El Latinoamericanismo de Edward Said

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    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    Sistema de Informacin Cientfica

    Eduardo MendietaNi orientalismo ni occidentalismo: Edward w. Said y el Latinoamericanismo

    Tabula Rasa, nm. 5, julio-diciembre, 2006, pp. 67-83,

    Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca

    Colombia

    Cmo citar? Fascculo completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Tabula Rasa,

    ISSN (Versin impresa): 1794-2489

    [email protected]

    Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca

    Colombia

    www.redalyc.orgProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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    NI ORIENTALISMO NI OCCIDENTALISMO:

    EDWARD W. SAID Y EL LATINOAMERICANISMO

    (Neither Orientalism nor Occidentalism: Edward W. Said

    and Latin Americanism)

    EDUARDO MENDIETA1

    Stony Brook University (Estados Unidos)Centro de Estudios Culturales UC Santa [email protected]

    Artculo de reflexin Recibido: 18 de septiembre de 2006 Aceptado: 11 de octubre de 2006

    (Traduccin del manuscrito en ingls de Mara Luisa Valencia)

    Resumen

    El artculo se inicia con una discusin sobre el gran avance metodolgico logrado porSaid en su magistral obra Orientalismo, de la cual se aduce congur sus obras siguientes.Es defendido contra los crticos que le imputan y ponen en duda su obra por pecadosfoucaultianos. En lugar de ello se muestra a Said como una mente losca innovadora que

    confront de manera frontal y autoconciente los retos metodolgicos de su proyecto. Enuna segunda parte, el autor analiza la importancia de la gura fundadora del orientalismo

    que creara Edward Said para el desarrollo de una forma nica de crtica latinoamericana.Aun cuando Roberto Retamar se acerc a las ideas centrales del orientalismo en su libro

    Calibn, lo hizo con referencia a una gura literaria que ocultaba parcialmente su utilidadcrtica. La parte siguiente discute las formas en las que surgi un discurso paralelo durantelos ltimos aos de la dcada de los sesenta y comienzos de los setenta, a saber la Filosofade la Liberacin. Se ha prestado especial atencin a los primeros trabajos de Enrique Dussely a su agenda de una geopoltica de la losofa. La etapa siguiente del desarrollo de la

    fertilizacin de los discursos crticos latinoamericanos por parte de la obra Orientalismo, deSaid, comienza con el surgimiento de una comunidad crtica latino transamericana, queincluye a Fernando Coronil, Walter Mignolo, Santiago Castro-Gmez y Ofelia Schutte. Elpropsito general es relatar, documentar y subrayar las formas en las que las tesis de Saidsobre el orientalismo han inuenciado de manera productiva el surgimiento de un tipo de

    discurso nico que ha dado en llamarse latinoamericanismo.Palabras clave:Edward Said, orientalismo, latinoamericanismo, teora crtica.

    1Profesor asociado de filosofa en la Universidad de Stony Brook. Es autor de The Adventures of Transcendental

    Philosophy(2001) y Global Fragments: Globalizations, Latinamericanisms, and Critical Theory(2004). Ha traducidoy editado obras de Enrique Dussel. Escribe sobre la globalizacin, la teora postcolonial, Foucault, Habermas

    y la Teora Crtica.

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.5: 67-83, julio-diciembre 2006 ISSN 1794-2489

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    HOLANDA, 2006

    Fotografa de Marta Cabrera

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    Abstract

    The article begins with a discussion of the methodological breakthrough made by Saidin his magisterial Orientalism, which it is claimed also informed his subsequent works. Heis defended against critics who impute on him with, and impugn him for, Foucauldiansins. Said is instead shown to be an innovative philosophical mind that confronted themethodological challenges of his project frontally and self-consciously. In a second part,the author considers the importance of Edward Saids pioneering trope of Orientalismfor the development of a unique form of Latin American criticism. While Roberto Re-tamar approximated the central ideas of Orientalism in his book Caliban, he did it withreference to a literary trope that partly concealed its critical usefulness. The next sectiondiscusses the ways in which a parallel discourse emerged during the later sixties and earlyseventies, namely Liberation Philosophy. Particular attention is given to the early work ofEnrique Dussel and his agenda of a geopolitics of philosophy. The next stage of thedevelopment of the fertilization of Latin American critical discourses by Edward Saids

    Orientalism work begins with the emergence of a trans-American Latino critical commu-nity that includes Fernando Coronil, Walter Mignolo, Santiago Castro-Gmez, and OfeliaSchutte. The overall aim is to chronicle, document, and underscore the ways in whichEdwards Saids theses about Orientalism have productively inuenced the emerge of a

    unique type of discourse that has been called latinamericanism.Key words:Edward Said, orientalism, latinamericanism, critical theory.

    I

    Como para conrmar una de las armaciones centrales de Edward Said sobre el

    orientalismo a saber que el Otro que debe proyectar y fantasear el orientalismo

    debe por denicin permanecer silencioso, debe, en realidad, comprendersecomo incapaz de hablar y producir conocimiento por s mismo o s misma sobreellos mismos, la obra de Said ha sido tan prodigiosamente comentada, criticada,desechada, difamada, tergiversada, malinterpretada, e insinuada, que su gran avanceepistemolgico, conceptual y losco ha hecho todo menos desaparecer. Las

    obras de Said se han reducido a un resentimiento loscoy su fuerza conceptual centralha sido desnudada por una psicologa que se le ha imputado como de desalientoy envidia. En lo que sigue, por consiguiente, quisiera empezar por eludir todaslas caricaturas de la obra de Said, y apuntar directamente a lo que creo que hahecho su trabajo pionero, incomparable, irremplazable y tambin singularmenteinimitable. En la segunda parte de mi artculo, me dirigir a la forma en la quela obra de Said fue anticipada en parte, pero tambin apropiada por un grupode pensadores latinoamericanos que desarrollaron un tipo de crtica que ha sidollamado latinoamericanismo, lo que en una de sus formas ms recientes tiene comouna de sus tesis centrales la superacin del occidentalismo.

