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P eronismo José Pablo Feinmann Filosofía política de una obstinación argentina Suplemento especial de P ágina I 12 Trelew, la prefiguración de lo porvenir 60

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PeronismoJosé Pablo Feinmann

Filosofía política de una obstinación argentina

Suplemento especial de

PáginaI12

Trelew, la prefiguración de lo porvenir60

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EL “MOVIMIENTISMO”

Perón no cesa de hablar. Es untorrente de palabras. No duda anteninguna pregunta. ¡Por supuesto! Seconoce ese Evangelio desde hace lar-gas décadas. Para ser claros: Perón,

en “Actualización política y doctrinaria para la tomadel poder” no dice nada esencial que no haya dichoen “Conducción política”. Su propuesta no pasa dela vieja propuesta –que figuraba ya en las VeinteVerdades del Justicialismo – acerca de “humanizarel capital”. Siempre que sus entrevistadores le pre-guntan por el socialismo, él responde, ante todo,“¡Natural!” o “¡Naturalmente!” Luego resuelve lacosa muy fácil: El justicialismo es socialista porquepivotea sobre la justicia social. Si S y G preguntanpor la eliminación de la explotación capitalista,Perón responde que en la comunidad organizadano habrá explotación porque todos trabajan parala comunidad, obreros y capitalistas. Se elimina elegoísmo del capital. Y se elimina el sometimientodel individuo al Estado marxista. ¿Qué queda ahí?La Tercera Posición. Una comunidad justa en laque todos realizan. En que la economía se pone alservicio del hombre y no el hombre al servicio dela economía. S y G se formulan ciertas preguntasmás irritativas: “Pero, la economía, general, ¿enmanos de quién está, en manos del pueblo o enmanos de la burguesía capitalista?” Perón tambiéntiene una respuesta para eso. La economía está enmanos del Estado. El Estado administra y estable-ce el equilibrio. Ese equilibrio es el de la comuni-dad. Los patrones no tienen que ganar tanto. Losobreros tienen que ganar más y sentir que el Esta-do los protege. “Pero, general, ¿ése es el socialismonacional?” “¡Naturalmente! Porque es el socialis-mo nuestro. No es el socialismo del mujik soviéti-co sino el de nuestros paisanos. Son cosas distin-tas. Nuestro socialismo tiene que ser argentino. Yel socialismo es nacional por ese motivo. Es nacio-nal porque es justicialista. Porque responde a lajusticia social. A que el obrero sienta que debeesforzarse en su trabajo pero que nadie lo esclavi-za. A que el capitalista gane lo suyo y ceda el restoal Estado para que éste haga las obras que benefi-ciarán a todos. Nosotros, no lo olviden, estamostan lejos de uno como del otro de los imperialis-mos dominantes.” Es un diálogo de sordos. S y Gquieren que Perón les diga que el socialismonacional implica expropiar a las clases explotado-ras, a los grandes terratenientes, a las empresasmultinacionales. Hacer un gobierno con hegemo-nía obrera, popular, nacional y revolucionaria.Perón a todo eso les dice, ante todo, “¡Natural!” ydespués les larga las concepciones de siempre: Elperonismo es la humanización del capital. Una con-cepción simple, cristiana y humanista de la vida.Scalabrini Ortiz, en un esfuerzo imaginativo, dijoque “humanizar el capital” era proponer destruirloporque el capitalismo era “inhumano”. No, paraPerón el capitalismo puede humanizarse. Lahumanización del capital es la comunidad organiza-da. Perón dice todo esto con gran fluidez. Y legusta tanto escucharse hablar que cuando redon-dea una frase con precisión sonríe. Todo el tiempodice: “Todo esto es muy sencillo, señores”. Gustacitar a Mao Tsé Tung. No ve en el líder chino aun burócrata soviético, sino a un compañero delos países que deben hacer su liberación nacional.Su opción por China en lugar de la URSS es clarí-sima. “Dice Mao Tsé Tung que el que lucha con-tra un compañero es que se ha pasado al bandocontrario.”

