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Els inoperants organismes internacionals La idea d’una “pau comuna organitzada”, objectiu primordial de la Societat de Nacions (1918), de curta vida i nul·la efectivitat, va ser assumida per Franklin Delano Roosevelt amb la creació de les Nacions Unides, el 1945, de la mà d’una de les potències vencedores de la Segona Guerra Mundial. Les ambicions del nou organisme internacional aviat es van veure coartades per les pretensions nord- americanes de subordinar el destí del planeta a la Potència dominant. De poc ha servit aquesta organització a les finalitats de la seva fundació. Les seves resolucions sobre els conflictes i les guerres han estat majoritàriament ignorades (especialment els que afecten l’ocupació israeliana de Palestina o els relatius al conflicte del Sàhara occidental, per citar-ne només uns quants). El dret de veto dels cinc membres permanents del Consell de Seguretat ha impedit unir forces per frenar el terrorisme o la proliferació nuclear. De fet, l’ONU va servir en el seu moment de cambra de ressonància durant la guerra freda o de tribuna per als moviments d’independència de les antigues colònies. Poc més. Fins i tot les seves prop de 30 agències dependents, com la dels refugiats, la salut, la infància, la cultura o el desenvolupament són avui subjecte de debats davant de les grans institucions comercials i financeres de la globalització. Fons de política internacional Carlos Nadal Recull d'articles publicats per Carlos Nadal a La Vanguardia entre els anys 2000 i 2010

Els inoperants organismes internacionals

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Page 1: Els inoperants organismes internacionals

Els inoperants organismes internacionals La idea d’una “pau comuna organitzada”, objectiu primordial de la Societat de Nacions (1918), de curta vida i nul·la efectivitat, va ser assumida per Franklin Delano Roosevelt amb la creació de les Nacions Unides, el 1945, de la mà d’una de les potències vencedores de la Segona Guerra Mundial. Les ambicions del nou organisme internacional aviat es van veure coartades per les pretensions nord-americanes de subordinar el destí del planeta a la Potència dominant. De poc ha servit aquesta organització a les finalitats de la seva fundació. Les seves resolucions sobre els conflictes i les guerres han estat majoritàriament ignorades (especialment els que afecten l’ocupació israeliana de Palestina o els relatius al conflicte del Sàhara occidental, per citar-ne només uns quants). El dret de veto dels cinc membres permanents del Consell de Seguretat ha impedit unir forces per frenar el terrorisme o la proliferació nuclear. De fet, l’ONU va servir en el seu moment de cambra de ressonància durant la guerra freda o de tribuna per als moviments d’independència de les antigues colònies. Poc més. Fins i tot les seves prop de 30 agències dependents, com la dels refugiats, la salut, la infància, la cultura o el desenvolupament són avui subjecte de debats davant de les grans institucions comercials i financeres de la globalització.

Fons de política internacional Carlos Nadal

Recull d'articles publicats per Carlos Nadal a La Vanguardia entre els anys 2000 i 2010

Page 2: Els inoperants organismes internacionals

Erademasiado amplio, inabarca-ble el propósito de la conferen-cia deDurban, celebrada del 31de agosto al 8 de septiembre.Caótica por el excesivo númerode participantes. Ciento sesen-

ta estados, seis mil delegados. Por si fuera po-co, entre seis y siete mil miembros de organi-zaciones no gubernamentales (ONG) se reu-nieron paralelamente en un foro propio. Lostemas por tratar eran, también, demasiado ge-nerales. Racismo, discriminación racial, xe-nofobia, intolerancia.En parte se podía entender la conferencia

como ámbito apropiado para pasar cuentasde una larga, discutida historia. Trata de ne-gros, esclavitud, sometimiento y margina-ción de poblaciones indígenas, explotación.Un contencioso de enormes proporciones.Había que remontarse muy atrás en el pasa-do. Por eso la exigencia de reparaciones a laspotencias que fueron coloniales era un plan-teamiento irrealista.La conferencia estuvo deficientemente pre-

parada,mal consensuada. Se iba a ella dema-nera dispersa y el rangomenor de la represen-tación norteamericana daba a entender desdesu comienzo la falta de voluntad de que fueraadelante con éxito. La retirada norteamerica-na e israelí por el empeño de los paísesmusul-manes de convertir el numeroso comicio enuna condena abrumadora de Israel no sor-prendió en absoluto.Pudo parecer que en Durban iba a resuci-

tar la idea del Tercer Mundo como un todo.Algo remotamente semejante a lo que fue en1955 la conferencia de Bandung y el lideraz-go de losNasser, Nehru yTito. O la expresióndel choque de civilizaciones de que hablaS. P. Huntington en su famoso libro. No hahabidonada de eso.Más bien, junto a posicio-nes bien intencionadas, como la de Sudáfri-ca, el país anfitrión, han prevalecido inco-nexos propósitos políticos y un diálogo de sor-dos. El papel amortiguador de laUniónEuro-pea ha sido tímido, por estar atrapada entrela condición de deudora de agravios y busca-dora del término medio.No ajena a la era de la globalización, la con-

ferencia deDurban ha sido un abigarrado en-cuentro-desencuentro de múltiples sujetosculturales, geográfico-políticos y raciales deacusada diversidad. Había mucho de que ha-blar. Temas de candente actualidad. Cual-quiera de los que estaban por tratar en Dur-ban tiene una vigencia exigente en nuestro

tiempo. Son la cara oscuradel brillar de la modernidad.Segregación, discriminación,explotación, intolerancia.En una época que se vende

como de la transparencia,nuestro mundo está lleno deopacidades. En según qué lu-gares y situaciones, mayoresque las de años atrás. Véasegran parte de África, Asia,América. ¿Qué ocurre de ver-dad, por ejemplo, en Soma-lia, Sudán, Sierra Leona, Li-beria, Congo? ¿Y en Afganis-tán? Sigue un largo etcéterade no acabar en el que entranCoreadelNorte, China. La le-gislación contraria al prejui-cio de las castas en India noha acabado con ellas. Los abo-rígenes americanos sólo sonnoticia fugaz cuando ocurrealgo sobresaliente como elmovimiento del Comandan-te Marcos en México.Se negocia con la emigra-

ción, hay discriminaciones,trabajo no sólo en condicio-nes de precariedad, sino depráctica esclavitud, tráfico ile-gal e inhumano demiles ymi-les de personas, explotacióndemenores, sometimiento dela mujer. Abundan gobiernosracistas, de poderes tribales oque ejercen discriminación religiosa.Estados Unidos, la UE no están exentas de

males que necesitarían ser ventilados con va-lentía y claridad. Internos, pero sobre todo elde sus posiciones de ventaja económica ypolí-tica y de deber moral, precisamente en las re-laciones con los países africanos, asiáticos ehispanoamericanos que asistieron a la confe-rencia de Durban Y, cada vez más, el trata-miento de la inmigración masiva procedentede África, Asia, la Europa oriental.Primero razones religiosas, cristianas, des-

pués las ideológicas del liberalismo, fomenta-ron, desde el comienzo de las colonizacioneseuropeas, expresiones de mala conciencia, aconsecuencia de la contradicción de las ideasde libertad, igualdad de derechos y fraterni-dad que se iban abriendo paso en el viejo con-tinente y la dura, a veces escandalosa reali-dad del comportamiento en las colonias. Hu-

bo un largo debate. ¿Expansión del progreso oexplotación? ¿Misión civilizadora u opre-sión? ¿Participación o exclusión?El debate llegó hasta los años de la descolo-

nización, desde 1947 (independencia de In-dia) hasta los años setenta (retirada de los por-tugueses de sus posesiones ultramarinas)Y si-guió con la crítica de lo que se entendió comoneocolonialismo.Hay cuentas pendientes. Pe-ro es impracticable pasar de una especie deestados generales mundiales a concrecionesprácticas, soluciones factibles.La naturaleza multitudinaria de la confe-

rencia de Durban ha sido causa de su escasoéxito. Un final ambiguo debido, no sólo almal disimulado boicot de Estados Unidosdesde el principio, sino a las mismas discre-pancias entre los países que asistían como pe-ticionarios de reparaciones morales y econó-micas. Con la dificultad de cuantificarlas, en-

cauzarlas. ¿Desde cuándo, en razón de quéprincipios, de qué criterios? Con el añadidode que la mayoría de los propios demandan-tes son deudores por daños similares a los pa-decidos durante la colonización.Aunque que-da pendiente la responsabilidad que puedahaber, hasta en esto, de las que fueron nacio-nes colonialistas.Sin duda, esta doble implicación ha contri-

