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565 El sentido de la Alcazaba emiral de Mérida: su aljibe, mezquita y torre de señales SANTIAGO FEIJOO MARTÍNEZ [email protected] MIGUEL ALBA CALZADO [email protected] RESUMEN Se presentan los resultados de la investigación sobre el aljibe y la Alcazaba de Mérida como parte de un gran complejo fortificado, posiblemente un ribat. Ambos forman un sistema donde, en pri- mer lugar, el propio aljibe estaría compuesto por una torre de señales con su mezquita al interior. En segundo lugar, el gran recinto de la Alcazaba estaría preparado para la acampada de tro- pas que se abastecerían de la cisterna inagotable del aljibe, dise- ñada específicamente a tal efecto. SUMMARY In this article, we present the results of the investigation about the Aljibe (water cistern) and the Alcazaba of Mérida how part of one fortificated complex, probably a ribat. Both structures form one system where the Aljibe would be composed by a tower of signs wich one mosque inside. Besides, the big enclosure of the Alcazaba would be prepared for the camp of the armies that would be supply to water of the tireless Aljibe, one construction prepared specially for this.

El sentido de la Alcazaba emiral de Mérida: su aljibe

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Page 1: El sentido de la Alcazaba emiral de Mérida: su aljibe

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El sentido de la Alcazaba emiral de Mérida: su aljibe,mezquita y torre de señales

SANTIAGO FEIJOO MARTÍ[email protected]

MIGUEL ALBA [email protected]

RESUMEN

Se presentan los resultados de la investigación sobre el aljibe y laAlcazaba de Mérida como parte de un gran complejo fortificado,posiblemente un ribat. Ambos forman un sistema donde, en pri-mer lugar, el propio aljibe estaría compuesto por una torre deseñales con su mezquita al interior. En segundo lugar, el granrecinto de la Alcazaba estaría preparado para la acampada de tro-pas que se abastecerían de la cisterna inagotable del aljibe, dise-ñada específicamente a tal efecto.

SUMMARY

In this article, we present the results of the investigation aboutthe Aljibe (water cistern) and the Alcazaba of Mérida how part ofone fortificated complex, probably a ribat. Both structures formone system where the Aljibe would be composed by a tower ofsigns wich one mosque inside. Besides, the big enclosure of theAlcazaba would be prepared for the camp of the armies thatwould be supply to water of the tireless Aljibe, one constructionprepared specially for this.

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INTRODUCCIÓN

Desde 1998 a 2005 se han realizado sucesivas cam-pañas de excavación en diferentes puntos de laAlcazaba para conocer los elementos que conforma-ban la fortaleza y la evolución diacrónica del interiory exterior del recinto. En estas páginas se van a pre-sentar algunas conclusiones derivadas de los datosrecabados en las intervenciones arqueológicas lleva-das a cabo en el aljibe1. En tan singular monumentolos trabajos se han centrado en las excavaciones detres zonas: sobre los corredores subterráneos deacceso a la cisterna, en toda la zona perimetral al ves-tíbulo y en el interior del aljibe, que se encontrabacolmatado por limos. Así mismo, se efectuó la lectu-ra de paramentos de lo que resta del edificio, todo locual aportó un caudal de datos novedosos que hafundamentado una interpretación inédita del aljibecomo parte de una construcción más compleja que, asu vez, dota de nuevo sentido a la Alcazaba emiral. Ala espera de la descripción pormenorizada de los tra-bajos en la memoria de excavación, aquí vamos a pre-sentar una síntesis de los resultados, procurandoseguir una consecución de argumentos semejante a laque nos permitió avanzar en la investigación (de loparticular a lo general), aunque en aras a la compren-sión del lector sea primordial recurrir a los razona-mientos cruzados, apelar a menudo a la lógica y aseguir un orden de pruebas "reconstructivas" del edi-ficio, desde el plano inferior conservado al planosuperior hipotético (de lo concreto o existente, a loque se ha perdido) que interrelacione el dato arqueo-lógico con las fuentes históricas y con otros paralelosarquitectónicos.

Comencemos por hacer unos breves apuntes que sir-van de contextualización histórica a la Alcazaba, peropara centrarnos en las últimas aportaciones, liberare-

mos al texto del recorrido historiográfico que mues-tre las distintas visiones que los autores han dado delmonumento, a la espera de recibir un tratamiento porextenso en la memoria. Para un estado de la cuestiónremitimos a las publicaciones más relevantes de laAlcazaba (Macías 1929, 138-146; Serra y Rafols 1946y Hernández 1979) y en especial al trabajo dedicadoal aljibe del profesor Valdés (1995) donde se describey mide el monumento. Prescindiremos aquí de lasdescripciones pormenorizadas sustituidas por lasimágenes que acompañan al trabajo, tanto para pre-sentar las partes existentes como las que se proponenpara su reconstrucción ideal.

Tras realizar la lectura de los paramentos del aljibe,comenzaremos por confirmar la coetaneidad de laAlcazaba con su cisterna, para más seguridad avaladapor las cerámicas halladas en la ancha y profundafosa de fundación excavada entorno al vestíbulo,correspondientes a piezas características del menajeemiral tipificadas en el yacimiento emeritense (Alba yFeijoo 2001) en contraste formal y tecnológico conlas cerámicas de época visigoda que ya han sido obje-to de estudios locales (Alba y Feijoo 2003; y Alba2003). Por otra parte, recordemos que se conocentres inscripciones fundacionales que datan la obra dela Alcazaba en el siglo IX (Barceló 2004), una de ellasconservada en su emplazamiento original hasta elsiglo XX sobre una de las puertas de la fortaleza, quehoy puede ser contemplada en la iglesia de SantaClara, donde se alberga a la colección visigoda delMuseo Nacional de Arte Romano.

MÉRIDA (S. IX) EN LOS TEXTOS

La Alcazaba de Mérida (fig. 1) se considera un ele-mento determinante para hacer efectivo el poderemiral sobre la ciudad y se ha visto cargada con un

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1 El proyecto de la Alcazaba fue hecho público en 1999 durante las V Jornadas de Difusión del Consorcio de la Ciudad Monumentalde Mérida. Los resultados de la investigación del aljibe han sido presentados en foros específicos de arqueología medieval: enCáceres, 2002, (seminario "Extremadura andalusí: últimos avances arqueológicos"), Granada, 2004, (Congreso "La ciudad en eloccidente islámico medieval: la medina andalusí"), Mértola, 2005, (seminario "Al-Andalus Espaço de Mudança" ) y Silves, 2005,(congreso "La medina en formación"), para ser debatido por la comunidad científica. Tras varios años cerrado el aljibe al publi-co, en 2005 el Consorcio de la Ciudad Monumental ha acometido las obras de puesta en valor de esta pieza clave de la fortaleza.Ha sido recuperada la planta de la mezquita (después iglesia), la cisterna ha vuelto a ser visitable tras la consolidación de los corre-dores y se ha dispuesto la cartelería donde se ofrece la interpretación de todo este conjunto.

