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NAYA.ORG.AR Noticias de Antropología y Arqueología Desde 1996 el Portal de Antropologia en español Reibir novedades su email Ponencias Patrimonio Identidad Globalización Políticas Sociales Ecología Urbana Indice de Autores SIMPOSIOS Coordinadores Regionales Por paises Por tema Auspicios Anunciantes ARCHIVO Congreso 1998 Congreso 2002 NUEVO BIBLIOTECA EVENTOS UNIVERSIDAD MAPA Equipo NAyA CONTACTENOS INICIO > CONGRESO VIRTUAL 2000 Compartir en: ENFOQUES, TEORIAS Y NUEVOS RUMBOS DEL CONCEPTO CALIDAD DE VIDA Una revisión aplicada para América Latina desde la sosteniblidad Oscar Mauricio Espinosa Henao * Sociólogo RESUMEN Junto al desarrollo sostenible, el término calidad de vida ha sido ampliamente difundido y acogido en el último lustro. Considerando la sustantiva manera en que se ha incorporado en discursos de diversa índole, la presente reflexión procura ser un acercamiento conceptual y crítico a lo que usualmente se entiende como calidad de vida, desentrañando así su sentido básico y la multiplicidad de perspectivas que lo abordan con relación a lo sostenible, el bienestar, lo gubernamental, el desarrollo y, principalmente, la sociedad de consumo. “La familia que saca su coche malva y cereza con aire acondicionado […] para dar una vuelta, atraviesa ciudades mal pavimentadas, afeadas por la basura, edificios en ruinas, carteleras de anuncios por doquier […] Siguen adelante y atraviesan una campiña que los carteles publicitarios han vuelto en gran parte invisible […] Meriendan con alimentos exquisitamente empaquetados, sacados de una nevera portátil, junto a un riachuelo contaminado, y prosiguen para pasar la noche en un camping que es un peligro para la salud pública […] Inmediatamente antes de quedarse adormilados en un colchón de aire, bajo una tienda de plástico, entre el hedor de la basura que se está pudriendo, tal vez reflexionen vagamente sobre la accidentada irregularidad de los beneficios que disfrutan. (John Kenneth Galbraith, La Sociedad Opulenta)” Citado por Mercedes Pardo. 1. PRESENTACIÓN ** Desde la década de los setenta se han teñido de verde las inclinaciones del hombre para madurar unas relaciones más armoniosas con el entorno. La degradación generalizada del planeta se constituyó en un asunto de competencia no solo de las ciencias cientifico naturales, sino en un problema de envergadura social, política, económica, ética, jurídica y cultural. Es interesante la manera en la cual el ambientalismo se condensa en movimientos sociales y corrientes políticas, y, por otro lado, estructurando y componiendo toda índole de discursos que, de alguna u otra manera, son familiares a los habitantes de todo el planeta; así no se constituya precisamente, salvo contadas excepciones, en un compromiso vitae gracias a los patrones de vida y de consumo que detenta la sociedad moderna. En el auge “verde”, los discursos asociados con las diferentes dimensiones de lo ecológico, a pesar de sus múltiples facetas, contienen una terminología un tanto imprescindible en sus mismas expresiones. En este sentido, para que un discurso o tratamiento alguno de asuntos competentes a lo ambiental y al desarrollo, corresponda con lo actual, sea convincente y socialmente aceptado como “bueno”, debe contener algunos conceptos meridionales. Encontramos términos relativos a desarrollo sostenible, conservación o equidad. Ha sido tal la magnitud simbólica de estos discursos que incluso han permeado áreas que hasta hace poco no se consideraban de su más directa y estrecha incumbencia. No extraña oír hablar de desarrollo humano sostenible, crecimiento sostenido, simbiosis interpersonales, cambio sostenido, gerencia sostenible, o del concepto de Calidad Total extrapolado hacia el de calidad de vida, por exponer solo un vago ejemplo. Desde luego, dicho discurso ha tomado tal apogeo que en la mayoría de casos se emplea de manera acrítica, mecánica y repetida; el ambientalismo también es presa del boom de lo que está de moda. Es más, coexisten “grupos ecologistas, que parecen más interesados en conservar el término de Desarrollo Sostenible que la propia naturaleza.[1] En el uso ordinario de términos como calidad de vida, bienestar, sostenibilidad, sociedad civil o desarrollo, el contenido y debate conceptual se evade pasándose por obvio, con lo cual casi nunca es del todo claro para quienes recurren a ellos, día a día, con el fin de acoplarlos a realidades y niveles diferenciados de interpretación. Se manipulan desconociendo que surgen tantas formas de descifrarlos y aplicarlos a situaciones concretas, como actores o profesiones convergentes en la pretendida usanza. “A pesar

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Junto al desarrollo sostenible, el término calidad de vida ha sido ampliamentedifundido y acogido en el último lustro. Considerando la sustantiva manera en que seha incorporado en discursos de diversa índole, la presente reflexión procura ser unacercamiento conceptual y crítico a lo que usualmente se entiende como calidad devida, desentrañando así su sentido básico y la multiplicidad de perspectivas que loabordan con relación a lo sostenible, el bienestar, lo gubernamental, el desarrollo y,principalmente, la sociedad de consumo.

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ENFOQUES, TEORIAS Y NUEVOS RUMBOS DELCONCEPTO CALIDAD DE VIDAUna revisión aplicada para América Latina desde la sosteniblidad

Oscar Mauricio Espinosa Henao *Sociólogo

RESUMENJunto al desarrollo sostenible, el término calidad de vida ha sido ampliamentedifundido y acogido en el último lustro. Considerando la sustantiva manera en que seha incorporado en discursos de diversa índole, la presente reflexión procura ser unacercamiento conceptual y crítico a lo que usualmente se entiende como calidad devida, desentrañando así su sentido básico y la multiplicidad de perspectivas que loabordan con relación a lo sostenible, el bienestar, lo gubernamental, el desarrollo y,principalmente, la sociedad de consumo.

“La familia que saca su coche malva y cereza con aire acondicionado […] para daruna vuelta, atraviesa ciudades mal pavimentadas, afeadas por la basura, edificios enruinas, carteleras de anuncios por doquier […] Siguen adelante y atraviesan unacampiña que los carteles publicitarios han vuelto en gran parte invisible […]Meriendan con alimentos exquisitamente empaquetados, sacados de una neveraportátil, junto a un riachuelo contaminado, y prosiguen para pasar la noche en uncamping que es un peligro para la salud pública […] Inmediatamente antes dequedarse adormilados en un colchón de aire, bajo una tienda de plástico, entre elhedor de la basura que se está pudriendo, tal vez reflexionen vagamente sobre laaccidentada irregularidad de los beneficios que disfrutan.

(John Kenneth Galbraith, La Sociedad Opulenta)”

Citado por Mercedes Pardo.

1. PRESENTACIÓN **

Desde la década de los setenta se han teñido de verde las inclinaciones del hombre paramadurar unas relaciones más armoniosas con el entorno. La degradación generalizadadel planeta se constituyó en un asunto de competencia no solo de las ciencias cientifico­naturales, sino en un problema de envergadura social, política, económica, ética, jurídicay cultural. Es interesante la manera en la cual el ambientalismo se condensa enmovimientos sociales y corrientes políticas, y, por otro lado, estructurando y componiendotoda índole de discursos que, de alguna u otra manera, son familiares a los habitantes detodo el planeta; así no se constituya precisamente, salvo contadas excepciones, en uncompromiso vitae gracias a los patrones de vida y de consumo que detenta la sociedadmoderna.

En el auge “verde”, los discursos asociados con las diferentes dimensiones de loecológico, a pesar de sus múltiples facetas, contienen una terminología un tantoimprescindible en sus mismas expresiones. En este sentido, para que un discurso otratamiento alguno de asuntos competentes a lo ambiental y al desarrollo, correspondacon lo actual, sea convincente y socialmente aceptado como “bueno”, debe conteneralgunos conceptos meridionales. Encontramos términos relativos a desarrollo sostenible,conservación o equidad. Ha sido tal la magnitud simbólica de estos discursos que inclusohan permeado áreas que hasta hace poco no se consideraban de su más directa yestrecha incumbencia. No extraña oír hablar de desarrollo humano sostenible,crecimiento sostenido, simbiosis interpersonales, cambio sostenido, gerencia sostenible,o del concepto de Calidad Total extrapolado hacia el de calidad de vida, por exponer soloun vago ejemplo.

Desde luego, dicho discurso ha tomado tal apogeo que en la mayoría de casos seemplea de manera acrítica, mecánica y repetida; el ambientalismo también es presa delboom de lo que está de moda. Es más, coexisten “grupos ecologistas, que parecen másinteresados en conservar el término de Desarrollo Sostenible que la propia naturaleza.”[1]

En el uso ordinario de términos como calidad de vida, bienestar, sostenibilidad, sociedadcivil o desarrollo, el contenido y debate conceptual se evade pasándose por obvio, con locual casi nunca es del todo claro para quienes recurren a ellos, día a día, con el fin deacoplarlos a realidades y niveles diferenciados de interpretación. Se manipulandesconociendo que surgen tantas formas de descifrarlos y aplicarlos a situacionesconcretas, como actores o profesiones convergentes en la pretendida usanza. “A pesar

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de que esas expresiones se van volviendo sentido común, poco a poco, también se vanconvirtiendo en campos de batalla. Como son operativas y a todos gusta, todos lasreinterpretan a su acomodo. Siendo conceptos de compromiso rebosan de imprecisión; laambigüedad oculta por el significante que permite reunir posiciones contrapuestas odistantes, desata una lucha sobre el significado. No obstante, si alguien está interesadoen ejercer una influencia política o académica en el corto o mediano plazo, no puedeestar por fuera de ese terreno discursivo.”[2]

Apenas ahora se advierten algunos propósitos de escrutar la anatomía conceptual deciertos términos usualmente empleados. En ese intento, la idea de Desarrollo Sostenibleha sido blanco de análisis y criticas de diferentes ángulos, por cierto, unas másminuciosas que otras. Algunos autores, buscando realizar recensiones, se dispersan encríticas a las políticas ambientales que se trazan y ejecutan en el ámbito local, regional,nacional o internacional, dejando de lado el término al cual no hacen análisis alguno.Criticar las políticas ambientales no implica examinar cuidadosamente la idea desostenibilidad en su perfil filosófico, epistemológico e ideológico.

