Dick Philip K - CC4 Los Dias de Perky Pat

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CUENTOS COMPLETOS 4

LOS DAS DE PERKY PAT

Philip K. Dick

Philip K. DickTtulo original: The collected stories of Philip K. Dick, vol 4: The Days of Perky Pat 1987 by The Estate of Philip K. Dick 2003 Adicktos Traduccin: Ver agradecimientos y crditos Edicin digital de los relatos: Ver agradecimientos y crditos Edicin digital y compaginacin: Sadrac Revisin: Ren & Stimpy R8 04/03 LC

NDICE Nota del editor digital Introduccin, por James Tiptree Jr. Automacin, Autofac 1965 Servicio de reparaciones, Service Call 1965 El cliente perfecto, Captive Market 1974 El modelo de Yancy, The Mold of Yancy 1955 El informe de la minora, The Minority Report 1956 Mecanismo de recuperacin, Recall Mechanism 1964 La M no reconstruida, The Unreconstructed M 1987 Nosotros los exploradores, Explorers We 1959 Juego de guerra, War Game 1959 Si no existiera Benny Cemoli..., If There Were no Benny Cemoli 1963 Acto de novedades, Novelty Act 1964 La araa acutica, Waterspider 1964 Lo que dicen los muertos, What the Dead Men Say 1964 Orfeo con pies de arcilla, Orpheus with Clay Feet 1964 Los das de preciosa Pat, The Days of Perky Pat 1953 Cargo de suplente mximo, Top Stand-By Job 1963 Que haremos con Ragland Park, What'll We Do with Ragland Park? 1964 Oh, ser un Blobel!, Oh, To Be a Blobel! 1964 Notas Agradecimientos y crditos

NOTA DEL EDITOR DIGITAL Los cinco tomos que constituyen los Cuentos completos de Philip K. Dick fueron publicados por primera vez en Estados Unidos en 1987, cinco aos despus de la muerte de su autor. Aunque agruparon la totalidad de relatos cortos, se omitieron algunos cuentos largos o novelas cortas que posteriormente fueron empleados como soporte para la produccin de sendas novelas, tcnica a la que el escritor recurri en varias ocasiones. El lanzamiento de los Cuentos completos fue un rotundo xito, habindose conocido hasta la fecha al menos tres reediciones en idioma ingls. Al ao siguiente, la editorial Martnez Roca compr los derechos para editar estos escritos en lengua espaola, y as ven la luz los primeros tres volmenes: Aqu yace el wub (1989), La segunda variedad (1991) y El padre-cosa (1992). Pero los anhelados volmenes cuarto y quinto, previstos para 1993 y 1994 respectivamente, jams fueron publicados. Pero fue entonces cuando la casa editora atraves dificultades econmicas que derivaron en su desaparicin. As, los numerosos lectores de Dick se vieron impedidos de deleitarse con el resto de sus relatos. Inexplicablemente, ninguna otra editorial tom la posta dejada por Martnez Roca. Y puntualizo inexplicablemente porque, a juicio personal, considero que sera un verdadero xito de ventas, al igual que la traduccin y publicacin de las trece novelas que siguen inditas en nuestro idioma, ms an en un momento en que la obra de Dick cada vez es ms leda y valorizada, al tiempo que es motivo de estudios, tesis y monografas. Esta situacin no se modific; as transcurrieron diez aos, hasta que un impaciente grupo de amantes de la obra de Dick decidi intentar llevar a cabo la edicin (en formato digital) de los dos volmenes faltantes. La palabra que sintetiza esta obra es cooperacin. Apenas la idea fue propuesta en Internet, innumerables seguidores de Dick se ofrecieron para colaborar en el proyecto. El primer paso fue digitalizar los cuentos publicados en espaol en diferentes antologas; luego se dispuso de los tomos faltantes digitalizados en ingls: varios traductores comenzaron a volcarlos a nuestro idioma esta edicin digital tiene el privilegio de ofrecer ocho relatos del maestro, inditos en habla hispana; despus fue el turno de los correctores de estilo, y hasta de los diseadores que crearon las portadas, quienes se valieron de imgenes de publicaciones americanas, con las que lograron un montaje similar a las ediciones nonatas de Martnez Roca. Este trabajo slo fue posible por estos esfuerzos desinteresados. Aunque ms bien debera decir interesados: interesados en dar a conocer la obra de Dick, en que sta pueda ser disfrutada por todos, esperando a cambio a lo sumo un gracias. Ese agradecimiento debemos drselo a los traductores, digitalizadores y revisores que intervinieron en el proyecto, cuyos nombres figuran al pie de esta obra. A ellos, nuestra eterna gratitud. Sadrac, Buenos Aires, Abril de 2003.

INTRODUCCIN: CMO SABER QUE SE EST LEYENDO A PHILIP K. DICK? Pienso, primero y principalmente, que por su singularidad. Singular, Dick lo fue y lo sigue siendo. Creo que fue esa circunstancia la que me mantuvo rastrillando los catlogos de CF para conseguir ms obras suyas, esperando por cada nuevo libro que saliera. Uno escucha que se dice, acerca de Dick, que simplemente no piensa como el resto de la gente. Y es cierto. En las historias, no puedes decir qu va a suceder despus. Y, sin embargo, sus personajes son aparentemente diseados para ser gente comn, excepto por su ocasional mujer psictica vociferante, que es una de las especialidades de Dick, y que es siempre tratada con amor. Ellos son gente comn atrapada en situaciones salvajemente bizarras: estar a cargo de la fuerza de la polica con la ayuda de los murmullos de idiotas precognitivos; enfrentando a una fabrica autoduplicadora que domina al mundo, etc. Ciertamente, uno de los factores de su singularidad es el cuidado que toma Dick para situar a sus personajes en el mundo de la realidad, un aspecto ignorado por otros escritores. En cuntas otras historias de ciencia ficcin conoces el medio de vida del hroe cuando no est atrapado en el argumento en particular? Oh, l puede ser un miembro de una tripulacin espacial, o, vagamente, un cientfico. O un joven Werther. Con Dick, te introduces en los negocios del hroe desde la pgina uno. Esto no es literalmente cierto en los cuentos cortos que contiene este volumen (he ido hacia atrs y lo he chequeado), pero la impresin de la omnipresencia de la suciedad de los negocios se encuentra en todas partes, especialmente en sus novelas. El hroe en su antiguo negocio, por as decir; cuando una nueva maravilla asoma, l reflexiona si es acaso redituable. Cuando los muertos hablan, ofrecen consejos sobre los negocios. Dick nunca pierde la nocin de que sabemos cmo sus personajes ganan su pan y manteca. Es parte del peculiar estilo descarnado de Dick. Otra parte de ese estilo descarnado es la indeterminacin en el dialogo. Nunca puedo decidir si el dialogo de Dick es puramente irreal, o mas real que la mayora. Sus personajes interactan tanto que ofrecen monlogos para llevar adelante el argumento, o incrementar la conciencia del lector sobre la situacin. Y las situaciones son puramente Dick. Sus argumentos son como ningn otro en CF. Si Dick escribe una historia sobre viajes por el tiempo, por as decir, tendr un giro que lo convertir en un sui generis. Bastante acostumbradamente, la maravilla central no estar centrada, pero ir hacia ti oblicuamente, en el curso, por ejemplo, de una eleccin poltica. Y cualquier relacin entre Dick y cualquier escritor de ciencia ficcin es una total coincidencia. En mis ms sanguneos momentos, reconozco que l probablemente sabe qu suceder cuando enchufes una lmpara y la enciendas, pero ms all de eso hay una pequea evidencia de tecnologa o ciencia. Su ciencia, tal como es, est toda enlazada con la tecnologa del alma, con los conocimientos de psicologa anormal. Hasta aqu tal vez he enfatizado sus rarezas a costa de sus mritos. Qu te mantiene leyendo a Dick? Bueno, en principio, su rareza, como he dicho, pero dentro de ella siempre hay una atmsfera de esfuerzo por alcanzar algo, de hombres desesperados por lograr alguna necesaria tarea; o esfuerzo, al menos, por entender qu es lo que los golpea. Un alto porcentaje de los hroes de Dick son hombres torturados; Dick es un experto en la maquinaria de desesperanza. Y otra belleza es la desolacin. Cuando Dick te da una desolacin, por as decir, despus de una bomba, es una desolacin nica en su clase. Hay una de esas en el libro. Pero a un lado de la desolacin, puedes encontrar otro de los toques caractersticos de Dick, los animales pequeos. Los animales pequeos son, con frecuencia, mutantes o robots pequeos que han conseguido la vida. No estn definidos, simplemente son notados por otro personaje a la

pasada. Y qu estn haciendo? Ellos se esfuerzan por alcanzar algo tambin. Un gorrin congelndose abraza una pieza de trapo alrededor de s, una rata mutante planea una construccin, Juzgar y planear. Esta sensacin de sobrellevar una vida libre de ocupacin, aunque condenada; de un paisaje en el que cada elemento tiene su propia vida; que esta tratando de vivir, es tpica y profundamente Dick. Lleva el mrito de la compasin ms los afilados bordes y las agallas; la compasin que uno sospecha en Dick, pero que nunca aparece frontalmente. Es esta cualidad de amor, siempre rpidamente suprimida, que brilla a travs de las planicies borrascosas de Dick, la que las hacen nicas y memorables. James Tiptree, Jr. Diciembre de 1986.

AUTOMACINI La tensin aumentaba en los tres hombres que esperaban. Fumaban, se paseaban de un lado a otro, dando puntapis a voleo sobre los matorrales y las piedras del camino. Un sol trrido de medioda se abata sobre los campos de color castao, las filas de casas de plstico y la distante lnea de montaas hacia el oeste. Ya es tiempo dijo Earl Perine anundndose sus huesudas manos. Vara de acuerdo con la carga, en medio segundo por cada libra adicional. Morrison repuso sombramente: Vamos, djanos al menos imaginar qu ocurre para ser tarde. El tercer hombre no dijo nada. O'Neill iba a visitar otro establecimiento, no conoca bien a Perine ni a Morrison para discutir con ellos. En su lugar se acurruc y se entretuvo en arreglar bien los papeles que llevaba en su cartera. A la brillante luz del sol, los brazos de O'Neill aparecan tostados y recubiertos de vello, relucientes de sudor. Con sus cabellos enmaraados de color ya gris y sus gafas, tena un aspecto de mayor edad que los otros dos. Vesta pantaln corto, una camisa sport y zapatos de suela crep. Entre sus dedos, su estilogrfica se mova, metlica y eficiente. Qu est usted escribiendo? gru Perine. Estoy anotando el procedimiento que vamos a emplear repuso O'Neill con suaves formas. Es mejor sistematizarlo ahora, en lugar de intentarlo al azar. Queremos conocer lo que intentamos hacer y qu es lo que no funciona. De lo contrario, nos moveremos a ciegas en un crculo cerrado. El problema que tenemos es slo el de la comunicacin, as es como yo lo veo. Comunicacin... repiti Morrison con su voz profunda. S, no podemos conseguir tomar contacto con esta condenada cosa. Llega, carga y contina. No hay ni el ms mnimo contacto entre nosotros y ella. Es una mquina dijo Perine excitadamente. Es algo muerto..., ciego y sordo. Pero s que est en contacto con el mundo exterior recalc O'Neill. Tiene que haber alguna forma de conseguirlo. Las seales especficamente semnticas tienen significado para ella, todos nosotros tenemos que hacer esas seales. Hemos de redescubrirlo, aunque slo tengamos una decena entre mil millones de posibilidades. Un lento y sordo rumor interrumpi a los tres hombres. Los tres miraron hacia el camino, alertados. El momento haba llegado. Aqu viene dijo Perine. De acuerdo, sabio amigo, veamos si es capaz de producir el menor cambio en su rutina. El camin que llegaba era impresionante, macizo, rodando bajo su cargamento cuidadosamente bien sujeto. En muchos aspectos, daba la impresin de un vehculo de transporte operado por seres humanos; pero con una excepcin. No tena cabina de direccin. La superficie horizontal era una estiba de carga y en aquel lugar debera normalmente haber llevado los faros. El radiador era una masa fibrosa y esponjosa de receptores en que se hallaban los aparatos sensoriales de su utilidad mvil. Apercibido de la presencia de los tres hombres, el camin acort la marcha y se detuvo, sac la marcha y puso en accin los frenos de urgencia. Transcurri un momento mientras los rels funcionaban, y despus una porcin de la superficie de carga dej caer una cascada de paquetes sobre el piso de la carretera. Con las mercancas, haba cado una hoja con detallado inventario de la descarga. Ya sabe lo que tiene que hacer dijo O'Neill. Vamos, de prisa, antes de que se vaya de aqu.

