EL DEBATE CONTEMPORÁNEO SOBRE EL ESTATUTO de las ccss gilberto gimenez

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    EL DEBATE CONTEMPORNEO SOBRE EL ESTATUTO

    DE LAS CIENCIAS SOCIALES

    Gilberto Gimnez

    1. INTRODUCCINCon propsitos principalmente informativos, nos proponemos abordar aqu

    algunas de las cuestiones sustantivas que se han planteado recientemente en la discusin

    internacional todava en curso en torno a la situacin actual de las ciencias sociales, en

    general, y de la sociologa, en particular, en el campo del conocimiento.

    Destacaremos tres cuestiones que nos parecen particularmente relevantes a este

    respecto: 1) la prospectiva de las ciencias sociales a la entrada del nuevo milenio, segn

    la visin de autores muy reconocidos en este mbito cientfico; 2) la emergencia de la

    llamada sociologa global; y 3) el debate actual sobre el estatuto epistemolgico de la

    sociologa.

    Como la mayor parte de los autores que citaremos ms adelante hablan ms de

    sociologa que de ciencias sociales, conviene aclarar una cuestin previa: cul es la

    relacin entre las llamadas ciencias sociales y la sociologa? La respuesta parece obvia,

    e incluso ha sido oficialmente institucionalizada en nuestra Facultad de Ciencias

    Polticas y Sociales y en muchos otros departamentos de ciencias sociales en nuestro

    pas y en Amrica Latina: la sociologa es slo una disciplina ms, y por cierto no la

    ms importante, entre otras muchas como Ciencias polticas, Ciencias de la

    comunicacin, Relaciones internacionales, etc. Adems, existe la mayor confusin

    sobre el contenido especfico, las fronteras disciplinarias y los mtodos supuestamente

    propios de esa enigmtica disciplina. Es difcil saber, por ejemplo, cules son los

    criterios para clasificar un proyecto de investigacin como de orientacin sociolgica,

    antropolgica o socio-psicolgica 1.

    A nuestro modo de ver, todo el problema deriva de una falta de perspectiva

    histrica. En realidad, una buena parte de las llamadas ciencias sociales han sido

    desprendimientos temticos o sectoriales de la sociologa, por implosin interna o por

    1Por ejemplo, cules habrn sido los criterios para que en el Programa de Doctorado de la FCPyS se

    considerara una tesis intitulada La etnografa de la cuenca de Mxico como de orientacinsociolgica, mientras que otra, intitulada La cultura del narcotrfico en Sinaloa se decretara comoperteneciente al mbito de las ciencias de comunicacin?

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    exigencias de especializacin en el proceso de lo que Dogan y Pahre (1991) han

    llamado el ciclo histrico de las disciplinas sociales. En efecto, segn estos autores,

    el desarrollo de las ciencias sociales habra pasado por las siguientes fases histricas: la

    fase clsica o fundacional, en la que la sociologa se presenta como una ciencia de

    pretensin sinttica y globalizante; la fase neoclsica o de expansin, en la que se

    enriquece el patrimonio clsico pero sin dejar de presentarse como un campo de

    conocimiento sinttico y globalizante; la fase de especializacin, que implica la

    fragmentacin de la sociologa en numerosas subdisciplinas cuyo nmero tiende a

    crecer exponencialmente; y la fase de hibridacin o amalgamacin (que no debe

    confundirse con interdisciplinaridad) entre disciplinas fronterizas o entre segmentos

    de disciplinas, que sera la que con mayor fuerza se est manifestando en nuestros das.

    La pluralidad de lo que hoy llamamos ciencias sociales habra surgido en la fase de la

    especializacin. J.-C. Passeron (1991, 26) las llama disciplinas autonomizantes, en el

    sentido de que aslan por la sola abstraccin un nivel de fenmenos o un subsistema del

    funcionamiento social (v.g. la comunicacin, la poblacin, el intercambio de bienes

    escasos), en contraposicin a la Sociologa, a la Antropologa y la Historia, que seran

    las tres ciencias sociales integrales orientadas al estudio del hecho social total

    (Mauss). De este modo, la sociologa no constituye simplemente una disciplina ms

    entre otras, sino algo as como la nodriza o la clula madre a partir de la cual se habran

    generado la mayor parte de las llamadas ciencias sociales mediante un proceso de

    proliferacin y autonomizacin. Esto explica, por una parte, la porosidad de fronteras

    entre las disciplinas sociales (que hace posible precisamente la hibridacin o

    amalgamacin entre ellas); y por otra, el aire de familia que parecen tener en su

    conjunto, como si pertenecieran a la misma especie terica. Esto explica tambin por

    qu todos los manuales modernos de sociologa, includo el ltimo editado por la

    Internacional Sociological Association (Quah y Sales, 2000), abarca en su capituladotemas y materias que supuestamente pertenecen en exclusiva a otras disciplinas sociales

    (v.g. feminismo, religin, etnicidad, poder y Estado, poltica internacional, movimientos

    sociales, comunicacin, etc.) 2

    2 En muchos programas europeos de ciencias sociales, en el primer bienio se estudia la sociologageneral (curso avanzado), la sociologa de las instituciones, la antropologa cultural y la economapoltica. Slo en el segundo bienio se contemplan las especializaciones, como, por ejemplo, territorio y

    ambiente, planificacin social, trabajo, economa y organizacin, estudios europeos, etc. Vase, porejemplo, el programa de doctorado en sociologa de la Facultad de Sociologa de la Universidad deTrento, Italia, ao acadmico 2000-2001.

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    Estas consideraciones no tienen nada que ver con una supuesta voluntad

    imperialista de la sociologa, sino con la historia y la epistemologa. Y no se trata de una

    cuestin menor, sin consecuencias para la prctica cientfica. De la comprensin de este

    problema dependen, entre otras cosas, la superacin de lo que en algn lugar he llamado

    chauvinismo disciplinario, la posibilidad de una transdisciplinaridad fecunda entre

    investigadores y docentes de todas las especialidades, y la posibilidad de construir una

    especie de identidad por lo menos genealgica para todos los cientficos sociales, a

    pesar de la dispersin de sus intereses y tareas.

    2.LA SOCIOLOGA EN LOS UMBRALES DEL NUEVO MILENIOA principios del ao 2000 aparece un nmero especial de la revista British

    Journal of Sociology 3 dedicado ntegramente a la prospectiva de la sociologa en la

    entrada del nuevo milenio. Los colaboradores son una docena de connotados

    socilogos, como Manuel Castells, Imnanuel Wallerstein, Gran Therborn, Bruno

    Latour, Ulrich Beck, y Saskia Sassen, entre otros. Estos autores exponen sus respectivas

    visiones acerca del futuro de la sociologa y de las ciencias sociales en el nuevo milenio

    que acababa de inaugurarse. Ante la imposibilidad de resumir aqu toda la riqueza y la

    variedad de las perspectivas presentadas, me limitar a destacar a dos de los autores

    mencionados, I. Wallerstein y G. Therborn, por considerar que sus contribuciones son

    probablemente las ms significativas y las que tienen mayor relevancia para nosotros.

    2.-1.- Inmanuel Wallerstein: De la sociologa a la ciencia social histrica:

    perspectivas y obstculos 4

    Cuando entramos al siglo XIX, dice Wallerstein, no existan ni ciencia social ni

    sociologa. Cuando entramos al siglo XX, la ciencia social era un trmino vago y la

    sociologa era el nombre de una disciplina naciente que comenzaba a recibir una

    sancin universitaria en algunos pocos pases occidentales. Y ahora que entramos al

    siglo XXI, la sociologa ya es un campo organizado de estudios en la mayor parte de las

    universidades del mundo, mientras que la ciencia social sigue siendo un trmino vago

    que abarca ciertas zonas de inters intelectual.

    3British Journal of Sociology, Vol. No. 51 Issue No. 1 (January/March 2000). London School of

    Economics 2000.4British Journal of Sociology, op.cit., pp. 25-35. Wallerstein fue Presidente de la AsociacinInternacional de Sociologa entre 1994 y 1998.

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    La poca dorada de la sociologa como disciplina habra sido la que se extiende

    entre 1945 y 1965. En esta poca las tareas cientficas de la disciplina parecan claras,

    su futuro pareca garantizado y sus lderes intelectuales se mostraban seguros de s

    mismos.

    Pero esta poca dorada no dur mucho. A partir de 1965 la sociologa se

    fragmenta siguiendo diferentes derroteros, el futuro se vuelve incierto y las crticas

    externas se multiplican. Los desafos que se presentan a la cultura sociolgica son tan

    graves, que obligan a repensar algunas de sus premisas clsicas. Estos desafos se

    derivan de los cambios generados en el sistema-mundo, y de los producidos en la esfera

    del mundo del conocimiento. Por eso, las cuestiones que planteamos en el siglo XXI en

    torno a la sociologa y las ciencias sociales son muy diferentes a las que plantebamos

    en el transcurso de los ltimos 150 aos.

    Wallerstein, quien se ha caracterizado siempre por su sentido histrico y holista,

    constata que la sociologa nace en una poca de optimismo histrico, en la que

    dominaba la creencia en el progreso indefinido de la humanidad en virtud del desarrollo

    tecnolgico. Se pensaba que el progreso no slo era bueno y deseable, sino tambin

    inevitable, por ms de que en su transcurso se produjeran sufrimientos y daos

    colaterales. Dentro de este contexto, la sociologa asume dos grandes tareas: 1) el

    estudio de la gnesis de esta marcha hacia el progreso; y 2) cmo afrontar los daos

    colaterales que se producen en el transcurso de esta marcha.