buido a que muchos de los seis mil delegadosno quisieran sinceramente abordar la cues-tión de fondo. De ahí que haya prosperado elempeño de los estados musulmanes de deri-var la atención predominante de la conferen-cia de Durban hacia la condena de Israel,cuando ellosmismos dejanmuchoque desearen el cumplimiento de las ideas para cuyadefensa participaban en la conferencia deDurban.Había en Durban la ocasión de por lo me-

nos dejar sentadas cuestiones de principio so-bre algunas de las peores deficiencias con quecomienza el tercermilenio. Y los estadosmu-sulmanes, principalmente los árabes, hanaprovechado la capacidad de resonanciamundial del acontecimiento para encaminar-lo hacia la cuestióndePalestina. En este senti-do, Durban ha sido un menguado éxito deArafat, de efectos prácticos nulos. Así, los go-biernos árabes han podido alardear de su soli-daridad con los palestinos sin comprometer-se de verdad a nada. Evitando arriesgarse enformasmás auténticas de alineamiento con lacausa palestina.Racismo, discriminación, xenofobia, into-

lerancia. Males de ayer, males de hoy. HabíaenDurban una cita para, por lomenos, inten-tar analizarlos, proponer remedios prácticos.Ha sido una ocasión diluida en generalizacio-nes. Como ocurrió en las precedentes confe-rencias deGinebra en 1978 y 1983. La decep-ción de una reuniónmundial de la que no erade esperar mucho más de lo que ha sido.c

UNA VEZMÁS QUEDAen generalidades el propósitode desarraigar gravesmales históricos,vivos en nuestro tiempo

ASTROMUJOFF

La decepción cantada deDurbanWEEKEND POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

DOMINGO, 9 SEPTIEMBRE 2001 I N T E R N A C I O N A L LAVANGUARDIA 17

Page 3: Els inoperants organismes internacionals

Laposición del Gobierno norte-americano está clara. Viene adecir que el Tribunal Penal In-ternacional (TPI) está bien paralos demás. Para los europeos,que tanto tienen que hacerse

perdonar en su propia historia. No para Esta-dos Unidos que, según afirmó Bush el juevespasado en el aniversario de la declaración deIndependencia, nacieron como Estado librecon la misión encomendada por Dios de de-fender la libertad, la justicia y la democracia.Va implícito en la posición norteamericana

que bien está la existencia de un tribunal queentiende de crímenes contra la humanidad yde genocidio cometidos por bárbaros ruande-ses u otro tribunal que se ocupade los desmanes de serbios, croa-tas y bosnios. Pero que puedanser juzgados por un tribunal in-ternacionalmilitares o diplomáti-cos norteamericanos a quienes seles vaya la mano en operacionesde policía, salvaguarda de la pazo castigo de terroristas en el exte-rior es otro cantar. Simplementeun absurdo. Un ciudadano esta-dounidense no puede ser juzga-do por magistrados de Dios sabedónde en atención a leyes que po-drían incluso entrar en contradic-ción con la Constitución norte-americana. Ni un soldado norte-americano podrá ser juzgado porel TPI a causa de acciones cum-plidas en nombre de las Nacio-nes Unidas.El discurso presidencial del

día 4 dejó bien sentado que Esta-dos Unidos está en guerra contrael mal, un enemigo sin piedad,responsable de más de 3.000muertos en el atentado contra lasTorres Gemelas de Nueva York.Una guerra que ya llevó al país adestruir el régimen fanático delos talibán afganos y que sigue siendo una per-manente amenaza de la que las autoridadesnorteamericanas advierten demanera repeti-da. No ocurrió nada el pasado jueves como setemía, pero el país estuvo sobre aviso y el ar-dor patriótico lo recorrió de mar a mar. UnBushde épicos acentos fundamentalistas y al-ta pulsación nacionalista puso por delante losvalores esenciales de la nación con una orato-ria enardecida, cuyo eco llegará sin duda a laselecciones de noviembre.

Este clima de exaltación colectiva, de te-mor y fervor no es precisamente el apropiadopara que el Gobierno norteamericano aceptey la población comprendaque, entre los sesen-ta mil hombres que Bush dijo repartidos enmisiones exteriores, alguno pudiera ser juzga-do por un tribunal internacional por actos im-previsibles derivados de su tarea. Han decombatir en una guerra insólita, en parte se-creta y en parte abierta, que puede obligar aluso de medios poco convencionales, tal vezimprocedentes. En cuyo caso, si hubiere lugara sanciones, el asunto se ha de resolver encasa.Hasta Clinton, tan comprensivo respecto a

las razones europeas, aunque firmó el tratado

de creacióndel TPI, se guardó bien de presen-tarlo al Congreso para su aprobación. Veíaque la cuestión era delicada. ¿Cómo no iba arechazarlo ahora Bush, enzarzado en el lide-razgo de la gran cruzadamundial contra el te-rrorismo islamista?El debate conEuropa sobre el TPI se produ-

ce en planos desiguales. Los europeos usan lalógica de los principios de derecho. Si quere-mos unmundo en que se penalicen los críme-nes de guerra, contra la humanidad o de geno-

cidio, hacerlo no hay que encomendarlo a tri-bunales nacidos de las soberanías nacionales.Ha de haber una instancia suprema con juris-dicción internacional. Ir más allá de la crea-ción de tribunales para casos concretos comolos instituidos para los delitos cometidos enRuanda o en la exYugoslavia.Y, naturalmen-te, no es justo que escapen a la jurisdiccióndel Tribunal Internacional aquellos mismosque, en operaciones encaminadas a impedir ocorregir crímenes de esta naturaleza, incu-rran en ellos.Y ahí se interponen en la polémica sobre el

TPI dos realidades ineludibles: 1) la aporta-ción norteamericana a las operaciones de pa-cificación y seguridad mundial hasta ahora

ha sido absolutamente impres-cindible; 2) desde hace tiempoEstados Unidos está comprome-tido en la cobertura de accionesglobales en las que los norteame-ricanos tienden a confundir unamisión desinteresada con objeti-vos propios a sus convenienciascomo única superpotencia mun-dial. Acciones de las que la Euro-pa comunitaria y atlantista que-da, a veces, apartada o reducidaa tareas subsidiarias.En estos casos, el papel global

de Estados Unidos también hadesbordado al de la ONU o lo hatransformado en prácticamentenominal.Estados Unidos practica una

política de superpotencia que ex-cluye, de hecho, la aspiración acrear un orden universalmentejusto. Es algo que está en el nú-cleo del debate actual sobre si si-tuaciones de injusticia patentejustifican intervenciones interna-cionales endetrimento del princi-pio de soberanía nacional. No setrata de abstracciones.Ha ocurri-do en la ex Yugoslavia en sus dos

vertientes: derecho a la intervención exteriory restablecimiento en la práctica del derechode tutela que existió antes de la SegundaGue-rra Mundial bajo el mandato de la Sociedadde Naciones y que hoy se practica más o me-nos propiamente ennombre de laONU, espe-cialmente en Bosnia y Kosovo.Pero esto se hace incómodamente conflicti-

vo cuando EstadosUnidos rechaza elmanda-to del Tribunal Internacional, que actuaráprecisamente en nombrede lasNacionesUni-

das. Es el pez que se muerde la cola. O se co-rre el riesgo de que EstadosUnidos cumpla laamenaza de retirar a su gente que cumple mi-siones de paz en nombre de la ONU, lo quesuponedejar a la organizaciónmundial sin re-cursos necesarios, a veces imprescindibles, pa-ra la existencia y eficacia de su brazo armado.O hay que aceptar una excepción favorable alos norteamericanos que desvirtuaría la basemisma de las misiones pacificadoras en nom-bre de laONUy la existencia del Tribunal In-ternacional. ¿Una fuerza dedicada a asegurarla justicia puede ser impune ante la misma?Si la impunidad norteamericana se impu-

siera, todo el edificio de una justicia interna-cional resultaría afectado gravemente en susfundamentos. La propia ONU apareceríamás desacreditada de lo que ya está. Y queda-ría confirmado que incumbe a Estados Uni-dos la capacidad que les atribuye Bush de“usar un poder aplastante en defensa de la li-

bertad en todo el mundo”. Con la negativaejemplaridad que esto ocasionaría. Demane-ra especialmente peligrosa en potencias cre-cientes como China, India y Pakistán, quetampoco han firmado el tratado de creacióndel TPI y afirman en la fuerzamilitar un radi-cal nacionalismo soberanista.En las circunstancias actuales, EstadosUni-

dos sólo aceptará fórmulas que inevitable-mente supodrán una claudicación europea yel nacimiento de un Tribunal Penal Interna-cional enclenque y desvalido. Si la fórmula decompromiso consiste en que el Consejo de Se-guridad de la ONU, donde Estados Unidosdispone del derecho de veto, decida en cadacaso si el tribunal tiene jurisdicción o no, lajusticia quedará subordinada al poder políti-co. El ordenmundial dependerá de quién ten-gamás fuerza para imponerlo.YEstadosUni-dos tendrá el campo libre para hacer valer sincortapisas la cólera de que habló Bush en sudiscurso del día de la Independencia enCleveland.c

