FOLKLORE-REVISTA N¼314 - media.cervantesvirtual.commedia.cervantesvirtual.com/jdiaz/rf314.pdf · go, la visión judaica describe esta sabiduría como astucia y la asocia directamente

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  • N. 314

    Andaluca. Mujer de Gibraltar

    Jos Luis Agndez Garca Leonor Bermejo CriadoEva M. Fernndez Pelez Fco. Javier Moya Maleno

  • El uso de smbolos colgados del cuello tiene un origen co-mn a las religiones mahometana y cristiana, pues en am-bas se usaban desde pocas remotas los escapularios o talis-manes para liberar a los recin nacidos de su condicin deseres sin conciencia. Esos escapularios tenan en muchos ca-sos oraciones o signos escritos o dibujados y su uso era tanfrecuente que muchos predicadores y numerosos conciliosproponen su eliminacin basndose en el carcter ambiguode su significado as como en lo dudoso de su origen. Una delas oraciones ms frecuentes, adems de fragmentos de loscuatro textos Sinpticos lo cual da muy a menudo a esos es-capularios el nombre genrico de evangelios-, es la del Jus-to Juez, que precisamente comienza con las palabras JustoJuez y Redentor.

    Parece evidente, pues, que el uso de nminas o papelescolgados del cuello es antiqusimo y entre cristianos y musul-manes se adopta con tanto fervor como recelo despertaba enlos ministros de ambas religiones, pues poda comportar unabuso que lo acercara en ocasiones a la supersticin. La le-yenda de que los moros haban introducido en Espaa lacostumbre de llevar colgadas palabras para defensa de malesdel espritu hizo sospechar a muchos exgetas acerca de suorigen y de su efecto en las almas. Sin embargo es evidenteque se han seguido usando hasta hoy y que han sido muyfrecuentemente los conventos y monasterios de diferentes r-denes religiosas femeninas los que han contribuido a la difu-sin masiva de esos escapularios en los que se metan cuida-dosamente fragmentos de los textos de Lucas, Marcos, Juan yMateo, en ediciones diminutas salidas en los cuerpos ms pe-queos de diferentes imprentas de Espaa (Santarn, Dazde Rada, etc.) y se bordaban primorosamente para prendersesobre las ropas o la cuna de los recin nacidos.

  • S U M A R I OPg.

    EDITA: Obra Social y Cultural de Caja Espaa.Plaza Fuente Dorada, 6 y 7 - Valladolid, 2007.

    DIRIGE la revista de Folklore: Joaqun Daz.DEPOSITO LEGAL: VA. 338 - 1980 - ISSN 0211-1810.IMPRIME: Imprenta Casares, S. A. - Vzquez de Menchaca, 1, Nave 7 - 47008 Valladolid

    Pandora en contrapunto con Eva. La visin de lafemme fatale a travs del mito y la tradicin.Su simbolismo ................................................ 39

    Eva M. Fernndez Pelez

    La organologa tradicional en el ciclo vital. Unestudio en el Campo de Montiel.................... 43

    Francisco Javier Moya Maleno

    El seoro de Molina Ferrera: un medio de salva-cin en las donaciones reales (S. XI-XIV) ... 49

    Leonor Bermejo Criado

    Cuentos populares andaluces (XVIII).................. 58Jos Luis Agndez Garca

  • Pandora en contrapunto con Eva. La visin de la femmefatale a travs del mito y la tradicin. Su simbolismo

    La figura de Pandora ha sido tradicionalmente aso-ciada a la figura de Eva. Evidentemente estas relacionesse plantean por el profundo arraigo de ambas civilizacio-nes en la cultura occidental. Sin embargo, esta relacinque, de por s, ya entrama algunas diferencias importan-tes se ha solapado completamente en la obra de Coussinbajo el lema Pandora prima Eva (fig. 1).

    Esta identificacin que desde un punto de vista meto-dolgico no es nada inesperada, produce desasosiego,una falta de rigor con las fuentes y con sus sucesivas lec-turas a lo largo de la historia. Evidentemente, la Pandorade Hesodo no es la Pandora actual del mismo modo queel Quijote ureo no es el Quijote romntico.

    Lo que pretendo con este breve comentario es inten-tar recorrer el camino de las valoraciones que ha seguidoel smbolo de Pandora a la par que llegar a su asociacincon el mito hebraico. Claro est que para ello tambinme servir de las oposiciones masculinas y femeninasque residen en ambas figuras.

    1. ORIGEN

    Hesodo en Los trabajos y los das sita la figura dePandora antes de la venida de los hombres actuales. Co-mo fue ella la que trajo el trabajo, la sombra, el pecado,el dolor y la muerte, hemos de situar su llegada en laedad de oro; Pandora es el instrumento que supone unnivel de degradacin de la humanidad.

    Los hombres de oro se dice que son sbditos de Cro-no, descendientes de la madre Tierra. Viven sin preocu-paciones, nunca trabajaban y mueren en un dulce sueo

    que los despierta convertidos en genios. Han sido crea-dos por Prometeo quien los hizo a semejanza de los dio-ses con arcilla y agua de Panopeo.

    En cambio, Pandora se presenta como un ser clara-mente superior puesto que es obra directa del mismoZeus no de un titn. Est hecha a imagen de las diosasinmortales como los varones pero, adems, es coronadapor el mpetu y bro de los hombres ureos y, con las me-jores cualidades de los olmpicos:

    Despus Zeus orden a Atenea que la ensea-ra sus trabajos, tejer en el elegante telar. Y a ladorada Afrodita le orden verter sobre su cabezael encanto que despertara doloroso anhelo mas-culino y cuidados devoradores. E inst a Hermes,el mensajero, para que le regalase un pensamien-to astuto y un carcter falso [].

    La area y luminosa Atenea la adorn; las di-vinas Gracias y Persuasin le colocaron doradoscollares sobre su piel; alrededor de su rubia ca-bellera, las Estaciones la coronaron con floresprimaverales: Pallas Atenea le entreg toda labelleza de su piel. Despus, en su pecho, el men-sajero forj mentiras y seductoras palabras, ade-ms de un carcter impostado, segn los planesde Zeus. Finalmente el heraldo de los dioses de-posit la voz en ella [] ( 1, 2).

    Hay, en el mito heleno, un cambio significativo eneste punto si lo comparamos con la tradicin hebraica.

    Eva, nace de la costilla de Adam, es una parte del to-do. Un elemento sustrado de Adam, imagen divina,mientras dorma. Es decir, Eva al ser extrada del profun-do sueo de Adam, representa la inconsciencia masculi-na. Esta lectura se potencia en el Gnesis cuando sealaque Eva sucedi a Adam, indicando implcitamente unajerarqua que se traspone a lo social.

    Entonces Yahv Dios hizo caer sobre el hom-bre un sueo letrgico y mientras dorma tomuna de sus costillas, reponiendo carne en su lu-gar; seguidamente de la costilla tomada al hom-bre form Yahv Dios a la mujer y se le presental hombre, quien exclam:

    Esta s que es hueso de mis huesosY carne de mi carne,sta ser llamada varonaPorque del varn ha sido tomada.

    Gen. 2: 2123

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    Eva M. Fernndez Pelez

    Fig. 1: Pandora prima Eva de Coussin

  • As, mientras Pandora es obra de los dioses, Eva sepresenta como un hombre incompleto, como mediohombre. No obstante, la tradicin babilnica seala otropersonaje femenino que antecede a Eva. Hablamos deLilith (3). Lilith fue creada del mismo modo que Adam,de hecho constituyen inicialmente un mismo ser herma-frodito segn versiones parabblicas.

    Dios cre al hombre a su imagen,A imagen de Dios lo cre,Macho y hembra los cre.

    Gen. 1: 27

    Esta paridad coincide parcialmente con el mito dePandora, ya que aunque los artfices son claramente dis-tintos, ambos, varn y mujer son creados a imagen de losdioses inmortales. Lilith fue expulsada del paraso porno doblegarse al varn. La expulsin, que reside en lanegativa anterior, aade una naturaleza demonaca a laprimera mujer de la mitologa hebrea.

    2. DESTINO

    A diferencia del pensamiento judaico que presenta ellibre albedro, la tradicin helena se caracteriza por lacreencia de que la Historia est gobernada por el destinocuyos designios son inamovibles. El caso ms conocidoes, sin duda, Edipo.

    Pandora, como era de esperar, tampoco se escapa aesta creencia; ya que si recordamos, Hermes forj en elpecho de Pandora mentiras, palabras falaces y la curiosi-dad. Y es esta misma semilla la que le conduce a abrir lacaja otorgada a Epimeteo como dote del matrimonio y enla que se haban encerrado las desdichas de la humani-dad. Por lo tanto, Pandora al actuar por designio divinodebera ser tratada con la misma compasin que se le de-dica a Edipo y no con ese rechazo maldito (4).

    Este doble juicio se repite con Eva y Adam ya que sibien es Eva quien incita a Adam a probar la fruta del r-bol prohibido, tambin es cierto que ella a su vez ha sidoengaada por la serpiente y que Adam conoca perfecta-mente la prohibicin divina.

    Los castigos de Yahv se reparten entre la serpiente,el hombre y la mujer, pero hay un trato de favor haciaAdam en detrimento de Eva.

    Vuelto a la mujer, dijo: Multiplicar los tra-bajos de tus preeces. Con dolor parirs a tus hi-jos y, no obstante, tu deseo te arrastrar hacia tumarido, que te dominar.

    Gen. 3: 16

    Otro rasgo comn entre Eva y Pandora se halla en labsqueda del conocimiento, ambas se mueven guiadas porsu curiosidad y ello provoca los infortunios. Pandora abrela caja que Epimeteo guardaba bajo prescripcin de Pro-meteo. Eva, por su parte, es seducida con estas palabras:

    Entonces la serpiente dijo a la mujer: No, nomoriris! Antes, bien, Dios sabe que en el momen-to en que comis se abrirn vuestros ojos y seriscomo dioses, conocedores del bien y del mal.

    Gen. 3: 4-5

    Esta coincidencia intercultural refleja el pensamientode sociedades que ven como peligroso el hecho de que

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    Fig. 2: La serpiente con cabeza de mujer

  • las mujeres accedan al conocimiento puesto que su natu-raleza pervierte la sabidura. En el caso del mito de Eva,esta idea se repite en la imagen de la serpiente. Este ani-mal es considerado por muchas otras civilizaciones co-mo smbolo de la sabidura y la inteligencia, sin embar-go, la visin judaica describe esta sabidura como astuciay la asocia directamente al poder carnal de la mujer.De hecho, en el arte medieval y renacentista la imagende la serpiente se identifica con un monstruo con cabezade mujer y cuerpo de serpiente (fig. 2).

    3. CONCLUSIONES

    Como hemos visto, ambos mitos irradian una fuerteaversin a la mujer, especialmente al papel que tiene s-ta en las relaciones con los hombres y cmo los conduce.Sin embargo, curiosamente unido a este rechazo se ad-mite la superioridad femenina sobre la masculina. Pan-dora se erige como un elixir de los dioses y de los hom-bres, adornado con las cualidades de los olmpicos. Deella dice Zeus:

    Les dar un mal con el que todos gocen en sucorazn, mientras abrazan su propia ruina.

    Teogona, Hesodo.

    Necesariamente un mal con tal poder ha de estar si-tuado por encima de los hombres o por debajo de stos.Y, si recordamos los hombres no son ms que elabora-ciones de un titn, un ser que pertenece al mundo preo-lmpico, caracterizado por el caos y dominado por el te-mible Cronos.

