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El jardín del delirio: silencio, alma y calma Constanza Soriano

El Jardin del delirio - Constanza Soriano

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Fotografía: Fernando Rincón. Catalogo de la exposición de Constanza Soriano en el Ateneo Mercantil de Valencia 2014

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El jardín del delirio: silencio, alma y calmaConstanza Soriano

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Comisariada por Rafael Gil Salinas

Esponsorizada por Ateneo Mercantil de Valencia

Ateneo Mercantil de Valencia del 4 al 30 de diciembre de 2014

El jardín del delirio: silencio, alma y calmaConstanza Soriano

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Exposición

Organización:Ateneo Mercantil de Valencia

Comisario:Rafael Gil Salinas

Coordinación general: Susana Sanchís

Diseño y dirección del montaje:Rafael Gil SalinasConstanza Soriano Segura

Asistente en producción y montaje:Amparo Delgado Soria

Difusión y promoción:Vicente Cervera de Rosa

Diseño gráfico:Fluye Estudio

Montaje e iluminación:Tomás QuesadaJuanjo Gimeno

Catálogo

Edita: Campgràfic Editors

Textos:Carmen de Rosa TornerRafael Gil SalinasAmparo Galbis JuanConstanza Soriano SeguraRafa Marí Sancho

Diseño gráfico y maquetación:Fluye Estudio

Fotografía:Fernando Rincón

Impresión y encuadernación:Martin Impersores, SL

ISBN:978-84-96657-39-7

Depósito Legal:V1090-2015

Ateneo Mercantil de ValenciaPlaza del Ayuntamiento, 1846002 - Valenciawww.ateneovalencia.es

© de los textos: los autoresCOPYLEFT de las imágenes: cedido a dominio público por Constanza Soriano. Se permite la reproducción de las imágenes por cualquier medio, siempre y cuando su circulación sea sin ánimo de lucro y esta nota se mantenga. Se pueden difundir y reutilizar siempre y cuando se cite la fuente y el autor.

Presidenta: Doña Carmen De Rosa Torner

Vicepresidentes: 1º Don Tomás Trenor Puig2º Don Enrique Mora Rubio3º Don José Manuel Botella Crespo4º Don Carlos Climent Durán

Secretario General: Don Horacio Jiménez Calisalvo

Vicesecretarios:1º Don Juan Pedro Ángeles Aroca2ª Doña Maria Asunción Pérez Calot3ª Doña Mª Pilar García-Argüelles Navarro

Bibliotecario: Don Jorge Federico Bayón y VelázquezContador: Don Rafael Picó CorbíVicecontador: Don Sebastián Tabernero CapellaTesorero: Don Elías Álamo Moreno

Vocales: 1ª Doña Carmen Gimeno Estellés2º Don Ramón Doménech Doménech3º Don Ignacio Carrau Criado4ª Doña Amparo Andrés Martí5º Don José María Irigaray Espelosin6ª Doña Melania Vázquez Pérez7º Don Vicente Gomar Escrivá8º Don Vicente Bosch Beferull9ª Doña Mª Dolores Bermell Bartual10º Don Manuel Gómez Martín

Junta Directiva Ateneo Mercantil de Valencia

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ÍndicePrefacio 9Carmen de Rosa Torner

1. Pintar la incertidumbre 11Rafael Gil Salinas

2. Reflexión justificativa sobre la pintura contemporánea 17Constanza Soriano

3. Naturaleza, equilibrio y balance en el jardín del delirio 21Amparo Galbis Juan

4. El jardín del delirio: silencio, alma y calma. De la idea a la materialización y sobre la noción del proceso tecnopictórico 29Constanza Soriano

Arte joven en el Ateneo Mercantil* 51Rafa Marí Sancho

Nota biográfica 53

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Como Presidenta del Ateneo Mercantil de Valencia, me enorgullece poder colaborar en la proyección como artista profesional de Constanza Soriano. Por ello, nuestra institución social, cultural, y mercantil, le ofreció la posibilidad de esponsorizar y poner en marcha la exposición monográfica “ El jardín del delirio: silencio, alma y calma ” donde la artista se sale del formato habitual de exposición, integrando la sala y la pintura. También, hemos editado este catálogo que da testimonio del gran trabajo realizado por Constanza durante estos meses.

Constanza Soriano fue la ganadora del 44º Salón de Otoño con su obra “Al hilo del jardín del delirio, un sueño ”. Sin duda, se trata de uno de sus proyectos más destacados, que comenzó a gestarse durante la estancia de Constanza en la Fundación Rodríguez Acosta, de Granada. La artista eldense es la cuarta mujer que obtiene el galardón en sus cuarenta y tres ediciones, después de Lola Calzada (2006), Silvia Lerín (2011) y Tania Blanco (2012).

Cada año, el Ateneo Mercantil de Valencia pone en valor nuestro veterano concurso de pintura, Salón de Otoño, donde damos a conocer a jóvenes valores de la pintura de todo el panorama nacional y promovemos esta disciplina artística entre la sociedad civil. La pintura es uno de los elementos clave, que nos define y engrandece nuestra actividad cultural, ya que contamos con una de las pinacotecas de referencia en la ciudad de Valencia.

Deseando contar con su presencia, disfruten con “ El jardín del delirio: silencio, alma y calma ”, la manifestación pictórica que con tanto cariño hemos acogido en el Ateneo Mercantil.

Carmen de Rosa Torner

Como Presidenta del Ateneo Mercantil de Valencia, me enorgullece poder colaborar en la proyección como artista profesional de Constanza Soriano. Por ello, nuestra institución social, cultural, y mercantil, le ofreció la posibilidad de esponsorizar y poner en marcha la exposición monográfica “ El jardín del delirio: silencio, alma y calma ” donde la artista se sale del formato habitual de exposición, integrando la sala y la pintura. También, hemos editado este catálogo que da testimonio del gran trabajo realizado por Constanza durante estos meses.

Constanza Soriano fue la ganadora del 44º Salón de Otoño con su obra “Al hilo del jardín del delirio, un sueño ”. Sin duda, se trata de uno de sus proyectos más destacados, que comenzó a gestarse durante la estancia de Constanza en la Fundación Rodríguez Acosta, de Granada. La artista eldense es la cuarta mujer que obtiene el galardón en sus cuarenta y tres ediciones, después de Lola Calzada (2006), Silvia Lerín (2011) y Tania Blanco (2012).

Cada año, el Ateneo Mercantil de Valencia pone en valor nuestro veterano concurso de pintura, Salón de Otoño, donde damos a conocer a jóvenes valores de la pintura de todo el panorama nacional y promovemos esta disciplina artística entre la sociedad civil. La pintura es uno de los elementos clave, que nos define y engrandece nuestra actividad cultural, ya que contamos con una de las pinacotecas de referencia en la ciudad de Valencia.

