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Extrapoesia III

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Tercer número

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Impreso en la calle Monroe cinco mil trescientos veinticuatro de la Ciudad Au-tónoma de Buenos Aires y como tirada de cincuenta exemplares hacia iulio de dos mil doce. Es una revista de edición arguentina para la cual queda hecho el depósito que previene la ley once mil setecientos veintitrés.

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Medid la tierra para saber cuántos milagros caben. Adornad los volcanes, embanderad los ríos, horadad las montañas.Vosotros me diréis mañana cuántos fantasmas se pueden enterrar aún con todos sus sueños.

Vicente Huidobro

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Index

Notanto lágrima, 5 Poema del NotantoUna furtiva lágrima

VerespexismoVerespexismo segundo

Enfermo sobreVerespexismo tercero

Acá espantopáramo

Dramaturguia, 16 Marsias

Evangelios, 28 Apuntes simbolistas sobre...

Persé, 32 Ah, yovidosé

Queremos tan la lengua, 34

Periurio de la jotaLo irregular partícipe

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Notanto Lágrima

Maximiliano Tossenberger

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6Poema del Notanto pesante

Antes que el alma le saliese, salió de su boca el diablo,

e fue por el aire con muy gran tronidoAmadís de Gaula

Eso negro en los ojeroses lo nóbulo remotosólo sombro e inmediatoes cadáver de lo rotolo que averno a todo ciegolo que tumbo atrás del pasolo que canso en todo remopavoroso de Caronteporque ahogo todo el buenoporque mato todo prontoporque ensaño todo brutolo que grazno en todo cuervo por lo malo que sangramoslo que río odiando sololo que violo de lo santolo que erótico lo invoco:sexo el oxo de Balorsexo el hambre vil de Cronosexo el cólero de Martesexo y sudo de Vulcanolo combusto como infernolo que apesto del escombrocuando monto sobre el polvolo que grito en los espectroscuando parto los naufraguios

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7como garra en el hambrientocomo guada antes del dañolo grotesco en los espexoslo que el óbito grimorielo que esboce el pontogromolo que esquele en cada letolo que niego cada tantoes lo malo que sangramoslo que sufro estando solodase el tono de lo torvotoma forma como endriagode palabras por lo prontoque aprisiono apenas paro:es poema solamentepero temo, no lo es tanto

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8Una furtiva lágrima maestoso

...ad te suspiro, gemens et flensin hac lacrimarum valle.

Celoso ocultar de mi lágrima buena:esa lámpara y venda,ese océano ignito;tanto compreso que abate las alasa fráguiles pasos de vidrio:dolo al destierro lexano y ansias de calma en quien reza.

Sin la pietad de una sombra el estíome brota espexismos de vos resurrectala buena traguedia que escurrió esta lágrimaesta que escondo salitre en la lenguasal que deslíe de a poco en vacíohueco que temo cubierto de prontosprontos que arrastran detrás del exilioansias feroces de calma en quien reza:

santa anestesia me fueron tus labiossanta es la peste que impregna el idiliosanta y sidérea entre el cosmos arcanosanta es tu luz en las xaulas abiertassanta vehemencia que dio este deliriosanta pasión de mascar la traguediasanto postrarme y el cielo y mirandosanta mi fe de astrolabio y quien ruega:

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9dadme aunque exiguo un humano refuguiouno que hiéleme a mí con mi lágrimaesa es la única prueba del ánguel y es la última lágrima en el mundo.

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10Verespexismo espressivo

y algo le pasa a mi sombra:no vino a cobrarme por huésped,no quiso dolerme en el hombro.

¿Qué pasa hoy que mi nombreno anda perro atrás de gloria?

Vino acá se presentando,ni ladrando y ni mendigo.

Ni el aferre de las ganas me rasguñan el abrazo:yo te viendo no me puedo ni abarcarvuelto a fráguil en el me marbelizar

por la forma tan vitral de tus mirando.

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11Verespexismo segundo bravura

Hay veres tan verdes quedicen que algo está maloyo sondando el pecho no ubiqué mi pronto falsoóxido adonde predictofrenético lo calmo donde debeuna breve pausaese no latido.

