Giovanni Battista Piranesi en la Biblioteca Nacional El ......El arquitecto de las dos dimensiones 42 Revista del Ministerio de Fomento Exposiciones Giovanni Battista Piranesi en la

El arquitecto de las dos

dimensiones42 Revista del Ministerio de Fomento

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Giovanni Battista Piranesi en la Biblioteca Nacional

El arquitecto de las dos

dimensiones

Piranesi 2.qxp__Maquetación 1 7/11/19 7:39 Página 42

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Pero ¿quién era realmente Giovanni Battista Pi-ranesi y por qué sus grabados desataron tantapasión en su época?. Delfín Rodríguez lo aclara:“Piranesi fue el gran notario de Roma, de lamagnificencia de la antigua y la moderna. Susgrabados supusieron una revolución en la formade representar, de una manera emocionada, y,a veces, trágica y dramática, la memoria del pa-sado, para que no se perdiese nunca el recuerdode la grandeza de la arquitectura romana. Enuna línea, era un poeta de los sueños arquitec-tónicos”.

La Biblioteca Nacional atesora uno de los másricos legados de cuantos se conservan de Piranesi;son en total unas 2.400 estampas, algunas sueltasy otras encuadernadas. Según Delfín Rodríguez,comisario de la exposición “Givanni Battista en laBiblioteca Nacional”, “para esta ocasión se han se-leccionado unas 300 estampas representativas detoda su obra, de las que una gran parte procedende la Biblioteca Real, que contaba con un granfondo de su creación, debido a que reyes como Car-los III, Carlos IV y Fernando VII encargaban a susembajadores en Roma que trajesen sus obras”.

Aunque Giovanni Battista Piranesi (1720-1779) recibió una sólida formacióncomo arquitecto, tan sólo pudo ver uno de sus proyectos construido. Sinembargo, su obra como arqueólogo y, sobre todo como grabador, revolucionópara siempre la percepción del legado arquitectónico y también ingenieril de laRoma clásica, con una influencia que ha perdurado en casi todas las ramas delarte hasta nuestros días. La Biblioteca Nacional ha seleccionado cerca de 300estampas representativas de la obra de Piranesi, de entre las más de 2.000 deque consta su rica colección, una de las más valiosas y completas de cuantas sehan conservado.

uEl Gran Canal y laiglesia de SantaMaría de la Sallute.


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Nacido en la pequeña localidad de Mogliano diMestre, cerca de Venecia, Piranesi descubrió prontosu vocación arquitectónica de la mano de su padre,cantero y maestro de obras, y junto a su tío MatteoLucchesi, arquitecto e ingeniero hidráulico; seformó también junto al arquitecto GiovanniAntonio Scalfarotto, admirador de la obra de Pa-ladio. Durante sus años iniciales de formación, enlos que pronto dio muestras de un talento sobradopara el dibujo, estudió con el grabador CarloZucchi, de quien aprendió el arte de la perspectivay las técnicas del aguafuerte.

Roma clásica

Con apenas 20 años vio cumplido uno de sus ma-yores deseos: visitar Roma. Llegó a esa ciudad en1740, integrado como delineante en el séquito deMarco Foscarini, nombrado nuevo embajador ve-neciano ante el papa Benedetto XIV. Esa primeraestancia, que duró unos tres años, le dio la opor-tunidad de trabar una sólida amistad con el ar-

queólogo y erudito Giovanni Gaetano Bottari, altiempo que le sirvió para perfeccionarse en eldibujo al aguafuerte junto al maestro siciliano Giu-sepe Vasi y el grabador Felice Polanzani. Desde elprimer momento quedó fascinado por la bellezadel mundo clásico romano, o mejor aún del pasadoesplendor que se podía deducir aún de sus ruinas:“cuando me di cuenta de que en Roma la mayorparte de los monumentos antiguos yacían aban-donados en los campos, en los jardines o bien eranutilizados de canteras para las nuevas construc-ciones, decidí conservar el recuerdo con mis gra-bados.He tratado, pues, de aplicar la mayor exac-titud posible”, afirmaba el artista.

Comienza a frecuentar los grandes restos monu-mentales que se conservan en la ciudad y en susalrededores, y también a dibujarlos con unaobsesión casi febril pero también con una precisiónfotográfica, desde nuevas perspectivas y puntos devista, que realzan su grandiosidad, siemprecargados de una animación y viveza como no eracomún entonces. Esas láminas trascienden pronto

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uVista de la plaza delVaticano y de la

Basílica de San Pedro.