Deseando contar con su presencia, disfruten con “ El jardín del delirio: silencio, alma y calma ”, la manifestación pictórica que con tanto cariño hemos acogido en el Ateneo Mercantil.

Carmen de Rosa Torner

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Pintar la incertidumbre

Rafael Gil Salinas

En pintura una de las principales razones que conducen a la confusión de la noción de realismo es su ambigua relación con el problemático concepto de realidad. Ya desde tiempos de Platón, se contrapone “ realidad verdadera ” con la “ mera experiencia”. Por ello, como afirmaba Hegel, “ la verdadera realidad se encuentra más allá de la sensación inmediata y de los objetos que vemos cotidianamente ”.

El punto de vista contemporáneo exige una absoluta independencia del mundo del arte respecto al mundo de la realidad y, por ello, cuestiona la existencia total de una realidad única e inequívoca. La oposición entre convención y observación empírica característica del arte es un criterio relativo, de manera que en el realismo la observación desempeña un papel fundamental, ocupando la convención un lugar menor.

Los artistas realistas del siglo XIX insistieron en que sólo el mundo del momento constituía un tema apropiado, ya que como afirmaba Gustave Courbet (1819-1877), “ el arte de la pintura sólo puede consistir en la representación de los objetos que sean visibles y tangibles para el artista”. Por ello, el único tema válido que podía tratar el artista contemporáneo era el mundo del momento. De tal forma que “ Il faut être de son temps ” se convirtió en un grito de guerra.

Así pues, pintar el instante fue la contemporaneidad llevada hasta sus últimos límites. El movimiento realista capturó el momento tal y como se percibía en un vistazo instantáneo. Pero el tiempo no es un instante completamente aislado, sino que siempre implica lo que le precede y lo que ha de seguir.

Al poner énfasis en el fragmento temporal como unidad básica de la experiencia percibida, como la equiparación entre el hecho concreto y la realidad misma, siempre acompañó en las obras realistas la eliminación o reducción de los valores morales, metafísicos y psicológicos tradicionales. La aceptación de lo que se experimenta en el acto como significado completo del acontecimiento pintado, condujo a una crítica al artista por falta de sentimiento.

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Para los pintores realistas las situaciones y los objetos ordinarios de la vida cotidiana constituían algo no menos valioso que los héroes antiguos o los santos cristianos. Para los pintores de la vida moderna lo noble y hermoso era menos apropiado que lo común y mediocre. La misma línea divisoria entre lo feo y lo hermoso habría de ser borrada por el artista avanzado.

George Henry Lewes escribió en 1858 El Realismo en el arte, y en este libro afirmaba que “ el realismo es la base de todo arte, y su antítesis no es el idealismo, sino el falsismo ” . La actitud global de los realistas hacia el arte entrañaba un compromiso ético con los valores de la verdad, la honestidad y la sinceridad. Para Champfleury la fórmula esencialmente realista era “ la sinceridad en el arte ” : el deber del artista de representar sólo lo que ha visto o experimentado, sin alteración alguna y sin respuesta convencional o afectación estética. “ La reproducción de la naturaleza por obra del hombre no será nunca una reproducción o imitación, sino siempre una interpretación, puesto que el hombre no es una máquina y es incapaz de reproducir objetos mecánicamente ” .

Con posterioridad, los artistas llevaron a cabo el desarrollo del sentido visual de la tendencia realista. Pintar lo que el ojo ve, pintar colores tal y como los ve el ojo. Para ello eliminaron los tonos intermedios, el claroscuro, de manera que redujeron las relaciones tonales a relaciones cromáticas, lo que proporcionó una sensación visual incoherente. Realizaron un estudio directo y experimental de la realidad. Y al ocuparse de la visualidad de la realidad exclusivamente, evitaron la poetización del motivo y la emoción y conmoción románticos.

Pero a fuerza de querer pintar color, la realidad se perdió. La verdad visual la identificaron con la verdad cromática, llegando a un caos de colores, a una descomposición total de la forma.

Sin embargo, es cierto que la historia del arte ha sido presentada frecuentemente de forma parcial. Quizás debido a que se ha impuesto casi exclusivamente una contemplación occidental de las manifestaciones artísticas. Por ello cobra especial relevancia el pensamiento de Linda Nochlin que ya en 1971 advirtió que “ en el campo de la historia del arte, el punto de vista occidental, blanco, masculino, inconscientemente aceptado como el punto de vista de los historiadores del arte, puede ser inadecuado, no sólo por razones éticas o morales, o por su elitismo, sino por razones puramente intelectuales ”. Efectivamente, hoy en día, la mirada de la historia del arte se ha hecho necesariamente más abierta, atendiendo no solamente el punto de vista occidental, sino contemplando la diversidad de miradas con que se ha venido acometiendo la realidad artística.

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Por todo ello no debe sorprendernos la propuesta artística realizada por Constanza Soriano que lleva por título “ El jardín del delirio: silencio, alma y calma ”. Una instalación compuesta por una pieza de 10 metros y tres piezas exentas que complementan el discurso narrativo.

El punto de partida de este trabajo ha sido la obra galardonada con el XLIV Premio de Pintura del Salón de Otoño del Ateneo Mercantil en 2013: “ Al hilo del jardín del delirio, un sueño ”. A partir de ella Soriano ha creado una pieza nueva, realizada con pintura acrílica donde inspirándose en la naturaleza, deja volar su imaginación, sin perder de vista el equilibrio cromático y los contrastes buscados.

Constanza Soriano, sin embargo, no hace un ejercicio de color. No es mera técnica lo que el espectador encuentra en esta obra, sino un planteamiento conceptual basado en el conocimiento de la realidad. Esa es la principal preocupación que se observa en la obra de esta artista: reinterpretar la naturaleza dejando sugerir superficies, materias, emociones, sueños y despertando, en definitiva, un sinfín de evocaciones en cuántos contemplan las piezas.

De forma acertada la artista ha titulado esta muestra como “ El jardín del delirio: silencio, alma y calma ”. Y es aquí donde se encuentra la clave de aquello que ha querido transmitir en su obra. Un espacio donde afloran las especies vegetales, un espacio inspirado en la propia naturaleza y en el que confluyen los opuestos: el delirio, la pasión fuerte, con la calma, el silencio y el alma.

El silencio, como es sabido, sirve de pausa reflexiva tras una comunicación para ayudar a valorar el mensaje. El silencio es la ausencia total de sonido. Aunque sin sonido se puede mantener comunicación. Se trata, pues, de una pausa reflexiva para infundir de luz nuestra vida.

