Bergamín Sobre Unamuno

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  • 7/22/2019 Bergamn Sobre Unamuno

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    La ancianidad, deca Vctor Hugo, es la edad total izadora del hombre de su viday de su pensamiento . En la ancianidad sana puede se r lo sana o enferma, como lajuventud y la niez) el hombre siente por igual la pesadumbre de los aos y lai ngrav idez de los pensamientos: aquellos nos hacen sent i rnos pesarosos de lovivido (la amargura del v aso vaco), s tos nos dan la m arav i l l osa t ransparenc iacristalina del tiempo iluminado por el pensamiento . Dante dira que por sutrasmutacin en sueo (che Ii occhi per vaghezza ricopersi e l pensamento insogno t rasmutas) . Se cierran los ojos cansaaos de mirar y se suea, se venv i s iones ; se piensa en suma: se recuerda P e nsamos o soamos lo vivido msi n te nsame n t e c on e l a l ma a me d i da que se nos va cansando e l cuerpo. Esta claravisin memo rable de todo, esta c lar ividencia subl ime de la ancianidad la del propioVctor Hugo, como la de Leonardo o Cervantes, o Lope de Vega o Goethe . ) , nosabre las puertas del destino como un sueo acogedor, segn otro poeta. Sinembargo, e l vaso vaco de la cr istal ina temporal idad nos deja en los labios, al apurarsu contenido de sombra ; el sabor de su poso amargo : el alma siente estaamargura ltima de la vida antes de dormirse para siempre en su marav i l l ososueo, y es c omo el ltimo rescoldo de su memoria, que no es la qu edejamos de nosotros a los dems, sino la que apuramos en nuestro vaso denosotros mismos.

    M E M O R I M R G D E M IEn todas partes dejmemoria amarga de m .

    No dej, me traje conmigo . Precisamente para no dejarla en ningunaparte, ni dejrsela a nadie . Al menos, en lo que pude . Y esta visin memo-rable de lo por m vivido y soado por mi pensamiento : en esas figu-raciones mas animadoras del pasado por el recuerdo, todo lo queyo me figuraba me parece que no pas, que est pasando an,que me lo sigo figurando como si rompiese su linea temporal,el hilo del alma, espaciada por las figuraciones mismascon esa visin clara de toda mi vida, que es tambin, alcerrar los ojos, memoria amarga de mi.

    La huella de UnamunoEn sta, mi maravillosa visin de lo vivido, dialogo, comoNietzsche dira, con mis propias sombras infernales, como elDante ; porque, como l, y sabindolo o no, todos hemos visto,maravi l lados, alguna vez en nuestra vida, esta comedia hu -mana (de la que somos, quermoslo o no, actores) divinizarsepor el sueo: esto es, por el pensamiento que la trasmuta otrasfigura en sueo para verificarla . En esta maravillosa visindantesca de nuestra vida, por el tiempo vivido y soadolargamente, podemos llegar a memorizarla, que es ms que

    Unamuno en la manifestacin de/ oe mayo ae 1931 Ala izquierda, entre Largo Cabal lero e lndalec iorieto. A la derecha, entre el alcalde de Mad rid, Pedro Rico, Largo Caballero y Prietorecordarla, y, de este modo, al evocar sus horas que ya creemos muertas,pulsar en su latido todava el de nuestra sangre ; la de nuestro propio corazn,como un eco del corazn del mundo, segn dijo el poeta.Yo tuve la suerte de conocer en vida a algunos maestros de la mia (merefiero a poetas, claro es) en su ancianidad clarividente o en los umbrales deella . Entre todos ellos, el que dej ms huella en m, con su vida y con supalabra, fije Miguel de Unamuno . Esto no quiere decir que olvide y nomemorice a otros como a Valle-Incln o como Azorn, guiadores espiritualesde mi vida desde mi adolescencia.Escriba Barrs en sus admirables Cuadernos memoralizantes, que l noamaba a los escritores o poetas geniales por s mismos, sino que amaba enellos su genio, o sea, el genio o espritu que en ellos se revela, por as decirlo,a pesar suyo, involuntariamente . En nuestra experiencia propia esto es ciertoen algunos casos, pero no en otros . Citara entre los espaoles espirituales ogeniales que he conocido esos dos casos, de los que son amables por sugenio o espritu revelador, que puede parecernos que lo es a su pesar (o quepuede separarse de ellos, de su personalidad viva) y aquellos otros enquienes su genio y figura, diramos, nos parece inseparables de ellosmismos personalmente ; y que lo es verdaderamente inseparable hasta suvejez y hasta su muerte . En este ltimo caso, lo fueron para m Unamuno yValle-Incln y Antonio Machado . En el otro caso, tal vez, Juan Ramn Jimnez,Manuel de Falla y Pablo Picasso.Nada esclarecer mejor lo que vengo diciendo que la lectura de una carta deUnamuno (de entre las muy pocas que he podido conservar suyas) cuyarelectura tal vez me ha sugerido ahora esta memoralizacin de su recuerdo . Escarta fechada en Hendaya, desde su destierro, exactamente con la fecha del13 de abril de 1926 . Es decir, que acaba de cumplir esta carta los cincuentaaos, el medio siglo, de que se escribi . Carta potica y proftica como casitodas las suyas confidenciales como sta . Creo que mi lector me agradecersu lectura.

