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LIBROS EL CONTROL DE LA INFLACIÓN INTRODUCCIÓN (*) Si pudiéramos caracterizar con un criterio simplista dos perío- dos de ]a Historia contemporánea, los años 30 y los años 50, como por aquí se dice, serían representativos de los sistemas económi- cos. Aquella tercera década de nuestro siglo, en que gran número de economías nacionales sufrieron de insuficiencia de demanda efectiva, con sus perniciosos efectos sobre los niveles de produc- ción y empleo. Estos años 50, en que, también con gran vigencia mundial, el peligro ha venido por el lado opuesto y en general los sistemas económicos están sufriendo un exceso de demanda «fectiva con las consiguientes presiones inñacionistas (1). No ofrece dificultad la tarea de señalar cuál de estas situa- ciones es más indeseable. Aquellos años 30 revisten un carácter casi siniestro; frente a una situación de estancamiento económico y grandes masas de desempleo, los años de esta segunda posguerra mundial desconocen prácticamente este último problema y mués- (•) Introducción, traducción y notas de José MARÍA, DE JAIME RODRÍGUEZ. (1) Al lado de esta causa general de desempleo, insuficiencia de demanda efectiva, ha; necesidad de considerar otras causas de tipo estructural. Tal es el caso de Italia y de los países subdesarrollados en general; por esta razón no serán aplicables los ortodoxos remedios keynesianos. V. E. S. SIMPSON: "Inflation, Deflation and Employment in Italy, The Re- view of Economic Studies"', 1949-51); también E. SrALEY: "The Future o! Un- derdeveloped Coontries". En cuanto a la inflación, se define precisamente como exceso de la de- manda efectiva sobre la oferta potencial de la economía. En frase muy expre- siva, mucho dinero persiguiendo a pocos bienes. Esto no quiere decir qu# el efecto inflacionista no pueda venir por el lado de los costes. 21

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LIBROS

EL CONTROL DE LA INFLACIÓN

INTRODUCCIÓN (*)

Si pudiéramos caracterizar con un criterio simplista dos perío-dos de ]a Historia contemporánea, los años 30 y los años 50, comopor aquí se dice, serían representativos de los sistemas económi-cos. Aquella tercera década de nuestro siglo, en que gran númerode economías nacionales sufrieron de insuficiencia de demandaefectiva, con sus perniciosos efectos sobre los niveles de produc-ción y empleo. Estos años 50, en que, también con gran vigenciamundial, el peligro ha venido por el lado opuesto y en generallos sistemas económicos están sufriendo un exceso de demanda«fectiva con las consiguientes presiones inñacionistas (1).

No ofrece dificultad la tarea de señalar cuál de estas situa-ciones es más indeseable. Aquellos años 30 revisten un caráctercasi siniestro; frente a una situación de estancamiento económicoy grandes masas de desempleo, los años de esta segunda posguerramundial desconocen prácticamente este último problema y mués-

(•) Introducción, traducción y notas de José MARÍA, DE JAIME RODRÍGUEZ.

(1) Al lado de esta causa general de desempleo, insuficiencia de demandaefectiva, ha; necesidad de considerar otras causas de tipo estructural. Tal esel caso de Italia y de los países subdesarrollados en general; por esta razónno serán aplicables los ortodoxos remedios keynesianos.

V. E. S. SIMPSON: "Inflation, Deflation and Employment in Italy, The Re-view of Economic Studies"', 1949-51); también E. SrALEY: "The Future o! Un-derdeveloped Coontries".

En cuanto a la inflación, se define precisamente como exceso de la de-manda efectiva sobre la oferta potencial de la economía. En frase muy expre-siva, mucho dinero persiguiendo a pocos bienes. Esto no quiere decir qu#el efecto inflacionista no pueda venir por el lado de los costes.

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traa aumentos de producción casi ininterrumpidos en un grau nú-mero de países.

El Reino Unido es un claro ejemplo de lo que hemos dicho.Durante los año» comprendidos entre las dos guerras mundiales,tuvo una cifra de desempleo de 1.750.000 por término medio, mien-tras que desde 1946 ha desconocido prácticamente este proble-ma (2). Por otra parte, el aumento en su nivel de producción in-dustria] en los trece años transcurridos desde 1946 a 1959 es no-tablemente superior al experimentado en los años 20, desde 1913a 1939. Sin embargo, esta expansión de la economía británica pre-senta el rasgo común de venir acompañada por una constante ydesmesurada elevación de rentas monetarias y precios.

Es verdad que el Reino Unido conoció elevaciones de preciosantes de la segunda guerra mundial, tales como las experimen-tadas de 1934 a 1938; pero fueron de pequeña cuantía, algo másde un 2,5 por 100 anual, y, por otra parte, no hay que olvidarque habían sido precedidas de una auténtica caída, de forma quetodavía en 1938 eran más bajos que habían sido diez años antes.Naturalmente que durante la guerra se elevaron a un ritmo más

<2> Se ha cumplido plenamente la conocida declaración contenida en etLibro Blanco de 1944: El gobierno acepta como uno de sus fines primordialesy responsabilidades el mantenimiento de un alto y estable nivel de ocupación.Aunque <en el pensamiento de sus más exigentes fundadores, tal como lordBeberidge, «e admitía un porcentaje de desocupación del orden de un 3 por100, lo cierto es que desde 1946 no se ha superado nunca el 2 por 100 en 1»cifra total de obrero» en paro.

Para ser exactos hemos de referirnos a estos últimos meses en que porprimera vez se ha llegado casi al 3 por 100 de desempleo. Ello, anido a quepor el momento parece alcanzada cierta estabilidad de precios y que por otraparte la libra presenta síntomas de fortaleza, constituyen las bases en quese apoya la nuera política de expansión. Ha dejado de preocupar por ahorael problema inflacionista y ha pasado a primer plano el d-e luchar contra cier-tos síntomas de contracción económica.

Sin embargo, lo cierto es que estos peligros de recesión no 3on Un alar-mantes ni aquellos de inflación tan remotos para qué -pueda practicarse unapolítica de excesiva expansión monetaria. Pasadas experiencias sugieren quecualquier incremento sustancial de demanda puede venir acompañado de re-novadas amenazas no sólo a la estabilidad de precios, sino también a \a balan-za de pagos y nivel de reservas en oro y dólares.

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rápido, pero con todo fue inferior al de la primera guerramundial.

Es en el período iniciado en 1946 cuando la elevación presen-ta caracteres excepcionales; los precios han continuado elevándosea un término medio de un 4 a 5 por 100 anual, y es esta fuertey constante elevación de precios la que no tiene precedentes enla Historia económica de este país en los últimos cien años.

Naturalmente que este problema de la inflación está íntima-mente vinculado con las relaciones entre los incrementos en rentanacional real, corriente de bienes y servicios y renta nacional mo-netaria, corriente monetaria (3). Es evidente que si el ritmo deelevación de estas dos corrientes se hubiera mantenido uniformeel incremento en los precios hubiera reflejado únicamente los au-mentos en los precios de importación. Pero lo cierto es que a lolargo de estos 'trece años la elevación en la producción global hasido del orden de un 3 por 100 anual, mientras que las rentasmonetarias han aumentado en un 7,5 por 100. En determinadosaños esta desproporción fue pequeña; así, durante 1953 y 1954la producción se elevó en un 4 a 5 por 100 y las rentas mone-tarias en nn 6 y medio; por el contrario, en 1956 alcanzó un des-nivel máximo con un 1 por 100 solamente de incremento en laproducción y un 7,5 por 100 en las rentas monetarias.

Por otra parte, dentro del aumento en la producción globalcorresponde nn mayor porcentaje de elevación a la producciónindustrial que a las demás actividades productivas; también po-demos decir que los mayores éxitos en la producción industrialhan correspondido a la industria química y a la automovilista.

Por consiguiente, esa corriente monetaria excesiva ha alimen-tado una fuerte demanda que, presionando tanto sobre los bienesde consumo como sobre los bienes de capital —demanda de in-versiones— ha provocado las elevaciones de precios. El Consejode precios, Productividad y Rentas, señala esta causa como laprincipa] responsable del proceso inflacionista (4). Claro está que,

(3) Asi, el profesor PAISH define la inflación como ana situación en qnela renta nacional monetaria se eleva más rápidamente qne la renta nacio-nal real.

(4) El Consejo de Precios, Productividad y Rentas fné convocado en agos-to de 195? con la misión de informar de vez en cuando sobre el movimiento

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al lado de esta inflación de demanda, consideran también la in-flación de costes, manifestada en el hecho de que los salarios mo-netarios, los beneficios, o ambos, se han elevado a un ritmo superioral incremento en productividad; también reconocen el efecto in-flacionista de una elevación en los precios de importación, perolo consideran inoperante desde 1951 (5).

En breves palabras digamos que las presiones inflacionistas

so*bre el nivel de precios provienen tanto de una demanda exce-

de los precios, productividad y rentas en el Reino Unido. Tras de requerir auna serie -de economistas para que enviaran colabora dones sobre estos proble-mas, fueron publicados bajo la dirección de Sir D. Robertson sus primerosinformes en febrero y agosto de 1958. También se conocen con. el nombre de-Consejo Cohén, por ser éste su presidente. Entr« los economistas que presen-taron trabajos al Consejo figuran los profesores Brown, J. R. Hicks, Jack,IVteade, Paish y Pheps-Brown. Algunos de estos trabajos han sido publicadosen diferentes revistas. Ules son, por ejemplo:

PAÍS: "Inílation in. the U. K.", Económica, mayo 1958.C. R. Ross: "Price Stability in tbe U. K-, Bull of Oxf. Univ. Inst. of Slat",

agosto 1958.H. F. LYDALL: "Inflation and the earnings, gap, Bull, of Orf, Univ. Inst. oi

Stat", agosto 1958.T. BttOCH: "Productivity and Inflation, Oxford Eco. Papers", junio 1958.G. D. D. WORSMICK: "Prices, Productivity and Incomes, Oxf. Eco. Pa-

pers", 1958.Un trabajo anterior a e3tos y -de gran interés es el titulado "Analysis of

the Generalion of Price Inflation" (A Study of Cost and price changes in tbeU. K., 1946-34), por J. R. C. Dow, Oxf. Econ. Papers, 1956.

<5) HARBOD, en su libro Policy agoinst Inflalion, se ocupa -de esta distin-ción entre inflación de demanda e inflación de costes y sus consecuencias enel campo de la política financiera, .y dice en la página 67: "Algunas personaseminentes se han aventurado recientemente a desdeñar esta distinción y sugie-ren que ambos tipos de inflación son más o menos la misma cosa. Esto estámuy bien, pero hemos de reconocer que tal opinión implica rechazar el diag-nóstico de Keynes. Lo que no resulta lógico es qne tras negar esta distinciónadopten medidas para luchar contra una inflación de costes, que serían in-dicadas para contrarrestar una inflación de demanda basa-da en el análisiskeynesiano. Adoptar remedios keynesianos y al propio tiempo rechazar eldiagnóstico en que ello se basan, sólo puede conducir a confusión y quizá aldesastre.

En 1957, sigue diciendo HARROD, no existió en el Reino Unido inflación dedemanda en el sentido keynesiano, sino más bien una inflación de costes mo-derada; a pesar de ello se pusieron en práctica remedios keynesianos para una

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siva sustentada en una política de ambiciosos objetivos, como deuna espiral de precios-salarios basada en la conducta seguida porJos obreros y empresarios (6).

Por consiguiente, una política abiertamente dirigida a detenerestas presiones infl'acionistas, habría de operar en dos frentes dis-tintos: demanda efectiva y costes. En la medida en que la infla-ción deba su origen a un exceso de demanda efectiva, habrá deadoptarse una severa política fiscal y monetaria que consiga con-traer la demanda al nivel adecuado.

Pero, puesto que loa costes se elevan independientemente, no

inflación de demanda. Naturalmente que Keynes reconoció la posibilidad deuna inflación de costes, si bien no le dedicó macha atención, y también laprobabilidad, que nadie niega, de que una inflación de demanda causara una in-flación de costes. Esto no significa que la inflación de costes no pueda tenerotras cansas."

(6) El Consejo áe Precios, Productividad y Rentas atribuye esta políticade ambiciosos objetivos a circunstancias propias de la época de posguerra: enprimer lugar reparar los daños de guerra, restaurar los standard* de consumo>• mejorar los servicios públicos. Más tarde el programa de rearmamentos conla g a erra de Corea. Por último, grandes inversiones de capital, particularmenteen los últimos años con que realizar los beneficios potenciales ofrecidos porel progreso científico. La expansión fue asistida por una abundante ofertade dinero y por el interés del gobierno por la política de pleno empleo.

En cnanto a los coates, el citado Consejo afirma que no existe en el siste-ma económico ningún mecanismo, que asegure el tipo de incremento en loasalarios monetarios y otras rentas se mantenga entre los límites de crecimien-to de la productividad. Cuando exceden ese límite, como ha sucedido efecti-vamente estos años, los empresarios en general encuentran que sus costesnnitarios de producción se han elevado, pero tampoco encuentran dificnltadpara elevar Jos precios y mantener sus- beneficios. Cualquier nivel de demanda,suficiente para mantener un alto nivel de empleo, puede permitir que se pro-duzca este proceso.

E. M. BERNSTEIÍS-, en un artículo publicado en Intern. Mon. Fun. Slaff Pa-pers, noviembre 1958. bajo el título de "Wage-Price Links in a ProlongedInflation", página 330, escribe: "Nada puede ser más desastroso para la esta-bilidad monetaria como aceptar con carácter general que las autoridades mo-netarias no pueden hacer nada para detener la inflación por tener su origenen la presión ejercida para elevar loa salarios."

Aceptar que la inflación resolta de la presión ejercida por los sindicatoso instituciones análogas es tanto «orno sugerir que es más un problema polí-tico que económico. (Véase on articulo de Dow en Scottish Journal of Polit.Ec. núm. 2, junio 1958.)

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puede pretenderse detener la inflación operando sólo sobre la de-manda, y será preciso adoptar medidas que eviten tales incre-mentos en lo8 costes. Estas medidas habrán de dirigirse a elevar]a productividad y a conseguir que obreros y empresarios limitenSU6 aumentos de salarios y precios al promedio de elevación enla productividad.

La posibilidad de llevar a cabo una política de esta naturale-za y los problemas que ello plantea, constituye el tema centraldel trabajo del profesor Mea de que, con el título de "El controlde la inflación", no3 cabe el honor de presentar (7).