    Por su parte, Eva no se presenta como un ser supe-rior, no es ms que una parte incompleta de Adam. Pero,como ya se ha dicho, la aparicin de Eva depende clara-mente de la expulsin de Lilith, el personaje femeninoque la precede en la historia hebrea. Lilith se describecomo la mitad femenina de Adam, el ser hermafrodita.

    La tradicin hebrea no aporta ningn matiz de supe-rioridad a la mujer, su mximo grado de favor llega a laigualdad con el hombre. Igualdad que se trata como unelemento negativo que conduce a las fminas por los ve-ricuetos de la soberbia y el orgullo.

    Evidentemente, estas presentaciones justifican el pa-pel relegado que estas culturas reservan a la mujer. Noson mitos antropognicos strictu sensu, son demostra-ciones ancestrales que definen y relegan a las mujerescomo seres malficos.

    En ambos mitos se hace especial hincapi en la rela-cin que las mujeres han de tener con el conocimiento yla sabidura. En el caso de Pandora se hace patente en lacuriosidad que demuestra al abrir la caja prohibida y,Eva toma el fruto prohibido del rbol de la Ciencia delBien y del Mal. Queda magnficamente aunado en lapintura de Coussin, con una Pandora que posa su manoderecha sobre una calavera que cubre un escrito y llevasu mano izquierda a una jarra (5).

    Otro de los rasgos subrayados en ambos mitos es lacapacidad de seduccin, de incitacin con los hombres.En el mito griego, Pandora es aceptada por Epimeteo ydenegada por Prometeo. Creo que es en este punto don-de el sentimiento anacrnicamente misgino se viertesobre el personaje femenino ya que es Epimeteo lite-ralmente, el que piensa despus quien es engaadopor los encantos de la joven y no Prometeo el quepiensa antes. Es decir, por una parte, el mito heleno ad-mite una superioridad de las fminas sobre los varonespero, a la vez, mantiene que esto slo engaa a los hom-bres ms impulsivos.

    La visin ms moderna de Pandora o de la femme fa-tale se nutre de estas races trastocndolas notablemente.As, en pelculas como La caja de Pandora (6) o El n-gel azul (7) observamos a una protagonista atrayente ysensual que no se veta ante ningn obstculo y a la cualse rinden los hombres ms reflexivos un afamado abo-gado en el primer caso y, un disciplinado profesor de unliceo masculino en el segundo.

    Sin embargo, a pesar de esta radical oposicin frenteal mito heleno, no encontramos divergencias en el mbi-to de la sabidura. Ambas pelculas nos dibujan a prota-gonistas harto conocedoras de la vida. Al igual que elmito hebraico, la sabidura de la mujer es astucia, poten-ciacin de los deseos ms animales a travs de la seduc-cin carnal. De hecho, el lema semivelado que desenca-dena la sucesin de vejaciones hacia el profesor y quecorona su muerte es el siguiente estribillo:

    Falling in love again Enamorndome de nuevoNever wonder who Nunca pregunto de quinLove is always my game. El amor siempre es mi juego.

    Tampoco se puede decir que las lecturas ms actuali-zadas abandonen la misoginia a la hora de conducir eldestino de los personajes masculinos correspondientes.De alguna manera pretenden relatar vidas escabrosas yescandalosas con un fin moralizante.

    Lul aborta el matrimonio de su amante y tras la bo-da propia, mata al abogado por accidente. Capaz de se-ducir a todo el jurado sale impune del juicio tras el cuales asesinada por Jack el destripador.

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    Fig. 3: El profesor de El ngel azul

    Convertido en bufn a peticin de Lola

    Con una camisa de fuerza an-tes de morir sentado en su me-

    sa de profesor

  • Lola conduce sabiamente al profesor que ha quedadoprendado de su belleza. Le induce a que le pida en matri-monio y cuando el profesor materializa esta orden comodeseo propio, Lola se re de l. No obstante, el matrimo-nio no es el final feliz esperable en otro tipo de pelculas;es el camino a la degradacin moral del profesor queculmina en su muerte (fig. 3).

    Despus de esto, cabe preguntarse en qu difierenesencialmente Pandora y Eva. Una de las mayores diver-gencias se centra en el libre albedro. La Pandora moder-na acta como quiere, al igual que la Eva del Gnesis.De hecho, no podra ser de otra manera puesto que nues-tra cultura occidental est profundamente arraigada enesta creencia hebrea.

    La otra sera la superioridad admitida del personajefemenino respecto al varn. Pandora, con los antiguos ycon los modernos, no deja de ser una mujer a imagen delas diosas inmortales, llena de virtudes que la hacen co-diciada por todo aqul que la ve. En el otro extremo, seencuentra Eva, extrada de una costilla de Adam, abne-gada esposa que comete el pecado de la intrusin en elconocimiento prohibido.

    Como remate, aadira las palabras que Yahv preco-niza a Eva, dignificando si no a ella, s a su gnero y;que de alguna manera suavizan los posibles tratamientosde Eva como causa de todos los males. Esta apostilla

    traslada la falta cometida a la serpiente y en ltima ins-tancia al rbol del Conocimiento del Bien y del Mal.

    Pongo hostilidad entre ti (8) y la mujer,Entre tu linaje y el suyo:l herir tu cabezaCuando t hieras su taln.

    Gen. 3: 15

    Con estas palabras, se anuncia la llegada de la VirgenMara, magnnima sucesora y redentora de Eva. Marase abstiene de conocer como de una vida sexual licencio-sa, es una perfecta esposa al servicio continuo del varn.

    El contrapunto moderno a esta lectura, lo encontra-mos en los primeros momentos de El ngel Azul, cuandola asistente del profesor, una mujer madura, seria y de-cente, imita a Lola (fig. 4). El mensaje es sencillo y di-recto, todas las mujeres desean ser como Lola, tienen lasemilla de la seduccin en sus corazones. Mensaje anlo-go al encontrado en la caja de Pandora helnica.

    NOTAS

    (1) Hesiod (1996): Works and Days, (59, 60). Traduccin deDavid W. Tandy & Walter C. Neale, University of California PressBerkeley.

    (2) La traduccin al espaol es propia.

    (3) El Alfabeto de Ben Asim para una visin completa del mito.Sefer ha-Zohar (Libro del Esplendor) de Moses de Len (S. XIII).Referencia en Isa. 34:14.

    (4) CORIFEO. Entrate, hija de Edipo, de que a ti y a l os com-padecemos por igual a causa de la desgracia vuestra. Pero por te-mor a los designios de los dioses no nos sentimos con fuerzas de aa-dir ms a lo que acabamos de decir. (Edipo en Colono, Sfocles).

    (5) La calavera sobre papeles escritos o libros es un reconoci-do smbolo barroco que representa que el deseo de conocimientono tiene ningn valor ante la muerte.

    Se sustituye la conocida caja por una jarra.

    (6) Die Bchse der Pandora (1929, Georg Wilhelm Pabst) Lacaja de Pandora / Lul.

    (7) Die Blau Engel (1930, Josef von Sternberg). El ngel Azul.

    (8) La serpiente.

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    Fig. 4: La asistente del profesor imita a Lola en El ngel azul

  • LA ORGANOLOGA TRADICIONAL EN EL CICLO VITAL.UN ESTUDIO EN EL CAMPO DE MONTIEL (1)

    En las diversas etapas de la vida por las queatraviesa el ser humano (infancia, adolescencia,edad adulta y vejez) su posicin en el mundo, su vi-sin del mismo y su forma de actuar frente a levolucionan. Los instrumentos musicales tradicio-nales no son una excepcin, la relacin de las per-sonas con la organologa popular va evolucionandoa lo largo de su vida. An es ms, es posible queuno de los aspectos sociales y biolgicos que influ-ya ms directamente en la organologa tradicionalsea el ciclo vital pues los instrumentos musicalesutilizados por el pueblo estn presentes en cadamomento de la vida con una funcin y unas carac-tersticas muy claras: Lo que para un nio es un ju-guete en un adolescente se puede convertir en uninstrumento de protesta que exhibe con orgullo, pa-ra un adulto puede ser un cargo pblico lleno dehonores y para un anciano un doloroso recuerdodel que intenta olvidarse.

    La relacin existente entre las fases de la vida yel instrumento no se puede considerar nicamentecomo una serie de compartimentos estancos sin co-nexin alguna sino que los instrumentos pueden servistos como un hilo conductor a travs de la existen-cia, un camino por el que la mayora de las personastransitaban a lo largo de su vida. Pero el recorridotambin se puede realizar en sentido inverso pues,poseedores de un alto poder evocador, los instru-mentos tienen la capacidad de retrotraernos aosatrs solamente escuchando su sonido. Hoy en dalas nuevas tecnologas han provocado que nos olvi-demos de nuestros instrumentos pero en pocas nomuy remotas muchas personas, si seguan una evo-lucin dentro de los cnones de su tiempo debanpasar necesariamente desde la cuna hasta la tumbapor una serie de instrumentos musicales.

    La correlacin entre instrumento y persona esbidireccional. Tendemos a pensar que es el hombreel que domina y da uso y significado al objeto, lapalabra instrumento lo dice todo, es un medio, peropodra no ser siempre as. En efecto, en ciertosmomentos es el propio instrumento el que define lapersonalidad del sujeto en un estadio de su vida.Vemos un par de ejemplos:

    Un adolescente con un cencerro en sus ma-nos se convierte en una persona que puedehacer temblar a una pareja de viudos, el cen-cerro le da poder.

    La corneta de postas del pregonero siempretendr el mismo significado, ser lo mismo latoque quien la toque, pero la importancia so-cial de una persona adulta, su status, s podacambiar si iba ataviado con dicho instrumento.

    En pocas palabras, el momento de la vida en laque se encuentre el msico afectar al instrumentoque elija, a la forma de verlo, a su mismo uso, a lmismo como persona individual y como miembrode una comunidad y a una serie de connotacionesque veremos a continuacin etapa por etapa.

    NACIMIENTO

    En el momento de nacer, los instrumentos musi-cales ya estn presentes en la vida de las personasquienes, en muchas ocasiones, parecen estar pre-destinadas a uno u otro en concreto. El hecho devenir al mundo en una familia determinada ya defi-ne de una manera muy alta que instrumento toca-rs en el futuro, son numerossimos los ejemplosen los que vemos cmo los instrumentos se here-dan de padres a hijos, crendose sagas de msicospopulares que tienen un gran sentido de autocon-ciencia para perpetuar la misma funcin y mantenerel nivel de prestigio y reconocimiento que ostenta-ron sus progenitores y antepasados (recordemosque en muchos pueblos hay personas que aunqueno fueran msicos profesionales son recordadaspblicamente por su gran aficin por la msica ybuen hacer con algn instrumento). Al mismo tiem-po es una alegra y casi una necesidad trascenden-tal para los padres que algo tan importante y tanenraizado en su pulso vital y personal se perpetey permanezca a travs de sus vstagos. As vemosen un ejemplo ms entre otros muchos casos cmoel tiplillo, conocido en otras regiones bajo el nom-bre de guitarro, un instrumento que por sus carac-tersticas destaca dentro de la rondalla (mucho msen Albaladejo donde cumple una funcin ritual) sepasa en numerosas familias de padres a hijos. Delmismo modo si naces en Villahermosa en una fami-lia ligada durante generaciones a la Hermandad deJess tendrs muchas posibilidades para, en algnmomento de tu vida, tocar la bocina o bozaina. Delmismo modo que se daba (y todava ocurre) estaimposicin paterna que te llegaba al nacer tam-bin encontramos ejemplos de cmo influa lo quelos socilogos han venido a llamar la familia exten-

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    Francisco Javier Moya Maleno

  • sa, es decir toda la familia, entendida de una formams amplia a como hoy en da la concebimos yaque este modelo familiar, hoy prcticamente desa-parecido en nuestra sociedad, inclua un mayor n-mero de personas con un alto grado de cohesin einteraccin.En funcin de qu instrumento habaanteriormente en tu casa podas tocar uno igualque reforzara los ya existentes (v.g. en la actualidadhay dos hermanos que tocan el tambor en Albala-dejo y curiosamente durante los aos cuarenta ycincuenta del siglo XX tambin fueron otro par dehermanos los encargados de taer este instrumen-to) u otro que complementen los que ya tocan tusfamiliares de ms edad: me es muy cercano, entreotros muchos, el caso de una familia en la que losdos hermanos mayores tocan la bandurria y la gui-tarra respectivamente y cuando le lleg al pequeoel momento eligi el lad, completando as la tra-da del folklore actual campo montieleo. El casoms extremo de esta influencia familiar lo hayamosen Villanueva de los Infantes donde durante losaos 50 del siglo pasado se llegaron a formar ver-daderas rondallas y orquestas de baile popularconstituidas casi por clanes. Otro ejemplo para-digmtico lo encontramos a da de hoy en la locali-dad de Villanueva de la Fuente en una familia en laque todos, padres, hijos, tos o sobrinos, tocan al-gn instrumento y entre ellos solos se bastan paraanimar cualquier fiesta.

