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La memoria de los vencidos, de Michel Ragon LA OVEJA ROJA dossier Fotografía: julio de 1917, Petrogrado. Una manifestación que reclamaba “todo el poder para los soviets” es reprimida a sangre y fuego por las tropas de Kerensky. narrativa noviembre de 2010

Dossier de La memoria de los vencidos

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Protagonistas y acontecimientos de la novela de Michel Ragon

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La memoria de los vencidos,de Michel Ragon

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Fotografía: julio de 1917, Petrogrado. Una manifestación que reclamaba “todo el poder para los soviets” es reprimida

a sangre y fuego por las tropas de Kerensky.

narrativanoviembre de 2010

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Texto de presentación La memoria de esta novela es la memoria de la revolución. De la grande y de muchas pequeñas, de las que fueron y de las que no

pudieron ser. Memoria de vencidos... porque vencidos sólo son quienes luchan.

Alfred Barthélemy será nuestro hilo conductor. Un nombre de ficción inserto en una historia real, una historia de luchas populares, sueños e ideales que marcó la realidad europea durante casi un siglo. Desde el browning y las bombas hasta una lejana influencia en el 68. Y entre esos dos extremos: las calles de París, sus fábricas, las trincheras de la primera gran guerra, la Revolución de Octubre, las prisiones francesas, la prensa libertaria, la guerra civil española... Un río, en suma, alimentado por luchas, amores, amistades, muertes, nacimientos... Un río alimentado por miles de personajes anónimos y otros cuantos con nombres y apellidos. También ellos tomarán aquí la palabra: Réné Valet, Louis Lecoin, Paul Delesalle, Victor Serge, Alexandra Kollontái, Maria Spiridónova, Lenin, Trotsky, Volin, Majnó, Pestaña, Gorki, Mühsam, Durruti, Federica Montseny...

Luchas malditas cuyo olvido naturaliza el curso de las cosas despojándonos del horizonte de transformación que con ellos compartimos: igualdad, libertad, fraternidad... Vencidos a quienes queremos recordar, porque pese a la derrota, pese a sus errores... siguieron luchando.

La memoria de los vencidosMichel Ragon

novela, 400 pgs., formato 17 x 24 cmencuadernación rústica cosida

ISBN: 978-84-937973-1-7PVP: 18,50 €

Breve resumenLa memoria de los vencidos es una novela épica y popular. En ella, se realiza un vivo relato de las grandes luchas revolucionarias de la primera mitad del siglo  XX: el terrorismo anarquista, la Revolución Rusa, la Guerra Civil española, el antifascismo...

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Michel Ragon nació en 1924, en Marsella.

Su infancia transcurrió en La Vendée, en una familia de agricultores pobres que, tras la muerte del padre, emigró a la ciudad, a Nantes.

Allí desarrolla Ragon su particular educación, primero gracias a las bibliotecas burguesas de las casas donde limpiaba su madre y luego en la escuela de bellas artes y en círculos poéticos.

En 1943, unos panfletos contra la ocupación pondrán a la Gestapo detrás de sus pasos, afortunadamente sin éxito. En 1945 decide irse a París, donde va a ganarse la vida como peón de una herrería, pintor de brocha gorda, ayudante en una librería y librero de ocasión a orillas del Sena. Una nueva vida llena de pasiones: la literatura proletaria, la anarquía, el arte abstracto, la arquitectura, el dibujo satírico... Michel Ragon se convirtió poco a poco en poeta, novelista y reconocido crítico e historiador del arte especializado en la arquitectura moderna. Así llegaría, por ejemplo, a ser comisario de la Bienal de Venecia, en el significativo año de 1968.

Su obra literaria es increíblemente extensa. Abarca

la poesía, la novela, los libros de viaje, entrevistas, ensayos, obras de historia del arte... Al castellano se han traducido El honorable Japón precedido de Las Patrañas de Ulises (Zeus, 1960; viajes), Zao Wou-Ki (ed. Nacional, 1962; arte), ¿Donde viviremos mañana? (ed. Luis de Caral, 1966; urbanismo), Las ciudades del futuro (Plaza & Janés, 1970; urbanismo), 54 palabras clave para una lectura polifónica de Agam (selección y textos de M. Ragon, Barcelona, 1976; arte), Historia mundial de la arquitectura y el urbanismo modernos (Debate, 1979; urbanismo) y Diario del Arte Abstracto (Destino, 1992; arte).