Se ocupa en primer lugar el profesor Meade de los efectos ymecanismos de la inflación. Admitidos sus perniciosos efectos so-bre la distribución de la renta y la balanza de pagos, pasa a tra-tar de los problemas fundamentales que plantea una política deestabilización de precios. En primer lugar, la obligación por partedel Estado de controlar la demanda efectiva o gasto monetarioglobal a fin de evitar que se produzcan elevaciones de precios porencima de un nivel determinado. En segundo término, la posibi-lidad de que estas medidas repercutan desfavorablemente sobrelos niveles de producción y empleo. Por último, la efectividad delos instrumentos estatales de control sobre el gasto monetario.

Termina afirmando la posibilidad de detener un proceso deinflación de precios, pero salvo que los métodos de fijación desalarios sean convenientemente reformados, existen serios peligrosen su realización (8).

Formula una serie de propuestas concretas en que habría de

(7) Este tema fue desarrollado por el profesor Meade en ana conferenciainaugural pronnnciada en la Universidad de Cambridge el 4 de marzo de 1958y publicada después en este breve volumen que ahora presentamos en suversión española.

<8> Con el sistema actual de determinación de los salarios, pleno empleo,estabilidad de precios y aumentos de producción y productividad, son finesque no pueden alcanzarse simultáneamente. Siguiendo nna política de plenoempleo, garantizamos inflación; siguiendo una política de estabilidad de pre-cios, garantizamos desempleo. Tal parece «er la disyuntiva: elegir entre des-empleo o inflación.

V. Ross: "Monet. Control and Econ. Policy, B. of th« Oxf. Univers. Inst. ofStat", noviembre 1957; también "Public Finance and National Income", porBROWIVI.EE y E. D. ALLEN.

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basarse una política de esta naturaleza. Se refieren a la obligaciónde contralor él gasto monetario global, índice de precios a quetal obligación habría de referirse, modificaciones a introducir enlos procedimiento de fijación de salarios, organismos a los quehabría de confiarse la política de estabilización y problemas re-lacionados con su coordinación y tipo de cambio extranjero.

A mi juicio, este trabajo del profesor Mea de constituye un in-tento de superar ciertos defectos estructurales en el funcionamien-to del sistema económico de libre empresa, a fin de conseguir queéste sea más efectivo. £1 plan bosquejado implica una serie decontroles directos que conscientemente dirijan la economía de unpaís, en sustitución del libre juego de las fuerzas económicas. Deahí que su autor sólo los encuentre plenamente justificados encuanto puedan también utilizarse para hacer frente a una futuradepresión. "Y es aún más importante estar preparados para hacerfrente a una deflación futura que detener la inflación presente."Tales son sus palabras finales.

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EL CONTROL DE LA INFLACIÓN

El propósito de esta conferencia es estudiar el mejor procedi-miento de detener una inflación de precios. Sin embargo, antes deque intentemos encontrar la contestación adecuada, es útil pre-guntarse si nos hallamos en presencia de un verdadero problema.En la medida en que debemos estar preparados para reformarnuestras actuales instituciones a fin de evitar una inflación, de-penderá de la importancia que para nosotros revista el objetivode la estabilización de precios.

Es evidente que si el problema fuera poner ñu a una seriadeflación de precios, sería estéril que nos dedicásemos a discutirla importancia de este objetivo. Una caída en los precios de ven-ta, no pudiendo reducirse fácilmente los salarios, ha de suponerun freno a la expansión económica y un aumento del desempleo.Es éste un tema familiar sobre el que todos los economistas hanestado de completo acuerdo desde la Gran Depresión de Josaños 30. Pero durante la última década ha tenido lugar en elReino Unido una elevación de precios del orden de un 4 ó 5 por200 anual, y vale la pena preguntarse si es necesario incurrir engrandes esfuerzos para detener una inflación de precios y costesde esta clase. ¿Hasta qué punto, hemos de mostrarnos disconfor-mes con unas determinadas instituciones y medidas políticas quesiendo capaces de evitar la aparición del fenómeno deflacionista,han permitido, en cambio, tal grado de continuidad en la in-flación de precios?

Es evidente que una inflación de precios constante y moderadapuede ejercer algunos efectos favorables, tal como aliviar a lacomunidad del peso muerto de la deuda (9). A mi juicio, unadenda pública elevada provoca más trastornos en el sistema eco-nómico de lo que generalmente I sé;; cree.

;;!:(!;•

(9) SCH.*TZ: Inflatioti in Underdevilpjjéd Áreas, Amcrkan Econ. Review",septiembre 1957, págin* 585: En la mecida en que la presión iníUcionist»

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Entre los años 1948 y 1957 el nivel general de precios se elevóen un 50 por 100, lo que significa la reducción en una terceraparte del valor real de una determinada deuda monetaria. La grandeuda de guerra del Reino Unido no fue saldada a través de unarepudiación, pero es innegable que se ha reducido considerable-mente su peso por medio de la inflación.

Sin embargo, ¿es éste un procedimiento que pueda considerar-se justo? Un argumento esencial contra la inflación es el hechode que causa una injusta redistribución entre la propiedad fijaen términos de dinero y otras formas de propiedad, así como entrelas rentas fijas en términos de dinero y otras rentas (10). Tantolos pensionistas como los beneficiarios del subidio familiar reci-ben menos de lo que fue planeado para ellos; y en tales casosno es el rico quien ha sido perjudicado. Naturalmente, que noexiste ninguna razón para suponer que es el millonario quien man-tiene su propiedad en la forma de títulos de la Deuda y en pólizasde seguro de vida, y que son las viudas y huérfanos, quienes de-tentan las acciones. Lógicamente, lo contrario es mucho más real.Un método de redistribución por lo menos mucho más racional

consiga movilizar ana serie de recursos, ceteris paribus, la inflación se corre-giría en parle así misma y tendría el positivo -efecto de incrementar la pro-ducción global y acelerar el desarrollo.

Por otra parte, en un país subdesarrollado, la inflación resulta necesaria yaún indispensable para proporcionarse el ahorro con que llevar a cabo el pro-ceso de expansión. En «ste sentido la inflación resulta ser el precio que hayque pagar para conseguir el desarrollo. En cualquier caso, como dicen Berns-tein y Patel, es necesario conocer sus efectos sobre la producción real antesde jnzgar sobre sn influencia favorable o desfavorable en términos de unapolítica de desarco lio. Los peligros políticos de permitir a una economía es-tacionarse pueden ser en algunos «asos superiores a los peligros políticos de lainflación. ("Inflation in Relation to Econ. Devel., Intern. Mon. Fund StaffPapera", noviembre 1952, págs. 363-398.)

V. LKWIS: "Tbe Tfceory of Econ. Growth", pág. 383.(10) También se habla de dos sectores sociales, el llamado sector bene-

ficiado y el penalizado. El primero pnede decirse a grandes rasgos que com-prende la industria cíe la construcción, las industrias que producen artículo*de consumo de lujo y bajo ciertas condiciones el grupo de los importadores.El sector penalizado comprende las industrias que producen bienes de con-sumo de primera necesidad. (BERNSTEIN y P*TEL: "Intern. Monet. Fund StaHPapers", 1952.)

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«cría mantener constante el valor del dinero y proceder enton-ces a controlar por otros medios la renta y riqueza real de pen-sionistas, viudas y huérfanos.

Cabe defender que un procedimiento más fácil y en ciertomodo más deseable de tratar este aspecto de la inflación, consis-te en tomar medidas que aseguren a loa destinatarios de rentasfijas o cuasi fijas^ contra los males de la inflación, más bien quedetener esta última. En este sentido los salarios monetarios po-drían ligarse a un índice del coste de vida. De análoga forma seha propuesto recientemente que el valor monetario de las rentaspercibidas por ios pensionistas y otros beneñciarios de rentas deeste' tipo, sean vinculados al coste de vida o a un índice que re-fleje la elevación de otras rentas monetarias en el concierto eco-nómico; tales ajustes asegurarían a los beneficiarios de estas ren-tas contra futuras inflaciones. No es mi intención argumentar con-tra estas propuestas, que no sólo descansan en sólidos principiosde justicia social, sino que también tienen a su favor el principiológico de que hemos de decidir la efectiva participación de estosgrupos sociales en la renta nacional (11). Pero sí deseo insistir enque tales medidas no deben significar en absoluto que el controlde la inflación sea menos necesario. Por el contrario, en ciertosimportantes aspectos su instauración acentuaría la necesidad deun control de tal naturaleza.

Bajo determinados aspectos, el hecho de vincular con ante-lación las rentas ñjas a cuasi ñjas a un índice de precios incre-mentaría los peligros de inflación (12).

(11) Un argumento esencial es que el pleno empleo y la expansión eco-nómica no deberían alcanzarse solamente a expensas de una clase social: losque obtienen rentas fijas.

(12) "WageiPrice Links ín a Prolonged Inflation", por E. M. BEHNSTEIN;'"Intern. Mon. Fund Staíf Papers", noviembre 1958, pág. 332: El vincular los«alarios a los precios no puede considerarse como un recurso automático paraevitar loe peligros de la inflación. Es más bien una clara indicación de qne elsistema monetario <ba fracasado en su función de llevar a cabo la regulaciónde la producción y la distribución y uso del prodacto social. Es un índice ex-presivo de la pérdida de confianza en el funcionamiento del sistema mo-netario.

Véase también A. K. SEN GUPTA; "Survey of Wage-Price Links in variousConntries" a continuación del anterior artículo.

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Fundamentalmente, se produce una presión inflacionista cuan-do las participaciones que los diversos grupos independientes ycompetitivos de ciudadanos intentan obtener de la "tarta nacio-nal" superan su tamaño (13). Supongamos que varios grupos detrabajadores y empresarios elevan sus rentas monetarias en un8 por 100; puesto que algunos ciudadanos tienen rentas fijas entérminos de dinero, este 8 por 100 de elevación en salarios y be-neficios representa, por ejemplo, un incremento de un 6 por 100en la renta nacional monetaria; si suponemos que la producciónsólo aumenta en un 2 por 100, es evidente que mientras la rentamonetaria se eleva en un 6 por 100, el incremento en la rentareal es sólo del orden del 2 por 100; por consiguiente, se produ-

(13) En el aspecto puramente doctrina] el tema de la inflación ha sidoobjeto de minuciosos estadios, sin qne por ello se haya llegado a alcanzarcierto grado de unanimidad en relación con algunos de sus problemas. Comodice Scbatz: un recorrido por la literatura sobre inflación nos muestra unaconfusa variedad de aproximaciones teóricas; existen una serie de modelosmatemáticos que parecen contradictorios entre sí, asi como innumerables ymás o menos diferentes exposiciones literarias de la inflación.

Sin embargo, el concepto imperante es el expuesto por Meade, que enotras palabras podemos decir que inflación e¡ el resultado del esfuerzo entrelos miembro» de una comunidad por consegnir más bienes o recursos que laeconomía puede ofrecer. Si las fuerzas relativas de las contendientes claseseconómicas DO están equilibradas, la elevación de precios aumentará la rentar«al de la clase o clases más fuertes a expensas de las más débiles.

Véase SAYRE P. SCHATZ: "Inflalion in Underdeveloped áreas AmeriranEcon. Revie-w", 1958. TURVEY: "Theory of Inflation in a Closed Economy, TheEcon. Jonrnal", septiembre 1952, pág. 534.

Este úl|imo autor, uno de los más destacados en la materia, escribe: "Laliteratura «obre inflación se ba desarrollado de tal manera que solamente losespecialistas pueden pretender adquirir algo más que un ligero conocimiento.Además, no siempre es evidente que las construcciones de aquellos ocho onueve autores qne han formulado rigorosos modelos son complementarioso competitivos.

Sobre este último tipo de "inflación", referida a los estadios económicos,digamos con Eaberler que nunca han sido los problemas económicos tan in-tensivamente tratados como en la actualidad. Nanea como ahora el método detratamiento ha EÍdo tan variado (teórico, lógico, matemático, econométríco,estadístico, histórico, psicológico, etc.)"

G. V. HABERLER, Appendix 1: "Notes on the present State of Business CycleTheory", última edición de su conocida obra Prosperity and Depression.

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eirá un aumento en los precios y aquellos que consiguieron elevaréus rentas en un 8 por 100 verán ahora frustrada su elevaciónpor este incremento en los precios y en el coste de vida. Ahorabien, cuanto más rápida y totalmente sus demandas de mayoresingresos reales se vean frustradas por una elevación en el costede vida, más pronto estarán estos grupos dispuestos a repetirlaspor ulteriores incrementos en ingresos monetarios. Por otra parte,cuanto mayor sea la otra clase de ciudadanos con rentas fijas ocuasi fijas en términos de dinero, menos completa o inmediataserá la frustración de aquellos que incrementan sus ingresos mo-netarios. Estos,, últimos pueden beneficiarse a expensas de* los pri-meros. Sin embargo, la experiencia de la inflación puede dar lu-gar a que los salarios y otras rentas, tales como las pensiones, seanligadas de jacto o de jure al coste de vida; y en la medida enque los que antes tenían rentas fijas o cuasi fijas ahora se unanal juego y procedan a elevar rápidamente sus rentas monetariasen respuesta a aumentos de precios, acelerarán el incremento enel gasto frente a la limitada producción real de la comunidad.El proceso inflacionista será así acelerado y las demanda» de sa-larios seguirán una tras otra tanto más rápidas.

Todos tenemos una cierta ilusión monetaria. Pensamos en nues-tra renta en términos de dinero y tenemos convicciones bien de-finidas sobre cuál es el precio en dinero que corresponde a cadabien o servicio. Es de fundamental importancia para cualquiersociedad moderna disponer de un sistema monetario de tal gradode eficiencia que permita financiar las transacciones y servir demedida de valor. La existencia de tal sistema depende considera-blemente de que continuemos pensando en términos de dinero;y el hecho de ligar los salarios monetarios o las rentas de pensio-nistas a un índice del coste de vida, son una invitación a que aban-donemos estos hábitos de conducta tan deseables. Cuanto más sepiense, no en términos de renta monetaria, sino de renta real, tantomás rápidamente se intentará desprender del dinero cuanto se es-pere una elevación de precios y este intento de huir el dinero hacialos bienes incrementará a su vez el gasto monetario sobre los bie-nes disponibles y forzará a los precios a elevarse aún más y conmayor rapidez.

