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ESPERANDO LA MANO DE NIEVE JOSÉ BERGAMÍN Asociación Literaria Huebra

Esperando la mano de nieve - José Bergamín

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Otro grande de las letras hispanas, Bergamín, se refugió en la sierra en sus últimos años de vida, al estilo de Arias Montano. Huebra rescató este libro, inspirado en la comarca serrana, para su biblioteca

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ESPERANDO LAMANO DE NIEVE

JOSÉ BERGAMÍN

Asociación Literaria Huebra

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la biblioteca de la huebra

colección dirigida por Manuel Moya y Rafael VargasEsperando la mano de nieve

© Herederos de José Bergamín© Prólogo de Manuel Moya

© Ilustración de portada: José Caballero.© Para la presente edición Asociación Literaria Huebra

© Anagrama colección: Gerhard Illi© Diseño colección: Barco de Ideas

ISBN: 84-934409-5-7

Asociación Literaria Huebra, C/ Cruz de Mármol, 16. Aracena (Huelva).

959 12 80 56. [email protected]

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ESPERANDO LAMANO DE NIEVE

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El presente prólogo parte de una reelaboración de un artículo homónimo publicadoen El fantasma y el esqueleto, Arteleku / Univ. del País vasco, coordinado porPedro G. Romero, Alava, 2000.

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EL ESQUELETO HERIDO(BERGAMÍN EN FUENTEHERIDOS)1

A Teresa Bergamín Arniches, a cuya generosidaddebemos la reedición de este libro al que ella guarda unamuy peculiar devoción y fidelidad.

Los árboles son tan altos y tan largos los caminosque el paisaje se convierteen fantasma de sí mismo.

Y no se sabe, al mirarlo de sí mismo desvivido si es desensueño del alma o ilusión de los sentidos.

J. BERGAMÍN

Conocí a Teresa y José Bergamín en el verano de1980. Residían en una coqueta casita de campo situadaentonces al pie de la carretera de Sevilla, justo en la in-tersección de ésta con la enigmática cuesta de Maiguerra,a poco más de un kilómetro de Fuenteheridos, en un

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paraje conocido como La Venta. Desde este hermosoretiro, entre huertos y emparrados, con frescas albercasy un continuo trajín de avispas y rumor de lievas, escu-cha Bergamín el atenuado son de las campanas; aquí lodesvela el rumor del agua huidera; aquí, en la contem-plación de la cuesta de Maiguerra, de blancos guijarros,concibe versos de atmósfera novaliana: Por el largo caminoque aún blanquea, / de la noche que avanza, / huyendo del po-niente luminoso / dos sombras se separan. A esta casa habitadapor su hija Teresa desde hacía años, llegó por vez prime-ra Bergamín en 1979 y de ella partirá definitivamente,dolorido y decepcionado en septiembre de 1982, próxi-ma ya su muerte. Estos años serán especialmente ventu-rosos en su producción poética, pues es en ellos dondeconcibe la casi totalidad de Esperando la mano de nieve ygran parte de Hora última, su postrero libro, así como losseis poemas que forman parte de Como una sombra sinfuego, que, publicados en una edición muy minoritaria, nose han vuelto a reeditar. Si en lo productivo estos añosserán fecundísimos, en lo personal significarán el corta-circuito definitivo de la sociedad española con un hom-bre irreductible que se sabe ya en el último escalón deuna vida marcada por su profunda sensibilización y par-ticipación en el proceso histórico español a lo largo detodo el siglo XX, hasta el punto de que quizás no hayaun intelectual español que mejor encarne las encrucijadasanímicas e históricas de una centuria marcada por treshitos fundamentales: la pérdida de las colonias, la guerracivil y el retorno de la democracia. Nadie como José Ber-gamín, decíamos, acaso el discípulo más entrañado deGracián y Unamuno, va a amar, sufrir, esperar y desespe-rar de España en este siglo convulso y sangriento que en

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En este capítulo seguimos la excelente biografía bergamasca de Gonzalo Penalva,titulada Tras las huellas de un fantasma, aproximación a la vida y obra de José Bergamín(Madrid, Turner, 1985)

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lo literario supondrá una verdadera edad de plata, comovienen a refrendar las sucesivas generaciones del 98 y del27.

DATOS BIOGRÁFICOS2

José Bergamín nació en la madrileña plaza de la Inde-pendencia el 30 de diciembre de 1895, hijo de andalucesafincados en Madrid, extremo éste que quedará indele-blemente reflejado en su imaginario íntimo, atento siem-pre a ese mundo jondo andaluz, de una plasticidad ba-rroca y de un vitalismo trágico que tan profunda raigam-bre encuentra en el propio mundo bergamasco. Hijo deun relevante abogado malagueño que llegó a ostentar elcargo de ministro en varias ocasiones, muy pronto sientesobre sí el peso de la inconsistencia, la vocación huideray dualista de las cosas, extremos que marcarán tanto subiografía como su obra. Su madre, antequerana, seráquien lo blindará de un fuerte e indeleble esqueleto religio-so y de un creciente interés por la cultura popular anda-luza, a la vez solar y telúrica, aspectos éstos que forma-rán parte de su esqueleto literario. Después de leer tem-pranamente a Spinoza, Nietzsche y Pascal, el joven pasapor una grave crisis personal que lo conduce a las puer-tas del suicidio en 1919, encrucijada que supera con la

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lectura de los clásicos rusos, a los que cabe añadir Goet-he, Dante y Shakespeare, vehementes lecturas que tam-bién formarán parte indeleble de su armazón conceptual,como se verá en sus ensayos. Con posterioridad se sumeen las lecturas de Darío, Azorín, Unamuno, una de laspresencias más claras en el madrileño, y Valle-Inclán,con quien coincidió en los cafés Levante y Gato Negro.Es por esta época que se dará a conocer en las tertuliasartísticas del Madrid de las vanguardias. Enseguida sehace asiduo de Pombo, donde simpatiza con RamónGómez de la Serna, otro de los referentes ineludibles detoda su trayectoria, junto a los mencionados Gracián,Unamuno y, en menor medida, Juan Ramón. Son añosen los que las vanguardias, y más concretamente elvltraismo, hacen furor en una juventud que, por otraparte, sigue muy de cerca las sucesivas entregas de losescritores regeneracionistas, que en estos años publicanlo más sustancial de sus obras.De la mano del moguereño, del que se hace asiduo

tertuliano y más tarde secretario personal, publicará susprimeros artículos en la revista Índice (1921) y, a no tar-dar, su primer libro, El cohete y la estrella (Bca. del Índice,1923), libro aforístico donde ya se entrevé todo ese in-trincado mundo personal bergamasco (influencias inclui-das) y esa especial tensión establecida entre lengua yconcepto, entre pensamiento y compromiso, entre pa-sión y consciencia, elementos que giran sobre sí mismos,contorsionándose, hasta crear inesperadas fricciones,caudales sinérgicos que se constituirán en elementos in-disociables de su pensamiento y su escritura. El aforis-mo, que descansa tanto sobre la paradoja del conceptocomo sobre el misterioso equilibrio de su forma, será

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para la personalidad chispeante y barroca de Bergamín(la agilidad alerta del pensamiento, que escribiera de él JuanRamón) su manera de enganchar con una tradición quecuenta entre sus adalides con Pascal, Novalis yNietzsche, maestros nunca discutidos del madrileño yque él, como a todas sus otras influencias, someterá a latensión y a la contorsión de su propio pensamiento. Laescritura bergaminiana se radicará primeramente en elaforismo, por más que con el discurrir del tiempo se nospresente en forma de ensayo o poesía. A diferencia delaserto filosófico, que suele instalarse en una verdad nocuestionada, el aforismo tiende a instalarse en la incerti-dumbre, creando un clímax paradojal, una salida pordonde siempre acaba escapando el lenguaje o el pensa-miento, lo que lo coloca en los umbrales mismos de lapoesía. El aforismo es falible en la medida que no estáencastillado en la verdad, sino en la apariencia de verdad,es decir, en la frontera entre lenguaje y pensamiento, y esen esta frontera donde la desbordante agudeza de inge-nio, la lucidez encabritada y, en cierto modo, desespera-da del matritense, hallan su personalísima forma de ex-presión que, como hemos dicho, impregnará su obraensayística y lírica. En el mismo año de 1923, Bergamín comenzará a

mostrar pruebas de su independencia crítica e intelectual,poniendo su pluma al servicio de los escritores emergen-tes, todo lo cual le conducirá a sonados enfrentamientosdialécticos con autores como Azorín y Ortega, en lo quees un ejercicio de autoafirmación tanto personal comogeneracional. En 1925 publica, también de la mano de suentonces adalid Juan Ramón, Tres escenas en ángulo recto yun año después Caracteres, ambos en la Biblioteca del Índice.

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En este sentido conviene apuntar que Bergamín -el gran compilador de títulos- nose sentía cómodo con el marchamo del 27 y se postuló siempre por la generaciónde la república, o del 31. Sea como fuere, el madrileño se habría de convertir en sumás ferviente y valioso fiador crítico y editorial.

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Hasta entonces la relación con el maestro de Moguer hasido muy estrecha, pero como consecuencia del sonadohomenaje a Góngora de 1927, ésta se verá drástica, defi-nitivamente rota, si bien hay que considerar que la lejaníaemocional que de facto existió entre ambos, jamás con-dicionó la valoración crítica que el madrileño sintió porel andaluz universal. En el trasfondo de toda la polémicaque suscita este alejamiento, está el conocido mal carác-ter y la susceptibilidad del andaluz y por otro, la irrup-ción de una nueva promoción de jóvenes con personali-dad propia, para quienes el místico e insobornable JuanRamón ha servido de ineludible referencia, pero al que,llegado un punto de madurez, necesitan matar, para asípartir a la conquista de su propio espacio, todo lo cual estomado por el hipersensible Juan Ramón como unadeclaración de ruptura.La ruptura con el moguereño supone un hecho capi-

tal en la vida del autor de El cohete y la estrella, así como larelación que establece con el resto de los integrantes dela llamada generación del 27, de la que nuestro autor seráuno de los más arduos, primerizos y chispeantes cabeci-llas3. 1927 será un año capital para este nutrido grupo dejóvenes entusiastas que se reúne en torno a la figura deGóngora, distanciándose sonora y acaso teatralmente delos principales escritores del regeneracionismo. Son reve-ladoras las reseñas críticas que el aforista madrileño pu-

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blica en estos transcendentales años tanto en las nume-rosas revistas como en los periódicos que desde todoslos puntos de España arropan a los jóvenes y pujantescreadores. Como muy bien ha señalado González Casa-nova, ya en estas reseñas se advierte un espíritu imbuidopor lo poético, si bien su exacerbado sentido de la inde-pendencia y su tempranísima vocación exilar harán que,salvo en dos o tres textos primerizos, rehuya la poesía, elgénero que sustenta e identifica a su generación y cuyaprimeriza ausencia en Bergamín, abocará al autor de Elotoño y los mirlos a una especie de disimulado purgatoriogeneracional que muy poco tiene que ver no ya con suimplicación intelectual en el movimiento, sino tambiéncon la calidad incuestionable de su obra. Si 1927 puede considerarse el año de la consolidación

de los jóvenes escritores, 1928 marcará ya un matiz dis-tinto. En julio de ese año, José Bergamín contrae matri-monio con Rosario Arniches, hija del prestigioso drama-turgo. Tras la boda, la pareja viaja por Europa y recala enRusia, lo que dejará en nuestro escritor una sensaciónimborrable. A la vuelta del viaje nupcial, se advierte nosólo en él, sino en el resto de los jóvenes poetas un cier-to cansancio por las vanguardias, así como una progresi-va concienciación política, fruto del ambiente pre-bélicoque se respira en toda Europa y que en España pareceaún más acentuado. Si en sus reseñas anteriores a 1927,el madrileño asume la idea juanramoniana de la poesíadesnuda, y al artista como entrañado habitante de la to-rre de marfil, a partir de su viaje a Rusia el madrileñotoma conciencia de la encrucijada histórica -y las singula-res amenazas- en la que se ve envuelto el hombre. En 1930 publica Bergamín El arte de birlibirloque, su

