Fitonimos y Género

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  • VEGUETA, Nmero 5, 2000 341

    DATOS HISTRICOS DE LA PRESENCIA DE FI~NIMOS KELAClONADOS CON EL GNERO

    QUERCUS L. EN CANARIAS

  • 342 Marros Salas Pascua1 1 Al" rrresa Ccevrs Lorenzo

    Kesumen: E n ei presente trabajo se discute la posible presencia histrica de algunas especies del gnero Quercus L. en Canarias. Se utilizan para ello re- ferencias documentales y toponmicas, as como citas botnicas antiguas. De es- ta manera se plantea la posibilidad de que existiesen poblaciones distintas es- pecies de este gnero en Fuertcventura y Tenerife.

    Palabras clave: Bot~iira histhrira, Quercus L., Lcxico~rafia histrica, islas CR- i lu~ias .

    Abstract: Presently work is discus- sed (he possible historical presence of so- me species of thp g ~ n d e r r ) i ~ ~ r i . i r s L in Canarias. They are used for this toponi- mic and documental referentes, as well as botanical old appointments. This way thinks about the possibility that somc species of this gender could grow in Fuerteventura and Tenerife.

    Key-words: Histo~lcnl hotany, Quer- cus L., historical lexicograplric, Cunar-y 1s- lands.

    Los estudios sobre la transformacin del paisaje isleio lid11 sufrido un enorme auge en los ltimos aos. Principalmente son estudios multidisciplinares realizados por gr6grnfcis e historiadores y botnicos. Para reconstruir la vegetacin de un terri- torio son tiles todas las referencias posi- bles: citas bornicas antiguas, ciescripciones cronsticas, documentos notariales, reparti- mientos, topnimos, etc.

    Esta pequea aportacin se centra en las noticias que, provenientes de diversas fuentes histricas, haccn referencia a la presencia en las Islas de algunas especies del grnero Qirercirs L.

    El genero referido abarca muy diversas especies de rboles y arbustos de impor- tancia fundamental en la vegetacin de las zonas cercanas al Archipilago. Las encinas (Quercus rotund@lia Lam., Quercus ilex L.), los robles (Quercins robuv L., Querc~ls cana- riensis Willd., Quercusfaginea Lam., etc.), el alcornoque (Qrrercus suber L.) y la coscoja

    (Qinercus coccifera L.), forman parte prepon- derante de la vegetacin climcica del m- bito mediterrneo. As, robledales, alcor- nocales y encinares son los bosques naturales que forman, cuando se encuen- tran bien conservados, los ecusistemas na- turales ms complejos y maduros del terri- torio mediterrneo (BLANCO CASTRO et al., 1997: 267).

    Tradicionalmente, este gnero se consi- dera introducido en Canarias (KUVKEL 1991: 30-31; SCI IOLFEI~DER, T .FN AREN- CIBIA & WILDPRET, 1993: 397; PREZ- CHISCANO, 1997; elc.) y en la actualidad, s r m-antienen si'? prese~ci2 j. dictr ih~cin como las siguiente: Qucrcus iiex L., la enci- na o carrasca, se conoce en Gran Canaria, Tcnerife, La Gomera y La Palma; Qucrcus robur L., el roble, tan slo se considera pre- sente en Gran Canaria y Tenerife; igual dis- tribucin que se da a Qercus s~iber L., el al- cornoque (HANSEN & SUNDING, 1993: 128-131). Otra cita sin confirmar es la de Qirercus py rc t i u i u Wiiici. en La Faima (SAN- TOS, 1983: 143). ES posible que existan otras especies introducidas en jardines y posiblemente asilvestradas, e incluso se ha- ce necesaria una revisin del complejo QL~EYCUS i l e x - Q ~ e ~ . c u ~ rotundjfOlia, ya que po- siblemente estn presentes cn Canarias am- bas especies. Esta ausencia del gnero de forma natural en las Islas se justifica por la dificultad en la dispersin de las especies. Todos los integrantes del gnero tienen co- mo fruto la bellota, un fruto en glande, en ocasiones de gran tamao de dispersin zo- ocora, es decir, que necesita de la actividad de ciertos animales para su propagacin. Estos animales (arrendajos, ardillas, lirones, etc.) facilitan la propagacin de la especie enterrando parte de los frutos como reser- va para el invierno. Las bellotas que estos animales "olvidan", son las que tendrn posibilidades de germinar y prosperar. Fs- ta forma de dispersin ha dificultado la presencia natural de estas especies en Ca- narias y para muchas !2 h-ice prcticzxen- te imposible.

