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 UN EXPONENTE DE LA PEDAGOGÍA ESPAÑOLA EN EL EXILIO: HERMINIO ALMENDROS Y LA EDUCACIÓN EN CUBA *) JOSÉ M.  HERNÁNDEZ DfAZ **) A esta raza de maestros verdaderos pertenece Herminio A lmendros. Le conocí en nuestra juventud madrileña, cuando ambos éramos estudiantes en los mismos banc os de pedagogía, le acompañé fraternalmente en alguno de sus viajes de difusión cultural por los más humildes rincones del mapa rural español, he seguido después su larga la- bor tenaz de 30 años apasionadamente consagrados a la escuela, y puedo afirmarlo con la alegría y la certeza del hallazgo: Herminio Almendros es un auténtico maestro, y este libro suyo es un auténtico libro para niños Alejandro Casona) 1). Si hemos elegido estas palabras de un compañero de estudios, viajes y exilio, y amigo querido de Almendros, Alejandro Casona, es porque encierran y definen lo más cuajado de su p ersonalidad y preocupaciones pedagógicas, el maestro de niños y el es- critor de literatura infantil. Por encima de las muchas vicisitudes políticas, geográficas y culturales que las circunstancias obligan a vivir y superar a Herm inio Almendros, es- tas dos tareas y facetas de maestro y escritor para niños van a caminar inseparables en su devenir educativo, primero en España y después en el exilio cubano y durante la re- volución de 1959 y años posteriores. En efecto, la trayectoria vital de Almendros guarda una unidad y coherencia m a- nifiestas, desde sus primeros años de profesión pedagógica en España hasta su muerte  *) Este texto responde, en buena parte, a la conferencia que con el título:.«Herm inio Almen- dros y la educación en C uba», pronunció el autor en la Universidad de M álaga en junio de 1991, dentro de los Cursos E xtraordinarios que dirigió la Dra. M ercedes Vico M onteoliva, y en particular el titulado: «La Pedag ogía española en el exilio», dirigido por el Dr. Julio Ruiz Berrio. Co n las con- siguientes anotaciones y am pliaciones se publica ahora, a instancias de algunos investigad ores in- teresados en el tema.  **) Universidad de Salamanca.  1) Cfr. Alejandro CASONA: Prólogo al libro de Herminio ALMENDROS: Lecturas ejemplares. Aventuras realidades fantasías. Guatemala, Cultural Centroamericana, 1972 l. en 1955), p. 327. Libro de lectura para los últimos grados de la escuela prim aria. Cit. en p. 8. Revista de Educación núm. 309 1996), págs. 217-237  1 7

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  • UN EXPONENTE DE LA PEDAGOGA ESPAOLA EN EL EXILIO:HERMINIO ALMENDROS Y LA EDUCACIN EN CUBA (*)

    JOS M.a HERNNDEZ DfAZ (**)

    A esta raza de maestros verdaderos pertenece Herminio Almendros. Le conoc ennuestra juventud madrilea, cuando ambos ramos estudiantes en los mismos bancosde pedagoga, le acompa fraternalmente en alguno de sus viajes de difusin culturalpor los ms humildes rincones del mapa rural espaol, he seguido despus su larga la-bor tenaz de 30 aos apasionadamente consagrados a la escuela, y puedo afirmarlo conla alegra y la certeza del hallazgo: Herminio Almendros es un autntico maestro, y estelibro suyo es un autntico libro para nios (Alejandro Casona) (1).

    Si hemos elegido estas palabras de un compaero de estudios, viajes y exilio, yamigo querido de Almendros, Alejandro Casona, es porque encierran y definen lo mscuajado de su personalidad y preocupaciones pedaggicas, el maestro de nios y el es-critor de literatura infantil. Por encima de las muchas vicisitudes polticas, geogrficasy culturales que las circunstancias obligan a vivir y superar a Herminio Almendros, es-tas dos tareas y facetas de maestro y escritor para nios van a caminar inseparables ensu devenir educativo, primero en Espaa y despus en el exilio cubano y durante la re-volucin de 1959 y aos posteriores.

    En efecto, la trayectoria vital de Almendros guarda una unidad y coherencia ma-nifiestas, desde sus primeros aos de profesin pedaggica en Espaa hasta su muerte

    (*) Este texto responde, en buena parte, a la conferencia que con el ttulo:.Herminio Almen-dros y la educacin en Cuba, pronunci el autor en la Universidad de Mlaga en junio de 1991,dentro de los Cursos Extraordinarios que dirigi la Dra. Mercedes Vico Monteoliva, y en particularel titulado: La Pedagoga espaola en el exilio, dirigido por el Dr. Julio Ruiz Berrio. Con las con-siguientes anotaciones y ampliaciones se publica ahora, a instancias de algunos investigadores in-teresados en el tema.

    (**) Universidad de Salamanca.(1) Cfr. Alejandro CASONA: Prlogo al libro de Herminio ALMENDROS: Lecturas ejemplares.

    Aventuras, realidades y fantasas. Guatemala, Cultural Centroamericana, 1972 (l. en 1955),p. 327. Libro de lectura para los ltimos grados de la escuela primaria. Cit. en p. 8.

    Revista de Educacin, nm. 309 (1996), pgs. 217-237 217

  • en la isla de Cuba en 1974 (2). Sin embargo, en pro de la claridad y la comprensin desu importante contribucin pedaggica, vamos a seccionar el estudio de su obra educa-tiva en tres partes bien definidas, que responden a tres etapas diferenciadas de su vida.La primera, vivida en Espaa hasta su exilio obligado en 1939. La segunda, desde su lle-gada a la isla de Cuba en 1940 hasta el triunfo de la revolucin en 1959. La tercera alcan-za hasta su muerte en su segunda patria, Cuba, cuando todava trabajaba de formainfatigable en el octavo tomo de Espaol, libro de lenguaje para las Escuelas de Forma-cin de Maestros. El acercamiento a las tres pocas, por breve que sea, resulta impres-cindible para comprender la totalidad de su sobresaliente contribucin a la pedagoga,y en particular a la educacin en Cuba, as como para aproximarnos a la aportacin delos pedagogos exiliados despus de la guerra civil espaola.

    Porque, y esto es algo que no se puede obviar de ninguna manera, Almendros esuna grata y extraordinaria expresin de la pedagoga espaola, antes de 1939, y poste-riormente de la cubana, pero lo es al mismo tiempo de un imponente nmero de inte-lectuales espaoles exiliados (baste citar a Snchez Albornoz, Giral, Amrico Castro...).En particular nuestro autor es muestra viva del importante grupo de pedagogos ymaestros republicanos forzados a traspasar la frontera, como ocurre con Lorenzo Luzu-riaga, Patricio Redondo, Jos de Tapia y tantos otros, que finalmente se asientan, mu-chos de ellos, en Mjico, Cuba, Argentina y otros pases americanos del centro, norte ysur, y ms aisladamente en algunos europeos y norteafricanos (3).

    1. ALMENDROS Y LA PEDAGOGA ESPAOLA DEL PRIMER TERCIO DEL SIGLO

    A estas alturas no resulta novedoso recordar que la pedagoga y la educacin en laEspaa del primer tercio del siglo XX alcanzan cotas de produccin e innovacin muyelevadas y hoy ya ampliamente reconocidas (4). Aun sin olvidar las sonrojantes tasas deanalfabetismo absoluto que todava evidencian las estadsticas oficiales, la falta depuestos escolares y el grave absentismo escolar, en esta etapa, sobre todo durante la II

    (2) Su biografa puede recomponerse desde diversos trabajos que ofrecen una informacinabundante, aunque ciertamente dispersa. Entre otros remitimos a Josep ALCOB: Herminio Almen-dros: Un educador para el pueblo, Cuadernos de Pedagoga, 3, (marzo de 1975), pp. 30-32; Nstor AL-MENDROS CUYAS: Pedagoga y sectarismo, Madrid, Playor, 1986, p. 43; Amparo BLAT GIMENO: HerminioAlmendros: poca, vida y obra. Universidad de Barcelona, Memoria de licenciatura (indita), 1985,Amparo BLAT GIMEN y Francisco HERNNDEZ SNCHEZ: Herminio Almendros. Un recuerdo nece-sario, Cuadernos de Pedagoga, 232, (enero, 1995), pp. 69-72.

    (3) Gr. Francisco GIRAL: Ciencia espaola en el exilio (1939-1989). Barcelona, Anthropos, 1994; JosLuis MELLAN (dir.): El exilio espaol en 1939, 6

    vols. Madrid, Taurus, 1976; Henninio BARREIRO: LorenzoLuzuriaga y la renovacin educativa en Espaa (1880-1936). Corua, Ed. do Castro, 1989.

    (4) Cfr. Agustn ESCOLANO: L'educazione in Spagna. Un secolo e mezzo di prospettiva storka. Mila-no, Mursia, 1992, pp. 41-95; Julio Ruiz BERRIO: Alfabetizacin y modernizacin social en la Espaadel primer tercio del siglo XX, pp. 91-110, en A. ESCOLANO (dir): Leer y escribir en Espaa. Doscientosaos de alfabetizacin. Madrid, FGSR, 1992; Jos Carlos MAINER: La edad de plata (1902-1939). Ensayode interpretacin de un proceso cultural. Madrid, Ctedra, 1981; Antonio VIA FRAGO: Innovacin pe-daggica y racionalidad cientfica. La escuela graduada pblica en Espaa (1898-1936). Madrid, Akal,1990. El listado de obras sobre esta poca, algunas editadas hace aos, es muy abultado: Puelles,Molero, Prez Galn, Samaniego, Lozano Seijas, por citar una muestra.