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primer ensayo taurino, que fue acogido con mucho inte-rés no sólo por los aficionados sino por toda la crítica engeneral. En este ensayo, Bergamín se postula dialéctica-mente como seguidor del clasicismo de Joselito, al queenfrenta con el humanismo de Belmonte, las dos figurasantagonistas de la época. Como buen andaluz, Bergamínse presenta a sí mismo como un ser dual -ya presente ensu obra aforística- y es acaso este marcadísimo dualismoel gran motor de todo su pensamiento y el elemento fe-cundador y tensionador de toda su poesía.El retorno de la República, el 14 de abril de 1931,

supone tanto para el escritor madrileño como para elresto de la intelectualidad española, un momento deinflexión, un decisivo cambio de agujas vital, cuyo marcoes un país quebrado socialmente y expuesto a conflictosde difícil desenlace. Esta situación es entendida por losintelectuales y muchos de ellos toman responsabilidadespolíticas, como es el caso de Bergamín, quien en mayode 1931 (y por un breve periodo) es nombrado directorgeneral de Acción Social e Inspector General de Segurosy Ahorros. Ni sus actividades oficiales, ni sus cada vezmayores compromisos políticos, reducen la actividadcreativa del madrileño, que en 1933 publica Mangas ycapirotes, una visión lúcida del teatro español del siglo deOro, que el madrileño incorporará a su propio corpusvital. En ese mismo año (1933) Bergamín acomete elproyecto de Cruz y raya, la revista más influyente del pe-ríodo republicano. Cruz y raya, en la que colaboran figu-ras de la entidad de Max Jacob, Cernuda, Marañón, Or-tega. Zubiri, Maritain, Claudel, Bloy o Gómez de la Ser-na, es desde el principio una revista católica, liberal, abiertay de ruptura, según el preciso marchamo de Gonzalo Pe-

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nalva (cfr. 1985), que también sirve para definir el com-plejo entramado intelectual bergamasco, enraizado en elhumanismo transcendentalista católico, en conflicto conel papel temporal de la institución religiosa, que una yotra vez será blanco de sus acerados ataques. Bajo lasombra de la revista, que se convirtió en un foco intelec-tual ineludible de la época, se publicaron también impor-tantes libros, como es el lorquiano Llanto por Ignacio Sán-chez Mejías, La realidad y el deseo, de Cernuda, la segundaedición de Cántico, de Guillén, Razón de amor, de Salinaso Residencia en la Tierra de Neruda. En 1934 publica Ber-gamín su segundo libro aforístico, La cabeza a pájaros,donde combina de forma chispeante el lenguaje culto yel popular, a veces sacando de sus casillas a uno y a otro,lo que devendrá también una constante formal de todasu obra. Son años, pues, de una intensa labor social eintelectual, pues a la dirección de Cruz y raya hay quesumar los múltiples artículos firmados por Bergamínpara los periódicos de la época, sus innumerables confe-rencias, sus actividades políticas, sus constantes polémi-cas, sus chispeantes ensayos (La estatua de Don Tancredo,La importancia del diablo, La decadencia del analfabetismo,Mangas y capirotes, Disparadero español, El mundo por monte-ra), sus colaboraciones en otras revistas... e incluso susactividades internacionales, como la participación en laConferencia de Escritores celebrada en Londres en1936, donde se pide para España la organización del IIencuentro de Intelectuales Antifascistas que se va a cele-brar en Valencia en 1937.La sublevación de Franco lo sorprende en Madrid.

Días antes Federico García Lorca había ido a verlo parahacerle entrega del manuscrito de Poeta en Nueva York,

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que finalmente verá la luz en Estados Unidos y México,en 1941 y sobre cuya edición pesa una considerable bi-bliografía. Los primeros días de la guerra son frenéticospara el madrileño. Suya es la idea de lanzar la revista ElMono azul, publicación combativa en la que van a colabo-rar los más importantes intelectuales de la República. Larevista nace como órgano de expresión de la Alianza deEscritores Antifascistas, que entonces preside RicardoBaeza y que con posterioridad presidirá el propio Berga-mín. Entre las actividades más sobresalientes de la Alian-za caben destacar, al margen de la publicación de El Mo-no Azul, la organización del II Congreso de IntelectualesAntifascistas celebrado en Valencia y Madrid, en el queintervienen intelectuales de todo el mundo, el traslado delos cuadros de El Prado a la ciudad levantina, la publica-ción del Romancero de la Guerra de España en la reciéncreada revista Hora de España o la puesta en marcha deNueva Escena, cuyo propósito era instruir mediante elteatro a los combatientes republicanos. Las actividadespúblicas y literarias de Bergamín en estos primeros me-ses de conflicto civil son muchísimas. Cuando la guerrase centró en las inmediaciones de Madrid, Bergamín semovilizó formando parte del célebre Quince Regimien-to. De Bergamín es la idea del encargo hecho a Picassode un gran mural para el Pabellón de la Exposición deParís: El Gernica. Durante la guerra, el madrileño viajaen dos ocasiones a Estados Unidos con el fin de recabarapoyos para la república española, escribe numerososartículos y pronuncia conferencias. Cercana ya la con-clusión de la guerra, Bergamín, junto a otros intelectualesrepublicanos, funda en París la Junta de Cultura Españo-la, que preside él mismo.

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La guerra supondrá para el madrileño un punto deinflexión en su vida y también en su obra. Hasta enton-ces había vivido en una dorada existencia de intelectualrespetado. Tras la tremenda experiencia personal e inte-lectual de la guerra, Bergamín, se habrá convertido en unperegrino, en un fantasma, en una sombra de sí mismo,que no hace otra cosa que escarbar en su propio dolor,en su propia lucidez.El 6 de mayo de 1939 Bergamín parte junto a su mu-

jer e hijos hacia Veracruz a bordo del Sinaia. La llegadaa México coincide con el estreno de su obra Don Lindode Almería; bajo el auspicio de La Junta de Cultura espa-ñola, fundará junto a Larrea y Carner la revista Españaperegrina, cuyo primer número saldría en febrero de 1940,pero tras sus desavenencias con Larrea, el proyecto seinterrumpe en junio del mismo año. Poco después fun-daría la editorial Séneca, en cuyo seno verían la luz títulostan significativos para la literatura castellana como Poetaen Nueva York, La arboleda perdida, España, aparta de mí estecáliz o las Obras de Antonio Machado. En Séneca aparece-rán también sus obras Disparadero español (1940), Detrás dela Cruz (1941) y El pozo de la angustia (1941), así comoPeregrino español en América (1943) y La voz apagada (1946).En agosto de 1941, bajo la dirección conjunta de XavierVillarrutia, Prados y Gil-Albert sale a la luz la esperaday monumental antología Laurel, que incluía por primeravez a los autores en lengua castellana de uno y otro ladodel charco, y en la que sorprenden las ausencias de Ne-ruda o León Felipe, enemistados por aquellas fechas conel madrileño. En medio de esta hiperactividad literaria,periodística y política, fallece su esposa, Rosario Arni-ches (22, de febrero de 1943), lo que supondrá un golpe

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muy duro para este singular peregrino español. Este he-cho, unido a las perspectivas de que el resultado de la IIGuerra Mundial no desalojaría a Franco del poder, comotodos los exilados esperaban, sumen al madrileño en unaevidente crisis personal y creativa que nuevamente loaproximan al suicidio. En 1946, junto a sus tres hijos, José, Fernando y Te-

resa, pone rumbo a Venezuela, donde celebra numerosasconferencias y trabaja para la Universidad de Caracas,pero un año más tarde este peregrino de España y de símismo, parte hacia Montevideo donde publica las obrasteatrales Medea la encantadora y Melusina y el espejo. EnMontevideo vive un pequeño lapsus de tranquilidad, enparte motivado por el buen ambiente cultural que serespira en la capital uruguaya, donde llegan a represen-tarse algunas obras suyas. Con su asistencia en 1950 alCongreso de la Paz, celebrado en Varsovia, se granjeaserios problemas con la oficialidad uruguaya. Este nuevopanorama de censuras y equívocos determinará un cam-bio en la situación anímica del escritor, cuya decisiónserá abandonar el continente americano y urdir su regre-so a España. En diciembre de 1954 decide retornar a Europa, y así

navega de Montevideo a París, donde acaso espoleadopor la proximidad de España, comenzará una vehementeandadura poética. Bergamín ya se había estrenado comopoeta en 1939 con sus soberbios sonetos a Cristo crucifi-cado, que presagian el gran poeta que será, que es yaBergamín, por más que hasta 1954, impelido por sudedicación ensayística y por su dolor ante el destino es-pañol, la poesía pasará a un plano circunstancial y casianecdótico. Será en la capital francesa cuando la creación

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poética entre definitivamente en su corpus espiritual conla composición de Duencecitos y coplas, escrito vehemente-mente -como todo lo suyo- en agosto de 1955; Duendeci-tos... es una colección de coplas de inequívoco aire anda-luz sobre las que el autor peregrino va alumbrando supropio errar:

Aun sin saber dónde va,el camino es el camino.Lo que importa es el andar.

En París se relaciona con escritores católicos comoMalraux o Pierre Enmanuel, así como con el exilio espa-ñol (Picasso, Aurora de Albornoz o Gurméndez), perosu vista y su pensamiento ya están puestos en España,donde recala a finales de 1958. Su retorno es visto poralgunos como una claudicación, y por otros como unaespecie de pulso al régimen, pero Bergamín que ya hadado muestras de su feroz coherencia política, de su in-teligencia viva e independiente, mantendrá sobre la dic-tadura una mirada hostil y desafiante y ya en enero de1961 se produce el primer enfrentamiento con la familiaLuca de Tena, propietarios de ABC. Entre 1960 y 1963colabora semanalmente con el periódico El Nacional deCaracas y publica los siguientes libros: Lázaro, don Juan ySegismundo, Fronteras infernales de la poesía, Los tejados de Ma-drid o el amor anduvo a gatas, Al volver, así como sus dosprimeros libros de poemas: Rimas y sonetos rezagados yDuendecitos y coplas. Pero su estancia en España, comocabe suponer, pronto se vuelve irrespirable para unhombre de sus presupuestos políticos y su valentía mo-ral. Su desenlace viene marcado por la huelga de la mine-

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ría asturiana, que tiene lugar el 2 de octubre de 1963, yen la que los mineros astures son reprimidos con violen-cia y torturados sin compasión por el régimen franquista.Diez días más tarde de los hechos aparece en El Españoluna carta dirigida al entonces ministro de interior, Ma-nuel Fraga Iribarne, exigiendo explicaciones; la carta,encabezada por el propio Bergamín, fue también suscritapor Aleixandre, Celaya, A. Sastre, Buero Vallejo, JuanGoytisolo, Barral, Fernán Gómez... El affaire, tomadopor el régimen como un pulso a su fortaleza y un contra-tiempo a su menoscabada credibilidad internacional,obliga a Bergamín a buscar refugio en la embajada deUruguay en Madrid, de donde sale con rumbo a Monte-video el 29 de noviembre de ese mismo año, para recalaren París dos meses después, con la inestimable ayuda delincondicional Malraux, entonces ministro de cultura. La expulsión de España corta drásticamente su pro-

ducción literaria hasta tal punto que, entre 1964 y 1970sólo compone su libro de poemas El otoño y los mirlos(1975), escrito durante su segunda estancia uruguaya, yentrega a las imprentas Beltenebros. Su segunda estancia enParís es, sin embargo, provechosa. Su nombre es tenidoen cuenta por toda la intectualidad europea, hasta talpunto que la televisión francesa rueda una extensa bio-grafía a cargo de Michel Matriani titulada Masques et berga-masques, así como el filme Los ángeles exterminados (tam-bién de Mitriani). En París es testigo de los sucesos demayo del 68, sobre los que escribe con entusiasmo. Poco después, en abril de 1970, regresa nuevamente

a una España que soporta los postreros años de la dicta-dura franquista mientras se iba preparando el caminopara una metamorfosis histórica: el paso negociado de la

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dictadura hacia la monarquía de Juan Carlos I. El retor-no a España significa para Bergamín vivir en medio dela precariedad y el aislamiento. Aún así, su producciónliteraria y editorial es incesante, como lo prueban la can-tidad de libros editados (18) y reeditados (5) y los más de250 artículos que firmó en estos últimos 13 años de suvida. En 1973 la revista Litoral le dedica un número ex-traordinario en el que, además de recoger lo más grana-do de su obra, participan los intelectuales más importan-tes del país. Este mismo año comienza a editar en SábadoGráfico, donde va a expresar con virulencia y pasión unasopiniones que con asiduidad chocan con las consignaspolíticas de la época. Muy pronto, desde su retorno aEspaña, el pensador matritense se sintió defraudado ydesesperanzado por el destino de este país que apostabamás por una pactada reconciliación nacional (lo que éldefiniera como entreguismo) que por su propia concilia-ción con la historia, todo lo cual- según el pensador-instaría a legalizar de facto el golpe militar del 36. Para él,acérrimo republicano, la transición española, que legiti-ma al franquismo al no desmentirlo, que perpetúa el es-píritu surgido de la victoria militar del '39 al no descabe-zarlo, es una farsa patética por cuanto sus cimientos na-cen de la podredumbre y acabamiento ruinoso de unrégimen ilegal que frustró una vez más la entrada en lamodernidad del país. Entiende José Bergamín que lospartidos políticos -y muy en especial, los de izquierda-han pactado sobre el supuesto de la derrota republicanay han legitimado con su presencia un régimen, el monár-quico, que fue legítimamente destituido por el puebloespañol en 1931. La España que él encuentra a la vueltade su segundo exilio es todavía esa enorme tumba que

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relatara en el soneto Ecce España publicado en 1970, elmismo año de su retorno:

lo que está España es como amortajada [...] de quijotesca en quijotesca empresapor tan entera como tan partida se sueña libre y se despierta presa.

