477

El Encantador de Perros - Cesar Millan

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Los mejores consejos para educar y comprender a tu mascota.

Citation preview

¿Su perro le está volviendo loco? ¿Es agresivo,nervioso, asustadizo o demasiado irritable? Losperros son nobles y generosos con nosotros,pero ¿qué es lo que les damos a cambio? Unsitio donde dormir, comida, afecto… ¿Essuficiente para ellos? ¿No podríamos ir más allá,ver qué sucede en el interior de sus mentes, desus corazones, y averiguar lo que necesitanrealmente? César Millán le ofrece las técnicasprácticas necesarias para entender cómo ve elmundo su perro, cuáles son sus necesidadespara una vida pacífica, feliz y equilibrada. Elencantador de perros le ayudará a comprenderlo que sucede en la mente del mejor amigo delhombre y a desarrollar una relación plena ypositiva con él.

César Millán & Melissa Jo Peltier

El encantador de perrosLos mejores consejos para educar y

comprender a tu mascota

ePUB v2.0Elle518 16.02.12

Título original: Cesar’s WayTraducción: Javier Lago Bornstein & Ana Isabel RobledaCésar Millán & Melissa Jo Peltier, 2006.

Dedico este libro a la memoria de mi abuelo,Teodoro Millán Angulo,

y a mi padre, Felipe Millán Guillen; miagradecimiento a los dos

por enseñarme a apreciar, respetar y amarverdaderamente

a la Madre Naturaleza.

Mi agradecimiento especial a mi madre, MaríaTeresa Favela d’Millán,

que me enseñó el poder de un sueño.

AgradecimientosAgradecimientos

Este primer libro significa mucho para mí, y es importanteque exprese mi reconocimiento a todas las personas que,de algún modo, han influido en mi vida, que me ayudarona alcanzar el punto en el que me encuentro, cumpliendorealmente mi sueño de escribir un libro. Con algunas deesas personas no he hablado nunca, pero todas ellascontribuyeron a conformar mi modo de pensar y la formaen que abordo este libro.

La primera de ellas es Jada Pinkett Smith, que hasido más que una cliente; también ha sido una mentora,una guía y un modelo que hay que imitar. Gracias, Jada,por tu hermoso espíritu y por mostrarme el significado dela amistad incondicional.

la amistad incondicional.Quiero mostrar mi reconocimiento a Jay Real por

tomarme bajo su protección y enseñarme las reglas, lasfronteras y los límites del mundo de los negocios. Jay,eres un hombre de honor. Instintivamente supiste cuándollevarme de la mano y guiarme, pero también supistecuándo hubo llegado el momento de que abandonara elnido y volara por mi cuenta. Siempre me sentiréagradecido por ello.

También hay dos mujeres a las que tengo que dar lasgracias: las que regentaban un salón de belleza en SanDiego y que me contrataron cuando llegué a EstadosUnidos por primera vez. Perdónenme por no recordarsus nombres. Por aquel entonces no hablaba inglés y losnombres americanos me resultaban muy difíciles. Pero siestán leyendo esto, por favor, han de saber que nuncaolvidaré lo que hicieron por mí. Pienso en ustedes comomis primeros (¡pero no los últimos!) ángeles de la guardaamericanos.

A menudo se trivializa en los medios decomunicación sobre los autores y los expertos en librosde «autoayuda», pero he de mostrar mi reconocimiento avarios de ellos por el éxito que hoy tengo. Oprah

varios de ellos por el éxito que hoy tengo. OprahWinfrey me influyó mucho antes de que tuviera el honorde conocerla en persona y de trabajar con sus perros.Su programa How to Say No cambió mi vida al principiode mi carrera, porque en aquella época yo decía no a mifamilia y sí a todos los demás. Gracias, Oprah, por tusabiduría y tu perspicacia. Para mí siempre serás laencarnación de la energía «serena y firme» por el modoen que encaras tu vida y tu trabajo. ¡Realmente eres una«líder de la manada» estelar para los seres humanos!

Hay otros, a los que quiero mencionar yrecomendar, que han influido tanto en mi vida como enmi manera de trabajar con los perros. Anthony Robbinsme enseñó a fijarme una meta, emprender las tareasnecesarias para alcanzar dicha meta y conseguirla. El Dr.Wayne Dyer me inculcó la fuerza de la voluntad. DeepakChopra me ayudó a esclarecer mis creencias en cuantoal equilibrio entre el cuerpo y el alma, y nuestrasconexiones con los mundos natural y espiritual. El Dr.Phil McGraw me enseñó a informar con amabilidad a lagente de cosas que no quieren oír y también me ayudó aaceptar elegantemente el hecho de que mis consejos noson para todo el mundo. El libro Men Are from Mars,

son para todo el mundo. El libro Men Are from Mars,Women Are from Venus (Los hombres son de Marte,las mujeres son de Venus), del psicólogo John Gray,me ayudó a salvar mi matrimonio.

Hubo un momento en mi vida en el que meencontraba desesperado por saber si estaba loco, en elque me preguntaba si era la única persona en el mundoque creía que la psicología canina —no el adiestramientocanino— era la clave para ayudar a los perros conproblemas. Dog Psychology: The Basics of DogTraining, del desaparecido Dr. Leon F. Whitney, y TheDog’s Mind , del Dr. Bruce Fogle, fueron los dos librosque salvaron mi cordura y me ayudaron a ver que ibapor buen camino.

Cuando Los Angeles Times publicó un artículosobre mí en 2002, una bandada de productores deHollywood llegó de golpe a mi Centro de PsicologíaCanina, todos ellos prometiéndome la luna a cambio decederles mi vida y mis «derechos». Sheila Emery y KaySummer fueron los únicos que no quisieron sacarprovecho de mí y que no me hicieron promesas salvajes.Les agradezco que me presentaran al grupo MPHEntertainment: Jim Milio, Melissa Jo Peltier y Mark

Entertainment: Jim Milio, Melissa Jo Peltier y MarkHufnail. El equipo MPH/Emery-Sumner vendió miprograma, Dog Whisperer with Cesar Millan alNational Geographic Channel. A diferencia de otrosproductores que se me habían acercado, los socios deMPH no querían cambiarme. Nunca jamás me pidieronque fingiera ser algo que yo no era. Querían que mepresentara exactamente tal cual era: nada de adornos,nada de espectáculo, sólo mi esencia. Kay, Sheila y lostres socios de MPH —yo los llamo mi «pandilla de latelevisión»— me han ayudado a conservar la sensatez,los pies en el suelo en un negocio que fácilmente puedeconseguir que los recién llegados pierdan el equilibrio.

Quiero agradecer especialmente a mis dos hijos,Andre y Calvin. Tienen un padre dedicado en extremo asu misión, una misión que a menudo le ha robado untiempo que podría haber pasado con ellos. Quiero quesepan, mientras van creciendo, que cada segundo que noestoy con ellos ocupan mi pensamiento. Misextraordinarios niños, sois mi razón para seguir adelante;la huella que deje en este mundo la dejo por vosotros.Quiero que crezcáis en una familia de honor que defiendealgo importante. Andre y Calvin, espero que siempre

algo importante. Andre y Calvin, espero que siemprerecordéis y apreciéis vuestras raíces.

Por encima de todo está mi fuerza, mi espina dorsal:mi esposa, Ilusión Wilson Millán. Creo que no hayhombre más afortunado que aquel que tiene una mujerdetrás al cien por cien y yo he sido bendecido con eso.Ilusión estaba allí conmigo antes de que yo fuera«alguien» o tuviera nada. Me mostró la importancia delamor incondicional y al mismo tiempo realmente me«rehabilitó». Nací con los pies en el suelo, pero antes decasarme con mi esposa empezaba a sentirme perdido.Me volví egoísta y tenía mis prioridades confundidas.Ilusión me devolvió a la realidad. Me estableció normas,fronteras y límites. Siempre luchó por aquello queconsideraba que era lo mejor para nuestra relación ynunca dio un paso atrás. Ama a los seres humanos delmismo modo que yo amo a los perros. Al principio de micarrera me resultaba más fácil rechazar la parte humanade la relación ser humano-perro, pero Ilusión vioenseguida que eran los humanos quienes tenían que«conseguirlo» para que los perros fueran felices. Ademáses la persona más generosa y misericordiosa que hayaconocido jamás. Sabe qué es el verdadero perdón: no

conocido jamás. Sabe qué es el verdadero perdón: nosólo las palabras, sino el acto de perdonar; para ella estosignifica haber perdonado a los responsables de algunoshechos muy traumáticos que sucedieron en su vida. Esoya es una inspiración para mí. Ilusión, cada día medespierto orgulloso y honrado de tenerte como esposa.

Por último están los perros. Si yo fuera un árbol,todas las maravillosas personas de mi vida seríanaquellos que me habrían influido a medida que ibacreciendo, pero los perros seguirían siendo mis raíces.Me mantienen con los pies en el suelo. En cada perroque veo vive el espíritu de mi abuelo, el hombre que másinfluyó en mi objetivo vital, que me introdujo en elmilagro de los animales y las maravillas de la MadreNaturaleza. Los perros no leen libros, por lo que estereconocimiento no significa nada para ellos. Pero espero,cuando esté cerca de ellos, que siempre perciban laenergía de mi imperecedera gratitud por todo lo que mehan dado.

Melissa Jo Peltier desea dar las gracias a Lauren Ong,John Ford, Colette Beaudry, Mike Beller y Michael

John Ford, Colette Beaudry, Mike Beller y MichaelCascio, del National Geographic Channel, así como aRussel Howard y Chris Albert, su genial departamentode publicidad; a nuestro equipo y personal de DogWhisperer with Cesar Millan por su consistenteexcelencia; a Scott Miller, de Trident Media Group, porsu fe y paciencia, y al incomparable Ronald Kessler porpresentarme a Trident; a Kim Meisner y Julia Pastore, deHarmony Books, por su experiencia; a Heather Mitchellpor su investigación y comprobación de hechos; a KaySumner y Sheila Emery por traer a César a nuestrasvidas; a Ilusión Millán por su confianza y amistad; a JimMilio y Mark Hufnail por diez alucinantes años y los quevendrán; a Euclid J. Peltier (papá) por la inspiración; a laadorable Caitlin Gray por ser paciente conmigo duranteun verano de escritura, y a John Gray, el amor de mivida: lo has cambiado todo.

Y, por supuesto, a César. Gracias, César, por elhonor de permitirme formar parte de tu objetivo.

Prefacio, por Jada PinkettPrefacio, por Jada PinkettSmithSmith

Permítanme que les prepare para la idea de quemediante la psicología canina de César Millán van aaprender tanto sobre ustedes como sobre su(s) perro(s).Ya ven, los humanos somos los que hemos perdido elconcepto del orden natural en el que funcionan nuestrosperros. Nuestra falta de conocimientos sobre lanaturaleza de nuestras mascotas y sus necesidades privaa nuestros animales de los instintos naturales queemplean para sobrevivir. Esto se traduce en una mascotadesequilibrada, infeliz, que se convierte más en unajaqueca que en una alegría. César nos ayuda a entenderlas formas naturales en que viven nuestros perros, para

las formas naturales en que viven nuestros perros, paraque se vuelvan más equilibrados y felices. En esascondiciones nuestros perros nos permiten desarrollar unarelación más saludable con ellos.

Mediante su paciencia y su sabiduría César hasupuesto una bendición para mi familia, para mis perros ypara mí. Así pues, nuevos estudiantes, estad abiertos aaprender nuevas cosas.

Prefacio, por Martin DeeleyPrefacio, por Martin DeeleyPresidente de la AsociaciónInternacional de ProfesionalesCaninos

Hoy en día, aunque tenemos más libros, más ayuda, másartilugios de adiestramiento y definitivamente másrecompensas, hay más perros mal educados que nunca.Tenemos los medios que nos ayudan a conseguir unperro bien educado, pero no entendemos suficientementela naturaleza de nuestro perro. Si bien la mayoría denosotros somos bienintencionados y adorables dueñosde perros, esta falta de entendimiento puede crearmuchos problemas comunes entre los perros. En pocaspalabras, un perro no es un ser humano pequeño. No

palabras, un perro no es un ser humano pequeño. Nopiensa como un ser humano ni actúa como un humano nive el mundo del mismo modo que un humano. Un perroes un perro y hemos de respetarlo como perro. Flacofavor le haremos si lo tratamos como a un ser humano yfomentamos de ese modo muchos de los maloscomportamientos que vemos hoy en día.

Desde el primer momento que vi a César Millántrabajar con perros en su programa Dog Whisperersupe que entendía este concepto. Es un hombre únicoque no teme ser políticamente incorrecto, que habla deliderazgo con los perros y no teme dar y mostrar uncorrectivo cuando un perro lo necesita. No dejo deimpresionarme con el modo en que César interactúatanto con los perros como con sus dueños. César explicaqué es lo que está creando el problema de tal forma quecualquier dueño de un perro pueda entenderlo. Supersonalidad, su calidez y su humor son irresistibles; antesu encanto hasta el dueño más testarudo escucha y deseacambiar. No sólo puede explicar la situación, tambiénpuede solucionar el problema. Con una mínima cantidadde comunicación verbal, el perro obedece, cambiando suactitud y su comportamiento. Los perros responden al

actitud y su comportamiento. Los perros responden alenfoque tranquilo y confiado de César. Verdaderamentese trata de un hombre que sabe cómo «hablar el idiomade los perros».

En este libro César nos recuerda que lo másimportante del adiestramiento de un perro consiste encrear una relación saludable entre el ser humano y elperro, en la que la frontera entre uno y otro quedeclaramente trazada. Por mi propia experiencia me constaque esto es algo crítico. Mi primer perro, Kim, jamás semostró agresivo ni se comportó mal en público ni cuandorecibía visitas en casa. Hoy en día la gente diría: «Quéperro más bien adiestrado». Pero no se trataba deadiestramiento; se trataba de compartir una relaciónbasada en los tres elementos clave que César detalla eneste libro: ejercicio, disciplina y afecto.

César nos muestra cómo construir este tipo derelación y nos ayuda a entender mejor a nuestros perros.También nos explica cómo un perro puede cambiar sucomportamiento y su actitud con el enfoque adecuado.Es una información esencial para todo aquel que quieravivir de forma más pacífica con nuestros valiososacompañantes.

acompañantes.

IntroducciónIntroducción

¿Su perro lo está volviendo loco? ¿Es agresivo,nervioso, asustadizo o sencillamente demasiado irritable?Tal vez su amigo de cuatro patas esté obsesionado conalgo: ya sea saltar sobre el primero que entre por lapuerta o chincharlo a usted para que juegue a tirarle unay otra vez esa asquerosa pelota verde de tenis.

O tal vez quizá usted crea que tiene la mascotaperfecta pero le gustaría que su relación con ella fueramás satisfactoria. Realmente le gustaría saber quéresortes hacen saltar a su perro. Querría entrar en elcerebro de su perro, forjar una relación más íntima.

Si ha contestado afirmativamente a cualquiera de laspreguntas anteriores, ha llegado al lugar adecuado.

preguntas anteriores, ha llegado al lugar adecuado.Si no me conoce por mi serie de televisión Dog

Whisperer, que emite el National Geographic Channel,permítame presentarme. Me llamo César Millán y estoyencantado de compartir con usted los conocimientosadquiridos durante toda mi vida por mi experiencia alvivir y trabajar con perros, incluyendo los millares de«causas perdidas» que he rehabilitado a lo largo de losaños.

Si quieren saber algo de mí, llegué a Estados Unidosen 1990, procedente de México, sin dinero en losbolsillos y con el sueño y la ambición de convertirme enel mejor adiestrador canino del mundo. Empecé comocuidador, pero menos de tres años después ya estabatrabajando con jaurías de rottweiler realmente agresivos,incluyendo algunos perros que resultaban ser propiedadde una maravillosa pareja de la que quizá haya oídohablar: Will Smith y Jada Pinkett Smith. Will y Jada, muyresponsables como dueños de perros, quedaronimpresionados por mi talento natural con los perros, ycon gran generosidad me recomendaron a sus amigos ycolegas, muchos de ellos famosos. No publicabaanuncios: mi negocio se centraba estrictamente en el

anuncios: mi negocio se centraba estrictamente en elboca a boca.

Enseguida me encontré con un negocio próspero ypude abrir mi primer Centro de Psicología Canina al surde Los Ángeles. Allí conservo una manada de entretreinta y cuarenta perros que nadie más quiere acoger.Rescato a la mayoría de estos animales de refugios o deorganizaciones de rescate porque son considerados «noadoptables» o han sido abandonados por sus dueñosdebido a su comportamiento. Desgraciadamente, y dadoque no hay suficientes refugios a los que acudir donde nolos maten, la mayoría de los animales abandonados seenfrenta a una inevitable eutanasia. Pero los perros querescato, una vez rehabilitados, se convierten enmiembros felices y productivos de la manada. Al finalmuchos de ellos encuentran una familia adoptivaadorable y responsable. Y durante su estancia en mimanada estos perros que en su día estuvieroncondenados a morir suelen actuar como anfitriones ymodelos que se pueden imitar para los perrosproblemáticos de mis clientes.

Hay una necesidad única en los perros americanos:lo he visto en sus ojos y lo he sentido en sus energías

lo he visto en sus ojos y lo he sentido en sus energíasdesde el primer día que crucé la frontera hacia EstadosUnidos. Los perros domésticos americanos ansían tenerlo que la mayoría de los perros en libertad posee de unaforma natural: la capacidad de ser simplemente perros,vivir en una manada estable y equilibrada. Los perrosamericanos luchan contra algo desconocido para lamayoría de los perros del mundo: la necesidad de«desaprender» los esfuerzos de sus dueños, motivadospor el amor pero en definitiva destructivos, portransformarlos en personas peludas de cuatro patas.

De niño, en México, veía Lassie y Rin Tin Tin ysoñaba con convertirme en el «adiestrador» de perrosmás grande del mundo. Ya no llamo «adiestrar» a lo quehago. Hay muchos grandes adiestradores, gente quepuede enseñar a su perro a responder a órdenes como«siéntate», «quieto», «ven» y «sígueme». No es eso loque yo hago. Yo me dedico a la rehabilitación enprofundidad. Manejo la psicología canina; tratar deconectar con el cerebro y los instintos naturales del perropara ayudarlo a corregir un comportamiento no deseado.No empleo palabras ni órdenes. Empleo la energía y eltacto. Cuando llego a la casa de un cliente, el dueño

tacto. Cuando llego a la casa de un cliente, el dueñosuele pensar que el problema radica en el perro. Siempreme ronda la idea de que es más probable que sea cosadel dueño. A menudo digo a mis clientes: «Rehabilitoperros, pero adiestro personas».

La clave de mi método es lo que yo llamo «el poderde la manada». Al haber crecido en una granja conperros que eran perros de trabajo y no mascotasdomésticas, tenía años de experiencia interactuando yobservando a los perros en sus sociedades «grupales»naturales. El concepto de «manada» está profundamentearraigado en el ADN de su perro. En una manada sólohay dos papeles: el del líder y el del seguidor. Si no teconviertes en el líder de la manada de tu perro, ésteasumirá ese papel y tratará de dominarte. En América lamayoría de los dueños de mascotas miman a sus perrosy les ofrecen su constante afecto, pensando que con esoel perro tendrá suficiente y no es así. En el mundocanino, si sólo se obtiene afecto, el equilibrio naturalpuede verse alterado. Al enseñar a mis clientes a«hablar» el lenguaje de su perro —el lenguaje de lamanada— les abro todo un mundo nuevo. Mi objetivo altrabajar con los clientes consiste en asegurarme de que

trabajar con los clientes consiste en asegurarme de quetanto el ser humano como el perro acaban más sanos yfelices.

Hay más de sesenta y cinco millones de perrosmascota en América[1]. En los últimos diez años laindustria de las mascotas ha duplicado su tamaño conunos ingresos cercanos a los treinta y cuatro mil millones:¡sí, miles de millones! Los dueños de perros americanosmiman a sus mascotas con cosas como bolsitas de viajede piel de cocodrilo verde de cinco mil setecientosdólares para minúsculos Yorkshire terriers y pólizas deseguros por treinta mil dólares[2]. Como media, el dueñode un perro puede llegar a gastar once mil dólares o másen su mascota durante la vida de su perro: ¡y es unaestimación muy a la baja![3]. Está claro que este paístiene los perros más mimados del mundo. Pero ¿son losmás felices? Desgraciadamente mi respuesta es no.

Lo que espero que obtenga después de haber leídoeste libro es algunas técnicas prácticas para ayudar a superro con sus problemas. Sin embargo, lo másimportante es que quiero que comprenda con mayorprofundidad cómo ve el mundo su perro y lo que

profundidad cómo ve el mundo su perro y lo querealmente quiere y necesita para llevar una vida pacífica,feliz y equilibrada. Creo que casi todos los perros nacencon un equilibrio perfecto, en armonía con ellos mismos ycon la naturaleza. Sólo cuando viven con los sereshumanos desarrollan esos problemas de comportamientoque yo llamo «cuestiones». Y hablando de cuestiones,¿quién de nosotros no tiene unas cuantas? Después deaplicar mis técnicas puede que incluso usted empiece acomprenderse mejor. Observará su propia conducta conuna luz diferente y puede que se encuentre alterando lasformas con las que interactúa con sus hijos, su pareja osu jefe. ¡Después de todo los seres humanos tambiénsomos animales grupales! Más espectadores de los quese podría imaginar me han dicho que mis técnicas hanayudado a tantos seres humanos como perros. Porejemplo, tomemos un extracto de esta deliciosa carta deun admirador:

Querido César:Muchas gracias por tu programa Dog

Whisperer.Lo curioso es que ha cambiado mi vida y

Lo curioso es que ha cambiado mi vida yla de mi familia, y ni siquiera tenemos perro.

Tengo 42 años y soy madre de dos hijos(un niño de 5 años y una niña de 6). Lo estabapasando terriblemente mal al educarlos conun poco de disciplina (me di cuenta de que notienen fronteras ni límites). Mis críos metrataban fatal, literalmente, en lugarespúblicos y en casa. Entonces vi su programa.

Desde entonces me he adiestrado a mímisma para ser una madre más firme, siendomás enérgica, exigiendo mi espacio comofigura materna. También me he adiestradopara no pedirles ni rogarles que hagan algo,sino para decirles que lo hagan (cosas comorecoger su habitación, limpiar su zona delcomedor y llevarse la ropa lavada yplanchada). Mi vida ha cambiado, y ellostambién. Para mi asombro, mis hijos se hanvuelto más disciplinados (y hay menos peleas)y he descubierto que realmente les gustan laresponsabilidad y las tareas del hogar. Estánorgullosos cuando terminan una tarea y yo

orgullosos cuando terminan una tarea y yoestoy emocionada.

No sólo ha enseñado a los seres humanoscosas sobre sus perros, también ha enseñadoa los seres humanos cosas sobre ellos mismos.¡Muchísimas gracias!

Familia Capino

Debo mucho a los perros. Obviamente les debo misustento, pero mi gratitud es mucho más profunda. Miequilibrio se lo debo a los perros. Haber experimentadoel amor incondicional se lo debo a los perros, así como,de niño, mi capacidad para superar la soledad. El hechode entender a la familia se lo debo a los perros, y ellosme han ayudado a aprender a ser un mejor y másequilibrado «líder de la manada» con mi mujer y connuestros hijos. Los perros nos dan mucho, perorealmente ¿qué les damos nosotros a cambio? Un sitiodonde dormir, comida, afecto… pero ¿es suficiente paraellos? Son puros y generosos al compartir su vida connosotros. ¿No podríamos echar una mirada másprofunda dentro de su cerebro y corazón para descubrir

profunda dentro de su cerebro y corazón para descubrirlo que realmente desean?

He llegado a la conclusión de que algunos dueños deperros realmente no quieren hacer cuanto sea necesariopara que su perro lleve una vida plena por temor a queello altere el equilibrio en la forma en que su perro llenala suya. Pero en una relación ideal ¿no deberían ambaspartes ver que sus necesidades quedan satisfechas?

Lo que espero lograr con este libro es tratar deayudar a todos mis lectores a devolver a sus perros tansólo una parte de los muchos regalos que sus perros lesdan a ellos.

Nota sobre el géneroNota sobre el género

Crecí en México, en una cultura que podría llamar«machista». Otros en América podrían llamarla «sexista».La llame como la llame, es una cultura que no valora a lamujer del modo en que se valora en Estados Unidos. Lamujer es respetada como madre, pero su valía personalno recibe ni de lejos la importancia que debería. No seanima a la mujer a tener una alta autoestima ni a sentir suimportancia en la sociedad.

Desde que llegué a Norteamérica y me casé con unanorteamericana, he sido «rehabilitado» hasta el punto decreer que una cultura no puede ser realmente saludable amenos que conceda a la mujer el valor que merece.Cómo enfrentarse al tema del género es muy importante

Cómo enfrentarse al tema del género es muy importantepara mí. Por tanto, mi coautora y yo hemos afrontado lacuestión del género de la siguiente manera: en un capítulonos referiremos a los animales en masculino y a los sereshumanos en femenino. En el siguiente capítulo losanimales serán nombrados en femenino y los sereshumanos en masculino. Y así sucesivamente iremosalternando los géneros hasta el final del libro.

He de agradecer a mi brillante y preciosa esposa,Ilusión Wilson Millán, que me abriera los ojos al vitalpapel que la mujer desempeña en nuestra existenciahumana. Realmente son el pegamento que mantieneunidos nuestros «grupos» humanos.

PrólogoPrólogoUna vida de perrosUna vida de perros

Son las siete menos cuarto de la mañana y elsol empieza a asomarse por la cumbre de losMontes de Santa Mónica. Nos dirigimos aleste, y el sendero está tranquilo y desierto.Aún no he visto indicio alguno de vidahumana, lo cual es buena señal. Cuandocorro por la colina —seguido por unos treintay cinco perros sin collar—, siempre lo hagopor las rutas menos transitadas. Los perrosno suponen peligro alguno, pero puedenresultar imponentes para alguien que jamáshaya visto a un hombre correr seguido por

haya visto a un hombre correr seguido poruna manada de perros.

Ya llevamos una media hora corriendo yGeovani, mi ayudante, sigue al último perro,guardando la retaguardia de la manada yvigilando que no haya rezagados. Casi nuncalos hay. En cuanto cogemos un ritmo, lamanada y yo levantamos el polvo del senderocomo si fuéramos una unidad, como sifuéramos un solo animal. Yo guío, ellossiguen. Los oigo respirar fuerte y los suavesarañazos que sus patas hacen en el sendero.Están tranquilos y felices, y trotanligeramente con la cabeza baja, meneando elrabo.

Los perros me siguen ordenados según sucategoría, pero, como esta manada es muchomás numerosa de lo que sería una de lobossin adiestrar, los perros se dividen en gruposde acuerdo con su energía: alta, media ybaja. (Los perros más pequeños tienen quecorrer más para llevar el mismo paso.)

Los perros están en actitud migratoria ysus instintos mandan. A veces pienso quetambién los míos. Respiro hondo: el aire estálimpio y transparente y ni siquiera me llega elolor de la contaminación de Los Ángeles. Esuna sensación de total arrebato,vigorizadora. Me siento en armonía con elaire libre, el amanecer y los perros. Pienso enlo privilegiado que soy por pasar así mis días,por habérseme permitido disfrutar de este díacomo parte de mi trabajo, de mi misión en lavida.

En un día normal de trabajo salgo de mi casa enInglewood, California, y llego al Centro de PsicologíaCanina al sur de Los Ángeles a las seis de la mañana.Geovani y yo sacamos a los perros al «patio trasero» delCentro para que puedan aliviarse tras el descansonocturno. Después de eso los cargamos en una furgonetay llegamos a la montaña no más tarde de las seis ymedia. Nos quedamos allí unas cuatro horas, alternandoentre ejercicios vigorosos y ejercicios moderados y algo

entre ejercicios vigorosos y ejercicios moderados y algode descanso.

El ejercicio es como lo he descrito: yo guío a lamanada como un lobo alfa y los perros me siguen. Es ungrupo variopinto, formado por perros heridos,rechazados, abandonados y rescatados, que se mezclancon los perros de mis clientes que han venido al centro a«regresar a sus raíces», en el sentido canino, claro está.Tenemos una buena cantidad de pitbull, rottweiler,pastores alemanes y otras razas poderosas, junto aperros de aguas, galgos italianos, bulldog y chihuahuas.Mientras corro, la mayoría de los perros van sin collar.Si hay que poner collar a un perro, un ayudante seencargará de ello. Si existe la menor duda sobre lacapacidad de un perro para ser un miembro obedientede la manada, se quedará en casa y haré ejercicios conél de otras maneras. Por muy distintos que sean, losperros trabajan juntos como un grupo. Su instinto másprofundo y primario los guía a seguirme, su «líder de lamanada», a obedecerme y a cooperar entre ellos. Ycada vez que hacemos este ejercicio me siento másunido a ellos. Es así como la naturaleza planeó elfuncionamiento de una manada de perros.

funcionamiento de una manada de perros.Lo más notable es que siempre que paseamos o

corremos es imposible distinguir a los perros, da igual dequé raza sean. Simplemente son una manada. Cuandodescansamos, se separan por razas. Los rottweiler vanjuntos. Cavan una madriguera en la tierra para descansaren ella. Los pitbull se tumban juntos, siempre en el centrode la manada, al sol. Y los pastores alemanes van aecharse bajo la sombra de un árbol. Todos tienen unestilo propio. Entonces, cuando llega el momento devolver a correr, todos encajan como si no hubieradiferencias entre ellos. El perro y el animal que hay enellos son algo mucho más fuerte que la raza: al menoscuando se trata de un asunto tan serio como lamigración. Cada día que convivo con los perros aprendoalgo nuevo de ellos. Por todo cuanto hago paraayudarlos ellos me devuelven a cambio mil regalos.

A las once menos cuarto de la mañana regresamos alsur de Los Ángeles. Después de cuatro horas deintensivo ejercicio en la montaña los perros quieren aguay estar en casa. Regresan al Centro y descansan a lasombra de un pórtico de dos pisos, un árbol frondoso oen «Tailandia»: así llamo yo a la hilera de cinco casetas

en «Tailandia»: así llamo yo a la hilera de cinco casetasprivadas para los más pequeños. A algunos de los másactivos les gusta refrescarse en una de nuestras piletasantes de caer rendidos. Durante la hora que descansan,entre las once de la mañana y el mediodía, paso consultay recibo a los nuevos perros en el Centro. El mejormomento para introducir un perro nuevo ydesequilibrado en una manada estable es cuando estánreventados.

Ahora que ya han hecho ejercicio y descansado losperros se han ganado su comida… igual que tendríanque hacer en la naturaleza. Me gusta prepararlespersonalmente la comida, sacándola de las latas ymezclándola con mis propias manos, de modo que sucomida siempre lleve el olor de su líder de manada. Elritual de la comida en el Centro de Psicología Caninadura entre una hora y media y dos horas, y está diseñadopara constituir un reto psicológico para los perros: entérminos humanos, un ejercicio de «fuerza de voluntad».Los perros forman una fila delante de mí y esperan. Elperro más maduro, tranquilo y relajado será el primeroen comer. Esto hará que los otros perros comprendanque cuanto más tranquilos y maduros estén, más

que cuanto más tranquilos y maduros estén, másposibilidades tendrán de conseguir lo que quieren. Losperros tienen que comer uno al lado del otro, sin pelearni mostrarse dominantes en cuanto a la comida. Estosupone un enorme reto mental para el perro, pero almismo tiempo ayuda a garantizar que la manada funcionatranquilamente.

Una vez que los perros han comido y hecho susnecesidades, están listos para más ejercicio físico. Comoverán, tengo mucha fe tanto en la estructura como en laactividad física intensa para ayudar a los perros a lograrel tipo de equilibrio que tendrían si vivieran en lanaturaleza, en un mundo ajeno a la influencia humana.

Nuestra siguiente actividad es la más rigurosa del día:el patinaje. Lo crean o no, a la mayoría de los perros lesencanta correr conmigo mientras patino: ¡les encanta elreto de seguir el ritmo de un líder de la manada enpatines! Puedo patinar con un máximo de diez perroscada vez, por lo que son unas tres o cuatro sesionesseguidas. A media tarde todos han pasado por ello. Losperros están exhaustos y yo también. Mientrasdescansan un par de horas, paso consulta por teléfono yme encargo del papeleo en la oficina. A eso de las cinco

me encargo del papeleo en la oficina. A eso de las cincode la tarde salimos otra vez y jugamos a lanzar la pelotaunos veinte minutos. En el Centro de Psicología Caninaentre treinta y cuarenta perros pueden jugar con la mismapelota sin que estalle pelea alguna. Es lo que yo llamo el«poder del grupo» para influir en la buena conducta.

A medida que el sol se va ocultando la manada entraen actitud de descanso hasta el final del día. Es el mejormomento para cualquier sesión cara a cara que necesitehacer con cualquiera de los perros. Por ejemplo,tomemos a Beauty, una larguirucha pastora alemana conun grave caso de agresividad temerosa. Si alguien se leacerca, se encoge y sale corriendo o ataca. Paraengancharle la correa al collar he de correr detrás deella, agotarla y esperar a que se rinda. Tal vez tenga querepetir este proceso un millar de veces hasta que se décuenta de que, cuando extiendo mi mano, la mejorsolución para ella es venir hacia mí. Dado que Beauty haestado todo el día haciendo ejercicio y participando conlos demás, está en la mejor disposición mental para queyo trabaje con ella esas cuestiones.

Hoy en día, más de diez años después de que elCentro de Psicología Canina abriera sus puertas,

Centro de Psicología Canina abriera sus puertas,mantengo un reducido personal que comprende, ademásde a mí mismo, a mi esposa, Ilusión, y otros cuatro lealesempleados. Cuidamos de una media de entre treinta ycuarenta perros a la vez. Muchos de los perros de lamanada en el Centro llevan con nosotros desde elprincipio. A algunos los consideramos como mascotasde la familia, y vienen a casa con nosotros cada noche.Nos sentimos unidos a tantos que hemos de hacer turnospara ver a cuáles traemos a casa. Otros perros sonvisitantes de vuelta, pertenecientes a clientes yaveteranos, a quienes les gusta el efecto que la manadacrea en el equilibrio de sus perros. Estos clientes nostraen a sus perros siempre que salen de viaje. Para susperros, que ya están sanos psicológicamente, venir aestar con los demás es como irse de campamento yreunirse con viejos amigos.

El resto de los perros del Centro son visitantestemporales, perros que traigo para ayudarlos en surehabilitación. La relación entre «regulares» y«temporales» de la manada es de un 50 por ciento.Algunos de estos «temporales» son perros rescatados derefugios: perros a los que se les podría aplicar la

refugios: perros a los que se les podría aplicar laeutanasia si no fueran capaces de convertirse en animalessociales rápidamente. Los demás son perros quepertenecen a clientes privados. Me gusta decir que losperros de los clientes son los que mantienen el negocioen funcionamiento, y los de las organizaciones de rescateson los que mantienen mi karma en funcionamiento. A lamayoría de mis clientes no les hace falta enviar a susperros al Centro para que estén bien, igual que no todoslos seres humanos necesitan ir a terapia de grupo paratratar sus cuestiones psicológicas. La mayoría de loscasos que trato tienen que ver con perros que para sermejores simplemente necesitan un liderazgo más fuertepor parte de sus dueños, además de reglas, fronteras,límites y consistencia en sus propios hogares. Peroexisten otros casos en los que la mejor solución consisteen traer los perros para que tengan el respaldo y lainfluencia de sus iguales para que puedan aprender denuevo a ser perros.

Dado que muchos de nuestros perros proceden deorganizaciones de rescate, muchos de ellos tienenhistorias sobrecogedoras, algunas de ellas con laparticipación de la increíble crueldad que algunos seres

participación de la increíble crueldad que algunos sereshumanos infligen a los animales. La de Rosemary era unade esas historias. Una pitbull mestiza había sidoentrenada para luchar contra otros perros en peleasilegales. Después de perder una pelea importante susdueños la rociaron con gasolina y le prendieron fuego.Una organización de rescate le salvó la vida y serecuperó de sus quemaduras, pero estaba claro que suhorrible experiencia la había convertido en un perropeligrosamente agresivo para los humanos. Empezó amorder a la gente. Oí hablar de Rosemary después deque atacara a dos ancianos e inmediatamente me ofrecí aacogerla y tratar de rehabilitarla.

Me presentaron a Rosemary como un perropeligroso, mortal. Cuando la traje al Centro, sinembargo, su transformación resultó ser pan comido. Sólonecesitaba un lugar seguro y un liderazgo sólido pararecuperar su confianza en las personas. Antes se habíasentido intimidada por la gente, por lo que daba el primerpaso. Era entonces cuando atacaba porque, por supropia experiencia, si no atacaba a una persona, esapersona le haría daño. Me bastaron dos días paraganarme su confianza. Después era el perro más dulce y

ganarme su confianza. Después era el perro más dulce yobediente que puedan imaginar. No nació para ser unaasesina, fueron los seres humanos los que latransformaron. En cuanto se encontró viviendo en elCentro, rodeada por la energía de perros estables yequilibrados, resultó ser un caso muy suave.

Rosemary vive ahora con una familia adoptiva que laadora y que no puede creer que haya sido agresiva conlos seres humanos. Resultó ser uno de los mejoresembajadores del Centro de Psicología Canina que jamáshubiera podido imaginar.

Al igual que Rosemary, a Popeye lo encontróvagando por las calles una organización de rescate yacabó aquí porque sus trabajadores no podíancontrolarlo. Popeye es un pitbull de pura raza que perdióun ojo en una pelea ilegal. Al ser una «mercancíadañada», sus dueños ya no lo encontraban útil y loabandonaron. Mientras se adaptaba a la situación detener un solo ojo, Popeye se volvió muy suspicaz anteotros perros porque su visión del mundo se habíaestrechado y se sentía vulnerable. Respondíaacercándose a otros perros de forma muy agresiva, paraintimidarlos, lo cual solía desembocar casi siempre en

intimidarlos, lo cual solía desembocar casi siempre enuna pelea. Entonces empezó a atacar a las personas.Cuando me llegó, era muy agresivo, dominante ynervioso. Era un caso mucho más difícil porque suenergía era muy fuerte, así que yo siempre tenía que estarmás que alerta y atento cuando estaba con él. Hoy en díaes un miembro de la manada, tranquilo y digno deconfianza. Y aquí nadie se mete con él por el hecho detener un solo ojo.

Tenemos muchos pitbull en la manada, no porquesean más peligrosos que otros perros sino porque estánentre las razas más poderosas, y a menudo son los quemás difíciles resultan de controlar para las organizacionesde rescate cuando los perros presentan cuestiones,especialmente la agresividad. Desgraciadamente para lospitbull, mucha gente los cría para peleas ilegales o paraque la proteja, por lo que están condicionados a sacar ellado más agresivo de su naturaleza.

Prestan también es un pitbull y es enorme. Vivía conun hombre de 80 años y se pasaba la vida encerrado conél en un apartamento. Dado que Preston estuvonaturalmente expuesto a la tranquilidad, nunca se volviódestructivo mientras su dueño estaba vivo. Preston

destructivo mientras su dueño estaba vivo. Prestonestaba allí cuando su dueño falleció y fue el que buscó alcasero, que llamó a la Amanda Foundation. Cuandofueron a recogerlo, era muy tímido. A menudo un perrotímido es candidato a manifestar agresividad temerosa.Cuando metieron a Prestan en una perrera y luegotrataron de sacarlo, empezó a arremeter contra todo elmundo. Al ser un ejemplar tan grande, sus rescatadoresempezaron a tenerle miedo. Sin embargo, cuando lo trajeaquí, vi de inmediato que en realidad era alguienasustado, inseguro. Fue uno de los pocos perros a losque metí dentro de la manada desde el primer día. Al seralguien naturalmente tranquilo, Preston captó la energíarelajada y estable de los otros miembros y casi al instantese transformó nuevamente en uno más de ellos. Setranquilizó de manera inmediata y, aunque aún tiene unaspecto que asusta a la mayoría de los visitantes, yo sésu secreto: en realidad es un gigante amable.

Aunque no tengo favoritos en el Centro, me sientomuy unido a Scarlett, una pequeña bulldog francesablanca y negra. A menudo viene a casa conmigo, y paramis hijos es una mascota de la familia. Scarlett fue elúltimo perro en llegar a un hogar lleno de perros y otras

último perro en llegar a un hogar lleno de perros y otrasmascotas. Sus dueños tenían un conejo que salió de sujaula y Scarlett lo atacó y le sacó un ojo. Fui a casa desus dueños y trabajé con Scarlett; ni siquiera era un casoque me pareciera que necesitara ir al Centro. Elproblema no era Scarlett: eran sus dueños. No habíadisciplina en la casa —ni reglas ni fronteras ni límites— ylos dueños casi nunca estaban en casa para supervisar alos distintos animales que tenían sueltos por la propiedad.Asigné a los dueños un montón de deberes, pero nocambiaron nada. Pocas semanas después Scarlett learrancó la pata a un chihuahua que vivía con ellos. ComoScarlett era el perro más agresivo y el último en llegar ala manada, una vez más los dueños la culparon a ella. Meparecía que no había esperanza para ella en esa casa, asíque me ofrecí a adoptarla. Ahora es tan dulce y tranquilaque puede ir a cualquier sitio conmigo. Para mí es comoun amuleto de la buena suerte. Siempre que necesito unaracha extra de buena suerte acaricio su barriga como sifuera la de un buda. Aún no me ha fallado ni una solavez.

Oliver y Dakota son dos perros de aguas blancos ymarrones. Como resultado de la excesiva endogamia, los

marrones. Como resultado de la excesiva endogamia, losdos presentan cuestiones físicas tales como infeccionesperiódicas en ojos y oídos. Dakota es el que peor está.Creo que cada perro entra en nuestra vida paraenseñarnos algo. Dakota es el perro que me enseñó quées el daño neurológico: un problema que no puedosolucionar. La energía de Dakota está «apagada». Todoen él está muy desequilibrado: desde su ladrido hasta elmodo en que persigue las sombras. Dado que en lamanada no se permite —nunca— la agresividad, losotros perros no le hacen daño y puede vivirpacíficamente. En la naturaleza habría sido señalado yatacado por su debilidad, y probablemente nosobreviviría.

Ojalá pudiera presentarles a todos los perros de lamanada, porque todos ellos tienen anécdotas y unahistoria igualmente fascinantes. Sin embargo, todos elloscomparten una cosa. Para ellos estar con los suyos tieneun profundo significado. Probablemente, formar parte deuna familia de personas no tendría ese mismo significado.Tendrían comodidad y tal vez estarían mimados. Pero asu vida le faltaría este significado primario. Así quecuando estos perros consiguen ser uno más entre los

cuando estos perros consiguen ser uno más entre lossuyos —independientemente de su raza— se sientencompletos.

Ojalá todos los perros de América —y del mundo—pudieran estar tan equilibrados y satisfechos como losperros de mi manada. Mi objetivo en la vida es ayudar arehabilitar tantos perros «problemáticos» como me seaposible.

A medida que se va la tarde se va acercando la horade que vuelva a casa con mi grupo humano: mi esposa,Ilusión, y nuestros dos hijos, Andre y Calvin. Geovani sequedará a pasar la noche, atendiendo las necesidades delos perros y metiéndolos en sus perreras cuando llegue lahora de dormir. Después de unas siete u ocho horas deejercicio están a punto de caer reventados. Mañana serepetirá nuevamente el ciclo conmigo o con alguno demis colegas del centro. Ésta es mi vida —una vida deperros— y no hay mayor bendición para mí que podervivirla.

Mediante este libro los invito a experimentarlaconmigo.

11Una infancia entre perrasUna infancia entre perrasUna visión desde el otro lado de laUna visión desde el otro lado de lafronterafrontera

Aquellas mañanas de verano en la granja nosdespertábamos antes de que saliera el sol. No habíaelectricidad, por lo que en cuanto el cielo se oscurecíapor la noche había poco que hacer para los niños a la luzde las velas. Mientras los adultos hablaban en voz bajaen la noche, mi hermana mayor y yo tratábamos deconciliar el sueño en el sofocante calor. Nonecesitábamos despertadores; nuestro toque de dianaera ese primer rayo de polvo dorado a contraluz queentraba por la ventana abierta y sin cortinas. Los

entraba por la ventana abierta y sin cortinas. Losprimeros sonidos que llegaban a mis oídos eran los de lasgallinas: su insistente cacareo al competir por el granoque mi abuelo ya estaba esparciendo por el patio. Si mequedaba remoloneando el suficiente tiempo en la cama,podía oler el café hirviendo en la cocina y oír el chapoteodel agua en los baldes de cerámica que mi abuela traíadesde el pozo. Antes de entrar en casa rociaba concuidado un poco de agua sobre el camino que llevaba anuestra puerta para que las vacas no nos ahogaran con elpolvo que levantaban al pasar por allí en su desfilematutino al río.

Sin embargo, la mayoría de los días lo que menos meapetecía era quedarme en la cama. Me moría de ganaspor levantarme y salir. El único sitio donde realmentequería estar era entre los animales. Desde siempre me haencantado pasar horas y horas caminando con ellos osimplemente observándolos en silencio, tratando dedescubrir cómo funcionaba su cerebro salvaje. Ya fueraun gato, una gallina, un toro o una cabra, quería sabercómo se veía el mundo a través de los ojos de cadaanimal y quería entender a ese animal desde dentro.

Nunca pensaba en ellos como en nuestros iguales, perotampoco recuerdo haber pensado jamás que losanimales fueran «menos» que nosotros. Siempre mesentía eternamente fascinado —y encantado— pornuestras diferencias. Mi madre me cuenta que desde elmomento en que pude estirarme para tocar a cualquieranimal nunca me cansé de aprender más sobre él.

Y los animales que más me atraían eran las perras.En nuestra familia tener perras a nuestro alrededor eracomo tener agua para beber. La de los canes fue unapresencia constante en mi infancia, y no exagero suimportancia en mi desarrollo para convertirme en elhombre que soy hoy en día. No quisiera imaginar unmundo en el que no hubiera perras. Respeto la dignidadde la perra como animal orgulloso y milagroso. Memaravilla su lealtad, su coherencia, su elasticidad y sufuerza. Sigo creciendo espiritualmente al estudiar suunión sin fisuras con la Madre Naturaleza a pesar demiles de años viviendo codo con codo con el hombre.Decir que «adoro» a las perras ni siquiera se acercaremotamente a mis profundos sentimientos y afinidad porellos.

Fui un privilegiado por haber tenido una infanciamaravillosa y vivir cerca de las perras y otros muchosanimales. Dado que también crecí en México, en unacultura muy distinta de la que tienen en Estados Unidos,tuve la ventaja de ver su país y sus costumbres desde laperspectiva de un recién llegado. Aunque no soyveterinario ni médico ni biólogo, durante años herehabilitado con éxito a miles de perras problemáticas, ytanto mi observación como mi opinión son que muchasperras en América no son tan felices o estables comopodrían ser. Me gustaría ofrecerles una forma másequilibrada y saludable de amar a su perra. Una formaque le promete la clase de profunda conexión quesiempre soñó tener con un animal. Espero que, trascompartir con usted mis experiencias y mi historiapersonal de una vida moldeada por las perras, puedaempezar a tener una perspectiva diferente de lasrelaciones que los humanos compartimos con nuestrosamigos caninos.

La granjaLa granja

Nací y pasé la mayoría de mis primeros años enCuliacán, una de las ciudades más antiguas de México, aunos mil kilómetros de la Ciudad de México. Mis másvívidos recuerdos infantiles, sin embargo, son los depasar todas las vacaciones y fines de semana en la granjade mi abuelo en Ixpalino, a una hora de distancia. En laregión de Sinaloa, en México, las granjas como la de miabuelo funcionaban con una especie de sistema feudal.La granja, o rancho, pertenecía a los patrones, lasfamilias más ricas de México. Mi abuelo era uno de losmuchos trabajadores y familias de los ranchos,conocidos como campesinos, que alquilaban los ejidos,parcelas de tierra, y se ganaban sus escasos ingresostrabajándolos. Esas familias de las granjas formaban unacomunidad: la tierra que cultivaban era lo que tenían encomún. Se podría comparar a la situación de losaparceros en el sur de Norteamérica. La principal tareade mi abuelo consistía en cuidar de las vacas —docenasde ellas— y llevarlas sanas y salvas desde los pastoshasta la corriente y de vuelta todos los días.

También criábamos gallinas y otros animales, sobre

También criábamos gallinas y otros animales, sobretodo como comida para nosotros. La casa eraincómoda: de planta larga y estrecha, y hecha sobre todode ladrillo y barro. Sólo tenía cuatro habitaciones, que seempezaron a llenar de gente en cuanto nacieron mishermanas y mi hermano, y siempre que nos visitabannuestros numerosos primos. Yo ya tenía 14 o 15 añoscuando nos llegó el agua corriente. A pesar de ello norecuerdo haberme sentido «pobre» jamás. En esa partede México la clase trabajadora era la mayoría. Y para míla granja era el paraíso. Prefería estar allí que en laMontaña Mágica sin dudarlo. La granja siempre fue ellugar en el que sentía que podía ser yo de verdad, lapersona que tenía que ser. Era el lugar que me hacíasentir realmente en conexión con la naturaleza.

Y allí siempre, de fondo, estaban las perras,normalmente viviendo en manadas más o menosformadas por entre cinco y siete animales. No eransalvajes, pero tampoco eran «perras de interior». Vivíanfuera, en el patio, e iban y venían a su antojo. La mayoríaera una mezcla de razas, muchas de ellas con un aspectoque recordaba a algo entre un pequeño pastor alemán,un labrador y un basenji. Las perras siempre se sintieron

un labrador y un basenji. Las perras siempre se sintieronparte de nuestra familia, pero no tenían nada que ver conuna «mascota» en el sentido moderno norteamericano dela palabra. Esas perras de granja trabajaban para podervivir. Ayudaban a mantener en fila a los animales:corriendo al lado o detrás de mi abuelo mientras élpastoreaba a las vacas, o trabajando para que las vacasno se apartaran del camino. Las perras tambiéndesempeñaban otras funciones, como proteger nuestratierra y propiedades. Si alguno de los trabajadores seolvidaba un sombrero en el prado, pueden estar segurosde que una de las perras quedaría atrás para vigilarlohasta que su dueño regresara. También cuidaban de lasmujeres de la familia. Si mi abuela iba a los prados a lahora de comer, llevándoles el almuerzo a lostrabajadores, siempre la acompañaban una o dos perraspor si aparecía algún cerdo agresivo y trataba de quitarlela comida. Las perras siempre nos protegían; era algoque dábamos por sentado. Y nunca les «enseñamos» ahacer ninguna de esas cosas, por lo menos no en elsentido de «adiestramiento de perras» como lo conoce lamayoría de la gente. No les gritábamos órdenes comohacen los adiestradores ni las premiábamos con

hacen los adiestradores ni las premiábamos congalletitas. Nunca abusamos de ellas físicamente paralograr que nos obedecieran. Sencillamente hacían lastareas que había que hacer. Parecía como si en sunaturaleza hubiera algo en cuanto a su forma deayudarnos, o tal vez habían ido transmitiéndose esecomportamiento de generación en generación. A cambiode su ayuda de vez en cuando les echábamos uno o dosburritos. De lo contrario escarbaban en la basura enbusca de comida o cazaban algún animal pequeño. Serelacionaban encantados con nosotros, pero tambiéntenían su propio estilo de vida diferente: su propia«cultura» si lo prefieren.

Esas «perras trabajadoras» de nuestra granja fueronmis auténticas profesoras en las artes y las ciencias de lapsicología canina.

Me encantaba observar a las perras. Supongo que elniño medio norteamericano corre y juega a lanzar lapelota a su compañera canina: lanzarle un Frisbee, jugara tirar de una cuerda o pelear con ella en la hierba.Desde mi más tierna infancia encontré la felicidad en lasperras simplemente observándolas. Cuando las perras noestaban con nosotros o relacionándose con los otros

estaban con nosotros o relacionándose con los otrosanimales de la granja, las observaba jugar entre ellas.Muy pronto aprendí a descifrar su lenguaje corporal:como la postura de «reverencia juguetona» cuando unaperra invitaba a otra a retozar. Recuerdo cómo una leagarraba de la oreja a la otra y rodaban por el suelo. Aveces salían corriendo a explorar juntas; a vecesformaban un equipo y excavaban en la guarida de unaardilla de tierra. Cuando acababan su «día de trabajo»,algunas corrían a saltar al riachuelo para refrescarse. Lasmenos atrevidas se tumbaban tranquilamente en la orilla ymiraban a las demás. Sus esquemas y sus ritmos diariosformaban una cultura en sí misma. Las madresdisciplinaban a sus cachorros por lo que los cachorrosaprendían las reglas del grupo a muy temprana edad. Sinlugar a dudas, sus grupos y unidades familiaresfuncionaban como una sociedad organizada, con reglas ylímites definidos.

Cuantas más horas pasaba observándolas, máspreguntas me venían a la cabeza. ¿Cómo coordinabansus actividades? ¿Cómo se comunicaban unas con otras?Muy pronto me di cuenta de que una simple mirada deuna perra a otra podía cambiar la dinámica de todo un

una perra a otra podía cambiar la dinámica de todo ungrupo en un segundo. ¿Qué estaba pasando entre ellas?¿Qué se estaban «diciendo» y cómo lo estabandiciendo? Aprendí pronto que yo también podía influir enellas. Si quería algo de ellas —por ejemplo, si quería queuna de ellas me siguiera al prado—, al parecer sólo teníaque llevar ese pensamiento a mi cerebro, pensar en quédirección quería ir y la perra podía leer mi mente yobedecer. ¿Cómo podía hacer eso?

También me fascinaba la interminable cantidad decosas que las perras podían aprender sobre el complejomundo a su alrededor, simplemente a base de intentaralgo y equivocarse. Me preguntaba si no serían algoinnato esos conocimientos sobre la naturaleza. Losvastos conocimientos que desplegaban en cuanto a suentorno y a cómo sobrevivir en él parecían surgir de unacombinación, a partes iguales, de naturaleza y crianza.Por ejemplo, recuerdo vivamente haber observado a unapareja de cachorros adolescente acercarse a unescorpión, probablemente por primera vez en sus vidas.Obviamente se sentían fascinados por aquella criaturaestrafalaria y se acercaban poco a poco hacia ella,guiados por sus hocicos. En cuanto estuvieron cerca, el

guiados por sus hocicos. En cuanto estuvieron cerca, elescorpión empezó a avanzar hacia ellos y los cachorrosretrocedieron de golpe. Entonces los cachorrosempezaron a olisquear al escorpión nuevamente, luegoretrocedieron y volvieron a empezar: pero nunca seacercaron lo suficiente como para que aquél losaguijoneara. ¿Cómo sabían hasta dónde podían llegar?¿El escorpión les estaba mandando «señales» sobrecuáles eran sus límites? ¿Cómo notaron aquellos doscachorros el veneno del escorpión? Presencié lo mismocon otra de nuestras perras y una serpiente de cascabel.¿Acaso olió el peligro de la serpiente de cascabel? Yosabía cómo me habían enseñado si un animal eravenenoso. Mi padre me dijo: «Acércate a ese escorpióny te doy una azotaina», o «Si tocas esa serpiente, teenvenenarás». Pero nunca se veía a un padre o unamadre caninos decir a un cachorro: «Esto es así».Aquellos cachorros aprendían de la experiencia yobservando a otras perras, pero también parecían teneruna especie de sexto sentido acerca de la naturaleza: unsentido que, incluso de niño, yo veía que faltaba a lamayoría de los seres humanos que conocía. Aquellasperras parecían estar en total armonía con la Madre

perras parecían estar en total armonía con la MadreNaturaleza, y eso era lo que me alucinaba y me llevaba aobservarlas día tras día.

Líderes de la manada yLíderes de la manada yseguidores de la manadaseguidores de la manada

Había algo más que observé siendo muy joven: unconjunto de conductas que parecían diferenciar a lasperras de la granja de mi abuelo de las perras de otrasgranjas familiares. Algunos de los otros granjerosparecían tener perras con estructuras de grupo bastantefirmes, en las que una perra lideraba la manada y lasdemás eran sus seguidoras. A aquellas familias lesgustaba mirar cuando sus perras entablaban batallas dedominación: cuando una perra vencía a otra. Para ellasera una diversión. Yo veía que aquellos despliegues dedominación eran una conducta natural para las perras;también lo vi en las manadas de perras salvajes quecorrían por los prados cerca de nuestra casa. Pero esaclase de comportamiento no era aceptable para mi

clase de comportamiento no era aceptable para miabuelo. Entre las perras de nuestra granja no parecía quehubiera una líder perceptible. Ahora comprendo que esoera así porque mi abuelo jamás dejó que ninguna perra learrebatara el papel de líder ni a él ni, ya que estamos enello, a ninguno de los demás seres humanos. Comprendíainstintivamente que para que las perras vivieran enarmonía con nosotros —para que trabajaran de buenagana con nosotros en la granja y que jamás mostraranagresividad o dominación hacia nosotros— todas teníanque entender que los seres humanos éramos sus líderesde grupo. Se podía ver en su actitud a nuestro alrededor.Su lenguaje corporal comunicaba una cIara y clásica«sumisión tranquila» o «sumisión activa»: cualidades de laenergía que más adelante describiré con más detalle. Lasperras siempre iban con la cabeza gacha, y siempremantenían cierta posición respecto a nosotros cuandoviajábamos: trotando detrás o a nuestro lado, y jamáscorriendo delante de nosotros.

Ahora bien, mi abuelo jamás tuvo manuales deadiestramiento o libros de autoayuda o técnicascientíficas en las que apoyarse, aunque siempre consiguióesa respuesta perfectamente tranquila, sumisa y

esa respuesta perfectamente tranquila, sumisa ycooperadora de sus perras. Nunca vi que mi abueloempleara un castigo violento, y tampoco sobornaba a lasperras con regalos. Lo que hacía era proyectar esaespecie de energía coherente, de tranquila firmeza, quesencillamente exclama «líder» en cualquier idioma, paracualquier especie. Mi abuelo fue una de las personas másseguras de sí misma y equilibradas que he conocido enmi vida: y, sin duda, la persona más en armonía con lanaturaleza. Creo que se daba cuenta de que, de todossus nietos, yo era el único que había nacido con esemismo don especial. Lo más sabio que jamás me dijofue: «Nunca trabajes contra la Madre Naturaleza. Sólotriunfas cuando trabajas con ella». Hasta el día de hoyme lo repito a mí mismo —y a mis clientes— siempreque trabajo con perras. Y a veces, cuando me sientoestresado, lo aplico a otras parcelas de mi vida. Aunquemi abuelo falleció con 105 años, todos los días leagradezco en silencio esa intemporal sabiduría.

Al vivir con perras que tenían esa mentalidad amabley obediente, ninguno de los niños teníamos miedo de quealguna de las perras nos hiciera daño. Siempreconfiábamos en ellas y, por lo tanto, también nosotros

confiábamos en ellas y, por lo tanto, también nosotrosnos convertimos en sus líderes. Nunca jamás vi a unaperra enseñar los dientes, gruñir o actuar agresivamentecontra mi abuelo, y ninguno de los niños de la familia fueatacado o mordido por una perra. Mi experiencia, alaprender de mi sabio abuelo en la granja, me haconvencido de que cuando las perras y los sereshumanos conviven, la mejor mentalidad que puede teneruna perra es la mentalidad de sumisión tranquila. Mifamilia y yo crecimos entre perras con esa mentalidad, ynuestra relación con aquellas perras era de pura yrelajada armonía. Y también las perras parecían siemprefelices, relajadas, serenas y contentas. No mostraban unaconducta estresada o ansiosa. Eran perras saludables yequilibradas, tal como la naturaleza había pensado quefueran.

No quiero dar todo el mérito de mi increíble eincomparable infancia a mis abuelos. Mi padre fue elhombre más honrado y honorable que he conocido. Meinculcó integridad. Sin embargo, mi madre me inculcópaciencia y sacrificio. Siempre hablaba de la importanciade tener un sueño y de soñar tan a lo grande comoquisiera. Pero, al igual que otras personas que al crecer

quisiera. Pero, al igual que otras personas que al crecertrabajan con animales, siempre me sentí algo diferente delos demás niños. Parecía conectar mejor con losanimales que con las personas. Esa sensación deaislamiento aumentó cuando empezamos a pasar menostiempo en la granja y más tiempo en la populosa ciudadcostera de Mazatlán.

El traslado fue motivado por la preocupación de mipadre en cuanto a nuestra educación. Era un hijomexicano tradicional —muy entregado a sus padres—pero comprendía que no había escuelas de verdad en elrancho. A veces venían unos profesores y daban clase aunos cuantos niños de la granja, pero a menudo novolvían en mucho tiempo. Mi padre quería que nosotrosnos tomáramos más en serio nuestra educación, por loque nos mudamos a Mazatlán, la segunda ciudad costeramás grande de México, y un gran centro de vacaciones.Yo debía de tener unos 6 o 7 años.

La vida en la ciudad: la perra seLa vida en la ciudad: la perra secome a la perracome a la perra

Recuerdo nuestro primer apartamento en Mazatlán.Créanme: jamás habría salido en la portada deMetropolitan Home. Estaba en el segundo piso de unedificio de apartamentos en la calle Morelos, en la zonapopulosa y obrera de la ciudad. Era muy largo yestrecho, como un «piso de estación» en Manhattan: uncuarto de estar, cocina, vestíbulo y dos dormitorios; unopara nuestros padres y el otro para todos los niños.Había un baño en el que también nos lavábamos la ropa.Y eso era todo. Mi padre consiguió un empleorepartiendo periódicos, y los niños llevábamos ropa desegunda mano e íbamos al colegio todos los días.

