El Analítico Renegado

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    Estudios Pblicos,80 (primavera 2000).

    ENSAYO

    EL ANALTICO RENEGADO

    BERLIN O LA FILOSOFA CON HISTORIA

    M. E. Orellana Benado

    M. E. ORELLANABENADO. Doctor en filosofa, Universidad de Oxford (1985). Premio

    Consejo Nacional del Libro y la Lectura (Chile, 1994). Profesor titular de historia de lafilosofa moderna, Universidad de Valparaso (1996) y profesor asociado de filosofa delderecho, Universidad de Chile (1999). Autor de Pluralismo: Una tica del Siglo XXI (1994)y deAllende: Alma en Pena(1998). Agradezco los comentarios que a versiones anteriores deestas ideas hicieran Marcelo Arancibia, Andrs Bobenrieth, Julio Castro, Rodrigo Correa,Joaqun Garca-Huidobro, Freddy Gmez, Abel Gonzlez, Pablo Ruiz-Tagle y Carlos Verdugo.

    Berlin sostuvo que temprano en su carrera l abandon la filosofapor la historia de las ideas. Aqu se pretende refutar dicha tesis

    mediante la presentacin, evaluacin crtica y contextualizacin desu propia concepcin de la filosofa. Una interpretacin viable deesta ltima muestra que la obra de Berlin s pertenece a la filosofa,especficamente a la tradicin analtica. La de Berlin es, entonces,una concepcin ms de la filosofa de entre las producidas por lasegunda generacin de analticos. Corresponde ubicar a la concep-cin de Berlin, la concepcin histrica de la filosofa o la filosofacon historia, junto con la concepcin cientificista del Crculo deViena, la del lenguaje ordinariode la Escuela de Oxford, la de la

    epistemologa naturalizadade Quine, y la de la metafsica descripti-vade Strawson. Al hacer esto se alcanza un mejor entendimiento delas fuentes y las motivaciones adems de las conexiones conceptua-les, institucionales y polticas de la obra de Berlin. Y, por otra parte,se arroja una luz nueva sobre la tradicin analtica misma, aquellaque surgi de la revolucin causada por la lgica de cuantificacionesy variables de Frege y Russell en la evaluacin de la ciencia moderna.

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    U

    Para sir P. F. Strawson, maestro y amigo.

    1. Berlin y la filosofa analtica

    na manera de comenzarla introduccin de estudiantes a la filo-sofa consiste en mostrarles la existencia de un campo de argumentacindentro del cual, en principio, no se aceptan ni los argumentos de autoridadni aquellos que atacan a las personas. En dicho campo nos interesan lasproposiciones mismas y cmo se las defienda pero no nos interesa quines

    las sostengan ni cmo ellos sean. Porque en filosofa ninguna proposicinse sostiene sobre la base de que la afirme tal o cual autoridad (sea sta laexperiencia sensorial, el sentido comn, un texto sagrado o un autor espec-fico). Ni tampoco ninguna proposicin cae porque la defienda una personacon tales o cuales caractersticas (fsicas, sociales, religiosas o ideolgicas)1.

    Pero una cosa es la legitimidad de comenzaras la introduccin a lafilosofa. Y otra muy distinta es suponer que la filosofa pudiera terminarah. Es decir, que pudiera alcanzarse un cabal entendimiento del peculiar

    conjunto de prcticas humanas que es la filosofa sin conocer, adems delas obras en las cuales se presentan tales argumentaciones, por lo menos,sus afinidades e incompatibilidades (aquello que determina su pertenencia auna u otra tradicin filosfica), la relacin que sus autores tienen con elcontexto familiar, social, poltico e histrico en el cual surgieron sus ideasas como los intereses, proyectos e ideales que con ellas pretendieron servir.Tal es, en todo caso, la aproximacin a la filosofa en general desde la cualse expondr y evaluar aqu el pensamiento de sir Isaiah Berlin (1909-

    1997)2

    .Berlin perteneci a la segunda generacin de la tradicin analtica enfilosofa3. La primera generacin aquella que, utilizando una metfora

    1 Una introduccin a la filosofa que comienzade esa manera, articulando al interiorde la tradicin analtica una Concepcin Argumentativa de la Filosofa, en Orellana Benado(1994), pp. 21-36.

    2 Un bosquejo sinptico de la vida profesional, las motivaciones polticas y lasprincipales doctrinas filosficas de Berlin en Orellana Benado (1997). Para una interpreta-

    cin de la obra de Berlin en trminos de un pluralismo valorativo y un liberalismo agonal,vase Gray (1995). Para una biografa que cont con la colaboracin de Berlin, vaseIgnatieff (1998), reseada crticamente en Hitchens (1998). Respecto de la identidad de lafilosofa analtica, vase Wang (1986) y Dummett (1978; 1993). Pero diversas evaluacionescrticas de la postura de Dummett vase Glock (1997).

    3Para una elucidacin preliminar del concepto de tradicin filosfica,que identificay distingue en l sus dimensiones conceptuales, institucionales y polticas aplicada a lafilosofa analtica, vase Orellana Benado (1999). Un bosquejo de un programa de investiga-

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    estadounidense, puede ser llamada de los padres fundadores estuvo do-minada por cuatro descollantes figuras: el alemn Gottlob Frege (1848-1925), los ingleses Bertrand Russell (1872-1970) y G. E. Moore (1873-1958) y, last but not least,el austraco Ludwig Wittgenstein (1889-1951).Muchas brillantes figuras pertenecieron a las siguientes generaciones, de lascuales vale la pena nombrar algunas en la segunda y la tercera con elpropsito de precisar la ubicacin de Berlin.

    Dentro del mundo germanoparlante, acompaan a Berlin en la se-gunda generacin de analticos, entre otros, Moritz Schlick y Rudolf Car-nap del Crculo de Viena, sirKarl Popper de la misma ciudad y luego de

    Londres, as como Hans Reichenbach, quien fund la Sociedad de FilosofaEmprica, as como su miembro ms conocido, Carl Hempel. En el mundoangloparlante, los coetneos de Berlin incluyen a sir A. J. Ayer, J. L.Austin, H. L. A. Hart y sir P. F. Strawson en Oxford as como a losestadounidenses Nelson Goodman y W. V. Quine en Harvard. La tercerageneracin de analticos comprende a los filsofos canadienses CharlesTaylor y G. A. Cohen (quienes ocuparon, durante el ltimo cuarto del sigloXX, la ctedra de teora social y poltica en el All Souls, Oxford que fuera

    de Berlin); los estadounidenses Donald Davidson, Ronald Dworkin, SaulKripke, Robert Nozick, Hilary Putnam, John Rawls y Richard Rorty; amnde los britnicos Michael Dummett, David Wiggins, Bernard Williams yRichard Wollheim.

