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GILD A N AÉCIA DE BARROS PLATÓN· CIENCIA Y DOGMA EN EL ESTADO IDEAL que la ciudad "se hincha de humores" uando r ce. A su modo de ver, la pro gresiva de caden cia d l oci dad po lítica va paralela a un tr án sito pro gr iivo o l impli idad d la vida civilizada U-' '.l' es 677a-6BUh ). Al 'u n pa ..j ·d la Rr· /Jl íhllm (546a y sigs.), de la p" ll/tI (269d·272d; 272 ·274e; 270b -c ) y de las l .o')'es (676 ) 'u icrc n, i rto, la id a de una con cepción cíclica d ,1 tiemp o en l Ión; d cualqui r maner a. inclu so d entro del 'quema d 1r torno, per iI la convicción de que la vida virtuosa es mi vi bl n una ie- dad simple. La teoría constitucional qu Platón bl ica , en la Polit ica y en las f.'.l'el ap oy que el hombre es segu ram nt más feliz tor sabia. Como en un r baño . Y ve en 1 men ideal. O en la aristocra ia (/( e/l. 4 acuerdo con esa teorla I m jor oh r nt bio. Por otro lado, la so i dad plar óni i ria. Se estructura sobre una rl ida jer arqul . 'nII /(" IIi6//(Q, la estratificación perf ecta divid el I d n tre I pueb lo, sol dado s y filósofo r al s. El P ind bido d u, clase a otra genera, en la polis. la injusti i (R'II. 434 I·h) . En las Le yes , donde el r égim n s m ixto , 1 prin ipio j r rqui o sigue regulando todo el Estado ; opon , p r un I do, I blo, y por otro, los que dirig n. Esto • lo hombr m vrr- tuosos y sabios, son los gua rdi án d I n tiru ión (1)64d. e; 965 ). Es p referib le que la ciud ad -estado ideal aP qucña. de crecer hasta el punto en que tod avía p rmanezca Unida (Re/J. 423b-c). Debe estar alejada del mar, p. ra sC: 'l'ar las maléficas influencias extran jeras (Le) s 70470'i1). Será bás icamente agrícola. Nin gún ciudada no podrá salir por propia decisión ; sólo al gunos tien n e e der cho. ejerci- do como un deber. ¿Q ué tipo de hom bre vivirá n ella ? ¿Có- mo educa rlo? En cualquier caso, ha de ser sobre lodo un á udadano, criatura enteramente volcada a los intereses del estado y ere- gamente fiel a sus leyes (Ltyes 822d ; El ideal esta rá t anto más cercano a la perf ección cuanto mejor cue sus pensami entos, emociones y actos a los valores oficia- les, en tod os los aspectos de la vida . En el Estado to- dos deben seme jarse unos a otros en todo lo más posible (Le- j'es 739 a-e). Entonces la felicidad es atribul? del Esl ad .o no 'del ind ividuo. Y la part icipación en ella, SIempre, prionta- riam ent e colectiva (Rep. 420 c-421 b; 519 e, 520 a). El hom- bre no se pertenece, ni siquiera el (Rep. 52.0- .b-d; Leyes 923 a-e). Así queda clara la importancia de vigilan- cia estatal sobre el individuo, para la que la educación pres- ta evidentemente, un inestimable servicio. 'Platón define explícitamente en las Leyes lo que entiende por educar (643 c-d; 653 b-e ; 659 c-d ). Y al hacer lo disti ngue (9 () ti, .\' i" l'aul» Platón no fue únicamente un gran artista del pensamien to y de la pa lab ra . Si bien dura nte años dirigió la Aca demia, cen - tro de estudios filosóficos de alto nivel, frecuentado por in- vestigadores y hombres públicos de la época, simultá nea- mente no midió sus esfuerzos para que su proyecto político se hiciera reali dad. Por tres veces, poniendo en peligro su vi- da, trató de realizar en Siracusa su República. Como hombre de acció n no tu vo éxi to . ¿Y si lo hu biese ten ido ? ¿Q ué conse- cuencias de orden práctico derivarían de la aplicación de sus ideas en mate ria educa tiva? Esas ideas se aclara n y se defi- nen mucho mejor en el contex to de la polis, porque el proyec- to político de Platón es el que da la verdadera medida de sus posiciones pedagógicas. De ahí que antes de vincular de manera directa y global esas posiciones con un programa político, Platón se ded icar a a un examen cuidadoso de la materia, explorándola sobre todo desde el ángulo conceptual. En varios de sus diálogos, el desarr ollo del tema principal implica una idea de la moral y la presencia de ese idea l privilegia ciertos problemas , los referidos a la formación del hombre, a su educación. Ésta ,a su vez, se regula, en sus bases, por la investigación de la na- tu raleza de la virtud y de su relación con la ciencia. I El tema es trat ad o de forma unificada y sistemática en el PTOlágoras, qu e investiga la natura leza de la virtud en sí. Apa - rece, sin embargo, en el Primer Alcibiades, y es incluso con- templado en Laques, Cármides y Eutifrón , en donde se exami- nan algunas virtudes en par ticular. El tema se profundiza en el Mm én, con la cuestión del método, en los cuadros de la doctrina plató nica de la reminiscencia. A su vez, en exp resi- va elabo rac ión poéti ca y filosófica, el Banquete insiste en la di- nám ica del proceso didáctico y en la función del amor como fuerza motr iz del aprendizaje. Pero la síntesis mad ura viene con la República, donde ciencia y educación se encuentra n en un programa de gob ierno. A par tir de la República, el espíritu de la pedagogía de Platón debe ser investigado a la luz de su filosofía del Estado. Y ésta , como veremos, no se circunscribe sólo a ese texto. A la República se unen la Política y las Leyes, comp leta ndo y escla reciendo el tema . Para empezar, recordemos que Platón no quiere que el es- tado ideal sea próspero en exceso, sino justo (Rep. 416 e-417 b; 421c-422a; 433a ). Por el contrario, la multiplicidad, la va- rie dad , el luj o, lo qu e hoy llam arí amos "soc iedad de la a bun - dan cia ", no es su est ilo. El pr imer modelo de polis qu e propo- ne en la República es tan primario que Glauco, un o de los in- terlocuto res de Sócrates, lo llama "c iu dad de puercos" (369b-372d). Platón asocia el debilitamiento de la ciudad al aumento del comercio, al negocio de lo superfluo, a la diver- sificación de las pro fesiones, al brote de los demagogos, etc. (Rep. 372d y sigs). En analogía con el lenguaje médico,ju zga Traducción de Ida Vitale 38

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GILDA N AÉCIA ~1ACIEL DE B ARRO S

PLATÓN· CIENCIAY DOGMA EN EL ESTADO IDEAL

que la ciuda d "se hincha de humores" ua ndo r ce. A sumodo de ver, la progresiva decaden cia d l oci dad po líticava pa rale la a un tránsito progr iivo o l impli idad d lavida civilizada U-''.l'es 677a-6BUh ). Al 'un pa ..j · d la Rr·/Jlíhllm (546a y sigs.) , de la p" líl l/ tI (269d·272d ; 272 ·274e;270b-c ) y de las l .o')' es (676 ) 'u icrc n, i rto , la id a deuna con cepción cíclica d ,1 tiempo en l Ión ; d cualqui rmanera. inclu so dentro del 'q ue ma d 1 r torno, per i I laconvicción de qu e la vida virtuosa es mi vi b l n una ie­dad simple.