De manera incluyente el desarrollo sostenible ha englobado el término calidad de vida,idea sumamente popularizada. Lo que se pretende en las siguientes líneas es acercarnosa una revisión del concepto Calidad de Vida, tres palabras insoslayales en toda clase dediscurso. Cuando algún proyecto se bautiza de antemano con él, o con el de sustentable,tiende a asumirse incondicionalmente como favorable. Entonces, de calidad de vidahablan muchos, o mejor dicho, todos lo hacemos: burócratas, las administracionespublicas, médicos, académicos, ambientalistas, y a todo nivel profesional e institucional.Pues bien, en la siguiente reflexión se aspira realizar una revisión al desenvolvimientodel imaginario erguido en torno a la calidad de vida, a la luz de la noción de desarrollosostenible como derrotero para hechar un vistazo a la sociedad de masas o industrialavanzada.

2. ARQUEOLOGIA DEL CONCEPTO CALIDAD DE VIDA[3]

De manera embrionaria, la economía clásica del siglo XIX, dedicó algunas líneas alambivalente asunto de la felicidad como expresión de la posibilidad de consumir y decontar con comodidades algo suntuarias, lo cual llegó a permear, en términos generales,la esencia de la economía de bienestar. El boceto y los incipientes elementos de lo quese entiende como calidad de vida son oriundos de la modernidad burguesa en suapogeo, de carácter liberal, y se circunscriben al modus vivendi típico de entornosbásicamente urbanos.

La génesis del Desarrollo Sostenible nos conduce a la noción de Ecodesarrollo,difundida en la década de los setenta, luego de Estocolmo (1972). Por su parte, el augedel vocablo calidad de vida se remonta a la idea de Estado de Bienestar que evoluciona yse difunde sólidamente en la posguerra, en parte, como producto de las teorías deldesarrollismo económico y social que reclamaba el reordenamiento geopolítico y lareinstauración del orden internacional, una vez consumada la segunda guerra mundial,en el marco adyacente de la guerra fría. Pasaron dos décadas para que el reto derepensar el desarrollo se cerniera en las políticas que tenían injerencia en el rumbo delas poblaciones. “A finales de los sesenta se produce un nuevo giro hacia unaperspectiva socialdemócrata o un enfoque de Estado del bienestar, donde se da menosimportancia al crecimiento y más a la generación de empleo, a la reducción de ladesigualdad social, a la eliminación del paro y a la satisfacción de las necesidadesbásicas.”[4]

Aunque en su momento se admitió como ideal social y económico que la calidad en elvivir era el resultado de la posibilidad de consumir y acumular (crecimiento), ha sidoobjeto de concienzudos cuestionamientos de otras escuelas económicas y disciplinas. Ensu sentido básico, la economía de bienestar introdujo y ancló los patrones de consumocorrespondientes a la sociedad moderna, lo cual, directa e indirectamente, implicaba elatropello al medio ambiente. En pro de la satisfacción de las necesidades básicas, y deotras tantas que se creaban en el seno del mercado, el medio ambiente se asumía comouna despensa relativamente infinita de recursos de los cuales anárquicamente disponíael hombre (visión antropocentrica). Los tratados de economía política y algunas teoríasdel desarrollo económico dan cuenta de ello.

Los estructuralistas de la Cepal advirtieron las modalidades a la hora de entenderdiversas lógicas y grados de desarrollo. Ya planteaban, a principios de los ochenta, elasunto que nos ocupa: la noción de calidad de vida en sus variadas interpretaciones. “Lagran mayoría de los estilos de desarrollo hoy en curso en el mundo y en particular en lospaíses subdesarrollados se inspiran en la creencia de una relación directa y automáticaentre el crecimiento económico y el mejoramiento de la calidad de vida de toda lapoblación. Sin embargo, a pesar del satisfactorio ritmo de crecimiento económico que haexperimentado la mayoría de países menos desarrollados, se ha originado un profundoescepticismo respecto a las bondades del crecimiento económico como único objetivo deldesarrollo; en efecto, han persistido y a veces recrudecido dos problemas: la pobreza,que se manifiesta en que la mayoría de la población del mundo menos desarrolladosigue sin satisfacer sus necesidades básicas elementales; y el deterioro del medio físico,que afecta directamente la calidad de vida de la totalidad de la población y comprometeel bienestar de las generaciones venideras.”[5]

Las políticas de desarrollo económico y social jalonadas desde los países desarrolladospretendieron cubrir el abanico de necesidades básicas de la población (salud, alimento,vestido, educación, vivienda, empleo y seguridad social) en virtud de mejorar un nivel de

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vida entendido como poder adquisitivo, modernización, apertura a mercadosinternacionales y mundialización de la economía. América Latina introdujo dichosmodelos de desarrollo como moda, con cierto entusiasmo progresista, también porimposición de países con ímpetu colonizador que condicionaban economías fluctuantes,a merced de los intereses de las burguesías nacionales o de los monopolios de capitalextranjero. Ésta fue, en términos gruesos, la pauta de los países latinoamericanos, dondecrecientes sectores de población, a la vez que se incrementaban, se distanciaban delcabal bienestar.

A su vez, el imperativo era trazar un patrón para medir el crecimiento económico, del cualequivocadamente se deducía las condiciones de vida de la población en general. Enanálisis macroeconómicos y homogenizantes tanteaban el desarrollo por relativas cifrasper capita. Hasta hace poco los países indagaban el bienestar tomando como base elcomportamiento de variables como el PNB, cantidad de automóviles, consumo decemento o de hierro. En dicha visión, entre otras flaquezas, la variable ambiental estáabiertamente excenta. Pese a las limitantes conceptuales y metodológicas, el bienestar (ola felicidad, como se denomina en Japón) se ha medido a través de dichos indicadores,frente a los cuales es necesario agregar un sinnúmero de salvedades y advertencias, conlo cual, en repetidas ocasiones, no dejan de ser arbitrarios. A lo sumo se acercaban a ladistinción de las diferencias de la riqueza entre un país y otro, y al interior de cada uno deestos, entre los sectores menos favorecidos y los no muchos privilegiados. En todo elparcial análisis de los gabinetes gubernamentales de desarrollo se desconocía,maquillaba y disimulaba la magnitud de la sentida realidad de una población deprimidaque aumentaba aceleradamente en espacios residuales, que acogieron asentamientosperiféricos, en la ilegalidad, a manera de cinturones de miseria. A su vez, el medioambiente se deterioraba, en algunas partes, de manera irreversible

En este panorama no coincidían los ideales del desarrollo con el auténtico bienestar, nicon los propósitos de un medio ambiente sano. En vano, y a gran distancia, la calidad devida se correlacionaba con el bienestar y la justicia social. América latina se urbanizóabruptamente en casi tres décadas, la población se subsumió en situaciones difíciles, yno faltaron asistencialistas y esporádicos paliativos gubernamentales carentes de ejesque articularan políticas coherentes de desarrollo y bienestar acordes a cada particularcontexto. En dicho momento la calidad de vida, como termino de referencia a nivelteórico, no era precisamente la estrella polar hasta bien entrados los ochenta.

No obstante, desde su apreciación más simplista y sesgada, la calidad de vida ha sidotanteada entre los marcos de referencia que establece el binomio satisfacción einsatisfacción de necesidades. Al respecto han surgido controversias por lasambigüedades en torno a las abstractas interpretaciones de términos como felicidad –bienestar – riqueza – desarrollo – posibilidad de consumo, insatisfacción de necesidades– pobreza, conformidad – satisfacción, crecimiento económico – acumulación, entre otrosque se homologan como sinónimos entre sí, que varían en cada contexto o cuando setrasnochan algunos paradigmas o transitorios debates; lo cual, indudablemente, nos alejade una unanimidad teórica y de parecer por cuanto no hay coincidencia plena entre lasdisciplinas que se han encargado de su estudio e implementación.