    La afirmacin segn la cual Berlin pertenece a la segunda genera-cin de la tradicin analtica en filosofa, a pesar de su apariencia emprica,tiene mltiples compromisos tericos. Pudiera objetarse, por ejemplo, lalegitimidad, la conveniencia o, incluso, la inteligibilidad misma de concep-

    tualizar a la filosofa analtica en trminos de una tradicin. Ms de alguienafirmar que, por el contrario, la filosofa toda constituye slo una tradi-cin, la tradicin filosfica. Pero no resultara fructfero aqu debatir lalegitimidad, la conveniencia o la inteligibilidad de conceptualizar a la filo-sofa en trminos de una familia de tradiciones filosficas, en otras pala-bras, evaluar los mritos respectivos del monismo y del pluralismo en meta-filosofa. Embarcarse en tal debate nos alejara del asunto que aqu interesa:

    cin en metafilosofa que utiliza una versin anterior de tal elucidacin similar para conciliarun pluralismo inspirado en Berlin con la viabilidad del progreso en filosofa, vase en Orella-na Benadoet al.(1999). La investigacin asociada con estas publicaciones y con el presenteartculo cont con el respaldo del Fondo Nacional de Desarrollo Cientfico y Tecnolgico deChile (Proyecto Fondecyt 1970613). Respecto de la identidad de la filosofa analtica, vaseWang (1986) y Dummett (1978; 1993). Para diversas evaluaciones crticas de la postura deDummett, vase Glock (1997).

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    si Berlin pertenece o no a la tradicin analtica en la filosofa y qu muestraacerca de ella la respuesta a esa pregunta.

    Es ms, aun si se concediera que la filosofa analtica fuera unatradicin filosfica entre otras, dos formidables objeciones se levantan encontra de sostener que l perteneci a su segunda generacin. Segn una deellas, Berlin abandon a la filosofa tempranamente para dedicarse a lahistoria de las ideas. Esta objecin est avalada nada menos que por eltestimonio del propio autor4. As, con independencia de si la filosofa anal-tica es o no una tradicin entre otras, la aseveracin inicial no se justificaraporque Berlin no habra sido un filsofo, sino un historiador5. La otra

    objecin, si bien acepta que en un sentido amplio Berlin fue un filsofo,sostiene que es incorrecto considerarlo un filsofo analticoen un sentidoestricto y riguroso, esto es, en un sentido analtico del trmino.

    El presente ensayo se estructura en trminos de una respuesta aambas objeciones. Su estrategia argumentativa contina en la segunda sec-cin con un bosquejo de la concepcin cientfica del mundo o cientificis-mo defendido por los positivistas lgicos del Crculo de Viena en el primertercio del siglo XX y su impacto en la generacin de Berlin en Oxford6. La

    tercera seccin resume la concepcin de la filosofa propuesta por Berlintreinta aos ms tarde en su clsico artculo El Objeto de la Filosofa7. Lacuarta seccin presenta una interpretacin cientificista o positivista-lgicade dicha propuesta. Tal interpretacin permite entender por qu l sostuvoque abandon la filosofa para dedicarse a la historia, pero vuelve insosteni-ble su concepcin de la primera de ellas. La quinta seccin rescata lapropuesta de Berlin recurriendo a una interpretacin histrica cuyo costo,todo tiene un precio en la argumentacin, es mostrar que a pesar de lo que

    4Williams (1998); Ignatieff (1998), pp. 130-131.5La distincin entre filosofa e historia de las ideas fue utilizada por Hardy en su

    recopilacin y edicin tarda de la obra de Berlin. As, el subttulo del libro Conceptos yCategoras(Berlin, 1983a) es Ensayos Filosficos mientras que aquel de su obra Contra laCorriente (Berlin, 1983b) es Ensayos sobre Historia de las Ideas. Ahora bien, EnsayossobreHistoria de las Ideas (nfasis aadido) es una traduccin desafortunada. Los trabajosque all se presentan no son sobre dicha disciplina (un asunto metaterico que Berlin noexamina). Son estudios acerca de distintos pensadores y sus ideas, esto es, con las reservasacerca del trmino que sugiere la seccin 6, ensayos dehistoria de las ideas. Finalmente, en latraduccin del ttulode Berlin (1983b) se pierde el matiz de irnica arrogancia del original eningls. Verter The Current Prime Minister al castellano como El Actual Primer Ministroes,desde luego, preferible a verterlo como El Primer Ministro Corriente(aun si el actual PrimerMinistro fuera, tambin, corriente). Against the Current, por cierto, puede verterse al caste-llano como Contra la Corriente. Pero el ttulo ingls puede entenderse indistintamente de esamanera y tambin en trminos de lo que correspondera haber traducido como Contra loActual, es decir, Contra lo Corriente.

    6Crculo de Viena (1987). Respecto de la filosofa cientfica (scientific philosophy)en relacin con Russell, vase Monk (1997).

    7Recogido en Berlin (1983a-1).

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    l mismo creyera, su obra s es filosfica. La sexta seccin bosqueja lasobjeciones de Berlin al cientificismo. Finalmente, la sptima seccin ubica

    la propuesta de Berlin en el marco de otras concepciones de la filosofa quehan sido formuladas en la tradicin analtica. En suma, Berlin perteneci ala tradicin analtica de la filosofa, un club al cual l crey haber renuncia-do y del cual, tal vez, incluso muchos de sus ms conspicuos miembros nolo consideraron parte. De esta manera, el presente trabajo aspira a propor-cionar un entendimiento ms estricto y riguroso, esto es, ms analtico deltrmino filosofa analtica, aquel entendimiento que surge de la peculiarluz que sobre ella arroja la reflexin acerca de la obra de Berlin en trminos

    de unafilosofa con historia.

    2. Viena en Oxford

    El Crculo de Viena surgi del grupo de discusin organizado apartir de 1922 en dicha ciudad por Moritz Schlick8. Sus miembros fueroncientficos, economistas, filsofos y matemticos de primer orden; entreotros: Rudolf Carnap, Kurt Gdel, Otto Neurath y Friederich Waisman,quienes buscaron articular la actitud cientfica comn que, segn elloscrean, guiaba su trabajo en los distintos campos hacia la construccin de loque denominaron Ciencia Unificada9. Con ellos continu la rebelincientificista contra el idealismo neohegeliano, por una parte, y, por otra,contra el psicologismo que comenz con Frege y Russell, cuyo pinculo esla obra de Carnap Der logische Aufbau der Welt (La Construccin Lgicadel Mundo)10. Las persecuciones polticas que precedieron a la SegundaGuerra Mundial en el mundo germanoparlante desarticularon al Crculo de

    Viena y a la Sociedad de Filosofa Emprica (varios de cuyos miembroseran judos), llevndolos al exilio en el Reino Unido y en los Estados

    8 Schlick lleg a la Universidad de Viena ese ao como sucesor de Bolzmann yMach en la ctedra de Naturphilosophie. Y lider al Crculo hasta su asesinato, a manos deun estudiante antisemita en 1936. Para la posicin de Mach, vase Mach (1948).

    9Para algunos comentarios acerca de cmo la Ciencia Unificada de los positivistaslgicos puede ser considerada el ltimo descendiente intelectual del nico Ds del monotes-mo hebreo, vase Orellana Benado (1996). Como expresin de respeto, en la lectura litrgicadel texto hebreo del Torah (esto es, los cinco libros de Moiss con los cuales comienza el

    Antiguo Testamento), nunca se pronuncia el Tetragramatn o nombre de la divinidad encuatro letras que se introduce en xodo 3:15. En vez de decirse lo que correspondera deacuerdo a las letras que componen el Tetragramatn (aquello que se intenta transliterar alcastellano como Jehovah), se dice Adonai; esto es, en hebreo, mi seor. sta es lamotivacin detrs de la tendencia a no escribir tampoco todas las letras que constituyen elnombre corriente de la divinidad aun en textos redactados en lenguas profanas. De ah lagrafa que en este texto se utiliza para el nombre de la divinidad en castellano: Ds.

    10Carnap (1961).