    INFANCIA

    Durante esta etapa que dura desde el nacimientohasta los 13 14 aos en la que comienza la ado-lescencia se produce la formacin de los nios en unproceso de aprendizaje y preparacin para la vidaadulta oculto frecuentemente bajo la forma de jue-gos y la imitacin a los mayores. En consonancia aeste desarrollo se utilizan distintos instrumentos demanera diferente. Hemos encontrado cinco modelos.

    A) Instrumentos propios de los nios de menoredad (de 3 a 10 aos): Suelen estar fabricados conlos materiales que da la tierra y por lo general sontan fciles de construir como de romper. Dentro deeste apartado entraran pitos y silbatos hechos deplantas (centeno, trigo, calabaza) o huesos (albari-coque), el amapl, carajillo, etc Aunque en la ma-yora de las ocasiones los instrumentos slo repre-sentan un juego y distraccin infantil se recuerdaen pueblos como Albaladejo que en carnavales sa-lan grupos de chiquillos que formaban conjuntosinstrumentales con todo tipo de pitos tratando deemular los ritmos y melodas de los adultos. Aqu elinstrumento se convierte ya en un puente hacia es-tadios posteriores.

    B) Instrumentos en estadio de infantilizacin(2): Proceso que pueden llegar a sufrir todo tipo demanifestaciones tradicionales, incluidas canciones

    y bailes. Consiste en la adopcin por parte de losnios de dichos elementos a modo de juego o ju-guete cuando los adultos han dejado de utilizarlopor causas de desarraigo, modernidad, etc. Suelepermanecer de forma simplificada y representa elltimo refugio antes de desaparecer. Esto ocurreahora mismo con instrumentos como la zambombay la pandereta que son ms frecuentes de ver co-mo un entretenimiento infantil que en manos deadultos que es como se conservan en otras zonasde la pennsula y lo que siempre fueron en el Cam-po de Montiel. Otro ejemplo de infantilizacin es ladulzaina encontrada en Ossa de Montiel, un tubode latn sin orificios laterales, con la forma y di-mensiones de la dulzaina que se conserva en zo-nas cercanas, afinado en el mismo tono y que sinduda fue un juguete para nios antes que este ins-trumento se olvidara por completo.

    C) Instrumentos de percusin: Con cierta fre-cuencia descubrimos nios que tocan instrumentosde percusin que hacen una funcin de acompaa-miento y relleno rtmico y los taen en compaa desus familiares al tiempo que aprenden el repertorio,diferencian los distintos palos y se preparan parapasar a otro instrumento ms adulto.

    Este caso era lo usual (como comprueban losestudiosos de la dulzaina (3)) en el dodulzainacaja puesto que el futuro dulzainero solaaprender con su padre, su to u otro familiar comopercusionista antes de formar su propio do, enton-ces ya de titular del instrumento meldico.

    D) Instrumentos puente: Seran aquellos ins-trumentos que tocan nios de ms edad, ya prea-

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  • dolescentes entre los 10 y 14 aos y que estnpresentes en otras etapas de la vida pero en losque ya se empiezan a iniciar los pequeos acom-paando y repitiendo lo que hacen sus familiares.Suelen ser guitarras, lades u otros instrumentosviejos o en mal estado con los que van adquiriendodestreza, conociendo el oficio y preparndose pa-ra en la adolescencia dar el salto y empezar a tocarsolos o en rondallas con su grupo de amigos.

    E) Instrumentos de liderato: Son instrumentosque se utilizan tambin dentro del grupo de preado-lescentes para empezar a buscar el liderato delgrupo. Un ejemplo de este curioso uso de los ins-trumentos lo vemos en el pueblo de Alcubillas du-rante la noche de los reyes, fiesta ya desapareci-da. Los nios salan la noche del 4 al 5 de eneropor los caminos tocando cencerros para hacer lle-gar a los Reyes Magos hasta el pueblo. Pero al fi-nal el objetivo verdadero de este acto era conseguirel liderato del grupo para as, cencerro en mano,guiar la expedicin y escoger los caminos por don-de deban pasar Sus Majestades de Oriente.

    ADOLESCENCIA

    Aunque la adolescencia hoy en da se puedaconsiderar casi un estado mental es un trminoque encaja bastante bien con la figura del mozo, jo-ven de entre 13 y 20 aos aproximadamente queha pasado la infancia, trabaja y se puede ganar lavida por s mismo pero que todava permanece sol-tero, no ha formado an su propia familia y no tieneel status de persona adulta. En esta etapa se pro-duce una bsqueda de la identidad personal quederiva en la reafirmacin social y en la necesidadimperiosa de encontrar su lugar dentro del mundoadulto. Durante dicho proceso los instrumentos mu-sicales han jugado siempre un papel destacado co-mo herramientas para llamar la atencin del sexoopuesto, el reconocimiento de sus iguales y el res-peto de los mayores. Al tiempo que se forma la per-sonalidad de una manera definida el adolescentese va decidiendo por un instrumento u otro tras, ennumerosos casos, haber pasado por varios durantela infancia y la primera adolescencia.

    En el Campo de Montiel una de las primerasoportunidades (y ciertamente ineludible) que tenael mozo para demostrar su nuevo status tras aban-donar la niez era blandir su instrumento dentrode una rondalla con su grupo de iguales y tomarparte activa en los galanteos en ronda bajo los bal-cones y celosas de la novia o en las esquinas yplazuelas por donde pasaban las mozas (4). Losinstrumentos comunes a todas las rondas actualesde la comarca son guitarras, bandurrias, lades ycastauelas y puntualmente se pueden encontrararrabeles y tiplillos en Villahermosa y Villanueva dela Fuente, acordeones (hoy cromticos y hasta los

    aos 60 del siglo XX diatnicos) y flautas travese-ras en Infantes o platillos, panderetas y panderosen Villanueva de la Fuente y el Bonillo. Con ante-rioridad a los aos 60 se podan encontrar en lasrondas de adolescentes una mayor diversidad deinstrumentos como el requinto, huesera, violines,ocarinas, ctaras y almireces. Estas rondas que an-tao eran formadas nicamente por mozos hoy enda pueden ser mixtas o incluso exclusivamente fe-meninas sin existir apenas diferenciacin entre losinstrumentos tocados por uno u otro gnero. Lasrondas de mozos, con sus caractersticas particula-res, se solan prolongar poco ms que mientras s-te permaneciera soltero, es obvio que una vez queel objetivo principal se cumpla sta careca de fun-cin y se abandonaba el instrumento, aunque noson raros los casos de permanencia por aficin ex-trema. Estas rondallas tambin salan con la parti-cipacin de adultos en carnavales, mayos y rondasaguilanderas por pascuas incluyendo instrumentostpicos como turutas (mirlitones) y zambombas.

    Un carcter especial tena la ronda de quintos,que se constitua en una autentica prueba iniciti-ca, un rito de paso que tras ser superado por losmozos al dejar el pueblo por primera vez y abando-nar a los suyos durante una larga temporada parair al servicio militar, supona la transformacin enadultos, con lo que ello conllevaba (casarse, res-ponsabilidad, prestigio). Las quintas tenan va-rias levas y cada una tena su momento para salir ylucir sus instrumentos. En cuanto conocan el desti-no se echaban a la calle durante varios das conpauelos de colores sobre los hombros (Infantes) ycomenzaban con sus rondas en las que para ha-cerse notar y llamar la atencin predominaban ins-trumentos ms bien ruidosos tales como cencerrosde todos los tamaos, cascabeles, platillos con loscordones y madroos puestos por las madres o no-vias e incluso colleras de mulas con cascabelesgordos o campanillas. Con tales instrumentos sededicaban a pasear por las calles y casas de fami-liares, amigos y autoridades para recibir comida,bebida o pedir dinero. Estos mismos instrumentostenan un propsito de denuncia burlona cuando setaan en las puertas de la casa de parejas de mo-ral dudosa tales como viudos o ancianos. En estascencerrs se llegaban a incluir como instrumentoscacerolas, piedras y palos entrechocados. Las ron-das de quintos tambin llevaban a cabo otras acti-vidades que eran verdaderas pruebas rituales, co-mo la plant de la encina (Alcubillas) o robar carrosy llevarlos a los lugares ms insospechados.

    En la Torre de Juan Abad (5) hasta hace 60aos los quintos todava exhiban como trofeosgrandes bombos y panderetas que fabricaban conlos pellejos de los perros que ellos mismos caza-ban. Cuanto ms grande era el instrumento, msgrande era el animal matado y mayor el orgullo del

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  • msico. Esta curiosa costumbre guarda un claroparalelismo con ritos presentes en tribus africanas.Pero en estas y otras rondas (Albaladejo) no todoera ruido y escndalo, haba momentos en los queintentaban que siempre hubiera, y si no los contra-taban, instrumentos meldicos como bandurrias,lades o guitarras con las que acompaaban can-ciones de despedida en las casas de las novias yen las calles hasta el amanecer.

    Durante el largo tiempo que los mozos perma-necan en el servicio militar (que ha variado a lo lar-go de la historia) estos conocan a personas de di-ferentes orgenes y entraban en contacto con otrastradiciones convirtindose el cuartel y su entornoen un centro de transmisin y fusin cultural. A suregreso al pueblo llevaban cantares, coplillas, bai-les y tambin instrumentos de muy diversos luga-res, luego la consolidacin de varios factores (pres-tigio de la persona, entorno econmico, tiempo)eran los que decidan si estos llegaban a integrarseplenamente e.n la tradicin local (caracolas utiliza-das por los pastores), en slo momentos puntuales(una corneta usada en la vida castrense trada porun mozo de Alcubillas que durante muchos aos seutiliz en murgas de carnaval) o se qued en unafoto curiosa y anecdtica (microbanjo probable-mente llegado por la guerra de Cuba).

    A mediados de los aos 70 las rondas de quintosdel Campo de Montiel comenzaron a derivar engamberradas y comilonas, desvinculadas de cual-quier aspecto organolgico. Hoy en da, a pesar dehaber desaparecido el servicio militar obligatorio, en

    algunos pueblos se siguen juntando los quintos decada ao en la bsqueda de un rito de paso queconfirme su mayora de edad. Es por esta misma ra-zn por lo que casi todos los adolescentes de la co-marca con independencia del sexo pasan por algu-na ronda musical, con sus guitarras, lades, bandu-rrias y castauelas, ms all de sus inquietudes mu-sicales y sus habilidades como instrumentistas; es-tas se siguen formando hoy en da aunque sea unao dos veces al ao, perpetuando la tradicin y los ro-les de las personas y sus instrumentos.

