16
EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS Narciso Santos Yanguas Universidad de Oviedo La marcha del más grande de los generales cartagineses de todos los tiempos hacia el territorio itálico en el ario 218 antes de nuestra era, tras atravesar con todo su ejército la corriente del río Ebro (incluidos una veintena de elefantes), constitu- ye sin duda el primer episodio del segundo enfrentamiento entre Roma y Cartago tras la ruptura de hostilidades por parte de los senados de ambas ciudades. El trayecto elegido para dicha empresa, tomando como punto de partida el Sureste peninsular ibérico, conduciría a los contingentes militares p ŭ nicos hasta el Norte de la Península itálica tras atravesar respectivamente las cadenas monta- riosas de los Pirineos y Los Alpes', así como algunos cauces fluviales de cierta en- tidad, fundamentalmente el Ebro y el Ródano y con posterioridad el Po. Aunque se cuentan por millares las páginas consagradas a esta expedición de Aníbal y su ejercito, rebasando la centena el n ŭmero de estudios dedicados a este hecho, la gran mayoría de ellos insiste de manera casi exclusiva en los por- menores y avatares que traería consigo la travesía de los Alpes 2 , desderiando los acontecimientos vinculados a la marcha de los cuerpos militares cartagineses por el territorio ibérico, así como a los peligros que conllevarían el paso del Ebro en una primera etapa y de los Pirineos después. A este hecho puede haber contribuido igualmente la documentación escrita antigua; en este sentido Polibio y Tito Livio 3 , nuestras fuentes de información más inmediatas y directas, llevan a cabo en sus respectivas narraciones un relato minucioso, y casi pormenorizado, de la ŭltima etapa que conduciría en su viaje a los cartaginenses desde el valle del Ródano hasta la llanura del Po 4 , al tiempo que, en una descripción mucho más corta, se refieren a los aproximadamente 1.000 kilómetros que hubieron de recorrer con anterioridad, que se extienden en- tre Cartago Nova (Cartagena) y las riberas del primero de dichos ríos, distin- guiéndose con claridad dos trayectos, que tendrían el río Ebro como referencia. Como consecuencia de ello todos los historiadores contemporáneos, con sus ojos puestos en la parte más pintoresca y difícil de dicho recorrido, que coincide 125

EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

  • Upload
    others

  • View
    1

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS

Narciso Santos YanguasUniversidad de Oviedo

La marcha del más grande de los generales cartagineses de todos los tiemposhacia el territorio itálico en el ario 218 antes de nuestra era, tras atravesar con todosu ejército la corriente del río Ebro (incluidos una veintena de elefantes), constitu-ye sin duda el primer episodio del segundo enfrentamiento entre Roma y Cartagotras la ruptura de hostilidades por parte de los senados de ambas ciudades.

El trayecto elegido para dicha empresa, tomando como punto de partida elSureste peninsular ibérico, conduciría a los contingentes militares p ŭnicos hastael Norte de la Península itálica tras atravesar respectivamente las cadenas monta-riosas de los Pirineos y Los Alpes', así como algunos cauces fluviales de cierta en-tidad, fundamentalmente el Ebro y el Ródano y con posterioridad el Po.

Aunque se cuentan por millares las páginas consagradas a esta expediciónde Aníbal y su ejercito, rebasando la centena el n ŭmero de estudios dedicados aeste hecho, la gran mayoría de ellos insiste de manera casi exclusiva en los por-menores y avatares que traería consigo la travesía de los Alpes 2, desderiando losacontecimientos vinculados a la marcha de los cuerpos militares cartagineses porel territorio ibérico, así como a los peligros que conllevarían el paso del Ebro enuna primera etapa y de los Pirineos después.

A este hecho puede haber contribuido igualmente la documentación escritaantigua; en este sentido Polibio y Tito Livio 3, nuestras fuentes de informaciónmás inmediatas y directas, llevan a cabo en sus respectivas narraciones un relatominucioso, y casi pormenorizado, de la ŭltima etapa que conduciría en su viaje alos cartaginenses desde el valle del Ródano hasta la llanura del Po 4, al tiempoque, en una descripción mucho más corta, se refieren a los aproximadamente1.000 kilómetros que hubieron de recorrer con anterioridad, que se extienden en-tre Cartago Nova (Cartagena) y las riberas del primero de dichos ríos, distin-guiéndose con claridad dos trayectos, que tendrían el río Ebro como referencia.

Como consecuencia de ello todos los historiadores contemporáneos, con susojos puestos en la parte más pintoresca y difícil de dicho recorrido, que coincide

125

Page 2: EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

prácticamente con el final de la misma como paso previo al enfrentamiento direc-to con los contingentes militares romanos en la propia Italia, han analizado muypor encima los prolegómenos y primeras fases de dicha marcha; sin embargo, an-tes de alcanzarse dicho territorio, y a lo largo de los primeros meses que abarcódicha expedición, se sucederían toda una serie de hechos de enorme significado,entre ellos el paso por el Ebro y los Pirineos, que quizá expliquen, al menos enparte, la forma de reaccionar el ejercitó pŭnico una vez asentado en el Norte deItalia tras sus primeros enfrentamientos victoriosos con los romanoss.

Paraece indudable que el punto de arranque hay que buscarlo en la caída deSagunto, colonia griega de Marsella, aliada de los romanos desde los siglos ante-riores6, en manos de los pŭnicos, lo que provocaría en Roma una gran convul-sión, puesto que el pueblo romano (y sobre todo el Senado) había seguido conexpectación la resistencia de los habitantes de dicha ciudad durante los mesesdel ario 219 sin ánimo de intervenir, tal vez con la esperanza de que Aníbal secansaría de un asedio tan prolongado y abandonaría su emperio con el fín de noperder inŭ tilmente a parte de sus soldados'.

Los historiadores griegos Quereas y Sósilo, que desemperiaría las funcionesde secretario del general cartaginés, autores de una historia de dicho personaje,en la actualidad desaparecida, aseguran, de acuerdo con el relato de Polibio, quela reunión del Senado romano, convocada expresamente tras el desenlace fatal delos hechos, se desarrollaría en medio de una gran consternación: los senadores, loque sólo sucedía en los momentos de suma gravedad, llevarían consigo a sus hi-jos y la sesión fue declarada secreta, debiendo jurar no explicar a nadie, ni a suspropias familias, el contenido de lo tratado en aquella deliberación8.

A pesar de ello se produciría alguna filtración al no mantener todos el secre-to riguroso, puesto que los autores antiguos pudieron recoger y transmitirnosuna parte al menos de lo tratado en dicha reunión. Tito Livio, por ejemplo, semita a constatar que los senadores, perturbados ante la emoción que la ocasiónrequería, cayeron en un estado de excitación y agitación tal que no pudieron darconsejos al respecto 9, mientras que Dión Casio nos ofrece una reseria bastante de-tallada de la sesión, aunque por desgracia no conservamos en la actualidad másque un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°.

A partir de estas fuentes de información se hace posible la reconstrucción delos hechos sin excesivas dificultades, destacando el enfrentamiento que se produ-ciría en el seno del Senado a la hora de deliberar lo más conveniente para elEstado para dos posturas antagónicas: la pacifista y la belicista.

