El delirio de la seguridad y la sumisión

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    Con el apoyo de:

    El delirio de

    la seguridad yla sumisinRecuento de luchas y lgicas de la violenciaantisindical en el departamento de Santander:

    Sintrapalmas, Sintraunicol. 1975-2012

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    La presente publicacin ha sido

    elaborada con la asistencia de FOS

    Colombia y la FNV. El contenido de la

    misma es responsabilidad exclusiva

    de la Escuela Nacional Sindical y

    en ningn caso refeja los puntos

    de vista de FOS Colombia o la FNV.

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    EL DELIRIO DE LASEGURIDAD Y LA SUMISIN

    -Recuento de luchas y lgicas de la violenciaantisindical en el departamento de Santander:

    Sintrapalmas, Sintraunicol. 1975-2012-

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    Primera edicin, 2015

    Escuela Nacional Sindical

    Calle 51 N 55-78, Medelln

    Tel: (4) 513 3100

    [email protected]

    www.ens.org.co

    ISBN: 978-958-8207-70-4

    Jos Luciano Sann VsquezDirector de Defensa de Derechos

    Juan Bernardo Rosado DuqueDirector de Comunicacin Pblica

    Eugenio Castao GonzlezInvestigador Principal

    Correccin de estilo

    Juan Carlos Mrquez Valderrrama

    Coordinacin editorial

    Minkalabs - Estudio creativo

    Conversin eBook

    eLibros Editorial

    Medelln, 2015

    Para ms informacin comunquese a www.ens.org.co

    Facebook: escuelanacionalsindicalcolombia, Twier: @ENSColombia

    y en Youtube: Escuela Nacional Sindical

    El uso comercial de los textos de este libro, sin autorizacin escrita de

    los editores (ECG-ENS) est prohibido. Las opiniones expresadas en esta

    publicacin no representan necesariamente las de Eugenio Castao Gonzlez.

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    CONTENIDO

    Introduccin ......................................................................... 5

    El sindicalismo y su configuracinterritorial en Santander ........................................................ 13Una historia de despojo. El caso deldesierto verde en Puerto Wilches ........................................ 125

    Trabajando en el campus universitario: Unalucha contra la opresin y la estigmatizacin ...................... 187

    Consideraciones finales ....................................................... 259

    Bibliografa ........................................................................... 267

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    INTRODUCCIN

    La investigacin que aqu presentamos emerge de las necesidadesde elaborar unas polticas en torno a la reparacin colectiva y la

    memoria histrica, en beneficio de las vctimas de la violenciaantisindical en Colombia. El problema gravita alrededor de unfenmeno con profundas connotaciones sociales, en un ambienterestrictivo para la actividad sindical en el pas, enmarcado bajolas lgicas de una violencia sistemtica y atroz. La Ley 1448 de2011 o Ley de Vctimas, se instaur como una herramienta gu-bernamental que busc desde sus inicios conceder algunas pau-

    tas respecto al tratamiento brindado a las vctimas del conflictoarmado colombiano.

    Este marco legal plantea la necesidad de impulsar los proce-sos de reparacin colectiva e integral en condiciones adversas,susceptibles de posibilitar una verdadera vocacin de paz y dedignificacin de las vctimas del conflicto. Sin embargo, la posturade la Escuela Nacional Sindical_ENS_ apunta hacia una profun-dizacin en sus alcances a travs de la elaboracin de espacios deconsenso, visibilizacin, empoderamiento y elaboracin de agen-das de reparacin colectiva y memoria histrica del sindicalismo.

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    6 INTRODUCCIN

    Se trata de enriquecer la construccin de una poltica pblicasobre memoria histrica con un claro enfoque diferencial, bajola cual se haga hincapi en el restablecimiento de las libertades

    sindicales, y de los derechos laborales de los/las trabajadores/as.La correlacin de estos aspectos permite establecer un marco deaccin y de reconstruccin del tejido social dentro del contextodel actual conflicto, para que las reivindicaciones histricas delas organizaciones sindicales redunden efectivamente en la edi-ficacin de un modelo de sociedad incluyente, deliberativa y portanto democrtica.

    Desde finales del segundo mandato de lvaro Uribe Vlez,la ENS emprendi un primer ejercicio de memoria histrica entorno a las lgicas de la violencia antisindical contra la Asocia-cin de Institutores de Antioquia _ADIDA_.1A partir de all,la apuesta por afianzar la necesidad de la verdad y la memoriase fue articulando con las necesidades de trazar una agenda de

    reparacin colectiva e integral en favor del movimiento sindicalcolombiano. Dicho en otros trminos, la memoria histrica sefue constituyendo en un instrumento idneo para llevar a caboel diagnstico de los daos, tomando en consideracin los esce-narios regionales, locales y organizacionales.

    Bajo esta lnea, no slo se elabor una agenda de repara-cin colectiva para Sintraunicol en el departamento de Crdoba

    desde principios del ao 2010, sino que tambin se desarrolluna investigacin que procur profundizar en el anlisis de lasdinmicas de la violencia antisindical como verdad histrica,

    y en las diferentes formas de exclusin que ella suscita.2Estetrabajo se constituy en un importante insumo metodolgico,

    1. Guillermo Correa Montoya, Juan D Gonzlez Ra (Dirs.,) Tirndole

    libros a las balas. Memoria de la violencia antisindical contra educadores de ADI-DA, 1978-2008, Medelln, Pregn Ltda., 2011.

    2. Comisin Colombiana de Juristas, Escuela Nacional Sindical. Imper-ceptiblemente nos encerraron: Exclusin del sindicalismo y lgicas de la violencia

    antisindical en Colombia, 1979-2010.Bogot: Giro Editores, 2012.

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    7INTRODUCCIN

    adems de terico-conceptual, a la hora de comprender las realesdimensiones de la violencia antisindical bajo la perspectiva delrol ampliado del sindicalismo.

    Partiendo de estas experiencias previas y las rutas de trabajoacumuladas, en el ao 2011 se inici un nuevo proyecto dirigidoa impulsar procesos de memoria histrica y reparacin colectivacon varias organizaciones sindicales, ubicadas en diferentes regio-nes del pas. En primer lugar, se delimitaron tres departamentosemblemticos: Antioquia, Atlntico y Santander. En segundo

    lugar se procedi a definir una serie de organizaciones sindicalescon las cuales, y de comn acuerdo con ellas, se elaboraron lasmemorias histricas y sus respectivas agendas de reparacin co-lectiva. En Antioquia se trabaj con Sutimac, ubicada en PuertoNare, y con Sintrasema, en Amag. En Atlntico con AnthocDistrital y Departamental, Sintraelecol Corelca y CUT subdi-rectiva Atlntico. En Santander se trabaj con Sintraunicol y con

    Sintrapalmas en Puerto Wilches.El texto que aqu se presenta busca reconstruir la memoria

    histrica de la violencia antisindical en el departamento de San-tander, a partir de mediados de la dcada de los setenta hasta elao 2012. Para el desarrollo de este trabajo investigativo se lleva cabo un convenio con la CUT subdirectiva Santander, ademsde las organizaciones mencionadas. Con algunos miembros de

    estas agremiaciones sindicales se obtuvo el contacto directo parala aplicacin de las entrevistas e indagacin de archivos sindicales.

    La reconstruccin de esta memoria histrica debe promoverreflexiones sociales que aporten a una mejor comprensin delsentido y a la significacin de un entramado social sumamentecomplejo. Con ello se quiere sealar la necesidad de abordar

    el fenmeno de la violencia antisindical sin desechar las herra-mientas que brinda una postura acadmica como la historia delpresente. Es decir, se parte de las posibilidades de efectuar an-

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    8 INTRODUCCIN

    lisis histricos con base en una realidad social vigente, capaz demotivar una fuerte vinculacin entre la historia como disciplina

    y la historia vivida desde la oralidad.

    Un trabajo de estas caractersticas requiere la utilizacin de al-gunas herramientas investigativas o instrumentos metodolgicosque faciliten y permitan llevar a buen trmino la investigacin.Dichas herramientas ayudan a la recopilacin de los datos, lasistematizacin de la informacin, el anlisis y posteriormentela escritura del texto. En este sentido, el proceso metodolgico

    tuvo las siguientes caractersticas. En primer lugar fue necesarioconsultar bibliografa existente acerca del devenir del sindicalis-mo en Colombia, con el objetivo de esquematizar un panoramanacional que articulara las diferentes regiones involucradas, msall de sus lgicas particulares. Posteriormente se procur dirigirla mirada hacia cada uno de los mbitos regionales, en este casoel departamento de Santander, a partir del periodo estudiado.

    Conjuntamente, se parti de lo planteado por Georges Ritzer3acerca de observar los fenmenos desde un nivel macro-nacional,hasta proceder a un anlisis en el nivel micro-regional, en estecaso la violencia antisindical en Santander y en los sindicatos yareferidos. Al tiempo de hacer la lectura de algunos textos para lacomprensin del fenmeno, se realiz la escritura de los ante-cedentes del objeto y el balance historiogrfico acerca del sindi-

    calismo y la violencia antisindical. En este sentido, se consultel peridico Vanguardia Liberal para extraer informacin y datosque dieran cuenta de las lgicas de la movilizacin sindical y delas formas de violencia desatadas contra ellos. Junto a la consultade fuentes bibliogrficas, tambin fue importante examinar algu-nas bases de datos como SINDERH y SISLAB ENS, las cualesreposan en el archivo de la Escuela Nacional Sindical.

    3. George Ritzer, Teora sociolgica contempornea, 3 ed., Mxico DF, Mc-Graw Hill, 1997.

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    9INTRODUCCIN

    Finalmente, un trabajo de recuperacin de memoria histricano puede prescindir de la tradicin oral, por lo que fue necesariorealizar una serie de entrevistas a familiares de vctimas fatales

    de violencia cometidas contra Sintrapalmas y Sintraunicol enSantander. Tambin se concertaron encuentros con las propias

    vctimas de amenazas y hostigamientos, al igual que con algunosmiembros de sindicatos en el departamento de Santander, conel fin de construir el contexto regional y hacer acopio de actas,folletos y comunicados pblicos, a la hora de enriquecer el ar-chivo disponible.