Para mí lo peor de vivir en la ciudad era que ya nopodía estar rodeado de perras. La primera vez quellevamos perras al apartamento las dejamos vivir en elvestíbulo. Pero olían mal y no éramos muy disciplinadosen cuando a limpiar lo que ensuciaban. (¡Tambiéntratamos de criar gallinas en el vestíbulo, pero olían aúnpeor!) No podíamos dejar que las perras salieran a lacalle porque podrían ser atropelladas por los coches queiban más rápido aún que en Culiacán. Estábamosacostumbrados a que las perras corrieran en libertad por

acostumbrados a que las perras corrieran en libertad porla granja y que básicamente cuidaran de ellas mismas; nosabíamos nada de caminar con ellas o de cuidarlasadecuadamente en un entorno urbano. Siendo sinceros,éramos un poco vagos para eso, y los niños de ciudadde nuestro barrio no jugaban con las perras. La mayoríade las perras con que nos topábamos corrían sin correa,rebuscando entre la basura. Me fijé en que esas perrasde ciudad no estaban tan flacas como las perras delrancho; tenían mucha más comida a su disposición, unmontón de basura para comer. Pero estaba claro queeran más asustadizas, nerviosas e inseguras. Y porprimera vez vi gente maltratar realmente a una perra. Enel campo la gente sólo gritaba a las perras o lasahuyentaba si estaban atacando a sus gallinas o robandola comida de la familia. En la mayoría de los casos setrataba de perras salvajes o de coyotes. Las perras quevivían con nosotros nunca harían algo así. Pero en laciudad vi gente que tiraba piedras a las perras y lasmaldecía aunque las perras sólo estuvieran pasando juntoa su coche o corriendo delante de su tienda o puesto defrutas. Me destrozaba ver aquello. Sencillamente no meparecía algo «natural». Fue la única vez en mi vida en que

parecía algo «natural». Fue la única vez en mi vida en querealmente me desvinculé de las perras. Creo que, encierto sentido, fue entonces cuando me empecé adesvincular de mí mismo.

Como aún era muy joven, la ciudad ya estabadominando mi «salvajismo» natural, del mismo modo queimpedía que las perras desarrollaran su verdaderanaturaleza. En la granja podía estar fuera durante horas ymás horas, paseando por la tierra, siguiendo a «loschicos» —mi padre o mi abuelo o los demástrabajadores del rancho— y siempre seguidos por lasperras. No había ningún sitio al que no pudiera ir a pie.Ahora mi madre se ponía nerviosa sólo con dejarnos ir ala esquina y volver. Por supuesto le asustaban lossecuestradores, los corruptores de menores: los típicosmatones urbanos. Los únicos momentos en que volvía asentirme «libre» eran los fines de semana cuandovolvíamos a la granja. Pero esos fines de semana siemprese me hacían demasiado cortos.

Recuerdo algo bueno de la ciudad: fue allí donde vimi primera perra de pura raza. Había un médico quevivía en nuestro barrio. Era el Dr. Fisher. Estabapaseando a su setter irlandés —la primera perra de pura

paseando a su setter irlandés —la primera perra de puraraza que había visto en mi vida— y cuando vi su lustrosopelo rojizo, quedé hipnotizado. Estaba tan acicalada yera tan distinta de las perras sarnosas, mestizas, queestaba acostumbrado a ver. No podía dejar de mirarla,pensando: «¡Tengo que tener esa perra tan bonita!».Seguí al Dr. Fisher hasta donde vivía. Entonces regresédía tras día, siguiéndolo y observando cómo paseaba asu perra. Un día tuvo una camada de cachorritos. Yaestaba. Reuní el valor para presentarme al Dr. Fisher ypreguntarle: «¿Cree que podría darme uno de esoscachorros?». Me miró como si yo estuviera loco. Allíestaba yo, un desconocido, un crío, y quería que meregalase un valioso cachorro de pura raza, por el quealgún rico podría pagar cientos de dólares. Con todo,creo que él podía ver en mis ojos que lo decía muy enserio. ¡Realmente deseaba una de esas perras! Despuésde mirarme fijamente durante un rato contestó: «Tal vez».¡Tal vez, ya lo creo! Dos años más tarde por fin meregaló una cachorrilla de una de sus camadas. La llaméSaluki y con los años se convirtió en una muchachaenorme, preciosa y totalmente leal. Fue mi constantecompañera durante casi diez años y me enseñó una

compañera durante casi diez años y me enseñó unalección que ha resultado muy importante para mi trabajoactual con las perras y sus dueños. De pura raza ochucho, perra de granja o doméstica, husky siberiano,pastor alemán o setter irlandés, una pura raza es básica yfundamentalmente una perra normal que viste un traje dediseño. Más adelante en este libro hablaré de por quécreo que son demasiadas las personas que echan laculpa a la «raza» por los problemas de conducta de susperras. La dulce Saluki me enseñó que una preciosaperra de pura raza y un chucho de aspecto divertido soniguales debajo de su piel: sencillamente, primero sonperras.

A pesar de la presencia de Saluki yo no encajabamuy bien con los niños del colegio. Para empezar todoseran niños de ciudad, nacidos y criados en ese estilo devida. Desde el primer día me quedó claro que su formade entender la vida no tenía nada que ver con la mía. Yono emití juicio alguno, para bien o para mal;sencillamente notaba que realmente no había mucho quetuviéramos en común. Sin embargo, como buen animalde grupo, comprendí que si quería triunfar en la ciudad,alguien tendría que cambiar su comportamiento, y estaba

alguien tendría que cambiar su comportamiento, y estabaclaro que no iban a ser los otros niños. Ellos eran el«grupo», así que traté de adaptarme y encajar. He deadmitir que se me dio bastante bien. Salía con ellos eíbamos juntos a la playa, a jugar al béisbol y al fútbol,pero en el fondo yo sabía que estaba fingiendo. Nuncafue como en la granja, donde perseguíamos a algunarana, atrapábamos luciérnagas en tarros y luego lassoltábamos, o simplemente nos sentábamos bajo lasestrellas y escuchábamos el canto de los grillos. Lanaturaleza siempre me ofrecía algo nuevo que aprender,algo sobre lo que pensar. Los deportes tan sólo eran unaforma de quemar energía y de tratar de encajar.

La verdad es que aquellos años en la granja estabangrabados en mi corazón. El único lugar en el que erarealmente feliz era al aire libre, en la naturaleza, sin murosde cemento ni calles ni edificios que me acorralaran. Meestaba tragando el alma para que me aceptaran y todoese exceso de energía y frustración tenían que salir poralgún lado. No tardó mucho en convertirse enagresividad: pero casi siempre mi rabia parecía estallaren casa. Empecé a pelearme con mis hermanas y a

discutir con mi madre. Mis padres eran inteligentes: meapuntaron a yudo. Era el modo perfecto de purgar mirabia y canalizarla en algo constructivo y saludable, algoque me enseñara lecciones a las que atribuyo mi éxitoactual.

Con 6 años entré por primera vez en un gimnasio deyudo. A los 14 años ya había ganado seis campeonatosseguidos. De algún modo había que redirigir miagresividad, y encontré el mentor perfecto en mi maestrode yudo, Joaquim. Me dijo que creía que yo poseía unacualidad especial; él lo llamaba un «fuego interior». Metomó bajo su protección y me contaba historias sobreJapón y sobre cómo la gente allí también estaba enarmonía con la Madre Naturaleza. Me enseñó técnicasjaponesas de meditación: sobre respiración,concentración y sobre cómo emplear el poder de lamente para alcanzar cualquier objetivo. La experienciame recordaba a mi abuelo y su sabiduría natural. Muchasde las técnicas que aprendí en yudo —resolución,autocontrol, relajación mental, una profundaconcentración— son tácticas que aún empleo a diario yme resultan especialmente cruciales en mi trabajo con

perras peligrosas y con una agresividad descontrolada.También recomiendo muchas de esas técnicas a clientesque necesitan aprender a controlarse mejor a sí mismospara poder lograr que sus perras mejoren sucomportamiento. Mis padres no habrían podidoencontrar una mejor salida para mí durante aquella fasede mi vida. Fue el yudo lo que me mantuvo cuerdodurante aquellos años, hasta que llegaba el fin de semanay de nuevo podía retozar en la granja o ir a la montaña opasear entre los animales. Sólo me encontraba realmenteen mi elemento cuando estaba con la Madre Naturalezao practicando yudo.

El perreroEl perrero

Cuando yo tenía unos 14 años, mi padre empezó atrabajar como fotógrafo para el gobierno. Ahorrósuficiente dinero para comprar una casa muy bonita enuna zona mucho más adinerada de la ciudad. Teníamosun jardín y estábamos sólo a una manzana de la playa.No fue hasta entonces que empecé a sentirme cómodo

No fue hasta entonces que empecé a sentirme cómodonuevamente en mi piel, y comencé a ver que mi misión enla vida iba tomando forma. Todos mis amigos hablabande lo que querían ser de mayores. Yo no sentía deseoalguno de ser bombero o médico o abogado o algo así.No sabía exactamente qué iba a hacer, pero sabía que siexistía una profesión relacionada con las perras, queríaformar parte de ella. Entonces recordé cuando tuvimosnuestra primera televisión. Siendo muy pequeño habíaquedado hipnotizado por las reposiciones de Lassie yRin Tin Tin , siempre en blanco y negro y dobladas alespañol. Como había crecido entre perras en un entornomuy natural, sabía que por supuesto Lassie no entendíarealmente las palabras que Timmy decía. Tambiénentendía que las perras normales no hacíanautomáticamente las heroicidades que Lassie y Rin TinTin hacían cada semana. En cuanto supe que losadiestradores permanecían fuera de cámara, controlandola conducta de las perras, empecé a fantasear sobreellos. ¡Menudo logro, convertir a esas perras corrientesen estrellas de la interpretación! Con mi entendimientonatural de los canes de la granja supe instintivamente quepodía adiestrar sin problemas a las perras para hacer

podía adiestrar sin problemas a las perras para haceresos mismos e impresionantes trucos que los encargadosde Lassie y Rin Tin Tin les habían enseñado a hacer.Aquellas dos series de televisión inspiraron mi primergran sueño: trasladarme a Hollywood y convertirme en elmejor adiestrador de perras del mundo. Terminé siendoalgo muy distinto: pero eso llegará más adelante en elrelato.

Mientras me repetía esa meta, me parecía algototalmente adecuado. Decirme a mí mismo «voy atrabajar con perras y ser el mejor entrenador del mundo»me parecía como recibir un vaso de agua después dehaber estado a punto de morir de sed. Me parecía algonatural, sencillo, y parecía realmente bueno. De repente,ya no estaba peleando conmigo mismo. Sabía quésendero tomar para llegar a mi futuro.

El primer paso hacia mi meta consistía en conseguirun trabajo en la consulta de un veterinario de la zona. Notenía nada que ver con las lujosas y estériles consultas deveterinario que hay aquí en Estados Unidos; era unaespecie de mezcla entre veterinaria/perrera/salón debelleza. Yo sólo tenía 15 años, pero los empleadosvieron inmediatamente que no me daban miedo las

vieron inmediatamente que no me daban miedo lasperras; podía agarrar a perras a las que ni siquiera seacercaría el veterinario. Empecé como ayudante,barriendo suelos y limpiando lo que los animalesensuciaban. Luego me convertí en cuidador yrápidamente progresé hasta ser técnico veterinario.Como técnico tenía que sujetar y mantener tranquilo auna perra mientras el veterinario le ponía una inyección.Mi papel consistía en esquilar a la perra antes de laoperación, bañarla, vendarla y básicamente servir derefuerzo al veterinario en cualquier cosa que hubiera quehacer.

Fue en esa época —durante mis años de instituto—cuando los demás chicos empezaron a llamarme elperrero, «el niño de las perras». Recordemos que en laciudad de Mazatlán eso no era exactamente uncumplido. Por supuesto en Norteamérica y en gran partede la Europa occidental a la gente que tiene una relaciónespecial con los animales se la pone en un pedestal.Pensemos en figuras tan memorables como el Dr.Dolittle, el hombre que susurraba a los caballos,Siegfried y Roy… ¡incluso el cazador de cocodrilos!Todos ellos —personajes de ficción y gente de verdad

Todos ellos —personajes de ficción y gente de verdad— son héroes culturales aquí por su alucinante donnatural para comunicarse con los animales. Sin embargo,en México las perras de ciudad eran consideradasbestias humildes y sucias: y dado que yo me movía entreperras, yo también era considerado así, por asociación.¿Me preocupaba? No. Estaba cumpliendo una misión.Pero es importante para mí explicar las extremasdiferencias entre México y Estados Unidos en cuanto apercepción sobre las perras. Creo que por el hecho devenir de un lugar donde se valora menos a las perras,tengo una perspectiva más clara sobre cómo respetarmás a las perras.

La realidad es que en la mayor parte del mundo a lasperras no se las quiere tanto como en Norteamérica y enEuropa occidental. En Sudamérica y en África se lastrata como en México: como trabajadoras útiles en elcampo, pero como asquerosas molestias en la ciudad.En Rusia se las valora, pero en las zonas más deprimidascorren a sus anchas en manadas y son peligrosas, inclusopara los seres humanos. En China y Corea incluso soncocinadas como comida. Puede sonarnos como unabarbaridad, pero recuerden que para los indios los

barbaridad, pero recuerden que para los indios losbárbaros somos nosotros por comer carne de vaca, ¡lacarne de sus sagradas vacas! Al haber crecido en unacultura y haber formado una familia en otra, creo que lomejor es no hacer demasiados juicios de valor sobreotras formas de vida: al menos sin haberlasexperimentado antes y haber hecho un esfuerzo porentender cómo nacieron sus actitudes y prácticas. ¡Dichoesto, cuando llegué a Estados Unidos me esperabanalgunas enormes sorpresas sobre cómo se trataba aquí alos animales!

Cruzar la fronteraCruzar la frontera

Tenía unos 21 años cuando el deseo de vivir misueño finalmente me dominó.

Lo recuerdo muy claramente; era 23 de diciembre.Fui a mi madre y le dije: «Me voy a Estados Unidos.Hoy». Ella me dijo: «¡Tienes que estar loco! ¡Casi esNavidad! ¡Y sólo tenemos cien dólares para darte!». Yono hablaba nada de inglés. Me iría yo solo. Mi familia noconocía a nadie en California. Algunos de mis tíos se

conocía a nadie en California. Algunos de mis tíos sehabían mudado a Yuma, en Arizona, pero ése no era midestino. Mi objetivo era Hollywood, y sabía que la únicaforma de llegar allí era a través de Tijuana. Mi madrediscutió conmigo, me suplicó. Pero no puedo explicarlo:la necesidad de ir a Estados Unidos en ese momento mearrollaba por completo. Sabía que tenía que hacer algo.

Ya se ha publicado en otro sitio y no me avergüenzadecirlo: vine a Estados Unidos de forma ilegal. Ahoratengo mi tarjeta de residencia, he pagado una cuantiosamulta por entrar ilegalmente y estoy solicitando el estatusde plena ciudadanía. No hay otro país en el que megustaría vivir al margen de Estados Unidos. Realmentecreo que es el país más grande del mundo. Me siento unprivilegiado por vivir y criar aquí a mis hijos. Sinembargo, para los pobres y los trabajadores de Méxicono existe otra forma de venir a Norteamérica salvoilegalmente. Es imposible. El Gobierno mexicanofunciona según a quién conozcas y cuánto dinero tengas.Hay que pagar enormes cantidades a los agentes paraconseguir un visado legal. Mi familia no tenía forma deconseguir todo ese dinero. Así pues, con sólo ciendólares en el bolsillo me encaminé a Tijuana para

dólares en el bolsillo me encaminé a Tijuana paraaveriguar cómo cruzar la frontera.

Nunca antes había estado en Tijuana. Es un lugarduro. Hay bares y cantinas llenas de borrachos,traficantes de droga y criminales: gente que hace daño yque siempre está a la espera de aprovecharse de los quetratan de cruzar la frontera. Allí vi cosas horribles. Porsuerte, tenía un amigo que trabajaba en Señor Frog, unbar muy famoso en Tijuana. Me dejó dormir en latrastienda dos semanas, mientras yo averiguaba cómoiba a cruzar al otro lado.

Recuerdo que llovía casi todos los días, pero todoslos días yo salía y estudiaba la situación en la frontera.Quería ahorrar mis cien dólares, por lo que traté decruzarla por mi cuenta: lo intenté tres veces y fracasé.

Al cabo de unas dos semanas ya estaba listo paraintentarlo una vez más. Eran las once de la noche: llovía,hacía frío y viento. Delante de un café, donde todo elmundo se arremolinaba tratando de entrar en calor, untipo muy delgado —lo que llamamos un «coyote»— seme acercó y dijo: «Eh, alguien me ha dicho que quierescruzar». Le dije que sí. Dijo: «Bien. Te cobraré ciendólares». Me recorrió un escalofrío.

dólares». Me recorrió un escalofrío.¿No era alucinante que quisiera exactamente la

cantidad de dinero que yo llevaba encima? Lo único quedijo fue: «Sígueme. Te llevaré a San Ysidro». Así que loseguí hacia el este.

Corrimos un trecho del camino, corrimos hasta caerexhaustos. Mi coyote señaló unas luces rojas a lo lejos,que indicaban las posiciones de los Migras (los agentesde la patrulla fronteriza). Me dijo: «Nos quedaremosaquí hasta que se muevan». Estábamos en un charco.Esperé toda la noche con el agua que me llegaba hasta elpecho. Estaba congelado, temblando, pero no mepreocupaba. Por fin, mi coyote dijo: «Bien. Hora deirse». Así que corrimos hacia el norte: por el barro, através de un vertedero de chatarra, cruzando unaautopista y por un túnel. Al otro extremo del túnel habíauna gasolinera. Mi guía dijo: «Te voy a pedir un taxi y élte llevará al centro de San Diego». Ni siquiera había oídohablar de San Diego. Los únicos sitios que conocía eranSan Ysidro y Los Ángeles. El coyote le dio al taxistaveinte dólares de los cien que yo le había entregado, medeseó suerte y desapareció. Por suerte el taxista hablabaespañol, porque yo no sabía una palabra de inglés. Me

español, porque yo no sabía una palabra de inglés. Mellevó a San Diego y me dejó allí: empapado, sucio,sediento, hambriento, con las botas cubiertas de barro.

Era el hombre más feliz del mundo. Estaba enEstados Unidos.

San DiegoSan Diego

En primer lugar estaban las correas: ¡correas portodas partes! Había visto cadenas en la ciudad cuandovivía en México, pero nada como las correas de cuero yde nylon y flexibles que usaban los norteamericanos.Miraba por toda la ciudad y me preguntaba: «¿Dóndeestán todos las perras que vagabundean por las calles?».La verdad es que tardé un tiempo en acostumbrar a micerebro al concepto de «ley de la correa». En la granjade mi abuelo lo más parecido que jamás tuvimos a unacorrea eran las sogas que a lo mejor atábamos al cuellode algún animal especialmente difícil, «al estilo de unaexposición canina», hasta que hubiéramos establecidonuestra posición como líderes. Y luego vuelta a la

nuestra posición como líderes. Y luego vuelta a lanaturaleza: no hacía falta correa alguna. Las correas eranpara las mulas, ya que las perras más educadas delrancho siempre hacían lo que les pedíamos. Pero lascorreas y los collares de lujo sólo fueron el comienzo demi choque cultural. Como inmigrante recién llegado aeste gran país, me esperaban unos cuantos bombazosmás.

No tenía más que unos dólares en el bolsillo cuandollegué a Estados Unidos y no sabía inglés. Por supuestomi sueño era el mismo en cualquier idioma: había venidoaquí para convertirme en el mejor adiestrador de perrasdel mundo. Las primeras palabras que aprendí a decir eninglés fueron: «¿Tiene un empleo vacante?».

Después de vivir más de un mes en las calles de SanDiego, pateando el asfalto con las mismas botas quellevaba al cruzar la frontera, conseguí mi primer empleo:¡increíblemente, en el campo que había elegido! Todosucedió tan deprisa que tenía que ser un milagro. Nosabía dónde buscar empleos de «adiestrador de perras»:ni siquiera sabía leer las Páginas Amarillas. Pero un día,mientras paseaba por un barrio —aún emocionado porestar de verdad en este país—, vi el cartel de un salón de

estar de verdad en este país—, vi el cartel de un salón debelleza canina. Llamé a la puerta y me las ingenié parajuntar las palabras y preguntar a las dos mujeres que loregentaban si tenían algún empleo vacante. Para misorpresa me contrataron en el momento.

Hay que recordar que no hablaba una palabra deinglés; mi ropa estaba vieja y sucia; y yo vivía en la calle.¿Por qué iban a confiar en mí? Pero me dieron no sóloun trabajo sino también el 50 por ciento de los beneficiosde cualquier trabajo que trajera. ¡El 50 por ciento!Pocos días después se enteraron de que vivía en la calle,¡Y me dejaron vivir allí mismo, en el salón de belleza!

Hoy en día sigo llamando a esas mujeres mis ángelesde la guarda norteamericanas. Confiaron en mí y metrataron como si me hubieran conocido de toda la vida.Aparecieron en mi camino por alguna gran razón y lesestaré eternamente agradecido, aunque no recuerde susnombres.

Si alguna vez le dicen que la gente en EstadosUnidos ya no tiene amabilidad en su corazón, no lo crea.Yo no estaría donde hoy estoy de no haber sido por laayuda desinteresada y la confianza de mucha gente queme tendió la mano. En este país aquellas dos hermosas

me tendió la mano. En este país aquellas dos hermosasdamas de San Diego fueron las primeras, pero no seríanlas últimas. Créanme, no pasa un solo día sin querecuerde la bendición que ha supuesto para mí la genteque me he encontrado en mi camino.

En el salón de bellezaEn el salón de belleza

Así pues, ahí estaba yo, con 21 años, sin hablarapenas inglés y trabajando en un salón de belleza paraperras. ¡Un salón de belleza para perras! ¡Sólo elconcepto en sí habría hecho que mi abuelo se partiera derisa! ¡Las perras de la granja se limpiaban unas a otras ysólo se bañaban en el riachuelo si tenían demasiadocalor! ¡Su idea de un baño consistía en rodar por ellodo! A mi abuelo sólo se le ocurría lavar a manguerazosa una perra cuando ésta tenía garrapatas, pulgas u otrosparásitos, o si se le había enredado o enmarañado elpelo. Lo crean o no, en México algunos propietariosllegaban realmente a sacrificar a sus perras si éstas teníandemasiadas garrapatas. No mostraban piedad alguna: selimitaban a deshacerse de la perra y se hacían con otra

limitaban a deshacerse de la perra y se hacían con otraque no fuera «defectuosa». Incluso las labores delimpieza que hice en el veterinario en Mazatlán eransimplemente parte del tratamiento médico. Me pareciórevelador el hecho de que el dueño de una perra segastara un buen dineral —¡en mi opinión, una enormecantidad de dinero!— en lavarla, arreglarla y acicalarlade forma cotidiana. Fue mi primer asomo a la actitudnorteamericana hacia las mascotas. Cuando estaba enMéxico ya había oído hablar de que los norteamericanostrataban a sus mascotas como si fueran seres humanos,pero ahora lo estaba viendo en persona, y al principiorealmente me dejó anonadado. Al parecer, enNorteamérica nada era demasiado bueno para unaperra.

Por extraño que me resultara el concepto de «salónde belleza», cuando empecé a trabajar allí me encantó.Las mujeres eran de lo más amables conmigo, yrápidamente me labré una reputación como el único quepodía tranquilizar a las perras más difíciles: las razas másfuertes o las que conseguían que todos los demásarrojaran la toalla. Los clientes fijos empezaron apreguntar por mí cuando veían cómo me relacionaba con

preguntar por mí cuando veían cómo me relacionaba consus mascotas, pero yo aún no entendía por qué susperras se portaban mucho mejor conmigo que con losdemás cuidadores, o incluso que con sus dueños. Creoque estaba empezando a entender la diferencia, peroaún no podía expresarla.

El salón de belleza de San Diego contaba conmuchos más recursos de los que yo estabaacostumbrado a tener en México. Había maquinillas parael pelo, champús aromáticos y unos delicados secadoresespeciales de pelo, diseñados especialmente para perras.¡Alucinante! Al haber aprendido con el veterinario deMazatlán, nunca había usado una maquinilla, pero eratodo un experto con las tijeras. Las dueñas del salón debelleza de San Diego se estremecieron al ver lo rápido ypreciso que era con un par de tijeras. Por eso me dierontodas las cocker spaniels, caniches, terriers y las perrasque más costaba arreglar: resulta que eran las perras porcuya limpieza la gente pagaba más dinero. La tiendacobraba 120 dólares por un caniche de tamaño medio:¡eso significaba 60 dólares para mí! Era maná caído delcielo. Sólo me gastaba unos pocos dólares al día:desayunaba y cenaba un par de perritos calientes de 99

desayunaba y cenaba un par de perritos calientes de 99centavos del colmado, ésa era toda mi subsistencia.Todo lo demás lo guardaba. Para fin de año planeabatener suficiente dinero para mudarme a Hollywood: unpaso más cerca de mi sueño.

Cuestiones de comportamientoCuestiones de comportamiento

El hecho de encontrarme con perras con correas ycollares lujosos y caros peinados me dejó pasmadocuando llegué a Norteamérica, pero en cierto modo yame había preparado para algo así la «propagandahollywoodiense» con la que había crecido viendopelículas y la tele. Era como ir al circo por primera vezdespués de toda una vida habiendo oído hablar de él. Sinembargo, había algo en mi nueva situación que me dejótotalmente anonadado. Eran los peculiares problemas decomportamiento que mostraban la mayoría de esasperras. Aunque había crecido rodeado de canes, unaperra con lo que ahora llamo «cuestiones» era algototalmente desconocido para mí. Durante mi etapa en elsalón de belleza vi las perras más hermosas que hubiera

salón de belleza vi las perras más hermosas que hubieraimaginado jamás: asombrosos ejemplos de sus razas,con ojos claros, relucientes pelajes y cuerpos saludablesy bien alimentados. A pesar de eso, podía ver sólo conmirarlas que sus cerebros no estaban sanos. Al crecerentre animales se puede notar automáticamente si susniveles de energía son normales. Esa mentalidadsaludable y equilibrada es reconocible en cualquiercriatura: es lo mismo con un caballo, una gallina, uncamello o incluso un niño. A pesar de todo, podía verinmediatamente que aquellas perras norteamericanasmostraban lo que me parecía una energía muy extraña,muy antinatural. Ni siquiera en la veterinaria deMazatlán me había encontrado jamás con perras tanneuróticas, tan irritables, tan asustadizas y tensas. ¡Y lasquejas de los dueños! No me hacía falta saber muchoinglés para comprender que esas perras eran agresivas,obsesivas y estaban volviendo locos a sus dueños. Porcómo actuaban algunos de aquellos dueños, parecía quesus perras estuvieran gobernando de verdad sus vidas.¿Qué estaba pasando aquí?

En la granja de mi abuelo en México era imposibleque una perra se portara mal y se saliera con la suya, o

que una perra se portara mal y se saliera con la suya, oque tratara de demostrar su dominio sobre una persona.Y no era por los malos tratos ni por el castigo físico. Eraporque los humanos sabían que eran humanos, y lasperras sabían que eran perras. Estaba muy claro quiénestaba al mando y quién no. Esa sencilla ecuación haimpulsado la relación entre perras y humanos durante losmiles —posiblemente decenas de miles— de añostranscurridos desde que la primera antepasada de laperra se acercó al campamento de nuestros antepasadoshumanos y comprendió que allí podía conseguir comidamás rápidamente que si tenía que pasarse el día cazando.Las fronteras entre los humanos y las perras eransencillas y obvias. Las perras que conocí en Méxicoestaban equilibradas de forma natural. No tenían rasgosproblemáticos de personalidad, como una agresividaddeclarada o fijaciones. A menudo eran escuálidas ysarnosas, y a veces resultaba desagradable mirarlas,pero parecían vivir con la armonía que Dios y la MadreNaturaleza habían pensado para ellas. Se relacionabande forma natural entre ellas y con los humanos. ¿Quépasaba entonces con esas preciosas perrasnorteamericanas de póster?

norteamericanas de póster?El hecho de que tantas perras norteamericanas

presentaran «cuestiones» me chocó aún más en cuantome trasladé a Los Ángeles y empecé a trabajar comoencargado de las jaulas en un establecimiento deadiestramiento de perras. Quería aprender a seradiestrador de perras y había oído que aquel lugar era elmejor. Sabía que los ricos pagaban un dineral por dejarsus perras en esas instalaciones tan respetadas. Dejabansus perras durante dos semanas para que los animalespudieran aprender a obedecer órdenes como «sit»,«quieta», «ven» y «sígueme».

Cuando empecé a trabajar en esas instalaciones mesorprendieron las condiciones en que llegaban algunas deaquellas perras. Por supuesto, físicamente todas eranespectaculares. Estaban bien alimentadas, perfectamentearregladas y su pelaje relucía con su buena salud. Peroemocionalmente muchas de ellas estaban destrozadas.Algunas eran asustadizas y huidizas; las había irritables ode una agresividad descontrolada. Irónicamente, losdueños solían traer a las perras para que lasadiestráramos con la esperanza de que se desharían de

esas conductas neuróticas. Creían que en cuanto la perraaprendiera a obedecer órdenes, su miedo, ansiedad ydemás problemas de comportamiento desapareceríanmilagrosamente. Es un malentendido tan común comopeligroso. Es absolutamente cierto que si, de entrada,una perra tiene una naturaleza apacible y despreocupada,el adiestramiento tradicional de perras puede ayudar acalmarla y a hacer que la vida sea más fácil para todos.Pero para una perra que sea nerviosa, tensa, irritable,asustadiza, agresiva, dominante, llena de pánico o tengacualquier otro desequilibrio, el adiestramiento tradicionala veces puede hacer más daño que otra cosa. Ese hechome quedó claro desde mi primer día en las instalacionesde entrenamiento.

Mi trabajo en esas instalaciones consistía en encerrara las perras en jaulas separadas hasta el comienzo de sus«clases» diarias, y luego llevárselas a sus adiestradores.El aislamiento que aquellas perras problemáticasexperimentaban en sus jaulas entre sesión y sesión amenudo aumentaban la tensión que habían traído conellas. Desgraciadamente, como el establecimiento nocobraba a menos que la perra ya obedeciera órdenes

cuando su dueño viniera a recogerla, a menudo el últimocartucho consistía en que el adiestrador infundiera miedoal animal. Algunas perras salían en peores condicionespsicológicas que cuando entraron. Vi que alguna perrarespondía obedientemente a las órdenes del adiestrador,acurrucada, con las orejas recogidas, asustada, el raboentre las piernas: un lenguaje corporal que expresaba,alto y claro, «¡Sólo te estoy obedeciendo porque estoyaterrorizada!». Creo que los adiestradores de aquelestablecimiento eran profesionales cuidadosos, y nohabía nada de cruel o inhumano en su conducta. Pero,desde mi punto de vista, existía un arraigadomalentendido en cuanto a las necesidades básicas de unaperra, de lo que el cerebro canino realmente necesitapara alcanzar el equilibrio. Eso se debe a que eladiestramiento tradicional de perras está basado en lapsicología humana. No empieza por dirigirse a lanaturaleza de la perra.

Me quedé en aquel establecimiento porque meparecía que necesitaba aprender el negocio deladiestramiento de perras. Después de todo para esohabía recorrido todo ese camino. Pero aquel no era el

había recorrido todo ese camino. Pero aquel no era elsueño que había imaginado. Desde el momento quellegué allí noté que esa especie de «adiestramiento»podría haber sido útil con los humanos, pero a veces eraperjudicial para las perras. Ahora que lo pienso, fueentonces cuando empezó a adquirir una forma nueva mi«sueño» original. Una vez más gran parte de aquelcambio sucedió de forma accidental. Aunque prefierocreer que no fue un accidente en absoluto: fue el destino.

Ha nacido ‘Cesar’s Way’Ha nacido ‘Cesar’s Way’

Mientras trabajaba en esas instalaciones deadiestramiento, una vez me hice famoso por ser el tipoque podía manejar las razas más agresivas y poderosas,como los pitbull, pastores alemanes y rottweiler. Resultaque esas razas me vuelven loco; su fuerza bruta meinspira. Había otro encargado de las jaulas allí al quetambién se le daban muy bien las razas poderosas, perono quería trabajar con las más nerviosas o ansiosas. Alfinal era yo quien se encargaba de ellas: normalmente loscasos realmente problemáticos. En lugar de gritar a una

casos realmente problemáticos. En lugar de gritar a unaperra agresiva o insegura, como hacían otros encargadosde las jaulas, me acercaba a ella en silencio. Sin hablar,sin tocarla, sin mirarla a los ojos. De hecho, cuando veíauna perra así, abría la puerta y le daba la espalda comosi estuviera a punto de irme en otra dirección. Al final, ydado que las perras son curiosas por naturaleza, veníahacia mí. Sólo después de que se me hubiera acercado leponía la correa. Llegado ese momento era sencillo,porque yo ya había establecido mi dominio firme ytranquilo sobre ella; igual que otra perra haría en unentorno natural. Inconscientemente empezaba a aplicar lapsicología canina que había aprendido de aquellos añosen los que observaba a las perras en la granja de miabuelo. Me relacionaba con las perras igual que éstas serelacionaban entre ellas. Aquél fue el nacimiento de losmétodos de rehabilitación que aún empleo hoy en día,aunque no habría podido expresar con palabras lo queestaba haciendo en esos momentos: ni en inglés ni enespañol. Todo cuanto hice surgió por instinto.

Otro «accidente» crucial que sucedió en aquellasinstalaciones fue que empecé a ver el «poder del grupo»para rehabilitar a una perra desequilibrada. Un día salí al

para rehabilitar a una perra desequilibrada. Un día salí alpatio sujetando, a la vez, a dos rottweiler, una pastoralemán y una pitbull. Era el único de los que trabajabanallí que jamás hubiera intentado algo así. Casi todos losdemás empleados pensaron que estaba loco. De hecho,en un momento dado, me ordenaron expresamente queno trabajara con las perras en manada; ponía nervioso alos jefes. Pero desde el momento en que descubrí estemétodo vi lo eficaz que sería una manada de perrascomo instrumento para ayudar a una perra conproblemas. Lo que descubrí fue que cuando seintroducía a una perra nueva e inestable en una que yahubiera creado una unión saludable, ésta influiríarealmente en la recién llegada para que ésta lograra esamentalidad equilibrada. Mi trabajo consistía en garantizarque la relación entre la recién llegada y las componentesno fuera demasiado intensa. Mientras supervisara yatajara cualquier comportamiento agresivo, excluyente odefensivo, por las dos partes del encuentro, al final lanueva perra adaptaría su conducta para «encajar» conlas demás. Ya se trate de los humanos o de las perras —de hecho es algo que se da en todas las especiesorientadas al grupo— genéticamente lo que más nos

orientadas al grupo— genéticamente lo que más nosconviene es tratar de encajar, llevarnos bien con nuestrossemejantes[1]. Simplemente estaba explotando eseimpulso tan natural y genético. Al trabajar con las perrasen manadas, observé que podían acelerar sus procesosde curación mucho más deprisa de lo que podría unadiestrador humano.

Pronto me labré una reputación en las instalacionescomo un trabajador esforzado y fiable. Pero cuanto másdesarrollaba mis propias ideas sobre psicología canina,más infeliz era allí. Supongo que no ocultaba muy bien midescontento. Un cliente, un empresario de éxito a quienemocionaba especialmente mi forma de tratar a superdiguera, me había estado observando durante untiempo y estaba impresionado por mi destreza y mi éticadel trabajo. Un día se me acercó y dijo: «No parecesmuy feliz aquí. ¿Quieres venir a trabajar para mí?». Lepregunté en qué consistiría mi trabajo con él, dando porsupuesto que tendría que ver con las perras. Quedé untanto decepcionado cuando me dijo: «Lavarías limusinas.Tengo toda una flota».

Bonita oferta, pero había venido a Norteaméricapara ser adiestrador de perras. Con todo, era un hombre

para ser adiestrador de perras. Con todo, era un hombreimpresionante: la clase de empresario fuerte y seguro desí mismo que yo quería llegar a ser algún día.

Entonces me doró la píldora diciéndome que, comoempleado suyo, tendría mi propio coche. Por aquelentonces no podía permitirme tener un coche, y en LosÁngeles eso equivale prácticamente a no poderpermitirse tener piernas. Tardé un par de semanas endecidirme, pero finalmente acepté. Nuevamente un ángelde la guarda que ni siquiera me conocía contribuyó apreparar el escenario para la siguiente etapa de mi viaje.

El boca a bocaEl boca a boca

Mi nuevo jefe era un capataz duro pero imparcial.Me enseñó cómo funcionaba el negocio y cómo lavar suslimusinas: y era muy maniático en cuanto a mantenerlasimpolutas. Podía ser una tarea física y ardua, pero no mepreocupaba en absoluto porque yo mismo era —y aún losoy— un perfeccionista. Si iba a ser limpiador decoches, sería el mejor del mundo. He de agradecer aaquel hombre que me enseñara tanto sobre cómo

aquel hombre que me enseñara tanto sobre cómomanejar un negocio sólido y rentable.

El día que recogí el coche que me prestó es un díaque jamás olvidaré. Sí, sólo era un coche —digamos unChevrolet Astrovan blanco, del 88, y no, no tenía lacapota rosa— pero para mí simbolizaba la primera vezen que realmente pensé que «había triunfado» enNorteamérica. Aquél fue también el día en que puse enmarcha mi propia «empresa de adiestramiento» paraperras, la Pacific Point Canine Academy. Todo cuantotenía era un logotipo, una cazadora y algunas tarjetas devisita impresas a toda prisa, pero lo más importante esque tenía una visión nítida de lo que quería ser. Mi sueñoya no consistía en ser el mejor adiestrador de perras delmundo del cine. Ahora quería ayudar a más perras,como los cientos de animales problemáticos que habíavisto desde mi llegada a Norteamérica. Pensaba que miinsólita educación e innatos conocimientos de psicologíacanina proporcionarían a las perras y a sus dueños unaoportunidad para mejorar su relación y nuevasesperanzas para su futuro. Me afligía enormemente elque muchas de esas perras «malas» que habían«fracasado» en los establecimientos corrientes de

«fracasado» en los establecimientos corrientes deadiestramiento estuvieran condenadas a la eutanasia sisus dueños decidían que ya «no podían más con ellas».En el fondo sabía que esas perras merecían vivir tantocomo yo. Mi optimismo sobre el futuro surgía de unacreencia muy arraigada de que había muchas perras enNorteamérica que realmente necesitaban mi ayuda.Gracias nuevamente a la generosidad de mi nuevo jefe mivisión empezó a tomar forma más rápidamente de lo quejamás habría podido imaginar.

El boca a boca es algo alucinante. Incluso en unaciudad tan grande y variada como Los Ángeles, el últimocotilleo o consejo puede extenderse como la pólvora.Afortunadamente para mí, mi nuevo jefe conocía amucha gente y nunca se cortó a la hora de alabar midestreza. Llamaba a sus amigos y les decía: «Conozco aun mexicano genial que es alucinante con las perras.Traedlas». Sus amigos empezaron a traer a sus perrascon problemas. Solían quedar encantados con losresultados. Entonces se lo contaban a sus amigos. Alfinal, mi Pacific Point Canine Academy tenía sietedoberman y dos rottweiler con las que corría arriba y

abajo por las calIes de Inglewood, una pequeña ciudaden el condado de Los Ángeles. (Tenía que ser todo unespectáculo).

Después de eso, mi incipiente negocio empezó aflorecer.

¿Qué estaba haciendo que impresionaba tanto a lagente? ¿Cómo era posible que después de unos pocosaños en Norteamérica ya tuviera un negocio boyante sinhaber puesto un solo anuncio? Después de todo, haycientos de adiestradores de perras y conductistas conlicencia en el Sur de California, y estoy seguro de quemuchos de ellos son excepcionales en lo que hacen. Esposible que, en definitiva, usted decida que alguno deellos sea un experto más adecuado para lo que busca ensu relación con su perra. Yo sólo puedo hablar por misclientes, y entre ellos era conocido como «ese tipomexicano que tiene unos métodos mágicos con losperros». El sello de mi técnica consistía en energía,lenguaje corporal y, cuando era necesario, un toquerápido y psicológico con la mano ahuecada, que nuncaes doloroso para la perra pero se acerca a la sensacióndel «mordisco suave» y disciplinario que le darían su

madre o una perra dominante. Yo nunca gritaba, nuncapegaba y nunca «castigué» a los animales por rabia.Simplemente los corregía, igual que un líder natural delgrupo corregirá y educará a un seguidor. Corregir yseguir adelante. No había nada nuevo en las técnicas queestaba desarrollando: surgían directamente de observarla naturaleza. No estoy diciendo que no hubiera enNorteamérica otros adiestradores que experimentarancon estos mismos métodos. Pero los métodos parecíansatisfacer una necesidad desesperada por parte de misclientes en Los Ángeles, y por eso seguían viniendo.

Un día en 1994 me encontraba en casa de un cliente,trabajando con su problemática rottweiler, Kanji. Kanjihabía hecho grandes progresos y su dueño, que teníamuchos contactos en el mundo del espectáculo, habíaestado hablando de mí por toda la ciudad. Miré alexterior mientras un Nissan 300C marrón subía por elsendero y una espectacular mujer se bajaba de él y seacercaba hacia mí con total confianza. La miré, tratandode recordar dónde la había visto antes, pero no podíaaunque me fuera la vida en ello. Caminando a su lado —sin tanta confianza— iba una dubitativa y tímida

sin tanta confianza— iba una dubitativa y tímidarottweiler. (Resulta que Saki era una de las crías deKanji).

La mujer me preguntó si podría adiestrar a su perra,y tres semanas después acudí a su casa. Y me abrió lapuerta nada menos que el actor Will Smith. Casi mequedé sin palabras. Ahora recordaba dónde había vistoantes a aquella mujer: en la película Low Down, DirtyShame. ¡Mi clienta era Jada Pinkett Smith!

Vale, aclaremos esto: llevo en Norteamérica sólotres o cuatro años, tengo mi propio negocio rentable, ¿yhoy estoy trabajando con la perra de Jada Pinkett y WillSmith?

Jada y Will me explicaron que Jay Leno acababa deregalarles dos rottweiler y que las perras necesitabanalgo de trabajo, igual que Saki. Aquello era quedarsecorto: las perras eran un descontrol. Por suerte Jada fueuna de las pocas y muy especiales personas que«pillaron» mis técnicas y filosofía enseguida. Es la dueñaideal de perras: todo cuanto quiere es lo mejor para susanimales, y hará lo que sea para asegurarse de que estánfelices y satisfechas.

Aquel día fue el comienzo de una amistad que sigue

Aquel día fue el comienzo de una amistad que siguehoy en día, once años después. Jada y Will merecomendaron a sus amigos de la «élite de Hollywood»,entre ellos Ridley Scott, Michael Bay, Barry Josephson yVin Diesel. Pero estos no son, de lejos, los mejoresregalos que me ha hecho Jada. Me tomó bajo suprotección. Contrató a un profesor para mí, durante todoun año, para que trabajara intensivamente en mi inglés.Por encima de todo creyó en mí. Ser famoso por lo quehago siempre fue mi sueño, pero todo gran regalo vienecon un precio. Mi vida se ha vuelto mucho máscomplicada ahora, con nuevos dilemas tales como enquién confiar o a quién vigilar; qué contratos son buenosy cuáles deberían ir a la trituradora: cosas que no seaprenden en la granja de Ixpalino, México. Cuandoalgún asunto me desconcierta, sé que puedo contar conJada. No sólo es una de las personas más generosas quehe conocido, también es una de las más inteligentes. Lepregunto: «Jada, ¿qué está pasando? ¿Ahora quéhago?». Y ella se limita a protestar un poco y empieza atranquilizarme: «Vale, César, es así…». Siempre piensoque tengo a alguien que sabe mucho más que yo acercade jugar en primera división, y que siempre ha estado

de jugar en primera división, y que siempre ha estadodispuesta a sacar un momento de su ajetreada vida paraecharme una mano. Jada ha sido más que mi cliente. Hasido mi mentora, mi hermana y otra de mis preciosasángeles de la guarda.

Gracias a Jada también avancé enormemente con elinglés. Estaba más emocionado con mi nueva y nítidamisión: como suelo decir, «rehabilitar perras y adiestrar alas personas». Puse en marcha un programa deautoeducación, leyendo todo cuanto caía en mis manosacerca de psicología canina y comportamiento animal.Dos de los libros que más me influyeron y confirmaron loque ya conocía instintivamente fueron The Dog’s Mind ,del Dr. Bruce Fogle, y Dog Psychology, de Leon F.Whitney. Obtuve muchos conocimientos de ellos y deotros libros (algunos de ellos aparecen en la bibliografíaal final de este libro), y también me aseguré deincorporar esa información a lo que ya había aprendidopor experiencia. Según mi opinión y observaciones laMadre Naturaleza es la mejor profesora del mundo.Pero estaba aprendiendo a pensar de forma crítica de unmodo que no había hecho antes, y lo más importante esque estaba encontrando formas de articular las cosas que

que estaba encontrando formas de articular las cosas queentendía por intuición. Y, por último, realmente podíaexpresar aquellas nuevas ideas con claridad y en inglés.

Para aquel entonces yo ya había conocido a mifutura esposa, Ilusión, que sólo tenía 16 años cuandoempezamos a salir. Cuando un amigo mío me comentóque en Estados Unidos había una ley que prohibía que unmayor de edad saliera con una chica tan joven, aluciné.Me aterraba la idea de ser deportado y rompí con ella almomento. Quedó destrozada. Convencida de que yo erael «único», llamó a mi puerta el día que cumplió 18 años.Nuestra relación fue un tanto inestable durante losprimeros años de matrimonio y después de que nacieranuestro hijo Andre. Yo seguía pegado a mis modalesmexicanos, anticuados y machistas. Creía que lo únicoque importaba era yo —mi sueño, mi carrera— y más levalía a ella resignarse o cerrar la boca. No hizo ningunade las dos cosas. Me abandonó. En cuanto se hubo idoy yo comprendí que iba en serio, tuve que mirarme alespejo por primera vez en mi vida. No quería perderla.No quería verla casada de nuevo: y ver cómo otrohombre educaba a nuestro hijo. Ilusión sólo volveríaconmigo con dos condiciones: que acudiéramos a terapia

conmigo con dos condiciones: que acudiéramos a terapiade pareja y que yo me comprometiera sinceramente aser un compañero completo en la relación. Acepté demala gana. No creía que tuviera mucho que aprender.Me equivoqué. Ilusión me rehabilitó del mismo modoque yo rehabilito a una perra desequilibrada. Me hizo verqué gran regalo es contar con un compañero y unafamilia fuertes, y que cada miembro de la familia tieneque arrimar el hombro. Hoy considero que Ilusión,Andre y Calvin son mis mayores bendiciones en laTierra.

Mientras peleaba por convertirme en un mejorcompañero en mi matrimonio, tenía más trabajo del quepodía afrontar, gracias a gente como mi jefe en el alquilerde limusinas y a clientes como Jada. Las organizacionesde salvamento habían empezado a llamarme para que lasayudara a salvar a sus casos «perdidos» de una muertesegura, y súbitamente me encontré con una manada deperras recién rehabilitadas pero huérfanas. Necesitabamás espacio, así que alquilé un almacén destartalado enun polígono industrial al sur de Los Ángeles. Ilusión y yolo reformamos y lo convertimos en el Centro dePsicología Canina, una especie de punto intermedio

Psicología Canina, una especie de punto intermediopermanente o centro de «terapia de grupo» para perras.Durante todo el proceso seguí trabajando para encontrarformas de explicar mis métodos y filosofía al propietariomedio de una perra.

Los norteamericanos y lasLos norteamericanos y lasperras: humanos que danperras: humanos que dandemasiado amordemasiado amor

Cuando de niño veía en México las series de Lassiey Rin Tin Tin , siempre me divertía con las aventuras deaquellos perros superestrellas, ¡pero pensaba que, porsupuesto, todo el mundo que los viera tambiéncomprendería que esas series no eran sino fantasías deHollywood! Cuando Lassie ladraba cuatro veces yTimmy decía: «¿Qué pasa, Lassie? ¿Fuego? ¿La casa…no, el granero está en llamas? ¡Gracias, chica, vamos!»,sabía —y suponía que todos los demás también— queuna perra de verdad no actúa así. Cuando llegué aNorteamérica me sorprendió descubrir que muchos

propietarios de perras creían, de forma inconsciente,¡que Lassie realmente entendía lo que Timmy le estabadiciendo! Aprendí que aquí la percepción generalizadaque se tenía de las perras era que todas eran comoLassie: básicamente, seres humanos disfrazados deperras. Tardé un tiempo en procesar aquello, perodespués de una temporada por aquí vi que la mayoría delos propietarios de mascotas creían, hasta cierto punto,que sus animales —ya fueran perros, gatos, pájaros opeces de colores— eran de hecho humanos en todomenos en su apariencia. Y los tratabanconsecuentemente.

Cuando ya llevaba unos cinco años en EstadosUnidos por fin lo entendí: ¡ése era el problema! Lasperras en Norteamérica tenían tantos problemas porquesus dueños pensaban que eran humanas. ¡No se lespermitía ser animales! En el país de la libertad —dondese supone que todo el mundo puede alcanzar su ilimitadopotencial— ¡a aquellas perras no se les permitía! Deacuerdo, recibían todo tipo de mimos: tenían la mejorcomida, las mejores casetas, los mejores cuidados ygrandes raciones de amor. Pero eso no era todo lo que

querían. ¡Sencillamente querían ser perras!Pensé en lo que había aprendido en México, donde

me pasaba horas sin fin observando a los mejoresadiestradores caninos del mundo: las propias perras.Recapacitando sobre mi relación natural con ellas,empecé a ver cómo podía ayudar a las perras deEstados Unidos a ser criaturas más felices y saludables:y, además, ayudar a sus dueños. Mi método no es laneurocirugía. Yo no lo creé: lo hizo la Madre Naturaleza.Mi fórmula de la satisfacción es sencilla: para tener unaperra equilibrada y saludable, un humano ha decompartir el ejercicio, la disciplina y el afecto. ¡Y en eseorden! El orden es vital, y lo explicaré másdetalladamente más adelante.

Desgraciadamente la mayoría de los propietariosnorteamericanos de perras no pillan correctamente elorden de la satisfacción. Sitúan el afecto en el primerlugar. ¡De hecho muchos propietarios no dan a susperras más que afecto, afecto y más afecto! Porsupuesto sé que lo hacen con la mejor intención. Perosus buenas intenciones realmente pueden hacer daño asus perras. A esos propietarios los llamo «humanos que

sus perras. A esos propietarios los llamo «humanos quedan demasiado amor».

Puede que usted esté leyendo esto y piense: «¡Ledoy a mi perra toneladas de afecto porque es mi nena!¡Y está bien! No tengo problemas de conducta conella». De hecho es muy posible que tenga una perra denaturaleza pasiva, con una actitud despreocupada ypuede que nunca tenga el menor problema con ella.Puede abrumarla con un exceso de cariño y obtener acambio tan sólo ese maravilloso e incondicional amor deperra. Puede que se considere el propietario de perramás afortunado del mundo, con la perra más perfecta delmundo. Gracias a su perra usted es feliz y su vida estáplena. Y me alegro por usted. Pero, por favor, abra sumente a la posibilidad de que su perra se esté perdiendocosas que podría necesitar en su vida para sentirse feliz ysatisfecha como perra. En el peor de los casos esperoque este libro lo ayude a ser más consciente de lasnecesidades realmente específicas de su perra y le inspirea encontrar formas creativas que lo ayuden asatisfacerlas.

Lo que estoy a punto de compartir es la verdad demis experiencias vitales. Éstas son las cosas que he

mis experiencias vitales. Éstas son las cosas que heaprendido, experimentado y observado personalmente,trabajando con miles de perras durante veinte largosaños. Creo desde lo más profundo de mi corazón que mimisión consiste en ayudar a las perras y a pasarme lavida aprendiendo todo cuanto ellas tengan queenseñarme. Veo mi carrera entre perras como unaeducación eterna. Yo soy el estudiante y ellas misprofesoras. Que le enseñen también a usted lo que meenseñaron a mí. Me han ayudado a comprender que loque las perras necesitan no siempre es lo que nosotrosqueremos darles.

22Si pudiéramos hablar con losSi pudiéramos hablar con losanimalesanimalesEl lenguaje de la energíaEl lenguaje de la energía

¿Qué estilo de comunicación emplea usted con su perro?¿Le implora que vaya con usted, mientras él se niega ysigue corriendo calle abajo tras una ardilla delvecindario? Si su perro le roba su zapatilla preferida, ¿lehabla como si fuera un bebé para tratar de que se ladevuelva? ¿Grita con todas sus fuerzas para que su perrose baje de un mueble, mientras él se queda allí sentado,mirándola fijamente como si usted estuviera loca? Sicualquiera de estos ejemplos le suena familiar, sé que es

cualquiera de estos ejemplos le suena familiar, sé que esconsciente de que las técnicas que utiliza no funcionan.Comprende que no puede «razonar» con un perro, perosencillamente no conoce otra forma de comunicarse conél. Estoy aquí para decirle que hay una forma muchomejor.

¿Recuerda la historia del Dr. Dolittle, el hombre quepodía hablar y entender el lenguaje de cualquier animal?Desde los libros de Hugh Lofting hasta la película mudade 1928, pasando por los seriales radiofónicos de ladécada de 1930, el musical cinematográfico de 1967, losdibujos animados de la década de 1970 y las taquillerascomedias de Eddie Murphy, este maravilloso relato y suprotagonista han atraído a niñas y adultas generación trasgeneración. Piense en los infinitos mundos que se nosabrirían si viéramos las cosas como las ven los animales.Imagine observar la tierra desde el cielo a través de losojos de un pájaro, moverse por la vida en tresdimensiones, como una ballena, o «ver» el mundo através de ondas sonoras, como los murciélagos. ¿Quiénno ha soñado con unas posibilidades tan emocionantes?El atractivo de la historia del Dr. Dolittle es que da vida alos animales en la pantalla grande, a todo color.

los animales en la pantalla grande, a todo color.¿Qué me diría si le contara que el secreto del Dr.

Dolittle era algo más que ficción creativa?Tal vez se esté imaginando este secreto desde una

perspectiva humana. Se preguntará si le estoy diciendoque existe una forma verbal de hablarle a su perro, quizácon el empleo de un libro de expresiones que traduzca sulenguaje al suyo. ¿Se pregunta qué aspecto tendría eselenguaje, cómo sonaría? ¿Incluiría las palabras sit,quieto, ven y sígueme? ¿Tendría que gritar lastraducciones, o podría susurrarlas? ¿Tendría queaprender a gemir y ladrar? ¿Olisquear el trasero de sumascota? ¿Y cómo le respondería su perro? ¿Cómotraduciría usted lo que le está diciendo? De hecho, comopuede ver, crear un libro de expresiones perro-serhumano —del modo que se crea, digamos, un libro deexpresiones inglés-español— sería una tarea muycomplicada.

¿No sería más sencillo si hubiera un lenguajeuniversal que pudieran entender todas las especies?«Imposible —dirá usted—. ¡Ni siquiera todos los sereshumanos hablamos el mismo idioma!». Cierto, pero esono ha impedido que la gente haya tratado durante siglos

no ha impedido que la gente haya tratado durante siglosde encontrar un lenguaje común. En el mundo antiguo laspersonas de las clases superiores, educadas, aprendíangriego. De ese modo, todas podían leer y entender losdocumentos más importantes. En la era cristiana todoaquel que era alguien importante sabía leer y escribir enlatín. Hoy en día el inglés está en lo más alto de la cadenaalimenticia del lenguaje. Esto lo aprendí con sangrecuando llegué a Norteamérica hace catorce años.Créame, si no lo habla de nacimiento, el inglés es unidioma monstruoso para aprenderlo a partir de cero: apesar de ello, todo el mundo, desde los chinos hasta losrusos, lo acepta como el idioma internacional para losnegocios. El ser humano ha buscado otras formas deromper la barrera idiomática. Da igual qué idioma hableusted, si es ciega puede emplear el Braille. Si es sorda,puede entender a cualquier otra persona sorda medianteel Lenguaje Internacional de Signos. Los lenguajesmatemáticos e informáticos rompen muchas barreraslingüísticas y permiten a los seres humanos de distintaslenguas conversar fácilmente entre sí, gracias al poder dela tecnología.

Si los seres humanos hemos conseguido diseñar

Si los seres humanos hemos conseguido diseñarestos lenguajes colectivos, ¿acaso no podemos crear unaforma de conversar con las demás especies del planeta?¿No existe lenguaje alguno, que podamos aprender, enel que algo signifique lo mismo para toda criatura?

¡Buenas noticias! Me alegra informarles de que ellenguaje universal del Dr. Dolittle ya existe. Y no loinventó el ser humano. Es un lenguaje que todos losanimales hablan sin tan siquiera saberlo, incluyendo elanimal humano. Es más, todos los animales nacensabiendo este lenguaje de forma instintiva. Incluso losseres humanos nacemos hablando fluidamente estalengua universal, pero tendemos a olvidarlo porquedesde niñas se nos adiestra para creer que las palabrasconstituyen la única forma de comunicación. Lo irónicoes que, aunque creemos que ya no sabemos hablar eseidioma, la verdad es que lo hablamos todo el tiempo.¡Sin saberlo, estamos radiando en esta lengua lasveinticuatro horas del día, los siete días de la semana!Otras especies animales aún pueden entendernos,aunque quizá no tengamos ni idea de cómo entenderlas aellas. ¡Nos interpretan nítidamente, aunque no seamosconscientes de que nos estamos comunicando!

conscientes de que nos estamos comunicando!Este lenguaje auténticamente universal, que llega a

todas las especies, se llama energía.

Energía en la naturalezaEnergía en la naturaleza

¿Cómo puede ser un lenguaje la energía? Permítameexponer unos cuantos ejemplos. En la naturaleza, lasdistintas especies animales se entremezclan sin esfuerzoalguno. Por ejemplo, tomemos la sabana africana o unaselva. En una charca de una selva podríamos ver monosy pájaros en los árboles, o, en una sabana, distintosherbívoros, como las cebras o las gacelas, paseando ybebiendo felizmente de la misma poza de agua cristalina.Todo es pacífico, a pesar de que son especies muydiferentes compartiendo el mismo espacio. ¿Cómo esque conviven tan armoniosamente?

¿Qué tal un ejemplo menos exótico? En su propiojardín trasero puede que usted tenga ardillas, pájaros,conejos, incluso zorros, conviviendo felizmente. No hayproblema hasta que pone en marcha su segadora. ¿Porqué? Porque todos esos animales se están comunicando

qué? Porque todos esos animales se están comunicandocon la misma energía relajada, equilibrada y nadaagresiva. Cada animal sabe que los demás están dandouna vuelta, ocupándose de sus cosas: beben agua,buscan comida, se relajan, se acicalan unos a otros.Todos están tranquilos y nadie ataca a nadie. Adiferencia de nosotros no les hace falta preguntar a losdemás cómo se sienten. La energía que proyectan lesdice todo lo que necesitan saber. En ese sentido estántodo el tiempo hablando unos con otros.

Ahora que tiene en su mente esta pacífica visión,imagínese esto: de repente, un nuevo animal entra en sujardín trasero, o se acerca a nuestra imaginaria charca dela selva, proyectando una energía totalmente diferente.Esta nueva energía podría ser algo tan insignificantecomo una ardilla que tratara de robarle el alijo a otra, ouna gacela que pugna a la carrera con otra por lograr unlugar mejor para beber en el oasis. También podría seralgo tan grave como un hambriento depredador quebusca sojuzgar a su próxima presa. ¿Se han fijado cómoun grupo de pacíficos animales puede asustarse oponerse a la defensiva en un instante, a veces inclusoantes de que un depredador haya aparecido en escena?

antes de que un depredador haya aparecido en escena?Probablemente les haya llegado algo de su olor: perotambién es probable que hayan percibido la energía queel depredador estaba proyectando.

Lo que siempre me resulta fascinante del reino animales que incluso si hay un depredador cerca los demásanimales normalmente saben si es seguro quedarse en ellugar o no. Imagine que le presentan a un hombre y ustedsabe que es un asesino en serie. ¿Podría estar relajadoante él? ¡Claro que no! Pero si usted fuera otra clase deanimal de este planeta, probablemente podría percibir siel asesino en serie estaba de caza o simplemente deretirada. Un animal reconoce inmediatamente si undepredador está proyectando una energía cazadora, aveces antes incluso de ver al propio depredador. Comoseres humanos a menudo estamos tan ciegos antes estosmatices de la energía animal: creemos que un tigre espeligroso en todo momento, cuando, en realidad, siacaba de comerse un ciervo de ciento cuarenta kilosprobablemente tenga más cansancio que peligro. Sinembargo, en cuanto se le vacíe el estómago será unanimal diferente: todo instinto, todo energía parasobrevivir. Hasta su ardilla del jardín captará esa sutil

sobrevivir. Hasta su ardilla del jardín captará esa sutildiferencia. Pero los humanos tendemos a estar ciegosante lo que, en el reino animal, es un auténtico semáforoen rojo.