Los promotores de la primera, que parece haber sido mayoritaria entre lossenadores presentes, se oponían frontalmente a cualquier medida de tipo violen-to y vejatorio, lo que hubiese provocado inmediatamente la guerra, defendiendoen cambio una política conciliadora.

Frente a esta posición se levantó la voz de Lucio Cornelio Léntula, princepsdel Senado y además uno de los más acérrimos cabecillas del partido belicista,quien rechazó el tratamiento dado con anterioridad a los hechos: se refirió a laastucia y violencia utilizadas por los cartagineses para arrebatarles lo suyo, porlo que difícilmente podrían utilizar ellos la dulzura y la humanidad, característi-cas o formas de actuación propias de ciudadanos de una misma patria, aunque

126

Page 3: EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

por tratarse de enemigos era preciso velar por la propia seguridad. Más adelanteapostillaría que con la guerra se conservaban las conquistas y se lograban las po-sesiones ajenas, pero, frente a ello, la paz hacía que se perdiese lo conseguido através de la guerra, llegando incluso a perderse a sí misma.

Por otro lado Léntulo proponía una serie de medidas de aplicación inmedia-ta, ante toda la declaración sin dilación de la guerra a Cartago, así como que elejército romano se repartiese entre los dos cónsules con la finalidad de que unaparte se dirigiera a la Península Ibérica para atacar a Aníbal directamente y laotra marchara a Africa para devastar el territorio cartaginés y lograr la rebeliónde las poblaciones norteafricanas".

Ante estas incitadoras palabras a la declaración de la guerra por parte deuno de los más eminentes ancianos del Senado romano otro compariero suyo yantagonista, Fabio Máximo, contestó con moderación y prudencia que no erapreciso que Léntulo les excitase ni aconsejase hacer la guerra antes de presentarlas ventajas que se desprenderían de ella; en este sentido habría que tener pre-sente, además, que no era lo mismo referirse a la guerra en los escarios delSenado que mantener sus sinsabores y avatares en el campo de batalla.

Por ello precisamente la paz constituía el medio de proporcionar riquezas yconservarlas, mientras que la guerra las desgasta y agota; en consecuencia lo quehabría que hacer era no tomar ninguna medida de forma precipitada sino remitiruna embajada al Senado de Cartago para darle la oportunidad de pedir excusas ydemostrar que por su parte no había existido agravio alguno, de modo que lapaz continuase vigente (en caso contrario no habría otra solución que recurrir alas armas).

Cada uno de los partidos mantendría sus propias posiciones sin alcanzar unacuerdo tras varios días de reunión, en los que las sesiones serían enormementeprolongadas y animadas: hasta los inicios del ario siguiente no se popondría unasolución , de la que los belicistas saldrían triunfadores, a pesar de aceptarse lapropuesta de Fabio Máximo en el sentido de remitir una embajada a Cartago,bien es verdad que limitando sus tareas a indagar si el Senado aprobaba o recha-zaba la agresión de Aníbal contra Sagunto; si los cartaginenses respondían afir-mativamente se les declararía la guerra a renglón seguida, y si no se solidariza-ban con la conducta del general p ŭnica se les exigiría la entrega inmediata delmismo a los romanos".

De esta forma sería designada por el Senado romano una delegación integra-da por cinco miembros con el fín de presentar dicha altemativa a modo de ulti-matum en Cartago: al frente de los componentes de la misma estaría Marco FabioButeo, decano de los censores, acompariado de tres ex-cónsules, Gayo Licinio,Marco Livio y Lucio Emilio Paulo, completando la comisión Quinto BaebioTanfilo, que ya con anterioridad se había entrevistado con Aníbal y había viajadohasta Cartago.

El embarco en dirección al territorio norteafricano se produciría en el puertode Ostia en marzo del año 218. En cualquier caso el resultado de esta delegaciónromana resultaba fácil predecirlo de antemano, puesto que la aceptación de susexigencias por parte de los cartaginenses habría supuesto la renuncia a su totalindependencia y, en ŭltimo término, el aniquilamiento y desaparición de su

127

Page 4: EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

Imperio. Aŭn en el caso de que el Senado p ŭnico se hubiese mostrado de acuer-do con la primera de las proposiciones romanas, el ejército no hubiera permitidoque le arrebataran los frutos de sus conquistas: si el gobierno de Cartago hubiesedado su conformidad al ultimatum romano los militares en bloque, unidos al ge-neral por lazos de camaradería y comunidad de intereses, le habrían rechazadode plano'3. En este sentido, a pesar de hallarse ausente de Africa, Aníbal manten-dría en la capital un gran n ŭmero de partidarios, emisarios y agentes, quienescontrolarían cuanto sucedía al estar alimentados con los continuos restos de bo-tín procedentes de suelo ibérico.

Hay que contar, por otro lado, con un hecho nuevo, consistente en que losmás antiguos, que habían asistido al derrumbamiento del poderío p ŭnico anteRoma en la decada de los 40, habían desaparecido ya del escenario pŭblico, sien-do suplantados por un grupo de jóvenes, que desconocían los sinsabores, humi-llaciones y amargura producidos por aquellos acontecimientos de la PrimeraGuerra Pŭnica; es más, como testigos de la rápida recuperación de su patria, nosentían con respecto a Roma ningŭn temor ni deferencia comparables a los desus padres y/o abuelos".

Por otra parte Hannén, partidario del grupo contrario a Aníbal, había queda-do aislado dentro del Senado cartaginés y ŭnicamente se le toleraba a causa delos servicios prestados a la patria, a pesar de que nadie siguiera ya sus dictáme-nes. A este respecto los romanos se hallaban muy equivocados al pensar que lapresencia de sus emisarios en Cartago conllevaría el abandono de los Bárquidaspor parte del pueblo, reagrupándose de nuevo en torno a su "aliado" Hannón's.

El Senado Pŭnico se reunió con el ŭnico propósito de escuchar a los delega-dos de Roma; al comprender las exigencias del Senado romano en boca de unode sus emisarios los cartaginenses se estremecieron, en palabras de Polibio, y elsufete que presidía tomó la palabra para dar réplica a la misma: tratando de sos-

layar el alcance de los hechos y de las exigencias que los ratificasen, no los abor-do frontalmente sino que se dedicó a argumentar de acuerdo con acontecimien-tos más antiguos, destacando los anteriores pactos concertados entre romanos ycartaginenses.

A lo largo de todo su discurso el senador p ŭnico mencionaría en repetidasocasiones el tratado firmado tras la finalización de la Primera Guerra P ŭnica'7,sosteniendo que en el mismo no se mencionaba en ninguna de sus cláusulas el te-rritorio hispan, aŭn cuando se explicitaba claramente que ninguna de las dospartes firmantes podría inflingir molestias a sus aliados respectivos, pero que enaquella época los habitantes de Sagunto no eran aliados de los romanos, leyendoy releyendo varias veces los apartados referidos a dicha cuestión's.