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    Debe recalcarse desde el principio que Orientalismono fue un libro hurfano, una

    especie de bosquejo afortunado. Como lo ha explicitado Said muchos textos yentrevistas posteriores, Orientalismofue seguido muy de cerca por The Question ofPalestiney Cubriendo el Islam (Said, 2001; 1997; 2005).Estos dos libros, de hecho,buscaron ejemplicar y documentar an ms lo que haba elaborado de manera

    tan elocuente en Orientalismo (Said, 1979). Sin embargo, cuando se comenta ydesecha la obra de Said, pocos, muy pocos comentadores discuten la dependenciaque las obras ms abiertamente polticas tienen de la ms terica. Esta falla lleva aoscurecer y minimizar la dimensin prctica y comprometida de la obra de Said.Tambin oculta que la obra de Said nunca fue simple o meramente condenatoria.A decir verdad, el no leer estas obras como una triloga, que es como Said lasconcibi, si no al comienzo, luego cuando las escriba e investigaba sobre ellas,nos impide reconocer que la metodologa que domina toda la obra de Said fuea la vez arqueolgica y genealgica. Cuando uso estos trminos, estoy de hechohaciendo alusin a la obra de Michel Foucault, que sin duda inuenci la de Said,

    como l mismo lo ha sealado. Pero, creo que Said fue ms all de Foucault,quien en mi opinin lo dot de un lenguaje y un par de metforas, pero no delmpetu metodolgico ni de la visin humanstica amplia ni ciertamente de lo queSaid llam la actitud secular y mundana del intelectual comprometido que dicela verdad al poder dominante.2 Debe recordarse que los hroes conceptualesy generativos de Said fueron pensadores como Frantz Fanon, Aim Csaire,C.R.L. James, pero tambin Ernst Robert Curtius y Erich Auerbach, pensadoresque estn lejos de las posturas estructurales y posthumanistas (Said, 2003). Estadigresin es necesaria, porque un grupo de acadmicos ha buscado desechar aSaid alinendolo con Foucault y de este modo imputndole el antihumanismo,cinismo y nihilismo poltico que plagaron la obra de ste.3Tambin es importante

    recordar las muchas ocasiones en que de manera explcita, por escrito y oralmente,Edward Said rindi homenaje pero tambin tom distancia de Foucault.4Aunas, aunque no pueda asimilarse a Said con cierto tipo de anlisis foucaultiano,quisiera mantener los trminos arqueologa y genealoga para hablar de lo queSaid estaba elaborando en Orientalismo, por razones que se harn ms evidentes amedida que avanzamos.

    2 En una entrevista Said seala que Foucault dej de interesarle en la medida en que se le apareca como

    un simple escriba del poder que celebraba el triunfo del poder pero ahora no tena nada que decir sobre

    cmo el mismo poder estaba siempre en disputa y confrontacin (Said, 2001:214).3Vase por ejemplo la que fuera una entrevista de James Clifford sobre Orientalismo, ahora reimpresa

    (Clifford, 1988:255-276).4Vase por ejemplo las composiciones sobre Foucault (Said, 2000). Tambin, las numerosas referencias,

    tanto apreciativas como crticas, de Foucault (Said, 2001).

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    Una lectura cuidadosa y atenta de la introduccin de Orientalismorevelar en primer

    lugar, y lo que es ms importante, que Said estaba muy conciente de que estabaabriendo nuevos caminos conceptuales y metodolgicos. La presentacin de esteya cannico texto del pensamiento crtico del siglo XX es una densa meditacinsobre el mtodo. En estas pginas, Said se esfuerza por dejar explcito qu eslo que trata de hacer, pero tambin se muestra impaciente por continuar con lahistoria. Est ms interesado en mostrar lo que le ha revelado su mtodo que enretrasar sus descubrimientos prolongando una discusin metodolgica. De hecho,muy al comienzo en la introduccin a Orientalismo, Said hace referencia a las dosobras ms metodolgicas de Foucault, La arqueologa del saber y Vigilar y castigar, conel n de apropiarse del anlisis del discurso de Foucault (Said, 1979). Pero, creo

    que la referencia a esas obras metodolgicas anuncia tambin que el mismo Saidest desplegando una obra metodolgica, cuyo mtodo se dilucida mejor por loque logra, lo que produce, en lugar de por cun exhaustiva y detalladamente haceexplcito su modus operandi. Un mtodo es lo que nos permite descubrir, develar,desenterrar y dilucidar lo que el positivismo de lo evidente esconde y entierra conla fuerza de la autoridad de la ciencia y la sabidura conferida. Sin embargo, Saidlogra desplegar en algunas pginas de densa argumentacin lo que piensa que esgenerador e innovador, aunque incipiente, en su perspectiva.

    Said comienza analizando tres signicados que se propone adherir al trmino

    orientalismo. En primer lugar, es el nombre colectivo para una serie de disciplinas, yen tal sentido se reere a la forma en la que se codica y disciplina el conocimiento

    en una cierta matriz epistemolgica que corresponde a la forma en la que se legitimay autoriza el conocimiento dentro de la academia occidental. En segundo lugar, eltrmino se reere a una institucin corporativa que impera sobre una geografa

    imaginaria epistemolgica y ontolgicamente constituida, que autoriza, augura,instiga, exige y prohbe declaraciones acadmicas, literarias, legales, estticas ygeogrcas que hacen al oriente disponible, controlable, adquirible. El orientalismo,

    en tal sentido, es un dispositivo, es decir, un artefacto de poder-conocimiento queconvierte las culturas y sus territorios en objetos de conquista y consumo imperiales.Un tercer sentido como Said quiere que se entienda el trmino es en su sentidoVichiano radical, es decir, como un trmino que en su evidente contingencia eindexicalidad histrica nos remiten al hecho de que estas metodologas disfrazadascomo marcadores geogrcos son productos de la historia humana, que una vez

    analizados como formaciones histricas nos revelan cunto estn implicados yson cmplices Oriente y Occidente en las fantasas y sueos de dominacinde cada uno. El orientalismo, en este tercer sentido debe entonces evocar lacoproductividad y la codeterminacin de Oriente y Occidente. Como lo escribeSaid: Por consiguiente tanto como Occidente mismo, Oriente es una idea que tieneuna historia y una tradicin de pensamiento, imaginera y vocabulario que le han