He aquí un ejemplo de energía animal con el queprobablemente se sientan identificados los habitantes delsur de Norteamérica. En un soleado día en Florida,Louisiana o cualquiera de las dos Carolinas verácaimanes gigantes bañando al sol sus correosos cuerposen la orilla de algún pantano: ¡en campos de golf tancaros como exclusivos! Mientras tanto, las golfistasgolpean la bola a unos cuantos pasos. Garzas, grullas ytortugas toman felices el sol al lado de esos terriblesreptiles. Ancianas rechonchas pasean a sus perritos, deltamaño de una taza de té, por senderos a centímetros dedistancia del pantano de los caimanes. ¿Qué estápasando? Es muy sencillo. Los otros animales —desdelas tortugas a los diminutos chihuahuas— sonconscientes, instintivamente, de que esos temiblesdepredadores no están en ese momento en una actitudcazadora. Hay algo de lo que podemos estar seguras: encuanto a esa enorme criatura empiecen a sonarle lastripas, y su energía cambie a una actitud cazadora, los

tripas, y su energía cambie a una actitud cazadora, losdemás animales habrán desaparecido en un abrir y cerrarde ojos. Menos, tal vez, las golfistas. Pero éstasconstituyen una de las especies más extrañas de lanaturaleza, y ni siquiera la ciencia moderna haconseguido descifrarlas todavía.

La energía en los humanosLa energía en los humanos

Si hablamos de energía, los humanos tenemos muchomás en común con los animales de lo que habitualmentenos gusta admitir. Piense en una de las selvas másdespiadadas del mundo humano: la cafetería del instituto.Imagínela como una charca donde distintas especies —en este caso, las pandillas de cachas, pardillas y colgadas— se entremezclan pacíficamente. Entonces, una matonachoca «accidentalmente» contra la bandeja de comida deuna tipa menos corpulenta. La energía liberada por esarelación se extenderá en oleadas por toda la sala.Pregunte a alguna adolescente cercana si esto no escierto. Y, al igual que en el reino animal, este cambio de

energía ni siquiera tiene que ser algo tan descarado comoun empujón. Digamos que la chica bajita de la cafeteríaha tenido un mal día. Ha suspendido dos exámenesseguidos y no está muy fuerte de ánimo. Sin querer,levanta la vista y su mirada se cruza con la de la matona.Tal vez ésta estaba pensando en sus cosas, pero encuanto capta la energía reducida de la tipa más débil, ladinámica entre ellas cambia en un segundo. En el reinoanimal a eso se le llama la supervivencia del más apto.

Saquemos este concepto del comedor escolar ypensemos en nuestra sociedad como conjunto.Equivocados o no, en Norteamérica esperamos quenuestros líderes proyecten una energía dominante,poderosa, como la de un Bill Clinton o un RonaldReagan. Algunos líderes poderosos proyectan unaenergía carismática que se contagia a los que los rodean,activándolos: piensen en Tony Robbins. Martin LutherKing, Jr. proyectaba una energía «de firmeza tranquila»,como la llamo yo: la energía ideal para un líder. AunqueGandhi también fue un líder, su energía era de unanaturaleza más compasiva.

Es interesante comprobar que el Homo sapiens es la

Es interesante comprobar que el Homo sapiens es laúnica especie del planeta capaz de seguir a un lídersabio, amable, compasivo o adorable. El ser humanoincluso seguiría a un líder inestable, ¡pero eso daría paraotro libro! Por difícil que nos resulte comprenderlo, en elreino animal un Fidel Castro tendría más probabilidadesde ser líder que una Madre Teresa de Calcuta. En elreino animal no hay moral, ni concepto del bien y delmal. Del mismo modo, un animal jamás hará trampas omentirá para hacerse con el poder: no puede. Los demásanimales lo descubrirían enseguida. Un líder en lanaturaleza ha de proyectar la fuera más obvia eincontestable. En el reino animal sólo hay reglas, rutinas yrituales: basadas en la supervivencia del más fuerte, nodel más listo o del más guapo.

¿Ha oído alguna vez hablar del «olor del miedo»?No es sólo una expresión. Los animales percibenvibraciones de energía, pero el olfato es su segundosentido más desarrollado: y, en un perro, la energía y elolfato parecen estar profundamente conectados. Dehecho un perro evacua sus glándulas anales cuando tienemiedo, emitiendo un olor distintivo no sólo para otrosperros sino para la mayoría de los animales (incluidos los

perros sino para la mayoría de los animales (incluidos losseres humanos). El sentido del olfato de un perro estáconectado al sistema límbico, la parte del cerebroresponsable de las emociones. En su libro The Dog’sMind, el Dr. Bruce Fogle cita estudios de la década de1970 que mostraban que un perro puede detectar elácido butírico —uno de los componentes del sudorhumano— en una concentración hasta un millón de vecesmenor de lo que nosotros podemos[1]. Pensemos en lossensores de un detector de mentiras que pueden captarinsignificantes cambios en la sudoración de las manos deuna persona cuando miente. ¡En esencia, su perro es un«detector de mentiras» andante!

¿Puede un perro realmente «oler el miedo»físicamente en nosotros? Evidentemente puedenpercibirlo al instante. Numerosas corredoras y carteraspueden contarnos esta angustiosa experiencia: pasarcorriendo o caminando por delante de una casa y hacerque el perro empiece a ladrar, gruñir o incluso lanzarsecontra la valla o la puerta. Ahora bien podría tratarse deun perro que haya adoptado el papel de protector de lacasa y se lo haya tomado muy en serio: y sondemasiadas las carteras y corredoras cuyas cicatrices

demasiadas las carteras y corredoras cuyas cicatricesdemuestran cómo puede descontrolarse un perropoderoso y agresivo —lo que yo llamo un perro en zonaroja. (Un perro en zona roja es un asunto muy serio, y lotrataré a fondo en un capítulo posterior).

Con el fin de comprender cómo un perro percibe unestado emocional imagínese esto mientras pasa pordelante de una casa en la que hay un perro en zona roja:Tal vez ese perro ladrador tiene un secreto . ¡Puedeque esté más asustado de usted que usted de él! Sinembargo, en cuanto usted se paraliza aterrorizado elequilibrio de poder cambia instantáneamente. ¿Acaso elperro percibe el cambio de su energía con su «sextosentido»? ¿O acaso huele algún cambio en la química desu cuerpo o de su cerebro? La ciencia aún no lo haexplicado en términos profanos, pero en mi opinión esuna mezcla de las dos. Puedo garantizar esto después dedécadas de atenta observación: no se puede «ir de farol»con un perro igual que se va de farol con una compañerade póquer borracha. En cuanto cambiamos a la emocióndel miedo, el perro instantáneamente sabe que está enventaja sobre nosotros. Estamos proyectando unaenergía débil. Y si el perro sale, es más probable que nos

energía débil. Y si el perro sale, es más probable que nospersiga o muerda que si hubiéramos desconectado de suladrido y seguido con nuestras cosas. En el mundonatural, los débiles son eliminados rápidamente. No haybien ni mal en todo ello: es sólo el modo en que la vidaen la tierra ha funcionado durante millones de años.

Energía y emociónEnergía y emoción

Lo más importante que hay que entender sobre laenergía es que es un lenguaje de emociones. Porsupuesto, no hace falta que le diga a un animal que ustedestá triste, cansada, emocionada o relajada, porque eseanimal ya sabe exactamente cómo se siente usted.Piense en algunas de esos preciosos relatos que ha leídoen publicaciones como Reader’s Digest o la revistaPeople: historias de mascotas que han reconfortado,incluso salvado, a sus propietarias cuando estabanenfermas, deprimidas o afligidas. Esas historias a menudoincluyen comentarios del tipo «era casi como si supierapor lo que su dueña estaba pasando». Estoy aquí paraasegurarle que sí, que estos animales sí saben

asegurarle que sí, que estos animales sí sabenexactamente qué están sintiendo sus dueñas. Un estudiofrancés llegó a la conclusión de que un perro tambiénpuede utilizar su sentido del olfato para distinguir losdiferentes estados emocionales del ser humano[2]. Yo nosoy científico, pero después de toda una vida entreperros mi opinión es que, sin duda alguna, un perropuede percibir hasta los cambios más sutiles en la energíay las emociones de los humanos con los que está. Porsupuesto, un animal no siempre puede comprender elcontexto de nuestras dificultades; no puede distinguir siestamos destrozados tras un divorcio o por perder untrabajo o por haber perdido la cartera, porque estassituaciones tan humanas no significan nada para él. Sinembargo, tales situaciones crean emociones: y esasemociones son universales. Estar enfermo y triste es estarenfermo y triste, da igual a qué especie pertenezcamos.

Los animales no sólo viven en armonía con otrosanimales: también parecen poder interpretar la energía dela tierra. La historia está llena de anécdotas de perrosque al parecer «predecían» terremotos, o gatos que seescondieron durante horas en la bodega antes de lallegada de un tornado. En 2004, medio día antes de que

llegada de un tornado. En 2004, medio día antes de queel huracán Charley golpeara las costas de Florida,catorce tiburones a los que se había puesto un chipelectrónico, y que jamás habían salido de su territorio deSarasota, de repente se dirigieron hacia aguas másprofundas. Y pensemos en el terrible tsunami que azotóel sudeste asiático ese mismo año[3]. Según testigosoculares, una hora antes de que la ola alcanzara la costaen Indonesia, unos cuantos elefantes cautivos, de los«paseos en elefante» para turistas, empezaron a gemir eincluso rompieron sus cadenas para huir a tierras másaltas. Por toda la región los animales de los zoos seescondieron en sus refugios y se negaron a salir, losperros no salían a la calle y cientos de animales salvajesen el Parque Nacional de Yala, en Sri Lanka —leopardos, tigres, elefantes, jabalíes, búfalos de agua ymonos— también escaparon a zonas más seguras[4].Éstos son algunos de los milagros de la MadreNaturaleza que siguen sorprendiéndome: son unabrillante ilustración del poderoso lenguaje de la energíaen funcionamiento.

Una de las cosas más importantes que hay que

Una de las cosas más importantes que hay querecordar es que todos los animales que la rodean —especialmente las mascotas con las que comparte su vida— están interpretando su energía en todo momento deldía. Claro, puede decir lo primero que se le ocurra, perosu energía no puede mentir, y no lo hace. Puede gritarlea su perro que no se acerque al sofá hasta que se leponga la cara azul, pero si no está proyectando laenergía de un líder —si en el fondo sabe que va a dejarlesubirse al sofá si se lo pide lo suficiente— él sabrárealmente hasta dónde puede llegar. Ese perro se sentaráen el sofá mientras le apetezca. Ya sabe que usted no vaa ir más allá de sus gritos. Dado que un perro a menudopercibe los chillidos de un humano en un estado deexcitación emocional como una señal de inestabilidad, obien su arrebato no le afectará o bien se confundirá yasustará. ¡Lo que está claro es que no lo relacionará consus reglas en cuanto al sofá!

La personalidad firme yLa personalidad firme ytranquilatranquila

Ahora que ya entiende el poderoso «lenguaje» de laenergía mi siguiente tarea consiste en ayudarla a entendercómo aprovecharla para favorecer una mejorcomunicación con su perro. Un perro sólo tarda unoscuantos segundos en determinar qué tipo de energía estáproyectando usted, por lo que es importante que seacoherente. Ante su perro le conviene proyectar en todomomento lo que yo llamo energía «firme y tranquila». Unlíder firme y tranquilo está relajado, pero siempre sabeque tiene el control de la situación.

Ahora bien el término firme ha adquirido mala famaúltimamente. Tal vez porque recuerde mucho al términoagresivo, pero sus significados no tienen nada que ver.Pensemos en personas de la cultura popular. Da igual siusted se identifica políticamente con él o no, tendrá queadmitir que Bill O’Reilly es furioso y agresivo. Grita«¡Cállese!», interrumpe y trata de salirse con la suya enplan abusón. En la mayoría de las situaciones cotidianas,el que usted sea furiosa y agresiva puede volvérsele encontra: sencillamente, no es una forma eficaz, en cuanto ala energía, de conseguir las cosas, y realmente no es muybuena para su presión sanguínea. Un perro furioso y

buena para su presión sanguínea. Un perro furioso yagresivo no sería un buen líder de grupo porque losdemás perros lo considerarían inestable.

En mi trabajo no he conocido mucha gente que fuera«firme y tranquila» aunque supongo que podríamosdescribir así a los malos de las películas de James Bond:siempre están tramando hacer volar el planeta sin que seles mueva un pelo ni se les derrame el martini. Encualquier caso «firme y tranquilo» no es un estado deenergía natural para las criaturas no humanas del reinoanimal.

¿Pero las personalidades firmes y tranquilas? Son loslíderes del mundo animal. En nuestro paisaje humano haymuy pocos, pero casi siempre son las personas máspoderosas, impresionantes y triunfadoras. OprahWinfrey —el principal modelo a imitar en cuanto a mipropio comportamiento profesional— es lapersonificación de la energía firme y tranquila. Estárelajada, es ecuánime pero indudablemente poderosa, ysiempre mantiene el control. Gente de todas partesresponde a su magnética energía, que la ha convertido enuna de las mujeres más influyentes —y una de las másadineradas— del mundo.

adineradas— del mundo.La relación de Oprah con una de sus perras, Sophie,

es otra historia. Al igual que mucha de la gente poderosaque me contrata para que los ayude con sus perrosOprah tenía algunas dificultades para compartir conSophie su célebre firmeza y tranquilidad. En los años quellevo ayudando a la gente y sus perros he observado quemuchos de los poderosos del tipo A —directores,ejecutivos de los estudios, estrellas de cine, médicos,abogados, arquitectos— no tienen problema alguno paramostrarse dominantes y controladores en sus trabajos,pero en cuanto llegan a casa dejan que sus perros losavasallen. A menudo esta gente considera su vida con sumascota como la única área en la que pueden dejar queaflore su lado más suave. Esto es increíblementeterapéutico para el humano, pero puede serpsicológicamente dañino para el animal. Su perronecesita un líder de la manada más de lo que necesita aun colega. Pero, si lo que busca es un modelo que puedeimitar en cuanto a energía firme y tranquila, encienda elcanal del The Oprah Winfrey Show y obsérvelarelacionarse con sus invitados y su público. ¡Ésa es laclase de energía que debería buscar cuando se relaciona

clase de energía que debería buscar cuando se relacionacon su perro, su gato, su jefa o con sus hijos!

Finja hasta conseguirloFinja hasta conseguirlo

¿Qué pasa si usted no es una persona firme ytranquila por naturaleza? ¿Cómo reacciona cuando surgeun problema? ¿Le entra el pánico y el nerviosismo, o sevuelve defensiva y agresiva? ¿Tiende a enfrentarse a losproblemas como si fueran ataques personales contrausted? Es cierto que la energía no miente, pero podemoscanalizar y controlar la energía y el poder. Labiorretroalimentación, la meditación, el yoga y otrastécnicas de relajación son excelentes para aprender acontrolar mejor la energía que proyectamos. Los ochoaños que pasé entrenando yudo intensivamente de niñohicieron que para mí controlar mi energía mental sea algocasi natural. Si usted es muy excitable, ansiosa oabiertamente emocional —indicios evidentes para todoanimal que esté interpretando su energía— tales técnicaspueden suponer una gran diferencia en su relación con

sus mascotas. Aprender a aprovechar el poder de laenergía firme y tranquila que hay en usted también tendráun impacto positivo en su propia salud mental: y en susrelaciones con los humanos que hay en su vida, se logarantizo.

A menudo aconsejo a mis clientes que usen laimaginación y empleen técnicas de visualización cuandose sientan «bloqueados» al tratar de proyectar en susperros la energía adecuada. Hay a su disposición unmontón de libros maravillosos de autoayuda, psicología yfilosofía que lo ayudarán a aprender a aprovechar elpoder de la mente para cambiar su conducta. Algunos delos autores que más me han influido son el Dr. WayneDyer, Tony Robbins, Deepak Chopra y el Dr. PhilMcGraw. Las técnicas interpretativas, como las quecrearon Konstantin Stanislavski y Lee Strasberg tambiénson excelentes herramientas para transformar la forma enque se relaciona en el mundo.

En la primera temporada de mi programa en elNational Geographic Channel, Dog Whisperer withCesar Millan, me encontré con un caso que ofrecía unexcelente ejemplo de cómo podemos utilizar nuestros

excelente ejemplo de cómo podemos utilizar nuestrospoderes de visualización para transformarinstantáneamente nuestra energía y nuestra relación connuestros perros.

Sharon y su marido, Brendan, habían rescatado aJulius, un dulce y adorable mestizo de pitbull y dálmataque, desgraciadamente, les llegó con miedo hasta de susombra. Cada vez que lo sacaban a pasear le temblabatodo el cuerpo y andaba con el rabo entre las patas, y encuanto tenía la menor ocasión salía disparado hacia laseguridad de su casa. Cuando había invitados separalizaba y acurrucaba bajo los muebles. Cuandotrabajé con la pareja, observé que Sharon se volvíatremendamente ansiosa y asustadiza cuando Juliusmostraba miedo o tiraba de la correa durante los paseos.Estaba tan preocupada por Julius que trataba detranquilizarlo con palabras y, cuando veía que no setranquilizaba, tiraba la toalla, impotente. Me quedó muyclaro que Julius estaba recogiendo la energía asustadizade Sharon, la cual estaba intensificando en gran medidasu propio miedo.

Sin embargo, cuando Sharon me dijo que era actriz,comprendí que contaba con una poderosa herramienta

comprendí que contaba con una poderosa herramientaque no estaba aprovechando. Los mejores actoresaprenden a buscar en su interior, a emplear el poder delpensamiento, de la sensación y la imaginación paratransformarse en diferentes personajes y para pasar enun instante de un estado emocional a otro. Pedí a Sharonque recurriera a la misma «caja de herramientas» queempleaba cuando actuaba en el teatro o en una película yse concentrara en un sencillo ejercicio de interpretación:que pensara en un personaje al que identificara comofirme y tranquilo. Dada su preparación, Sharon entendióinmediatamente lo que le estaba pidiendo. Sin dudar,contestó: «Cleopatra». Entonces le sugerí que se«convirtiera» en Cleopatra cada vez que sacara a Julius apasear.

¡Fue emocionante observarla la primera vez queprobó a hacer ese ejercicio de interpretación! Mientraspaseaba a Julius, Sharon empezó a imaginarse querealmente era Cleopatra. Delante de mis ojos enderezósu cuerpo y levantó el pecho. Alzó la cabeza y miró a sualrededor con arrogancia, como si fuera la reina de todocuanto contemplaba. Gracias a esa misma capacidaddramática que había estado perfeccionando durante toda

dramática que había estado perfeccionando durante todasu vida de repente era consciente de su poder y belleza,¡y naturalmente esperaba que todo el mundo —sobretodo su perro— obedeciera todos sus deseos! Porsupuesto Julius jamás había ido a clases de teatro, peroal percibir ese cambio de energía no le quedaba otraopción que convertirse en el «partenaire» de Sharon ensu fantasía sobre Cleopatra. El cambio en aquelasustadizo pitbull/dálmata fue inmediato. En cuantocomprendió que estaba paseando con una «reina», alinstante se volvió más relajado y menos asustadizo.Después de todo ¿qué perro tendrá miedo si es latodopoderosa Cleopatra quien sujeta su correa?

Julius y sus dueños han trabajado duramente y hanprogresado mucho. Hicieron falta muchos meses deesforzada práctica diaria, pero un año después Juliusmuestra una total seguridad en sus paseos y ahoraincluso da la bienvenida a los desconocidos que llegan acasa: todo gracias al poder del liderazgo firme ytranquilo, y con una ayudita de Cleopatra.

Energía sumisa y tranquilaEnergía sumisa y tranquila

Energía sumisa y tranquilaEnergía sumisa y tranquila

La energía adecuada para un seguidor en unamanada de perros se llama energía sumisa y tranquila. Esla energía más saludable que puede proyectar su perroen su relación con usted. Cuando la gente acude alCentro de Psicología Canina y observa a mi manada enacción, a menudo los deja atónitos ver cómo unoscuarenta o cincuenta perros pueden estar tan relajados el90 por ciento del tiempo. Eso se debe a que mi manadaestá compuesta por perros sumisos y tranquilos,mentalmente equilibrados.

El término sumiso tiene connotaciones negativas, aligual que firme. Sumiso no significa endeble. Nosignifica que tenga que convertir a su perro en un zombio un esclavo. Simplemente significa relajado yreceptivo. Es la energía de un grupo de estudiantes bieneducadas en una clase o de una congregación religiosa.Cuando imparto mis seminarios sobre comportamientocanino, siempre le agradezco a mi público que esté en unestado sumiso y tranquilo: esto es, abiertos de mente ycapaces de conversar fácilmente entre ellos. ¡Cuandoaprendí a ser sumiso y tranquilo con mi mujer, mi

aprendí a ser sumiso y tranquilo con mi mujer, mimatrimonio mejoró en un cien por cien!

Para que haya auténtica comunicación entre un perroy un humano, el perro ha de proyectar una energíasumisa y tranquila antes de que el humano pueda lograrque le obedezca. (Como propietarios de perros, no nosconviene en absoluto que se nos perciba como sumisos).Ni siquiera cuando un perro realiza una búsqueda y unrescate se muestra firme: se muestra sumiso y activo.Aunque ese perro en misiones de búsqueda y rescatetiene que ir por delante de la adiestradora, rebuscandonervioso entre montones de escombros, la adiestradoraprimero hará que el perro se siente y esperará hasta queadopte una mentalidad sumisa, y sólo entonces le dará laseñal para que empiece la búsqueda. Los perros quetrabajan con personas discapacitadas también tienen queser los sumisos en la relación, aunque sus dueños seanciegos o estén confinados a una silla de ruedas. En esoscasos los animales están para ayudar a las personas, y noal revés.

Lenguaje corporalLenguaje corporal

Lenguaje corporalLenguaje corporal

Su perro está constantemente observándola,interpretando su energía. También está interpretando sulenguaje corporal. Los perros utilizan el lenguaje corporalcomo otro medio de comunicarse entre ellos, pero esimportante recordar que su lenguaje corporal está enfunción también de la energía que proyectan. ¿Recuerdael ejemplo de Sharon y Julius, en el que simplementepensar que ella era Cleopatra inspiró a Sharon a caminarmás erguida y orgullosa? La energía alimentaba allenguaje corporal y, a su vez, el lenguaje corporalreforzaba la energía. Los dos siempre están conectadosentre sí.

Usted puede aprender a interpretar el lenguajecorporal de su perro por las pistas visuales que leproporciona, pero es importante recordar que unaenergía diferente puede determinar el contexto de unapostura. Es como esas fastidiosas palabras llamadashomónimas en inglés: palabras que suenan exactamenteigual pero significan cosas distintas. Como read (leído) yred (rojo), o flee (huir) y flea (pulga). Las personas queno son angloparlantes de nacimiento necesitan tiempo

no son angloparlantes de nacimiento necesitan tiempopara aprender a distinguir entre estas palabras. Porsupuesto, todo radica en el contexto. Cómo se empleauna palabra es lo que determina su significado. Es lomismo con los perros y el lenguaje corporal. Un perrocon las orejas gachas puede estar indicando sumisióntranquila, que es la energía apropiada para un seguidordentro de un grupo. O puede estar indicando que tienemiedo. Un perro que monta a otro puede indicardominación, o simplemente puede ser uncomportamiento juguetón. La energía siempre crea elcontexto.

¿Puedo olisquearte?¿Puedo olisquearte?

Como mencionaba antes, el olfato también puedefuncionar como un lenguaje para los perros. La nariz desu perro —millones de veces más sensible que la suya—le proporciona una enorme cantidad de informaciónsobre su entorno y sobre los demás animales que en élestán. En la naturaleza el olor anal de un perro es su

«nombre». Cuando dos perros se encuentran, se huelenlos traseros como una forma de presentación. Como notiene listín telefónico, un perro puede decir a otros perrosdónde vive y dónde ha estado corriendo orinando en un«poste señalizador»: un arbusto, un árbol, una piedra oun poste. Cuando una hembra está en celo, depositará suolor con la orina por todo su territorio, colocando unaespecie de anuncio para todos los machos delvecindario[5]: que pueden presentarse ante la puerta desu dueña a la mañana siguiente, sin que la pobre de supropietaria humana tenga la menor idea de cómo fueron«invitados». Mediante el olfato, los perros tambiénpueden averiguar si otro perro está enfermo o qué tipode comida ha estado comiendo. Al igual que en losestudios sobre los perros y su capacidad para«olisquear» los cambios emocionales en los humanos, loscientíficos llevan muchos años tratando de entender elmilagroso poder de la nariz de un perro para discernirtodo tipo de informaciones sutiles. En septiembre de2004 el British Medical Journal publicó los resultadosde un estudio de la Universidad de Cambridge quedemostraba que los perros pueden «olisquear» el cáncer

demostraba que los perros pueden «olisquear» el cáncerde próstata en muestras de orina, al menos en un 41 porciento de las ocasiones[6]. Durante años había habidopruebas anecdóticas de esos milagrosos hechos, peroahora la ciencia está trabajando activamente parainvestigar cómo pueden los perros ayudar a detectarenfermedades en fases mucho más tempranas de lo queincluso algunos equipos de alta tecnología puedendetectarlas.

¿Conoce esos escáners CT de cuerpo entero, en losque se acuesta durante unos momentos y en teoría lehacen un diagnóstico completo de todos sus sistemascorporales? Eso es, más o menos, lo que los perroshacen cuando la ven por primera vez. Utilizan su narizpara escanearle completamente su cuerpo, revisarlo yaveriguar dónde ha estado usted y qué ha hechorecientemente. Según la buena educación canina sesupone que tiene que dejarlos hacer. En mi Centro dePsicología Canina, cuando un perro nuevo entra en elterritorio del grupo, lo correcto por su parte es quedarsequieto mientras todos los miembros del grupo se acercany lo olisquean. Si el perro permanece tranquilo,permitiendo que los demás terminen de olisquearlo, será

permitiendo que los demás terminen de olisquearlo, seráaceptado más fácilmente dentro de la manada. Si seaparta, los demás perros lo perseguirán hasta que hayanacabado de olisquearlo. Una señal de que un perro esantisocial con otros perros es que se muestre incómodoo agresivo en cuanto a que lo olisqueen. Ése es un perroque no ha aprendido buenos modales: como un humanoque no da un apretón de manos cuando le presentan aalguien. Cuando una persona cruza la puerta de micentro y camina entre la manada de perros, los perrosharán lo mismo con ella. A mucha gente le intimida —osencillamente le aterra— que cuarenta perros de aspectoterrorífico se le acerquen y empiecen a olisquearlos. Unapersona no debería mirar ni tocar a los perros duranteeste proceso, pero se debería permitir a los perrosrodear y oler a esa persona. Es la única forma de quepuedan sentirse cómodos con un animal nuevo decualquier especie: aprendiendo a distinguirlo por su olor.Yo no soy «César» para mis perros. Soy el líder de sugrupo, que es el olor y la energía de César.

Mientras que para un perro su forma de reconocerlaes olerla, para convertirse en el líder de la manada de superro usted tendrá que proyectar la energía correcta.

perro usted tendrá que proyectar la energía correcta.Más tarde profundizaremos en el concepto de líder de lamanada: es la piedra angular de su saludable relación consu perro. Pero antes es importante recordar que su perrono ve el mundo del mismo modo que usted. En cuantoaprenda a considerar a su perro primero como unanimal, y no como un humano de cuatro patas, leresultará más fácil entender su «lenguaje» de energía: y«oír» realmente lo que le está diciendo.

33Psicología caninaPsicología caninaNo hace falta divánNo hace falta diván

En el último capítulo he definido y tratado la energíacomo un concepto de comunicación entre humanos yanimales. Lo sepa o no, usted y su perra se estáncomunicando todo el tiempo mediante la energía, con ellenguaje corporal y el olor desprendido por añadidura.Pero ¿cómo interpreta usted los mensajes que le envía superra? ¿Y cómo sabe que está proyectando sobre ella eltipo correcto de energía? Hay que partir de lacomprensión de la psicología canina: regresando a lanaturaleza innata de su perra y tratando de ver el mundoa través de sus ojos, no de los de usted.

a través de sus ojos, no de los de usted.

Los humanos son de Saturno,Los humanos son de Saturno,las perras son de Plutónlas perras son de Plutón

Una relación, para alcanzar realmente la armonía,tiene que ser bilateral. Hay que satisfacer las necesidadesde ambas partes. Piense en las relaciones hombre-mujer.Nada más casarme tardé mucho tiempo en comprenderque el modo en que veía el mundo como hombre eramuy distinto del modo en que mi esposa veía el mundocomo mujer. Las cosas que me causaban alegría yfelicidad en la relación no siempre eran las mismas cosasque le causaban alegría y felicidad a ella: y mientras yosatisficiera sólo mis propias necesidades, tendríamosauténticos problemas. Era a mi manera o la carretera, enparte porque yo era egoísta, pero sobre todo porque nosabía que existía otra manera.

Si no entiendo la psicología de la mujer másimportante de mi vida, entonces ¿cómo vamos a podercomunicarnos de verdad? Nunca podremos conectar

comunicarnos de verdad? Nunca podremos conectarentre nosotros, y una relación sin conexión es vulnerableante el divorcio. Tuve que leer un montón de libros sobrela psicología de las relaciones para aprender a ver elmundo a través de los ojos de Ilusión, y créame, hacerlosupuso una enorme diferencia en nuestro matrimonio.

Mi meta aquí consiste en ayudarlo a llevar a cabo elmismo tipo de cambios positivos en su «matrimonio» consu perra, basados en un nuevo entendimiento de laauténtica naturaleza de su perra. Sólo mediante esteconocimiento podrá conseguir el tipo de conexión entrelas especies —la auténtica conexión entre el hombre y elanimal— que desea de corazón.

El primer error que muchos de mis clientes cometenen su relación con sus perras es similar al que muchoshombres cometen en relación con las mujeres: dan porsentado que ambos cerebros funcionan exactamente delmismo modo. La mayoría de los amantes de los animalesinsisten en tratar de relacionarse con sus perras utilizandola psicología humana. Da igual la raza —pastor alemán,dálmata, cocker spaniel, perdiguero— realmente ven atodas las perras como personas peludas de cuatro patas.Supongo que es natural humanizar a un animal, porque la

Supongo que es natural humanizar a un animal, porque lapsicología humana es nuestro primer marco dereferencia. Hemos sido educados para creer que elmundo nos pertenece y que debería funcionar tal comoqueremos. Sin embargo, por inteligentes que seamos loshumanos, no somos lo suficientemente inteligentes comopara anular por completo a la Madre Naturaleza. Lahumanización de una perra, fuente de muchos de losproblemas de comportamiento que me encargancorregir, crea desequilibrio, y una perra que estádesequilibrada es una perra insatisfecha y, las más de lasveces, problemática. Una y otra vez me llaman paratrabajar con una perra que esencialmente estágobernando la vida de su dueño, exhibiendo uncomportamiento dominante, agresivo u obsesivo, ycreando un hogar trastornado. A veces estas dificultadesse han dado durante años. A menudo un dueñodesconcertado dirá: «El problema es que se cree que esuna persona». No, ella no. Se lo prometo, su perra sabemuy bien que es una perra. El problema es que usted nolo sabe.

Diferentes pasados, diferentesDiferentes pasados, diferentespresentespresentes

Los animales y los seres humanos evolucionaron deforma diferente, a partir de ancestros diferentes y condiferentes fuerzas y debilidades que los ayudaron asobrevivir en el mundo. En su libro Wild Minds: WhatAnimals Really Think el profesor Marc D. Hauserdescribe cómo los animales tienen distintos «juegos deherramientas mentales» incorporados para susupervivencia[1]. Me gusta esta analogía del «juego deherramientas» porque es una forma sencilla de empezar acomprender la gran diversidad de la naturaleza. Hayherramientas que todos tenemos, como el lenguajeuniversal de la energía, que describí anteriormente. Hayherramientas específicas de una especie. Muchasherramientas son iguales en más de una especie —elolfato, por ejemplo— pero quizá desempeñan un papelmás importante en la supervivencia de una especie enconcreto. Cada una de estas «herramientas» evolutivasse convierte en una caja de herramientas del cerebro de

un animal, por lo que cada especie tiene una psicologíaque es en cierto sentido específica y única. Las jirafastienen su propia psicología. Los elefantes tienen supropia psicología. Jamás pensaría que un lagarto tiene lamisma psicología que un humano, ¿verdad? Claro queno. Porque el lagarto evolucionó en un entorno diferentey su vida es totalmente distinta de la del humano. Unlagarto está «construido» para llevar a cabo unasfunciones totalmente diferentes de las nuestras.Volviendo a la analogía del «juego de herramientas»,usted jamás esperaría que un médico llevara al quirófanoel juego de herramientas de un programador informático.No esperaría que un fontanero llevara las herramientasde un violinista para arreglarle el lavabo. Todos elloscuentan con herramientas diferentes porque todosdesempeñan trabajos diferentes. Aunque las perras y loshumanos se han relacionado íntimamente durante milesde años —tal vez incluso con relaciones deinterdependencia— las perras también fueron«construidas» para desempeñar tareas muy distintas delos trabajos para los que la naturaleza nos diseñó a loshumanos. Piense en ello. Teniendo en cuenta sus distintos

humanos. Piense en ello. Teniendo en cuenta sus distintostrabajos y juegos de herramientas, ¿por qué iba aesperar usted que el cerebro de su perra funcionara delmismo modo que el suyo?

Cuando humanizamos a una perra, le creamos unadesconexión. Al humanizarla, podremos quererla delmodo que querríamos a un humano, pero nuncalograremos una profunda comunión con ella. Jamásaprenderemos realmente a amarla por quien y por lo querealmente es.

Puede que le parezca, al leer este libro o ver miprograma de televisión o asistir a alguno de misseminarios, que una y otra vez toco los mismos puntos:«Una perra no piensa como un humano». «La psicologíacanina no es la psicología humana». Si ya ha oídosuficiente y está preparado para empezar a relacionarsecon su perra como una perra, ¡felicidades y que tengaéxito! Pero le alucinaría la cantidad de clientes que tengo,y los cientos de personas con las que hablo o que meescriben, que se muestran reacios y a veces directamentecontrarios a la idea de olvidarse de la imagen que tienenen su cabeza de sus perras como personitas adorables.Sus perras son sus «bebés» y, al pensar de otro modo,

Sus perras son sus «bebés» y, al pensar de otro modo,los dueños temen perder en cierto modo la conexión conellos, en lugar de fortalecerla. Durante un periodo dedudas y preguntas al final de uno de mis seminarios unamujer claramente desanimada se levantó y dijo: «¿Se dacuenta de que todo lo que nos está contando vatotalmente en contra de todo cuanto hemos pensadosiempre sobre nuestras perras?». Tuve que decir alpúblico: «Lo siento, humanos». Algunos de mis clientesquedan destrozados y rompen a llorar cuando les digoque, para solucionar los problemas de su perra, han deempezar a percibir y tratar a sus acompañantes caninasde un modo totalmente distinto al que las han percibido,a veces durante años. A menudo, cuando acabo unaconsulta, temo que la perra a la que acabo de conocerjamás tendrá ocasión de llevar una vida pacífica yequilibrada porque parece poco probable que su dueñoesté por la labor de cambiar. Si usted está leyendo esto yteme ser una de esas personas, por favor, anímese.¡Piense que llegar a conocer a su perra tal y comorealmente es, es una aventura emocionante! ¡Considereel enorme privilegio que le ha sido concedido: poder vivircodo con codo y aprender a ver el mundo a través de

codo con codo y aprender a ver el mundo a través delos ojos de un miembro muy especial de una especiecompletamente diferente! Recuerde que alcomprometerse a cambiar, se está comprometiendo consu perra. Le está dando a su perra una oportunidad dealcanzar su potencial natural. Le está ofreciendo a otracriatura viva la forma más elevada de respeto,permitiendo que dicha criatura sea lo que se supone quetiene que ser. Está sentando las bases de una nuevaconexión que lo acercará aún más a su perra.

Así pues, ¿exactamente en qué se diferencia tanto lapsicología canina? Para empezar a entenderlo hemos deobservar nuevamente cómo viven los canes en lanaturaleza, cuando no hay ni rastro de los humanos. Unaperra comienza su vida de una forma muy distinta de lade los humanos. Incluso nuestros sentidos más básicosson diferentes.

Nariz, ojos, oídos: ¡en eseNariz, ojos, oídos: ¡en eseorden!orden!

Cuando una perra da a luz, sus cachorros nacen con

Cuando una perra da a luz, sus cachorros nacen conla nariz abierta pero con los ojos y oídos cerrados. Lomás vital y temprano en la vida de una perra —su madre— le llega primero como un olor. La madre es,fundamentalmente, olor y energía. Un bebé humanotambién puede distinguir entre el olor de su madre y el deotros humanos, por lo que el olfato también esimportante para nosotros[2]. Pero no es nuestro sentidomás importante. Si le dicen que un tipo llamado CésarMillán puede controlar una manada de cuarenta perrassin una correa, no se lo va a creer hasta que me veahacerlo. Bueno, para una perra oler es creer. Si no lohuele, no puede descifrarlo. Y qué le parece estacomparación: mientras que los humanos sólo tenemosunos cinco millones de receptores olfativos en nuestranariz, una perra adulta tiene unos 220 millones. Dehecho, como le diría un adiestrador de perrasespecializadas en buscar cadáveres, una perra puedeolisquear olores que nosotros ni siquiera podemosregistrar utilizando sofisticados equipos científicos[3]. Enpocas palabras un cachorro crece «viendo» el mundo,usando su nariz como órgano sensorial principal.

Junto con el olfato y la energía una cachorraexperimentará el tacto al culebrear junto a su madre paramamar de ésta, mucho antes de que sepa qué aspectotiene. Sólo cuando hayan pasado quince días desde sunacimiento abrirá los ojos y empezará a percibir elmundo por la vista. Y cuando hayan transcurrido unosveinte días desde su nacimiento, sus oídos empezarán afuncionar[4]. Pero ¿cómo tratamos de comunicarnos connuestras perras la mayoría de las veces? ¡Hablándolescomo si nos entendieran, o gritándoles las órdenes!

Nariz, ojos, oídos. Mis clientes acaban cansados deque se lo repita, pero lo diré otra vez. Nariz, ojos, oídos.Apréndanselo de memoria. Es el orden natural en lossentidos de las perras. Lo que quiero decir es que desdeel principio —desde el desarrollo de sus primerasherramientas básicas de supervivencia— las perrasexperimentan el mundo de una forma totalmente diferentede la nuestra. En esencia, experimentan un mundodiferente.

Incluso la experiencia del nacimiento para unacachorra no tiene nada que ver con la de un bebéhumano. Para una perra la energía firme y tranquila de la

humano. Para una perra la energía firme y tranquila de lamadre lo empapa todo. Piense en una escena típica denacimiento para un humano. Imagine el papel delestereotipo masculino en la sala de partos: «¡Respira,cariño, respira!» Piense en su telecomedia favorita, conel marido yendo de un lado para otro en la sala deespera o desmayándose ante la visión de la sangredurante el parto. ¿Recuerda aquel famoso episodio de laserie I Love Lucy en el que Ricky y los Mertz lo ensayantodo para el viaje de Lucy al hospital pero, cuando porfin llega el momento, se desmoronan?

Para unos padres primerizos un parto esnormalmente estresante y frenético. En el mundo animales una historia diferente. En su entorno natural una perrano tendrá miedo de dar a luz, ni necesitará médicos,enfermeras, matronas ni instructores de Lamaze que laanimen. Construye su nido, lo hace todo sola y enmuchos casos se vuelve muy territorial en cuanto a esaexperiencia. ¿Ha visto alguna vez a una perra llevar a susrecién nacidas a un armario o debajo de una cama,donde las limpia de los restos de placenta y empieza aamamantarlas? Para ella es algo íntimo. Eso ya supone,inmediatamente, otra diferencia entre los humanos y las

inmediatamente, otra diferencia entre los humanos y lasperras. Nosotros traemos a toda la familia a la sala departos: la abuela, el abuelo, los primos, además de lascámaras de vídeo, puros, flores, globos. ¡Hacemos unafiesta del hecho de tener un bebé! Es un maravillosoritual para nosotros, pero, una vez más, otra distinciónentre los humanos y las perras es el mismo modo en quela vida comienza para nosotros. Ser una perra no es nimás ni menos que ser un humano. Pero la vida para unaperra es fundamentalmente una experiencia muy diferentedesde el primer día.

Pensemos en el temprano desarrollo de las perrascomo si fuera una ventana a su cerebro. Mientras lascachorras son diminutas, su madre se presenta en laguarida y las cachorras han de encontrarla, han de irhacia ella. Ella no va hacia ellas. A medida que vancreciendo, a veces se aleja de ellas —incluso las apartacuando se acercan a ella para mamar. En la naturalezaempiezan la disciplina y la selección natural. Lascachorras débiles serán las que más problemas tenganpara encontrarla y no podrán competir a la hora decomer. Si una perra percibe debilidad en una de suscachorras, no irá a buscarla. Puede que incluso muera.

cachorras, no irá a buscarla. Puede que incluso muera.Podemos ver ya en ese momento la enorme diferenciaentre los humanos y las perras. Somos la única especiedel reino animal que cuida especialmente de un bebédébil. No hay unidad de cuidados intensivos de natalidaden una manada de perras. No es que la madre no sepreocupe de sus retoñas, es sólo que, en el mundonatural de las perras, «cuidar de» significa asegurarse dela supervivencia del grupo, y de futuras generaciones.Una cachorra débil que se quede rezagada pone enpeligro no sólo a toda la manada al obligarla a ir másdespacio, sino que, en términos generales, es probableque también crezca débil y dé a luz cachorras másdébiles. A nosotros nos parece cruel, pero en el mundonatural las débiles siempre son eliminadas pronto.

Para una cachorra su madre empieza siendo un olory una energía: la misma energía firme y tranquila sobre laque tanto leerá usted en este libro. La hormonaprogesterona, que sigue siendo fuerte en la madre por elembarazo, ayuda a intensificar esta energía tranquila,inhibiendo su respuesta de pelea o huida para que puedaconcentrarse en criar a sus cachorras[5]. La energía firmey tranquila es la primera energía que experimentan las

y tranquila es la primera energía que experimentan lascachorras y será dicha energía la que asociarán alequilibrio y la armonía durante el resto de su vida. Desdeel comienzo mismo de su vida aprenden a seguir a unlíder firme y tranquilo. También aprenden la sumisióntranquila, el papel natural de los seguidores en el reinoanimal y especialmente en el mundo de las perras.Aprenden paciencia. La comida de las perras no llega enun camión de Federal Express; tiene que esperar a que lamadre regrese a la guarida para alimentarse. Aprendenque sobrevivir significa competir con sus compañeras decamada por la comida y cooperar con su madre: pordefecto, su primer líder de la manada.

La forma adecuada deLa forma adecuada depresentarse a una perrapresentarse a una perra

Éste no es un libro sobre biología canina, pero existeuna razón por la que es importante saber cómo serelacionan el cuerpo y el cerebro de su perra, y cómoésta se ha desarrollado a partir de la cachorra que en sudía fue. Su madre es la primera «presentación» que una

día fue. Su madre es la primera «presentación» que unacachorra tendrá en el mundo. Es el primer «otro ser» queconocerá una cachorra. Ahora bien comparemos el olorfirme y tranquilo que emite una perra madre con la formaen que normalmente nos presentamos a una perra. ¿Quées lo que hacemos habitualmente cuando vemos unapreciosa cachorrita? «¡Oooh!», exclamamos en voz alta,normalmente con esa voz aguda que reservamos para losbebés. «¡Ven aquí, cosita quapa!». Al hacerlo, nosestamos presentando a la perra usando en primer lugar elsonido: y no sólo un sonido, sino normalmente un sonidomuy nervioso, cargado de emoción. Lo que estamoshaciendo es proyectar una energía nerviosa,emocional, la más alejada de la energía firme y tranquila.Para una perra, la energía emocional es una energía débily a menudo negativa. Así pues, desde el primer momentoestamos diciendo a la perra que no estamos muyequilibrados.

¿Y qué sucede a continuación? Nos acercamos a laperra, y no al revés. Corremos hacia ella, nos inclinamoshasta ponernos a su altura y le damos afecto —normalmente una caricia en la cabeza— antes siquiera de

que ella sepa quiénes somos. Llegado ese momento, laperra ya ha descubierto que realmente no entendemosnada sobre ella. También está recibiendo el mensaje muyclaro de que estamos yendo hacia ella: y desde esemomento, estamos firmando un contrato que estipula quenosotros somos los seguidores y ella es el líder. ¿Va aecharle la culpa a ella, después de haber creado unaprimera impresión tan inestable?

Volvamos a ver la escena de ese primer encuentrorecurriendo a la psicología canina en lugar de lapsicología humana. La forma adecuada de acercarse auna perra nueva es no acercase a ella en absoluto. Unaperra jamás se acerca a otra mirándola a la cara, salvoque la esté desafiando. Y los líderes del grupo jamás seacercan a los seguidores del grupo; los seguidoressiempre se acercan a él. En el mundo canino existe laetiqueta, y una Emile Post canina exigiría que alpresentarnos a una perra no se debe establecer contactovisual, hay que mantener una energía firme y tranquila ypermitir que la perra se acerque a nosotros. ¿Cómo nosexaminará esa perra? Olisqueándonos, por supuesto. Yno debemos alarmarnos si nos olisquea la entrepierna.

Evidentemente entre humanos sería una verdadera ofensaolisquear los genitales de alguien nada más conocerlo,pero así es cómo siempre se saludan las perras.Normalmente no tiene implicaciones sexuales; essencillamente una forma de obtener importanteinformación: género, edad, qué ha comido la otra perra.Una perra que lo olisquea está obteniendo unainformación similar sobre usted. Al olisquearlo, la perraestá interpretando no sólo su olor sino también esaenergía tan importante que usted está proyectando.Ahora bien, podría ser al final que esa perra no sintierapor usted el menor interés y se alejara en busca de otrosolores más fascinantes. O podría quedarse cerca deusted para seguir estudiándolo. Sólo cuando una perraha decidido iniciar el contacto con usted, acariciándolocon el hocico o restregándose contra usted podrá ustedofrecerle su afecto. Y ahórrese el contacto visual para elmomento en que los dos se conozcan mejor: más omenos, el equivalente a no ir demasiado lejos en laprimera cita.

A veces, después de examinar a una persona nueva,una perra perderá el interés y se dispondrá a irse.

una perra perderá el interés y se dispondrá a irse.Naturalmente el amante de las perras extenderá unamano y tratará de mostrarle su afecto para que vuelva.Para algunas perras esto sería como propasarse, ypodrían lanzar un mordisco. Incluso en el caso de unaperra amistosa, normalmente le sugiero a la gente que nole ofrezca su afecto enseguida. Deje que la perra loconozca, se sienta cómoda con usted y haga algo paraganarse antes su afecto.

Normalmente este consejo no cae muy bien, porquelos humanos tenemos la sensación de obtener una gransatisfacción al compartir nuestro afecto con una perra.Lo que la mayoría de los amantes de los animales noentiende es que, al compartir primero nuestro afecto, nole estamos haciendo ningún favor a la perra. Puede serque estemos satisfaciendo nuestras propias necesidades:¡después de todo, las perras son tan dulces, llamativas,suaves y parecen de peluche! Y resulta que sonimportantes para nuestra salud física y mental como sereshumanos. Como señala la conductista animal Patricia B.McConnell en su libro The Other End of the Leash:Why We Do What We Do Around Dogs [6], acariciar aun animal realmente puede producir beneficios físicos a

un animal realmente puede producir beneficios físicos auna persona. Según McConnell hay estudios quedemuestran que acariciar a una perra reduce el ritmocardíaco y la presión sanguínea en los humanos —¡aligual que en las perras!— y libera sustancias químicas ennuestro cerebro que ayudan a suavizar y contrarrestar losefectos del estrés. Pero cuando nos acercamos a unaperra a la que apenas conocemos y le ofrecemosinmediatamente nuestro afecto incondicional, quizáestemos creando un grave desequilibrio en nuestrarelación con dicha perra. Especialmente si vamos a serlos dueños de dicha perra, a menudo es en un simpleprimer encuentro como éste donde surgen los problemasde comportamiento. Al igual que en el mundo humano,para una perra la primera impresión cuenta mucho.

Aquí es donde muchos amantes de las perras seponen furiosos conmigo, y permítanme que deje claroque entiendo que las personas tienen las mejoresintenciones en mente al dar afecto a una perra en primerlugar. Extender una mano afectuosa es un impulso naturalpara la mayoría de nosotros, y es una parte de lo másmaravillosa de ser humano. Pero hemos de tratar derecordar que, al hacerlo, estamos satisfaciendo nuestra

recordar que, al hacerlo, estamos satisfaciendo nuestrapropia necesidad de afecto, no la de la perra. Al igualque la mayoría de los mamíferos, las perras necesitan yansían el afecto físico en su vida. Pero no es lo másimportante que necesitan de usted. Si lo primero queobtienen es afecto, esto inclina la balanza de su relación:en la dirección equivocada.

Ver las cosas al revésVer las cosas al revés

Ahora ya entiende cómo, en lo que atañe a lasperras, normalmente les comunicamos todo «al revés»:empleando el sonido, luego la vista e ignorando, por logeneral, el olfato. Las perras perciben el mundo por elolfato, la vista y luego el oído: en ese orden. Es vitalrecordarlo si queremos comunicarnos correctamente conellas. No olvide mi fórmula: nariz, ojos, oídos. Repítaseladel mismo modo que se la repito a mis clientes hasta quele salga de forma natural.

Hay otra cosa crítica que hacemos al revés cuandonos relacionamos con una perra, aunque este conceptoes un poco más difícil de comprender. Nos relacionamos

es un poco más difícil de comprender. Nos relacionamoscon las perras igual que hacemos con los humanos: enprimer lugar, como un nombre o personalidadespecíficos. Cuando me relaciono con alguien, esperoque me vea en primer lugar como César Millán, luegocomo un hombre hispano, y por último como un serhumano (Homo sapiens). Cuando nos relacionamosentre nosotros, casi nunca pensamos en la especie a laque pertenecemos, y casi nunca recordamos que todospertenecemos al reino animal. Esa información no entraen nuestro cerebro cuando quedamos con nuestrosamigos para tomar un café en el Starbucks. Un amigo esun nombre y una personalidad, y punto.

Naturalmente pensamos en nuestras perras ynuestras mascotas del mismo modo: nombre ypersonalidad en primer lugar, luego raza, y luego…¡humanas! Tomemos una perra famosa: digamos,Tinkerbell, la chihuahua de Paris Hilton.Automáticamente pensamos en la perra primero como unnombre: Tinkerbell. Al mismo tiempo podríamos pensaren algún rasgo de la personalidad de Tinkerbell: porejemplo, que está mimada. O que lleva trajes monos.Luego pensamos en ella y en su raza: chihuahua. Por

Luego pensamos en ella y en su raza: chihuahua. Porúltimo, recordamos que es una perra, aunque la forma enque siempre la llevan de un lado a otro, en bolsos dediseño y limusinas, sería fácil confundirla con una muñecao un bebé. Como Tinkerbell está tan metida en el mundohumano, casi nunca se nos pasa por la cabeza pensar enella como un animal: o relacionarnos con ella de estemodo. Pero es un animal. Éste es otro punto en el quenos equivocamos tremendamente en el modo decomunicarnos con nuestros canes.

Cuando usted se relaciona con su perra —y esto eslo más importante cuando está tratando de enfrentarse asus dificultades o de corregir sus problemas decomportamiento— debe relacionarse con ella de estemodo y en este orden:

Primero, como1. animal2. especie: perra (Canis familiaris)Luego, como3. raza (chihuahua, gran danés, collie, etc.)Y, por último, y es lo menos importante de todo4. nombre (personalidad)

4. nombre (personalidad)

Esto no significa que Paris no pueda querer aTinkerbell por ser Tinkerbell. Lo que significa es queParis tiene que reconocer primero al animal y la especieen Tinkerbell, para que Tinkerbell lleve una vida normal.Ni todos los bolsos de diseño ni todas las limusinas delmundo la convertirían en una perra feliz y equilibrada.

Reconocer al animal que hay enReconocer al animal que hay ensu perrasu perra

¿En qué piensa cuando piensa en la palabra animal?Yo pienso en la naturaleza, en los prados, los bosques, laselva. Pienso en los lobos, cuyos territorios se extiendenpor kilómetros y kilómetros en su estado natural. Piensoen dos palabras en particular: natural y libertad. Todoanimal, incluido el animal humano, nace con unanecesidad profundamente arraigada de ser libre. Perocuando traemos animales a nuestra vida, por definicióndejan de ser «libres»: al menos del modo que lanaturaleza tenía pensado para ellos. Los refrenamos

naturaleza tenía pensado para ellos. Los refrenamoscuando los traemos a nuestro medio ambiente. Casisiempre lo hacemos por motivos bienintencionados.Pero, independientemente de que sea un gatito, unchimpancé, un caballo o una perra, les proporcionemosun apartamento de una sola habitación o una mansión tangrande como la de Paris Hilton, todo animal sigueteniendo las mismas necesidades que la MadreNaturaleza le dio originalmente. Y si decidimos que vivancon nosotros, tenemos la responsabilidad de satisfaceresas necesidades animales si queremos que sean felicesy equilibrados.

Los animales son de una hermosa simplicidad. Paraellos la vida también es muy simple. Somos nosotrosquienes se la complicamos al no permitirles ser quienesson, al no comprender su lenguaje, ni siquiera tratar dehablarlo, y al olvidarnos de darles lo que la naturalezatenía pensado para ellos.

Lo más importante que hay que saber de losanimales es que todos ellos viven en el presente. Todo eltiempo. No es que no tengan recuerdos: los tienen. Essólo que no se obsesionan con el pasado o el futuro.Cuando alguien me trae una perra que ha atacado a

Cuando alguien me trae una perra que ha atacado aalguien el día anterior, la miro como a una perra queprobablemente está desequilibrada y necesita ayuda hoy,pero no pienso: «Oh, es la perra que atacó a un hombreayer». Esa perra no está pensando en lo que hizo ayer niestá pensando en la estrategia para su próximomordisco. Tampoco premeditó el primer mordisco: sóloreaccionó. Está en este momento y necesita ayuda eneste momento. Ésa es tal vez la revelación másmaravillosa que he tenido tras una vida trabajando conperras. Cada día, cuando voy al trabajo, las perras merecuerdan que viva el presente. Tal vez ayer tuve unchoque con el coche, o estoy preocupado por unafactura que he de pagar mañana, pero al estar entreanimales siempre tengo presente que el único momentoverdadero en la vida es ahora.

Aunque los humanos también somos animales,somos la única especie que hace hincapié en el pasado yse preocupa por el futuro. Probablemente no somos laúnica especie que es consciente de su propia muerte,pero está claro que somos los únicos animales que latemen activamente.

Vivir el momento —algo que los animales hacen

Vivir el momento —algo que los animales hacennaturalmente— se ha convertido en el Santo Grial paramuchos seres humanos. Hay personas que se pasan añosaprendiendo a meditar o salmodiar y se gastan miles dedólares recluyéndose en retiros o monasterios en la cimade un monte tratando de aprender a vivir el momento,aunque sea durante poco tiempo. Pero la mayoría de loshumanos no puede evitar perder el sueño por el pasadoo el futuro durante un tiempo, a menos que suceda algodramático en nuestra vida. Por ejemplo, tomemos unapersona que ha estado a punto de morir. ¡Desde esemomento de repente el cielo es bello, los árboles sonbellos, su esposa es bella! Todo es bello. Al finalentiende el concepto de vivir el momento. Los animalesno necesitan aprender esta lección, porque nacen conesa intuición.

Por supuesto el ser humano también es el únicoanimal que utiliza el lenguaje. Aunque los científicos handescubierto recientemente que muchos animales —entreellos los primates, los cetáceos (las ballenas y losdelfines), los pájaros e incluso las abejas, por citar unoscuantos— tienen sistemas de comunicación másintrincados y complejos de lo que jamás hayamos

intrincados y complejos de lo que jamás hayamosimaginado, los humanos seguimos siendo los únicosanimales que pueden unir palabras, ideas y conceptoscomplejos para crear un discurso. El discurso es nuestraprincipal forma de comunicación, y al depender tanto deella nos olvidamos de utilizar nuestros otros cuatrosentidos, o el «sexto sentido» que describía en el capítulo2: el sentido universal de la energía. Lo repetiré: todoslos animales se comunican constantemente utilizando laenergía. La energía es el ser. La energía es quienessomos y lo que hacemos en cualquier momento dado.Así es como los animales nos ven. Así es como nos venuestra perra. Nuestra energía en ese momento delpresente nos define.

Especie: perraEspecie: perra

Como todos los animales, las perras tienen nacencon la necesidad de comer y beber, dormir, tenerrelaciones sexuales y protegerse de los elementos. Laperra desciende del lobo; de hecho, el ADN de las

perra desciende del lobo; de hecho, el ADN de lasperras y el de los lobos son prácticamenteindistinguibles[7]. Aunque existen muchas diferenciasentre las perras domésticas y los lobos, podemosaprender mucho de la naturaleza innata de nuestra perrasi observamos a una manada de lobos en la naturaleza.

Muchos lobos norteamericanos pasan la primavera yel verano a la caza de animales pequeños y pescado, y elinvierno en una cacería más organizada, persiguiendomamíferos, a veces tan grandes como un alce. El biólogoDavid L. Mech[8] estuvo estudiando a los lobos en lanaturaleza y observó que sólo el 5 por ciento de suscacerías tuvieron éxito. Pero los lobos seguían saliendo acazar todos los días. No se reunían para decir: «¿Sabéis?Tenemos una racha de mala suerte. Hoy nos saltamos lacaza». Atraparan a su presa o no, se levantaban y salíana cazar. Así pues, la necesidad de cazar —de ir altrabajo— está firmemente arraigada entre los lobos.

Los biólogos y otros expertos creen que hace untiempo, entre diez y doce mil años, las primerasprotoperras aprendieron que estar cerca de los humanosera un camino más corto hacia la supervivencia quetodas aquellas frustrantes cacerías. Empezaron a

todas aquellas frustrantes cacerías. Empezaron acomplementar sus cacerías rebuscando restos de comidaen los asentamientos humanos. Pero los primeroshumanos no se lo ponían fácil a aquellas perras.Explotaron la capacidad natural de las perras paraolisquear y capturar presas y, más tarde, para mantenera raya a los animales de granja y arrastrar materialesdemasiado pesados para los humanos. Así pues, lasperras llevan trabajando miles de años: ya sea paranosotros o para ellas mismas.

Al igual que los demás animales de la tierra, unaperra necesita trabajar. La naturaleza las diseñó con unafinalidad, y ese deseo innato de cumplir con esa finalidadno desaparece cuando las traemos a nuestras casas.Tampoco las tareas específicas que los humanos leshemos inculcado selectivamente: tareas como cazar,recuperar piezas, guardar rebaños, correr. Pero aldomesticarlas a menudo les arrebatamos sus trabajos.Las mimamos con camas cómodas, montones dejuguetes chillones, platos con comida suculenta y gratuitay toneladas de afecto. Pensamos: «¡Cómo viven estasperras!». De hecho tal vez sea una vida agradable paraun contable jubilado que descansa en una urbanización

un contable jubilado que descansa en una urbanizaciónde apartamentos en Florida tras cuarenta años detrabajo. Pero los genes de un can le reclaman que salga yvague por ahí con su manada, que explore nuevosterritorios, que corra y busque comida y agua. Imagínesequé sentiría si tuviera esas antiguas necesidadesfirmemente arraigadas dentro de usted y tuviera que vivirencerrado a solas todo el día en un apartamento de doshabitaciones. Millones de perras viven así en lasciudades. Sus propietarios piensan que con sacar a laperra a un paseo de cinco minutos hasta la esquina parahacer sus necesidades ya es suficiente para ella. Imaginequé sienten en su alma dichas perras. Su frustración tieneque salir por algún lado. Es entonces cuando aparecenlas dificultades y ésa es una de las razones por las quetengo tantos clientes.

Mientras las perras vivan con los humanos su mundoestará cabeza abajo en este y en innumerables sentidos.Es responsabilidad nuestra —si queremos perras felices— tratar de recordar quiénes son en su interior, quiénestienen que ser según las intenciones de la MadreNaturaleza al crearlas. Cuando una perra tiene unproblema, no podemos solucionarlo si conectamos con

problema, no podemos solucionarlo si conectamos conla perra por su nombre. Hemos de ver a la perra primerocomo un animal y luego como una perra, antes deempezar a tratar con cualquier dificultad que presente.

El mito de la «razaEl mito de la «razaproblemática»problemática»

Cuando voy a ver a un cliente por primera vez, aveces no sé con qué problema tendré que enfrentarme.A menudo ni siquiera sé de qué raza es la perra. Megusta llegar sin ideas preconcebidas y fiarme de miinstinto y observación, porque lo que el dueño me cuentasuele distar mucho del origen del auténtico problema. Loprimero que hago es sentarme con el dueño y escucharsu versión de la historia. No recuerdo la cantidad deveces que alguien que ha leído demasiados libros sobrerazas caninas me dice: «Bueno, como es dálmata, esnerviosa por naturaleza», o «Es una mezcla de collie ypitbull, y el problema radica en su parte de pitbull», O«Las tejoneras siempre son una raza problemática».

He de explicar a esos clientes que están cometiendoun error fundamental al culpar a la raza por losproblemas de comportamiento de su perra. Pasa lomismo cuando la gente generaliza sobre las razas y etniashumanas: que todos los latinos son perezosos, que todoslos irlandeses son borrachines o que todos los italianosson mafiosos. A la hora de tratar de comprender ycorregir la conducta de una perra, la raza siempre es eltercer elemento en importancia, por detrás de animal yperra. En mi opinión no existe una «raza problemática».Sin embargo, abundan los «dueños problemáticos».