Con mano experta, los tres hombres fueron tomando los paquetes y rompiendo los envoltorios. Varios objetos brillaron a la luz del da: un microscopio binocular, una radio porttil, docenas de platos de plstico, diverso equipo sanitario, hojas de afeitar, ropas y alimentos. La mayor parte de la mercanca, como de costumbre, era alimento. Los tres hombres comenzaron sistemticamente a aplastar las mercancas. En pocos minutos, slo qued a su alrededor un verdadero caos de desperdicios. Eso es todo dijo finalmente O'Neill echndose hacia atrs. Y busc su hoja de comprobacin. Veremos ahora lo que hace. El camin haba comenzado a rodar de nuevo, pero repentinamente se detuvo y dio marcha hacia atrs a donde se encontraban los tres hombres. Sus receptores haban tomado nota de que aquellos hombres haban destrozado la porcin dejada caer de la carga. Dio media vuelta en un crculo y volvi de forma que el tablero de recepcin cayese frente a ellos. La antena surgi hacia arriba; haba empezado a comunicarse con la fbrica. Las instrucciones estaban ya en camino. Y entonces, un segundo e idntico movimiento de descarga se produjo como la primera vez. Hemos fracasado dijo Perine al ver que una segunda hoja con el inventario de la parte descargada caa con las mercancas. Hemos destruido todo eso para nada. Y qu hacemos ahora? pregunt Morrison a O'Neill. Cul es la prxima estratagema que se le ocurre? Echadme una mano dijo O'Neill. Recogi uno de aquellos paquetes y lo deposit en la parte de atrs del camin. Dejndolo en la plataforma, volvi por otro. Los otros dos hicieron lo mismo, hasta volver a depositar la carga en el camin. Cuando el camin comenz a marchar hacia delante, la ltima de aquellas cajas se hallaba de nuevo en su lugar. El camin vacil. Sus receptores registraron el retorno de la carga. Desde su instalacin interior surgi una baja y sostenida nota zumbante. Esto puede trastornar su sistema de conduccin coment O'Neill sudando. Espero que altere sus operaciones y se vuelva loco. El camin hizo un movimiento de avance como para continuar. Despus dio la vuelta y volvi a dejar la carga sobre la carretera. Cogedlos, pronto! grit O'Neill. Los tres hombres comenzaron frenticamente a recargar el camin una vez ms; pero a medida que las cajas y los paquetes iban cayendo sobre la plataforma, un dispositivo automtico iba dejndolos nuevamente caer al suelo. Es intil dijo Morrison, jadeando. Es como echar agua en un tamiz. Estamos chasqueados opin Perine de acuerdo con su compaero. Como siempre. Nosotros, los humanos, salimos perdiendo siempre. No hay nada que hacer. El camin pareci mirarles con calma, con sus receptores en blanco e impasibles. Cumpla con su trabajo. La red a escala planetaria de factoras automticas llevaba a cabo su tarea impuesta haca cinco aos antes, desde los primeros tiempos del Conflicto Total del Globo. Bien, ya se va observ Morrison, desmoralizado. La antena del camin haba descendido, se oy cmo se colocaba la primera para arrancar y soltaba el freno. Vamos a intentarlo por ltima vez sugiri O'Neill. Tom uno de los paquetes y desgarr el envoltorio. De l, sac un envase de diez galones de leche y le destap la cubierta. Esto es absurdo protest Perine. De mala gana, encontr una copa entre los desperdicios y la llen de leche. Esto es un juego de chicos! Los tres bebieron rpidamente de aquella leche. Como estaba planeado, O'Neill fue el primero en retorcer el gesto, tir la copa y escupi con repugnancia en el suelo.

Qu porquera! exclam, indignado. Los otros dos hicieron lo mismo, acabando por dar con el pie despectivamente al envase de la leche y escupiendo indignados en el suelo. Y miraron acusadoramente al impasible camin. Esto es un asco! rugi Morrison. Curioso, el camin se hizo un poco atrs. Los circuitos electrnicos respondieron a la nueva situacin y la antena volvi a surgir hacia arriba como un estandarte. Vamos a probar otro dijo O'Neill, temblando. Conforme el camin aguardaba, tom un segundo envase de leche y repiti la misma accin, destaparlo y probarla. Es lo mismo! grit al camin. Es tan mala como la otra! Del camin surgi un cilindro de metal. El cilindro cay a los pies de Morrison, que rpidamente lo recogi y lo abri. En l se lea en letras grandes: ESTABLECER LA NATURALEZA DEL DEFECTO. El catlogo inscrito en el rollo comprenda una lista abundante de posibles defectos de la mercanca, con casilleros especiales para cada uno, y donde se rogaba que se trazase una marca mediante el bolgrafo adjunto, en la particular deficiencia del producto. Qu es lo que marco? pregunt Morrison. Contaminada? Bacterial? Agria? Rancia? Incorrectamente etiquetada? Cuajada? Pensando con rapidez, O'Neill intervino. No compruebes ninguno de esos defectos. La factora, sin duda, est dispuesta automticamente para rehacerlo inmediatamente y corregirlo. Realizar sus propios anlisis y nos ignorar por completo Y su rostro resplandeci ante una sbita inspiracin. Escribe en ese espacio en blanco que hay al fondo apropiado para otros datos. Qu escribo? Escribe: El producto est totalmente superfluizado. Qu palabra es sa? pregunt Perine, asombrado y confuso. Escrbelo! Es ms bien un acertijo semntico..., la factora no estar en condiciones de entenderlo. Quizs de esa forma le echemos a perder todo su trabajo. Con la pluma de O'Neill, Morrison escribi cuidadosamente que la leche estaba superfluizada. Moviendo la cabeza, enroll nuevamente el cilindro y lo entreg. Creo que lo hemos conseguido. Al fin hemos tomado contacto con esos fantasmas. S, claro que lo hemos conseguido dijo O'Neill. Nunca o hablar de un producto que estuviera superfluizado. Cortada sobre la roca en la base de las montaas, yaca la vasta extensin recubierta de metal en forma de cubo, de la factora de Kansas City. Su superficie estaba corroda por las radiaciones, picoteada y desgarrada de los cinco aos de guerra que se haban abatido sobre ella. La mayor parte de la factora estaba enterrada en el subsuelo bajo las rocas y slo eran visibles los accesos de la entrada: El camin pareca una mota brillante rodando a gran velocidad hacia la entrada. Al aproximarse a pocas yardas, un mecanismo secreto actu el acceso y el camin desapareci entre las sombras, cerrndose inmediatamente tras l. Y la cuestin importante queda en pie dijo O'Neill. Ahora tenemos que persuadirles de que dejen de funcionar de una vez y por todas y que paren definitivamente en su automacin. Judith O'Neill serva caf negro a la gente que se aglomeraba en el cuarto de estar. Su marido hablaba, mientras que escuchaban los dems. O'Neill era casi una autoridad en el sistema de automacin hasta donde poda serlo en aquellos das de la posguerra.

En su propia zona, en la regin de Chicago, haba conseguido hacer saltar la valla de acero protectora de la factora automtica; pero mucho antes de que pudiese llegar hasta el cerebro electrnico que rega la factora, la planta reconstruy por s misma otra valla mucho ms inaccesible. Con aquello, al menos, haba demostrado que las factoras no eran infalibles. El Instituto de Ciberntica Aplicada explicaba O'Neill, haba completado el control sobre toda la red de automacin. Pero la guerra tuvo la culpa. Se perdi el conocimiento que nos hubiera sido preciso y, en todo caso, el Instituto fracas al transmitirnos ese conocimiento, y ahora nos encontramos con que tampoco sabemos qu hacer exactamente, ni transmitir nuestras ideas. No vemos la forma de indicar a estas factoras automticas que la guerra ya termin y que los hombres estamos dispuestos a hacernos cargo de los recursos de produccin normalmente, y reasumir el control de las operaciones industriales. Y entre tanto intervino Morrison esa maldita red se expande y consume todos los recursos disponibles. Yo tengo la idea opin Judith de que si se le pegara fuerte y profundo se llegara hasta los tneles. Deben existir minas potentes por todas partes. Es que esto no va a tener lmite? pregunt nervioso Perine. Estn acaso dispuestas y equipadas para expandirse indefinidamente? Cada factora est limitada a su propia rea de operaciones dijo O'Neill; pero la red en s misma, no conoce fronteras. Puede continuar por siempre buscando recursos naturales. El Instituto decidi concederles la mxima prioridad; a nosotros, los humanos, nos dej en segundo lugar. Y dejarn algo para nosotros? quiso conocer Morrison. No, a menos que detengamos las operaciones de la red de automacin. Ya han agotado media docena de materias primas minerales. Sus equipos de exploracin se hallan en el exterior constantemente, desde cada una de las factoras, buscando hasta la ms pequea cantidad til para llevar a casa. Qu ocurrira si los tneles de dos factoras se cruzaran unos con otros? O'Neill se encogi de hombros. Normalmente eso no ocurre nunca. Cada factora tiene su seccin especial en nuestro planeta, su propio trozo de la tarta, como si dijramos, para su uso exclusivo. Pero eso podra ocurrir. Bien, son trpicas hacia las materias primas, en tanto exista algo de lo que busca, irn a cazarlo inexorablemente O'Neill sopes la idea con gran cuidado. Es algo que debemos considerar. Supongo que las cosas cada vez escasean ms y... O'Neill dej de hablar. Una alta figura entraba en la habitacin, y se qued silenciosa a la entrada, como vigilndolos a todos. En la penumbra la figura pareca casi humana. Por un instante, O'Neill pens que se tratara de algn recin llegado al establecimiento. Despus, conforme avanzaba comprob que slo era un robot tan perfecto que pareca casi humano, un bpedo funcional con un chasis asombrosamente bien acabado, con todo el conjunto de receptores de datos en la parte correspondiente a la cabeza, y efectores y propiorreceptores montados en un perfecto diseo. Su resemblanza a un ser humano probaba la eficiencia de su naturaleza; de aquella mquina prodigiosa nada poda esperarse como imitacin a ninguna clase de sentimiento emocional. El representante de la factora haba llegado. Comenz sin prembulos: Yo soy la mquina colectora de datos comenz a decir, capaz de toda clase de comunicacin oral. Contengo toda clase de aparatos de emisin y recepcin de radio y puedo integrar hechos relevantes en cualquier lnea de investigacin.