Sin embargo, los romanos no querían saber nada de estas explicaciones y re-clamaban una respuesta clara y tajante; artte esta situación los cartagineses solici-taron permiso para poder tomar a solas una decisión, aceptándolo Fabio y reti-rándose, junto con sus otros cuatro compañeros, de la asamblea cartaginesa. Enese momento se inician los debates, manifestándose rápidamente clos tendenciasopuestas, al frente de las cuales se hallaban respectivamente los partidarios deAníbal y Hannón. Un emisario del primero, de nombre Asdr ŭbal segŭn DiónCasio, pronunciaría un discurso ardoroso, en el que exhortaba al Senado cartagi-

128

Page 5: EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

nés a recuperar su antigua libertad, así como a quebrantar la servidumbre en laque vivían dominados y sumidos tras la firma de una paz deshonrosa; añadiódespués que era preciso conceder a Aníbal plenos poderes con el fin de que pu-diera dirigir la guerra a su manera.

En la facción opuesta manifestó su opinión Hannón, conjurando a sus com-patriotas para que no declarasen a la ligera una guerra que les podía ser tremen-damente perjudicial; en este sentido ni las faltas propias ni las ajenas implicaríanun enfrentamiento bélico, por lo que se hacia necesario pedir disculpas por lasfaltas propias y responsabilizar de las ajenas a quienes la hubiesen cometido(acusación explícita contra Anibal)'9.

Al término de ambos discursos los más ancianos de Cartago, que retenían ensu memoria el recuerdo de los hechos de la primera confrontación entre romanosy cartagineses, opinaban mayoritariamente a favor del segundo, mientras que losjóvenes, mucho más inexpertos, y en especial cuantos se hallaban junto a Aníbal,mostrando una energica y resistente protesta. Al fin resultaría vencedora la fac-ción de estos ŭltimos, decidiéndose a responder de forma negativa y firme a lasamenazas de los romanos".

Tras entrar de nuevo los emisarios romanos en la asamblea cartaginesa el su-fete encargado de comunicar la decisión tomada se explaya con un largo y confu-so discurso hasta que Fabio, cansado de tanta palabrería, coloca sus manos deba-jo de la toga y, tras formar un pliegue con la misma, se dirige en plan altanero alos pŭnicos conminándoles a elegir la paz o la guerra. No obstante, el sufete de-clina muy hábilmente tan comprometida elección dejándola en manos de los ro-manos, por lo que Fabio, sacudiéndose los pliegues de su toga como si quisieraque las desgracias cayeran sobre el pueblo de Cartago pronunció las palabras fa-tídicas en relación con la guerra, siendo admitida unánimemente por parte de laasamblea. De esta manera los romanos abandonan el Senado y dan por iniciadala Segunda Guerra Pŭnica21.

La declaración de guerra a Cartago parece presuponer la existencia premedi-tada de un plan que, a través de la iniciativa romana, haría inclinar desde unprincipio la balanza a favor de los intereses del Estado de Roma: la experienciaadquirida en el transcurso de los arios de la Primera Guerra Pŭnica y la situacióngeneral existente en la cuenca mediterránea occidental contribuirían a elaborarloseguidamente de una manera impecable desde el punto de vista estratégico22.

De acuerdo con esto los dos consules romanos de ese año se harían cargo deun cuerpo de ejército cada uno de ellos: Tiberio Sempronio Longo se dirigiría conla escuadra hacia Sicilia, donde esperaría sin agobios el momento adecuado paradesplazarse al territorio norteafricano y castigar a Cartago en el corazón de suImperio; junto a ello el otro cónsul, Publio Cornelio Escipión, se encaminaría consus tropas hacia Massalia (Marsella), colonia griega aliada tradicional de Roma,para desplazarse a continuación a la Península Ibérica, principal base de los re-cursos humanos y materiales del Estado cartaginés.

Ahora bien, los integrantes de la embajada romana ante el Senado pŭnico noregresarían de inmediato a Italia sino que, de acuerdo con las instrucciones reci-bidas de parte de su Senado, se encaminarían hacia territorio hispano con la fina-lidad de desarrollar una propaganda anticartaginesa entre las poblaciones indí-

129

Page 6: EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

genas con vistas a una alianza". Al presentarse ante la asamblea del pueblo, reu-nida para oir a los representantes del Estado romano, uno de los más ancianosincrepó su presencia, acusándoles de desverg ŭenza al exigirles que prefiriesen suamistad a la de los pŭnicos cuando a cuantos lo habían hecho con anterioridadles habían abandonado con mayor crueldad a ŭn que la que se les asignaba a loscartagineses para su sometimiento.

Por ello no dudó en serialar: "os aconsejo que busqueis aliados en los lugaresdonde se ignore el desastre de Sagunto; las ruinas de dicha ciudad, lección si-niestra pero aleccionadora, mostraron a los pueblos hispanos que nadie puedefiarse de la buena fe ni de los pactos de alianza de los romanos"". Seguidamentese les invitó con amabilidad a abandonar cuanto antes el territorio correspon-diente a dicha población; además, este incidente, conocido de inmediato en todoel país, contribuiría a que ningun pueblo deseara concertar alianzas con Roma.

Tras recorrer en vano gran parte del suelo ibérico sin conseguir resultados fa-vorables en ninguna parte los delegados del Senado romano tratarían de atraersea los galos. Sin embargo, también en Galia encontrarían una situación contraria asus intereses: los hombres convocados a la reunión con los romanos se presenta-ron armados de acuerdo con una tradición muy antigua, que los romanos no su-pieron interpretar debidamente. Ante la exaltación de la gloria y del poderío ro-mano por parte de uno de sus emisarios y la solicitud de que no permitieran atra-vesar a Aníbal por su territorio en el caso de que se decidiera a tomar esteitinerario por tierra en dirección a la Península Itálica, a los ancianos y magistra-dos les resultó enormemente dificil calmar a los más jóvenes de la población,quienes consideraron necia y demesurada la petición romana, que les exigía ex-poner su propio país al saqueo para salvarguardar el de los romanos.

Los galos contestaron a los enviados de Roma que, sin haber recibido hastaentonces ningŭn beneficio por parte del Estado romano, no sentían la obligaciónde tomar las armas para defender su causa; por otro lado, que al no haberles in-fligido los cartagineses ning ŭn daño, tampoco veían la necesidad de declararseenemigos suyos, y menos a ŭn de hacerles frente. Además, les dejaran entreverque no ignoraban que en las regiones próximas a Italia sus compatriotas eran ob-jeto de persecuciones por parte romana, por lo que perderían el tiempo intentan-do convencerles.

En todas partes los senadores romanos experimentarían una sensación de re-chazo, manifestándose ante ellas las poblaciones galas con abucheos, risas e inju-rias hacia quienes exponían los planes del Estado romano, a excepción de los ha-bitantes de Marsella, ya en la última etapa de su periplo, donde serían objeto dexnuestras de hospitalidad y recibirían una buena acogida". Los masaliotas, paratranquilizar a sus aliados, les explicaron que sus simpatías puesta de manifies::opor los galos hacia Aníbal provendrían de las dádivas y regalos que los emisariosdel general cartaginés habían ido repartiendo entre eilos.

