Gaston leroux el fantasma de la ópera

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  • 1. IMPRIMIR EL FANTASMA DE LA PERA GASTON LEROUX

2. 2 Editado por elaleph.com 2000 Copyright www.elaleph.com Todos los Derechos Reservados 3. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 3 PROLOGO Gastn Leroux y los fantasmas Gastn Leroux vivi 59 aos, entre 1868 y 1927. Su existencia se desliz en plena era espiritista, cuando en Pars circulaba profusamente Le livre des sprits (1857), de Allan Kardec, y los metapsiquistas estu- diaban el doble y los fantasmas que algunos dotados de percepciones extrasensoriales hablan credo verificar en algn momento. Por esa poca, cuando Gastn Leroux ya era un escritor, tambin se venda Phantasms of the Living, de Gurney, Myers y Podmore, publicado en 1886. El tema de los fantasmas, unido al de los vampiros, lo atrajo mientras ejerca el periodismo, y ya en la batalla de la creacin escribi La ponpe sanglante, donde los vampiros y la sangre sern algunos de los enigmas que asediarn al protagonista. La tarea fue continuada en un libro posterior (La mquina de asesinar), y en otros en los que trata- re de la resurreccin entre los muertos. Un da, sin embargo, Gastn Leroux sustituye el fantasma por un ser de carne y hueso que nadie ha visto, pero que es capaz de cometer un crimen en cuarto cerrada. Nadie sabr cmo puede asesinarse a la vctima que yace en una habitacin hermticamente cerrada. Este ser el enigma de Le mystre de la chambre jaune (1908), donde aparece, para eternizarse, su hroe Rouletabille. La idea del fantasma hace impacto en otra obra no menos impere- cedera escrita en 1910: El fantasma de la Opera. Es la historia aluci- nante de un amor imposible, cuyo protagonista oculta, su horrible fealdad en los subsuelos del Teatro de la Opera de Pars, uno de los cuales sirvi para los calabozos secretos improvisados por los federa- dos en el levantamiento de la Comuna. Hacia esos subsuelos, cruzados de pasajes enigmticos y paredes corredizas como en The Mysteries of Udolfo (1794), de Ann Radcliffe, cl Fantasma (que carece de nariz y no puede mover los labios), llevar a la actriz Cristina Daa en la espe- 4. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 4 ranza de un amor que pudiera redimirlo de la asfixiante fealdad que debe cubrir todos los das con una mscara. Hay un juego entre el amor y el mal hbilmente barajado por Le- roux. Yo creo que esta singularidad le da vigencia permanente a El fantasma de la Opera. Gastn Leroux quiso ser abogado, pero abandon sus estudios de derecho y se dedic al periodismo. Fue cronista de tribunales en el diario Le Matin, de Pars, ocupacin que tambin dej para consagrarse a la literatura. Expresan sus bigrafos que se encerraba para escribir. Cuando terminaba, disparaba todos los proyectiles de su revlver. Luego lo festejaba ruidosamente con su mujer y sus hijos. En Pars estaban acostumbrados a sus extravagancias. En cambio, su mtodo de escritura participaba del azar y el acer- tijo. No comenzaba ningn relato sin elegir previamente dos palabras similares. Con ellas construa una serie de frases de igual significacin que despus elega para iniciar y cerrar el relato. Esto es lo que l con- fesaba cuando se lo interrogaba acerca del mtodo al que ajustaba su escritura. Leroux era un ser cabalstico que crea en el misterio y los mila- gros. Crea en los seres fantasmales y en la vida del ms all. El tema del espritu y el de la vida de ultratumba lo indujeron, en algn mo- mento, a realizar una obra que no concret. Sus extravagancias termi- naban cuando meditaba en lo que l llamaba el misterio de la muerte. Acaso El fantasma de la Opera fue la tesis de una existencia en que el bien y el mal, la vida y la muerte, se anulan recprocamente en presencia del amor. JUAN JACOBO BAJARLA Buenos Aires, 1991 5. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 5 DOS PALABRAS En las que el autor de este singular relato cuenta al lector de cmo lleg atener la certeza de que el Fantasma de la Opera ha existido realmente. El Fantasma de la Opera ha existido. No fue, como se crey du- rante mucho tiempo, una invencin de artistas, una supersticin de empresarios, la creacin medrosa del cerebro excitado de las seoritas del cuerpo de baile, de sus madres, de los acomodadores, de los em- pleados de la guardarropa y de la portera. S, ha existido en carne y hueso, aun cuando se le dio todas las apariencias de un verdadero fantasma, es decir, de una sombra. Desde que comenc a compulsar los archivos de la Academia Na- cional de Msica, me llam la atencin la coincidencia sorprendente de los fenmenos atribuidos al Fantasma, con el ms fantstico de los dramas que haya conmovido a la alta sociedad parisiense, y pronto llegu a pensar que quiz se pudiera explicar racionalmente a ste por medio de aqul. Los acontecimientos no datan ms que de unos treinta aos, y no sera difcil encontrar todava, en el propio foyer de la dan- za, ancianos muy respetables, cuya palabra no puede ser puesta en duda, que recuerdan, como si el suceso hubiera ocurrido ayer, los acontecimientos misteriosos y trgicos que acompaaron el rapto de Cristina Daa, la desaparicin del vizconde de Chagny y la muerte de un hermano mayor, el conde Felipe, cuyo cuerpo fue encontrado en el borde del lago que se extiende en cl subsuelo de la Opera, del lago de la calle Scribe. Pero a ninguna de esas personas se les haba ocurrido hasta ahora relacionar con esa terrible aventura al personaje ms bien legendario del Fantasma de la Opera. La verdad penetr con dificultad en mi espritu perturbado por una investigacin que chocaba a cada instante con acontecimientos que, a primera vista, podan parecer sobrenaturales, y, ms de una vez, estuve a punto de abandonar una persecucin en que me extenuaba, corriendo por aferrar una vana imagen. Por ltimo, obtuve la prueba 6. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 6 que mis presentimientos no me hablan engaado y todos mis esfuerzos quedaron recompensados cl da en que adquir la certidumbre de que el Fantasma de la Opera haba sido algo ms que una sombra. Ese da pas largas horas en compaa de las "Memorias de un di- rector", obra ligera del demasiado escptico Moncharmin, que no en- tendi una palabra de la conducta tenebrosa del Fantasma durante su paso por la Opera, y que se reta de l a carcajadas en cl mismo instante en que era l la primera vctima de la curiosa operacin financiera que se realizaba en el interior del "sobre mgico". Acababa de salir desesperado de la biblioteca, cuando encontr al amable administrador de la Academia Nacional, que estaba charlando en un descanso de la escalera con un viejecito muy movedizo, y bien puesto, a quien me present enseguida. El seor administrador estaba al tanto de mis investigaciones y saba con qu paciencia haba tratado en vano de descubrir el retiro del juez de instruccin del famoso asunto Chagny, el seor Faure. No se saba qu haba sido de l, y si estaba muerto o vivo; y hete aqu que, de regreso del Canad, donde acababa de pasar quince aos, su primera diligencia en Pars habla sido ir a pedir un silln de favor en la secretara de la Opera. Aquel viejecito era el mismsimo seor Faure. Pasamos buena parte de la noche juntos y me cont el proceso Chagny tal como lo haba entendido. Haba llegado a la conclusin, por falta de pruebas, de que el vizconde se haba vuelto loco y de que la muerte de su hermano haba sido accidental, pero le quedaba la pre- suncin de que entre los dos hermanos debi haber un drama terrible a propsito de Cristina Daa. No supo decirme qu habla sido de Cristi- na, ni del vizconde. No hay para qu decir que cuando le habl del Fantasma se limit a rer. El tambin haba sido puesto al tanto de las singulares manifestaciones que parecan atestiguar la existencia de un ser excepcional, que haba elegido domicilio en uno de los rincones ms misteriosos de la Opera, y haba conocido la historia del "sobre", pero no haba visto en todo eso nada que mereciera llamar la atencin de un magistrado encargado de instruir el asunto Chagny, y apenas si haba escuchado durante unas instantes la deposicin de un testigo que 7. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 7 se present espontneamente para afirmar que habla tenido ocasin de encontrarse numerases veces con cl Fantasma. Este personaje el testi- go era un individuo que en todo Pars se lo conoca por cl persa, sien- do popular entre las abonadas de la Opera. El juez lo haba tomado por un iluminado. Puede imaginarse cun prodigiosamente me interesara esa histo- ria del persa. Quise encontrar, si es que eso era todava posible, a ese precioso y original testigo. Favorecindome por fin la buena suerte, consegu descubrirlo en su pequeo departamento de la calle de Rvoli, que ocupaba desde aquella poca y en cl que habla de morir cinco meses despus de mi visita. En un principio, desconfi; pero, cuando cl persa me hubo cantado, con un candor infantil, todo lo que saba per- sonalmente del Fantasma y me hubo dado en plena propiedad las prue- bas de su existencia, y sobre todo la extraa correspondencia de Cristina Daa, correspondencia que iluminaba con una luz tan deslum- brante su espantoso destino, ya no me fue posible dudar. No! No! El Fantasma no era un mito! Ya s bien que se dir que toda esa correspondencia quiz no sea autntica, y que pudo ser toda forjada por un hombre cuya imaginacin hubiera estado alimentada por los cuentos ms seductores, pero feliz- mente he podido conseguir cartas de Cristina ajenas al famoso legajo, y he podido, por lo tanto, entregarme a un estudio comparativo que ha disipado todas mis vacilaciones. He podido tambin hacer averiguaciones respecto del persa, y convencerme de que era un hombre honrado e incapaz de inventar una maquinacin que hubiera podido extraviar a la justicia. Ese es, por otra parte, el parecer de las ms graves personalidades que han estado ms o menos mezcladas en el asunto Chagny, que han sido amigas de la familia Chagny, a quienes he expuesto todos mis documentos y ante los cuales he desarrollado todas mis deducciones. He recibido por ese lado las ms nobles palabras de aliento y voy a permitirme reproducir con este motivo, algunas lneas que me han sido dirigidas por cl general D... "Seor: 8. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 8 "No tengo palabras con qu incitarle a publicar los resultados de su encuesta. Recuerdo perfectamente que algunas semanas antes de la desaparicin de la gran cantante Cristina Daa, y del drama que enlut a todo el faubourg Saint-Germain, se hablaba mucho en el foyer de la danza, del Fantasma, y creo que no se dej de hablar de l sino despus que estall ese drama que ocup a todos los espritus; pero si fuera posible, como pienso, despus de haberle odo a usted, explicar el drama por medio del Fantasma, le ruego, seor, que nos hable usted de l. Por misterioso que en un principio pueda parecer, siempre ser ms explicable que esa sombra historia en que las gentes malintencionadas han querido ver hacerse pedazos, hasta morir, a dos hermanos que se adoraron toda su vida... "Reciba las expresiones, etc... En fin, con mi expediente en la mano, haba recorrido de nuevo rudo cl vasto dominio del Fantasma, el formidable monumento de que haba hecho su imperio, y todo lo que mis ojos haban visto, todo lo que mi espritu haba descubierto, corroboraban admirablemente los documentos del persa, cuando un hallazgo providencial vino a coronar definitivamente mis trabajos. Se recordar que hace poco tiempo, al cavar cl subsuelo de la pera para enterrar las voces fonografiadas de los artistas, el pico de los obreros puso a descubierto un cadver. Pues bien, yo obtuve ense- guida la prueba que ese cadver era el del Fantasma de la Opera. Le hice palpar esa prueba al propio administrador del teatro, y poco me importa que los diarios digan que esos restos eran los de una vctima de la Comuna. Los infelices que fueron muertos durante la Comuna, en los sta- nos de la Opera, no estn enterrados en ese punto; puedo decir dnde estn esos esqueletos, bien lejos de esa cripta inmensa que, durante el sitio, fue convertida en depsito de provisiones. He hecho esta averi- guacin precisamente al buscar los restos del Fantasma de la Opera, que no hubiera encontrado sin esta casualidad inaudita del entierro de las voces vivas. 9. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 9 Pero hemos de volver a hablar de ese cadver y de lo que convie- ne hacer con l; ahora me interesa terminar este imprescindible prefa- cio, dando las gracias al comisario de polica seor Mifroid (que fue llamado a hacer las primeras indagaciones cuando la desaparicin de Cristina Daa), al secretario seor Remy, al ex administrador seor Mercier, al antiguo maestro de canto seor Gabriel y ms particular- mente a la seora baronesa de Castelot-Barbezac, que fue la pequea Meg (de lo que no se sonroja), la ms encantadora estrella de nuestro admirable cuerpo de baile, la hija mayor de la honorable Mme. Giry antigua acomodadora ya privada del palco del Fantasma quienes me prestaron el ms til concurso, y gracias a los cuales voy a poder revi- vir junto con el lector, en sus ms pequeos detalles, aquellas horas de puro amor y de espanto1 . Gastn Leroux. 1 Sera un ingrato si no les diera tambin las gracias antes de comenzar esta espantosa y verdica historia a la actual direccin de la Opera, que se ha pres- tado tan amablemente a todas mis investigaciones y en particular a M. Messa- ger; al muy simptico administrador M. Gabin y al muy amable arquitecto encargado de la conservacin del edificio, que no ha vacilado en prestarme las obras de Charles Garnier, el ilustre arquitecto de la Opera, aunque convencido de que no se las devolvera. Por ltimo, debo reconocer pblicamente la gene- rosidad de mi amigo y antiguo colaborador M. J. L. Croze, que ha permitido servirme de su admirable biblioteca teatral y sacar de ella algunas ediciones nicas a las que atribuyo inmensa importancia. G. L. 10. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 10 CAPITULO I SERIA EL FANTASMA? Aquella noche, que era la ltima en que los seores Debienne y Poligny, los directores renunciantes de la Opera, daban su ltima fun- cin de gala con motivo de su retiro, el camarn de la Sorelli, una de las primeras figuras del cuerpo de baile, fue bruscamente invadido por media docena de integrantes del aludido cuerpo, que volvan de la escena despus de haber "bailado" a "Poliuto". Se precipitaron con gran confusin, las unas lanzando carcajadas excesivas y poco natura- les y las otras dando gritos de terror. La Sorelli, que deseaba estar sola un momento para repasar las palabras que deberla pronunciar poco despus en el foyer ante los seo- res Debienne y Poligny, vio con mal humor que aquellas aturdidas se le echaran encima. Se volvi hacia sus camaradas y se inquiet del baru- llo que hacan. Fue la pequea Saint-James la nariz predilecta de Grvin, unos ojos de miosotis, mejillas de rosa, senos de lirio , quien dio la razn del alboroto en das palabras, con una voz trmula sofocada por la angustia: El Fantasma! Y cerr la puerta con llave. El camarn de la Sorelli era de una elegancia oficial y trivial. Un tocador, un divn, un espejo de tres cuer- pos y unos armarios formaban el moblaje necesario. Algunos grabados en las paredes, recuerdos de su madre, que haba conocido los bellos das de la antigua Opera de la calle Le Peltier. Retratos de Vestris, de Gardel, de Dupunt, de Bibottini. Aquel camarn les pareca un palacio alas chicos del cuerpo de baile, alojadas en cuartos comunes, en donde se pasaban cl tiempo cantando, disputando, peleando con los peluque- ros y camareras, convidndose con vasos de cerveza, con copitas de ans, y de ron hasta que sonaba la campana del avisador. La Sorelli era muy supersticiosa. Al orle hablar del Fantasma a la pequea Saint-James se estremeci y dijo: 11. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 11 Chicuela tonta! Y como era la primera en creer en los fantasmas en general y en el de la Opera en particular, quiso que la informaran enseguida: Ustedes lo han visto? pregunt. Cmo la estoy viendo! replic con un hilo de voz la pequea Saint-James, que, sin fuerzas en las piernas se dej caer sobre una silla. Y enseguida la pequea Giry unos ojos color ciruela, cabellos retintos, tinte paliducho, un pobre pellejito sobre sus huesecitos agre- g: Si es l, es muy feo! Oh, s! dijeron en coro las bailarinas. Y se pusieron a hablar todas a la vez. El fantasma se les haba aparecido con las trazas de un seor vestido de frac, que de pronto se haba erguido frente a ellas en el pasadizo, sin que pudieran saber de dnde haba salido. Su aparicin fue tan sbita que se hubiera podido creer que haba brotado de la pared. Bah! dijo una de las muchachas que haba conservado un poco de sangre fra, ustedes ven al Fantasma en todas partes. Era cierto. Desde haca algunos meses, no se hablaba de otra cosa en la Opera ms que de aquel Fantasma vestido de frac que se paseaba por todo el edificio, que no diriga la palabra a nadie, a quien nadie se atreva a hablar, y que se evaporaba en cuanto se lo vea, sin saber cmo ni dnde. No haca ruido al caminar, como conviene a un verda- dero fantasma. Se haba comenzado por rer y por burlarse de aquel aparecido que vesta como un caballero o como un lacayo de pompas fnebres, pero la leyenda del Fantasma adquiri proporciones colosales en el cuerpo de baile; todas pretendan haber visto de ms o menos lejos a ese ser sobrenatural y halar sido vctimas de sus maleficios. Y las que ms rean no eran las menos asustadas. Cuando no se dejaba ver, sealaba su presencia a su paso por medio de acontecimientos burlescos o funestos, de los que la supersticin casi general lo haca responsable. Si haba que deplorar un accidente, si una de las chicas del cuerpo de baile le haca una travesura a alguna compaera, si desa- 12. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 12 pareca un cisne de echarse polvos de arroz, todo era culpa del Fan- tasma, del Fantasma de la Opera! Pero, al fin, quin lo habla visto? Se pueden encontrar tantos fracs en la Opera que no son fantasmas! Pero ste tena una especiali- dad muy singular en su frac; vesta un esqueleto. As al menos decan aquellas seoritas. Y tena, naturalmente, por cabeza, una calavera. Era serio todo eso? La verdad es que la versin del esqueleto ha- ba nacido de la descripcin que hiciera del Fantasma Jos Buquet, jefe de maquinistas, que realmente lo haba visto. Tropez no puede decirse que contra sus narices, pues el Fantasma careca de ellas con cl miste- rioso personaje en la pequea escalera que baja, cerca de las candilejas, directamente a la tramoya. Tuvo tiempo de verlo un segundo, porque el fantasma huy y haba conservado un recuerdo imborrable de aquella visin. Y he aqu lo que Jos Buquet dijo del fantasma a todo cl que qui- so orle: "Es extraordinariamente flaco y el frac le flota como sobre un es- queleto. Sus ojos estn tan hundidos que no se distinguen sus pupilas inmviles. No se le ven, en suma, ms que dos grandes cuencas negras como en los crneos de los muertos. Su piel, que est estirada sobre los huesos como un parche de tambor, no es blanca, sino de un amarillo sucio; su nariz es tan escasa, que no se la ve de perfil, y la ausencia de la nariz es lo que ms desagrada ver. Slo tres o cuatro largas mechas oscuras sobre la frente y detrs de las orejas constituyen su cabellera". En vano fue que Buquet persiguiera aquella aparicin. Desapare- ci como por arte de magia, sin dejar rastro alguno. Aquel jefe de maquinistas era un hombre serio, de imaginacin lenta y sobrio. Su palabra fue escuchada con estupor e inters, y ense- guida aparecieron muchas personas que tambin haban visto a un hombre de frac y con una calavera por cabeza. Las personas sensatas a quienes lleg aquella versin dijeron que Jos Buquet haba sido, sin duda, vctima de alguna bronca de sus 13. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 13 subordinados. Pero luego se produjeron unos acontecimientos tan cu- riosos e inexplicables que los ms escpticos empezaron a preocuparse. Un teniente de bomberos es siempre un valiente. No teme nada, y, sobre todo, no teme al fuego. Pues bien, un teniente de bomberos,2 que habla ido a hacer una gira de inspeccin y que, segn parece, se haba internado en la tramoya ms que de costumbre, reapareci de pronto en cl escenario, plido, asustado, trmulo, con los ojos fuera de las rbi- tas, y casi se desmay entre los brazos de la noble madre de la pequea Saint-James. Y por qu? Pues porque habla visto adelantarse hacia l, "a la altura de la cabeza, pero sin cuerpo", una cabeza de fuego. Y lo repito, un teniente de bomberos no teme al fuego. Ese teniente de bomberos se llamaba Papin. El cuerpo de baile qued consternado. En primer lugar, esa cabe- za de fuego no coincida con la descripcin que haba dado del Fan- tasma Jos Buquet. Se interrog minuciosamente al bombero, se le hizo hablar otra ver al jefe de maquinistas, y aquellas seoritas secaron en limpio que el Fantasma tena varias cabezas y se las cambiaba a voluntad. Natural- mente que enseguida se imaginaron que corran los ms graves peli- gros. Puesto que un teniente de bomberos vacilaba en desmayarse, bien poda disculprseles a las figurantas y partiquinas que viviesen aterro- rizadas y apelasen a toda la celeridad de sus patitas cuando tenan que pasar por delante de algn rincn oscuro o por un pasadizo mal ilumi- nado. El caso fue que para proteger en la medida de lo posible cl mo- numento de tan horribles maleficios, la propia Sorelli, rodeada por rudas las bailarinas y formndole cola toda la chiquillada de las peque- as clases vestidas de malla, fue a depositar al da siguiente del suce- so del teniente de bomberos , una herradura sobre la mesa que hay en el vestbulo del conserje, del lado del patio de la administracin. Toda persona que penetrara en la Opera, y que no fuera un simple especta- dor, estaba obligado a tocar cl hierro de esa herradura antes de pisar el 2 Esa ancdota, igualmente fantstica, me la ha referido cl seor Pedro Cail- hand, ex director de la Opera. 14. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 14 primer peldao de la escalera. Y esto, so pena de convertirse en presa de la potencia oculta que se habla apoderado del edificio, desde los stanos hasta el tejado! Esa herradura, as como por desgracia toda esta historia, yo no la he inventado; y todava hay se la puede ver all, sobre la mesa del ves- tbulo, frente ala portera, cuando se entra en la Opera por la puerta de la administracin. Basta esto para dar rpidamente una idea del estado de espritu de aquellas seoritas, la noche en que penetramos junto con ellas en cl camarn de la Sorelli. El Fantasma! haba exclamado la pequea Saint-James. Y la inquietud de las bailarinas lleg al colmo. Ahora un angus- tiarte silencio reinaba en el camarn. No se oa ms que el ruido de las respiraciones jadeantes. Por ltimo, habiendo retrocedido Saint-James, con las apariencias del ms sincero espanto, hasta el rincn ms apar- tado de la pared, murmur esta sola palabra: Escuchen! Les pareci, en efecto, a todos, que se oa un roce tras de la puer- ta. Ningn ruido de pasos. Se hubiera dicho que una seda fina rozaba contra el tablero. Despus, nada. La Sorelli trat de mostrarse menos pusilnime que sus compae- ras. Se adelant hacia la puerta y pregunt con voz demudada: Quin est ah? Pero nadie le respondi. Entonces, viendo que todos los ojos, clavados en ella, espiaban sus menores ademanes, se esforz por mostrarse valiente y dijo con energa: Hay alguien tras de la puerta? Oh! S! S! No cabe duda! Hay alguien detrs de la puerta! repiti aquella ciruelita seca de Meg Giry, que retuvo heroicamente a la Sorelli por su falda de gasa. No abra, por Dios! No abra! Pero la Sorelli, armada de un estilete del que no se separaba nun- ca, se atrevi a quitar la llave y abrir la puerta, mientras que las bailari- nas retrocedan casi hasta la puerta del toilette y Meg Giry suspiraba: 15. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 15 Mam! Mam! La Sorelli examin el corredor valientemente. Estaba desierto; una lucirnaga de fuego en su crcel de vidrio pona un fulgor rojo y mortecino en el seno de las tinieblas ambientes, sin conseguir disipar- las. Y la bailarina volvi a cerrar vivamente la puerta exhalando un profundo suspiro. No dijo no hay nadie! Y, sin embargo, lo hemos odo muy bien! afirm otra vez Saint-James, volviendo a ponerse toda asustada al lado de la Sorelli. Debe andar bromeando por ah. Yo no vuelvo para vestirme. Debera- mos bajar todas juntas al foyer para la despedida y volvernos todas juntas foyer para la despedida y volvernos todas juntas. Y dicho esto, la chica toc piadosamente el dedito de coral desti- nado a preservarla del mal de ojo. Y la Sorelli dibuj a hurtadillas, con la punta de la ua rosada de su pulgar derecho, una cruz de San Andrs sobre el anillo de madera que usaba en el anular de la mano izquierda. "La Sorelli ha escrito un cronista clebre, es una bailarina alta, hermosa, de cara grave y voluptuosa, y talle tan dctil como una rama de sauce; se dice de ella generalmente que es "una imperial criatura". Sus cabellos rubios y puros como el oro, coronan una frente mate bajo la cual se balancean suavemente como un penacho sobre un cuello largo, elegante y orgulloso. Cuando baila, tiene un movimiento de cadera indescriptible, que le da a todo su cuerpo un estremecimiento de inefable languidez. Cuando levanta los brazos para iniciar una pirueta, acusando de ese modo todo el dibujo del busto, y la inclinacin del cuerpo acenta las caderas de esa deliciosa mujer, el cuadro que se ofrece es como para perder el juicio. En cuanto a este ltimo, parece cosa confirmada que no lo tenla y nadie se lo reprochaba. Volvi a decirles a las pequeas bailarinas Vamos, chicas, repnganse! Djense de fantasmas. Al fin y al cabo quiz nadie lo ha visto... 16. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 16 S, s que lo hemos visto!.. Lo vimos muy bien! replicaron las chicas. Tenla la cabeza de muerto y el frac como la noche que se le apareci a Jos Buquet. Y Gabriel tambin lo ha visto! exclam Saint-James. Ayer no ms, ayer de tarde... en pleno da... Y Gabriel, el maestro de canto? El mismo. Cmo, ustedes no lo saban? Y andaba de frac de da? Quin? Gabriel? No, mujer! El Fantasma! Por supuesto que estaba de frac! afirm Saint-James. El mis- mo Gabriel me lo dijo... Y hasta fue por ese detalle que lo reconoci! Las cosas pasaron as: Gabriel estaba en el despacho del director de escena. De pronto se abri la puerta y entr el persa. Ya saben ustedes que el persa es" jettatore"... Ya lo creo! respondieron en coro las pequeas bailarinas, que enseguida que hubieron evocado la imagen del persa le hicieron cuer- nos al Destino con el ndice y el meique extendidos. Y que Gabriel es muy supersticioso! continu Saint-James. Sin embargo, siempre es atento con el persa, y cuando lo ve se limita a meterse la mano en el bolsillo y a tocar las llaves... Pues, esta vez, cuando el perro apareci en la puerta, Gabriel dio un salto del silln en que estaba sentado hasta la cerradura del armario para tocar hierro. Al hacer ese movimiento se rasg en un clavo el faldn del palet, y al salir apresuradamente dio con la cabeza contra una percha y se hizo un enorme chichn en la frente; luego, al echarse para atrs, golpe con el codo contra el biombo cerca del piano, se cierra la tapa y le aprieta los dedos; salt como un loco fuera de la pieza, pero iba tan aturdido que tropez al llegar a la escalera y baj de espaldas todos los peldaos del primer piso. Yo pasaba precisamente en ese momento con mam. Nos precipitamos para ayudarlo a pararse. Estaba todo machucado y con la cara tan ensangrentada que nos dio miedo. Pero l se puso a sonrer y exclam: "Gracias a Dios que he escapado a tan poca costa!" Lo inte- rrogamos y nos cont la causa de su susto. Era que haba visto detrs 17. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 17 del persa al Fantasma, el Fantasma con crneo de muerto, tal como lo describi Jos Buquet! Un murmullo de espanto salud el fin de esta historia, a cuyo fi- nal lleg Saint-James jadeante, tan ligerito la cont, como si la hubiese ido persiguiendo el Fantasma, y luego hubo otro silencio que interrum- pi a media voz la pequea Giry, mientras que muy impresionada la Sorelli se pula las uas. Buquet hara mejor en callarse coment la ciruelita. Y por qu se haba de callar? le preguntaron. As opina mam replic Meg, en voz bajsima y mirando a su alrededor como si hubiera temido por la vida de otras personas que las que estaban all reunidas. Y por qu opina as tu mam? Chit! Mam dice que al Fantasma no le gusta que le incomo- den. Y por qu dice eso tu mam? Porque... porque... no s... Esta hbil reticencia tuvo el don de exasperar la curiosidad de aquellas seoritas, que se aglomeraron alrededor de la pequea Giry y le suplicaron que se explicase. Estaban agrupadas codo con codo, in- clinadas en el mismo movimiento de splica y de espanto. Se conta- giaban su miedo con un placer agudo que las dejaba heladas. He jurado no decirlo! replic Meg con sutil voz. Pero no la dejaron en paz, y tanto le prometieron guardar cl se- creto, que Meg, que arda por contar lo que saba, comenz a decir, con los ojos clavados en la puerta: Bueno..., es a causa del palco... Qu palco? El palco del Fantasma. Al or esto de que cl Fantasma tena palco, las bailarinas no pu- dieron contener la alegra funesta de su estupefaccin. Lanzaron unas leves gritos. Luego dijeron: Oh! Dios mo! Cuntanos! Cuntanos!... 18. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 18 Chit! Ms despacio orden Meg . Es el palco bajo, nmero 5, cl primer palco, saben, al lado del palco balcn de la izquierda. No digas! Pues as es... Mam es la acomodadora del palco, con que ya ven! Pero, me juran que no dirn nada? S, claro, s! Pues bien, es el palco del Fantasma... Nadie lo ocupa desde hace un mes, excepto cl Fantasma, por su- puesto, y se ha dado orden a la boletera de no venderlo nunca. Y es cierto que el Fantasma lo ocupa? Por supuesto. Entonces se ver a alguien? No, seor!... El Fantasma lo ocupa y no se ve a nadie. Las pequeas bailarinas se miraron unas a otras. Si el Fantasma ocupaba el palco, tena que vrsele, puesto que usaba frac y tena cr- neo de muerto. Le hicieron comprender esto a la pequea Meg, la cual les replic: Pues no se ve al Fantasma! No tiene frac ni cabeza. Todo lo que han contado sobre su calavera y su cabeza de fuego son patraas!... Solamente se le oye cuando est en el palco. Mam no lo ha visto nun- ca, pero lo ha odo. Mam lo sabe perfectamente, puesto que es ella la que le da el programa! La Sorelli crey un deber intervenir: Pequea Giry, te ests burlando de nosotras. Entonces la pequea Giry se ech a llorar. Mejor habra hecho en callarme... Si mam supiera... Pero la verdad es que Jos Buquet hace mal en ocuparse de cosas que no le importan... eso le va a traer desgracia...; mam lo deca anoche mis- mo... En ese momento unos pasos pesados y precipitados resonaron en cl corredor y una voz sofocada deca: Cecilia, Cecilia, ests ah? Es la voz de mam dijo Saint-James . Qu hay? . Y abri la puerta. Una honorable seora de la talla de un granadero pomeriano se 19. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 19 precipit en el camarn y se dej caer en una silla. Los ojos se le salan de las rbitas, iluminando lgubremente su cara de terracota. Qu desgracia! exclam. Qu desgracia! El qu? El qu? Jos Buquet... S, Jos Buquet... Jos Buquet ha muerto. El camarn se llen de exclamaciones, de protestas llenas de sor- presa, de pedidos, de explicaciones... S, acaban de encontrarle ahorcado en el tercer stano... Ha sido cl Fantasma! exclam como a pesar suyo la pequea Giry, pero enseguida se retract, llevndose los puos a la boca: No! No! Yo no he querido decir eso!... Alrededor de ella todas sus compaeras repetan en voz baja, ate- rrorizadas: Por supuesto! Es el Fantasma! La Sorelli estaba muy plida... De dnde voy a sacar fuerzas para dirigirles la palabra? ex- clam. La seora Saint-James dio su opinin vaciando una capita que haba quedado sobre una mesita. S, deba haber gato encerrado en este asunto... La verdad es que nunca se supo a ciencia cierta cmo muri Jos Buquet. La encuesta, muy somera, no dio ningn resultado, lucra de comprobar el suicidio natural. En las "Memorias de un director", cl seor Moncharmin, que era uno de los directores que sucedieron a los seores Debienne y Poligny, est relatado en esta forma el incidente del ahorcado: "Un enojoso incidente vino a turbar la pequea fiesta que daban los seores Debienne y Poligny, para celebrar su partida. Yo estaba en cl despacho de la direccin cuando vi entrar de pronto a Mercier el administrador , todo azorado, quien me dijo que se acababa de en- contrar ahorcado en el tercer piso de la tramoya, entre un bastidor y una decoracin del Roi de Lahore", el cuerpo de un hombre. 20. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 20 "Yo exclam: Corramos a descolgarlo! Bast el tiempo transcu- rrido en bajar las escaleras, para que, al llegar, el ahorcado no tuviera ya la cuerda. He aqu un hecho que al seor Moncharmin le parece natural. Un hombre se ahorca con una cuerda, van a descolgarlo y la cuerda ha desaparecido. El seor Moncharmin le encuentra a esto una explica- cin muy simple. Escuchemos: "Era la hora del baile, y primeras partes y coros se proveyeron enseguida contra el mal de ojo". Y se da por satisfecho. Imaginemos al cuerpo de baile corriendo escaleras abajo hasta el tercer stano del escenario y repartindose la cuerda del ahor- cado en menos tiempo del que se necesita para escribirlo! Eso no es serio. Cuando pienso, por cl contrario, en el sitio exacto en que el cuerpo fue encontrado me imagino que poda existir, en "alguna parte", especial inters en que esa cuerda desapareciera despus que hubiera desempeado su tarea, y ms tarde veremos si tuve razn al imaginar- me eso. La siniestra noticia se esparci enseguida por toda la Opera, en la que Jos Buquet era muy querido. Los camarines se vaciaron, y las bailarinas, agrupadas alrededor de la Sorelli, como ovejas asustadas alrededor del pastor, tomaron el camino del foyer, a travs de los co- rredores y las escaleras mal iluminadas, trotando con toda la prisa de sus grciles patitas rosadas. 21. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 21 CAPITULO II LA NUEVA MARGARITA En el primer descanso, la Sorelli tropez con el conde de Chagny. El, que por lo general era muy tranquilo, pareca presa de una gran exaltacin. Iba para su camarn dijo el conde, saludando ata bella artista, de manera muy galante . Qu hermosa funcin, Sorelli! Y qu triun- fo el de Daa! No es posible! protest Meg Giry . Hace seis meses cantaba como un pato. Pero djenos pasar, "querido conde" dijo la chicuela con una reverencia y un gracioso mohn , vamos en busca de noticias del pobre ahorcado. En ese instante pasaba muy atareado el administrador, que se de- tuvo bruscamente al or aquellas palabras: Cmo? Ya saben ustedes eso, seoritas? exclam con acento bastante spero . Pues hganme el favor de olvidarlo por esta noche... y sobre todo que no lo sepan los seores Debienne y Poligny; eso les amargara demasiado la despedida. Y todos acudieron al foyer del baile, que ya estaba invadido. El conde de Chagny tena razn; jams se haba dado una funcin de gala comparable a aqulla; los privilegiados que asistieron a ella la recuerdan en sus conversaciones con sus hijos y con sus nietos, con verdadera emocin. Imagnese que Gounod, Reyer, Saint-Sans, Mas- senet, Guiraud, Delibes, ocuparon sucesivamente el atril del director de orquesta y dirigieron personalmente la interpretacin de sus obras. Tuvieron entre otros intrpretes a Faure y ala Kraus, y fue esa noche que se revel a todo Pars estupefacto y frentico a esa Cristina Daa, cuyo misterioso destino quiero dar a conocer en esta obra. Gounod hizo ejecutar "La marche fnbre dune Marionnette"; Reyer, su hermosa obertura de "Sigurd"; Saint-Sans, "La danse maca- bre" y una "Rverie orientale"; Massenet, una "Marche hongroise" 22. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 22 indita; Guiraud, su "Carnaval"; Delibes, "La valle lente de Coppelia" y los pizzicati de "Sylvia". La seora Kraus y Denise Bloch cantaron, la primera, el bolero de las "Vpres siciliennes" y la segunda, el brindis de "Lucrce Borgia". Pero el gran triunfo perteneci a Cristina Daa, que se haba he- cho or primero en algunos pasajes de "Romeo et Juliette". Era la pri- mera vez que la joven artista cantaba esa obra de Gounod, que, por otra parte, an no habla sido llevada a la Opera, y la Opera Cmica acababa de volver a poner en escena, despus que la creara en el antiguo teatro Lrico, Miolan Carvalho. Oh, qu felices fueron aquellos que oyeron a Cristina Daa en ese papel de Julieta, que admiraron su gracia ingenua, que vibraron con los acentos de su voz serfica, que sintieron que sus almas se cernan junto con la de ella sobre las tumbas de los amantes de Verona: Seigneur! Seigneur! Pardonex-nous! Y, sin embargo, aun eso fue poco al lado de los acentos sobrehu- manos que hizo or en el acto de la prisin y el tro final de "Faust", que cant reemplazando ala Carlota, que estaba indispuesta. Jams se habla visto ni odo cosa parecida! Esa era la "nueva Margarita" que revelaba la Daa, una Margarita de un esplendor y de una grandeza insospechadas. La sala entera, de pie, frentica, vitoreando y aplaudiendo, como atacada de locura colectiva, haba saludado con los mil clamores de su inenarrable emocin a Cristina, que sollozaba y cata desmayada entre los brazos de sus compaeros. Hubo que conducirla a su camarn. Pareca haber exhalado el alma. El gran crtico P. de St. V. fij el re- cuerdo inolvidable de aquel minuto maravilloso en una crnica que titul precisamente La nueva Margarita". Gran artista como era, descubri que, sencillamente, aquella dul- ce y suave criatura haba llevado aquella noche al escenario de la Ope- ra algo ms que su arte, es decir, su corazn. Sus amigos de la Opera saban que cl corazn de Cristina segua puro como a los quince aos, 23. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 23 y P. de St. V. declaraba que para comprender lo que haba sucedido con Daa, era necesario imaginar que acababa de ornar por primera vez. Yo quiz sea indiscreto agregaba ,pero creo que slo el amor es capaz de realizar semejante milagro, raro transformacin tan fulmi- nante. Hace dos aos omos a Cristina Daa en sus exmenes del Conservatorio, y nos hizo concebir halageas esperanzas. De dnde procede lo sublime ahora? Si no desciende del cielo en las alas del amor, tendr que pensar arre sube del infierno y gire Cristina, como el maestro cantor del Ofterdingen, ha celebrado un pacto con el diablo. El que no la haya odo a Cristina en el tro final de "Faust" no conoce a Faust; la exaltacin de la voz y la embriaguez sagrada de un olmo puro no son capaces de ir ms all ". Entretanto, algunos abonados protestaban. Por qu se les habla ocultado tanto tiempo aquel tesoro? Cristina Daa haba sido hasta entonces un Liebel correcto al lado de aquella Margarita demasiado esplndidamente material que era la Carlota. Y haba sido necesario aquella ausencia incomprensible de la Carlota en aquella funcin de gola pare que la pequea Daa pudiera dar de improviso toda su medi- da en una parte del programa reservado ala diva espaola. Y por qu se habran dirigido a Daa los seores Debienne y Poligny para reem- plazar a Carlota? Conocan su genio oculto? Y ella por qu lo ocul- taba? Cosa extraa, no se le conoca profesor de canto. Haca algn tiempo que haba declarado que, en adelante, trabajara sola. Todo eso era muy inexplicable. El conde de Chagny haba asistido, parado en su palco, a aquel delirio y haba participado en l con sonoros bravos. El conde de Chagny (Felipe Jorge Mara) tena entonces exacta- mente cuarenta y un aos. Era un gran seor y un apuesto varn. De talla algo mayor que la mediana, de cara agradable, a pesar de lo duro de la frente y de una cierta frialdad en tos ojos, era de una urbanidad refinada can las mujeres y algo altivo con los hombres, que no le per- donaban sus xitos mundanos. Tenla un corazn excelente y una con- ciencia recta. A causa de la muerte del viejo conde Filiberto, era el jefe de una de las ms ilustres y antiguas familias de Francia, cuyos ttulos 24. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 24 de nobleza ascendan a Luis de Hutin. La fortuna de los Chagny era considerable, y cuando cl viejo conde, que era viudo, falleci, no fue menuda tarea la que le toc a Felipe al tener que administrar tan pesado patrimonio. Sus dos hermanas y su hermano Ral no quisieron por nada que se repartiera la herencia, y sta qued indivisa, encargndole de todo a Felipe, como si cl derecho de mayorazgo no hubiera dejado de existir. Cuando las dos hermanas se casaron cl mismo da recibieron su parte de los bienes de manos de su hermano, no como una cosa que les perteneciera, sino como una dote, por lo que tuvieron que darle las gracias. La condesa de Chagny una de Moerogis de La Martynire mu- ri dando a luz a Ral, que naciera veinte aos despus que su herma- no mayor. Cuando el viejo conde muri, Ral renta doce aos. Felipe se ocup activamente de la educacin del nio. Fue admirablemente secundado en esta tarea por sus hermanas, primero, y luego por una vieja ta, viuda de un marino, que habitaba Brest y que le inspir al joven Ral la aficin por las cosas del mar. El joven entr al "Borda", obtuvo en ste uno de los primeros nmeros y realiz tranquilamente su vuelta al mundo. Gracias a poderosas influencias acababa de ser designado para formar parte de la expedicin oficial del "Requin", que tena la misin de ir a buscar entre los hielos del polo a los sobrevi- vientes de la expedicin del duque de Artois, de la que no se rentan noticias hacia tres aos. Entretanto, estaba gozando de una larga licen- cia que no terminarla sino dentro de tres meses, y las damas del noble barrio de Saint-Germain, al ver a aquel hermoso joven, que pareca tan frgil y delicado, lo compadecan por los duros trabajos que le espera- ban. La timidez de aquel marino, y casi estoy por decir su inocencia, era notable. Pareca que sala de entre las faldas de las mujeres. Es que, en efecto, mimado por sus dos hermanas y por su vieja ta, haba con- servado de aquella educacin puramente femenina maneras casi cndi- das, llenas de un encanto que hasta ahora nada habla podido empaar. En aquella poca renta poco ms de veintin aos y parcha tener die- 25. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 25 ciocho. Tena un bigotito rubio muy fino, ojos azules y un cutis de doncella. Felipe mimaba mucho a Ral. En primer lugar, estaba muy orgu- lloso de l y prevea con jbilo para su hermano menor una carrera gloriosa en esa marina en que uno de sus antecesores, cl famoso Chag- ny de la Roche, habla obtenido el grado de almirante. Aprovechaba la licencia del joven para hacerle conocer Pars, que aqul ignoraba, en lo que puede ofrecer de placeres lujosos y artsticos. El conde estimaba que a la edad de Ral tener demasiado juicio no es juicioso. Era un carcter muy bien equilibrado cl de Felipe, pon- derado en sus trabajos como en sus placeres, siempre correctsimo, incapaz de darle a su hermano un mal ejemplo. Le llev consigo a todas partes. Hasta le hizo conocer el foyer de la danza. S muy bien que se deca que cl conde "estaba muy bien" con la Sorelli. Pero va- mos! Se le poda reprochar a aquel caballero, que se haba quedado soltero, y que, por consiguiente, tena muchos ocios, sobre todo des- pus que sus hermanos estaban establecidos, que lucra a pasar una hora o dos, despus de comer, en compaa de una bailarina que sin duda no era muy espiritual, pero que posea los ms bellos ojos del mundo? Y, adems, hay sitios en que un verdadero parisiense, cuando ocupa la posicin del conde de Chagny, tiene que mostrarse, y en aquella poca cl foyer de la danza era uno de esos sitios. En fin, puede ser que Felipe no hubiese llevado a su hermano en- tre los bastidores de la Academia Nacional de Msica si ste no hu- biera sido el primero que, por varias veces, se lo hubiera pedido con una moderada obstinacin de la que el conde se habla de acordar ms tarde. Felipe, despus de haber aplaudido aquel da a la Daa se volvi hacia Ral y lo vio tan plido que se asust. No te parece dijo Ral ,que esa mujer se siente mal? En efecto, en el escenario tenan que sostener a Cristina Daa. El que se va a desmayar eres t! dijo el conde inclinndose hacia Ral . Qu te pasa? Pero Ral ya estaba de pie. 26. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 26 Vamos dijo con voz trmula. Adnde quieres ir, Ral? interrog el conde, sorprendido por la emocin del joven. Pero vamos a verla! Es la primera vez que canta as. El conde mir atentamente a su hermano y una ligera sonrisa pleg sus labios con cierta picarda. Bah!... Y agreg enseguida : Vamos! Vamos! Pareca estar encantado. Enseguida estuvieron en la entrada de los abonados que estaba muy concurrida. A espera de poder pasar al escenario, Ral rompa sus guantes con un movimiento inconsciente. Felipe, que era bueno, no se burl de su impaciencia. Pero ahora saba a qu atenerse. Ahora saba por qu notaba distrado a Ral cuando le hablaba, y por qu ponla tanto empeo en encaminar todas las conversaciones hacia la Opera. Penetraron en el escenario. Numerosos fracs se encaminaban hacia el foyer de la danza o ha- cia los camarines de las artistas. A los gritos de los maquinistas se mezclaban las voces de los jefes de servicio. Los figurantes del ltimo cuadro que se van, un bastidor que pasa, un teln de fondo que baja del telar, un practicable que estn clavando a martillazos, el eterno paso! paso! que retumba en los odos como la amenaza de una catstrofe para cl sombrero de felpa o un empelln vigoroso en la espalda, tal es la barahnda habitual de los entreactos, que no deja de impresionar a un novicio como el joven del bigote rubio, ojos azules y cutis de nia que iba atravesando con la rapidez que le permita el atiborramiento, aquel escenario sobre cl que Cristina Daa acababa de triunfar y bajo el cual Jos Buquet acababa de morir. Aquella noche la confusin era ms completa que nunca, pero Ral jams se haba mostrado menos tmido. Apartaba con vigor todos los obstculos con que tropezaba y no se ocupaba de lo que pasaba a su alrededor ni trataba de comprender las frases de los maquinistas. Lo nico que lo preocupaba era el deseo de ver a aquella cuya voz mgica le habla arrancado el corazn. S, comprenda que su cora- zn, intacto hasta entonces, ya no le perteneca. Haba tratado en vano 27. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 27 de defenderlo desde el da en que Cristina, a quien haba conocido cuando nia, haba reaparecido ante sus ojos. Haba sentido frente a ella una emocin muy suave; que haba querido despus apartar de s, porque se haba jurado, tal era el respeto que tenia de s mismo y de su fe, no amar ms que a aquella que fuera su mujer, y no poda pensar ni un segundo, por supuesto, en casarse con una cantante; pero he aqu que a la emocin muy suave habla sucedido una sensacin atroz. Sen- sacin? Sentimiento? Haba en aquello algo en que se mezclaba lo fsico y lo moral? El pecho le dola como si se lo hubiesen abierto para sacarle el corazn. Senta all un vaco atroz, un vaco real que no po- da calmarse hasta que pudiera colocar all el corazn de Cristina. Son estos fenmenos de una psicologa particular que, segn parece, no pueden ser comprendidos sino por aquellos a quienes el amor ha ases- tado ese golpe que en el lenguaje corriente se llama el flechazo. Al conde Felipe le costaba seguirlo. Continuaba sonriendo. En el fondo del escenario, salvada la doble puerta que se abre so- bre las gradas que conducen al foyer y sobre las que conducen a los camarines del piso bajo, Ral tuvo que detenerse ante el pequeo gru- po de jvenes bailarinas que, habiendo bajado apenas de su desvn, cerraban el paso en el pasadizo que l quera tomar. Ms de una frase intencionada le fue dirigida por pequeos labios pintados, a las que no respondi. Por ltimo, pudo pasar y se encamin por un oscuro corre- dor lleno de las exclamaciones que hacan or entusiastas admiradores. Un nombre cubra todos los rumores: Daa! Daa! El conde, siguien- do a Ral, se deca: "Este pcaro conoce el camino", y se preguntaba cundo lo habra aprendido. Jams haba conducido a Ral al camarn de Cristina. Era de creer, pues, que haba ido solo mientras que el con- de permaneca, como de costumbre, charlando en el foyer con la Sore- lli, que le peda a menudo que se quedara junto con ella hasta el momento en que iba a la escena y en que ejerca la mana tirnica de darle a guardar las pequeas polainas con que bajaba de su camarn y con las que preservaba el brillo de sus zapatos de raso y la pulcritud de su malla rosada. La Sorelli tenla una disculpa: habla perdido a su ma- dre. 28. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 28 El conde, aplazando por algunos minutos la visita que le deba a la SoreIli, segua el corredor que conducta al camarn de Daa y com- probaba que aquel pasadizo nunca haba estado concurrido como aquella noche, en que todo el teatro pareca estar impresionado por el xito de la artista y tambin por su desmayo. Porque la hermosa joven no habla vuelto de su sncope, y hablan ido a buscar al mdico del teatro, que lleg en esas circunstancias, atropellando a los grupos y seguido por Ral, que le iba pisando las talones. As que en el mismo momento el mdico y el enamorado se en- contraron al lado de Cristina, que recibi los primeros cuidados del primero y reabri los ojos en los brazos del segundo. El conde haba permanecido con muchos otros caballeros en el umbral de la puerta delante de la cual la gente se amontonaba. No le parece, doctor, que esos seores deberan dejar algo ms libre la pieza? pregunt Ral con increble audacia . Aqu no puede respirar. Tiene usted mucha razn asinti el doctor, y ech a todos afue- ra, con excepcin de Ral y de la camarera. Esta mir a Ral con los ojos dilatados por el miss sincero asom- bro. No lo haba visto nunca. Sin embargo, no se atrevi a interrogarlo. Y el doctor pens que si el joven proceda de aquella manera, era, evidentemente, porque renta derecho. De modo que el vizconde per- maneci en aquel camarn viendo volver a la vida a Daa mientras que los dos directores, las seores Debienne y Poligny, que haban ido a expresar su admiracin a su pupila, eran expulsados al corredor junto con la aglomeracin de los fracs. El conde Chagny, echado como los dems al corredor, se rea de buena gana. Ah! pero qu pcaro! qu pcaro! Y agregaba in peto : Fese usted de estos jovencitos con aires de colegiala. Est radiante. Y con- cluy: Es un de Chagny! dirigindose hacia cl camarn de la Sorelli; pero sta bajaba con su pequeo rebao que temblaba de miedo, y cl conde la encontr en el camino, como ya relatamos. 29. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 29 En su camarn, Cristina Daa lanz un profundo suspiro al que respondi un sollozo. La joven volvi la cabeza, vio a Ral y se estre- meci. Mir al doctor y le sonri luego a su camarera y otra vez a Ral. Seor! le pregunt a este ltimo con una voz que todava slo era un suspiro : quin es usted? Seorita respondi el joven, que apoy una rodilla en cl piso y deposit un ardiente beso en la mano de la diva : yo soy aquel nio que fue a recoger su chal en el mar. Cristina mir otra vez al doctor y ala camarera y los tres se echa- ron a rer. Ral se puso de pie ruborizado. Seorita, puesto que no le place reconocerme, quisiera decirle algo en privado, algo muy importante. Cundo me sienta mejor, seor, quiere usted?... y su voz tem- blaba. Es usted muy exigente... Pero es preciso que usted se marche... agreg cl doctor, con su ms atenta sonrisa. Djeme asistir a la seorita. Yo no estoy enferma dijo de pronto Cristina con una energa tan extraa como inesperada. Y se puso de pie, pasndose con un ademn rpido la mano por los prpados Muchas gracias, doctor!... Tengo necesidad de permane- cer sola... Vyanse todos, hganme el favor... Djenme... Estoy muy nerviosa esta noche... Les ruego que no me contraren. El mdico quiso formular algunas palabras de protesta, pero en viso de la agitacin de la joven estim que el mejor remedio en aquel instante consista en no contrariarla. Y se march con Ral, que, una vez en cl corredor, no supo qu hacer. El doctor le dijo: Parece otra persona esta noche... Una muchacha tan suave, por lo general... Y se despidi. Ral permaneci solo. Toda aquella parte del teatro estaba ahora desierta. Iba a procederse a la ceremonia de la despedida en el Joven de la danza. 30. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 30 Ral pens que quiz la Daa fuera a hacer acto de presencia, y esper en la soledad y el silencio. Hasta se escondi en la sombra pro- picia del marco de una puerta. Siempre senta el mismo dolor atroz en la regin del corazn. Y era de eso que le quera hablar a la Daa ense- guida. De pronto vio que la puerta del camarn se abra y que la cama- rera se marchaba sola, llevando sus paquetes. La detuvo al paso y le pidi noticias de su seora. La joven le respondi riendo, que segua muy bien, pero que no la fuera a molestar, porque quera estar sola. Y se march a paso rpido. Una idea cruz por cl cerebro exaltado de Ral: evidentemente la Daa quera estar sola para recibirlo... No le habla dicho l que deseaba conversarle particularmente y no era esa la razn por la que ella haba hecho desalojar cl camarn? Respirando apenas se acerc al camarn y acercando cl odo a la puerta para or lo que le contestaran se dispona a golpear. Pero dej caer la mano. Aca- baba de or en el camarn una voz de hombre que deca con acento singularmente autoritario: Cristina, es preciso que me ame usted! Y la voz de Cristina, increblemente dolorosa y que se adivinaba acompaada de lgrimas, una voz temblorosa, respondi: Cmo puede usted decirme eso? Y yo que slo he cantado pa- ra usted! Ral se apoy al tablero, tal fue el dolor que sinti. Su corazn, que crea desaparecido para siempre, haba vuelto a alojarse en su pecho y lata ruidosamente. Retumbaba en el corredor y ensordeca a Ral. De seguro que, si su corazn segua haciendo tanto barullo abri- ran la puerta y lo despediran de all vergonzosamente. Qu posicin para un de Chagny! Escuchando detrs de las puertas! Tom su cora- zn a das manos para hacerlo callar. Pero su corazn no es el hocico de un perro, y aun cuando se apriete entre ambas manos el hocico de un perro de un perro que ladra estruendosamente , siempre se le oye seguir gruendo. La voz del hombre prosigui: Debes estar cansada! Oh, esta noche le he dado a usted toda mi alma y estoy muerta! 31. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 31 Tu alma es muy hermosa repuso la voz grave del hombre y te doy las gracias. No hay emperador que haya recibido regalo igual. Esta noche los ngeles lloraron en el cielo. Estas frases extraas fueron comunicadas ms tarde textualmente al juez de instruccin Faure por el que las oy, y aqu me limito a transcribir las fojas de un interrogatorio judicial que fue publicado, cuando el asunto Chagny estaba a la orden del da por toda la prensa y que, adems, encontr en un recorte que figuraba entre los papeles del persa. Despus de las palabras: Esta noche los ngeles lloraron en el ciclo", el vizconde no oy nada ms. Sin embargo, no se fue; pero como tema ser sorprendido se vol- vi a esconder en el rincn oscuro, decidido a esperar all que cl hom- bre saliera del camarn. En el mismo segundo acababa de saber qu era cl amor y qu era el odio. Sabia que amaba. Quera conocer a aquel a quien odiaba. Con gran estupefaccin suya, Cristina, envuelta en pieles y con la cara envuelta en un encaje, sali completamente sola. Cerr la puerta, pero Ral not que no le echaba la llave. Cristina pas. No la sigui ni con los ojos, pues tenla clavada la vista en la puerta, que no se volva a abrir. Entonces, estando el corredor de nuevo desierto, lo atra- ves. Abri la puerta del camarn y la cerr enseguida tras l. Se en- contr en la ms opaca oscuridad. El gas estaba apagado. Aqu hay alguien! exclam Ral con voz vibrante. Por qu se oculta? Y al decir esto apoyaba la espalda en el tablero de la puerta cerra- da. Sombra y silencio. Ral slo ola el ruido de su propia respiracin. No se daba cuenta, ciertamente, de que la indiscrecin de su conducta era injustificable. No saldr usted de aqu hasta que yo lo permita! grit el joven. Si no me responde usted es porque es un cobarde! Pero enseguida lo voy a desenmascarar! Hizo crepitar un fsforo. La llama ilumin el camarn. No haba all absolutamente nadie! Ral, despus de echarle la llave a la puerta, 32. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 32 encendi las luces. Penetr en el toilette, abri los armarios, busc, palp con sus manos sudorosas las paredes. Nada!. Vamos! dijo en voz alta. Me habr vuelto loco? Permaneci as diez minutos oyendo el zumbido del gas en el si- lencio de aquel camarn abandonado; a pesar de estar enamorado no pens en apoderarse de un retazo de cinta que le recordaba el perfume de la adorada. Sali sin saber lo que haca ni dnde iba. Al proseguir su incoherente marcha, una rfaga de aire helado le azot la cera. Se en- contraba al pie de una estrecha escalera por la que descendan, detrs de l, un cortejo de obreros que caminaban inclinados, llevando una especie de camilla cubierta con una sbana. Dnde queda la salida? pregunt a uno de aquellos hombres. Ah delante, la puerta est abierta. Pero djenos usted pasar. Mostrando la camilla pregunt maquinalmente: Qu es eso? Esto es el pobre Jos Buquet, a quien encontramos ahorcado en el tercer stano, entre un bastidor y una decoracin del "Roi de Laho- re". Ral se ech a un lado para dar paso al cortejo, salud y se fue. 33. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 33 CAPITULO III EN EL QUE POR PRIMERA VEZ LOS SEORES DEBIENNE Y POLIGNY DAN EN SECRETO A LOS NUEVOS DIRECTORES DE LA OPERA, SEORES ARMANDO MONCHARMIN Y FERMN RICHARD. LA VERDADERA Y MISTERIOSA RAZN DE SU PARTIDA DE LA ACADEMIA NACIONAL DE MSICA. Entretanto, se estaba verificando la ceremonia de tos adioses. He dicho que aquella magnifica funcin de gala haba sido dada con motivo del retiro de los directores de la Opera, seores Debienne y Poligny, que hablan querido morir, como decimos ahora, haciendo un hermoso gesto. Haban sido ayudados para la realizacin de ese programa ideal y fnebre, por todo lo que en Pars descollaba entonces en la vida social y en las artes. Pars no olvidaba todo lo que aquellos dos hombres haban hecho por l en los alias difciles en que no bastaba consagrar su talento y su vida a una obra para que tuviera buen xito; pero en los que era preciso, sobre todo, persistiendo an las dificultades de la gue- rra, hacer el mayor de los sacrificios: el del dinero. El seor Debienne se habla mostrado entonces tan generoso con su propia fortuna, y el seor Poligny, tan prdigo con la de los dems, que el pblico pudo forjarse ilusiones durante algunos aos respecto de la prosperidad de aquella noble empresa. Ms tarde corrieron rumores deplorables sobre el tino de una administracin que, por ser tan lujosa como artstica, apenas si poda juntar las dos puntas. En las altas esferas aquello caus alarma: el Gobierno se dign alarmarse y como el seor comisario del Gobierno alentado por el subsecretario de Bellas Artes tuvo la auda- cia y la imprudencia de hacer alusiones, ante los seores directores, a su situacin, que al fin y al cabo no lenta nada de desesperada; se cam- biaron frases duras que hicieron difciles las relaciones entre las ofici- nas de la Academia Nacional y el Ministerio. Se cometieron por una y 34. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 34 otra parte pequeas bajezas, las damas se metieron en el lo y la vida se volvi imposible. Y, sobre todo, el dinero comenz a escasear, debido a los compromisos considerables contrados en los comienzos de la gestin. La pequea prensa poltica se volvi hostil a la empresa y no dejaron pasar una ocasin de deplorar, en paralelo molesto, la famosa direccin anterior. A pesar de los consuelos, que, por otra parte, se les prodigaban, los seores Debienne y Poligny estaban muy desalentados, cuando el fracaso del baile "Eudimin", por el que haban hecho gran- des sacrificios, pareci imponerles el retiro. En efecto, tres meses des- pus rescindan el contrato y cedan el puesto a dos personalidades amigas del poder, los seores Armand Moncharmin y Fermn Richard. No faltaron, sin embargo, quienes, conociendo el temperamento y cl orgullo de Debienne y la habilidad e ingenio de Poligny en las nego- cios, se sorprendieran de que abandonaran tal fcilmente la partida; y era de eso que se hablaba en el foyer de la danza, mientras que Sorelli con una copa de champaa en la mano y un pequeo discursito prepa- rado en la punta de la lengua, esperaba a los seores directores renun- ciantes. Detrs de ella, sus jvenes y sus viejos camaradas de cuerpo de baile se aglomeraban, los unos conversando en voz baja de los aconte- cimientos del da y los otros dirigiendo discretamente seales de inteli- gencia a sus amigos, cuya aglomeracin rumorosa rodeaba el bufete, que haba sido preparado sobre el piso inclinado entre la "Danza gue- rrera" y la "Danza campestre", del seor Boulenger. Algunas bailarinas se haban puesto ya sus trajes de calle, pero la mayor parte vestan an sus faldas de gasa ligera; todos tenan, entre- tanto, aire de circunstancias. Slo la pequea James, cuyos quince aos parecan haber olvida- do ya feliz edad el Fantasma y la muerte de Jos Buquet, no paraba de charlar, cacarear, rer, proferir chillidos, hacer travesuras a punto de que, al aparecer en las gradas del foyer los seores Debienne y Poligny, fue llamada severamente al orden por la Sorelli. Todos los presentes notaron que los seores directores renun- ciantes tenan aspecto alegre, casa que en provincias no le hubiera parecido natural a nadie; pero que en Pars fue encontrada de muy buen 35. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 35 gusto. Jams ser parisiense aquel que no haya aprendido a ponerle una mscara de alegra a sus dolores, y el antifaz de la tristeza, el fastidio u la indiferencia a su intima alegra. Si uno de nuestros amigos tiene un pesar, no hay que tratar de consolarlo; dir que ya lo est; pero, si le ocurre algn suceso feliz, no hay que caer en cl error de felicitarlo; le parecer que aquella caricia de la fortuna es tan natural que le chocar que le hablen de ella. En Pars siempre es carnaval, y no sera en el foyer de la danza que personas tan conocidas armo los seores Debienne y Poligny habran cometido el error de demostrar que su disgusto era real. Y ya le estaban sonriendo con exceso a la Sorelli, que comenzaba a decir su discursito, cuando una exclamacin de aquella locuela de James vino a quebrar la sonrisa de los seores directores de un modo tan brutal que la cara de desola- cin y de espanto que aqulla disimulaba apareci de golpe ante los ojos de todos: El Fantasma de la Opera! James haba lanzado aquella frase con un acento de indecible te- rror y su ndice indicaba en la aglomeracin de los frac una cara tan plida, tan lgubre y tan fea, con las cuencas de los ojos len profun- das, que aquella calavera viviente, as designada, obtuvo inmediata- mente un xito loco. El Fantasma de la Opera! El Fantasma de la Opera! Y cesando las risas, las gentes se atropellaban, queran invitar a beber al Fantasma de la Opera; pero ya haba desaparecido! Se haba volatilizado entre la concurrencia y se le busc en vano, mientras que dos ancianos trataban de calmar a la pequea James y que la pequea Giry lanzaba unos chillidos espantosos. La Sorelli estaba furiosa; no haba podido concluir su discurso; los seores Debienne y Poligny la abrazaron, le dieron las gracias y se escabulleron con tanta rapidez como el propio Fantasma. Nadie se sorprendi de esto, porque saba que tenia que soportar la misma cere- monia en cl piso superior, en cl foyer del canto, y que, por fin, sus amigos ntimos seran recibidos, por ltima vez por ellos en el gran 36. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 36 vestbulo del despacho directorial, donde las esperaba una verdadera cena. Y es all donde volvemos a encontrarlos con los nuevos directo- res, seores Armando Moncharmin y Fermn Richard. Los primeros apenas conocan a los segundos; pero abundaron lora con ellos en grandes cumplidos de amistad y stas les respondieron con mil cum- plimientos, de manera que aquellas invitados que temieron terminar la velada de una manera algo tristona se pusieron enseguida contentsi- mos. La cena fue casi alegre y como se presentara la ocasin de brin- dar, cl seor comisario del Gobierno fue tan hbil, mezclando la gloria del pasado con los triunfos del porvenir, que la mayor cordialidad rein enseguida entre los convidados. La transmisin de los poderes directo- riales se haba hecho la vspera, en la forma ms simple posible y las cuestiones que quedaban por arreglar entre la antigua y la nueva direc- cin, quedaron resueltas bajo la presidencia del comisario de Gobierno, con un espritu de conciliacin entre las partes, que no era de sorpren- der, en efecto, que en aquella cena memorable hubiera cuatro caras de directores tan sonrientes. Los seores Debienne y Poligny haban entregado ya a los seo- res Armando Moncharmin y Fermn Richard las dos llaves minsculas que abran todas las puertas de la Academia Nacional de Msica algunos miles y enseguida aquellas pequeas llaves, objeto de la curiosidad general, pasaron de mano en mano, cuando la atencin de algunos fue atrada por un descubrimiento que acababan de hacer en el extremo de la mesa. All estaba la plida y fantstica cara de ojos hundidos que ya haba aparecido en el foyer de la danza y que haba sido saludada por la pequea James con este apstrofe: El Fantasma de la Opera! Estaba all como el ms natural de los invitados, salvo que no coma ni beba. Los que hablan comenzado a mirarle sonriendo, haban acabado por volver la cabeza hacia otra parte, tales pensamientos fnebres suge- ra aquella imagen. 37. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 37 No haba pronunciado una palabra y sus propios vecinos de asiento no hubieran podido decir en qu momento preciso haba entra- do a instalarse all; pero todos pensaron que si los muertos acudan a veces a sentarse en la mesa de los vivas, no pondran cara ms macabra que aquella. Los amigos de los seores Fermn Richard y Armando Moncharmin creyeron que aquel convidado esqueltico era un ntimo de los seores Debienne y Poligny, mientras que los amigos de las seores Debienne y Poligny pensaron que aquel cadver perteneca a la clientela de los seores Richard y Moncharmin. De modo que ninguna frase incmoda, ninguna pregunta indiscreta, ninguna broma de mal gusto molest a aquel husped de ultratumba. Algunos invitados, que estaban al tanto de la leyenda del fantas- ma, y que conocan la descripcin que haba hecho de aqul el maqui- nista ignoraban la muerte de Jos Buquet , pensaban que cl hombre de la punta de la mesa hubiera podido muy bien pasar por la realiza- cin viva del personaje creado segn ellos por la slida supersticin del personal de la opera; y, sin embargo, segn la leyenda, el fantasma no tena nariz y aquel hombre la tena; pero el seor Moncharmin afirma en sus memorias que la nariz del comensal era transparente y agregar por mi parte que bien poda ser una nariz postiza . El seor Mon- charmin pudo creer que era transparencia lo que slo era brillo. Todo el mundo sabe que la ciencia hace hoy admirables narices postizas para aquellos que se ven privados de ella por la naturaleza o por alguna operacin. En realidad, habla ido el fantasma a sentarse aquella noche en el banquete de los directores, sin haber sido invitado? Y podemos estar seguros de que aquella cara era la del Fantasma de la Opera? Quin se atrevera a decirlo? Si hablo aqu de ese incidente no es porque quiera por segunda vez hacerle creer al lector que cl Fantasma haya sido capaz de llevar a cabo tan soberbia audacia, sino porque al fin y al cabo la cosa es posible. Y he aqu una razn de ello que parece convincente; cl seor Ar- mando Moncharmin siempre en sus "Memorias" dice textualmente, en el captulo XI: "Cuando pienso en aquella primera velada, no puedo prescindir de recordar la confidencia que nos hicieron en su despacho 38. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 38 los seores Debienne y Poligny, sobre la presencia en la cena de aquel fantstico personaje a quien nadie conoca". He aqu exactamente lo que sucedi: Los seores Debienne y Poligny, sentados en el centro de la me- sa, no hablan notado al hombre de cabeza de muerto, cuando ste se puso de pronto a hablar. Las chiquillas tienen razn dijo . La muerte de ese pobre Bu- quet no es tan natural como parece creerse. Debienne y Poligny se sobresaltaron. Ha muerto Buquet? preguntaron. S replic tranquilamente el hombre o la sombra de hombre. Ha sido encontrado ahorcado esta noche en cl tercer stano, entre un bas- tidor y una decoracin del "Roi de Lahore". Los dos directores, o, ms bien dicho, ex directores, se pusieron de pie enseguida, mirando con singular fijeza a su interlocutor. Estaban ms agitados de lo que era natural; es decir, ms de lo que deban es- tarlo por cl anuncio del suicidio de un maquinista. Se haban vuelto tan plidos como el mantel. Por ltimo, el seor Debienne hizo una sea a los seores Richard y Moncharmin, Poligny se excus ante los invitados con algunas oportunas palabras, y los cuatro pasaron al gabinete directorial. Le dejo la palabra al seor Moncharmin: Los seores Debienne y Poligny parecan codo vez ms agitados dice aqul en sus "Memorias" y nos pareci arte tenan alga arte decirnos y no hallaban manera de hacerlo. Primero nos preguntaron si conocamos al individuo que estaba sentado en la punta de la mesa y que les comunic la muerte de Jos Buquet, alarmndose orla ms al conocer nuestra respuesta negativa. Nos tomaron de las manos las llaves del teatro, las consideraron un instante, menearon la cabeza y por ltimo nos aconsejaron que hiciramos hacer en el mayor secreto llaves nuevas para las piezas, gabinetes y objetos que deseramos tener en completa seguridad. "Tenan unas expresiones tan singulares, al decir esto, que nos echarnos a rer, preguntndoles si haba tina gavilla de ladrones en la 39. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 39 Opera. Nos respondieron que haba algo peor an: el Fantasma. Vol- vimos a echarnos a rer, persuadidos de que nos hacan una bromo que deba ser el coronamiento de aquella pequea fiesta ntima. Y luego, como insistieron, nos pusimos serios, decididos n entrar por complacerlos en aquella especie de juego. Nos dijeron que nunca nos habran hablado del Fantasma si no hubiesen recibido la orden formal del propio Fantasma, de que nos incitaran a ser amables con l y a concederle todo lo que nos pidieran. Sin embargo, muy contentos con abandonar aquel dominio en que reinaba como dueo y seor aquella sombra tirnica y verse libres de ella al mismo tiempo, haban vacila- do hasta el ltimo momento en comunicarnos semejante aventura, para la cual nuestros espritus escpticos no estaran, sin duda, prepa- rados, cuando el anuncio de la muerte de Jos Buquet les haba recor- dado brutalmente que toda vez que no haban accedido a los deseos del Fantasma, algn acontecimiento fantstico o funesto los haba enseguida penetrado del sentimiento de su dependencia. "Durante estos discursos inesperados, dichos en el tono de la ms secreta e importante confidencia, yo mir a Richard. Este, cuando era estudiante, tena fama de bromista, es decir, de no ignorar las mil maneras de burlarse con ingenio y algo de esto saban los porteros del bulevar Saint-Michel. As es que pareca ser muy de su agrado el plato que le servan a su vez. No perda ni un bocado, bien que el condi- mento fuera algo macabro, a causa de la muerte de Jos Buquet. Me- neaba la cabeza con tristeza y su expresin, a medida que los otros hablaban, se volva lamentable, como la de un hombre que deplorara amargamente haber hecho aquel negocio de la Opera, ahora que saba que tena un fantasma encerrado. Yo no poda haces nada mejor que imitar servilmente aquella actitud desesperada. Sin embargo, a pesar de todos estros esfuerzos, no pudimos al final dejar de estallar en las barbas de los seores Debienne y Poligny, quienes, al vernos parar sin transicin de un estado de espritu muy sombro a la alegra ms in- solente, hicieron como si creyeran que nos habamos vuelto locos. 40. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 40 "Como la farsa se iba prolongando demasiado, Richard pregunt entre bromas y veras: "Pero, en fin, qu es lo que quiere ese Fantas- ma?". El seor Poligny se dirigi a su escritorio y tom de l una co- pia de su contrato. El escrito comenzaba con estas palabras: "La direccin de la Opera se obliga a dar a las representaciones de la Academia Nacional de Msica el esplendor que corresponde a la primera escena lrica francesa, y terminaba con el artculo 98, con- cebido as: El presente privilegio podr ser retirado: 1: Si el director no cumple las disposiciones estipuladas en las obligaciones y especialmente en los artculos 1, 9 y 49. En el caso en que el ministro creyese que no deba imponer la exoneracin del di- rector, podr imponerle multas de mil a veinticinco mil francos, segn la gravedad de las infracciones cometidas. Esas multas sern deduci- das de la subvencin anual o sobre la garanta que, en este caso, debe- r ser completada en el da. 2: Si el teatro permanece cerrado, sin autorizacin, durante tres das de representacin obligatoria. 3: Si se incendia la sala. 4: Si el director se encuentra en notorio estado de insolvencia o si sus negocios marchan mal comprobndose esto por la suspensin de pagos a los artistas, empleados o agentes, si es objeto de exigencias privadas o judiciales, capaces de entorpecer la libertad de su gestin. "Si al final de su ejercicio el director no ha dado cl nmero de actos estipulados en el contrato, el ministro podr imponerle una multa proporcional al trmino medio de gastos que exige el poner en escena cada acto. Esta copia dijo el seor Moncharmin estaba hecha con tinta ne- gra y era enteramente conforme con la que poseamos. "Entretanto, nosotros vimos que el documento que nos mostraba el seor Poligny contena al final una quinta disposicin, escrita con tinto roja, caligrafa extraa y difcil, como si hubiera sido trazada 41. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 41 con un fsforo, caligrafa de nio, que no supiera todava unir las letras. Y ese quinto prrafo, que vena a otorgar tan singularmente el artculo 98, enunciacin de las causas que podran determinar el retiro del privilegio , deca textualmente: 5: Si el director retrasa ms de quince das la mensualidad que debe entregar al Fantasma de la Opera, mensualidad fijada hasta nueva orden en 20.000 francos, o sea, 240.000 francos al ao. "El seor Poligny nos sealaba con un ademn vacilante aquella clusula decisiva, la que ciertamente no nos esperbamos. Y eso es todo? pregunt Richard con la mayor sangre fra. No quiere nodo ms? S replic Poligny; quiere esto. Hoje el pliego de obligaciones y ley: "Artculo 6. El gran avant-scene de la derecha de los palcos principales nmero 1, ser reservado durante todos las representacio- nes al jefe del Estado. "El palco bajo nmero 20, el lunes, y el palco principal nmero 30 los mircoles, sern puestos a disposicin del ministro. "El palco bajo nmero 27 ser reservado todos los das para los prefectos del Sena y de polica. "El palco de cuarta fila nmero 12, estar siempre a disposicin del director del Conservatorio de Msica y Declamacin, para los discpulos de ese establecimiento. Y otra vez al final de este artculo, el seor Poligny nos mostr un prrafo en tinta roja, que haba sido agregado: "El palco principal nmero 5 ser puesto en todas las represen- taciones a disposicin del Fantasma de la Opera. Al ver esto no pudimos menos que levantarnos y estrechar calu- rosamente las manos de nuestros predecesores, felicitndolos por haber imaginado aquella graciosa broma, demostradora de que el viejo rumor francs segua sin declinar. Richard crey que deba agregar, adems, que ahora comprenda por qu los seores Debienne y Poligny abandonaban la direccin de la Academia Nacional de M- 42. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 42 sica, no era posible arte los negocios pudieran marchar; teniendo que habrselas con un fantasma tan exigente. Evidentemente replic sin pestaear el seor Poligny , 240.000 francos no se encuentran a la vuelta de una esquina. Y ha calculado usted lo que puede costarnos el no vender el palco nmero 5, reservado para el Fantasma en todas las representaciones? Sin contar con que nos hemos visto obligados a reembolsar el abono. Es espantoso! de veras, no hemos trabajado ms que para sostener fan- tasmas!.. Preferimos marcharnos. S, preferimos marcharnos repiti el seor Debienne. Vmo- nos! Y se puso de pie. Richard dijo: Bueno, pero me parece que han sido ustedes demasiado atentos con el fantasma. Si a m me saliera un fantasma tan incmodo no va- cilara en hacerlo arrestar. Cmo? Dnde? exclamaron los dos a la vez . Jams lo hemos visto! Cundo asiste a su palco? Jams lo hemos visto en el palco. Entonces, por qu no lo alquilaban? Alquilar el palco del Fantasma de la Opera! Bueno, seores, traten de hacerlo ustedes. Enseguida salimos juntos los cuatro del despacho directorial. Ri- chard y yo nunca nos hemos redo tanto. 43. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 43 CAPITULO IV EL PALCO NMERO 5 Armando Moncharmin ha escrito unas memorias tan voluminosas en lo que concierne particularmente al perodo bastante largo de su codireccin, que es coser de preguntarse de dnde sacaba tiempo para ocuparse de la Opera, a menos que lo hiciera contando lo que pasaba en ella. El seor Moncharmin no conoca una nota de msica, pero tutea- ba al ministro de Instruccin Pblica y de Bellas Artes, haba hecho un poco de periodismo en el bulevar y posea una fortuna considerable. En fin, era una persona excelente y no carente de talento, puesto que, decidido a comanditar la Opera, supo escoger al director que le conve- na, decidindose sin vacilar por Fermn Richard. Fermn Richard era un msico distinguido y un hombre muy amable. He aqu el retrato que le dedic en el momento de la toma de posesin la "Revista de los Teatros": El seor Fermn Richard tiene unos cuarenta aos, es alto, ro- busto. Buena presencia, maneras distinguidas, cara encendido, cabe- llos espesos y cortados al rape, y la barba corno el cabello. El aspecto de su fisonoma tiene algo de triste, que atemperan enseguida una mirada franca y una sonrisa atrayente. El seor Fermn Richard es un msico muy distinguido. Armo- nista hbil, contrapuntista profundo, la grandeza es el carcter princi- pal de su composicin. Ha publicado msica de cmara muy apreciado por los aficionados, sonatas o piezas fugitivas llenas de originalidad, uno coleccin de melodas. Por ltimo, la "Muerte de Hrcules"; ejecutada en los conciertos del Conservatorio, respira un aliento pico, que hace pensar en Gluck, uno de los maestros venera- dos de Fermn Richard. Sin embargo, si adora a Gluck no le gusta menos Puccini; el seor Fermn Richard toma su placer donde lo en- 44. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 44 cuentra. Lleno de admiracin por Puccini, se inclino ente Meyerbeer, se deleita con Cimarosa y nadie aprecia mejor que l el genio de We- ber. En fin, en lo que se refiere a Wagner; no est lejos de pretender arte l, Fermn Richard, es el primero y quizs el nico que lo haya comprendido en Francia. Suspendo aqu la trascripcin, de la que parece resultar con bas- tante claridad que si al seor Fermn Richard le gustaba toda la msica y todos los msicos, todos los msicos estaban en el deber de gustar del seor Fermn Richard. Digamos, para terminar este rpido retrato, que el seor Richard era lo que se ha convenido en llamar un autorita- rio, es decir, que tena mal carcter. Los primeros das que los dos asociados pasaron en la Opera fue- ron por completo ocupados por la satisfaccin de sentirse dueas de una empresa tan vasta y hermosa y ya hablan sin duda olvidado aquella extraa y curiosa historia del Fantasma, cuando se produjo un incidente que vino a probarles que, si se trataba de una broma, la broma conti- nuaba. El seor Fermn Richard lleg aquella maana a su escritorio. Su secretario, el seor Remy, le entreg una media docena de cartas que no haba abierto porque llevaban la indicacin "personal". Una de aquellas cartas atrajo enseguida la atencin de Richard no slo porque el sobre escrito estaba puesto con tinta encarnada, sino porque le pare- ci que ya haba visto en otra parte aquella letra. No tuvo que buscar largo rato: era la letra con la cual habla sido escrito tan singularmente el pliego de condiciones. Reconoci su aspecto de garabateo infantil. Enseguida la abri y la ley: Mi querido director: Le pido disculpas por venir a distraerlo en estos momentos preciosos en arte decide usted respecto de la suerte de los mejores artistas de la Opera, y en que renueva usted importantes compromisos y en que celebra usted nuevos contratos; y esto con una seguridad de vistas, un conocimiento del teatro, una ciencia del pbli- co y de sus gustos, uno autoridad que ha estado a punto de asombrar mi viejo experiencia. 45. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 45 Estoy al tanto de lo que acaba usted de hacer en favor de la Carlota, la Sorelli, la pequea James y algunas ms cuyas admirables cualidades, talento o genio, ha adivinado usted. (Ya se imaginar usted de quin hablo al escribir estas palabras; no es, evidentemente, de la Carlota, que canta como una jeringa y que no debera haber salido nunca de los Amabassadeurs y del caf Jaquin; ni de la Sorelli, que tiene destacado xito, sobre todo en su abundante anatoma, ni de la pequea James, que baila como un ternero en el prado; ni tampoco de Cristina Daa, cuyo genio es indudable, pero que es apenado con celoso cuidado de toda creacin imponente). En fin, claro est que usted tiene el derecho de manejar su gestin como mejor le parezca, pero, sin embargo, quiero aprovechar la circunstancia de que todava no haya usted puesto a Cristina Daa en la calle para orla esta noche en la parte de Siebel, puesto que el de Margarita, despus de su triunfo del otro da, le est vedado; le ruego tambin no disponga de mi palco hoy ni los das siguientes; porque no cerrar este carta sin expre- sarle cun desagradablemente me ha sorprendido en estos ltimos tiempos el saber, al llegar a la Opera, que mi palco haba sido vendido en la boletera por orden suya. "No protest, primero, porque soy enemigo del escndalo, y, adems, porque me imaginaba que sus predecesores, los seores De- bienne y Poligny; que siempre han sido amabilsimos conmigo, ha- bran olvidado, al marcharse, de comunicarles a ustedes mis pequeas manas. Ahora bien, acabo de recibir la respuesta de los seores De- bienne y Poligny a mi pedido de explicaciones, respuesta que me prue- ba que estn ustedes al tanto de mi pliego de condiciones y, por consiguiente, que se burlan ustedes conscientemente de m. Si quieren ustedes que vivamos en paz, no vuelvan a repetir la bromo de quitarme el palco. Dejando a salvo estas menudas consideraciones, quiera creerme, mi querido director, su muy atento servidor. Firmando: F de la Opera. Esta carta venta acompaada de un recorte del "correo" de la "Revista Teatral", en el que se lea esto: 46. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 46 "F. de la Opera: R y M. no tienen disculpa. Los hemos advertido y les hemos entregarlo su pliego de condiciones. Saludmosle. El seor Fermn Richard terminaba apenas aquella lectura, cuan- do se abri la puerta del despacho y el seor Armando Moncharmin se adelant hacia l llevando en la mano una carta absolutamente igual a la que haba recibido su colega. Se miraron y se pusieron a rer. La broma sigue dijo el seor Richard; pero no es graciosa! Qu significa esto? pregunt Moncharmin. Se imaginarn que porque han sido rectores de la Opera les vamos a conceder un palco a perpetuidad? Porque tanto el primero como el segundo de aquellos seores no tienen duda de que aquella doble sofisticacin era el fruto de la colabo- racin ingeniosa de sus predecesores. Yo no estoy con ganas de dejarme molestar largo rato! declar Fermn Richard. Es una cosa inofensiva! observ Armando Moncharmin. Pero, al fin, qu es lo que quieren? Un palco para esta noche? El seor Fermn Richard dio orden de que se les mandara cl palco nmero 5 a los seores Debienne y Poligny, que habitaban, cl primero, en la esquina de la calle Scribe y bulevar de los Capuchinos y cl se- gundo en la calle Auber. Las dos cartas del Fantasma (F. de la Opera) haban sido echadas en la misma sucursal del correo del bulevar de los Capuchinos. Fue el seor Moncharmin quien lo not al examinar los sobres. Ya lo ves, Richard! Ambos se encogieron de hombros y deploraron que personas de aquella edad se entretuvieran an en hacer semejantes bromas. Sin embargo, hubieran podido mostrarse menos groseros ob- serv Moncharmin. Has visto cmo nos tratan a propsito de la Car- lota, de la Sorelli y de la pequea James? Qu quieres? Estn enfermos de celos! Cundo pienso que han llegado hasta a pagar un suelto del "correo" de la "Revista Tea- tral"!... No tendrn nada que hacer? 47. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 47 A propsito dijo Moncharmin, parecen interesarse mucho por Cristina Daa... De cul de los dos era la amante? Sabes tan bien como yo que tiene fama de ser honesta! replic Richard. Hay tantas reputaciones usurpadas replic Moncharmin. Aca- so yo, que no soy capaz de distinguir la clave de fa de la clave de sol, no tengo fama de ser entendido en msica? Tranquilzate, Moncharmin, nunca has tenido esa reputacin. Enseguida, el seor Fermn Richard dio orden al ujier de que hi- ciera pasar a los artistas que desde haca dos horas se paseaban en cl ancho pasadizo de la administracin a la espera de que se abriese la puma directorial, aquella puerta tras de la cual les esperaban la gloria y cl dinero... o cl despido. Todo aquel da transcurri en tratos, discusiones, firmas o resci- siones de contratos; de modo que aquella noche la del 25 de enero nuestros dos directores, fatigados por una pesada jornada de enojos, de intrigas, de recomendaciones, de amenazas, de protestas de aprecio o de odio, se acostaron temprano sin preocuparse de ir a echar una ojeada al palco nmero 5, para saber si los seores Debienne y Poligny en- contraban cl espectculo a su gusto. La Opera no haba tenido descanso desde la partida de la antigua direccin, y el seor Richard haba iniciado algunas reparaciones nece- sarias sin interrumpir las representaciones. Al da siguiente los seores Richard y Moncharmin encontraron en su correspondencia, por una parte, una esquela de agradecimiento del Fantasma, concebida en estos trminos: "Mi querido director: Muchas gracias. Funcin esplndida. Daa exquisita. Cuide los coros. La Carlota, magnfico y trivial instrumento. Pronto les escribir respecto de los 240.000 francos exactamente 233.424 francos 70 , pues los seores Debienne y Poligny me remitie- ron los 6.575 francos 30, que representan los diez primeros das de mi pensin de este ao, cuyo contrato vence el 10 por la noche. "Saldame. F. de la O." Y por otra parte una carta de los seores Debienne y Poligny. 48. www.elaleph.com Gastn Leroux donde los libros son gratis 48 "Seores. Les agradecemos su amable atencin, pero ustedes comprendern fcilmente que la perspectiva de or "Fausto; por agradable que sea a ex directores de la Opera, no puede hacernos olvidar que no tenemos ningn derecho para ocupar el palco balcn nmero 5, que pertenece exclusivamente a "aquel" de quien hemos tenido ocasin de hablarle releyendo junto con ustedes por ltima vez el pliego de condiciones, ltimo prrafo del artculo 63. "Reciban, seores, los saludos, etc Oh, pero al fin estas personas empiezan a fastidiarme! declar violentamente Fermn Richard, estrujando la carta de los seores De- bienne y Poligny. S, esto se est volviendo una necedad asinti Armando Mon- charmin, que desliz precisamente en su cartera la esquela del Fantas- ma. Guardas eso? pregunt Richard. Por curiosidad dijo Moncharmin. Aquella noche el palco balcn nmero 5 fue vendido. Al da siguiente, al llegar a su despacho, los seores Richard y Moncharmin encontraron un informe del inspector, relativo a los he- chos que haban ocurrido la vspera en el palco nmero 5. He aqu la parte esencial del informe, que es breve: "Me vi en la necesidad escribe el inspector de requerir esta noche el inspector haba escrito su informe la vspera, de llamar a un guardia municipal para hacer evacuar por dos veces, al principio y a mitad del segundo acto, el palco balcn nmero 5. Los ocupantes que habrn llegado al principio del segundo acto, cansaban verdadero escndalo con sus risas y sus exclamaciones. De todas partes se les reclamaba silencio y la sala comenzaba a protestar con energa cuan- do la acomodadora fue a buscarme. Entr al palco e hice las observa- ciones que eran del caso. Aquellas personas parecan no estar en su juicio y me dijeron algunas estupideces. Les advert que si se repeta el escndalo me vera obligado a hacer evacuar el palco. Protestaron con grandes risas, declarando que no se retiraran si no se les devol- va el dinero. Por ltimo, se calmaron y los dej volver al palco; pero 49. www.elaleph.com El fantasma de la pera donde los libros son gratis 49 enseguida