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    dado realidad y presencia en y para Occidente.As es como las dos entidades geogrcas

    se apoyan y en cierta medida se reejan(Said, 1979). No podemos pensar, entonces,a Occidente sin su imaginado y abyecto Oriente, ni podemos concebir a Orientesin la forma como ste a su vez debe imaginar a su contraparte, Occidente. Dehecho, Said haba aludido a este entrelazamiento antes en la introduccin cuandoescribi: La cultura europea gan en fuerza e identidad deslindndose de Orientecomo una especie de sucedneo e incluso de ser subterrneo (Said, 1979).

    Hasta aqu, entonces, tenemos que el orientalismo es un rgimen disciplinario deproduccin de conocimiento con efectos de poder muy reales, efectos de poderque a su vez sancionan ms de su produccin de conocimiento y ms de su propiaacumulacin y consolidacin de poder. A la vez, el orientalismo es tambin, estose hace bastante evidente a partir de las dos partes que cit, una mquina deidentidad,5una mquina que produce y reproduce cierta ontologa del s mismo

    (self). El orientalismo, como dispositivo depoder-conocimiento, es lo que yo llamara undispositivo epistemo-onto-lgico que produce

    un s mismo (self) y un otro en oposiciones conictivas, jerrquicas y aborreciblesde tal manera que el s mismo (self), el yo, o nosotros del Occidente, vive enforma parasitaria y depredadora de la derogacin, abyeccin y subalternizacinde su otro. Al mismo tiempo que su otro es producido, debe producir para s unamismidad cticia, imposible, alienante. As, ya en las primeras cinco pginas de

    la introduccin de OrientalismoSaid ha anunciado que el orientalismo no se trataslo de la produccin de un otro, el oriente, al que occidente excluye y del cualderiva benecios muy tangibles. El orientalismo debe por denicin entraar la

    produccin y la productividad de otra ccin meta-geohistrica, el oeste, occidente.

    El orientalismo es un elemento imprescindible de un proceso de occidentalizacin,

    la produccin de un imaginario sobre y en torno al occidente. A su vez, entre msse constituye occidente mediante este imaginario, ms orientaliza a su otro.

    La crtica del orientalismo por tanto no es simplemente una crtica que busquesacarnos de los errores y prejuicios sobre este otro imaginado, el oriente, sinoque es a la vez una crtica explcita de los errores, prejuicios y fantasas quetenemos sobre nosotros mismos, el yo, el s mismo de occidente. De hecho,si concebimos el orientalismo como un mecanismo epistemo-onto-lgico quecondiciona el horizonte de la existencia posible y de la experiencia para agenteshistricos, entonces, la crtica del orientalismo debe proseguirse con el objetivode una fenomenologa del s mismo imperial. A decir verdad, esto es lo que Saidlogra de manera explcita y magistral en la continuacin de Orientalismo,a saberCultura e imperialismo (Said, 1994).Sin embargo, ya en 1978 en la introduccin queestamos analizando encontramos los elementos de esta fenomenologa crtica y ala inversa de la agencia y de la subjetividad imperiales que inspecciona el mundocon petulancia, desdn e incuestionada soberana.

    5Para una discusin sobre el trmino mquinas

    de identidad vase Appiah, 1992.

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    Lo que he llamado fenomenologa del ser imperial, que tambin podra llamarse

    anlisis del Dasein Imperial, se hace explcita en la explicacin posterior de Saidsobre sus criterios metodolgicos. Despus de discutir los tres sentidos en los quedene el orientalismo, Said limita y rena el sentido que quiere atribuir al trmino

    orientalismo haciendo tres calicaciones explcitas. En primer lugar, aunque el

    orientalismo se reere a un sistema de ideas y textos que conguran y contienen

    una ideologa, sera errado asumir que Oriente era esencialmente una idea. Es ms queuna simple ideologa. Segundo, aun cuando se tome como ideologa y compendiode ideas, stas no pueden comprenderse plenamente sin un anlisis de su fuerza ysus efectos, de sus conguraciones de poder (Said, 1979). Las ideas tienen poder

    y el poder produce ciertas ideas, as como la verdad tiene efectos de poder y talesefectos producen ciertas verdades, para parafrasear al Foucault de los ltimostiempos. En tercer lugar, y como calicacin nal, la meta no es involucrarse en

    un acto ingenuo de puricacin epistemolgica. Aun cuando se dijera la verdad

    sobre el orientalismo, seguira perdurando, precisamente porque el orientalismose trata menos de lo real y ms sobre el tipo de verdad y los efectos del poder quetiene debido a sus mitologas sobre ellos y nosotros. Como lo plantea Said: Yomismo creo que el orientalismo es ms valioso especcamente como signo del

    poder Europeo-Atlntico sobre Oriente que como discurso verdico sobre Oriente(Said, 1979). No es que Said no est interesado en la verdad, sino que para llegar alo que puede ser verdico tenemos que trabajar a travs de los siglos de ccin,

    mitologa y tergiversacin sedimentada que produjeron sus propias verdades, y sobretodo, tenemos que desmontar el dispositivo de poder-conocimiento que mantieneel monopolio no slo de quin est autorizado para hablar, sino tambin de lo quepuede decirse sobre el otro independientemente de quin lo diga.