    ADULTOS

    Llegada la edad adulta (periodo que puedetranscurrir entre los 20 y los 60 aos dependiendode la poca) las personas entraban en un puntoclave en su relacin con el instrumento. En un grannmero de casos dejaban de tocar, o al menos deforma pblica y continuada al poco del matrimonioo cuando llegaban los hijos pero si pasado estepunto seguan unidos a su instrumento prctica-mente se poda asegurar una relacin por el restode sus das. Pasada ya la edad de llamar la aten-cin, el adulto siente deleite, sin estar an exentode cierto orgullo, cuando ya sea en fiestas privadasde amigos y familiares o en bailes pblicos, tocaacompaando el cante y el baile de los suyos y sesabe una parte central del evento, sobre todo enpocas pasadas cuando la nica msica posibleera en directo.

    Durante la edad adulta, en la que ya haba unosrecursos econmicos ms amplios es normal queel msico se compre un instrumento nuevo, de ma-yor calidad o que incluso se decida por adquirirotros instrumentos ms caros y difciles de conse-guir como pueden ser el violn o el acorden.

    La madurez tambin era el momento en el quese formaban grupos y rondallas semiprofesionalesque aparte de mantener la tradicin tocando en lasfiestas de ciclo anual eran contratados en los bailesdel domingo y en el verm (cuando no estabanprohibidos). En los pueblos ms grandes, como In-fantes, en los que existan varias orquestas de estetipo se enzarzaban en rivalidades y competicionesque les llevaban a perseguir una perfeccin tcnicay de ejecucin en el instrumento por lo que todavason recordadas. Buscaban nuevos repertorios quefueran la ltima moda (pasodobles, mazurcas o pol-kas) y los adaptaban a los instrumentos existentes(ocarinas, bandurrias, hueseras). Del mismo mo-do, en una edad en las que la reputacin y la posi-cin social se cuidaban mucho y en unos aos(postguerra) en los que se intentaba escapar delatraso, se consideraba de prestigio entre los msi-cos el sustituir los antiguos instrumentos populares(flautas de caa, percusin tradicional y acordeonesdiatnicos) por otros ms modernos y civilizados

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  • (flautas traveseras de metal, saxofones, bateras yacordeones cromticos). Dentro de estos msicossemiprofesionales haba algunos que prcticamentepodan vivir de su instrumento entre los bailes en losque eran contratados y dando clases a los ms jve-nes. Estos eran los maestros que solan dirigir lasrondallas, afinaban los instrumentos, realizaban laspartituras o transcripciones en cifra de las cancionesnuevas y daban las entradas para empezar. Dentrodel mundo adulto encontramos tambin la figura delmultiinstrumentista, persona (que sola coincidircon el maestro) muy valorada socialmente que eracapaz de tocar casi todos los instrumentos de la ron-da (en Villanueva de los Infantes Jess Ordez oMariano el Cabrito).

    ANCIANOS

    En la vejez, periodo de la vida que actualmentese puede considerar entre los 65 aos y la muerte,aunque evoluciona al ritmo de la esperanza y la ca-lidad de vida, la relacin con el instrumento es unaconsecuencia de toda una vida y la suma de lasetapas anteriores. Por lo general aquellas personasque mantuvieron un contacto estrecho con el ins-trumento llegados a la edad adulta, siguen muy vin-culados a l mientras le acompaen las fuerzaspues para ellos es un smbolo de una vida, es unrecuerdo de su brillantez, y cuando lo tocan reme-moran las pocas de juventud, las noches de rondade sus tiempos mozos y por supuesto est el pla-cer intrnseco de hacer msica. Son muchos loscasos dentro de nuestra comarca en los que ancia-nos hasta unas semanas antes de su muerte toca-ban regularmente su instrumento bien en su hogaren solitario, en reuniones con sus antiguos compa-eros de rondalla o con ocasin de alguna otra queacuda por mayos a tocar a su casa. Era entoncescuando el abuelo no poda aguantar estar como unmero espectador, peda que le sacaran sus casta-uelas o su guitarra y empezaba a tocar con ellos.

    Tampoco faltan los casos inversos en los quehayamos personas que al jubilarse aprenden a to-car (o vuelven a coger) aquel instrumento que tantoles gustaba pero que por causas de trabajo y tiem-po no pudieron hacerlo. As, hay pueblos (La Torrede Juan Abad) donde principalmente por proble-mas de emigracin y desarraigo la mayor parte delos jvenes no han continuado la tradicin y las ni-cas rondallas que quedaron eran de ancianos queretoman su actividad musical. En estos ltimos 5aos que de nuevo se est despertando el interspor la tradicin no es raro ver codo con codo a j-venes y mayores en la misma rondalla.

    Por otro lado los ancianos cerraban el crculo dela vida cuando cumplan una funcin que la socie-dad contempornea de internet y las telecomunica-ciones les est negando: la de ensear a los ms j-

    venes la tradicin transmitindoles sus conocimien-tos adquiridos a su vez de sus mayores siguiendo elciclo generacin tras generacin. El primer recuerdoque guardan muchas personas del Campo de Mon-tiel sobre instrumentos est ligado a sus abuelos,con quienes aprendieron a construir carajillos, pitosy otros instrumentos infantiles o con los que podanpasar las veladas invernales escuchndoles tocar lazambomba y cantar aguilanderos y romances. De-safortunadamente, a comienzos del XXI, este hiloconductor de la tradicin se mantiene en muy pocasfamilias de la comarca como consecuencia de la de-sestructuracin del modelo familiar tocando muchosde los nios de hoy en da los instrumentos compra-dos en los bazares de todo a 1 .

    Por ltimo hay que sealar que los instrumentosmusicales ocupan un lugar importante en la rela-cin que mantienen los hombres con la muerte. Porun lado se puede destacar una utilizacin del ins-trumento como seal de luto y duelo ante la defun-cin de un ser querido. Esto pas, por comentar unejemplo, en Alcubillas en los aos 20 del pasado si-glo cuando Juan Manuel El Minero, uno de los l-timos tiplistas del lugar, tir el instrumento a la ba-sura en seal de duelo por la muerte de su madre.Otra forma parecida de duelo eligi un veteranoguitarrista en Infantes cuando al fallecer, ya ancia-no, un buen amigo y compaero de rondalla de to-da la vida enfund su guitarra y decidi no volverlaa sacar pues su uso, que siempre estuvo vinculadode una forma u otra a su compaero, le traa re-cuerdos demasiado dolorosos.

    Pero en el Campo de Montiel tambin encontra-mos varios casos bien diferentes en los que ni si-quiera la muerte puede separar a las personas desus instrumentos pues hay constancia de algunosancianos que tras toda una vida vinculada a la m-sica tradicional decidieron emprender su ltimo via-je junto a su instrumento dejando como ltima vo-luntad que ste fuera enterrado junto a ellos.

    NOTAS

    (1) La ubicacin y extensin del Campo de Montiel se puede

    definir desde los puntos de vista Geogrfico e Histrico. Por un

    lado el Campo de Montiel es una unidad geogrfica bien definida

    consistente en una altiplanicie al sur de la meseta manchega que

    comprende la parte sur oriental de la provincia de Ciudad Real y

    parte del sur occidente de la provincia de Albacete. Sus lmites

    geogrficos son al norte Argamasilla de Alba y la llanura manche-

    ga al sur Sierra Morena y el sistema Penibtico, al oeste el Campo

    de Calatrava y al este la Sierra de Alcaraz y la llanura manchega.

    La extensin es de 3.300 Km2 aproximadamente siendo su altitud

    media de 850 metros con una inclinacin hacia el este donde lle-

    ga a sobrepasar los 1.100 metros de altitud (El Ballestero).

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  • Desde el punto de vista histrico el Campo de Montiel se iden-

    tifica con el rea de la altiplanicie (y fuera de ella las poblaciones

    de Castellar de Santiago, Torrenueva y Membrilla) que controlara

    desde la Reconquista la Orden de Santiago siendo su centro admi-nistrativo y principal capital Montiel y a partir del S. XVI Villanuevade los Infantes. Sus dimensiones han variado en funcin de las dis-putas seculares que mantuvieron los dos ncleos ms pujantes depocas pasadas, Montiel y la ciudad de Realengo Alcaraz que ane-xionaron y desgajaron villas y pueblos, pero siempre manteniendoun centro y una unidad en torno de Montiel y Villanueva de los In-fantes. A pesar de la adaptacin de los partidos judiciales al mode-lo de provincias homogneas y autosuficientes de 1833 propuestopor Javier de Burgos la identificacin plena del partido de Infantesy el Campo de Montiel se consigue a travs de la pervivencia de laComunidad de Pastos del Campo de Montiel. Este desbarajuste queagrav la confusin entre reas polticas y geogrficas se mantieneen la actual configuracin de mancomunidades basadas ms en losintereses partidistas que en la coherencia geoadministrativa. Pararealizar este estudio no hemos incluido otros Campos de Montielque, bien por ignorancia o por razones polticotursticas, se hancreado recientemente en zonas de Albacete sin basarse en criteriosslidos, histricos o fisiogrficos.

    (2) CARO BAROJA, J. (1956b): A caza de Botargas, en Revis-ta de Dialectologa y Tradiciones Populares, XXI (34), CSIC, Ma-drid, pp. 273292.

    (3) JAMBRINA LEAL, A. (2003): La Figura del Msico en elContexto Actual de la Tradicin.

    (4) ECHEVARRA BRAVO, P. (1951): Cancionero MusicalManchego, CSIC, Madrid, p. 122.

    (5) ECHEVARRA BRAVO, P. (1951): Cancionero MusicalManchego, CSIC, Madrid, p. 124.

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  • EL SEORO DE MOLINA FERRERA: UN MEDIO DE SAL-VACIN EN LAS DONACIONES REALES (S. XI-XIV)

    A lo largo de la Edad Media, el hombre ha expe-rimentado la concienciacin de la realidad de lamuerte. Probablemente este fenmeno se acentua-ra por las constantes dificultades a las que tuvo quehacer frente una sociedad en transformacin. Lascatstrofes demogrficas producidas por las enfer-medades, las hambrunas, crisis econmicas, lacrueldad de las guerras y las luchas sociales, cam-bios polticos, marcaron decisivamente la mentali-dad de la sociedad, una nueva concepcin de afron-tar la vida y hacer frente a una muerte innegable.

    Al hablar de muerte, tenemos que hacerlo tam-bin de la religiosidad y de las formas de vida de lasociedad. La visin ante este hecho, ha ido evolu-cionando a lo largo de la historia. Forma parte de lahistoria social, una historia que integra aspectosapriorsticamente dispares, pero internamente co-hesionados: lo econmico, lo social, lo cultural, lamentalidad (1).

    En la presente exposicin, nuestro principal ob-jetivo ha sido el intento de aproximarnos a la men-talidad de una parte de la sociedad leonesa, la mo-narqua, analizando las donaciones pro anima rea-les de la Edad Media que configuran el seoro deMolina Ferrera (de Somoza), en la comarca de laMaragatera, como un paso ms para obtener lasalvacin del alma, una idea influida por las creen-cias del momento, la aproximacin de la muerte.

    I. CREENCIAS Y VISIONES DE LA MUERTE ENLA EDAD MEDIA

    Las actitudes ante la muerte han ido evolucio-nando a lo largo de la Historia. En un principio, lamuerte se tomaba con gran serenidad, era algo co-tidiano. La propia Iglesia predicaba que despus dela muerte se llegaba a la Gloria eterna, el Parasoque tanto menciona la Biblia.