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    Unidos11. Ms tarde, desde las principales universidades de los pases queresultaron vencedores en dicho conflicto, las ideas de estos filsofos tuvie-

    ron un enorme impacto que, a mediados del siglo XX, hizo de la tradicinanaltica una de las ms vigorosas en la filosofa profesional.

    Al libro de Ayer Language, Truth and Logic (Lenguaje, Verdad yLgica; LVLen lo que sigue) le cupo un papel estelar en la popularizacinde las doctrinas del Crculo de Viena en el mundo angloparlante a partir desu publicacin en 193612.LVLpresent de manera polmica, audaz y sint-tica la concepcin cientfica del mundo (incluida, desde luego, la filoso-fa) del positivismo o empirismo lgico. Segn esta concepcin, el progreso

    filosfico surge de aplicar la lgica de cuantificadores y variables introduci-da por Frege y Russell a la resolucin de los genuinos problemas filosfi-cos, aquellos que son generados por el lenguaje cientfico. Ese caminohabra permitido a Frege encontrar respuestas para preguntas filosficasfundamentales sobre las matemticas que carecan de ellas, a pesar de lavarias veces milenaria historia de las matemticas. A saber, las preguntasacerca de qu son los nmeros y qu es la verdad matemtica.

    Algo ms tarde, supuestamente, ese mismo camino habra llevado

    tambin a Russell a encontrar respuestas acerca de cul es el significado delos nombres propios (por ejemplo, Valparaso) y de las descripcionesdefinidas (tales como El presidente de Chile o El menor nmero pri-mo), incluidas aquellas descripciones definidas que carecen de referencia(digamos, El actual rey de Chile o El mayor nmero primo). El artculoclsico de Russell sobre la denotacin (On Denoting), publicado en 1905,donde se abordan estos ltimos asuntos, fue saludado por F. P. Ramsey connada menos que el ttulo de paradigma de la filosofa13. El Crculo de

    11 Un bosquejo de la representacin ideolgica de dicho conflicto como la luchaentre democracia y fascismo que, despus del ingreso en l de la Unin Sovitica en1941, ofrecieran los Aliados; de su repercusin en la poltica internacional en la segundamitad del siglo XX; y de su relacin con la distincin de Berlin entre libertad positiva ylibertad negativa, en Orellana Benado (1998), pp. 75-93. He aqu un ejemplo del papel quejuegan las dimensiones conceptuales junto con las institucionales y polticas en el cabalentendimiento de la evolucin de una tradicin filosfica.

    12Para la presentacin de dichas doctrinas en forma de manifiesto, vase Crculo deViena (1987); para su divulgacin por Ayer, vase Ayer (1936). A sugerencia de GilbertRyle, predecesor de Strawson en la ctedra Waynflete de Filosofa Metafsica en Oxford,

    Ayer viaj a Viena para asistir de oyente a algunas sesiones del Crculo. Otra figura queperegrin a Viena en la misma poca que Ayer fue el estadounidense W. V. Quine, una de lasms influyentes figuras de la segunda generacin de analticos en Estados Unidos.

    13Este artculo de Russell (On Denoting) est recogido en la magnfica compila-cin de Thomas Moro Simpson, vase Simpson (1973). Ella incluye tambin Sobre elReferir de Strawson (la refutacin clsica del supuesto paradigma de la filosofa de Russellinspirada en Wittgenstein), as como la respuesta polmica del octogenario Russell a Straw-son, El Sr. Strawson Acerca del Referir.

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    Viena se inspir tambin en la peculiar interpretacin que ellos hicieron delTractatus Logico-Philosophicus (1922), el nico libro que publicara en

    vida Wittgenstein, segn la cual esta obra continuaba el enfoque de Frege yRussell, sus mentores filosficos14. As, en el siglo XX, de la mano de lanueva lgica, el positivismo del cual el francs August Comte (1798-1857)fuera el primer profeta entraba en la tierra prometida de la Ciencia Unifi-cada15.

    Para los propsitos del presente ensayo, pueden dejarse de lado lastesis del Crculo de Viena acerca de la supuesta unidad metodolgica de lasciencias naturales y sociales, la Ciencia Unificada; de la primaca del len-

    guaje de la fsica para la verificacin de las proposiciones; y del carctermeramente expresivo o proyectivo del lenguaje valorativo, esto es, de lasproposiciones ticas. Porque la explicacin de la creencia de Berlin segnla cual l habra abandonado la filosofa por la historia de las ideas, slorequiere bosquejar la concepcin de la filosofa que tuvo el Crculo deViena. Ella reformula el llamado tenedor de Hume, la dicotoma entreasuntos de hecho y relaciones de ideas16. Segn esta tesis, slo hay dostipos de preguntas genuinas o, como dice Ayer en LVL, dos tipos de pre-

    guntas que tienen sentido o significado, porque slo ellas son susceptiblesde verificacin. En el caso de preguntas fcticas o empricas, su respuestadepende de cmo son las cosas en el mundo y la experiencia es el mediopara descubrir que ellas son de una y no de otra manera. Para las preguntasformales, su respuesta depende de las reglas que gobiernan el uso de losconceptos en cuyos trminos se hacen tales preguntas y su obtencin de-

    14 Segn dicha interpretacin, en el Tractatus Logico-Philosophicus lo que msimporta es la delimitacin de lo que se pueda decir con claridad. Ella se ve avalada por su

    detallado anlisis de la construccin de las proposiciones, as como por el ttulo que original-mente Wittgenstein considerara para la obra, Der Satz (La Proposicin). Su ttulo definitivoproviene de una sugerencia hecha a Wittgenstein por G. E. Moore, quien difcilmente pudohaber pasado por alto la relacin que as se estableca con otro autor y otra obra con los cualesWittgenstein y la suya tenan en comn algo ms que un parecido de familia: BarujSpinoza y su Tractatus Theologico-Politicus (1670). Una interpretacin distinta del Tracta-tus Logico-Philosophicus de Wittgenstein surge cuando se enfatiza su distincin entre, porun lado, deciry, por el otro, mostrar. Ahora lo ms importante resulta ser aquello que slopodemos mostrar; por ejemplo, lo tico y lo mstico. En este punto, como en otros, valdra lapena examinar el impacto que tiene sobre la interpretacin del pensamiento de Wittgensteinsu contexto familiar, es decir, su condicin de judo asimilado, vase Monk (1990), pp. 4-11.Porque entonces la supuesta originalidad de sostener que lo ms importante slo se muestra

    aunque no se lo puede decir tendra que ser evaluada en el contexto de prcticas religiosascomo las judas, segn las cuales lo ms importante, el nombre mismo de Ds, es algo que nopuede siquiera pronunciarse.

    15 Comte (1893). Los miembros de la Sociedad de Filosofa Emprica de Berlin,liderada por Reichenbach (el a veces llamado Crculo de Berlin), preferan hablar de unempirismo lgico con lo cual destacaban su inspiracin en Mach (1948) y, ms atrs, en elempirismo britnico de los siglos XVII y XVIII.

    16Para los detalles, vase Hume (1802).

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    pende de ejercicios de clculo o, ms generalmente, de razonamientos cu-yos resultados estn determinados por tales reglas17. Todo otro tipo de

    preguntas, en particular aquellas de la metafsica, carece de sentido y cons-tituye slo un pseudo-problema.

