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SEMIOTICA/DISCURSO PROF. NOE SANTOS UNAM Tema 23. El texto como unidad comunicativa... Las primeras tentativas de realizar una teoría del texto proceden de los años sesenta. Roland Barthes en su artículo De la obra al texto plantea el estudio del texto ... lenguayliteratura.org/mb/...id=352:tema-23-el-texto-como EL TEXTO COMO UNIDAD COMUNICATIVA. SU ADECUACIÓN AL CONTEXTO. EL DISCURSO. .- Diversas aproximaciones a la noción de texto. Para Yuri M. Lotman (Estructura del texto artístico), se entiende por texto todo discurso cifrado en uno o varios códigos, que se nos ofrece como una unidad de comunicación concluida y autónoma. Son texto pues, un telegrama, una conversación telefónica, una película, una novela, una fotografía, un cuadro de pintura, un poema, una canción... Desde un punto de vista semiótico el texto es una secuencia de signos que produce sentido. Para Barthes, Derrida y Kristeva, los textos son el lugar donde el sentido se produce y produce una práctica significante. Este planteamiento ha dado lugar a una semiótica discursiva o textual, en la que la atención se fija más en lo que los signos hacen, que en los que representan. Para Hjelmsev el texto se define por su clausura y su autonomía discursiva, serán textos tanto la expresión ¡fuego!, como el conjunto de Los Episodios Nacionales. Por ello múltiples teorías semióticas y textuales coinciden en señalar la coherencia como un elemento constitutivo de la definición de texto. Las disciplinas del texto han tenido un breve recorrido histórico. Las primeras tentativas de realizar una teoría del texto proceden de los años sesenta. Roland Barthes en su artículo De la obra al texto plantea el estudio del texto como un nuevo objeto de investigación y traza una primera aproximación a su teoría. Entiende este autor que el texto es el campo metodológico de la producción del

El texto

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SEMIOTICA/DISCURSO PROF. NOE SANTOS UNAM Tema 23. El texto como unidad comunicativa... Las primeras tentativas de realizar una teoría del texto proceden de los años sesenta. Roland Barthes en su artículo De la obra al texto plantea el estudio del texto ... lenguayliteratura.org/mb/...id=352:tema-23-el-texto-como EL TEXTO COMO UNIDAD COMUNICATIVA. SU ADECUACIÓN AL CONTEXTO. EL DISCURSO. .- Diversas aproximaciones a la noción de texto.

Para Yuri M. Lotman (Estructura del texto artístico), se entiende por texto todo

discurso cifrado en uno o varios códigos, que se nos ofrece como una unidad de

comunicación concluida y autónoma. Son texto pues, un telegrama, una

conversación telefónica, una película, una novela, una fotografía, un cuadro de

pintura, un poema, una canción...

Desde un punto de vista semiótico el texto es una secuencia de signos que produce

sentido.

Para Barthes, Derrida y Kristeva, los textos son el lugar donde el sentido se

produce y produce una práctica significante.

Este planteamiento ha dado lugar a una semiótica discursiva o textual, en la que la

atención se fija más en lo que los signos hacen, que en los que representan.

Para Hjelmsev el texto se define por su clausura y su autonomía discursiva, serán

textos tanto la expresión ¡fuego!, como el conjunto de Los Episodios Nacionales.

Por ello múltiples teorías semióticas y textuales coinciden en señalar la coherencia

como un elemento constitutivo de la definición de texto.

Las disciplinas del texto han tenido un breve recorrido histórico. Las primeras

tentativas de realizar una teoría del texto proceden de los años sesenta. Roland

Barthes en su artículo De la obra al texto plantea el estudio del texto como un

nuevo objeto de investigación y traza una primera aproximación a su teoría.

Entiende este autor que el texto es el campo metodológico de la producción del

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sentido. No hay que identificarlo con una obra concreta, sino con una experiencia

de lectura o escritura. La naturaleza del texto es la de ser íntegramente simbólico y

plural: "todo texto es el entretexto de otro texto". En definitiva, Barthes asocia el

texto al disfrute, al placer sin separación. Pero este núcleo teórico no puede

constituir el comienzo de una teoría del texto, ya que para este autor el texto no

puede ser objeto de una exposición metaligüística, sino que la teoría del texto sólo

puede coincidir con la práctica de la escritura.