    El moribundo se preparaba para recibirla pormedio de una serie de rituales y rodeado de susseres queridos, adoptando los medios necesariospara ponerse a la disposicin de Dios.

    La idea de la muerte es una de las constantespreocupaciones del hombre medieval. La sociedadde la Edad Media estaba fuertemente sacralizada,muy impregnada del sentimiento religioso.

    La Iglesia recomendaba no esperar a los lti-mos momentos de la vida terrenal para prepararsepara el buen morir, que equivale en la mentalidadmedieval el poner en orden los asuntos temporalesy espirituales, y obtener garantas para la salvacindel alma. Previamente es necesario los sacramen-tos correspondientes como cristiano, realizar testa-mento y buenas obras que contribuyan cuando lle-gue el momento, para que la balanza se incline asu favor: donaciones a instituciones religiosas y be-nficas, ayudas de misericordia a pobres, hurfa-nos, misas aniversarios, ofrendas, etc., a cambiode una ayuda espiritual.

    La certeza de que va a llegar y la incertidumbrede cuando ser la hora, la creencia en un ms all,los destinos del cielo para los justos y el infiernopara los condenados, hace que la sociedad medie-val tome conciencia y provoca una reaccin dearrepentimiento y la esperanza de poder purificarsu alma mediante legados piadosos.

    El fin del mundo

    La sociedad de estos siglos mezclaba sus valo-res religiosos con la vulnerabilidad de las contin-gencias existentes, dando como resultado a talessensaciones. El terror causado por la crisis generalunido a las catstrofes y las acciones predicadorasde hombres impulsivos y temperamentales sobreun pueblo creyente, creaban una visin apocalpti-ca como respuesta a todo ello (2).

    El antecedente del fin del mundo vena marcadopor la unin de desastres religiosos y polticos concatstrofes, castigo de la Divinidad ante la corrup-cin del mundo, una justificacin muy aceptada an-te las crisis.

    Con la llegada del ao 1000, se esperaba elApocalipsis. Ejemplo de ello es el Beato de Liba-na ya en el siglo VIII o el Apocalipsis de San Juanque predicaba el fin del mundo y la llegada del Jui-cio Final:

    Ms al cabo de los 1000 aos ser sueltoSatans de su prisin, y saldr y engaar a lasnaciones que hay sobre los cuatro ngulos delmundo (3).

    En el siglo XII. Gonzalo de Berceo retoma la vi-sin apocalptica y escribe De los signos que apa-

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    Leonor Bermejo Criado

  • recern antes del Juicio, menciona los tpicos apo-calpticos y critica el desorden de los estados.

    La buena muerte y la mala muerte

    El cristiano en la Edad Media consideraba diver-sas tipos de muerte: la muerte primera que era lamuerte fsica, del cuerpo; la muerte segunda odel alma provocada por el pecado; y la tertia mor-tis, la condenacin eterna del alma, la ms gravede todas.

    La Iglesia contribuy a difundir la idea de quelas personas se deban preparar para tener unabuena muerte.

    La muerte ritualizada que la Iglesia difunda co-mo modelo oficial, la muerte del buen cristiano,donde el sacerdote o confesor acompaaban almoribundo, y su fe catlica le preludia una vidaeterna. Frente a la subitanea mors, violenta, acci-dental, sbita y del suicida, que llega sin que elhombre est preparado, en la que no haba el auxi-lio espiritual, y hace que el muerto no se integrebien en su nueva vida, y la infamia social caiga so-bre el linaje: la muerte sin confesin, sin sepultura,sin la ordenacin de las mandas, en fin, la malamuerte sin posibilidad de la preparacin necesa-ria, que se convertira en una obsesin y en uno delos temas de la espiritualidad cristiana, la muerterepentina (4).

    Pero qu preparacin exige el bien morir, labuena muerte? La muerte del cristiano implicaba larecepcin de los sacramentos, que como E. Mitreexpresa era la voluntad soberana de Cristo yconstituan por s mismos la fuente de gracia (...).La penitencia supona la restauracin de una rela-cin con Cristo que se haba turbado a causa delos pecados (...), la indulgencia como perdn delas penas temporales que se cumplan en la tierra oen el purgatorio (5).

    Una vez recibidos los sacramentos, deba dehaber realizado un testamento, o un codicilo postr-mera voluntad, a travs de l uno se poda reconci-liar con Dios y los suyos por medio de las clusulasque en l aparecan. Se reparaba todo dao mate-rial y espiritual.

    Se predicaba que las plegarias aliviaban las pe-nas, las indulgencias beneficiaban a las almas por-que Dios aprobaba la intencionalidad que ponanlos hombres en cada uno de sus actos y as los vi-vos podan compensar la negligencia cometida porlos difuntos. Las indulgencias ayudaban a los exco-mulgados porque sus pecados podan ser menoreso porque los prelados que les castigaron, actuaroncautamente, suponan el perdn temporal, las in-dulgencias plenarias se concedieron por las cruza-das y con las peregrinaciones.

    Las ofrendas, oraciones y salmos de los vivosayudaban a las almas de los muertos porque Cristoescucha siempre lo demandado, todas las buenasobras servan para ayudar a los difuntos. As adqui-rieron importancia las fiestas de Todos los Santos yla de los Fieles difuntos.

    Las postrimeras

    Los sucesos que acaecern al acabar la vidadel hombre se determinaban mediante un Juiciopara recibir el premio o castigo que ha merecidocada uno en aquella vida, si es el Cielo o el Infier-no. La vida temporal del hombre acababa con lamuerte, despus de ella era Dios quin determina-ba el destino mediante un juicio.

    El Juicio es el examen que Dios hace de la vidadel hombre y la sentencia que le sigue. Pero puedeclasificarse en un juicio individual, el particular decada hombre, y el universal, para todos los hom-bres y tendr lugar en el fin del mundo, que confir-mar el destino final del alma (6).

    Las narraciones sobre los viajes al Ms All seremontan a orgenes de poca romana, que a tra-vs de la hagiografa se mantuvo durante toda laEdad Media.

    Relatos sobre el tema aparecen frecuentementeen los Beatos y sus comentarios sobre el Apocalip-sis, el Liber Sancti Jacobi, en las Cantigas de SantaMara de Alfonso X el Sabio, en el Liber de miracu-lis Sancti Isidori de Lucas de Tuy o en los Milagros yen el Poema de Santa Oria de Gonzalo de Berceo.

    Segn los textos bblicos y la religin catlica, elCielo es eterno, para los justos. Su razn est enlos que murieron en paz con Dios, despus de mo-rir continuarn con l. Es conocido como la vidaeterna, el reino de Dios o de los Cielos, la Patria ce-lestial, la Jerusaln celeste, un Paraso idlico (7).

    San Agustn en su De Civitatis Dei, el Cielo es lamorada de los fieles que reinarn eternamente conDios. En un principio forma parte del Universo dondeslo puede estar Dios, pero tambin es la patria don-de acuden los justos segn la voluntad Divina, es pa-ra el cristiano el Paraso, la unin total con Dios.

    En la Edad Media, a travs del Libro de Alexan-der (12251230?), sabemos que el Infierno pare-ce como un lugar oscuro, cubierto de humo, dondelos condenados sufren fro y calor, y las serpientesles atormentan con sus mordiscos, all van a pararmalos clrigos, homicidas, prostitutas, infanticidas,sacrlegos, jugadores, etc. Es el castigo del peca-do, y es eterno para el que peca mortalmente y sesepara de Dios. Sus penas son varias, el dao, laprivacin de Dios y de todos los bienes sobrenatu-

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  • rales del Cielo, la pena del sentido por los tormen-tos, y el fuego eterno.

    En este contexto ideolgico el testamento y lasdonaciones juegan un papel importante, se podradenominar, segn P. Aris, seguridades para elMs All (8).

    La prctica testamentaria se generaliza a finalesdel S. XII; su funcin principal era ordenar el desa-juste que produce la muerte de una persona en elseno familiar y social, con el fin de evitar posiblesproblemas en el futuro y velar por la estabilidad fa-miliar. Mientras tanto, las donaciones, permutas ycompraventas fueron el medio de obtener benefi-cios espirituales.

    Una de las fuentes que aportan una informacinvaliosa para conocer las actitudes ante la muerte,son los testamentos o las ltimas voluntades. Sinembargo, otras fuentes que tambin contribuyen aeste estudio son las donaciones, y en este casoconcreto, las donaciones pro anima.

    En lneas generales, los legados pos, as comolas limosnas y obras de caridad, representan unmedio adecuado para asegurarse la salvacin delalma. Los beneficiados de dichas obras suelen serprincipalmente la Iglesia (parroquias, monasterios),aunque tambin hospitales, enfermos, pobres, endefinitiva, los ms cercanos a Dios.

    II. LA IGLESIA Y EL PRESTIGIO EPISCOPAL

    La Iglesia tiene un gran peso en el espritu delhombre medieval (9). En efecto, marcaba las pau-tas de la vida espiritual cristiana. Las ordenanzas,constituciones y snodos de la dicesis de Len ce-lebrados regulaban tanto la vida religiosa de losclrigos como la de los laicos.

    La preocupacin por la vida espiritual y material,el culto divino y las visitas pastorales de los obisposimplicaba la elaboracin de cnones que marcaranlas pautas que los clrigos se vieran obligados aseguir. Su expresin ms clara son los snodos ce-lebrados en la ciudad de Len, sus constitucionesconciernen a las obligaciones, la cultura, los benefi-cios, los ingresos, la inmunidad y libertad, y las visi-tas pastorales, as como la administracin de sacra-mentos y otros aspectos que marca la comunidadeclesistica, pero tambin la formacin religiosa delpueblo, la obligacin cristiana. Se intenta formar aun clero que sea capaz de transmitir el sentimientoreligioso al pueblo, desde su parroquia.

    Se encargaba de la formacin cristiana del pue-blo por medio de la difusin de la fe y la enseanza.Su principal medio era la predicacin, basada encomentarios al Apocalipsis como los del Beato deLibana, himnarios, pasiones, las Etimologas de

    San Isidoro de Sevilla o los Morales de San Grego-rio, libros litrgicos o tratados de confesiones.

    Administraba los sacramentos que marcaban lavida del cristiano: el bautismo, la penitencia, la eu-carista, el matrimonio y la uncin de los enfermos.Al mismo tiempo que difunda las creencias enDios, la Virgen y todos los Santos de la Corte Ce-lestial, el respeto a la muerte, la salvacin del almao la condenacin eterna.

    Constituyeron cofradas y hospitales, un ejem-plo de ayuda y socorro a la sociedad ms necesita-ba. Promocionaban el culto, asistan a los pobres yenfermos, encargndose de ellos incluso despusde su muerte.

    La incertidumbre de la hora de la muerte, laaceptacin del Juicio Divino, los destinos del Cieloy el Infierno, y la posibilidad de la salvacin del al-ma a travs de las buenas obras y el perdn de lospecados, haca que se extendiera la creencia deque haba que estar preparado para ese momento,el final de la vida terrenal.

    La Iglesia segua siendo la mediadora entreDios y el hombre en la Tierra. Los cristianos podanapelar a los intercesores celestes (Virgen, Santos)y al resto de los mortales, por medio de oraciones,plegarias, misas, los sacramentos, as como pormedio de testamentos y donaciones.

    En lneas generales, por medio de buenas obrasvoluntarias, que beneficiaban a la propia Iglesia,debido a que las donaciones iban a parar a manosde la Iglesia, la ms cercana a Dios, para que secelebraran oraciones y otros actos espirituales, ascomo la regulacin de la sepultura, capellanas ydems sufragios.