Es de alta relevancia que veamos cómo concibePerón la unidad del Movimiento Peronista. ¿Lopodrá hacer una vez que arribe a la patria? Para élno puede haber contradicciones internas: “El quedefiende un ideal no puede tener controversiascon otro que defiende el mismo ideal (...) por eso

el justicialismo creó un apotegma que dice quepara un peronista no puede ni debe haber nadamejor que otro peronista. Entonces, ¡cómo es posi-ble que un señor que está en la misma lucha estéluchando contra otro peronista cuando tiene unenemigo contra quien naturalmente debe luchar!(...) de manera que no hay que mirar al costadopara ver qué hace el compañero, hay que mirar alfrente para ver qué hace el enemigo (...) Todosestán luchando por lo mismo, porque el dispositi-vo de la lucha táctica necesita estar articulado:unos están en una acción contemplativa, otros estánen una acción de superficie, otros están en unaacción violenta y activa, otros se están preparandopara la futura acción con estudios tecnológicos, etc.Cada uno de ellos está trabajando por lo mismo”(Todas las cursivas son nuestras, JPF). Esto no lesdecía nada a los que Solanas y Getino queríandestinar el film. Era sencillamente la vieja mezco-lanza que nucleaba a todos en un Movimiento(“ni sectario ni excluyente”) en manos de unaconducción estratégica que les daba unidad a losproyectos antagónicos que podían existir en él. Elperonismo estaba lleno de contradicciones irreso-lubles ya en 1971, fecha del reportaje fílmico aPerón, y esas contradicciones, aunque el Mago dela Historia creyera que serían arcilla fácil en susmanos, no lo serían. Acaso en 1971 se sintierafuerte como acometer esa tarea de unidad. Pero losantagonismos de 1971 eran mucho más poderososque los de los dos primeros gobiernos peronistas. Nohubo formaciones especiales entre 1946 y 1955. Notantos habían dado su vida por la causa de Perón.Nadie se sentía autorizado a pasarle ningunacuenta. Nadie podía decir: Pusimos la sangre y losmuertos, somos los que más poder merecemos. Laecuación: sangre por poder sólo la plantearían losMontoneros. Víctimas también de una soberbiaque los llevaba a una equivocación mortal: “APerón lo trajimos nosotros”. Hagamos una pre-gunta incómoda: ¿y si se demostrara que aPerón lo trajo más Lanusse y el Ejército dialo-guista que la lucha de la guerrilla? ¿Y si lotrajo justamente para eso: para que frenaraa esas formaciones especiales que tantohabía alentado? Todavía Lanusse creíaque Perón (al que odiaba y al quemurió odiando, como a todo elperonismo: “Tengo para mí queno se puede ser peronista ybuena persona”) podría frenara los muchachos de los fierroscon un costo bajo. Y si no losfrenaba se arruinaría, naufra-garía en su fracaso. El almi-rante Mayorga, por el contra-rio, hombre ligado al espíritude las soluciones tipo Trelew,habría deseado barrer a la gue-rrilla y entregar luego elgobierno. Lo dirá, como vere-mos, en el entierro de HermesQuijada, el “explicador” de lamasacre al que nadie creyó unapalabra de lo que dijo. Notable: suexplicación de la masacre no hizomás que confirmarla.

AL ENEMIGO, NIJUSTICIA

Perón, por fin, otorga algo.Una frase desdichada que –sinembargo– es festejada con vítorespor parte de los jóvenes cuando venel film de S y G. La pregunta es:“¿Cómo identificamos al aliado y al ene-migo?” Perón dice: “Bueno, un aliado es elque trabaja por la misma causa que trabaja-mos nosotros. También lo dice Mao: ‘Lo pri-

mero que el hombre ha de discernir cuando con-duce es establecer, claramente, cuáles son susamigos y sus enemigos. Y esto ya no lo dice Mao.Lo digo yo: al amigo todo, al enemigo ni justicia”.Algunos niegan que Perón haya dicho esta frase.