La teoría constitucional qu Pla tónblica , en la Polit ica y en las f.'.l'el apoyque el hom bre es seguram nt más feliztor sabia. Como en un r baño. Y ve e n 1men ideal. O en la aris tocra ia (/(e/l. 4acuerdo con esa teorl a I m jor oh r ntbio. Por otro lado, la so i dad plar óni iria . Se estructura sob re una rl ida jera rq ul . ' n I I /(" IIi6//(Q,la estrat ificación perfecta divid el l~ I d n tre Ipueb lo, soldados y filósofo r a l s. El P ~ ind bido d u ,clase a ot ra genera, en la polis. la injusti i (R'II. 434 I·h) . Enlas Leyes, donde el r égim n s mixto , 1prin ipio j r rqui osigue regul and o todo el Estado ; opo n , p r un I do, I p~e.blo, y por otro, los que dir ig n. Esto • lo hom br m vrr­tuosos y sabios, son los guardi án d I n tiru ión (1)64d.e; 965).

Es preferib le que la ciud ad-estado idea l a P qucña. P~c­de crece r hasta el punto en que tod a vía p rman ezca Unida(Re/J. 423b-c). Debe estar alejada del ma r, p. ra sC:' l' a r ~ lasmaléficas influencias extranj eras (Le) s 704d·70'i1). Serábás icamente agrícola. Ningún ciudadano podrá sa lir o~ ell~por pr op ia decisión ; sólo algunos tien n e e der cho. ejerci­do como un deber. ¿Q ué tipo de hombre vivirá n ella ?¿Có­mo educa rlo?

En cua lquier caso, ha de ser sob re lodo un á udadano, u~acriatu ra entera mente volcada a los inte reses del estad o y ere­game nte fiel a sus leyes (Ltyes 822d ; 8~3a}.r El hom~re idealesta rá tanto más cercano a la perfección cuanto mejor a~e­cue sus pensami entos, emociones y ac tos a los valores oficia­les, en tod os los aspectos de la vida . En el Estado pcr~ecto to­dos deben semejarse unos a otros en todo lo más posible (Le­j'es 739 a-e). Entonces la felicidad es a tribul? del Eslad.o ~ no'del ind ividuo. Y la participación en ella , SIempre, prion ta-riam ent e colectiva (Rep. 420 c-421 b ; 519 e, 520 a ). El hom­bre no se pert enece, ni siquiera el filósofe>-re~ (Rep. 52.0-.b-d;Leyes 923 a-e) . Así queda clara la importancia de I ~ vigilan­cia esta ta l sobre el ind ividuo , pa ra la que la educación pres­ta evidente mente, un inestimable servicio.

'Plat ón define explícitamente en las Leyes lo que enti endepor educar (643 c-d; 653 b-e ; 659 c-d). Y al hacer lo disti ngue(9 () I~.\I(/(/" ti, .\' i" l'aul»

Platón no fue únicamente un gra n art ista del pensamiento yde la pa lab ra . Si bien durante años dirigió la Academia, cen ­tro de estudios filosóficos de alto nivel, frecuentado por in­vestigadores y hombres púb licos de la época , simultánea­mente no midió sus esfuerzos para que su proyecto políticose hiciera reali dad. Por tres veces, pon iendo en peligro su vi­da, trató de rea lizar en Siracusa su República. Como homb rede acción no tu vo éxi to. ¿Y si lo hubiese ten ido? ¿Q ué conse­cuencias de orden práct ico derivarían de la ap licación de su sideas en materia educa tiva? Esas ideas se aclara n y se defi­nen mucho mejor en el contex to de la polis, porque el proyec-to político de Platón es el que da la verdade ra medida de susposiciones pedagógicas.

De ahí que antes de vincular de ma nera direct a y globalesas posiciones con un progra ma político, Platón se ded icaraa un exa me n cuidadoso de la materia , explorá ndola sobretodo desde el áng ulo conceptual. En varios de sus diálogos,el desarrollo del tem a prin cipal implica una idea de la mo raly la prese ncia de ese idea l pr ivilegia ciertos pro b lemas , losreferidos a la formación del hombre, a su educación. Ésta, asu vez, se reg ula, en sus bases, por la investigación de la na­tu raleza de la virtud y de su relación con la ciencia. I

El tema es tratado de forma unificada y sistemática en elPTOlágoras, qu e investiga la natura leza de la virtud en sí. Apa ­rece, sin embargo, en el Primer Alcibiades, y es incluso con­templado en Laques, Cármides y Eutifrón, en donde se exami­nan algunas virtudes en par ticular. El tema se profundiza enel M m én, con la cuestión del método, en los cuadros de ladoctri na plató nica de la rem iniscencia . A su vez, en exp resi ­va elaborac ión poéti ca y filosófica, el Banquete insiste en la di­nám ica del proceso didáct ico y en la función del amor comofuerza motriz del a prendizaje. Pero la síntesis madura vienecon la República, donde ciencia y educación se encue ntra n enun programa de gob ierno. A partir de la República, el esp íritude la pedagogía de Platón debe ser investigad o a la luz de sufilosofía del Estado. Y ésta , como veremos, no se circ unsc ribesólo a ese tex to. A la Repúblicase unen la Política y las Leyes,completa ndo y escla reciendo el tema .

Para empezar, record emos que Plat ón no qui ere que el es­tado idea l sea próspero en exceso, sino justo (Rep. 416 e-417b ; 421c-422a; 433a ). Por el contrario, la mult iplicidad, la va­riedad, el lujo, lo qu e hoy llam aríamos "sociedad de la abun­dancia ", no es su est ilo. El pr imer modelo de polis qu e propo­ne en la Repúblicaes tan primario que Glauco, un o de los in­terlocuto res de Sócrate s, lo llama "ciudad de pue rcos"(369b-372d) . Platón asocia el debilitamiento de la ciudad alaume nto del comercio, al negocio de lo superfluo , a la dive r­sificación de las pro fesiones , al brote de los demagogos, etc.(Rep. 372d y sigs). En an alogía con el lenguaje médi co,juzga

Traducción de Ida Vitale 38

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al niñ o del hombre hecho, como ya lo hiciera, indirectamen­te. en la Rl'jllíli/im (401 d-402 a) . Lo que marca esa distinciónes la ide a de desarrollo. No nacemos inteligentes, nos hace­mos (/.1'.1'1'.1' 643 e): " Sé que ningún animal nace con la inteli­genc ia qu e tendrá cuando llegue a adulto . .. " (LeyeJ 672 C).3y Plat ón asocia el ad venimiento de la madurez al comporta­miento di sciplinado: "en tanto que adquiere la visión que lees peculiar " , cua lq uier a nimal se comporta como loco, gritasin motivo, y cua ndo es capaz de levantarse da pasos desor­denados" (/.1')'1'.1' 672 e) . Con la llegada de la razón se alcanzala plen a humanidad, si es tá , naturalmente, bien formado :.. De tod as las cria turas, e! niño es el más difícil de manejar, ypor la exce lenci a del germen de razón que en él existe en es­tado rud ime nta rio, se vuelve un animal astuto, falso y petu­lante. Pero eso mi smo, precisamente , lo refrena de diversasman eras, si as í puedo expresa rlo" (Leyes 808 d-e).