    Sabemos, por ejemplo, que el hielo se funde ante el sol del mediodaporque determinadas observaciones o experiencias as lo demuestran. Ysabemos que el presidente Manuel Bulnes Prieto fund la Universidad deChile en 1842 y la Escuela de Artes y Oficios de Santiago en 1849 porquequedan testimonios que podemos consultar, tales como tradiciones oralesentre sus descendientes, los decretos originales en el Archivo Nacional y

    referencias en los libros de historia. Sabemos, por otra parte, que la sumade 5 y 7 es 12 porque un clculo basado en la definicin de la suma entregaese resultado. Y, finalmente, sabemos que un chozno tiene por lo menoscinco descendientes porque nadie puede ser el padre de un tatarabuelo sinhaberlos tenido.

    Tanto en los casos de preguntas fcticas como en los de preguntasformales, muchas veces, adems de saber cmo determinar la respuesta aellas, llegamos tambin a obtenerlas. En ambos casos, sin embargo, puede

    ocurrir tambin que de hecho no podamos encontrarlas. Supongamos quepreguntamos si hay vida humana en un lugar del universo distinto de laTierra o si en alguna parte del desarrollo de p(p= 3,14159) se sigue sieteveces el nmero 7. Aunque sabemos cmo determinar las respuestas, ellastal vez nos eludan para siempre.

    En todo caso, el significado de una proposicin es (idntico con) sumtodo de verificacin. Esto es, el significado lingstico es la manera en lacual determinamos si las condiciones veritativas, aquellas que deben cum-

    plirse para que la proposicin sea verdadera, se satisfacen o no: si, en elmundo, las cosas son como la proposicin afirma que son o no. Obsrveseque, en contraste con la formulacin psicologista del empirismo britnico,asociado con Locke, Berkeley y Hume, el Crculo de Viena presenta unatesis acerca del significado de las proposicionesy no una tesis acerca delorigen de nuestras supuestas ideas18. El Principio (criterio dice Ayer) de

    17Para una magnfica presentacin de la discusin que Wittgenstein ofrece en Inves-tigaciones Filosficas del concepto de seguir una regla, vase Kripke (1989). Wittgenstein

    socava la tesis positivista segn la cual la respuesta a las preguntas formales estara determi-nada por clculos o razonamientos guiados por el seguir una reglaen casos especficos. largumenta que, ni siquiera en el caso de reglas aritmticas, la respuesta quedara determinadade manera unvoca. Su argumento constituye una demoledora crtica de la tesis del positivis-mo lgico acerca de las verdades formales.

    18Un bosquejo de la versin psicologista del empirismo y del papel que en l tiene lateora corpuscular de la materia del siglo XVII con su distincin entre las Cualidades Prima-rias y las Cualidades Secundarias, en Orellana Benado (2000a).

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    Verificacin era el arma metodolgica con la cual el Crculo de Viena sepropona conquistar el imperio filosfico. Si y solo si tienen un mtodo de

    verificacin son significativas las proposiciones. Pero, segn LVL, ste noes el caso con las preguntas que histricamente han sido consideradas filo-sficas, para las cuales es notoria la ausencia de experiencias o de racioci-nios basados en reglas que permitan responderlas.

    Siguiendo al Crculo de Viena, Ayer proclam que, por lo tanto, lamayor parte de la filosofa (ciertamente, toda la metafsica) era un sinsentido. Dedicarse a ella era perder el tiempo tratando de resolver pseudo-problemas, en otras palabras, interrogantes que la nueva lgica mostraba

    que carecan de sentido. Si bien la concepcin cientificista de la filosofadifundida por Ayer asignaba an tareas reales a la filosofa, stas quedabanconfinadas a la elucidacin de problemas en la lgica del lenguaje cientfi-co. En la metfora de Goodman: el cientfico maneja el negocio y el filso-fo, cuando entiende correctamente su labor, lleva los libros de contabilidad.

    En filosofa, como bien lo supo Aristteles en su da, las palabrasimportan por su contribucin a la argumentacin. Despus de 2.500 aos dedistinguidos servicios, la lgica que l fundara y que se desarroll hasta

    convertirse en el venerable sistema silogstico, haba sido superada por lanueva lgica, el sistema basado en cuantificadores y variables creado porFrege y Russell. Su aplicacin a la resolucin de tradicionales problemasfilosficos, como los del conocimiento y el lenguaje, engendr aquello queel estadounidense Rorty bautiz el giro lingstico. Esta supuesta revolu-cin comenz en la filosofa del lenguaje lgico, matemtico y cientficopara luego extenderse, entre otras, a las filosofas del derecho, de la estti-ca, de la tica, de la historia y de la poltica. Para quienes, junto con Berlin,

    eran entonces jvenes profesores y estudiantes de pre-grado en Oxford, lalectura de Ayer tuvo un efecto liberador. Se haban corrido los pesadoscortinajes del hegelianismo hasta entonces hegemnico en la filosofa brit-nica19. Las ventanas se haban abierto de par en par, entraban finalmente laluz y el aire fresco20.

    19Ignatieff (1998), pp. 50-51.20Para un recuento de los tempranos orgenes de la Escuela de Oxford, vase Berlin

    J. L. Austin and the Early Beginnings of Oxford Philosophy (1980-1); Ignatieff (1998),pp. 84-88. Un homenaje pstumo a Berlin hace referencia al movimiento filosfico llamadola Escuela de Oxford, liderado por J. L. Austin, A. J. Ayer, Gilbert Ryle y P. F. Strawson yque fuera influenciado por el Crculo de Viena y Wittgenstein... [del cual] Berlin form parteinicialmente [... aunque], ms tarde, se alej de l [...], vase Orellana Benado (1997),pp. 350-351. Respecto de cunto influy el Crculo de Viena en los miembros de la Escuelade Oxford, Strawson sostiene que ciertamente, Ayer lo fue, profundamente, y el resto denosotros en cierto grado, pero la mayora rpidamente se sacudi de encima las flagrantessimplificaciones excesivas de esa forma del empirismo (comunicacin con el autor, diciem-bre 1998).

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    3. La concepcin de la filosofa de Berlin

    Berlin present su ms acabada reflexin metafilosfica en el ensayoEl Objeto de la Filosofa, publicado originalmente en una revista peridi-ca de Nigeria en 196221. Una manera de resumir su posicin consiste encontrastar las que aqu sern llamadas la Tesis Negativa (que versa acercade las supuestas caractersticas comunes de laspreguntasfilosficas), conla Tesis Positiva (que intenta precisar aquello en lo que se basan las res-puestasfilosficas). Pero antes de presentarlas, tenemos que detenernos unmomento para destacar qu tienen en comn lo fctico o emprico con lo

    formal, ms all de su contraste. Berlin sostiene que tanto en los casos depreguntas fcticas como de preguntas formales, se sabe dnde buscar larespuesta:

    La marca distintiva de estos dominios del pensamiento humano esque, tan pronto como se nos formula la pregunta, sabemos cul es ladireccin que debemos tomar para tratar de establecer la respuesta22.

    Distinta, sin embargo, es la marcha de las preguntas de la filosofa

    tales como, en los ejemplos dados por Berlin: qu es el tiempo?; pue-de detenerse el tiempo?; cuando veo doble, de qu es de lo que hay doscosas?, cmo s que otros seres humanos (u objetos materiales) no sonmeras ficciones de mi propia mente?. Su marcha es tan desordenada queno puede afirmarse que constituya un avance en direccin alguna; en pala-bras de Berlin: Parece haber algo raro en todas esas preguntas. Para ellas,ni siquiera hay acuerdo respecto de cmo buscar las respuestas. As, en uneco de la vieja idea segn la cual la filosofa comienza con lo que los

    traductores de Aristteles llaman asombro, Berlin introduce la que hemosdenominado Tesis Negativa acerca de laspreguntasfilosficas:

    La nica caracterstica comn que todas estas preguntas parecentener es que no pueden contestarse, ni mediante la observacin, ni atravs de un clculo [...], quienes las formulan se enfrentan desde elprincipio a una perplejidad: no saben adnde acudir para hallar lasrespuestas23.