Pavadas de programas televisivos. Una vezmencioné en uno que Sarmiento había dichoalgo que notoriamente dijo: “No ahorré san-gre de gauchos. Es lo único de humano quetienen esos bípedos”. Y algún otario queandaba por ahí, un “invitado a dialogar”,dijo: “Esa es una frase sacada de contex-to”. Dale que va. Así se fabrican unSarmiento-Billiken que no sirve paraentender nada. (No hay que ir a pro-gramas de TV y menos a “debatir” concualquier mongui que invitan. Mejorestar en casa y escribir. No quedatiempo para perder.) En Mi defensa,texto escrito durante su exilio enChile en 1843, este gigante escribe:“Ya he mostrado al público mi fazliteraria; vea ahora mi fisonomía polí-tica; ¡verá al militar, al asesino!” (Sar-miento, Civilización y Barbarie, Pró-logo de Alberto Palcos, El Ateneo,Buenos Aires, 1952, p. 552). Si unocita estas cosas, algunos nabos, delos que está llena la cultureta oficial,lo acusan de “revisionista”. Medio-cres, yo los acuso de traidores a Sar-miento, de reducir su grandeza, dejibarizarlo como el “educador”, el“maestro del aula”. Ese titán eramás que eso. Pero bueno: sigamoscon lo nuestro. Perón, en efecto,dice la frase fuerte que buscabanSolanas y Getino. Y para aquellosque aún buscan disculparlo dicien-do que la frase es de Mao, pues no,señores: el mismo Perón aclara quees suya. Porque, el que dice algo así,tiene motivos para sentirse orgullosode eso. No es una frase como cual-

quier otra. Es una frase poderosa. Esuna consigna brutal. Exige violencia y

crueldad y la alienta por su forma breve, porsu expresión directa, algo así como un bala-

zo, como sacar el revólver y hacerfuego. Al amigo todo, al enemigo ni

justicia. La Jotapé vivaba estemomento del film. Lejos esta-

ba de sospechar que esa frasevolvería sobre ella, les seríaaplicada a sus desdichadosmilitantes, a los cautivosdel horror militar. Acomienzos de 1977, en

medio del desamparo, dela indefensión absoluta, un com-

pañero me dice: “Hay que lograr porlo menos que se aplique la justicia bur-guesa”. No le dije nada. Estaba demasia-do abatido. Debí decirle: ¿ahora pedísla justicia burguesa?, ¿no era esa justi-cia la del Estado burgués capitalista?,¿no era la justicia que expresaba losintereses de una clase?, ¿una claseadueñada de un Estado al que habíaque derrocar y llevar al socialismo? Ypeor: ¿ahora pedís justicia? ¿Vos, quegritabas “Bravo, general” cuando elViejo se mandaba esa atrocidad de “alenemigo ni justicia”? Bueno, compa-ñero, hay que joderse: estos milicosasesinos están haciendo exactamentelo que Perón recomendó a lamuchachos: “Al amigo todo, al ene-migo ni justicia”. Y, en efecto, nos