Control de_los sentimientos y emociones

Puesto qu e la primera educación precede a la edad de la razón,deb e incl ina rse a disciplinar los sentimientos ;éstos combinandos emociones bá sicas : e! placer y e! dolor. Es, pues, urgenteco ntro la rlos . La educación pr imaria debe, sobre todo, organi­za r en el hombre sus emociones. " C uando el placer y la amis­ta d, la tri st eza y el odio nacen directamente en almas todavíainca paces de com prender su verdadera naturaleza, con la lle­ga da de la razón se ponen en armonía con ella, gracias a losbue nos hábitos sa biamente adquiridos. En ese acuerdo con­siste la virtud. En cua nto a la parte que tiene por finalidad en­seña r a las cria tura s todo lo que tiene relación con e! placer yeldolor , de manera que desde el comienzo al fin de la vida seaod iado lo qu e debe ser odiado y amado lo que debe ser amado:si a pa rtá ndonos de nu estras consideraciones le damos e! nom­br e de educación, habremos, según mi modo de pensar, em­picado el término exacto " (Leyes 653 b-e),

Ese co ndiciona miento globa l de los sentimientos se apoyaen cas tigos y reco m pensas, en la asociación del bien al placery del mal a l dolor . La observación adec ua da de esas dos for­mas natural es en los as untos públicos y particulares es la lla­ve del éxito del régimen (Leyes 631-632 a-b 636 d-e). Apenasconoce el sa bio legi slador la ciencia de la medida que permite elco ntrol emociona l de la comunidad. Por lo tanto, urge respe­tar sin discut ir la tradición, las costum bres patrias y la leyesc rita qu e nos indicarán lo bueno y lo pernicioso en la dis­posición emot iva de ca da uno.

Esa vigila nc ia emotiva de la comunidad sugiere una cui­dadosa investigación psicológica del niño, una observaciónpermanente de su naturaleza y de las disposiciones de sualma (Rep. 415 b-e ; Leyes 650 b) . De ahí, por ejemplo, la im­portancia pedagógica de! banquete en el Estado; el consumode vino que en él se haga será una prueba que muestre la au­téntica naturaleza de cada uno (Leyes 644 c; 650 a) .

La importancia que da Platón a la educación primaria seafirma en la convicci ón de que la basede la ley son las bue­na s cos tum bres . El juzga que la estabilidad política dependedirect amente de la solidez con que las reglas verdaderase~han ra íces en el alma de! niño, generando en ella disposi­cie nes sa luda bles (Rep. 425 e, 426 e, 427 a ; Leyes 793 a y sigs).En ese sent ido, ningún aspecto de la vida humana puede serdes cuidado por el legislador, cuy as leyes tutelan al individuodesd e el nacimiento hasta la muerte. Ninguna criatura pue­de permanecer sin vigilancia ; todos deben tener un jefe. Loque resulta comprensible en un Estado que apunta al máxi­mo de com unidad y al mínimo de privacidad (Leyes 716 b;942 a-d ). La supervisión pedagógica debe alcanzar al niño

desde los prim er os meses de vida: "En esa eda d el ca rác te rse afirma defin itivament e bajo la influenc ia del hábito " (Le­¡'I'I 729 e; en el mismo sent ido, sobre la educac ión del gua r­dián en la Rejilíb/ica 395 c-d ; 40 1 by sigs.) . Las leyes todo loregulan , pues; incluso la educación (Leyes, 63 1 d, 632 c). SiPlatón pudiese, haría qu e su legislación alca nzara a l niño enel vientre de la madre; no pudiendo hacerlo, pr etende qu e a l­cance a la propia madre y a la ges tación (Leyes 792; 789 a-e).En la Rl'jJlíb/im, ense ña también Plat ón , import a no dejar alos niños en libertad , " has ta qu e no hayamos organizado ensu alma, como en la ciuda d, una co nstituc ión", "y despu ésde haber cultivado lo qu e ellas tienen de mejor con lo que te:nemos de equivalente, esta bleceremos en ellas un gua rdián yjefe, semejante a nosotros, para hacer las veces de nosotros, ysólo entonces los dejamos libre s" (590 e-59 1 a).

Vemos , pues , qu e la educac ión total , es trecha me nte regu­lad a por un código oficial de valores, implica un verda de rodirigismo pedagógico, una pedagogía de adiestramiento,para la cu al el hábito es, sin duda , un a seg unda natu raleza .y hace de la política el a rte por excelencia , a l confiarle el cul­tivo de las almas, su perfeccionamiento (Leyes 650 b) .

La pedagogía platónica es un a pedagogía de modelos(Rep. 377 b, 379 a; 377 b-e ; 378 d, 378 e-379 a, 398 a-b -parala poesía; 379a, 380 c-d , 383 a-b, 383 e, 412 b-para la reli­gión ; Política 308 d-e ; Leyes I1, en especial 657 a-b, 670 b-e-para la educación musical; VII, en especial 811 a-812 a).El Estado establece los arquetipos del canto, de la danza , deldiscurso, etc. , y todos deben resp etarlo so pena de castigo. Elprofesor es el mero ejecutor de los paradigmas oficiales . Unapedagogía de tal naturaleza exige una total identificaciónpedagógica del maestro con los guardianes de la ley, con losconservadores de tales arquetipos . Así, por ejemplo : "Losprofesores que no gusten de la obra , estarán dispensados decolaborar, pero seguirán auxiliándolo en su mis ión " -estoes e! guardián de la ley- " los que piensen como él. A ellosserá confiada, exclusivamente, la enseñanza y educación delosjóvenes " (Leyes811 e-812a) .

Platón dist ingue entre una forma noble de educación yotra, vulgar. La educación noble ha de estar apl icada a laformación del ca rácter ya la adquisición de la virtud. La vul­gar apunta apenas a la adquisición de riquezas , de vigor o dealguna habilidad, y es indigna de un hombre libre. Para unespíritu aristocrático como el de Platón, la form aci ón profe­sional es el objetivo secundario de la educac ión plena ; esapropiada para el pueblo, que nunca , por na turale za , tendrácondiciones para cumpl ir su propio programa ped agógi coen su totalidad . La buena educac ión no hace del individuoun buen navegante, pero hace de él un ciuda da no perfecto ,adaptado a las funciones de su clase socia l. Así, el qu e ha na­cido para ser herrero no puede ser gene ra l y quien naciópara alfa rero no puede ser rey. Pero tanto el herrero como elgeneral, como el alfarero, como el rey, deb en ser, en su pro­pia medida , virtuosos.