ASTROMUJOFF

EL RECHAZO DE EE.UU.a aceptar el Tribunal PenalInternacional es un precedenteque invalida, de hecho,los nobles fines de su creación

La justicia y la cólera de BushWEE-KEND POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

14 LAVANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 7 JULIO 2002

Page 4: Els inoperants organismes internacionals

Hay frases que, desdichada-mente, quedan. Notoria esla de Rumsfeld del pasadodía 7: “La diplomacia haacabado”. Quería decir, es-tá claro: ahora va a empe-

zar la guerra. Frase desafortunada precisa-mente en vísperas de la reunión del Consejode Seguridad del viernes, cuando habían deexponer su informe los inspectoresde la ONU en Iraq y andaban desca-labradas las relaciones de los aliadoseuropeos de la OTAN entre sí y res-pecto a la política norteamericana.Rumsfeld daba por terminada la

vez de la diplomacia como si hubieraacabado su tiempo. Pero en reali-dad, desde que la AdministraciónBush comenzó a anunciar el propósi-to de atacar Iraq y deponer a Sad-dam Hussein la diplomacia nor-teamericana ha andado flaca de re-cursos y de argumentos, condiciona-da por el principio de los hechos con-sumados, curiosamente antes de lle-varlos a su consumación. Extraña di-plomacia la de “lo haremos solos”,“si conviene, fuera de la autoridadde la ONU”. El martilleo continuodel presidente y sus consejeros: “Eltiempo se acaba”, “estamos hartos”,“sólo queda actuar”. Y en boca delpropio Rumsfeld, lindezas como lade calificar despectivamente a Euro-pa de vieja y comparar AlemaniaconLibia. La diplomacia norteameri-cana ha sido una repetitiva secuen-cia de chapuzas. ¿Es extrañoqueAle-mania y Francia se lo pusieran difícila los propósitos de Bush?Estados Unidos adquirió un capi-

tal de reconocimientos y simpatías araíz de los atentados del 11 de sep-tiembre del 2001. Después, ha conse-guido inexplicablemente perder ese capital.La falta de habilidad ha convertido su presti-gio en calamidades políticas como la del res-quebrajamiento de los lazos de la OTAN y dela Unión Europea, hoy dividida para satisfac-ción de los Estados Unidos de Bush entre “laEuropa vieja”, no conforme con el absoluto se-guidismo de la política norteamericana, y lacuriosamente llamada “nueva”, que se alineacon las directrices emanadas de Washington.El desacuerdo y las divisiones comenzaron

cuando la Administración Bush puso en elmismo paquete la lucha contra el terrorismo

islamista internacional, la prevención contrala difusión de las armas de destrucción masi-va y la guerra contra Iraq. Los aliados euro-peos coincidían con los dos primeros objeti-vos, no todos con el tercero. ¿Por qué de pron-to era vital atacar Iraq?Hubo, pues, desde muy pronto un punto

oscuro. Y no era esto probablemente lo peor.El gran error de la Administración Bush fue

su talante, el plantear la cuestión como si do-tara a Estados Unidos de la autoridad y la ca-pacidad suficientes para hacer y deshacer a sugusto, en el entendido de que los aliados te-nían que aceptarlo sin requerir demasiadasexplicaciones.La actitud norteamericana comportaba el

peligro de alteraciones sustanciales respecto aprincipios del derecho internacional, a las re-laciones entre aliados, al papel de las Nacio-nes Unidas. Ha supuesto, en los comienzosdel siglo XXI, como un regreso a procedi-mientos anteriores a la creación de la OTAN

y a las estrategias de contención y disuasiónque la Alianza Atlántica –totalmente originalen su género– practicó hasta el desmorona-miento del bloque del Este.Rumsfeld habló a este propósito de la vie-

ja Europa, donde la mayoría de la gente, se-gún él, vive todavía en el siglo XX. Se le po-dría responder que la vuelta atrás, muy atrás,es la de Estados Unidos actualmente. Basta

subrayar dos axiomas de la políticanorteamericana: uno, el de la guerrapreventiva, unilateral si es preciso,sin preocuparse de buscar el consen-so de los aliados y recurriendo aalianzas ocasionales de variable com-posición. Posiciones ambas incom-patibles con el espíritu originario dela OTAN.La organización atlántica y la Co-

munidadEuropea respondían en ori-gen a la misma finalidad, poner fina las desavenencias y la hostilidadesde la vieja Europa y asegurar de ma-nera permanente los vínculos entrelos estados democráticos occiden-tales contra amenazas totalitarias.Había un ánimo de complementa-riedad.La OTAN se quedó sin objetivo

preciso al fin de la guerra fría, justa-mente cuando Estados Unidos dabael salto a objetivos globales para losque no cree necesaria la concurren-cia de sus aliados a no ser como sim-ples auxiliares. Por su parte, laUniónEuropea llega a losmomentosquehabrían de ser cenitales de su am-pliación continental y de dotarse deunmarco constitucional precisamen-te cuando el gran aliado de ultramarprovoca fisuras de peligroso caladoentre los países comunitarios a causade su fuga hacia adelante. Así se po-ne de manifiesto demasiado tarde

hasta qué punto era imprescindible que laUnión Europea, potencia económica, simul-táneamente hubiera trabajado para serlo enlos terrenos de política exterior y defensa.La Administración Bush actúa de acuerdo

con una singular interacción de dos tenden-cias históricas norteamericanas respecto al ex-terior: el intervencionismo y el aislacionis-mo. El fundamentalismo republicano de basepuritana religiosa que tiene vara alta en laCa-sa Blanca combina la ideología de la supuestamisión especial que incumbe a Estados Uni-dos en su política exterior con la desconfian-

za hacia las incomprensiones, la ineficacia ylas rencillas nacionales que “la vieja” Europano ha llegado a superar a pesar de su unióncomunitaria.Movida por estas premisas, la Administra-

ción Bush se ha comportado con una jactan-cia frecuentemente ofensiva en detrimentode una diplomacia apropiada, la gran sacrifi-cada desde el 11 de septiembre del 2001. Hafaltado una cuidadosa e intensa búsqueda deun consenso internacional, especialmentecon los aliados. El lenguaje deWashington hasido con demasiada frecuencia prepotente,entre elmesianismo y un apocalíptico enfren-

tamiento con el mal. Lo cual no ha encontra-do oídos favorables en Francia y Alemania.CuandoWashington buscó recuperar la vía

diplomática y consiguió la resolución 1442 so-bre Iraq, probablemente el daño ya estaba he-cho. Y ese documento, que Estados Unidosinterpretó comouna brecha abierta para la in-tervención militar, Francia y Alemania loconsideraron sólo punto de partida para unlento proceso posterior en la Naciones Uni-das para detener la iniciativa norteamerica-na. Y esto ha ocasionado que en Europa seprodujera un desfase entre los países que pri-vilegian la voluntad de mantener unos lazosincondicionales conEstadosUnidos y los querechazan las formas usadas por la Casa Blan-ca. Rechazo que ha fomentado también entrelos europeos extremosas respuestas poco di-plomáticas. Alemania y Francia el 22 de ene-ro se precipitaron al pretender involucrar, sinconsulta previa, a todos los socios comunita-rios en su actitud opuesta a las posturas nor-teamericanas. Posteriormente, la carta deocho países, entre ellos España, que manifes-taban la plena alineación conWashington, sehizo también sin matices ni consultas al ejeParís-Berlín. Lo que venga después podrá talvez limar las aristas. Pero hay por medio algode fondo por resolver, tanto en la OTAN co-mo en la Unión Europea.c

ASTROMUJOFF

WEEK-END POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

La diplomacia, maltrecha

ELDEFECTO EN LOSrecursos diplomáticosha creado gravesdivisiones en la OTANy en la Unión Europea

DOMINGO, 16 FEBRERO 2003 I N T E R N A C I O N A L LAVANGUARDIA 15

Page 5: Els inoperants organismes internacionals

Durante varios meses Esta-dos Unidos ha combatido yperdido la batalla diplomá-tica prebélica. Ahora le que-da como baza política laguerra; las condiciones en

que se desarrolle, su efectividad, rapidez y re-lativa reducción de daños. Y en tercer térmi-no el desafío político de la posguerra: ganar lapaz, demostrar que Estados Unidos disponede una solución aceptable para Iraq y para laestabilidad de la región.

