183
EL ANARQUISMO

Guérin, Daniel - El anarquismo

  • Upload
    traxico

  • View
    30

  • Download
    4

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO

Page 2: Guérin, Daniel - El anarquismo

DANIEL GUÉRIN

EL ANARQUISMO

Page 3: Guérin, Daniel - El anarquismo

© AnarresCorrientes 4790Buenos Aires / ArgentinaTel: 4857-1248

ISBN: 987-20875-0-4

La reproducción de este libro, a través de medios ópti-cos, electrónicos, químicos, fotográficos o de fotoco-pias son permitidos y alentados por los editores.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723

Impreso en Argentina / Printed in Argentina

Page 4: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 5

PRESENTACIÓN

La primera edición francesa de este libro data de 1965, laprimera en español se publicó aquí en la Argentina diez añosmás tarde y la segunda en 1992. Ambas ediciones son hoy prác-ticamente inhallables.

¿Por qué de nuevo El anarquismo?, ¿por qué de nuevo Da-niel Guérin? No se trata de la obra de uno de los grandes clási-cos libertarios, ni el autor proviene de la tradición ácrata. Porel contrario, al momento de escribir este libro Guérin seguíadefiniéndose como marxista, aunque intentaba construir unasíntesis entre las dos grandes corrientes surgidas de la PrimeraInternacional.

Nacido en 1904 fue uno de los mayores pensadores revolu-cionarios en la Francia del siglo XX. Activista sindical, militantede la CGT, luchador anticolonialista y perteneciente al FrenteHomosexual para la Acción Revolucionaria, fue siempre unbocado difícil de tragar por sectas y capillas de toda laya. Losmarxistas le dieron la espalda por “anarquista” y los anarquistas,por supuesto, debido a su confeso marxismo, se resistían a con-siderarlo uno de los suyos.

Como integrante del Partido Socialista Francés formó partedel grupo de oposición interna conocido como la “IzquierdaRevolucionaria”, corriente expulsada poco antes de estallar laSegunda Guerra Mundial.

Durante la guerra desarrolló actividades clandestinas y alfinalizar ésta, rechazando opciones estalinistas, socialdemócra-tas y trotskistas variopintas, fue generando un pensamientooriginal incluyendo criterios provenientes de un marxismo res-petuoso de la capacidad de autoorganización popular, como elrepresentado por el espartaquismo luxemburguista o elconsejismo de Pannekoek.

Con el paso de los años sus posturas fueron acercándose alas anarquistas.

Al momento de su muerte, a los 84 años, formaba parte de

Page 5: Guérin, Daniel - El anarquismo

6 / DANIEL GUÉRIN

la Unión de Trabajadores Comunistas Libertarios, una organi-zación anarquista francesa. Su libro, El anarquismo, sigue sien-do al día de hoy una de las mejores síntesis del pensamiento ypráctica de las distintas corrientes ácratas a lo largo de la histo-ria.

La actualidad del pensamiento libertario es patente en el con-texto mundial, donde los movimientos antiglobalización tienenuna fuerte impronta anticapitalista y, en muchos casos,antiestatista cuando no anárquica.

En el contexto argentino en particular, especialmente a par-tir de los acontecimientos de los días 19 y 20 de diciembre del2001 y la posterior y persistente movilización social, se generóun proceso de organización autónoma de vastos sectores popu-lares, nunca antes visto y expresado en la consigna más revulsivay anárquica de la que, desde el Mayo francés, tengamos memo-ria: ¡Que se vayan todos!

Resulta curioso por un lado que tanta gente actúe de acuer-do con los cánones anarquistas sin saberlo y sin proponérselo yque, algunos sedicentes anarquistas, lo hayan ignorado, subes-timado o considerado una variante más del sistema. Esto haocurrido con las asambleas populares, con los cortes de rutas ocon el proceso de recuperación de fábricas en las que, en los dosúltimos años, de una u otra manera, más de quince mil obreros,mediante la acción directa, se han apropiado del proceso pro-ductivo de 160 empresas.

El resurgimiento de la crítica a todos los sistemas de repre-sentación, la comprensión de que se puede realizar un cambiosocial sin tomar el poder ( y más, de que la toma del podernecesariamente va en sentido contrario a la realización de estecambio) está, lenta pero progresivamente, ganando espacio tantoen sectores intelectuales sin antecedentes libertarios como entrelos grupos organizados de desocupados consideradosradicalizados, que no luchan por –y no quieren– ser incluidosde nuevo en el sistema. No pretenden volver a ser explotados,sino que quieren construir una sociabilidad alternativa, unmundo nuevo. Muy pocos de ellos conocen sus antecedentesanarquistas. Sólo algunos saben de las luchas de los hombres ymujeres que los precedieron en tan arduo camino, de sus espe-ranzas, frustraciones y efímeros triunfos. Para ellos y para to-

Page 6: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 7

dos aquellos que estén interesados en acercarse a un pensamientovital, polifacético, apasionante y sorprendentemente vigente,reeditamos este libro.

Añadimos a la versión original la introducción de NoamChomsky a la edición de este libro en inglés, lo que además nospermite dar a conocer la profundidad del compromiso liberta-rio de este lingüista y conocido crítico de la política exterior delos Estados Unidos.

Page 7: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 9

NOTA A LA SEGUNDA EDICIÓN ARGENTINA

Cuando Guérin escribía estas palabras (1965) era todavíaimprevisible el derrumbe catastrófico de los sistemas llamadosdel “socialismo real”. Hoy, más que ayer, parecen muy utópi-cas las esperanzas del autor en ciertas experiencias ya total-mente frustradas.

Sin embargo, para el grueso del pensamiento anarquista, lasituación no es tan sencilla. Ni se justifica ahora el abandonode las ideas socialistas, ni se justificaba, en la década del 60,depositarlas en experiencias viciadas desde su origen por el au-toritarismo y el estatismo.

El derrumbe del muro de Berlín no aplastó al socialismo. Elsocialismo estaba ausente de estos regímenes desde el momentoen que se optó por la dictadura de un grupo sacrificando losderechos y libertades cotidianas de todos, usando los medios derepresión comunes a cualquier Estado, en nombre de fines cadavez más lejanos. El fracaso de los sistemas comunistas no seinicia con las desviaciones criminales de Stalin. El germen tota-litario estaba ya en el pensamiento fundacional de Marx yEngels. En julio de 1870 Marx escribe a Engels:

Los franceses necesitan palos. Si triunfan los prusianos, la cen-tralización del state power será provechosa para la centraliza-ción de la clase obrera alemana. Además, la preponderanciaalemana trasladaría de Francia a Alemania el centro de grave-dad del movimiento obrero de Europa occidental; y basta com-parar el movimiento de ambos países, desde 1866 hasta laactualidad, para ver que la clase obrera alemana es superior ala francesa desde el punto de vista teórico y su organización.Su preponderancia sobre la francesa en el escenario mundialsería al mismo tiempo la preponderancia de nuestra teoría sobrela de Proudhon...

El 15 de junio de 1853 apareció en el New York Daily Tribune

Page 8: Guérin, Daniel - El anarquismo

10 / DANIEL GUÉRIN

un artículo firmado por Marx, “La dominación británica en laIndia”, donde se lee lo siguiente:

¿Puede la humanidad realizar su destino sin una revoluciónradical del estado social asiático? Si esta revolución es necesa-ria, entonces Inglaterra, cualquiera que hayan sido sus críme-nes al desencadenarla, no fue sino el instrumento inconscientede la Historia.

En una carta a Engels sigue diciendo el señor Marx:

Traté de demostrar que la destrucción de la industria artesanalhindú tuvo un significado revolucionario a pesar del carácterinhumano de la obra hecha a beneficio exclusivo de la oligar-quía financiera e industrial británica. La demolición de estasformas primitivas estereotipadas –las comunas ruralespueblerinas– es la condición sine qua non de la europeización.

La “europeización” sería imprescindible para el estableci-miento del futuro comunismo, pese a la destrucción de indivi-duos y sociedades enteras.

Para no desentonar con su amigo y maestro, Engels escribióen enero de 1848:

En América hemos presenciado la conquista de México porEE.UU., lo que nos ha complacido. Constituye un progreso,también, que un país ocupado exclusivamente en sí mismo, eimpedido a todo desarrollo, sea lanzado por la violencia almovimiento histórico.

En mayo de 1851 Engels escribió a Marx en la carta en laque podemos leer:

Porque no se puede señalar un solo ejemplo en que Poloniahaya representado con éxito el progreso y que haya hecho algu-na cosa de importancia histórica... La naturaleza del polaco esla del ocioso caballero. Conclusión: quitar todo lo posible de laPolonia occidental, ocupar con alemanes sus fortalezas, supretexto de defenderlos, conducirlos al fuego, comerles su país.

Page 9: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 11

Es una lástima que los señores Max y Engels no se levantende sus tumbas, pues podrían explicar a todo buen marxista cómojustificar la invasión yanqui a Guatemala, la implantación dela doctrina de seguridad nacional en Brasil, Argentina, Chile,Uruguay, etc. Después de todo, son sólo países subdesarrolla-dos, a los cuales hay que ayudar a integrarse al progreso. Y,quién sabe. Con las maravillas del determinismo histórico po-dríamos entender mejor las razones de la invasión a la Bahía delos Cochinos. Las expediciones contra Granada y Panamá, comoescalones hacia la Gran Revolución Mundial.

Si bien es injusta y arbitraria la explotación de frases delconjunto de una obra también es cierto que Marx permite tan-tas lecturas como capillas puedan existir.

Sin embargo, cabe preguntar si con estas ideas, cuya faltatotal de escrúpulos éticos produce escalofríos, podía darse algodistinto a la dictadura estalinista y su hija predilecta, la nomen-clatura tecnoburocrática, que transformándose en un fin en símisma, sacrificó vidas e ideas en nombre de una meta cada vezmás alejada de los deseos y necesidades del ser humano comúny corriente.

En el imaginario de los pueblos del Este, la asociación deCoca-Cola, bluejean y hamburguesa=bienestar y sistema libremercado ha triunfado sobre la idea de justicia y solidaridad=socialismo. Como anarquistas y por ende socialistas, no pode-mos aceptar que la solución a la crisis sea volver a un puntoanterior del camino. La única posibilidad, para la humanidaden su conjunto, no es pretender engancharse al furgón de losricos, sino comprender que la totalidad de los recursos del pla-neta, materias primas, recursos naturales de toda especie y re-servas ecológicas, pertenecen a todos.

Hay que rescatar los principios éticos que hicieron posiblesoñar con una sociedad libre y justa para todos. Una sociedadbasada en la expoliación de unos países sobre otros y, dentro decada país, de una clase sobre otra, sólo nos conducirá a nuevascrisis y nuevas guerras, cuyas consecuencias finales son cadavez más peligrosas para la supervivencia del hombre como es-pecie. El uso justo y solidario de las reservas del planeta sóloserá posible si es en común y de forma socialista. El monopoliode esta idea por el comunismo totalitario y su rotundo fracaso

Page 10: Guérin, Daniel - El anarquismo

12 / DANIEL GUÉRIN

en la vida cotidiana ha hecho recuperar al liberalismo capitalis-ta el liderazgo intelectual que había perdido, fundamentalmen-te desde la década del cuarenta; durante estos años, toda críti-ca, todo análisis de la sociedad, tenía que pasar por el materia-lismo marxista y sus puntos de referencia, los países del “realis-mo” socialista.

Hoy nos quieren hacer creer que la única salida a los proble-mas socioeconómicos es la libertad de mercado; la incorpora-ción de capitales, sean cuales fueren sus orígenes o intenciones;la coronación del más apto y la distribución a cada cual segúnsu poder. Estas viejas ideas decaerán en pocos años, fundamen-talmente en los países subdesarrollados, donde los efectos delnatural egoísmo del capitalismo internacional pasan como unviento del desierto, que arrasa y seca todo a su paso.

El desafío de todos los que nos consideramos socialistas esque el fracaso que se avecina no sea capitalizado por los parti-darios de cualquier forma de totalitarismo. La solución a esca-la humana será socialista y libertaria, o no será.

Page 11: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 13

PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN INGLESA

Un escritor francés, simpatizante del anarquismo, escribióen la década de 1890 que “los anarquistas tienen espaldas an-chas: al igual que el papel, lo aguantan todo”, incluso aquelloscuyos actos son tales que “un enemigo mortal del anarquismono podría haber ejecutado mejor” (O. Mirbeau). Ha habidomuchas líneas de pensamiento y acción que han sido califica-das de “anarquistas”. Sería vano tratar de encuadrar todas esasdivergentes tendencias en el marco de una ideología o teoríageneral. E incluso si procediéramos a extraer a partir de la his-toria del pensamiento libertario una tradición viva, en evolu-ción, tal como hace Daniel Guérin en El anarquismo, sigue sien-do difícil formular sus doctrinas en la forma de una concreta yespecífica teoría de la sociedad y de los cambios sociales. Elhistoriador anarquista Rudolf Rocker, que presenta una con-cepción sistemática del desarrollo del pensamiento anarquistahacia el anarcosindicalismo, siguiendo una orientación seme-jante a la de la obra de Guérin, pone las cosas en su sitio cuan-do dice que el anarquismo no es

un sistema social fijo, cerrado, sino una tendencia definida deldesarrollo histórico de la humanidad, que, a diferencia de latutela intelectual de toda institución clerical y gubernamental,aspira a que todas las fuerzas individuales y sociales se desen-vuelvan libremente en la vida. Ni siquiera la libertad es unconcepto absoluto, sino sólo relativo, ya que constantementetrata de ensancharse y de afectar a círculos más amplios, delas más variadas formas. Para el anarquista, la libertad no esun concepto filosófico abstracto, sino la posibilidad concretade que todo ser humano pueda desarrollar plenamente en lavida las facultades, capacidades y talentos de que la naturale-

* Este ensayo es una versión revisada de la introducción a Anarchism; from theoryto practice. New York, Monthly Review Press. Daniel Guérin (1970).

Page 12: Guérin, Daniel - El anarquismo

14 / DANIEL GUÉRIN

za lo ha dotado, y ponerlas al servicio de la sociedad. Cuantomenos se vea influido este desarrollo natural del hombre porla tutela eclesiástica o política, más eficiente y armoniosa sevolverá la personalidad humana, dando así buena muestra dela cultura intelectual de la sociedad en que ha crecido.

Uno podría preguntarse qué interés puede tener estudiar“una tendencia definida en el desarrollo histórico de la huma-nidad” que no da lugar a una teoría social específica ypormenorizada. Ciertamente, muchos comentaristas desdeñanel anarquismo por utópico, informe, primitivo o, en todo caso,incompatible con las realidades de una sociedad compleja. Sinembargo, podría argumentarse de manera muy diferente: adu-ciendo que en cada estadio de la historia nuestra preocupa-ción ha de ser la de desmantelar aquellas formas de autoridady opresión que han sobrevivido a su época y que, si bien enalgún momento pudieron haber tenido una justificación pormotivos de seguridad, supervivencia o desarrollo económico,ahora acrecientan más que alivian la penuria material y cultu-ral. De ser así, no existirá ninguna doctrina del cambio socialfija, válida para el presente y el futuro; ni siquiera, como nopodría ser de otro modo, una idea concreta e inalterable delos objetivos hacia los que los cambios sociales deberían ten-der. Sin duda, nuestra comprensión de la naturaleza del hom-bre o de la gama de formas viables de sociedad es tan rudi-mentaria que cualquier doctrina con pretensiones de dar ra-zón de todo ha de observarse con gran escepticismo, el mismoque debemos aplicar cuando oímos que “la naturaleza huma-na” o “imperativos de eficacia” o “la complejidad de la vidamoderna” exigen esta o aquella forma de opresión y un man-do autocrático.

No obstante, en cada época particular, existen sobradas ra-zones para desarrollar, en tanto el alcance de nuestra compren-sión lo permita, el descubrimiento específico de esta tendenciadefinida en el desarrollo histórico de la humanidad, apropiadaa los objetivos del momento.

Para Rocker,

el problema de nuestro tiempo es la liberación del hombre de

Page 13: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 15

la condena de la explotación económica y la esclavitud políti-ca y social;

y el método no es la conquista y el ejercicio del poder del Esta-do, ni el estupidizante parlamentarismo, sino “la reconstruc-ción de la vida económica de los pueblos desde la base, edifi-cándola en el espíritu del socialismo”.

Mas sólo los productores mismos pueden llevar a cabo estatarea, ya que son el único factor de la sociedad creador de valora partir del cual puede surgir un futuro distinto. Suya ha de serla tarea de liberar al trabajo de las cadenas con que la explota-ción económica lo aprisiona, la tarea de liberar a la sociedad detodas las instituciones y mecanismos del poder político y deabrir el camino para una alianza de grupos de hombres y muje-res libres, basada en el trabajo cooperativo y en una adminis-tración planificada de las cosas en interés de la comunidad.Preparar a las masas trabajadoras del campo y la ciudad paraeste gran objetivo y unirlas para hacer de ellas una fuerza mili-tante es el objetivo del anarcosindicalismo moderno; en él seagotan todos sus propósitos.

En cuanto socialista, Rocker daría por hecho, como lo ex-presa Bakunin:

que la auténtica, final y completa liberación de los trabajado-res sólo es posible bajo una condición: la apropiación del ca-pital, esto es, de las materias primas y de las herramientas detrabajo, incluida la tierra, por el conjunto de los trabajadores.

En cuanto anarcosindicalista, insiste además en que, en elperíodo prerrevolucionario, las organizaciones de los trabaja-dores crean “no sólo las ideas, sino también los hechos del fu-turo”, encarnando ellos mismos la estructura de la sociedadfutura, y aguarda esperanzado la revolución social que acabarácon el aparato del Estado y expropiará a los expropiadores.

Lo que ponemos en lugar del gobierno es la organización in-dustrial (...) Los anarcosindicalistas tienen la convicción deque un orden económico socialista no puede crearse a travésde los decretos y leyes de un gobierno, sino sólo mediante la

Page 14: Guérin, Daniel - El anarquismo

16 / DANIEL GUÉRIN

colaboración solidaria de los trabajadores que con sus manosy su inteligencia operan en cada particular ramo de la produc-ción; esto es, mediante la asunción de la dirección de todas lasplantas por los trabajadores mismos, de tal forma que los di-ferentes grupos, plantas y ramos de la industria sean miem-bros independientes del organismo económico general y seencarguen sistemáticamente de la producción y distribuciónde los bienes en interés de la comunidad, basándose en libresacuerdos mutuos.

Rocker escribía esto en el momento en el que tales ideas ha-bían sido llevadas a la práctica en la Revolución Española. Jus-to antes del estallido de la revolución, el economista anarco-sindicalista Diego Abad de Santillán había escrito:

...al afrontar el problema de la transformación social la revo-lución no puede considerar al Estado como un medio, sinoque ha de apoyarse en la organización de los productores.

Nosotros hemos seguido esta norma y no vemos necesidadalguna de que, con el fin de establecer un nuevo orden de cosas,hayamos de suponer la existencia de un poder superior al tra-bajo organizado. Agradeceríamos que se nos indicara qué fun-ción, si acaso hubiera alguna, podría desempeñar el Estado enuna organización económica en la que la propiedad privada hasido abolida y en la que no hay lugar para el parasitismo y losprivilegios especiales. La supresión del Estado no puede produ-cirse esperando a su languidecimiento; debe ser tarea de la re-volución acabar con el Estado. O bien la revolución pone lariqueza social en manos de los productores, en cuyo caso losproductores se organizan por sí mismos con vistas a la distribu-ción colectiva, y entonces el Estado no tiene nada que hacer, obien la revolución no pone la riqueza social en manos de losproductores, en cuyo caso la revolución ha sido un engaño y elEstado continuará existiendo.

Nuestro consejo federal de economía no es un poder político,sino un poder regulador económico y administrativo. Su orien-tación viene determinada desde abajo y opera de acuerdo con

Page 15: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 17

las resoluciones de las asambleas regionales y nacionales. Esun órgano de enlace y nada más.

Engels, en una carta escrita en 1883, expresaba su desacuer-do con esta idea del modo siguiente:

Los anarquistas plantean las cosas al revés. Afirman que larevolución proletaria debe comenzar echando abajo la orga-nización política del Estado (...) Pero destruirla en ese mo-mento significaría la destrucción del único órgano mediante elcual el proletariado victorioso puede afianzar su recién con-quistado poder, mantener a raya a sus adversarios capitalistasy llevar a cabo la revolución económica de la sociedad, sin lacual esa victoria acabará inevitablemente en una nueva derro-ta y en una masacre de los trabajadores, tal y como sucedió enla comuna de París.

Por el contrario, los anarquistas –y con particular elocuen-cia, Bakunin– advirtieron del peligro de la “burocracia roja”,que se mostraría como “la mentira más vil y terrible que hasido urdida en nuestro siglo”. El anarcosindicalista FernandPelloutier preguntaba:

¿Acaso el Estado transitorio al que hemos de someternos hade ser necesaria y fatalmente una cárcel colectivista? ¿No pue-de consistir en una organización libre, limitada exclusivamen-te por las necesidades de la producción y el consumo, desapa-recidas ya todas las instituciones políticas?

No pretendo yo conocer la respuesta a esta pregunta. Peroparece claro que, a menos que de alguna manera la respuestasea afirmativa, las oportunidades para una revolución verda-deramente democrática, que alcance los ideales humanistas dela izquierda, no son muchas. Martin Buber expuso el problemade forma sucinta cuando escribió: “Nadie puede razonablementeesperar que un arbolito, una vez transformado en un palo degolf, continúe echando hojas”. La cuestión de la conquista odestrucción del poder del Estado era para Bakunin el asuntoprimordial que lo separaba de Marx. De una u otra forma,

Page 16: Guérin, Daniel - El anarquismo

18 / DANIEL GUÉRIN

desde entonces el problema ha surgido repetidas veces a lo lar-go del siglo, dividiendo a los socialistas en “libertarios” y “au-toritarios”.

Pese a las advertencias de Bakunin en relación con la buro-cracia roja, y su cumplimiento bajo la dictadura de Stalin, ob-viamente cometeríamos un grueso error al interpretar los deba-tes de hace un siglo para relacionarlos con las reivindicacionesde los actuales movimientos sociales así como con sus orígeneshistóricos. Concretamente, es malicioso considerar al bolche-vismo como “el marxismo en los hechos”. Por el contrario,mucho más atinada es la crítica izquierdista al bolchevismo quetoma en consideración las circunstancias históricas que rodea-ron la Revolución Rusa.

El movimiento obrero izquierdista antibolchevique se opu-so a los leninistas porque éstos no aprovecharon suficiente-mente los levantamientos que tuvieron lugar en Rusia, conobjetivos estrictamente proletarios. Quedaron prisioneros desu entorno y utilizaron al movimiento radical internacionalpara satisfacer necesidades específicamente rusas, que rápida-mente vinieron a identificarse con las necesidades del Partido-Estado bolchevique. Los aspectos “burgueses” de la Revolu-ción Rusa quedaron entonces al descubierto en el bolchevis-mo mismo: el leninismo fue considerado parte de la socialde-mocracia internacional, distinguiéndose de esta última única-mente por cuestiones tácticas.

Si tratáramos de buscar una sola idea rectora dentro de latradición anarquista, la hallaríamos, a mi juicio, en lo expresa-do por Bakunin cuando, refiriéndose a la Comuna de París, seidentificó a sí mismo como sigue:

Soy un amante fanático de la libertad, considero que es laúnica condición bajo la cual la inteligencia, la dignidad y lafelicidad humana pueden desarrollarse y crecer; no la liber-tad puramente formal concedida, delimitada y regulada porel Estado, un eterno engaño que en realidad no representaotra cosa que el privilegio de algunos fundado en la esclavi-tud del resto; no la libertad individualista, egoísta, mezquinay ficticia ensalzada por la Escuela de J. J. Rousseau y otrasescuelas del liberalismo burgués, que entiende que el Estado,

Page 17: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 19

limitando los derechos de cada uno, representa la condiciónde posibilidad de los derechos de todos, una idea que pornecesidad conduce a la reducción de los derechos de cadauno a cero. No, yo me refiero a la única clase de libertad quemerece tal nombre, la libertad que consiste en el completodesarrollo de todas las capacidades materiales, intelectualesy morales que permanecen latentes en cada persona; libertadque no conoce más restricciones que aquellas que vienen de-terminadas por las leyes de nuestra propia naturaleza indivi-dual, y que no pueden ser consideradas propiamente restric-ciones, puesto que no se trata de leyes impuestas por un le-gislador externo, ya se halle a la par o por encima de noso-tros, sino que son inmanentes e inherentes a nosotros mis-mos, constituyendo la propia base de nuestro ser material,intelectual y moral: no nos limitan sino que son las condicio-nes reales e inmediatas de nuestra libertad.

Estas ideas tienen su origen en el Iluminismo; sus raíces seencuentran en el Discurso acerca de la desigualdad de Rousseau,en las Ideas para un intento de determinar los límites de la ac-ción del Estado de Humboldt, en la insistencia de Kant en ladefensa de la Revolución Francesa, en que la libertad es condi-ción previa para adquirir madurez en relación con la libertad, yno un regalo que se obtiene una vez se ha alcanzado dicha ma-durez. Con el desarrollo del capitalismo industrial, ese nuevo eimprevisto sistema de injusticia, es el socialismo libertario elque ha preservado y difundido el mensaje humanista radicaldel Iluminismo y las ideas liberales clásicas, luego pervertidaspara servir de sustento a una ideología destinada a mantener elorden social emergente. En realidad, partiendo de los mismossupuestos que llevaron al liberalismo clásico a oponerse a laintervención del Estado en la vida social, las relaciones socialescapitalistas son igualmente intolerables. Esto se ve con todaclaridad, por ejemplo, en la clásica obra de Humboldt Ideaspara un intento de determinar los límites de la acción del Esta-do, precursora de Mill, al que quizá sirvió de inspiración. Estaobra clásica del pensamiento liberal, concluida en 1792, es ensu esencia, aunque de forma prematura, profundamenteanticapitalista. Sus ideas hubieron de ser suavizadas, hasta vol-

Page 18: Guérin, Daniel - El anarquismo

20 / DANIEL GUÉRIN

verse prácticamente irreconocibles, a fin de transmutarlas enuna ideología del capitalismo industrial.

La visión de Humboldt de una sociedad en la que las ata-duras sociales son sustituidas por vínculos sociales y el traba-jo es asumido libremente, nos recuerda al joven Marx y susreflexiones acerca de la “alienación del trabajo cuando éste esexterno al trabajador (...) no es parte de su naturaleza (...) [detal modo que] no se realiza en su trabajo, sino que se niega así mismo (...) se agota físicamente y se degrada mentalmen-te”, trabajo alienado que “a unos trabajadores los hace regre-sar a un tipo de trabajo bárbaro y a otros los convierte enmáquinas”, despojando al hombre de algo “característico desu especie” como es “la actividad consciente y libre” y la “vidaproductiva”. Igualmente, Marx concibe “una nueva clase deser humano que necesita de sus congéneres”. [La asociaciónde los trabajadores viene a ser] “el esfuerzo real y constructi-vo de crear el tejido social de las futuras relaciones huma-nas”. No puede negarse que el pensamiento liberal clásico,como consecuencia de premisas de hondo calado acerca de lanecesidad humana de libertad, diversidad y libre asociación,se opone a la intervención del Estado en la vida social. Bajoesas mismas premisas, las relaciones capitalistas de produc-ción, el trabajo asalariado, la competitividad, la ideología del“individualismo posesivo”, han de observarse como funda-mentalmente inhumanas. El socialismo libertario ha de serconsiderado con toda propiedad el heredero de los ideales li-berales del Iluminismo.

Rudolf Rocker describe el anarquismo moderno como

la confluencia de las dos grandes corrientes que durante y des-de la Revolución Francesa han encontrado expresión muy ca-racterística en la vida intelectual de Europa: socialismo y libe-ralismo.

Los ideales liberales clásicos, afirma Rocker, se fueron a pi-que bajo el peso de la realidad de las formas de la economíacapitalista. El anarquismo es necesariamente anticapitalista yaque “rechaza la explotación del hombre por el hombre”. Peroel anarquismo también rechaza “la dominación del hombre

Page 19: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 21

sobre el hombre”. Insiste en que “el socialismo será libre o noserá. En reconocer esto estriba la genuina y profunda justifica-ción para la existencia del anarquismo”. Desde este punto devista, puede decirse que el anarquismo es la rama libertaria delsocialismo. Éste es el espíritu de Daniel Guérin al abordar elestudio del anarquismo en El anarquismo y en otras obras.Guérin cita a Adolf Fischer, que decía que “todo anarquista essocialista, pero no todo socialista es necesariamente anarquis-ta”. Del mismo modo, Bakunin, en su “manifiesto anarquista”de 1865, el programa de su proyectada fraternidad revolucio-naria internacional, sentó el principio de que todo miembrodebe ser, en primer lugar, socialista.

Un anarquista consecuente ha de oponerse a la propiedadprivada de los medios de producción y a la esclavitud salarial,propias de este sistema, como incompatibles con el principio deque el trabajo debe asumirse libremente y permanecer bajo elcontrol del productor. Tal como Marx lo expresa en Crítica alprograma de Gotha, los socialistas persiguen una sociedad enla que el trabajo sea “no sólo un medio de vida, sino también lamayor necesidad vital”, algo imposible cuando el trabajadorestá dirigido por una autoridad externa o precisa algo más quesu propio impulso. Afirma Marx en los Grundrisse, “ningunaforma de trabajo asalariado, aun cuando haya alguna menosodiosa que otra, puede acabar con la miseria del trabajo asala-riado mismo”. Un anarquista consecuente se opondrá no sóloal trabajo alienado sino también a la embrutecedora especiali-zación del trabajo que tiene lugar, como se describe en El capi-tal, cuando los medios para desarrollar la producción

...mutilan al trabajador convirtiéndolo en un fragmento de serhumano, lo degradan haciendo de él un apéndice de la máqui-na, transforman su trabajo en un tormento tal que su sentidoesencial es destruido, lo separan de las potencialidades inte-lectuales del proceso de trabajo en la misma proporción enque a éste se le incorpora la ciencia como potencialidad inde-pendiente...

Marx no pensó que esto fuera algo inevitablemente unido ala industrialización, sino como una característica de las relacio-

Page 20: Guérin, Daniel - El anarquismo

22 / DANIEL GUÉRIN

nes capitalistas de producción. La sociedad del futuro debe ocu-parse de

reemplazar el trabajador especializado de hoy (...) reducido aun mero fragmento de ser humano, por un individuo comple-tamente desarrollado, apto para una diversidad de trabajos(...), para el cual las diferentes funciones sociales (...) no sonsino diversas maneras de dar rienda suelta a sus propias capa-cidades naturales.

Para ello, es requisito previo la abolición de las categoríassociales de capital y trabajo asalariado (por no hablar de losejércitos industriales de los “Estados obreros” o de las diversasformas de totalitarismo desde la aparición del capitalismo). Lareducción del hombre a un apéndice de la máquina, a una he-rramienta especializada de la producción, podría en principiosuperarse, en vez de agravarse, mediante un adecuado desarro-llo y uso de la tecnología, pero no bajo las condiciones de uncontrol autocrático de la producción por parte de aquellos quehacen del hombre un instrumento al servicio de sus fines parti-culares, prescindiendo –por utilizar la expresión de Humboldt–de los objetivos individuales de éste.

Los anarcosindicalistas al decir de Pelloutier aspiraban a crear,incluso dentro del capitalismo, “asociaciones libres de produc-tores libres” que se implicaran en la lucha militante y se prepa-raran para asumir la organización de la producción sobre basesdemocráticas. Estas asociaciones servirían de “escuela prácticade anarquismo”. Si la propiedad privada de los medios de pro-ducción no es más que, utilizando la conocida frase de Proudhon,una forma de “robo” o ”la explotación del débil por el fuerte”,el control de la producción por una burocracia estatal, por bue-nas que sean sus intenciones, tampoco crea las condiciones paraque el trabajo –manual e intelectual– pueda convertirse en lamayor necesidad vital. Por consiguiente, ambas formas debenser superadas.

En su ataque contra el derecho al control privado o burocrá-tico de los medios de producción, el anarquista se posicionajunto a aquellos que luchan por alcanzar

Page 21: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 23

la tercera y última fase emancipatoria de la historia: la prime-ra hizo de los esclavos siervos, la segunda hizo de los siervosasalariados y la tercera consiste en la abolición del proletaria-do en un acto último de liberación que pone el control de laeconomía en manos de asociaciones libres y voluntarias deproductores (Fourier, 1848).

El peligro inminente para la “civilización” fue advertido, tam-bién en 1848, por de Tocqueville:

Mientras el derecho de propiedad fue el origen y fundamentode muchos otros derechos, era fácil defenderlo, o, para sermás precisos, no sufría ningún ataque; entonces era la ciuda-dela de la sociedad, mientras que los otros derechos eran sufortificación: no se llevaba la peor parte en los ataques y, enrealidad, no se producían intentos serios de asalto. Pero hoyen día, cuando se ve en el derecho de propiedad el último restoaún no destruido del mundo aristocrático, cuando sólo él que-da en pie, cuando es el único privilegio en una sociedad cuyosmiembros son ya en todo lo demás iguales, la cosa cambia.Consideremos lo que está ocurriendo en los corazones de lasclases trabajadoras, aunque admito que aún están silenciosascomo tales. Es cierto que se encuentran menos inflamadas queantes por pasiones políticas propiamente dichas; pero ¿no veisque sus pasiones, lejos de ser políticas, se han convertido ensociales? ¿No veis que poco a poco se van extendiendo entreellos opiniones e ideas que apuntan no a la derogación de ta-les o cuales otras leyes, de tal ministerio o tal gobierno, sino ala disolución de los fundamentos mismos de la propia socie-dad?

Los trabajadores de París, en 1871, rompieron el silencio yprocedieron a

...abolir la propiedad, base de toda civilización. Sí, caballeros,la Comuna pretendía abolir esa propiedad de clase que con-vierte el trabajo de muchos en la riqueza de unos pocos. LaComuna aspiraba a la expropiación de los expropiadores.Quería convertir la propiedad individual en una realidad, trans-

Page 22: Guérin, Daniel - El anarquismo

24 / DANIEL GUÉRIN

formando los medios de producción –la tierra y el capital–que hoy son fundamentalmente medios de esclavización y deexplotación del trabajo, en simples instrumentos de trabajolibre y asociado. (K. Marx, en La guerra civil en Francia.)

La Comuna, por supuesto, fue ahogada en un baño de san-gre. La verdadera naturaleza de la “civilización” que los traba-jadores de París trataron de superar con su ataque contra “losfundamentos mismos de la propia sociedad” se mostró, unavez más, cuando las tropas del gobierno de Versalles reconquis-taron París arrebatándoselo al pueblo. Como Marx escribió,con tanta amargura como acierto:

La civilización y la justicia del orden burgués aparecen en todosu siniestro esplendor dondequiera que los esclavos y los pa-rias de este orden osan rebelarse contra sus señores. En talesmomentos, esa civilización y esa justicia se muestran como loque son: salvajismo descarado y venganza sin ley (...) las haza-ñas infernales de la soldadesca reflejan el espíritu innato deesa civilización, de la que es el brazo vengador y mercenario(...) La burguesía del mundo entero, que mira complacida lamatanza en masa después de la lucha, ¡se estremece de horrorante la profanación del ladrillo y la argamasa! [Ibíd.]

Pese a la violenta destrucción de la Comuna, Bakunin escri-bió que París abría una nueva época, “la de la definitiva y com-pleta emancipación de las masas populares y su futura auténti-ca solidaridad por encima y a pesar de las ataduras del Esta-do”. “La próxima revolución, internacionalmente solidaria, serála resurrección de París”, una revolución que el mundo todavíaespera.

Así pues, el anarquista consecuente debe ser socialista, perosocialista de una clase particular. No sólo se opondrá al trabajoalienado y especializado y aspirará a la apropiación del capitalpor parte del conjunto de los trabajadores, sino que insistirá,además, en que dicha apropiación sea directa y no ejercida poruna elite que actúe en nombre del proletariado. Se opondrá, ensuma, a

Page 23: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 25

la organización del trabajo por los gobernantes. Eso significasocialismo de Estado, el gobierno de los funcionarios del Esta-do sobre la producción y el gobierno de los científicos, directi-vos y funcionarios sobre el comercio (...) El objetivo de la cla-se trabajadora es su liberación de la explotación. Este objetivono se alcanza ni puede ser alcanzado por una nueva clase diri-gente que se coloque a sí misma en el lugar que antes ocupabala burguesía. Únicamente lo harán realidad los trabajadores,haciéndose cargo ellos mismos de la producción.

Estas observaciones están tomadas de “Cinco tesis sobre lalucha de clases”, del marxista de izquierda Anton Pannekoek,uno de los teóricos más destacados del movimiento comunistaconsejista. Y es que, de hecho, el marxismo radical se fundecon las corrientes anarquistas.

A modo de ilustración adicional, consideremos la siguientecaracterización del “socialismo revolucionario”:

El socialista revolucionario rechaza que la propiedad del Esta-do pueda terminar en algo distinto del despotismo burocráti-co. Hemos visto por qué el Estado no puede controlar demo-cráticamente la industria. La industria sólo puede ser demo-cráticamente poseída y controlada por los trabajadores cuan-do éstos eligen directamente los comités administrativos in-dustriales entre sus propias filas. El socialismo será, funda-mentalmente, un sistema industrial; su estructuración tendráun carácter industrial. Así, aquellos que se hagan cargo de lasactividades sociales e industriales de la sociedad tendrán re-presentación directa en los consejos locales y centrales de laadministración. De este modo, el poder de dichos delegadosemanará de quienes llevan a cabo el trabajo y permaneceráatento a las necesidades de la comunidad. Cuando el comitéadministrativo industrial central se reúna, representará a cadasector de la actividad social. Por tanto, el Estado –político ogeográfico– capitalista será sustituido por el comité adminis-trativo industrial del socialismo. La transición de uno a otrosistema social será la revolución social. A lo largo de la histo-ria el Estado político ha significado el gobierno de los hom-bres por las clases dirigentes; la República del Socialismo será

Page 24: Guérin, Daniel - El anarquismo

26 / DANIEL GUÉRIN

el gobierno de la industria administrada por toda la comuni-dad. El primero representa el sometimiento económico y polí-tico de la mayoría; esta última significa la libertad económicade todos y será, por tanto, una verdadera democracia.

Esta declaración programática aparece en la obra de WilliamPaul El Estado. Sus orígenes y funciones, escrita a comienzosde 1917 –poco antes de la aparición de El Estado y la revolu-ción, de Lenin– y que es quizá su obra más libertaria. Paul fuemiembro del Partido Laborista Socialista Marxista-De Leonista,y más adelante, uno de los fundadores del Partido ComunistaBritánico. Su crítica al socialismo de Estado se asemeja a ladoctrina libertaria de los anarquistas en su principio de que,puesto que la propiedad y dirección del Estado conduciría a undespotismo burocrático, la revolución social debe reemplazar-lo por la organización industrial de la sociedad bajo el controldirecto de los trabajadores. Podríamos citar multitud de afir-maciones similares.

Pero lo más importante es que estas ideas han sido ya lleva-das a la práctica en la acción revolucionaria espontánea; porejemplo, en Alemania e Italia tras la Primera Guerra Mundial,y en España –no sólo en el campo, sino también en la Barcelonaindustrial– en 1936. Bien podría decirse que alguna suerte decomunismo consejista es la forma natural del socialismo revo-lucionario en una sociedad industrial. Ahí se plasma la certezaintuitiva de que la democracia se encuentra muy limitada cuan-do el sistema industrial está controlado por alguna forma deelite autocrática, ya se trate de los propietarios, los directivos ytecnócratas, por un partido de “vanguardia” o por una buro-cracia estatal. Bajo esas condiciones de dominación autorita-ria, los ideales libertarios clásicos, desarrollados luego por Marx,Bakunin y otros auténticos revolucionarios, no pueden hacerserealidad: el hombre no será libre para desarrollar al máximotodas sus potencialidades, y el productor seguirá siendo “unfragmento de ser humano”, un ser degradado, una herramientade un proceso productivo dirigido desde arriba.

La expresión “acción revolucionaria espontánea” puede lle-var a confusión. Al menos los anarcosindicalistas toman buenanota de la observación de Bakunin de que las organizaciones de

Page 25: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 27

los trabajadores deben crear en el período prerrevolucionario“no sólo las ideas, sino también los hechos del futuro”. Loslogros de la revolución popular, en España en particular, se ba-saron en un paciente trabajo de años de organización y educa-ción, elementos de una larga tradición de compromiso ymilitancia. Las resoluciones de los Congresos de Madrid, enjunio de 1931, y de Zaragoza, en mayo de 1936, prefiguraronde diversas maneras los actos de la revolución, tal y como suce-dió también con las ideas, algo diferentes, esbozadas por Abadde Santillán en su puntual descripción de la organización socialy económica que habría de instaurar la revolución. Guérin es-cribe que “la Revolución Española había alcanzado cierta ma-durez tanto en las mentes de los pensadores libertarios como enla conciencia popular”. Y cuando, con el golpe de Franco, laagitación de comienzos de 1936 llevó al estallido de la revolu-ción social, las organizaciones de los trabajadores contaban yacon la estructura, la experiencia y la conciencia para empren-der la tarea de la reconstrucción social. En su introducción auna recopilación de documentos acerca de la colectivización enEspaña, el anarquista Augustin Souchy escribe:

Durante muchos años los anarquistas y sindicalistas españo-les consideraron que su tarea suprema era la transformaciónsocial de la sociedad. En sus asambleas de sindicatos y grupos,en sus diarios, en sus panfletos y libros, el problema de larevolución social se discutía sin cesar y de forma sistemática.

Todo esto subyace tras los logros espontáneos y la obra cons-tructiva de la Revolución Española.

Las ideas del socialismo libertario, en el sentido descripto,han quedado arrinconadas en las sociedades industriales delpasado medio siglo. Las ideologías dominantes han sido el so-cialismo de Estado o el capitalismo de Estado (éste de caráctercada vez más militarizado en los Estados Unidos, por razonesfáciles de ver). Pero el interés por el anarquismo se ha reavivadoen estos últimos años. Las tesis de Anton Pannekoek que hecitado están tomadas de un panfleto reciente de un grupo detrabajadores radicales franceses (Informations CorrespondanceOuvrière). Las observaciones de William Paul en torno del so-

Page 26: Guérin, Daniel - El anarquismo

28 / DANIEL GUÉRIN

cialismo revolucionario fueron citadas por Walter Kendall enun discurso pronunciado en el Congreso Nacional sobre Con-trol Obrero, en Sheffield, Inglaterra, en marzo de 1969. En In-glaterra, el movimiento que lucha por el control obrero ha idoadquiriendo una fuerza significativa en los últimos años. Haorganizado varios congresos, ha producido una considerableliteratura relacionada y cuenta con el apoyo activo de algunosde los sindicatos más importantes. La Amalgamated Engineeringand Foundryworkers’ Union, por ejemplo, ha adoptado comopolítica oficial el programa de nacionalización de las industriasbásicas bajo control “obrero” en todos los niveles. En el conti-nente ha habido progresos similares. Mayo del 68, por descon-tado, aceleró en Alemania y en Francia el creciente interés porel comunismo consejista y por ideas que siguen esa misma lí-nea, tal y como sucedió en Inglaterra.

Dado el carácter extremadamente conservador de nuestramuy ideologizada sociedad, no sorprende demasiado que losEstados Unidos hayan quedado relativamente al margen de esaevolución. Pero también eso puede cambiar. La erosión de lamitología que rodeaba a la guerra fría permite al menos susci-tar la discusión sobre estas cuestiones en círculos bastante am-plios. Si consiguiéramos refrenar la actual ola de represión, sila izquierda fuera capaz de superar sus tendencias mas suicidasy construir sobre lo que se ha conseguido en la década pasada,entonces el problema de cómo organizar la sociedad industrialsobre bases verdaderamente democráticas, con un control de-mocrático en el lugar de trabajo y en la comunidad, se conver-tiría en el principal tema de reflexión para todos aquellos queson sensibles a los problemas de la sociedad contemporánea y,en la medida en que se fuera desarrollando un movimiento demasas en favor del socialismo libertario, la reflexión habría deceder el paso a la acción.

En su manifiesto de 1865, Bakunin predijo que un elementode la revolución social sería “esa inteligente y verdaderamentenoble parte de la juventud que, pese a pertenecer por nacimientoa las clases privilegiadas, es llevada por sus generosas conviccio-nes y ardientes anhelos a hacer suya la causa del pueblo”. Quizásen el surgimiento del movimiento estudiantil de los 60 puedaobservarse algún paso hacia el cumplimiento de esta profecía.

Page 27: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 29

Daniel Guérin ha emprendido lo que describe como un “pro-ceso de rehabilitación del anarquismo”. Argumenta –convincen-temente, a mi juicio– que “las ideas constructivas del anarquis-mo mantienen su vitalidad y que, examinadas y tamizadas,podrían ser de gran utilidad para que el pensamiento socialistacontemporáneo tomara un nuevo rumbo... [y] para contribuira enriquecer el marxismo”. De esas “amplias espaldas” del anar-quismo él ha seleccionado para examinarlas más atentamenteaquellas ideas y acciones que pueden calificarse de socialistaslibertarias. Es lo natural y apropiado. Dentro de ese marco seencuadran los más importantes portavoces del anarquismo asícomo los movimientos populares que han estado inspirados porsentimientos e ideales anarquistas. Guérin se ocupa no sólo delpensamiento anarquista, sino también de las acciones espontá-neas de la lucha revolucionaria popular. Se ocupa tanto de lacreatividad social como de la intelectual. Además, a partir delas realizaciones constructivas del pasado trata de extraer lec-ciones que enriquecen la teoría de la liberación social. Para aque-llos que desean no sólo comprender el mundo sino también cam-biarlo, ésta es la forma apropiada de abordar el estudio de lahistoria del anarquismo.

Guérin describe el anarquismo del siglo XIX como eminente-mente doctrinal, mientras que sostiene que el siglo XX, para losanarquistas, ha sido una época de “práctica revolucionaria”.En El anarquismo refleja esta opinión.

Arthur Rosenberg apuntó en una ocasión que las revolucio-nes populares se caracterizan por tratar de sustituir “una auto-ridad feudal o centralizada que gobierna por la fuerza” por al-guna suerte de sistema comunal que “implique la destrucción ydesaparición de la vieja forma de Estado”. Dicho sistema será obien socialista, o bien “una forma extrema de democracia... [lacual es] condición previa para el socialismo, por cuanto el socia-lismo sólo puede hacerse realidad en un mundo en el que elindividuo goce de la máxima libertad posible”. Este ideal, ob-serva, era común a Marx y a los anarquistas. Esta lucha naturalpor la liberación va en sentido opuesto a la predominante ten-dencia hacia la centralización de la vida política y económica.

Hace un siglo, en La guerra civil en Francia, Marx escribióque los trabajadores de París “comprendieron que no había más

Page 28: Guérin, Daniel - El anarquismo

30 / DANIEL GUÉRIN

alternativa que la Comuna o el imperio, fuera cual fuera el nom-bre bajo el que éste reapareciese”.

El Imperio los había arruinado económicamente con su dila-pidación de la riqueza pública, con las grandes estafas finan-cieras que fomentó y con el apoyo prestado a la concentraciónartificialmente acelerada del capital, que suponía la expropia-ción de muchos de sus componentes. Los había oprimido po-líticamente, y los había irritado moralmente con sus orgías;había herido su volterianismo al confiar la educación de sushijos a los frères ignorantins, y había sublevado su sentimien-to nacional de franceses al lanzarlos precipitadamente a unaguerra que sólo ofreció una compensación para todos los de-sastres que había causado: la caída del Imperio.

El miserable Segundo Imperio “era la única forma de gobier-no posible en una época en que la burguesía ya había sido de-rrotada y la clase trabajadora aún no había adquirido capaci-dad para gobernar la nación”.

No resultaría muy difícil parafrasear estas observaciones paraadecuarlas a los sistemas imperiales de 1970. El problema de la“liberación del hombre de la condena de la explotación econó-mica y la esclavización política y social” es también hoy el pro-blema de nuestro tiempo. Y mientras así sea, las doctrinas y lapráctica revolucionaria del socialismo libertario nos serviránde inspiración y guía.