    La creencia en el progreso indefinido dio origen a lo que suele llamarse grandes

    narrativas. La predominante fue la visin liberal de la historia, segn la cual la

    humanidad aspira a una sociedad libre e individualista en la que se maximice la

    variedad de opciones posibles y se impulse a las personas a desarrollar sus capacidades

    dentro de un sistema que rechaza la legitimidad de los privilegios adquiridos.

    La sociologa se nutre de esta visin, creando el concepto de modernidad, la cualse describe a travs de dicotomas tales como: contrato vs. status, Gesellschaft vs.

    Gemeinschaft, solidaridad orgnica vs. solidaridad mecnica, etc.

    Haba dos variaciones alternativas a esta narrativa liberal: una conservadora, que

    no prosper nunca en el mbito de la sociologa (aunque hubieron socilogos

    conservadores); y otra marxista, que representaba la alternativa ms radical. Pero segn

    Wallerstein la narrativa marxista no es muy diferente, a fin de cuentas, de la liberal. En

    efecto el marxismo enfatiza la tesis de que la era presente no es el ltimo, sino slo elpenltimo momento del progreso histrico. Esta revisin del escenario tiene importantes

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    consecuencias para el anlisis del presente (lucha de clases) y para la accin poltica

    (revolucin), pero el marxismo comparte con el liberalismo la creencia en la

    centralidad de una conceptualizacin binaria del presente, y en la inevitabilidad del

    progreso.

    Se ha dicho que la segunda preocupacin de los socilogos era cmo afrontar los

    daos colaterales producidos en el curso de la marcha hacia el progreso. Todos parecen

    compartir la idea de que en su desplazamiento de la pre-modernidad a la modernidad,

    muchos individuos y grupos son lastimados y golpeados. En consecuencia realizan

    actividades y asumen actitudes anti-sociales por lo menos en el corto plazo. De aqu se

    origina cierto desorden generalizado que suele describirse como desorden urbano. En

    consecuencia, los socilogos estudian la desviacin, la pobreza, el crimen y todas las

    enfermedades atribuidas a la transicin de la pre-modernidad a la modernidad. Ello

    genera la imagen de los socilogos como trabajadores sociales o como tericos de

    los trabajadores sociales.

    Las dos preocupaciones sealadas el origen de la modernidad y el problema

    del desorden urbano no han desaparecido. Pero tienden a eclipsarse y hoy nos parecen

    ms bien pintorescas -, dice Wallerstein.

    En la actualidad, la mayor parte de los socilogos se ocupan de problemas-

    post (post-concern): post-industrialismo, post-modernidad, post-colonialismo, etc.

    Sbitamente la modernidad parece ser el pasado, y no el presente.

    El desorden urbano no desaparece, sino que se acrecienta. En consecuencia, los

    socilogos siguen operando como trabajadores sociales, pero se han vuelto ms

    circunspectos y estn menos seguros de la efectividad de los remedios que proponen.

    La palabra-clave para describir la situacin contempornea es globalizacin.

    Personalmente Wallerstein opina que el trmino carece de sentido como concepto

    analtico, y ms bien sirve como slogan comercial o como slogan poltico. Perorepresenta, dice el autor, una insistencia compartida por intelectuales y pblico en

    general en que algo nuevo se est produciendo en nuestros das. Esta sensacin

    empata muy bien con el sndrome de los conceptos-post y coincide con la vaga

    angustia que parece acompaar la llegada del nuevo milenio.

    En nuestros das, la elite neo-liberal todava cree en un glorioso futuro y hasta lo

    predican. Pero la polarizacin econmica dentro del sistema-mundo se ha profundizado,

    generando un considerable escepticismo entre las masas que ni creen en las promesas debienestar propaladas por los media, ni creen en los movimientos y partidos

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    contrasistmicos que dicen representarlas y que tambin ofrecen un glorioso futuro

    alternativo.

    Segn Wallerstein, la cuestin mayor para nosotros puede plantearse en los

    siguientes trminos: la tecnologa y la modernidad (llmese globalizacin, post-

    modernidad o como sea) prometen un empuje lineal hacia delante, o nos llevan a un

    colapso del sistema-mundo existente?

    Cmo responder a esta cuestin? Antes, a la entrada del siglo XX, la respuesta

    pareca clara. La ciencia (newtoniana, determinista y lineal) era aceptada como el nico

    modo legtimo de responder a la cuestin sealada. Se trataba de una ciencia

    autonomizada primero de la teologa y luego de la filosofa y de las humanidades, con

    lo que se introdujo la nefasta divisin del conocimiento en lo que se ha dado en llamar

    las dos culturas5 , divisin que ha dominado la estructura del conocimiento en las dos

    ltimas centurias. De aqu surgi la dicotoma entre ciencia y filosofa/humanidades. La

    primera se consideraba como nomottica, y la segunda como idiogrfica y

    hermenutica. Esta dicotoma repercuti en la sociologa a travs del llamado

    Methodenstreit, esto es, disputa por el mtodo, dando por resultado la fragmentacin de

    las ciencias sociales en numerosas disciplinas, algunas de las cuales se definan como

    nomotticas (economa, ciencia poltica, sociologa), y otras como idiogrficas

    (historia, antropologa, estudios orientales).

    El modelo de las dos culturas est siendo cuestionado muy profundamente en

    nuestros tiempos en virtud de un movimiento de pinza no planeado, que se ha

    manifestado en el transcurso de las dos ltimas dcadas.

    Por un lado surgen en el campo de las ciencias naturales (y matemticas) las

    llamadas ciencias de la complejidad, cuyo impacto ha comenzado a sentirse desde la

    dcada de los setentas. Sus cultores cuestionan el modelo fundamental de la ciencia

    moderna ( baconiana / cartesiana / newtoniana), que es determinista, reduccionista ylineal. El nuevo grupo argumenta que el viejo modelo, lejos de describir la totalidad de

    los fenmenos naturales, slo describe casos muy limitados y especiales. De este modo

    los cientficos de la complejidad invierten casi todas las premisas del mecanicismo

    newtoniano, insistiendo sobre la flecha del tiempo y el fin de las certezas.

    Por otro lado aparecen los estudios culturales, un movimiento que ha surgido en

    el mbito de las humanidades (filosofa, estudios literarios) y que critica el punto de

    5 Esta expresin fue introducida por el socilogo W. Lepenies (1985).

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    vista dominante en su propio campo como, por ejemplo, el de que existen cnones

    estticos que reflejan juicios universalmente vlidos sobre el mundo de los artefactos

    culturales. Segn los nuevos estudiosos, los juicios estticos son particularistas y no

    universales. Adems, estn socialmente condicionados y en evolucin permanente. Por

    ltimo, reflejan posiciones sociales y conflictos de poder. Lo que ocurre, entonces, es

    que se relativiza el estudio de la cultura. Este movimiento coincide con demandas de

    los grupos minoritarios dominados para ser reconocidos dentro del sistema universitario

    como objetos y sujetos de estudio (mujeres, innumerables grupos de clase, raciales,

    tnicos y sexuales oprimidos y definidos como minoras).

    El grupo de los estudios culturales se ha vuelto cada vez ms importante en las

    facultades de humanidades -, concluye Wallerstein.

    Siempre segn el mismo autor, las ciencias sociales han sido afectadas por

    ambos movimientos tendientes a cambiar las estructuras del conocimiento de un modelo

    centrfugo a otro centrpeto. De 1850 a 1970 el sistema universitario mundial ha

    separado las facultades de ciencias naturales de las de humanidades que se movan en

    direcciones opuestas. Las ciencias sociales se situaban ms o menos en el medio, y eran

    jaladas por ambas fuerzas.

    Hoy da los cientficos de la complejidad hablan un lenguaje cercano al de las

    ciencias sociales y los partidarios de los estudios culturales hacen lo mismo (v.g.,

    afirman que los valores y juicios estn socialmente condicionados). El modelo del

    conocimiento se vuelve centrpeto en el sentido de que los dos extremos se mueven

    hacia el punto intermedio ocupado por las ciencias sociales.

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    LAS DOS CULTURAS

    Ciencias FilosofaCienciasociales Humanidades

    Para Wallerstein, se trata de una coyuntura inmejorable para la reafirmacin de la

    sociologa y de las ciencias sociales, en general. Para los que pensamos que la metfora

    de las dos culturas ha sido un desastre intelectual dice este es un momento de jbilo,

    pero tambin de responsabilidad. Las ciencias sociales deben clarificar este

    movimiento de convergencia promoviendo una nueva sntesis que permita reunificar las

    bases epistemolgicas de la estructura del conocimiento. Sobre todo deben buscar su

    propia reunificacin, porque uno de los efectos del modelo de las dos culturas ha sido

    la fragmentacin de las ciencias sociales en una infinidad de disciplinas autonomizadas.

    En efecto, nuestro autor observa que la curva de las divisiones y subdivisiones

    disciplinarias se ha empinado enormente desde 1950. A partir de esta fecha se inicia la

    proliferacin de nuevas disciplinas reconocidas, si no universalmente, s dentro de

    segmentos significativos de la comunidad acadmica. Ahora bien, el concepto de

    disciplinas separadas por razones de especializacin slo tiene sentido si su nmero es

    reducido -, opina Wallerstein. Si este nmero crece en demasa, como ocurre en

    nuestros das, slo puede tratarse de pequeas reas de actividad acadmica en torno a

    las cuales se renen momentneamente varios investigadores. Y carece de sentido

    ensear a nuestros estudiantes y graduados dichas reas reducidas como si fueran

    disciplinas autnomas, y con mayor razn conferir doctorados en esos mbitos.