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fuerte simbolismo frente a la población (Valdés 1986,561-565; 1998, 162; Garrido 1989, 207; Alba 2001,285-6; Cressier 2001, 316). Ciertamente estas funcio-nes son innegables, pero merecen una matizaciónpues intentaremos demostrar en este trabajo que laAlcazaba no fue una fortaleza convencional para resi-dencia del qadí y acantonamiento de una guarniciónpreventiva, sino algo más complejo que procurare-mos desentrañar, profundizando en los mecanismosque se diseñaron para conseguir este control e inten-tando comprender el proyecto original de la estruc-tura, así como parte de su evolución.

Las circunstancias que precedieron a su construcciónvienen reflejadas en las fuentes escritas y en las pro-pias inscripciones fundacionales. Durante el primertercio del siglo noveno Mérida constituye uno de losmayores focos de rebeldía de la Península y de tenaz

resistencia al dominio emiral. Las potentes murallasromanas de la ciudad con su refuerzo de época visi-goda (Alba 1998, 374 y 2004, 228) y su situaciónestratégica provocaban que, una vez tomado el con-trol de la urbe por los insurrectos, fuera necesario unasedio en toda regla para su conquista, con la infraes-tructura y coste que eso conlleva: movilización ymantenimiento de las tropas, establecimiento decampamentos rodeando la plaza, avituallamiento enterritorio enemigo, etc. Levantamientos que de no sersofocados con rapidez corrían el riesgo de, en unefecto eco, ser secundados por otras ciudades impor-tantes como Toledo o Zaragoza.

Creemos necesario, para contextualizar los preceden-tes, hacer un corto repaso de las campañas que sesuceden en este momento contra Mérida. Aunque aveces los autores ofrecen fechas confusas y datos

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FIGURA 1Localización del aljibe dentro de la Alcazaba.

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variables, en las narraciones de Ibn al-Atir, Ibn Idari,Ibn Jaldum, al-Nuwairi o Ibn Hayyan, su precisióncronológica no es tan relevante como el hecho reite-rado de la consecución de las revueltas, aunque segui-remos principalmente a este último que es el que másdatos aporta acerca de este periodo, completándolocuando sea necesario.

Comienzan las hostilidades en el 805 cuando al-Hakam I salió de expedición y asedió Mérida en laque se había sublevado Asbag ben Abdallah, sitián-dola y devastando sus sembrados. Tras una breverendición ese mismo año vuelve a sublevarse; siendocercada de nuevo en el 806 y, de nuevo, aceptado elaman. Pocos años después, en el 809 el emir dirigeuna aceifa en persona, en respuesta a la insubordina-ción de la ciudad, haciendo al-Hakam I campañas enMérida hasta cumplirse siete años2, es decir, hasta el815 (Al-Muktabis II-1, 45-48).

Abd al-Rahman II fue el que en más ocasiones seenfrentó al problema, pues ya desde bien temprano,cuando aún no era emir, tuvo que hacer campañacontra Mérida en el año 816, enviado por su padre areprimir la sublevación que había estallado en la ciu-dad, en la que habían asesinado al gobernador. Segúnnos narra Ibn Hayyan "el príncipe comenzó a sitiarlos yapremiarlos" (al-Muktabis II-1, 55). Siguiendo con lascampañas, en el 828 mataron al nuevo gobernador y

en respuesta Abd al-Rahman II destruyó la muralla,siendo reconstruida posteriormente por los rebeldes,lo que propició un nuevo ataque en el 829 (según IbnJaldum en Pérez Álvarez 1992, 199). En el 830 "el emirsalió con tropas y pertrechos con la intención de asediar la ciu-dad de forma duradera y acampó frente a la ciudad"... En el832 "hizo una incursión personalmente contra la ciudad deMérida en el mes de rabi, acampando ante ella y asediándolaestrechamente, y que luego regresó, dejando encargados del ase-dio, por turnos, a Muhammad b. Rustum y a Abdalwah”.En el 833 "el emir acudió con su ejercito y pertrechos, losrodeó y cercó estrechamente, devastó sus cereales y destruyó susrecursos, pero desistió de combatirlos por la inexpugnabilidadde su fortaleza". Para finalizar, en el 835 vuelve a salircontra Mérida, "rodeándola y asediándola..." (al-Muktabis II-1, 287-290), año en el que se construyela Alcazaba y se zanjan los alzamientos. Durante estafase convulsa los emeritenses (la mayoría muladíes) ylos beréberes afincados en la zona, están significati-vamente de acuerdo en secundar las revueltas. A par-tir de misivas y de otras noticias sabemos que éstasson alentadas desde el reino Astur y desde el imperiofranco (Flórez 1782, 254), animando la resistenciajunto con la promesa de una ayuda militar que nuncallegará a producirse, e invitaciones a los insurrectosde asilo en tierras cristianas. Documentamos así porlo menos quince campañas en treinta años, aunquedivididas fundamentalmente en tres periodos -del805 al 812, a comienzos de los años veinte y del 828al 835- dónde tienen lugar prácticamente sin inte-rrupción. Con estos acontecimientos, la efectividadde la Alcazaba queda fuera de duda, pues tras suconstrucción permaneció "pacificada" la ciudad bajocontrol emiral durante más de seis lustros.

La reiteración de los conflictos que precedieron a la"definitiva reconquista" de Mérida en el 835 explicala contundencia de la solución adoptada para garan-tizar el control. Las insurrecciones habían supuestoun gran esfuerzo bélico por lo constante y repetitivo,lo que debió dejar patente la necesidad que tenía elemirato de hallar una solución tajante, en consonan-cia al problema planteado. A la vista de estos datos hayque considerar a Mérida, no solo como una ciudad

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5682 En contradicción con lo que dice Ibn Hayyan previamente, en donde los siete años son a partir del 805 (Muktabis II-1, 46).

FIGURA 2Aspecto del monumento hasta el año 2004.

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rebelde, sino como un auténtico territorio de fronte-ra3. Un enclave de gran importancia estratégica para elcontrol del oeste y noroeste peninsular pero que, almismo tiempo, es una ciudad altamente insegura sobrela que es necesario afirmar su posesión y conquistarlauna y otra vez al ser, dentro del esquema geopolíticodel emirato, la capital de la Marca Inferior.

Estos datos son fundamentales para interpretar laAlcazaba, puesto que desde finales del siglo VIII lasolución que se comenzó a dar para los territorios yciudades inestables o amenazadas por el enemigosiguió un modelo bastante determinado: Los ribats,monasterios de combatientes que podían adoptar laforma de amplios recintos fortificados destinados aalbergar en tiempos de guerra o de paz a grandescontingentes de guerreros (Pavón 1999, 120; Marín2004, 191).