La voz disidente, estruendosa e híspida del tábanoBergamín se hace aún más estruendosa y altisonante amedida que crece a su alrededor la soledad y la adversi-dad, y pronto es apartada del debate concertado de lasEspañas. Censurado por los mismos periódicos que, apoco de su llegada, habían acogido favorablemente unascolaboraciones que constituyeron su modus vivendi, elincómodo, el irreductible, el afilado José Bergamín esliteralmente desterrado de la corte. En 1976 publica elartículo El franquismo sin franco, en el que con su peculiarestilo denuncia el triunfo del ferrolano después inclusode su muerte, lo que le vale un proceso judicial y el se-cuestro de la revista. En 1978 publica el artículo La con-fusión reinante, que pone en cuestión la legalidad de la mo-narquía, y nuevamente es denunciado. En consecuencia,meses más tarde Sábado Gráfico prescinde de sus artícu-los. Desde abril de 1978 hasta noviembre de 1980, enque comienza a colaborar en Punto y hora, Bergamín essilenciado por la prensa española. En 1979 se presenta alas elecciones por Izquierda Republicana. En diciembrede 1981, cuando cuenta con 87 años, defraudado y barri-do por los acontecimientos, convaleciente de una caída,falto de recursos, ninguneado por la intelectualidad ape-sebrada o dispuesta a buscar acomodo en el nuevo régi-men, José Bergamín busca refugio en la serranía onuben-

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se, en una deriva que nos recuerda al Benito Arias Mon-tano que tres siglos antes se viera obligado a abandonarla corte y retirarse a la aledaña Peña de Alájar. La presen-cia de Bergamín en Fuenteheridos es anterior a la fechaseñalada por Gonzalo Penalva en su magnífica biografía,pues ya desde el verano de 1979 pasaba allí grandes tem-poradas, de manera que es el paisaje de Fuenteheridos elque jalona gran parte del libro Esperando la mano de nievey en menor medida de Hora ultima.Fuenteheridos representa para el genial polígrafo una

escala más en su agónica travesía del exilio. El períodopasado en la localidad onubense es especialmente fructí-fero en lo creativo, pero de profundo aislamiento en lopersonal, lo que acabará por condicionar y nutrir su últi-ma obra, atravesada tanto por la idea de la muerte, cuan-to por su reafirmación republicana. Como he afirmado, su radical enfrentamiento con la

monarquía borbónica y sus cada vez más agrias polémi-cas sobre el papel de la izquierda (y más en concreto delos partidos socialista y comunista) en una transición quele suena a pescado podrido, le cierran las puertas de losmedios de comunicación, de manera que sus tesis se iránacercando a las mantenidas por el entorno radical vasco.Defenestrada la esperanza por un proyecto de Españaque pasaría ineluctablemente por reinstaurar la república,Bergamín encuentra en la vía abertzale un proyecto que,si bien, deconstruye España, significa la vuelta al espíritude Gernika, entendido éste como el triunfo del pueblosobre el poder. Lo hace con el sincero y cabal convenci-miento de quien ve en la lucha vasca un ejemplo parauna España a la que considera cautiva de intereses espú-reos, de espaldas a la historia. Será, pues, el radicalismo

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vasco quien reclame la presencia del gran escritor y enúltima instancia el que venga en su auxilio. Desde Fuen-teheridos, envuelto en el silencio que lo ha acompañadodurante estos fructíferos últimos años, el poeta preparasu viaje.

Fui peregrino en mi patria desde que nací: y lo fuí en todos los tiempos que en ella viví.

Lo siego siendo al estarme ahora y aquí peregrino de una Españaque ya no está en mí.

Y no quisiera morirmeaquí y ahora para no darle a mis ojos tierra española.

de Hora última

El esqueleto, con el trajín interior característico de sushuesos, con la irreductible fortaleza de su pensamiento,abandona España, atravesándola en canal, para, amanteultrajado, adjurar de ella, instalándose frente al mar Can-tábrico, irreductible también en su ancestral bramido, elmar de Aldana y Unamuno, aquél que contemplara ensus paseos veraniegos de juventud al lado de RosarioArniches o del catedrático salmantino. Allí, en las ague-rridas Vascongadas, encontrará por fin la paz que la vidano ha sabido o no ha querido concederle. El pueblo deEuskalerría lo acoge con entusiasmo y generosidad y seráeste pueblo el que lo vea morir el 28 de agosto de 1984,

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en olor de multitud.En el hermosísimo cementerio de Ondarribia reposa

su esqueleto y a nosotros, a todos los españoles, todavíanos falta andar un buen trecho y cruzar muchos pasospara inquirir en la figura inmensa y única de un hombreque fue por la vida y por el arte a pecho descubierto, conla sola defensa de un capote, y que nos ha legado a todosuna de las obras más brillantes y perdurables del sigloque acaba.

LA POESÍA BERGAMASCA

Desde su primera salida forzosa de España, allá en losprimeros meses de 1939, hasta su muerte, el Pájaro Pin-to, como solía firmar, no hará otra cosa que peregrinary revolotear por los cielos trágicos de nuestra geografíaíntima. La vida del escritor madrileño, como ocurriera atantos y tantos españoles de un bando y de otro (más deuno que de otro, qué duda cabe) viene literalmente de-mediada por la guerra civil. El exilio, la derrota de susideales y de su idea de España, así como la traición de laspotencias democráticas que, acabada la II guerra mun-dial, no restituyen la legalidad institucional rota porFranco, es una losa sicológica demasiado pesada para lallamada España peregrina, lo que en el caso de Bergamínviene agravado por su condición de católico, que ha asis-tido al papel beligerante y descristianizador de la iglesiaespañola en la guerra civil, aspecto que no dejará de de-nunciar durante sus años exilares. Tras su salida forzosa

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hacia Francia, en febrero de 1939, el escritor se converti-rá en un peregrino obsesivo que clama por volver nosólo a España, sino también a su propia vida rota. Elenraizado Bergamín será a partir de entonces un hombresin más raíces que la de su esperanza, un hombre despo-seído de su razón y torturado por su indestructible fereligiosa. Sus sucesivos desencuentros con España vie-nen a confirmar un papel de off sider que en realidad lo haperseguido durante toda su vida.A contracorriente siempre, José Bergamín comienza

a publicar su poesía cuando ya el resto de compañerosde generación, en su mayoría poetas, ha dado sus frutosmás señeros. Ensayista, crítico y editor, Bergamín consti-tuye junto con Neruda uno de los ejes gravitatorios de lageneración de 27. Sin su valentía crítica, sin su olfatoeditor y sin su presencia miliar, acaso la historia de lageneración se hubiese escrito de una forma bien distinta,pero muy a pesar de ello el autor madrileño quedará confrecuencia relegado del papel que le corresponde. Hastala vehemente redacción de El otoño y los mirlos, su crea-ción poética quedará en un segundo plano, por más queen su labor ensayística y, sobre todo, en sus aforismos,la poesía queda medularmente presente, como han vistocon caridad Nigel Dennis, el mayor estudioso del escri-tor, y González Casanova en su clarificador libro Berga-mín a vista de pájaro. La poesía bergamasca, escrita básica-mente en los últimos años de su vida, presenta, como esobvio, un paisaje autumnal, por más que participe de esevitalismo del desengaño tan propio de este poeta siem-pre sorprendido y siempre sorprendente. Puede decirseque todos los libros poéticos de Bergamín recurren a lasmismas obsesiones, acaso acentuadas por sus vicisitudes

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personales y, cómo no, por la presencia obsesiva de lamuerte. En efecto, desde El Otoño y los mirlos, pasandopor Apartada Orilla, Velado desvelo, La claridad desierta, lascanciones de Canto rodado, hasta llegar a Esperando la manode nieve y Hora última, la poesía bergamasca presenta unamuy acusada coherencia artística, de manera que en elfondo estamos hablando de un único libro que comienzacon las doradas hojas del otoño, para irse (des)cubriendo-digo bien- con la desnudez del invierno.Bergamín, como Pessoa, con quien guarda no pocas

similitudes -en el fondo ambos quedan atrapados en lasfauces de un post-romanticismo, que trata de rescatar el alma delpositivismo cientifista y materialista de una Ilustración que ya noilumina el destino del mundo, en el que ha muerto Dios (Gon-zález Casanova, pág. 18, 1995-, decíamos que, comoPessoa, Bergamín es un obsesivo constructor de parado-jas. Ambos aparecen nimbados de un universo poliédri-co en permanente conflicto y reverberación. Si el lisboe-ta lo resuelve a través de distintas voces, de dispares re-gistros y obsesiones, el madrileño, atrapado por la fasci-nación del barroco (¿hasta qué punto el personaje poéti-co de Bergamín no es también una construcción hetero-nímica, por cierto no lejana al neoclásico Reis?), lleva elconflicto a cada uno de sus textos que se convierten encaleidoscopios donde el pensamiento, siempre en fric-ción con la palabra, nos ofrece constantes figuras espe-culares que se proyectan sobre sí mismas dando formay voz a un retablo barroco de las postrimerías. Con Ber-gamín asistimos al pensamiento en ebullición (existir espensar, decía en uno de sus más certeros aforismos, y pen-sar es comprometerse), y a la palabra en continuo estado derebeldía. Ya desde sus primeros aforemas (el término lo

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recojo de M. Á. Arcas) publicados en El cohete y la estrella,Bergamín sucumbe a las garras de la perplejidad y de laduda como referente mental, siendo así que su produc-ción desde entonces se sitúa continua y deliberadamenteen las fronteras (infernales) del decir, en una especie deabstracción conceptual que no ignora a Mallarmé ni a losescritores radicados en el absurdo. Sus aparentes decons-trucciones ideísticas, su vehemencia lúcida -y lúdica-, sufulgurante relación con el lenguaje, esa propensión tansuya a sacar de sus casillas al concepto o al lugar común,que a veces se queda patas arriba, contorsionándose, nosofrecen el retablo vivo de un orfebre radicado en la re-beldía y la esperanza.Bergamín se construye a sí mismo como un escritor

deliberada, reiterativamente barroco. La muerte, el sue-ño, los aspectos trascendentales de la existencia o el do-lor por el destino aciago y pervertido de la patria, sonalgunos de sus temas más recurrentes tanto en su vastaobra prosística, como en su producción lírica, unido to-do ello a su sólida concepción estructural del texto -poe-ma o prosa-, que apoyada tanto en el uso especular de laidea, cuanto en sus elementos más formales, como elasiduo empleo de una figuración dualista, desde la para-doja, el oximoron, sin olvidar los elementos alegóricos ysimbólicos muy en la tradición del Siglo de Oro, nosllevan a afirmar que Bergamín es un autor barroco trans-plantado -transterrado- al siglo XX, aspecto este queviene a convertirlo a ojos de la crítica contemporánea enuna especie de pensador y poeta intemporal, desarraiga-do, enajenado, que, paradójicamente, siempre se presen-tó como un entrañado en el paisaje histórico que le tocóvivir:

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No es posible hallar en un poeta español contemporáneo -es-cribe González Casanova, pág, 197. 1996- resurrecciónmás viva y actual, eternización histórica más convincente, de lapoesía clásica. Cuando Bergamín versifica a la manera de Lope,Góngora, Quevedo o Calderón; cuando retoma músicas de SanJuan de la Cruz, o de fray Luis, la identificación con ellos es tanexacta en lenguaje, fórmulas poéticas, ritmo y pensamiento, queel tiempo se borra sin que el pasado retorne, pues la poesía ber-gaminiana no imita ni recuerda, sino que crea desde la memoriaun nuevo presente -un es- de lo que simplemente fue.