La voz resultaba agradable y confiada. Sin duda alguna, se trataba de una cinta magnetofnica, impresa por algn Instituto Tcnico antes de la guerra. Viniendo de aquella figura casi humana, sonaba un tanto grotesca y O'Neill se imagin vvidamente a un hombre joven muerto ya, cuya voz resonaba en aquellos momentos en la boca mecnica de aquella construccin de acero y conexiones electrnicas. Una palabra de advertencia continu el robot. Es totalmente intil que consideren a este receptor como algo humano y se enzarcen en discusiones para lo que no est equipado. Aunque capaz de cumplir diferentes propsitos, no est capacitado para el pensamiento conceptual, slo puede reunir material ya dispuesto para ello. Aquella voz optimista call y surgi una segunda voz. Se pareca algo a la primera; pero sin entonacin especial, algo ms bien neutral. La mquina estaba utilizando la pauta discursiva del hombre muerto que prest su voz para ella. El anlisis de los productos rehusados estableci el robot, no muestra elementos extraos y tampoco deterioro apreciable. El producto ha sufrido el continuo control empleado a travs de la totalidad de la red de automacin. Est bien repuso O'Neill. Hemos encontrado la leche por debajo de su calidad normal continu pesando sus palabras. No queremos nada con semejante producto. Insistimos en una preparacin ms cuidadosa. La mquina respondi inmediatamente: El contenido semntico de la palabra superfluizada es extraa por completo a la red de automacin. No existe en el vocabulario que tenemos registrado. Pueden ustedes presentar un anlisis real de la leche en trminos especficos presentes o ausentes? No repuso O'Neill, dndose cuenta de que el juego que llevaba adelante se haca muy complicado y peligroso. Superfluizada es una palabra especial que no puede reducirse a constituyentes qumicos. Qu es lo que significa superfluizada? pregunt la mquina. Puede usted definirla en trminos de smbolos semnticos alternados? O'Neill vacil. El representante tena que dirigirse desde su investigacin inicial a regiones ms generales y de ser posible hasta el ltimo problema de cerrar la red. Si pudiera infiltrarse por algn punto dbil de aquella defensa y conseguir que comenzase una discusin terica... Superfluizada dijo significa la condicin de un producto que es manufacturado cuando no existe ninguna necesidad de l. E indica que el tirar dichos objetos al suelo, tiene como consecuencia el que no se deseen en absoluto. La mquina repuso inmediatamente: El anlisis de la red muestra la necesidad de leche sucednea pasteurizada en alto grado en toda esta zona. No hay otro recurso que la sustituya; la red de automacin controla toda la leche de tipo apropiado para los mamferos que hay en existencia. Y aadi. Las instrucciones originales registradas describen a la leche como un elemento esencial para la dieta humana. O'Neill estaba siendo desbordado, la mquina llevaba la discusin hacia lo especfico. Hemos decidido dijo por ltimo, desesperadamente que no queremos ms leche. Preferimos pasarnos sin ella, al menos hasta que hayamos localizado a las vacas. Eso es contrario a los registros de la red objet la mquina. No hay vacas. Toda la leche se produce sintticamente. Entonces la produciremos nosotros sintticamente interrumpi Morrison impaciente. Por qu no podemos tomar posesin de las mquinas? Dios mo, no somos nios! Estamos en condiciones de poder gobernar nuestras propias vidas! El representante de la factora se dirigi hacia la puerta. Hasta que llegue el momento en que su comunidad encuentre otros recursos en el aprovisionamiento de leche, la red continuar suministrndola. Los aparatos analticos y de evaluacin permanecern en esta zona; continuando su trabajo normal y corriente.

Perine exclam irritado: Cmo podremos encontrar otros medios de suministro? Ustedes disponen de todo el equipo! Son ustedes los amos de todo! Y siguiendo tras l, le grit a quemarropa: Dicen ustedes que no estamos en condiciones de solucionar las cosas por nuestros propios medios. Y afirman que no somos capaces. Cmo lo sabe usted? No nos dan una sola oportunidad! Nunca la tendremos! O'Neill estaba petrificado. La mquina sala de la habitacin, su mente dirigida en un solo sendero haba triunfado. Mire le dijo bloquendole el paso, queremos que terminen de fabricar, comprende? Queremos hacernos cargo de las mquinas y resolver nosotros las cuestiones. La guerra ya se termin. Maldita sea, ustedes ya no nos son tiles para nada ms! El representante de la factora se detuvo brevemente en la puerta. El ciclo imperativo dijo el robot no se pondr en marcha hasta que la produccin de la red duplique simplemente la del exterior. Y puesto que eso no ocurre en absoluto, de acuerdo con nuestro continuo anlisis, la produccin de la red de automacin continuar. Sin previo aviso, Morrison ech mano a un trozo de tubera de acero y la aplast con un golpe brutal contra el hombro del robot, destrozndole el pecho y su complicada red de sensibles aparatos electrnicos. El bloque de los receptores salt hecho pedazos, esparciendo trozos de cristal y diminutas partes y piezas mecnicas de ensamblaje de la mquina. Valiente paradoja! grit Morrison. Un juego de palabras... hace que tengamos que sentirnos derrotados. La Ciberntica hecha por hombres triunfando sobre los hombres... Y con la misma tubera volvi a golpear salvajemente a la mquina, que reciba los golpes sin la menor protesta. Nos tienen encerrados en una trampa odiosa. Estamos totalmente desamparados. La habitacin se hallaba en un puro clamor. Es la nica forma dijo Perine pasando junto a O'Neill. Tendremos que destruirles. Se trata de la red o de nosotros, no hay eleccin posible. Y echando mano a una lmpara, la estrell contra el rostro del robot. La lmpara y el rostro del robot saltaron en pedazos, y Perine continu golpendolo y destruyndolo por todos los medios. En un momento, todo el personal que haba en la habitacin se haba reunido junto a la mquina, hacindole vctima de su contenido resentimiento. La mquina se desplom al suelo. Temblando, O'Neill se apart de all. Su esposa le tom por un brazo y lo llev a un extremo de la habitacin. Esos idiotas... No pueden destruirlo, as slo conseguirn ensearles la forma de que construyan ms defensas. Estn poniendo el problema mucho ms difcil y peor de resolver. Momentos despus, entr en la estancia un equipo de reparacin procedente de la red de automacin. Expertamente, las unidades mecnicas se apartaron de la unidad-madre y se escurrieron entre los humanos all vociferantes y excitados. Se deslizaron entre ellos y poco despus la inerte carcasa era llevada al interior de la unidad-madre. Recogieron todos los elementos dispersos cados por el suelo y se los llevaron con el mximo cuidado, incluyendo los trozos de vidrio, plstico, piezas y cables rotos. Un momento ms tarde, la unidad parti. A travs de la puerta abierta de la factora, emergi un representante de la factora, exacto duplicado del primero. En el vestbulo, haba dos ms. El establecimiento humano iba a ser literalmente invadido por todo un cuerpo de representantes robots. Como una horda de hormigas las mquinas mviles colectoras de datos, se haban filtrado a travs de la ciudad, hasta que una de ellas, por casualidad, se haba presentado a O'Neill.

La destruccin de las unidades mviles colectoras de datos, slo va en detrimento de los intereses humanos inform el representante ltimo a la poblacin reunida. La produccin de materias primas est siendo alarmantemente afectada por un sensible descenso y lo que todava existe debera ser utilizado en la manufactura de comodidades para el consumidor. O'Neill y la mquina estaban encarados uno con otro. Ah, s? Es muy interesante... Quisiera saber qu es lo que tienen dentro de esa cabeza mecnica y por qu estn luchando. II Los rotores de un helicptero zumbaron suavemente por sobre la cabeza de O'Neill; ignorndolos se dedic a otear con cuidado a travs de la cabina el suelo que discurra a poca altura bajo el aparato. Escorias y ruinas por todas partes. La maleza se expanda salvajemente en todas direcciones, formando escondrijos enmaraados donde los insectos hormigueaban. Aqu y all, colonias enteras de ratas se hacan visibles: toscas formaciones con figura de chozas construidas con huesos y guijarros. La radiacin haba mutado a las ratas, al igual que a muchos insectos y otros animales. Un poco ms all, O'Neill identific a una ardilla de tierra perseguida por todo un escuadrn de pjaros. La ardilla esquiv a las aves y en un rpido regate se escondi en un agujero bien disimulado del suelo. Los pjaros se dispersaron, decepcionados. Y crees que podremos reconstruir esto alguna vez? le pregunt Morrison. Slo de verlo me pone enfermo. Todo se har con el tiempo afirm O'Neill. Asumiendo, por supuesto que dispongamos de utillaje industrial. Tendr que ser lento, de todos modos. Tendremos que salir alguna vez de los establecimientos en que estamos asentados por ahora. Hacia la derecha haba una colonia humana; personas que como fantasmas se movan entre los escombros y las ruinas de lo que una vez haba sido una poblacin de alguna importancia. Se haba hecho un claro en unos cuantos acres de terreno plano, donde ya crecan algunos vegetales, y en unos cercados fcilmente observables, se vean gallinas y aves de corral. Tambin comprob la existencia de algunos caballos errando por el terreno sembrado. Habitantes de las ruinas coment O'Neill sombramente. Demasiado lejos de la red de automacin..., sin conexin con ninguna de las factoras. Ellos tienen la culpa repuso Morrison. Debieron haberse venido a cualquiera de los establecimientos. Esa fue su ciudad. Estn tratando de hacer lo que consideran que deben hacer..., reconstruirlo todo de nuevo por s mismos. Ahora slo estn en los comienzos, sin herramientas ni mquinas, simplemente con las manos desnudas y utilizando como clavos trozos de pedernal. Desgraciadamente ser un esfuerzo intil. Necesitamos mquinas. No podemos reparar las ruinas; hemos de conseguir recomenzar con la produccin industrial. Ms all se extenda una serie de tortuosas colinas, como ruinas de lo que una vez fue una cadena montaosa. Ms all se extenda el titnico y espantoso crter producido por una bomba H, medio relleno de limo y agua en descomposicin, como una isla, foco de infecciones y enfermedades. Y ms lejos an..., un hormigueo de constante movimiento. All seal O'Neill, haciendo descender rpidamente el helicptero. Podras decir de qu factora proceden? A m todos me parecen iguales murmur Morrison inclinndose para ver mejor. Tendremos que esperar a que regresen cuando hayan conseguido su carga.

