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Citilab - Barcelona
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Leer la entrevista completa a directores de Fundación Citilab-Cornellá
Vicente Badenes, director general
¿Cómo nace el proyecto?
El proyecto Citilab como fundación lleva tres años, pero está en construcción
desde el año 1997. Los orígenes nacen del movimiento de redes ciudadanas
que emergieron en 1995. En la ciudad de Cornellá las redes ciudadanas
estaban integradas por aquellos años por periodistas, maestros, arquitectos,
trabajadores industriales. El objetivo que nos unía era iniciar la alfabetización
en el mundo de Internet y de las Tecnologías de la Información y la
Comunicación (TICs). Pudieron entonces unidos por ese propósito, esbozar
hipótesis para crear espacios de intercambio. Veíamos en el uso de Internet
una gran oportunidad para tener construir nuevas formas de espacios públicos
y de diálogo entre la ciudadanía.
Alrededor del uso que podíamos hacer de Internet empezamos a formular
algunas hipótesis de trabajo. Basados en la creación de espacios públicos
virtuales, digitales.
Luego de algunas experiencias en debates sobre problemas de la ciudad,
sobre equipamiento público, sobre la economía se comienzan a afianzar
nuevos modelos de formación en TICs dirigidos a niños, jóvenes y adultos.
Entonces, ¿realizan un estudio de las necesidades ciudadanas para poner
en marcha el proyecto?
En 2001 se pone sobre la mesa la necesidad de crear instituciones en torno a
la sociedad del conocimiento. Una de las cosas que dijimos en ese entonces
es que Internet permitía en sí misma generar información. En un momento en
distintas localidades se debatía la necesidad de construir bibliotecas, pero en
pleno siglo XXI las discusiones se concentraron en que debería haber espacios
públicos donde las redes digitales e internet fueran los grandes protagonistas.
Internet permite en sí misma generar innovación. Una de las múltiples cosas
que permite es que el conocimiento que ancestralmente estaba recluido en las
universidades o en manos de empresas llegué a la gente. Ya no la universidad
o los laboratorios o las empresas tendrían la exclusividad del conocimiento. El
conocer es el paso previo a la innovación y si ese conocimiento está en manos
de la ciudadanía. Pero eso debería ordenarse.
¿Dé que forma establecieron ese orden de prioridades?
Creando Citilab. Un centro desarrollado en el marco de los denominados
laboratorios ciudadanos, la filosofía es que no solo las universidades y las
empresas son creadoras de conocimiento e innovación, sino también los
ciudadanos pueden generar esos procesos. La idea es desarrollar proyectos y
potenciar ideas que llegan ya no solo del ámbito académico, sino también, y
sobre todo, desde la sociedad. Nosotros procuramos introducir a los
ciudadanos en los procesos iniciales de la innovación y la investigación.
¿Cómo se gestiona esa interconexión? ¿Cómo hacen que confluyan en
un mismo espacio?
Innovación e investigación son ámbitos históricamente antagónicos. Pero con
centros como Citilab están siendo explorados actualmente, para que dialoguen
y colaboren entre sí. Una de las metodologías de trabajo es el denominado
Living-labs. Estamos utilizando metodologías en las cuales ponemos al alcance
de los ciudadanos nuevos modelos de formación, formación por proyectos. De
ese modo creemos que el chip más cognitivo cambia. Uno no va a formarse
solo para usar un programa o un fin concreto. Sino para objetivos personales.
Uno va a encontrarse con la necesidad de aprender muchas cosas. Pero en
este proceso de adquisición de conocimiento lo importante es la construcción
de prácticas y la proyección de ideas.
¿Podría precisar un poco el concepto Living labs?
El living labs es una visión, una metodología. Pueden ser espacios, pueden ser
proyectos, la característica común es la visión de introducir a la ciudadanía en
los procesos de innovación.
¿Evalúan los niveles de recepción de la ciudadanía a estas metodologías?