    En sntesis, la fuente documental escrita fue enriquecida conla fuente oral, con el objetivo de complementar la informacinrelacionada con las organizaciones sindicales, sus vnculos conotras organizaciones, las relaciones polticas, formas de solidari-dad, etc. Y, con relacin a las vctimas, volcar la mirada sobre suorigen social y procedencia, las preferencias culturales y polticas,

    las relaciones con otros sectores sociales, el nivel educativo, lospasatiempos y la vida familiar. De modo que desentraar estesedimento de vida, fuertemente vinculado a la vida cotidiana yprivada, pretendi recordar la profunda carga de humanidad deaquellos inmolados y victimizados que an se resisten al olvido.Por ltimo, se hizo ineludible recopilar, organizar, sistematizar,contrastar y analizar la informacin dispuesta y encontrada. Apartir de all se traz un relato sobre la realidad histrica en re-lacin con los sindicatos seleccionados, sus conflictos laborales

    y sociales, adems de los personajes destacados en la lucha delos trabajadores.

    Esta investigacin se estructur en tres captulos. En el prime-ro se lleva a cabo un acercamiento histrico al contexto regionalde la violencia antisindical en Santander. Para tal efecto se analizan

    las dinmicas y los derroteros propios del sindicalismo en la re-gin, partiendo de las luchas de los trabajadores instauradas en lasriberas del ro Magdalena y las formas en que se fueron irradiando

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    10 INTRODUCCIN

    hacia otras zonas del departamento, como Bucaramanga. En estecaptulo tambin se vuelca la mirada hacia los modos en los cualesse fue configurando el asedio contra los trabajadores organiza-

    dos, a partir de las propias estrategias patronales, el desplieguede la fuerza pblica y el accionar de los grupos armados ilegales.De manera simultnea, el anlisis emprendido en este puntoposibilita articular las formas y modalidades de violencia con losprocesos de reestructuracin econmica y poltica efectuados afinales de la dcada de los noventa y comienzos del nuevo siglo.

    En el segundo captulo se abordan las lgicas de la violenciaantisindical en Sintrapalmas. De modo que a partir de la reco-leccin de informacin con el apoyo de su Junta Directiva, sellev a cabo un primer acercamiento a las lgicas de la violenciacontra la organizacin. De manera paralela, el anlisis efectuadoall procura desentraar las dinmicas de la movilizacin, susconquistas, sus formas de solidaridad y sus alianzas estratgicas.

    Todo ello en medio de un paisaje monoltico, agreste, que paula-tinamente se fue ajustando a la necesidad empresarial de oponersea sus reclamaciones, seguido por la persecucin y bsqueda decooptacin por parte de los grupos armados, a partir de la segundamitad de la dcada de los ochenta.

    El tercer captulo centra su atencin en la configuracin po-ltica de Sintraunicol en la Universidad Industrial de Santander

    _UIS_. La primera parte est orientada a examinar las circuns-tancias que hicieron posible la agremiacin de los trabajadoresdurante la dcada de los sesenta, sus primeras reivindicaciones,sus formas de resistencia frente a las arremetidas institucionalespor parte de las juntas directivas de la UIS, sus reconfiguracionespolticas, alianzas estratgicas y mecanismos de solidaridad. Luegode ello el anlisis se inclina hacia las formas en que irrumpieron

    los grupos armados como unos actores que pretendieron regularla actividad sindical, a travs de los primeros asesinatos, amenazas

    y desplazamientos, ocurridos a mediados de los ochenta. Seguido

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    11INTRODUCCIN

    ello por la irrupcin definitiva de las autodefensas al inicio delnuevo siglo, y la sucesiva polarizacin en los niveles de confron-tacin y de denuncia.

    Ms all de lo anterior, este estudio inconcluso pretende darun primer paso a la hora de dilucidar los vnculos entre la mo-

    vilizacin como estrategia de visibilizacin y resistencia ante laarremetida de los violentos, y su bsqueda por regular las rela-ciones laborales.

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    EL SINDICALISMO Y SUCONFIGURACIN TERRITORIAL EN

    SANTANDER

    El trnsito hacia las primeras formas demovilizacin sindical

    Un asunto bien interesante en el mbito de la historia sin-dical del pas es poder considerar cmo la conformacin de lossindicatos se llev a cabo a medida que la economa colombiana

    empezaba a transitar de manera definitiva bajo los cauces delcapitalismo industrial. Lo anterior estuvo supeditado al desarrollode una infraestructura vial que permitiese una interconexin anincipiente de las diferentes regiones, a travs del ro Magdalena yde las lneas ferroviarias. En trminos de lo que propone DanielPecaut, a partir de 1924 empezaron a abrirse camino unas orga-nizaciones sindicales que ya se pre-configuraban desde finales

    del siglo XIX.El profundo temor que despertaban los movimientos po-

    pulares y sindicales bajo la sombra de las revoluciones rusa y

    13

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    mexicana, rondaba tenebrosamente en el imaginario de las litesnacionales y por supuesto regionales. Con relacin a este lti-mo aspecto, se constat una profunda participacin del sector

    comercial y artesanal en la fundacin de las primeras organi-zaciones sindicales en la regin, particularmente en el ramo delos chocolateros, alfareros, joyeros, zapateros y sastres. Adems,se crearon sindicatos de transportadores ferroviarios y fluviales,trabajadores petroleros (Santander) y bananeros y, en algunaspartes, trabajadores de las minas de oro.

    En principio, aquello fue el reflejo de la escasa participacinde los obreros industriales como artfices activos de los prime-ros sindicatos en Santander. As, a partir de 1925 y durante todala dcada de los aos treinta, hubo un aumento de este tipo deagremiaciones, de manera simultnea con los estallidos de huelgasa lo largo y ancho del pas. A raz de ello se comenz a experi-mentar una serie de manifestaciones violentas, como respuesta a

    las reivindicaciones legtimas de los trabajadores. En relacin conestos primeros brotes de violencia antisindical, Serrano Prada yPineda Quintero recogieron el testimonio de Antonio Ferrer, unode los fundadores del Sindicato de los Ferrocarriles Nacionales:

    Un domingo bajamos con don Juan Henao, un hombre muybueno y, para impedir la creacin del sindicato, llevaron treintasoldados. Nosotros bajamos el domingo a la reunin (municipio

    de Lebrija, corregimiento Provincia) pero las directivas de la em-presa, utilizando la misma tctica de las electrificadoras, le orde-naron a los trabajadores del Ferrocarril trabajar y los desplazaron avarias estaciones. A nosotros nos informaron que la orden era quealgn soldado disparara y nos matara. Entonces al no poder hacerla reunin, nos toc venirnos en el tren que pas a las once de lamaana, montados en los tanques de combustible que transporta-ba el Ferrocarril _()_Tuvimos que hacer un nuevo intento y as

    logramos construir el Sindicato de los Ferrocarriles en Santander.4

    4. Rafael Serrano Prada y Adolfo Pineda Quintero,La historia del sindicalis-mo en Santander,Bucaramanga, 2012, pp. 43-44.

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    Con el aumento de las huelgas entre 1934 y 1936, el Ejecu-tivo se vio obligado a mediar en los conflictos ms importantes.Intervino en 1934 en la huelga de los trabajadores bananeros en

    el departamento del Magdalena, y en 1935 en el conflicto sus-citado en la Tropical Oil Company, ubicada en la zona petrolerade Barrancabermeja, Santander. Con ello se logr favorecer a lostrabajadores y a la industria nacional, porque las mencionadascompaas obtuvieron importantes concesiones5.

    Las lites nacionales y regionales comenzaron a apropiarse de

    un imaginario en el que el tiempo de las obras, fruto del trabajo,deba inscribirse en el tiempo del progreso y la modernizacindel pas. Las organizaciones sindicales resultaron situadas dentrode un espacio en el cual confluyeron una serie de sealamientospor parte de un sector de las lites polticas y econmicas. Enmedio de este panorama, comenzaron a ser designadas comoenemigas del progreso de la nacin.

    Bajo este marco de anlisis, la violencia fue floreciendo con elfin de limitar la lucha sindical. Por ejemplo, en 1924 se despertuna ola de indignacin a raz de las irregularidades laborales co-metidas por la Tropical Oil Company en Barrancabermeja, queprovocaron la primera huelga petrolera en el municipio.6Comorespuesta a este clima de movilizacin, en el que participaronfiguras histricas como Mara Cano y Ral Mahecha, luego fun-

    dador de la USO en 1966, la compaa suscribi un acuerdo conel gobierno para implementar una serie de medidas tendientesa preservar el orden pblico y garantizar el buen rumbo de lasinversiones petroleras en la regin.

    Unos aos ms tarde, y con ocasin de una huelga llevadaa cabo en abril de 1938, la Tropical Oil Company se neg a

    5. Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH,Boletn Temtico, n 6, septiembre de 2005, p.7

    6. Serrano y A. Pineda, Op.cit., p. 57.

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    discutir el pliego presentado por los trabajadores, al tiempo quela ciudad de Barrancabermeja era militarizada por orden de lasautoridades nacionales. El 12 de abril, cuando se desarrollaba

    un mitin, se presentaron disturbios entre los manifestantes y lafuerza pblica que dejaron un nmero impreciso de muertos.

    Ante este hecho, los trabajadores retornaron a sus labores y lahuelga fracas finalmente7. Estas situaciones fueron ventiladaspor el propio Mahecha, quin a travs del peridico VanguardiaObrera propugn por la conquista de algunos derechos bsicos,como la jornada laboral de ocho horas, por ocho horas de descanso

    y otras ocho de instruccin.

    Son precisamente estos datos los que empiezan a insinuarla configuracin de las primeras lgicas de la violencia desatadacontra la movilizacin obrera en el departamento de Santander.Por consiguiente, frente a la huelga y las manifestaciones de lossindicalistas que demandaban una serie de derechos vinculados

    a las mejoras salariales y prestacionales, tambin se present lainmediata reaccin de las autoridades estatales. A menudo lashuelgas fueron slo un recurso para provocar el arbitraje delGobierno, aunque la mayora de las veces, estas intervencionessiguieron siendo bastante espordicas.