    Despus de estas salvedades, Said arma que malinterpretamos por completo elorientalismo si pensamos en l en trminos de un complot malvado por partede Occidente o Europa. En lugar de ello, debemos entender el orientalismocomo una distribucinde la conciencia geopoltica en textos estticos, acadmicos,sociolgicos, histricos y lolgicos. En otras palabras, es una forma de delinear

    un mapa cognitivo del mundo. El orientalismo es tambin una elaboracin delmundo segn ciertas herramientas y propsitos. El orientalismo, entonces, esun Gestell, una manera de ubicar el mundo de cierta forma, segn ciertas Gestalts,guras y modelos, que divulgan y son la expresin directa del poder de volicin.

    El orientalismo es la corporalizacin de, y as lo plantea Said: una cierta voluntadointencinde entender, en algunos casos de controlar, manipular e incluso incorporarlo que es un mundo evidentemente distinto (o alternativo y original); es, por encimade todo, un discurso que de ninguna forma est en relacin de correspondenciadirecta con el poder poltico en su crudeza, sino ms bien que es producido yexiste en un intercambio desigual con diferentes tipos de poder, congurados hasta

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    cierto grado por el intercambio con el poder poltico (como con un establecimiento

    colonial o imperial), el poder intelectual (como con las ciencias dominantes talescomo la lingstica comparativa o la anatoma o cualquiera de las ciencias polticasmodernas), el poder cultural (como con las ortodoxias y los cnones del gusto, textos,valores), el poder moral (como sucede con la idea sobre lo que nosotros hacemosy ellos no pueden hacer o no entienden como nosotros lo entendemos). Enrealidad, mi argumento es que el orientalismo es y no representa simplemente una dimensin

    considerable de la cultura moderna poltico-intelectual, y como tal tiene menos que ver con el Oriente

    que con nuestro mundo(Said, 1979, nfasis agregado).

    Quiero subrayar lo que hace Said aqu. Cuando habla sobre estas diferentesmodalidades de poder esto es, el poltico, el cultural, el intelectual y el moral, estrecentrando nuestra atencin en la dimensin metodolgica de su anlisis sobreel orientalismo. Y hacia lo que dirige nuestra atencin es a que el orientalismoforma parte esencial de una ontologa de los s mismos que estn posicionadosen espacios geogrcos, sociales, histricos, culturales, morales y polticos enciertas formas muy especcas: como amos de un mundo que est esperandoser posedo, controlado y conocido de manera soberana e indivisible. El mejormomento y el ms explcito de este brillante avance conceptual viene hacia el nalde la introduccin cuando Said escribe, y debo citarlo en toda su extensin, puestoque es Said en toda su magnicencia:

    Mis principales dispositivos metodolgicos para estudiar la autoridaden el presente texto son lo que puede llamarse ubicacin estratgica, que esuna manera de describir la posicin del autor en un texto que estudiael material oriental sobre el que escribe, y formacin estratgica, que esuna forma de analizar la relacin entre textos y la forma en la quegrupos y tipos de textos, incluso gneros textuales, adquieren masa,

    densidad y poder referencial entre s mismos y por ende en la culturaen general. [...] Todo el que escribe sobre Oriente debe situarse de caraa oriente; traducida en su texto, dicha ubicacin incluye el tipo de voznarrativa que adopta, el tipo de estructura que construye, los tipos deimgenes, temas, motivos que circulan en su texto todo lo cual seaade a las formas deliberadas de dirigirse al lector, contener el orientey nalmente, representarlo o hablar en su nombre Adicionalmente,cada obra sobre oriente se aliacon otras obras, con audiencias, coninstituciones, con el mismo oriente (Said, 1979).

    El orientalismo es, en suma, una forma de producir sitios de autoridad que perdenitionexcluyan a otros y otras formas de producir y reclamar conocimiento ynalmente, autoridad moral y agencia poltica. Este lugar de autoridad, determinado

    por la ubicacin estratgica, ilustrada por la Gestaltque proyecta el orientalismo, a suvez coordina, mapea, aglutina, ordena y rige todo un horizonte de verdades, relatos,imgenes e incluso gneros que cognitiva y ontolgicamente retculan el mundo,

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    hacindolo cognoscible en formas muy especcas, que nuevamente excluyen y

    desautorizan otros mapas cognitivos. Debe anotarse entre parntesis que lo queSaid llam en 1978 ubicacin estratgica yformacin estratgicaes lo que en Cultura eimperialismo denominar con la frase estructura de actitud y referencia. Y aqu sehace explcito cmo la obra de Said es arqueolgica y genealgica en formas queno pueden reducirse al tipo de genealoga de Michel Foucault. Sin embargo, lostrminos son tiles en cuanto nos permiten anticipar las formas en las que el anlisisy la fenomenologa que hace Said del s mismo imperial y occidentalista es a la vezun compendio, un catlogo, un inventario, para usar la expresin que Said se apropiacon gusto de Gramsci, y una genealoga de nuestros s mismos contemporneos.Si leemos Orientalismode la manera correcta como una genealoga de este s mismoimperial y occidentalizante y orientalizante, reconoceremos que el orientalismo esun tipo de discurso que no slo es restrictivo y represivo, sino que ms importante,es generativo, productivo, instigador y prospectivo. Si percibimos esto, tambin

    podremos percibir que Said estaba menos interesado en recolectar un catlogo derazones y propsitos escolsticos, que en proporcionarnos las herramientas crticaspara liberarnos de una ontologa imperial, o lo que he llamado aqu una mquinaepistemo-onto-lgica que condiciona las formas en las que podemos vivir nuestraagencia moral y nuestra subjetividad poltica. Ahora se hace claro que EdwardW. Said busc situarse ms all del orientalismo y el occidentalismo, ms all deteodiceas y teologas de las mitologas que secuestran la historia secular humana delos agentes humanos, sin considerar la cultura en la que nacieron y a qu culturascontribuyeron a hacer ms hbridas y heterogneas. Pues al igual como la teodiceaes una forma de exculpar las injusticias de la historia humana cubrindolas con elmanto de un plan divino, el orientalismo y el occidentalismo son formas de ocultarcmo est el otro presente en nosotros y nosotros en el otro.