¿Fue la Alcazaba un ribat? Tales edificios responden aun esquema que compagina la efectividad bélica conlas necesidades derivadas del ejercicio religioso. Esinnegable que la fortaleza emeritense se creó paraalbergar un número alto de tropas, y si nos atenemos

a los precedentes, las guarniciones sucesivamenteacantonadas en Mérida resultaron ineficaces a la horade dominar la ciudad. Éstas, debemos suponer sinarriesgar mucho, se debieron reforzar con cadanuevo alzamiento y aún así las revueltas se siguieronproduciendo. Por ello estaría justificada una medidaespecial, como es la que defendemos, que la Alcazabase habría diseñado como un ribat-campamento paraasegurar tanto el acantonamiento estable de comba-tientes fieles al emirato como, en extremo, su prontorefuerzo por los ejércitos cordobeses.

En el caso de la Alcazaba de Mérida, además de laplanta del recinto, el dato clave para interpretar el con-junto nos lo va a proporcionar el aljibe, pues su espe-cial configuración sigue unos modelos con paraleloscontrastables, si bien el estado de conservación delmonumento ha dificultado su identificación debido ala pérdida de importantes elementos de su parte altaque han desfigurado su morfología (fig. 2). No obs-tante, conserva en perfecto estado la planta baja conindicios de elementos que permitirán interpretarlocomo una parte de una construcción más compleja dela que vamos a ocuparnos en los siguientes apartados.

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3 Como señala ya en el siglo IX Abi Yaqub (Pérez 1992, 22; Alba 2001, 286).4 Figuras 3, 18, 23 y 24: dibujos de Joaquín Suárez a partir de indicaciones nuestras.

FIGURA 3Sección del aljibe (Dibujo de Joaquín Suárez sobre grabado de Villena Moziño)4.

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EL ALJIBE Y LA ALCAZABA

Para una descripción pormenorizada de la Alcazabay de la parte conservada del aljibe remitimos a lostrabajos del profesor Valdés reseñados en el aparta-do de bibliografía. Con respecto al aljibe, en rigorun gran pozo, se puede apreciar en los planos queacompañan a nuestro trabajo que, básicamente, estáformado por una primera dependencia abovedada ovestíbulo (fig. 3) con dos accesos en línea, desde laque parte una doble galería adintelada, con escalo-nes bajos y amplios, hasta alcanzar una cisterna abo-vedada que se adosa al dique romano, desde dondese filtraba el agua del Guadiana. Gracias a la excava-ción que ha permitido retirar los limos que colmata-ban el vaso restándole capacidad (fig. 4), hoy sabe-mos que se abastece mediante dos entradas cons-tantes y abundantes de agua, una bajo el diqueromano (y por una brecha abierta en su paramento)y la otra mana por el muro enfrente de éste (fig. 5).La primera entrada es la que aporta mayor caudalprocedente de la capa freática del río, filtrada graciasa las arenas y gravas, mientras que la segunda tienesu origen en manantiales originados en el subsuelourbano. El vaso tiene una capacidad de setentametros cúbicos, pero lo más sorprendente es la cele-ridad en restablecer su nivel. Cada día, para prose-guir la excavación del aljibe, antes había que vaciar-lo con ayuda de una bomba. En poco más de treshoras volvía a estar completamente lleno. Esta rápi-da recuperación y la gran capacidad del vaso apun-tan a asegurar un abastecimiento de un ejército

numeroso y en poco tiempo ¿cómo? La tipología dela cisterna con el acceso en doble corredor ha per-mitido defender el empleo de acémilas para realizarla aguada.

Los corredores que conducen a la cisterna son dosy en paralelo, lo que permite establecer un circuitode entrada y salida (fig. 6), mediante sendas escalerasde cantería con somera pendiente de 16 grados yescasa altura en los peldaños de amplia huella, apro-piadas para ser accesibles a las caballerías, como yaadvirtiesen Gaspar Barreiros en el siglo XVI (1952,961) y Bernabé Moreno de Vargas en el siglo XVII(1987, 354). Los dos corredores confluyen en undescansillo al que, sin embargo, se accede por unpeldaño más alto adecuado al tránsito humano y unpavimento igualmente de cantería con un rebordealzado en la parte que delimita con la cisterna. Estosdatos se explican como freno a la caballería al "rom-per" el ritmo de bajada, que reaccionaría detenién-dose, y para evitar que entrase suciedad, heces u orínen el vaso de la cisterna. A partir de este punto serestablece una escalinata de bloques habilitados alpaso humano (peldaños más altos y estrechos) quese adentra en el depósito de la cisterna, de modo quequien realizase la aguada debía descender algunosescalones hasta llegar al nivel fluctuante del agua(fig. 7).

El ambiente de la cisterna era oscuro, como medidaelemental para la conservación potable del agua(Feijoo 2004, 176) aunque es muy posible que las

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FIGURA 5Una de las entradas del manantial.

FIGURA 4Excavación de la cisterna.

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caballerías entrasen con los ojos tapados, para con-ducirlas sin resistencia. En cambio, la soldadesca ocu-pada en los menesteres de la aguada se ayudaría de laluz natural que entraba por la galería superior, difu-minándose progresivamente en penumbra, gracias ados ventanales abiertos en este vestíbulo (figs. 8 y 21),dispuestos afrontados a los corredores (ateniéndonosa un circuito, uno era de bajada y el otro de subida),que consiguen perfilar el límite de cada escalón hastacasi alcanzar el fondo del aljibe. Volveremos más ade-lante a referirnos a estos ventanales al describir laparte exterior del edificio.

Toda la construcción es de sillares romanos lo quecontribuyó a considerar una parte o el todo como

obra antigua, favorecida por el hecho de que la bóve-da de la cisterna sustenta la pared de la fortaleza eneste punto (fig. 9). Otras piezas reutilizadas son las

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FIGURA 6Circuito de abastecimiento rápido. Propuesta de dirección de uso.

FIGURA 7Zona de acopio: (a) escalones-rampa; (b) escalón tope; (c) espacio

para cargar las caballerías; (d) reborde de contención de excrementosy orines de las acémilas; (e) escalones de acceso al agua.

FIGURA 8"Vestíbulo" de acceso a la cisterna con entrada original de luz porlas puertas y por dos ventanas (a la derecha; una de ellas se encuen-

tra tapiada).

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que sirven de ménsulas (fig. 10) y de dintel a loscorredores, en origen jambas, dinteles y umbrales depuertas romanas (fig. 11), a excepción de un sarcófa-go marmóreo recostado y un bloque del mismomaterial con cinco oquedades.