Una vida en la que está presente el alma, una entidad inmaterial e invisible propia de los seres vivos. Según muchos pensadores, las plantas, los animales y los seres humanos estarían dotados de alma. Platón, por ejemplo, consideraba al alma como la dimensión más importante del ser humano. Según Aristóteles, el alma incorporaría el principio vital o esencia interna de cada uno de los seres vivos, gracias a la cual estos tienen una determinada identidad. Mientras que Tomás de Aquino describe al ser humano como material por su cuerpo y no material por su alma espiritual. El ser humano está inmerso en lo material y obedece a sus leyes básicas de espacio y tiempo. A la vez, muestra que no es material del todo pudiendo ir más allá del espacio y del tiempo con su razón.

Y el silencio y el alma conducen a un estado de calma, que es lo que nos produce paz, tranquilidad, sosiego, descanso, reposo. Lo que los seres humanos necesitamos para ordenar nuestras vidas. Aquello que nos permite establecer unos órdenes, equilibrar nuestras emociones, acomodar nuestros pensamientos, organizar las ilusiones, sistematizar nuestras acciones.

Constanza Soriano resuelve todas las incertidumbres que le rodean con pintura. Una pintura que le permite expresar sus sentimientos más profundos, reflejar sus experiencias vividas y soñadas, y trasladar al lienzo o al papel su mirada a la realidad. Una terapia artística que sirve al espectador para encontrar una propuesta fresca, atrevida y sincera que le traslada a un universo creativo lleno de emociones inspiradas en la realidad.

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Reflexión justificativa sobre la pintura contemporánea

Constanza Soriano

Cuando estoy en mi cuadro, no tengo conciencia de lo que estoy haciendo. Solamente después de un tiempo de lo que se puede llamar “ conocerse ” veo lo que he estado haciendo. No temo hacer cambios, destruir la imagen, etc., porque el cuadro tiene vida propia. Lo que intento es que surja esa vida. Sólo cuando he perdido el contacto con el cuadro se produce el caos. De otro modo es armonía pura, un fácil dar y tomar, y la obra sale bien.

Jackson Pollock

Quisiera destacar algunos aspectos que me hacen reflexionar acerca de la concepción y el desarrollo del presente trabajo y que han marcado su proceso creativo: primero, la presencia de la naturaleza como fuente perenne de inspiración; segundo, la propia vida como eje de la creación artística que se aproxima al paisaje para transcribirse, y, por último, el reconocimiento y apropiación del entorno.

Sobre el primer aspecto, resalto que es la naturaleza la que, condensada como paisaje, genera asombro y sitúa al hombre ante una fuente inagotable y cuestionable de material creativo.

Del segundo aspecto, quisiera subrayar que ese mismo situarse ante el paisaje conlleva ubicarse desde una posición emotiva —tristeza, miedo, alegría, euforia— y reflexiva en la que brota la pregunta por la propia vida, de manera que surge una identificación entre el paisaje observado y la contemplación del propio yo.

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Por último, el tercer aspecto detona la construcción del paisaje contemporáneo que desarma la realidad tal como se da por hecho para reconstruirla de acuerdo a la apropiación que de ella hace el yo creador. El creador se ha volcado por completo en el paisaje y el paisaje en el creador, y esta fusión permite al observador cuidadoso encontrar fragmentos del autor en su pintura, de manera que el artífice se despoja de su condición de individuo aislado para entregarse al mundo recreado en su obra. Gracias a esta fusión que solo el arte posibilita, intuimos que la pintura permite un diálogo que atraviesa el tiempo y el espacio, con gente que no se encuentra en el aquí y ahora, pero cuyos ecos, procedentes del pasado o proyectados al futuro, resuenan de manera imperecedera en cada propuesta estética.

Y en este diálogo sobre el significado del paisaje surgen pautas para recorrer nuevas sendas emocionales y seguir asombrándonos ante el universo como nos es dado, ante el mero hecho de lo natural. El ejercicio de la pintura no constituye una práctica caduca para los estándares contemporáneos, sino que constituye un reto, siempre renovado, en el que cada artista ha de confrontar una y otra vez el lugar desde el que se ha colocado a observar y preguntarse qué está observando verdaderamente, cuestionando su entorno y cuestionándose a sí mismo.

Exponer lo anterior ha implicado un ejercicio de reflexión arduo y fructífero en el que también hemos contado con las aportaciones que otros observadores han realizado, tanto en la teoría como en la práctica, al propio trabajo. En este recorrido ha sido interesante comprobar en qué medida nuestro deseo de “ descubrir ” la naturaleza transcurre aquí por cauces emocionales y sensoriales. Ahí, en esas vías intuitivas, aparecen «otras» naturalezas. Ante la pintura reflexionamos sobre la realidad que se filtra de la invención. El mundo exterior se presenta y halla un sentido no en un estado puro, sino en su encontrarse —en la re-presencia e inter-presencia— por medio de imágenes generadas a partir de estímulos visuales y emocionales. Así, la verdadera realidad no es aquella del que contempla pasivamente el entorno y se asombra ante su inmensidad, sino la que se produce y se vuelve verdadera expuesta en el trabajo individual.

Por ello podemos decir que la pintura es el tiempo captado por el pensamiento: un pensamiento sensorial e intuitivo que destaca la propia verdad. Cada vez que reflexionamos sobre nosotros mismos, sobre todo lo que somos capaces de hacer o no hacer o la forma en cómo lo hacemos o lo que esperamos, indudablemente estamos también pintando.

Nuestro trabajo es como un tapiz: primero se percibe la superficie en la que las figuras aparecen y después el entramado con el que están tejidas esas figuras, el verdadero sustento de la imagen oculto a la mirada distraída. Hay que trabajar y explicar lo que es la realidad, lo que es la apariencia y todo lo que hay detrás, y por qué es pertinente que veamos el mundo en toda su profundidad si deseamos descubrir la verdadera médula que justifica la observación: nuestra incardinación en ese ámbito misterioso al que, frente al vacío, llamamos existencia.

Al hilo del jardín del delirio: un sueño, (2013)

Acrílico sobre lienzo, 195 x 195 cm.

XLIV Premio Salón de Otoño Ateneo Mercantil de Valencia

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Naturaleza, equilibrio y balance en el jardín del delirio

Amparo Galbis Juan

Así pues, envueltas en nuestras vestiduras cubiertas de barro, bajamos por un camino que jamás habíamos visto mientras la señal de la naturaleza salvaje brilla cada vez con más fulgor a través de nosotras. Hay que decir que esta conjunctio requiere una drástica revisión de lo que una ha sido hasta ahora. Si estamos en el vergel y podemos identificar la presencia de estos aspectos psíquicos, ya no hay vuelta atrás, tenemos que seguir adelante.

