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EXTRAPOÉSIA I RAPO RAPO febrero de dos mil doce extrapoésia editores

Extrapoesia I

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Primer número

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EXTRAPOÉSIAIEXTRAPOÉSIAIEXTRAPOÉSIAfebrero de dos mil doce

extrapoésia editores

Impreso en C5imprentaMonroe 5324, Ciudad Autónoma de Buenos AiresTirada de cien ejemplares: enero de 2012

REVISTA DE EDICIÓN ARGENTINAQueda hecho el depósito que previene la ley 11.723

Yo no creería más que en un dios que supiese bailar.Friedrich Wilhelm Nietzsche

Índice

Húmeda Poésia, 5DemónosLeitmotiv

Solorrobar

Postración, 9Sobre Focus - De Stan Getz, de Eddie Sauter

Monsieur de Musset

Prosaico, 13Isabel es un pez

Acurrucos, 21De crostas queNo hay razón

Reverenciar el odioEste es mi

Sesuda Filosófia, 26Barrenechea, sus etapas

Barrenechea, su respeto por las formasBarrenechea, su honoris causa

Apéndice

5

Húmeda Poésia

Maximiliano Tossenberger

6Está dedicado.

Demónos

Cansados de cansarsede censúrar el desearseun par de agujeros

Demónos alas de murciégalo por ojos usando lapiceras como destornilladores privándonos la tierra ya sin nunca ver el cielo

Dioses inocentes y sin dioses diablos sin suelo

7

Leitmotiv

A ella que de bruces cuando un focovio su rostro en un vitralgritó que aborrecía los colores

que también fue adolescentey que fingió ser hospitalque dio tajos helados como besosy abrazos como torniquetes

que desnuda mató pájarosy mostró que no tenían nada de especialque un día se cansó del ciney se alzó con un revólverque la ataron a una butacaque perdió las piernas al estremecerseque se jactó lisiada de los bípedosque hizo ruido de sirena en la sala de quemadosque tuvo sexo en oncologíaque ofrendó sus pechos nucleares a Irán

A ellaa ella que sola arrastrose hasta una heladeravestida en las pieles del hombresólo porque iba a extinguirloy lloró más linda que siempre

8

soLorrobar

Solorrobar un féretro de utilería navegarser capitán pasajero y salvavidas ser pilotode tinieblas polizón

Quiero hundir la amarra en el pestíferohundir la falange en el lodocaminar a tientas la penumbrala vasta lumbre a ciegas caminar

el asfalto más negroel más iluminadocaminar helado entre lo heladoy oliendo a plástico como un impostor

Ser extranjero en la nada de nadieotra sombra en el patíbulouna hetaria en el gran lupanar del vacíopenetrada al haber sido alguien o algoy aunque fuera por un ratoy aunque fuera en otro puerto

9

Postración

Maximiliano Tossenberger,Ignacio Etchart

10

sobre Focus

De stan Getz, De eDDie sauter

Sobre el jazz y sobre este disco en particular. Detenerse en lo que fue y en su indetención en el tiempo. Que a Bartók le hubiese encantado y que el primer tema de la suite le recuerda con una sonrisa. Contar que un Sauter brillante pensó esos espacios entre arreglos y que Getz, salvo en dos o tres solos, no pensó nada en absolu-to. Decir bravo, Getz, carajo, el hombre comprendió en su entereza el algo del nosequé. Pensar que una vez puse este disco mientras hacíamos fuego y un amigo juró que el saxo venía del bosque. Pero basta con decir que estuve ahí el diecio-cho de octubre del sesenta y tres. Basta con decir que es mentira, que hubiese muerto de placer. Que esa noche el concierto sí fue interrumpido por el deceso de un es-pectador, que yo bien podría ser él rencarnado; aunque esto... también es mentira. Focus es ingeniosamente cruel, pregona por la concentración y uno puede sólo perderse. Digo que re-

11sulta una prueba más que eficaz para diferenciar a un ser humano de un antropomorfismo. Digo que al antropo-morfo lo espero el tres de marzo de dos mil doce a las siete de la tarde en Puan y Rivadavia, con un bisturí en el bolsillo para extirparle el oído y darle el mío, al que Focus le hizo tan bien.