El proceso acabará con una desconfianza total hacia ef dinero

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y la desorganización de la economía en general que resulta ine-vitablemente de la inexistencia de un medio eficaz de cambio;pero algunas ineficiencias surgirán en el sistema económico mu-cho antes de que ge alcance esta última desintegración.

Queda una última razón, probablemente de carácter decisivoen el caso de un país tal como el Reino Unido, en defensa delcontrol de la inflación. El Reino Unido mantiene importantes re-laciones comerciales con el exterior. Además sus relaciones finan-cieras en particular son estrechas e importantes, actuando comobanquero de buen número de países. Si las rentas, precios y costesmonetarios están sometidos en este país a más fuertes presionesinflacionistas que en otros, existirá una fuerte tendencia' ar incre-mentar las importaciones de mercancías, al tiempo que será difí-cil vender en los mercados exteriores por los altos costes de pro-ducción. Se perderán reservas en oro y dólares y hará su apari-ción una vez más la tan familiar crisis en la balanza de pagos (14).Las posibilidades de luchar contra esta situación son limitadas. Na-turalmente, se pueden restringir las importaciones mediante la im-plantación de licencias, pero si los precios y costes en el ReinoUnido aparecen continuamente alejados de los existentes en lospaíses competidores, será cada vez más aguda "la crisis en labalanza de pagos y las restricciones en las importaciones ha-brán de revestir mayor severidad. Para un país que, como el ReinoUnido, ha de importar en gran escala sus materias primas esencia-les y productos alimenticios la situación sería de carácter grave.Una alternativa posible sería proceder a devaluar la libra con elfin de intentar la disminución de precios y costes en términos deotras monedas. Sin embargo, si los especuladores esperasen queeste país iba a continuar sometido a más fuertes presiones infla-cionistas que otros, confiarían en que habrían de producirse nece-sariamente nueras devaluaciones e intentarían anticipar este mo-vimiento desprendiéndose de las libras por otras monedas; estocausaría una seria disminución de reservas en oro y dólares o, sifuera posible afectar el tipo de cambio, conduciría el valor de lalibra en términos de otras monedas a un nivel todavía más bajo,

(14) En efecto, estas crisis en la balanza de pagos se han producido enlos siguientes años: 1947, 1949, 1951, 1955 y 1957.

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con lo que se elevarían los precios en libras de todas las importa-ciones cuyos precios estuviesen fijados en términos de otras mone-das; y elevándose de este modo el coste de vida en el interior esmuy posible que surgiesen mayores reclamaciones en favor de unaumento de los ingresos monetarios con lo que se desembocaríaen la viciosa espiral de precios-salarios. En el caso de un país que,como el Reino Unido, actúa como banquero de muchas personase instituciones en el resto del mundo, es esencial que se evite taldesconfianza en su moneda.

II

Personalmente, encuentro poca dificultad en llegar a la conclu-sión de que tanto la inflación como la deflación constituyen situa-ciones indeseables, que merece la pena esforzarse en evitar. Perocon todo es evidente que existen males pedrés que la inflación. Elestancamiento de los años 30 es una situación mudho peor que lainflación de los años 50. Hemos de reflexionar seriamente sobrela posibilidad de que un empeño decidido de detener el procesode inflación no*B conduzca a una situación en que no sólo ge de-tenga el proceso de expansión económica, sino que también se ele-ve el nivel general de desempleo. Por consiguiente, vale la penaintentar poner un freno al proceso inflacionista, pero deben re-chazarse los métodos que supongan una remora al aumento deproducción.

La consideración de este problema nos lleva a analizar el me-canismo a través de'l cual se produce la elevación de precios. Nosencontramos con dos factores operando en estrecha relación, uno através dfel nivel de la demanda monetaria de bienes y servicios, yel otro a través del nivel de los costes monetarios de produccióny, concretamente, a través del nivel de los salarios nominales. Ana-licemos cada uno de estos factores separadamente para despuésconsiderar la relación entre ellos.

Partamos del supuesto de que todos los salarios monetarios sonfijos y de que por cualquier causa se produce una elevación enel nivel del gasto total monetario en bienes y servicio». Ante unaelevación de la demanda los empresarios pueden adoptar do» pos-

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turas distintas: elevar la producción y la venta sin modificar elprecio antiguo o bien elevar el precio manteniendo constante lacantidad producida. De hecho lo más probable es que reaccionenen parte de una manera y en parte de otra. Si existe mocho paroforzoso y una considerable capacidad productiva sin utilizar, alproducirse' un incremento en la demanda es muy posible que au-mente en gran medida la producción sin apenas elevación de pre-cios. Pero cuando la demanda se eleve a niveles más altos, esprobable que se produzcan atascamientos en una industria tras otra,a medida que las reservas de trabajo aprovechable van desapare-ciendo y se fuerza la capacidad productiva, hasta que al fin re-sulte imposible aumentar la producción de cualquier industria detal forma que un aumento del gasto monetario en bienes y servi-cios se traduzca únicamente en una elevación de precios (15). Enlenguaje más técnico, pudiéramos decir que con salarios moneta-rios invariables y en el plazo corto la elasticidad de la oferta debienes en general es probable que tienda a infinito cuando existadesempleo en masa y que tienda hacia cero a medida que se al-cance el punto de pleno empleo. Por consiguiente, con salario3 mo-netario! fijos, es probable que los precios alcancen su más bajonivel cuando la demanda sea escasa y que se elevan a su más altonivel cuando la demanda sea grande. Naturalmente, esto no expli-ca el he<jb.o de que los precios se eleven a un tipo del 4 ó 5 por 100anual, tal como ha sucedido en el Reino Unido a lo largo de laúltima década.

Su explicación exige que nos volvamos hacia el otro lado delproblema. De hecho, los salarios monetarios no son constantes yen las últimas décadas han ido elevándose más rápidamente quela productividad, con la consiguiente elevación en los costes unita-rios de producción. En el jargón de los economistas se ha produ-cido un. desplazamiento hacia arriba de la propia curva de ofertaa través del tiempo. En años recientes mientras los salarios nomi-nales per capita se han elevado en un 7 por 100 anual, la elevación

(15) La teoría cuantitativa del dinero encuentra su justificación en anaeconomía áe pleno empleo, ya que, como Keynes, observó "cuando exi&te ple-no empleo, los precios se moverán en la misma relación que la cantidad dedinero".

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en la producción per capita ha sido ligeramente superior al 2 por100 anual. Por tanto, los costes de trabajo por unidad de produc-ción han aumentado en más de un 4 por 100 anual. Se ve claroque la constante elevación de precios a lo largo de lo» últimos diezaños está íntimamente relacionada con la también constante ele-vación en los costes monetarios de producción.

Pero ¿por qué las rentas monetarias se elevan con más rapidezque la productividad? PaTa contestar esta pregunta bemos de ana-lizar la relación entre los efectos ejercidos por la demanda y loscostes. Cuando el nivel de la demanda es elevado, tres factores em-piezan a operar en la misma dirección y producirán una rápidaelevación de los salarios monetarios. En primer lugar, el alto nivelde la demanda de productos acabados, producirá un aumento con-siderable en el nivel de la demanda de trabajo por parte de losempresarios; por consiguiente, el volumen de desempleo será bajoy el número de puestos vacantes será elevado, por lo que los obre-ros se encontrarán en posición favorable para reclamar aumentosde salarios. En segundo término, un alto nivel de la demanda deproductos terminados, dará lugar, como hemos visto, a una eleva-ción en los precios de estos bienes, con relación al nivel de los sa-larios monetarios; cuando los precios y el coste de vida son altos,con relación a los salarios nominales, los obreros tendrán una ra-zón más para solicitar otro aumento de salarios con que restaurarsu capacidad de compra real. En tercer lugar, el aumento de lademanda dará lugar a un incremento en los beneficios, sea por-que tiene lugar un aumento de producción con el mismo margen debeneficios, sea porque los precios son incrementados con relacióna los salarios de tal manera que un margen de beneficios más altoee obtiene de una producción determinada; en cualquier caso be-neficios más altos significan que los empresarios podrán permitirsecon más (facilidad el pago de salarios más elevados y su resisten-cia a las demandas de salarios será menor. Resumiendo, podemos•decir que un alto nivel de demanda es probable que eleve los pre-cios con relación a cualquier nivel de salarios monetarios, perotambién es muy posible que a través de la reducción en el des-empleo y el aumento de puestos vacantes, así como elevando elcoste de vida y el margen de beneficios, consiga establecer las-condiciones en que los salarios se elevan más rápidamente que la

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productividad, de tal forma que exista una inflación prolongadade la tota] estructura monetaria, precios, costes y rentas.

Tras esta breve descripción del proceso de inflación de preciospasemos a considerar las medidas que pueden adoptarse para evi-tarla. £1 Estado dispone de ciertos instrumentos de control con losque puede influir sobre el nivel general de la demanda de bienesy servicios. Ya sea a través de la reducción en los gastos públicos,o mediante la elevación en los tipos de imposición, que deja a loscontribuyentes con menos rentas disponibles, o bien por la adop-ción de una política monetaria de tal naturaleza que dificulte la.adquisición de crédito con que los empresarios puedan financiarsus ampliaciones de capital (16). Si nuestro análisis es correcto,cualquier reducción de este tipo en la demanda monetaria globaldará lugar a cierta disminución en los precios de venta con rela-ción a los salarios monetarios y otros costes, a medida que los em-presarios se encuentran con que el mercado de sus productos sehace más difícil. Sin embargo, los empresarios reaccionarán tam-bién disminuyendo la producción y reduciendo su demanda detrabajo. En la dirección ya indicada, la baja de precios, márgenesde beneficio y empleo, contribuirán a modificar el ambiente op-timista del mercado de trabajo, de tal forma que los salarios mo-netarios se eleven con más dificultad. Existe probablemente algúnpunto en que la demanda global se ha reducido de tal manera quela sitoación resultante en el mercado de trabajo permitirá una ele-vación de los salarios monetarios similar al incremento de la pro-ductividad, con lo que los costes de trabajo por unidad de produc-ción permanecerán constantes. Podemos llamarlo punto "crítico".

(16.1 En «u obra The Theory of International Economic Policy, pág. 99, elproleeor MEAPE. se ocupa de precisar estos conceptos. Bajo la denominación<Je "Política Financiera" abarca dos diferentes tipos de política, esto es, la"política fiecal" y la "política monetaria". Por política fiscal entiende uncambio en los tipos de imposición o en el total del gasto público, con lo quelas autoridades fiscales persiguen afectar el total gasto nacional, es decir, eltotal gasto monetario en bienes y servicios. Por política monetaria ana alte-ración en las condiciones en qne se realizan los préstamos (que para resumirllama cambios en el tipo de interés), con lo que el sistema bancario, a travésde ampliaciones o reducciones en la oferta de dinero, persigne facilitar o difi-cultar aquellas condiciones en qne los préstamos monetario» pueden realizarte.

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Por consiguiente, la inflación de precios puede evitarse á tra-vés de una política fiscal y monetaria suficientemente restrictiva;sin embargo, parte esencial de este mecanismo es precisamente lacontracción de la demanda global que, Ínter alia, elevará tanto elnivel de desempleo con relación al de puestos vacantes hasta quese alcance el punto crítico en el que loa salarios monetarios cesande elevarse más rápidamente que la productividad. La estabilidadde precios puede ser compatible con un 3 por 100, pero no conun 1 por 100 de trabajadores en paro.

Podemos plantearnos el problema en su forma más extrema,preguntándonos a qué consecuencias llevaría una decisión estatalque en los momentos actuales pretendiera reducir el nivel generalde precios; esto sería perfectamente admisible desde el momentoen que se intentara estabilizar el nivel general de precios que porcualquier razón se hubiera elevado por encima del nivel previa-mente establecido. En este caso el Estado mediante una severapolítica fiscal y monetaria reduciría el nivel del gasto monetariototal en bienes y servicios. En cuanto los empresarios reaccionarandisminuyendo los precios (así como sus beneficios) a que estabandispuestos vender su existente nivel de producción, no habría másque hablar. Pero supongamos que la reacción de los empresariosante una caída en la demanda de sus productos fuera exactamentela inversa; imaginemos que añadiesen un margen de beneficio fijoa sus costes variables (tales como los salarios) y que simplementeprocedieran a reducir el total de su producción a este precio "full-cost" más o menos constante. Cuando la producción se hubiesereducido hasta tal punto que la demanda de trabajo cayese por de-bajo del punto crítico, los salarios se elevarían a un ritmo máslento que la productividad. Con márgenes de beneficio constanteslos precios de venta descenderían en la medida en que cayesen loscostes de trabajo por unidad de producción; en virtud de esteproceso sería posible conducir gradualmente el nivel de precios alnivel inferior deseado. Por consiguiente, el sacrificio de la estabi-lización podemos decir que depende de tres factores: 1) en lamedida en que los empresarios redujeran de hecho la producciónsin modificar los precios cuando disminuyese la demanda; 2) en lamedida en que los salarios continuasen elevándose no obstante elaumento en la proporción que exista entre el número de parados y

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el de vacantes sin cubrir; 3) la rapidez con que se deseara volverlos precios al nivel prefijado cuando transitoriamente se hubieranapartado de él.

La naturaleza de los problemas que'se desprenden de las ante-riores consideraciones debería ya estar clara.

En primer lugar, ¿tendría el Estado que lanzarse y dar a co-nocer que en caso necesario está dispuesto a controlar el nivel delgasto monetario de forma que los precios no se eleven con carácterpermanente por encima de un límite determinado? En segundotérmino, ¿caso de que el Estado se lance será posible introducirlas consiguientes modificaciones en el mercado de trabajo, de for-ma que el punto "crítico" en que los salarios dejan de elevarse másrápidamente que la productividad pueda alcanzarse a un nivel su*ficientemente alto de producción y empleo? Estas dos pregunta»presuponen que el Estado puede de hecho ejercer un control con-tinuo y efectivo sobre la total demanda monetaria. Alhora bien,.este es el tercer problema fundamental. Y son precisamente estas.tres preguntas a las que hemos de contestar ahora.