Los rorrxanos comprendieron al punto que su conducta había sido errónea alpresentarse ante las poblaciones indígenas con las manos vacías y sin nada queofrecerles, confiando solamente en el prestigio del Estado romano para conven-cerlas y atraerles a su causa. Les quedaba todavía un hilo de esperanza, sugeri-do por sus aliados: aprovechar el carácter versátil y voluble de los galos y com-

130

Page 7: EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

prar su alianza a través de regalos (pero tal intento les llevaría alg ŭn tiempo).En este punto cobran un significado especial los hechos generados por Aníbalcon vistas a su desplazamiento hacia Italia. Tras la toma de la ciudad saguntinael general pŭnico regresaría a Cartago Nova (Cartagena) con el fín de pasar elinvierno en su campamento estable26: en sus cuarteles recibiría la noticia de ladeclaración de la guerra por parte romana y del fracaso cosechado por los emba-jadores de Roma, por lo que no tendría otra salida que acelerar sus planes convistas a la futura camparia.

Puesto que las operaciones militares deberían esperar unos meses hasta laprimavera siguiente, Anibal aprovecharía, como en él era norma, el período detiempo de que disponía para preparar todo minuciosamente. En primer lugar re-partiría el botín que a ŭn le quedaba de la camparia anterior por tierras de losvacceos y del interior penionsular entre los mercenario ibéricos y les concederíaun permiso para pasar el invierno en sus hogares y con sus familias para asegu-rar su lealtad; Tito Livio afirma que convocó a dichos soldados y les arengó enlos siguientes términos: "Amigos, pienso que vosotros mismos os dais cuenta de que,una vez pacificados todos los pueblos de Iberia, o debemos dar por acabadas nuestras cam-parias y licenciar los ejércitos o trasladar la guerra a otras regiones; de esta forma, simarchamos en busca de gloria y riquezas a otras regiones, los pueblos de este país se enri-quecerdn no sólo por la paz sino también por los frutos de la victoria. Así pues, como seavecina una camparia lejana y no es seguro cudndo volvereis a ver vuestras casas y lascosas que son mds queridas, si alguno de vosotros quiere visitar a los suyos tiene permi-so, pero quiero que, al comenzar la primavera, esteis de regreso para comenzar una gue-rra que, con ayuda de los dioses, ha de seros de gran gloria y provecho"27.

De esta manera el prolongado descanso invernal acabaría restableciendo losánimos, exhaustos o a punto de agotarse, con el objetivo de poder soportar nue-vamente todo tipo de sufrimientos, regresando todos ellos al inicio de la prima-vera de acuerdo con la orden dada. El general cartaginés, tras pasar revista alconjunto de tropas mercenarias, se dirigiría a Cádiz para cumplir los votos pro-metidos a Hércules en su templo (el Herakleion) y ligarse al mismo tiempo connuevas promesas si el futuro le resultaba favorab1e28.

Simultáneamente reuniría a algunos de sus colaboradores más directos paratratar de alcanzar un acuerdo con el Senado cartaginés en el sentido de intercam-biar las tropas en el Norte de Africa: de acuerdo con su plan se utilizaría a lossoldados de origen europeo en la defensa del territorio africano (obviando de es-ta manera cualquier posibilidad de sublevación por parte de los indígenas libios)mientras que los soldados procedentes del territorio controlado en el continenteafricano por Cartago combatirían en la Península Ibérica e Itálica. El historiadorPolibio nos describe con todo lujo de detalles este intercambio de tropas:

"Se procupó en tercer lugar de la seguridad de Africa, tramando un asunto prudentee ingenioso: entre quienes pasaron a Africa se hallaban habitantes del reino de Tartessos,mastienos, oretanos, iberos y alcaldes, que sumaban en su conjunto 1.200 jinetes y13.850 infantes y, ademds de éstos, 870 baleares, a los que se les denomina honderos,pues el uso de este arma ha dado nombre a esta gente y a la isla por ellos habitada. A lamayor parte de estas tropas las instaló en Megatonia de Africa y a algunos otros en lamisma Cartago; de las ciudades de los megatonios sacó unos 4.000 infantes, que trasladó

131

Page 8: EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

a Cartago como rehenes y auxiliares a un mismo tiempo; en lberia dejó a su hermanoAsdrŭbal... con 450 jinetes libiofenicios y africanos, 300 ilergetes, 1.800 n ŭmidas y masi-lios, masaisilios, maccios y mauritanos de la costa del Océano, 11.850 infantes de Africa,300 ligustinos, 500 baleares y 21 elefantes"29.

La actividad de Anibal no quedaría circunscrita a tales preparativos bélicossino que al mismo tiempo llevaría a cabo una amplia acción diplomática entre laspoblaciones galas mediante el establecimiento de contactos con sus jefes.

A este respecto el general cartaginés hizo que se le dieran informes muy pre-cisos acerca de la fertilidad de la región situada al pié de los Alpes y a orillas delPo, así como de sus habitantes y sus aptitudes y preparación para la guerra; le in-teresaría de una manera especial saber si guard aban algŭn rencor a los romanos.

En otros términos, el plan de combate concebido por él abarcaba unos objeti-vos muy amplios, proponiéndose enfrentar a Roma con una poderosa entente depoblaciones dirigidas y encabezadas por Cartago: el ejército pŭnico tendría la mi-sión de iniciar las hostilidades y asestar el primer golpe, para entrar en escena acontinuación cuantos pueblos trataban de sacudirse el yugo romano, recuperar lalibertad y deshacerse del enemigo.

Para alcanzar esto el general p ŭnico contaría con el apoyo incondicional delos habitantes de Galia cisalpina, cuyo tradicional odio hacia los romanos se ha-bía visto aumentado en los ŭltimos arios; en este sentido la zona cercana a Milánhabía caido en poder de Roma apenas 3 arios antes, fundándose a continuaciónlos centros coloniales de Cremona, Plasencia y Verona, con lo que el país se con-sideraba incapaz de enfrentarse directamente al Estado romano; con tales premi-sas parece lógico pensar que la presencia de los cartagineses en aquel territoriosería recibida como una liberación y seguida con entusia smo".

Para dirigirse hacia Italia con su ejército Aníbal dispondría de dos itinerariosdiferentes: o bien utilizar'una vía corta, rápida y cómoda, que bordeaba la costamediterránea y le llevaría directamente a Roma, o por el contrario recurrir a uncamino mucho más peligroso y difícil, que lo trasladaría, una vez atravesados losPirineos y los Alpes, hacia la Galia cisalpina, desde donde, tras franquear la ca-dena montariosa de los Apeninos, alcanzaría igualmente el centro del territorioitálico. El general cartaginés no prestaría atención a la primera solución, tal vezpor no sentirse con fuerzas para hacer frente a los cuerpos legionarios romanosencargados de defender los accesos a la ciudad de Roma31.

