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Edilberto Jaime Antonio Texcahua Historia de la Filosofía III 27 de noviembre de 2012 Demetrio Zavala Scherer
El escepticismo humeano como modo de vida
Hace días platiqué con una amiga que me decía “No sé lo que quiero, tal vez
nunca lo llegue a saber”. Esa plática dejo en mi interior un cuestionamiento, es
posible que nunca lleguemos a conocer lo que realmente queremos. Ante tal
problema reflexionaba sobre cómo las personas buscan en qué sostenerse para
seguir viviendo: Dios, la ciencia, los bienes materiales, etc.
Esta experiencia la expongo como punto de partida de un humilde comentario al
pensamiento de David Hume (1711-1776). Este filósofo escoses es un
representante del escepticismo del ala moderada, llegó a criticar las ideas innatas,
la idea de Dios y el pensamiento idealista. Su obra más famosa, y a la vez la
primera, fue Tratado de la Naturaleza Humana, escrita en 1736.
Hume cree que las ideas son derivadas del sentir, de las sensaciones internas y
externas, Esas sensaciones se dan en la experiencia y es ésta última la que
posibilita el conocimiento. Es interesante cómo a pesar de considerarse un
racionalista, el filósofo escoses le da mucha importancia a las emociones.
Los sentidos producen percepciones, las cuales las divide en dos: impresiones e
ideas. Las impresiones es el puro sentir, sin más. Mientras que la idea es el
momento cuando se reflexiona sobre el sentir, es decir, sobre la impresión. Estos
dos sucesos van de la mano, si la idea no procede de la impresión carece de todo
significado.
Regresando a la anécdota de mi amiga, creo que su tesis sobre el querer en la
vida no está tan descabellada. Hume propone un sistema de pensamiento que no
se funda en el “yo pienso” cartesiano (al cual también critica por la necedad de
buscar un sujeto que en quien descansar las percepciones), sino que parte de las
emociones, que se funda en la experiencia. Y desde ese terreno no existe nada
cierto, nada.
La postura de Hume aplicada en el proyecto de vida de una persona, da
esperanza. Parecería que tendría que ser todo lo contrario. La mayoría de las
Edilberto Jaime Antonio Texcahua Historia de la Filosofía III 27 de noviembre de 2012 Demetrio Zavala Scherer
personas buscan tener esa “cosa” que les de seguridad, no se puede vivir,
argumentan, sin un sentido, una idea que ilumine el camino. Pero nada en esta
vida es determinada, absoluta, certera. Los seres humanos se mueven y piensan
a través de emociones, las emociones y sentimientos son como la arena del
desierto, se mueven, son inestables, son sueltas y es imposible mantenerse firme
sobre ellas.
Pero mas que ver la negatividad que pueda existir en el escepticismo, el cual no
es radical como el de Pirrón, habrá que darle una oportunidad, porque el
escepticismo de Hume no es sólo pensamiento, es un estilo de vida. Cuando
escuche la frase de mi amiga sobre lo que se quiere en la vida, le di toda la razón.
Somos seres que no tenemos fondo, los deseos y los sentimientos nos mueven de
modo que siempre se desea algo nuevo.
Con las anteriores premisas quedan dos opciones que alcanzo a entrever. Por un
lado puedo darle rienda suelta a mis emociones y vivir como un loco empedernido
de las pasiones, posiblemente termine destruyendo mi vida. Pero, por otro lado,
haga mía a la duda para caminar con ella, conviviendo con una tensión entre no
tener una verdad, absolutamente, cierta pero tampoco dejarse arrastrar por lo
destructible que puede ser el escepticismo.
Hume en su Tratado de la Naturaleza Humana argumenta que los razonamientos
sobre cuestiones de hecho están basados en la relación causa-efecto. Cuando
observamos, cuestiona en su obra, que una bola de billar en una mesa que es
empujada por una segunda que está en movimiento, la primera se moverá. La
primera bola fue causa del efecto que surgió en la segunda. Así se demuestra que
todas las cosas tienen una causa, pero esa inferencia sólo es una comparación de
ideas, puesto que la inferencia entre causa-efecto no tiene demostración sólo lo
podemos concebir. ¿Cuántas veces tendríamos que experimentar para que algo
sea certero? Creo que toda la eternidad y eso es imposible.
De ahí que en la toma de decisiones en la vida cotidiana no quede de otra que
echarse un volado esperando que por lo que se optó sea lo mejor, pero siempre
Edilberto Jaime Antonio Texcahua Historia de la Filosofía III 27 de noviembre de 2012 Demetrio Zavala Scherer
estará la duda. Milan Kundera en su libro La insoportable levedad del ser refleja en
una parte lo que aquí quiero expresar:
“No existe posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la
mejor… El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un
actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero, ¿qué valor
puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma?”1
Nada puede asegurar que esta decisión creará tal efecto, ni que tal efecto sea
resultado de una buena decisión. Y con ello creo que Hume acaba de describir
qué es vivir, una incertidumbre constante, un caminar sobre nubes o arenas
movedizas. Es más doloroso descubrir que nada en la vida es durable ni estable
que tenerlo presente.
Bien lo dice Hume, no es la razón la que guía la vida, es la costumbre. Al todo
depender de la experiencia surgen de ella el hábito de creer que ésto que me ha
pasado, dentro de éstas circunstancias, va a volver a ocurrir, y es de la costumbre
de donde se deriva la relación causa-efecto antes mencionada. La costumbre se
convierte en maestra, a partir de ella se obtienen las creencias que se tienen
acerca de la vida; así llama Hume al resultado que de las costumbre se tienen, ya
que no sólo está la idea sin más, sino que la creencia tiene una dosis de
sentimiento agregado por las impresiones.
¿En qué consiste vivir sabiendo que no hay nada cierto? Por muy redundante que
parezca pero de eso se trata, de vivir, de actuar sin previo ensayo, parafraseando
a Kundera. Y es sin más lo que tenemos, a lo mucho creencias las cuales son tan
vulnerables como hojarascas secas. Desde esa precariedad nos movemos. Tiene
razón mi amiga, jamás sabremos qué queremos en la vida y ¡qué bueno!
Bibliografía:
Kundera, Milan. “La insoportable levedad del ser”. México: Tusquets Editores. 2005
1 Milan Kundera. “La insoportable levedad del ser”. México: Tusquets Editores. 2005, p. 16.