    Sin embargo, para mediados de siglo los sindicatos expe-rimentaron un aumento progresivo en el departamento. De

    acuerdo con el censo realizado por la Contralora General de laRepblica, la lista de sindicatos y el nmero de sus integrantespara el ao de 1947, estaban distribuidos como se muestra en latabla 1:

    7. Ibd., p.8

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    17ELSINDICALISMOYSUCONFIGURACINTERRITORIALENSANTANDER

    Sindicatos y sindicalistas de Santander en 1947

    Sindicato Mujeres Hombres Total

    Federacin Santandereana de Empleados 3 69 72

    Sindicato Ferroviario de Puerto Wilches 2 397 399

    Sindicato Grfico de Santander 12 28 40

    Sindicato de la construccin 0 381 381

    Sindicato de Loteros 9 83 92

    Sociedad Santandereana de Comerciantes eIndustriales de Bucaramanga

    0 104 104

    Asociacin Santandereana de Maestros 350 50 400

    Asociacin de Inquilinos de los Mercados Pblicosde Bucaramanga

    92 93 185

    Sindicato Industrial de Obreros del Cemento 0 120 120

    Sindicato de Obreros de Baldosines y Similares 11 17 28

    Sindicato de Empleados y Obreros de la Zona deCarreteras Nacionales de Bucaramanga 2 427 429

    Liga Campesina de Ro de Oro 1 103 104

    Sindicato de Obreros Municipales 0 90 90

    Sindicato de Empleados de Correos y Telgrafosde Santander

    43 157 200

    Sindicato de Empleados del Hotel Bucarica 22 28 50

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    18 ELSINDICALISMOYSUCONFIGURACINTERRITORIALENSANTANDER

    Unin Sindical de Panaderos de Bucaramanga 22 22 44

    Sindicato de Trabajadores de la Fbrica de Villami-zar Hermanos 160 10 170

    Sindicato Industrial de la Fbrica Hipinto 13 19 32

    Sindicato de Destazadores de Bucaramanga 0 27 27

    Sindicato de Trabajadores de la CooperativaTabacalera de Santander

    103 1 104

    Sindicato de Trabajadores de la Empresa Cigarrerade Santander

    85 1 86

    Unin Sindical Obrera de la Tropical Oil Company 47 3.823 3.870

    Unin Portuaria de Braceros y Lancheros 0 82 82

    Sindicato de Trabajadores de la Shell 3 1.338 1.341

    Sindicato de Trabajadores de La Antioquea 87 3 90

    Sindicato de Trabajadores de Braceros y Lancheros 0 57 57

    Sindicato de Trabajadores de la Socony Vacuum 4 140 144

    Centro Obrero Francisco de Paula Santander 0 38 38

    Centro Gremios Unidos 0 45 45

    Sindicato de Obreros de la Fbrica de Hilados yTejidos de San Jos de Suaita

    60 50 110

    Sindicato de la Construccin del Socorro 0 79 79

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    19ELSINDICALISMOYSUCONFIGURACINTERRITORIALENSANTANDER

    Sindicato de Choferes de Garca Rovira 0 44 44

    Total sindicalistas afiliados a Festra (FederacinSantandereana de Trabajadores) 1.131 7.926 9.057

    Sindicato de Empleados y Obreros Departamenta-les de Santander

    32 110 142

    Sindicato de Empleados y Obreros de Higiene ySanidad

    12 42 54

    Sindicato Musical de Bucaramanga 0 31 31

    Sindicato de la Construccin de Barrancabermeja 0 105 105

    Sociedad de Loteros del Municipio de Barranca-bermeja

    0 25 25

    Sindicato de Trabajadores de la Zona de CarreterasNacionales Barbosa

    10 505 515

    Sindicato de Gremios Unidos 2 28 30

    Sindicato de Trabajadores Urbanos de Guanent 0 127 127

    Sindicato de Trabajadores del Servicio Domsticodel Centro

    61 0 61

    Sindicato de Trabajadores de Zapatoca 0 70 70

    Sindicato de Trabajadores de la Industria delTabaco de Zapatoca

    140 0 140

    Total sindicalistas no afiliados a Festra 257 1.043 1.300

    Total sindicalistas Santander 1.388 8.969 10.357

    Fuente: Elaboracin propia con base en datos de la Contralora General de la

    Repblica, 1947

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    20 ELSINDICALISMOYSUCONFIGURACINTERRITORIALENSANTANDER

    En cuanto al nmero de sindicatos por sectores de la eco-noma, se observ que la industria manufacturera, con 73 or-ganizaciones, se erigi como el sector con el mayor nmero de

    sindicatos conformados. De ese total, 21 estaban afiliados a laFederacin Santandereana de Trabajadores _Festra_, 24 a la laUnin de Trabajadores de Santander _Utrasn_, y 4 indepen-dientes para el periodo comprendido entre 1930 y 1960. Para elperiodo de 1961 a 1970 hubo 8 de Festra, 12 de Utrasan, 2 de laFederacin de Trabajadores Libres de Santander _Fetralsa_ y 2independientes.

    A rengln seguido, y para el periodo entre 1930 y 1960, so-bresalieron los servicios comunitarios, sociales y personales, con42 sindicatos, de los cuales 12 eran de Festra, 12 de Utrasan y 6independientes. Para el periodo de 1961 a 1970 hubo 2 de Festra,3 de Utrasan, 3 de Fetralsa y 4 independientes. Este panorama sepuede observar en la tabla 2 donde precisamente se pone en con-sideracin el nmero de sindicatos por sectores de la economa.

    Nmero de sindicatos por sectores de la economa

    ACTIVIDADES HASTA 1960 1961 - 1970

    FES

    TRA

    UTRASAN

    SINDICATOS

    INDEPEN

    DIENTES

    FES

    TRA

    UTRASAN

    FETR

    ALSA

    SINDICATOS

    INDEPEN

    DIENTES

    Agricultura, ganaderia, cazay silvicultura

    3 8 0 1 0 1 0

    Explotacin de minas ycanteras

    6 0 5 1 3 0 1

    Industria manufacturera 21 24 4 8 12 2 2

    Suministro de electricidad,gas y agua

    1 2 0 1 1 0 0

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    Construccin 3 3 0 2 0 0 0

    Comecio 1 8 0 2 0 0 0

    Hoteles, restaurantes, baresy similares 0 2 0 1 1 0 0

    Transporte, almacenamientoy comunicaciones

    7 8 7 2 9 2 0

    Intermediacin financiera 0 3 12 1 2 0 3

    Administracin pblica ydefensa; seguridad social y

    de afiliacin obligatoria2 8 3 3 7 1 4

    Educacin 1 4 2 0 2 0 2Servicios sociales y de salud 0 2 3 0 3 1 2

    Otras actividades de servi-cios comunitarios, sociales y

    personales12 12 6 2 3 3 4

    Total 57 84 42 23 46 11 18

    Fuente: Elaboracin propia con base en Guerrero (2005)

    Nmero de sindicatos fundadospor ao (1930-1946)

    450

    400

    350

    300

    250

    200

    150

    100

    50

    01930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937 1938 1939 1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946

    99

    16 17 20

    6384

    38

    157

    93

    5671

    5438

    76

    172

    441

    116

    Nota: Los sindicatos referenciados en 1930 corresponden al periodo anterior 1930-1946. Fuente: Elaboracin propia con base en datos de la Contralora General de laRepblica (1947).

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    El incremento en el nmero de sindicatos entre 1944 y 1945obedeci a un inters del Partido Liberal por recuperar su ima-gen positiva ante los trabajadores. La primera gran federacin

    sindical en el departamento fue precisamente Festra, creada en1944, y marcada ideolgicamente por el Partido Liberal, perotambin por el Partido Socialista. Paradjicamente, lo mismoocurri con el Partido Conservador a partir de la segunda mitadde la dcada de los cuarenta. Ms all de estas cifras elocuentes,las primeras evidencias de persecucin contra el movimientosindical en Santander fueron tomando forma como resultado

    de diversas disputas, tensiones y rupturas. Posteriormente estasdiscrepancias tambin posibilitaron la conformacin de nuevasorganizaciones sindicales, como fue el caso de la Unin de Tra-bajadores Santandereanos _ Utrasan_:

    En el 49 se fund el sindicato: se llamaba Utrasan. Como JoaqunOrtiz era enemigo de esas cosas, el que se afiliara al sindicato loechaban. Para que este seor cediera se hizo un paro de 3 das, los

    del paro se reunieron con l, hablaron y l acept que el sindicatoquedara. De ah siguieron las discordias, porque el seor no eragustoso del sindicato y a todo el que llegaba le deca: Yo le doytrabajo pero no se me afilie al sindicato al que se afiliaba o lellevaba la contraria, lo echaba. La gente sigui afilindose a lasescondidas hasta que se lleg al nmero de 200 y 300 afiliados. Elseor no poda entonces echar a la gente as, porque el sindicatoentraba enseguida a defenderlos. La empresa se tuvo que doblegar

    a lo que el sindicato le peda.8

    De acuerdo con lo argumentado por Serrano Prada y PinedaQuintero, Utrasan, filial de la UTC, y por lo tanto con una pro-funda vocacin confesional y antiliberal, comenz a funcionar enuna casa arrendada en la capital santandereana por un monto de300 pesos mensuales, sufragados por el municipio.9Ahora bien,para el caso especfico de Fetralsa, afiliada a la CTC, su surgimien-

    8. Fundevic, Familias trabajadoras de la palma contamos nuestra historia,Memoria de las vctimas del sur del Cesar, Cartilla n. 1: Y empez nues-tro sueo, Bucaramanga, agosto de 2011.

    9. R. Serrano y A. Pineda, Op. Cit., p. 13.

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    to deriv de una diferencia entre el Sindicato de Trabajadores delMunicipio de Bucaramanga y el Comit Ejecutivo de Utrasan, delcual eran afiliados. Las fuertes pugnas partidistas a nivel nacional y

    regional tambin contribuyeron al sealamiento del movimientosindical, de acuerdo con su orientacin ideolgica. Si por un ladoUtrasan era sealada bajo el rtulo de excesivamente clerical,esta misma sealaba a Festra de ser peligrosamente comunista.

    De otro lado, la conformacin y el fortalecimiento de lossindicatos en el departamento fue provocando una agudizacinen las confrontaciones entre las empresas y los trabajadores, yuna serie de despidos injustificados. Sumado a ello, algunas em-presas decidieron aumentar el salario con el propsito de que losactivistas renunciaran a sus afiliaciones, o bien llevaran a cabolas negociaciones bajo un clima de hostilidad. Esta situacin no

    vari en lo absoluto a partir de la segunda mitad del siglo XX:

    En los primeros aos de 1960, la actividad del sindicato trataba de

    gestionar conquistas laborales convencionales frente a la empresa.Recuerdo que al principio la relacin sindicato-empresa se dabasobre una base bien curiosa: yo llegaba a negociar y el entoncesdirector de plantacin, J.J. Pirard, un francs, se sentaba al otrolado de la mesa, sacaba dos revlveres y los pona sobre la mesacon el can mirando hacia m, y deca: Ahora s hablamos conel sindicato.10

    Como lo deja ver la cita, las estigmatizaciones, los sealamien-tos y las intimidaciones constituyeron una de las maneras bajo lascuales se instauraron las relaciones obrero-patronales. Ejemploscomo este ponen de presente el modo en que el presunto dilogodiplomtico estuvo mediado, en muchos casos, por la constriccin

    y la amenaza, suscritas a unas relaciones asimtricas de poder.Por otro lado, existan versiones diferentes, como la de AntonioFerrer, para quien haba una clara responsabilidad por parte de

    Utrasan en el debilitamiento paulatino del movimiento sindi-cal. Segn l, esta organizacin se fue alineando en la trinchera

    10. Fundesvic, Cartilla n. 1, Op. Cit., p. 29.

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    ideolgica ms reaccionaria del catolicismo, en contraposicina las reivindicaciones sociales de los sindicatos ms progresistas.