Platón co nsidera que el ind ividuo realmente bien educa doserá también un hombre virtuoso (Leyes 644 a- b) . La bú s­queda de la moralidad lleva a la co nquis ta de la perfecta ciu­dadanía (Leyes 643 d-644 ) : "Según pien so, no es en ese sen­tido qu e hablamos de educación, sino de la educación parala virtud, que viene desde la infan cia y despi erta en nosotrosel anhelo y el gusto de volvernos ciuda da nos perfectos, tancapaces de ordenar como de obedecer, de acuerdo con losdictámenes de la justicia " (Leyes 643 e) .

Pero la educación tiende también a desarrollar un a capa­cidad. Como tal es formación regular, di sciplina , entrena -

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Ahora examinemos ese aspecto de la inmutabilidad de las le­yes, que nos remite de nue vo a la importancia de la educa­ción y de la política en el Estado platónico.

Si las leyes no pued en ser cambiadas, es necesario ha cercreer al pu eblo que son bu en as. Le corresponde al legislador

enco nt rar exped ientes q ue garant icen su ina lterabilidad (Lt­yes 798 .a-d) . Se les prohi? e a los jóvenes critica r las leyes y selos obliga a procla ma r ~Iempre, a l uní sono , que son buenasp.or que 'pro~lene.n de D IOS (l~)'u 634 d- e ). Los viejos apena sSI podran ~lscutlr ese tema, co n sus pares o con los magistra­dos, pero siempre en secre to (Lq t s 63 5 e ).

No obstante, el mej or expedient e para detener los ca mbiosen la po lis consiste en asegura r la m a yor semejanza posibleen los comportamien tos y opinio nes; pa ra ello es fundamen­tal la ed ucación. "Y para que el alma de l niño no se acos­tumbre a sentimientos de dolor y de placer co ntrarios a la leyy a lo qu e la ley recomienda , si no que e a legre y se en tris tez­ca de ac uerdo con los princip ios válidos para los ancianos, seinven tó lo que llamamos canto, que, en verdad , son encanta­mientos para el alma , destina dos a producir el acuerdo a quenos referimos " tLeyes 659 d- e ; n el mi mo senti do 6ó4 o).

Pla tón admite sin reserva q u ha u a (10 prin cipal . a sumodo de ver ) en asunto de pla c re la dis idenc ia es un cri­men . Es un asunto oficia l (l~)'rs 81 2 -d ), El hom bre medio,que ignora la medida del pla cer, d b onsulta r las leyes.

Veamos, por ejemplo, el place r est éri o . 1.... tcor '" pla t óni­ca del a rte está marcada por ·nt ro I or la teor ía de las for­ma s. Plat ón asegura qu e exi te un art bu no y otro malo. Yque el a rte bueno reproduc d la m j or ma ne ra Sil ¡m lU ti­po . Ese m imetismo acaba po r im pli ar la prá ctil'a riguro ade la ce ns ura en el Estad o. T anto nI Rtpúbl/((/ COI1\O en l.Leyes, Plat ón explora hasta la últirru o n ucncias la con­notación ética de la mú si a (Rtf/ . 424 . 425 a; 1.')'0 700 <1-701d ). Según su modo de ver , la m nor It ra ión en 1111 ~tn romu sical puede subvertir l ord -n polhi o.

En cua lquier asunto la nov da d un rn~1. 1> :lhl la . xi-gencia de que los niños repita n si mp I nu mo ttpOde JU ­go (Leyes 797 a-e; 798 b-e). na v z fij. do I v rdadcro mo-delo de las ca nc iones y las danz , I m. util desylo d oser corregid o tLeyes816 c-d ). . . .

La ley debe ser respetada . Lo qu dirigen I Esrado nodeben tocarl a. Para garantiza r su cum plimi nt o y p rr-sc rva rsu esp íri tu, la República confía en lo oldados guar.(!aan s(414 b; 415 d-e) y la ciudad de la Leyes n .su Co nsejo Per­manente de Sa lvación Naciona l, en u 'onstJoN lJ{lu/n1J (960 dy sigs .) . Él es la inteligencia de la poli . onsiste en. un ~ole­gio de magistrados, ancian os venerab les, con expe riencia delas leyes y detentares de la ciencia de los númer~s y d,c lasmedidas. Sus informantes son jóvenes de 30 a 40 ano~ . Cornosus ojos y oídos observa n el comporta m iento ~e los CIudada­nos veri fica ndo si son fieles a las norma s escrita y a las cos­tumbres (964 d-e ; 965). Esta gerontocracia, apoyada en las le-yes, dirige el Estado. . . .

¿Q uiénes son, entonces , estos vigilantes de suprem~ Y l r~

tud ? Bien podrían ser los mismos filósofos de la Rtpubhca,disponen de la cien cia de lo divino y de lo hu mano ; e110~ sonlos que tienen el poder (Ltyes 964 d ). Rechaza mos la tesis dequ e Platón aba ndonó en las Leyes la teo~í? de las idea~ , for­mulada en la República y revisa da en d i álogos pos.t erlo~~s .

Por el cont ra rio, nos parece indispensa ble un a conJugac~~n

de los dos textos . El libro XII de las Leyes ha~e del guardlande la ley un dialéctico, sabio y virt uoso . Su ~Irtud abarca laciencia y la fe. En la República el gober? a nte Ideal es el filóso­fo; en las Leyes, los gua rdias del Consejo Nocturno son filóso­fos al serv icio de Dios . Resulta claro que en las Lt! tS, Plat?nestrecha los lazos entre religión y filosofla. Y mantiene la y~e­. ide a de que ser bu eno es ser sabio, pero valora en espe cialJa I . . la tesila figura del hombre j usto. Se mantiene en pIe, pues, a tesisde la unidad de la virtud (Ltyes 696 b-696 d; 963 a ).

miento correc to que debe llevar al niño, med iante los juegosinfantiles, "a ama r sob re todo lo que lo hará per fecto en lavirtud de su p rofesión , cua ndo alcance la madurez" (Leyes643 b-d). "Así, el niñ o que asp ire en el futu ro a se r un b ue nlabrad or o un construc to r capaz, deber á ocupa rse en j uegosrelacio nados co n la construcción de cas tillos infanti les y, enel caso del labrado r, con trab ajos en la tier ra , teniend o losrespec tivo educadores qu e proporcionar a ca da uno de ellospequeños instrumentos de trabajo, hechos sobre el modelode los verda deros, y proveer para que ellos aprendan de a n­teman o todo lo que es necesari o saber. De ese modo, jugan­do, ap renderá el futuro constructor a medir y a usar el co r­del ; el gue rrero , a cabalgar y a hacer cua lquie r otro ejerc icio ,debiendo esforza rse el educador por dir igir los placeres y losgustos de los niñ os en la dir ección que les permita alca nzarla meta a la que están destin ad os" (Leyes 643 b-e) , El niñ o esun hombre en mini atura y la educac ión se inter esa en élcomo tal. De ahí la definición precoz, de las vocac iones, en lainfanc ia .