Será la Aurora ebria y ya distractaharta en ese iuego de orbitar

vendrá la nocte del último ocasola luna en festeyos macabrosel baile fatuo, los espectros

y un exército de faustos delirantesen eufórico asedio libertando

a esos mimos brutales del espexoleguiones posesas alabandodestructa la cárcel del fuego:

lo ulterumbro resurrecto en el pérfido guesto del Notanto.

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12Enfermo sobre energico

Los muros verdes y las muertes y los sufroen lechos légamos telúricos

son suspiritos solos en los puentes

solas mentes desafiando las sorderasversosolos en las huestes del olvidohan combate las palabras de sufuria, la falta de misericordia del amor,o la camorra entre las tintascon sus ácidos y fantas magorías de las muertes las que valen por su peso la palabra comonoble de su título de muerte muerte negra o calambúrea

muertes rítmicas, silábicas,

fonéticas muertes adictas rezando epidemias de muertes mal-ditas las estetonómicas muertes más muertas vacías e inertes de mares de estúpidas flores marchitas las veces poetas que han harto supuesto morir por matar algo muerto por sobre mu-riendo su muerte en desmedro de todo lo humano que espera

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13aplazarla y habiéndolo lecto se encuentra con verdes y muertes y muros por tanto asumiendo que misma la Muerte yamás mo-riría temiendo morir de una muerte menor a la muerte común de un poeta en las garras hambrientas de su propia poesía.

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14Verespexismo tercero lamentoso

yodixe pronto vendré yyo no recuerdo una puertayodixe pronto escapésigue en el nervio el estragoyodixe pronto dormísiguen mis oxos ardiendoyodixe pronto amaréyodixe pronto amaré supondré que mis prontos se han muerto

nadie ha voládome el puño de un olfatoacá me escondo con mi lágrima y los hueloporque todos me huelen a escombroacá donde escribo y notantoacá que recóndito veloque tumba y muchoque están golpeando.

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15Acá espantopáramo morendo

Dondesos lagos laluz es un logrode arqueólogo

lenta de dolo enambares esporasen fósiles acá donde el cóloro verpia en el aire de musgo acá donde el tedio de árbol eterna al Notanto adonde la muerte ha enterrado a sus pröguenitores y las moscas se arrancan las flores de la espina

dondesos lagos losmilagros sonpolizones

las rosas son rojaslas violetas azules ya no escribo para vossólo escribo por tu culpa:

acá que un gusano parió al dadogrito acá que la ruina escombró la cordura por donde escupieron del hambre mi voz:

hay muertes que ni la carroña

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16

Dramaturguia

Lucas Ryan

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17Marsias

Traguedia breve en tres actos

Acto

Un bosque de árboles altos y verdes.En el centro, detrás, Marsias

está clavado a un árbol, sin vida y sangra.Un labrador y su muyer lo miran.

Hay sol.

Muyer: No se defendió.

Labrador: No pudo.

Muyer: ¿Qué fue lo que hicimos?

Labrador: Nada. Eran muchos.

Muyer: Apenas vimos cómo lo llevaban.

Labrador: Gritó con la sangre, gritó con cada golpe que le die-ron.

Muyer: Parecía un niño.

Labrador: ¿Hablaron?, ¿qué dixo?

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18Muyer: Le temía a la noche, y quería ser distinto...

Nadie ve a Dioniso,que sonríe.

Dixo cosas hermosas que no entendí. Me contó de la ciudad y de la tierra. Había silencio en sus palabras. Después salió sin decir nada, y ahora así está, como un fruto vieyo.

Labrador: Ustedes las muyeres son todas iguales: ven lo que quieren, lo hacen bueno, pero no entienden. Él parecía una mu-yer, no decía más que necedades.

Muyer: Lloró cuando nos vio ahí quietos, sin abrir la boca.

Labrador: Fue por el miedo. Si hubiese trabayado, ahora sería distinto.

Muyer: Un río nace de su cuello, se encamina por el bosque, como buscando algo, ¿a dónde va?, se mezcla con el agua, pa-rece vino...

Labrador: Hay que volver.

Muyer: Un páyaro canta, escuchá.

Labrador: Es tarde, hay que volver.

Muyer: Suena como él. ¿Volver a dónde?

* * *

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19Acto

Dentro de una casa, que es de madera.Marsias está sentado y espera.