    Ms all de estas acusaciones mutuas, las discrepancias entresindicatos, por un lado, y sindicalistas con las empresas, por otro,se fueron acentuando y polarizando. Las empresas efectuarondespidos sistemticos de trabajadores sindicalizados y, como res-puesta, estos manifestaron su descontento por medio de huelgas,como la efectuada en el ao 1971, que fue declarada ilegal por elgobierno departamental y reprimida violentamente por un sectorde las fuerzas armadas.

    Incluso el sector palmero hizo parte de manera activa de aquelproceso de movilizacin, pese a que la intervencin del ejrcitobusc defender una vez ms los derechos de los empresarios.Por ejemplo, a raz de las movilizaciones ocurridas en el sur delCesar, stos justificaron su accionar al indicar que la orden de laempresa consista en desvincular a los trabajadores que hubiesen

    participado en la huelga.11

    De esta manera, las empresas amena-zaban y atemorizaban a los trabajadores en los campamentos.

    Pero ello no fue suficiente para impedir la movilizacin de losmovimientos sindicales y sociales en los aos siguientes. A modode ilustracin, en el ao 1973 se efectuaron algunas protestassindicales por el costo de vida, el alza en el precio de los trans-portes y los cambios de las rutas durante el ao 1975. All, algunas

    mujeres lideraron una lucha estudiantil por el conflicto del gas,mientras que los estudiantes se rebelaron, no slo en contra delos elevados costos del transporte pblico, sino tambin por lasprecarias condiciones de la educacin en el departamento. Asmismo, se promovi una reunin entre Festra (filial de la CSTC),Utrasan (filial de la UTC), Fetralsa (filial de la CTC) y el sectorindependiente (primordialmente del MOIR). Como resultado

    de dicha reunin se decidi que las federaciones deban unirse yapoyar las protestas, con el fin ltimo de promover un gran paro

    11. Ibd.

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    cvico en el departamento capaz de movilizar a un gran sectorde la poblacin y modificar las condiciones sociales en la regin.

    De esta manera, el 5 de noviembre de 1975 se abri caminodicho paro en los municipios de Bucaramanga, Girn, Piedecues-ta y Lebrija. All se adhirieron comerciantes, pequeas empresas,transportadores, entre otros. Evidentemente, ello tuvo comoconsecuencia la elaboracin de un pliego de peticiones orientadoa la bsqueda de soluciones estructurales que beneficiaran algrueso de la poblacin trabajadora. Entre las diferentes demandas

    sobresala el esclarecimiento de los hechos alrededor del asesinatode algunos sindicalistas y estudiantes, as como la rebaja en el alzade los transportes y en algunos productos de la canasta familiar.

    Al ao siguiente, y en medio de la conmemoracin del parocvico, fue asesinado el estudiante Pedro Rueda Montaez. Laarremetida violenta a finales de la dcada de los setenta y comien-zos de la siguiente favoreci la reconfiguracin de un nuevo esce-nario sindical mucho ms amplio, bajo el cual, en 1982, y luegode una seguidilla de manifestaciones y huelgas, desaparecieronFetralsa, Utrasan y Festra. No obstante, lo anterior permiti darpaso, ese mismo ao, a la articulacin de una serie de esfuerzosen torno a un sector independiente, el cual se materializ a travsde la conformacin de la Unin Sindical de los Trabajadores deSantander_Usitras_.

    Miedos, resistencias y bsqueda del oro negro

    En sntesis, entre 1940 y 1980 se manifestaron un sinnmerode sectores sociales en el pas, en virtud de lo cual se pretendireivindicar una vida mucho ms digna para el conjunto de lostrabajadores. Las disputas por la tierra y los recursos naturales

    en la regin evidenciaron la necesidad de trazar una nueva hojade ruta dentro del proceso modernizador, que no slo fuese msinclusiva sino que diese cuenta de las necesidades de este poder

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    inquietante para las lites regionales, encabezado por las organi-zaciones sociales y sindicales.

    Una de esas manifestaciones tuvo como protagonista al mo-vimiento campesino que, bajo la consigna Tierra para quien latrabaja, logr recuperar miles de hectreas para que los campe-sinos laboraran en ellas. As mismo, hubo otros movimientos endiferentes sectores obreros, el ms destacado de ellos fue quizsel de los petroleros de Barrancabermeja, organizado a travs de laUSO. All se convoc a una huelga de gran dimensin en 1971,que abarcara finalmente a todo el departamento. No cabe dudaque para la dcada de los setenta el sindicalismo en Colombiabusc abrirse un espacio de inclusin poltica a travs de cons-tantes huelgas y movilizaciones. Todo ello se despleg en mediode un escenario bastante restringido, turbulento y signado porlas dinmicas del Frente Nacional. Veamos:

    Toda esa crisis vino a parar en los hombros de las clases trabaja-

    doras y el pueblo en general, donde finalmente las descargan losempresarios y los gobiernos de cada pas. Ellos no pierden nada,por tales razones, haba mucho descontento social en esos aos.Recordamos as por encima las huelgas en el sector bancario, me-talrgico, petrolero, textilero, los ingenios azucareros y los parosde los maestros. Es la poca en que las luchas sindicales tuvieronuno de los mayores auges en toda la historia de los trabajadorescolombianos. Junto con lo vivido en los aos 20, que produjo enese entonces el reconocimiento de la organizacin sindical, unade las luchas obreras ms significativas en el periodo que memo-rizamos fue la de los petroleros organizados en la Unin SindicalObrera, USO, quienes lograron convocar otros sectores (acad-micos, polticos, gobiernos locales, campesinos y estudiantes) enun gran movimiento nacionalista que se plante cambiar la polti-ca petrolera del pas, logrando que Colombia se favoreciera con laexplotacin de este patrimonio energtico comn.12

    12. Fundesvic, Familias trabajadoras de la palma contamos nuestra historia.,Memoria de las vctimas del sur del Cesar, Cartilla n. 2, De Siervosa Obreros: Desarrollo del sindicalismo de los procesos sociales 1972-1988, Bucaramanga, mayo de 2012, p. 9-10.

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    Como se puede observar, el descontento sindical tambinse vali de un imaginario de la nacionalidad colombiana. Se rei-

    vindic la necesidad de promover un sentido de pertenencia por

    la regin santandereana, en torno al reparto equitativo de susriquezas. Aquello se tradujo en una serie de huelgas efectuadaspor varios sectores gremiales de produccin e industria. Una delas huelgas ms importantes a nivel nacional fue la convocada porla Unin Sindical Obrera _USO_ en el ao 1973, en la que lostrabajadores del sector petrolero de la ciudad de Barrancabermejaconvocaron a otras agremiaciones con el fin de que se unieran a

    la manifestacin, orientada primordialmente hacia la lucha porla buena explotacin de los recursos naturales.

    La presencia cada vez ms activa de movimientos de izquierdacomo el Partido Comunista y la Alianza Nacional Popular _Ana-po_, as como otros sectores sociales liberales y la pastoral social,en cabeza de Eduardo Daz, contribuyeron a la configuracin de

    ciertas expresiones de protesta, no slo por la situacin laboralde los empleados de las empresas petroleras sino tambin porla tierra urbana. El arribo de un considerable contingente deinmigrantes a comienzos de la dcada de los setenta13favoreciel fortalecimiento de congregaciones y encuentros populares enprocura de mejorar las condiciones sociales de la poblacin enmateria de educacin, salud, servicios pblicos, etc.

    Estas movilizaciones fueron auspiciadas, no slo por la USO,sino tambin por organizaciones como Fedepetrol y la Asocia-cin Nacional de Usuarios Campesinos _ANUC_, entre otras.

    A partir del concurso de dichas organizaciones sindicales y co-munales, se conform un Comit Cvico Popular encargado deestablecer los rumbos adecuados durante las jornadas de protesta

    y de huelgas, muy particularmente las realizadas durante el mes

    de febrero de 1972 y las de 1973.13. Jhoney Daz Fajardo, Ciudad y protesta: las luchas cvicas en Santander 1970-

    1984, Tesis de Historia, Bucaramanga, Universidad Industrial de San-tander, p. 169.

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    Esta voluntad de acoplar esfuerzos, en virtud de lo cual seconcentr la atencin en un conjunto de reivindicaciones sociales,fue impugnada por diferentes fuerzas ilegales y legales. A modo

    de ilustracin, en el mes de agosto de 1972, Aristbulo Quirogay Florentino Martnez, dos directivos de la USO, fueron dete-nidos por tomar parte en un desfile de protesta, luego de que lasautoridades hubiesen prohibido toda clase de manifestacionescomo una forma de salvaguardar el orden pblico. Ante estehecho, la USO llev a cabo una serie de asambleas en las cualesbusc analizar la situacin tan problemtica, y adems obtener

    la libertad de sus compaeros. Para la USO, aquel procedimien-to fue bastante irregular, teniendo en cuenta que los detenidoshaban sido privados de un juicio pblico, y slo podan acudirlos abogados defensores.14

    Por eso, aunque el auge de estas luchas obreras se tradujo enun reconocimiento paulatino dentro de un sector de la opinin

    pblica nacional y regional, tambin se convirti en un arma dedoble filo. Como resultado de ello se fue aceitando la poltica deterror, ejercida en contra de quienes promovieran las manifes-taciones o participaran en ellas. As mismo, tal reconocimientosindical permiti el sealamiento y la estigmatizacin de variasorganizaciones en Santander, como fue el caso, entre otros varios,

    14. Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 29 de agosto de 1972, p. 2.