La idea embrionaria de calidad de vida proviene del imaginario colectivo de bienestar ydesarrollo, entendidos simultáneamente en términos de satisfacción de necesidades, y,de posibilidad de consumo dentro de la lógica de las relaciones capitalistas de laacumulación; articulada y dinamizada, en gran medida, por la cultura de los mediosmasivos de comunicación. No es gratuito que en el capitalismo avanzado, el lucrativonegocio del entretenimiento y la publicidad se constituyan en un sector de granefectividad como mecanismo inconsciente e informal de control social; o como bien loexplica Packard: persuasores ocultos. “Hoy el problema para la construcción colectiva deconocimiento no está ya tanto en los libros venerados como en la realidad virtual quecrean la TV y otros medios masivos de comunicación y en su forma “bancaria” de impartirqué es lo real y qué no. La educación y hasta la solidaridad se basan más en lo que saleen la TV, por ejemplo, que en los problemas concretos y reales de nuestros vecinos, loque seguramente desconocemos o no valoramos por no ser dicho precisamente por esediosecillo universal que todos tenemos entronizado en nuestros domicilios. La realidadvirtual es así recreada en una pantalla a partir de unas tecnologías y mediosjerarquizados­individualizados, de tal manera que las realidades convivenciales, lasexperiencias colectivas­creativas desde las bases sociales, se ven desplazadas por serdemasiado artesanales y vivas.”[6]

La sociedad contemporánea moldea patrones de consumo que predeterminanorientaciones y algunas formas de vida que se renuevan con relativa frecuencia, de cuyaacogida se vende la idea de contar con buen nivel de vida. De esta tarea se encarga latelevisión y en general los mass media, como también de revestir con la identidad de locitadino a todo individuo en condición de consumidor (iconántropo = hombre de laimagen). Por lo tanto, los sujetos reafirman su particular identidad haciendo parte delengranaje simbólico, integrativo y comunicativo que le proporciona la variedad deopciones del mercado. El consumo es también un sustrato relacional, a través del cual sedistinguen grupos con particulares apetencias y afinidades sicosociales, los cualesreposan en las diversas expresiones de un interaccionismo simbólico en el cualconvergen las lógicas de la racionalidad capitalista y el dinamismo metropolitano.[7]

El “Club de Roma” —Los limites del crecimiento (1972) y Más allá de los limites delCrecimiento (1992)— revela una sociedad moderna opulenta cuya dinámica está regidapor el principio mayor consumo­mayor bienestar, donde el soporte en el cual descansa labiota está seriamente desequilibrado. Se advierte que si no se reconfiguran los topes

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demográficos junto con las formas de producción y de consumo, el planeta no toleraríalos cambios, corriéndose el riesgo de poner en entredicho las mínimas condiciones parala permanencia de la vida. Aunque dicha obra ha sido seriamente cuestionada en susaspectos metodológicos e interpretativos de carácter Malthusiano, el llamado de atencióny la alerta que genera conserva vigencia.

Si de algo se deriva la justicia y el bienestar en cualquier latitud del planeta es de laarmonía y la igualdad. La equidad como valor mediador entre generaciones, sociedad ynaturaleza, ricos y pobres, y entre países desarrollados y en vía de desarrollo, es otrodesafío que algunos, con duelo, afrontan por lo utópico que és. Al respecto, puedeentenderse la equidad como un supravalor que asigna coherencia al acceso ydistribución justa de los recursos, oportunidades y potencialidades; donde el nosotrosconfluya con los otros, ellos con ellas, los de ahora con los de antes y los venideros, losque mucho tienen con los que nada poseen, y otras tantas posibilidades que permitan elcultivo de un futuro respetuoso con la base natural, política y cultural que le sustente. Perosi se revisa la realidad del presente, y su respectivo contenido histórico, con todas lasdescompensaciones acumuladas, el balance no es el mejor. “Hay un dato tan sencillocomo estremecedor para valorar nuestro papel en la historia, y es que los seres vivos,actualmente habitantes de los veinte países más desarrollados del mundo, hemosgastado tanta energía y recursos como la totalidad de las 460 generaciones anteriores deseres humanos que han poblado este planeta. Incluyendo, es más, las que tambiénvivieron en nuestros países desde mediados del siglo XIX hacia el pasado. El milagro deldesarrollo económico, como hoy todavía se entiende, está basado exclusivamente en laconcentración, en el espacio y en el tiempo, de la capacidad de consumo para tan solodos­tres generaciones y en menos de veinte estados.”[8]

Con todo ello, por mas avances que esbocen las medidas conservacionistas que intentanregular la relación con el medio, la problemática en sí, no se superará en el plazoinmediato. Es iluso aspirar a que la sociedad incorpore completamente, a corto y medianoplazo, patrones de vida sustentables, dado el arraigo de modos de vida ecológicamentecontraproducentes, cuya solución exigiría recrear particulares e intrincados tejidos ydinámicas socioeconómicas, políticas y culturales que parten de ámbitos locales hastallegar a los transnacionales.

2.1 De la calidad de vida en la administración pública

En la formalidad institucional de la administración pública se entiende la calidad de vidadesde tres ópticas:

a) Como aquella disponibilidad de recursos en el ámbito de las necesidades básicas(alimento, vivienda, sanidad, etc.).

b) Como la capacidad administrativa estatal de patrocinar la prestación de serviciosbásicos públicos, especialmente a los menos favorecidos; y,

c) como la gestión social y programatica de alternativas competentes a su desarrollo entérminos de justicia y equidad.[9]

Entendido de esta manera, la calidad de vida es el producto de medidas encaminadas agarantizar el suministro y disponibilidad de recursos para cubrir necesidades en lapoblación. Sin embargo, son obvias las restricciones para tales propósitos. Contamos congobiernos corruptos, carentes de suficiente voluntad política y con déficits fiscales quehacen que las políticas diseñadas para conseguir el desarrollo sean económicamenteinsostenibles. Sí en un sector periférico se inaugura una escuela o centro medico,pomposamente se dirá que se mejoró la calidad de vida. Pero no hay que ser muyperspicaz para saber que son infraestructuras mal dotadas, sin el suficiente recursohumano; que el cubrimiento de redes de alcantarillado y acueducto es deficiente; que lamayoría de la población está subempleada; o que el asentamiento se encuentra ubicadoen una zona susceptible a desastres naturales.

El problema que atañe a la calidad de vida es, indiscutiblemente, de orden político. Lostropiezos de la vida digna revelan, en su amplia magnitud, las falencias del ámbitogubernamental. En este orden de ideas, es habitual que para acceder a una aparentecalidad de vida es necesario circunscribirse en las redes clientelistas y prevendatarias enlas que se sustentan los partidos políticos, los cuales garantizan minúsculos beneficios apotenciales sufragantes, siempre y cuando estos favores sean retribuibles en la urna, porlo tanto, traducibles en votos. Realidad evidente que está bien enraizada tanto en elsistema electoral, como en la burocratización de las instituciones estatales.

La gestión pública no se encuentra mediada por el núcleo articulador de lasustentabilidad en el tiempo, es irregular e ineficiente, por ende, reactivo más nopreventivo. Las políticas públicas son segmentarias, casi existe una relacióninversamente proporcional entre cobertura y calidad. Si hay un aceptable grado decobertura va en desmendro de la calidad; y si se localiza la calidad en lo óptimo,exiguamente alcanza para un lugar determinado, descuidando así el fin en cuantocobertura. Por otro lado, si se cuenta con recursos suficientes, no pueden dirigirse a unasolución integral de las demandas en su conjunto. Si se dota el sector salud, no quedadinero para el educativo, para infraestructura deportiva o la red vial. El reordenamientofrecuente y coyuntural de las prioridades por orden de urgencia genera la improvisaciónen la ejecución de los presupuestos, con lo cual pierden consistencia los paquetes demedidas y planes estratégicos que conforman las políticas oficiales.

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3. LA CALIDAD DE VIDA RECONCEPTUALIZADAAcercarnos a la comprensión conceptual de calidad de vida requiere entender que

“1. El término “vida” se refiere única y exclusivamente a la vida humana en su versión notanto local como comunitaria y social. Interesa fundamentalmente la calidad de vida deamplios agregados sociales.

2. Así mismo el término “vida” requiere hacer referencia a una forma de existenciasuperior a la meramente física que incluiría al ámbito de relaciones sociales del individuo,sus posibilidades de acceso a los bienes culturales, su entorno ecológico­ambiental, losriesgos a que se encuentra sometida su salud física y psíquica, etc.”[10]

Se asiste entonces a una idea más societal que singular e impersonal, excluyéndose elmarcado individualismo que matiza al sujeto de la sociedad de consumo. Prima el ethoscolectivo sobre el individual. Desde esta arista, el hombre se reafirma como un complejobagaje de cosmovisiones y representaciones colectivas, interactuante tanto con suscongéneres, como con el entorno natural y construido. De ésta interrelación se abona elterreno para que la teoría de los sistemas proporcione los fundamentos de laecosistemica, paradigma interpretativo nieto de la teoría de la complejidad.

De otro lado, la medición y valoración de la calidad de vida está regida, en gran medida,por apreciaciones subjetivas e ideológicas correspondientes al particular contexto dondese desenvuelven las colectividades. Así, pues, para medir un determinado tipo de calidadde vida es necesario contar con otros referentes que nos sirvan de contraste. Es precisodiferenciar los diversos modos de vida, aspiraciones e ideales, éticas e idiosincrasias delos conjuntos sociales, para distinguir los diferentes eslabones y magnitudes, pudiendoasí dimensionar mejor las respectivas variaciones entre unos y otros sectores de lapoblación. Explicado de otra manera, es presuntuoso aspirar a unificar un único criteriode calidad de vida. Los valores, apetencias e idearios varían notoriamente en el tiempo yal interior de las esferas y estratos que conforman las estructuras sociales.[11] La calidadde vida (el bienestar) es un construido histórico y cultural de valores sujeto a las variablesde tiempo, espacio e imaginarios, con los singulares grados y alcances de desarrollo decada época y sociedad.