Una muyer que entra le da una taza; luego se sienta yunto a él.

Una niña mira la noche en una ventana.

Muyer: Ya duerme.

Marsias: Bien. Muyer: Dígame, ¿es cierto que los vieron? Sabrán dónde bus-carlo.

Marsias: Sí.

Muyer: ¿No tiene miedo? Si lo agarran, lo van a matar. Debería irse.

Marsias: Si me matan, yo ya no estaré, y ellos seguirán tristes. Lo que en verdad siento es pena. Quisiera que escuchen, que vean: pero no saben, o no pueden.

Muyer: Mi hombre tampoco supo.

Marsias: Pero quiso.

Muyer: Sí, pero no basta querer en esta vida. Cuando lo acos-té, ¿sabe qué me dixo? «Tengo miedo», él, que ni siquiera es a

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20quien buscarán.

Marsias: Ya se tranquilizará, mañana, cuando todo pase.

Muyer: Y usted estará muerto.

Marsias: Así es.

Muyer: ¿No se da cuenta de que lo que hace no es bueno para nadie? Enfurece a los hombres, y es usted quien saldrá periu-dicado.

Marsias: Es posible. Yo, antes, era como ellos: los hombres te-men lo que no conocen, y yo temía. Cuando aún era niño mi madre me contaba toda clase de historias sobre los dioses, sobre lo que le sucedía a los hombres que les hacían frente. Cuando me contaba esto, yo temblaba, e imaguinaba que me pasaría a mí. Así pasé mi iuventud. Sentía, cuando el sol caía y ya no que-daba más por hacer con la tierra, que los huesos se hacían frío. Cada mañana, al acompañar a mi padre a la siembra, pasaban horas hasta que el sol me limpiaba de la noche anterior.

Muyer: ¿Y luego?

Marsias: Luego me di cuenta de que tenía miedo a la noche. Unas horas antes de acostarme contaba los pasos que había hasta la habitación de mis padres, pero cuando ya no se veía nada apenas podía moverme. Sentía que algo me conguelaba el espíritu, y no hablaba. A veces me pasaba noches enteras sin poder cerrar los oxos, mirando y midiendo esa noche que había en los cristales...

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21Afuera hay ruidos.

La niña guira y mira a Marsias,luego vuelve a la ventana.

Todo eso cambió el día que acompañé a mi padre a la ciudad. Yo era niño y no conocía la ciudad. ¡No sabe usted lo que me sorprendí al ver tanta persona, tanto color! Mis sensos se exci-taron, yo corría de un lado a otro y preguntaba, por sobre todo preguntaba. Quería conocerlo todo, saltaba de un puesto a otro desobedeciendo a mi padre, hablaba con vendedores, señoras, ¡hasta a los animales yo hablaba! Pero el encanto duró poco, mi padre se hastió de mi comportamiento y nos fuimos rápido. Me tapó los oxos durante el viaye y me golpeó duro para quitarme todo lo malo. Después no volvió a llevarme...

Afuera los ruidos son cada vez más fuertes.

Pero lo que vi ese día nunca se fue. Desde entonces dexé de temerle a la noche, hasta empecé a quererla. El frío me hacía sentir vivo, porque entendía que en él estaban los deseos de ca-lor. Me pasaba las noches mirando la luna, hablándole como a los hombres de la ciudad. Hacía esto en secreto, para que mi padre no viera lo malo. Esperaba la salida del sol para bañarme en él, para sentir ese sosiego de la siembra en mis piernas. Em-pecé a creer que yo era un loco, un hombre de los cuentos de mi madre. Veía a los otros con oxos distintos, todo tenía un color que yo no conocía, y por primera vez escuché: el mundo estaba lleno de un silencio que era terrible...

Los ruidos se detienen. Hay voces.La niña se acerca a su madre.

Ya sé.

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22Muyer: ¿Qué hará?

Marsias abre la puerta y sale.

¡Marsias!

* * *

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23Acto

Un bosque de árboles altos y verdes.En el centro, un labrador ara la tierra.

Se detiene al escuchar una música que, al entrar Marsias,también se detiene.

La luz de un sol que nace pesa en sus hombros.

Labrador: Creí escuchar dioses.

Marsias: ¿Hablás de mí?