Podríamos interpretar el horror al silencio que adver-timos en la obra bergamasca como el eje gravitatorio quela sostiene y ramifica, un horror que, al margen de lasformas, dan a Bergamín carta de rabiosa modernidad, sibien este horror al silencio, se resuelve en no pocos frag-mentos de su obra como fatal atracción, de forma análo-ga a lo ocurrido en ese otro peregrino que fue Rilke. EnBergamín, como acaso en ningún otro escritor de nues-tra lengua, los polos se atraen, se necesitan, son partemisma de un inestable equilibrio. Su poesía parece forja-da en esa piedra de amolar tan bergamasca que es el afo-rismo, acaso uno de los géneros más entrañados en elpresente siglo y a los que Nietzsche, Cioran o el propioBergamín han dado lustre. La respiración bergamasca esaforística y uno al leer su poesía, su teatro o sus ensayos,no deja de pensar que en el fondo Bergamín transgredey anula los géneros partiendo del aforismo, ese regate encorto tan suyo, que semeja un temblor, una palpitaciónde cohete y estrella...

El silencio sospechoso y acérrimo que tras su muertese ha cebado con la figura tan desmesurada como musa-

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rañera de José Bergamín, esta larga peregrinación por elolvido, mucho le debe a su rebeldía íntima y a la malaconciencia de una intelectualidad española que, ante elvértigo de la historia, prefirió el beneficio cierto aunquementiroso de la ecuanimidad al peso no menos cierto ygravoso de la disidencia. En un siglo prestigiado y vam-pirizado por las vanguardias, lo que, tanto en literaturacomo en pensamiento, se traduce grosso modo en laruptura del discurso e incluso en el debate sobre su pro-pia necesidad, sin olvidar la casi absoluta sacralización dela actualidad como valor artístico, una voz tan extempo-ránea como la de Bergamín, asentada en odres barrocosy noveitayochistas, que sanciona como buen off sider unatradición figurativa y enunciativa, decididamente ariscaa las modas, no es muy entendida por una crítica, ceñidaal pie de la letra que dijera nuestro autor, demasiadoconstreñida por aspectos formales y teorías generacionis-tas, una crítica que, para colmo de males, no sabe digerirel hecho de que la madurez poética de esta figura quepor edad, obra y presencia está vinculada a la segundarepública, explote líricamente en plena senectud, esemomento tragicómico en el que tanto la crítica oficialcomo las distintas municipalidades sacan sus mejoreslozas y manteles para brindar a la salud de sus cadáveres.

ESPERANDO LA MANO DE NIEVE

He apuntado que conocí la hospitalidad de Teresa yJosé Bergamín a partir del verano del 80. Mucho antes,camino de la huerta que mis padres cultivaban apenas unpoco más allá, me había ido familiarizando con aquel

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anciano esquelético y altísimo, de piel casi translúcida,detalle este que ya destacara el mismísimo Juan Ramónen el prólogo al primer libro bergamasco: El cohete y laestrella. En su figura, del todo anónima para mí, se impo-nía una inequívoca dignidad fantasmal, ese raro prestigiodel que gozan los seres fronterizos, que parecen transitarcon desparpajo entre la vida y la muerte. En los últimosaños de su vida -refiere Felipe Benítez Reyes en su libroBazar de ingenios, Granada 1991-, parecía José Bergamín unesqueleto vestido de paisano, un fantasma con aires de ingravidezcansada que en cualquier momento podía dar una pirueta mortalen el aire y desvanecerse, dejando como rastro, a lo sumo, un mon-tón de huesos transparentes y brillantes, como cristales rotos. Tandesconcertada fragilidad corporal contrastaba en aquelanciano desconocido y venerable, con una mirada aguday chispeante, afable, que a fuer de parecer enajenada detodo, todo lo hacía suyo, todo lo entrañaba, todo lo vol-teaba y desnudaba. Su propio caminar, a la vez delicadoy aparatoso, era ya el caminar de quien sintiéndose since-ramente desconcertado por el mundo, aún debía acabarde negociar los últimos flecos con la muerte. Los es-truendosos jóvenes que por entonces frecuentábamos lasegunda planta de La Venta, no podíamos sospechar quela estancia de los Bergamín en Fuenteheridos estuvierapresidida por la penuria y por el desencuentro con unaEspaña que había defraudado todas las expectativas deun hombre singular que vendría a suponer para nosotrosel descubrimiento más mítico que físico, no sólo de laGeneración del 27, sino también, dada la significación deBergamín como eminente glosador de la mejor tradiciónlírica española, de uno de los escritores más emblemáti-cos de un siglo que se decantaba, como el propio perso-

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naje, hacia sus postrimerías.El paisaje sereno de La Venta, aparece más que en las

delgadas y cuasi abstractas descripciones que no sonmuy diferentes, por poner un ejemplo, a las contempla-das en El otoño y los mirlos, en la atmósfera interior quepreside Esperando... La serenidad convulsa que atraviesaeste libro, así como su sentido musarañero parece en-contrar el referente en ese paisaje arrebatado y cordial,humilde y sonoro de nuestras huertas. Cansado de unavida en continua peregrinación y sin más asidero que elpropio pensamiento, Bergamín se instala en Fuenteheri-dos con la intención de quedarse y esperar paciente, ri-gurosamente la muerte, mientras trata de cerrar el círculomagmático de su producción. Buscaba, como le oí referiren alguna ocasión, un trozo de tierra que considerar sutierra, un humilde lugar donde pudiera entrañarse y mo-rir en paz, y creo que al visitar por primera vez a su hijaTeresa en La Venta, pensó que allí estaba el fin de tanlarga peregrinación. Expulsado del templete matritensepor los mercachifles de la transición, el autor De una Es-paña peregrina se encuentra en Fuenteheridos con que nole queda otra cosa que ensimismarse, pensarse a sí mis-mo, inventariarse. Bergamín nos aparece como un gue-rrero imperturbable que en mitad del páramo hace ba-lance de su vida y pone a prueba, y esta vez no cabenjuegos ni afeites, su esperanza, uno de los aspectos rele-vantes en su dilatada obra. El resultado de todo ello esese libro espléndido y extemporáneo titulado Esperandola mano de nieve, redactado casi en su totalidad en Fuen-teheridos, y considerada como una de las obras paradig-máticas de este miembro discutidor e indiscutible de lageneración de la república. Concebido como su testa-

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mento lírico, Esperando... se percibe también como unasuerte de relectura dialogada con la tradición elegíacacastellana. Lope, Calderón, Aldana, Cervantes, López deAndrada, Manrique, Lorca, Barrés, Unamuno o Bécquer(de uno de cuyos más venerables versos, toma el título),que junto a los omnipresentes maestros Dante, Shakes-peare u Homero, jalonan este libro testamentario que es,resueltamente, un coloquio unívoco y plural acerca de lamuerte. Las frecuentes citas a los mencionados autoresno son nunca baladíes, pues en ellos, como en Garcilaso,Pascal, Nietzsche, de la Serna, Gide, Bernanos o Mal-raux, sin olvidar la riquísima tradición oral andaluza ma-nifestada en el cante jondo, cifra Bergamín su territorioy su tradición, huyendo notoriamente de las corrientesestéticas contemporáneas y enrocándose en un lenguajeconscientemente analfabeto, donde encardinar todo elhorror al vacío que en el fondo tratan de velar las vehe-mentes paradojas que vertebran el libro. Por sus páginaspasa, como las figuras dolorosas y erráticas de la SemanaSanta, la mejor tradición lírica y el pensamiento españolal completo. Tanto en la potencia irreductible de sualiento, cuanto en la atmósfera expresiva, Bergamín tuteaa la tradición, solapándola, ilustrándola, reflejándose,entrañándose en ella como el agua en el agua. Despidién-dose, en suma. No es gratuito advertir cómo ultrajado yvejado por sus contemporáneos, exilado de la contem-poraneidad, el viejo pensador, el derrotado caminante,vuelve su mirada a los clásicos, a los que él consideramucho más vivos que los vivos. Tan es así, que a vecestenemos la impresión de que, como la figura del fantas-ma tan querida y recurrente para él, atraviesa y reescribela tradición con sus propias voces, convirtiéndose así en

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un eco, en una especie de estrella errática cuya luz pode-mos contemplar todavía, pero cuya vida hace tiempo queexpiró. Como fantasma que es, hace tiempo que está dellado de los muertos (o del sueño) y de ellos adopta suretórica y su fantasmagoría. Es un hecho que Bergamínse muestra más cercano a Segismundo, entreverado derealidad y sueño, exilado en su castillo interior, que a susestrictos contemporáneos. Y es que uno tiende a pensarque Bergamín es un epígono, un escritor enmascarado,que combate desde sus frecuentes paradojas, silogismosy trabalenguas, el silencio enunciado por Mallarmé, enun intento de burlarlo, de envolverlo en una vasta redcombinatoria no muy distante en el fondo de las seriescirlotianas.Perdida la esperanza de la historia, que ha preferido

prescindir de su pensamiento, el Pájaro Pinto se dispon-drá a esperar la muerte en este Fuenteheridos, de nom-bre inquietante y paradójico y al que Bergamín atribuíacierto ascendente lorquiano. En Fuenteheridos espera losuyo con el capote recogido como señala en La músicacallada del toreo, ese libro que de alguna manera anticipa yglosa Esperando... y que tanto nos deslumbra por su con-ceptismo cuanto por su inimitable ingenio, donde apare-ce una y otra vez esa voz en off de la muerte que resuenacomo una campana nocturna y atenuada en la vastedaddel campo; la muerte será el paisaje de fondo de amboslibros, en los que no se rehuye ni la fatalidad ni el misti-cismo, en una escritura apasionada y apasionante. Eltoreo es para Bergamín un arte que se expresa y se defi-ne en la muerte pero que, y aquí radica su originalidad,en cierto modo la invalida con el latido volandero deinmortalidad, que es instantánea percepción de lo abso-

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luto, el tan recurrente para Bergamín cristal del tiempo to-mado de Calderón. El verdadero hombre, el verdaderomediador ante Dios, es aquél capaz no sólo de pensar elsentimiento sino de sentir el pensamiento, de acuerdocon Unamuno y, en cierto sentido, con Pessoa. Esperandola mano de nieve, pues, se concibe como un testamentoemocionado de quien al intuir con menos temor quetemblor el final (él, que cifraba la poesía en el arte detemblar, en la palpitación de estrella tan recurrente en suobra), planta su tienda frente a él y lo mira a los ojos conuna interrogación emocionada. Si en la música callada, enla soledad sonora de que nos hablara el místico, se cifra suteoría de la refutación de la muerte, será en esa refuta-ción donde un Bergamín que se sabe acorralado, tratadesesperadamente de asirse. A través de las páginas deEsperando la mano de nieve se entrevé un paisaje sereno yhumano, demasiado humano, con pequeños pero rele-vantes detalles plásticos que parecen revelar otros tantossignos de la contingencia. Durante las largas temporadas que Bergamín pasa en

Fuenteheridos, y pese a lo avanzado de su edad, el escri-tor se aplica al trabajo denodada, vehementemente, acu-ciado sin duda por todos los fantasmas interiores e ilumi-nado por esa serenidad interior que se respira en la obraque aquí realiza. No sólo traza en Fuenteheridos el libroque hemos mencionado, sino también una parte muysignificativa de su Música callada del toreo, dedicado a Pau-la, y el cuaderno Como una sombra sin fuego, que reproduci-mos íntegro, y el comienzo de su ya póstuma Hora últi-ma, obra que en realidad viene a constituir una addenda aEsperando..., aunque en ella aparece mucho más evidenteun dolor y una desesperación que en cierto modo se em-

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parentan con el dolor y la desesperación cernudianas.

COMO UNA SOMBRA SIN FUEGO

Como acabamos de recordar, de su estancia en Fuen-teheridos son también los 6 poemas autógrafos que dantítulo al cuaderno Como una sombra sin fuego (Col. Pliegosde Mineral, Riotinto, Huelva), no recogidos por Turneren los sucesivos tomos de su poesía completa y, en gene-ral, desconocidos por la crítica, a pesar de su incuestio-nable calidad. Firmados el día del Corpus de 1981, trasuna memorable faena de Paula en la Maestranza sevilla-na, los poemas que recoge este notable cuadernillo, edi-tado por el poeta onubense Juan Delgado, no difieren niformal ni conceptualmente de la serie Esperando... Son,de hecho, poemas de despedida, de balance, de una cier-ta melancolía en los que están presentes, miniatura al fin,todos y cada uno de los aspectos que entretienen, en-mascaran y alientan al último Bergamín, de tal modo queacaso bastaría este pequeño cuadernillo para considerara Bergamín como uno de los poetas más imprescindiblese intemporales de la poesía castellana.

Manuel Moya

Fuenteheridos, septiembre de 2005

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BIBLIOGRAFÍA.