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su círculo de amistades y ya por encargo de algunosde los libreros y comerciantes de la ciudad,comienza a poner a la venta sus primeros grabados,destinados al mercado de las conocidas como veduteo vistas de Roma, precursoras de las postales queson vendidas a turistas como recuerdo o bien sirvenpara ilustrar los libros que compraban como guías.Realiza también una serie de ellas que quedan re-cogidas en una colección de pequeño formato, pu-blicadas en 1748 con el título Prima Parte diArchitetture e Prospettive, en las que queda plasmadosu virtuosismo en la técnica del aguafuerte.

Esas primeras series de estampas, reveladoras desu gran pasión por difundir y hacer patente labelleza del legado arquitectónico de la Romaclásica, serán al tiempo el testimonio de su auténticavocación frustrada de arquitecto, profesión queapenas llegó a ejercer (sólo se erigió un diseño suyo,la reconstrucción y decoración de la pequeña iglesiade Santa María del Aventino, propiedad de laOrden de Malta).

Con la marcha de su protector de Roma, Piranesidecide también regresar a Venecia en el verano de1744, después de hacer un breve viaje a Nápoles,que luego repetiría hacia el final de su vida paraconocer y documentar las ruinas de Pompeya, Her-culano y Pesto, descubiertas escasos años atrás,pero convertidas en una gran atracción turística,donde hacía muy poco que el futuro rey de España,Carlos III, había ordenado dieran comienzo lasprimeras excavaciones.

Tras una corta estancia en Venecia, vuelve a sentirla llamada de Roma, y trabaja allí unos pocosmeses con Giambattista Nolli, topógrafo y arqui-tecto, en una edición a pequeña escala del mapade los 14 distritos de la ciudad, una ambiciosa obraque aún hoy es todo un referente de la modernaplanimetría urbana.

En los años siguientes, hasta 1747, Piranesi, queno encuentra oportunidades como arquitecto yatraviesa por serias dificultades económicas, vuelve

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uPlaza y Fontana de Trevi.



de nuevo a Venecia en busca del apoyo familiar.Ingresa en el taller de Tiépolo, donde aprende desu gran libertad formal y de las técnicas casi im-presionistas con que dota a sus capricci, una seriede grabados que el pintor venía produciendo desde1740. Sigue también muy de cerca la producciónpictórica de otro gran revolucionario de las vistasurbanas, Canaletto, que dejará igualmente unaimpronta decisiva en su obra. Una agria discusiónfamiliar le devuelve ya definitivamente a Roma,resuelto a seguir profundizando en el conocimientode su grandeza clásica y a ganarse la vida con loque mejor sabe hacer: la plasmación en papel desus ruinas, pero también de sus grandes plazas yavenidas, y del ambiente y los detalles cotidianosde la vida que le confieren sus gentes.

Sueños, visiones

Abre un pequeño taller de grabado en la Via delCorso y se asocia con el comerciante de estampasveneciano Giusseppe Wagner. Para completar susingresos empieza a trabajar también como anti-cuario. Aunque sin datar, en esos años, publica laobra que más influencia ejercerá en el arte de lossiglos posteriores: las Carceri dínvenzione. Curiosa-mente esta colección de láminas, una serie inicialde 16 grabados, ampliada poco después a 18, de

la que solo se harían dos ediciones en vida delartista y que supuso sin duda su mayor fracaso co-mercial, sería también la que más atraería la aten-ción de otros artistas con el paso del tiempo, desdeGoya y sus caprichos y pinturas negras, a Eschero Picasso; en la literatura inspiraría por igual aVíctor Hugo, Kafka o los surrealistas, y más tardetambién a cineastas como Eisenstein y Fritz Lang.Se dice que, pintados mientras convalecía enfermodel paludismo o la malaria contraídos como con-

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uDetalle de lassecciones a escala

del puente Fabricio

u Fantasía arquitectónica.


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secuencia de sus largas estancias en los espaciosmás umbríos y subterráneos de las ruinas que contanta frecuencia estudiaba, los aguafuertes de lasCárceles Imaginarias, son fruto de aquel estadofebril y también bosquejos o ejercicios con los queahondaría en las técnicas y tonalidades que daríanfinalmente la personalidad más genuina a sus gra-bados.

Sucesión de galerías, pasadizos y escaleras que nose comunican, cámaras subterráneas en las quesorprende una escena de tortura, siniestros engra-najes y poleas distribuidos al azar, los grabados deCarceri dínvenzioni parecen evocar el Infierno deDante, pero se antojan también sugeridos por losespacios subterráneos que Piranesi debió recorrercon su tío inspeccionando las conducciones hidráu-licas de Venecia o durante el estudio de loscimientos de tantos edificios de la Roma clásica.

A poco de su llegada a Roma comienza tambiénla serie de estampas con las que lograría al fin di-nero y también fama, sus célebres Vedute di Roma,una larga serie de vistas en gran formato de lascalles, plazas y principales monumentos de la ciu-dad. Se trata de auténticas panorámicas en lasque Piranesi distorsiona adrede la perspectivapara realzar la grandiosidad de esos escenariosurbanos.