    21 Berlin (1983a-1). Para una interpretacin distinta, segn la cual para Berlin lahistoria de las ideas sera una ramade la filosofa, vase la introduccin de Roger Hausheer aese volumen, especialmente las pp. xxii-xxiv. Berlin ttul el ensayo en ingls The Purposeof Philosophy, lo cual sugiere que para l lo que afirma acerca del propsitode la disciplinaimporta al menos tanto como cul sea su tema, lo que no resulta claro del ttulo escogido parala traduccin castellana.

    22Berlin (1983a-1), p. 29.23Berlin (1983a-1), p. 31, nfasis aadido.

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    En la parte final del ensayo, Berlin presenta la que bautizramoscomo la Tesis Positiva acerca de las respuestas filosficas, esto es, su

    posicin respecto del objeto de estudio que ocupa a la filosofa:

    Su materia de estudio [de la filosofa] la constituyen, en gran medi-da, no las cosas de la experiencia, sino los modos cmo se les ve,las categoras permanentes o semipermanentes en trminos de lascuales se concibe y clasifica a la experiencia24.

    A continuacin Berlin ofrece diversos ejemplos de qu entiende porcategoras:

    [F]inalidad, en contraposicin a causalidad mecnica; organismo,en contraposicin a amalgama; sistema, en contraposicin a un sim-ple estar pegado o unido; orden espacio-temporal, en contraposicina ser intemporal; deber, en contraposicin a apetito; valor, en con-traposicin a hecho [].

    y, ms adelante, an otros ejemplos que corresponden al campo poltico ode la existencia social:

    [...] Platn, quiz siguiendo en esto a Pitgoras, trat de tejer susistema de la naturaleza humana, sus atributos y metas, conforme auna pauta geomtrica [...]. Vino despus el entramado conceptualde Aristteles, de carcter biologicista; luego aparecieron las nume-rosas imgenes cristianas en que abundan los escritos de los Padresde la Iglesia, as como el Antiguo y Nuevo Testamento; la analogade la familia [...], la nocin de un ejrcito en campaa, con suhincapi en virtudes tales como la lealtad, la dedicacin, la obedien-cia, necesarias para superar y aplastar al enemigo (de que tantopartido se ha sacado en la Unin Sovitica); la concepcin delEstado como un polica de trnsito y vigilante nocturno, para impe-dir los choques y vigilar la propiedad, que se halla en el fondo degran parte del pensamiento individualista y liberal; la nocin que veen el Estado algo mucho mayor que esto y que lo entiende comouna gran empresa cooperativa [...]25.

    En suma, laspreguntasfilosficas, identificadas por la Tesis Negati-va en trminos de aquellas que inicialmente no sabemos cmo contestar,

    resultan ser, segn la Tesis Positiva, aquellas cuyas respuestas dependen detales categoras. Ms all de su objeto de estudio, sostiene Berlin en elprrafo final de su ensayo, el propsito de la filosofa es siempre el mismo:

    24Berlin (1983a-1), p. 39.25Berlin (1983a-1), pp. 39-40.

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    ayudar a los seres humanos a actuar a plena luz y no salvajemente en laobscuridad.

    4. La interpretacin positivista de Berlin

    En la presente seccin se esboza una interpretacin positivista ocientificista de la concepcin de la filosofa de Berlin, aquella segn la cualla distincin entre lo emprico y lo formal se construye en trminos tantajantes como mutuamente excluyentes. Y se argumenta que en tales trmi-

    nos la Tesis Negativa y la Tesis Positiva se contradicen, tanto si las catego-ras fueranpermanentescomo si stas fueran semipermanentes. Entendidaen trminos cientificistas, a primera vista la propuesta de Berlin seduce conel encanto de su sencillez y claridad. Pero esta impresin desaparece tanpronto se intenta precisar el contenido de la Tesis Positiva.

    Porque si las categoras, los conceptos ms generales con los cualesinterpretamos la experiencia y de los cuales se ocupa la filosofa, tuvieranun carcterpermanente, esto es, inmutable e inalterable, entonces las rela-

    ciones entre ellas tambin lo tendran. Y la filosofa que se dedica a estu-diarlas consistira en una especie de clculo, como aquel de la characteris-tica universaliscon la cual soara ya Leibniz en el siglo XVII y que fuera,segn confiesa Frege, la inspiracin de suBegriffsschrift, el lenguaje formalde la nueva lgica26.

    Pero el costo argumentativo de esta opcin, la opcin segn la cuallas categoras son permanentes, es prohibitivo. La supuesta particularidadde las preguntas filosficas, su rasgo distintivo, desaparecera. Las pregun-tas de la filosofa seran, simplemente, preguntas formales. El contraste,entonces, entre las preguntas formales y las preguntas filosficas al cualapunta la Tesis Negativa resultara ser una ilusin.

    Por otra parte, las cosas no van mejor para Berlin si se resalta elcarcter semipermanentede las categoras. Porque entonces lo que interesa-ra sera su devenir y cambio, as como la evolucin de los sistemas a loscuales pertenecen: las chispas, relmpagos e incendios que causan sus cho-ques, as como los monstruos engendrados en sus cruces. Responder a laspreguntas de la filosofa requerira determinar cul es la identidad de las

    categoras en un momento o en un perodo dado, y las relaciones que, enese momento o durante ese perodo, tuvieran unas con otras. Y stos seran

    26 Sobre la characteristica universalis de Leibniz, vase la monumental edicincastellana de su obra por Ezequiel de Olaso, especialmente la Seccin III, Lenguaje, Pensa-miento y Realidad, Leibniz (1982), pp. 155-202.

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    asuntos empricos, problemas de la historia de las ideas. Las preguntasfilosficas se confunden ahora con las preguntas empricas. La filosofa

    deviene en una suerte de historia. Y, nuevamente, habra desaparecido elcontraste entre las preguntas filosficas y, del otro lado, las preguntas tantoempricas como formales postulado por la Tesis Negativa.

    Resumiendo, segn la interpretacin cientificista de la Tesis Positi-va, la concepcin de la filosofa de Berlin es inviable. Las preguntas filos-ficas no constituiran una clase aparte, un tercer tipo de preguntas, distintotanto de las formales como de las fcticas. Porque la Tesis Negativa identi-fica cules son laspreguntasde la filosofa en trminos de un contraste que

    la Tesis Positiva acerca de sus respuestasdestruye. As las cosas, salvar lapropuesta de Berlin en El Objeto de la Filosofa supone encontrar unainterpretacin de la Tesis Positiva distinta de la positivista o cientificista.De esa tarea se ocupar la sexta seccin, una vez que en la prxima hayansido explicitados los reparos de Berlin al cientificismo.