    II

    Ahora llevar mi discusin a lo que tomo como una discusin a veces subterrnea ya veces bastante explcita con la obra de Said. Sin embargo, en lugar de documentarejemplos de citaciones especcas, quisiera examinar un horizonte de discurso

    por medio de una tipologa. A medida que avanzo en mi anlisis de las diferentesformas de latinoamericanismo, se har explcito cundo y para quin Said ha sido uninterlocutor. Tambin debo sealar desde el comienzo que aunque la recepcin de

    Said por parte de algunos latinoamericanistas hasido en extremo productiva, lleg bastante tardedebido a la geopoltica del conocimiento.6Said

    fue ledo como si fuera norteamericano, estoes, como intelectual estadounidense. Su obrasobre Palestina se ley de manera poltica como

    6 Para ver una de las lecturas ms

    interesantes sobre la relacin de Said

    con el latinoamericanismo, vase Castro-

    Gmez, 1996:145-170; captulo 6: narrativas

    contramodernas y teoras poscoloniales: la

    propuesta hermenutica de Walter Mignolo.

    Vase tambin Ashcroft, 2001:22-35.

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    oposicin al imperialismo estadounidense, pero sus obras ms tericas fueron ledas

    con recelo. De hecho, su obra junto con la de otros llamados crticos postcolonialesse consider otra exportacin epistemolgica de la academia estadounidense, en elmejor de los casos, y otro artefacto para oscurecer las formas en las que los EstadosUnidos despliegan sus propias formas de orientalismo sobre Amrica Latina, en elpeor de los casos (Mignolo, 1993). Aun as, el dilogo tuvo lugar, y fue un dilogoen ambos sentidos, como se hace evidente en su libro Culture and Imperialism.

    El latinoamericanismo es el nombre que se da a las formas de conocimiento,actitudes ideolgicas y espejos espectrales.7El latinoamericanismo como formade conocimiento ha asumido diferentes formas, como veremos ms adelante. Ellatinoamericanismo es plural porque se trata de la forma como Latinoamrica hasido retratada por al menos cuatro agentes de imaginacin importantes: la mismaLatinoamrica, los Estados Unidos, Europa y ms recientemente, los latinos. Haymuchas Latinoamricas, y no solamente por los altos y bajos de sus lmites y su lugarcambiante en el imaginario occidental, como lo ha sustentado de manera excelenteArturo Ardao (1993), sino tambin porque ha sido imaginada de manera diferente pordiferentes actores sociales. A decir verdad, la pluralidad del latinoamericanismo debeentenderse adecuadamente en relacin con lo que Said llam estructura de actitud yreferencia, o en la forma previa de Orientalismo, ubicacin estratgica y formacinestratgica. Dnde est el locus de la enunciacin y sobre quin o qu estamoshaciendo demandas de conocimiento, son preguntas que imponen la terminologay las mediaciones sobre el mtodo de Said. Lo plural en los latinoamericanismos sereere as a estas diferentes ubicaciones estratgicas y formaciones estratgicas.Finalmente, el latinoamericanismo tiene que ver con los espectros que acosan elascenso del occidente a la dominacin global, y porque en l (lo latinoamericanoimaginado) tambin encontramos reejados los sueos de una Amrica alterna y

    posiblemente de un occidente distinto. En lo que sigue, diferenciar entre cuatro tiposde latinoamericanismos que registran no slo una cronologa particular, sino tambin eldesplazamiento de la ubicacin, o lugar geopoltico, del agente que imagina, as comolas nuevas formaciones epistmicas y la regulacin de la matriz de conocimiento.

    El primer tipo de latinoamericanismo surgi en parte como respuesta a 1848y 1898, los momentos idnticos del imperio estadounidense. 8 Este tipo de

    7La siguiente discusin se ampla y elabora ms en mi libro Global Fragments: Latinamericanisms, Globalizations,

    and Critical Theory(De prxima aparicin).8 Este primer tipo de latinoamericanismo debe estar demarcado de manera ms adecuada por dos fechas:

    primero, la promulgacin de la Doctrina Monroe en 1823, y, segundo, su institucionalizacin en 1948 con

    la fundacin de la Organizacin de Estados Americanos. Este tipo de latinoamericanismo de Kulturkampf,

    adems, debe considerarse como puntuada internamente por la revolucin mexicana de 1910. Esta revolucin,

    que en palabras de Paz dio lugar al Mxico moderno y de la cual surgen las corrientes intelectuales romnticas e

    historicistas que han alimentado el latinoamericanismo ms intelectual, registrado tambin en el imaginario de

    los Estados Unidos, como lo document el periodismo de revolucionario comprometido de John Reed (VaseRosenstone, 1975, en especial el captulo 10: Mexico. Vase igualmente Wilson, 1993:340-361. Sin embargo

    el romanticismo revolucionario que inspir la revolucin mexicana en sectores de tendencia izquierdista de

    la sociedad estadounidense se transferira a Rusia, y luego a los anarquistas espaoles.