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    de Sintraelecol15, Sintraunicol16y Sintrapalma.17

    15. Ya por los aos de 1974, los dirigentes sindicales en Santander, del Sin-

    dicato de Trabajadores de la Central Hidroelctrica del Ro Hilebrija,Sintrahilebrija, tenan suficientemente claro que el sindicalismo deindustria era la alternativa organizativa y poltica de los trabajadorescolombianos, frente a la unidad de los empleadores y la respuesta a lacaducidad, que ya presentaban los sindicatos de empresa o de base. Sin-traelecol nace del anlisis y de los acuerdos suscritos entre los sindicatosde Centrales Elctricas de Norte Santander, Sintrahilebrija y trabajado-res de la Empresa de Energa de Chiquinquir y de Interconexin delNordeste. Aqu debo reconocer, a quien con profunda visin futura supo

    concitar a trabajadores de Santander, Norte de Santander y Boyac, parafundar el 5 de enero de 1975 a las 9:00 a. m., en la carrera 16 N. 22_25 deBucaramanga, el Sindicato de Trabajadores de la Electricidad de Colom-bia, Sintraelecol, al que se le otorgara la personera jurdica, medianteResolucin N. 1983, el 3 de julio de 1975. Sintraelecol, Historia: http://bogotacun.sintraelecol.org/?page_id=11.

    16. El Sindicato de Trabajadores y Empleados Universitarios de Colombia(Sintraunicol), es una organizacin de imprimacin de grado y de ramade actividad econmica, que se rige por la Constitucin Nacional, el

    Cdigo Sustantivo del Trabajo y dems disposiciones sobre la materia.Estar integrado por los trabajadores y empleados de las instituciones deeducacin postsecundaria. En la actualidad trabajadores y empleados de29 universidades oficiales. Universidad Industrial de Santander, Presen-tacin Sintraunicol: http://www.uis.edu.co/webUIS/es/entidadesAso-ciadas/sintraunicol/index.html.

    17. Ha sido 1986 el ao de la unidad de los trabajadores y el pueblo colom-biano. Ms del 80% del sindicalismo del pas ha dado el paso definitivopara hacer realidad el anhelo de la centralizacin organizativa. Diver-

    sos sectores, que representan las ms variadas corrientes ideolgicas,superando viejos y esquemticos sectarismos, despus de un intenso yagitado proceso de discusin, decidieron concurrir al congreso de uni-dad sindical que ha dado luz a la ms poderosa central de trabajadorescolombianos, que sin duda alguna cambiar el rumbo de sus luchas au-gurando un futuro promisorio para la defensa de sus derechos actualesy la conquista de mejores condiciones de vida y de trabajo. La CUT esun hecho de trascendencia histrica para el sindicalismo y para el pas;expresa la sntesis del largo, dispendioso y complejo proceso de unidad

    de los trabajadores colombianos. Por lo tanto, debe registrarse como lams valiosa conquista de la clase obrera en las ltimas dcadas. Con estabreve resea de la etapa final del proceso de la Central Unitaria, que-remos registrar para la historia el ms importante acontecimiento delsindicalismo en 1986. Central Unitaria de Trabajadores _CUT_, Breve

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    Todos a la calle mientras la ciudad se detiene

    Este clima de movilizacin intensa tambin se despleg en la

    capital del departamento. As, en 1975, la ciudad de Bucaramanga,que en ese momento contaba con poco ms de cuatrocientosmil habitantes, fue escenario de un paro cvico organizado portrabajadores, estudiantes (UIS) e institutores de la capital bu-manguesa. De nuevo, el motivo de las movilizaciones dibujaun panorama mucho ms dilatado y complejo. El movimientopopular efectuado ese ao se dio en seal de protesta por la insu-

    ficiencia en la prestacin del servicio del gas y del agua, as comopor las deficiencias y alzas repentinas en el precio del transportepblico, el aumento en el costo de vida, el atraso en el pago y elreajuste a los sueldos de los trabajadores.

    Al igual que otros movimientos huelgusticos, este en par-ticular respondi no slo a las inconformidades propias de suscondiciones de trabajo, sino que adems volc su atencin haciauna problemtica social de mayor envergadura. Visto lo anterior,los casos ms sobresalientes, segn la prensa consultada, fueronla distribucin y prestacin de servicios pblicos a la poblacinde la regin y las protestas por los asesinatos de algunos activistas.

    En efecto, durante el transcurso de ese mismo ao, la capitalsantandereana vivi una verdadera ola de agitacin y revuelta, la

    cual se agudiz de forma dramtica con la muerte del estudiantede bachillerato Jorge Elicer Ariza a comienzos de noviembre de1975. Por tales hechos de violencia, la ciudad se paraliz comple-tamente, adems que el movimiento sindical y estudiantil decidiguardar luto. Dicha jornada, efectuada el 6 de noviembre, tam-bin sirvi para recriminar, condenar y pedir justicia en relacincon este crimen. A rengln seguido se establecieron una serie

    de reuniones entre directivos sindicales, obreros y estudiantes

    resea histrica de la constitucin de la CUT, 23 de julio, 2011. http://cut.org.co/breve-resena-historica-de-la-constitucion-de-la-cut/

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    con el fin de organizar un paro general durante 24 horas. En uncomunicado de prensa, los promotores de la huelga explicaronque el movimiento de protesta resida no slo en las luchas es-

    tudiantiles sino tambin con motivo de la muerte del estudiante,adems de la violencia ejercida hacia la masa movilizada y contrael alto costo de vida que afliga a la clase obrera.

    El entonces presidente de la Unin de Trabajadores San-tandereanos _Utrasan_, Luis Francisco Durango Ramrez, y elsecretario, Isaas Tristancho Gmez, formularon una invitacin

    a todas las organizaciones obreras cvicas, estudiantiles, amas decasa, etc., con el objetivo de que asistieran y participaran de ma-nera efectiva y pacfica en el paro general de 1975.Es de anotarque el paro general en la capital santandereana logr un inmensopoder de convocatoria entre los diferentes sectores econmicos,lo cual se tradujo en un cese de actividades comerciales, que denuevo paraliz la ciudad:

    La mayora de las factoras, almacenes, bancos, y otras entida-des de la ciudad, quedaron completamente paralizadas desde lasprimeras horas del da, pues a falta de medios de transporte, seimpidi la movilizacin de las gentes a sus labores. Muy escasosalmacenes del centro de la ciudad permanecieron abiertos al p-blico en las horas de la maana. Pero ya pasado el medioda se su-maron al movimiento. Entre tanto, los bancos mantenan abiertaslas puertas al pblico, aunque sus empleados permanecan en suspuestos sin trabajar. Las amas de casa que dieron respaldo al cesede actividades, tambin por carencia de transporte, les fue impo-sible mercar, y por tal motivo el expendio de carnes, legumbres,y otros artculos de primera necesidad, fue reducido en la ciudad.Las oficinas oficiales se vieron sin afluencia de pblico y sus fun-cionarios dentro de sus instalaciones se dieron un verdadero dade vacaciones. Algunas empresas particulares, como organismosdescentralizados, ante la dificultad creada para la movilizacin desu personal, optaron por decretar jornada continua.18

    18. Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 6 de noviembre de 1975, pp. 1-3.

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    La anterior cita pone en evidencia los mecanismos de so-lidaridad, adems de un enorme poder al interior del procesomovilizador en la ciudad de Bucaramanga. Sin duda, aquello

    signific una victoria para las organizaciones sindicales, las cualesprocuraron hacerse visibles y traer a cuento un heroico mecanis-mo de presin en contra de los intereses de las lites regionales,que puso de presente la tensa relacin entre el fenmeno de lamovilizacin sindical y los cauces por donde transitaban algunossectores econmicos. Precisamente, un acto de tales caractersticastuvo la capacidad de poner en entredicho las propias dinmicas

    cotidianas de la ciudad y sus habitantes, hasta sumirlas en unaparlisis casi total.

    Dos aos ms tarde, el departamento de Santander volvi aagitarse con motivo de la huelga llevada a cabo por Indupalma.

    En este caso, la capacidad de coordinacin tuvo sus efectos conla participacin activa de las diferentes centrales obreras, como la

    UTC, CTC y CSTC. Para la poca, stas estaban agrupadas en elConsejo Nacional Sindical, cuya presencia en todo el territorionacional abrig un fuerte poder de convocatoria y de respaldo adiferentes sectores y propuestas. En trminos generales, el xitoen la convocatoria tuvo como correlato una fuerte conciencia delpapel cumplido por los medios de comunicacin. La divulgacinse erigi en una estrategia exitosa para procurar establecer unosmarcos mnimos de accin y de educacin, destinados, no sloa los trabajadores de base, sino tambin al pblico en general.

    En vista de ello, durante este proceso se llev a cabo la im-presin de 500 mil ejemplares aproximadamente de un folletopequeo, donde se relataban las condiciones de los trabajadoresen las empresas de Bucaramanga. Dicho folletn se reparti anivel nacional, con la intencin de difundir y crear condiciones

    de alerta respecto a la situacin laboral en las diferentes empre-sas. Simultneamente se realizaron una serie de asambleas, a las

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    cuales concurrieron todos los sindicatos afiliados a Utrasan y selogr obtener un respaldo considerable por parte del movimientosindical en su conjunto.

    En sntesis, lo arrojado hasta ahora muestra unas coordenadasgenerales en torno al gran poder de convocatoria y a los itinera-rios sociales del sindicalismo en Santander. Entre 1970 y 1977se presentaron distintas movilizaciones en el departamento, enlas que se denunciaban las precarias condiciones laborales, ade-ms de las agresiones cometidas contra diferentes activistas. Las

    dinmicas regionales y locales tambin giraron alrededor de ladisputa por el territorio y por el manejo de los recursos, lo cualentra un asunto fuertemente vinculado a la construccin deidentidad a partir de un inquebrantable sentido de pertenenciapor los recursos locales.