Este monumento tan singular tradicionalmente seconsideraba como un todo, un aljibe de gran monu-mentalidad, sin embargo, debemos considerarlocomo parte de una construcción de mayor entidadde la que restan diversos indicios arqueológicos.Pasemos al exterior de lo que venimos denominan-do "vestíbulo" y analicemos éstos y otros testimo-nios:

El primero de ellos es la parte alta de la construcción-que hasta tiempos recientes estaba convertido enuna terraza- situado sobre el denominado "vestíbulo"de entrada que da paso a los dos corredores quebajan a la cisterna. Este primer cuerpo superior sirviócomo pequeña mezquita u oratorio, hecho que habíapasado inadvertido a la investigación arqueológicarealizada en el siglo XX. Existen varios argumentospara plantear su existencia:

En primer lugar es evidente que hubo otra estanciaútil sobre el "vestíbulo" ya que existe una escalera,cuyo arranque original se ha documentado en la exca-vación, que aún hoy le da acceso a la parte alta y aun-que ha sido reformada en varias ocasiones mantieneel mismo emplazamiento. La escalera discurre juntoal muro oriental del aljibe, arrancando desde la facha-da sur (fig. 12) subiendo hasta llegar a la norte, conescasa cimentación y trabada al muro. Ello explicapor qué la fachada norte es bastante más ancha quela sur (al recibir la escalera) y, por tanto, que la puer-ta de acceso a las galerías de bajada quede descentra-da.

En segundo lugar, con relación a aspectos construc-tivos, también apunta hacia la existencia de uno omás cuerpos superiores el extremado grosor de losmuros laterales (2,20 m), excesivo para que su fun-ción fuera solamente la de recibir la bóveda quecubre el vestíbulo. La cimentación busca el firmerocoso, lo que supuso para los constructores profun-

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FIGURA 9Bóveda del aljibe, se aprecia la perfección del adovelamiento reutili-

zando y retallando sillares romanos.

FIGURA 10Uno de los corredores y su cubierta adintelada.

FIGURA 11Cubierta de los corredores vista desde arriba (y arco de descarga).

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dizar en el subsuelo varios metros. Por la mismarazón, es desproporcionado el gran arco de descargade la fachada oeste, sobre la cubierta adintelada de lasgalerías de acceso a la cisterna, que no se explica sinoes para liberarlas de una gran carga (figs. 11 y 13).Este tipo de arcos se hace para trasladar hacia loslados el peso situado siempre por encima de él y,como la clave está justo en la terraza actual, es unaprueba de la existencia de pisos superiores.

En tercer lugar, se han publicado una serie de graba-dos de finales del siglo XVIII (Arbaiza y Heras 1998,355; Canto 2001, 36) -realizados cuando el primercuerpo aún se encontraba en pié (fig. 14)- que repre-sentan con fidelidad la planta y alzado de una iglesiaaquí emplazada que ya acusaba un estado de abando-no. Uno de los ilustradores, Villena Moziño, hacemención expresa que se trata de una mezquita y así loanota en el texto y sobre el dibujo. Se trataría de una

iglesia medieval que con anterioridad había sido mez-quita ¿pero, qué pruebas hay al respecto?

En nuestros días, de la mezquita e iglesia transforma-da en "terraza" en fechas inconcretas del siglo XIX,queda el negativo de su traza en la planta baja quesirve de vestíbulo al aljibe. Las versiones coincidentesde la planimetría de los ilustrados explican por qué laentrada meridional del aljibe sobresale intencionada-mente del paramento, pues estaría conformando alexterior la cabecera, sosteniendo el nicho del mihrabcontrastando con la puerta septentrional que se cons-truye, como es normal, a ras del muro.

En el interior, el mihrab (después ábside) tiene plantade herradura (figs. 14 y 15) de pequeñas dimensiones,

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FIGURA 12Escalera-rampa exterior.

FIGURA 13Arco de descarga.

FIGURA 14Sección de Villena Moziño en 1794 (Lam. 15 en Canto, 2001:

36) con la primera planta (desmontada en el s. XIX).

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coronado por una bóveda de cascarón que pudoadoptar la forma de una concha, motivo frecuente enlos espacios cultuales islámicos. Este hecho es cohe-rente con que al exterior, en la fachada de la cabece-ra, existiese una venera reutilizada sobre la que nosocuparemos más adelante. La iglesia se representa enlos grabados con la techumbre perdida y un tipo deaparejo de mampostería, lo que apunta a una rehabi-litación del espacio en buena parte desmantelado enalzado, salvo la cabecera, íntegra de sillares que tra-ban con la fábrica de bloques que conforman el ves-tíbulo del aljibe en la planta inferior. En conclusión,la cabecera y la planta del oratorio serían obra origi-nal islámica, reconvertida en iglesia ampliando elespacio del aula, dotándolo de ventanas y de unanueva escalera de acceso.

En cuarto lugar, poseemos varias referencias textua-les, medievales y modernas, sobre la existencia de unaiglesia en este punto, apareciendo documentada porlos visitadores de la Orden de Santiago en 1498:"debaxo de esta dicha yglesia esta una puerta por do entran porun cañuto de bóveda a un aljibe y se desçiende por dos escale-ras de cantería..." (Garrido 1989, 219), texto que com-pleta el historiador local del siglo XVII Moreno deVargas, apuntando: "y las bóvedas tan fuertes (...) y sobreellas está fabricada una iglesia que lo fue de los godos y másadelante mezquita de moros, y cuando se ganó por los cristia-

nos se bendijo y celebró misa en ella, y es la primera y más anti-gua iglesia que la Orden de Santiago tiene en esta provincia"(1985, 355). Ambos son claros a la hora de ubicar eltemplo sobre la bóveda del "vestíbulo" y, aunqueMoreno de Vargas se equivocó al tomar el edificiocomo visigodo, ya identifica que fue una mezquitaislámica. Es muy interesante también el pormenorque hace sobre que se trata de la primera iglesia de"reconquista" en la comarca, y alude expresamente ala cristianización de una mezquita tras la conquistaleonesa con la advocación a Santa María (siguiendo lapauta habitual), denominada en lo sucesivo "del cas-tillo". Moreno de Vargas debió manejar documenta-ción inédita pues es muy contundente al respecto yen verdad es difícil encontrar una justificación paraque se ubique una iglesia en este espacio si no es porla existencia de una mezquita anterior.

En quinto lugar, la documentación arqueológica cer-tificó el arranque de una escalera exterior con cincopeldaños originales y, lo que resulta no menos reve-lador, se documentaron un conjunto de tumbasantropomorfas y en fosa simple que orlaban el vestí-bulo (fig. 16). En las excavaciones que se realizaronen 1999 (Feijoo 2001, 199-200) se han registradorodeando a este edificio de entrada al aljibe una vein-tena de sepulturas cristianas que abarcan desde elsiglo XIII hasta el XVI, ratificando la cronologíadada por Moreno de Vargas para la conversión deloratorio musulmán en iglesia y también del emplaza-miento del templo hoy perdido ya que es seguro quenunca estuvo dentro de la estructura destinada a seraljibe ni, como tradicionalmente se venía defendien-do, sobre la zona que ocupa la doble galería de acce-so.

En sexto lugar, es interesante destacar cómo estaconstrucción no posee una misma dirección en plan-ta que las murallas de la Alcazaba, ligeramente sesga-da respecto a aquellas (fig. 17). Esta "desorientación"es premeditada pues se extiende al conjunto de lagalería y la cisterna. Mientras que la fortaleza presen-ta sus vértices coincidentes con los puntos cardinales,la construcción que nos ocupa tiende como focodireccional hacia el sur, quedando la cabecera de lamezquita hacia el sureste buscando el referente geo-gráfico-religioso de la Meca, asimismo coincidente

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FIGURA 15Planta de la mezquita, después iglesia, de Villena Moziño (1794).