La raza es algo creado por los humanos. Losgenetistas y los biólogos creen que los primeros humanosque convivían con las perras seleccionaron lobos con elcuerpo y dientes más pequeños: quizá porque esosanimales nos harían menos daño y sería más fácilcontrolarlos[9]. Entonces, hace cientos, tal vez miles deaños empezamos a emparejar perras para creardescendientes que sobresalieran en determinadas tareas.Criamos sabuesos para intensificar sus capacidadesolfativas. Criamos pitbull para luchar contra los toros.Criamos perras pastoras no sólo para cuidar de las

Criamos perras pastoras no sólo para cuidar de lasovejas sino también para que se parecieran a ellas. Deeste modo, hoy en día tenemos pastoras alemanas,tenemos bóxer, tenemos chihuahuas, tenemos Ihasa,tenemos doberman. Tenemos para elegir entre cientos ycientos de distintas razas[10]. Si va a seleccionar unaperra, está claro que es importante tener en cuenta laraza, y más adelante profundizaremos en este tema. Peroes vital recordar que cada raza sigue siendo en primerlugar un animal/una perra. La raza no es más que laindumentaria que viste ese can en particular, y a veces unconjunto de necesidades especiales que pudiera tener.No podremos comprender o controlar elcomportamiento de nuestra perra si la consideramossimplemente como una «víctima» de una raza.

Todas las perras comparten las mismas capacidadesinnatas, pero determinadas razas fueron seleccionadaspara acentuar dichas características. Tenemos tendenciaa confundir esas habilidades condicionadas con lapersonalidad de la perra. Una habilidad condicionada esla capacidad de seguir unas huellas. Por cómo han sidocriadas, naturalmente a los sabuesos se les dará mejor.Podrán mantenerse en el terreno durante periodos de

Podrán mantenerse en el terreno durante periodos detiempo más largos. ¡No les preocupa si puede tomarseun descanso para comer o no, mientras persiguen eseolor! ¿Acaso todas las perras pueden seguir unas huellas,pueden todas las perras encontrar cosas con su nariz?Absolutamente. Todas reconocen el mundo por losolores y todas usan su nariz igual que nosotros usamoslos ojos, pero a algunas de ellas se les da mejor que aotras olisquear un objetivo.

No estoy diciendo que la raza no afecte al grado desensibilidad que una perra desarrolle ante determinadascondiciones y entornos. De hecho, las necesidadesespeciales que pueda tener una perra por pertenecer auna raza en concreto es una de las cosas másimportantes que un propietario novato debería tener encuenta al seleccionar una raza de perra comocompañera. Por ejemplo, en la naturaleza todas lasperras viajan, pero las husky siberianas fueron criadaspara viajar durante periodos de tiempo más largos.Como raza, las husky siberianas pueden viajar durantedías sin parar: ése es su «trabajo» natural. Sin embargo,esta capacidad innata hace que a una husky siberiana leresulte más difícil vivir en la ciudad porque sus genes le

resulte más difícil vivir en la ciudad porque sus genes leestán diciendo que recorra distancias más largas y dépaseos más largos para quemar la energía sobrante. Sino hace suficiente ejercicio se frustrará más fácilmenteque, por ejemplo, una dachshund. Pero cuando unahusky siberiana se frustra, desarrolla los mismos síntomasy efectos colaterales que una dachshund frustrada. O unapitbull frustrada. O una galgo frustrada. Nerviosismo,miedo, agresividad, tensión, conducta territorial: todasestas dificultades y enfermedades surgen cuando elanimal y la perra que hay en él se frustran. No importade qué raza sea. Por eso es un error obsesionarse con laraza cuando nos estamos enfrentando a uncomportamiento problemático.

Una vez más volvemos a la energía como origen delcomportamiento. Todos los animales, como individuos,nacen con un determinado nivel de energía. Hay cuatroniveles de energía, independientemente de la raza: bajo,medio, alto y muy alto. Esto es cierto para todas lasespecies, entre ellas la humana. Piense en la gente queconoce. Independientemente de su raza,independientemente de su edad o sus ingresos, ¿noconoce a nadie que tenga una energía muy baja por

conoce a nadie que tenga una energía muy baja pornaturaleza? ¿Que sea un «experto en sillón-ball»? ¿Y quéme dice de esa gente que parece que nunca deja decorrer a todas horas y todos los días? ¿O esa gente queva al gimnasio durante dos horas al día, toda la semana?Yo tengo dos hijos maravillosos. El mayor, Andre, tieneuna energía media, como mi esposa: siempre estápensativo, pero se concentra como un láser cuando estárealizando un trabajo. Por otro lado, mi hijo pequeño,Calvin, se parece más a mí: tiene una energía muy alta.Es como una bola de fuego, por naturaleza, y a vecesnada puede frenarlo. No hay niveles de energía mejoreso peores que otros, pero a la hora de escoger una perraes una buena idea intentar que su nivel de energía y el deusted sean similares, y viceversa. A mis clientes les digoque jamás deberían elegir una perra a sabiendas de queel nivel de energía de ésta es mayor que el de ellos. Siusted es una persona relajada, no le recomiendo que elijauna perra que no pare de saltar como loca en su jaula delrefugio. En mi opinión, escoger un nivel de energíacompatible entre perra y propietario es mucho másimportante que escoger una raza: especialmente si buscauna perra mestiza o rescata a una perra de un refugio.

una perra mestiza o rescata a una perra de un refugio.

Una perra por otro nombreUna perra por otro nombre

Ahora nos queda el tema favorito de todo el mundo:los nombres. Éste es Billy, éste es Max, éste es Rex, éstaes Lisa. El nombre es algo que nosotros —los sereshumanos— creamos. Somos la única especie que ponenombres a sus miembros. Una perra no mira una revistay reconoce a Will Smith, Halle Berry, Robert De Niro,toda esa gente maravillosa. No ve a los humanos de esemodo. Pero nosotros tendemos a ver a las perras así.

El nombre va ligado a la personalidad. Tambiénsomos la única especie que identifica a sus miembros porsu personalidad. Se puede ser un encantadorpresentador de las noticias o un taimado político. Sepuede ser el profesor que es paciente y dulce o elprofesor que es severo y estricto. Son personalidades.Aunque las perras no se reconocen entre ellas de estemodo, tendemos a proyectar en ellas nuestro conceptohumano de personalidad.

Usted me preguntará: «¿Qué? ¡Mi perra, Skipper,

Usted me preguntará: «¿Qué? ¡Mi perra, Skipper,tiene una personalidad muy definida!». En este campotengo muchas discusiones, y advierto cierto resentimientopor su parte, con dueños de perras que creen que lasuya es la mejor de todas, la más singular y original quehaya habido jamás. Estoy de acuerdo en que cadaanimal, al igual que cada copo de nieve, es único. Pero ledesafío a que acepte una nueva forma de pensar: que lapersonalidad de su perra puede ser algo que usted hayaproyectado en ella. Puede que esté confundiendo unacondición natural, una habilidad o un comportamientocon los que a nosotros los humanos nos parece«personalidad». Puede que incluso esté llamando «rasgode la personalidad» a la neurosis o cualquier problema: locual no tiene por qué ser necesariamente bueno para superra.

Permítame poner un ejemplo. Digamos que unhombre tiene dos terriers. Una llamada Dama y el otroColón. Su dueño le puso Colón porque le encantaexplorar. Dama es tranquila y tímida, y nunca explora,por lo que es más «como una dama». Tiene sentido,¿no? ¿Un pequeño terrier que tira de la correa porque leencanta explorar? ¿Y otra terrier que se queda en un

encanta explorar? ¿Y otra terrier que se queda en unrincón y actúa como una damisela? Según el propietario,puso los nombres según las «personalidades». Pero laverdad es que a todas las perras les encanta explorar. Laexploración forma parte de su naturaleza, y cuando veouna perra a la que parece no gustarle investigar nuevascosas —es insegura, asustadiza— inmediatamente séque tiene un problema. Lo que ese dueño está haciendoes acentuar elementos del comportamiento de sus perrasy etiquetar esos elementos como su personalidad. En elmundo animal existe la dominación y existe la sumisión(que pronto veremos más detalladamente). Está claroque Dama es la más sumisa de la pareja, yprobablemente tenga un nivel de energía más bajo. Perosi trabajamos su autoestima, espero que al final se vuelvatan curiosa como Colón.

Por supuesto en el mundo natural una perrareconoce a otra como individuo, pero del mismo modoque nosotros. Sus madres no les ponen nombres. Unamadre verá a sus cachorras como energía fuerte, energíamedia o energía baja: ésas son sus crías. Sus crías sonenergía. Sus crías son un olor muy distinto y reconocible.Más tarde, cuando crezcan, los demás miembros de la

Más tarde, cuando crezcan, los demás miembros de lamanada también las identificarán por su olor y energía, ysu «personalidad» y «nombre» corresponderán al lugarque ocupen en la jerarquía del grupo. Es un conceptoque nos resulta difícil de asimilar, pero recuerde el puntoprincipal de este capítulo: una perra ve el mundo de unaforma totalmente diferente a la nuestra —ni mejor ni peor— y los propietarios han de aprender a apreciar lasingular psicología que surge de esa visión del mundo tandiferente.

La mayor parte del tiempo, la personalidad y nombrede nuestra mascota existen porque creemos en ello.Nuestro deseo hace que ocurra y asociarnos con ella deese modo hace que nos sintamos mejor. Es algo muybonito y terapéutico para nosotros, los humanos: esto es,cuando no interfiere con el hecho de que la perra sigasiendo una perra. Pero, si una perra tiene dificultades, nopodemos empezar a solucionarlas tratando con «Colón».Hay que empezar con el animal, luego con la perra, luegocon la raza y luego seguir avanzando hasta llegar alnombre grabado en su plato de la comida.

No analice estoNo analice esto

Desgraciadamente para nosotros, los humanos, unaperra no puede tumbarse en un diván y ser analizada. Nopuede hablar y contarnos qué quiere o necesita en unmomento dado. Pero, en realidad, nos lo están contandotodo el tiempo con la energía y el lenguaje corporal. Y sientendemos su psicología, al atender sus instintosrealmente podemos satisfacer sus necesidades másprofundas.

A menudo me encuentro con clientes que hanadoptado una perra con dificultades de un refugio, y sehan pasado meses preguntándose qué suceso tan terriblepudo pasarle de cachorra para haberle causado susproblemas actuales. Suelen decir, hablando de una perraproblemática: «Seguro que la pateó una mujer conzapatos de tacón alto, porque ahora le dan miedo lasmujeres con zapatos de tacón alto». O «El basurero laasustaba y ahora se vuelve loca cada vez que pasa elcamión». Puede que todas esas cosas sean ciertas. Peroestos dueños están hablando de los miedos y fobias de

estos dueños están hablando de los miedos y fobias desus perras como si fueran miedos y fobias humanas.Como si una perra se sentara y se pasara el díaobsesionada con una infancia traumática, o se pasara eltiempo libre preocupada por los basureros y los zapatosde tacón alto. Pues no. Las perras no piensan comonosotros. Dicho de una manera simplista, reaccionan.Esos miedos y fobias son respuestas condicionadas. Ytoda respuesta condicionada en una perra puede dejarde serlo si entendemos las bases de la psicología canina.

Permítame ponerle un ejemplo de un caso de laprimera temporada de Dog Whisperer. Kane es unhermoso y dulce gran danés de 3 años que, mientrascorría y jugaba sobre un suelo de linóleo, se resbaló ychocó violentamente contra una cristalera. Su dueña,Marina, oyó el golpe y corrió hacia él, exclamando:«Dios mío, Kane, ¿estás bien? Pobrecillo…» y cosas así,con un montón de energía nerviosa y emocional. AunqueMarina lo hizo con buena intención y estaba realmentepreocupada por el bienestar de Kane, lo que estabahaciendo era reforzar la angustia natural de Kane enaquel momento. En un entorno natural, si Kane hubieraestado con una perra equilibrada de su manada y hubiera

estado con una perra equilibrada de su manada y hubierasucedido el mismo tipo de accidente, la otra perra tal vezlo hubiera olisqueado y examinado para asegurarse deque todo estaba bien. Entonces Kane se habríalevantado, se habría sacudido y habría seguido con suscosas. Habría seguido adelante y tal vez sería másconsciente de los peligros de correr sobre superficiesresbaladizas. Pero por la reacción de su dueña, Kaneasoció ese accidente sin importancia a un traumaimportante. Y nació una fobia.

Desde ese día a Kane le aterraban los suelosbrillantes. Durante un año se negó a entrar en la cocina yno había forma de llevarlo al colegio donde Marina dabaclase, y al que antes llevaba todos los días. Ni siquieraiba al veterinario; Marina siempre tenía que llevar untrozo de alfombra y desenrollarlo para que Kane entraraen la sala de espera del veterinario. Mediante mimos ypalabras de cariño Marina trató de que Kane anduvierasobre linóleo, pero sin éxito. Lo intentó con chucherías yafecto. Cuanto más rogaba y suplicaba, cuantas máscaricias, arrullos y comodidad le daba, más testarudo —y asustadizo— se volvía Kane. Además Kane pesaba 70kilos, así que, si se negaba a ir a algún lugar, no había

kilos, así que, si se negaba a ir a algún lugar, no habíaempujón ni tirón que pudiera obligarlo a ir.

El modo en que Marina trató la fobia de Kane tal vezhabría sido apropiado si éste hubiera sido un niñopequeño. Un psicólogo cuyo paciente ha sufrido unaccidente aéreo no insiste en que el paciente vuelva asubir a un avión en la primera sesión. Del mismo modo,cuando nuestros niños humanos tienen un accidente,necesitan cierta tranquilidad y compasión por nuestraparte. Pero la mayoría de los padres sabe que hasta losniños reaccionan a menudo de forma proporcional a lareacción de sus padres ante sus «bua bua». Por esotratamos de tranquilizar a nuestros hijos sin hacer unamontaña de sus contratiempos. Pero, a diferencia de losniños humanos, las perras no sueñan ni se obsesionancon experiencias pasadas como nosotros. Viven elmomento. Kane no se pasaba el día preocupado porsuelos brillantes y reaccionó de forma natural cuandosucedió el accidente original, tratando de protegerse.Pero, al intensificar la traumática experiencia con suenergía abiertamente nerviosa y emocional, su dueñaalimentó ese miedo dándole afecto cada vez que seacercaba a un suelo brillante. De hecho para Kane ahora

acercaba a un suelo brillante. De hecho para Kane ahoralos suelos brillantes eran todo un problema. Cuandoimpedimos a un animal superar su miedo, ese miedopuede convertirse en una fobia. Lo que Kane necesitabaera un líder de la manada firme y tranquilo que locondicionara de nuevo y le mostrara que un suelobrillante no era nada de qué preocuparse. Fue entoncescuando aparecí yo.

En primer lugar me llevé a Kane a dar un largo paseopara estrechar lazos con él y reforzar mi papeldominante. En cuanto estuve seguro de que me veíacomo su líder ya estaba preparado para manejar sufobia. Como Kane es un perro tan grande —¡pesa másque yo!— tuve que hacer un amago de echar a corrercon él para que llegara al vestíbulo donde había ocurridoel accidente original. Me hicieron falta dos intentos, peroen el segundo echó a correr a mi lado y llegó al suelo sinenterarse de lo que estaba pasando ni de cómo habíallegado allí. Una vez en el suelo reaccionó como si lohubieran condicionado: le entró el pánico. Se revolvió,babeó: se podía ver el terror en sus ojos. Esta vez era yoquien marcaba la diferencia. No hice más que sujetarlofirmemente. Me mostré tranquilo, fuerte, sin que su

firmemente. Me mostré tranquilo, fuerte, sin que sureacción me afectara. No lo tranquilicé ni hablé condulzura, como siempre había hecho Marina: esecomportamiento sólo había reforzado sus respuestasnegativas. Por el contrario, me senté con él mientrasrevivía todas esas antiguas emociones: y observé cómo elmiedo desaparecía literalmente. En menos de diezminutos estaba lo suficientemente relajado para que yoempezara a hablar con él: en el mismo suelo brillante. Setambaleaba junto a mí, al principio tembloroso einseguro, pero después de unas cuantas pasadas empezóa recuperar su confianza. Una vez más me mostrétranquilo y firme. No lo traté como a un bebé. Le ofrecíla orientación de un líder de grupo fuerte y le comuniquécon mi energía que aquella era una actividad normal,nada de lo que tuviera que asustarse. En menos de veinteminutos, Kane correteaba confiado por el mismo sueloque le había dado tanto miedo durante más de un año.

La prueba definitiva fue cuando Marina y su hijo,Emmet, tuvieron que relevarme. Marina me comentó lodifícil que le resultaba proyectar una energía firme ytranquila cuando estaba tan preocupada por cómo sesentía Kane. Para un humano es algo natural sentir

sentía Kane. Para un humano es algo natural sentircompasión por otro animal que sufre, pero las perras nonecesitan nuestra compasión. Necesitan nuestroliderazgo. Somos su punto de referencia y su fuente deenergía. Reflejan la energía psicológica que lestransmitimos. Fue todo un reto para Marina aprender aser líder de Kane mientras se le partía el corazón por él ycreía que su papel tendría que ser el de su «mamá». Sinembargo, he de reconocer que trabajó duramente paracambiar: y además enseñó a su marido y a su hijo a sermejores líderes del grupo.

Entre los conductistas de animales y los psicólogosde humanos la técnica que empleé con Kane a veces esconocida como «inmersión»: la exposición prolongada deun paciente a estímulos provocadores de miedo de unaintensidad relativamente alta. Para algunos defensores delos animales esta técnica es muy polémica. Creo que, altrabajar con animales, la gente tiene que seguir su propiaconciencia. En mi opinión el método de trabajo queempleé con Kane no sólo era humano, además fue eficazal instante. Desde ese día, Kane ya no ha tenido másproblemas con los suelos brillantes: ni otras fobias, yaque estamos. Es un perro maravillosamente equilibrado,

que estamos. Es un perro maravillosamente equilibrado,tranquilo y pacífico.

Lo bonito de las perras es que, a diferencia de loshumanos con dificultades psicológicas, las perrasavanzan directamente y no miran atrás. Los humanoscontamos con la bendición y la maldición de laimaginación, que nos permiten elevarnos a las cimas de laciencia, el arte, la literatura y la filosofía, pero quetambién pueden llevarnos a todo tipo de rinconesoscuros y terribles de nuestra mente. Como las perrasviven el presente, no se aferran al pasado comonosotros. A diferencia de los Woody Allen que hay en elmundo las perras no necesitan años de terapia o largassesiones en un diván, luchando por entender qué lessucedió cuando eran cachorras. En ese sentido soncriaturas de causa y efecto. Una vez que han sidocondicionadas a reaccionar de una forma nueva, no sóloestán dispuestas a cambiar, sino que además puedenhacerlo. Mientras les mostremos un liderazgo fuerte ycoherente podrán avanzar y superar prácticamente todafobia que hayan adquirido.

44El poder de la manadaEl poder de la manada

Hay un aspecto de la psicología de su perro que sólo hetocado por encima en el último capítulo, pero es unconcepto muy importante a la hora de entender larelación entre usted y sus perros. Es el concepto degrupo. La mentalidad de grupo de su perro es una delas mayores fuerzas naturales que intervienen en laformación de su comportamiento.

La manada es la fuerza vital para un perro. El instintogrupal es su instinto primario. Su estatus en el grupo essu yo, su identidad. El grupo es tan importante para unperro porque si algo amenaza la armonía del grupo,también amenaza la armonía de cada perro como

también amenaza la armonía de cada perro comoindividuo. Si algo amenaza la supervivencia del grupo,también amenaza la propia supervivencia de cada uno desus perros. La necesidad de mantener al grupo estable yen buen funcionamiento es una poderosa fuerza demotivación para cada perro: incluso para ese canichemimado que nunca ha conocido a otro perro o salido delos confines de su jardín trasero. ¿Por qué? Estáprofundamente arraigada en su cerebro. La evolución yla Madre Naturaleza se encargaron de ello.

Es vital que entienda que su perro ve todas estasrelaciones con otros perros, con usted, incluso con otrosanimales en su hogar en un contexto de «grupo». Aunqueme he pasado el capítulo anterior subrayando lascuantiosas diferencias que existen en el modo en que losperros y los humanos ven el mundo, los humanos —enrealidad, todos los primates— también son animales degrupo. De hecho una manada de perros en realidad noes tan diferente del equivalente humano de un grupo. Anuestros grupos los llamamos familias. Clubes. Equiposde fútbol. Iglesias. Corporaciones. Gobiernos. Claro,pensamos que nuestros grupos sociales son infinitamentemás complicados que las manadas de perros, ¿pero

más complicados que las manadas de perros, ¿perorealmente son tan diferentes? Si lo analizamos, la base esla misma: cada uno de los «grupos» que he mencionadotiene una jerarquía, de lo contrario no funciona. Hay unpadre o una madre, una directora, una defensa, unaministra, una consejera delegada, una presidenta. Luegohay diversos niveles de estatus para la gente que seencuentra en puestos inferiores. También es así comofunciona una manada de canes.

El concepto de grupo y de líder de grupo estádirectamente relacionado con el modo en que un perrose relaciona con nosotros cuando lo traemos a nuestrohogar.

El grupo naturalEl grupo natural

Si estudia una manada de lobos en su entornosalvaje, observará un ritmo natural en sus días y susnoches. En primer lugar, los animales del grupo caminan,a veces hasta diez horas al día, para encontrar comida yagua[1]. Entonces comen. Si matan un ciervo, el líder de

agua[1]. Entonces comen. Si matan un ciervo, el líder dela manada se lleva la porción más grande, pero todoscolaboran para compartir el resto. Comen hasta quedesaparece todo el ciervo: no sólo porque en su entornosalvaje no tienen papel de aluminio, sino porque nosaben cuándo volverán a tener otro ciervo. Puede que loque coman hoy tenga que mantenerlos durante muchotiempo. De ahí es de donde viene la expresión «engullircomo un lobo», y lo verá en el comportamiento de superro muchas veces. Un lobo no tiene por qué comersólo cuando tiene hambre; come cuando dispone decomida. Su cuerpo está diseñado para conservar. Es laraíz del a menudo aparentemente insaciable apetito de superro.

Hasta que no han terminado su trabajo diario, loslobos y perros silvestres no juegan. Es entonces cuandollegan las celebraciones. Y en su entorno naturalnormalmente se van a dormir exhaustos. Cuandocontemplaba cómo dormían los perros de la granja de miabuelo, nunca vi a uno que tuviera pesadillas, comoalgunos perros domésticos en Norteamérica. Podíanmovérseles las orejas o los ojos, pero no había quejidoalguno, ni gemidos ni gimoteos. Estaban tan agotados

alguno, ni gemidos ni gimoteos. Estaban tan agotadospor el trabajo y los juegos del día que dormíanplácidamente cada noche.

Cada grupo tiene sus rituales. Entre ellos se incluyenviajar, trabajar para conseguir comida y agua, comer,jugar, descansar y emparejarse. Lo más importante, elgrupo siempre tiene un líder. El resto de los animales sonseguidores. Dentro de la manada los animales ocupan supropio lugar según su estatus, normalmente determinadopor el nivel de energía innato de cada animal. El líderdetermina —y aplica— las reglas y límites que dictancómo vivirá cada miembro.

Ya he explicado que el primer líder de la manada deun cachorro es su madre. Desde su nacimiento, uncachorro aprende a ser un miembro cooperador en unasociedad orientada hacia el grupo. Al cabo de unos treso cuatro meses, cuando ya han sido destetados, pasan aformar parte de la estructura del grupo y siguen lasindicaciones del líder de la manada, no de su madre. Enuna manada de lobos y perros silvestres el líder suele serun macho, porque la hormona de la testosterona —presente en el cachorro macho ya desde que es muypequeño— parece ser una señal de conductas

pequeño— parece ser una señal de conductasdominantes[2]. Podemos ver a un cachorro machomontar tanto machos como hembras antes de alcanzar lamadurez sexual: y no, eso no significa que sea bisexual.Significa que está mostrando los comportamientosdominante y sumiso que desempeñarán un papel tanimportante en su vida como perro adulto.

Aunque las hormonas contribuyen a crear un líder degrupo, la energía desempeña un papel aún mayor.Cuando los humanos viven en un hogar con más de unperro, el perro dominante puede ser macho o hembra. Elgénero no importa, sólo el nivel innato de energía y quiénestablece la dominación. En muchas manadas existe una«pareja alpha», una pareja de un macho y una hembraque parecen llevar el mando a medias.

En la naturaleza un líder de grupo nace, no se hace.No va a clases para convertirse en líder; no rellena unasolicitud ni acude a entrevistas personales. Un líder sedesarrolla pronto y muestra su calidad de dominantedesde joven. Es esa vital energía de la que hablábamosantes lo que distingue al líder de la manada del seguidor.Un líder de grupo ha de nacer con una energía alta o muyalta. La energía además tiene que ser dominante, así

alta. La energía además tiene que ser dominante, asícomo firme y tranquila. Un perro con una energía mediao media-baja no es un líder natural del grupo. Lamayoría de los perros —como la mayoría de loshumanos— nacen para ser seguidores, no líderes. Serlíder de un grupo no es sólo cuestión de dominación,también es cuestión de responsabilidad. Pensemos ennuestra propia especie y en el porcentaje de personas alas que les gustaría tener el poder y prebendas de lapresidenta, o el dinero y posesiones de un Bill Gates.Luego diga a esas personas que a cambio tendrán quetrabajar las 24 horas del día todos los días de la semana,no verán casi nunca a sus familias y no tendrán apenasfines de semana libres. Después dígales que miles depersonas dependerán económicamente de ellas y queserán las responsables de la seguridad nacional decientos de millones de personas. ¿Cuántas personasescogerían ese papel de líder después de conocer esarealidad tan desalentadora? Creo que la mayoría de laspersonas escogerían una vida más cómoda pero mássencilla por encima de un inmenso poder y riqueza: sirealmente han comprendido el trabajo y sacrificio queacarrea el liderazgo.

acarrea el liderazgo.Del mismo modo en el mundo de un perro el líder de

la manada es responsable de la supervivencia de todoslos miembros del grupo. El líder los guía en busca decomida y agua. Decide cuándo cazar; decide quiéncome, cuánto y cuándo; decide cuándo descansar ycuándo dormir y cuándo jugar. El líder establece todoslos reglamentos y estructuras que rigen la vida de losdemás miembros de la manada. Un líder ha de tener unaconfianza plena en sí mismo y saber qué está haciendo.Y exactamente igual que en el mundo humano, lamayoría de los perros nacen para seguir más que parahacer todo el trabajo necesario para mantenerse en elpuesto de líder de la manada. La vida es más sencilla ymenos estresante para ellos cuando viven dentro de lasreglas, límites y fronteras que el líder de la manada haestablecido para ellos.

Para un perro nacido con una disposición y energíadominantes, sí, resulta más difícil y puede llevarle mástiempo aceptar a un humano como su líder. Animales asíno nacieron para ser seguidores, pero su instinto depertenecer a una manada que funciona bien es más fuerteque su instinto de ser el único líder. Es importante

que su instinto de ser el único líder. Es importanterecordar que un perro muy dominante y con una energíaalta sólo debería estar con un humano que cuenta con laenergía, habilidad y conocimientos para ser el líder de unperro dominante y de casta. La persona que escoge unperro dominante, de casta también tiene quecomprometerse seriamente con el liderazgo: y esnecesario que asuma ese compromiso con seriedad.

Como decíamos antes, los líderes de grupoproyectan una energía firme y tranquila. Aunque usted nohaya observado nunca una manada de perros o delobos, no debería tardar mucho en descubrir cuál es ellíder. Tendrá una postura dominante: cabeza alerta, elpecho elevado, las orejas levantadas, el rabo enhiesto; aveces casi se pavonea. Los líderes de grupo son perroscon mucha confianza en sí mismos y es algo que les surgenaturalmente. No lo fingen y no podrían si lo intentaran.Por otro lado, sus seguidores proyectan la energía quellamamos «sumisa y tranquila». Caminan con la cabezagacha o en línea con su cuerpo, y permanecen detrás dellíder cuando viajan, con las orejas relajadas o bajadas,meneando el rabo pero siempre hacia abajo. Si el líderde la manada los desafía, podrían retroceder, inclinarse o

de la manada los desafía, podrían retroceder, inclinarse oincluso tumbarse y rodar mostrando la panza. Con ellobásicamente están diciendo: «Eres el jefe y no lo pongoen duda. Lo que tú digas se hará».

No hay lugar para la debilidadNo hay lugar para la debilidad

En la naturaleza, si un líder de grupo muestradebilidad, será atacado y sustituido por otro miembromás fuerte del grupo. Esto se da en todas las especiesanimales que viven en sistemas sociales jerarquizados.Sólo los fuertes pueden mandar. De hecho, no se tolerauna debilidad extrema en ningún miembro del grupo. Sihay un perro extraordinariamente débil o tímido, losdemás lo atacarán. Ninguna especie animal permite ladebilidad: menos nosotros. Ésta es una de las diferenciasmás interesantes entre el ser humano moderno y el restodel reino animal. ¡No sólo aceptamos la debilidad enalgunos miembros de nuestro grupo, sino que realmenterescatamos a nuestros hermanos y hermanas «débiles»!Rehabilitamos a las personas que van en silla de ruedas;

atendemos a los enfermos; arriesgamos nuestras vidaspara salvar a un «miembro del grupo» que, de todosmodos, quizás no sobreviva.

Aunque hay documentos que demuestran que enmuchas otras especies (sobre todo, los demás primatessuperiores)[3] se da lo que algunos investigadores llaman«comportamiento altruista», comparados con la prácticamayoría de animales, los seres humanos llevamos estetipo de misericordia a extremos extraordinarios.

Los humanos no sólo rescatamos a nuestrossemejantes; también salvamos a otros animales. Somosla única especie que rescata gaviotas, cocodrilos, hienasy ballenas. Jamás verá a una cebra rescatando a unelefante herido. Piense en los amantes de animales queconoce: amantes de los perros, de los leones, de loscaballos. Parece como si cada animal contara con supropio «club de fans» entre los humanos: un grupo depersonas con tal compasión por determinada especieque están dispuestos a rescatar hasta el espécimen máslastimoso de dicha especie. Muchos de los perros de miCentro de Psicología Canina me llegaron en un estadotan lamentable que aquélla era su última oportunidad y yo

tan lamentable que aquélla era su última oportunidad y yolos rescaté del precipicio. Tengo un perro con tres patas,un perro sin orejas, un perro con un ojo y un perro quesiempre tendrá incapacidad mental por ser el resultadode la endogamia. Es porque soy humano y sientocompasión por estos perros por lo que haré lo que seapara darles otra oportunidad de disfrutar una vida plenay feliz. Pero en su hábitat natural los perros no sientencompasión por los frágiles y los débiles. Los atacan yejecutan. No hay nada de crueldad intencionada en ello:recuerde que también somos la única especie con unsistema de moralidad, del bien y del mal. Simplemente setrata de que un animal débil pone en peligro al resto delgrupo y la naturaleza ha arraigado profundamente en losanimales el instinto de que los miembros más fuertes secríen juntos para que la siguiente generación tenga másoportunidades de sobrevivir para procrear de nuevo. Lanaturaleza protege a sus semejantes.

Nuestra tendencia a rescatar a los demás surge denuestra energía emocional. Nuestra compasión ynaturaleza amable son maravillosas, y son parte delmilagro de ser humanos. Pero para otros animales laenergía emocional puede ser percibida como debilidad.

energía emocional puede ser percibida como debilidad.El amor es una energía suave, por lo que, al menoscuando se trata de la supervivencia del grupo, el amor esuna especie de debilidad en sí mismo. Un animal no siguea una energía suave o débil. No sigue a una energíacompasiva. Al margen de San Francisco de Asís y suspájaros los animales no siguen a un líder espiritual. Nosiguen a un líder amable. Ni seguirán a una energíademasiado nerviosa. Somos una especie orientada algrupo, pero, como decía, también somos la únicaespecie del planeta que seguiría a un líder inestable. Losanimales —ya sean caballos, perros, gatos u ovejas—sólo seguirán a un líder estable. El equilibrio de dicholíder queda reflejado en la coherencia de su energía firmey tranquila. Por ello, cuando proyectamos una energíanerviosa, amable, emocional o incluso demasiadoagresiva sobre los animales de nuestro entorno —especialmente si es la única energía que estamosproyectando— es muy probable que nos vean comoseguidores, no como líderes.

¿Dirigir o seguir?¿Dirigir o seguir?

¿Dirigir o seguir?¿Dirigir o seguir?

Para los perros sólo hay dos posturas en unarelación: líder y seguidor. Dominante y sumiso. Es blancoo negro. No hay medias tintas en su mundo. Cuando unperro vive con un humano, para que el humano puedacontrolar el comportamiento del perro, aquél ha decomprometerse a adoptar el papel de líder de la manada,el ciento por cien del tiempo. Es así de simple.

Sin embargo, no parece tan simple para muchos demis clientes. Cientos de ellos no dejan de llamarme: estándesesperados porque el comportamiento problemáticode sus perros controla totalmente sus vidas. Tal vez aalgunos de ellos les cueste mucho asimilar el paradigmadominante-sumiso porque, en el mundo humano, esaspalabras a veces conllevan un trasfondo. Cuando oímosel término dominante, quizá pensemos en alguien quemaltrata a su esposa, en un borracho en una pelea debar, un matón de patio de colegio extorsionando alenclenque de su clase para que le dé el dinero delalmuerzo, o incluso en un hombre o una mujerenmascarados en un club sadomasoquista vestidos decuero y con látigos. La palabra evoca en nuestro cerebro

cuero y con látigos. La palabra evoca en nuestro cerebroimágenes de crueldad. Es importante recordar que, en elreino animal, no existe la palabra crueldad. Y ladominación no es un juicio moral o una experienciaemocional. Simplemente es un estado del ser, uncomportamiento que es tan natural en la naturaleza comoemparejarse, comer o jugar.

Sumiso, en el sentido en el que nos referimos aquí,tampoco es un juicio ético. No designa a un animal ohumano que sea endeble o abiertamente manejable.Sumiso no significa vulnerable o inútil. Es sencillamente laenergía y la mentalidad del seguidor. Entre todas lasespecies grupales tiene que haber cierto grado dedominación y sumisión para que funcione cualquierjerarquía. Piense en una oficina llena de trabajadoras.¿Qué pasaría si todas entraran y salieran cuando lesapeteciera, se tomaran cuatro horas para comer ydiscutieran todo el día entre ellas y con la jefa? Sería uncaos, ¿verdad? Pero usted no considera «débil» a unaempleada que llega a tiempo a trabajar, se lleva bien consus compañeras y completa sus tareas sin crearconflictos, ¿verdad? No. Considera que es alguien quecoopera, una buena jugadora de equipo. Pero, para que

coopera, una buena jugadora de equipo. Pero, para quellegue a haber un «equipo», esa empleada ha de aceptarun grado de sumisión en su mente. Ha de entenderimplícitamente que la jefa toma las decisiones, y sutrabajo consiste en seguirlas.

A riesgo de que me consideren políticamenteincorrecto yo aún utilizo los términos dominante ysumiso. Para mí describen acertadamente la estructurasocial natural de los perros. Para un perro no hay juiciosimplícitos en la cuestión de quién es dominante o sumisoen un grupo, ya sea una manada de perros o un grupoconsistente en un perro y un humano. Un perro no setoma como algo personal que usted le quite el puesto delíder. Según mi experiencia la mayoría de los perros sesienten aliviados al saber que sus dueñas son quienesestán al mando. Ahora que los hemos integrado ennuestro mundo humano hay que tomar montones decomplicadas decisiones diarias, y la naturaleza no haequipado a los perros para tomarlas. Un perro no puedeparar un taxi, o empujar un carrito de la compra, o sacardinero de un cajero automático: ¡por lo menos no sin unentrenamiento muy especializado! Un perro puedepercibir esto y he visto a miles de perros relajarse

percibir esto y he visto a miles de perros relajarsevisiblemente por primera vez en su vida en cuanto susdueñas adoptan por fin una posición de auténticoliderazgo. Pero grábese mis palabras: cuando un perropercibe que su dueña no está preparado para el reto delliderazgo de grupo, se lanzará a tratar de llenar esevacío. Está en su naturaleza el hacerlo, tratar demantener funcional el grupo. Tal como lo ve su perro,alguien tiene que dirigir el espectáculo. Y cuando unperro asume ese papel, a menudo tiene resultadosdesastrosos tanto para el perro como para el humano.

La «Paradoja de la AgenteLa «Paradoja de la AgentePoderosa»Poderosa»

Como decía antes, muchos de mis clientes son gentesuperpoderosa que está acostumbrada a mover los hilosen todos los demás campos de su vida. ¡Para loshumanos que están a su lado, proyectan una energía tanfuerte que puede resultar casi aterradora! He visto aalgunos de ellos dar y gritar órdenes a su equipo, y he

algunos de ellos dar y gritar órdenes a su equipo, y heobservado cómo esos trabajadores se encogían por elsonido de la voz de su jefe. ¡Eso sí que es proyectarenergía sumisa! Entonces el personal saldrá corriendo,pisándose unos a otros para satisfacer las exigencias desu jefe: y no hay duda sobre quién está al mando. Peroaquí surge una de las ironías de mi trabajo, a la que llamola «paradoja de la agente poderosa». En cuanto estaspersonas influyentes llegan a casa, desde el momento enque abren la puerta de la calle, la única energía queproyectan sobre su perro es la energía emocional. «¡Oh!¡Hola, Pookey, cosita mía! ¡Dale un besito a mamá!Mírate, perro malo: es el segundo sofá que te comes estemes».

No quiero reírme de estos clientes porque sientoverdadera empatía por ellos. Tratar de ser toda unatriunfadora en el mundo humano es una experienciaincreíblemente estresante. Sé que es muy agradablevolver a casa, donde nos espera un adorable animal, ysoltarnos el pelo, estar con una criatura que no parecejuzgarnos y ante el cual no tenemos que demostrar acada minuto lo geniales que somos. Para esos clientes esuna terapia deliciosa abrazar a su suave y peludo perro.

una terapia deliciosa abrazar a su suave y peludo perro.Es como un largo, caliente y relajante baño. Y, en ciertosentido, es cierto: su perro no los está juzgando, almenos no según los criterios por los que se suele juzgar aestas personas. A un perro no le preocupa si su dueñatiene cien millones de dólares o una casa en la playa o unFerrari. No le preocupa si el último disco de su dueñafue disco de platino o un fracaso, o si ganó el premio dela Academia este año o han cancelado su serie detelevisión. Ni siquiera se da cuenta de si su dueña pesadiez kilos más o se acaba de hacer la cirugía plástica. Sinembargo, lo que sí juzga un perro es quién es la líder yquién la seguidora en la relación. Y cuando estas agentespoderosas llegan a casa y dejan que su perro salte sobreellas, cuando se pasan toda la tarde dándole chucheríasal perro, persiguiéndolo por la casa y satisfaciendo todossus caprichos, entonces está claro que su perro haemitido un veredicto: ese mismo humano al queconsideran todo un triunfador en el mundo humano se haconvertido, a los ojos de su perro, en un seguidor.

Oprah y SophieOprah y Sophie

Oprah y SophieOprah y Sophie

Oprah Winfrey —mi personal modelo a imitar encuanto a mi comportamiento profesional— constituye unperfecto caso a estudiar del fenómeno que acabo dedescribir. En el mundo humano no sólo siempre está almando, sino que también es alucinantemente tranquila yecuánime. En mis seminarios siempre la pongo comoclásico ejemplo de energía firme y tranquila en acción,porque realmente es la mejor en eso. Oprah no necesitademostrar que es importante; simplemente emana de suser. También es un modelo en cuanto a emular a losanimales en su capacidad para vivir el momento. Oprahha contado públicamente la historia de su pasado, y estáclaro que no fue un pasado fácil. También ha tenido quesuperar el obstáculo de ser una mujer afroamericana, locual fue una formidable barricada durante los años enque empezaba su carrera. Pero, a diferencia de lamayoría de los humanos, Oprah ha cultivado lacapacidad de seguir avanzando. Su pasado nunca la harefrenado. En mi opinión es un brillante ejemplo depotencial humano. Y, por encima de todo, sigue siendouna persona realmente amable y generosa.

una persona realmente amable y generosa.Desde que llegué a Norteamérica mi sueño fue salir

en el programa de Oprah. Para mí era la auténticadefinición del «triunfo» en este país. Y cuando por fin salíen el programa, el encuentro superó incluso misexpectativas más descabelladas. Oprah se mostróencantadora, perspicaz, inquisidora e ingeniosa, e inclusose acercó a mi esposa, Ilusión, que estaba sentada entreel público, para incluirla en la experiencia. Todo ese díafue como un sueño para mí. Sin embargo, el motivo porel que participé en el programa era la pesadilla íntima deOprah, su debilidad oculta. Oprah —mi modelo defirmeza y tranquilidad a imitar— ¡estaba dejando que superra, Sophie, la avasallara!

Cuando me reuní por primera vez con Oprah en sufinca de diecisiete hectáreas, junto al océano a lasafueras de Santa Bárbara en 2005, ella tenía dos perros:Sophie y Solomon, los dos cocker spaniels. Solomon erael sumiso de la pareja y era muy viejo y débil. Sinembargo, Sophie —que entonces tenía 10 años— teníaun problema que se estaba convirtiendo en algopeligroso. Cuando Oprah la paseaba, si se les acercabaotro perro Sophie enseñaba los dientes, adoptaba una

otro perro Sophie enseñaba los dientes, adoptaba unapose defensiva y a veces incluso atacaba al otro perro.También presentaba serias dificultades de ansiedad cadavez que se separaba de su dueña, y aullaba durantehoras mientras Oprah y su pareja, Steadman, la dejabansola. A diferencia de algunos de mis clientes Oprah eraun auténtico hacha como para estar convencida de queSophie tenía toda la culpa del problema. Sabía que habíacosas que podría hacer de otra manera para ayudar aSophie a cambiar su comportamiento. Con todo, noestoy seguro de que estuviera totalmente preparada paralo que yo tenía que decirle.

Durante la consulta —la parte de mi visita en la queme siento y me limito a escuchar la versión humana de lahistoria— pude ver, simplemente por las palabras queOprah empleaba para describir a Sophie, que Sophie noera sólo su perra, era su bebé. «¡Es mi hija! —me dijoOprah— La amo como si la hubiera parido yo misma».Decir que Oprah había «humanizado» a Sophie seráquedarse corto.

Mientras hablábamos, me enteré de que Sophiehabía sido una niña muy insegura desde el primermomento. Tanto Oprah como Steadman describían

momento. Tanto Oprah como Steadman describíancómo se escondía bajo la mesa y la poca autoestima quetenía cuando la trajeron a casa. ¿Y qué hizo Oprah? Loque casi todos los dueños. Empleó la psicología humanay se dedicó a mimar a Sophie, con caricias y palabras deconsuelo. Siempre que Sophie se mostraba nerviosa oasustadiza Oprah se acercaba y la tranquilizaba conafecto y energía emocional. Sin saberlo Oprah estabahaciendo exactamente lo mismo que había hecho Marinacon Kane después del resbalón de éste sobre el suelo delinóleo. Al aplicar la psicología humana a un perroafligido, ambas mujeres estaban alimentando sin quererel comportamiento inseguro de sus perros.

No me cansaré de subrayar que un perro recogetoda señal de energía que le enviemos. Interpretanuestras emociones a cada momento del día. ¡Oprah,que superó un pasado doloroso aferrándose a la vida del«ahora», jamás vivió el momento por lo que respecta aSophie! Desde el mismo momento en que se le ocurríasacar de paseo a Sophie ya estaba anticipando laposibilidad de que Sophie pudiera atacar a otro perro.Estaba reviviendo en su cabeza enfrentamientos pasadose imaginándose otros nuevos. Todo ese catastrofismo

e imaginándose otros nuevos. Todo ese catastrofismohacía que Oprah se pusiera tensa y emocional: energíasque Sophie interpretaba de forma natural comodebilidad. Ello condicionó la dinámica entre las dosdesde el momento en que Oprah cogía la correa: inclusoantes del paseo.

Oprah solía comenzar el paseo dejando que Sophiefuera la primera en salir por la puerta: un error clásicoque cometen casi todos las dueñas de perros. Esimportante establecer la posición de liderazgo en elumbral de la puerta. El primero en salir será el líder. Acontinuación Oprah agravaba el error dejando queSophie la guiara en el paseo. En un grupo el lídersiempre se coloca al frente a menos que específicamentele dé «permiso» a otro perro para que camine al frente.Como Sophie iba por delante de la correa, básicamentelas dos iban hacia donde Sophie quería. Por su constanteterror a que Sophie se metiera en un altercado, Oprah semostraba insegura y ansiosa. Mientras, Sophie ibaabriendo el paso. ¡Una alumna de tercero habríaadivinado quién era la líder y quién la seguidora de entreesas dos!

Tuve que recordar a Oprah que ella, la dueña de la

Tuve que recordar a Oprah que ella, la dueña de laperra, era la única en esa relación que se preocupabapor lo que pudiera ocurrir en el paseo por lo que habíasucedido en el pasado. Sophie no pensaba en esascosas. Sophie vivía el momento, disfrutando del césped,disfrutando de los árboles, disfrutando del limpio airemarino. No estaba pensando: «Me pregunto si hoytendré que atacar a alguno de esos asquerosos perros».Tampoco había sido premeditado ninguno de susenfrentamientos previos. Sophie no se pasaba despiertalas noches, fantaseando: «¡Odio de verdad a esa paleta,Shana, y pienso morderla en cuanto pueda!». Comotodos los perros, al atacar a otros perros sólo habíareaccionado a un estímulo que estaba ocurriendo en esemomento.

¿Y qué pasaba cuando Sophie se encontraba conotro perro y empezaba a mostrar signos de agresividad?O bien Oprah la recogía rápidamente y la rescataba de lasituación, o se volvía muy emocional, rogándole queparara y pidiendo disculpas a la dueña del otro perro.No actuaba como una líder de grupo, limitándose acorregir el comportamiento de Sophie. Cuando una líderde grupo corrige a uno de los perros de la manada, éste

de grupo corrige a uno de los perros de la manada, éstedeja de comportarse desagradablemente. Un perrosumiso y tranquilo siempre atiende las instrucciones de lalíder de su grupo.

¿Qué llevaba a Sophie a esas reacciones agresivas?Sophie era lo que yo describo como insegura dominante:no era una perra agresiva por naturaleza, pero cuandoveía otro perro que le ocasionaba una reacción demiedo, respondía mostrando sus dientes y amenazando.Recuerde que un animal sólo tiene cuatro respuestasposibles ante cualquier amenaza: luchar, huir, evitarla omostrarse sumiso. La reacción de Oprah ante la posturaagresiva de Oprah sencillamente intensificaba lasituación. Oprah se tensaba y le entraba el miedo,mandando así señales de alarma a Sophie, indicándoleque su dueña había perdido el control. Tras el incidente,Oprah solía arrullar a Sophie, la mimaba, trataba detranquilizarla diciéndole que todo estaba bien. Una vezmás una plausible psicología para un niño humanoasustado, pero ¡en absoluto psicología canina! Es algonatural que los seres humanos nos acerquemos ytranquilicemos a otros animales afligidos de la mejorforma que sabemos: con amabilidad y aliviándolos. Sin

forma que sabemos: con amabilidad y aliviándolos. Sinembargo, si en ese momento un perro le diera afecto aSophie sería como decir: «Muy bien, muéstrale a eseperro malo quién nos amenaza». Al mostrar afecto a uncerebro que ha desarrollado un comportamientoinestable, ese cerebro no avanza. En el caso de Sophie,aumentó su ansiedad hasta el punto de que, al sentirseacorralada, atacaba fuera de sí.

Tuve que comunicarle a Oprah que tendría quecambiar todo su acercamiento a Sophie si quería que superra fuera la mascota equilibrada y estable que debíaser. Como es tan inteligente, Oprah captóinmediatamente la base de este concepto, pero con todono resultó fácil romper esa barrera tan personal, el hechode que pensara en Sophie como en «su niñita».Recuerdo que, en un momento dado, le dije: «No teestás mostrando como una líder». Oprah se quedó mudaun segundo. Se volvió y miró a Steadman. Luego me dijomuy lentamente: «¿Me estás diciendo que no noy unalíder?». Exacto. Le estaba diciendo a la misma mujerque, según la revista Forbes, vale más de mil millones dedólares y que actualmente encabeza la lista de famososmás poderosos y que es la novena mujer más poderosa

más poderosos y que es la novena mujer más poderosadel mundo[4], que no estaba siendo una líder para sucocker spaniel de diez kilos.

Al igual que todos los humanos que quieren a susmascotas, Oprah sólo quería lo mejor para sus perros.Pero su concepto de lo que era «mejor» surgía de unaperspectiva humana. Sólo quería amar a sus perros ydarles la vida más maravillosa que pudiera. Pero losperros de Oprah no habían leído la lista de Forbes niexaminado la cuenta bancaria de Oprah. No lespreocupaba si su hogar estaba amueblado por losmejores decoradores del mundo o por el Ejército deSalvación. Los perros de Oprah la querrían igual aunquemañana quedara en bancarrota (aunque, como Oprahcomentó de forma seca, seguro que ambos perrosnotarían la diferencia si de repente se vieran obligados aviajar en la bodega de un avión comercial en lugar delconfort de su avión privado). Sobre todo lo que susperros querían en su vida era sentirse seguros en suspuestos en el «grupo» de la familia de Oprah. Y estabaclaro que Sophie no se sentía segura.

Oprah necesitaba aprender a convertirse en líder de

grupo. Ya lo era en el mundo humano. Ahora tenía queensayar la clase de liderazgo que entendería un perro.

Reglas, fronteras y límitesReglas, fronteras y límites

En la naturaleza un líder de grupo establece las reglasy se ciñe a ellas. Un grupo no podría sobrevivir sinreglas, independientemente de la especie. En muchoshogares humanos las reglas, las fronteras y los límitespara los perros no están claros, en caso de que existan.Al igual que los niños, los perros necesitan reglas,fronteras y límites para llegar a ser socializadosadecuadamente. Por ejemplo, en el hogar de OprahSophie no tenía muchas reglas, y las que existían nosiempre eran acatadas. A veces, por ejemplo, cuandoSophie gimoteaba después de que Oprah la dejara sola,Oprah se ablandaba, volvía y se llevaba consigo aSophie. Otras veces volvía y le decía a Sophie que«parara»: pero, normalmente, el comportamiento yahabía sobrepasado el nivel de lo correcto. Tanto lospsicólogos humanos como los de animales llaman a esto

psicólogos humanos como los de animales llaman a esto«refuerzo intermitente», y si usted tiene hijos,probablemente sabrá que este tipo de disciplina jamásfunciona. Si un día permite que su hijo coja una galletadel tarro y lo castiga por ello al día siguiente, el críosiempre volverá a intentarlo, por si acaso consigue salirsecon la suya. Ocurre lo mismo con un perro. El refuerzointermitente de reglas es una forma infalible de criar unperro desequilibrado e inestable.

A pesar del hecho de que Sophie llevaba diez añosviviendo en un estado de desequilibrio, sin reglas,fronteras o límites marcados, insistí a Oprah que casinunca es demasiado tarde para rehabilitar a un perro.Incluso un humano puede darle la vuelta a su vida a los50, 60 o 70 años, ¡y nosotros tenemos muchas másdificultades que los perros! Oprah estaba deseosa deponerse a trabajar en el problema, pero quedóanonadada cuando llegué a su casa con otros cincoperros: Coco, nuestro chihuahua; Lida y Rex, nuestrapareja de galgos italianos; un Lhasa llamado Luigi, quepertenece a Will Smith y Jada Pinkett Smith; y el perroque más nerviosa ponía a Oprah: Daddy, el corpulentopitbull de aspecto aterrador que pasa algún tiempo en mi

pitbull de aspecto aterrador que pasa algún tiempo en mimanada cuando su dueño, el artista de hip-hop Redman,está de gira. La verdad es que Daddy tiene la mejorenergía de todos los perros. La primera vez que lo vitenía cuatro meses, cuando Redman lo trajo a mi reciéninaugurado centro. Entre los artistas de rap se ha puestode moda tener perros grandes, de aspecto duro, comoseñal de estatus social. Redman era diferente: era undueño de perro responsable. Dijo: «Quiero un perro quepueda llevar conmigo a cualquier lugar del mundo. Noquiero una demanda judicial». Ese día empecé a trabajarcon Daddy, y no ha pasado un solo día en que no sehaya sentido pleno como perro. Todo el mundo que loconoce se enamora de él aunque su apariencia seaimponente. Daddy ha ayudado a cientos de perros aalcanzar el equilibrio, simplemente compartiendo suenergía sumisa y tranquila. Y es un pitbull: lo que viene ademostrar que, cuando se trata de comportamientocanino, la energía y el equilibrio pueden superar ysuperan la influencia de la raza. Todos los perros quellevé conmigo a casa de Oprah eran perros muyequilibrados. Estaban allí para ofrecerle a Sophie«terapia de grupo».

«terapia de grupo».La reacción de Sophie ante los otros perros fue

bastante predecible. Nada más verlos se quedó en elumbral, congelada. ¡Entre luchar, huir, evitarlo ymostrarse sumisa estaba escogiendo evitarlo! La coloquéentre los perros y le di un ligero correctivo con la correacada vez que se mostraba asustadiza o ansiosa. En todomomento mi energía fue firme y tranquila. Al principio laverdad es que tuve que pedirle a Oprah que semantuviera al margen de la situación; estaba tan aterradaque estaba contagiando con su energía a Sophie.Después de unos diez minutos Sophie pudo relajarse. Alcabo de una media hora se estaba contagiando de laenergía sumisa y tranquila de la manada y realmenteparecía disfrutar. Seguía mostrándose cautelosa, pero sulenguaje corporal se estaba tranquilizando y relajando.Ahí radica el poder de la manada: unos perrosequilibrados ayudando a darle la vuelta a un perroinestable en cuestión de minutos. Pero la energía que yoestaba enviando a Sophie mediante la correa tambiénresultó vital. Yo era su líder de grupo y la estabainstruyendo para que se llevara bien con el resto de lamanada. Nada de «peros» al respecto. Y Sophie captó

manada. Nada de «peros» al respecto. Y Sophie captóel mensaje.

Oprah y Steadman alucinaron al ver que Sophie serelacionaba tranquilamente con otros perros. El hecho deque aquello llegara a ser posible les parecía escalofriante.Les puse los «deberes» de convertir en algo habitual queSophie pudiera estar con otros perros mientras ellospracticaban un liderazgo firme y tranquilo. Al igual queuna dieta, el liderazgo firme y tranquilo no funciona amenos que lo practiquemos a diario. Sólo mediante una«terapia» regular como aquélla podría Sophie cambiarpara siempre.

Normalmente un perro aceptará a un humano comosu líder de grupo si ese humano proyecta la energía firmey tranquila correcta, establece reglas, fronteras y límitessólidos, y actúa responsablemente en la causa de lasupervivencia del grupo. Esto no significa que nopodamos seguir siendo únicamente líderes de grupohumanos. Igual que para vivir con nosotros un perro nodebería tener que abandonar aquello que lo hace único,nosotros no deberíamos tener que abandonar aquelloque hace tan especial al ser humano. Por ejemplo, somoslos únicos líderes de grupo que van a querer a los perros

los únicos líderes de grupo que van a querer a los perrossegún la definición que hacemos los humanos del amor.Su líder de grupo canino no les va a comprar jugueteschillones ni les organizará una fiesta de cumpleaños. Sulíder de grupo canino no les premiará directamente subuen comportamiento. No se volverá para decirle: «Eh,chicos, gracias por seguirme durante quince kilómetros».¡Se espera que hagan eso! Una madre no le dirá a sucachorro: «¿Sabéis, cachorros? Hoy os habéis portadotan bien, ¡que nos vamos a la playa!». En su mundonatural, la recompensa está en el proceso. (Éste es unconcepto que a los humanos les vendría muy bienrecordar a veces). Para un perro ya hay recompensasimplemente al encajar en la manada y ayudar a asegurarsu supervivencia. Automáticamente la cooperación dacomo resultado las recompensas primarias de la comida,el agua, el juego y el sueño. Recompensar a nuestrosperros con chucherías y las cosas que aman es una formade estrechar nuestros lazos con ellos y reforzar su buencomportamiento. Pero si no proyectamos una fuerteenergía de liderazgo antes de dar las recompensas, jamástendremos un «grupo» auténticamente funcional.

Líderes de grupo sin hogarLíderes de grupo sin hogar

Si bien el nexo entre humano y perro es algo únicoen ambas partes de la ecuación, no podemos limitarnos adesempeñar el papel de mejor amiga o de amante de losperros. Lo sepamos o no, cuando desempeñamos esepapel automáticamente estamos satisfaciendo en primerlugar nuestras propias necesidades, no las de nuestroperro. Somos nosotros los que necesitamos constanteafecto y aceptación incondicional.

¿Qué perros cree usted que se encuentran entre losmás felices y emocionalmente estables de Norteamérica?Es una observación mía y puede que le resulte bastantedifícil de creer, pero creo que los perros que viven con lagente sin hogar a menudo tienen las vidas más plenas yequilibradas. Vaya algún día al centro de Los Ángeles, oal parque que domina el embarcadero de Santa Mónica,y fíjese en las personas sin hogar que tienen perros.Estos perros no tienen exactamente el mismo aspectoque los campeones del American Kennel Club, pero casisiempre se portan bien y no son agresivos. Observe

siempre se portan bien y no son agresivos. Observecómo una persona sin hogar camina con su perro y veráun buen ejemplo de lenguaje corporal entre líder degrupo y seguidor de grupo. Normalmente, la persona sinhogar carece de correa, pero el perro camina al lado delhumano o justo detrás de él. El perro realiza la migracióncon su líder de grupo, del modo en que la naturaleza leha enseñado.

Usted se preguntará: «¿Gente sin hogar? ¿Cómo esposible que sus perros sean más felices? ¡No puedenpermitirse alimentarlos con la carísima comida orgánicapara perros! ¡No pueden llevarlos al salón de belleza dosveces al mes, ni siquiera al veterinario!». Muy cierto,pero recuerde que un perro no ve diferencia alguna entrecomida para perros orgánica o normal; no piensa ensalones de belleza; y en la naturaleza no hay veterinarios.Muchas veces la gente sin hogar ni siquiera tiene unobjetivo en su vida: al menos, no del mismo modo quealgunas triunfadoras de la clase A. Parece que algunas secontentan con ir de un sitio a otro, recogiendo latas ybuscando una comida y un lugar cálido donde dormir.Este estilo de vida podría parecer inaceptable paramuchos humanos. Pero para un perro ésta es la rutina

muchos humanos. Pero para un perro ésta es la rutinanatural ideal creada por la naturaleza para él. Tiene lacantidad adecuada de ejercicio primario que necesita. Yes libre para viajar. En la naturaleza todo animal tiene«territorios» —algunos extensos, otros reducidos— quele encanta atravesar una y otra vez. La exploración es unrasgo animal natural, y genéticamente equivale a lasupervivencia[5] porque cuanto más explore un animalmás probabilidades tendrá de encontrar comida y agua ymás información tendrá del mundo[6]. En Los Ángeles heobservado que los perros que viven con personas sinhogar realmente llegan a conocer su ciudad mucho mejorque un perro que viva en Bel Air. El perro que vive enBel Air tiene un jardín gigantesco. Pero, para él, no dejade ser una perrera inmensa. El perro sin hogar vagadurante kilómetros y luego se va a la cama agotado. Elperro de Bel Air ve su casa, el interior del coche y elsalón de belleza: y luego se va a la cama con la energíade otro día encerrado y frustrante.

En un perro no se crea el equilibrio dándole cosasmateriales. Se crea permitiéndole expresar plenamentelos componentes físicos y psicológicos de su ser. Al vivir

los componentes físicos y psicológicos de su ser. Al vivircon una persona sin hogar, un perro emigra en busca decomida. Normalmente funciona para la comida, y sinnecesidad de correa se crea entre la persona y el perrouna clara relación de líder y seguidor.

Mucha gente que me llama para que los ayude tienenproblemas para pasear a sus perros por todas lasdistracciones que hacen que el perro tire de la correa oeche a correr o ladrar: niños, coches, otros perros.Piensan que es un problema del perro. Pero fíjense en elperro de una persona sin hogar. Él y la persona sin hogarpasean por las concurridas calles cruzándose con gatos,viandantes, personas con perritos chillones atados acorreas extensibles: a pesar de todo, el perro no deja deavanzar. Esto es lo que sucede en la naturaleza; ¡unamanada de perros o de lobos jamás se mantendría unidosi sus miembros estuvieran todo el tiempo corriendo,distraídos por las ranas o las mariposas! Si el perro sedistrae, la persona sin hogar actúa como el líder de lamanada: sólo tiene que lanzar una mirada o un gruñidohacia el perro para recordarle las reglas y hacerle volvera la manada. Cuando el día llega a su final, la persona sinhogar recompensará al perro con comida y afecto justo

hogar recompensará al perro con comida y afecto justoantes de disponerse a dormir. Comparten una existenciamuy elemental, probablemente muy parecida a lasprimeras relaciones entre nuestros antepasados humanosy sus perros.

¿Quién manda en su casa?¿Quién manda en su casa?

En cuanto mis clientes empiezan a captar el conceptode grupo y de líder de la manada, normalmente mepreguntan: «¿Cómo puedo saber quién es el líder de lamanada en mi casa?». La respuesta es muy simple:¿quién controla la dinámica de su relación?