    Hacerlo as equivaldra a mutilar la capacidad de nuestros estudiantes para pensar como

    cientficos sociales, y a convertirlos en simples tcnicos adiestrados. El resultado

    intelectual sera en este caso la ceguera colectiva.

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    Frente a este proceso de fragmentacin disciplinaria, se nos presentan tres

    escenarios posibles:

    - o continuamos remendando la estructura organizacional de las cienciassociales hasta que un da se desmorone por su propio peso;

    - o esperamos la intrusin de un deus ex machina (o de muchos) quereorganice las ciencias sociales para nosotros. Wallerstein seala que

    sobran candidatos para hacerlo en los ministerios de educacin y en las

    administraciones de la universidad. Slo que la motivacin principal de

    tales burcratas sera probablemente la racionalizacin para reducir

    costos, aunque disimulen este propsito bajo pretextos acadmicos.

    - o asumimos nosotros mismos la tarea de reunificar y de re-dividir elcampo de las ciencias sociales con el objeto de crear una divisin del

    trabajo ms inteligente, que permita un avance intelectual significativo

    en el siglo XXI.

    Wallerstein opina que este ltimo escenario es el ms deseable. Pero subraya que

    la reunificacin propugnada slo podr realizarse sobre la base de lo que l llama

    ciencia social histrica, que implica el presupuesto epistemolgico de que toda

    descripcin til de la realidad es necesaria y simultneamente histrica(esto es, toma en

    cuenta no slo la especificidad de la situacin, sino tambin los cambios incesantes de

    las estructuras bajo estudio) y cientfico-social (es decir, comporta la bsqueda de

    explicaciones estructurales de larga duracin).

    En la ciencia social as reunificada, no ser posible aceptar una divisin

    significativa entre los planos econmico, poltico y sociocultural. Adems, habr que

    trascender la distincin entre lo moderno y lo pre-moderno; entre lo civilizado y lo

    brbaro; entre lo avanzado y lo atrasado, para introducir la tensin universal-particular

    en el centro del trabajo sociolgico; lo que permitir someter todas las zonas, grupos yestratos sociales al mismo tipo de anlisis crtico. Se trata de una tarea difcil opina

    Wallerstein que estaremos en condiciones de consumar slo cuando la ciencia social

    histrica se haya convertido en un ejercicio realmente global. En nuestros das ocurre

    precisamente lo contrario. Las ciencias sociales se practican mayormente en una

    pequea rea del mundo, aunque por cierto la ms rica. Esta situacin distorsiona el

    anlisis sociolgico estructuralmente.

    Ahora bien, tal distorsin no se corrige invitando a cientficos sociales asiticos,europeos o latinoamericanos a asistir a nuestros coloquios o a ensear en nuestras

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    universidades occidentales -, dice Wallerstein. Se requiere un sistemtico

    desplazamiento de los financiamientos y de los fondos hacia la periferia del mundo. Se

    requiere que los acadmicos occidentales entren en contacto con el resto del mundo ms

    para aprender que para ensear. Se requiere que todos los cientficos sociales puedan

    leer en seis o siete lenguas los trabajos realizados en otras partes del mundo. Se

    requiere, en suma, una verdadera transformacin del mundo de las ciencias sociales.

    Wallerstein se declara moderadamente optimista de que esto ocurra dentro de los

    prximos 25 o 50 aos. Pero los obstculos opina son enormes. En efecto, por una

    parte la transformacin del mundo del conocimiento est ligada intrnsecamente a la

    transformacin del sistema-mundo existente; y por otra, hay muchos interesados en

    mantener la situacin imperante bajo sus peores aspectos, entre ellos los gatekeeper

    burocrticos de nuestras universidades.

    2.2.- Gran Therborn: Ante el nacimiento de la segunda centuria de la

    sociologa: tiempos de reflexividad, espacios de identidad y nudos del conocimiento 6.

    Gran Therborn, un socilogo sueco de ascendencia marxista y actualmente

    miembro del Colegio Sueco de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales, comienza

    afirmando que, antes de ponderar su entrada al tercer milenio cristiano, la sociologa

    debera hacer un balance de su primer centenario 7. Consecuentemente, en este artculo

    el autor se propone revisar la experiencia de la pasada centuria como backgroundpara

    poner de relieve la situacin actual y las potencialidades futuras de la disciplina. Y esto

    lo hace desde una doble perspectiva: una histrica, y otra espacial.

    Al asumir la perspectiva histrica, Therborn hace desfilar ante nuestros ojos las

    concepciones predominantes acerca de tres dimensiones de la realidad social: la

    cosmologa social, la percepcin de la direccionalidad del mundo, y las ideas acerca del

    modo apropiado del conocimiento. Desde el punto de vista espacial, nuestro autorexplora lo que llama espacios de identidad de la disciplina y de la prctica

    sociolgica, seleccionando aqu tambin tres dimensiones: el espacio de las

    instituciones y de las disciplinas, el espacio de la prctica comn y cotidiana, y el

    espacio de la imaginacin y de la investigacin.

    6British Journal of Sociology, op.cit.,pp. 37-57.7 En efecto, como lo seala el autor, la sociologa se institucionaliza en la dcada de 1890, que es la

    dcada de las grandes obras de Durkheim, de las primeras revistas sociolgicas (1893:RevueInternationale de Sociologie; 1895:American Journal of Sociology; 1898:LAnne Sociologique), y delprimer departamento de sociologa en una universidad (Universidad de Chicago, 1893).

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    Comencemos con la perspectiva histrica en la que se destaca, como queda

    dicho, la sucesin de los grandes temas sociolgicos en relacin con las tres

    dimensiones sealadas.

    En su fase clsica, la sociologa estuvo dominada por tres tpicos bsicos: la

    evolucin, el progreso y la ciencia. La cosmologa social era la de un mundo en

    evolucin permanente, y desde esta perspectiva la problemtica de los orgenes de las

    realidades sociales ocupaba un lugar central en la preocupacin de los socilogos, de

    Durkheim a Weber, pasando por el sueco-filands Edward Westermarck. De aqu la

    obsesin por estudiar las formas ms simples y primitivas de los fenmenos sociales,

    como la religin en Durkheim, no por simple curiosidad histrica, sino como medio

    para explicar sus formas ms complejas y evolucionadas en el presente.

    Por eso los conceptos claves de los fundadores de la sociologa estaban ligados a

    la evolucin en el tiempo, desde la teora de los tres estadios de Comte hasta la serie

    de dadas evolucionistas, comostatusy contrato, sociedad militar y sociedad industrial,

    Gemeinschafty Gesellschaft, solidaridad orgnica y mecnica, dominacin tradicional y

    racional, y as por el estilo.

    La evolucin histrica tena una direccin evaluativa: marchaba hacia el

    progreso. Y la tarea mayor de la sociologa era alinearse con esa direccionalidad y

    contribuir a acelerarla. Y esto a pesar de que Weber tuviera ideas ms sombras sobre

    dicho progreso que los padres fundadores americanos.

    El modo de conocimiento apropiado era la ciencia, que en alemn

    (Wissenschaft) evoca la idea de erudicin acadmica. Y es precisamente en Alemania

    donde se elabora una especificacin ulterior de la ciencia en trminos de la dicotoma:

    ciencias naturales / ciencias del espritu (Geisteswissenschaften, i.e., ciencias

    culturales). Esta dicotoma constituye, como sabemos, el transfondo de los escritos

    metodolgicos de Max Weber.El evolucionismo perdi su atractivo en las trincheras de la primera guerra

    mundial, y en su lugar entr en escena, tanto en sociologa como en antropologa, una

    cosmologa diferente: la estructura de la realidad social, ms que su evolucin. Y la

    direccionalidad era la contribucin de los elementos estructurales al orden funcional.

    La ciencia sigue siendo el modo incuestionado de conocimiento, pero se

    convierte tambin en objeto de anlisis estructural-funcional. Eran los tiempos de

    Talcott Parsons, de Robert Merton, de Bronislaw Malinowski, de A.R. Radcliffe-Brown y de Claude Lvi-Strauss.

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    Entre 1950 y 1960 puede observarse un retorno efmero del evolucionismo bajo

    el concepto de modernizacin, que es muy similar al evolucionismo sociolgico clsico,

    pero disociado de su obsesin por los orgenes. El foco de atencin era ms bien la

    evolucin actualmente en curso, como puede observarse en el opusmagnumde Willam

    Goode (1963) sobre la familia, donde se enfatiza su evolucin mundial hacia cierto

    tipo de familia conyugal por efecto de la industrializacin y de la urbanizacin.

    Pero muy pronto surge una oposicin tanto al estructuralismo como al

    funcionalismo: los marxistas y los feministas se ocupan de la estructura del capitalismo

    y de las relaciones de gnero, respectivamente. Ellos tambin disciernen una

    direccionalidad social hacia un futuro mejor, pero reclaman un mejor conocimiento de

    las estructuras y de la naturaleza de esa direccionalidad. En efecto, las estructuras se

    conciben como contradictorias y generadoras de antagonismo entre explotadores y

    explotados, entre opresores y oprimidos, mientras que la marcha hacia un futuro mejor

    se considera como discontinua, ya que tiene que pasar por una ruptura. En cuanto al

    conocimiento cientfico, cae un poco de su pedestal acadmico, ya que incluye tambin

    la toma de conciencia a partir de la prctica y el ascenso de la conciencia poltica.