Noam Chomsky, 1970

Page 29: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 31

PREFACIO

El anarquismo ha sido, en los últimos tiempos, objeto derenovado interés. Se le han consagrado obras, monografías yantologías. Pero es dudoso que este esfuerzo sea siempre verda-deramente útil. Resulta difícil trazar los rasgos del anarquismo.Los maestros de dicha corriente muy rara vez condensaron susideas en tratados sistemáticos. Y cuando intentaron hacerlo, selimitaron a escribir pequeños folletos de propaganda y divulga-ción que sólo dan una muy incompleta noción del tema. Ade-más, existen varias clases de anarquismo y grandes variacionesen el pensamiento de cada uno de los libertarios más ilustres.

El libertario rechaza todo lo que sea autoridad, da absolutaprioridad al juicio individual; por eso “hace profesión de antidog-matismo”. “No nos transformemos en jefes de una nueva reli-gión” –escribió Proudhon a Marx–, “aunque esta religión sea lade la lógica y la razón.” Los puntos de vista de los libertarios sonmás diversos, más fluidos, más difíciles de aprehender que los delos socialistas “autoritarios”, cuyas iglesias rivales tratan, almenos, de imponer cánones a sus celosos partidarios. Poco antesde caer bajo la guillotina, el terrorista Émile Henry le explicaba,en una carta, al director de la cárcel: “No crea usted que la Anar-quía es un dogma, una doctrina invulnerable, indiscutible, vene-rada por sus adeptos como el Corán por los musulmanes. No, lalibertad absoluta que reivindicamos hace evolucionar continua-mente nuestras ideas, las eleva hacia nuevos horizontes (de acuer-do con la capacidad de los distintos individuos) y las saca de losestrechos límites de toda reglamentación, de toda codificación.No somos ‘creyentes’”. Y el condenado a muerte rechaza la “cie-ga fe” de los marxistas franceses de su tiempo, “que creen en unacosa sólo porque Guesde dijo que había que creer en ella, y tie-nen un catecismo cuyas palabras aceptan sin discusión, porque,de lo contrario, cometerían sacrilegio”.

En realidad, pese a la variedad y a la riqueza del pensamien-to anarquista, pese a sus contradicciones, pese a sus disputas

Page 30: Guérin, Daniel - El anarquismo

32 / DANIEL GUÉRIN

doctrinarias que, por otra parte, giran demasiado a menudo entorno de problemas que no son tales, nos encontramos ante unconjunto de conceptos asaz homogéneo. Sin duda existen, porlo menos a primera vista, importantes divergencias entre el in-dividualismo anarquista de Stirner (1806-1856) y el anarquis-mo societario. Mas, si vamos al fondo de las cosas, comproba-remos que los partidarios de la libertad total y los de la organi-zación social no se hallan tan distanciados entre sí como ellosmismos se imaginan y como puede creerse de primera inten-ción. El anarquista societario es también individualista. Y elanarquista individualista podría muy bien ser un societario queno se atreve a reconocerse como tal.

La relativa unidad del anarquismo societario se debe a quefue elaborado, aproximadamente en la misma época, por dosmaestros, uno de ellos discípulo y continuador del otro: nosreferimos al francés Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) y alexiliado ruso Mijaíl Bakunin (1814-1876) El último definió alanarquismo de esta suerte: “El proudhonismo ampliamente de-sarrollado y llevado a sus consecuencias extremas”. Este anar-quismo se declara colectivista.

Pero sus epígonos rechazan el epíteto y se proclaman comu-nistas (“comunistas libertarios”, se entiende). Uno de ellos, PiotrKropotkin (1842-1921), otro exiliado ruso, deriva la doctrinahacia un utopismo y un optimismo cuyo carácter “científico”no alcanza a disimular su endeblez. En cuanto al italiano ErricoMalatesta (1853-1932), la orienta hacia un activismo temera-rio, a veces pueril, aunque la enriquece con polémicas plenas deintransigencia y, a menudo, de lucidez. Más tarde, la experien-cia de la Revolución Rusa inspiró a Volin (1882-1945) una delas obras más notables del anarquismo.

* * *

Nimbado de sangre, rico en aspectos dramáticos yanecdóticos, el anarquismo finisecular satisface los gustos delgran público. Pero, aunque ese terrorismo fue, en su momento,una escuela de energía individual y de valor, digna –por ello– derespeto, y aunque tuvo el mérito de dirigir la atención de la opi-nión pública hacia la injusticia social, hoy en día se nos aparece

Page 31: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 33

como una desviación episódica e infecunda del anarquismo. Afor-tunadamente, es ya cosa de museo. Dejar la mirada fija en labomba de Ravachol, como sugiere la portada de una publica-ción reciente, llevaría a ignorar o a subestimar los rasgos funda-mentales de un modo de concebir la reorganización social que,lejos de ser destructivo, según pretenden sus adversarios, es su-mamente constructivo, tal como lo revela su examen. Éste es elanarquismo sobre el cual nos tomamos la libertad de dirigir laatención del lector. ¿Con qué derecho y en nombre de qué crite-rio lo hacemos? Simplemente porque consideramos que sus ele-mentos no están petrificados, sino que se mantienen vivos. Por-que los problemas que plantea son más actuales que nunca. Lascargas de explosivos y el desafío vocinglero lanzado a la cara dela sociedad pertenecen a una época antediluviana y ya no hacentemblar a nadie; sólo restan las avanzadas ideas libertarias, quellaman a la reflexión. Es evidente que ellas responden, en buenamedida, a las necesidades de nuestro tiempo y pueden contri-buir a la construcción del futuro.

A diferencia de obras precedentes, este breve libro no quiereser una historia ni una bibliografía del anarquismo. Los erudi-tos que han consagrado sus afanes al tema se preocuparon so-bre todo de no omitir ningún nombre en sus ficheros. Engaña-dos por semejanzas superficiales, creyeron descubrir gran nú-mero de precursores del pensamiento anarquista. Y así pusie-ron a segundones casi en un mismo plano con los genios. Másque a profundizar en las ideas, se dedicaron a relatar biografíascon una abundancia de detalles a veces superflua. De esta ma-nera, sus sabias compilaciones producen en el lector una impre-sión de indefinición, de relativa incoherencia, y lo dejan tanconfundido que sigue preguntándose en qué consiste realmenteel anarquismo.

Hemos tratado de adoptar un método distinto. Partimos delsupuesto de que el lector conoce la vida de los maestros delpensamiento libertario. Por lo demás, opinamos que, a veces,los relatos biográficos aclaran nuestra materia mucho menosde lo que creen ciertos narradores. En efecto, dichos maestrosno fueron uniformemente anarquistas en el transcurso de suvida, y sus obras completas contienen bastantes páginas quecasi no guardan relación con el anarquismo.

Page 32: Guérin, Daniel - El anarquismo

34 / DANIEL GUÉRIN

Así, por ejemplo, en la segunda parte de su carrera, Proudhondio a su pensamiento un giro más conservador. Su prolija ymonumental Justice dans la Révolution et dans l’Église (1858)está dedicada principalmente al problema religioso, y las con-clusiones a que llega son muy poco libertarias, pues, a despe-cho de su furioso anticlericalismo, Proudhon acepta finalmente(a condición de interpretarlas), todas las categorías del catoli-cismo, proclama que el conservar la simbología cristiana seríauna medida ventajosa para la educación y la moralización delpueblo y, en el momento de dejar la pluma, se muestra dispues-to a orar. Por respeto a su memoria, no nos detendremos en su“saludo a la guerra”, sus diatribas contra la mujer o sus acce-sos de racismo.

Bakunin siguió un proceso inverso. La primera parte de suagitada carrera de conspirador revolucionario poco tuvo quever con el anarquismo. Abrazó las ideas libertarias sólo des-pués de 1864, tras el fracaso de la insurrección polaca, en lacual participó. Sus escritos anteriores a dicho año no podríanincluirse en una antología del anarquismo.

En cuanto a Kropotkin, la parte puramente científica de suobra –que le ha valido ser hoy celebrado en la URSS como bri-llante portaestandarte de la geografía nacional– es ajena al anar-quismo, como lo es –ya en otro campo– la posición belicistaque adoptó durante la Primera Guerra Mundial.

En lugar de hacer una relación histórica y cronológica, he-mos preferido emplear aquí un método desusado. No presenta-mos, una tras otra, a las grandes personalidades del anarquis-mo, sino los principales temas constructivos de éste. Sólo he-mos descartado adrede los aspectos que no son específicamentelibertarios, tales como la crítica del capitalismo, el ateísmo, elantimilitarismo, el amor libre, etc. En vez de redactar un resu-men de segunda mano, insípido por ende y sin pruebas en suapoyo, hemos dejado, siempre que ello ha sido posible, que losautores hablaran a través de citas. De esta manera damos allector la oportunidad de conocer los temas plenos del calor y lainspiración con que los expusieron los maestros.

Luego reconsideramos la doctrina desde otro ángulo: la mos-tramos en los grandes momentos de la historia en los que se viopuesta a prueba en la práctica: la Revolución Rusa de 1917, la

Page 33: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 35

situación italiana posterior a 1918 y la Revolución Española de1936. En el último capítulo tratamos de la autogestión obrera –sin duda, la creación más original del anarquismo– confron-tándola con la realidad contemporánea: en Yugoslavia, en Ar-gelia... quizá, mañana, en la URSS.

A través de esta obra veremos enfrentarse constantemente y,a veces, asociarse dos concepciones del socialismo: una autori-taria y la otra libertaria. ¿A cuál de las dos pertenece el futuro?Invitamos al lector a reflexionar y a sacar sus propias conclu-siones al respecto.

Page 34: Guérin, Daniel - El anarquismo

PRIMERA PARTE

LAS IDEAS-FUERZA DEL ANARQUISMO

Page 35: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 39

CUESTIÓN DE VOCABLOS

La palabra anarquía es vieja como el mundo. Deriva de dosvoces del griego antiguo: αν (an) y αρξη (arjé), y significa,aproximadamente ausencia de autoridad o de gobierno. Pero,por haber reinado durante miles de años el prejuicio de que loshombres son incapaces de vivir sin la una o el otro, la palabraanarquía pasó a ser, en un sentido peyorativo, sinónimo de des-orden, de caos, de desorganización.

Gran creador de definiciones ingeniosas (tales como la pro-piedad es un robo), Pierre-Joseph Proudhon se anexó el voca-blo anarquía. Como si quisiera chocar al máximo, hacia 1840entabló con los filisteos este provocativo diálogo:

–Usted es republicano.–Republicano, sí; pero esta palabra no define nada. Res publi-

ca significa cosa pública... También los reyes son republicanos.–Entonces, ¿es usted demócrata?–No.–¡Vaya! ¿No será usted monárquico?–No.–¿Constitucionalista?–¡Dios me libre!–¿Aristócrata, acaso?–De ningún modo.–¿Desea un gobierno mixto?–Menos todavía.–¿Qué es, pues, usted?–Soy anarquista.

Para Proudhon, más constructivo que destructivo, pese a lasapariencias, la palabra anarquía –que, en ocasiones, se allana-ba a escribir an-arquía para ponerse un poco a resguardo de losataques de la jauría de adversarios– significaba todo lo contra-rio de desorden, según veremos luego. A su entender, es el go-bierno el verdadero fautor de desorden. Únicamente una socie-

Page 36: Guérin, Daniel - El anarquismo

40 / DANIEL GUÉRIN

dad sin gobierno podría restablecer el orden natural y restaurarla armonía social. Arguyendo que la lengua no poseía ningúnvocablo adecuado, optó por devolver al antiguo término anar-quía su estricto sentido etimológico para designar esta pana-cea. Pero, paradójicamente, durante sus acaloradas polémicasse obstinaba en usar la voz anarquía también en el sentido pe-yorativo de desorden, obcecación que heredaría su discípuloMijaíl Bakunin, y que sólo contribuyó a aumentar el caos.

Para colmo, Proudhon y Bakunin se complacían maligna-mente en jugar con la confusión creada por las dos acepcionesantinómicas del vocablo: para ellos, la anarquía era, simultá-neamente, el más colosal desorden, la absoluta desorganiza-ción de la sociedad y, más allá de esta gigantesca mutación re-volucionaria, la construcción de un nuevo orden estable y ra-cional, fundado sobre la libertad y la solidaridad.

No obstante, los discípulos inmediatos de ambos padres delanarquismo vacilaron en emplear esta denominación lamenta-blemente elástica que, para el no iniciado, sólo expresaba unaidea negativa y que, en el mejor de los casos, se prestaba aequívocos enojosos. Al final de su carrera, ya enmendado, elpropio Proudhon no tenía reparos en autotitularse federalista.Su posteridad pequeño-burguesa preferiría, en lugar de la pala-bra anarquismo, el vocablo mutualismo, y su progenie socialis-ta elegiría el término colectivismo, pronto reemplazado por elde comunismo.

Más tarde, a fines del siglo XIX, en Francia, Sébastien Fauretomó una palabra creada hacia 1858 por un tal Joseph Déjacquey bautizó con ella a un periódico: Le Libertaire [El Libertario].Actualmente, anarquista y libertario pueden usarse indistinta-mente.

Pero la mayor parte de estos términos presentan un serioinconveniente: no expresan el aspecto fundamental de las doc-trinas que pretenden calificar. En efecto, anarquía es, ante todo,sinónimo de socialismo. El anarquista es, primordialmente, unsocialista que busca abolir la explotación del hombre por elhombre, y el anarquismo, una de las ramas del pensamientosocialista. Rama en la que predominan las ansias de libertad, elapremio por abolir el Estado. En concepto de Adolph Fischer,uno de los mártires de Chicago, “todo anarquista es socialista,pero todo socialista no es necesariamente anarquista”.

Ciertos anarquistas estiman que ellos son los socialistas másauténticos y consecuentes. Pero el rótulo que se han puesto, o

Page 37: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 41

se han dejado endilgar, y que, por añadidura, comparten conlos terroristas, sólo les ha servido para que se los mire casi siem-pre, erróneamente, como una suerte de “cuerpo extraño” den-tro de la familia socialista. Tanta indefinición dio origen a unalarga serie de equívocos y discusiones filológicas, las más de lasveces sin sentido. Algunos anarquistas contemporáneos han con-tribuido a aclarar el panorama al adaptar una terminología másexplícita: se declaran socialistas o comunistas libertarios.

UNA REBELDÍA VISCERAL

El anarquismo constituye, fundamentalmente, lo que podría-mos llamar una rebeldía visceral. Tras realizar, a fines del siglopasado, un estudio de opinión en medios libertarios, AugustinHamon llegó a la conclusión de que el anarquista es, en primerlugar, un individuo que se ha rebelado. Rechaza en bloque a lasociedad y sus cómitres. Es un hombre que se ha emancipado detodo cuanto se considera sagrado, proclama Max Stirner. Halogrado derribar todos los ídolos. Estos “vagabundos de la inte-ligencia”, estos “perdidos”, “en lugar de aceptar como verdadesintangibles aquello que da consuelo y sosiego a millares de sereshumanos saltan por encima de las barreras del tradicionalismo yse entregan sin freno a las fantasías de su crítica imprudente”.

Proudhon repudia en su conjunto al “mundo oficial” –los fi-lósofos, los sacerdotes, los magistrados, los académicos, los pe-riodistas, los parlamentarios, etc.– para quienes “el pueblo essiempre el monstruo al que se combate, se amordaza o se enca-dena; al que se maneja por medio de la astucia, como al rinoce-ronte o al elefante; al que se doma por hambre; al que se desangrapor la colonización y la guerra”. Elisée Reclus explica por quéestos aprovechados consideran conveniente la sociedad: “Puestoque hay ricos y pobres, poderosos y sometidos, amos y servido-res, césares que mandan combatir y gladiadores que van a lamuerte, las personas listas no tienen más que ponerse del lado delos ricos y de los amos, convertirse en cortesanos de los césares”.

Su permanente estado de insurrección impulsa al anarquistaa sentir simpatía por los que viven fuera de las normas, fuera dela ley, y lo lleva a abrazar la causa del galeote y de todos los

Page 38: Guérin, Daniel - El anarquismo

42 / DANIEL GUÉRIN

réprobos. En opinión de Bakunin, Marx y Engels son muy in-justos cuando se refieren con profundo desprecio al Lumpen-proletariat, el “proletariado en harapos”, “pues en él, única-mente en él, y no en la capa aburguesada de la masa obrera,reside el espíritu y la fuerza de la futura revolución social”.

En boca de su Vautrin, poderosa encarnación de la protestasocial, personaje entre rebelde y criminal, Balzac pone explosi-vos conceptos que un anarquista no desaprobaría.

LA AVERSIÓN POR EL ESTADO

Para el anarquista, de todos los prejuicios que ciegan al hom-bre desde el origen de los tiempos, el del Estado es el más funes-to. Stirner despotrica contra los que “están poseídos por el Es-tado” “por toda la eternidad”. Tampoco Proudhon deja de vi-tuperar a esa “fantasmagoría de nuestro espíritu que toda ra-zón libre tiene como primer deber relegar a museos y bibliote-cas”. Así diseca el fenómeno: “Lo que ha conservado esta pre-disposición mental y ha mantenido intacto el hechizo durantetanto tiempo es el haber presentado siempre al gobierno comoórgano natural de justicia, como protector de los débiles”. Trasmofarse de los “autoritarios” inveterados, que “se inclinan anteel poder como los beatos frente al Santísimo”, tras zamarrear a“todos los partidos sin excepción”, que vuelven “incesantementesus ojos hacia la autoridad como su único norte”, hace votospor que llegue el día en que “el renunciamiento a la autoridadreemplace en el catecismo político a la fe en la autoridad”.

Kropotkin se ríe de los burgueses, que “consideran al pueblocomo una horda de salvajes que se desbocarían en cuanto elgobierno dejara de funcionar”. Adelantándose al psicoanálisis,Malatesta pone al descubierto el miedo a la libertad que se es-conde en el subconsciente de los “autoritarios”.

¿Cuáles son, a los ojos de los anarquistas, los delitos delEstado?

Escuchemos a Stirner: “El Estado y yo somos enemigos”.“Todo Estado es una tiranía, la ejerza uno solo o varios”. ElEstado, cualquiera que sea su forma, es forzosamente totalita-rio, como se dice hoy en día: “El Estado persigue siempre un

Page 39: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 43

solo objetivo: limitar, atar, subordinar al individuo, someterloa la cosa general [...]. Con su censura, su vigilancia y su policía,el Estado trata de entorpecer cualquier actividad libre y consi-dera que es su obligación ejercer tal represión porque ella le esimpuesta [...] por su instinto de conservación personal”. “ElEstado no me permite desarrollar al máximo mis pensamientosy comunicárselos a los hombres [...] salvo si son los suyos pro-pios [...]. De lo contrario, me cierra la boca”.

Proudhon se hace eco de las palabras de Stirner: “El gobiernodel hombre por el hombre es la esclavitud”. “Quien me ponga lamano encima para gobernarme es un usurpador y un tirano. Lodeclaro mi enemigo”. Y luego pronuncia una tirada digna deMolière o de Beaumarchais: “Ser gobernado significa ser vigila-do, inspeccionado, espiado, dirigido, legislado, reglamentado, en-casillado, adoctrinado, sermoneado, fiscalizado, estimado, apre-ciado, censurado, mandado, por seres que carecen de títulos, cien-cia y virtud para ello [...]. Ser gobernado significa ser anotado,registrado, empadronado, arancelado, sellado, medido, evalua-do, cotizado, patentado, licenciado, autorizado, apostillado,amonestado, contenido, reformado, enmendado, corregido, alrealizar cualquier operación, cualquier transacción, cualquiermovimiento. Significa, so pretexto de utilidad pública y en nom-bre del interés general, verse obligado a pagar contribuciones,ser inspeccionado, saqueado, explotado, monopolizado, depre-dado, presionado, embaucado, robado; luego, a la menor resis-tencia, a la primera palabra de queja, reprimido, multado, vili-pendiado, vejado, acosado, maltratado, aporreado, desarmado,agarrotado, encarcelado, fusilado, ametrallado, juzgado, conde-nado, deportado, sacrificado, vendido, traicionado y, para col-mo, burlado, ridiculizado, ultrajado, deshonrado. ¡Eso es el go-bierno, ésa es su justicia, esa es su moral! [...] ¡Oh, personalidadhumana! ¿Cómo es posible que durante sesenta siglos hayas per-manecido hundida en semejante abyección?”.

Para Bakunin, el Estado es una “abstracción que devora a lavida popular”, un “inmenso cementerio donde, bajo la sombray el pretexto de esa abstracción, se dejan inmolar y sepultargenerosa, mansamente, todas las aspiraciones verdaderas, to-das las fuerzas vivas de un país”.

Al decir de Malatesta, “el gobierno, con sus métodos de ac-

Page 40: Guérin, Daniel - El anarquismo

44 / DANIEL GUÉRIN

ción, lejos de crear energía, dilapida, paraliza y destruye enor-mes fuerzas”.

A medida que se amplían las atribuciones del Estado y de suburocracia, el peligro se agrava. Con visión profética, Proudhonanuncia el peor flagelo del siglo XX: “El funcionarismo [...] con-duce al comunismo estatal, a la absorción de toda la vida locale individual dentro de la maquinaria administrativa, a la des-trucción de todo pensamiento libre. Todos desean abrigarse bajoel ala del poder, vivir por encima del común de las gentes”. Eshora de acabar con esto: “Como la centralización se hace cadavez más fuerte [...], las cosas han llegado [...] a un punto en elque la sociedad y el gobierno ya no pueden vivir juntos”. “Des-de la jerarquía más alta hasta la más baja, en el Estado no haynada, absolutamente nada, que no sea un abuso que debe refor-marse, un parasitismo que debe suprimirse, un instrumento dela tiranía que debe destruirse. ¡Y habláis de conservar el Esta-do, de aumentar las atribuciones del Estado, de fortalecer cadavez más el poder del Estado! ¡Vamos, no sois revolucionario!”

Bakunin no se muestra menos lúcido cuando vislumbra, an-gustiado, que el Estado irá acentuando su carácter totalitario.A su criterio, las fuerzas de la contrarrevolución mundial, “apo-yadas por enormes presupuestos, por ejércitos permanentes, poruna formidable burocracia”, dotadas “de todos los terriblesmedios que les proporciona la centralización moderna” son “unhecho monumental, amenazador, aplastante”.

CONTRA LA DEMOCRACIA BURGUESA

El anarquista denuncia más vigorosamente que el socialista“autoritario” el engaño de la democracia burguesa.

El Estado burgués democrático, bautizado “nación”, es paraStirner tan temible como el antiguo Estado absolutista: “El rey[...] era muy poca cosa si lo comparamos con el monarca quereina ahora, la ‘nación soberana’. El liberalismo sólo es conti-nuación del viejo desprecio por el Yo”. “Es cierto que, con eltiempo, han ido extirpándose muchos privilegios, pero ello ex-clusivamente en provecho del Estado [...] y de ningún modopara fortificar mi Yo”.

Page 41: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 45

En opinión de Proudhon, “la democracia no es sino una ar-bitrariedad constitucional”. El proclamar soberano al pueblofue una “artimaña” de nuestros padres. En realidad, el puebloes un rey sin dominios, el mono que remeda a los monarcas yque de la majestad y la munificencia reales sólo conserva eltítulo. Reina sin gobernar. Al delegar su soberanía por el ejerci-cio periódico del sufragio universal, cada tres o cinco años re-nueva su abdicación. El príncipe fue expulsado del trono, perose ha mantenido la realeza, perfectamente organizada En lasmanos del pueblo, cuya educación se descuida adrede, la pape-leta del voto es una hábil superchería que sirve únicamente alos intereses de la coalición de barones de la propiedad, el co-mercio y la industria.

Pero la teoría de la soberanía del pueblo lleva en sí su propianegación. Si el pueblo entero fuese verdaderamente soberano,no habría más gobierno ni gobernados. El soberano quedaríareducido a cero. El Estado no tendría ya ninguna razón de ser,se identificaría con la sociedad y desaparecería dentro de laorganización industrial.

Para Bakunin, “en lugar de ser garantía para el pueblo, elsistema representativo crea y garantiza la existencia permanentede una aristocracia gubernamental opuesta al pueblo”. El sufra-gio universal es una trampa, un señuelo, una válvula de seguri-dad, una máscara tras la cual “se esconde el poder realmentedespótico del Estado, cimentado en la banca, la policía y el ejér-cito”, “un medio excelente para oprimir y arruinar a un puebloen nombre y so pretexto de una supuesta voluntad popular”.

El anarquista no tiene mucha fe en la emancipación por gra-cia del voto. Proudhon es abstencionista, al menos en teoría. Es-tima que “la revolución social corre serio riesgo si se produce através de la revolución política”. Votar sería un contrasentido,un acto de cobardía, una complicidad con la corrupción del régi-men: “Si queremos hacer la guerra a todos los viejos partidosjuntos, es fuera del Parlamento y no dentro de él donde debemosbuscar lícitamente nuestro campo de batalla”. “El sufragio uni-versal es la contrarrevolución”. Para constituirse en clase, el pro-letariado debe primero “escindirse” de la democracia burguesa.

Pero el Proudhon militante no siempre se ciñe a los princi-pios por él enunciados.

Page 42: Guérin, Daniel - El anarquismo

46 / DANIEL GUÉRIN

En junio de 1848 se deja elegir diputado y atrapar, por unmomento, en el fango parlamentario. Dos veces consecutivas,en las elecciones parciales de septiembre de 1848 y en loscomicios presidenciales del 10 de diciembre del mismo año,apoya la candidatura de Raspail, uno de los voceros de la ex-trema izquierda, entonces en prisión. Hasta llega a dejarse des-lumbrar por la táctica del “mal menor”, y prefiere por ello algeneral Cavaignac, verdugo del proletariado parisiense, en lu-gar del aprendiz de dictador Luis Napoleón. Mucho más tarde,en las elecciones de 1863 y 1864, preconiza, sí, el voto en blan-co, pero a modo de protesta contra la dictadura imperial y nopor oposición al sufragio universal, que ahora califica de “prin-cipio democrático por excelencia”.

Bakunin y sus partidarios dentro de la Primera Internacionalprotestan por el epíteto de “abstencionistas” que les endilganmaliciosamente los marxistas. Para ellos, el no concurrir a lasurnas no es artículo de fe, sino simple cuestión de táctica. Sibien sostienen que la lucha de clases debe librarse ante todo enel plano económico, rechazan la acusación de que hacen abs-tracción de la “política”. No reprueban la “política” en gene-ral sino, solamente, la política burguesa. Sólo encontrarían con-denable la revolución política si ella precediera a la revoluciónsocial. Se mantienen apartados únicamente de los movimientospolíticos cuyo fin inmediato y directo no es la emancipación delos trabajadores. Lo que temen y condenan son las equívocasalianzas electorales con los partidos del radicalismo burgués,del tipo “1818” o “frente popular”, como se diría en la actua-lidad. También se percatan de que, cuando son elegidos diputa-dos y trasladados a las condiciones de vida burguesas, cuandodejan de ser trabajadores para convertirse en gobernantes, losobreros se tornan burgueses, quizá más que los propios bur-gueses.

Con todo, la actitud de los anarquistas respecto del sufragiouniversal no es, ni con mucho, coherente y consecuente. Unosconsideran el voto como recurso que ha de aceptarse a falta dealgo mejor. Otros adoptan una posición inconmovible: aseve-ran que el uso del voto es condenable, en cualesquiera circuns-tancias, y hacen de la abstención una cuestión de purezadoctrinaria. Así, en ocasión de las elecciones francesas de mayo

Page 43: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 47

de 1924, en las cuales participa la coalición de partidos de iz-quierda, Malatesta se niega rotundamente a hacer concesiones.Admite que, según la situación, el resultado de las eleccionespodría tener consecuencias “buenas” o “malas” y depender, aveces, del voto de los anarquistas, sobre todo cuando las fuer-zas de las organizaciones políticas opuestas fueran casi iguales.“¡Pero qué importa! Aun cuando se obtuvieran pequeños pro-gresos como consecuencia directa de una victoria electoral, losanarquistas no deberían concurrir a las urnas”. En conclusión:“Los anarquistas se han mantenido siempre puros y siguen sien-do el partido revolucionario por excelencia, el partido del por-venir, porque han sido capaces de resistirse al canto de la sirenaelectoral”.

España, en especial, proporciona ejemplos ilustrativos de laincoherencia de la doctrina anarquista en este terreno. En 1930,los anarquistas harán frente común con los partidos de la de-mocracia burguesa a fin de derrocar al dictador Primo de Rive-ra. Al año siguiente, pese a ser oficialmente abstencionistas,muchos libertarios concurrirán a las urnas con motivo de laselecciones municipales que precipitarán el derrumbe de la mo-narquía. En las elecciones generales del 19 de noviembre de1933, sostendrán enérgicamente la abstención electoral, lo cualllevará al poder durante más de dos años a una derecha violen-tamente antiobrera. Tendrán la precaución de anunciar de an-temano que, si su consigna abstencionista trajera como conse-cuencia la victoria de la reacción, ellos responderían desenca-denando la revolución social. Poco después lo intentarán, aun-que en vano y a costa de innumerables pérdidas (muertos, heri-dos, prisioneros). Cuando, a principios de 1936, los partidosizquierdistas se asocien en el Frente Popular, la centralanarcosindicalista se verá en figurillas para decidir cuál actitudtomar. Finalmente se pronunciará por la abstención, pero sólode labios afuera; su campaña será lo suficientemente tibia comopara no llegar a las masas, cuya participación en el escrutinioestá, de todos modos, ya asegurada. Al acudir a las urnas, elcuerpo electoral logrará el triunfo del Frente Popular (263 di-putados izquierdistas contra 181).

Cabe observar que, a despecho de sus furiosos ataques con-tra la democracia burguesa, los anarquistas reconocen el carác-

Page 44: Guérin, Daniel - El anarquismo

48 / DANIEL GUÉRIN

ter relativamente progresista de ésta. Hasta Stirner, el más in-transigente de todos, deja escapar de tanto en tanto la palabra“progreso". “Sin duda”, concede Proudhon, “cuando un pue-blo pasa del Estado monárquico al democrático, ello significaun progreso”; y Bakunin afirma: “No se crea que deseamos [...]criticar al gobierno democrático en beneficio de la monarquía[...]. La república más imperfecta es mil veces mejor que lamonarquía más esclarecida [...]. Poco a poco, el régimen demo-crático eleva a las masas a la vida pública”. De tal modo, sedesmiente la opinión de Lenin, según la cual “ciertosanarquistas” creen “que al proletariado le es indiferente la for-ma de opresión”. Simultáneamente, se disipa el temor de que elantidemocratismo anarquista pueda confundirse con elantidemocratismo contrarrevolucionario, sospecha expresadapor Henri Arvon en su obrita sobre el anarquismo.

CRÍTICA DEL SOCIALISMO “AUTORITARIO”

No hay anarquista que no critique con severidad al socialis-mo “autoritario". En la época en que los libertarios lanzaronsu furibunda requisitoria no tenían toda la razón, pues aquellosa quienes censuraban eran comunistas primitivos o “groseros”,todavía no fecundados por el humanismo marxista, o bien, comoen el caso de Marx y Engels, no eran hombres tan unilateral-mente prendados de la “autoridad” y del estatismo como afir-maban los anarquistas. Pero en nuestros días han proliferadolas tendencias “autoritarias” que, en el siglo XIX, sólo se mani-festaban en el pensamiento socialista de modo embrionario.Frente a estas excrecencias, las críticas anarquistas nos parecenhoy menos tendenciosas, menos injustas; en muchos casos re-visten carácter profético.

Stirner acepta varias premisas del comunismo, pero con elsiguiente corolario: aunque para los vencidos de la sociedadactual su profesión de fe comunista es el primer paso adelanteen el camino conducente a su total emancipación, no podránllegar a la “desalienación” completa ni a la cabal valoración desu individualidad a menos que vayan más allá del comunismo.

En efecto, a los ojos de Stirner, en un régimen comunista el

Page 45: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 49

trabajador queda sometido a la supremacía de una sociedad detrabajadores. El trabajo que esta sociedad le impone es un castigopara el obrero. ¿No escribió el comunista Weitling que “las facul-tades personales sólo pueden desarrollarse mientras no perturbenla armonía de la sociedad?”. A lo cual responde Stirner: “Que yosea leal bajo un tirano o en la ‘sociedad’ de Weitling significa, enun caso como en el otro, la misma falta de derechos”.

Según Stirner, para el comunista sólo existe el trabajador comotal; es incapaz de ver más allá, de pensar en el hombre, en el ociodel hombre. Descuida lo esencial: permitirle gozar de sí mismocomo individuo después de cumplida su tarea como productor.Stirner entrevé, sobre todo, el peligro que implica una sociedadcomunista, en la que la apropiación colectiva de los medios deproducción conferiría al Estado poderes mucho más exorbitan-tes que los que posee en la sociedad actual: “Al abolir toda pro-piedad individual, el comunismo acrecienta aún más mi depen-dencia respecto del prójimo, de la generalidad o de la totalidad,y aunque ataque violentamente al Estado, su intención es esta-blecer el suyo propio, [...] un orden de cosas que paralice miactividad libre, una autoridad soberana que impere sobre mí. Elcomunismo se subleva con razón contra la opresión que ejercensobre mí los propietarios individuales, pero el poder que pone enmanos de la totalidad es todavía más terrible”.

También Proudhon ataca con violencia el “sistema comunis-ta, gubernamental, dictatorial, autoritario, doctrinario” que“parte del principio de que el individuo está esencialmente su-bordinado a la colectividad”. Los comunistas tienen del poderdel Estado exactamente el mismo concepto que sustentaban susantiguos amos. Hasta podría decirse que es mucho menos libe-ral. “Cual ejército que ha tomado los cañones al enemigo, elcomunismo no ha hecho más que volver contra el ejército delos propietarios la artillería de éstos. El esclavo siempre haremedado al amo”. Proudhon describe en estos términos el sis-tema político que atribuye a los comunistas:

“Una democracia compacta, aparentemente fundada sobrela dictadura de las masas, que sólo deja a éstas el poder necesa-rio para asegurar la servidumbre universal de acuerdo con lassiguientes fórmulas tomadas del absolutismo tradicional:

Poder indiviso.

Page 46: Guérin, Daniel - El anarquismo

50 / DANIEL GUÉRIN

Centralización absorbente.Destrucción sistemática del pensamiento individual, corpo-

rativo y local, por considerárselo causa de división.Policía inquisitorial”.Los socialistas “autoritarios” piden la “Revolución desde arri-

ba”. “Sostienen que, después de la Revolución, es preciso con-servar el Estado. Mantienen, fortaleciéndolos aún más, el Esta-do, el poder, la autoridad, el gobierno. Lo único que hacen esadoptar otras denominaciones [...]. ¡Como si bastara con cam-biar las palabras para transformar las cosas!” Proudhon agre-ga irónicamente: “El gobierno es contrarrevolucionario por na-turaleza [...]. Poned a un San Vicente de Paúl en el poder, y seconvertirá en un Guizot y un Talleyrand”.

Bakunin critica al comunismo “autoritario” de esta suerte:“Detesto el comunismo porque es la negación de la libertad yme es imposible concebir lo humano sin libertad. No soy comu-nista porque el comunismo concentra y absorbe en el Estadotoda la potencia de la sociedad, porque desemboca necesaria-mente en la centralización de la propiedad, poniéndola por en-tero en manos del Estado, en tanto que yo deseo la abolición deesta institución, la extirpación radical de este principio de au-toridad y de la tutela del Estado, que, so pretexto de moralizary civilizar a los hombres, hasta hoy sólo los ha sojuzgado, opri-mido, explotado y depravado. Deseo la organización de la so-ciedad y de la propiedad colectiva o social desde abajo haciaarriba, por vía de la libre asociación, y no desde arriba haciaabajo, por medio de alguna forma de autoridad, cualquiera queella sea [...]. He aquí en qué sentido soy colectivista y rechazoterminantemente el comunismo”.

Poco después de este discurso (1848), Bakunin adhiere a laPrimera Internacional, en la cual choca, al igual que sus parti-darios, no sólo con Marx y Engels, sino también con otros quemerecen sus diatribas mucho más que los dos fundadores delsocialismo científico. Son los socialdemócratas alemanes, quese aferran al fetichismo del Estado y se proponen instaurar unequívoco “Estado popular” (Volkstaat) mediante el voto y lasalianzas electorales, y los blanquistas, que propician una dicta-dura revolucionaria minoritaria de carácter transitorio. Bakunincombate a sangre y fuego estas dos concepciones divergentes,

Page 47: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 51

aunque igualmente “autoritarias”, entre las cuales oscilan Marxy Engels por razones tácticas hasta que, hostigados por las crí-ticas anarquistas, se decidirán a desaprobarlas relativamente.

El violento enfrentamiento de Bakunin y Marx se debe prin-cipalmente a la modalidad sectaria y personal con que Marxpretende regentar la Internacional, sobre todo después de 1870.En esta querella, donde se juega el dominio de la organización–vale decir, del movimiento obrero internacional–, ninguno delos dos protagonistas está libre de culpa. La actuación deBakunin es censurable, y los cargos que formula contra Marxcarecen frecuentemente de equidad y hasta de buena fe. Noobstante, y esto es lo que debe contar sobre todo para el lectormoderno, tiene el mérito de haber dado, ya en 1870, la voz dealarma contra ciertos conceptos sobre la organización del mo-vimiento obrero y del poder “proletario” que, mucho más tar-de, desnaturalizarán la Revolución Rusa. A veces injustamen-te, a veces con razón, cree ver en el marxismo el embrión de loque será el leninismo y luego su cáncer, el estalinismo.

Malignamente, Bakunin atribuye a Marx y Engels intencio-nes que ellos jamás expresaron directamente, en caso de haberlasabrigado en realidad, y exclama: “Pero, dirán, todos los obre-ros [...] no pueden llegar a ser sabios; ¿no basta que en el senode esta asociación (la Internacional) se encuentre un grupo dehombres que poseen, en la medida en que ello sea posible ennuestros días, la ciencia, la filosofía y la política del socialismo,para que la mayoría [...], que ha de seguirlos con fe ciega, pue-da tener la certeza de que no se desviará del sendero que laconducirá a la emancipación definitiva del proletariado? [...]Es éste un razonamiento que hemos oído emitir, no abierta-mente –ni siquiera tienen la sinceridad o el valor necesario parahacerlo–, sino, solapadamente, con toda clase de reticencias máso menos hábiles”. Luego carga las tintas: “Al adaptar comobase el principio [...] de que el pensamiento tiene prioridad so-bre la vida, la teoría abstracta sobre la práctica social, y que,por ende, la ciencia sociológica debe constituir el punto de par-tida de las sublevaciones y de la reconstrucción sociales, llega-ron necesariamente a la conclusión de que, por ser el pensa-miento, la teoría y la ciencia propiedad exclusiva de un peque-ñísimo grupo de personas, momentáneamente al menos, dicha

Page 48: Guérin, Daniel - El anarquismo

52 / DANIEL GUÉRIN

minoría debería dirigir la vida social”. El supuesto Estado po-pular no sería otra cosa que el gobierno despótico de las masaspor una nueva y muy restringida aristocracia de verdaderos opretendidos sabios.

Bakunin admira vivamente la capacidad intelectual deMarx, cuya principal obra, El capital, tradujo al ruso. Adhie-re plenamente al concepto materialista de la historia y apreciamejor que nadie la contribución teórica de Marx a la emanci-pación del proletariado. Pero lo que no admite es que la supe-rioridad intelectual confiera el derecho de dirigir el movimientoobrero: “Pretender que un grupo de individuos, aunque seanlos más inteligentes y mejor intencionados, está capacitadopara ser el pensamiento, el alma, la voluntad rectora y unifi-cadora del movimiento revolucionario y de la organizacióneconómica del proletariado de todos los países, implica unaherejía tal contra el sentido común y la experiencia históricaque uno se pregunta, asombrado, de qué modo un hombre detantas luces como Marx pudo concebir semejante idea [...].La instauración de una dictadura universal [...], de una dicta-dura que, en cierta forma, cumpliría la tarea de un ingenieroen jefe de la revolución mundial, encargado de regir y dirigirla insurrección de las masas de todos los países cual se condu-ce una máquina [...], bastaría por sí misma para matar la re-volución, para paralizar y falsear todos los movimientos po-pulares [...]. ¿Y qué pensar de un congreso internacional que,invocando los supuestos intereses de esta revolución, imponea los proletarios del mundo civilizado un gobierno investidode poderes dictatoriales?”.

La experiencia de la Tercera Internacional demostró luegoque, si bien Bakunin forzó un poco el pensamiento de Marx alatribuirle conceptos tan universalmente “autoritarios”, el peli-gro sobre el cual llamó la atención no era de ningún modo ima-ginario y se concretó mucho después.

En lo que concierne al peligro de la centralización estatistadentro de un régimen comunista, el exiliado ruso no se mostrómenos clarividente. A su parecer, los socialistas “doctrinarios”aspiran a “ponerle nuevos arneses al pueblo”. Sin duda admi-ten, como los libertarios, que todo Estado es un yugo, pero“sostienen que únicamente la dictadura –la suya, se compren-

Page 49: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 53

de– es capaz de crear la libertad para el pueblo; a esto respon-demos que ninguna dictadura tiene otro objetivo que el de man-tenerse el mayor tiempo que pueda”. En lugar de dejar que elproletariado destruya al Estado, desean “transferirlo (..) a ma-nos de sus benefactores, guardianes y profesores, vale decir, losjefes del partido comunista”. Pero, por percatarse de que talgobierno constituirá, “cualesquiera que sean sus formas demo-cráticas, una verdadera dictadura”, “se consuelan con la ideade que esta dictadura ha de ser temporaria y de corta dura-ción”. ¡Pues no!, rebate Bakunin. Dicho régimen, supuestamentetransitorio, conducirá de modo inevitable “a la resurreccióndel Estado, de los privilegios, de la desigualdad, de todas lasformas de opresión estatal”, a la creación de una aristocraciagubernamental “que volverá a explotarlo y avasallarlo so pre-texto de resguardar el bien común o de salvar el Estado”. Yéste será “tanto más absoluto cuanto que su despotismo se disi-mula con todo cuidado tras la apariencia de un obsequioso res-peto [...] por la voluntad del pueblo”.

Siempre extraordinariamente lúcido, Bakunin vislumbra laRevolución Rusa: “Si los obreros de Occidente tardan dema-siado, serán los campesinos rusos quienes les den el ejemplo”.En Rusia, la Revolución será esencialmente “anárquica”. ¡Perocuidado con su curso posterior! Podría suceder que los revolu-cionarios continuaran simplemente el Estado de Pedro el Gran-de, “basado en [...] la represión de toda manifestación de lavida popular”, pues “podemos cambiarle el rótulo al Estado,modificar su forma [...], pero en el fondo será siempre el mis-mo”. Debemos destruir este Estado o bien “aceptar la mentiramás vil y temible que haya engendrado nuestro siglo [...]: laburocracia roja”. Y Bakunin añade mordazmente: “Tomad alrevolucionario más radical y sentadlo en el trono de todas lasRusias e investidlo de poder dictatorial [...] y, antes de un año,¡será peor que el propio zar!”1-2.

Ya producida la Revolución en Rusia, Volin, que será simul-

1 “La ciencia y la tarea revolucionaria del momento”, Kólokol, Ginebra, 1870.2 Los títulos de los artículos citados por el autor en distintos idiomas figuran

traducidos al castellano y entre comillas en esta edición. Los nombres de laspublicaciones en que tales artículos aparecieron, en cambio, se mantienen ensu lengua original y tipográficamente destacados en bastardilla [N. del T.].

Page 50: Guérin, Daniel - El anarquismo

54 / DANIEL GUÉRIN

táneamente actor, testigo e historiador de aquélla, podrá com-probar que la lección de los hechos confirma la lección de losmaestros. Sí, indiscutiblemente, poder socialista y revoluciónsocial “son elementos contradictorios”.

Imposible conciliarlos: “Una revolución que se inspira en elsocialismo estatista y le confía su destino, aunque más no seade modo ‘provisorio’ y ‘transitorio’, está perdida: toma un ca-mino falso, entra en una pendiente cada vez más empinada [...].Todo poder político crea inevitablemente una situación de pri-vilegio para los hombres que lo ejercen [...]. Al apoderarse de laRevolución, al enseñorearse de ella y embridarla, el poder estáobligado a crear su aparato burocrático y coercitivo, indispen-sable para toda autoridad que quiera mantenerse, mandar, or-denar, en una palabra: ‘gobernar’ [...]. De tal manera, da lugara [...] una especie de nueva nobleza [...]: dirigentes, funciona-rios, militares, policías, miembros del partido gobernante [...].Todo poder busca adueñarse de las riendas de la vida social.Predispone a las masas a la pasividad por cuanto su sola exis-tencia ahoga el espíritu de iniciativa [...]. El poder ‘comunista’es [...] un verdadero instrumento de opresión. Ensoberbecidopor su ‘autoridad’ [...] teme cualquier acto independiente. Todainiciativa autónoma le resulta sospechosa, amenazante, [...]porque quiere tener el timón en sus manos, tenerlo él solo. Lainiciativa de otros le parece una injerencia en sus dominios y ensus prerrogativas, cosa insoportable”.

Además, ¿por qué este “provisorio” y este “transitorio”? Elanarquismo impugna categóricamence su supuesta necesidad.Poco antes de la Revolución Española de 1936, Diego Abad deSantillán hizo el siguiente planteamiento respecto del socialis-mo “autoritario”: “La revolución brinda la riqueza social a losproductores o no se la brinda. Si lo hace, si los productores seorganizan para producir y distribuir la producción colectiva-mente, el Estado ya no tiene nada que hacer. Si no se la brinda,entonces la revolución sólo es un engaño, y el Estado subsiste”.Algunos considerarán un poco simplista este dilema, pero vere-mos que no lo es tanto si lo juzgamos a la luz de las intencionesque guían a anarquistas y a “autoritarios”: los primeros no sontan ingenuos como para soñar que el Estado puede desaparecerde la noche a la mañana sin dejar rastros; pero los mueve la

Page 51: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 55

voluntad de hacerlo decaer con la mayor rapidez. Los segun-dos, en cambio, se complacen ante la perspectiva de eternizarun Estado transitorio, arbitrariamente denominado “obrero”.

LAS FUENTES DE ENERGÍA: EL INDIVIDUO

En lugar de las jerarquías y la coacción del socialismo “au-toritario”, el anarquista prefiere recurrir a dos fuentes de ener-gía revolucionaria: el individuo y la espontaneidad de las ma-sas. El libertario es, según el caso, más individualista quesocietario o más societario que individualista. Pero como ob-servó Augustin Hamon durante el estudio de opinión ya men-cionado, es imposible concebir a un libertario que no sea indi-vidualista.

Stirner rehabilitó al individuo en una época en que, dentrodel mundo filosófico, predominaba el antiindividualismohegeliano, y en que, dentro de la esfera de la crítica social, lamayor parte de los reformadores se volcaban hacia lo opuestoal egoísmo burgués, que tanto mal causaba: ¿no nació acaso lapalabra socialismo como antónimo de individualismo?

Stirner exalta el valor intrínseco del individuo “único”, valedecir, del ser que no se parece a ningún otro, que es creaciónsingular de la naturaleza (concepto confirmado por recientesinvestigaciones biológicas). Durante mucho tiempo, la voz deeste filósofo no encontró eco en los círculos del pensamientoanarquista, donde se lo consideraba un excéntrico, seguido ape-nas por una pequeña secta de individualistas impenitentes. Sóloahora apreciamos toda la grandeza y toda la audacia de susideas. En efecto, el mundo contemporáneo parece haberse im-puesto la tarea de salvar al individuo del cúmulo de alienacio-nes que lo aplastan, tanto las de la esclavitud industrial comolas del conformismo totalitario. En un célebre artículo publica-do en 1933, Simone Weil se lamenta de no poder encontrar enla literatura marxista la respuesta a los interrogantes plantea-dos por las necesidades de la defensa del individuo contra lasnuevas formas de opresión que han sucedido a la capitalistaclásica. Desde antes de mediados del siglo XIX Stirner se aplicóa llenar tan grave laguna.

