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Diaz y Heller

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CONOCIMIENTO CIENTIFICO Hacia una visión crítica de la ciencia.

Esther Díaz Mario Heler

EDITORIAL UNIVERSITARIA DE BUENOS AIRES

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8. LAS CARACTERÍSTICAS DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO No todo conocimiento es científico. Para serlo debe cumplir con cienos

requisitos. Desde Grecia a nuestros dias, tales requisitos no han sido siempre los mismos, aunque algunas características han perdurado, fundamental­mente aquellas que definen a la ciencia como un saber crítico. Este tipo de saber se distingue especialmente por justificar sus conocimientos, por dar pruebas de su verdad.

La historia del pensamiento critico en Occidente señala dos etapas pri­mordiales: la época griega y la que va de la modernidad hasta nuestros dias. En la primera, el desarrollo filosófico estableció las bases del saber critico e influyó especial y profundamente hasta el s. xvn, y continúa influyendo. La concepción del saber critico fue sistematizada por Aristóteles (384/322 a .C) . Tomó como modelo a la geometría.A partir de la Modernidad, el modelo de ciencia es la física. Bajo la idea de este modelo, se comienza a desplazar a la matemática como ideal y la caracterización de ciencia adopta los rasgos del sa­ber acerca de la naturaleza (physis, en griego). La disciplina más desarrollada y exitosa (primero la geometría y luego la física) provee el paradigma desde el cual se juzga qué es científico.

Para Aristóteles la ciencia es "conocimiento por causas*'. Buscar las causas —aquello que hace que las cosas sean como son y no de otra manera-es la tarea científica. La actual concepción no se preocupa especialmente por la explicación causal, o por lo menos, ya no entiende las causas a la manera tradicional. Hoy la tarea de la ciencia es tratar de describir la realidad para comprenderla en sus relaciones invariantes. Le preocupa "descubrir" las cone­xiones constantes que se presentan entre los fenómenos. Las leyes científicas expresan esas relaciones. En consecuencia, la tarea científica es buscar las leyes que regulan la realidad. Si se reflexiona sobre cualquiera de las leyes más conoci­das, se observará cómo establecen una conexión entre ciertos elementos. Además, distintas leyes, a su vez, se complementan para dar cuenta de los hechos. Incluso se intenta proponer leyes cada vez más generales que incluyan otras leyes particulares. La ciencia formula teorías que, en sus explicaciones por medio de leyes, abarcan cada vez más fenómenos.

La física de Newton se creía que describía las mismas leyes de la natura­leza; esto es, eran leyes absolutas por descubrir la verdadera estructura de la realidad. Sin embargo, los desarrollos de fines del siglo pasado y de nuestro siglo (por ej. la Teoría de la relatividad), manifiestan que tales leyes no son formuladas de una vez para siempre. No son leyes absolutas. El avance de la investigación científica ha modificado y reemplazado teorías. Las leyes y teorías científicas son hipótesis de explicación, cuya verdad podrá ser

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confirmada y considerarse leyes, pero solamente si no son refutados o surgen nuevas hipótesis que las superen. El conocimiento científico es provisorio porque la tarea de la ciencia no se detiene: prosigue sus investigaciones con el fin de progresar en la comprensión de la realidad. La bus­ca de la verdad en la ciencia es entonces una tarea abierta.

La ciencia, por lo tanto, explica la realidad mediante leyes. Una mera re­colección de datos o una descripción o enumeración de los hechos no consti­tuyen por si mismo conocimiento científico. Es necesario formular enun­ciados acerca de las relaciones constantes y generales de los fenómenos. Las leyes son proposiciones universales que establecen bajo qué circuns­tancias ocurre determinado hecho. Por medio de las leyes se comprenden hechos particulares. La ley de dilatación de los gases, v. gr., fija las condi­ciones (la temperatura) en que se produce determinado fenómeno (la dilata­ción); en una situación particular (una cantidad de oxigeno en un cilindro ba­jo los efectos del calor, se dilató), la ley permite encontrar, de todos los datos observables, los elementos y la relación que explican esa situación (es­quematizando: gas + calor = dilatación).

Las leyes científicas son universales y explican los hechos particulares. También permiten adelantarse a los sucesos. Si se observan que se cumplen en determinada situación las condiciones enunciadas en la ley, se puede saber con anticipación lo que ocurrirá. Conociendo, por ej., las condiciones en que se arroja un proyectil, las leyes de movimiento de proyectiles, permiten saber cuál será su recorrido. Las leyes permiten la predicción de fenómenos. Tam­bién pueden comprenderse con ellas hechos ya ocurridos. Por ejemplo, la explosión del transbordador estadounidense Challenger puede ser explicada en base a los datos registrados en el momento de su lanzamiento; salvo que esos datos no sean suficientes. Hempel denomina a este resultado, obtenido mediante leyes científicas,"retrodicción": "determinar datos del pasado en término de observaciones dadas".

La posibilidad de explicar y predecir proporcionada por las leyes científi­cas permite entender también las aplicaciones de la ciencia. Por conocer las re­laciones entre los hechos, produciendo ciertos fenómenos o impidiendo que se produzcan se ocasionan o evitan otros. Las predicciones a partir de las leyes del movimiento de proyectiles permite especificar las condiciones de tiro de un ca­ñón para obtener un alcance determinado. Al establecerse por medio de predic­ciones la dilatación de un gas bajo presión, puede evitarse que el recipiente que lo contiene estalle: o bien calculando la presión máxima a recibir según el volu­men del recipiente, o bien colocando el gas en un recipiente de volumen ade­cuado para contener la dilatación del gas bajo la presión necesaria.

Podemos ahora comprender lo que afirma Hempel: "Las leyes generales tienen la función de establecer conexiones sistemáticas entre hechos empíri­cos de tal modo que con su ayuda sea posible inferir a partir de algunos suce­sos empíricos, otros sucesos semejantes a modo de explicación, predicción o retroacción" (1979, pág. 181).

En general, las explicaciones de hechos particulares por medio de leyes universales requieren inferencias o deducciones lógicas. En el próximo apar­tado se estudiarán este tipo de relaciones lógicas entre las proposiciones cien­tíficas. Mientras que los problemas de cómo se formulan las leyes científicas

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) y cómo se justifican serán planteados en el capitulo referido a las ciencias de la naturaleza; ahora desarrollaremos otras características del conocimiento científico.