Clarissa Pinkola Estés

Es innegable que el desarrollo de la expresión plástica constituye una de nuestras más preciosas atribuciones vitales, ya que permite al artista revelar sus más intensos pensamientos y emociones. Este lenguaje nace con las primeras necesidades de comunicación humana y, sin dejar de evolucionar y reinventarse a lo largo de la historia, se consolida como soporte de comunicación, medular y renovador, capaz de impulsar enfáticamente sus innumerables transformaciones progresivas, sin sacrificar ni desnaturalizar por ello su identidad.

Investigar los valores culturales, cualidades estéticas y potencialidades expresivas del arte requiere episodios de aproximación que necesitan una disposición permeable. Tentativas experimentales colmadas de introspección. El proceso creativo repercute los márgenes entre los cuáles actuar y contribuye a modular el desarrollo final de las obras, resultado que profundiza en nuestras inquietudes esenciales, tanto artísticas como vitales. Por su parte la obra generada se convierte en forma y registro de la propia existencia. Este medio interpretativo puede ser análogo y equitativo con respecto al sistema de codificación

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verbal. Se nutre de un cierto modo de proceder específico y nos lanza a bucear entre su contenido racional y el anímico, entre el conocimiento y la intuición. Lógicamente, durante su itinerario, son diversos los factores que determinan las estrategias de producción y su configuración, así como la evolución de los valores y de las formas discursivas.

En ocasiones ligada al proyecto surge la necesidad de transferir a la sociedad de manera verbal el conocimiento e innovación que va surgiendo. No obstante en la comunicación editorial donde abundan las investigaciones sobre arte de base filosófica, iconográfica e historicista, resultan bastante más infrecuentes las publicaciones que se generan a partir de la práctica personal. Es en este tipo de planteamiento donde adquieren especial importancia la narración y explicación de las elecciones y procesos técnicos, vinculados al resultado y a la toma de decisiones puntuales, de sus particularidades procedimentales, físicas y operativas, catalizadoras preceptivas de su plasticidad objetual y conceptual. En pintura fundamentalmente se trabaja con materiales, herramientas y recursos que determinan el avance y el devenir consumado de la obra. Primero se planifica y observa, para gradualmente ir descubriendo y plasmando resultados sobre el soporte, mediante la elaboración y adecuación in situ de los materiales empleados, en sus diversas fases o formas de aplicación.

En esta ocasión nos encontramos ante la propuesta personal de Constanza Soriano, una joven pintora vinculada a una nueva generación de artistas valencianos que, entre otras distinciones, obtuvo en 2013 el primer premio en el XLIV Premio Salón de Otoño del Ateneo Mercantil de Valencia. La serie “ El jardín del delirio: silencio, alma y calma ” consiste esencialmente en una adaptación tecnológica y estética, un verdadero ejercicio de intelectualidad realizado expresamente para dar respuesta a los requisitos impuestos por un espacio arquitectónico de marcada entidad, tratando de equilibrar el peso de sus elementos particulares. Lo soluciona de manera brillante, desplegando en la sala expositiva una instalación pictórica planteada ad hoc, realizada con pinturas de factura exquisita. La base empleada de emulsiones poliméricas constituye una técnica idónea, flexible, ágil y de secado rápido, que actúa como refuerzo de su registro e impronta plástica. Espacialmente, la pintura articula un diálogo con su continente, de donde emerge llegando a adquirir tres dimensiones.

El empleo de las resinas acrílicas como aglutinante pictórico es relativamente reciente; se inició cuando los procesos de síntesis permitieron obtenerlas a un coste competitivo, partiendo de materias primas económicas. Químicamente, las resinas acrílicas son polímeros plásticos y se pueden encontrar principalmente en forma de disolución o en dispersión acuosa, ambas con muy notables características. Presentan excelente dureza y elasticidad, resistencia a los agentes externos, y al amarilleo producido por los rayos

ultravioleta. Por otra parte las ventajas de las pinturas hidrosolubles son cada día más consideradas, pues existen las mismas causas que impulsaron en un principio el desarrollo de éstas y además las surgidas por los problemas ecológicos.

El binomio equilibrio-balance adquiere un cariz elucidario. El equilibrio implica el freno de una tensión, el estado alcanzado cuando las fuerzas encontradas se compensan destruyéndose mutuamente, la disposición proporcional equitativa donde una cosa no supera a otra. Por el contrario, el término balance tiene un sentido muy dinámico, pudiendo entenderse bien como un movimiento de inclinación hacia uno y otro lado o como una valoración comparativa de los hechos, es decir, un estado demostrativo activo del resultado de una operación. Para una determinada pintura, un máximo ajuste en el rendimiento de su equilibrio y balance de su formulación, está fundamentalmente ligado al concepto de selección, así como al de proporción, disposición, conformidad o correspondencia de las partes con el todo.

Frecuentemente cuando contemplamos una pintura tendemos a reflexionar sobre su estructura narrativa y lo que personalmente ésta nos transmite o sugiere. Especulamos acerca de su esencia y su motivación, la personalidad de su creador, sus experiencias, el universo de ideas que habitan su mente. La pintura es también una forma de aullar, de expresar los sentimientos y el instinto, de reflejar el más profundo yo. La pintura ha tenido innumerables procesos técnicos y toda suerte de posibles combinaciones, en las que cada artista crea su propio universo de innovaciones y obsolescencias.

El aprendizaje de los medios, soportes e innovaciones técnicas no se detiene en ningún momento de la vida pictórica, pues esta dimensión constituye la base de nuestro universo a lo largo del tiempo. La pintura es el laboratorio donde reflexionar sobre el contenido de la obra y explorar los vocabularios específicos de cada técnica, los variados registros efectuados con los diferentes tipos de herramientas y todo aquello que nos permite ampliar nuestro léxico pictórico. En este ciclo inagotable de experimentaciones técnicas cada hallazgo supone una renovación y un desvelamiento de lo perseguido. No obstante en el momento actual resulta difícil desarrollar un ritmo de trabajo sereno y equilibrado. La expresión artística se debate en un panorama permeable a propuestas interdisciplinares que, con la incorporación de nuevos medios, lenguajes y materiales ha diatado sorprendentemente el concepto de lo pictórico. El qué aparece como tema, principio generador que impone unos límites al discurso, mientras que el cómo plantea la forma de llevarlo a cabo para hacerlo creíble, es la forma física en que el discurso se hace presente al tiempo que se va perfilando.

