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Europa 16032015 Un Museo Con Mucha Historia
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Un museo con mucha historia
Irvin Solis
@IrvinSolis
El museo “Hermitage” es admirado y considerado uno de los 10 museos más
grandes y bellos de Europa, pues atesora el enorme patrimonio cultural desde
las primeras civilizaciones hasta nuestros días. Se encuentra en San
Petersburgo, Rusia, entre el río Neva y la Plaza del Palacio, ambos patrimonios
incuestionables de la vida rusa.
Seguido de otros como el “Museo del Prado en Madrid” o “Museo del Louvre
en París”, este museo es una pieza exquisita, única en su clase y digna de
todos los zares. En este museo se atesoran un poco más de dos millones de
piezas culturales de los pueblos de Europa tratándose de tiempos remotos
hasta el siglo XX.
Se ha considerado que el museo Hermitage fue construido en 1764. El zar
Pedro el Grande adquirió obras de arte de enorme valor, como “La Venus de
Tauride” y “David despidiéndose de Jonatán”. Además, se dice que un
comerciante berlinés envió 225 cuadros a Catalina II como pago de deudas
adquiridas. Catalina II desarrolló un gusto por éstas obras, aunado a un deseo
de que su galería no fuera superada por ningún otro, así que comenzó a
comprar arte en todas las subastas europeas de la época.
Las colecciones abarcan 5 edificios situados a la orilla del Río Neva, ocupando
el puesto más importante “El Palacio de Invierno”, ya que fue la residencia
oficial de los zares rusos, su escala monumental refleja el poder y la grandeza
de la Rusia Imperial.
Hoy en día conforman el museo Hermitage los edificios del teatro de
Hermitage, el Hermitage Pequeño, el Hermitage Viejo y el Hermitage Nuevo
que forman una arquitectura esplendorosa, estilo barroco del siglo XVIII. El
palacio posee 1.786 puertas, 1.945 ventanas, 1.500 habitaciones y 117
escaleras. Su fachada principal mide 150 m. de longitud y 30 m. de altura.
Debido a un incendio en 1837 algunas salas fueron reconstruidas con estilo del
siglo XIX siguiendo la moda de la época; la más bella de las salas es
“malaquita” con lámparas de piel y chimeneas, columnas y mobiliario con seda
color frambuesa. Ésta es una de las características más sobresalientes que no
dejan ni la menor duda de toda su belleza.
El llamado “Hermitage pequeño” fue construido para Catalina II y su vida
privada, pues deseaba descansar en un lugar acogedor. Este motivo fue por el
que se llamó “Hermitage”, una palabra francesa que quiere decir “ermita” al
solo podían acceder sus invitados personales. En esta habitación habían
mecanismos especiales que evitaban el contacto con servidumbre; sin
embargo, el palacio fue reconstruido a mediados del siglo XIX en la que se
adoptó una sala-pabellón con mosaicos esmaltados y galerías de adorno
donde se expone “el reloj Pavo real” --una obra inglesa del siglo XVIII—que al
marcar la hora el pavo instalado en un roble abre su espléndida cola y da la
vuelta mostrándola. Por si fuera poco esta bella sala tiene vista al jardín
colgante que le da un toque reconfortante y hermoso.
Una peculiaridad de este glorioso museo es que a finales del reinado de
Catalina II su colección contenía con casi 7000 dibujos, 10 000 piedras
talladas, 3000 cuadros y 70 000 grabados, por los que si una persona dedicara
tan solo un minuto a contemplar cada pieza del museo necesitaría por lo
menos 4 años y medio sin descanso para verlas todas. Lo que se recomienda a
los visitantes es que elijan secciones del museo o piezas específicas que
desean observar.
Hay obras de Fra Angelico, Boticelli, Giorgione y Simone Martìn, todos
maestros del renacimiento italiano, pero la obra estrella son de Leonardo Da
Vinci: “La Madona Benois” que representa a la Virgen como una joven
contemporánea peinada a la moda jugando con su hija. El nuevo “Hermitage”
también contiene arte italiano del año XIII y XVIII, la exposición de pintura
italiana y la colección de pintura española que es considerada como una de las
mejores fuera de las fronteras españolas. El museo también contiene obras de
arte de Países Bajos, Francia y otras latitudes de Europa.
Sin lugar a dudas, el museo Hermitage es un lugar esplendoroso para los
amantes del arte y no tan amantes, que se debe visitar por lo menos una vez
en la vida.