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DE MADRID AL ESPACIO... CON DIEGOVALORAños 50, la España triste del fran-quismo. En los cines el No-Do ensal-zando los “logros” del Régimen, porla radio las monótonas tonadas del“folklore patrio”, en los quioscos laprensa del Movimiento… pero notodo es gris: a una luminosa hora deldía, por la onda de Radio Madridsuena una cancioncilla que alegra loscorazones de los niños del momento:es el himno de Diego Valor, con elque se inician las hazañas radiofóni-cas de ese héroe tan español, un piloto
del espacio que conquista el universo,derrota a los malos aliens y lleva a susseguidores a exóticos mundos leja-nos, muy lejanos. Y cuando esas he-roicidades se hacen tebeo, el gozo escompleto: las aventuras se puedenatesorar. Ahora, medio siglo después,a la España marchita de la crisisvuelve el héroe inmortal para llevar-nos de nuevo al espacio infinito, aotros mundos lejos del tedio coti-diano; y eso en un volumen recomen-dable tanto para los que peinan canas,por aquello de la nostalgia, como paralos que aún no se afeitan, para quedescubran lo que era un héroe de peloen pecho de los de antes.
Si quiere usted escuchar el inolvidable himno de Diego Valor, con el que se iniciaba la famosa serie radiofónica, utilice el QR adjunto, o bien vaya a la página: www.editoresdetebeos.com/sites/diegovalor/
Las grandes sagas de la ciencia ficción, sean en novela, película o
tebeo, tienden a crear su propio universo, tanto para que en el mismo
se muevan sus héroes y villanos, como para enganchar aún más a sus
seguidores. Así, por ejemplo, existen unos maravillosos volúmenes
ilustrados que nos muestran todos los detalles de las naves y otros ar-
tefactos que se mueven por el universo de La Guerra de las Galaxias,
hay en los Estados Unidos una serie de tebeos dedicados monográ-
ficamente a las razas del universo de Star Trek y la longeva serie te-
levisiva Dr. Who tiene entre su parafernalia a la venta un Librode las cosas imposibles, acompañado de un “destornillador
sónico”, como el del protagonista.
También los creadores de Diego Valor intentaron crear
un mundo alrededor del personaje. Eso fue, sobre todo,
en el Almanaque 2055 (naturalmente publicado en
EL UNIVERSO De diEgo valor
1955), en el que se encontraban las biografías de los principales per-
sonajes, la historia del los pueblos de Venus y una geografía del pla-
neta, imágenes de la guerra en ese mundo, descripciones de las
naves, lar armas y animales exóticos, e incluso anuncios de sastre-
rías, editoriales, o partidos de fútbol interplanetarios, por no hablar
de imágenes de moda, nuevos inventos y hasta de la artesanía atlante.
Luego, en los sucesivos almanaques (ya en el tamaño apaisado
grande), extraordinario de Navidad, de Pascua y de Reyes, hubo un
tímido intento de seguir desarrollando ese universo, pero no con la
fuerza mostrada en ese mítico
año 2055.