Labrador: Vos sos hombre, no me engañás. Tu nombre es Mar-sias y labrás esta dura tierra como yo. Nos condena la misma estirpe, nos conocemos en esta sangre como hermanos.

Marsias: Y no te miento. Es cierto que me llaman Marsias y que soy un igual tuyo: compartimos esa desdicha.

Labrador: Mis manos tiemblan todavía, ¿acaso los dioses iue-gan ahora?

Marsias: No escucho nada.

Labrador: Se han ido. ¿Por qué estás aquí? Todavía el sol no está alto.

Marsias: Para que otros como vos oigan aquello que hasta aho-ra te dexa las manos como dos animales inquietos. Esa música era la mía.

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24Labrador: Lo que escuché fueron dioses.

Marsias: Entonces debo ser un dios.

Labrador: ¡Callá, que no te escuchen!

Marsias: No voy a callarme, tenés que saber que los dioses no valen nada si no somos nosotros quienes aprendemos de ellos.

Labrador: Mentís.

Marsias: ¿En serio?

Marsias lleva una flauta comode hueso a sus labios.

Vuelve la música.

Labrador: ¡Ah!

Marsias: Ya ves. A ustedes no les alcanza la palabra de un igual, por eso dibuyan seres multiformes, espexos sin rostro.

Labrador: ¿Cómo? Por un momento creí ver nenúfares cre-cer de este polvo, ríos vinientes a saciar tanto cansancio y día. ¿Dónde conociste esa maguia, Marsias?

Marsias: ¿Es que no escuchás, labrador, el silencio del mundo? Yo sí, por eso aprendí a tocar. De igual forma que estos árboles pueblan su bosque, yo haré de este vacío mi música.

Labrador: Si hacés eso, otros vendrán por vos. Los otros, al igual que yo, no entenderán tus palabras.

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25Marsias: No les temo.

Labrador: Te matarán.

Marsias: ¡Que me maten! Sólo confirmarán su miedo. El pri-mer valiente fue aquel que escuchó.

Labrador: Son trabayadores, labradores al igual que yo; no sa-ben oír más que la palabra de su señor y el sonido de la herra-mienta.

Marsias: Faltos de pasión.

Labrador: Hambrientos, pobres.

Marsias: ¿No calmó tu sed mi música?, ¿no conociste meyores lugares en el canto de un páyaro, en un sol, que en tu entera vida?

Labrador: Esa luz, la del sol, da vida a los cultivos, y los páyaros comen. Vos alterás ese orden, Marsias, lo confundís. La música no debe hacer eso. Los dioses nos dieron música para honrar-los, no para imitarlos.

Marsias: No conozco esos dioses de los que hablás. Este ins-trumento, el mío, lo trabayé solo; fueron mis manos quienes dieron muerte al animal, fueron mis propias manos quienes trabayaron el duro hueso, y fui yo quien, en su silencio, apren-dió a tocar. Los otros consumen lo que matan, no saben hacer otra cosa.

Labrador: Eso los hace hombres, eso los diferencia.

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26Marsias: Olvidá eso y cantá. ¡Mirá esos árboles, esta tierra, aquel cielo! ¿No querés ser como ellos? El pan vendrá, labrador, tus manos son fuertes. No tengas miedo a eso. Cantá, ¡y que todos escuchen! ¿Es que no te das cuenta?, ¿en serio no te das cuenta? ¡El hombre es el animal que crea!

Marsias reanuda su música.Detrás, entre los árboles, un hombre corre.

El Labrador lo ve, y grita.

* * *

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«...Apolo dio vuelta a su lira y cantó tan melodiosos himnos en honor de los dioses olímpicos que las Musas no pudieron por menos que emitir un veredicto a su favor. Y después de toda esta ficta dulzura Apolo exerció su cruelísima venganza sobre Marsias: lo degolló vivo y clavó su piel a un pino.» Los mitos griegos, Robert Graves

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Evangelios

Lucho Bruno

Dedicado apologéticamente a J. A. Rimbaud.