    5. Las objeciones de Berlin al cientificismo

    La obra de Berlin muestra consideraciones tanto internas como ex-ternas para rechazar la concepcin cientificista. La consideracin interna esla menos relevante en el contexto del presente ensayo y, consecuentemente,bastar con mencionarla. Ella consiste en las tempranas objeciones de Ber-lin al Principio de Verificacin mismo. De hecho, fue l quien inici laserie de crticas a las sucesivas versiones de ste que formulara Ayer en ladcada siguiente a la publicacin deLVL, las cuales culminan con el golpe

    de gracia dado por el estadounidense Alonzo Church27

    . El Principio deVerificacin, la piedra de toque de la bveda cientificista que intentabaconstruir el Crculo de Viena, estaba hecha de blanda arcilla. El rechazo delos pseudo-problemas era una pseudo-solucin.

    El segundo conjunto de consideraciones que alejan a Berlin delcientificismo, las que aqu ms interesan, proviene de la historia. La obra deBerlin ataca el atractivo mismo del ideal cientificista, una concepcin de lohumano segn la cual la razn constituye su esencia as como la mejor

    esperanza para la igualdad entre los seres humanos. Supuestamente, cuandoesa verdad ha sido descubierta, la historia humana se ordena, transformn-dose en una marcha cientficamente predecible hacia una sociedad universal

    27Para la crtica de Berlin, vase Berlin (1938-9). El recuento de dichas objecionesen Ayer (1976), pp. 22-27. La crtica definitiva de Ayer en Church (1949).

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    en la cual imperan la abundancia, la concordia y la paz porque se haextirpado del mundo la diversidad, la fuente de todos los conflictos.

    La visin del cientificismo propuesto por el Crculo de Viena en lasprimeras dcadas del siglo XX bajo el rtulo de positivismo lgico tenaantecedentes en la historia de la filosofa. El inmediato era la versin meto-dolgica del empirismo, que fuera defendida por Comte en la Francia de laprimera mitad del siglo XIX bajo el nombre de positivismo. Antecedentesan ms viejos eran la versin psicologista del empirismo desarrollada porlos ingleses Bacon y Locke, popularizada en el siglo XVIII por losphiloso-phesde la Ilustracin, cuya cabecilla visible fuera Voltaire.

    Berlin concentr su obra en autores que, desde el comienzo de lamodernidad con Bacon y Descartes, nadaron en contra de esa corriente.Berlin dedic mltiples de sus ms celebrados ensayos a la presentacin,anlisis y difusin de filsofos como Vico, Hamman y Herder, que encabe-zan la rebelin contra-ilustrada28. Estos autores valorizan la diversidad delo humano en contra del igualitarismo basado en la razn. Valorizan, estoes, el contenido local, peculiar y contextual de las distintas formas de vidapor sobre los abstractos derechos individuales universalmente vlidos en

    virtud de una naturaleza humana nica. Es decir, aquellos que supuestamen-te inspiraran y justificaran la Gloriosa Revolucin de 1689 en Inglaterra, laRevolucin Americana de 1776 y la sobrecogedora Revolucin Francesa de1789. Berlin se opone a las concepciones deterministas de la historia inspi-radas en el cientificismo, como la de Marx en el siglo XIX. A ella atribuyebuena parte de la responsabilidad intelectual ltima por el sufrimiento hu-mano en el siglo XX, la era de los campos de exterminio y la bombaatmica que l certeramente describiera como el siglo terrible29.

    Sin menospreciar ni la razn ni la libertad, la obra de Berlin destruyeel atractivo mismo de la concepcin cientificista en su encarnacin del sigloXX. Y lo hace recordndonos que ella tambin tiene su historia. El entu-siasmo y las esperanzas que ella despertara en los siglos XVII y XVIIIfueron brutalmente traicionados por las guerras de los nacionalismos y delos imperialismos en el siglo XIX, as como por aquellas del comunismo yel fascismo en el siglo XX. He aqu una leccin que la historia puedeensearnos si evitamos concebirla meramente en trminos de tiempo perdi-do30. No corresponde aqu detallar la genealoga intelectual del siglo terri-

    28Berlin (1997; 1992; 1983b).29Algunos ejemplos en torno a la versin del concepto de derechos individuales en

    trminos de derechos humanos que surge con la Revolucin Francesa, en Orellana Benado(1995).

    30 Una advertencia acerca de los peligros para el entendimiento de la historia y eldiseo de estrategias de desarrollo basadas en la interpretacin positivista de la revolucinindustrial, en Orellana Benado (1992).

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    ble y su barbarie, ms all de sealar que ella incluye antepasados tanto enel campo del racionalismo ilustrado britnico y francs como en aquel de

    los romnticos contra-ilustrados del Sturm und Dranggermano.Las races del recelo con el cual Berlin contempla las promesas

    revolucionarias de las nuevas encarnaciones del cientificismo, tanto en elcampo filosfico como en el poltico, estn en lo que pudiera llamarse lainevitabilidad de la historia, a saber, que nuestro entendimiento filosficode lo humano se empobrece drsticamente cuando nos saltamos la histo-ria31, como la obra de Berlin ilustra de manera esplndida, Pero, claro est,la inevitabilidad de la historia, que la obra de Berlin expone, debe ser

    cuidadosamente distinguida de la inevitabilidad histrica, la tesis del deter-minismo histrico que Berlin rechaza.

    6. La interpretacin histrica de Berlin

    Volvamos ahora a la concepcin de la filosofa propuesta por Berlin.Esta vez se propone interpretarla en clave histrica, la filosofa con historia.

    Su primer elemento lo encontramos en una advertencia que l mismo haceen El Objeto de la Filosofa respecto de la distincin entre asuntos emp-ricos y asuntos formales:

    Esta dicotoma constituye una tajante simplificacin excesiva: no estan fcil desligar los elementos formales de los empricos, perocontiene verdad suficiente para no inducirnos a error grave. Estadistincin entre las dos grandes fuentes del conocimiento humanoha sido reconocida desde los mismsimos comienzos del pensamien-

    to consciente de s mismo32

    .

    En la historia de la filosofa estas dos grandes fuentes se asociancon Platn y su discpulo, Aristteles, quienes ocupan el centro de su msconocida representacin pictrica, La Escuela de Atenas. Este enorme fres-co fue pintado en el Palacio del Vaticano en Roma por Rafael Sanzio parael ms generoso patrono de los artistas a la vez que el ms guerrero de losprncipes renacentistas italianos, el papa Julio II. Rafael Sanzio pint unPlatn anciano cuyo mano derecha indica al cielo (lo formal) junto a un

    joven Aristteles cuya diestra apunta a la tierra (lo emprico). El error deaceptar sin reservas la tajante simplificacin excesiva, entonces, sera

    31Sobre la influencia de Collingwood en el inters de Berlin por la filosofa de lahistoria, vase Ignatieff (1998, pp. 58-59.

    32Berlin (1983a-1, p. 29.

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    equivalente a creer que si se recortaran las figuras de Platn y de Aristte-les en el fresco, cada una de ellas, por separado, mantendra su sentido.

    Pero tal no es el caso.Platn slo tiene significado junto a Aristteles, as como slo en el

    horizonte generado por los dems miembros de la Escuela de Atenas tienesentido la vertical que sus gestos definen. La construccin del contrasteentre lo emprico y lo formal es tambin un asunto filosfico. En clavepositivista (que es una manera inteligible de construirlo aunque no sea lanica), ste consiste en dos opciones mutuamente excluyentes que agotan elespectro de posibilidades. Pero hay, por lo menos, una manera distinta de

    construirlo: aquella en la cual el sentido tanto de lo formal como de loemprico slo surge cuando uno est acompaado del otro, porque ambosconstituyen polos de un espectro gradual de posiciones.