Se mencionó ya que las leyes se vinculan entre si; tanto porque hay leyes de mayor generalidad que abarcan a otras, como por complementarse, para dar cuenta de un campo de estudio. Se constituyen asi teorías científicos. Éstas teorías están formadas por un conjunto de proposiciones entre las que existen relaciones lógicas. Tales relaciones ordenan al conjunto de enunciados dán­doles unidad. Por medio de ellas se establece, además, la fundamentadón de unas proposiciones por otras.

En cada ciencia particular el ideal consiste en formular una teoría que dé explicación de todos los fenómenos de su ámbito de estudio e integre las te­orías más restringidas elaboradas en su desarrollo histórico. La teoría de Newton explica hechos celestes y terrestres, recuperando las teorías de Galileo y Kepler.

Se denomina "estructura" a un conjunto de elementos relacionados entre si, de tal manera de constituir un todo, en el cual cada elemento (parte o miembro) se relaciona con los otros y se comprende en función del todo. Un "sistema" es una estructura con capacidad de desarrollarse o crecer. El cono­cimiento científico es un cuerpo de proposiciones relacionadas entre si, y, me­diante la investigación científica, se desarrolla. El conocimiento científico es sistemático. Por serlo constituye una unidad ordenada; los nuevos conoci­mientos se integran al sistema, relacionándose con los ya establecidos.

El conocimiento científico es un conocimiento fundamentado. La justi­ficación de su verdad supone poder mostrar las pruebas de su verdad. Se puede considerar que hay dos dimensiones en la fundamentación de la cien­cia. En un sentido, las relaciones lógicas entre las proposiciones científicas, dentro del sistema que forman, establecen que unas son la justificación de otras, y dan coherencia al conjunto de enunciados. Esta dimensión que pode­mos denominar lógica es un requisito de la fundamentación de cualquier tipo de ciencia. El lenguaje científico contribuye a cumplir con esta dimensión, gracias a sus características, las cuales ya fueron expuestas en el apartado sobre el lenguaje.

Con excepción de la lógica y la matemática —como veremos— las demás ciencias estudian los hechos, la realidad extracientífica. La validez de sus te­orías exige además otra dimensión de fundamentación. Exige la confronta­ción de sus proposiciones con la realidad. Sus proposiciones serán verdaderas o falsas, según exista o no adecuación con el estado de cosas al que refieren. Los conocimientos científicos se fundamentan también por la verificación de sus enunciados. Aunque este requisito de confrontación empírica no siempre es directo, ni total, para proposiciones universales. Ello plantea una seria problemática para la validación de teorías científicas; trataremos la cuestión en el capitulo 3.

La verificación de proposiciones científicas se vincula a dos procedi­mientos: la observación y la experimentación. La observación consiste en el registro de los datos de un fenómeno, en forma atenta y objetiva. En la expe­rimentación se provoca una situación bajo condiciones controladas. En astronomía los fenómenos son, en la mayoría de los casos, observados; no puede provocarse un eclipse, pero si se puede atender y registrar, con el ins-

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truxnental adecuado, lo que ocurre cuando e) eclipse sucede naturalmente. La aleación de un nuevo metal puede experimentarse: basta con provocar las cir­cunstancias que permiten esa aleación. Para ello se requiere controlar las con­diciones (el tipo y la cantidad de los metales combinados, la temperatura a la que se somete y el tiempo durante e) cual están bajo los efectos del calor).

La experimentación posibilita la verificación. En efecto, por un lado, pueden crearse las condiciones que un experimento estipula y, provocado el fenómeno, controlar si los hechos confirman o refutan lo enunciado. Por otro lado, cualquier persona capacitada puede repetir los experimentos que llevaron a la formulación de un nuevo conocimiento y comprobar, al reiterar las condiciones de la experimentación, los resultados.

Las características señaladas manifiestan que el conocimiento científico no se obtiene azarosamente. Por el contrario, el investigador sigue procedi­mientos, desarrolla su tarea en base a un plan previo. Los conocimientos se obtienen por la aplicación de métodos científicos. El conocimiento científico es metódico.

En resumen: la ciencia se caracteriza por ser un conocimiento sistemáti­co, verificable y metódico que resulta asi fundamentado. Sus resultados son provisorios', por ende, la investigación puede Degar a reformularlos o re­emplazarlos por otros nuevos. El conocimiento científico logra así ser objetivo. "Subjetivo" es aquello que varía con cada sujeto, lo que está detennina-do por las peculiaridades de cada individuo. "Objetivo" puede comprender­se como lo que corresponde a los objetos. Pero como noción opuesta a "sub­jetivo", significa lo que no varía con cada sujeto, sino que se presenta de igual manera para todo sujeto. El concepto de "objetividad" se relaciona con el de "intersubjetividad". Esta noción reñere al acuerdo o coincidencia entre los sujetos: la coincidencia entre todos los sujetos o, mejor aún, con cual­quier sujeto. Se pretende que no se trata de un acuerdo entre los sujetos de un grupo o de una época. Las creencias sobre las cuales coinciden un grupo de fanáticos serian objetivas, si bastara el acuerdo de los miembros de ese gru­po. Se requiere el acuerdo de cualquier sujeto.

La objetividad del conocimiento científico exige como requisitos un len­guaje preciso y unívoco, comunicable a cualquier sujeto capacitado, quien podrá disponer así de los elementos necesarios para corroborar la validez de las teorías en sus aspectos lógicos y verificables.

La ciencia busca explicar la realidad mediante leyes, las cuales posibili­tan además predicciones y aplicaciones prácticas (la tecnología). El conoci­miento científico es un conocimiento objetivo que se estructura en sistemas verificables, obtenidos metódicamente y comunicados en un lenguaje cons­truido con reglas precisas y explícitas donde se evita la ambigüedad y los sin-sentidos de las expresiones.