La querella diplomática prebélica ha sidode acusada acritud y se proyecta sobre la gue-rra desde su comienzo. Porque si norteameri-cana es la guerra, norteamericanas serán lasresponsabilidades y frutos de la misma. Es po-co probable que Bush quiera compartirlos co-mo no sea con Gran Bretaña, España e Italia,en proporción a su aportación y apoyo. Esta-dos Unidos entra en combate con mal pie por-que va sin aval del Consejo de Seguridad y elsecretario general de la ONU, Kofi Annan, lodijo sin ambages: “Estados Unidos se ha sali-do de la legalidad internacional”.

La Administración Bush tenía decidido ata-car Iraq. Pero esperaba hacerlo con el mayorconsenso internacional posible. En la CasaBlanca presumían que la resolución 1441comportaría el apoyo al menos de sus aliados.Existía el convencimiento de que prevalece-ría la propia interpretación de dicha resolu-ción en el sentido de autorizar el ataque. Peroel Consejo de Seguridad se convirtió en unterreno movedizo en el que la diplomacianorteamericana, británica y española estuvie-ron a punto de quedar empantanadas ante elinesperado frente unido que constituyeronFrancia, Alemania, Rusia y probablementeChina.

El tortuoso curso de las sucesivas reunio-nes del Consejo de Seguridad se convirtió enun calvario para la diplomacia anglo-america-na y española. Se hacía patente la naturalezailícita del proyecto de guerra, hasta el puntode surgir la amenaza del veto o el voto en con-tra de estados aliados y amigos como Franciay Alemania. Las vacilaciones en la presenta-ción de un segundo proyecto de resolucióncrearon lamentables episodios. Propuestacon la doble intención de que Francia y Rusiano se aventuraran a poner el veto, estuvo apunto de provocar que incluso el delegadofrancés ejerciera su derecho a hacerlo sin quele temblara la mano. Y Estados Unidos, Espa-ña y Gran Bretaña se vieron en la humillantesituación de que les negaran el apoyo no sólo

Chile y México, sino países de tan escasa enti-dad en los foros internacionales como Ango-la, Camerún Y Guinea.

Hubo circunstancias agravantes para eltrío partidario de la guerra. Las manifestacio-nes populares masivas que demostraron el re-chazo sin paliativos de prácticamente toda laopinión mundial y su disociación radical res-pecto a la política belicista, que produjo undesgaste dramático de Blair y malos presagios

para las próximas citas electorales a que estáenfrentado el PP en España.

Por si fuera poco, el Papa puso todo el pesode su autoridad moral contra la guerra y re-cientes declaraciones del Vaticano recorda-ban acentos medievales de anatemas del Pa-pa contra el emperador romano-germánico,señalando a Bush con el dedo acusador deDios. ¡Un Bush que proclama hacer la guerracomo una cruzada contra el mal, que abre lasreuniones ministeriales con unos minutos deoración, lee diariamente la Biblia y recomien-da hacer lo propio a sus colaboradores!

Acabada la diplomacia, la AdministraciónBush pisa el terreno que quería: la guerra. Yde ella espera un botín: la “pax americana”.

Una Unión Europea resquebrajada por

amargos resentimientos mutuos espera, coninciertas expectativas, que Estados Unidos lava a necesitar para la etapa de la paz pero co-rre el riesgo de haber perdido el tren de la his-toria aunque ésta tiene la versátil inclinaciónde dar muchas e inesperadas vueltas.

El cumplimiento de la razón de la fuerzaparece presuponer el éxito norteamericano,la confirmación de que el aval de la ONU esirrelevante como dijeron en la Casa Blanca.

Pero sienta un precedente peligroso par el fu-turo: que haya prevalecido la guerra preventi-va y la irrelevancia de la ONU puede ser ejem-plo para acciones similares de potencias emer-gentes y regionales. ¿Con qué autoridad po-dría entonces la ONU intervenir? Y sobre to-do, ¿apoyándose en qué principios EstadosUnidos podría convocar alianzas y reclamarel amparo de las Naciones Unidas si conside-rara que en el caso supuesto la guerra preven-tiva iba contra sus intereses?

Lo dicho no es sólo especular para un leja-no futuro. Vale ya para ahora mismo en el cur-so de la guerra contra Iraq. Turquía autorizael vuelo de aviones norteamericanos. Pero seacoge a la alianza con Estados Unidos para elenvío de su propio Ejército al Kurdistán ira-

quí, lo cual constituye una amenaza no tantopara Saddam Hussein como para los kurdosiraquíes, expuestos a ser sometidos con dure-za como sus hermanos de Turquía. De ser así,quedarían empañados seriamente los proyec-tos de Estados Unidos, difícilmente capacita-dos para impedir que sus aliados turcos se am-paren en los mismos principios invocadospor la Casa Blanca para ocupar el resto deIraq. Pésimo comienzo para sentar las basesde un Iraq supuestamente liberado y estableen su integridad territorial.

Esta guerra apunta a que el poderoso impe-rio norteamericano se esté quedando solo,con lo que esto conlleva de disponibilidad pa-ra hacer y deshacer, de ligar según la oportuni-dad del momento alianzas a la carta, perotambién que la cima del poder le obligue ausar cada vez más la fuerza militar y no la per-

suasión y la capacidad de atraer. ¿Podrá Esta-dos Unidos liberarse de esta fatalidad históri-ca, aprovechando la victoria para recoser lasalianzas basadas en fundamentales valorescompartidos, para recuperar el diálogo y el es-píritu de reconciliación?

No parece que la Administración Bush seala más indicada para este comportamiento,aunque le convendría obtener de alguna for-ma el reconocimiento internacional de lo he-cho y no llevar en solitario la carga de restable-cer la paz, el orden y la viabilidad económicay política del país ocupado como así fue enAfganistán.

Y tanto la OTAN como la Unión Europeahan sufrido fisuras demasiado hirientes sólosuperables si son capaces de hacer examen deconciencia sobre los errores cometidos, la có-moda debilidad demasiado prolongada, lasinhibiciones y, por contraste, los encastilla-mientos indentitarios.

En cuanto a la ONU no es de ahora su fraca-so. Le viene de lejos, de los años de la guerrafría en que la paz o la guerra sólo dependíande la voluntad de EE.UU. y la URSS.c

ASTROMUJOFF

LA GUERRA PREVENTIVAy la irrelevancia de laONU fomentadas porEE.UU. pueden volversecontra ellos en el futuro

Un peligroso precedenteWEEK-END POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

24 LA VANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 23 MARZO 2003

Page 6: Els inoperants organismes internacionals

La OTAN, para qué? Desde quecayó el muro de Berlín la pre-gunta surge con frecuencia. Eshabitual oír que si ya no hayPacto de Varsovia ni guerra fríacarece de sentido mantener una

alianza militar cuya razón de ser era precisa-mente el enfrentamiento Este-Oeste. Puesbien: no sólo persiste la existencia del PactoAtlántico sino que se ha ampliado hasta estarformado por 26 países miembros, al incorpo-rar a la Alianza prácticamente todos los esta-dos que estaban aliados con la URSS y tam-bién algunos que formaban parte de la propiaantigua Unión Soviética.

Y ahora, a raíz de la reunión de los días 28y 29 de junio de la OTAN en Estam-bul, la pregunta surge con mayorapremio: ¿la OTAN, para qué?