Sea como fuere se prefirió el segundo camino, a pesar de que presentabaun gran cŭmulo de obstáculos naturales, pero que, en contrapartida, le permitíaentablar contacto con sus futuros aliados, cubrirse las espaldas asegurándose laretaguardia y poder moverse con su ejército en una región fértil y fácilmenteconquistable. Mientras tanto el Estado romano no permanecería inactivo, aŭncuando no se habría previsto una ofensiva inmediata; nunca había pensado endirigirse a la Península Ibérica con el fin de atacar al cartaginés, puesto que paraello necesitaban contar con un ejército fuerte y una escuadra poderosa. Los estra-tegas romanos considerarían más adecuado hacer frente al enemigo en una zonaen la que operasen en condiciones favorables para ellos, como la Galia meridio-nal, donde los aliados masaliotas podrían prestarles una eficaz ayuda material, altiempo que su territorio les serviría de base para todas sus actividades32.

132

Page 9: EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

Por otro lado pensaban que el ejército pŭnico alcanzaría el valle del Ródanoen una situación de extrema debilidad a causa de los ataques provocados por laspoblaciones próximas a Marsella; además, Aníbal se vería obligado a dejar unaparte considerable de sus tropas en territorios hispano, así como diversas guarni-ciones a lo largo de todo su recorrido con el fín de asegurarse las comunicacionescon la Península Ibérica, por lo que ŭnicamente dispondría de efectivos militareslimitados.

Una vez detenida la ofensiva de los cartagineses junto al Ródano los roma-nos tomarían la iniciativa en cuanto a las operaciones bélicas, de manera que re-chazarían al enemigo hacia la frontera, pudiendo obligarle incluso a cruzar denuevo los Pirineos. Como complemento de la táctica prevista, y apoyándose enlos indígenas de la región, que se sentirían atraídos por el éxito del poder roma-no, trasladarían a continuación los combates a territorio ibérico hasta conseguirla derrota definitiva de los contingentes militares de los p ŭnicos33.

Al no parecerles suficiente a los romanos la detención del avance de las tro-pas cartaginesas en el Ródano y preparar concienzudamente la anexión de laPenínsula Ibérica, se hacía preciso llevar a cabo una demostración de fuerza conel objetivo de que el Senado de Cartago comprendiese claramente el peligro enque incurriría al permitir al general bárquida Ilevar a efecto una política clara-mente imperialista (en el fondo los propios romanos no estaban tramando otracosa muy diferente). Puesto que les resultaría imposible adueriarse en aquellosmomentos de la capital enemiga, les quedaba la salida de provocar revueltas ysediciones entre los aliados y partidarios de Cartago para que, una vez saqueadosu suelo, conocieran de nuevo el alcance de los desastres de la guerra; en otraspalabras, su propósito estribaba en asestar un golpe mortal al enemigo en el cen-tro de su territorio, algo similar a lo que aquél estaba dispuesto a hacer"

Cuando Aníbal se dispone a dirigirse hacia Italia con todo su ejército a ŭn nohabía cumplido la treintena de arios. A pesar de que no conocemos con exactitudlos rasgos físicos de este personaje, puesto que la documentación antigua no nospermite hacernos una idea, ni siquiera aproximada, del mismo, presentándonosmás bien una figura simplificada y falseada, mientras que las medallas y mone-das que tal vez pudieron reproducir su retrato no son tampoco de autenticidadfiable, las noticias de los autores clásicos destacan su recio carácter y sus aptitu-des naturales, en especial su inteligencia y su exorbitante capacidad de trabajo".

En realidad no se identificaría con un guerrero primitivo y rudimentario, co-mo lo serían casi todos los jefes militares de su época, sino que había recibido en-serianzas de un pedagogo griego, contando además con un sofista de esa mismanacionalidad para las tareas de secretario. Hemos de ariadir, por otro lado, el he-cho de que conocía el valor y el alcance de las obras de arte y se preocupaba deque no fueran destruidas, al tiempo que se manifestaba sobrio y sencillo en suvestimenta y atuendo, similares a los de los soldados, así como en el resto de losaspectos de la vida diaria (amor, mujeres...)".

Los generales y oficiales de su séquito, por quienes era querido y respetado aun mismo tiempo, constituían un grupo heterogéneo y variado, aunque todosellos destacaban por sus cualidades militares. De manera especial sobresalía lajuventud, en ocasiones extremada, de los mismos, comenzando por sus dos her-

133

Page 10: EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

manos Asdrŭbal y Magón: el primero de ellos, de no más de 23 arios de edad, ha-bía seguido el camino trazado por su hermano mayor, consiguiendo una sólida yvasta experiencia militar y administrativa, logrando la plena confianza deAníbal, quien le encomendaría el gobierno de las posesiones cartaginesas en te-rritorio ibérico y el mando de las tropas estacionadas en el mismo37.

En cuanto al segundo, que apenas contaría con 21 arios, tan sólo pensaba encombates, algo muy acorde con su impetu juvenil, ostentando el mando del ejér-cito pŭnico. Entre este conjunto de jefes y oficiales se encontraban igualmenteSiques, sobrino de Aníbal, y Maharbal, uno de los distinguidos en el asedio deSagunto (Liv. XXI, 12, 1-3), así el hijo del sufete Bomílcar, de nombre Hannón,preparado para arrostrar en cualquier momento los riesgos de la empresa máspeligrosa.

Junto a este grupo de jóvenes, rebosantes de impaciencia, entusiasmo y au-dacia, hay que destacar por edad al antiguo lugarteniente de Amílcar, el viejoHertes, quien, aŭn cuando era ya algo lento para la actividad militar, sin embar-go, era considerado todavía como un experto en cuanto a la toma de decisiones.Hay que ariadir finalmente a otro Hannón, que nada tiene que ver con el enemi-go de los Bárquidas, a pesar de llevar el mismo nombre (ni tampoco el anterior-mente mencionado) y considerado como un excelente administrador38.

Las tropas preparadas por Aníbal para atacar al Estado en su propio territo-rio y llegar hasta su capital estaban integradas por tres columnas: al frente de laprimera de ellas figuraban los jóvenes cartagineses, descalzos y armados con es-padas cortas, encabezados por Magón, quien los guiaba desde su carro de gue-rra; a continuación se hallaban los escuadrones de Utica y Aspis, Leptis, Ea,Tingis y Zama, dirigidos por Anteo.

En la segunda columna se encontraban los mercenarios norteafricanos, asícomo los sŭbditos y aliados de Cartago, entre quienes descollaban los etiopes ynubios, especialistas en el lanzamiento de venablos envenenados; los macios,barbudos e hirsutos, con pieles de machos cabríos sobre sus hombros y armadoscon dardos unidos a sus muriecas por correas; los adrimáquidas, procedentes delos confines de Egipto, pertrechados con escudos de piel y espadas cortas y cur-vas; los masilios, elementos númidas de Mauritania, cuyo jefe era Bocco; los gé-tulos, procKlentes del desierto, con su comandante Aquerras; los marmáridas,famosos por sus brujerías y que avanzaban con un estruendo horrible; los baniu-ros, armados con jabalinas; los lotófagos; los garamantes...39.