S. .H G. E. \

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Características del conocimiento 4 cientifico

iber critico (fundamentado) i y predice hechos, por

medio de leyes ico

-verificable -metódico ^objetivo

:>muni cable (lenguaje científico) provisorio

1. ¿Cuál es la tarea de la ciencia? 2. ¿Qué es una ley científica? Ejemplifique. 3. Caracterice y ejemplifique: predicción, retrodicción, observación, experi­mentación. 4. Explique las características del conocimiento científico: sistemático, verifi­cable, metódico, objetivo, comunicable y provisorio. 5. Cada una de las siguientes definiciones y caracterizaciones de la ciencia subrayan algún rasgo distintivo de la ciencia. Expbcite y explique cuáles son esos rasgos en cada una. 5.a. "La ciencia es un modo de conocimiento que aspira a formular, median­te lenguajes rigurosos y apropiados, leyes por medio de las cuales se rigen los fenómenos. Estas leyes son de diferentes órdenes. Todas tienen, empero, va­rios elementos en común: ser capaces de describir series de fenómenos; ser comprobables por medio de la observación de los hechos y la experimenta­ción; ser capaces de predecir acontecimientos futuros." Ferrater Mora. 5.b. "Yo emplearé la palabra 'ciencia' de modo que se refiera no solo a las formulaciones logradas de ios resultados de la investigación, sino también a los procedimientos que se requieren para establecer las pretensiones fundadas del conocimiento, asi como a las operaciones que clarifican los significados de los enunciados científicos. En suma: por 'ciencia' entiendo una empresa humana compleja que, por medio de métodos fidedignos, se aplica a la ob­tención de cuerpos de conocimientos formulados." E. Nagel. 5.c. "Ese creciente cuerpo de ideas llamado 'ciencia' que puede caracteri­zarse como conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por con­siguiente falible." M. Bunge. 5.d. "La función de la ciencia es en pane teórica —explicación— y en pane práctica —predicción y aplicación técnica— (...), ambas funciones son, en cieña medida, dos aspeaos distintos de una y de la misma actividad" K. Popper. 5.e. "La ciencia... es en primer lugar conocimiento (...) conocimiento que busca leyes generales (...). Gradualmente... el aspecto de la ciencia como co­nocimiento es desplazado a segundo término por el aspecto de la ciencia co­mo poder manipulador. Por conferirnos la ciencia este poder manipulador es por lo que tiene más imponanaa social que el arte. La ciencia como persecu­ción de la verdad es igual pero no superior al ane. La ciencia como técnica, aunque pueda tener poco valor intrínseco, posee una importancia práctica a la que no puede aspirar el ane." B. Kussell.

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10. LA CLASIFICACIÓN DE LAS CIENCIAS La caracterización general de la ciencia brinda una visión unitaria de las

distintas disciplinas consideradas científicas. Pero éstas se diferencian por los aspectos y ámbitos estudiados como por las metodologías utilizadas. Tales diferencias no impiden agrupar a las ciencias por sus rasgos comunes.

Toda clasificación supone criterios. Cuando se trata de clasificar a las ciencias, se suele considerar como criterios de clasificación el objeto de estu­dio y los métodos.

Se denomina objeto de estudio al sector o ámbito de la realidad estu­diada (v. gr. la biología investiga los seres vivos; mientras que la astronomía se ocupa del movimiento de los cuerpos celestes), asi como a la perspectiva o punto de vista que interesa en la investigación. La historia, la psicología, la biología humana y la antropología se dedican al hombre (objeto), peio se dirigen a aspectos diferentes (objeto de estudio).

Los métodos pueden considerarse en dos sentidos: por un lado, como procedimientos para el logro de conocimientos (para •'descubrir" o •'formu­lar'1 teorías) y, por otro, como las formas de justificación de la verdad de las proposiciones científicas. Las nociones de "contexto de descubrimiento" y "contexto de justificación" se relacionan respectivamente a esos dos sentidos en que puede hablarse de métodos. £1 primer contexto comprende elementos subjetivos y situacionales, que operan cuando un investigador busca formu­lar su teoría. Actualmente algunos epistemólogos tienden a separar tajante­mente ambos contextos y a desentenderse del de descubrimiento, piensan que su análisis pertenece a una psicología del conocimiento. £1 contexto de justifica­ción es lo importante, para estos epistemólogos, si se pretende deslindar lo científico de lo que no lo es (o, lo que es lo mismo, brindar "criterios de de­marcación") y comprender la validez de los conocimientos de las ciencias. Se entiende asi que para la clasificación de las distintas disciplinas se tomen hoy en cuenta los métodos para justificar la verdad de las proposiciones cien­tíficas.

Otros criterios para la clasificación atienden a la especie de enunciados que formulan las ciencias y el tipo de verdad de los mismos. Recordemos (ver en el apartado anterior) que hay proposiciones que informan sobre la rea­lidad (sintéticas o contingentes) mientras que otras nada dicen de la realidad (analíticas o tautológicas). Mientras a las primeras les corresponde una verdad contingente o fácuea, en el caso de las segundas su verdad es necesaria o for­mal.

Las ciencias se dividen en formales y fácueas (del latín "foctum": hecho).

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La matemática y ia lógica son ciencias formales. Su objeto de estudio no existe en la realidad espacio-temporal. Los números y las figuras geo­métricas son meras ideas o pensamientos, pero pueden ser aplicados a la rea­lidad empírica. Desde otra perspectiva puede decirse que los signos del len­guaje matemático y lógico no refieren a una realidad extralingüística. Son lenguajes formales, puesto que utilizan signos vacíos de contenido (de signifi­cación). Esta característica permite comprender la "aplicación" de la ge­ometría a la realidad, por ej: esos signos vacíos pueden hacerse corresponder con determinadas entidades empíricas, adquiriendo así significado. El cálcu­lo del volumen de un pozo realizado en la tierra, se puede efectuar si se hace corresponder a cada elemento de la fórmula geométrica del volumen de un cuerpo, un elemento del pozo, obteniéndose como resultado el volumen del. pozo. Este proceso se denomina "interpretación ". El objeto de estudio de las ciencias formales, podría decirse, son signos vacíos que pueden ser interpre­tados.

Los enunciados de estas ciencias son proposiciones analíticas o tautológi­cas. Son relaciones entre signos, entre signos vacíos interpretables. Los méto­dos de justificación son lógicos. La demostración de un teorema es un ejemplo claro de cómo las verdades matemáticas se demuestran mediante un encadenamiento deductivo, el cual permite inferir de los datos conocidos (hi­pótesis) la proposición demostrada (tesis). La demostración es un método que permite conclusiones necesarias y definitivas (por lo menos —como vere­mos luego— dentro del sistema en que se logra la demostración). La verdad de las ciencias formales es necesaria y formal.