“Podría sostenerse que el concepto calidad de vida es subjetivo y que a través de todo elmundo la calidad de vida varía en el espacio y en el tiempo. Pero, a nuestro juicio, ese esprecisamente el punto central: según la situación, el conjunto de las variablesambientales más pertinentes puede y debe ser diferente en diversas situaciones. Lo queen un medio ambiente es bueno o malo, dentro de ciertos limites extremos inferiores ysuperiores, puede cambiar mucho según las distintas situaciones y, salvo en el caso devariables como las que influyen en la salud humana (que es un componente de la calidadde la vida), a menudo resulta muy difícil ordenar la calidad del medio ambiente sobre unabase universal.”[12]

A la hora de acercarnos al examen de la calidad de vida es necesario discriminar lo queen economía se denomina Nivel de Vida. Al interior de la brecha social existente encontextos urbanos, cada nivel de vida puede especializares y diferenciarse de modorelativamente sencillo. En un sector marginal de la ciudad las personas canalizaran suspropósitos para contar con un cubrimiento aceptable de servicios públicos, acceso adotaciones hospitalarias y educativas. Ciertamente, ello brindaría un relativo grado deconformidad, mejorando, por ende, la calidad de vida. Por su lado, las clases pudientes,después de contar con la garantía de satisfacer sus necesidades y demandas básicas, yde gozar de un buen nivel de vida, reproducen nuevos ideales de manera tal que,hipotéticamente, puede tenerse un grado medio de conformidad; otro paralelo puedeestablecerse a fin de comparar dinámicas y lógicas urbanas y rurales entre sí.

Estamos frente al meollo simbólico y figurado de detentar algunos bienes y servicios queproporcionan status, que se asumen como indicadores positivos en cuanto calidad devida. No obstante, tener lo que popularmente se conoce como lujo y abundancia, nonecesariamente es contar con lo óptimo en referencia a la calidad en el vivir. “El otrosagaz recurso es la idolatría de lo efímero, de la moda, de lo que tiene que caer en rápidodescrédito para dejar paso a algo distinto, aunque sea igualmente antiestético y pocomás o menos duradero que lo suplantado.”[13]

No todo modelo establecido de buen nivel de vida lleva tácitamente intrínseco la calidadde vida en su correcto sentido. Tomemos, por ejemplo, el prototipo de buen nivel de vidaque conlleva el hecho de poseer un automóvil. Es una idea, casi un dictamen cultural,que gozar de vehículo es distintivo de bienestar, poder, importancia y comodidad; modeloforáneo correspondiente a la cultura del consumo (“soberanía del consumidor”) de lospaíses industrializados; “... es probable que la América Latina en su conjunto en losúltimos veinte o treinta años haya estado adquiriendo un estilo de vida en que elautomóvil constituye para algunos la piedra angular de la existencia y para otros unaaspiración que debe cumplirse aunque signifique un alto costo personal. En los primerosaños de posguerra, el cine y luego la televisión probablemente tuvieron un fuerte efectosobre muchos latinoamericanos para conformar su visión del estilo de vida que preferían.Muchos de los programas transmitidos por esos medios de comunicación fueronpreparados en los Estados Unidos de Norteamérica. Con ellos se importó, en un gradodiscutible, un estilo de vida que se centra en torno del automóvil privado.”[14]

Pero, sustancialmente, ¿puede sostenerse que el coche mejora la calidad de vida? Sinlugar a dudas, colocados en su óptica más global y compleja, y de acuerdo a la precisión

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retomada (cita 10), no. Circunstancias como la contaminación atmosférica (compuesta porpolución acústica, gases y partículas en suspensión), la saturación del flujo vehicular, elderroche de agua empleada en su limpieza, sus componentes y repuestos nobiodegradables, hacen que se desmejore la calidad de vida en las ciudades.

“El crecimiento del acervo de automóviles en la América Latina ha tenido un efectoprofundo sobre aspectos tan diversos de la vida de la población como la forma de lasciudades que habita, la calidad del aire que respira, la naturaleza de la ocupación en quese gana la vida y los lugares en que pasa sus vacaciones. El efecto del automóvil lo hansentido tanto quienes lo tienen como quienes no lo poseen, y si pudiera aventurarse unaburda generalización al respecto cabría afirmar que todo el mundo siente los efectos delautomóvil, pero solo quienes lo poseen gozan los beneficios derivados de su utilización.Como en la América Latina contemporánea hay una alta correlación, salvo contadasexcepciones, entre la posesión de un automóvil y lo que podría describirse como elestrato privilegiado de una estructura social muy diferenciada, podría deducirse que elvehículo ha tenido un efecto favorable sobre quienes ya estaban en buena situación yque ha perjudicado a todos los demás. Probablemente, los primeros no han sidoobligados a compensar adecuadamente a los últimos.”[15]

La proporción de ello se revela en lo referente a las emisiones atmosféricas resultantesde la carburación de combustibles fósiles. El parque automotor es el responsable de lacontaminación atmosférica en un 70% aproximadamente. Y en este orden de ideas “seestima que la contaminación del aire urbano es causa de 24.300 muertes al año enAmérica Latina, de la perdida de 65 millones de jornadas laborales y de la tos crónicaque sufren más de 2 millones de niños.”[16] “Como además sabemos que más de untercio de lo que ganamos es succionado por los pagos a plazos del automóvil, la energíaque consume, los impuestos que devenga, las multas y las reparaciones.”[17]

Lejos estamos de lo óptimo refiriéndonos a la calidad de vida con los insosteniblesreferentes de consumo que poseemos. Existen dificultades para hallar el punto deequilibrio cuando hablemos de calidad de vida en relación con la satisfacción denecesidades, la perpetuación de los recursos naturales y la salud colectiva. De algunamanera, en el marco de la cultura de masas, la insatisfacción puede crecer cuando demás bienestar se disponga. Una de las grandes paradojas de nuestro tiempo resulta deldisfrute de bienestar material sin ausentar el malestar existencial; situación familiar atodos en algún momento de la vida. En consecuencia, “esto supone desde el punto devista de las necesidades y de su satisfacción que consumir se convierte en unaexperiencia de “insatisfacción permanente”, puesto que el consumidor depende demodelos y ritmos externos que escapan a su propia soberanía. Lo que hoy se consumede forma deseable, mañana deja de serlo aunque el servicio del producto sea el mismo ytambién el consumidor. Así se formaliza un “consumismo” cuyo rasgo definidor es el deincorporar al consumidor a una espiral sin fin donde ve constantemente relanzada sudemanda.”[18]

4. SOBRE LA CALIDAD DE VIDA EN MATERIA AMBIENTAL

La denominada economía verde sugiere superar el poder adquisitivo líquido comoexpresión de un bienestar opulento u ostentoso, abriendo así su concepción a todosaquellos bienes no cosificados que no se compran pero que también tienen un valor: elpaisaje, el sentido de pertenencia, el aire puro, la ausencia de ruido o contaminación engeneral. Propone contemplar los componentes, tangibles e intangibles, que estructuraríanorgánicamente una aproximación a lo que és el bienestar bien entendido. Dichaapreciación no discrimina distinción alguna entre los vocablos nivel de vida y lo quedebería entenderse como calidad de vida, puesto que los afilia como equivalentes entresí, y, mancomunadamente, los exhibe como ideal de una especie de bienestar sostenible.[19]

En la economía ambiental y de los recursos naturales, de clara tradición anglosajona, laconjunción conceptual entre nivel y calidad de vida (ideal alcanzable) conforman ensumatoria el “estándar de vida”, cuyos principales indicadores serian los ingresoseconómicos y su destinación en gasto, siempre y cuando se entienda en la lógicaracional e instrumental del análisis costo­beneficio, lo cual conduciría a optimizar lasinversiones y los flujos de energía pro eficiencia de procesos de diversa índole. “Lamejoría y la racionalización de la eficiencia económica y social, por su parte, estaríadirigida hacia un mayor rendimiento de las actividades productivas, en cuanto ello serelaciona con los desafíos y objetivos ambientales. Se buscarían resultados tales comolos siguientes: disminuir el empleo superfluo de energía y materia prima en la producciónde bienes y servicios necesarios; reducir y desalentar la producción y el consumo debienes y servicios superfluos y suntuarios; lograr la máxima calidad posible de los bienesy servicios producidos y su proceso de mantenimiento a fin de asegurar su durabilidad, ypor tanto el ahorro de materias primas y energía en su frecuente o prematuro remplazo, yreciclar los desechos de la producción, el consumo, el transporte y la comercialización,así como lograr el uso múltiple de los recursos incorporados a fin de abaratar los costosde producción y hacer posible la satisfacción de las necesidades básicas...”.[20]

Tras esta correlación de elementos, dicha escuela económica sugiere restablecer elmenguado nexo de lo antrópico con lo biofísico y ecológico. Se estrecha aun más larelación entre calidad de vida como consecuencia de la calidad ambiental, y viceversa,cuya consonancia mutua arroja el ya mencionado “estándar de vida” como referente paradeducir el grado real de desarrollo sustentable. “En el proceso de mejoramiento de lacalidad de vida, deben buscarse mecanismos que permitan valorar los recursos naturalesrenovables en la magnitud del beneficio que de ellos se deriva para la especie. Cualquier

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tergiversación significa a la larga una reducción de la calidad de vida.”[21] Un esbozopreliminar puede deducirse de la formulación[22]:

BIENESTAR ECONOMICO NETO =

Producto Nacional Bruto – Costes Sociales – Costes Ambientales

Reestructurando el tratamiento a la calidad de vida, es importante contemplar aspectostales como condiciones de vida deseables, posibilidades de su óptima evolución, gradode satisfacción alcanzado, cuya sumatoria descansaría en la bitácora de lasustentabilidad. En éste instante se fusionan dos direcciones de un mismo aspecto queparecían tomar rumbos desiguales. Se persigue compensar necesidades y elevar el nivelde vida pero alterando lo menos posible el medio ambiente. No obstante, en lo fáctico, hade considerarse ilusa la aspiración de quienes procuran tener modos de vida en unasupuesta sincronía total y absoluta con el derredor. No hay que revisar demasiadainformación sobre el tema para concluir que por cuidadosos que se intente ser enprocesos de producción, establecimiento de asentamientos, modos de consumo, y el sinfin de circunstancias asociadas a lo que és vivir en una sociedad, con tal flujo de bienes yservicios, el entorno es objeto de serias modificaciones. Es acorde delinear patrones devida en los que los medios y formas de producción y consumo tengan su obviarepercusión en el entorno, procurando que sean mínimas, e intentando, sobre todo, queéste conserve en el tiempo la capacidad de restaurarse de la incidencia de factoresantrópicos y también naturales (resilencia).