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FIGURA 16Planta del cementerio medieval en torno a la iglesia de Sta María del Castillo (s. XIII).

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con la dirección de Córdoba. De forma que su orien-tación anómala respecto al conjunto no sería tal, sinodeterminada por los preceptos religiosos de la época.Este dato indujo a los autores a sospechar que lasobras del aljibe y la alcazaba no eran coetáneas (afavor de un origen romano, visigodo o mixto de lacisterna), sin embargo, este emplazamiento en obli-cuo es el que permite adoptar a la cabecera del ora-torio la dirección sureste. Ello da idea de la unidaddel proyecto (fortaleza-aljibe) y permite sospecharuna reproducción de modelos constructivos paraexplicar un oratorio emplazado en un piso alto.

La altura que suman estos dos cuerpos -la mezquitasuperpuesta al "vestíbulo" es de nueve metros,comenzándose a parecer la estructura en gran medi-da a una torre (fig. 18). Esta posibilidad se va convir-tiendo en certeza si tenemos en cuenta toda otra seriede argumentos que vamos a ir desgranando a conti-nuación, como la sólida construcción mediante silla-res, el gran grosor de los muros (de unos 2 m), laextremada profundidad de los cimientos o el accesoa través del primer piso, lo que da pie a sospechar quedebieron existir otras estancias superiores. Estamisma conclusión es la que se deduce de las propor-ciones del mencionado arco de descarga de la facha-da oeste que libera de peso al doble corredor subte-rráneo que conduce a la cisterna. Llegados a estepunto es lícito preguntarse si existen torres con estas

características que reúnan aljibe y oratorio. La res-puesta es afirmativa, pues responden a una tipologíabastante precisa de torre de comunicaciones, cuyoparalelo más cercano lo encontramos en la almenarade Halaf en la alcazaba de Susa (fig. 19). Son torresque toman como modelo los faros romanos y espe-cialmente el faro de Alejandría (Pavón 1999, 293),curiosamente citado en una fuente árabe en relacióna Mérida, como veremos a continuación. Tales torresresponden generalmente a un esquema compositivosimilar: con un piso bajo - donde con frecuencia sesitúa un aljibe-, un oratorio al interior y una rampa desubida a su coronación formada por una linterna demenor tamaño para realizar señales.

Puesto que la fortaleza es levantada para someter a lapoblación de Mérida, es normal dotarla de una torrevigía para control visual del casco urbano que com-pensaría el emplazamiento de la Alcazaba en unpunto bajo del solar urbano, como es la zona aledañaal río. Para elegir el lugar en que construir la fortaleza,

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FIGURA 18Reconstrucción ideal de la torre (es posible que tuviese aún mayor

altura).

FIGURA 17Diferente orientación del conjunto del aljibe respecto a la Alcazaba.

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se sopesaría el interés primordial de controlar elpuente (paso de la principal vía de acceso hacia eloeste) antes que optar por unas condiciones topográ-ficas más favorables para la defensa (como hubiesensido los cerros de San Albín, o del Calvario, por ejem-plo). Para contrarrestar la desventaja topográfica seprecisa de una torre que garantice la visibilidad, perotambién con una función polivalente para servircomo último refugio defensivo, como alminar para laguarnición y, sobre todo, como torre de señales desdedonde mediante humaredas, fuego o (y) reflejos sepudiera dar la alarma. En este sentido, hay que aludira una leyenda referida por Al-Idrisi sobre construc-ciones llamativas de Mérida pertenecientes al pasado,por si hubiera alguna relación directa o indirecta conla función última apuntada. Cuenta este autor delsiglo XII que: "La villa de Mérida fue la residencia deMarida, hija del rey Horosus.(...) Tiene en su alcazaba pala-cios arruinados (...). Al sur de la muralla de esta ciudad hayotro palacio pequeño y en su torre está el lugar donde había unespejo en el que la reina Marida contemplaba su rostro. Tenía

veinte palmos de circunferencia y giraba sobre su eje en sentidovertical. El lugar donde se encontraba, existe aún. Se dice queMarida hizo construir este espejo a imitación del queAlejandro hizo colocar en el faro de Alejandría." La reinaMarida nunca existió ni es justificación la coqueteríafemenina para explicar el tamaño de semejante espe-jo giratorio emplazado en una torre, por ello, tras laleyenda cabe reconocer un sistema de señales.

La prueba más convincente de que se concibió comotorre de comunicaciones es la traza de la escalera desubida (fig. 20), a la que nos hemos referido con ante-rioridad y cuyos peldaños originales hemos docu-mentado en la campaña de excavaciones de 2002.Ésta responde a una tipología peculiar con escalonesde cantería muy bajos (15 cm) y excesivamenteanchos (45 cm), diseñados a modo de suave rampapara el uso de caballerías, con igual plano de inclina-ción que los corredores de acceso al aljibe. Por con-siguiente, sirven los mismos razonamientos que paraexplicar la morfología de las escaleras interiores, aquínuevamente justificada para ser accesible a los asnos.¿Pero para qué se necesita subir a un piso alto conacémilas? Obviamente en nada tiene que ver con lamezquita, sino con otros usos que obligan a admitirotros pisos superpuestos a ésta, ¿pero cuáles y paraqué? En este caso estarían destinados, como dicePavón respecto a este tipo de edificios, para que lascaballerías pudieran acarrear la leña al cuerpo supe-rior de señales (1999, 293). Así se explica la planta deledificio conservado, muy largo en comparación con

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FIGURA 20Peldaños originales y cimentación del arranque de la escalera.

FIGURA 19Almenara de la Alcazaba de Susa según Lezine.

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su anchura, pues estaría condicionado por la necesi-dad de que la escalera de subida tuviera un gran des-arrollo longitudinal al ser los escalones más bajos ymás anchos de lo habitual y, por tanto, es necesariabastante más distancia para alcanzar la misma alturaque con una normal. Este cuerpo principal de grantamaño, para recibir la rampa o la escalera con escasapendiente aparece en las torres de señales, entre lasque podemos citar la de Halaf en Susa, la torre delOro en Sevilla, la de la Vela en la Alhambra deGranada, la de la Alcazaba de Guadix, etc.