Si es que la consiguen corrigi O'Neill. La tripulacin de la autofactora en exploracin ignor al helicptero que zumbaba por sobre sus mquinas, concentrndose nicamente en hacer debidamente su trabajo. Por delante del camin principal, ronroneaban dos tractores oruga, saltando sobre las escorias, montones de ruinas y pedruscos hasta desaparecer en una extensin recubierta de cenizas que se esparcan sobre las escorias. Los dos exploradores mecnicos hicieron catas minerales a cierta profundidad, sindoles visible solamente la antena. Finalmente surgieron a la superficie. Qu ser lo que buscan? pregunt Morrison. Dios sabe repuso O'Neill mientras hojeaba rpidamente una serie de papeles. Tendremos que analizar todo esto. Bajo ellos, la tripulacin exploradora de la autofbrica desapareci detrs. El helicptero pas sobre una franja desierta de arena en donde no se adverta el menor movimiento. Un boscaje de arbustos y malezas altas se les apareci y lejos, hacia la derecha, una serie de puntos en movimiento. Una procesin de camiones automticos de mineral discurra sobre aquella zona y correctamente alineados uno tras otro. O'Neill volvi el helicptero hacia ellos y pocos minutos ms tarde el aparato se cerna sobre la propia mina. Masas de pesado equipo de minera haban llegado hasta all. Se observaban las galeras y los pozos de extraccin, y prximos a ellos los camiones vacos esperaban en pacientes hileras. Una pesada columna de camiones cargados se daban prisa en direccin al horizonte, dejando una estela de mineral a su paso. La actividad y el ruido de las mquinas se cerna sobre toda la zona; all exista todo un centro industrial en medio de un desierto de cenizas y escorias. Aqu es adonde vendr aquella patrulla exploradora coment Morrison, mirando hacia atrs por el camino que haban trado. Crees que tal vez se confundirn? Y frunci el ceo. No, creo que es esperar demasiado de esas condenadas mquinas. Creo que probablemente estn buscando diferentes sustancias dijo O'Neill. Y lo ms seguro es que estn normalmente condicionadas para ignorarse unas a otras. La primera de las mquinas exploradoras lleg a la lnea de los camiones del mineral. Se desvi ligeramente y continu en su bsqueda, y los camiones continuaron viajando en su lnea inexorable como si nada hubiese ocurrido. Decepcionado, Morrison se apart de la ventanilla del helicptero y solt un juramento. Es intil. Es como si cualquiera de ellos no existiera para el otro. Gradualmente, el equipo de exploracin se apart alejndose de la lnea de camiones de mineral, ms all de la zona de operaciones de la mina y sobre una altura del terreno. No se observaba ninguna prisa especial, haban pasado sin reaccionar hacia la presente maquinaria de minera all instalada a su paso. A lo mejor son todas de la misma factora aventur Morrison. O'Neill apunt hacia las visibles antenas del equipo mayor de minera. Sus veletas estn orientadas a vectores diferentes, por tanto creo con seguridad que representan a dos factoras distintas. Esto va a ser todo un problema duro de pelar, tenemos que conseguirlo, o no habr reaccin alguna Oper en el equipo de radio hasta conectar con el equipo del establecimiento humano de donde procedan. Hay algn resultado? El operador le puso con las oficinas del establecimiento. Estn empezando a entrar respondi Perine. Tan pronto como consigamos suficientes muestras, trataremos de determinar qu materias primas faltan en cada factora. Ser algo arriesgado al tratar de extrapolar la cuestin sobre productos complejos. Tiene que existir un comn bsico de elementos para los varios sistemas de fabricacin.

Qu ocurrir cuando hallemos a dos factoras coincidiendo en un material del que ambas se hallan escasas? pregunt Morrison a O'Neill. Entonces repuso O'Neill comenzaremos a recoger el material por nuestra cuenta, aunque tengamos que fundir todo lo que tengamos en el establecimiento. III En la oscuridad de la noche, soplaba un viento fro y suave. La densa maleza susurraba casi con un sonido metlico. Aqu y all, un roedor nocturno patrullaba con sus sentidos extremadamente alertados, husmeando, rebuscando algn alimento para sobrevivir. Aquella zona era totalmente salvaje. En muchas millas no exista ningn establecimiento humano, la totalidad de la regin haba quedado reducida a una tabla rasa como consecuencia de la espantosa explosin de las bombas de hidrgeno. En alguna parte y entre la sombra oscuridad, un delgado curso de agua se escurra entre las escorias y las malezas sonando entre lo que una vez haba sido un intrincado laberinto de colectores y caeras maestras de conduccin de agua. Las tuberas aparecan por doquier rotas y corrodas, mezcladas confusamente con la salvaje vegetacin. El viento arrastraba nubes de ceniza negra que se enroscaban danzando entre los matorrales. En una ocasin, un enorme abadejo mutante se despert de su sueo, emiti unos chasquidos con el pico y se alej graznando de aquel lugar. Durante algn tiempo, no se advirti movimiento alguno. Miradas de estrellas aparecan en los claros del cielo con su brillo lejano y fro, remotamente. Earl Perine se estremeci con escalofros y se aproxim ms al elemento pulstil de calor hincado en el suelo entre los tres hombres. Y bien? dijo Morrison, castaeteando los dientes. O'Neill no repuso. Acab su cigarrillo, lo aplast contra un terrn endurecido y sacando el encendedor encendi otro. La masa de tungsteno el cebo estaba puesta a unas cien yardas delante de ellos. En el transcurso de los ltimos das anteriores, tanto la factora de Detroit como la de Pittsburgh haban escaseado en el tungsteno. Y al menos en un sector, sus aparatos estaban sin reservas. Aquel pesado montn puesto como cebo representaba la necesidad para muchsimos aparatos de precisin, equipo de ciruga de alta calidad, secciones de magnetos permanentes, dispositivos de medida..., aquel tungsteno haba sido reunido febrilmente de todos los establecimientos prximos. Una neblina se extenda sobre el montn de tungsteno. Ocasionalmente, una polilla nocturna revoloteaba sobre l atrada por el reflejo de las estrellas al incidir sobre el material. La polilla permaneca unos instantes batiendo sus grandes alas sobre el mineral y desapareca de nuevo en las sombras de la noche. No es ste un lugar muy bonito que digamos dijo Perine. Vamos, no digas tonteras repuso O'Neill. ste es el sitio ms bonito de la Tierra. Este lugar ser la tumba de la red de autofabricacin. La gente vendr un da aqu para verlo. Creo que tendrn que erigir una placa conmemorativa de una milla de altura. Creo que ests tratando de mantener alta tu moral rezong Morrison. Ni t mismo irs a creer que vayan a destrozarse entre s por un montn de instrumentos quirrgicos y filamentos de bulbos electrnicos. Probablemente tendrn alguna mquina que desde el fondo y bajo la superficie extraiga el tungsteno de las rocas. Es posible repuso O'Neill mientras mataba un mosquito que le estaba fastidiando. Y en aquel momento all tenan lo que haban venido a ver. O'Neill se dio cuenta de que haba estado mirndolo durante varios minutos sin reconocerlo. El aparato explorador permaneca absolutamente callado, en la cresta de

una pequea elevacin, con la proa ligeramente levantada y los receptores totalmente extendidos al mximo. Podra habrsele confundido con un casco abandonado, en l no se adverta la menor seal de actividad, ni signo de conciencia mecnica. El aparato encajaba perfectamente con el resto del panorama. La mquina robot examinaba la pila de tungsteno. El cebo tena ya su primera presa. Creo que es el momento de pescarlo sugiri Perine. Qu diablos ests diciendo? gru Morrison. Pero en aquel momento se dio cuenta a su vez de la presencia de la mquina robot. Jess murmur, levantndose y adelantando su pesado corpachn para ver mejor. Bien, ya tenemos a uno de ellos. Ahora todo lo que necesitamos es que llegue otra unidad procedente de otra factora. De cul suponis que debe ser sta? O'Neill localiz la inclinacin de su veleta y traz el ngulo. De Pittsburgh... Entonces, recemos como locos porque venga otra de Detroit. Satisfecha la mquina robot, al parecer, se apart del lugar y rod hacia delante. Se acerc con precaucin al montn de tungsteno y comenz a realizar una complicada serie de maniobras, rodando en una direccin y despus en otra. Los tres hombres observaban fascinados, hasta comprobar que se aproximaban otras mquinas robots. Se estn comunicando dijo O'Neill en voz baja. Como las abejas. En el acto, cinco mquinas ms exploradoras de Pittsburgh se aproximaban al cebo. Los receptores ondulaban excitadamente, incrementando su paso y rodeando el montn de tungsteno. Una de ellas excav rpidamente un agujero y desapareci por l. El montn se estremeci, la mquina se hallaba bajo tierra explorando la extensin del hallazgo mineral. Diez minutos ms tarde, el primer camin de mineral de Pittsburgh apareci comenzando rpidamente su carga. Maldita sea! exclam O'Neill. Van a llevrselo todo antes de que aparezca Detroit! No podremos hacer algo para ir detenindolos? pregunt Perine, desamparado. Se puso en pie, levant un peasco y lo lanz sobre el camin ms prximo. El peasco rebot sobre la carcasa de la carretilla de mineral y sta continu su marcha imperturbable. O'Neill se puso en pie y patrull alrededor con el cuerpo rgido de clera. Dnde se hallaban? Las autofbricas eran iguales en todos los aspectos y el lugar se hallaba o debera hallarse a la misma distancia lineal de cada centro. Tericamente deberan haber llegado simultneamente. Con todo, all no apareca el menor signo de Detroit..., y las ltimas piezas de tungsteno fueron cargadas ante sus propios ojos sin que pudiera hacer nada por evitarlo. Pero entonces algo pas cerca de l. No pudo reconocerlo porque el objeto se mova demasiado rpidamente. Se desplaz como una bala entre la maleza, se encaram a la cresta del altozano, se detuvo un instante como para apuntarse a s mismo y se arroj como un proyectil por el otro lado, yendo a aplastarse directamente en la carretilla de cabeza. El proyectil y la vctima explotaron en un repentino estallido. Morrison dio un salto. Qu diablos es eso? Ah est! grit Perine, hablando y levantando los brazos como un loco. Es Detroit! En seguida apareci una segunda mquina de Detroit, vacil para ponerse en situacin y seguidamente se lanz furiosamente a las carretillas de Pittsburgh en retirada. Fragmentos de tungsteno se esparcieron por todas partes, cables, planchas rotas,

resortes y engranajes de los dos antagonistas volaban en todas direcciones. El resto de las carretillas parecieron confundirse momentneamente, y una de ellas tom su carga de tungsteno y sali a toda velocidad. Le sigui una segunda. Una de las mquinas robots de Detroit se apercibi de lo que suceda y le sali al paso tumbndola ruedas arriba, enzarzndose en una feroz pelea dando como resultado que la mquina y la carretilla cayeran rodando hasta un enorme charca de agua estancada y maloliente. Sin dejar de luchar, continuaron debatindose medio sumergidas. Bien dijo O'Neill, creo que lo hemos conseguido. Podemos pensar en volver a casa. Sinti que sus piernas le traqueaban. Dnde est nuestro vehculo? Conforme pona en marcha el motor, algo relampague desde una larga distancia, algo largo y metlico que se mova sobre el desierto y el panorama cubierto de cenizas. Era una densa caravana de carretillas de mineral que se dirigan corriendo hacia la escena de la lucha. De qu factora vendran? Bien, aquello no importaba mucho, porque de la maleza y los viedos silvestres y enredaderas, otro grupo de mquinas se diriga igualmente hacia el lugar de la lucha. Ambas factoras estaban reuniendo sin duda todos sus elementos mviles alrededor de la pila de tungsteno que an quedaba puesta como cebo por los tres hombres. Ciega, mecnicamente, con la inflexible rigidez de sus directrices mecnicas, los dos oponentes trabajaban para reunir el mayor nmero posible de fuerzas. Vamos dijo Morrison dando prisa. Salgamos de aqu. Va a desatarse un verdadero infierno. O'Neill se dio prisa para volver el camin en direccin del establecimiento humano de donde procedan, comenzando a rodar en la oscuridad de vuelta a casa. De tanto en tanto, una forma metlica pasaba junto a ellos en direccin opuesta. Visteis la carga de la ltima carretilla de mineral? dijo Perine, preocupado. No estaba vaca. Aquellas mquinas constituan una caravana dirigida por alguna unidad de muy alto control remoto. Son armas dijo Morrison, con los ojos abiertos por una evidente aprensin. Estn echando mano de las armas. Pero, quin va a usarlas? Mira all repuso O'Neill, indicando un movimiento hacia su derecha. Esto es algo que no habamos sospechado. Y vieron al primer representante de la factora en accin. Al entrar el vehculo en el establecimiento de Kansas City, Judith se precipit jadeante hacia ellos. En las manos sostena una tira de papel enrollado. Qu es eso? dijo O'Neill, tomndolo. Acaba de llegar repuso Judith respirando fatigosamente. Una unidad mvil lleg de prisa, lo lanz y se march. Hay una gran excitacin. Jess, toda la factora... es una fogata de luces. Se pueden ver desde millas a la redonda. O'Neill ech un vistazo al papel metlico. Era un certificado de la factora para el ltimo grupo de rdenes de los refugiados en la colonia, una tabulacin total de las necesidades solicitadas y analizadas por la factora. Estampadas a travs de la lista y en grandes caracteres negros se lean seis palabras: SUSPENDIDO TODO DESPACHO HASTA NUEVAS DISPOSICIONES O'Neill alarg el papel a Perine, nervioso e inquieto por la emocin. Se acabaron los artculos de consumo dijo con el rostro retorcido por una mueca . La red de automacin est en guerra. Entonces, lo conseguimos? pregunt Morrison.