Michel Ragon

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Acontecimientos y protagonistas

La infancia - las calles de París, 1899-1917El protagonista de nuestra novela es un chaval de la calle, un desposeído al que el azar situará junto a Victor Kibalchich (luego Victor Serge), Valet y el resto de miembros de la banda de Bonnot, junto a Paul Delesalle, Vsevolod Eichenbaum (luego más conocido como Volin)...

Fotografía: proceso de la banda de Bonnot. La llamada banda de Bonnot practicó durante los primeros años del siglo xx la propaganda por los hechos. Con sus bombas artesanales y pequeños brownings intentaron extender la insurrección revolucionaria.

Victor Kibalchich adoptaría el nombre el Victor Serge en Barcelona, durante los meses previos a la huelga gene-ral revolucionaria de 1917. Su trayectoria política le llevó de París y la banda de Bonnot hasta Moscú, pasando por Barcelona. Como tantos otros militantes revolucionarios se sumó a la enorme esperanza que suscitó la Revolución de Octubre. A finales del 17 llegó a una Rusia revolu-cionaria en la que iba a desarrollar una intensa actividad en la Internacional Comunista. Años después pasaría a formar parte de la oposición de izquierdas y terminaría deportado y expulsado de la URSS.

« Las oficinas de la Internacional se instalaron en el palacete de la antigua embajada de Alemania. En el parqué, una amplia mancha parda marcaba el lugar en donde se había derramado pocos meses antes la sangre del embajador, el conde Mirbach, asesinado por dos chequistas, social-revolucionarios de izquierdas. Frente a la oficina de Zinóviev se encontraba el servicio que publicaba en cuatro lenguas (ruso, inglés, alemán y francés) una revista titulada Internacional comunista. Fred quedó encargado de la edición francesa, en colaboración con un redactor técnico, un nuevo miembro del grupo comunista francés de Moscú llamado Victor Serge.

Cuando Victor Serge llegó por primera vez a las oficinas de la Internacional, tanto él como Fred creyeron sufrir una alucinación. Victor Serge era en realidad el nuevo nombre que Victor Kibalchich había adoptado durante la insurrección de Barcelona. Que Victor y Fred hubieran seguido el mismo recorrido político les parecía tan inaudito al uno como al otro. » (pps. 99-100)

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Revolución rusa - 1917-1924Alfred Barthélemy había descubierto y aprendido la lengua rusa en com-pañía de Eichebaum (Volin). Esto le permitirá escapar de las trincheras de la primera guerra mundial para hacer de intérprete en la primera delegación militar francesa en la Rusia revolucionaria. Junto a sus superiores (Prunier y Sandoz) pronto desierta. La incipiente burocracia rusa les concederá un sitio, primero en el tren de Trotsky, y luego en la organización de sus redes internacionales. Desde allí conocerá a Lenin, Bujarin, Kámenev, Zinóviev... y poco a poco se irá sumando a la oposición anarquista personificada en Ucrania por Majnó.

La progresiva burocratización de la Revolución, su creciente identi-ficación con un partido y el abandono de parte de sus metas iniciales (supresión del Estado, del ejército, etc.) alejarán cada vez más a nuestro protagonista de las órbitas bolcheviques. En esa deriva, Alexandra Kollontái y Maria Spiridónova se convertirán en dos de sus grandes referentes. Al tiempo, la insurrección de Kronstadt y la muerte de Kropotkin vienen a representar, en lo real y en lo simbólico, el fin de las esperanzas anarquistas en la revolución rusa.

Alexandra Kollontái fue una de las grandes protagonistas de la Revolu-ción rusa, y quizás una de sus mayores desconocidas.

Miembro del Comité Central del Partido desde antes de octubre del 17, Alexandra representó a la oposición obrera y defendió tesis totalmente revolucionarias para las relaciones entre los sexos.

Como Comisaria del Pueblo para la Asistencia Pública, aprobó el aborto, el divorcio, promovió la liberalización de las relaciones sexuales y familiares e instauró un sistema de educación in-fantil pública destinado a liberar a las mujeres de sus obligaciones materna-les. Buena parte de estas reformas no sobrevivieron a las primeras décadas de la Revolución.

En los años 20 pasó a la representar la oposición obrera para quedar luego relegada al servicio diplomático.

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Nestor Majnó y su majonovichina ilustran a la perfección la deriva de las relaciones entre bolcheviques y anar-quistas. La colaboración entre las fuerzas bolcheviques y las lideradas por este campesino fueron claves para derrotas a los ejércitos blancos, pero dicha colabo-ración no sobrevivió a la existencia de un enemigo común.