En un imp ort ant e pasaje de la República, Platón señala queeduca r consiste en coloca r el alma en posición de " ver" laverda d, qu e desconoce por qu e se vuelve en la dirección er ra ­da. Bien dirigida, debe moverse de las tiniebl as a la luz, de lomu table a lo inmuta ble, hasta que sea capaz de soportar lacontemplac ión del Ser y de su parte más brillante , el Bien .(518 a-519 b). Con todo, el pasaje se explica mejor si tene­mos en cue nta la religión de Platón , su fe en la inmortalidaddel alma, el esquema de la ca ída. En un momen to primor­dial , el alma contemplaba la verdad; pero se produjo la ca í­da ; entonces, p rision era del cuerpo, se olvidó de ella fácil ­mente. Se debe, pues , ap render a recordar la verdad antesconocida . Así, la tarea del educador no con siste en introdu­cir la ciencia en el alm a de qui en no la posee, como la vista enojos ciegos. El problema se desplaza haci a el del métodoideal , que permita no cre ar o saber, sino ap en as encontrar.

Sin embargo sucede qu e ni siquiera en aque l momen toprim ordi al todos viero n plenam ent e las esencias . El m ito deFedro vinc ula la perce pció n de ellas a la distancia , mayor omen or, de las a lmas en relación con dichas esenc ias. A suvez, el esq uema de la Repúblicaasocia la rem iniscencia con lafuerza de visión de cada uno. Existen los que, po r ejemplo,tienen una vista agudísima, pero la natura leza los lleva a m i­ra r en la di rección eq uivocada, por lo que se aferran a lo mu­dable, cediendo a los aspectos de lo sensible. Entr egadosdesde la in fanc ia a sí mismos y a sus apetitos , sin la as isten­cia de buenos educadores, vuelven la mirad a del a lma haciaab ajo , hacia el mundo de las aparie ncias y se condenan a laignorancia y a la maldad. Estos, que no fuera n b ien educa ­dos y no ha n vivido la expe riencia de la verdad, jamás po ­drá n ad m inistra r satisfactoriamente la ciudad (Rep. 519 b­c) . Tal tarea le cor responde al filósofo (Rep. 428 e-429 a ).

¿Cómo hay que entender todo esto en el contexto de lasLeyes? Aquí el ejerc icio del poder se vincula formalmente auna Constituc ión confusa . En un principio, pues , la direc­ción del Estado dependería del número , de la competencia yde la suerte. Pero no hay que olvidar que en realidad , en eseEstado, las leyes, no pudiendo ser cambiadas, deben se r ex­clusivamente ejecutadas.

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Al mont ar su segundo mejor model o del Estado, Plat ónpar ece ace ptar, con todas las consecuencias, la premisa dequ e la cas i tot al idad de las personas no encuentra sola el ca­mino de la virtud, y que depende para ello de la tutela de unaminoría int eligente (en las Leyes, el Con sejo Nocturno). Esaspersonas son medio cres en razón de su incapacid ad , total oparcial , de obedece r a la parte divina de su alm a. Emplean­do el lenguaje de la República, diríamos que la propia natura­leza (physis) no les permite cumplir el prog ram a ped agógicoexigido para el aspira nte a filósofo. Por lo tanto, son exclui ­das del poder. En la República, el binomio physis-educaciónse afirma en un mito , el de la existencia de las razas (415 a­d). Sólo la raza de oro alcanza la plena virtud, por eso le co­rrespond e gobe rnar. Es necesario seleccionar con cuid ado a

los niños e instruirlos conforme al metal de que están hechospara qu e ocupen la posición j usta en la jerarquía social (Rep.4 15 a y sigs. ) Al pueblo , dado que es incapaz para el coraje ypara la sabiduría, le corresponde ser temperante (Rep. 431 e­432 a). Ser iemperante consiste en reconocer que el más sa­bio debe mandar (Rep. 431 c-d) . Si el pueblo se mue stra re­belde, será corregido por los solda dos (Rep. 414 b ; 415 d-e ).A éstos incumbe el cuida do de las fronteras y la vigilanciapolíti ca , siendo como son los preservadores de la doctrina delos jefes (Rep. 431 c-d) .

Si el pueblo debe tener un jefe porque es incapaz de la vir­tud plena, ¿cómo mantenerlo temperante y justo ? (Rep. 389d-e ; Leyes 689 a ; 964 d-e ) Por la educación y por la ley.

Al ser inca paz de autogoberna rse, debe ser dirigido porquien es ca pa z de ello. Así, el sabio ha de establecer en laciuda d un código oficial de valores que traduzca esa raciona­lidad perfecta que el pueblo no consigue alcanzar solo. Vie­nen , pues, a propósito las palabras del Ateniense, en las Le­yes: " T engo la impresión de que nuestro discurso nos hacedar vueltas y nos trae al mismo punto por tercera o cuartavez ; a saber, que la educación consiste en impulsar y conducir alniño hacia lo que la ley denomina doctrina verdadera,com o tal pro­clamad a de común acuerdo por el saber hecho de experien­cia de los má s ancianos y virtuosos ciudadanos" (659 c-d ).

De la formación de la élite se ocupó Platón específicamen­te en la República; de la educación popular, en las Leyes. Den­tro de esta ecuación, el lazo platónico entre ciencia y virtudlleva a otro, entre cienc ia y política . ¿Si la virtud es ciencia,cómo se adquiere la virtud política? ¿Cómo conocer o reco­nocer la mejor dec isión en los negocios del Estado ? ¿O enpolítica la mejor depende, de manera sofística, de la conve­nien cia del momento (kairós)?

Platón fue un defensor intransigente de la posición de

acuerdo-con la cua l hay una verda d objetiva regist rable, ex­terior a la conciencia. Esto también se ap lica a los negociosde Estad o. Rechazab a la idea de que un artífice pudiera lle­gar a ser un buen goberna nte. A su modo de ver, era compe­tencia sólo para su ar te. Rigurosam ent e habl ando, Platón vamás lejos : el artífice no sabe decidir en materia política . Ni elnúmero, ni la riqu eza, ni la suerte podrí an, en verda d, con­ducir la vida pública. Platón nun ca vio con buenos ojos a lademocra cia ateniense, por la cua l el pueblo gobernaba la po­lis desde el ágora, toma ndo decisiones a su ver conforme alas arengas de demagogos hábiles en contra dicciones . La po­lítica supone una ciencia, un saber distinto del saber particu­lar de cada arte, que fund amenta las delib eraci ones sobre latotalidad de los negocios público s. Platón ve la política en laciudad ideal como una ciencia que el Estado guarda, acces i­ble a pocos, alos guardia nes perfectos (Rep. 428 b, 429 a; Po­lítica297 a , 304; 305 d-e).