III

¿Qué queremos significar exactamente cuando decimos que elEstado habría de lanzarse? Queremos decir que el Estado anunciasu decisión de que utilizará plenamente sus instrumentos fiscal ymonetario a fin de mantener la demanda global de bienes y ser-vicios al más alto nivel que sea compatible con que un determina-do índice de precios no se eleve por encima de un límite prefijado.Como después veremos, una vez adoptada la decisión de detener lainflación de precios, es muy conveniente que sea el propio Estadoquien se comprometa a evitar que un determinado índice de pre-cios se eleve por encima de un límite prefijado. Pero anteB de exa-minar este problema hemos de detenernos un momento en la na-turaleza del índice de precios a que tal obligación habría de re-ferirse.

Supongamos que con esta finalidad hemos configurado un ín-dice del coste de vida y que por otra parte existen tendencias des-favorables en la esfera de las relaciones económicas del Reino Uní-

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do con el exterior, como consecuencia de una elevación en los pre-cios de importación. Es evidente que nos encontramos con un des-censo en la renta real de los consumidores por razones enteramenteal margen del control de las autoridades británicas. Si se pretendeentonces estabilizar el coste de vida ha de procederse a disminuirel precio de los bienes producidos en el interior en la misma cuan-tía en que se hayan elevado los procedentes del exterior a fin demantener el deseado equilibrio. De no existir la posibilidad dellevar a cabo una rápida reducción en los salarios monetarios parípassu con la disminución en los precios de los bienes de producciónnacional, es muy posible que se produzca un serio crecimiento dedesempleo.

Una dificultad de naturaleza análoga surgiría en el caso de queel Estado decidiera aumentar sus ingresos a través de la imposi-ción sobre el consumo. La consiguiente elevación en el precio delos bienes afectados, tales como cerveza, tabaco, etc., habría decompensarse por una disminución en los precios de otros productos.Una vez más surgiría el desempleo a menos que fuese posible re-ducir con toda rapidez los salarios y otros costes monetarios.

Por idéntica razón, parece aconsejable excluir del índice pre-cios tales como las rentas urbanas que permanecen sujetos a nu-merosos controles directos. El que estas rentas deban de ser libresy en caso afirmativo en qué medida es un problema fundamentalde política económica que afecta a la distribución de la renta y aluso de la propiedad inmobiliaria. Pero si el Estado decide real-mente suprimir el control de estas rentas y permitir su elevaciónsería irracional y posiblemente desastroso adoptar una decisiónde esta clase y al propio tiempo tomar una serie de medidas queimplicarían una deflación de la demanda global.

El índice de precios más conveniente para nuestros fines ha decomprender los precios de venta de todos los bienes y servicios deproducción nacional con excepción de los sujetos a control de pre-cios, y excluyendo los bienes que procediendo del exterior se hayanutilizado en la producción nacional, así como los impuestos indi-rectos, pero incluyendo los subsidios. Es el precio neto recibidopor los empresarios nacionales lo que se desea estabilizar. Perouna vez configurado tal índice existen sólidos argumentos en favor

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de que el Estado «e obligue a garantizar que no se permitirá elevara dicho índice por encima de un determinado nivel.

En primer lugar, con el establecimiento de un determinado lí-mite a tal índice de precios, se conseguirá que las fuerzas privadasde carácter especulativo colaboren con el propio Estado. El índicede precios habría de publicarse con frecuencia y rapidez; si en-tonces apareciese por encima del nivel límite se sabría que iban aadoptarse medidas desinílacionistas para reducir los precios por loque los consumidores tendrían un incentivo para aplazar sus com-pras hasta que los precios dejasen de estar por encima del nivellímite: por el contrario, si los precios estuviesen por debajo del lí-mite, existirá un incentivo para que los compradores realicen susgastos con toda rapidez a fin de adquirir 6us bienes antes de quetenga lugar la esperada expansión monetaria con que restablecerlos precios al nivel adecuado. Tales aplazamientos y anticipacio-nes de carácter especulativo en los gastos privados tendrían lavirtud de reforzar notablemente la acción estatal.

En segundo término, una firme resolución de estabilizar losprecios en el interior, transformaría el carácter de loa problemasde la balanza de pagos británica. Es evidente que si la política fi-nanciera 6e dirige exclusivamente a mantener la demanda al másalto nivel compatible con el mantenimiento de un límite en elnivel de los precios internos, no se puede pretender al propio tiem-po el control'de la balanza de pagos. No cabría la posibilidad deadoptar medidas desinflacionistas en el interior con el único finde contraer las importaciones y alentar las exportaciones, a fin demejorar la situación de la balanza de pagos y de detener la pérdidade las reservas de OTO. Pero aquellos déficits de la balanza de pa-gos que tienen su origen en un crecimiento inflacionista incontro-lado de precios, costes y capacidad de compra en el interior delReino Unido desaparecerían automáticamente, y esto sería unacontribución al mantenimiento del equilibrio externo digna de te-nerse en cuenta. Aún es posible imaginar circunstancias en que poruna u otra razón, fuera del poder de control, la demanda extran-jera de productos del Reino Unido disminuiría aun en estas con-diciones. Esto conduciría a una disminución en las exportacionesy de este modo a un incremento del déficit, en la balanza de pagos,el cual no podría compensarse por medio de una deflación en el

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nivel de precios de producción interior y en las rentas monetariasde ios empresarios.

Este problema tiene fácil solución. Eli tipo de cambio entre lalibra esterlina y las demás monedas podría variarse. Si entonceshubiera algún cambio en la demanda exterior en detrimento de losproductos británicos, la libra se depreciaría algo; esto conduciríaa un abaratamiento de las exportaciones en términos de monedaextranjera y a una elevación del precio de las importaciones en es*terlinas. Esto a su debido tiempo causaría una expansión en lasexportaciones y una contracción en las importaciones que restau-rarían el equilibrio de la balanza de pagos. Mientras tanto, si la li-bra estuviese amenazada de una excesiva depreciación, los especu-ladores—firmemente convencidos de que los precios iban a mante-nerse estables en el interior—comprarían esterlinas, ayudando asía mantener su valor hasta que las fuerzas equilibradoras a largoplazo del tipo de cambio hubieran tenido tiempo de restaurar labalanza de pagos.

Pero el tono con que he formulado mi propuesta en favor delestablecimiento de un límite firme a los precios internos, en elaspecto relacionado con la balanza de pagos, quizá sea demasiadotímido. Si realmente fuera posible estabilizar los precios en librasde los productos británicos, en la medida -en. que se esperase queuna cierta inflación de precios iba a continuar en el resto delmundo, existiría una fuerte tendencia hacia una apreciación de lalibra en el mercado de cambios. Aun en el caso de que todos lospaíses practicaran una política de control de la inflación, la posi-bilidad de que la libra experimentase aumentos o reducciones devalor sería prácticamente igual a la de otras monedas y en cual-quier caso no estaría sujeta a una depreciación considerable. Laúnica posibilidad de experimentar esta seria depreciación sería quetuviera lugar una grave deflación de rentas monetarias y preciosen los Estados Unidos y en algún otro sitio. Pero la experiencia delos años SO nos dice que en tales circunstancias loa países extran-jeros, a fin de evitar las influencias deflacionistas, tenderían a re-lacionar sus monedas con la libra más bien que con el dólar. Lle-garía hasta afirmar que la única forma de que el Reino Unidosiga combinando su condición de banquero internacional con susactuales exiguas reservas en oro y dólares, consiste en dar a los

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extranjeros plena confianza en la estabilidad del poder de comprareal de la libra más que en la rigidez de su precio en términos deotras monedas. En estas circunstancias tengo la seguridad de quela libra se comportaría muy bien.

Un tercer argumento de importancia en favor del establecimien-to de un límite a un determinado índice de precios de venta esque ayudaría indirectamente a restringir la elevación inflacionis-ta de los costes monetarios. De existir plena confianza en que elnivel genera] de precios de venta no iba a elevarse su influenciamoderadora sobre las negociaciones de salarios se manifestaría enun doble sentido. Por el lado de los empresarios porque, conoce-dores de la dificultad de compensar una elevación en los costesde trabajo por vía de un incremento en los precios de venta, ofre-cerían mayor resistencia ante las reclamaciones de salarios. Porparte de los trabajadores porque tampoco a ellos cabría esperarque se produjeran elevaciones en el coste de vida a impulsos detendencias inflacionistas interiores; y en la medida en que susreclamaciones de salarios están determinadas por estas expectativas,se mostrarían más moderados. Además los sindicatos habrían deadmitir que una elevación demasiado rápida en los costes de tra-bajo conduciría en estas condiciones a una situación de exceso demano de obra, dado que no podría compensarse con una elevaciónen los precios de venta.

IV

Existen, por consiguiente, sólidos argumentos en favor de queel Estado se obligue a establecer un límite a los precios de venta.¿Pero hasta qué punto podemos asegurar que no se planteará unproblema por el lado de los costes? Ello dependerá del grado deambición con que se establezca el nivel de pleno empleo que de-seamos alcanzar. Como ya vimos, siendo bajo el porcentaje de des-empleo y alto el de puestos vacantes, es muy probable que los sa-larios se eleven con rapidez si otros factores permanecen invariables.Por vía de repetición podemos decir que, en condiciones de estabili-dad de precios, es posible que los salarios no se eleven más rápida-mente que la productividad con un desempleo del orden del 3 por100, pero es probable que esto suceda cuando la demanda de trabajo

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sea tan elevada que sólo exista un 1 por 100 de obreros en paro.¿Qué posibilidades hay de desplazar el punto crítico en el mercadode trabajo en que los salarios se elevan exactamente al mismo ritmoque la productividad?

Es importante que hagamos notar la imposibilidad de ligarlos salarios en determinadas actividades y ocupaciones a cambiosen productividad en estas mismas actividades y ocupaciones. Unejemplo nos aclarará este punto. Supongamos que solo existen dogactividades productivas, agricultura e industria.

Imaginemos que el progreso técnico es de tal naturaleza queen el curso del año sólo se produce un aumento de productividaden la agricultura, que vamos a cifrar en un 5 por 100. Caso deque los salarios permanezcan invariables, podría perfectamenteproducirse una disminución equivalente a ese 5 por 100 en loscostes y precios de los productos agrícolas. Sin embargo, la estabi-lización en el nivel general de precios implica el estímulo de lademanda total hasta que dicho nivel vuelva a su antigua altura.Esto significaría que e] precio de los productos industriales habríade elevarse en un 2,5 por 100 por encima del nivel inicial, mien-tras que los precios de los productos agrícolas habrían de traersehasta un punto intermedio entre el nivel inicial y el actual, de talforma que su disminución fuese solo de un 2,5 por 100 en vez deun 5 por 100. La demanda de trabajo por parte de las dos activi-dades podría conducir a un aumento de salarios de un 2,5 por 100,tanto para los trabajadores agrícolas como para los industriales.En este caso estos últimos disfrutarían de una elevación del 2,5por 100 aun cuando su productividad no se ha'bía incrementado,mientras que los trabajadores agrícolas disfrutarían un aumentode sólo un 2,5 por 100 a pesar de que su productividad se habíaelevado en un 5 por 100.

Es evidente que el resultado durante algún tiempo podría seraún más favorable para los obreros industriales, cuya producti-vidad se había mantenido constante. Supongamos que al producirseun aumento en la renta real (como tendría lugar al aumentar laproductividad agrícola) los consumidores prefieran aumentar enmuy poca cuantía sus compras de productos agrícolas, pero encambio aumente en gran medida su deseo de comprar producto»industriales. Como consecuencia, nos encontraremos con una gran

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abundancia de trabajo en la agricultura, donde se ha elevado laproducción per capita, mientras que la demanda de productosagrícolas apenas ha aumentado; y una escasez de trabajo en laindustria, donde no ha tenido lugar aumento de producción percapita, pero se ha producido un considerable aumento en la de-manda de estos productos. Existirá una tendencia a caer los pre-cios en la agricultura, donde se da ahora un exceso de producción,mientras que mostrarán una tendencia opuesta en la industria,donde la producción es insuficiente. Esto daría lugar a una eleva-ción de los salarios industriales con relación a los agrícolas en lamedida necesaria para atraer a los trabajadores de una a otra ac-tividad. Por consiguiente, a pesar de que la elevación de produc-tividad tuvo lugar en la agricultura, la consiguiente elevación enlos salarios se produciría en la industria.

Dado un nivel general de precios estable de bienes de consu-mo, al producirse una serie de incrementos de productividad dediferentes tipos en varias actividades y ocupaciones, es posible quese origine exceso de trabajo en algunas actividades, empleos y re-giones, mientras que se dé el fenómeno inverso de la escasez detrabajo en otras; no será fácil encontrar una simple conexión entreel incremento de productividad en cualquier actividad, empleo oregión, y la abundancia o escasez de trabajo en esa misma actividad,empleo o región. Los salarios se elevarán en aquellos sectores dela economía en que estos desarrollos tienden a causar una escasezde trabajo con relación a los salarios en aquellos otros sectoresen que e6tos desarrollos tiendan a originar un exceso. Cualquierintento de conservar diferencias preexistentes elevando los salariosen el último grupo de actividades para equipararlos con los del gru-po anterior no puede sino conducir a una presión alcista sobre loscoales de trabajo, que afectará de manera adversa al punto críticoen el mercado de trabajo.

En estrecha conexión con lo anterior, he aquí otra conclusiónnegativa con relación a los planes de fijación de salarios. La fija-ción de los salarios nominales no ha de considerarse como el ins-trumento decisivo para afectar la distribución de la renta nacionalentre asalariados de un lado y las demás clases sociales de otro.Aunque es posible que los salarios en general sean elevados hastaun cierto nivel a expensas de los beneficios, sin embargo, en un

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mercado en que lia sido establecido un determinado limite a losprecios, todo intento de elevación por encima de este límite causarádesempleo. Y es que el objetivo de la redistribución ha de inten-tarse a través de otros procedimientos. Por ejemplo, las medidasencaminadas a luchar contra los monopolios y, por tanto, a elevarel grado de competencia entre los empresarios, es posible que au-menten la demanda de trabajo y con ello eleven el nivel generalde los salarios monetarios que sea compatible con un constantenivel de precios de venta; el sistema impositivo vigente y en sumá9 amplio sentido, el sistema de seguridad social que rige ac-tualmente afectarán en gran medida la distribución de la rentaentre las varias clases sociales; también en una consideración mása largo* plazo podría introducirse cambios, tanto en los impuestossucesorios como en las normas jurídicas que regulan estos nego-cios mortis causa, así como en otras instituciones, persiguiendo to-das, más igualdad en la distribución de los derechos de propiedady en el disfrute de los propios beneficios. La auténtica redistribu-ción de la renta y riqueza nacionales entre los individuos ha derealizarse, por tanto, a través de instrumentos de esta clase y nopor medio de una política de salarios.