Las ciencias fácticas informan acerca de una realidad extralingüística. El objeto de estudio es la realidad empírica, los hechos. Sus enunciados re­fieren a esos hechos; son proposiciones sintéticas. El método fundamental es la verificación, la confrontación con la realidad. Aunque también se utilizan méto­dos lógicos que garantizan la consistencia de las teorías, esto es, la coherencia entre las proposiciones que conforman la teoría científica. La verdad de estas ciencias es fáctica, puesto que depende de los hechos. Es provisoria, puesto que nuevas investigaciones pueden presentar elementos para su refutación.

La física y la química son los ejemplos más claros de cómo en las ciencias fácticas se opera con interpretaciones de la matemática. Esta disciplina y también la lógica son concebidas actualmente como ciencias instrumentales, es decir contribuyen a la formulación de teorías explicativas de la realidad con alta precisión y exactitud, al mismo tiempo que aseguran inferencias y cálculos ya probados y fundamentados formalmente. Por otra parte, se ha considerado como un ideal de toda ciencia la utilización del instrumental Dro-visto por la matemática. Pero tal ideal encuentra dificultades de aplicación en muchas de las ciencias fácticas (v. gr. la geografía, pero más aún en la psico­logía, la sociología, etc.). Para algunos epistemólogos esta dificultad señala que las disciplinas que se encuentran en esa situación no han llegado aún a constituirse totalmente como ciencias. Para otros, esta exigencia de matema-tización no es aplicable a todos los ámbitos de estudio; o por lo menos debe restringirse esa exigencia a aspectos o partes de una teoría. En el fondo, está en discusión si hay una unidad metodológica para todas las ciencias fácticas o, por el contrarío, si es necesario efectuar distinciones que llevarían a subdi­visiones de este tipo de ciencia.

s En conexión con la discusión que se acaba de mencionar, dentro de las ciencias fácticas se distinguen las ciencias naturales y las ciencias sociales, hu­manas, culturales o espirituales. (La elección de uno u otro nombre propone ya una concepción del hombre). La distinción tiene en cuenta peculiari­dades de los objetos de estudio de cada uno de estos dos tipos de ciencias. Las primeras se preocupan por la naturaleza; las segundas, por el ámbito de lo humano. El hombre es un ser natural, pero su mundo ya no es natural JLa nar turaleza se desenvuelve en procesos independientes de la voluntad humana; en cambio, el mundo del hombre es construido por él mismo. La naturaleza está gobernada por la necesidad. Si el hombre logra dominar los procesos'na-turales es porque conoce las leyes que regulan la realidad. Tales leyes permi-ten-explicar el estado actual por las condiciones del pasado inmediato y pre­decir, por el estado actual, el futuro más o menos cercano. El ámbito huma­no ya no pertenece al Reino de ia Naturaleza, sino al Reino de la Libertad.

Entender al hombre como un ser libre supone quesus conductas.y pro­ductos no pueden explicarse por mecanismos naturales físicos y biológicos. En su ámbito, el estado anterior no determina la situación presente, sino que ésta se manifiesta como algo nuevo. Es decir, su mundo se caracteriza por la creatividad. Además el hombre otorga sentido a sus acciones y sus productos. Ese sentido es inexplicable, en sus cambios históricos, partiendo solamente de la naturaleza.

Hay distintas interpretaciones. Para unos, las ciencias denominadas so­ciales no han llegado aún al desenvolvimiento necesario para poder explicar, como en las naturales, toda la actividad humana, por medio de leyes tan ne­cesarias como las de ia naturaleza. Si se llegara a esa etapa, ya no podrían plantearse diferencias entre uno y otro tipo de ciencia. Para otros, todo se explica biológicamente. La estructura cerebral del hombre posee una comple­jidad que le permite tener varias alternativas de respuesta. Este espectro amplio- de respuestas cerebrales explica lo que se ha denominado libertad.

Hay quienes sostienen que no existe avance científico capaz de explicar la conducta humana, ni el sistema cerebral puede dar cuenta de las vicisitudes que el hombre debe enfrentar en las elecciones que ineludiblemente se le presentan en su vida. Más aun, si pudiera comprenderse física y biológica­mente la vida humana, tal comprensión no agotaría la problemática del hombre en todas sus manifestaciones (históricas, políticas, culturales, so­ciales, religiosas y personales).

Cada una de estas posiciones maneja presupuestos distintos. Las dos primeras posiciones mencionadas suponen un único método, el de las ciencias naturales, válido para la explicación de todo objeto de estudio. La tercera re­marca las diferencias entre lo humano y lo natural, porque entienden que la metodología debe adaptarse al objeto de estudio y no a la inversa. Defienden el principio aristotélico llamado "principio de la claridad objetiva": "Es pro­pio del hombre instruido buscar la exactitud en cada género de conocimientos en la medida en que la admite la naturaleza del asunto" (Aristóteles. Etica Nicomaquea. I, 3, 1094, b , 20-5). Cada ámbito de objetos requiere, de acuer­do con sus peculiaridades, adecuadas exigencias metódicas de cientificidad.

En el capitulo II se desarrollarán las características y método de las cien­cias formales. En el III, se tratarán los problemas metodológicos de funda-mentación en las ciencias naturales. En el IV, volveremos a discutir la proble-

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mática de las ciencias sociales. Sobre el tema de la ODJetividad científica, en relación a lo expuesto en el primer apartado de este capitulo, se reflexionará en el V.