Constatamos sólo los libros de poesía, así como los principales estudios acerca de laobra de Bergamín.

L Rimas y sonetos rezagados. Santiago de Chile; Madrid: Cruz del Sur, 1962. (Renue-vos de Cruz y Raya, 67). Este libro junto a El otoño y los mirlos, ocupa el VolumenI de Poesía de José Bergamín. Turner, Madrid, 1996. ed. ampliada y corregida,Madrid Turner 1988.

L Duendecitos y coplas. Santiago de Chile; Madrid: Cruz del Sur 1963. (Renuevos deCruz y Raya; 11-12).

L La claridad desierta. Madrid, Turner, 1983. Este libro pasará a ser el II volumen,de Poesía de José Bergamín, Madrid, Turner, 1996.

L Del otoño y los mirlos; con fotografías de Lucía Serredi y viñeta de Ramón Gaya.Barcelona, RM, 1975. Vid. Rimas y sonetos...

L Apartada orilla: (1971-1972), Madrid, Turner, 1976. Vol. III de Poesía de JoséBergamín, Madrid, Turner, 1996.

L Velado desvelo (1973-1977), Madrid, Turner, 1978. Vol. IV de Poesía de JoséBergamín, Madrid, Turner, 1996. 1983

L Esperando la mano de nieve (1978-1981), Madrid, Turner, 1985. Vol. V de Poesíade José Bergamín, Madrid, Turner, 1985.

L Canto rodado. Madrid, Turner, 1984. Vol. VI de Poesía de José Bergamín, Ma-drid, Turner, 1984.

L Hora última. Madrid, Turner, 1984. Vol. VII de Poesía de José Bergamín, Ma-drid, Turner, 1984.

L Por debajo del sueño (antología poética). Málaga, Litoral, 1979.L Poesías casi completas. Con prólogo de María Zambrano, Madrid, 1982.L José Bergamín para niños. Ed. de María Pilar Lorenzo, ilust. de Héctor Carrión.

Madrid, Ediciones de la Torre, 1989.L Antología poética. Ed. de Diego Martínez Torrón. Madrid, Castalia, 1997.

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Acerca de José Bergamín

DENNIS, Nigel: -El aposento en el aire, introducción a la poesía de José Bergamín. Valencia, Pre-Textos,

1983. -José Bergamín, ilustración y defensa de la frivolidad. -Perfume and poison: a study of the relationship between José Bergamín and Juan Ramón

Jiménez. Kassel, Reichenberger, cop. 1985. -En torno a la poesía de José Bergamín. Ed. Nigel Dennis. Lleida, Uuniversitat, 1995.

GONZÁLEZ CASANOVA, José Antonio. -Bergamín a vista de pájaro. Madrid, Turner, 1995.

GRILLO, Rosa María, -Exiliado de sí mismo: Bergamín en Uruguay, 1947-1954. Lleida, Universitat, 1999.

MARTÍNEZ TORRÓN, Diego. -El sueño de José Bergamín. Sevilla, Alfar, 1997.

MARTINEZ, Rogelio. -Bergamín en Uruguay. Ed. de autor, Montevideo, 2004.

PENALVA CANDELA, Gonzalo. -Tras las huellas de un fantasma: aproximación a la vida y obra de José Bergamín. Madrid,

Turner, 1985.

-Homenaje a José Bergamín. Ed. de Gonzalo Penalva Candela. Madrid, Comuni-dad, Consejería de Educación y Cultura, 1997.

SANTONJA, Gonzalo. -Al otro lado del mar, Bergamín y la Editorial Séneca: (México, 1939-1949). Barcelona,

Galaxia Gutenberg, 1997.

SANZ BARAJAS, Jorge. José Bergamín: la paradoja en revolución (1921-1943). Madrid, Libertarias-Prodhufi,

1998.

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ESPERANDO LA MANO DE NIEVE

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Tú sólo el alma de mis versos miraLOPE

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Si la sombra no fuese más que sombray el eco sólo econo sería la llama luminosani sonoro el silencio.

No tendría la voz por la palabracorporeidad de tiempo;ni la luz por su clara transparencialejanía de sueño.

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Mi voz se va perdiendo en la penumbramás allá de su eco,como la sombra, huida de la llama,más allá de su fuego.

Los ecos y las sombras de mi vidadespojos de su sueño,se pierden en la oscura lejaníainvisible del tiempo.

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Cuando yo de la vida que vivíafui a buscar a la muerte, ya no estabadonde yo me esperaba que estaría.Y me senté a esperar, porque pensaba

que, al cabo, llegaríasi yo pacientemente la esperabaun día y otro día.Y la sigo esperando todavía.

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Oigo tu voz como el rumor lejano,melodioso, del agua,y que, más que sentirlo, se presienteen la corriente clara.

Como el de un leve canto adormecidoen las cuerdas del arpaque una mano de nieve acariciaseapenas sin pulsarlas.

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Todo lo que antes dije y lo que ahoraquisiera estar diciendo,enmudece en el aire estremecidode un solo, último verso.

Último verso que no dirá nuncami voz, ni tendrá ecomás allá del misterio temblorosode su propio silencio.

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Tal vez porque no quise de mí mismodejar a los demás memoria amarga,adentrándose en mí, sin yo quererlo,se me quedó en el alma.

Y le he dado su dejo de amarguraa mi voz solitariaun eco melodioso y doloridode su desesperanza.

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Tu corazón es del aire.Del aire es tu pensamiento.Como es del aire tu alma.Como es del aire tu cuerpo.

Toda tú fuiste del viento;como la llama en la lumbre;como la nube en el cielo.

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Te echo de menoscomo se echan de menos las estrellascuando se nubla el cielo.

Como se echan de menosla lluvia que golpea en los cristalesy la llama en que arde el leño seco.

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Se fue la luz. La tarde anochecidaen la penumbra del jardín descansa.Se siente, se presiente, se adivinaapenas, en la hora sosegada,brisada por el aire atardecido,leve rumor de ramas.

Por el largo camino, que aún blanqueade la noche que avanza,huyendo del poniente luminosodos sombras se separan.

Como un vuelo perdido en lejanía,la claridad del almase esconde en el oscuro, tenebrosocorazón de su llama.

Y en el cielo se enciende, de repente,la estrella solitaria.

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Tocando está la campana,tan, tan, tan,por todos los que murieron,y por los que morirán,tan, tan, tan...

Los que murieron se fuerony ya nunca volverán,tan, tan, tan...

Los que se mueren se van.Pregúntale a la campanadónde están.

Están donde no quisieronir, donde nunca estuvieronni estarán.

Y ya no vienen ni van.Tocando está la campana,tan, tan, tan...

(Hoy no es ayer ni mañana”dice a Lucía don Juan).

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¡Ay!, soledades tristes.LOPE

Esta tristeza del campoen que el alma se aposenta¿es un tristeza tuyao es una tristeza nuestra?

¿Son sus soledades tristescomo la de las estrellasque nos parece a los ojosque están vivas y están muertas?

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Este silencio, al fin, tan luminoso,con que el día amanecees un silencio que parece mudosiendo el más elocuente.

Es un silencio tan maravillosoque angustia el corazón; y el alma temeque apague el eco de la noche huiday la abisme en el sueño de la muerte.

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Siento que se apagan mis ojos,como se ha apagado mi voz:como se apagó en mis oídosdel agua huidera el rumor.

Como se ha apagado la llamade mi sangre en mi corazón:como en el alma se me apagael eco sonoro de Dios.

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Esta tristeza que ahoraestoy sintiendo en mi almacomo si no fuera mía,como una tristeza extraña,

la siento fuera de mí,que huye, que se separade mí, dejándome solomás triste de lo que estaba.

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Se apagará en tus ojosla risa de tu alma.Y de tu corazónse apagará la llama.

Y una pena infinita,una noche sin alba,como un velo de sombracubrirá tu mirada.

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Eva no es sólo un sueño:es sangre de tu sangrey hueso de tu hueso.

Es un instante eternode la llama en que ardeel corazón del tiempo.

Es cuerpo de tu cuerpo.Es alma de tu alma.Es sombra del infierno.

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Te siento como sombra de la llamade un luminoso fuegoque quisiera esconderte en la penumbracenicienta del sueño.

Eurídice, huidera de mis ojosy de mi pensamiento,que se vuelve a la ardiente llamaradade su perdido infierno.

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El horizonte a mis ojos se cierra cada vez más,aprisionándome el almacon la finitud total

de su soledad terrestreque es celeste soledad.Los muertos no están tan soloscomo el hombre en la alta mar.

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Los caminos de la tardese van perdiendo en un cielocrepuscular, todavíacon resplandores de incendio.

Son caminos que nos cierranel horizonte del tiempocomo los que en la espesuradel bosque se nos perdieron.

Y en su íntima lejanía,conforme va atardeciendo,se va quedando dormido,sin soñar, mi pensamiento.

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No hay nadie que a mí me digapor qué mi vida se acaba.Nadie que pueda decirmepor qué está tan triste mi alma.

Nadie que sepa por quétiembla, dentro de su jaulade huesos, mi corazón,sintiendo cómo se apaga

en mi voz el eco, apenassonoro, de mis palabras.Escucho, miro y no oigo,ni veo, ni siento nada.

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Todo lo que a mí me pasaahora, lo siento de un modoque no siento, porque sientoque le está pasando a otro.

Otro que no encuentro en mípor más que cierre los ojos,Y al que, por más que los abra,lo busco fuera, y tampoco.

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Si no estás dentro de ti,ni fuera de ti tampoco,y te figuras por esoque no eres tú y no eres otro,

es porque en la soledaden que te encuentras de todo,no estás más solo que muerto,estás más muerto que solo.

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(Segismundo)

Tu corazón y tu alma,tu vida y tu pensamiento,te están diciendo que eresvano fantasma del tiempo.

Frenesí, sombra, ficción,ilusión de un mortal sueño,que, en realidad, de verdad,el que sueña es tu esqueleto.

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Me estoy mirando al espejoy en mi rostro envejecidoveo la cara de un muerto.

Y miro todo mi cuerpocomo un fantasma irrisoriode huesos y de pellejo.

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Como si no fueras túvas buscándote a ti misma,y vas huyendo de ticomo cervatilla herida.

Tú buscas, como hace el ríoque corre, huyendo de sí,para encontrarse perdido“en la mar que es el morir”.

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Tú estás pensando en mi vida. Yo estoy pensando en mi muerte.Por eso es ya tan difícilque tú puedas entenderme.

Y que yo pueda entenderte.Porque lo que nos separanos separa para siempre.

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A las hojas secasse las lleva el viento.A las hojas muertasse las lleva el tiempo.

El humo del fuegocuando se adormecela llama en la lumbrese lleva su sueño.

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También se muere el mar.Federico G. LORCA

No te rías de los peces de coloresporque van a moririgual que las estrellas y las flores.

No es cosa de reír.El mar cubre de llantosu muerte con su canto.

Y ése es otro cantar:el del cielo estelar.(También se muere el mar)

¡Oh máscaras sonoras del espanto!No es cosa de reír.Es de llorar.

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En el paisaje manchego se pierde toda la tierray se gana todo el cielo.

Es paisaje de ilusiónen que la razón se pierdey se gana el corazón.

Paisaje de sueño vanoen que nace Don Quijotey muere Alonso Quijano.

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Lo que me está diciendo tu miradaes mucho más de lo que tú quisierasdecirme con palabras.

Y es que, cuando te callas,en el silencio de su noche oscuratu corazón me habla.

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-Alégrate de tu tristeza-el loco Arlequín le decíaal cuerdo Pierrot- yo tambiénme entristezco de mi alegría:¡murámonos los dos, al fin,a manos de la melancolía!

¡Ay! Con razón y sin razón,se murieron del corazón.

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A la mar que es el morirvan los ríos a parar,para volverse a dormiry no dejar de soñar.

Un soñar que es el vivir,del que no hay que despertar.Tu corazón, como el río,siente su cauce vacío.

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Yo me iré lejos de aquí,me iré cada vez más lejos,hasta cruzar las fronterasde la realidad y el sueño.

Y las huellas de mis pasosse irán perdiendo en el tiempocomo el eco de mi vozsepultada en el silencio.

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El paisaje es fantasmala mis ojos de fantasma.El sol de otoño plateael oro que arde en sus brasas.

Se va volviendo cenizala tarde, que el sol apagaal mismo tiempo que vaapagándose mi alma.

Esta sosegada paz,esta silenciosa calma,es la muerte la que vienegenerosamente a dármela.

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No escuches el ruido mentirosode un mundo estrepitoso y palabrero.Escucha en el silencio de tu almatu corazón, que también es silencio.