Hay docenas y docenas de distintos modos en quesu perro le dirá, alto y claro, quién es el dominante de losdos. Si salta sobre usted cuando por la tarde vuelve acasa del trabajo, no sólo está feliz de verla. Es el líder dela manada. Si usted abre la puerta para dar un paseo y élsale delante de usted, no es sólo porque le encanten suspaseos. Es el líder de la manada. Si le ladra y entoncesusted le da la comida, no es «una monada». Es el líder dela manada. Si usted está durmiendo y la despierta con

la manada. Si usted está durmiendo y la despierta consus patas a las cinco de la mañana para decirle:«Sácame, tengo que hacer pis», le está demostrando,antes incluso de que salga el sol, quién manda en la casa.Siempre que la obligue a usted a hacer algo, él será ellíder de la manada. Así de simple.

Casi siempre un perro es el líder de la manada delmundo humano porque el humano suele decir: «¿No esadorable? Está intentando decirme algo». Ahí está otravez el viejo síndrome de Lassie: «¿Qué ocurre, Lassie?¿El abuelo se ha vuelto a caer al pozo?». Sí, humano, eneste caso su perro está tratando de decirle algo: estátratando de recordarle que él es el líder y usted suseguidor.

Así pues, cuando se dé cuenta de quién esrealmente, usted será el líder de la manada. Cuandosalga de casa delante de su perro, será el líder de lamanada. Cuando sea usted quien tome las decisiones encasa, entonces será el líder de la manada. Y no estoyhablando de un 80 por ciento de las veces. Estoyhablando del cien por cien del tiempo. Si sólo ofrece un80 por ciento del liderazgo, su perro la seguirá sólo al 80por ciento. Y el restante 20 por ciento del tiempo será él

por ciento. Y el restante 20 por ciento del tiempo será élquien dirija el espectáculo. Si da a su perro laoportunidad de mandar sobre usted, la aprovechará.

Pepper y los peligros delPepper y los peligros delliderazgo parcialliderazgo parcial

¿Qué pasa cuando sólo le ofrecemos un liderazgoparcial a nuestro perro? He presenciado muchassituaciones en las que el humano proyectaba la energía yconducta de liderazgo correctas en prácticamente todaslas situaciones. Es una fórmula genial para un perrodesequilibrado, porque para él resulta aún más confusono saber cuándo ha de mandar y cuándo obedecer queel hecho de tener que ejercer de líder de un humano.

Tomemos otro ejemplo de la primera temporada deDog Whisperer. Un fotógrafo, Christopher, habíaadoptado una adorable mestiza de terrier y Wheaton, de8 años, llamada Pepper, y entre los dos había crecidouna estrecha relación. Cada día Chris caminaba desde sucasa hasta el estudio que compartía con otro fotógrafo, yhabía entrenado a Pepper para que fuera con él

había entrenado a Pepper para que fuera con élcaminando. Pepper era una perra tan buena en suspaseos, que Chris ya ni siquiera necesitaba usar unacorrea para el «traslado». Verlos juntos era presenciar elmismo lenguaje corporal apropiado entre líder y seguidorque había visto en las personas sin hogar y sus perros.Podía haber tráfico, podían pasarles rozando críos enmonopatín, podía haber bocinazos de claxon; Pepper nodejaba de trotar junto a Chris con la cabeza gacha ymoviendo la cola. Una sola palabra de él bastaba paracorregirla si se distraía. Estaba claro que a Pepper leencantaban esos momentos de paseo conjunto; siemprellegaba al estudio fresca y relajada.

Sin embargo, una vez en el estudio asomaba lacabeza otra faceta de Pepper.

El estudio donde Chris y su socio Scott trabajabanera también el sitio donde fotografiaban a sus clientes.Esto significaba que, varias veces al día, nuevas personasentraban y salían de allí. A Pepper parecía no gustarleque la gente fuera al estudio. Corría hacia la puerta,ladraba, gruñía y mordisqueaba los talones del reciénllegado, «guiándolo» hasta el centro de la sala.

Mientras Chris y Scott preparaban los focos y elmaterial, normalmente invitaban a los clientes a que sesentaran en una zona de espera. DesgraciadamentePepper había decidido que el enorme sofá de vinilo de lazona de espera era «su» sofá. Los clientes que sesentaban allí eran recibidos con temibles gruñidos yladridos, e incluso amenazados con mordiscos.

Estaba claro que ésa no era la clase decomportamiento que se pudiera tolerar. No erainofensivo: en cierta ocasión Pepper había desgarrado eldobladillo del pantalón de una persona, y si seguíaamenazando a los clientes de Chris y Scott, podríaresultar muy perjudicial para el negocio. Chris temíatener que deshacerse de ella: para muchos perros cuyosdueños no pueden encontrarles un nuevo hogar (¿ycuánta gente aceptaría un perro sabiendo que tieneproblemas?) esto significa volver al refugio.Desgraciadamente el 56 por ciento de los perros que vana un refugio —sobre todo perros que han sido devueltosmuchas veces— acaban siendo víctimas de la eutanasia,simplemente porque no pueden encontrar a un humanoque se lleve bien con ellos[7].

que se lleve bien con ellos[7].Chris me llamó como última solución. Estaba

pensando seriamente regalar a Pepper. Al hablar con él ycon Scott, me quedó claro que ninguno de los dos leestaba ofreciendo a Pepper liderazgo alguno en elestudio. Desde el momento en que entraba el lugar erasuyo: ni reglas, ni fronteras, ni límites. Chris cruzaba elumbral e inmediatamente empezaba a concentrarse en sutrabajo, y Pepper tenía que arreglárselas sola. Ya que niChris ni Scott actuaban como el «líder» en el entorno delestudio —al menos, no en términos caninos— Pepperasumía que todo dependía de ella. Era la reina, yprotegía de forma neurótica su territorio de la únicamanera que sabía.

Fue durante nuestra conversación cuando descubríque Chris había triunfado plenamente a la hora de paseara Pepper en la calle: incluso sin correa. Resulta muchomás difícil conseguir que un perro nos obedezca al airelibre, con tanta distracción, que en el interior de unacasa. Tengo muchos más casos de perros que obedecenen casa, pero que se portan mal en los paseos, que alrevés, por lo que este caso me pareció intrigante. Pedí aChris que me mostrara cómo iba caminando al trabajo

Chris que me mostrara cómo iba caminando al trabajocon Pepper, y vi un animal totalmente diferente.¡También vi a un Chris totalmente diferente! Estabacentrado, controlándolo todo, y atento a Pepper, yparecían estar entre ellos en una armonía emocional.¿Por qué la situación cambiaba radicalmente en elestudio?

Básicamente, cuando Chris se dirigía al trabajo,cambiaba de mentalidad. Toda esa gran disciplina quehabía inculcado a Pepper salía por la ventana en cuantolos dos cruzaban la puerta del estudio. Chris no cumplíacon sus obligaciones como líder, en parte por falta deinformación sobre psicología canina, pero tambiénporque ser líder es una tarea ardua. Requiere una ciertacantidad de energía y concentración serlo todo el tiempo,y a menudo Chris estaba tan ocupado y estresado en sutrabajo que no podía perder tiempo estableciendo lasreglas adecuadas para Pepper. En cuanto dejaban eltrabajo redirigía su energía para volver a ser su líder ytodo iba bien. Pero ahora, como la situación se habíadescontrolado tanto, tenía que volver al tablero si queríaque ella lo volviera a respetar dentro de las paredes delestudio.

estudio.Ensayamos diversas situaciones en las que alguien

llegaba a la puerta, y observé cómo Chris permitía quePepper se volviera loca cada vez que sonaba el timbre.Le mostré cómo hacer que se sentara en silencio, en unestado de sumisión, antes incluso de abrir la puerta. Sepuede saber si un perro está en una postura sumisa porla posición de sus orejas y por su mirada, pero tambiénhay que estar en armonía con él para percibir una energíasumisa. Chris había enseñado a Pepper a responder aórdenes, y observé cómo le decía una y otra vez (deforma no muy convincente) que «se acostara». Sucuerpo se recostaba, pero estaba claro que su menteseguía activa y agitada. Sus orejas seguían moviéndoseligeramente y tenía la mirada fija sobre la puerta. Cuandoabrieron y entró el visitante, volvió a enloquecer.

Le mostré a Chris que era menos importante quePepper estuviera echada cuando se abriera la puerta,que el hecho de que su mente estuviera en un estado desumisión y relax. También le enseñé a darle una ordenque fuera en serio. Básicamente Chris se estabamostrando como un blando, y no podía engañar aPepper en ese respecto. Recuerde que la energía no

Pepper en ese respecto. Recuerde que la energía nomiente. Aún no se había entregado al esfuerzo querequeriría el hecho de dividir su concentración en elestudio entre ser el líder de Pepper y ser fotógrafo ajornada completa. Parecía abrumarle tener que hacerambas cosas a la vez. Realmente Chris quería conservara Pepper, y lo ayudé a comprender que solucionar esasituación desesperada era únicamente responsabilidadsuya.

Cuando por fin lo vi hablar en serio al dar una ordena Pepper, no utilizó palabra alguna. Hizo lo que yo hago.Sencillamente emitió un sonido: shhhh. Lo importante noera el tipo específico de sonido: ¡de hecho escogí esesonido porque era el sonido que mi madre solía emplearpara mantenernos a raya a mis hermanos y hermanas y amí! Lo importante era la energía que había detrás de esesonido. La clave, le dije a Chris, consistía en corregir aPepper antes de que su mente quedara atrapada en unestado de nerviosismo y agresividad. Eso significaría quela tendría que corregir —con ese «shhh»— una y otravez, hasta que quedara condicionada a permanecertranquila y sumisa en todo momento mientras estuvieraen el estudio con él.

en el estudio con él.El caso de «Pepper de póster» muestra un resultado

extremo del hecho de dar a nuestro perro sólo unliderazgo parcial. Con un perro de baja energía,despreocupado por naturaleza, las consecuenciaspodrían no ser tan graves, pero en el caso de Chris yPepper había mucho en juego. Chris se arriesgaba a unaquerella judicial, a perder clientes y en definitiva a perdersu negocio si no podía controlar a Pepper: y Pepper searriesgaba a perder su hogar, su dueño y muyposiblemente su vida (si Chris no lograba encontrarle unhogar para siempre). Por suerte, en cuanto comprendióla gravedad del problema, Chris se tomó en serio suresponsabilidad y afrontó el problema. Una perra comoPepper no tiene por qué llevar una vida tandesequilibrada. Todo cuanto necesitaba para ser feliz yestable estaba dentro de ella. Sin embargo, sí necesitabaque Chris, como líder de su grupo, la ayudara a sacarlosa la superficie.

Mandar supone un trabajo aMandar supone un trabajo ajornada completajornada completa

jornada completajornada completa

Un perro necesita liderazgo, desde el día de sunacimiento hasta el día en que muere. Instintivamentenecesita saber cuál es su lugar respecto de nosotros.Normalmente, las dueñas han dispuesto un lugar a susperros en su corazón, pero no en su «manada». Esentonces cuando el perro se hace con el mando. Seaprovecha de un humano que lo adora pero que no leofrece liderazgo. Un perro no razona. No piensa: «Vaya,es genial que esta persona me adore. Me hace sentir tanbien, que jamás volveré a atacar a otro perro». A unperro no se le puede decir lo que se le diría a un niño: «Sino te portas bien, mañana no vas al parque de perros».Un perro no puede establecer esa conexión. Todamuestra de liderazgo que le ofrezca a un perro ha dedarse en el momento en el que hay que corregir sucomportamiento.

En su hogar cualquiera puede ser líder de la manada.De hecho es vital que todos los humanos de la casa seanlos líderes del grupo del perro: desde el niño máspequeño hasta el adulto de más edad. Hombres omujeres. Todo el mundo ha de ceñirse al programa. Voy

mujeres. Todo el mundo ha de ceñirse al programa. Voya muchos hogares en los que el perro respeta a unapersona, pero no hace el menor caso al resto de lafamilia. Esto puede ser otra receta para el desastre. Enmi familia yo soy el líder de la manada para los perros,pero también lo son mi esposa y mis dos hijos. Andre yCalvin pueden andar entre mi manada de perros en elCentro de Psicología Canina sin que los perrospestañeen. Los niños aprendieron liderazgo de grupoobservándome, pero todo niño puede aprender a ejercerel liderazgo con un animal.

El liderazgo de grupo no depende del tamaño ni delpeso ni del género ni de la edad. Incluso empapada,Jada Pinkett Smith puede pesar unos cincuenta kilos,pero podía llevar a la vez a cuatro rottweiler mejor quesu marido. A Will Smith se le daban bien los perros, yéstos lo respetaban, pero Jada realmente dedicó eltiempo y energía necesarios para convertirse en una líderde grupo fuerte. Me ha acompañado a la playa y a lasmontañas, donde llevo a la manada a dar paseos sincorrea.

Llevar de paseo a un perro —como lo demuestranlos perros que viven con las personas sin hogar— es la

los perros que viven con las personas sin hogar— es lamejor forma de establecer el liderazgo del grupo. Es unaactividad primaria que crea y fortalece los lazos entre lalíder de la manada y el seguidor. En un capítulo posteriorentraré en más detalles acerca de cómo perfeccionar elpaseo, pero por sencillo que parezca es una de las clavespara crear la estabilidad en el cerebro de su perro.

En perros que han sido entrenados para una tareaespecífica la líder de la manada ni siquiera necesita ir alfrente. En los equipos de trineos arrastrados por huskysiberianos, aunque la líder humana del grupo va en laparte trasera del trineo, es ella quien dirige el trineo. Losperros que viven con personas discapacitadas —personas que van en silla de ruedas, invidentes, personascon necesidades especiales— a menudo han de asumir ladirección física en algunas situaciones. Pero la persona ala que están ayudando es siempre la que lleva el mando.Es precioso observar a un perro de ayuda que vive conuna persona discapacitada. A menudo parecen tenerentre ellos una especie de conexión sobrenatural: unsexto sentido. Existe tal armonía entre ellos que amenudo el perro puede percibir qué necesita esa persona

antes de recibir una orden. Ésa es la clase de unión quelos perros de una manada tienen entre ellos. Sucomunicación no es verbal y surge de la seguridad quetienen dentro de la estructura del grupo.

Con una energía firme y tranquila, un liderazgo degrupo y una disciplina adecuados usted también podrádisfrutar de esta profunda conexión con su perro. Paralograrla, sin embargo, es importante ser consciente de lascosas que podría estar haciendo sin querer y que estáncontribuyendo a los problemas de su perro.

55DificultadesDificultadesCómo echamos a perder aCómo echamos a perder anuestras perrasnuestras perras

La mayoría de perras nacen equilibradas. Si despuésviven como en la naturaleza, en grupos estables, sus díastranscurren en paz y felicidad. Si alguna perra de lamanada se vuelve inestable, los demás miembros laobligan a abandonar el grupo. Parece duro, pero es elmodo que tiene la naturaleza de asegurarse lasupervivencia de la manada y la continuidad para lasfuturas generaciones.

Cuando los humanos adoptamos perras y lashacemos participar en nuestra vida y nuestros hogares, lo

hacemos participar en nuestra vida y nuestros hogares, lomás normal es que prime en nosotros su bienestar.Intentamos darles lo que creemos que necesitan. Elproblema es que damos por hecho cosas que no sebasan en lo que los canes necesitan, sino en lo quenecesitamos nosotros, los humanos. Humanizando a losperros los dañamos psicológicamente.

Cuando humanizamos a las perras, creamos lo queyo llamo dificultades, que son muy parecidas a las quelos psiquiatras tienen que solventar cuando tratan losproblemas de sus pacientes. Esas «dificultades» sonadaptaciones negativas en el enfrentamiento con elmundo. En los seres humanos son muy variadas: puedenir desde el simple miedo a las arañas hasta los complejosdesórdenes obsesivocompulsivos, pasando por elfetichismo de los pies. Para las perras, esas dificultadesson mucho más simples, pero, al igual que en loshumanos, las causa un desequilibrio.

En este capítulo quiero tratar las dificultades caninasmás habituales que he de ayudar a corregir. Espero queaprenda no sólo a tratarlas una vez se han formado, sinolo que es más importante: a prevenirlas y evitar su

formación.

AgresividadAgresividad

Las agresiones son la razón más habitual por la queacuden a mí para que intervenga en un caso. A veces meconsideran la «última oportunidad» de una perra antes deque la regalen e incluso la sacrifiquen. Pero lasagresiones no son la dificultad, sino la consecuencia deuna dificultad.

La agresión no es normal en una perra. Ni siquieralos lobos que viven en estado salvaje suelen seragresivos hacia los de su misma especie, o hacia loshumanos[1], a menos que haya una razón clara, como,por ejemplo, una amenaza o hambre prolongada. Laagresión llega a producirse cuando las dificultades no sontratadas, cuando la frustración no encuentra vía deescape. Desgraciadamente, la agresividad siempre seacentúa si no se ataja. La triste verdad es que, cuandome llaman para tratar a una perra agresiva, sueloencontrarme con un animal al que habría sido fácil

encontrarme con un animal al que habría sido fácilevitarle ese problema. Podría haberse detenido esaescalada antes de que llegara a la situación problemática.Los propietarios de perras suelen buscar ayuda sólocuando su perra muerde a alguien y de pronto seencuentran con una denuncia en las manos, a lo cualsuelen decir cosas como «en casa es un encanto con losniños», o «sólo se pone así cuando oye el timbre». Seríadeseable que cualquier persona propietaria de una perrase tomara más en serio los síntomas tempranos de uncomportamiento agresivo, y que buscara ayudaprofesional antes de que sus vecinos acabaran llevándoloante los tribunales… o aún peor: antes de que alguienpudiese resultar herido.

Agresión dominanteAgresión dominante

Mientras que la agresión no es el estado natural deuna perra, la dominancia sí lo es en algunas. Su perrapuede ser un animal dominante y de gran energía.¿Quiere eso decir que es probable que se muestreagresiva o peligrosa? No. Lo que sí significa es que usted

agresiva o peligrosa? No. Lo que sí significa es que ustedestará obligado a interpretar para ella el papel de líder dela manada sereno y de confianza. Un líder lo es durantetodo el día, todos los días de la semana. No importa locansado que se esté; no importa si lo que quiere en esemomento es concentrarse en el partido de la tele o en larevista que está leyendo: seguirá enviándole a su perra lamisma sensación de liderazgo enérgico y sereno.

No hay que olvidar que perras dominantes, líderesde la manada, hay sólo unas pocas y están separadasentre sí. Al igual que en el mundo de los humanos haysólo unas cuantas Oprah Winfrey y unos pocos BillGates, hay un número limitado de líderes natos en elmundo canino. Si a estos animales no se les ofrece unacantidad suficiente de desafíos tanto físicos comopsicológicos, pueden llegar a ser, verdaderamente,animales muy peligrosos y problemáticos. A estas perrasdebemos proporcionarles, si queremos tenerlas connosotros, la estimulación y los retos que necesitan.

En contra de lo que muchas personas creen, noexiste lo que se denomina «razas dominantes».Pensémoslo: en una camada de perritos, uno de ellos semanifestará como el más dominante y crecerá para dirigir

manifestará como el más dominante y crecerá para dirigirla manada. Los demás serán seguidores. Todos de lamisma sangre. Todos de la misma camada. Hay razasenérgicas: pitbull, rottweiler, pastor alemán y mastínnapolitano, pero depende del líder de la manada dirigiresa energía hacia objetivos saludables. Si su perra es unanimal que pertenece a una de las razas enérgicas,deberá asegurarse de que es usted el líder de su manada.

En la vida salvaje el animal más dominante es el quellega a convertirse en líder. Como ya he dicho antes, loslíderes nacen, no se hacen. Pero ¿y si le ocurre algo allíder? El número dos del grupo, puesto que correspondemuchas veces a la compañera femenina del macho líder,ocupará su lugar. En ese caso un macho que nopertenezca a la manada podría desafiarla para conseguirel liderazgo. Si ella cree que ese macho no es lo bastantefuerte, lo expulsará o lo matará. Pero si el aspirante es elmás fuerte, la manada se rendirá a él inmediatamente, sinresistencia. La Madre Naturaleza «votará» por él, ya quesu energía lo hace el candidato ideal. Pero una vezdeterminada la jerarquía los perros número dos y tres nose lo toman a pecho. Es decir, que no son ambiciososdel mismo modo que lo seríamos los humanos (el modo

del mismo modo que lo seríamos los humanos (el modoen que un vicepresidente está esperando su turno paraser presidente o que el ejecutivo júnior aguarda laoportunidad de hacerse cargo de la empresa). Losperros están programados instintivamente para aceptarque el animal más dominante dirija el grupo. Con queotro ejemplar demuestre ser más poderoso que ellosbastará para que lo acepten sin rechistar. Del mismomodo su perra no se lo tomará como algo personal siusted establece su dominancia. Es más: si pudierahacerlo, incluso se lo agradecería.

Si su perra es un animal dominante, usted ha deestablecer su dominancia desde el primer momento,reiterarla a menudo y de un modo convincente.Interprételo como si su perra hubiera entrado a formarparte de su vida para hacer de usted una persona másfuerte, más firme, más asertiva y serena. ¿Quién nopodría beneficiarse de una energía serena y firme en suvida: en el trabajo, con la familia, incluso mientras esperaen un atasco? En estos casos es mejor criar a la perradesde cachorro para que nos vea como su líder, pero sepuede llegar a ser el líder de la manada ante una perradominante en cualquier momento de su vida. Todo es

dominante en cualquier momento de su vida. Todo escuestión de la energía que se sea capaz de proyectar. Sepuede ser ciego, tener sólo una pierna, o un brazo, estaren silla de ruedas, pero, si su energía es más potente quela de un rottweiler de setenta kilos de peso, lo tendrácomiendo de su mano. Automáticamente. Yo no soy unhombre corpulento, pero en el Centro de PsicologíaCanina puedo manejar entre treinta y cuarenta perros ala vez. En ocasiones basta con una mirada para parar uncomportamiento prohibido en una perra. No es cuestiónde tamaño, sino de intensidad.

Cuando una persona es dueña de un animal de razapoderosa o posee una perra de carácter dominante, si sunivel de energía es menor que el de la perra, tendrá quetrabajar consigo mismo desde un punto de vistapsicológico. Pero es lo natural. Su perra no quiere ser suigual. Su mundo está formado por líderes y seguidores, yes usted, su dueño, quien debe elegir el papel que va ainterpretar. Si no está dispuesto a hacerlo o no puedehacerlo, puede que ese animal no sea adecuado parausted. En un capítulo posterior hablaré de la agresión enzona roja, que es un asunto serio, ya que perros fuertesen zona roja han causado mordeduras graves e incluso la

en zona roja han causado mordeduras graves e incluso lamuerte. En la mayoría de casos se trata de animalesdominantes cuyos propietarios no los han podidomanejar. De modo que piense seriamente en la perra queconvive con usted. Si no puede manejarla en todaocasión y situación, mal asunto para usted, para la perray para la sociedad.

Voy a proponerles el ejemplo de una clienta quepermitió que una perra dominante perdiera el controlhasta el punto de que su comportamiento agresivo entróen zona roja. Pongamos que esa clienta se llama Sue.Trabajé con Sue seis meses, durante los que intentéenseñarle cómo manejar a Tommy, un cruce de setterirlandés y pastor alemán. Desde el principio Sue lo habíahecho todo mal con Tommy, que era un perro dominantepor naturaleza. Empezó dejándole que saltara sobre ella.Luego el animal comenzó a intentar montarla y sequedaba inmóvil hasta que terminaba la monta. Tommyempezó a estar fuera de control: se mostraba altamenteterritorial, sobreprotegía a su ama y se comportabaclaramente como el animal dominante de la casa. Era unarelación verdaderamente enfermiza. Había mordido avarios niños del vecindario y atacó al cuidador de la

varios niños del vecindario y atacó al cuidador de lapiscina, hasta que se alertó al servicio de control deanimales. Intenté enseñarle a Sue a dominar el arte delpaseo, a proyectar serenidad y firmeza, pero fue incapazde hacerlo. Tenía problemas psicológicos propios y, porla razón que fuera, era incapaz de seguir normas y de serdisciplinada. Por fin no me quedó otro remedio quedecírselo: «He hecho todo lo que he podido paraayudarte, pero hemos llegado a un punto en el que loúnico que se puede hacer para que Tommy pueda seguirviviendo con los humanos es buscarle otra casa».

Por supuesto Sue quedó destrozada, pero así salvóla vida de su perro. Y no sólo eso, sino que ahoraTommy trabaja para el Departamento de Policía de LosÁngeles en la búsqueda de supervivientes y estáparticipando en una película de la DreamWorks. Por finha encontrado canales saludables en los que volcar todasu intensa energía. Se trataba, simplemente, de que elperro equivocado había encontrado a la personaequivocada, lo cual puede derivar en problemas serios.

Los humanos podemos exacerbar la agresividad delas perras de muchas maneras distintas, la primera de lascuales es dando rienda suelta a su instinto de

cuales es dando rienda suelta a su instinto dedominación. Si no es usted el que marca la agenda de lascosas que hace con y para su perra, el líder de lamanada será ella. Otro modo es jugando con el animal a«juegos de dominación» y permitiendo que quien ganesea ella. Aunque sea sólo en juegos de tira y afloja, si elanimal se acostumbra a ganar siempre, puedeinterpretarlo como un signo de dominación sobre usted.Pelear con las perras, aunque sean sólo cachorros,puede sembrar la semilla de problemas de agresividad enla edad adulta. Si su perra empieza a comportarse de unmodo posesivo o empieza a gruñir durante las peleas,podría estar creando un monstruo.

Agresividad inspirada por elAgresividad inspirada por elmiedomiedo

Gran parte de las agresiones están motivadas por elmiedo, especialmente si hablamos de perras pequeñascon complejo de Napoleón. Cuando trabajé con elpeluquero canino de San Diego, noté que las peores

peluquero canino de San Diego, noté que las peoresperras suelen ser las más pequeñas de tamaño. Enmuchos casos, la agresión inspirada por el miedo suelecomenzar con un gruñido o enseñando los dientes. Si superra muestra alguno de estos síntomas cuando la lleva alpeluquero o cuando intenta sacarla de debajo de lamesa, ¡ha llegado el momento de pedir ayuda! Comotodas las formas de agresión, la que está inspirada por elmiedo siempre va en aumento. La perra aprende quepuede mantener a la gente a distancia si le enseña losdientes, y pronto ese gesto se transforma en unmordisco. Lo bueno es que los animales que muerdenpor temor no suelen clavar los dientes, sino sólo marcary retirarse. Su objetivo es conseguir que usted, o elagresor, se retire y lo deje en paz. Pero cualquier tipo deagresión puede acabar convirtiéndose en algo peor.Nuestra perra deja de ser una monada cuando gruñe oataca. No es que sea esa «su personalidad», sino que esun animal desequilibrado que necesita ayuda.

La agresividad inducida por el miedo puede debersea malos tratos. Si una perra ha sufrido daños y descubreque puede poner fin al dolor arremetiendo contra quienla ataca, lo hará, qué duda cabe. Sin embargo, la mayor

la ataca, lo hará, qué duda cabe. Sin embargo, la mayorparte de casos en los que se pide mi intervención no sonresultado de crueldad empleada con las perras, sino conel amor que les dan sus dueños… en un momentoequivocado. La perra de Oprah, Sophie, es un ejemploperfecto de ello. Cuando Sophie ataca a otro perro,Oprah la toma en brazos y la consuela, de modo que loque en realidad está haciendo es reforzar esecomportamiento.

En este momento tengo un perro en el centro, unahembra cruce de pitbull llamada Pinky, que es un casoextremo de lo que consideramos agresividad inducidapor el miedo. Cuando un humano se acerca a ella,levanta el labio superior, gruñe, mete el rabo entre laspatas, se agacha y empieza a temblar. A temblarliteralmente. Las patas le tiemblan de tal modo queapenas puede sostenerse en pie. El miedo la paraliza. Eldueño de Pinky sentía lástima por ella, hasta tal puntoque intentaba constantemente calmarla, mostrarle suafecto, lo que alimentaba la inestabilidad de sucomportamiento y su mente. Cuando te enfrentas a uncaso extremo como el de Pinky, te das cuenta de lo quepuede debilitar a una perra la agresividad producida por

puede debilitar a una perra la agresividad producida porel miedo.

Dar afecto… ¡pero en elDar afecto… ¡pero en elmomento adecuado!momento adecuado!

Este momento es tan bueno como cualquier otropara detenerme y recordarles, una vez más, que una delas formas más habituales de echar a perder a nuestrasperras y provocarles dificultades es el cariño. Lesmostramos nuestro afecto, pero cuando no debemos.Les damos afecto cuando están en un punto de máximainestabilidad. Éste suele ser el consejo que más trabajoles cuesta seguir a mis clientes. «¿Contener el afecto?Pero ¡si eso no es natural!». No me malinterpreten. Elamor es algo hermoso, uno de los mejores regalos quepodemos compartir con nuestras perras. Pero no es loque ellas necesitan primordialmente, y menos aún sitienen dificultades. Si eres una persona inestable, nopuedes sentir plenamente el amor. El amor no ayuda auna perra inestable. Las perras agresivas no se curangracias al amor de sus dueños, del mismo modo que un

gracias al amor de sus dueños, del mismo modo que unmarido que abusa de su esposa no sanará si su víctima,simplemente, lo quiere más. ¡Es obvio que los padresque aparecían en el programa Supernanny querían a sushijos! Pero el amor era lo único que estaban dando a sushijos: no ejercicio, ni estímulos psicológicos, ni reglas.¿Se sienten bien esos niños? Pues no. Por eso suspadres llamaban a la niñera. Las perras inestablestampoco lo pasan bien, aunque sus amos las colmen decariño. Por eso me llaman a mí.

El amor no mejora la inestabilidad. El amor es unarecompensa a la estabilidad, nos lleva a un nivel superiorde comunicación. Al igual que en el mundo de loshumanos, en el mundo de las perras el amor significa algosólo si se merece. Nunca le diría a alguien que dejase dequerer a su perra, o que la quisiera menos, ni tampocoque le racionase el amor. Dé a su perra tanto amor comotenga en su interior, y un poco más aún, pero, por favor,déselo en el momento adecuado. Ofrézcale amor a superra para ayudarla, y no para satisfacer sus propiasnecesidades. Dar cariño en el momento adecuado y sóloen ese momento es el modo de demostrar el amor que

siente por su perra. Los actos son más valiosos que laspalabras.

La agresividad nacida del miedo no aparece debuenas a primeras, sino que se alimenta como unprimoroso jardín por un dueño bienintencionado einconsciente. Otro ejemplo de un perro agresivo pormiedo es Josh, a quien los guionistas de mi programatelevisivo apodaron El Gremlin porque tiene un pelo tanlargo que le tapa hasta los ojos. Josh era un perro derefugio a quien nadie quería adoptar. Le enseñaba losdientes a cualquiera que se acercara a su jaula. Todo elmundo sentía pena por Josh… absolutamente todo elmundo. «Sentir lástima» por un animal que vemos en unrefugio es algo que le pasa casi a cualquiera. Lacompasión es un rasgo sólo humano. Pero cuandocincuenta personas pasan por un refugio y todos ellosenvían al animal en cuestión esa energía compasiva, ese«¡oh, pobre perro!», esa energía termina siendo enesencia ese animal. Termina siendo su definición.

Ronette, enfermera de profesión, sintió tanta lástimapor Josh que lo adoptó nada más verlo. Y siguiósintiendo lástima por él todos los días. Cuando gruñó a

su hija por acercarse a su plato de comida, Ronette locogió en brazos y lo consoló, como si su hija fuera laculpable. Cuando atacó reiteradamente a los peluqueroshasta tal punto que le prohibieron volver, se pasó horasconsolando al viejo gruñón que no permitía que leacercaran las tijeras a los ojos.

Lo crean o no, muy pocos han sido los perros queme han mordido a lo largo de mi carrera. Y Josh fue unode ellos. Me mordió mientras le estaba cortando elpelo… pero yo seguí como si no hubiera ocurrido nada.Tuvo que aprender que un humano no iba a retrocederante él por muy agresivo que se pusiera. Siendo un perrode tamaño pequeño, gruñía más que marcaba y marcabamás que mordía. Acabó rindiéndose y hoy Josh puede iral peluquero sin que corra la sangre.

Suelo poner a Pinky y a Josh como ejemplos porquequiero recalcar que «sentir lástima» por un perro no eshacerle un favor, sino disminuir sus posibilidades detransformarse en un animal equilibrado en el futuro.Imagínese que alguien sintiera lástima constantemente porusted. ¿Qué opinión acabaría teniendo de sí mismo? Losperros necesitan antes liderazgo que amor. Que el amor

perros necesitan antes liderazgo que amor. Que el amorsea la recompensa al equilibrio. Así es como se mantienela armonía.

¿Cómo enfrentarse a la agresividad provocada por elmiedo? No cediendo. Hay dos opciones: esperar a quesea la perra la que acuda a ti, o entrar en su recinto yacercarte tú. Si decide entrar a por ella, tiene que ir a portodas. No puede permitir que le gane la partida. Debemantenerse siempre tranquilo y firme, y no puedeenfadarse con ella. No olvide que todo ello lo hace porel bien del animal. La paciencia es la clave. Saberesperar. El hombre es el único animal que parece nocomprender la paciencia. Los lobos esperan a su presa.Los cocodrilos también. Y los tigres. Peroparticularmente en Norteamérica estamosacostumbrados a conducir rápido, a usar serviciosexprés y a navegar a alta velocidad por Internet. Perocon una perra que padece agresividad por miedo no sepuede tener prisa. Puede que tenga que acercarse a ellacincuenta, cien veces antes de que la noción le entre en lacabeza. Tengo un par de perros en el centro a los que séque tendré que reprender una y otra vez hasta que porfin comprendan que sólo la sumisión tranquila les será

fin comprendan que sólo la sumisión tranquila les serárecompensada.

Pinky, pitbull agresiva y temerosa, sólo consiguerelajarse cuando le pongo la correa. Encarna lanaturaleza de un seguidor: quiere que le digan lo que hade hacer. Si camino con ella sólo un par de pasos,comienza a mostrar todos los síntomas físicos desumisión. Sólo así se relaja. Si espero demasiado adecirle lo que quiero que haga, su lenguaje corporalcambia de nuevo: mete la cola entre las patas y vuelve eltemblor. El afecto no puede ayudar a esta perra. Es más,el afecto contribuyó a agravar el problema. ¿Cuándoentonces le doy afecto? En cuanto la veo relajarsecuando echamos a andar con la correa. Seguiréhaciéndolo así hasta que esté rehabilitada.

Una perra puede volverse agresiva como resultadodel miedo, del afán de dominación, posesión,territorialidad, y algunas otras razones, y esa agresividadpuede alcanzar distintos grados. En el siguiente capítulohablaremos de lo que yo llamo «zona roja». Los casosen zona roja, es decir, casos de agresividad extrema ycrónica, deben ser tratados inmediatamente por unprofesional. Nunca intente manejar a una perra de estas

profesional. Nunca intente manejar a una perra de estascaracterísticas usted solo. Pero también sólo usted puedevalorar su nivel de confianza. Si su perro es sóloagresivo, como Josh, pero no se cree capaz de manejarla situación, decántese por la seguridad y acuda a unentrenador profesional de perros o a un especialista encomportamiento canino por el bien tanto de su perrocomo el de usted.

Energía hiperactivaEnergía hiperactiva

¿Salta su perra sobre usted cuando llega a casa?¿Cree que sólo se debe a que su perra se alegra de verloy que tiene «espíritu»? ¿Considera el comportamiento desu perra como consecuencia de su «personalidad»? Nose trata ni de lo uno ni de lo otro. La energía hiperactivao la sobreexcitación no son naturales en una perra. Noes un comportamiento saludable.

En su estado natural las perras se excitan y jueganunas con otras, pero esa excitación tiene un momento yun lugar concretos. Tras una cacería, o después de habercomido, comparten una especie de celebración que

comido, comparten una especie de celebración quenosotros interpretamos como afecto. Pueden jugar durolas unas con las otras, y mostrarse excitadas-sumisas oexcitadas-dominantes. Pero no mantienen esecomportamiento durante mucho tiempo, y no se ve enellas esa especie de «jadeo» hiperactivo que muestra unaperra doméstica sobreexcitada. Estamos hablando de untipo diferente de excitación, una especie de excitacióndelirante. Algunas perras en Norteamérica parecen estarsobreexcitadas constantemente, y es no es bueno paraellas.

He notado que mis clientes interpretan las palabras«felicidad» y «excitación» como si se tratara de la mismacosa. «Es que se alegra de verme». Pues ambas cosasno son sinónimas. Una perra feliz está alerta. Tiene lasorejas levantadas, la cabeza alta y mueve la cola. Uncaso claro de energía contenida. Las perrasenergéticamente hiperactivas figuran entre los casos másdifíciles de rehabilitar. La energía hiperactivaenmascarada conlleva otras dificultades, como la fijacióny la obsesión.

Cuando sus perras los reciben saltando sobre ellos,muchos de mis clientes los saludan con grandes muestras

muchos de mis clientes los saludan con grandes muestrasde afecto. En primer lugar, he de decir que si su perrasalta sobre usted, está realizando un acto de dominancia.No se lo permita. Las perras son animales curiosos pornaturaleza, y es obvio que van a sentir interés por quienllega a la casa. Pero necesitan tener modales para recibira las visitas. Una perra no recibe a otra saltando sobreella, sino que lo hace olfateándose. Si esa clase deetiqueta es buena en el mundo de las perras, debe serlotambién para su casa.

Lleve a la perra con correa cuando lleguen las visitasa casa y mientras le esté enseñando cómo recibirlaseducadamente. Una vez que crea que ha hechoprogresos visibles, pídales a sus invitados que lo ayuden.Pídales que ignoren los saltos y la excitación de la perra(es decir, que no le hablen, no la toquen y no la miren)hasta que se haya calmado. Cuando se ignora a unaperra, a veces se calma en cuestión de segundos.

Los animales hiperactivos necesitan ejercicio engrandes cantidades. Y lo necesitan antes de que sudueño les demuestre afecto. Cuando vuelva a casa, déleun largo paseo. Luego ofrézcale comida. Le habráproporcionado un reto físico y psicológico, seguido por

proporcionado un reto físico y psicológico, seguido poruna recompensa en forma de comida. Luego, cuandoesté tranquilo, demuéstrele cariño. No anime al animal asaltar sobre el primero que abra la puerta, aunque leparezca divertido y le haga sentirse querido. Sientodesilusionarlo, pero tanta excitación no se debe a que superra «se alegra de verto». Es porque tiene en su interiordemasiada energía contenida y necesita liberarla de algúnmodo.

Ansiedad/ansiedad por laAnsiedad/ansiedad por laseparaciónseparación

La ansiedad puede contribuir a generar energíahiperactiva. En la naturaleza no se observan muchoscasos de ansiedad. De miedo, sí, pero de ansiedad, no.Sólo cuando llevamos a los animales a una casa o losenjaulamos, es cuando surge la ansiedad, y es ella la queprovoca el gimoteo, el aullido, la ansiedad por laseparación que Sophie, la perra de Oprah,experimentaba cada vez que salía su dueña. Es normal

que una perra se preocupe al verse separada de sudueño. Es instintivo en ellas preocuparse o ponersetristes si se rompe la manada, aunque esa manadaconsista sólo en el dueño y la perra, pero no es naturalpara ella pasarse todo el día sola, encerrada en un piso,sin tener nada que hacer. Su perra no sabe leer, ni puedehacer crucigramas, ni ver mi programa en la televisión.No tiene en qué emplear su energía cuando está sola. Noes de extrañar por tanto que un gran número de perrasen nuestro país experimenten la ansiedad de laseparación y que terminen con una acumulacióntremenda de energía hiperactiva cuando sus propietariosvuelven a casa.

Por cierto, cuando vuelve a casa y descubre que superra ha devorado sus zapatos favoritos, no es porqueesté «enfadada con usted» por haberla dejado sola, niporque «supiera» que le encantaban precisamente esoszapatos. ¡Vuelta a humanizar a la perra! La razón por laque el animal ha mordido los zapatos es por la cantidadde energía contenida que tiene. Primero le llamó laatención su olor: es un olor que le resulta familiar y quepor lo tanto la excita, una excitación y una ansiedad que

ha de liberar de algún modo: es decir, pagándola con lospobres zapatos.

Con el tiempo he descubierto que los propietarios nosuelen reconocer los síntomas de la ansiedad en susanimales. Creen que la ansiedad por la separaciónempieza cuando salen de su casa, pero en realidadempieza con la energía que su perra va generando desdeque se despierta. El dueño se despierta, se lava losdientes, se toma un café y prepara el desayuno… ydurante todo este tiempo el animal está en un segundoplano, yendo de habitación en habitación, detrás deusted. Y usted piensa: «Hay que ver. Cuánto le gustaestar conmigo. Tiene que asegurarse de que estoy bien».Eso es una ficción que los humanos nos creamos parasentirnos bien.

Lo que la perra está mostrando no es lo mucho quenos quiere, sino lo ansiosa que se siente. Si se marcha decasa sin haberle dado la oportunidad de liberar esaenergía, es evidente que el animal tendrá dificultades conla separación.

A mis clientes les digo que lleven a sus perras a darun buen paseo por la mañana, a correr, incluso a patinar.

un buen paseo por la mañana, a correr, incluso a patinar.Además, también es bueno para la salud de los humanos.Si es imposible para usted, ponga a la perra a caminarsobre una cinta de correr. Cánsela. Luego ofrézcalecomida. De este modo, para cuando usted se vaya, elanimal estará cansado y saciado, dispuesto paradescansar. Su estado mental será de calma sumisa, ypara él será mucho más comprensible que tenga queestar quieto el resto del día. Así tampoco tendrá unaperra hiperactiva que lo reciba echándosele encima alabrir la puerta. Otro consejo es que no le dé importanciaal momento de salir y entrar. Si excita al animal a la horade marcharse o de llegar, sólo conseguirá alimentar suansiedad.

Obsesiones/fijacionesObsesiones/fijaciones

Otra posible consecuencia de la energía no liberadapuede ser que la perra se obsesione con algo, cualquiercosa, desde una pelota de tenis hasta el gato, pero no esalgo natural ni bueno para el animal.

Una fijación es energía desperdiciada. Una perra

Una fijación es energía desperdiciada. Una perranecesita canalizar su energía de algún modo para sentirseequilibrada y serena. Un animal que viva con unapersona sin hogar pasa el día caminando y de ese modogasta su energía. Una perra que viva con un minusválidotiene el reto psicológico y físico de cuidar de la seguridadde su dueño, que es otro modo de quemar energía. Lospropietarios que corren o caminan con sus perras demodo regular ayudan a esos animales a canalizar suenergía.

Muchas personas creen que si le abren la puerta deljardín de su casa la perra trabajará lo suficientepersiguiendo a una ardilla por todo el jardín, una ardillaque, en el 99 por ciento de las ocasiones, nunca lograrácazar, de modo que la perra se pasará el día entero alpie del árbol mirando a la ardilla, fijándose en un animalal que le importa un bledo la perra. (¿Alguna vez hanvisto a una ardilla con problemas de ansiedad?). La únicaque se está volviendo loca es la perra. Toda su energíaestá concentrada en la ardilla. Ése es el modo de crearleuna fijación.

Otro modo es dejando que la perra se siente sin mása contemplar al gato, al pájaro o a cualquier otro animal

a contemplar al gato, al pájaro o a cualquier otro animalque haya en la casa. Como la perra ni muerde, ni ladra,ni gruñe, su dueño piensa que todo va bien, pero estarasí no es natural en una perra. Los ojos del animal estánfijos en un punto, las pupilas dilatadas, y a veces inclusobabea. El lenguaje corporal habla de tensión. Si elpropietario le da una orden estando en esa actitud, laperra no obedecerá. Ni siquiera moverá las orejas enseñal de reconocimiento de la voz de su amo. Cuando selleva a una perra al parque y el animal correconstantemente de aquí para allá, persiguiendo a losperros más pequeños, no se trata de un juego, sino deuna fijación. Aunque no llegue a morder, las fijacionesson peligrosas porque pueden terminar en zona roja.

Otra clase de fijación es cuando una perra seobsesiona, o si queda fija en un juguete o una actividad.¿Alguna vez se ha encontrado con una perra que sevuelve literalmente loca con una pelota de tenis, que nodeja de pedirle que se la lance una y otra vez, hasta quele desespera de tal modo que le dan ganas de arrancarselos pelos de la cabeza? Muchas veces los dueños de unaperra piensan que pueden sustituir llevar a su perra a darun largo paseo por salir a jugar con ella a lanzarle cosas

un largo paseo por salir a jugar con ella a lanzarle cosasy que el animal se las traiga. Pues bien: eso no funciona.Sí, es ejercicio, pero no la clase de actividad primariaque proporciona estar con el líder de la manada. Megusta compararlo con los parques de diversión en losque los niños juegan en piscinas de bolas, toboganes,camas elásticas, etc. Ese tipo de actividad frente allevarlos a cIases de piano. Las piscinas de bolas lostendrán subiéndose por las paredes. Eso es excitación.Las lecciones de piano les proporcionarán un desafíopsicológico. Eso es sumisión serena. Jugar a lanzar cosasa nuestra perra es excitación; un paseo es sumisiónserena. Si el dueño no sale a pasear con su perra y selimita a lanzarle cosas, el animal tendrá que apurar eserato de juegos porque es su único modo de deshacersede la energía que le sobra. Hará ejercicio, pero su mentepermanecerá ansiosa y excitada. Jugará hasta caerrendida, lo que ocurrirá mucho después de que su dueñose agote y, al mismo tiempo, se acelerará de un modoque nunca le habría ocurrido en estado salvaje. Cuandolos lobos o los perros salvajes cazan, están muyorganizados. Muy serenos. No se obsesionan con lo queestán cazando. Se concentran, eso sí, pero no se

están cazando. Se concentran, eso sí, pero no seobsesionan. La concentración es un estado natural. Laobsesión, no.

El problema es que a los dueños de las perras esasfijaciones les parecen «graciosas» o «divertidas».«¡Cómo le gusta jugar al Frisbee!», «Le encanta jugarcon esa pelota». Eso no es saludable. Una fijación caninaes igual que una adicción en un humano y puede resultarigual de peligrosa. Imagínese a un adicto al juego en LasVegas: sentado toda la noche ante una máquina metiendomonedas por una ranura y tirando del brazo mecánicodurante horas sin fin. Eso es una fijación. Fumar, beber,cualquier cosa que no se pueda controlar y en la que nohaya límites, es una fijación. Una situación en la queusted ya no tiene el control. En el caso que nos ocupa, esla pelota la que controla a la perra. O el gato. O laardilla. Algunas perras se fijan de tal modo con un objetoque morderán o atacarán a otra perra o persona queintente quitárselo. Es decir: que si no se anda concuidado, irá de cabeza a la zona roja.

En el Centro de Psicología Canina, si vamos a jugarcon una pelota, me aseguro de que antes todo el mundoesté tranquilo. Si he de darles la comida, todos han de

esté tranquilo. Si he de darles la comida, todos han deestar tranquilos. Si voy a darles afecto, primero, todosdeben estar tranquilos. Nunca les doy algo si antes noestán sumisas. Así es como consigo que una perrarecupere la normalidad, porque sabe que no conseguiránada si no lo está. Así es como consigo que cincuentaperras jueguen con una pelota pequeña sin que nadieresulte herido. Del mismo modo, nunca jugamos nicomemos sin haber hecho antes algún ejercicio vigoroso:caminar, correr o patinar. Dar antes rienda suelta a laenergía es vital.

Las perras con fijaciones pueden agotar nuestrapaciencia. Mucha gente intenta razonar verbalmente conla perra cuando está obsesionada con su juguete favoritoo con una pelota de tenis. Del razonamiento se pasa a lasórdenes del tipo «No, déjalo. Suéltalo. ¡Suéltalo!». Esosólo sirve para crear más excitación e inestabilidad en elanimal porque, cuando se llega a ese punto, el humanoya está frustrado y enfadado porque la perra no haescuchado ni una palabra de lo que le ha dicho en losdiez minutos precedentes. Entonces el dueño toma ladecisión de agarrar a la perra físicamente y quitarle elobjeto en cuestión, de modo que lo que está haciendo es

objeto en cuestión, de modo que lo que está haciendo esproyectar una cantidad tal de energía frustrada einestable que la fijación del animal empeora.

Desenfadando a JordanDesenfadando a Jordan

El caso más físicamente agotador que he tenido en laprimera temporada de mi programa televisivo fue el deJordan, un bulldog con múltiples obsesiones. El dueño deJordan, Bill, buscaba un bulldog tranquilo y de pocaenergía, y así parecía ser Jordan cuando lo escogió en sucamada, pero al crecer el animal se convirtió en un canhiperactivo, dominante y obsesivo. Tenía fijación porcualquier cosa que pudiera quedar a su alcance: unmonopatín, un balón de baloncesto, la manguera…Cogía el objeto con la boca y no había manera de que losoltase. Bill y su familia habían intentado hacerprecisamente lo peor que se puede hacer con un animalque tiene un objeto en la boca: tirar de él. Al intentarquitarle el monopatín o el balón, estaban activando suinstinto de presa, lo que lo hacía volverse aún más loco.La energía de Bill tampoco ayudaba mucho al caso. La

La energía de Bill tampoco ayudaba mucho al caso. Lapaciencia es una virtud cuando hay que tratar con unamente obsesiva. Por su puesto también lo es la energíaasertiva y serena. Exteriormente Bill parecía unmuchacho tranquilo y acomodadizo, pero en el fondo eraun ser siempre tenso y propenso a la frustración.¿Recuerdan cuando les dije que la energía no sedestruye? Bill no consiguió engañar a Jordan. Su energíafrustrada y pasivo-agresiva se reflejaba en las obsesionesde Jordan.

Cuando se está rehabilitando a una perra, suele sermás fácil corregir un estado mental dominante y agresivoque otro hiperactivo-obsesivo. Jordan no fue unaexcepción. Empecé con el monopatín. Ya que losbulldog suelen acalorarse y cansarse fácilmente meimaginé que no necesitaría esforzarme mucho para agotarla energía de Jordan, pero me demostró que meequivocaba y mucho. El bulldog era un can pequeño,pero firme. Con cada objeto, en lugar de arrebatárselo,lo desafiaba a alejarse de él y luego me lo quedaba yo.Cada vez que hacía ademán de avanzar, yo le respondíacon un tirón de la correa. Con ello consigo enviar unmensaje al cerebro que le haga comprender que lo que

mensaje al cerebro que le haga comprender que lo quequiero es sumisión. Me acercaba a él en lugar dealejarme, y seguía proyectándole la misma energíaasertiva y serena hasta que por fin conseguía entenderlo,pero después de haber vivido tanto tiempo en ese estadoobsesivo no le resultaba nada fácil. Al final de cadasesión yo terminaba sudando como un pollo.

Trabajar con Bill, el dueño de Jordan, era la siguientetarea. Tenía que hacerle comprender cuál era su parte enla ecuación. Necesitaba ser más paciente y mostrarsemás sereno y más firme. Tengo la convicción,corroborada por la experiencia, de que los animalesllegan a nuestra vida por algún motivo: para enseñarnoslecciones importantes y hacer de nosotros mejorespersonas. Jordan desde luego estaba tocando todos lospuntos flacos de Bill. Quizá si Bill hubiera tenido un perromenos energético y más apacible, nunca se habríaenfrentado al reto de cambiar. Bill adoraba a Jordan, yestaba muy motivado para transformarse en una personamás equilibrada y que de ese modo Jordan setransformase en un perro más equilibrado.

Un can obsesivo necesita encontrar una salida paratoda su energía contenida, y ese cauce es el paseo.

toda su energía contenida, y ese cauce es el paseo.También necesita un dueño que esté ahí y que sepaapartarlo de ese estado cuando el animal empiece aobsesionarse con algo. No se puede esperar a que lleguea fijarse con algo, y reconocerá sin dificultad cuandoempieza su perro a entrar en esa situación. Su lenguajecorporal cambiará. Lo notará tenso, con las pupilasdilatadas. Cuando esto ocurra, tendrá que devolverloinmediatamente a un estado tranquilo y sereno con lacorrección adecuada. Aconsejé a Bill que primero lediera un largo paseo a su perro y que después le pusieradelante el objeto en cuestión y no le permitiera ir a porél. Si el perro ha estado sumido en esa situación durantemucho tiempo, tendrá que repetir el ejercicio una y otravez, y otra… quizá durante un mes si la fijación estáverdaderamente enquistada. Como dicen en AlcohólicosAnónimos: día a día. Si uno hace cosas negativas demanera continua en su vida (fumar, beber, comer enexceso), hay que emplear la misma coherencia cuando sepretende reemplazar esas cosas con actividadespositivas. Rehabilitar a un perro obsesivo puede parecermuy trabajoso, y verdaderamente puede serlo, pero

debemos hacer el esfuerzo necesario para recuperar elequilibrio. Se lo debemos a nuestros perros.

FobiasFobias

¿Se acuerdan de Kane, el gran danés que teníamiedo de los suelos brillantes? Su ejemplo ilustraperfectamente lo que es una fobia. Una perra puededesarrollar una fobia casi por cualquier cosa, desde unpar de botas en particular, pasando por otro animal,hasta un tipo determinado de persona. Las fobias son,simplemente, temores que la perra no ha podido superar.Si la mente de una perra no es capaz de pasar páginatras haber sufrido un incidente aterrador para ella, esemiedo puede transformarse en una fobia. En el mundosalvaje un animal aprende del miedo. Un lobo aprende aevitar las trampas. Un gato aprende a no jugar conserpientes. Pero los animales no conceden granimportancia a las cosas que los asustan. No les hacenperder el sueño. Experimentan la emoción, aprenden deella y siguen adelante con su vida. Los humanos les

ella y siguen adelante con su vida. Los humanos lescreamos las fobias con nuestras reacciones ante susmiedos. Los bloqueamos. Marina, la dueña de Kane,alborotó mucho cuando su perro se escurrió por primeravez en un suelo brillante, y después cometió el error deconfortarlo cada vez que el animal estaba cerca delobjeto de su fobia.

Aun en el caso de que desconozcamos la causa de lafobia de una perra, ¿adivina qué puede provocar ointensificar su fobia? Lo ha adivinado: una vez más, darleafecto en el momento equivocado. Cuando un niño tienemiedo, lo consolamos y le damos amor y cariño. Eso espsicología humana. Cuando una perra tiene miedo, laconsolamos y le damos amor y cariño. Eso es psicologíahumana, y no canina. ¡Una perra no le mostraría cariño aotra perra que tiene miedo! La respuesta correcta a lafobia de una perra es mostrarle nuestro liderazgo. Enprimer lugar hay que vaciar a la perra de su energía,puesto que una fobia es el trastorno contrario a laobsesión y hay que aplicar los mismos principios. Si unaperra está cansada y relajada, es mucho menos propensaa la fobia, y mucho más receptiva a un líder de la manadaque la ayude a superar sus miedos.

que la ayude a superar sus miedos.

Baja autoestimaBaja autoestima

La autoestima no es una dificultad, pero forma partede muchos de los problemas que padecían las perras alas que he tenido que tratar. Lo que quiero decir alhablar de la autoestima de una perra no es lo que elanimal pueda pensar sobre su aspecto o si es popular ensu entorno o no lo es. Para mí la autoestima en una perraestá relacionada con la energía, la dominación y lasumisión. Las perras con baja autoestima son sumisas,débiles tanto corporal como psicológicamente y puedenpadecer miedos, pánico o fobias. Normalmente suelenmostrar ansiedad o comportamientos agresivos inducidospor el miedo (como en el caso de Josh o Pinky) opueden resultar ser simplemente tímidas irrecuperables.

Los canes con baja autoestima pueden desarrollarobsesiones, pero de un modo distinto que un perrodominante y energético como Jordan. Tomemos elejemplo de Brooks, un entlebucher o perro de montañasuizo. De cachorro, Brooks era un perro muy tímido y,

suizo. De cachorro, Brooks era un perro muy tímido y,como consecuencia de la mordedura de un perro vecino,se volvió todavía más temeroso. Se acobardaba eintentaba esconderse cuando alguien pretendíaacariciarlo. Al tener baja su autoestima, se siente como sitodo el mundo fuera a atacarlo y siente miedo. Un díaalguien jugó con él a perseguir la luz de un apuntadorláser, uno de esos chismes que envían un punto de luz alotro lado de la habitación. El juego le encantó, porqueera su única oportunidad de perseguir algo. ¡Algo huía deél para variar! Experimentó lo que era dominar algo ysentirse bien consigo mismo, y pudo dar rienda suelta atoda la energía que tenía almacenada en susinseguridades persiguiendo la luz. A partir de aquelmomento Brooks empezó a obsesionarse con la luz. Sedistraía constantemente con rayos de sol, reflejos,patrones de luz y sombra. Sus dueños, Lorain y Chuck,ni siquiera podían sacarlo de paseo sin que el animalsaliera disparado tras el primer reflejo que se leapareciera. En la mente de Brooks la luz se convirtió enel único modo de liberar energía. En su inseguridad la luzera algo que podía intentar controlar, una obsesióncreada directamente por su falta de ejercicio físico y su

creada directamente por su falta de ejercicio físico y subaja autoestima.

A diferencia del dominante y energético Jordan,Brooks era un débil mental, un can sumiso, de modo queapartarlo de su obsesión me costó menos de cincominutos. Sólo tuve que tirar de su correa unas cuantasveces para que lo comprendiera. Por supuesto susdueños iban a tener que seguir corrigiéndolo cada vezque empezara su fijación, pero no tardé mucho enconseguir que su obsesión quedara reducida a unrecuerdo distante.

Hay perras cuya autoestima está literalmente por lossuelos, como en el caso de Pinky. Están atrapadas porsu inseguridad. En lugar de pelear o escapar, separalizan, se esconden, tiemblan… simplemente no soncapaces de hacer lo que necesiten hacer. No mejoransolas. Necesitan nuestra ayuda.

Los canes con baja autoestima necesitandesesperadamente encontrar un líder. Quieren que se lesdiga lo que deben hacer. A veces sólo en ese momentoconsiguen relajarse, como en el caso de Pinky. Esa clasede perra responde bien a la imposición de reglas ylímites. El poder de la manada las ayudará a mejorar

límites. El poder de la manada las ayudará a mejorarrápidamente. Estar con más perras es una terapia muyefectiva en el caso de animales con baja autoestima, peroel tiempo que permanezcan en la manada debe serseguido muy de cerca al principio por el instinto naturalde la perra de atacar a las débiles. Poco a pocomejoran, pero necesitan la guía firme de su líder humanode la manada.

Una última cuestión sobre la autoestima. Laautoestima de una perra doméstica no debe ser tampocomuy alta. En la naturaleza sólo el líder de la manadapuede pasearse con la cola alta y sacando pecho,proyectando su energía dominante sobre los demás. ¡Ysi es usted el líder de la manada ante su perra, el únicoque tendrá derecho a sacar pecho en la casa será usted!Cuando llego a una casa en la que los humanos andancomo de puntillas junto a la perra, cuando el animal es untoro y todo el mundo intenta evitarlo, entonces sé que elanimal en cuestión debería sentirse algo menos orgullosode sí mismo. El líder de la manada debería bajarle unpoco los humos. Eso no quiere decir en ningún caso quese deba maltratar físicamente al animal o humillarlo deningún modo. Y no olvide que a él nunca le importará

ningún modo. Y no olvide que a él nunca le importaráque sea usted su líder. Puede que al principio se resistaalgo, principalmente con el fin de ver hasta dónde puedellegar, pero no se lo tomará a mal una vez que le hayademostrado que su energía es más fuerte que la de él.

PrevenciónPrevención

Todas las dificultades que he presentado aquípueden evitarse si usted no olvida que su perra es eso,una perra, no un ser humano, y si le concede laimportancia debida a trabajar para llenar la vida de superra como ella llena la suya. En el capítulo 7 describiréel sencillo método que sigo yo para crear una perra felizy equilibrada, pero antes quiero tratar los casos másgraves en los que se solicita mi ayuda: casos deagresividad en «zona roja».

66Perros en zona rojaPerros en zona rojaAgresividad peligrosaAgresividad peligrosa

Imagínese lo siguiente: vuelve usted a casa, a su piso, trashaber hecho algo de compra. El ascensor se detiene ensu planta y las puertas se abren silenciosas. Lo primero ylo último que ve son dos presas canarios de casi sesentakilos que se sueltan de la correa de su ama y seabalanzan contra usted.

Así terminó la vida de Diane Whipple, una joven de33 años entrenadora de lacrosse que vivía en SanFrancisco, en enero de 2001. Los dueños de los perroshan sido condenados por asesinato involuntario y hanpasado cuatro años en la cárcel. Puede que ésta sea la

pasado cuatro años en la cárcel. Puede que ésta sea lamuerte más famosa por ataque de perro en EstadosUnidos, pero no es la única ni mucho menos. De media,dieciocho personas mueren al año por ataques deperros[1]. Gastamos más de ciento sesenta y cincomillones de dólares en tratar al casi millón de mordedurasgraves que ocurren cada año[2]. Las mordeduras deperros son responsables del 44 por ciento de lostraumatismos faciales que se atienden en los hospitalesde Estados Unidos[3]. Y trágicamente, el 60 por cientode las víctimas de mordeduras en la cara son niños[4]. Lamayoría de los perros responsables de las mordedurasengrosarán las estadísticas: son parte de los dos millonessetecientos mil animales que son sacrificados en losrefugios cada año[5].