    El estatus social que adquiri fue tal que la Igle-sia, en este caso, el obispado leons, ocup unpuesto en los estamentos privilegiados. El cabildo,como cada miembro se vieron beneficiados por lasdonaciones, compraventas, privilegios, testamentosy ltimas voluntades otorgadas por los reyes, la no-bleza, seores, eclesisticos, y el propio pueblo (10).

    El prestigio episcopal fue el mismo que cual-quier otro seoro: el obispo y el cabildo podan co-brar rentas como el diezmo, tenan jurisdiccin so-bre determinados legos y un nmero elevado dederechos como inmunidad eclesistica y eximicinde impuestos en sus propiedades.

    Prueba de ese poder se ve reflejado en la con-cesin de exencin de impuestos, de maera ynuncio, a los vasallos del seoro de Molinaferreray Chana por el obispo legionense don Juan:

    Ego Iohannes, Dei gratia Legionensis eccle-sie episcopus () facio cartam boni moris uobishominibus / morantibus in Molina Ferrera, et in

    51

  • Xana, et omnibus qui post uos ibi moraturi sunt,uidelicet ut non detis amplius neque maneriam,neque muncium (11).

    En la carta de confirmacin de privilegios deFernando II al obispo Manrique y a la iglesia deSanta Mara de Len, de dicho seoro con su igle-sia de San Julin, exime de todo tributo real a la vi-lla, con sus hombres, acotndola y acogindola ba-jo su proteccin:

    Eapropter ego rex donnus Fernandus, ()libero et quieto Deo et ecclesie Sancte Marie /Legionensi, et uobis, dilecto meo Manrico, (...)et omnium uestrum successoribus Molinam Fe-rrariam cum sua ecclesia Sancti Iuliani, cumomnibus suis hominibus qui ibi sunt et erunt, etcum certeris pertinencias suis et directuris, abomni / uoce regis et potestate, uidelicet de pec-to, petito, fossato, fossataria, de rauso et homi-cidio, et de tota faciendaria () omnes defensain custodia mea de cetero posita sit (12).

    Esta exencin fue confirmada por los reyes suce-sores como era costumbre. Cuando el nuevo reyejerce como tal, al principio de su reinado, confirmatodos los privilegios, franquezas, libertades, gracias,donaciones, sentencias, usos y costumbres que elobispo, den y cabildo de la Santa Iglesia de Lentenan por concesin de los reyes predecesores.

    As aparece constatado en las donaciones pos-teriores de los reyes. En 1255 Alfonso X confirma ala iglesia legionense el privilegio (13), y en 1286Sancho IV (14). En 1302 Fernando IV, que confir-man el privilegio anterior sin aadir nada nuevo:

    Don Fernando por la gracia de Dios rey deCastiella, de Leon () a todos los cogedores esobrecogedores e arrendadores e recabda/do-res e pesquisidores de los servicos e de todoslos otros pechos e pedidos que me ovieren adar daqui adelante en / la sacada de Astorga,salud e gracia. Sepades que don Gonalo obis-po de Leon me dixo de commo el ha privile/giode los reyes onde yo vendo de commo los susvasallos de Molina Ferrera son quitos e escusa-dos de / todos los pechos, et pediomo mercetque selo mandasse confirmar e tener e guardarEt yo por / facer bien () confirmole el privilegioque el ha de los reys onde yo vengo de commolos sus vasallos de Molyna Ferrera / son quitose escusados de todos los pechos (15).

    Sus sucesores como Juan I tambin confirm elprivilegio de exencin a Molinaferrera (16), comohizo Juan II confirmando los privilegios de Fernan-do IV en 1420 (17).

    En estas donaciones se hace referencia al moti-vo de la concesin, en este caso, espiritual; se ha-ce para rogar a Dios por el alma de los reyes, la vi-

    da y salud del nuevo rey, y por el alma de los pa-dres, como analizaremos ms adelante.

    Obispo y cabildo gozaron de grandes propieda-des como casas, molinos, tierras, bodegas, y un sinfin de heredades que lograron equiparar a la Iglesiacon cualquier otro seor feudal.

    El seoro de Molina Ferrera form parte de lacorona leonesa. Por documentos antiguos, sabe-mos que Alfonso VI posey estas tierras bajo laconfiguracin jurdica de un realengo normal, geo-grfica y polticamente protegido por las segurida-des del coto (18). Fue sin duda alguna, constanteobjeto de donacin real, y por otra parte, de con-frontacin entre los obispados de Astorga y Len.

    III. DONACIONES REALES: EL SEORO DE MOLI-NA FERRERA COMO MEDIO PARA LA SALVACIN

    A lo largo de toda la Edad Media, los reyes fue-ron los principales benefactores de la Iglesia. Lamonarqua a pesar de poseer un estatus superioral de los dems hombres, busca el mismo fin, lasalvacin, para ello tambin recurre a donaciones.La nica diferencia reside en su base econmica,que le permite un mayor nmero de legados. Losmedios son las donaciones, privilegios y confirma-ciones, exenciones, compraventas y permutas, en-tre otros.

    El otorgante de la donacin se ve motivado porun sentimiento a veces religioso, por devocin auna imagen, una iglesia, en este caso la iglesia deSanta Mara de Len, para su mantenimiento o re-paraciones; oraciones por los difuntos, por el do-nante o por los familiares. Otros motivos como larecompensa de los servicios prestados, salvar lasdeudas o borrar antiguos actos desfavorables.

    Los reyes buscan apoyo del pueblo, de los ecle-sisticos y del propio obispo para que les dediquenoraciones, por ellos y por el buen servicio a Dios yla salvacin en la otra vida. Toda la sociedad contri-bua a la Iglesia para que en sus oraciones y misasse acordaran de ellos. En la Edad Media la fe esta-ba muy arraigada, y para salvar las deudas, elhombre medieval contaba con el valor expiatorio dela oracin.

    El propio miedo a la condenacin queda refleja-do en las clusulas de maldicin, en las que se avi-sa que todo el que vaya en contra de la donacinrecibir como castigo la maldicin, la excomunin,incluso la ira de Dios. En la Permuta de la reinaUrraca se especifica:

    Si forte ego uel aliquis es progenie mea uelsuccesssoribus meis uobis istam uillam inquie-tauerit () quicumque fuerit sit / maledictus etexconmunicatus, et a regno Dei depositus, et

    52

  • cum Iuda proditore et cum dampnatis homini-bus, sine spe recuperationnis dampnetur (19).

    Las donaciones pro anima son mandas piado-sas que aportan un beneficio econmico a la Igle-sia, y permiten la tranquilidad de conciencia del rey,una ayuda para la vida eterna ante el temor de lacondenacin eterna. Hacen referencia a que laconcesin se hace por el alma del propio donan-te, de la de sus padres, antepasados y sucesores.

    Fernando II confirma en remedio de su alma y lade sus padres ob remedium anime mee et paren-tum / meorum el privilegio de exencin de tributossobre la villa de Molina Ferrera y a su iglesia deSan Julin, al obispo de Len, D. Diego (20).

    Posteriormente, Alfonso IX confirma el mismoprivilegio en remedio de su alma y la de sus padresy abuelos ob remedium anime mee et animarumpatris mei et auorum meorum (21). Los reyes su-cesores confirman dicho privilegio de la misma for-ma que fueron dados por los otros monarcas.

    Las oraciones y plegarias implicaban ciertosbienes econmicos a la comunidad eclesisticaque las llevaba a cabo. El nmero de sufragios ymisas dependan de la economa del benefactor.Contribuan a la salvacin del alma, disminuyendolas penas, poder redimirse y llegar antes al Para-so. Los sufragios adems de por el difunto, podanser por el alma de seres queridos, personas bene-factoras, amigos, con la condicin de que rogaranpor su alma.

    La capellana era un medio ms para obteneroraciones por el alma. Exiga una renta para que elclrigo que ejerce de capelln realice los oficiosencargados por el fundador. Parta de la existenciade un medio fsico, la capilla, donde se ejercan losservicios costeados, durante un perodo de tiempovariable, que poda ser perpetuamente (22). De-pendiendo de la economa del fundador, se decidael tiempo y el nmero de ceremonias, e incluso suimportancia.

    En 1256, Alfonso X concede al obispo de Len,quinientos maravedes a perpetuidad asignados enla renta de determinadas villas, entre ellas en laSomoza, a cambio del establecimiento de un cape-lln perpetuo que ruegue por su alma y la de suspadres en tal manera que establezca un / capellanpor siempre que rruegue a Dios por mi e cante porlas almas del muy noble rrey don Fferrando, miopadre, e de la noble rreyna donna Beatriz, mi ma-dre (23).

    La dotacin econmica poda ser en metlico,aunque el dinero suele suplirse por la concesin deuna serie de rentas, de fincas e incluso en especie.

    Alfonso XI confirma la concesin al obispo deLen, segn el privilegio del rey Alfonso X, su bisa-

    buelo, por el cual conceda quinientos maravedesde las martiniegas de Boada, Villacarraln y Val-madrigal y de las villas que tena en el alfoz de Va-lencia y de Mansilla, en el Pramo y en la Somoza;destinados para dotar la capellana perpetua y lasprocesiones de Santiago y San Clemente en la ca-tedral de Len (24).

    Pero por otra parte pueden hacer referencia aque el motivo se debe por los servicios prestadosdel beneficiado.

    Fernando II exime a los moradores de Molinafe-rrera de toda voz y potestad reales, prohibiendo atodo funcionario quebrantar el privilegio, especifi-cando que la donacin se hace por los serviciosprestados por el obispo et pro seruicio quod michifecistis, et pro maiori et digniori quod Deo in ea-dem ecclesia iugiter exibetis al propio rey. Coinci-diendo con la ampliacin de la iglesia de Santa Ma-ra de Len per scriptum imperpetuum ualiturum,libero et quieto Deo et ecclesie Sancte Marie / Le-gionensi, et uobis, dilecto meo Manrico (25).

    Alfonso IX dona a la iglesia de Len y a su obis-po, don Manrique Hoc autem uobis concedo etecclesie / Legionis, ob remedium anime mee etanimarum patris mei et auorum meorum, et prograto obsequio quod michi sepe in meis necessita-tibus deuote benigne et fideliter exhibuistis (26).

    A ruego del obispo de Len, D. Gonzalo, Fernan-do IV confirma el privilegio de exencin de tributosreales, por Et yo por / facer bien e mercet al obis-po e por mucho servicio que me fizo e faz (27).

    Por sabor que he de ffazer bien et mercet laiglesia de Len e por onrra de don don MartnFfernndez, mio criado, que me fizzo mucho se-ruicio, que es obispo desse mismo logar, con-cede Alfonso X al obispo legionense (28).

    La naturaleza de los bienes donados era de di-ferente ndole, a veces aparecen especificados yotras veces se alude de forma general. Vias, laga-res, molinos, tierras, heredades, casas, castillos opalacios, iglesias, seoros, etc. Sus beneficiariosprincipales solan ser el obispo y la Iglesia, en estecaso concreto se refiere al obispo de Len y a San-ta Mara de Len.

    En nuestro caso, el objeto de la donacin en losdocumentos estudiados se refiere al seoro deMolina Ferrera (en Somoza) con su iglesia de SanJulin Molinam Ferrariam cum sua ecclesia SanctiIuliani, cum omnibus suis hominibus qui ibi sunt eterunt, delimitando sus trminos terminos suos,scilicet per aquam de las Uazinas, per Forgiam deGalamir, per fossam de la Franca, per al foium deParadiso, per aluaelum de Pobladura (29).