Page 52: Guérin, Daniel - El anarquismo

56 / DANIEL GUÉRIN

Escritor de estilo vivo, restallante, se expresa en un crepitar deaforismos: “No busquéis en el renunciamiento de vosotros mis-mos una libertad que os priva precisamente de vosotros mismos;buscaos a vosotros mismos [...]. Que cada uno sea un yo todopo-deroso”. No hay más libertad que la que el individuo conquistapor sí mismo. La libertad dada por otros, concedida, no es tal,sino un “bien robado”. “Yo soy el único juez que puede decidir sitengo o no razón”. “Las únicas cosas que no tengo derecho ahacer son las que no hago con espíritu libre”. “Tienes derecho aser lo que tus fuerzas te permitan ser”. Todo lo que logramos, lologramos como individuos únicos. “El Estado, la sociedad, lahumanidad, no pueden domar a este diablo”.

Para emanciparse, el individuo debe primero pasar por tamizel bagaje con que lo cargaron sus progenitores y educadores.Tiene que emprender una gigantesca tarea de “desacrosan-tificación”. Ha de comenzar por la llamada moral burguesa: “Aligual que la burguesía, su terreno natural, está todavía demasia-do cerca del cielo religioso, es muy poco libre aún; sin espíritucritico, le toma prestadas sus leyes, que trasplanta a su propiocampo, en lugar de crearse doctrinas propias e independientes”.

Stirner se refiere particularmente a la moral sexual. Los após-toles del laicismo se apropian de todo lo que el cristianismo“maquinó contra la pasión”. Hacen oídos sordos al llamado dela carne; despliegan gran celo contra ella. Golpean a la “inmora-lidad en plena cara”. Los prejuicios morales inculcados por elcristianismo causan estragos especialmente entre las masas po-pulares: “El pueblo arroja furiosamente a la policía contra todolo que le parece inmoral o, simplemente, inconveniente, y estafuria popular en defensa de la moral protege a la institución po-licial mejor de lo que podría hacerlo jamás el gobierno”.

Adelantándose al psicoanálisis contemporáneo, Stirner se-ñala y denuncia la internalización. Desde la infancia, nos hacenengullir los prejuicios morales. La moral se ha convertido en“una potencia interior a la cual no puedo sustraerme”. “Sudespotismo es diez veces peor que antes, porque gruñe en miconciencia”. “Los niños son llevados como rebaño a la escuela,para que allí aprendan las viejas cantilenas y, cuando saben dememoria la palabra de los viejos, se los declara mayores”. Stirnerse muestra iconoclasta: “Dios, la conciencia, los deberes, las

Page 53: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 57

leyes son otros tantos embustes con que nos han atiborrado elcerebro y el corazón”. Los verdaderos seductores y corruptoresde la juventud son los sacerdotes, los padres, que “entorpecen yparalizan el corazón y la mente de los jóvenes”. Si hay una obra“diabólica”, ella es sin duda esta supuesta voz divina que se hahecho entrar en las conciencias.

En su rehabilitación del individuo, Stirner descubre tambiénel subconsciente freudiano. El Yo no se deja atrapar por el inte-lecto. “El imperio del pensamiento, de la reflexión, del espíritu,se hace pedazos” contra ese Yo. Él es lo inexpresable, lo incon-cebible, lo inasible. A través de sus brillantes aforismos, se oyeel primer eco de la filosofía existencialista: “Parto de una hipó-tesis tomándome a Mí como hipótesis [...]. La utilizo única-mente para gozar, para recrearme en ella [...]. Sólo existo entanto me nutro de ella [...]. El hecho de que Yo me absorbasignifica que Yo existo”.

Naturalmente, la inspiración que mueve la pluma de Stirnerlo lleva, de tanto en tanto, a caer en paradojas. A veces formulaaforismos asociales y hasta llega a la conclusión de que la vidaen sociedad es imposible: “No aspiramos a la vida en comúnsino a la vida por separado”. "¡El pueblo ha muerto! ¡VivaYo!” “La felicidad del pueblo es mi infelicidad.” “Es justo loque es justo para mí. Puede [...] que no sea justo para los de-más; allá ellos: que se defiendan”.

Pero quizás estos ocasionales arrebatos no traduzcan el ver-dadero fondo de su pensamiento. Pese a sus baladronadas deermitaño, Stirner aspira a la vida comunitaria. Lo mismo quela mayor parte de los individuos aislados, amurallados,introvertidos, siente una punzante nostalgia por esa forma devida. A la pregunta de cómo puede vivirse en sociedad con unespíritu tan exclusivista, responde que solamente el hombre queha comprendido su propia “unicidad” está capacitado para en-trar en relación con sus semejantes. El individuo tiene necesi-dad de amigos, de ayuda; si, por ejemplo, escribe libros, necesi-ta lectores. Se une a su prójimo para aumentar su poder y lo-grar, por obra de la faena común, lo que nadie podría haceraisladamente. “Si detrás de ti hay varios millones de personasque te protegen, entre todos constituís una fuerza poderosa yobtendréis fácilmente la victoria”. Pero debe llenarse una con-

Page 54: Guérin, Daniel - El anarquismo

58 / DANIEL GUÉRIN

dición: esta relación con los demás tiene que ser voluntaria ylibre, siempre anulable. Stirner establece una distinción entre lasociedad preestablecida, donde hay coerción, y la asociación,que es un acto libre: “La sociedad se sirve de ti, pero de laasociación eres tú quien se sirve”. Sin duda, la asociación im-plica un sacrificio, una limitación de la libertad. Mas este sacri-ficio no se realiza en aras de la cosa pública: “Sólo mi interéspersonal me llevó a hacerlo”.

Al tratar sobre los partidos políticos –el comunista, expresa-mente– el autor de El único y su propiedad toca uno de losproblemas que más preocupan al mundo contemporáneo. Cri-tica severamente el conformismo de partido. “Hay que seguiral partido en todo y por todo: hay que aprobar y sostener demodo absoluto sus principios esenciales”. “Los miembros [...]se someten a los menores deseos del partido”. El programa par-tidario debe “ser para ellos lo cierto, lo indudable [...]. Es pre-ciso pertenecer en cuerpo y alma al partido [...]. Cuando al-guien pasa de un partido a otro, inmediatamente se le calificade renegado”. En opinión de Stirner, un partido monolítico dejade ser una asociación, no es más que un cadáver. Rechaza esetipo de partido, pero conserva la esperanza de entrar en unaasociación política: “Siempre encontraré bastante gente quequiera asociarse conmigo sin tener que jurar fidelidad a mi ban-dera”. Sólo se uniría a un partido si éste no tuviera “nada deobligatorio”. La única condición para su eventual adhesión se-ría la posibilidad de que “el partido no se apoderara de él”.Para él, el partido es simplemente una partida, y él es de lapartida, toma parte en ella. “Se asocia libremente y puede recu-perar sin obstáculos su libertad”.

En el razonamiento de Stirner sólo falta una aclaración, aun-que ella se insinúa en sus escritos. Nos referimos a su conceptodel individuo como unidad. Esta posición no es simplemente“egoísta”, útil para su “Yo”; también es provechosa para la co-lectividad. Una asociación humana sólo es fecunda cuando nodestruye al individuo, sino que, por el contrario, fomenta su ini-ciativa, su energía creadora. ¿Acaso la fuerza de un partido no esla suma de todas las fuerzas individuales que lo componen?

La laguna en cuestión proviene del hecho de que la síntesisstirneriana del individuo y de la sociedad ha quedado incomple-

Page 55: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 59

ta, imperfecta. Lo asocial y lo social se enfrentan en el pensa-miento de este rebelde sin llegar siempre a fundirse. No sin ra-zón, los anarquistas societarios le reprocharán esta deficiencia.

Y sus reproches serán tanto más acres cuanto que Stirner, sinduda mal informado, cometió el error de ubicar a Proudhonentre los comunistas “autoritarios” que, en nombre del “debersocial”, reprueban las aspiraciones individualistas.

Si bien es cierto que Proudhon se mofó de la “adoración”stirneriana por el individuo3, no es menos cierto que toda suobra constituye una búsqueda de la síntesis, o, mejor dicho, del“equilibrio” entre la preocupación por el individuo y los intere-ses de la sociedad, entre la fuerza individual y la colectiva. “Asícomo el individualismo es el hecho primordial, la asociación essu término complementario”. “Algunos, por considerar que elhombre sólo tiene valor en cuanto miembro de la sociedad [...],tienden a absorber al individuo dentro de la colectividad. Tal es[...] el sistema comunista: la anulación de la personalidad ennombre de la sociedad [...]. Se trata de una tiranía, una tiraníamística y anónima, y no de una asociación [...]. Al privar a lapersona humana de sus prerrogativas, la sociedad se encontródespojada de su principio vital”.

Pero, por otro lado, Proudhon censura la utopía individua-lista porque ésta aglomera individualidades yuxtapuestas,carentes de todo vínculo orgánico y de fuerza de colectividad, yporque se muestra incapaz de solucionar el problema de la con-ciliación de intereses. En conclusión: ni comunismo ni libertadilimitada. “Tenemos demasiados intereses solidarios, demasia-das cosas en común”.

Por su parte, Bakunin es al mismo tiempo individualista ysocietario. No se cansa de repetir que únicamente partiendo delindividuo libre podremos erigir una sociedad libre. Cada vezque enuncia los derechos que han de garantizarse a las colecti-vidades –tales como los de autodeterminación y de separación–tiene el cuidado de colocar al individuo a la cabeza de los bene-ficiarios de dichos derechos. El individuo sólo tiene derechospara con la sociedad en la medida en que acepta librementeformar parte de ella. Todos podemos elegir entre asociarnos o

3 Sin nombrar a Stirner, cuya obra es dudoso que haya leído.

Page 56: Guérin, Daniel - El anarquismo

60 / DANIEL GUÉRIN

no; todos tenemos la libertad de irnos a “vivir en el desierto oen la selva, entre los animales salvajes”, si así nos place. “Lalibertad es el derecho absoluto de cada ser humano de no admi-tir para sus actos otra sanción que la de su propia conciencia,de decidirlos únicamente por voluntad propia y, por consiguien-te, de ser responsable de ellos, ante todo frente a sí mismo”. Lasociedad en la cual el individuo ha entrado por libre elecciónsólo figura en segundo lugar en la mencionada enumeración deresponsabilidades. Además, la sociedad tiene más deberes quederechos respecto del individuo: a condición de que éste seamayor, no ejerce sobre él “ni vigilancia ni autoridad” y, en cam-bio, está obligada a “proteger su libertad”.

Bakunin llega muy lejos en la práctica de la “libertad abso-luta y completa”. Tengo el derecho de disponer de mi persona ami gusto, de ser holgazán o activo, de vivir honestamente, demi propio trabajo, o explotando vergonzosamente la caridad ola confianza privada. Hay una sola condición: esta caridad yesta confianza deben ser voluntarias y sólo prodigadas por in-dividuos mayores de edad. Hasta tengo el derecho de ingresaren asociaciones que, por sus objetivos, serían o parecerían “in-morales”. En su preocupación por la libertad, Bakunin llega aadmitir que el individuo adhiera a grupos cuyos fines sean co-rromper y destruir la libertad individual o pública: “La libertadno puede ni debe defenderse más que con la libertad; y es unpeligroso contrasentido querer menoscabarla con el pretextode protegerla”.

En cuanto al problema ético, Bakunin está convencido deque la “inmoralidad” es consecuencia de una organización vi-ciosa de la sociedad, con la cual, por ende, debe terminarsedefinitivamente. Sólo se puede moralizar con la libertad abso-luta. Siempre que se impusieron restricciones con la excusa deproteger la moral, ellas fueron en detrimento de esa mismamoral. Lejos de detener el desbordamiento de la inmoralidad,la represión sirvió invariablemente para aumentarla y fomen-tarla, por eso es ocioso oponerle los rigores de una legislaciónque usurparía la libertad individual. Como sanción contra laspersonas parásitas, holgazanas y dañinas, Bakunin acepta úni-camente la privación de los derechos políticos, vale decir, de lasgarantías acordadas al individuo por la sociedad. Igualmente,

Page 57: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 61

todo individuo tiene el derecho de enajenar su libertad, en cuyocaso pierde el goce de sus derechos políticos mientras dure estaesclavitud voluntaria.

En cuanto a los delitos, deben considerarse como una enfer-medad, y su castigo ha de ser una cura antes que una venganzade la sociedad. Además, el condenado tendrá la prerrogativa deno acatar la pena si se declara dispuesto a dejar de formar partede la sociedad que lo condenó. Ésta, a su vez, tiene el derechode expulsarlo de su seno y de retirarle su garantía y protección.

Pero Bakunin no es en modo alguno nihilista. El que proclamela absoluta libertad individual no significa que reniegue de todaobligación social. Mi libertad es consecuencia directa de la de losdemás. “El hombre sólo realiza su individualidad libre si la com-pleta con todos los individuos que lo rodean, y únicamente mer-ced al trabajo y a la fuerza colectiva de la sociedad”. La asocia-ción es voluntaria, pero Bakunin no duda de que, dadas sus enor-mes ventajas, “todo el mundo preferirá la asociación”. El hom-bre es, a la vez, “el animal más individualista y más social”.

Nuestro escritor no se muestra muy blando con el egoísmo,en el sentido vulgar de la palabra, con el individualismo bur-gués, “que impulsa al individuo a conquistar y afianzar su pro-pio bienestar [...] contra todos, en perjuicio y a costa de losdemás”. “El individuo humano solitario y abstracto es una fic-ción semejante a la de Dios”. “El aislamiento absoluto lleva ala muerte intelectual, moral y hasta material”.

Espíritu amplio y sintético, Bakunin propone echar un puenteentre los individuos y el movimiento de masas: “La vida socialno es otra cosa que esa incesante dependencia mutua de indivi-duo y masa. Todos los individuos, aun los más inteligentes, losmás fuertes [...], son, en cada instante de su vida, promotores almismo tiempo que producto de la voluntad y la acción de lasmasas”. A juicio de los anarquistas, el movimiento revoluciona-rio es obra de tal acción recíproca; por ello, desde el punto devista de la productividad militante, atribuyen igual importanciaa la acción individual y a la colectiva, autónoma, de las masas.

En vísperas de la Revolución de julio de 1936, pese a su pro-fundo deseo de socialización, los anarquistas españoles, herede-ros espirituales de Bakunin, no dejaron de garantizar solemne-mente la sagrada autonomía del individuo. Así, Diego Abad de

Page 58: Guérin, Daniel - El anarquismo

62 / DANIEL GUÉRIN

Santillán escribió: “La eterna aspiración a la unicidad se expre-sará de mil maneras: el individuo no será ahogado por ningunanivelación [...]. El individualismo, el gusto particular, la singula-ridad, encontrarán suficiente campo para manifestarse”.

LAS FUENTES DE ENERGÍA: LAS MASAS

La Revolución de 1848 le reveló a Proudhon que las masasson la fuerza motriz de las revoluciones. A fines de 1849, apun-tó: “Las revoluciones no reconocen iniciadores; se producen cuan-do el destino las llama; se detienen cuando se agota la fuerzamisteriosa que las hizo florecer”. “Todas las revoluciones se rea-lizaron por la acción espontánea del pueblo; si alguna vez losgobiernos siguieron la iniciativa popular, lo hicieron forzados,obligados. Por lo general; los gobiernos desbarataron, oprimie-ron, aplastaron”. “Librado a su puro instinto, el pueblo siempreve mejor que cuando es conducido por la política de sus caudi-llos”. “Una revolución social [...] no se produce por orden de unmaestro poseedor de una teoría perfectamente elaborada o pordictado de un profeta. Una revolución verdaderamente orgáni-ca, producto de la vida universal, no es en realidad obra de na-die, aunque tenga sus mensajeros y ejecutores”. La revolucióntiene que hacerse desde abajo, no desde arriba. Y una vez supe-rada la crisis revolucionaria, la subsiguiente reconstrucción so-cial debe ser obra de las propias masas populares. Proudhon afir-ma “la personalidad y la autonomía de las masas”.

Bakunin, a su vez, no se cansa de repetir que una revoluciónsocial no puede ser decretada ni organizada desde arriba, y quesólo la acción espontánea y continua de las masas puede hacer-la y cumplirla plenamente, hasta el fin. Las revoluciones “vie-nen como el ladrón en la noche”. Son “producidas por la fuer-za de las cosas”. “Se preparan durante largo tiempo en la pro-fundidad de la conciencia instintiva de las masas populares,para luego estallar, muchas veces provocadas en apariencia porcausas fútiles”. “Se puede preverlas, presentir su proximidad[...], pero jamás acelerar su estallido”. “La revolución socialanarquista [...] surge por sí misma en el seno del pueblo paradestruir todo cuanto se opone al generoso desbordamiento de

Page 59: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 63

la vida popular y crear, desde las profundidades mismas delalma popular, las nuevas formas de la vida social libre”. Laexperiencia de la Comuna de 1871 es para Bakunin una glorio-sa confirmación de sus puntos de vista. En efecto, los comune-ros se mostraron convencidos de que, en la revolución social,“la acción individual era casi nula y la acción espontánea de lasmasas debía serlo todo”.

Al igual que sus precedesores, Kropotkin celebra “este admi-rable espíritu de organización espontánea que el pueblo [...] po-see en tal alto grado y que tan raramente se le permite ejercitar”.Y añade con sorna: “Hay que haber pasado toda la vida con lacabeza hundida entre papeles para dudar de su existencia”.

Pese a estas afirmaciones generosamente optimistas, el anar-quista, lo mismo que su hermano enemigo, el marxista, se vefrente a una terrible contradicción: la espontaneidad de las ma-sas es esencial, primordial, pero no basta. Para que llegue a serconciencia, resulta indispensable la ayuda de una minoría derevolucionarios capaces de dar forma a la revolución. ¿Cómoevitar que esta minoría de elegidos aproveche su superioridadintelectual para sustituir a las masas, paralizar su iniciativa yhasta imponerles una nueva dominación?

Proudhon exaltó idílicamente la espontaneidad popular, peroluego la experiencia lo llevó a reconocer hasta qué punto soninertes las masas; a deplorar los prejuicios que las atan a un go-bierno, el instinto de respeto hacia la autoridad y el complejo deinferioridad que traban su impulso. Llegó entonces a la conclu-sión de que el pueblo necesita que se lo instigue a la acción colec-tiva. Si las clases inferiores no fuesen esclarecidas por alguien defuera, su servidumbre podría prolongarse indefinidamente.

Proudhon admite que “las ideas que en todas las épocas pro-vocaron la agitación de las masas nacieron primero en el cere-bro de los pensadores [...]. Las multitudes jamás tuvieron laprioridad [...]. La prioridad, en todo acto de la inteligencia,corresponde a la individualidad”. Lo ideal sería que estas mi-norías conscientes comunicaran al pueblo su ciencia, la cienciarevolucionaria. Pero Proudhon parece escéptico en cuanto a laposibilidad de llevar a la práctica tal síntesis: a su juicio, ellosería desconocer que, por su naturaleza, la autoridad lo invadetodo. A lo sumo, podrían “equilibrarse” los dos elementos.

Page 60: Guérin, Daniel - El anarquismo

64 / DANIEL GUÉRIN

Antes de convertirse al anarquismo (hacia 1864), Bakunindirigió conspiraciones y sociedades secretas; así se familiarizócon la idea, típicamente blanquista, de que la acción minorita-ria ha de ser precursora del despertar de las grandes masas yluego, una vez arrancadas éstas de su letargo, debe ganarse asus elementos más avanzados. En la Internacional obrera, pri-mer gran movimiento proletario, el problema se plantea de dis-tinta manera. Pero Bakunin, ya anarquista, sigue convencidode la necesidad de una vanguardia consciente: “Para que la re-volución triunfe sobre la reacción es preciso que en medio de laanarquía popular que constituirá toda la vida y la energía de larevolución, el pensamiento y la acción revolucionarios tenganun cuerpo unificador”. Un grupo de varios individuos unidospor un mismo ideal y una misma meta debe ejercer una “acciónnatural sobre las masas”. “Diez, veinte o treinta hombres bienconcertados y organizados, que saben hacia dónde van y québuscan, fácilmente arrastran en pos de sí a cien, doscientas,trescientas y hasta más personas”. “Tenemos que agrupar a losjefes del movimiento popular en estados mayores bien organi-zados e inspirados por altos ideales”.

Los medios propuestos por Bakunin se asemejan grandementea lo que la jerga política moderna designa con el nombre de“infiltración”. Se trata de soliviantar “bajo cuerda” a los indi-viduos más inteligentes e influyentes de cada localidad “paraque esta organización siga, dentro de lo posible, los principiosque sustentamos. En esto reside el secreto de nuestra influen-cia”. Los anarquistas han de ser cual “pilotos invisibles” enmedio de la tempestad popular. Es su tarea dirigirla, no con un“poder ostensible”, sino mediante una “dictadura sin insignias,sin títulos, sin derechos oficiales, tanto más poderosa cuantoque no tendrá ninguno de los atributos exteriores del poder”.

Pero Bakunin no ignora cuán poco difiere su terminología(“jefes”, “dictadura”, etc.) de la empleada por los adversariosdel anarquismo y, por ello, replica de antemano con un ¡no! “aquien sostenga que una acción así organizada atenta contra lalibertad de las masas, y es una tentativa de crear una nuevapotencia autoritaria”. La vanguardia consciente no debe ser elgrupo benefactor o la cabeza dictatorial del pueblo, sino quedebe, solamente, hacer las veces de comadrona que lo ayude a

Page 61: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 65

lograr su autoliberación. Su única misión es la de difundir entrelas masas las ideas que correspondan a sus instintos; nada más.El resto sólo debe y puede ser realizado por el propio pueblo.Las “autoridades revolucionarias” (Bakunin no retrocede anteesta palabra y se excusa expresando el deseo de “que las hayalo menos posible”) tienen que provocar la revolución en el senode las masas y no imponérsela, tienen que llevarlas a su organi-zación autónoma desde abajo hacia arriba y no someterlas aalguna organización.

Bakunin vislumbra ya el fenómeno que, mucho después, RosaLuxemburgo definirá en forma cabal y explícita: la contradic-ción entre la espontaneidad libertaria y la necesidad de que in-tervengan vanguardias conscientes no quedará verdaderamen-te resuelta hasta el día en que se produzca la fusión de la cienciacon la clase obrera, en que la masa sea plenamente consciente yno tenga ya necesidad de “jefes”, sino, sencillamente, de “cuer-pos ejecutivos” de su “acción consciente”. Tras subrayar que elproletariado aún carece de organización y conocimientos, elanarquista ruso llega a la conclusión de que la Internacional nopodrá convertirse en instrumento de emancipación “hasta tan-to no haya hecho penetrar en la conciencia de cada uno de susmiembros la ciencia, la filosofía y la política del socialismo”.

Mas esta síntesis, satisfactoria desde el punto de vista teóri-co, es una letra de cambio girada para un porvenir lejano. Ymientras esperan que la evolución histórica permita el cumpli-miento de dicha síntesis, los anarquistas, al igual que los mar-xistas, permanecerán prisioneros de una contradicción. Éstadestrozará a la Revolución Rusa, desgarrada entre el poder es-pontáneo de los soviets y la ambición del partido bolcheviquede cumplir el “papel de dirigente”; se manifestará en la Revolu-ción Española, en la cual los libertarios fluctuarán entre dospolos: el representado por el movimiento de masas y el consti-tuido por la minoría consciente anarquista,

Nos limitaremos a ilustrar esta contradicción con dos citas:la experiencia de la Revolución Rusa llevará a los anarquistas auna conclusión categórica: la condenación del “papel dirigen-te” del partido. Volin se expresará al respecto de esta suerte:“La idea fundamental del anarquismo es simple: ningún parti-do, ningún grupo político o ideológico que se coloque por enci-

Page 62: Guérin, Daniel - El anarquismo

66 / DANIEL GUÉRIN

ma o fuera de las masas laboriosas para ‘gobernarlas’ o ‘guiar-las’, logrará jamás emanciparlas, aun cuando lo desee sincera-mente. La emancipación efectiva sólo se concretará mediantela actividad directa [...] de los interesados, de los propios traba-jadores, unidos, no ya bajo la bandera de un partido político ode una agrupación ideológica, sino en sus propias organizacio-nes (sindicatos de producción, comités de fábrica, cooperati-vas, etc.), sobre la base de una acción concreta y la‘autoadministración’, ayudados, pero no gobernados, por losrevolucionarios que obran desde dentro de la masa, no por en-cima de ella [...]. La idea anarquista y la verdadera revoluciónemancipadora no podrían ser realizadas por los anarquistascomo tales, sino únicamente por las grandes masas [...], pueslos anarquistas o, mejor dicho, los revolucionarios en general,sólo están llamados a esclarecer y ayudar al pueblo en ciertoscasos. Si los anarquistas se creyeran capaces de cumplir la revo-lución social ‘guiando’ a las masas, tal pretensión sería ilusoria,como lo fue la de los bolcheviques por las mismas razones”.

Sin embargo, los anarquistas españoles sentirán, a su turno,la necesidad de organizar, dentro de su gran central obrera, laConfederación Nacional del Trabajo, una minoría ideológicaconsciente: la Federación Anarquista Ibérica. Ello obedeció aldeseo de combatir las tendencias reformistas de ciertos sindica-listas “puros”, así como las maniobras de los agentes de la “dic-tadura del proletariado”. Inspirada en las recomendaciones deBakunin, la FAI se esforzó por esclarecer antes que por dirigir;además, la conciencia libertaria relativamente desarrollada delos muchos elementos de base de la CNT contribuyó a evitarque la FAI cayera en los excesos de los partidos revolucionarios“autoritarios”. No obstante, cumplió harto mediocremente elpapel de guía, pues, más rica en activistas y en demagogos queen revolucionarios consecuentes –así en el plano teórico comoen el práctico–, sus intentos de orientar a los sindicatos resulta-ron torpes y fallidos, y siguió una estrategia vacilante.

La relación entre la masa y la minoría consciente constituyeun problema que aún no ha sido plenamente solucionado, nisiquiera por los anarquistas; al parecer, todavía no se ha dichola última palabra al respecto.

Page 63: Guérin, Daniel - El anarquismo

SEGUNDA PARTE

EN BUSCA DE LA SOCIEDAD FUTURA

Page 64: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 69

EL ANARQUISMO NO ES UTÓPICO

Por proclamarse constructivo, el anarquismo rechaza antetodo la acusación de utópico. Recurre al método histórico paratratar de probar que la sociedad futura no es invención suya,sino, simplemente, producto del trabajo subterráneo del pasa-do. Proudhon afirma que, bajo el inexorable sistema de autori-dad que la aplasta desde hace seis mil años, la humanidad se hasostenido merced a una “virtud secreta”: “Por debajo del apa-rato gubernamental y de las instituciones políticas, la sociedadproducía lenta y silenciosamente su propio organismo; se cons-tituía un orden nuevo, expresión de su vitalidad y autonomía”.

El gobierno, perjudicial como es, contiene en sí su propianegación. Es “un fenómeno de la vida colectiva, la representa-ción externa de nuestro derecho, una manifestación de la es-pontaneidad social, una preparación de la humanidad para unestado superior. En la religión, en lo que se denomina Dios, lahumanidad se busca a sí misma. De igual modo, en el gobierno[...], el ciudadano se busca a sí mismo, busca la libertad”. LaRevolución Francesa aceleró esta marcha incontenible hacia laanarquía: “Desde el día en que nuestros padres [...] establecie-ron como principio el libre ejercicio de las facultades del hom-bre y del ciudadano, desde ese día, la autoridad quedó negadaen el cielo y en la tierra, y el gobierno, aun por delegación, pasóa ser imposible”.

La revolución industrial hace el resto. A partir de ese mo-mento, la política queda subordinada a la economía. El gobier-no ya no puede prescindir de la colaboración directa de losproductores; en realidad, sólo representa la relación de los inte-reses económicos. La formación del proletariado da cima a esteproceso evolutivo. Mal que le pese, el poder ya no expresa sinoel socialismo. “El código de Napoleón es tan inadecuado parala sociedad nueva como la república platónica: dentro de pocosaños, cuando el elemento económico haya sustituido el derechoabsoluto de la propiedad por el derecho relativo y móvil de la

Page 65: Guérin, Daniel - El anarquismo

70 / DANIEL GUÉRIN

mutualidad industrial, será necesario reconstruir de arriba aabajo este palacio de cartón”.

A su vez, Bakunin reconoce alborozado “el incontestable einmenso servicio prestado a la humanidad por esta RevoluciónFrancesa, de la cual todos somos hijos”. Se borró el principiode autoridad de la conciencia del pueblo, y el orden desde arri-ba quedó anulado por siempre jamás. Resta ahora “organizarla sociedad de manera que pueda vivir sin gobierno”. Bakunininvoca la tradición popular para demostrar que esto puedelograrse. “Pese a la tutela opresora y dañina del Estado”, através de los siglos las masas “han desarrollado espontánea-mente en su seno si no todos, por lo menos muchos de los ele-mentos esenciales del orden material y moral que constituye laverdadera unidad humana”.

NECESIDAD DE LA ORGANIZACIÓN

El anarquismo no acepta ser sinónimo de desorganización.Proudhon fue el primero en proclamar que la anarquía no con-siste en el desorden, sino, por el contrario, en el orden, el ordennatural, por oposición al artificial impuesto desde arriba; en launidad verdadera, a diferencia de la falsa engendrada por lacoerción. Una sociedad de esta naturaleza “piensa, habla y ac-túa como un hombre, precisamente porque ya no está represen-tada por un hombre, porque ya no reconoce autoridad perso-nal, porque en ella, como en todo ser organizado y viviente,como en el infinito de Pascal, el centro está por doquier y lacircunferencia, en ninguna parte”. La anarquía es la “sociedadorganizada, viva”, “el más alto grado de libertad y de ordenque puede alcanzar la humanidad’’. Si ciertos anarquistas llega-ron a pensar de distinta manera, el italiano Errico Malatestalos llamó a la realidad: “Por creer, debido a la influencia de laeducación autoritaria recibida, que la autoridad es el alma dela organización social, para combatir a la primera, combatie-ron y negaron a la segunda [...]. El error fundamental de losanarquistas enemigos de la organización consiste en creer queésta no es posible sin autoridad, y en preferir, admitida estahipótesis, la renuncia a toda organización antes que aceptar el

Page 66: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 71

menor atisbo de autoridad [...]. Si creyéramos que no puedehaber organización sin autoridad, seríamos autoritarios, puesnos quedaríamos con la autoridad, que traba y entristece lavida, antes que con la desorganización, que la hace imposible”.

Volin, anarquista ruso del siglo xx, es más terminante: “Unainterpretación errónea –o, las más de las veces, deliberadamen-te inexacta– afirma que la concepción libertaria descarta todaforma de organización. Nada más falso. No se trata de ‘organi-zación’ o de ‘no organización’, sino de dos principios de orga-nización diferentes [...]. Naturalmente, sostienen los anarquistas,la sociedad tiene que estar organizada. Pero la nueva organiza-ción [...] debe hacerse libremente, con vistas a lo social y, sobretodo, desde abajo. El principio de organización no ha de partirde un centro creado de antemano para acapararlo todo e impo-nerse al conjunto, sino –muy al contrario– de todos los puntos,para convergir en núcleos de coordinación, centros naturalesdestinados a servir de enlace entre la totalidad de esos puntos[...]. Inversamente, la otra forma de ‘organización’, calcada dela vieja sociedad de opresión y explotación [...], llevaría al pa-roxismo todas las lacras de la antigua sociedad [...]. Sólo po-dría mantenerse con ayuda de un nuevo artificio”.

En realidad, los anarquistas no serán solamente partidariosde la verdadera organización, sino, como conviene HenriLefebvre, en su reciente libro sobre la Comuna, “organizadoresde primer orden”. No obstante, el filósofo cree ver aquí unacontradicción, “contradicción bastante asombrosa”, observa,“que encontramos en la historia del movimiento obrero hastanuestros días, especialmente en España”. Esto sólo puede ser“asombroso” para quienes, a priori, consideran a los libertarioscomo adalides de la desorganización.

LA AUTOGESTIÓN

El Manifiesto Comunista de Marx y Engels, redactado a prin-cipios de 1848, en vísperas de la Revolución de Febrero, postu-laba como única solución posible –al menos por un largo perío-do transitorio– la concentración del conjunto de los medios deproducción en manos de un Estado omnímodo, y tomaba de

Page 67: Guérin, Daniel - El anarquismo

72 / DANIEL GUÉRIN

Louis Blanc la idea autoritaria de reclutar a los trabajadores dela industria y del campo en “ejércitos industriales”. Proudhonfue el primero que presentó una tesis contraria, al proponeruna gestión económica no estatal.

Con la Revolución de Febrero, brotaron espontáneamente enParís, en Lyon, diversas asociaciones obreras de producción. Másque en la revolución política, es en esta naciente autogestión dondeel Proudhon de 1848 ve el verdadero “hecho revolucionario”.No fue inventada por teóricos ni predicada por doctrinarios. Noel Estado, sino el pueblo, dio el impulso inicial. Y Proudhon urgea los trabajadores a organizarse de modo análogo en todos lospuntos de la república, a conquistar, en primer término, la pe-queña propiedad, el pequeño comercio y la pequeña industria y,luego, las grandes propiedades y empresas, para terminar en lasexplotaciones de mayor importancia (minas, canales, ferrocarri-les, etc.) y llegar, de esta manera, a “ser dueños de todo”.

De las ideas de Proudhon, hoy se tiende a recordar únicamen-te sus veleidades –ingenuas y antieconómicas, por cierto– de ha-cer sobrevivir la pequeña empresa artesanal y comercial. Pero eneste punto su pensamiento es ambivalente. A decir verdad,Proudhon era la contradicción en persona. Censuraba enérgica-mente la propiedad privada por considerarla fuente de injusticiay explotación, mas también creía ver en ella cierta garantía deindependencia personal; de ahí su debilidad por la propiedad.Para colmo, con demasiada frecuencia se confunde a Proudhoncon la “pequeña camarilla supuestamente proudhoniana” que,según Bakunin, se formó en torno de él en los últimos años de suvida. Este grupito, bastante reaccionario, fracasó desde el co-mienzo. Vanamente trató, en la Primera Internacional, de opo-ner al colectivismo la propiedad privada de los medios de pro-ducción. Y si duró poco, ello se debió sobre todo a que la mayo-ría de sus adeptos, fácilmente convencidos por los argumentosde Bakunin, no tardaron en abandonar sus conceptos presunta-mente proudhonianos para volcarse al colectivismo.

Además, el último grupito de "mutualistas’’, como se auto-titulaban, sólo rechazaba parcialmente la propiedad colectiva:estaba en contra de su aplicación en la agricultura pues estimabaque el individualismo del campesino francés no lo permitiría:en cambio, aceptaba el sistema colectivista para los transportes

Page 68: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 73

y reclamaba su aplicación en la autogestión industrial, sin ad-mitir la denominación. Y si retrocedía ante esta palabra eraprincipalmente porque los colectivistas discípulos de Bakunin yciertos marxistas “autoritarios”, que apenas disimulaban su in-clinación por la dirección estatal de la economía, habían for-mado temporariamente contra él un frente único que provoca-ba su inquietud.

En realidad, Proudhon sigue el paso de su tiempo. Comprendeque es imposible volver atrás. Es lo bastante realista para perca-tarse, según nos confía en sus Carnets, de que “la pequeña indus-tria es cosa tan tonta como el cultivo de la tierra en escala indivi-dual”. En lo referente a la gran industria moderna, que exigeabundante mano de obra y una avanzada mecanización, es deci-didamente colectivista: “La industria y el cultivo en gran escaladeben nacer de la asociación, tal la tarea que toca al futuro”.“No podemos elegir”, afirma categóricamente. Y se indigna con-tra quienes osaron decir que es adversario del progreso técnico.

Pero su colectivismo rechaza el estatismo con idéntica fir-meza. La propiedad debe quedar abolida. En cuanto a la co-munidad (en el sentido que da a la palabra el comunismo “auto-ritario”), es opresión y servidumbre. Por tanto, Proudhon buscauna combinación de comunidad y propiedad: la asociación. Losinstrumentos de producción y de intercambio no deben estaradministrados por compañías capitalistas ni tampoco por el Es-tado. Por ser para los trabajadores “lo que la colmena para lasabejas”, ha de confiarse su dirección a asociaciones de obreros.Solamente así dejarán las fuerzas colectivas de estar “alienadas”en beneficio de unos pocos explotadores. En estilo de manifies-to, escribe Proudhon: “Nosotros, productores asociados o envías de asociarnos, no tenemos necesidad de un Estado (... ). Laexplotación por el Estado equivale a una monarquía y mantieneel salariado [...]. Queremos terminar con el gobierno del hom-bre por el hombre, con la explotación del hombre por el hom-bre. Socialismo es lo opuesto de gubernamentalismo [...]. De-seamos que estas asociaciones constituyan [...] el primer núcleode una vasta federación de compañías y sociedades unidas porel lazo común de la república democrática y social”.

Al entrar en detalles acerca de la autogestión obrera Proudhonenumera con precisión los principios esenciales de ella:

Page 69: Guérin, Daniel - El anarquismo

74 / DANIEL GUÉRIN

Todo individuo asociado tiene derechos indivisos en el acti-vo de la compañía.

Cada obrero debe cumplir su parte en las tareas desagra-dables y penosas.

Tiene la obligación de pasar por una serie de trabajos y estu-dios, de grados y empleos que le permitan adquirir conocimien-tos enciclopédicos. Proudhon insiste en la necesidad de que “elobrero realice toda la serie de operaciones de la industria a lacual está ligado”.

Las funciones son electivas y los reglamentos están sujetos ala aprobación de los asociados.

La remuneración es proporcional a la naturaleza de la fun-ción desempeñada, a la importancia del talento y al grado de laresponsabilidad que se asume. Todos los asociados participanen los beneficios proporcionalmente a los servicios que prestan.

Quien desee abandonar la asociación, puede hacerlo li-bremente tras arreglar cuentas y liquidar sus derechos.

Los trabajadores asociados eligen a sus directores, ingenieros,arquitectos y contadores. Proudhon recalca que el proletariadocarece aún de técnicos, por lo cual es necesario vincular con laautogestión obrera a “personalidades industriales y comercia-les” que iniciarían a los obreros en la disciplina de los negociosy recibirían emolumentos fijos: hay “lugar para todos bajo elsol de la revolución”.

Este concepto libertario de la autogestión es la antítesis de laautoadministración paternalista y estatal esbozada por LouisBlanc en un proyecto de decreto del 15 de setiembre de 1949. Elautor de L’Organization du Travail quiere crear asociacionesobreras bajo la égida del Estado, comanditadas por el Estado.Propone la siguiente repartición autoritaria de los beneficios:

25 % para un fondo de amortización del capital;25 % para un fondo de seguro social;25 % para un fondo de reserva;25 % para repartir entre los trabajadores4.Proudhon rechaza rotundamente la autogestión de este tipo.

4 Compárese esta distribución con las estipulaciones de los decretos de marzo de1963, por los cuales la República de Argelia institucionalizó la autogestión,originariamente creación espontánea de los campesinos. La repartición de los

Page 70: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 75

En su concepto, los trabajadores asociados no deben “someterseal Estado” sino “ser el Estado mismo”. “La asociación [...] puedehacerlo todo, reformarlo todo, sin la ayuda del poder; puedeinvadir y someter al poder mismo”. Proudhon desea “llegar algobierno por la asociación, no a la asociación por el gobierno”.Quien crea que un Estado como aquel con que sueñan los so-cialistas “autoritarios” toleraría la autogestión libre, está total-mente equivocado. En efecto, ¿soportaría el Estado “la forma-ción de focos enemigos en derredor de un poder centralizado”?Proudhon previene proféticamente: “Mientras deban enfrentarla colosal fuerza que la centralización procura al Estado, la ini-ciativa, la espontaneidad y la acción independiente del indivi-duo y la colectividad serán inoperantes”.

Conviene señalar aquí que, en el congreso de la Primera In-ternacional, prevaleció el modo libertario de concebir laautogestión, y no el estatal. Cuando, en el Congreso de Lau-sana (1867), el belga César de Paepe, miembro informante, pro-pone que se nacionalicen las empresas y el Estado pase a ser supropietario, Charles Longuet, entonces libertario, declara: “Deacuerdo, a condición de que se aclare que definimos el Estadocomo ‘la colectividad de los ciudadanos’ [...] y que los serviciosestatales no serán administrados por funcionarios públicos, [...]sino por compañías obreras... ”. Al año siguiente, 1868, en elCongreso de Bruselas, se reinicia el debate. El mismo miembroinformante tiene ahora la precaución de precisar conceptos, talcomo se le reclamó: “La propiedad colectiva pertenecerá a todala sociedad pero será concedida a asociaciones de trabajadores.El Estado quedará reducido a la federación de los diversos gru-pos obreros”. La proposición, así aclarada, es adoptada.

Los hechos demostrarían a Proudhon que su optimismo de1848 respecto de la autogestión era injustificado. Años des-pués, en 1857, criticó severamente a las asociaciones obrerasexistentes. Fundadas sobre conceptos ingenuos, ilusorios y utó-picos, pagaron el tributo de la inexperiencia. Cayeron en el parti-

beneficios –si no la fijación de los porcentajes– entre los diversos fondosprevistos es aproximadamente igual a la de Blanc. El 25% “para repartir entrelos trabajadores” es, simplemente, el “saldo de cuentas” que tantas controver-sias suscitó en Argelia.

Page 71: Guérin, Daniel - El anarquismo

76 / DANIEL GUÉRIN

cularismo y el exclusivismo. Actuaron como patronal colectivay sufrieron la atracción de las ideas de jerarquía y supremacía.“En estas compañías supuestamente fraternales se agravaron”todos los abusos de las sociedades capitalistas. Se vieron desga-rradas por la discordia, las rivalidades, las defecciones y lastraiciones. Después de iniciados en los negocios, sus adminis-tradores se retiraron “para establecerse por cuenta propia ytransformarse en burgueses y patrones”. En otros casos, fueronlos asociados quienes reclamaron la repartición de lo produci-do. De varios cientos de asociaciones obreras creadas en 1848,nueve años después apenas restaba una veintena.

A esta mentalidad estrecha y particularista, Proudhon opu-so un concepto “universal” y “sintético” de la autogestión. Latarea que tocaba cumplir al porvenir no era simplemente la de“reunir en sociedades a unas centenas de obreros”, sino otramucho más importante: “la reconstitución económica de unanación de treinta y seis millones de almas”. Las asociacionesobreras del futuro deberían trabajar para todos, “en lugar deobrar en beneficio de unos pocos”. Por consiguiente, laautogestión exigía “cierta educación” de los que la practica-ran. “Uno no nace, sino que se hace asociado”. La misión másdifícil de las asociaciones consistía en “civilizar a los asocia-dos”. Les habían faltado “hombres surgidos de las masas tra-bajadoras que, en la escuela de los explotadores, hubieran apren-dido a prescindir de éstos”. Se trataba más bien de formar un“fondo de hombres” y no una “masa de capitales”.

En cuanto al aspecto jurídico, Proudhon creyó al principioque sería conveniente confiar a las asociaciones obreras la pro-piedad de sus empresas, pero más tarde descartó esta soluciónparticularista. Para fundamentar su cambio de idea, establecióuna distinción entre posesión y propiedad. La ultima es absolu-tista, aristocrática, feudal y despótica; la primera es democráti-ca, republicana e igualitaria: consiste en el usufructo de unaconcesión intransferible e inalienable. Los productores recibi-rían los instrumentos de producción a modo de alodio, comoacostumbraban los antiguos germanos, vale decir, que no se-rían propietarios de ellos. La propiedad sería reemplazada porla copropiedad federativa conferida, no por cierto a un Estado,sino al conjunto de los productores reunidos en una gran fede-ración agrícola e industrial.

Page 72: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 77

Proudhon se entusiasmaba ante la perspectiva de una au-togestión así concebida y corregida: “Lo que digo no es vanaretórica, sino consecuencia de las necesidades económicas y so-ciales: se acerca el momento en que deberemos tomar in-defectiblemente este nuevo camino [...]. Las clases [...] han defundirse en una sola asociación de productores”. ¿Triunfará laautogestión? “De la respuesta [...] depende enteramente el por-venir de los trabajadores. Si es afirmativa, un nuevo mundo seabre para la humanidad; si es negativa, el proletariado puededarse por perdido [...]. En este triste mundo no hay esperanzaspara él”.

LAS BASES DEL INTERCAMBIO

¿Sobre qué bases debía fundarse el intercambio entre las di-versas asociaciones obreras? En un principio, Proudhon sostuvoque el valor de cambio de todas las mercancías puede medirsepor la cantidad de trabajo necesaria para producirlas. Las distin-tas asociaciones de producción cederían sus productos a preciode costo. Los trabajadores, retribuidos con “bonos de trabajo”,comprarían en las agencias de intercambio o en las tiendas socia-les a precio de costo calculado en horas de labor. Los intercam-bios más importantes se efectuarían por medio de una oficina decompensación o Banco del Pueblo, que aceptaría los bonos detrabajo en concepto de pago. Dicho banco cumpliría, al mismotiempo, las funciones de establecimiento de crédito. Sin cobrarintereses, prestaría a las asociaciones obreras de producción lassumas necesarias para asegurar su buena marcha.

Esta idea, llamada mutualista, era algo utópica o, en el me-jor de los casos, difícil de poner en práctica en un régimen capi-talista. El Banco del Pueblo, fundado por Proudhon a comien-zos de 1849, logró obtener veinte mil adherentes en seis sema-nas, pese a lo cual su existencia fue breve. Especialmente qui-mérica era su ilusión de que cundiría el ejemplo del mutualismo.Fue muy ingenuo Proudhon al exclamar: “¡Era en verdad elnuevo mundo, la sociedad de promisión que, tras injertarse enel viejo orden social, lo transformaba poco a poco!”.

En cuanto a la remuneración basada en la evaluación de la

Page 73: Guérin, Daniel - El anarquismo

78 / DANIEL GUÉRIN

hora de trabajo, es discutible por varias razones. Los “comunistaslibertarios” de la escuela de Kropotkin, Malatesta, Elisée Reclus,Carlo Cafiero y otros, no escatimarán sus críticas. En primertérmino, la consideran injusta. “Tres horas de labor de Pedropueden valer cinco horas de trabajo de Pablo”, objeta Cafiero.En la determinación del valor del trabajo intervienen otros facto-res además del tiempo que requiere la tarea: la intensidad, laformación profesional e intelectual, etc. También es preciso te-ner en cuenta los deberes familiares de cada obrero5.

Además, en el régimen colectivista, el trabajador sigue siendoun asalariado, un esclavo de la comunidad, que compra y fiscali-za su fuerza de trabajo. La remuneración proporcional a las ho-ras de labor cumplidas por cada persona no puede ser un ideal,sino, a lo sumo, un recurso temporario a falta de algo mejor. Espreciso terminar con la moral de los libros de contabilidad, conla filosofía del “debe y el haber”. Este modo de retribución pro-cede de un individualismo mitigado que está en contradiccióncon la propiedad colectiva de los medios de producción. No pue-de, de ningún modo, conducir a una transformación profunda yrevolucionaria del hombre. Es incompatible con la “anarquía”.Una forma nueva de posesión exige también otra forma de retri-bución. Los servicios prestados a la sociedad no pueden evaluarseen unidades monetarias, y ante todo deben considerarse las nece-sidades personales. El producto del trabajo de todos ha de perte-necer a todos por igual, y cada uno tendrá derecho a tomar libre-mente su parte. A cada cual según sus necesidades, tal deberíaser la divisa del “comunismo libertario”.

Pero Kropotkin, Malatesta y sus amigos parecen haber igno-rado que Proudhon previó las objeciones que podían hacerse asus primeros conceptos, y los revisó. Su Théorie de la Proprieté,publicada después de su muerte, explica que propuso el pagode salarios equivalentes a la cantidad de trabajo únicamente ensu Primera Memoria sobre la Propiedad (aparecida en 1840):“Olvidé decir dos cosas: primero, que el trabajo se mide enproporción compuesta a su duración e intensidad; segundo, queen la paga no debe estar incluida la amortización de los gastos

5 Cfr. la misma discusión en la Crítica del Programa de Gotha (redactado por KarlMarx en 1875 y publicado recién en 1891).

Page 74: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 79

de educación del obrero y del trabajo que éste ha realizado ensu propia persona durante el período de aprendizaje no remu-nerado, ni la prima de seguros contra los riesgos que corre, loscuales varían según la profesión de que se trate”. Proudhonafirma haber “reparado” este “olvido” en sus escritos poste-riores, en los que propone que sociedades cooperativas de segu-ros mutuos compensen los gastos y los riesgos desiguales. Porotra parte, Proudhon no considera en absoluto que la retribu-ción recibida por los miembros de una asociación obrera sea un“salario”, sino, antes bien, una repartición de los beneficiosrealizada libremente por los trabajadores asociados ycorresponsables. De no ser así, la autogestión obrera careceríade sentido, como bien lo señala en una tesis aún inédita PierreHaubtmann, el más reciente de los exégetas proudhonianos.