Vienes de un mundo de mortal memoriay vas a otro de inmortal olvido.Entre los dos no sabes en cuál vivesni quién eres tú mismo.

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Aquí estoy en este ahoraque es como un ahora eterno:un ahora en que soy niñoy soy joven y soy viejo.

Estoy aquí desde haceochenta años lo menos,pisando esta misma tierramirando este mismo cielo.

Siento que cierra mis párpadosla pesadumbre de un sueñodel que no despertaré,ya, más que fuera del tiempo.

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De las cosas que son inolvidables,y que siempre se olvidany que, por olvidarlas, las sentimospara siempre perdidas:

de tu llanto de ayer, de la miradade tus ojos sin luz y sin sonrisa,del temblor de tu alma en tu silenciome acuerdo todavía.

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Poco a poco la luz se apaga en tu mirada,al mismo tiempo lento con que se apaga el día;se diría que la noche no llega, se diríaque el alma en la penumbra se queda iluminada

como una nube oscura que esconde su alboradaal poniente, escondiendo la claridad que huía;como una cadenciosa, penumbrosa sombraprolongación sonora de música callada.

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Todo lo que sabemos de la muertees que es el acabóse de la vidacomo una noche oscura para el almaa la que se ha separado de sí misma.

Una noche tal vez en la que el sueñose adentra en tenebrosa pesadillade la que nunca nos despertaremoscon el amanecer de un nuevo día.

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Solo y a solas conmigomis soledades las sientocomo si no fueran mías,ni fuese yo quien las tengo.

Que me he quedado tan solocomo se quedan los muertos:sin alma, sin corazón,sin vida, sin pensamientos.

Y en esta noche en que estoytan solo que no me encuentroa mí mismo, apenas sési estoy dormido o despierto.

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Eres la sombra de una llama.Eres el eco de una voz.Eres la ceniza de un fuegoque para siempre se apagó.

De un fuego dormido en la brasaardiente de tu corazónque soñó que se despertaba,pero que no se despertó.

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Este cansancio largo que adormece mi vidacon una perezosa soñarrera del alma,va llevando mis pasos por un sendero oscuroque me adentra en la noche de la desesperanza.

El corazón apaga mi sangre en su latido.Mis pasos se han perdido sobre la arena blanda.Los astros, infernales guardianes del silencio,me abren de par en par las puertas de la nada.

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¡Cuánto dolor inútil!¡Cuánta memoria amarga!¡Cuánta ansiedad y penadesesperan tu alma!

Son horas pesarosasque prolongan, que alargan,el nocturno desveloque agoniza en el alba.

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Primero se pierde la viday luego se pierde la muerte:y entre los dos se pierde el almacon todo el tiempo que se pierde.

Y cuando te encuentras perdidodel todo, en todo, y para siempre,es cuando encuentras que, con todo,lo mejor de todo es perderse.

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De este crepuscular cuerpo celestemi corazón se apartabuscando su sosiego en la penumbrade la espaciosa estancia.

Y sienten arder en la casera lumbredel hogar que se apaga,apenas escondido en la ceniza,el fuego de otra llama.

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Esperar, ¿por qué esperar?Si no hay por qué esperar nada,si todo pasa y se quedaen el instante que pasa.

Quita de tu corazón el peso de la esperanzay sentirás que respira con más libertad tu alma.

Sentirás cómo su nocheoscura se vuelve claray en el lejano horizonteempieza a rayar el alba.

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En esta oscura noche tan perezosa y largaque parece que nuncaverá romper el alba,

se va apagando el últimodestello de la llamaque se duerme en el lechode su ceniza blanca,

y siento en la penumbradel corazón que calladormirse para siempreel sueño de mi alma.

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Yo tengo sangre en el almacomo la tengo en el cuerpo.Tengo sangre oscura y muertaen mi corazón sin sueño.

Y no la tengo en mis huesos.Y no tengo ni una gotade sangre en mi pensamiento.

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Apenas cierra mis ojosla pesadumbre de un sueñome siento fuera de mícomo un fantasma del tiempo.

Como el eco de una vozo la ceniza de un fuego;como una estrella que tiemblaen el abismo del cielo.

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voz de dolor y canto de gemidoHERRERA

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Venció el sueño al alma.Mató el tiempo al tiempo.De sus sepulturas, sedientos de sangre,volvieron los muertos.

Huyó la esperanza.Entraron en celo,sembrando el inmundo pavor de la muerte,la tierra y el cielo.

No quiero acordarme,ahora que me acuerdo,de lo que te dije cuado preguntabas:¿dónde está el infierno?

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Siento que se acerca, que se va acercando,que me está cercando la postrera muerte.Vine tan callada y escondida que no lo parece.

Y lo que más siento es que no la siento,que entre tantas muertes,yo no sé si es muerte, yo no sé si es mía,la que por mí viene.

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Me van ensordeciendo los ruidosde este infernal abismo en que me encuentrosolo conmigo mismo.

Como si de mí mismo dividido,separado de mí, fuese perdiendotu silencio y el mío.

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Soñaba que estaba muertoy estaba solo en mi tumbatranquilamente durmiendo.

Alguien velaba mi sueño.Y yo escuchaba un profundo,maravilloso silencio.

Y luego, mucho más lejos,perderse como una sombrala voz sonora del viento.

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Yo creo que tengo un almay no sé por qué la tengo,ni para qué, si, al tenerla,no sé que la estoy teniendo.

Un alma que se ha dormidohace muchísimo tiempoy está soñando mi vidasin despertar de su sueño.

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Tus ojos se han quedado ciegosa la invisible luz del almaque miran más allá del tiempo.

No ve que los cielos han muertoy que la tierra los sepultaen las tinieblas de su infierno.

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Estoy viendo cómo el airese convierte en mar de viento:de un viento que se convierteen viva llama de fuego;

de un fuego que en mí se escondepara quemarme por dentrosoñando que es una sombraque se hace sombra de un sueño.

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La llama que prolonga su destellode luminosidadmás allá de su sombra irreparabley de su oscuridad,

se queda como el alma adormecida¡ay! siempre más acá,esperando una muerte que no llega,pero que llegará.

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Sobre la nieve intactaque enmascara el paisajemaravillosamente,vi tres gotas de sangre.

Y sin cerrar los ojossentí, cerca y distante,aletear un vueloinvisible en el aire.

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Los caminos del tiemposon muy largos de andar,porque los vas abriendocon tu caminar.

Y andando, andando, andando,nunca podrás llegarmás allá de los pasosque no puedes dar.

Y si cuentas tus pasossólo podrás contartu vida como un cuentode nunca acabar.

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Ecos de palabras muertasse esconden en el silenciode la noche, como sombrasen la oscuridad del tiempo.

Desde el abismo celestetenebrosamente ciego,con sus ojos luminososnos miran los astros muertos.

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Cuando yo me muerano me recordéis.No vale la pena.

Cuando me haya muertono me reviváiscon vuestro recuerdo.

Cuando me haya idoolvidadme prontocon piadoso olvido.

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Por más que quiera, el alma luminosano escapará a la sombra de su llamay el corazón oscuro de su lumbrese dormirá en la brasa.

Y como el eco de una voz distante,como el destello de una luz lejana,apagará la noche del sentidosu estrella solitaria.

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Como en el bosque umbroso los caminos,he perdido en un sueño mi esperanza:un sueño tan oscuro, tan profundo,que no puedo encontrarla.

Si alguna vez despierto de ese sueñoal clarear el alba,creeré que estoy soñando todavíay seguiré buscándola.

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Siento una gran tristeza doloridaque sueña como un llanto en tus palabras;como una fina lluvia cuando caesobre el cristal del agua.

Una tristeza oscura, soñolienta,que me aleja en el almaapenas la caricia de tu vozmelodiosa y amarga.

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Se esconde en la noche oscurael temblor de los luceros.Se esconden en el abismoceleste los astros ciegos.

Como la voz en el cantose esconde en el aire el vuelo.El sol se esconde en la nubecomo el fantasma en el sueño.

Se esconden las soledadesen la soledad del cielo.Y en el bosque tenebrosolos caminos del silencio.

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¿Entiendes cuando escuchas lo que te dice el viento,lo que te dice el río, lo que te dice el mar?¿Entiendes cuando escuchas el melodioso cantoque silencia el abismo de la noche estelar?

¿Entiendes lo que dicen con ese sentimientoque no puede decirse porque no puede hablar,y que en tu corazón sonoro es como un llantoque los ecos celestes no pueden acallar?

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La maravilleante colinase incendia de rojo violentoporque el sol ha vuelto la esquinadel horizonte turbulento.

Ahora la noche se iluminapor el sueño del pensamiento.Y la estrella abisma tu suerteen el silencio de la muerte.

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Mis huesos se están riendoporque se están figurandoque se están endureciendocuando se están descarnando:

y es porque se están deshaciendoporque se están deshuesando.De todo se están burlandosin sentir que están temblando.

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No es la noche la que engañael corazón con la músicaque las estrellas se callan:

es el sol el que enmascaracon su mentirosa luzla oscuridad de tu alma.

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En tus manos hay nieve.En tus ojos hay lágrimas.En tu voz hay, apenasun eco de palabras.

Cuando callas pareceque el silencio se calla.Tu corazón es nocheoscura de tu alma.

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A mí me da lo mismo que tu sombrasea sombra o no lo sea.Me importa que si viene del infierno,al infierno se vuelva.

Porque si es vida o muerte lo que escondesu ilusoria apariencia,lo es de un mundo de sueño del que nuncael alma se despierta.

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cosas que a cosas lleganCERVANTES

Cosas que a cosas llegan, y otras cosasque no llegan a serlo,le dan al corazón un impaciente,atroz desasosiego.

Como si más allá de lo invisibletemblase otro misterio,más solitario y tenebroso y mudoque el de los astros muertos.

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En la vida todo llegapero todo llega tarde.A la semilla, la flor,y a su fruto, madurarse.

Llega tarde a lo que llegael que muere y el que nace.Tardanza es el tiempo mismoque nos hace y nos deshace.

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Estoy pensando que sientotan apagada mi almacomo agotado mi cuerpo.

Siento que me estoy perdiendoa mí mismo sin sentirmeni por fuera ni por dentro.

Como si mi pensamientose soñara sin pensarsi está dormido o despierto.

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Detrás de la noche oscurahay siempre otra noche clara.La oscuridad de la nochees transparencia del alma.

Del alma que está en tus ojostransparente en tu miradacomo una sombra que huyedel resplandor de la llama.

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Quiero en esta soledad,solo y a solas conmigo,pensar que no estoy en mí,ni estoy fuera de mí mismo.

Que no soy yo ni soy otro,ni nunca seré ni he sidoningún animado muerto,ningún esqueleto vivo.

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Voy huyendo de una sombraque me viene persiguiendodía y noche sin dejarmesolo ni un solo momento.

Una sombra que no es mía,que no es sombra de mi cuerpo,que es la sombra de una llamaescapada del infierno.

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Estoy oyendo tus pasos,muerte perezosa y larga,cuando escucho tu silenciocon los oídos del alma.

La escucho como lluviacuando cae sobre el agua.Y la música celestede las estrellas que callan.

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El tiempo que estás perdiendolo pierdes porque estás vivo.Vivir es perder el tiempo.

Los que no pierden el tiempo,y es porque ya lo han perdidopara siempre, son los muertos.

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Todos vivimos muriendo.El que no muere no viveporque está muerto de miedo.

Todos vivimos matando.El que no mata no viveporque está muerto de espanto.

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Imagen espantosa de la muerteno es el sueño cruel, es el desvelodel corazón, más que la muerte, fuerte.

Y que porque el amor no se despiertelo encierra en el sepulcro de su celoque en polvo y en ceniza lo convierte.

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Todo lo que tú callas,todo lo que yo sueño,es más oscuro y tristeque el gemido del viento.

¡Ay! todo lo que sienteel corazón es ciegoabismo que le abrenlos profundos infiernos.

Y es eco temerosodel sepulcral silencioque se esconde en la nocheinfinita del tiempo.

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El dulce son de Dios del alma oídoALDANA

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Cierra tú mis ojoscuando yo me muerapara que en mis párpadostodavía sientala caricia vivaque en tu mano tiembla.

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Por debajo del sueño de la vidano es sueño el de la muerte:es despertar del alma que dormía.

Que dormía y despierta de repentea una noche que vela su desvelode eternidad durmiente.

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¡Ay! El tiempo va pasandosin que sepamos por quées tan corto y tan largo.

Sin que podamos sabersi el que nos lo va contandose equivocará tal vez

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Dormido en mi sueño estoyy no sé si ya es mañanao si todavía es hoy.