¿Existe alguna posibilidad de introducir positivas mejoras enlos actuales métodos de fijación de salarios que afecten favorable-mente al punto "crítico"? Prescindamos de cambios revoluciona-rios, tales como los de declarar ilegales las asociaciones patronalesy los e indica tos por su condición monopolística, o aquello de quesea el propio Estado el que fije los salarios a través de una políticade salarios de carácter nacional. Bajo la base de conservar losprocedimientos aotuales de fijación de salarios, estimamos quepneden introducirse mejoras importantes.

Es evidente que el ambiente en que se desarrollan las negocia-ciones de salarios podía influenciarse notoriamente a través dealguna institución —quizá el actual Consejo de Precios, Produc-tividad y Ren"ta8—, concebido con carácter permanente. Su misiónprincipal sería la de hacer estimaciones periódicas sobre el porcen-taje ¿e incremento en el nivel general de salarios monetarios quefuera compatible en el siguiente año con el mantenimiento depleno empleo en un régimen de precios de venta estables. Pronos-ticar sobre el acontecer económico no es una cosa que yo recomien-

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Jo en genetal. Sin embargo, en este caso nos podía decir que laelevación anual en los salarios ha de ser entre un 2 y 3 por 100(de conformidad con el tipo de incremento anual en productividad)en lugar de elevarse en un 7 por 100 anual (como' ha sucedido enloa últimos años). Naturalmente que el Consejo habría de hacereatos cálculos con la mayor precisión posible, pero no se ocasio-narán perjuicios irreparables si, por ejemplo, este año se ha calcu-lado un 2 por 100 y realmente ha tenido lugar un 3 por 100 o vice-versa. Si los sálanos se han elevado en el curso de un año con me-nos rapidez que la permitida, entonces deberían -en el "Siguienteaño elevarse un poco más rápidamente de lo que hubiese sidoapropiado normalmente. Esta corrección, por otra parte, es nece-sari a, ya que cuando los salarios monetarios se eleven con excesivalentitud, con precios de venta constantes, tendrá lugar un aumentoen la escasez de trabajo y viceversa.

Pero como ya hemos visto, no solamente es necesario que elnivel general de salarios monetarios no se eleve con más rapidezque la productividad. Es también preciso que los salarios se elevenun poco más rápidamente que el término medio en aquellas activi-dades, empleos y regiones donde se está desarrollando una escasezde trabajo, y algo menos rápidamente que este término mediodonde Be dé el fenómeno contrario del exceso de trabajo. De hechoes muy probable que exista una fuerte tendencia a que el tipo deincremento en los salarios fijado por el Consejo de Precios, Pro-ductividad y Rentas sobre la base de estimaciones para cada acti-vidad en conjunto fuese considerado por los trabajadores de cadaactividad aislada como el mínimo de aumento a que ellos tienenderecho. De ser esto así, sería hasta contraproducente dar a cono-cer el -término medio de elevación en los salarios (17).

(1J) El Conseja de Precios, Productividad y Rentas, tras de considerarlas anteriores objeciones a la propuesta de vincular el ritmo de incrementoen los salarios monetarios al crecimiento en la productividad, señala que estaidea implica nn apoyo demasiado firme a la doctrina de que no han de per-mitirse » alentarse nunca descensos en el nivel de precios como una alterna-tira a la elevación de las rentas monetarias.

En en opinión «1 nivel general de precios tendría realmente que descen-der ¿e forma gradual a medida qne tengan lugar aumentos en la produc-ttri&d.

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Este peligro., podía aminorarse y por otra parte ayudaría a rea-lizar los ajustes necesarios en los salarios, creando una nueva ins-titución arbitral o un grupo de ellas con el único cometido deformular un juicio sobre la necesidad en cada situación particularde elevar los salarios en una medida notablemente por encima opor debajo del término medio, con el fin de evitar graves, situacio-nes de escasez o abundancia de trabajo en una determinada loca-lidad y en un futuro inmedialo. De aceptarse como una obligaciónpor parte de los principales interesados en las negociaciones desalarios de referirse siempre a petición de? cualquiera de estas par-tes o del Estado a este Cuerpo arbitral a fin de conocer gu opiniónsobre -la cuestión de hecho planteada, el resultado final de las ne-gociaciones se vería probablemente influenciado de manera favo-rable.

El punto "crítico"' en e] mercado de trabajo se" verá tambiénaíectado-.en gran medida por el grado de movilidad de las fuerzasde trabajo. Supongamos que en cualquier tiempo ge propone redu-cir el nivel de desempleo de 500.000 a 300.000 trabajadores. Consi-deremos dos métodos alternativos de alcanzar este objetivo. Los500.000 trabajadores en paro estarán vinculados a ciertas activida-des, empleos o regiones; y al propio tiempo lia'brá algunos puestosvacantes en otras actividades, empleos y regiones. Si fuese posiblepara los trabajadores en paro trasladarse con facilidad a los pues-tos vacantes, el desempleo sería reducido sin producirse ningúncambio fundamental en la presión alcista sobre los salarios en elconcierto económico. Porque mientras el poder de negociación delos trabajadores se vería algo aumentado en aquellos sectores dela economía desde donde el trabajo estaba afluyendo se vería, encambio, algo disminuido en aquellos sectores hacia los que el tra-bajo estaba dirigiéndose.

Contrastemos esto con una política de reducción del nivel dedesempleo de 500.000 a 300.000 a través de una expansión generalde la demanda monetaria de bienes y servicios sin apenas movilidadde trabajo. La demanda de trabajo habría de elevaree en todaslas actividades, ocupaciones y regiones (tanto en las que hubieseabundancia como en las que existiese ya escasez) hasta que el mer-cado de trabajo se hubiera expansionado en la cuantía de las200.000 unidades requeridas en las actividades, ocupaciones y re-

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giones, a las cuales los parados estaban ya vinculados. Habría ungran aumento en la presión alcista de los salarios a través de todala economía. De este modo el punto crítico del mercado de trabajopuede alcanzarse a tanto más bajo nivel de desempleo cuanto másmovilidad tenga el trabajo.

Por esta razón, 9Í se desea combinar el pleno empleo con esta-bilidad de precios, valdría sin duda la pena pensar más seriamentey dedicar mayores recursos a problemas, tales como la reeducación,traslado y reinstalación de los trabajadores en paro y sus familias.

Además existe un número de prácticas en el mercado de trabajoque reducen su movilidad y flexibilidad. Reglas de demarcaciónque prohiben a un grupo de trabajadores cambiar de empleo, re-glas de aprendizaje que impiden la fácil entrada de nueva manode obra en actividades en expansión e insistencia de que las ne-gociaciones de salarios tengan lugar sobre el plazo nacional, conlo que se dificulta la adaptación de las condiciones de trabajo alas necesidades de los empresarios particulares, constituyen ejem-plos significativos. Cuanto más efectivamente puedan limitarse es-tas prácticas tanto más fácil resultaría combinar pleno empleo yestabilidad de precios.

Hemos de volver ahora nuestra atención hacia el problema desi el Estado tiene en realidad a su disposición instrumentos adecua-dos de control sobre el nivel general de la demanda monetaria debienes y servicios. No solamente hemos de considerar la posibilidadde aumentar o reducir los gastos en una cuantía suficiente, sinotambién si estos ajustes pueden hacerse con la rapidez deseada, yaque ambos aspectos tienen análoga importancia.

Las inflaciones y deflaciones de demanda no precisan de facto-res externos para mantenerse. El simple hecho de que se produz-ca un movimiento de alza puede que lleve a presumir un alza ulte-rior; y este optimismo especulativo es muy probable que origineun aumento posterior en la demanda, que por sí misma elevará aúnmás los precios y beneficios. Al ser posible actuar rápidamente conlos instrumentos de -control, se consigue" ahogar en su origen la in-cipiente inflación de demanda, con ]o que las presiones inflacio-

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nistas no hubiaxan nunca conseguido adquirir fuerza. Por consi-guiente, un control lo más rápido de una inflación de demandaes muy probable que requiera menos poderosa intervención queun control más aplazado.

Existe una posibilidad aún más seria si la acción es aplazada.Supongamos, por las razones que examinaremos después, que aúnexiste un considerable lapso de tiempo entre cualquier cambio in-f]adonista o deflacionista en el clima económico y la decisión deactuar con medidas compensatorias de carácter estatal. El resultadoen este caso puede ser contraproducente. Consideremos una seriede presiones inflacionistas incontroladas que, elevándose hasta nncierto límite, se cambiasen por sí mismas en alguna caída deflacio-nista de precios, beneficios, producción y empleo; pensemos en losperíodos de presiones inflacionistas seguidos de ciertos movimientosregresivos de carácter moderado que han tenido lugar en la econo-mía de los Estados Unidos desde el fin de la segunda guerra mun-dial. Supongamos que el Estado desea compensar este movimiento;por consiguiente; cuando las presiones inflacionistas sobre la eco-nomía se muestren cada vez más intensas, habrán de utilizarse me-didas des inflacionistas cada vez más severas; pero existen retrasosque significan que las medidas anti-inflacionistas estatales están deheoho orientadas a detener una inflación correspondiente a un pe-ríodo anterior digamos de seis meses. Consideremos los efectos deesta política en el momento en que el "boom" inflacionista terminay da paso a la recesión. Seis meses después que la expansión alcan-zó su punto máximo, cuando las fuerzas deflacionistas de carácterincontrolado han tenido ese tiempo para cobrar impulso, las fuer-zas desinflacionistas, ejercidas por las medidas compensatorias es-tatales, alcanzarán su punto máximo. Esto podría bastar para aho-gar el sistema económico en una deflación de gran magnitud.

Y a la inversa: en cualquier situación en que el sistema econó-mico esté moviéndose naturalmente desde el fondo de una contrac-ción hasta una situación de expansión, el hecho de que las medidasreflacionistas estatales alcancen su punto máximo seis meses des-pués del momento más bajo de la depresión cuando el sistemaeconómico ha tenido todo ese tiempo para recobrarse, pudieraponer en movimiento fuerzas especulativas de expansión, que con-vertirían una mejoría moderada y útil en una inflación indeseable.

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Es al me no 6 posible que como consecuencia de esta demora en lasmedidas compensatorias su efecto sea contraproducente en cuantocontribuya a aumentar la magnitud de las fluctuaciones. En las pa-labras del poeta la acción demorada podría acentuar nuestra ten-dencia para... movernos.

A lo largo de nuestra curva sinougoidal.Es inevitable algún retraso entre cualquier trastorno indeseable

y la acción correctiva. En primer lugar no será inmediata la apa-rición del cambio inicial y su conocimiento por parte del Estado.En segundo término, en virtud de causas de tipo constitucional,administrativo y político serán inevitables ciertos aplazamientosdesde que tiene lugar el cambio inicial y se ponen en práctica Ia9medidas estatales. En tercer lugar, desde que estas medidas co-rrectivas entran en acción hasta que desarrollan la plenitud de susefectos sobre la situación económica, es innegable que transcurrealgún tiempo.

La primera de estas tres causas de desajuste es común a todaslas formas de control, y hoy no voy a dedicarle gran atención. Peropara que la adopción de medidas estatales tenga lugar con la mayorrapidez posible es preciso esforzarse en conseguir un pleno y ur-gente conocimiento estadístico acerca de los cambios en las varia-bles económicas más relevantes, precios, empleo, desempleo, pro-ducción, ventas, "stocks", importaciones, exportaciones, etc. Tal rá-pida información de estos cambios puede naturalmente comple-mentarse de manera muy útil con datos (tal como los planes de losempresarios sobre gastos futuros en ampliación de capital) quepueden ayudar a pronosticar movimientos que pudieran producirseen algunas de las variables después de la última fecha hasta la quellegan los datos actuales conocidos.

Por lo que se refiere al retraso existente entre el momento enque se realiza la necesidad de intervenir y tiene lugar el cambio depolítica, la política monetaria podría alcanzar grandes éxitos. Uncambio pequeño y deseable en los procedimientos ordinarios permiti-ría al Banco de Inglaterra elevar o reducir el tipo de descuento encualquier día del año y realizar compras o ventas de títulos a largoplazo en el mercado en la cuantía y tiempo deseados, a fin de in-yectar o retirar dinero del mercado de capitales. Además no espreciso publicar tales operaciones de "open-market"; éstas pueden

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ponerse en práctica tan pronto como la necesidad de una interven-ción parece probable; y nada impediría al Banco, según el des-arrollo de la situación, llevar a cabo a la semana siguiente o al messiguiente estas operaciones de compra o venta de títulos, de sentidocontrario a las realizadas hoy.

Pero por lo que se refiere al tiempo transcurrido desde que tie-ne lugar un cambio de política y se producen sus efectos sobre laeconomía, el instrumento monetario probablemente tendría pocoéxito. £-1 efecto que una elevación en el tipo de interés a cortoplazo pueda producir sobre el mantenimiento de "stocks" es posibleque aparezca rápidamente; sin embargo, es probable que éste nosea el impacto último más importante de un cambio en la políticamonetaria y es probable que los otros efectos esenciales se veantodos aplazados. Cuando el Banco de Inglaterra toma medidas parareducir la liquidez de los Bancos comerciales éstos pueden verseinducidos a reducir sus préstamos a la producción. Pero con el sis-lema británico de los giros en descubierto este proceso es probableque sea aplazado. £1 proceso t a de consistir en restringir la con-cesión de nuevos giros en descubierto, así como aumentar la pre-sión sobre los clientes para que reintegren sus préstamos pendien-tes y negociar reducciones en el límite de los créditos no utilizados.Pero todas estas cosas llevan tiempo, y si existe un clima inflacio-nista en la economía es posible que los empresarios continúen poralgún tiempo utilizando en gran medida el sistema de los giros endescubierto, por lo que es fácil que el total de los préstamos con-tinúe en aumento por algún tiempo después de haberse producidoel cambio de política. El cambio en la política monetaria, por otraparte, puede implicar, como efecto casi inmediato, la venta de títu-los a largo plazo por los Bancos y de este modo una elevación enlos tipos de interés a largo plazo. Sin embargo, es probable quecualquier efecto que esto pueda tener sobre el gasto en bienes decapital se vea aplazado, puesto que el dinero más caro afectarásin duda los proyectos actuales de futura ejecución más que los yacomenzados (18).