Los “comunistas libertarios” reprochan al mutualismo deProudhon y al colectivismo, más consecuente, de Bakunin, elno haber querido establecer de antemano en qué forma se retri-buiría el trabajo en un régimen socialista. Quienes así los criti-can parecen olvidar que ambos fundadores del anarquismo nodeseaban encuadrar prematuramente a la sociedad dentro derígidos límites. Estimaban que, en este aspecto, convenía dejarla mayor libertad de acción a las asociaciones de autogestión.Pero los propios “comunistas libertarios” proporcionarán lajustificación de esta flexibilidad, de este rechazo de las solucio-nes precipitadas, cuando, en sus impacientes definiciones delmundo del futuro subrayan que, en el régimen ideal elegido porellos, “el trabajo producirá mucho más de lo que se necesitepara todos”: en efecto, únicamente cuando se inicie la era de laabundancia, y no antes, podrán las normas “burguesas” de re-muneración dejar su lugar a otras específicamente “comunis-tas”. En un programa que redactó hacia 1884 para una vagaInternacional anarquista, Malatesta reconocía que el comunis-mo sólo era inmediatamente realizable en sectores muy restrin-gidos y que, “para el resto”, sería necesario aceptar “transito-riamente” el colectivismo.

“Para llevar el comunismo a la práctica, es preciso que losmiembros de la sociedad lleguen a una gran madurez moral,adquieran un elevado y profundo sentimiento de solidaridadque el impulso revolucionario quizá no baste para crear, sobre

Page 75: Guérin, Daniel - El anarquismo

80 / DANIEL GUÉRIN

todo en los primeros tiempos, en que se darán condiciones ma-teriales poco favorables para tal evolución.”

En vísperas de la Revolución Española de 1936, durante lacual el anarquismo se verá puesto a prueba, Diego Abad deSantillán demostrará, con razonamientos similares, que resultaimposible llevar inmediatamente a la práctica el comunismolibertario. A juicio de Santillán, el sistema capitalista no ha pre-parado a los seres humanos para tal forma de vida: en lugar defomentar los instintos sociales, el sentido de solidaridad, tiendea prohibir y castigar estos sentimientos con todos los recursosde que dispone.

Santillán invocará las experiencias revolucionarias de Rusia yotros lugares para instar a los anarquistas a mostrarse más rea-listas. Criticará su resistencia a aceptar, por recelo o soberbia, lalección de una realidad tan cercana. Es dudoso, afirmará, queuna revolución nos conduzca inmediatamente a la realización denuestro ideal anarcocomunista. La consigna colectivista de “acada uno el producto de su trabajo”, respondería mejor que elcomunismo a las exigencias de la vida real durante la primerafase de un período revolucionario, en la cual reinaría el caos eco-nómico, la miseria causaría estragos y el abastecimiento sería elproblema más urgente de resolver. Las formas económicas quese ensayaran marcarían, a lo sumo, una gradual evolución haciael comunismo. Encerrar brutalmente en jaulas a los seres huma-nos, aprisionarlos en rígidas formas de vida social, significaríauna actitud autoritaria que sólo entorpecería la evolución.Mutualismo, colectivismo y comunismo no son sino distintosmedios tendientes a un mismo fin. Volviendo al prudente em-pirismo recomendado por Proudhon y Bakunin, Santillán recla-mará para la ya próxima Revolución Española el derecho deexperimentar libremente. “En cada localidad, en cada medio, sedecidirá cuál es el grado de comunismo, de colectivismo o demutualismo que podrá llevarse a la práctica.”

En verdad, como veremos luego, la experiencia de las “co-lectividades” españolas de 1936 demostraría cuán grandes sonlas dificultades que presenta la aplicación prematura del comu-nismo integral.

Page 76: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 81

LA COMPETENCIA

Entre las normas heredadas de la economía burguesa existeuna cuya conservación, en la economía colectivista o deautogestión, suscita espinosos problemas: la competencia. Enopinión de Proudhon, ella es “expresión de la espontaneidadsocial” y garantiza la “libertad” de las asociaciones. Por otraparte es, y seguirá siendo por mucho tiempo, un estímulo irreem-plazable sin el cual se produciría un “gigantesco aflojamiento”al desaparecer la fuerte tensión que mueve al mundo industrial.Explica: “La compañía obrera se compromete ante la sociedada suministrar los productos y servicios que se le piden, siempreal precio más cercano al de costo [...]. A tal efecto, la empresaobrera se abstiene de entrar en coalición [monopolista], se so-mete a la ley de la competencia y pone sus libros y archivos adisposición de la sociedad, la cual, como sanción de su derechode control, conserva la facultad de disolver las compañías. Lacompetencia y la asociación se apoyan la una en la otra [...]. Elerror más deplorable del socialismo consiste en haberlaconsiderado [la competencia] como factor disolvente de la so-ciedad. No se trata [...] de eliminar la competencia [...]. Hayque buscar un equilibrio, puede decirse.”

Tal apego al principio de la competencia le valió a Proudhonlos sarcasmos de Louis Blanc: “No podemos comprender a quie-nes imaginaron no sé qué misteriosa simbiosis de ambos princi-pios opuestos. Injertar la asociación en la competencia es unaidea muy peregrina: sería como reemplazar a eunucos porhermafroditas”. Louis Blanc deseaba “llegar a un precio uni-forme”, fijado por el Estado, e impedir toda competencia entrelos establecimientos de una misma rama industrial. Proudhonreplica que el precio “sólo puede regularse mediante la compe-tencia, vale decir, la prerrogativa del consumidor [...] de pres-cindir de los servicios de quien pide demasiado por ellos [...].”“Eliminad la competencia [...], y la sociedad, privada de fuerzamotriz, se detendrá como un reloj sin cuerda.”

Por cierto que Proudhon no ignora los perjuicios de la com-petencia que, además, describió harto detalladamente en su tra-tado de economía política. Sabe muy bien que es fuente de des-igualdades y admite que “donde hay competencia, los batallo-

Page 77: Guérin, Daniel - El anarquismo

82 / DANIEL GUÉRIN

nes más grandes tienen asegurada la victoria”. Mientras sea“anárquica” (en el sentido peyorativo de la palabra), mientrassólo se ejerza en beneficio de intereses privados, engendraránecesariamente la guerra civil, y, a fin de cuentas, la oligarquía.“La competencia mata a la competencia”.

Pero, a juicio de Proudhon, la falta de competencia no seríamenos perniciosa. Para ilustrar su aseveración, cita el ejemplodel monopolio estatal del tabaco, el cual, por estar libre de com-petidores, tiene una producción insuficiente y resulta muy one-roso. Si todas las industrias estuvieran sometidas a un régimensemejante, la nación no podría ya lograr un equilibrio de gastose ingresos, afirma Proudhon.

La competencia soñada por Proudhon no es, empero, la dela economía capitalista, carente de principios rectores, sino unacompetencia orientada por un ideal superior, que la “socializa”,basada en un intercambio leal y movida por un espíritu de soli-daridad; una competencia que, sin restringir la iniciativa indi-vidual, devolvería a la colectividad las riquezas de las cuales lapriva actualmente la apropiación capitalista.

Es evidente que esta idea tiene algo de utópico. La com-petencia y la economía llamada de mercado producen fatal-mente desigualdad y explotación, aun cuando se parta de unasituación de igualdad perfecta. Sólo con carácter transitorio,como mal menor, sería dable integrarlas a la autogestión obre-ra, hasta que:

1º quienes practiquen la autogestión hayan adquirido unamentalidad de “sinceridad en el intercambio”, como diceProudhon; y

2º sobre todo, la sociedad haya pasado de la etapa de mise-ria a la de abundancia, momento desde el cual la competenciaperdería su razón de ser.

En este período de transición, sin embargo, parece con-veniente limitar, como se hace actualmente en Yugoslavia, lacompetencia a los medios de consumo, pues así ésta presenta almenos la ventaja de defender los intereses del consumidor.

Los “comunistas libertarios” rechazarán una economía co-lectivista de tipo proudhoniano, fundada sobre el principio delucha, por considerar que dicho sistema sólo pondría a los com-petidores en un plano de igualdad al comienzo, y que luego se

Page 78: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 83

iniciaría entre ellos una batalla en la cual, necesariamente, ha-bría vencedores y vencidos. De este modo, el intercambio deproductos terminaría por regirse según las normas de la ofertay la demanda, “lo cual equivaldría a caer en la competenciatradicional, en el más puro sistema burgués”. Este lenguaje seasemeja grandemente al que hoy emplean ciertos comunistasdetractores de la experiencia yugoslava6.

Creen necesario dirigir contra la autogestión en general lahostilidad que les inspira la economía de mercado competitivo.¡Como si ambas modalidades estuvieran esencial y eternamen-te unidas entre sí!

UNIDAD Y PLANIFICACIÓN

En todo caso, Proudhon advierte que la gestión por las aso-ciaciones obreras sólo puede ser unitaria. Insiste en “la necesi-dad de centralizacion y unidad”. Pregunta: “¿No expresan launidad las compañías obreras de explotación de las grandesindustrias?”. “En lugar de la centralización política propone-mos la centralización económica”. No obstante, teme que sedesemboque en una planificación autoritaria (por eso,intuitivamente, prefiere una competencia guiada por el espíritude solidaridad). De cualquier modo, el anarquismo se ha erigi-do, desde entonces, en adalid de una planificación democráticay libertaria, elaborada desde abajo por la federación de empre-sas autoadministradas.

Bakunin vislumbra las perspectivas de planificación en esca-la mundial que se abren a la autogestión: “Las cooperativasobreras son un hecho nuevo en la historia; hoy presenciamos sunacimiento y, en esta hora, podemos presentir, pero no deter-minar, el inmenso desarrollo que alcanzarán sin duda, y lasnuevas condiciones políticas y sociales que surgirán de ellas enel futuro. Es posible, y hasta muy probable, que algún día, trasdesbordar los límites de los municipios, de las provincias y has-ta de los estados actuales, reconstituyan toda la sociedad hu-

6 El autor hace referencia a la experiencia de “autogestión” estatal desarrollada apartir de 1950 en la Yugoslavia del mariscal Tito que, desde un punto de vistalibertario, ha sido correctamente calificada de “fachada sin contenido” [N. del E.].

Page 79: Guérin, Daniel - El anarquismo

84 / DANIEL GUÉRIN

mana, la cual se dividirá, no ya en naciones, sino en gruposindustriales”. De tal manera, las asociaciones obreras integra-rán “una inmensa federación económica” presidida por unaasamblea suprema. Sobre la base de los “datos amplios, preci-sos y detallados proporcionados por la estadística mundial”,combinarán la oferta con la demanda a fin de dirigir, fijar yrepartir entre los distintos países la producción de la industriamundial, de suerte que prácticamente desaparecerán las crisiscomerciales e industriales, la paralización de actividades y losdesastres financieros; en suma, no habrá más dificultades nicapitales perdidos.

¿SOCIALIZACIÓN INTEGRAL?

El concepto proudhoniano de la gestión por las asociacionesobreras entrañaba un equívoco. No aclaraba si los grupos deautogestión habían de continuar en competencia con empresascapitalistas, en una palabra, si, como se dice hoy en Argelia7, elsector socialista coexistiría con un sector privado, o si, por elcontrario, se socializaría y pondría bajo el régimen deautogestión a la totalidad de las fuerzas de producción.

Bakunin es un colectivista consecuente. Ve claramente lospeligros que encierra la coexistencia de ambos sectores. Aunasociados, los obreros no pueden formar capitales suficientespara hacer frente a los grandes capitales burgueses. Por otraparte, se corre el riesgo de que dentro mismo de las asociacio-nes obreras, y por contagio del medio capitalista, surja “unanueva clase de explotadores del trabajo del proletariado”. Laautogestión contiene las semillas de la emancipación económicade las masas obreras, pero ellas sólo podrán germinar y florecerplenamente cuando “los capitales, los establecimientos indus-triales, las materias primas y los instrumentos de trabajo [...]sean propiedad colectiva de las asociaciones obreras de pro-ducción industrial y agrícola, libremente organizadas y federadasentre sí”. “Una transformación social radical y definitiva sólo

7 Se trata del proceso iniciado en la Argelia independizada en 1962 y quedespués de ligeros retrocesos fue prácticamente clausurado con el golpe deestado de Boumedienne contra Ben Bella en 1965 [N. del E.].

Page 80: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 85

podrá lograrse con medios que actúen sobre la sociedad en suconjunto”, vale decir, con una revolución social que transfor-me la propiedad individual en propiedad colectiva. Dentro deuna organización social de este género, los obreros serán colec-tivamente sus propios capitalistas y patrones. Sólo se admitirála propiedad privada de “las cosas que sirvan verdaderamentepara uso personal”.

Si bien reconoce que las cooperativas de producción presentanla ventaja de habituar a los obreros a organizarse, a dirigir porsí mismos sus asuntos y siembran las primeras semillas de unaacción obrera colectiva, Bakunin estima que, hasta tanto no secumpla la revolución social, estos focos aislados dentro de lasociedad capitalista sólo pueden tener limitada eficacia, y porello incita a los trabajadores a “ocuparse más de huelgas que decooperativas”.

SINDICALISMO OBRERO

Bakunin aprecia en su valor el papel de los sindicatos, “or-ganización natural de las masas”, “único instrumento de gue-rra verdaderamente eficaz” que los obreros pueden emplearcontra la burguesía. Considera que el movimiento sindical pue-de contribuir mucho más que los ideólogos a que la clase tra-bajadora cobre plena conciencia de lo que desea, a sembrar enella el pensamiento socialista que corresponde a sus inclinacio-nes naturales y a organizar las fuerzas del proletariado fueradel radicalismo burgués. En su concepto, el porvenir está enmanos de la federación nacional e internacional de las asocia-ciones profesionales.

En los primeros congresos de la Internacional, no se men-cionó expresamente el sindicalismo obrero. A partir del con-greso de Basilea, celebrado en 1869, aquél pasa a primer planopor influencia de los anarquistas: tras la abolición del salario,los sindicatos constituirán el embrión de la administración delfuturo; el gobierno será reemplazado por los consejos de lasasociaciones gremiales.

Más tarde, en 1876, al exponer sus Idées sur l’OrganisationSociale, James Guillaume, discípulo de Bakunin, integrará el

Page 81: Guérin, Daniel - El anarquismo

86 / DANIEL GUÉRIN

sindicalismo obrero dentro de la autogestión. Recomendará quese formen federaciones corporativas por ramas laborales, lascuales se unirán, “no ya para proteger su salario contra la ra-pacidad de los patrones, sino [...] para garantizarse mutuamen-te el uso de los instrumentos de trabajo que se encuentren enposesión de cada grupo y que, por contrato recíproco, pasarána ser propiedad colectiva de la federación corporativa en sutotalidad”. Dichas federaciones cumplirán la tarea de planifi-car, según la perspectiva que abrió Bakunin.

De tal modo, se llena uno de los vacíos que dejó Proudhonen su esbozo de la autogestión. Éste tampoco aclaró cuál seríael vínculo que uniría a las diversas asociaciones de produccióny les impediría dirigir sus negocios con espíritu egoísta, conmentalidad de “campanario”, sin preocuparse por el interés ge-neral y el bien de las demás empresas autoadministradas. Elsindicalismo obrero es la pieza que faltaba, el elemento quearticula la autogestión, el instrumento destinado a planificar yunificar la producción.

LAS COMUNAS

En la primera parte de su carrera, Proudhon se preocupaexclusivamente de la organización económica. Su recelo de todolo que sea “política” lo lleva a descuidar el problema de la ad-ministración territorial. Se limita a afirmar que los trabajado-res deben sustituir al Estado, ser ellos mismos el Estado, perono define en qué forma se realizará esta transformación.

En los últimos años de su vida se ocupa más del problema“político”, que aborda a la manera anarquista, vale decir, bus-cando la solución desde abajo hacia arriba. En cada localidad,los hombres integran lo que él llama un grupo natural, que “seconstituye en comuna u organización política y se afirma en suunidad, su independencia, su vida o movimiento propio y suautonomía”.

“Grupos como éstos, separados por la distancia, pueden te-ner intereses en común, llegar a entenderse, a asociarse y, através de esta garantía mutua, formar un grupo mayor.” Peroal llegar a este punto, el espectro del aborrecido Estado inquie-

Page 82: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 87

ta al pensador anarquista, y éste expresa su ferviente anhelo deque jamás, nunca jamás, los grupos locales, “al unirse para ga-rantía mutua de sus intereses y el desarrollo de sus riquezas[...], lleguen a entregarse en una suerte de autoinmolación aeste nuevo Moloch”.

Proudhon define con relativa precisión la comuna autóno-ma. Ella es, por esencia, “un ente soberano”. En calidad de tal,“tiene el derecho de gobernarse a sí misma, de administrarse,de fijarse impuestos, de disponer de sus propiedades e ingresos,de crear escuelas y nombrar profesores para su juventud”, etc.“Así es una comuna, pues así es la vida colectiva, la vida políti-ca [...]. Rechaza toda traba, no reconoce otro límite que ellamisma; cualquier coerción externa le es antipática y mortal”.

Así como considera que la autogestión es incompatible conun Estado autoritario, Proudhon opina que la comuna no po-dría coexistir con un poder centralizado que gobernara desdearriba hacia abajo. “No puede haber términos medios: la co-muna será soberana o dependiente, todo o nada. No tiene vuel-ta de hoja: desde el momento en que renuncia a parte de susderechos, en que acepta una ley más alta, en que reconoce comosuperior al gran grupo [...] que integra [...], es inevitable quealgún día se encuentre en contradicción con aquél, que se pro-duzca el conflicto. Ahora bien, si hay conflicto, por lógica y porfuerza será el poder central quien gane, sin debate, sin juicio,sin transacción, porque la discusión entre superior y subalternoes inadmisible, escandalosa y absurda.”

Bakunin integra la comuna dentro de la organización de lasociedad del futuro en forma más consecuente que Proudhon. Lasasociaciones obreras de producción deberán aliarse librementedentro de las comunas; éstas, a su vez, se federarán voluntariamenteentre sí. “Con la abdicación del Estado, volverán las comunas ala vida y a la acción espontánea, suspendidas durante siglos porla actividad y la absorción todopoderosa de aquél.”

¿Qué relación habrá entre las comunas y los sindicatos obre-ros? El distrito de Courtelary, de la Federación del Jura8, res-ponde sin vacilaciones en un texto publicado en 1880: “El ór-

8 Rama de la Internacional, sita en la Suiza francesa, que adoptó las ideas deBakunin.

Page 83: Guérin, Daniel - El anarquismo

88 / DANIEL GUÉRIN

gano de la vida local será la federación de gremios, y esta fede-ración local constituirá la futura comuna”. Pero los autores deltexto se ven asaltados por una duda y se preguntan: “¿Quiénha de redactar el contrato de la comuna [...]? ¿Se encargará deello una asamblea general de todos los habitantes o lo harándelegaciones gremiales?”. Llegan a la conclusión de que ambossistemas son factibles. ¿Se dará prioridad a la comuna o al sin-dicato? He aquí un dilema que, más adelante, especialmente enRusia y en España, dividirá a “anarcocomunistas” y“anarcosindicalistas”.

Bakunin opina que la comuna es el elemento ideal para efec-tuar la expropiación de los instrumentos de trabajo en beneficiode la autogestión. Durante la primera fase de la reorganizaciónsocial, ella se ocupará de dar lo estrictamente necesario a todaslas personas “desposeídas”, a modo de compensación por losbienes que les fueran confiscados. Describe con cierta precisiónla organización interna de la comuna. Será administrada por unconsejo compuesto de delegados electivos e investidos de man-dato imperativo, siempre responsables y sujetos a destitución. Elconsejo comunal podrá formar, con sus miembros, comités eje-cutivos que se encargarán de las distintas ramas de la adminis-tración revolucionaria de la comuna. Esta repartición de respon-sabilidades entre varias personas presenta la ventaja de hacerintervenir en la gestión al mayor número posible de elementos dela base. Reduce los inconvenientes del sistema de representación,en el cual un pequeño grupo de individuos escogidos acaparatodas las tareas, en tanto que la población participa más bienpasivamente en asambleas generales convocadas muy de cuandoen cuando. Bakunin intuyó que los consejos electivos deben serasambleas “obreras” simultáneamente legislativas y ejecutivas,una “democracia sin parlamentarismo”, como diría Lenin en unode sus momentos libertarios. El distrito de Courtelary amplíaeste concepto: “Para no volver al error de una administracióncentralizada y burocrática, los intereses generales de la comunano deben entregarse a una administración local, única y exclusi-va, sino a diferentes comisiones especiales encargadas de cadacampo de actividad [...]. Este proceder eliminaría el carácter gu-bernativo de la administración”.

Los epígonos de Bakunin no supieron reconocer tan certe-

Page 84: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 89

ramente las etapas ineludibles de la evolución histórica. Hacia1880, se lanzaron contra los anarquistas colectivistas. Criticandoel precedente de la Comuna parisiense de 1871, Kropotkinamonestará al pueblo por haber “aplicado en la comuna, unavez más, el sistema representativo’’ y “renunciado a la propiainiciativa para ponerla en manos de una asamblea de personaselegidas más bien al azar”; también manifestará su consterna-ción por el hecho de que ciertos reformadores “buscan siem-pre, cueste lo que cueste, conservar esta forma de gobierno porprocuración”. A su juicio, el régimen representativo ha llegadoa su fin. Significó la dominación organizada por parte de laburguesía y debe desaparecer junto con ella. “La nueva faseeconómica que se anuncia requiere otro modo de organizaciónpolítica, basada en principios totalmente diferentes de los de larepresentación.” La sociedad deberá buscar su propia modali-dad política, la cual ha de ser de tipo más popular que la delgobierno representativo, “más self-government, más gobiernode y para sí mismo”.

Esta democracia directa llevada a sus últimas consecuenciasy capaz de suprimir hasta los últimos vestigios de cualquierforma de autoridad, tanto en el plano de la autogestión econó-mica como en el de la administración territorial, es, efectiva-mente, el ideal que persigue todo socialista, sea “autoritario” olibertario. No obstante, la condición necesaria para llegar aella es, evidentemente, alcanzar una etapa de la evolución so-cial en la cual la totalidad de los trabajadores posea la ciencia yla conciencia imprescindibles y, paralelamente, terminar con elreino de la miseria para dar lugar al de la abundancia. En 1880,mucho antes de Lenin, el distrito de Courtelary anunció: “Enuna sociedad organizada científicamente, la práctica más omenos democrática del sufragio universal irá perdiendo im-portancia”. Pero nunca antes de alcanzar este estadio.

UN TÉRMINO LITIGIOSO: “ESTADO”

El lector ya sabe que los anarquistas se negaban a emplear lapalabra Estado, aunque más no fuera transitoriamente. Res-pecto de este punto, el abismo entre “autoritarios” y libertarios

Page 85: Guérin, Daniel - El anarquismo

90 / DANIEL GUÉRIN

no fue siempre infranqueable. En la Primera Internacional, loscolectivistas, cuyo portavoz era Bakunin, llegaron a admitir,como sinónimos de la expresión “colectividad social”, las expre-siones siguientes: Estado regenerado, nuevo Estado revolucio-nario y hasta Estado socialista. Pero bien pronto los anarquis-tas se percataron de que para ellos era arriesgado emplear lamisma palabra que los “autoritarios”, aunque le dieran un sen-tido completamente distinto. Arribaron a la conclusión de queun nuevo concepto exigía una nueva denominación y que eluso del vocablo tradicional podría acarrear peligrosos equívocos;en consecuencia, dejaron de designar con el nombre de Estadoa la colectividad social del porvenir.

Por su parte, los marxistas se mostraron dispuestos a hacerconcesiones de vocabulario porque deseaban ganar el apoyo delos anarquistas para imponer en la Internacional el principio dela propiedad colectiva, al que se oponía el último reducto reac-cionario de los individualistas posproudhonianos. De labiosafuera aceptaron las expresiones de federación o de solida-rización de las comunas, propuestas por los anarquistas comosustitutos del término Estado. Años más tarde, en sus comenta-rios acerca del programa de Gotha de la socialdemocracia ale-mana, Engels, guiado por intenciones similares, recomendará asu amigo y compatriota August Bebel que se “reemplace entodas partes la voz Estado por la de Gemeinwesen, buena pala-bra alemana cuyo sentido equivale al de la francesa Commune”.

En el congreso de Basilea de 1869, los anarquistas colecti-vistas y los marxistas decidieron de común acuerdo que, unavez socializada, la propiedad debía ser explotada por las “co-munas solidarias”. En un discurso, Bakunin puso los puntossobre las íes: “Voto por la colectividad del suelo, en particular,y de toda la riqueza social, en general, en el sentido de unaliquidación social. Entiendo por liquidación social la expro-piación de derecho de todas las propiedades actuales, lo cual hade hacerse aboliendo el Estado político y jurídico, que es san-ción y única garantía del sistema de propiedad imperante. Encuanto a la organización posterior [...], considero adecuada lasolidarización de las comunas [...], y estoy tanto más convenci-do de ello cuanto que dicha solidarización implica la organiza-ción de la sociedad desde abajo hacia arriba”.

Page 86: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 91

EL PROBLEMA DE LA ADMINISTRACIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS

Si bien se llegó a una avenencia, ciertos equívocos no se disi-paron, y la situación se complicó más aún cuando, en el mismocongreso de Basilea, algunos delegados socialistas “autoritarios”no tuvieron reparos en elogiar la dirección de la economía porel Estado. Más tarde, llegado el momento de abordar el temade la administración de los grandes servicios públicos, tales comolos ferrocarriles, el correo, etc., se vio hasta qué punto era espi-noso el problema. En el congreso de la Internacional realizadoen La Haya en 1872, acababa de consumarse la escisión entrelos partidarios de Bakunin y los de Marx. Por lo tanto, la discu-sión acerca de los servicios públicos se produjo en la Interna-cional impropiamente llamada “antiautoritaria”, sobrevivien-te de dicha escisión. Esta cuestión provocó nuevos desacuerdosentre los anarquistas y aquellos socialistas más o menos parti-darios del Estado que optaron por permanecer con ellos en laInternacional, tras separarse de Marx.

Por ser de interés nacional, es evidente que los servicios pú-blicos no pueden ser administrados exclusivamente por las aso-ciaciones obreras o por las comunas. Ya Proudhon había trata-do de salvar este escollo proponiendo que la gestión obrera fue-ra “equilibrada” con una “iniciativa pública” cuya naturalezano aclaraba debidamente. ¿Quién administraría los serviciospúblicos? La federación de comunas, respondían los libertarios;el Estado, se sentían tentados de responder los “autoritarios”.

En el congreso de la Internacional celebrado en Bruselas en1874, el socialista belga César de Paepe intentó encontrar untérmino medio entre las dos tesis en pugna. Los servicios públi-cos locales estarían a cargo de la comuna y dirigidos por la admi-nistración local, designada por los sindicatos obreros. En cuantoa los servicios públicos de mayor alcance estarían gobernados,ya por una administración regional nombrada por la confedera-ción de comunas y controlada por una cámara regional de traba-jo, ya por el “Estado obrero”, vale decir, el Estado “basado en laagrupación de comunas obreras libres”, como sería el caso de lasgrandes empresas nacionales. Pero los anarquistas encontraronsospechosa esta ambigua definición. De Paepe prefirió creer quetal desconfianza se debía a una mala interpretación. Quizá sólo

Page 87: Guérin, Daniel - El anarquismo

92 / DANIEL GUÉRIN

se trataba de una diferencia de palabras. Si así era, estaba dis-puesto a descartar el vocablo utilizado, aunque conservando yhasta ampliando el concepto, que presentaría “con el barniz, másagradable, de alguna otra denominación”.

Pero la mayor parte de los libertarios consideraron que la fór-mula propuesta por el socialista belga conducía a la reconstitu-ción del Estado: en su opinión, el “Estado obrero” debía termi-nar por fuerza en “Estado autoritario”. Y si, verdaderamente,sólo se trataba de una diferencia de palabras, no comprendíanpor qué había de bautizarse la nueva sociedad sin gobierno conel mismo nombre que designaba la organización abolida. Poste-riormente, en el congreso de Berna de 1876, Malatesta admitióque los servicios públicos requerían una organización única ycentralizada, pero se negó a aceptar que fueran administradosdesde arriba por una institución como el Estado. Estimaba quesus oponentes confundían Estado con sociedad, la cual es un“organismo vivo”. Al año siguiente, en 1877, durante el congre-so socialista universal de Gante, César de Paepe reconoció que elfamoso Estado obrero o Estado popular “podía ser, en efecto,durante algún tiempo, simplemente un Estado de asalariados”.Pero ésta “debía ser sólo una fase transitoria, impuesta por lascircunstancias”, después de la cual el importuno quidam tendríaque desprenderse de los instrumentos de trabajo para entregar-los a las asociaciones obreras. Perspectiva tan lejana como pro-blemática no atraía a los anarquistas: cuando el Estado se apo-dera de algo, no lo devuelve jamás.

FEDERALISMO

En resumen, la sociedad libertaria del futuro debía estar do-tada de una doble estructura: la económica, constituida por lafederación de asociaciones obreras de autogestión, y la ad-ministrativa, formada por la federación de comunas. Sólo fal-taba coronar y articular el edificio con una institución de granalcance, que pudiera extenderse al mundo entero: el federalismo.

A medida que madura el pensamiento de Proudhon, la ideafederalista se afirma y prevalece. Una de sus últimas obras llevael titulo de Du principe fédératif; por otra parte, sabemos que,

Page 88: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 93

hacia el fin de su vida, se inclinaba a declararse federalista an-tes que anarquista. No vivimos ya en la época de las pequeñascomunas antiguas que, por lo demás, en ese entonces solíanunirse en federaciones. El problema de la era moderna reside enla administración de los grandes países. Proudhon hace la si-guiente observación: “Si la superficie del Estado no superarajamás la de una comuna, dejaría que cada uno decidiera a suarbitrio y todo quedaría dicho. Pero no olvidemos que nos en-contramos ante grandes aglomeraciones de territorios dondelas ciudades, los pueblos y las aldeas se cuentan por millones”.No se trata de fragmentar la sociedad en microcosmos; la uni-dad es indispensable.

Pero los “autoritarios” tienen la pretensión de regir estosgrupos locales según las leyes de la “conquista”, “lo cual decla-ro absolutamente imposible en virtud de la propia ley de launidad”, objeta Proudhon. “Todos estos grupos [...] son or-ganismos indestructibles [...], que no pueden despojarse de suindependencia soberana, así como el miembro de la comuna,en su calidad de tal, no puede perder sus prerrogativas de hom-bre libre [...]. Lo único que se conseguiría [...] sería crear unantagonismo irreconciliable entre la soberanía general y cadauna de las soberanías particulares, soliviantar a una autoridadcontra la otra; en una palabra, organizar la división creyendofomentar la unidad.”

En semejante sistema de “absorción unitaria”, las comunaso grupos naturales quedarían “eternamente condenados a des-aparecer dentro de la aglomeración superior, que puede decirsees artificial”. La centralización, que consiste en “retener en laindivisión gubernamental a grupos autónomos por naturaleza”,“es la verdadera tiranía para la sociedad moderna”. Es un sis-tema imperialista, comunista, absolutista, truena Proudhon,agregando, en una de esas amalgamas cuyo secreto sólo él co-nocía: “Todos estos vocablos son sinónimos”.

Por el contrario, la unidad, la verdadera unidad, la cen-tralización, la verdadera centralización, serían indestructibles si,entre las diversas unidades territoriales, se instituyera un lazo dederecho, un contrato de mutualidad y un pacto de federación.“La centralización de una sociedad de hombres libres [...] consis-te en un contrato que los une. La unidad social [...] es producto

Page 89: Guérin, Daniel - El anarquismo

94 / DANIEL GUÉRIN

de la libre adhesión de los ciudadanos [...]. Para que una naciónse manifieste en su unidad, es preciso que dicha unidad esté cen-tralizada [...] en todas sus funciones y facultades; es necesarioque la centralización se efectúe desde abajo hacia arriba, de lacircunferencia al centro, y que todas las funciones sean indepen-dientes entre sí y se gobiernen por sí mismas. Cuanto más semultipliquen los centros, tanto más fuerte será la centralización.”

El sistema federativo es lo opuesto de la centralización gu-bernamental. La autoridad y la libertad, dos principios en per-petua lucha, están condenados a transigir la una con la otra.“La federación resuelve todas las dificultades que se presentanpara lograr una armonía entre libertad y autoridad. La Revolu-ción Francesa estableció las premisas de un orden nuevo, cuyosecreto posee su heredera, la clase trabajadora. ¿En qué consis-te este orden nuevo? En la unión de todos los pueblos dentro deuna ‘confederación de confederaciones’. Esta expresión no escaprichosa, por cuanto una confederación universal sería de-masiado vasta; es menester coligar grandes conjuntos.” YProudhon, dado a vaticinar, anuncia: “El siglo XX iniciará laera de las federaciones”.

Bakunin se limita a desarrollar y profundizar las ideasfederalistas de Proudhon. Al igual que éste, pone de relieve lasuperioridad de la unidad federativa con respecto a la “au-toritaria”: “Cuando desaparezca el maldito poder estatal queobliga a personas, asociaciones, comunas, provincias y regio-nes a vivir juntas, todas estarán ligadas mucho más estrecha-mente y constituirán una unidad mucho más viva, más real,más poderosa que la que se ven hoy forzadas a formar bajo lapresión del Estado, que aplasta a todos por igual”. Los autori-tarios “confunden siempre [...] la unidad formal, dogmática ygubernamental con la unidad viva y real, que sólo puede serresultado del libérrimo desarrollo de todas las individualidadesy colectividades, así como de la alianza federativa y absolu-tamente voluntaria [...] de las asociaciones obreras en comunas,de éstas en regiones, y de las regiones en naciones”.

Bakunin insiste en la necesidad de un ente intermediario quesirva de vínculo entre la comuna y el organismo federativo na-cional: la provincia, o región, constituida por la libre federa-ción de comunas autónomas. No debe pensarse que el

Page 90: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 95

federalismo conduce al aislamiento, al egoísmo. La solidaridades inseparable de la libertad. “Aunque absolutamente autóno-mas, las comunas se sienten [...] solidarias entre sí y se unenestrechamente, sin sacrificar un ápice de su libertad.” En el mun-do moderno, los intereses materiales, intelectuales y moraleshan servido para crear una unidad fuerte y real entre todas laspartes que componen una nación y hasta entre diferentes na-ciones. Y esta unidad sobrevivirá a los Estados.

Pero el federalismo es un arma de doble filo. Así, durante laRevolución Francesa, el federalismo girondino era con-trarrevolucionario, mientras que la escuela monárquica de Char-les Maurras predicaba el regionalismo. Y en ciertos países, comolos Estados Unidos, el carácter federal de la Constitución esexplotado por quienes niegan los derechos civiles a los hom-bres de color. Bakunin considera que únicamente el socialismopuede aportar contenido revolucionario al federalismo. Por estemotivo, sus partidarios españoles apoyaron más bien tibiamen-te al partido federalista burgués de Pi y Margall, que se decíaproudhoniano, y aun a su ala izquierda “cantonalista”, duran-te el breve episodio de la abortada república de 18739.

INTERNACIONALISMO

El principio federalista conduce lógicamente al interna-cionalismo, es decir, a la organización federativa de las naciones“en la grande y fraterna unión internacional de los hombres’’.También aquí Bakunin desenmascara la utopía burguesa de unfederalismo no nacido del socialismo internacionalista y revo-lucionario. Muy adelantado respecto de su tiempo, es“europeísta”, como se dice actualmente. Proclama la necesidadde formar los Estados Unidos de Europa como única manerade “hacer imposible la guerra civil entre los distintos pueblosque componen la familia europea”. Pero tiene la precaución deadvertir contra la creación de ligas europeas que agrupen a los

9 Cuando Federica Montseny, ministra anarquista, puso por las nubes elregionalismo de Pi y Margall en una conferencia pública pronunciada enBarcelona en enero de 1937, Gaston Leval tildó esta actitud de traición a lasideas de Bakunin.

Page 91: Guérin, Daniel - El anarquismo

96 / DANIEL GUÉRIN

estados “tal como están constituidos en el presente”: “NingúnEstado centralista, burocrático y, por ende, militar, aun cuandose llame república, podrá entrar sincera y seriamente en unaconfederación internacional. Por su constitución, que nuncadejará de ser una negación franca o disimulada de la libertadinterna, tal Estado sería necesariamente una permanente decla-ración de guerra, una amenaza contra la existencia de los paí-ses vecinos”. Toda alianza con un Estado reaccionario signifi-caría una “traición a la Revolución”. Los Estados Unidos deEuropa, primero, y los del mundo entero, después, sólo podráncrearse cuando, por doquier, se haya destruido la antigua orga-nización fundada, de arriba abajo, en la violencia y en el princi-pio de autoridad. Por el contrario, en caso de que triunfara larevolución social en un país dado, toda nación extranjera quese sublevara en nombre de los mismos principios sería recibidaen la federación revolucionaria sin tomar en cuenta las fronte-ras que separan actualmente a los estados.

El verdadero internacionalismo descansa sobre la auto-determinación y su corolario, el derecho de secesión. “Todapersona, toda asociación, toda comuna, toda provincia, todaregión, toda nación, tiene el derecho absoluto de disponer de símisma, de asociarse o no, de aliarse con quien quiera y de rom-per sus alianzas sin consideración por los supuestos derechoshistóricos ni por las conveniencias de sus vecinos”, añadeBakunin a los conceptos de Proudhon. “De todos los derechospolíticos, el primero y más importante es el derecho de unirse ysepararse libremente; sin él, la confederación sería siempre sólouna centralización disfrazada”.

Para los anarquistas, empero, este principio no implica unatendencia divisionista o aislacionista. Muy por el contrario, abri-gan la “convicción de que, una vez reconocido el derecho desecesión, las secesiones de hecho se tornarán imposibles, ya quela unidad nacional será producto de la libre voluntad, y no dela violencia y la mentira histórica”. Entonces y sólo entonces,la unidad nacional será “verdaderamente fuerte, fecunda e in-disoluble”.

Lenin, y luego los primeros congresos de la Tercera Inter-nacional tomarán de Bakunin estos conceptos, que losbolcheviques adoptarán como base de su política de nacionali-

Page 92: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 97

dades y de su estrategia anticolonialista, para, finalmente, re-negar de ellos y volcarse hacia la centralización autoritaria yun imperialismo disimulado.

DESCOLONIZACIÓN

Cabe observar que, por consecuencia lógica, el federalismoconduce a sus fundadores a prever proféticamente el problemade la supresión del colonialismo. Al establecer una distinciónentre unidad “conquistadora” y unidad “racional”, Proudhonadvierte que “todo organismo que rebase sus justos límites ytrate de invadir o anexarse otros, pierde en fuerza lo que ganaen superficie, y tiende a su disolución”. Cuanto más amplíe unacomuna [léase nación] su población y su territorio, tanto másse acercará a la tiranía y, finalmente, al derrumbe.

“Que establezca a cierta distancia de ella sucursales o co-lonias y, tarde o temprano, estas colonias o sucursales se trans-formarán en nuevas comunas que sólo quedarán unidas a lametrópoli por un vínculo federativo y hasta pueden llegar adesvincularse totalmente de ella [...].

“Cuando la nueva comuna está en condiciones de bastarse así misma, proclama su independencia por voluntad propia: ¿conqué derecho pretende la metrópoli tratarla como vasallo, comopropiedad explotable en su beneficio?

“Por eso en nuestros días hemos visto a los Estados Unidosindependizarse de Inglaterra, lo mismo que el Canadá, al menosde hecho, ya que no oficialmente. De igual modo, Australia estápor separarse de su madre patria con el consentimiento y la totalaprobación de ésta, y Argelia se constituirá tarde o temprano enla Francia de África, a no ser que, por abominables cálculos,insistamos en sometenerla mediante la fuerza y la miseria”.

También Bakunin dirige su mirada hacia los países subdesa-rrollados. Duda de que la Europa imperialista “pueda mante-ner en la servidumbre a ochocientos millones de asiáticos”. “ElOriente, esos ochocientos millones de hombres adormecidos ysojuzgados que forman las dos terceras partes de la humani-dad, se verá obligado a despertar y a entrar en acción. Pero,¿hacia dónde se encaminará, qué objetivo se fijará?”.

Page 93: Guérin, Daniel - El anarquismo

98 / DANIEL GUÉRIN

Siente “la más profunda simpatía por toda insurrección na-cional contra la opresión”. Insta a los pueblos oprimidos a se-guir el fascinante ejemplo de la sublevación española contraNapoleón, la cual, pese a la formidable desproporción entre losguerrilleros nativos y las tropas imperiales, no pudo ser domi-nada por el invasor y resistió durante cinco años hasta que,finalmente, logró expulsar a los franceses de España.

Todo pueblo “tiene el derecho de ser él mismo y nadie ha deimponerle sus costumbres, sus trajes, su idioma, sus opinionesy sus leyes”. Pero, vuelve a recalcar, no puede haber verdaderofederalismo sin socialismo. Desea que la liberación nacional secumpla “en beneficio, tanto político como económico, de lasmasas populares”, y “no con la ambiciosa intención de fundarun Estado poderoso”. La revolución de liberación nacional que“se haga al margen del pueblo, habrá de apoyarse en la claseprivilegiada para triunfar [...] y por lo tanto irá necesariamentecontra el pueblo”; será, en consecuencia, “un movimiento re-trógrado, funesto y contrarrevolucionario”.

Sería lamentable que las colonias, tras liberarse del yugo ex-tranjero, fuesen a caer bajo un yugo propio, de carácter políti-co y religioso. Para emancipar a estos paises es preciso “des-arraigar de sus masas populares la fe en cualquier forma deautoridad, divina o humana”. Históricamente, la cuestión na-cional pasa a segundo plano frente a la social. Sólo la revoluciónsocial puede salvarnos; una revolución nacional aislada no tie-ne posibilidad de triunfo. La revolución social desemboca ne-cesariamente en una revolución mundial.

Bakunin piensa que, una vez superado el colonialismo, seiniciará la paulatina y creciente federación internacional de lospueblos revolucionarios: “El porvenir pertenece ante todo a launión euroamericana internacional. Luego, mucho más ade-lante, esta gran nación euroamericana se fundirá orgánicamentecon el conglomerado afroasiático”.

Como vemos, el análisis de Bakunin nos proyecta en plenosiglo XX.

Page 94: Guérin, Daniel - El anarquismo

TERCERA PARTE

EL ANARQUISMOEN LA PRÁCTICA REVOLUCIONARIA

Page 95: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 101

I. DE 1880 A 1914

EL ANARQUISMO SE AÍSLA DEL MOVIMIENTO OBRERO

Pasaremos ahora a ver al anarquismo en acción. Entramosasí en el siglo XX. Es indudable que el pensamiento libertario noestuvo totalmente ausente de las revoluciones del siglo XIX, peroen éstas cumplió un papel poco preponderante. Aun antes deque estallara la Revolución de 1848, Proudhon se mostró con-trario a ella. La acusó de tener carácter político, de ser un enga-ñabobos burgués, lo que, por otra parte, fue en buena medida.Sobre todo la consideraba inoportuna e inadecuada por sus ba-rricadas y sus luchas callejeras, medios ya envejecidos; la pana-cea de sus sueños, el colectivismo mutualista, debía imponersemuy de otra manera. En cuanto a la Comuna, si bien rompióespontáneamente con el “centralismo estatista tradicional”, fue,como observó Henri Lefebvre, fruto de una “avenencia”, deuna suerte de “frente común” entre proudhonianos ybakuninistas, por un lado, y jacobinos y blanquistas, por el otro.Constituyó una “audaz negación” del Estado, pero los anar-quistas internacionalistas, según testimonio de Bakunin, sóloconstituyeron una “ínfima minoría”.

No obstante, gracias al impulso que le dio Bakunin, el anar-quismo logró injertarse en un movimiento de masas de natura-leza proletaria, apolítica e internacionalista: la “Primera Inter-nacional”. Mas, hacia 1880, los anarquistas comenzaron a mos-trarse despectivos con “la tímida Internacional de los primerostiempos” y pretendieron sustituirla, como dijo Malatesta en1884, con una “Internacional temible”, que habría sido simul-táneamente comunista, anarquista, antirreligiosa, revoluciona-ria y antiparlamentaria. El espantajo que así quiso agitardiluyóse en la nada: el anarquismo se aisló del movimiento obre-ro y, a consecuencia de ello, se debilitó, se extravió en el secta-rismo y en un activismo minoritario.

¿A qué obedeció este retroceso? Una de las razones fue el

Page 96: Guérin, Daniel - El anarquismo

102 / DANIEL GUÉRIN

acelerado desarrollo industrial y la rápida conquista de los de-rechos políticos, que predispusieron a los trabajadores a acep-tar el reformismo parlamentario. De ahí que el movimiento obre-ro internacional quedara acaparado por la socialdemocracia,política, electoralista y reformista, que no se proponía realizarla revolución social, sino apoderarse legalmente del Estado bur-gués y satisfacer las reivindicaciones inmediatas.

Reducidos a una débil minoría, los anarquistas renunciarona la idea de militar dentro de los grandes movimientos popula-res. Por querer mantener la pureza doctrinaria –de una doctri-na en la cual se daba ahora libre curso a la utopía, combinaciónde prematuros sueños futuristas y nostálgicas evocaciones de laEdad de Oro– Kropotkin, Malatesta y sus amigos volvieron laespalda al camino abierto por Bakunin. Reprocharon a la lite-ratura anarquista –e incluso al propio Bakunin– el estar dema-siado “impregnada de marxismo”. Se encerraron en sí mismosy se organizaron en pequeños grupos clandestinos de accióndirecta, en los que la policía infiltró hábilmente a sus soplones.

El virus quimérico y aventurero se introdujo en el anarquis-mo tras el retiro de Bakunin, ocurrido en 1876 y seguido, apoco, de su muerte. El congreso de Berna lanzó el lema de la“propaganda por el hecho”. Cafiero y Malatesta se encargaronde dar la primera lección. El 5 de abril de 1877, treinta militan-tes armados, dirigidos por ellos, invadieron las montañas de laprovincia italiana de Benevento, quemaron los archivos comu-nales de una aldea, distribuyeron entre los pobres el contenidode la caja del recaudador de impuestos, intentaron aplicar un“comunismo libertario” en miniatura –rural y pueril– y, final-mente, acosados, transidos de frío, se dejaron capturar sin opo-ner resistencia.

Tres años después –el 25 de diciembre de 1880, para ser másexactos–, Kropotkin proclamaba en su periódico Le Révolté: “Larevuelta permanente mediante la palabra, el impreso, el puñal, elfusil, la dinamita [...], todo lo que no sea legalidad es bueno paranosotros”. De la “propaganda por el hecho” a los atentados in-dividuales sólo había un paso que no tardó en darse.

Si la defección de las masas obreras fue uno de los motivosque empujaron a los anarquistas al terrorismo, la “propagandapor el hecho” contribuyó a su vez, en cierta medida, a desper-

Page 97: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 103

tar a los trabajadores aletargados. Fue, como dijo Robert Louzonen un artículo de Révolution Prolétarienne (noviembre de 1937),“cual un campanazo que arrancó al proletariado francés delestado de postración en que lo habían sumido las matanzas dela Comuna [...], preludio de la fundación de la CGT(Confédération Générale du Travail) y del movimiento sindicalde masas de los años 1900 a 1910”. Afirmación un poco opti-mista que rectifica, o completa10, el testimonio de FernandPelloutier, joven anarquista convertido al sindicalismo revolu-cionario: a su juicio, el empleo de la dinamita alejó del caminodel socialismo libertario a los trabajadores pese a que se sen-tían completamente decepcionados del socialismo parlamenta-rio; ninguno se atrevía a llamarse anarquista por temor de quese pensara que prefería la revuelta aislada en perjuicio de laacción colectiva.

La combinación de las bombas y de las utopías kropot-kinianas proporcionó a los socialdemócratas armas que supie-ron usar muy bien contra los anarquistas.