    A principios del S. XII tenemos referencias delseoro de Molina. Aparece en la relacin de las

    53

  • propiedades de la iglesia de Astorga y del obispoArias In Era MLXV. Tempore Regis Domini Ade-fonsi prolis Veremundi Regis Divino () foris Comi-tato Molina (30).

    Sabemos de la existencia de que contaba conun castillo, que fue donado por el rey Alfonso IX enpeticin del obispo legionense don Manrique, a laiglesia de Santa Mara de Len en el ao 1198, de-nominndolo illud castellum meum de Somocis,quod Ferraria dicitur (31).

    Su ubicacin se encontraba en un cerro de1282 metros de altitud denominado actualmenteCerro del Castro, que se levanta al sudoeste delpueblo de Molinaferrera () entre los arroyos de LaGarganta y el Cabrito (32).

    La iglesia parroquial, aparece en los documentosbajo el patrocinio de San Julin casado con SantaBasilisa, martirizados en Antioqua en el S. IV, bajoel reinado de Diocleciano como Molinam Ferra-riam cum sua ecclesia Sancti Iuliani (33).

    La villa de Molinaferrera pas de ser un seorode realengo a quedar en manos eclesisticas a tra-vs de las donaciones reales. En enero de 1123, lareina Urraca y don Diego, obispo de Len, permu-tan el coto realengo de Molina Ferrera, y que entre-ga la reina al obispo, a cambio de una villa de Capi-llas y de 400 sueldos (34). En los sucesivos privile-gios reales estudiados marcan de este modo suconfiguracin.

    El Seoro de Molinaferrera, de naturalezaeclesistica, constituido por un coto de bien ce-rrado y delimitado, protegido geogrficamenteal Medioda por la sierra y Pico del Teleno ap-to tanto para la guerra y la caza como para laganadera y pesca (35).

    No podemos saber cual el era el verdadero valordel seoro de Molina, sin embargo, sabemos porlas fuentes, que las obispalas de Astorga y Lenmantuvieron una lucha por el seoro y su iglesia.Sin duda la posesin leonesa del seoro ms cer-cano a la dicesis de Astorga que a la dicesis deLen, creaba una situacin violenta, de continuasusurpaciones por ambos bandos, que provoc la in-tervencin del propio Papa.

    En 1162 la intervencin del Papa Alejandro III(36); en 1190 Clemente III (37) a favor de la iglesiade Len, y posteriormente, en 1206, la bula de Ino-cencio III en favor del obispo de Len (38).

    En definitiva, donaciones y privilegios realesque, de alguna forma podramos comparar con lasmandas piadosas, fin es el mismo, la cesin de unbien, el seoro de Molina Ferrera, a una institucinreligiosa, la iglesia de Len, a cambio de oracionespor el alma, un sufragio para interceder a Dios y lo-grar la vida eterna en el Reino de los Cielos.

    IV. CONCLUSIONES

    A lo largo de esta aproximacin a la actitud dela monarqua para buscar la salvacin del alma entiempos de la Edad Media, hemos podido observarcomo la sociedad estaba acondicionada por la pre-dicacin del modelo de la Iglesia.

    Ante las mentalidades, la Iglesia intent difundir elmodelo de la muerte del buen cristiano, marcado porla incertidumbre de la hora de la muerte, el miedo a lacondenacin eterna. La salvacin no era totalmentesegura, pero se poda interceder por ella, a travs deltestamento por medio de los intercesores celestialesy familiares en la agona; con la mortaja, la sepultura,las mandas, los sufragios, las capellanas, etc.

    Las donaciones se pueden considerar de estamanera como una de las fuentes documentales im-portantes para el estudio del comportamiento espi-ritual y religioso del hombre medieval. Estn carga-dos de datos significativos como la causa que hallevado a la donacin, como el buen servicio aDios, la adoracin a una determinada iglesia, proanima mea, o por los servicios prestados por loseclesisticos.

    Un medio ms para purificar la salud espiritual ylograr la salvacin. Es una accin que representauna mentalidad uniforme para todas las clases so-ciales de la Edad Media, solamente la desigualdadde la distribucin de la riqueza marca la diferenciaentre los miembros de los estamentos de la pirmi-de social, privilegiados y el pueblo.

    La monarqua a travs de sus donaciones proanima buscaban un apoyo espiritual por su alma atravs de las oraciones, y por otro lado, contribuye-ron a aumentar el poder de la Iglesia que pudoequipararse a los grandes seores, al ser los bene-ficiados de las donaciones.

    El seoro de Molina Ferrera junto a su iglesiade San Julin, fue un bien constante en las conce-siones reales al obispo de Len y la iglesia de San-ta Mara. Sus vasallos quedaron a expensas delpodero eclesistico legionense y sus vasallos go-zaron de exenciones de los impuestos reales.

    No sabemos cul fue su verdadero valor comoseoro, pero supuso un constante enfrentamientodentro de la propia Iglesia, los obispos de Astorgay Len tuvieron disputas por obtener su control,con la intervencin de los propios Papas.

    Sin embargo, podemos comprobar a travs delas donaciones reales, que el seoro de MolinaFerrera fue un medio para obtener servicios espiri-tuales y poder hacer frente a las postrimeras des-pus de la muerte: la condenacin o la salvacin.Su fin fueron las plegarias por el alma del propiomonarca, la de sus antepasados y sus sucesores,un camino a la vida eterna.

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  • NOTAS

    (1) VILAR, P.: Iniciacin al vocabulario del anlisis histrico,Ed. Crtica, Barcelona, 1981, pp. 4148.

    (2) MITRE, E.: La Iglesia en la Edad Media, Ed. Sntesis, Ma-drid, 2003, p. 76 y ss.

    (3) Ap. 20, 78.

    (4) ARIES, P.: El hombre ante la muerte, Ed. Taurus, Madrid,1983, pp. 1719.

    (5) MITRE, E.: Historia de la Edad Media en Occidente, Ed.Ctedra, Madrid, 1995, p. 221.

    (6) MITRE, E.: La Iglesia en la Edad Media. Ob. Cit., p. 170 y ss.

    (7) GUIANCE, A: Los discursos sobre la muerte en la CastillaMedieval (siglos VIIXV), Junta de Castilla y Len, Consejera deEducacin y Cultura, 1998, p.168. Estos conceptos sobre el Para-so aparecen en el Nuevo Testamento, Apocalipsis, 21: La Jerusa-ln celeste.

    (8) ARIES, P.: El hombre ante la muerte, Ob. Cit., p. 123 y ss.

    (9) CARL, M.C.: La Sociedad Castellana del s. XV. La Inser-cin de la Iglesia, en AEM., T. XV, Barcelona: CSIC, 1985, pp.367414.

    (10) SNCHEZ, J.: Las dicesis del reino de Len: siglos XIVy XV, en Fuentes y Estudios de Historia Leonesa, N 20, Len,1978, p 73 y ss.

    (11) ACL. A. N 1401. Carta boni moris del obispo legionense,don. Juan (1153). En 1141, Molinaferrera haba recibido un fueropor el cabildo catedralicio legionense (ACL. A. N 1394).

    (12) ACL. A. N 1056. Priv. rodado de Fernando II (1183).

    (13) ACL. A. N 1096. Priv. de Alfonso X (1255).

    (14) ACL. A. N 1103. Priv. de Sancho IV (1286).

    (15) ACL. A. N 1165. Priv. de Fernando IV (1302).

    (16) ACL. B. N 771. Priv. de Juan I (1379).

    (17) ACL. B. N 6296. Priv. de Juan II (1420) que confirma losprivilegios de Fernando IV (1304 y 1307).

    (18) RODRGUEZ, J.: El Seoro de Molina Ferrera (de Somo-za): su configuracin histrica y primeras vicisitudes, en Archi-vos Leoneses, T. XI, N 22, Len, 1957, pp. 5376.

    (19) ACL. A. N 1013. Copia Testamentum de Molina Ferrera[s. XII] (1123).

    (20) ACL. A. N 1056. Priv. rodado de Fernando II (1183).

    (21) ACL. A. N 1074. Priv. rodado de Alfonso IX (1198).

    (22) CARL, M.C.: La Sociedad Castellana del s. XV, Ob.Cit., p. 377.

    (23) ACL. A. N 1101. Priv. rodado de Alfonso X (1256).

    (24) CCL. N 2961. Priv. de Alfonso XI (1328).

    (25) ACL. A. N 1056. Priv. de Fernando II (1183).

    (26) ACL. A. N 1074. Priv. rodado de Alfonso IX (1198).

    (27) ACL. A. N 1165. Priv. de Fernando IV (1302).

    (28) ACL. A. N 1096. Priv. rodado de Alfonso X (1255).

    (29) ACL. A. N 1056. Priv. rodado de Fernando II (1183).

    (30) AHN, ms. 1195b, ff. 7273. Relacin de Propiedades de

    la iglesia de Astorga.

    (31) ACL. A. N 1074. Priv. de Alfonso IX (1198).

    (32) BLANCO ALONSO, R.: La Somoza de Astorga. T. III. Ob.

    Cit., pp.3536.

    (33) ACL. A. N 1056. Priv. de Fernando II (1183).

    (34) ACL. B. N 1013. Permuta de doa Urraca (1123).

    (35) BLANCO ALONSO, R.: La Somoza de Astorga, T. III, Ma-

    drid, 2005, p. 24.

    (36) B. AHN., ms. 1195B, ff. 2022v y 372373.

    (37) ACL. A. N 1282. Poder papal de Clemente III (1190).

    (38) ACL. A. N 6323. Litterae executoriae de Inocencio III

    (1206).

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    Len, 1978.

    55

  • VILAR, P.: Iniciacin al vocabulario del anlisis histrico, Ed. Cr-tica, Barcelona, 1981.

    Para las citas bblicas, es necesario consultar el Apocalipsis delNuevo Testamento.

    SIGLAS

    ACL. = Archivo de la Catedral de Len.

    AEM. = Anuario de Estudios Medievales.

    AHN. = Archivo Histrico Nacional.

    C.C.L. = Coleccin documental de la Catedral de Len.

    Cd. = Cdice.

    Ed. = Editado por.

    f. / ff. = Folio / Folios.

    ms.= Manuscrito.

    N = Nmero.

    Ob. Cit. = Obra Citada.

    p. / pp. = Pgina / Pginas.

    Priv. = Privilegio.

    ss. = Siguientes.

    T. = Tomo

    v. = Vuelto

    APNDICE DOCUMENTAL

    1027: Relacin de las propiedades de la iglesia de Astorga rea-lizada en el reinado de Alfonso V, siendo obispo de Astorga Arias(AHN, ms. 1195b, ff. 7273. Lo data en 1024).

    1123, enero 22: La reina Urraca y don Diego, obispo de Len,permutan el coto realengo de Molina Ferrera, tal como la heredde su padre, describindose sus trminos limtrofes, y que entregala reina al obispo, a cambio de una villa de Capillas y de 400sueldos (ACL. B. N 1013. Copia. En el dorso: Testamentum deMolina Ferrera [S. XII]).

    1141, enero, 21: Fuero concedido a los habitantes de MolinaFerrera por el cabildo catedralicio legionense (ACL. A. N 1394)

    1153, abril, 23: El obispo de Len, D. Juan, concede a sus va-sallos de Molinaferrera y Chana los privilegios de maera y nun-cio, con consentimiento de los cannigos de la iglesia de SantaMara. Recibe en robra 60 sueldos mergulienses (ACL. A N 1401.En el dorso: De Molina Ferrera)

    1162, mayo, 10. Tous: Bula del Papa Alejandro III por la queconfirma al obispo e iglesia de Astorga su derecho a todas las igle-sias, monasterios y donaciones que hubiesen obtenido de la potes-tad pontificia, de la largueza de los prncipes y de la piedad de losfieles, enumerndolas por su propio nombre, incluyendo a la igle-sia de Molinaferrera junto con las de otros pueblos de la zona (B.