Se entiende así el grosor de los muros del "vestíbulo",ya que responden a un punto fortificado; además deservir para sustentar los pisos superiores y para aco-ger el resto de la escalera de subida hasta la corona-ción, que a partir del oratorio discurriría ya por den-tro de la estructura. Esto último también responde ala tipología habitual de las torres, donde es frecuenteque se acceda a ellas por el primer piso y no desde laplanta baja, lo cual permite unas ventajas defensivaspor todos conocidas. Como señala Pavón (1996,192), estas torres están preparadas para ser autosufi-cientes en caso de revolución o de sitio, estando en elcaso de Mérida más que justificado su diseño con losprecedentes a los que tenía que enfrentarse. Con estafinalidad, a la torre se accedía por una entrada enrecodo a la altura de la primera planta (el quicio de lapuerta se documentó en las labores de adecuación yha quedado visible al público), de modo que facilita-

ba la defensa de la entrada desde la que se accederíaa un corredor separado del oratorio, con puerta inde-pendiente, con lo que las acémilas hacían un recorri-do por fuera del espacio cultual. También era decisi-vo para la defensa de la torre la posibilidad de cortarel acceso de la escalera. Si recordamos la descripcióninterior del vestíbulo, aludimos a la existencia de dosventanales para iluminación. Pues bien, la existenciade tales vanos obliga a interrumpir la fábrica del cuer-po exterior de escalera, de forma que entre los venta-nales se encuentra un pilar que sostendría un tramode escalera de madera desmontable en caso de peli-gro, para aislar la puerta alta de la torre gracias aldoble hueco resultante (fig. 21).

Entre el piso destinado a oratorio y la terraza debie-ron existir de una a dos plantas más, previsiblementepara alojar a un cuerpo de guardia, pertrechos, armas,bastimentos, leñera, etc (fig. 18). En su coronación,además de linterna de comunicaciones entroncandocon el oratorio situado al interior, es probable quetambién tuviera la función de alminar, como losminaretes de las mezquitas de Qairawan, de Córdoba,el de la inconclusa de Hassan en Rabat, etc, pues seríael lugar lógico para llamar a oración. La situación deesta torre, en la fachada contraria al mihrab y en laesquina norte, viene siendo la localización predomi-nante de los alminares en las mezquitas que conoce-mos, lo que apuntala su posible concepción como tal.A diferencia del cuerpo de escalera que apenas precisa

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FIGURA 22Las diferencias en la cimentación delatan una función estructural

diferente.

FIGURA 21Ventanas del "vestibulo" al exterior y sobre éstas (previsiblemente)

un tramo desmontable de escalera.

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cimentación (pues no soporta más carga que su pro-pio peso), la subestructura de este punto alcanza lamisma profundidad que el resto del edificio porsoportar pisos superiores (fig. 22 y 18).

Esta torre de señales implica un sistema de comuni-caciones con otras atalayas o fortalezas visualmenteconectadas tal vez hasta Córdoba, asunto que habríaque indagar aunque de momento apuntamos comoescala siguiente el castillo de Alange. Esta fortalezaes visible hoy desde la alcazaba y arrojaría algunalógica al "rodeo" del ejército de Ordoño II para ata-car Alange por sorpresa antes de presentarse enMérida a comienzos de la décima centuria. Lo refie-re Ibn Hayyan: "El enemigo, al que Alá maldiga,entró en la fortaleza, mató a cuantos en ella había(...) la fortaleza fue derruida, la dejaron por tierra ypernoctó el tirano en su solar" (Pérez 1992, 120).Este tema queda pendiente para un futuro trabajo,

donde plantearemos la búsqueda del itinerario deseñales y la identificación de los enclaves fortifica-dos.

El otro elemento que condiciona la forma del aljibees el esquema de bajada a la cisterna, con dos entra-das enfrentadas y dos corredores paralelos, que cla-ramente obedece a la necesidad de establecer un cir-cuito de entrada y salida para abastecer a numerososusuarios en poco tiempo (Valdés 1995, 291). Hastaahora se ha interpretado como el punto donde sesurtían de agua los emeritenses, que debían humi-llarse pasando bajo las pilastras visigodas reutilizadasen el nuevo edificio símbolo de la dominación cor-dobesa (Valdés 1986, 565; 1995, 273; 1998, 163;Cressier 2001, 316). Esta hipótesis pone de mani-fiesto un simbolismo muy interesante que comparti-mos para la construcción en sí de la Alcazaba, perola constatación de que numerosos pozos de origen

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FIGURA 23Reconstrucción ideal.

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romano fueron utilizados por la población musul-mana (Alba 2004, 435), hace difícil sostener que elaljibe fuera utilizado por la población de Mérida.Además, por razones de seguridad elementales en unrecinto militar no se permitiría el acceso a la pobla-ción civil, y menos aún de forma masiva y a diario.Como bien defiende el profesor Valdés, la fortalezase erige en territorio hostil. Así lo prueba, entreotros datos, las medidas defensivas adoptadas para lapuerta interior del Alcazarejo en previsión a un ata-que desde la ciudad (Valdés 1996, 466).

Por ello, esta disposición del aljibe en doble corredordebe responder a un uso interno de la Alcazaba y nopuede ser otro que abastecer a las tropas que se acan-tonen allí. Ciertamente el número de hombres de unaguarnición normal no necesita de tal estructura(Valdés 1986, 565), por lo que caben dos hipótesisque pueden ser perfectamente complementarias,compartiendo varios de los elementos que describi-remos al desarrollarlas:

En la primera, es posible que el aljibe se diseñara parasurtir ocasionalmente a los ejércitos cordobeses,debiéndose poner en relación entonces con la expe-riencia acumulada por Abd al-Rahman II a la hora desitiar Mérida, pues entendemos que todo el esquemaes congruente con la concepción de la Alcazabacomo un campamento fortificado dentro de la ciu-dad; de forma que en caso de rebelión, mediante elcontrol directo del puente y el sistema de señales dela torre del aljibe, permitiera recibir refuerzos rápida-mente y acampar buena parte del ejercito directa-mente en el interior de la urbe, con lo que práctica-mente la situación estaría controlada. Se explica así laamplitud del recinto: un cuadrado casi perfecto alinterior de ciento veintinueve metros de lado queabarca un terreno de dieciséis mil setecientos metroscuadrados, capaz de permitir la acampada a más dedos mil hombres (fig. 23). En otros casos, a su vez,siempre era posible utilizarla como escala en campa-ñas más lejanas dada la situación de Mérida en uncruce viario importante, en la tónica de Talavera quepodía ser utilizada tanto contra los reinos cristianosdel norte como contra los rebeldes ante Córdoba(Martínez Lillo 1998, 363).

No tenemos ningún dato sobre el método de abaste-cimiento cotidiano de las tropas andalusíes, pero tra-tándose como es de un ejercito organizado, parecerazonable que la soldadesca se ordenase en unidadesbásicas que compartieran alojamiento, lumbre, etc., yque se siguiera la tradición castrense de que uno delos soldados proveyese de agua a la unidad o que per-sonal designado se dedicase a esta tarea por grupos ypara que abrevara la caballería, utilizando normal-mente asnos para acarrearla en recipientes mayorescomo cántaros, odres o toneles (fig. 24). Se explica asíla escasa pendiente y altura de los escalones de las dosgalerías de bajada a la cisterna, y los de acceso a latorre que están preparados para su uso por caballerí-as, más concretamente por jumentos por tratarse deun animal de carga más dócil que la mula y menostemeroso que el caballo. Esta hipotética organizaciónen unidades no tuvo por qué existir, aunque es lógi-ca; y tampoco sabemos si estaban constituidas por unnúmero fijo. Pero permite reducir el número de usua-rios -si hablamos de alrededor de dos mil hombres- arondar los doscientos; lo que, aún así, crearía una

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FIGURA 24Aguada.