    Tal es la interpretacin histrica de la concepcin de la filosofaarticulada por Berlin, en particular de su Tesis Positiva. El carcter de lascategoras filosficas en general (y, en particular, deformaly emprico) esapuntar en direcciones argumentativamente opuestas; es ser, precisamente,por representarlo grficamente de alguna manera, digamos,permanentes-o-

    semipermanentes. Interpretar la Tesis Positiva en trminos de que las cate-goras filosficas tenan que ser permanentes o, de lo contrario, semiperma-nentes, como se hizo en la cuarta seccin, era pasar por alto la motivacindel contraste. La Tesis Positiva, en clave histrica, resalta que las catego-ras filosficas, como el rostro de Jano, miran en direcciones argumentati-vamente opuestasporque histricamente se suceden unas a otras. Ms queuna dicotoma exhaustiva y excluyente, el contraste entre lo emprico y loformal es ahora un asunto de grados. Unas preguntas filosficas tienen un

    grado menor de contenido emprico que otras, as como unas preguntas enla historia de las ideas tienen un grado mayor de contenido filosfico queotras. Esta interpretacin de la Tesis Positiva deja abierta la posibilidad deque, por as decirlo, al final de la historia, se concluyera que algunas cate-goras tenan efectivamente un carcter permanente. Hoy no sabemos si esoocurrir ni tampoco en qu trminos ocurrir, si alguna vez ocurre33.

    De ah, entonces, la afirmacin de Berlin respecto de los modoscmo se ve a las cosas de la experiencia, las categoras, segn la cual:

    33 Por ejemplo, quizs determinados desarrollos tecnolgicos modifiquen el actualentendimiento del concepto de persona en el futuro. Ejemplos de discusiones analticas detales posibilidades en Parfit (1984); Wiggins (1987; 1980); Williams (1973). En todo caso,Berlin rechazara por incoherente la idea de un final de la historia distinto de un fin de lahumanidad. Una cuidada introduccin sinptica a la oposicin de Berlin al determinismohistrico en Pea (1997).

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    Algunos son tan viejos como la experiencia humana misma; otrostienen un carcter ms transitorio. Los ms transitorios hacen que

    los problemas de los filsofos adopten un aspecto ms dinmico ehistrico. Modelos y entramados conceptuales diferentes, con susoscuridades y dificultades que los acompaan, surgen en tiemposdistintos34.

    En esta interpretacin, entonces, el contraste entre las preguntas filo-sficas y las preguntas empricas se suaviza, lo cual tambin ocurre con eldistingo entre filosofa e historia as como aquel entre verdades conceptua-les o a prioriy verdades empricas35. Por ello, adems, es posible afirmar

    sin contradiccin la Tesis Negativa y la Tesis Positiva. En la interpretacinhistrica de la propuesta de Berlin acerca del objeto de la filosofa, a ella leinteresan las categoras del pensamiento humano que son, precisamente,permanentes-o-semipermanentes36.

    Ahora bien, la interpretacin histrica tiene un costo evidente: des-virta la descripcin que Berlin hizo de su trabajo como historia de lasideas. Cun alto es este precio? No demasiado. Se trata, por decirlo as, deun derecho de trnsito, un peaje, al cual estn afectos todos los filsofos

    cuyas ideas entran en circulacin. Un filsofo puede, en el mejor de loscasos, ser la primera autoridad respecto de su propia filosofa, pero nuncaser la ltima. De lo contrario, la prctica filosfica como la hemos conoci-do por 2.500 aos se desfigurara hasta volverse irreconocible. La dimen-sin hermenutica que ha caracterizado a la filosofa durante ese largusimoperodo quedara reducida a la mera repeticin de lo ya dicho.

    En la tradicin analtica, como en otras, magister dixitpuede ser, aveces, un comienzo del filosofar, pero nunca es su final. Aristteles, por

    ejemplo, no es necesariamente el mejor aristotlico; ni Kant el mejor kan-tiano; ni Hegel el mejor hegeliano, ni Marx el mejor marxiano. Y, en elcaso que interesa en el presente ensayo, Berlin tampoco fue el mejor berli-

    34Berlin (1983a-1), p. 39.35As la postura de Berlin en El Objeto de la Filosofa se acerca a la de Quine en

    Dos Dogmas del Empirismo; Quine (1962), pp. 48-81. Quine destaca la continuidad de laspreguntas de la filosofa con aquellas de la ciencia emprica. Por as decirlo, la epistemologanaturalizada propuesta por Quine tendra adems que ser historizada.

    36 De esta manera la posicin de Berlin respecto del desarrollo del pensamiento

    humano y sus categoras permanentes-o-semipermanentes converge tambin con la de Straw-son respecto de su estructura en cada momento. Este ltimo culmina su refutacin a la teorade las descripciones definidas de Russell, el paradigma de la filosofa en la concepcincientificista de ella, diciendo: Ni las reglas aristotlicas ni las russellianas ofrecen la lgicaexacta de cualquier expresin del lenguaje ordinario, porque el lenguaje ordinario no poseeuna lgica exacta (Strawson, 1950). A pesar de su respuesta polmica a Strawson, Russellle concede este ltimo punto, aparentemente sin darse cuenta de que, detrs de los tecnicis-mos, era el meollo del asunto segn Strawson, vase Russell (1950).

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    niano37. Ni pudo haberlo sido, dado que no haba transcurrido an suficien-te historia.

    7. Las concepciones analticas de la filosofa

    En la primera seccin se presentaron dos formidables objeciones a latesis central del presente ensayo segn la cual Berlin pertenece a la segundageneracin de la tradicin analtica de la filosofa. Una negaba que Berlinfuera un filsofo y aceptaba la descripcin de su obra que l mismo hiciera

    en trminos de contribuciones a la historia de las ideas. A ella se respondi,en la seccin anterior, argumentando que un entendimiento viable de suconcepcin de la filosofa, aquel propuesto por la interpretacin histrica,refuta esa descripcin. Aceptando que Berlin fue un filsofo, la otra obje-cin negaba que Berlin pudiera ser considerado un filsofo analtico en unsentido estricto y riguroso. La respuesta a ella es que, si bien l se alej desu prctica en los trminos sancionados por determinadas concepcionesanalticas de ella, eso no es equivalente a haber abandonado la tradicin

    analtica en filosofa.Irnicamente, Berlin, el gran defensor del pluralismo, no fue lo sufi-cientemente pluralista respecto de qu rango de concepciones de la filosofaeran igualmente aceptables dentro de la tradicin analtica. Reconociendoque la suya no calzaba ni con la concepcin cientificista asociada con elCrculo de Viena y sus sucesores ni tampoco con aquella del lenguajeordinario propuesta por la Escuela de Oxford, l concluy que su trabajo noera filosfico. Pero esa conclusin era errnea.

    Ya en la primera generacin de la tradicin analtica, se contraponendos concepciones de la filosofa. Una es la cientificista, que exaltaba ellenguaje perfecto de la nueva lgica y la visin global del mundo que surgede la ciencia emprica moderna; en ellos se encontraran las categoraspermanentes del pensamiento humano. sta es la concepcin propuesta porFrege y Russell, quienes aconsejan el sometimiento de la filosofa a laciencia. Mientras que otra concepcin de la filosofa valoraba ms la visinglobal del sentido comn (de la cual, por cierto, la ciencia es una fuente,pero slo una). Y, por sobre el lenguaje cientfico, el lenguaje ordinario o

    cotidiano con sus cambiantes y efmeras categoras. Esta concepcin, aveces llamada del sentido comn y tambin teraputica, se rebela en

    37Por ejemplo, Aristteles nunca supo que l era un filsofo clsico, ni Toms deAquino que era un medieval, a pesar de que no tendra sentido responsabilizarlos de esaignorancia. Quin pudo habrselos dicho?