Un elevado nivel de autoexigencia distingue esta exposición, reúne una obra inédita donde la artista confirma su talento y profesionalidad. Su apuesta es a la vez valiente, optimista y metódica, virtudes no tan habituales como deseables e imprescindibles

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para el progreso de nuestra sociedad. Debo señalar que durante el largo tiempo que la conozco, Constanza se ha procurado una sólida formación que apunta más allá del mero expediente curricular, en la cual la pintura se afianza como un modo de vida pleno. En ella la experimentación con técnicas y materiales determina la elaboración personal de la materia, recreando su vivencia para convertirla en expresión y extrayendo la emoción presente en la naturaleza. Igualmente, su unidad plástica y fuerza cromática revela con cada matiz la capacidad de sugerencia y el lirismo que imprime a su lenguaje visual, dándole medios tanto conceptuales como instrumentales para mostrar un camino coherente de expresividad propia. El lenguaje plástico es capaz de expresar el conocimiento del entorno y el mundo interno, desarrollando al mismo tiempo la sensibilidad, la creatividad y la inteligencia.

A lo largo de su historia, la pintura determina un recorrido de experimentación sin límites. El esfuerzo en comunicar mediante elementos que puedan ser percibidos por los sentidos, ensayando la integración de las materias en los distintos soportes y aglutinantes pictóricos, forma parte de una necesidad. El lirismo de la materia y del color obran con su poder evocador en la obra de Constanza. Las cualidades expresivas del material, resultado de su propia constitución física y química se imponen como protagonistas del cuadro y son las responsables de su poder emotivo. Con una propuesta que fluye entre el paisaje de referencia romántica y el expresionismo abstracto, la artista se proyecta en la tradición como transferencia explorativa, donde se puede rastrear la imbricación entre la sensibilidad y el conocimiento. Al devenir en un objeto material, la pintura se inserta al mundo a través de la mano. De esta relación entre la mente y las funciones anímicas deviene la habilidad para construir, habilidad que se incrementa con el tiempo, ya que los procesos técnicos y la enorme variedad de los mismos, convierten a la pintura en una compleja trama de cualidades creativas y expresivas.

En la pintura artística, la selectividad de componentes se categoriza en base a su adecuación tecnológica expresiva y la aplicación estratégica de sus propiedades estructurales variables; así pues la atribución de posibles registros y matices plásticos en coherencia con todos los condicionantes externos e internos es un factor clave para el equilibrio funcional interactivo en la compleja estratigrafía pictórica. Su lenguaje no solo sensibiliza hacia aspectos formales, pues en el mismo acto de crear se desarrolla un pensamiento generador desde una lógica no acostumbrada. Cuando se pinta se van conquistando destrezas que se convierten en una forma de hacer evidentes las ideas, sentimientos y emociones. Para ello se deben generar habilidades que permitan el adecuado desarrollo de la obra. Entre ellas se encuentra, el uso de diferentes materiales, el acercamiento a la teoría del color, el dominio del espacio y la generación de un estilo propio.

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Los métodos de aplicación artística en función de los posibles registros plásticos, estéticos y poéticos, determinan continuamente la cuidadosa selección de los materiales y el empleo tecnológicamente más adecuado a su expresividad, manipulando estratégicamente las propiedades estructurales, variables caracterizadoras de cada una de las pinturas: opacidad, viscosidad, plasticidad, consistencia, brillo, homogeneidad, velocidad de secado, color… considerados todos los condicionantes externos e internos, que precisan de una evaluación previa para abordar con ciertas garantías la ejecución de la obra. Estos condicionantes pueden suponer entre otros: el emplazamiento definitivo de la obra, las influencias ambientales que deberá soportar, la acción del soporte según su tipología en términos de flexibilidad, dureza, resistencia, y la compatibilidad y estabilidad química del todo con cada una de las partes en estratigrafía pictórica.

En la presente muestra “ El jardín del delirio: silencio, alma y calma” se conforma un recorrido del espacio dentro de una visión continua, pausada, capaz de extraer y sublimar los ideales focalizados en la idea del paisaje y su energía intrínseca. Se nos ofrece una mirada alternativa que subraya el vínculo del ser humano con la naturaleza. Esta conexión se refuerza visualmente con el empleo de los materiales y formatos. Unos colores que resaltan la estructura y su disposición en el espacio arquitectónico mediante el uso de la vibración y modulación del contraste. La representación del trayecto configura una ruta vital en la articulación de nuestra individualidad, personificando un discurso que nos ubica en el espacio colectivo. Es paradigma espaciotemporal del paisaje en movimiento. Los momentos aquí se unen en un todo, determinando las señas características del proceso; poniendo en correlación el mensaje, los elementos argumentales, emotivos y afectivos. Definitivamente nos revelan el sentido discursivo, su significado icónico, su sentido histórico-social y su valor poético como realización personal. La artista ha enfocado su búsqueda desde los procesos técnicos, poniendo de manifiesto su afinidad reiterada por evocar plásticamente la naturaleza, para mostrar expresivamente sus potenciales no visibles, las percepciones íntimas y la identificación subjetiva. De su contemplación y exploración visual surge la valorización de la idea misma de recorrido en su significación doble, es decir tanto en su índole temporal: dinámica, enérgica y cambiante, como en su condición espacial: estable, consistente, permanente.

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El jardín del delirio: silencio, alma y calma. De la idea a la materialización y sobre la noción del proceso tecnopictórico

Constanza Soriano

El presente artículo establece la narración explicativa, documental y reflexiva del conjunto inédito contemplado de forma integral: desde sus referentes en la inspiración hasta su adecuación técnica, con la exposición y valoración del resultado. Con esto pretendo ofrecer una visión “ desde dentro”, donde queden explicitadas algunas conexiones y aclarado el camino de búsquedas y encuentros experimentales en base a los tanteos técnicos que nos conducen hasta la plasmación de la exposición El jardín del delirio: silencio, alma y calma, dentro del proyecto El jardín del delirio.

Al abordar el análisis de El jardín del delirio: silencio, alma y calma, me centraré en dos aspectos que quiero mostrar interrelacionados: el espacio y su arquitectura como parte escénica, y el proceso de materialización objetual que se construye desde la idea a su culminación.

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Si tuviera que buscar la principal motivación de mi trabajo, esta se encontraría en la revelación de impresiones e inquietudes, considerando esto como un camino de búsquedas y encuentros que transcurre a través del pensamiento, reflexionando e invitando también a la reflexión. El entorno natural es argumento y práctica, pero sin limitarme simplemente a exaltar la belleza de la naturaleza como cuna de vivencias, sino procurando ahondar en todas las dimensiones perceptivas que la naturaleza, hecha paisaje, me proporciona. Me interesa especialmente utilizar el arte como terreno para el cuestionamiento: en él se dan las ideas y las imágenes para crear este ámbito problemático por excelencia que es el de la apuesta estética. El jardín del delirio: silencio, alma y calma es un diálogo creativo entre interior y exterior: ese ha sido el principal impulso generador para esta exposición.