jodimos todos. Esa frase, además, hace de la gue-rra un acto de masacre. Si no rige una “justicia deguerra” para los prisioneros esto significa la consa-gración de la orden más terrible de todas las gue-rras: “No tomar prisioneros”. O sea, la matanzaextrema. Perón comete una irresponsabilidadimperdonable al ofrecer al Movimiento ese apo-tegma (como él gustaba decirles a sus frases “tras-cendentes”). La Triple A, el C. de O., la CNU, los“verdes” de los sindicatos, Osinde, Villar, fueronlos asesinos desmadrados que aplicaron el apoteg-ma. Porque la guerrilla no incurrió (salvo un parde ejemplos desdichados) en las brutalidades delos escuadrones de la muerte. Atar con alambresde púa a los que habrían de matar, torturarlos ydespués fusilarlos con ochenta y un balazos comoa Atilio López. Cuando llegue el momento hare-mos un análisis de importancia: cómo trató la gue-rrilla a sus víctimas y cómo las trataron los milita-res. Ninguna organización armada empaló a nadieni lo cocinó vivo ni la tortura figuraba entre susmétodos. Este es un punto esencial para negar deplano la teoría de los dos demonios. El dolor apli-cado al otro, pasado un punto, da un salto cualita-tivo: se transforma en eso que Walsh llamará la“tortura metafísica”. No hubo dos demonios tam-poco en eso: ese demonio habitó sobre todo en laESMA y en todos los otros campos de detención.Lo digo ahora, anticipándome, para los que supo-nen que mis críticas a la violencia (contra la cual,en efecto, estoy, y a las organizaciones armadas)me puede velar la visión crítica y caer en la teoríade los dos demonios. Hubo uno solo. En rigor, elde siempre. El que mencionó hace poco un rura-lista torpe o ingenuo o demasiado sincero: el Ejér-cito, la Iglesia y la oligarquía, las clases que domi-naron el país, las que lo dominan. “Eso me enseñómi maestra de Historia”, dijo el sincero agro-diri-gente. Claro que te enseñó eso. Y a ella le enseña-ron que eso te tenía que enseñar. Y vos lo apren-diste con entusiasmo. Porque, antes de que te loenseñaran, ya creías en eso. Siempre ganaron.Siempre fueron el verdadero poder de este país.Cuando una generación –con errores, torpezas oingenuidades, pero con una gran valentía y sinceraentrega a la causa de los humildes y del país– se lesenfrentó en serio, la masacraron con una impiedadque debía servir de enseñanza a todas las porvenir.

Volvemos a la frase de Perón. Además, ¡cómo ladice! Con una convicción, con una firmeza temi-bles. Y cuando emite el durísimo “ni justicia”quiebra la boca en un gesto desdeñoso que no leimpide mostrar los dientes. “Ni justicia” se llevó acabo por medio de la política de las desaparicio-nes. Así como el “cinco por uno” se transformó en“cincuenta por uno”. Las otras frases de Perónsobre la violencia no tienen la misma fuerza, nohay en ellas un elemento de crueldad. “La violen-cia de arriba genera la violencia de abajo” es unafrase justa, perfecta para definir lo que ocurrió enla Argentina desde el golpe del ‘55 en adelante. Lohemos desarrollado largamente. Y “a la violenciaresponderemos con una violencia mayor” es unafrase de manual de estrategia militar, muy a loClausewitz. Es el ni justicia lo que marca el gradode latente fiereza, la exigencia de crueldad que hayen esa frase estremecedora. (Algunos filósofos uti-lizan este verbo –estremecer– para calificar algunasfrases de Nietzsche. Hablan, así, de las frases estre-mecedoras de Nietzsche. Hay también unas cuan-tas frases estremecedoras de Perón. No las ignora-ron nunca sus enemigos. Cuando veamos un largotexto que publicó en los diarios la Comisión deHomenaje a la Revolución Libertadora hacia1973, en plena campaña electoral, ciatremos algu-nas. Como sea, ese informe anti-Perón sirve máspara condenar a los obstinados gorilas que lo per-geñaron que a Perón, a quien llegan a acusar... de

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haberse acostado con el boxeador african-american (o sea, negro, escupamos sobre lopolíticamente correcto) Archie Moore. Seríadivertido que Perón respondiera con ese girosuyo habitual y sarcástico: “Sí, ¿por qué no?”Hoy se ganaría muchísimos votos. Quedaclaro, supongo, que Perón ha sido superior atodos sus adversarios. No necesitaba dema-siado para eso. Él mismo lo decía (lo dijomuchas veces): “No es que nosotros haya-mos sido buenos, los otros fueron peores”.Que está tomado de una frase formidable–un refrán español– que él también cita:“Detrás de ti vendrán los que bueno teharán”.)