  • Datos histricos de la presencia de Gicriiinos con el gnero Q u ~ r c u s 1 en Canarias 343

    No obstante, analizando referencias cro- nsticas, toponmicas y antiguas citas bot- aicas pcdcii cniuiiirdr-se iiuiicias sobre ia posible presencia pretrita de algunas de estas especies en nuestros bosques. Todas las observaciones aiializadas se centran en dos aspectos particulares: los chdpdrros de Fuerteventura y los robles de Tcnerife.

    LOS CHAPARROS MAJOREROS Antes de nada hay que explicar que el

    fi tnimo chaparro da nombre en la Penn- sula Ibrica a matas de robles o encinas de poca altura y muy ramosas (DKAE-92: S.V.), pelo Uidecidiriierite aiucie tarnbien a otras especies, como Qtrercus coccifcra L. y Quer- cus suber L., aunque siempre deben tener forma arbustiva (CEBALLOS JIMENEZ, 1986: 125). Histricamente, se trata de un vocablo quiz prerromano, datado desde principios del siglo XVlI y al parecer muy extendido desde esa misma &poca (CORO- MINAS & PASLUAL, 1984: S.V.).

    En Canarias, concretainente en Fuertr- ventura, nico lugar dondc el vocablo si- gue teniendo uso iitonn~ico, los chaparros son las matas de dos espccies bien distin- tas, un pequeo arbusto costero, muy ra- mificado y con pequefias flores acanipana- das y blancas, Co~~ziolz~zrlirs cnput-medu~ae Lowc, y una esparraguera espinosa, Aspu- rn ,g~~shor~ i i i u s L. zri J.A (KUNKEL, 1986: 80; CACERCS LORENZO & SALAS PAS- CUAL, 1995: 30). Pero la presencia del tr- mino en Fuerteve~itura rio tendra mayor importancia para nuestro estudio si no existiesen citas hist6ricas de chaparros que, en ningn caso pueden asimilarse con las especies antes mencionadas.

    Estas referencias histricas se presentan en los Acuerdos del Cabildo de Fucrtcvcn- tusa, realizados durante los siglv XVI, XVIl y XVIII (ROLDN VEIIDEJO, 1967 y 1070; LOBO CARRERA, 1990) Dpcde Ih! 5 h a s t 1659 encontramos las siguientes noticias sobre estos enigmticos chaparros:

    "Arnrdose qur, so pena de 10 ducados y 20 das de crcel. iiirigri vecino corte rha-

    parros ni acritunos ni ramajes sin licencia, ni tampoco tarajales". Acuerdo 127 dc 22 dc ju- ni= dc 1615.

    "Por irse talando los aceitunus y chapa- rros contra las ordenanzas antiguas de la is- la, acordaron se pregone que nadie lo haga, so pena de 600 maravedes". Acuerdo 129, s.f., 1615.

    "mandaron que ninguna persona cortc acebuches, chapawos ni tarajalcs, quc estn sobre fuentes o carniiros, sin licencia del Ca- bildo, pena d e 4 ducados". Acuerdo 372 de 20 de agosto de 1640.

    "Acordaron que nadie corte tarajales, acebuches ni chaparros sin licencia del Ca- hi!dc, pen-. de 3 ducudvs". A c ~ c r d v 541 de 20 dc abril de 1958.

    "Sabi~idose que los chaparros y acebu- cheq $e destruyen por cortarlos verdes, en perjuicio dc la fbrica de casas y los hacen lea, acordaron prohibirlo pena de 1 .O00 ma- ravedes la primera vez y 2.000 la segunda y dos aos de destierro la tcrccra". Acuerdo 554 de 29 de junio de 1659. A partir de aqu desaparece cualquier

    referencia al chaparro, lo que coincide con la posible desaparicin delac matas en las que habitaba nuestra planta, y que adems estaban tormadas por acebuches (Oleu ctl- m p e u L. ssp. ceraiif

  • 344 214nvcos Snlas Paccual / M ' Tereso Ccrr~s Loremo

    que puede aprovecharse para hacer lea e incluso para fabricar edificios y que conviva con los acebuches en las matas majoreras?