Ha sido en Francia y en torno a la revista Tel Quel donde se ha desarrollado esta

teoría del texto como productividad, a diferencia del uso comunicativo y

reproductivo del lenguaje. Una serie de autores se agrupan bajo esta tendencia

además de Barthes: J. Derrida, Ph. Sollers y sobre todo J. Kristeva. Pero este

movimiento tiene una dimensión más filosófica y de teoría literaria que lingüística.

El desarrollo posterior de la teoría del texto no ha seguido estos pasos trazados por

Roland Barthes, ya que sus exigencias eran más bien de tipo literario que científico.

Vamos a señalar a continuación un esbozo de los principales jalones de la teoría del

texto a partir de la Escuela de Constanza, de base fundamentalmente lingüística.

De la gramática de la oración a la gramática del texto.

Tradicionalmente la lingüística sólo se ha ocupado de la palabra o de la frase como

unidades superiores de investigación. Sin embargo, en la antigüedad clásica había

una conciencia retórica del discurso como unidad superior a la oración, aunque sólo

se establecieron reglas sobre la estructuración pragmática de la enunciación.

Contemporáneamente se apreciaron efectos estilísticos en la enunciación pero no

se abordó una teoría que diera cuenta de tales efectos. Por lo tanto la teoría del

texto es un campo de investigación relativamente reciente, a pesar de que la

conciencia del texto y del discurso es muy lejana en la cultura occidental.

Los primeros intentos de teorizar las estructuras textuales fueron una transposición

de las categorías gramaticales, de la gramática de la oración, a elementos textuales

todavía por determinar. Y así, se hablaba de la gramática del texto como un paso

necesario para el estudio de las estructuras lingüísticas, ya que se apreciaban

realidades organizativas de tipo gramatical que desbordaba la noción de oración. El

parágrafo y la cláusula, eran nociones conocidas desde hacía tiempo como

estructuras supraoracionales, pero de orden tipográfico u oratorio. Por otra parte

las estructuras textuales no consistían únicamente en ser abarcadoras de varias o

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muchas oraciones, no tenían por que ser sólo conjuntos de oraciones, pues había

textos tan parcos como un telegrama o tan extensos como una novela, y ambos no

dejaban de serlo por su extensión.

T. Todorov define el texto de una forma no oracional caracterizándolo por dos

rasgos: su autonomía discursiva, se trata de una entidad de significado completa

en sí misma; y por su clausura, el texto se concibe como algo acabado o entero.

El texto es, además, un sistema connotativo que se asienta sobre otro sistema

anterior el sistema de la lengua, básicamente denotativo.

Desde el punto de vista de la primitiva gramática del texto, se suponía que, si en la

oración había un componente fonológico, sintáctico y semántico; en la gramática

textual debería haber también la reproducción ampliada de estos tres

componentes:

La fonología del texto sería de tipo suprasegmental.

La sintaxis del texto abarcaría conjunto de frases.

La semántica del texto podría estudiarse desde puntos de vista retóricos, narrativos

y temáticos.

De estos tres últimos análisis, el que más se ha desarrollado ha sido el análisis

narratológico: las estructuras narrativas se han identificado como actantes y

funciones, hay semióticas del texto, como la de Greimas, que hacen estudios muy

minuciosos de las estructuras narrativas.

Sin embargo, este análisis vale únicamente para un tipo de texto, los de la fábula,

pero es menos útil para las demás tipologías. No obstante, hay que decir que las

preocupaciones de estos autores no iban por el camino de construir una teoría del

texto, sino una teoría de la narración, o una semántica estructural del discurso.

Fue a finales de los sesenta cuando se puso en cuestión el paradigma lingüístico

centrado exclusivamente en el análisis del sistema abstracto de la lengua, fuera

este de tipo generativo-transformacional o de tipo funcionalista. El aldabonazo de la

pragmática y la sociolingüística, despertaron a los estudiosos del lenguaje del

sueño inmanentista, que sólo quería ver las estructuras internas del sistema

lingüístico, y los llevaron a atender al estudio del uso, del habla, de las variedades,

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del contexto, etc. La lengua aparecía como un magma demasiado multiforme si era

abordado desde el habla como para que la ciencia pudiera someterlo a una

formalización unificadora, y esto había llevado a los lingüistas, en un afán de

cientifismo, a ocuparse únicamente por el sistema abstracto de la lengua,

menospreciando las variantes como simples epifenómenos de estructuras

operativas más generales y profundas. Por otra parte, los descubrimientos hechos

en el análisis de los actos de habla presentaban unas facetas en el uso de la lengua

que no habían sido atendidas hasta ahora, pues no eran percibidas desde las

alturas del sistema abstracto.