No olvide que los animales no premeditan esosataques. No son «asesinos natos», y tampoco se hantransformado de la noche a la mañana en asesinos. Adiferencia de un asesino humano sentenciado a muertepor sus crímenes, ninguno de estos animales distingueentre el bien y el mal, y no tienen el concepto dearrebatar la vida a nadie, ya sea animal o humano. Como

arrebatar la vida a nadie, ya sea animal o humano. Comohe dicho antes, no hay moralidad en el reino animal; sólosupervivencia. Si los perros recurren a la violencia esporque actúan movidos por el instinto de supervivenciaque les empuja a luchar o huir. Las agresiones peligrosasno son la causa, sino el resultado de un problema decomportamiento del animal. Y en un número mayor decasos de lo que cabría esperar el comportamientoagresivo de un can ha sido deliberadamente exacerbadoe incluso animado por los mismos humanos quesupuestamente son sus cuidadores.

En la naturaleza los perros son predadores y estánprogramados para defender físicamente sus territorios.Pero la agresión contra los humanos u otros perrosnunca debería permitirse en los canes domésticos queviven con nosotros. En ningún caso. Si vamos a ser loslíderes de nuestros perros, la primera norma de lamanada debe ser «¡Prohibidas las agresiones violentas!».

Mi reputación como especialista en comportamientocanino proviene de la rehabilitación de las razas másimponentes de perros: pitbull, rottweiler, bóxer y pastoralemán. Me encantan los perros fuertes y musculososaunque hay que reconocer que no son adecuados para

aunque hay que reconocer que no son adecuados paracualquiera. Desgraciadamente cuando la dueña de unperro no puede manejar a animales tan llenos de energíay fuerza, ella misma, el animal y a veces cualquierinocente que se tope con ellos puede sufrir.

Tengo la convicción de que más del 90 por ciento delas agresiones en zona roja se pueden evitar. La mayoríade casos en que se requiere mi intervención esprecisamente ése el motivo: comportamiento agresivo. Yen los más de veinte años que llevo trabajando conperros sólo he conocido dos casos en zona roja que nopodían rehabilitarse para vivir con humanos. Basándomeen mi propia experiencia, quizá el 1 por ciento de todoslos perros que han acudido a mí con problemas deagresividad tienen un desequilibrio mental o suconvivencia con humanos los ha dañado de tal modo queno pueden reinsertarse con garantías en la sociedad. Elresultado de estas situaciones es que estamosconduciendo a la muerte a muchos animales que no se lomerecen porque su único delito ha sido encontrarse conuna cuidadora inadecuada.

Definición de la «zona roja»Definición de la «zona roja»

La primera vez que me encontré con un animal enzona roja fue en Estados Unidos. Antes había vistoperros rabiosos, perros que se peleaban los unos con losotros, pero, cuando uno de los canes establecía sudominancia consiguiendo que el otro se tirara al sueloante él, la contienda casi siempre terminaba ahí. En lanaturaleza el comportamiento amenazador suele bastarpara evitar la agresión. A menos que un animal sea débily deba ser ejecutado por la manada, mantener lasagresiones al mínimo es algo que beneficia al grupo en sí.Antes de llegar a Estados Unidos nunca había visto unperro que no detuviera su comportamiento agresivo, bienfuera tirando al otro perro al suelo, persiguiendo oasustando a una persona, una vez que le hubieranpropinado un mordisco de advertencia. Pero la zona rojaes una cuestión completamente distinta. Se trata dematar, ya sea a otro animal o a un ser humano. No tienenada que ver con la dominancia ni con la territorialidad.La intención del perro es asaltar a su objetivo hasta

acabar con él. Hasta arrebatarle la vida.Un can en zona roja no te escucha ni aunque lo

sujetes. No importa si ese perro ha sido tu compañerode toda la vida ni que duerma en tu misma cama. Unavez que se le enciende esa luz roja en el cerebro es comosi tú dejaras de existir. El animal forcejeará contigo ypreferiría morir que cesar en el ataque. Puedes golpearleo gritarle, que no te oirá. Nada le afecta. Su misión esmatar y está por encima de cualquier dolor que puedasinfligirle, y de hecho gritar o golpear a un perro en eseestado sólo acelerará o intensificará su estado letal. Es unperro con una fijación… pero una fijación mortal.

Que un animal alcance esa zona roja no es algo queocurra de la noche a la mañana. Por eso resulta tantrágico que sea evitable.

Bombas de relojeríaBombas de relojería

«Nunca me hubiera imaginado que fuese capaz dehacer algo así. ¿Cómo anticiparse a semejante cosa, aalgo tan grotesco? ¿Cómo puedes anticiparte al hecho

algo tan grotesco? ¿Cómo puedes anticiparte al hechode que un perro que conoces, que es amable, cariñoso ytranquilo, pueda hacer algo tan horrible, tan brutal yespantoso?[6]»

Éstas son las palabras que Marjorie Knollerpronunció en su propia defensa en el juicio por asesinatode Diane Whipple. Irónicamente, Marjorie y sucompañero Robert Noel parecían ser los únicos en subarrio de San Francisco que no habían «anticipado» uncomportamiento tan «grotesco» en su pareja de presascanarios cruzados con mastín, Bane y Hera. Ambosanimales estaban ya en zona roja cuando los dosabogados los adoptaron y, en palabras de un veterinarioque les envió una carta de advertencia sobre susanimales, ambos eran «una bomba de relojería» a puntode estallar.

La historia de esa absurda y evitable muerte empezócon un interno de la prisión de Folsom a quien Marjoriey Robert defendían, y a quien pertenecían los animalesque, quién sabe por qué, acabaron adoptando. El internoestaba intentado poner en marcha desde la cárcel unnegocio ilegal de cría de presa canario. Razas tanpoderosas como los presas canario, el mastín napolitano

poderosas como los presas canario, el mastín napolitanoy los pitbull son explotadas por su fuerza extrema y sustendencias territoriales, y desgraciadamente seencuentran condenados a llevar una existencia de«gladiadores» en peleas ilegales de perros o comoguardas de lugares en los que se trafica con drogas,laboratorios de fabricación de sustancias estupefacientesy otras actividades delictivas.

En el caso de San Francisco los dos presas, Bane yHera, había estado al cuidado de una mujer que teníauna granja cerca de la cárcel. Los animales atacaron ymataron varios pollos, una oveja y un gato, y la mujerdecidió que no quería saber más de ellos; muerta demiedo los ató en un rincón remoto de la propiedad, locual sólo sirvió para aumentar su frustración y suagresividad. Por fin el recluso convenció a sus dosabogados de ciudad de que adoptasen a los perros.

Con la experiencia de matar animales indefensos enla granja Bane y Hera estaban ya en la zona roja. Nadielos corrigió después de lo que hicieron. Se limitaron adesterrarlos al rincón. Los dos perros acabaron en laciudad a cargo de unos dueños inexpertos, encerradosen un piso de un solo dormitorio, lo cual siguió

en un piso de un solo dormitorio, lo cual siguióacrecentando su frustración. Recibieron mucho afecto desus nuevos dueños, pero el modo en que se lo devolvían,saltando sobre ellos, era sólo otra forma de dominación.Parece ser que los sacaban a menudo a pasear, pero losperros iban siempre delante, arrastrando prácticamente asus dueños y dominándolos durante todo el paseo. Trasla tragedia varios testigos dijeron que habían visto aMarjorie Knoller persiguiendo prácticamente a losperros, que tiraban de sus correas totalmente fuera decontrol.

En la ciudad no había ovejas o pollos sobre los quedesatarse. Los índices bajos de energía que presentíanprovenían siempre de seres humanos. Cuando entrabanen el ascensor de su casa, lo único que tenían que hacerera gruñir para que nadie se atreviera a entrar. La gentese hacía a un lado cuando veía a aquellos dosformidables animales en la calle, una relación causaefecto que hacía crecer su sentido de la dominación.Para ellos un humano que proyectaba temor no eradistinto a un pollo o una oveja que les temiera. El miedoes siempre miedo. Es debilidad. Energía débil. Nadiehabía puesto coto a su comportamiento agresivo y

había puesto coto a su comportamiento agresivo ydominante cuando atacaron a los animales en la granja, yseguían sin hacerlo. Los perros no tenían ni idea de porqué la mujer de la granja los había apartado; sólo sabíanque un comportamiento dominante y agresivo era elmodo de sobrevivir y de conseguir lo que querían. ¿Porqué iban a cambiar?

Ojalá se pudiera dar marcha atrás al reloj y que estahistoria no llegara al mismo final. Empezaría preparandoa estos perros desde el primer día para hacerlescomprender que la agresión no es aceptable. Punto.Hacer algo así con una raza tan fuerte de perro requieregrandes cantidades de trabajo y energía. Lo ideal seríaque esta clase de animal realizase entre cuatro y ochohoras de ejercicio y actividades primarias al día.Deberían haber sido socializados desde que erancachorros para aceptar a otros animales y a otros perroscomo miembros del clan, y por supuesto a los humanos(y muy especialmente a los niños) como líderes de lamanada. Nunca se les debería haber animado aparticipar en juegos de tira y afloja o de pelea. A medidaque el perro se hace mayor, siempre va a terminarganando en esa clase de juegos, lo que va a hacer crecer

ganando en esa clase de juegos, lo que va a hacer crecerla percepción que el animal tiene de su propiadominancia. Sus amos nunca deberían haber usado eldolor como forma de castigo. Estos animales hubierannecesitado un humano excepcionalmente fuerte, firme ysereno como líder de su manada.

Para aquellos que aducen que la culpa recae sobre laraza del perro, es cierto que los presas, los mastinesnapolitanos, los pitbull y los rottweiler fueron criados ensus inicios para ser los «gladiadores» caninos, pero sonanimales y perros antes que razas. Esa misma intensaenergía puede ser dirigida y canalizada hacia otrasactividades. Los humanos también eran gladiadores en elpasado, pero en la actualidad esa energía se hacanalizado en el baloncesto, el béisbol, el fútbol y eljockey. Los presas canarios se criaron originalmentepara ser perros de guarda, pero en España también seles dieron labores de pastoreo. Y un perro pastor nomata al ganado al que defiende. Los presas y susparientes han demostrado ser magníficos perros deexposición. Su energía física y psicológica se ha volcadoen un espléndido comportamiento en las exhibiciones.

La raza no tiene por qué determinar necesariamente

La raza no tiene por qué determinar necesariamenteel comportamiento de un perro, pero los canes de granenergía tienen necesidades especiales y necesitantambién de personas especiales, dedicadas yresponsables. Desgraciadamente esos dos abogados noestaban preparados para hacerse cargo de unos animalesasí. Llevaron a los perros a recibir clases de obediencia,pero, como usted ya sabe a estas alturas, aprender aresponder a órdenes no sirve para eliminar el miedo, laansiedad el nerviosismo, la dominancia o la agresividadde un perro.

Los dueños dijeron que «adoraban» a sus animales,pero, como ya hemos visto, el afecto no es lo quenuestros perros necesitan de nosotros por encima detodo. También necesitan reglas y límites, y, según declaróun testigo en el juicio, daba la impresión de que losdueños de los perros eran negligentes o, siendogenerosos, poco firmes con las reglas. Un vecino al queuno de los perros mordió dijo que el único comentarioque hizo Robert Noel después del incidente fue:«Mmm… qué interesante». Otros testigos declararonhaber visto a los dos perros atacar a otros perros un parde días antes del asesinato. Una mujer que se dedicaba

de días antes del asesinato. Una mujer que se dedicabade modo profesional a pasear los perros de otraspersonas testificó que cuando le sugirió a Noel quepusiera bozal a sus perros él la mandó al cuerno y lainsultó.

Diane Whipple, la víctima inocente, también habíarecibido un mordisco de uno de los perros, y desdeaquel día les tenía un pánico atroz, hasta tal punto quecambiaba de camino con tal de no acercarse a ellos en eledificio. Los propietarios de los perros no sólo no sedisculparon tras el incidente, sino que tampoco buscaronayuda profesional que garantizara que no fuesen unpeligro en el futuro. Puesto que no hicieron nada denada, garantizaron con su pasividad que la siguienteocasión en que los animales se encontraron con latemerosa Diana Whipple volvió a convertirse en suobjetivo.

El ataque que sufrió aquella mujer fue digno de unapelícula de terror. Duró entre cinco y diez minutos, y elforense declaró que sólo las suelas de los zapatos y laparte superior de la cabeza estaban intactas. Murió en elhospital apenas transcurrida una hora del ataque. Dosmuertes innecesarias siguieron a la tragedia: la de Bane y

muertes innecesarias siguieron a la tragedia: la de Bane yHera. Bane, el macho, recibió la eutanasia el mismo díadel ataque. Yo ofrecí mis servicios para rehabilitar aHera. Aquellos perros no eran asesinos natos, sino quelos humanos les habían enseñado a serlo. Pero a pesarde que estoy convencido de que Hera habría podidotener la posibilidad de rehabilitarse la opinión pública yahabía sellado su suerte. Aunque hubiese sido capaz decambiar su comportamiento, nadie habría vuelto a confiaren ella.

Creando un monstruoCreando un monstruo

Antes he dicho que los líderes de la manada nacen,no se hacen. Los perros en zona roja son el casoopuesto: se hacen, no nacen así. Los humanostransformamos a los perros en monstruos de zona roja.Empezamos ya hace miles de años con la cría de razasdestinadas a pelear, buscando determinadascaracterísticas en ellas y cruzándolos después conejemplares similares. Los pitbull y los bullterrier se

criaron en la era victoriana para la práctica inhumana delas peleas de perros y los encierros. Se los elegía por sucapacidad de morder la pata de un toro con fuerza y sinque la presión de las mandíbulas se rebajase en ningúnmomento. Los rottweiler son los descendientes de losperros romanos de pastor. Viajaron con el ejércitoromano cuando éste se extendió por toda Europa,guardando a sus ingentes rebaños de ganado de losataques de lobos y otras alimañas[7]. Durante la invasiónde Bretaña en el año 55 a.C. Julio César describió cómolos ancestros de los mastines peleaban al lado de susamos. Aquellos perros mostraban tanto valor que se losllevaron a Roma y allí los enfrentaron a otros perros, atoros, leones, tigres e incluso gladiadores humanos en elCirco Máximo[8]. Aquellos antiguos mastines eran losancestros de Bane y Hera, los presas canarios quemataron a Diane Whipple.

Criábamos aquellos perros para ser guerreros, perobajo su armadura son sólo perros, unos con armas máspoderosas que otros. No empiezan su vida como seresagresivos y peligrosos; podemos socializarlos desdecachorros para que se lleven bien con niños, humanos e

cachorros para que se lleven bien con niños, humanos eincluso gatos y otros animales. Aunque combatir lo llevanen la sangre, necesitan que se les guíe para que aflore eseinstinto. En la Norteamérica contemporánea las peleasde perros son ilegales, pero son mucho más habitualesde lo que cabría esperar. Las criadoras de pitbull creenque el único modo de preservar la «pureza» de la líneaamericana de pitbull terrier es demostrar su coraje, esdecir, su capacidad para luchar hasta la muerte. Por elloorganizan eventos en los que lanzan a sus perros a unring y eliminan a los que consiguen sobrevivir pero noestán al nivel que ellas esperan. Los animales que pierdenbien son asesinados por sus propietarias o abandonadosen la calle. A veces tienen suerte y los recoge algunaorganización de rescate. Normalmente son los serviciosde control animal quienes los recogen y acabansacrificándolos si no consiguen encontrarles una casa,normalmente por la sencilla razón de que tienen la formade un pitbull, un presa o un Rottie. Y a veces atacan ymatan a otros perros… o a alguna persona.

Últimamente se ha puesto de moda entre los«machos» y los miembros de pandillas llevar perroscorpulentos y duros a su lado, que esgrimen como si

corpulentos y duros a su lado, que esgrimen como sifuera artillería de cuatro patas. Las peleas ilegales deperros han llegado a convertirse en una actividad popularentre las bandas. En ellas se apuestan fuertes sumas aqué perro quedará vivo al final del combate. Sinembargo, no hay que pensar que las peleas de perrosson sólo cosa de bandas y delincuentes. Según el NewYork Daily News en Estados Unidos existe una tramasubterránea que organiza peleas de perros en las quemiles de dólares cambian de mano.

«Somos como una sociedad secreta en el últimodeporte no sistematizado que queda», presume lapersona cuyas palabras recoge el artículo. «Tenemosaficionados de todas las clases sociales: celebridades,gente de Wall Street y gente corriente también»[9]. Noimporta de dónde provengan esos animales; loverdaderamente estremecedor es que a quienes les gustasemejante deporte sangriento llevan a veces a sus hijos,lo que crea un círculo vicioso de brutalidad. Estáninsensibilizando a la nueva generación ante la crueldadhacia los animales, y hacia la violencia en general.

Las criadores de pitbull, presa canario, mastínnapolitano y otros perros para peleas transforman a esos

napolitano y otros perros para peleas transforman a esosinocentes perros en asesinos abusando de ellos. Cuandoson jóvenes, no se les permite ser cachorros; tienen queser guerreros constantemente. Empiezan golpeándolos enla cabeza a una edad temprana, dándoles comida consalsa picante, haciéndolos rabiar, dejando que losataquen perros de más edad… todo porque creen queasí se harán duros. Los golpean y los pinchan hasta queconsiguen que enseñen los dientes, y en ese punto dejande hacerlo. De ese modo aprenden a enseñar los dientescomo acto de supervivencia. Compran pollos y dejanque el perro los persiga, alabando su comportamiento.Después atan al pollo para que el perro pueda aprendera matar, y el animal no tiene elección posible. Cuandodejan de serles útiles, se desprenden de ellos como sifueran basura, a veces abandonándolos en algúndescampado o simplemente en la cuneta de cualquiercarretera. Ésa es la razón de que puedan verse tantosperros de razas fuertes, pitbull, cruces de pitbull, bóxer,rottweiler, mastines y pastores alemanes en los refugios.Muchas veces se considera imposible encontrarles casay terminan durmiéndolos. Mi Centro de PsicologíaCanina es el hogar de muchos perros que fueron

Canina es el hogar de muchos perros que fueronconsiderados causas perdidas antes de que llegasen amis manos para ser rehabilitados. Algunos de estas«causas perdidas» están ahora viviendo felices confamilias o son grandes trabajadores para la policía o paraorganizaciones de búsqueda y rescate.

Para quienes se dedican a criar pitbull y otras razasdestinadas a actividades ilegales todo se reduce acuestión de imagen. Creen que pasearse con un perromusculoso lleno de cicatrices, con las orejas destrozadasy una cadena al cuello les confiere el aspecto de chicosduros y ganan automáticamente el estatus de tipos malos.Por suerte para sus perros, o al menos para aquellos quesobreviven y llegan a tener la oportunidad de serrehabilitados, esos «tipos duros» suelen ser malosentrenadores y peores dueños. Primero, al empezar amaltratarlos a una edad temprana, el animal queda mástraumatizado por la pelea que deseoso de mantenerla. Sevuelve temeroso, ansioso y tenso, de modo que peleasólo por temor o por la innata respuesta de luchar o huir.

La ineficacia de sus dueños es la razón de que larehabilitación de esos animales suela ser un éxito. Enprimer lugar, intento imbuir calma en ellos. El animal

primer lugar, intento imbuir calma en ellos. El animalreconoce inmediatamente que esta situación es muchomejor que la anterior por la que estaban pasando. Adiferencia de los humanos, que tenemos la capacidad (ola maldición) de mantenerlos para siempre sometidos aabusos, los animales siempre tienden al equilibrio.Automáticamente su cerebro dice «por fin puedodescansar». Es un alivio para ellos salir por fin del estadode tensión constante. Siguen siendo pitbull, en efecto,pero ante todo son perros, y los perros no tienen razonesnaturales para matarse entre sí, de modo que, cuandobloqueo esos genes, la verdadera naturaleza del perropuede florecer. El cerebro deja de enviar señales depitbull, que quedan reemplazadas por las de perro.

Razas y agresionesRazas y agresiones

Aunque no existe una raza determinada en losanimales en zona roja, es cierto que, estadísticamente,los pitbull son responsables de la mayoría de mordedurasocurridas en Estados Unidos; en concreto de 41 de las

144 víctimas mortales habidas desde el año 2000, segúnla National Canine Research Foundation (FundaciónNacional de Investigación Canina). Los rottweilerocupan el segundo puesto, con veintitrés ataques. Estascifras son el motivo de que se hayan prohibido los pitbullen doscientas ciudades en todo el territorio nacional,incluidas Miami, Cincinnati y Pawtucket, Rhodelsland[10]. En algunos estados las propietarias de unavivienda no pueden asegurarla o tienen que pagargrandes primas si son dueñas de determinadas razas. Porejemplo, la aseguradora Allstate no cubre viviendas enlas que haya pitbull, akita, bóxer, chow chow,doberman, rottweiler, presa canario o híbridos delobo[11]. Aunque el hecho de tener que pagar primasmás altas pueda ser un modo de estimular laresponsabilidad de los dueños de un perro, opino que laprohibición de determinadas razas no es la solución alproblema. [Resulta interesante que la American KennelClub (Organización Americana de Criadores) ni siquierareconozca al pitbull como una raza en sí misma]. Marcara una determinada raza con la etiqueta de proscrita es unparche fácil y rápido, pero no la solución para evitar

parche fácil y rápido, pero no la solución para evitarmordeduras y ataques.

Lo cierto es que cualquier raza de perro puede llegara constituir un caso en zona roja. Es la energía del can yel tamaño de la víctima los que determinan la extensióndel daño. Otras razas también han atacado a personas.Por ejemplo, en el año 2000, un pequeño ejemplar crucede pomerania mató a una niña de seis semanas en el surde California. En 2005 un husky siberiano, raza quesuele considerarse menos agresiva, atacó a una niña de 7años en Rhode Island con resultado fatal[12]. Elresponsable de tales hechos suele ser el dueño, y no laraza, y mucho menos el animal en sí. Del mismo modo,casi todos los perros pueden llegar a ser compañerosobedientes y buenos aunque provengan de una razaconsiderada «agresiva». No hay que olvidar que laagresión no es el estado natural del perro, sino elresultado de un desequilibrio. Todo se centra en los lazosy la relación que unan al perro con el líder de su grupo yla capacidad de éste de mostrarse sereno y firme.

TABLA 1

Emily en zona rojaEmily en zona roja

Uno de los episodios más impresionantes delprograma Dog Whisperer trataba el caso de una pitbullde 6 años llamada Emily que se hallaba en zona roja.Este caso ilustraba, entre otras muchas cosas, que,cuando creamos un estereotipo de una raza esperandosiempre de ella lo peor, el resultado suele ser quecreamos lo que más tememos.

Nadie podría imaginarse un cachorro más bonito queEmily. Desde su nacimiento resultó ser una cachorrapequeña para su raza, con una capa blanca lechosamoteada en marrón. Cuando Jessica, una adolescente,comprobó que una de esas manchas tenía la formaexacta de un corazón, supo que Emily era especial. Soncaracterísticas tan encantadoras como ésta lo que noshacen encariñarnos con un animal y animarnos allevárnoslo a casa a veces sin comprender de verdadhasta dónde llega nuestra responsabilidad para con elanimal.

Jessica se enamoró de Emily a primera vista y,actuando por impulso, se la llevó a casa. Vivía con su

actuando por impulso, se la llevó a casa. Vivía con supadre, Dave, quien siempre había permitido que su hijase saliera con la suya mientras crecía. No quería que laniña tuviese un perro y, cuando supo que el can quehabía elegido era un pitbull, se opuso todavía más.Siempre había oído que los pitbull eran animalespeligrosos e incontrolables, pero Emily, de cachorra, erael animal más encantador que había visto nunca, así que,como suele ocurrir, cedió a los deseos de su hija.

Resultó que, como Dave nunca había impuesto a suhija ni reglas ni límites, Jessica tampoco se los impuso aEmily. Al mismo tiempo Dave veía crecer a Emily concierto temor. «Algún día llegará a ser un animalpeligroso», se decía consciente o inconscientemente y,aunque quería mucho a la perra, no podía quitarse esepensamiento de la cabeza. Como he intentado ilustrar eneste libro, las ideas que tenemos sobre un determinadoanimal se transforman en energía… energía que eseanimal recoge. Nuestras impresiones acabantransformándolos en lo que son. No es que se trate de untruco de prestidigitador, sino que la energía se comunicade mil formas distintas: en el modo en que acariciamos aun perro, el modo en que nos ocupamos de él, los olores

un perro, el modo en que nos ocupamos de él, los oloresy las emociones que les transmitimos. Durante su etapade cachorro Emily vivió con un dueño que se estabapreparando para tenerle miedo. Andaba como depuntillas junto a ella sin poder dejar de pensar quecuando fuera mayor sería un enorme y malvado pitbull, ymientras tanto permitiendo que corriera desenfrenadapor toda la casa, que ladrase ferozmente a otros perroscuando iban de paseo y que los dominase a él y a su hijaen cualquier actividad y en todos los sentidos.

Emily creció también en una casa en la que nuncatenía contacto con otros miembros de su especie. Eso lesocurre a muchos perros. A algunos canes dulces,despreocupados y de media o baja energía no les afecta.Pueden tener 5 años la primera vez que van a un parquede perros y actuar como si llevasen conociéndose detoda la vida. Pero muchos perros no son animalesdespreocupados. Muchos de ellos, especialmente losque han pasado por un refugio, son como Emily. Semuestran muy sensibles, irritables y extremadamentereceptivos a la energía de sus dueños. La primera vezque llevaron a Emily a dar un paseo se mostró agresivacon todos los perros que se le acercaron. Y Jessica y

con todos los perros que se le acercaron. Y Jessica yDave siempre la consolaron haciéndole mimos cada vezque el animal mostraba ese comportamiento agresivo,por lo que Emily dedujo que su papel era el de protegera la familia.

Cuando yo conocí a Emily, tenía 6 años y era unanimal dulce con sus compañeros humanos siempre queno le pidieran algo. Sin embargo, con los demás perrosestaba tan en zona roja como sea posible estarlo. Tansólo con oler a otro perro cerca de ella cuando salía depaseo se volvía loca. Ladraba, daba tirones de la correae intentaba atacar. Tan fuerte tiraba que había estado apunto de ahogarse, pero el dolor no le afectaba…síntoma claro de perro en zona roja, que son capaces dehacerse daño a sí mismos en su frenesí por matar. Davetenía miedo de que Emily no sólo hiriera a otro perro,sino a cualquier persona que se interpusiera entre ella yese perro. Preocupados por el temperamento de Emily,dejaron de sacarla de paseo. Durante años la dejaroncorretear por su modesto jardín, donde su frustración ysu agresividad siguieron creciendo. Dave y Jessicahabían creado el mismo monstruo que tanto temían: unpitbull muy peligroso.

pitbull muy peligroso.La agresividad de Emily era tan grave que me la traje

al Centro de Psicología Canina durante seis semanas, enlas que estuvo sometida a una intensiva terapia en lo quellamo Campamento Base. No cabía duda de que estabaen contacto con la parte de sí misma que era pitbull, asíque necesitaba que estuviera con la manada para quepudiera volver a entrar en contacto con la parte másprofunda de su mente en la que seguía siendo animal yperro.

Estar con animales de su misma especie tiene unprofundo valor terapéutico para los perros. Aunque notienen ningún problema en aceptarnos como miembrosde la manada, estamos condenados a hablarles parasiempre en una lengua extranjera. Los perros se hablanpor instinto. Para conseguir el equilibrio, necesitan estarcon otros perros que posean una energía equilibrada.Emily necesitaba estar con otros perros para volver aaprender a ser un perro.

Cuando llegó por primera vez al Centro y vio a mimanada de cuarenta perros que la miraban desde el otrolado de la valla, su pose de chica dura se evaporó como

por encanto. ¿Qué haría? ¿Pelear, huir, evitar osometerse? La agresiva Emily estaba paralizada. Su nivelde estrés era tan alto que vomitó tres veces antes depasar al otro lado de la valla. La hice pasar entre todosellos y permitió que la olisquearan por primera vez.Estaba aterrorizada. Pero, cuando la dejé sola en unazona aislada y vallada, se relajó. Tardó tan poco enmostrarse serena y sumisa que supe que se marcharía delCentro siendo una chica totalmente nueva.

Durante las seis semanas que pasó con nosotrostrabajé con ella a diario. En un principio la mantuveaislada, dejando que observara a la manada y los vierainteractuar los unos con los otros. Los perros aprendenmucho observando a otros perros y calibrando suenergía. Después, tras una intensa sesión de carrera opatinaje para agotar su energía, empecé a meterla con lamanada durante una hora al día, después dos, luego tresy así en adelante. Durante las primeras semanas siemprela supervisaba cuando estaba en el grupo por si eranecesario intervenir en caso de pelea. Al principio instigóuna pequeña refriega, tras la cual la hice tumbarse y lepedí que se sometiera al otro perro. Después de eso

empezó a acostumbrarse a la rutina. Cada vez que iba atrabajar con ella primero hacíamos ejercicio, ya que unamente cansada está más dispuesta a someterse. Emilyera una perra con una gran cantidad de energía y llevabaa la espalda años de energía contenida que exacerbabasu agresividad, de modo que con ella hicimos sesionesextra de carrera y patinaje. Habían transcurrido dossemanas cuando comenzó a relajarse estando con elresto de la manada.

A mitad del programa de Emily invité a Dave y aJessica a venir a visitarla. Quería observar el efecto de supresencia en sus progresos. Por su forma de andar alpasar entre la manada me di cuenta de que estabantensos. Acto seguido, como yo me temía, mientras Davela estaba paseando, Emily atacó de pronto a Oliver, unode los dos springer spaniel de la manada. Corté la peleaen cuestión de segundos, pero el resultado me habíaconfirmado lo que yo me temía desde un principio. Laenergía dubitativa de Dave, el modo que tenía de tratar aEmily como manteniendo las distancia y la enormeansiedad que experimentaba Jessica por la agresividadde su perra volvieron a poner al animal en el estado

de su perra volvieron a poner al animal en el estadodominante que siempre había experimentado estandocon ellos. Emily iba a necesitar más trabajo y pacienciapor mi parte, además de otra gran cantidad de trabajoque había que realizar con sus dueños. Tenía quehacerles comprender lo mucho que estabancontribuyendo a la inestabilidad de Emily. Fue duro paraellos oírlo porque de verdad querían al animal, y sureacción inicial fue sentirse culpables por lo ocurrido. Porel bien de su perra les pedí que se olvidaran del pasado eintentaran vivir el presente, ¡el único lugar en el que vivíaEmily! Sus deberes fueron preparase para la posición deliderazgo serena y firme que iban a tener que adoptar encuanto se llevaran a casa a Emily.

Antes de que la perra llegase al Centro realmenteexistía el peligro de que atacase y matara a otro perro.Estaba en un estado constante de tensión. Y cuando sela devolví a Dave y Jessica seis semanas más tarde, casino reconocían a la relajada y tranquila pitbull quecaminaba a mi lado. Lo más duro para ellos fue norecibirla con un efusivo abrazo para darle la bienvenida acasa. Intenté hacerles ver cómo conteniendo susemociones estaban dándole la oportunidad de ser más

emociones estaban dándole la oportunidad de ser mástranquila. Emily no se preguntaba «¿por qué no sevolverán locos al ver que estoy en casa?». Recuerdenque los perros presienten cuando estamos contentos y,sobre todo, cuando lo estamos con ellos. La clase deenergía emocional y excitada que Jessica y Dave solíancompartir con la perra debía ser atemperada porque sóloservía para crearle más excitación, y la excitación en unperro de gran energía crea un exceso que hay queliberar. Una vez que se acostumbró a estar en casa y semostró serena y sumisa Dave y Jessica pudieron darletodo el afecto que guardaban para ella. La tarea diariaque les propuse fue pasar a diario con Emily por delantede la casa de su viejo enemigo: el doberman vecino.Necesitarían paciencia y una estricta rutina. Tendrían queacostumbrarse a corregir a la perra correctamente sivolvía a mostrarse agresiva.

He de decir que no sólo le va bien a Emily en sucasa, sino que ha vuelto al Centro cuando sus dueñossalen de la ciudad. Me ha alegrado el corazón volver averla y presenciar la bienvenida que le dedicó todo elmundo como si fuera un miembro más de la manada.

Animales que han llegadoAnimales que han llegadodemasiado lejosdemasiado lejos

Aunque algunos entrenadores y etólogos no están deacuerdo conmigo, creo que hay muy pocos perros queno puedan ser rehabilitados, aunque hayan llegado a lazona roja. En mi opinión los perros de mi manada son laprueba viviente de que, si las necesidades de un can sesatisfacen diariamente, su instinto natural se inclina haciael equilibrio. Aun así, de los miles de perros con los quehe trabajado, hubo dos casos en los que no pudepermitir honradamente que volvieran a integrarse ensociedad. Nunca olvidaré a esos dos animales ni dejaréde desear haber podido hacer algo más por ellos.Trabajando con esos animales aprendí que existe laposibilidad de que un perro llegue demasiado lejos y seaimposible ayudarlo. También me mostró el daño terriblee imperdonable que un ser humano puede causar a unanimal que confía ciegamente en nosotros.

El primer perro era Cedar, una hembra de 2 añospura sangre pitbull. Cedar no era un perro de pelea, pero

pura sangre pitbull. Cedar no era un perro de pelea, perola persona que la crio la maltrató horriblemente. Recibióenormes palizas y crueldades físicas, y era obvio que suagresividad había sido alimentada y alentada. Tambiénhabía sido entrenada o condicionada para atacar a loshumanos. No intentaba morder las piernas o los brazos,sino el cuello. Sus ataques pretendían ser mortales. Estono es natural en un pitbull, una raza que no fue creadapara atacar al hombre. A gatos, cabras, otros perros…sí, pero en su naturaleza está huir de un humano o atacarsólo cuando se siente acorralado o el enemigo es muynumeroso. Resultaba evidente que un humano habíareconducido la agresividad de Cedar y le había enseñadoa atacar a las personas, hasta un punto en el que Cedarya no quería saber nada de ningún ser humano. Susanteriores propietarios la consideraban un arma, no unser vivo. Hasta que, por la razón que fuera, decidieronabandonarla.

Un buen hombre de una organización de rescate laencontró vagando por las calles. Cedar se encariñó conél. Aun los perros agresivos hacia los humanos necesitanformar una manada y crean lazos con una sola persona.Sin embargo, si alguien que no sea esa persona se acerca

Sin embargo, si alguien que no sea esa persona se acercaal perro, cuidado. Enseguida quedó claro que Cedarconsideraba al resto de humanos el enemigo. Atacaba acualquiera que se acercase a ella. El hombre que larescató pretendía hacerle un bien, pero hizo lo que todoel mundo hace en ocasiones semejantes: alimentó suagresividad con cariño y compasión. Pensaba «A mí mequiere. A mí no me hace nada». Desgraciadamente laperra atacaba a todos los demás. El refugio contactóconmigo y me preguntó si podría rehabilitar a Cedar.

En cuanto me acerqué a su cesta de transporte me dicuenta de que miraba fijamente mi cuello sin dejar degruñir. Conseguí ponerle la correa y trabajé con elladurante horas y a diario, una y otra vez, hasta que losdos quedábamos exhaustos. Tras poco más de dossemanas conseguí que se mostrara serena y sumisaconmigo, pero con nadie más. Si uno de mis ayudantesse le acercaba, Cedar cambiaba a la posición de ataqueinmediatamente, lanzándose directamente al cuello. Enese momento el refugio quiso saber si hacíamosprogresos y no me quedó otro remedio que decirles queCedar no podría volver a integrarse en la sociedad congarantías. Estaba demasiado dañada y era un verdadero

garantías. Estaba demasiado dañada y era un verdaderopeligro. Cedar sigue viva, pero está confinada con elúnico hombre en el que confía. Ningún otro humanopuede estar en la misma habitación que ella. Fue miprimer «fracaso». En toda una vida viviendo y trabajandocon perros, nunca había visto un caso así. Cedar me hizocomprender hasta qué punto se puede destrozar a unperro.

El segundo can al que no pude rehabilitar era uncruce de chow chow con golden retriever de 5 años alque llamaré Brutus. Había sido rescatado por una mujery se mostraba posesivo con ella hasta un puntoenfermizo. Tras atacar e intentar matar a su esposo lamujer acudió a mí. Brutus permaneció conmigo muchotiempo y durante una época pareció que iba mejorando.Pero de vez en cuando, si le regañaba, esperaba a queme diera la vuelta e intentaba atacarme. A diferencia deCedar, que atacaba directamente a la yugular, Brutusatacaba más bajo, pero lo hacía con todas sus fuerzas.No soltaba ni se rendía ni era predecible. Cuando lamujer que lo rescató vino al centro, le dije que, aunqueestaba más tranquilo que cuando llegó, no me parecíacompletamente rehabilitado. No podía predecir sus

completamente rehabilitado. No podía predecir susreacciones y después de todo el tiempo que habíapasado con él seguía sin sentirme satisfecho de susprogresos. A pesar de mis advertencias su dueña quisollevárselo, y una semana más tarde, cuando la llamé parapreguntarle qué tal iba, me contó encantada todos losprogresos que había hecho. Un mes después poco más omenos atacó a otro hombre.

Brutus tendrá que vivir toda su vida bajo estrechasupervisión en un refugio, y como Cedar, ha quedadocondenado a esa clase de vida por los humanos que lomaltrataron.

Ojalá llegue el día en que pueda ver con mis propiosojos santuarios creados para los perros que no puedenconseguir rehabilitarse y que no pueden convivir conhumanos. En mis sueños imagino campos de golftransformados en santuarios, con profesionales quecuidan de estos perros y que los estudian. Estos animalespueden enseñarnos mucho. Puede enseñarnos qué clasede abusos crean los perros asesinos, lo perjudicial que espara ellos vivir desequilibrados, y pueden ayudarnos adiferenciar entre perros inestables que no puedenrecuperarse y aquellos que tienen la capacidad de

recuperarse y aquellos que tienen la capacidad derecuperar su equilibrio. Podemos empezar a aprenderqué signos hay que reconocer en un perro que no puederehabilitarse. En mi opinión no se debería dormirlos. Sonanimales que mueren por lo que los humanos leshacemos y creo que deberíamos ser lo suficientementecreativos para poder encontrar el modo en el quepuedan vivir el resto de su vida tan cómodamente comosea posible.

Un perro no es un armaUn perro no es un arma

En el mundo en que vivimos todos estamospreocupados por la delincuencia y el modo en que puedeafectar a nuestras familias. Durante miles de años loshumanos han venido utilizando a los perros comoguardas y armas, tanto contra otros animales comocontra otros humanos. En la actualidad parece que a loque más tememos es a nuestros semejantes. Los perros,y particularmente las razas más poderosas, pueden serguardianes efectivos para una familia. Sin duda sirven

guardianes efectivos para una familia. Sin duda sirvencomo medida disuasoria. Las estadísticas demuestranque el 75 por ciento de las propietarias de perrospretenden que sus animales actúen como protectores desus hogares[13]. Pero, cuando insistimos en que un perrodebe ser nuestro compañero leal y adorable y, además,un arma protectora, quizá estemos pidiéndoledemasiado.

Algunos de los animales en zona roja que he descritoestaban encadenados y confinados en pequeñas áreascomo «perros guardianes» y, aunque no sufrieran ningunaotra clase de abuso, la frustración que fue creciendo ensu interior era potencialmente letal para cualquier intruso,incluyendo al cartero, un pariente o un inocente chiquilloque pasara cerca. Si su perro ataca a alguien, puedeninterponer contra usted una denuncia en la que pierdahasta la camisa y, como ocurrió en el caso de DianeWhipple, puede incluso acabar siendo condenado a penade cárcel. Por otro lado está el perro: la mayoría decanes que atacan a personas terminan recibiendo laeutanasia. Tanto la policía como la agencia de controlanimal no quieren arriesgar algo tan importante como laseguridad pública (o la opinión pública). Si está usted

seguridad pública (o la opinión pública). Si está ustedutilizando a su perro como arma de defensa personal, eslo que podría ocurrirle.

Aunque la mayor parte de mi trabajo se centra ahoraen la rehabilitación de perros, me he dedicado y sigohaciéndolo al entrenamiento de perros de guarda, perrospolicía y perros de ataque. El entrenamiento de estosanimales es todo un arte y sólo debe hacerlo unprofesional. Si usted quiere que una raza poderosa deperro sirva como protección para su casa, debe hacerlodel modo adecuado, es decir, aprendiendo ustedtambién a ser un líder sereno y firme para su perro. Sinembargo, lo primero que debe hacer es calibrarcuidadosamente todos los pros y los contras de que superro lleve una doble vida: guardián y amigo.

Una responsabilidadUna responsabilidad

Como propietarias de un perro, tenemos unaresponsabilidad tanto hacia nuestro perro como hacianuestros congéneres en cuanto al comportamiento denuestro animal. Si poseemos un perro que no ha sido

nuestro animal. Si poseemos un perro que no ha sidodebidamente socializado o rehabilitado, y que resultapeligroso para nuestros vecinos o sus perros, estamoscometiendo una imprudencia dejando que ese perroconviva en sociedad. Hay etólogos y veterinarios quecreen que el refuerzo positivo y las alabanzas sonapropiados para cualquier perro, en cualquier momentoy en cualquier situación. En mi opinión, si elcomportamiento de un perro puede ser condicionadoutilizando premios y refuerzos positivos, es que se tratade una situación ideal. Siempre es más fácil para loshumanos plantearse el entrenamiento y elcomportamiento de un perro con un enfoque positivo ycompasivo, y nunca, bajo ningún concepto, estájustificado castigar a un perro físicamente por rabia. Losperros, como todos los animales, deben ser tratadossiempre con humanidad, pero también debemos recordarque la agresividad de los canes en zona roja siguecreciendo hasta que llegan a matar o mutilar a otrosperros o, en el peor de los casos, a un ser humano. Unperro en zona roja está peligrosamente desequilibrado, yni el amor ni las alabanzas ni las galletas conseguiránevitar que sea potencialmente peligroso.

evitar que sea potencialmente peligroso.Si su perro pertenece a una raza de animales

poderosos, no puede hacer nada para controlar laenergía de las personas que lo rodean. No puedepretender que nadie se asuste de su perro, aunque elbuenazo de él nunca haya hecho daño a una mosca. Loúnico que puede controlar es precisamente a su perro, yes responsabilidad suya hacerlo debidamente por el biende las personas y los demás animales.

Los perros en zona roja necesitan saber quenosotras ejercemos el control. Eso no significa quetengamos que mostrarnos agresivas con ellos. Maltratara un perro nunca resuelve su problema de agresividad; esmás, si está ya en zona roja, sólo conseguiremosexacerbarla. Pero como sus cuidadoras deberemos serfuertes y firmes, y debemos corregir enérgicamentecualquier comportamiento no deseado o peligroso. Losperros tienen que saber que somos el líder de la manaday que siempre seremos más poderosas que ellos, y estose consigue tanto mediante nuestro estado mental comoa través de la disciplina física. Dicho esto, muchos perrosagresivos sólo pueden corregirse con la ayuda deexpertos cualificados, personas con experiencia en

expertos cualificados, personas con experiencia enmanejar esta clase de casos. Si tiene la más mínima dudade si es capaz o no de manejar a su perro, o si piensaque el animal podría ser un peligro para usted o para sufamilia, debe por su propio bien y el del perro buscar unexperto contrastado cuyas técnicas y filosofía le resultenasequibles.

Finalmente, en mi opinión ningún perro en zona rojadebería perder la vida hasta no haber agotado todos losmedios de rehabilitación posibles o haber intentadocambiarle de ubicación. Hay muy pocos albergues en elmundo en los que el fin de los perros no sea la muerte, ylos que existen están siempre saturados y escasos defondos. Las personas que trabajan en esta clase decentros comparten mi opinión de que es unaequivocación condenar a un animal a muerte cuando noes consciente moral o intelectualmente de lo que estabahaciendo. No debemos condenar a nuestros perros amuerte por haber llegado a ser el monstruo que suspropios dueños crearon… y que los perros no estabandestinados a ser.

77La fórmula satisfactoria deLa fórmula satisfactoria deCésar para conseguir unaCésar para conseguir unaperra equilibrada yperra equilibrada ysaludablesaludable

Este libro no es un manual de uso. Como ya dije en laintroducción, no estoy aquí para enseñarle cómoconseguir que su perra reconozca órdenes orales oseñales hechas con la mano; no he escrito este libro paraenseñarles cómo conseguir que su perra camine pegadaa sus talones o que haga monerías. Existen en el mercadomontones de guías y libros sobre el adiestramiento deperras, y muchos especialistas cualificados que pueden

perras, y muchos especialistas cualificados que puedenhacerlo. Pero a pesar de que mi misión principal esayudarlo a comprender la psicología de su perra,también puedo ofrecerle algunos consejos prácticos quese pueden aplicar a todos los canes, independientementede su raza, edad, tamaño, temperamento o si es unanimal dominante o sumiso. A continuación describo mifórmula en tres pasos para que usted pueda llenarsatisfactoriamente la vida de su perra. Nunca olvide queno se trata de un parche mediante el que arreglar a unanimal conflictivo. Las perras no son máquinas; no se laspuede enviar al taller para que las reparen y ya está. Sipretende que la fórmula que le propongo funcione,tendrá que ponerla en práctica todos los días de la vidade su perra.

La fórmula es muy simple: para que su perra sea unanimal equilibrado, ha de proporcionarle tres cosas:

— Ejercicio— Disciplina— Afecto… ¡y en ese orden!¿Por qué es importante el orden? Pues porque es el

orden natural de las necesidades innatas del animal. El

orden natural de las necesidades innatas del animal. Elproblema en Norteamérica es que la mayoría de lasperras reciben de sus dueños sólo una parte de lafórmula: afecto, afecto y afecto. Hay quien lo hace mejory da a sus perros afecto y ejercicio. Otros practican lastres partes, pero anteponiendo el afecto. Como he dichoya muchas veces en este libro, con esa receta seconsigue un perro desequilibrado. Sí, nuestros perrosansían recibir afecto, pero aún más ejercicio y disciplina.Sobre todo ejercicio, como verán a continuación.

EjercicioEjercicio

TABLA 2 y TABLA 3El ejercicio es la primera parte de la fórmula de la

felicidad para su perra, y es la única que no debe faltarnunca. Irónicamente es la primera cosa que la mayoríade propietarios de perras en Estados Unidos no hacennunca. Quizá sea porque los norteamericanos tienenproblemas a la hora de hacer ejercicio incluso ellosmismos y no se dan cuenta de que todos los animales,

incluidos los humanos, tenemos una necesidad innata deestar activos. Salir y movernos parece haber pasado a unsegundo plano en nuestra sociedad actual. Nuestra vidamoderna está tan ocupada que parece verdaderamenteimposible tener que añadir además la tarea de pasearcon nuestras perras, pero, si está usted decidido a asumirla responsabilidad de vivir con una de ellas, éste será elcontrato que deberá firmar: tendrá que caminar con superra. Todos los días. A ser posible dos veces al día. Yun mínimo de treinta minutos cada sesión.

Caminar con la perra es una actividad primaria queresponde a lo que su animal lleva grabado genéticamenteen el cerebro y que es migrar con la manada. Las perrasno sólo disfrutan del paseo porque así pueden hacer susnecesidades y tomar el aire, aunque sorprendentementeésta es la percepción de muchos de los dueños. Paraalgunos salir a pasear con su perra significa sacarla aljardín trasero, esperar a que haga sus necesidades yvolver a meterla en casa. Esto es una verdadera torturapara una perra. Cada célula de su cuerpo le pide a gritosun paseo. En estado salvaje las perras pasan hasta docehoras en movimiento buscando comida. Los lobos, que

horas en movimiento buscando comida. Los lobos, queson los ancestros vivientes de los perros, recorrendistancias de más de ciento sesenta kilómetros y cazandurante diez horas en su hábitat natural[1]. Obviamentelas perras poseen distintos niveles de energía, y algunasnecesitan caminar más a menudo que otras. Algunasrazas tienen genes que las empujan a caminar mástiempo, o más rápido, o a llegar más lejos, pero todas lasperras caminan. Todos los animales viajan. Los pecesnecesitan nadar, los pájaros, volar… ¡y las perrasnecesitan andar!

Caminar es la herramienta más efectiva que puedoofrecerle para que conecte con todos los aspectos de lamente de su perra: animal, perro, raza y nombre. Y todoal mismo tiempo. Paseando con ella, tendrá la capacidadde establecer un verdadero vínculo como líder de sumanada. El paseo es la base de su relación y es el modoen que una perra aprende a ser perra. Aprende sobre suentorno, sobre los otros animales y humanos que hay enél, sobre los peligros que son los coches y las cosas quehay que evitar, como bicis y monopatines. Puede hacerpis en los árboles y conocer su territorio.

Los animales necesitan conectar con el mundo y

Los animales necesitan conectar con el mundo yestar al aire libre en él. No es natural para ellos pasarsela vida dentro de casa o tras un muro. Otra parte de la«paradoja de los poderosos» de la que he hablado, esdecir, la tendencia patente en la gente muy poderosa detener perros que se sienten muy confusos, es que estaspersonas suelen poseer casas enormes y lujosas coninmensos jardines, y que por lo tanto piensan que dejarque su perro vague en ellos es suficiente ejercicio. ¡Nopiense que un jardín por espacioso que sea puedesustituir al paseo primario con su perra! Por muchoskilómetros que tenga su propiedad para su perra siguesiendo una caseta. Por otro lado, el hecho de que elanimal se pase el día vagando solo por la propiedad nole proporciona la estructura que asimila cuando caminacon el líder de su manada. Unos paseos estructurados yregulares son vitales, especialmente para perras conproblemas de comportamiento y dificultades.

Cómo dominar el paseoCómo dominar el paseo

De vez en cuando, después de atender a algún

De vez en cuando, después de atender a algúncliente nuevo y trabajar con su perra, me dicen: «Hemospagado trescientos cincuenta dólares por la consulta, ¿ytodo lo que va a decirnos es que tenemos que sacar apasear al perro?». En algunos casos sí, es así de simple.Sin embargo, tiene mucha importancia lo que yo llamo la«técnica del paseo». Hay una sola forma correcta desacar al perro a pasear y un millón de hacerlo mal. Yodiría que el 90 por ciento de los norteamericanos lohacen mal. ¿Cree que exagero? Le propongo unejercicio: acérquese a cualquier parque de una granciudad, como el Central Park de Nueva York o elGriffith Park de Los Ángeles, y observe a los dueños consus mascotas. Observe a diez, por ejemplo. Cuente encuántas ocasiones el animal va delante, sujeto por unacorrea extensible o larga. Fíjese en cuántos hay quearrastran prácticamente a sus dueños. Añada el númerode personas que están de pie, esperando pacientementea que su perra huela la hierba, los árboles, todo lo quetiene a su alrededor, completamente ajena a la presenciade su amo. Ninguno de estos amos domina la técnica delpaseo.

Del grupo que ha estado estudiando ¿cuántos

Del grupo que ha estado estudiando ¿cuántosllevaban a su perra obedientemente al lado, o inclusodetrás? No muchos, ¿verdad? Ahora vayámonos al otrolado de la ciudad, donde viven los sin techo. ¿Se apreciaalguna diferencia en el lenguaje corporal de la perra y suamo? Irónicamente los sin techo parecen tenerperfectamente controlada la técnica de pasear con superra. No son los canes quienes los arrastran, ni quienesdeciden dónde van a ir o qué van a hacer. ¿Por qué? Enprimer lugar porque viajan juntos montones dekilómetros al día, todos los días. Y segundo porque lasperras ven a sus dueños como el líder de la manada. Lossin techo no miman constantemente a sus perros,dándoles golosinas o acariciándoles todo el día…aunque la perra presiente que a su dueño le hace feliztenerla al lado. Los amos proporcionan liderazgo, alguiena quien seguir y que las llevará hasta la comida, el agua yun lugar en el que descansar. Sus vidas son simples peroestán estructuradas. Un paseo debería ser siempre así:simple pero estructurado.

La correaLa correa

La correaLa correa

En primer lugar yo suelo recomendar correas muysimples y cortas. Las que yo utilizo no tienen más decincuenta centímetros de cuerda de nailon. Claro que, sia uno le importa la moda, no tiene por qué ir tan a lobásico, pero le recomiendo, particularmente para perroscon problemas, que abroche el collar por encima de laparte superior de la cabeza del animal, y no alrededor desu cuello. La mayoría de collares se apoyan en la partemás fuerte del cuello de un perro, lo que permite alanimal mantener el control sobre la cabeza y a veces, sise trata de una raza fuerte, el control también sobre sudueño. Si quiere ver un ejemplo de cómo queda el tipode correa que yo uso, eche un vistazo al AmericanKennel Club Dog Show (Concurso de Perros de laOrganización Americana de Criadores). Así es como losconcursantes llevan a sus perras. Verá al criador y a superra correr por la zona de exhibición juntos, sin que elcriador tenga que tirar con fuerza de la correa, sólo losuficiente para mantener alta la cabeza del animal. Lasperras que participan en esta clase de concursos se

perras que participan en esta clase de concursos semuestran siempre orgullosas, van con la cabeza bien alta,porque seguramente es así como se sienten teniendo encuenta la relación entre energía y lenguaje corporal. Noes que se sientan orgullosas de su corte de pelo o de loslazos azules. A ellas no les importan esas cosas. En elmundo canino una cabeza alta es un lenguaje positivo, unsigno de una sana autoestima. Sosteniendo la correa enesta posición, se tiene el máximo control sobre el animal,ya que sólo podrá ir adonde quiera usted que vaya.

A mucha gente le gustan las correas extensiblesporque creen que la perra necesita «libertad» durante elpaseo. Habrá tiempo de compartir esa libertad mástarde, pero será la clase de libertad que usted puedasiempre controlar. A mí no me gustan esa clase decorreas excepto para los perros más dulces ydespreocupados. Aun así, la elección es sólo suya. Encualquier caso no permita que la excitación que a superra le produce verle coger la correa eche a perdertoda la experiencia. Tuve una clienta de Dog Whisperer,Liz, cuya dálmata de nombre Lola se volvía loca, dabasaltos y se subía casi a los hombros de su dueña cadavez que la veía descolgar la correa de la percha. Luego

vez que la veía descolgar la correa de la percha. Luegosalía como una bala por la puerta y con tanta fuerzatiraba de su correa flexible que a veces conseguíaarrebatársela de la mano a Liz. Ni que decir tiene queese modo no es el más conveniente de salir de casa consu perra.

Salir de casaSalir de casa

Lo crea o no, hay un modo correcto y otroincorrecto de salir de casa con su perra. En primer lugarnunca deje que sea ella quien controle la actividad, comoera el caso de Lola. Su liderazgo debe empezar antes delpaseo. No permita que su perra lleve la correa puestahasta que no se muestre sumisa. Una vez que estétranquila póngale la correa y acérquese a la puerta. Nopermita que la perra se sobreexcite otra vez mientrasesperan para salir, y si es necesario asegúrese de que laperra vuelve a mostrarse sumisa. A continuación ábrala.Usted ha de salir el primero. Esto es importante.Saliendo el primero, está diciéndole a su perra «yo soy el

Saliendo el primero, está diciéndole a su perra «yo soy eljefe dentro y fuera de casa».

Cuando camine con su perra, asegúrese de que elanimal va a su lado o detrás de usted. Cuando va pordelante o tirando de la correa, es la perra la que pasea aldueño, ella es la que dirige a la manada. Seguramenteestá acostumbrado a que su perra olisquee cada arbusto,cada árbol, planta o hierba que se encuentran. Eso esnormal en una perra, pero, cuando se ha iniciado la«migración», el animal no debe detenerse hasta que ustedse lo diga. Imagínese si una manada de lobos necesitaserecorrer unos quince kilómetros y cada miembro delgrupo anduviera a lo suyo, olisqueando árboles y hierbaen lugar de avanzar… jamás llegarían a la comida. Elpaseo es, en primer lugar, el modo de establecer elvínculo entre perra y amo y la ocasión de demostrarle suliderazgo; en segundo, un rato de ejercicio y, en tercero,el momento de que su perro pueda explorar. Debe llevarla correa con firmeza pero al mismo tiempo con el brazorelajado, como si portase un maletín. Y lo másimportante: no se olvide de su energía serena y firme.¡Piense en Oprah! ¡Piense en Cleopatra! ¡Piense en JohnWayne! Piense en cualquier experiencia en la que se

Wayne! Piense en cualquier experiencia en la que sehaya sentido fuerte y dominando la situación. Yérgase.Saque pecho. Haga lo que sea para sentir de verdad esaenergía de la que hablamos y proyéctesela a su perra através de la correa; ella recogerá cada señal que le envíe.Muchos de mis clientes se han sorprendido de lo quepueden conseguir mejorando esa energía yproyectándola en un paseo. No es magia, sino lanaturaleza puesta a trabajar. Las perras, instintivamente,quieren seguir a un líder que les inspire serenidad yfirmeza. Una vez que haya asumido usted ese papel loseguirán sin dificultad.

Cuando haya establecido un ritmo y ya hayancaminado ininterrumpidamente durante unos minutos esel momento de permitir que su perra vaya delante deusted… pero sólo un poco. Reduzca la tensión de lacorrea y deje que su perra miccione, que huela la hierbao lo que quiera hacer. Recuerde que todo debe hacerlocuando usted lo diga. Ésa es la clave. Irónicamentecuando usted le dé permiso, es probable que llamemenos su atención que si pudiera hacerlo a su librealbedrío desde el principio. Cuando salgo con mimanada de cuarenta o cincuenta perras sueltas por el

manada de cuarenta o cincuenta perras sueltas por elmonte, caminamos treinta o cuarenta minutos yo delantey ellas detrás, y luego les permito adelantarme durantecinco minutos. Ésa es la clase de «libertad» que necesitansus perras: una libertad con reglas y límites. Les permitoir a un metro o metro y medio delante de mí. Si traspasanla línea, una rápida llamada por mi parte las obligará aretroceder.

El ejercicio que más me gusta acometer con mipandilla, el que verdaderamente agota toda su energía, espatinar. Me calzo mis patines en línea y salgo con diezperras como poco de una atacada por las calles del surde Los Ángeles, por supuesto todas sujetas con suscorreas. A veces la gente me mira raro: no se puedencreer lo que están viendo. Pero a las perras les encanta.A veces tiro yo de ellas, otras ellas de mí, pero yo voysiempre al mando. Tras una sesión de tres horas ¡todo elmundo está agotado y dispuesto a permanecer sumiso ytranquilo durante el resto del día!

Cintas para correrCintas para correr

Si no puede salir a caminar con su perra tanto comosu animal necesita por su nivel de energía, una opciónviable es el empleo de una cinta para correr. La cinta nodebe convertirse en la única forma en que camine superra, porque no olvide que necesita salir con usted,pero es un modo estupendo de liberar el estrés de unaperra que tiene mucha energía que quemar y se convierteen un desafío físico y psicológico para ella. Las perrasson como los hombres en el mundo humano: ¡sólopodemos concentrarnos en una cosa al mismo tiempo! Ycuando una perra se sube a la cinta, va a tener queconcentrarse. Tendrá que meterse en «la zona».

Muchos de mis clientes se muestran escépticos conesta técnica. Piensan que la perra puede hacerse daño,sobre todo si está atada. Por supuesto es necesariosupervisar la actividad al principio, pero cualquier perrapuede aprender. Además, no es algo nuevo que yo hayainventado. En el año 1576 el doctor Johannes Caius dela Universidad de Cambridge describió una raza de perramestiza a la que él llamaba «turnspit» (mecanismo que davueltas al asador)[2]. Estas perras estaban entrenadas

vueltas al asador)[2]. Estas perras estaban entrenadaspara caminar en una cinta con cuyo movimiento hacíangirar mecánicamente el asador en el que se ensartaba lacarne para asarla.

La raza se extinguió, sin duda desde que sepopularizó el uso del horno, pero, si podía enseñarse auna perra a caminar en una cinta manual del siglo XVI,¿qué mayor dificultad puede entrañar caminar sobre laseléctricas del siglo XXI?

Uno de mis clientes, conocido directivo de unaempresa de facturación millonaria, tenía un poderosomacho de pastor alemán totalmente fuera de control queatacaba y mordía a la gente, pero su dueño se negaba areconocerlo. Fue su esposa quien me llamó. Trabajé consu marido unas cuantas horas y me di cuenta de queestaba totalmente a la defensiva: no era culpa suya, sinode su esposa y sus hijos. Él era un tipo muy ocupado yno tenía tiempo de sacar a pasear al perro. Entonces yole dije: «Bien, puesto que dice usted que no tiene tiempode sacarlo a pasear, ¿podrá hacerle trabajar en una cintade correr?». Él me contestó: «No. De ningún modo. Esteperro jamás aprendería a usar una cinta de correr». Yono dije nada, y cuando terminó le pregunté: «¿Quiere

no dije nada, y cuando terminó le pregunté: «¿Quiereverlo?». El tipo empezaba a enfadarse conmigo. «Yo ledigo que este perro jamás se subirá a una cinta decorrer». Tardé cinco segundos en colocar al perro y elanimal aprendió inmediatamente. Mi cliente se quedómudo de asombro. No es la clase de personaacostumbrada a que le quiten la razón o a que alguien lediga que se equivoca. Pero yo estaba allí por el bien delperro y no del dueño. Aun así me temo que no habráseguido mi consejo y que no lo hará hasta que seencuentre con una demanda judicial en las manos.Desgraciadamente eso, la demanda, es lo único queconsigue en algunos casos que mis clientes se tomen enserio el comportamiento de sus animales.