Por su parte la tercera columna estaba integrada por los soldados de origenibérico: en primer lugar los cantabros; seguidamente los astures, montados ensus caballos de pequeria estatura (asturcones); a continuación los galaicos, los ce-rretanos y los vascones, quieries se niegan a llevar casco; los ilergetes, los habi-tantes de Tarraco, los vettones, algunos elementos de Hispalis, Castulo, Nebrissay Carteia. Sobresalen entre todos ello, a causa de sus corazas argénteas, los inte-grantes de la cohorte de los sedetanos, así como los guerreros de Uxama, cuyoscascos estaban rematados por cabezas de animales salvajes con las fauces abier-tas; por ŭ ltimo, en este mismo contingente militar, al mando de varios jefes, seencontraban los ágiles baleares, que se servían de sus hondas para el combate(cerrando filas se hallaría un grupo de unos 40 elefantes)40.

134

Page 11: EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

Los autores clásicos calculan en unos 90.000 infantes y 12.000 jinetes el mon-tante de los efectivos del ejército de Aníbal que partiría de Cartagena en direccióna los Pirineos41; no obstante, esta cifra ha sido rechazada por los historiadores denuestro siglo, quienes la reducen a la mitad, a pesar de no estar fundamentada enninguna valoración precisa ni en ninguna referencia concreta ni dato material fia-ble. De cualquier forma parece evidente que, desde su punto de partida hasta elEbro, el enorme cuerpo de ejército p ŭnico no encontraría ningŭn impedimento nitendría que hacer frente a ning ŭn contratiempo42.

El paso de este amplio contingente militar capitaneado por Aníbal a travésdel cauce de dicho río no parece haber sido tan fácil como algunas referencias an-tiguas quieren hacer ver, sobre todo si tenemos en cuenta que el mismo se produ-ciría en la cuenca media-baja de dicha corriente fluvial. De esta manera algunosautores antiguos, como Celio, aseguran que Magón, junto con la caballería e in-fantería, atravesaría el río en el primer momento y que Aníbal haría pasar a suejercito por un vado situado más arriba, disponiendo sus elefantes en fila parasostener la fuerza de la corriente; sin embargo, para quienes conocen las caracte-rísticas del río resulta difícil dar crédito a este resultado, puesto que no es verosí-mil que la caballería pudiera vencer la fuerza de la corriente sin pérdida de ar-mas y caballos cuando hasta las mismas poblaciones ibéricas llevan a cabo dichatravesía sirviéndose de odres hinchados 43 . Por ello resultan mucho más creiblesquienes afirman que, al cabo de dos días, encontrarían un lugar adecuado paraconstruir un puente de madera, por el que pasaría en primer lugar Magón encompañía de la caballería ibérica.

A la hora de aproximarnos lo más posible al desarrollo de los acontecimien-tos hemos de intentar conocer las causas que motivaron la detención del contin-gente militar, comandado por Aníbal, durante tanto tiempo (más de tres meses)en el territorio hispano que se extiende entre la margen del Ebro y los Pirineos:sin duda hemos de pensar en el hecho de que en dicha región, hasta ese momen-to habitada por poblaciones libres e independientes, hubo de afrontar la resisten-cia de los indígenas, animados posiblemente por la ayuda prestada por los roma-nos a través de sus aliados masaliotas.

Entre los Pirineos y el Ebro se extendía una región, la catalana, nunca hastaentonces hollada por la presencia p ŭnica; además, en sus cotas se asentaban unconjunto de colonias y factorías griegas, dependientes de Marsella y por ende po-sibles bases para Roma. Tanto a corto plazo, ante la necesidad de avanzar en di-rección norte, como para el futuro, puesto que el general cartaginés no podía dedejar a sus espaldas enemigos potenciales, era preciso someter a los pueblos quehabitaban aquella zona: en este caso los autores grecolatinos notifican la anexióndel territorio de los bargusios, ilergetes, ausetanos, arenosios y lacetanos, de losque contamos con una identificación geográfica aproximada, aunque su ubica-ción concreta resulta problemática.

A este respecto nos asegura Polibio que el general cartaginés sometería acuantas poblaciones encontró en su camino hacia los Pirineos, aunque descono-cemos por completo tanto el n ŭmero de soldados como el material bélico queperdería en el transcurso de dichas operaciones de conquista. A pcsar de su éxitoAníbal se vería obligado a dejar en la zona a Hannón junto con 10.000 infantes y

135

Page 12: EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

1.000 jinetes, confiándole el gobierno y supervisión de toda la región situada alnorte del Ebro y con el encarga expreso de mantener bajo control en todo mo-mento las comunicaciones que ponían en contacto Esparia y Galia".

A partir de entonces el contingente militar pŭnico podría atravesar ya libre-mente los Pirineos y presentarse en territorio galo; sin embargo, dicha empresa exi-giría una firme voluntad y determinación, teniendo que vencer el general cartagi-nés algunos contratiempos, como la predisposición de sus soldados para llevarla acabo. De nuevo los autores antiguos afirman que, con anterioridad a su partida deCartagena, Aníbal se vería en la necesidad de animar abiertamente a sus tropascontra el enemigo romano, alabando al mismo tiempo la fertilidad del país al quese dirigían y destacando la alianza y amistad de los galos. Frentae a ello Tito Livioasegura que, una vez anexionado el territorio ibérico allende el Ebro y encontrán-dose el ejército pŭnico muy próximo a los Pirineos, empezaría a tomar cuerpo en-tre los soldados el rumor de que en ŭltima instancia se llevaba la guerra contraRoma. La primera consecuencia inmediata de este hecho se traduciría en la deser-ción de 3.000 carpetanos, asustados al parecer por la enorme distancia a recorrer ypor las dificultades que encontraría en su camino para franquear los Alpes".

En consecuencia parece lógico pensar que tomaría dicha determinación alcomprobar que se les trasladaría muy lejos de su país de origen con la finalidadde tomar parte en unos enfrentamientos bélicos de enorme envergadura, largaduración y alcance indeterminado, cuyas consecuencias y posibles beneficios es-capaban a su consideración. Además de éstos, habría otros 7.000 mercenarios aquienes tampoco gustaba el cariz que estaba tomando los acontecimientos, por loque el general cartaginés, para no irritar al resto de sus soldados, licenció inme-diatamente a los dos grupos de descontentos, pensando que el ejército p ŭnico ga-naría en efectividad y coraje tras el abandono de estos elementosdesmoralizados". Como resultado de ello Aníbal cruzaría la cordillera de losPirineos con 10.000 hombres menos, sin computar el n ŭmero de bajas experimen-tadas en el transcurso de los combates que se vió obligado a mantener con los in-dígenas ibéricos más allá del Ebro y cuya cifra, a falta de datos fidedignos, resul-ta imposible de precisar.

Ciriéndonos al recorrido seguido por los cartagineses a su paso por esta ca-dena montariosa, creemos que dicha travesía no tendría lugar, como aseguraProctor, recogiendo toda una tradición historiográfica anterior a él, por la víacostera o por el pequerio callado de Perthus: segŭn dicho autor el contingentemilitar pŭnico partiría de la zona próxin-ta a Ampurias al reanudar su marcha endirección a Roma, cruzando los Pirineos por un lugar cercano al litora147.