Como ya he apuntado, el objetivo principal es arropar la presentación visual de la muestra con una exposición de ideas que creo que contribuye a explicar qué quiero expresar, cuáles son los referentes y por qué estos y no otros.

El primer objetivo es, pues, contextualizar y circunscribir la idea del proyecto El jardín del delirio. Aspectos como espacio, tiempo o ruido inciden en la creación de este nuevo replanteamiento: ya no se trata solo de trabajar sobre la ideación seguida y continuada, ahora cobra significado la apertura del espacio, marco y circunstancias al abordar la frontera entre pintura y arquitectura. Parto para ello de los principales instintos y asociaciones del propio espacio y ubicación en el entorno, tanto en su memoria como lo que nos lleva a conmemorar en la historia, y así adaptar y reconquistar la pintura contemporánea, recalcando en cómo las poéticas pictóricas se involucran en el espacio habitado y contemplativo.

El segundo objetivo guarda estrecha relación con el primero, aunque tal relación puede parecer poco evidente. De poco nos serviría quedarnos en la mera admiración de la idea si no indagamos también, dentro de la experimentación personal, en el cómo se conduce hasta llegar al destino deseado, es decir, en los materiales, procedimientos y técnicas. El arte en sí tiene su propia historia de hallazgos y soluciones técnicas que han desembocado en la expresión materializada por el artista. Por esta razón me interesa mostrar la experimentación creativa, procedimental y material que subyace a este proyecto, una vía de sondeos que se va transformando y enriqueciendo a medida que afino la búsqueda técnica y procesual entre lo medido y lo improvisado.

Y como objetivo final y global, pretendo llegar a dar a conocer una comprensión del acto y proceso creativo y plástico enlazando el concepto con la práctica, reflexión y acción. Aspiro a proporcionar un marco narrativo no solo para mostrar, sino para explicar lo que, desde mi punto de vista, se encuentra bajo cada nueva propuesta artística: toda una práctica secular y también el invisible trabajo de estudio y taller.

I. Abordar frontera entre pintura y arquitecturaActivar la arquitectura mediante el pensamiento pictórico ha sido determinante

y activo en la puesta en marcha. Solo fue entrar y contemplar la situación donde se nos proponía trabajar y tuvimos claro que debíamos ajustarnos al espacio, entendiendo el espacio como parte, extensión que contiene toda materia existente, capacidad, transcurso de tiempo entre sucesos, distancia entre un mundo real e irreal, fingido por la fantasía. Quise recobrar la memoria del lugar habitado recurriendo a la historia, sin sentimiento de nostalgia, pero sí como fuente de conocimiento, haciendo referencia al del Salón de París del siglo XVIII. Ahí radicó nuestro punto de inflexión, donde nos proponíamos saltar del formato habitual, respetando totalmente las circunstancias del entorno, pero intentando extrapolar el conocimiento clásico de dimensión tanto en pintura como en arquitectura. Ya no solo me convence situar al espectador frente a, me interesa introducir al espectador en el espacio del espacio, habitar lo habitable y que el espectador contemple el entorno circunscrito en él.

Solo si entendemos o poseemos la sensibilidad para habitar el espacio concreto en el que se circunscribe una pintura, seremos capaces de percibir en toda su magnitud la actitud del artista frente a la realidad. El espacio es entonces la manifestación plástica primordial de cómo concibe la realidad el artista.1

No nos sorprende entonces cómo el espacio habitado influye en lo pintado tanto a nivel sensorial del pintor en su taller como en dónde se exhibirá la creación. Esto explica la intención de ubicación de cada pieza, pensada expresamente en su conjunto expositivo como en su recorrido, habiendo aquilatado la habitabilidad posterior del espectador, donde el público será parte integrante de todo el conjunto de la obra en relación a su situación espacial. Por lo tanto salimos de la bidimensionalidad para formar parte integrante de la escenografía, produciéndose así sinergias comunicativas que participan en la reflexión.

Por lo tanto no cabe duda de que el artista, como cualquier ser humano, está expuesto a las influencias de su entorno y cambia a causa de él. Los factores ambientales que hacen huella en él, y sus efectos, son infinitos, y a medida que transcurre el tiempo y nuestras experimentaciones abarcamos más campos, encontramos muchas influencias que todavía no hemos rastreado. Sin duda, cuando estas se sumen a la información, contribuirán de manera significativa al entendimiento, sus motivaciones y cómo se manifiesta su práctica artística.

1 M. ROTHKO, La realidad del artista. Filosofías del arte, Madrid: Síntesis, 2004, p. 96.

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II. Análisis y reflexión tecno-pictórica Este apartado versa explícitamente sobre la producción plástica a la que hemos

titulado El jardín del delirio: silencio, alma y calma. Consta, como punto inicial, de la obra galardonada en el pasado XXV Salón de Otoño, Al hilo del jardín del delirio: un sueño (acrílico sobre lienzo, 195 x 195 cm, 2013); como eje central Silencio, alma y calma, pieza volumétrica compuesta por tres fragmentos de papel sujetos a la pared y suspendidos hacia el suelo, comprendidos cada uno en 1 ,5 m de ancho y 10 m de longitud, y que ocupan un espacio tridimensional de un total de 108 metros cúbicos; y finalmente dos piezas con un tamaño de 190 x 160 cm cada una, que llevan por título Dentro y fuera del jardín del delirio. Estas obras han tenido una elaboración lineal ya que Al hilo del jardín del delirio: un sueño fue realizada a finales de 2013 y ha sido fruto inspirador y punto de partida de esta exposición. Como reflejo de esta se encuentra la pieza medular, donde se aborda la dimensión espacial que intenta introducir al presente en el lejano horizonte de la obra reflejada dispuesta en frente de ella; y a su derecha —como final del recorrido—, dos contrastadas piezas que hacen ver y sentir la plasticidad del color y la forma como significado de las reacciones de sensibilidad.

A continuación voy a describir pormenorizadamente los aspectos técnicos. Analizar paso a paso materiales, técnicas y procedimientos es esencial porque es ahí también, en la práctica en el taller, donde encuentro experiencias enriquecedoras, plagadas de descubrimientos, es decir, es en el medio, en el método, en lo procesual, donde conjuntamente encuentro el camino expresivo que me conduce a una verdadera experiencia estética.

Para contextualizar quiero hacer referencia al menos a dos de las obras que pertenecen al proyecto El jardín del delirio, aunque no hayan sido exhibidas en esta exposición: Un amanecer del jardín del delirio (acrílico sobre lienzo, 195 x 195 cm, 2013) y Latente en el jardín del delirio (acrílico sobre lienzo, 187 x 180 cm, 2014). Podemos apreciar un balance general del blanco como generador de tonalidades y diferencias, así como los contrastes simultáneos de pinceladas y de formas compactas, donde el color retrata la voluntad expresiva y emocional. Esas cualidades transitorias y cambiantes que, mediante esta continua cortina blanca a modo de veladura, dejan o permiten entrever lo que nuestra imaginación nos reconozca.