Si por un lado Platón admite la tesis, ya discutida en elProtágoras, defendida en la República y en la Política, de qu esólo el conocimiento legitima el poder y su ejercicio, ¿cómoasegurar , en el Estado ideal, el acuerdo de las conciencias?¿Cómo llevar una ciudad entera a actu ar de acuerdo con unsaber que apenas algunos alcanzan plenament e?

Así presentada la cuestión, somos llevados a creer que, enla práctica, la ciencia de los gobernantes se convier te en dog­ma para los gobernados. Esta parece ser la conclusión a quese nos lleva, pese a que en varios pasajes de las Leyes, porejemplo, Platón insiste en que el mejor camino no es la coac­ción sino la persuasión. Esto se j ustifica por lo siguiente : porun lado existe la fe platónica en la existencia de una verdadobjet iva, exterior a la conciencia del hombre, traducida porla Forma, o Eidos, o esencia , eternamente existente fuera deltiempo y del espacio; por otro , hay una convicción pesimistade que el acceso a tales formas es privilegio de algunos, si node uno : el filósofo. Es verdad que Platón se refiere varias ve­ces, en las Leyes, a la experiencia de hombres virtuosos, queél considera imprescindible en la dirección del Estado. Peroesa experiencia, tan evocada , se une a un saber, a una ciencia delos núm eros y de las medidas, que sólo tienen los consejeros.Recordemos que el programa pedagógico de formación delfilósofo en la República exige una vivencia política de quinceaños, después de los estudios dialécticos propiamente di­chos, como condición necesaria para el ejercicio del poder.Por lo tanto, el filósofos de la República, como el consejero delas Leyes, también tendrá que ser un hombre de experiencia .

Volviendo a la cuestión del dogma, preguntamos : ¿al ha­ber un discursopolítico verdadero, no se concluye por oficializarla ciencia ? En la República sólo el conocimiento noético , esdecir, la visión dir ecta de la esencia , permite llegar al funda­mento último del conocimiento dianoético , al nivel del cua lestán las ciencias. Y, significativamente, sólo el filósofo al­canza el saber noético y puede ejercer el poder. . .

Desde el punto de v ista práctico, la tesis de que lo conve­niente debe regul ar la vida política , al menos par a qui en valo­re la libertad de espíritu, parece mucho menos perniciosaque la platónica. La idea de sustituir en políti ca lo oportunopor lo verdadero puede llevar a la defensa de una verdad cien­tífica intocable. Rechaza la " novedad malsana " , teme elcambio, con perjuicios evidentes para la libertad de pensa­miento y de expresión . E impide cualquier otro tipo de dis­curso.

Los sofistas enseñaban al futuro político a convencer a losdemás en cualquier circunstancia , a vencer siempre, por ladefensa de la tesis o de la antítesis, según la oportunidad.

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Consideremos, por otra parte, la posición platónica en el So­fista acerca del problema del error , que sugiere la tesis de lainfalibilidad del filósofo. Porque si el error consiste en la ina­decuada combinación de los géneros en eljuicio, la falsa pro­posición será enunciada por quien desconozca la jerarquía yla relación entre las esencias. Y parece que esa hipótesis nose aplica al dialéctico . El peligro de la predicación inadecua­da de las formas (allodoxia) es el resultado de la ignorancia delos que no practican la filosofía. El error -parece naturalconcluir- referido al pueblo radica en aquellos que no hanalcanzado la visión plena de la esencia. En el estado ideal, elfilósofotiene la ciencia, pero la casi totalidad, en mayor o me­nor grado , puede llegar, a lo sumo, a una creencia. Por lo quese infiere que la garantía de la creencia verdadera reposa enel adoctrinamiento sistemático ininterrumpido (Rep. 431a ,432b) .

y bien ; en el nivel epistemológico de la creencia, lo que demejor tenemos es la opinión verdadera, es decir, aquella convic-

ción acert.ad a .acerca de I ~ s cosas, fun dada apenas en la fe,no en .Ia cienc ia. En la mejor de las hipó te is, la mayoría es­clarecida apenas puede alca nzar el nivel de la opinión eo­r~ecta, no del conocimient o (Rep. 43 1 c-d ). i en el Estado eldiscurso polit~c.o desciende a l plano de la opinión (doxa) elprograma polit ice de Pla tón eno estaría también situándoseen el nivel del programa poli t ico del ofi ta ?_ Veamos es~o bien. Pla tón co nfiesa, en la 1.J)es, que ense­nar e~ adoctrina r y que la doctrina se in ul a explorando lasemociones. De ahí la importancia q ue da a la educación delos sentimientos, a su disciplina a 1<1 luz de la verdad. Ta m­bién hay que tener en cuenta elllam do a la raz ón. E ta re­comienda indi car el fund amento de 1 1 y an te de enunciarsu orden. (Leyes 722d-723b ), pero tod v z que la persuasió nfalla , se le impone al rebelde la pena .

Así, el discurso persuasivo de I <lS I y ,l. id 010 l. en lasartes y las ciencias, los recur os ped ó i o , en fin, reco­miendan apropia rse del alma , un pr o d .. n an tarnien­to". Encantamien tos adaptado a las d if ren ia individua lesde sexo , edad e intereses, p ro i mp r fi I al mod lo (l .qes664b ; 659 d-e ; 666 e, 670-671a , 12 b-d) , , 1» ro no pr t lidialo mismo el Gorgias del Elogio a l Irlrnn, on u ret óri • psi a­gógica , como la apelación a lo irraciont l . Pla t ón e l. , n ver­dad, muy dist ante de Gorgia . ' i ( ;or i no cr la en l' cxi •tencia del objeto exterior a la .oncien i I o 11 la po ibilid: dde su conocimient o o en la d la co rn uni a i6n tIC' e .onoci­miento, Platón tenía una ~ inamovibl n l. ncin . P rorestringe la visión de ella a los privil iado ,.\ lo di lé ti­coso ¿Qué queda, cnt on s, para lo d m. ! L.\ pdo. l.del ejemplo y del discurso P rsu asivo, que 11\o1I1I('n\('\ll unid:a la ciudad. O la coacción, 1cas ligo, I pila .

En ese sentido, refi ri éndos a las n ionc orrecta de lojusto, de lo bueno y de lo b 110, Pla l6n in i t(' n la lJ (1 nque el paradigma es el discu rso del I i 1 dor o • 1(' (.1 be s rel criterio oficial del juicio sob r cl rn rito d 1m 11 ;IJ de lopoemas, de la pro sa, de las conv rsa ion d iar ia : " ... paratodo eso la más segura piedra de roqu on lo ruo de 1.0 5

legisladores, que todo buen juez d b •.1>. ~ d m m~na ,como antídoto contra los demás discursos . par. diri Ir a I mismoy para conducir bien la ciuda d , cns ñ ndo a lo bu nos laperseverancia y el progreso en la jusricir y volvi nd~. llevarpor el buen camino a los que se ap arta ran d él por 1, nora n­cia, intemperancia o pusilanimidad ; .. ,"(957 d- ). E .t ~ S laorientación a seguir en cuanto a las persona en ond lClonesde corregirse de sus errores. Prosigue, in embargo, Platón:"Pero en el caso de los que los tienen en tr lazado n el al­ma" (los errores) "el juez que les administrela muerte (amo reme­dio a tal disposición, conforme dij imos tantas vec ,y con ra­zón , y tanto los magistrados como sus directores, ólo mere­cen los elogios de todos " (subraya dos nuestros, 957 e-?58 a).