No pueden producirse bienes y servicios sin agotar recursos, alterar el medio ycontaminar, tanto en el proceso de producción como en el de consumo (desechos). Elgran cuestionamiento gira en dirección de cómo vivir en ciudades hacinadas, noplanificadas cabalmente, con agua y aire contaminados, congestionamientos en lacirculación y modelos de vida consumistas. Aspirar a la calidad de vida, y al bienestarsostenible, interpone la racionalización del consumo, lo cual conduce a replantear eldesarrollo en términos de calidad y cualidad, no de cantidad. Debemos ser realistas,mientras más se habla de calidad de vida, nuestra realidad inmediata y las proyeccionesfuturas, señalan tendencias adversas.[23]

“La racionalización y la humanización del consumo apuntarían hacia la satisfacción delas necesidades básicas biológicas y culturales de todos los sectores sociales en cuantose relaciona con los desafíos y objetivos ambientales y, por tanto, los ajustes deberíanencaminarse principalmente a proteger y estimular la produccion de los bienes y serviciosdestinados esencialmente a la satisfacción de necesidades reales y aspiracionesrazonables. Esto significa la eliminación o el desestimulo, en la medida de lo posible debienes superfluos y suntuarios; asimismo, a garantizar la buena calidad de los productos,su duración y sus posibilidades de mantenimiento y reparación; a evitar o desestimularlos cambios periódicos de modelos originados en practicas compulsorias de mercado,que con pretexto de la innovación sólo persiguen estimular tendencias consumistas ymaximizar el lucro de productores y comerciantes. El fenómeno se presenta masfuertemente en el caso de los bienes de uso domestico y en transporte automotorindividual; en igual forma, a proscribir la producción y el consumo de productos, quedebido a su efecto ambiental afectan la salud de la población o la calidad del ambiente, ya desestimular el consumo de bienes y servicios que entrañan alto consumo de energía ode recursos naturales escasos o considerados de alto valor estratégico para lapreservación del ambiente.”[24]

Conceptualmente se superó (más no en la práctica) la noción simplista de bienestar comoposibilidad de consumo y robusta comodidad. Su comprensión incorpora, en teoría,deberes sociales ajustados a esas éticas prolíficas a fin de milenio: moderar el consumo,el reciclaje como cultura: el consumidor ecológico o concienciado. Por su lado, losmedios y formas de producción, en cuanto proceso de transformación, han de adecuar eimplementar tecnologías limpias. El mercado debe ser elástico, operante y retributivo conrelación a productos certificados con etiquetas verdes, los cuales, en la dinámica de laoferta y la demanda, deben escalonarse con precios competitivos: green marketing. Elsector privado está en mora de asumir responsabilidades, por ejemplo, en la asignaciónproporcional de una fracción de la plusvalía a programas contingentes al medio ambienteo la salud pública. El sector público debe aplicar políticas eficientes, comenzando por lasrestrictivas. La conjunción de todo ello se circunscribe en el portafolio transnacional demedidas encaminadas al desarrollo sostenible en su amplia acepción, lo cual apenasgermina en el horizonte de aquellas imperiosas utopías de la civilización.

5. CALIDAD DE VIDA: multiplicidad de miradas en el nuevomilenio

La calidad de vida es un elemento mediador en todo lo competente a lo ambiental y eldesarrollo. En países con crecientes marginalidades a todo nivel, alcanzar el bienestar ensu óptimo sentido no es simple. Es pertinente unificar criterios para medir los avances alrespecto. En esta línea de trabajo, desde 1990 el Informe de Desarrollo Humano delPrograma de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) emite diagnósticos anualespara 160 países con la pretensión de diseñar prognosis acordes al denominadoDesarrollo Humano Sostenible (DHS), el cual se cuantifica a través del Índice deDesarrollo Humano (IDH). Éstos informes son el resultado de la yuxtaposición de unagama de variables con un espectro relativamente amplio de respectivos indicadores. Allílogra recogerse un conjunto homogéneo de lo requerido para medir calidades de vida, elcual fue acogido en consenso por el Banco Mundial (BM) y el Fondo MonetarioInternacional (FMI). No obstante, dicho informe no parte de una revisión crítica a las

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desventajas de colocar datos que descansan tras el único fuero de lo cuantitativo, puesarroja rangos y escalafones de países que sí llegasen a completarse con peculiaridadespropias trastornaría notoriamente ese orden anunciado, ya que, por ejemplo, sedesconoce la incidencia y real envergadura de los conflictos armados en las formas devida, desplazamiento y segmentación del tejido social, y en consecuencia, de la calidaddel vivir.

Sin embargo, no puede desconocerse las fortalezas teóricas y conceptuales del Indice deDesarrollo Humano (IDH), dado que es un punto de vista alternativo que replantea losestilos de progreso y la forma convencional de medirlo. Se trasciende la valoraciónortodoxa de desarrollo como crecimiento (acumulación), industrialización, auge demercados y, en general, avances macroeconómicos. Las gentes no son entidadesanónimas y abstractas para que sean ignoradas en su sentir y percepción subjetiva eintersubjetiva de bienestar. “Los índices de calidad de vida o del desarrollo humano queestán siendo diseñadas por las Naciones Unidas y algunas universidades y gobiernos,esperan integrar diferentes variables que han sido identificadas como objetivos posiblesde la humanidad. Algunas de las variables recientemente agregadas tratan de involucrarlo que los cinco sentidos le dan al bienestar humano: visión, gusto, tacto, olor, sonidos;otros incluyen visiones platónicas de la felicidad como la belleza, justicia y verdad. Deesta forma la ética, el poder, el conocimiento y el placer están reemplazando el PIB.Tratando de cuantificar la calidad algunas instituciones han diseñado índices de calidadde vida conectados a anteriores índices que están siendo medidos. (...) Conceptos desociología, sicología, y antropología han sido usados para construir índices utilizables enlos cuales las variables están agrupadas como en el ejemplo de Flanagan, en el cual lascategorías son: comodidad material, recreación activa, experiencia laboral agradable,seguridad personal y de salud, aprendizaje, adquisición de conocimientos, relaciones depareja, socialización y expresión personal.”[25]

Los indicadores oficiales de progreso y calidad de vida deben ser complementados conotros que evidencien la real trascendencia de las políticas públicas y de desarrollo.Usualmente se aplaude victoriosamente los progresos cuando los gobiernos exponencifras positivas de incrementos exponenciales, de las cuales infieren beneficiosextensibles a todo un país. Sin embargo, es escaso que se equiparen los avancesmacroeconómicos con asuntos como la distribución del ingreso y la riqueza, o laposesión y grado de concentración de la propiedad del suelo. Un cuestionamientoconcienzudo de ello conlleva a conjeturas y dilemas éticos y morales que confrontan laseconomías y los ordenes establecidos. Replantear la calidad y las formas de vida esrevaluar también el modelo de sociedad. Por su parte, la economía no es ajena a la lupade las eticidades y la moral política y civil como garantes de la equidad: principio supremoen que se sustenta la calidad de vida como vida digna, apelando, en esencia, a la justiciasocial como valor sublime.

“Si se interpretan los objetivos globales de desarrollo nacional en términos tradicionales(tasas de crecimiento, tasas de ocupación, tendencias de distribución del ingreso,etcétera) es evidente que el status constituye el factor orientador por excelencia para laplanificación intrarreginal. Si en cambio se piensa en términos de calidad de vida y se losubica en el contexto de la búsqueda de estilos de desarrollo, la posición relativa entrestatus e imagen­objetivo se invierte; ello por cuanto las formas especificas que adoptarácualquier reformulación de estilos de desarrollo, la dependencia de estas respecto de lasituación ambiental que enfrentan la comunidad regional y las comunidades locales, y lainfluencia decisiva que ello tiene sobre la calidad de vida, son cuestiones que brindan ala percepción comunitaria del medio y, por consiguiente, a la imagen­objetivoprevaleciente de la comunidad, un papel altamente pertinente en la gestión y evaluacióndel desarrollo.”[26]

Repensar la calidad de vida es reorientar en direcciones de avanzada más integrales losideales de desarrollo y progreso, así como rediseñar los modos de evaluarlos. Al respectoha contado con acogida en diferentes círculos la propuesta del chileno Manfred Max–Neff, quien en los ochenta postuló el Desarrollo a Escala Humana con el concierto deposiciones éticas, estéticas, culturales, pacifistas y cívicas. “Tal desarrollo se concentra ysustenta en la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, en la generaciónde niveles crecientes de autodependencia y en la articulación orgánica de los sereshumanos con la naturaleza y la tecnología, de los procesos globales con loscomportamientos locales, de lo personal con lo social, de la planificación con laautonomía y de la Sociedad Civil con el Estado.”[27]

Desde ello “...es igualmente claro que algunos estilos de desarrollo, producción yconsumo son intrínsecamente incompatibles con la preservación de la calidad ambientale incluso de la calidad de la vida. La meta final del desarrollo socioeconómico es, odebería ser, el mejoramiento sostenido de la calidad de la vida de los seres humanos. Elproceso de desarrollo entraña utilizar, modificar y recrear el medio ambiente humano. Almismo tiempo, la calidad de este último es un componente fundamental de la calidad dela vida y, por lo tanto, resulta necesario y apremiante explorar marcos conceptuales quehagan hincapié en la plena integridad del desarrollo y el medio ambientesocioeconómicos, ya que estos serían aspectos complementarios del mismo proceso.Estos marcos conceptuales deberían permitir examinar una gama lo mas amplia posiblede formas y caminos de desarrollo alternativos y, más importante que las opciones deaplicación, hay que recalcar que la generación de objetivos o metas, distintos de lostradicionales, constituyen un proceso fundamental”.[28]