As es. Ahora que el conflicto ha comenzado, me siento un poco horrorizado. Pittsburgh y Detroit van a liquidarse mutuamente. Creo que es demasiado tarde para nosotros hacer que cambien de opinin..., estn reuniendo aliados para su destruccin. IV La fra luz del sol de la maana se extenda sobre las ruinas de aquella llanura de negras cenizas metlicas. Ten cuidado donde pones los pies dijo O'Neill a su esposa tomndola del brazo mientras suban por entre las escorias y ruinas hacia la parte ms alta de unos grandes bloques de cemento, destrozados restos de una instalacin de cajas de pldoras. Les segua Earl Perine, vacilante y cuidadoso. Tras ellos, se extenda el amplio establecimiento humano como un desordenado tablero de ajedrez de casas, edificios y calles. Desde que la autofbrica haba suspendido los suministros y provisiones en toda su red, los establecimientos humanos haban cado en un estado de semibarbarismo. Las comodidades que an quedaban apenas si eran usables. Haca ya un ao desde que apareci el ltimo camin de la factora cargado con alimentos, herramientas, ropas y piezas de repuesto diversas. De la amplia y plana rampa del pie de la montaa nada haba emergido en tal direccin hacia el exterior. Sus deseos se haban cumplido..., ya estaban aislados de la red de automacin, sin depender de ella para nada. A merced de sus propios medios y voluntad. Alrededor del establecimiento crecan ya campos bastante cultivados de trigo y vegetales. Se haban distribuido herramientas hechas a mano, artefactos primitivos, conseguidos a cambio de un duro trabajo por los varios campamentos, que ahora estaban ligados entre s por carros tirados por caballos y por un telgrafo primitivo tambin. No obstante, se las haban arreglado para mantener una regular organizacin. Los artculos y servicios eran intercambiados sobre antiguas bases de libre comercio. Se producan las comodidades bsicas y se distribuan entre ellos. Las ropas que O'Neill y su esposa vestan, as como las de Perine, eran toscas y mal cortadas, pero fuertes. Y se las haban arreglado para reconvertir algunos camiones de la red de autofbricas en vehculos impulsados por gasgenos al faltar otro combustible. Ya estamos dijo O'Neill. Desde aqu podremos ver. Vale la pena? pregunt Judith fatigada, casi exhausta, inclinndose para sacarse de un zapato un trozo de guijarro que le destrozaba la planta del pie. Creo que hemos recorrido demasiada distancia para ver algo que vemos todos los das desde hace trece meses. Es verdad admiti O'Neill, descansando la mano sobre el hombro de su mujer. Pero ste debe ser el final. Y esto es lo que deseo ver. En el cielo gris que se extenda sobre sus cabezas, se mova un punto negra circular. Alto, remoto, aquel punto cambiaba de curso siguiendo una intrincada trayectoria. Gradualmente, sus diversas variaciones se encaminaron hacia las montaas, en cuya base apareca la negruzca estructura deshecha por las bombas de la entrada de la autofbrica. Es de San Francisco explic O'Neill. Debe ser uno de esos enormes proyectiles teledirigidos de largo alcance de la costa occidental. Y crees que ser el ltimo? pregunt curiosamente Perine. Es el nico que hemos visto en este mes repuso O'Neill sentndose y comenzando a liar un cigarrillo con un resto de tabaco. Antes estbamos acostumbrados a verlos por cientos.

Tal vez tengan algo mejor sugiri Judith, encontrando una piedra lisa donde sentarse. Podra ser? Su marido se sonri irnicamente. No, no tienen nada mejor. Los tres permanecieron silenciosos y tensos. Por encima de ellos, el punto circular apareca ya mucho ms prximo. No exista el menor signo de actividad procedente de la lisa superficie de cemento y acero; la factora de Kansas permaneca inerte, sin respuesta alguna al posible ataque. Unas cuantas nubes ligeras de cenizas danzaban sobre ella. La factora ya haba soportado diversos ataques e impactos directos de los proyectiles teledirigidos y parte de ella estaba sumergida en un informe montn de cascotes y ruinas. A lo ancho de la planicie, las atarjeas de sus tneles subterrneos aparecan expuestas al aire libre, cegadas con cascotes y la enmaraada y espesa vegetacin oscura de las enredaderas silvestres. Esas malditas enredaderas gru Perine restregndose sus mejillas sin afeitar. Se van a hacer dueas del mundo entero. Aqu y all, en el terreno circundante de la autofactora, las ruinas y demoliciones causadas por las explosiones aparecan blanqueadas por el helado roco de la maana. Carretillas de mineral, camiones, tanques orugas de prospeccin, representantes de las factoras, convectores de armamento, armas, trenes de suministro, proyectiles subterrneos y multitud de piezas indiscriminadas de otra maquinaria se mezclaban confusamente en montones impresionantes de chatarra fuera de servicio, retorcida y deshecha. Algunos vehculos haban sido destrozados al volver a la factora, otros haban sido alcanzados al emerger de la planta subterrnea, completamente cargados con equipo. La totalidad de la autofactora lo que de ella quedaba, pareca estar an ms sumergida en el interior de la tierra. La superficie superior apenas si resultaba visible, casi perdida en la cambiante ceniza que la brisa mova de un lado a otro. No se conoca actividad en los ltimos cuatro das, ni movimiento visible de ninguna especie. Eso est muerto dijo Perine. Ya podis verlo, est liquidado. O'Neill no respondi. Acurrucado en el suelo, se puso lo ms confortable que pudo y esper. En su interior, estaba seguro de que an debera quedar algo en movimiento all en el secreto corazn de la autofbrica. El tiempo lo dira. Mir a su reloj de pulsera; eran las ocho y treinta. En los antiguos das, la factora ya habra comenzado su rutina diaria, con sus caravanas de vehculos diversos cargados con suministros surgiendo a la superficie, para empezar sus constantes expediciones hacia los establecimientos humanos. A la derecha, se movi algo. Volvi rpidamente la atencin hacia aquello. Un vehculo colector de mineral se diriga vacilante hacia la factora. Una ltima unidad automatizada que an pretenda cumplir su cometido. La carretilla estaba prcticamente vaca, apenas en su interior podan divisarse unos cuantos trozos de materias primas, seguramente partes metlicas sueltas que debi encontrar en su camino. Como un insecto metlico ciego y vacilante, la carretilla se aproximaba a la autofactora. Su trayectoria resultaba grotesca, detenindose, vacilando, yendo de un lado a otro, sin un rumbo fijo y apartndose con frecuencia del camino recto. El control va mal dijo Judith, con un leve tono de horror en su voz. Se ve que la factora apenas si puede ayudarle a volver. S, aquello era un hecho cierto. En los alrededores de Nueva York, la factora haba perdido su transmisor de alta frecuencia completamente. Sus unidades mviles se haban desperdigado en disparatadas direcciones, corriendo al azar, trazando crculos, chocando contra rboles o rocas, y acabando por despearse al fondo de los barrancos y terminando por quedarse inmviles a su pesar.

La carretilla del mineral automatizada alcanz el borde de la arruinada planicie y se detuvo brevemente. Por encima de ella, el punto negro que se cerna como un pjaro de mal agero segua dando vueltas en el cielo de la maana. Durante algn tiempo, la carretilla permaneci como petrificada. La factora est tratando de decidir coment Perine. Necesita el material; pero tiene miedo de que el proyectil pueda colarse en el interior. Durante unos momentos la situacin continu igual. Despus, la unidad mvil recomenz su vacilante arrastrarse hacia la entrada. Dej la maraa de enredaderas de la entrada y se dirigi hacia ella. Con un infinito cuidado se encamin rectamente hacia la base de la montaa. El proyectil teledirigido ces en sus vueltas. Echarse a tierra! grit O'Neill. Van a bombardearla nuevamente! Su esposa y Perine se echaron por el suelo a su lado, escrutando ansiosos la llanura frente a ellos y a aquel insecto metlico que trataba de introducirse en los subterrneos de la autofbrica. Desde el cielo, el punto negro circular se dirigi en picado directamente sobre la unidad mvil. Sin ruido y sin aviso, traz una lnea en picado, recto como una flecha. Con las manos puestas en el rostro Judith se estremeci: Es algo que no puedo ver! Es horrible! Como animales salvajes! Al darse cuenta de su proximidad, la unidad mvil intent desesperadamente entrar en el interior de la factora, como si buscase seguridad en su refugio: Olvidando la amenaza que le vena de la altura, la factora se apresur frenticamente a abrir sus compuertas de acceso y gui cuidadosamente la unidad mvil hacia su interior directamente. Es todo lo que deseaba el proyectil teledirigido. Antes de que la barrera pudiera cerrarse, el proyectil se desliz al interior siguiendo una lnea de vuelo paralela a la superficie. Conforme la carretilla desapareca en las profundidades de la factora, el proyectil sigui tras ella. Dndose cuenta repentinamente del peligro la factora solt rpidamente la barrera que prohiba el acceso. La carretilla luch grotescamente contra ella, se hallaba cogida a medio camino de la entrada medio abierta. Pero todo era ya demasiado tarde. El terreno se movi con un trueno espantoso, como sacudido por un terremoto. Una onda expansiva subterrnea pas junto a las tres personas que acechaban desde lejos la tragedia. De la factora se elev una impresionante columna de humo negro. La superficie de hormign se abri como una vaina vegetal seca, rota y deshecha, vomitando un verdadero volcn de escorias y fragmentos de maquinaria, objetos y toda clase de materiales. El humo se cerni durante un buen rato, siendo arrastrado despus por el viento de la maana. La factora era en aquel momento, una catstrofe total. Haba sido alcanzada en su interior y destruida. O'Neill se puso en pie. Bien, eso es todo. Todo est terminado. Hemos conseguido lo que tanta queramos... hemos destruido la red de autofbricas. Y mir a Perine. No era eso lo que bamos buscando? Miraron hacia el establecimiento humano que se extenda tras ellos. Poco quedaba ya de las ordenadas hileras de casas y calles de un ao antes. Sin la red de automacin, el establecimiento haba decado rpidamente. La limpieza original se haba disipado, aquello tena un aspecto muy sucio y descuidado. Por supuesto repuso Perine. Una vez que tomemos posesin de las factoras y comenzaremos a establecer nuestros propios planes... Pero..., habr quedado algo?

