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Una parece encapsular un fragmento de la era antigua, mientras la otra, evoca
las profundidades del mar. Con sólo verlas, muestran la evolución de nuestra
historia, por lo que son en la actualidad tesoros de la joyería local.
El ámbar y El larimar
RepoRtajejoyas
e s p l e n d o r d e n u e s t r a s
p i e d r a s e n d é m i c a s
illones de años atrás, la
evolución de la naturaleza
creó dos materiales que
se convirtieron gemas de
identidad y representación
de suelo dominicano.
Su hermosura y
exóticos matices
de color, así como los cortes de sus
piezas, hicieron que se conocieran a
través del mundo, mostrando en cada
segmento o joya elaborada, una pieza irre-
petible. El ámbar y el larimar caracterizan a
la orfebrería y joyería local, en las que estas
piedras son más que un adorno estético:
son símbolos de misticismo y encanto.
El ámbar es una gema producida de forma
natural por una resina vegetal fosilizada. Su
nombre nace de una palabra árabe
que significa “lo que flota en el
mar”, ya que sus primeros fragmen-
tos se encontraron en el mar, donde
apareció el ámbar gris. Este material
mucoso es producido por diversos
tipos de árboles que utilizan dicha resina
como protección contra los insectos y
enfermedades; cuando la corteza del árbol
es herida por alguna bacteria o animal,
éste desprende dicho bálsamo para
curarse y es allí donde quedan
atrapados seres vivos, gotas de
agua, residuos de la madera, y otras
inclusiones que luego le da-
rán atractivo y rareza
a la pieza. Su proceso
de estructuración es
largo; requiere mantener
durante millones de años
contacto con el aire y la
tierra para luego recoger
el ámbar de los ríos, el
mar, o de las excavacio-
nes mineras.
Mtexto Indhira Legreauxfotomontaje Laura Olivo
fotos Fuente externa
RepoRtajejoyas
Sus encantos transforman a cada joya en una obra de arte
rón envió a uno de sus caballeros por esta
piedra, obteniendo cientos de libras para su
utilización en Roma. Tras algunas épocas,
en el 1283 d. C., los caballeros teutones se
designaron como gobernadores de Prusia,
así como propietarios de todas las fuentes y
manufacturas del ámbar. Para este período,
que duró durante los siguientes 500 años, el
ámbar tomó una connotación religiosa, pues
la realización de sartas para rosarios fue su
uso más popular.
Con el pasar de los años, la piedra retomó
su origen comercial y la estética se ante-
puso a lo religioso y a lo místico, por lo que
en la actualidad se conserva como
aproximadamente 30,000 años tras su
descubrimiento en Hannover, Alemania.
Historiadores afirman que en la antigüedad
esta pieza era utilizada como talismán de
protección divina o remedio medicinal, ya
que se consideraba que tenía propiedades
mágicas por su origen misterioso. Según
la creencia de los primeros períodos
de su hallazgo, el portador de la gema
estaba protegido de cualquier daño y,
posteriormente, los griegos descubrieron
sus propiedades eléctricas (estas razones
motivaron su comercialización).
A partir del año 3,000 a. C., los fenicios ya
la intercambiaban como mercancía vital
con los pueblos bálticos; de allí tuvo paso
a la Europa Meridional donde había rutas
de comercio con otras zonas europeas,
hasta llegar al lejano Oriente.
“El oro del norte”, como fue conocido en al-
gunas zonas europeas antes de Cristo, tomó
popularidad y mayor expansión cerca del
año 58, cuando el emperador romano Ne-
Esta resina es considerada como la única
piedra preciosa de origen vegetal. En la Re-
pública Dominicana, así como en Nicaragua
y Colombia, se da por una leguminosa lla-
mada Hymenaea courbaril conocida como
“Algarrobo”, y en México como “Guapinol”;
en países europeos como España, Francia,
Lituania, Rusia, Letonia, Polonia y Alemania,
el ámbar se forma a través de la resina del
Pinus succinifera, dando piezas distintas a
las de América en su color y estructura.