    Por sus usos hay que descartar los pe- queos arbustos que hoy reciben esta desig- nacin. En los mismos acuerdos del Cabi Ido majorero se citan almcigos, granadillos, tarajales, y sobre todo acebuches, denomi- nados tamhirn ac~itunos o ramones, aun- que este ltimo trmino quiz se refiera a la variedad cultivada de Olea euroyaea. De las especies arbustivas o arbreas quc has- ta ahora se han citado como nativas de Fuerteventura la inmensa mayora quedan zct~u!mer.tc rc!cgsdus a !u3 riscos iii6s al- tos e inaccesibles de Janda. All crecen el laurel canario o loro (Laurirs nzorica (Seub.) Franco), el mocn (Visiieu rnocaneru L. fil.), el palo blanco (Picconin excelsa (Ait.) DC.), el peralillo (Maytenus canariensis (Loes.) Kunk. & Sund.), y algunas especies ms (MARRERO, 1989: 90). De estas plantas tan slo el lentisco (Pistaria lrntiscus L) man- tiene caracteristicas ecoigicas, tisonmicas y de uso que podran asemejarse a las del chaparro majorero, aunque es impensable la confusin de ambos nombres.

    Parece poco entendible que se emplea- se un fitnimo tan concreto y extendido cn la I'cnnsula como chaparro para de- nominar a cualquier otra especie, y menos una con denominacin fija e inamovible, como puede ser el lentisco. Quiz la ni- ca posibilidad es que se emplease para nombrar una especie desconocida para el i-iuevo habi~arite de Fuerteventura, como Rizemnus cr~71tllafa Ait., y que al desapare- cer o quedar limitadisima en la isla, se uti- liz su nombre para denominar a especies similares de menor porle. Este hecho no es nuevo en Furrteventura, ya qiir en esta misma isla se emplea el trmino curso, pa- ra nombrar algunas especie del gnero Onini.; T.., de escaso porte. Este fitnimo parece derivar de codrsn, denominacin que en el resto de las Islas se emplea pa- r a nernbrzr 3 !as C Y ~ C C ~ C S l i ? d ~ ; : ~ c a i i - L13 t"'" "" brioscis Ceb. & Ort., Adenocarpus foliolo-

    sus (Ait.) DC. y Adenocaupus .1iscosus (Willd.) Webb & Berth.), arbustos altos de hasta 4 metros de alto

    Pero no parece descartable la existencia de especies arbustivas del gnero Quercus, los chaparros propiamente dichos, posiblc mente Quercus coccifera, que, junto al ace- buche, el almcigo y el lentisco, formaran una comunidad subarbrca similar a la que ocupa grandes reas de la zona mediterr- nea vecina al Archipielago.

    LOS ROBLES TINERFEOS Si hablamos de especies caducifolias

    de? gPiie-o Qiiri.cirs eii Cdsiarids, de inmc- diato surge el nombre de Quercus canauien- sis Willd. Este binomio fue descrito por Willdesiow eri 1809, basandose en material recogido por Augusto Broussonet aos an- tes. En la etiqueta de dicho pliego dice que es original de Tenerife, aunque el propio autor del taxon dice que en este lugar no se ha vuelto a encontrar.

    La idea ms extendida en la actualidad rs que Broussonet confundi el material rc- colectado en Canarias con el que l mismo recopil en el Norte de frica, lugar de ori- gen del roble descrito por Willdenow. As, Qiieucirs cannriemis no se considera, hoy por hoy, autctono de las Islas.

    I'ero dejando aparte la resea de Brous- sonet, existen otras noticias sobre la pre- sencia de estos robles en Tenerife. Seala- mos a continuacin las citas rnds antiguas o interesantes a este respecto, eludiendo aquellas refereiicids que no se apartan de lo sealado por Hansen y Sunding en la obra ya aludida.