Tiene que haber quedado. Dios mo!, tiene que haber millas enteras de subniveles bajo tierra que an no conozcamos... Algunas de las bombas que han tirado ltimamente eran terriblemente grandes observ Judith. Peores que las arrojadas durante la guerra. Recuerdas aquel campo que vimos? Me refiero a aquellos habitantes de ruinas... Yo no estuve respondi Perine. Parecan animales salvajes, comiendo races y larvas, afilando pedernales, curtiendo pieles. Un completo estado de salvajismo y de bestialidad. Pero eso es lo que desea una gente as repuso Perine a la defensiva. De veras lo desean? Queremos nosotros realmente esto? indic O'Neill sealando hacia el establecimiento. Es eso lo que hemos estado procurando, desde el da en que reunimos el tungsteno? O desde el da en que tiramos la leche? S, aquella leche que estaba... Y se detuvo por no recordar la palabra. Superfluizada record Judith. Vamos indic O'Neill. Vmonos cuanto antes. Veamos qu es la que queda an de la factora... lo que hayan dejado para nosotros. Se aproximaron a la deshecha factora ya tarde. Cuatro grandes camiones merodeaban cerca del acceso con sus motores humeantes. Tensos y alertas un grupo de trabajadores rebuscaban entre los escombros y las cenizas. Tal vez sea demasiado pronto objet uno de ellos. O'Neill no tena la intencin de esperar ms. Vamos orden, y tomando una linterna elctrica se adentr en el crter. El gran refugio blindado de la factora de Kansas City apareca haca delante. En la entrada todava permanecan algunas carretillas colectoras de mineral, atrapadas como insectos; pero sin luchar. Ms all, apareca un impresionante hueco de tinieblas. O'Neill se sirvi lo mejor que pudo de la linterna para abrirse paso hacia el interior. Creo que deberemos descender bastante opin Morrison que cuidadosamente iba junto a l. Si queda algo, tiene que ser en el fondo. Continuaron avanzando entre aquellas imponentes ruinas, hasta que comprendieron que haban llegado al interior de la factora... una extensin de restos confusos de una verdadera catstrofe, sin pauta y sin significado. Entropa murmur Morrison, oprimido. Esto fue construido para vivir y luchar, y ahora est deshecho, sin ningn propsito. Ms abajo, bajo tierra insisti O'Neill tozudamente, tenemos que encontrar otros enclaves de inters. Yo s que estas autofbricas estaban concebidas para funcionar en secciones independientes y autnomas y preservar a ultranza lo esencial intacto y para recomponer la propia vida de la autofbrica. Tras ellos los trabajadores avanzaban lentamente. Una seccin se desprendi como una cascada en una verdadera lluvia de fragmentos y trozos de la catstrofe sufrida por la estructura. Eh, muchachos dijo dirigindose a los hombres. Volved a los camiones. No tiene sentido que pongamos las cosas ms en peligro de lo que ya lo estn. Si Morrison y yo no volvemos... olvidadnos. No corris el riesgo de enviar ninguna patrulla de salvamento. Y mientras los hombres obedecan, puso una mano sobre el hombro de Morrison. Vamos amigo. Una rampa descenda hacia las entraas de la tierra, parcialmente intacta. Silenciosamente, los dos hombres fueron descendiendo de un nivel a otro, sin el menor movimiento por ningn lado. Todo pareca muerto definitivamente. Millas de oscuras minas, sin el menor sonido ni el ms leve indicio de actividad. Apenas si eran visibles las oscuras formas de la imponente maquinaria, los inmviles trenes de conduccin y equipo

de traslado del interior de la factora automtica. De tanto en tanto, incluso las bateras de proyectiles montadas sobre sus soportes aparecan desvencijadas y rotas por la ltima explosin. Podramos salvar mucho de todo esto indic O'Neill, aunque en el fondo no estaba muy convencido. La maquinaria pareca fundida, sin formas, totalmente descuajada. Todo pareca descoyuntado e intil para ningn otro servicio posible. Una vez que lo llevemos a la superficie... No podremos le contradijo Morrison con amargura en la voz. No tenemos gras ni medios de elevacin. S, pareci antes una buena idea dijo O'Neill pero ahora que lo veo no estoy demasiado seguro. Haban penetrado ya en un gran trecho dentro de la autofactora. El nivel final se extenda ante sus ojos. O'Neill fue iluminndolo todo con la linterna, tratando de localizar secciones que no estuviesen destrozadas o porciones de ensamblajes mecnicos an aprovechables. Fue Morrison quien se dio cuenta primero. Se dej caer repentinamente sobre manos y rodillas y puso el odo al suelo escuchando atentamente, con los ojos bien abiertos por la emocin. Por el amor de Dios... Qu ocurre? Y entonces, O'Neill hizo lo propio. Bajo ellos, una leve e insistente vibracin, en forma de un zumbido persistente, se distingua claramente a travs del suelo, un claro indicio de actividad mecnica. Se haban equivocado; el proyectil teledirigido no haba tenido un completo xito. Ms abajo, en un nivel ms profundo, la factora estaba viva todava. Aunque pequeas, an se realizaban determinadas operaciones en ella. Trabaja para s misma murmur Morrison, tratando de localizar el elevador. Una actividad autnoma, preparada y dispuesta para funcionar cuando todo lo dems hubiese acabado. Cmo podramos llegar hasta abajo? El elevador estaba roto, atascado por una gran seccin de metal. El ltimo reducto de la autofactora estaba como precintado; no haba entrada alguna para tener acceso a l. Corriendo hacia atrs y deshaciendo el camino O'Neill alcanz la superficie y se aproxim al camin que primero encontr a mano. Dnde diablos est el soplete? Vamos, traedlo aqu! El precioso instrumento le fue entregado y se dio prisa en volver de nuevo junto a Morrison, all abajo en las profundidades de la planta. All, estaba Morrison esperando. Los dos comenzaron frenticamente a cortar la seccin metlica que obstrua el paso del elevador. Ya va cediendo advirti Morrison. Por fin, la plancha cedi y cay al nivel inferior por el hueco del elevador. Un resplandor de luz blanqusima surgi a su alrededor y los dos hombres dieron un paso atrs. En la cmara sellada, una furiosa actividad se llevaba a cabo, percibiendo el eco acompasado de las mquinas de su interior. A un extremo un continuo chorro de materias primas entraba en la cinta transportadora, al otro extremo lejano, salan los productos ya manufacturados, inspeccionados y enviados al tubo convector. Todo aquello les result visible en una fraccin de segundo; despus la intrusin fue descubierta. Los robots hicieron una seal y los rels y conexiones se detuvieron en el acto. El resplandor vivsimo de luz disminuy hasta casi quedar en la oscuridad. La lnea de montaje fren hasta detenerse; todo pareci quedar detenido en su anterior furiosa actividad. Las mquinas emitieron un ltimo chasquido y todo qued en silencio.

A un extremo, una unidad mvil se deslig del conjunto y se dirigi con urgencia hacia el agujero por donde Morrison y O'Neill haban descendido a la planta inferior. Rompi un precinto de emergencia situado convenientemente y la escena anterior cambi nuevamente. Un instante despus, toda la planta herva nuevamente en frentica actividad. Morrison, plido y estremecido de pnico se volvi hacia O'Neill. Qu estn haciendo? Qu irn a hacer ahora? No son armas repuso O'Neill. Lo que sea est siendo enviado a la superficie dijo Morrison gesticulando convulsivamente. O'Neill, excitado se dispuso a salir. Podramos localizar el sitio? Pues... yo creo que s. Ser mejor que vayamos a verlo O'Neill empuo nuevamente la linterna y seguido de Morrison comenz la ascensin hacia los niveles superiores. Vamos a ver qu clase de objetos son esos que disparan hacia el exterior. La vlvula de salida del tubo convector estaba oculto entre una maraa de enredaderas silvestres y ruinas a un cuarto de milla ms all de la factora. En una grieta entre las rocas de la base de la montaa, la vlvula arrojaba los objetos como una cerbatana. Era visible desde diez yardas de distancia; los dos hombres casi se encontraron sobre ella cuando la advirtieron. Cada cinco o seis segundos, era arrojada hacia el cielo una bola. El tubo se retraa para cambiar de ngulo de tiro y nuevamente volva a disparar otra nueva bola en otra direccin distinta, con variada trayectoria. Y hasta qu distancia llegarn? quiso imaginar Morrison. Debe variar probablemente. Las est distribuyendo al azar. O'Neill avanz con cuidado; pero el mecanismo no pareci advertir su presencia. Pegada junto al muro de la montaa y casi en su cima haba una de aquellas bolas, que sin duda la vlvula dispar directamente por el costado de la montaa. O'Neill subi hacia la cima, la recogi y la trajo de nuevo junto a su amigo Morrison. Aquel recipiente era una aplastada caja de maquinaria; pero de maquinaria tan diminuta que seguramente sera preciso un microscopio para observarla adecuadamente. No es un arma ofensiva murmur O'Neill asombrado. Aquella bola metlica se haba desgarrado. Al principio no pudo decir si haba sido por el impacto o por un deliberado mecanismo del interior. Comenzaron a caer en el suelo, deslizndose pequeas miniaturas que tenan como vida propia. Agachndose, O'Neill las examin detenidamente. Aquellas pequeas partculas entraron en movimiento. Era una maquinaria microscpica, ms pequea que hormigas, trabajando enrgicamente con un propsito... construyendo algo que pareca un diminuto rectngulo de acero. Estn construyendo algo dijo O'Neill totalmente perplejo. Se puso en pie y anduvo alrededor. A mayor distancia, una de aquellas bolas cadas anteriormente, se hallaba ya en una fase ms adelantada de construccin. Aparentemente, haba sido expelida haca ms tiempo. Aqulla haba hecho ya grandes progresos que podan ser identificados. Diminuta como era, la estructura resultaba familiar. La maquinaria estaba construyendo una factora en miniatura, rplica exacta de la que haba sido destruida por las bombas. Bien... dijo O'Neill suspirando profundamente. As volvemos ahora al principio de nuevo. Para lo mejor o para lo peor... Lo cierto es que lo ignoro. Imagino que estas maravillas deben estar expandidas ahora por toda la Tierra coment Morrison. S, lanzadas al azar y trabajando con el mismo propsito.

Un sbito pensamiento vino a la mente de Morrison. Tal vez alguno de estos proyectiles hayan sido diseados para sobrepasar la velocidad de escape de la gravedad de la Tierra. Esto significara... que las autofbricas se expandirn por todo el Universo. Tras ellos, la boca de la vlvula expulsora, continuaba lanzando rtmicamente su torrente de metlicas semillas.