1. —Complete el siguiente cuadro sintéticamente:

CIENCIAS FORMALES CIENCIAS FÁCTICAS OBJETO DE ESTUDIO TIPO DE ENUNCIADO MÉTODOS TIPO DE VERDAD SUBDIVISIONES EJEMPLOS DE CIENCIAS DE CADA TIPO

•>

2. —¿En qué se diferencian la naturaleza y el ámbito de lo humano

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I V . L A S C I E N C I A S S O C I A L E S

1. EL OBJETO DE ESTUDIO DE LAS CIENCIAS SOCIALES El prestigio, merecidamente ganado de las ciencias naturales, particular­

mente de la física, ha logrado que su método sea exaltado como 44el método de la ciencia". En cambio, respecto de las ciencias sociales o humanas no existe unanimidad, no sólo en cuanto al método, sino tampoco en cuanto a su rango de ciencia. Aunque la controversia sobre las ciencias sociales es multi-facética, podemos agrupar tres posiciones divergentes ante el problema de las ciencias humanas:

1. Se las niega como ciencia. 2. Se las acepta como ciencia, pero se les exige que adecúen su método al

de las ciencias naturales. 3. Se las acepta como ciencia teniendo en cuenta su problemática especi­

fica o no se entra en la discusión. Las dos primeras posiciones parten de premisas similares en cuanto a su

valoración de las ciencias sociales, porque tienen como modelo de actividad el método experimental de las ciencias naturales. Estas brindan coherencia ló­gica y contrastación con la experiencia. Satisfacen con eficacia las instancias de explicar y predecir, propias de la ciencia. Estos requisitos no son cumpli­dos con exactitud por las ciencias sociales.

La decisión de negar categoría científica a las ciencias sociales proviene del ideal, heredado del positivismo decimonónico, de la unificación del cono­cimiento. Las ciencias naturales son el ámbito apropiado para quienes susten­tan que sólo se conoce cuando se unifica lo formal y la experiencia. Este mo­delo proviene de la físico-matemática, entronizada en nuestra cultura desde el siglo xvii. No parece posible conciliar las exigencias de las ciencias naturales, con lo que se le puede exigir a las ciencias sociales. En vista de esto, se consi­dera que, si no se cumplen los requerimientos de las primeras, no hay ciencia; en consecuencia sólo hay ciencias formales y naturales".

Aquellos que reclaman que se adecué el método de las ciencias sociales al de las naturales, consideran que este último es el verdaderamente válido. Pe­ro no se atreven a negar una realidad de nuestra época: las ciencias sociales existen. En atención a esto, se les otorgará un lugar en ia ciencia, siempre y cuando se avengan al mandato del modelo. En el apartado siguiente se de­sarrollará brevemente esta postura epistemológica.

Dentro de lo que hemos clasificado como una tercera posición, existen

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variedad de planteos: desde otorgar obstinadamente el rango de ciencia a las disciplinas sociales, hasta despreocuparse del tema y aceptar la posibilidad de que no sean ciencia. Por ejemplo, Lacan dice que el psicoanálisis es una práctica.

No hay duda de que aquello a lo que llamamos ciencias sociales ha alcan­zado logros. Se siguen desarrollando, independientemente de otorgarles o no jerarquía científica. Las conquistas o los fracasos obtenidos en el campo del saber no se deben a la voluntad de los epistemólogos. Estos reflexionan sobre la ciencia, ponen a prueba su metodología y aclaran conceptos. Pero los hechos se imponen. Las ciencias sociales existen. Abordaremos la tarea de tratar de entender su inserción en el conocimiento científico.

Las ciencias sociales no son exactas, pero son rigurosas. La metodología es fundamental. Es poco probable que todas las ciencias sociales pudieran agruparse bajo un mismo método (hay quienes piensan que sí). Pero lo que parece claro es que todas comparten un mismo objeto de estudio.

Las ciencias sociales son llamadas también humanas, del espíritu, de la cultura o del hombre. Comprenden la historia, la psicología, la antropología, la sociología, la economía, la lingüística, la criminología y todas aquellas dis­ciplinas científicas que delimitan su campo de estudio en torno al hombre; no al hombre como ser biológico, sino como individuo poseedor de libertad de lenguaje, de cultura. - El hombre es un ser que puede tomar decisiones dentro de los condi­cionamientos y de las circunstancias individuales y sociales. Hay sociólogos gue se oponen a que se lo defina al hombre como poseedor de libertad. De­fienden su postura diciendo, por ejemplo, que los obreros explotados o las familias que viven en villas de emergencia, no pueden salir de esa condición, no son libres para modificar su realidad. Sin embargo, nadie puede asegurar que esas personas decidan seguir como están, o promover movimientos de fuerza, o tratar de cambiar su condición delinquiendo, o enrolarse en un mo­vimiento revolucionario, o suicidarse, o tomar resoluciones que ni siquiera imaginamos. Mientras un físico puede predecir con certeza cómo se compor­tarán determinados metales que están expuestos al calor, un sociólogo no cuenta con la misma capacidad de predicción cuando estudia una situación social. Los fenómenos físicos no tienen creatividad, no disponen de volun­tad, responden a las leyes de la naturaleza. Por el contrario, los hombres cre­an, eligen. Su espíritu no está regido por las leyes de la naturaleza.

El objeto de estudio de las ciencias sociales, el hombre, no está rígida­mente determinado como lo están los objetos de estudio de las demás cien­cias. Sabemos con seguridad cómo se comportará la piedra que dejamos caer en el vacío. No sabemos con la misma seguridad cómo se comportará un hombre ante una situación conflictiva. Se pueden establecer legalidades res­pecto de las conductas de los hombres, de las sociedades, de las culturas. Pe­ro nunca tienen la inílexibilidad de las leyes naturales.

Además, el hombre tiene lenguaje. Manifiesta lo que quiere, y a veces, lo que no quiere. El lenguaje le brinda al hombre una peculiaridad indiscutible en relación con otros objetos científicos. Esta característica del ser humano, el lenguaje, forma parte del núcleo de interés de la ciencia social y su investi­gación crea dificultades y otorga beneficios. Para las ciencias sociales puede ser una complicación la ambigüedad de la palabra estudiada. La palabra 158

puede manifestar verdad, pero también puede ocultar, o mentir. Se complica aún más el panorama, en cuanto lo veraz o lo falaz puede ser consciente o in­consciente. Pero tiene también su beneficio. La palabra emitida por el ser que se estudia puede arrojar luz sobre las teorías. Puede servir de fuente de infor­mación. Puede utilizarse para contrastar hipótesis en psicología, sociología, antropología, etc. Puede ayudar a refutar o a verificar. La palabra no sólo es factible de ser analizada en lo que dice —informante en antropología— sino también en lo que oculta —interpretación en psicoanálisis.