Volvamos, sin embargo, a la razón. ,Q~é papel tiene enlos hechos, dentro de esa pedagogía ? En pnnclplo, la educa­ción cultivará en la criatura la sensibilidad, form ándole lossentimientos en la dirección correcta , llevando a su alma aamar lo que su inteligencia, cuando adu lta , ha de reconocercomo verdad. No nos ilusionemos, con todo, con la fuerza deesa razón. Su poder cognoscitivo se condicio~a a la physi~ delindividuo al metal de su alma. Si su capaci da d es débil, elreconoci~iento de la verdad no será pleno. La visión de laverdad tiene sus grados . En el Estado platónico es la fe y nola ciencia quien acaba por dirigir la vida comunitaria. naélite tiene acceso al poder porque tiene la ciencia , pero pa raconservar la verdad dentro del Estado necesita explotar unacreencia en el pueblo. Ahora bien, para un hombre con tanta

Pero no mandaban matar a los que no fuesen persuadidos.Platón repudia la retórica sofista porque tiene fe en un abso­luto -véase Georgias o Fedro- y prevé en las Leyes penas terri­bles para los ciudadanos que se mostraran recalcitrantes aldiscurso verdadero, al llamado de las leyes, a la voz divina.

En un significativo pasaje de la Política (299 b-301 a) apa­rece esta pregunta: una vez establecida en el Estado la legis­lación verdadera, conforme al arquetipo, ¿quién tiene autori­dad para cambiarla? En principio, apenas sus autores . Ellostienen la ciencia del orden político; lescorresponde preservar­la, incluso recurriendo a la violencia (298 a-299 a) . Aun­que \leveal estancamiento de la investigación y nos vuelva lavida insoportable, es preferible la prohibición del cambio ala violación de reglamentos intocables , parcialmente obsole­tos. Estos, frutos de " la experiencia madura de sesudos con­sejeros", ya fueron aceptados por el pueblo, después de unnecesario adoctrinamiento.

Ese cuadro se define con más precisión a la luz del Cratilo.Aunque no en forma concluyente queda sobreentendida enél la idea de que sólo es posible el conocimiento de lo inmuta­ble (386 d-e; 440). Digamos, más precisamente, con el len­guaje de la teoría de las ideas , que conocer, entonces, es co­nocer la esencia exterior al espíritu; pero si hay una relaciónauténtica del espíritu con la verdad de la esencia, ésta debebrotar, en último análisis, de su contacto directo con ella . Elnombre , que se interpone entre el espíritu y el objeto, seríaapenas una imagen de éste . ¿No sería la mejor forma de cap­tación de la esencia, puesto que guarda una relación miméti­ca con la verdad? (430a et seqs.) Ahora bien , en los términosde la República, el conocimiento directo de la esencia es privi­legio del dialéctico. Las consecuencias políticas de esa posi­ción señalan que, en el Estado ideal, el filósofose encarga dedescodificar la realidad, nombrándola. No con un lenguajeque crea, sino que revela (Cratilo 388e-389a) . El legislador,en su condición de onomaturgo, consultará el arte del dialécti­co, guía seguro en la indicación del nombre cierto de cadacosa (Cratilo 389a; 390d) .

Por otra parte, si la mejor forma de conocimiento de laesencia implica el contacto directo del espíritu con ella (Cra­tilo 439b-c), el auténtico saber depende de una verdad queha de ser mostrada y no demostrada. Piénsese en la noesis dela República (511); el filósofo sabe que está ante la verdadporque la reconoce, acordándose de ella, Aprender es, pues ,solamente recordar.

El discurso persuasivo de las leyes

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fe en la razón como Platón, esto es una paradoja, porque noscoloca ante lo irracional.

Así, el hombre ignoran te no debe ni gobernarse a sí mis­mo, ni gobernar al Esta do. Suponiendo, entonces, que en unEstad o todas las cria turas estu viesen dot ada s con una natu­raleza de filósofo, lo que sería subvertir la posición de Platón,y suponiendo todav ía que todos pudiesen escapar de esa ca­verna que es nuestro mundo, y ver fuera de ella la verdad delos objetos, iluminad a por el Bien , no habría necesidad deldiscurso persuasivo de las leyes, ni guardianes de ellas. De lacontemplación conj unta de la verdad resultaría, en princi­pio, la iden tida d del pensar, senti r y actuar tan soñada yqueri da por Platón , ¿Para qué , entonces, la ley? Si un hom­bre supe rio r debe obedecer preferentemente la. luz divinaque hay en su razón y la mejor ley del Estado apenas es unproducto de ella, una comunidad de filósofos no necesitaríaleyes. Ni jefes. Aplicada con rigor, la tesis platón ica del ca­rácte r involuntario del error implica la conclu sión de que enuna socieda d de ilustrados no hay errores. Inútil la ley perotodav ía necesaria allí la educac ión, ya que, en el principio, elfuturo filósofo ape nas cuenta con un a buena naturaleza. Lapaide ia forma su carácter y cu ltiva su razón . .

En la hipótesis plat ónica de un Estado en que únicam entela minoría es ilustrad a, destaca igualmente el papel de laeducación. Sin ella , el pueblo seguiría en la caverna, de es­paldas a la luz, encadenado a un mero j uego móvil de som­bras. Sin saber que fuera de aquélla brill a la verdad.

Es necesario salir de la caverna hacia la luz

Quien acate, platónicamente, la fe en un absoluto tendráque plegar se también a sus consecuencias. Y aferrarse a lacreencia de qu e sólo la huid a de la caverna trae la salvación .Con coherencia, si no está dotado de la physis del filósofo,tendrá que espe rar al hombre superior en carácter e inteli­gencia . El es el único capaz de soportar las privaciones de lafuga y alca nza r el Bien supremo. Y revelarlo , al regresar, alos míseros pri sioneros. Sin él, sin el salvador, todos perece­rán, esclavos de una ter rible ilusión.