En realidad el itinerario seguido por el ejército de Aníbal en este punto seríamuy distinto, teniendo que rechazar de plano el anteriorrnente expuesto, ya queante todo trataría de evitar la región costera (controlada por los masaliotas, alia-dos de los romanos), y atravesaría por una zona del interior, puntualización queya habían Ilevado a cabo hace algunos arios los historiadores hispanos".

De cualquier forma las tribus galas de la zona fronteriza se inquietaríanenormemente al conocer la noticia de que el general cartaginés, con anterioridada su salida del territorio ibérico, había arrasado el suelo de cuantas poblaciones,hasta aquel momento libres e independientes, se le habían opuesto en su camino,

136

Page 13: EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

instaurándose como consecuencia de ello por parte de los p ŭnicos un régimen deterror, en el que se incluían verdaderas atrocidades. Ante esta situación, sin dudaexagerada y aumentada por parte de los agentes enviados por Roma y Marsella,a las poblaciones galas no les quedaría otra salida que ponerse a la defensiva,dispuestas a hacer frente al invasor con urias y dientes. La existencia de tales pre-parativos militares por parte de los galos haría fruncir el cerio a Anibal, quienconsideraba que ya había perdido demasiado tiempo en someter la región hispa-na que se extendía entre el Ebro y los Pirineos, de manera que, en caso de tenerque volverse a abrir paso con las armas, se acercaría a los Alpes ya en un mo-mento muy poco propicio para sus intereses, contando además con la posibilidadde que los romanos Ilegasen a tiempo de cortarle la retirada49.

Ante tales circnnstancias lo más indicado sería llegar a un acuerdo con laspoblaciones galas próximas a la frontera, que se encontraban ya preparadas parael combate; el general cartaginés comunicó inmediatamente a los jefes de dichastribus su deseo de parlamentar con ellos, prometiéndoles que no estaba dispues-to a utilizar su ejército hasta que no Ilegase a Italia, a no ser que ellos mismos leobligasen a hacerlo. Los cabecillas acudieron a la Ilamada de Aníbal, quien lescargó de dones y regalos, y en contrapartida los galos le permitieron atravesar suterritorio sin impedimento alguno. De esta manera en el espacio de apenas cua-tro días el ejército pŭnico alcanzaría el cauce del río Ródano, recorriendo en tanbreve espacio de tiempo la misma distancia que en el territorio hispano le habíacostado aproximadamente 100 díass°.

Mientras tanto en Roma la situación había ido variando a medida que se te-nían noticias de los cartagineses y sus maniobras militares. Las tropas romanasiniciaron su depliegue tan pronto como se enteraron del paso de los Pirineos porAníbal: en realidad ya desde los inicios de ls primavera se hallaban preparadaspara enfrentarse a los efectivos militares pŭnicos donde fuera preciso, siendo re-tenidos por la sublevación de las dos poblaciones de la Galia cisalpina más próxi-mas a los Alpes (quizás en connivencia con el general cartaginés). Coincidiendoposiblemente con el momento en que había pasado el Ebro por parte de Aníbal ylas tribus galas se habían rebelado se hizo necesario enviar contra ellas al ejércitoromano que el cónsul Publio Cornelio Escipión, siguiendo el plan previamentetrazado, debería conducir por vía marítima desde Pisa hasta Marsella con el obje-tivo de esperar al enemigo en las márgenes del Ródanosi.

Los generales romanos se verían obligados entonces a enrolar nuevos solda-dos para sus unidades militares entre los habitantes de las ciudades, aldeas y pue-blos aliados, lo que les ocuparía durante alg ŭn tiempo; no obstante, jugaría a su fa-vor el hecho de que el general cartaginés se vería retrasado enormemente en suspropósitos como consecuencia de la resistencia opuesta por parte de las poblacio-nes ibéricas. En cualquier caso, a mediados del mes de agosto se hallaría configura-do ya el nuevo cuerpo legionario de los romanos, embarcando seguidamenteEscipión al frente de una escuadra integrada por 60 navíos repletos de soldados.

El inexperto general romano, que hasta ese momento no había desemperiadoningŭn cargo militar de cierta relevancia, recibiría en Marsella la noticia del rápi-do avance de las tropas pŭnicas, enviando a un grupo de exploradores para quereconociensen el terreno y deliberando mientras tanto con sus tribunos acerca de

137

Page 14: EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

las posiciones que era preciso ocupar antes de entablar combate.Simultáneamente Aníbal atravesaría el cauce del Ródano, no sin ciertas dificulta-des al tener que enfrentarse con los volscos, cuya población ocupaba ambas már-genes del río; de cualquier forma a partir de este lugar la ruta que había de con-ducirles hasta los Alpes se extendía ya ante su mirada completamente libre deobstáculos.

NOTAS

(1) Ver, entre otros, G. DE BEER: Alps and Elephants. Hannibal's March, Londres, 1955; E. MEYER:"Hannibals Alpenŭbergang", MH 15, 1958, pp. 227-241; T. A. DOREY: "Hannibal's Routeacross the Alps", Romanitas 3, 1961, pp. 325-330; J. E. T. BROWN: "Hannibal's Route across theAlps", G R 10, 1963, pp. 38-46; P. MARQUION:Sur le pas d'Hannibal, Orange, 1965; G. DE BE-ER: Hannibal's March, Londres, 1967; A. GUILLAUME: Hannibal franchit les Alpes, 218 av. J. C.,La Trenche-Montfleury, 1970; J. PRIEUR:"L'épopée d'Hannibal á travers les Alpes", Arch 1978,n° 121 pp. 59-63; F. LANDUCCI: "Annibale sulle Alpi", Aevum 58, 1984, pp. 38-44...

(2) D. PROCTOR: La expedición de Anfbal en la historia, Madrid, 1974.(3) L. BESSONE: "Anrtibale sulle Alpi nella tradizione liviana", NAC 12, 1983, pp. 141-150.(4) J. SEIBERT: "Die Alpenŭberquerung Hannibals", AW 17,4 1986, pp. 44-54.(5) R. DION: "La voie Héracleenne et lítinéraire transalpin d'Hannibal", Hommages à A. Grenier,

Berchem-Bruselas, 1962, pp. 527-543.(6) G. NENCI: "Le relazioni con Marsiglia nella politica romana, dalle origini alla prima guerra

punica", RSL 24,1958, pp. 24-97.(7) Acerca del sentido, alcance y significado de este hecho en relación con el llamado tratado del

Ebro remitimos a nuestro trabajo "El tratado del Ebro y el origen de la Segunda GuerraPŭnica", Hispania X)(XVII, 1977, pp. 269-298. CF. A. PELLETIER: "Sagontins et Turdétains á laveille de la deuxiéme Guerre Punique", REA 88, 1986, pp. 307-316.

(8) Polyb. 111, 20-21.(9) Hist. XXI, 16, 1-3.

