El tres de mayo de 1808 en Madrid

Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío

Los fusilamientos del 3 de mayo

Óleo sobre lienzo - 268 cm × 347 cm

Romanticismo

Museo del Prado, Madrid, España.

Predominan los tonos oscuros: negros, grises , marrones y algún toque de verde.

Zaragoza, 1746-Francia, 1828).

Su estilo inaugura el Romanticismo.

Representa el comienzo de la “pintura contemporánea” y se le considera precursor de las vanguardias.

INVASIÓN NAPOLEÓNICA

Propuesta de Napoleón: Conquistar Portugal y repartirlo entre Francia y España.

Más de 20.000 soldados franceses entraron a España en noviembre de 1807, con la misión de reforzar al ejército hispano para atacar Portugal.

El trato es traicionado y en su lugar, Napoleón , el 6 de junio de 1808, otorga la corona de España a su hermano José Bonaparte.

El dos de mayo el gobierno invasor decretó la salida de los últimos miembros de la familia real, entre ellos los infantes María Luisa y Francisco de Paula. Al percatarse de ello, el cerrajero Blas Molina gritó al pueblo: «¡Traición! ¡Nos han quitado a nuestro rey y quieren llevarse a todos los miembros de la familia real! ¡Muerte a los franceses!». Comenzó así el levantamiento.

Joaquín de Murat escribió sobre ello a José Bonaparte: «el pueblo de Madrid se ha levantado en armas, dándose al saqueo y a la barbarie. Corrieron ríos de sangre francesa. El ejército demanda venganza. Todos los saqueadores han sido arrestados y serán fusilados». Tal como escribió el general, esa noche comenzó en la capital una implacable persecución de presuntos sublevados.

Pocos días después, la población de Madrid tenía ya en un altísimo concepto de heroicidad a los caídos la noche del tres de mayo y algún tiempo después circularon estampas en las que conmemoraba su lucha contra Napoleón.

El dos de mayo de 1808 en Madrid -La carga de los mamelucos

Batalla del

pueblo

español

contra las

tropas de

Francia.

.

Con sus pinceles plasma cómo pudo ser el episodio que encendió la guerra con toda su violencia y su crueldad para manifestar su posición contraria a esos hechos y dar una lección contra la irracionalidad del ser humano, como correspondía a su espíritu ilustrado.

Goya utilizó algunos testimonios de presos que lograron fugarse.

La composición posee una profundidad lograda con dos líneas diagonales, la de la montaña del Príncipe Pío con el grupo de civiles y la del pelotón de fusilamiento. Las líneas ondulantes de brazos y sables y las horizontales de los fusiles dan a la escena un intenso dramatismo.

Representa un hecho histórico y la brutalidad de una guerra en si misma.

El protagonista de su obra es el pueblo español que se ha rebelado y que ha de perder la vida heroicamente ante sus verdugos franceses.

Las víctimas se distinguen en tres grupos:

1. Los que están siendo fusilados.

2. Los que esperan su turno horrorizados.

3. Los que yacen muertos.

Presagia el destino de los demás.

Las pinceladas gruesas permiten darle mayor intensidad a la sangre.

El siguiente personaje que va a ser fusilado, ocupa el centro de la composición, y resalta del resto de los personajes. Posee los brazos extendidos hacia arriba, esto nos recuerda a un crucificado, y de hecho si nos fijamos bien en sus manos se observan estigmas en las palmas.

El grupo de militares erecto en el lado derecho está sumido por completo en la sombra y aparentan formar un conjunto monolítico.

Se trata de un pelotón de fusilamiento sin rostro, como una máquina de matar, el cual se encuentra perfectamente alineado.

Sólo se ajusticio a un clérigo en Madrid esa noche. Goya en su pintura pudo haber retratado a Francisco Gallego y Dávila.

Ambos bandos se delimitan en forma nítida, inconfundible, envolviendo al cuadro en dos grupos de expresiones que, fundiéndose, dan el resultado central, el dolor, la desesperación, la rendición.

Madre que protege a su hijo, encorvada y escondida, como símbolo de la humanidad que, espiritualmente, está detrás de esto sufriendo la devastación.