Ello llevó a cuestionar la forma de hacer lingüística, al tiempo que aparecían las

carencias de una lingüística que se había autolimitado al estudio de la oración como

máximo horizonte organizativo de la teoría del lenguaje. La primitiva gramática del

texto buscaba paradigmas explicativos de los fenómenos supraoracionales

rastreándolos en los estructuralismos europeo y americanos.

Fue la lingüística alemana, desde Peter Hartmann en adelante, la que desde 1964

se había impuesto como objetivo la descripción estructural del discurso. En este

ámbito Manfred Bierwisch (1965) había intentado aplicar las estructuras

generativistas al estudio de la literatura, señalando la presencia de

macroestructuras en el discurso literario.

La lingüística del texto

En los años sesenta se da el primer intento de construir una lingüística del texto.

(ldt), que fuera más allá de los intentos gramaticales. El trabajo del grupo de

Constanza, cuyo congreso se celebró en 1973, con autores como Janos Petöfi,

Kummer, Ballmer y otros, abandonó los planteamientos gramaticales para

centrarse en otras estructuras, como la coherencia del discurso, los aspectos

pragmáticos en el uso de la lengua, las relaciones de la actuación lingüística con

una teoría general de la acción, la incorporación de categoría de la lógica como la

noción de mundo posible, para explicar la coherencia semántica del discurso, etc.

A estos primeros esbozos se incorporó el lingüista holandés TEUN VAN DIJK, desde

estudios de crítica literaria que trataban de tener en cuenta las aportaciones de la

teoría del discurso. Su primera obra Some aspects of Text-grammars (1972)

representó en su momento el planteamiento de las posibilidades y aspiraciones de

la nueva disciplina. Van Dijk se había formado en el estructuralismo francés

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aplicado al estudio de la obra literaria, pero ha ido derivando progresivamente a la

construcción multidisciplinar de una auténtica ldt

Su primera obra significativa en este sentido fue Texto y contexto. Semántica y

pragmática del discurso (traducción española publicada en Cátedra, 1ª ed. 1980),

donde aparece un esbozo bien sistematizado y útil de la ldt desde presupuestos

semánticos, lógicos, pragmáticos y desde la teoría de la acción. Aquí aparecen ya

bien delineados conceptos capitales para esta disciplina como los de conexión,

macroestructuras, coherencia, tipos de discurso, pragmática del discurso,

macroactos de habla, etc.

Las ideas de VAN DIJK se van reformulando, matizando y enriqueciendo en

sucesivas aportaciones sobre la base de esta obra capital. Hay que agradecer a

este autor su claridad precisión y capacidad de síntesis que demuestra, sobre todo,

en as conferencias que dictó en la Universidad de Río Piedras, Puerto Rico en 1978,

publicadas en forma de libro. Esta obra constituye una de las vías de acceso más

claras y brillantes a la ldt.

La ciencia del texto

Las aportaciones de VAN DIJK se van ampliando en sucesivas publicaciones. En la

obra La ciencia del texto (Un enfoque interdisciplinario) acomete un intento

globalizador de construir un campo multidisciplinar en el que se aborde la teoría del

texto desde los presupuestos anteriores, pero teniendo en cuenta también la

psicología cognitiva y el análisis de la conversación. La obra se presenta como "una

nueva conexión transversal interdisciplinaria" que trata de construir una ciencia del

texto. El enfoque, más que lingüístico, es comunicativo, la misión de esta ciencia

del texto estaría en "describir y explicar las relaciones internas y externas de los

distintos aspectos de las formas de comunicación y uso de la lengua". La obra es un

manual práctico dirigido a un público muy amplio, con un intento de difundir las

aportaciones y las sugerencias de la ciencia del texto. En ella, su autor tiene en

cuenta incluso los aspectos de la psicopatología de la elaboración textual. El

capítulo sobre la adquisición de habilidades textuales por parte de los hablantes

tiene un gran interés por su aplicación didáctica. La ciencia del texto nos

proporciona en esta obra un modelo suficientemente elaborado.