Oigo campanas lejanasy no sé dónde las sientosonar, ni si son campanas

o es la lluvia o es el viento,o alucinaciones vanasde un sonoro fingimiento.

O es un fantasmal sonidocomo el oscuro latirdel corazón en mi oído

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Hoy como ayer, mañana como hoyy siempre igual

G. A. BÉCQUER

Hoy, como ayer, no es mañana.(Mañana será otro día)

La noche pareceríauna noche sevillana.¿Dónde estará Doña Ana?Lucía no está en la reja.

Alguien suspira y se queja.(Vuelve a la reja Lucía)y por la calle sombríapasa un fantasma y se aleja.

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Voz de dolor y canto de gemidoHERRERA

Oscurece la noche del sentidola vaga soñación del pensamientoa su oscura cadencia adormecido.

Pero es tanto el sentir, tan dolorido,que suspira y se queja en su lamentovoz de dolor y canto de gemido.

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Saltarines de tiniebla,vagabundos de vacío,sois mis mejores maestrosy mis mejores amigos.

Sois la tierra para el aire.Para el fuego, de ceniza.Y para mi corazónsombras de su sombra huidas.

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Yo veo que la sombra de tu llamano cabe en el espacio de los cielosy se esconde en la luz de tu mirada.

Y oigo tu voz, que huida de su eco,del velo de su vuelo desvelada,se oculta en el abismo del silencio.

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Yo de mi canto me espantoporque es canto de gemido,Voz de dolor que ha perdidoel encanto de su cantopor no llorar... Pues ¿a quiénsuena la música bien,pudiendo escuchar el llanto?

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Si el sueño es vida, si la vida es tiemposi el tiempo es alma:¿qué despertar del sueño de la vidaes el que nos aguarda?

¿Qué despertar o qué dormir eternodel alma, para siempre sepultadapor la mentida fábula engañosaque le dio la esperanza?

Si quieres que el dolor no desesperetus amorosas ansias,no tengas más que amor, pero no quierasni esperes nunca nada.

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En todo hay cierta, inevitable muerte.CERVANTES

De una luz, de una voz, de un sueño huido,tu corazón que calla te lo advierteal pulso de la sangre en su latido:en todo hay cierta, inevitable muerte.

En el eco engañoso de tu oído;en la llama que en sombra se convierte;en tu cansado corazón vencido:en todo hay cierta, inevitable muerte.

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La sombra de la nochecae sobre la tardeque adormece el silenciopenumbroso del parque.

Apenas tiembla un almaviviente en el paisajeal vuelo tenebrosoque ha estremecido el aire.

Un último destellode luz hiere el instante.Y es una estrella muertala que en el cielo arde.

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Sembrador de vientos amargos,tus palabras no llegan al surcoporque se las comen los pájaros.

No cosecharás tempestades.La tierra no alberga en tu entrañalos vanos fantasmas del aire.

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Vivir es ver tramarse y destramarseel tejido ilusorio de la vidacomo la verde red que a Don Quijotetejieron manos de melancolía.

Primero son manos de nieve albasque arpegian melodías infinitas.Al fin, será la mano de una sombraque a su silencio sepulcral te invita.

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Parece que la luz de las estrellasse mira en tu mirada.Y si cierras los ojos, de repenteparece que se apaga.

Entonces me parece más oscurala noche de mi alma,que abisma en la tiniebla de los cielosla agonía del alba.

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Cada vez que tus pasos temerososte acercan al abismo,sientes cómo tus ojos al mirarlote apartan de ti mismo.

Y sientes que al volver atrás tus pasos,una angustia infinitapesa en tu corazón como si hubierastraicionado tu vida.

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Hoy como ayer, mañana como hoy,¡y siempre igual!Un cielo gris, un horizonte eternoy andar... andar

G. A. BÉCQUER

La noche se va acabandoy viene el amanecer.Y yo te sigo esperandohoy como ayer.

Y yo te estaré esperando,sin saber por qué lo estoy, ni en dónde, ni desde cuándo,mañana como hoy.

Y sin saber hasta cuándo,para bien o para mal,yo seguiré andando... andando...¡Y siempre igual!

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No sé si va a acabarse con la muerteeste largo cansancio de mi vidao va a seguir después eternamente.

Como si la espantosa pesadillaque sueña el corazón no despertarade la ansiedad mortal de su fatiga.

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En este abatimiento de mi vidasiento que va a acabarseel eco de un voz que yo escuchabay no escuchará nadie.

Y siento que en la noche de otro cielo,cada vez más distanteel último destello de una llamaacaba de apagarse.

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Al pecho melancólico y mohínoCERVANTES

¡Con qué oscura impaciencia de estar muertogolpea mi corazón con su latidocontra la viva jaula de mis huesos!

De un pecho melancólico y mohínoquiere romper el débil instrumentopulsándolo en sus huesos doloridos.

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Las cosas que tú dices que ahora vuelvenson las que no se fueron:las que en ti se quedaron para siemprecomo vivo recuerdo.

La visión luminosa de un instanteextasiado en el tiempocomo imagen de un sueño que iluminatu oscuro pensamiento.

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Tú has rechazado un mundo que era el tuyo.Yo he rechazado un mundo que era el mío.Y ahora nos encontramos los dos solosen un mundo vacío.

Un mundo que creemos otro mundoy siegue siendo el mismo,y en el que jugaremos a perdernoscomo cuando jugábamos de niños.

Tú con tus manos cerrarás mis ojospara guiarme por tu laberintoy fingir que no estamos donde estamos,que nos hemos perdido.

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Se aleja como un canto de mi oídola música callada de tu vozy otro canto que es música de llantocalla tu corazón.

Y en el silencio eterno de los cielospara siempre cesóaquel otro silencio que escuchábamoscomo un canto, tú y yo.

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... ¿a quien suena la música bien

pudiendo escuchar el llanto.?CALDERÓN

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¡Qué largo, qué cansado es el caminosin camino, del tiempo!¡Qué lento el paso de su andar perdidofuera del pensamiento!

¡Qué lejos nos separa su horizontede la tierra y el cielo!¡Y cómo sobre el agua sosegadanos pesa su silencio!

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En esta soledad de la llanuraen la que duerme el alma del paisajesiento la mía como oscura nochepoblada de silencios estelares.

Y escucho el eco de una voz, que apenasse aposenta en el aire,y hace temblar, como al posarse el vuelodel pájaro, las ramas de los árboles.

Y veo o entreveo en la penumbra,transparente de sombras fantasmales,aparecer la raya luminosade una aurora distante.

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Sombras, todas son sombras infernaleslas que siguen tus pasos,si vuelves la mirada, si escuchasel eco de su llanto.

Sombrías Eurídices, ilusoriosfantasmas del pasado:despojos cenicientos del recuerdopara siempre olvidados.

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La sombra de una nube es como el almatemblorosa del aireque apenas deja huella de su pasocomo un eco distante.

Y cuando al vuelo vivo de su llamase duerme en el sosiego de la tarde,es sombra entre las sombras, prisioneradel sueño de los árboles.

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Se va apagando la luzde la tarde, poco a pocoen los olivos de platay en los viñedos de oro.

Sombrea la tierra húmedael llamear de los chopos,y paso a paso en la nochese va adentrando el otoño.

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El árbol solo en la llanura solavuelve más solitariala soledad de soledades tristesque le dieron su alma.

Y espera que la música que el vientoa su ramaje estremecido arrancadé al pájaro perdido y solitariocobijo entre sus ramas.

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He vuelto a mirar al cielo,limpios de sueños mis ojosy veo que las estrellasme miran del mismo modo.

Siento que en su lumbre vivaarde un silencio sonoro.Y late en mi corazónotro sueño luminoso.

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Estoy oyendo el silencioque separa de la tierrael mar, y del mar el cielo.

Como si estuviera oyendoel silencio que separatu silencio y mi silencio.

Y me parece escucharen mi corazón vacíoun silencio sepulcral.

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Viniste a mí como una luminosaaparición en medio del camino.Quise seguirte y tropezó mi pie.Y resbaló mi cuerpo hacia el abismo.

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in fondo agli occhi suoi ardeva un risoDANTE

Aquella luz que en tu mirada ardíacomo chispa de fuego, como llamaque apenas si se esconde en la ceniza,

con tan gozosa risaburló mi corazón, que tu miradaya para siempre se apagó en la mía.

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the rest is silenceSHAKESPEARE

Cuando ciegue mis ojosuna mano de sombra,mi lengua estará muda, mi alma estará sorda.

Y en el hueco sin ecode la profunda fosa,me acogerá el silenciodel Dios que no se nombra.

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¡Ay! Si tu mano de nievese vuelve mano de sombrapara guiarme y perderme.

¡Ay de mí! si por la muerte,más allá de las estrellasme perderá para siempre.

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Y cómo pesa el mar. Y sobre el mar el cielo.UNAMUNO

El alma, a su pesar,siente el peso del cielo sobre el mar.

Y no sabe hasta cuándole pesará pensar que está pensando.Sin dejar de soñar.

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Si escucho tu silencio, me pareceque oigo una extraña música lejana.Y si miro tus ojos esa músicaparece que se calla.

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Y añade su silencio a tu silenciotan honda resonancia,que se pierde en la noche del sentido,y no veo ni oigo nada.

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Yo me iré a la media nocheantes de la madrugada;me iré cuando todos duermansin que nadie sepa nada.

Y esa noche no veréclarear la luz del alba; ni escucharé entre la nieblalejano son de campanas.

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Si yo tuviera otra voztambién tendría otro ecoen tu corazón, la sombrasonora de mi silencio.

Y más allá de mi voz,de su silencio y su eco,escucharía el almala queja oscura del viento.

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Sólo los héroes son vencidosHOMERO

El dolor de corazónes dolor de pensamientoque se siente doloridoy conmovido sintiéndolo.

A veces nos duele el almay más nos duele su sueño.Nos duele a veces, vencido,el dios que llevamos dentro.

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Cuando me estás hablando, hablas a otroque creo que no soy yo.Te escucho y te contesto, y me pareceque no es mía mi voz.

Son dos voces que nunca se responden,ninguna de las dos.Y que no encuentran eco en el vacíode nuestro corazón.

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La muerte que ahora espero no es la mismamuerte que yo esperaba:no es tan ciega, tan sorda, ni tan muda,tan perezosa y larga.

Es invisible sombra que me acecha,decidida y callada, tan cierta, tan certera y repentinacomo una puñalada.

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Siento que voy a morirmemañana (¡siempre mañana!)Como el que de oscura noche despierta de madrugada.

Y siento que estaré muertosin pensar ni sentir nada,tal vez para que otro sueñelo mismo que yo soñaba.

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Me parece mirando las estrellastan quietas en el cielo,que lo que estoy mirando es el abismosin fondo de un espejo.

En el correr del río me pareceque también estoy viendotransparentarse en el cristal del aguala imagen temblorosa del silencio.

No sé cómo es el tiempo el que se quedainmóvil en el tiempo,pero sé que un momento, que un instante,puede volverse eterno.

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En los atardecerespenumbrosos del parqueel sauce es largo llantoque cae en el estanque.

Con lágrimas de risael surtidor es sauceque se calla de prontoy enmudece la tarde.

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Muy poco a poco,lentamente,me estoy muriendo de repente.

Y de mi vida desconfíoporque no correcomo el río.

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Este vago fantasma del hastíoque me sigue los pasos,lo siento que se acerca más de míconforme voy andando.

Parece que se acerca poco a poco,al par de mi cansancio,como si acompañase con el suyomi corazón cansado.

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La muerte pasó a mi lado,le pregunté adónde ibay a quien buscaba. Me dijoque ella nunca lo sabía.

Le dije que me esperara.Me dijo que tenía prisa,y que tuviese pacienciaporque pronto volvería.

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En mi corazón fui heridopor una mano de nieveque fue heridora de amory ejecutora de muerte.

Sus dedos de ardiente hielo,del fuego sutiles huéspedes,cerrarán mis ojos muertoscegándolos para siempre.

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Cuando nos separamosno supimos, tú y yo,que separaba todo de nosotrosnuestra separación.

Y así fuimos andando por caminosseparados los dos;separados de todo ¡ay! separadosde nuestro corazón.

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No cerréis los ojos a los muertos,pues es cegárselos a la ilusión luminosa de un cielo eterno.

Cerrarle los ojos a los muertoses abrírselos a la ilusiónespantosa de los infiernos.

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Voz de dolor y canto de gemidoHERRERA

Yo quisiera que el olvidovelara tu corazóncomo una leve neblinaluminosa vela el sol.