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  • Repblica, asistimos a ambiciosos planes de creacin de escuelas primarias, de reorganiza-cin del caduco sistema escolar heredado del siglo XIX, a cambios profundos en la for-macin de maestros, continuas modificaciones en los planes de segnda enseanza,debates sobre la autonoma universitaria, etc. Es ciertamente imposible detenernos aquen la pura enumeracin de todo lo importante que acontece en la oferta oficial en mate-ria de enseanza durante este primer tercio del siglo. Si nos adentramos en lo que produ-ce la iniciativa privada, tanto la de procedencia catlica (Escuelas del Ave Mara, el P.Poveda, las numerosas congregaciones religiosas), como la del sector obrero (anarquismo ysocialismo), el laicismo y los republicanos, en materia de cambios, nuevas ideas y pro-yectos, deberamos sobrepasar con creces las dimensiones de un trabajo como ste.

    Pero tal vez el movimiento pedaggico y cultural que mayor relieve alcanza entodo el perodo es el que puede denominarse de forma global e imprecisa como el ins-titucionismo, en la medida que a sus experiencias concretas aade una creciente presen-cia en el aparato del Estado (lase, Museo Pedaggico Nacional, Congresos Nacionalesde Pedagoga, Junta para la Ampliacin de Estudios, Residencia de Estudiantes, Escue-la Superior del Magisterio, Instituto Escuela, Facultad de Pedagoga), y en la medidatambin que buena parte de los intelectuales y pedagogos ms prestigiosos de la Espa-a de la poca se mueven cerca de las ideas de Giner de los Ros y Cosso. Los institu-cronistas, desde sus publicaciones (BILE y, en parte, Revista de Pedagoga, por citaralgunas) y conferencias, desde su protagonismo en la administracin educativa, en lasuniversidades e institutos de segunda enseanza, en las experiencias educativas vincu-ladas a la sede de Madrid (Sabadell, Cdiz, Valencia, Barcelona, Sierra Pambley, Galicia,etc.), representan la sedimentacin ms firme de los nuevos ideales de reforma escolarque corren por Europa, y que tambin ellos se encargan de traducir y hacer presentes enel proceso de reforma pedaggica que requiere el anquilosado sistema educativo espa-ol, y la cultura del conjunto de la sociedad.

    Este movimiento de renovacin y cambio pedaggico que vive la Espaa anterior a1936-39 cuaja de forma destacada en Catalua, donde situamos preferentemente a HerminioAlmendros, como ponen de manifiesto variados estudios que versan sobre la educacin eneste espacio cultural (5). Al movimiento de Ferrer i Guardia y las escuelas racionalistas (6), alos ateneos libertarios (7), a Rosa Sensat y la Escola del Bosque (8), la Escola del Mar, los ecosdirectamente institucionistas (9), a las iniciativas de la Iglesia, de los republicanos, del na-

    (5) Cfr. Jordi MONS: El pensament escolar i la renavaci pedaggica a Catalunya (1833-1938). Bar-celona, Edicions La Magrana, 1977; Buenaventura DELGADO (dir.): Historia de la Educacin en Espaay Amrica. Vol. III, Madrid, SM/Morata, 1994, pp. 733-755.

    (6) Cfr. Jordi MONS; Pere SoL y Luis Miguel LZARO: Ferrer i Guardia y la pedagoga libertaria.Barcelona, Icaria, 1977; Pere SOLA: Francesc Ferrer i Guardia i l'Escola Moderna. Barcelona, Curial,1978; Buenaventura DELGADO: La Escuela Moderna de Ferrer i Guardia. Barcelona, CEAC, 1979.

    (7) Cfr. Pere Souk: Las escuelas racionalistas en Catalua (1909-1939). Barcelona, Tusquets, 1976;IDEM: Educaci i moviment libertaria Catalunya (1901-1939). Barcelona, Edicions 62, 1980.

    (8) Cfr. Josep GoNzikLez-Aoikri lo: Rosa Sensat i Vda,fer de la vida escala. Barcelona. Edicions 62,1989.(9) Cfr. Buenaventura DELGADO: La Institucin Libre de Enseanza de Sabadell. Sabadell, Fundaci

    Bosch i Cardellach, 1979; IDEM: La Institucin Libre de Enseanza y Catalua, pp. 287-301, en Un edu-cador para un pueblo. Manuel Bartolom Cosso y la renovacin pedaggica institucionista. Madrid, UNED, 1987.

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  • cionalismo cataln, a las Escuelas de Verano, hay que aadir la recepcin de las nuevascorrientes pedaggicas procedentes de Europa, como es el caso de Decroly, Montessori,Claparde, Cousinet o de las tcnicas Freinet, con su primera implantacin en escuelasrurales catalanas. Etapa especialmente significativa es la de la II Repblica y la guerracivil, cuando desde una Generalitat en retaguardia, como es la catalana, se desarrollauno de los proyectos pedaggicos ms destacados de todos estos aos, el del CENU(Consell de l'Escola Nova Unificada) (10).

    No obstante, a pesar de los numerosos intentos que encontramos en Catalua porrenovar la escuela, y que ciertamente arraigan con ms fuerza que en otros mbitos geo-grficos espaoles, los educadores y pedagogos ms cualificados del momento sonconscientes de la vigencia de graves problemas escolares de orden cuantitativo, y nomenos otros relacionados con el persistente uso de metodologas tradicionales. Todo locual continuaba exigiendo perseverantes esfuerzos de reforma.

    Es desde este humus pedaggico de donde hemos de entresacar, buscar y razo-nar la aportacin pedaggica de nuestro manchego en Catalua, el valor de sus escritospedaggicos, de su contribucin como tcnico escolar en la inspeccin, en la formacinde maestros y en la organizacin del sistema escolar.

    La vida de Herminio Almendros Ibez, en Espaa, transcurre desde su nacimientoen Almansa en 1898 hasta su paso a Francia en 1939. Procedente de familia humilde, y des-pus de los primeros estudios de Magisterio en la Escuela Normal de Alicante (que inicia en1914) y algunos aos de ejercicio, se desplaza a Madrid en 1921 para ampliar estudios. Suscontactos y noble cercana a los institucionistas madrileos (sobre todo Cosso), durante elperodo que dedica a sus estudios en la Escuela Superior del Magisterio, suponen el punto departida para una posterior e infatigable dedicacin a la escuela (11), la educacin y la infan-cia, siempre desde posiciones activas (12) y crticas, liberales y progresistas (13).

    (10) Cfr. Enriqueta FONTQUERNI y Mariona RIBALTA: L'ensenyament a Catalunya durant la guerracivil. El CENU. Barcelona, Barcanova, 1982; Ramn NAVARRO: L'educaci a Catallinya durara la Gene-ralitat, 1931-1939. Barcelona, Edicions 62, 1979.

    (11) A propuesta de M.B. Cosso, y mientras quedaba regularizada su situacin burocrtica despusde haber obtenido plaza de inspector de primera enseanza, Herminio Almendros dirige durantedos aos (1926-1928) en Villablino (Len) uno de los centros de formacin profesional agraria que allsostiene la Fundacin Sierra Pambley, entidad vinculada a la Institucin Libre de Enseanza de Madrid,por expreso deseo de su fundador. Este tema ha sido ampliamente estudiado por Pablo Celada Pecando-nos en su tesis doctoral, a punto de ser defendida en la Universidad de Salamanca. Vase tambin, E. HUER-TAS VZQUEZ eta!.: Len y la Institucin Libre de Enseanza, Len, Diputacin Provincial, 1987.

    (12) Un caso semejante, excelente indicativo de la influencia institucionista (durante estosaos. Cosso de forma especfica, al haber muerto Giner en 1915) es el de Rosa Sensat i Vila durantesu etapa de estudiante en Madrid, cfr. Josep GONZLEZ -AGPrio: Rosa Sensat i Vila fer de la vida esco-ta. Barcelona, Rosa Sensat-Edicions 62, 1989.

    (13) Su hijo Nstor Almendros (cineasta fallecido hace unos meses en Madrid) recoge en po-cas palabras su propia trayectoria y la de su padre: Provengo de una familia de espaoles antifran-quistas. Era un adolescente cuando fui a Cuba despus de la guerra civil. Viv en la Habana variosaos, y all hice mis estudios universitarios en Filosofa y Letras. Expatriado de nuevo durante ladictadura de Batista, regres a mi pas de adopcin con el triunfo de Castro; cfr. Nstor ALMEN-

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  • Ocupa ms tarde, diversas responsabilidades en la docencia y la administracin esco-lar. Desde su puesto de inspector de primera enseanza en Lrida (1928) y despus enHuesca (fines de 1931) y Barcelona (1933) difunde entre los maestros el elan educativoque haba tomado en Madrid de los institucionistas, as como las nuevas corrientes pedag-gicas que por esas fechas discurren por Europa y que l conoce, colabora con Alejandro Ca-sona en una de las Misiones Pedaggicas del Valle de Arn (1931) y participa de lleno enel movimiento de renovacin pedaggica que vive especialmente Catalua.

    Herminio Almendros contribuye a difundir y afianzar, plenamente convencido de su vali-dez, las recientes ideas de una educacin activa y nueva, y aparece tambin profunda-mente comprometido en la tarea de transformacin real de esa escuela tradicional que todavapervive en buena parte de las comarcas catalanas, donde l trabaja, y en el resto de Espaa.