Aunque estas se generan de manera
sustancial en 20 países del mundo, cada
zona produce un ámbar distinto, donde se
destacan el ámbar azul de nuestro país y el
ámbar rojo de Chiapas, México.
Fragmentos de su historia
El ámbar es la piedra más antigua trabaja-
da por el hombre. Se registra desde hace
Saxfex Cxxilia Pobx na mhoxca y de lxs pjp Saxfex Cxxilia Pobx na mhoxca y de lx lkjo oxca y de lxs pj
RepoRtajejoyas
La Cámara de Ámbar, del Palacio de Catalina de Tsárskoye Seló, es uno de los tesoros que invitan a conocer a la Federación Rusa.
El origen místico de esta gema en la antiguedad hizo que se considerara con poderes curativos y de protección
una gema de ornamentación que exalta la
belleza. Su paleta de color es tan diversa y
exquisita, que juega desde el amarillo (tono
más conocido) pasando por los naranjas,
rojos, blancos, café, verde azulado, hasta
llegar al negro o musgo.
Dentro de los países con mayor explo-
tación minera de ámbar se encuentra
República Dominicana, México, y la región
báltica de Europa oriental. En esta última
zona se encuentra uno de los lugares más
fascinantes de esta piedra: la Cámara de
ámbar del Palacio de Catalina de Tsárskoye
Seló (cerca de San Petersburgo), lujosa
habitación creada en ámbar que data del
período comprendido entre 1701 y 1709,
en Prusia. Dicha obra fue un regalo de
Federico Guillermo I de Prusia al zar Pedro
I el Grande de Rusia, a fin de estrechar
las relaciones diplomáticas entre ambas
naciones. En la actualidad, constituye uno
de los espacios más renombrados de toda
la Federación Rusa.
Un ámbar exótico
El ámbar dominicano es uno los más pecu-
liares y distinguidos de todos los tipos que
existen alrededor del mundo. Su gran varie-
dad de colores, tamaños y formas lo con-
vierten en el más deseado. En la provincia
de Puerto Plata se da la mayor producción
de toda la isla en la zona de “Costámbar” o
“Costa del ámbar”. Otros territorios mineros
de gran valor se encuentran en Santiago y
algunos terrenos cercanos a Bayaguana.
La República Dominicana es muy renom-
brada por los científicos y coleccionistas de
gemas, por las raras inclusiones de escor-
piones, lagartos y ranas en ámbar, cuales
fueron escasamente halladas alrededor del
mundo. Además, en el país permanece la
piedra de este tipo más grande del mundo,
que pesa 8 kilogramos, superando así el
que se conocía del Museo Imperial de Ber-
lín, que tiene un peso de 6,36 kilogramos.
Su gran auge y producción en el país per-
mitió la realización de museos dedicados
a las variedades que aparecen. En Puerto
Plata se encuentra uno de los museos más
completos del ámbar. En Santo Domingo,
en el “Mundo del ámbar”, permanece una
interesante representación de las investiga-
ciones y variedades de la piedra preciosa.
Una gema con sello dominicano
Otra de nuestras piedras que ponen el alto
a la orfebrería local es el larimar. Aunque el
ámbar siempre ha tenido mayor acogida, la
producción de esta pectolita azulada es la
única que se produce de manera exclu-
siva en territorio dominicano. Su origen
surge con la formación de la isla, la cual
emergió de la profundidad del mar y los
roces de rocas volcánicas hace 100
RepoRtajejoyas
En noviembre del 1916 se descubrió el larimar en nuestro país, convirtiéndose en la única piedra netamente criolla
Un espacio para nuestras joyas
Obtener una piedra genuina y
única es imprescindible para los
amantes de las joyas. Por esto,
en el país se encuentran algunos
negocios que ofrecen lo más selecto
de la industria local. Una de estas
tiendas es la de “Joyas Criollas” ,
dedicada al trabajo de las piedras y
materiales de producción nacional,
donde ámbar prima ante cualquier
selección, nos cuenta Beulah Valette,
propietaria de esta tienda joyera.