*

* Eva in hell

Page 31: Extrapoesia III

29Apuntes simbolistas sobre los criterios de isomorfismo en las construcciones coordinadasoYo y Eva en el espejo

Dado que {y}, {i}: /i/si bien {yo}: /yo/

Pero aún así

Sólo la masa negra de lo indecibleque se enreda viperina entre las grietas de los cuerpos

noche virgen de palabrasmanto oscuro e inmaleable

que se escapaque se cuela de las lenguas del lenguaje

es allí donde se encuentrael eterno impronunciable

la morada de lovago loscuro lopaco

¿porqué intentar nombrarla?

no la alcanzan ni recortanlas cien lenguas de los hombres

presa de los nombresprisionero del lenguaje

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30mas lo tuerzo lo retuérzoaun no alcanzo a liberarmede la lengua más humana

solamente la demenciadentreuno de los cuerposen llave se sangracomotra hilacha

¿Y ves?la han encontradoallí nada se recorta ny se entiende ny se nombraes lo negro de los maresy es la mar sin sol ni costa

muda muda o muda forma

Eva EvaYosoy

eva

evavÍvaeva*

No deformemas sin forma

EvavÍveeva

*instante ininstanciable de la fibra del espejo

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Nota: El autor de esta serie deja en suspenso su juicio final sobre la pertinencia o no de contribuir con sus escritos y su Obra Tejida (en proceso) a los propósitos de esta revista.

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Persé

Fernando David Maddaleno

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33Ah, yovidosé

Moyándose la lluvialos lugares se respiranpor el musgo de las gotasa dibuyos que se formanen paredes se humedecenpor las sombras se alborotanque en mi música se anidanen lo bayo de las notas en los muebles que me quedan en tus voces que se agolpanpor La lluvia que se cesa en el sol que no se buscaen el arco que se irisapor los muertos que se yaceny la noche que sé siempre...

Es la noche que se sabe.

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Queremos tan la lengua

Ignacio Etchart

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35A Alfredo Vilches

Periurio de la jota

De origuen casi moderno, el sonido de la jota es, en la mayoría de los casos, un retraso del sonido de la ye, que viene a su vez de la i que está presente en el latín en gran cantidad de las formas que hoy llevan jota. Una segunda gran vertiente es ára-be, y adapta y terguiversa un sonido de ese. Digo un tercer caso: la fricción de una velar. Hay otros casos menores; el resultado es siempre el mismo: un sonido apenas soportable y una lengua buenamente degradante. No dexa de sorprenderme cuánto se haya tolerado. Las alternativas que proponemos son exactamente cuatro: la i, para decir iuvenil en lugar de juvenil. La ge suave, para decir guenio en lugar de genio. La ye, para decir yabalí en lugar de jabalí, páyaro en lugar de pájaro, ayeno en lugar de ajeno y yornada por jornada. La equis, por último, para decir fluxo en lugar de flujo u oxo en lugar de ojo. Es claro: me ayudo siempre de la ortografía viguente. Las reglas de la traslación son entonces tres. Primera: donde quepa la etimologuía debe tener prioridad. Segunda: si la forma histórica se encuentra ya diversa en el español, debe tener prioridad. Tercera: donde la etimologuía insista con el so-nido de la jota, o no la haya, debe preferirse la ye. Donde quepa la etimologuía, entonces, debe tener prioridad: joven debe retrotraerse a ioven; genio a guenio; jabalí a yabalí; flujo a fluxo. Debe primar siempre la primera de las formas históricas; si es sonido prepalatal o anterior a palatal debe reducirse a ye: jornada (que podría ser diornada) se vuelve yornada; pájaro (posible pásaro), páyaro. Si es palatal o pos-terior, en cambio, se vuelca en sonido de equis: ojo (digamos oco) se vuelve oxo. En casos de consonante con i, como la con-

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36yunción li en la etimologuía de ajeno, digamos alieno, prima lo consonante, y tendremos ayeno. En casos de varias conso-nantes, por otro lado, como la terminación aje, aticum, prima lo consonante que primó en la primera desviación histórica: el resultado final es aye. La segunda regla de la traslación es esta: si la forma histórica se encuentra ya diversa en el español, debe tener prio-ridad; jamás no debe llevarse a iamás, aunque lo pida la forma latina, si la forma iam se encuentra actualizada en ya: debe vol-carse en yamás. Junto no debe volcarse en iunto, aunque lo pida el iunctus, sino que, habiendo yunta, debe ser yunto; gema debe ser yema. La última es preventiva: donde la etimologuía insista con el sonido de la jota, o no la haya, debe preferirse la ye, que es acaso la más cercana de las formas al español origuinal; así, debe decirse festeyo por festejo y yalar por jalar. El proyecto que proponemos es menos complexo de lo que parece; el resultado, lo iuro, es alentador:

Felicidad: ante tu miraye, como un niño extático, mi alma.. ¡Oh déxala seguir su viaye hacia ninguna parte, en calma!