    Las crecientes confrontaciones se fueron materializando entodo el departamento a travs de una paulatina y aguda crimi-nalizacin de la protesta. La coaccin de la fuerza pblica contralas organizaciones sociales fue la mayor evidencia de la propiaincapacidad del Estado por establecer verdaderos canales de dilo-go y concertacin, ms all de lo estrictamente delimitado comolegtimo a partir del Frente Nacional. As, a finales del ao 1975el peridico Vanguardia Liberalregistr un saldo de doscientaspersonas detenidas, as como diez personas heridas por balas,

    piedras y esquirlas, a raz de los choques entre fuerzas del ordeny un grupo de manifestantes civiles durante el desarrollo de unparo de carcter cvico en Bucaramanga. Los manifestantes dete-nidos o capturados en aquel enfrentamiento fueron conducidos alcuartel general de la polica de dicha ciudad, a la Quinta Brigada

    y otras comisaras. Este procedimiento se efectu bajo el pretextode la presunta violacin de las normas que regan el estado de

    sitio y que imperaba en el pas en aquel entonces. Entre la listade civiles heridos se encontraron los siguientes:

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    Nio Carlos Alirio Portilla de 8 aos, quien fue operado en lasala de urgencias del Hospital Universitario Ramn Gonzales Va-lencia, Mary Daz Ros, atropellada por una moto, Carlos Arturo

    Castro quien recibi pedradas en la cabeza; Luis Carlos Jerez yEduardo Rincn Vesga, heridos con arma de fuego y FortunatoArvalo y Hermes Alirio Arciniegas, estudiante de la concentra-cin Camacho Carreo, con esquirlas de bombas lacrimgenas.Fuentes oficiales desmienten la muerte del joven Luis CarlosJerez, a quien extraoficialmente se haba dado por muerto. Vo-ceros del Hospital Ramn Gonzales Valencia declararon que seencontraba fuera de peligro.19

    A juzgar por lo revelado en el artculo publicado por Vanguar-dia Liberal,algunos de los heridos eran nios y jvenes estudian-tes de algunos centros educativos, lo cual revelaba la ya referidaparticipacin activa de un sector del estudiantado bumangusen las movilizaciones sociales de aquella poca. Para 1975, lasnecesidades sociales y de servicios bsicos aquejaban a la ciudad,por lo cual se busc que las autoridades competentes se sentaran

    a dialogar para encontrar las soluciones pertinentes y oportunasante tales problemticas. La creciente ola de inmigracin, sumadaal estancamiento industrial y a la infraestructura precaria, generun incremento en la tasa de desempleo y en las movilizaciones.Igual que en Barrancabermeja, en la ciudad de Bucaramanga secrearon los comits cvicos barriales, conformados por gruposestudiantiles provenientes de colegios y universidades, particu-

    larmente de la UIS.

    Tambin el magisterio, Festra, Audesa, as como algunascorrientes polticas vinculadas al Partido Comunista, marxis-mo-leninismo, la Anapo socialista y el MOIR, tuvieron un pa-pel protagnico.20As mismo, los sindicatos vinculados al sectormetalmecnico, como los de Filtros Parma, Forjas de Colombia,

    Mecnicos independientes, el sector bancario y Anthoc, agluti-nados en Utrasan, se fueron constituyendo durante la dcada de

    19. Ibd.20. J.Daz Fajardo, Ciudad y Protesta, Op. Cit., p. 180.

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    los setenta en una fuerza social con gran influencia en la regin,que trajo consigo nuevas alianzas y espacios de incidencia en lossectores populares, como por ejemplo en las Juntas de Accin

    Comunal.

    A la elaboracin de una plataforma poltica de carcter integralse sum la voluntad de establecer unas relaciones armnicas conlas autoridades locales. En ese sentido, las organizaciones sociales

    y sindicales que promovieron y apoyaron los paros cvicos desa-rrollados durante aquel periodo, elaboraron un documento en

    el cual presentaban un diagnstico general sobre los problemasque afectaban el presupuesto de un amplio sector de la poblacinsantandereana. Segn lo estipulado all, el salario percibido porlos trabajadores era insuficiente a la hora de solventar el crecientecosto de vida en los diferentes centros urbanos, como el caso deBucaramanga y los municipios aledaos:

    Primero. Que la tarifa de bus urbano sea rebajada a cincuentacentavos. La prdida de salario de los choferes asalariados queocurra por la disminucin de la tarifa, ser absorbida y pagada porel gobierno a estos trabajadores. Que se congelen los precios dela gasolina y los repuestos para automotores, a fin de impedir laespeculacin y hacer efectivo el control de precios a los artculosde consumo obligado. Segundo, que aumente en un milln dos-cientos mil galones mensuales el cupo de gas para Bucaramanga.Para satisfacer el consumo mnimo mensual y que se reciban loscilindros a los usuarios en el estado en que se encuentren igual-mente que se rebajen los precios y se congelen los que existananteriormente. Tercero que se ponga en libertad incondicional einmediata, todos los presos sindicados de participar en la protestapopular que dio origen a esta movilizacin. El gobierno pagaradems una indemnizacin a los familiares del estudiante muer-to y los trabajadores y estudiantes heridos durante los actualesacontecimientos. Cuarto, que el gobierno dote de un presupuesto

    suficiente a los hospitales de Santander, para que esta entidad su-ministre un eficiente servicio mdico asistencial a la poblacin deBucaramanga. El hospital Ramn Gonzales Valencia, eliminar elcobro de 10.00 $ por la visita de familiares a los pacientes. Quinto,

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    rebaja y congelacin de los servicios pblicos, agua, luz, telfono,etc. a los niveles existentes al 30 de julio de 1975. Sexto, el gobier-no, a travs de todos los organismos (Ministerio de Trabajo, go-

    bernador, alcalde, etc.,) se compromete a no tomar decisiones quepuedan afectar a las personas y entidades jurdicas comprometidasen la huelga y paro cvico que se efectu en Bucaramanga. Ma-nifestamos al seor gobernador que estamos dispuestos a entrara dialogar de inmediato, para buscar las soluciones que resuelvanlos problemas aqu expuestos, atentamente comit cvico popu-lar.21

    Lo anterior revela una relacin compleja entre ambas partesdurante todo el transcurso de la dcada, es decir, entre los trabaja-dores, por un lado, y el Gobierno junto con el sector empresarial,por el otro. Igualmente, se hicieron visibles una serie de necesi-dades recurrentes desde haca varios aos, sin que existiese unareal voluntad poltica para atender dichos requerimientos. Segnlos testimonios recopilados en la prensa de la poca, particular-mente Vanguardia Liberal,las propuestas y contrapropuestas delgobierno departamental fueron insuficientes ante las acuciantesnecesidades del sector trabajador. De all que las agremiacionessindicales viesen en las movilizaciones una herramienta estra-tgica para presionar y exigir al Gobierno los derechos de lostrabajadores y los ciudadanos en general.

    La fbula del enemigo, y el poder de la botaEn trminos del discurso, mientras por un lado la oficialidad

    apelaba a conceptos como extremistas y desorden para refe-rirse a los sindicatos, y en general a los movimientos sociales, conel objetivo de granjearse las simpatas de un sector del periodismo

    y de la opinin pblica, las organizaciones sindicales develabanque detrs de ello exista una clara campaa de desprestigio para

    justificar la omisin del Estado, a la hora de reconocerles susderechos vulnerados.

    21. Vanguardia Liberal, 6 de noviembre de 1975, pp.1-3.

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    As, las autoridades bumanguesas informaban a la ciudada-na, a travs de los medios de comunicacin y sus respectivosperiodistas, que demandaban la solidaridad y respaldo al Go-

    bierno para que los grupos extremistas de aquel entonces nocontinuaran en su tarea de implantar el desorden en la ciudad.22

    Adems, informaban que el Gobierno y los altos mandos mili-tares y de polica estaban en condiciones de ofrecer las garantaspara proteger y salvar la vida, honra y bienes de los ciudadanos,

    y que no desfalleceran en su empeo de volver a la ciudadanasu completa normalidad. De acuerdo con ellos, esto slo era

    posible con la colaboracin irrestricta de todas las gentes debien de Bucaramanga.

    A travs de los informes oficiales solicitaban a los medios decomunicacin objetividad a la hora de suministrar informacinperiodstica, para evitar, segn ellos, la presunta tergiversacinen relacin con las buenas relaciones y los procesos que se ade-

    lantaban entre las agremiaciones sindicales y el Gobierno.Noobstante, y frente a las diferentes manifestaciones, las autoridadesoptaron por tomar diferentes medidas para ejercer control, entrelas cuales sobresalieron los toques de queda en la ciudad entre las8 de la noche y las 4 de la maana, y las intervenciones directasen las movilizaciones con el objetivo de bloquearlas.

    En trminos generales, y segn algunos testimonios, el gesto

    gubernamental encaminado a contener el accionar del sindica-lismo se vali de la fuerza militar con el argumento de defenderla institucionalidad:

    Entonces era el aparato militar el que reprima, el que estaba en lasprotestas, porque se tomaba las factoras, saboteaba una marcha,se meta en una carpa. Eran tipos de cara destapada o llevaban

    alguna otra forma. En la dcada del ochenta aparecen en forma lamano negra y las brigadas militares.23

    22. Ibd., p. 3.23. Entrevista a lder de la CUT Subdirectiva Santander, Bucaramanga,

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    En medio de la ola de represiones a nivel nacional y regional,y bajo el contexto del estatuto de seguridad inaugurado por elgobierno de Turbay Ayala, se llev a cabo la instalacin del XIII

    Congreso de sindicatos filiales de Bucaramanga, el cual cont conla asistencia de 180 delegados de todo el departamento. El actode apertura de la instalacin del Congreso fue presidido por eldirector de la oficina regional del trabajo en Santander, GabrielGarca Pea, y el comit ejecutivo de Utrasan.Los objetivos delencuentro consistieron en abrir un espacio para la realizacinde un estudio sobre los asuntos laborales, el conocimiento de la

    accin social y poltica de los sindicatos, los problemas agrarios yde juventud, adems de las finanzas, las filiaciones gremiales, la

    violencia en contra de los sindicalistas por las autoridades oficialesy la divulgacin de propaganda sindicalista en el departamento.En este escenario poltico tambin se abrieron las puertas paraque se facilitara la discusin en relacin con el estado del sindi-calismo de industria y los derechos educativos y culturales en la

    capital del departamento.24

    En otras palabras, las luchas de los obreros no slo se cierona un asunto de carcter gremial; a su vez, el carcter de sus rei-

    vindicaciones indicaba incluso la necesidad de concebir una seriede parmetros de sostenibilidad poltica y social, a corto, medio ylargo plazo.25De acuerdo con esto, el movimiento sindical debacoincidir con el ambiente poltico que expresara la comunidaden su conjunto, y evita sucumbir ante el temor ocasionado porlos actos violentos, que empezaban a hacerse ms evidentes apartir de la dcada de los ochenta. Con relacin a esto ltimo, larespuesta de los armados no se dej esperar a la hora de ponerfreno a la marea movilizadora en la regin. Es as como el da3 de mayo de 1982, segn informacin que reposa en el peri-dico Vanguardia Liberal,fue asesinado un dirigente sindical de la

    2014.24. Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 8 de noviembre d 1980, pp. 1-325. Vanguardia Liberal,Bucaramanga, 3 de mayo de 1982, p. 10.

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    USO en Barrancabermeja. Segn informacin escrita, entre elsindicalista y su agresor se haba producido un enfrentamientoque condujo a la muerte del primero. De igual manera, en el

    corregimiento de Campo Capote fue asesinado el negociadordel pliego petitorio del proyecto forestal Carare Opn, Ramn

    Adn Cadavid.