Uno de los motivos para poneren duda la necesidad de su existen-cia era precisamente ser atlántica.Es decir, su el objetivo de actuar enun teatro de operaciones militaresdel Atlántico norte: Estados Uni-dos, Canadá y varios estados de laEuropa occidental.

La OTAN se entendía como lagran plataforma central del sistemadefensivo contra el bloque de nacio-nes comunistas. Tal vez por esto, elfin de la guerra fría, que se saldó co-mo una victoria incruenta de las de-mocracias occidentales, incluía elcorolario obligado de que aquellospaíses que habían estado agrupa-dos bajo la hegemonía soviética enel Pacto de Varsovia se integraranen la OTAN.

Pero el hecho es que ni la amplia-ción de la Alianza acababa de darrespuesta a la pregunta: ¿para quéla OTAN si ya no hay enemigo a lavista, hasta el punto de que hubo que echarmano del recurso de que Rusia pudiera teóri-camente estar presente de alguna manera co-lateral en los foros de la Alianza?

Las guerras de Afganistán e Iraq han pues-to al rojo vivo la cuestión, creando graves des-entendimientos entre Estados Unidos y algu-nos de sus aliados europeos y de éstos entre sí.Porque no se trata tanto de si debe o no existirla Alianza Atlántica sino de decidir en quémedida le corresponde a estas alturas no serya exclusivamente atlántica.

Conviene remontarse hacia atrás para en-tender en qué sentido ocurre esto. Ir a los más

de cuarenta años de guerra fría, aquellos enque se consolidó una situación de hecho. Fuemucho tiempo durante el cual Europaoccidental, agotada después de la SegundaGuerra Mundial, se recuperó y organizó so-bre la base de dos supuestos que le marcaronel rumbo de una manera decisiva: la amenazadel Este y, en consecuencia, la aceptación devivir bajo el amparo del paraguas militar delgran vencedor de la contienda, EstadosUnidos.

No se trata de dilucidaciones con puro va-lor histórico, sino de algo que está plenamen-te presente en la actualidad. Entre otras co-sas, por una razón evidente. Durante los añosde la guerra fría Europa occidental desempe-

ñó un papel de dependencia respecto a la im-parable potencialidad económica y militar deEstados Unidos. Y así se produjo un repartode comportamientos respecto al mundo. Losaliados europeos de la OTAN, reducidos alámbito de su territorio continental por la des-colonización –así, la Alemania federal estabareducida a la mitad occidental–, ocupaban elpuesto avanzado frente a la URSS y sus satéli-tes. Era la suya una posición de primera líneade que el llamado telón de acero y el muro deBerlín constituían la patente visualización fí-sica y simbólica. La OTAN venía a ser, por lotanto, para los aliados europeos un regazo de

protección pero al mismo tiempo un territo-rio acotado del que no les correspondía salir.Prácticamente con la única salvedad de la pre-sencia francesa, incluso militar en algunas excolonias africanas.

En contraste con esta limitación europea,Estados Unidos operaba a sus anchas en uncampo mucho más abierto y amplio. En Euro-pa era la piedra maestra de la OTAN. Fuerade ella, mantenía su propia política y estrate-gia en relación o no con la guerra fría. Se creóla premisa de que EE.UU., el gran aliado deEuropa occidental, no estaba obligado a tener-la en cuenta cuando la jugada no se planteabaen tierra europea. Quedó bien claro que eraasí cuando en 1956 Gran Bretaña y Francia

intentaron una operación militarcombinada con Israel para some-ter a Naser y el presidente Eisen-hower la cortó en seco.

Cabe, pues, decir que la unilate-ralidad norteamericana había co-menzado ya mucho antes de la gue-rra de Iraq. Recuérdese Vietnam,donde la Francia derrotada enDien Bien Fu tuvo que pasar la al-ternativa a los estadounidenses. Ola guerra de Corea, primer ejemplode alianzas extraatlánticas, comohan sido después las dos posterio-res de Iraq: en los iniciales años no-venta la primera; la segunda en1993.

Estados Unidos se ha desenvuel-to como en campo propio en Orien-te Medio, de lo que es antiguoejemplo paradigmático el conflic-to de Palestina. Hasta en estos díasBush avala el plan de evacuaciónde la franja de Gaza formuladopor Sharon, dejando en cierto mo-do de lado a la Unión Europea, Ru-sia y la ONU, los otros tres compo-

nentes del Cuarteto y el papel mojado de suhoja de ruta.

Durante la guerra fría el pilar europeo de laOTAN fue quedando apartado de la políticade la gran periferia mundial, donde se ibancociendo nuevas modalidades de enfrenta-miento o alineación con un Occidente al quese identificaba sustancialmente con EstadosUnidos. Y una vez derribado el telón de ace-ro, un nuevo deslinde ideológico, político yestratégico se escenifica en esta periferiadonde Estados Unidos y la URSS comba-tían, mediante terceros interpuestos, la bata-lla que, paradójicamente, nunca llegó a pro-

ducirse en la Europa fuertemente fortificada.Han caído los espejismos y realidades de

los bloques del Este y el Oeste y avanza haciael primer plano la gran franja marginal tercer-mundista. Reaparece un enemigo. Vuelven elmiedo, la urgencia de levantar defensas, deponerse en guardia. ¿Es de cuño reciente estecomportamiento? Para Estados Unidos evi-dentemente no. Venía practicando desde mu-cho antes intervenciones preventivas, unilate-ralismo, política de manos libres. De ahí lo deIraq, la alianza a la carta en que participanalgunos miembros de la organización atlánti-ca pero no los principales. Las diferencias, losroces con éstos. Y, últimamente, en la re-unión de la OTAN de últimos de junio en Es-tambul, una reconciliación de mínimos.

Sin embargo, Estados Unidos tira de la

OTAN hacia su terreno. En Afganistán estápresente como tal, con sus propios mandos.Es un principio de respuesta a la pregunta so-bre su utilidad. Pero que lleva en sí misma laperduración de las dudas e incredulidades.Las tropas de la Alianza practican una aporta-ción que deja mucho que desear, titubeante,cautelosa, reducida y hasta ahora poco efecti-va, mientras que los soldados norteamerica-nos se baten contra los talibanes en la fronte-ra oriental. Por esto, los aliados europeos handecidido aumentar el número de efectivos mi-litares y extenderlos más allá de la segura Ka-bul o el reducto de Kunduz.

¿La OTAN está, pues, en camino de ir acep-tando el corrimiento de su compromiso haciaOriente Medio? ¿Es que es allí donde está enjuego en estos principios de siglo la granapuesta de Occidente, y Europa ha de partici-par en ella con un papel todavía más subsidia-rio que el que tuvo en la guerra fría? No escasual que en la reunión de Estambul Bushdijera que Turquía debe entrar en la UniónEuropea. El presidente sabe muy bien haciaqué lado se inclinaría entonces la balanza deésta y la OTAN.c

ASTROMUJOFF

LA ALIANZA PADECE

una crisis de identidad

al verse arrastrada a

un campo de acción que

no es propio de sus orígenes

La OTAN, en el disparadero

WEEK-END POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

DOMINGO, 11 JULIO 2004 I N T E R N A C I O N A L LA VANGUARDIA 13

Page 7: Els inoperants organismes internacionals

Nicolas Sarkozy se complaceen ser franco, directo y muycertero en el uso de la pala-bra. Lo fue cuando dijo queen el mundo actual existeun “multipolarismo antago-

nista”. Perspectiva bajo la que merece ser vis-to cada vez con mayor atención.

Mundo multipolar, se entiende, respecto albipolarismo que caracterizó durante cuaren-ta años el siglo XX. La caída del muro de Ber-lín hizo posible la aparición en la escena inter-nacional de un abanico de estados y proble-mas de extraordinaria va-riedad. La monotonía bico-lor ideológica y política delos dos grandes bloques dela guerra fría, al desapare-cer, descubrió un mundode sorprendente policro-mía. Hay una carrera com-petitiva, entre creadora yagresiva, por subirse altren de la historia y, a coda-zos si es preciso, conseguirla plaza adecuada. El espec-táculo es a la vez estimulan-te y causante de temores atodas las bandas. Obliga acambiar constantementela percepción del mundo yel lenguaje apropiado paraentenderlo.