Debe contemplarse la combinación, perspectiva sistémica, de los componentes sociales,económicos, médicos, psicológicos, ecológicos, culturales, políticos, ontológicos y

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axiológicos, en su multivariada y compleja composición. Buscar la calidad humana esromper con añejos puntos de vista parciales y reducidos. “Esto ha implicado tomar encuenta no solo la satisfacción cuantitativa de una necesidad especifica, sino también sumejoría cualitativa.”[29] Ilustremos dos ejemplos:

a) El hecho de comer no necesariamente denota buena alimentación; si las cifrasseñalan un bajo promedio de desnutrición infantil, es conveniente revisar el grado demalnutrición, la cual casi siempre supera ostensiblemente la primera. “Entre loscomponentes fundamentales de la salud se encuentra la nutrición adecuada, que a suvez constituye la base del crecimiento y desarrollo humanos. Por el contrario, la nutricióndeficiente o inadecuada puede contribuir a un gran numero de problemas de salud,alterando funciones que regulan una vida normal y saludable. Teniendo en cuenta loanterior, se concluye que la disponibilidad, distribución y consumo de alimento sonvariables esenciales que relacionan la salud (en el más amplio sentido), la nutrición y laproductividad económica con el proceso de desarrollo socioeconómico. Como era deesperar, dadas las desigualdades según clase social e ingreso ya demostradas en lasáreas de mortalidad y morbilidad, existen grandes diferencias en los patrones deconsumo alimentario entre los diferentes sectores poblacionales de los paíseslatinoamericanos. De la misma manera que las cifras nacionales medias de mortalidad nocaptan las desigualdades existentes, los datos sobre disponibilidad y consumo dealimentos por individuo encierran grandes diferencias en cuanto al consumo denutrientes y los factores causales de la desnutrición entre los diferentes grupossociales.”[30]

b) Contar con techo no representa necesariamente buen nivel respecto a vivienda, espreciso detallar los materiales empleados en la construcción, como la vulnerabilidad delterreno donde se edifica; así mismo el promedio de individuos por vivienda. “Elhacinamiento es un reflejo de la escasez de viviendas y de la falta de espacio para alojara la totalidad de los miembros de cada una de las respectivas familias. El hacinamientose manifiesta también en la elevada densidad de población de esos asentamientosprecarios, tal como lo ponen en evidencia el número de habitantes y de metros cuadradosconstruidos por hectárea.”[31] “Pero al mismo tiempo que en las ciudades del mundo haymillones de apartamentos vacíos, la mayoría de los nuevos urbanistas se apiñan en unaperiferia donde hablar de calidad de vida es puro sarcasmo. Y allí todos aspiranlegítimamente a una vivienda digna, sólo que hacerlo puede ser la mayor de las trampas.Hoy, a escala planetaria, supera la mitad de la vida laboral de las clases trabajadoras loque se debe invertir para alcanzar esa convencional meta.”[32]

La relación calidad de vida­calidad ambiental se encuentra mediada por un nexodirectamente proporcional. Por su lado, se ha ampliado el rango de aprehensión de loambiental, desde su concepción básica como naturaleza. Ambiente son todos loscomponentes del entorno. Son también las correlaciones y representaciones simbólicasque tiene el sujeto de su espacio inmediato, en el cual se desenvuelve como ser social.“El hábitat humano, además, no es sólo ni simplemente un mundo de objetos, sinotambién, y muy principalmente, un mundo de valores y de símbolos, que son, segúnquiero ver yo este tema, parte esencial del medio ambiente humano. Parece necesario,pues, adoptar una perspectiva holística que contemple al hombre y su medio como enuna mutua interacción y entrecruzamiento, de manera que los hechos y las acciones quetienen lugar en la escala más reducida de la vida cotidiana, en la que el individuo tieneque ser y “hacerse” como persona moral, puedan verse de algún modo vinculados a (oinsertos en) una dimensión planetaria, tan alejada en apariencia de sus diariaspreocupaciones, pero tan decisiva en cuanto a las posibilidades reales de sus opciones ydecisiones.”[33]

La calidad de vida no puede contrastarse con nada que se llame cantidad de vida. Todaslas consideraciones expuestas redundan en la aspiración de una sociedadequitativamente bien ordenada al interior de sí misma y con el contexto geográfico en elcual persiste. Realidad distante, utópica y ajena a la realidad de las megalópolis de hoydía, con sus respectivas huellas ecológicas que se prolongan más allá de la frontera de loconstruido y de lo que concierne a lo meramente urbano. “La ciudad es hoy el escenariode casi todo, pero sobre todo del consumo. El cambio de tendencia en la distribuciónsobre el territorio de las poblaciones tiene consecuencias de primer orden para elderredor y para quienes en él viven, así como para los masificados. Prácticamente todo loque de destructivista sucede fuera de los limites de lo estrictamente ciudadano resultaaceptable por que implica más espacio, recursos y energía para la urbe, y además desdeésta ya no se percibe directamente. Como toda ciudad es centro de poder, y la cultura y elmundo rural olvidables, poco extraña que poco o nada se enfrente el acaparamiento.” [34]

Una y tantas formas de calidad de vida y bienestar abarca todas y cada una de lasdecisiones diarias, de nuestras emociones respecto a ciertas situaciones, del ideal defuturo, de la alimentación y del normal transcurrir de la existencia de las personas, la cualresponde a un especifico momento de la civilización. Rodriguez Villazante esboza laexperiencia del hombre cosmopolita: “La mayoría de nosotros, en el mejor de los casos,aumentamos en un nivel de vida (tenemos más cosas), pero retrocedemos en la calidadde vida, pues lo mejor, lo más adecuado a cada situación concreta, hecho a propósito,sólo se reserva para algunos privilegiados. La calidad del hábitat, de la alimentación, dela salud, de la educación, etc., no es tener más coches para meterse en atascos de trafico,ni consumir más fármacos por que hay nuevas dolencias, ni consumir más carne sinsaber de qué se alimentaron esos animales, ni tener muchos electrodomésticos sin tenertiempo para oír música, ni tener muchos títulos sin saber qué nos está pasando. Además,otra gran parte de la población ni siquiera tiene acceso a muchos de estos bienesmateriales de dudosa calidad. Mientras, se están perdiendo recursos naturales y sociales

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de cada lugar que permitirían otras formas de vida.” [35]

5.1 Nuevos rumbos

En los últimos años la noción calidad de vida ha sido enriquecida con contenidos algonovedosos. De cierta manera es el acercamiento más pragmático y cotidiano quepodamos tener con un imaginario que ha transitado a vertientes bien interesantes parapensar. A continuación se enumeraran algunos rumbos, los cuales son origen de otrostantos que servirán para tipificar acepciones de calidad de vida, los cuales, lógicamente,no agotan otras tantas alternativas de estudio y crítica.

i) El concepto de calidad de vida asiste una apreciación más amplia y holistica,corriéndose el riesgo que vago se volviera la manera de entenderlo en algunascircunstancias fácticas. Probablemente puede trascender a dimensiones no humanas,dado que como se explicó en un principio, dicho termino se ciñe básicamente a locompetente al hombre. En caso tal de que el humano derecho a la vida trasciendapróximamente a las especies animales, como sujetos de derechos morales yconsideraciones que revestirían a todo lo vivo en cuanto tal condición (discusión entre lafilosofía del derecho y la ética ambiental)[36] , no es raro que ecologistas tomen lapancarta de defender la calidad de vida de los animales, por ejemplo, de un circo, porcuanto no estarían en sus óptimas condiciones por obvias razones: carecen de lo mínimoen relación con su hábitat, soportan maltratos, son objeto de la postura utilitarista delhombre, y, como seres vivos, son un medio, no un fin en sí mismos, secularizándose sulugar como organismos integrantes del sostén de la biota. Desde luego, se generaríandiversas interpretaciones, todas discursivamente lógicas.

ii) Si escrutamos el hecho de lo que es vivir en una sociedad de masas, nos encontramosrepetidamente con sujetos enajenados cuyo espacio vital está congestionado deartefactos que le ha brindado la tecné. La posesión y disfrute de bienes no garantiza laplena conformidad del hombre. A ello se dirige cierta corriente naturalista que,persiguiendo nivelar y solidarizar al sujeto con el medio, pretende modos de vidasencillos y naturales donde las necesidades primarias se compensan de manera simple,no opulenta. Sí hoy pensamos que tener calidad de vida es contar con teléfono celular,nada raro que el día de mañana calidad de vida sea la posibilidad de apagarlo paraevadir el estrés de la vida diaria.

iii) Una alternativa metodológica para ahondar en la lógica del concepto objeto deanálisis es diferenciando equidistantemente las categorías componentes de la triadanivel, forma y calidad de vida, sorteando los obstáculos a la hora de confeccionarmatrices de análisis e indicadores íntegros que reúnan las multicriteriales visiones detodas las áreas del conocimiento, a la par de las cosmovisiones de los estudiados, esdecir, de las comunidades en los componentes estructurales en que se fundamentan. Enconsecuencia, como se acaba de detallar, la calidad de vida se resiste a interpretacionessesgadas y parceladas.

iv) Las colectividades pueden conllevar pobreza no solo en lo económico. Asimismoexiste carencia de medios y erosión en lo político, cultural y social, de lo cual no escapansiquiera los sectores de altos ingresos. De ahí el desafío de esfuerzos dirigidos a mejorarformas de vida a partir de la recreación de tejidos sociales, la cabida a herramientasparticipativas y el rescate de valores a todo nivel. Es decir, a través de la posibilidad decultivar otros ámbitos del individuo y el entramado social. En ello se matriculan ideariosde convivencia, gobernabilidad, capacitación y autogestión; lúdica, economías solidarias(cooperativismo), sistemas sostenibles de producción, sentidos de pertenencia,reivindicaciones de género, civismo y cooperación. Dichos ámbitos han tenido luz verdecon propiedad desde las ONGs, o desde iniciativas de organizaciones de base donde losciudadanos consensuan y asumen responsabilidades en realidades y situaciones queexigen diligencia. En parte, por las grietas que los gobiernos van dejando en relación conel ejercicio de sus deberes, las cuales se difieren como cometido a todo aquel bagaje decompetencias que se concretan en la denominada sociedad civil.