    A raz de estos hechos los obreros de Barrancabermeja, entreellos el sindicato de Sintrapalma, realizaron un desfile pacficocon motivo del crimen, adems de rechazar las acciones ejem-

    plarizantes que llevaban a cabo los armados.26

    Sin embargo, estasmanifestaciones no fueron suficientes a la hora de poner freno ala arremetida de los violentos en contra de los lderes sindicales.Ms an, a partir de la segunda mitad de la dcada de los ochen-ta, los crmenes cometidos contra activistas vinculados al sectorpetrolero experimentaron un aumento drstico, particularmentea partir de 1987.

    Por ejemplo, el 28 de febrero de 1988 fue asesinado el ldersindical de Ecopetrol Manuel Gustavo Chacn Sarmiento. Enmomentos en que terminaba de hacer una diligencia personal enel Banco Popular, Chacn fue abordado de manera intempestivapor sujetos que iban en una camioneta Toyota de color azul, mien-tras el pasajero del puesto delantero proceda a propinarle variosdisparos con una subametralladora. Algunos testigos presenciales

    afirmaron que el homicida era un conocido oficial de la ArmadaNacional.27Lo ms sorprendente de toda esta trgica historia fueconstatar la existencia previa de una serie de amenazas y atentadosen su contra, sin que se hubiesen tomado medidas destinadas aevitar el trgico desenlace. En una ocasin, Manuel Gustavo y

    26. Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 4 de mayo de 1982, p.14.27. Sindicato Nacional de Trabajadores del Ssitema Agroalimentario-Sin-

    altrainal-, audiencia petrolera. Homicidio de Gabriel Gustavo Chacn.http://www.sinaltrainal.org/index.php/otras-iniciativas/tribu-nal-permanente-de-los-pueblos/tpp-sesi%C3%B3n-colombia/audiencia-petrolera/163-homicidio-de-manuel-gustavo-chacon.

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    su hermano Jorge Alirio salieron de una reunin del ConsejoDirectivo del Colegio de la Unin Sindical Obrera _USO_. Enese instante, dos sujetos que se movilizaban en una motocicleta

    realizaron una serie de movimientos extraos y amenazantes.Ante este hecho, ambos lderes salieron precipitadamente endireccin a las instalaciones de la USO en la ciudad de Barran-cabermeja, mientras se escuchaban unas rfagas de fusil a susespaldas. Mientras tanto, algunos sujetos armados se apostaronal frente de su vivienda esperando su regreso.

    Al parecer, y segn versiones que circularon en la poca,miembros de la fuerza pblica, particularmente algunos inte-grantes de la polica, como el propio comandante de la Estacinde la Refinera, adems de un suboficial de la Armada Nacional

    y algunos agentes, participaron activamente en este atentado. Nofue casualidad que un ao atrs, en medio de unas manifesta-ciones llevadas a cabo en el mes de noviembre de 1987, Chacn

    hubiese sido detenido por la Polica, y amenazado de muerte porel teniente Ral Baquero Baquero.28

    Frente al asesinato del reconocido lder, el movimiento sin-dical del departamento program un paro general, que poste-riormente fue suspendido bajo la promesa de una presunta in-demnizacin a la familia de Chacn. Pese a ello, estos hechos nopararon all, y la situacin tendi a agravarse. Un mes despus de

    cometido el asesinato contra el lder de la USO, fueron asesinadosotros cinco hombres al occidente de la ciudad de Bucaramanga,algunos de ellos dirigentes comunales y lderes sindicales. Loscadveres fueron hallados maniatados y con varios impactos debala. As, la presencia de la muerte y la cotidianidad de la ame-naza tendieron a deteriorar el movimiento sindical y a sentar unprecedente fuerte con respecto a la beligerancia desatada por los

    grupos armados.

    28. Ibd.

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    A la creciente sensacin de vulnerabilidad por cuenta de loscrmenes contra activistas, se adicion la extrema preocupacina raz de la paulatina prdida de capacidad adquisitiva de las ma-

    sas trabajadoras. Para ilustrar lo anterior, el peridico VanguardiaLiberalpublic un informe titulado En vspera de elecciones, seagrava la situacin laboral en todo el pas. Este artculo de pginaentera sealaba el deterioro de la situacin laboral en el pas yen el departamento de Santander en particular. Ello se expresa travs del incremento de huelgas nacionales y regionales, enlas que, segn clculos efectuados por el rotativo, estuvieron

    involucrados ms de 26 mil trabajadores.29

    Lo interesante del asunto es constatar la construccin de unespritu de unidad, como herramienta de resistencia en el devenirde las dinmicas sociales y polticas de la sociedad santandereana.

    En su conformacin, Usitras agrup al 80 % de los trabajadoressantandereanos con el fin de establecer una paridad de criterios

    a la hora de presentar los pliegos petitorios. Esta iniciativa gozde una adhesin bastante amplia, sin embargo, se vio enfrentadaa la crisis comercial e industrial que oblig al cierre de variasempresas locales, con la consiguiente prdida de empleo queafect a amplios sectores de la poblacin. Esta situacin provoc,adems, una creciente concentracin del mercado regional enpocas compaas, algunas de ellas de carcter multinacional.30Lasensacin de crisis estimul, pocos aos despus, el inicio de unfuerte debate en torno a la necesidad de impulsar los procesos deprivatizacin en sectores neurlgicos como el elctrico. As, enel ao de 1985, la Junta Directiva del Sindicato de Trabajadoresde la Electricidad en Colombia_Sintraelecol_ gan una demandaque haba sido entablada contra la asamblea de accionistas de laempresa electrificadora del departamento de Santander.

    29. En vspera de elecciones, se agrava la situacin laboral en todo el pas,

    enVanguardia Liberal, Bucaramanga, 13 de mayo de 1982, p. 5.30. Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 1 de mayo de 1983, p.11.

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    La directiva del Sindicato se haba declarado en pie de lucha,ya que ste mantena el criterio de que la reorganizacin del sectorelctrico deba responder a mejora la prestacin del servicio y la

    calidad de vida de los trabajadores. Sintraelecol busc contribuira que los santandereanos y otras entidades sindicales consideraranque la electrificadora deba ser patrimonio del departamento, yno el botn de unos pocos. Como consecuencia, le correspondaasumir una actitud de defensa de estas iniciativas, rechazandolas reformas de los estatutos que atentaban contra la autonomapresupuestal y la administracin de la empresa elctrica.31Frente

    a este escenario de zozobra y de escaso dilogo, un amplio sectordel movimiento sindical llev a cabo un mosaico de accionesque se tradujeron en movilizaciones, fogatas callejeras y todotipo de arengas en contra del gobierno municipal de la ciudadde Bucaramanga. La respuesta inmediata y violenta de la fuerzapblica desencaden una serie de enfrentamientos, los cualesdejaron como resultado siete heridos.32

    El escenario de creciente criminalizacin y judicializacin delas manifestaciones sindicales en el departamento de Santanderse revel a travs de diferentes medidas, como los toques de que-da. Con ello se trat de evitar las aglomeraciones peligrosas y laformacin de nuevas huelgas de carcter popular. La regulacinen el desplazamiento de los activistas por los centros urbanosdel departamento se vio complementada con la implantacin

    de la ley seca. En razn de esta medida, se amenaz con has-ta cinco das de arresto para quienes incurrieran en presuntoscomportamientos susceptibles de quebrantar el orden pblico,adems de atentar contra los bienes de la nacin y el departamen-to.Simultneamente aparecieron algunas amenazas de muertecontra lderes sindicales y campesinos. Un ejemplo de ello fuelo sucedido contra los dirigentes sindicales de la ANUC, Jos

    Manuel Manco y Germn Alarcn Bedoya, quienes denunciarona varios agentes de seguridad:

    31. Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 21 de septiembre de 1985, p. 3.32. Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 1 de mayo de 1983, p. 11.

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    Cuando se disponan a viajar al vecino municipio de Yond, losdetuvo la polica por encontrarles documentos legales de la orga-nizacin campesina y la coordinadora popular. Tambin denun-

    ciaron que despus de recibir mal trato verbal y fsico de variosagentes, los dirigentes fueron amenazados de muerte, pues unode los agentes dijo cudense que en la calle les damos plomo porsubversivos. De esta manera se responsabilizaba a los organismossecretos y a la propia polica, en caso de presentarse algn atenta-do en contra de la integridad de estos dirigentes sindicales.33

    Las manifestaciones del horror condujeron a una escalada sin

    precedentes en las expresiones de violencia. La desacralizacindel cuerpo de la vctima empez a remitir a una prctica quesustraa y socavaba su humanidad, adems de trazar un nuevocampo de significacin que reposaba en la necesidad de estableceruna advertencia colectiva. El miedo se constituy en un armapoderosa a la hora de generar espacios de gobernabilidad y desumisin, a travs de la escenificacin de actos de barbarie. As,las decapitaciones registradas por el peridico Vanguardia Liberalparecieron entraar un mensaje bajo el cual la mutilacin seperfil como una estrategia encaminada a diluir la dignidad de la

    vctima y a poner en evidencia, de la manera ms cruda posible,su vulnerabilidad y humillacin frente al victimario.

    La espiral de la muerte como estrategia de

    guerraPrecisamente, en un artculo de dicha publicacin se revel

    que siete personas que vivan en el corregimiento de San Rafaelde Chucur fueron secuestradas y luego asesinadas de forma atrozpor un grupo de sujetos fuertemente armados, quienes arribaronal pueblo a bordo de una moto canoa, y procedentes de PuertoBerro. Como colofn de este escalofriante episodio, las personasmutiladas fueron halladas posteriormente en las riberas del roMagdalena.

    33. Vanguardia Liberal, 15 de mayo de 1983, p. 11.

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    Integrantes del terrorfico MAS, llegaron el sbado a las 7 de lanoche al pueblo San Rafael de Chucur armados hasta los dientes.Con lista en mano, uno de los integrantes empez a preguntar

    por algunas personas del pueblo. Uno a uno fueron sacados desus casas y conducidos a la moto canoa, para posteriormente serasesinados en la orilla del Magdalena. Estos actos de violenciaevidencian las tensas situaciones que vive el sindicalismo Santan-dereano, as como la falta de presencia de la autoridad policial enalgunos municipios del departamento.34

    De esta forma, grupos como Muerte a Sindicalistas _MAS_,

    empezaron a hacer presencia en la regin a mediados de la d-cada de los ochenta. Igualmente, la muerte del lder campesinoPablo Miguel Acua Lora se constituy en uno los hechos mslamentables durante esta poca. Segn informacin suministradapor Vanguardia Liberal,Acua Lora se caracterizaba por ser unincansable luchador en la defensa de los derechos de campesinos

    y pequeos propietarios. Uno de los aspectos ms interesantesy dramticos del artculo fue el hecho de constatar las amenazasprevias de que fue objeto el lder campesino, antes de cometidoel crimen. Finalmente, fue asesinado por reclamar sus derechoscomo propietario de tierras.35

    Los excesos cometidos por los armados, sumados a la extremasituacin de indefensin de las vctimas, obligaron a que poste-riormente se conformara la Comisin de Derechos Humanos de

    la Procuradura General de la Nacin en 1985, la cual empeza recopilar toda la informacin disponible sobre desaparecidosen Colombia. Con ello se trat, hasta cierto punto, de medirlos alcances de la violencia cometida contra diferentes sectoressociales, como el sindical.Para este caso en particular, segnfuncionarios del Ministerio Pblico, la mayora de los eventos sereferan a secuestros y muertes de dirigentes sindicales y dems

    activistas de base.