12

monsieur De musset

Literatura de segunda, de Musset, usted es lite-ratura de segunda y lo sabemos. Y no, no me ponga esa cara, ya lo hablamos mil veces. ¿Que por qué lo sigo leyendo? ¿Que por qué lo sigo leyendo entonces? Qué sé yo, de Musset, no tiene nada que ver. Por aburrimien-to, para practicar mi francés, qué sé yo… Cuentos de España y de Italia, por favor, de Musset, no se me haga el Goethe que estamos grandes ya. Sí, sí, obras de juven-tud. Como toda su obra, de Musset, usted murió joven. Usted nunca superó la adolescencia, ya se lo dije, toda su obra es obra de juventud, de Musset. Pero ¿se ofende? ¿Entonces por qué se queda callado? Mire, sí, yo no me dedico a la literatura, y menos a la poesía. Lo mío es la fi-losofía. Pero lo que es saber qué es literatura de segunda y qué es literatura de la buena lo sé muy bien. Y usted es literatura de segunda, básico, de Musset. Lo sabe cual-quiera. Vamos, recíteme algo. No, no se me vaya, recíte-me algo, antes. La espera en Dios, dele, no sea malo. O Tristesse, que es más corto. Vamos, yo lo ayudo: tant que mon faible cœur… Ese poema, a mí, usted sabe, dele. Me lo dice y se va. Tant que mon faible cœur, encore plein de jeunesse…

13

Prosaico

Lucas Ryan

14

isabeL es un pez

A veces pasa que Juan vuelve a su casa después de toda una noche de caminar por el río o de tomar copas entre amigos y no hay mate; entonces Juan revuelve la cocina, se fija abajo de las sartenes y los diarios y hasta revisa el último cajón y abre la heladera para sólo con-firmar el horror de la ausencia y así es que va derecho al cuarto donde está Isabel, le mueve las orejas con el dedo índice como si acariciase un conejo y la toma de los bra-zos y la sacude hasta que ella abre los ojos y pregunta y él que no está para preguntas así que le dice que le alcan-ce las llaves del Fiat Uno o al menos las del candado de la bicicleta y entonces Juan baja corriendo a la calle y ya parece un transatlántico a toda velocidad por Rivadavia hasta Callao y ahí tres más y el almacén de Miguel que es el único abierto a esas horas en Buenos Aires pero Juan que siempre se acuerda tarde de la billetera y enton-ces.

Pero no son estas circunstancias usuales en la vida de Juan lo que interesa contar, sino más bien un hecho que le ocurrió unas dos o tres semanas después del último episodio del estilo. Resulta que Juan se levanta una mañana tan igual a tantas otras donde Isabel todavía duerme y los primeros rayitos que se asoman, se levanta y hace café con leche para despertarse y despertarla, los

A la epónima y a las otras,que me hacen.

15dos se bañan juntos y se llenan de amor. La ropa les que-da chica pero este país es extraño y ya vendrán tiempos mejores. Es entonces que sucede algo que es distinto y es que Juan decide esperarla para salir y caminar juntos a tomar el colectivo, sucede eso y que además cuando están ahí cerca de la estación aparece un grafiti o mejor dicho unas letras en un paredón blanco, un dibujo que antes no estaba y que dice que

Isabel es un pezNormalmente ambos ríen frente a esta coincidencia en un país donde lo raro sería que no hubiese nada: entonces Juan toma el ciento dos y ella el sesenta y su día sigue como siempre, es decir, lleno de papeles y un almuerzo, un mate y un gato que corre a su casa a través de unas rejas que son verdes como todo lo demás. Pasan unos días y como tiene que venir el fin-desemana termina viniendo, así que los dos cuelgan saco y tacones y deciden que tienen que ir a zona norte que empieza la feria esa de una vez al año y cómo se la van a perder, entonces Juan maneja temprano hasta Olivos y una vez ahí hacen fila como todos los que quieren invo-lucrarse en ese rito de pantalón regalado y choripán con vino. Adentro cada quien hace de las suyas tal como lo dicta la ley del Talión: Juan consigue un sapo desper-tador, tres pares de medias rojas y un anteojo roto para cuando ya es de mediodía; Isabel lo sorprende con una enormísima bolsa llena de flores traídas del Cairo que según la señora servirían para curar el asma y otras in-exactitudes médicas; además de esto lleva puestas unas