    Avanzada la II Repblica, Almendros desarrolla en la ciudad de Barcelona una ingentelabor pedaggica desde la inspeccin escolar: el Seminario de Pedagoga que haba creado J.Xirau en la Universidad (en el curso 1933-34, ya es profesor de organizacin escolar), la Es-cuela Normal de la Generalitat (14) y el Ayuntamiento (15), extendiendo el'movirniento de laEscuela Nueva y promoviendo reformas escolares innovadoras. Finalmente, en plena con-frontacin blica, es uno de los pedagogos ms influyentes en la elaboracin del proyecto delConsell de l' Escola Nova Unificada (16), en el seguimiento de su aplicacin (17) y en la orga-nizacin de tareas de apoyo y educacin a nios cuyos padres haban quedado heridos omuertos en el frente, o simplemente afectados por los terribles efectos de la guerra (18).

    DROS: Conducta impropia. Madrid, Playor, 1984, p. 15. En esta misma obra y en otros trabajos de di-fusin (por ej.: Perseguido en Espaa, olvidado en Cuba, El Pas, jueves, 13 de marzo de 1986,pp. 11-12) Nstor Almendros se muestra muy crtico con la evolucin posterior de la revolucin cu-bana. l mismo tuvo que salir de Cuba nuevamente, para pasar los ltimos aos de su vida en Es-paa hasta su reciente muerte en Madrid.

    (14) Por su pertenencia al Seminario de Pedagoga de la Universidad, las relaciones con la Es-cola Normal de la Generalitat son muy frecuentes. Por ejemplo, sabemos que en 1933 es elegido porambas instituciones para organizar las Misiones Pedaggicas que vayan a dar a conocer los fines dela Liga de la Educacin Nueva que acaba de constituirse en la misma sede del Seminario. Cfr. I.CARBONELL y Jaume SEBARROSA: L'Escola Normal de la Generalitat (1931-1939). Barcelona, Edicions 62,1977, p. 267. En esta institucin y en el desarrollo del Congreso de Educacin Social que se celebraen 1933, presenta la ponencia: La escuela rural cfr. IDEM: Ibidem, p. 315.

    (15) Adems de propuestas sobre construcciones escolares y organizacin escolar de la ciu-dad de Barcelona, Almendros interviene activamente en la vida ciudadana. As, en octubre de 1936participa en el teatro Olympia de Barcelona en un mitin sobre el 27 aniversario del fusilamiento deFerrer i Guardia. Cfr. IDEM: Ibidern, p. 334.

    (16) Segn recogen E. FONTQUERNi y M. RIBALTA: op. cit., p. 42, Herminio Almendros formaparte del segundo CENU (agosto de 1937), en representacin de FETE, para encargarse de la prime-ra y segunda enseanza. Almendros es quien expresamente redacta las positiones del Plan delCENU en materia de escuela rural, y lo hace resumiendo las propuestas que haba lanzado en sutrabajo: Entom al problema de l'escola rural, Nova Iberia, 3-4. 1937.

    (17) En abril de 1937 Almendros es vocal de la Comisin Tcnica del CENU, como represen-tante del Seminario de Pedagoga, cfr. E. FONTQUERNI et al.: op. cit., p. 218.

    (18) Segn Amparo BLAT: op. cit., p. 69, desde el centro que organiza en un palacete en las faldasdel Tibidabo atiende a ms de 50 nios, con quienes utiliza las tcnicas Freinet; y mantiene correspon-dencia con el grupo francs, en especial con el propio Celestn Freinet y su escuela de Vence. Por en-

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  • Su relacin con el profesor Jess Sanz (19) que fue quien primero dio a conocer enEspaa, las tcnicas de la imprenta-texto-libre-correspondencia, le permite conectar consu gran pasin para el resto de su vida, Celestn Freinet y sus concepciones pedaggi-cas, la idea de escuela que propone y las tcnicas que practica (20). A partir de este mo-mento, Herminio Almendros se convierte en uno de los ms destacados impulsores dela pedagoga Freinet en Espaa (21), como aos despus tambin lo hara en Cuba (22).

    Apasionado con los nios, la escuela primaria, en especial la rural, la imprenta es-colar, el texto libre, la correspondencia escolar, el peridico escolar, el cooperativismo

    tonces publican el peridico infantil El Tibidabo; Jordi Mons explica que, ya en plena guerra, altiempo que Almendros junto con Costa i Jou difunden las tcnicas Freinet por toda Catalua, ayudana Vctor Colomer (consejero del Ayuntamiento de Barcelona) a crear una escuela experimental basadaen dichas tcnicas, que parece ser la misma antes mencionada, cfr. Jordi MONES: op. cit., p. 249.

    (19) Este activo profesor de la Escuela Normal de Lrida y, ms tarde, de la Escuela Normal de laGeneralidad, mantiene contactos habituales con crculos pedaggicos europeos a partir de su estancia enGinebra becado por la JAE. Tambin es autor de varios trabajos sobre educacin, p. ej.: Los estudios deLengua y Literatura en las Escuelas Normales, Revista de Escuelas Normales, 34,1926, pp. 131-133; His-toriografa espaola, Ibdem, 43, 1927, pp. 97-99; La Oficina Internacional de Educacin, Ibident, 50,1928, pp. 7-10; La formacin de los maestros en Suiza. Escuela Normal y Universidad, Ibdem, 53, 1928,pp. 134-136;

  • entre maestros y escolares, el huerto, el cinema, los ficheros, la radio, los discos, y cual-quier otro material que pudiera contribuir a una actividad escolar ms viva, dinmica ynatural, escribe trabajos (23) y artculos en revistas de gran prestigio cientfico y difu-sin entre los educadores, como la Revista de Pedagoga que dirige Luzuriaga (24),promueve grupos de maestros practicantes de las tcnicas Freinet (25) y defiende elmarco preferente de esta concepcin pedaggica, que es la escuela rural (26).

    En efecto, la escuela rural es una de las preocupaciones profesionales ms vivas denuestro autor, como maestro, inspector y hombre que sabe reflexionar y escribir sobreel tema. Ser sta, probablemente, una de las razones por las que acoge con tanto calorla difusin de un modelo de actuacin pedaggica como el propuesto por Freinet, queAlmendros entiende como muy bien acomodado a la situacin real de la escuela rural.En ello, y en otras facetas de su obra, se aprecia una constante fidelidad a sus orgenesrurales, un gran sentido prctico de lo que requiere su profesin de inspector-orienta-dora maestros rurales y un decidido talante de promocin social, pues concibe la escue-la primaria como un instrumento privilegiado de transformacin social para los sectoresms desfavorecidos. Lo cual se percibe en su ejercicio profesional durante estos aos enEspaa, en sus tareas de apoyo a la propuesta del CENU sobre escuela rural, como he-mos sealado anteriormente; y como ms tarde tambin veremos, en Cuba, donde lorural y la escuela de este mbito, casi siempre figuran para l en uno de los primeros lu-gares.

    Por estos aos Almendros escribe algn trabajo sobre la escuela rural, como el queexpresamente acabamos de citar, aunque se nos hace corto debido a su extraordinariointers, sencillez y belleza. Comienza lamentando el consciente olvido al que, todos losproyectos de reforma de la educacin popular en Espaa, han sometido a la escuela ru-ral, siendo como es, en esos momentos, Espaa una sociedad claramente ruralizada. Talproceso de urbanizacin de la escuela, de imposicin de modelos urbanos (que sonms propios de la escuela graduada, cercana a la segunda enseanza) favorecen el

    (23) Cfr. Herminio ALMENDROS: La imprenta en la escuela. La tcnica Freinet. Madrid, Publicacio-nes de la Revista de Pedagoga, 1932; Buenos Aires, Losada, 1952.

    (24) Algunos de los artculos que publica Almendros en esta revista son: La corresponden-cia interescolar, Revista de Pedagoga, 126, 1932, pp. 248-253; La imprenta en la escuela, Ibidem,130, 1932, pp. 448-453; El cinema, la radio, los discos, Ibidem, 133, 1933, pp. 19-24. Tambin en estapublicacin expone comentarios crticos favorables a traducciones de autores que en esas fechas co-mienzan a ser difundidos en Europa y Amrica, como es el caso de Piaget, Torroja y Huguenin. Asi-mismo, en la Revista de Pedagoga aparece alguna colaboracin de su mujer, Mara Cuys, grancompaera de Herminio a lo largo de su vida, incluidos los aspectos pedaggicos. Una de ellas es:De la enseanza de la escritura, Ibdem, 142, 1933, pp. 438-449.

    (25) A travs de la misma Revista de Pedagoga obtenemos numerosas noticias de la difu-sin de Freinet en Espaa. Entre otras, que este maestro francs innovador participa en la Escolad'Estiu de Barcelona. Para una visin de conjunto sobre el Movimiento Freinet en Espaa, antes de1939, cfr. entre otros: Movimiento Cooperativo de Escuela Popular: La Escuela Moderna en Espaa.Bilbao, Zero, 1979; Marta MATA: La mort d'Herminio Almendros, Perspectiva escolar Barcelona,1975, pp. 54-55; Ferrn ZURRIAGA: El Movimiento Freinet en Espaa, Cuadernos de Pedagoga, 54,1979, pp. 20-22; y el ya citado trabajo de Josep Alcob sobre Herminio Almendros.

    (26) Cfr. Herminio ALMENDROS: La escuela rural, Revista de Pedagoga, 145, 1934, pp. 6-14.