LOS SOCIALDEMÓCRATAS VITUPERAN A LOS ANARQUISTAS

Durante muchos años, el movimiento obrero socialista es-tuvo dividido en dos facciones irreconciliables: la tendenciaanarquista, que caía en la pendiente del terrorismo mientras seperdía en la espera del milenio, y el movimiento político, que seproclamaba fraudulentamente marxista en tanto se hundía enel “cretinismo parlamentario” Como bien recordaría más ade-lante el anarquista y luego sindicalista Pierre Monatte, “en Fran-cia, el espíritu revolucionario iba muriendo [...] año tras año.El revolucionarismo de Guesde [...] era sólo de palabra o, peoraún, electoral y parlamentario; por su parte, el de Jaurès ibamucho más lejos: era lisa y llanamente ministerial y guberna-mental”. En Francia, la separación de anarquistas y socialistasse consumó en el congreso de El Havre de 1880, cuando elnaciente partido obrero se lanzó a la actividad electoral.

10 Robert Louzon señaló al autor de este libro que, desde un punto de vistadialéctico, su opinión y la de Pelloutier no se excluyen en absoluto: elterrorismo tuvo efectos contradictorios sobre el movimiento obrero.

Page 98: Guérin, Daniel - El anarquismo

104 / DANIEL GUÉRIN

Los socialdemócratas de diversos países, reunidos en Parísen 1889, decidieron resucitar la práctica, largo tiempo eclipsa-da, de los congresos socialistas internacionales, con lo cual pre-pararon el camino para la Segunda Internacional. Algunosanarquistas creyeron su deber participar en la asamblea convo-cada, pero su presencia dio motivo a violentos incidentes. Lossocialdemócratas lograron ahogar a sus adversarios con la fuerzadel número y, en el congreso de Bruselas de 1891, se expulsó alos libertarios en medio de manifestaciones de hostilidad haciaellos. No obstante, y pese a ser reformistas, buena parte de losdelegados obreros, ingleses, holandeses e italianos, se retirarona modo de protesta. En el congreso siguiente, celebrado enZurich en 1893, los socialdemócratas propusieron que, en elfuturo, sólo se admitieran, aparte de las organizaciones sindi-cales, a aquellos partidos y agrupaciones socialistas que reco-nocieran la necesidad de la “acción política”, vale decir, de laconquista del poder burgués mediante el voto.

En la reunión de Londres de 1896, algunos anarquistas fran-ceses e italianos eludieron esta estipulación eliminatoria hacién-dose enviar como delegados de sindicatos. Si bien este procedersólo obedeció al deseo de vencer al enemigo por la astucia, sir-vió, como se verá luego, para que los anarquistas retomaran elcamino de la realidad: habían entrado en el movimiento sindi-cal. Pero cuando uno de ellos, Paul Delesalle, intentó subir a latribuna, tuvo que pagarlo con su integridad física, pues fue vio-lentamente arrojado por las escaleras. Jaurès afirmó que loslibertarios habían transformado a los sindicatos en agrupacio-nes revolucionarias y anarquistas, que los habían desorganiza-do tal como quisieron hacerlo con aquel congreso, “para granbeneficio de la reacción burguesa”.

Wilhelm Liebknecht y August Bebel, jefes socialdemócratasalemanes y electoralistas inveterados, fueron quienes más seencarnizaron contra los anarquistas, como ya lo habían hechoen la Primera Internacional. Secundados por la señora deAveling, hija de Karl Marx, que tildó de “locos” a los libertarios,los jefes socialdemócratas manejaron la asamblea a su antojo ylograron que ésta adoptara una resolución por la cual se ex-cluía de los futuros congresos a todos los “antiparlamentarios”,cualquiera que fuese el título con que se presentaran.

Page 99: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 105

Tiempo después, en El Estado y la Revolución, tendiendo alos anarquistas un ramo en el cual se entremezclaban flores yespinas, Lenin les hizo justicia contra los socialdemócratas. Aestos les reprochó el haber “dejado a los anarquistas el mo-nopolio de la crítica del parlamentarismo”, y el haber “califi-cado de anarquista” a dicha crítica. No era de asombrar, pues,que el proletariado de los países parlamentarios, harto de talessocialistas, hubiera volcado cada vez más sus simpatías hacia elanarquismo. Los socialdemócratas tacharon de anarquista todatentativa de destruir el Estado burgués. Los libertarios señala-ron “con exactitud el carácter oportunista de las ideas sobre elEstado que profesan la mayoría de los partidos socialistas”.

Siempre al decir de Lenin, Marx concuerda con Proudhonen un punto: ambos son partidarios de la “destrucción del ac-tual aparato del Estado”. “Esta analogía entre marxismo y anar-quismo, el de Proudhon, el de Bakunin, es algo que los oportu-nistas no quieren ver”. Los socialdemócratas encarnaron conespíritu “no marxista” sus discusiones con los anarquistas. Sucrítica del anarquismo se reduce a esta trivialidad burguesa:“Nosotros aceptamos el Estado; los anarquistas, no”. Pero, conmuy buen fundamento, los libertarios podrían replicarle a lasocialdemocracia que ella no cumple con su deber, que es el deeducar a los obreros para la revolución. Lenin fustiga un pan-fleto antianarquista del socialdemócrata ruso Plejánov, dicien-do que es “muy injusto con los anarquistas”, “sofístico”, y queestá “lleno de razonamientos groseros tendientes a insinuar queno hay ninguna diferencia entre un anarquista y un bandido”.

LOS ANARQUISTAS EN LOS SINDICATOS

Hacia 1890, los anarquistas se encontraban en un callejónsin salida. Aislados del mundo obrero, entonces monopolizadopor los socialdemócratas, se encerraron bajo llave en sus san-tuarios y se parapetaron en torres de marfil para dar vueltas yvueltas sobre una ideología cada vez más irreal, cuando no seentregaban a atentados individuales o aplaudían tales actos,dejándose así arrastrar por el engranaje de la represión y de lasrepresalias.

Page 100: Guérin, Daniel - El anarquismo

106 / DANIEL GUÉRIN

Kropotkin fue uno de los primeros que tuvieron el mérito deentonar su mea culpa, y de reconocer la inutilidad de la “pro-paganda por el hecho”. En una serie de artículos publicados en1890, afirmó “que es preciso estar con el pueblo, quien ya nopide actos aislados sino hombres de acción en sus filas”. Previ-no contra “la ilusión de que puede vencerse a la coalición deexplotadores con unas libras de explosivos”. Preconizó el re-torno a un sindicalismo de masas similar al que engendró ydifundió la Primera Internacional: “Uniones gigantescas queengloben a los millones de proletarios”.

Si querían desligar a las masas obreras de los supuestos so-cialistas que sólo se burlaban de ellas, los anarquistas debíannecesariamente penetrar en los sindicatos. Fernand Pelloutierdelineó la nueva táctica en su artículo “El anarquismo y lossindicatos obreros”, publicado en 1895 por Les TempsNouveaux, semanario anarquista. El anarquismo bien podíaprescindir de la dinamita, y era imperioso que fuera hacia lamasa a fin de cumplir un doble propósito: el de propagar lasideas libertarias en un medio importantísimo y el de arrancar almovimiento sindical del estrecho corporativismo en el que ha-bía estado hundido hasta entonces. El sindicalismo había de seruna “escuela práctica de anarquismo”. Laboratorio de las lu-chas económicas, apartado de las competencias electorales, ad-ministrado anárquicamente, ¿no era el sindicato, revoluciona-rio y libertario a la vez, la única organización que podía equili-brar y destruir la nefasta influencia de los políticos socialdemó-cratas? Pelloutier enlaza los sindicatos obreros con la sociedad“comunista libertaria” que seguía siendo la meta final de losanarquistas. Y así inquiere: el día en que estalle la revolución,“¿no habrá ya una organización lista para suceder a la actual,una organización casi libertaria que suprima de hecho todopoder político y cuyas partes integrantes, dueñas de los instru-mentos de producción, rijan sus asuntos independiente ysoberanamente, con el libre consentimiento de sus miembros?”.

Más adelante, en el congreso anarquista internacional de1907, Pierre Monatte declaraba: “El sindicalismo [...] abre alanarquismo, demasiado tiempo replegado en sí mismo, pers-pectivas y esperanzas nuevas”. Por una parte, “el sindicalismo[...] ha devuelto al anarquismo el espíritu de su origen obrero;

Page 101: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 107

por la otra, los anarquistas han contribuido en buena medida aconducir al movimiento obrero hacia el camino revolucionarioy a popularizar la idea de la acción directa”. En esa mismareunión, y tras acaloradas discusiones, se adaptó una resolu-ción de síntesis que comenzaba con la siguiente declaración deprincipios: “El congreso anarquista internacional considera quelos sindicatos son organizaciones de combate en la lucha declases tendiente al mejoramiento de las condiciones de trabajo,a la vez que uniones de productores que pueden servir paratransformar la sociedad capitalista en otra anarcocomunista”.

Pero mucho les costó a los anarquistas sindicalistas enca-minar al conjunto del movimiento libertario hacia el nuevo sen-dero elegido. Los “puros” del anarquismo abrigaban un incon-tenible recelo contra el movimiento sindical. Les chocaba suexcesivo espíritu práctico y lo acusaban de complacerse en lasociedad capitalista, de ser parte de ella y acantonarse tras lasreivindicaciones inmediatas. Negaban que el sindicalismo pu-diera resolver por sí solo los problemas sociales, según lo pre-tendía. Durante el congreso de 1907, en áspera réplica aMonatte, Malatesta sostuvo que el movimiento obrero era paralos anarquistas un medio, pero no un fin: “El sindicalismo es yserá siempre nada más que un movimiento legalista y conserva-dor, sin otro objetivo alcanzable –¡vaya!– que el mejoramientode las condiciones de trabajo”. Cegado por el deseo de lograrventajas inmediatas, el movimiento sindical desviaba a los tra-bajadores de su verdadera meta: “No es que debamos incitar alos obreros a dejar el trabajo, sino, más bien, a continuarlo porcuenta propia”. Finalmente, Malatesta alertaba contra el espí-ritu conservador de las burocracias gremiales: “Dentro delmovimiento obrero, el funcionario es un peligro sólo compara-ble al del parlamentarismo. El anarquista que acepta ser fun-cionario permanente y asalariado de un sindicato está perdidopara el anarquismo”.

Monatte replicó que, al igual que toda obra humana, el mo-vimiento sindical no estaba, por cierto, libre de imperfecciones:“Creo que, en lugar de ocultarlas, es útil tenerlas siempre pre-sentes a fin de poder contrarrestarlas”. Reconocía que la buro-cracia sindical daba motivo a vivas críticas, a menudo justifica-das. Pero rechazaba la acusación de que se deseaba sacrificar al

Page 102: Guérin, Daniel - El anarquismo

108 / DANIEL GUÉRIN

anarquismo y la revolución en bien del sindicalismo. “Comopara todos los que estamos aquí, la anarquía es nuestro objeti-vo final. Mas los tiempos han cambiado, y por eso, sólo poreso, nos hemos visto obligados a modificar nuestro modo deencarar el movimiento y la revolución [...]. Si, en lugar de criti-car desde arriba los vicios pasados, presentes y hasta futurosdel sindicalismo, los anarquistas participaran más íntimamenteen la actividad sindical, los peligros que aquél puede provocarquedarían conjurados por siempre jamás.”

Por lo demás, la ira de los intransigentes del anarquismo nocarecía totalmente de fundamento. Pero el tipo de sindicatosque desaprobaban pertenecía a una época ya superada: se tra-taba de aquellos sindicatos, en un principio simple y llanamentecorporativos y luego llevados a remolque por los políticos so-cialistas que proliferaron en Francia durante los años siguien-tes a la represión de la Comuna. Por otra parte, los anarquistas“puros” juzgaban que el sindicalismo de lucha de clases, rege-nerado por la penetración de los anarcosindicalistas, presenta-ba un inconveniente en el sentido contrario: pretendía producirsu ideología propia, “bastarse a sí mismo”. Émile Pouget, suportavoz más mordaz, afirmó: “La supremacía del sindicatosobre los otros modos de cohesión de los individuos débese alhecho de que él cumple, frontal y paralelamente, la tarea deconquistar mejoras parciales y la de concretar –misión más de-cisiva– la transformación social. Y justamente porque respon-de a esta doble tendencia [...] sin sacrificar el presente en arasdel porvenir, o viceversa, el sindicato se presenta como la for-ma de agrupamiento por excelencia”.

Los esfuerzos del nuevo sindicalismo por afianzar y preservarsu “independencia”, proclamada en una célebre Carta que sefirmó durante el congreso de la CGT celebrado en Amiens en1906, no estaban dirigidos principalmente contra losanarquistas: antes bien, respondían al deseo de librarse de latutela de la democracia burguesa y su apéndice en el movimientoobrero, la socialdemacracia. Además, se buscaba conservar lacohesión del movimiento sindical, evitar una proliferación desectas políticas rivales como la que se produjo en Francia antesde la “unidad socialista”. De la obra de Proudhon titulada Ca-pacidad política de la clase obrera, que tenían como biblia los

Page 103: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 109

sindicalistas revolucionarios, tomaron éstos especialmente laidea de “separación”: constituido como clase aparte y bien de-limitada, el proletariado debía rechazar todo aporte de la claseenemiga.

Pero ciertos anarquistas se ofuscaron al ver que el sindicalismoobrero pretendía prescindir de su tutela. Doctrina radicalmentefalsa, exclamó Malatesta, doctrina que amenazaba la existen-cia misma del anarquismo. Y el segundón Jean Grave se hizoeco así: “El sindicalismo puede, y debe, bastarse a sí mismo ensu lucha contra la explotación patronal, pero de ningún modoha de aspirar a resolver por sí solo el problema social”. “Tanpoco se basta a sí mismo que la definición de lo que es, de loque debe ser y hacer, tuvo que venirle de afuera.”

A despecho de estas recriminaciones, y gracias al fermentorevolucionario depositado en él por los anarquistas converti-dos al sindicalismo, en los años precedentes a la Primera Gue-rra Mundial el movimiento sindical llegó a constituirse en Fran-cia y los demás países latinos en una potencia que debían tenermuy en cuenta, no sólo la burguesía y el gobierno, sino tambiénlos políticos socialdemócratas, que desde entonces perdieronmucho terreno en el dominio del movimiento obrero. El filóso-fo Georges Sorel consideraba que la entrada de los anarquistasen los sindicatos fue uno de los grandes acontecimientos de suépoca. Sí, la doctrina anarquista se había diluido en el movi-miento de masas, pero en él se reencontró consigo misma, bajoformas nuevas, y renovó sus fuerzas.

La fusión de la idea anarquista con la sindicalista dejó en elmovimiento libertario profundas huellas. Hasta 1914, la CGTfrancesa fue el producto, bastante efímero, de dicha síntesis.Pero el fruto más acabado y duradero debía ser la CNT espa-ñola (Confederación Nacional del Trabajo), fundada en 1910al producirse la disgregación del partido radical del políticoAlejandro Leroux. Diego Abad de Santillán, uno de los porta-voces del anarcosindicalismo español, no dejará de rendir ho-menaje a Fernand Pelloutier, Émile Pouget y otros anarquistasque comprendieron la necesidad de hacer fructificar sus ideasante todo en las organizaciones económicas del proletariado.

Page 104: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 111

II. EL ANARQUISMOEN LA REVOLUCIÓN RUSA

La Revolución Rusa dio nuevo impulso al anarquismo, yaremozado en el sindicalismo revolucionario. Esta afirmaciónpuede sorprender al lector, habituado a considerar la gran mu-tación revolucionaria de octubre de 1917 como obra y pa-trimonio exclusivo de los bolcheviques. En rigor de verdad, laRevolución Rusa fue un vasto movimiento de masas, una olade fondo popular que rebasó y arrasó a los grupos ideológicos.No perteneció a nadie en particular; sólo al pueblo. En la me-dida en que constituyó una auténtica revolución, impulsadadesde abajo hacia arriba, capaz de producir espontáneamenteórganos de democracia directa, presentó todas las característi-cas de una revolución social de tendencias libertarias. No obs-tante, la debilidad relativa de los anarquistas rusos les impidióexplotar una situación excepcionalmente favorable para lograrel triunfo de sus ideas.

La Revolución fue finalmente confiscada y desnaturalizadapor la maestría, dirán unos, por la astucia, dirán otros, del equipode revolucionarios profesionales agrupados en torno de Lenin.Pero esta doble derrota del anarquismo y de la auténtica revo-lución popular no resultó del todo estéril para la idea libertaria.En primer término, no se renegó de la apropiación colectiva delos medios de producción, con lo que se preservó el terrenodonde algún día, quizás, el socialismo desde la base se impon-drá sobre la regimentación estatal. En segundo lugar, la expe-riencia soviética significó una importante lección para algunosanarquistas de Rusia y otros países, a quienes este fracasotemporario enseñó muchas cosas –de las cuales el propio Leninpareció tomar conciencia en vísperas de su muerte–, y obligó areconsiderar los problemas de conjunto de la revolución y delanarquismo. En suma, les mostró, si era necesario, cómo nodebe hacerse una revolución, para usar la expresión deKropotkin, repetida por Volin. Lejos de probar que el socialis-mo libertario es impracticable, la experiencia soviética confir-

Page 105: Guérin, Daniel - El anarquismo

112 / DANIEL GUÉRIN

mó, en buena medida, la exactitud profética de las ideas expre-sadas por los fundadores del anarquismo y, especialmente, desu crítica del socialismo “autoritario”.

UNA REVOLUCIÓN LIBERTARIA

La revolución de 1905 fue el punto de partida de la de 1917.En ella surgieron órganos revolucionarios de nuevo cuño: lossoviets, nacidos en las fábricas de San Petersburgo, durante unahuelga general espontánea. Los soviets se encargaron de coor-dinar la lucha de los establecimientos en huelga, y llenaron asíun lamentable vacío, por cuanto el país carecía casi por com-pleto de movimiento sindical y de tradición sindicalista. El anar-quista Volin se contaba entre los hombres del pequeño grupoestrechamente ligado con los obreros que, por sugerencia deéstos, tuvo la idea de crear el primer soviet. El testimonio deTrotski, que meses después debía llegar a la presidencia del So-viet, confirma el de Volin. Sin intención peyorativa, más bienpodría decirse lo contrario, escribe Trotski en sus comentariossobre la revolución de 1905: “La actividad del soviet significala organización de la anarquía. Su existencia y desarrollo ulte-riores marcaron una consolidación de la anarquía”.

Esta experiencia se grabó indeleblemente en la concienciaobrera, y cuando estalló la Revolución de febrero de 1917, losdirigentes revolucionarios no tuvieron nada que inventar. Lostrabajadores se apoderaron espontáneamente de las fábricas.Los soviets resurgieron naturalmente; una vez más, tomaronpor sorpresa a los profesionales de la Revolución. Según reco-noció el mismo Lenin, las masas obreras y campesinas eran “cienveces más izquierdistas” que los bolcheviques. Los soviets go-zaban de tal prestigio que la insurrección de octubre sólo pudodesencadenarse a su llamado y en su nombre.

Pese a su impulso carecían de homogeneidad, de experienciarevolucionaria y de preparación ideológica. Por ello fueron fá-cil presa de partidos políticos con ideas revolucionarias vaci-lantes. Pese a ser una organización minoritaria, el partido bol-chevique era la única fuerza revolucionaria que estaba verda-deramente organizada y perseguía objetivos definidos. Ni en el

Page 106: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 113

plano político ni en el sindical tenía casi rivales dentro del cam-po de la extrema izquierda y disponía de elementos dirigentesde primer orden. Desplegaba “una actividad frenética, febril,impresionante”, como admitió Volin.

Con todo, el aparato del partido –donde Stalin desempeñaba,a la sazón, un papel secundario– siempre miró con cierta des-confianza la molesta competencia de los soviets. Inmediatamentedespués de la toma del poder, la irresistible tendencia espontá-nea a la socialización de la producción se canalizó mediante elcontrol obrero. El decreto del 14 de noviembre de 1917 legali-zó la intervención de los trabajadores en la dirección de lasempresas y en el cálculo del costo, abolió el secreto comercial yobligó a los patronos a mostrar su correspondencia y sus cuen-tas.

“Los jefes de la revolución no tenían intención de ir másallá”, informa Victor Serge. En abril de 1918, “seguían consi-derando la posibilidad [...] de formar sociedades mixtas poracciones, en las cuales participarían capitales rusos y extran-jeros, amén del Estado soviético”. “Las medidas de expropia-ción se tomaron por iniciativa de las masas y no del poder go-bernante”.

El 20 de octubre de 1917, en el primer congreso de consejosde fábrica, se presentó una moción de inspiración anarquistaen la cual se reclamaba: “El control de la producción y las co-misiones de control no deben ser simples comités de verifica-ción, sino [...] las células generadoras del mundo futuro, desti-nadas a preparar desde ahora el paso de la producción a manosde los obreros”. A. Pankrátova señala: “Cuanto más viva era laresistencia opuesta por los capitalistas a la aplicación del decre-to sobre el control obrero, y cuanto más empecinada su negati-va a permitir la injerencia de los trabajadores en la producción,tanto más fácil y favorablemente se afirmaban estas tendenciasanarquistas después de la Revolución de Octubre”.

Pronto se comprobó, en efecto, que el control obrero erauna medida tibia, inoperante y deficiente. Los empleadores sa-boteaban, ocultaban las existencias, sustraían herramientas, pro-vocaban a los obreros y hacían lock-out; a veces se servían delos comités de fábrica como de simples agentes o auxiliares dela dirección, y hasta hubo quienes trataron de hacer nacionalizar

Page 107: Guérin, Daniel - El anarquismo

114 / DANIEL GUÉRIN

sus establecimientos por creerlo provechoso. Como respuesta aestas sucias maniobras, los obreros se apoderaban de las fábri-cas y las ponían nuevamente en marcha por su cuenta.

“No eliminaremos a los industriales por iniciativa propia” –expresaban los obreros en sus mociones–, “pero nos haremoscargo de la producción si no quieren asegurar el funcionamientode las fábricas”. Pankrátova agrega que, en este primer períodode socialización “caótica” y “primitiva”, los consejos de fábri-ca “frecuentemente tomaban la dirección de los establecimien-tos cuyos propietarios habían sido eliminados o habían preferi-do huir”.

Muy pronto, el control obrero deberá dar paso a la sociali-zación. Lenin tuvo que obligar prácticamente a sus timoratoslugartenientes a arrojarse en el “crisol de la creación popularviva” y a usar un lenguaje auténticamente libertario. La auto-gestión obrera debía ser la base de la reconstrucción revolucio-naria. Sólo ella podía despertar en las masas un entusiasmorevolucionario capaz de hacer posible lo imposible. Cuando elúltimo peón, el más insignificante desocupado, la humilde co-cinera vean las fábricas, la tierra y la administración confiadasa las asociaciones de obreros, empleados, funcionarios y cam-pesinos, puestas en manos de comités democráticos de abas-tecimiento, etc., creados espontáneamente por el pueblo, “cuan-do los pobres vean y sientan esto, ninguna fuerza podrá vencera la revolución social”. El porvenir pertenecía a una repúblicadel tipo de la Comuna de 1871, a una república de soviets.

“Con objeto de impresionar a las masas, de ganarse su con-fianza y sus simpatías, el partido bolchevique comenzó a lanzar[...] lemas que, hasta entonces, habían sido característicos [...]del anarquismo”, relata Volin. Lemas tales como todo el podera los soviets, eran intuitivamente tomados por las masas en unsentido libertario. Así, testimonia Arshinov: “Los trabajadoresinterpretaban que la implantación de un poder soviético signi-ficaría la libertad de disponer de su propio destino social y eco-nómico”. En el tercer congreso de los soviets (realizado a prin-cipios de 1918), Lenin proclamó: “Las ideas anarquistas ad-quieren ahora formas vivas”. Poco después, en el séptimo con-greso del Partido (6 a 8 de marzo), hizo adoptar tesis que trata-ban, entre otras cosas, de la socialización de la producción diri-

Page 108: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 115

gida por los organismos obreros (sindicatos, comités de fábri-ca, etc.), de la eliminación de los funcionarios profesionales, lapolicía y el ejército, de la igualdad de salarios y sueldos, de laparticipación de todos los miembros de los soviets en la direc-ción y administración del Estado, de la supresión progresiva ytotal de dicho Estado y del signo monetario. En el congreso desindicatos (primavera de 1918), Lenin describió las fábricascomo “comunas autogobernadas de productores y consumido-res”. El anarcosindicalista Maximov llegó a sostener: “Losbolcheviques no sólo abandonaron la teoría del debilitamientogradual del Estado, sino también la ideología marxista en suconjunto. Se habían transformado en una suerte de anarquistas”.

UNA REVOLUCIÓN “AUTORITARIA”

Pero este audaz cambio, tendiente a ubicarse en la línea delinstinto y la disposición revolucionaria de las masas, si bienlogró poner a los bolcheviques a la cabeza de la Revolución, nocorrespondía a su ideología tradicional ni a sus verdaderas in-tenciones. Desde siempre fueron “autoritarios”, entusiastas delas ideas de Estado, dictadura, centralización, partido dirigentey dirección de la economía desde arriba, todas ellas en flagran-te contradicción con una concepción verdaderamente libertariade la democracia soviética.

El Estado y la Revolución, obra escrita en vísperas de lainsurrección de octubre, es un espejo en el que se refleja laambivalencia del pensamiento de Lenin. Algunas de sus páginasbien podrían haber sido firmadas por un libertario y, como yahemos visto, en ellas se rinde homenaje a los anarquistas, par-cialmente al menos. Pero este llamado a la revolución desdeabajo encierra un alegato en favor de la revolución desde arri-ba. Las ideas de Estado, centralización y jerarquía no están in-sinuadas de modo más o menos disimulado; por el contrario,aparecen franca y directamente: el Estado sobrevivirá a la con-quista del poder por el proletariado y se extinguirá sólo des-pués de transcurrido un período transitorio. ¿Cuánto duraráeste purgatorio? Lenin no nos oculta la verdad; nos la dice sinpena, antes bien con alivio: el proceso será “lento”, de “larga

Page 109: Guérin, Daniel - El anarquismo

116 / DANIEL GUÉRIN

duración”. Bajo la apariencia del poder de los soviets, la revo-lución engendrará en realidad el “Estado proletario” o la “dic-tadura del proletariado”, “el Estado burgués sin burguesía”,como admite, casi sin quererlo, el propio autor cuando con-siente en ir al fondo de su pensamiento. Tal Estado omnívorotiene por cierto la intención de absorberlo todo.

Lenin sigue la escuela de su contemporáneo, el capitalismode Estado alemán, de la Kriegswirtschaft (economía de gue-rra). También toma como modelo los métodos capitalistas deorganización de la gran industria moderna, con su “disciplinade hierro”. Un monopolio estatal como el Correo le hace excla-mar, maravillado: “¡Qué mecanismo admirablemente perfec-cionado! Toda la vida económica organizada como el Correo,[...] eso es el Estado, ésa es la base económica que necesita-mos”. El querer prescindir de la “autoridad” y la “su-bordinación”, no es más que “un sueño anarquista”, afirmacategóricamente. Poco antes, le entusiasmaba la idea de con-fiar la producción y el intercambio a las asociaciones obreras, ala autogestión. Pero había un error en el orden de las cosas. Nooculta su receta mágica: todos los ciudadanos han de convertir-se en “empleados y obreros de un solo trust universal: el Esta-do”, la sociedad entera será “una inmensa oficina y una granfábrica”. Existirán los soviets, a no dudarlo, pero bajo la égidadel partido obrero, de un partido que tiene la misión históricade “dirigir” al proletariado.

Los anarquistas rusos más lúcidos no se dejaron engañar. Enel apogeo del período libertario de Lenin, conjuraban ya a lostrabajadores a ponerse en guardia. En su periódico Golos Trudá(La Voz del Trabajo), podían leerse, hacia fines de 1917 y prin-cipios de 1918, estas proféticas advertencias de Volin: “Unavez que hayan consolidado y legalizado su poder, losbolcheviques –que son socialistas, políticos y estatistas, es de-cir, hombres de acción centralistas y autoritarios– comenzarána disponer de la vida del país y del pueblo con medios guberna-tivos y dictatoriales impuestos desde el centro [...]. Vuestrossoviets [...] se convertirán paulatinamente en simples instru-mentos ejecutivos de la voluntad del gobierno central [...]. Asis-tiremos a la erección de un aparato autoritario, político y esta-tal que actuará desde arriba y comenzará a aplastarlo todo con

Page 110: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 117

su mano de hierro [...]. ¡Ay de quien no esté de acuerdo con elpoder central!”. “Todo el poder a los soviets pasará a ser, dehecho, la autoridad de los jefes del partido”.

La tendencia cada vez más anarquizante de las masas obligóa Lenin a apartarse por un tiempo del viejo camino, dice Volin.Sólo dejaba subsistir al Estado, la autoridad y la dictadura poruna hora, por un minuto, para dar paso, acto seguido, al “anar-quismo”. “Pero, por todos los diablos, ¿no os imagináis [...]qué dirá el ciudadano Lenin cuando se consolide el poder ac-tual y sea posible hacer oídos sordos a la voz de las masas?”Naturalmente, volverá a los senderos trillados. Creará un “Es-tado marxista” del tipo más perfeccionado.

Como se comprende, sería aventurado sostener que Lenin ysu equipo tendieron conscientemente una trampa a las masas.En ellos existía más dualismo doctrinario que duplicidad. Entrelos dos polos de su pensamiento había una contradicción tanevidente, tan flagrante, que era de prever que pronto los hechosobligarían a una definición. Una de dos: o bien la presión anar-quizante de las masas compelía a los bolcheviques a olvidar susinclinaciones autoritarias o, por el contrario, la consolidaciónde su poder, reforzada por el sofocamiento o debilitamiento dela revolución popular, los llevaba a relegar sus veleidadesanarquizantes al desván de los trastos viejos.

El problema se complicó al añadirse un elemento nuevo yperturbador: la situación derivada de la terrible guerra civil, laintervención extranjera, la desorganización de los transportes yla escasez de técnicos. Estas circunstancias empujaron a los di-rigentes soviéticos a tomar medidas de excepción, a recurrir ala dictadura, la centralización y un régimen de “mano de hie-rro”. Los anarquistas negaron, empero, que todas estas dificul-tades tuvieran únicamente causas “objetivas” y externas a laRevolución. Opinaban que, en parte, se debían a la lógica in-terna de los conceptos autoritarios del bolcheviquismo, a la im-potencia de un poder burocratizado y centralizado en exceso.Según Volin, la incompetencia del Estado y su pretensión dedirigir y controlar todo fueron dos de los factores que lo inca-pacitaron para reorganizar la vida económica del país y lo con-dujeron a un verdadero “desastre”, marcado por la paraliza-ción de la actividad industrial, la ruina de la agricultura y la

Page 111: Guérin, Daniel - El anarquismo

118 / DANIEL GUÉRIN

destrucción de todo vínculo entre las distintas ramas de la eco-nomía.

Volin relata el caso de la antigua refinería de petróleo Nobel,de Petrogrado. Al ser abandonada por sus propietarios, los cua-tro mil obreros empleados en el establecimiento decidieron ha-cerlo trabajar colectivamente. Guiados por este propósito, sedirigieron al gobierno bolchevique sin encontrar eco. Entoncesintentaron poner la empresa en marcha con sus propios me-dios. Se dividieron en grupos móviles que se ocuparon afanosa-mente de buscar combustibles, materias primas, mercados ytransporte. Para solucionar este último problema, habían yainiciado negociaciones con sus camaradas ferroviarios. El go-bierno se irritó. Por ser responsable ante el país entero, no po-día admitir que cada fábrica actuara a su gusto y manera. Obs-tinado, el consejo obrero convocó una asamblea general de tra-bajadores. El comisario de trabajo en persona se tomó la mo-lestia de advertir a los obreros que no osaran realizar “un actode grave indisciplina”. Fustigó su actitud “anarquista y egoís-ta” y los amenazó con el despido sin indemnización. Los traba-jadores replicaron que no solicitaban ningún privilegio: el go-bierno no tenía más que dejar a los obreros y campesinos ac-tuar del mismo modo en todo el país. Todo fue en vano. Elgobierno se mantuvo en su posición y la refinería fue clausurada.

La dirigente comunista Alexandra Kolontái corrobora lo ex-puesto por Volin. En 1921, señaló con pesar que innumerablesiniciativas obreras habían naufragado en el mar de legajos y deestériles palabras administrativas: "¡Qué amargura para losobreros! [...], darse cuenta de cuánto habrían podido hacer si seles hubiera dado el derecho y la posibilidad de actuar [...]. Lainiciativa perdió impulso; el deseo de actuar murió”.

En realidad, el poder de los soviets duró apenas unos meses,desde octubre de 1917 hasta la primavera de 1918. Muy pron-to, los consejos de fábrica fueron despojados de sus atribucionesso pretexto de que la autogestión no tenía en cuenta las necesi-dades “racionales” de la economía y fomentaba el egoísmo delas empresas, empeñadas en hacerse competencia, disputarselos magros recursos y sobrevivir a toda costa, aunque hubieraotras fábricas más importantes “para el Estado” y mejor equi-padas. En resumen, y para usar las palabras de A. Pankrátova,

Page 112: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 119

se iba a una fragmentación de la economía en “federacionesautónomas de productores, del tipo soñado por los anarquistas”.Es innegable que la naciente autogestión obrera merecía ciertosreparos. Penosamente, casi a tientas, había tratado de crearnuevas formas de producción sin precedentes en la historia hu-mana. Se había equivocado, había tomado por caminos falsos,es cierto, pero éste era el tributo del aprendizaje. Como afirmóKolontái, el comunismo no podía “nacer sino de un proceso debúsquedas y pruebas prácticas, cometiendo errores quizá, perobasándose en las fuerzas creadoras de la propia clase obrera”.

Los dirigentes del partido no compartían esta opinión. Porel contrario, se sentían muy felices de arrebatar a los comités defábrica los poderes que, en su fuero interno, se habían resigna-do –sólo resignado– a entregarles. A partir de 1918, Lenin in-clinó sus preferencias hacia la primacía de la “voluntad de unosolo” en la dirección de las empresas. Los trabajadores debíanobedecer “incondicionalmente” a la voluntad única de los diri-gentes del desarrollo laboral. Todos los jefes bolcheviques, nosdice Kolontái, “desconfiaban de la capacidad creadora de lascolectividades obreras”. Para colmo, la administración habíasido invadida por innumerables elementos pequeño-burgueses,restos del antiguo capitalismo ruso, que se habían adaptadocon harta celeridad a las instituciones soviéticas, habían obte-nido puestos de responsabilidad en los diversos comisariatos yconsideraban que la gestión económica debía estar en sus ma-nos y no en las de las organizaciones obreras.

Se asistía a la creciente injerencia de la burocracia estatal enla economía. Desde el 5 de diciembre de 1917 la industria fuepresidida por el Consejo Económico Superior, encargado decoordinar autoritariamente la actividad de todos los organis-mos de producción. El congreso de los Consejos Económicos(26 de mayo - 4 de junio de 1918) decidió que se formarandirectorios de empresa según el siguiente esquema: las dos ter-ceras partes de sus integrantes serían nombrados por los conse-jos regionales o el Consejo Económico Superior, mientras queel tercio restante sería elegido por los obreros de cada estableci-miento. El decreto del 28 de mayo de 1918 extendió la colecti-vización a la industria en su conjunto, pero, de un mismo plu-mazo, transformó en nacionalizaciones las socializaciones es-

Page 113: Guérin, Daniel - El anarquismo

120 / DANIEL GUÉRIN

pontáneas de los primeros meses de la Revolución. Correspon-día al Consejo Económico Superior la tarea de organizar la ad-ministración de las empresas nacionalizadas. Los directores yel plantel técnico continuaban en funciones, pero a sueldo delEstado. Durante el segundo congreso del Consejo EconómicoSuperior, reunido a fines de 1918, el miembro informante rega-ñó con acritud a los consejos de fábrica por ser éstos los que,prácticamente, dirigían las empresas en lugar del consejo admi-nistrativo.

Seguían haciéndose votaciones para elegir a los integrantesde los comités de fábrica, mas sólo por formulismo, pues unmiembro de la célula comunista procedía primero a leer unalista de candidatos, preparada de antemano, y luego se votabalevantando la mano, todo ello en presencia de los “guardiascomunistas” armados del establecimiento. Quien se declarabacontra los candidatos propuestos, pronto sufría sanciones eco-nómicas (reducción de salario, etc.). Como bien dijo Arshinov,ya no había más que un amo omnipotente: el Estado. La rela-ción entre los obreros y este nuevo patrón era idéntica a la quehabía existido entre el trabajo y el capital. Se restauró elsalariado, con la única diferencia de que ahora el trabajadorcumplía un deber para con el Estado.

Los soviets fueron relegados a una función puramente no-minal. Se los convirtió en instituciones del poder gubernamental.“Debéis ser las células estatales de la base”, declaró Lenin el 27de junio de 1918, en el congreso de los consejos de fábrica.Según las palabras de Volin, quedaron reducidos a “cuerpospuramente administrativos y ejecutivos, encargados de peque-ñas tareas locales sin importancia y totalmente sometidos a lasdirectivas de las autoridades centrales: el gobierno y los órga-nos dirigentes del Partido”. No gozaban siquiera de “una som-bra de poder”. Durante el tercer congreso de los sindicatos (abrilde 1920), Losovski, miembro informante, reconoció: “Hemosrenunciado a los viejos métodos de control obrero, de los cua-les sólo hemos conservado el principio estatal”. A partir de en-tonces, ese “control” fue ejercido por un organismo del Estado:la Inspección Obrera y Campesina.

En los primeros tiempos, las federaciones de la industria, deestructura centralista, sirvieron a los bolcheviques para apri-

Page 114: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 121

sionar y subordinar a los consejos de fábrica, federalistas ylibertarios por naturaleza. El 10 de abril de 1918 se consumó lafusión de los dos tipos de organización, siempre bajo el ojovigilante del Partido. El gremio de los metalúrgicos dePetrogrado prohibió a los consejos de fábrica “tomar iniciati-vas desorganizadoras” y reprobó su “peligrosísima” tendenciaa poner en manos de los trabajadores tal o cual empresa. Segundecía, ello significaba imitar de la peor manera a las cooperati-vas de producción, que “habían demostrado su inoperancia ha-cia ya largo tiempo y estaban destinadas a transformarse enempresas capitalistas”. “Todo establecimiento abandonado osaboteado por un industrial y cuya producción fuera necesariapara la economía nacional, debía pasar a depender del Esta-do”. Era "inadmisible’’ que los obreros tomaran empresas a sucargo sin contar con la aprobación del aparato sindical.

Tras esta operación preparatoria se domesticó, depuró y des-pojó de toda autonomía a los sindicatos obreros; sus congresosfueron diferidos, sus miembros, detenidos, y sus organizaciones,disueltas o fusionadas en unidades más grandes. Al término deeste proceso, se había eliminado hasta el menor rastro de orien-tación anarcosindicalista, y el movimiento gremial quedó es-trechamente subordinado al Estado y al partido único.

Igual suerte corrieron las cooperativas de consumo. Al prin-cipio surgieron por doquier, se multiplicaron y confederaron.Pero cometieron el error de escapar al control del Partido y dedejar que algunos socialdemócratas (mencheviques) se infiltra-ran en ellas. Los bolcheviques comenzaron por privar a las tien-das locales de sus medios de abastecimiento y transporte, sopretexto de que su actividad equivalía a un “comercio priva-do” o de que se dedicaban a la “especulación”; en algunos ca-sos, ni siquiera daban razones para justificar este proceder. Luegotodas las cooperativas libres fueron clausuradas simultáneamen-te, y en su lugar se instalaron burocráticas cooperativas estata-les. Por el decreto del 20 de marzo de 1919, las cooperativas deconsumo pasaban al comisariato de abastecimiento y las coo-perativas de producción industrial se integraban en el ConsejoEconómico Superior. Muchos fueron los miembros de las coo-perativas que terminaron en prisión.

La clase obrera no supo reaccionar con suficiente rapidez y

Page 115: Guérin, Daniel - El anarquismo

122 / DANIEL GUÉRIN

energía. Estaba dispersa, aislada en un inmenso país atrasado yde economía primordialmente rural, agotada por las privacionesy las luchas revolucionarias y, peor aún, desmoralizada. Habíaperdido sus mejores elementos, que la dejaron para ir a comba-tir en la guerra civil o fueron absorbidos por la maquinaria delPartido o del gobierno. Pese a todo, hubo muchos trabajadoresque se percataron de que sus conquistas revolucionarias les ha-bían sido arrebatadas, de que se los había privado de sus dere-chos y puesto bajo tutela, que se sintieron humillados por laarrogancia o la arbitrariedad de los nuevos amos y tuvieronconciencia de cuál era la verdadera naturaleza del supuesto “Es-tado proletario”. Fue así como, durante el verano de 1918, obre-ros descontentos de las fábricas de Moscú y Petrogrado realiza-ron elecciones entre ellos a fin de formar auténticos “consejosde delegados” para oponerlos a los soviets de empresa, ya de-nominados por el poder central. Según atestigua Kolontái, elobrero sentía, veía y comprendía que se le hacía a un lado. Lebastaba comprobar cómo vivían los funcionarios soviéticos ycómo vivía él, pilar sobre el cual descansaba, al menos en teo-ría, la “dictadura del proletariado”.

Pero cuando los trabajadores llegaron a ver claro, era yademasiado tarde. El poder había tenido tiempo de organizarsesólidamente y disponía de fuerzas de represión capaces de do-blegar cualquier intento de acción autónoma de las masas. Volinafirma que, durante tres años, la vanguardia obrera libró unalucha dura y desigual, prácticamente ignorada fuera de Rusia,contra un aparato estatal que se obstinaba en negar que entreél y las masas se había abierto un abismo. Durante el lapso de1919 a 1921 se multiplicaron las huelgas en los grandes centrosurbanos, sobre todo en Petrogrado, y hasta en Moscú. Fueron,como veremos luego, duramente reprimidas.

Dentro del propio partido dirigente surgió una “OposiciónObrera” que reclamaba el retorno a la democracia soviética y ala autogestión. Durante el décimo congreso del Partido, reali-zado en marzo de 1921, Alexandra Kolontái, uno de sus voce-ros, distribuyó un folleto en el que se pedía libertad de iniciati-va y de organización para los sindicatos, así como la elección,por un “congreso de productores”, de un órgano central deadministración de la economía nacional. Este opúsculo fue con-

Page 116: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 123

fiscado y prohibido. Lenin logró que los congresistas aproba-ran casi por unanimidad una resolución en la cual se declarabaque las tesis de la Oposición Obrera eran “desviacionespequeño-burguesas y anarquistas”: a sus ojos, el “sindicalis-mo”, el “semianarquismo” de los opositores constituía un “pe-ligro directo” para el monopolio del poder ejercido por el Par-tido en nombre del proletariado.

Esta lucha continuó en el seno del grupo directivo de la cen-tral sindical. Por haber apoyado la independencia de los sindi-catos respecto del partido, Tomski y Riazánov fueron excluidosdel Presidium y enviados al exilio. Igual suerte sufrieronShliápnikov, principal dirigente de la Oposición Obrera, y G. I.Miásnikov, cabeza de otro grupo opositor. Este último, auténti-co obrero que en 1917 ajustició al Gran Duque Miguel, quehabía actuado en el Partido durante quince años y que, antes dela Revolución, había cumplido siete años de cárcel y setenta ycinco días de huelga de hambre, se atrevió a imprimir, en no-viembre de 1921, un folleto en el cual aseveraba que los traba-jadores habían perdido confianza en los comunistas porque elPartido ya no hablaba el mismo idioma que la clase obrera yahora dirigía contra ella los mismos medios de represión que seemplearon contra los burgueses entre 1918 y 1920.

EL PAPEL DE LOS ANARQUISTAS

¿Qué papel desempeñaron los anarquistas rusos en aquel dra-ma, en el cual una revolución de tipo libertario fue transmutadaen su opuesto? Rusia no tenía casi tradición libertaria. Bakuniny Kropotkin se convirtieron al anarquismo en el extranjero; niuno ni otro militaron jamás como anarquistas dentro de Rusia.En lo que atañe a sus obras, por lo menos antes de la Revolu-ción de 1917, se publicaron fuera de su país natal y, muchasveces, en lengua extranjera. Sólo algunos extractos llegaron aRusia, y ello clandestinamente, con grandes dificultades y encantidades muy limitadas. La educación social, socialista y re-volucionaria de los rusos, no tenía absolutamente nada de anar-quista. Muy por el contrario, asegura Volin, “la juventud rusaavanzada leía una literatura que, invariablemente, presentaba

Page 117: Guérin, Daniel - El anarquismo

124 / DANIEL GUÉRIN

al socialismo desde una perspectiva estatista”. Las mentes esta-ban impregnadas de la idea de gobierno: la socialdemocraciaalemana había contaminado a todos.

Los anarquistas eran apenas “un puñado de hombres sin in-fluencia”. Sumaban, cuando más, algunos miles. Siempre al decirde Volin, su movimiento era “todavía demasiado débil paratener influencia inmediata y concreta sobre los acontecimientos”.Por lo demás, la mayoría de ellos, intelectuales de tendenciasindividualistas, prácticamente no habían participado en el mo-vimiento obrero. Nestor Majno fue, junto con Volin, una de lasexcepciones a esta regla; actuó en su Ucrania natal en el cora-zón de las masas y, en sus memorias, declara con gran severi-dad que el anarquismo ruso “se encontraba a la zaga de losacontecimientos y, a veces, hasta completamente fuera de ellos”.

No obstante, este juicio parece algo injusto. Entre la Re-volución de febrero y la de octubre, los anarquistas cumplieronun papel nada desdeñable. Así lo reconoce Trotski repetidamenteen el curso de su Historia de la Revolución Rusa. “Osados” y“activos” pese a su escaso número, fueron adversarios por prin-cipio de la Asamblea Constituyente, en un momento en que losbolcheviques no eran todavía antiparlamentarios. Mucho an-tes que el partido de Lenin, inscribieron en su bandera el lemade todo el poder a los soviets. Ellos dieron impulso al movi-miento de socialización espontánea de la vivienda, muchas ve-ces contra la voluntad de los bolcheviques. Y en parte por ini-ciativa de los militantes anarcosindicalistas, los obreros se apo-deraron de las fábricas, aun antes de octubre.

Durante las jornadas revolucionarias que pusieron términoa la república burguesa de Kerenski, los anarquistas estuvieronen los puestos de vanguardia en la lucha militar; descollaronespecialmente en el regimiento de Dvinsk, el cual, a las órdenesde veteranos libertarios como Grachov y Fedótov, desalojó alos “cadetes” contrarrevolucionarios. La Asamblea Constitu-yente fue dispersada por el anarquista Anatol Zhelezniákov,secundado por su destacamento; los bolcheviques no hicieronmás que ratificar la hazaña ya cumplida. Muchos grupos deguerrilleros, formados por anarquistas o dirigidos por ellos (losde Mokoúsov, Cherniak y otros), lucharon sin tregua contralos ejércitos blancos desde 1918 a 1920.

Page 118: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 125

No hubo casi ciudad importante que no contara con un gru-po anarquista o anarcosindicalista afanoso por difundir mate-rial impreso relativamente considerable: periódicos, revistas,folletos de propaganda, opúsculos, libros. En Petrogrado apa-recían dos semanarios y en Moscú un diario, cada uno de loscuales tenía una tirada de 25.000 ejemplares. El público de losanarquistas aumentó a medida que se ahondaba la Revolución,hasta que se apartó de las masas.

El 6 de abril de 1918, el capitán francés Jacques Sadoul, quecumplía una misión en Rusia, escribió en un informe: “El parti-do anarquista es el más activo, el más combativo de los gruposde la oposición y, probablemente, el más popular [...]. Losbolcheviques están inquietos”. A fines de 1918, afirma Volin,“esta influencia llegó a un punto tal que los bolcheviques, quie-nes no admitían criticas, y menos aún que se los contradijera,se inquietaron seriamente”. Para la autoridad soviética, infor-ma el mismo autor, “tolerar la propaganda anarquista equiva-lía [...] al suicidio. Por ello hizo todo lo posible, primero porimpedir, luego por prohibir y, finalmente por suprimir median-te la fuerza bruta cualquier manifestación de las ideaslibertarias”.