La semiopragmática del texto

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Una de las carencias que se hecha en falta en la obra de VAN DIJK, es la inclusión

de conceptos semióticos. La semiótica es la disciplina que estudia los procesos de

comunicación de forma más globalizadora, pues atiende a todos los sistemas de

comunicación en tanto que códigos, en tanto que prácticas culturales y en tanto

que construcción de discursos. La integración de las aportaciones de la semiótica y

de la teoría del texto puede enriquecer aún más una perspectiva epistemológica tan

fecunda como la prometida por la ciencia del texto. Un intento de integración de

ambos campos de investigación ha sido llevado a cabo por los autores españoles J.

Lozano, C. Peña-Marín y G. Abril en su obra Análisis del discurso. Hacia una

semiótica de la interacción textual, en la que se tiene en cuenta las ideas de VAN

DIJK, de un lado, y las de UMBERTO ECO, de otro, además de las investigaciones

de la pragmática lingüística o la teoría del discurso elaborada por A. J. GREIMAS.

La semiótica del texto podrá englobar todos los enfoques anteriores, su estudio

comprende, en la práctica interpretativa consagrada por U. ECO, la teoría de los

códigos, tal y como quedara establecida en el tratado de semiótica general, la

teoría de la enciclopedia textual, o destilado de todos los elementos anteriormente

conocidos que constituye la experiencia de un lector, junto con la teoría de las

reglas de generación e interpretación de las actualizaciones discursivas. A esta

semiótica le interesa analizar la correspondencia entre los recorridos generativo e

interpretativo en la configuración del texto. El primero supone una serie de

trayectorias que exploran y establecen el futuro recorrido interpretativo del texto.

Cada lector actualiza, en virtud de sus parámetros idiolectales, un texto diferente.

La definición que ECO, nos proporciona de lo que es un texto recoge las anteriores

características: "El texto es un artificio sintáctico-semántico-pragmático cuya

interpretación está prevista en su propio proyecto generativo. Como tal es un

mecanismo perezoso que precisa de la cooperación interpretativa del lector"

Esta definición de texto posee unas extraordinarias posibilidades didácticas para

propiciar y encauzar el desarrollo de las competencias textuales de los alumnos, si

se extrae de ella todas las consecuencias y derivaciones pedagógicas que entraña.

El texto como unidad comunicativa

Hay otros modelos teóricos sobre el texto, como el modelo de Beaugrande-

Dressler, en éste paradigma el texto se define como una unidad comunicativa que

satisface siete requisitos de textualidad:

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Cohesión

Coherencia

Intencionalidad

Aceptabilidad

Informatividad

Situacionalidad

Intertextualidad.

La cohesión concierne al modo en que los elementos del texto están relacionados

entre sí "en superficie", tal como los percibimos. El grado de cohesión textual se

manifiesta en la sintaxis superficial del texto: la repetición de algunos elementos en

forma de pronombre, la paráfrasis, la unidad temporal-aspectual, los paralelismos

son todos ellos fenómenos que garantizan la cohesión del texto. Así, la distribución

de los artículo determinado e indeterminado ayuda al lector/oyente a buscar hacia

delante o hacia atrás la información a la que se refieren, mientras las distintas

formas de anáfora referidas al sujeto gramatical de la primera frase del texto

siguiente permiten identificarlo como tema constante:

"Sobrevino de repente un elefante. El paquidermo avanzaba lentamente hacia

nosotros, que lo teníamos a poca distancia. Sólo cuando lo vimos dar media vuelta

no nos sentimos completamente a salvo. Un animal de esas dimensiones siempre

produce respeto".

La coherencia se manifiesta en un nivel más profundo mediante la continuidad de

sentido que caracteriza un texto. Esta continuidad afecta a la estructura semántica

y, en términos cognitivos, a la estructura lógica y psicológica de los conceptos

expresados. Los conceptos expresados que van apareciendo en el texto se elaboran

en función del fin que se persigue con ese texto, pero globalmente la elaboración

procede de la investigación de ‘centros de control’, de los puntos estratégicos más

importantes que nos permiten entender la unidad y la continuidad del texto. Los

centros de control más probables son los conceptos primarios como objetos,

situaciones, acontecimientos y acciones. Después están los conceptos secundarios

como el tiempo, el atributo, la localización, el movimiento, el instrumento, la causa,

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la cantidad, la modalidad, etc. Los marcos ("fiesta de cumpleaños") indican algunas

relaciones típicas, los guiones ("el restaurante") o los esquemas fijos que contienen

información sobre determinadas secuencias de acontecimientos funcionan como

centros de encuadramiento.