    AHN., ms. 1195B, ff. 2022v y 372373) (BLANCO ALONSO; R.:La Somoza de Astorga, T. III, (2005), Doc. N 4, Apndice de Do-cumentos medievales).

    1183, julio, 31. Len: Fernando II, en unin de su hijo, el reyAlfonso, confirma, en remedio de su alma, de la de sus padres ypro seruicio quod michi fecistis, a don Manrique, obispo, a sussucesores y a la iglesia de Santa Mara, de Len, y su cabildo, laexencin de todo tributo sobre la villa de Molina Ferrera, con suiglesia de San Julin y sus hombres, y que su abuela, doa Urra-ca, haba donado a don Diego, obispo de Len, acotndola y aco-gindola bajo su proteccin (ACL. A. N 1056. Privilegio rodado).

    1190, abril, 22. Letrn: El Papa Clemente III da poder a losabades de San Claudio, Sandoval y Trianos, para que devuelvanal obispo legionense la iglesia de Molinaferrera que haba usurpa-do el obispo Fernando de Astorga, una vez que esclarezcan laverdad del asunto (ACL. A. N 1282).

    1198, agosto, 7. Zamora: Alfonso IX, en remedio de su alma yde las de sus padres y abuelos, dona a la iglesia de Len y a suobispo, don Manrique, pro grato obsequio quod michi sepe inmeis necessitatibus deuote benigne fideliter exhibuistis, su castillode Ferrera, en Somoza (ACL. A. N 1074. Privilegio rodado. En eldorso: Carta de Castiel de Ferrera).

    1206, mayo, 16. Ferentino: Litterae executoriae de InocencioIII comisionando al obispo de Oviedo y al abad y prior de San Isi-doro de Len, para que ordenen al obispo de Astorga restituya alobispo de Len la iglesia de Molina Ferrera, usurpada por aqulcontra toda justicia (ACL. A. N 6323).

    1255, marzo, 28. Sahagn: Alfonso X confirma el privilegio deFernando II por el que reconoca a los vasallos del obispo legio-nense en Molinaferrera la exencin de todo tributo real (ACL. A.N 1096).

    1256, febrero, 17. Osma: Alfonso X concede a don Martn Fer-nndez, obispo de Len y su criado, quinientos maravedes anua-les a perpetuidad asignados en la marzadga de Villacarraln y B-veda, y en la martiniega de Valmadrigal y de otras villas del obispode Len en los alfoces de Valencia, Mansilla en el Pramo y en laSomoza. Impone el rey el establecimiento de un capelln perpetuoque ruegue por su alma y la de sus padres, don Fernando y doaBeatriz (ACL. A. N 1101. Privilegio rodado. En el dorso: Pago delas marteniegas de Boada e Villacarln e de Valmadrigal).

    1286, octubre, 15. Valladolid: Sancho IV, confirma la carta desu padre Alfonso X (Sahagn, 28 de marzo de 1255) por la queste confirmaba a su vez dos cartas de Fernando II (Len, 31 dejulio y 7 de agosto de 1183), haciendo donacin a Molinaferreraa la iglesia y obispo de Len (ACL. A. N 1103).

    1302, diciembre, 23. Len: Fernando IV, a ruego del obispo deLen, D. Gonzalo, confirma a Molinaferrera la exencin de todotributo real, segn le haban sido otorgad por los reyes sus antece-sores (ACL. A. N 1165).

    1304, octubre, 8. Len: Fernando IV manda a los cogedores yrecaudadores de los servicios y pechos reales en las sacadas de Le-n, Astorga y Mansilla que guarden los privilegios que tienen elobispo don Gonzalo y la iglesia de Len, por los cuales estn exentosde impuestos los vasallos de Molinaferrera, de la Encartacin deCurueo, de Santiago de las Villas y de Fenar (ACL. B. N 1173).

    56

  • 1307, febrero, 22. Valladolid: Fernando IV manda expedir en

    pergamino su carta anterior en papel (Len, 8 de octubre de

    1304), a peticin del obispo de Len don Gonzalo, en la que con-

    firmaba la exencin que disfrutaban los vasallos de la iglesia en

    Molinaferrera, Encartacin de Curueo, Santiago de las Villas y

    Fenar (ACL. A. N 1173).

    1328, octubre, 10. Alcal: Alfonso XI, por peticin del obispo

    don. Juan y del cabildo de Len, manda a Fernando Prez de

    Portocarrero, merino mayor en Castilla, y a todos los dems meri-

    nos que no reclamen a los vasallos que tienen el obispo y el cabil-

    do en Boada y Villacarraln el cuarto de las martiniegas en con-

    cepto de derechos de merindad y que les restituyan las prendas

    que les haban tomado. Segn el privilegio del rey Alfonso X, su

    bisabuelo, por el que conceda al obispo de Len, don Martn Fer-

    nndez, quinientos maravedes de las martiniegas de Boada, Vi-

    llacarraln y Valmadrigal y de las villas que tena en el alfoz de

    Valencia y de Mansilla, en el Pramo y en la Somoza; cantidad

    destinada para dotar las capellanas perpetuas y las procesiones

    de Santiago y San Clemente en la catedral de Len, y que los ma-

    ravedes sobrantes se repartan entre los cannigos y compaeros

    que asistan cada da a maitines (CCL. Doc. N 2961).

    1379, agosto, 24. Burgos: Juan I confirma la exencin de todopecho a los vasallos de los concejos de Molina Ferrera, Encarta-

    cin de Curueo y Fenar, concedidos por Fernando IV (Len, 8 de

    octubre de 1304) (ACL. B. N 771).

    1420, mayo, 5. Simancas: Juan II confirma a la iglesia de Le-n las cartas de Fernando IV (Len 8 de octubre de 1304 y Valla-

    dolid, 22 de febrero de 1307), eximiendo de impuestos a sus vasa-

    llos de Molinaferrera, Encartacin de Curueo, Santiago de las

    Villas y Fenar (ACL. B. N 6296).

    57

  • CUENTOS POPULARES ANDALUCES (XVIII)

    Nuestra idea central en Ritmos, rimas y cancionespopulares (en Pedro Piero, De la cancin) es que estosdel ttulo son elementos que aparecen en determinadasocasiones en los cuentos populares, y cuando lo hacenencajan magistralmente para crear composiciones perdu-rables en la mente del individuo y de la colectividad quelos disfruta o utiliza en los momentos ms apropiados.Tal vez las armonas se ejecutasen aisladas de los cuentosocasionalmente, tal vez, entonces, funcionasen como losrefranes, pues ritmos son estos al fin, arrastrando tras s ala consciencia toda la representacin mental del cuento.

    Los cancioneros, por una parte, suelen coleccionardiversas piezas de distinta ndole entre las composicio-nes populares musicales recopiladas. Esas piececillassuelen ser temas que aparecen, por otra parte, en las co-lecciones de cuentos populares. Algunas veces, la com-posicin coincide en la totalidad en cancionero y cuento,pues se dan casos de cuentos que son totalmente canta-dos; pero lo ms frecuente es que la piececilla del can-cionero sea un elemento musical incrustado magistral-mente en la narracin del cuento.

    Como decimos en el mencionado artculo, la concen-tracin de ritmos y cantos son abundantes actualmenteen aquellas composiciones eminentemente infantiles. Enestos casos, a la funcin narrativa suelen anteponerseotros propsitos, como el juego o la habilidad expresiva.Las recopilaciones de cuentos, por lo dems, incluyenapartados de retahlas, cuentos acumulativos, encadena-dos de frmulas, etc.

    Sealbamos algunas concepciones o ideas del origende tales piezas. Para algunos, perviven incluso desdetiempos en que se trasvasaron de los rituales religiososcaldeos, hebraicos u otras procedencias. Espinosa (Cuen-tos Populares Espaoles, III, pp. 441445), que no estmuy de acuerdo con esta idea en lo referente a los cuentosespaoles, s nos confirma que este tipo de cuentos sueleejecutarse en tono recitado, y que los que estn compues-tos de versos o de repeticiones a veces se cantan. Lo cier-to es que el ritmo, como elemento bsico en el recitado ycancin, es de utilidad indiscutible en la implantacin enla memoria de estructuras, y consiguientemente de con-ceptos, que conforman el aprendizaje de determinadasdoctrinas polticas, sociales o religiosas. Hay varios cuen-tos en las colecciones de cuentos que podran encaminarseindudablemente a estos propsitos. Si tomamos comoejemplo el tema del fuerte, ms fuerte y el ms fuerte detodos, como seala Espinosa, podemos observar, tras suestudio, que resulta muy apropiado, segn las variantes,para exaltar grandezas divinas; y de hecho as ha sucedidodesde el Panchatantra hasta el Talmud.

    Pero la mayor cosecha de ritmos, decimos, cristalizanen las relaciones orales en torno a los juegos, retahlas dehabilidad y de carcter ldico en torno al nio. Algunaspiezas son totalmente cantadas, como el tipo 2011 Dednde vienes ganso?

    De dnde vienes ganso? De tierra de garbanzo. Qu traes en el pico? Un cuchillito. Quin te loafilado? La teja maneja. Dnde est la teja? La tir al agua. Dnde est el agua? La bebieron los bueyes. Dnde estn los bueyes? Acarrear trigo ().

    (Versin de nuestros Cuentos Populares Vallisoletanos).

    En algunas colecciones suele advertirse que es uncuento cantado; a veces aparece en los propios cancione-ros, como el de Tucumn (I, p. 385, n 47: Cucurucho,Mama Gallo) de Carrizo, o el toledano (p. 49) de Fernn-dez y Gonzlez, que incluye la partitura completa, o en elapartado de canciones en las miscelneas folklricas, co-mo la recopilada por Andrs Garca Muoz (p. 97).

    Otras cadencias inmersas en cuentos tambin son rit-mos innegablemente cantados, tal vez en juegos, comoes el caso del que se halla en La Hormiguita Presumida.

    Ratoncito Prez, cay en la ollay la hormiguita le canta y le llora.Ratoncito Prez, se cay en la ollay la hormiguita le canta y le llora.

    Las versiones que existen esparcidas por todo elmundo del tema son muchsimas, como se desprende denuestro estudio, pero el canto puede recogerse como tal,e incluso como juego infantil. Se testimonia como juegoinfantil en la BTPE, o como cancin, en el Folklore delNio Cubano de Concepcin T. Alzola. Podemos encon-trar otros ritmos que record Garca Lorca en el Retabli-llo de Don Cristbal:

    ROSITA.Tengo miedo.Qu me vas a hacer?

    CRISTBALTe har muuuuuuuu.

    ROSITA.Ay!, no me asustars.A las doce de la noche qu me hars?

    58

    Jos Luis Agndez Garca

  • CRISTBALTe har aaaaaaaa.

    ROSITAAy!, no me asustars.A las tres de la maana qu me hars?

    (Retablillo de Don Cristbal,apud Tadea Fuentes, El Folklore, p. 135).

    El cuento de La Pulga y el Piojo contiene unos rit-mos muy conocidos, tanto en la tradicin oral como en laescrita, tanto entre la narrativa como entre los cantos.Por unos ritmos semejantes que recuerda Rodrguez Ma-rn en sus Cantos, debi de ser nana, segn sugieren losversos subrayados:

    La pulga y er piojoSe quieren cas;Por farta de trigoNo lo han hecho ya

    Arrunrun,Que del arma arrunrum (I, n 179).

    El propio Rodrguez Marn se encarga de confirmarlo: se usa