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    latinoamericanismo puso en la balanza a los Estados Unidos y Latinoamrica en

    trminos de unas perspectivas culturales y espirituales odiosamente diferenciadoresy opuestas. La ideologa dicta que uno es vulgar, materialista, utilitario, desalmadoy carece de races culturales, mientras el otro es el heredero legtimo del espritueuropeo de cultura, civilizacin y principios idealistas fundados en el amor y latradicin. Aunque esta diferenciacin ha sido articulada de mejor manera porJos Enrique Rod (1988), tambin podemos encontrarla en la obra de JosMart (1977). Esta oposicin se convirti en un acto de fe fundamental parageneraciones de pensadores en Amrica Latina, aun cuando no compartieran ellxico o el estado de nimo. Algunas veces de manera abierta, pero la mayora enforma soterrada como punto de partida hermenutico, encontramos el mismoprejuicio en la obra de pensadores seminales mexicanos, como Jos Vasconcelos,Leopoldo Zea e incluso Octavio Paz. Otro punto de partida importante para estetipo de latinoamericanismo es la doble atadura en la que una naciente identidad

    latinoamericana se encontr a s misma. Esta identidad criolla, esta verdaderaidentidad americana no era anglosajona ni espaola y ciertamente no simplementeeuropea. As, igual como buscaba distanciarse de la Amrica anglosajona, tambinbusc hacerlo de la Europa imperial y colonial. Sin embargo, este distanciamientono era un rechazo absoluto. Amrica se convertira en la tierra en la que serealizaran la esperanza y la promesa de Europa.9Algunos, de hecho, llegaronhasta armar que el problema era que Latinoamrica no se acercaba lo suciente a

    Europa, o ms bien, que Latinoamrica an tena que expresar lo mejor de Europa,a la vez que prescinda del pasado y la costumbre patricia, monrquica y feudalde la antigua Europa. Tales opiniones asumen una voz en las obras de DomingoSarmiento, quien bsicamente estableci toda una escuela de pensamiento basadaen la oposicin civilizacin y barbarie (Sarmiento, 1868).

    Este primer tipo de latinoamericanismo registr entonces en el pensamientola expansin colonial e imperialista de los Estados Unidos, y la resistencia yel rechazo latinoamericano de tal arremetida en sus territorios, su cultura ysus tradiciones. Este latinoamericanismo fue una manifestacin cultural deuna confrontacin geopoltica de culturas. Debera denirse adecuadamente

    este primer tipo de latinoamericanismo como una Kulturkampf (lucha cultural)latinoamericanista. Esta Kulturkampf confront una modernidad imperialista conuna promesa protopostmoderna de una modernidad humanista y plurotpica

    9Una pregunta muy vlida, e incluso necesaria, que plantea este enunciado es cul Europa?. Corriendo

    el riesgo de extender ms de lo preciso mi anlisis en este artculo, aducira que no hay una Europa, como

    no hay una Latinoamrica. Europa es un ideal, una idea y una ideologa. Ha habido muchas Europas y sus

    historias han sido o bien borradas o bien relegadas al cenicero de la historia, o se han vuelto prominentes y

    orientadoras. Podra hablarse de la Europa del siglo XVI, con Espaa y su centro imperial y colonial, o de

    la Europa de los Pases Bajos en el siglo XVII, etc. La historia de Europa puede escribirse como la historia

    de la sucesin de diferentes poderes imperiales y coloniales, con su respectiva serie de misiones civilizadoras

    Pagden, 2002. Un estudio clsico sobre este asunto es el de Denys Hay (1957).

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    (para usar la inexin que hace Walter Mignolo de este trmino) que en palabras

    de Pedro Henrquez Urea se encarn en la idea de Amrica como La Patria de laJusticia (Henrquez, 1978).Es importante que nos detengamos un momento en elsurgimiento de este latinoamericanismo de Kulturkampf,pues aparece en el momentomismo en que tiene lugar un desplazamiento semntico en Europa. Latinoamrica,como el nombre de las naciones y las tierras de Suramrica, antiguamente controladaspor Espaa, hace su aparicin en el lxico de la geopoltica en el momento enque Europa est dejando de hablar de Rumania y Germania, de galos y francos, yempieza a hablar de anglosajones y latinos, o de la mezcla de galos y francos queconform el Sacro Imperio Romano occidental. Estos cambios se registraron enun lapso de cerca de medio siglo, cinco dcadas en las que Inglaterra consolida supoder sobre el Este, as como los Estados Unidos comienzan a consolidar su podersobre Occidente. Hay una divisin del trabajo, si puede hablarse en estos trminos: elReino Unido conquista el Este y frica, mientras que los Estados Unidos se lanzan

    sobre el continente americano. Como contraestrategia, Francia busca consolidar unahomogeneidad cultural entre francos y galos con el nimo de conformar un frenteunicado contra los anglosajones. Estas luchas geopolticas, emprendidas en trminos

    de la invencin de tradiciones culturales que irremediablemente se haban fragmentadodebido a la Reforma y al descubrimiento del Nuevo Mundo, dejaron su huella entrminos de nombres que evocaban cciones por decreto, a pesar del intento de

    Leopoldo von Ranke de ver las historias de las naciones latinas y teutnicas en trminosde una serie de procesos comunes que incluan las migraciones (Volkwanderungen), lasCruzadas y el descubrimiento del Nuevo Mundo (Ranke, 1909). La lucha por el centro,el alma, la herencia de Occidente, de la cultura occidental, de la cultura grecorromanase reej en el primer tipo de latinoamericanismo que luchaba contra el utilitarismo

    craso y el individualismo hedonista de la cultura anglosajona, para usar las burlas de

    los arielistas (seguidores de Rod). Estos arielistas, sin embargo, no estaban pensandodesde Amrica Latina y en ella,per se, sino desde el punto de vista de un occidenteimaginario. Cuando pensaban en Amrica Latina, lo hacan en trminos de su relacinprotsica con Europa (y en este punto el ejemplo perfecto es Jos Mara Torres Caicedo,colombiano que vivi la mayor parte de su vida profesional en Francia, y quien fuerauno de los principales promotores de la idea de Latinoamrica).

