciones sobre el lenguaje que llev a cabo el anarquismo deban diferenciarse de las que operaba el resto de los grupos sociales y polticos, para conferir identidad, y a la vez aportar a la legitimacin de ese nuevo sujeto social que apareca en la esfera pblica. La operacin ideolgica no era sencilla, estaba atravesada por mltiples tensiones entre lo revolucionario y lo conservador, lo nuevo y lo viejo, lo culto y lo brbaro, lo natural y lo cientfico, la libertad colectiva y la libertad individual, lo local y lo internacionalista, entre muchas otras, mientras desde el discurso dominante se sealaba al anarquismo como el gran enemigo pblico y se estigmatizaba a sus militantes como agitadores, facciosos, violentos, aptridas, adems de indeseables integrantes del aluvin inmigratorio. En ese contexto -en el que destacan como protagonistas el Estado, los partidos hegemnicos mayoritarios, la Iglesia, el socialismo, las organizaciones gremiales y el movimiento anarquista internacional, adems de los subgrupos libertarios-, el anarquismo se fue conformando como movimiento con una identidad propia y en el que fue adoptando y adaptando (en algunos casos formas estabilizadas ya por la tradicin internacionalista) opciones en el uso del lenguaje.Hay que destacar que en la etapa recortada el anarquismo fue un grupo particularmente prolfico en sus prcticas del lenguaje y le disput al poder todo tipo de situaciones enunciativas, adems de que tuvo una participacin activa en la instalacin de ciertos temas en la agenda poltica de la poca[footnoteRef:9]. Despleg una intensa labor educativa y en la prensa grfica -muy significativa por su variedad y cantidad-; fue destacada su labor en la traduccin y edicin de libros, sobre todo de ensayos de libertarios europeos, de novelas y de teatro de tipo social, y en la fundacin de escuelas y bibliotecas populares en los barrios o ligadas a los distintos gremios; en la realizacin de conferencias, controversias, actos pblicos, representaciones teatrales, payadas, recitado de poesa, entre otros, prcticas todas que tuvieron un alcance importante en la sociedad argentina. [9: Suriano (2000 b: 16-21) destaca la participacin del discurso anarquista en la construccin de la cuestin social como uno de los temas centrales de la poltica nacional a partir de 1890 especialmente.]

IV. Algunos rasgos de la ideologa poltica anarquista

En la ideologa anarquista, se identifican distintas lneas de pensamiento surgidas durante el siglo XIX. Por un lado, los planteos de Max Stirner (inspirador de las posturas cratas ms individualistas), por otro, los de P. Proudhon, M. Bakunin y P. Kropotkin (a quienes, con sus diferencias, se atribuyen los desarrollos del pensamiento del anarquismo comunista, colectivista, federalista, internacionalista, como tambin del insurreccionalismo espontaneista revolucionario); otra lnea es la de Len Tolstoi y su antimilitarismo, como tambin las corrientes terroristas que se desarrollaron en Rusia a partir de 1860, nucleadas en grupos como La libertad o la muerte, y corrientes de pensamiento como el racionalismo y sus derivaciones en el terreno educativo.[footnoteRef:10] [10: Sobre las corrientes tericas del anarquismo ver Prposiet, Jean (1993).]