SERVICIO DE REPARACIONESSera aconsejable explicar qu estaba haciendo Courtland justo antes de que sonase el timbre. En su ostentoso apartamento de la calle Leavenworth, donde el monte Russian Hill desciende hasta la llana extensin de la Playa Norte y finalmente a la propia Baha de San Francisco, David Courtland estaba sentado con su cuerpo doblado sobre un montn de informes rutinarios, una carpeta semanal con informacin tcnica sobre los resultados de las pruebas de Mount Diablo. Como director de investigacin de Pinturas Pesco, Courtland estaba preocupado por la durabilidad comparativa de varias superficies elaboradas por su compaa. Las tablillas tratadas se haban estado cociendo y haban sudado lo suyo en el calor de California durante quinientos sesenta y cuatro das. Haba llegado la hora de ver la resistencia a la oxidacin del recubrimiento poroso y ajustar la planificacin de la produccin en consecuencia. Inmerso en los intrincados datos tcnicos, Courtland no escuch al principio el timbre. En una esquina de la sala de estar su amplificador de alta fidelidad Bogen, con disco giratorio, estaba reproduciendo una sinfona de Schumann. Su mujer, Fay, estaba limpiando los cacharros de la cena en la cocina. Los dos nios, Bobby y Ralf, estaban ya en sus literas, durmiendo. Al ir a coger su pipa, Courtland se reclin de la mesa un momento, se pas una gruesa mano por su escaso pelo gris... y escuch el timbre. Demonios dijo. Se pregunt vagamente cuantas veces habra sonado la discreta campanilla; recordaba subliminal y nebulosamente repetidos intentos por atraer su atencin. Ante sus cansados ojos la montaa de informes fluctuaba y se bata en retirada. Quin demonios sera? Pero su reloj marcaba las nueve y media, realmente no poda quejarse, an. Quieres que lo atienda yo? dijo con claridad a Fay desde la cocina. Yo lo atender. Fatigosamente, Courtland se levant, se calz las zapatillas y avanz pesadamente por la sala, pasando junto al sof, la lmpara de pie, el revistero, el fongrafo y la librera hasta llegar a la puerta. Era un grueso ingeniero de mediana edad y no le gustaba que la gente le interrumpiese su trabajo. En el vestbulo haba un visitante desconocido. Buenas noches, seor dijo el visitante, examinando fijamente un portapapeles. Siento molestarle. Courtland le dedic una mirada agria al joven. Un vendedor, probablemente. Delgado, rubio, camisa blanca, corbata, traje azul de solapa simple, el joven segua all de pie sujetando su portapapeles con una mano y un abultado maletn negro en la otra. Sus huesudos rasgos mostraban una expresin de adusta concentracin. Tena un aire de confusin tpica de los estudiosos; cejas fruncidas, labios tensos y juntos, los msculos de sus mejillas empezaban a contraerse de forma preocupante. Levantando la mirada, pregunto: Es este el 1846 de Leavenworth? Apartamento 3A?

En efecto dijo Courtland, con la infinita paciencia de un animal lento. El ceo fruncido de la cara del hombre se relaj mnimamente. Muy bien, seor dijo en tono apremiante. Mirando ms all de Courtland, al interior del apartamento, aadi. Siento molestarle a estas horas, mientras est trabajando, pero como usted probablemente sepa hemos estado muy atareados el ltimo par de das. Esa es la razn por la cual no hemos podido atender antes su llamada. Mi llamada? repiti Courtland. Bajo su cuello desabotonado estaba empezando a sentir como le suba un ardor. Sin duda alguna, Fay tena algo que ver con aquello; algo que ella pensaba que l debera haber arreglado, algo vital para una agradable vida hogarea. De qu demonios est hablando? pregunt. Vaya al grano. El joven se ruboriz, trag saliva ruidosamente, trat de sonrer y se apresur a decir con voz ronca: Seor, soy el tcnico de reparaciones que solicit, estoy aqu para arreglar su swibble. La rplica jocosa que acudi a la mente de Courtland fue del tipo que slo habra usado en sus sueos ms profundos. Quizs, dese decir, yo no quiera arreglar mi swibble. Quizs quiera mi swibble tal como est. Pero no lo dijo. En su lugar, parpade, dej que la puerta se abriese ligeramente y dijo: Mi qu!? S, seor insisti el joven. El registro de la instalacin de su swibble nos lleg como esperamos. Normalmente realizamos una comprobacin automtica de ajuste, pero su llamada lleg antes de que lo hicisemos. As que aqu estoy con un equipo de reparaciones completo. Ahora, en lo referente a la naturaleza de su queja en concreto... El joven busc enrgicamente entre el montn de papeles de su portafolios. Bien, no tiene ningn sentido que lo busque; usted puede decrmelo de palabra. Como probablemente sabr, seor, nosotros oficialmente no somos parte de la empresa vendedora... tenemos lo que se denomina una cobertura de seguro que cobra existencia automticamente cuando se realiza la compra. Por supuesto, puede rescindir el acuerdo con nosotros. Intent hacer un chiste. He odo que hay un par de competidores en el negocio de las reparaciones. Una seria expresin de profesionalidad reemplaz al humor. Estirando su enjuto cuerpo, termin diciendo: Pero djeme decirle que nosotros hemos estado en el negocio de reparacin de swibbles desde que el viejo R.J. Wright present el primer modelo experimental Apropulsado. Por un instante, Courtland no dijo nada. Una fantasmagrica sucesin de imgenes fluy por su mente: pensamientos aleatorios cuasi-tecnolgicos, evaluaciones reflejas y reflexiones sin importancia. As que los swibbles se estropean, verdad? Negocios de mantenimiento a largo plazo... envan un tcnico de reparaciones tan pronto como la venta est cerrada. Tcticas monopolsticas... para expulsar a la competencia antes de que tengan una oportunidad. Comisiones para la sociedad matriz, probablemente con cuentas cruzadas. Pero ninguno de sus pensamientos se ocupaba del asunto bsico. Con un enrgico esfuerzo se oblig a prestar atencin de nuevo al impetuoso joven que esperaba nervioso en el vestbulo con su maletn negro de reparaciones y su portapapeles. No dijo Courtland enfticamente, no, su direccin no es la correcta. S, seor? el joven titube educadamente, con un tono de afligido abatimiento en sus rasgos. La direccin equivocada? Buen Dios, ese nuevo mecanismo me ha vuelto a enviar a otra direccin errnea... Ser mejor que vuelva a consultar sus papeles de nuevo dijo Courtland, empujando con aspereza de la puerta. Sea lo que demonios sea un swibble, yo no tengo ninguno; y yo no le he llamado.

Mientras cerraba la puerta advirti el horror final en la cara del joven, una parlisis estupefacta. Entonces la brillante superficie de madera pintada de la puerta se interpuso en la visin y Courtland regres cansinamente a su escritorio. Un swibble. Qu demonios era un swibble? Se sent malhumorado e intent seguir en el punto que lo haba dejado... pero sus pensamientos estaban totalmente desbaratados. No exista nada que se llamase swibble. Y l estaba al da, industrialmente hablando. Lea el U.S. New y el Wall Street Journal. Si existiese tal swibble habra odo hablar de l... salvo que un swibble fuese algn aparatejo para el hogar. Quizs fuese eso. Oye le grit a su mujer cuando Fay apareci momentneamente por la puerta de la cocina con un pao de cocina y un plato azul sauce en sus manos. De qu va esto? Sabes algo sobre swibbles? Fay sacudi su cabeza. No tengo ni idea. No encargaste un swibble ac-dc de plstico y cromo de Macys? Con toda seguridad, no. Quizs fuese algo para los nios. Quizs fuese la ltima moda en el colegio, el cuchillo, tarjeta inteligente o chuchera de moda del momento? Pero los nios de nueve aos no compraban cosas que necesitasen un tcnico de reparaciones cargado con un enorme maletn negro de herramientas, no con una paga de cincuenta centavos a la semana. La curiosidad se sobrepuso al disgusto. Tena que saber, aunque solo fuese para que constase, qu era un swibble. Se levant, corri a la puerta del vestbulo y la abri rpidamente. El vestbulo estaba vaco, por supuesto. El joven se haba marchado. Quedaba un dbil olor a colonia para hombre y transpiracin nerviosa, pero nada ms. Nada ms excepto un papel boca abajo que se haba cado del portapapeles del hombre. Courtland se agach y lo recogi del felpudo. Era una copia de carbn de una orden de reparacin, junto a un cdigo de identificacin, el nombre de la empresa de reparaciones y la direccin de la persona que haba llamado. 1846 Leavenworth Street SF. Video-llamada recibida por Ed Fuller 09.20 PM 28-5. Swibble 30s15H (deluxe). Se recomienda comprobar la retroalimentacin lateral y reemplazar el banco neural. AAw3-6. Los nmeros, la informacin, no le decan nada a Courtland. Cerr la puerta y regres lentamente a su escritorio. Alis la arrugada hoja de papel y reley las desvadas palabras de nuevo, tratando de extraer algn significado de ellas. El membrete impreso era: ELECTRONIC SERVICE INDUSTRIES 455 Montgomery Street, San Francisco 14. Ri8-4456n Fundada en 1963 Eso era. La exigua afirmacin impresa: Fundada en 1963. Con manos temblorosas, Courtland busc mecnicamente su pipa. Ciertamente, eso explicaba porqu nunca haba odo hablar de los swibbles. Explicaba porqu no tena uno... y porqu, no importaba a cuntas puertas del edificio de apartamentos llamase, el joven tcnico de reparaciones no encontrara a nadie que tuviese uno. Los swibbles an no haban sido inventados. Tras un intervalo en el que pens intensa y furiosamente, Courtland descolg el telfono y marc el nmero de su subordinado en los laboratorios Pesco. No me importa dijo cautelosamente qu ests haciendo esta tarde. Te voy a dar una serie de instrucciones y quiero que las lleves a cabo inmediatamente.

Al otro lado de la lnea poda orse a Jack Hurley resoplar enfadado. Esta noche? Escucha, Dave, la empresa no es mi madre... Tengo vida propia. Si se supone que tengo que acudir a la carrera... Esto no tiene nada que ver con Pesco. Quiero una grabadora y una cmara con lente infrarroja. Quiero que consigas un taqugrafo judicial. Quiero uno de los electricistas de la empresa... escgelo bien, quiero al mejor. Y quiero a Anderson, de la seccin de ingeniera. Si no puedes conseguirle, trete a alguno de nuestros diseadores. Y quiero a alguien de la lnea de montaje; consigue a algn viejo mecnico que conozca su oficio. Que conozca de verdad las mquinas. Dubitativamente, Hurley dijo: Bueno, t eres el jefe; al menos, eres el jefe de investigacin. Pero creo que tendrs que aclarar esto con la empresa. Te importara si hablo con tu jefe y obtengo permiso de Pesbroke? Adelante. Courtland tom la decisin sobre la marcha. Mejor an, le llamar yo mismo, probablemente quiera saber que vamos a hacer. Qu vamos a hacer? pregunt Hurley con curiosidad. Nunca te haba odo hablar de esa forma antes... ha inventado alguien una pintura autopulverizadora? Courtland colg el telfono, esper un interminable momento y marc el nmero de su superior, el dueo de Pinturas Pesco. Tiene un minuto? pregunt con seguridad cuando la esposa de Pesbroke hubo despertado al hombre de pelo cano de su siesta y le hubo dado el telfono. Estoy metido en algo grande; me gustara hablarle de ello. Tiene algo que ver con la pintura? mascull Pesbroke, medio en serio medio en broma. Si no es as... Courtland le interrumpi. Hablando muy despacio, le describi detalladamente su contacto con el tcnico de reparaciones del swibble. Cuando Courtland hubo acabado, su jefe sigui en silencio. Bien, dijo finalmente Pesbroke, supongo que puedo saltarme algunos procedimientos. Puesto que ha conseguido interesarme. De acuerdo, me hago cargo. Pero aadi en voz baja si es una elaborada prdida de tiempo, le pasar factura por el uso de los hombres y el equipo. Con prdida de tiempo... quiere decir si no obtenemos nada rentable de esto? No dijo Pesbroke. Quiero decir si sabe de antemano que es una estafa; si me est gastando una broma a sabiendas. Tengo migraa y no consentir bromas. Si habla en serio, si realmente cree que esto puede ser algo, cargar los gastos en las cuentas de la empresa. Hablo en serio dijo Courtland. Usted y yo somos ambos condenadamente viejos para andar con jueguecitos. Bien reflexion Pesbroke, cuanto ms viejo eres, ms proclive te vuelves a explorar las profundidades, y esto suena muy profundo. Poda or como trabajaba su mente. Telefonear a Hurley y le dar la autorizacin. Podr disponer de todo lo que quiera... Supongo que intentar localizar a ese tcnico de reparaciones y descubrir qu es realmente. Eso es lo que pretendo hacer. Suponga que dice la verdad... entonces, qu? Bien dijo Courtland cautelosamente entonces averiguar lo que es un swibble. Para empezar. Quizs despus... Cree que regresar? Podra ser. No va a encontrar la direccin correcta, eso lo s. Nadie en este vecindario llam a un tcnico de reparaciones de swibbles. Y qu importa qu es un swibble? Por qu no averigua como lleg desde su tiempo futuro hasta aqu?