El gobierno bolchevique “comenzó por clausurar brutalmentelos locales de las organizaciones libertarias y prohibirles a losanarquistas toda propaganda o actividad”. Fue así como, lanoche del 12 de abril de 1918, destacamentos de guardias rojosarmados hasta los dientes realizaron una sorpresiva operaciónde limpieza en veinticinco casas ocupadas por los anarquistasen Moscú. Creyéndose atacados por soldados blancos, loslibertarios respondieron a tiros. Luego, siempre según Volin, elpoder gobernante procedió rápidamente a tomar "medidas másviolentas: encarcelamientos, proscripciones, muertes”. “Durantecuatro años este conflicto tendrá en vilo al poder bolchevique[...], hasta la aniquilación definitiva de la corriente libertariamanu militari” (fines de 1921).

La derrota de los anarquistas fue facilitada por el hecho deque estaban divididos en dos fracciones: una que se negaba aser domesticada y otra que se dejaba domar. Este último grupoinvocaba la “necesidad histórica” para justificar su lealtad ha-cia el régimen y aprobar, al menos momentáneamente, sus ac-

Page 119: Guérin, Daniel - El anarquismo

126 / DANIEL GUÉRIN

tos dictatoriales. Para ellos, lo primordial era terminar victo-riosamente la guerra civil y aplastar la contrarrevolución.

Estrategia de pocos alcances, opinaban los anarquistas in-transigentes. En efecto, eran precisamente factores como la im-potencia burocrática del aparato gubernamental, la decepcióny el descontento populares los que alimentaban los movimientoscontrarrevolucionarios. Además, el poder terminó por no dis-tinguir ya la avanzada de la Revolución libertaria, que ponía entela de juicio la validez de sus medios de dominación, de lasempresas criminales de sus adversarios derechisas. Para losanarquistas, sus futuras víctimas, el aceptar la dictadura y elterror equivalía a una política de suicidio. Finalmente, la adhe-sión de los anarquistas llamados “soviéticos” facilitó el aniqui-lamiento de los otros, de los irreductibles, a quienes se tachó de“falsos” anarquistas, de soñadores irresponsables y carentes desentido de la realidad, de estúpidos desorientados, dedivisionistas, de locos furiosos y, como corolario, de bandidosy contrarrevolucionarios.

El más brillante y, por tanto, el más escuchado de losanarquistas adheridos al régimen, fue Victor Serge. Hombre asueldo del gobierno, publicó en lengua francesa un opúsculo enel que intentaba defenderlo de las críticas anarquistas. El libroque escribió tiempo después, L’An I de la Révolution Russe, esen gran parte una justificación de la eliminación de los sovietspor parte del bolcheviquismo. Presenta al Partido –mejor dichoa su grupo selecto de dirigentes– como cerebro de la clase obre-ra. Es misión de los jefes de la vanguardia, debidamente selec-cionados, determinar qué puede y debe hacer el proletariado.Sin ellos, los trabajadores organizados en soviets no serían “másque una masa informe de hombres con aspiraciones confusasiluminadas por fugaces relámpagos de inteligencia”.

Victor Serge era, sin duda, demasiado lúcido para hacerse lamenor ilusión sobre la verdadera naturaleza del poder soviético.Pero éste se encontraba todavía aureolado por el prestigio de laprimera revolución proletaria victoriosa y era objeto de los in-fames ataques de la contrarrevolución mundial; y ésa fue unade las razones –la más honorable– por las cuales Serge, comotantos otros revolucionarios, se creyó en el deber de callar ydisimular los errores bolcheviques. Durante una conversación

Page 120: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 127

que sostuvo privadamente en el verano de 1921 con el anar-quista Gaston Leval, llegado a Moscú como integrante de ladelegación española ante el Tercer Congreso de la Internacio-nal Comunista, confesó: “El partido comunista ya no ejerce ladictadura del proletariado, sino sobre el proletariado”. Al re-gresar a Francia, Leval publicó en Le Libertaire algunos artícu-los en los que, basándose en hechos precisos, cotejaba las pala-bras que Victor Serge le había dicho confidencialmente con losconceptos expresados públicamente por éste, los cuales califi-caba de “mentiras conscientes”. En su libro Living my life,Emma Goldman, anarquista norteamericana que vio personal-mente la actuación de Victor Serge en Moscú, no se mostrómucho más blanda con él.

LA “MAJNOVCHINA”

Si bien la eliminación de los grupos anarquistas urbanos,pequeños núcleos impotentes, iba a ser tarea relativamente fá-cil, no sucedería lo mismo con los del sur de Ucrania, donde elcampesino Néstor Majno había formado una fuerte or-ganización anarquista rural de carácter económico y militar.Hijo de campesinos ucranianos pobres, Majno contaba apenastreinta años en 1919. Participó en la Revolución de 1905 yabrazó la idea anarquista siendo muy joven. Condenado a muer-te por el zarismo, su pena fue conmutada por la de ocho añosde encierro, tiempo que pasó casi siempre encadenado en lacárcel de Butirki. Ésta fue su única escuela, pues allí, con laayuda de un compañero de prisión, Piotr Arshinov, llenó, si-quiera parcialmente, las lagunas de su educación.

La organización autónoma de las masas campesinas, que seconstituyó por su iniciativa inmediatamente después del movi-miento de octubre, abarcaba una región poblada por siete mi-llones de habitantes que formaba una suerte de círculo de 280por 250 kilómetros. La extremidad sur de esta zona llegaba almar de Azov, incluyendo el puerto de Berdiansk. Su centro eraGuliai-Polié, pueblo que tenía entre veinte y treinta mil habi-tantes. Esta región era tradicionalmente rebelde. En 1905, fueteatro de violentos disturbios.

Page 121: Guérin, Daniel - El anarquismo

128 / DANIEL GUÉRIN

Todo comenzó con el establecimiento, en suelo ucranio, deun régimen derechista impuesto por los ejércitos de ocupaciónalemán y austríaco. El nuevo gobierno se apresuró a devolver asus antiguos propietarios las tierras que los campesinos revolu-cionarios acababan de quitarles. Los trabajadores del suelo to-maron las armas para defender sus recientes conquistas, tantode la reacción como de la intempestiva intrusión, en la zonarural, de los comisarios bolcheviques y de sus requisas, gravo-sas por demás. Esta gigantesca rebelión campesina tuvo comoalma mater a un hombre justiciero, una especie de Robin Hoodanarquista, a quien los campesinos llamaban “Padre” Majno.Su primer hecho de armas fue la conquista de Guliai-Polié, amediados de septiembre de 1918. Pero el armisticio del 11 denoviembre trajo consigo la retirada de las fuerzas de ocupacióngermano-austríacas y brindó a Majno una ocasión única parareunir reservas de armas y materiales.

Por primera vez en la historia, en la Ucrania liberada se apli-caron los principios del comunismo libertario y, dentro de loque la situación de guerra civil permitía, se practicó laautogestión. Los campesinos cultivaban en común las tierrasdisputadas a los antiguos terratenientes y se agrupaban en “co-munas” o “soviets de trabajo libres”, donde reinaban la frater-nidad y la igualdad. Todos –hombres, mujeres y niños– debíantrabajar en la medida de sus fuerzas. Los compañeros elegidospara cumplir temporariamente las funciones administrativasvolvían a sus tareas habituales, junto a los demás miembros dela comuna, una vez terminada su gestión.

Cada soviet era sólo el ejecutor de la voluntad de los campe-sinos de la localidad que lo había elegido. Las unidades de pro-ducción estaban federadas en distritos, y éstos, en regiones. Lossoviets formaban parte de un sistema económico de conjunto,basado en la igualdad social. Debían ser absolutamente inde-pendientes de cualquier partido político y no se permitía a nin-gún político profesional tratar de gobernarlos amparándose trasel poder soviético. Sus miembros tenían que ser trabajadoresauténticos, dedicados a servir exclusivamente los intereses delas masas laboriosas.

Siempre que los guerrilleros majnovistas entraban en unalocalidad, fijaban carteles que rezaban: “La libertad de los cam-

Page 122: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 129

pesinos y de los obreros les pertenece y no puede ni debe sufrirrestricción alguna. Corresponde a los propios campesinos yobreros actuar, organizarse, entenderse en todos los dominiosde la vida, siguiendo sus ideas y deseos [...]. Los majnovistassólo pueden ayudarlos dándoles consejos u opiniones [...]. Perono pueden ni quieren, en ningún caso, gobernarlos”.

Cuando, posteriormente, en el otoño de 1920, los hombresde Majno se vieron obligados a celebrar un efímero acuerdo deigual a igual con el poder bolchevique, insistieron en que seañadiera la siguiente cláusula: “En la región donde opere elejército majnovista, la población obrera y campesina creará suspropias instituciones libres para la autoadministración econó-mica y política; dichas instituciones serán autónomas y estaránligadas federativamente –por pactos– con los organismos gu-bernamentales de las repúblicas soviéticas”. Consternados, losnegociadores bolcheviques decidieron remitir esta cláusula aMoscú para su estudio; ni qué decir que en la capital se la juzgó“absolutamente inadmisible”.

Uno de los puntos relativamente débiles del movimientomajnovista lo constituyó el escaso número de intelectuales li-bertarios que tuvieron participación directa en él. De todosmodos, por momentos al menos, recibió ayuda exterior. Pri-mero lo auxiliaron los anarquistas de Járkov y de Kursk que, afines de 1918, se fusionaron en una alianza bautizada con elnombre de Nabat (Alarma), cuyo principal animador era Volin.En abril de 1919, celebraron un congreso donde se pronunciaron“categórica y definitivamente contra toda intervención en lossoviets, convertidos en organismos puramente políticos y orga-nizados sobre bases autoritarias, centralistas y estatistas”. Elgobierno bolchevique consideró este manifiesto como una de-claración de guerra, y el grupo Nabat tuvo que suspender susactividades. En julio de ese año, Volin logró llegar al cuartelgeneral de Majno y allí, de concierto con Piotr Arshinov, tomóa su cargo la sección de cultura y educación del movimiento.Fue también presidente de uno de los congresos majnovistas,que se reunió en octubre en la ciudad de Alexandrovsk, dondese adoptaron Tesis Generales que dejaban sentada la doctrinade los “soviets libres”.

En las reuniones del movimiento se congregaban delegados

Page 123: Guérin, Daniel - El anarquismo

130 / DANIEL GUÉRIN

de los campesinos y de los guerrilleros, pues la organizacióncivil era la prolongación de un ejército campesino rebelde quepracticaba la táctica de las guerrillas. Esta fuerza era notable-mente móvil, capaz de recorrer hasta cien kilómetros por día,no sólo merced a su caballería sino también a su infantería, quese desplazaba en ligeros vehículos suspendidos sobre flejes ytirados por caballos. Estaba organizada con arreglo a princi-pios específicamente libertarios, tales como el servicio volunta-rio, la designación electiva de todos los grados y la aceptaciónvoluntaria de la disciplina. Es de notar que todos obedecíanrigurosamente las reglas disciplinarias, que eran elaboradas porcomisiones de guerrilleros y luego validadas por asambleas ge-nerales.

Los cuerpos de guerrilleros de Majno dieron mucho que ha-cer a los ejércitos “blancos” intervencionistas. En cuanto a lasunidades de los guardias rojos bolcheviques, eran bastante in-eficaces. Sólo combatían junto a las vías férreas y jamás se ale-jaban de sus trenes blindados; al primer fracaso, se replegabany, muchas veces, ni siquiera daban tiempo a sus propios solda-dos para volver a subir. Por ello inspiraban poca confianza alos campesinos que, aislados en sus villorrios y privados de ar-mas, habrían estado a merced de los contrarrevolucionarios.“El honor de haber aniquilado la contrarrevolución de Denikinen el otoño de 1918, corresponde principalmente a losinsurrectos anarquistas”, escribe Arshinov, cronista de lamajnovchina.

Majno se negó en todo momento a poner su ejército bajo elmando supremo de Trotski, jefe del Ejército Rojo, después deque las unidades de los guardias rojos se fusionaron en esteúltimo. El gran revolucionario creía su deber encarnizarse con-tra el movimiento rebelde. El 4 de junio de 1919 dictó una or-den por la cual prohibía el próximo congreso de los majnovistas,a quienes acusaba de levantarse contra el poder de los sovietsen Ucrania, estigmatizaba como acto de “alta traición” cual-quier participación en dicho congreso y mandaba arrestar a susdelegados. Iniciando una política imitada dieciocho años des-pués por los estalinistas españoles en su lucha contra las briga-das anarquistas, Trotski se negó a dar armas a los guerrillerosde Majno, con lo cual eludía su deber de auxiliarlos, y luego los

Page 124: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 131

acusó de “traidores” y de haberse dejado vencer por las tropasblancas.

No obstante, los dos ejércitos actuaron de acuerdo en dosoportunidades, cuando la gravedad del peligro intervencionistaexigió su acción conjunta. Primero, en marzo de 1919, contraDenikin, y luego, durante el verano y el otoño de 1920, mo-mento en que las tropas blancas de Wrangel llegaron a consti-tuir una seria amenaza, finalmente eliminada por Majno. Unavez conjurado el peligro extremo, el Ejército Rojo no tuvo re-paros en reanudar las operaciones militares contra los guerri-lleros de Majno, quienes le devolvían golpe por golpe.

A fines de noviembre de 1920, el gobierno, sin el menor es-crúpulo, les tendió una celada. Se invitó a los oficiales del ejér-cito majnovista de Crimea a participar en un consejo militar.Tan pronto como llegaron a la cita, fueron detenidos por laCheka, policía política, y fusilados, previo desarme de sus gue-rrilleros. Simultáneamente, se lanzó una ofensiva a fondo con-tra Guliai-Polié. La lucha entre libertarios y “autoritarios” –lucha cada vez más desigual– duró otros nueve meses. Por últi-mo, Majno tuvo que abandonar la partida al ser puesto fuerade combate por fuerzas muy superiores en número y equipo.En agosto de 1921 logró refugiarse en Rumania, de donde pasóa París, ciudad en la que murió tiempo después, pobre y enfer-mo. Así terminó la epopeya de la majnovchina, que fue, segúnPiotr Arshinov, el prototipo de movimiento independiente delas masas laboriosas y, por ello, sería futura fuente de inspira-ción para los trabajadores del mundo.

CRONSTADT

Las aspiraciones de los campesinos revolucionarios majno-vistas eran bastante semejantes a las que, en febrero-marzo de1921, impulsaron a la revuelta a los obreros de Petrogrado y alos marineros de la fortaleza de Cronstadt.

Los trabajadores urbanos tenían que soportar condicionesmateriales ya intolerables debido a la escasez de víveres, com-bustibles y medios de transporte, a la par que se veían agobia-dos por un régimen cada vez más dictatorial y totalitario, que

Page 125: Guérin, Daniel - El anarquismo

132 / DANIEL GUÉRIN

aplastaba hasta la menor manifestación de descontento. A fi-nes de febrero estallaron huelgas en Petrogrado, Moscú y otroscentros industriales. Los trabajadores marcharon de un esta-blecimiento a otro, cerrando fábricas y atrayendo nuevos gru-pos de obreros al cortejo de huelguistas que reclamaban pan ylibertad. El poder respondió con balas, ante lo cual los trabaja-dores de Petrogrado realizaron un mitin de protesta en el queparticiparon diez mil personas.

Cronstadt era una base naval insular situada a treinta ki-lómetros de Petrogrado, en el golfo de Finlandia, cuyas aguasse hielan en invierno. La isla estaba habitada por marineros yvarios miles de obreros ocupados en los arsenales de la marinade guerra. En las peripecias revolucionarias de 1917, los mari-neros de Cronstadt habían cumplido un papel de vanguardia.Fueron, según palabras de Trotski, “el orgullo y la gloria de laRevolución Rusa”. Los habitantes civiles de Cronstadt forma-ban una comuna libre, relativamente independiente del poder.En el centro de la fortaleza había una inmensa plaza pública,con capacidad para 30.000 personas, que servía a modo de foropopular.

Sin duda, los marineros ya no tenían los mismos efectivos nila misma composición revolucionaria que en 1917; la dotaciónde 1921 contaba con muchos más elementos salidos del campe-sinado, pero conservaba el espíritu militante y, por su actua-ción anterior, el derecho de seguir participando activamente enlas reuniones obreras de Petrogrado. Fue así como enviaronemisarios ante los trabajadores en huelga de la antigua capital.Pero las fuerzas del orden obligaron a dichos enviados a volversobre sus pasos. Entonces se celebraron en el foro de la isla dosmitines populares en los cuales se decidió defender las reivindi-caciones de los huelguistas. A la segunda reunión, efectuada el19 de marzo, asistieron 16.000 personas –marinos, trabajado-res y soldados– y, pese a la presencia del jefe de Estado, el pre-sidente del ejecutivo central, Kalinin, adaptaron una resoluciónen la cual pedían que, dentro de los diez días siguientes, y sin laparticipación de los partidos políticos, se convocara una confe-rencia de obreros, soldados rojos y marinos de Petrogrado,Cronstadt y la provincia de Petrogrado. Exigióse también quese eliminaran los “oficiales políticos”, pues ningún partido po-

Page 126: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 133

lítico debía gozar de privilegios, y que se suprimieran los desta-camentos comunistas de choque del ejército, así como la “guar-dia comunista” de las fábricas.

Naturalmente, los rebeldes de Cronstadt dirigían sus caño-nes contra el monopolio del partido dirigente, que no vacilabanen calificar de “usurpación”. Pasemos breve revista a los con-ceptos expresados por el diario oficial de esta nueva Comuna,la Izvestia de Cronstadt. Oigamos a los marineros encoleriza-dos. Después de haberse arrogado el poder, el Partido Comunistano tenía más que una preocupación: conservar ese poder porcualquier medio. Se había apartado de las masas y demostróser incapaz de sacar al país de una situación totalmente desas-trosa. Ya no contaba con la confianza de los obreros. Se habíatornado burocrático. Despojados de su poder, los soviets ha-bían perdido su verdadero carácter, ahora estaban monopoli-zados y eran manejados desde fuera; los sindicatos se habíanestatizado.

Sobre el pueblo pesaba un omnipotente aparato policial quedictaba sus propias leyes por la fuerza de las armas y el terror.En el plano económico no reinaba el prometido socialismo, ba-sado en el trabajo libre, sino un duro capitalismo de Estado.Los obreros eran simples asalariados de ese trust nacional yestaban sometidos al mismo régimen de explotación de antaño.Los hombres de Cronstadt llegaron hasta el sacrilegio de poneren tela de juicio la infalibilidad de los jefes supremos de la Re-volución. Se mofaban irreverentemente de Trotski y aun deLenin. Más allá de sus reivindicaciones inmediatas, tales comola restauración de las libertades y la realización de eleccioneslibres en todos los órganos de la democracia soviética, apunta-ban hacia un objetivo de mayores alcances y de contenidonetamente anarquista: una “tercera Revolución”.

En efecto, los rebeldes se proponían mantenerse dentro delterreno revolucionario y se comprometieron a velar por las con-quistas de la revolución social. Afirmaban no tener nada encomún con quienes desearan “restablecer el knut del zarismo”,y si tenían intención de derribar el poder “comunista”, no eraprecisamente para que “los obreros y campesinos volvieran aser esclavos”. Tampoco cortaban todos los puentes entre ellosy el régimen, pues todavía conservaban la esperanza de “en-

Page 127: Guérin, Daniel - El anarquismo

134 / DANIEL GUÉRIN

contrar un lenguaje común”. Por último, reclamaban la liber-tad de expresión, no para cualquiera, sino solamente para lospartidarios sinceros de la Revolución: anarquistas y “socialis-tas de izquierda” (fórmula que excluía a los socialdemócratas omencheviques).

Pero la audacia de Cronstadt iba mucho más allá de lo quepodían soportar un Lenin o un Trotski. Los jefes bolcheviqueshabían identificado definitivamente la Revolución con el Parti-do Comunista y, a sus ojos, todo lo que contrariara ese mitosólo podía ser “contrarrevolucionario”. Veían hecha pedazostoda la ortodoxia marxista-leninista. Y el hecho de que fueraun movimiento que sabían auténticamente proletario el que, derepente, impugnaba su poder, un poder que gobernaba en nom-bre del proletariado, hacía aparecer más aterradora la sombrade Cronstadt. Además, Lenin se aferraba a la idea un poco sim-plista de que sólo había dos caminos: la dictadura de su partidoo la restauración del régimen zarista. En 1921, los gobernantesdel Kremlin siguieron un razonamiento similar al que los guióen el otoño de 1956: Cronstadt fue la prefiguración de Budapest.

Trotski, el hombre “de la mano de hierro”, aceptó tomarpersonalmente la responsabilidad de la represión. “Si no depo-néis vuestra actitud, os cazaremos como a perdices”, comunicóa los “revoltosos” a través de las ondas radiales. Los marinerosfueron sindicados como cómplices de los guardias blancos, delas potencias occidentales intervencionistas y de la “Bolsa deParís”. Serían sometidos por la fuerza de las armas. En vano seesforzaron los anarquistas Emma Goldman y AlexandrBerkman, que habían encontrado asilo en la patria de los tra-bajadores tras ser deportados de los Estados Unidos, por hacerver, en una patética carta dirigida a Zinóviev, que el uso de lafuerza haría “un mal incalculable a la revolución social” y porinducir a los “camaradas bolcheviques” a solucionar el conflic-to con una negociación amistosa. En cuanto a los obreros dePetrogrado, sometidos a un régimen de terror y a la ley mar-cial, no pudieron acudir en ayuda de Cronstadt.

Un antiguo oficial zarista, el futuro mariscal Tujachevski,partió al mando de un cuerpo expedicionario compuesto detropas que fue menester seleccionar cuidadosamente, pues grancantidad de soldados rojos se negaban rotundamente a dispa-

Page 128: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 135

rar contra sus hermanos de clase. El 7 de marzo comenzó elbombardeo de la fortaleza. Con el título de "¡Que el mundo losepa!”, los asediados lanzaron un último llamamiento: “La san-gre de los inocentes caerá sobre la cabeza de los comunistas,locos furiosos ebrios de poder. ¡Viva el poder de los soviets!”.Los sitiadores pudieron desplazarse sobre el hielo del golfo deFinlandia y, el 18 de marzo, vencieron la “rebelión” en unaorgía de matanzas.

Los anarquistas casi no intervinieron en este episodio. El co-mité revolucionario de Cronstadt había invitado a colaborar ados libertarios: Iárchuk (animador del soviet de Cronstadt en1917) y Volin. Sin embargo, los mencionados no pudieron acep-tar la invitación, pues los bolcheviques los habían encarcelado.Como observa Ida Mett en La Révolte de Cronstadt, losanarquistas sólo influyeron “en la medida en que el anarquis-mo difundía también la idea de la democracia obrera”. Pese ano haber tenido participación activa en el acontecimiento, losanarquistas lo sintieron como propio. Así, Volin expresaría tiem-po después: “Cronstadt fue la primera tentativa popular total-mente independiente de liberarse de todo yugo y de realizar laRevolución Social: un intento hecho directamente [...] por laspropias masas laboriosas, sin ‘pastores políticos’, sin ‘jefes’ ni‘tutores’.” Y Alexandr Berkman declarará: “Cronstadt hizovolar en pedazos el mito del Estado proletario; demostró que ladictadura del Partido Comunista y la Revolución eran incom-patibles”.

EL ANARQUISMO MUERTO Y REDIVIVO

Aunque los anarquistas no cumplieron un papel directo en ellevantamiento de Cronstadt, el régimen bolchevique aprove-chó la oportunidad para terminar con una ideología que seguíainspirándole temor. Pocas semanas antes del aniquilamiento deCronstad, el día 8 de febrero, había muerto en suelo ruso elviejo Kropotkin, y sus funerales dieron motivo a un acto impo-nente. Sus restos mortales fueron seguidos por un enorme cor-tejo de cien mil personas, aproximadamente.

Entremezcladas con las banderas rojas, flotaban por en-

Page 129: Guérin, Daniel - El anarquismo

136 / DANIEL GUÉRIN

cima de la multitud las banderas negras de los grupos anar-quistas, en las cuales podía leerse en letras de fuego: “Dondehay autoridad, no hay libertad”. Según relatan los biógrafosdel desaparecido, aquélla fue “la última gran manifestacióncontra la tiranía bolchevique, y mucha gente participó en ellatanto para reclamar libertad como para rendir homenaje algran anarquista”.

Después de Cronstadt, se arrestó a cientos de anarquistas.Pocos meses más tarde, la libertaria Fanny Baron y ocho desus compañeros eran fusilados en los sótanos de la Cheka deMoscú.

El anarquismo militante había recibido el golpe de gracia.Pero fuera de Rusia, los anarquistas que habían vivido la Revo-lución Rusa emprendieron la gigantesca tarea de criticar y revi-sar la doctrina, con lo cual dieron renovado vigor y mayor con-creción al pensamiento libertario. A principios de setiembre de1920, el congreso de la alianza anarquista de Ucrania, conoci-do por el nombre de Nabat, había rechazado categóricamentela expresión “dictadura del proletariado”, por considerar queun régimen tal conduciría fatalmente a la implantación de unadictadura sobre la masa, ejercida por una fracción del proleta-riado –la atrincherada en el Partido–, por los funcionarios ypor un puñado de jefes. Poco antes de su desaparición, en su“Mensaje a los Trabajadores de Occidente”, Kropotkin señalócon angustia el encumbramiento de una “formidable burocra-cia”: “Para mí, esta tentativa de construir una república comu-nista sobre bases estatistas fuertemente centralizadas, bajo elimperio de la ley de hierro de la dictadura de un partido, haacabado en un fracaso formidable. Rusia nos enseña cómo nodebe imponerse el comunismo”.

En su número del 7 al 14 de enero de 1921, el periódicofrancés Le Libertaire publicó un patético llamamiento dirigidopor los anarcosindicalistas rusos al proletariado mundial: “Com-pañeros, poned fin a la dominación de vuestra burguesía talcomo lo hemos hecho nosotros en nuestra patria. Pero no repi-táis nuestros errores: ¡no dejéis que en vuestro país se establezcael comunismo de Estado!”.

Impulsado por esta proclama, el anarquista alemán RudolfRocker escribió en 1920 La Banqueroute du Communisme d’

Page 130: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 137

État. Esta obra, aparecida en 1921, fue el primer análisis polí-tico que se hizo acerca del proceso de degeneración de la Revo-lución Rusa. A su juicio, no era la voluntad de una clase lo quese expresaba en la famosa “dictadura del proletariado”, sino ladictadura de un partido que pretendía hablar en nombre deuna clase y se apoyaba en la fuerza de las bayonetas. “Bajo ladictadura del proletariado, en Rusia ha nacido una nueva cla-se, la comisariocracia, que ejerce sobre las grandes masas unaopresión tan rigurosa como la que antaño hacían sentir los pa-ladines del antiguo régimen.” Al subordinar sistemáticamentetodos los elementos de la vida social a la omnipotencia de ungobierno investido de todas las prerrogativas, “debíadesembocarse necesariamente en la formación de esta jerarquíade funcionarios que resultó fatal para la evolución de la Revo-lución Rusa”. “Los bolcheviques no sólo han copiado el apara-to estatal de la sociedad de otrora, sino que también le handado una omnipotencia que ningún otro gobierno se arroga”.

En junio de 1922, el grupo de anarquistas rusos exiliados enAlemania publicó en Berlín un librito revelador, salido de lapluma de A. Goriélik, A. Kómov y Volin, que llevaba por títuloRepréssion de l’Anarquisme en Russie Soviétique. A principiosde 1923, apareció una traducción francesa debida a Volin. Estaobra constituía una relación alfabética del martirologio del anar-quismo ruso. Alexandr Berkman, en 1921 y 1922, y EmmaGoldman, en 1922 y 1923, publicaron una serie de opúsculosen donde relataban las tragedias que habían presenciado enRusia.

También Piotr Arshinov y el propio Nestor Majno, que ha-bían logrado ponerse a salvo en Occidente, dejaron testimonioescrito de sus experiencias.

Muchos años después, durante la Segunda Guerra Mundial,G. P. Maximov y Volin escribieron los dos grandes clásicos dela literatura libertaria sobre la Revolución Rusa, esta vez con lamadurez de espíritu que confiere la perspectiva de los años.

En opinión de Maximov, cuya crónica apareció en lenguainglesa, la lección del pasado nos proporciona la certidumbrede un porvenir mejor. La nueva clase dominante de la URSS nopuede ni debe vivir eternamente, el socialismo libertario la su-cederá. Las condiciones objetivas conducen a esta evolución:

Page 131: Guérin, Daniel - El anarquismo

138 / DANIEL GUÉRIN

“¿Puede concebirse [...] que los trabajadores quieran que loscapitalistas retornen a las empresas? ¡Jamás! Pues se rebelanprecisamente contra la explotación por parte del Estado y susburócratas”. La finalidad que persiguen los obreros es reem-plazar esta gestión autoritaria de la producción por sus propiosconsejos de fábrica y unir dichos consejos en una vasta federa-ción nacional. En suma, desean la autogestión obrera. De igualmodo, los campesinos han comprendido que ya no se puedevolver a la economía individual y que hay una sola solución: laagricultura colectiva y la colaboración de las colectividadesrurales con los consejos de fábrica y los sindicatos. En una pa-labra, el único camino es la expansión del programa de la Re-volución de Octubre en un clima de libertad.

Cualquier tentativa inspirada en el ejemplo ruso, afirma re-sueltamente Volin, desembocaría fatalmente en un “capitalismode Estado basado en la odiosa explotación de las masas”, esdecir, en la “peor forma de capitalismo, la cual no tiene ningu-na relación con la marcha de la humanidad hacia la sociedadsocialista”. Sólo podría promover “la dictadura de un partido,que conduce ineluctablemente a la represión de la libertad depalabra, de prensa, de organización y de acción, incluso paralas corrientes revolucionarias –represión de la cual sólo estáexcluido el partido que ocupa el poder”– y desemboca en una“inquisición social” que ahoga “hasta el hálito de la Revolu-ción”. Volin termina diciendo que Stalin “no nació del aire”,que Stalin y el estalinismo son simplemente la consecuencia ló-gica del sistema autoritario fundado y establecido entre 1918 y1921. “Ésta es la lección que da al mundo la formidable y deci-siva experiencia bolchevique: una lección que viene a corrobo-rar notablemente la tesis libertaria y que, a la luz de los aconte-cimientos, será pronto comprendida por todos los que pade-cen, sufren, piensan y luchan”.

Page 132: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 139

III. EL ANARQUISMO EN LOS CONSEJOSDE FÁBRICA ITALIANOS

Siguiendo el ejemplo de lo sucedido en Rusia, inmediatamentedespués de la Primera Guerra Mundial, los anarquistas italia-nos caminaron por un tiempo del brazo con los partidarios delpoder de los soviets. La revolución soviética había tenido pro-funda repercusión entre los trabajadores italianos, especialmenteentre los metalúrgicos del norte de la península, que estaban ala vanguardia del movimiento obrero. El 20 de febrero de 1919,la Federación Italiana de Obreros Metalúrgicos (FIOM) obtu-vo la firma de un acuerdo por el cual se establecía que en lasempresas se designaran “comisiones internas” electivas. Lue-go, mediante una serie de huelgas con ocupación de los estable-cimientos, la federación intentó transformar dichos organismosde representación obrera en consejos de fábrica que propen-derían a dirigir las empresas.

La última de esas huelgas, producida a fines de agosto de1920, tuvo por origen un cierre patronal. Los metalúrgicos de-cidieron unánimemente continuar la producción por sus pro-pios medios. Prácticamente inútiles fueron sus intentos de obte-ner, mediante la persuasión, primero, y la fuerza, después, lacolaboración de los ingenieros y del personal superior. Así li-brados a su suerte, tuvieron que crear comités obreros, técnicosy administrativos, que tomaron la dirección de las empresas.De esta manera se avanzó bastante en el proceso de autogestión.En los primeros tiempos, las fábricas autoadministradas conta-ron con el apoyo de los bancos. Y cuando éstos se lo retiraron,los obreros emitieron su propia moneda para pagar los sala-rios. Se estableció una autodisciplina muy estricta, se prohibióel consumo de bebidas alcohólicas y se organizó la autodefensacon patrullas armadas. Las empresas autoadministradas anu-daron fuertes vínculos solidarios. Los metales y la hulla pasa-ron a ser propiedad común y repartíanse equitatitavamente.

Pero una vez alcanzada esta etapa era preciso ampliar el mo-vimiento o batirse en retirada. El ala reformista de los sindica-

Page 133: Guérin, Daniel - El anarquismo

140 / DANIEL GUÉRIN

tos optó por un compromiso con la parte patronal. Después deocupar y administrar las fábricas durante algo más de tres se-manas, los trabajadores tuvieron que evacuarlas tras recibir lapromesa –no cumplida– de que se pondría un control obrero.En vano clamó el ala revolucionaria –socialistas de izquierda yanarquistas– que aquel paso significaba una traición.

Dicha ala izquierda poseía una teoría, un órgano y un por-tavoz. El primer número del semanario L’Ordine Nuovo apa-reció en Turín el 1° de mayo de 1919. Su director era el socia-lista de izquierda Antonio Gramsci, a quien secundaban unprofesor de filosofía de la Universidad de Turín, de ideasanarquistas, que firmaba con el seudónimo de Carlo Petri, ytodo un núcleo de libertarios turineses. En las fábricas, el gru-po de L’Ordine Nuovo contaba principalmente con el apoyode dos anarcosindicalistas militantes del gremio metalúrgicoPietro Ferrero y Maurizio Garino. Socialistas y libertarios fir-maron conjuntamente el manifiesto de L’Ordine Nuovo, acor-dando que los consejos de fábrica debían considerarse como“órganos adaptados para la futura dirección comunista de lasfábricas y de la sociedad”.

L’Ordine Nuovo tendía, en efecto, a sustituir la estructuradel sindicalismo tradicional por la de los consejos de fábrica.Ello no significa que fuera absolutamente hostil a los sindicatos,en los cuales veía “las sólidas vértebras del gran cuerpo prole-tario”. Simplemente criticaba, a la manera del Malatesta de1907, la decadencia de aquel movimiento sindical burocráticoy reformista que se había hecho parte integrante de la sociedadcapitalista; además, señalaba la incapacidad orgánica de lossindicatos para cumplir el papel de instrumentos de la revolu-ción proletaria.

En cambio, L’Ordine Nuovo estimaba que el consejo de fá-brica reunía todas las virtudes. Era el órgano destinado a unifi-car a la clase obrera, el único capaz de elevar a los trabajadorespor encima del estrecho círculo de cada gremio, de ligar a los“no organizados” con los “organizados”. Incluía en el activode los consejos la formación de una psicología del productor, lapreparación del trabajador para la autogestión. Gracias a ellos,hasta el más modesto de los obreros podía descubrir que laconquista de la fábrica no era un imposible, que estaba al al-

Page 134: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 141

cance de su mano. Los consejos eran considerados como unaprefiguración de la sociedad socialista.

Los anarquistas italianos, más realistas y menos verbosos queAntonio Gramsci, ironizaban a veces sobre los excesos“taumatúrgicos” de la predicación en favor de los consejos defábrica. Aunque reconocían los méritos de éstos, no los exage-raban. Así como Gramsci, no sin razón, denunciaba el reformismode los sindicatos, los anarcosindicalistas hacían notar que, en unperíodo no revolucionario, también los consejos de fábrica co-rrían el riesgo de degenerar en organismos de colaboración conlas clases dirigentes. Los libertarios más apegados al sindicalis-mo encontraban asimismo injusto que L’Ordine Nuovo conde-nara por igual el sindicalismo reformista y el revolucionario prac-ticado por su central, la Unión Sindical Italiana11.

La interpretación contradictoria y equívoca del prototipo deconsejo de fábrica, el soviet, propuesta por L’Ordine Nuovoera sobre todo motivo de cierta inquietud para los anarquistas.

Por cierto que Gramsci usaba a menudo el epíteto “liberta-rio” y había disputado con Angelo Tasca, autoritario invetera-do que defendía un concepto antidemocrático de la “dictaduradel proletariado”, reducía los consejos de fábrica a simples ins-trumentos del Partido Comunista y acusaba de “proudhoniano”el pensamiento gramscista. Pero Gramsci no estaba tan al co-rriente de lo que sucedía como para ver la diferencia entre lossoviets libres de los primeros meses de la Revolución y los so-viets domesticados por el Estado bolchevique. De ahí la ambi-güedad de las fórmulas que empleaba. El consejo de fábricaera, a sus ojos, el “modelo del Estado proletario” que segúnanunciaba, se incorporaría a un sistema mundial, la In-ternacional Comunista. Creía poder conciliar el bolcheviquis-mo con el debilitamiento del Estado y una concepción democrá-tica de la “dictadura del proletariado”.

Los anarquistas italianos saludaron el nacimiento de los so-

11 La discusión entre anarcosindicalistas acerca de los respectivos méritos de losconsejos de fábrica y de los sindicatos obreros no era, por otra parte, unanovedad. En efecto, en Rusia acababa de dividir a los anarquistas y hasta deprovocar una escisión en el equipo del diario libertario, Golos Trudá. Unos semantuvieron fieles al sindicalismo clásico, mientras que los otros, con G. P.Maximov, optaron por los consejos.

Page 135: Guérin, Daniel - El anarquismo

142 / DANIEL GUÉRIN

viets rusos con un entusiasmo falto de espíritu crítico. Uno deellos, Camillo Berneri, publicó el 1º de junio de 1919 un artícu-lo intitulado “La Autodemocracia”, en el cual saludaba al régi-men bolchevique como “el ensayo más práctico y en mayorescala de democracia integral” y como “la antítesis del socialis-mo de Estado centralizador”. Un año después, en el congresode la Unión Anarquista Italiana, Maurizio Garino utilizaría unlenguaje muy distinto: los soviets implantados en Rusia por losbolcheviques diferían sustancialmente de la autogestión obreraconcebida por los anarquistas. Constituían la “base de un nue-vo Estado, inevitablemente centralizador y autoritario”.

Luego, los anarquistas italianos y los amigos de Gramsci to-marían por caminos divergentes. Los segundos, que siemprehabían sostenido que el Partido Socialista, al igual que el sin-dicato, estaba integrado en el sistema burgués y, por lo cual, noera indispensable ni recomendable adherirse a él, hicieron una“excepción” con los grupos comunistas que militaban en el Par-tido Socialista y que, después de la escisión de Liorna del 21 deenero de 1921, formaron el Partido Comunista Italiano, incor-porado a la Internacional Comunista.

En lo que atañe a los libertarios italianos, tuvieron que aban-donar algunas de sus ilusiones y recordar las advertencias deMalatesta, quien, en una carta escrita desde Londres en el vera-no de 1919, los había puesto en guardia contra “un nuevo go-bierno que acaba de instalarse (en Rusia) por encima de la Re-volución, para frenarla y someterla a los fines particulares deun partido [...] mejor dicho, de los jefes de un partido”. El viejorevolucionario afirmó proféticamente que se trataba de una dic-tadura “con sus decretos, sus sanciones penales, sus agentesejecutivos, y, sobre todo, su fuerza armada, que también sirvepara defender a la Revolución contra sus enemigos externos,pero que mañana servirá para imponer a los trabajadores lavoluntad de los dictadores, detener la Revolución, consolidarlos nuevos intereses establecidos y defender contra la masa auna nueva clase privilegiada. No cabe duda de que Lenin, Trotskiy sus compañeros son revolucionarios sinceros, pero tambiénes cierto que preparan los planteles gubernativos que sus suce-sores utilizarán para sacar provecho de la revolución y matar-la. Ellos serán las primeras víctimas de sus propios métodos”.

Page 136: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 143

Dos años más tarde, en un congreso reunido en Ancona en-tre el 2 y el 4 de noviembre de 1921, la Unión Anarquista Ita-liana se negó a reconocer al gobierno ruso como representantede la Revolución; en cambio, lo denunció como “el mayor ene-migo de la Revolución”, “el opresor y explotador del proleta-riado, en cuyo nombre pretende ejercer el poder”. Aquel mis-mo año, el escritor libertario Luigi Fabbri concluía: “El estudiocrítico de la Revolución Rusa tiene enorme importancia [...]porque puede servir de guía a los revolucionarios occidentalespara que eviten en lo posible los errores que la experiencia rusaha puesto al descubierto”.

Page 137: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 145

IV. EL ANARQUISMOEN LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA

EL ESPEJISMO SOVIÉTICO

Una de las constantes de la historia es el atraso de la con-ciencia subjetiva con respecto a la realidad objetiva. La lecciónque a partir de 1920 aprendieron los anarquistas de Rusia, tes-tigos del drama de ese país, sólo sería conocida, aceptada ycompartida años más tarde. El prestigio y el fulgor de la prime-ra revolución proletaria victoriosa en la sexta parte del globofueron tales que el movimiento obrero permanecería durantelargo tiempo como fascinado por tan reputado ejemplo. Sur-gieron “Consejos” por doquier; no sólo en Italia, como hemosvisto, sino también en Alemania, Austria y Hungría se siguió elmodelo de los soviets rusos. En Alemania, el sistema de Conse-jos fue el artículo fundamental del programa de la LigaEspartaquista de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht.

En 1919, tras el asesinato del ministro-presidente de la Repú-blica Bávara, Kurt Eisner, se proclamó en Munich una repúblicasoviética presidida por el escritor libertario Gustav Landauer,luego asesinado por la contrarrevolución. El poeta anarquistaErich Mühsam, amigo y compañero de lucha de este último, com-puso una Räte-Marseillaise (“Marsellesa de los Consejos”), en lacual llamaba a los trabajadores al combate, no para formar ba-tallones, sino Consejos similares a los de Rusia y Hungría, a finde terminar con el caduco mundo de esclavitud secular.

No obstante, en la primavera de 1920, un grupo opositoralemán, partidario del Ráte-Kommunismus (“Comunismo deConsejos”), se separó del Partido Comunista Obrero Alemán(KAPD)12. En Holanda, la idea de los Consejos engendró unmovimiento gemelo dirigido por Hermann Gorter y AntonPannekoek. Durante una viva polémica que sostuvo con Lenin,

12 En abril de 1922, el KAPD formaría, junto con los grupos opositores deHolanda y Bélgica, una “Internacional Obrera Comunista”.

Page 138: Guérin, Daniel - El anarquismo

146 / DANIEL GUÉRIN

el primero de ellos no temió replicar, en el más puro estilo li-bertario, al infalible conductor de la Revolución Rusa: “To-davía estamos buscando a los verdaderos jefes, jefes que notraten de dominar a las masas ni las traicionen; y mientras nolos tengamos, queremos que todo se haga desde abajo haciaarriba y por la dictadura de las propias masas. Si en mi caminopor la montaña un guía me conduce hacia el abismo, prefieroandar solo”. Pannekoek, por su parte, proclamó que los Con-sejos constituían la forma de autogobierno que venía a reem-plazar a los gobiernos de un mundo ya terminado; al igual queGramsci, no supo ver la diferencia entre los Consejos y la “dic-tadura bolchevique”.

En todas partes, especialmente en Baviera, Alemania y Ho-landa, los anarquistas tuvieron participación positiva en la ela-boración teórica y práctica del sistema de Consejos.

También los anarcosindicalistas españoles dejáronse des-lumbrar por la Revolución de Octubre. En el congreso cele-brado por la CNT en Madrid (10-20 de diciembre de 1919), seaprobó un texto en el cual se expresaba que “la epopeya delpueblo ruso ha electrizado al proletariado universal”. Por acla-mación, “sin reticencia alguna, cual doncella que se entrega alhombre de sus amores”, los congresistas aprobaron la adhe-sión provisional a la Internacional Comunista, visto el carácterrevolucionario de ésta, al tiempo que manifestaban el deseo deque se convocara un congreso obrero universal para fijar lasbases sobre las cuales habría de edificarse la verdadera Interna-cional de los trabajadores. Pese a todo, se habían oído algunastímidas voces disonantes: la Revolución Rusa tenía carácter“político” y no encarnaba el ideal libertario, afirmaban. El con-greso fue más allá todavía. Decidió enviar una delegación alsegundo congreso de la Tercera Internacional, que se reunió enMoscú el 15 de julio de 1920.

Mas para esa fecha el pacto amoroso había comenzado atambalear. El delegado del anarcosindicalismo español habíaconcurrido a la asamblea deseoso de participar en la creaciónde una Internacional sindical revolucionaria y, para su disgus-to, se encontró con un texto que hablaba de “conquista delpoder político”, “dictadura del proletariado” y de una ligazónorgánica que apenas disimulaba la subordinación de hecho de

Page 139: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 147

los sindicatos obreros respecto de los partidos comunistas: enlos siguientes congresos de la IC, las organizaciones sindicalesde cada país estarían representadas por los delegados de losrespectivos partidos comunistas; en cuanto a la proyectada Inter-nacional Sindical Roja, dependería, sin más, de la Internacio-nal Comunista y sus secciones nacionales. Tras exponer el con-cepto libertario de lo que debe ser la revolución social, el voce-ro español, Ángel Pestaña, exclamó: “La revolución no es nipuede ser obra de un partido. A lo sumo, un partido puedefomentar un golpe de Estado. Pero un golpe de Estado no esuna revolución”. Y terminó diciendo: “Afirmáis que la revolu-ción es impracticable sin Partido Comunista, que la emancipa-ción es imposible sin conquistar el poder político y que, sindictadura, no podéis destruir a la burguesía: esto es lanzar afir-maciones puramente gratuitas”.

Ante las reservas formuladas por el delegado de la CNT, loscomunistas hicieron ver que cambiarían la resolución en lo to-cante a la “dictadura del proletariado”. Al fin de cuentas,Losovski publicó ni más ni menos que el texto en su formaoriginal, sin las modificaciones introducidas por Pestaña, perocon la firma de éste. Desde la tribuna, Trotski atacó durantecasi una hora al representante español, y cuando éste pidió lapalabra para responder, el presidente declaró cerrado el debate.

El 6 de septiembre de 1920, tras una permanencia de variosmeses en Moscú, Pestaña abandonó Rusia profundamente de-cepcionado por todo lo que había podido ver allí. Rudolf Rocker,a quien visitó en Berlín, relata que semejaba el “sobrevivientede un naufragio”. No se sentía con suficiente valor para revelarla verdad a sus camaradas españoles; y destruir las enormesesperanzas que éstos habían depositado en la Revolución Rusa,le parecía un “crimen”. Pero en cuanto pisó suelo español se leencerró en la cárcel, y así quedó libre del penoso deber de des-engañar a sus compañeros.

En el verano de 1921, otra delegación de la CNT participóen el Tercer Congreso de la Internacional Comunista y en laasamblea constitutiva de la Internacional Sindical Roja. Entrelos delegados de la CNT, había jóvenes neófitos del bolche-viquismo ruso, tales como Joaquín Maurín y Andrés Nin, perotambién un anarquista francés de gran claridad mental, Gaston

Page 140: Guérin, Daniel - El anarquismo

148 / DANIEL GUÉRIN

Leval. A riesgo de que lo acusaran de “hacerle el juego a laburguesía” y de “ayudar a la contrarrevolución”, decidió nocallar. En su concepto, no decirles a las masas que lo que habíafracasado en Rusia no era la Revolución, sino el Estado, “nohacerles ver que detrás de la Revolución sangrante se oculta elEstado que la paraliza y la ultraja”, hubiera sido peor que guar-dar silencio. Así se expresó en el número de noviembre de 1921de Le Libertaire, de París. Vuelto a España, recomendó a laCNT que anulara su adhesión a la Tercera Internacional y a susupuesta filial sindical, pues estimaba que “toda colaboraciónhonesta y leal” con los bolcheviques era imposible.

Abierto así el fuego, Pestaña se decidió a publicar su primerinforme, luego completado por otro en el que mostraba la ver-dad sobre el bolcheviquismo: “Los principios del Partido Comu-nista son todo lo contrario de lo que afirmaba y proclamaba enlos primeros tiempos de la Revolución. Por sus principios, losmedios de que se valen y los objetivos que persiguen, la Revolu-ción Rusa y el Partido Comunista son diametralmente opuestos[...]. Ya dueño absoluto del poder, el Partido Comunista decretóque quien no pensara como comunista (entiéndase bien, como‘comunista’ a su manera) no tenía el derecho de pensar [...]. ElPartido Comunista negó al proletariado ruso los sagrados dere-chos que le había otorgado la Revolución”. Pestaña puso en dudala validez de la Internacional Comunista: por ser lisa y llanamen-te una prolongación del Partido Comunista ruso, no podía en-carnar la revolución frente al proletariado mundial.