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  • xodo campesino, y sobre todo la desintegracin de los valores campesinos. As, desde lamisma escuela, al nio campesino se le ayuda a reconocerse inferior, a no valorar el trabajodel campo y sus formas de vida, a pensar que la escuela nada tiene que ver con el mundorural, a no saber situar su pueblo en el contexto ms amplio de la nacin y del mundo. Laescuela, adems, concibe al nio como un abstracto, como un nio uniforme, que debe so-meterse a los moldes sabios de lo que se hace en las escuelas de la ciudad. Con lo cual, sumenosprecio es habitual, la escuela rural sigue siendo institucin sin fisonoma sustanti-va, salvo excepciones, una institucin intil desde el punto de vista educativo.

    Y sin embargo, la nueva escuela rural puede ser todo lo contrario, un organismocolectivo vivo, el incomparable medio ideal puesto que el medio natural donde acta,rene las condiciones ptimas que pueden garantizar una verdadera obra de educa-cin. Para lo cual, dice Almendros, hay que suprimir las disciplinas y concebir un pro-yecto ms global y unitario, hay que evitar los programas y horarios fijos, incorporandoplanes sumarios de educacin y trabajo que tomen como recurso fundamental, la na-turaleza, la vida. Es preciso ensayar nuevos mtodos y tcnicas de labor escolar quemantengan la escuela en contacto ntimo con la realidad de la vida campesina que la ro-dea y que reconozcan que el azar que hace a un nio nacer en el campo es un felizazar por el que surge a la vida en el ms admirable jardn de educacin (y aqu, se ex-playa sobre la imprenta, el texto libre, el peridico, la correspondencia, el huerto esco-lar, los libros, la biblioteca, el cine y otros). Para conformar este nuevo modelo deescuela rural es imprescindible contar con el maestro adecuado (27), formado de otramanera, comprometido vocacionalmente, as como resulta perentoria la creacin deuna nueva organizacin de las escuelas rurales (red de escuelas de pueblo-aldea, co-marcales, escuelas profesionales) (28), la ampliacin de la escolaridad obligatoria paraproteger a la infancia contra los padres codiciosos o mseros que obligan al nio a re-alizar trabajos que van a ir en detrimento de su escolaridad adecuada, y otras medidascomplementarias.

    Otra contribucin de particular inters en su obra pedaggica de estos aos es laque se refiere a los libros y manuales escolares (29). La posicin de Almendros en el

    (27) Por ahora nos sobra, nos estorba el maestro seorito que abomina y huye del pueblopor asco de la contaminacin del campesino sudoroso y analfabeto. Nos estorba el maestro que lle-va al pueblo la pedantera de su sapiencia libresca, y dedica la reaccin de su sensibilidad ramplonaa denigrar, a menospreciar la existencia aldeana y a escarnecer las costumbres y dolerse de la vidainconfortable y a mofarse de la ignorancia, ofreciendo una radical incomprensin ante los resortesdel alma campesina. Necesitamos al maestro de slida formacin cultural, s, pero, principalmente,al maestro que posea un sentido reverencial y altruista de su misin, una clara conciencia y unahonda emocin por la obra de la educacin popular. Es decir, necesitamos educadores proletarios,no educadores seoritos. Cfr. IDEM: Ibidem, p. 11.

    (28) Donde los ncleos de poblacin sean suficientes para tener una escuela; no es aconseja-ble la concentracin. El pueblo perdera, al perder la escuela, el centro intelectual que deber coor-dinar la cultura y el trabajo social de todos. Cfr. IDEM: Ibidem,. p. 13.

    (29) Cfr. Herminio ALMENDROS: Funcin del libro en el trabajo escolar, Revista de Pedagoga,112, 1931, pp. 151-157. Vase tambin: Jos Mara HERNNDEZ DfAZ: El libro escolar como instru-mento pedaggico, en Agustn ESCOLANO (dir.): Historia ilustrada del libro escolar espaol. Madrid,FGSR, 1996, (en prensa).

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  • tema, se sita en la apuesta por un nuevo modelo de escuela, distinta a la tradicional so-metida al imperioso dictado de los libros de texto (30). Lo peligroso y lamentable de laescuela tradicional no ese! uso del libro escolar, sino su conversin en libro de texto, enmanual escolar, cuando su uso impone la norma a la actividad de la escuela, cuandoel texto es el tirano delegado por el maestro para encauzar rgidamente el desarrollo dela conciencia infantil y as, el reinado del libro de texto es el reinado de la vieja peda-goga, y el mtodo que el texto impone, aparece como una servidumbre que procla-ma la mxima generalizacin y por ello, anula todo proceso de individualizacin (31).

    Por tanto, en consonancia con el espritu innovador que anima a nuestro autor ycon el uso de otras tcnicas e instrumentos de trabajo escolar (imprenta, peridico, textolibre, correspondencia y otros), propone destruir y hacer desaparecer el libro de texto,el manual, aunque nunca los libros escolares, que deben convertirse en auxiliares, eninstrumentos al servicio del nio, y deben ser muchos y variados para que puedan serconsultados por el nio en funcin del proceso de aprendizaje que su propia individua-lidad marque, pues el nio lee distintas clases de libros segn el ritmo de la labor esco-lar.

    Especial atencin le merecen los libros de lectura (32), por ser sta una de las acti-vidades prioritarias dentro de la escuela primaria. De ah, que esta ltima faceta peda-ggica de Herminio Almendros, en su etapa espaola antes del exilio, no pueda quedarde ninguna forma olvidada. Nos referimos al escritor infantil, tarea que le ocupar granparte de su incansable dedicacin a la infancia y la educacin durante el resto de susdas, especialmente en la posterior etapa cubana.

    Pero ya en Espaa, comienza a ser un terico y prctico de la literatura infantil, delos libros de lectura para nios, convencido de la vacuidad e ideologizacin de la granmayora de los manuales escolares, enciclopedias, libros de lectura y cuentos infantilesque por entonces ofrecen el mercado y la escuela, a los nios. Este es el caso de su libroOros viejos publicado en 1932, y de Pueblos y leyendas (1929) (33). En este ltimo,por ejemplo, recoge un elenco de narraciones breves y cuentos sobre diversos pueblos

    (30) Suprimid el libro de texto y habris suprimido planes, procedimientos, mtodos idealesde la escuela tradicional. Afirmo que esa tirana del libro es incompatible con el autntico progresode la escuela pblica. Cfr. H. ALMENDROS: Funcin del libro..., op. cit, p. 152.

    (31) El texto es una barrera puesta a la iniciativa del pensamiento infantil; una barrera quese opone a que la vida entre en la escuela, si no es a travs de su burda suplantacin; un tirano que,por encima del maestro, por encima del inters del nio, regenta el espritu de la clase. IDEM: Ibi-dem, p. 153.

    (32) Nuestros libros de lectura siguen dando a los nios la leccin docta o randa, la narra-cin sensiblera que termina con el digno final de la exhortacin o el versillo de moral adulta, tanpesadamente vacos de sentido para el alma infantil y tan incomprensivos. Con el libro de lecturadebemos proponernos un fin fundamental: ensear a leer, mecanismo de la lectura y entendimientode lo ledo. Nada menos. El fondo del libro debe apuntar al fomento de esa vida primaria del esp-ritu, y que debe ser el centro de gravedad de la educacin elemental. Cfr. IDEM: Ibidem, p. 157.

    (33) Cfr. Herminio ALMENDROS: Pueblos y leyendas. Barcelona, Seix Barral, 1936, p. 170. Este li-bro se haba publicado inicialmente en 1929, y Almendros lo haba escrito pensando en los alumnosde los cursos superiores de primaria, como instrumento de apoyo.

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  • (Japn, China, India, Arabia, entre otros), acompaados de pequeas ilustraciones.Contando con la colaboracin de los nios, el autor busca, elige y adapta leyendas po-pulares y las presenta en forma de narraciones cortas. Nunca entran en su concepcinde la literatura infantil, ya desde estos primeros escritos, los famosos repertorios de nor-mas y moralejas. Ante todo, pretende de forma sencilla, dar a conocer a los nios, otrasformas de vida, otras costumbres y tradiciones, procurando fomentar en ellos, los idea-les de paz y comprensin internacional.

    2. LA EDUCACIN EN CUBA ANTES DE 1959. LA APORTACIN DE UNEXILIADO ESPAOL

    El final de la guerra supone el exilio inmediato para un buen nmero de republica-nos espaoles (la cifra de 527.843 exiliados que registr el gobierno francs en 1939 si-gue siendo provisional, y a ella hay que aadir los escapados por otros caminos) de losque unos dos mil seran maestros (34), y algunos centenares, profesores universitarios,cientficos, profesores de secundaria y Escuelas Normales (35).

    Si nos ceimos al campo especfico de lo educativo, estos maestros y profesores sonlos que haban destacado en sus posiciones, polticas o sindicales, pblicas de orienta-cin liberal, republicana o de izquierdas, o aqullos que simplemente haban mostradosimpatas por idearios como el institucionista o eran partidarios de incorporar a la es-cuela y en la tarea docente, nuevos mtodos y tcnicas pedaggicas que podramos si-tuar en el amplio movimiento de la Escuela Nueva y la renovacin pedaggica.

    Se exiliaron, es evidente, un nmero importante, pero reducido respecto al conjun-to de estos profesionales de la enseanza, pues otro buen nmero de maestros y profe-sores tuvo peor suerte an, ya que fue muerto o encarcelado, mientras otros eransancionados y sometidos al ostracismo profesional ms absoluto durante arios; funda-mentalmente aqullos que cayeron en zona nacional fueron apresados o en ocasionesdenunciados por simple enemistad.