(10) Dio Cas. frg. 54 y Zonaras VII, 27. También Silio Itálico (Pun. I, 676-694) añade alg ŭn elementonuevo: cf. D. W. T. C. VESSEY: "Silius Italicus on the Fall of Saguntum", CPh 69,1974, pp. 28-36.

(11) W. HOFFMANN: "Die rómische Kriegserklárung an karthago in Jahre 218, RhM 94,1951, pp. 69-88.(12) G. V. SUMNER: "Rome, Spain and the Outbreak of the Second Punic War: Some

Clarifications", Latomus 31,1972, pp. 469-480.(13) B. D. HOYOS: "Hannibal. What kind of Genius?", G R 30, 1983, pp. 171-180.(14) J. M. ROLDAN: Historia de Roma. I: La Repŭblica romana, Madrid, 1981, pp. 227 y ss.(15) En realidad si algŭn efecto produjo dicha embajada sería el contrario del que el Estado romano

perseguía.

(16) M. DAVID: "The Treaties between Rome and Carthage and their Significance for our knowled-ge of Roman International Law", Symbolae van Oven, Leiden, 1946, pp. 231-250. Cf. C. A. GIA-NELLI: "Quatre o cinque i trattati romano-punici", Helikon 2, 1962, pp. 415-484.

138

Page 15: EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

(17) Polyb. I, 62, 7-9 y 63, 1-3; y III, 27, 1-9. Cf. A. DIAZ TEJERA: "En torno al tratado de paz deLutacio entre Roma y Cartago", Habis 2, 1971, pp. 109-126.

(18) A. CAIOLI: "Il significate d'un ironia liviana e l'importanza dei turdetani (torboleti) nel con-flitto fra Roma e Cartagine", A gr R 1932, pp. 197-211.

(19) G. DE BEER: Hannibal. The Struggle for Power in the Mediterranean, Londres, 1969.

(20) Th. LIEBMANN-FRANKFORT: "Du traité de l'Ebre á Ia paix de Dardanos. Variations romai-nes sur la respect du á la parole donnée", Latomus 30,1971, pp. 585-589.

(21) F. HAMPL: "Zur Vorgeschichte des ersten und zweiten Punischen Krieges", ANRW 1,1 Berlín-Nueva York, 1972, pp. 412 y ss.

(22) J. M. ROLDAN: "Cartago y Roma en la Península Ibérica", Historia de España antigua.

Hispania romana, Madrid, 1978, p. 34.(23) Algunas de ellas, cansadas del prolongado dominio de los cartaginenses, se dejarían conven-

cer, mientras que la mayor parte de las mismas rechazarían las pretensiones romanas.

(24) Liv. XXI, 19, 6.(25) F. R. KRAMER: "Massiliam Diplomacy before the Second Punic War", AlPh 59,1948, pp. 1-26.(26) Liv. XXI, 21, 1.(27) XXI, 21, 3-6. Cf. Polyb. III, 33, 5 y N. SANTOS: Textos para la historia antigua de la Península

Ibérica, Oviedo, 1980, p. 99.(28) A. GARCIA Y BELLIDO: "Hércules gaditano", AEA XXXVI, 1963, p. 127.(29) III, 33, 7.(30) J. P. BRISSON: Carthage ou Rome?, París, 1973, pp. 159 y ss.(31) Posiblemente temiera también que Marsella provocara el levantamiento de los ligures, cuyo te-

rritorio constituía precisamente la Ilave de entrada a la Peninsula Itálica.(32) Al mismo tiempo se aprovecharían las fáciles comunicaciones existentes entre dicho territorio

y Pisa, desde donde arrancaría el convoy romano con tropas y municiones.(33) Este plan romano conlleva la configuración de un segundo frente de actuación militar directa

en el Norte de Africa, para lo que se contaría con un cuerpo de ejército integrado por un n ŭ-mero de efectivos más numerosos que el que operaría en territorio europeo.

(34) J. CARCOPINO: Las etapas del imperialismo romano, Buenos Aires, 1968, passim. Cf. B. CAVEN:

The Punic Wars, Londres, 1980, pp. 98 y ss., y B. COMBET FARNOUX: Les guerres Puniques,

París, 1967, pp. 74 y ss.(35) Polyb. XI, 19, 1-6. Cf. H. V. CANTER: "The Charachter of Hannibal", CJ 24, 1928-1929, pp. 564

y ss., y W. HOFFMANN: "Hannibal and Rom", A A 6, 1957, pp. 7-26.(36) W. HOFFMANN:Hannibal, Gotinga, 1962, pp. 5-9.(37) Polyb. III, 33, 7: "En Iberia dejó a su hermano Asdrŭbal 50 penteras, 2 treteras y 5 trieres, así

como 450 jinetes libiofenicios y africanos, 300 ilergetes, 1.800 nŭmidas y masilios..., 11.850 in-fantes de Africa, 300 ligustinos, 500 baleares y 21 elefantes".

(38) Segŭn Livio (XXI, 23, 2-3), el primero de ellos estaría encargado de controlar los despeñaderosque unían Iberia y Galia, recibiendo como tropas para custodiar la región que se le encomen-daba un contingente de 10.000 infantes y 1.000 jinetes.

(39) F. BARRECA: "Gli eserciti annibalici", RSA 13-14, 1983-1984, pp. 43 y ss.(40) Polyb. 111, 33, 7. Cf. N. SANTOS: "Los celtíberos en los ejércitos cartagineses", Celtiberia n° 61,

1981, p. 58.(41) Liv. XXI, 23, 1°, FRONTINO II, 7, 7 y Polyb. III, 33, 7.(42) J. M. ROLDAN: "Cartago y Roma en la Península Ibérica", Historia de España antigua

Hispania romana, p. 36.

139

Page 16: EL PASO DE ANIBAL POR LOS PIRINEOS - Dialnet · 2012-06-18 · que un fragmento de la misma y el resumen Ilevado a cabo por Zonaras'°. A partir de estas fuentes de información se

(43) Liv. XXI, 47, 4.(44) Liv. XXI, 23, 2-3.(45) Resulta extraño que, sin haber atravesado a ŭn los Pirineos, conocieran ya la ruta que Anibal

pretendia seguir en su camino hacia Italia.(46) J. M. ROLDAN: "Cartago y Roma en la Penimsula Ibérica", p. 37.(47) D. PROCTOR: La expedicidn de Antbal en la historia, p. 53.(48) P. BOSCH GIMPERA: "El pas del Pirineu per Anibal", Homenaje a J. Vicens Vives, Barcelona,

1965, pp. 135-142, y J. MARTINEZ GAZQUEZ: "Sobre Anibal y su paso por los Pirineos",Faventia 3, 1981, pp. 223-226.

(49) P. MARQUION: "Le passage du Rheme par Hannibal", PH 18, 1968, pp. 13 y ss.(50) E. ANDERSEN: "Polybius og Livius em Hannibalhaerens marche Rhone-Po", MT n°s 44-47,

1981, pp. 89 y ss.(51) E. DAVIN: "Le passage du Rh8ne et des Alpes par Hannibal", BAGB 1958, 3, pp. 65-80.

140