La intencionalidad se refiere a la actitud de quien produce un texto coherente

respecto a los objetivos que persigue o a la realización de un proyecto

determinado.

La aceptabilidad se refiere al receptor, éste percibe un texto claro y coherente,

elaborado con una intención determinada, en un contexto sociocultural concreto, si

no sucede así la comunicación resulta afectada. La intención y la aceptación son

también conceptos presentes en el Principio de Cooperación formulado por GRICE,

según el cual un oyente es más propenso a buscar significados implícitos que a

juzgar un texto oscuro e incoherente.

Con la informatividad se hace referencia al grado de predicción o probabilidad de

determinados elementos o informaciones que aparecen en el texto. Los textos con

mayor carga informativa requieren una atención mayor que los textos fácilmente

predecibles. La elaboración de un texto rico en información nueva exige mayor

esfuerzo y resulta más interesante. La estructuración de un texto está regida por

un equilibrio justo entre informaciones nuevas e informaciones conocidas.

La situacionalidad se refiere a la importancia de un texto en el interior de una

situación comunicativa concreta.

La intertextualidad pone en relación el texto con los demás textos con los que

establece relaciones de significado.

Texto, contexto y situación

Desde una perspectiva epistemológica bien fundamentada, habría que tener en

cuenta las aportaciones más puntuales de la teoría del texto, junto a la teoría del

contexto y a la teoría de la situación comunicativa. Los tres campos se

interrelacionan y complementan con un enfoque comunicativo y funcional del

lenguaje. En él estarían integrados y contemplados: los descubrimientos de la

psicología cognitiva, de la inteligencia artificial, de la teoría de la elaboración de los

significados culturales o de la etnometodología, entre otras disciplinas. Éstas habría

que considerarlas en relación con las teorías sobre el texto y sus componentes

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(desde el fonema a las superestructuras textuales), la teoría de la interacción de los

sistemas de comunicación verbal y no verbal, las teorías del contexto (pragmática,

sociolingüística) y la teoría de la situación que analizaron los autores de la Escuela

de la Nueva Comunicación.

La adecuación del texto al contexto de comunicación

Ya hemos señalado en los capítulos precedentes que el marco comunicativo

condiciona nuestra expresión y nos impulsa a decir determinadas cosas, de una

manera adecuada y en el instante preciso, si es que pretendemos ser unos

comunicadores competentes.

Si nuestra comunicación se establece en el marco de una conversación por

ejemplo, es evidente que hay unas normas de intervención, de extensión, un

sentido de la oportunidad, el respeto por las opiniones de los otros, etc., que todo

hablante tiene en cuenta o trata de tener en cuenta cuando participa en este tipo

de texto colectivo. H. GRICE ha descrito los principios de cooperación que deben

regir la intervención de cada interlocutor de un diálogo:

La oportunidad: intervenir en el momento en que seamos requeridos a ello o

cuando nuestra aportación se haga precisa.

La brevedad: nuestro uso de la palabra ha de ser tan breve como requiera la

información que proporcionamos.

La calidad: nuestra atribución ha de ser verdadera y considerada con las opiniones

de los demás.

La relevancia: las opiniones que aportaremos habrán de ser pertinentes, es decir,

coherentes con el tema que se está tratando.

La claridad: nuestras palabras serán precisas y ordenadas, evitando la oscuridad, la

imprecisión y la ambigüedad.

Estos principios podrían resumirse en una sola máxima: "Que tu contribución a la

conversación sea la adecuada".

Actuar de la manera descrita en una conversación es saber estar a la altura de las

circunstancias comunicativas, desempeñar el papel que los demás quisieran que

desempeñemos. Es evidente que no siempre las cosas discurren por estos cauces

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en las conversaciones de la vida cotidiana, y así, se podría llegar desde el modelo

propuesto al llamado "diálogo de sordos", en el que cada cual habla y nadie se

escucha, aunque aparenten oírse. Esta sería la caricatura de una auténtica

interacción personal. En cambio. Un diálogo de personas atentas y educadas

comporta el que cada uno de los participantes salga enriquecido con las

aportaciones de los demás y con el contacto humano que supone la renovación y el

contraste de nuestra experiencia con la de los otros.