    En nuestros tiempos y con esto entramos a la dcada de los noventas la

    cosmologa social dominante es muy diferente de las que prevalecieron en la primera

    centuria de la sociologa. Los temas de estrategiay contingenciahan venido a sustituir

    a los de evolucin y progreso, a los de estructura y orden funcional y a los de estructura

    contradictoria y emancipacin.

    As, por ejemplo, en su estudio sobre la familia en Bearn, Bourdieu concibe el

    matrimonio como una estrategia que forma parte de un sistema de estrategias de

    reproduccin de las familias, como son las estrategias de fertilidad, de educacin, de

    ahorro familiar, etc. Therborn incluye bajo esta misma rbrica cosmolgica, la obra

    de Anthony Giddens y de Jrgen Habermas.Por lo general, el resultado de estas estrategias en los ms diversos campos se

    concibe como contingente, es decir, como desprovisto de una direccin particular.

    Therborn nos remite aqu a los tericos de la modernidad reflexiva, como el propio

    Giddens, Ulrich Beck y S. Lasch. En efecto, para estos autores la direccin de nuestra

    propia poca es incierta, ambigua y riesgosa. Y de hecho, muchas modernidades son

    posibles, como dice Beck. Lo que ahora predomina es una concepcin post-

    desarrollista del cambio, esto es, una concepcin no direccional del mismo. Incluso laidea misma de cambio parece evaporarse cuando se afirma que la sociedad se encuentra

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    en perpetuo movimiento y como inmersa en un estado de fluidez continua y sin

    contornos fijos.

    Por lo que toca a la ciencia, sta parece haber perdido el aura que la rodeaba en

    tiempos de los clsicos. Los modos cientficos de conocimiento - al menos en sus

    formas positivistas - han sido drsticamente devaluadas en la teora sociolgica

    contempornea, particularmente en el mbito anglosajn. En antropologa se observa

    una tendencia similar, como lo comprueba la llamada antropologa postmoderna

    (James Clifford y Marcus). Bourdieu es una de las pocas figuras que siguen afirmando

    el carcter rigurosamente cientfico de la empresa sociolgica, sin temor a ser tildado de

    positivista o cientista8.

    La interpretacin y el discurso argumentado (como modo de explicacin)

    parecen ser los modelos predominantes de conocimiento en la sociologa

    contempornea. Jeffrey Alexander, por ejemplo, afirma que el discurso se ha

    convertido en una actividad disciplinaria en cuanto medio de explicacin. Se entiende

    aqu por discurso el arte de presentar una argumentacin plausible o de narrar una

    historia convincente.

    Deben situarse en esta perspectiva de interpretacin y discurso los diferentes

    marbetes inventados por los socilogos para dar sentido al mundo contemporneo.

    Vivimos en la post-modernidad, o quizs en la segunda (o tercera) modernidad, o ms

    bien en una sociedad de riesgo o tal vez en una sociedad vivencial

    (Erlebnisgesellschaft, event-society?. El repertorio de las posibles etiquetas para

    conferir sentido al mundo de hoy es inagotable.

    Por lo que toca al futuro, las preocupaciones hoy predominantes respecto a los

    actores y sus estrategias posiblemente estn llamadas a cambiar al entrar en esta

    segunda centuria de la sociologa. En efecto, la problemtica estructura-agency ha sido

    inventada por los anti-estructuralistas y resuelta, consecuentemente, a favor del agente ysus estrategias, por lo general al margen de todo condicionamiento estructural o

    sistmico. Este enfoque unilateral report algunas ventajas, pero a costa de grandes

    costos. Por eso Therborn cree que en el futuro las investigaciones se centrarn ms en

    actores-insertos-en-sistemas (actors-in-system), atribuyendo a sus opciones y estrategias

    tendencias hacia algunas direcciones, pero tambin inercias y resistencias hacia otras.

    8 En efecto, su proyecto apunta a una ciencia general de la economa de las prcticas, que no debe

    limitarse arbitrariamente a las prcticas socialmente reconocidas como econmicas, puesto que debeesforzarse por captar todas las formas de capital y descubrir las leyes que regulan su conversin de unaforma de capital a otra.

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    Este enfoque presupone que los sistemas tienden a situar a los actores dentro de un

    juego de posiciones diferenciales, pero sin cancelar la posibilidad de movilidad

    individual ni de modificacin colectiva. Nuestro autor recomienda recurrir a las teoras

    de Bourdieu o al sistemismo de Niklas Luhman para apoyar este modo de ver las cosas.

    Por lo que toca a la concepcin hoy prevalecientelente del conocimiento, con su

    polmica defensiva en torno a las diferencias entre sociologa y ciencias naturales o en

    torno a la concepcin post-positivista de estas ltimas, Therborn piensa que perder

    todo inters en el futuro. Tarde o temprano dice -, se plantearn preguntas ms

    difciles, como, por ejemplo: cmo puede compararse la sociologa como ciencia social

    con la ciencia poltica y la economa?; la sociologa puede contribuir de modo

    especfico a los estudios culturales?; cul es la diferencia positiva entre un estudio

    sociolgico, un talkshow televisivo, un periodismo de investigacin y una novela (o

    teatro) de tema social?; tiene algn valor aadido la investigacin sociolgica cuando

    se la compara con las investigaciones que realizan las oficinas de estadsticas, las

    empresas de sondeos de opinin, los especialistas en mercadotecnia y los consultores de

    toda especie?. Therborn compendia su revisin de la sucesin histrica de los grandes

    temas sociolgicos en el siguiente cuadro:

    1900

    1950

    1975

    2000

    20XX?

    Cosmologa social Direccin social

    Evolucin (emergente)

    Estructura

    Estructura antagnica

    Estrategias

    Actores en sistemas

    Progreso

    Orden funcional

    Emancipacin

    Contingencia

    tendencias

    Modo de cognicin

    Ciencia

    Ciencia

    Conocimiento cientfico

    Comprensin y discurso

    Erudicin acadmica

    Cien aos de tpicos bsicos en la sociologa

    Pasemos ahora a lo que Therborn llama espacios de identidad sociolgica.

    Segn nuestro autor, la prctica de la sociologa tiene una triple colocacin espacial. Por

    un lado est el espacio institucional de la academia, con sus disciplinas, inter-disciplinasy no-disciplinas. Por otro, el espacio de la prctica y del desempeo de un rol. Y por

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    ltimo, el de la imaginacin y la investigacin, que delimita el horizonte de la mirada

    disciplinaria y el rea donde se aplica el poder de la imaginacin y las herramientas de

    la disciplina.

    Cmo se colocan los practicantes y los estudiantes de sociologa en el espacio

    institucional y disciplinario?

    Dentro de la Asociacin Alemana de Sociologa, Max Weber, Georges Simmel

    y sus colegas no vean a la sociologa como una disciplina claramente delimitada, sino

    ms bien como una perspectiva de estudios sociales. La patria acadmica de Weber

    era la economa, y la de Simmel, la filosofa. Slo secundariamente se vean a s

    mismos como socilogos. Durkheim y su crculo, en cambio, se sitan como socilogos

    dentro de un territorio disciplinario de contenido claro y de contornos bien definidos. El

    mapa de este territorio aparece diseado a travs de las rbricas que organizan el

    contenido temtico de LAnne Sociologique, desde su primer nmero. Therborn lo

    compara con el que se delinea en el vol. 28, n 1 y 2 de la revista Contemporary

    Sociology, aparecido en 1999, con lo que queda de manifiesto la enorme extensin y

    diversificacin que ha experimentado el territorio de la sociologa desde los tiempos de

    Durkheim. Su contenido se define variablemente segn los departamentos y las

    agrupaciones de departamentos. Sus adyacencias pueden incluir o no, digamos,

    ciencias polticas, economa, estudios literarios, filosofa, trabajo social, historia y

    psicologa.

    La hiptesis subyacente es la de que la autocolocacin de los socilogos en un

    determinado territorio disciplinario y la definicin de lo que les es propio, slo prximo

    o totalmente ajeno, afecta la prctica de la sociologa, sus estndares, sus aspiraciones y

    sus recursos cognitivos.

    Un segundo espacio a ser considerado es el de las prcticas habituales de los

    socilogos. Estas prcticas estn sujetas a tensiones y conflictos, porque se sitan amedio camino entre dos polos: las humanidades y la ciencia (segn la variedad de sus

    definiciones). Pero tambin se encuentran a medio camino entre dos roles intelectuales

    diferentes que implican relaciones sociales tambin diferentes: el del cientfico

    predominantemente orientado hacia sus pares (y superiores) acadmicos; y el del

    intelectual cvico que se dirige predominantemente a una audiencia social ms amplia y

    aspira, por ejemplo, a adquirir cierta celebridad meditica. De donde surgen dos

    cuestiones fundamentales que afectan la identidad del socilogo: quin soy o deboser?; y a quin debo hablar? El siguiente diagrama ilustra esta configuracin espacial:

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    Artes/Humanidades

    Publico

    Ciencia

    Academia

    El escenario de la prctica sociolgica

    Tal sera el espacio donde se juega la identidad de rol de los socilogos y sus

    crisis peridicas. Las posiciones pueden variar y de hecho han variado entre los

    cuatro polos sealados segn las diferentes tradiciones nacionales, universitarias odepartamentales en relacin con la disciplina. De aqu las tensiones y conflictos

    inherentes a la sociologa tal como hoy existe.