Refiriénd ose a la viabilida d de la ciudad-est ado perfecta ,Platón concluye así el libro IX de la República: Pero tal vezhaya un modelo (de ella) en el cielo para quien qui era con­templ arl o y, contemplándolo, fundar una para sí mismo. Porlo demás, nad a importa que la ciudad exista en cualquier lu­gar , o vaya a existir, por cua nto es gracias a sus normas y noa ninguna ot ra que él (el filósofo) " pa utará su comporta­miento" (592 b ).4

Juzgo, con todo , que este Estado sería un desastre si seconcreta ra . Un desastre para la ciencia, para el arte , para lahistoria de la civilización, al fin y al cabo. Porque rechaza in­trín secamente la idea de la experiencia humana como unaaventura. Porque confía en soluciones definiti vas y globales.Porque es ext raño a la idea del cambio como señal de la li­bert ad del espí ritu , si la perfección está en el pasado y sicualquier avance es un retorno a los orígenes. Porque conci­be a l hombre como un ser de la caída, culpado por la parti­cipación corru ptora de su cuerpo, inimputable por su igno­rancia, pero recuperable , en principio , por el poder de unainteligencia iluminada. Estado misionero, porque está an­clado en una pedagogía purgativa, regeneradora .

Por último, no olvidemos que la política de Platón se in­serta en un tipo de concepción arcaica del hombre y del Es­tado . Como un espíritu de la ciudad antigua, Platón hace alEstado libre y al individuo esclavo.

Notas

l. En este artículo se atribuyen a Platón algunas posiciones que, desgra­ciadamente, no pueden ser discutida s aquí. Asl, por ejemplo, la defensa dela unidad de la virtu d y la identificación de ésta con la ciencia (tpislrmr). Enel mismo sentido, la tesis de carácter involuntario del erro r y toda la intrin­cada cuestión del intelectu alismo en la ética. Este articulo se funda, toda­vía, en el presup uesto de que, desde el ángulo pedagógico, el proyecto poli­tico de la Rep ública se completa con el de las Leyes; permite la conjugaciónde ambos una idea de lo que Platón entendla por paideia superio r y lo quetenía que ser la formación general del ciudada no medio. Este presupuesto,que en otro contexto merecería un tratamiento académico no níega : a) quePlatón j uzga que la Rep ública es el arquetipo perfecto; b) que el mejor go­bierno, a su modo de ver, será siempre el autogobierno (Rep. 427 a; 590cd). Por otra par te, este artículo no toma en consideració n una idea de laevolución en Platón. Evidentemente ésta existe, pero no considera mos quesea importante a los efectos de este trabajo. Es lo que ocurre, por ejemplo,con la teoría de las Ideas. Es cierto que la República, donde es expuesta porprimera vez en forma acabada, se corrige o se rev écon las lecciones del Par­m énides, de Teeteto, del Sofista y hasta cierto punto, del Filebo; es ciert o, tarn­bién, que hubo una doctr ina oral de Platón ligada a la teorla de los núme­ros y de las figuras idea les, que difícilmente se puede comprender por eltestimonio de Aristóteles. Pero toda la cuestión de las esencias no altera laseguridad de que Platón creía en un absoluto, como tampoco cambia esteda to: el carácter aristocrá tico de su ética, que delega en el Estado una tareade redención. Todos en principio deben ser salvados, ya que no todos pue­den ser buenos. Por últ imo, este artículo no abona la tesis de que Platónaband onó, en las Leyes, la teoría de las ideas. En el mismo sentido consul­tar, por ejemplo, W. J aeger, en Paideia (p. 1231 de la trad . portu guesa). Novemos ninguna razón para considerar sospechosa de falsedad la posición dePlatón en el libro X II de las Leyesporque sea cont raria en su espírit u a la deotros diálogos, en especial la República, a pesar de que el texto global de lasLeyes ha recibido una redacción póstuma de Felipe de Opunte. Pa ra el tematotal del artículo recordamos la conveniencia de leer o releer Paidria deJae­ger, ya citada (libro XII , La búsquedadel centro divino ; libro IV, El conflictodelos ideales de cultura rn el siglo IV -Las leyes].

2. En más de un pasaje de la República, Platón relega la idea de una legis­lación minuciosa, que regula la conducta individual (425 el reqs, 427 a ; 464d-e). Con todo, en las Leyes hace exactamente lo cont rar io (874 e- 875 a-d).Desde nuestro punto de vista, es posible ajusta r los dos textos. Para ello, esnecesario subraya r que la República se distingue por sus preocupaciones deorden ético ;en verdad, su hilo conductor - "qué es la justicia" - es una pre­gunta de esa naturaleza ; ya las Leyes, en la medida en que insisten en laimportancia de la educación, por ejemplo, privilegian temas de orden ad­ministrat ivo y sobre todo politico. En las Leyes Platón aparece como legisla­dor y estadista , planificador de un Estado que debe efectivamente funcio­nar . Por eso, sin abandonar sus posiciones principales de la República (Leyrs739 a-e) hace concesiones, a contra pelo, al pr incipio defendido en ésta deuna total vida comunita ria. Por otro lado, es preciso considerar dichos pa­sajes dentro del contexto en el que aparecen. Y como Platón trató en la Re­pública, básicamente, de la educación del guardián, pueden ser entendidoscomo aplicables, restrictivamente, tan sólo a ellos. Finalm ente , en busca desolución para algunos de los innúmeros problemas que suscita la República,podemos pensar que la reali<.aeión de este Estado ideal termi na por exigir laefectiva constit ución del Estado de las Leyes. Así, por ejemplo , ¿cómo man­tener al pueblo, apenas capaz de templanza, en su lugar? Moderado, obe­decerá siempre al más sabio; pero, ¿cómo asegurar que lo sea siempre, demodo que la ciudad sea j usta ? (En la Rrpública, el pueblo es temperante; elsoldado, temperante y valiente ; el filósofo, temperante, valiente y sabio.Pero la ciudad es la ju sta ). Si la moderación del pueblo no fuese un proble­ma desde el punto de vista político, ¿para qué servirlan los guardias? ¿Co­mo policía de frontera ? Entendemos que, en la República, tienen la tareaprioritari a de mantener al Estado dentr o de sus límit es, preservando siem­pre en él la doctr ina de los jefes, de los filósofos (Rep. 414 b-415 d-e). En lapráctica, ¿cómo oficializar tal doctrina a nivel popular, si no por la educa­ción y por las leyes? Sin insistir en paralelismos desastrosos, podrí amos de­cir que el esquema de la República -pastores, canes y reba ños- persiste enlas Leyes, disfrazado por la estru ctura poHtica del régimen mixto. Es cierto,por ejemplo, que el papel de los perros guardia nes no está tan destacado enlas Leyes, pero los informa ntes de los ancianos del Consejo Nocturno, aquellosjóvenes de 30 a 40 años, ¿no tendrían acaso una función parcialmente aná­loga a la de los soldados guardianes de la República? Como a éstos, les co­rresponde la vigilancia política del Estado, puesto que fiscalizan al puebloy denunci an ante el Consejo los comportamientos que violan el espíritu delas leyes.

3. En rigor, apen as si el filósofo puede fundar una repúbli ca para si mis­mo, ya que sólo él, capaz de moderación, valor y sabidurla puede ser j usto.Los otro s, apt os para una o algunas virtudes, no sabrían gobernarse.

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