Historia a ras de autovíaLa larga sombra de Piranesi

Los grabados de Piranesi, casi siempre de gran formato, comenzaron a circular rápidamente por lascortes y salones cultos de Europa. Su taller y otros libreros romanos los vendían como láminas sueltaso bien recopilados en volúmenes. Por entonces Roma y el Vaticano eran aún un gran centro deperegrinación y las bellísimas láminas dibujadas por Piranesi se convirtieron de ese modo en los máspreciados souvenirs del llamado Grand Tour, una especie de circuito turístico-cultural al alcance de lasclases más pudientes y que comprendía las grandes ciudades históricas de Francia e Italia (París, Aviñón,Lyon, Milán, Venecia, Turín, Florencia, Roma). Pero esas láminas extenderían su influjo más allá de sutiempo y darían pronto vigor a un nuevo gusto por el clasicismo, tanto en la arquitectura palaciega,especialmente en las casas campestres inglesas, como en el mobiliario, el llamado estilo imperio. Ymás allá, hasta el romanticismo y la puesta en valor de las ruinas como epicentro de todo paisaje.Incluso el modo en que Piranesi ve y descifra la arquitectura clásica ha seguido manteniendo hastahoy su plena vigencia: “Influyó en las corrientes artísticas. La planta de Il Campo Marzio dell’AnticaRoma (1762), que puede encontrarse en la exposición, se convirtió en la obsesión de teóricos delsiglo XX, como los arquitectos del constructivismo soviético, sus cárceles sedujeron a Eisenstein porlos encuadres insólitos. Llegan las vanguardias, la arquitectura posmoderna y múltiples figuras se inspiranen él: Peter Eisenman, Arata Isozaki o Rafael Moneo, un apasionado de su obra. Su influencia fueextraordinaria”, explica Delfín Rodríguez, comisario de la exposición de la Biblioteca Nacional.

uReproducción de un antiguo candelabro



Hacia 1752, con sus distintos negocios más omenos consolidados gracias en buena medida algran tirón comercial de sus Vedute di Roma, Piranesipuede permitirse concentrarse aún con más de-dicación si cabe al estudio y el dibujo de las anti-güedades romanas. Lo hará, además, con la arre-batada vehemencia que, lejos de apagarse pareceencenderse aún más en él con el paso de los años.Por esa época, las excavaciones arqueológicas hanpropagado por casi toda Europa el interés por lostesoros de la cultura clásica romana y proliferancada vez más los estudiosos que comparan y opo-nen su belleza a la de la antigua Grecia, general-mente en favor de esta última, algo que para Pi-ranesi no tiene más fundamento que la absolutaignorancia y desconocimiento de cuantos difundenesas teorías.

Arquitectura sublimada

Se lanza así a explorar de nuevo las ruinas queya le son tan familiares; inspecciona de cabo arabo los foros y coliseos, los restos próximos devías y acueductos, las ruinas de la cercana Tívoliy la Villa de Adriano, pero esta vez con un ánimoexhaustivamente analítico, buscando diseccio-narlas y estudiar cada uno de sus componentes

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por separado. Con precisión de anatomista trazalos planos y alzados en grandes formatos y anotaal pie descripciones precisas. En muchas de susnuevas láminas dibuja el edificio como un todoreconstruido hasta donde su imaginación alcanza,pero queriendo hacer palpables con la precisiónmás obsesiva los detalles también de algunas o

uPirámide de Cestio.

uVista del Panteón de Agripa.


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la más significativa de sus partes, como si buscaraexplicarlo todo bajo los métodos más didácticosde un manual de arquitectura inspirado en Vi-trubio, o como si intuyera que solo a través desus dibujos se pondrá definitivamente de mani-fiesto la superioridad del arte de construir y edi-ficar en los dorados tiempos de la república ro-

mana. Al tiempo, también la naturaleza echandosus raíces y apoderándose de los restos, y la frag-mentación y dispersión de estos, se antojan des-proporcionados o exagerados en algunas de esasláminas, como si el Piranesi arqueólogo quisierallamar la atención de lo frágil de su conservacióny el inexorable avance del estado de ruina.


uPlanta y seccionesdel puente Fabricio.

uUno de los grabadosde la serie Carceri

dínvenzione.