    Pero existe otro desafo proveniente de afuera que tambin pone en cuestin la

    identidad de rol del socilogo. En nuestros das, las oficinas de estadsticas, los

    ministerios del gobierno, los grandes municipios, las corporaciones, las ONGs, las

    empresas de sondeos de opinin, los peridicos y los medios audiovisuales generan una

    inmensa cantidad de informacin sobre la sociedad., usurpando en cierto modo el papel

    que tradicionalmente se atribua a los socilogos y dems cientficos sociales. Para

    Therborn, una salida posible consiste establecer una distincin neta entre informacin y

    conocimiento. Este ltimo connota una visin profunda y sistematizada de las cosas,

    que slo se adquiere mediante el aprendizaje y el entrenamiento escolar, y va

    madurando con la edad y la experiencia profesional. En contraste, la

    informacinconnota la acumulacin asistemtica de saberes puntuales que resultan

    del simple hecho de formular preguntas adecuadas a las personas adecuadas.

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    Lo malo est en que el conocimiento, entendido como se ha definido arriba,

    tiende a ser drsticamente devaluado no slo por las agencias del gobierno, sino tambin

    por las burocracias universitarias, debido a que la eficacia de la propia universidad

    tiende a ser medida slo por la cantidad de informacin til que es capaz de generar.

    Pero, en realidad, frente a la proliferacin de instituciones extra-universitarias en

    bsqueda de informacin, la nica ventaja competitiva de la academia radica en su

    capacidad de generar conocimiento, y no slo informacin.

    Existe, por ltimo, el espacio de la imaginacin y de la investigacin

    sociolgicas. En la sociologa clsica, este espacio era el del universo social del gnero

    humano, considerado como una totalidad nica, aunque con diferentes grados de

    evolucin y de estratificacin social. Esta preocupacin universalista suyace a la teora

    de los tres estadios de Comte, a las dadas evolucionistas de sus sucesores y a la

    bsqueda durkheimiana de lo simple y elemental como medio de explicacin del

    hombre de hoy. Dgase lo mismo de Max Weber, para quien la historia universal tiene

    por tarea explicar por qu slo en Occidente lleg a madurar el racionalismo universal

    que gener significados y valores tambin universales.

    Del universalismo la sociologa pasa al particularismo que se interesa

    principalmente por lo local. El descubrimiento de lo local se produce por dos vas: la de

    la antropologa, que se ocupa de las comunidades locales primitivas particularmente a

    partir de la primera guerra mundial (Frazer, Malinowski); y la de la escuela de Chicago,

    que estudia los barrios y los centros de las ciudades americanas.

    A partir de la segunda guerra mundial, se impone a la atencin de los socilogos

    lo nacional. Con el apoyo de los gobiernos, de los organismos de inteligencia y hasta

    del ejrcito, se desarrollan nuevos mtodos de investigacin de alcance nacional, como

    las encuestas basadas en muestras representativas (nacional sample survey) que

    permiten a los socilogos obtener informacin sobre la opinin pblica y el estado dela nacin. La agenda neo-evolucionista de la teora de la modernizacin - que surge

    en esta poca tambin implica una concepcin nacional del espacio social, ya que su

    puesta en marcha tena que realizarse forzosamente a escala nacional-estatal por ms de

    que se la concibiera como un proceso de alcance universal.

    Al final de la primera centuria de la sociologa, estamos entrando en un nuevo

    espacio de imaginacin y de investigacin: lo global. El inters actual por lo global

    difiere de la preocupacin universalista de los clsicos porque su punto de partida noradica ya en supuestas generalidades inherentes al gnero humano, sino en la presencia

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    de una conectividad e intercomunicacin de alcance global. Se trata de una ruptura

    decisiva con la perspectiva eurocntrica de los clsicos, ya que la nueva sociologa

    global aparta la imaginacin y la investigacin de la nacin y del espacio nord-

    atlntico, para centrarlas sobre un cosmos global en el que ya no existen puestos de

    observacin privilegiados ni tiempo absoluto. De aqu el surgimiento, en el campo de

    las ciencias sociales, de redes globales de investigacin y de encuestas multi-

    continentales 9.

    Local Nacional

    Universal Global

    El espacio de la imaginacin sociolgica y de la investigacin

    En la parte final de su artculo, Gran Therborn aborda el problema de cmo

    registrar y sistematizar el rico legado de la sociologa en su primera centuria, dada la

    enorme extensin de los campos explorados y la inexistencia de un paradigma comn.

    El autor presenta su respuesta en dos pasos.

    En primer lugar, si bien no existe una teora sociolgica general capaz de

    sistematizar dicho legado, por lo menos se puede afirmar que hay una manera

    tpicamente sociolgica de abordar la vida social. En efecto, contrariamente a lo quehacen los economistas, los socilogos y, por extensin, los antroplogos y la mayor

    parte de los politiclogos parten de la presuposicin de que la diversidad de los

    actores y de los sistemas sociales que operan en un determinado contexto espacio-

    temporal generan tendencias y lgicas diferentes que orientan la accin en un

    determinado sentido. En la perspectiva socio-antropolgica la accin social vara,

    porque varan los actores en cuanto a su peso histrico-cultural, su posicin en el

    sistema social y los recursos materiales y simblicos de que disponen.

    9 Therborn cita como ejemplo el World Values Surveydirigido por Inglehart en los ochentas.

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    En segundo lugar, y sin salirse del marco anterior, es posible registrar la

    acumulacin de los aportes y de las innovaciones en torno a determinados nudos del

    conocimiento sociolgico constituidos a partir de tres preguntas bsicas relativas a la

    formacin y a la dinmica de los actores y de los sistemas sociales:

    1) Se han producido nuevos conocimientos acerca de problemas yaplanteados relativos a la formacin y a la dinmica de los actores y de los

    sistemas sociales, as como a la dinmica de la accin y de las tendencias

    sistmicas?

    2) Se han producido nuevos conocimientos con respecto a problemasanteriormente no planteados en torno a la formacin y / o dinmica de los

    actores y sistemas sociales?

    3) Se han producido nuevos conocimientos relativos a nuevos fenmenos, onuevas respuestas a nuevas cuestiones surgidas en torno a la accin y los

    sistemas sociales?

    Actores

    Sistemas sociales

    Formacin

    1

    3

    Dinmicas de

    2

    4

    Cuatro nodos del conocimiento sociolgico

    Gran Therborn opina que es posible responder positivamente a todas estas

    cuestiones, y aduce varios ejemplos a este respecto. Ello indica termina diciendo el

    autor que, ms all de las oscilaciones coyunturales de las cosmologas y de las

    epistemologas, y ms all de la variacin de posiciones en los espacios de identidad, la

    sociologa ha producido un legado centenario que en la entrada a la segunda centuria

    ms vale proteger y conservar.

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    3.- EL ADVENIMIENTO DE LA SOCIOLOGA

    GLOBAL

    Uno de los hechos ms significativos y relevantes en el campo de las ciencias

    sociales ha sido la emergencia de la llamada sociologa global. Acabamos de ver que,

    segn Gran Therborn, lo global es la ltima deriva de la sociologa, despus de haber

    errado entre lo local, lo nacional y lo universal.

    Y, en efecto, a comienzos del nuevo milenio no slo se han multiplicado las

    antologas de textos sociolgicos sobre la globalizacin (cf. Held & McGrew, 2000;

    Lechner and Boli, 2000), sino tambin las monografas introductorias sobre el mismo

    tema (v.g. Scholte, 2000) y ms recientemente todava una serie de textbooks de notablecalidad (v.g., Cohen and Kennedy, 2000; Held, 2000) bajo la rbrica expresa de global

    sociology.

    Una sociologa global es una sociologa que asume la globalidad y la vida social

    humana en el planeta como un problema serio. Por lo tanto difiere, como ya se ha dicho

    ms arriba, de una sociologa meramente universalista, como era la de los clsicos.

    El primer captulo de una sociologa global tiene que debatir obligadamente los

    diferentes sentidos del trmino globalizacin. En efecto, existe un amplio consensoentre los ms diferentes autores sobre el carcter ambiguo y nebuloso del trmino en

    cuestin. Ya vimos ms arriba que Wallerstein se niega a conferirle validez como

    concepto analtico, y apenas lo acepta como sntoma de una vaga percepcin de que

    algo nuevo est emergiendo.

    En efecto, se ha dicho que la globalizacin es en gran medida una globalizacin

    imaginada (Garca Canclini, 1999). Pese a su aparente evidencia y a su enorme difusin

    en el mbito de la poltica, de la academia, de las empresas, de la publicidad y de lamercadotecnia, no existe en el campo de las ciencias sociales y polticas el ms mnimo

    consenso sobre la naturaleza, el significado y el alcance del referido trmino. Las

    opiniones a este respecto varan entre dos polos contrapuestos: por un lado estn los que

    consideran a la globalizacin como la gran novedad de nuestro tiempo, como un nuevo

    orden mundial de naturaleza predominantemente econmica y tecnolgica que se va

    imponiendo inexorablemente en el mundo entero con la lgica de un sistema

    autorregulado frente al cual no caben alternativas; y por otro lado estn los que la

    consideran como el gran clichde nuestro tiempo (the clich of our times), como un

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    espejismo o como un mito (un mito necesario, dicen Hirst y Thompson en una obra

    reciente) 10. En un extremo estn entonces los globalistas y los hiperglobalistas, y

    en el otro los escpticos, siguiendo una tipologa propuesta recientemente por Sigrid

    Arzt (2001). Y entre ambos pueden situarse una amplia variedad de posiciones

    intermedias.