El nivel de implicancia de la ciudadanía está aún en evaluación. Se trata de una
concepción muy reciente de trabajo y por ello las métricas de análisis están en
gestación. Pese a ello se estudia el proceso mancomunado entre universidad,
empresa y ciudadanos en los procesos de innovación.
En cuanto a innovación y creación, ¿qué importancia tiene en Citilab?
La innovación es el objetivo. Nuestra misión está más encaminada a generar
innovación que cualquier actividad. Muy soportada por las TICs, por la
tecnología. Un modelo de innovación que tiene que acabar con una innovación
social.
¿Cuál es la estructura jurídica de Citilab?
Citilab es una fundación público-privada integrada por el ayuntamiento,
empresas privadas y la universidad. Su patronato es público y privado.
¿De dónde llegan los fondos para funcionar?
Los fondos llegan por la venta de aplicaciones y servicios que se desarrollan
allí , por la presentación a convocatorias competitivas de desarrollo (por
ejemplo Plan Avanza) y desarrollos propios. Otra manera llega de más de
5.200 miembros asociados que pagan tres euros simbólicos al mes. Son los
Citilabers.
Pero estamos explorando nuevos modelos de financiación. Creemos que uno
de los sistemas que está un tanto superado. En ese sistema, es el proceso
tradicional, la administración pone unos recursos que van a la universidad, la
universidad los transforma en conocimiento, esos pasan a las empresa que los
transforma en aplicaciones o servicios y pasa al mercado. Si el mercado
compra “bingo”, hay innovación. Pero muchas veces sucede que el mercado no
lo compra y eso se desecha. Pasa sobre todo con temas culturales y sociales
que son más difíciles de inserción al mercado. Estamos explorando, testeando
la incorporación de los ciudadanos como un actor más en el proceso de la
innovación. Como un actor más, reconocido y con pleno prestigio, que adquiere
valor a partir de la experiencia.
¿Le parece que centros como estos tienen potencial?
Sí, pero no es fácil. Sobre todo porque hay gente que no quiere innovar, solo
quiere saber. Queremos ir un poco más allá, pero se necesita implicancia de la
gente. Nos interesan las cosas que cambien las condiciones de vida de las
personas. Siempre nos interesa mucho poner en evidencia que en la sociedad
del conocimiento hay nuevos caminos, nuevos actores, nuevos escenarios. Es
un territorio que está en permanente construcción. Nos gustaría mucho que la
gente sepa editar, grabar, producir sus propios contenidos audiovisuales. Que
los colectivos culturales, deportivos, sociales usen Internet para desarrollarse.
Eso se desarrolla a través de proyectos.
--
Artur Serra, director de investigación e innovación de Citilab
¿Qué líneas de trabajo destacaría de Citilab?
Damos clases a escuelas de música. Esa es una de nuestras líneas de trabajo.
Por eso tenemos un proyecto que crece. La singularidad es que traemos
profesionales de la música y dan clases a las escuelas de música. Allí los
estudiantes les hacen preguntas sobre la practicidad de la música más allá de
las aulas, compartiendo experiencias. Esta experiencia se desarrolló primero
en Cataluña y se extendió a otras provincias.
¿En qué consiste la figura del programador cultural?
En cada ciudad está la figura de los programadores culturales, cada ciudad
tiene el suyo que es el que gestiona las actividades que se desarrollan en la
localidad. Este proyecto se llamó Anillos Culturales. Consistía en reunir a
programadores culturales de las ciudades que se encargaban de coordinar los
programas culturales de cada localidad, y se las conectaba con las redes
académicas existentes en diferentes regiones. Con esto se potenció la
capacidad de acceso a las tecnologías para conectar el arte con el desarrollo.
En otro sentido, ¿cómo definiría la cultura digital?
La cultura digital es una cultura de diseño e innovación, lo digital es una
herramienta, una infraestructura. Se habla de mucho digital, pero poco de
innovación cultural. Por eso para nosotros la cultura digital es de segunda
generación, y la cultura de la innovación es de tercera generación.