La característica del lenguaje es privativa del objeto de estudio de las ciencias sociales. Sólo el hombre es capaz de expresarse en un lenguaje simbó­lico. Esto es algo totalmente ajeno a los problemas de un científico de la natu­raleza. Cuando un físico dice que la piedra cayó atraída por la ley de la grave­dad, la piedra calla, casi podríamos decir: otorga. Cuando un economista di­ce que la inflación es un "proo4ema psicológico", los pobladores afectados pueden discutir la aseveración deT economista.

Marcamos la libertad, el lenguaje y la cultura, como las principales ca­racterísticas que diferencian al hombre de los demás objetos de estudio de las ciencias. En cuanto a la última característica, la cultura, está constituida por las creaciones humanas. Desde este punto de vista, el objeto de estudio posee la misma índole que quien lo estudia. El hombre es el único ser que crea sím­bolos. Esto hizo posible el lenguaje, el mito, la religión, el arte, la ciencia. Quien crea símbolos, quien inventa la cultura es también quien la estudia. No se trata de estudiar a un ser natural que no es artífice de sí mismo. Se trata de estudiar a un ser cultural que va constituyendo sus condiciones de vida: in­venta costumbres, mantiene tradiciones, implanta normas y leyes, trabaja. Todo ese bagaje va siendo modificado, alterado y recreado en la historia. Y va generando regularidades.

El compromiso del científico social, por ser parte de lo que estudia, tiene un aspecto positivo y otro negativo. El primero se vincula a su posibilidad de comprensión de los fenómenos humanos. El negativo se presenta por la falta de distancia entre él y su objeto.

Concebirel conocimiento como una relación entre sujeto y objeto fue de gran ayuda para las ciencias naturales. El sujeto científico aprehende las ca­racterísticas del objeto físico. Sujeto y objeto están enfrentados. Tal enfren-tamiento posibilita la distancia entre ambos, necesaria para la objetividad, en

} el sentido en que ésta es entendida en las ciencias naturales. Cuando el objeto jj es otro hombre la relación no es tan diferenciada y transparente. Aun cuando

el científico pretenda ser imparcial y se proponga objetividad, su manera de entender la sociedad, su* formación y su ideología condicionarán su capaci­dad de análisis. Si, en general, la objetividad científica es discutible resulta mucho más problemática en ciencias sociales. Lo discutible de la objetividad en ciencias sociales puede llegar a ser un rasgo positivo. Borrar el rígido es­quema sujeto-objeto puede facilitar el acceso al objeto. Las ciencias sociales

t pueden abordar sus problemas por medio de la comprensión de (empatia psi­cológica con) su objeto de estudio. Se ha defendido la comprensión como mé­todo de las ciencias sociales. En el apartado siguiente veremos una crítica a esta posición. '

Desde otra perspectiva, las dificultades epistemológicas con las ciencias ,„.̂ socialesjse origina en la juventud de estas ciencias; excepto la historia, las de-

w)fóeopiA0ORA , 159 E. M C. E.

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• J

más ciencias sociales comienzan a surgir como tales a partir del siglo pasado. Cuando se expuso el tema de la verdad (cap. 1, apartado 6) vimos las condi­ciones históricas que posibilitaron el advenimiento de nuevos dominios de sa­ber. Las prácticas sociales (acumulación de mercadería y capital, grupos de control, instituciones de encierro), constituyeron el examen como modo de acceso a la verdad. Generaron un nuevo tipo de ciencias: las sociales. Es decir que el hombre, como objeto de estudio de la ciencia, nació hace poco tiempo. Los fenómenos Físicos comen ra ron a ser estudiados racionalmente por los Jonios (siglo vil a .C ) , quienes comienzan a abandonar las explicaciones mitico-reiigiosas. Se trata de explicar la naturaleza por causas físicas y no por el accionar de agentes divinos, se prepara el terreno para lo científico. El ob­jeto de estudio de las ciencias naturales comienza a dibujarse hace 2500 años. El de las ciencias sociales no llega a 200 anos.

El hombre fue investigado por la filosofía desde la antigüedad, pero la filosofía no es ciencia; en ciencia, el hombre está aún por determinarse como objeto de estudio. Hoy, todos ios físicos se pondrían de acuerdo para definir qué es el agua. No todos los científicos sociales tendrían una respuesta univo­ca ante la pregunta 4 ¿qué es el hombre?%

Como objeto de estudio científico lo humano no está cabalmente con­formado. Hay que pensarlo. Hay que terminar de constituirlo. Las ciencias sociales tienen la frescura de la juventud y la inmadurez propia de ella. ¿Por 3ué han de competir con las ciencias naturales?,mejor dicho,¿tiene sentido competir? Entendemos que no pueden ni deben competir porque otra es su emática, otros, por ende, sus métodos. Sus objetivos de estudio son distin-

!OS. Ni más altos, ni más bajos, simplemente diferentes. Tanto unas como otras comparten hoy el campo del saber. Esa vecindad no tiene por qué exigir uniformidad metodológica.

La concepción que se acaba de exponer es una postura no-reduccionista. Se denomina 4'reduccionistas*' a las posiciones que exigen un solo método de estudio, cualquiera sea la característica del objeto investigado. En consecuen­cia, lo expuesto defiende una metodología que varíe de acuerdo con el tipo de objeto y con las circunstancias en que se lo estudie.

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V. LA OBJETIVIDAD CIENTÍFICA i . OBJETIVIDAD

'Objetivo' es lo relativo ai objeto y no a nuestro modo de conocerlo. Es independiente del sujeto que conoce. Está exento de todo aquello que llama­mos subjetividad, como las emociones, pasiones, voliciones, fantasías o de­seos. Lo objetivo tiene validez completa, en el sentido de que si algo es realmen­te objetivo es reconocido umversalmente (intersubjetivamente). Por ejemplo la proposición * 'El agua es un cuerpo formado por la combinación de un vo­lumen de oxigeno y dos de hidrógeno" es una pro'posición objetiva. Su vali­dez proviene de que puede ser contrasuda por cualquier sujeto. Dada una proposición, una hipótesis o una teoría, cualquier persona que disponga de los conocimientos,-métodos y técnicas necesarias puede ponerla a prueba.