    Seor don Jos BergamnMadrid Se acerca tu hora ya, mi corazn casero;invierno de tu vida al amor del braserosentado sent irs,y tierno derretirse el recuerdo rendidoembalsamando al alma con alma de olvido,de siempre y de jams.Y pasar tu vida, mi alma, mi vida,sombra de nubecilla en la mar adormidade la loca razn;al fin despertars por debajo del sueosin llegar a gustar la carne de tu empeocansado corazn Hendaya,

    . . Pensamoso soamos lovivido msintensamentecon el alma,a medida quese nos vacansando elcuerpo 11-IV-26.

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    .. Leer?No leomucho, comono sea en lamar, de laque soy cadavez msntimo amigo

    Ramn Maradel Valle-Incln

    . . . ver silos de . lacruzada y eldesquiterenuncian alintento deguardiacivilizarel Rif

    Como ms de una vez me ha enviado usted, mi buen amigo, a laconfidencia, empiezo por enviarle ese pequeo desahogo no s si Nezde Arce le habra llamado tambin suspirillo germnico" que me brotanteayer. As avivo la fatdica murria que me va invadiendo al ver, no lacobarda, sino el colapso letrgico de mis compatriotas . Y lo peor es que seme est agriando y emponzoando el alma y me temo que yo, paladn de lajusticia, acabe por perder el sentido de sta . Si viera usted lo que es eldestierro espiritual No el material, pues ste, para una ndole de cartujo comola ma, se soporta tal cual.No hay ms justicia que la verdad . Y la verdad, deca Sfocles, puedems que la razn . As como la vida puede ms que el goce y ms que eldolor . Verdad y vida, pues, y no razn y goce, es mi divisa . Vivir en la verdad,aunque sea sufriendo antes que razonar en el goce o gozarse en la razn . Yvea cmo esta tragedia ambiente que estoy viviendo, en la que soy agonista y

    a veces protagonista y s iempre antagonista, me adentra a concepciones de fuerade la historia . Cuando vuelvo la vista del espritu a mis ltimos tormentososdoce aos , desde que m e ar ranqu de la soar rera sombrosa de c ier to angos togabinetito de Salamanca lo que so en l me parece sueo de unsueo . Y ahora comprendo mucho de lo que escriba yo mismo, sincomprenderlo bien, al comentar la vida y la pasin de nuestro seor DonQuijote, virgen como Jess . Doce aos No s si me quedan otros tantos devida verdadera, antes de retirarme a preparar el ltimo sueo, pero s que yano sufr ir tanto . Sobre todo, en intentar hacer sufrir a otros . Porque muchas delas heridas que inflijo me duelen ms que a aqullos a quienes se las asesto.Es tan terrible el oficio Escribir? Poco . Me da miedo escribir ; cuando cojo la pluma parcemeque se apodera de m un demonio (demonio en el sentido primitivo, helnico)me siento posedo esto es : energmeno y tiemblo . Esta es la verdad.Porque he l legado a esto, a asustarme de tener que leer algo que escrib, algo queescribi el que fui . Tiemblo de tener que ponerme a pensar en el que pude

    haber sido, en el ex futuro Unamuno, que dej hace aos desamparado y solopobrecillo en una sendeja del pramo de nuestra historia espaola . Peropecho al aire De ah, de Espaa, no quisiera saber nada y menos de los que gritan parano o r , l laman la Espaa grande . Me acojo a la otra, a mi Espaita . A ver si losde la cruzada y el desquite renuncian al intento de guardiacivilizar el Rif, que esincivilizarlo . Y a ver si salimos del honor del verdugo Leer? No leo mucho, como no sea en la mar, de la que soy cada vezms ntimo amigo . Y lo que quisiera tener voluntad para no leer nada sonperidicos espaoles . Es algo pavoroso, ni un chasquido de rotura de cuerdadel corazn . En cambio, se siente rechinar las poleas de los fantoches, de losmolinos de viento que son nuestros gigantes Y ahora a la luchaNo olvide saludar a su seor padre . Yo, que estoy arrastrando a mis hijosen mi sacrificio, tengo el culto de la paternidad.Y basta de desahogo.Queda su amigo