Los conglomerados no se han desentendido plenamente de su futuro común, de susformas de reproducirse y perseguir cierto progreso en cuanto buscan incidir en elporvenir, mejorar las condiciones, planificar y ampliar sus posibilidades. Lo cual esdesarrollo inequívoco por las ventajas de cimentarse en la capilaridad del entramadosocial, en el cual se cosechan los frutos de los esfuerzos de la autogestión, puesto que“las necesidades fundamentales pueden comenzar a realizarse desde el comienzo ydurante todo el proceso de desarrollo; o sea, que la realización de las necesidades nosea la meta sino el motor del desarrollo mismo.”[37] Contrario a aquella convencional,vertical y paternalista noción de desarrollo cuyos fines son dudosamente alcanzables enel incierto futuro, sí acaso lo favorecen ciertas condiciones.

“En general las definiciones de sostenibilidad incluyen algunos o todos los conceptosrelacionados con la sostenibilidad ecológica, económica y social; (...) sostenibilidadsocial en el sentido de que el manejo y la organización sean compatibles con los valoresculturales y éticos del grupo involucrado y de la sociedad (equidad), lo que lo haceaceptable por esas comunidades u organizaciones y da continuidad al sistema en eltiempo”.[38] Se amalgama entonces la calidad de vida y lo sostenible, en cuantoencarnan la energía social suficiente para dar rienda suelta al desarrollo autentico,horizontal y verdaderamente transgeneracional. “Esta forma de planificación participativao democrática puede mostrarse como la más efectiva modalidad de incorporar lasvariables ambientales al proceso de planificación. Cuando se trata de “planificar lacalidad de vida”, un concepto tan subjetivo, no se puede dejar de pensar que los

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afectados (o beneficiados) deben desempeñar un papel central en la decisión demétodos y objetivos.”[39]

“A una lógica económica, heredera de la razón instrumental que impregna la culturamoderna, es preciso oponer una ética del bienestar. Al fetichismo de las cifras debeoponerse el desarrollo de las personas. Al manejo vertical por parte del Estado y a laexplotación de unos grupos por otros hay que oponer la gestación de voluntades socialesque aspiran a la participación, a la autonomía y a una utilización más equitativa de losrecursos disponibles.”[40]

v) Si ha variado en algo la manera de discernir la calidad de vida, es desprendiéndose deaquel sesgo tradicional que la asocia únicamente a diferenciar determinados estratossociales. Puede afirmarse que se ha diversificado lo correlacionado con éste termino.Explicado de otra forma, por la calidad de vida velan también agendas dirigidas a grupospoblacionales muy precisos, por fuera del referente unánime de franja social; aportaciónprincipal de la psicología social. Contemplemos aquí los programas para mejorar lascondiciones de vida de individuos con un común denominador independiente de suposición o estatus social, económico y cultural. Hallamos grupos de acompañamiento ydiversificación de posibilidades de vida a ancianos, jóvenes, enfermos (de SIDA, cáncer ocuanta enfermedad persistente exista), ejecutivos estresados, discapacitados físicos,indigentes, madres gestantes, infantes, reclusos en centros penitenciarios, o proyectos deseguridad industrial, motivación y autoayuda, entre muchos otros. Se impulsan sub­especializadas formas de hacer que sujetos, con particulares condiciones, cuenten conmínimos básicos que les permitan desarrollar sus potencialidades, como puedan aspirara futuros presupuestos de bienestar sicofisico.

Desde la perspectiva de las nuevas socialidades, en la praxis, se ha superado, en algo,aquella primaria concepción de calidad de vida explicada en el segundo capítulo,incluyéndose la posibilidad de potencializar circunstancias afines al género, grupopoblacional, edad, oficios y trabajo, hobbies, deficiencias de salud o rol desempeñado enla familia, empresa o sociedad. Por ejemplo, asuntos descartados como el papel de lamujer en el mundo racional y tecnocrático (Habermas) se rescatan. “Hoy día, la aplicacióndel criterio del “desarrollo humano” y la introducción de los criterios para medir la calidadde vida obran conjuntamente en favor de la recuperación de la importancia de lanaturaleza y de las tareas asignadas históricamente a la mujer, en las que naturalmenteno se ve razón alguna para que no sean compartidas con el varón.”[41]

vi) La diligencia de la calidad de vida ha traspasado el imaginario propio de capassociales discriminadas por el margen de ingresos o poder adquisitivo. El sujetopostmoderno cuenta con demandas que escapan a lo netamente socioeconómico, querevelan, en lo social, nuevos referentes de calidad de vida, y en lo individual,autorrealización y felicidad: alimentarse balanceadamente, practicar deporte, laborar enambientes organizacionalmente adecuados, no fumar ni consumir psicotropicos oalcohol, disfrutar el ocio, hacer el amor, compartir con amigos y vecinos, adelgazar yevitar la obesidad. La calidad del vivir es un ideal, con diferentes grados de hedonismo,alcanzable en todo momento. No obstante, en algunas ocasiones sentirse y verse bienacarrea cosos. Los bienes y valores que se expresan en lo light son de accesorestringido. La estética corporal, una alimentación medicada y balanceada, algunosentretenimientos, son componentes de una nueva cultura que, si bien es cierto se exponea todos, solo algunos sectores de la población pueden aspirar a incorporarlos en supropio estilo de vida; lo cual hace que sean avances no extensibles a todos,fundamentalmente a la gran mayoría.

Por otro lado hay que tener en cuenta que la “vida humana es un continuo de evolución y,por tanto, es equivocado pensar que el desarrollo de las personas comienza al nacer ytermina en la adolescencia. La verdad es que empieza en el momento de la concepción yfinaliza con la muerte. Evolucionamos a lo largo de la vida, como niños, como adultos,como ancianos. De ahí la necesidad de entender el concepto de calidad de vida en uncontexto evolutivo.”[42] Lo cual hace que sea un continuum, un fin en permanenteconstrucción, tanto a nivel individual como colectivo, y sin relegar, como especie, el papeltransformador y desequilibrador del medio. Se expone un sujeto extremadamentesensible e interactuante con el entorno social, el natural y el construido. Si la economíaambiental valora notablemente el paisaje desde lo cualitativo a lo cuantitativo, lasicología, por su parte, retoma éste eslabón interpretándolo a la manera del medioambiente perceptual, e, igualmente, de acuerdo a su calidad, le otorga una gransignificancia como origen de salud mental. Se ha presentado someramente la visiónsicologista de la calidad de vida, la cual, en conjunto, ha tenido acogida en sociedadesde todo el mundo.

Réquiem

Todo lo tratado hasta ahora no está agotado, por el contrario es una reflexión inconclusagracias a su complejidad, puntos de vista divergentes u opiniones pueda generar eltratamiento acá brindado. Para finalizar, es tarea urgente reflexionar consistentemente eltema tratado, para lo cual es necesario trastocar y revertir hasta la médula ciertosaspectos de una modernidad que en sus orígenes se pensó prepotentemente como unculmen terminado de civilización. Continuaremos hilando la filigrana del compromiso depensar maneras acordes para convivir en un planeta finito; proyecto al cual se interponeel hambre, la segregación, la guerra, la enfermedad, y la sensación milenarista de estarextraviados en laberínticos fatalismos que aclimatan nichos de incertidumbre.

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Tomado de Amalio Blanco.

* E mail: [email protected]

** El presente articulo se publico en la Revista Contribuciones de la Fundación KonradAdenauer de Alemania y el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el DesarrolloLatinoamericano (CIEDLA), Buenos Aires (Argentina); año XVI, Nº 3 (63), julio –septiembre de 1999, p. 119 – 148, en esa versión se titula “Apuntes sobre Calidad deVida, Desarrollo Sostenible y Sociedad de Consumo: una mirada desde América Latina”.

[1] RODRÍGUEZ BECERRA, Manuel: El Desarrollo sostenible: ¿utopía o realidad paraColombia?. En La política ambiental del fin de siglo: una agenda para Colombia.Manuel Rodríguez Becerra (editor). Santa Fe de Bogotá, CEREC, 1994. Pagina 16.

[2] PALACIO, German A. La gallina de los huevos de oro: debate sobre el concepto dedesarrollo sostenible. Santafé de Bogotá. CEREC – ECOFONDO, 1996. Pagina 11(Presentación).

[3] Es importante anotar que aquí no se citan los importantes ensayos magistralmentecompilados por Martha C. Nussbaum y Amartya Sen en la obra La Calidad de Vida,reimpresa en 1998 por The United Nations University y el Fondo de Cultura Económicaen México.