La objetividad científica radica en que sus teorías son factibles de ser corroboradas en la experiencia y contrastadas intersubjetivamente. El cono­cimiento objetivo, propio de ia ciencia, es considerado como algo que se enfrenta a los sujetos, como si estuviera fuera de las mentes de los investiga­dores y se les impusiera por el peso de su verdad. En la objetividad no cuen­tan las creencias, los supuestos, todo lo que hace a la subjetividad del científi­co, sino aquello que está fuera del individuo y puede ser transmitido, comuni­cado, verificado. La historia de la ciencia registra hechos que avalan la no­ción de objetividad. En 1840, varios investigadores simultáneos enunciaron en forma independiente la ley de la conservación de la energía. Newton y Leib-niz desarrollaron el cálculo infinitesimal casi al mismo tiempo, sin estar co­municados entre si. Los investigadores Monod y Jacob, en Francia, y la bióloga Barbara Me Clintock, en EE.UU., siguiendo diferentes métodos, lle­garon a conclusiones similares sobre el AUN (ácido desoxirríbonucleico).

La estructura objetiva de las teorías científicas permite que éstas se inde­pendicen de quien las concibió. Se puede dar el caso de que se obtengan conclusiones contrarias a las enunciadas o totalmente inesperadas respecto de lo que pensaba su creador. Maxwell defendía la tesis de que hay que explicar el mundo físico como un sistema material gobernado por las leyes de New­ton. Paradojaúnente su teoría fue el primer paso hacia la aniquilación de esa tesis. Otra consecuencia de su teoría electromagnética fue el acceso de la cien­cia a un nuevo tipo de fenómenos: las ondas de radio que se generan por osci­lación de fuentes eléctricas. Sin embargo, Maxwell murió sin saberlo.

No todas las ciencias disponen del mismo grado de objetividad. Las cien7 cias formales, al trabajar con un lenguaje que no necesita correlato con la ex-

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periencia, disponen de condiciones óptimas de objetividad. Expiicitan las verdades deducibles de los axiomas propuestos. Esto permite analizar su consistencia y su coherencia.

En las ciencias fácticas, que pretenden dar cuenta de la realidad, no bas­ta la coherencia y consistencia. Se debe recurrir a la experiencia. A la física, por su desarrollo y eficacia, se la considera modelo de objetividad. En cam­bio, para las ciencias sociales no existe urianimidad en cuanto a la objetividad de sus teorías.

La concepción acerca de la objetividad cientifica establece un conjunto de características propias de la objetividad, a pesar de las diferencias que se registran en las distintas ciencias. Tales características son:

a. Conjunto de objetos estudiados. b. Lenguaje compartido. c. Metodologías rigurosas. d. Sujetos que enuncian teorías y las someten a control (comunidad científica).

a. El conjunto de objetos estudiados constituye el ámbito de investiga­ción propia de una disciplina. Está compuesto por los datos exteriores al suje­to de conocimiento. Desde una simple propositen hasta una teoría compleja toman características independientes de quien las enuncia. Se refieren a si­tuaciones que nada tienen que ver con la subjetividad del investigador.

b. El lenguaje científico está compuesto por términos unívocos. No hay posibilidad de confundir significados. No es posible la ambigüedad. Se hacen más exactas las reglas sintácticas, semánticas y pragmáticas. Mientras que el discurso cotidiano o artístico se presta a variadas interpretaciones, el discurso científico determina la comprensión y extensión de sus términos y la estructu­ración correcta de sus proposiciones. Los científicos acuerdan los limites del discurso científico en su lenguaje compartido.

c. La metodología rigurosa es propia de la ciencia. Requiere coherencia y consistencia lógica en su faz puramente teórica y adecuación con los hechos en su faz experimental. El método (del griego methodo: camino para llegar a un resultado) es un medio establecido según el cual, siguiendo ciertas instan cias, se obtienen los objetivos buscados. El método en ciencia no puede sei aleatorio. Se establece de antemano y se cumple con prolijidad.

d. Los sujetos que enuncian teorías y las someten a control forman parte de la comunidad científica. Esta es una sociedad disciplinada, cuyos miembros están capacitados para desempeñarse en ella. Crea teorías y las so­mete a critica intersubjetiva. La comunidad científica es una garantía de ob­jetividad. Aprueba o rechaza según el poder explicativo de las teorías.

Haremos algunas objeciones a esta concepción. Respecto a la indepen­dencia entre el científico y el conjunto de objetos estudiados, puede haber acuerdo en cuanto al ámbito investigado y no en cuanto a la interpretación que de ese ámbito se efectúa. Pero también es posible que no haya acuerdo,

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ni siquiera respecto del campo de estudio. Las teorías y las técnicas aplicadas estructuran al objeto investigado y los resultados de la investigación. La luz concebida como ondas en una teoría y como corpúsculos en otra, muestra que las teorías delimitan objetos de estudio diferente ante un mismo fenóme­no. En biología,antes de la teoría de la evolución, se aceptaba una concepción teleológica (del griego telos: fin). En base a esta concepción se estudiaba las finalidades en la naturaleza; en cambio, para los evolucionistas, se trata de descubrir los factores que determinan la supervivencia del más apto. La psi­cología conductista define un ámbito de estudio distinto del psicoanálisis. La tarea científica se organiza bajo la dirección de teorías que establecen qué se estudia y cómo se lo hace. De esta manera incluso, cada ciencia particular queda definida como tal. Sin embargo, la historia de la ciencia manifiesta que no siempre hay acuerdo acerca del objeto de estudio.

Otra dificultad para el concepto de objetividad surge con las teorías contrarias entre si y coexistentes. ¿Con qué patrón de medida se resuelve cuál es la teoría válida? ¿Quién aplica ese patrón? ¿Existe un tribunal ecuánime? Algunos epistemólogos pretenden que existe el patrón y el tribunal y que fi­nalmente triunfan las teorías "mejores". Pero esto deja sin explicar un hecho: en el desarrollo de la ciencia hay muchos ejemplos de coexistencia de teorías rivales. En la medicina científica se registran distintas teorías para la solución de un mismo problema. En el siglo XVIII se sostenían tres posi­ciones divergentes sobre la electricidad. La teoría electromagnética de Max­well sirvió de base para interpretaciones diferentes. Con el paso del tiempo, a ve­ces, llegan a triunfar unas teorías sobre otras. Pero que hayan tenido vigencia al mismo tiempo da la pauta de que existen elementos distorsionadores respecto de la objetividad. Quienes la defienden responsabilizan a los factores subjeti­vos. Ahora bien, la objetividad depende de la intersubjetividad. Esta se supone ajena a toda subjetividad. Empero la comunidad científica existe en este mundo. Luego, ¿puede ser independiente de la voluntad de verdad de la épo­ca?, ¿puede tener autonomía frente a las fuerzas políticas, económicas e ide­ológicas?, ¿es inmune al azar? ¿Las decisiones de la comunidad científica pa­ra aceptar o rechazar una teoría responden exclusivamente a criterios teóri­cos?