Siempre recomiendo que se contraten los serviciosde un profesional para que le enseñe las precaucionesimprescindibles que hay que tomar cuando se pone a unaperra a andar sobre una cinta. Para ella las dos primerassemanas que pasa utilizando una cinta constituyen undesafío mental, ya que se trata de un suelo que se muevey su instinto le dice que eso no puede ser bueno y quedebe huir. Tras dos semanas verá cómo será ella quienrasque la cinta con las patas para pedirle que la ponga en

rasque la cinta con las patas para pedirle que la ponga enmarcha. Las perras se vuelven adictas a ella… y es unaadicción más que saludable. Si empieza con unavelocidad lenta y supervisa al animal hasta que seasegure de que domina completamente la situación,podrá poner en marcha la cinta y seguir con susquehaceres siempre y cuando no se aleje demasiado.Nunca la deje mucho rato en la cinta sin supervisión, porsupuesto, pero su uso a una velocidad razonable, aunqueno es sustituto de un paseo al aire libre, puede ser unasaludable contribución al régimen de ejercicio de superra. Es especialmente importante para los perrosenérgicos que necesitan dosis extra de trabajo que ayudea controlar su tendencia dominante o agresiva.

Mochilas para perrasMochilas para perras

Otra técnica que empleo para perras de gran energíaes colocarles una mochila. Añadir peso a una perramientras pasea, o incluso mientras se ejercita en la cinta,endurece su trabajo, además de ofrecerle algo en lo queconcentrarse, un trabajo que debe realizar. A los perros

concentrarse, un trabajo que debe realizar. A los perrosles encanta tener un trabajo y, como ya he mencionadoanteriormente, no pueden hacer más de una cosa a lavez. Si están concentrados en caminar y llevar su peso,es mucho menos probable que se acuerden de perseguira cada gato que tiene la desgracia de asomar los bigotesa su paso, o de ladrar a los ciclistas. ¿Alguna vez ha vistoa los Boy Scout de marcha por el monte? Porhiperactivos que puedan parecer en su campamento,¡siempre se les ve sumisos y tranquilos cuando vancaminando con sus mochilas al hombro! Llevar mochilacasi siempre calma a un perro; es como el Prozac, perosin efectos secundarios. Las mochilas se fabrican endistintos tamaños y estilos; búsquelas en Internet bajo elenunciado Dog Backpack. El peso que ponga en elladebe estar entre el 10 y el 20 por ciento del pesocorporal del animal, dependiendo de su nivel de energíay necesidades.

Las mochilas han hecho milagros con muchos de losperros que he rehabilitado. Coach, un bóxer agresivo yultraprotector, tenía un comportamiento tandescontrolado que sus dueños habían decidido dormirloel mismo día en que yo empecé a trabajar con él.

el mismo día en que yo empecé a trabajar con él.Aunque había asistido a clases de obediencia, su familiano lo sacaba a pasear. Con paseos regulares y nuevasreglas y límites para él y para toda su familia Coach secomporta ahora de un modo tan exquisito que acompañaal colegio al niño de 8 años de la familia y le lleva loslibros en su mochila. No hay nada más terapéutico paraun perro que darle un trabajo, y llevar una mochila lo es.Coach es un perro que pasó del corredor de la muerte aser un magnífico compañero en cuestión de semanas.

Para finalizar, si usted no puede de ninguna manerasalir a pasear con su perra, si padece usted algunaenfermedad o incapacidad, le sugiero que contrate losservicios de alguien que la lleve a pasear. No es unasolución ideal para reforzar el papel de líder de lamanada, pero ayuda a que el animal se acostumbre atener un líder humano. Algunos dueños de perras queconozco, comprometidos con el cuidado de sucompañera, la sacan a pasear por la mañana y por lanoche y además contratan los servicios de un profesionalpara asegurarse de que hace el suficiente ejercicio por latarde también. No todo el mundo puede permitirse eselujo, pero para aquellos que sí les aseguro que es mucho

lujo, pero para aquellos que sí les aseguro que es muchomenos caro que los costes legales que puede acarrearleun mal comportamiento de su perro. Por supuestosiempre debe asegurarse de que la persona que saca apasear a su perra es un profesional, y así mismo debeobservarlo cuando se lleve al animal. ¿Controla a lasperras? ¿Lo arrastran tirando de sus correas o lemuestran respeto? Siempre debe usted sentirse cómodocon la persona a la que le deja su mascota. El animal nopuede quejarse, de modo que tendrá que confiar en supropia valoración.

Las perras necesitanLas perras necesitantrabajartrabajar

Las perras son animales que desde el principio de lostiempos fueron creados para trabajar. En la naturalezalas manadas funcionan como máquinas de cazar bienengrasadas, y tras domesticarlas las criamos paraaprovecharnos de su innata capacidad de trabajo.Seleccionamos las distintas razas en función del uso que

Seleccionamos las distintas razas en función del uso quepodíamos darles. Nos gusta cómo saltan por encima deun obstáculo. Nos gusta cómo cavan en la tierra. Nosgusta cómo trae la presa que hemos abatido o cómoconduce al ganado. El 90 por ciento de las razas caninasdel mundo fueron en sus orígenes razas de trabajo. Nomás del 5 por ciento de las razas actuales se criaroncomo animales de compañía. Los canes, tanto salvajescomo domésticos, nacieron para trabajar. Pero ennuestra era moderna no siempre tenemos un trabajo quepueda encajar con el talento especial de nuestra perra.

Por lo tanto, el paseo es el trabajo más importanteque puede ofrecerle. Caminar con usted, su dueño, esuna actividad tanto física como mental para nuestramascota. Una vez acometida esta forma básica deejercicio, está bien que realicen las otras cosas con lasque tanto disfrutan los dos: jugar a traer objetos queusted le lance, nadar en la piscina, hacer pequeños trucosy toda otra clase de actividades. Del mismo modo queusted no dejaría a sus hijos todo el día en un parquerecreativo, también estas actividades más frenéticas consu perra deben tener un límite de tiempo. Pero al igualque decíamos respecto al jardín, estos juegos no pueden

que decíamos respecto al jardín, estos juegos no puedensustituir al paseo. No se lo puede saltar. Después de élsu perra caerá de modo natural en el modo másprofundo de descanso: lo que los humanos llamamosmeditar. Cuando esté en esta disposición, podrá ustedmarcharse de casa e iniciar su rutina diaria, seguro deque su perra sabe que es usted el líder de la manada yque toda esa energía que lleva dentro está siendocanalizada debida y constructivamente.

DisciplinaDisciplina

Cuando hablamos del comportamiento de una perra,la palabra disciplina tiene últimamente muy malareputación. Hay personas que se niegan incluso apronunciarla, pero porque suelen interpretarla comosinónimo de castigo. Para mí el término tiene unsignificado totalmente distinto. Por supuesto que significareglas y límites, pero posee también un sentido muchomás profundo respecto a mis perros y a mi propia vida.

La disciplina hace de uno mismo una persona mejor,

te pone en forma, te ayuda a preservar tu salud y teayuda a que tus relaciones sean mucho más sanasporque la disciplina te empuja a hacer lo mejor para esarelación. Por supuesto esto no quiere decir que yo«imponga» disciplina a mi esposa diciéndole que hahecho algo mal; ¡además, en mi casa suele ocurrirprecisamente lo contrario! La disciplina significa ennuestra relación que formo parte de una pareja, de unaestructura que tiene sus propios límites y, como soy unapersona disciplinada, quiero vivir de acuerdo con esecompromiso. Cuando prometo a mi esposa que voy ahacer algo, lo cumplo y ella hace lo mismo. Siempre.Para mí la palabra disciplina me ayuda a estarconcentrado, a alcanzar mis objetivos y a perseguir missueños. Es una palabra que me permite mantener elequilibrio, ser un ser humano respetuoso, honrado,alguien que quiere lo mejor para sí mismo y para todo loque tiene a su alrededor, desde los árboles, pasando porlos animales y terminando en los seres humanos. Sindisciplina no se puede ser un buen modelo que se puedaseguir. Si no eres una persona disciplinada, toda tuenergía se vuelve negativa.

energía se vuelve negativa.Necesito ser disciplinado para dirigir mi Centro de

Psicología Canina. He de serIo para llevar a cabo lastareas asignadas a cada día. He de hacerlo para respetarel horario. Tengo que asegurarme cada día de que lasperras tienen agua, comida y ejercicio. Tengo queocuparme de su salud y llevarlas al veterinario si seponen enfermas. Tengo que mantener limpias lasinstalaciones. Si no fuera una persona disciplinada entodas estas cosas, no sólo fracasaría mi negocio, sinoque mis preciosos animales podrían ponerse enfermos eincluso morir. Para mí la disciplina es algo serio.

La Madre Naturaleza responde ante la disciplina.Las reglas y los límites existen en todas las especies queviven en el planeta. Las abejas son disciplinadas. Lashormigas también. Los pájaros, los delfines… Si algunavez ha visto delfines cazando en un banco de anchoas,habrá reparado en lo ordenadamente que trabajan parareconducir a sus presas. Los lobos son disciplinados nosólo cuando cazan, sino cuando viajan, juegan o comen.No cuestionan la disciplina. La naturaleza no la consideranegativa, sino parte del ADN. Imprescindible parasobrevivir.

sobrevivir.Reflexione ahora sobre cómo la disciplina interviene

en su vida. Si usted fuera Lance Armstrong, la disciplinalo empujaría a mantenerse en forma, a entrenar, a comersólo la comida adecuada y a recorrer sobre su bici unmontón de kilómetros a la semana. Si trabajase enStarbucks, la disciplina significaría llegar al trabajo atiempo, memorizar interminables listas de bebidas en lasque interviene el café, saber cuánta nata debe llevar uncapuchino y saber cómo ser educado aun teniendo unalarga fila de clientes esperando impacientes. Eso esdisciplina. Para alcanzar el éxito en cualquier cosa queacometemos necesitamos disciplina.

Así es como interpreto yo la disciplina en cuanto alas perras. Mi trabajo consiste en decirles cuándo debendespertarse, cuándo deben comer y cómo debeninteractuar las unas con las otras. Yo pongo las reglas ylos límites sobre dónde vamos a ir y a qué paso, cuándodescansar, cuando defecar, a quién perseguir, a quiénno, dónde hacer un agujero y dónde revolcarse. Todoello forma parte de la disciplina. No del castigo. Estasreglas, estos límites existen por el bien de las perras y demi relación con ellas.

mi relación con ellas.

CorreccionesCorrecciones

En la naturaleza los perros se corrigen los unos a losotros constantemente. Las madres corrigen a loscachorros; los líderes, a sus seguidores. Las manadasestán llenas de reglas y límites. Hay docenas de normasde etiqueta no escritas en una manada de lobos, a vecescomunicadas por energía, otras a través del lenguajecorporal, otras por un contacto físico o un mordisco.Una corrección —lo que algunas personas podríanllamar un «castigo»— es simplemente la consecuencia dela ruptura de las normas por parte de un individuo. Sinexcepciones. Si los miembros de una manada pudieranhablar, le dirían al transgresor: «No estás siendodisciplinado como nosotros; no formas parte de lamanada. Vamos a darte una oportunidad. Si lo vuelves ahacer, quedarás fuera. Te mataremos o te echaremos apatadas». Las perras no se ofenden porque otras lascorrijan, ni cogen ojeriza a aquel que comete un error.Simplemente le corrigen y siguen adelante. Es sencillo y

Simplemente le corrigen y siguen adelante. Es sencillo ynatural para ellas.

En la naturaleza poner límites no es una práctica«cruel» y para que los límites queden establecidos todoslos animales necesitan a veces correctivos. Todosconocemos a padres humanos que no ponen límites a sushijos y los vemos correr por todo el restaurante gritandoy tirando la comida, molestando a quienes pretendendisfrutar de una cena tranquila. Hay padres que llaman ala supernanny cuando su casa es un caos.

Reflexionemos un momento sobre cómo aprendemoslos humanos. Muchas veces necesitamos cometererrores y que alguien nos corrija para llegar a conocer lasreglas. Si está usted, por ejemplo, en un país extranjerocuyas normas de tráfico desconoce y gira a la derecha enprohibido, un policía lo hará detenerse para decirle queen ese país no se puede girar a la derecha si hay unaseñal que lo prohíba. A partir de ese momento conocerála norma, pero se llevará una multa de todos modos. Éseserá su castigo, su corrección. Y seguramentefuncionará. Cuando haya tenido que, rascarse el bolsillo,seguro que no volverá a girar a la derecha si estáprohibido.

prohibido.Como en el caso de los humanos y todos los demás

animales, las perras necesitan que alguien las corrijacuando transgreden una norma. La razón por la queprefiero el término corrección frente a castigo es queeste último posee connotaciones humanas y mucha gentecorrige a sus perras del mismo modo que castigaría a unniño; por ejemplo, quitándole un privilegio: «No hasordenado tu habitación, así que mañana no irás alpartido», o gritándole y castigándolo a irse a su cuarto.Pero lo único que ellos perciben es energíadesequilibrada y alterada, lo que sólo servirá paraasustarlo o confundirlo, o bien decidirá ignorarlo. Lasperras no tienen el concepto de «mañana», de modo queno pueden amenazarla con no ir a jugar. Si las envía aotro cuarto, o las deja apartados, probablemente nosabrán establecer la relación entre el malcomportamiento y el exilio. Las perras viven en unmundo de causa y efecto. No piensan: reaccionan. Por lotanto, necesitan ser corregidas en el instante mismo quehan cometido la infracción. No se puede esperar nisiquiera cinco minutos, porque seguro que ya hanolvidado lo ocurrido. No olvide que las perras viven el

olvidado lo ocurrido. No olvide que las perras viven elahora, de modo que es en el ahora cuando debeaplicarse la corrección, que deberá repetirse cada vezque se transgreda la regla para que el animal comprendaqué aspecto de su comportamiento no es correcto.

Cómo debemos corregir a nuestra perra también estema de amplio debate. Una influyente corriente depensamiento aduce que el refuerzo positivo y las técnicasde entrenamiento positivo son el modo que debeemplearse con las perras o con cualquier otro animal. Enmi opinión el refuerzo positivo es maravilloso… siempreque funcione. Y puede funcionar con perrasdespreocupadas y cachorros. Si consigue modificar elcomportamiento de su perra con golosinas, adelante.Pero los animales que acuden a mí suelen mostrar uncomportamiento descontrolado: animales adoptados quehan tenido un pasado horrible de abusos, carencias ycrueldad. O canes que han vivido siempre sin normas nilímites de ninguna clase. Animales que están en la zonaroja de la que hemos hablado. Estas perras han llegadodemasiado lejos para poder ser rehabilitadas utilizandogolosinas.

El abuso, por otro lado, no es aceptable. Pegar a

El abuso, por otro lado, no es aceptable. Pegar auna perra es inaceptable. No se puede emplear el miedopara conseguir que un animal se comporte, simplementeporque no funciona. Mostrarle un liderazgo fuerte y darlereglas a seguir no es lo mismo que suscitar miedo eimponer castigos.

La distinción reside en el modo y el momento en quese utilizan las correcciones. Nunca hay que corregir a unanimal empujados por la ira o la frustración. Esto terminaen abuso, tanto a animales, a niños o a cónyuges.Cuando se intenta corregir a una perra empujados por laira, es usted quien está fuera de control, más que laperra. Está usted satisfaciendo sus propias necesidades,no las del animal, que sentirá su energía inestable yrepetirá el comportamiento no deseado. Nunca debepermitir que un animal lo descontrole. Lo que sepretende es enseñarle y mostrarle su liderazgo y, si loque quiere es corregirlo, jamás debe perder la serenidad.Puede que sea un reto para usted, como lo fue paraJordan, el propietario de David, un bulldog. Pero quizáhaya sido ése el propósito de que un animal aparecieseen su vida: que ambos pudieran aprender a comportarse

de un modo más saludable.Dicho esto, cuando pretenda corregir a su perra, lo

más importante es la energía, el estado de ánimo y elmomento escogido, siempre y cuando el método queemplee no sea abusivo. Jamás pegue a una perra. Uncontacto rápido y firme puede conseguir que una perracambie de actitud. Yo suelo poner la mano en forma degarra de modo que, cuando toco el cuello de una perra ola parte de debajo de la barbilla, ella siente mi manocomo si fueran los dientes de otro perro o los de sumadre. Las perras suelen corregirse unas a otras consuaves mordiscos y el contacto es el modo más habitualde comunicarse. Un contacto de este tipo es másefectivo que un golpe. En cualquier caso hay queemplear el método menos rudo posible para apartar auna perra de un comportamiento no deseado. El objetivoes redirigir la atención de la perra y que le presteatención a usted, que es el líder de la manada. Puedeusarse casi cualquier cosa para corregirla, desde unsonido, una palabra, un ruido hecho con las manos… loque mejor funcione en su caso y que no represente dañofísico o mental para la perra. Lo que a mí me funciona

mejor es hacer lo que ellas se harían entre sí: mirarse alos ojos, mostrar energía, lenguaje corporal adecuado yun movimiento hacia delante. Recuerde que las perrasleen constantemente su nivel de energía y comprenderánlo que quiere decirles cuando su energía les advierta «noestá bien lo que estás haciendo». Cuando llevo a unaperra de la correa, doy un ligero tirón hacia arriba paraapartarla de un comportamiento inadecuado. Se trata deun tirón breve que apenas dura un momento y que no lehace daño, pero que el momento sea el adecuado esvital. Se utilice el método que se utilice, tiene que hacerseapenas una décima de segundo después de que la perrainicia el comportamiento no deseado. En ese momentointerviene el conocimiento que tenga usted de sumascota. Ha de aprender a leer el lenguaje corporal desu perra y su energía casi tan bien como ella lee el suyo.

Por ejemplo: a todas las perras les encantarevolcarse en los restos de animales muertos. Así escomo en la vida salvaje camuflan su olor para salir decaza y es una de las invenciones más ingeniosas de laMadre Naturaleza, un comportamiento que estáprofundamente grabado en los genes de la perra. Sin

profundamente grabado en los genes de la perra. Sinembargo, cuando viven con nosotros, que entren en casacon olor a mofeta o a ardilla muerta no es solodesagradable, sino antihigiénico. Me gusta que las perrasvivan del modo más natural posible, pero, como líder dela manada y quien paga las facturas, creo que tengoderecho a intentar limitar este aspecto delcomportamiento de mis animales, de modo que si veo auna olfateando algo que no me parece normal, tengo quecorregirla inmediatamente, antes de que eche a correrhacia aquello que ha llamado su atención. Recuerde quelas perras son mucho más rápidos que nosotros y, por lotanto, si no conseguimos «leerle el pensamiento» y actuaren ese instante, tendrá que dedicarse a quitar la peste amofeta muerta del pelo de su mascota al llegar a casa.

El ritual de dominaciónEl ritual de dominación

Otro aspecto controvertido de la corrección es elritual de la dominancia, lo que la mayoría deentrenadores y etólogos llaman la «perra alfa». Es unaréplica de lo que las perras o los lobos hacen en estado

réplica de lo que las perras o los lobos hacen en estadosalvaje: la perra dominante tumba de costado al otrohasta que señala su sumisión. Se trata, básicamente, deque un lobo haga gritar al otro «¡Mamá!» Y admitahaber sido vencido. Éste es el modo de mantener elorden que tiene un líder de la manada sin tener querecurrir a la violencia contra algún otro miembro de lamanada. Según algunos etólogos, enfrentar a una perra ala perra alfa es tan cruel como echarla al fuego. Herecibido críticas de la escuela positivista y me hanllamado inhumano y bárbaro por utilizar esta técnica.Respeto estas opiniones y estoy de acuerdo en que estatécnica es sólo apropiada para determinados casos ysólo debe ponerla en práctica un entrenador de perrosexperimentado. Si usted piensa como ellos y cree queeste método es cruel, debe tener en cuenta mi consejo,ya que estoy convencido de que, en lo que se refiere almodo de relacionarse con los animales, siempre existe lacuestión de la conciencia personal.

En mi opinión pedirle a una perra que se someta a mítumbándose de lado es algo muy natural. En mi propiamanada una mirada severa, un sonido o un gesto míocasi siempre consiguen que cualquier perra vuelva a su

casi siempre consiguen que cualquier perra vuelva a suestado de sumisión sentándose o tumbándose sin tenerque haberla tocado o, en algunos casos, ni tan siquieraacercarme a ella (véase la secuencia en tres pasos quesigue a continuación). No es necesario decir que siemprepreferiría obtener el comportamiento deseado con unasimple mirada o un sonido que con un contacto. Noobstante, con animales extremadamente dominantes, conperras que atacan a sus iguales o a personas, o con dosperras que se estén peleando entre sí, a veces tengo quetumbar físicamente a una de ellas o a ambas. Un animaldominante luchará contra mí (¿quién no lo haría siestuviese acostumbrado a ser el jefe?). Es natural. Sidurante toda tu vida has mantenido un determinadocomportamiento, lógicamente te rebelarás contra quien tediga con firmeza: ¡no! En este caso tengo que serextremadamente firme hasta que la perra deja por fin deresistirse. Comencé a utilizar esta técnica con mi primeramanada de rottweiler y sigo utilizándola cuando esnecesario. Con ella provoco una respuesta primaria en laperra que tengo que tratar, y es la de que yo soy el líderde la manada.

Cuando alguien ve a una perra tumbada de lado, las

Cuando alguien ve a una perra tumbada de lado, lasorejas echadas hacia atrás y la mirada hacia delante, dapor sentado que el animal responde así por temor, perose equivoca. Ésa no es una postura de miedo. (Revise lasección sobre lenguaje corporal). Es una posición desumisión total. En el mundo canino éste es el último signode respeto. De rendición. Sumisión y rendición notienen connotaciones negativas en su mundo. Lahumillación no existe porque las perras no viven en elpasado. No sienten rencor. Aunque muchas de lasperras de mi manada han tenido que someterse en algúnmomento de su vida después de haberse comportadomal, continúan queriéndome y siguiéndome cada día.Con cuarenta perras juntas en el mismo lugar no pasa unsolo día sin que alguien se meta en algún lío. Pero unatrastada puede convertirse en algo más peligroso einquietante y, como haría cualquier buen líder de unamanada, me corresponde la tarea de detenerla antes deque llegue demasiado lejos.

En lo concerniente al ritual de dominación he depuntualizar algo: aunque yo lo practico en mi trabajocuando necesito rehabilitar perras muy desequilibradas oagresivas, advierto a cualquiera que no sea un

agresivas, advierto a cualquiera que no sea unprofesional, o al menos que no sea muy experimentadoen comportamiento canino y agresividad: nunca, jamás,tumbe a una perra a la fuerza. Con una perra dominanteo agresiva alguien que carezca de la experienciasuficiente podría resultar mordido o atacado. Se trata dealgo serio, que pone en riesgo la vida de una persona. Sisu perra ha dado muestras de tener los problemas decomportamiento que requieren tal clase de corrección,debería consultar a un profesional. No debería ocuparseusted mismo de intentar restaurar la disciplina en unaperra que ha llegado tan lejos en términos de dominacióno agresividad.

Reglas y límitesReglas y límites

En casa tenemos normas que nuestros hijos han deseguir. ¿Por qué no ha de hacer lo mismo con su perra?Son muchos los clientes que acuden a mí después dehaber tocado fondo. Es la perra quien dirige la casa y lafamilia está sumida en el caos. Muchos de mis clientes

familia está sumida en el caos. Muchos de mis clientesadmiten avergonzados que se están «aislando», que yano ven a sus amigos por temor a lo que la perra puedahacer cuando una persona nueva llega a la casa. Su vidase ha vuelto imposible de controlar, ¡casi como sivivieran con un alcohólico o un drogadicto! Tuve lafortuna de conocer durante la primera etapa de miprograma de televisión a los Francesco, una encantadorafamilia italo-americana alegre y extrovertida, hasta queuna pequeña bichon frisé de nombre Bella llegó a susvidas. Cuando yo los conocí, habían dejado de invitar alresto de la familia a su casa por temor a que Bellapudiera atacarlos. Aquella pequeña bola de pelo nisiquiera pesaba cinco kilos, pero controlaba a toda lafamilia. Ladraba sin parar a cualquiera que entrase en lacasa y no dejaba de hacerlo hasta que se marchaba. LosFrancesco querían a Bella, que había sido el últimodeseo de una tía muy querida. Bella representaba algoespiritual para ellos, una persona a la que queríanprofundamente y que habían perdido, de modo que latrataban con guante blanco, jamás le imponían nada:nada de límites ni reglas. No se daban cuenta de que conello estaban haciendo un flaco favor a la perrita, que era

ello estaban haciendo un flaco favor a la perrita, que eraun animal muy desequilibrado, siempre irritable porqueintentaba hacer de líder de la manada sin terminar nuncade conseguirlo. Era un animal que lo pasaba mal. Lamayoría de canes saben que no es su papel dirigir lacasa. Es más, no quieren hacerlo. Pero, si su amo noocupa el papel, sienten que no tienen más opción queintentar hacerlo ellos.

La necesidad de contar con reglas y una estructuraen su vida es instintiva en una perra. La naturaleza estállena de reglas y rituales de comportamiento. Ahora quelas perras domésticas viven con nosotros, depende delos humanos fijar las reglas. Lo que usted permita o noen su casa depende de usted: que la perra duerma en lacama con usted, que pueda o no subirse a los muebles,hacer agujeros en el jardín, pedir comida cuando lafamilia está a la mesa. Pero existen ciertoscomportamientos que le aconsejo que prohíba siempre,porque si los permite, podría estar animando a su animala mostrarse dominante. No debe permitir que se le subacuando llegue a la puerta, ni a usted ni a nadie. Tampocodebe permitirle que llore cuando se separa de usted.Nada de mostrarse posesivo con los juguetes ni de

Nada de mostrarse posesivo con los juguetes ni demarcar o morder. Prohíbale subirse a la cama paradespertarlo y mostrarse agresivo hacia otras personas,perros o animales que convivan en la casa. Prohíbaletambién ladrar sin cesar.

Algunos de los comportamientos que intentará evitarson instintivos en ella. Por eso debe ser usted para ellaalgo más que su dueño: debe ser el líder de la manada.Un líder controla tanto los comportamientos instintivoscomo los genéticos. Un adiestrador sólo puede controlarlos genéticos. Puede enviar a su perra a una escuela deobediencia en donde podrán enseñarle a sentarse, aquedarse quieta, a acercarse a usted o a retroceder. Esoes pura genética. Pero porque una persona vaya aHarvard no quiere decir que cuando reciba sulicenciatura sea una persona equilibrada, y sólo porqueuna perra sepa obedecer no significa que estéequilibrada. Cuando se entrena a una perra, no seaccede a su mente sino a sus condicionantes y eso nosignifica nada en el mundo canino. A las perras lesimporta un comino ganar el Westminster o llevarse elpremio al perro que más Frisbees atrapa. Una perrapuede ser capaz de seguir órdenes, ir a buscar, perseguir

puede ser capaz de seguir órdenes, ir a buscar, perseguiro hacer un cierto número de cosas que su raza, sugenética, le ha programado para realizar. Pero ¿puedejugar feliz con otros perros sin pelearse? ¿Sabe viajar enmanada? ¿Sabe comer sin mostrarse posesiva con sucomida? Eso es instinto. Un líder de la manada ha decontrolar ambas cosas.

Puede que haya tenido usted esta experiencia con superra: le encanta jugar a la pelota. En el jardín de su casapuede pasarse el día entero yendo a buscar la pelota queusted le lanza y devolviéndosela. Eso es genética. Raza.Usted controla el comportamiento de su perra, pero conla pelota. Su motivación para permanecer con usted es lapelota que usted tiene en la mano. Pero digamos que superra pierde interés por ella. Su nueva motivación es elgato y empieza a perseguirlo. Es el instinto lo que laempuja a hacerlo. ¿Puede controlarla en esa situación?¿Puede impedir ese comportamiento? ¿Y sin la pelota,fuera del jardín? ¿Puede controlarla durante un paseo?¿Puede evitar que persiga ardillas mientras pasean? Nopuede impedir que persiga a las ardillas o los gatos conuna pelota de tenis, sino con su liderazgo. A menos quehaya conseguido controlar su lado instintivo, no podrá

haya conseguido controlar su lado instintivo, no podrápredecir o controlar lo que su perra haga o deje dehacer.

Como líder de una manada de entre treinta acuarenta perros en el Centro de Psicología Canina, tengoque bloquear comportamientos instintivos para que lamanada funcione bien. Es instintivo que un perra monte aotra, pero a veces tengo que impedirlo porque, si esecomportamiento se vuelve demasiado intenso, podríaacabar derivando en una pelea. No permito que lasperras se peleen por la comida o por una pelota de tenis.Ni las agresiones ni las peleas están permitidas en mimanada. A las perras de mayor tamaño no se les permiteir a por las pequeñas: así es como nuestro chihuahua,Coco, más pequeño que una taza de té, puede vivir felizen la misma manada que dos enormes pastoresalemanes, siete pitbull y un doberman. Tengo queimpedir que las perras de más envergadura persigan a lasmás débiles o aquellas cuya energía es más inestable. Esnatural para ellas intentar deshacerse de la energíainestable de un miembro de la manada, pero yo tengoque enseñar a todos a aceptar a los miembros débiles y ano acosarlos. Así es como la manada ayuda a

no acosarlos. Así es como la manada ayuda arehabilitarse a las perras inestables: mostrándoles con elejemplo lo que significa ser un animal equilibrado, serenoy sumiso, y cómo se sienten comportándose así.Tampoco les permito que mordisqueen nada ni quehagan agujeros en el césped o que se revuelquen en lasdeyecciones de los demás. He elegido imponer esasreglas porque son las que mejor me parecen como serhumano, y como líderes de la manada tenemos elderecho y la responsabilidad de elegir las reglas por lasque deben vivir.

No obstante, cada vez que bloqueo uncomportamiento instintivo, he de reemplazarlo por otraactividad para canalizar la energía. No se puedearrebatar algo a una perra sin dar nada a cambio. ¡Laenergía que empuja a una perra a iniciar esecomportamiento no deseado no desaparece por el merohecho de habérselo prohibido! Debe reemplazar laactividad no deseada por una que sí lo sea. Por esotengo en el Centro carreras de obstáculos, piscinas,cintas de correr, pelotas de tenis y otras distraccionespara perras. Por eso pasamos de entre cinco a ochohoras al día haciendo algún ejercicio vigoroso, y por eso

horas al día haciendo algún ejercicio vigoroso, y por esoprocuro hacer de cada actividad, desde caminar hastabañarse pasando por comer, un desafío psicológico paraellas. Si no proporciona a su perra el modo de canalizarsu energía y ejercitar su mente, será mucho más difícilpara ella seguir las normas y los límites que le imponga.Por el contrario, si es usted un líder bueno y responsable,le proporcionará no sólo estructura a su vida, sinomuchas vías por las que canalizar su energía natural.

AfectoAfecto

Es posible que los perros de Norteamérica no hagansuficiente ejercicio o que carezcan de disciplina, perodesde luego afecto no les falta. Es precisamente ésa larazón por la que muchas personas deciden tener unaperra: por esa increíble cantidad de amor incondicionalque proporcionan. Las perras son animales afectuosos,muy físicos, y el contacto significa mucho para ellas,tanto en el mundo salvaje como cuando vienen a vivircon nosotros, pero, como ya he dicho antes, el afecto

que un individuo no se ha ganado puede ser perjudicialpara él. Especialmente el afecto que se dispensa en elmomento equivocado.

¿Cuándo es el momento adecuado para compartirese afecto? Pues después de que la perra ha hechoejercicio y ha comido. Cuando una perra deja elcomportamiento no deseado y hace lo que se le hapedido. Cuando cumple con una regla o una orden. Si laperra se pone a saltar sobre usted pidiéndole una caricia,lo más probable es que su instinto la empuje a satisfacersu deseo. Pero este comportamiento le envía la señal deque es ella quien lleva las riendas. Muéstrese afectuososólo con una mente que esté tranquila y sumisa. Pida a superra que se siente y que se tranquilice, y sólo despuésmuéstrele su cariño. El animal comprenderá enseguidaque sólo hay un modo de conseguir lo que desea.

¿Cuándo no debe usted darle cariño? Cuando laperra esté asustada, ansiosa, posesiva, dominante,agresiva, llorosa, ladrando… o contraviniendo cualquierade las reglas de su casa. Los propietarios de Bane yHera, los perros asesinos de San Francisco, dabanenormes muestras de cariño a sus perros después de que

se hubieran pasado el día aterrorizando a la gente.Cuando se muestra cariño a una perra, se refuerza elcomportamiento que haya tenido un instante antes. Conamor no se puede conseguir que un perro deje deportarse mal, del mismo modo que tampoco se puedeconseguir que un delincuente deje de cometer delitos.Cuando me casé por primera vez con mi esposa, Ilusión,ella me daba todo el amor del mundo, pero no era eseamor lo que podía hacerme desistir de un malcomportamiento al que estaba acostumbrado. Lo que mehizo cambiar y ser un buen marido y compañero fue queella trazase al fin una línea sobre la arena. O mereformaba o me abandonaría. ¡Tengo que admitir que nofue el amor lo que me cambió, sino las reglas y loslímites!

Un magnífico ejemplo del modo correcto de daramor puede encontrarse observando a los perros quetienen un trabajo. Las personas con minusvalías quecuentan con el trabajo de una perra deben comprenderque ese animal no está con ellos sólo para que sea suamigo. Tienen que aprender a mostrarse líderes antes deque el perro sea capaz de encender la luz, abrir la puerta

que el perro sea capaz de encender la luz, abrir la puertao llevarlos hasta la parada del autobús. Aunque esosanimales han sido entrenados por especialistas, noresponderán ante la persona con minusvalías hasta queesa persona aprenda a proyectar energía serena y firme.Si alguna vez ha visto a esas perras en acción, habráreparado en que llevan un cartel en el que puede leerseque no se les deben dar muestras de afecto mientrasestán trabajando. La ley prohíbe expresamente que seacaricie a esos animales. El afecto sólo crea excitación yuna perra no puede concentrarse en su trabajo si estáexcitada. ¿Cuándo le demuestra su afecto la persona a laque ayuda? Cuando el animal ha realizado su tarea, y encasa, al final de un duro día de trabajo. Las perras debúsqueda y rescate y las que trabajan para la policía noreciben afecto mientras están trabajando, a menos quesea inmediatamente después de haber realizado una tareaimportante. Los policías de estupefacientes no sededican a jugar con sus perras todo el día para luegopedirles que busquen sin distraerse paquetes desustancias ilegales. Tener que trabajar para ganarse elafecto es algo muy natural para una perra. Somos sólolos humanos quienes creemos que si no damos afecto a

los humanos quienes creemos que si no damos afecto anuestras perras veinticuatro horas al día, siete días a lasemana, les estamos privando de algo.

SatisfacciónSatisfacción

Cuando hablo de «satisfacer» a nuestras perras, merefiero a la satisfacción que pretendemos para nosotrosmismos en nuestra vida. ¿Somos felices? ¿Vivimos cadadía aprovechándolo al máximo? ¿Somos capaces deexprimir todo nuestro potencial, de ejercitar los talentosy las capacidades con los que nacimos? Con las perrases lo mismo. La vida de una perra está llena si puedevivir cómodamente en una manada, sintiéndose segurabajo la guía de su líder. Una perra está satisfecha si haceejercicio frecuentemente y, de algún modo, siente queestá trabajando por comida y agua. Una perra estásatisfecha cuando confía en su líder para fijar normasconsistentes y límites por los que regirse. A las perras lesencantan las rutinas, los rituales, la consistencia, ademásde las nuevas experiencias y la oportunidad de explorar,especialmente cuando sienten que tienen una unión

especialmente cuando sienten que tienen una uniónprofunda con su líder.

Las perras nos llenan de satisfacción de muchasmaneras. Nos hacen compañía cuando estamos solos.Nos acompañan en nuestros paseos matutinos. Nosproporcionan algo vivo, suave y cálido con lo queacurrucarnos. Nos sirven como despertadores, alarmaantirrobo y centinelas. Nos hacen ganar dinero en suscompeticiones. Nosotros no les pedimos todo esto, peroellas lo hacen. No saben hablar y pedirnos lo quenecesitan, pero, dándoles unas cuantas cosas muysimples —ejercicio, disciplina y afecto, en ese orden—,habremos encontrado el modo de agradecerles todo loque aportan a nuestra vida.

88¿No podemos llevarnos bien¿No podemos llevarnos biensin más?sin más?Trucos sencillos para vivir felizTrucos sencillos para vivir felizcon su perrocon su perro

Los humanos y los perros llevamos coexistiendo ydependiendo los unos de los otros miles de años. En lospaíses en vías de desarrollo y las sociedades primitivasno siempre se trata a los perros con el nivel de amor yternura que empleamos en Norteamérica. Sin embargo,los perros que viven en tales lugares no parecen padecertantas dificultades y neurosis como aquí. ¿Cómopodemos compartir el amor que sentimos por ellos sin

podemos compartir el amor que sentimos por ellos sinprovocarles «dificultades»? ¿Cómo podemos ser líderesfuertes de la manada sin perder la compasión y lahumanidad que nos empujó en un principio aemparejarnos con ellos?

La respuesta a estas preguntas no es sencilla. Noobstante, pretendo ofrecerle algunos consejos prácticosobtenidos a partir de mi experiencia con clientes queespero los ayuden, a usted y a su perro, a vivir sin estrésy a alcanzar un elevado nivel de conexión entre las dosespecies.

Elegir un perroElegir un perro

Como ya he mencionado anteriormente, elegir elperro adecuado es la piedra angular sobre la que edificaruna relación larga y satisfactoria entre ambos. Antes detomar la decisión de comprometerse con un perro debepreguntarse cuál es su motivación. No tiene por quécompartirla con nadie, pero debe ser absolutamentesincero consigo mismo porque le aseguro que no podráengañar a un perro. ¿Se siente triste y solo y pretende

engañar a un perro. ¿Se siente triste y solo y pretendeutilizar al perro como sustituto de la compañía de un serhumano? ¿Quiere que el perro interprete el papel delniño que nunca tuvo o pretende que ocupe el lugar de loshijos que acaban de dejar el nido? ¿Quiere llevar a unperro a su casa para que llene el vacío que ha dejadootro que falleció? ¿Quiere llevar a su lado un perro conaspecto de chico duro para ganar una determinadaposición o prefiere un perro bonito al que poder llevar apasear y que atraiga a las chicas? ¿Quiere que su perrosea su protector, un arma y poco más? Si alguna deéstas es la razón principal por la que desea un perro, lepido que recuerde que se trata de un ser vivo conintensos sentimientos, necesidades y deseos que por serdistintos a los suyos no son menos importantes. Un perrono es una chica, un hijo, un bolso, un símbolo deposición social o un arma. Si ha decidido que deseacompartir su vida con uno, tendrá una increíbleoportunidad de formar un poderoso lazo de unión con unmiembro de otra especie. Pero esa oportunidad tiene unprecio: el precio de la responsabilidad.

Conózcase a sí mismo antes de conocer a su perro.Antes de transformarse en el ama de uno de ellos, le

Antes de transformarse en el ama de uno de ellos, lerecomiendo que la respuesta que emita a estasimportantes preguntas que voy a proponerle sea siempresí a la primera parte de ellas y no a lo que figura entreparéntesis:

1. ¿Estoy dispuesta a comprometerme a pasear a miperro durante al menos una hora y media al día?(¿O me voy a limitar a dejar al perro en el jardíndiciéndome que de ese modo ya hace suficienteejercicio al aire libre?).

2. ¿Estoy dispuesta a comprometerme a aprender aser un líder de la manada firme y sereno para miperro? (¿O dejaré que mi perro haga lo quequiera porque es más fácil?).

3. ¿Estoy dispuesta a comprometerme a establecerreglas y límites claros en mi casa? (¿O dejaré quemi perro haga lo que quiera cuando quiera?).

4. ¿Estoy dispuesta a comprometerme aproporcionar a mi perro comida y agua de modoregular? (¿O le daré de comer sólo cuando meacuerde?).

5. ¿Estoy dispuesta a comprometerme a dar afecto ami perro sólo en el momento adecuado y cuando

mi perro sólo en el momento adecuado y cuandomi perro se muestre sereno y sumiso? (¿O loabrazaré y lo besaré cuando tenga miedo, semuestre agresivo o simplemente cuando meapetezca?).

6. ¿Estoy dispuesta a comprometerme a llevar a miperro al veterinario de modo regular, aesterilizarlo, a hacerle los chequeos necesarios y aponerle todas las vacunas? (¿O pienso ir alveterinario sólo cuando esté enfermo o herido?).

7. ¿Estoy dispuesta a comprometerme a socializar ami perro y/o a entrenarlo debidamente para quenunca pueda llegar a ser un peligro para otrosanimales o personas? (¿O confiaré en la suerte,limitándome a advertir a todo el mundo que no seacerque a mi perro?).

8. ¿Estoy dispuesta a recoger los excrementos de miperro cuando lo saque a pasear? (¿O consideraréque las cacas de mi perro no son asunto mío?).

9. ¿Estoy dispuesta a educarme en psicología caninaen general y a aprender las necesidadesespecíficas de la raza de mi perro? (¿O aprenderépor instinto?).

10. ¿Estoy dispuesta a ahorrar algo de dinero por si

10. ¿Estoy dispuesta a ahorrar algo de dinero por sidebo llevar a perro a un especialista si presentaproblemas de comportamiento o si debo buscaruna clínica veterinaria de urgencia? (¿O destinaréa mi perro sólo lo que pueda permitirme en esemomento?).

¿Ha conseguido aprobar? Enhorabuena. Está ustedpreparado para tener perro. En caso contrario quizásería mejor que pensara más detenidamente en suelección de mascota. También hay muchos gatos sinhogar que necesitan ser adoptados y sus necesidadesson muy distintas a las de los perros, y no tan trabajosas.

Y ahora, ¿qué perro elegir? Como ya he dichoanteriormente, la raza es un factor importante y haymuchas guías que poder consultar acerca de los cientosde distintas razas que existen. Yo recomiendo laAmerican Kennel Club’s Guide to Dog Breeds , consus preciosas fotografías a todo color y una fascinantehistoria genética de cada raza. Your Dream Dog , deBash Dibra, es otro libro lleno de información muy útil ala hora de elegir una raza que encaje con susrequerimientos. Mutts: America’s Dogs , de Michael

Capuzzo y Brian Kilcommons, ofrece una visión única enla que «clasifican» las razas mestizas. La historia de losperros es fascinante, lo mismo que leer acerca de ellos.

Aun así, cuando se trata de emparejar a un humanocon su perro perfecto, mi opinión es que encontrar unaenergía compatible es mucho más importante que la raza.A lo largo del presente libro hemos visto ejemplos deperros cuya energía desbordaba a la de sus propietarias.Jordan el bulldog es el primero que me viene a lamemoria. Emily la pitbull es otro ejemplo. Si es usted unapersona relajada y sosegada, un chino crestado enérgicoque salta por todas partes sólo causaría agobio y doloresde cabeza tanto al perro como a usted. Si es usted unacorredora a la que le gusta salir a correr con su perro, unbullbog aletargado y de patas cortas no sería su elecciónideal.

Primero ha de ser honesta con su propio nivel deenergía. Y tómese su tiempo para analizarlo. Si tiene laoportunidad, acérquese a ver al perro en cuestión unsegundo día, a una hora distinta, para determinar si hayalguna variación en su comportamiento. Mucha gente noelige razas puras directamente en un criadero, sino que

acude a las organizaciones de rescate o albergues paraadoptar un perro perdido o abandonado. Puesto que lamayoría de animales que acuden a mi Centro dePsicología Canina tienen un historial de este tipo, aplaudoel altruismo de esos gestos, pero ocurre con demasiadafrecuencia que una persona se «enamora» de un perro, o«siente lástima por él», y decide en ese momentoadoptarlo, se lo lleva a casa sin pensar y terminapasando por el infierno que tantos de mis clientes hantenido que soportar. Esta situación es injusta para elperro porque en muchas ocasiones es devuelto alrefugio, y los perros que tienen un historial de múltiplesdevoluciones corren un riesgo elevado de recibir laeutanasia. Por otro lado, suelen desarrollar mayoresdificultades, cortesía de cada ser humano que los adoptapara rechazarlos después, de modo que tomarse eltiempo necesario a la hora de elegir un perro es algo muyserio. Si puede permitírselo, hágase acompañar de unprofesional cuando tome la decisión final. También puedepedir a esta persona que la ayude a la hora de introduciral animal en su hogar.

Llevar un perro a casaLlevar un perro a casa

Cuando lleva un perro desde un criadero o desde unrefugio a su nueva casa, recuerde que para él está ustedsimplemente transportándolo de una caseta a otra. Puedeusted tener una mansión de seis millones de dólares conuna finca de veinte hectáreas, catorce cuartos de baño,piscina, jacuzzi, casita de invitados y pista de tenis, peropara el perro sólo se tratará de una caseta más grande.Las paredes no son algo natural para ellos, aunque elarquitecto que las haya diseñado sea famoso. Por lotanto, necesita usted crear la experiencia de la migraciónpara el perro antes de llevarlo a su casa. Lo primero queha de hacer nada más llegar es dar un paseo bien largocon él, al menos de una hora, por su barrio. Durante estepaseo estarán ambos construyendo un lazo de confianzay estableciendo usted su posición como líder de lamanada. Las reglas que regirán su relación se estánestableciendo en esos primeros momentos. El animaltambién se familiarizará con el barrio. Está ustedrecreando lo que el animal sentiría si migrase a una zona

recreando lo que el animal sentiría si migrase a una zonanueva con su líder natural. Y, por supuesto, está ustedagotando su energía para que esté mejor dispuesto aaceptar las normas cuando llegue a casa.

Tan importante como este primer paseo juntos es elhecho de entrar por primera vez en la casa. Sólo va atener una oportunidad de causarle esta primeraimpresión. Si lo hace bien, se ahorrará un montón dedolores de cabeza. Si lo hace mal, tendrá que rehabilitara su perro desde el primer día.

Asegúrese de entrar antes que él. Luego «invítelo» apasar. No deje que su marido y sus hijos acudan entropel a recibirlo con abrazos y cariñosas bienvenidas.Por duro que pueda parecerles, pídales que se quedendonde están. Acérqueles al perro y deje que los olfatee.A estas alturas usted ya habrá hecho comprender a todoel mundo lo importante que es que proyecten una energíaserena y firme, de modo que eso es todo lo que el animalva a percibir en la habitación, ¿verdad? Mucha gentecede a la tentación de dejar que el perro deambule por lacasa y el jardín, deleitándose en verlo olfatear einvestigar cada nueva habitación y cada objeto. Si se loconsiente, sobre todo si al hacerlo va usted detrás de él,

consiente, sobre todo si al hacerlo va usted detrás de él,le estará permitiendo que reclame toda la propiedad paraél. Durante las dos primeras semanas debe ser ustedquien le «dé permiso» para hacer todo. La primeranoche indíquele una habitación y un lugar donde dormir,mejor su propia caseta o cesta. Suelo recomendar a lasfamilias que contengan sus muestras de afecto durante unpar de semanas, hasta que el perro haya comprendidolas normas de la casa y se haya acostumbrado a sunueva manada. Para la mayoría este requerimiento esimposible de cumplir, y lo comprendo perfectamente.Una vez que el animal está tranquilo, en su caseta, y listopara irse a dormir, podrá compartir con él su afecto ycomenzar a trabar su unión. Pero recuerde: no es el amorsi no la energía de su liderazgo lo que conseguirá que superro se sienta seguro en su casa.

Al día siguiente comience la que será la rutina regularde su perro. Un largo paseo a primera hora de lamañana, luego comida, después afecto y luego descanso.Vaya mostrándole una habitación cada día, siempredejándole claro que es usted quien le da permiso paraentrar en ella. Establezca desde un principio lo quequeda prohibido para él y lo que es aceptable. No dude

queda prohibido para él y lo que es aceptable. No dudeni cambie las normas por mucho que él la mire con esosojazos lastimeros. No olvide que su firmeza y su fuerzadurante esta primera fase son regalos que está haciendoa su perro, tan importantes como la comida y el techoque comparte con él. Le está proporcionando el regalode una camada sólida y de confianza, una camada en laque enseguida podrá relajarse y ser él mismo.

Las reglas de la casaLas reglas de la casa

Las reglas que imponga para los perros de su casadependen enteramente de usted, pero hay algunasnormas generales que yo recomiendo que se sigan paramantener intacto su papel de líder.

— Despiértese cuando usted diga, no cuando digasu perro. Él no es su despertador. Si el perro duerme ensu misma cama, enséñele a bajarse tranquilamente si sedespierta antes que usted y necesita agua o estirar laspatas. Luego tendrá que esperar tranquilamente a queusted se levante y comience la rutina diaria.

— Empiece el día con pocos contactos físicos o

— Empiece el día con pocos contactos físicos ocharla. El afecto se lo demostrará después del paseo. Elpaseo es el tiempo de unión entre usted y su perro. Sicaminan, intente hacerlo durante al menos una horadiaria. Si le gusta correr, hágalo; si le gusta montar enbicicleta o patinar, hágalo también. En una situación idealusted habrá elegido un perro que pueda practicar suactividad preferida y, si se trata de un deporte muyactivo, podrá reducir su duración. Pero caminar a pasorápido es el mejor ejercicio tanto para el perro comopara el humano, tanto a nivel físico como psicológico. Sile es totalmente imposible dedicar una hora al paseo,añada una mochila para que el trabajo sea másproductivo para su perro o póngale en una cinta decorrer durante media hora mientras usted se preparapara ir al trabajo.

— Dé de comer a su perro de un modo tranquilo yjamás le ofrezca comida si está dando saltos. Sólorecibirá alimento cuando esté sentado y tranquilo. Jamásrecibirá comida como respuesta a un ladrido. En elCentro de Psicología Canina los perros más tranquilos ydulces son los primeros en comer. ¿Se imagina quéincentivo es su actitud para el resto de la manada?

incentivo es su actitud para el resto de la manada?— Su perro no debe pedirle nada mientras usted

esté comiendo. Cuando el líder de la manada come,nadie lo interrumpe. Fije la distancia a la que su perrodebe estar de la mesa de comer y no la varíe. No cedaante las miradas suplicantes de su perro, ya que susantepasados lobunos nunca competían con el líder de lamanada por la comida y él tampoco debe hacerlo.

— Después del ejercicio y la comida llega la hora delafecto. Pídale a su animal que esté tranquilo y enposición sumisa y luego dele todo su amor hasta que sehaga la hora de ir a trabajar. Haciendo todo esto estácondicionando a su perro para que tenga una mañanabonita, equilibrada y satisfactoria cada día de la semana.

— Nunca dé gran importancia al momento de salirde su casa o de volver. Si debe dejar al perro todo eldía, simule marcharse muchas veces antes de queverdaderamente lo haga. Asegúrese de que está enactitud serena y sumisa cada vez que usted entre o salga.Una vez que esté en la posición que usted desea, nohable, no lo toque, ni lo mire a los ojos antes de irse. Pordifícil que le pueda resultar, actué con frialdad y no dejede proyectar su energía firme y serena. Si ha ejercitado

de proyectar su energía firme y serena. Si ha ejercitadodebidamente al animal y no ha alimentado su miedo o suansiedad, su reloj biológico le dirá que ha llegado elmomento de descansar y estar relajado un rato. Nopermita que gima o aúlle cuando se marche. Puede quetenga que esperar un poco hasta que el perro estétotalmente tranquilo, pero sea paciente y asegúrese deque la rutina cala en él. No se preocupe: podrá volver aquererlo cuando regrese a casa.

— Una vez que haya vuelto, contenga su cariñocuanto pueda al verlo. No lo anime a sobreexcitarse.Cámbiese de ropa, tómese algo y vuelva a sacar alperro. Este paseo puede ser algo más corto (mediahora), puesto que van a pasar la tarde juntos. Despuésdel paseo vuelva a reforzar el hábito de la comida ydespués de la cena podrá permitir que su perro vuelva aser su mejor amigo.

— La forma de dormir para un perro debe quedarclara y sin ambages. Un animal debe tener un lugar en elque dormir habitualmente y no debe ser a elección suya.Cuando su perro llegue por primera vez a su casa,póngalo invariablemente en su caseta o en su cestadurante la primera semana. De este modo lo

durante la primera semana. De este modo loacostumbrará a su nuevo entorno al tiempo que le estaráimponiendo límites. Tras la primera semana reemplace lacaseta por una almohada o una cesta. Aquél será ya sulugar de descanso. Si usted quiere que el perro duermaen su misma cama, bien. Para ellos es natural dormir conlos miembros de su manada y es una forma intensa decrear lazos con el animal. Invite al perro a entrar en eldormitorio, métase en la cama unos minutos y luegoinvítelo a subir. Usted elegirá la parte de la cama en laque puede dormir el perro. Dulces sueños.

— Todos los integrantes de la casa tienen que serlíderes para su perro. Desde el bebé hasta los abuelos elperro necesita respetar a todo el mundo por el puestomás elevado que ocupa en la escalera de la dominación.Esto significa que cada habitante de la casa tiene quevivir con las mismas normas y límites. Hablen de ello yasegúrense de que todo el mundo respeta la ley.Recuerden que, si unas veces aplicamos las normas yotras no, crearemos un perro impredecible que es muchomás difícil de condicionar a largo plazo. De modo que suhijo de 10 años no puede pasarle golosinas a Max pordebajo de la mesa si la norma no le permite pedir

debajo de la mesa si la norma no le permite pedircomida. No puede impedir que su perro salte por encimade los muebles cuando usted está en casa, pero sípermitirlo cuando el que está es su marido. Un liderazgoinconstante conduce a un perro desobediente.

— Dedicar semanalmente un tiempo para jugar consu perro es un modo estupendo de añadir ejercicio a larutina diaria del paseo. (¡Aunque a estas alturas ya sabeusted que nunca puede constituir un sustituto para elpaseo!) También es un modo de permitir que su perroexprese las necesidades especiales y capacidades de suraza. Pueden jugar a lanzar y recoger cosas, a nadar enla piscina, jugar con el Frisbee y a correr en una carrerade obstáculos… Lo que le guste a usted o a los talentosespeciales de su perro. Asegúrese, eso sí, de que elanimal haya dado uno de sus largos paseos antes dejugar (o lo que es lo mismo, no lo haga a primera hora dela mañana) y ponga un límite estricto al tiempo quededicarán al juego. No deje que su perro la convenza deque se pasen tres horas jugando con la pelota de teniscuando usted había dispuesto sólo una.

— No evite o posponga el baño de su perro sóloporque a él no le gusta. Seguramente al animal le importa

porque a él no le gusta. Seguramente al animal le importaun comino estar limpio o sucio, pero usted se merecetener un perro limpio. Hay muchas formas de convertir lahora del baño en una experiencia agradable para ambos.Primero permita que su perro conozca la bañera de unmodo relajado y agradable antes de bañarlo. No olvideque en la naturaleza los perros no se bañan. Sólo entranen el agua o en un charco de barro para refrescarsecuando hace calor, a lo cual los empuja el instinto. Utiliceese instinto en su propio beneficio y someta al perro a unejercicio intenso (un paseo rápido, una carrera, la cintade correr o una sesión de patinaje) antes del baño. Queel agua esté templada. También puede asociar el bañocon alguna golosina, pero no confíe en extremo en esasolución. Un perro cansado y relajado que ha sudado lacamiseta es la mejor apuesta para un baño feliz.

— No permita que su perro se muestre posesivo conla comida o los juguetes. Asegúrese de que sepa que susjuguetes son antes suyos y de que está tranquilo ysumiso, o activo y sumiso antes de darle de comer, y queno gruñe cuando se acerca mientras come.

— No permita que ladre de modo descontrolado. Si

su perro ladra en exceso, lo más probable es que sedeba a la frustración física o psicológica. Es su forma dehacerle saber que necesita más actividad física y un lídermás activo. Su perro está intentando decirle algo con susladridos. ¡Escúchelo!

Perros y niñosPerros y niños

El tema de perros y niños podría constituir todo unlibro en sí mismo. Como persona que creció rodeada deanimales y que ha criado a sus propios hijos entre unamanada de perros, puedo dar testimonio de que el hechode vivir con perros puede ser una de las experienciasmás memorables y gratificantes en la vida de un niño.Los perros enseñan a los niños empatía; les enseñanresponsabilidad y cuidados, a estar en sintonía con laMadre Naturaleza. Les enseñan equilibrio y amorincondicional. No puedo imaginarme haber criado aAndre y Calvin sin la alegría que los perros han puestoen sus vidas. Sin embargo, no debemos olvidar que,cuando tenemos un perro, estamos invitando a un

cuando tenemos un perro, estamos invitando a undepredador carnívoro a nuestra casa. Por unidos queestemos con los perros somos dos especies distintas, yes nuestra responsabilidad como padres y dueños deperros proteger a los miembros más preciados denuestras familias, a nuestros hijos, y asegurarnos de quetanto ellos como nuestros perros saben coexistir conseguridad y felicidad.

Más de la mitad de mordeduras graves y decesosque ocurren en Estados Unidos las sufren niños de entre5 a 9 años, pero los bebés son especialmentevulnerables. Mientras escribo este libro, el sur deCalifornia todavía se resiente de la trágica muerte de unrecién nacido de Glendale, que el rottweiler de losabuelos arrancó de los brazos de la madre[1]. En esoscasos, invariablemente, los dueños no pueden creérselo.«Había sido siempre un perro tan cariñoso», dicen.Luego suele aparecer un vecino que dice haber vistoseñales de aviso que pasaron inadvertidas o fueronignoradas.

Un bebé puede ser algo confuso para un perro sinunca antes ha visto uno. Los bebés huelen de mododistinto a los adultos humanos. Su forma es diferente.

distinto a los adultos humanos. Su forma es diferente.Emiten sonidos y se mueven de modo distinto. Para losperros con un fuerte instinto depredador el tamaño y ladebilidad de un bebé pueden desencadenar el ataque.Por otro lado, es lógico que la familia revolotee en tornoal recién nacido y no preste demasiada atención al perro.Si su perro tiene problemas de dominancia o estáobsesionado con usted, puede tener problemas.

Las familias que están esperando el nacimiento de unbebé y que tienen perro deben evaluar cuidadosamentela situación. ¿Cuál es el temperamento del perro?¿Cómo es la relación con su dueña? Si los padresresultan ser líderes débiles y permiten que el perrodomine la casa, sobre todo si se trata de una raza fuerteque se ha mostrado agresivo en algún momento delpasado; si el perro está acostumbrado a recibir atenciónconstante y se muestra territorial o posesivo,recomendaría seriamente a la familia que le buscase unnuevo hogar antes del nacimiento del niño. A pesar de laimportancia que tienen los animales en mi vida comopadre sé que jamás habría puesto la vida de mis hijos enpeligro. Hay algunas situaciones familiares en las que nose deben mezclar bebés y perros, aunque suele deberse

se deben mezclar bebés y perros, aunque suele debersemás a la relación entre la dueña y su perro que al perroen sí. Si el animal ha sido socializado debidamente, nosólo la mayoría de perros pueden convivir pacíficamentecon los niños, sino que pueden convertirse en susdevotos protectores.

Pero si tiene usted la más mínima duda de su propiacapacidad para manejar al perro en cualquier situación,le sugiero que se tome los nueve meses de espera paraencontrar al animal una nueva casa adecuada para él. Séque puede ser descorazonador, pero la buena noticia esque los perros pasan página mucho más deprisa que loshumanos. Se sentirá desorientado en un principio cuandose marche a vivir con una nueva manada, pero en lanaturaleza los lobos cambian de manada cuando surge lanecesidad de hacerlo. Si una manada es demasiadonumerosa para los recursos de su territorio, los lobos sedividen y forman grupos nuevos. Si encuentra una casaadecuada para él, se adaptará sin problemas: su instintolo empujará a ajustarse para encajar. La reconocerá sivuelve a verla o a olerla, pero no perderá el tiempo conusted. No olvide que los perros viven el momento.

Preparar al perro para elPreparar al perro para elesperado acontecimientoesperado acontecimiento

Suponiendo que no se encuentre usted en la situaciónque he descrito en los párrafos anteriores, hay muchascosas que puede hacer para preparar a su perro para lallegada del bebé y, lo que es aún más importante, paracondicionarlo a respetar al bebé como otro líder de lamanada. Hay que empezar pronto. Cualquier debilidadpotencial en su relación líder-seguidor debe ser corregidainmediatamente. Si su perro es muy dependiente, ansiosoo tiene dificultades con la separación, puede reaccionaren exceso a cualquier cambio en la estructura de lamanada. Por difícil que pueda parecer puede empezarmostrándose más fría hacia él mucho antes de que llegueel bebé. No permita que la siga como una sombra portoda la casa. Impida que duerma con usted. Imponganuevas reglas sobre dónde se puede o no sentar. Hágalesaber que queda prohibido entrar en la habitación delbebé. Salga a pasear con él llevando un carrito y

bebé. Salga a pasear con él llevando un carrito yasegúrese de que él va siempre detrás, nunca delante.Anímelo y recompense su comportamiento sereno ysumiso en estas sesiones.

Una vez que haya nacido el niño, lleve a su casa unaprenda de ropa con el olor del bebé y deje que su perrola huela. Es un modo de «presentarle» al bebé antes deque puedan verse cara a cara. No le ponga la prendabajo la nariz para obligarlo a olerla. Primero muéstreseladesde el otro lado de la habitación y luego pídale que seacerque poco a poco, pero no más cerca de lo que lepermitiría si se tratase del bebé. Lo que le está pidiendono es algo irracional: en la naturaleza la madre mantiene asus retoños alejados de la manada al principio. El perrosiempre debe mostrarse sumiso y tranquilo cuandodetecte el olor del bebé. Corrija muestras de ansiedad ofijaciones, y recompense sólo un comportamientotranquilo y sumiso.