De esta manera, podríamos trazar el modelo deseable de interacción comunicativa

que es pertinente para cada tipo de marco situacional. Cuando intervenimos en una

situación de comunicación nos situamos a veces de manera inconsciente en un

variedad dialectal o estandar de nuestra lengua, elegimos un código personal o

posicional, actuando como sujetos individuales o en función de un rol social –juez,

conferenciante, persona libre y abierta, etc.-.

Esta elección de repertorio lingüístico, de variedad o de registro, va acompañada de

otras elecciones temáticas, de canal (oral, escrito) de propósito perseguido en la

comunicación: impresionar, convencer, provocar un contacto humano, etc. Nuestra

relación con los interlocutores presentes (o con los futuros receptores de nuestra

escritura), será así más o menos formal, más o menos personal, más o menos

dialectal, más o menos original, más o menos normativa, etc.

La adecuación es el producto de una serie de elecciones de códigos expresivos, no

solamente lingüísticos en el caso de la comunicación oral, que realizamos de forma

consciente o inconsciente, de manera acertada o equivocada con respecto a los

fines que se plantea nuestra intención comunicativa. Pero, para hacer posibles

estas elecciones tenemos que poseer una riqueza de repertorios y registros, una

experiencia comunicativa en el dominio del género textual de que se trate y un

saber estar a la altura de cada circunstancia. De esta manera, nuestro discurso

resultará o será calificado por los demás de adecuado, oportuno, acertado, preciso,

afortunado, etc.; o por el contrario será motejado de pedante, distante, oscuro,

vulgar, risible, incoherente, etc.

Saber actuar en situación es dominar lo que los teóricos han llamado competencia

comunicativa de tipo pragmático: la capacidad de decir lo apropiado en el momento

preciso y de la manera correcta. El desarrollo de esta competencia requiere la

práctica avezada y continua.

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Los universos del discurso.

Todo discurso tiene unos límites, del mismo modo que los tienen los temas de toda

enciclopedia. La enciclopedia textual no puede ser infinita, al igual que no lo son los

discursos emitidos. Un universo discursivo ilimitado abarcaría el reino de todo lo

posible.

El significado es la traducción de un signo a otro signo (entendiendo por signo tanto

una palabra como una frase o un libro entero), todo significado puede ser

comentado o prolongado por otro significado, provocándose así una semiosis

potencialmente ilimitada. Los límites de esta cadena interpretativa son los citados

universos del discurso.

Todo lexema manifiesta su significado por medio de un semema, éste contiene en

sí mismo un texto virtual, de tal manera que todo texto no es más que la expansión

de un semema inicial, núcleo temático que encierra la macroestructura de un futuro

texto.

Mediante las expansiones de los sememas se va enriqueciendo la enciclopedia con

nuevos significados. Los objetos para la semiótica tienen la importancia no en tanto

que tales, sino como ocasiones de significación para un lector del mundo. Los

objetos son signos en la medida que nos dicen algo, más allá de su existencia real.

Obtenemos de ellos informaciones, valores simbólicos, connotaciones.

Nuestras mismas acciones en el mundo pueden ser leídas como actos de

significado, la acción constituye una interrelación del significado con la práctica, del

mismo modo que el discurso es también una acción que produce efectos

significativos y efectos transformadores sobre la realidad.

El mundo, poblado de objetos y de seres, está también repoblado de significados,

de mundos posibles, de universos semánticos. Los actos de imaginación, lo mismo

que los actos de representación y de elocución discursiva, crean realidades, las

modifican, las matizan, dan sentido a la experiencia, formando una cadena

incesante de interrelaciones mutuas.

Un relato, una novela, ocurre en varios niveles de existencia. Sucede en el plano de

la acción y en la subjetividad de los protagonistas, es un mundo posible para el

lector que se introduce en su textura. La lógica modal no se pregunta si una

proposición es verdadera o falsa, sino en qué clase de mundo posible sería

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verdadera. Si se demostrara que es verdadera en todos los mundos posibles

imaginables, es casi seguro que la verdad derivada de ella es propia del lenguaje y

no del mundo, como la afirmación siguiente: "un soltero es un varón no casado", en

la que lo que hacemos es definir el valor semántico de la palabra "soltero", pero no

aludimos al estado civil de ninguna persona concreta.

A medida que leemos, comenzamos a construir un texto virtual propio, es como emprender un viaje sin mapas y sin guía. El texto real que tenemos delante necesita ser interiorizado dentr