    En una monografa reciente, Jan Aart Scholte (2000, 5) pasa revista a los

    mltiples significados del trmino en cuestin y selecciona cinco de entre ellos que, si

    bien suelen superponerse frecuentemente, comportan en realidad nfasis muy diferentes.

    1) En un primer sentido, la globalizacin sera equivalente a

    internacionalizacin y denotara el incremento exponencial del intercambio

    internacional y de la interdependencia entre todos los pases del orbe. Por lo mismo

    sera un trmino redundante, ya que bastara el lenguaje de las relaciones

    internacionales para referirse al mismo fenmeno.

    2) En un segundo sentido, la globalizacin sera lo mismo que liberalizacin, e

    implicara el proceso de supresin gradual, por parte de la mayora de los gobiernos, de

    todas las restricciones y barreras que entorpecen el libre flujo financiero y comercial,

    con el fin de favorecer la integracin econmica internacional. Pero tambin en esta

    perspectiva el concepto sigue siendo redundante, porque ya existe desde la poca de los

    economistas clsicos el vocabulario del libre comercio y del libre mercado (free trade)

    para designar este proceso.

    3) En un tercer sentido, el trmino globalizacin se emplea como sinnimo de

    universalizacin. En esta perspectiva lo global sera simplemente todo lo que tiene un

    alcance o una vigencia mundial, (como los derechos humanos, las religiones mundiales,

    el calendario gregoriano o el uso del automvil), y la globalizacin sera el proceso de

    difusin de objetos y experiencias en todos los rincones del mundo. Por lo tanto,

    tambin aqu el trmino en cuestin resulta redundante.4) La globalizacin tambin se emplea, y es su cuarto sentido, como equivalente

    a occidentalizacin o modernizacinprincipalmente en su versin norteamericana. Por

    lo tanto denotara la dinmica por la cual las estructuras sociales de la modernidad

    (capitalismo, racionalismo, industrialismo, burocratismo, etc.) se expanden por todo el

    mundo, destruyendo a su paso las culturas pre-existentes y la autodeterminacin local

    (Scholte, 2000, 16). Este suele ser el sentido implcito del trmino globalizacin en el

    10 Hirst y Thompson, 1999.

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    discurso zapatista, y es tambin el sentido que subyace a expresiones como

    macdonaldizacin o imperialismo de Hollywood. La globalizacin no es otra cosa

    sino lo que en el Tercer mundo hemos llamado durante varias centurias colonizacin,

    dice Martin Khor (citado por Scholte, 2000, 16). Como se echa de ver fcilmente,

    tambin aqu el trmino en cuestin resulta intil y redundante.

    5) El ltimo sentido registrado por Scholte y que l mismo reelabora por su

    cuenta es el ms interesante, porque remite a un fenmeno realmente nuevo que no se

    registra en las acepciones precedentes. En este caso se entiende por globalizacin el

    proceso de desterritorializacinde sectores muy importantes de las relaciones sociales a

    nivel mundial, o como prefiere Scholte con toda razn, la proliferacin de relaciones

    supraterritoriales, es decir, de flujos, redes y transacciones disociados de toda lgica

    territorial, es decir, no sometidos a las constricciones propias de las distancias

    territoriales y de la localizacin en espacios delimitados por fronteras 11. Tal es el caso,

    por ejemplo, de los flujos financieros, de la movilidad de los capitales, de las

    telecomunicaciones y de los medios electrnicos de comunicacin.

    Uno de los mayores tericos de la globalizacin, entendida en el ltimo sentido,

    es el socilogo cataln Manuel Castells, quien figura tambin entre los colaboradores

    de la edicin del milenio de la British Journal of Sociology 12. No falta quien lo

    considere como el Marx de la globalizacin a raz de la publicacin de su reciente

    triloga intituladaLa era de la informacin. Economa, sociedad y cultura (2000).

    En su artculo, Castells da por descontado que la tarea prioritaria de la sociologa

    a la entrada del nuevo milenio es el estudio y el anlisis de las grandes transformaciones

    morfolgicas y estructurales que afectan hoy a la mayor parte de las sociedades. Estas

    transformaciones se resumen en la emergencia de un nuevo tipo de estructura social: la

    sociedad de redes (network society). La contribucin de Castells consiste

    precisamente en la propuesta de un paradigma terico para analizar este tipo desociedad. Este paradigma est fundado, segn el autor, en una gran masa de datos

    empricos, pero debe considerarse como provisorio y en proceso de elaboracin, esto es,

    como work in progress.

    Los componentes fundamentales de la sociedad de redes seran los siguientes:

    11 En este sentido suele hablarse de la compresin del tiempo y del espacio (Harvey, 1989) como una

    caracterstica fundamental de la globalizacin.12 Op.cit.,pp. 5-24

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    1) Un nuevo paradigma tecnolgico centrado en tecnologas deinformacin / comunicacin basadas en la micro-electrnica y en la

    ingeniera.

    2) Una nueva economa caracterizada por tres rasgos centrales:- es informacional, por su capacidad de generar conocimientos e

    informacin sobre procesos de produccin, gestin y organizacin

    que acrecientan su competitividad;

    - es global, en el sentido de que sus actividades principales yestratgicas tienen la capacidad de funcionar como una unidad a

    escala planetaria y en tiempo real;

    - es de carcter reticular, esto es, est organizada en forma de redes defirmas y de segmentos de firmas. Lo que quiere decir que las grandes

    corporaciones estn descentralizadas en forma de redes.

    Esta nueva economa, afirma Castells, sigue siendo capitalista: Por primera vez

    en la historia todo el planeta se ha vuelto capitalista, excepto Corea del Norte. Pero

    ha transformado profundamente la naturaleza del trabajo y del empleo, introduciendo,

    por ejemplo, la figura del trabajo flexible. Por eso los elementos claves del nuevo

    mercado de trabajo son: el trabajo temporal o de medio tiempo, los arreglos laborales

    informales o semi-formales, y la implacable mobilidad ocupacional.

    3) Una nueva cultura organizada primariamente en torno a un sistemaintegrado de medios de comunicacin electrnica, que introduce un

    patrn similar de reticulacin, flexibilidad y comunicacin simblica

    efmera. Esta nueva cultura ha afectado el modo de hacer poltica. En

    casi todos los pases, los mediase han convertido en espacios de de la

    competencia poltica haciendo indispensable el llamado marketing

    poltico.4) Un nuevo tipo de Estado dramticamente transformado, con soberana

    acotada y legitimidad minada por la corrupcin, los escndalos y la

    dependencia excesiva de los medios electrnicos de comunicacin. Ya

    no se trata del clsico Estado-nacin, sino de un Estado de redes

    (network State), ya que est constituido por una compleja red de

    distribucin del poder. La propia naturaleza del poder ha cambiado.

    En efecto, antes el poder se ejerca a travs de una jerarqua de

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    centros. Ahora bien, la red disuelve los centros y desorganiza las

    jerarquas.

    5) Una redefinicin del tiempo y del espacio, que son los fundamentosmateriales de nuestra vida (compresin del tiempo y del espacio,

    desterritorializacin, etc.)

    Castells insiste en que todas estas transformaciones no pudieron haberse

    producido sin las nuevas tecnologas de informacin / comunicacin. Estas tecnologas

    no son la causa de las transformaciones, pero s su mdium indispensable. En efecto,

    los nuevos procesos son vehiculados por formas de organizacin basadas en redes de

    informacin. Esta observacin da pie para que Castells precise un poco ms la

    naturaleza y la lgica de funcionamiento de las redes.

    Las redes como forma de organizacin no son nuevas en nuestras sociedades. Lo

    que pasa es que las nuevas tecnologas de informacin / comunicacin las han

    potenciado enormemente, hacindolas ms flexibles, ms adaptables al entorno y ms

    eficaces, ya que permiten la coordinacin y la gestin de la complejidad.

    Por definicin, una red tiene nudos, pero no un centro, y tiende a funcionar como

    autmata. Esto quiere decir que los actores sociales pueden decidir y definir sus reglas,

    programas y objetivos, y de hecho podemos observar una intensa lucha entre actores por

    controlar dichas posibilidades de decisin y definicin. Pero una vez establecida o

    instalada la red, los actores se ven obligados a actuar segn su lgica, por ms

    dominantes que sean en trminos de poder y de recursos.

    Una consecuencia de este funcionamiento cuasi-automtico es la imposibilidad

    de destruir una red o una red de redes desde adentro. En efecto, slo es posible hacerlo

    desde afuera, y por cierto de dos modos: a) resistiendo en forma de comunas

    culturales, es decir, en forma de enclaves aislados de carcter religioso,

    fundamentalista, nacional, territorial o tnica; b) construyendo redes alternativas, comointentan hacerlo los ecologistas, las feministas y los movimientos de derechos humanos

    que se comunican por internet.

    En resumen, las redes de informacin / comunicacin constituyen la espina

    dorsal de la sociedad de redes, y han transformado no slo la morfologa, sino tambin

    la estructura social. En efecto, han provocado la transformacin simultnea y sistmica

    de las relaciones de produccin y consumo; de las relaciones de poder; y de las

    fundadas en la experiencia, la intimidad y el sexo. Todo lo cual conduce, en ltimainstancia, a la transformacin de la cultura.