Las objeciones a la primera característica defendida por la tesis objeti-vista pueden resumirse así:

~ " S 1. Puede que no haya acuerdo en cuanto al objeto estudiado. Este es * constituido por las teorías y técnicas. ( 2. Hay distintas interpretaciones sobre un mismo objeto de estudio. \ 3. No existe un juez totalmente ecuánime e imparcial para decidir entre ¡

£5 I teorías rivales. I 4. De hecho hay teorías vigentes que definen el objeto de estudio de una ; ciencia particular en determinado momento, pero su vigencia sería ar­

bitraria, puesto que —por la crítica 3— no hay pautas para decidir entre teorías rivales, ni tribunal para aplicar tales pautas.

P Las criticas al segundo aspecto de la concepción sobre objetividad se vin-

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culan a las recién efectuadas. El lenguaje compartido hace factible ia inter-subjetividad. La univocidad de los términos y las reglas para la construcción de proposiciones con sentido posibilitan la comprensión uniforme de ios enun­ciados científicos. La. delimitación semántica de los términos, y en especial de los términos teóricos, depende de las teorías vigentes en cada ciencia. En con­secuencia la teoría constituye al objeto de estudio y también al lenguaje cien­tífico. De esta manera, vale para esta característica lo expuesto sobre la ante­rior.

Otra nota de la. objetividad científica es la metodología rigurosa. Sin em­bargo, el científico se encuentra con un conjunto de métodos de los cuales puede disponer para formular nuevas teorías. Galileo adapta los métodos a las circunstancias. Einstein decía de sí mismo que era un "diletante" en cuan­to a los métodos a utilizar. Los métodos son un problema a posteriorí; no porque los científicos no los utilicen sino porque en el impulso creativo hay que ir adaptando los métodos a los emergentes. Hay epistemólogos que pos­tulan ia unicidad del método científico, pero esto no se da en la realidad de la in­vestigación. El método es un medio, y no todos los objetos de estudio requieren el mismo medio para acceder a ellos. No se lo puede acusar a Freud de falta de rigor en la enunciación de sus teorías, porque sus métodos fueran totalmente originales comparándolos con los utilizados hasta ese momento en psicolo­gía. El método debe ser riguroso mientras no signifique "atarse" a un proce­dimiento rígido. El creador fecundo va acomodando los métodos según su in­ventiva. Los epistemólogos estudian luego esos métodos, los discuten, pueden intentar precisarlos. En la medida en que el método surge del sujeto, no otorga por si mismo objetividad.

Esta crítica puede contrarrestarse en función de la diferenciación entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación. Al primer con­texto nos acabamos de referir. Pero este contexto no es el que preocupa a los teóricos de la ciencia. Ellos, en general, les dan importancia a los mé­todos de justificación, que corresponden al segundo contexto y son los que dan objetividad. Sin embargo, el análisis de las propuestas de la metodología de la ciencia, efectuado en el capitulo III, muestra que tampoco los métodos de justificación garantizan la validez de las teorías ni, por ende, su objetivi­dad.

La cuarta característica de la objetividad se refiere a los sujetos que enuncian teorías y las someten a control. Es la comunidad científica, la cual opera conforme a la metodología científica. Las objeciones ya planteadas conducen a cuestionar esta última característica. ¿La comunidad científica actúa independientemente de las otras comunidades sociales en la aceptación y control de teorías? Puede relacionarse el tema con lo visto en el capítulo III acerca de los "juicios de valor".

Haremos ahora una referencia a la tecnología para marcar su vincula­ción con la objetividad científica. Una de las consecuencias del supuesto rigor objetivo de la ciencia es la eficacia tecnológica. Encontramos en Galileo un an­tecedente muy importante de la objetividad científica, pero él aún no la llevó a cabo con la rigurosidad que hoy se pretende para la ciencia. Husserl (1859-1938) refiriéndose a Galileo dice que fue un genio descubridor y encubridor. descubrió la posibilidad de matematizar la naturaleza entera, de hacer más

objetivos los enunciados científicos. Encubrió, sin darse cuenta, el desenca­denamiento de la técnica, ai hacer más exactas las aplicaciones científicas por medio dé la maternatización de la naturaleza. En la medida en que la ciencia se despoja del subjetivismo se puede aplicar con más eficacia. La ciencia apli­cada, la tecnología, se potenáaJÜza en la frialdad de la máquina. La búsqueda de un conc>cimiento con un máximo de objetividad no parece independiente del éxito de la tecnología. Por un lado, ésta requiere teorías científicas que describan las relaciones entre los fenómenos, por otro lado, la necesidad de la tecnología revierte sobre la ciencia para incentivar su intento de dar cuenta de los hechos. El logro de la objetividad es una exigencia no sólo en el nivel teó­rico, sino también en el nivel práctico. La retroalimentación mutua entre ciencia y tecnología tiene un aspecto especial en las posibilidades de control teórico que brinda la segunda a la primera (ver cap. I, apartado 2). La tecno­logía es eficaz en función de los conocimientos científicos que implementa. Pero lo es, principalmente, porque permite operar en la realidad conforme a objetivos extracientífieos, es decir, que se conforma y desarrolla también en relación directa con la estructura social que la solventa y la aprovecha.

La exactitud de las aplicaciones de una ciencia objetiva hace que la tec­nología pueda, en alguftaonedida, independizarse de quien le dio origen. Un técnico bien adiestrado puede hacer combinaciones que le permitan nuevos logros, aunque ignore total o parcialmente el fundamento teórico de lo que realiza. Así como las ciencias se independizaron de la filosofía y ya no refle­xionan sobre si mismas, la tecnología comienza a desprenderse de la ciencia y se desentiende de los fundamentos de las concepciones científicas y de la reflexión sobre sí misma.