    34. Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 31 de julio de 1985, p. 13.35. Ibd.

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    De esta manera, el jefe del Ministerio Pblico, Carlos JimnezGmez, solicit a todos los procuradores regionales remitir alnuevo organismo la informacin de desapariciones para agilizar

    las investigaciones que estaban en marcha, entre ellas las per-tenecientes a las ejecuciones extrajudiciales.36De acuerdo conlo relatado por Vanguardia Liberal,slo para el ao 1986 habansido asesinados 32 lderes sindicales. Paralelo a este ambienteturbio, algunos dirigentes estaban convencidos de la necesidadde profundizar la unin del movimiento, no slo para combatirel abigarrado clima de violencia que se asomaba sino tambin

    para robustecer su plataforma poltica frente a las decisiones degrueso calibre que se discutan a nivel regional y nacional.37Delmismo modo, ponderar la unin como estrategia de resistenciaentraaba, adicionalmente, la intencin de constreir cualquiertipo de conflicto susceptible de socavar el poder del sindicalismoen la regin.

    Bajo este panorama, las organizaciones obreras del pas em-

    pezaron a aadir nuevos acontecimientos destinados a la conme-moracin durante las actividades realizadas en el tradicional dadel trabajo. En estas fechas se comenz a evocar con mayor vigorla memoria de todos aquellos que haban sucumbido frente alpoder de los violentos.38Se trat de abrir camino a una forma deprotesta, en donde el valor de la vida cobr una dignidad pocoadvertida hasta ese entonces. Para ilustrar lo anterior, en mayo de1987 se realiz un paro cvico de 408 horas, en el cual se reclamel derecho a la vida de las organizaciones sindicales. Con ellose busc obtener unos mrgenes mnimos de respeto ante lasactividades desarrolladas por estas. En este paro participaron losgrupos cvicos y polticos, as como la Iglesia y algunos sindicatosque se unieron para hacerse sentir de manera conjunta.

    Uno de los aspectos ms notorios al revisar los archivos de

    prensa disponibles fue constatar la presencia del ya referido ele-36. Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 14 de septiembre de 1985, p. 9.37. Vanguardia Liberal,Bucaramanga, 27 de septiembre de 1985, p. 3.38. Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 1 de mayo de 1987, p. 7.

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    mento festivo durante las manifestaciones, como por ejemplo eluso de la plvora en las horas de la noche. Para los manifestantes,el uso de la plvora contribuy a llamar la atencin de la ciuda-

    dana sobre un asunto verdaderamente atroz, bajo la consignade no ms muertos en la ciudad, no ms asesinatos de gentesinocentes, queremos la paz. La simbologa festiva de la plvoraprovey de unas imgenes atractivas al transente y a los mediosde comunicacin que registraron estas expresiones de resistenciapacfica. De esta manera, se hicieron ms visibles algunas orga-nizaciones, como el Comit Cvico por la Lucha, quienes en un

    comunicado afirmaban que la pugna librada en ese entonces sedesarrollaba por la defensa de la vida, de all su rechazo frontal acualquier acto violento en contra de los activistas.

    Hubo una respuesta contundente ante la proliferacin de loshomicidios, los mensajes tenebrosos, los destierros obligados, lasdesapariciones forzadas, entre otras, los cuales se fueron erigiendoen plataforma de guerra en el departamento de Santander. Por

    ejemplo, el 29 de julio de 1988 fue allanada la casa del presidentede Usitras, Carlos Arturo Rodrguez, por parte de un grupo delejrcito que procedi inmediatamente a su detencin y trasladohasta la Quinta Brigada. Como respuesta a este hecho en particu-lar, se solicit la intervencin del procurador regional y nacionalante el comandante de la Brigada, con el propsito de obtener lalibertad del lder sindical. Pese a dicha solicitud, Carlos ArturoRodrguez fue finalmente desaparecido.

    La intencionalidad misma del acto violento y sistemticoprocur constreir los espacios deliberativos del movimientosindical en la regin.39Al mismo tiempo, la desaparicin emergien este punto como una tctica de silenciamiento y de vulnera-cin extrema, ms an cuando la ausencia de respuestas efectivaspor parte del Gobierno contribua a reforzar el poder coercitivo

    que ostentaban los grupos armados, incluyendo por supuesto lafuerza pblica. Por ejemplo, la desaparicin de los lderes sindi-

    39. Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 5 de marzo de 1988, p. 24.

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    cales Wilson Lesmes Serrano, Leonardo Amaya, Nilson Sierra yLzaro Hernndez, sumada a la desaparicin y asesinato de losintegrantes de Sintraelecol Carlos Alberto Rodrguez y Carlos

    Jaime Rincn, y Ricardo Ros Serrano respectivamente, entreotros muchos, configur un ambiente de terror y de impunidadalarmante.40

    Precisamente, casos como el de Sintraelecol en el departa-mento de Santander, cuatro de cuyos integrantes haban sidoasesinados en un breve intervalo de meses, provoc un cese de

    actividades como medida de protesta por la falta de resultados enlas investigaciones.41El caso de Rincn es bien elocuente respectoa las modalidades del crimen contra sindicalistas en el departa-mento. En particular, el martes 13 de septiembre de 1988, en horasde la noche, dos sujetos que se movilizaban en una moto de altocilindraje dieron muerte a este lder sindical. Los dos homicidasse le acercaron y procedieron a dispararle en repetidas ocasiones.

    Tal y como reposa en el peridico Vanguardia Liberal,los asesinosle propinaron tres disparos, dos de ellos le impactaron el rostro, locual le caus la muerte mientras era trasladado a las instalacionesde la Clnica Comuneros. Lo notorio de este tipo de hechos es lafacilidad de los victimarios a la hora de emprender la fuga luegode cometer los crmenes.42

    En ese sentido, el abatimiento a causa de estas violaciones a la

    vida y la libertad del movimiento sindical, sumado a la represen-tacin del sindicalista bajo el estigma de subversivo, acompaaronla ola de violencias durante la segunda mitad de la dcada de losochenta. As mismo, los diferentes artculos de prensa registradosen Vanguardia Liberalrevelan un ambiente de inmensa impunidad

    y de zozobra frente al futuro inmediato y a largo plazo. Sumadoa ello, las diferentes manifestaciones campesinas, incluidas por

    40. Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 1 de julio de 1988, p. 20.41. Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 15 de septiembre de 1988, p. 2442. Ibd.

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    supuesto las de organizaciones como Sintrainagro y Sintrapalmas,llevadas a cabo en aquella poca, fueron reiteradamente sealadasde estar infiltradas por las FARC o por algn otro grupo sub-

    versivo.43La evocacin de la infiltracin se convirti en un modorudimentario de deslegitimar el espritu mismo de la manifes-tacin, que obviaba la diversidad de referencias y sensibilidadesalusivas a su propio contenido social y reivindicativo.

    El imaginario contrainsurgente tambin provoc una seriede prcticas inauditas, consistentes en allanamientos irregulares

    a dirigentes sindicales. De acuerdo con Serrano Prada y PinedaQuintero, en ocasiones se emprendieron verdaderas campaas dedesprestigio contra algunos de los lderes sindicales, para lo cualse introducan armas, documentos y municiones con el objetivode inculparlos ante la justicia. Segn ellos, este tipo de prcti-cas provocaron la accin de los grupos paramilitares a partir delos sealamientos directos contra integrantes de organizaciones

    como Sintraclnicas, Sintrahospitalarios, Sintramunicipios, Sin-tracuaemponal, Sintrabanca, Sintrauis, SES, Sintrametalrgicos.Con relacin a este ltimo, en 1984 fueron objeto de falsas acu-saciones y sindicaciones por presunta militancia en grupos gue-rrilleros, adems de ser vctimas de amenazas y hostigamientos.

    Recrudecimiento de la guerra y la coalicin

    de fuerzas sindicales. Una apuesta por lavisibilizacin

    Promediando la dcada de los ochenta, los grupos paramilita-res como el MAS y los Magnficos comenzaron a tomar formaen la regin santandereana, y en particular en Bucaramanga. Enese sentido, la creacin de organizaciones como el Sindicato de

    Educadores de Santander _SES_y la elaboracin de una platafor-ma social de gran envergadura en beneficio de las comunidades

    43. Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 23 de febrero de 1988, p. 21.

  • 7/25/2019 El delirio de la seguridad y la sumisin

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    locales y organizaciones cvicas, desatron la furia de estos gruposirregulares y del propio Estado, situacin que se agudiz a finalesde dicho periodo.

    Tras la detencin masiva de 22 educadores en una jornada de ParoNacional en 1984, los dirigentes del SES comenzaron a ser perse-guidos y hostigados por la fuerza pblica, principalmente por lasunidades del servicio de inteligencia. Conjuntamente con la ante-rior situacin, varios integrantes del SES, residentes en la capitalsantandereana, fueron vctimas del acoso estatal y paramilitar.44

    A lo anterior se aadi la conformacin de la Central Uni-taria de Trabajadores _CUT_ en el periodo 1986-1987 en el de-partamento de Santander. El impulso y la cantidad de afiliadosalrededor de Usitras, con una clara orientacin de izquierda enese entonces, no fueron suficientes a la hora de aglutinar el mo-

    vimiento sindical en su conjunto y de repeler el accionar delos armados. Este proceso entra una etapa de concertacin

    bastante difcil:Es indudable que al interior de algunos sindicatos se expresandiferentes comportamientos en el estilo de trabajo, tanto de losdirigentes sindicales como de las bases, los cuales son fruto delos niveles de concepcin poltica. Por otro lado, el apoliticismoes a nuestro juicio un factor que frena la toma de conciencia delos trabajadores y es un vicio que