    En el destierro de Hendaya13-IV-ao tercero de la tirana Cincuenta aos, medio siglo, no solamente no han bastado para quitarle aesta carta su permanente actualidad, sino que se la han acrecentado y, sobretodo, por la muerte de su autor, que no lleg siquiera a los doce aospresentidos por l, como en esta carta nos dice ; diez aos ms sobrevivi aella, una dcada en la que nos dio tal vez sus mejores pginas, que llamcomentarios y publicaba peridicamente, y que, como esta carta, fueron paral desahogo y confidencia

    Ver el lector que el poemilla que la precede est fechado el da 11 y lacarta, al final, el 13 (de 1926, en su destierro de Hendaya, diciendo : aotercero de la tirana, que lo era la dictadura de Primo de Rivera, al queUnamuno denominaba dictador al dictado, y no, entonces, del Rey) . Sealoesto porque la emocin lrica que estremece el admirabilsimo poema es lamisma que le sigue en la carta confidencial, por lo que su intima lejana nosparece cada vez ms clara. As digo que es todo una carta potica y proftica;y an, que transparente la fisonoma espiritual de don Miguel en su enterezaverdadera . Todo nuestro Unamuno est en ella retratado ; autorretratado sinproponrselo, sino por el hecho mismo de su conmovedora sinceridad.El poema es claramente premonitorio de su muerte en aquel angostogabinetito de su casa de Salamanca, donde, como prisionero, morira alacabar el ao 36 ; y no doce, sino diez aos despus . Y al amor del brasero,sentado al calor del ltimo rescoldo de las brasas de su ntimo rincnhogareo ; durmindose as para poder despertar al cabo por debajo delsueo ; de su sueo de toda la vida, que no era, que no fue el de lasoarrera asombrosa de aquel gabinetito en que muri, sino el del paisaje ylenguaje vivos de una Espaa entera y verdadera como l : como l la quiso yla so que fuese : Sueo de un sueo .Quijotismo

    Con su confidencia (respondindome) como en su lrico desahogo suspi-rante (como tantos otros suyos, becqueriano) nos dice que trata de avivar lafatdica murria que le va invadiendo al ver, no la cobarda, sino el colapsoletrgico de los espaoles . Hasta tal extremo, que siente que se le estagriando y emponzoando el alma, y teme por ello perder el sentido de lajusticia, de la que siempre se crey paladn . Como lo fue, en efecto, y, aveces, como entonces tal vez, quijotesco (comprendiendo nos dice loque haba escrito sin comprenderlo bien, al comentar la vida y pasin denuestro_ seor Don Quijote .

    Por su : quijotismo de entonces y de siempre, nos dice don Miguel en estacarta que comprenda lo que muchos aos antes haba escrito y comentadode su Don Quijote (que a l no la pareca, sin embargo, como a nosotros,tan cervantino, porque lo unamunizaba ; y hacia bien) . Y nos dice esto arengln seguido de habernos afirmado que no hay ms justicia que laverdad, y que sta puede ms que la razn, como dijo Sfocles . Y no otracosa que sta nos ha ido pareciendo a nosotros con el tiempo, leyendo yreleyendo a Cervantes, que es el pensamiento esencial, radical, de su librode Don Quijote . La afirmacin de la verdad, como enemiga de la razn, la queengendra las veras y las burlas de la fabulosa invencin potica del libro deCervantes, donde lo que, en definitiva, se nos afirma, ms all de la afirmacindel trgico griego, es que para encontrar la verdad hay que empezar porperder la razn como Don Quijote . Pero Unamuno aade a lo que afirmaSfocles que, del mismo modo que la verdad puede ms que la razn, la vidapuede ms que el goze y ms que el dolor (ms que su sensacin osentimiento, de los que no podemos separarla sin destruirla) . Y tambin esesto'lo que nos parece a nosotros que afirma Cervantes en su Don Quijote yen toda su obra novelesca y teatral.Verdad y vida, pues, y no razn y goze, es m divida, nos dice Unamunoconfidencialmente en esta carta . Y aade con veracidad conmovedora : Viviren la verdad, aunque sea sufriendo, antes que razonar en el goze o gozarseen la razn . Y todava nos aade como ejemplo vivo de su veracidad quepropona esa t raged ia ambiente (soy yo quien subrayo) que est viviendo (lade su Espaa) y de la que es a veces agonista y otras protagonista, perosiempre antagonista, le adentra a concepciones de fuera de la historia . Otrasveces dir visiones . No sabe nos dice evocando sus ltimos doce aospasados, dentro y fuera de Espaa (de 1914 a 1926), s le quedarn otrostantos de vida verdadera (no fueron ms que diez) antes de retirarse apreparar el ltimo sueo. Pero s nos dice que va no sufrir tanto . Ya n : Sobre todo, en hacer sufrir a otros ; porque muchas de las heridas queinflijo me duelen ms que aquellos a quienes se las asesto . Es tan terrible eloficio