(18) HELLER, "Ced's Budget Policy", Amer. Econ. Revietc, septiembre 195?,página 645: "Después de considerar los tres tipos de demora en la políticade estabilización, de reconocimiento, administrativo y operacional, pasa a

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Por lo que 6e refiere a la política presupuestaria, los cambiosen los gastos públicos parecen poco recomendables desde" el puntode vista de ambos tipos de demora de que nos ocupamos. Las mo-dificaciones de los gastos públicos en cuanto afectan los serviciospúblicos implica un delicado problema político (19). Además, auncuando se hubiese decidido cambiar el nivel de algunos gastos pú-blico B es probable que los cambios consiguientes maduren solo gra-dualmente a medida que el nuevo plan reemplaza el antiguo.

Es probable que los cambios en los tipos de imposición resul-ten infructuosos donde la política monetaria sea recomendable, yviceversa, que obtengan buenos resultados donde la política mone-taria fracasaría. Tal como el sistema fiscal funcional actualmente,existen serias demoras entre la realización de un cambio en lasituación económica y la modificación en los tipos de imposiciónpara compensarla. Existen dificultades de orden parlamentario yconstitucional para introducir cambios en los tipos impositivos, sal-vo en el tiempo de aprobación del presupuesto; y, por otra parte,existen auténticas dificultades administrativas para proceder a cam-bios frecuentes en muchos de los impuestos existentes. De este

decir: Si en el pasado se creyó en la superioridad de la política monetariasobre la política fiscal en término» de estas tres demoras, nuevas experien-cias jomo con nuevas ideas han vuelto a plantear el problema. En cuantoal retraso de conocimiento, amibas políticas sufren de análoga incapacidad.En el retraso administrativo, la política monetaria claramente lleva ventaja.La cuestión básica es si esta superioridad no está más que compensada•con su inferioridad en términos del retraso operacional, es decir, el espacio<de tiempo comprendido entre la acción política y su impacto efectivo sobrela situación económica."

A juicio de Smith, el retraso operacional puede ser bastante mayor parala política monetaria que para la política fiscal, al menos en muchas situa-ciones.

Para el Consejo de Precios, Productividad y Rentas no hay lugar a dudasque la denominada "política monetaria" cuando se maneja con gran reso-lución, tal como se ha hecho desde su resurrección en noviembre de 1951,puede jugar un papel esencial aunque no decisivo en la tarea de modificarla conducta del sistema económico.

(19) G. O>LM, The Federal Budget and the National Economy, 1955, pá-gina 36: "El Presupuesto sirve al propio tiempo a finalidades políticas j eco-nómicas y a menudo existen conflictos evidentes entre unos y olroa ñnes."

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modo, con el actual procedimiento de P. A. Y. E. (20), un cambioen los tipos del "income-tax" exige la preparación y distribucióna todos los empresarios de nuevas escalas de1 deducción del impues-to; o un cambio en los tipos del impuesto sobre el consumo oca-siona embarazosos problemas de beneficios o pérdidas en relacióncon los "stocks" de bienes en manos de los comerciantes al pormenor y sobre los que pagaron el impuesto a los tipos vigentesanteriormente. En cualquier caso un cambio en Jos impuestos cons-tituye un problema de gran importancia política, de tal forma queexistirá una fuerte inclinación a no realizar estos cambios hastaque su necesidad sea extrema.

Sin embargo, es probable que los cambios en muchos impuestosproduzcan resultados satisfactorios en relación con la demora exis-tente entre la aplicación de los nuevos tipos y la realización de susefectos sobre el gasto. Por ejemplo, un cambio en el tipo de im-puesto recaudado bajo el P. A. Y. E. afectará inmediatamente lossalario8 semanales de millones de trabajadores; o un cambio en lostipos de imposición sobre el consumo repercutirá rápidamente so-bre el precio que todos los consumidores tienen que pagar por losbienes gravados. Naturalmente, es probable que una cierta partedel efecto de tales cambios recaiga sobre los ahorros de los asala-riados y otros consumidores, en cuyo caso y en esta medida noexistirá ningún efecto inmediato sobre la cantidad de bienes quetratan de adquirir. Pero es probable que el cambio afecte con bas-tante rapidez el gasto real.

En una palabra: un impuesto de gran radio de acción constitui-ría un instrumento ideal de control, a condición de que su manipu-lación rápida y frecuente fuese técnicamente posible y si, por otraparte, pudiera encontrarse un arreglo institucional que hiciese ta-les cambios políticamente practicables (2.1).

(20) El término PAY AS YOÜ EARN, abreviadamente conocido porP. A. Y. E., se designa el método de exacción de la cédala E del "income-tax"introducido en el último año de la segnnda guerra mundial con gran éxitodesde el pnnto de vista fiscal. Se ha dicho que seria mejor denominarloPAY AS YOU PAID, ya qne éste eg en verdadero efecto; pague cuando us-ted cobre, podríamos decir en español. En EE. UU. también rige dekte 1943como impuesto de retención.

(21) Sobre laa limitaciones de la política monetaria como instrumentosde estabilización: \C. L. SMITH en su artículo "On the effectiveness of Ho-

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VI

En un anexo al Libro Blanco sobre "Política de Empleo", pu-blicado por el Gobierno de coalición en 1944, se sugirió la ideaque Ia6 cuotas semanales de obreros y empresarios a los segurossociales fueran modificadas con la finalidad de estabilizar el nivelgeneral de la demanda monetaria de bienes y servicios. En realidad,bajo la legislación de reforma del régimen de seguros sociales dic-tada después de la guerra, el canciller del Tesoro aparece ya auto-rizado para variar las cuotas con este fin. Desde el punto de vistatécnico éste es nno de los mejores métodos de recaudación que po-drían utilizarse para nuestro propósito. A través de disposicionesadministrativas sería posible variar con la rapidez y frecuencia

nelary Policy", American Econ. Review, septiembre 1956, pág. 606, escribe:La gran ventaja de la política fiscal es qne tiene nn impacto directo y pode-

rosa sobre la corriente monetaria, mientras qne el primer impacto de lapolítica monetaria es sobre la estructura de activos y sólo a través de susefectos sobre eíta estructura afecta indirectamente y con alguna demora a lacorriente monetaria. Sin embarpo, no deseo qne se me considere como unpartidario de la política fiscal. Lo ideal, a mi juicio, sería conseguir unasituación en que las técnicas monetarias y fiscales hubieran conseguido talgrado de eficiencia que para decidir qué tipo de medidas de una y otra na-turaleza hubieran de aplicarse a -cada situación particular se atendiera aconsideraciones tales como el grado de prioridad social con relación al con-sumo, inversión y servicios públicos. Temo, no obstante, que nos encontre-mos todavía más bien lejos de esta situación, al menos con respecto a lapolítica de estabilización a corto plazo."

H. P. M.INSKY. en "Central Banking and Money Market Changes", Qual.Jour. Econ., mayo 1957, escribe: "No es cierto que la política monetaria esasimétrica en el sentido de que constituya un arma útil contra una inflacióne ineficaz contra una deflación; la política monetaria es de muy limitada efec-tividad, tanto en un caso como en otro."

~W. SMITH y R. WiK-SELL, "The Effectivennes of Monetary Policy: RecentBritish Experiense", Joitrn. Pol. Econ., 1957: "Mientras qne algunas de las de-bilidades de la política monetaria británica se deben a rasgos característicosde BU economía y sistema monetario, los hechos muestran claramente las ge-nerales limitaciones <!e la política monetaria."

HANSEN, en SU último libro, The American Economy, pág. 57: "...la po -lítica monetaria puede jugar un modesto papel en nn programa general deestabilización. Hay que depositar la confianza en la política fiscal."

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deseada la cuantía de las cuotas. Tan pronto como fuesen variadasestas aportaciones de obreros y empresarios se afectaría el total derentas disponibles, con. lo que el efecto so'bre la demanda sería rá-pido y notorio.

Un cambio en las cuotas de los empresarios daría lugar a unaumento en los costes de producción, y sería ilógico que intentá-ramos contener una elevación de precios utilizando un instrumen-to que directamente elevará los costes monetarios. Sería por ellorecomendable, si bien no absolutamente esencial, que el proyectoexcluyera toda modificación en las aportaciones de los empre-sarios.

Pero ¿sería posible utilizar este recurso en una escala tal quefuera suficiente para estabilizar la demanda? En la actualidad lasaportaciones al seguro social son establecidas con carácter fijo, sinconsideración alguna a la capacidad económica del contribuyen-te. Sería difícil por, esta razón elevar las aportaciones en unacuantía apreoiable, ya que estas elevaciones podrían representaruna ligera carga para algunos obreros, mientras que para otros desalarios más bajos resultarían insoportables. Esta dificultad dis-minuirá si las cuotas en cuestión fueran expresadas como unaparte proporcional de los ingresos del contribuyente, tal como hasido propuesto recientemente en favor de una reforma del sistemade seguros sociales en este país. Un pago adicional del 1 por 100sobre los ingresos de* aquellas personas afectadas supondría unaumento anual de unos 150 millones de libras; de esta formapodría utilizarse este recurso para ejercer una inñuencia realmen-te importante sobre" la demanda total.

Desde el punto de vista de la justicia en el reparto de la car-ga impositiva una alternativa todavía más aceptable podría con-sistir en un esquema en que el tipo de "income-tax" se someta a unpositivo, o negativo, suplemento que variase trimestralmente.Puesto que muchos trabajadores están exentos del "income-tax" notendría un radio de acción tan extendido sobre la paga semanalcomo una variación en las cuotas del seguro social. Además, seríamás difícil desde el punto de vista administrativo. Pero con todopodría mostrarse como una posible alternativa. Los beneficios fis-cales concedidos en función de las personas que viven a cargo de]titular de la renta y en favor de las rentas producto del trabajo,

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asi como aquellas parte* de la renta sujeta a tipos reducidos de"income-tax", y los propios tipos, el "standard" y los reducidos de"income-tax", habrían de fijarse de igual forma que en la actuali-dad una vez al año en la fecha de aprobación de presupuesto (22).Pero cada suplemento trimestral de carácter positivo o negativoen ¡os tipos del "standard" y en los reducidos del "income-tax" po-drían ser anunciados. Por lo que se refiere a las rentas pcTso-nales, que de igual forma que los dividendos podrían tratarsesobre una base anual, el importe de su obligación fiscal a fin deaño se calcularía de forma que el tipo anual de imposición fueraequivalente al término medio de los cuatro tipos suplementariostrimestrales publicados a lo largo del año. Pero semanal, mensualo trimestralmente, los ingresos actualmente sometidos a deduccio-nes de "income-tax1" bajo el P. A. Y. E. serían tratados a estosefectos sobre una base trimestral en vez de anual. Cada trimestrese iniciaría un nuevo período para el cálculo de las deduccionesdel P. A. Y. E. sobre el principio cumulativo actual, y nuevas es-calas de deducción de impuestos serían utilizadas cuando hubierasido anunciado un cambio en los suplementos trimestrales del tipode imposición. Al final de cada año el pago de impuestos bajo elP. A. Y. E. sería ajustado de manera qeu el impuesto total pagadosobre la renta global de un año correspondiese a un tipo de im-puesto anual sobre aquella renta, equivalente a la media de loscuaíro tipos trimestrales anunciados durante el año.

No pretendo en esta ocasión examinar con detalle las ventajase. inconvenientes que acompañan a estos proyectos. Solamente de-seo aclarar una cuestión de principio: aun cuando desde el puntode vista administrativo presente ciertos costes e inconvenientes,creo posible e interesante idear algún tipo de imposición de am-plio radio de acción sobre rentas personales que pudiera ser uti-lizado para introducir frecuentes y rápidas variaciones en las ren-tas disponibles.

'22) El "income-tax" o impuesto personal sobre la renta consiste en untipo "standard" que se hace progresivo en los más bajos niveles de rentaa través del juego de las exenciones y de dos series especiales de tiposreducidos. En los grupos de rentas más altas, es decir, por encima de las2.000 libra* la estructura del impuesto es típicamente progresiva por la in-troducción del "snrtax".

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Es- preciso, naturalmente, que consideremos como un todo coor-dinado la política de estabilización. Que ello es así nos lo de-muestra la íntima relación que habría de existir entre aquellosque tienen a su cargo la política monetaria y bancaria y aquellosa cnyo cargo se confiasen los instrumentos especiales de estabili-zación. Si los cambios en las cuotas del seguro social fuesen elinstrumento elegido habría de procederse a separar su contabi-lidad normal de los déficit o superávit en las aportaciones esta-blecida» con un carácter estabilizador. La solución podría ser lainstauración de un Fondo de Estabilización concebido con carác-ter independiente del Fondo de los Seguros Sociales ordinario. Enépocas de presión inflacionista en que las cuotas hubiesen sidoelevadas por encima de su nivel normal, el Fondo de Estabili-zación recibiría los ingresos de estas aportaciones suplementarias.Por el contrario, en épocas de presión deflacionista, en que lasaportaciones hubieran sido fijadas por bajo de su nivel normal,el Fondo de Estabilización habría de pagar al Fondo de los Se-guros Sociales una cantidad suficiente para compensar esta dismi-nución en sus ingresos. Si el instrumento elegido fuera el "income-lax" a través de suplementos especiales en sus tipos de imposición,podría instaurarse un Fondo de Estabilización análogo al ante-rior para funcionar de manera similar en conexión con el Minis-terio de Hacienda. En cualquier caso la <tarea de compensaciónasignada al Fondo repercutirá notablemente en las condicionesmonetarias. Supongamos, por ejemplo, que el Fondo de Estabili-zación cuando recibiera ingresos los invirtiese en Bonos del Te-soro o constituyese un depósito en el Banco de Inglaterra, y que,por el contrario, cuando hubiera de realizar la operación contra-ria, procediera a vender Bonos del Tesoro, a disminuir o inclusoa girar en descubierto contra su cuenta en el Banco de Ingla-terra.