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    Tal es, a grandes rasgos, el paradigma propuesto por Castells para analizar la

    globalizacin. Se trata, como se echa de ver, de una especie de tipo ideal de la sociedad

    de redes. Pero cabe notar que el paradigma tiene tambin cierto transfondo marxista,

    ya que en las definicin previa de los conceptos se habla de modo de produccin, de

    relaciones de produccin y de apropiacin diferencial del excedente o plusvala. Por

    eso nuestro autor afirma que la globalizacin tiene un carcter altamente selectivo,

    desigual y polarizado. Lo cual implica que contiene simultneamente mecanismos de

    inclusin y de exclusin, de integracin y de marginacin..

    Pero el modelo marxista ha sido reconfigurado con la introduccin de

    dimensiones completamente nuevas, como el concepto de modo de desarrollo,

    tomado de Alain Tourraine 13, y el de experiencia, que remite a las relaciones

    subjetivas referidas a la vida afectiva, familiar y sexual.

    4.- LA HISTORIA COMO PUNTO DE CONVERGENCIA DE LAS

    CIENCIAS SOCIALES

    Si en el mbito anglosajn se debate el futuro de la sociologa a la luz de su

    pasado y los desafos que debe enfrentar de cara al nuevo milenio, en Francia, la patria

    de Gastn Bachelard, el debate se centra sobre los fundamentos epistemolgicos de la

    misma. Se trata, por lo tanto, de un debate epistemolgico. Pero lo que se invoca no son

    las epistemologas externas y normativas, elaboradas generalmente por filsofos de la

    ciencia o por tericos del conocimiento (como Karl Popper y Gustav Hempel, por

    ejemplo), sino las epistemologas internas, generalmente analticas y descriptivas,

    derivadas de la reflexin de los propios socilogos sobre los fundamentos lgicos y la

    validez de sus prcticas investigativas. En efecto, los socilogos aborrecen la pretensin

    de los filsofos (analticos) de prescribirles desde afuera la manera en que tendran que

    trabajar en nombre de supuestas reglas universales del mtodo cientfico (Gerard-Varet

    y Passeron, 1994).

    Pues bien, el debate interno sobre el estatuto epistemolgico de la sociologa se

    desata en Francia a raz de la aparicin de la obra fundamental de Jean-Claude Passeron

    Le raisonnement sociologique (1991), que fue precedida y casi orquestada por una serie

    de seminarios sobre el principio de racionalidad en el conocimiento de las acciones

    humanas en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Pars entre 1988 y

    13Castells define el modo de desarrollo del siguiente modo: la compaginacin tecnolgica a travs dela cual los humanos actan sobre la naturaleza, sobre s mismos y sobre sussemejantes.

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    1991 14 Se trata de una obra que recoge y reelabora los materiales de la tesis de

    doctorado de Estado del mismo autor sobre los conceptos y el vocabulario empleados

    por la sociologa (Les mots de la sociologie).

    Esta obra cae como una buena noticia en el momento ms oportuno, en medio

    del malestar difuso y de la atmsfera de crisis que pareca rodear a las ciencias sociales

    debido a la convergencia de mltiples factores, entre los cuales cabe sealar los

    siguientes:

    - los fracasos de los grandes paradigmas que pretendan unificar a las ciencias

    sociales, como el marxismo, el estructuralismo, el estructural-funcionalismo, la escuela

    de losAnnales, etc.;

    - la espectacular proliferacin de las especializaciones que parecan conducir a

    las ciencias sociales a un proceso incontenible de atomizacin centrfuga;

    - la acusacin de impostura lanzada contra las ciencias sociales por los

    filsofos positivistas de las ciencias;

    - la anarqua epistemolgica introducida por el desconstruccionismo de

    Derrida, de moda en Europa, desencadenando lo que se ha dado en llamar la primera

    gran crisis de la razn.

    La preocupacin fundamental de Passeron que, como vimos, es tambin la de

    Goran Therborn e I. Wallerstein es la reunificacin de las ciencias sociales, y nuestro

    autor cree encontrar un punto de convergencia entre ellas en la historiaentendida no

    como una disciplina particular, sino como un campo de conocimientos que parece

    compartir con las primeras el mismo objeto de estudio y, por va de consecuencia, el

    mismo campo epistemolgico.

    La bsqueda de una convergencia con la historia no es nueva en sociologa, y

    podemos rastrearla desde sus mismos orgenes. Wallerstein (1995, 21) cita a este

    respecto un texto notable de Durkheim en el prefacio que escribi para el primernmero deLAne sociologique:

    Pero nuestra empresa puede ser til tambin en otro sentido: puedeservir para acercar a la sociologa algunas ciencias que se encuentrandemasiado separadas, por desgracia para ellas y para nosotros.Pensamos, sobre todo, en la historia. Incluso hoy son pocos loshistoriadores que se interesan por las investigaciones sociolgicas y lasconsideran de inters [] Servimos a la causa de la historia al llevar alhistoriador a sobrepasar su habitual punto de vista, a extender su mirada

    14Los resultados de estos seminarios fueron recogidos en el volumen colectivoLe modle et la enqute,editado por Grard Varet y el mismo Passeron en 1995.

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    ms all del pas y del periodo que se propone estudiar, a preocuparse decuestiones generales que se desprenden de los hechos particulares queobserva. Pero tan pronto como la historia compara, se vuelveindistinguible de la sociologa. Por otro lado, la sociologa no slo no

    puede prescindir de la historia, sino que necesita a los historiadores que

    sean a su vez socilogos. Mientras la sociologa se introduzca como unaextraa en el campo de la historia para servirse, por as decirlo, de losdatos que le interesan, no podr ms que examinarlos superficialmente[] Por tanto, lejos de ser antagonistas, estas dos disciplinas tienden,naturalmente, la una hacia la otra

    Este proyecto de convergencia se ha mantenido constante en la escuela

    durkheimiana, como lo demuestra la polmica entre el socilogo Franois Simiand y el

    historiador Ch, Seignobos a comienzos del siglo veinte 15. Del lado de los historiadores,

    sabemos que este mismo proyecto fue asumido por la escuela de los Annales,particularmente por Fernand Braudel (1999) y por Marc Bloch, cuyo libro La sociedad

    feudal ha sido considerado como uno de los ms importantes trabajos sociolgicos del

    siglo veinte 16.

    Como se ha visto ms arriba, tambin Wallerstein comparte la idea de que la

    reunificacin de las ciencias sociales slo puede realizarse sobre la base de lo que l

    llama ciencia social histrica. Y en una de sus cartas como Presidente de la

    Asociacin Internacional de Sociologa, afirma estar de acuerdo con Dukheim cuandoafirma que tan pronto como la historia compara, se vuelve indistinguible de la

    sociologa:

    Personalmente estoy de acuerdo con Dukheim. Slo que no me puedoimaginar que un anlisis sociolgico sea vlido sin colocar todos losdatos plenamente en su contexto histrico, por eso no puedo imaginarque sea posible hacer un anlisis histrico sin utilizar el aparatoconceptual que hemos llegado a llamar sociologa. Pero si as es, hayalgn lugar para dos disciplinas separadas? Esto me parece una de las

    principales cuestiones en la discusin sobre el futuro de la sociologa yde las ciencias sociales en su conjunto en el siglo veintiuno.(Wallerstein, 1995, 23-25).

    Podramos citar en esta misma lnea a Pierre Bourdieu, cuya originalidad

    profunda radica, para muchos, en su relacin y contribucin constante a la historia

    15 El motivo de la polmica fue la pretensin de Simiand de imponer a los historiadores como modeloprescriptito las reglas del mtodo sociolgico elaboradas por Durkheim.16 El propio Bloch era muy conciente de la naturaleza sociolgica de su investigacin histrica. Por

    ejemplo, dice en su libro: He intentado , sin duda por primera vez, analizar un tipo de estructura social,con todas sus conexiones. Probablemente no lo haya conseguido. Pero me parece que vala la penarealizar el esfuerzo; y eso es lo que hace que el libro sea interesante (citado por Wallerstein, 1995, 23).

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    (historia social, historia de las prcticas culturales, historia de la poltica y del Estado).

    Segn Christofe Charle y Daniel Roche (Le Monde, 05.02.02), basta seguir la lnea

    editorial de la revista fundada y animada por Bourdieu, Actes de la Recherche,

    interrogar sus obras, artculos y conferencias, e interpretar incluso sus intervenciones

    polticas para descubrir el hilo rojo de una sociologa a la vez antropolgica e histrica.

    El proyecto de Actes de la Recherche habra sido precisamente el de cancelar las

    separaciones acadmicas entre las ciencias sociales heredadas del pasado:

    Puedo decir que uno de mis combates ms constantes, particularmentea travs de Actes de la Recherche en Sciences Sociales, se orienta afavorecer la emergencia de una ciencia social unificada, en la que lahistoria sera una sociologa histrica del pasado y la sociologa unahistoria social del presente

    La originalidad de Jean-Claude Passeron radica en haber renovado y

    profundizado brillantemente el viejo tema de la convergencia entre historia y sociologa,

    mediante una argumentacin novedosa apoyada en el anlisis meticuloso del discurso y

    del vocabulario de la sociologa.