    Los profesores universitarios, como los polticos, dentro de las dificultades propiasde todo exilio, disfrutaron desde un primer momento, de ciertos privilegios de acogi-da en los pases a que se dirigieron, algunos europeos y otros americanos, en especialMxico. All tuvieron que rehacer su vida privada, pero tambin su profesin y su vidaintelectual.

    Para casi todos los docentes, pero en especial para los maestros, la va ms habitualdel exilio era el obligado paso por los campos de refugiados franceses, donde sufrieronterribles condiciones materiales, pero donde tambin, en algunos casos, ponen en mar-cha iniciativas culturales y pedaggicas (clases de alfabetizacin, conferencias, edicinde revistas pedaggicas, difusin cultural en general, siguiendo pautas similares a las

    (34) Cfr. Jordi MONS: El exilio republicano de los maestros, Cuadernos de Pedagoga, 178,1990, pp. 64-68.

    (35) Es lo que podemos deducir del censo aproximado e indirecto que aporta F. GIRAL: op. cit.

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  • ya utilizadas en los frentes de guerra). Un numeroso grupo de estos maestros y profesiona-les se integra, con el tiempo, en la sociedad francesa, no sin severas dificultades, pero otrosse disgregan por diversos pases europeos y americanos, tratando de reubicarse profesio-nalmente en tareas docentes e investigadoras. Caso muy particular es el de Mxico, quellega a acoger unos 35.000 exiliados, debido a las facilidades que presta el gobierno de L-zaro Crdenas a los republicanos espaoles, de los que las distintas fuentes que se manejanconsideran en torno a un millar procedentes del campo de la enseanza en general.

    En los nuevos pases de acogida, los maestros y profesores van, con suerte, asen-tndose profesionalmente mediante la eleccin de colegios privados, ocupando plazasde lectores de espaol (en los pases de habla no hispana, como Francia, Inglaterra, USAy Brasil), la vinculacin a tareas docentes universitarias, actividades editoriales (los ca-sos de Luzuriaga y Snchez Albornoz en Argentina son prototpicos), traducciones oproduccin de materiales escolares; otras veces, la incorporacin al sistema escolar delpas de turno es lenta y costosa.

    Parece lgico pensar que, en bastantes casos, la elevada cualificacin de muchosdocentes republicanos espaoles facilit su integracin y aportacin en los pases deacogida, algo que se ha evidenciado, tras el paso de varias dcadas, con el reconoci-miento mundial a grupos de investigadores, publicistas, maestros y profesores univer-sitarios.

    Al igual que para otros muchos espaoles de tendencias liberales, republicanas,institucionistas, laicas, masnicas, en general de izquierda (socialistas, comunistas yanarquistas), la prdida de la guerra frente al ejrcito de Franco, y el posterior exilio,abren tambin para Herminio Almendros, una etapa, muy diferente, de persecucin,incertidumbre, vaivenes, viajes, asilo y acogida, hasta su posterior asentamiento, que enmuchos casos fue ya definitivo, como a l le sucede en Cuba (36).

    (36) Acerca de su ideario, disponemos del testimonio directo de su hijo Nstor Almendros,que dice:

    Puedo afirmar, sin temor a equivocarme, algunas generalidades sobre sus ideas. Por ejemplo,y en primer lugar, que mi padre fue, por su formacin, un liberal de conviccin. Utiliz la palabraliberal no en su acepcin americana, sino en la europea, que conserva su etimologa. Digamos,pues, con ms precisin, que era un liberal idealista espaol, como se solan manifestar en la prime-ra parte de este siglo. Digamos tambin, que estaba en contra de los extremismos de derecha e iz-quierda, que amaba la libertad de expresin, y que haba sido muy influido por las ideas deFrancisco Giner de los Ros y de su Institucin Libre de Enseanza. Es en Madrid, pues, siendo to-dava estudiante, donde adopt algunas opciones de vida que no lo abandonaran: republicanismo,antimilitarismo, laicismo, y un anticlericalismo muy de aquella poca y muy espaol, que conoce-mos bien a travs de las narraciones cinematogrficas de su contemporneo Luis Buuel. Mi padremantuvo siempre su independencia y no se afili nunca a ningn partido poltico: incluso en el mo-mento crtico de la Guerra Civil, desde su puesto de jefe de la Inspeccin escolar en Barcelona, supomantener las difciles distancias con las diferentes tendencias polticas en juego, dentro del campoantifranquista. Ni Durruti, ni Prieto, ni Negrn, ni mucho menos "La Pasionaria" eran santos de sudevocin. Slo le o hablar algunas veces con cierta admiracin del relativamente moderado Ma-nuel Azaa. De hecho, en los ltimos aos de su vida, fue un vido lector de los discursos y artcu-los del expresidente de la Repblica espaola. Cfr. Nstor ALMENDROS: Cuba: pedagoga y sectarismo.Madrid, Playor, 1986, pp. 10-13.

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  • En 1939 se ve obligado (37) a traspasar la frontera con Francia, y se acerca a la loca-lidad de Vence, al hogar acogedor de Celestn y Elise Freinet, junto a Jos Ferrater Moray otros nios espaoles hijos de exiliados, pero alejado de su mujer e hijos (que habanquedado en Barcelona). Almendros vive unos meses de dolor, incertidumbre y esperan-za en el entorno directo de Freinet, su familia y escuela (38). Fue Alejandro Casona, ami-go cercano desde los aos de estudiante en Madrid, quien le convenci para queembarcara a Cuba, incluso costeando su pasaje, a donde llega en junio de 1939; aunquetambin haba sido invitado por Xirau para que se desplazara a Mxico. No hay que ol-vidar, por otra parte, que Almendros y los exiliados espaoles en Francia tenan muycerca las tropas de Hitler, lo que converta su situacin en insostenible. Adems, la pro-ximidad de Freinet tampoco ofreca seguridad, pues el mismo maestro francs fue tras-ladado a un campo de concentracin poco despus.

    A diferencia del organizado exilio de otros espaoles republicanos en Mxico, don-de eran muy bien recibidos (39), los primeros aos de vida en Cuba fueron para Hermi-nio Almendros muy duros. Se encontr sin familia (tardarn en reunirse unos diezaos), sin ser reconocidos inicialmente sus mritos profesionales por la administracinescolar cubana del momento, separado de los suyos y lejos de Espaa, nicamente apo-yado por el pequeo grupo de otros espaoles tambin exiliados (Ferrater Mora y Ma-ra Zambrano, por ejemplo) que se reunan peridicamente, sobre todo a comentar susdesdichas y aoranzas en un primer momento, para ms tarde ir reorganizndose inte-lectualmente.

    En estos primeros aos de estancia en la isla caribea, bien en la enseanza privadao en la pblica, va a desempear muy diferentes funciones: colaboracin con el educa-dor Calixto Surez, cooperacin pedaggica con el Instituto Cvico-Militar de Ceiba delAgua, dicta varios cursos de didcticas varias y conferencias sobre tcnicas Freinet amaestros y alumnos de la Escuela Normal de la Habana, ejerce de profe. sor en el Institu-to de Artes e Idiomas Prraga (1942-49), y a partir del gobierno de Carlos Pro Socarras(1948-1952) es asesor tcnico de la Inspeccin escolar.

    (37) Como muy bien recoge Nstor Almendros, su padre parece ajeno a cualquier vincula-cin partidista, por lo que en principio no resulta ser una persona altamente peligrosa para elnuevo rgimen poltico. Una cierta vinculacin al sindicato socialista de enseanza FETE s es real,al menos durante la etapa del CENU. De todas formas, realizadas consultas en el Archivo HistricoNacional -Seccin Guerra Civil en Salamanca-, Herminio Almendros no aparece fichado, a diferen-cia de millones de espaoles que tienen all depositada su ficha policial de depuracin. No obstante,sus tendencias liberales, su compromiso con la escuela innovadora, su posicin profesional de ins-pector y hombre relacionado con la ILE, eran razones ms que suficientes para sentirse obligadoa salir de Espaa en 1939, visto lo que sucede con otras personas tan o ms moderadas que Almen-dros en sus convicciones ideolgicas y pedaggicas.

    (38) Acogerle (a Almendros) fue para todos una alegra y un honor -dice Elise Freinet-; fue-ron das emotivos, de amistad, con la clida presencia de los nios de Espaa que le rodeaban,como si fuera el padre, hacindole tantas preguntas sobre la guerra de ayer y la incertidumbre delmaana. Das de fecundas actividades pedaggicas, pero tambin das sombros para el proscrito aquien se rehusaba todo derecho a residir en Francia, tomado de JosEr ALcos: op. cit., p. 31.

    (39) Cfr. VARIOS: El exilio espaol en Mxico, 1939-1982. Mxico, Fondo de Cultura Econmi-ca, 1982.

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  • Nuestro pedagogo ser sometido y condicionado por las corrupciones generaliza-das en que se mueve la sociedad cubana y su administracin educativa, y limitado porel tutelaje de los amigos del norte y una abusiva dominancia del modelo educativonorteamericano, tal como se haba implantado en la isla desde su misma independenciade Espaa en 1898. A lo cual hay que aadir, como dice el propio Almendros, que esemodelo de escuela cubana anterior a 1959 es clasista, discriminante, pobre y hasta mse-ro en sus materiales (sobre todo en la escuela rural), y organizado con un estilo docenteque viene muy bien a los intereses de Estados Unidos (40). Ello le ocasiona con frecuen-cia, roces y enfrentamientos, destituciones y deseos de introducir un cambio profundoen la educacin cubana.