Las reservas líquidas de los bancos comerciales estarían en estecaso sujetas a un drenaje automático igual al total de las cuotassuplementarias de estabilización en época de presión ¡nflacionis-ta. En el caso de que fueran retiradas, por ejemplo, 150 millonesde libras anuales de los bancos comerciales para el pago de tipossuplementarios de imposición sobre rentas personales al Fondo deEstabilización, el resultado sería la disminución de las reservas

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líquidas de estos bancos al tipo de 150 millones de libras anuales.Como quiera que las reservas liquidas totales de loa bancos comer-ciales (incluyendo dinero efectivo, préstamos a muy corto plazo ypapel comercial) son en la actualidad alrededor de 2.000 millo-nes de libras, es evidente que esto podría representar un pode-roso mecanismo automático en la dirección de una política mo-netaria deflacionista. Por el contrario, cuando fuera preciso com-pensar una situación económica sometida a presiones deflacionis-tas, las reducciones especiales en los tipos suplementarios de im-posición, introducirían automáticamente tanto un incremento enlos ingresos monetarios de los consumidores con el consiguienteestímulo sobre la demanda, como un aumento en la liquidez de]sistema bancario que permitiría a sus miembros adoptar una po-lítica monetaria de carácter expansionista.

Por consiguiente, a través de variaciones en los suplementosespeciales de estabilización puede conseguirse una eficaz y conti-nua contracción monetaria en la medida en que se mantenganpor encima de su nivel normal y viceversa cuando sean manteni-dos por debajo de ese nivel. Hasta qué punto será conveniente unirestos efectos monetarios a los efectos directos que producen lasvariaciones en. los suplementos especiales de estabilización sobrelos gastos de los consumidores constituye un problema que ha'bríade considerarse en cada situación particular. Podría ser convenien-te compensarlos en todo o en parte a través de operaciones "open-market" de títulos a largo plazo por el Banco de Inglaterra o através de cambios entre títulos a largo y a corto plazo por partedel propio Fondo Estabilizador.

En qué medida hemos de depositar nuestra confianza en losvarios instrumentos de control —la oferta de dinero, la estruc-tura de la deuda interior, los tipos normales de imposición, o lasvariaciones en suplementos especiales de estabilización— depen-derá de las circunstancias particulares de cada situación. ¿Quéimportancia tiene la rapidez de reacción en cada caso particular?¿Qné instrumento elevará o reducirá la demanda en un deter-minado sector del sistema económico afectado por algún tras-torno transitorio? ¿Exige la situación de la balanza de pagos unoscontroles que obren lo más directamente posible sobre la deman-

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da de bienes importados y de producto» nacionales que pudieranser exportados?

Otro problema de carácter fundamental es elegir entre los ins-trumentos de control que afectan a los gastos en bienes de capitaly aquellos que afectan a la demanda de bienes de consumo. Cuan-do anteriormente nos ocupábamos del "punto crítico" en el mer-cado de trabajo, el tipo de incremento en la productividad fueconsiderado como un factor dado sin posibilidad! de modificación.Sin embargo, esto no es absolutamente cierto; en la medida enque pueda elevarse la producción per capita, será posible elevarlos salarios monetarios sin que se incrementen los costes unitariosde producción. Un procedimiento de elevar la productividad esmantener una elevada cifra de inversiones en nuevo equipo ca-pital (23). Luchar contra una inflación moderada con medidasque persigan aminorar los gastos de consumo sin afectar a las in-versiones ha de permitir que el tipo futuro de incremento en laproductividad sea elevado, y de esta forma ha de suavizar laapresiones inflacionistas futuras. Por otra parte, es probable que lasmedidas encaminadas a restringir los gastos de consumo inten-sifiquen las peticiones de aumentos de salarios monetarios de lostrabajadores a fin de restaurar sus niveles de vida. Evidentemente,el incremento de bienes de capital y la consiguiente elevación enproductividad no han de perseguir simplemente, y mucho menoscomo fin principal, el control de la inflación; tienen su propiajustificación en la medida en que representan incrementos en larenta real y en el nivel de vida. No obstante, también ejercen unefecto importante sobre el proceso inflacionista; y en tanto seaposible elegir instrumentos de control que mantengan las inver-siones a expensas del consumo sin que ocasionen una elevación enlas peticiones de aumento de salarios, las futuras fuerzas inflacio-nistas serán reducidas.

Aunque por estas razones la política de estabilización ha de

(23) La parte de la renta nacional dedicada a inversiones suele cifrar-se en un 10 a 15 por 100 en los países más avanzados, e incluso llegar al25 ó 30 por 100 en las etapas de más rápido desarrollo. Contrastemos estocon nn paÍ9 qne a pesar de sos esfuerzos no consigne poner «n marcha enproceso de desarrollo. Tal es el caso de la India, donde no se ha conse-guido capitalizar más de nn 5 por 100 de la renta naíional.

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considerarse como un todo coordinado, existe, sin embargo, la ne-cesidad de establecer amplias distinciones entre los varios instru-mentos de control. El presupuesto ordinario se utiliza esencial-mente para afectar la distribución de la renta y riquezas nacio-nales, así como para establecer con un sentido amplio la elecciónentre inversiones y consumo a lo largo de un período de años, ysubvencionar determinadas actividades (tal como la agricultura) aexpensas de otras (tal como la industria); podría y debería utili-zarse para ejercer con carácter general una constante presión in-flacionista o deflacionista; sin embargo, no ha de concebirse comoun instrumento suficientemente ágil que pueda ejercer su efectosobre la demanda total, cambiando la presión de mes a raes, con lasuavidad con que el conductor de un automóvil maneja su vo-lante girándolo continua pero ligeramente a la deredha o a la iz-quierda. Esta misión debería ser realizada por el Banco de In-glaterra en la esfera monetaria y por el proyectado sistema devariaciones en algunos suplementos especiales de estabilizaciónsobre rentas personales, en la esfera fiscal.

Cabe objetar que este último tipo de medidas políticas debe-ría confiarse a instituciones que, gozando de plena libertad de mo-vimientos, pudieran manejar sus instrumentos de estabilización a]margen del poder político. No es probable que los Ministros deHacienda adopten, en cualquier situación política, medidas im-populares a fin de reducir las rentas disponibles. Es muy posibleque se muestren inclinados a esperar el desarrollo de la situación,permitiendo con ello que las tendencias indeseables se desarro-llen con excesiva libertad. Este peligro podría evitarse medianteuna decisión en la que los partidos políticos excluyeran de sucompetencia la política de estabilización, que quedaría fuera delcampo político.

Esto podría conseguirse mediante la creación de una escalamóvil automática para la realización de los fines de estabiliza-ción. En este sentido el Libro Blanco publicado por el gobiernode coalición en 1944 sugería que fueran variadas automáticamen-te las cuotas de los seguros sociales con las variaciones en el por-centaje de desempleo. Cuando este porcentaje subiera hasta un de-terminado nivel, el tipo de aportación habría de reducirse auto-

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na áticamente en una cantidad prefijada, y viceversa. Podemosformular <loa ferias objeciones a esta sugestión.

En primer lugar, la experiencia de la posguerra nos muestrala posibilidad de mantener constantemente el porcentaje de des-empleo a un nivel absoluto mucho más bajo de lo que entoncesfue concebido. El porcentaje de desempleo no demuestra ser elíndice sensible y variable que sería apropiado para el funciona-miento de un estabilizador automático de esta clase.

Pero existe otra objeción más fundamental contra el uso decualquier recurso automático de la especie concebida en la polí-tica de empleo del Libro Blanco. Es extremadamente difícil de-cidir hasta qué extremo cualquier medida dirigida a compensarun movimiento inflacionista o deflacionista tendría éxito. El procesoeconómico en un país desarrollado, tal como el Reino Unido, es unsistema complejo de interdependencias. Un incremento en las rentasconduciría, después de un cierto tiempo, a un incremento en la de-manda de bienes y servicios que, tras otro intervalo, llevará pro-bablemente a un aumento posterior en las rentas pagadas a losasalariados y otros productores de esos bienes y servicios. Por otraparte, es probable que un incremento en el gasto da lugar enprincipio a alguna disminución en los "stocks" y, posteriormen-te, a algún aumentó en. los precios y, tras otro lapso de tiempo, aalgún incremento en el total de bienes producidos y enviados almercado para la venta. Sin embargo, si los precios se están ele-vando a un cierto ritmo y habiendo estado en alza durante un cier-to tiempo, los consumidores tenderán a especular sobre la conti-nuidad en la elevación de precios y en este sentido es probableque se vean inclinados a gastar aún más en sus compras ordinarias;y el tipo de crecimiento en la producción de bienes puede asimis-mo afectar a la cantidad destinada a adquirir nuevas máquinasy a reponer los "stocks." de materias primas y de bienes en pro-ceso de producción, a fin de mantener un cierto equilibrio entre elequipo capital y los "'stocks" y el ritmo de producción más ele-vado (24).

(24) En el llamado ' Princeton Manifestó" de septiembre de 1949, qneonscribieron 16 economistas americanos se dice: "Creemos firmemente q*tlos estabilizadores automáticos existentes ejercen una importante contribu-

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Cualquier economista puede aludir a muchas más relacionesdinámicas de esta clase entre movimientos de precios, costes, bene-ficios, salarios, pago de impuestos, ahorro, consumo, inversión, pro-ducción, empleo, cantidad de dinero y tipos de interés, por no de-cir nada de la influencia de las importaciones, exportaciones y mo-vimientos de capital extranjero. Es dentro de un sistema dinámicoáe esta complejidad en el que han de introducirse las medidas

don a la estabilidad económica. Sin embargo, no creemos prudente consi-derarlos como algo más que una primera línea defensiva; no serán sufi-cientes pata lachar contra serias fluctuaciones económicas.

Entre estos estabilizadores automáticos figuran el sistema de compensa-ción de desempleo y el "income-tax" o impuesto personal sobre tir renta."

(Publicado en American Econ. Review, diciembre 1949, páginas' 1267 ysiguientes.)

Predomina ]a idea de que estos estabilizadores automáticos no son muyefectivos; pueden solamente moderar, pero nunca evitar o contrarrestar ple-namente las fluctuaciones económicas. (M. O. CLEMENT: "Concepl of Auto-matic Slabiliíers", The Southern Econ. Journal, enero 1959, pág. 312.) Tam-bién N. F. KXISER, The Dev. of the Concept of "Automatic Stabilizers" Jour.Fin, diciembre 1956.

En su Informe Económico de 1954, el Presidente de los BE. UU. se re-feria a esta limitación en la eficacia de los estabilizadores automáticos: "Unprograma de estabilización —decía— debe comprender esencialmente accio-nes de tipo preventivo junto a medidas rápidas y vigorosas cuando el cam-bio de condiciones lo requiera. Los estabilizadores automáticos no puedenha-cer más que compensar las tendencias de expansión o recesión de la eco-nomía. La idea de que el Estado deba esperar hasta que algún índice deprecios o porcentajes de desempleo alcance una determinada magnitud noconstituye una base adecuada en que fundamentar una política de estabiliza-ción efectiva. Predomina la necesidad para adoptar una constante vigilanciay acciones preventivas."

(Citado en Federal Budget and Fiscal Policy, 1789-1958, por LEWIS H. KIM-sip.L, Washington, 1959; pég. 282.)

"Estos estabilizadores automáticos tienen su origen en las recomendacio-Des formuladas por un grupo de expertos de las Naciones Unidas, para al-canzar el pleno empleo. El principio fundamental en que se basaron es quek-s medidas compensatorias dirigidas a expansionar el total gasto moneta-rio, habrían de introducirse automáticamente cuando el porcentaje en el nivelde desempleo excediera dorante tres meses consecutivos el límite previamen-te establecido."

(Citado por E. S. MASÓN en "Pnces, Costs and Profits", del libro Money,Trade and Econ. Grotuth: Essays in Honor of J. H. Williams.)

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estatales de estabilización a fin de compensar los desarrollos in-flacionístas o deflacionistas de la demanda en el sistema econó-mico. Por desgracia, es preciso esforzarse en el conocimiento ana-lítico de tales interdependencias de carácter dinámico propias delsistema económico moderno, antes de que pueda decirse con posi-bilidades de acierto cualquier cosa relacionada con el efecto pre-ciso .de un recurso determinado de estabilización (25). Aun si fue-ra posible establecer algún criterio simple, tal como la situaciónde los precios de venta por encima o por debajo de algún nivelbien definido, para proceder con una determinada medida de esta-bilización, tal como las variaciones en las cuotas de los seguros so-ciales, es posible que la acción desinflacionista, y en este sentidoel grad,o de e-levación en el nivel de las citadas cuotas, habría deser intensificada de acuerdo no solamente con la extensión con queel nivel de precios estuviese por encima del nivel prefijado, sinotambién con la velocidad a que se produjera la elevación y en Ja

(25) E. LUNDBERC, en su artículo "Business Cycle Experiences ia Swe-den", del libro editado por este autor bajo el título de The Business Cyclein the Post-War World, pág. 68, dice: "... el gobierno sueco nunca ha te-nido demasiada confianza en las cifras de contabilidad nacional. Las ha con-siderado como expresión de un método moderno y refinado, en ocasione*útil para propósitos pedagógicos y quizá más aún para crear un sentido derespeto y misterio acerca de la política económica del gobierno, pero nadamáe que esto."

Mi conclusión, por consiguiente, no es solamente que necesitamos másestadísticas, mejor y más rápidas que las actuales, sino también más refina-dos métodos de interpretarlas; en mi opinión los economistas no deberían aspirara precisión donde -esto no tiene sentido. Deberían más bien, en muchos caso*,tratar d-e hallar cuándo y por qué no pueden formularse respuestas precisa?.El "Swectís'h Konjunkturinslitute ' ha presentado en Trinchas ocasiones «1 resol-tado de análisis en la forma de posibles alternativas. Esto, naturalmente, esana forma primitiva de demostrar que el problema es "indeterminado" y tiendea .crear confusión principalmente cuando se discaten los problemas político?.Sin embargo, tal imprecisión puede ser más útil a fin de dar con cierta va-guedad una correcta noción de la tendencia de desarrollo, que un vaticinioprecisamente formulado, pero incorrecto.

Se ocupa de este mismo problema en términos parecidos, ROBBINS, en"The Control of Inflation", The Economist in the 20lfc century, pág. 69. Tam-bién H. TYSZYIVSKI, en su artículo "Theory as a Guide to Polity", The Eco-nam-ic Journal, junio 1955, y Sconomic Forecasting, por V. LBWIS B.«S-sns. 1958.