    En efecto, la tesis fundamental de Passeron postula que el conjunto de las

    ciencias sociales que l denomina simplemente sociologa siguiendo la tradicin de la

    escuela francesa se inscribe en el campo de las ciencias histricas, debidoa que su

    objeto propio, que son los hechos sociales, no puede disociarse de un determinado

    contexto espacio-temporal. Lo que equivale a decir que el material de observacin de

    los cientficos sociales no es diferente del asumido por el historiador como objeto de

    narracin. Dicho de otro modo, los fenmenos propios del mundo histrico revisten

    una propiedad que los distingue radicalmente de otros fenmenos empricos, como los

    estudiados por las ciencias de la materia y de la vida: nunca pueden desprenderse del

    todo de un determinado contexto 17ste puede ser de mayor o menor amplitud (micro-

    contextos, reas de civilizacin, largos periodos histricos, etc.), pero siempre estarpresente, al menos de modo implcito, en cualquier descripcin o teorizacin de los

    fenmenos histrico-sociales 18. No se trata de una situacin provisoria destinada a ser

    17 Cuando habla de contexto, Passeron no est pensando en una especie de tela de fondo frente a lacual se desarrollaran los eventos histrico-sociales, sino en una obligada inscripcin en el tiempo y en elespacio que sera constitutiva de dichos eventos y de su inteligibilidad. En efecto, para los historiadores lainscripcin de un objeto en un contexto equivale a la puesta en relacin de este objeto con otros objetos,con los cuales el primero est ligado por relaciones de interdependencia. Hay que aadir que un contextonunca es un dato preexistente, sino algo construido como marco de referencia y de pertinencia para la

    interpretacin. Adems, un mismo objeto puede inscribirse simultneamente en varios contextos.18 La disciplina de la historia es, ante todo, la disciplina del contexto ha dicho E. P. Thompson(citado por Boutier y Julia, 1995, 35).

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    superada cuando las ciencias sociales lleguen a su plena maduracin, como suele

    decirse, sino de un rgimen conceptual ligado a la forma de presentacin de los

    fenmenos sociales.

    Lo dicho no quiere decir que la historia y el resto de las ciencias sociales se

    confundan en cuanto disciplinas. Al contrario, por ms de que compartan el mismo

    objeto, se distinguen por sus respectivos regmenes disciplinarios histricamente

    constituidos. As, el discurso de la historia parece haber asumido como propio y

    exclusivo la descripcin de los hechos por referencia explcita a la singularidad

    espacio-temporal de los fenmenos observados. En cambio, las ciencias sociales tienden

    a desbordar lo estrictamente idiogrfico, buscando obtener generalizaciones (siempre

    relativas y acotadas) mediante la comparacin entre contextos bajo uno o varios

    aspectos comparables.

    Podramos indagar todava el por qu de lo que el propio Passeron llama

    propiedad dectica 19 de los hechos sociales, es decir, su referencia obligada a

    circunstancias especficas de lugar y tiempo. Quizs pudiera responderse que el

    contexto, lejos de constituir un simple encuadre o un marco exterior de los fenmenos

    histrico-sociales, los constituye y los define intrnsecamente como tales, sea porque los

    explica (si no en trminos causales, por lo menos como su condicin de posibilidad),

    sea porque permite conferirles determinados significados. Es decir, el contexto

    desempea un doble papel con respecto a los fenmenos histricos: 1) un papel

    explicativo, ya que toda accin o interaccin social se explica no slo por factores

    subjetivos (como la intencin, las motivaciones o las disposiciones de los actores

    sociales), sino tambin por su situacin contextual que funciona como disparador o

    fuerza inhibidora de los mismos (Lahire, 1998, 53 y ss); 2) y un papel hermenutico, ya

    que permite el acceso a las claves de interpretacin o del desciframiento correcto de los

    hechos considerados. El contexto asume el papel de texto social contra el cualpodra interpretarse las partes (Bello, 1979, 178, citado por Olvera Serrano, 1992, 90).

    A ras de vida cotidiana, los propios actores sociales estn habituados a interpretar

    automticamente los acontecimientos que los involucran en funcin de un contexto

    determinado.

    De la tesis fundamental arriba sealada, que describe muy bien el punto de

    convergencia de las diversas disciplinas sociales, se derivan una serie de consecuencias

    19 El trmino dectico suele aplicarse a elementos lingsticos que se refieren a la instancia de laenunciacin y a sus coordenadas espacio-temporales: yo t aqu ahora.

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    que sealan los lmites del conocimiento que ellas pueden proporcionar, no por una

    especie de debilidad congnita de las mismas, sino debido a la naturaleza propia de su

    objeto:

    - la imposibilidad de una teora general acerca de los hechos sociales, o, lo que

    es lo mismo, la pluralidad de los paradigmas como una exigencia normal de los

    mismos, ya que pueden ser abordados desde una pluralidad de perspectivas igualmente

    vlidas, como deca Weber hablando de la historia;

    - la imposibilidad de enunciar leyes generales transhistricas en las ciencias

    sociales, sino slo generalidades contextualizadas resultantes de una comparacin entre

    contextos semejantes bajo algn aspecto;

    - la consecuente imposibilidad de una teora social formulada en trminos

    hipottico-deductivos a partir de universales lgicos, lo que implica, a su vez, la

    imposibilidad de aplicar la contrastacin popperiana como criterio de validez emprica;

    - el recurso a la ejemplificacin sistemtica y programadacomo nico criterio

    de validez emprica ante la imposibilidad de la induccin emprica y de la verificacin

    experimental;

    - el recurso a la argumentacin natural como nico modo de razonamiento ante

    la imposibilidad de emplear un lenguaje total o parcialmente formalizado que permita el

    clculo proposicional a la manera de los lgicos 20;

    - la imposibilidad de argumentar bajo la clusula coeteris paribus, porque

    implicara la posibilidad de seleccionar determinadas variables internas

    desprendindolas de su contexto ms amplio (las variables externas, supuestamente

    estables) 21

    - la naturaleza tipolgica de la mayor parte de los conceptos empleados, que son

    o nombres comunes imperfectos, o semi-nombres propios, ya que frecuentemente

    remiten implcita o explcitamente a determinados individuos histricos: pinsese, porejemplo, en conceptos como feudalismo, fascismo, burguesa, carisma, Iglesia / secta,

    monaquismo, populismo, ascetismo / monaquismo, etc.

    - finalmente, la imposibilidad de recurrir a la metodologa de los modelos, como

    hace la econometra y la teora de los juegos, so pena de convertir las ciencias sociales

    20 Para Passeron, el razonamiento sociolgico es un caso especial de la argumentacin en las cienciassociales.21 Es lo que pretenden hacer, sin poder lograrlo nunca plenamente, las llamadas ciencias sociales

    particulares o autonomizantes, que presumen poder distinguir entre cierto nmero de variablesinternas y un contexto supuestamente invariable que sera el lugar de las variables externas que sesuponen constantes.

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    un entretenimiento puramente formal incapaz de aprehender y comprender los

    fenmenos observados. Segn Passeron, las ciencias sociales son ciencias de encuesta

    y no ciencias del modelo (Grard-Varet y Passeron, 1995, 15 y ss.).

    Los anlisis de Passeron obligan a revisar la clasificacin general de las ciencias

    para consignar el rgimen epistemolgico particular que corresponde a las ciencias

    sociales. stas perteneceran, por supuesto, al mbito de las ciencias empricas, pero no

    de las nomolgicas, como son las ciencias de la materia y de la vida. Nuestro autor

    propone llamarlas ciencias empricas de observacin del mundo histrico, o,

    simplemente, ciencias histricas. Esta nueva clasificacin puede visualizarse en el

    siguiente esquema:

    Clasificacin de las ciencias

    Ciencias

    formales :

    empricas

    matemticas

    de observacin del

    mundo histrico

    fsica, qumica,

    etc.

    nomolgicas

    Ciencias sociales,

    Ciencias del hombre

    historia,

    sociologa,

    antropologa,

    etc.

    (saber tcnico)

    5.- A MODO DE CONCLUSIN

    A lo largo de esta exposicin hemos podido detectar por lo menos tres

    preocupaciones centrales de la sociologa en los umbrales del nuevo milenio que acabade inaugurarse: 1) la necesidad de reunificarse y de recomponerse frente al proceso de

    fragmentacin galopante a la que se ha visto sometida en los ltimos treinta o cuarenta

    aos; 2) la necesidad de abordar las grandes transformaciones econmicas, polticas y

    culturales de nuestro tiempo, subsumidas bajo la rbrica ambigua de globalizacin,

    desbordando el estrecho espacio nacional dentro del cual se haba anidado por mucho

    tiempo el concepto de formacin social; 3) la necesidad de definir su identidad

    epistemolgica, para superar su complejo de inferioridad frente a las ciencias duras y

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    reivindicar el lugar especfico que le corresponde dentro del cuadro general de las

    ciencias, y as poder entablar desde all un dilogo fecundo con todas ellas.

    Una caracterstica comn del debate que hemos intentado resear es la ausencia

    del lenguaje de la crisis. Los socilogos y los cientficos sociales encaran y

    problematizan sus tareas y responsabilidades futuras no a partir de un sentimiento de

    crisis, sino de la percepcin de nuevos desafos. Si la sociologa y, por extensin, el

    resto de las ciencias sociales son capaces de responder a estos nuevos desafos y

    alcanzan a elaborar el instrumental terico-metodolgico requerido para afrontarlos,

    habrn demostrado que su utilidad sigue siendo vital en el mundo contemporneo y que

    su funcionalidad no estaba ligada a la sociedad industrial clsica, ni mucho menos se

    haba agotado con ella.

    Eso s: quizs no hubiramos podido evitar el diagnstico de la crisis si nos

    hubiramos referido tambin, a modo de comparacin y contraste, al estado y la

    prospectiva de las ciencias sociales en Mxico y en Amrica Latina. Pero ste es ya otro

    discurso que no nos habamos propuesto enunciar.

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