El congreso nacional de Zaragoza, realizado en junio de 1922,al que estaba destinado este informe, decidió el retiro de la CNTde la Tercera Internacional o, más exactamente, de su sucedá-neo sindical, la Internacional Sindical Roja; además, aprobó elenvío de delegados a una conferencia anarcosindicalista inter-nacional que se celebró en Berlín en el mes de diciembre, de lacual surgió una “Asociación Internacional de Trabajadores”.Esta Internacional fue sólo un fantasma, por cuanto, aparte dela importante central de España, en los demás países logró muyescasos adherentes13.

13 En Francia, adhirieron los sindicalistas de la tendencia de Pierre Besnard que,excluidos de la Confédération Générale du Travail Unitaire (GGTU), fundaron en1924 la Confédération Générale du Travail Syndicaliste Révolutionnaire (COTSR).

Page 141: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 149

Esta ruptura marcó el nacimiento del implacable odio que Mos-cú concentraría en el anarquismo español. Desautorizados porla CNT, Joaquín Maurín y Andrés Nin la dejaron para fundar elPartido Comunista español. En un opúsculo publicado en mayode 1924, Maurín declaró una guerra sin cuartel a sus antiguoscompañeros: “La eliminación definitiva del anarquismo es tareadifícil en un país cuyo movimiento obrero carga ya con mediosiglo de propaganda anarquista. Pero lo conseguiremos”.

LA TRADICIÓN ANARQUISTA EN ESPAÑA

Vemos, pues, que los anarquistas españoles aprendieron atiempo la lección de la Revolución Rusa, lo cual contribuyó aestimularlos para preparar una revolución antinómica. La de-generación del comunismo “autoritario” acrecentó su voluntadde imponer un comunismo libertario. Cruelmente defraudadospor el espejismo soviético, vieron en el anarquismo “la últimaesperanza de renovación en este sombrío período”, como ex-presará luego Santillán.

La revolución libertaria estaba semipreparada en la concien-cia de las masas populares y en el pensamiento de los teóricoslibertarios. Como bien observa José Peirats, el anarco-sindicalismo era, “por su psicología, su temperamento y susreacciones, el sector más español de toda España”. Constituíael doble producto de una evolución combinada. Correspondíasimultáneamente a la situación de un país atrasado, donde lavida rural se mantenía en su estado arcaico, y a la aparición y eldesarrollo, en ciertas regiones, de un moderno proletariado na-cido de la industrialización. La originalidad del anarquismo es-pañol residía en su singular mezcla de tendencias hacia el pasa-do y el futuro, cuya simbiosis distaba mucho de ser perfecta.

Hacia 1918, la CNT contaba con más de un millón de afilia-dos. Dentro del campo industrial, tenía considerable fuerza enCataluña y, en menor medida, en Madrid y Valencia14; perotambién hundía sus raíces en el campo –entre los campesinos

14 En Castilla, Asturias, etc., predominaba la Unión General de Trabajadores(UGT), central obrera socialdemócrata.

Page 142: Guérin, Daniel - El anarquismo

150 / DANIEL GUÉRIN

pobres–, donde sobrevivía la tradición del comunalismo aldea-no, teñido de localismo y de espíritu cooperativo. En 1898, elescritor Joaquín Costa, en su obra El colectivismo agrario, in-ventarió las supervivencias de éste. Todavía quedaban muchasaldeas donde había bienes comunales, cuyas parcelas se conce-dían a los campesinos que no poseían tierras; también se en-contraban villorrios que compartían con otros los campos depastoreo y algunos “bienes comunales”. En el Sur, región degrandes haciendas, los jornaleros agrícolas tendían más a lasocialización que a la repartición de las tierras.

Además, muchos decenios de propaganda anarquista en elcampo, realizada por medio de folletos de divulgación comolos de José Sánchez Rosa, habían preparado el terreno para elcolectivismo agrario. La CNT tenía especialmente fuerza entrelos campesinos del Sur (Andalucía), del Este (región de Levante,alrededores de Valencia) y del Nordeste (Aragón, vecindadesde Zaragoza).

La doble base, industrial y rural, del anarcosindicalismo es-pañol, orientó el “comunismo libertario” por él propugnadoen dos direcciones un tanto divergentes: una comunalista y otrasindicalista. El comunalismo tenía un matiz más particularistay más rural, casi podría decirse más meridional, pues uno desus principales bastiones era Andalucía. El sindicalismo mos-traba un tinte más integracionista y urbano, más septentrional,cabría afirmar, por cuanto su centro vital era Cataluña. Losteóricos libertarios se mostraban algo vacilantes y estaban divi-didos en lo que a este punto respecta.

Unos, que compartían las ideas de Kropotkin y su idealiza-ción –erudita pero simplista– de las comunas de la Edad Me-dia, identificadas por ellos con la tradición española de la co-munidad campesina primitiva, tenían siempre a flor de labiosel lema de “comuna libre”. Durante las insurrecciones campe-sinas que siguieron al advenimiento de la República, en 1931,se realizaron diversos ensayos prácticos de comunismo liberta-rio. Por acuerdo mutuo y voluntario, algunos grupos de cam-pesinos que poseían pequeñas parcelas decidieron trabajar encomún, repartirse los beneficios en partes iguales y consumir“de lo propio”; además, destituyeron a las autoridades muni-cipales y las reemplazaron por comités electivos. Creyeron in-

Page 143: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 151

genuamente haberse independizado del resto de la sociedad, delos impuestos y del servicio militar.

Otros, que se proclamaban seguidores de Bakunin –funda-dor del movimiento obrero colectivista, sindicalista e inter-nacionalista de España– y de su discípulo Ricardo Mella, sepreocupaban más por el presente que por la Edad de Oro, eranmás realistas. Daban primordial importancia a la integracióneconómica y consideraban que, por un largo período transito-rio, era mejor remunerar el trabajo con arreglo a las horas delabor cumplidas que distribuir las ganancias según las necesi-dades de cada uno. A su criterio, la combinación de las unioneslocales de sindicatos y de las federaciones por ramas industria-les era la estructura económica del porvenir.

Al principio, los militantes de la base confundieron hastacierto punto la idea de sindicato con la de comuna, debido aque, durante largo tiempo, dentro de la CNT predominaron lossindicatos únicos (uniones locales), que estaban más cerca delos trabajadores, se encontraban a salvo de todo egoísmo decorporación y constituían algo así como el hogar material yespiritual del proletariado15.

Las opiniones de los anarcosindicalistas españoles estaban tam-bién divididas respecto de otro problema, el cual hizo resurgir enla práctica el mismo debate teórico que otrora, en el congresoanarquista internacional de 1907, creó la oposición entre sindi-calistas y anarquistas. La actividad en pro de las reivindicacionescotidianas había generado en la CNT una tendencia reformistaque la FAI (Federación Anarquista Ibérica), fundada en 1927, seconsideró llamada a combatir para defender la integridad de ladoctrina anarquista. En 1931, la tendencia sindicalista publicóun manifiesto, denominado de los “Treinta”, en el cual se decla-raba en rebeldía contra la “dictadura” de las minorías dentro delmovimiento sindical, y afirmaba la independencia del sindicalis-mo y su aspiración a bastarse solo. Cierto número de sindicatos

15 Sólo en 1931 aprobó la CNT una idea rechazada en 1919: la de crearfederaciones de industria. Los “puros” del anarquismo temían la propensión alcentralismo y a la burocracia de estas federaciones, pero se había hechoimperativo responder a la concentración capitalista con la concentración de lossindicatos de cada industria. Fue preciso esperar hasta 1937 para que quedaranrealmente organizadas las grandes federaciones de industria.

Page 144: Guérin, Daniel - El anarquismo

152 / DANIEL GUÉRIN

abandonó la CNT y, pese a que se logró llenar la brecha de estaescisión poco antes de la Revolución de julio de 1936, la corrien-te reformista subsistió en la central obrera.

BAGAJE DOCTRINARIO

Los anarquistas españoles jamás dejaron de publicar en suidioma los escritos fundamentales (y hasta los de menor impor-tancia) del anarquismo internacional, con lo cual salvaron delolvido, y aun de la destrucción, las tradiciones de un socialismorevolucionario y libre a la vez. Augustin Souchy, anarcosin-dicalista alemán que se puso al servicio del anarquismo espa-ñol, escribió: “En sus asambleas de sindicatos y grupos, en susdiarios, folletos y libros, se discutía incesante y sistemáticamenteel problema de la revolución social”.

Inmediatamente después de la proclamación de la RepúblicaEspañola de 1931, se produjo un florecimiento de la literatura“anticipacionista”. Peirats hizo una lista de tales escritos, muyincompleta según él, la cual incluye cerca de cincuenta títulos;el mismo autor subraya que esta “obsesión de construcción re-volucionaria” que se tradujo en una proliferación editorial,contribuyó grandemente a encaminar al pueblo hacia la Revo-lución. Así, los anarquistas españoles conocieron el folleto Idéessur l’Organisation Sociale, escrito por James Guillaume en 1876,a través de los muchos pasajes que de él incluía el libro de PierreBesnard, Les Syndicats Ouvriers et la Révolution Sociale, apa-recido en París hacia 1930. En 1931, Gaston Leval publicó enla Argentina, país adonde había emigrado, Problemas econó-micos de la revolución española, que inspiró directamente laimportante obra de Diego Abad de Santillán, a la cual nos refe-riremos más adelante.

En 1932, el doctor Isaac Puente, médico rural que, al añosiguiente, sería el principal animador de un comité de insu-rrección en Aragón, publicó un esbozo –algo ingenuo e idea-lista– de comunismo libertario, en el cual exponía ideas queluego tomaría el congreso de la CNT reunido en Zaragoza el19 de mayo de 1936.

El programa de Zaragoza define con cierta precisión cómo

Page 145: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 153

debe funcionar una democracia aldeana directa: la asambleageneral de los habitantes elige un consejo comunal integradopor representantes de diversos comités técnicos. Cada vez quelos intereses de la comuna lo requieren, la asamblea general sereúne a petición del consejo comunal o por voluntad de lospropios aldeanos. Los distintos cargos de responsabilidad ca-recen totalmente de carácter ejecutivo o burocrático. Sus titu-lares (con excepción de algunos técnicos y especialistas en esta-dística) cumplen su tarea como simples productores que en nadase distinguen de los demás, y al fin de la jornada de trabajo sereúnen para discutir cuestiones de detalle que no necesitan rati-ficación de la asamblea general.

Cada trabajador en actividad recibe una tarjeta de produc-tor en la cual constan los servicios prestados, evaluados en uni-dades de días de trabajo cumplidos y contra cuya presentaciónpuede obtener mercancías de valor equivalente. A los elemen-tos pasivos de la población se les entrega una simple tarjeta deconsumidor. No existen normas absolutas: se respeta la auto-nomía de las comunas. Si alguna de ellas considera convenienteimplantar un sistema de intercambio interior propio, puede ha-cerlo libremente, pero a condición de no lesionar en lo mínimolos intereses de las demás. En efecto, el derecho a la autonomíacomunal no excluye el deber de mantener la solidaridad colec-tiva dentro de las federaciones cantonales y regionales en quese unen las comunas.

El cultivo del espíritu es una de las preocupaciones pre-ponderantes de los congresistas de Zaragoza. La cultura debehacer que, durante su existencia, cada hombre tenga acceso yderecho a las ciencias, las artes y las investigaciones de todo gé-nero, en compatibilidad con su tarea de contribuir a la producciónde bienes materiales. Merced a esta doble actividad, el ser huma-no tiene garantizados su equilibrio y su buena salud. Se acabó ladivisión de la sociedad en trabajadores manuales e intelectuales:todos son simultáneamente lo uno y lo otro. Una vez finalizadasu jornada de productor, el individuo es dueño absoluto de sutiempo. La CNT piensa que, en una sociedad emancipada, don-de las necesidades de orden material estén satisfechas, las necesi-dades espirituales se manifestarán más imperiosamente.

Hacía ya mucho tiempo que el anarcosindicalismo español

Page 146: Guérin, Daniel - El anarquismo

154 / DANIEL GUÉRIN

procuraba salvaguardar la autonomía de lo que llamaba los“grupos de afinidad”. Entre otros, el naturismo y el vegetaria-nismo contaban con muchos adeptos, sobre todo en los campe-sinos pobres del Sur. Se estimaba que estos dos métodos de vidapodían transformar al hombre y prepararlo para la sociedadlibertaria. Así, el congreso de Zaragoza no se olvidó de la suer-te de los grupos naturistas y nudistas, “refractarios a la indus-trialización”. Dado que, por esta actitud, estarían incapacitadospara subvenir a todas sus necesidades, el congreso consideró laposibilidad de que los delegados de aquellos que concurrieran alas reuniones de la confederación de comunas concertaran acuer-dos económicos con las otras comunas agrícolas e industriales.¿Debemos sonreír? En vísperas de una fundamental y sangrien-ta mutación social, la CNT no creía que fuera risible buscar laforma de satisfacer las aspiraciones infinitamente variadas delser humano.

En lo penal, el congreso de Zaragoza afirma, fiel a las en-señanzas de Bakunin, que la principal causa de la delincuenciaes la injusticia social y que, en consecuencia, una vez suprimidala segunda, la primera desaparecerá casi por completo. Sostie-ne que el hombre no es malo por naturaleza. Las faltas cometi-das por los individuos, tanto en el aspecto moral como en susfunciones de productor, serán examinadas por las asambleaspopulares, que se esforzarán por encontrar una solución justapara cada caso.

El comunismo libertario no acepta más correctivos que losmétodos preventivos de la medicina y la pedagogía. Si un indi-viduo, víctima de fenómenos patológicos, atenta contra la ar-monía que debe reinar entre sus semejantes, se dará debida aten-ción a su desequilibrio a la par que se estimulará su sentido dela ética y de la responsabilidad social. Como remedio para laspasiones eróticas, que acaso no puedan refrenarse ni siquierapor respeto a la libertad de los demás, el congreso de Zaragozarecomienda el “cambio de aire”, recurso eficaz tanto para losmales del cuerpo como para los del amor. La central obreraduda, empero, de que en un ambiente de libertad sexual puedaexistir semejante exacerbación.

Cuando, en mayo de 1936, el congreso de la CNT adoptó elprograma de Zaragoza, nadie preveía que, en dos meses, esta-

Page 147: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 155

ría preparado el terreno para su aplicación. En realidad, la so-cialización de la tierra y de la industria que siguió a la victoriarevolucionaria del 19 de julio, habría de apartarse sensiblementede aquel idílico programa. Aunque en él se repetía continua-mente la palabra “comuna”, el término adoptado para desig-nar las unidades socialistas de producción fue el de colectivida-des. No se trató de un simple cambio de vocabulario: los arte-sanos de la autogestión española habían comenzado a abrevaren otra fuente.

Efectivamente, el esquema de construcción económica es-bozado dos meses antes del congreso de Zaragoza por DiegoAbad de Santillán en su libro El organismo económico de laRevolución, se diferenciaba notablemente del programa de Za-ragoza.

Santillán no es, como tantos de sus congéneres, un epígonoinfecundo y estereotipado de los grandes anarquistas del sigloXIX. Deplora que la literatura anarquista de los últimos veinti-cinco o treinta años se haya ocupado tan poco de los proble-mas concretos de la economía moderna y no haya sido capazde crear nuevos caminos hacia el porvenir, limitándose a pro-ducir en todas las lenguas una superabundancia de obras dedi-cadas a elaborar hasta el cansancio, y sólo abstractamente, elconcepto de libertad.

¡Cuán brillantes le parecen los informes presentados en loscongresos nacionales e internacionales de la Primera Internacio-nal, en comparación con esta indigesta mole libresca! En ellos,observa Santillán, encontramos mayor comprensión de los pro-blemas económicos que en las obras de los períodos posteriores.

Santillán no es hombre de quedarse atrás, sigue el ritmo desu tiempo. Tiene conciencia de que “el formidable desarrollode la industria moderna ha creado toda una serie de nuevosproblemas, otrora imprevisibles”. No debemos pretender re-tornar al arado romano ni a las primitivas formas artesanalesde producción. El particularismo económico, la mentalidad lo-calista, la patria chica, tan adorada en la campaña españolapor quienes añoran la Edad de Oro, la “comuna libre” deKropotkin, de espíritu estrecho y medieval, deben quedar re-legados al museo de antigüedades. Son vestigios de conceptoscomunalistas ya caducos.

Page 148: Guérin, Daniel - El anarquismo

156 / DANIEL GUÉRIN

Desde el punto de vista económico, no pueden existir las “co-munas libres”: “Nuestro ideal es la comuna asociada, federada eintegrada en la economía total del país y de las demás nacionesen revolución”. El colectivismo, la autogestión, no deben consis-tir en la sustitución del propietario privado por otro multicéfalo.La tierra, las fábricas, las minas y los medios de transporte sonobra de todos y a todos han de servir por igual. Hoy la economíano es local, ni siquiera nacional, sino mundial. La vida modernase caracteriza por la cohesión de la totalidad de las fuerzas deproducción y distribución. “Es imperioso, y corresponde a laevolución del mundo económico moderno, implantar una eco-nomía socializada, dirigida y planificada”.

Para llenar las funciones de coordinación y planificación,Santillán propone un Consejo Económico Federal que no seaun poder político, sino un simple organismo de coordinaciónencargado de regular las actividades económicas y administra-tivas. Este Consejo ha de recibir las directivas desde abajo, asaber, de los consejos de fábrica confederados simultáneamenteen consejos sindicales por rama industrial y en consejos eco-nómicos locales. Será, pues, el punto de convergencia de doslíneas, una local y otra profesional. Los órganos de base le su-ministrarán las estadísticas necesarias para que en todo mo-mento pueda conocer la verdadera situación económica. De talmodo, estará capacitado para localizar las principales defi-ciencias y determinar cuáles son los sectores donde resulta másurgente promover nuevas industrias y nuevos cultivos. “Cuan-do la autoridad suprema resida en las cifras y las estadísticas,no habrá ya necesidad de gendarmes”. En un sistema de estaíndole, la coerción estatal no es provechosa, sino estéril y hastaimposible. El Consejo Federal se ocupará de la difusión de nue-vas normas de la intercomunicación de las regiones y de la crea-ción de un espíritu de solidaridad nacional. Estimular la bús-queda de nuevos métodos de trabajo, nuevos procedimientosfabriles y nuevas técnicas rurales. Distribuirá la mano de obraentre las distintas regiones y ramas de la economía.

Incontestablemente, Santillán aprendió mucho de la Re-volución Rusa. Por un lado, ella le enseñó que es necesario to-mar providencias para impedir la resurrección del aparato es-tatal y burocrático; pero, por el otro, le demostró que una revo-

Page 149: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 157

lución victoriosa no puede dejar de pasar por fases económicasintermedias, en las cuales, por un tiempo, subsiste lo que Marxy Lenin llaman el “derecho burgués”. Tampoco se puede pre-tender suprimir de un manotazo el sistema bancario y moneta-rio; es preciso transformar estas instituciones y utilizarlas comomedio de intercambio provisional, a fin de mantener en activi-dad la vida social y preparar el camino para nuevas formas dela economía.

Santillán cumplió importantes funciones en la Revolución Es-pañola. Se desempeñó sucesivamente como miembro del comitécentral de las milicias antifascistas (fines de julio de 1936), inte-grante del Consejo Económico de Cataluña (11 de agosto) y mi-nistro de Economía de la Generalidad (mediados de diciembre).

UNA REVOLUCIÓN “APOLÍTICA”

La Revolución Española había, pues, madurado relativa-mente en la mente de los pensadores libertarios y en la con-ciencia popular. Por ello no es de extrañar que la derecha espa-ñola viera el principio de una revolución en la victoria electoraldel Frente Popular (febrero de 1936). En realidad las masas notardaron en rebasar los estrechos límites del triunfo logrado enlas urnas. Burlándose de las reglas del juego parlamentario, noesperaron siquiera que se formara el gobierno para liberar a lospresos políticos. Los arrendatarios rurales dejaron de pagar elarrendamiento. Los jornaleros agrícolas ocuparon las tierras yse pusieron a trabajarlas para imponer de inmediato laautoadministración. Los ferroviarios se declararon en huelgapara exigir la nacionalización de los ferrocarriles, mientras quelos albañiles madrileños reivindicaron el control obrero, pri-mera etapa hacia la socialización.

Los jefes militares, con el general Franco a la cabeza, res-pondieron a estos pródromos de revolución con un golpe mi-litar. Pero sólo consiguieron acelerar el curso de una revoluciónya prácticamente iniciada. Con excepción de Sevilla, en la ma-yor parte de las grandes ciudades –Madrid, Barcelona y Valen-cia, especialmente– el pueblo tomó la ofensiva, sitió los cuarte-les, levantó barricadas en las calles y ocupó los puntos estraté-

Page 150: Guérin, Daniel - El anarquismo

158 / DANIEL GUÉRIN

gicos. De todas partes, acudieron los trabajadores al llamadode sus sindicatos. Con absoluto desprecio de su vida, el pechodescubierto y las manos vacías, se lanzaron al asalto de los bas-tiones franquistas. Lograron arrebatarle los cañones al enemi-go y conquistar a los soldados para su causa.

Merced a este furor popular, la insurrección militar quedóaplastada en veinticuatro horas. Entonces, espontáneamente,principió la revolución social. Fue un proceso desigual, a nodudarlo, de variada intensidad según las regiones y las ciuda-des; pero en ninguna parte tuvo tanto ímpetu como en Cata-luña y, particularmente, en Barcelona. Cuando las autoridadesconstituidas salieron de su estupor, se dieron cuenta de que,simplemente, ya no existían. El Estado, la policía, el ejército yla administración parecían haber perdido su razón de ser. Losguardias civiles habían sido expulsados o eliminados. Los obre-ros vencedores se ocupaban de guardar el orden. La organiza-ción del abastecimiento era lo más urgente, y para llenar estanecesidad se formaron comités; éstos distribuían los víveres enlas barricadas transformadas en campamentos y luego abrie-ron restaurantes comunitarios. Los comités de barrio organi-zaron la administración; los de guerra, la partida de las miliciasobreras hacia el frente. La casa del pueblo se había convertidoen el verdadero ayuntamiento. Ya no se trataba simplemente dela “defensa de la República” contra el fascismo, sino de la Re-volución. De una Revolución que, a diferencia de la rusa, notuvo necesidad de crear enteramente sus órganos de poder: laelección de soviets resultaba superflua debido a la omnipresen-cia de la organización anarcosindicalista, de la cual surgían losdiversos comités de base. En Cataluña, la CNT y su minoríaconsciente, la FAI, eran más poderosas que las autoridades,transformadas en simples espectros.

Nada impedía, sobre todo en Barcelona, que los comités obre-ros tomaran de jure el poder que ya ejercían de facto. Pero seabstuvieron de dar tal paso. Durante decenios el anarquismoespañol previno al pueblo contra el engaño de la “política”, lerecomendó dar primacía a lo “económico” y se esforzó pordesviarlo de la revolución burguesa democrática para con-ducirlo, mediante la acción directa, hacia la revolución social.En el linde de la Revolución, los anarquistas siguieron, apro-

Page 151: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 159

ximadamente, el siguiente razonamiento: que los políticos ha-gan lo que quieran; nosotros, los “apolíticos”, nos ocuparemosde la economía. En un artículo intitulado “La inutilidad delgobierno” y publicado el 3 de septiembre de 1936 por el Bole-tín de Información CNT-FAI, se daba por descontado que laexpropiación económica en vías de realización acarrearía ipsofacto “la liquidación del Estado burgués, reducido por asfixia”.

LOS ANARQUISTAS EN EL GOBIERNO

Pero muy pronto esta subestimación del gobierno fue reem-plazada por una actitud opuesta. Bruscamente, los anarquistasespañoles se convirtieron en gubernamentalistas. Poco despuésde la revolución del 19 de julio, el activista anarquista GarcíaOliver se entrevistó en Barcelona con el presidente de la Gene-ralidad de Cataluña, el burgués liberal Companys. Aunque elúltimo estaba dispuesto a hacerse a un lado se lo mantuvo ensus funciones. La CNT y la FAI renunciaron a ejercer una “dic-tadura” anarquista y se declararon prestas a colaborar con lasdemás agrupaciones izquierdistas. Hacia mediados de septiem-bre, la CNT exigió a Largo Caballero, presidente del consejode gobierno central, que se creara un “Consejo de Defensa”integrado por quince personas, en el cual dicha central se con-formaba con tener cinco representantes. Esto equivalía a acep-tar la idea de participar en el gobierno ocupando cargos minis-teriales, pero con otro nombre.

Finalmente, los anarquistas tomaron carteras en los dos go-biernos: en el de la Generalidad de Cataluña, primero, y en el deMadrid, después. En una carta abierta fechada el 14 de abril de1937 y dirigida a la compañera ministra Federica Montseny, elanarquista italiano Camillo Berneri, que se encontraba en Barce-lona, los censuró afirmando que estaban en el gobierno sólo paraservir de rehenes y de pantalla “a políticos que coqueteaban conel enemigo” [de clase]16. En realidad, el Estado en el cual se ha-bían dejado integrar seguía siendo burgués, y buena parte de sus

16 Entre el 11 y el 13 de junio de 1937, se realizó en París un congresoextraordinario de la Asociación Internacional de Trabajadores, a la que estabaafiliada la CNT. En dicho Congreso se reprobó a la central anarcosindicalista

Page 152: Guérin, Daniel - El anarquismo

160 / DANIEL GUÉRIN

funcionarios y de su personal político no era leal a la República.¿Cuál fue la razón de esta abjuración? La Revolución Españolahabía sido la inmediata respuesta proletaria a un golpe de Esta-do contrarrevolucionario. Desde el principio, la necesidad de com-batir con milicias antifascistas a las cohortes del general Francoimprimió a la Revolución un carácter de autodefensa, un carác-ter militar. Los anarquistas pensaron que, para enfrentar el peli-gro común, tenían que unirse, quisiéranlo o no, con las demásfuerzas sindicales y hasta con los partidos políticos dispuestos acerrarle el paso a la rebelión. Al dar las potencias fascistas uncreciente apoyo al franquismo, la lucha “antifascista” degeneróen una guerra verdadera, de corte clásico, en una guerra total.Los libertarios no podían participar en ésta sin renunciar cadavez más a sus principios, tanto en lo político como en lo militar.Ateniéndose a un falso razonamiento, creyeron que la victoriade la Revolución sería imposible si primero no se ganaba la gue-rra, y en aras de esa victoria “sacrificaron todo”, como convinoSantillán. Vanamente objetó Berneri que era un error darle prio-ridad a la guerra sin más, y trató de hacerles ver que sólo unaguerra revolucionaria podía asegurar el triunfo sobre Franco. Enrigor de verdad, frenar la Revolución equivalía a mellar el armaprincipal de la República: la participación activa de las masas.Peor aún, la España republicana, sometida al bloqueo de las de-mocracias occidentales y seriamente amenazada por el avancede las tropas fascistas, se veía obligada a recurrir a la ayuda mi-litar rusa para poder sobrevivir, y este socorro presentaba dosinconvenientes: primero, la situación debía beneficiar sobre todoal Partido Comunista y lo menos posible a los anarquistas; se-gundo, Stalin no quería, por ningún concepto, que en Españatriunfara una revolución social, no sólo porque ella hubiera sidolibertaria, sino también porque hubiera expropiado los capitalesinvertidos por Inglaterra, presunta aliada de la URSS en la “ron-da de las democracias” opuesta a Hitler. Los comunistas españo-

por su participación en el gobierno y por concesiones que a consecuencia de ellohabía hecho, Con este precedente, Sebastien Faure se decidió a publicar en losnúmeros del 8, 15 y 22 de julio de Le Libertaire una serie de artículos intitulada“La Pente Fatale”, donde criticaba severamente a los anarquistas españoles porcolaborar con el gobierno. Disgustada, la CNT provocó la renuncia delsecretario de la AIT, Pierre Besnard.

Page 153: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 161

les hasta negaban que hubiera revolución: simplemente, el go-bierno legal luchaba por reducir una sedición militar. Después delas sangrientas jornadas de Barcelona (mayo de 1937), en cuyotranscurso las fuerzas del orden desarmaron a los obreros pormandato estalinista, los libertarios, invocando la unidad de ac-ción antifascista, prohibieron a los trabajadores contraatacar. Es-capa de los límites de este libro analizar la lúgubre perseveranciacon que los anarquistas españoles se mantuvieron en el error delFrente Popular hasta la derrota final de los republicanos.

LOS TRIUNFOS DE LA AUTOGESTIÓN

No obstante, en la esfera de mayor importancia para ellos,vale decir, en la económica, los anarquistas españoles, presio-nados por las masas, se mostraron más intransigentes y las con-cesiones que se vieron obligados a hacer fueron mucho más limi-tadas. En buena medida, la autogestión agrícola e industrial tomóvuelo por sus propios medios. Pero, a medida que se fortalecía elEstado y se acentuaba el carácter totalitario de la guerra,tornábase más aguda la contradicción entre aquella repúblicaburguesa beligerante y ese experimento de comunismo o, másgeneralmente, de colectivismo libertario que se llevaba adelanteparalelamente. Por último, la autogestión tuvo que batirse prác-ticamente en retirada, sacrificada en el altar del “antifascismo”.

Nos detendremos un poco sobre esta experiencia, la cual,afirma Peirats, no ha sido aún objeto de estudio metódico, ta-rea por cierto engorrosa ya que la autogestión presenta infinidadde variantes, según el lugar y el momento de que se trate. Cree-mos conveniente dedicarle especial atención, pues es relativa-mente poco conocida. Hasta en el campo republicano se la ig-noró casi por completo e incluso se la desacreditó. La guerracivil la hundió en la sombra del olvido y aún hoy la reemplazaen los recuerdos de la humanidad. El filme Morir en Madrid nomenciona siquiera dicha experiencia, y, sin embargo, ella esquizás el legado más positivo del anarquismo español.

Al producirse la Revolución del 19 de julio de 1936, fulminanterespuesta popular al pronunciamiento franquista, los grandes in-dustriales y hacendados se apresuraron a abandonar sus posesio-

Page 154: Guérin, Daniel - El anarquismo

162 / DANIEL GUÉRIN

nes para refugiarse en el extranjero. Los obreros y campesinostomaron a su cargo aquellos bienes sin dueño. Los trabajadoresagrícolas decidieron continuar cultivando el suelo por sus pro-pios medios y, espontáneamente, se asociaron en “colectivida-des”. El 5 de septiembre se reunió en Cataluña un congreso re-gional de campesinos, convocado por la CNT, en el que se resol-vió colectivizar la tierra bajo el control y la dirección de los sindi-catos. Las grandes haciendas y los bienes de los fascistas seríansocializados. En cuanto a los pequeños propietarios, podían es-coger libremente entre continuar en el régimen de propiedad in-dividual o entrar en el de propiedad colectiva. Estas iniciativassólo recibieron consagración legal más tarde, el 7 de octubre de1936, cuando el gobierno republicano central confiscó sin pre-vio pago de indemnización los bienes de las “personas compro-metidas en la rebelión fascista”. Fue ésta una medida incompletadesde el punto de vista legal, pues sólo sancionaba una pequeñaparte de las apropiaciones ya realizadas espontáneamente por elpueblo: los campesinos habían efectuado las expropiacionesindiscriminadamente, sin tomar en cuenta si el propietario habíaparticipado o no en el golpe militar.

En los países subdesarrollados, donde faltan los medios téc-nicos necesarios para el cultivo en gran escala, el campesinopobre se siente más atraído por la propiedad privada, de la cualnunca gozó, que por la agricultura socializada. Pero en España,la educación libertaria y la tradición colectivista compensaronla insuficiencia de los medios técnicos y contrarrestaron las ten-dencias individualistas de los campesinos empujándolos, debuenas a primeras, hacia el socialismo. Los campesinos pobresoptaron por ese camino, en tanto que los más acomodados seaferraron al individualismo, como sucedió en Cataluña. La granmayoría (90 por ciento) de los trabajadores de la tierra prefirie-ron, desde el principio, entrar en las colectividades. Con ello seselló la alianza de los campesinos con los obreros urbanos, quie-nes, por la naturaleza de su trabajo, eran partidarios de la so-cialización de los medios de producción.

Al parecer, la conciencia social estaba aún más desarrolladaen el campo que en la ciudad.

Las colectividades agrícolas comenzaron a regirse según unadoble gestión: económica y local a la vez. Ambas funciones es-

Page 155: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 163

taban netamente delimitadas, pero, en casi todos los casos, lasasumían o las dirigían los sindicatos.

En cada aldea, la asamblea general de campesinos traba-jadores elegía un comité administrativo que se encargaba dedirigir la actividad económica. Salvo el secretario, los miem-bros del comité seguían cumpliendo sus tareas habituales. To-dos los hombres aptos, entre los dieciocho y sesenta años, te-nían la obligación de trabajar. Los campesinos se organizabanen grupos de diez o más, encabezados por un delegado, a cadaequipo se le asignaba una zona de cultivo o una función, deacuerdo con la edad de sus miembros y la índole del trabajo.Todas las noches, el comité administrativo recibía a los delega-dos de los distintos grupos. En cuanto a la parte de administra-ción local, la comuna convocaba frecuentemente una asambleavecinal general en la que se rendían cuentas de lo hecho.

Todo era de propiedad común, con excepción de las ropas,los muebles, las economías personales, los animales domésticos,las parcelas de jardín y las aves de corral destinadas al consu-mo familiar. Los artesanos, los peluqueros, los zapateros, etc.,estaban a su vez agrupados en colectividades. Las ovejas de lacomunidad se dividían en rebaños de varios cientos de cabezas,que eran confiados a pastores y distribuidos metódicamente enlas montañas.

En lo que atañe al modo de repartir los productos, se proba-ron diversos sistemas, unos nacidos del colectivismo, otros delcomunismo más o menos integral y otros, aun, de la combinaciónde ambas. Por lo general, se fijaba la remuneración en función delas necesidades de los miembros del grupo familiar. Cada jefe defamilia recibía, a modo de jornal, un bono expresado en pesetas,el cual podía cambiarse por artículos de consumo en las tiendascomunales, instaladas casi siempre en la iglesia o sus dependen-cias. El saldo no consumido se anotaba en pesetas en el haber deuna cuenta de reserva individual, y el interesado podía solicitaruna parte limitada de dicho saldo para gastos personales. El al-quiler, la electricidad, la atención médica, los productos medicina-les, la ayuda a los ancianos, etc., eran gratuitos, lo mismo que laescuela, que a menudo funcionaba en un viejo convento y eraobligatoria para los niños menores de catorce años, a quienes nose permitía realizar trabajos manuales.

Page 156: Guérin, Daniel - El anarquismo

164 / DANIEL GUÉRIN

La adhesión a la colectividad era totalmente voluntaria; asílo exigía la preocupación fundamental de los anarquistas: elrespeto por la libertad. No se ejercía presión alguna sobre lospequeños propietarios, quienes, al mantenerse apartados de lacomunidad por propia determinación y pretender bastarse a símismos, no podían esperar que ésta les prestara servicios o ayu-da. No obstante, les estaba permitido participar, siempre porlibre decisión, en los trabajos de la comuna y enviar sus pro-ductos a los almacenes comunales. Se los admitía en las asam-bleas generales y gozaban de ciertos beneficios colectivos. Sólose les impedía poseer más tierra de la que podían cultivar; y seles imponía una única condición: que su persona o sus bienesno perturbaran en nada el orden socialista. Aquí y allá, se re-unieron las tierras socializadas en grandes predios mediante elintercambio voluntario de parcelas con campesinos que no in-tegraban la comunidad. En la mayor parte de las aldeas socia-lizadas, fue disminuyendo paulatinamente el número de cam-pesinos o comerciantes no adheridos a la colectividad. Al sen-tirse aislados, preferían unirse a ella.

Con todo, parece que las unidades que aplicaban el prin-cipio colectivista de la remuneración por día de trabajo re-sistieron mejor que aquellas, menos numerosas, en las cuales sequiso aplicar antes de tiempo el comunismo integral desdeñandoel egoísmo todavía arraigado en la naturaleza humana, sobretodo en las mujeres. En ciertos pueblos, donde se había supri-mido la moneda de intercambio y se consumía la producciónpropia, es decir, donde existía una economía cerrada, se hicie-ron sentir los inconvenientes de tal autarquía paralizante; ade-más, el individualismo no tardó en volver a tomar la delanteray provocó la desmembración de la comunidad al retirarse cier-tos pequeños propietarios que habían entrado en ella sin estarmaduros, sin una verdadera mentalidad comunista.

Las comunas se unían en federaciones cantonales, a su vezcoronadas por federaciones regionales. En principio17, todas lastierras de una federación cantonal formaban un solo territoriosin deslindes. La solidaridad entre aldeas fue llevada a su puntomáximo. Se crearon cajas de compensación que permitían pres-tar ayuda a las colectividades menos favorecidas. Los instrumen-

17 Decimos “en principio”, pues no faltaron litigios entre aldeas.

Page 157: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 165

tos de trabajo, las materias primas y la mano de obra excedenteestaban a disposición de las comunidades necesitadas.

La socialización rural varió en importancia según las pro-vincias. En Cataluña, comarca de pequeña y mediana propiedad,donde el campesinado tiene profundas tradiciones in-dividualistas, se limitó a unas pocas colectividades piloto. EnAragón, por el contrario, se socializaron más de las tres cuartaspartes de las tierras. La iniciativa creadora de los trabajadoresagrícolas se vio estimulada por el paso de la columna Durruti,milicia libertaria en camino hacia el frente norte para combatira los fascistas, y la subsiguiente creación de un poder revolu-cionario surgido de la base, único en su género dentro de laEspaña republicana. Se constituyeron cerca de 450 co-lectividades, que agrupaban a unos 500.000 miembros. En laregión de Levante (cinco provincias; capital, Valencia), la másrica de España, se formaron alrededor de 900 colectividades,que englobaban el 43% de las localidades, el 50% de la pro-ducción de cítricos y el 70% de su comercialización. En Castillase crearon aproximadamente 300 colectividades, integradas por100.000 adherentes, en números redondos. La socialización seextendió hasta Extremadura y parte de Andalucía. En Asturiasmanifestó ciertas veleidades, pronto reprimidas.

Cabe señalar que este socialismo de base no fue, como creenalgunos, obra exclusiva de los anarcosindicalistas. Según testi-monio de Gaston Leval, muchos de los que practicaban laautogestión eran “libertarios sin saberlo”. En las provinciasnombradas en último término, la iniciativa de emprender lacolectivización fue de los campesinos socialistas, católicos e in-cluso, como en el caso de Asturias, comunistas18.

Allí donde la autogestión agrícola no fue saboteada por susadversarios o trabada por la guerra, se impuso con éxito inne-gable. Los triunfos logrados se debieron en parte al estado deatraso de la agricultura española. En efecto, era fácil superarlas más elevadas cifras de producción de las grandes haciendas,pues siempre habían sido lamentables. La mitad del territorio

18 No obstante, en las localidades del sur que no estaban controladas por losanarquistas, las apropiaciones de latifundios realizadas autoritariamente porlos municipios no constituyeron una verdadera mutación revolucionaria paralos jornaleros, quienes siguieron en la condición de asalariados; allí no huboautogestión.

Page 158: Guérin, Daniel - El anarquismo

166 / DANIEL GUÉRIN

peninsular había pertenecido a unos 10.000 señores feudales,quienes prefirieron mantener buena parte de sus tierras comoeriales antes que permitir la formación de una capa de colonosindependientes o acordar salarios decentes a sus jornaleros, locual hubiera puesto en peligro su posición de amos medievales.De esta manera se demoró el debido aprovechamiento de lasriquezas naturales del suelo español.

Se formaron extensos predios reuniendo distintas parcelas yse practicó el cultivo en grandes superficies, siguiendo un plangeneral dirigido por agrónomos. A merced a los estudios de lostécnicos agrícolas, se logró incrementar entre un 30 y un 50%el rendimiento de la tierra. Aumentaron las áreas sembradas, seperfeccionaron los métodos de trabajo y se utilizó más racio-nalmente la energía humana, animal y mecánica.

Se diversificaron los cultivos, se iniciaron obras de irrigacióny de reforestación parcial, se construyeron viveros y porquerizas,se crearon escuelas técnicas rurales y granjas piloto, se seleccio-nó el ganado y se fomentó su reproducción; finalmente, se pu-sieron en marcha industrias auxiliares, la socialización demos-tró su superioridad tanto sobre el sistema de la gran propiedadabsentista, en el que se dejaba inculta parte del suelo, comosobre el de la pequeña propiedad, en el cual se laboraba la tie-rra según técnicas rudimentarias, con semillas de mala calidady sin fertilizantes.

Se esbozó, al menos, una planificación agrícola basada enlas estadísticas de producción y de consumo que entregaban lascolectividades a sus respectivos comités cantonales, los cuales,a su vez, las comunicaban al comité regional, que cumplía latarea de controlar la cantidad y calidad de la producción decada región. Los distintos comités regionales se encargaban delcomercio interregional: reunían los productos destinados a laventa y con ellos realizaban las compras necesarias para toda lacomarca de su jurisdicción.

Donde mejor demostró el anarcosindicalismo sus posibilida-des de organizar e integrar la actividad agrícola fue en Levante.La exportación de los cítricos exigía técnicas comerciales mo-dernas y metódicas que, pese a ciertos conflictos, a veces serios,con los productores ricos, pudieron ponerse en práctica conbrillantes resultados.

Page 159: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 167

El desarrollo cultural fue a la par del material. Se inició laalfabetización de los adultos; en las aldeas, las federaciones re-gionales fijaron un programa de conferencias, funciones cine-matográficas y representaciones teatrales.

Tan buenos resultados no se debieron únicamente a la pode-rosa organización del sindicalismo sino también, en gran parte,a la inteligencia y a la iniciativa del pueblo. Aunque analfabe-tos en su mayoría, los campesinos dieron pruebas de tener unaelevada conciencia socialista, un gran sentido práctico y un es-píritu de solidaridad y de sacrificio que despertaban la admira-ción de los observadores extranjeros. Después de visitar la co-lectividad de Segorbe, el laborista independiente FennerBrockway, hoy lord Brockway, se expresó de esta guisa: “Elestado de ánimo de los campesinos, su entusiasmo, el espíritucon que cumplen su parte en el esfuerzo común, el orgullo queello les infunde, todo es admirable”.

También en la industria demostró la autogestión cuánto po-día hacer. Esto se vio especialmente en Cataluña, la región másindustrializada de España. Espontáneamente, los obreros cu-yos patrones había huido, pusieron las fábricas en marcha.Durante más de cuatro meses, las empresas de Barcelona, sobrelas cuales ondeaba la bandera roja y negra de la CNT, fueronadministradas por los trabajadores agrupados en comités revo-lucionarlos, sin ayuda o interferencia del Estado, a veces hastasin contar con una dirección experta. Con todo, la mayor suer-te del proletariado fue tener a los técnicos de su parte. Contra-riamente a lo ocurrido en Rusia en 1917-1918 y en Italia en1920, durante la breve experiencia de la ocupación de las fábri-cas, los ingenieros no se negaron a prestar su concurso en elnuevo ensayo de socialización; desde el primer día, colabora-ron estrechamente con los trabajadores.

En octubre de 1936, se reunió en Barcelona un congreso sin-dical en el que estaban representados 600.000 obreros, y cuyafinalidad era estudiar la socialización de la industria. La iniciati-va obrera fue institucionalizada por un decreto del gobierno ca-talán, fechado el 24 de octubre de 1936, el cual, a la par queratificaba el hecho consumado, introducía un control guberna-mental en la autogestión. Se crearon dos sectores, uno socializa-do y otro privado. Fueron objeto de socialización las fábricas

Page 160: Guérin, Daniel - El anarquismo

168 / DANIEL GUÉRIN

que empleaban a más de cien personas (las que daban trabajo aun número de cincuenta a cien obreros podían socializarse a re-querimiento de las tres cuartas partes de éstos), las empresas cu-yos propietarios habían sido declarados “facciosos” por un tri-bunal popular o las habían cerrado y, por último, los estableci-mientos que eran tan esenciales para la economía nacional queno podían dejarse en manos de particulares (en rigor de verdad,se socializaron muchas firmas que estaban endeudadas).

Cada fábrica autoadministrada estaba dirigida por un comi-té de administración compuesto de quince miembros que repre-sentaban a las diversas secciones y eran elegidos por los traba-jadores reunidos en asamblea general; el mandato de la comi-sión duraba dos años y anualmente se renovaba la mitad de susmiembros. El comité designaba un director, en el cual delegabatotal o parcialmente sus poderes. En el caso de las empresasmuy importantes, el nombramiento de director requería la apro-bación del correspondiente organismo tutelar. Además, cadacomité de administración estaba controlado por un represen-tante del gobierno. Ya no era una autogestión en el verdaderosentido de la palabra, sino más bien una cogestión en estrechaasociación con el Estado.

El comité de administración podía ser destituido, ya por laasamblea general, ya por el consejo general de la rama industrialde que se tratara (compuesto de cuatro representantes de los co-mités de administración, ocho de los sindicatos obreros y cuatrotécnicos nombrados por el organismo tutelar). Este consejo ge-neral planificaba el trabajo y fijaba la repartición de los benefi-cios: sus decisiones tenían valor ejecutivo. En las fábricas sociali-zadas, subsistía de modo integral el régimen de salarios. Cadatrabajador recibía una suma fija como retribución por su labor.No se repartían los beneficios segun el escalafón de la empresa.Tras la socialización, los sueldos no variaron casi y los aumentosfueron menores que los otorgados por el sector privado.

El decreto del 24 de octubre de 1936 constituyó una avenen-cia entre la aspiración a la gestión autónoma y la tendencia a latutela estatal, al mismo tiempo que una transacción entre capi-talismo y socialismo. Fue redactado por un ministro libertarioy ratificado por la CNT porque los dirigentes anarquistas par-ticipaban en el gobierno. ¿Cómo podía disgustarles la injeren-

Page 161: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 169

cia del Estado en la autogestión si ellos mismos tenían las rien-das del gobierno? Una vez metido en el redil, el lobo terminapor convertirse en amo de las ovejas.

La práctica mostró que, pese a los considerables poderes conque se había investido a los consejos generales de ramas indus-triales, se corría el peligro de que la autogestión obrera condu-jera a un particularismo egoísta, a una suerte de “cooperativismoburgués”, como señala Peirats, debido al hecho de que cadaunidad de producción se preocupaba exclusivamente de suspropios intereses. Unas colectividades eran ricas y otras, po-bres. Las primeras estaban en condiciones de pagar salarios re-lativamente altos, en tanto que las segundas ni siquiera alcan-zaban a reunir lo suficiente para mantener el nivel salarialprerrevolucionario.

Las colectividades prósperas tenían abundante materia pri-ma; las otras, en cambio, carecían de ella, y así en todos los órde-nes. Este desequilibrio se remedió bastante pronto con la crea-ción de una caja central de igualación, por cuyo intermedio sedistribuían equitativamente los recursos. En diciembre de 1936,se realizó en Valencia un congreso sindical que decidió ocuparsede coordinar los distintos sectores de producción encuadrándolosdentro de un plan general y orgánico, tendiente a evitar la com-petencia perjudicial y los esfuerzos desorganizados.

A partir de ese momento, los sindicatos se dedicaron a reor-ganizar sistemática y totalmente diversas ramas fabriles;clausuraron cientos de pequeñas empresas y concentraron laproducción en las mejor equipadas. Veamos un ejemplo: en Ca-taluña, de más de 70 fundiciones, se dejaron 24; las curtiduríasfueron reducidas de 71 a 40, y las cristalerías, de 100 a 30. Perola centralización industrial bajo control sindical no pudo con-cretarse con la rapidez y plenitud que hubieran deseado los pla-nificadores anarcosindicalistas. ¿Por qué? Porque los estalinistasy los reformistas se oponían a la confiscación de los bienes de laclase media y respetaban religiosamente al sector privado.

En los demás centros industriales de la España republicana,donde no se aplicó el decreto catalán de socialización, se crea-ron menos colectividades que en Cataluña; de todos modos, lamayoría de las empresas que siguieron siendo privadas teníanun comité obrero de control, como se vio en Asturias.