    El segundotipo de latinoamericanismo es el que surgi despus de la Segunda GuerraMundial, y del inicio de la guerra fra en los Estados Unidos. Ms precisamente,debemos situar la aparicin de este tipo de latinoamericanismo con la Ley deEducacin de Defensa Nacional de 1958, la cual estableca como prioridad de laseguridad nacional invertir en programas educacionales que pudieran contribuir

    a la defensa de la nacin (Chomsky, 1997).10

    Guiados por las metas de defensa y seguridadnacional, se desarrollaron programas deestudios que buscaban dividir el mundo en

    10

    Vase Chomsky, especialmente lacolaboracin de Immanuel Wallerstein,

    1997:195-231.

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    trminos de reas de inters estratgico. Evidentemente, Latinoamrica era un

    rea importante de inters estratgico geopoltico, y as surgi lo que llamar ellatinoamericanismo de estudios de rea. Este latinoamericanismo de estudios derea tena como meta recoger y difundir conocimiento sobre los pases del tercermundo en Amrica Latina. Dicha corriente consideraba la regin como cualquierotra tierra extranjera, aunque desde el inicio hubo una ambigedad acerca de tratar aLatinoamrica como se trataba a Asia y frica. Hubo algunos debates fascinantes losde Eugene Bolton, por ejemplo, que sostenan que deba estudiarse a la regin de lamisma manera en que deba estudiarse a los Estados Unidos y Canad. No obstante,los intereses de conocimiento de la guerra fra dictaron el modelo de investigacinque buscaba aprender tanto como fuera posible sobre otras culturas en trminosde su vulnerabilidad y la posibilidad de que se convirtieran en nidos de sedicin.La matriz epistemolgica que va a fortalecer esta investigacin est determinadapor las ideas de un Primero, Segundo y Tercer mundos, una secuencia suscrita por

    la teleologa de la modernidad (Pletsch, 1981:565-90). Los estudios de rea fueronuna herramienta importante para la manipulacin geopoltica, pero tambin para lasupervisin epistmica. En lo referente a Latinoamrica, los estudios de rea siempreimpusieron una modelo de anlisis que cegaba a sus investigadores a los problemasexclusivos de la regin, esto es, la hibridacin, el mestizaje, las inequidades centenariasentre el campo y la ciudad, al igual que las tradiciones profundamente arraigadas decaciquismo (o nepotismo), de un lado, y las ideas sobre el bien comn que siempreconspiraban para promover revoluciones sociales, del otro.

    Este tipo de latinoamericanismo, entonces, era una forma de pensar o representarla regin desde el punto de vista de la academia norteamericana, si bien estabaexplcitamente al servicio del proyecto de la guerra fra estadounidense. Pero paraser justos, debe sealarse que lo que aqu llamamos Latinoamericanismo de Estudios de

    reapuede tener dos enfoques: uno, un latinoamericanismo de Amrica Latina comola tierra del subdesarrollo con lo que eso trae aparejado, esto es, falta de estadios demodernizacin adecuados, esferas pblicas dbiles, falta de innovaciones tecnolgicas,etc. ste sera el latinoamericanismo de los tecncratas y los funcionarios de loscentros de conocimiento (think tanks). El otro enfoque sera un latinoamericanismotercermundista, o una forma de romantizacin del primer mundo y exotizacin delo latinoamericano. Pero esta forma de considerar la regin es la imagen negativa dellatinoamericanismo de la regin como imagen del subdesarrollo. Esta segunda formade latinoamericanismo que romantiza la regin es la que explica la fetichizacin de lanovela latinoamericana. Este latinoamericanismo tercermundistapermite a los agentes en losEstados Unidos vivir por cuenta ajena un pasado romntico, colonial y premoderno.Se reere a una tradicin sustituta. No obstante, es la interaccin entre estos dostipos de latinoamericanismos la que dio origen al colapso de lo epistemolgico y lo

    esttico, en el cual el ltimo toma el lugar del primero, respecto a Latinoamrica queRomn de la Campa seala en su libro Latinamericanism (1999), y que Jean Franco haestudiado tambin en su obra reciente The Decline & Fall of the Lettered City (2002).

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    El tercer tipo de latinoamericanismo, que me gustara llamar latinoamericanismo crtico,

    puede datarse sin temor a equivocaciones del periodo que sigui a 1959, la RevolucinCubana, y a 1969, la Reunin de Obispos en Medelln, donde en esencia se otorg unajusticacin doctrinal a las Comunidades Eclesiales Cristianas de Base y a la Teologade la Liberacin. Este tercer tipo de latinoamericanismo pone a Latinoamrica enoposicin a los Estados Unidos, pero ahora lo hace en trminos de una posturaantiimperialista y anticapitalista acompaada de una cuidadosa crtica de los regmenesepistemolgicos que haban permitido teorizar sobre la regin hasta entonces. Esel latinoamericanismo que encontramos en las obras de Fals Borda, Darcy Ribeiro,Leopoldo Zea, Augusto Salazar Bondy, Gustavo Gutirrez y Enrique Dussel. Es laidea de un latinoamericanismo desarrollado en Latinoamrica para explicar la situacinlatinoamericana a los latinoamericanos y a los Estados Unidos. Sin lugar a dudas, estelatinoamericanismo fue desarrollado explcitamente para oponerse a los agresivosefectos ideolgicos del latinoamericanismo desarrollado por el aparato epistemolgico-

    militar-industrial del establecimiento de la Guerra Fra de los Estados Unidos durantelos cincuenta, sesenta y setenta. En verdad, como lo ha enfatizado el SubcomandanteMarcos en algunos de sus comunicados, mientras que los Estados Unidos emprendanuna Guerra Fra contra el supuestamente malvado imperio de la Unin Sovitica, seemprenda una tercera guerra mundial principalmente en Latinoamrica y el Surestede Asia, el llamado tercer mundo. La Guerra Fra de los imperios coincidi con lasGuerras Candentes coloniales y postcoloniales. De este modo, en marcado contrastecon el Latinoamericanismo de Estudios de reaque surgi poco despus de las dos guerrasmundiales, este Latinoamericanismo crtico fue articulado por un agente histrico situado enLatinoamrica, concebida como una Amrica Latina, pero tambin como una periferiasubdesarrollada. Este tipo de latinoamericanismo opone ya una nueva dimensinglobal a la cuestin de la relacin entre los Estados Unidos y el sistema-mundo. A estelatinoamericanismo pertenece tambin el intento de aculturar el marxismo y todas

    las formas de la teora crtica. Como las naciones tras la llamada cortina de hierrobuscaron desarrollar socialismos con una faz humana, los latinoamericanos tambinbuscaron desarrollar marxismos con rostros indgenas. No sera exageracin decirque este materialismo histrico con rostro indgena e indigente fue articulado porla Teologa de la Liberacin (Vase, Batstone et. al. 1997).