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Un amanecer del jardín del delirio, (2014) Acrílico sobre lienzo,

195 x 195 cm.

Latente en el jardín del delirio, (2014)

Acrílico sobre lienzo, 187 x 180 cm.

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Todo paisaje es una experiencia de la visión del pintor que lo percibe y lo construye; pero además, el ojo del artista no es un ojo pasivo, sino que completa las formas y las modifica sutilmente para establecer contraposiciones que interpreta de seguido sobre el lienzo en colores.2

Adentrándonos en la descripción del proceso tecno-pictórico, debemos apuntar que la elección de nuestros materiales influye en todo momento en la creación, ya sea en la disposición de los soportes como en el planteamiento de la estrategia pictórica y la manipulación de ellos.

Necesito la resistencia de una superficie dura. Trabajo más a gusto en el suelo. Me siento más cerca, más parte de la propia obra, pues de este modo puedo andar a su alrededor, trabajar por los cuatro lados y, literalmente estar en el cuadro.3

La elección del papel como soporte pictórico para la ejecución del specific site de la exposición viene dada por sus características propias: frágil, flexible, maleable, absorbente, ligero al sutil movimiento que pretendimos dar al sujetarlo por un extremo en la pared frontal de la sala y dejarlo caer, expandiéndose y deslizándose en el suelo. A diferencia de la tela, que también podría haber sido un soporte aceptado, en este caso he preferido que sea este específico papel Fabriano de 300 g por las cualidades expresadas anteriormente, decantándome por tela de lino para las demás piezas, estas sujetas a un bastidor de madera. Como bien sabemos, conocedores de la materia, cualquier soporte virgen necesita una previa preparación para proceder a una correcta adaptación de la pintura. Como en este caso la técnica elegido trata sobre emulsiones poliméricas o temple polímero, la imprimación utilizada es una base polímera acrílica empleada también como aglutinante de los colores a la que he disuelto en agua destilada en proporción 1:3. A pesar de que se viene utilizando desde hace poco tiempo, relativamente, resulta evidente que este tipo de preparación, debido a su elasticidad, a su buena permanencia y a la inalterabilidad del fondo, ofrece unas cualidades no superadas por otras preparaciones.

En cuanto a la técnica pictórica elegida, anunciada recientemente, quisiera apuntar que es una pintura cuyo aglutinante está constituido por una emulsión acuosa de plástico de alto grado de polimeración. De aquí procede la denominación de “ temple polímero”. Al decir “ plástico” me refiero a unas sustancias totalmente sintéticas, cuya principal cualidad es la plasticidad; al decir “ polimeración” me refiero al proceso químico en el que se unen unas moléculas (llamadas monómeros) de la misma clase, formando otras moléculas más grandes. El aglutinante acrílico es la emulsión de acrilato (o copolímero acrílico). De color blanco lechoso, posee una gran dureza, resistencia y flexibilidad, y seca rápidamente formando una película debido a su última característica.

2 M. GARCÍA GUATAS, “Cézanne y el cubismo: preámbulo y epílogo del paisaje moderno”, en J. MADERUELO. Paisaje y arte. Madrid: Abada editores, 2007, p. 81.3 Citado por Jackson Pollock, en B. H. CHIPP, Teorías del arte contemporáneo, Fuentes artísticas y opiniones críticas, Madrid: Akal, 1995, p. 582.

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Mi pintura es directa (…). El método es el desarrollo natural de una necesidad. Quiero expresar mis sentimientos antes que explicarlos. La técnica no es sino un medio para llegar a una afirmación. Al pintar, tengo una idea general de lo que estoy haciendo. Puedo controlar el ritmo del pintar: no es un accidente, de igual modo que no hay un principio ni un final.4

En cuanto a la estrategia pictórica de aplicación, en un primer estadio reorganicé la superficie, mediante largas pinceladas de forma instintiva, en la que posteriormente, con grandes masas de color, fui expandiendo la pintura, reservando zonas que permanecerán con el color del soporte inicial. A continuación, en esta organización de grandes masas de color, voy dividiendo en submasas atendiendo a una ley de armonía de color, estableciendo así un orden cromático, llegando en su conjunto a un acuerdo entre color y formas. Seguidamente esparzo una veladura general lechosa por toda la superficie, intentando conseguir una integración del conjunto para que posteriormente se vayan dejando entrever los colores y conservando la transparencia del propio color. En un segundo estadio el proceso continúa al igual que en el primero: es entonces cuando las decisiones empiezan a tomarse hasta que consideras que lo das por terminado, pero como bien apunta Jackson Pollock: “ de igual modo que no hay un principio, no hay un final”. Evidentemente sí existe un espacio temporal de desarrollo al que podemos llamar principio y final, aunque dejo constancia de que se podría continuar; lo dejamos en un momento interesante, por cualquier circunstancia.

Félix de Azua, en su Diccionario de las Artes, manifiesta que “ es difícil escapar a la convicción de que los colores no son más que un espectro de nombres. Cada cultura nombra sus colores de un modo distinto y nunca coinciden”. Es cierto que cada cual ve y traduce el color a su modo y según su conocimiento, y aunque nos refiramos al mismo color su relación hacia la experiencia vivida será bien distinta, lo que introduce en nuestro discurso la complejidad del “ matiz” como componente esencial del tratamiento cromático.

Gracias al color alcanzamos una sutileza expresiva que se sitúa mucho más allá de nuestro horizonte racional de explicaciones y definiciones. Tal sutileza es capaz de expresar matices emocionales y relacionales que quedarían opacos si no encontraran ese recipiente visual. Por esta razón, podemos adjetivar a los colores con casi cualquier palabra de resonancias emocionales, sin que nuestras verbalizaciones alcancen más que a tocar la superficie de la gran carga de fondo del color, su potencia inmediata que atraviesa la retina para ir a buscar ecos allá en nuestro interior, en ese lugar donde “recibimos” y organizamos el mundo sensitivo. Ese es el verdadero espacio que habitamos, el espacio que nuestra pintura aspira a aludir.

4 De la narración hecha por el artista para la película Jackson Pollock (1951), de Hans Namuth y Paul Falkenberg, citado en B. H. CHIPP, Teorías del arte contemporáneo, Fuentes artísticas y opiniones críticas, Madrid, Akal, 1995, p. 582.