[4] PARDO, Mercedes: El desarrollo. En Sociedad y Medio Ambiente. Jesús Ballesteros yJosé Pérez Adán (editores). Madrid, Trotta, 1997. Pagina 190. El resaltado es del autor.

[5] GARCIA HURTADO, Alvaro y GARCIA D’ ACUÑA, Eduardo: Las variables ambientalesen la planificación del desarrollo. En Estilos desarrollo y medio ambiente en laAmérica Latina. Osvaldo Sunkel y Nicolo Giglo (compiladores). México, Fondo de CulturaEconómica, 1981. Volumen II, pagina 439.

[6] RODRIGUEZ VILLASANTE, Tomas: Del caos al efecto mariposa. En Utopía Siglo XXI,Revista de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquía.Volumen 1, número 1, junio­agosto de 1997. Medellín (Colombia). Pagina 43.

[7] GARCIA CANCLINI, Néstor. Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturalesde la globalización. México, Gedisa, 1995.

[8] ARAÚJO, Joaquín. XXI: Siglo de la Ecología: para una cultura de la hospitalidad.Madrid, Espasa­Calpe, 1996. Pagina 98.

[9] BLANCO, Amalio: Calidad de vida. En Terminología Cientifico­Social: aproximacióncritica. Roman Reyes (director). Barcelona, Anthropos, 1988. Pagina 66.

[10] BLANCO, Amalio: Calidad de vida. En Terminología Cientifico­Social: aproximacióncritica. Roman Reyes (director). Barcelona, Antropos, 1988. Pagina 65.

[11] Idem.

[12] GALLOPIN, Gilberto C.: El medio ambiente humano. En Estilos desarrollo y medioambiente en la América Latina. Osvaldo Sunkel y Nicolo Giglo (compiladores). México,Fondo de Cultura Económica, 1980. Volumen I, pagina 215­216.

[13] ARAÚJO, Joaquín. XXI: Siglo de la Ecología: para una cultura de la hospitalidad.Madrid, Espasa­Calpe, 1996. Pagina 117.

[14] THOMSON, Ian: Investigacion sobre algunos aspectos de la influencia que ejerce elautomóvil privado en la sociedad latinoamericana. En Estilos desarrollo y medioambiente en la América Latina. Osvaldo Sunkel y Nicolo Giglo (compiladores). México,Fondo de Cultura Económica, 1981. Volumen II, pagina 125.

[15] Idem, pagina 122.

[16] HARDOY, Jorge E. Y PERELMAN, Pablo: Urbanización y medio ambiente: problemasy capacidad de investigación en América Latina y El Caribe. En Conocimiento ysustentabilidad ambiental del desarrollo en América Latina y El Caribe. Francisco León(compilador). Santiago de Chile, Dolmen Editores, 1994. Pagina 267.

[17] ARAÚJO, Joaquín. XXI: Siglo de la Ecología: para una cultura de la hospitalidad.Madrid, Espasa­Calpe, 1996. Pagina 124.

[18] KOSTKA FERNÁNDEZ, E. y GUTIÉRREZ BRITO, Jesús: Consumo y medio ambiente.En Sociedad y medio ambiente. Jesús Ballesteros y José Pérez Adán (editores). Madrid,Trotta, 1997. Pagina 94.

[19] JACOBS, Michael. Economía verde: medio ambiente y desarrollo sostenible.Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1991. Capitulo 19: Estándar de vida y calidad de vida,paginas 449­467.

[20] UTRIA, Rubén D.: La incorporación de la dimensión ambiental en la planificación deldesarrollo: una posible guía metodológica. En Estilos desarrollo y medio ambiente en laAmérica Latina. Osvaldo Sunkel y Nicolo Giglo (compiladores). México, Fondo de Cultura

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Económica, 1981. Volumen II, pagina 520­521.

[21] GASTÓ, Juan: Bases ecológicas de la modernización de la agricultura. En Estilosdesarrollo y medio ambiente en la América Latina. Osvaldo Sunkel y Nicolo Giglo(compiladores). México, Fondo de Cultura Económica, 1981. Volumen I, pagina 347.

[22] Tomada de: RIOS CARMENADO, Ignacio de los; IGLESIAS GOMEZ, Laura: Lasconsideraciones ecologicas locales. En Sociedad y medio ambiente. Jesús Ballesteros yJosé Pérez Adán (editores). Madrid, Trotta, 1997. Pagina 372.

[23] Ver: CENTRO DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LOS ASENTAMIENTOSHUMANOS (HABITAT). Un mundo en proceso de urbanización: informe mundial sobrelos asentamientos humanos [Estambul, 1.996]. Colombia, Tercer Mundo editores, 1996.2 volúmenes.

[24] UTRIA, Rubén D.: La incorporación de la dimensión ambiental en la planificación deldesarrollo: una posible guía metodológica. En Estilos desarrollo y medio ambiente en laAmérica Latina. Osvaldo Sunkel y Nicolo Giglo (compiladores). México, Fondo de CulturaEconómica, 1981. Volumen II, pagina 521.

[25] CARRIZOSA, Julio: La evolución del debate sobre el desarrollo sostenible. En Lagallina de los huevos de oro: debate sobre el concepto de desarrollo sostenible.Santafé de Bogotá. CEREC – ECOFONDO, 1996. Pagina 53.

[26] TORRES, Santiago: La incorporación de la dimensión ambiental en la planificaciónregional: aspectos operacionales. En Estilos desarrollo y medio ambiente en laAmérica Latina. Osvaldo Sunkel y Nicolo Giglo (compiladores). México, Fondo de CulturaEconómica, 1981. Volumen II, pagina 545. Los resaltados son del autor.

[27] MAX­NEFF, Manfred (Nobel alternativo de economía). Desarrollo a escala humana:una opción para el futuro. S.N. Pagina 14.

[28] GALLOPIN, Gilberto C.: El medio ambiente humano. En Estilos desarrollo y medioambiente en la América Latina. Osvaldo Sunkel y Nicolo Giglo (compiladores). México,Fondo de Cultura Económica, 1980. Volumen I, pagina 224.

[29] ARDILA ARDILA, Ruben. Psicología y calidad de vida. Santa Fé de Bogotá. CINCEL.Pagina 9.

[30] SOLIMANO, Giorgio; CHAPIN, Georganne: Efecto del desarrollo socioeconómico y elcambio ecológico sobre la salud y la nutrición en la América Latina. En Estilos desarrolloy medio ambiente en la América Latina. Osvaldo Sunkel y Nicolo Giglo (compiladores).México, Fondo de Cultura Económica, 1981. Volumen II, pagina 165, 167.

[31] HARDOY, Jorge E. Y PERELMAN, Pablo: Urbanización y medio ambiente: problemasy capacidad de investigación en América Latina y El Caribe. En Conocimiento ysustentabilidad ambiental del desarrollo en América Latina y El Caribe. Francisco León(compilador). Santiago de Chile, Dolmen Editores, 1994. Pagina 259.

[32] ARAÚJO, Joaquín. XXI: Siglo de la Ecología: para una cultura de la hospitalidad.Madrid, Espasa­Calpe, 1996. Pagina 124.

[33] SOSA, Nicolás M.: Ética ecológica y movimientos sociales. En Sociedad y medioambiente. Jesús Ballesteros y José Pérez Adán (editores). Madrid, Trotta, 1997. Pagina275­276.

[34] Idem, pagina 123.

[35] RODRIGUEZ VILLASANTE, Tomas: Del caos al efecto mariposa. En Utopía Siglo XXI,Revista de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquía.Volumen 1, número 1, junio­agosto de 1997. Medellín (Colombia). Pagina 42.

[36] Ver recorridos sobre dicha discusión en:

­ GRUEN, Lori: Los animales. En Compendio de ética. Peter SINGER (editor). Madrid,Alianza editorial, 1995. Paginas 496­481.

­ SINGER, Peter. Liberación animal. España, Trotta, 1999.

­ HERRERA IBAÑEZ, Alejandro: Los intereses de los animales y sus derechos. EnDilemas éticos. Mark Platts (compilador). México, Fondo de Cultura Económica, 1997.Paginas 181­193.

­ LARA SÁNCHEZ, Francisco Damián: Los animales y la ética. En Introducción a laEcología Política. Francisco Garrido Peña (Compilador). España, Editorial Comares,1.993. Pags. 159­178.

[37] MAX­NEFF, Manfred. Desarrollo a escala humana: una opción para el futuro. S.N.Pagina 51

[38] CAMINO V., Ronnie de. Sostenibilidad de la agricultura y los recursos naturales:bases para establecer indicadores. San José de Costa Rica, Instituto Interamericano deCooperación para la Agricultura. 1993. p. 15.

Citado por ESPINOSA HENAO, Oscar Mauricio: ¿Crisis ecológica? El quehacer de las

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[39] GARCIA HURTADO, Alvaro y GARCIA D’ ACUÑA, Eduardo: Las variablesambientales en la planificación del desarrollo. En Estilos desarrollo y medio ambienteen la América Latina. Osvaldo Sunkel y Nicolo Giglo (compiladores). México, Fondo deCultura Económica, 1981. Volumen II, pagina 467.

[40] MAX­NEFF, Manfred. Desarrollo a escala humana: una opción para el futuro. S.N.Pagina 62.

[41] BALLESTEROS, Jesús: Identidad planetaria y medio ambiente. En Sociedad y MedioAmbiente. Jesús Ballesteros y José Pérez Adán (editores). Madrid, Trotta, 1997. Pagina230­231.

[42] ARDILA, Rubén: Psicología y calidad de vida. En Innovación y ciencia. Santa Fé deBogotá. Volumen 4, número 3. Marzo de 1995. Pagina 43. El resaltado es del autor.

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