TODOS SON IGUALES EN LA LUCHA

Solanas y Getino llevan la cosa con inteli-gencia. Sucede que a este Viejo zorro (másVizcacha que Fierro) no se le gana de ningu-na manera. Le preguntan por la solidaridadque se les debe a “aquellos compañeros queestán realizando una lucha activa y armada”.Perón da una respuesta formidable. Nohabía más que leer esto sin anteojeras paradarse cuenta de lo que pensaba. Respondeque sí, que naturalmente hay que ser solida-rios con “esa gente que se está sacrificando”,pero que todos los peronistas luchan en todaspartes, en el puesto que sea. “Nosotros (dicecon total transparencia) somos solidarioscon todos los que están en el dispositivoluchando cada uno a su manera, porqueaquí cada uno lucha de acuerdo a las condi-ciones que tiene para luchar (...) Para noso-tros, todos los que luchan contra los enemi-gos de nuestro país son nuestros amigos”.

Esta es la concepción que Perón tiene delMovimiento. Esto es lo que muchos encua-dramientos de la juventud discutieron conlos que ponían a la lucha armada comovanguardia de la lucha. El slogan “Si Evitaviviera sería Montonera” era agresivo hastacon el propio Perón. ¿Por qué habría Evitade ser Montonera? Hay, aquí, una concep-ción vanguardista que se antepone al Movi-miento. No todas las luchas son iguales. Hayuna que es la más riesgosa y en ella estánlos más comprometidos. Hay un plano desuperioridad que se basa en el riesgo, en lasangre, en la decisión de perder la vida yhasta en la dura decisión de matar. De aquíque la vanguardia se asuma como vanguar-dia armada. Durante los años en que lasformaciones especiales empiezan a actuarya hay montones de teóricos que explicanla consigna sobre el montonerismo de Evitadiciendo que, si viviera, estaría en el lugarmás arriesgado de la lucha. Los Montonerosse apropiaron de la Jotapé no sólo por suenlace con Galimberti. Había una fascina-ción por la lucha armada. Siempre me pare-ció peligrosa. Nunca la compartí. Pero eraimposible luchar contra ella. Perón nopudo ser más claro y lo dijo muchas veces:el peronismo enfrentaba al régimen comoMovimiento de Liberación Nacional. Den-tro de ese Movimiento estaban las forma-ciones especiales. Notemos que él las bautizóasí y les puso especiales. Eran a-típicas.Tenían gran importancia porque había quegolpear al régimen por todas partes, entodo lugar donde le doliera. Pero esa era latarea de todo el Movimiento. Perón nuncaadmitió la vanguardia. La noción de “van-guardia” negaba su concepción del lideraz-go. De aquí que cuando le preguntan porsu solidearidad con quienes están en lalucha armada él dice: “Sí, cómo no. Claroque vamos a ser solidarios con ellos”. Peroen seguida aclara: “Nosotros somos solida-rios con todos los peronistas”. Para Perónes tan importante un dirigente sindicalcomo un guerrillero. Incluso un dirigentesindical dialoguista, conciliador. Porque elMovimiento también tiene que dialogar. Éllo necesita tanto a Rucci como necesita alos Montoneros. Rucci fue mucho másvivo: jamás le discutió la conducción, jamásquiso compartirla con él. Más coherente era