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    contra de las pretensiones de los cientificistas de someter la filosofa a laciencia. Sus primeros exponentes son los otros dos padres fundadores de la

    tradicin analtica: Moore y Wittgenstein (el llamado Segundo Wittgens-tein)38.

    Con matices y refinamientos, el contraste entre estas dos concepcio-nes empapa tambin a las dos ms conocidas concepciones de la filosofade la segunda generacin de analticos: aquellas asociadas con el Crculo deViena y sus seguidores (por ejemplo, Ayer y Quine) de un lado y del otroaquellas asociadas con la Escuela de Oxford (por ejemplo, Austin y Straw-son)39. Pues bien, corresponde ubicar a la concepcin histrica de Berlin en

    el rango de concepciones de la filosofa producidas por la segunda genera-cin de analticos. l no comparti la concepcin cientificista de la filoso-fa. Pero en su misma generacin tampoco lo hicieron ni Austin ni Straw-son, y sin embargo nadie pondra por ello en duda el carcter analtico desus obras40. As, por ejemplo, lamentando la vaguedad argumentativa deLouis Althousser en Para Leer El Capital, un analtico de la tercerageneracin sostiene que:

    Es quiz de lamentar que el positivismo lgico, con su insistenciaen la precisin del compromiso intelectual, nunca cuajara en Pars.La filosofa [...analtica] dej atrs hace mucho tiempo el positivis-mo lgico, pero es a fin de cuentas la mejor por haberlo abrazado[...]41.

    Berlin tampoco sigui el camino de la Escuela de Oxford o filosofadel lenguaje ordinario o cotidiano, en cuyos inicios tuviera una participa-cin activa y destacada junto con Austin, su amigo y colega en el All Souls,Oxford. Pero tampoco tenemos aqu una justificacin para negar su carcterde filsofo analtico. Desde sus inicios, la tradicin analtica ha propuestouna diversidad de concepciones de la filosofa.

    La obra de Berlin constituye una opcin distinta, pero igualmentelegtima, tanto a la propuesta de Austin acerca de una filosofa del lenguaje

    38Mayores detalles acerca de estas dos concepciones de la filosofa desarrolladas porlas cuatro figuras que constituyen la primera generacin de la tradicin analtica, en OrellanaBenado (1999).

    39 Poco antes de morir, Berlin evalu el trabajo de quienes se ocuparon de lasemntica recursiva finitamente axiomatizable o Programa de Davidson en el Oxford delltimo tercio del siglo XX, los herederos (va Quine, el maestro de Davidson) de la concep-cin cientificista diciendo: Discuten problemas que ellos mismos saben que son totalmenteirrelevantes... tienen un gur en Amrica, un hombre llamado Davidson y otro llamadoKripke (conversacin con el autor, junio 1996).

    40Respecto de la concepcin de la filosofa de Austin, vase el esplndido ensayointroductorio de Alfonso Garca Surez, J. L. Austin: Teora y Prctica de la Filosofa(1975), pp. 11-28.

    41Cohen (1986), p. xi, nfasis aadido.

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    ordinario o cotidiano como a la de Strawson acerca de una metafsicadescriptiva42. En trminos de esa ltima metfora, la obra de Berlin mues-

    tra que, a la luz de los entendimientos reales y concretos que se suceden enla historia, describir la dimensin histrica, unas veces en un grado mayor yotras veces en uno menor, tiene inters y provecho filosfico. La derivahistrica de las ideas es tambin filosficamente interesante, podemosaprender de ella. Por cierto que una manera de comenzarla introduccin ala filosofa consiste en centrar la atencin en los contenidos en s mismos ysus relaciones argumentativas. Pero tambin podemos hacerlo en tanto ellosson ideas filosficas, insertas en los diversos procesos a travs de los cuales

    se constituyen y transforman las sociedades y los rangos de posibilidadeshumanas que cada una de ellas hace posible. Tal es la respuesta a la segun-da objecin, aquella que dudaba del carcter especficamente analtico de laobra de Berlin.

    Para concluir slo resta evaluar la importancia del asunto aqu exa-minado, de si Berlin perteneca o no a la tradicin analtica en filosofa.Ella surge de razones que l mismo nos ense a no pasar por alto. Porqueuna de las principales lecciones de la obra de Berlin ha sido mostrar que un

    pensamiento filosfico slo revela su cabal significado al ubicrselo en uncontexto ms amplio que aqul de sus contenidos. Ciertamente, un contextoms amplio que aqul de la lucha de los sistemas, particularmente cuandoa esta ltima se la reduce al conflicto entre las intuiciones mediante laargumentacin racional43. En una parfrasis de la conocida doctrina semn-tica de Frege segn la cual slo en el contexto de una oracin correspondepreguntar por el significado de una palabra, la intuicin de Berlin puedeformularse diciendo que slo en el contexto de las dems prcticas huma-

    nas, cada una aferrada a su historia, tiene significado una filosofa44

    .Porque para Berlin, la filosofa es, ante todo, una prctica humanams: un campo de polmica entre individuos reales y concretos; que hannacido en circunstancias nicas e irrepetibles; que tienen identidades, leal-tades, pertenencias e intereses histricos especficos; y detrs de los cualesest la pugna entre distintas formas de vida, cada una de las cuales recibelos impactos provenientes de los dems mbitos de la actividad humanatales como, entre otros, el arte, la ciencia, el comercio, la literatura, la

    42Un bosquejo de esa concepcin de la filosofa, en Strawson (1959), pp. 9-12. Parareflexiones posteriores, vase Strawson (1985), pp. 1-29.

    43 Esta metfora da ttulo a la obra de Rescher (1995). Sobre la distincin entreintuicionesy, por otra parte, argumentaciones,vase Orellana Benado (1994), pp. 27-36.

    44La presentacin clsica de esta intuicin en Frege (1985), pp. 51-86. Una discu-sin posterior de ella en el contexto de las semnticas recursivas finitamente axiomatizablesde Davidson, en Evans (1982), pp. 7-41.

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    poltica y la religin; los asimila y reacciona ante ellos de maneras que leson peculiares. La obra de Berlin muestra la continuidad de la contribucin

    que hace tanto la filosofa como la historia de sus ideas a las que la Univer-sidad de Oxford llama literae humaniores, las letras ms humanas. Aqu seha intentado aplicar esta leccin, precisamente, al caso del propio Berlin,para de esta manera iluminar, de un lado, su obra y, del otro, el entendi-miento mismo de la tradicin analtica a la cual ella pertenece.

    Para terminar, vale la pena recordar que, segn Berlin, el propsitoltimo de la filosofa es siempre el mismo: guiar a los seres humanos en laaccin alejndolos de la obscuridad y del salvajismo. De ah, tal vez, la

    motivacin de la brutal pregunta con la cual alguna vez consider enfrentara los candidatos que postulaban a una generosa beca para jvenes que seiniciaban en la investigacin: Do you want power, if Yes, what for; if not,why Not? (Quiere usted tener poder? Si lo desea, para qu lo quiere?Y, si no lo desea, por qu no lo quiere?)45.

    BIBLIOGRAFA

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