Ocurre –lo vivimos aho-ra en España– que hasta elconcepto de guerra estápuesto en tela de juicio.¿Es guerra lo que se comba-te en Afganistán? ¿Lo es lalucha múltiple que viveIraq? ¿Lo es, y de qué natu-raleza, la violencia árabe-israelí y de los pales-tinos entre sí, así como el ataque del Tsahal aHizbulah en el Líbano meridional? Inquietan-te es este proliferar de conflictos armados, cu-yo número podría ampliarse más, como elpermanente temor de lo que podríamos defi-nir como guerra latente, con posibilidad deque estalle en cualquier momento y en muydiversos focos.

Se habla de guerras asimétricas, irregula-res, preventivas... humanitarias fuerzas mili-tares internacionales las hay dispersas por to-das las latitudes. Su objetivo, se dice, es pacifi-car, normalizar, interponerse entre enemigosen litigio armado, no combatir. Pero son ata-cadas y han de actuar en consecuencia. El te-

rrorismo islamista adquiere una dimensióninternacional. ¿Es una guerra? Las últimasamenazas de Al Zauahiri, líder de Al Qaeda,anuncia la yihad, guerra santa, en el Magreb yAl Ándalus. Parece una fantasiosa vueltaatrás en la historia pero hay motivos para po-nerse en guardia. Esta fantasía hace y ha he-cho estragos en Argelia y Marruecos. Y Espa-ña los sufrió a un precio muy alto el 11-M.

Desde los más variados puntos de origen, yhacia una impresionante multiplicidad de lu-gares de destino, armas de una variadísimariqueza de potencial y naturaleza circulan

creando una tupida red de conductos en cons-tante actividad. Vivimos en un mundo en ar-mas. Grandes y pequeños estados, grupos ét-nicos o sectarios religiosos e ideológicos dispo-nen de medios sofisticados y eficaces para ma-tar y destruir.

Se habla de potencias en sentido económi-co, político y militar. Grandes, medianas, me-nores. Y de esta categoría merecedora de uninterés especial a las que llamamos emergen-tes. En todas ellas, dotarse de armas es unaobsesión. Rusia anuncia con jactancia que hacreado la “bomba vacía”. Corea del Norte seaviene –¿aparentemente?– a deshacerse desus armas nucleares, pero al parecer las vendey pueden acabar en una base militar de Siria

que aviones israelíes bombardean en un ata-que por sorpresa con la ayuda de soldados detierra, infiltrados subrepticiamente. ¿Es unaacción de guerra?

Lo dicho hasta ahora no es una vaga digre-sión. Es el marco en que se han producido enesta semana acontecimientos de relieve enNueva York. Cabe personalizarlos en tres je-fes de Estado: el iraní Ahmadineyad, el norte-americano Bush y el francés Sarkozy. Escena-rios: la Universidad de Georgetown y laAsamblea de las Naciones Unidas. En el se-gundo, un hemiciclo para los representantes

de 192 estados, partícipespor activa o pasiva de lamultipolarización antago-nista de que habló el presi-dente francés. Allí los su-pergrandes, los grandes,los emergentes, los media-nos en el deseo de abrirsepaso por las buenas o lasmalas, los pequeños consus litigios internos y ex-ternos. Aliados más o me-nos ocasionales, enfrenta-dos, desafiantes, agresores,agredidos. Sentados todosen los escaños de la Asam-blea de la ONU, sede pri-vilegiada para hablar depaz y de guerra, de orden ydesorden mundial o regio-nal. Estados de entidad na-cional sobradamente pro-bada, otros de hecho ine-xistentes por las luchas tri-bales.

¿Qué han ido a decir eneste foro Ahmadineyad,Bush, Sarkozy? El presi-

dente iraní calentó los ánimos previamente alser invitado por la Universidad de George-town. Un acto muy a tono con nuestro diso-nante presente. La apertura por parte del rec-tor del prestigioso centro docente fue cuandomenos una manera singular de presentar al in-vitado. Aquel “usted tiene todas las caracterís-ticas de un dictador cruel y mezquino y, cuan-do viene a un sitio como éste, ridículo”. Co-mo si le dijera al auditorio: señores, aquí tie-nen el hombre más abominable y perverso.Le repudiamos. Pero aquí está para de-mostrar hasta qué punto somos abiertos, libe-rales y democráticos. Y el interesado, impasi-ble, habló a continuación como quien estáacostumbrado a no tener que medir sus pala-

bras de brocha gorda. Lo de siempre: el holo-causto nazi requiere revisión a fondo. ¿Perse-cuciones en Irán, ejecuciones, censura? No.Aplicación de la justicia como en EstadosUnidos, donde se prodiga la pena de muerte.Irán es un país ejemplar donde ni hay homo-sexuales (carcajadas en el auditorio). Buenpreludio para la intervención en el Palacio deCristal, donde vino a decir: en Oriente Mediono necesitamos gendarmes. Los estadouni-denses deben cambiar de método. Palestinasufre el oprobio israelí. El programa nucleariraní es pacífico. Hay un baño de sangre enIraq. Manos limpias.

Como las de Bush, que se mostró suave yapaciguador: “Apaguemos las diferenciascuando tanta gente inocente es víctima de ase-

sinatos, miedo, hambre y enfermedad; hay ta-reas de responsabilidad para las naciones civi-lizadas en la expansión de los derechos huma-nos, libertades, democracia; existe un espectá-culo intolerable en Birmania, Corea del Nor-te, Siria, Irán y el régimen en declive de Cu-ba”. ¿Dejó Bush para su bien dispuesto amigoSarkozy la parte del policía malo, de exhibirel palo y no la zanahoria? “La debilidad y larenuncia no conducen a la paz”; “dialogarcon Irán sí, pero no sirve de nada sin firme-za”; “no habrá paz en el mundo si la comuni-dad internacional flojea ante la proliferaciónde armas nucleares”.

Ante el mundo cada cual ha hecho su papel.Luego seguirán, candentes, Afganistán, Iraq,el conflicto israelí-palestino, Líbano, Siria, AlQaeda, Pakistán, Corea del Norte, y la Birma-nia donde la tiranía militar sofoca violenta-mente la protesta popular, mientras en la mis-ma ONU, China y Rusia vetan que la organi-zación mundial haga algo para evitarlo. Segui-rán el armamentismo desenfrenado, el ham-bre y la enfermedad pandémica, el fanatismoy la opresión, la guerra con o sin nombre de taly la paz en peligro. Estamos, es bien cierto enla era del multipolarismo antagonista.c

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WEEK-END POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

La era del multipolarismo antagonista

EN LA ASAMBLEA DE

la ONU el diálogo entre

sordos impide resolver

las disfunciones críticas

de nuestro tiempo

ASTROMUJOFF

14 LA VANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 30 SEPTIEMBRE 2007

Page 8: Els inoperants organismes internacionals

14 LA VANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 17 FEBRERO 2008

Carlos Nadal

L a OTAN se creó en 1949. LaComunidad Europea, en1956. Las dos organizacio-nes respondían a igualesamargas experiencias: la Se-

gunda Guerra Mundial y, después de es-ta, la amenaza de la URSS. Raramentehubiera nacido la OTAN sin que las po-tencias occidentales –especialmente Es-tados Unidos y Gran Bretaña– compren-dieran que un nuevo peligro venía de laUnión Soviética. También difícilmenteseis naciones europeas sin ha-ber sufrido la ocupación naziy sin encontrarse deshechas yabatidas a causa de la guerrahubieran decidido el proyectomás ambicioso aparecido enEuropa: la unión.

Mientras se vivió la guerrafría, las dos organizaciones seentendían de alguna maneracomo hermanadas. Había unenemigo potencial frente alcual se imponía conjuntar elpoder militar de las dos orillasdel Atlántico. La OTAN esmás que una alianza tradicio-nal. Se constituyó como una or-ganización no sólo dotada deestructura orgánica permanen-te de tipo militar, sino de ins-tituciones políticas. Por suparte, lo que en principio fueComunidad Europea, luegoUnión, iba más lejos en la men-te de sus fundadores. Debía co-menzar por lo económico paraconducir inevitablemente a lo político,que, para ser creíble, debía desembocaren lo militar. No en vano unía a susmiembros evitar que se repitiera nuncamás una guerra fratricida europea co-mo la que acabó en 1945. Pero tambiénfortalecerse, crear una barrera inexpug-nable frente al bloque comunista.