    De esta poca data su intensa tarea docente en la Universidad de Oriente, en San-tiago de Cuba, donde llega a ocupar una ctedra de Pedagoga (renuncia en 1956 por laconflictiva situacin del pas) (41) y desde donde se proyecta an ms su figura de pe-dagogo influyente y escritor infantil, a pesar de haber sufrido una destitucin oficialpor el gobierno del general Batista en 1952, tanto por su ascendencia republicana espa-ola como por sus manifestaciones pblicas, orales y escritas, en pro de un nuevo ordenpoltico y educativo para Cuba.

    Antes de 1959, y desde su llegada a Cuba, contina su labor editorial ya iniciada enEspaa. As, en 1942 funda y dirige la revista infantil Ronda, en 1945 reedita las narra-ciones infantiles, ya mencionadas, de Pueblos y Leyendas; tambin publica otros trabajostales corno: Haba una vez, Cuentos y poemas para el hogar y la escuela (1945) (42), Salud yseguridad (1947), Educacin para la salud (1948), Matemticas, Geometra y lgebra elemental(1948), La escritura SCRIPT (1949) y 30 escenas de animales (1952). Traduce adems obrasde Dottrens, Ren Allendi y Hella Lobstein, L. Mawet, entre otros.

    De esta etapa tan productiva en la vida de Herminio Almendros vamos a destacartres obras que nos sitan de lleno en sus preocupaciones y en su trayectoria tanto ante-rior como posterior.

    (40) Cfr. Herminio ALMENDROS: La escuela moderna, reaccin o progreso? La Habana, Edit. deCiencias Sociales, 1985, pp. 17-18. Dice el autor ms en concreto: En la corta etapa de intervencindel Gobierno de los Estados Unidos, hasta mayo de 1902, fueron echados los cimientos y estableci-da la estructura del sistema docente primario de la Isla. Sobre aquella base y aquel andamiaje pri-meros fue medrando con intermitente ritmo y con diversa fortuna el organismo escolar que ha idodesarrollndose hasta nuestros das con plan o sin l. Rectificaciones e improvisaciones tejidas enaquella estructura socavaron sus cimientos y desmoronaron sus bases, pero an quedaron de ella,aislados pilares persistentes, a cuyo arrimo se ha seguido construyendo sin tino.

    (41) Segn Amparo BLA-r: op. cit., p. 92, durante el ltimo ao del gobierno de Batista, Almen-dros abandona Cuba para atender sus compromisos con la UNESCO en Venezuela, dirigiendo cur-sos de formacin de maestros, sobre todo lo relativo a la escuela rural. Regresa a Cuba poco antesdel triunfo revolucionario, y contina siendo presionado por la polica de Batista.

    (42) Esta obra aparece reeditada en Guatemala, Cultural Centroamericana, 1973; y continanlas ediciones en 1981 y aos siguientes. Ahora aparece escrita en colaboracin con Ruth Roses Mas-ses e ilustrada magnficamente por Celia GABRIEL Se trata de una preciosa coleccin de 53 cuentosy poemas.

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  • En 1955 publica Lecturas ejemplares, libro prologado por su amigo el dramaturgoAlejandro Casona, quien dice sobre lo escrito y su autor:

    Escribir para el nio exige ante todo conocer el secreto ntimo de ese lenguaje. Ellenguaje de los nios es otro dulce misterio que la mayora de los hombres ni siquierasospecha. Un lenguaje que, fuera de los nios mismos, quiz slo hablan con espon-tnea naturalidad los abuelos y los poetas. Y a veces tambin algn maestro que, si esautntico, tendr necesariamente algo de poeta y de nio (43).

    En efecto, Herminio Almendros es ya un escritor consumado que ha sabido calaren el alma infantil, se ha acoplado a su lenguaje, a la estructura de su proceso cognitivo.En esta obra dedica once narraciones a temas de naturaleza y otras cuarenta y dos a tra-bajos y aventuras de los hombres. Igualmente en otras de las ya citadas, Almendrossabe presentar al nio temticas parecidas, asequibles a su comprensin, capaces decaptar la sensibilidad y el inters infantil.

    No en vano unos arios atrs, en 1952, Herminio Almendros escriba un trabajomuy influyente en toda la literatura cubana e hispanoamericana. Hablamos de A prop-sito de la Edad de Oro de los Mart. Notas sobre literatura infantil (44). En l, Almendros damuestras de su pasin por la libertad y por la literatura infantil de buena traza, toman-do como modelo a Jos Mart, como libertador, educador y escritor infantil. As, dice enalgn momento:

    Para todo educador, para todo hombre de veras todo eso es un caudal y una rique-za ideal emocionantes. Mart maestro, Mart educador, Mart soador de pueblos, nopoda concebir para los nios, esperanza del mundo, otra revista que la que les ofreci(45).

    Comentando con todo rigor la revista de Jos Mart, Almendros desarrolla eneste trabajo una profunda revisin de toda la publicacin infantil y juvenil aluso, proponiendo levantarse contra esa avalancha de literatura envilecedora...atentado sistemtico contra la salud mental de la infancia (46). Lamenta la de-formacin que sufren los nios con esa literatura de ensueos falaces, presenta-da adems con un lenguaje retorcido, que no es el del nio, en cuentos, narracionesy libros escolares.

    (43) Cfr. Herminio ALMENDROS: Lecturas ejemplares. Aventuras, realidades y fantasas. Guatema-la, Cultural Centroamericana, 1972, pp. 7-8.

    (44) Est publicada en Santiago de Cuba, Universidad de Oriente, 1956. Es reeditada en M-jico con el titulo de: Estudio sobre literatura infantil. Mxico, Oasis, 1971. En 1972 aparece en La Ha-bana una nueva edicin, corregida y aumentada, que es editada por el Instituto Cubano del Libro.En 1979 ya iba por la tercera edicin.

    (45) Cfr. Herminio ALMENDROS: A propsito de la Edad de Oro de los Mart. Notas sobre literaturainfantil. Santiago de Cuba, Universidad de Oriente, 1956, p. 48.

    (46) Cfr. IDEM: Ibdem, pp. 34-36.

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  • Dice Almendros:

    Los libros que los hombres han inventado, con bien poco feliz acuerdo, para ense-ar a leer a los nios, presentan en general, junto a una lengua artificiosamente dispara-tada y nunca oda, tambin la estampa de muchos seres nunca vistos (47).

    El contrapunto slo puede estar en una literatura infantil como la de Jos Mart, ba-sada en la realidad y la vida, acoplada a la lengua que usa y comprende el nio, que esla propia de su evolucin psicolgica (48). De igual manera, a lo largo de este extensotrabajo de Almendros sobre la literatura infantil, resuenan sus vnculos con Freinetcuando habla de la importancia de tomar en consideracin al nio en su realidad y vidaconcreta, al camino de la experiencia como el camino real del progreso infantil, al tanteoen el aprender, en el decir y escribir. Por lo tanto, funcin del escritor y del maestro esescuchar al nio, aprender de l, pero tambin proponerle nuevos modelos de lectura,como La Edad de Oro o revistas del tipo Enfance y Enfantines que se publican enFrancia por maestros simpatizantes con la pedagoga Freinet, y que Almendros recono-ce coleccionar, leer y difundir en Cuba. Lamenta, en definitiva, que Mart sea an pococonocido por los nios cubanos, atragantados de literatura deformante procedente delos poderosos vecinos del norte. En concordancia con estas posiciones, Herminio Al-mendros va a desarrollar, durante todo su periplo cubano, un ingente esfuerzo de crea-cin literaria infantil, acentuado despus de 1959 por las facilidades iniciales que se leprestaron.

    Antes de la Revolucin, Almendros desempea algunas funciones dentro de la ad-ministracin escolar cubana y la docencia, pero tambin realiza incursiones en la inves-tigacin, que desarrolla en la Universidad de Oriente antes de la llegada de Batista.Durante los aos cuarenta, sensibilizado por las deficiencias del sistema escolar prima-rio, de su administracin escolar, y fundamentado en la rica experiencia que cultivcomo inspector en Espaa desde 1928 a 1939, y tambin incentivado por sus tareas uni-versitarias, elabora y presenta (1952) su tesis de doctorado sobre La Inspeccin escolaren Cuba, que poco despus se publica (49).

    Se trata de una investigacin en la que aborda, en la primera parte, el desarro-llo de la administracin educativa cubana, para ms tarde sugerir propuestas decambio en el sistema escolar de conjunto, en la escuela primaria, la formacin demaestros, en las tareas inspectoras, en los elementos tcnicos internos de la escuela,los libros escolares, los de texto, los aspectos sanitarios de la poblacin infantil, y unlargo listado de aspectos y problemas propios de un desarrollo escolar incipiente ymediatizado, al mismo tiempo, por esquemas escolares importados de los EstadosUnidos.

    (47) Cfr. IDEM: Ibidenz, p. 61.(48) En las pginas 56 y siguientes de esta obra, Almendros justifica la elboracin de una li-

    teratura infantil distinta, a partir de su concepcin psicolgica, que guarda evidentes relaciones conlas concepciones de Piaget.

    (49) Cfr. Herminio ALMENDROS: La inspeccin escolar. Exposicin crtica de su proceso en Cuba ysugestiones para una readaptacin posible. Santiago de Cuba, Universidad de Oriente, 1952, p. 337.

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  • As, recoge textualmente:

    Desde que se estableci en Cuba el sistema escolar primario bajo la inspiracin y di-reccin de las autoridades del norte, la nave pedaggica continu con la inercia del pri-mer impulso y sigui luego dando bandazos con las ventoleras que llegaban de losensayos y acomodaciones de peregrinas frmulas pedaggicas (50).