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retahíla que justifica plenamente la necesidad de crearun circuito rápido de aprovisionamiento. Habría ade-más que valorar si en el funcionamiento de rutinaaccedían a beber las cabalgaduras existentes en elrecinto (fijas o de paso) o sólo en determinados casosde necesidad, lo cual ya explicaría por si mismo laforma de los escalones. No obstante, aunque se hallehabilitado su acceso para caballerías creemos que esincompatible con el consumo humano el que bebie-ran directamente de la cisterna por lo que sería razo-nable emplear abrevaderos emplazados en los exte-riores.

El agua seguramente se utilizó también para las ablu-ciones de la tropa lo cual no es incompatible con elhecho de que las monturas se aprovisionasen del alji-be pues no existe impedimento religioso, tal como serecoge en un hadiz de Jabir donde el Profeta fue pre-

guntado acerca de realizar la ablución con aguadonde habían bebido monos. Mahoma respondió:"Sí, y también con agua donde hayan bebido mulos, bestias decarga o aves rapaces", pero, como hemos mencionadomás arriba, parece claro que el consumo animal nosería directo sino mediante acarreo del agua a losabrevaderos correspondientes. En suma, el aljibegarantizaba un rápido abastecimiento de la tropa, ofi-cios de intendencia (panadero, herrero, etc), cabalga-duras, animales de carga y ganado para el sustento.

La segunda hipótesis implicaría que este gran contin-gente de tropas (de caballería e infantería), o por lomenos buena parte de él, estuviera acantonado per-manentemente en la Alcazaba. En este caso tambiénse nos ofrecen dos variantes que tampoco sonincompatibles: una implicaría que la guarnición fueramás numerosa de lo normal al ser Mérida cabeza deCora y, sobre todo, por ser capital de la MarcaInferior. Este punto estaría apoyado por el númerode hombres que Ibn Hayyan consigna que llevó elgobernador Abdalmalik b. al-Asi en el año 928 comoguarnición: "mil adalides y otros tantos tangerinos, 500arqueros y 500 regulares" (al-Muqtabis V, 184). Estacifra parece excesiva, como señala Valdés (1986, 591),pero es lo suficientemente precisa y detallada comopara mantener una duda razonable sobre si no seríacierta. Además, la lectura de ese párrafo es ambigua,pues puede interpretarse el dato de "500 arqueros y500 regulares" como una aposición explicativa a losmil tangerinos, es decir, un detalle sobre su composi-ción. Por lo tanto, si es así, el número total de solda-dos a los que se refiere no son tres mil, sino dos mil,cifra aceptable para acampar en el recinto a tenor dela superficie disponible. De todas formas, esta cifra seda un siglo después de la construcción de la Alcazabacon lo que puede haber cambiado, por lo menos enparte, la función original de la fortaleza.

Estamos ante un caso, pues, donde ya no se trataríade una aceifa estival que se soluciona con tiendas decampaña provisionales. La permanencia estable de latropa necesita de estructuras habitacionales queactualmente no conservamos. Sabemos por los visi-tadores de la Orden de Santiago de 1498 que en laAlcazaba existían construcciones de entidad: "... pare-ce haber antiguamente casa y población lo cual está todo en el

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FIGURA 25Grabado de Laborde donde aparece situada la venera, creemos que

con un claro significado en el s. IX.

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suelo que podría haber çincuenta casas poco más o menos. Todaesta villa vieja es fecha de cantería labrada..." (Garrido1989, 211) pero por ahora las estructuras documen-tadas en la excavación son posteriores a la fase emi-ral. Esperemos que en futuras campañas de excava-ción podamos comprobar si alguna de las construc-ciones de "cantería" mencionadas en la fuente perte-nece a la etapa fundacional de la fortaleza.

La otra variante, a la luz de los elementos que tene-mos -un recinto muy amplio con un monumentalaljibe bajo una torre de comunicaciones con una pe-queña mezquita y su mihrab destacando al exterior-,implicaría la concepción de la Alcazaba como unribat-campamento, pues estamos citando casi textual-mente la descripción que ofrece Pavón (1999, 120),con paralelos en la costa norteafricana como Qasr al-Yaquta o Qars al-Yiham, en Túnez (MartínezSalvador 1994, 64-69). Esta autora describe cons-trucciones iguales especificando que normalmente sedenominan qasr o hisn a estos ribat con un marcadocarácter militar.

En los ribats era norma común situar la mezquita enla segunda planta, seguramente para que fuera bienvisible, pues sabemos que se oraba también al exte-rior, al aire libre, como ha probado Lézine (Pavón1996, 202). Por ello, el mihrab del aljibe sobresaleintencionadamente de una forma tan marcada, indi-cando también de esta manera a la guarnición estableo al ejercito acampado, la dirección correcta paraorar, algo que creemos resultaría perfectamente legi-

ble para cualquier musulmán. Además, como sabe-mos por un grabado de Laborde (fig. 25), para que nohubiera duda se situó al exterior del mihrab una vene-ra de mármol, pieza reutilizada de factura romana,claro indicativo de que con ambos elementos se esta-ba señalando la dirección hacia la que hay que reali-zar el salat.

Entendemos que la dirección sagrada (quibla) laseñala el mihrab; y la acción de venerar, la venera: dosmensajes unidos pero distintos y por eso no se con-tradicen, como puede inducir a confusión el quehabitualmente se encuentre la venera situada al inte-rior las mezquitas (Papadopoulo 1988). Suelen estarsobre el nicho, llevándonos a pensar que tambiénésta señala la dirección apropiada tomando la partepor el todo, cuando no es así, sino un símbolo com-plementario y como tal, prescindible, por ello noaparece siempre coronando todos los mihrab. Tododepende del lugar desde donde vayan a ser leídos lossignos y en nuestro caso se estaría orientando a lossoldados que acampaban en el recinto, rodeando alaljibe-atalaya y a su pequeño oratorio, en cuyo espa-cio interior seguramente tendría otra venera. Elreducido espacio de la mezquita hace pensar que elinterior fuese fundamentalmente visitado por laguarnición de la torre.

Todo el mihrab y con él la venera fue desmontadopara preservar las dos pilastras de mármol de épocavisigoda que sostenían la estructura. Al retirar la

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FIGURA 26La venera se conservaba aún en el interior del recinto de la

Alcazaba. FIGURA 27Aspecto tras la reintegración.

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venera se ha perdido información muy importante,pero la pieza se conservó en el interior de la Alcazaba(fig. 26) lo que hace fiable el grabado de Laborde que,además, por la exactitud que éste presenta en el restode grabados sobre Mérida se puede tomar como unafotografía de la época. En éste dibujo, la venera apa-rece en un lugar muy determinado y vemos muy difí-cil que esta ubicación pueda ser casual, pues solotiene sentido asociada al mihrab tras el que se encuen-tra. Dada la importancia simbólica de este elemento,ha sido reintegrado a su lugar (fig. 27); si nos atene-mos al dibujo de Laborde, acusa algunos deterioros aligual que las pilastras marmóreas de época visigodaque sostenían el mihrab, motivos que a la postre moti-varon el desmonte de la cabecera para liberarlas depeso.