    Finalmente, hay un cuartotipo de latinoamericanismo que ha empezado a articularseen las ltimas dos o tres dcadas (dependiendo de si se toma los setenta ocomienzos de los ochenta, bien sea con el surgimiento de los movimientos deliberacin de los Boinas Cafs (Brown Berets) y Puertorriqueo, o la revolucinnicaragense y las insurgencias salvadorea y guatemalteca). Lo importante es queeste cuarto tipo de latinoamericanismo est ligado directa y proporcionalmentea las repercusiones y la continua dispora latina en y hacia los Estados Unidos.

    As, este latinoamericanismo postorientalista y postoccidentalista, pero tambinpostimperialista es la expresin de una conciencia crtica naciente, aunque bastantearticulada, en las poblaciones latinas que habitan los Estados Unidos. Es un tipo de

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    latinoamericanismo post-latinoamericano, transnacional, diasprico y post-cultural

    que rene el latinoamericanismo crtico producido en Amrica latina desde lossesenta, y la crtica social y epistemolgica desarrollada en casa (en los EstadosUnidos) que los movimientos identitarios desarrollan de manera simultnea peroseparada. As, este latinoamericanismo latino tiene dos focos (foci) y dos lugares(loci) de enunciacin y promulgacin, y funciona en diferentes niveles de crtica:es crtico de occidente, pero tambin de la forma en que se ha desplegado eloccidentalismo con el propsito de normalizar y regular la misma socialidad interna

    del Occidente en las Amricas.11Se trata de lolatinoamericano en la mente de los EstadosUnidos, y de lo latinoamericano en la mente

    de los latinos y latinoamericanos en Latinoamrica. Es un latinoamericanismo quebusca documentar y analizar el surgimiento de un imaginario estadounidense deunapost-pax americana, un imaginario que trascienda los sueos imperialistas de unos

    Estados Unidos de los siglos XIX y XX y de una Latinoamrica latinizada.12Loque es ms importante aun, este tipo de latinoamericanismo busca deshacer el mapadel emperador, independientemente de si es el mapa de una nueva Unin Europea

    que arma sus demandas sobre el occidente

    o los Estados Unidos ofrecindose como elfuturo bienestar del Occidente (Huntington,1997:304). Los pensadores que dan expresina este tipo de pensamiento son intelectualestransamericanos, como Juan Flores, RobertoFernndez Retamar, Romn de la Campa,el subcomandante Marcos, Lewis Gordon,Jos Saldvar, Walter Mignolo y Santiago

    Castro-Gmez (para una excelente visin deltrabajo de este grupo de intelectuales, vasePoblete, 2003). Sin embargo, valga subrayar,lo importante de este latinoamericanismoemergente es su capacidad de combinar una

    crtica doble: del orientalismo, en la medida en que lo latinoamericano mismose ha orientalizado, y del occidentalismo, en la medida en que Latinoamrica hasido el chivo expiatorio para la homogeneizacin de Amrica como Occidente.En la sombra sentencia del socilogo brasileo Octavio Ianni que dice que enla lgica de la globalizacin encontramos esta occidentalizacin y orientalizacinsimultneas (Ianni, 1998), Latinoamrica es el vestigio de esta dialctica en elhemisferio americano. Ha sido constituida como el Otro de los Estados Unidosy de Europa, as como se le impuso el imperativo de la mismidad, el yo, el s

    mismo de una identidad imaginada que deba ser dictada, proyectada e impuesta portemor a que el pretencioso proyecto de tomar posesin del moribundo Occidentecolapse a la vista de la cara del otro en nuestra cara.

    11 Sobre mi uso de occidentalismo vase

    Coronil, 1996.

    12 La contraparte estadounidense y un

    interlocutor ideal para este cuarto tipo de

    latinoamericanismo es lo que se ha llamado

    los Nuevos Americanistas. Ellos son un

    ala crtica de los estudios americanos que

    ha buscado redirigir y reestructurar la

    forma en la que estudiamos las culturas

    estadounidenses deconstruyendo tres

    tipos de ausencias, como lo elabora Amy

    Kaplan: la ausencia de cultura de la

    historia del imperialismo estadounidense,

    la ausencia del imperio del estudio de la

    cultura norteamericana y la ausencia de los

    Estados Unidos del estudio postcolonial

    sobre el imperialismo (1993:11). Todo el

    libro debe leerse como el manifiesto de los

    Nuevos Americanistas.

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    Termino reiterando la tesis central de este breve artculo: han surgido cuatro

    formas diferentes de latinoamericanismo para oponerse a estas subterrneas perodeterminantes relaciones entre el imperio, la misin civilizadora, la globalizaciny la alterizacin y homogeneizacin de los otros y el s mismo, temas que fueronarticulados por vez primera por Edward W. Said. En este momento, en que elimperio americano puede estar en su punto lgido y su cenit, Latinoamricase ha convertido en un lugar desde el cual contestar al imperio. Por medio deLatinoamrica y de los latinoamericanos que se encuentran en los Estados Unidos,las obras de Said se transculturan, neoculturan y se apropian en contrapunteo eny por los ellos que estn en el nosotros y el nosotros que est en ellos.

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