16botas de elefante pigmeo y trae un diminuto atrapasue-ños tejido por una araña del Brasil, de esos que en teoría funcionan mucho mejor que los otros; Juan se ríe como siempre que va a las ferias donde Isabel consigue muchí-simas mejores cosas que él y entonces se hace el medio-día, y comen y toman vino, siguen riendo de las muchí-simas anécdotas de los vendedores y cuando ya en los relojes se dice que son las cuatro empaquetan todo con mucho cuidado en el asiento de atrás y se vuelven para casa. A medio camino Juan decide que no se siente muy bien y paran a cargar nafta y tomar café, pasa un tiempo en el que el gentío se calma y primera, segunda, cuarta y ya están llegando cuando ven, de pura casualidad, que en la esquina de un bar ahí cerca de donde suelen tomar el colectivo está escrito lo mismo que el otro día pero no es el mismo dibujo, este está escrito con pintura azul y en cambio el otro era negro. Entonces ni siquiera pregun-tarse quién o por qué está eso escrito ahí un domingo de feria a la tarde e Isabel que ríe contenta y le dice a Juan que es un pez, que ahora cuando vuelvan a casa ella le enseña a nadar y efectivamente eso hace y es todo nue-vamente ducha y amor. Pero al día siguiente cuando Juan sale y ve que Isabel es un pez está escrito en la pared de la casa ya no le causa tanta gracia y vuelve para decirle que cómo puede ser, que ya no puede ser una casualidad y ella que le dice que no pasa nada, en serio, pero en el fondo le irrita un poco tener que ser una de esas cosas ictiológicas con agallas que se mueven como temiendo el fin de algo

17o no sé qué, le molesta y sabe que es un poco estúpido que le moleste, que al fin y al cabo podría decir María o jirafa que vendría a ser lo mismo, pero le molesta y du-rante todo el día se pregunta por qué, por qué ella y se lo comenta a Susana la de recursos humanos que ríe como ellos rieron la primera vez que lo leyeron. Así pasan unos días en los que Isabel se siente como un pez pero que de a poco se le va, se escurre de a poquito porque el dibujo no aparece más y así Isabel puede volver a su estado de sapo y dejar a los renacuajos para los administradores de empresas y demás importancias. Juan en esos días no comentó nada en el trabajo ni tampoco a sus amigos, no volvió a olvidarse de comprar mate por lo que dejó de visitar a Miguel el de horarios extravagantes y cuando llegaba a casa le resultaba un poco extraño no hablar del tema pero como todos los temas y los grafitis del mundo la sensación terminó por irse y los dos volvieron a su rutina de ferias y niditos de amor. Pasaron los meses de calor en los que Juan si-guió trabajando para así poder pagar un viaje del que se venía hablando desde mucho antes de lo del pez, pasa-ron los meses y cuando una mañana Isabel agarró una hojita que se había caído al piso y le mostró a Juan que era amarilla éste corrió furiosísimo al trabajo para lle-nar el formulario que decía que se iba y se fueron. A los dos días tenían el pasaje y se le sumaron tres días más y así y el avión y Chile. Cuando llegaron al hotel Juan no dudó un minuto en pedir el mejor vino de la carta y comieron calamar al ajillo cosa que les sorprendió que