Esta empresa de joyas, fundada
por Noel Valette en 1979, conserva
la pieza de ámbar más grande del
mundo, así como una colección de
diversos tipos de ámbar y larimar
de la República Dominicana. Con el
tiempo, han transformado diseños
y detalles de perfección para un
público más selecto pues, tal como
enfatiza Beulah Valette, el mercado
nacional ha ido evolucionando
la percepción, la valoración y el
gusto por las joyas elaboradas con
las piedras nacionales, por lo que
se necesita trabajar cada detalle y
superar las expectativas del nuevo
consumidor.
La joyería moderna se vale de las
tendencias y la creatividad para
crear nuevas obras de arte; pero lo
que prevalecerá es la calidad y el
gusto exiquisito por los detalles.
esta piedra semipreciosa tan peculiar.
Estas pequeñas rocas fueron arrastradas
por el océano hasta el Río Bahoruco donde
encontraron algunos fragmentos, pero
luego descubrieron que su origen provenía
de lo que posteriormente se convirtió en
la mina “Los Chupaderos”, lugar donde se
encontró por primera vez.
Para los amantes de las joyas, el larimar no
sólo se aprecia por su belleza, sino también
por su calidad. Su pureza y perfección
depende de su coloración, ya que mien-
tras más blanca es la piedra, menor es su
calidad; si el color se enriquece tomando
un azul volcánico, su propiedad es óptima.
Algunas suelen tomar un tono verdoso, pero
regularmente no son muy comerciales; y
los de pequeños rasgos rojizos que tienen
otras, evidencian su contacto con el hierro.
El contraste entre la plata y el larimar
hacen a cada creación de los joyeros
piezas dignas de admirar, por lo que ya es
característico la unión de esos materiales
en la producción de joyas criollas. Todos los
gift shop en zonas turísticas y lugares donde
se producen ofrecen al mercado local e
internacional su mejor producto, exaltándola
como una prenda de identidad nacional.
Tanto el larimar como el ámbar son piedras
cargadas de colorido y atractivo, piezas que
cobran sentido sin importar el atuendo que
se lleve puesto. Su apreciación como joya
parece tomar identidad propia y, al usarlas,
pueden hacerse eco de la sofisticación y
elegancia que busca la mujer de nuestra
era. ¿Te animas a usarla?
millones de años; en esta se constituyeron
pequeñas rocas con brillo y color que se
denominaron pectolitas. Cabe destacar
que aunque existen diversos tipos de
pectolitas alrededor del mundo, el larimar
es único en su clase.
Los datos históricos de las autoridades mi-
neras de la nación revelan que el 22 de no-
viembre de 1916 se descubrió la preciosa
roca azul en Barahona gracias al sacerdote
Miguel Domingo Fuertes, párroco de del
pueblo en dicha época. Tan pronto fue en-
contrada, se solicitaron los permisos para
explotar la mina. Sin embargo, fue negado
por no conocerse alguna otra piedra pare-
cida. Tras 58 años de su descubrimiento,
la pectolita reapareció en una playa de
Barahona, donde Norman Rilling y Miguel
Méndez, voluntarios de Cuerpo de Paz,
dieron a conocer la novedad del pueblo: su
“Roca Azul”, como la denominaron inicial-
mente los moradores de la zona. El nombre
con el que se conoce en la actualidad
se debe a unos de sus re-descubridores,
quien fusionó el nombre de su hija, Larissa,
con el mar para dar origen al nombre de
El trabajo delicado y creativo del orfebre es el que hará que la piedra tome o pierda su valor intrínseco
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