Entre los principios generales, bsicos, que nos permiten identificar una matriz ideolgica anarquista compartida por esta diversidad de posiciones, tal vez el ms importante sea el rechazo a todo tipo de autoridad, en especial la encarnada por el Estado y la Iglesia, pero tambin la que pueda surgir de cualquier organizacin jerrquica, como el partido poltico o el gremio, e incluso de las relaciones familiares, ya que se cuestionan en especial en algunos grupos- la autoridad del padre hacia el hijo y del marido hacia la esposa. Para el anarquismo el origen de todos los problemas sociales se encuentra en el poder del Estado que priva de toda libertad al individuo y es causa del orden econmico existente, enfoque en el que se invierte la concepcin marxista en cuanto a la relacin entre estructuras econmicas y superestructuras polticas.El otro principio que define al anarquismo, ms all de las diferencias entre grupos, y que deriva del anterior, es la lucha por la libertad, tanto individual como colectiva. La utopa por la que lucha el anarquismo es una sociedad de hombres libres, y si bien admiten que la libertad solo puede alcanzarse en tanto todos los hombres sean libres (por ello es una cuestin social), consideran que hay una instancia ineludible en el camino hacia esa libertad colectiva que es la libertad individual. Esta puede lograrse en la medida en que el sujeto en tanto es concebido como un ser dotado de racionalidad y de voluntad- asuma la responsabilidad moral de vencer su ignorancia, incorporar conocimientos cientficos, ejercer su capacidad de razonamiento para no aceptar verdades sin someterlas a la comprobacin racional, es decir, ejercitar la crtica como forma de prevenirse ante las mentiras y falsedades de la cultura dominante y orientarse hacia el bien. Esta nocin de sujeto coincide con la concepcin elaborada por la Ilustracin, de matriz kantiana: el hombre es un ser racional, dotado de una voluntad y una moral a partir de cuya conjuncin avanzar hacia el bien, el progreso y la libertad. Esta concepcin se relaciona con una idea tambin kantiana de cultura, en la que esta se piensa como conformada por las esferas de la ciencia, la moralidad y el arte, validadas respectivamente por la verdad, el deber y la belleza. En la discursividad anarquista son identificables estos tpicos propios de la Modernidad, que determinan su concepcin de cambio social. Para ellos, en particular para los ms ortodoxos, la transformacin social ser fruto de las transformaciones que cada individuo realice sobre s mismo en su camino hacia la libertad individual, tal como lo explicara M. Bakunin ([1871] 1922). Este autor seal el espontaneismo de las masas como ese momento en que alcanzado ya en cada sujeto un nivel de crtica hacia la sociedad burguesa- todos y cada uno habrn de rebelarse contra las formas de dominacin y avanzarn hacia el bien, que es la nueva sociedad de hombres libres. Es a raz de este sistema de ideas que el anarquismo valor especialmente la lucha por lo que llamaron la libertad individual, para lo cual volcaron gran parte de sus esfuerzos a la educacin de los nios y adultos, a la difusin del propio ideario, a la divulgacin de conocimientos cientficos de la poca y al debate hacia el interior y hacia el exterior de la propia comunidad. Todas las formas del intercambio de ideas, que van desde la meditacin, como dilogo con uno mismo, hasta la polmica y las controversia, fueron las privilegiadas y ms transitadas por la discursividad crata.El hecho de tomar la palabra desde una praxis poltica contrahegemnica unido a sus principios de rechazo de todo tipo de autoridad y valoracin de la actitud razonadora del sujeto, los llev en el terreno del discurso a apreciar especialmente el dilogo consigo mismo y con pares del propio grupo, y la polmica y la controversia con los adversarios. Este ltimo aspecto es caracterstico de todo grupo contestatario: la actitud refutativa del enemigo es una actitud discursiva ineludible, ya que solo el ejercicio del poder hegemnico, obtenido en el control de las estructuras polticas y econmicas, otorga en lo discursivo el privilegio de ser solo asertivo y de naturalizar la propia verdad, sin necesidad de mayores demostraciones ni refutaciones. Estas condiciones de desventaja enunciativa en el entramado social- explican tambin, al menos en el caso del anarquismo, cierta tendencia discursiva a la redundancia, la repeticin y la reiteracin de lo ya dicho, que observaremos en muchos de los textos analizados.[footnoteRef:11] [11: En un trabajo previo, di Stefano (2013), se han analizado ms detalladamente el sistema ideolgico del anarquismo y sus consecuencias en las prcticas de lectura. ]

V. Las partes del libroEn el Captulo II se analiza, en La Protesta Humana y La Protesta, a partir de pensar a los peridicos como comunidades discursivas, el modo en que estos gestionan la palabra escrita pblica: qu gneros predominan y cmo se los jerarquiza; cmo se accede al estatuto de escritor; y desde lo enunciativo, cul es la representacin que se construye del polo productor, quines son los enunciatarios privilegiados, previstos u ocultos, entre otros. El anlisis se centra en el momento en que La Protesta Humana comienza a publicarse en 1897, y cuando La Protesta se convierte en diario, en 1904. El anlisis busc identificar rasgos estables, que nos permiten afirmar la presencia de una formacin discursiva o matriz ideolgica acerca de la escritura de la prensa, en el grupo, adems de sealar jerarquas internas de esta comunidad y las funciones que el grupo atribuye a las publicaciones. Pero la puesta en escena pblica de la palabra escrita involucra tambin la eleccin de opciones estilsticas, que inciden directamente en la configuracin de la identidad de la subjetividad enunciativa. En el Captulo III, identificamos la matriz de la ideologa estilstica que orienta la resolucin de esa escritura, que designamos ilustrada contestataria. Marcamos sus tensiones internas y sus puntos de contacto y rupturas con la estilstica propia de dos tradiciones: por un lado, la prescripta por objetos normativos de la Ilustracin en dilogo con la tradicin retrica, como las Artes de Escribir, y por otro, la acuada en la Modernidad por la literatura de combate. Por ltimo, el Captulo IV se dedica al estudio de las polticas sobre las lenguas que llev a cabo el anarquismo en la Argentina. Tras caracterizar el valor poltico de algunas de las prcticas plurilinges sostenidas en la ciudad de Buenos Aires, durante el perodo estudiado, se aborda la relacin del anarquismo y del movimiento crata local con el esperanto, la lengua artificial auxiliar creada en 1887, que muchos libertarios difundieron y propusieron como lengua del futuro para acompaar la emancipacin de la humanidad. En el Anexo, compilamos Algunos artculos del debate sobre esperanto (La Protesta, 1917). Algunas tapas del peridico La Protesta Humana en el ao de su fundacin (1897) y de su ltima pgina. Algunas tapas de La Protesta cuando se convierte en diario (1904) y de su ltima pgina. Falta precisar estos datos

Quiero agradecer a Elvira Arnoux, quien me dirigi en esta investigacin que form parte de mi tesis doctoral, por sus agudas indicaciones de trabajo y observaciones, y por el estmulo y apoyo para llevar a cabo la tarea. Tambin agradezco a Patricio Geli, quien me contact con el grupo de historiadores que en torno al ao 2003, en la Facultad de Filosofa y Letras de Buenos Aires, se especializaba en la historia del anarquismo argentino. Tambin mi agradecimiento para Pablo Ansolabehere, por los prstamos bibliogrficos que me facilit en el inicio de mi investigacin, y para Hernn Daz, por la lectura atenta de una primera versin del captulo sobre esperanto y anarqua, que orient algunas reformulaciones posteriores.