El paralelismo OTAN-ComunidadEuropea era sobreentendido en ciertamanera como complementario. Aun-que hubiera a veces incómodos desajus-

tes. La Comunidad siguió su caminohasta constituirse como Unión Euro-pea, ampliándose a otros países lenta-mente y mesurando con extremo cuida-do el desarrollo equilibrado de la subsi-diariedad. Mientras, la OTAN permane-cía estable, también con el ingreso deotros estados como España y Grecia.

El compacto bloque comunista delEste facilitaba que el paralelismo atlan-tismo-europeísmo transcurriera singrandes alteraciones. Pero todo cambió

sustancialmente con la caída del murode Berlín, el fin del comunismo euro-peo y de la URSS.

El seguro caminar binario se hizomás accidentado y complejo. Huboquien cuestionó la existencia misma dela OTAN. ¿Para qué la Alianza, si no ha-bía potencial enemigo? ¿Podía compro-meterse la Alianza en objetivos distin-tos de los originarios? En dos terrenosde conflicto estas preguntas pasaron deser puramente escolásticas. La guerra

fría nunca obligó a la Europa atlantistaa mayores peligros que los de la mutuadisuasión Este-Oeste. En cambio, la caí-da del muro de Berlín abrió un descono-cido camino común para la OTAN y laUE: la expansión hacia el Este. Y el ca-minar conjuntamente pero por separa-do comportó diferencias y malentendi-dos. Entre la Europa atlantista y Esta-dos Unidos; entre distintos miembroseuropeos de la UE o de la OTAN.

Ocurrió principalmente en tres direc-ciones: de cara a Rusia, a los Balcanes, ya Oriente Medio. En todas ellas las rela-ciones entre Estados Unidos y Europase resienten. OTAN y UE están metidasen un terreno minado que pisan con sus-picacia y contrariedades mal comparti-das. ¿Aliados todos con todos? ¿Para to-do? Los finales de los años noventa delsiglo XX y los comienzos del XXI pusie-ron al rojo vivo estas preguntas. Porquese trataba de comprometerse en verda-deras operaciones militares. Y, en el ca-so de Oriente Medio, fuera claramentedel ámbito territorial asumido por laOTAN. Fue así en el curso de las gue-rras de desintegración de Yugoslavia,en la de Afganistán desde el 2001 y en lasegunda de Iraq, desde el 2003.

Hay motivos de divergencia que exi-gen ahora nuevas tomas de posición.Kosovo, por ejemplo. ¿Independencia,amplia autonomía tuteladas, ya no porla ONU, sino directamente por la UE,que va a enviar a 1.800 técnicos, poli-cías, magistrados...? Hoy mismo Koso-vo tiene la intención de declararse inde-pendiente. Estados Unidos lo aprueba.Rusia lo rechaza. Mientras, en el senode la UE cunde la discrepancia. Españay otros socios europeos coinciden máscon Rusia; algunos, con Estados Uni-dos. ¿Servirá de algo ofrecerle a una Ser-bia, sobradamente mutilada, la adhe-sión a la UE a cambio de dejarse despo-jar de la que considera cuna de su iden-tidad nacional aunque actualmente conabrumadora mayoría albanesa? La vic-toria electoral del presidente proeuro-

peísta Tadic el pasado día 3 ofrece unatranquilidad relativa en este sentido.Por esto quedan en el aire las posibilida-des de la UE en una ex Yugoslavia yabastante troceada de manera arbitraria.Atemoriza que estalle de nuevo en cual-quier momento.

Y queda Afganistán. Cada vez es ma-yor la agresividad y presencia de los tali-banes y Estados Unidos, dolidos de lle-var la mayor parte del peso de la lucha,requieren en vano de sus aliados el en-vío de refuerzos y que no eludan loslugares de mayor riesgo. Lo que hizodecir al secretario de Defensa norte-americano que la OTAN corre el peli-gro de dividirse entre “los miembrosque hablan de estabilidad y los que lu-

chan por ella”. Ocasión para recordarcómo Rumsfeld habló de una Europa“moderna” y otra “antigua”, refiriéndo-se en el primer caso a los estados queapoyaban la invasión de Iraq y a los queno lo hacían en el segundo. Desde Wa-shington ya no está en uso aquella jac-tancia. Pero todavía se buscan acuerdosbilaterales con gobiernos europeos so-bre temas de seguridad que debierantratarse en el seno de la Alianza Atlánti-ca o de la Unión Europea. Así sucedepor ejemplo en el sistema antimisilesque Estados Unidos se propone instalaren Polonia y Chequia.

La OTAN y la UE se extienden hastalas repúblicas que fueron soviéticas, pe-ro adolecen de riesgos que desconocíancuando estaban parapetadas en el ladooccidental del telón de acero, lo queobliga a pensar en su propia naturalezay objetivos.

ASTROMUJOFF

WEEK-END POLÍT ICO MUNDIAL

Los lazos EE.UU.-Europa, puestos a prueba

La caída del muro deBerlín colocó a la OTANy la UE ante desafíos quenecesitan nuevos ajustes

Page 9: Els inoperants organismes internacionals

10 LA VANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 13 JULIO 2008

Carlos Nadal

E n uno de sus movimien-tos de incansable activis-mo, Sarkozy reúne hoyen París a una cumbreeuromediterránea a laque asisten todos los es-

tados ribereños, exceptuando Libia. Noun día cualquiera, sino precisamente lavigilia del 14 Juillet, fiesta nacio-nal de Francia, aniversario de laGran Revolución. Pretencioso ybuscado efecto.

Ocurre con esto de las reunio-nes internacionales que cadavez son más necesarias porquese acumulan nubarrones proce-dentes de los cuatro puntos car-dinales. Y al mismo tiempo, ali-mentan una sensación de inuti-lidad. Si se piensa en lo queeran las famosas cumbres Este-Oeste en los años de la guerrafría, también entonces había laconvicción de que no iban a re-solver nada de fondo. Sin em-bargo, proporcionaban una cier-ta seguridad. La de que tam-poco acabarían en un rupturasin vuelta atrás, capaz de desen-cadenar la tercera guerramundial.

Resultado de esta mentali-dad dual o bipartita fue el Con-sejo de Seguridad de la ONU,compuesto por cinco miembroscon derecho de veto, la manerade que nunca pudiera ningunade las partes imponer su crite-rio. El mundo permanecía do-mesticado, paralizado por unpeloteo entre Estados Unidos yla URSS en el que hasta el final de losaños ochenta del siglo XX no hubo unvencedor y un vencido.

Pero ahora las cosas no van así. Cier-tamente las conferencias, las cumbres,proliferan. Y se explica porque tambiénlos riesgos regionales y mundiales lohan hecho. Acaba la conferencia delG-8 en la ciudad japonesa de Toyako y

ya hay que atender a lo que se diga en lareunión euromediterránea de París.Son encuentros de varios, a veces nume-rosos interlocutores. Y siempre, lamen-tablemente, transmiten una impresiónde que nada queda enfocado para obte-ner resultados eficientes de verdad.

Y el caso es que lo que está por resol-

ver no son precisamente minucias. Na-da menos que el cambio climático, la ca-restía vertiginosa de la energía, la ame-naza de grandes hambrunas, emigracio-nes masivas de gente en busca de salirde la miseria con destino a focos de po-der y de riqueza. En los cuales, a su vez,se teme la proximidad alarmante deque una era extraordinaria está tocan-

do a su fin. La de la abundancia asegura-da, del crecimiento sostenido y del con-sumismo. La crisis económica tienevisos de ser el resultado de los efectosnocivos de un sistema de libertad demercado que padece las consecuenciasde su propia desmesura, fuera de todocontrol. Algo muy de fondo está fallan-

do y desborda la confianza, lascertezas.

Se ha vendido la mercancíaideológica de que democracia ydesarrollo se alimentan mutua-mente. Pero la tesis se ve des-mentida una y otra vez. ¿Hay al-gún centro neurálgico queoriente, que sirva de modelo?Estados Unidos ha perdido mu-cho del que fue su fulguranteatractivo. Europa no acaba deconvencer como pretendido ex-portador de un provechoso po-der suave. Y los estados llama-dos emergentes, o avanzanarrastrando y hasta fomentan-do graves desigualdades o seguían mediante fórmulas políti-cas que nada tienen que ver conla equidad y el fundamento enlos derechos humanos.