el ERP. Cualquiera podía comprendercómo interpretaba Perón al Movimiento. Sihabía alguien que fuera movimientista, éseera Perón. El ERP, entonces, se abre delperonismo. No queremos someternos a laconducción de un líder burgués. No quere-mos compartir un espacio –el del Movi-miento Peronista– con burócratas, burgue-ses y traidores. Los Montoneros tenían quesaber que la política del entrismo tenía uncosto: ser parte del Movimiento Justicialis-ta y acatar la conducción de Perón. Dudoque no lo hayan entendido. Pensaban quepodrían generar los hechos revolucionariosque lograran un giro en Perón. Tambiénhay que tomar en cuenta que nunca care-cieron de la soberbia necesaria como paracreer que podrían imponerle al viejo líderla necesariedad de compartir la conduccióncon ellos. La idea de apoderarse de Perón yponerlo tras la causa montonera es esencialal tipo de conducción que estableció Fir-menich. Montoneros sobrevalora excesiva-mente el papel de la lucha armada en elpaís y los réditos que de ella obtendrá nobien el peronismo llegue al poder. Perónno piensa lo mismo. Para Perón es el Movi-miento en totalidad el que marcha hacia latoma del poder. Todos son iguales en lalucha. No hay peronistas privilegiados.Todos los que forman parte del Movimien-to tienen un lugar en la lucha. Y todo esecomplejo lleno de contradictorios que es elMovimiento Peronista tiene un conductor.El conductor realiza la síntesis. Todos pue-den estar en el Movimiento, pero lo esen-cial para poder hacerlo es aceptar la con-ducción de Perón. Un movimiento no tienevanguardia. Para Perón, no hay un lugarprivilegiado de la lucha. El mayor riesgo quecorren algunas de las partes no implica supe-rioridad sobre ninguna de las otras en tantotodas son necesarias. Montoneros nunca locreyó así. La Jotapé (sobre todo cuando setransforma en Tendencia Revolucionaria)tampoco. Esa autodenominación fue equi-vocada. Llevaba en sí la propuesta de laalternativa independiente. Afirmarse comoTendencia Revolucionaria implicaba mar-car una superioridad sobre los otros secto-res del Movimiento. Era un grave errorconceptual y un pecado de soberbia. Era,también, desconocer a Perón y hasta poner-se afuera de la historia del peronismo.Siempre fueron los sindicatos la columna ver-tebral del Movimiento. La Columna Verte-bral es más importante que la TendenciaRevolucionaria. Sin su Columna Vertebralel Movimiento se derrumba. Una “tenden-cia” puede diluirse, desaparecer. Una“columna vertebral” nunca. Jamás Peróndejó de decir que los sindicatos seguíansiendo la “columna vertebral”. Jamás dijoque la “tendencia revolucionaria” era lavanguardia. Pese a todos los elogios quetácticamente arrojó sobre la “juventudmaravillosa” nunca dejó de señalar que laestructura del Movimiento era la que élhabía pensado desde siempre. El movimien-to entendido como un todo en el que todas laspartes, en tanto cumplen una función necesa-ria, son iguales, valen lo mismo, ningunapuede ser privilegiada por sobre otra. Nobien la Jotapé se define como “tendencia”se define como “alternativista”. Se ponefuera del esquema del Movimiento, tancelosamente custodiado por Perón.

LA MASACRE DE TRELEWEn agosto de 1972 se produce un hecho

macabro, imperdonable. En Trelew, en labase Almirante Zar, son asesinados dieciséisguerrilleros. Los matan sus guardiacárcelespor órdenes sin duda emanadas de los altosmandos de la Marina. Dentro del esquemainterpretativo de la época el hecho avala lateoría de la guerrilla como lugar de máximoriesgo. Pero, más allá de esto, el horror estáen que prefigura la metodología criminalque habrán de seguir los militares argentinosa partir del golpe de 1976. No se juzga a