Creo que sabe lo que es un swibble... y no creo que sepa cmo lleg aqu. Ni siquiera sabe que est aqu. Pesbroke se mostr de acuerdo. Es razonable. Si voy hasta ah, me permitir estar presente? Me encantara presenciarlo. Claro dijo Courtland, sudando, con la vista puesta en la puerta cerrada del vestbulo. Pero tendr que verlo desde otro cuarto. No quiero que nada estropee esto... nunca tendremos otra oportunidad Refunfuando, el equipo reclutado de la empresa lleg al apartamento y esper instrucciones de Courtland. Jack Hurley, con camisa hawaiana, bermudas y camperas, miraba oscuramente a Courtland y mova su puro en la boca. Aqu estamos; no s qu le contaste a Pesbroke, pero ciertamente le pusiste en marcha. Recorriendo con la mirada el apartamento, pregunt: Puedo dar por supuesto que vamos a tener la reunin ahora? No hay mucho que pueda hacer esta gente sin que comprendan antes a lo que se van a enfrentar. En la puerta del dormitorio estaban los dos hijos de Courtland, medio dormidos de sueo. Fay se los llev dentro nerviosamente y los meti de vuelta en sus camas. En la sala de estar los diversos hombres y mujeres ocupaban posiciones indeterminadas, en sus rostros se observaba una inquieta y airada curiosidad y una aburrida indiferencia. Anderson, el ingeniero, actuaba de forma distante e indiferente. MacDowell, el operario barrign y cado de hombros de la cadena de montaje, observ con resentimiento proletario el caro mobiliario del apartamento y se hundi en una apata abochornada cuando se percat de sus botas de trabajo y sus pantalones llenos de grasa. El especialista en grabaciones estaba tirando cables desde sus micrfonos a la grabadora colocada en la cocina. Una esbelta joven, la taqugrafa judicial, trataba de ponerse cmoda en una silla de la esquina. En el sof, Parkinson, el electricista de emergencias de la fbrica, hojeaba con desgana un ejemplar de Fortune. Dnde est el equipo de cmara? pregunt Courtland. Viene de camino respondi Hurley. Pretendes atrapar a alguien que vaya a llevar a cabo el viejo timo del Tesoro Espaol? Para eso no necesitara un ingeniero ni un electricista dijo Courtland secamente. Tenso, comenz a dar vueltas por la sala de estar. Probablemente no volvamos a verle; probablemente est de vuelta en su tiempo a estas alturas, o vagando por Dios sabe dnde. Quin? chill Hurley, echando bocanadas de gris humo de puro debido a la agitacin creciente. Qu va a suceder? Un hombre llam a mi puerta relat Courtland brevemente. Habl de cierta maquinaria, un equipo del que nunca o hablar, de algo llamado swibble. Todos en el cuarto se quedaron taciturnos y en silencio. Averigemos lo que es un swibble continu Courtland speramente. Anderson, empiece. Qu podra ser un swibble? Anderson sonri burlonamente. Un anzuelo para pescar. Parkinson se ofreci voluntario para continuar con las suposiciones. Un coche ingls con una sola rueda. A regaadientes, Hurley fue el siguiente. Alguna estupidez. Una mquina para deshacerse de las mascotas domesticas. Un nuevo sostn plstico sugiri la taqugrafa judicial. Ni idea murmur MacDowell con resentimiento. Nunca o hablar de nada similar. Vale asinti Courtland, examinando de nuevo su reloj. Estaba a punto de sufrir un ataque de histeria; haba pasado una hora y no haba seales del tcnico de

reparaciones. No lo sabemos, ni siquiera podemos suponerlo. Pero algn da, dentro de nueve aos, un hombre llamado Wright va a inventar el swibble y se va a convertir en un gran negocio. Se fabricarn, la gente los comprar y pagar bien por ellos; los tcnicos de reparaciones se sumarn al negocio y les atendern. La puerta se abri y Pesbroke entr en el apartamento, con un gabn sobre sus hombros y un destrozado sombrero Stetson sobre su cabeza. Ha vuelto a aparecer? Sus ojos ancianos y alerta recorrieron la habitacin. Ustedes parecen estar listos para comenzar. Seguimos sin seales de vida de l dijo Courtland ansiosamente. Maldicin... Yo le despach, no intent retenerlo hasta que ya se haba marchado. Le ense a Pesbroke la estrujada copia de carbn. Ya veo dijo Pesbroke devolvindosela. Y si regresa grabarn lo que diga y fotografiarn todo lo que tenga en el maletn de herramientas. Seal a Anderson y MacDowell. Qu hay del resto de ellos? Para qu son necesarios? Quiero tener aqu gente que pueda hacer las preguntas correctas explic Courtland. No podemos conseguir respuestas de otra forma. El hombre, si aparece finalmente, slo se quedar un tiempo limitado. Durante ese tiempo, tenemos que descubrir... se interrumpi cuando su esposa se le acerc. Qu sucede? Los nios quieren mirar explic Fay. Pueden? Prometen que no harn ruido aadi ansiosamente. A m me encantara mirar tambin. Mirad, entonces respondi Courtland con pesimismo. Quizs no haya nada que ver. Mientras Fay serva caf, Courtland continu con su explicacin. Lo primero de todo, queremos averiguar si ese hombre dice la verdad. Nuestras primeras preguntas tendrn como objetivo descubrirle; quiero que estos especialistas trabajen en l. Si es una estafa, probablemente lo descubran. Y si no lo es? pregunt Anderson con una expresin de inters en su rostro. Si no lo es, ests diciendo que... Si no lo es, entonces viene de la prxima dcada, y quiero sacarle todo lo que sepa de valor. Pero... Courtland se detuvo. Dudo si sabr mucho de teora. Tengo la impresin de que est en lo ms bajo de la pirmide. Probablemente lo mejor que podremos conseguir es una demostracin de su trabajo especfico. Partiendo de ah, deberemos completar el cuadro, realizar nuestras extrapolaciones. Cree que puede contarnos cmo se gana la vida dijo Pesbroke astutamente, que es lo que queremos. Tendremos suerte si aparece de una vez dijo Courtland. Se sent en el sof y empez a golpear rtmicamente su pipa contra el cenicero. Todo lo que podemos hacer es esperar. Cada uno de vosotros que vaya pensando en lo que va a preguntar. Tratad de imaginar las preguntas que os gustara hacerle a un hombre del futuro que no sabe que viene del futuro, que est intentado reparar equipos que an no existen. Estoy asustada dijo la taqugrafa judicial, plida y con los ojos desorbitados, haciendo temblar su taza de caf. Estoy cansado de esto murmur Hurley con los ojos sbitamente fijos en el suelo. Todo esto no es ms que castillos en el aire. Justo en ese momento el tcnico de reparaciones del swibble regres y llam tmidamente a la puerta del vestbulo una vez ms. El joven tcnico de reparaciones estaba aturdido. Y se estaba empezando a alarmar. Disclpeme, seor comenz sin prembulos. Veo que tiene visitas, pero he vuelto a examinar mis direcciones y esta es sin ninguna duda la direccin correcta aadi lastimeramente. Lo he intentado en algunos apartamentos ms; nadie saba de qu estaba hablando.

Entre le invit Courtland. Se hizo a un lado, apartndose de entre el tcnico de reparaciones y la puerta, y le condujo hacia la sala de estar. Es l? dijo con dubitativa voz cavernosa Pesbroke, entrecerrando los ojos. Courtland lo ignor. Sintese le pidi al tcnico de reparaciones del swibble. Por el rabillo del ojo pudo ver a Anderson, Hurley y MacDowell acercndose y a Parkinson dejando su Fortune y ponindose rpidamente de pie. Se oa desde la cocina el sonido de la cinta corriendo por el cabezal de grabacin... el cuarto haba cobrado vida. Puedo venir en otro momento dijo el tcnico de reparaciones, preocupado, mirando el crculo de gente que se cerraba sobre l. No quiero molestarle, seor, ahora que tiene visitas. Sentado desmaadamente en el brazo del sof, Courtland dijo: Este es tan buen momento como cualquier otro. De hecho, es el momento ideal. Una desbocada sensacin de alivio le inund: ahora tenan una oportunidad. No s qu me pas continu rpidamente. Estaba confundido. Por supuesto que tengo un swibble; est en el comedor. La cara del tcnico de reparaciones se contrajo en un amago de carcajada. Oh, de verdad dijo ahogadamente. En el comedor? Ese es chiste ms gracioso que he odo en semanas. Courtland mir a Pesbroke. Qu demonios era tan gracioso de aquello? Entonces todo su cuerpo se tens: sudores fros baaron su frente y las palmas de sus manos. Qu demonios era un swibble? Quizs haran mejor preguntndolo directamente... o quizs no. Quizs estaban adentrndose en algo ms profundo de lo que crean. Quizs y no le gust en absoluto la idea estaban mejor sin saber nada. Me confundi dijo su terminologa. No pienso en ello como swibble termin cautelosamente. S que es la jerga popular, pero con tanto dinero involucrado, me gusta ms pensar en ello por su nombre autntico. El tcnico de reparacin de swibbles pareca totalmente confundido, Courtland se dio cuenta de que haba cometido otro error; aparentemente swibble era su nombre autntico. Pesbroke dijo: Cunto tiempo lleva reparando swibbles, seor... esper, pero no sali respuesta de la blanca y delgada cara. Cul es su nombre, joven? exigi. Mi qu? el tcnico de reparacin de swibbles se levant a trompicones. No le entiendo, seor. Dios mo, pens Courtland. Iba a ser mucho ms difcil de lo que se haba imaginado... ms de lo que ninguno de ellos se haba imaginado. Airadamente, Pesbroke aadi: Usted tiene que tener un nombre. Todo el mundo tiene un nombre. El joven tcnico de reparaciones trag saliva y baj la vista hacia la alfombra con la cara ruborizada. Yo solo estoy en el grupo de servicio cuatro an, seor. De forma que an no tengo un nombre. No importa dijo Courtland. Qu tipo de sociedad conceda los nombres como un privilegio de status?. Quiero asegurarme de que es usted un tcnico de reparaciones competente explic. Cunto tiempo lleva reparando swibbles? Seis aos y tres meses asegur el tcnico de reparaciones. El orgullo sustituy al bochorno. En el Instituto obtuve un 10 en aptitudes para el mantenimiento de swibbles su pequeo pecho se hinch. Soy un hombre adecuado para los swibbles de forma