A los enfrentamientos ideoló-gicos que convulsionaron el si-glo XX han sucedido los pro-pios de encendidos radicalis-mos religiosos que extienden laviolencia. Y, por si fuera poco,ni siquiera la realidad o la ame-naza de graves conflictos béli-cos se ha disipado con el fin dela guerra fría. Como es patenteen el mutuo repetido exhibir,

con pruebas de misiles de largo alcan-ce, la posibilidad de ataque y respuestaentre Israel e Irán, cuyo gobierno no só-lo predica una y otra vez la necesidadde que el Estado israelí desaparezca delmapa, sino que añade que, en caso deataque, la flota norteamericana en elgolfo Pérsico “estallará en llamas”.

Por no ahorrarse señales de discor-

dia, hasta el viejo y acabado enfrenta-miento norteamericano-soviético pare-ce perpetuarse absurdamente en una es-pecie de síndrome ruso de imperio mu-tilado. Y Estados Unidos responde nosólo extendiendo la OTAN hacia el Es-te, sino con el empeño de establecer enPolonia y la República Checa, inclusotal vez en Lituania, un sistema antimisi-les que Moscú considera una amenazamanifiestamente directa.

Existe la sensación de que se está aca-bando un largo periodo histórico sinningún indicio del que pueda suceder-le. En este sentido, la fotografía de losocho reunidos en Toyako, plantando ca-da uno un arbolito, venía a ser un símbo-lo. ¿Quién de los improvisados jardine-

ros parece disponer de la autoridad y lacapacidad para atender a una tarea quesobrepase los tacticismos políticos pararesolver, en cifra nacional, mezquinosequilibrios y desequilibrios de poder?

Una de las respuestas a esta incógni-ta estriba en proponer que sean más losinvitados que se reúnan. Los ochomiembros del G-8 podrían o deberíanser 13, según Sarkozy. Un número queotros aumentan hasta veinte países. Yaen la reunión de Toyako han estado pre-sentes paralelamente los llamados Cin-co: China, India, México, Brasil y Sudá-frica. Esta categoría mundial de nuevocuño que se califica de países emergen-tes con una mezcla de admiración, espe-ranza y temor: ¿Se trata de que seanmás en participar en el reparto, más encompetir? ¿También más para aumen-tar la imposibilidad de tomar decisio-nes de verdad, de ponerse de acuerdo?

ASTROMUJOFF

WEEK-END POLÍT ICO MUNDIAL

Un mundo confuso y sin guías

Proliferan las reunionesinternacionales, pero conpoca voluntad de acordarefectivas soluciones

Page 10: Els inoperants organismes internacionals

DOMINGO, 13 SEPTIEMBRE 2009 I N T E R N A C I O N A L LAVANGUARDIA 13

O cho años de guerra sonmuchos. Sobre todo cuan-do se trata de un conflictomal planteado,mal condu-cido y cuyo objetivo es in-

cierto. ¿Qué persiguen las fuerzas de laOTAN en Afganistán? El ministro fran-cés de Asuntos Exteriores dijo el pasa-do día 2 que “hay que decirlo claro: noexiste una solución militar. La soluciónvendrá de los mismos afganos”. Y el re-presentante especial norteamericanopara Afganistán y Pakistán, RichardHolbrooke, un diplomático no precisa-mente torpe, se expresó en agosto entérminos desconcertantes que rayan enla perogrullada: “Me gusta máshablar de tener éxito que devencer”, y: “Sabremos que he-mos tenido éxito cuando lo vea-mos”. Otros responsables hanhablado de posibles largos pla-zos. La palabra victoria no apa-rece en boca de nadie.La de Afganistán es una de

estas guerras actuales, llama-das asimétricas, a las cuales nose sabe cómo definir. Se parecea las guerras coloniales de anta-ño pero no lo es. Si nos atene-mos a que en ella combatentambién afganos contra afga-nos cabría considerarla unaguerra civil, aunque tampocolo es exactamente. Fue la res-puesta norteamericana a la te-rrible agresión terrorista del11-S.Un éxito, inicialmente. Pe-ro bien pronto todo se compli-có. Y actualmentemás de un se-tenta por ciento del país estáprácticamente en manos de lostalibanes.En marzo Obama dijo: “No

estamos en Afganistán paracontrolar el país y decidir su fu-turo. Estamos para derrotar aAl Qaeda”. Lo cual es un crite-rio cuando menos parcial. EnAfganistán lo que se intenta es

evitar que los talibanes recuperen el po-der. Y por ahora no parece que ni losaliados ni sus enemigos tengan la posibi-lidad de que puedan declararse vence-dores. En estas condiciones cunde elmalhumor en las opiniones públicas delos países aliados. Se preguntan paraqué la suma imparable de víctimas pro-pias. Pero también para qué la de ino-centes afganos civiles. Agrava el cre-ciente malestar precisamente que no seven claros losmedios ni los fines de unalucha de resultados improbables.En Europa, también en Estados Uni-

dos, se extiende el cansancio de una in-acabable guerra de desgaste. Y un difu-

so “¿qué se nos ha perdido allí?” propi-cia cada vez más explícitas conjeturassobre cuándo la retirada. La mala con-ciencia, los escrúpulos producen suefecto en sociedades donde estos senti-mientos se tienen en cuenta. Que es asíqueda bien claro a propósito del bom-bardeo ordenado por un comandantealemán que ha causado un número cre-cido de víctimas civiles afganas. El asun-to ha repercutido en la opinión alema-na y el Gobierno no puede ignorarlo.Menos aún a dos semanas de que se ce-lebren elecciones generales. Si no se tra-tara de una guerra anómala, este des-graciado acontecimiento se conside-

raría un desagradable pero in-evitable daño colateral sobre lapoblación civil. ¿Pero con quéclase de misión de guerra es-tán las tropas alemanas enAfga-nistán?Y es que hay una cuestión de

fondoque lo complica todo. Co-mo queda dicho, Obama afir-mó que los aliados no están enAfganistán para controlar elpaís y decidir su futuro. Y, sinembargo, los mismos gobier-nos afectados se dicen compro-metidos en la tarea de crear unsistema democrático que nor-malice la vida del país. Inclusocapaz de acabar con la corrup-ción, el caos de las fraccionesarmadas y combatir el volu-mendesorbitado del narcotráfi-co. Un empeño, por cierto, quechoca demanera decepcionan-te con la cruda realidad. Lo de-muestran las turbias eleccio-nes del 20 de agosto, cuyo lar-go escrutinio va dando comoganador al presidente saliente,Karzai, no precisamente un es-tadista de manos limpias y cla-ra trayectoria para desenlazarel enmarañado, espinoso nudoétnico, político y bélico afgano.Mal precedente para creer,

como dijo el ministro francés Kouch-ner, que la solución vendrá de los mis-mos afganos. La solución política es im-probable. La militar, ilusoria. En mayo,el comandante supremo estadouniden-se David McKiernan fue sustituido porel general McChrystal. El secretario deDefensa, Robert Gates, se explicó: “Te-nemos una nueva política, un nuevopresidente, una nueva misión y necesi-tamos un nuevo liderazgo militar en la

zona”. Sobran motivos para creer queno es tan fácil.Por eso gana terreno una conclusión:

hay que irse. Pero ¿cómo?, ¿cuándo? Yahí surgen todos los temores. Irse signi-fica dejar en la intemperie política aObama y con él al prestigio de su país;desacreditar gravemente a la OTAN yabrir una honda fisura entre los aliadoseuropeos y Estados Unidos. Pero sobretodo abandonar supone, no hay que en-gañarse, dejar el camino abierto y llanopara los talibanes y Al Qaeda pues pococabe esperar del ejército afgano dondelos de las potencias de la Alianza Atlán-tica hayan fracasado. Y entonces, ¿quéocurriría en Pakistán, donde los taliba-nes también combaten, y cómo evitarque Irán alargue su mano hasta tierraafgana, donde ya influye?Son cálculos y preguntas sobre los

que la canciller Merkel ha dado un há-bil rodeo al hablar de una posible “estra-tegia de transferencia” a realizar en cin-co años. Y para el estudio de los cualesAlemania, Francia y Gran Bretaña hanconvocado una conferencia que se cele-brará este año. La guerra de ni ganar niperder apremia.ÓSCAR ASTROMUJOFF

Carlos Nadal

Afganistán, laguerrasin fondoWEEK-END POLÍT ICO MUNDIAL

Una lucha inacabablee imprecisa sin vencedoresni vencidos empantanaa la OTAN en tierra afgana

ESTODOYMUCHOMÁSDESCÚBRALOELSÁBADOCON

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