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Me viene al recuerdo una conversación con una apreciada persona y gran conocedor de la materia. Hablábamos sobre la belleza de los colores. Cerca de nosotros se encontraban unas plantas que casualmente quedaban iluminadas por tonalidades rojas, violáceas. Le pregunté: “ ¿Cómo harías ese verde?”. Su respuesta, cargada de sabiduría, fue: “ Los colores no se hacen, se pintan”. Quiero deducir de esta afirmación que, aunque un pintor debe tener un bagaje técnico desde el que observar críticamente una composición cromática, lo cierto es que es el acto de su corporeidad, el acto de la pintura, lo que da sustancia a la obra, rompiendo todas las barreras que pueden frenar la intuición.

La elección del color y sus combinatorias se justifican en la capacidad expresiva, en su potencialidad para impactar al espectador con una realidad armónica, con su propia coherencia. Mantengo una paleta operativa donde se presenta una variedad cromática completa: amarillos cálidos y fríos, sus correspondientes tierras, como por ejemplo el ocre, el rojo tipo escarlata y un carmín de garanza, un violeta, diferentes verdes y azules, distintos blancos como el titanio y España, y negro marfil. A esta paleta, en esta ocasión, he añadido colores fluorescentes por su potente luminosidad, por esa cualidad vibrante y excitante que subyace a la calma y actúa como una promesa de apertura hacia algo novedoso, desconocido.

Por consiguiente doy respuesta a los objetivos planteados al comienzo de este proyecto, donde he mostrado una comprensión del acto y proceso plástico, enlazando idea y práctica, reflexión y acción. También he aportado un marco narrativo no solo para revelar, sino para explicitar lo que, desde mi punto de vista, se encuentra bajo cada nueva propuesta artística.

He intentado redactar la experimentación creativa, procedimental y material que subyace a este proyecto. Ha sido un camino de depuración en el que me he dejado guiar interiormente por dos polos aparentemente opuestos, pero en realidad complementarios: por un lado, con la aplicación de los conocimientos previos en el aspecto técnico y compositivo; por otro lado, con el recurso a la improvisación, pues en ella reside la frescura intuitiva, la apertura de horizontes a la que antes hice referencia. Estas han sido las claves que ya había iniciado en El jardín del delirio y que aquí reúno como indagación en un ámbito que creo que ya puedo tildar de propio.

Para finalizar, quisiera realizar una breve reflexión sobre cómo las ideas estéticas cobran corporeidad a través de un medio expresivo que, en mi caso, es la pintura. Lo que en origen pudo ser un estímulo natural como la contemplación del paisaje o una elucubración abstracta, es aquí canalizado a través de unos instrumentos expresivos para alcanzar un estatus comunicativo. El contenido último de la pintura es el de la ofrenda, pues solo cuando alcanza al otro se abre plenamente al mundo, cobra significado, sentido. Esa confianza, que aspira a ser una certeza, es la que guía el acto creativo: desde ahí es desde donde yo aspiro a seguir pintando.

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Dentro y fuera I, (2014) Acrílico sobre lienzo,

190 x 160 cm.

Dentro y fuera II, (2014) Acrílico sobre lienzo,

190 x 160 cm.

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Arte joven en el Ateneo Mercantil*

Rafa Marí Sancho

(…)

En la tercera planta del Ateneo se expone “ El jardín del delirio: silencio, alma y calma”, muestra individual de Constanza Soriano, ganadora del XLIV Premio de Pintura Salón de Otoño en 2013. Comisariada por Rafael Gil, la muestra revela a una artista entregada de modo arrebatado a lo suyo, convertida la pintura para ella en una madre entre acogedora y tormentosa, en una amiga y en un refugio. Constanza pinta como si estuviese confensándose a solas, musitando (o gritando) lo que pasa por su mente y cuerpo.

Afirma la pintora que el proyecto el jardín del delirio lo concibe como una etapa circunstancial relacionada a través del estado emocional. Comienza en un sueño, título que dio a la obra galardonada en el pasado Salón de Otoño en 2013, y ese sueño o deseo, que podríamos considerar medio-cumplido ahora, se materializa mediante una exposición que rompe el formato clásico, con unos enormes papeles dispuestas especialmente de forma inhabitual. Constanza Soriano busca el ámbito de lo diferente. La utilización del espacio también forma parte del concepto de la obra. El recurso plástico planteado para el specific site, pieza central de la exposición consiste en tres rollos de papel de metro y medio de ancho por diez de largo, sujetos en la pared frontal en la misma medida y dispuestos a que se expandan hacia el suelo de la sala, constituyendo una volumetría en el espacio,comenta Constanza, que conquista así la evocación del sueño, el jardín y el delirio.

* Texto publicado en el periódico Las Provincias de Valencia el 13 de diciembre de 2014 con motivo de la exposición “El jardín del delirio: silencio, alma y calma”, en el Ateneo Mercantil de Valencia, España.

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Nota biográficaConstanza Soriano nace en Alicante, 1983. Tras pasar por la Escuela de Arte y Superior

de Diseño (Valencia, 2006), obtiene su licenciatura en Bellas Artes en la Facultad de San Carlos de la Universidad Politécnica (Valencia, 2011), donde cursa después el Máster Oficial en Producción Artística. En su trabajo final, EI espíritu del paisaje y su proceso de abstracción, traza una visión diacrónica que interrelaciona el romanticismo y expresionismo abstracto y que explicita la importancia del proceso tecnopictórico en relación con la impronta emocional del pintor.

Ha disfrutado de las becas de residencia y producción artística, en la Fundación Rodríguez Acosta (Granada, España, 2013) y en la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce (Segovia, España, 2012). También la beca Erasmus del Programa de la Comunidad Europea en la Mimar Sinan Fine Arts University (Estambul, Turquía, 2010).

En 2012 expuso de forma individual un proyecto titulado Paisajes tragicomédicos en el Museo Arqueológico de Elda, Alicante. Desde 2007, ha participado en varias exposiciones colectivas de alcance nacional. Entre ellas cabe destacar su participación en el Palacio de la Madraza de Granada, en la XXI Bienal de Arte no Morrazo en Pontevedra, en el Museo Ibercaja Camón Aznar en Zaragoza, en el Centro Cultural Casa de Vacas de El Retiro de Madrid, en el Auditorio Manuel de Falla de Granada, en el Centro Cultural Bancaja de Valencia, en la Casa de la Alhóndiga de Segovia y en la Sala Real Atarazanas en Valencia, entre otras.

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Este libro ha sido editado con motivo de la exposición “El jardín del delirio: silencio, alma y calma” de Constanza Soriano, comisariada por Rafael Gil Salinas y esponsorizada en 2014 por el Ateneo Mercantil de Valencia, en Ateneo Mercantil de Valencia del 4 al 30 de diciembre.

- Mayo 2015 -