Cuando el bebé llegue a casa, no se lo presentefuera. Entre primero y luego invite al perro a pasar,dejándole claro que están en la casa del bebé y no delperro. Presénteselo poco a poco. Empiece dejando quelo vea desde el otro lado de la habitación. Luego, poco a

lo vea desde el otro lado de la habitación. Luego, poco apoco, deje que se acerque. Su energía firme y serena esvital en este momento. Cuando Ilusión se hizo a la ideade que llevase a mis hijos a la manada, entré con ellosmientras proyectaba mi forma más firme y serena deenergía. Llevaba en brazos a mis hijos con orgullo.Estaba comunicando a la manada que aquellos niñosformaban parte de mí, de su líder, y que ellos tenían querespetarlos del mismo modo que me respetaban a mí.Mis hijos aprendieron de mí ese comportamientoviéndome interactuar con los perros y lo imitaron.

Al mismo tiempo que enseñamos al perro hay queenseñar al niño a medida que crece cómo respetar alperro sin dejar de ser el líder de la manada. Por eso lasupervisión es muy importante. Los perros nunca debenquedarse solos con niños que están aprendiendo a andary que están demasiado llenos de energía física. Los niñostienen que aprender a no tirarles de las orejas o el rabo,y hay que enseñarles a que nunca deben jugar a peleascon un perro. Cuanto más insistamos, más aprenderá acorregir el modo de tratar a un perro. Al final el animalcomprende que el niño no va a hacerle ningún daño. AAndré y Calvin les enseñé bien pronto a reconocer las

André y Calvin les enseñé bien pronto a reconocer laspistas que proporciona el lenguaje corporal de un perro,de modo que pudieran saber cuándo podían o notocarlo. Les hice que me ayudaran a darles de comer yles enseñé a no poner delante de un perro su plato decomida hasta que no estuvieran sentados y tranquilos.Enséñeles también cómo deben acercarse a un perrodesconocido: no hay que hablar ni tocar ni mirarle a losojos hasta que no esté tranquilo y cómodo con nosotros.En cuanto mis chicos pudieron andar, correteaban entrelos perros como los amos del lugar. Hagan como yo:condicione a sus niños para que lleguen a ser los líderesde la manada desde que están en la cuna. ¡Toda unageneración de perros se lo agradecerá!

VisitasVisitas

Cómo tratar a las visitas puede ser algo difícil decomprender para un perro. La mayoría de la gentequiere que sus perros sean, si no sus protectores, almenos su alarma. Si un extraño se acerca a la casa por lanoche, las dueñas de los perros quieren que éstos las

noche, las dueñas de los perros quieren que éstos lasalerten de ello. Pero al mismo tiempo desean que semuestren dóciles y cariñosos cuando los amigos o elcartero llegan a su puerta. Es difícil conseguir ambascosas. ¿Cómo va a diferenciar el animal qué clase depersona está al otro lado de la puerta? Es tarea de ladueña enseñar modales al perro y reforzarlos cuando seanecesario.

Cuando un desconocido llama a su puerta, asegúresede que el perro deja de ladrar inmediatamente y de queestá sentado y sumiso cuando entra. No permita quesalte encima del recién llegado. Al mismo tiempo pida ala persona que llega a su casa que no salude al perro delmodo tradicional (pero ¡equivocado!) ¡Nada deagacharse para ponerse al nivel del animal paraacariciarlo y hablarle! El invitado debe aprender lasnormas que yo utilizo para los visitantes del Centro dePsicología Canina: no hay que tocar ni hablar ni mirar alos ojos nada más llegar. El perro debe acostumbrarseeducadamente al olor del invitado antes de que éste lemuestre cariño. El perro tiene la capacidad de recordarmiles de olores distintos, de modo que tras un par devisitas el invitado ya le será familiar. Pero con cada

visitas el invitado ya le será familiar. Pero con cadapersona nueva que conozca habrá que repetir el ritual.

El pobre cartero también puede crearle dificultadesal perro. Puesto que los canes viven en un mundo decausa y efecto, si el perro se acostumbra a ladrar alcartero, lo interpretará del siguiente modo: «Llega elcartero. Ladro y gruño. El cartero se va. Lo heasustado». En algunos perros dominantes y agresivosesto puede despertar su instinto depredador, lo quepotencialmente puede incitar la agresión hacia el cartero.Para el dueño esto puede traducirse en tener que ir arecoger el correo a la oficina de correos o, en el peor delos casos, a una denuncia. El servicio postal de EstadosUnidos se toma en la actualidad muy en serio laseguridad de sus carteros. En el caso de uno de losperros que han aparecido en Dog Whisperer no sólo lapropietaria del perro en cuestión sino todo el vecindarioperdieron el privilegio de recibir el correo en sus casas.(Ya se imaginarán que la dueña del perro no se hizo muypopular en el barrio…).

Corregimos esta dificultad condicionando al perropara que no ladrase cuando un desconocido se acercasea la puerta. Cuando conseguimos progresar en este

a la puerta. Cuando conseguimos progresar en estesentido, me vestí con el uniforme de los carteros y meacerqué a la puerta una y otra vez hasta que el perroperdió el deseo de ladrarme. Fue como si hiciera untrueque con la dueña: ella renunció a su «sistema dealarma» para conseguir recuperar el privilegio del correo.Siempre es preferible instalar una alarma que dar a superro ese trabajo, porque ¡el cartero es irremplazable!

Ir a la peluquería y alIr a la peluquería y alveterinarioveterinario

Siempre que propongamos a nuestro perro unasituación nueva y desconocida es importante que lopreparemos de antemano. Mucha gente lleva galletaspara intentar calmarlo, pero, si el animal ya está aterrado,seguramente no funcionará. Recuerde que los perros noentienden lo que es un peluquero o por qué tienen que ira sus revisiones con el veterinario. Pocos son los perrosque no protestan cuando les cortan el pelo o visitan alveterinario por primera vez. Muy pocos son los que no

veterinario por primera vez. Muy pocos son los que nose ponen tensos o nerviosos. Para ellos son situacionesmuy poco naturales, de modo que el peluquero y elveterinario tienen que actuar como etólogos además dehacer el trabajo que deben realizar, y algunos no soncapaces de combinar ambas cosas. No es su trabajo. Deusted depende contribuir a que la experiencia sea lo máscómoda posible para su perro.

Antes de ir al veterinario es importante que ustedsujete a su perro y lo toque del mismo modo que hará elveterinario. De hecho es algo que debe hacer conregularidad mucho antes de la visita. El cerebro necesitahaber sido condicionado a que lo toquen endeterminadas partes del cuerpo que normalmente notocaría nadie. Muchos de nosotros acariciamos anuestros perros cuando les damos afecto: tocamos lacabeza, los acariciamos, les rascamos la tripa o laespalda. Un veterinario le abrirá la boca, le mirará losoídos, los ojos y el ano. Usted puede ayudar a su perro«jugando a los médicos en casa». Que todo el mundo seinvolucre, incluidos los niños, y que alguien se ponga unabata parecida a la del veterinario. Que su perro seacostumbre al tipo de instrumental que utiliza un

acostumbre al tipo de instrumental que utiliza unveterinario, aunque sea de juguete, y que experimente elolor a alcohol. Puede darle masajes o alguna golosinadurante la sesión para crear una asociación positiva.

La visita al peluquero ha de prepararse del mismomodo. Los únicos perros que se sienten cómodos en lapeluquería son los que provienen de un linaje de perrosde exposición. De algún modo es como si hubieranheredado la tranquilidad de sus padres a la hora deenfrentarse al proceso del acicalado. Para otros perros,sin embargo, puede constituir toda una pesadilla.¿Recuerda a Josh, El Gremlin? ¡No se imagina lacantidad de clientes que temen más ir al peluquero consus perros que a su propio dentista!

Por naturaleza soy un hombre muy competitivo y losdesafíos siempre me seducen. Para mí lo es trabajar conun perro inestable e intentar ayudarlo a recuperar elequilibrio, así que, cuando trabajé como peluquero enSan Diego y me trajeron un perro como Josh, para mífue un placer. No difiere mucho del vaquero cuyotrabajo consiste en montar un caballo salvaje o un toro.No queremos herir a los animales: sólo domarlos. Lo queyo vi entonces fue la oportunidad de domesticar al animal

yo vi entonces fue la oportunidad de domesticar al animalque esos perros llevaban dentro y al mismo tiempodejarlos guapos por fuera. Si el perro resultaba ser unanimal fácil, mejor, todo iba más deprisa, pero un perrodifícil no era algo negativo para mí. Por supuesto losperros hacían crecer en mí mi energía positiva, de modoque conseguía que la experiencia les resultase muyagradable. Sin embargo, entiendo por qué la mayoría depeluqueros temen a esa clase de perros. Detestan tenerque ocuparse de un animal que puede morderles einconscientemente culpan al perro. El animal se percatade su energía negativa y eso exacerba su ansiedad. Laverdad es que los perros actúan de ese modo porque susdueñas no las preparan debidamente para la ocasión.

Al igual que cuando lo preparábamos para elveterinario, podemos recrear el escenario paracondicionar al perro gradualmente a sentirse máscómodo en el peluquero. Cómprese algunas pinzas otijeras e intente ponérselas al perro para calibrar sureacción. Si se pone nervioso, espere a que tengahambre. Ofrézcale comida y, mientras esté comiendo,mueva las tijeras o las pinzas a su lado. Hágalo unascuantas veces. Empezará a asociar ambas cosas con la

cuantas veces. Empezará a asociar ambas cosas con lahora de la comida, lo cual mejorará su opinión de lavisita al peluquero.

Y lo más importante: antes de llevar a su perro a laclínica veterinaria o a la peluquería, o antes de que elservicio de peluquería llegue a su casa, llévese al perroa dar un largo e intenso paseo. Lo mejor es que le désu paseo habitual antes de salir de casa y que, cuandollegue a la clínica, le dé otro paseo más corto alrededordel bloque. Si el perro llega habiendo hecho ejercicio,tendrá menos energía dentro de sí y estará más receptivoante una situación nueva y que puede producir temor. Siel perro asocia que cada vez que acuden a ese lugarpasa más tiempo con usted caminando, lo tomará deotro modo. Añadir golosinas puede ayudar, pero pasarmás tiempo con el líder de la manada le dejará mejorsabor de boca que cualquier galleta de perro de las quese encuentran en el mercado.

Visitar el parque caninoVisitar el parque canino

Los parques caninos, especialmente aquellos en los

Los parques caninos, especialmente aquellos en losque el perro puede estar sin correa, son puntos calientesen muchas comunidades norteamericanas. Esta clase deparques puede utilizarse para incrementar o mantener sushabilidades sociales, y quizá para que se diviertacorriendo y jugando con miembros de su propia especie.Pero eso es todo lo que se debe esperar de un parquecanino. No es un lugar en el que pueda esperarse que elperro consuma su exceso de energía. Nada puedereemplazar a su paseo, porque, cuando reúnes en unmismo sitio un número de perros que no se conocen, secorre el riesgo de que se desate el conflicto. El «poderde la manada» es intenso en un perro, pero recuerde queen el Centro de Psicología Canina a veces he tardadosemanas en introducir con éxito a un perro en la nuevamanada. ¡Y mi manada está constituida por animalesequilibrados y estables! ¿Puede decirse lo mismo detodos los perros del parque canino? ¿Puede estarabsolutamente seguro de que su perro lo es? Un parquecanino es un lugar rodeado de muros y cada vez que seencierra a muchos animales en un lugar aparecen lasrefriegas.

A ver si le suena lo que voy a contarle: usted está

A ver si le suena lo que voy a contarle: usted estácansada. Ha tenido un día muy largo y no tiene ganas desalir a pasear con su perro, así que decide montarlo en elcoche. El animal está muy excitado y usted le dice:«Tranquilo, Rex, que voy a llevarte al parque». El perropercibe su energía y sus señales. Reconoce los olores ylas características del paisaje. Sabe adónde van yempieza a saltar dentro del coche. «¡Qué contento sepone porque sabe que vamos al parque!», piensa usted.Pero no, no es felicidad. Es excitación. Y usted debesaber a estas alturas del libro que la excitación en unperro no es sinónimo de felicidad, sino que en la mayoríade casos expresa energía reprimida y frustrada. Es decir:¿qué está a punto de ocurrir? Pues que un perrofrustrado y sobreexcitado se va a presentar en un parquepara perros. Dependiendo del perro, puede estarsepreparando el desastre.

Cuando un perro con energía excitada, frustrada,ansiosa o dominante llega a uno de estos parques, losperros que ya están allí van a sentir su energíainmediatamente y será interpretada como inestable. Y yasabemos que en la naturaleza los animales no alientan lainestabilidad, de modo que los demás se acercarán a él y

inestabilidad, de modo que los demás se acercarán a él ylo desafiarán, o bien huirán de él porque está saturado deenergía negativa y explosiva. Ver huir a esos otros perrospuede hacerlo entrar en estado depredador o de ataqueporque es la forma más fácil de descargar la frustración.Un perro en ese estado puede crear problemas atacandoa otro y las dueñas de los demás perros se alarmarán.Algunas intentarán recordar la hora en que sueleaparecer el atacante e intentarán ir ellas treinta minutosantes o después. Cuando el perro se encuentre con esaspersonas, recibirá descargas de energía negativa quequedarán registradas en él, de modo que el parquedejará de ser un lugar de destino posible para él.

Por supuesto ya sabe lo que yo le recomendaríaantes de llevar al perro al parque, ¿verdad? ¡Pasear conél! Darle un paseo de al menos media hora y después,una vez que hubiera aparcado cerca del parque, darleotro paseo por aquel barrio. Si se trata de un perro conmucha energía, podrá utilizar una mochila. Recuerde queel parque para perros debe utilizarse para trabajar consus habilidades sociales, no como sustituto para elejercicio regular. El animal debe agotar tanta energíacomo sea posible antes de llevarlo al parque, cuando su

como sea posible antes de llevarlo al parque, cuando sunivel sea casi cero. De ese modo, cuando llegue alparque, estará relajado pero aún tendrá ganas derelacionarse con los otros perros.

¡No hay que olvidarse de él¡No hay que olvidarse de élen el parque!en el parque!

A menudo el comportamiento de la dueña de unperro en el parque es tan culpable como la falta depreparación del animal antes de llegar. La dueña llega alparque, suelta al animal y se pasa el resto de tiempototalmente al margen, de pie a un lado, charlando con elresto de dueñas. La propietaria interpreta ese tiempocomo una oportunidad de relajare de la carga quesupone tener un perro… «olvidarse» de ese trabajodurante un tiempo. Pero no olvide que ser el líder de lamanada es una responsabilidad de veinticuatro horas aldía, siete días a la semana. La experiencia puede noresultar satisfactoria para el perro porque se sientecompletamente solo, sin la guía de su perro alfa. No

completamente solo, sin la guía de su perro alfa. Nopretendo decir que deba estar constantemente al lado delperro, pero sí que debe permanecer alerta, noquedándose siempre en el mismo sitio sino caminandoalrededor del parque, conectando con su perro mediantela voz, con serenidad y calma, mirándolo, transmitiéndolesu energía. Debe conocer el lenguaje corporal de sumascota y cómo sacarle de una interacción que pareceestarse transformando en una confrontación. Si un perrose comporta mal o lo desafían, o lo atacan, no debeactuar con suavidad. No alimente un comportamientodominante, temeroso o agresivo consolando al perro oacariciándolo. No permita que su perro se esconda oque se le meta entre las piernas. ¡Y nunca lo deje sinsupervisión en un parque para perros! Si ha conseguidoestablecerse como el líder de la manada de su perro, élla buscará para que le indique cómo comportarse. ¡No ledefraude!

Recuerde que su perro tiene cuatro opciones cuandointeractúa con otros perros: pelear, huir, evitar osometerse. Si ignora o evita a otros perros en el parque,eso no significa que sea un inadaptado social. Si usted sepaseara en el centro de Los Ángeles a mediodía en un

paseara en el centro de Los Ángeles a mediodía en undía laborable, no iría diciéndole «hola» a todo aquel quese cruzara en su camino, ¿verdad? Por supuesto que no.Ignora a la mayor parte de las personas con las que secruza. ¡No se presenta a cada desconocida que seencuentra una en un ascensor! Para un perro ignorartambién forma parte de un comportamiento socialhabitual. Un perro saludable y equilibrado sabe cómoevitar a los demás como modo de prevenir un conflicto ymantener estable su disposición.

No hay estadísticas sobre las peleas que seproducen en los parques para perros, de las heridas y lasmuertes en Norteamérica, pero han ocurrido suficientesincidentes para provocar que muchas comunidadeshayan intentado prohibir los parques en los que losanimales van sin correa. Los perros que mejor secomportan en estos lugares son los que han sidosocializados a una edad muy temprana. Claramente hayalgunos perros que, simplemente, no deben acudir aestos parques y no hay más opción. Los animalesagresivos y dominantes nunca deben acudir a esta clasede instalaciones. Un animal nervioso o temeroso,tampoco. (Sin embargo, no es una solución que pueda

tampoco. (Sin embargo, no es una solución que puedacontribuir a superar ese temor). El miedo es una señalque los animales dominantes interpretan con claridad ypor esa debilidad pueden atacar a su perro.

Bajo ningún concepto debe llevar un perro enfermo aun parque: no sólo podría infectar a otros, sino que losperros dominantes interpretarían su enfermedad comouna debilidad. Tampoco lleve nunca más de tres perrosal mismo tiempo, y lleve más de uno sólo si estácompletamente seguro de su temperamento. Lashembras en celo pueden causar peleas, lo mismo quellevar comida.

En cualquier parque público para perros no haymodo de predecir cuál va a ser el comportamiento de losperros que acudan. Para socializar a su perro con otrosmiembros de la raza canina hay muchas alternativas másseguras. Puede encontrar a otras personas que salgan apasear con su perro, que es el mejor modo de que sucan sienta la manada. Empiece por permitir que susperros se conozcan en una situación más relajada, máslúdica, atenta siempre al comportamiento de ambos.Corrija a su perro si es necesario y anime a la otra dueñaa hacer lo mismo. Los perros en grupo aprenden

a hacer lo mismo. Los perros en grupo aprendenenseguida las normas. No olvide que las manadas delobos suelen constar de sólo cinco a ocho miembros. Nohay por qué buscar la compañía de diez o veinte perrospara que su mascota se beneficie del contacto con los desu propia especie.

ViajarViajar

Cualquier dueña de un perro conoce los riesgos dellevar a su mascota de viaje. Cuando los metemos en elcoche o en cestas de transporte si hemos de viajar enavión, tren o barco, algunos se marean, otros vomitan yotros jadean constantemente. Algunos se sobreexcitan yno hay modo de calmarlos. Hay incluso perros que sesienten atrapados, lo cual les provoca agresividadinducida por el miedo. Ladran, muerden o no dejan degimotear. La razón por la que estos perros se sienten tanmal a la hora de viajar es porque no estaban tranquilos yrelajados cuando se los metió en el coche o en su cesta.Necesitamos condicionarlos para que asocien viaje con

relajación.Una vez más, cuando vamos a exponer a nuestros

perros a algo que para ellos es tan poco natural, lo mejorque podemos hacer por ellos es prepararlos deantemano. Antes de meterlos en el coche o en su cestatenemos que salir a pasear. Sí, ya sé que vuelvo a decirlo mismo: que hay que darles un largo y vigoroso paseo.Si se trata de un viaje muy largo o en avión, añada unamochila o media hora más de cinta de correr. El objetivoes que el animal esté agotado cuando vaya a encerrarlo.Para él habrá llegado el momento de descansar, así quetendrá sentido que se esté tumbado durante un largoespacio de tiempo.

Por supuesto a algunos canes les encanta ir en elcoche porque sus dueñas les dejan sacar la cabeza por laventanilla. Cuando el perro saca el morro fuera delcoche, la experiencia es para él más excitante que paraun humano asistir a una película en tres dimensiones, conel sonido llegándole de todas partes, olores incluidos;miles y miles de ellos, conocidos y desconocidos, llegana su pituitaria cada segundo. Si hay cinco coches pordelante de usted, el animal estará recogiendo cada uno

de los olores presentes en ellos. Si pasa usted pordelante de una granja, el perro está detectando el olor decada uno de los animales que hay en ella. A los perrosles encanta esta experiencia: es entretenida, satisfactoriay psicológicamente estimulante. Pero yo le sugeriría queno se lo permitiera, porque es físicamente muy peligrosopara su perro. Una china o cualquier brizna de hierbapodrían metérsele en los ojos y el aire tan fuerte podríadañarle los oídos. Además, tanta estimulación podríasobreexcitarlo. Lo mejor es asegurarnos de que el animalestá en disposición de descansar dentro del coche, asíque ábrale la ventana sólo un poquito, pero de modo queno pueda sacar la cabeza. Aunque el aire olido de estamanera no está tan concentrado en olores, seguirápercibiendo aromas fascinantes para él y sin riesgo parasu salud.

TrasladosTraslados

Tengo muchas clientas que vienen a verme porprimera vez después de haberse mudado. Suelen

primera vez después de haberse mudado. Suelendecirme que su perro estaba perfectamente bien antes deque llegaran a la nueva casa. De lo que no se dan cuentaes de lo mucho que ellas mismas han contribuido a que elanimal desarrolle comportamientos no deseados.Comportamientos que pueden evitarse.

En la naturaleza los perros se trasladanconstantemente. No hay nada que les guste más queexplorar un nuevo entorno. Pero el modo en que loshumanos nos trasladamos no es natural para ellos.Cuando estamos preparándonos para mudarnos,nuestros perros no tienen ni idea de que nos vamos a ir aun nuevo territorio, pero presienten que algo dramáticoestá a punto de ocurrir. En primer lugar ven como todolo que hasta aquel momento les es familiar vadesapareciendo. Luego sienten toda la energía conflictivaque emiten los humanos: la excitación, la tensión, elestrés o la tristeza. Cuando la gente se inquieta por tenerque abandonar su hogar, el perro lo interpreta comoenergía débil, negativa. Cuando los humanos nospaseamos por la casa vacía lamentándonos de lo muchoque vamos a echar de menos aquel vecindario orecordando el nacimiento de nuestros hijos en aquel

recordando el nacimiento de nuestros hijos en aquellugar, nuestros perros sólo perciben que algo terrible estápasando. Luego los metemos en el coche o en la cesta ylos subimos a un avión. No saben que van a otra ciudad.¡Y cuando llegamos a la casa nueva y vacía, los bajamosy esperamos que se adapten aún más rápido quenosotros! Los pobres ya están bastante ansiosos; hanpresentido nuestras emociones y lo han asociado conalgo muy traumático. Por eso, cuando llegan a la casanueva, aparecen comportamientos que nunca anteshemos visto en ellos. ¡Un perro no es un mueble! Nopodemos embalarlos, trasladarlos de un sitio a otro yesperar que no les afecte.

Si vive usted en un barrio cercano al lugar al que seva a trasladar, le sugiero que lleve al perro caminandohasta allí un par de ocasiones antes de la mudanza. Losperros son muy sensibles al entorno y, cuando llegue eldía de la mudanza, sabrán que ya han estado antes allí. Sivive lejos, siga el procedimiento que he indicado paraviajar. Luego, cuando lleguen, ¿adivina qué es lo mejorque puede hacer? Aunque esté usted pasando por supersonal momento de angustia o por una transformaciónemocional, en cuanto llegue a su nueva casa con el perro,

emocional, en cuanto llegue a su nueva casa con el perro,lo que debe hacer es llevarlo a dar un paseo. Este paseono es sólo para cansarlo, sino para ayudarlo a que seajuste a un entorno nuevo. Este paseo debe durar másde una hora. Aunque es imposible para muchaspersonas, yo recomendaría que durase al menos tres. Lesentará bien a usted después de un viaje largo y laayudará a liberar su propio estrés. A lo mejor puedecompartir la responsabilidad del perro, la de deshacer elequipaje y abrir las cajas en su nueva casa con toda lafamilia. Lo haga como lo haga, este paseo es la piedraangular de la nueva vida de su perro. Es el paseo que lehará comprender que han migrado a un nuevo territorio yque conseguirá que la migración sea algo más naturalpara él.

Si ha caminado con su perro más de una hora,deberá estar cansado y preparado para relajarse cuandoentre en su nueva casa. Déle de comer y enséñele lacasa, habitación por habitación. No le deje deambular deun lado para otro. Muchos de mis clientes cometen esteerror simplemente porque están demasiado ocupadosabriendo el equipaje. Piensan que el animal quiereexplorar y le dejan recorrer su nueva casa incluso antes

explorar y le dejan recorrer su nueva casa incluso antesde haber tenido ellos mismos la oportunidad de hacerlo.La disciplina se ha roto.

Recuerde que la casa no es del perro, sino suya. Sillega a poseerla antes que usted, entonces se volverádominante en ese espacio. Le sugiero que lleve al perro auna habitación, por ejemplo, la cocina, y que mantenga elresto de la casa prohibida para él mientras deshacen elequipaje. Si ha tenido su paseo de presentación, estarácansado y no le importará esperarla. Cuando puedahacerlo, llévelo de habitación en habitación, invitándolo aentrar en cada una de ellas igual que hizo cuando elanimal llegó por primera vez a su casa. Enseguidacomprenderá que aquélla es su nueva guarida y queusted sigue siendo, indiscutiblemente, el líder de lamanada.

Introducir un perro nuevo en laIntroducir un perro nuevo en lamanadamanada

A veces me he encontrado con clientas que hanintentado solucionar algún problema de comportamiento,

intentado solucionar algún problema de comportamiento,digamos, por ejemplo, la ansiedad por la separación,llevando a otro perro a casa. Sin duda lo hacían con susmejores intenciones, pero el efecto es el mismo que si sedeja caer una cerilla encendida en una lata de gasolina. Siha de ocuparse de dos perros, al menos uno de ellosdebe estar equilibrado. Si en su casa hay multitud deperros, al menos todos los de la manada original debenestar equilibrados. Simplemente no puede salir biencuando más de un animal está desequilibrado. Aunque sumanada consista sólo de un animal y usted, introducir unperro nuevo debe ser un proceso meditado con calma enel que han de tenerse en cuenta el equilibrio y la energíadel animal —para no hablar de la suya propia.

¿Se acuerda de Scarlett, mi bulldog francesa, elamuleto de la buena suerte del Centro? Tuvo la malasuerte de ser un perro inestable que fue a parar a unamanada inestable en la casa de su dueño. CuandoScarlett llegó, todos los demás perros que ya habitabanen la casa eran animales inestables que, vivían sin normasni límites. Uno experimentaba fijaciones casi con todo,otro era agresivo por temor y se mostraba posesivo contodo. Incluso los humanos de la casa estaban

todo. Incluso los humanos de la casa estabandesequilibrados y eran indisciplinados. Scarlett es unaperra muy sensible que, en cuanto llegó y se percató detoda esa energía inestable, reaccionó peleando, atacandoesa energía. Era también la más joven y la más atlética dela casa, y no iba a tolerar que otro perro inestable lamangonease. Desgraciadamente para ella sus dueñoshabían desarrollado lazos de unión con los perros que yavivían allí, de modo que los otros tenían el privilegio de laantigüedad. Scarlett era la recién llegada, y por ser lanueva la culpaban de todo. Por eso y porque suspropietarios no iban a cambiar, tuve que sacarla de esasituación.

Del mismo modo que obraría si se tratara de usted,debe elegir como compañero para su perro otro desimilar nivel de energía. Igual que en las parejas humanas,a los perros no tienen por qué gustarles las mismas cosaspara llevarse bien, pero sí necesitan compartir el mismotemperamento básico. La mayor parte de la gente,cuando lleva a un perro nuevo a su casa, suele favoreceral más antiguo, principalmente porque se sientenculpables por haber impuesto un «competidor» a su

perro de más edad. No quieren que se sienta «celoso».Solemos interpretar el periodo natural en el que sedecide cuál es el animal más dominante o cuál el mássumiso como «celos». Puede que, en realidad, los perrosexperimenten algo parecido a nuestros celos, pero lomás normal es que seamos los humanos quienesescribamos el guion de la historia. La razón que se ocultatras los «celos» es el hecho de que el perro nuevo haaportado un nivel superior de energía o un carácter máscompetitivo que el perro que ya se siente cómodo con suentorno tal y como está. Aun así, muchos dueños temeneste momento porque piensan que su perro se haenfadado con ellos y lo que hacen es proyectar másenergía negativa. Cuando esto ocurre, cuando la relaciónentre ambos va cuesta abajo, acaban llevando al perro aun médium, que les dice que sus dos perros eran rivalesen otra vida. ¿Piensa que exagero? Pues ¡esta versión esuna de las más ligeras que he tenido que escuchar de misclientas!

Lo que han de hacer es tratar a ambos perros porigual, siempre desde la posición de líder firme y sereno.Los perros que son seguidores en una manada no pelean

entre ellos, sino que concentran toda su energía en seguirlas reglas del líder, sus normas y sus límites. Si usted esun verdadero líder, a los animales no les quedará másremedio que llevarse bien. Dos mentes sumisas seráncapaces de vivir y jugar sin problemas. Dos mentesdominantes se desafiarán la una a la otra y acabaránsiendo un tormento para usted.

Hay determinadas situaciones en las que recomiendouna relación más dominante-sumiso entre un perro reciénllegado y el más antiguo. Hace poco grabamos uncapítulo para la segunda temporada de Dog Whispererque trataba de la llegada de un compañero para un perroque llevaba ya un tiempo en su casa. El capítulo se titulaBuford’s Blind Date («Una cita a ciegas para Buford»),Buford es un bóxer de aspecto duro pero muy tranquiloy estable; eso sí, sin socializar. Buford necesitaba uncompañero, pero su dueña, Bonita, no estabacomprometida al cien por cien ni era el líder firme ysereno que se necesitaba. Aunque es una dama muysosegada, yo sabía que iba a necesitar una guía fuerteantes de llevar a otro bóxer a su casa y sabía tambiénque no iba a poder contar con ella para que les

que no iba a poder contar con ella para que lesproporcionase el liderazgo que dos perros fuertes iban anecesitar. Fui con ella a Boxer Rescue en Sun Valley,California, para ayudarla a elegir a la novia de Buford.Aunque su perro es un animal dulce que podría habersellevado bien con muchos perros, tenía que contar con laenergía y el nivel de compromiso de Bonita a la hora dehacer la elección. Necesitaba un perro que pudieraadaptarse sin necesitar demasiado esfuerzo por su parte.Escogimos a Money, una perra menuda, sociable peroextremadamente sumisa, con una preciosa capa de colorchocolate con leche. Nada más llevarla a casa, dejé queBuford estableciera su dominancia sobre ella, además depedir a Bonita que no diera muestras de afecto a Moneydurante las dos primeras semanas. Bonita es una personaque adora a los perros, de modo que fue unrequerimiento extremadamente difícil para ella. Pero eraimportante que proporcionara a Buford el espacionecesario para mostrar su dominancia sobre la perraantes de que Bonita empezase su relación con la reciénllegada. En esencia le estaba encargando a Buford eltrabajo que suele tener un ser humano: enseñar al reciénllegado las normas de la casa. Siendo un animal sereno y

llegado las normas de la casa. Siendo un animal sereno yequilibrado, en esas dos semanas haría mejor aqueltrabajo que Bonita.

Cuando deba introducir un perro nuevo en su casa,asegúrese de que sus perros antiguos hayan trabajadohasta agotar su energía antes del gran día. Deben estarserenos y sumisos. Aunque usted esté nerviosa ante elacontecimiento, debe ser consciente de que no puedecompartir ese temor, esa tensión o esa inseguridad conlos perros porque el encuentro estaría abocado alfracaso. Si no se siente cómoda haciéndolo en su propiacasa, escoja un territorio neutral y luego, al final del día,invite a ambos perros a su casa.

Sin embargo, lo más importante es que conozcausted bien a su perro antes de pensar en expandir sumanada. Asegúrese de que no se siente frustrado y queno es un animal agresivo empujado por el miedo o porcuestiones de dominancia. Si tiene acceso a otros perros,déjelos interactuar en varias situaciones. Obsérvelosatentamente en el parque, por ejemplo. Así verá en quéáreas del comportamiento de su perro ha de trabajarantes de poder llevar a un nuevo amigo a casa.

Los perros y el ciclo de la vida:Los perros y el ciclo de la vida:vejez y muertevejez y muerte

Cuando vivimos con un perro durante muchos años,inevitablemente tenemos que verlo envejecer. Los perrostienen un ciclo vital más corto que el nuestro —unamedia de 13 años[2] frente a una de 77[3]—, de modoque a menos que los adoptemos cuando ya somosmayores, es muy probable que se hagan viejos antes quenosotras. La vejez del animal puede hacer sufrir mucho ala dueña y a su familia, pero una de las razones por lasque creo que los animales llegan a nuestra vida es paraenseñarnos que la vejez y la muerte forman parte de lanaturaleza, que al dar vida debemos experimentar yaceptar la muerte como otra fase del ciclo natural de lavida. Los perros celebran la vida y asumen connaturalidad la muerte. De hecho encajan la muerte muchomejor que nosotros. Ellos son los profesores en esteámbito. Su sabiduría natural puede ayudarnos aencontrar consuelo cuando hemos de enfrentarnos anuestra propia fragilidad y muerte.

nuestra propia fragilidad y muerte.Si un perro enferma, por ejemplo, de cáncer, no

percibe su enfermedad del mismo modo que nosotros.Sentimos lástima por él y liberamos energía triste ydolorosa cada vez que lo miramos, pero esa energía sólosirve para crear un entorno negativo para el perro. Si elanimal vuelve del veterinario con un diagnóstico decáncer, no viene pensando «¡Ay, Dios mío, sólo mequedan seis meses de vida! ¡Ojalá hubiera ido a China!».Ellos viven el momento, independientemente de si tienencáncer o no. Independientemente de si están ciegos osordos. No importa cuál sea su situación: ellos siguenviviendo el momento de cada día. Hace poco tiempoimpartí un seminario para trescientas cincuenta personasen Texas. Una perra de un albergue local estaba sentadaa mi lado. Acababan de diagnosticarle cáncer, peronadie podría imaginar un animal más alegre, más feliz queaquél. Todo el mundo se decía «Tiene cáncer.Pobrecilla». Pero a ella no le preocupaba lo más mínimo.Se lo estaba pasando de maravilla. Se sentía equilibrada,serena y sumisa, en un entorno nuevo y muy interesantepara ella. Algo que podemos aprender de los perros es aapreciar y disfrutar de la vida en los más pequeños

apreciar y disfrutar de la vida en los más pequeñosdetalles cada día.

La decisión de dormir a un animal que está sufriendoes una de las más duras a las que puede tener queenfrentarse un ser humano. Es una decisión muy personalque acaba sobre la conciencia de cada uno, sobre suscreencias espirituales y la unión que mantuviera con eseanimal. Una de mis clientas describió el momento detomar tal decisión como «apagar la luz» de su mascota apesar del hecho de que seguía vivo y respirando. Elmejor consejo que puedo ofrecer para enfrentarse a esemomento es que, cuando el animal deja de existir,seguramente ha vivido una vida más plena que la decualquiera de nosotros. El perro habrá saboreado cadamomento que ha pasado sobre esta tierra y no deja atráscosas sin acabar ni conoce el remordimiento.

Los seres humanos somos los únicos animales quetememos activamente a la muerte, que nos obsesionamoscon ella, que sufrimos por ella antes de que ocurra. Losperros tienen mucho que enseñarnos en este sentido.¿Sufren? Sí. Recientes investigaciones han demostradoque muchos animales sufren por su muerte, sobre todopor la de los miembros de su familia, compañeros o

por la de los miembros de su familia, compañeros oaquellos con los que habían creado un vínculoprofundo[4]. Pero para la mayoría de animales el dolor essimplemente una fase por la que pasan antes derecuperar el equilibrio. En la naturaleza, si el líder muerte,la manada pasará un tiempo de duelo por su pérdida yrecomponiendo su estructura. Luego seguirán adelante.

Como ya he dicho antes, los perros pasan páginapsicológicamente hablando mucho antes que loshumanos… siempre que se lo permitamos, claro. Simuere un perro en una casa donde había dos, porsupuesto que el que queda sufrirá por la muerte del quese ha ido, pero es natural que el animal recupere elequilibrio a menos que los humanos se lo impidamos. Lessorprendería la cantidad de casos que he tenido en losque uno de los perros de la familia ha fallecido y el quequeda comienza a tener dificultades que nunca antestuvo. Cuando la familia me dijo: «Es que no ha podidosuperar la muerte de Winston», miré a mi alrededor.Había fotos de Winston por todas partes, recuerdos delfuneral, una urna con sus cenizas en la chimenea. Lascortinas estaban corridas, la casa a oscuras y llena de

cortinas estaban corridas, la casa a oscuras y llena depolvo. El perro no era responsable de todo aquello.Cuando pregunté cuánto tiempo hacía que Winston habíamuerto, me contestaron: «Seis meses». ¡Seis meses!¡Una eternidad para un perro! Permanecer en tal estadono es natural para él. En esos casos son los humanosquienes deciden permanecer en un estado de duelo, no elanimal, que se limita a contagiarse de la energía trágica yla depresión que reina en la casa. Son los humanos losque han de dejar de proyectar su dolor sobre el perro yseguir adelante para que pueda hacerlo él.

También he atendido un buen número de casos enlos que se lleva a casa a un perro tras la muerte de otro.El nuevo ha de ser un «sustituto» para el anterior ymuchas veces ese sustituto llega demasiado pronto,cuando aún los humanos o los demás perros de la casaestán asimilando su dolor. Cuando se lleva un animal auna casa llena de tristeza, se lo lleva a un entorno deenergía débil y negativa. En una casa sumida en el duelono hay líderes fuertes.

En un caso reciente del que me he ocupado un grandanés había entrado en una casa y estaba haciendo lavida imposible al esposo, la mujer y la familia del perro

vida imposible al esposo, la mujer y la familia del perroque falleció. El animal no era dominante por naturaleza,pero, en cuanto entró y notó el vacío, cambió. Por difícilque pueda ser, le aconsejo que espere un poco antes dellevar una mascota nueva a casa después de que laanterior se haya ido. Espere a estar preparada para abrirlas cortinas, dejar entrar la luz y la risa. Entonces volveráa estar preparada para ser el líder de la manada y paraproporcionar un hogar saludable y equilibrado al nuevoperro.

99Bueno para nuestras perras,Bueno para nuestras perras,bueno para nosotrosbueno para nosotros

Aunque pueda suponer un revés para nuestro egohumano tan sobredimensionado, la verdad es quenosotros necesitamos más a las perras que ellas anosotros. Si los humanos desapareciéramos de la faz dela tierra mañana, las perras se las arreglarían parasobrevivir. Seguirían su instinto genético y formaríanmanadas muy parecidas a las que los lobos continúanformando. Volverían a cazar y a establecer territorios.Continuarían criando a sus cachorros casi del mismomodo que lo hacen hoy. En muchos sentidos incluso

modo que lo hacen hoy. En muchos sentidos inclusoserían más felices. Las perras no necesitan a los humanospara estar equilibrados. De hecho la mayor parte dedificultades e inestabilidades que las perras domésticassufren se derivan de su permanencia en situaciones nonaturales para ellas: vivir con nosotros tras unos murosen este mundo moderno e industrializado.

He dicho antes que las perras son de Plutón y losseres humanos son de Saturno. Sería más exacto decirque las perras son de la Tierra y los humanos son delespacio exterior. En muchos sentidos los humanos somosdistintos a todos los demás seres que comparten esteplaneta con nosotros. Tenemos la capacidad deracionalizar, lo cual nos da también la capacidad deengañarnos a nosotros mismos. Eso es lo que hacemoscuando humanizamos a los animales: proyectar nuestraspropias imágenes sobre ellos para sentirnos mejor. Alhacerlo, no sólo les hacemos daño a ellos, sino que nosdistanciamos aún más del mundo natural en el queexisten.

Lo que parecemos olvidar es que aún tenemosacceso al mismo mundo en el que ellos viven. Por eso losindígenas de los desiertos, las montañas, los bosques y

indígenas de los desiertos, las montañas, los bosques ylas junglas son capaces de sobrevivir generación trasgeneración. Son el Homo sapiens, como lo éramosnosotros, pero ellos están totalmente en sintonía con sunaturaleza animal. Viven cómodamente en ambosmundos. Aquí, en la «civilización», nos hemos alejado delmundo natural definiéndonos exclusivamente como laespecie superior, la especie que crea, la especie quedesarrolla. Continuamos rematando ese lado más naturaly mejor de nosotros mismos al ser la especie quedestruye ecosistemas enteros sólo por dinero. Ningunaotra especie destruye a la Madre Naturaleza del modoen que nosotros lo hacemos. Sólo los humanos hacemosalgo así.

Sin embargo, no importa lo mucho que arrasemos latierra, nuestra naturaleza animal ansía ser satisfecha. ¿Porqué cree que plantamos árboles junto a las autopistas?¿Por qué ponemos cascadas en los vestíbulos de losrascacielos? ¿Por qué decoramos las paredes denuestras casas con paisajes? Incluso los apartamentosmás minúsculos del centro de la ciudad tienen en susventanas pequeñas jardineras para plantas. Nosgastaremos los ahorros de todo un año para tomarnos

gastaremos los ahorros de todo un año para tomarnosuna semana de vacaciones para preservar nuestra saludmental junto al mar, a un lago o en las montañas. Y esoes porque, sin alguna conexión con la Madre Naturaleza,nos sentimos aislados. Tenemos frío. Nos sentimosdesequilibrados. Nos morimos por dentro.

En Norteamérica y en algunas otras culturas delmundo las perras y demás animales que llevamos anuestras casas sirven como nexo de unión principal conla Madre Naturaleza. Puede que no seamos conscientesde ellos, pero son la línea vital que nos une con una partede nosotros mismos que estamos a punto de perder.Cuando humanizamos a nuestras perras, interrumpimosla lección vital que iban a enseñarnos: cómo experimentarel mundo a través de nuestros instintos animales. Cómovivir cada momento y cada día al máximo.

Cuando llevamos una perra a nuestra casa, esnuestra responsabilidad satisfacer sus necesidadesinstintivas para que puedan sentirse equilibradas. A lasperras les importa un comino las monerías, ganar trofeoso las joyas que ponemos en sus collares. No les importaque usted viva en una casa grande; ni siquiera si tienetrabajo. Les importan otras cosas, como la solidaridad

trabajo. Les importan otras cosas, como la solidaridadde la manada, sentirse unidas a su líder durante lamigración, explorar el mundo, vivir en la sencilla felicidadde un momento. Si consigue satisfacer a su perra entodos estos sentidos, dándole ejercicio, disciplina yafecto, en ese orden, su perra le devolverá encantada elfavor. Podrá presenciar el milagro de dos especies muydistintas comunicándose y uniéndose de un modo quenunca creyó posible. Conseguirá en la relación con superra la clase de conexión profunda con la que siempresoñó.

Deseo con toda sinceridad que este libro lo hayaayudado a encontrar el punto por el que empezar subúsqueda de una relación más saludable y mejor con lasperras de su vida.

La luz dorada del sol de esta horaempieza a decaer en esta desierta playa delsur de California mientras salto en mitad deuna pequeña ola y lanzo una pelota de teniscon todas mis fuerzas. Aullando de alegría,todas las perras de la manada salendisparadas en su persecución, intentando ser

disparadas en su persecución, intentando serla que consiga atraparla para devolvérmela,pero sin pelear entre ellas por su posesión.Cualquiera que conozca a las perras sabráhasta qué punto es esto un milagro, pero yosoy un buen líder de la manada y ellas sonunas buenas seguidoras. Las reglas son lasreglas y todo el mundo las conoce. Carlitos,un pitbull de tres patas, se hace con el trofeoesta vez como prueba de su absolutadeterminación. Las otras vienen ladrandojunto a él mientras él se acerca cojeandopara ponerme en la mano la pelota y mirarmecon absoluto arrobo con sus ojos castaños. Leacaricio la cabeza, corro a la orilla y vuelvo alanzar la pelota. Las perras vuelven a saltaral agua. Por un momento siento lo mismo queellas: el agua fría y salada en la piel, miles dearomas marinos, el sonido hipnótico ytranquilizador de las olas. Me llena lafelicidad de este momento fugaz y se lo deboa ellas. Todo se lo debo a ellas.

El sol se ha vuelto rojo al borde del

El sol se ha vuelto rojo al borde delPacífico cuando tomamos la vereda rocosaque nos conduce a la furgoneta. Todosestamos agotados pero felices. Esta noche loscuarenta y tantos perros del Centro dormiránprofundamente. Yo también dormiré bien conla conciencia de haber ayudado a llenar susvidas… del mismo modo que ellos han llenadola mía.

GlosarioGlosario

1. Energía serena y firmeEs la clase de energía que ha de proyectar para

mostrar a su perro que es usted un líder de la manadafirme y sereno, que tiene en cuenta las circunstancias delmomento pero que nunca pierde el control.

2. Energía serena y sumisaEn la naturaleza se trata de la energía adecuada para

un «seguidor» en la manada y, por lo tanto, es la idealpara un perro que vive en una casa. Los signos de estetipo de energía son una postura relajada, orejas atentas yuna respuesta casi instintiva a las órdenes del «líder de lamanada».

manada».

3. Ejercicio, disciplina y afecto… ¡En ese orden!Éstos son los tres ingredientes necesarios para tener

un perro feliz y equilibrado. Muchos dueños ofrecen asus animales sólo cariño o no satisfacen estasnecesidades en el orden correcto.

a) Ejercicio: caminar con el perro al menos una horadiaria y de modo correcto.

b) Disciplina: imponer al perro reglas y límites de unmodo no abusivo.

c) Afecto: una recompensa que ofrecemos a nuestroperro y a nosotros mismos, pero sólo después de que elanimal se haya mostrado sereno y sumiso en nuestra«manada».

4. Dominar el paseoEl paseo es un ritual extremadamente importante

para un perro. Tendrá lugar al menos dos veces al día,con una duración de treinta a cuarenta minutos en ambasocasiones, de modo que tanto la mente como el cuerpodel perro trabajen en firme. También es importante queel dueño actúe como líder durante el paseo, lo que

significa que el animal debe caminar junto al dueño odetrás de él, y no tirando de la correa. Si es el perro elque «saca a pasear» al humano, el animal se percibe a símismo como líder de la manada en ese momento, lo cualsupone que el humano no tiene el control.

5. Reglas y límitesa) Los perros necesitaban saber que su líder es quien

establece las normas y los límites que rigen su vida tantodentro como fuera de casa.

b) La ira, la agresividad o los abusos practicados aun perro no le asegurarán el papel de líder; un líderairado y agresivo no tiene el control. La energía firme yserena y un liderazgo diario y consistente conseguiránmás fácilmente que se respeten las normas.

6. DificultadesSi un perro no confía en su dueño como líder fuerte y

estable de la manada, experimenta confusión respecto asu propio papel en ella. Un perro que no sabe conclaridad quién está al mando siente preocupación por lasupervivencia del grupo, de modo que intenta reemplazaral líder ausente a veces sin saber cómo hacerlo. Esto

al líder ausente a veces sin saber cómo hacerlo. Estopuede causar agresividad, ansiedad, temor, obsesiones yfobias… lo que yo llamo «dificultades».

7. EquilibrioUn perro equilibrado posee el estado ideal que la

Madre Naturaleza designó para él como seguidor sumisoy sereno del grupo, al estar satisfecho físicamente graciasal ejercicio. Psicológicamente ese equilibrio lo conservanlas normas y los límites y, emocionalmente, el afecto desu dueño.

8. Adiestramiento caninoCondicionar a un perro a responder ante las órdenes

de un humano (siéntate, quieto, ven, atrás) no es lo queyo hago.

9. Rehabilitación de perrosEsto es lo que yo hago: ayudar a un perro con

dificultades a recuperar su equilibrio, su serenidad y susumisión. A veces puede parecer que soy capaz de«arreglar» instantáneamente a un perro, pero, como yahe dicho en otras ocasiones, los animales no son

he dicho en otras ocasiones, los animales no sonaparatos que podamos enviar a reparar. La rehabilitacióntotal de un can sólo puede lograrse con un dueño sereno,firme, estable y consistente.

10. Nariz, ojos y orejas… ¡En ese orden!Recuerdo a los dueños de perros que éstos ven el

mundo de un modo distinto a nosotros. Noscomunicamos usando primero las orejas, luego los ojos ypor último la nariz. Los perros empiezan por la nariz,luego los ojos y por último las orejas. Permitir que unperro se familiarice con nuestro olor antes de quehagamos contacto visual con él o de que le hablemos esun modo de establecer confianza temprana.

11. Humanizar a los perrosMuchos propietarios cometen el bienintencionado

error de considerar niños a sus perros. Yo les aconsejoque intenten ver el mundo a través de los ojos de susmascotas: comida cara, bonitos accesorios y unamansión millonaria no harán la felicidad de su perro.Ejercicio regular, un líder de la manada fuerte y el afectomerecido supondrán un perro sereno y equilibrado.

12. Entrenar a las personasCuando me llaman para ocuparme de algún caso,

son muchos los dueños que piensan que el problema estáen el perro, y yo intento hacerles comprender que supropio comportamiento tiene un impacto importante ensu perro. Para conseguir «reformarlos» le ofrezcoconsejos sobre cómo ser un líder sereno y firme.

BibliografíaBibliografía

ABRANTES, R., Dog Language: AnEncyclopedia of Dog Behavior, WenatcheeWA, Wakan Tanka Publisers, 1997. (Manualde comportamiento canino, KNS Ediciones,Cacheiras, 2004).

AMERICAN KENNEL CLUB, The CompleteDog Book, Wiley Publications, Nueva York,1998.

BEKOFF, M., Minding Animals: Awareness,Emotion and Heart, Universidad de Oxford,Nueva York, 2002.

DIBRA, B. (con Elizabeth Randolph y Kitty Brown),Your Dream Dog: A Guide to Choosing the

Your Dream Dog: A Guide to Choosing theRight Breed for You , New American Library,Nueva York, 2003.

FOGLE, B., DVM. MRCVS, The Dog’s Mind:Understanding Your Dog’s Behavior ,Howell Book House, Nueva York, 1990.(Conozca a su perro, Naturart, Barcelona,1993).

HAUSER, M. D., Wild Minds: What AnimalsReally Think, Henry Holt and Company,Nueva York, 2003.

IRVINE, L., If You Tame Me: Understanding OurConnection with Animals, Temple UniversityPress, Filadelfia, 2004.

MCCONNELL, P. B., The Other End of theLeash: Why We Do What We Do AroundDogs, Ballantine Books, Nueva York, 2002.

MONKS OF NEW SKETE, How to Be YourDog’s Best Friend , Brown and Company,Nueva York, 2002.

SCOTT, J. P, y FULLER, J. L., Genetics and theSocial Behavior of the Dog: The ClassicStudy, Universidad de Chicago, Chicago,

Study, Universidad de Chicago, Chicago,1965.

WHITNEY, L., DVM. Dog Psychology: TheBasics of Dog Training, Howell BookHouse, Nueva York, 1971; 1974.(Adiestramiento y psicología del perro,Bellaterra, Barcelona, 1998).

César recomiendaCésar recomiendaAsociaciones humanitarias y deAsociaciones humanitarias y derescaterescate

Amanda Foundation310 278 2935www.amanda-fnd.org

The American Kennel Clubwww.akc.org

Animal Rescue League of El Paso«Protecting Life, Providing Love»No Kill ShelterP.O. Box 13055 /El Paso, TX 79913

P.O. Box 13055 /El Paso, TX 79913915 877 5002www.arlep.org

Best Friends Animal Society5001 Angel Canyon Road / Kanab, UT 84741 -

5000433 644 2001www.bestfriends.org

Gingers HouseLinn BoykePO. Box 490748 / Los Angeles, CA 90049www.gingershouse.org

Hedgesville HoundsPO. Box 2174 / Hedgesville, WV 25427240 793 9715

The Humane Societywww.hsus.org

Much Love Animal RescuePO. Box 341721 / Los Angeles, CA 90034-1721

PO. Box 341721 / Los Angeles, CA 90034-1721310 636 9115www.muchlove.org

NorCal Boxer Rescue2540 Regis Drive / Davis, CA 95616408 231 8036www.ncbr.org

Pets911www.pets911.com

Second Chance at Love Humane Society«Bescue, Rehabilitation, Placement»Cheri LucasPO. Box 396 / Templeton, CA 93465805 434 3982www.secondchancelove.org

SK9 Scottish Terrier RescuePO. Box 21304 / Columbus, OH 43221614 451 7780www.sk9scottishterrierescue.com

The Society for the Prevention of Cruelty to Animalswww.spca.com

Staten Island Council for Animal Welfare, Inc.«Share in Caring for Animal Waif»P.O. Box 120125 / Staten Island, NY 10312-0125www.sicaw.petfinder.org

White ShepherdGenetics ProjectP.O. Box 2068 / Howell, MI 48844-2068www.wsgenetics.org

El Refugio (Asociación para el bienestar de losanimales)

www.elrefugio.org

ANAA (Asociación Nacional Amigos de losAnimales)

Apartado de correos 19728140 Valdetorres del Jarama, Madridwww.anaaweb.org

Animals Sense Sostrewww.animalssensesostre.org

Sociedad Protectora de Animales y Plantas deMadrid

www.spap.net

FEDENVA (Federación para la Protección yDefensa del Animal en la Comunidad Valenciana)

www.fedenva.com

Unión Protectora y Defensora de los Animales Arcade Noé Sevilla

www.arcadenoe.org

Asociación Protectora de Animales S.O.S. Bilbaowww.sosbilbao.org

VeterinariosHollypark Pet ClinicB. M. Rawat, DVM1415 W. El Segundo Boulevard / Gardena, CA

1415 W. El Segundo Boulevard / Gardena, CA90249

323 756 1535

Debra Oliver, DVMBlue Cross Pet Hospital15239 La Cruz Drive / Pacific Palisades, CA 90272310 454 2633

Alan Schulman, DVMAnimal Medical Center of Southern California2340 S. Sepulveda Boulevard / Los Angeles, CA

90064310 575 5656www.animalmedcenter.com

Happy-Animal Hospital VeterinarioTampico, 2428027 Madridwww.happyanimal.es

Hospital Clínico VeterinarioGerona, 129006 Málaga

29006 Málagawww.veterinaria.org

Club de Adiestramiento MiomoleRua dos Barbeiros, 4036950 Moaña, Pontevedrawww.miomole.es.mn

ProfesionalesInternacional Association of Canine Professionals

(IACP)PO. Box 560156 / Montverde, FL 34756-0156407 469 2008www.dogpro.org

Asociación Española del Perro Mastín EspañolApartado de correos 325228080 Madrid91 851 79 73

Volver

Volver

Volver

NotasNotas

Introducción

[1] Fuente: U.S. Humane Society.[2] Fetterman, M., «Pampered Pooches Nestle in

Lap of Luxury», USA Today, 11 de febrero de 2005.[3] Lieber, A., «Lifetime Costs of Pet Ownership»,

PetPlace.com.

1 - Una infancia entre perras

[1] Saponsky, R. M., «Social Status and Health inHumans and Other Animals», en Annual Review of

Humans and Other Animals», en Annual Review ofAnthropology 33 (2004): 393-414.

2 - Si pudiéramos hablar con losanimales

[1] Fogle, S., The Dog’s Mind: UnderstandingYour Dog’s Behavior, Nueva York, Macmillan, 1990.

[2] Montagner, H., L’Attachement: Les Debuts dela Tenderse, París, Éditions Odile Jacob, 1988.

[3] Oldenburg, D., «A Sense of Doom: AnimalInstinct for Disaster», en The Washington Post , 8 deenero de 2005.

[4] Mott, M., en «Did Animals Sense Tsunami WasComing?», National Geographic News, 4 de enero de2005.

[5] Whitney, L. F., Dog Psychology: The Basics ofDog Training, Nueva York, Macmillan, 1971.

[6] Willis, C. M., y otros, «Olfactory Detection ofHuman Bladder Cancer by Dogs: Proof of PrincipalStudy», en BMJ 329 (2004): 712.

Study», en BMJ 329 (2004): 712.

3 - Psicología canina

[1] Hauser, M. D., Wild Minds: What AnimalsReally Think, Nueva York, Henry Holt and Co., 2002.

[2] Varendi, H.; Porter, R. H., y Winberg, J., «Doesthe Newborn Baby Find the Nipple by Smell?», en TheLancet 8, nº 344 (8298) (octubre de 1994): 989-90.

[3] Varendi, H.; Porter, R. H., y Winberg, J.,«Attractiveness of Amniotic Fluid Odor: Evidence ofPrenatal Olfactory Learning», en Acta Paediatrica 85,nº 10 (1996): 1223-27.

[4] Scott, J. P., y Fuller, J. L., Genetics and theSocial Behavior of the Dog, Chicago, University ofChicago Press, 1965.

[5] Fogle, B., The Dog’s Mind: UnderstandingYour Dog’s Behavior, Nueva York, Macmillan, 1990.

[6] McConnell, P. B., The Other End of the Leash:Why We Do What We Do Around Dogs , Nueva York,Ballantine Books, 2002.

Ballantine Books, 2002.[7] Morell, V., «The Origin of Dogs: Running with the

Wolves», en Science 276, 5319 (13 de junio de 1997):1647-1648.

[8] Mech, D. L., The Wolf: The Ecology andBehavior of an Endangered Species, Nueva York,Natural History Press, 1970.

[9] Scott, J. P., y Fuller, J. L., Genetics and theSocial Behavior of the Dog, Chicago, University ofChicago Press, 1965.

[10] Mott, M., en «Breed-specific Bans SparkConstitutional Dogfight», National Geographic News,17 de junio de 2004.

4 - El poder de la manada

[1] «Wolves in Denali Park and Preserve», DenaliNational Park Service/Dept. of the Interior.

[2] Fogle, B., The Dog’s Mind: UnderstandingYour Dog’s Behavior, Nueva York, Macmillan, 1990.

[3] Pennisi, E., «How Did Cooperative Behavior

[3] Pennisi, E., «How Did Cooperative BehaviorEvolve?», en Science 309, 5731 (1 de julio de 2005):93.

[4] MacDonald, E., y Schoenberger, C. R., «SpecialReport: The World’s Most Powerful Women», enForbes, 28 de julio de 2005.

[5] Butler, R., y Harlow, F., «Persistence of VisualExploration in Monkeys», en Journal of Comparativeand Psychoogical Psychology 46 (1954): 258.

[6] Shillito, E. E., «Exploratory Behavior in the Short-tailed Vole Microtus arestis», en Behavior 21 (1963):145-54.

[7] Fuente: American Humane Association.

5 - Dificultades

[1] Sye, K., en «Wolves: Violent? Yes. Threat? No» ,Juneau Empire, 2, noviembre de 2000.

6 - Perros en zona roja

[1] Sacks, J. J., et alii, «Fatal Dog Attacks, 1989-1994», en Pediatrics 97, nº 6, 1 de junio de 1996: 891-195.

[2] Pimental, D.; Lach, L.; Zuniga, R., y Morrison,D., «Environmental and Economic Costs Associated withNon-indigenous Species in the United States», CornellUniversity, College of Agriculture and Life Sciences,Ithaca, Nueva York, 1999.

[3] Karlson, T. A., «The Incidence of Facial Injuriesfrom Dog Bites», JAMA 251, nº 24, junio de 1984:3265-3267.

[4] Fuente: American Society of Plastic Surgeons.[5] Fuente: American Humane Association.[6] Derbeken, J. van, «Dog Owner Defends Story:

Knoller Says Her Memory of Attack fades in and out»,e n San Francisco Chronicle, 13 de marzo de 2002,A21.

[7] American Kennel Club, The Complete DogBook, Nueva York, Wiley Publishing, 1998.

[8] Ibíd.[9] González, J., «News & Views: This Web Site’s

[9] González, J., «News & Views: This Web Site’sthe Pits», en New York Daily News, 4 de diciembre de2003.

[10] Mott, M., «Breed-Specific Bans SparkConstitutional Dogfight», en National GeographicNews, 17 de junio de 2004.

[11] Kearsley, K., « Washington Bill Asks Insurers toConsider Dog’s Deeds, not Their Breeds», AP Online,18 de marzo de 2005.

[12] Gedan, B. N., «Even Mild-mannered Dogs CanBe Lethal to Children», en The Providence Journal, 15de julio de 2005: B17.

[13] Fogle, B., The Dog’s Mínd: UnderstandingYour Dog’s Behavior, Nueva York, Macmillan, 1990.

7 - La fórmula satisfactoria de Césarpara conseguir una perra equilibrada ysaludable

[1] «Wolves in Denali Park and Preserve», NationalPark Service/Departamento de Interior.

Park Service/Departamento de Interior.[2] Scott, J. P, y Fuller, J. L., Genetics and the

Social Behavoir of the Dog, Chicago, University ofChicago Press, 1965.

8 - ¿No podemos llevarnos bien sinmás?

[1] Cobarrubius, A., y Lee, N., «Pet Rottweilers KillsToddler in Glendale», en Los Angeles Times, 4 deagosto de 2005: 81.

[2] Brace, J. J., «Theories of Aging», VeterinaryClinics of North America-Small Animal Practice 11(1981): 811-814.

[3] Fuente: AARP.[4] Hauser, M. D., Wild Minds: What Animals

Really Think, Nueva York, Henry Holt and Company,2000.

CÉSAR MILLÁN (Culiacán, México, 27 deagosto de 1969), es entrenador de perros ypsicólogo canino profesional y el fundador delCentro de Psicología Canina de Los Ángeles.Desde el año 2004 presenta Dog Whisperer enel National Geographic Channel, además de serautor de numerosos libros sobre el tema entre losque destacan El encantador de perros (2006),El líder de la manada (2007), Uno más de lafamilia (2008), ¿Cómo criar al perro

familia (2008), ¿Cómo criar al perroperfecto? (2009) y Las normas de CésarMillán (2010).