    Almendros se despacha con amplitud en este tipo de crtica respecto al uso indis-criminado de frmulas consideradas semimgicas, como los tests y al desprecio en quela tecnocracia de moda sume al maestro, considerado por Herminio como columna delsistema y de toda escuela renovadora. Se adentra asimismo, en el anlisis de la rutinaescolar vigente, en los modelos reproducidos de generacin en generacin. Dice unavez ms, Almendros:

    A la legua se advierte que sigue dominando en el concepto de la funcin de la es-cuela un criterio esttico, que hace descansar y funda la misin escolar, en propsitosque no han variado en su esencia ni en su forma, y que han sido, con mucho, sobrepasa-dos por las necesidades y aspiraciones de nuestro tiempo (51).

    Una de las propuestas de avance escolar para Cuba ms queridas y difundidas porAlmendros, ya en estos aos, no poda ser otra que la que su maestro, amigo y compa-ero Celestn Freinet tambin considera central: la colaboracin entre nios, la colabo-racin entre maestros, la colaboracin, de nuevo, entre nios, padres y maestros.

    No es concebible, menos que nunca en nuestro tiempo, la labor solitaria y aislada deuna escuela, por muy apartada que se encuentre. Ni sera aconsejable, ni sera normal. To-das las escuelas, todos los maestros deben y pueden ofrecer y recibir beneficios recprocos.La colaboracin de alumnos y maestros de distintas escuelas, no slo suscita y proporcionaventajas para el trabajo de todos, sino que es base y condicin de aquel sentido de solidari-dad y cooperacin que ha de ser signo y carcter de la educacin de nuestra poca. Orga-nizar la colaboracin ha de ser tarea bsica, si no se quiere persistir en la laxituddesarticulada e irtsolidaria: colaboracin entre escuelas, maestros, inspectores,... (52).

    La propuesta de reforma escolar que desarrolla Almendros en el trabajo que nosocupa sobre la escuela y la inspeccin en Cuba, pasa por reivindicar la centralidad delmaestro en la escuela, pero tambin por un nuevo estilo de inspeccin tcnica, la im-plantacin de escuelas de ensayo, la puesta en marcha de mecanismos de apoyo escolar,la elaboracin de nuevos materiales para la escuela: libros escolares, laboratorios, publi-caciones pedaggicas para los maestros, entre otras. Si bien la mayor parte de estas pro-puestas son desodas por las autoridades anteriores a 1959, algunas de ellas sernasumidas en los aos 60. Almendros, en quien, adems, confluyen otros ideales de soli-daridad y progreso, ser considerado como un tcnico de elevada cualificacin en laCuba revolucionaria. De ah, la relevancia que toma su figura, en los aos finales de suvida, para la historia educativa de Cuba; aunque sean precisas ciertas matizaciones.

    (50) Cfr. IDEM: Ibidem, p. 41.(51) Cfr. IDEM: lbidem, p. 82.(52) Cfr. IDEM: Ibidem, p. 141.

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  • La Cuba de los aos 40 y de la dictadura de Batista a los ojos de Almendros presen-taba muchas lagunas en materia educativa, tanto de orden cuantitativo como en elmodo de hacer (53). Por ello, empe su saber y compromiso, en la medida que pudo yle dejaron, en esa actitud que mantuvo durante aos, en pro de la reforma educativacubana y, al tiempo, del conjunto de la sociedad islea; lo cual fue determinante paraentender las responsabilidades que le fueron asignadas dentro del mbito educativo enel contexto de la Revolucin a partir de 1959.

    3. ALMENDROS EN LA TAREA EDUCATIVA DE LA REVOLUCIN

    La tercera y ltima fase de la vida de Herminio Almendros se inscribe de lleno enla historia reciente de Cuba, la de la revolucin iniciada en 1959. Cambio esperado yapoyado por buena parte de la sociedad cubana, incluido el propio Almendros, paraerradicar vicios y males, corruptelas y caciquismos generados e incentivados por la per-manente presencia del coloso del norte. La educacin, como es bien sabido, va a de-sempear junto a la sanidad, un papel destacado en el proceso, y es sin duda uno de loslogros ms cuajados de la misma, en especial en sus primeros aos. La actual situacinde deterioro que padece Cuba, sometida a un cruento y ruin bloqueo por Estados Uni-dos y sus aliados (que posiblemente haya acentuado las actitudes de centralismo delpoder), no es la ms apropiada para situar la posicin de la educacin, ni tampoco la deHerminio Almendros, desde 1959 hasta 1974.

    En ese proceso, que incluye una transformacin sustancial y radical del sistemaeducativo hasta entonces vigente en Cuba (reforma del sistema de enseanza gene-ral, construccin de escuelas, nuevas formas de elevar el nivel educativo de la po-blacin, creacin del sistema de educacin tcnica y de enseanza media especializada,preparacin del personal docente para las escuelas primarias, reformas universita-rias, como la de 1962...), dentro del cual las campaas de alfabetizacin son uno delos xitos ms reconocidos por el correctivo que imponen a las tradicionales tasas deanalfabetismo en la isla y la increble participacin de todo el pueblo, la presencia activade Herminio Almendros est ms que probada, y no precisamente con tono gris y se-gundn (54).

    (53) Este breve texto puede resumir la posicin de nuestro autor sobre el tema: Lo cierto esque hasta el triunfo de la Revolucin, la enseanza bsica del pas haba sido servida por una es-cuela pblica insuficiente y miserable, de atencin y crecimiento tan mezquinos que ayudaban alcrecimiento paralelo del analfabetismo en la nacin. Cfr. Herminio ALMENDROS: La escuela moder-na..., iam, cit., p. 26.

    (54) Seguramente Almendros podra compartir las palabras que, aos despus de su muerte,pronuncia Fidel Castro (1981) animando a mayores esfuerzos educativos: ...La educacin es el ba-samento del desarrollo econmico y social. Cmo llegar a tener cientos de miles o millones de es-pecialistas, tcnicos y obreros calificados? Esto slo sera posible emprendiendo una intensa laboreducacional que abarcara a todo el pueblo. La profunda raz nacional de nuestra Revolucin y lafidelidad al ideario de Jos Mart, nos llev a plasmar en realidades su apotegma de "ser culto es elnico medio de ser libre", publicado en Granma, 27 de abril de 1981.

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  • Llamado, como tcnico prestigioso, a colaborar en la Revolucin, por el nuevo mi-nistro de educacin, Armando Hart, son muchos los puestos de relevancia que ocupaen la administracin educativa del nuevo Estado cubano (55). En todos ellos, y en todomomento, se mantiene inclume su constante de reforma escolar inspirada en mtodosactivos e ideas renovadoras de la escuela y la educacin; pero sin dejar a un lado la im-portancia y dedicacin que merecen las publicaciones infantiles.

    Una personalidad laboriosa e infatigable como la suya dedica sus aos de madu-rez personal y profesional a la educacin y la cultura de la nueva Cuba, como educador,docente, administrador escolar, pero sobre todo como escritor de libros escolares, dedi-cados a la enseanza del lenguaje y la literatura infantil, actividad en que se proyectaAlmendros despus de un cierto desafecto con las autoridades con intivo del ostracis-mo a que se someten los mtodos pedaggicos propuestos por l (56). Su aportacin ala literatura infantil cubana fue pionera y decisiva, y se extendi de forma insospechadapor varios pases latinoamericanos.

    Pero en el conjunto de su actividad y contribucin pedaggica a la sociedad cuba-na Almendros goza de un prestigio y reverencia extraordinarios. As lo reconocen lasautoridades cubanas poco despus de su muerte, y por ello se encuentra descansandodefinitivamente, de su agitada vida, en el panten de los lderes de la revolucin cuba-na, muy en especial, de la alfabetizacin, la cultura y la educacin popular. Son las pa-labras de Francisco Mota (57) las que mejor resumen este punto de vista de la Cubaoficial del rgimen sobre la figura de Herminio Almendros en relacin con el pueblo yla educacin en Cuba:

    Vivi con los nios de Cuba y les dedic sus mejores momentos de educador yhombre bueno. Educador excelente haba sido en Espaa y excelente educador lo seraen Cuba. Cuba lo recibi como un hijo, y se hizo ciudadano cubano. Como escritor paranios, el doctor Almendros mantuvo toda la vida esta invariable bandera pedaggica:

    (55) Entre las responsabilidades que ocupa en la Cuba socialista, destacamos las siguientes:Director General de Educacin Rural, Asesor Tcnico de Educacin, Director Pedaggico de la Ciu-dad Escolar Camilo Cienfuegos, Delegado de la Editora Nacional, Director de la Editora Juvenil,Delegado en la Direccin de Enseanza del Ministerio de Fuerzas Armadas Revolucionarias, Tc-nico y Asesor del Ministerio de Educacin para la Formacin de Maestros, Asesor permanente deliteratura infantil, representante de Cuba en la UNESCO (1959), miembro de la comitiva de tcnicosde educacin que visita otros pases socialistas, profesor de la Universidad de Oriente, y otros. Cfr.Josep ALcoB: op. cit., p. 32.