18haya, porque es Chile y con los españoles han comparti-do poco además del baile de araucanos. Durmieron casi toda la semana, alternando tan maravillosa actividad con la ingesta de todo tipo de bichitos de mar como lo son la langosta, el tiburón y algún que otro cetáceo, a veces variando peligrosamente con una barracuda o un erizo. En los momentos en que no comían ni dormían saltaban de terma en terma, haciéndose masajes y aprovechando la ausencia de testigos para acurrucarse ahí como Dios los trajo al mundo. Así pasaron esa semana que les pa-reció tan corta hasta que de nuevo armar las valijas y tomar un taxi al aeropuerto, pero de pronto Isabel que va al baño y ve ahí sentada que tiene escrito algo sobre el hombro, algo muy cortito casi del tamaño de un dedo y que es rojo y dice que ella es un pez y de nuevo el horror. Ella corre afuera del baño con la bombacha todavía a medio subir a decirle a Juan que no entiende y cuando lo hace no le cree así que la acompaña y pide disculpas a la señora con la nena pero es un tema de vida o muerte y ahí está, efectivamente dice que Isabel es un pez con todo el peso de su pintura roja y su tamaño de mojarrita. Ahora sí que no saben qué pensar pero tienen que tomar el avión de todas formas así que una vez en casa se sien-tan e Isabel prende un cigarrillo como no lo hacía hace cuatro años y pero cómo puede ser y dejáme Juan dejáme y Juan al día siguiente que va a trabajar pero Isabel pide unos días más que en su condición es entendible no ir a llenar papeles y atender señoras. Juan ahora no puede no mirar a todos los hombres que se cruza por la calle

19como si lo siguieran y fuesen todos parte de un chiste de mal gusto, como si alguna de todas esas corbatas en realidad fuese un Abelito que lo sigue a él y a su mujer. Juan comienza a ponerse paranoico y hasta casi se agarra a trompadas con un chico de capucha que está dibujando unas flores en una pared de Recoleta, lo agarra del brazo y le grita que por qué lo hace y él las flores señor que sólo son flores y entonces Juan cada vez que llega a su casa Isabel está ahí tirada en la cama como pensando en algo que se le escapa de resbaloso, se le va porque está mojado y de nuevo ahí el pez que no se deja pescar e Isabel con su caña inmensa y Juan que deja de cocinar pescado y va cuatro veces por semana a la verdulería y suspende las copas entre amigos y la feria de agosto porque ella no se levanta y el teléfono suena y son los del trabajo Isabel, que si ya no vas a ir que al menos avises y así el despido y siguen pasando los meses de Isabel en la cama y Juan de la casa al trabajo y viceversa, sólo unos momentos en los que se escapa a comprar un libro en donde poder entender qué significa eso de que su mujer es un pez, porque pasa el tiempo y es como si ella no se recuperase y todo esto ya no puede ser sólo un acoso o un chiste pero en los libros no dice nada y es entendible porque no tiene nada de lógico que algo sea otra cosa a menos que justo su mujer sea eso y siguen pasando los meses en los que Isabel empieza a transpirar muchísi-mo pero no tiene fiebre y no quiere ir al médico porque come bien y ni pensar en salir de casa y entonces Juan que sigue yendo a trabajar pero se le nota cansado y se

20lo dicen y él contesta que su mujer está en cama enferma pero no menciona lo del pez y tiene que inventarse una historia acerca de la mala comida en Chile y algún que otro insecto peligroso lo que le creen porque quién va a imaginarse otra cosa hasta que Juan un día entre papel y papel nota una mancha, una cosita diminuta parecida a la que dejan las moscas cuando son aplastadas pero que tiene un color que le llama la atención y entonces se la acerca a la cara y se la acerca muchísimo hasta que ve que no es una mancha sino algo muy finamente escri-to, algo espantoso que lo hace caerse de la silla y salir corriendo sin decir nada a nadie e ir directamente hacia la casa unas cuarenta cuadras que lo dejan cansadísimo pero qué importa decime cómo va a importar si cuando abre la puerta ella está ahí, tirada y llena de agua.

* * *

21

Acurrucos

Fernando David Maddaleno

22

De crostas que

De crostas que me envuelvenme acurrucoSe siente cómodo ahídentro

23Todo niño es esencialmente gótico.