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medida en que el nivel en cuestión hubiera sido demasiado altoen el pasado. En este sentido la acción desinflacionista habría deser fuerte si los precios fueran excesivamente altos, hubieran sidodemasiado altos durante un largo período y estuviesen aún elevan-dose con rapidez. Si los precios fuesen demasiados elevados, perohubiesen empezado ya a descender con rapidez, pudiera ser tiempopara suavizar las presiones desinflacionistas a ñn de asegurarse deque la caída en los precios no llegará demasiado lejos. Es posibleque cuando se conozca con mucha más precisión la naturaleza delas reacciones en la economía dinámica donde hemos de actuar,sea posible idear alguna auténtica fórmula automática de estabili-zación en la que el nivel del suplemento especial de estabilizaciónse haga depender automáticamente del tamaño, tipo de crjéfcimien-to y duración en el pasado de la divergencia entre el nivel efectivode precios y el nivel al que se desean estabilizar. (Para una discusióntécnica de este punto ver el artículo de A. W. Philips en EconomicJournal, de junio 1954, titulado "Stabilisation in a Closed Econó-my".) Pero aún estamos lejos de esta idea. Por ahora debe otorgar-se a aquéllos que tienen a su cargo el manejo de estos instrumentosuna cierta libertad de movimiento a fin de que sean usados de lamanera más efectiva para el logro de la estabilización deseada.

Si esto es así, el único procedimiento de conseguir que el citadorecurso fuese utilizado con independencia de la decisión estatalnd hoc sería la creación de una institución de carácter independien-te—que podríamos llamar Comisión Estabilizadora—a la que seconfiara la tarea de modificar libremente el nivel de los suplemen-tos especiales de estabilización, dentro de los límites fijados por elParlamento y con la finalidad exclusiva de conseguir algún objeti-vo previamente señalado, tal como el mantenimiento de la deman-da global de bienes y servicios al más alto posible nivel que, fueracompatible con que un índice de precios definido con precisión semantenga por debajo de un límite bien determinado.

Los inconvenientes de tales propuestas son claros. La políticapresupuestaria y monetaria y las variaciones en las cuotas especialesde estabilización están tan íntimamente vinculadas que resulta im-procedente encomendarlas a más de una autoridad, últimamente res-ponsable de ellas. Un solo ejemplo de los problemas que se plantea-rían en el caso de que la política presupuestaria estuviese en manos

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del Gobierno, mientras que las variaciones en las cuotas de los sega-ros sociales, por ejemplo, hubieran sido confiadas a una Comisiónindependiente. Supongamos que el Gobierno estuviera sometido auna fuerte presión, política para reducir I03 impuestos en una épocade presión inflacionista. Si el ministro de Hacienda mantuviera lostipos de loa impuestos ordinarios a un nivel excesivamente bajo, laComisión Estabilizadora tendría la responsabilidad de compensaresto estableciendo las cuotas de aportación a los seguros socialescon carácter más o menos permanente a un nivel extraordinaria-mente alto; y esto podría ocasionar un cambio indeseable en la dis-tribución de la carga impositiva. El único procedimiento para evi-tar esto sería hacer al ministro de Hacienda responsable, en últimotérmino, por ambas clases de imposición, y en este sentido respon-sable del mantenimiento de una política monetaria y presupuesta-ria lo suficientemente rigurosa para evitar la necesidad de utilizarcon carácter permanente tipos excesivamente altos en loa suplemen-tos de estabilización que se pretendieran introducir con fines deestabilización a corto plazo (26).

Existe aún una auténtica fuerza en el argumento en favor deque estos recursos estabilizadores de manipulación continua seaumantenidos tan lejos del campo político como posible. Quizá unbuen plan de trabajo sería establecer una Comisión Estabilizadoracon carácter independiente que iniciase las variaciones en las cuo-tas especiales de estabilización, estando la citada Comisión bajo elcontrol último del ministro de Hacienda. El Estado, por vía legis-lativa o similar, se obligaría abiertamente en este caso a cumplir elobjetivo bien preciso de mantener la demanda total al más altonivel que sea compatible con un nivel de precios inferior a un límitepreestablecido: dos instituciones independientes, el Banco de Ingla-

(26) £1 proiesor Meade, siguiendo la tónica que se observa en estos me-dios universitarios, no 3e preocupa excesivamente de matizar cuestiones con-ceptuales. En este caso abarca, bajo nn común denominador, tanto las cuota ea los segaros sociales como los impuestos propiamente dicho3, a los que con-sidera de análoga naturaleza. Nosotros diríamos que este procedimiento definanciar la seguridad social presenta rasgos comunes con el fenómeno im-positivo, tales como la obligatoriedad de las sumas entregadas por obrerasy empresarios, pero que en un sentido rigorosamente técnico no hemos deconsiderar como verdaderos impuestos. De ahí que hablemos del fenómenode la panlUbalided para referirnos a ertas instituciones.

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térra y la Comisión Estabilizadora, tendrían a su cargo la responsa-bilidad de efectuar cambios en la política monetaria y en las cuo-tas especiales de estabilización a fin de conseguir el'mismo obje-tivo, pero estarían sujetos en último término al ministro de Hacien-da. Para ayudar a la coordinación exacta de los varios instrumen-tos, el Ministerio de Hacienda, el Banco de Inglaterra y la ComisiónEstabilizadora, podrían 6er aconsejados por un secretariado de ex-pertos, y para asegurar la comprensión y apreciación exactas porparte del público de la política de estabilización, podría exigirse aesta Secretaría la publicación de un informe anual sobre la políticade estabilización del Tesoro, del Banco de Inglaterra y dé la Comi-sión de Estabilización. De esta forma podría lograrse una políticade estabilización perfectamente coordinada, alejada hasta ciertopunto de las discusiones políticas de partidos.

VII

El problema fundamental que he tratado en esta conferencia es«1 de si el Estado ha de detener una inflación de precios de forma -terminante, obligándose a controlar el nivel general de la demandade bienes y servicios de forma que no se permita a los precios ele-varse por encima de un límite prefijado. He señalado la posibilidadde su realización, pero he mostrado sus auténticos y grandes peli-gros, a menos que los métodos de fijación de salarios sean conve-nientemente reformados. He explicado mi razonamiento formulan-do una serie de propuestas concretas para la aplicación de una po-lítica de esta naturaleza:

1.° Aceptación sin reservas por parte del Estado de la obliga-ción de utilizar sus instrumentos de política financiera al serviciode un objetivo: mantener la demanda de bienes y servicios al másalto nivel que sea compatible con que un índice de precios biendefinido no se eleve por encima de un nivel determinado.. 2.° Este índice de precios habría de comprender los precios de

todos los bienes y servicios de producción nacional, y excluir losprecios de los bienes de importación y de los productos importa-dos contenidos en bienes de producción nacional, así como aquellosprecios (tales como rentas) sometidos a importantes controles, de-biendo calcularse todos estos precios, después de satisfechos los im-puestos indirectos y recibidos los subsidios.

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3.° Habrían de formularse planes en relación con el empleo demanipulaciones rápidas y frecuentes en algún impuesto de amplioradio de acción sobre rentas personales como método suplementariode controlar la demanda.

4.° Una Comisión de Estabilización, sometida en último tér-mino al ministro de Hacienda, debería ser instituida para determi-nar y efectuar estas variaciones en los instrumentas especiales deestabilización.

5.° El Ministerio de Hacienda, el Banco de Inglaterra y la Co-misión Estabilizadora podrían compartir una Secretaría Técnica queaconsejara sobre las políticas de estabilización que hubieran sidoadoptadas.

6.° Alguna institución, tal como el -Consejo <íe Precios, Pro-ductividad y Rentas podría publicar periódicamente estimacionessobre el término medio de elevación en salarios monetarios percapita que se considerase compatible con el mantenimiento delpleno empleo en estas condiciones de estabilidad de precios.

7.° Habrían de establecerse instituciones arbitrales a las quelos empresarios, los obreros o el Estado pudieran referir sus dife-rencias en el caso de que los trabajadores a los que afectase unadeterminada negociación de sálanos pidiesen un aumento de sala-rios notablemente distinta de la media imperante, con el fin deevitar en los próximos años una gTave escasez o abundancia detrabajo de carácter local.

•8.° Debería prestarse más atención al problema de facilitarla reeducación, traslado y reinstalación de los obreros pertenecien-tes a aquellos sectores en que apareciese un exceso de trabajo.

9." Las prácticas restrictivas en el mercado de trabajo no de-berían estar exentas de escrutinio y control públicos.

10. Si la política financiera se dirigiera exclusivamente a con-seguir la estabilidad interna así considerada, variaciones en el tipode cambio entre la libra y otras monedas, podrían y deberían lle-varse a cabo como medio de conservar el equilibrio en la balanzade pagos.

He formulado esta serie de propuestas en un tono muy seguro.Pero, de hecho, el que el Estado deba o no poner en práctica estasmedidas depende de una serie de factores, tales como el grado dedesempleo que sería necesario mantener en determinadas circuns-

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tancias para evitar una inflación de costes no menos que de juiciosde valor, como por ejemplo el grado de desempleo que valdría lapena arriesgar a fin de alcanzar la estabilidad de precios (27). Nohe intentado en esta conferencia dar solución a estos problemas,sino sólo aclarar algunos de los procesos que intervienen. Las pro-posiciones detalladas que he formulado encuentran 6U principaljustificación en que sirven de ilustración a estos procesos. Perso-nalmente creo más o menos en ellas; pero las he utilizado princi-palmente con la finalidad de aclarar los puntos esenciales.

vraUnas palabras finales. Mi conferencia se ha referido al control

de la inflación, ya que éste es el problema con el que nos hemosfamiliarizado estos últimos años. A pesar de que personalmente nocreo mucho en los pronósticos sobre el acontecer económico, hemosde admitir como posible que en un futuro no muy lejano las fuer-zas inflacionistas puedan dejar paso durante algún tiempo a lasfuerzas deflacionistas. Una contracción de la economía americanade carácter más agudo que las experimentadas desde el fin de lasegunda guerra mundial es siempre una posibilidad. En tal casosería preciso utilizar las armas de la política financiera con la ma-yor rapidez y decisión posibles en un sentido totalmente inverso.Uno de los méritos principales que a mi juicio cabe reclamar parapropuestas del tipo de las que he bosquejado aquí e3 que puedenaplicarse de igual forma a períodos de presión dcflacionista, enlos que es preciso estimular el gasto para evitar la caída de precios,como a situaciones inflacionistas en las que es necesario evitar suelevación; y es aún más importante estar en situación de compen-sar una deflación futura que de detener la inflación presente.

PROF. MEADE

(27) Ross, trabajo citado, pág. 266: "No existe ninguna garantía de queel nivel de desempleo necesario para alcanzar la estabilidad de precios seaconsistente con cualquier definición de pleno empleo políticamente acepta-ble; y existe al menos un serio riesgo de que el grado de desempleo nece-sario para alcanzar la estabilidad de precios tendría efectos indeseables sobreel desarrollo económico.

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DESARROLLO ECONÓMICO

El acontecimiento académico más importante producidodurante el año 1959 en el campo del desarrollo económicofueron las conferencias pronunciadas por Walt JFhit manRostow en Oxford. Estas conferencias fueron difundidas enel mes de octubre por el popular semanario inglés uThe Eco-nomist", quien calificaba a la aportación de Rostow comola más estimulante desde que John Maynard Keynes con-moviera las esferas de la opinión mundial con sus agresivasy siempre interesantes ideas.

La aportación de Rostow a la teoría del desarrollo eco-nómico ha adquirido no sólo por su. publicación, sino por laforma en la que la misma se realizó —la lectura da sus te-sis no estaba reservada al público académico, muy al con-trario, Rostow tuvo un auditorio en el que no preponderabanlos profesionales de la Ciencia Económica— una difusiónexcepcional y ha pasado muy pronto del campo especulativopuro al de la discusión y la polémica prácticas. Quizá ellose deba en gran medida al título de su trabajo ("T/tc Stagesof Economic Growth, A Non-comunist Manifiesto"), que pro-vocó rápidamente una réplica por parte comunista, apareci-da en el diario "Pravda'1'' y firmada nada menos que por elComisario de Relaciones Culturales de la U. R. S. S., YuryZhukov. Crítica a la que contestó Rostow, no publicando'''Pravda" su respuesta, que apareció difundida, sin embar-go, entre los lectores occidentales por obra de su inserciónen "The Economista. El interés por las tesis de Rosloiv hamovido a todas las revistas de la especialidad, incluso cque-

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lias dirigidas al público más amplio de los empresarios ocuriosos por el tema económico, pero no dedicados a él, ainsertar fragmentos o resúmenes de las opiniones de Roslowen sus páginas. La REVISTA DE ECONOMÍA POLÍTICAno desea estar ausente de este interés general por los traba-jos del profesor de Historia Económica del Instituto Tecno-lógico de Massachusets. Por esta causa trae hoy a su secciónhabitual de "Desarrollo Económico" dos trabajos del pro-fesor Rostow. El primero de ellos ('"The take-off") fue pu-blicado en el "Economic Journal" y constituye el nudo dela argumentación empleada por Rostow para explicar el des-arrollo económico. Describe e identifica en la práctica delcrecimiento de los diversos países una fase corta y especial-mente aguda: aquella en la que las fuerzas económicas setensan lo suficientemente como para lograr un "despegue''''de la economía del país hacia niveles de mayor renta ybienestar económicos. El trabajo de Rostotv analiza las cir-cunstancias concretas que tienen que darse para que unaNación llegue a vivir ese trance crucial de su existencia eco-nómica.

El segundo trabajo seleccionado del profesor Roslow loconstituye su aportación a la obra editada por León H. Du-priez, "Economic Progresa", y en ella Rostow trata de iden-tificar aquellos sectores cuyo vigoroso crecimiento pone enmarcha el desarrollo económico sostenido. Ese trabajo cons-tituye un complemento perfecto del anterior y ambos ofre-cen una panorámica del trance por el que debe pasar toda

' economía en su afán de progreso. Como nuestros lectorespodrán comprobar, el análisis de Rostow es sumamente in-teresante por lo que sugiere y casi diríamos tan inquietantepor los problemas que plantea su lectura y quedan pendien-tes de solución. No cabe dudar, sin embargo, que el pensa-miento de Rostow ha abierto una fase nueva dentro de lateoría del desarrollo. Una fase que exigirá probablementede un gran esfuerzo de reelaboración futura.