Page 162: Guérin, Daniel - El anarquismo

170 / DANIEL GUÉRIN

Al igual que la agrícola, la autogestión industrial se aplicócon muy buen éxito. Los testigos presenciales se deshacen enelogios, sobre todo cuando recuerdan el excelente funcionamien-to de los servicios públicos regidos por autogestión. Cierto nú-mero de empresas, si no todas, estuvieron notablemente admi-nistradas. La industria socializada realizó un aporte decisivo enla guerra antifascista. Las pocas fábricas de armamentos que secrearon en España antes de 1936 se encontraban fuera de Ca-taluña, ya que los patrones no confiaban en el proletariado ca-talán. Por ello, fue menester transformar rápidamente las fábri-cas de la región de Barcelona para ponerlas en condiciones deservir a la defensa republicana. Obreros y técnicos rivalizaronen entusiasmo y espíritu de iniciativa. Muy pronto se mandó alfrente material bélico fabricado principalmente en Cataluña.

Iguales esfuerzos se concentraron en la producción de sus-tancias químicas indispensables para la guerra. En la esfera delas necesidades civiles, la industria socializada no se quedó atrás.Febrilmente se inició una actividad nunca antes practicada enEspaña: la transformación de las fibras textiles; se trabajo elcáñamo, el esparto, la paja de arroz y la celulosa.

LA AOTUGESTIÓN SOCAVADA

Mas el crédito y el comercio exterior siguieron en manos delsector privado, por voluntad del gobierno republicano burgués.Y aunque el Estado controlaba los bancos, se guardaba muybien de ponerlos al servicio de la autogestión. Por carecer dedinero en efectivo, muchas colectividades se mantenían con losfondos embargados al producirse la Revolución de julio de 1936.Luego, para poder vivir al día, tuvieron que apoderarse de bie-nes tales como las joyas y los objetos preciosos pertenecientes alas iglesias, a los conventos y a los elementos franquistas. LaCNT pensó crear un “banco confederal” para financiar laautogestión. Sin embargo, era utópico querer entrar en compe-tencia con el capital financiero no tocado por la socialización.La única solución hubiera sido transferir todo el capital a ma-nos del proletariado organizado. Pero la CNT, prisionera delFrente Popular, no se atrevió a ir tan lejos.

Page 163: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 171

Con todo, el mayor obstáculo fue la hostilidad, primero sorday luego franca, que los distintos estados mayores políticos de laRepública abrigaban hacia la autogestión. La acusaron de “rom-per la unidad del frente” de la clase obrera y la pequeña burgue-sía y, en consecuencia, de “hacerle el juego” al enemigo franquis-ta. (Preocupación que no impidió a sus detractores, primero, ne-garle armas a la vanguardia libertaria –que en Aragón se vioconstreñida a hacer frente a las ametralladoras fascistas con lasmanos vacías– ¡y después censurarla por su “inercia”!)

Uribe, comunista que ocupaba la cartera de Agricultura, seencargó de preparar el decreto del 7 de octubre de 1936, por elcual se legalizaba una parte de las colectivizaciones rurales.Aunque aparentaba lo contrario, lo guiaban un profundo espí-ritu anticolectivista y la intención de desalentar a los campesi-nos que practicaban la agricultura socializada. Impuso reglasjurídicas muy rígidas y complicadas para la validación de lascolectivizaciones. Fijó un plazo perentorio a las colectividades:aquellas que no fueran legalizadas dentro del límite de tiempoestablecido, quedarían automáticamente fuera de la ley y sustierras podrían ser restituidas a sus antiguos propietarios.

Uribe incitó a los campesinos a no entrar en las colectividadeso los predispuso contra ellas. En un discurso que dirigió a lospequeños propietarios individualistas en diciembre de 1936, lesaseguró que los fusiles del Partido Comunista y del gobiernoestaban a su disposición. A ellos entregó los fertilizantes impor-tados que se negaba a distribuir entre las colectividades. Juntocon su colega Comorera, ministro de Economía de la Generali-dad de Cataluña, agrupó en un sindicato único, de carácterreaccionario, a los propietarios pequeños y medianos, a quie-nes se unieron los comerciantes y hasta algunos hacendadosque simulaban ser modestos propietarios. También se encargóde que la tarea de organizar el abastecimiento de Barcelonapasara de los sindicatos obreros al comercio privado.

Como remate, la coalición gubernamental no tuvo escrúpulosen acabar manu militari con la autogestión obrera, después deaplastada la vanguardia de la Revolución en mayo de 1937. Undecreto del 10 de agosto de ese año declaró disuelto el “consejoregional de defensa” de Aragón, so pretexto de que éste había“quedado fuera de la corriente centralizadora”. Joaquín Ascaso,

Page 164: Guérin, Daniel - El anarquismo

172 / DANIEL GUÉRIN

principal animador de dicho consejo, compareció ante la justi-cia acusado de “vender joyas”, cosa que en realidad había he-cho a fin de procurar fondos para las colectividades. De inme-diato, la 11ª división móvil del comandante Lister (estalinista),apoyada por tanques, lanzó una ofensiva contra las colectivi-dades. Entró en Aragón como en suelo enemigo. Sus fuerzasdetuvieron a los responsables de las empresas socializadas, ocu-paron y luego clausuraron los locales, disolvieron los comitésadministrativos, desvalijaron las tiendas comunales, destroza-ron los muebles y dispersaron el ganado. La prensa comunistaclamó contra “los crímenes de la colectivización forzada”. Eltreinta por ciento de las colectividades de Aragón fueron com-pletamente destruidas.

Con todo, y pese a su brutalidad, en general el estalinismono consiguió obligar a los campesinos aragoneses a adoptar elrégimen de propiedad privada. Tan pronto como se retiró ladivisión Lister, los aragoneses rompieron la mayor parte de lasactas de propiedad que les habían hecho firmar a punta de pis-tola y no tardaron en reconstruir las colectividades. Como bienexpresa G. Munis, “fue uno de los episodios ejemplares de laRevolución Española. Los campesinos reafirmaron sus convic-ciones socialistas, a pesar del terror gubernamental y del boicoteconómico a que estaban sometidos”.

El restablecimiento de las colectividades de Aragón tuvo ade-más otro motivo menos heroico: dermasiado tarde, el PartidoComunista se percató de que había infligido un serio golpe a laeconomía rural al menoscabar sus fuerzas vivas; comprobó quehabía puesto en peligro las cosechas por falta de brazos, des-moralizado a los combatientes del frente de Aragón y reforza-do peligrosamente la clase media de propietarios de tierras. Poreso, trató de reparar los estragos que él mismo había causado yde resucitar una parte de las colectividades. Pero las nuevascolectividades no pudieron reunir tierras de extensión y calidadcomparables a las de las anteriores ni contar con iguales efecti-vos, ya que, a causa de las persecuciones, muchos militanteshabían huido hacia el frente para buscar asilo en las divisionesanarquistas combatientes o habían sido encarcelados.

En Levante, en Castilla, en las provincias de Huesca y deTeruel, se perpetraron similares ataques armados contra laautogestión agrícola, ¡y esto lo hicieron republicanos!

Page 165: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 173

Bien o mal, la autogestión logró sobrevivir en ciertas regionesque aún no habían caído en manos de los franquistas; tal suce-dió especialmente en Levante.

La política equívoca, por decir lo menos, que siguió el go-bierno de Valencia en materia de socialismo rural contribuyó ala derrota de la República Española: los campesinos pobres notuvieron siempre clara conciencia de que debían combatir porla República para defender sus intereses.

A despecho de sus buenos resultados, también la autogestiónindustrial fue socavada por la burocracia administrativa y lossocialistas “autoritarios”. Se desencadenó una formidable cam-paña periodística y radial destinada a denigrar y calumniar laautogestión, campaña que se concentró especialmente en creardudas acerca de la honestidad de los consejos de fábrica en susfunciones administrativas. El gobierno republicano central senegó invariablemente a conceder créditos a las empresas cata-lanas autoadministradas, incluso cuando Fábregas, ministro li-bertario de Economía de Cataluña, ofreció los mil millones depesetas depositados en las Cajas de Ahorro en calidad de ga-rantía por los anticipos otorgados a la autogestión. Tras tomarla cartera de Economía en junio de 1937, el estalinista Comoreraprivó a las fábricas autoadministradas de materias primas, lasque prodigaba al sector privado. También omitió abonarles alas empresas socializadas los suministros encargados por laadministración catalana.

El gobierno central disponía de un arma poderosa para es-trangular a las colectividades: la nacionalización de los trans-portes, que le permitía proveer a unos y suspender todas lasentregas a otros. Además, adquiría en el extranjero los unifor-mes destinados al ejército republicano, en lugar de solicitárselosa las colectividades textiles de Cataluña. Esgrimiendo comopretexto las necesidades de la defensa nacional, excluyó, me-diante un decreto del 22 de agosto de 1937, a las empresasmetalúrgicas y mineras del decreto catalán de socialización deoctubre de 1936, calificado de “contrario al espíritu de la Cons-titución”. Los ex capataces y los directores desplazados por laautogestión o, para ser más exactos, que se rehusaron a traba-jar como técnicos en las empresas autoadministradas, volvierona sus puestos con ánimo de venganza.

El decreto del 11 de agosto de 1938, que militarizó las indus-

Page 166: Guérin, Daniel - El anarquismo

174 / DANIEL GUÉRIN

trias bélicas en beneficio del Ministerio de Armamentos, dio elgolpe de gracia a la autogestión. Una burocracia pletórica y abusivase abalanzó sobre las fábricas. Éstas tuvieron que soportar la in-tromisión de infinidad de inspectores y directores que habían re-cibido sus nombramientos sólo en mérito a su filiación política,específicamente, a su reciente adhesión al Partido Comunista. Alverse despojados del control de las empresas creadas enteramentepor ellos durante los primeros meses críticos de la guerra, los obre-ros se desmoralizaron y la producción disminuyó.

Pese a todo, la autogestión industrial sobrevivió en Cataluñaen las demás ramas hasta el derrumbe de la República Españo-la. Pero marchaba muy lentamente, pues la industria había per-dido sus principales mercados y faltaban materias primas debi-do a que el gobierno había cortado los créditos necesarios paraadquirirlas.

En suma, apenas nacidas, las colectividades españolas que-daron aprisionadas dentro de la rigurosa red de una guerra queseguía los cánones militares clásicos, y que la República invocóo usó como escudo para cortarle las alas a su propia vanguar-dia y transigir con la reacción interna.

No obstante, aquel intento de socialización dejó una ense-ñanza estimulante. En 1938, Emma Goldman le dedicó estaspalabras de homenaje: “La colectivización de las industrias yde la tierra se nos aparece como la más grandiosa realizaciónde todos los períodos revolucionarios de la historia. Además,aunque Franco venza y los anarquistas españoles caigan exter-minados, la idea que ellos han lanzado seguirá viviendo”. Enun discurso pronunciado en Barcelona el 21 de julio de 1937,Federica Montseny señaló los dos términos de la alternativaante la cual se encontraban: “En un extremo, los partidarios dela autoridad y del Estado totalitario, de la economía dirigidapor el Estado y de una organización social que militarice a to-dos los hombres y convierta al Estado en un gran patrón, enuna gran celestina; en el otro extremo, la explotación de lasminas, de los campos, de las fábricas y de los talleres por lapropia clase trabajadora organizada en federaciones sindica-les”. Es ésta una disyuntiva que no sólo se le presentó a la Re-volución Española, sino que, algún día, puede llegar aplanteársele al socialismo del mundo entero.

Page 167: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 175

A MANERA DE CONCLUSIÓN

La derrota de la Revolución Española privó al anarquismodel único bastión que tenía en el mundo. De aquella dura prue-ba salió aniquilado y disperso y, en cierta medida, desacreditado.Por otra parte, el juicio de la historia ha sido severo y, en algu-nos aspectos, injusto. La experiencia de las colectividades –ru-rales e industriales–, que se llevó a efecto en medio de las cir-cunstancias más trágicamente desfavorables, dejo un saldo muypositivo. Pero se desconocieron los méritos de aquel ex-perimento, que fue subestimado y calumniado. Durante variosaños, por fin libre de la indeseable competencia libertaria, elsocialismo autoritario quedó, en algunas partes del globo, due-ño absoluto del terreno. Por un momento, la victoria militar dela URSS sobre el hitlerismo, en 1945, más los incontestables yhasta grandiosos logros realizados en el campo técnico, pare-cieron dar la razón al socialismo de Estado.

Pero los mismos excesos de este régimen no tardaron en en-gendrar su propia negación. Hicieron ver que sería convenientemoderar la paralizante centralización estatal, dar mayor auto-nomía a las unidades de producción y permitir que los obrerosparticiparan en la dirección de las empresas, medida que losestimularía a trabajar más y mejor. Uno de los países vasallosde Stalin llegó a formar lo que podríamos llamar “anticuerpos”,para usar un término médico. La Yugoslavia de Tito se liberóde un pesado yugo, que hacía de ella una especie de colonia.Procedió a reevaluar dogmas cuyo carácter antieconómico sal-taba ya a la vista. Retornó a los maestros del pasado. Descu-brió y leyó, con la debida discreción, la obra de Proudhon, encuyas anticipaciones encontró fuente de inspiración. Exploró,asimismo, las zonas libertarias, muy poco conocidas, del pen-samiento de Marx y de Lenin. Entre otras, ahondó en la idea dela extinción gradual del Estado, concepto que seguía figurandoen los discursos políticos pero que sólo era ya una mera fórmu-la ritual, vacía de significado. Espigando en la historia del cor-

Page 168: Guérin, Daniel - El anarquismo

176 / DANIEL GUÉRIN

to período durante el cual los bolcheviques estuvieron identifi-cados con la democracia proletaria desde abajo, con los so-viets, encontró una palabra que los conductores de la Revolu-ción de Octubre habían tenido en los labios pero muy prontoolvidaron: autogestión. Igual interés concentró en los consejosde fábrica en embrión que, por contagio revolucionario, sur-gieron en aquella misma época en Alemania e Italia y, más re-cientemente, en Hungría. Entonces, como expresó en Argumentsel italiano Roberto Guiducci, los yugoslavos se preguntaron sino “podría aplicarse, adaptada a los tiempos modernos”, “laidea de los consejos que, por razones evidentes, el estalinismohabía reprimido”19.

Cuando Argelia dejó de ser colonia y logró por fin su inde-pendencia, sus nuevos dirigentes pensaron en la convenienciade institucionalizar las apropiaciones espontáneas, que realiza-ron campesinos y obreros, de los bienes abandonados por loseuropeos, y tomaron como guía y modelo el precedenteyugoslavo, cuya legislación en la materia copiaron.

Es incuestionable que, si no le cortan las alas, la autogestiónes una institución de tendencias democráticas, libertarias inclu-so. A la manera de las colectividades españolas de 1936-1937,propende a confiar la dirección de la economía a los propiosproductores. A tal efecto, pone en cada empresa una represen-tación obrera designada por elección en un proceso de tres eta-pas: primero se reúne la asamblea general soberana y de ellasurgen el consejo obrero (su órgano deliberante) y, por último,el comité de gestión (su instrumento ejecutivo). La legislacióntoma ciertas providencias contra el peligro de burocratización,pues prohíbe la reelección indefinida de los representantes obre-ros, quienes, una vez finalizado su mandato, deben pasar direc-tamente a la producción, etc. Aparte de las asambleas genera-les, en Yugoslavia también se consulta a los trabajadores porreferéndum. Cuando se trata de grandes empresas, las asam-bleas generales se realizan por secciones.

Tanto en Yugoslavia como en Argelia asignan, por lo menosen teoría o como promesa para el futuro, una importante fun-ción a la comuna, en la que, según alardean, se da prioridad a

19 Véanse notas al pie en pág. 83 y 84 [N. del E.].

Page 169: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 177

la representación de los trabajadores de la autogestión. Siem-pre en teoría, la dirección de los asuntos públicos tendería adescentralizarse, a ejercerse crecientemente en la esfera local.

Pero la práctica se aparta sensiblemente de las intencionesexpresadas. En los países de referencia, la autogestión da susprimeros pasos dentro del marco de un Estado dictatorial, mi-litar y policial edificado sobre el armazón de un partido único,cuyo timón está en manos de un poder autoritario y paternalistaque escapa de todo control y de toda crítica. Por tanto, existeuna incompatibilidad entre los principios autoritarios de la ad-ministración política y los principios libertarios de la gestióneconómica.

Por lo demás, y pese a las precauciones legislativas, dentrode las empresas se observa cierta tendencia a la burocratiza-ción. En su mayoría, los trabajadores no están todavía bastantemaduros para participar de modo electivo en la autogestión.Carecen de instrucción y de conocimientos técnicos, no hanlogrado liberarse lo suficiente de la mentalidad de asalariados ydelegan con demasiada ligereza sus poderes en manos de susrepresentantes. De resultas de ello, una minoría restringida asu-me la dirección de la empresa, se arroga toda suerte de privile-gios, actúa a su gusto y capricho, se perpetúa en las funcionesdirectivas, gobierna sin control, pierde contacto con la reali-dad, se aísla de la base obrera, a la que a veces trata con orgulloy desdén, todo lo cual desmoraliza a los trabajadores y los pre-dispone contra la autogestión.

Para terminar, el Estado suele ejercer su control tan indiscretay despóticamente que no da a los obreros de la autogestión laoportunidad de dirigir verdaderamente las empresas. El Estadopone sus propios directores junto a los órganos de la autogestión,sin preocuparse gran cosa por obtener el consentimiento de és-tos, el cual, sin embargo, debe solicitar como requisito previoexigido por la ley. A menudo, dichos funcionarios se entreme-ten en la gestión de modo abusivo y a veces se comportan conla mentalidad arbitraria de los antiguos patrones. En las gran-des empresas yugoslavas, los directores son designados exclusi-vamente por el Estado: el mariscal Tito distribuye estos puestosentre los miembros de la vieja guardia.

Además, en lo financiero la autogestión depende estre-

Page 170: Guérin, Daniel - El anarquismo

178 / DANIEL GUÉRIN

chamente del Estado, pues vive de los créditos que éste tiene abien concederle. Sólo puede disponer libremente de una partelimitada de sus beneficios; el resto se destina al tesoro públicocomo cuota obligatoria. El Estado utiliza la renta provenientede la autogestión, no sólo para desarrollar los sectores atrasa-dos de la economía –cosa muy justa– sino también para mante-ner la maquinaria gubernamental, una burocracia pletórica, elejército, la policía y un aparato propagandístico que muchasveces insume cantidades desmesuradas. La remuneración insu-ficiente de los trabajadores pone en peligro el impulso de laautogestión y va en contra de sus principios.

Por añadidura, la empresa está sometida a los planes econó-micos que el poder central ha fijado arbitrariamente y sin con-sultar a la base, por lo cual su libertad de acción se ve conside-rablemente restringida. En Argelia, para colmo de males, laautogestión está obligada a dejar totalmente en manos del Es-tado la comercialización de una importante parte de su pro-ducción. Por otra parte, está subordinada a “órganos tutela-res” que, aparentando proporcionarle ayuda técnica y contabledesinteresada, tienden a sustituirla y a apoderarse de la direc-ción de los establecimientos autoadministrados.

En general, la burocracia del Estado totalitario ve con malosojos el deseo de autonomía de la autogestión. Como ya vislum-bró Proudhon, la burocracia totalitaria no puede admitir nin-gún otro poder fuera del suyo; le tiene fobia a la socialización yañora la nacionalización, vale decir, la gestión directa por losfuncionarios del Estado. Aspira a pisotear la autogestión, a re-ducir sus atribuciones, a absorberla, inclusive.

No es menor la prevención del partido único respecto de laautogestión. Tampoco éste podría tolerar rival alguno. Y si loabraza, es para ahogarlo. Tiene secciones en la mayoría de lasempresas. Le es difícil resistir la tentación de inmiscuirse en lagestión, de volver superfluos los órganos elegidos por los traba-jadores o reducirlos al papel de dóciles instrumentos, de falsearlas elecciones preparando de antemano las listas de candidatos,de hacer ratificar por los consejos obreros decisiones que él yaha tomado, de manejar y desvirtuar los congresos obreros na-cionales.

Ciertas empresas autoadministradas reaccionan contra esa

Page 171: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 179

propensión autoritaria y centralista manifestando una tenden-cia a la autarquía. Se comportan como si estuvieran compues-tas de pequeños propietarios asociados. Consideran que actúanen beneficio exclusivo de los trabajadores del establecimiento yse inclinan a reducir sus efectivos a fin de dividir las gananciasen menos partes. En lugar de especializarse, preferirían produ-cir un poco de todo. Se las ingenian para eludir los planes oreglamentos que toman en consideración el interés de la colec-tividad en su conjunto. En Yugoslavia, donde se ha mantenidola libre competencia entre las empresas, tanto para estimular laproducción como para proteger al consumidor, la tendencia ala autonomía conduce a notables desigualdades en los resulta-dos de la explotación de aquéllas así como a desatinos econó-micos.

Vemos, pues, que la autogestión sigue un movimiento de pén-dulo que la hace oscilar continuamente entre dos comporta-mientos extremos: exceso de autonomía o exceso de cen-tralización, “autoridad o anarquía”, “obrerismo o autoritarismoabusivo”. Éste es el caso particular de Yugoslavia, en donde, através de los años, se enmendó la centralización con la autono-mía, y luego la autonomía con la centralización, cambiante pro-ceso durante el cual el país remodeló continuamente sus insti-tuciones, sin haber logrado aún el “justo medio”.

Al parecer, sería posible evitar o corregir la mayor parte delas deficiencias de la autogestión si existiera un auténtico movi-miento sindical, independiente del poder y del partido único,que fuera a la vez obra y organismo coordinador de los trabaja-dores de la autogestión y estuviera animado por el mismo espí-ritu que alentó en el anarcosindicalismo español. Ahora bien,tanto en Yugoslavia como en Argelia, el sindicalismo obrerotiene un papel secundario y hace las veces de “engranaje in-útil”, o bien esta subordinado al Estado y al partido único. Enconsecuencia, no cumple, o lo hace muy imperfectamente, lafunción de conciliar autonomía y centralización, función quedebería encomendársele y que cumpliría mucho mejor que losorganismos políticos totalitarios. Efectivamente, en la medidaen que fuera un movimiento surgido estrictamente de los traba-jadores, que lo reconocerían como expresión de su voluntad, elsindicalismo constituiría el instrumento más apto para lograr

Page 172: Guérin, Daniel - El anarquismo

180 / DANIEL GUÉRIN

una armonía entre las fuerzas centrífugas y las centrípetas, para“equilibrar”, como decía Proudhon, las contradicciones de laautogestión.

Pese a todo, el panorama no se presenta tan tenebroso. Sabi-do es que la autogestión debe enfrentar a adversarios poderososy tenaces que no han renunciado a la esperanza de hacerla fra-casar. Pero también es un hecho que, en los países donde se laaplica experimentalmente, ha demostrado tener una dinámicapropia. Ha abierto nuevas perspectivas a los obreros y les hadevuelto en cierto grado la alegría de trabajar. Ha comenzado aproducir una verdadera revolución en sus mentes, inculcándo-les los rudimentos de un socialismo auténtico, caracterizadopor la desaparición progresiva del salariado, la desalienacióndel productor y su conquista de la libre determinación. De talmodo, ha contribuido a aumentar la productividad. Y a pesarde los tanteos y los tumbos inevitables en todo período de novi-ciado, ha podido inscribir en su activo resultados nada despre-ciables.

Los pequeños círculos de anarquistas que, desde lejos, si-guen los pasos de la autogestión yugoslava y argelina, la mirancon una mezcla de simpatía e incredulidad. Sienten que, a tra-vés de ella, algunas migajas de su ideal están concretándose enla realidad. Pero esta autogestión casi no se atiene al esquemaideal previsto por el comunismo libertario. Por el contrario, sela ensaya dentro de un marco “autoritario”, que repugna alanarquismo y que, sin duda, la hace frágil: existe siempre elpeligro de que el cáncer autoritario la devore. Mas si examiná-ramos esta autogestión desde cerca, sin tomar partido, podría-mos descubrir signos bastante alentadores.

En Yugoslavia, la autogestión es un factor de democratizacióndel régimen. Gracias a ella, el Partido efectúa el reclutamientode sus afiliados sobre bases más sanas, en medios obreros. Hacede animador, antes que de dirigente. Sus jefes se acercan cadavez más a las masas, se interesan por sus problemas y aspira-ciones. Como observó recientemente Albert Meister, joven so-ciólogo que se tomó la molestia de estudiar el fenómeno sobreel terreno, la autogestión posee un “virus democrático” que, ala larga, contagia hasta al partido único. Actúa sobre él comouna suerte de “tónico” y establece un vínculo entre sus últimos

Page 173: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 181

peldaños y la masa obrera. Se ha producido una evolución tannotable que los teóricos yugoslavos utilizan ya un lenguaje queningún libertario desaprobaría. Así, uno de ellos, Stane Kavcic,anuncia: “En Yugoslavia, la fuerza de choque del socialismo noestará formada en el futuro por un partido político y un Estadoque actúe desde la cima hacia la base, sino por el propio pue-blo, pues existirán normas que permitirán a los ciudadanos ac-tuar desde la base hacia la cima”. Y termina proclamando au-dazmente que la autogestión libera “crecientemente de la rígi-da disciplina y de la subordinación, propias de todo partidopolítico”.

En Argelia, la autogestión no muestra tendencias tan defini-das, pero no podemos abrir juicio porque la experiencia es de-masiado reciente y, además, corre el riesgo de ser condenada.No obstante, a título ilustrativo conviene mencionar que, enlas postrimerías de 1964, el responsable de la comisión de orien-tación del FLN, Hocin Zahuan (luego relevado de sus funcio-nes por el golpe de Estado militar y convertido en jefe de ungrupo socialista opositor y clandestino), denunció públicamen-te la propensión de los órganos de fiscalización a ponerse porencima de la autogestión y a “comandarla”: “Entonces, se aca-bó el socialismo –dijo–. Sólo se ha cambiado la forma de explo-tar a los trabajadores”. Para concluir, el autor del artículo exi-gía que los productores fueran “realmente dueños de lo queproducen” y dejaran de ser “manejados en beneficio de finesajenos al socialismo”.

* * *

En suma, sean cuales fueren las dificultades con que choca laautogestión y las contradicciones en que se debate, en la prácti-ca parece tener siquiera, desde ya, el mérito de brindar a lasmasas la oportunidad de aprender el ejercicio de la democraciadirecta orientada desde abajo hacia arriba, de desarrollar, fo-mentar y estimular su libre iniciativa, de inculcarles el sentidode sus responsabilidades en lugar de mantener, como sucede enla noria del comunismo de Estado, las costumbres seculares depasividad y sumisión y el complejo de inferioridad que les halegado un pasado de opresión. Y aunque este aprendizaje es a

Page 174: Guérin, Daniel - El anarquismo

182 / DANIEL GUÉRIN

veces penoso, aunque sigue un ritmo algo lento, aunque gravaa la sociedad con gastos suplementarios y sólo puede realizarsea costa de algunos errores y cierto “desorden”, más de un ob-servador considera que estas dificultades, esta lentitud, estosgastos suplementarios, estos trastornos del crecimiento sonmenos nocivos que el falso orden, el falso brillo, la falsa “efi-ciencia” del comunismo de Estado que aniquila al hombre, matala iniciativa popular, paraliza la producción y, pese a ciertasproezas materiales logradas quién sabe a qué precio, desacredi-ta la propia idea socialista.

Siempre que la naciente tendencia liberalizante no sea anu-lada por una reincidencia autoritaria, aun la URSS parece dis-puesta a reconsiderar sus métodos de gestión económica. Antesde su caída, acaecida el 15 de octubre de 1964, Jrushchov diomuestras de haber comprendido, aunque tardía y tímidamente,que era menester descentralizar la industria. A principios dediciembre de 1964, Pravda publicó un largo artículo intitulado“El Estado de todo el pueblo”, en el que se definían los cambiosde estructura que determinan que la forma del Estado llamado“de todo el pueblo” difiera de la que correspende a la “dictadu-ra del proletariado”. Dichos cambios son: creciente democrati-zación, participación de las masas en la dirección de la socie-dad a través de la autogestión, revalorización de los soviets yde los sindicatos, etcétera.

Con el titulo de “Un problema capital: la liberalización de laeconomía”, Michel Tatu publicó en Le Monde del 16 de febre-ro de 1965 un ensayo en donde muestra al desnudo los mayo-res males “que afectan a toda la maquinaria burocrática sovié-tica y fundamentalmente a la economía”. El nivel técnico al-canzado por esta última hace cada vez más insoportable el yugode la burocracia sobre la gestión. Tal como están las cosas, losdirectores de empresa no pueden tomar decisiones de ningunaclase sin pedir la aprobación de por lo menos una oficina, y amenudo la de media docena de ellas. “Nadie deja de reconocerlos notables progresos económicos, técnicos y científicos reali-zados en treinta años de planificación estalinista. Ahora bien,como consecuencia de este proceso, la economía está hoy ubi-cada en la categoría de las ya desarrolladas, de manera que lasviejas estructuras que sirvieron para llegar a esta etapa resultan

Page 175: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 183

ahora totalmente inadecuadas y su insuficiencia se hace sentircada vez más”. “Por tanto, para vencer la enorme inercia queimpera de arriba abajo de la máquina, se impone operar, no yareformas de detalle, sino un cambio total de espíritu y de méto-dos, una especie de nueva desestalinización”.

Pero, como bien hizo notar Ernest Mandel en un recienteartículo aparecido en Temps Modernes, hay una condición sinequa non: que la descentralización no se detenga en la etapa enque los directores de empresa hayan logrado su autonomía,sino que siga adelante hasta llegar a una verdadera autogestiónobrera.

En un librito aparecido hace muy poco, también MichelGarder pronostica que en la URSS se producirá “inevitable-mente” una revolución. Mas, pese a sus tendencias visiblemen-te antisocialistas, el autor duda, probablemente a disgusto, deque la “agonía” del actual régimen pueda conducir al retornodel capitalismo privado. Muy al contrario, piensa que la futurarevolución retomará el lema de 1917: Todo el poder a los so-viets. Supone, asimismo, que se apoyará en un sindicalismovuelto a la vida y nuevamente auténtico. Finalmente, la estrictacentralización actual será seguida por una federación menoscentralizada: “Por una de esas paradojas que tanto abundan enla historia, un régimen falsamente titulado soviético corre elpeligro de desaparecer por obra de los soviets”.

Esta conclusión es similar a la extraída por un observadorizquierdista, Georges Gurvitch, quien considera que, si en laURSS llegaran a imponerse las tendencias a la descentraliza-ción y hasta a la autogestión obrera, aunque más no fueraincipientemente, ello mostraría “que Proudhon acertó muchomás de lo que pudiera creerse”.

En Cuba, donde el estatista “Che” Guevara tuvo que aban-donar la dirección de la industria, se abren quizá nuevas pers-pectivas. En un libro reciente, el especialista en economíacastrista René Dumont señala con pena la “hipercentralización”y la burocratización del régimen. Subraya especialmente loserrores “autoritarios” de un departamento ministerial que, em-peñado en dirigir él mismo las fábricas, logra exactamente locontrario: “Por querer crear una organización fuertemente cen-tralizada, terminan prácticamente [...] por dar libertad de ac-

Page 176: Guérin, Daniel - El anarquismo

184 / DANIEL GUÉRIN

ción al no poder dominar lo esencial”. Iguales críticas le mereceel monopolio estatal de la distribución de los productos: la pa-ralización resultante habría podido evitarse “si cada unidad deproducción hubiese conservado la facultad de abastecerse di-rectamente”. “Cuba reinicia inútilmente el ciclo completo delos errores económicos de los países socialistas”, le confesó aRené Dumont un colega polaco que conocía muy bien el proce-so. El autor termina exhortando al régimen cubano a instaurarla autonomía de las unidades cooperativas agrícolas. Sin vaci-lar, afirma que el remedio para todos estos males puede resumirseen una sola palabra: la autogestión, que podría conciliarse per-fectamente con la planificación20.

* * *

Gracias a estas experiencias, las ideas libertarias han podidoemerger últimamente del cono de sombra en que las relegaronsus detractores. El hombre contemporáneo, que ha servido decobayo del comunismo estatal en gran parte del globo y, medioaturdido aún, está ya saliendo de este “infierno”, vuelve repen-tinamente los ojos, con viva curiosidad y casi siempre para subeneficio, hacia las nuevas formas de sociedad regida porautogestión que propusieron en el siglo pasado los pioneros dela anarquía. Es cierto que no acepta estos esquemas en su tota-lidad, pero de ellos extrae enseñanzas e ideas inspiradoras paratratar de llevar a buen término la misión que toca a esta segun-da mitad del siglo: romper, en el plano económico y político,las cadenas de lo que, de modo demasiado indefinido, se hadenominado “estalinismo”, sin por ello renunciar a los princi-pios fundamentales del socialismo, antes bien, descubriendo –oreencontrando– las fórmulas del ansiado socialismo auténtico,es decir, de un socialismo conjugado con la libertad.

En medio de la Revolución de 1848, Proudhon previó sabia-mente que sería demasiado pedir a sus artesanos que se encami-

20 La muerte del autor en 1988 le evitó la amargura de ver cómo sus prevencionesrespecto de la autogestión en Yugoslavia y Argelia no sólo eran fundadas sinoque, en el caso de todos los países de la órbita soviética, lejos de avanzar haciala profundización del socialismo, se produjo la regresión a un capitalismomafioso y al más trasnochado chauvinismo [N. del E.].

Page 177: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 185

naran de buenas a primeras hacia la “anarquía” y, por no serfactible tal programa máximo, esbozó un programa libertariomínimo: debilitamiento progresivo del poder del Estado, desa-rrollo paralelo de los poderes populares desde abajo, que élllamaba clubes y el hombre del siglo xx denominaría consejos.Al parecer, el propósito más o menos consciente de buena can-tidad de socialistas contemporáneos es precisamente encontrarun programa de este género.

* * *

El anarquismo tiene, pues, una oportunidad de renovarse,pero no logrará rehabilitarse plenamente si primero no es ca-paz de desmentir con la doctrina y la acción las falaces in-terpretaciones que durante demasiado tiempo se han hecho deél. Impaciente por eliminar de España al anarquismo, JoaquínMaurín sugirió hacia 1924 que esta idea sólo podría subsistiren algunos “países atrasados”, entre las masas populares quese “aferran” a ella porque carecen totalmente “de educaciónsocialista” y están “libradas a sus impulsos naturales”. Y con-cluyó: “Un anarquista que llega a ver claro, que se instruye yaprende, cesa automáticamente de serlo”.

Confundiendo “anarquía” con desorganización, el historia-dor francés del anarquismo Jean Maitron imaginó, años atrás,que la idea había muerto junto con el siglo XIX, por cuanto lanuestra es una época “de planes, de organización y de discipli-na”. Más recientemente, el británico George Woodcook acusóa los anarquistas de ser idealistas que van contra la corrientehistórica predominante y se nutren de las visiones de un futuroidílico, a la par que siguen atados a los rasgos más atrayentesde un pasado ya casi muerto. James Joll, otro especialista inglésen materia de anarquismo, se empeña en afirmar que losanarquistas están fuera de época porque sus conceptos se opo-nen decididamente al desarrollo de la gran industria, la pro-ducción y el consumo en masa, y porque sus ideas se basan enla visión romántica y retrógrada de una sociedad idealizada, yaperteneciente al pasado, compuesta de artesanos y campesinos.En suma, porque dichas ideas se fundan en el rechazo total dela realidad del siglo XX y de la organización económica.

Page 178: Guérin, Daniel - El anarquismo

186 / DANIEL GUÉRIN

A lo largo de las páginas precedentes hemos tratado de de-mostrar que esta imagen del anarquismo es falsa. El anarquis-mo constructivo, aquel que tuvo su expresión más acabada enla pluma de Bakunin, se funda en la organización, la auto-disciplina, la integración y una centralización no coercitiva sinofederalista. Se apoya en la gran industria moderna, en la técni-ca moderna, en el proletariado moderno, en un inter-nacionalismo de alcances mundiales. Por estas razones es ac-tual y pertenece al siglo XX. Tal vez quepa afirmar que es másbien el comunismo de Estado, y no el anarquismo, el que ya noresponde a las necesidades del mundo contemporáneo.

A regañadientes, Joaquín Maurín admitió, en 1924, que enla historia del anarquismo los “síntomas de debilitamiento” eran“seguidos de un impetuoso renacimiento”. Acaso el marxistaespañol sólo haya sido buen profeta por esta última afirma-ción. El porvenir lo dirá.

Page 179: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 187

BIBLIOGRAFÍA SUMARIA

Dado su gran número, resulta imposible incluir aquí todas las obrasde las cuales hemos extraído los textos citados o resumidos en estelibro. Por consiguiente, nos limitamos a dar algunas sugerencias bi-bliográficas que pueden guiar al lector.

En primer término, queremos señalar que las Editions de Delphes(29, rue de Trévise, Paris, 9e.) tienen en preparación una importanteobra en dos volúmenes: Ni Dieu ni maitre, histoire et anthologie del’anarchie, en la que se reproducen ciertos textos anarquistas agota-dos o inéditos.

ANARQUISMO

Henri Arvon, L’Anarchisme, 1951 [El anarquismo, Paidos, Buenos Aires, 1971].Augustin Hamon, Psychologie de l’anarchistre socialiste, 1895; Le Socialisme

et le Congrès de Londres, 1897.Irving L. Horowitz, The Anarchists, New York, 1964 James Joll, The

Anarchists, Oxford, 1964 [Los anarquistas. 2 tomos, Alianza editorial,Madrid, 1975].

Jean Maitron, Histoire du mouvement anarchiste en France (1880-1914),1955. Alain Sergent y Claude Harmel, Histoire de l’Anarchie, 1949.

George Woodcock, Anarchism, Londres, 1962 [El anarquismo, Ariel, Barce-lona, 1979].

Ettore Zoccoli, L’Anarchia, Milán, 1906.

STIRNER

Max Stirner, L’Unique et sa Proprieté, reed. 1960; Kleinere Schriften, Berlín,1898 [El único y su propiedad, Juan Pablos Editor, México, 1976].

Henri Arvon, Aux sources de l’existencialisme: Max Stirner, 1954.

PROUDHON

P. J. Proudhon, Oeuvres complètes y Carnets, E. Rivière; Manuel du spécula-teur à la Bourse, 3a. ed., 1857; La Théorie de la proprieté, 1865; Mélanges1848-1852, 3 vol., 1868.

Georges Gurvitch, Proudhon, 1965.Pierre Haubtmann, tesis de doctorado (inéditas) sobre Proudhon.

BAKUNIN

Mijail Bakunin, Oeuvres, 6 vol., ed. Stock; Archives Bakunin, Leiden, 1961-1965, 4 vol. publicados; Correspondance de Michel Bakounine (ed. porMichel Dragomanov), 1896; Bakunin, La Liberté (trozos escogidos),1965[Obras. 5 tomos. Ediciones Júcar. Madrid-Gijón 1976].

Max Nettlau, Michael Bakunin, Londres, 1896-1900, 3 vol.

Page 180: Guérin, Daniel - El anarquismo

188 / DANIEL GUÉRIN

PRIMERA INTERNACIONAL

James Guillaume, L’Internationale, Documents et Souvenirs (1864-1878), 4vol., 1905-1910; Idées sur l’organisation sociale, 1876.

Jacques Freymond, La Première Internationale, Ginebra, 1962, 2 vol.Miklos Molnar, Le déclin de la Première Internationale, Ginebra, 1963.César de Paepe, De l’organisation des services publics dans la société future,

Bruselas, 1874.Mémoire du district de Courtelary, Ginebra, 1880.

COMUNA DE 1871Bakunin, La Commune de Paris et la notion de l’État, 1871.Henri Lefebvre, La Proclamation de la Commune, 1965.O. H. Lissagaray, Histoire de la Commune de 1871, reed., 1964.Karl Marx, La guerre civile en France, 1871 [La guerra civil en Francia,

Editorial Progreso, Moscú, 1980].

KROPOTKIN

Piotr Kropotkin, Obras diversas.Woodcock y Avakoumovitch, Pierre Kropotkine le prince anarchiste, trad. fr.,

1953 [Kropotkin el príncipe anarquista, Júcar, Barcelona].Artículo en el Journal de l’Université de Moscou, Nº 1, 1961.

MALATESTA

Malatesta, Programme et organisation de l’Association Internationale desTravailleurs, Florencia, 1884, reproducido en Studi Sociali, Montevideo,mayo-noviembre de 1934.

Errico Malatesta, L’Anarchie, París, 1929.Malatesta, His Life and Ideas, Londres, 1965 [Vernon Richards Malatesta.

Pensamiento y acción revolucionarios. Editorial Proyección, Buenos Aires,1974].

SINDICALISMO

Pierre Besnard, Les Syndicats ouvriers et la révolution sociale, 1930.Pierre Monatte, Trois Scissions syndicales, 1958.Fernand Pelloutier, “L’anarchisme et les syndicats ouvriers”, en Les Temps

Nouveaux, 1895; Histoire des Bourses du Travail, 1921.Émile Pouget, Le Syndicat (s.f.); Le parti du travail, reed. 1931; Ad Memo-

riam, 1931.Congrès anarchiste tenu à Amsterdam..., 1908. Ravachol et les anarchistes,

ed. Maitron, 1964.

REVOLUCIÓN RUSA

Piotr Arshinof, L’Histoire du mouvement makhnoviste, 1928 [Historia delmovimiento Macknovista. Tusquests Editor, Barcelona, 1975].

Alexandre Berkman, La Révolution russe et le Parti communiste, 1921; TheBolshevik Myth (1920-1921), 1922; The Russian Tragedy, Berlín, 1922;The Kronstadt Rebellion, Berlín, 1922; The Anti-Climax, Berlín, 1925.

Isaac Deutscher, Trotsky, 3 vol., 1963-1965 [Trotsky. 3 tomos. Era, México,1974].

Page 181: Guérin, Daniel - El anarquismo

EL ANARQUISMO / 189

Luiggi Fabbri, Dittadura e Rivoluzione, Milán, 1921 [Dictadura y revolución,Proyección, Buenos Aires, 1967].

Ugo Fedeli, Dalla Insurrezione dei contadini in Ucraina alla Rivolta diCronstadt, Milán, 1950.

Emma Goldman, Les Bolcheviks et la Révolution russe, Berlín, 1922; Mydisillusionment in Russia; My further disillusionment with Russia, N. Y.,1923; Living my life, 1934 [Viviendo mi vida, Fundación AnselmoLorenzo, Madrid, 1996]; Trotsky protests too much, N. Y., 1938.

Alexandra Kolontái, L’opposotion ouvrière, 1921, reed. en Socialisme ouBarbarie, Nº 35, 1964.

M. Kubanin, Makhnoshchina, Leningrado, s.f.Lenin, L’État et la Révolution, 1917; Sur la Route de l’Insurrection, 1917; La

Maladie infantile du communisme, 1920 [El Estado y la revolución. Siglo22 editora. Buenos Aires, 2000].

Gaston Leval, “Choses de Russie” en Le Libertaire, 11-17 de noviembre,1921; Le Chemin du Socialisme, les débuts de la crise communistebolchevique, Ginebra, 1958.

Nestor Majno, La Révolution russe en Ukraine, 1927 (vol. I) id. (en ruso), 3vol.

G. P. Maximov, Twenty years of Terror in Russia, Chicago, 1940.Ida Mett, La Commune de Cronstadt, 1938, nueva ed., 1948.A. Pankrátova, Les Comités d’usine de Russie [...], Moscú, 1923.Rudolf Rocker, Die Bankrotte des russischen Staatskommunismus, Berlín,

1921.Georges Sadoul, Notes sur la Révolution bolchevique, 1919.Leonard Schapiro, Les Bolcheviks et l’Opposition (1917-1922), 1957.I. Stepanov, Du contróle à l’administration ouvrière [...], Moscú, 1918.Trotski, 1905, reed., 1966; Histoire de la Révolution russe, reed., 1962

[Historia de la revolución rusa, 2 tomos. Galerna, Buenos Aires, 1972].Victor Serge, L’An I de la Révolution russe, reed., 1965.Volin (Vsevolod Mijailovich), La Révolution inconnue 1917-1921, 1947 [La

revolución desconocida, Proyección, Buenos Aires].E. Yartciuk, Kronstadt, Barcelona 1930.St. Anthony’s Papers, Nº 6 (sobre Cronstadt y Majno), Oxford, s.f.Répression de l’anarchisme en Russie soviétique, 1923.

CONSEJOS OBREROS

Antonio Gramsci, L’Ordine Nuovo, 1919-1920, 1954 [Cuadernos de lacárcel, Era, México].

Hermann Gorter, Réponse à Lénine, 1920, ed. 1930.Pier Carlo Masini, Anarchici e comunisti nel movimento dei Consigli, Milán,

1951; Antonio Gramsci e l’Ordine Nuovo visti da un libertario, Livorno,1956; Gli anarchici italiani e la rivoluzione russa, 1962.

Erich Mühsam; Auswahl, Zurich, 1962.Anton Pannekoek, Worker’s Councils, reed., Melbourne, 1950 [Los consejos

obreros. Editorial Proyección, Buenos Aires, 1976].Paolo Spriano, L’occupazzione delle fabbriche settembre 1920, Turín, 1964.

Page 182: Guérin, Daniel - El anarquismo

190 / DANIEL GUÉRIN

REVOLUCIÓN ESPAÑOLA

Burnett Bolloten, The Grand Camouflage, Londres, 1961.Franz Borkenau, The Spanish Cockpit, Londres, 1937, reed. University of

Michigan Press, 1965.Gerald Brenan, Le Labyrinthe espagnol, trad. fr., 1962 [El laberinto español.

Plaza y Janés, Barcelona, 1985].Pierre Broué y Émile Témine, La Révolution et la guerre d’Espagne, 1961 [La

revolución y la guerra de España, 2 tomos. Fondo de Cultura Económica,México, 1971].

Gaston Leval, Problemas económicos de la Revolución social española,Rosario, 1941; Né Franco Né Stalin, Milán, 1952.

Joaquín Maurín, L’anarcho-sindicalisme en Espagne, 1924; Révolution etcontre-révolution en Espagne, 1937.

G. Munis, Jalones de derrota [...], México, 1946.José Peirats, La CNT en la revolución española, 3 vol., 1958; Los anarquistas

en la crisis política española, Buenos Aires, 1964 [La CNT en la revoluciónespañola, 3 tomos. Carabajal S.A., Cali, 1988].

Ángel Pestaña, 1º) Memoria... 2º) Consideraciones... (2 informes a la CNT),Barcelona, 1921-1922; Setenta días en Rusia, Barcelona, 1924.

Isaac Puente, El comunismo libertario, 1932.Henri Rabasseire, Espagne creuset politique, s.f. [España crisol político.

Editorial Proyección, Buenos Aires, 1966].D. A. de Santillán, El organismo económico de la Revolución, 1936; La

Revolución y la guerra en España, 1938.Trotski, Écrits, t. III, 1959 [Escritos sobre España. Ruedo Ibérico editora,

Alencon, 1971].El congreso confederal de Zaragoza, 1955 [CNT El congreso confederal de

Zaragoza (1936). Zero, Bilbao 1978].Collectivisations, l’oeuvre constructive de la Révolution espagnole, trad. fr.,

1937, reed., 1956.Les Cahiers de “Terre Libre”, abril-mayo, 1938.“Collectivités anarchistes en Espagne révolutionnaire”, en Noir et Rouge,

marzo, 1964; Collectivités espagnoles, ídem, Nº 30, junio de 1965.

AUTOGESTIÓN CONTEMPORÁNEA

Stane Kavcic, L’autogestion en Yougoslavie, 1961.Albert Meister, Socialisme et Autogestion, l’expérience yougoslave, 1964.Les Temps Modernes, número de junio de 1965.

Page 183: Guérin, Daniel - El anarquismo

ÍNDICE

Presentación .............................................................................. 5

Nota a la segunda edición argentina .......................................... 9

Prólogo a la primera edición inglesa ........................................ 13

Prefacio ................................................................................... 31

Primera parteLas ideas-fuerza del anarquismo

Cuestión de vocablos ............................................................... 39

Segunda parteEn busca de la sociedad futura

El anarquismo no es utópico ................................................... 69

Tercera parteEl anarquismo en la práctica revolucionaria

I. De 1880 a 1914 ................................................................. 101

II. El anarquismo en la Revolución Rusa ............................... 111

III. El anarquismo en los consejos de fábrica italianos ........... 139

IV. El anarquismo en la Revolución Española ....................... 145

A manera de conclusión ........................................................ 175

Bibliografía sumaria .............................................................. 187