    Fray Alonso de Espinosa, en 1594 ase- gura:

    ((Hay tambin en esta isla montafiosa (Te- nerife) de mucha frcscura y arboleda, cedros, cipreses, laureles, palmas, damos, robles y otras muchas maderas que n o hay en Espana.,, Leonardo Torriani, a fincs del S. XVI, dice en la descripcin de El Hierro:

  • Datos histricos de la presencia de titnimos con el gnero Quercus L. en Canarias 345

    en todas &as islas donde haya niebla; pero troncos estaban cubiertos por lo regular de la ni los unos ni los otros producen tanta can- Hrdrru ciinariensis y de la Clazuria iauri. La Liddd, PUL STI pequefio5 Erica arbovca cargada de flores formaba un Ms tarde, al describir La Palma, co- gracioso contraste con las del Hipericum cn-

    menta: narirnsr que abunda por aquella altura. Vi \,o bicn por lo vcrdc dc sus selvas de al-

    tsimas palmas, de dragos (de los cuales se caca la Sangre dr drago), de pinos, de teas, tiles, encinas, laureles, y mirtos, con que se viste la mitad de la isla, en su parte riorle.)> Alejandro de Humboldt, e n 1799 des- cribe Id vegetacin d e Tei-ierife de la si- guiente forma:

    &oberbias selvas coronan los oteros arri- mados al volcn; se reconoccn all cuatro es- pecies de laureles (nota: Laurus mdicn, L. Fo- e f r n ~ , l.. nohi l~s y L. Tii. Con estos rboles andan mezclados Ardisia excelsa, Rkarnrzus ~lur iduiosus , Cl.ica arborea y E . Pxo. j , una en- cina afn del Qucvcns E m r n dc las monta- as del Tbct (nota: Qi4rrc~is iniinric~risis, R . ,,,.,,,,,,.mL, - L A : v.,,,,,.,, " V , , , , e , . r .. P! ,..,. n.>t ...,. l?',Vt .. u- R.>. rol, 1809, p. 9 7 5 ) ~ Jos d e Viera y Clavijo, entre 1799 y 1810, escribe sii clebre Diccionario de Historia Natural, y dedica al roble lo siguiente.

    Roble (Quercus robnr, Liii ). Grande r- bol de inonlafia, de madera muy dura y ma- ciza ... Los antiguos escritores de las cosas dc nuestras Canarias, tratando de los rboles dt3 que se componan los montes de Tenerife, hacen mencitin de los robles (Fr. Alons. Es- pirici., lib.1, cap.2; Nriez de la I'ea, cap.3, pgina 33), pcro ya son ocho raros los que se ven en dicha islu, y esos eii .ilguiir>i ~ i i r d i n i d e la casa de los seores de Bctancourt y Castro, en la Rambla, Icod el Alto, elc.) , Boiy de Saint-Viiicent, en 180-1 realiza una lista c l t plantas de Tenerife e n la que incluye las siguientes referencias:

    +450. Quercirs ~ 0 1 1 1 1 ~ . L. 121 Q I I P Y C U S i lex. L. 152. Qucrcits ... Estas tres especies son montaosas; y o no las he visto,) Manuel Ossuna, publica en 1834 el re- lato de una ascen4icn al pico Teide, y e n el mismo comenta la vege tac ih que aparece rn sii camino:

  • 346 Marcos Snlas Pascua1 l M,' Teresa Cceres Lorenzo

    Por estc lado quedara tambin explicd- da la presencia de ciertas especies de carc- ter para dicho subgradn como Cytisus cnn- dicanc, C. li7zz$lius, Quercus catruriensis (en zonas de cultivo de castaos), Polypodiurn riulgare, llex cannriensic (transgresiva dc Lau- risilva), Viburnum rugosum, etc. y asimismo los cultivos de Quercus suber (no se le co- noce esuontneo en las islas) ,, Entre las citas anterioles Lierieri especial

    importancia tienen las citas de Humboldt y ~ a n u e l de Ossuna, ya que al utilizar no&-

    . .

    bres cientficos y comentar lo concreto de la determinacin dejan poco espacio a la duda.