En 1921 la guarnición de Kronstadt se rebela contra el poder bolchevique. En-tre otros puntos, reclaman la libertad de organización y prensa para anarquistas

y socialistas de izquierdas. El ejército rojo reprime la insurrección.

« El 1 de marzo de 1921, una noticia increíble llegó a la mesa de Lenin: dieciséis mil marinos, soldados y obreros de Kronstadt declaraban la guerra al gobierno bolchevique y ello en nombre de la autenticidad soviética. Kronstadt, cuyo primer soviet había presidido Trotsky en 1917; Kronstadt, cuyos marinos habían bombardeado el palacio de Invierno y asegurado la victoria de la insurrección de Octubre; Kronstadt, que Trotsky llamaba «el honor y la gloria de la revolución»... y ahora esa isla fortaleza del golfo de Finlandia pedía cuentas a quienes ella había alzado al poder. La radio de Kronstadt difundía resoluciones increíbles. (...) » (p. 140)

Ángel Pestaña acudió al II Congreso de la III Internacional celebra-do en Moscú en 1920 como representante de la poderosa CNT. Sus ponencias manifesta-ron una postura crítica ante las derivas que iba tomando una Revolu-

ción acosada en todos sus frentes. El dilema entre las necesidades de defensa ante el acoso ex-terior y la supervivencia de la autocrítica en el seno de la Revolución se resolvería poco a poco por el lado de la supre-sión de las divergencias.

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Al igual que hicieron las Brigadas Internacionales del lado comu-nista, las centurias anarquistas canalizaron un importante caudal de voluntarios internacionalistas.

Las tropas nacionales supieron explotar la tensión entre unos y otros para dividir al enemigo.

Andreu Nin, que había fundado el POUM en el 35 y trabajado anterior-mente durante nueve años en Moscú para la Internacional sindical roja, desapareció de la circulación el 16 de junio de 1937. Inmediatamente circularon toda una serie de interesa-dos rumores sobre su refugio junto a Hitler o Franco. Aunque la NKVD no consiguió cerrar su plan de falsas prue-bas contra Nin, su asesinato contribu-yó a reforzar la hegemonía ideológica y simbólica comunista dentro de la izquierda.

Obrero, militante y voluntario en la Guerra Civil española- 1924-1938Tras escapar de la Rusia estalinista nuestro protagonista intenta refugiarse en un cómodo anonimato obrero. Aun así, su pasado termina resurgiendo. En París conoce a Buenaventura Durruti y, tras participar en los movimientos obreros de los años 30, se sumará como voluntario en la Guerra Civil española. Allí volverá a encontrarse con los matones de la checa, o GPU, o NKVD...

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El revuelo provocado en los años 40 por las declaraciones del ex alto funcionario soviético Kravchenko y por el testi-monio de Margarete Buber-Neumann, “trotskista” super-viviente tanto al gulag como a los campos de concentración nazis, contribuyó a ensanchar las brechas que terminarían resquebrajando la hegemonía referencial estalinista.

La oveja roja

El librero - 1939-1957Alfred Barthélemy pasa los años de la guerra junto a españoles, judíos y antifascistas... en el campo de concentración de Gurs. Encarcelado por reclamar la paz, encarcelado, como muchos otros franceses por entonces, durante toda la guerra sin juicio.

Tras la contienda le recibe un mundo que ya no siente como suyo; un mundo en el que el estalinismo es incuestionable para casi toda la izquierda, aunque poco a poco comienzan a verse las grietas por las que, años después, fructificarían nuevas ideas.

« En noviembre de 1940, una vez trasladados a otro lugar los últimos «refugiados» españoles, llegó una marea de hombres y mujeres de todas las edades, con niños y bebés, dando traspiés bajo la carga de sus petates. (...) Cuando nos dijeron que se trataba de judíos alemanes, no les creímos. (...) Nos explicaron que eran alsacianos. Judíos y franceses. Franceses y orgullosos de serlo (...). Los días siguientes, esos supuestos alemanes murieron con una rapidez tal que los sepultureros, sobrepasados, apiñaron los cadáveres en un barracón, amontonándolos unos sobre otros. (...) Lo más abominable llegó cuando los nazis ocuparon la zona libre y el gobierno de Pétain les entregó a los judíos del campo con un regalo extra: los alemanes anti-fascistas que se hallaban entre nosotros. (...) Cuando nos liberaron en 1945 volvimos a cruzarnos con unos nuevos inquilinos: colaboradores, o presuntos colaboradores. Les dejamos nuestras pulgas y nuestras ratas. Y nuestros guardianes, infatigables. » (p. 345)