    (56) De estos aos son obras suyas como: Pginas de Tagore. La Habana, Mined, 1961; Estupen-das excursiones de animales. La Habana, Edit. Juvenil, 1964; Nuestro Mart. La Habana, 1965; Fiesta.Barcelona, Teide, 1%7; Leer. La Habana, 1971; Narraciones interesantes. La Habana, Gente Nueva,1978; ABC preprimario de lectura. Guatemala, Cultural Centroamericana, 1973; Lengua espaola. Pri-mer grado. Guatemala, Cultural Centroamericana, 1973; Aventuras de los hombres. Santiago de Cuba,Oriente, 1979. Son numerosos los trabajos que publica en colaboracin con Alvero, otro maestro exi-liado espaol y amigo de Almendros, y fue el responsable de la elaboracin de los nuevos libros deenseanza de espaol para la nueva escuela cubana de la revolucin. Muchas de sus obras dirigi-das al pblico infantil han continuado reeditndose.

    (57) Cfr. Herminio ALMENDROS: Narraciones interesantes. (Prlogo de Francisco Mota). La Ha-bana, Gente Nueva, 1978, pp. 5-7.

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  • ayudar a crecer y desarrollarse en los nios el natural bueno e inteligente que en ellossiempre existe. Los que vivimos cerca de l pudimos ver cmo, hasta en los ltimos aosde su vida, trabajaba diez y doce horas diarias porque saba que la Revolucin necesi-taba su esfuerzo, y porque para el buen trabajador no existen mejores vacaciones quelas del trabajo (58). Almendros fue toda la vida maestro, un gran maestro. Un maestrolleno de inquietudes, que lo hacan sobresalir en cualquier lugar que plantara su pu-pitre para ensear. Un maestro que no ignoraba que siempre hay una forma mejor yms completa de hacer hombres ms completos y mejores, de los nios que se le en-tregaban. Y sobre todo, un maestro que tena fe en esa semilla interior que trae cadanio, y que saba muy bien que el abono y el riego que se necesita para que se desarrolleno es sino el maestro. Tena una alta conciencia el Dr. Almendros de que el trabajo es lams importante fuente de moral, de crecimiento y de felicidad. Y por ello siempre insis-ti en ensear trabajando. Saba muy bien que slo la prctica hace buena la teora, y queteora sin prctica es como simiente echada en mala tierra, simiente perdida. De ah suinters por la labor desarrollada por los nios con sus imprentas escolares, con sus talle-res escolares...

    Es sta una visin del Herminio Almendros comprometido con la Revolucin,en la administracin escolar y en la literatura, en la sociedad y el pueblo cubanos.Que ha cumplido con holgura su cometido con un infatigable, honesto y cualificadoquehacer pedaggico parece fuera de toda duda. Que haya sintonizado, hasta el fi-nal, con el devenir oficializado de esa misma Revolucin parece algo ms cuestiona-ble.

    La publicacin hace unos aos de algunos trabajos (ya citados) de su hijo NstorAlmendros y la aparicin pstuma de una obra del autor, escrita en 1962, pero publica-da finalmente en La Habana en 1985 (precedida de una introduccin oficial del editor)(59), parecen sugerir otra posible interpretacin en torno al compromiso y valoracinde Almendros respecto al castrismo, al menos en lo referente a algunas de sus expresio-nes en materia educativa.

    Si atendemos a esta nueva visin de Almendros, propuesta por s mismo y desdesu entorno familiar, parece que el cambio operado frente a Batista gener nobles expec-tativas para la cultura y la educacin del pueblo cubano, para su mejora social. Las es-peranzas colectivas concebidas, llevaron a Almendros a un compromiso inicial, sincondiciones, con el nuevo Estado, pero asentado y firme en la defensa de los mtodos y

    (58) La hija de Herminio, Mara Rosa Almendros, en la presentacin de su obra pstuma: Laescuela moderna..., iam cit. opina de esta faceta de su padre: Creo que mi padre slo era felizcuando trabajaba, cuando enseaba. Para eso no tena sbados ni domingos. Me acostumbr averlo como un hombre que estaba dispuesto a dar todo lo que tena, y como no tena ms quesu inteligencia y su pasin por la enseanza, las reparta a manos llenas, como quien repartepan.

    (59) Nos referimos a la antes citada, La escuela moderna, reaccin o progreso? La Habana, Cien-cias Sociales, 1985. El ttulo original que propuso Almendros haba sido: Campaa sectaria contra laescuela moderna. Uno de los manuscritos fue conservado por su hijo Nstor Almendros, quien lo re-cibe de su padre en Pars en 1973, pero que no pudo publicar en su exilio cubano. Finalmente lasautoridades cubanas, con las advertencias ya enunciadas, deciden su publicacin, aos ms tardey con una modificacin asptica del ttulo.

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  • concepciones pedaggicas que siempre haba mantenido y a los que nunca renunci.Por ello, a medida que se incrementa en Cuba la presencia de tcnicos en educacin pro-cedentes de pases del llamado socialismo real, o miembros cualificados de partidos co-munistas que en los aos sesenta permanecen afincados en posiciones tan estalinistascomo las que mantiene el partido comunista francs (con el R. Garaudy de entonces, alfrente, curiosamente) (60), parece que las propuestas pedaggicas de Almendros (sobretodo la generalizacin de la imprenta escolar, el texto libre, la correspondencia y laasamblea) comienzan a ser puestas en tela de juicio, teidas y adjetivadas de revisionis-tas, pequeoburguesas y hasta reaccionarias.

    Asistimos a una situacin parecida a lo que sucedi en Francia con la pedagogaFreinet, que resultaba molesta y nunca fue bien admitida ni por la escuela tradicional nipor los comunistas, ni tampoco por todas aquellas corrientes directivas remisas a acep-tar la creatividad infantil, el potencial de innovacin escolar y social que encierran eltexto libre, la imprenta escolar, la correspondencia, el peridico infantil interescolar...;todas ellas fundamento de una concepcin del quehacer educativo claramente libre yparticipativo.

    Almendros se resiste con toda su energa a aceptar la tergiversacin del pensa-miento de Freinet, trata de corregir y combatir las calumnias que se vierten contra supersona y las tcnicas que le han convertido en pedagogo emblemtico de la renovacinpedaggica europea y mundial. Almendros no entiende cmo unos planteamientos quedurante los tres primeros aos de Revolucin haban sido perfectamente asumidos ygeneralizados oficialmente en la Cuba revolucionaria (el ejemplo ms claro es el uso dela imprenta en muchas escuelas y en concreto en la ciudad pedaggica Camilo Cienfue-gos (61) de la noche a la maana, y slo por las recomendaciones de tcnicos comunis-tas extranjeros)), pasan de la luz y la prctica escolar habitual en la escuela cubana alms absoluto de los ostracismos, incluso al anatema.

    En la obra pstuma (1985), que hemos citado en varias ocasiones, trata de defendersede acusaciones infundadas y arremete contra el sectarismo que se cierne sobre Freinet (62),a quien convierten en monstruo pedaggico, su pedagoga y las tcnicas que la desa-

    (60) Buena expresin de este nuevo estilo de actuacin pedaggica la encontramos en Ni-koli KOLSNIKOV: Cuba: educacin popular y preparacin de los cuadros nacionales (1959-1982). Mosc,Editorial Progreso, 1983.

    (61) Los alumnos de la Ciudad Escolar "Camilo Cienfuegos", casi todos muchachos de laSierra Maestra, analfabetos, aprendieron a leer manejando sus imprentas, en un trabajo que tenancomo preferido y que era su orgullo. Fidel Castro inform al pueblo por la televisin, de aquellostrabajos que hacan los muchachos poco antes analfabetos, y en los que la sensibilidad y el talentodel lder revolucionario apreciaron el mrito del expresivo y claro idioma, del contenido de las vi-vidas experiencias que all quedaron impresas, del trabajo creador, de la enseanza del idioma, nopor mero procedimiento verbal y pasivo, sino por el aprendizaje con la ayuda del trabajo manual,artesanal y artstico, en feliz conjuncin de teora y prctica Cfr. Herminio ALMENDROS: La escuelamoderna..., op. cit.

    (62) Es mucha la insidia y demasiado injusta la afrenta para que uno quede con la concienciatranquila, mano sobre mano; sobre todo, habiendo escrito algo en elogio de Freinet, como yo lo hehecho, y teniendo pruebas fehacientes de su actitud y su conciencia polticas, como aqulla de la

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  • rrollan, que ahora se presentan como reaccionarias!, son las mismas que ha venido uti-lizando Almendros a lo largo de toda su vida profesional en Espaa y en Cuba durantelos veinte aos anteriores a la Revolucin.

    No es de extraar, por ello, que Almendros confiese sentir un ciertb grado de amar-gura y frustracin personal y colectiva al analizar crticamente lo acaecido con la edu-cacin en la Cuba de la nueva etapa.

    Para terminar, un texto de Almendros, extrado de uno de sus ltimos trabajos, te-ido de evidente desilusin, resume mejor que ningn otro, lo que parece haber sido suconstante actitud ante la educacin y la escuela, lo que en terminologa freinetiana bienpudiera denominarse su invariante pedaggica ms sealada:

    Habr de confesar el error en que quizs haya incurrido. Yo soy uno de esos ilusosmaestros que han vivido como braceando en el vaco. El respiro que me han dejado unay otra guerra, una revolucin frustrada y los pasos a trancos en el exilio, lo he empleadocomunicando o tratando de comunicar mi experiencia y mi fe en el propsito de esqui-var la rutina escolstica y promover una sensibilidad ms humana para el progreso dela obra docente (63).

    fraternal ayuda que, con el grupo de sus compaeros colaboradores, prodig, en un hermoso gestode solidaridad y proteccin, a nios y hombres que salan al exilio en los momentos dramticos dela terminacin de la guerra espaola, IDEM: Ibidem, p. 51.

    (63) Cfr. Herminio ALMENDROS: La escuela moderna... iam, cit., pp. 32-33.

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