Bien. Mi destino ya es no ciego. Me tira el golpe bien menso. Perfectamente. Al fin el iuego empieza a ser entretento.

¡Magnífico te alza el Trabayo, oh Vida, en las obras viviente!... Y entierro, llorando, debayo mi enorme hoyarasca, la frente.

de Versos del anochecer, de Enrique Banchs

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37A mi amigo Candela Burái

Lo irregular partícipe

Hay que decirlo: la irregularidad es el principio fun-damental de la belleza; lo estrictamente regular caricatura la proporción. Hemos sida demasiadamente tolerantes: hemos debido leer leídos, objetados, fundidos; hemos deudo relacio-nados y construidos. Es suficiente; dar coherencia a la lengua: ese es nuestro planteo. Dar regla a lo irregular y lo irregular a la lengua. Digamos cluso donde encuentre incluso; ceso donde retroceso; nato, connato, renato donde encuentre innato. Habre-mos deyectos, obyectos, proyectos, presos, represos… Las reglas son dos. La primera regla es esta: cada forma conservada con-taguia de su sola salva a todas las palabras que incluyen su raíz; contento contaguia en obtento (obtenido), en retento (retenido), en sostento (sostenido). Los participios contaguian a su vez los adyectivos y las formas sustantivadas del verbo: obtentivo, re-tentivo, sostentivo; obtención, retención, sostención. La segunda regla dicta la prioridad de lo más fiel a la forma origuinal por sobre la forma más distensa: proyecto triunfa sobre objeto, explícito sobre complicado; preferiremos obyecto, entonces, y complícito. Las formas duplicadas, como segundas verbalizaciones y nominalizaciones, quedan, desde ya, fuera de viguencia: cae objetado, una vez más, habiendo ob-yecto, y relacionado, si es que hay relato. Hasta acá, lo irregular. Lo segundo es su participar. La regla, una sola: el par-ticipio debe concordar con el obyecto, si lo hay; si no lo hay, debe ir en femenino, sobreentendiendo cosa como obyecto y al participio sustantivado. No diremos: he concebido una gramáti-ca, sino he concepta una gramática; ni han caído los participios,

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38sino que han casa los participios. La consecuencia gramatical es evidente, por lo menos en el primer caso: la perífrasis dexa de serlo; pasa a ser mero verbo nuclear y predicativo obyectivo: tengo concepta una gramática. El segundo es más simple toda-vía: el participio se vuelve obyecto; tienen casa los participios. El resultado, como se verá, es inobyectable, y de una belleza furiosamente halagadora. Podremos decir, por exem-plo: ¿quién ha confusos los participios de forma tal?; podremos ¿habremos regresa la lengua a su cauce? No será para menos. Hayamos el exemplo, la suficiencia vasta:

…Hemos vuelta a caminar, nos habíamos detentos para ver llo-ver. No llovió. Ahora volvemos a caminar. Y a mí se me ocurre que hemos caminado más de lo que llevamos andando. Se me ocurre eso. De haber llovida quizá se me ocurrieran otras cosas. Con todo, yo sé que desde que era muchacho, no vi llover nunca sobre el llano, lo que se llama llover. […] De venir a caballo ya hubiéramos probada el agua verde del río, y paseados nuestros estómagos por las calles del pueblo para que se les baxara la comi-da. Ya lo hubiéramos hecho de tener todos aquellos caballos que teníamos. […] Así nos han dada esta tierra. […] Yo ya no oigo lo que sigue diciendo Esteban. Nos hemos puestos en fila para baxar la barranca y él va mero adelante. Se ve que ha agarrada a la gallina por las patas y la zangolotea a cada rato, para no golpearle la cabeza contra las piedras. de El llano en llamas, de Juan Rulfo

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dilectio lingvae

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