J. FLorencio cortázar

no hay razón

No hay razón para no vivir en lo más negro del mundoHoy quiero negar la incidencia furiosa del sol edad en la que nace el poeta

Cada hoja me devuelve mi lápidaMi profundo deseo de nada

24

reverenciar eL oDio

Reverenciar el odio sublimecon cada línea de tintaderribar el cieloacercarme más allá

Que las palabras no alienenincita a pensar en soledadimbécilesla verdadera razón reside enla cabeza

25

este es mi

Este es mi recintoaquí empieza el ritoen un bar me regocijoy quisiera abrir lapuerta con el cerrojo puesto

entrar por la aberturasin ser visto como el perfume

o como un susurro al oído

26

Sesuda Filosófia

Ignacio Etchart

27

barrenechea, sus etapas

La obra de Barrenechea está dividida en siete etapas. La primera es fácil de recordar, porque se llama Escritos juveniles. Contiene, entre otras cosas, un dibujo que le hizo a su madre, un soneto y tres listas de super-mercado, donde se advierten ya sus inquietudes finales y una fuerte tendencia a lo agridulce. En la segunda no se registran obras. Tampoco en la tercera, en la cuarta ni en la quinta. En ninguna de estas, además, se registran hechos relevantes de su vida, o acaso viajes o enferme-dades. Se discute siquiera si deban incluir algún lapso de tiempo. Para evitar confusiones se las ha llamado, res-pectivamente, Segunda etapa, Tercera etapa, Cuarta eta-pa, Quinta etapa. La sexta, por el contrario, es fácilmente identificable por una marcada tos, de donde Etapa de la tos, y la séptima por ser la última. Se la ha llamado Eta-pa de madurez, y también Lecciones en París, máxime porque todo debe acabar en La Sorbona y Barrenechea mismo ha elegido el nombre desde su casa en Chivilcoy.

28

barrenechea, su respeto por Las Formas

Cuando a Barrenechea se lo acusa de faltar a la profesión, se enoja severamente y pide que revisen los videos. La imagen es clara: López, que es un flamante magister y un doctorando en Rorty, le chupa celosamente el huevo derecho mientras Barrenechea, que se acomoda en el sillón, controla por encima de su hombro la entrada al Departamento de Investigación Histórica. La interpre-tación es unívoca: la influencia de Husserl en Rorty se da a través del mundo de la vida, aquí representado por el órgano sexual, y mediante un concepto de vida que fácilmente se declara tradicional y conservador, razón por la cual el huevo izquierdo sobrevive, seco, a los chu-ponazos del magister. La mirada subrepticia del doctor se interpreta de manera semejante: la fenomenología, en cuanto reflexión, atiende principalmente a lo pretérito, y con explícita reducción de lo futuro: aunque esto Barre-nechea, por supuesto, no acabará nunca de hacer, pero por cuestiones puramente anatómicas.

29

barrenechea, su honoris causa

Cuando Barrenechea quiere obtener su honoris causa hace lo que sigue: se sube al estrado y dice esta frase: estas dos visiones son irreconciliables. El estallido apenas puede contenerse. Hay aplausos, hay gritos, hay ovación de pie, hay ah, criollo, te luciste, hay lágrimas y hasta hay un si te viera la que te crió. El decano está visiblemente emocionado y no puede menos de abrazar-lo y declararse servidor suyo. Se le acerca la placa, se le hace entrega de unos libros recientemente editados y se lo premia con el potente doctorado a la vista de todos.

30

Apéndice:

Maximiliano Tossenberger

cosmoaGonía

31 Bacteriae Saurus. Dios Gutiérrez fue al doctor porque escuchaba ruido. Esto le dijeron: es un tipo de bacteria común a los planetas, bolitas de basura, no pue-de traer complicaciones. Fue entonces que Dios manifestose con su ira celestial. Apuntó el hisopo hacia sí y asestó como un me-teorito. El ruido calló de milagro. La bola fue empujada aun más cerca de Dios. Largos, larguísimos años pasaron, milenios y más en medida de hombre. Dios Gutiérrez volvió tem-prano del profesorado, pues leía bien la pizarra, mas no escuchaba al profesor. Esa noche en que no tuvo oído, gritando mal-dijo su nombre queriendo escucharse. Algo en ese oído sí escuchó, dijo dios, otros repitieron y de pronto habla-mos, fuimos. Dios Gutiérrez fue al doctor porque escuchaba voces. Bacteriae hominis dijéronle. Es común, mas, en lo que respecta a las voces, no es materia de mi disciplina.

Acertadas las visiones que figúranlo de blanco. En un lugar tan acolchado que parece de nubes. Un lu-gar donde hay dioses, marías y jesuses medicados y cada loco es un mundo aparte.

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