Es también normal en los ribats la reutilización depiezas romanas y visigodas, como sucede en lospeninsulares de Almonaster la Real (Huelva),Almonacid de Toledo y Monastil (Alicante), quesiguen la pauta de los tunecinos. En éstos suelen estar

colocadas en lugares emblemáticos, como en la entra-da-pórtico del ribat de Susa, los capiteles de la entra-da en codo de Mahdiya o las basas de Monastir(Pavón 1996, 203). La mezquita de Córdoba cuentacon abundante material marmóreo reutilizado, lo cuales una característica de las obras antiguas de la arqui-tectura islámica pues posee un componente simbóli-co (Cressier 2001, 319). En nuestro caso también esrepresentativa la reutilización de piezas en el Aljibe,con pilastras visigodas formando las jambas y algu-nos dinteles de las puertas, junto con el gran capitelromano de la cisterna, con una fuerte carga simbóli-ca como defiende Valdés (1988, 159-164) y secundaCressier (2001, 315-6). Respecto a las pilastras, no seha señalado con anterioridad que han sido robadasdos de las situadas dentro del "vestíbulo", las queenmarcan el vano derecho que da acceso a las galerí-as de bajada a la cisterna. Ambas han sido sustituidaspor sillares calzados con cuñas de madera, pudiendodatar su desmonte -por lo menos en la central- en elsiglo XIX, dado que todavía aparecen en el grabadode Villena Moziño (fig. 14).

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FIGURA 28Planta de la Alcazaba con las dos puertas atenazadas, la romana y la islámica.

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La simbología planteada por Valdés sobre estas pie-zas como un elemento plagado de significado hacia laciudad, es más que probable, aunque en el caso delaljibe estaría más relacionado con el desmonte de losedificios visigodos que con su visión reutilizados,pues como ya hemos expuesto creemos que difícil-mente entraría la población dentro de la Alcazaba.

Siguiendo esta línea interpretativa de carga simbólica,se puede estimar como algo más que una demoliciónnecesaria para ganar espacio, la destrucción de lapuerta de la muralla romana que da al puente paraemplazar el llamado Alcazarejo. De los cuatro acce-sos monumentales que tuvo la ciudad romana, éstaera (y lo volvió a ser desde el siglo XVII a hoy en día)la puerta símbolo de la ciudad, la que aparece en lasmonedas fundacionales como la representación deEmerita, diferente a la planta de la otra puerta monu-mental localizada en una excavación llevada a cabo acomienzos de 2002 en la "Puerta de la Villa" (PedroD. Sánchez, nº int. 2394). La puerta emblemática es

muy posible que en pleno siglo noveno aún tuvieraeste significado y fue arrasada totalmente. Si bien fueuna consecuencia necesaria debida a la construcciónde este alcazarejo que cierra la entrada desde laembocadura del puente a la ciudad y protege laAlcazaba al mismo tiempo.

Paradójicamente volvemos a tener un caso análogotras la conquista cristiana en el siglo XIII, cuando sehace algo muy parecido con la puerta de la murallaislámica de la medina.

En este sentido, se ha documentado en unas excava-ciones realizadas en el año 2002, la cerca de la ciudadislámica con una torre y su foso delante (Fig. 15), dis-curriendo la defensa en paralelo al Guadiana perosetenta metros por detrás de la antigua muralla roma-na. La cerca llegaba al lienzo norte de la Alcazabadonde ahora se sitúa la monumental albarrana deno-minada "Torre de los Osos", una torre hipertrofiadaque, por las marcas de cantero de su fábrica, puede

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FIGURA 29Torre de los Osos del s. XIII en la que se ha idealizado la ubicación posible de la puerta de la medina en su interior.

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datarse en el s. XIII. Ésta posee unas dimensionesformidables, 13,60 m de largo por 7,30 m de ancho,de sillares y un cuerpo macizo de notable altura, quepensamos obedecen a que sustituyó a la puerta deentrada islámica junto con las dos torres que la flan-queaban, forrándola toda por fuera y convirtiéndolaen la albarrana que ahora es (fig. 28). En este caso nose habría desmontado como sucedió en el siglo IXcon la puerta romana, sino que seguramente asimila-ron buena parte de ella con el consiguiente ahorroconstructivo. Además, también se ha documentadoen dicha excavación cómo la cerca fue demolida ytirados al foso sus materiales, sobre los que se formóun vertedero bien datado en el siglo XIII. Vemos eneste proceso, cómo se condena la puerta abrazándo-la con los muros del nuevo poder, una pauta paralelaen cierto modo a la que se habría seguido en el sigloIX (fig. 29), eliminando un símbolo que representa ala ciudad. Hecho que debió consternar a los emeri-tenses del siglo IX y del XIII, como recordatorio deun orden nuevo.

CONSIDERACIONES FINALES

Se han planteado varias hipótesis de trabajo sobre lasque habrá que profundizar y discutir en el futuro,pero creemos que hay varios datos bien fundamenta-dos. El edificio del aljibe tiene un oratorio sobre éldatado en el año 835 y se han presentado diversaspruebas que apuntan a que se habilitó en el interiorde una gran torre que, entre otros cometidos, fue deseñales. Además, la Alcazaba se concibe para recibira un gran número de tropas y abastecerlas (fig. 18),posiblemente alrededor de dos mil hombres (parte decaballería), aunque queda pendiente la organizacióninterior del recinto.

Defendemos que la Alcazaba se diseñó como unribat-campamento, asegurando un contingente de sol-dados con fuertes creencias religiosas fieles al emira-to, cuyo número debió ser importante. Es posibleque se trate del caso más antiguo en la Península yque su sentido variase en el transcurso del tiempohacia un tipo de fortaleza más estrictamente militar.Pero al menos, durante el siglo IX, se trataría de algomás que una fortaleza convencional "preventiva" queha de ser valorada en un contexto de Yihad o Guerra

Santa. Estos podían ser prontamente reforzados encaso de una nueva rebelión mediante el sistema deseñales establecido en la torre del aljibe, sumando uncontingente que situado dentro de la Alcazaba y, portanto, en el mismo interior de la ciudad, debía serdecisivo. Además, sería punto de partida de algaradasy escala del ejército cordobés.

Por lo menos, y no es poco, se aseguró la sumisión deMérida más de treinta años hasta la fatídica rebeliónde la ciudad del año 868, que permite hacer una ideadel malestar creciente que impulsó a la sedición y a laosadía que requirió hacerse con el control de laAlcazaba. Pocos años después, derivaciones de unacrisis irresuelta, Ibn Marwan y sus seguidores volve-rán a cuestionar la efectividad de este enclave militar.

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