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    Sientoque ese viejobuho deUnamuno noha muertodel todo . escomo si susombrainquietaerrase sobrelos campos ylos montes de spaa

    Santo oficioQu oficio? El de escribir, que es, nos lo dijo repetidamente toda su vida,santo oficio de inquirir verdad . A lo que nosotros aadiremos : y de perderrazn . Cuando cojo la pluma leemos en su carta parceme que seapodera de mi un demonio (demonio en el sentido helnico), me sientoposedo esto es, energmeno y tiemblo . Y an aade: esta es laverdad.La verdad es que temblaba de tener que ponerme a pensar nos diceen el ex futuro Unamuno que dej . desamparado y solo pobrecillo enuna sendeja del pramo de nuestra historia espaola . Terrible paramera denuestra historia La de una Espaa de la que nos dice que no quiere sabernada ; y menos de la que los que gri tan para no or, l laman a la Espaa grande ..Terr ible augur io diez aos antes de la gr i ter a sangr ienta de los de la cruzada y el

    . desquite, de los guardiacivilizadores a la rifea.Tambin nos dice (despus de asegurarnos que lee en el mar que es suintimo amigo), que lo que quisiera tener voluntad para no leer nada, sonperidicos espaoles . Es algo pavoroso . En cambio, se siente rechinar laspoleas de los fantoches, de los molinos de viento que son nuestros gigantes Y ahora nos resulta a nosotros ms pavoroso an, releyendo su carta, suactuals ima presencia viva . Porque l tambin nos est gritando desde ella supecho al aire y ahora a la lucha . Luchaba escribi porque cada cual,hombre o pueblo, sea l y no otro.A primeros de enero en 1939, mi muy querido y admirado Pablo Luis

    Landsberg, me escriba desde Pars:Siento que ese viejo buho de Unamuno no ha muerto del todo, no ya enel sentido de la inmortalidad metafsica o de la gloria : es como si su sombrainquieta errara sobre los campos y los montes de Espaa . Cmo puededormir tranquilo el que dijo que llevaba en s mismo a todo el pueblo espaol

    con todas sus contradicciones? Slo el da en que los espaoles sereconcilien, en un renacer que sea el libre cumplimiento de destinos comunes,el da en que desaparezca la presin de oscuras fuerzas extranjeras, podrtener paz . Y slo entonces podrn ustedes, los herederos de su espritu,contemplar apreciativamente lo duradero de su esfuerzo . Hoy slo podemosexpresar por nuestra inquietud la significacin de su obra.Y hoy, ahora, pensa mos, sent imos, con el f i lsofo, que tambin . Por la mismainquietud

    Por Guy Hermeteste perodo crucial para futuro de Espaa el factor religioso desempearun importante papel en el terreno poltico . En este momento carecemos deinformacin precisa de lo que podra denominarse las actitudes polticas de las masascatlicas especialmente en la hiptesis de unas elecciones. El asunto sin embargo esclave para poder apreciar el juego poltico espaol.

    RW

    Unamuno, por el escultor Vitorio Macho y por el pintor Juan de Echevarra No es fcil discernir tales actitudes.Un primer problema se plantea deentr d : definir de manera aceptable lo quese entiende po r masa catlica especial-mente en un pas donde el catolicismodomina de forma difusa y en el que loscensos no permiten distinguir de modo v-lido las distintas categoras de poblacin enel plano confesional. Se puede resolver demanera arbitraria identificando esa masacon la categora que la sociologa religiosaencierra bajo la denominacin de prcticaregular o. asistencia a misa : esto es elgrupo de personas que acuden normal-mente a misa los domingos o actual-mente los sbados por la tarde respe-tando as el precepto ms descollante conrespecto a la ortodoxia externa del catoli-cismo . Es obvio aadir que tal prcticaformal carece de significado en cuanto a

    apreciacin honda de la fe . La asistenciaasidua a las ceremonias del culto no es laexigencia primera para un espritu evang-lico y el desapego progresivo del cleropara con las encuestas sobre prctica reli-giosa demuestra perfectamente la toma deconciencia del hecho por la misma Iglesia.Desde luego no se pretende comprobar laautenticidad ni el valor espiritual del senti-miento religioso de los espaoles sino de-limitar las fronteras de un grupo que pre-tende referirse al catolicismo de modo visi-ble por la piedra de toque que consiste enla asistencia regular a misa. Tal modo deproceder aparta seguramente a los catli-cos ntirritu list s cuyos comportamientospolticos pueden presentar con seguridadunas motivaciones religiosas muy vivaspese al abandono consciente del preceptodominical . Esta fraccin de catlicos es sin

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