nadie. A los guerrilleros se los mata. Aquí,en Trelew, al menos entregan los cadáveres.Todavía no estaba perfeccionado el sistemade las desapariciones ni existía el poder paraaplicarlo. Los muertos son: Carlos HeribertoAstudillo (FAR), 28 años; Rubén PedroBonet (ERP), 30 años; Eduardo AdolfoCapello (ERP), 24 años; Mario Emilio Del-fino (ERP), 29 años; Alberto Carlos del Rey(ERP), 26 años; Alfredo Elías Kohon (FAR),27 años; Clarisa Rosa Lea Place (ERP), 24años; Susana Lesgart (Montoneros), 22años; José Ricardo Mena (ERP), 20 años;Miguel Angel Pólit (ERP), 21 años; Maria-no Pujadas (Montoneros), 24 años; MaríaAngela Sabelli (FAR), 23 años; Ana MaríaVillarreal de Santucho (ERP), 36 años;Humberto Segundo Suárez (ERP), 23 años;Humberto Adrián Toschi (ERP), 26 años;Jorge Alejandro Ulla (ERP), 28 años (Ver:Tomás Eloy Martínez, La pasión según Tre-lew, Aguilar, Buenos Aires, 2004).

¿Quién decidió la masacre de Trelew?Lanusse no la condenó, pero no fue unadecisión suya. Tampoco de su ministro delInterior, Arturo Mor Roig. Fue una decisiónde la Marina. El contraalmirante HermesQuijada tratará de explicar los hechos, paté-ticamente. Cada cosa que decía tornaba másevidente la realidad de la masacre. El ERP22 de Agosto lo asesina el 30 de abril de1973 y el asesinato sirve para que los milita-res más duros cuestionen la entrega delpoder. Cámpora deberá asumir el 25 demayo. En el sepelio de Hermes Quijada, unpersonaje del ala más dura de la Marina (sies que puede hablarse de algo así, la MarinaArgentina no tuvo jamás ala blanda), elalmirante Mayorga (vigente aún duranteestos días como fervoroso reivindicador delos horrores de la dictadura, condenados portoda la cultura occidental, por sus mejoresteóricos, sumados incluso a los grandesgenocidios del siglo XX, por Primo Levi, porejemplo, nada menos) dice que es muy difí-cil resistir la tentación de “ordenar el país ydespués entregarlo”. De modo que Mayorgadebe saber muy bien cómo se hizo lo deTrelew. Era el modo en que él y los suyospensaban “ordenar el país”. Era, sin más,enfrentar en serio a la guerrilla. El Ejércitoaún no lo había hecho. La Marina, en Tre-lew, señala el camino. Para ellos, habría sidodeseable hacer antes esa limpieza a fondo ydespués ver a quién le entregaban el país.Pero aún no podían. La apuesta de Lanusseera más inteligente: que se ocupara Perón.Apostar a su fracaso, a su desgaste, a sumuerte y, entonces sí, ordenar el país. Sinembargo, Lanusse nunca habría ordenado elpaís como Mayorga y Massera. Fue el únicomilitar de alto rango y prestigio presidencialque se enfrentó a las huestes de Videla.“Detenciones, señores. No secuestros.” Estafrase trascendió en el país aterrorizado de1976. Se la había dicho Lanusse a la JuntaMilitar. Lo agredieron fieramente. La revistaCabildo publicó una foto suya abrazándosecon Allende, en Chile. Secuestraron a su exsecretario de prensa Edgardo Sajón, quejamás apareció. Persiguieron a otros de suentorno. Curiosa figura la de Lanusse. Faná-tico antiperonista, se opuso sin embargo a lamacabra metodología de un Ejército que yano era el que él había presidido, o el que éldeseaba. “Detenciones, señores. No secues-tros.” Esto eliminaba la metodología de ladesaparición, esencial para Videla y lossuyos. Para Massera. Para la Marina, con sulínea impecable de operar: bombardeo del16 de junio, Trelew, la ESMA. Por eso con-jeturo –aun cuando sé que muchos se van aoponer– que, si bien Trelew ocurre bajo elgobierno de Lanusse, es algo que la Marinale hace para entorpecer su linea conciliadoracon el peronismo. Seguiremos tratando eltema.

Colaboración especial:Virginia Feinmann - Germán Ferrari

IV Domingo 11 de enero de 2009

PROXIMO DOMINGO

El paraguas de Rucci como concepto