Y ese alborear tu almasentiría, como un temblor,otro gemido de canto,otra dolorida voz.

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Yo tengo una soledadde la que nadie se entera.Una soledad tan solaque ninguno la sospecha.

Una soledad del almaque no quisiera tenerlay que ni a Dios ni al Diabloles importa que la tenga.

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Me estoy muriendo cada díahace ya muchísimo tiempo;no sé si desde que nacísoy un muerto de nacimiento.

Si sé que desde que empecéa sentirme en mi sentimientocomo un corazón enjauladopor su fantasmal esqueleto.

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Vosotros no me sentísy yo no os siento.Vosotros no me pensáis y yo no os pienso.

Sin oírnos, sin hablarnos,como sin vernos,estamos solos, tan soloscomo los muertos.

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El eco de tu voz en mis oídosparece que se aleja,cuando más tristemente temerosoal corazón se acerca.

Como si, disfrazado de silencio,eco de voz no fuera, sino una llama viva que al tocarlolo ilumina y lo quema.

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Pesan sobre tu alma,el cielo, las estrellas,el mar y las montañas.

Con pesadumbre tantacomo pesan los sueñoscon todos sus fantasmas.

Como pesa en el aguala sombra de una nubesolitaria que pasa.

Y como las palabras,hojas muertas que el vientodel otoño arrebata.

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Hay sombras en la paredy en el suelo y en el techo:me miran y no me ven;las miro yo y no las veo.

Tal vez me sientan a mícomo yo a ellas las siento.Como las oyó en el aireel Caballero de Olmedo.

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Ni fe ni amor engendran esperanza:la esperanza ha nacido del recuerdo,porque no es más que un vano y engañosoespejismo del tiempo.

El niño, porque es niño, no la tiene;ni el viejo, porque es viejo.No la pudo tener el Paraíso.No la tiene el Infierno.

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Conforme voy andando voy sintiendoque mis pasos apenas dejan huellasobre el desnudo suelo.

Son pasos andariegosque acompasan su paso pesarosocon el andar del tiempo.

Y cada vez más lentossienten cerca otros pasos invisiblesque los vienen siguiendo.

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Si escucharas el llantotriste de la lloviznacaer sobre el agua quietadel estanque, oirías

otro llanto, otra músicamás triste todavía,caer sobre tu almacon tristeza infinita.

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Ya despojado de sus hojas, mirael árbol la desnuda siluetade su sombra en el suelo; y ya no sientela amarga sed de su raíz secreta.

Como si ciego y sordo y mudo el tiempoen su raigambre viva no sintieralatir bajo la tierra el mismo fuegoque arde en las estrellas.

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Tránsito de agonía del otoñoal filo del invierno,el sol crepuscular hunde en mis ojossu luz, que es luz sin fuego.

Torbellino de luz, celeste abismoque prende en su reflejoa mi alma dormida y la despiertamás allá de la muerte y sus infiernos.

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Y brilla en el celeste abismo Lucifer.Rubén DARÍO

Me está pareciendo el cielo,de día como de noche,abismo infernal del almaque en su apariencia se esconde.

Sueño con una eterna muerteel vacío de sus dioses.Sepulcro de un solo Dios,sin voz, sin eco y sin nombre.

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Una noche soñé que estaba muertoy tú no lo creías.Y estabas a mi lado y me mirabascreyendo que dormía.

No sé cuándo ni cómo despertabade aquella pesadilla,pero sé que la muerte que soñabala sueño todavía.

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Pulso en mi corazónel corazón del tiempoy no siento el latidode la sangre en mis dedos.

Los astros luminososal parecer no han muerto.Una estrella invisiblese ha encendido en el cielo.

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Saber de sabiduríaes hondo saber del tiempopara el alma desveladaque transparenta su sueño.

Saber de un corazón cuerdoque, más allá de su noche,guarda profundo silencio.

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Me olvidaré de tiy olvidaré tu olvido;olvidaré tu nombre;me olvidaré a mí mismo.

Y cuando mi cansanciome aparte del camino,olvidando la muerte,me quedaré dormido.

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será ceniza mas tendrá sentidoQUEVEDO

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Recuerde el alma dormida,Avive el seso y despierte

J. MANRIQUE

No está el alma dormida¿para qué despertarla?¿para qué despertar con el recuerdoel sueño en que descansa?

Si la corta agonía de la muertepuede hacerse tan larga¡por qué no adormecerla en el olvidode su memoria amarga?

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vencido del sueñoSANTILLANA

Vencido del sueñocomo Santillana“perdí la carrera”del tiempo y mi alma.

Como la perdieron,por tanto soñarla,tantos Segismundosy tantas Rosauras.

Tantos Don Quijotes,tantas Galateas,tantos Don Fernandos,tantas Doroteas.

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Las luces y las sombras,las voces y los ecos,se pagan y se callanen un profundo sueño.

Y cuando despertamosde su oscuro silenciono vemos lo que oímos,no oímos lo que vemos.

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También hay noche en tu vozcomo la de tu mirada:noche de corazón ciego,oscura noche sin alma.

Noches de todos los tiempos,eterna noche que entrañaen tu voz, la voz de un llantosollozante de palabras.

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¡Qué oscura pesadumbrecae sobre mis párpadosy adormece en su sueñoa mis ojos cansados!

Como dedos de sombrade una invisible manode nieve, que acariciamis ojos al cegarlos.

Y mi corazón sientesu infinito cansanciodormirse en las cenizasdel hogar apagado.

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Todos están dormidos,yo sólo estoy despierto,pero todos estamos dentro de un mismo sueño.

Y si todos despiertany yo sólo me duermo¡quién seguirá soñandoel sueño de los muertos?

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Hay una sombra en tu sombra.En tu voz hay otra voz.Y en tu corazón vacíotal vez otro corazón.

Otro sueño hay en tu sueñoque no es sueño de tu alma.Y hay otra noche en la nocheoscura de tu mirada.

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Todas las cosas se apagancuando se posa en la luzla sombra de tu mirada.

Todas las cosas se callansi se aposenta en el aireel silencio de tu alma.

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Y una voz como Lázaro esperaque le diga: levántate y anda.

G. A. BÉCQUER

Todas las mañanascuando me despiertolevanto el cadáverque yace en mi lecho.

Saco del vacíosepulcro del sueñoa un Lázaro vivode un Lázaro muerto.

¡Y con qué cansado,inútil esfuerzo,pongo en pie al fantasmaque huye en mí del tiempo!

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¿Esto es mirar o morir?CALDERÓN

Para poder durar hay que ser duro.Para poder vivir hay que matar.Hay que poner el pecho contra el muropara poder morir y no mirar.(Hay que tener un corazón seguropara poder llorar).

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Matáis las voces y los ecos; y las sombras y los fantasmas.Matáis en la oscura nocheel día que la traspasa.

Matáis las soledadesy sus músicas calladas.Matáis los pensamientosy matáis las palabras.

Matáis el sueño y la vida.Matáis el cuerpo y el alma.Matáis, matáis, matáis...Y a vosotros nadie os mata.

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Cayó una estrella en el lagoy el agua se volvió amarga

M. BARRÉS

Nada. No es nada.Una sombra en el suelode la nube que pasa.Y en los árboles altos,leve temblor de ramas.

Una pequeña estrellaque se ha caído al aguadel estanque dormidoy ha vuelto el agua amarga.Nada. No es nada.

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Cuando la angustia pesarosa y fríame oprime el corazón y las entrañas,siento que su abismático vacíome va invadiendo el alma.

Como si un eco o sombra de mí mismode mí se separara,y se escondiese en su silencio oscurohuyendo mis palabras.

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Ya no tengo alma.Ya no tengo cuerpo.No tengo tampoconi vida ni sueño.

Tenga lo que tenga,no sé lo que tengo.Sólo sé que ahoraya no tengo tiempo.

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En el silencio del aguaNarciso escucha una vozque es la del Eco en su alma.

Y en el luminoso espejocree oír que esa voz es suyay él es otro en su reflejo.

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Vivo lejos de mí mismopor vivir y desvivirme.Y vivo sin desasirmede mi vano narcisismo.

Y es un narcisismo tuertoque cojea el corazón, porque es sólo una ilusiónabismal, de no estar muerto.

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Amigo que no me lee,amigo que no es mi amigo:porque yo no estoy en mímás que en aquello que escribo.

Yo estoy en mí en lo que escribo,tal vez porque estoy en ti,fuera de mí y no conmigo.

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Yo soñaba que en la tardeoscura en que me perdíatú ya estabas perdidoy yo no te encontraría.

Y yo te estaba llamando.Y nadie me respondía.Y la noche era tan largaque nunca amanecería.

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Buscando voy un caminoque no encontró nunca nadie:un camino tan perdidoque no va a ninguna parte.

Es un camino que sueñael alma, al caer la tarde,y que se pierde en la nochecomo una sombra en el aire.

Descaminado camino,que conforme voy andandome voy soñando a mí mismoy lo voy desensoñando.

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En el fondo del aire es fríoy sonoro de canciones:de lejanos ecos tristesde melancólicos sones.

En el cielo hay nubes blancasque empañan nacientes soles.Y el horizonte iluminacrepusculares albores.

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Tú te fuiste alejando, sepárandotepara siempre de mí,dejándome más hueca, más vacíami soledad sin ti.

Y fue tejiendo el tiempo con tu olvidolo que fue y lo que fui:ilusoria pasión de un amor vanoque contigo perdí.

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Ayer no es más que un nombre,una sola palabraque nos dice lo mismoque hoy y que mañana.

Tres palabras que, juntas,son una sola máscarade la nada del tiempo,del vacío del alma.

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En vano busco ya por el recuerdoaliento a mi esperanza:no veré más arder la llama vivaen la hoguera apagada.

No espero que una luz reveladorailumine mi alma:ni dé a mi corazón calor de fuegoque se durmió en la brasa.

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Velado por la neblinael sol matinal pareceque busca una noche blancadonde poder esconderse.

Un anoche que apacigüesus resplandores ardientes,posándose en nuestros ojoscomo una mano de nieve.

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Todo se apaga:el eco como la voz,la sombra como la llama.

Todo se calla:el día como la noche,el corazón como el alma.

Todo se acaba:el sueño como la vida,la risa como las lágrimas.

Todo se muda y se pasa:sin esperanza ningunamás allá de su mudanza.

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Una sombra en la sombra,aparente fantasma,enemigo que huye,al clarear del alba:

como sombra de un sueñoque de luz se enmascaraaposenta en su nochela claridad del alma.

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Se va apagando en mi oídocomo se apaga en mis ojosel sentir de lo sentido.

Y sólo me va quedandoen el corazón vacíoun dolorido cansancio.

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Estos seis poemas autógrafos fueron publicados en Minas de Riotinto (Huelva) el14 de abril, día de la república, de 1983, en el nº 3 de la colección Pliegos de Mineral,siendo su director Juan Delgado López.

COMO UNA SOMBRA SIN FUEGO4

(Seis Poemas autógrafos)

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A Pepe Gil,en Sevilla, día del Corpus de 1981

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Como una playa sonorase pierde la voz del marsin eco que la responda,

mi voz se pierde sin ecoen la íntima lejaníaluminosa del recuerdo.

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Mi voz se busca en sí mismay no se encuentra en el ecode otra voz que no es la mía.

Otra voz que apenas sientoapagarse en la penumbrade un rescoldo ceniciento.

En el corazón del tiempose va apagando mi vozcomo una sombra sin fuego.

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El que fue esqueleto en míse fue volviendo fantasma.Y el fantasma fue volviéndosehumo, sombra, sueño... y nada.

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‘Peregrinas andanzasCERVANTES

Me han enterrado en mi tierra,en esta tierra de España,bajo cielos enemigostierra maldita y extraña.

De tanto peregrinarsus peregrinas andanzas,soy peregrino en mi tierray en ella pierdo mi alma.

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Y andar, andarG. A. BÉCQUER

Anduve tantos caminos,me perdí en tantas andanzas,que ahora que ando buscandono hay camino que me valga.

De tanto andar, siempre andar,mis pasos no dejan huellas;y sigo andando y andandosin parar, campo traviesa.

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Cayó de su altivez mi pensamientocomo torre del tiempo derribada.Oí en mi corazón temblar el viento.Miré a mi al(r)rededor y no vi nada.

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ÍNDICE

ESPERANDO LA MANO DE NIEVE

El esqueleto herido (Bergamín en Fuenteheridos), Manuel Mo-ya, 7

ESPERANDO LA MANO DE NIEVE, 41 1, 432, 953, 1314, 1575, 205

COMO UNA SOMBRA SIN FUEGO, 235