    Como dato ecolgico de importancia, es ciesidcdbie que, dcntro ae ios robles medi- terrneos, Quercus canariensis es el que pre-

    . .

    senta mayores semejanzas con las forma- ciones macaronsicas del monte verde, lo que ha llevado a algunos autores a plante- ar los robledales de Quercus c a n a ~ i ~ n s i s , co- nocidos tambin como qucjigares, como re- lictos de la regin ~acarbnsica en el territorio continental (BLANCO CASTRO et al., 1997: 262). Basta con un vistazo a la lista de especies ligadas a estos robledales, por ejempo a los de la Sierra de Algeciras, donde son comunes Hedera helix L. ssp. ca- nariemis (Willd.) Cout., Vilmrnurn t inus I,., Prurius IusifanicaL., Erica arhoren L., Erica scoparia L., Telirie linifolia ( L ) Webb & Berth., Da-~allia raiiariensis (L.) J.E. Cm., Polypodium carnbricurn L. ssp. rnacaronesicum (Brobov) Fr.-Jenk. i n Greuter et al., Polysticlzum setife- rurn (Forssk.) Woynar, etc. Ademas de for- mas de T , U U ~ I A S nobilis L. e Ilex aquifoliurn L. similares a las especies insulares. La simi- litud es incluso mayor si atendemos a la flora criptogmica, tanto liqunica como brioftica (GIL & GUERRA, 1981).

    CONCLUSIONES De todo lo anterior podemos extraer lo

    siguiente: a) Existieron en Fuerteventura unos vege-

    tales dc porte arbustivo y talla conside- rable que reciban el nombre de chapa- rros. Esta especie es actualmente desconocida en la isla y niinra debi ser muy abundante, a pesar de sus citas histricas, ya que la mayora de espe- cies arbustivas que vivan junto a ella perviven actualmcntc, aunque sea de forma relictual.

    L r - . ' - -. i LI, C L J ~ ~ I C I U ~ I ~ C ~ ~ S de nombre, porte y

    especies acompaantes de la planta ma- jorcra con algunos taxones del gnero Quercus L., podra indicar la pertenen- cia de estos chaparros a dicho gnero.

    c) Parece probado por las reiteradas citas existentes, algunas realizadas por bot- nicos de reconocido prestigio, que en Tenerife creca un roble del p i p o Q i w - cus canariensis Willd.

    d ) La cuestin de si fue authctono, natura- lizado o simplemente cultivado, es muy discutible. Si atendemos a las citas his- tricas podemos concluir que este rbol era propio de las Islas, aunque esta pos- tura es difcilmente defendible. La ni- ca opcin cientfica aceptable es la de seguir estuaiancio esta hiptesis, aun- que es muy posible que nunca sc llegue a confirmar, o a negar. Un anlisis mi- croscpico del typus o material original que sirvi para definir Quercirs cana- riensis Willd., podra verter nueva luz sobre este asunto.

  • Datos histricos de la presencia de iitniinos con cl gncro Qi~ercus L. en Canarias 347

    BLANCO CASTRO, tniiiii~; C A ~ A I I O GONLALLL, ivi- guel ngel; COSTA TENORIO, Margarita; ES- C R I B A N O B O M R ~ N , Rafael; CARCIA AVTN, Mercedes; C~,~!Q\ :A FLI-.?ER, Mar; GMEL MAULANEULF, ngel; G~\.it/ MANLANLUUL, Fernando; ~ ~ O R ~ N O SAIL, judn Cdrlob; MOR- i A JLIARISI~I, Carlos; REGATO PAJARES, Pedro y SAINZ OLLERO, Helio. (1997): Los bosqius ih- ricos. Lliin iiiferprc,fncici~i grcibcitinica. IJlaneta, Barcelona, 572 pp.

    BORY DE SAINT V I N C P ~ T , J.D.G.M. ji988j: Elisflyo sohw las Tslas Afoituliadac y la aii t ipa iltldrr- tida o Compeiidio dc la Historia General del Ar- ..I ,.,, ::I,,, rn..nr..'n c-1 T .+ n I T . nn,t,