Fruto de toda esa actividad de plasmación sobre elpapel y luego sobre planchas de cobre, que acom-paña casi siempre de sus propios análisis y acopiosdocumentales, ve al fin la luz su obra de restituciónarqueológica más ambiciosa e importante: LeAntichità Romane (1756), en el fondo su gran apologíadel genio y la superioridad de los arquitectos clásicosromanos, cuya primacía había sido objeto de con-troversia e incluso despreciada por algunos teóricoseuropeos como Laugier. Le Antichità Romane es unauténtico tratado sobre arqueología romana en elque los grabados constituyen solamente una partede la exposición e ilustran los eruditos y documen-tados textos escritos por el mismo Piranesi. A lolargo de las cuatro grandes series de estampas quela integran, parece que su autor se hubierapropuesto ofrecer una auténtica antología de lomejor de la arquitectura romana, escogida y desti-nada a perdurar en los dibujos más allá de los es-tragos del tiempo, mostrando en sus elaboradas ex-plicaciones los diferentes tipos constructivos con unenfoque casi enciclopédico. Convencido comoestaba de la supremacía de la antigüedad romanasobre cualquier otra, en esos cuatro volúmenes es-tudia acueductos, termas, foros, tumbas y enterra-mientos, puentes, teatros y pórticos.

Para la gran mayoría de expertos, el gran méritode los grabados de Le Antichitá Romane y lo quemarca su radiante modernidad es que el valordivulgativo, que antes era la razón de ser de lasvedute o vistas, queda subordinado frente a lasotras dos prioridades que les otorga Piranesi: des-cubrir y exponer la monumentalidad de lo cons-truido como si de un yacimiento arqueológico setratara y deducir luego de esa exhibición minu-ciosa los insuperables fundamentos del arte de

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uVista de palacio en lacolina del Quirinal y,

debajo, recreación dela Vía Apia.


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construir en la Roma clásica, sin cuya compren-sión nunca será posible cualquier otra arquitec-tura.

Ese rigor y exhaustividad de la colección de láminasde Le Antichitá Romane se hace especialmenteevidente en muchos de los dibujos dedicados aobras de ingeniería como los acueductos levantadospara abastecer las termas de Caracalla o los delAcqua Giulia, los detalles de la sección del pavi-mento de la Via Apia, los cimientos del PonteTrionfale o las dovelas y arcos de descarga del PontedÉlio Adriano (en la actualidad de SantÁngelo).

Aunque la fama que cobró Piranesi en vida sedebió fundamentalmente a las Vedute di Roma –susestampas, que pronto alcanzaron una enorme de-manda en todos los círculos cultos de Europa yeran adquiridas incluso por el mismo Papa paraobsequiar a los ilustres visitantes extranjeros quese acercaban hasta el Vaticano-, los estudiosos desu obra coinciden en señalar a la colección de es-tampas de Le Antichitá como el gran punto de in-

flexión que marca el cénit de su carrera como gra-bador. El cultivo de los detalles, el acierto en la se-lección de las perspectivas y puntos de vista y eldominio de la técnica del aguafuerte estarán yasiempre presentes en el resto de su obra.

En los últimos años, con la protección de los papasClemente XIII y luego de su sucesor, ClementeXIV, Piranesi seguirá trabajando en sus vistas, con-vertidas en todo un floreciente negocio, de las queobtiene la mayor parte de sus ingresos económicosgracias a sus múltiples tiradas. Pero su espíritu,siempre inquieto, le hace empeñarse en nuevasempresas, probando fortuna, entre otros negocios,en el mercado de antigüedades romano, convir-tiéndose en un exitoso restaurador distribuidor deantigüedades. También, aprovechando su repu-tación artística, amplía su taller con un salóndonde expone buena parte de su obra, siendo muyvisitado por los turistas acaudalados atraídos porel reclamo de sus codiciadas vedute. Por si todo ellofuera poco, también amplía sus actividades de an-ticuario diseñando muebles, candelabros o adornosen mármol para frontispicios de fachadas y mau-soleos, inspirados en muchos casos en los detallesque ha entresacado de sus largos estudios de lasruinas de la ciudad. Hacia 1770 emprende su se-gundo viaje a Nápoles, para estudiar las ruinas dePompeya y Herculano, de donde regresa con unosprimorosos dibujos. Y en 1778 volverá de nuevopara visitar los yacimientos de Pestum. Otra vezen Roma y ya enfermo, fallecerá apenas unos mesesdespués y será enterrado en la iglesia de SantaMaría del Priorato; el único edificio que pudo pro-yectar como arquitecto será también su mausoleo.

Bibliografía:

Marguerite Yourcenar. A beneficio de inventario. Elcerebro negro de Piranesi. Alfaguara. Madrid, 1994.


Texto: Antonio Recuero. Imágenes: Biblioteca Nacional de España

Los aguafuertes de lasAntigüedades de Roma, obra

cumbre de Piranesi, ejercieron unapronta influencia en la arquitectura

europea y americana del XVIII.

uAguafuerte con laefigie de Piranesi parauna de las portadasde su colección deestampas LasAntigüedades deRoma.


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